Bajo la ciudad [Interpretativo][Libre]
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Bajo la ciudad [Interpretativo][Libre]
Finalmente había regresado a la ciudad amurallada. Mi ausencia se había prolongado aun más de lo que había previsto, pero al menos todo aquel viaje a los reinos del Oeste habían traído sus recompensas. Así como había cumplido con mi misión para traer de regreso al hijo prodigo, también hice una veloz y breve visita a la sede de la hermandad. El lobo blanco, Reb, había permanecido ahí durante bastante tiempo, pero ahora debía continuar con mi promesa e intentar encontrar la forma de regresar al lugar al que pertenecía, por lo que lo traje de regreso conmigo.
Estaba ansioso por llegar a aquel lugar al que realmente permanecía. Al lado de mi amada tigresa. Quería mirarla, escuchar su voz y estar a su lado durante un prolongado tiempo, al menos hasta que las horas se convirtieran en "eternidad" y los minutos se disolvieran en "siglos", Así que sin más preámbulos, me dirigí a la casa que compartíamos en la ciudad. - Espero que te lleves bien con panda. Le dije a Reb, quien me seguía de cerca y olfateaba todo a su paso.
Cautelosamente nos colamos hasta la puerta de la edificación y llame un par de veces a la puerta, pero no hubo respuesta alguna. Luego de algunos intentos más desistí a mi llamado. Permanecer a la vista podría ser peligroso, así que el lobo y yo tomamos algo de distancia entre la casa y nosotros y esperamos pacientemente por una señal... pero nada. Mi espera se extendió durante algunos días, vigilando y aguardando por su llegada o alguna señal. Finalmente comenzaba a entenderlo. Eco no regresaría pronto y cualquier lugar al que se hubiese dirigido, esperaba que se encontrara bien. Mire al cielo durante algunos minutos, hasta que volví a bajar la mirada y vague por largas horas por las calles de Lunargenta.
Sin saber como, termine por colarme a las catacumbas, Cuna del delito, de la depravación y la miseria. Donde los malhechores prosperan sin limites o normas que les detengan. Sitio donde no cualquiera puede ingresar y perder algo en ese lugar. La trampilla estaba suelta. Era una entrada bastante concurrida por donde muchos ladrones se escabullían luego de hacerse de alguna pertenencia ajena. Reb parecía un poco molesto por haberlo arrastrado hasta ese lugar ya que no es algo común ver a un lobo bajo tierra, en un lugar sumergido en penumbra, apenas iluminado por débiles luces de antorcha, pero no había otra opción. Por ahora, debía resucitar viejas costumbres.
Conocía bien el lugar. Luego de algunos largos pasillos infestados de ratas, podría ser encontrada una vieja y oxidada puerta metálica. Detrás de dichosa puerta, podrías encontrar la taberna de "La rata pulgosa" famosa entre pillos y truhanes. Como en cada rincón de las catacumbas, había algunas ratas, pero al menos la comida y la bebida se mantenía exenta de sus bigotes. Al ingresar al lugar, las miradas de los presentes se fijaron sobre nosotros. Reb se encogió de hombros y gruño por lo bajo. - Tranquilo... Le dije mientras acariciaba su lomo. Lo guié hasta una mesa al rincón de los muros de ladrillo e intentamos ignorar aquellas acusantes miradas.
Un sujeto calvo y regordete que portaba una peculiar barba se acerco a nuestra mesa. Se trataba del conocido tabernero quien se preparaba a tomar el pedido. Aahh... El hombre de blancos cabellos. Hace tiempo que no aparecías por aquí. Menciono el sujeto haciendo uso de su aguardentosa voz. Aquellas palabras me recordaron los sucesos de mi ultima visita y a mi acompañante en aquella ocasión: El vampiro Mitrad. Aleje mis pensamientos y levante la vista hacia el dependiente del lugar. - Traiga alguna bebida y para mi compañero, una buena porción de carne. El sujeto se paso la mano por la calva y dio media vuelta para ir hacia la barra. Recargue mi peso sobre mis codos y observe con cautela a cada uno de los presentes. Mi visita a las catacumbas siempre era algo peligroso. La presencia de ladrones imperaba y nunca se sabe quien es aliado o un enemigo.
Estaba ansioso por llegar a aquel lugar al que realmente permanecía. Al lado de mi amada tigresa. Quería mirarla, escuchar su voz y estar a su lado durante un prolongado tiempo, al menos hasta que las horas se convirtieran en "eternidad" y los minutos se disolvieran en "siglos", Así que sin más preámbulos, me dirigí a la casa que compartíamos en la ciudad. - Espero que te lleves bien con panda. Le dije a Reb, quien me seguía de cerca y olfateaba todo a su paso.
Cautelosamente nos colamos hasta la puerta de la edificación y llame un par de veces a la puerta, pero no hubo respuesta alguna. Luego de algunos intentos más desistí a mi llamado. Permanecer a la vista podría ser peligroso, así que el lobo y yo tomamos algo de distancia entre la casa y nosotros y esperamos pacientemente por una señal... pero nada. Mi espera se extendió durante algunos días, vigilando y aguardando por su llegada o alguna señal. Finalmente comenzaba a entenderlo. Eco no regresaría pronto y cualquier lugar al que se hubiese dirigido, esperaba que se encontrara bien. Mire al cielo durante algunos minutos, hasta que volví a bajar la mirada y vague por largas horas por las calles de Lunargenta.
Sin saber como, termine por colarme a las catacumbas, Cuna del delito, de la depravación y la miseria. Donde los malhechores prosperan sin limites o normas que les detengan. Sitio donde no cualquiera puede ingresar y perder algo en ese lugar. La trampilla estaba suelta. Era una entrada bastante concurrida por donde muchos ladrones se escabullían luego de hacerse de alguna pertenencia ajena. Reb parecía un poco molesto por haberlo arrastrado hasta ese lugar ya que no es algo común ver a un lobo bajo tierra, en un lugar sumergido en penumbra, apenas iluminado por débiles luces de antorcha, pero no había otra opción. Por ahora, debía resucitar viejas costumbres.
Conocía bien el lugar. Luego de algunos largos pasillos infestados de ratas, podría ser encontrada una vieja y oxidada puerta metálica. Detrás de dichosa puerta, podrías encontrar la taberna de "La rata pulgosa" famosa entre pillos y truhanes. Como en cada rincón de las catacumbas, había algunas ratas, pero al menos la comida y la bebida se mantenía exenta de sus bigotes. Al ingresar al lugar, las miradas de los presentes se fijaron sobre nosotros. Reb se encogió de hombros y gruño por lo bajo. - Tranquilo... Le dije mientras acariciaba su lomo. Lo guié hasta una mesa al rincón de los muros de ladrillo e intentamos ignorar aquellas acusantes miradas.
Un sujeto calvo y regordete que portaba una peculiar barba se acerco a nuestra mesa. Se trataba del conocido tabernero quien se preparaba a tomar el pedido. Aahh... El hombre de blancos cabellos. Hace tiempo que no aparecías por aquí. Menciono el sujeto haciendo uso de su aguardentosa voz. Aquellas palabras me recordaron los sucesos de mi ultima visita y a mi acompañante en aquella ocasión: El vampiro Mitrad. Aleje mis pensamientos y levante la vista hacia el dependiente del lugar. - Traiga alguna bebida y para mi compañero, una buena porción de carne. El sujeto se paso la mano por la calva y dio media vuelta para ir hacia la barra. Recargue mi peso sobre mis codos y observe con cautela a cada uno de los presentes. Mi visita a las catacumbas siempre era algo peligroso. La presencia de ladrones imperaba y nunca se sabe quien es aliado o un enemigo.
Johannes
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Re: Bajo la ciudad [Interpretativo][Libre]
Un fuerte y nauseabundo hedor embargaba la estancia, pero los presentes parecían más que acostumbrados a aquello. Alcanzó a ver un par de ratas correteando por el frío suelo, esperando la oportunidad de hacerse con algo de comida, mientras otra roía las botas de uno de los clientes. El hombre, que tenía los cabellos canos y alborotados, dormía con el rostro sobre la mesa tras haberse bebido una docena de cervezas. Descansar no era nada seguro, mucho menos en aquel lugar en que abundaban los ladrones, pero a juzgar por su apariencia, la bruja estaba casi segura de que el viejo no llevaba consigo nada de valor, es más, probablemente no tenía ni donde caerse muerto.
La taberna estaba mal iluminada y la humedad que salía de las paredes no ayudaba a hacerla más acogedora, pero esto no parecía espantar a los clientes asiduos. La de cabellos cenicientos se hallaba sentada a una mesa, la más alejada de la entrada, cubriéndose a medias el rostro con una mano. Frente a ella descansaba una jarra medio vacía, pero que no se terminaría. El agrio sabor de la cerveza le había provocado una arcada al probarla, haciendo que frunciera el ceño y apartase de sí lo que quedaba.
Tenía el cuerpo envuelto en su gruesa capa marrón y dejaba a la vista su daga, como elemento disuasorio por si a alguno de los borrachos se le ocurría acercarse con malas intenciones. Las catacumbas no eran el lugar más seguro de la ciudad, al contrario, allí se reunía gente de la peor calaña, pero allí estaba ella, sentada junto a la pequeña chimenea con la vista clavada en las llamas.
¿Que cómo había llegado hasta allí? Esa era una buena pregunta. Tras dos meses de tormentosas noches, la hechicera evitaba dormir a toda costa y eso la había llevado a vagabundear por las calles. La maldición rara vez le permitía descansar, por lo que su aspecto se había visto bastante afectado. Tenía el rostro más pálido de lo normal y las oscuras ojeras se veían más resaltadas con la sombra negra que se aplicaba alrededor de los ojos. Aquel tono, unido al de su piel le conferían la apariencia de un espectro o fantasma, aunque también había escuchado al tabernero llamarla “demonio de ojos verdes”.
Aquella era la tercera noche que acababa en la rata pulgosa, tras descubrir casi por casualidad una de las entradas a las catacumbas una semana antes. Aquella noche el frío calaba hasta los huesos, por lo que estaba a punto de volver a la posada cuando lo vio. Un jovenzuelo que salía de un local, envuelto en un manto negro y cargado con un cuantioso botín. El ladrón corrió por las callejuelas hasta una trampilla, por la cual se deslizó ágilmente.
Elen, movida por la curiosidad y el deseo de mantenerse despierta, siguió al muchacho a través de las diferentes galerías, manteniendo una distancia prudencial. Al principio el lugar le produjo bastante asco, por la multitud de ratas que campaban a sus anchas en las catacumbas. Pero luego, cuando encontró la taberna, aquello perdió importancia. No era el lugar más agradable del mundo, de hecho dejaba mucho que desear, pero serviría para perder algo de tiempo, que era lo que en aquel momento necesitaba.
Un par de noches después regresó, llevando consigo solo lo justo, por si se producía algún incidente. Y aquella noche había vuelto, aunque sabía que no debía tomarlo por costumbre, no era un buen lugar para frecuentar. Pero por el momento solo tenía dos opciones, seguir buscando ayuda o perder parte de las noches en la taberna.
- Aggh... esto cada vez sabe peor. - musitó tras dar un segundo trago a su bebida, que había vuelto a acercar. Por un momento había tenido la esperanza de que el agrio regusto desapareciese y su sabor mejorase, pero aquello no sucedió.
Un caballero de cabellos blancos cruzó el umbral, acompañado de un lobo, lo que atrajo las miradas de todos los presentes. Calmó al animal, que parecía algo inquieto por estar allí, cosa de esperar por tratarse de un lugar bajo tierra. Luego se dirigió a la barra e intercambió unas palabras con el tabernero, tras lo cual echó un vistazo a los presentes. La bruja apartó la mirada del fuego y la posó sobre el recién llegado durante unos instantes, lo suficiente para darse cuenta de que no se parecía al resto de clientes que estaban en el local.
Off: Elen en este momento aún no tiene la cicatriz en la mejilla.
La taberna estaba mal iluminada y la humedad que salía de las paredes no ayudaba a hacerla más acogedora, pero esto no parecía espantar a los clientes asiduos. La de cabellos cenicientos se hallaba sentada a una mesa, la más alejada de la entrada, cubriéndose a medias el rostro con una mano. Frente a ella descansaba una jarra medio vacía, pero que no se terminaría. El agrio sabor de la cerveza le había provocado una arcada al probarla, haciendo que frunciera el ceño y apartase de sí lo que quedaba.
Tenía el cuerpo envuelto en su gruesa capa marrón y dejaba a la vista su daga, como elemento disuasorio por si a alguno de los borrachos se le ocurría acercarse con malas intenciones. Las catacumbas no eran el lugar más seguro de la ciudad, al contrario, allí se reunía gente de la peor calaña, pero allí estaba ella, sentada junto a la pequeña chimenea con la vista clavada en las llamas.
¿Que cómo había llegado hasta allí? Esa era una buena pregunta. Tras dos meses de tormentosas noches, la hechicera evitaba dormir a toda costa y eso la había llevado a vagabundear por las calles. La maldición rara vez le permitía descansar, por lo que su aspecto se había visto bastante afectado. Tenía el rostro más pálido de lo normal y las oscuras ojeras se veían más resaltadas con la sombra negra que se aplicaba alrededor de los ojos. Aquel tono, unido al de su piel le conferían la apariencia de un espectro o fantasma, aunque también había escuchado al tabernero llamarla “demonio de ojos verdes”.
Aquella era la tercera noche que acababa en la rata pulgosa, tras descubrir casi por casualidad una de las entradas a las catacumbas una semana antes. Aquella noche el frío calaba hasta los huesos, por lo que estaba a punto de volver a la posada cuando lo vio. Un jovenzuelo que salía de un local, envuelto en un manto negro y cargado con un cuantioso botín. El ladrón corrió por las callejuelas hasta una trampilla, por la cual se deslizó ágilmente.
Elen, movida por la curiosidad y el deseo de mantenerse despierta, siguió al muchacho a través de las diferentes galerías, manteniendo una distancia prudencial. Al principio el lugar le produjo bastante asco, por la multitud de ratas que campaban a sus anchas en las catacumbas. Pero luego, cuando encontró la taberna, aquello perdió importancia. No era el lugar más agradable del mundo, de hecho dejaba mucho que desear, pero serviría para perder algo de tiempo, que era lo que en aquel momento necesitaba.
Un par de noches después regresó, llevando consigo solo lo justo, por si se producía algún incidente. Y aquella noche había vuelto, aunque sabía que no debía tomarlo por costumbre, no era un buen lugar para frecuentar. Pero por el momento solo tenía dos opciones, seguir buscando ayuda o perder parte de las noches en la taberna.
- Aggh... esto cada vez sabe peor. - musitó tras dar un segundo trago a su bebida, que había vuelto a acercar. Por un momento había tenido la esperanza de que el agrio regusto desapareciese y su sabor mejorase, pero aquello no sucedió.
Un caballero de cabellos blancos cruzó el umbral, acompañado de un lobo, lo que atrajo las miradas de todos los presentes. Calmó al animal, que parecía algo inquieto por estar allí, cosa de esperar por tratarse de un lugar bajo tierra. Luego se dirigió a la barra e intercambió unas palabras con el tabernero, tras lo cual echó un vistazo a los presentes. La bruja apartó la mirada del fuego y la posó sobre el recién llegado durante unos instantes, lo suficiente para darse cuenta de que no se parecía al resto de clientes que estaban en el local.
Off: Elen en este momento aún no tiene la cicatriz en la mejilla.
Última edición por Elen Calhoun el Vie Ene 16 2015, 10:37, editado 1 vez
Elen Calhoun
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Re: Bajo la ciudad [Interpretativo][Libre]
Las calles de Lunargenta, hace mucho tiempo que no deambulaba por estas calles tomándome el tiempo de recorrerlas con calma y serenidad, como si fuera dueño de mi propio tiempo, los grandes muros de la ciudad me parecían laberintos, ya casi había olvidado aquellas figuras y arquitecturas que solo se pueden apreciar en la que a mi parecer era la cuidad más concurrida de todas las que había conocido. Podía ver algunas personas y hombres-bestia deambulando por aquí y por allá, lo que me hacía sentir algo incómodo, de seguro en una ciudad tan grande y con tanta gente habría más vampiros al igual que yo, pero no me concernía el averiguarlo, doble en una de las esquinas y camine un buen tramo por una calle mucho menos concurrida que aquella amplia en la que me encontraba hace unos momentos atrás. Entonces como una extraña casualidad pude ver a un hombre peleando con otro, al parecer el problema entre ambos fue bastante grave como para estarse golpeando de tal manera, los podía ver peleándose a unos doscientos metros de donde yo me encontraba, entonces el fantasma de la tragedia no tardo en presentarse y cruzarse nuevamente en mi camino como si intentase acosarme. Uno de los hombres desenfundó un gran puñal con el cual comenzó a apuñalar al que fuese su contrincante, (Maldición… no puede ser cierto, ¿porque siempre tengo que ser yo el que tenga que ver estas cosas tan desagradables?) Me preguntaba mientras intentaba hacer como si no me importara, pero maldición, no podía evitarlo.
Corrí unos instantes para encontrarme lo suficientemente cerca de aquel tipo que apuñalaba al otro, a sabiendas de que no era mi asunto, pero en una calle tan oscura, angosta y prolongada como esta sería casi imposible encontrar algún guardia de la cuidad que pudiese y tuviese la autoridad para tomar cartas en el asunto. –Hey ya es suficiente, ¿no lo crees? – Dije mirando a aquel hombre que llevaba la cabeza afeitada y su piel grisácea daba cuentas de que al parecer no se trataba de simplemente un hombre, pero mi atención se puso sobre el cuerpo del hombre que yacía muerto en ese momento, su caja torácica estaba completamente abierta y sus órganos estaban expuestos, definitivamente algo andaba muy mal. Retrocedí rápidamente en cuanto el asesino se volteó repentinamente y moviendo su daga, para así con un movimiento errático intentar apuñalarme sorpresivamente, acto que por suerte para mí no logro concretar. Me quede entonces un momento mirando su mano manchada con sangre, para luego ver el costado de su cráneo en el cual llevaba un tatuaje de considerables proporciones, entonces me pude fijar bien en la larga cicatriz que parecía rodear todo su cráneo –¿Qué demonios eres? – Dije ante al presenciar ojos abiertos de par en par, su rostro manchado con la sangre de su víctima, entonces no pude evitar observar casi perplejo mientras su mirada parecía entrar en mi alma y revivir mis más oscuros temores, desenfunde rápidamente mi propia daga para así doblar un poco las rodillas y llevar mis manos hacia el frente adoptando posición defensiva. Mientras aquel hombre con la mirada muerta se erguía frente a mí, este se precipito corriendo y con el sonido de su respiración inundando el lugar y en un movimiento intentó apuñalarme desde arriba dejando caer su mano de forma vertical, logre detener su mano ataque utilizando mi mano izquierda, era sorprendentemente fuerte, tanto que me costaba trabajo detener su mano, entonces me puse en plan de atacarle yo con mi daga, pero antes de que yo pudiese hacer algo el hombre con una sonrisa degenerada, la cual daba luces de disfrutar aquella situación, abrió su mano dejando caer su puñal, atrapándolo rápidamente con la mano que este tenía libre para luego intentar apuñalarme nuevamente. Al percatarme de esto utilice mi puñal para desviar su estocada que parecía dirigida a mi vientre, para acto seguido colarme de mi posición desventajosa y comenzar a correr. (Maldición es demasiado fuerte como para enfrentarme a el cuerpo a cuerpo, debo tomar distancia e intentar dispararle con mi ballesta) pensé para mí mismo cuando en ese momento las grandes edificaciones me parecían una mortal trampa, la cual me limitaba a solamente correr, no podía hacer nada más que eso , eso y esperar a que algún guardia de la cuidad se cruzara en mi camino, tome entonces mi ballesta que llevaba asegurada a mi espalda con una trabajosa maniobra al abrir el seguro de la correa que le sostenía, y con la otra mano abrí el carcaj para así cargar un proyectil en mi pesada arma, entonces llegue a la entrada de un callejón bastante angosto en el cual solo podrían caer dos personas, doble en aquella esquina y me asome por el muro para ver qué tan cerca estaba aquel tipo con aquella esencia tan macabra, entonces me sorprendí al ver que parecía caminar con total calma, silbando una canción que parecía ser una nana para arrullar a un bebé, con aquel puñal pasando de mano en mano, la habilidad con la que manipulaba el arma me causaba escalofríos. Me sentí presa del pánico y sin pensarlo salí del callejón poniéndome frente a él, entonces apunte a su pecho y dispare, la flecha voló rápidamente con un siseo característico del viento al ser cortado por un proyectil que viaja a gran velocidad, di en el blanco –Bien, ya acabamos con esto, ahora debo retirarme. – Dije confiado, confianza que parecía desvanecerse cuando presencie algo que hiso que mi piel se erizara como no lo hacía hace tiempo, el hombre parecía estar desplomado hacia atrás, pero sus pies seguían rígidos plantados en la tierra como dos fuertes arboles inamovibles e inmutables, el hombre levanto su torso contorsionando de manera innatural su cuerpo con la flecha atravesando su pecho (¿Qué… que demonios… que demonios sucede…? ¿Por… porque continua moviéndose?) Me sentía aterrorizado al ver que el hombre con aquella sonrisa degenerada en su rostro parecía disfrutar cada vez más y más mis intentos por detenerle.
