Sirviendo se aprende mejor [Posada de Dundarak][Trabajo]
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Sirviendo se aprende mejor [Posada de Dundarak][Trabajo]
Cuando eres un chico de 12 años y recorres sólo un lugar tan extraño y peligroso como Aerandir te das cuenta que las prioridades cambian. Si en la seguridad del templo para mí lo primordial era aprender un truco nuevo o encontrar algo en que divertirme entre las sesiones de entrenamiento, ahora debía lidiar con cosas que antes parecían tan mundanas, sencillas. ¿Qué comería al día siguiente?, ¿dónde dormiría ese día de lluvia?, ¿cómo evitaría que los mosquitos hicieran un festín de mí?, ¿dónde podría vaciar mis intestinos?. Fue así que un día, casi en los huesos tras alimentarme de frutos silvestres y el ocasional, pero muy raro, conejo que lograba cazar, llegué a la zona de Dundarak.
Allí el clima era duro, los vientos parecían querer arrancar trozos de piel y la nariz apenas se sentía del frío. Con razón muy pocas personas se apreciaban en esos lados. Pero debía conocer las famosas tierras de los dragones, debía aprender sobre ellos, verles volar en sus formas majestuosas y aprender de sus debilidades. Pero primero debía comer. Esos territorios no proveían de mucho alimento natural y comprenderán que un chico en pleno desarrollo necesita de meriendas abundantes. Fue así que me topé con el aviso pegado en la puerta de la posada.
“Se necesita camarero”.
La verdad es que inicialmente una sombra de duda se pasó por mi rostro, yo había sido entrenado para guerrero, no para sirviente, y eso me retrasaría en mis objetivos, pero pronto el sonido de mi barriga me indicó que no era momento de ponerse complicado, era mi mejor opción de tener un lugar donde echar mis huesos, porque a esas alturas había poco más que huesos en mi cuerpo, envueltos en un saco de piel, además de obtener un plato de comida al día. No era más lo que yo necesitaba, aunque algo de dinero para el bolsillo no me venía nada de mal.
Al entrar a la posada me sentí extraño, intimidado. Había allí aglomeradas más personas que las que había visto en las calles. Quizás era el frío y el viento que hacía que todos buscaran abrigo, pero esa mezcla de personas en aquel lugar pequeño y de maderas ennegrecidas por el humo de la chimenea y el paso de los años me hizo sentir pequeño. No tardé en reponerme, sin embargo, y caminé más decidido por fuera que por dentro hacia la barra.
-Qué necesitas, ¿mocoso? -me preguntó de manera agresiva el tendero.
-Ne.. ne… -me maldije en mi fuero interno por tartamudear en esa situación donde justamente necesitaba determinación. El sujeto se rió y pareció querer pasar de mí- necesito hablar con el dueño.
-Pues lo tienes frente a ti.
Sentí que las tripas se me iban al suelo, pero levanté la mirada y por fin pude hablar con determinación.
-Quiero el puesto de camarero.
Me miró con cierto recelo, examinándome con la vista de pies a cabeza, seguramente para estar seguro de que no iba a ser más una molestia que una ayuda y finalmente me preguntó por mis padres.
-No tengo padres -fue mi simple respuesta.
Al parecer eso le convenció. No quería tener que lidiar con padres, sino que quería alguien que estuviera en todo momento disponible para el trabajo. Al parecer le agradó mi edad, pues ya tenía suficientes años para cuidarme solo, pero era también lo suficiente joven para tener que obedecerle ciegamente y por poca paga. A mí me daba igual, yo quería un lugar donde descansar, recobrar fuerzas y alimentarme, además de juntar algo de dinero para cuando decidiera continuar mis viajes.
Fue así que terminé siendo empleado en esa posada, como el más pequeño en jerarquía de quienes sobrevivían gracias a ese tradicional lugar. Pronto aprendería que la vida de trabajo no era sencilla y que de aquella experiencia iba a aprender más de lo que inicialmente había pensado, pero todo eso iba a quedar para el día siguiente, por ahora yo no iba a hacer más que descansar. Me permitió dormir en la bodega, tendido sobre unos sacos vacíos a los que agregué un poco de paja que me pude sacar de los establos. No era gran cosa, pero era mejor que dormir a la intemperie. Caí dormido como un tronco esa noche.
