Sanando una peligrosa herida [Interpretativo - Libre][Cerrado]

Enio había escuchado de la existencia de más aracnes como ella, y eso era lo que buscaba en el pantano, un compañero o compañera para no ser la única, seguramente él o ella también tenían que lidiar con el rechazo y la soledad.

El panorama era desolado, no se percibía un alma a la redonda,  ni animales ni insectos, como si el lugar estuviese maldito pues Enio no se explicaba porque no hallaba nada en aquel pantano. La araña camino un par de horas, despistada y aburrida, sin rumbo fijo y con solo sus armas de acompañantes,  unos minutos después mientras pensaba en cuanta tontería pasaba por su cabeza se percató de un rastro de sangre, algo fresco, sangre similar a la humana pero con otro toque que no reconocía, cuando Enio toco la sangre todavía estaba liquida, unas gotas en el suelo aún seguían liquidas por lo que se dio cuenta de que había alguien herido en las cercanías.

La aracne siguió el rastro, que a medida que avanzaba se hacía más débil y más débil hasta que desaparecía con  una mancha más grande y terminaba en seco justo ahí como si hubiera desaparecido de la nada aquel ser herido.

La aracne levanto la vista, era difícil percibir algo entre los árboles, si era un animal herido seguramente la carne volvería al menú esta noche. Enio dirigió la mirada en todas direcciones, tratando de encontrar un nuevo rastro hasta que a la lejanía vio un hombre que caminaba con dificultad y sujetándose la pierna, seguramente era el quien sangraba pensó la araña mientras le seguía procurando no hacer mucho ruido.

Al cabo de unos minutos de vigilar a la lejanía Enio diviso como otro hombre se acercaba a ayudarlo, seguramente era su acompañante pues era ilógico pensar que alguien herido vagase solo en un pantano con criaturas salvajes y peligrosas al acecho.

Enio se acercó poco a poco al par mientras intentaba escuchar algo que le sirviera, si caía muerto el tipo en aquel lugar aprovecharía sus nutrientes y si no pues ya sabría qué hacer.

La aracne se apresuró haciendo algo de ruido para alcanzar a ambos que descansaban dentro de un viejo sauce.

-Sangre, huelo sangre- Dijo Enio mientras se paraba frente al hueco del sauce y dejaba ver su antropomórfica figura.

-¿Son ustedes quienes apestan a sangre verdad?- Pregunto la araña mientras dibujaba una sonrisa en su cara y babeaba por los extremos de sus labios.

-Es que tengo mucha hambre…

La propuesta de la araña había quedado en el olvido, siempre había pensado que cada quien tenía que rascarse con sus propias garras, y ya que su enemigo había cambiado de objetivo estaba libre de peligro, la aracne había logrado zafarse de un lio, el troll al que había estado ahuyentando se había dado la vuelta para socorrer a su compañero, Enio rápidamente se dio la vuelta guardo su arco y sin más se dio la vuelta y avanzo dejando atrás a los infortunados sujetos que seguramente morirían a manos de aquellos trolls.

Enio ya estaba a una distancia considerable cuando decidió quedarse a observar, pudo ver como uno de las bestias lograba asestar un golpe fuerte sobre uno de los tipos, tanto que había sido aventado contra uno de los muros del agujero del árbol, un palo para defenderse pensó la Aracne, era tonto usar un palo habiendo otras armas más efectivas solo un humano podía tener semejante idea tan absurda pensó Enio, que se acercó a un árbol grande para esconderse y ver desde ahí la pelea. La aracne sonreía a todo lo que su boca le daba, era muy gracioso para ella ver como perdían el control y entraban en pánico, lanzando flechas por lanzar y parando golpes que no tenían que ser bloqueados.

-Humanos tontos, mejor ellos que yo- dijo la Aracne para sus adentros y justo cuando Enio empezaba a largarse de ese lugar, sucedió, un troll había caído al piso, inmóvil, Enio no noto que fue lo que paso, lo habrían matado aquellos dos o algún truco del bastón le habría encantado para dormir, la intriga de saber despertaba la curiosidad de la araña, no se podía ir así sin saber qué clase de personas eran ellos, no había tenido mucho trato con otra cosa que no fueran vampiros y tenía ganas de engullir la piel del troll muerto.

