Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
El elfo despertaría en la peor de sus pesadillas, los afilados y largos dedos del demonio sombrío estaban cada vez más cerca de él. Hambre... Estaba hambriento, un odio más oscuro que la propia sombra residía dentro de ese elfo, un ente sombrío superior incluso al demonio, que le saciaría durante años en ese cuerpo elfico joven e inmortal, debía ser suyo. Un agudo chillido profanó de nuevo la llanura, haciendo que el demonio retirase su mano de donde se encontraba levitando Ego.
Parte de su sombrío ser se desharía ante aquello, pareciendo que ahora tuviera tan solo una mano, petrificandose aquél líquido oscuro en a nieve. Sin haberse liberado del todo del cuerpo de Ulrik, el cual hacía ya tiempo que había muerto, mas se mantenía erguido de pie en la misma postura que instantes antes por voluntad de quién realmente le controlaba. El demonio buscaba quien le hubiese atacado de aquella forma. Aunque el ente de sombra no tuviese realmente unos ojos para ver, podía vislumbrar la maldad en las personas, pero debido a que Lisbeth se había mantenido cerca de la inocente niña aquello impedía al demonio devolver aquella agresión, por lo que se concentraba de nuevo en el elfo liberándose finalmnete del capitán dragón que caía muerto sobre la nieve.
Concentrado ahora en su verdadera presa introduciría sin miramientos su segunda mano, deseando poder controlar cuanto antes aquél nuevo recipiente que le haría de sustento por años. Los gritos de agonía del elfo hizo que varios cuervos revolotearan ante todo aquello, una escena de fuego, sombra y sangre que estaban presenciando. Aunque el dolor que sintiera el elfo no se podía describir con palabras de terceros, el demonio introducía su cuerpo con ansia en el de Ego, desapareciendo entre los gritos de aquél hombre que quedaba desmayado de rodillas en la fría nieve, ojos en blanco, mirando hacia arriba con la boca abierta con intención de gritar. Se había desgañitado las cuerdas vocales, se le acabó el aire, silencio.
Las heridas que hubiese podido tener el elfo parecían desvanecerse. Aun sin abrir los ojos, cogía los restos de aquella espada que habían dado muerte a tres caballeros dragón en ese día. Abría los ojos, ya no era él, una nueva mirada caracterizaba el rostro del elfo que clavaría aquellos malévolos ojos en la pequeña apuntándola con su espada.- Me... ¡Perteneces! - Diría gritando colérico, oscuras y desconocidas fuerzas eran ahora dueñas del cuerpo del que un día había podido ser su amigo, padre o conocido.
_____
Ya aclaré por MP la situación del ban de Ego, aun así como dije el rol seguirá hasta el final, que puede estar cercano según vuestras acciones. Lisbeth, podrás usar la magia más veces, claro, pero considera que estás ya agotada y tus posibilidades de éxito se verán reducidas, la clave puede estar en la sencillez, Ego no llegará hasta ti hasta mi siguiente post.
Por tu lado Edhyo tienes la posibilidad de interceptar a de alguna forma al nuevo Ego si lo deseas o huir, aunque recuerda si tienes que luchar de adaptarte a tus atributos para decidir tus posibilidades de éxito/fracaso, que serán resueltas según mi criterio en el siguiente post que haga. Suerte.
Parte de su sombrío ser se desharía ante aquello, pareciendo que ahora tuviera tan solo una mano, petrificandose aquél líquido oscuro en a nieve. Sin haberse liberado del todo del cuerpo de Ulrik, el cual hacía ya tiempo que había muerto, mas se mantenía erguido de pie en la misma postura que instantes antes por voluntad de quién realmente le controlaba. El demonio buscaba quien le hubiese atacado de aquella forma. Aunque el ente de sombra no tuviese realmente unos ojos para ver, podía vislumbrar la maldad en las personas, pero debido a que Lisbeth se había mantenido cerca de la inocente niña aquello impedía al demonio devolver aquella agresión, por lo que se concentraba de nuevo en el elfo liberándose finalmnete del capitán dragón que caía muerto sobre la nieve.
Concentrado ahora en su verdadera presa introduciría sin miramientos su segunda mano, deseando poder controlar cuanto antes aquél nuevo recipiente que le haría de sustento por años. Los gritos de agonía del elfo hizo que varios cuervos revolotearan ante todo aquello, una escena de fuego, sombra y sangre que estaban presenciando. Aunque el dolor que sintiera el elfo no se podía describir con palabras de terceros, el demonio introducía su cuerpo con ansia en el de Ego, desapareciendo entre los gritos de aquél hombre que quedaba desmayado de rodillas en la fría nieve, ojos en blanco, mirando hacia arriba con la boca abierta con intención de gritar. Se había desgañitado las cuerdas vocales, se le acabó el aire, silencio.
Las heridas que hubiese podido tener el elfo parecían desvanecerse. Aun sin abrir los ojos, cogía los restos de aquella espada que habían dado muerte a tres caballeros dragón en ese día. Abría los ojos, ya no era él, una nueva mirada caracterizaba el rostro del elfo que clavaría aquellos malévolos ojos en la pequeña apuntándola con su espada.- Me... ¡Perteneces! - Diría gritando colérico, oscuras y desconocidas fuerzas eran ahora dueñas del cuerpo del que un día había podido ser su amigo, padre o conocido.
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Ya aclaré por MP la situación del ban de Ego, aun así como dije el rol seguirá hasta el final, que puede estar cercano según vuestras acciones. Lisbeth, podrás usar la magia más veces, claro, pero considera que estás ya agotada y tus posibilidades de éxito se verán reducidas, la clave puede estar en la sencillez, Ego no llegará hasta ti hasta mi siguiente post.
Por tu lado Edhyo tienes la posibilidad de interceptar a de alguna forma al nuevo Ego si lo deseas o huir, aunque recuerda si tienes que luchar de adaptarte a tus atributos para decidir tus posibilidades de éxito/fracaso, que serán resueltas según mi criterio en el siguiente post que haga. Suerte.
Ger
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
Off: Bueno, a vista que los dos personajes principales del mastereado no están por la labor, el cuervo efectuará represalias. No me gusta ( y os aseguro que a mis compañeros master tampoco ) actuar de esta manera pero uno ha sido baneado y Lisbeth no me da señales de vida, por lo que siendo piadoso me conformaré en dejarla paralizada (exponiéndose a un posible ataque o lo que yo vea) este turno en el que la saltaremos.
Edhyo, tu por tu parte deberás postear a continuación, la reacción de Lisbeth será quedarse paralizada e incapaz de actuar. Si regresa en el siguiente turno o me envía MP ya veré yo el qué. Para que no te veas posiblemente solo, daré una plaza más al mastereado, si alguien se une posteará después de ti y yo después que él respectivamente.
Este off se autodestruirá en cuanto se efectúe el siguiente post onrol.
+Edito para añadir: Si Edhyo no responde en el día de hoy a las 00:00 consideraré que huye (para ser compasivo), por lo que ya no podrá participar en el mastereado y el turno de post pasará a ser Fedallah-Elen-Ger.
Edhyo, tu por tu parte deberás postear a continuación, la reacción de Lisbeth será quedarse paralizada e incapaz de actuar. Si regresa en el siguiente turno o me envía MP ya veré yo el qué. Para que no te veas posiblemente solo, daré una plaza más al mastereado, si alguien se une posteará después de ti y yo después que él respectivamente.
Este off se autodestruirá en cuanto se efectúe el siguiente post onrol.
+Edito para añadir: Si Edhyo no responde en el día de hoy a las 00:00 consideraré que huye (para ser compasivo), por lo que ya no podrá participar en el mastereado y el turno de post pasará a ser Fedallah-Elen-Ger.
Ger
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
La travesía guiada por aquel hombre de las montañas había sido dura, de noche y con aquel frio pérfido. Al llegar al pie de la montaña de roca que habrían de escalar, Fedallah fue provisto por un par de piquetas curvas, y unos aditamentos para sus botas de cuero que le ayudarían a besar firmemente con la punta de sus pies aquella roca cubierta de hielo. Algunas horas duró su ascenso… pero una vez arriba, encontró la tarea que más fuerza y voluntad demandaría. Una pequeña comunidad de hombres, mujeres y pequeños niños estaban resguardados en un hueco a las dos terceras partes de la altura de la montaña. Según el hombre que lo llevara, se escondían de unas bestias de nieve que se ensañaran con ellos en su aldea, por suerte, el elfo no se había encontrado con ellos.
La noche pasó, haciendo curaciones a una extraña condición de la piel que se agrietaba formando minúsculas heridas, que a la larga, provocaba grandes pérdidas de sangre hasta la muerte, habían perdido a casi la mitad de su comunidad.
Fedallah tenía la habilidad de curar, más no era tan elevada por falta de práctica y dedicación, así que sus curaciones y posiciones sanadoras actuaban lentamente. Durmió algunas horas, y con el sol volvió a su faena… para luego, por fin entregarse al descanso, dormido hasta después del amanecer del segundo día.
Pero todos los detalles, el agradecimiento y el buen trato que experimentara en esa comunidad no es lo que atañe a este relato. El elfo bajó a solas de la montaña… y abajo encontró a los dos caballos que dejaran, acurrucados entre las rocas. Le habían obsequiado el caballo que montara el pelirrojo para venderlo, fue la única paga que aceptó, pues de no hacerlo abandonarían al caballo ahí abajo, dejándolo morir de frio por imposibilidad de proveerle los cuidados necesarios.
De esa manera se marchó luego de alimentar a los animales, retomando la prioridad antigua de sus pensamientos, donde yacía su compromiso de adentrarse en el poblado abandonado de los dragones, por si acaso Elen y los suyos se encontraran ahí. Más al parecer, tanto la tierra como el destino se empeñaban en ponerle trabas… su halcón, perdido por el último par de días apareció cortando el cielo con su graznido agudo, en dirección a donde se alzaba un hilo de humo, cuya raíz eran unas lejanas llamas. Fedallah, montado en su caballo afiló su mirada hacia aquello que ardía, identificando la estructura de una modesta cabaña. Guiando al segundo caballo tras de sí continuó cabalgando lento, aclarándose lejanamente ante su vista de elfo una escena terrible.
Sin perder el tiempo, guió a los caballos hacia un punto ciego de aquellos personajes, amarrando a la yegua a la montura de Astaldo, bajó de el para espolearlo y ahuyentarlo. Los caballos siempre eran muy ruidosos, y aquel evento parecía peligroso. A pesar de haber podido retirarse en paz, ignorando aquellos hechos extraños, Fedallah no pudo voltear la vista, por compasión, y por qué no decirlo, una tremenda curiosidad. Conforme se acercaba sigilosamente a la cabaña en llamas, un terrible alarido hizo retumbar el hielo… casi parecía un sonido filtrado desde los infiernos. El corazón del elfo abrazó un latido lento, como si tampoco deseara hacer el menor ruido. Pero no pudo evitar seguir avanzando, cubriendo su visibilidad con lo que ya no era más que un montón de maderos en llamas.
Lo que se mostró ante sus ojos, era algo que nunca imagino contemplar en su vida, una energía oscura y demoniaca se introducía por los labios de uno de su raza. La mujer con una niña en brazos frente a un cadáver decapitado le impidieron quedar inmóvil de asombro. Por el contrario, aceleró el paso y se coló entre algunas rocas y montículos de nieve quedando a menos de cien metros de la escena que se esforzaba por comprender.
Permanecía oculto, no por cobarde… tenía que pensar antes de lanzarse como un idiota a defender a aquellos inocentes (aunque desconocía los hechos, una niña siempre era inocente), dudaba que su espada fuera a servirle de mucho. Recapituló todo lo que había leído en sus antiguos libros intentando catalogar a aquel ser… pero por lo visto, aún tenía demasiadas cosas que aprender, porque no lo logró.
-Me… ¡Perteneces!- grito el elfo poseído, embargado de odio y nuevas energías, a pesar de su cuerpo herido. No había tiempo, apuntaba ya a la pequeña con la espada, y la mujer que en algún momento intento protegerle, se encontraba inmóvil. Ya no había tiempo, daría mucho por tener un arco en ese momento, no era su arma predilecta, pero si la más adecuada para la habilidad visual de los elfos.
Dejo mi destino en manos de los dioses a los que honro…
Se puso de pie, con las manos sin arma alguna… avanzando a paso lento pero mostrándose por completo, dejando que sus pisadas y los remaches de su espada sonaran al andar, para tratar de llamar la atención del ente… apoyándolo en esta tarea Ore el halcón, chilló.
La noche pasó, haciendo curaciones a una extraña condición de la piel que se agrietaba formando minúsculas heridas, que a la larga, provocaba grandes pérdidas de sangre hasta la muerte, habían perdido a casi la mitad de su comunidad.
Fedallah tenía la habilidad de curar, más no era tan elevada por falta de práctica y dedicación, así que sus curaciones y posiciones sanadoras actuaban lentamente. Durmió algunas horas, y con el sol volvió a su faena… para luego, por fin entregarse al descanso, dormido hasta después del amanecer del segundo día.
Pero todos los detalles, el agradecimiento y el buen trato que experimentara en esa comunidad no es lo que atañe a este relato. El elfo bajó a solas de la montaña… y abajo encontró a los dos caballos que dejaran, acurrucados entre las rocas. Le habían obsequiado el caballo que montara el pelirrojo para venderlo, fue la única paga que aceptó, pues de no hacerlo abandonarían al caballo ahí abajo, dejándolo morir de frio por imposibilidad de proveerle los cuidados necesarios.
De esa manera se marchó luego de alimentar a los animales, retomando la prioridad antigua de sus pensamientos, donde yacía su compromiso de adentrarse en el poblado abandonado de los dragones, por si acaso Elen y los suyos se encontraran ahí. Más al parecer, tanto la tierra como el destino se empeñaban en ponerle trabas… su halcón, perdido por el último par de días apareció cortando el cielo con su graznido agudo, en dirección a donde se alzaba un hilo de humo, cuya raíz eran unas lejanas llamas. Fedallah, montado en su caballo afiló su mirada hacia aquello que ardía, identificando la estructura de una modesta cabaña. Guiando al segundo caballo tras de sí continuó cabalgando lento, aclarándose lejanamente ante su vista de elfo una escena terrible.
Sin perder el tiempo, guió a los caballos hacia un punto ciego de aquellos personajes, amarrando a la yegua a la montura de Astaldo, bajó de el para espolearlo y ahuyentarlo. Los caballos siempre eran muy ruidosos, y aquel evento parecía peligroso. A pesar de haber podido retirarse en paz, ignorando aquellos hechos extraños, Fedallah no pudo voltear la vista, por compasión, y por qué no decirlo, una tremenda curiosidad. Conforme se acercaba sigilosamente a la cabaña en llamas, un terrible alarido hizo retumbar el hielo… casi parecía un sonido filtrado desde los infiernos. El corazón del elfo abrazó un latido lento, como si tampoco deseara hacer el menor ruido. Pero no pudo evitar seguir avanzando, cubriendo su visibilidad con lo que ya no era más que un montón de maderos en llamas.
Lo que se mostró ante sus ojos, era algo que nunca imagino contemplar en su vida, una energía oscura y demoniaca se introducía por los labios de uno de su raza. La mujer con una niña en brazos frente a un cadáver decapitado le impidieron quedar inmóvil de asombro. Por el contrario, aceleró el paso y se coló entre algunas rocas y montículos de nieve quedando a menos de cien metros de la escena que se esforzaba por comprender.
Permanecía oculto, no por cobarde… tenía que pensar antes de lanzarse como un idiota a defender a aquellos inocentes (aunque desconocía los hechos, una niña siempre era inocente), dudaba que su espada fuera a servirle de mucho. Recapituló todo lo que había leído en sus antiguos libros intentando catalogar a aquel ser… pero por lo visto, aún tenía demasiadas cosas que aprender, porque no lo logró.
-Me… ¡Perteneces!- grito el elfo poseído, embargado de odio y nuevas energías, a pesar de su cuerpo herido. No había tiempo, apuntaba ya a la pequeña con la espada, y la mujer que en algún momento intento protegerle, se encontraba inmóvil. Ya no había tiempo, daría mucho por tener un arco en ese momento, no era su arma predilecta, pero si la más adecuada para la habilidad visual de los elfos.
Dejo mi destino en manos de los dioses a los que honro…
Se puso de pie, con las manos sin arma alguna… avanzando a paso lento pero mostrándose por completo, dejando que sus pisadas y los remaches de su espada sonaran al andar, para tratar de llamar la atención del ente… apoyándolo en esta tarea Ore el halcón, chilló.
Fedallah
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
La cruenta escena que se desarrollaba ante la bruja le resultaba familiar, por desgracia. Una humilde aldea, asolada por los jinetes oscuros, que transformaban todo a su alrededor en caos, destrucción y muerte. Sólo se escuchaban gritos de dolor y miedo, mientras los que aún estaban moribundos pedían una ayuda que nadie les brindaría. Era una visión terrible, que se repetía una y otra vez, cambiando de forma para resultar aún más horrenda. El suelo estaba cubierto por los restos de los mutilados cuerpos de los habitantes. Y al fondo de todo aquello, una enorme sombra sentada sobre un improvisado trono de cadáveres, que la llamaba para que se entregase a los brazos de la muerte.
La de cabellos cenicientos llevaba tres años padeciendo aquello, había sido testigo de aquel grotesco espectáculo tantas veces, que ya se había insensibilizado. Despertó de la pesadilla sin alterarse, respiró hondo y se incorporó hasta quedar sentada al borde de la cama. Apartó la tela de su camisa hasta dejar descubierta la piel entre el pecho y la clavícula, allí donde la runa se le había grabado a fuego.
La joven decidió en su momento anteponer la búsqueda de su familia a la de una cura, pero cargar con aquella maldición durante tanto tiempo había hecho mella en ella. Cuando todo acabase se centraría en buscar una manera de curarse, aunque no estaba segura de que fuese posible. Se levantó y se acercó a la ventana para echar un leve vistazo, aún era muy temprano.
Habían pasado dos días desde la misión del tanuri y su llegada al asentamiento de cabañas. La de ojos verdes no pudo continuar su viaje tan pronto como esperaba, pues padecía otro de los efectos de la maldición. Se llevó la mano a la frente y al cuello, la fiebre había bajado un poco pero aún quedaba algo. Se dirigió a la modesta mesa y tomó un frasco que descansaba sobre ella, retiró la tapa y dio cuatro tragos a la pócima antifebril que había adquirido en Lunargenta.
Pronto la poción hizo efecto, con lo que la maga empezó a sentirse mucho mejor. Con la salud restablecida, se cambió de ropa y salió de la posada. Se acercó al establo para asegurarse de que Sombra estuviese bien, pero se detuvo antes de llegar. Una gruesa columna de humo se alzaba en la distancia, en medio de la llanura. No sabía que habría en aquella zona, pero algo grande se estaba quemando y quizá alguien estuviese en problemas.
Volvió a su cuarto con rapidez y se enfundó el grueso abrigo de piel, tomó uno de sus cinturones de la mesa y guardó el frasco en la bolsa de cuero que colgaba de él. Envainó la daga y recogió su espada, que estaba guardada en la funda del otro cinturón. Se dirigió al establo y sacó al animal, guardando la espada en una de las alforjas antes de subirse. Tiró de las riendas y el corcel se puso en marcha a paso ligero.
Conforme se acercaba, pudo vislumbrar que lo que estaba en llamas era una estructura, semejante a la de una granja. Detuvo el caballo a cierta distancia del lugar, desmontó y ató el corcel a un árbol cercano. Se acercó con cautela, pues se oían voces provenientes de las cercanías del edificio.
Se ocultó tras un montículo de nieve y observó la escena, lo que vería se le grabaría en la memoria. Abrió desmesuradamente los ojos ante la visión del oscuro ser de garras afiladas, de cuya espalda surgían unas enormes alas negras. Nunca había visto nada parecido, pero pudo notar que era una criatura de sombra.
El ser abandonaba el cuerpo de un guardia, que cayó sin vida sobre la nieve, para acercarse a un elfo que gritaba y poseerlo introduciéndose en él. La bruja se tapó la boca para ahogar un grito de espanto, ¿cómo podía existir algo tan horrible? La criatura, ahora con su nueva apariencia, recogió una espada que yacía a su lado y apuntó con ella hacia la granja. En ese momento Elen se dio cuenta de la presencia de dos muchachas, una mayor y más adelantada que había quedado inmóvil y otra más pequeña detrás, que lloraba desconsolada.
También vio los cadáveres, había varios guardias muertos y un hombre con apariencia humilde al que habían decapitado. Pero aquellos cuerpos no le afectaban, había visto cosas peores por culpa de la maldición. - Me... ¡Perteneces! - gritó la criatura a través de los labios del poseído. ¿Qué pensaría hacer a aquellas pobres? La hechicera no tenía mucho tiempo, pero no sabía cómo actuar ante una situación como aquella. Aunque saliese a ayudarlas, ¿qué impediría a la sombra abandonar su nuevo cuerpo y poseerla?
La maga se debatía interiormente mientras otra figura entraba en escena, una que reconocería de inmediato. Se trataba de Fedallah, que acompañado de su halcón intentaba llamar la atención del ser. - Tengo…tengo que hacer algo…- musitó la de ojos verdes, seguía sintiéndose en deuda con él y aquella criatura era muy peligrosa, buscaría la manera de ayudarlo. Pero por el momento no se descubriría, el elemento sorpresa podía jugar a su favor.
La de cabellos cenicientos llevaba tres años padeciendo aquello, había sido testigo de aquel grotesco espectáculo tantas veces, que ya se había insensibilizado. Despertó de la pesadilla sin alterarse, respiró hondo y se incorporó hasta quedar sentada al borde de la cama. Apartó la tela de su camisa hasta dejar descubierta la piel entre el pecho y la clavícula, allí donde la runa se le había grabado a fuego.
La joven decidió en su momento anteponer la búsqueda de su familia a la de una cura, pero cargar con aquella maldición durante tanto tiempo había hecho mella en ella. Cuando todo acabase se centraría en buscar una manera de curarse, aunque no estaba segura de que fuese posible. Se levantó y se acercó a la ventana para echar un leve vistazo, aún era muy temprano.
Habían pasado dos días desde la misión del tanuri y su llegada al asentamiento de cabañas. La de ojos verdes no pudo continuar su viaje tan pronto como esperaba, pues padecía otro de los efectos de la maldición. Se llevó la mano a la frente y al cuello, la fiebre había bajado un poco pero aún quedaba algo. Se dirigió a la modesta mesa y tomó un frasco que descansaba sobre ella, retiró la tapa y dio cuatro tragos a la pócima antifebril que había adquirido en Lunargenta.