Demian
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Re: Sirviendo se aprende mejor [Posada de Dundarak][Trabajo]
Me levanté al día siguiente como nuevo y con los primeros rayos del sol ya estaba listo para comenzar con mi trabajo. Grande fue mi sorpresa al notar que el cocinero ya se encontraba en la cocina preparando los panes y me dio una mirada severa.
-Llegas tarde, pero te la perdono porque es el primer día. Tráeme ese saco de harina y luego anda a ver si algún cliente ya espera su desayuno -me ordenó.
Caminé hacia el saco que me había indicado y lo intenté levantar, pero para mi sorpresa pesaba como si fuera una vaca, o al menos eso me pareció, y no conseguía apenas moverlo. Desde un rincón el cocinero emitió una carcajada. Yo no iba a permitir que se rieran de mí en mi primer día, así que me puse como objetivo desplazar ese maldito saco a como diera lugar. Después de algunos intentos fallidos utilizando la fuerza de mis brazos finalmente recurrí a una mezcla de usar mi telekinesis para ayudar a mis brazos a poner el saco en su lugar, sobre mi espalda, para luego caminar penosamente hasta el lugar en que él me había indicado y dejarlo caer en el suelo.
-Cuidado, que no es una piedra, se puede romper -me reprendió. Yo comenzaba a comprender por qué les había costado encontrar alguien dispuesto a tomar el trabajo.
-Mi nombre es Demian, por cierto -le dije para ir estableciendo lazos, pero él se limitó a hacerme un ademán con la mano de que fuera a trabajar.
Pasé el resto del día aprendiendo lo básico, cómo tomar las órdenes de los clientes, avisar al cocinero y luego repartir las cosas, además de pasarme cualquier rato que me quedara libre limpiando mesas, barriendo la cocina, botando restos de comida, haciéndome cargo de los caballos de los clientes con suficiente dinero para tener uno, llevando cosas desde la bodega a la cocina, aseando los dormitorios, trapeando el piso, ordenando mesas y sillas, limpiando la entrada, saludando clientes, limpiando platos, sacando agua del pozo y toda una larga lista de tareas que en mi vida había imaginado que era necesario hacer en una posada. No fue de extrañar que llegara al final de la jornada exhausto y sólo deseando tenderme en mi cama… o lo que equivalía a una, que era mi pequeño espacio en la bodega.
Me dejé caer como quien tira un saco de arena, pero entonces oí las voces del dueño hablando con el cocinero y decidí prestar oído detrás de la puerta.
-Ah, déjalo ya, Morak, ese chico no te ha hecho ningún daño -le decía el dueño a su cocinero.
-No entiendes, Rumix, siempre aceptas a gente que no es de este pueblo, pero no podemos confiar en ellos, no sabes qué intenciones pueda tener un chico así en estas tierras -contestó él- no entiendes que somos pocos y debemos cuidar de los nuestros, los extranjeros son problemas.
-Dale al menos una oportunidad, no seas un amargado.
Volví entonces a mi lugar de descanso y supe que mi vida en ese lugar no iba a ser precisamente fácil, pero estaba dispuesto a pasar por todos los problemas que fuera necesario para obtener mi sustento y unas monedas para mi bolsillo. Una cosa estaba clara, al cocinero no le gustaba mi presencia allí y no podía contar con que me la hiciera fácil, él me prefería fuera de ese lugar.
Última edición por Demian el Lun 16 Feb 2015 - 16:05, editado 1 vez
Demian
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Re: Sirviendo se aprende mejor [Posada de Dundarak][Trabajo]
Así pasaron los días y, cosa curiosa, entre tanto trabajo ni siquiera había tenido tiempo de pensar en asesinar a nadie ni a nada, sino que poco a poco me había convertido en una persona de vida simple y ocupaciones varias. En mi cabeza ya llevaba la cuenta de las cosas que tenía que hacer y, si terminaba con algo, pronto me encontraba a mí mismo adelantando trabajo en otra área, por lo que cada vez terminaba los días menos cansado y mi efectividad iba mejorando. En cuanto a Rumix, decidí que era mejor ignorar sus malos tratos y concentrarme en hacer mi trabajo. No parecía que mejorara su actitud conmigo, pero al menos lograba evitarle la mayor parte del tiempo.
Ese día desperté para encontrar tanto la expresión dura de Rumix como la barriga prominente de Morak fijos en mí. Por un momento pensé que me había quedado dormido o que había olvidado hacer algo, pues no parecían muy contentos. Me puse de pie de inmediato.
-¿Recuerdas cuando no pudimos encontrar una botella de licor añejo el otro día y que ese mismo día una cliente reclamó que había perdido unas monedas? -me preguntó.