Arrancó de golpe la flecha de su pecho, -maldición, debí haber atravesado su corazón… espera aunque no lo hubiese hecho debí a lo menos perforar uno de sus pulmones o alguna arteria, - ¿Qué clase de monstruo eres? – dije haciendo tronar mis dientes, entonces el hombre levanto la flecha y entrecerrando sus ojos saco una larga lengua con la cual lamió su propia sangre desde aquella flecha y quebró utilizando sus dedos el proyectil dejándolo caer al suelo, entonces saboreo sus labios de forma lasciva y comenzó a correr de una manera ridículamente veloz hacia donde yo me encontraba, la sensación de pánico en mi cerebro alerto a todo mi cuerpo, el cual casi de forma involuntaria se adentró corriendo hacia aquel callejón, si me preguntan, una horrenda decisión, pues no había salida en aquellas tres murallas, pero como si fuese una milagrosa luz en la penumbra de aquel callejón se encontraba una trampilla cerrada, la cual de seguro sería una de las tantas entradas a las catacumbas que se expandían como túneles subterráneos por toda la cuidad, me dirigí hacia esta, y me apronte a quitar la barra de metal que cumplía la función de picaporte, abrí aquella trampilla y baje sin pensármelo dos veces, una vez abajo alumbrado por la cándida luz de algunas antorchas puestas a lo largo de aquel maloliente túnel utilice la misma barra metálica para trabar la trampilla y así evitar que aquel tipo me alcanzara, entonces sentí como los golpes de aquel hombre retumbaban en aquella entrada, mientras rogaba que este no pudiese bajar, entonces los golpes cesaron y un fuerte grito maniaco seguido por la calma me dieron la señal de que aquel “hombre” se había largado, lo único que dictaba mi instinto era que debía continuar moviéndome, fuera lo que fuera aquel hombre que estaba tras de mi de seguro me encontraría si no me movía pronto de aquel lugar. Comencé a correr a través de los húmedos y oscuros túneles en los cuales la muerte, y podredumbre se hacían sentir, jamás había estado ahí abajo y las catacumbas parecían el peor de los laberintos imaginables, fue entonces que al llegar a una esquina, a lo lejos vi a un hombre, volví rápidamente a esconderme tras el húmedo muro de aquel túnel para observar con cautela si se trataba de mi persecutor, entonces al observar detenidamente me pude dar cuenta de que se trataba de un hombre con cabello blanco acompañado de un lobo cuyo pelaje hacia juego con el de aquel hombre, no se trataba de mi persecutor, y de seguro el conocía lo suficiente aquel lugar, quizás me estaría arriesgando demasiado, pero no quería hallarme solo si me volvía a encontrar con aquel espeluznante hombre, cuando me dispuse a aproximarme, aquel hombre había entrado en algún lugar, me aproxime trotando, ya que estaba cansado de haber corrido tan frenéticamente por mi vida, entonces me halle afuera de una pesada puerta metálica algo oxidada sin prestar atención a las ratas que se hallaban corriendo por doquier me arriesgue a abrir la puerta después de habérmelo pensado un rato, estaba bastante agitado y al entrar me lleve la sorpresa de que se trataba de una taberna, la cual parecía bastante concurrida como para estar en un lugar como ese, seque mi sudor con la manga de mi abrigo y me dispuse a entrar simulando estar acostumbrado a ello, aunque parecía ser que aquellos hombres que se hallaban dentro de la taberna conocían a los suyos, pues sus miradas acusaban que al parecer no era bienvenido en aquel lugar.
Corrí unos instantes para encontrarme lo suficientemente cerca de aquel tipo que apuñalaba al otro, a sabiendas de que no era mi asunto, pero en una calle tan oscura, angosta y prolongada como esta sería casi imposible encontrar algún guardia de la cuidad que pudiese y tuviese la autoridad para tomar cartas en el asunto. –Hey ya es suficiente, ¿no lo crees? – Dije mirando a aquel hombre que llevaba la cabeza afeitada y su piel grisácea daba cuentas de que al parecer no se trataba de simplemente un hombre, pero mi atención se puso sobre el cuerpo del hombre que yacía muerto en ese momento, su caja torácica estaba completamente abierta y sus órganos estaban expuestos, definitivamente algo andaba muy mal. Retrocedí rápidamente en cuanto el asesino se volteó repentinamente y moviendo su daga, para así con un movimiento errático intentar apuñalarme sorpresivamente, acto que por suerte para mí no logro concretar. Me quede entonces un momento mirando su mano manchada con sangre, para luego ver el costado de su cráneo en el cual llevaba un tatuaje de considerables proporciones, entonces me pude fijar bien en la larga cicatriz que parecía rodear todo su cráneo –¿Qué demonios eres? – Dije ante al presenciar ojos abiertos de par en par, su rostro manchado con la sangre de su víctima, entonces no pude evitar observar casi perplejo mientras su mirada parecía entrar en mi alma y revivir mis más oscuros temores, desenfunde rápidamente mi propia daga para así doblar un poco las rodillas y llevar mis manos hacia el frente adoptando posición defensiva. Mientras aquel hombre con la mirada muerta se erguía frente a mí, este se precipito corriendo y con el sonido de su respiración inundando el lugar y en un movimiento intentó apuñalarme desde arriba dejando caer su mano de forma vertical, logre detener su mano ataque utilizando mi mano izquierda, era sorprendentemente fuerte, tanto que me costaba trabajo detener su mano, entonces me puse en plan de atacarle yo con mi daga, pero antes de que yo pudiese hacer algo el hombre con una sonrisa degenerada, la cual daba luces de disfrutar aquella situación, abrió su mano dejando caer su puñal, atrapándolo rápidamente con la mano que este tenía libre para luego intentar apuñalarme nuevamente. Al percatarme de esto utilice mi puñal para desviar su estocada que parecía dirigida a mi vientre, para acto seguido colarme de mi posición desventajosa y comenzar a correr. (Maldición es demasiado fuerte como para enfrentarme a el cuerpo a cuerpo, debo tomar distancia e intentar dispararle con mi ballesta) pensé para mí mismo cuando en ese momento las grandes edificaciones me parecían una mortal trampa, la cual me limitaba a solamente correr, no podía hacer nada más que eso , eso y esperar a que algún guardia de la cuidad se cruzara en mi camino, tome entonces mi ballesta que llevaba asegurada a mi espalda con una trabajosa maniobra al abrir el seguro de la correa que le sostenía, y con la otra mano abrí el carcaj para así cargar un proyectil en mi pesada arma, entonces llegue a la entrada de un callejón bastante angosto en el cual solo podrían caer dos personas, doble en aquella esquina y me asome por el muro para ver qué tan cerca estaba aquel tipo con aquella esencia tan macabra, entonces me sorprendí al ver que parecía caminar con total calma, silbando una canción que parecía ser una nana para arrullar a un bebé, con aquel puñal pasando de mano en mano, la habilidad con la que manipulaba el arma me causaba escalofríos. Me sentí presa del pánico y sin pensarlo salí del callejón poniéndome frente a él, entonces apunte a su pecho y dispare, la flecha voló rápidamente con un siseo característico del viento al ser cortado por un proyectil que viaja a gran velocidad, di en el blanco –Bien, ya acabamos con esto, ahora debo retirarme. – Dije confiado, confianza que parecía desvanecerse cuando presencie algo que hiso que mi piel se erizara como no lo hacía hace tiempo, el hombre parecía estar desplomado hacia atrás, pero sus pies seguían rígidos plantados en la tierra como dos fuertes arboles inamovibles e inmutables, el hombre levanto su torso contorsionando de manera innatural su cuerpo con la flecha atravesando su pecho (¿Qué… que demonios… que demonios sucede…? ¿Por… porque continua moviéndose?) Me sentía aterrorizado al ver que el hombre con aquella sonrisa degenerada en su rostro parecía disfrutar cada vez más y más mis intentos por detenerle.
Arrancó de golpe la flecha de su pecho, -maldición, debí haber atravesado su corazón… espera aunque no lo hubiese hecho debí a lo menos perforar uno de sus pulmones o alguna arteria, - ¿Qué clase de monstruo eres? – dije haciendo tronar mis dientes, entonces el hombre levanto la flecha y entrecerrando sus ojos saco una larga lengua con la cual lamió su propia sangre desde aquella flecha y quebró utilizando sus dedos el proyectil dejándolo caer al suelo, entonces saboreo sus labios de forma lasciva y comenzó a correr de una manera ridículamente veloz hacia donde yo me encontraba, la sensación de pánico en mi cerebro alerto a todo mi cuerpo, el cual casi de forma involuntaria se adentró corriendo hacia aquel callejón, si me preguntan, una horrenda decisión, pues no había salida en aquellas tres murallas, pero como si fuese una milagrosa luz en la penumbra de aquel callejón se encontraba una trampilla cerrada, la cual de seguro sería una de las tantas entradas a las catacumbas que se expandían como túneles subterráneos por toda la cuidad, me dirigí hacia esta, y me apronte a quitar la barra de metal que cumplía la función de picaporte, abrí aquella trampilla y baje sin pensármelo dos veces, una vez abajo alumbrado por la cándida luz de algunas antorchas puestas a lo largo de aquel maloliente túnel utilice la misma barra metálica para trabar la trampilla y así evitar que aquel tipo me alcanzara, entonces sentí como los golpes de aquel hombre retumbaban en aquella entrada, mientras rogaba que este no pudiese bajar, entonces los golpes cesaron y un fuerte grito maniaco seguido por la calma me dieron la señal de que aquel “hombre” se había largado, lo único que dictaba mi instinto era que debía continuar moviéndome, fuera lo que fuera aquel hombre que estaba tras de mi de seguro me encontraría si no me movía pronto de aquel lugar. Comencé a correr a través de los húmedos y oscuros túneles en los cuales la muerte, y podredumbre se hacían sentir, jamás había estado ahí abajo y las catacumbas parecían el peor de los laberintos imaginables, fue entonces que al llegar a una esquina, a lo lejos vi a un hombre, volví rápidamente a esconderme tras el húmedo muro de aquel túnel para observar con cautela si se trataba de mi persecutor, entonces al observar detenidamente me pude dar cuenta de que se trataba de un hombre con cabello blanco acompañado de un lobo cuyo pelaje hacia juego con el de aquel hombre, no se trataba de mi persecutor, y de seguro el conocía lo suficiente aquel lugar, quizás me estaría arriesgando demasiado, pero no quería hallarme solo si me volvía a encontrar con aquel espeluznante hombre, cuando me dispuse a aproximarme, aquel hombre había entrado en algún lugar, me aproxime trotando, ya que estaba cansado de haber corrido tan frenéticamente por mi vida, entonces me halle afuera de una pesada puerta metálica algo oxidada sin prestar atención a las ratas que se hallaban corriendo por doquier me arriesgue a abrir la puerta después de habérmelo pensado un rato, estaba bastante agitado y al entrar me lleve la sorpresa de que se trataba de una taberna, la cual parecía bastante concurrida como para estar en un lugar como ese, seque mi sudor con la manga de mi abrigo y me dispuse a entrar simulando estar acostumbrado a ello, aunque parecía ser que aquellos hombres que se hallaban dentro de la taberna conocían a los suyos, pues sus miradas acusaban que al parecer no era bienvenido en aquel lugar.
- Aspecto del asesino:
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Akratme
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Re: Bajo la ciudad [Interpretativo][Libre]
Luego de tan solo un par de minutos. El tabernero regreso hasta mi mesa y deposito sobre su sucia superficie un tarro colmado de oscura y tibia cerveza y un buen trozo de carne cruda que arrojo hacia el lobo mientras se rascaba la nariz con el brazo. Reb, impaciente, comenzó a masticar el filete con celeridad. Eso lo mantendría tranquilo por ahora, al menos eso pensaba. Acerque mi mano hacia el asa del tarro y di un buen trago antes de poder saborearla. Como siempre, esta no seria la mejor bebida en toda Lunargenta, quizás probablemente tampoco lo era en los territorios subterráneos, pero había algo en este sitio que sencillamente me hacia sentir atraído. No sabría explicarlo certeramente, pero si bien las miradas de los presentes se fijan en ti de manera sospechosa, no recibes aquel pesado prejuicio que te llevarías en un local de la ciudad. En este sitio, todos teníamos algo en común en una u otra de sus tantas caras: La culpa.
Mis ojos se posaron en la nada. Mi mente se perdió en el recuerdo de aquella persona y todo lo que había sucedido en los últimos días. Reb comía su filete con gusto, pero esa sencilla paz se vería destrozada de pronto por tan solo la aparición de una curiosa y hambrienta criatura: Un pequeño gato. El felino solía acostumbrar las visitas a la taberna. Aunque había muchas ratas, el animal se había artado de comerlas todo el tiempo, por esa razón es que acudía a las faldas de los comensales a intentar robar algo de comida, aunque en muchas ocasiones seria una tarea realmente sencilla luego de que algún borrachín bajara la guardia por los efectos del alcohol y se quedara dormido. Es entonces cuando el pequeño gato simplemente subía a la mesa y tomaba aquellos bocados sobrantes. El dueño de la taberna le conocía bien. Ver a ese gato aprovechándose del desliz de los borrachines siempre era gracioso para él, pero en esta ocasión seria diferente. El pequeño estaba por meterse con la persona equivocada o mas bien... con el lobo equivocado.
El felino se posiciono tras el sitio de Reb. El lobo distraído con su banquete ni siquiera pudo percatarse de la presencia de la pequeña bestia que lo acechaba desde la espalda y se preparaba para saltar y robar su alimento. Entonces, en un solo movimiento, El gato tomo el filete y corrió como si fuese perseguido por los mismísimos jinetes negros, pero en realidad se trataba de un lobo cabreado. - ¿Que!? Exclame mientras intentaba comprender lo que sucedía, pero cuando voltee, Reb y el gato estaban causando un alboroto en todo el lugar, pasando entre las piernas de los presentes y moviendo con violencia sus sillas. Un borracho que se mantenía dormido, cayo luego de un fuerte empujón por parte del lobo, pero pareciera que el sujeto estaba ante los poderes de la más poderosa anestesia pues ni siquiera reacciono ante la caída. El tipo seguía durmiendo placidamente como un bebe.
El felino moteado intentaba deshacerse de la persecución, por lo que salto sobre una de las mesas, aquella que estaba más alejada de la puerta de ingreso, donde una oscura y misteriosa figura se había mantenido casi estática al igual que el tarro sobre su mesa. Reb no se rendiría ante el intento del gato, por lo que de igual forma, subió en la mesa y derramo la bebida que se esparció sobre la madera y termino por ensuciar el piso. - ¡Detente Reb! Le pedí mientras iba tras él, pero parecía ignorarme por completo. El par de animales se dirigió hacia la puerta luego de aquel tropiezo con la solitaria figura. Para la sorpresa de ambos, la puerta comenzaba a abrirse, cosa que el pequeño felino aprovecharía para lograr escapar escurriéndose entre las piernas del recién llegado. Reb intentaría lo mismo, pero aquella nueva presencia le había hecho detenerse en seco.
El lobo había frenado su avance ante la esencia del sujeto. Su nariz se movió rápidamente intentando captar su fragancia e instantes después, tenso la cola y echo las orejas hacia atrás mientras sus pelos se erizaban. Sus prominentes colmillos rebasaban ahora su hocico, dejándolos a la vista sin un ápice de misterio. Reb gruño violentamente mientras fijaba una odiosa mirada sobre el hombre de negros y largos cabellos. El lobo dio un par de ladridos escandalosos, parecía estar advirtiendo algo y se preparaba a saltar. Su posición indicaba un ataque, debía evitarlo pues Reb había causado ya bastantes molestias y lo que menos separaba ahora era encontrar alguna revuelta con puños, armas, sangre...
- Maldita sea Reb ¡Detente! Utilice toda mi velocidad para detener a la bestia y justo antes de que saltara, pude tomarlo del cuello y someterlo con el peso de mi cuerpo. Suspire por lo bajo e intente mantener a raya al lobo mientras él por su parte continuaba con su furioso gesto hacia el desconocido. - Lo lamento. No sé que le pasa. Le dije al hombre, intentando disculparme por ambos.
Luego de un par de minutos, finalmente pude tranquilizar un poco a Reb. - ¡Debes tranquilizar a ese perro sarnoso! Si continua causando molestias, tendré que sacarlos a patadas a ambos. Advirtió el fornido tabernero antes de retirarse nuevamente a sus labores. Mire a mi alrededor. Todos parecían perturbados pero el lobo no había causado muchos estragos. El mayor problema que pudo haber causado es derramar la bebida de la persona en la ultima mesa. Me puse de pie y sacudí mis ropas para formalizar un poco mi disculpa. - Lamento el comportamiento de mi compañero. Debes llevar contigo algo más allá de lo que aparentas. Le dije al hombre de oscura cabellera y piel pálida, mirando a sus ojos. - Pero yo no soy nadie para juzgar. Te ofrezco una oferta de paz. Una bebida y un platillo caliente, yo invito.
Di media vuelta, ignorando si aquel nuevo visitante aceptaría mi oferta o no, pero también debía saldar una deuda con otro de los presentes. Me acerque hasta la mesa en la que el lobo y el gato habían causado destrozos. - Me disculpo a nombre de Reb por haber derramado tú bebida. Reb se encogió de hombros y se sentó sobre sus patas mientras lamía sus labios. - ¡Tabernero! Traiga otra bebida para esta persona y otra porción de carne para mi compañero lupino. Ordene con ímpetu al dependiente. Ni tarde ni perezoso, el hombre acato mi pedido y llego a la mesa con una nueva y rebozarte bebida y otra porción de carne para el lobo blanco. Antes de dirigirme nuevamente hacia mi mesa, no pude evitar indagar un poco más en el aspecto de aquella figura. Ahora me daba cuenta que se trataba de una mujer, no como las damas vulgares que abundan en este sitio de lugares.
Sin ser invitado, tome asiento en la mesa, justo en la silla del lado contrario al de la mujer y la observe con detenimiento durante algunos segundos. - Disculpe mi carencia de modales, pero debo decir que estoy algo curioso... Usted no parece frecuentar este tipo de lugares, Aunque si algo me ha enseñado la vida, es que nunca debes dejarte llevar por las apariencias. ¿Podría acompañarla algunos minutos? La compañía en este lugar no es muy buena como se ha dado cuenta, pero usted me parece diferente. En efecto, esa fue mi impresión al ver a alguien como ella en ese decadente y sucio lugar y aunque una de sus armas estaba a la vista, dudaba mucho que la utilizara en mi contra. Esperaba que la respuesta de la dama no fuera negativa o al menos no me diera alguna sorpresa, pues de eso ya había tenido bastante con anterioridad.
Mis ojos se posaron en la nada. Mi mente se perdió en el recuerdo de aquella persona y todo lo que había sucedido en los últimos días. Reb comía su filete con gusto, pero esa sencilla paz se vería destrozada de pronto por tan solo la aparición de una curiosa y hambrienta criatura: Un pequeño gato. El felino solía acostumbrar las visitas a la taberna. Aunque había muchas ratas, el animal se había artado de comerlas todo el tiempo, por esa razón es que acudía a las faldas de los comensales a intentar robar algo de comida, aunque en muchas ocasiones seria una tarea realmente sencilla luego de que algún borrachín bajara la guardia por los efectos del alcohol y se quedara dormido. Es entonces cuando el pequeño gato simplemente subía a la mesa y tomaba aquellos bocados sobrantes. El dueño de la taberna le conocía bien. Ver a ese gato aprovechándose del desliz de los borrachines siempre era gracioso para él, pero en esta ocasión seria diferente. El pequeño estaba por meterse con la persona equivocada o mas bien... con el lobo equivocado.
El felino se posiciono tras el sitio de Reb. El lobo distraído con su banquete ni siquiera pudo percatarse de la presencia de la pequeña bestia que lo acechaba desde la espalda y se preparaba para saltar y robar su alimento. Entonces, en un solo movimiento, El gato tomo el filete y corrió como si fuese perseguido por los mismísimos jinetes negros, pero en realidad se trataba de un lobo cabreado. - ¿Que!? Exclame mientras intentaba comprender lo que sucedía, pero cuando voltee, Reb y el gato estaban causando un alboroto en todo el lugar, pasando entre las piernas de los presentes y moviendo con violencia sus sillas. Un borracho que se mantenía dormido, cayo luego de un fuerte empujón por parte del lobo, pero pareciera que el sujeto estaba ante los poderes de la más poderosa anestesia pues ni siquiera reacciono ante la caída. El tipo seguía durmiendo placidamente como un bebe.
El felino moteado intentaba deshacerse de la persecución, por lo que salto sobre una de las mesas, aquella que estaba más alejada de la puerta de ingreso, donde una oscura y misteriosa figura se había mantenido casi estática al igual que el tarro sobre su mesa. Reb no se rendiría ante el intento del gato, por lo que de igual forma, subió en la mesa y derramo la bebida que se esparció sobre la madera y termino por ensuciar el piso. - ¡Detente Reb! Le pedí mientras iba tras él, pero parecía ignorarme por completo. El par de animales se dirigió hacia la puerta luego de aquel tropiezo con la solitaria figura. Para la sorpresa de ambos, la puerta comenzaba a abrirse, cosa que el pequeño felino aprovecharía para lograr escapar escurriéndose entre las piernas del recién llegado. Reb intentaría lo mismo, pero aquella nueva presencia le había hecho detenerse en seco.
El lobo había frenado su avance ante la esencia del sujeto. Su nariz se movió rápidamente intentando captar su fragancia e instantes después, tenso la cola y echo las orejas hacia atrás mientras sus pelos se erizaban. Sus prominentes colmillos rebasaban ahora su hocico, dejándolos a la vista sin un ápice de misterio. Reb gruño violentamente mientras fijaba una odiosa mirada sobre el hombre de negros y largos cabellos. El lobo dio un par de ladridos escandalosos, parecía estar advirtiendo algo y se preparaba a saltar. Su posición indicaba un ataque, debía evitarlo pues Reb había causado ya bastantes molestias y lo que menos separaba ahora era encontrar alguna revuelta con puños, armas, sangre...
- Maldita sea Reb ¡Detente! Utilice toda mi velocidad para detener a la bestia y justo antes de que saltara, pude tomarlo del cuello y someterlo con el peso de mi cuerpo. Suspire por lo bajo e intente mantener a raya al lobo mientras él por su parte continuaba con su furioso gesto hacia el desconocido. - Lo lamento. No sé que le pasa. Le dije al hombre, intentando disculparme por ambos.
Luego de un par de minutos, finalmente pude tranquilizar un poco a Reb. - ¡Debes tranquilizar a ese perro sarnoso! Si continua causando molestias, tendré que sacarlos a patadas a ambos. Advirtió el fornido tabernero antes de retirarse nuevamente a sus labores. Mire a mi alrededor. Todos parecían perturbados pero el lobo no había causado muchos estragos. El mayor problema que pudo haber causado es derramar la bebida de la persona en la ultima mesa. Me puse de pie y sacudí mis ropas para formalizar un poco mi disculpa. - Lamento el comportamiento de mi compañero. Debes llevar contigo algo más allá de lo que aparentas. Le dije al hombre de oscura cabellera y piel pálida, mirando a sus ojos. - Pero yo no soy nadie para juzgar. Te ofrezco una oferta de paz. Una bebida y un platillo caliente, yo invito.
Di media vuelta, ignorando si aquel nuevo visitante aceptaría mi oferta o no, pero también debía saldar una deuda con otro de los presentes. Me acerque hasta la mesa en la que el lobo y el gato habían causado destrozos. - Me disculpo a nombre de Reb por haber derramado tú bebida. Reb se encogió de hombros y se sentó sobre sus patas mientras lamía sus labios. - ¡Tabernero! Traiga otra bebida para esta persona y otra porción de carne para mi compañero lupino. Ordene con ímpetu al dependiente. Ni tarde ni perezoso, el hombre acato mi pedido y llego a la mesa con una nueva y rebozarte bebida y otra porción de carne para el lobo blanco. Antes de dirigirme nuevamente hacia mi mesa, no pude evitar indagar un poco más en el aspecto de aquella figura. Ahora me daba cuenta que se trataba de una mujer, no como las damas vulgares que abundan en este sitio de lugares.