Pronto la poción hizo efecto, con lo que la maga empezó a sentirse mucho mejor. Con la salud restablecida, se cambió de ropa y salió de la posada. Se acercó al establo para asegurarse de que Sombra estuviese bien, pero se detuvo antes de llegar. Una gruesa columna de humo se alzaba en la distancia, en medio de la llanura. No sabía que habría en aquella zona, pero algo grande se estaba quemando y quizá alguien estuviese en problemas.
Volvió a su cuarto con rapidez y se enfundó el grueso abrigo de piel, tomó uno de sus cinturones de la mesa y guardó el frasco en la bolsa de cuero que colgaba de él. Envainó la daga y recogió su espada, que estaba guardada en la funda del otro cinturón. Se dirigió al establo y sacó al animal, guardando la espada en una de las alforjas antes de subirse. Tiró de las riendas y el corcel se puso en marcha a paso ligero.
Conforme se acercaba, pudo vislumbrar que lo que estaba en llamas era una estructura, semejante a la de una granja. Detuvo el caballo a cierta distancia del lugar, desmontó y ató el corcel a un árbol cercano. Se acercó con cautela, pues se oían voces provenientes de las cercanías del edificio.
Se ocultó tras un montículo de nieve y observó la escena, lo que vería se le grabaría en la memoria. Abrió desmesuradamente los ojos ante la visión del oscuro ser de garras afiladas, de cuya espalda surgían unas enormes alas negras. Nunca había visto nada parecido, pero pudo notar que era una criatura de sombra.
El ser abandonaba el cuerpo de un guardia, que cayó sin vida sobre la nieve, para acercarse a un elfo que gritaba y poseerlo introduciéndose en él. La bruja se tapó la boca para ahogar un grito de espanto, ¿cómo podía existir algo tan horrible? La criatura, ahora con su nueva apariencia, recogió una espada que yacía a su lado y apuntó con ella hacia la granja. En ese momento Elen se dio cuenta de la presencia de dos muchachas, una mayor y más adelantada que había quedado inmóvil y otra más pequeña detrás, que lloraba desconsolada.
También vio los cadáveres, había varios guardias muertos y un hombre con apariencia humilde al que habían decapitado. Pero aquellos cuerpos no le afectaban, había visto cosas peores por culpa de la maldición. - Me... ¡Perteneces! - gritó la criatura a través de los labios del poseído. ¿Qué pensaría hacer a aquellas pobres? La hechicera no tenía mucho tiempo, pero no sabía cómo actuar ante una situación como aquella. Aunque saliese a ayudarlas, ¿qué impediría a la sombra abandonar su nuevo cuerpo y poseerla?
La maga se debatía interiormente mientras otra figura entraba en escena, una que reconocería de inmediato. Se trataba de Fedallah, que acompañado de su halcón intentaba llamar la atención del ser. - Tengo…tengo que hacer algo…- musitó la de ojos verdes, seguía sintiéndose en deuda con él y aquella criatura era muy peligrosa, buscaría la manera de ayudarlo. Pero por el momento no se descubriría, el elemento sorpresa podía jugar a su favor.
Elen Calhoun
Aerandiano de honor
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
- Aclaración:
- Bueno, vamos a devolverle el aire épico a este hilo a partir de ya xd. Yo controlaré a Edhyo y a Lisbeth hasta que me den señales de vida ya que me parece que es lo mejor para el rol y así será. A rolear, disfruten
Cuando el joven dragón presenciaba los acontecimientos entre los árboles se quedó paralizado al igual que la bruja que protegía a la pequeña. Una imagen terrorífica en exceso para sus intelectos, un grito agónico por parte del elfo arrodillado, un silencio demasiado devastador. Era demasiado joven y cobarde para aquello, por lo que dejando cualquier debate interno y moralidades adolescentes que se hubiera planteado en su mente durante su corta vida anterior a aquél momento, ante ese choque de realidad huyó como el verdadero endeblucho que era. Había presenciado el peligro y la muerte ante sus ojos y no fue algo que le agradó, le aterró y tubo que hacer un gran esfuerzo para controlar sus esfínteres con tal de no quedar en evidencia para con él mismo, que huía con lágrimas de impotencia entre los árboles del bosque para emprender el vuelo finalmente en forma dragón. El mero recuerdo de los gritos de Ego le hacía olvidar lo egoísta de haber dejado a la mujer y la niña pequeña a su suerte, para cuando esos pensamientos le vinieran a la cabeza ya estaría demasiado lejos y solo podría arrepentirse.
El demonio había absorbido al anterior ente que tenía poseído al elfo desde años atrás, ambos, Ego y La Sombra Sin Nombre albergaban suficiente odio en su interior para que el oscuro ser que dominaba los actos del hombre armado con una simple espada desgastada no tuviese que alimentarse durante siglos, por lo que cargaba con decisión, sin tener necesidad de luchar contra la voluntad de Ego, el cual avanzaba hacia la bruja que le había dañado cuando se había dejado ver en su forma original. La bruja se quedaba paralizada abrazando a la niña ante todo aquello, no estaba, como el dragón, preparada para ver aquello, pero aferraba con fuerza a la niña que lloraba a gritos en sus brazos, solo sabía que no podía soltarla y que tampoco tenía fuerzas para combatir de ninguna forma, la bruja aceptaba que iba a morir a manos del que había sido su amigo y cerraba los ojos ante la fatal estocada que iba a recibir de su enemigo cada vez más cercano.
Nada, ni el frío de la helada llanura, ni la debilitada bruja, tan siquiera la voluntad de Ego contra el demonio detenían su implacable avance, pues aun y el odio que albergaba el cuerpo del elfo, pretendía impedir cualquier acercamiento a la pequeña, mas todo era en vano. Ahora tenía un cuerpo adulto con el que saciarse hasta quitar la última gota de vida, pues cuando más se alimentaba ese demonio más feroz era su ansia, ahora la pequeña era su objetivo, un cuerpo al que amoldar a su gusto y voluntad durante el siguiente siglo con el que sembrar el caos hasta que absolutamente todo fuera sombra, aquella bruja no iba a ser un impedimento por mucho tiempo.
Seguía su carrera con la espada en alto, se disponía a despedazar los brazos de la mujer, lo único que le impedía llevarse a la pequeña, sus ojos revelaban la sed de sangre del que cargaba, que solo fue interrumpido por un halcón. ¿Había acaso algún ser en ese bosque que no hubiese huido por la mera presencia del demonio en la oscuridad de la noche? Sus pasos se detuvieron en seco a un par de metros de Lisbeth que no podría reaccionar ante la cercana visión de su fatal destino representado en carne y hueso por Ego bañado en sangre ajena. - ¿Quién se atreve? ... - Preguntaría para si Ego girándose en dirección al gañido del halcón que iba acompañando a otro habitante de los bosques que parecía querer interferir en su demoníaca voluntad. La niña intentaba zafarse de los brazos de Lisbeth al escuchar la voz de su padre de cerca, hubiera querido mirarle e ir corriendo a sus brazos, pero la bruja aun se lo impedía.- Suéltala. - Ordenaría volviendo su vista a la elfa que tenía tan cerca y que solo podía mirarle con terror, un delicioso terror con el que el demonio se deleitaba a través de los ojos que le otorgaba su nueva marioneta, dio un fuerte puñetazo en la mandíbula de la encapuchada, que caía en redondo sangrando.
Paralizada, la niña quedaría mirando con horror como la bruja quedaba con la cara llena de sangre tras recibir ese duro golpe, pues la fuerza de Naleim se veía reforzada por gracia del ente oscuro.- Todos los seres hija mía... - Diría a la niña que aun le daba la espalda mirando hacia Lisbeth.- Todos pretenderán hacerte mal... - Seguía hablando ante los ojos de la niña, que observaba a su padre, no veía nada más que eso, por lo que no hizo sino que escuchar sus palabras y acercarse a él.- Pero con el tiempo te darás cuenta de que se doblegarán antes de interponerse entre tu y yo. - Finalizó encarándose al elfo que parecía tener intención de hacerle frente. Sonreía mirándole con la pequeña a sus espaldas, impaciente por hacerle sangrar como a un cerdo.
____
Off: La niña se encuentra a espaldas del Ego poseído. Lisbeth no podrá intervenir a menos que me envíe un MP, así que su destino está en mis manos. Por otro lado Edhyo ya no podrás participar en el mastereado y te impongo el siguiente castigo:
-Antes de poder entrar/iniciar cualquier otro rol tendrás que hacer un hilo en las montañas de Dundarak en el que estarás sumamente deprimido por tu cobardía. Alguien tendrá que encontrarte y darte esperanzas, de no ser así te impondré un trauma contra las sombras que te especificaré en el mismo post o vía MP en caso de no cumplir los requisitos.
-Lisbeth, tienes una última oportunidad, de lo contrario te impondré un castigo.
Volviendo al rol, Fedallah tendrás oportunidad de cruzar espadas con Ego si lo deseas, tienes carta blanca. Elen, tendrás que especificar en tu post de qué forma te acercas al demonio, en un unico post no le alcanzarás cuerpo a cuerpo. Podrás usar magia, pero recuerda que tendrás que tirar tus hechizos hacia la sencillez debido a que no eres Tensai y eres nivel 0, recuerda que además tendrás un límite de usos que determinaré en 3. Recordad que tenéis ambos la opción de huir y que el éxito de vuestras acciones será determinado finalmente por mi en mi siguiente turno. Suerte
Ger
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
Por más que las emociones del elfo estuvieran templadas en la práctica de la meditación y el autocontrol, aquel acervo de imágenes y sonidos demoniacos hacían que cada uno de sus nervios se tensara, prefiriendo ignorar su instinto de supervivencia para no largarse de ahí, y en su lugar, tratar de protagonizar un intento de salvación, que para muchos, y sobre todo para aquel ser de las sombras, no era más que una carrera ingenua hacia los brazos de la muerte más oscura.
- ¿Quién se atreve? ... -
Encontrarse con los ojos de aquel elfo que ya no formaba más parte del mundo vivo, significó el nacimiento de un temor natural, pero también de la valentía suficiente para un salto de fe. Pues el miedo, ahora que se encontraba a toda vista del desconocido demonio no le serviría de nada, y por ende debía desaparecer. Sus pies continuaron el camino sin que sus pupilas se desviaran, ni sus manos recurrieran a las armas. Poco a poco llegaban a su comprensión ciertos detalles, tras desviar su vista a la pequeña niña limitada en su movimiento por los brazos de la bruja que inmóvil quedó en su afán de protegerle. Esa criatura inocente era hija del elfo, y luchaba en su ingenuidad por correr a los brazos de su padre, que se alzaba con vida en medio de la carnicería.
- Suéltala. -
Fedallah no podía pensar en las intenciones del demonio, eran quizás un extendido de detalles oscuros y trágicos para perder ánimos imaginándolos. Aceleró su paso al ver como el elfo invadido levantaba la mano sobre la mujer inmóvil, pero esta recibió el golpe como una roca, enterrando el costado de su cuerpo en la nieve al caer impulsada por el impacto. La miró de reojo, aquello no era suficiente para matarla peri para dejarla inconsciente, que dadas las circunstancias era lo mejor para ella.
Fríamente, que posibilidades tenía el elfo al enfrentar a aquel ente. Su espada estaba forjada por las mejores manos y metales de Sandorai, su padre era un destacado guerrero del ejercito élfico, su maestro de armas el mejor de toda la zona suroeste… ¿y? ¿Acaso todo ese puñado de palabras le daban alguna garantía de victoria? Definitivamente no, pues la sombra no se corta con un trozo de acero. Fedallah respiró y se detuvo habiendo acortado ya la distancia entre el nuevo enemigo y él, a algunas decenas de pasos. Las palabras que el falso padre dirigía a su hija se elevaron en el silencioso ambiente como susurros venenosos que alimentaban las esperanzas de vida de la pequeña, cuyos ojos se llenaban de un nuevo brillo de amor y seguridad, al por fin colocarse tras el cuerpo de su padre. Pudiendo rozar con sus pequeños dedos las ropas manchadas de sangre se sentía segura.
Respiró profundo, abrazando una expresión aparentemente sobria para tremenda situación… recibiendo así la mirada hambrienta del otro que sin duda ansiaba escuchar el sonido de los metales chocar, para volver a tocar sangre caliente.
-He escuchado los clamores de la batalla… permitidme ayudar a vuestra hija - tentó a las reacciones, para ganar tiempo y combatir su propia ignorancia, pues desconocía las habilidades de batalla del cuerpo que el demonio ahora habitaba.
De cualquier modo, estaba listo para el ataque… lo que importaba ahora era remover a la pequeña de su domino, y por lo menos no había levantado la mano en contra de ella. Fedallah relajaba con todas sus fuerzas su cólera interior, resguardaba a presión su impulso sobre aquel ser asesino e infernal. De poner una mano sobre su espada, incluso si tenía que morir… lo haría vertiendo todas esas energías que se negaba a dispersar aun en su espíritu. Gracias a esa capacidad, su aura era como un viento informe y apenas apreciable para la naturaleza del demonio sombrío.
-Deja en paz a aquellos a los que aún les palpita el corazón en el pecho, que ninguna fuerza tienen para levantar la mano en contra vuestra.- pronunció en un asomo mayor de valentía, con un tono de voz firme pero exento de violencia, aún. Fedallah miraba fijamente a los ojos del demonio, presto a interpretar cualquier mínimo detalle de amenaza de ataque, ante el cual reaccionaria de inmediato según sus posibilidades. Se encaminó a tomar por el mango su espada de dos manos... tenía una responsabilidad ahora que se había encontrado cara a cara con aquel ser, no podia dejar que una maldad tal siguiera rondando el mundo, tragando almas inocentes y sembrandoles dolor.
- ¿Quién se atreve? ... -
Encontrarse con los ojos de aquel elfo que ya no formaba más parte del mundo vivo, significó el nacimiento de un temor natural, pero también de la valentía suficiente para un salto de fe. Pues el miedo, ahora que se encontraba a toda vista del desconocido demonio no le serviría de nada, y por ende debía desaparecer. Sus pies continuaron el camino sin que sus pupilas se desviaran, ni sus manos recurrieran a las armas. Poco a poco llegaban a su comprensión ciertos detalles, tras desviar su vista a la pequeña niña limitada en su movimiento por los brazos de la bruja que inmóvil quedó en su afán de protegerle. Esa criatura inocente era hija del elfo, y luchaba en su ingenuidad por correr a los brazos de su padre, que se alzaba con vida en medio de la carnicería.
- Suéltala. -
Fedallah no podía pensar en las intenciones del demonio, eran quizás un extendido de detalles oscuros y trágicos para perder ánimos imaginándolos. Aceleró su paso al ver como el elfo invadido levantaba la mano sobre la mujer inmóvil, pero esta recibió el golpe como una roca, enterrando el costado de su cuerpo en la nieve al caer impulsada por el impacto. La miró de reojo, aquello no era suficiente para matarla peri para dejarla inconsciente, que dadas las circunstancias era lo mejor para ella.
Fríamente, que posibilidades tenía el elfo al enfrentar a aquel ente. Su espada estaba forjada por las mejores manos y metales de Sandorai, su padre era un destacado guerrero del ejercito élfico, su maestro de armas el mejor de toda la zona suroeste… ¿y? ¿Acaso todo ese puñado de palabras le daban alguna garantía de victoria? Definitivamente no, pues la sombra no se corta con un trozo de acero. Fedallah respiró y se detuvo habiendo acortado ya la distancia entre el nuevo enemigo y él, a algunas decenas de pasos. Las palabras que el falso padre dirigía a su hija se elevaron en el silencioso ambiente como susurros venenosos que alimentaban las esperanzas de vida de la pequeña, cuyos ojos se llenaban de un nuevo brillo de amor y seguridad, al por fin colocarse tras el cuerpo de su padre. Pudiendo rozar con sus pequeños dedos las ropas manchadas de sangre se sentía segura.
Respiró profundo, abrazando una expresión aparentemente sobria para tremenda situación… recibiendo así la mirada hambrienta del otro que sin duda ansiaba escuchar el sonido de los metales chocar, para volver a tocar sangre caliente.
-He escuchado los clamores de la batalla… permitidme ayudar a vuestra hija - tentó a las reacciones, para ganar tiempo y combatir su propia ignorancia, pues desconocía las habilidades de batalla del cuerpo que el demonio ahora habitaba.
De cualquier modo, estaba listo para el ataque… lo que importaba ahora era remover a la pequeña de su domino, y por lo menos no había levantado la mano en contra de ella. Fedallah relajaba con todas sus fuerzas su cólera interior, resguardaba a presión su impulso sobre aquel ser asesino e infernal. De poner una mano sobre su espada, incluso si tenía que morir… lo haría vertiendo todas esas energías que se negaba a dispersar aun en su espíritu. Gracias a esa capacidad, su aura era como un viento informe y apenas apreciable para la naturaleza del demonio sombrío.
-Deja en paz a aquellos a los que aún les palpita el corazón en el pecho, que ninguna fuerza tienen para levantar la mano en contra vuestra.- pronunció en un asomo mayor de valentía, con un tono de voz firme pero exento de violencia, aún. Fedallah miraba fijamente a los ojos del demonio, presto a interpretar cualquier mínimo detalle de amenaza de ataque, ante el cual reaccionaria de inmediato según sus posibilidades. Se encaminó a tomar por el mango su espada de dos manos... tenía una responsabilidad ahora que se había encontrado cara a cara con aquel ser, no podia dejar que una maldad tal siguiera rondando el mundo, tragando almas inocentes y sembrandoles dolor.
Fedallah
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
El batir de unas grandes alas se escuchó a lo lejos, entre los árboles. De haber desviado la mirada, la bruja habría alcanzado a ver la silueta de un dragón, alejándose de la terrible escena. Pero no podía apartar la vista de aquel ser que tenía ante sí, ese que le provocaba escalofríos. A pesar de su nuevo cuerpo, robado a la fuerza, ella sólo veía en él a la sombra de garras afiladas.
El elfo poseído avanzaba con determinación hacia las muchachas, manteniendo la espada en alto. La más adulta había rodeado con los brazos a la otra, en un vano intento por protegerla. Por suerte, la entrada en escena de Fedallah y su halcón hicieron que el ser se detuviese a unos metros de ambas. - ¿Quién se atreve? ... - preguntaría al tiempo que se giraba para ver al extraño. La pequeña se revolvió, intentando escapar del abrazo que la retenía, cosa de la hechicera no entendía.
La situación era complicada, y al haber llegado en ese punto de la misma, la de ojos verdes no sabía qué había ocurrido ni quién había empezado aquella matanza. Sólo tenía una cosa clara, que una sombra capaz de arrebatar el cuerpo a los vivos era antinatural, no debería existir algo semejante. - Suéltala. - ordenaría la criatura, antes de propinar un fuerte puñetazo a la joven encapuchada. Ante este gesto la niña quedó paralizada, mirando con horror el cuerpo de la muchacha, que cayó en redondo sobre la nieve, con el rostro ensangrentado.
- Todos los seres hija mía... – prosiguió el ser, intentando llamar la atención de la pequeña. Ahora las piezas empezaban a encajar, la sombra había ocupado el cuerpo de su padre para llegar hasta ella. Por eso la otra joven intentaba protegerla, o más bien retenerla para que no fuese hacia él. - Todos pretenderán hacerte mal... - la elfa se giró y comenzó a acercarse a él, pues sólo veía a su padre. - Pero con el tiempo te darás cuenta de que se doblegarán antes de interponerse entre tú y yo. - dijo con una maligna sonrisa en los labios, encarándose con Fedallah.
¿Cuál era su objetivo? ¿Qué lograba con engañar a la pequeña para que lo viese como su padre? Elen no conseguía adivinarlo, pero no podía permitir que se la llevase, no sabiendo lo que tenía en su interior. Estaba claro que tendría que intervenir, pero debía tener en cuenta su naturaleza de bruja, que estaba basada más en las habilidades mentales que físicas. Fedallah había acortado un poco la distancia con el poseído, cuya mirada desvelaba el deseo de hacer correr la sangre de nuevo.
La hechicera por su parte, tendría que mantenerse a cierta distancia para tener alguna ventaja. Podría usar la telequinesis con algún arma ligera como su daga, pero se centraría en el elemento que más controlaba, la electricidad. Sabía que una descarga desde la lejanía era capaz de aturdir momentáneamente a un individuo, pero no sabía si el efecto sería distinto en la sombra. Y de momento descartaba la posibilidad de acercarse para aplicarle la corriente directamente, aunque su efecto fuera mayor y pudiese dejarlo inconsciente. No se pondría al alcance de la criatura si podía evitarlo, pero si conseguían reducirlo o herirlo de forma considerable, tendría que aprovechar.
- He escuchado los clamores de la batalla… permitidme ayudar a vuestra hija - El elfo de cabellos oscuros comenzó a hablar, en un intento por apartar al poseído de la pequeña. - Deja en paz a aquellos a los que aún les palpita el corazón en el pecho, que ninguna fuerza tienen para levantar la mano en contra vuestra.- prosiguió, echando mano a su espada. La pelea estallaría de un momento a otro y la de ojos verdes intentaría facilitarle el comienzo. Cerró el puño con fuerza, dejando que la electricidad lo envolviese.
Debía esperar el momento adecuado, en que los contendientes estuviesen lo suficientemente cerca uno de otro como para que Fedallah aprovechase el efecto del hechizo que lanzaría contra la sombra. Aquella criatura era poderosa y por separado no tendrían ninguna oportunidad, pero si creaban dos frentes de ataque, el ser no podría defenderse de ambos a la vez. O al menos eso esperaba la maga, que salió de detrás del montículo de nieve en el momento preciso, alzó la mano y el rayó cruzó la distancia que la separaba de ellos, yendo directamente contra el poseído.
Esperaba alcanzarle, pero no sabía qué habilidades podía tener ni si podría repeler su ataque. Como último recurso, serviría de distracción para que Fedallah pudiese atacarlo con su espada.
El elfo poseído avanzaba con determinación hacia las muchachas, manteniendo la espada en alto. La más adulta había rodeado con los brazos a la otra, en un vano intento por protegerla. Por suerte, la entrada en escena de Fedallah y su halcón hicieron que el ser se detuviese a unos metros de ambas. - ¿Quién se atreve? ... - preguntaría al tiempo que se giraba para ver al extraño. La pequeña se revolvió, intentando escapar del abrazo que la retenía, cosa de la hechicera no entendía.