Asentí, comenzando a comprender que algo extraño pasaba y que no estaban allí para felicitarme.
-Pues ahora ha desaparecido otra botella y Morak me ha dicho que te ha visto en movimientos extraños en la bodega, sacando cosas que él no te ha pedido… cree que estás vendiendo algunas de nuestras cosas para hacerte de dinero extra y sacando cosas de los bolsillos de los clientes… cree que eres un ladrón.
La acusación me cayó como un balde de agua fría y negué de inmediato con mi cabeza. Yo sabía que Morak no me quería, pero no le había creído capaz de inventar cosas hasta ahora. Mi primer pensamiento fue que era el propio Morak el que había robado los licores y las cosas de los clientes, pero me contuve de realizar tales acusaciones sin pruebas, al fin y al cabo esos 2 eran viejos amigos y yo era el nuevo y más joven allí.
-Yo tengo una manera muy efectiva de lidiar con los ladrones, ya sabes, en un pueblo chico cada uno cuida de la ley -me dijo con un aire que me paró los vellos de la piel. Acto seguido me mostró una especie de látigo de caballos que tenía colgado de la muralla de la bodega.
-No he hecho nada -afirmé convencido- No tienen ninguna prueba en mi contra.
-No, aún no te he pillado en nada que pueda estar seguro, pero voy a tener un ojo siempre puesto en ti, si te descubro sacando cosas para venderlas… -apuntó nuevamente a la muralla- yo mismo te arrancaré la piel a golpes, ¿entendido?.
Asentí rápidamente y miré de reojo a Morak, que parecía muy contento de sí mismo. No recordaba haber deseado tanto matar a alguien en específico en mi vida. Lamentablemente si intentaba algo contra él podía yo ser el perjudicado y ciertamente no tenía intenciones de saber lo que era ser azotado como un caballo. Pensé en irme de ese lugar, pero eso era como reconocer que yo era el culpable y quizás me castigaban de todas maneras, además aún no me daban mi pago de la semana. No, yo debía descubrir quién estaba detrás de los robos y limpiar mi nombre, pero para eso iba a necesitar algo de astucia… y quizá algún truco bajo la manga.
Demian
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Re: Sirviendo se aprende mejor [Posada de Dundarak][Trabajo]
Mi plan era sencillo, pero debía ser cuidadoso de que Morak no me viera, pues mis dudas apuntaban a él en cuanto a la desaparición de licores. El obeso espécimen no parecía tener muchos remordimientos en mentir, bien podía ser él mismo un ladrón. Para tener éxito necesitaba primero obtener algunos ingredientes, de manera que aproveché mi tiempo de descanso para ir muy rápido al pequeño mercado del pueblo. Una mujer vendía unas hortalizas algo maltratadas, alguien ofrecía jamón y manteca, en otro lugar se vendían ropajes de lana para soportar el frío de las montañas. De buenas ganas habría comprado cualquiera de las cosas que se ofrecían, pero me centré en encontrar lo que buscaba. Finalmente di con un puesto de hierbas.
-Necesito un poco de mandrágora y otro poco de dormidera o beleño, por favor… ah, y un poco de esa flor de allí -le dije a la anciana vendedora. Ella asintió y buscó entre sus plantas unas muestras, que puso luego en tres saquitos.
-Dile al paciente que las va a tomar que no abuse de ellas, ¿de acuerdo? -me indicó. Yo asentí y le prometí que lo haría. Ella no sabía que yo no pensaba usarla de manera medicinal, pero eso no venía al caso de comentarlo en ese momento.
Una vez provisto de los ingredientes me dirigí a la posada de inmediato y, aprovechando que aún tenía algo de tiempo, me dispuse a preparar mi trampa en la bodega. Procuré avisarle al señor Rumix que iba a la bodega a descansar un poco, no quería que pensara que andaba sacando cosas y prefería que supiera que yo estaba en ese lugar de mis labios antes que de los de Morak. Sabía que los robos siempre habían ocurrido en la tarde, así que era el momento de preparar todo. Primero puse un hilo muy fino al fondo de las escaleras de la bodega. Ese lugar era oscuro, lo que ayudaría a que la trampa estuviera perfectamente oculta. El hilo sostenía en un fino equilibrio un montón de ollas puestas junto a la escalera, en altura. Era algo muy sencillo, pero suficiente para alertarme si alguien entraba allí.