Sin ser invitado, tome asiento en la mesa, justo en la silla del lado contrario al de la mujer y la observe con detenimiento durante algunos segundos. - Disculpe mi carencia de modales, pero debo decir que estoy algo curioso... Usted no parece frecuentar este tipo de lugares, Aunque si algo me ha enseñado la vida, es que nunca debes dejarte llevar por las apariencias. ¿Podría acompañarla algunos minutos? La compañía en este lugar no es muy buena como se ha dado cuenta, pero usted me parece diferente. En efecto, esa fue mi impresión al ver a alguien como ella en ese decadente y sucio lugar y aunque una de sus armas estaba a la vista, dudaba mucho que la utilizara en mi contra. Esperaba que la respuesta de la dama no fuera negativa o al menos no me diera alguna sorpresa, pues de eso ya había tenido bastante con anterioridad.
Johannes
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Re: Bajo la ciudad [Interpretativo][Libre]
Tras unos instantes, en que las miradas de la mayoría de los presentes se centraron en el recién llegado y su peludo amigo, todos volvieron a lo que hacían antes de que entrasen. Todos, excepto la bruja. Elen detuvo su mirada sobre ellos algo más por mera curiosidad, el extraño no se parecía a los ladrones, asesinos y holgazanes que vagaban por allí, tenía aspecto de guerrero e iba bien armado. - Quizá sea un mercenario.- pensó para sí, pero no terminaba de creer en ello. Aun así aquel no era un lugar recomendable, y todos los que allí terminaban tenían algo en común, ocultaban algo.
El tabernero le trajo lo que había pedido, con lo que el de cabellos blancos dejó de observar a los presentes y dio un trago a su bebida. La bruja volvió entonces a centrarse en sus pensamientos, con la vista sobre las llamas de la hoguera, que amenazaban con apagarse a causa de la humedad de las paredes.
Absorta como estaba, no se dio cuenta de cuando comenzó el incidente, pero pronto solo se escucharon en la taberna los gruñidos del lobo y las quejas de los que casi se caían de las sillas. El viejo que dormía sobre una mesa aterrizó sonoramente en el frío suelo, pero ni eso logró despertarlo. La de ojos verdes frunció el ceño sin terminar de entender, hasta que el pequeño gato que solía frecuentar el lugar se subió a su mesa, con un filete crudo en las fauces. Había visto al felino las anteriores noches, y como ignoraba a las ratas y prefería esperar a que algún cliente se despistase para robarle la comida. Pero ésta vez se había equivocado.
El lobo lo seguía de cerca, subió a la mesa y derramó lo que quedaba de la bebida antes de saltar y continuar con su persecución. El de cabellos blancos exclamaba e intentaba llamar al animal pero éste no le obedecía, siguió tras el gato hasta la misma puerta del local. El felino tuvo suerte, incluso podría decirse que agotó una de sus vidas al salvarse de su fiero perseguidor. Un nuevo cliente abrió la puerta, dando al gato la oportunidad que necesitaba para escapar con su botín. El lobo se detuvo, y aunque la hechicera no podía verlo desde donde estaba, se hacía una idea de lo que pasaba solo con oírlo. Reb, o así lo había llamado su dueño, gruñía y ladrada con fuerza, como si estuviera a punto de atacar al recién llegado.
Elen observó con interés a éste, para entender el motivo que ponía tan agresivo al animal. Tenía largos cabellos negros, la tez blanca y tanto sus ojos como su boca se veían remarcados con una especie de sombra negra, como la que ella misma usaba. Parecía bastante nervioso, y por sus gestos pudo adivinar que había llegado corriendo, casi como si estuviese huyendo de algo. Algo así era de lo más normal en las catacumbas, todos los delincuentes ponían pies en polvorosa en cuanto conseguían lo que querían, pero él tampoco se parecía a los presentes.
Tenía algo distinto, algo que Reb notó y lo puso tan agresivo. Su dueño consiguió sujetarlo antes de que se lanzara sobre su objetivo, para luego tranquilizarlo. Desde su sitio, la maga solo alcanzó a escuchar la advertencia del tabernero, cuya voz se alzaba por encima de las otras a causa de su enfado. El hombre no destacaba por sus modales ni amabilidad, pero servía a los clientes sin hacer preguntas indiscretas, cosa que allí se apreciaba.
El de apariencia de guerrero dijo algo hacia el otro, probablemente disculpándose por el comportamiento de su compañero. Luego dio media vuelta y se acercó a la mesa donde se encontraba ella. - Me disculpo a nombre de Reb por haber derramado tú bebida. - comenzó a hablar, mientras el culpable se sentaba tranquilamente, como si no hubiese pasado nada. - ¡Tabernero! Traiga otra bebida para esta persona y otra porción de carne para mi compañero lupino.- La bruja estuvo a punto de decirle que no hacía falta, que su amigo incluso le había hecho un favor al tirar aquella mala bebida, pero se detuvo al ver que el tabernero ya la había traído.
No quería tener problemas con nadie, mucho menos despreciar algo que le habían dado, así que se mantuvo en silencio mientras el extraño la observaba con más detenimiento. Elen había elegido aquella mesa por varias razones, y entre ellas estaba la seguridad de que desde lejos, nadie se percataba de que era una mujer. El de cabellos blancos debió darse cuenta de esto, tomó asiento en la silla que quedaba frente a ella sin decir palabra.
- Disculpe mi carencia de modales, pero debo decir que estoy algo curioso... Usted no parece frecuentar este tipo de lugares, Aunque si algo me ha enseñado la vida, es que nunca debes dejarte llevar por las apariencias. ¿Podría acompañarla algunos minutos? La compañía en este lugar no es muy buena como se ha dado cuenta, pero usted me parece diferente. - el extraño tenía razón y la había calado con rapidez, no pertenecía a aquel lugar.
La hechicera echó un vistazo al resto de clientes antes de responder. - Me temo que en cuanto a compañía no hay mucho donde elegir, cualquiera de ellos me asaltaría solo por vender mis ropas. - claramente había intereses peores, pero no creyó adecuado nombrarlos. - Rápido os habéis dado cuenta de que no soy como la gente de por aquí…- prosiguió, antes de hacer una leve pausa. - Podéis acompañarme, me llamo Elen, gracias por la bebida. - dijo acercando la nueva jarra hacia sí.
Bajó la vista hacia la bebida, sopesando si probarla o no. Al final se decidió y tomó un trago, que para su sorpresa no sabía tan mal como el anterior, o quizá su garganta se estaba acostumbrando al sabor. - Vos tampoco os parecéis a los que suelen rondar por aquí, ni él. - volvió a hablar, desviando la mirada hacia el otro hombre, que se había librado del ataque del lobo por los pelos.
El tabernero le trajo lo que había pedido, con lo que el de cabellos blancos dejó de observar a los presentes y dio un trago a su bebida. La bruja volvió entonces a centrarse en sus pensamientos, con la vista sobre las llamas de la hoguera, que amenazaban con apagarse a causa de la humedad de las paredes.
Absorta como estaba, no se dio cuenta de cuando comenzó el incidente, pero pronto solo se escucharon en la taberna los gruñidos del lobo y las quejas de los que casi se caían de las sillas. El viejo que dormía sobre una mesa aterrizó sonoramente en el frío suelo, pero ni eso logró despertarlo. La de ojos verdes frunció el ceño sin terminar de entender, hasta que el pequeño gato que solía frecuentar el lugar se subió a su mesa, con un filete crudo en las fauces. Había visto al felino las anteriores noches, y como ignoraba a las ratas y prefería esperar a que algún cliente se despistase para robarle la comida. Pero ésta vez se había equivocado.
El lobo lo seguía de cerca, subió a la mesa y derramó lo que quedaba de la bebida antes de saltar y continuar con su persecución. El de cabellos blancos exclamaba e intentaba llamar al animal pero éste no le obedecía, siguió tras el gato hasta la misma puerta del local. El felino tuvo suerte, incluso podría decirse que agotó una de sus vidas al salvarse de su fiero perseguidor. Un nuevo cliente abrió la puerta, dando al gato la oportunidad que necesitaba para escapar con su botín. El lobo se detuvo, y aunque la hechicera no podía verlo desde donde estaba, se hacía una idea de lo que pasaba solo con oírlo. Reb, o así lo había llamado su dueño, gruñía y ladrada con fuerza, como si estuviera a punto de atacar al recién llegado.
Elen observó con interés a éste, para entender el motivo que ponía tan agresivo al animal. Tenía largos cabellos negros, la tez blanca y tanto sus ojos como su boca se veían remarcados con una especie de sombra negra, como la que ella misma usaba. Parecía bastante nervioso, y por sus gestos pudo adivinar que había llegado corriendo, casi como si estuviese huyendo de algo. Algo así era de lo más normal en las catacumbas, todos los delincuentes ponían pies en polvorosa en cuanto conseguían lo que querían, pero él tampoco se parecía a los presentes.
Tenía algo distinto, algo que Reb notó y lo puso tan agresivo. Su dueño consiguió sujetarlo antes de que se lanzara sobre su objetivo, para luego tranquilizarlo. Desde su sitio, la maga solo alcanzó a escuchar la advertencia del tabernero, cuya voz se alzaba por encima de las otras a causa de su enfado. El hombre no destacaba por sus modales ni amabilidad, pero servía a los clientes sin hacer preguntas indiscretas, cosa que allí se apreciaba.
El de apariencia de guerrero dijo algo hacia el otro, probablemente disculpándose por el comportamiento de su compañero. Luego dio media vuelta y se acercó a la mesa donde se encontraba ella. - Me disculpo a nombre de Reb por haber derramado tú bebida. - comenzó a hablar, mientras el culpable se sentaba tranquilamente, como si no hubiese pasado nada. - ¡Tabernero! Traiga otra bebida para esta persona y otra porción de carne para mi compañero lupino.- La bruja estuvo a punto de decirle que no hacía falta, que su amigo incluso le había hecho un favor al tirar aquella mala bebida, pero se detuvo al ver que el tabernero ya la había traído.
No quería tener problemas con nadie, mucho menos despreciar algo que le habían dado, así que se mantuvo en silencio mientras el extraño la observaba con más detenimiento. Elen había elegido aquella mesa por varias razones, y entre ellas estaba la seguridad de que desde lejos, nadie se percataba de que era una mujer. El de cabellos blancos debió darse cuenta de esto, tomó asiento en la silla que quedaba frente a ella sin decir palabra.
- Disculpe mi carencia de modales, pero debo decir que estoy algo curioso... Usted no parece frecuentar este tipo de lugares, Aunque si algo me ha enseñado la vida, es que nunca debes dejarte llevar por las apariencias. ¿Podría acompañarla algunos minutos? La compañía en este lugar no es muy buena como se ha dado cuenta, pero usted me parece diferente. - el extraño tenía razón y la había calado con rapidez, no pertenecía a aquel lugar.
La hechicera echó un vistazo al resto de clientes antes de responder. - Me temo que en cuanto a compañía no hay mucho donde elegir, cualquiera de ellos me asaltaría solo por vender mis ropas. - claramente había intereses peores, pero no creyó adecuado nombrarlos. - Rápido os habéis dado cuenta de que no soy como la gente de por aquí…- prosiguió, antes de hacer una leve pausa. - Podéis acompañarme, me llamo Elen, gracias por la bebida. - dijo acercando la nueva jarra hacia sí.
Bajó la vista hacia la bebida, sopesando si probarla o no. Al final se decidió y tomó un trago, que para su sorpresa no sabía tan mal como el anterior, o quizá su garganta se estaba acostumbrando al sabor. - Vos tampoco os parecéis a los que suelen rondar por aquí, ni él. - volvió a hablar, desviando la mirada hacia el otro hombre, que se había librado del ataque del lobo por los pelos.
Elen Calhoun
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Re: Bajo la ciudad [Interpretativo][Libre]
Una vez abierta la puerta un animal pequeño, un gato, salió corriendo pasando por entre mis piernas, y parecía llevar algo en su hocico, pero todo cambió cuando mire a su persecutor, pude sentir una sensación, como si se tratase de una fría hoja de metal subiendo por mi espalda y clavándose en mi nuca, dando una señal de alerta a todo y cada uno de mis sentidos, haciendo que el simular entrar a aquel lugar como si fuese algo común para mí se viera entorpecido por el lobo blanco que anteriormente había visto entrar con aquel que fuese su compañero, dude un momento en continuar entrando al recinto al ver al animal, enseñándome sus dientes y gruñendo con sus orejas hacia atrás, clara señal de que mi hedor el cual solía inquietar siempre a los animales, (después de todo ellos saben identificar a un ser como yo…) pensamiento que paso por mi mente, y justo antes de que pudiese posicionarme para detener la posible agresión del canido, apareció un hombre con cabellera blanca, era el mismo al que había visto entrar al recinto con aquel lobo que en ese momento se disponía a atacarme. Pero aquel hombre estaba calmándole, haciendo que el lobo entrase en un sosiego poco usual, clara señal de que estaba bien entrenado.
Entonces el que a todas luces se trataba del encargado del lugar protesto a aquel hombre de blancos cabellos que debía de mantener al canido bajo control, entonces aquel hombre habiendo calmado al lobo se dirigió a mí de manera muy cordial. -Lamento el comportamiento de mi compañero. Debes llevar contigo algo más allá de lo que aparentas. Dijo aquel hombre mirándome a los ojos, al parecer era una de las pocas personas a las que podría no llegar importarle el hecho de estar hablando con un vampiro, cosa que yo esperaba él no se percatase. Entonces le inspeccioné con la vista y luego mire alrededor, definitivamente este hombre era distinto a los demás comensales de aquel maloliente recinto. Pero si me hallaba en un lugar tan concurrido seria menos probable que aquel hombre me encontrase, o si lo hacía generaría un gran caos si intentaba hacer algo, necesitaba estar ahí, y pensar mi próximo movimiento, aunque ya no podía gozar de la “seguridad” de la luz del día, así que salir durante el día no era una opción viable. - Pero yo no soy nadie para juzgar. Te ofrezco una oferta de paz. Una bebida y un platillo caliente, yo invito. Continúo aquel hombre interrumpiendo mi característico viaje de introspección en los cuales suelo perderme vagando en mi mente. –Muchas gracias, pero no hay oferta de paz que deba aceptar, que yo sepa no ha existido un conflicto. - Le dije a aquel hombre de cabello alborotado, el cual a pesar de usar bien el vocabulario parecía haberme ignorado por completo y dirigirse a una mesa acompañado de su peludo compañero que segundos atrás yo había alertado al entrar a aquel lugar.
Decidí ir tras aquel hombre, con paso algo inseguro, parecía que un par de sujetos de aquel lugar analizaran si llevo conmigo algo de valor. Entonces al aproximarme a él, este se detuvo frente a una mesa y se disculpó con la persona que ahí estaba, pidiendo al tabernero que trajese “otra bebida para aquella persona y otra ración de carne para su compañero.” Lo que me daba indicios de que aquel gato que había salido escabulléndose entre mis piernas huía de aquel lobo y al parecer habían causado uno que otro problemilla. El tabernero de forma sorprendentemente rauda atendió al pedido de aquel hombre dejando una jarra llena sobre la mesa y sirviendo la ración de carne al can. No obstante aquel hombre se quedó mirando a la persona que ocupaba aquella mesa, cosa que me desconcertó por un momento pensé que habría problemas, pero luego el hombre de cabellos blancos tomo asiento en la mesa para hacer compañía a aquella persona, quedando uno de cara al otro, entonces el hombre se disculpó nuevamente con aquella persona, pero esta vez por su falta de modales al haberse sentado en la mesa como si perteneciese a esta sin preguntar de antemano, entonces en el momento que este menciono “¿Podría acompañarla unos minutos?” (Oh con que se trata de una mujer…) Pensé con asombro, solía ser muy distraído y sumergirme demasiado en mis pensamientos, y la reflexión de aquello también me hacía estar desatendiendo un poco la charla que ambas personas frente a mí, en aquel lugar tan poco usual para mí estaban teniendo. Entonces pude oír el nombre de aquella mujer “Elen” lo que me hiso prestarle atención y ponerme a observarle, (vaya a juzgar por su rostro, parece estar enferma o algo por el estilo) Meditaba con respecto a que podría acontecerle a aquella persona para tener tal aspecto en el rostro, es como si fuese a desmayarse en cualquier momento, pero ese no era un lugar donde alguien quisiera hacerlo, menos siendo una chica, así que me limite a creer que solo suponía demasiadas cosas. - Vos tampoco os parecéis a los que suelen rondar por aquí, ni él. – Mencionó la mujer de ojos verdes volteando la mirada hacia mí, cosa que me hiso poner un poco nervioso, ya que la había estado mirando demasiado tiempo sumergido en mis pensamientos. –Eh… bueno… yo… no… no suelo frecuentar tabernas y esas cosas… bueno, es una larga historia el motivo por el cual me encuentro aquí, podemos decir que es mera casualidad. – Dije con un tono algo despreocupado, empañado por los nervios que me producía recordar a aquel hombre, podía sentir como si aún se encontrase detrás de mí. –Disculpen mis malos modales. – Les dije haciendo una leve reverencia a ambos con mi mano derecha sobre el pecho. –Mi nombre es Akratme Cronwell, soy un simple viajero- Les mencione a ambos –es un placer señorita Elen y señor… - me interrumpí a mí mismo al momento de referirme al maestro del lobo, después de todo aun no conocía un nombre por el cual llamarle.
Entonces el que a todas luces se trataba del encargado del lugar protesto a aquel hombre de blancos cabellos que debía de mantener al canido bajo control, entonces aquel hombre habiendo calmado al lobo se dirigió a mí de manera muy cordial. -Lamento el comportamiento de mi compañero. Debes llevar contigo algo más allá de lo que aparentas. Dijo aquel hombre mirándome a los ojos, al parecer era una de las pocas personas a las que podría no llegar importarle el hecho de estar hablando con un vampiro, cosa que yo esperaba él no se percatase. Entonces le inspeccioné con la vista y luego mire alrededor, definitivamente este hombre era distinto a los demás comensales de aquel maloliente recinto. Pero si me hallaba en un lugar tan concurrido seria menos probable que aquel hombre me encontrase, o si lo hacía generaría un gran caos si intentaba hacer algo, necesitaba estar ahí, y pensar mi próximo movimiento, aunque ya no podía gozar de la “seguridad” de la luz del día, así que salir durante el día no era una opción viable. - Pero yo no soy nadie para juzgar. Te ofrezco una oferta de paz. Una bebida y un platillo caliente, yo invito. Continúo aquel hombre interrumpiendo mi característico viaje de introspección en los cuales suelo perderme vagando en mi mente. –Muchas gracias, pero no hay oferta de paz que deba aceptar, que yo sepa no ha existido un conflicto. - Le dije a aquel hombre de cabello alborotado, el cual a pesar de usar bien el vocabulario parecía haberme ignorado por completo y dirigirse a una mesa acompañado de su peludo compañero que segundos atrás yo había alertado al entrar a aquel lugar.
Decidí ir tras aquel hombre, con paso algo inseguro, parecía que un par de sujetos de aquel lugar analizaran si llevo conmigo algo de valor. Entonces al aproximarme a él, este se detuvo frente a una mesa y se disculpó con la persona que ahí estaba, pidiendo al tabernero que trajese “otra bebida para aquella persona y otra ración de carne para su compañero.” Lo que me daba indicios de que aquel gato que había salido escabulléndose entre mis piernas huía de aquel lobo y al parecer habían causado uno que otro problemilla. El tabernero de forma sorprendentemente rauda atendió al pedido de aquel hombre dejando una jarra llena sobre la mesa y sirviendo la ración de carne al can. No obstante aquel hombre se quedó mirando a la persona que ocupaba aquella mesa, cosa que me desconcertó por un momento pensé que habría problemas, pero luego el hombre de cabellos blancos tomo asiento en la mesa para hacer compañía a aquella persona, quedando uno de cara al otro, entonces el hombre se disculpó nuevamente con aquella persona, pero esta vez por su falta de modales al haberse sentado en la mesa como si perteneciese a esta sin preguntar de antemano, entonces en el momento que este menciono “¿Podría acompañarla unos minutos?” (Oh con que se trata de una mujer…) Pensé con asombro, solía ser muy distraído y sumergirme demasiado en mis pensamientos, y la reflexión de aquello también me hacía estar desatendiendo un poco la charla que ambas personas frente a mí, en aquel lugar tan poco usual para mí estaban teniendo. Entonces pude oír el nombre de aquella mujer “Elen” lo que me hiso prestarle atención y ponerme a observarle, (vaya a juzgar por su rostro, parece estar enferma o algo por el estilo) Meditaba con respecto a que podría acontecerle a aquella persona para tener tal aspecto en el rostro, es como si fuese a desmayarse en cualquier momento, pero ese no era un lugar donde alguien quisiera hacerlo, menos siendo una chica, así que me limite a creer que solo suponía demasiadas cosas. - Vos tampoco os parecéis a los que suelen rondar por aquí, ni él. – Mencionó la mujer de ojos verdes volteando la mirada hacia mí, cosa que me hiso poner un poco nervioso, ya que la había estado mirando demasiado tiempo sumergido en mis pensamientos. –Eh… bueno… yo… no… no suelo frecuentar tabernas y esas cosas… bueno, es una larga historia el motivo por el cual me encuentro aquí, podemos decir que es mera casualidad. – Dije con un tono algo despreocupado, empañado por los nervios que me producía recordar a aquel hombre, podía sentir como si aún se encontrase detrás de mí. –Disculpen mis malos modales. – Les dije haciendo una leve reverencia a ambos con mi mano derecha sobre el pecho. –Mi nombre es Akratme Cronwell, soy un simple viajero- Les mencione a ambos –es un placer señorita Elen y señor… - me interrumpí a mí mismo al momento de referirme al maestro del lobo, después de todo aun no conocía un nombre por el cual llamarle.
~Off Rol~
Espero puedan disculpar mi tardanza es como si mi cabeza estuviese desinflada, las ideas tardan en llegar x(
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Akratme
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Re: Bajo la ciudad [Interpretativo][Libre]
El fuego en las velas danzaba en un ritmo hipnotizante mientras los comensales presentes en el lugar cuchicheaban en voz baja. Al parecer nadie quería ser escuchado y mucho menos querrían ser reconocidos, por lo que todos mantenían un perfil bajo, para no despertar el interés de nadie. En el lugar pareciera que todos estaban participando en un juego: Una retorcida y extraña versión de las escondidillas en donde el más hábil podría estar a los ojos de todos pero nadie se atrevería a encontrarlo.