La situación era complicada, y al haber llegado en ese punto de la misma, la de ojos verdes no sabía qué había ocurrido ni quién había empezado aquella matanza. Sólo tenía una cosa clara, que una sombra capaz de arrebatar el cuerpo a los vivos era antinatural, no debería existir algo semejante. - Suéltala. - ordenaría la criatura, antes de propinar un fuerte puñetazo a la joven encapuchada. Ante este gesto la niña quedó paralizada, mirando con horror el cuerpo de la muchacha, que cayó en redondo sobre la nieve, con el rostro ensangrentado.
- Todos los seres hija mía... – prosiguió el ser, intentando llamar la atención de la pequeña. Ahora las piezas empezaban a encajar, la sombra había ocupado el cuerpo de su padre para llegar hasta ella. Por eso la otra joven intentaba protegerla, o más bien retenerla para que no fuese hacia él. - Todos pretenderán hacerte mal... - la elfa se giró y comenzó a acercarse a él, pues sólo veía a su padre. - Pero con el tiempo te darás cuenta de que se doblegarán antes de interponerse entre tú y yo. - dijo con una maligna sonrisa en los labios, encarándose con Fedallah.
¿Cuál era su objetivo? ¿Qué lograba con engañar a la pequeña para que lo viese como su padre? Elen no conseguía adivinarlo, pero no podía permitir que se la llevase, no sabiendo lo que tenía en su interior. Estaba claro que tendría que intervenir, pero debía tener en cuenta su naturaleza de bruja, que estaba basada más en las habilidades mentales que físicas. Fedallah había acortado un poco la distancia con el poseído, cuya mirada desvelaba el deseo de hacer correr la sangre de nuevo.
La hechicera por su parte, tendría que mantenerse a cierta distancia para tener alguna ventaja. Podría usar la telequinesis con algún arma ligera como su daga, pero se centraría en el elemento que más controlaba, la electricidad. Sabía que una descarga desde la lejanía era capaz de aturdir momentáneamente a un individuo, pero no sabía si el efecto sería distinto en la sombra. Y de momento descartaba la posibilidad de acercarse para aplicarle la corriente directamente, aunque su efecto fuera mayor y pudiese dejarlo inconsciente. No se pondría al alcance de la criatura si podía evitarlo, pero si conseguían reducirlo o herirlo de forma considerable, tendría que aprovechar.
- He escuchado los clamores de la batalla… permitidme ayudar a vuestra hija - El elfo de cabellos oscuros comenzó a hablar, en un intento por apartar al poseído de la pequeña. - Deja en paz a aquellos a los que aún les palpita el corazón en el pecho, que ninguna fuerza tienen para levantar la mano en contra vuestra.- prosiguió, echando mano a su espada. La pelea estallaría de un momento a otro y la de ojos verdes intentaría facilitarle el comienzo. Cerró el puño con fuerza, dejando que la electricidad lo envolviese.
Debía esperar el momento adecuado, en que los contendientes estuviesen lo suficientemente cerca uno de otro como para que Fedallah aprovechase el efecto del hechizo que lanzaría contra la sombra. Aquella criatura era poderosa y por separado no tendrían ninguna oportunidad, pero si creaban dos frentes de ataque, el ser no podría defenderse de ambos a la vez. O al menos eso esperaba la maga, que salió de detrás del montículo de nieve en el momento preciso, alzó la mano y el rayó cruzó la distancia que la separaba de ellos, yendo directamente contra el poseído.
Esperaba alcanzarle, pero no sabía qué habilidades podía tener ni si podría repeler su ataque. Como último recurso, serviría de distracción para que Fedallah pudiese atacarlo con su espada.
Elen Calhoun
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
Ego observaba a quién se le plantaba delante, un congénere suyo, un ser de los bosques que se le acercaba con las manos desnudas y con palabras para apaciguar sus ánimos. Ego cubierto de sangre cerraba los ojos con su espada en la mano en un intento de degustar el máximo tiempo posible a su víctima, quería escuchar lo que tuviera que decir antes de proceder con él por el mero sadismo del demonio que residía en el interior de su cuerpo y ahora doblegaba su voluntad. Era consciente de que tenía a su hija a buen recaudo, era suya y aquella propiedad le parecía que tenía un valor incalculable. Su congénere afirmaba que podría sanar cualquier herida que tuviera su hija, lo que hizo que Ego abriera de nuevo los ojos para dedicarle la mirada asesina con la que le había deleitado instantes antes.
Era suya y nadie iba a acercarse, mas pensó en un momento que quizás podía engañar al elfo como había hecho con la niña pequeña cuando escuchó lo que dijo finalmente.- Deja en paz a aquellos a los que aún les palpita el corazón en el pecho, que ninguna fuerza tienen para levantar la mano en contra vuestra. - Aquellas palabras parecieron tener un efecto contundente en Naleim, que al darse cuenta que efectivamente, era consciente de su condición, el demonio en el interior hacía que de nuevo una sed de sangre y un odio insaciable se apoderaran de la espada de Ego, una mera marioneta con la que destriparía a su contrincante, el cual parecía tener palabras más afiladas que sus propias armas, de las que aun no había dado uso.
Dando unos pasos adelante con gran velocidad en la nieve al poco de pronunciar la última parte de su discurso, Fedallah vería su oponente moverse con mucha presteza incluso por tratarse de un elfo. Con la desgastada espada que ya había sido la causante de varias muertes en ese día, intento atacar el cuello de Fedallah cuando estuvo suficientemente cerca sin haber mediado palabra alguna en contestación, pensando que la sangre correría, mas se detuvo al ver que los metales chocaban, y que una vez más, debía derrotar a un digno rival, el demonio se aseguraba que tuviera la confianza para hacerlo. Se sentía en plenas facultades, y su estado de cólera no disminuía, por el contrario, parecía que iba a más cuanto más se adaptaba a los deseos del ente que le había poseído.
Las espadas se cruzaron un par de veces más hasta que los contrincantes tuvieron cierta distancia para mirarse de nuevo a los ojos. No tenía prisa, pues había dejado de sentir miedo, frío, hambre o fatiga. Ahora su existencia se basaría en saciar tan solo en saciar las malvadas intenciones del desbocado ente que se había apoderado de él. - No puedes vencerme. - Dijo entonces Ego mientras ambos se miraban con las armas en la mano.- ¡Es en vano! - Gritaría antes de arremeter contra él de nuevo con tanta velocidad como agresividad y aunque su contrincante pudiese parar o esquivar sus violentas estocadas con relativa facilidad, claro estaba que aquello no iba a durar para siempre, pues cuando cometiese un error Ego le heriría sin dudar ni un instante.
Cuando parecía que Ego no iba a flaquear, un grito de agonía le hacía retorcerse de dolor durante un segundo en el que soltó la espada a poca distancia de Fedallah. El demonio no comprendía que era aquella extraña reacción el el cuerpo de Ego, que había sentido el eléctrico elemento en hasta en su corazón, lo cual le había provocado una importante pérdida de su psicomotricidad. Abriría en ese instante los ojos y cogería de nuevo la espada a espera de lo que aconteciese. Presenciaba la presencia de un usuario de magia a sus espaldas, por lo que dio una voltereta para retroceder un metro y esquivar el posible ataque que le hubiera intentado proferir su contrincante de cuerpo a cuerpo a vistas de que se había desarmado por un instante.
De nuevo, situándose relativamente cerca de la pequeña, sacaría su espada a espera de que dieran el segundo paso lamiéndose los labios con sadismo mientras la paralizada pequeña miraba todo aquello horrorizada, llorando por el miedo y el frío que sentían sus pequeñas extremidades. Quería abrazar a su padre tuviera la actitud que tuviera, mas respetó cierta distancia a vistas de que estaba armado y había sido atacado.- ¡Dejad a mi padre en paz! - Gritaría la pequeña con su último hilo de voz, alentando más aun a Ego a seguir la lucha hasta el último aliento. Pronto lo que había sido un gran fuego de la granja prendiendo, se transformaría en ascuas apagándose, y la única luz que tendrían sería la de la luna, pues aun quedaban unas horas para que el sol amaneciera al fin en la fría llanura.
____
Off: Carta blanca para luchar o huir, tan solo: -Fedallah: Tendrás que describir el combate contra Ego cuerpo a cuerpo teniendo en cuenta que tiene una fuerza y velocidad superiores a la tuya (cómo esquivas/paras/te defiendes los ataques de Ego, ya te digo desde ahora que no te ha herido de momento) hasta que interviene Elen, en ese momento podrás intentar un ataque cuerpo a cuerpo con tu arma o lo que desees. Me gustaría, ya que estamos en un momento de lucha que los posts siguientes de pelea constaran de una primera parte lo que es la defensa y una última con el ataque/acción. Suerte!
Era suya y nadie iba a acercarse, mas pensó en un momento que quizás podía engañar al elfo como había hecho con la niña pequeña cuando escuchó lo que dijo finalmente.- Deja en paz a aquellos a los que aún les palpita el corazón en el pecho, que ninguna fuerza tienen para levantar la mano en contra vuestra. - Aquellas palabras parecieron tener un efecto contundente en Naleim, que al darse cuenta que efectivamente, era consciente de su condición, el demonio en el interior hacía que de nuevo una sed de sangre y un odio insaciable se apoderaran de la espada de Ego, una mera marioneta con la que destriparía a su contrincante, el cual parecía tener palabras más afiladas que sus propias armas, de las que aun no había dado uso.
Dando unos pasos adelante con gran velocidad en la nieve al poco de pronunciar la última parte de su discurso, Fedallah vería su oponente moverse con mucha presteza incluso por tratarse de un elfo. Con la desgastada espada que ya había sido la causante de varias muertes en ese día, intento atacar el cuello de Fedallah cuando estuvo suficientemente cerca sin haber mediado palabra alguna en contestación, pensando que la sangre correría, mas se detuvo al ver que los metales chocaban, y que una vez más, debía derrotar a un digno rival, el demonio se aseguraba que tuviera la confianza para hacerlo. Se sentía en plenas facultades, y su estado de cólera no disminuía, por el contrario, parecía que iba a más cuanto más se adaptaba a los deseos del ente que le había poseído.
Las espadas se cruzaron un par de veces más hasta que los contrincantes tuvieron cierta distancia para mirarse de nuevo a los ojos. No tenía prisa, pues había dejado de sentir miedo, frío, hambre o fatiga. Ahora su existencia se basaría en saciar tan solo en saciar las malvadas intenciones del desbocado ente que se había apoderado de él. - No puedes vencerme. - Dijo entonces Ego mientras ambos se miraban con las armas en la mano.- ¡Es en vano! - Gritaría antes de arremeter contra él de nuevo con tanta velocidad como agresividad y aunque su contrincante pudiese parar o esquivar sus violentas estocadas con relativa facilidad, claro estaba que aquello no iba a durar para siempre, pues cuando cometiese un error Ego le heriría sin dudar ni un instante.
Cuando parecía que Ego no iba a flaquear, un grito de agonía le hacía retorcerse de dolor durante un segundo en el que soltó la espada a poca distancia de Fedallah. El demonio no comprendía que era aquella extraña reacción el el cuerpo de Ego, que había sentido el eléctrico elemento en hasta en su corazón, lo cual le había provocado una importante pérdida de su psicomotricidad. Abriría en ese instante los ojos y cogería de nuevo la espada a espera de lo que aconteciese. Presenciaba la presencia de un usuario de magia a sus espaldas, por lo que dio una voltereta para retroceder un metro y esquivar el posible ataque que le hubiera intentado proferir su contrincante de cuerpo a cuerpo a vistas de que se había desarmado por un instante.
De nuevo, situándose relativamente cerca de la pequeña, sacaría su espada a espera de que dieran el segundo paso lamiéndose los labios con sadismo mientras la paralizada pequeña miraba todo aquello horrorizada, llorando por el miedo y el frío que sentían sus pequeñas extremidades. Quería abrazar a su padre tuviera la actitud que tuviera, mas respetó cierta distancia a vistas de que estaba armado y había sido atacado.- ¡Dejad a mi padre en paz! - Gritaría la pequeña con su último hilo de voz, alentando más aun a Ego a seguir la lucha hasta el último aliento. Pronto lo que había sido un gran fuego de la granja prendiendo, se transformaría en ascuas apagándose, y la única luz que tendrían sería la de la luna, pues aun quedaban unas horas para que el sol amaneciera al fin en la fría llanura.
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Off: Carta blanca para luchar o huir, tan solo: -Fedallah: Tendrás que describir el combate contra Ego cuerpo a cuerpo teniendo en cuenta que tiene una fuerza y velocidad superiores a la tuya (cómo esquivas/paras/te defiendes los ataques de Ego, ya te digo desde ahora que no te ha herido de momento) hasta que interviene Elen, en ese momento podrás intentar un ataque cuerpo a cuerpo con tu arma o lo que desees. Me gustaría, ya que estamos en un momento de lucha que los posts siguientes de pelea constaran de una primera parte lo que es la defensa y una última con el ataque/acción. Suerte!
Ger
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
Apenas hubo pronunciado la última palabra de su mensaje, aquel elfo habitado por la sombra emprendió una temeraria y sorpresiva carrera hacia él, en vano había sido su mensaje, por más habilidad que su voz tuviera para moldear diversas situaciones, esta ocasión haría falta que su ingenio se extendiera mucho más allá de sus labios, en sus manos… en su espada.
Padre, finalmente tenias razón… pensó en un instante, haciendo homenaje a su progenitor, que siempre le profería arengas en las que pretendía convencerlo de la que la espada llegaba a ser más útil que la sabiduría acumulada. Mucho tendría que agradecerle, pues lo que viene a continuación es el producto de aquellos entrenamientos a los que se entregara a regañadientes.
Las manos que antes estuvieran extendidas mostrando la blanca palma vacía, desaparecieron en un movimiento rapaz, en el que la diestra tomaba el mango de viento, su espada de dos manos forjada en el corazón de Sandorai. Retrocedió un paso, y otro, solo para otorgarle la distancia necesaria a la espada para colocarse en posición defensiva, diagonal a su rostro. Con los pies bien plantados en la nieve, recibió el choque brutal, sin tambalearse apenas. Su cuerpo estaba en óptimas condiciones, pues no tenía mínimo porcentaje de cansancio luego de su estadía en la montaña. Por ende, podía comenzar la batalla con mucha dignidad, aunque sabía que ese plato de destreza y resistencia no podría servirse eternamente.
Miró directamente a Ego ese instante en que las espadas produjeran el chillido del encuentro, esos ojos vacios… dueños de un abismo en el que cualquier débil inocente podría hundirse por mirar de más.
Fedallah movía sus pies con técnica, calculando lo incalculable en aquellos movimientos inhumanos de su contrincante, el marco de su batalla debía extenderse más allá de la agilidad y la fuerza, o si no terminaría siendo un cadáver más entre la nieve. Las espadas departían destellos bajo la luna, en aquella noche gélida y sangrienta que comenzaba a cubrirlos. No era posible analizar profundamente aquella situación, no con la espada del ente queriéndose tragar su vida segundo a segundo. Por imposible que parezca, en aquel escenario frio, le frente de Fedallah comenzó a mostrar transpiración ante la demanda intensa de todas sus fuerzas. Vino un golpe más intenso que los anteriores, en un intento del elfo pelinegro de otorgar un ataque sorpresivo que de nada sirvió, más que para darse unos pasos de respiro, momento en que sus ojos volvieron a encontrarse.
-No puedes vencerme- diría el elfo rubio. La mirada de Fedallah habia cambiado a una que pocas veces había visitado su rostro. Era la mirada ensombrecida de un guerrero, del guerrero que su padre siempre deseo que fuese. - ¡Es en vano! –
No respondió a aquellas palabras, que eran solo la manifestación de una lengua dueña de odio que nada provocaban sobre él, pues consciente ya era de la realidad a la que se enfrentaba. Tenía que utilizar un elemento insospechado, para poder atacar certeramente a aquel ser. Esquivando e interponiendo su espada continuaba, herido ya en el muslo a causa de uno de tantos tajos del que la adrenalina no le permitió percatarse, cuando de pronto el Rubio dejo salir de su boca un alarido, mientras su cuerpo se impregnaba de magia. Si el de cabello oscuro no hubiera perdido ese par de segundos en observar la dirección en que provenía el ataque, se hubiera percatado de la espada que su contrincante dejara caer cerca de él para hacerse de ella. Había cometido un grave error… quizás el único que tenía permiso de cometer en tal situación.
El elfo poseído en su dolor tomo su espada, y Fedallah volvió a mirarle. Elen… corroboró en su mente, era la bruja de cabellos plateados quien lanzara aquel ataque. El destino nuevamente hacia que sus caminos se cruzaran, y Fedallah haría honor a tal coincidencia, reusando la derrota. Aprovechando la confusión, se aproximo a él con pasos largos y veloces, cortando el aire desde arriba con su espada que pretendía herir de muerte a Ego, antes de que pudiera cuestionar a su pacifica naturaleza si aquello era lo correcto. Aquel abaniqueo de espada fue tal, que ante movimiento tan amplio y rápido el enemigo pocas posibilidades tenia de salir al menos sin un rasguño.
El fuego que se devoraba las últimas astillas de la cabaña menguaba, al igual que la fuerza del elfo, pero con mayor rapidez. Fedallah habia sacado de su voluntad una actitud que no conocía… algo similar al ciervo que de pronto responde con fiereza. Levantó la mirada tras recuperarse de todo el esfuerzo puesto en aquel corte, con la respiración intensa miro a su enemigo emprendiendo camino a él con pasos decididos, se estaba dejando llevar por la animosidad de la batalla, estaba olvidando ciertos principios de la vida y su armonía. Pero era solo ese instante… Dioses, solo un momento más.
No es su padre… , se repitió para que la sensibilidad no le asaltase. No podía herir al padre de la menor, pero si a ese cuerpo que pretendía serlo. – Alejate de tu hija, sabes que no la lastimaría y por ello la quieres cerca para amedrentarme... ¿me temes? – Fedallah habló con toda la intención de encender la arrogancia del ente. Y aceleró su lento paso con un grito de ataque, posicionando sus brazos de tal manera que el enemigo esperara un ataque por el costado derecho, provocando así que se preparara para defenderse de él, con ese odio que pretendió potenciar con sus palabras esperaba que el enemigo pusiera toda la atención en su cólera, para que ignorase los pequeños detalles de su engañoso avance. En menos de un segundo Fedallah reposicionó su espada y viró para quedar al costado izquierdo expuesto de Ego, que dejara a la deriva mientras intentara evadir un golpe que nunca llegó. Dada la posición de su espada, el elfo de cabellos oscuros solo pudo acomodar su ataque para golpear las costillas de su enemigo con el pomo de su espada, ayudándose así a recuperar la posición de ataque para un corte directo desde abajo. El filo que apuntaba al suelo, comenzó la agresiva elevación para alcanzar las extremidades del elfo rubio.
Todo aquello en un mínimo de tiempo sucedió, toda esa velocidad que Fedallah solicitara para tal acción le cobraría pronto, bajo riesgo de no servir de nada. Esperaba con todo su espíritu que su golpe pudiera infringirle una herida respetable a aquel ser. De pronto, en esa fracción de segundo en que su espada viajara, recordó que Elen se encontraba cerca.
Padre, finalmente tenias razón… pensó en un instante, haciendo homenaje a su progenitor, que siempre le profería arengas en las que pretendía convencerlo de la que la espada llegaba a ser más útil que la sabiduría acumulada. Mucho tendría que agradecerle, pues lo que viene a continuación es el producto de aquellos entrenamientos a los que se entregara a regañadientes.
Las manos que antes estuvieran extendidas mostrando la blanca palma vacía, desaparecieron en un movimiento rapaz, en el que la diestra tomaba el mango de viento, su espada de dos manos forjada en el corazón de Sandorai. Retrocedió un paso, y otro, solo para otorgarle la distancia necesaria a la espada para colocarse en posición defensiva, diagonal a su rostro. Con los pies bien plantados en la nieve, recibió el choque brutal, sin tambalearse apenas. Su cuerpo estaba en óptimas condiciones, pues no tenía mínimo porcentaje de cansancio luego de su estadía en la montaña. Por ende, podía comenzar la batalla con mucha dignidad, aunque sabía que ese plato de destreza y resistencia no podría servirse eternamente.
Miró directamente a Ego ese instante en que las espadas produjeran el chillido del encuentro, esos ojos vacios… dueños de un abismo en el que cualquier débil inocente podría hundirse por mirar de más.
Fedallah movía sus pies con técnica, calculando lo incalculable en aquellos movimientos inhumanos de su contrincante, el marco de su batalla debía extenderse más allá de la agilidad y la fuerza, o si no terminaría siendo un cadáver más entre la nieve. Las espadas departían destellos bajo la luna, en aquella noche gélida y sangrienta que comenzaba a cubrirlos. No era posible analizar profundamente aquella situación, no con la espada del ente queriéndose tragar su vida segundo a segundo. Por imposible que parezca, en aquel escenario frio, le frente de Fedallah comenzó a mostrar transpiración ante la demanda intensa de todas sus fuerzas. Vino un golpe más intenso que los anteriores, en un intento del elfo pelinegro de otorgar un ataque sorpresivo que de nada sirvió, más que para darse unos pasos de respiro, momento en que sus ojos volvieron a encontrarse.
-No puedes vencerme- diría el elfo rubio. La mirada de Fedallah habia cambiado a una que pocas veces había visitado su rostro. Era la mirada ensombrecida de un guerrero, del guerrero que su padre siempre deseo que fuese. - ¡Es en vano! –
No respondió a aquellas palabras, que eran solo la manifestación de una lengua dueña de odio que nada provocaban sobre él, pues consciente ya era de la realidad a la que se enfrentaba. Tenía que utilizar un elemento insospechado, para poder atacar certeramente a aquel ser. Esquivando e interponiendo su espada continuaba, herido ya en el muslo a causa de uno de tantos tajos del que la adrenalina no le permitió percatarse, cuando de pronto el Rubio dejo salir de su boca un alarido, mientras su cuerpo se impregnaba de magia. Si el de cabello oscuro no hubiera perdido ese par de segundos en observar la dirección en que provenía el ataque, se hubiera percatado de la espada que su contrincante dejara caer cerca de él para hacerse de ella. Había cometido un grave error… quizás el único que tenía permiso de cometer en tal situación.