Mi siguiente paso en la preparación de mi plan fue moler las plantas y, utilizando algunos otros elementos de la bodega, preparé un concentrado veneno adormecedor, el que puse cuidadosamente en un plato pequeño. A continuación tomé unos trozos de papel y 3 agujas y con ellos confeccioné 3 dardos pequeños. Un palito ahuecado cumpliría las veces de cerbatana. Oculté todo eso detrás de unos barriles, cerca de la entrada de la bodega.
Ya terminados mis preparativos salí de allí, procurando que el señor Rumix me viera salir y pudiera estar seguro que no cargaba ningún licor conmigo, pues de seguro mis andanzas habían despertado más de alguna sospecha. Por suerte Morak se encontraba a esa hora muy ocupado cocinando una gigantesca olla de estofado para los clientes que llegaran al anochecer deseosos de algo caliente y reponedor.
Me puse entonces a trabajar en atender a los clientes que en ese momento comenzaban a llegar, pues ahora sólo me cabía esperar y ya me había tomado mucho tiempo de descanso. De más está decir que a partir de ese momento me mantuve en alerta constante, como un gato al acecho de su presa, esperando con ansias que el ladrón hiciera su movida nuevamente ese día, atento a cada suceso que pudiera ocurrir, a cada movimiento sospechoso. Mis sentidos estaban listos, sólo era cuestión de tiempo.
así pasaron un par de horas.
Demian
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Re: Sirviendo se aprende mejor [Posada de Dundarak][Trabajo]
El ruido de ollas cayendo no era algo inesperado en un lugar como ese, de manera que no llamó especialmente la atención de nadie más, pero yo lo estaba esperando. Casi de un salto dejé lo que estaba, para disgusto de un cliente que en ese momento se preparaba para ordenar su comida, y salí corriendo hacia la bodega. Había dejado todo en su lugar, listo para ser usado. La pócima preparada ya se había secado bastante, quedando con una consistencia ya no líquida, sino resinosa, lo que era ideal para adherir a las agujas. El sujeto se asomó entonces de la bodega con cautela, consciente de que podrían haber ojos mirando tras el ruido. Al ver sólo un niño pensó que era asunto fácil y su día de suerte… no esperaba lo que venía.
Tratando de mantener la calma lo máximo posible, apunté la cerbatana directamente a su cuerpo y disparé. Él se cubrió con su brazo y la aguja se clavó en su piel. La retiró de un tiro y me miró disgustado.
-Largo de aquí mocoso -me dijo con cara de pocos amigos, al tiempo que se disponía a salir de allí.
Un segundo dardo le dio en una pierna, con lo que me miró aún con más odio. Me apresuré a disparar la tercera y última munición, pero él fue más rápido y me logró conectar un golpe con su mano en la cara. No me lo esperaba y casi al instante me vi en el suelo, con todo a mi alrededor dando vueltas y un sabor metálico en la boca. La cabeza parecía que me iba a estallar y los oídos estuvieron unos segundos sin detectar más que un zumbido, pero luego de pasar lo peor pude recobrarme y volver a ponerme de pie. Escupí una mezcla de saliva y sangre y me dispuse a seguirle. Él en ese momento estaba a punto de salir por la puerta principal, caminando muy tranquilo, sin que nadie le dijera nada.
-¡Deténganlo!, es el ladrón -grité.
Al instante él emprendió la carrera y yo no perdí tiempo en correr tras suyo. La cabeza aún me dolía, pero intenté no poner atención a eso y sólo enfocarme en seguirle. Sabía que había logrado ponerle 2 dosis de venenos, así que muy pronto comenzaría a hacer efecto, sólo esperaba no haberle perdido de vista para esas alturas.
No fue necesaria una carrera muy larga. A poco andar comenzó a disminuir su velocidad. A esas alturas yo ya había chocado con 2 personas, pero al menos ya le ganaba terreno. Muy pronto cayó de rodillas, atontado, como si estuviera muy cansado o enfermo. Yo me limité a guardar un poco de distancia mientras él caía dormido.
-¿Qué me hiciste? -fueron sus palabras antes de caer dormido por efecto del veneno.
-No te preocupes, no es un veneno mortal, sólo dormirás -le dije.
En ese momento ya llegaban junto a mí el señor Rumix y algunos curiosos que habían mirado lo que ocurría. Poco después llegó Morak. Todos se sorprendieron, pero en una revisión del sujeto durmiente que tenían frente a sí pudieron encontrar las joyas de una de las clientes. Era claro que el sujeto que tenían frente a sí era el verdadero ladrón y yo hinché mi pecho con orgullo y alivio, me había librado de el cruel castigo con que me habían amenazado y ahora todos me miraban con respeto.