Había sido bien recibido en la misma mesa que la señorita de blancos cabellos, una característica que hasta cierto grado me hacia sentir identificado con ella. Al juzgar por sus gestos y aquella pulcra dicción en su vocabulario, me daban la sospecha de que se encontraba muy lejos de casa, no se le habría visto muy seguido en los territorios de la oscuridad, la depravación y el delito, aquí donde incluso la mano del rey teme escarbar. Tome mi bebida y propine un largo trago a la oscura y amarga bebida mientras escuchaba las palabras de mi nueva compañera. - En efecto... Algunos de ellos intentarían robar sus pertenencias y algunos otros, incluso la vida. Sin embargo, debo decirle que también son astutos. No causarían problemas aquí, nunca se sabe quien puede entrometerse en los asuntos que van más allá de sus manos. A veces, su prudencia parece abrumadora, pero una vez que baja la guardia, pueden utilizar hasta el más sucio truco para despojarla de toda su humanidad. Le mencione con la mirada fija en mi bebida, mientras mi expresión se mantenía fija en un semblante tan frío como las húmedas paredes.
- Shh. Agregue luego de que dijera su nombre. - Es mejor entrar en su juego. Debe reducir el volumen de sus palabras si no quiere que alguien posea tan importante información. Aconsejaría, esta vez mirando a sus ojos. Algunos sujeto levantaron la vista para chocar sus miradas con las nuestras por algunos segundos. - En efecto... Tengo las suficientes razones para diferenciarme de toda esta escoria. Torcí los labios y aunque eso quería pensar... Quizás mi culpabilidad seria tan grande o incluso mayor que la de cualquiera de los presentes. Gire mi mirada para mirar al sujeto que anteriormente Reb había intentado atacar. El lobo gruño por lo bajo debido a su aproximación pero ahora estaría más ocupado engullendo su comida como para prestar atención al recién llegado.
El hombre comenzaba a otorgar sus primeras palabras. Para mi gusto estaba balbuceando demasiado, como si intentara dar alguna excusa de su llegada y quizás eso era exactamente lo que hacia, pero este no era el lugar preciso para demostrarlo. Al ver la expresión en sus profundos ojos, pude percatarme de algún tipo de angustia o ansiedad que cargaba. - Johannes... Johannes Voltaire. Replique susurrando, solo perceptible para ambos. - Y como le decía a la señorita... Será mejor que baje la voz, dar un nombre en este lugar es casi tan importante como mantener oculto algún tesoro, aunque por ahora, puedo asegurarles que pueden confiar en mi. Desvié la mirada nuevamente hacia la mesa y pase la mano por el lomo de Reb. - Acompáñanos. Reb no dará más molestia. Le asegure mientras se dibujaba en mis labios una discreta sonrisa.
- Y díganme... ¿Que trae a una noble dama con un cansado aspecto y a un viajero nervioso a la Rata pulgosa? Pregunte. Las catacumbas son famosas por los misteriosos secretos que se ocultan entre sus oscuras cortinas. Me cruce de brazos y recargue mi espalda contra la silla. Por alguna razón, estaba disfrutando de la compañía y una interesante charla me vendría bien por ahora.
Al otro lado de la habitación, un par de sujetos no dejaban de analizar nuestro aspecto y todo lo que había pasado a nuestra llegada. Parecía que de algún modo habían fijado su interés en aquel pintoresco grupo. Uno de ellos tosió por lo bajo y se levanto de la silla para luego dirigirse hacia la puerta y abandonar la taberna. Su compañero se quedaría sentado en su mismo sitio y pediría otro tarro con cerveza y un poco de carne con pan para acompañar. Parecería que solo estaba ahí para comer y hacer algo de tiempo.
Había sido bien recibido en la misma mesa que la señorita de blancos cabellos, una característica que hasta cierto grado me hacia sentir identificado con ella. Al juzgar por sus gestos y aquella pulcra dicción en su vocabulario, me daban la sospecha de que se encontraba muy lejos de casa, no se le habría visto muy seguido en los territorios de la oscuridad, la depravación y el delito, aquí donde incluso la mano del rey teme escarbar. Tome mi bebida y propine un largo trago a la oscura y amarga bebida mientras escuchaba las palabras de mi nueva compañera. - En efecto... Algunos de ellos intentarían robar sus pertenencias y algunos otros, incluso la vida. Sin embargo, debo decirle que también son astutos. No causarían problemas aquí, nunca se sabe quien puede entrometerse en los asuntos que van más allá de sus manos. A veces, su prudencia parece abrumadora, pero una vez que baja la guardia, pueden utilizar hasta el más sucio truco para despojarla de toda su humanidad. Le mencione con la mirada fija en mi bebida, mientras mi expresión se mantenía fija en un semblante tan frío como las húmedas paredes.
- Shh. Agregue luego de que dijera su nombre. - Es mejor entrar en su juego. Debe reducir el volumen de sus palabras si no quiere que alguien posea tan importante información. Aconsejaría, esta vez mirando a sus ojos. Algunos sujeto levantaron la vista para chocar sus miradas con las nuestras por algunos segundos. - En efecto... Tengo las suficientes razones para diferenciarme de toda esta escoria. Torcí los labios y aunque eso quería pensar... Quizás mi culpabilidad seria tan grande o incluso mayor que la de cualquiera de los presentes. Gire mi mirada para mirar al sujeto que anteriormente Reb había intentado atacar. El lobo gruño por lo bajo debido a su aproximación pero ahora estaría más ocupado engullendo su comida como para prestar atención al recién llegado.
El hombre comenzaba a otorgar sus primeras palabras. Para mi gusto estaba balbuceando demasiado, como si intentara dar alguna excusa de su llegada y quizás eso era exactamente lo que hacia, pero este no era el lugar preciso para demostrarlo. Al ver la expresión en sus profundos ojos, pude percatarme de algún tipo de angustia o ansiedad que cargaba. - Johannes... Johannes Voltaire. Replique susurrando, solo perceptible para ambos. - Y como le decía a la señorita... Será mejor que baje la voz, dar un nombre en este lugar es casi tan importante como mantener oculto algún tesoro, aunque por ahora, puedo asegurarles que pueden confiar en mi. Desvié la mirada nuevamente hacia la mesa y pase la mano por el lomo de Reb. - Acompáñanos. Reb no dará más molestia. Le asegure mientras se dibujaba en mis labios una discreta sonrisa.
- Y díganme... ¿Que trae a una noble dama con un cansado aspecto y a un viajero nervioso a la Rata pulgosa? Pregunte. Las catacumbas son famosas por los misteriosos secretos que se ocultan entre sus oscuras cortinas. Me cruce de brazos y recargue mi espalda contra la silla. Por alguna razón, estaba disfrutando de la compañía y una interesante charla me vendría bien por ahora.
Al otro lado de la habitación, un par de sujetos no dejaban de analizar nuestro aspecto y todo lo que había pasado a nuestra llegada. Parecía que de algún modo habían fijado su interés en aquel pintoresco grupo. Uno de ellos tosió por lo bajo y se levanto de la silla para luego dirigirse hacia la puerta y abandonar la taberna. Su compañero se quedaría sentado en su mismo sitio y pediría otro tarro con cerveza y un poco de carne con pan para acompañar. Parecería que solo estaba ahí para comer y hacer algo de tiempo.
Johannes
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Re: Bajo la ciudad [Interpretativo][Libre]
Su nuevo acompañante dio un trago a su bebida, mientras la hechicera se preguntaba interiormente qué motivos lo habrían llevado hasta aquel lugar. Definitivamente no se parecía al resto de los presentes, y por alguna extraña razón no lo veía en el papel de mercenario, con lo que volvía a quedarse sin ideas. Y aunque en las últimas semanas la de cabellos cenicientos había dejado de prestar atención en gran medida a cuanto la rodeaba, incluyendo a las personas, el pequeño parecido que existía entre ambos sacó a la superficie parte de su carácter habitual. Ese que casi había desaparecido por los efectos de la maldición.
- En efecto... Algunos de ellos intentarían robar sus pertenencias y algunos otros, incluso la vida. Sin embargo, debo decirle que también son astutos. No causarían problemas aquí, nunca se sabe quien puede entrometerse en los asuntos que van más allá de sus manos. A veces, su prudencia parece abrumadora, pero una vez que baja la guardia, pueden utilizar hasta el más sucio truco para despojarla de toda su humanidad. - habló, con la mirada clavada en su bebida y una expresión fría en el semblante. Parecía conocer muy bien a los que andaban por allí.
- Shh. - añadió de inmediato en cuanto la maga dijo su nombre. - Es mejor entrar en su juego. Debe reducir el volumen de sus palabras si no quiere que alguien posea tan importante información. - La bruja se arrepintió al momento, echó un vistazo a los presentes mientras pensaba para sí que hubiese sido mejor usar su apodo.
A pesar de que su atención hasta el momento se había centrado más en el caballero que tenía en frente y su lobuno amigo, la bruja se percató de la presencia del otro hombre, el de cabellos negros con el que el animal había tenido un pequeño percance. El extraño había seguido los pasos del que tenía apariencia de guerrero y se encontraba solo a unos metros por detrás de él, con lo que pudo escuchar con claridad la referencia que la de ojos verdes hizo sobre su persona.
Las miradas de ambos se encontraron y la joven pudo notar cierto nerviosismo en él, que si bien hasta el momento no le había parecido extraño, por ser un comportamiento normal entre los que frecuentaban aquella taberna, ahora empezaba a despertar su interés. –Eh… bueno… yo… no… no suelo frecuentar tabernas y esas cosas… bueno, es una larga historia el motivo por el cual me encuentro aquí, podemos decir que es mera casualidad. – comenzó a decir, adoptando un tono despreocupado, pero a través del cual se podía seguir notando que algo le preocupaba.
– Disculpen mis malos modales. Mi nombre es Akratme Cronwell, soy un simple viajero.- añadió poco después, haciendo una leve reverencia. – Es un placer señorita Elen y señor… - se interrumpió a mitad de la frase, esperando que el de cabellos blancos desvelase su nombre. - Johannes... Johannes Voltaire. - respondió en un susurro apenas audible. - Y como le decía a la señorita... Será mejor que baje la voz, dar un nombre en este lugar es casi tan importante como mantener oculto algún tesoro, aunque por ahora, puedo asegurarles que pueden confiar en mi. - desvió la vista hacia su peludo compañero, que ésta vez se había limitado a gruñir por lo bajo ante la presencia de Akratme. - Acompáñanos. Reb no dará más molestia.
La bruja lo animó a sentarse con un gesto, señalándole una silla cercana. Echó un vistazo a su daga y tras vacilar durante unos segundos, decidió retirarla de la mesa y devolverla a su funda en el cinturón. Ninguno de sus acompañantes parecía peligroso, incluso empezaba a sentirse a gusto con aquella charla, así que no había motivos para tenerla allí. - Y díganme... ¿Que trae a una noble dama con un cansado aspecto y a un viajero nervioso a la Rata pulgosa? – preguntó Johannes, al tiempo que se cruzaba de brazos y apoyaba la espalda en el respaldo de su silla.
Aquella era la pregunta complicada, la que podía sacar a la luz cualquier cosa. Elen lo observó durante unos instantes, para luego desviar la mirada hacia el tercer miembro de aquel extraño grupo. El incidente con el lobo había hecho que las miradas de algunos se centrasen en ellos, pero si el de cabellos blancos estaba en lo cierto, que era lo más probable, ninguno les causaría problemas, al menos en la taberna.
- Bienvenido Akratme. - musitó en voz muy baja, para que solo ellos la escuchasen. - Está claro que si nos encontramos aquí el motivo no puede ser muy bueno. En mi caso…- hizo una pausa, mientras escogía las palabras con cuidado. -...digamos que no puedo dormir y vengo aquí a matar el tiempo durante las noches, aunque no sea el lugar más recomendable para una mujer. - su tono se volvió algo sombrío, como siempre que hablaba de lo que le pasaba, pero aquella respuesta solo simplificaba hasta el extremo su estado.
- Parecéis nervioso, lo noté desde que cruzasteis la puerta. - prosiguió, con la mirada fija sobre el de cabellos negros. - ¿Cuál será el motivo? - preguntó, quedando luego con gesto pensativo. Volvió en sí y echó un vistazo a Johannes y a Reb, que seguía mordisqueando el trozo de carne que le habían traído. - Y en cuanto a vos, parecéis un guerrero entrenado y bien armado, no puedo imaginar que razón os trae por aquí, pero quisiera escucharla. - Tomó la jarra que tenía ante sí y dio un trago, esperando las respuestas de ambos.
- En efecto... Algunos de ellos intentarían robar sus pertenencias y algunos otros, incluso la vida. Sin embargo, debo decirle que también son astutos. No causarían problemas aquí, nunca se sabe quien puede entrometerse en los asuntos que van más allá de sus manos. A veces, su prudencia parece abrumadora, pero una vez que baja la guardia, pueden utilizar hasta el más sucio truco para despojarla de toda su humanidad. - habló, con la mirada clavada en su bebida y una expresión fría en el semblante. Parecía conocer muy bien a los que andaban por allí.
- Shh. - añadió de inmediato en cuanto la maga dijo su nombre. - Es mejor entrar en su juego. Debe reducir el volumen de sus palabras si no quiere que alguien posea tan importante información. - La bruja se arrepintió al momento, echó un vistazo a los presentes mientras pensaba para sí que hubiese sido mejor usar su apodo.
A pesar de que su atención hasta el momento se había centrado más en el caballero que tenía en frente y su lobuno amigo, la bruja se percató de la presencia del otro hombre, el de cabellos negros con el que el animal había tenido un pequeño percance. El extraño había seguido los pasos del que tenía apariencia de guerrero y se encontraba solo a unos metros por detrás de él, con lo que pudo escuchar con claridad la referencia que la de ojos verdes hizo sobre su persona.
Las miradas de ambos se encontraron y la joven pudo notar cierto nerviosismo en él, que si bien hasta el momento no le había parecido extraño, por ser un comportamiento normal entre los que frecuentaban aquella taberna, ahora empezaba a despertar su interés. –Eh… bueno… yo… no… no suelo frecuentar tabernas y esas cosas… bueno, es una larga historia el motivo por el cual me encuentro aquí, podemos decir que es mera casualidad. – comenzó a decir, adoptando un tono despreocupado, pero a través del cual se podía seguir notando que algo le preocupaba.
– Disculpen mis malos modales. Mi nombre es Akratme Cronwell, soy un simple viajero.- añadió poco después, haciendo una leve reverencia. – Es un placer señorita Elen y señor… - se interrumpió a mitad de la frase, esperando que el de cabellos blancos desvelase su nombre. - Johannes... Johannes Voltaire. - respondió en un susurro apenas audible. - Y como le decía a la señorita... Será mejor que baje la voz, dar un nombre en este lugar es casi tan importante como mantener oculto algún tesoro, aunque por ahora, puedo asegurarles que pueden confiar en mi. - desvió la vista hacia su peludo compañero, que ésta vez se había limitado a gruñir por lo bajo ante la presencia de Akratme. - Acompáñanos. Reb no dará más molestia.
La bruja lo animó a sentarse con un gesto, señalándole una silla cercana. Echó un vistazo a su daga y tras vacilar durante unos segundos, decidió retirarla de la mesa y devolverla a su funda en el cinturón. Ninguno de sus acompañantes parecía peligroso, incluso empezaba a sentirse a gusto con aquella charla, así que no había motivos para tenerla allí. - Y díganme... ¿Que trae a una noble dama con un cansado aspecto y a un viajero nervioso a la Rata pulgosa? – preguntó Johannes, al tiempo que se cruzaba de brazos y apoyaba la espalda en el respaldo de su silla.
Aquella era la pregunta complicada, la que podía sacar a la luz cualquier cosa. Elen lo observó durante unos instantes, para luego desviar la mirada hacia el tercer miembro de aquel extraño grupo. El incidente con el lobo había hecho que las miradas de algunos se centrasen en ellos, pero si el de cabellos blancos estaba en lo cierto, que era lo más probable, ninguno les causaría problemas, al menos en la taberna.
- Bienvenido Akratme. - musitó en voz muy baja, para que solo ellos la escuchasen. - Está claro que si nos encontramos aquí el motivo no puede ser muy bueno. En mi caso…- hizo una pausa, mientras escogía las palabras con cuidado. -...digamos que no puedo dormir y vengo aquí a matar el tiempo durante las noches, aunque no sea el lugar más recomendable para una mujer. - su tono se volvió algo sombrío, como siempre que hablaba de lo que le pasaba, pero aquella respuesta solo simplificaba hasta el extremo su estado.
- Parecéis nervioso, lo noté desde que cruzasteis la puerta. - prosiguió, con la mirada fija sobre el de cabellos negros. - ¿Cuál será el motivo? - preguntó, quedando luego con gesto pensativo. Volvió en sí y echó un vistazo a Johannes y a Reb, que seguía mordisqueando el trozo de carne que le habían traído. - Y en cuanto a vos, parecéis un guerrero entrenado y bien armado, no puedo imaginar que razón os trae por aquí, pero quisiera escucharla. - Tomó la jarra que tenía ante sí y dio un trago, esperando las respuestas de ambos.
Elen Calhoun
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Re: Bajo la ciudad [Interpretativo][Libre]
El iridiscente brillo de las velas danzaban en nuestra mesa. La luz se filtraba a través de la bebida y el vaso, proporcionando colores extraños a la oscura madera de la superficie. Aquel ondulatorio e hipnotizante movimiento me atrajo. El contenido en el recipiente comenzaba a escasear, ¿Cuando paso? aparentemente el tiempo volaba aquí abajo por alguna extraña razón, pero estaba seguro de que no habría transcurrido tanto tiempo. Quizás era solo el cansancio o la constante nostalgia que me embriagaba entre aquella pesada atmósfera, sus oscuros y fríos muros y la singular compañía que abundaba en el subsuelo. El visitante de negros cabellos permaneció mudo, parecía no tener los mismos ánimos que yo para hablar. Por mi estaba bien. Siempre y cuando no causara problemas, no habría porque despacharlo de nuestra compañía.
Elen respondía a mis preguntas, aunque así lo habría esperado, esperaba escuchar algo más detallado, pero ¿como culparla? revelar demasiado a un desconocido podría resultar en un grave error. - No puedes dormir... Repetí sus palabras bajo un profundo murmullo mientras continuaba viendo las luces. Ella continuaba con su charla. "Vengo aquí a matar..." Dijo ella. Sus palabras me alarmaron una fracción de segundo, tiempo suficiente para levantar la mirada hacia sus ojos, pero quizás debía dejarla terminar, ya que después termino su frase, la cual era distinta a la que había sido mi primera impresión. Volví a relajarme y posar mi mirada sobre el brillante tarro.
El silencio abundo entre nosotros durante algunos momentos. Pareciera que todos estábamos un poco distantes aquella noche, aun cuando la proximidad presente sobre nosotros era amplia. La señorita se dirigía nuevamente hacia mi, esta vez haciendo comentarios acerca de mi aspecto. Sus palabras poseían una enorme razón, pero no estaba en humor de aparentar más de lo debido. Di un nuevo sorbo a mi bebida y humedecí un poco mías labios con mi lengua. - Como dice, estoy bien armado pero que las apariencias no la engañen. Esta es solo una fachada para mantener lejos a cualquier molestia. Detuve mi charla y mire a mi alrededor en repetidas ocasiones. - Estos sujetos son muy supersticiosos. Su juicio no tiene limite alguno. Podría entrar aquí portando en su cinturón un gran numero de mondadientes y todos creerían que eres capaz de sacarles el corazón con uno de ellos. Sonreí de lado mirando a Elen mientras el aire escapaba de mis labios, formando una débil risa. - Pero no crea todo lo que le digo, ¿Esta bien?
- ¿Desean algo más? Dijo el tabernero con su aguardentosa voz. Reb continuaba mordiendo los restos óseos de su comida y yo no estaba dispuesto a seguir consumiendo aquella maldita y depresiva bebida. - El lobo y yo estamos bien. ¿Quiere ordenar algo, señorita? Pregunte a la dama de cabellos grisáceos.
Luego de algunos minutos, la pesada puerta de acero emitió algunos chirridos. Se abría lentamente y tras ella, aparecía una mujer cuyo aspecto era desalineado y un poco perturbador. Era delgada, estatura común. Su cabello era largo, de color negro y sus rizos eran pronunciados, llegando hasta su cintura. Se tez pálida contrastaba con el oscuro lugar. Portaba un largo vestido en mal estado, color marrón con detalles plateados. La mujer se apresuro en ingresar al lugar y se dirigió hasta la mesa más cercana vacía en el sitio. Ahí tomo asiento y llevo las manos hacia sus ojos. Bajo sus mano, las lagrimas se escurrían como un par de pequeñas cubetas colmadas de agua. Los sollozos que emitían su garganta eran algo que llamaría la atención de cualquiera, algo desgarrador y triste.
Los presentes la miraron durante algunos instantes, pero luego de algunas sonrisas macabras y otras muestras de desinterés, todos volvieron a sus propios asuntos.
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Creo que esperamos a Akratme lo suficiente, podemos continuar.
Elen respondía a mis preguntas, aunque así lo habría esperado, esperaba escuchar algo más detallado, pero ¿como culparla? revelar demasiado a un desconocido podría resultar en un grave error. - No puedes dormir... Repetí sus palabras bajo un profundo murmullo mientras continuaba viendo las luces. Ella continuaba con su charla. "Vengo aquí a matar..." Dijo ella. Sus palabras me alarmaron una fracción de segundo, tiempo suficiente para levantar la mirada hacia sus ojos, pero quizás debía dejarla terminar, ya que después termino su frase, la cual era distinta a la que había sido mi primera impresión. Volví a relajarme y posar mi mirada sobre el brillante tarro.
El silencio abundo entre nosotros durante algunos momentos. Pareciera que todos estábamos un poco distantes aquella noche, aun cuando la proximidad presente sobre nosotros era amplia. La señorita se dirigía nuevamente hacia mi, esta vez haciendo comentarios acerca de mi aspecto. Sus palabras poseían una enorme razón, pero no estaba en humor de aparentar más de lo debido. Di un nuevo sorbo a mi bebida y humedecí un poco mías labios con mi lengua. - Como dice, estoy bien armado pero que las apariencias no la engañen. Esta es solo una fachada para mantener lejos a cualquier molestia. Detuve mi charla y mire a mi alrededor en repetidas ocasiones. - Estos sujetos son muy supersticiosos. Su juicio no tiene limite alguno. Podría entrar aquí portando en su cinturón un gran numero de mondadientes y todos creerían que eres capaz de sacarles el corazón con uno de ellos. Sonreí de lado mirando a Elen mientras el aire escapaba de mis labios, formando una débil risa. - Pero no crea todo lo que le digo, ¿Esta bien?
- ¿Desean algo más? Dijo el tabernero con su aguardentosa voz. Reb continuaba mordiendo los restos óseos de su comida y yo no estaba dispuesto a seguir consumiendo aquella maldita y depresiva bebida. - El lobo y yo estamos bien. ¿Quiere ordenar algo, señorita? Pregunte a la dama de cabellos grisáceos.