El elfo poseído en su dolor tomo su espada, y Fedallah volvió a mirarle. Elen… corroboró en su mente, era la bruja de cabellos plateados quien lanzara aquel ataque. El destino nuevamente hacia que sus caminos se cruzaran, y Fedallah haría honor a tal coincidencia, reusando la derrota. Aprovechando la confusión, se aproximo a él con pasos largos y veloces, cortando el aire desde arriba con su espada que pretendía herir de muerte a Ego, antes de que pudiera cuestionar a su pacifica naturaleza si aquello era lo correcto. Aquel abaniqueo de espada fue tal, que ante movimiento tan amplio y rápido el enemigo pocas posibilidades tenia de salir al menos sin un rasguño.
El fuego que se devoraba las últimas astillas de la cabaña menguaba, al igual que la fuerza del elfo, pero con mayor rapidez. Fedallah habia sacado de su voluntad una actitud que no conocía… algo similar al ciervo que de pronto responde con fiereza. Levantó la mirada tras recuperarse de todo el esfuerzo puesto en aquel corte, con la respiración intensa miro a su enemigo emprendiendo camino a él con pasos decididos, se estaba dejando llevar por la animosidad de la batalla, estaba olvidando ciertos principios de la vida y su armonía. Pero era solo ese instante… Dioses, solo un momento más.
No es su padre… , se repitió para que la sensibilidad no le asaltase. No podía herir al padre de la menor, pero si a ese cuerpo que pretendía serlo. – Alejate de tu hija, sabes que no la lastimaría y por ello la quieres cerca para amedrentarme... ¿me temes? – Fedallah habló con toda la intención de encender la arrogancia del ente. Y aceleró su lento paso con un grito de ataque, posicionando sus brazos de tal manera que el enemigo esperara un ataque por el costado derecho, provocando así que se preparara para defenderse de él, con ese odio que pretendió potenciar con sus palabras esperaba que el enemigo pusiera toda la atención en su cólera, para que ignorase los pequeños detalles de su engañoso avance. En menos de un segundo Fedallah reposicionó su espada y viró para quedar al costado izquierdo expuesto de Ego, que dejara a la deriva mientras intentara evadir un golpe que nunca llegó. Dada la posición de su espada, el elfo de cabellos oscuros solo pudo acomodar su ataque para golpear las costillas de su enemigo con el pomo de su espada, ayudándose así a recuperar la posición de ataque para un corte directo desde abajo. El filo que apuntaba al suelo, comenzó la agresiva elevación para alcanzar las extremidades del elfo rubio.
Todo aquello en un mínimo de tiempo sucedió, toda esa velocidad que Fedallah solicitara para tal acción le cobraría pronto, bajo riesgo de no servir de nada. Esperaba con todo su espíritu que su golpe pudiera infringirle una herida respetable a aquel ser. De pronto, en esa fracción de segundo en que su espada viajara, recordó que Elen se encontraba cerca.
Fedallah
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
Los elfos se midieron con la mirada durante unos instantes, antes de que el rubio salvase la distancia que los separaba. Sus espadas entraron en acción, haciendo que el metálico sonido del chocar de las hojas invadiese la llanura. La bruja los observaba con atención desde la distancia, estudiando los ágiles movimientos del poseído. Por su parte, Fedallah se defendía bien, con lo que la pelea estaba bastante igualada, pero aquello no podría prolongarse mucho más.
La descarga de la de ojos verdes alcanzó el cuerpo del rubio en el momento adecuado, tal como lo había planeado. El elfo se retorció de dolor al tiempo que emitía un grito, soltando la espada a poca distancia de Fedallah. - No es invulnerable...- musitó la joven con tono esperanzador. La sombra estaba atada al cuerpo que había tomado a la fuerza, y éste padecía como cualquier otro. Aquel era un punto débil que tendrían que aprovechar, siempre y cuando la criatura no saliese en busca de otro recipiente.
El efecto de la electricidad duró poco, pero sirvió de mucho para la hechicera, que ahora sabía con certeza que el ser no era invencible. Elen conocía bien el alcance de sus poderes, también el desgaste que su uso le provocaba. Una descarga desde la distancia sólo aturdía momentáneamente, si la aplicaba directamente sobre la piel expuesta del individuo podría dejarlo inconsciente. Y de mantener la corriente directa durante el tiempo suficiente, podía provocar una parada cardíaca y la muerte. Pero esto último sólo lo había hecho una vez, tras lo cual quedó muy debilitada. Tenía que ser el último recurso y sólo lo intentaría si conseguían reducir al elfo o herirlo de gravedad.
Instantes después de recibir la descarga, el poseído había recuperado su espada y se había situado algo más lejos de su enemigo. Se mantenía cerca de la pequeña, a la que guardaba con celo. - ¡Dejad a mi padre en paz! - gritó la niña, que sólo veía como un par de extraños atacaban a su padre sin razón alguna. ¿Qué podía querer la criatura de ella? ¿Radicaba su interés en el hecho de asegurarse un nuevo cuerpo cuando el del rubio se consumiese? Aquello tendría sentido, pues ambos eran elfos y longevos, pero podrían pasar siglos antes de que ocurriese.
Las llamas consumían sin descanso la granja, pronto todo se vería reducido a escombros y ceniza. Y con ello se cerniría la oscuridad sobre la llanura, hasta ahora iluminada por el brillo anaranjado del fuego. La pelea debía terminar antes de que la luna fuese la única fuente de luz, o se verían en la tesitura de combatir casi a ciegas. La peliblanca no tendría problema con la oscuridad, pero mantener una esfera de luz y luchar al mismo tiempo se le haría complicado.
Ambos se habían dado cuenta de su presencia, y ahora Fedallah aprovechaba la ocasión para atacar haciendo acopio de todas sus fuerzas. La bruja no se quedó inmóvil, corrió a su caballo a toda prisa y desató una de las alforjas. Tomó el cinturón en que descansaba su espada y se lo ató, haciendo que la correa de cuero le cruzara el pecho y dejando el mango del arma hacia el lado derecho de su espalda.
Sabía que no debía precipitarse con el uso de la magia, ya que agotaba su energía y la volvía débil. Por ello tendría que acercarse y esperar el momento adecuado para que sus descargas fueran más efectivas. Pero mientras tanto ayudaría creando una distracción, volvió al lugar de la pelea tan rápido como le permitieron las piernas. Esta vez se acercó más a los combatientes, pero manteniendo cierta distancia con el poseído para no correr riesgos innecesarios. - Muerta no sirvo de nada…- pensó para sí mientras se colocaba a unos metros del costado del rubio. Si la niña era tan valiosa para él, aprovecharía cualquier ocasión para hacerse con ella.
Fedallah intentaba provocarle con palabras, para que atacase cegado por la furia y cometiese un error, que sin duda el de cabellos negros aprovecharía para asestarle un fuerte tajo con su espada a dos manos. La de ojos verdes recorrió con los dedos su cinturón, hasta llegar a la empuñadura de su daga. Desvió la mirada hacia la pequeña, que sollozaba temiendo el daño que su padre iba a recibir. Negó con la cabeza y centró de nuevo su atención en el rubio, diciéndose a sí misma que el destino que podía aguardar a aquella niña en compañía de la sombra sería mucho peor que ver morir a su padre en aquel momento.
Desenfundó la daga con un rápido movimiento de mano y la sujetó por la afilada punta, antes de tomar impulso echando el brazo hacia atrás y lanzarla hacia el costado del individuo. Si el elfo se mantenía concentrado en la pelea cuerpo a cuerpo que tenía con Fedallah, no la vería venir. Y si se percataba de ello a tiempo, tendría que esquivarlo, con lo que desviaría su atención del oponente, dándole una oportunidad.
La descarga de la de ojos verdes alcanzó el cuerpo del rubio en el momento adecuado, tal como lo había planeado. El elfo se retorció de dolor al tiempo que emitía un grito, soltando la espada a poca distancia de Fedallah. - No es invulnerable...- musitó la joven con tono esperanzador. La sombra estaba atada al cuerpo que había tomado a la fuerza, y éste padecía como cualquier otro. Aquel era un punto débil que tendrían que aprovechar, siempre y cuando la criatura no saliese en busca de otro recipiente.
El efecto de la electricidad duró poco, pero sirvió de mucho para la hechicera, que ahora sabía con certeza que el ser no era invencible. Elen conocía bien el alcance de sus poderes, también el desgaste que su uso le provocaba. Una descarga desde la distancia sólo aturdía momentáneamente, si la aplicaba directamente sobre la piel expuesta del individuo podría dejarlo inconsciente. Y de mantener la corriente directa durante el tiempo suficiente, podía provocar una parada cardíaca y la muerte. Pero esto último sólo lo había hecho una vez, tras lo cual quedó muy debilitada. Tenía que ser el último recurso y sólo lo intentaría si conseguían reducir al elfo o herirlo de gravedad.
Instantes después de recibir la descarga, el poseído había recuperado su espada y se había situado algo más lejos de su enemigo. Se mantenía cerca de la pequeña, a la que guardaba con celo. - ¡Dejad a mi padre en paz! - gritó la niña, que sólo veía como un par de extraños atacaban a su padre sin razón alguna. ¿Qué podía querer la criatura de ella? ¿Radicaba su interés en el hecho de asegurarse un nuevo cuerpo cuando el del rubio se consumiese? Aquello tendría sentido, pues ambos eran elfos y longevos, pero podrían pasar siglos antes de que ocurriese.
Las llamas consumían sin descanso la granja, pronto todo se vería reducido a escombros y ceniza. Y con ello se cerniría la oscuridad sobre la llanura, hasta ahora iluminada por el brillo anaranjado del fuego. La pelea debía terminar antes de que la luna fuese la única fuente de luz, o se verían en la tesitura de combatir casi a ciegas. La peliblanca no tendría problema con la oscuridad, pero mantener una esfera de luz y luchar al mismo tiempo se le haría complicado.
Ambos se habían dado cuenta de su presencia, y ahora Fedallah aprovechaba la ocasión para atacar haciendo acopio de todas sus fuerzas. La bruja no se quedó inmóvil, corrió a su caballo a toda prisa y desató una de las alforjas. Tomó el cinturón en que descansaba su espada y se lo ató, haciendo que la correa de cuero le cruzara el pecho y dejando el mango del arma hacia el lado derecho de su espalda.
Sabía que no debía precipitarse con el uso de la magia, ya que agotaba su energía y la volvía débil. Por ello tendría que acercarse y esperar el momento adecuado para que sus descargas fueran más efectivas. Pero mientras tanto ayudaría creando una distracción, volvió al lugar de la pelea tan rápido como le permitieron las piernas. Esta vez se acercó más a los combatientes, pero manteniendo cierta distancia con el poseído para no correr riesgos innecesarios. - Muerta no sirvo de nada…- pensó para sí mientras se colocaba a unos metros del costado del rubio. Si la niña era tan valiosa para él, aprovecharía cualquier ocasión para hacerse con ella.
Fedallah intentaba provocarle con palabras, para que atacase cegado por la furia y cometiese un error, que sin duda el de cabellos negros aprovecharía para asestarle un fuerte tajo con su espada a dos manos. La de ojos verdes recorrió con los dedos su cinturón, hasta llegar a la empuñadura de su daga. Desvió la mirada hacia la pequeña, que sollozaba temiendo el daño que su padre iba a recibir. Negó con la cabeza y centró de nuevo su atención en el rubio, diciéndose a sí misma que el destino que podía aguardar a aquella niña en compañía de la sombra sería mucho peor que ver morir a su padre en aquel momento.
Desenfundó la daga con un rápido movimiento de mano y la sujetó por la afilada punta, antes de tomar impulso echando el brazo hacia atrás y lanzarla hacia el costado del individuo. Si el elfo se mantenía concentrado en la pelea cuerpo a cuerpo que tenía con Fedallah, no la vería venir. Y si se percataba de ello a tiempo, tendría que esquivarlo, con lo que desviaría su atención del oponente, dándole una oportunidad.
Elen Calhoun
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
Cuando Ego rodaba sobre la nieve de la llanura sentiría el cercano ataque de su oponente cuando se ponía de pie cerca de la pequeña mientras gritaba entre llantos. Lo poco que quedaba de persona en aquél elfo no era más que el odio y una sensación de poder ilimitado con el que doblegar a cuantos se le opusieran. Sonreía de medio lado devolviéndo la mirada a la bruja que corría hacia el bosque en el momento que Fedallah avanzaba poco a poco hacia él mientras hablaba. – Aléjate de tu hija, sabes que no la lastimaría y por ello la quieres cerca para amedrentarme... ¿me temes? – Diría recibiendo la atención de su armado oponente, listo para una siguiente arremetida.
La bruja había comprendido lo peligroso que podía llegar a ser, pero aun había un insensato dispuesto a interponerse en el camino de lo que todas las voces de su interior le dictaban, la niña debía ser suya y aquello iba más allá de cualquier voluntad viviente. Finalmente empujó con la mano que tenía libre a la niña hacia atrás para arremeter igualmente contra quién se le acercaba por la derecha, mas él no tenía ningún interés en defenderse, pues la integración física era una de tantas cosas que podría recordar nunca más. Iba a cortar el brazo que blandía el mandoble aun a coste de su salud, dejando ir al aire una rápida estocada fatal. Mas el de pelo negro parecía haberle engañado, y sentía un duro golpe en las costillas que le impedía respirar con normalidad. - Me has engañado por última vez...- Diría mirando directamente los ojos de quién pretendía atacarle desde abajo.
Aun y el golpe que había recibido segundos antes, el nuevo recipiente empezaba a ser consciente de su cada vez mayor potencial, demostrándolo a los presentes saltando hacia atrás y cayendo grácilmente a un metro de distancia listo para volver a luchar. Aunque en un primer momento deseaba cargar hacia aquél elfo los motivos del cuál no se había molestado en comprender, había una voluntad mayor que paraba sus pies y manipulaba su oratoria.- ¡Siempre detrás de mi! - Gritaría a la pequeña, algo paralizada por tal muestra de mal humor por parte de la figura ensangrentada que le estaba mirando. - ¡Ahora! - Diría cuando detenía de un golpe seco una especie de proyectil, observando que se trataba de una daga cuando este se detenía sobre la nieve.
La autora de aquello había sido la mujer que había perdido de vista, otra insensata dispuesta a enfrentarse a él que probaría su acero esa noche.- Nunca debisteis venir aquí.- Diría Ego mientras la niña procuraba estar a espaldas de este, se estaba congelando por momentos y no dejaba de temblar, pero no era consciente de aquello ya que el miedo le impedía pronunciar ahora palabra alguna al que una vez llamó padre, que ahora arremetía de nuevo hacia el de pelo negro, que había comprobado su destreza al cortar el aire momentos antes. El arma de Ego tenía mucho que envidiar a la de su oponente, pero no por ello se veía reducida la capacidad de cortar del instrumento que portaba. Saltó impulsándose hacia él con todo su cuerpo cruzando sus espadas con gran violencia. No flaqueaba, y aunque el gran espadón de quien le presentaba combate pudiera partirlo por la mitad, la cada vez más desgastada espada de Ego era un gran rival a tener en cuenta, que resbalaba por el espadón con gracilidad, esquivando los contraataques y lanzando cortes con gran habilidad, haciendo saltar la sangre de Fedallah en dos ocasiones, hiriéndole superficialmente el brazo izquierdo y el torso.
En una lucha claramente desigualada, finalmente haría que sus espadas chocaran para acercarse y golpear con la rodilla la herida que le había provocado momentos antes, haciendo que su oponente retrocediera. Para terror de quién mirase, lamía la sangre del filo de su espada con deleite observando su cada vez más fatigado enemigo, recordando que la bruja no estaba muy lejos, reservó por un momento la distancia, quizás subestimando a aquella pareja de individuos, o con la mera intención de divertirse.
_____
Off: Bien, tan solo tened en cuenta lo que dijimos de que durante estos turnos de lucha procuremos hacer posts con inicio de defensa y final de ataque para que yo pueda determinar el éxito de las acciones. Hablar entre vosotros sobre que váis a hacer os puede ayudar, no solo hay una opción. En cuanto a tu post de defensa Elen, ya que no eres atacada, describe como te acercas finalmente al combate ya que al cuerpo a cuerpo no llegarás hasta que Ego se separa de Fedallah. Suerte.
P.d.: Cambiamos el color de mi diálogo a rojo para no tener líos con los de Fedallah ;D.
La bruja había comprendido lo peligroso que podía llegar a ser, pero aun había un insensato dispuesto a interponerse en el camino de lo que todas las voces de su interior le dictaban, la niña debía ser suya y aquello iba más allá de cualquier voluntad viviente. Finalmente empujó con la mano que tenía libre a la niña hacia atrás para arremeter igualmente contra quién se le acercaba por la derecha, mas él no tenía ningún interés en defenderse, pues la integración física era una de tantas cosas que podría recordar nunca más. Iba a cortar el brazo que blandía el mandoble aun a coste de su salud, dejando ir al aire una rápida estocada fatal. Mas el de pelo negro parecía haberle engañado, y sentía un duro golpe en las costillas que le impedía respirar con normalidad. - Me has engañado por última vez...- Diría mirando directamente los ojos de quién pretendía atacarle desde abajo.
Aun y el golpe que había recibido segundos antes, el nuevo recipiente empezaba a ser consciente de su cada vez mayor potencial, demostrándolo a los presentes saltando hacia atrás y cayendo grácilmente a un metro de distancia listo para volver a luchar. Aunque en un primer momento deseaba cargar hacia aquél elfo los motivos del cuál no se había molestado en comprender, había una voluntad mayor que paraba sus pies y manipulaba su oratoria.- ¡Siempre detrás de mi! - Gritaría a la pequeña, algo paralizada por tal muestra de mal humor por parte de la figura ensangrentada que le estaba mirando. - ¡Ahora! - Diría cuando detenía de un golpe seco una especie de proyectil, observando que se trataba de una daga cuando este se detenía sobre la nieve.
La autora de aquello había sido la mujer que había perdido de vista, otra insensata dispuesta a enfrentarse a él que probaría su acero esa noche.- Nunca debisteis venir aquí.- Diría Ego mientras la niña procuraba estar a espaldas de este, se estaba congelando por momentos y no dejaba de temblar, pero no era consciente de aquello ya que el miedo le impedía pronunciar ahora palabra alguna al que una vez llamó padre, que ahora arremetía de nuevo hacia el de pelo negro, que había comprobado su destreza al cortar el aire momentos antes. El arma de Ego tenía mucho que envidiar a la de su oponente, pero no por ello se veía reducida la capacidad de cortar del instrumento que portaba. Saltó impulsándose hacia él con todo su cuerpo cruzando sus espadas con gran violencia. No flaqueaba, y aunque el gran espadón de quien le presentaba combate pudiera partirlo por la mitad, la cada vez más desgastada espada de Ego era un gran rival a tener en cuenta, que resbalaba por el espadón con gracilidad, esquivando los contraataques y lanzando cortes con gran habilidad, haciendo saltar la sangre de Fedallah en dos ocasiones, hiriéndole superficialmente el brazo izquierdo y el torso.
En una lucha claramente desigualada, finalmente haría que sus espadas chocaran para acercarse y golpear con la rodilla la herida que le había provocado momentos antes, haciendo que su oponente retrocediera. Para terror de quién mirase, lamía la sangre del filo de su espada con deleite observando su cada vez más fatigado enemigo, recordando que la bruja no estaba muy lejos, reservó por un momento la distancia, quizás subestimando a aquella pareja de individuos, o con la mera intención de divertirse.
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Off: Bien, tan solo tened en cuenta lo que dijimos de que durante estos turnos de lucha procuremos hacer posts con inicio de defensa y final de ataque para que yo pueda determinar el éxito de las acciones. Hablar entre vosotros sobre que váis a hacer os puede ayudar, no solo hay una opción. En cuanto a tu post de defensa Elen, ya que no eres atacada, describe como te acercas finalmente al combate ya que al cuerpo a cuerpo no llegarás hasta que Ego se separa de Fedallah. Suerte.
P.d.: Cambiamos el color de mi diálogo a rojo para no tener líos con los de Fedallah ;D.
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
Los ojos del elfo se entornaron al ser testigos de aquel agil movimiento digno de un Dios encarnado, y comprender que su devoto y enorme esfuerzo por herir gravemente al autor había sido inútil.
Recuperó su postura, irguiendo su cuerpo luego de aquella embestida de espada al momento que aquella urna que contenía al demonio se defendía del lanzamiento de una daga, Elen volvía a hacer un intento meditado de ayuda, pero tal cual su propio acto, no había servido de nada.
Tras la orden del rubio la pequeña niña atormentada por el terror y al confusión trataba de guardar la postura tras la enorme espalda del vestigio de su padre. Apenas tuvo un par de segundos para ajustar sus pupilas a aquella endemoniada silueta, mientras sus músculos le comunicaban con claridad la cantidad de energía que le quedaba, a menos que tuviera escondido en su interior una fuente de poder divino dudaba seriamente poder vencer a su enemigo por medio de la violencia.
Tomó aire con resignación cuando el contrincante retomó la embestida en su contra, poniéndose en la posición más próxima de defensa que aquella velocidad le permitió, colocando la hoja de precioso metal recta a su costado para luego interponerla en medio del ataque que pretendía asesinarlo. Fedallah pudo responder a tiempo a la mayoría de los ataques, pero sin una sola oportunidad de manifestar una ofensiva realmente fuerte. De entre tantos aguijonazos de hierro dos terminaron en su piel, primero el brazo, que a pesar de retroceder le fue alcanzado por el filo superficialmente, mostrando el vapor del líquido caliente que era su sangre al salir del cuerpo. Viró sobre su eje para agredir a su oponente, más al parecer demasiado lento, pues la espada volvió a cortarle el torso… frunció el ceño con rabia y despecho sobre si mismo apretando los dientes, si acaso hubiera entrenado con mayor espíritu y voluntad, si tan solo se hubiera educado para la batalla como su padre le insistiera por tanto tiempo, ahora sería un oponente más que digno, vencería… pero era Fedallah, el amigo de la naturaleza, el que parlaba en silencio con el viento. Negó con la cabeza y retrocedió varios pasos mientras el enemigo también lo hacía en dirección opuesta tras lastimarle el vientre con la rodilla, pensar de aquella forma romántica en sí mismo nunca le había parecido tan molesto. Ni siquiera vestía armadura ligera, se estaba regalando a las manos de la muerte sin oponer resistencia.
Se había encorvado para recuperar el aire, y al elevar su vista se encontró con el rubio acariciando el filo de la espada ensangrentada con su lengua maldita.
¿Cuál era la posibilidad que prometía mas vida en aquel escenario? No podía huir y abandonar a esa pequeña en los brazos de quien no era más su padre. Y el demonio consciente de aquello no se separaba de la inocente. Fedallah maldijo entre dientes, algo muy extraño en el… e ignoró el dolor y la sangre que le corría sobre la piel, enfriándose poco a poco presa de la baja temperatura de la llanura.