Mi momento de gloria no duraría mucho.
Demian
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Re: Sirviendo se aprende mejor [Posada de Dundarak][Trabajo]
Yo sabía que ese día iba a ser intenso, pero no pensé que llegaría a esos extremos, pues cuando todos parecían satisfechos por la captura del ladrón se escuchó el grito distante “fuego”. Al principio no lo asociamos como algo cercano, podría ser cualquiera, pero no tardamos en darnos cuenta que el aviso venía de la posada. Al parecer en la conmoción algo se había dado vuelta en la cocina y se había generado un incendio, así que todos corrimos sobre nuestros pasos para poder ver lo que ocurría.
-Mi posadaaa -gritó angustiado el dueño.
Yo me quedé unos segundos como bobo, sin saber qué decir o pensar, mucho menos qué hacer, pero luego caí en cuenta que el incendio no debía llevar mucho rato y me sumé a los esfuerzos por luchar contra el fuego. Entre así a la posada, donde ya tanto Rumix como Morak se esforzaban en alejar objetos de madera de las llamas. El fuego aún estaba restringido a la cocina y pretendían que siguiera así.
-Rápido chico, trae agua -me ordenó el dueño.
No la pensé 2 veces, tomé 2 cubetas y las fui a llenar con prisa al pozo de donde sacábamos el agua a diario. Eran algo pesadas de cargar, pero la adrenalina del momento me hizo no quejarme y llegar lo más rápido que pude con la preciada carga. Al lanzarla sobre las llamas fue evidente que a ese ritmo no íbamos a lograr nada.
Salí entonces por la siguiente carga, pero noté que las mismas personas del pueblo se comenzaban a juntar para ayudar en la lucha contra el fuego.
-Es en la… cocina -expliqué a pesar de que me faltaba el aliento- aún no… prende… el techo… hay que actuar… rápido.
Los pobladores sabían que la única manera de evitar daños mayores era actuar muy rápido, así que formaron una línea desde el pozo a la posada en que se iban pasando las cubetas de mano en mano. Me sorprendió ver tal trabajo en equipo sucediendo de una manera tan espontánea, pero imaginé que no era la primera vez que realizaban tal procedimiento. No me di tiempo para apreciar lo que hacían, sino que me sumé, poniéndome en el extremo de la fila que concluía al interior del recinto. El aire comenzaba a estar cargado de una mezcla de humo con olor a grasa quemada. Para poder respirar con más calma tomé un mantel y me lo amarré sobre la nariz y boca. No era una tela muy eficiente para la tarea, pero al menos ayudaba.
No estoy seguro de cuántas cubetas pasaron una y otra vez por mis manos, las que luego pasaba a Morak y éste a Rumix, pero se que mis brazos me dolían como si tuviera los huesos rotos de tanto cansancio, pero allí seguí, colaborando y luchando contra el agotamiento, la falta de aire y el calor que se había disparado al interior de ese recinto. Por otro lado, la cabeza aún me daba vueltas del golpe recibido de parte del ladrón. Lamenté ser tan joven, de seguro los adultos soportaban más que yo, pero yo estaba exhausto.
Por suerte y gracias al esfuerzo de todos, pude notar que el humo poco a poco comenzaba a disminuir y que el calor ya no se sentía tan intenso. Al parecer íbamos ganando la batalla contra el fuego.
En algún momento perdí la conciencia, derrotado por el cansancio, la falta de aire limpio y el dolor de cabeza, perdiéndome en un mundo de vagos sueños sin sentido.
Demian
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Re: Sirviendo se aprende mejor [Posada de Dundarak][Trabajo]
Desperté sobresaltado en una cama, en una habitación que no conocía. Mis primeros pensamientos fueron al fuego del incendio, pero pronto comprendí que ya no estaba allí, sino que de alguna manera había salido de esa. No fue necesario pensar demasiado para comprender que los pobladores de seguro me habían sacado al desmayarme y me habían llevado a un lugar seguro.
Me senté en la cama y traté de hilvanar la serie de acontecimientos que había ocurrido en recientemente. El ladrón que había derrotado con veneno, el incendio posterior. ¿Sería acaso mi culpa el fuego?, probablemente no de manera directa, pero tal había sido el escándalo que causé al llamar tanto la atención con el ladrón que se había causado un descuido que había llevado a tal siniestro.