Luego de algunos minutos, la pesada puerta de acero emitió algunos chirridos. Se abría lentamente y tras ella, aparecía una mujer cuyo aspecto era desalineado y un poco perturbador. Era delgada, estatura común. Su cabello era largo, de color negro y sus rizos eran pronunciados, llegando hasta su cintura. Se tez pálida contrastaba con el oscuro lugar. Portaba un largo vestido en mal estado, color marrón con detalles plateados. La mujer se apresuro en ingresar al lugar y se dirigió hasta la mesa más cercana vacía en el sitio. Ahí tomo asiento y llevo las manos hacia sus ojos. Bajo sus mano, las lagrimas se escurrían como un par de pequeñas cubetas colmadas de agua. Los sollozos que emitían su garganta eran algo que llamaría la atención de cualquiera, algo desgarrador y triste.
Los presentes la miraron durante algunos instantes, pero luego de algunas sonrisas macabras y otras muestras de desinterés, todos volvieron a sus propios asuntos.
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Creo que esperamos a Akratme lo suficiente, podemos continuar.
Johannes
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Re: Bajo la ciudad [Interpretativo][Libre]
El distendido ambiente que reinaba en la mesa ocupada por el pequeño grupo se mantuvo mientras la bruja hablaba, aunque Johannes pareció alterarse levemente al oír algo que había dicho, expresión que desapareció de su rostro tan rápido como había aparecido. Sabía que su explicación sobre el motivo que la había llevado a aquella taberna había sido breve y poco detallada, pero no se molestaría en hacer aclaraciones de momento, a fin de cuentas casi no los conocía.
Echó un vistazo al contenido de su jarra, de la que acababa de dar un trago hasta dejarla por la mitad. No tenía intención de terminarla, así que la apartó hacia un lado con un lento movimiento de su mano, mientras esperaba las respuestas de sus compañeros. Akratme parecía algo reacio a responder, guardó silencio a pesar de que la de cabellos cenicientos hubiese hecho mención a su evidente nerviosismo, quizá prefiriendo no revelar la razón por la que había llegado tan agitado a la rata pulgosa.
De ser así no se le podía cuestionar, los tres eran casi unos completos desconocidos y en un lugar como aquel era mejor tener cuidado con lo que se contaba y a quién. Por suerte aquella noche no había demasiada gente en la taberna, pero el incidente con el lobo había llamado la atención de los presentes sobre el grupo, con lo que no sería de extrañar que algunos intentasen escuchar lo que decían, aunque disimulándolo tan bien como pudiesen.
Por suerte Johannes se mostró más dispuesto a responder, confesando que mantenía aquella apariencia para que cualquiera que tuviese intención de causarle molestias se lo pensase dos veces antes de hacerlo. - Con un aspecto como el suyo seguro que le funciona.- pensó la maga, agradeciendo en parte su presencia en aquel momento, que mantendría alejados a los ladrones y criminales que había en el local.
La hechicera esbozó una leve sonrisa ante su comentario sobre los mondadientes, intentando imaginarse la escena y lo extraña que resultaría. ¿Sonreía? Aquello sí que le resultó extraño después de las últimas semanas que llevaba, el gesto probablemente se viese algo forzado, pero a decir verdad, aquel detalle le importaba bien poco.
El tabernero se acercó a la mesa para preguntarles si deseaban algo más, a lo que el de cabellos blancos respondió con rapidez, para luego dirigirse a ella. - Creo que por hoy ha sido suficiente, puede retirar la jarra. - respondió con tranquilidad, acercándole un poco el recipiente al tabernero antes de cruzar los brazos sobre la mesa.
Los minutos pasaron sin mucha novedad, el tercero del grupo seguía en silencio, con lo que parecía que ninguno de ellos conseguiría saber lo que le preocupaba. Un crujido llamó la atención de todos los presentes, que dirigieron sus miradas hacia la puerta a tiempo de ver como una mujer de aspecto descuidado entraba en el local y se dirigía con cierta prisa a la mesa vacía más cercana.
Su vestido parecía estar en mal estado y la palidez de su rostro contrastaba bastante con su larga y negra melena. Tomó asiento y se cubrió la cara con las manos, al tiempo que rompía a llorar y las lágrimas le recorrían las mejillas, ofreciendo una triste imagen a los clientes, que fue acompañada con algunos sollozos. La bruja no pudo evitar mirarla, pero no como hacía el resto, que la observaban con cierta malicia, sino con interés y el ceño levemente fruncido. - Este no es el mejor lugar para mostrar debilidad, podría tener problemas. - musitó de forma que solo sus acompañantes pudiesen oírla, mientras echaba un vistazo todos y cada uno de los presentes.
Para su sorpresa, tras dedicar su atención a la recién llegada por unos segundos, todos parecían volver a lo que hacían anteriormente, cosa que resultaba tranquilizadora.
Echó un vistazo al contenido de su jarra, de la que acababa de dar un trago hasta dejarla por la mitad. No tenía intención de terminarla, así que la apartó hacia un lado con un lento movimiento de su mano, mientras esperaba las respuestas de sus compañeros. Akratme parecía algo reacio a responder, guardó silencio a pesar de que la de cabellos cenicientos hubiese hecho mención a su evidente nerviosismo, quizá prefiriendo no revelar la razón por la que había llegado tan agitado a la rata pulgosa.
De ser así no se le podía cuestionar, los tres eran casi unos completos desconocidos y en un lugar como aquel era mejor tener cuidado con lo que se contaba y a quién. Por suerte aquella noche no había demasiada gente en la taberna, pero el incidente con el lobo había llamado la atención de los presentes sobre el grupo, con lo que no sería de extrañar que algunos intentasen escuchar lo que decían, aunque disimulándolo tan bien como pudiesen.
Por suerte Johannes se mostró más dispuesto a responder, confesando que mantenía aquella apariencia para que cualquiera que tuviese intención de causarle molestias se lo pensase dos veces antes de hacerlo. - Con un aspecto como el suyo seguro que le funciona.- pensó la maga, agradeciendo en parte su presencia en aquel momento, que mantendría alejados a los ladrones y criminales que había en el local.
La hechicera esbozó una leve sonrisa ante su comentario sobre los mondadientes, intentando imaginarse la escena y lo extraña que resultaría. ¿Sonreía? Aquello sí que le resultó extraño después de las últimas semanas que llevaba, el gesto probablemente se viese algo forzado, pero a decir verdad, aquel detalle le importaba bien poco.
El tabernero se acercó a la mesa para preguntarles si deseaban algo más, a lo que el de cabellos blancos respondió con rapidez, para luego dirigirse a ella. - Creo que por hoy ha sido suficiente, puede retirar la jarra. - respondió con tranquilidad, acercándole un poco el recipiente al tabernero antes de cruzar los brazos sobre la mesa.
Los minutos pasaron sin mucha novedad, el tercero del grupo seguía en silencio, con lo que parecía que ninguno de ellos conseguiría saber lo que le preocupaba. Un crujido llamó la atención de todos los presentes, que dirigieron sus miradas hacia la puerta a tiempo de ver como una mujer de aspecto descuidado entraba en el local y se dirigía con cierta prisa a la mesa vacía más cercana.
Su vestido parecía estar en mal estado y la palidez de su rostro contrastaba bastante con su larga y negra melena. Tomó asiento y se cubrió la cara con las manos, al tiempo que rompía a llorar y las lágrimas le recorrían las mejillas, ofreciendo una triste imagen a los clientes, que fue acompañada con algunos sollozos. La bruja no pudo evitar mirarla, pero no como hacía el resto, que la observaban con cierta malicia, sino con interés y el ceño levemente fruncido. - Este no es el mejor lugar para mostrar debilidad, podría tener problemas. - musitó de forma que solo sus acompañantes pudiesen oírla, mientras echaba un vistazo todos y cada uno de los presentes.
Para su sorpresa, tras dedicar su atención a la recién llegada por unos segundos, todos parecían volver a lo que hacían anteriormente, cosa que resultaba tranquilizadora.
Elen Calhoun
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Re: Bajo la ciudad [Interpretativo][Libre]
La recién llegada logro atraer mi mirada. Su muestra de dolor y amargura estaba haciendo el entorno algo confuso y aún más decadente. ¿Porque vendría una mujer como ella a derramar sus lagrimas en un lugar como este? Cualquiera que fuera la razón, parecía tratarse de una mujer desesperada para dar tal muestra dramática entre aquel grupo de miradas maliciosas. Los presentes no parecían interesados en la mujer en cuestión, lo cual dejaba algunas otras preguntas al aire. Quizás lo mejor seria regresar mi atención a los asuntos que tenia entre manos y otorgar oídos sordos a los sollozos de aquella mujer.
Volví la mirada hacia enfrente. No pretendía verme involucrado en asuntos ajenos. Ya me había involucrado con un par de desconocidos en esta noche, en este lugar. Seria demasiado cruzar palabra con otra persona. Sin embargo, Mi compañera de mesa no parecía pensar lo mismo que yo pues añadía algunas palabras relacionadas a la situación. - Claro que no. Respondí a secas a sus palabras. - Supongo que cualquier problema que tenga deberá solucionarlos por si misma. Añadí mirando los verdes ojos de mi acompañante, con la intención de cerrar ahí ese tema.
La mujer al otro lado de la habitación detuvo sus dolorosos sollozos durante algunos momentos. Levanto el mentón y busco entre lagrimas y sorbetes de moco, alguna respuesta entre los presentes, a su alrededor. Su búsqueda parecería verse infructuosa ante los gestos de desprecio, indiferencia y repudio de cada comensal, pero sus ojos se iluminaron levemente cuando pudo ver a la distancia una figura femenina acompañada por un par de hombres. La angustiada dama se levanto de su lugar entrelazando sus manos y uniéndolas a su pecho. Lentamente avanzo hasta estar cerca de nuestro grupo.
La desconocida limpio sus lagrimas con la sucia y larga manga de su vestido y reacomodo los rizos de su cabello tras sus hombros. Miro a la mujer de grisáceos cabellos y al par de sus compañeros con un semblante de imploro y ruego. - Buenas noches mi señora y buen día mis señores. Menciono entre sorbos de moco y una respiración entrecortada. - He estado buscando la ayuda de alguna noble alma que pueda apiadarse de su humilde y desdichada servidora. Había un gran respeto y amabilidad en su forma de hablar.
Por mi parte, intentaba no prestar demasiado contacto visual con aquella dama, pero algo en mi interior me evitaba ignorarla del todo. Limpie mis labios luego de dar otro trago a mi bebida. - ¿Que te sucede? Replique sin mucho animo ante sus palabras. - Es mi pequeña. La mujer intento tranquilizarse jalando todo el aire posible al interior de su pecho. Llevo una mano a su bolsillo y saco un pequeño y lindo listón blanco el cual observo durante algunos instantes con cierta preocupación y ternura. - Paseábamos alegremente por la ciudad. Nos detuvimos en el mercado para hacer algunas compras. Fue mi culpa... Las lagrimas reanudaron de a poco entre sus parpados. - Me distraje pagando los productos mientras mi hija correteaba en los alrededores. Una trampilla estaba abierta... Ella cayo en ella por accidente. Baje de inmediato para buscarla, pero solo pude encontrar este listón con el que suele atar su cabello. Temo que alguien se la haya llevado. La preocupación parecía estar atormentadola por dentro ya que en cuanto termino su relato, volvió a quebrar en llanto.
La humilde dama se arrodillo frente a nosotros y sorteo su mirada entre nuestros ojos. - Se los ruego. Ayúdenme, ustedes parecen poseer un buen corazón y una mujer como yo no puede vagar sola por los peligrosos laberintos de las catacumbas. Bajo la mirada al suelo y volvió a llevarse las manos al pecho, como si sujetara su corazón a punto de convertirse en mil pedazos.
Solté un largo y profundo suspiro. No estaba muy convencido ante sus palabras, pero la idea de que una niña estuviese perdida entre las peligrosas y depravadas manos del subsuelo me parecía algo que no debía ser tomado a la ligera o menospreciado por completo. Ignore por un momento a la desdichada y mire los ojos de Elen y Akratme. - ¿Que piensan ustedes? ¿Debemos ayudarla? Si todo eso era real, no iría solo. Mi experiencia me dictaba que debería ir acompañado y si alguno de mis compañeros aceptase ir en su ayuda, prestaría mis armas con gusto.
Volví la mirada hacia enfrente. No pretendía verme involucrado en asuntos ajenos. Ya me había involucrado con un par de desconocidos en esta noche, en este lugar. Seria demasiado cruzar palabra con otra persona. Sin embargo, Mi compañera de mesa no parecía pensar lo mismo que yo pues añadía algunas palabras relacionadas a la situación. - Claro que no. Respondí a secas a sus palabras. - Supongo que cualquier problema que tenga deberá solucionarlos por si misma. Añadí mirando los verdes ojos de mi acompañante, con la intención de cerrar ahí ese tema.
La mujer al otro lado de la habitación detuvo sus dolorosos sollozos durante algunos momentos. Levanto el mentón y busco entre lagrimas y sorbetes de moco, alguna respuesta entre los presentes, a su alrededor. Su búsqueda parecería verse infructuosa ante los gestos de desprecio, indiferencia y repudio de cada comensal, pero sus ojos se iluminaron levemente cuando pudo ver a la distancia una figura femenina acompañada por un par de hombres. La angustiada dama se levanto de su lugar entrelazando sus manos y uniéndolas a su pecho. Lentamente avanzo hasta estar cerca de nuestro grupo.
La desconocida limpio sus lagrimas con la sucia y larga manga de su vestido y reacomodo los rizos de su cabello tras sus hombros. Miro a la mujer de grisáceos cabellos y al par de sus compañeros con un semblante de imploro y ruego. - Buenas noches mi señora y buen día mis señores. Menciono entre sorbos de moco y una respiración entrecortada. - He estado buscando la ayuda de alguna noble alma que pueda apiadarse de su humilde y desdichada servidora. Había un gran respeto y amabilidad en su forma de hablar.
Por mi parte, intentaba no prestar demasiado contacto visual con aquella dama, pero algo en mi interior me evitaba ignorarla del todo. Limpie mis labios luego de dar otro trago a mi bebida. - ¿Que te sucede? Replique sin mucho animo ante sus palabras. - Es mi pequeña. La mujer intento tranquilizarse jalando todo el aire posible al interior de su pecho. Llevo una mano a su bolsillo y saco un pequeño y lindo listón blanco el cual observo durante algunos instantes con cierta preocupación y ternura. - Paseábamos alegremente por la ciudad. Nos detuvimos en el mercado para hacer algunas compras. Fue mi culpa... Las lagrimas reanudaron de a poco entre sus parpados. - Me distraje pagando los productos mientras mi hija correteaba en los alrededores. Una trampilla estaba abierta... Ella cayo en ella por accidente. Baje de inmediato para buscarla, pero solo pude encontrar este listón con el que suele atar su cabello. Temo que alguien se la haya llevado. La preocupación parecía estar atormentadola por dentro ya que en cuanto termino su relato, volvió a quebrar en llanto.
La humilde dama se arrodillo frente a nosotros y sorteo su mirada entre nuestros ojos. - Se los ruego. Ayúdenme, ustedes parecen poseer un buen corazón y una mujer como yo no puede vagar sola por los peligrosos laberintos de las catacumbas. Bajo la mirada al suelo y volvió a llevarse las manos al pecho, como si sujetara su corazón a punto de convertirse en mil pedazos.
Solté un largo y profundo suspiro. No estaba muy convencido ante sus palabras, pero la idea de que una niña estuviese perdida entre las peligrosas y depravadas manos del subsuelo me parecía algo que no debía ser tomado a la ligera o menospreciado por completo. Ignore por un momento a la desdichada y mire los ojos de Elen y Akratme. - ¿Que piensan ustedes? ¿Debemos ayudarla? Si todo eso era real, no iría solo. Mi experiencia me dictaba que debería ir acompañado y si alguno de mis compañeros aceptase ir en su ayuda, prestaría mis armas con gusto.
Johannes
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Re: Bajo la ciudad [Interpretativo][Libre]
Ese sitio, sin duda, era lo más desagradable que habia visto hasta el momento. Y habia visto muchas cosas. El olor fétido casi me aturdió al sentirlo con mi olfato perruno. Como si la peste no fuese suficiente, también tenia que mantenerme alerta en todo momento ... La "ciudad sin ley" no era el mejor sitio de visita turística, pero al parecer, mi curiosidad era más fuerte que mi hocico
Tras unos cuantos sucios pasillos llenos de alimañas, empecé a plantearme que tal vez todo fuese mentira y no hubiese más que ratas y cosas muertas en ese lugar, pero al encontrar una vieja puerta de hierro me convencí. Aunque no estaba seguro de si quedarme ahí era bueno o malo.
Atravesé la oxidada entrada y lo primero que vi fue una mujer lloriqueando. Es lo que más llamaba la atención, al menos. El resto era lo que se esperaria de la peor taberna posible. ¿A quien se le ocurria poner un sitio para servir comida y bebida en semejante sitio? Yo desde luego no iba a comer ahí. Lo más probable es que alguien intentase envenenarme, si la comida no era tóxica de por si.
La poca gente que no estaba borracha o inconsciente me miraba de forma rara, hostil. O no estaban acostumbrados a ver hombres-bestia, o pensaban que yo tenia algo que ver con la mujer... o les incomodaba mi falta de prendas en el torso. Las demás especies eran tan recatadas... A pesar de todo, nadie dijo nada. Me senté en una mesa cercana a la entrada y observé un poco el lugar. En realidad iba a hablar con el tabernero por información, pero primero queria mirar alrededor sin llamar mucho la atención, no me sentia comodo en un lugar desconocido.
La mayor parte de la gente eran borrachos, algunos totalmente dormidos. "¿Que clase de cosas les pasarán a los que se permitan dormir así...?" pensé. Aparte de la mujer que lloraba, lo único que captaba mi curisodad era un humano con un lobo blanco junto a él que devoraba un trozo de carne. Cuando me di cuenta, la llorosa mujer estaba junto a la mesa del humano, al parecer implorando algo por la posición de las manos. Agudicé el oido para escuchar lo que decia. Al parecer necesitaba a alguien para encontrar a su hija...
Ahora si podía ser algo interesante. Me levanté y me aproximé a la mujer. -¿Hay recompensa?- pregunté, con interés. Una recompensa y encontraría a su hija, su hermano perdido y lo que fuese necesario.
Tras unos cuantos sucios pasillos llenos de alimañas, empecé a plantearme que tal vez todo fuese mentira y no hubiese más que ratas y cosas muertas en ese lugar, pero al encontrar una vieja puerta de hierro me convencí. Aunque no estaba seguro de si quedarme ahí era bueno o malo.
Atravesé la oxidada entrada y lo primero que vi fue una mujer lloriqueando. Es lo que más llamaba la atención, al menos. El resto era lo que se esperaria de la peor taberna posible. ¿A quien se le ocurria poner un sitio para servir comida y bebida en semejante sitio? Yo desde luego no iba a comer ahí. Lo más probable es que alguien intentase envenenarme, si la comida no era tóxica de por si.
La poca gente que no estaba borracha o inconsciente me miraba de forma rara, hostil. O no estaban acostumbrados a ver hombres-bestia, o pensaban que yo tenia algo que ver con la mujer... o les incomodaba mi falta de prendas en el torso. Las demás especies eran tan recatadas... A pesar de todo, nadie dijo nada. Me senté en una mesa cercana a la entrada y observé un poco el lugar. En realidad iba a hablar con el tabernero por información, pero primero queria mirar alrededor sin llamar mucho la atención, no me sentia comodo en un lugar desconocido.
La mayor parte de la gente eran borrachos, algunos totalmente dormidos. "¿Que clase de cosas les pasarán a los que se permitan dormir así...?" pensé. Aparte de la mujer que lloraba, lo único que captaba mi curisodad era un humano con un lobo blanco junto a él que devoraba un trozo de carne. Cuando me di cuenta, la llorosa mujer estaba junto a la mesa del humano, al parecer implorando algo por la posición de las manos. Agudicé el oido para escuchar lo que decia. Al parecer necesitaba a alguien para encontrar a su hija...
Ahora si podía ser algo interesante. Me levanté y me aproximé a la mujer. -¿Hay recompensa?- pregunté, con interés. Una recompensa y encontraría a su hija, su hermano perdido y lo que fuese necesario.
Asher Daregan
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Re: Bajo la ciudad [Interpretativo][Libre]
La situación de la recién llegada intrigaba a la bruja, que no podía imaginar un sitio peor que aquel para mostrarse débil. ¿Acaso no sabía qué tipo de gente la rodeaba? Excluyéndose a sí misma y a sus dos compañeros, que parecían decentes y se diferenciaban claramente del resto, los demás solo eran ladrones y asesinos, criminales que no dudarían en asaltarla al salir para arrebatarle cuanto pudiesen.
Johannes no parecía interesado en involucrarse en temas ajenos, y ella misma hasta hace bien poco ni se habría preocupado, ni por aquella mujer ni por nadie. Tenía bastante con su problema como para meterse a arreglar los de los demás, pero quizá el empezar a tratar de nuevo con gente sacaba a la luz su antiguo carácter. Llevaba semanas sin hablar más que con su hermano y los taberneros que le servían la comida y bebida, quitando las escasas visitas que hacía al mercado para comprar la pócima antifebril que tan bien le había sentado.
Pensó para sí que sería mejor no meterse donde no la llamaban, volviendo a centrar su atención en los acompañantes que estaban sentados a su mesa. Reb parecía mucho más tranquilo, se mantenía entretenido mordisqueando los restos que aún quedaban del filete. Los sollozos cesaron durante unos instantes, y sin poder evitarlo la maga observaría lo que hacía la mujer, que parecía recorrer la taberna en busca de algo, o de alguien.
Pronto su mirada se cruzó con la de la hechicera, un débil brillo apareció en sus ojos al tiempo que empezaba a acercase a la mesa en que se encontraban. Se limpió las lágrimas y los observó a los tres antes de saludar cordialmente, con una expresión propia de alguien que imploraba ayuda. - He estado buscando la ayuda de alguna noble alma que pueda apiadarse de su humilde y desdichada servidora. - dijo, confirmando lo que ya pensaba la de cabellos cenicientos.
Ante aquellas palabras y el afectado estado en que se encontraba, su compañero de cabellos blancos pareció interesarse un poco, al menos preguntó qué era lo que le pasaba. La mujer trató de calmarse antes de empezar a hablar, para luego contar como su hija había caído por una de las trampillas que daban a las catacumbas y que no lograba encontrarla. Les mostró lo único que había hallado, un pequeño listón con que se ataba el cabello, antes de romper a llorar nuevamente.