Sin tan solo Elen y él pudieran coordinarse para tomar a la pequeña y escapar, el enemigo no tenía ningún semental, o por lo menos no se apreciaba la presencia de alguno en los alrededores, pues habían salido encabritados tras el baño de sangre. Era momento de ser objetivo, y no morir como un ingenuo héroe. El de cabellos negros volteo a mirar a Elen, rogando porque comprendiera su única posibilidad. Arremetería con su último aliento de verdadera fuerza, con sus movimientos más agiles para distraer al demonio, llamaría a su caballo para que Elen lo montara luego de tomar a la pequeña, pues era seguramente mucho más veloz que el que ella poseia. No había momentos para intercambiar palabras, pero era consciente de que la perspicacia de Elen concluiría cuál era su única salida.
Fedallah permaneciendo de pie abrazó la calma nuevamente… olvidando los reclamos que antes se hiciera a sí mismo. Elevó un largo silbido observando directamente al elfo rubio, un silbido que acataría Astaldo, su temerario caballo que se había ido a resguardar con una yegua en los alrededores. Luego emprendió una carrera llena de cólera contra su enemigo, ahí vertió una especie de locura escondida… violencia pura. Si moría o vivía, era un detalle que ya estaba fuera de sus manos.
Levantó su espada con tremendo impulso, y la dejó caer en un tajo vertical sobre el demonio, luego una segunda vez… un tercera, sin menguar. Retiró una de sus manos del mango de su espada, y tomó de los largos cabellos rubios que se blandían por los movimientos muy cerca de él, arremetiendo nuevamente con su espada que maniobraba con la extremidad izquierda, tratando de enterrar el filo en el cuello, o en el peor de los casos en el brazo con el que intentara defenderse.
Astaldo apareció en la escena cerca de Elen…
Recuperó su postura, irguiendo su cuerpo luego de aquella embestida de espada al momento que aquella urna que contenía al demonio se defendía del lanzamiento de una daga, Elen volvía a hacer un intento meditado de ayuda, pero tal cual su propio acto, no había servido de nada.
Tras la orden del rubio la pequeña niña atormentada por el terror y al confusión trataba de guardar la postura tras la enorme espalda del vestigio de su padre. Apenas tuvo un par de segundos para ajustar sus pupilas a aquella endemoniada silueta, mientras sus músculos le comunicaban con claridad la cantidad de energía que le quedaba, a menos que tuviera escondido en su interior una fuente de poder divino dudaba seriamente poder vencer a su enemigo por medio de la violencia.
Tomó aire con resignación cuando el contrincante retomó la embestida en su contra, poniéndose en la posición más próxima de defensa que aquella velocidad le permitió, colocando la hoja de precioso metal recta a su costado para luego interponerla en medio del ataque que pretendía asesinarlo. Fedallah pudo responder a tiempo a la mayoría de los ataques, pero sin una sola oportunidad de manifestar una ofensiva realmente fuerte. De entre tantos aguijonazos de hierro dos terminaron en su piel, primero el brazo, que a pesar de retroceder le fue alcanzado por el filo superficialmente, mostrando el vapor del líquido caliente que era su sangre al salir del cuerpo. Viró sobre su eje para agredir a su oponente, más al parecer demasiado lento, pues la espada volvió a cortarle el torso… frunció el ceño con rabia y despecho sobre si mismo apretando los dientes, si acaso hubiera entrenado con mayor espíritu y voluntad, si tan solo se hubiera educado para la batalla como su padre le insistiera por tanto tiempo, ahora sería un oponente más que digno, vencería… pero era Fedallah, el amigo de la naturaleza, el que parlaba en silencio con el viento. Negó con la cabeza y retrocedió varios pasos mientras el enemigo también lo hacía en dirección opuesta tras lastimarle el vientre con la rodilla, pensar de aquella forma romántica en sí mismo nunca le había parecido tan molesto. Ni siquiera vestía armadura ligera, se estaba regalando a las manos de la muerte sin oponer resistencia.
Se había encorvado para recuperar el aire, y al elevar su vista se encontró con el rubio acariciando el filo de la espada ensangrentada con su lengua maldita.
¿Cuál era la posibilidad que prometía mas vida en aquel escenario? No podía huir y abandonar a esa pequeña en los brazos de quien no era más su padre. Y el demonio consciente de aquello no se separaba de la inocente. Fedallah maldijo entre dientes, algo muy extraño en el… e ignoró el dolor y la sangre que le corría sobre la piel, enfriándose poco a poco presa de la baja temperatura de la llanura.
Sin tan solo Elen y él pudieran coordinarse para tomar a la pequeña y escapar, el enemigo no tenía ningún semental, o por lo menos no se apreciaba la presencia de alguno en los alrededores, pues habían salido encabritados tras el baño de sangre. Era momento de ser objetivo, y no morir como un ingenuo héroe. El de cabellos negros volteo a mirar a Elen, rogando porque comprendiera su única posibilidad. Arremetería con su último aliento de verdadera fuerza, con sus movimientos más agiles para distraer al demonio, llamaría a su caballo para que Elen lo montara luego de tomar a la pequeña, pues era seguramente mucho más veloz que el que ella poseia. No había momentos para intercambiar palabras, pero era consciente de que la perspicacia de Elen concluiría cuál era su única salida.
Fedallah permaneciendo de pie abrazó la calma nuevamente… olvidando los reclamos que antes se hiciera a sí mismo. Elevó un largo silbido observando directamente al elfo rubio, un silbido que acataría Astaldo, su temerario caballo que se había ido a resguardar con una yegua en los alrededores. Luego emprendió una carrera llena de cólera contra su enemigo, ahí vertió una especie de locura escondida… violencia pura. Si moría o vivía, era un detalle que ya estaba fuera de sus manos.
Levantó su espada con tremendo impulso, y la dejó caer en un tajo vertical sobre el demonio, luego una segunda vez… un tercera, sin menguar. Retiró una de sus manos del mango de su espada, y tomó de los largos cabellos rubios que se blandían por los movimientos muy cerca de él, arremetiendo nuevamente con su espada que maniobraba con la extremidad izquierda, tratando de enterrar el filo en el cuello, o en el peor de los casos en el brazo con el que intentara defenderse.
Astaldo apareció en la escena cerca de Elen…
Fedallah
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
Las esperanzas que la bruja había depositado en su ataque desaparecieron al ver que el rubio desviaba la daga con un seco golpe de su espada. El arma salió disparada hacia la nieve, no lejos de la de cabellos cenicientos, que haría lo posible por recuperarla cuanto antes. - Nunca debisteis venir aquí.- dijo el poseído, mientras la pequeña obedecía sus órdenes y se ocultaba tras él. La elfa temblaba a causa del frío, sin poder articular palabra por el miedo que la embargaba.
Aquella pausa sólo duró unos segundos, antes de que la criatura volviese a arremeter contra Fedallah con un ágil salto. El metálico sonido de las espadas al chocar volvió a invadir la llanura, mientras ambos luchadores hacían hasta lo imposible por alcanzar a su oponente. Sin perder tiempo, la hechicera avanzó hacia ellos, manteniéndose siempre a un costado del elfo poseído. Tenía que buscar el momento oportuno, o quizá llamar su atención de algún modo para que su compañero tuviese oportunidad de asestarle un tajo.
En cuanto estuvo más cerca, usó la telequinesis para recuperar su daga, que descansaba sobre la nieve. Alzó la vista hacia los combatientes, a tiempo para ver como la espada del rubio alcanzaba a Fedallah en el brazo y posteriormente en el torso. Fatigado por el esfuerzo y las heridas recibidas, el de cabellos negros retrocedió unos pasos. Aquello no podía alargarse por mucho tiempo, o las posibilidades de ambos se verían muy reducidas.
Y Elen lo tenía claro, si su compañero caía sus posibilidades serían escasas. Maldijo interiormente por no haber desarrollado más sus poderes, y por no haber entrenado lo suficiente con la espada. Siempre se había sentido más cómoda luchando con la daga, que le permitía ser ligera y rápida. Pero con la espada sólo podría bloquear algunos ataques, no duraría mucho contra un oponente con la destreza que demostraba la sombra.
Si se veía sola contra él sólo le quedaría una opción, y de ésta era posible que no saliese con vida. Tendría que esperar, dejar que se acercase para herirla y abalanzarse sobre él, buscando alguna zona expuesta donde aplicarle una descarga. Pero esto entrañaba el riesgo de que la criatura la alcanzara con la espada y todo terminase para ella. Apartó de su mente esos pensamientos y desvió la vista hacia el rubio, que lamía la sangre que había quedado en el filo de su espada con deleite. Parecía que aquel ser fuese el mismísimo demonio, saboreando el momento mientras su enemigo intentaba recuperarse.
Pero ¿qué opciones tenían? Fedallah se había esforzado mucho durante el combate y aun así había resultado herido. La sombra estaba dispuesta a cualquier cosa por llevarse a la niña consigo, algo que ninguno de los dos quería permitir. La bruja miró a su compañero, que la observaba como si quisiera decirle algo. Cayó en la cuenta de inmediato, pues el motivo de que ambos estuviesen allí era ella, la pequeña. Podrían haber seguido de largo ante la horrenda escena, pero no lo hicieron. Sus conciencias no les permitían dejar a aquella niña en manos del ser que le había arrebatado a su padre de una forma tan vil.
El elfo de cabellos oscuros emitió un silbido, igual al que había usado para llamar a su caballo cuando salieron de la gruta de los tanuris. Luego hizo acopio de todas sus fuerzas para emprender la carrera hacia el rubio y comenzar a atacarlo con furia, levantando el mandoble para asestar fuertes tajos verticales hacia su oponente. Sujetó los cabellos del cuerpo que había tomado la sombra e intentó hundir la hoja de su espada en su cuello, dejándose llevar por la cólera.
La de cabellos cenicientos echó a correr en dirección a la niña tan rápido como le permitieron las piernas, sin dejar de vigilar la pelea por el rabillo del ojo. Rodeó a la pequeña con un brazo por debajo del pecho, inmovilizándole los brazos por si se resistía, y comenzó a tirar de ella hacia el caballo que se acercaba a la escena. - Ese que ves ahí ya no es tu padre, ¡vamos, tenemos que salir de aquí! - exclamó, intentando que la elfa entrase en razón y se diese cuenta de que aquel que disfrutaba lamiendo sangre y matando a todos cuantos se le acercaban ya no era la persona que ella conocía.
Ahora ambas se encontraban muy cerca de ellos, apenas unos metros los separaban. Elen no podía irse dejando solo allí a Fedallah, tenía que facilitarle una salida para que también pudiese escapar. Alzó la mano que tenía libre, y dejó que la electricidad volviese a surgir de ella en forma de descarga, que cruzó la pequeña distancia para intentar alcanzar al poseído. Si lo lograba, su compañero tendría ocasión de desarmarlo o ganaría algo de tiempo para huir.
Aquella pausa sólo duró unos segundos, antes de que la criatura volviese a arremeter contra Fedallah con un ágil salto. El metálico sonido de las espadas al chocar volvió a invadir la llanura, mientras ambos luchadores hacían hasta lo imposible por alcanzar a su oponente. Sin perder tiempo, la hechicera avanzó hacia ellos, manteniéndose siempre a un costado del elfo poseído. Tenía que buscar el momento oportuno, o quizá llamar su atención de algún modo para que su compañero tuviese oportunidad de asestarle un tajo.
En cuanto estuvo más cerca, usó la telequinesis para recuperar su daga, que descansaba sobre la nieve. Alzó la vista hacia los combatientes, a tiempo para ver como la espada del rubio alcanzaba a Fedallah en el brazo y posteriormente en el torso. Fatigado por el esfuerzo y las heridas recibidas, el de cabellos negros retrocedió unos pasos. Aquello no podía alargarse por mucho tiempo, o las posibilidades de ambos se verían muy reducidas.
Y Elen lo tenía claro, si su compañero caía sus posibilidades serían escasas. Maldijo interiormente por no haber desarrollado más sus poderes, y por no haber entrenado lo suficiente con la espada. Siempre se había sentido más cómoda luchando con la daga, que le permitía ser ligera y rápida. Pero con la espada sólo podría bloquear algunos ataques, no duraría mucho contra un oponente con la destreza que demostraba la sombra.
Si se veía sola contra él sólo le quedaría una opción, y de ésta era posible que no saliese con vida. Tendría que esperar, dejar que se acercase para herirla y abalanzarse sobre él, buscando alguna zona expuesta donde aplicarle una descarga. Pero esto entrañaba el riesgo de que la criatura la alcanzara con la espada y todo terminase para ella. Apartó de su mente esos pensamientos y desvió la vista hacia el rubio, que lamía la sangre que había quedado en el filo de su espada con deleite. Parecía que aquel ser fuese el mismísimo demonio, saboreando el momento mientras su enemigo intentaba recuperarse.
Pero ¿qué opciones tenían? Fedallah se había esforzado mucho durante el combate y aun así había resultado herido. La sombra estaba dispuesta a cualquier cosa por llevarse a la niña consigo, algo que ninguno de los dos quería permitir. La bruja miró a su compañero, que la observaba como si quisiera decirle algo. Cayó en la cuenta de inmediato, pues el motivo de que ambos estuviesen allí era ella, la pequeña. Podrían haber seguido de largo ante la horrenda escena, pero no lo hicieron. Sus conciencias no les permitían dejar a aquella niña en manos del ser que le había arrebatado a su padre de una forma tan vil.
El elfo de cabellos oscuros emitió un silbido, igual al que había usado para llamar a su caballo cuando salieron de la gruta de los tanuris. Luego hizo acopio de todas sus fuerzas para emprender la carrera hacia el rubio y comenzar a atacarlo con furia, levantando el mandoble para asestar fuertes tajos verticales hacia su oponente. Sujetó los cabellos del cuerpo que había tomado la sombra e intentó hundir la hoja de su espada en su cuello, dejándose llevar por la cólera.
La de cabellos cenicientos echó a correr en dirección a la niña tan rápido como le permitieron las piernas, sin dejar de vigilar la pelea por el rabillo del ojo. Rodeó a la pequeña con un brazo por debajo del pecho, inmovilizándole los brazos por si se resistía, y comenzó a tirar de ella hacia el caballo que se acercaba a la escena. - Ese que ves ahí ya no es tu padre, ¡vamos, tenemos que salir de aquí! - exclamó, intentando que la elfa entrase en razón y se diese cuenta de que aquel que disfrutaba lamiendo sangre y matando a todos cuantos se le acercaban ya no era la persona que ella conocía.
Ahora ambas se encontraban muy cerca de ellos, apenas unos metros los separaban. Elen no podía irse dejando solo allí a Fedallah, tenía que facilitarle una salida para que también pudiese escapar. Alzó la mano que tenía libre, y dejó que la electricidad volviese a surgir de ella en forma de descarga, que cruzó la pequeña distancia para intentar alcanzar al poseído. Si lo lograba, su compañero tendría ocasión de desarmarlo o ganaría algo de tiempo para huir.
Elen Calhoun
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
Él era una personificación del odio, nada más le impulsaba ahora, nada era tan poderoso. En vez de menguar, sus fuerzas parecían ir en crescendo, un sólo recipiente no podría resistir aquello por mucho tiempo, mas no era algo que atormentara la mente del oscuro ser que habitaba en su interior, y que ahora movía los hilos de su marioneta a la que haría luchar a muerte contra quién fuese, pues no era más que un peón en su gran tablero de ajedrez. El elfo observaría los acontecimientos, incrédulo por ver silbar a su enemigo.- Nadie vendrá en tu ayuda.- Diría desde su posición Ego, para ver hasta qué punto podía desvanecer la esperanza de aquél hombre que le miraba fijamente, empezaba a sentir el odio en el interior de este y aquello le hacía sonreír expectante.
Los músculos del recipiente parecían endurecidos. las venas hinchadas bombeaban sin cesar y su piel obtenía cada vez una tonalidad más rojiza cuando el elfo moreno se acercaba con la espada en alto, finalmente había conseguido ponerle colérico y ahora iba a divertirse.- Necio. - Afirmaría confiado esperando el choque entre ambos, sorprendido por la primera arremetida de su enemigo. No obstante, pudo detener la segunda, desviar la tercera para contraatacar, mas en aquél momento no se le pasó por alto que la bruja dirigía palabras a la niña, llenando de cólera al ser de su interior, que olvidando la defensa de su recipiente, se giraría para ver como la pequeña iría llorando a abrazar a la mujer.
La niña hundiría la cabeza en su ropa, sufría por el frío de la noche en la llanura, por todas las muertes que había tenido que presenciar en ese día fatal. Estaba paralizada y necesitaba llorar sin consuelo, ignorando lo que pasaba a su alrededor. Para cuando Ego se diera cuenta ya era demasiado tarde y aunque intentó defenderse, el agarre de su enemigo por el pelo le desequilibró como para recibir una estocada fatal que desviaría sacrificando su extremidad izquierda, que al desprenderse de su cuerpo sangraría a borbotones acompañando aquello de un grito de agonía que haría que el llanto de la pequeña no fuera si no en aumento.
Una vez más las miradas de los contrincantes se cruzaron y Fedallah podría ver los ojos bañados en sangre del enemigo al que tenía cogido.- ¡Muere! - Gritaría dando apego de sus últimas fuerzas para ensartar con su espada tantas veces como le fuera posible a su enemigo antes de desvanecerse, pero no controlaba su cuerpo, fuertes descargas y espasmos recorrían su organismo cuando la bruja a sus espaldas le atacaba con el eléctrico elemento. Como había pasado con el capitán, los ojos de Ego se tornaron de color blanco, quedó boquiabierto y, finalmente, acabó recostado en el suelo sin fuerzas, pues no iba a levantarse nunca más.
_____
Buen trabajo, habéis acabado con Ego pero vuestra pesadilla helada no termina aquí y a excepción de la niña, vuestros personajes lo saben. Durante este turno tenéis carta blanca, podéis intentar huir, pero de hacerlo tendréis que especificar de qué modo y hacia dónde. Espero que disfruten del cercano desenlace. Suerte.
Los músculos del recipiente parecían endurecidos. las venas hinchadas bombeaban sin cesar y su piel obtenía cada vez una tonalidad más rojiza cuando el elfo moreno se acercaba con la espada en alto, finalmente había conseguido ponerle colérico y ahora iba a divertirse.- Necio. - Afirmaría confiado esperando el choque entre ambos, sorprendido por la primera arremetida de su enemigo. No obstante, pudo detener la segunda, desviar la tercera para contraatacar, mas en aquél momento no se le pasó por alto que la bruja dirigía palabras a la niña, llenando de cólera al ser de su interior, que olvidando la defensa de su recipiente, se giraría para ver como la pequeña iría llorando a abrazar a la mujer.
La niña hundiría la cabeza en su ropa, sufría por el frío de la noche en la llanura, por todas las muertes que había tenido que presenciar en ese día fatal. Estaba paralizada y necesitaba llorar sin consuelo, ignorando lo que pasaba a su alrededor. Para cuando Ego se diera cuenta ya era demasiado tarde y aunque intentó defenderse, el agarre de su enemigo por el pelo le desequilibró como para recibir una estocada fatal que desviaría sacrificando su extremidad izquierda, que al desprenderse de su cuerpo sangraría a borbotones acompañando aquello de un grito de agonía que haría que el llanto de la pequeña no fuera si no en aumento.
Una vez más las miradas de los contrincantes se cruzaron y Fedallah podría ver los ojos bañados en sangre del enemigo al que tenía cogido.- ¡Muere! - Gritaría dando apego de sus últimas fuerzas para ensartar con su espada tantas veces como le fuera posible a su enemigo antes de desvanecerse, pero no controlaba su cuerpo, fuertes descargas y espasmos recorrían su organismo cuando la bruja a sus espaldas le atacaba con el eléctrico elemento. Como había pasado con el capitán, los ojos de Ego se tornaron de color blanco, quedó boquiabierto y, finalmente, acabó recostado en el suelo sin fuerzas, pues no iba a levantarse nunca más.
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Buen trabajo, habéis acabado con Ego pero vuestra pesadilla helada no termina aquí y a excepción de la niña, vuestros personajes lo saben. Durante este turno tenéis carta blanca, podéis intentar huir, pero de hacerlo tendréis que especificar de qué modo y hacia dónde. Espero que disfruten del cercano desenlace. Suerte.
Ger
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
La destreza que el ente otorgaba al cuerpo del elfo rubio lograba reducir los ataques de Fedallah a la complicada composición de un retorcido baile. Cada una de sus agresiones fueron esquivadas, pero la fortuna de una distracción produjo la única oportunidad de derramar la sangre de aquel cuya vida no existía más.
Si acaso el corte se desvió de la garganta del rubio, fue certero al despojarlo de su extremidad, pero los borbotones de sangre que emanaron no despidieron vapor alguno, pues aquel cuerpo había abandonado ya la calidez de la vida natural. Su grito de agonía se le sembró en la conciencia al de cabellos negros, descubriendo en aquella violencia cierto placer que se había negado a otorgarle, no solo era la satisfacción del triunfo sobre el mal, era algo más que lo hizo sentir culpable de tal sensación.
En un instante levanto la vista, Elen se había hecho de la niña que la abrazaba con todas las fuerzas con las que abrazaría a un ser querido, de aquello ya no le quedaba nada. Volvió su vista al enemigo que ahora le miraba con un par de ojos que habían abandonado toda esencia humana, pero ahora, lejos de sentir la desesperación de la muerte, el alivio de considerar a salvo a la pequeña le había devuelto algo del viejo Fedallah, de ese que lo había habitado siempre… así, abrazo de nuevo la calma en sus pensamientos.
Estaba resignado a lo que viniera, pero ahora con más esperanza de sus blancos deseos. En aquella amenaza que el rubio pronunciara para luego arremeter ya sin pretensión alguna de diversión contra él, Fedallah leyó desesperación. Reaccionó ante aquello, y alisto sus brazos para el último debate de los aceros… pero el enemigo comenzó a convulsionar sus extremidades perdiendo el control de su ataque. Elen había sido asertiva…y no se había olvidado de él.
No pudo retirar su mirar del que deliraba en un grotesco espectáculo, no había golpe de gracia posible para terminar con él, al menos no uno que corriera por cuenta de sus manos o sus conocimientos. Apenas el cuerpo se desparramó en el suelo, el herido y aparentemente agotado Fedallah enfundó su espada, adivinando lo que vendría a continuación corrió con toda la velocidad posible hacia donde se encontraba la bruja y la niña.