Salí de la cama y fui consciente que estaba casi desnudo. La habitación en que estaba era sencilla, pero había allí un espejo que me permitió revisarme. Algunas partes de mi piel estaban sensibles y rojizas, pero en todo momento había guardado mi distancia con el fuego y no tenía quemaduras. Curiosamente, me encontraba bastante limpio, seguramente me habían mojado al salir de ese lugar para asegurarse de que no hirviera en fiebre. Incluso descubrí que mis ropas estaban dobladas y limpias en un banco junto a la cama. Junto a todas mis pertenencias, mis dagas incluidas. No tardé en vestirme y animarme a dejar esa habitación.
La casa en que estaba era sencilla y tras un corto pasillo fui a dar a un comedor central. Una anciana preparaba un estofado en una olla sobre el fuego de una chimenea. Era pequeña y de avanzada edad, con movimientos lentos y paso arrastrado. Me miró con ojos dulces.
-Vaya, veo que ya despertaste, joven -me dijo de manera cariñosa.
-¿Cómo he venido a parar aquí? -quise saber.
-Bueno, cuando te desmayaste en el incendio te sacaron de inmediato. Yo estaba allí, pero por mi edad no podía ayudar con el agua o hacer nada útil, así que me ofrecí a cuidarte. Un joven me ayudó a traerte hasta acá.
Sonreí e hice una venia con la cabeza.
-Estaré siempre agradecido de lo que ha hecho por mí -le dije de manera sincera.
Si bien quise salir para informarme más de lo sucedido y volver al trabajo, ella no me lo permitió sin antes servirme un plato de ese estofado que preparaba. Estaba caliente y me costó empezar, pero era el estofado más exquisito que hubiera probado en mis 12 años de vida, por lejos. Los disfruté tanto que incluso acepté una repetición. En ese rato ella me contó que, por suerte, el incendio había afectado principalmente a la cocina y que la estructura del inmueble se había salvado, si bien por ahora no estaban atendiendo clientes en la posada porque todo era un desastre. Comprendí que aquello no eran muy buenas noticias, pero al menos no había habido una pérdida total que terminara de golpe con mi fuente de trabajo.
Una vez hube terminado de comer me despedí de manera sincera, consciente de que aquella anciana mujer había hecho un gran gesto por mí y que en cierta manera ahora tenía una deuda con ella, aún cuando no me había pedido nada a cambio.
Acepté de sus manos un último gesto, una fruta para el camino, la cual devoré tan sólo salir, no realmente por hambre, sino porque no pretendía llegar comiendo cuando entrara a la posada. La casa de la anciana estaba muy cerca y pude distinguir rápidamente el camino. Tragué saliva, no sabía exactamente con qué me podía topar tras los desafortunados hechos, pero tenía la frente en alto por haber hecho lo posible por ayudar.
Crucé el pórtico de la posada.
Demian
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Re: Sirviendo se aprende mejor [Posada de Dundarak][Trabajo]
La palabra desastre era sencillamente la que mejor describía la visión que tuve al entrar a la posada. Las mesas estaban todas desparramadas, había trozos de sillas dispersos, el barro predominaba en todo el piso y las manchas del agua utilizada en la lucha contra el fuego sobresalían por todos lados. El techo tenía una enorme mancha negra cerca de la entrada de la cocina, que se extendía prácticamente por todo el cielo. Restos de vasos, platos y comida se encontraban repartidos por todo el lugar, lo que creaba un olor desagradable. Un fuerte olor a vino se mezclaba con todo aquello, evidenciando que uno de los barriles se había roto en el incidente. Di un largo suspiro y me dispuse a seguir avanzando.
-Por fin llegas, Demian, tenemos mucho trabajo que hacer -dijo de pronto la voz de don Rumix, que emergía del sótano cargando una caja vacía.
-Sí, señor -fue mi inmediata respuesta.
-Por cierto, ¿te encuentras bien? oí que en el incendio te desmayaste y que alguien te estaba cuidando hasta que despertaras.
-Sí, una anciana me cuidó y ahora estoy bien. Creo que el combo que me dio el ladrón, más el calor del incendio me pasaron una mala jugada.
Asintió y me indicó el piso del salón. No necesité más que eso para comprender lo que debía hacer, pero un pensamiento cruzó de pronto mi cabeza.
-¿Está bien Morak? -pregunté.
