[Cerrado] El misterioso caso de los hombres escorpión [Interpretativo-Libre-Noche]
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Re: [Cerrado] El misterioso caso de los hombres escorpión [Interpretativo-Libre-Noche]
La joven desvió levemente la vista hacia su compañero, al escucharle confirmar lo que ella ya había dicho, que el escorpión no habría conseguido abrir la puerta en solitario. Sin embargo había algo extraño en el tono con el que hablaba, como si no quisiera ser escuchado por una tercera persona que pudiera encontrarse cerca de ellos. Bio indicó a la de cabellos cenicientos que se aproximase, y con una sutil mirada la alertó de que tenían algo encima, mientras movía un poco los brazos para comprobar que el Ayite le hubiese devuelto parte de la movilidad.
Con el cuerpo tenso por la situación, la bruja se preparó para actuar rápido, cerrando el puño y concentrando en el su electricidad, para liberarla en cuanto tuviese el objetivo a tiro. La daga sería el plan b, por si fallaba la descarga y se veía obligada a utilizar la telequinesis, que también resultaba de lo más práctica en según qué ocasiones. De hecho ya había combinado ambos ataques en varias ocasiones, lanzando primero el arma contra el enemigo, para luego dirigir la corriente hacia el metal y valerse del material como conductor, lo que llevaba la energía al interior del individuo en cuestión de un par de segundos, causando un daño letal.
Pero en aquel momento les valía más reducirlo, siempre y cuando pudiesen evitar que se auto envenenase, como ya habían visto hacer al de las afueras. Si lograban retenerlo el tiempo suficiente ella se encargaría de que les contase con lujo de detalles lo que tramaban, a fin de cuentas eran hombres normales y corrientes, que tras unas cuantas descargas estarían dispuestos a colaborar con tal de no recibir más el eléctrico toque de la hechicera.
Alzó la vista en cuanto su compañero lanzó el primer proyectil, a tiempo de ver como la figura se movía para evadir la daga, que a pesar de todo le acertó en una de las piernas, aunque no llegó a clavarse en ella. Lo siguió con la mirada y aguardó el momento oportuno, que llegó instantes después, cuando el escorpión decidió saltar por encima de Bio para esquivar el ataque que el de cabellos negros intentaba realizar.
Levantó la mano en su dirección y dejó que el elemento brotase de ella, para impactar directamente contra el pecho del enemigo, que quedó aturdido e intentó retroceder, pisando por error uno de los extraños bultos que habían aparecido en el suelo. Él mismo había activado el mecanismo de aquella nueva trampa, que hacía surgir unas afiladas púas, capaces de atravesar la carne y romper los huesos, por la rapidez con que salían. - Lo necesito vivo…- musitó la de ojos verdes, antes de lanzarse hacia él y apartarlo del lugar, valiéndose de su peso e impulso para derribarlo.
Ambos cayeron al suelo, pero el impacto lo sufrió únicamente el escorpión, que aterrizó dolorosamente sobre uno de sus costados, con el cuerpo de la maga encima de sí. Aquel movimiento los dejó más allá de la puerta, relativamente a salvo de las púas, pero quien sabe qué otras trampas habría en el interior. Elen trató de inmovilizar el aguijón para que no pudiese usarlo, pero el enmascarado comenzó a reaccionar, y no dudó en golpearla duramente a la altura del vientre en cuanto tuvo ocasión.
Se liberó del agarre de la joven y consiguió ponerse en pie, pero no llegaría muy lejos. Antes de que pudiese echar a correr hacia lo profundo de la caverna, la bruja volvió a alcanzarle con su elemento por la espalda, y esta vez no perdió el tiempo. Se levantó como pudo y avanzó hacia él, para colocar la mano en torno a su cuello y sujetar con la otra el peligroso artilugio con que podía inyectar el veneno. - Dime para qué estáis robando los órganos. - ordenó, pero el escorpión se limitó a reír en respuesta, con cierta malicia.
Ni siquiera la descarga directa le aflojó la lengua, en cuanto empezó a recuperarse de la corriente recibida le dedicó una fría mirada y la empujó, para acto seguido hacer lo que la joven quería evitar a toda costa, auto envenenarse con su propio aguijón. - Maldita sea. - musitó la hechicera molesta, al tiempo que se apartaba tanto como podía para no resultar afectada. Quizá encontrasen algo interesante en los restos, pero por el momento la de ojos verdes debía reunirse con su compañero, que se había librado de las púas gracias a su rapidez de reacción.
Con el cuerpo tenso por la situación, la bruja se preparó para actuar rápido, cerrando el puño y concentrando en el su electricidad, para liberarla en cuanto tuviese el objetivo a tiro. La daga sería el plan b, por si fallaba la descarga y se veía obligada a utilizar la telequinesis, que también resultaba de lo más práctica en según qué ocasiones. De hecho ya había combinado ambos ataques en varias ocasiones, lanzando primero el arma contra el enemigo, para luego dirigir la corriente hacia el metal y valerse del material como conductor, lo que llevaba la energía al interior del individuo en cuestión de un par de segundos, causando un daño letal.
Pero en aquel momento les valía más reducirlo, siempre y cuando pudiesen evitar que se auto envenenase, como ya habían visto hacer al de las afueras. Si lograban retenerlo el tiempo suficiente ella se encargaría de que les contase con lujo de detalles lo que tramaban, a fin de cuentas eran hombres normales y corrientes, que tras unas cuantas descargas estarían dispuestos a colaborar con tal de no recibir más el eléctrico toque de la hechicera.