- Se los ruego. Ayúdenme, ustedes parecen poseer un buen corazón y una mujer como yo no puede vagar sola por los peligrosos laberintos de las catacumbas. - imploró, arrodillándose sobre el suelo y mirándolos alternativamente, se llevó las manos al corazón y bajó la cabeza, como si el dolor estuviese a punto de destrozarla.
La hechicera observó a sus compañeros, mientras Johannes soltaba un largo suspiro y Akratme se mantenía como hasta el momento, en silencio. Puede que los efectos de la maldición la hubiesen vuelto algo insensible a la desdicha ajena en las últimas semanas, pero el que una inocente niña vagase sola por aquellas peligrosas galerías sacó a relucir de nuevo su antigua y altruista personalidad.
- ¿Que piensan ustedes? ¿Debemos ayudarla? - preguntó el de cabellos blancos tras un instante. - Esa pequeña estará sola y asustada en un lugar como este, hay que encontrarla antes de que lo hagan otros. - respondió, refiriéndose claramente al tipo de gente que solía frecuentar el lugar. - No perdamos tiempo. - añadió, ajustándose el cinturón para tener su daga a mano en todo momento. - Señora, ¿podría guiarnos hasta la trampilla por la que se cayó? - volvió a hablar, casi dando por sentado que al menos Johannes se uniría a aquella búsqueda.
-¿Hay recompensa?- una voz extraña llegó hasta ellos, proveniente de lo que parecía ser un hombre bestia de rasgos caninos. El desconocido se había acercado al grupo mientras la mujer les exponía su problema, con lo que se había enterado de todo y parecía interesado, siempre que sacase algún beneficio. Elen lo observó en silencio durante unos segundos, sin querer juzgarlo por ello, todos tenían que buscarse la vida de algún modo.
Su rostro no le sonaba de nada, con lo que supuso que había llegado a la rata pulgosa poco antes. - ¿Quiere unirse al grupo señor…? - preguntó, alargando levemente la última palabra para dar pie a que se presentase.
Johannes no parecía interesado en involucrarse en temas ajenos, y ella misma hasta hace bien poco ni se habría preocupado, ni por aquella mujer ni por nadie. Tenía bastante con su problema como para meterse a arreglar los de los demás, pero quizá el empezar a tratar de nuevo con gente sacaba a la luz su antiguo carácter. Llevaba semanas sin hablar más que con su hermano y los taberneros que le servían la comida y bebida, quitando las escasas visitas que hacía al mercado para comprar la pócima antifebril que tan bien le había sentado.
Pensó para sí que sería mejor no meterse donde no la llamaban, volviendo a centrar su atención en los acompañantes que estaban sentados a su mesa. Reb parecía mucho más tranquilo, se mantenía entretenido mordisqueando los restos que aún quedaban del filete. Los sollozos cesaron durante unos instantes, y sin poder evitarlo la maga observaría lo que hacía la mujer, que parecía recorrer la taberna en busca de algo, o de alguien.
Pronto su mirada se cruzó con la de la hechicera, un débil brillo apareció en sus ojos al tiempo que empezaba a acercase a la mesa en que se encontraban. Se limpió las lágrimas y los observó a los tres antes de saludar cordialmente, con una expresión propia de alguien que imploraba ayuda. - He estado buscando la ayuda de alguna noble alma que pueda apiadarse de su humilde y desdichada servidora. - dijo, confirmando lo que ya pensaba la de cabellos cenicientos.
Ante aquellas palabras y el afectado estado en que se encontraba, su compañero de cabellos blancos pareció interesarse un poco, al menos preguntó qué era lo que le pasaba. La mujer trató de calmarse antes de empezar a hablar, para luego contar como su hija había caído por una de las trampillas que daban a las catacumbas y que no lograba encontrarla. Les mostró lo único que había hallado, un pequeño listón con que se ataba el cabello, antes de romper a llorar nuevamente.
- Se los ruego. Ayúdenme, ustedes parecen poseer un buen corazón y una mujer como yo no puede vagar sola por los peligrosos laberintos de las catacumbas. - imploró, arrodillándose sobre el suelo y mirándolos alternativamente, se llevó las manos al corazón y bajó la cabeza, como si el dolor estuviese a punto de destrozarla.
La hechicera observó a sus compañeros, mientras Johannes soltaba un largo suspiro y Akratme se mantenía como hasta el momento, en silencio. Puede que los efectos de la maldición la hubiesen vuelto algo insensible a la desdicha ajena en las últimas semanas, pero el que una inocente niña vagase sola por aquellas peligrosas galerías sacó a relucir de nuevo su antigua y altruista personalidad.
- ¿Que piensan ustedes? ¿Debemos ayudarla? - preguntó el de cabellos blancos tras un instante. - Esa pequeña estará sola y asustada en un lugar como este, hay que encontrarla antes de que lo hagan otros. - respondió, refiriéndose claramente al tipo de gente que solía frecuentar el lugar. - No perdamos tiempo. - añadió, ajustándose el cinturón para tener su daga a mano en todo momento. - Señora, ¿podría guiarnos hasta la trampilla por la que se cayó? - volvió a hablar, casi dando por sentado que al menos Johannes se uniría a aquella búsqueda.
-¿Hay recompensa?- una voz extraña llegó hasta ellos, proveniente de lo que parecía ser un hombre bestia de rasgos caninos. El desconocido se había acercado al grupo mientras la mujer les exponía su problema, con lo que se había enterado de todo y parecía interesado, siempre que sacase algún beneficio. Elen lo observó en silencio durante unos segundos, sin querer juzgarlo por ello, todos tenían que buscarse la vida de algún modo.
Su rostro no le sonaba de nada, con lo que supuso que había llegado a la rata pulgosa poco antes. - ¿Quiere unirse al grupo señor…? - preguntó, alargando levemente la última palabra para dar pie a que se presentase.
Elen Calhoun
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Re: Bajo la ciudad [Interpretativo][Libre]
Sumergido en mis pensamientos y la atención hacia mis compañeros de mesa, había ignorado por completo el nuevo rechinido de la puerta metálica. La mujer sostenía su mirada de dolor, humildad e imploro. Tenia razón en sus palabras. Difícilmente una mujer como ella terminaría muerta, alimentando a las bizarras bestias que los humanos arrastraron a las profundidades o siendo vendida como esclava a las prestigiosas familias del norte o las islas.
Elen tomo la palabra casi de inmediato luego de que hiciera mi pregunta. Pude notar la decisión y firmeza en sus mirar. Estaba dispuesta a prestar su tiempo en la búsqueda de la pequeña niña. Seguramente, al igual que yo, conocía los riesgos de vagar e internarse en las profundidades de las que alguna vez fuesen las cámaras fúnebres de un sin numero de individuos. Ni yo conocía bien los extensos y profundos pasillo que se internaban cada vez más en el subsuelo, pero no me quedaría fuera de la búsqueda y rescate. Luego de un profundo y largo trago a mi tarro, la bebida desaparecido tras mi garganta. - Muy bien. Mi señora, ha ganado la cooperación de dos de nosotros, pero... Gire la mirada hacia Akratme quien no parecía convencido por internarse en esos callejones. Quizás estaba demasiado nervioso para abandonar este sitio. Al no encontrar respuesta, supuse que él se quedaría afuera.
Me puse de pie y deposite la cantidad de Aeros necesarios para pagar todo lo que habíamos estado consumiendo. - Vamos Reb. Pedí al lobo, pero para mi sorpresa, ya no se encontraba sobre el suelo mordisqueando aquel jugoso hueso. Le encontré al costado de un peculiar recién llegado quien pretendía unirse a la diligencia. Reb olfateaba sin reparos al canido que se erguía espléndidamente en sus dos patas traseras. - Un hombre bestia. Asegure al ver su aspecto. Elen parecía estar invitándolo a que nos acompañara, pero la preocupada mujer sería quien tendría la ultima palabra ya que de no poseer algo para cubrir el ofrecimiento de aquel canido ser, quizás no estaría interesado en venir.
La mujer, sorprendida ante la nueva y extraña aparición, aclaro el tono de su voz mientras buscaba algo en sus bolsillos. - Si una fortuna es lo que busca, me temo que no podré pagar su precio, pero tengo algunas monedas que puedo darle como recompensa. Si decide ajustar sus perspectivas por esta pobre dama, tendrá también mi eterna gratitud. Respondería la dolida mujer gustosa por que alguien más se uniera en su ayuda.
Reb se aparto del recién llegado y se unió a mi lado. - Bien, otro buen olfato podría sernos de gran ayuda. Añadí para intentar convencer al sujeto. - No perdamos más el tiempo. Vamos. Sin agregar otra palabra. La mujer se levanto rápidamente y se dirigió a la salida de la rata pulgosa - Apresúrense, vamos. Les guiare. La mujer tomo una pequeña lámpara que había dejado colgada fuera de la taberna y se apresuro a salir. Nos acompañara aquel que buscaba ganarse la vida o no, crucé la puerta de hierro, pero el lobo no parecía del todo contento por hacerlo. Me acerque hacia el y me incline para acariciar su lomo. - Vamos amigo. Sé que odias este sitio, pero es por una buena causa. El lobo, al no ver opción, comenzó a caminar a mi lado. - Manténganse alerta. Ni la mano del Rey y sus guardias han podido tocar la malevolencia de este sitio. Les advertí a todos. - Les agradezco que aceptaran acompañarme. Mi nombre es Agatha. Vamos, por aquí. Diría la dama quien iluminaba el camino con el débil fulgor de su pequeña lámpara.
Elen tomo la palabra casi de inmediato luego de que hiciera mi pregunta. Pude notar la decisión y firmeza en sus mirar. Estaba dispuesta a prestar su tiempo en la búsqueda de la pequeña niña. Seguramente, al igual que yo, conocía los riesgos de vagar e internarse en las profundidades de las que alguna vez fuesen las cámaras fúnebres de un sin numero de individuos. Ni yo conocía bien los extensos y profundos pasillo que se internaban cada vez más en el subsuelo, pero no me quedaría fuera de la búsqueda y rescate. Luego de un profundo y largo trago a mi tarro, la bebida desaparecido tras mi garganta. - Muy bien. Mi señora, ha ganado la cooperación de dos de nosotros, pero... Gire la mirada hacia Akratme quien no parecía convencido por internarse en esos callejones. Quizás estaba demasiado nervioso para abandonar este sitio. Al no encontrar respuesta, supuse que él se quedaría afuera.
Me puse de pie y deposite la cantidad de Aeros necesarios para pagar todo lo que habíamos estado consumiendo. - Vamos Reb. Pedí al lobo, pero para mi sorpresa, ya no se encontraba sobre el suelo mordisqueando aquel jugoso hueso. Le encontré al costado de un peculiar recién llegado quien pretendía unirse a la diligencia. Reb olfateaba sin reparos al canido que se erguía espléndidamente en sus dos patas traseras. - Un hombre bestia. Asegure al ver su aspecto. Elen parecía estar invitándolo a que nos acompañara, pero la preocupada mujer sería quien tendría la ultima palabra ya que de no poseer algo para cubrir el ofrecimiento de aquel canido ser, quizás no estaría interesado en venir.
La mujer, sorprendida ante la nueva y extraña aparición, aclaro el tono de su voz mientras buscaba algo en sus bolsillos. - Si una fortuna es lo que busca, me temo que no podré pagar su precio, pero tengo algunas monedas que puedo darle como recompensa. Si decide ajustar sus perspectivas por esta pobre dama, tendrá también mi eterna gratitud. Respondería la dolida mujer gustosa por que alguien más se uniera en su ayuda.
Reb se aparto del recién llegado y se unió a mi lado. - Bien, otro buen olfato podría sernos de gran ayuda. Añadí para intentar convencer al sujeto. - No perdamos más el tiempo. Vamos. Sin agregar otra palabra. La mujer se levanto rápidamente y se dirigió a la salida de la rata pulgosa - Apresúrense, vamos. Les guiare. La mujer tomo una pequeña lámpara que había dejado colgada fuera de la taberna y se apresuro a salir. Nos acompañara aquel que buscaba ganarse la vida o no, crucé la puerta de hierro, pero el lobo no parecía del todo contento por hacerlo. Me acerque hacia el y me incline para acariciar su lomo. - Vamos amigo. Sé que odias este sitio, pero es por una buena causa. El lobo, al no ver opción, comenzó a caminar a mi lado. - Manténganse alerta. Ni la mano del Rey y sus guardias han podido tocar la malevolencia de este sitio. Les advertí a todos. - Les agradezco que aceptaran acompañarme. Mi nombre es Agatha. Vamos, por aquí. Diría la dama quien iluminaba el camino con el débil fulgor de su pequeña lámpara.
Johannes
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Re: Bajo la ciudad [Interpretativo][Libre]
-Wernack.- me presenté, para terminar la frase de pelo ceniza. Noté como el lobo me olfateaba, lo cual me arrancó una sonrisa. Fuese por el parecido o no, me encantaba relacionarme con cánidos no bípedos. De hecho, me llevaba bien con todos los animales, por algún motivo... -No, solo hace mucho que no me corto el pelo...- contesté en broma al comentario del humano con media sonrisa en mi rostro.
La mujer parecia tener algo de dinero para ofrecer, no mucho, pero algo aceptable. -Muy bien, pongamonos a ello.- dije. La gratitud no da de comer, tenia que ganarme la vida. -Ah, no te gustaria ser el que tuviese buen olfato en este sitio...- bromeé. El olor era realmente horrible, aunque era cierto que podia ayudar. -Si tiene algo de la niña, tal vez seria más fácil rastrearlo.- No iba a detectarla a una gran distancia, pero si podria servir.
Crucé la puerta. El lobo parecia reticente a continuar, cosa que no me extrañaba mucho. No era ningún paraiso, y menos si estabas acostumbrado al aire puro y los espacios abiertos que ofrecian los bosques. Ante la advertencia del humano, mantuve la mano en la espada. "Menudos sitios se busca la niña para jugar..." -pensé. ¿Y si no fuese cierto, y fuese un engaño? Una mujer llorando y pidiendo ayuda en una taberna de mala muerte, se acerca a un grupo de gente y les implora que busquen a su hija tras contar una historia lacrimógena para guiarlos a un sótano con veinte vampiros esperando...
Solo pensarlo hizo que se me erizara el pelo de la cola. Probablemente estaba siendo paranoico. No habia nada que indicase algo así, y la promesa de oro me atraia lo suficiente. Además, aunque no los habia visto actuar, confiaba en que los otros dos humanos del grupo pudiesen defenderse. Solo al tranquilizarme noté que tenia la cola tiesa, traicionando mi actitud de apariencia serena. Esperando que nadie lo hubiese notado. aminoré un poco el paso, avergonzado, para que no se pudiese notar más.
-Agatha, ¿hmm? ¿Y vosotros dos?- pregunté a la pareja de humanos. -Ah, ¿y el lobo?- añadí. Era una parte más del grupo. Y realmente, la única parte por la que sentía empatia.
La mujer parecia tener algo de dinero para ofrecer, no mucho, pero algo aceptable. -Muy bien, pongamonos a ello.- dije. La gratitud no da de comer, tenia que ganarme la vida. -Ah, no te gustaria ser el que tuviese buen olfato en este sitio...- bromeé. El olor era realmente horrible, aunque era cierto que podia ayudar. -Si tiene algo de la niña, tal vez seria más fácil rastrearlo.- No iba a detectarla a una gran distancia, pero si podria servir.
Crucé la puerta. El lobo parecia reticente a continuar, cosa que no me extrañaba mucho. No era ningún paraiso, y menos si estabas acostumbrado al aire puro y los espacios abiertos que ofrecian los bosques. Ante la advertencia del humano, mantuve la mano en la espada. "Menudos sitios se busca la niña para jugar..." -pensé. ¿Y si no fuese cierto, y fuese un engaño? Una mujer llorando y pidiendo ayuda en una taberna de mala muerte, se acerca a un grupo de gente y les implora que busquen a su hija tras contar una historia lacrimógena para guiarlos a un sótano con veinte vampiros esperando...
Solo pensarlo hizo que se me erizara el pelo de la cola. Probablemente estaba siendo paranoico. No habia nada que indicase algo así, y la promesa de oro me atraia lo suficiente. Además, aunque no los habia visto actuar, confiaba en que los otros dos humanos del grupo pudiesen defenderse. Solo al tranquilizarme noté que tenia la cola tiesa, traicionando mi actitud de apariencia serena. Esperando que nadie lo hubiese notado. aminoré un poco el paso, avergonzado, para que no se pudiese notar más.
-Agatha, ¿hmm? ¿Y vosotros dos?- pregunté a la pareja de humanos. -Ah, ¿y el lobo?- añadí. Era una parte más del grupo. Y realmente, la única parte por la que sentía empatia.
Asher Daregan
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Re: Bajo la ciudad [Interpretativo][Libre]
Miré mi jarra durante horas sin siquiera beber una gota, de todas maneras ningún efecto haría ese brebaje sobre mi rápido metabolismo de dragón. A pesar de que descansaba en esa taberna en mi forma humana era capaz de sentir el enorme peso, aunque claramente solo fuera mi imaginación.
¿Qué debía hacer? Me preguntaba mientras sentía las escasas monedas que tintineaban en mis bolsillos. ¿Dónde conseguir dinero? Me seguía preguntando. Mientras seguía pensando en las posibilidades una mujer entró dando alaridos ante la desgracia de su hija desaparecida. Sin duda en el momento en el que la miré supe que no recibiría nada por ayudar a esa señora... Pero no podía evitar mirarla y sentir que el ignorarla era la mayor maldad que podía cometer en ese momento.
No dudé en acercarme pero aquella mujer ya imploraba ayuda a otros viajeros que gustosamente habían aceptado. Volví a mi asiento y esperé, una vez lo chicos salieron de la taberna no tenía ya porque preocuparme... Pero entonces ¿Por qué sentía ese vacío en mi pecho? Rápidamente solté un par de monedas en la barra y apresuré a salir para alcanzar al pequeño grupo.
Lo único que pude ver fuera era una tenue luz que seguí por las estrechas calles con la esperanza de encontrarlos...
¿Qué debía hacer? Me preguntaba mientras sentía las escasas monedas que tintineaban en mis bolsillos. ¿Dónde conseguir dinero? Me seguía preguntando. Mientras seguía pensando en las posibilidades una mujer entró dando alaridos ante la desgracia de su hija desaparecida. Sin duda en el momento en el que la miré supe que no recibiría nada por ayudar a esa señora... Pero no podía evitar mirarla y sentir que el ignorarla era la mayor maldad que podía cometer en ese momento.
No dudé en acercarme pero aquella mujer ya imploraba ayuda a otros viajeros que gustosamente habían aceptado. Volví a mi asiento y esperé, una vez lo chicos salieron de la taberna no tenía ya porque preocuparme... Pero entonces ¿Por qué sentía ese vacío en mi pecho? Rápidamente solté un par de monedas en la barra y apresuré a salir para alcanzar al pequeño grupo.
Lo único que pude ver fuera era una tenue luz que seguí por las estrechas calles con la esperanza de encontrarlos...
Terion Riverhash
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Re: Bajo la ciudad [Interpretativo][Libre]
Tal como esperaba, Johannes confirmó que participaría en aquella misión de rescate, cosa que la tranquilizó considerablemente. A fin de cuentas no toda su apariencia podía deberse a querer mantener lejos los problemas, seguramente sabía manejar bien las armas que portaba y aquello sería de gran ayuda si encontraban algún problema en el camino. También la presencia de Reb sería una ventaja, el lobo podría ayudar a rastrear a la chica con el olor que quedaba de ella en el listón.
La dama no tenía mucho que ofrecer al recién llegado como recompensa, rebuscó en sus bolsillos hasta dar con las pocas monedas que llevaba encima. Sin embargo pareció suficiente para que Wernack decidiese sumarse al grupo, bromeó acerca de su olfato y pidió a la mujer que les facilitase lo que aún guardaba de su hija, alegando que con aquel olor sería más fácil hallarla. Ella no dudó un instante, tendió el listón al hombre bestia y se puso en pie, dirigiéndose de inmediato a la salida.
Elen la siguió de cerca, cruzó la puerta y se recolocó la capa, de modo que no le estorbase si necesitaba echar mano a la daga de su cinturón. Reb pareció incómodo al salir, como si aquel lugar no le agradase en absoluto, aunque bueno, ¿a quién podía gustarle estar en las catacumbas? El ambiente era tétrico y agobiante, las alimañas se desplazaban a voluntad por todos lados, preparadas para aprovecharse de cualquier descuido. La oscuridad no ayudaba a hacerlo más llevadero, y la compañía que solía haber en aquel sitio dejaba mucho que desear.
A eso había que sumar que el olfato del lobo y del hombre bestia estaba mucho más desarrollado que el suyo, con lo que no les sería nada agradable permanecer allí. La mujer se presentó con el nombre de Agatha, tras dar las gracias de nuevo porque decidieran acompañarla mientras iluminaba el camino con una lámpara que portaba. La bruja se limitó a seguirla en silencio, aguzando el oído por precaución y atenta a las diferentes galerías que se encontraban delante de ellos.
Vaciló por un momento, pensando si sería buena idea mostrar su naturaleza ante aquellos que la acompañaban, agregando algo de luz usando su eléctrico elemento. Torció levemente el gesto y finalmente decidió que no podía revelar sus cartas tan pronto, esperaría un poco para ver cómo se desarrollaban los acontecimientos. El hombre bestia se interesó entonces por ellos, aunque solo lo justo para preguntar por sus nombres y el del lobo, que parecía ser el miembro que más le agradaba. - Elen Calhoun.- respondió de forma que solo ellos pudiesen oírla, haciendo caso al consejo que Johannes le había dado antes.
Avanzó con paso ligero para no quedarse atrás, pero un sonido no muy lejano hizo que se detuviese de forma repentina y se girase en la dirección por la que habían venido. Prestó atención para confirmar sus sospechas, antes de decir nada que pudiese alarmar al resto de componentes de aquella singular partida de rescate. Los pasos se fueron acercando lentamente, con lo que pronto podrían ver al dueño de los mismos. - Esperad. - habló sin alzar demasiado la voz, pero de forma que los demás la escuchasen.
- Alguien nos está siguiendo. - volvió a hablar, entornando los ojos para ver la figura de la persona que se acercaba hacia ellos en cuanto asomase por la galería.
La dama no tenía mucho que ofrecer al recién llegado como recompensa, rebuscó en sus bolsillos hasta dar con las pocas monedas que llevaba encima. Sin embargo pareció suficiente para que Wernack decidiese sumarse al grupo, bromeó acerca de su olfato y pidió a la mujer que les facilitase lo que aún guardaba de su hija, alegando que con aquel olor sería más fácil hallarla. Ella no dudó un instante, tendió el listón al hombre bestia y se puso en pie, dirigiéndose de inmediato a la salida.