-Sufrió algunas quemaduras leves y ahora está en su casa, recuperándose, pero nada grave, de seguro pronto le tendremos de vuelta por acá con sus regaños.
Asentí, aunque sin saber si sentirme aliviado o preocupado por su regreso. Yo sabía claramente que él no me quería en ese lugar y que ya sacaría alguna excusa para sugerir que me fuera, así que preferí simplemente disfrutar de la tranquilidad que me otorgaba el poder trabajar sin tener que estar alerta a su presencia y a lo que pudiera decir.
Me puse entonces a trabajar en silencio, priorizando sacar lo que hubiera quemado y sacar el agua y el barro del lugar. En un principio parecía como si fuera imposible limpiar la posada, como si se necesitara de una tropa completa, pero poco a poco la suciedad comenzó a desaparecer. Ciertamente no iba a terminar pronto y muchas cosas iban a faltar una vez que se pudiera hacer un recuento.
Horas más tarde, finalmente el señor Rumix me pasaba un enorme trozo de pan y queso para comer, pues claramente no podíamos usar la cocina para preparar algo, mientras el sol se ponía en el horizonte. Para mi suerte, la anciana me permitió dormir nuevamente en su casa esa noche, pues la bodega aún estaba inutilizable. No recuerdo haber dormido tan cansado y con tantas ganas en toda mi vida.
Demian
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Re: Sirviendo se aprende mejor [Posada de Dundarak][Trabajo]
La siguiente jornada me desperté algo más tarde que de costumbre, agotado por tanto trabajo del día anterior y me dirigí nuevamente a la posada para continuar las labores. Cuando acepté el trabajo había pensado que mis labores se restringirían a recoger y servir platos, pero la experiencia había sido tan diversa que comencé a comprender por qué tantas personas no dejaban jamás sus pueblos de origen, con tanto que hacer no había tiempo para soñar.
Ese día ya habíamos terminado la limpieza del salón y ahora había que volver a poner a todo en su lugar y asegurarse de que la posada pudiera volver a atender. No sería tarea fácil, lo primero era trapear cada dormitorio, pues el olor a humo no iba a atraer clientes. Pasé la mañana completa restregando y restregando, hasta que la espalda me dolía ya de tanto agacharme, pero al final los dormitorios tenían ya un aroma que era posible soportar. Luego saqué cada sábana y frazada de las camas y las puse todas a lavar en una enorme olla con agua caliente. Estaba seguro que algunas de esas sábanas no habían sido lavadas en semanas, pero era mejor que todo estuviera limpio para la reapertura.
A la hora del almuerzo comimos carne seca con un vaso de leche y un trozo de pan. Aún la cocina no estaba operativa como para preparar alimento de verdad, lo que lamenté.
En la tarde la tarea fue de reponer las cosas de la cocina a su funcionamiento. No era una tarea agradable, como allí había estado el fuego el olor era desagradable, mezclando olor a humo, grasa quemada y múltiples alimentos calcinados que costaba reconocer. Eso sin mencionar las cosas que ya estuvieran en mal estado antes del incendio mismo. Suspiré y me puse a la tarea. Primero hubo que botar todo aquello que ya no sirviera, lo que era una enorme torre de basura que fue necesario cargar en varias carretilladas. A continuación la ardua tarea de rescatar ollas, quitándoles la gruesa capa de cosas quemadas o descompuestas. Tuve que aguantar el asco y simplemente trabajar en silencio.
Terminada esa labor pudimos dedicarnos a limpiar la bodega. Por suerte el fuego no la había afectado mayormente, pues estaba en el subterráneo, aunque era un caos. Tuve que clasificar las cosas nuevamente, dejando las cajas cada una en su lugar. Al principio fue tarea fácil, pero al cabo de un rato ya los brazos me dolían de tanto esfuerzo, aún cuando utilizara mi telekinesia para ayudarme en el proceso de levantar y mover cosas, pero poco a poco todo comenzaba a lucir de la manera correcta nuevamente y, lo más importante, podría tener un lugar donde dormir nuevamente, sin depender de la compasión de otras personas.
Terminada la jornada me tendí de espaldas totalmente agotado, pero en cierta manera contento de la labor realizada. No acostumbraba realizar ese tipo de tareas y la experiencia había sido enriquecedora, aunque una parte de mí se convencía más y más de que no podía seguir para siempre realizando ese trabajo, debía continuar mi viaje si no quería terminar detenido en ese pueblo para siempre, de modo que comencé a contar el dinero reunido en aquellos días y a pensar en cuál sería mi siguiente destino.