Enio volvió a tomar su arco, viejo pero bien calado, tomo una de sus flechas, la más bonita y mejor fabricada que tenía y la apunto directo al segundo troll, Enio contuvo la respiración, guardo tanto silencio que logro escuchar sus latidos, la aracne se dispuso a cerrar los ojos para que su vista no la engañara, comenzó a sentir el viento, débil y escurridizo entre los árboles que golpeaba sus brazos y su rostro humano, agudizo su oído, a lo lejos seguía la pelea pues oía los ruidos del troll ahí estaba, abrió los ojos y clavo la vista en el troll para después soltar su flecha e impactar de lleno en la mano donde tenía su maza. El troll inmediatamente soltó la maza de madera y lanzo tremendos gritos de enojo y dolor, vociferando los insultos que conocía dedicándolos a los tipos que tenía enfrente.

-¡¡No se queden viendo tontos, atáquelo!!- grito la araña desdese su posición a los tipos que hacía unos minutos ella misma había amenazado. La aracne se colgó su arco con un pedazo de su seda, cogió su lanza y el cargo al frente lista para correr sin dudar en dirección al troll solo por si aquellos dos no reaccionaban y tenía que terminar ella el trabajo.

Afortunadamente uno de los humanos había podido terminar con el troll, de una manera rara para la aracne pero eficiente, Enio sabía que el herido tenia dones peculiares aunque no sabía que dones eran esos, nunca en toda su vida había visto que alguien fabricara hielo de la nada, no sabía cómo llamar a eso, quizá era su naturaleza poder hacerlo.

Cuando Enio se acercó a donde se había librado la batalla noto como escurría sangre de la cabeza de uno de ellos, era imposible ignorar el olor, era el mismo hedor de hacía unos minutos, el olor a sangre, una sangre que nunca había olido su nariz similar a la humana que le compartían los vampiros pero con otro matiz, una esencia diferente.

Enio miro fijamente a ambos, tomo su lanza sin quitarles la vista de encima e ignorando las gracias del arquero y la clavo fuertemente en uno de los cadáveres de troll que yacían en el piso. –Amiga, todavía no- dijo la araña que había bajado la mirada al cuerpo para empezar a hacer hendiduras en su piel y arrancándola salvajemente de modo que empezó a salpicar sangre y a ensuciar a los presentes. –Tomen, su parte de la presa- dijo Enio mientras  arrancaba con fuerza el corazón grande y escurriendo en su jugo. –Es mejor cuando está fresco- dijo la aracne que le daba una mordida grande y sin pensarlo al órgano sangrante.

-Vamos no sean tímidos, todos cooperaron para matar este troll, aunque el de haya es todo suyo pues yo no intervine- siguió hablando Enio mientras señalaba al otro troll y seguía comiéndose la carne cruda de la bestia. -Aunque sinceramente no creo que terminemos con uno, es una bestia enorme incluso para mí- añadió Enio que no para de comer grotescamente.

-Por cierto- hablo Enio mientras se limpiaba la sangre de la boca con sus manos, -Mi nombre es Enio, o almenos así me decían los vampiros que conocí, y perdón por la amenaza de hace rato, el hambre me pone de mal humor- se disculpó Enio mientras se tiraba a comer al troll como si le fuesen a quitar la comida en pocos segundos.

-Si no les importa voy a quedarme con la piel de este, es buena piel para protegerse del frio y de la lluvia, y no se diga de mordeduras- dijo la aracne que empezaba a arrancar la piel del troll a cachos con ayuda de su lanza.

-Que van hacer, no olviden lo que les dije hace rato, el hecho de haber matado dos trolls no quiere decir que estén seguros, si hacía rato era poca sangre la que olían los depredadores- Dijo Enio mientras echaba una mirada al humano herido y siguió hablando -El charco que dejan los trolls atraerá a más de uno- termino la araña mientras seguía forcejeando con la piel del troll.

En cuanto Enio noto el aparente asco que provocaba en los hombres supo de inmediato que la carne seria toda suya, quizá probarían un bocado o dos pero no más, esa no era su dieta.

Tomar algo de comida, fue la sugerencia del humano más abollado, Enio no lo dudo dos veces, para ella tomar  comida era guardarla para después. Con mucha habilidad Enio logro envolver el enorme cuerpo del troll formando un enorme capullo como cualquier araña pequeña, desde los pies hasta la cabeza el cuerpo de la bestia había desaparecido debajo de una funda blanca aperlada y pegajosa, después la Aracne lanzo seda al sauce que estaba por derrumbarse, Enio miro con picardía a los tipos y con una risa burlona les dio a entender lo que pasaría, tiraría el árbol.