Elen la siguió de cerca, cruzó la puerta y se recolocó la capa, de modo que no le estorbase si necesitaba echar mano a la daga de su cinturón. Reb pareció incómodo al salir, como si aquel lugar no le agradase en absoluto, aunque bueno, ¿a quién podía gustarle estar en las catacumbas? El ambiente era tétrico y agobiante, las alimañas se desplazaban a voluntad por todos lados, preparadas para aprovecharse de cualquier descuido. La oscuridad no ayudaba a hacerlo más llevadero, y la compañía que solía haber en aquel sitio dejaba mucho que desear.
A eso había que sumar que el olfato del lobo y del hombre bestia estaba mucho más desarrollado que el suyo, con lo que no les sería nada agradable permanecer allí. La mujer se presentó con el nombre de Agatha, tras dar las gracias de nuevo porque decidieran acompañarla mientras iluminaba el camino con una lámpara que portaba. La bruja se limitó a seguirla en silencio, aguzando el oído por precaución y atenta a las diferentes galerías que se encontraban delante de ellos.
Vaciló por un momento, pensando si sería buena idea mostrar su naturaleza ante aquellos que la acompañaban, agregando algo de luz usando su eléctrico elemento. Torció levemente el gesto y finalmente decidió que no podía revelar sus cartas tan pronto, esperaría un poco para ver cómo se desarrollaban los acontecimientos. El hombre bestia se interesó entonces por ellos, aunque solo lo justo para preguntar por sus nombres y el del lobo, que parecía ser el miembro que más le agradaba. - Elen Calhoun.- respondió de forma que solo ellos pudiesen oírla, haciendo caso al consejo que Johannes le había dado antes.
Avanzó con paso ligero para no quedarse atrás, pero un sonido no muy lejano hizo que se detuviese de forma repentina y se girase en la dirección por la que habían venido. Prestó atención para confirmar sus sospechas, antes de decir nada que pudiese alarmar al resto de componentes de aquella singular partida de rescate. Los pasos se fueron acercando lentamente, con lo que pronto podrían ver al dueño de los mismos. - Esperad. - habló sin alzar demasiado la voz, pero de forma que los demás la escuchasen.
- Alguien nos está siguiendo. - volvió a hablar, entornando los ojos para ver la figura de la persona que se acercaba hacia ellos en cuanto asomase por la galería.
Elen Calhoun
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Re: Bajo la ciudad [Interpretativo][Libre]
Nuestros pies chapoteaban los charcos de inmunda agua que se formaban en el subsuelo de la lluvia sobre la ciudad. Las ratas se paseaban sin temor alguno entre nuestros pies. Cualquiera que fuera descuidado, podría terminar con una rata dentro de sus pantalones por lo que debía fijarse bien por donde caminaba, después de todo, nosotros éramos los invasores en el medio que tan familiar era para ellas. La oscuridad era parcialmente apaciguada por la lámpara de aceite que temblorosamente sostenía la delgada mano de Agatha quien no dejada de susurrar suplicas por encontrar sana y salva a su pequeña.
- Jamás imagine que hubiera buen humor entre estos muros. Comente a cerca de las bromas del que se había presentado como Wernack. A pesar de ser un chiste, tenia mucha razón. Por esta ocasión estaba agradecido de que mi olfato humano no estuviera tan desarrollado como el suyo. Ajuste la bufanda sobre mi nariz y con el movimiento de mi pie espante una rata que había estado siguiéndome para olfatearme. - Mi nombre es Johannes y ese lobo blanco es Reb. Respondí luego de que la señorita Elen volviera a presentarse. Reb me seguía de cerca, pero en distintas ocasiones giraba su visión para ver a Wernack, al parecer la compañía de alguien similar a los de su especie le hacían sentirse reconfortado y otorgaban un nuevo animo para explorar los largos y oscuros pasillos de las catacumbas.
- ¡Es ahí! Exclamo la mujer mientras se adelantaba para llegar a los tenues rayos de luz que se infiltraban por la trampilla que conducía a la ciudad. No nos había tomado mucho tiempo llegar hasta ese lugar, quizás esa era la razón del porque Agatha había encontrado de una forma tan sencilla el bar que habíamos abandonado. Nos reuniríamos en breve con la acongojada dama, pero antes de que pudiéramos prestar atención, Elen rompió el silencio para advertir una presencia. Tal como lo había avisado, podían ser escuchados algunos pasos cerca de nosotros, parecían estarnos siguiendo. - Tienes razón... Agregue a sus palabras mientras llevaba una de mis manos a la más cercana de las empuñaduras de mis armas. Reb tenso su cola y adelanto sus orejas para escuchar mejor.
- ¿Que sucede? ¿Porque se retrasan? Preguntaría la mujer de rizados cabellos mientras regresaba sobre sus pasos para ver lo que ocurría. Al notar nuestras miradas, la mujer guardo silencio y dirigió la luz de su lámpara a la lejanía. Entre el sutil brillo de la luz, apareció una desconocida figura. Se trataba de un solo y desconocido sujeto que se aproximaba. Agatha se adelanto para examinarlo detalladamente. Ella pudo notar que sus ojos no poseían el mínimo de malas intenciones, si no, todo lo contrario. - Usted estaba bebiendo en el bar. Se adelanto a decir mientras se dibujaba en su rostro una sonrisa. - Ha venido a ayudarnos ¿Cierto? Si tengo razón, le estaré agradecida eternamente. Aún no se como podré pagar este favor a todos ustedes. Las lagrimas de la mujer volvieron a brotar de sus parpados, pero esta ocasión no estarían llenas de amargura, su expresión reflejaba esperanza y gratitud.
Para mi gusto, se había formado un grupo bastante grande, algo que quizás llamaría la atención de cualquiera en este lugar, pero ¿que mas daba? Quizás si fuéramos un mayor numero de colaboradores ningún tonto se atrevería a encararnos. - Como quieras... Susurre. - Bienvenido. Ahora... sugiero que busquemos más pistas. mientras tanto, Reb y Wernack pueden darle un profundo olfateo al listón. Debemos decidir que camino tomar. Y en efecto ya que más adelante, los pasillos se separaban para formar distintos y oscuros caminos.
- Jamás imagine que hubiera buen humor entre estos muros. Comente a cerca de las bromas del que se había presentado como Wernack. A pesar de ser un chiste, tenia mucha razón. Por esta ocasión estaba agradecido de que mi olfato humano no estuviera tan desarrollado como el suyo. Ajuste la bufanda sobre mi nariz y con el movimiento de mi pie espante una rata que había estado siguiéndome para olfatearme. - Mi nombre es Johannes y ese lobo blanco es Reb. Respondí luego de que la señorita Elen volviera a presentarse. Reb me seguía de cerca, pero en distintas ocasiones giraba su visión para ver a Wernack, al parecer la compañía de alguien similar a los de su especie le hacían sentirse reconfortado y otorgaban un nuevo animo para explorar los largos y oscuros pasillos de las catacumbas.
- ¡Es ahí! Exclamo la mujer mientras se adelantaba para llegar a los tenues rayos de luz que se infiltraban por la trampilla que conducía a la ciudad. No nos había tomado mucho tiempo llegar hasta ese lugar, quizás esa era la razón del porque Agatha había encontrado de una forma tan sencilla el bar que habíamos abandonado. Nos reuniríamos en breve con la acongojada dama, pero antes de que pudiéramos prestar atención, Elen rompió el silencio para advertir una presencia. Tal como lo había avisado, podían ser escuchados algunos pasos cerca de nosotros, parecían estarnos siguiendo. - Tienes razón... Agregue a sus palabras mientras llevaba una de mis manos a la más cercana de las empuñaduras de mis armas. Reb tenso su cola y adelanto sus orejas para escuchar mejor.
- ¿Que sucede? ¿Porque se retrasan? Preguntaría la mujer de rizados cabellos mientras regresaba sobre sus pasos para ver lo que ocurría. Al notar nuestras miradas, la mujer guardo silencio y dirigió la luz de su lámpara a la lejanía. Entre el sutil brillo de la luz, apareció una desconocida figura. Se trataba de un solo y desconocido sujeto que se aproximaba. Agatha se adelanto para examinarlo detalladamente. Ella pudo notar que sus ojos no poseían el mínimo de malas intenciones, si no, todo lo contrario. - Usted estaba bebiendo en el bar. Se adelanto a decir mientras se dibujaba en su rostro una sonrisa. - Ha venido a ayudarnos ¿Cierto? Si tengo razón, le estaré agradecida eternamente. Aún no se como podré pagar este favor a todos ustedes. Las lagrimas de la mujer volvieron a brotar de sus parpados, pero esta ocasión no estarían llenas de amargura, su expresión reflejaba esperanza y gratitud.
Para mi gusto, se había formado un grupo bastante grande, algo que quizás llamaría la atención de cualquiera en este lugar, pero ¿que mas daba? Quizás si fuéramos un mayor numero de colaboradores ningún tonto se atrevería a encararnos. - Como quieras... Susurre. - Bienvenido. Ahora... sugiero que busquemos más pistas. mientras tanto, Reb y Wernack pueden darle un profundo olfateo al listón. Debemos decidir que camino tomar. Y en efecto ya que más adelante, los pasillos se separaban para formar distintos y oscuros caminos.
Johannes
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Re: Bajo la ciudad [Interpretativo][Libre]
Contuve una mueca. A pesar de que discretamente intentase evitarlo, en algún momento tenia que pisar los repugnantes charcos con mis patas descalzas. Lo ignoré lo mejor que pude, aunque cuando saliese de ahí iba a necesitar una visita a un lago o un baño para asearme y quitarme la peste. En cierto momento, le di un puntapié a una rata que pasó delante de mi y suspiré. Podía ser peor... ¿no?
El lobo blanco, Reb, me miraba de vez en cuando, atento. En esos momentos no podía evitar entornar una leve sonrisa. La mujer señaló una trampilla que parecía ser donde desapareció la niña, pero antes de que la atravesáramos, escuché algo detrás de nosotros, y Elen nos advirtió. Era cierto, nos seguían. Desenvainé la espada y me puse en una posición defensiva, mirando en la dirección de los pasos, pero la mujer, Agatha, se adelantó para examinar al desconocido.
Al parecer el tipo estaba en la taberna... y la mujer se tomaba confianzas muy deprisa. No tardaría en acabar siendo apuñalada, devorada por vampiros, atracada, o algo por el estilo si siempre se comportaba así, sobre todo en las catacumbas. "Desde luego, a mi ya se como puede pagarme... en aeros" Pero si el resto del grupo no tenia ningún problema, yo tampoco. Bajé la guardia, pero no envainé, sino que mantuve la espada apoyada en mi hombro, preparado para cualquier cosa. Mientras caminábamos, me llevé el listón al hocico y olfateé. Desde luego, un olor más agradable que el de los mugrientos pasillos. Era un poco extraño, no había usado mi olfato para guiarme desde hacia tiempo... Me agaché cerca de Reb y le tendí el listón para que lo olisquease. -Me parece que huelo un ligero aroma similar por ese pasillo... ¿tu que crees, Reb?-
Al ver que el lobo coincidía, sonreí. le rasqué ligeramente la cabeza y señalé un pasillo que giraba a la derecha. -Mejor no tardar mucho para no perder el rastro.- dije. Si toda la taberna iba a aparecer para ayudar, mejor que se diesen prisa.
Los pasillos estaban muy desprovistos de luz... echaba en falta alguna antorcha más, una pequeña lampara no era suficiente para iluminar mucho. ¿La pequeña tendría alguna luz? Sin ella, no habría ido tan lejos como lo había hecho... malditos niños, correteando por todas partes. Nunca me habían gustado.
El lobo blanco, Reb, me miraba de vez en cuando, atento. En esos momentos no podía evitar entornar una leve sonrisa. La mujer señaló una trampilla que parecía ser donde desapareció la niña, pero antes de que la atravesáramos, escuché algo detrás de nosotros, y Elen nos advirtió. Era cierto, nos seguían. Desenvainé la espada y me puse en una posición defensiva, mirando en la dirección de los pasos, pero la mujer, Agatha, se adelantó para examinar al desconocido.
Al parecer el tipo estaba en la taberna... y la mujer se tomaba confianzas muy deprisa. No tardaría en acabar siendo apuñalada, devorada por vampiros, atracada, o algo por el estilo si siempre se comportaba así, sobre todo en las catacumbas. "Desde luego, a mi ya se como puede pagarme... en aeros" Pero si el resto del grupo no tenia ningún problema, yo tampoco. Bajé la guardia, pero no envainé, sino que mantuve la espada apoyada en mi hombro, preparado para cualquier cosa. Mientras caminábamos, me llevé el listón al hocico y olfateé. Desde luego, un olor más agradable que el de los mugrientos pasillos. Era un poco extraño, no había usado mi olfato para guiarme desde hacia tiempo... Me agaché cerca de Reb y le tendí el listón para que lo olisquease. -Me parece que huelo un ligero aroma similar por ese pasillo... ¿tu que crees, Reb?-
Al ver que el lobo coincidía, sonreí. le rasqué ligeramente la cabeza y señalé un pasillo que giraba a la derecha. -Mejor no tardar mucho para no perder el rastro.- dije. Si toda la taberna iba a aparecer para ayudar, mejor que se diesen prisa.
Los pasillos estaban muy desprovistos de luz... echaba en falta alguna antorcha más, una pequeña lampara no era suficiente para iluminar mucho. ¿La pequeña tendría alguna luz? Sin ella, no habría ido tan lejos como lo había hecho... malditos niños, correteando por todas partes. Nunca me habían gustado.
Asher Daregan
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Re: Bajo la ciudad [Interpretativo][Libre]
La humilde mujer de la taberna se adelantó en la niebla y reconoció mi rostro del bar e inmediatamente supo mis intenciones. -No se preocupe, recuperaremos a su hija sana y salva. La única recompensa que deseo es ver la alegría de una madre y una hija al reencontrarse. Bueno... eso y que por mi hazaña seguro que alguien me invitará a comer está noche- dije mientras posaba mi mano en su hombro para tranquilizarla. Acto seguido sonreí, pero no por mi estupida broma, más bien sonreía esperando que fuera cierta.
El grupo no parecía muy contento de verme, o eso o eran gente muy seria. Por mi olfato algo asqueado por los recios olores de las catacumbas podía percibir el olor a lobo y a rata, cosa que me llevó a observar atentamente al joven con el lobo. Los otros dos individuos parecían simples humanos, pero quién sabe, yo lo parecía.
Sin lugar a dudas en ese momento hubiera lanzado una bocanada de fuego para iluminar el camino, pero a quién se le ocurriría hacerlo con la enorme cantidad de gases inflamables que nos rodeaba. Suerte teniamos de no quedar chamuscados con el candil de la mujer. A pesar de todos estos contratiempos avancé detrás de la mujer por las catacumbas, pero tenía el presentimiento de que no estabamos solos... De que algo más estaba con nosotros, y claramente no me refería a las ratas. ¿Podrían ser híbridos? No me extrañaría por los rumores que cuentan, además, ¿alguien creía acaso que una joven niña atravesaba estos infestados canales repletos de ratas por pura diversión? Claro que no, lo más probable es que hubiera sido capturada.
Aunque tuviera mis suposiciones me limité a andar y guardarme las cosas, pues solo eran eso, suposiciones. Además no quería sembrar el pánico o herir más a la madre que seguramente hubiese recorrido ya todo el lugar en busca de su hija. Todo esto me hizo pensar la procedencia de este grupo tan extraño, lo que me llevó a preguntar -Y vosotros chicos ¿de dónde venís?
El grupo no parecía muy contento de verme, o eso o eran gente muy seria. Por mi olfato algo asqueado por los recios olores de las catacumbas podía percibir el olor a lobo y a rata, cosa que me llevó a observar atentamente al joven con el lobo. Los otros dos individuos parecían simples humanos, pero quién sabe, yo lo parecía.
Sin lugar a dudas en ese momento hubiera lanzado una bocanada de fuego para iluminar el camino, pero a quién se le ocurriría hacerlo con la enorme cantidad de gases inflamables que nos rodeaba. Suerte teniamos de no quedar chamuscados con el candil de la mujer. A pesar de todos estos contratiempos avancé detrás de la mujer por las catacumbas, pero tenía el presentimiento de que no estabamos solos... De que algo más estaba con nosotros, y claramente no me refería a las ratas. ¿Podrían ser híbridos? No me extrañaría por los rumores que cuentan, además, ¿alguien creía acaso que una joven niña atravesaba estos infestados canales repletos de ratas por pura diversión? Claro que no, lo más probable es que hubiera sido capturada.
Aunque tuviera mis suposiciones me limité a andar y guardarme las cosas, pues solo eran eso, suposiciones. Además no quería sembrar el pánico o herir más a la madre que seguramente hubiese recorrido ya todo el lugar en busca de su hija. Todo esto me hizo pensar la procedencia de este grupo tan extraño, lo que me llevó a preguntar -Y vosotros chicos ¿de dónde venís?
Terion Riverhash
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Re: Bajo la ciudad [Interpretativo][Libre]
La mujer parecía más atrevida de lo que podía considerarse como prudente, al ver que el grupo se detenía por los pasos de algún extraño que se acercaba, no dudó en adelantarse con su farol para ver de quién se trataba. La maga, al igual que sus compañeros, se preparó para cualquier cosa, colocando la mano sobre la empuñadura de su daga, mientras cerraba el otro puño, en el que de ser necesario concentraría su elemento.
- Usted estaba bebiendo en el bar. - habló la mujer, que pareció reconocer de inmediato al recién llegado. - Ha venido a ayudarnos ¿Cierto? Si tengo razón, le estaré agradecida eternamente. Aún no se como podré pagar este favor a todos ustedes. - añadió entre lágrimas, emocionada porque aquel grupo que cada vez parecía hacerse mayor la ayudase en su búsqueda.
El extraño resultó ser un joven de cabellos rubios, en el que no había reparado durante su rato en la taberna. Johannes no tardó en darle la bienvenida, antes de sugerir al resto de sus compañeros que buscasen pistas para dar con el posible rastro de la chica, mientras Wernack y Reb olfateaban el listón para quedarse con su aroma y guiarlos a través de las galerías, que más adelante se bifurcaban en varios caminos.
Tanto el hombre bestia como el lobo parecieron estar de acuerdo en cuanto a la dirección que debían tomar, debían darse prisa para que el rastro no se perdiese entre la multitud de malos olores que embargaban el lugar. Elen se situó tras los rastreadores, para seguirlos de cerca y cubrirles las espaldas mientras se concentraban en seguir el olor.
-Y vosotros chicos ¿de dónde venís? - preguntó el último en llegar, que no se encontraba lejos de ella, la maga lo miró durante un momento. Por lo que había dicho anteriormente a la preocupada madre, ayudaba solo por el hecho de que madre e hija se reencontrasen, sin pedir nada a cambio, cosa que valoraba. Tenía la esperanza de que con aquella buena acción alguien lo invitase a algo de comida aquella noche, pero si todo salía bien, ella misma instaría al grupo a tomar algo en la taberna, eso sí, una que estuviese fuera de las catacumbas.
- De las islas Illidenses. - respondió la de ojos verdes, levantando una mano hasta dejarla con la palma hacia arriba a la altura de su vientre y permitiendo que la electricidad le recorriese el brazo. Una brillante esfera de energía se formó sobre su mano, lo que daría al grupo algo más de luz para revisar las galerías y no dejarse ninguna pista atrás. - Yo soy Elen…- dijo al poco, para luego señalar uno por uno al resto de componentes del grupo. - Y ellos Johannes, Wernack y Reb.- añadió con voz suave para acompañar el gesto, de modo que pudiese saber quién era quien. - ¿Cuál es tu nombre? - preguntó finalmente, para terminar con ello las presentaciones de todos.
Algo llamó su atención de forma repentina, una prenda rasgada y algo sucia que yacía en el suelo, unos metros por delante de ellos. Se adelantó y la tomó con cuidado, parecía ser un abrigo de color rosado, caminó hacia a la mujer y se lo mostró de inmediato. - ¿Pertenece a su hija? - preguntó y quedó expectante, pues de ser así tendrían que darse prisa. A juzgar por el estado de la prenda algo malo podía haberle pasado, puede que alguien la hubiese encontrado vagando sola y se la hubiese llevado a la fuerza.
- Usted estaba bebiendo en el bar. - habló la mujer, que pareció reconocer de inmediato al recién llegado. - Ha venido a ayudarnos ¿Cierto? Si tengo razón, le estaré agradecida eternamente. Aún no se como podré pagar este favor a todos ustedes. - añadió entre lágrimas, emocionada porque aquel grupo que cada vez parecía hacerse mayor la ayudase en su búsqueda.
El extraño resultó ser un joven de cabellos rubios, en el que no había reparado durante su rato en la taberna. Johannes no tardó en darle la bienvenida, antes de sugerir al resto de sus compañeros que buscasen pistas para dar con el posible rastro de la chica, mientras Wernack y Reb olfateaban el listón para quedarse con su aroma y guiarlos a través de las galerías, que más adelante se bifurcaban en varios caminos.
Tanto el hombre bestia como el lobo parecieron estar de acuerdo en cuanto a la dirección que debían tomar, debían darse prisa para que el rastro no se perdiese entre la multitud de malos olores que embargaban el lugar. Elen se situó tras los rastreadores, para seguirlos de cerca y cubrirles las espaldas mientras se concentraban en seguir el olor.
-Y vosotros chicos ¿de dónde venís? - preguntó el último en llegar, que no se encontraba lejos de ella, la maga lo miró durante un momento. Por lo que había dicho anteriormente a la preocupada madre, ayudaba solo por el hecho de que madre e hija se reencontrasen, sin pedir nada a cambio, cosa que valoraba. Tenía la esperanza de que con aquella buena acción alguien lo invitase a algo de comida aquella noche, pero si todo salía bien, ella misma instaría al grupo a tomar algo en la taberna, eso sí, una que estuviese fuera de las catacumbas.
- De las islas Illidenses. - respondió la de ojos verdes, levantando una mano hasta dejarla con la palma hacia arriba a la altura de su vientre y permitiendo que la electricidad le recorriese el brazo. Una brillante esfera de energía se formó sobre su mano, lo que daría al grupo algo más de luz para revisar las galerías y no dejarse ninguna pista atrás. - Yo soy Elen…- dijo al poco, para luego señalar uno por uno al resto de componentes del grupo. - Y ellos Johannes, Wernack y Reb.- añadió con voz suave para acompañar el gesto, de modo que pudiese saber quién era quien. - ¿Cuál es tu nombre? - preguntó finalmente, para terminar con ello las presentaciones de todos.
Algo llamó su atención de forma repentina, una prenda rasgada y algo sucia que yacía en el suelo, unos metros por delante de ellos. Se adelantó y la tomó con cuidado, parecía ser un abrigo de color rosado, caminó hacia a la mujer y se lo mostró de inmediato. - ¿Pertenece a su hija? - preguntó y quedó expectante, pues de ser así tendrían que darse prisa. A juzgar por el estado de la prenda algo malo podía haberle pasado, puede que alguien la hubiese encontrado vagando sola y se la hubiese llevado a la fuerza.