Decidí que iba a avanzar en rumbo sur, hasta pillar algo interesante, pero primero iba a cooperar en un último evento en la posada, la reapertura luego del incendio, pues de seguro iba a ser un día intenso y con mucho trabajo y podía sacar buen dinero en propinas de aquello.
Pensando en estas cosas me quedé dormido.
Demian
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Re: Sirviendo se aprende mejor [Posada de Dundarak][Trabajo]
El último día iba a ser en grande. Me levanté muy temprano y comencé a ayudar en llevar las cosas necesarias a la cocina. Allí estaba ahora Morak, con su mirada de desprecio tradicional y su barriga prominente, cocinando en varias ollas a la vez. Decidí sólo hacer un saludo discreto a su persona y seguir adelante en mi camino. Iba a ser un día a lo grande, no iba a perderlo discutiendo con él.
La voz sobre la reapertura se había corrido rápidamente y muchos estaban allí presentes, ya sea porque anduvieran de viaje o simplemente, como muchos, porque vivían allí y querían prestar su apoyo al dueño de esa manera, comprando un plato de comida o una jarra de cerveza. Había allí personas que parecían guerreros y otros que simplemente eran lugareños, algunos ancianos, jóvenes, de todo. Tanta gente iba a significar, por supuesto, muchas órdenes que atender, de modo que me dispuse de inmediato a la tarea. Uno tras otro fui despachando los platos servidos con aquellas comidas caseras en que se especializaba Morak. Había que decirlo, el tipo podía ser muy desagradable, pero cocinaba como los dioses.
Un sujeto consumió algunos tragos de más y pronto comenzó a reclamar por todo y hacer sentir a la gente incómoda. Le pedí que saliera, pero se rehusó. Insistí, le dije que era mejor que se fuera a descansar, pero no parecía oírme. Cuando pensé que iba a tener un gran conflicto, otras personas de entre los clientes me ayudaron a sacarlo. Definitivamente la gente del norte podía ser tosca y poco sociable, pero a la hora de ayudarse eran un ejemplo, cuando tenían que cooperar con otro lo hacían sin chistar ni pedir nada a cambio. Había aprendido mucho de esa gente, pero llegaba la hora de irme.
La jornada terminó sin mayores novedades más que el cansancio y la sensación de deber cumplido. Entonces me acerqué al señor Rumix.
-Señor… usted ha sido muy bueno conmigo, me dio trabajo y un lugar donde dormir, voy a estar eternamente agradecido de usted -le dije con respeto. Me miró sospechando hacia donde iba la conversación.
-¿pero…? -completó mis palabras.
-Pero debo irme. -continué- . Cuando llegué a este lugar tenía la intención de conocer y obtener algo de dinero y creo que he logrado ambos objetivos… ahora conozco a la gente de este lugar y me parecen unas personas geniales, pero aún me queda mucho por conocer.
Él asintió, lo que me hizo sentir relajado. En algún momento pensé que podía enojarse, llamarme mal agradecido, pero no lo hizo. Quizás en cierta manera estaba aliviado. Si bien me quería y me defendía del cocinero, seguramente para él no era muy agradable tener una división bajo el techo de su trabajo, así que comprendía que era lo mejor que yo partiera.
-Eres un chico especial, Demian… desde que llegaste has sido un misterio, con tus miradas que parecen estudiar cada cosa que uno hace y tu silencio, pero en el fondo se que eres un buen chico, incluso hiciste un gran esfuerzo por salvar esta posada del incendio… cuando partas encontrarás tu salario completo y algo de comida para el viaje… si algún día decides volver, acá encontrarás una mano amiga, ¿vale?.
Asentí con una sonrisa y me dirigí a la bodega a pasar la última noche de descanso en ese lugar. A la mañana siguiente me ponía nuevamente en camino hacia lo desconocido, esperando encontrar la manera de cumplir con la misión que mi maestro me había encomendado, sin saber que había avanzado en la misma un montón en mi estadía en la posada.
Demian
Aerandiano de honor
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Re: Sirviendo se aprende mejor [Posada de Dundarak][Trabajo]
Excelente trabajo Demian, un uso envidiable de los recursos y muy buena narrativa.
Tuviste en cuenta todos los puntos requeridos en el trabajo y fue un placer leerte.
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- 3 puntos de experiencia para tu habilidad pasiva de trampas y venenos que deberás solicitar [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
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Thorn
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