Astaldo, el caballo que acudiera al llamado de su amo se acercó a trote y Fedallah tomó con violenta desconsideración la cintura de la bruja y la subió a lomos de su semental negro, no había tiempo para palabras, ni para nobles ademanes. Le puso en los brazos a la pequeña que sin dejar de llorar no terminaba de comprender la realidad.
Fedallah espoleó a su caballo con una palmada en el muslo - ¡Vanya sínomello! *– pronunció firmemente y el caballo, con los ojos impotentes, emprendió carrera haciendo gala de su tremenda constitución física. Valoraba mucho la resistencia de su caballo, pero sabía que sería mucho más veloz sin él.
No perdió segundos en observarlos partir, y tampoco era que iba a sacrificarse como un inocente héroe. Corrió hacia la yegua que Elen había dejado lejos de la escena, la monto esperando crear un lazo de simpatía sin mucho esfuerzo, le acarició el cuello y marchó tras sus amigos. Sin poder evitar volver la vista hacia la sombra que florecía y crecía sobre el cadáver.
*¡Vete de aquí!
Si acaso el corte se desvió de la garganta del rubio, fue certero al despojarlo de su extremidad, pero los borbotones de sangre que emanaron no despidieron vapor alguno, pues aquel cuerpo había abandonado ya la calidez de la vida natural. Su grito de agonía se le sembró en la conciencia al de cabellos negros, descubriendo en aquella violencia cierto placer que se había negado a otorgarle, no solo era la satisfacción del triunfo sobre el mal, era algo más que lo hizo sentir culpable de tal sensación.
En un instante levanto la vista, Elen se había hecho de la niña que la abrazaba con todas las fuerzas con las que abrazaría a un ser querido, de aquello ya no le quedaba nada. Volvió su vista al enemigo que ahora le miraba con un par de ojos que habían abandonado toda esencia humana, pero ahora, lejos de sentir la desesperación de la muerte, el alivio de considerar a salvo a la pequeña le había devuelto algo del viejo Fedallah, de ese que lo había habitado siempre… así, abrazo de nuevo la calma en sus pensamientos.
Estaba resignado a lo que viniera, pero ahora con más esperanza de sus blancos deseos. En aquella amenaza que el rubio pronunciara para luego arremeter ya sin pretensión alguna de diversión contra él, Fedallah leyó desesperación. Reaccionó ante aquello, y alisto sus brazos para el último debate de los aceros… pero el enemigo comenzó a convulsionar sus extremidades perdiendo el control de su ataque. Elen había sido asertiva…y no se había olvidado de él.
No pudo retirar su mirar del que deliraba en un grotesco espectáculo, no había golpe de gracia posible para terminar con él, al menos no uno que corriera por cuenta de sus manos o sus conocimientos. Apenas el cuerpo se desparramó en el suelo, el herido y aparentemente agotado Fedallah enfundó su espada, adivinando lo que vendría a continuación corrió con toda la velocidad posible hacia donde se encontraba la bruja y la niña.
Astaldo, el caballo que acudiera al llamado de su amo se acercó a trote y Fedallah tomó con violenta desconsideración la cintura de la bruja y la subió a lomos de su semental negro, no había tiempo para palabras, ni para nobles ademanes. Le puso en los brazos a la pequeña que sin dejar de llorar no terminaba de comprender la realidad.
Fedallah espoleó a su caballo con una palmada en el muslo - ¡Vanya sínomello! *– pronunció firmemente y el caballo, con los ojos impotentes, emprendió carrera haciendo gala de su tremenda constitución física. Valoraba mucho la resistencia de su caballo, pero sabía que sería mucho más veloz sin él.
No perdió segundos en observarlos partir, y tampoco era que iba a sacrificarse como un inocente héroe. Corrió hacia la yegua que Elen había dejado lejos de la escena, la monto esperando crear un lazo de simpatía sin mucho esfuerzo, le acarició el cuello y marchó tras sus amigos. Sin poder evitar volver la vista hacia la sombra que florecía y crecía sobre el cadáver.
*¡Vete de aquí!
Fedallah
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
La pequeña reaccionó a las palabras de la bruja, pero no como ésta esperaba. Comenzó a llorar desconsoladamente, mientras hundía la cara entre las ropas de la de cabellos cenicientos y se abrazaba a ella. Elen la estrechó entre sus brazos, mientras dirigía la vista hacia la pelea que se desarrollaba a unos metros de ellas. La sombra había cometido un gran error al centrar su atención en la niña, y esto le había costado el perder una extremidad a manos del elfo. Pero eso no era todo, la descarga de la hechicera lo había alcanzado, y ahora el cuerpo del rubio se convulsionaba hasta caer sobre la nieve.
Ya no se levantaría más, pero tanto Fedallah como ella sabían que aquello no había terminado. El enfrentamiento que habían tenido con el elfo había sido duro, pero no se podría comparar con lo que se avecinaba, la criatura volvería para reclamar otro cuerpo y si lo conseguía todo empezaría de nuevo. La joven ya notaba el cansancio, usar sus poderes había consumido parte de su energía y tenía que reservar las fuerzas que le quedasen, por si necesitaba aplicar otro ataque.
El de cabellos negros envainó la espada, tras ver como la vida se extinguía de los ojos del poseído. Corrió hacia ellas y subió a la bruja en el caballo sin miramientos, tomándola por la cintura con un rápido movimiento. La maga se acomodó en la silla, mientras su compañero hacía lo mismo con la pequeña y se la pasaba. Colocó a la pequeña delante de su cuerpo y la rodeó con uno de sus brazos, antes de que Fedallah espoleara el caballo y éste comenzara a galopar.
Tomó las riendas con la mano libre y echó la vista atrás, preocupada por él. Pero su compañero no perdió el tiempo, corrió hacia Sombra y se subió al corcel. La maga sabía que Sombra era un caballo testarudo y solo se dejaba montar por ella, pero los elfos tenían un don para tratar con los animales. El brioso animal emprendió la carrera, obedeciendo las órdenes de Fedallah y siguiéndolas a toda velocidad, mientras una sombra comenzaba a crecer sobre el cadáver del rubio.
La de ojos verdes volvió la vista al frente, al tiempo que espoleaba el caballo para alejarse de la zona tan rápido como fuese posible. La pequeña aún sollozaba, ocultando el rostro entre las ropas de la maga. Elen la miró durante un instante e intentó calmarla, acariciándole el pelo con delicadeza. - Todo va a salir bien pequeña.- musitó, intentando convencerse a sí misma de ello. Sentía lástima por todo lo que la pobre había tenido que presenciar ese día, por lo que le habían arrebatado a la fuerza. La sombra se había llevado a su padre, y probablemente alguno de los cuerpos que yacían cerca de la cabaña también perteneciese a algún otro familiar.
¿Cuál era el valor de aquella muchacha para el ser? ¿Por qué la perseguía con tanto ahínco? Había llegado al extremo de suplantar a su padre con el fin de llevársela, así que la única explicación que se le ocurría a la maga era que quisiese poseerla. Volvió la vista atrás de nuevo, para cerciorarse de que tanto su compañero como Sombra estuviesen bien y vigilar la posición de la criatura.
Cruzar toda la llanura nevada no sería buena idea con ese ser persiguiéndolos, así que solo podía confiar en el asentamiento de cabañas de los caballeros dragones. Era una acción arriesgada sin duda, pues si la sombra los seguía hasta allí quizá encontrase otro recipiente, pero no tenían muchas opciones. Recordó los objetos mágicos que tenía a su disposición mientras estrechaba a la pequeña contra sí, para que su cuerpo la protegiese a modo de barrera. Si la criatura los alcanzaba lucharía hasta el último aliento, tendría que matarla para llegar hasta la niña.
El cristal de lágrima no sería muy útil, a no ser que pudiese atrapar a la sombra dentro del agua y ésta se congelase rápido, pero lo veía poco posible así que descartó la idea. No sabían cómo pelear con un ser de ese elemento, pero tendrían que hallar la forma de perderlo o vencerlo.
Ya no se levantaría más, pero tanto Fedallah como ella sabían que aquello no había terminado. El enfrentamiento que habían tenido con el elfo había sido duro, pero no se podría comparar con lo que se avecinaba, la criatura volvería para reclamar otro cuerpo y si lo conseguía todo empezaría de nuevo. La joven ya notaba el cansancio, usar sus poderes había consumido parte de su energía y tenía que reservar las fuerzas que le quedasen, por si necesitaba aplicar otro ataque.
El de cabellos negros envainó la espada, tras ver como la vida se extinguía de los ojos del poseído. Corrió hacia ellas y subió a la bruja en el caballo sin miramientos, tomándola por la cintura con un rápido movimiento. La maga se acomodó en la silla, mientras su compañero hacía lo mismo con la pequeña y se la pasaba. Colocó a la pequeña delante de su cuerpo y la rodeó con uno de sus brazos, antes de que Fedallah espoleara el caballo y éste comenzara a galopar.
Tomó las riendas con la mano libre y echó la vista atrás, preocupada por él. Pero su compañero no perdió el tiempo, corrió hacia Sombra y se subió al corcel. La maga sabía que Sombra era un caballo testarudo y solo se dejaba montar por ella, pero los elfos tenían un don para tratar con los animales. El brioso animal emprendió la carrera, obedeciendo las órdenes de Fedallah y siguiéndolas a toda velocidad, mientras una sombra comenzaba a crecer sobre el cadáver del rubio.
La de ojos verdes volvió la vista al frente, al tiempo que espoleaba el caballo para alejarse de la zona tan rápido como fuese posible. La pequeña aún sollozaba, ocultando el rostro entre las ropas de la maga. Elen la miró durante un instante e intentó calmarla, acariciándole el pelo con delicadeza. - Todo va a salir bien pequeña.- musitó, intentando convencerse a sí misma de ello. Sentía lástima por todo lo que la pobre había tenido que presenciar ese día, por lo que le habían arrebatado a la fuerza. La sombra se había llevado a su padre, y probablemente alguno de los cuerpos que yacían cerca de la cabaña también perteneciese a algún otro familiar.
¿Cuál era el valor de aquella muchacha para el ser? ¿Por qué la perseguía con tanto ahínco? Había llegado al extremo de suplantar a su padre con el fin de llevársela, así que la única explicación que se le ocurría a la maga era que quisiese poseerla. Volvió la vista atrás de nuevo, para cerciorarse de que tanto su compañero como Sombra estuviesen bien y vigilar la posición de la criatura.
Cruzar toda la llanura nevada no sería buena idea con ese ser persiguiéndolos, así que solo podía confiar en el asentamiento de cabañas de los caballeros dragones. Era una acción arriesgada sin duda, pues si la sombra los seguía hasta allí quizá encontrase otro recipiente, pero no tenían muchas opciones. Recordó los objetos mágicos que tenía a su disposición mientras estrechaba a la pequeña contra sí, para que su cuerpo la protegiese a modo de barrera. Si la criatura los alcanzaba lucharía hasta el último aliento, tendría que matarla para llegar hasta la niña.
El cristal de lágrima no sería muy útil, a no ser que pudiese atrapar a la sombra dentro del agua y ésta se congelase rápido, pero lo veía poco posible así que descartó la idea. No sabían cómo pelear con un ser de ese elemento, pero tendrían que hallar la forma de perderlo o vencerlo.
Elen Calhoun
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
El recipiente perdía la vida, cualquier rastro de lo que un día podría haber sido un elfo horas antes, quedaba estirado como cadáver en el suelo blanquecino cubierto de sangre mientras el viento se intensificaba, levantando la nieve del suelo, de las montañas y los árboles, haciendo que los pequeños granos de fría nieve chocaran en la cara de los aventureros y sus monturas mientras intentaban escapar del lugar, pues sabían que aquello no había terminado, no para ellos, no aun. Los ojos emblanquecidos revelaban la dolorosa muerte que sufría Ego cuando las sombras empezaban a dar al exterior por distintos orificios en la piel, la nariz, el brazo amputado o la misma boca, formándose a unos centímetros del suelo el oscuro ser, que se iba formando con el pasar de los segundos y el concilio entre las sombras que se juntaban para dar forma al demoníaco ser que parecía incubarse en el interior de las alas draconianas que se abrían poco a poco con su formación.
Un grito agudo cubrió toda la llanura cuando sus alas se extendían del todo, una furia renovada hacia los mortales invadía al ser que comprendía que sus enemigos habían huido para no probar por ellos mismos la magnificencia de las sombras. Hacían bien en temer al demonio, el cual observaría que una de sus manos no se había regenerado tras el ataque de la primera bruja. Extendió sus alas para levitar unos centímetros del suelo con tal de observar la bella destrucción que había sembrado a su paso antes de clavar su vista en la bruja de la túnica negra, que recuperaba el conocimiento para vislumbrar al oscuro ser con horror, paralizada por el primero de sus gritos al surgir de un cuerpo muerto de nuevo.
Era un recipiente débil e indigno, además no tenía tiempo para regocijarse con su dolor, la niña elfa, el recipiente perfecto, huía a caballo por gracia de los improvisados rescatadores que habían dado muerte al elfo de pelo blanco. Extendió la mano que le restaba hacia la bruja, que se veía arrinconada con un árbol a su espalda, sin escapatoria posible, observando al ser de sombra que la miraba colérico.- Khak'akaoz'khyshk'akami. - Pronunció el ser oscuro ser en un idioma que Lisbeth desconocía, una sensación de frío y calor la rodearon, su vista se tornó borrosa y pronto volvió a perder el conocimiento en la helada llanura para cuando el demonio ya alzaba de nuevo su vuelo en busca de sus presas.
Se adentró en el bosque, su falta de visión no le suponían ninguna desventaja, ya que percibía el odio que había sembrado en el elfo de pelo negro, el terror de los caballos por su presencia, aunque a su pesar, la maldad en las profundidades de la mujer peliblanca no le eran del todo perceptibles por lo cerca que estaba de la inocente criatura que para su fortuna no cesaba su llanto aun en el caballo, seguramente quedaría profundamente traumatizada después de aquella terrible pesadilla que parecía no acabar. Si miraban atrás observarían como los árboles no suponían ningún obstáculo para el demonio, que los atravesaría imparable, como si de un fantasma se tratara, deformando las sombras que le formaban a su antojo con el amparo de la noche, pronto les daría alcance en la extendida llanura.
Lleno de ansia el oscuro ser dejó ir otro chillido que provocaría que el caballo montado por Fedallah se desbocara. Sombra entró en estado de pánico y tras relinchar con furia luchando para deshacerse de su jinete, emprendió una carrera hacia el este. En cualquier caso el demonio avanzaría implacable hacia la jinete que había conseguido mantener el control sobre su caballo con intención de hacer de la montura mil pedazos alzó su mano y extendió sus dedos sin cesar su vuelo, las sombras se empezaban a arremolinar alrededor de esta, pronto la niña sería suya.
_____
Off: Por un lado, el demonio mayormente te ignora en estos momentos Fedallah, aun así te percibe. Puedes decidir intentar una acción cuando pase cerca de ti en dirección a Elen, aunque recomiendo precaución en cualquier caso. Por otro lado Elen, si dejas atrás a Fedallah llegarás al final de tu siguiente post a una avanzadilla formada por 3 guardias dragón en forma humana. Como siempre, las opciones son varias y tenéis carta blanca. Suerte.
-Lisbeth: Te impongo una maldición de las sombras, a partir de ahora tu elemento será la sombra, las cuales serás incapaces de controlar hasta que te adaptes a ellas (2 hilos), aunque cuanto más dominio tengas sobre estas a más velocidad te corromperás. Podrás volver a dominar tu elemento si realizáis un conjuro entre 2 brujos y un elfo para el que te daré instrucciones y supervisaré.
Un grito agudo cubrió toda la llanura cuando sus alas se extendían del todo, una furia renovada hacia los mortales invadía al ser que comprendía que sus enemigos habían huido para no probar por ellos mismos la magnificencia de las sombras. Hacían bien en temer al demonio, el cual observaría que una de sus manos no se había regenerado tras el ataque de la primera bruja. Extendió sus alas para levitar unos centímetros del suelo con tal de observar la bella destrucción que había sembrado a su paso antes de clavar su vista en la bruja de la túnica negra, que recuperaba el conocimiento para vislumbrar al oscuro ser con horror, paralizada por el primero de sus gritos al surgir de un cuerpo muerto de nuevo.
Era un recipiente débil e indigno, además no tenía tiempo para regocijarse con su dolor, la niña elfa, el recipiente perfecto, huía a caballo por gracia de los improvisados rescatadores que habían dado muerte al elfo de pelo blanco. Extendió la mano que le restaba hacia la bruja, que se veía arrinconada con un árbol a su espalda, sin escapatoria posible, observando al ser de sombra que la miraba colérico.- Khak'akaoz'khyshk'akami. - Pronunció el ser oscuro ser en un idioma que Lisbeth desconocía, una sensación de frío y calor la rodearon, su vista se tornó borrosa y pronto volvió a perder el conocimiento en la helada llanura para cuando el demonio ya alzaba de nuevo su vuelo en busca de sus presas.
Se adentró en el bosque, su falta de visión no le suponían ninguna desventaja, ya que percibía el odio que había sembrado en el elfo de pelo negro, el terror de los caballos por su presencia, aunque a su pesar, la maldad en las profundidades de la mujer peliblanca no le eran del todo perceptibles por lo cerca que estaba de la inocente criatura que para su fortuna no cesaba su llanto aun en el caballo, seguramente quedaría profundamente traumatizada después de aquella terrible pesadilla que parecía no acabar. Si miraban atrás observarían como los árboles no suponían ningún obstáculo para el demonio, que los atravesaría imparable, como si de un fantasma se tratara, deformando las sombras que le formaban a su antojo con el amparo de la noche, pronto les daría alcance en la extendida llanura.
Lleno de ansia el oscuro ser dejó ir otro chillido que provocaría que el caballo montado por Fedallah se desbocara. Sombra entró en estado de pánico y tras relinchar con furia luchando para deshacerse de su jinete, emprendió una carrera hacia el este. En cualquier caso el demonio avanzaría implacable hacia la jinete que había conseguido mantener el control sobre su caballo con intención de hacer de la montura mil pedazos alzó su mano y extendió sus dedos sin cesar su vuelo, las sombras se empezaban a arremolinar alrededor de esta, pronto la niña sería suya.
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Off: Por un lado, el demonio mayormente te ignora en estos momentos Fedallah, aun así te percibe. Puedes decidir intentar una acción cuando pase cerca de ti en dirección a Elen, aunque recomiendo precaución en cualquier caso. Por otro lado Elen, si dejas atrás a Fedallah llegarás al final de tu siguiente post a una avanzadilla formada por 3 guardias dragón en forma humana. Como siempre, las opciones son varias y tenéis carta blanca. Suerte.
-Lisbeth: Te impongo una maldición de las sombras, a partir de ahora tu elemento será la sombra, las cuales serás incapaces de controlar hasta que te adaptes a ellas (2 hilos), aunque cuanto más dominio tengas sobre estas a más velocidad te corromperás. Podrás volver a dominar tu elemento si realizáis un conjuro entre 2 brujos y un elfo para el que te daré instrucciones y supervisaré.
Última edición por Ger el Sáb Ene 31 2015, 14:22, editado 1 vez
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
Aquella huida se estaba convirtiendo en una trémula línea entre la vida y la muerte, la yegua que montaba lo sabía, y lo hacía notar en la escasa firmeza con la que sembraba las patas en la nieve, más hacia lo posible por no perder velocidad, cuestión que Fedallah agradecía.
De nada serbia mirar atrás, tenía la certeza de que aquella mancha infausta avanzaba contra ellos. Encorvado como un hábil jinete sobre el lomo de la nerviosa yegua avanzaba lo más rápido que las condiciones permitían, ya que dentro del bosque aparecía un tronco tras otro que esquivar, sin pasar por alto las heridas que se manifestaban con un hilo rojo en el rostro del elfo, producidas por las ramas que como manos al servicio del demonio parecían querer evitarle el paso.
De pronto, un chillido que ya conocía estremeció a la bestia que montaba, de tal modo que aminoró la velocidad de su paso progresivamente mientras su carrera cambiaba una y otra vez de dirección, encabritada, como si aquel elfo que llevaba encima fuera el causante de tanta devastación. Fedallah aferró sus manos a las riendas, y afirmó sus piernas en aquel lomo enfurecido. Su flexibilidad y ligereza le permitieron permanecer a bordo, pero no sin preguntarse ¿para qué le servía aquello? No podría controlarla, aquella sombra infernal no se lo permitiría. Por el rabillo del ojo observó como el ente abrazaba los troncos del camino, traspasándolos como un viento oscuro… la mandíbula de nuestro intento de héroe se tensó con odio, y cuando se realizó de aquel sentimiento sintió pena.
¿Era tiempo de morir, de prestar su cuerpo a la más oscura de las vilezas? Fedallah soltó las riendas, y utilizando sus manos como palanca saltó lejos de la yegua, cayendo sobre la capa de nieve, y escuchando crujir debajo de ella ramas y hojas secas. Tenía que convertirse en una resistencia, Elen y la pequeña ya habían ganado terreno gracias a la destreza de su querido Astaldo, algunos segundos más podrían ser de crucial ayuda, aunque la oposición de su cuerpo seguramente significaría tan poco como los troncos que el ente traspasaba.
La espada era inútil, no le quedaba nada… más que voluntad. Introdujo su mano en el bolsillo, donde descansaba aquella piedra brillante que llevaba en su mano el momento en que conoció a Elen. Era un pensamiento simple, y quizás hasta torpe, pero que más había, luz contra sombra… eso era todo, quien sabe si el origen de aquella magia ancestral significara algo. El elfo se apresuró a encontrarse con el ente, solo para quedarse observando como un idiota mientras se alejaba en dirección a la Bruja y la pequeña, ignorándolo por completo. Estaba comenzando a sentir desesperación, y aunque al salir de Sandorai, lo que más deseaba era experimentar sensaciones que no conocía, esta no le era para nada grata.
La yegua había huido, no quedaba más que seguir la carrera a pie. A lo lejos, por sobre las ramas petrificadas de los árboles, no podia vislumbrarse nada parecido a la salvación.
Avanzaba con mucha facilidad en medio del bosque, podía sentir la presencia de la sombra, no por el olfato o por la vista, si no por un vacío creciente en el pecho.
De nada serbia mirar atrás, tenía la certeza de que aquella mancha infausta avanzaba contra ellos. Encorvado como un hábil jinete sobre el lomo de la nerviosa yegua avanzaba lo más rápido que las condiciones permitían, ya que dentro del bosque aparecía un tronco tras otro que esquivar, sin pasar por alto las heridas que se manifestaban con un hilo rojo en el rostro del elfo, producidas por las ramas que como manos al servicio del demonio parecían querer evitarle el paso.