Elen Calhoun
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Re: Bajo la ciudad [Interpretativo][Libre]
Agatha no pudo ocultar la felicidad y gratitud que le invadía al ver tal muestra de humanidad y nobleza. Aunque las palabras del recién llegado tenían un deje de broma y humor, la mujer asintió a sus palabras con entusiasmo. - Cuando encontremos a mi pequeña, serán todos bienvenidos en mi hogar. No podré ofrecer un gran festín, pero les aseguro que serviré un delicioso estofado. La mujer acomodo los rizos de su cabello tras sus hombros y sonrió para volver hacia la trampilla por donde había caído su hija. La entrada a las catacumbas estaba a varios metros del suelo, sin la posibilidad de que fuera alcanzada por un adulto y mucho menos de un niño. - Cuando mi pequeña cayo, le dije que se quedara quieta, justo ahí hasta que yo pudiera llegar.. Yo tuve que ingresar por otra abertura, pero para cuando llegue a este lugar, mi pequeña había desaparecido. Decía con la mirada perdida entre los rayos de luz que se internaban por la rejilla. - Que los dioses brinden protección a mi amada hija, ella es todo lo que me queda.. Musito cerrando los ojos.
Wernack y Reb olisqueaban profundamente el listón de la pequeña. El aroma se impregno en sus recuerdos y luego de una inspección, lograron distinguir aquel olor característico entre la pestilencia del lugar. Reb se adelanto algunos pasos con su nuevo compañero de rastreo para asegurarse de que camino debía tomar el grupo. Ambos habían tomado una decisión. El rastro parecía provenir del camino de la izquierda, ese era el que todos debíamos tomar. - Perfecto. Agregue al par de canidos mientras me adelantaba para seguir sus pasos. Antes de ingresar en el túnel, Agatha se quedo paralizada frente al abovedado portal de piedra que contenía una profunda y misteriosa oscuridad, parecía estar asustada. Al notar esto, regrese sobre mis pasos para tranquilizarla. - Descuide, nosotros iremos adelante. La dama pareció apenarse ante su falta de valor pero sabia que eso sería lo mejor.
Continuamos el camino a tientas en la oscuridad. El más nuevo del grupo parecía mostrarse curioso. En respuesta a su pregunta, Elen contesto sin titubear sobre su procedencia. - ¿Una bruja? Pregunte en mis adentros. Mis dudas fueron despejadas casi de inmediato luego de que una esfera de luz emanara de su cuerpo e iluminara de nuestro camino. - Eso es maravilloso, señorita Elen. Me siento tan afortunada de haber encontrado a un grupo tan fabuloso como el de todos ustedes. Agrego la mujer con una sonrisa. Tal como ella lo había dicho, sus habilidades podrían sernos de gran ayuda. Con el camino más iluminado, ahora podríamos ver exactamente donde pisábamos.
Elen tomaba la amabilidad de presentarnos, eso ahorraría en presentaciones de cada uno. - De arriba. Respondí a secas la pregunta del rubio, refiriéndome a la ciudad de Lunargenta.- Y el lobo viene conmigo, no te confundas. Agregue para que quedara claro ya que por ahora, Reb parecía más cercano a Wernack que a mi mismo. De repente, los ojos verdes de Elen parecía haber encontrado algo. Se adelanto a todos nosotros y se inclino sobre el suelo para recoger lo que parecía ser una prenda en mal estado. La bruja mostró el abrigo a la dolida mujer y esta reacciono de inmediato con un gemido de preocupación y angustia. - Me temo que tiene razón, señorita. Este es el abrigo que le coloque en la mañana para protegerla del frío. Agatha abrazo con fuerza la prenda como si se tratara de su propia hija.
Mientras el grupo tomaba esa pequeña pausa para comentar sobre el nuevo hallazgo, busque en el piso alguna señal. No podía estar equivocado, había muchas huellas a través del pasillo, pero ningunas más notables que algunas huellas acompañadas de fango fresco, su dirección parecía llegar hasta a una cruce de caminos algunos metros adelante. Reb se acerco y olfateo un poco las marcas. - Son recientes. Agregue mientras me ponía de pie. - Miren eso, silencio. Pedí al grupo al notar que una luz se acercaba lentamente por la esquina.
Un par de sujetos portando antorchas aparecieron en el lugar. Uno de ellos llevaba un pañuelo atado en la cabeza, los años del hombre se dejaban ver debido a las canas que poblaban su barba y cabello. Las arrugas en su rostro eran marcadas, producto de largas jornadas de trabajo bajo los rayos del sol. Su compañero parecía más joven. Su largo y oscuro cabello se extendía más allá de sus hombros. Su ojo izquierdo estaba cubierto por un suave y sucio vendaje. Ambos llevaban ropas de marinos en un deplorable estado. Al vernos, ambos quedaron sorprendidos y sin decir una sola palabra dieron media vuelta y emprendieron la huida. - ¡Que no escapen!
_____________________________________Wernack y Reb olisqueaban profundamente el listón de la pequeña. El aroma se impregno en sus recuerdos y luego de una inspección, lograron distinguir aquel olor característico entre la pestilencia del lugar. Reb se adelanto algunos pasos con su nuevo compañero de rastreo para asegurarse de que camino debía tomar el grupo. Ambos habían tomado una decisión. El rastro parecía provenir del camino de la izquierda, ese era el que todos debíamos tomar. - Perfecto. Agregue al par de canidos mientras me adelantaba para seguir sus pasos. Antes de ingresar en el túnel, Agatha se quedo paralizada frente al abovedado portal de piedra que contenía una profunda y misteriosa oscuridad, parecía estar asustada. Al notar esto, regrese sobre mis pasos para tranquilizarla. - Descuide, nosotros iremos adelante. La dama pareció apenarse ante su falta de valor pero sabia que eso sería lo mejor.
Continuamos el camino a tientas en la oscuridad. El más nuevo del grupo parecía mostrarse curioso. En respuesta a su pregunta, Elen contesto sin titubear sobre su procedencia. - ¿Una bruja? Pregunte en mis adentros. Mis dudas fueron despejadas casi de inmediato luego de que una esfera de luz emanara de su cuerpo e iluminara de nuestro camino. - Eso es maravilloso, señorita Elen. Me siento tan afortunada de haber encontrado a un grupo tan fabuloso como el de todos ustedes. Agrego la mujer con una sonrisa. Tal como ella lo había dicho, sus habilidades podrían sernos de gran ayuda. Con el camino más iluminado, ahora podríamos ver exactamente donde pisábamos.
Elen tomaba la amabilidad de presentarnos, eso ahorraría en presentaciones de cada uno. - De arriba. Respondí a secas la pregunta del rubio, refiriéndome a la ciudad de Lunargenta.- Y el lobo viene conmigo, no te confundas. Agregue para que quedara claro ya que por ahora, Reb parecía más cercano a Wernack que a mi mismo. De repente, los ojos verdes de Elen parecía haber encontrado algo. Se adelanto a todos nosotros y se inclino sobre el suelo para recoger lo que parecía ser una prenda en mal estado. La bruja mostró el abrigo a la dolida mujer y esta reacciono de inmediato con un gemido de preocupación y angustia. - Me temo que tiene razón, señorita. Este es el abrigo que le coloque en la mañana para protegerla del frío. Agatha abrazo con fuerza la prenda como si se tratara de su propia hija.
Mientras el grupo tomaba esa pequeña pausa para comentar sobre el nuevo hallazgo, busque en el piso alguna señal. No podía estar equivocado, había muchas huellas a través del pasillo, pero ningunas más notables que algunas huellas acompañadas de fango fresco, su dirección parecía llegar hasta a una cruce de caminos algunos metros adelante. Reb se acerco y olfateo un poco las marcas. - Son recientes. Agregue mientras me ponía de pie. - Miren eso, silencio. Pedí al grupo al notar que una luz se acercaba lentamente por la esquina.
Un par de sujetos portando antorchas aparecieron en el lugar. Uno de ellos llevaba un pañuelo atado en la cabeza, los años del hombre se dejaban ver debido a las canas que poblaban su barba y cabello. Las arrugas en su rostro eran marcadas, producto de largas jornadas de trabajo bajo los rayos del sol. Su compañero parecía más joven. Su largo y oscuro cabello se extendía más allá de sus hombros. Su ojo izquierdo estaba cubierto por un suave y sucio vendaje. Ambos llevaban ropas de marinos en un deplorable estado. Al vernos, ambos quedaron sorprendidos y sin decir una sola palabra dieron media vuelta y emprendieron la huida. - ¡Que no escapen!
Off: Pueden perseguir y atrapar al par de hombres. Pueden interrogarlos pero ambos negaran enérgicamente saber algo sobre la niña.
Johannes
Aerandiano de honor
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Re: Bajo la ciudad [Interpretativo][Libre]
El hombre parecía buena persona. Sospechosamente buena, lo cual tampoco ayudaba mucho a su credibilidad, Pero eso no era asunto mio... si acababa apuñalando a la mujer me quedaría con su bolsa. Pero no le importó al resto del grupo, incluso entablaron conversación. No respondí a la pregunta del hombre, pero aprendí que la mujer joven era bruja, y conjuró una esfera eléctrica que ayudó con la iluminación. "Ya podia haberlo hecho antes... me ahorraba pisar unos cuantos charcos." pensé
La mujer dedicó más frases a halagar a Elen. ¿No se callaría nunca? "Bla, bla, bla, pobre de mi, que miserable soy, que amable es la gente, bla bla." Igual la niña había aprovechado para escaparse. Reí ligeramente al oír el comentario de Johannes. ¿Estaba algo celoso? -Tranquilo, no planeo robarte a tu lobo.- dije, guiñando un dorado ojo. Aunque no iba a negar que era fácil disfrutar de su compañía, el humano parecía haberlo cuidado bien, así que lo respetaba. Poco después, Elen encontró un abrigo rosado que, según Agatha, era de su hija. Olfateé ligeramente. -Desde luego, huele como el listón. Aunque también hay algo más...- agregué. No era la peste que asaltaba las catacumbas, era distinto a la niña y a las ratas, aunque difícil de distinguir del todo. ¿Seria de humano? No podía tenerlo muy claro sin poder comparar.
Vimos unas huellas en el lodo. Más de un par, y mucho más grandes de lo que esperaba. A no ser que su hija fuese un hombre con piernas de más, había algo que no encajaba. Escuché pasos lejanos y una luz empezó a aparecer. Apreté el puño sobre mi espada con fuerza y tanteé el gancho que rodeaba mi brazo izquierdo para prepararlo, mientras veia como dos hombres de distinta edad se distinguían en la oscuridad. Estos se sorprendieron al vernos y echaron a correr.
Empecé a perseguirlos, esprintando tras ellos a gran velocidad. Aun sin una fuente de luz, me guiaba instintivamente para evitar tropezar con algo. Las luces de las antorchas se acercaban más y más lentamente, pero en un momento, se separaron, una de ellas girando a la izquierda mientras la otra seguía recto. -¡Yo voy a la izquierda, id por el otro!- grité, suponiendo que me seguían. El hombre dudaba a la hora de escoger camino y no tardé en acercarme lo suficiente. Lancé mi cadena de forma que el gancho se clavó en la pierna del hombre y este cayó al suelo, dolorido por la herida recién provocada.
Un par de minutos después, volví a donde estaba Agatha con el hombre cojeante atado con mi cadena. Era el más joven, con pelo largo y oscuro. -Interrogadle o lo que sea.-
La mujer dedicó más frases a halagar a Elen. ¿No se callaría nunca? "Bla, bla, bla, pobre de mi, que miserable soy, que amable es la gente, bla bla." Igual la niña había aprovechado para escaparse. Reí ligeramente al oír el comentario de Johannes. ¿Estaba algo celoso? -Tranquilo, no planeo robarte a tu lobo.- dije, guiñando un dorado ojo. Aunque no iba a negar que era fácil disfrutar de su compañía, el humano parecía haberlo cuidado bien, así que lo respetaba. Poco después, Elen encontró un abrigo rosado que, según Agatha, era de su hija. Olfateé ligeramente. -Desde luego, huele como el listón. Aunque también hay algo más...- agregué. No era la peste que asaltaba las catacumbas, era distinto a la niña y a las ratas, aunque difícil de distinguir del todo. ¿Seria de humano? No podía tenerlo muy claro sin poder comparar.
Vimos unas huellas en el lodo. Más de un par, y mucho más grandes de lo que esperaba. A no ser que su hija fuese un hombre con piernas de más, había algo que no encajaba. Escuché pasos lejanos y una luz empezó a aparecer. Apreté el puño sobre mi espada con fuerza y tanteé el gancho que rodeaba mi brazo izquierdo para prepararlo, mientras veia como dos hombres de distinta edad se distinguían en la oscuridad. Estos se sorprendieron al vernos y echaron a correr.
Empecé a perseguirlos, esprintando tras ellos a gran velocidad. Aun sin una fuente de luz, me guiaba instintivamente para evitar tropezar con algo. Las luces de las antorchas se acercaban más y más lentamente, pero en un momento, se separaron, una de ellas girando a la izquierda mientras la otra seguía recto. -¡Yo voy a la izquierda, id por el otro!- grité, suponiendo que me seguían. El hombre dudaba a la hora de escoger camino y no tardé en acercarme lo suficiente. Lancé mi cadena de forma que el gancho se clavó en la pierna del hombre y este cayó al suelo, dolorido por la herida recién provocada.
Un par de minutos después, volví a donde estaba Agatha con el hombre cojeante atado con mi cadena. Era el más joven, con pelo largo y oscuro. -Interrogadle o lo que sea.-
Asher Daregan
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Re: Bajo la ciudad [Interpretativo][Libre]
La verdad es que todo ocurrió demasiado rápido, a tal punto que ni presentarme pude. Fuimos interrumpidos por dos individuos que empezaron a huir, instintivamente el hombre bestia persiguió a uno de los sujetos y casi ipsofacto me decidí por perseguir al restante. Mientras le seguía a toda velocidad por las catacumbas tuve que usar mi habilidad Fuego Intenso para iluminar el camino (está habilidad consiste que en mi forma humana mis brazos se cubren de escamas las cuales se abren y liberan ciertas llamas que utiliza para iluminar)
Antes de poder perder al grupo que ya casi dejaba atrás conseguí gritar -¡Por cierto, me llamo Terion!
Tras varias bifurcaciones y perderle el vistazo varias veces pude guiarme por los rápidos pasos del sospechoso. Conseguí encontrarlo y me abalancé sobre él, no fue muy difícil si no contábamos con mi mala orientación. Al mirar al hombre me fijé en que se trataba de un hombre de unos 40 y pocos años con una enorme cicatriz en la cara.
Me levanté y agarrando sus brazos pegados a su espalda le ayudé a levantarse, no opuso mucha resistencia así que me fue realmente fácil llevarlo de vuelta con el grupo. El hombre que iba con la cabeza agachas intentado esconder su rostro me hizo sospechar así que de un leve empujón dejé ver su rostro a la desgraciada madre. -¿Conoce a este hombre señora?- dije mientras sujetaba fuertemente sus brazos que ahora oponían mucha más resistencia. Si los hombres a los que capturamos eran reconocidos podríamos obtener una nueva pista en la búsqueda de la joven.
Antes de poder perder al grupo que ya casi dejaba atrás conseguí gritar -¡Por cierto, me llamo Terion!
Tras varias bifurcaciones y perderle el vistazo varias veces pude guiarme por los rápidos pasos del sospechoso. Conseguí encontrarlo y me abalancé sobre él, no fue muy difícil si no contábamos con mi mala orientación. Al mirar al hombre me fijé en que se trataba de un hombre de unos 40 y pocos años con una enorme cicatriz en la cara.
Me levanté y agarrando sus brazos pegados a su espalda le ayudé a levantarse, no opuso mucha resistencia así que me fue realmente fácil llevarlo de vuelta con el grupo. El hombre que iba con la cabeza agachas intentado esconder su rostro me hizo sospechar así que de un leve empujón dejé ver su rostro a la desgraciada madre. -¿Conoce a este hombre señora?- dije mientras sujetaba fuertemente sus brazos que ahora oponían mucha más resistencia. Si los hombres a los que capturamos eran reconocidos podríamos obtener una nueva pista en la búsqueda de la joven.
Terion Riverhash
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Re: Bajo la ciudad [Interpretativo][Libre]
Elen había dejado al descubierto su naturaleza, cosa que no solía hacer, pero andar a ciegas por aquellas galerías no le parecía seguro. Además, los allí presentes estaban dejando de lado sus quehaceres para ayudar a una pobre mujer, cosa que la tranquilizó un poco, lo suficiente para no arrepentirse de haber mostrado su poder. La madre examinó el abrigo y lo reconoció de inmediato a pesar de su aspecto, lo abrazó contra su pecho con fuerza, a medias preocupada y esperanzada por su hallazgo.
Ambos rastreadores señalaron el mismo camino para proseguir la búsqueda, y unas visibles huellas embarradas llamaron la atención del grupo, eran recientes. - Miren eso, silencio. - dijo Johannes, al percatarse de que una luz se acercaba a donde se encontraban. No tardaron en aparecer ante sus ojos, dos hombres con antorchas y ropas de marino, que se sorprendieron al ver al grupo y echaron a correr, reacción que resultaba bastante sospechosa.
La bruja intentó hacer lo posible por iluminar el camino a Wernack y Terion, que se lanzaron de inmediato en persecución del par de hombres, pero pronto se quedó atrás. La debilidad física era un rasgo general de su raza, y a esto se sumaba el hecho de que llevaba semanas sin dormir debidamente, con lo que no pudo mantener la carrera por mucho tiempo, se limitó a esperar que sus compañeros volviesen con los marinos.
Pronto ambos se encontraron nuevamente junto al resto de integrantes de aquel grupo de rescate, sujetando con fuerza a los sospechosos por si se les pasaba por la mente el intentar huir. La de cabellos cenicientos elevó la esfera luminosa que había creado, para ver mejor los rostros de aquellos dos individuos. Uno era mayor, las canas poblaban su barba y cabello, mientras en su cara podían verse con claridad unas marcadas arrugas. El otro en cambio era más joven, la oscura melena le llegaba más allá de los hombros.
- ¿Por qué huían? - comenzó a preguntar la hechicera, clavando sus verdes ojos en los del más viejo. - ¿Habéis visto a una niña por aquí? - prosiguió, pero ninguno parecía dispuesto a cooperar, guardaban silencio. - ¡Hablad! ¿Acaso os la habéis llevado vosotros? - volvió a preguntar, esta vez dejando que de su mano saltasen chispas de electricidad. - Una descarga siempre ayuda a soltar la lengua. - dijo con seriedad, acercando la mano al que tenía delante.
- ¡No, no! ¡No sabemos nada! - exclamó en respuesta el marino, con el miedo reflejado en los ojos al ver la electricidad tan cerca de su rostro. Elen no solía usar su elemento para intimidar a la gente, pero de otro modo no conseguirían sacarles nada, así que aprovechó que empezaba a hablar para seguir interrogándolo. - No me resultas muy creíble, si no sabíais nada ¿por qué salisteis corriendo al vernos? - el hombre cruzó una mirada con su compañero, como si buscase en él algo de apoyo. - Solo somos dos y ustedes toda una partida, que bien podrían haber sido ladrones y fácilmente nos hubieran asaltado. - habló tras una pausa lo suficientemente larga para que la maga no se creyese sus palabras, se lo podía estar inventando.
La bruja se apartó ligeramente y dirigió la mirada a sus compañeros, esperando que alguno decidiese qué hacer con ellos. Ella por su parte no los creía, echó un vistazo a Reb y a Johannes, quizá el lobo pudiese olfatearlos y determinar si en ellos había algún rastro del aroma de la pequeña.
Ambos rastreadores señalaron el mismo camino para proseguir la búsqueda, y unas visibles huellas embarradas llamaron la atención del grupo, eran recientes. - Miren eso, silencio. - dijo Johannes, al percatarse de que una luz se acercaba a donde se encontraban. No tardaron en aparecer ante sus ojos, dos hombres con antorchas y ropas de marino, que se sorprendieron al ver al grupo y echaron a correr, reacción que resultaba bastante sospechosa.
La bruja intentó hacer lo posible por iluminar el camino a Wernack y Terion, que se lanzaron de inmediato en persecución del par de hombres, pero pronto se quedó atrás. La debilidad física era un rasgo general de su raza, y a esto se sumaba el hecho de que llevaba semanas sin dormir debidamente, con lo que no pudo mantener la carrera por mucho tiempo, se limitó a esperar que sus compañeros volviesen con los marinos.
Pronto ambos se encontraron nuevamente junto al resto de integrantes de aquel grupo de rescate, sujetando con fuerza a los sospechosos por si se les pasaba por la mente el intentar huir. La de cabellos cenicientos elevó la esfera luminosa que había creado, para ver mejor los rostros de aquellos dos individuos. Uno era mayor, las canas poblaban su barba y cabello, mientras en su cara podían verse con claridad unas marcadas arrugas. El otro en cambio era más joven, la oscura melena le llegaba más allá de los hombros.
- ¿Por qué huían? - comenzó a preguntar la hechicera, clavando sus verdes ojos en los del más viejo. - ¿Habéis visto a una niña por aquí? - prosiguió, pero ninguno parecía dispuesto a cooperar, guardaban silencio. - ¡Hablad! ¿Acaso os la habéis llevado vosotros? - volvió a preguntar, esta vez dejando que de su mano saltasen chispas de electricidad. - Una descarga siempre ayuda a soltar la lengua. - dijo con seriedad, acercando la mano al que tenía delante.
- ¡No, no! ¡No sabemos nada! - exclamó en respuesta el marino, con el miedo reflejado en los ojos al ver la electricidad tan cerca de su rostro. Elen no solía usar su elemento para intimidar a la gente, pero de otro modo no conseguirían sacarles nada, así que aprovechó que empezaba a hablar para seguir interrogándolo. - No me resultas muy creíble, si no sabíais nada ¿por qué salisteis corriendo al vernos? - el hombre cruzó una mirada con su compañero, como si buscase en él algo de apoyo. - Solo somos dos y ustedes toda una partida, que bien podrían haber sido ladrones y fácilmente nos hubieran asaltado. - habló tras una pausa lo suficientemente larga para que la maga no se creyese sus palabras, se lo podía estar inventando.
La bruja se apartó ligeramente y dirigió la mirada a sus compañeros, esperando que alguno decidiese qué hacer con ellos. Ella por su parte no los creía, echó un vistazo a Reb y a Johannes, quizá el lobo pudiese olfatearlos y determinar si en ellos había algún rastro del aroma de la pequeña.
Elen Calhoun
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