La seda que Enio había lanzado sobre el árbol estaba bien reforzada, tanto que con una sola soga tenía la resistencia suficiente para jalar de ella y terminar de derrumbar aquel pilar de madera seca y muerta.

-Esto servirá para esconder mi botín, y quizá les sirva la madera como leña, solo no quemen mi comida o se las verán conmigo- dijo la aracne que estaba jalando con tanta fuerza que le comenzaban a sangrar las manos.

Unos minutos después y varias gotas de sudor Enio había derrumbado el árbol dejando completamente cubierto el cuerpo del troll dentro del mismo hueco en el que hacía unos minutos los humanos se habían escondido, la aracne miro sus manos cortadas y por el esfuerzo pero no le importo era su recompensa y la protegería aunque le costase su sangre.

-Pueden quedarse ahí si gustan- dijo Enio refiriéndose a la cabaña que habían mencionado. -Pero yo no pegaría los ojos en toda la noche, jijiji- rio Enio sarcásticamente. -Aún queda que sobrevivan a la noche y salir de este pantano-

Enio se acercó a los humanos y los olfateo sin siquiera avisarles, olio el pelo y sus cuerpo cual canino salvaje, cuando estuvo satisfecha con su tarea se dio la vuelta, comenzó a sacar telaraña de sus glándulas hasta formar una especie de mantel blanco al que fue dando forma con sus cuatro manos tan rápido que era imposible seguirlas con la simple vista, no tardó mucho en terminar, cuando estiro la mano les entrego un rollo de su telaraña a cada uno. –Es muy útil para mantener aislado un tejido, remienda tu camisa que la telaraña te servirá mejor de vendaje- dijo la aracne que casi se reía de su remedio rudimentario para cuidar una herida.

En cuanto tomaron el rollo Enio se dio la vuelta y camino sin dirección aparente, y no porque no supiera a donde ir, sino que solo sabía que en esa dirección estaba la salida más cercana del pantano y que por ahí había visto una cueva en su trayecto desde los territorios vampíricos.

-Hasta luego, por cierto guarden un trozo de mi telaraña si quieren que los reconozca algún día, es como un modo de identificación- añadió la aracne sin mirar atrás mientras se alejaba y se internaba más en el ya casi oscuro pantano.

Enio camino un par de horas, no le había importado dejar solos a los hombres de antes, no era su naturaleza tener amigos,  quizá aliados que le ayudasen a cambio de la ayuda de ella, era más un trato de tu ganas yo gano, y nadie salía perdiendo, o así pensaba la aracne.

Había transitado varios kilómetros caminando en una fangosa y pestilente charca, una zona de vados y mal oliente a la que Enio no le agradaba para nada pero la aracne tenía sus motivos para transitar en ese camino. No le gustaba que la siguieran y si aquellos dos tenían pensado seguirla lo mínimo que podía hacer era dificultarles el camino, o llevarlos por un lugar que no quisiesen pisar.

-Demonios, este maldito lodo no deja caminar tranquilamente- dijo la aracne que se dificultaba el paso entre lodazal y lodazal. –Ya no falta mucho, espero- Enio hablaba sola, nunca le había gustado estar sola desde que tuvo contacto con alguien más, se había dado cuenta de todo lo que se estaba perdiendo pero nunca iba a decirlo, no aceptaría que necesitaba un amigo muy cercano algo como un hermano o hermana, ese era el motivo de su viaje y no se detendría a hacer amigos por otro lado, Enio estaba enfocada en encontrar a alguien como ella un mujer araña.

Si darse cuenta, la aracne había salido del pantano, o almenos estaba ya en las orillas pues el pestilente olor y las estancadas aguas ya habían quedado atrás y frente a ella corría un rio.

-Este debe ser el rio tymer- Enio se acercó a la orilla de un acantilado, no era muy alto, cualquier humano sobreviviría a un clavado desde esa altura pero la aracne no era la mejor nadadora y no quería serlo, miro al otro lado del rio, un bosque, negro y seco, parecía muerto, un lugar idóneo para ella. La aracne comenzó a lanzar hilos de seda sobre el acantilado para poderlo cruzar, poco a poco logro tejer un hilo largo y fuerte. La aracne miro para tras y sin ningún sentimiento cruzo su propio puente.