De pronto, un chillido que ya conocía estremeció a la bestia que montaba, de tal modo que aminoró la velocidad de su paso progresivamente mientras su carrera cambiaba una y otra vez de dirección, encabritada, como si aquel elfo que llevaba encima fuera el causante de tanta devastación. Fedallah aferró sus manos a las riendas, y afirmó sus piernas en aquel lomo enfurecido. Su flexibilidad y ligereza le permitieron permanecer a bordo, pero no sin preguntarse ¿para qué le servía aquello? No podría controlarla, aquella sombra infernal no se lo permitiría. Por el rabillo del ojo observó como el ente abrazaba los troncos del camino, traspasándolos como un viento oscuro… la mandíbula de nuestro intento de héroe se tensó con odio, y cuando se realizó de aquel sentimiento sintió pena.
¿Era tiempo de morir, de prestar su cuerpo a la más oscura de las vilezas? Fedallah soltó las riendas, y utilizando sus manos como palanca saltó lejos de la yegua, cayendo sobre la capa de nieve, y escuchando crujir debajo de ella ramas y hojas secas. Tenía que convertirse en una resistencia, Elen y la pequeña ya habían ganado terreno gracias a la destreza de su querido Astaldo, algunos segundos más podrían ser de crucial ayuda, aunque la oposición de su cuerpo seguramente significaría tan poco como los troncos que el ente traspasaba.
La espada era inútil, no le quedaba nada… más que voluntad. Introdujo su mano en el bolsillo, donde descansaba aquella piedra brillante que llevaba en su mano el momento en que conoció a Elen. Era un pensamiento simple, y quizás hasta torpe, pero que más había, luz contra sombra… eso era todo, quien sabe si el origen de aquella magia ancestral significara algo. El elfo se apresuró a encontrarse con el ente, solo para quedarse observando como un idiota mientras se alejaba en dirección a la Bruja y la pequeña, ignorándolo por completo. Estaba comenzando a sentir desesperación, y aunque al salir de Sandorai, lo que más deseaba era experimentar sensaciones que no conocía, esta no le era para nada grata.
La yegua había huido, no quedaba más que seguir la carrera a pie. A lo lejos, por sobre las ramas petrificadas de los árboles, no podia vislumbrarse nada parecido a la salvación.
Avanzaba con mucha facilidad en medio del bosque, podía sentir la presencia de la sombra, no por el olfato o por la vista, si no por un vacío creciente en el pecho.
Última edición por Fedallah el Dom Feb 01 2015, 02:02, editado 1 vez
Fedallah
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
El frío aire le azotaba el rostro, pero apenas podía notar aquella sensación. La bruja espoleaba al caballo tanto como podía, mientras el miedo se abría paso y le recorría el cuerpo. Sus manos se habían agarrotado alrededor de las riendas, pero tampoco hacía caso a aquel leve dolor que iba aumentando con los minutos. Sabía que el ser los perseguiría, que no descansaría hasta alcanzarlas, cosa que no podía permitir.
Echó la vista atrás y se arrepintió de inmediato, la sombra ya se había lanzado tras ellos y atravesaba los árboles como si de un fantasma se tratara. - Nada lo detendrá. - pensó para sí, maldijo interiormente. Volvió a centrarse en el camino que tenía por delante, escuchando los amortiguados sollozos de la niña, que seguía estrechada contra sus ropas. - Esto no es justo, tiene que haber alguna manera. - volvió a pensar para sí, justo antes de que el agudo chillido de la criatura la hiciera estremecerse.
Un relincho conocido hizo que volviese a mirar atrás, Sombra era presa del pánico e intentaba tirar de la silla a Fedallah. Su caballo no solía comportarse así, pero el hecho de llevar a un desconocido sobre su lomo también le afectaba, si hubiera sido ella la que lo montaba, hubiera logrado calmarlo. La montura sobre la que ambas iban también se agitó, pero con un firme tirón de las riendas la de cabellos cenicientos consiguió controlarla.
El elfo finalmente se había quedado atrás, con lo que estaba a salvo, pero aquello dejaba a la hechicera sola ante la sombra y sin saber cómo enfrentarse a ella. Casi podía sentir como se cernía sobre ellas, alargando sus garras y propagando una sensación parecida a la que le provocaban los jinetes oscuros en las pesadillas. Odio, frío y muerte, todo ello emanaba del ser, que cada vez se encontraba más cerca, pero no podía rendirse, tenía que intentarlo hasta el final.
Espoleó al caballo nuevamente, aferrando con fuerza a la pequeña contra su cuerpo para que no se la arrebatase. Pero sabía que aquel gesto no serviría de nada si las alcanzaba, y tras haber gastado más de la mitad de sus fuerzas con los dos ataques eléctricos anteriores, la sombra podría acabar con ella fácilmente. A pesar de aquella cruda realidad, la de ojos verdes no se arrepentía de haber intervenido, solo lamentaba el haber soportado durante tanto tiempo la maldición de los jinetes oscuros para que ahora otra sombra exterior terminase el trabajo que ni la misma muerte había conseguido.
Siguió cabalgando tan rápido como podía, mientras una extraña idea le pasaba por la mente. ¿Qué pasaría si la criatura intentaba poseerla? Los jinetes oscuros no le permitirían adueñarse de su cuerpo, pues reclamaban a la bruja como suya y aspiraban a acabar con su vida y llevarse su alma, con lo que podría desencadenarse una pelea en su interior. Parecía una locura y probablemente lo era, pero si la sombra perdía contra los de su mismo elemento se desvanecería, o eso pensaba la maga.
Aun así, era muy probable que el ser no lo intentase siquiera, que solo tomase a la niña e ignorase a la hechicera como recipiente, con lo que todo el esfuerzo resultaría en vano. Apartó de su mente aquella idea y siguió avanzando, pidiendo al corcel que diese todo de sí para intentar dejar atrás a su perseguidor, cosa que parecía casi imposible.
Cuando ya estaba a punto de alcanzarlas, de extender sus afiladas garras hacia ellas, una avanzadilla de caballeros dragones apareció ante sus ojos. - ¡Ayuda! - El grito de Elen sonó agudo, sintió como si la garganta se le desgarrara. - ¡Socorro, nos persiguen! - volvió a gritar, esperando que los tres guardias fuesen su salvación y no el comienzo de una nueva pelea contra otro poseído.
Off: Un detalle, Sombra es un caballo no una yegua xD
Echó la vista atrás y se arrepintió de inmediato, la sombra ya se había lanzado tras ellos y atravesaba los árboles como si de un fantasma se tratara. - Nada lo detendrá. - pensó para sí, maldijo interiormente. Volvió a centrarse en el camino que tenía por delante, escuchando los amortiguados sollozos de la niña, que seguía estrechada contra sus ropas. - Esto no es justo, tiene que haber alguna manera. - volvió a pensar para sí, justo antes de que el agudo chillido de la criatura la hiciera estremecerse.
Un relincho conocido hizo que volviese a mirar atrás, Sombra era presa del pánico e intentaba tirar de la silla a Fedallah. Su caballo no solía comportarse así, pero el hecho de llevar a un desconocido sobre su lomo también le afectaba, si hubiera sido ella la que lo montaba, hubiera logrado calmarlo. La montura sobre la que ambas iban también se agitó, pero con un firme tirón de las riendas la de cabellos cenicientos consiguió controlarla.
El elfo finalmente se había quedado atrás, con lo que estaba a salvo, pero aquello dejaba a la hechicera sola ante la sombra y sin saber cómo enfrentarse a ella. Casi podía sentir como se cernía sobre ellas, alargando sus garras y propagando una sensación parecida a la que le provocaban los jinetes oscuros en las pesadillas. Odio, frío y muerte, todo ello emanaba del ser, que cada vez se encontraba más cerca, pero no podía rendirse, tenía que intentarlo hasta el final.
Espoleó al caballo nuevamente, aferrando con fuerza a la pequeña contra su cuerpo para que no se la arrebatase. Pero sabía que aquel gesto no serviría de nada si las alcanzaba, y tras haber gastado más de la mitad de sus fuerzas con los dos ataques eléctricos anteriores, la sombra podría acabar con ella fácilmente. A pesar de aquella cruda realidad, la de ojos verdes no se arrepentía de haber intervenido, solo lamentaba el haber soportado durante tanto tiempo la maldición de los jinetes oscuros para que ahora otra sombra exterior terminase el trabajo que ni la misma muerte había conseguido.
Siguió cabalgando tan rápido como podía, mientras una extraña idea le pasaba por la mente. ¿Qué pasaría si la criatura intentaba poseerla? Los jinetes oscuros no le permitirían adueñarse de su cuerpo, pues reclamaban a la bruja como suya y aspiraban a acabar con su vida y llevarse su alma, con lo que podría desencadenarse una pelea en su interior. Parecía una locura y probablemente lo era, pero si la sombra perdía contra los de su mismo elemento se desvanecería, o eso pensaba la maga.
Aun así, era muy probable que el ser no lo intentase siquiera, que solo tomase a la niña e ignorase a la hechicera como recipiente, con lo que todo el esfuerzo resultaría en vano. Apartó de su mente aquella idea y siguió avanzando, pidiendo al corcel que diese todo de sí para intentar dejar atrás a su perseguidor, cosa que parecía casi imposible.
Cuando ya estaba a punto de alcanzarlas, de extender sus afiladas garras hacia ellas, una avanzadilla de caballeros dragones apareció ante sus ojos. - ¡Ayuda! - El grito de Elen sonó agudo, sintió como si la garganta se le desgarrara. - ¡Socorro, nos persiguen! - volvió a gritar, esperando que los tres guardias fuesen su salvación y no el comienzo de una nueva pelea contra otro poseído.
Off: Un detalle, Sombra es un caballo no una yegua xD
Elen Calhoun
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
Nada concebido físicamente podría detenerlo en aquél mundo, la opaca oscuridad de la noche en la llanura y el miedo de todos cuantos le rodeaban engrandecía su ansia, su sed de poder y la voluntad de caos que impulsaba sus actos. Aunque el elfo le persiguiera no era siquiera de su interés, no necesitaba tan desesperadamente un recipiente, su forma original le sería más propicia para alcanzar la perfección. Batiría sus alas demoníacas en busca del impulso que le permitiría acercarse más aun a Elen y la pequeña que seguía sollozando por su fatal suerte. Con la mano que le restaba, el demonio tejía la oscuridad a su antojo formando cuchillas que girarían arremolinándose encima de esta, agrupando varias de estas en un siniestro ciclón que pretendería impulsar sobre la montura que alejaba la pequeña del ser sombrío, los gritos desesperados de la bruja no le servirían de nada.
Ulrick no había regresado, mas nadie estimaba que un simple forajido fuese capaz de acabar con la vida de un capitán de la Guardia Dragón y su escolta. La noche había avanzado y las puertas de la ciudad estaban cerradas. El consejo, irritado por las actuaciones del capitán exigirían su inmediata presencia ante ellos, por lo que los caballeros dragón se pusieron en su busca. Un pequeño grupo de tres caballeros montados avanzaba en la llanura liderado por uno de los más veteranos caballeros de la orden, el cual avanzaría consciente del peligro que le podía acontecer al escuchar los chillidos y las voces de socorro en la llanura. Los ojos del caballero dragón no parecían asimilar lo que veían, los tan adiestrados caballos parecerían encabritarse, una oscuridad terrible se avecinaba en su dirección. - ¡Avisad a Dundarak! - Ordenaría sin más el primero de los caballeros, abandonando su forma humana sin apenas abandonar su montura, aquello aterrorizaría a los caballeros más jóvenes, que verían por vez primera la forma dragón del que había sido su instructor.
Un dragón rojo fue tomando forma en el cuerpo del hombre del norte, su armadura estallaría en mil pedazos y el agitar de sus alas para mantenerlo en el aire haría que su caballo finalmente huyese, como harían los guardias a sus órdenes sin cuestionar a su superior. El demonio emitiría otro chillido por la presencia del dragón que sobrevolaba con rapidez la mujer y la niña aun en su montura. A sus espaldas el demonio liberaría aquel torbellino oscuro en dirección al gran dragón rojo, que respondería con un brillante fuego que daría de nuevo visión a todos cuantos hubiera en la llanura.
El dragón desde el aire y el demonio desde la tierra mantendrían su combate durante un breve instante hasta que las sombras precedieron al fuego, varias de esas cuchillas herirían al ser que les sobrevevolaba haciendo que su vuelo mermara, y que tuviera que luchar para mantenerse en el aire. El demonio pronunciaría palabras en un idioma totalmente desconocido para los presentes mientras gesticulaba con su mano, mas por su parte el dragón no iba a consentir ningún ataque más, a riesgo de que fuera fatal, lanzaría de nuevo su aliento al ser demoníaco que respondería de nuevo con una ráfaga de sombras, provocando de nuevo un choque entre elementos, solo debía haber un vencedor.
_____
Off: Bueno, ahora mismo el demonio está detenido luchando contra el caballero dragón vosotros podéis aprovechar el momento para huir... En todo caso caso tenéis carta blanca para luchar/intentar una acción/(¿hablar?), suerte.
P.d: Edito el post de arriba por el derecho al honor de Sombra
Ulrick no había regresado, mas nadie estimaba que un simple forajido fuese capaz de acabar con la vida de un capitán de la Guardia Dragón y su escolta. La noche había avanzado y las puertas de la ciudad estaban cerradas. El consejo, irritado por las actuaciones del capitán exigirían su inmediata presencia ante ellos, por lo que los caballeros dragón se pusieron en su busca. Un pequeño grupo de tres caballeros montados avanzaba en la llanura liderado por uno de los más veteranos caballeros de la orden, el cual avanzaría consciente del peligro que le podía acontecer al escuchar los chillidos y las voces de socorro en la llanura. Los ojos del caballero dragón no parecían asimilar lo que veían, los tan adiestrados caballos parecerían encabritarse, una oscuridad terrible se avecinaba en su dirección. - ¡Avisad a Dundarak! - Ordenaría sin más el primero de los caballeros, abandonando su forma humana sin apenas abandonar su montura, aquello aterrorizaría a los caballeros más jóvenes, que verían por vez primera la forma dragón del que había sido su instructor.
Un dragón rojo fue tomando forma en el cuerpo del hombre del norte, su armadura estallaría en mil pedazos y el agitar de sus alas para mantenerlo en el aire haría que su caballo finalmente huyese, como harían los guardias a sus órdenes sin cuestionar a su superior. El demonio emitiría otro chillido por la presencia del dragón que sobrevolaba con rapidez la mujer y la niña aun en su montura. A sus espaldas el demonio liberaría aquel torbellino oscuro en dirección al gran dragón rojo, que respondería con un brillante fuego que daría de nuevo visión a todos cuantos hubiera en la llanura.
El dragón desde el aire y el demonio desde la tierra mantendrían su combate durante un breve instante hasta que las sombras precedieron al fuego, varias de esas cuchillas herirían al ser que les sobrevevolaba haciendo que su vuelo mermara, y que tuviera que luchar para mantenerse en el aire. El demonio pronunciaría palabras en un idioma totalmente desconocido para los presentes mientras gesticulaba con su mano, mas por su parte el dragón no iba a consentir ningún ataque más, a riesgo de que fuera fatal, lanzaría de nuevo su aliento al ser demoníaco que respondería de nuevo con una ráfaga de sombras, provocando de nuevo un choque entre elementos, solo debía haber un vencedor.
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Off: Bueno, ahora mismo el demonio está detenido luchando contra el caballero dragón vosotros podéis aprovechar el momento para huir... En todo caso caso tenéis carta blanca para luchar/intentar una acción/(¿hablar?), suerte.
P.d: Edito el post de arriba por el derecho al honor de Sombra
Última edición por Ger el Sáb Feb 07 2015, 17:03, editado 1 vez
Ger
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
Astaldo era un animal demasiado inteligente, comprendía en su naturaleza de bestia que debía arrancar vidas nobles a la mano de la oscuridad, por ello obedecía el impulso y la orden de Fedallah de llevar a sus frágiles jinetes a un lugar medianamente seguro, pero su intranquilidad y la ligera duda de su andar tras aquel chillido se debía a la situación de su amo. Más al encontrarse con el mirar del elfo comprendió que aún no podía volver. Dejando atrás al pelinegro hasta que su figura desapareció en la espesura del bosque blanco.
A pesar de que la velocidad con la que se movía, era considerable para ir sobre sus pies, sus objetivos desaparecieron del alcance de sus sentidos, y se guiaba por todo lo que podía leer en la geografía.
De pronto, la voz de Elen se elevó en un hilo agudo, y tras algunos largos segundos una luz intensa corto el cielo e iluminó cada recoveco entre las ramas. Fuego dragón… se dijo el elfo, y pudo observar con claridad y sin dejar de avanzar, la especie de batalla que volvía a comenzar sobre la nieve. Esta historia se estaba convirtiendo en un círculo infinito de circunstancias, donde un único evento se repetía una y otra vez a capricho de un ser oscuro, era ridículo. Fedallah frunció el entrecejo, podía adivinar lo que vendría, y además lo inútil que serían sus habilidades para enfrentarlo, como ya lo habían visto todos de sobra.
Con el aliento gastado y una respiración acompasada a la situación, se escabulló descaradamente en medio de la escena, la sombra le hacía tanto caso como a un gusano de nieve. Elevó un silbido suave, y Astaldo cabalgo apresurado en su dirección, donde mantenia un bajo perfil.
-Cabalga Elen, no te detengas a mirar y duerme con un hechizo a esa niña… quítale la consciencia por un momento, que es su terror y desesperación lo que hace babear a ese demonio. Es lo último que queda, no podemos enfrentarlo…- Habló una vez que su mirada y la de la bruja se encontraron, mientras tentaba la hemorragia de su torso, no se había detenido.
-Busca un lugar seguro, Astaldo no te dejará hasta entonces… -
A pesar de que la velocidad con la que se movía, era considerable para ir sobre sus pies, sus objetivos desaparecieron del alcance de sus sentidos, y se guiaba por todo lo que podía leer en la geografía.
De pronto, la voz de Elen se elevó en un hilo agudo, y tras algunos largos segundos una luz intensa corto el cielo e iluminó cada recoveco entre las ramas. Fuego dragón… se dijo el elfo, y pudo observar con claridad y sin dejar de avanzar, la especie de batalla que volvía a comenzar sobre la nieve. Esta historia se estaba convirtiendo en un círculo infinito de circunstancias, donde un único evento se repetía una y otra vez a capricho de un ser oscuro, era ridículo. Fedallah frunció el entrecejo, podía adivinar lo que vendría, y además lo inútil que serían sus habilidades para enfrentarlo, como ya lo habían visto todos de sobra.
Con el aliento gastado y una respiración acompasada a la situación, se escabulló descaradamente en medio de la escena, la sombra le hacía tanto caso como a un gusano de nieve. Elevó un silbido suave, y Astaldo cabalgo apresurado en su dirección, donde mantenia un bajo perfil.
-Cabalga Elen, no te detengas a mirar y duerme con un hechizo a esa niña… quítale la consciencia por un momento, que es su terror y desesperación lo que hace babear a ese demonio. Es lo último que queda, no podemos enfrentarlo…- Habló una vez que su mirada y la de la bruja se encontraron, mientras tentaba la hemorragia de su torso, no se había detenido.
-Busca un lugar seguro, Astaldo no te dejará hasta entonces… -
Fedallah
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
Los desesperados gritos de la maga alertaron a la avanzadilla de caballeros, cuyas expresiones cambiaron bruscamente de la sorpresa a la incredulidad al ver lo que la perseguía. Uno de ellos, el más adelantado, gritó una orden a los otros dos, justo antes de empezar a transformarse sobre su montura. La bruja lo miró con los ojos muy abiertos, mientras el guardia abandonaba su forma humana, haciendo que su armadura estallase en mil pedazos.
El enorme dragón rojo que quedó en su lugar batió las alas con fuerza, espantando al caballo que segundos antes estaba montando. La orden del caballero a sus compañeros había sido clara, emprendieron la carrera hacia Dundarak sin perder ni un segundo mientras su líder se lanzaba contra la sombra, volando por encima del caballo en que se encontraban la de cabellos cenicientos y la pequeña elfa.
La criatura desató un poderoso torbellino sombrío contra el dragón, pero éste respondió a su ataque con un potente y brillante fuego, iluminando la llanura que empezaba a sumirse en la oscuridad por la llegada de la noche y resaltando la figura del demoníaco ser. El choque de elementos fue sobrecogedor, pero pronto las sombras se impusieron, hiriendo al dragón y haciendo que éste luchase por mantenerse en el aire.
Elen había detenido a su montura, deseó con todas sus fuerzas que el caballero lo consiguiese, que venciera a la sombra con su fuego y la hiciese desaparecer, pero aquello parecía difícil. Espoleó al caballo y volvió a emprender la huida, pues si el poderoso dragón no podía lograrlo, ella no tendría ni una mínima oportunidad de hacerlo. Un silbido se alzó por encima del estruendo que causaban los combatientes, haciendo que el caballo que manejaba dejase de obedecerla y galopase en otra dirección, hacia su dueño.
- Cabalga Elen, no te detengas a mirar y duerme con un hechizo a esa niña… quítale la consciencia por un momento, que es su terror y desesperación lo que hace babear a ese demonio. Es lo último que queda, no podemos enfrentarlo…- La voz de Fedallah le llegó algo apagada, y al ver que Sombra no lo acompañaba la hechicera se puso nerviosa. ¿Qué le había pasado a su fiel compañero? La última vez que lo vio había entrado en pánico e intentaba lanzar al elfo de la silla, y por lo que se veía supuso que lo había conseguido.
El de cabellos negros se palpó el torso con una mano, atrayendo la mirada de la maga, que palideció de inmediato al ver que sangraba. - Busca un lugar seguro, Astaldo no te dejará hasta entonces… - añadió, pero la de ojos verdes no podía dejarlo como estaba. Separó a la niña de sí para poder echar mano a la bolsa de cuero que colgaba de su cinturón, pero a pesar de que intentaba darse toda la prisa posible tenía las manos entumecidas por el frío, lo que la hacía más lenta.
Rebuscó en el interior de la bolsa, frustrándose al no encontrar nada que pudiese servirle. Tiempo, eso era lo que realmente necesitaba. Conocía las fórmulas y las hierbas que necesitaba para curarlo, pero la sombra pronto se les echaría encima de nuevo y ella no podría hacer nada antes de que eso pasara. - No te dejaré aquí herido. - dijo tras unos instantes, antes de observar a la niña de nuevo. No quería hacerle daño, pero quizá el elfo tenía razón en que su miedo atraía a la criatura, que se alimentaba de aquel terror que la embargaba.
- Cierra los ojos pequeña, solo será un segundo. - musitó, secándole las lágrimas e intentando sonar tranquila para que confiase en ella. Se quitó uno de los guantes de cuero y llevó los dedos a la mano de la elfa, donde aplicó una leve descarga, pero que fue suficiente para dejarla inconsciente. El cuerpo de la niña cayó apoyándose contra su pecho, volvió a enfundarse la prenda y luego desvió la vista a Fedallah.
- No quiero hacerle daño, solo le he aplicado un poco de electricidad así que el efecto será momentáneo. - habló, mientras sujetaba a la pequeña con un brazo y bajaba de la montura. - Estás herido, tienes que salir de aquí cuanto antes. - prosiguió, con la mirada clavada en los ojos del elfo y una expresión en el rostro que dejaba claro que no aceptaría un no por respuesta. - Llévatela tan lejos como puedas, los caballeros han tomado el camino hacia Dundarak, síguelos y pídeles ayuda, yo me quedaré e intentaré entretener a ese ser para darte tiempo. - añadió, llevando la mano a la empuñadura de su espada, que sobresalía por encima de su hombro derecho.
- Si llegas a Dundarak di a los guardias que necesitas la sustancia de la rosa sangrante, estoy segura de que tendrán alguna, aplícatela en la herida sin perder tiempo. - volvió a hablar, antes de volver la vista hacia los combatientes, que se preparaban para volver a atacarse. - Date prisa, el dragón está haciendo todo lo que puede pero no creo que aguante mucho más. - esta vez su voz sonó apremiante, aunque no sabía muy bien que haría cuando él se fuese.
Tendría que provocar a la sombra, enfadarla para que su atención se centrase en ella, aunque solo fuese por venganza, por hacer daño a la persona que había intentado interponerse entre ella y su objetivo. Quizá aquel fuese su fin, pero si así era no podía imaginar otro más digno que el intentar proteger a una inocente niña de las garras de aquel demonio.
El enorme dragón rojo que quedó en su lugar batió las alas con fuerza, espantando al caballo que segundos antes estaba montando. La orden del caballero a sus compañeros había sido clara, emprendieron la carrera hacia Dundarak sin perder ni un segundo mientras su líder se lanzaba contra la sombra, volando por encima del caballo en que se encontraban la de cabellos cenicientos y la pequeña elfa.
La criatura desató un poderoso torbellino sombrío contra el dragón, pero éste respondió a su ataque con un potente y brillante fuego, iluminando la llanura que empezaba a sumirse en la oscuridad por la llegada de la noche y resaltando la figura del demoníaco ser. El choque de elementos fue sobrecogedor, pero pronto las sombras se impusieron, hiriendo al dragón y haciendo que éste luchase por mantenerse en el aire.
Elen había detenido a su montura, deseó con todas sus fuerzas que el caballero lo consiguiese, que venciera a la sombra con su fuego y la hiciese desaparecer, pero aquello parecía difícil. Espoleó al caballo y volvió a emprender la huida, pues si el poderoso dragón no podía lograrlo, ella no tendría ni una mínima oportunidad de hacerlo. Un silbido se alzó por encima del estruendo que causaban los combatientes, haciendo que el caballo que manejaba dejase de obedecerla y galopase en otra dirección, hacia su dueño.
- Cabalga Elen, no te detengas a mirar y duerme con un hechizo a esa niña… quítale la consciencia por un momento, que es su terror y desesperación lo que hace babear a ese demonio. Es lo último que queda, no podemos enfrentarlo…- La voz de Fedallah le llegó algo apagada, y al ver que Sombra no lo acompañaba la hechicera se puso nerviosa. ¿Qué le había pasado a su fiel compañero? La última vez que lo vio había entrado en pánico e intentaba lanzar al elfo de la silla, y por lo que se veía supuso que lo había conseguido.
El de cabellos negros se palpó el torso con una mano, atrayendo la mirada de la maga, que palideció de inmediato al ver que sangraba. - Busca un lugar seguro, Astaldo no te dejará hasta entonces… - añadió, pero la de ojos verdes no podía dejarlo como estaba. Separó a la niña de sí para poder echar mano a la bolsa de cuero que colgaba de su cinturón, pero a pesar de que intentaba darse toda la prisa posible tenía las manos entumecidas por el frío, lo que la hacía más lenta.
Rebuscó en el interior de la bolsa, frustrándose al no encontrar nada que pudiese servirle. Tiempo, eso era lo que realmente necesitaba. Conocía las fórmulas y las hierbas que necesitaba para curarlo, pero la sombra pronto se les echaría encima de nuevo y ella no podría hacer nada antes de que eso pasara. - No te dejaré aquí herido. - dijo tras unos instantes, antes de observar a la niña de nuevo. No quería hacerle daño, pero quizá el elfo tenía razón en que su miedo atraía a la criatura, que se alimentaba de aquel terror que la embargaba.
- Cierra los ojos pequeña, solo será un segundo. - musitó, secándole las lágrimas e intentando sonar tranquila para que confiase en ella. Se quitó uno de los guantes de cuero y llevó los dedos a la mano de la elfa, donde aplicó una leve descarga, pero que fue suficiente para dejarla inconsciente. El cuerpo de la niña cayó apoyándose contra su pecho, volvió a enfundarse la prenda y luego desvió la vista a Fedallah.
- No quiero hacerle daño, solo le he aplicado un poco de electricidad así que el efecto será momentáneo. - habló, mientras sujetaba a la pequeña con un brazo y bajaba de la montura. - Estás herido, tienes que salir de aquí cuanto antes. - prosiguió, con la mirada clavada en los ojos del elfo y una expresión en el rostro que dejaba claro que no aceptaría un no por respuesta. - Llévatela tan lejos como puedas, los caballeros han tomado el camino hacia Dundarak, síguelos y pídeles ayuda, yo me quedaré e intentaré entretener a ese ser para darte tiempo. - añadió, llevando la mano a la empuñadura de su espada, que sobresalía por encima de su hombro derecho.
- Si llegas a Dundarak di a los guardias que necesitas la sustancia de la rosa sangrante, estoy segura de que tendrán alguna, aplícatela en la herida sin perder tiempo. - volvió a hablar, antes de volver la vista hacia los combatientes, que se preparaban para volver a atacarse. - Date prisa, el dragón está haciendo todo lo que puede pero no creo que aguante mucho más. - esta vez su voz sonó apremiante, aunque no sabía muy bien que haría cuando él se fuese.
Tendría que provocar a la sombra, enfadarla para que su atención se centrase en ella, aunque solo fuese por venganza, por hacer daño a la persona que había intentado interponerse entre ella y su objetivo. Quizá aquel fuese su fin, pero si así era no podía imaginar otro más digno que el intentar proteger a una inocente niña de las garras de aquel demonio.
Elen Calhoun
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
Fuego y sombra. El choque de elementos haría que hondonadas de aire violento agitaran todos los árboles que hubiese alrededor, la nieve se arremolinaría en violentos torbellinos que se desvanecían y renacían constantemente. Un terrible chillido advertiría al dragón del fatal destino que le esperaba por interferir en la voluntad del ser de sombra, el cual ignoraría la escena a sus espaldas que estaba aconteciendo entre sus demás contrincantes, les infravaloraba descaradamente.
Como había pasado anteriormente, las sombras pronto escalaban entre la ráfaga de fuego que emitía el dragón en pos de defenderse. Cuando el fuego se volvió oscuridad, la ráfaga de sombras que emanaba el demonio desde su posición empezarían a rodear al dragón rojo, aprisionándole entre oscuras cadenas apenas perceptibles por la oscuridad de la noche. Aun sin poder moverse, el dragón seguiría suspendido en el aire, ahora por voluntad del demonio que mantendría a su rival en las alturas. Con su mano tendida hacia él, empezaría a estrecharla, haciendo que ahora fuese el dragón quien dejaba ir un grito grave que resonaría por las montañas más allá de la llanura.
Sus dedos se cerrarían haciendo que la sangre brotara del dragón, escuchando el quebrar de sus escamas y el crujir de sus huesos, cuando el demonio dejara al fin su agarre, el dragón caería en picado al suelo por su propio peso, no volvería a alzarse nunca más. Lleno de gozo, el demonio giraría lentamente sobre si, aun percibía cerca de él al elfo y la bruja, mas no a la niña y aquello no hizo sino hacerle encolerizar. Extendiendo sus sus alas negras emitiría un nuevo chillido, el más ruidoso hasta el momento, frío y cruel, que helaría la sangre de cuantos seres vivientes le rodeasen. Con jinete o sin él, Astaldo emprendería su carrera de huida.
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Off: Vuestras opciones de huida se verán más limitadas ahora, si alguno cogéis al caballo tenéis posibilidad de escapar del ataque del demonio, quien se quede tiene posibilidad de intentar una acción, en mi siguiente post será el demonio quien os atacará. Dentro de tres turnos amanecerá en vuestra situación de la llanura, recomiendo suma cautela en cualquier caso, suerte.
Como había pasado anteriormente, las sombras pronto escalaban entre la ráfaga de fuego que emitía el dragón en pos de defenderse. Cuando el fuego se volvió oscuridad, la ráfaga de sombras que emanaba el demonio desde su posición empezarían a rodear al dragón rojo, aprisionándole entre oscuras cadenas apenas perceptibles por la oscuridad de la noche. Aun sin poder moverse, el dragón seguiría suspendido en el aire, ahora por voluntad del demonio que mantendría a su rival en las alturas. Con su mano tendida hacia él, empezaría a estrecharla, haciendo que ahora fuese el dragón quien dejaba ir un grito grave que resonaría por las montañas más allá de la llanura.
Sus dedos se cerrarían haciendo que la sangre brotara del dragón, escuchando el quebrar de sus escamas y el crujir de sus huesos, cuando el demonio dejara al fin su agarre, el dragón caería en picado al suelo por su propio peso, no volvería a alzarse nunca más. Lleno de gozo, el demonio giraría lentamente sobre si, aun percibía cerca de él al elfo y la bruja, mas no a la niña y aquello no hizo sino hacerle encolerizar. Extendiendo sus sus alas negras emitiría un nuevo chillido, el más ruidoso hasta el momento, frío y cruel, que helaría la sangre de cuantos seres vivientes le rodeasen. Con jinete o sin él, Astaldo emprendería su carrera de huida.
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Off: Vuestras opciones de huida se verán más limitadas ahora, si alguno cogéis al caballo tenéis posibilidad de escapar del ataque del demonio, quien se quede tiene posibilidad de intentar una acción, en mi siguiente post será el demonio quien os atacará. Dentro de tres turnos amanecerá en vuestra situación de la llanura, recomiendo suma cautela en cualquier caso, suerte.
Ger
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
Fedallah observó con impotencia a la de cabellos plata, claro que iba a negarse, con toda la intensidad que su herido cuerpo le permitiera, pues aunque no era la clase de héroe que en las historias procura la victoria con incuestionable fortaleza, por lo menos tenía la dignidad para enfrentar su destino, así este fuera el más terrible de todos.
-Elen…- pronunció secamente, mientras apoyaba una de sus manos en el lomo de su caballo, con el ceño afectado por la pesadez de circunstancias tan imposibles. Mientras la mujer se disponía a tomar camino hacia la sombra, no podía engañarse con una falsa esperanza de encontrarla viva si es que lograba traer consigo a un ejército de Dragones, ridícula posibilidad que apenas podía equilibrar la situación. Echó una rienda alrededor del cuerpo inconsciente de la menor que se había desvanecido sobre el semental, y la cubrió con la gruesa manta que yacía bajo la montura para asegurar su permanencia sobre ella. –Esto ya es tarea tuya… hermano, ante tu corazón de bestia y la consciencia dormida, esa sombra es ciega.-
Si es que el demonio pretendía ahuyentar a la bestia negra sin jinete con aquel alarido, la bruja y el elfo podrían agradecerle aquella mal intencionada iniciativa, que terminaría por ser la única salida de la inocente, cuyo sendero no se vería manchado por las emociones del elfo. Astaldo, entendido como el ser humano más sensato, cabalgó alejándose… ya sin mirar atrás, aquellos numerosos encuentros y despedidas lo hacían comprender que ya no había lugar para anhelos o descontentos, era la vida lo que estaba en juego, y si era la última vez que viera a su amo, cumpliría la noble voluntad que le fue asignada. A pesar de la rapidez con la que la menor fue asegurada sobre el caballo, el diestro manejo de las cuerdas no la dejaría caer a menos que ella despertara y deshiciera los agarres.
Fedallah removió su mano de ahí donde trataba de detener el lento fluido cálido de la sangre, para rodear el mango de su espada con los dedos ensangrentados, y en medio de esa terrible escena, frente al oscuro futuro… el elfo sonrió.
A pesar de solo tener por visión la espalda de Elen, prefirió entretenerse en lo que trasmitía la mujer con su fuerte decisión de morir por una noble causa, en lugar de atender aterrado los desmanes del demonio, pues en medio de tan amplia y repetitiva destrucción, lo que saltaba a la vista era la bondad de Elen, tan blanca como los cabellos que le adornaban.
Adelantó unos pasos, y se emparejo hombro con hombro a ella… que seguramente contaba con que el elfo se hubiera marchado ya.
-Alguien ha ido ya por los caballeros dragones, y de yo marcharme dudo regresar para encontrarte con vida… esa sombra se ha quedado ya sin contrincante. Si ese Dragón fue sometido, es mejor enfrentar juntos la esperanza o el fin. –
Declaró con serenidad, como si no estuviera contemplando lo más oscuro y maligno que sus ojos conocieran…
-Elen…- pronunció secamente, mientras apoyaba una de sus manos en el lomo de su caballo, con el ceño afectado por la pesadez de circunstancias tan imposibles. Mientras la mujer se disponía a tomar camino hacia la sombra, no podía engañarse con una falsa esperanza de encontrarla viva si es que lograba traer consigo a un ejército de Dragones, ridícula posibilidad que apenas podía equilibrar la situación. Echó una rienda alrededor del cuerpo inconsciente de la menor que se había desvanecido sobre el semental, y la cubrió con la gruesa manta que yacía bajo la montura para asegurar su permanencia sobre ella. –Esto ya es tarea tuya… hermano, ante tu corazón de bestia y la consciencia dormida, esa sombra es ciega.-
Si es que el demonio pretendía ahuyentar a la bestia negra sin jinete con aquel alarido, la bruja y el elfo podrían agradecerle aquella mal intencionada iniciativa, que terminaría por ser la única salida de la inocente, cuyo sendero no se vería manchado por las emociones del elfo. Astaldo, entendido como el ser humano más sensato, cabalgó alejándose… ya sin mirar atrás, aquellos numerosos encuentros y despedidas lo hacían comprender que ya no había lugar para anhelos o descontentos, era la vida lo que estaba en juego, y si era la última vez que viera a su amo, cumpliría la noble voluntad que le fue asignada. A pesar de la rapidez con la que la menor fue asegurada sobre el caballo, el diestro manejo de las cuerdas no la dejaría caer a menos que ella despertara y deshiciera los agarres.
Fedallah removió su mano de ahí donde trataba de detener el lento fluido cálido de la sangre, para rodear el mango de su espada con los dedos ensangrentados, y en medio de esa terrible escena, frente al oscuro futuro… el elfo sonrió.
A pesar de solo tener por visión la espalda de Elen, prefirió entretenerse en lo que trasmitía la mujer con su fuerte decisión de morir por una noble causa, en lugar de atender aterrado los desmanes del demonio, pues en medio de tan amplia y repetitiva destrucción, lo que saltaba a la vista era la bondad de Elen, tan blanca como los cabellos que le adornaban.
Adelantó unos pasos, y se emparejo hombro con hombro a ella… que seguramente contaba con que el elfo se hubiera marchado ya.
-Alguien ha ido ya por los caballeros dragones, y de yo marcharme dudo regresar para encontrarte con vida… esa sombra se ha quedado ya sin contrincante. Si ese Dragón fue sometido, es mejor enfrentar juntos la esperanza o el fin. –
Declaró con serenidad, como si no estuviera contemplando lo más oscuro y maligno que sus ojos conocieran…
Fedallah
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Re: Sombras del Pasado (Privado Mastereado +18)
Los poderosos elementos de ambos contendientes volvieron a chocar, levantando violentas corrientes de aire que agitaron con fuerza los árboles cercanos. La fría nieve empezó a formar torbellinos, que aparecían y desaparecían para volver a crearse poco después. Las sombras empezaban a imponerse nuevamente sobre el fuego del dragón, mientras un terrible chillido se extendía por toda la llanura, poniendo los pelos de punta a cuantos alcanzasen a escucharlo.
Las oscuras sombras se arremolinaron alrededor del dragón, aprisionándolo y empezando a estrecharse sobre su cuerpo. Un grave grito se escaparía de su garganta, mientras la criatura se divertía manteniéndolo en el aire mientras las cadenas que había creado continuaban cerrándose, destrozando sus huesos y haciendo que la sangre empezase a brotar a través de sus quebradas escamas.
Aquella visión resultaba aterradora, pero pronto todo terminó, el dragón expiró su último aliento y la satisfecha sombra lo soltó, dejando que cayese en picado hacia la nieve. Se giró lentamente y extendió las negras alas, para luego emitir un sobrecogedor chillido, más frío y cruel que los anteriores. - Se ha dado cuenta. - pensó la bruja, dando por sentado que el demonio había dejado de sentir a la niña y aquello lo había enfurecido.
La expresión que el elfo adoptó ante sus palabras era fácil de interpretar, intentaría negarse a lo que le proponía e intentaría convencerla de que volviese al caballo, cosa que no pensaba hacer. Escuchó que mencionaba su nombre, pero la bruja ya iba camino de su destino, por muy malo que éste pudiese ser. Asió con fuerza la empuñadura de su espada, tirando del cinturón de cuero que le cruzaba el pecho, y en que descansaba la vaina, hacia delante para poder sacarla con mayor facilidad.
Todo se decidiría en breve, y la de cabellos cenicientos sabía sus energías habían disminuido bastante con los hechizos anteriores, por lo que elegiría con sumo cuidado el momento adecuado en que volver a hacer uso de su elemento. Aunque quizá solo tuviese una oportunidad de hacerlo, así que debía estar tranquila y totalmente concentrada para no perderla. Desenvainó la espada con la diestra y centró la electricidad en el puño izquierdo, respirando hondamente para alejar de su mente todo el miedo y la incertidumbre, que serían remplazados por el valor y una fría calma.
Fedallah la sorprendió al colocarse a su lado, cuando la maga ya lo hacía subido al caballo y alejándose del lugar. - Alguien ha ido ya por los caballeros dragones, y de yo marcharme dudo regresar para encontrarte con vida… esa sombra se ha quedado ya sin contrincante. Si ese Dragón fue sometido, es mejor enfrentar juntos la esperanza o el fin. - dijo con voz serena, mientras la de ojos verdes lo miraba con cierta admiración.
- Si he de caer hoy, que sea con honor. Ha sido un placer conocerte Fedallah, gracias por acompañarme en esta pelea. - respondió ella con tono solemne, antes de echar un vistazo a la sangrante herida de su torso. - ¿No puedes hacer nada con eso? - preguntó, esperando que el elfo pudiese usar sus poderes curativos consigo mismo. - Si necesitas tiempo te daré todo el que pueda conseguir. - apretó los dedos alrededor de la empuñadura de la espada y observó directamente a la sombra, que pronto se abalanzaría sobre ellos.
Las oscuras sombras se arremolinaron alrededor del dragón, aprisionándolo y empezando a estrecharse sobre su cuerpo. Un grave grito se escaparía de su garganta, mientras la criatura se divertía manteniéndolo en el aire mientras las cadenas que había creado continuaban cerrándose, destrozando sus huesos y haciendo que la sangre empezase a brotar a través de sus quebradas escamas.
Aquella visión resultaba aterradora, pero pronto todo terminó, el dragón expiró su último aliento y la satisfecha sombra lo soltó, dejando que cayese en picado hacia la nieve. Se giró lentamente y extendió las negras alas, para luego emitir un sobrecogedor chillido, más frío y cruel que los anteriores. - Se ha dado cuenta. - pensó la bruja, dando por sentado que el demonio había dejado de sentir a la niña y aquello lo había enfurecido.
La expresión que el elfo adoptó ante sus palabras era fácil de interpretar, intentaría negarse a lo que le proponía e intentaría convencerla de que volviese al caballo, cosa que no pensaba hacer. Escuchó que mencionaba su nombre, pero la bruja ya iba camino de su destino, por muy malo que éste pudiese ser. Asió con fuerza la empuñadura de su espada, tirando del cinturón de cuero que le cruzaba el pecho, y en que descansaba la vaina, hacia delante para poder sacarla con mayor facilidad.
Todo se decidiría en breve, y la de cabellos cenicientos sabía sus energías habían disminuido bastante con los hechizos anteriores, por lo que elegiría con sumo cuidado el momento adecuado en que volver a hacer uso de su elemento. Aunque quizá solo tuviese una oportunidad de hacerlo, así que debía estar tranquila y totalmente concentrada para no perderla. Desenvainó la espada con la diestra y centró la electricidad en el puño izquierdo, respirando hondamente para alejar de su mente todo el miedo y la incertidumbre, que serían remplazados por el valor y una fría calma.
Fedallah la sorprendió al colocarse a su lado, cuando la maga ya lo hacía subido al caballo y alejándose del lugar. - Alguien ha ido ya por los caballeros dragones, y de yo marcharme dudo regresar para encontrarte con vida… esa sombra se ha quedado ya sin contrincante. Si ese Dragón fue sometido, es mejor enfrentar juntos la esperanza o el fin. - dijo con voz serena, mientras la de ojos verdes lo miraba con cierta admiración.
- Si he de caer hoy, que sea con honor. Ha sido un placer conocerte Fedallah, gracias por acompañarme en esta pelea. - respondió ella con tono solemne, antes de echar un vistazo a la sangrante herida de su torso. - ¿No puedes hacer nada con eso? - preguntó, esperando que el elfo pudiese usar sus poderes curativos consigo mismo. - Si necesitas tiempo te daré todo el que pueda conseguir. - apretó los dedos alrededor de la empuñadura de la espada y observó directamente a la sombra, que pronto se abalanzaría sobre ellos.
Elen Calhoun
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