Alzó la vista en cuanto su compañero lanzó el primer proyectil, a tiempo de ver como la figura se movía para evadir la daga, que a pesar de todo le acertó en una de las piernas, aunque no llegó a clavarse en ella. Lo siguió con la mirada y aguardó el momento oportuno, que llegó instantes después, cuando el escorpión decidió saltar por encima de Bio para esquivar el ataque que el de cabellos negros intentaba realizar.
Levantó la mano en su dirección y dejó que el elemento brotase de ella, para impactar directamente contra el pecho del enemigo, que quedó aturdido e intentó retroceder, pisando por error uno de los extraños bultos que habían aparecido en el suelo. Él mismo había activado el mecanismo de aquella nueva trampa, que hacía surgir unas afiladas púas, capaces de atravesar la carne y romper los huesos, por la rapidez con que salían. - Lo necesito vivo…- musitó la de ojos verdes, antes de lanzarse hacia él y apartarlo del lugar, valiéndose de su peso e impulso para derribarlo.
Ambos cayeron al suelo, pero el impacto lo sufrió únicamente el escorpión, que aterrizó dolorosamente sobre uno de sus costados, con el cuerpo de la maga encima de sí. Aquel movimiento los dejó más allá de la puerta, relativamente a salvo de las púas, pero quien sabe qué otras trampas habría en el interior. Elen trató de inmovilizar el aguijón para que no pudiese usarlo, pero el enmascarado comenzó a reaccionar, y no dudó en golpearla duramente a la altura del vientre en cuanto tuvo ocasión.
Se liberó del agarre de la joven y consiguió ponerse en pie, pero no llegaría muy lejos. Antes de que pudiese echar a correr hacia lo profundo de la caverna, la bruja volvió a alcanzarle con su elemento por la espalda, y esta vez no perdió el tiempo. Se levantó como pudo y avanzó hacia él, para colocar la mano en torno a su cuello y sujetar con la otra el peligroso artilugio con que podía inyectar el veneno. - Dime para qué estáis robando los órganos. - ordenó, pero el escorpión se limitó a reír en respuesta, con cierta malicia.
Ni siquiera la descarga directa le aflojó la lengua, en cuanto empezó a recuperarse de la corriente recibida le dedicó una fría mirada y la empujó, para acto seguido hacer lo que la joven quería evitar a toda costa, auto envenenarse con su propio aguijón. - Maldita sea. - musitó la hechicera molesta, al tiempo que se apartaba tanto como podía para no resultar afectada. Quizá encontrasen algo interesante en los restos, pero por el momento la de ojos verdes debía reunirse con su compañero, que se había librado de las púas gracias a su rapidez de reacción.
Elen Calhoun
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Re: [Cerrado] El misterioso caso de los hombres escorpión [Interpretativo-Libre-Noche]
Tras rodar por el piso varias veces en distintas direcciones poniendo a prueba mis reflejos conseguí llegar a la orilla de la sala donde al parecer ya no había más peligro de pisar una trampa de púas, no sin antes haber tomado del piso mi daga, Elen parecía haber hecho trizas al pobre escorpión, aunque no parecía muy feliz por ello, busqué por todos lados hasta donde me alcanzaba la vista sin encontrar nada más que los despojos del escorpión - Eres una máquina de matar escorpiones - Dije en tono jocoso refiriéndome a la bruja mientras me agachaba para revisar entre lo que había quedado, y vaya que había quedado, éste llevaba todo un festival de diversos objetos que tal vez nos llegarían a ser útiles más adelante, tomé de él una pequeña bolsa con algunas esferas similares a las que nos había arrojado antes, y se las ofrecí a Elen sin detenerme a investigar la función de cada una, apenas pude notar al contacto con la bolsa que eran unas siete u ocho pequeñas esferas; sin embargo otra cosa me resultó más llamativa, acerqué mi mano hasta un extraño y misterioso medallón de forma circular con algunas figuras sin forma aparente más allá de un significado ornamental, sin embargo, seguía siendo llamativo así que la tomé aunque aún no se me ocurría lo que pudiera significar.
Avanzamos a través de un angosto pasaje donde la piedra del interior de la cueva parecía haber sido moldeada para darle una forma de paredes planas, incluso el piso estaba ahora formado por bloques de piedra bien formados que daban la pista que aquello no era una simple cueva, debía haber algún tipo de edificación en sus profundidades, y lo encontraríamos, si lográbamos sobrevivir - No te fíes de este lugar - Le dije a la bruja al tiempo que notaba como el suelo bajo mis pies comenzaba a hundirse, al principio lentamente pero luego se abriría en dos de manera violenta bastándome el tiempo apenas para dar un salto hacia atrás y salvarme de caer en un agujero que llevaba a un pozo con estacas en el fondo - ¿Qué rayos tienen estos con los filos? - Murmuré de mala gana al tiempo que intentaba levantarme, tarea que afortunadamente no pude lograr pues una filosa y larga hoja de metal salió de la pared a la altura de la cintura de la bruja a donde justamente se dirigía, intenté estirarme para empujarla hacia atrás y alejarla del recorrido de la hoja.
Me arrastré hasta regresar al inicio del pasillo - Es imposible atravesar ese lugar - Dije mientras observaba todo alrededor, a la derecha, pude ver entre una pequeña y preparada tela que simulaba ser de araña, pero ya antes había visto las verdaderas y sabía que había algo extraño en estas, las aparté sin cuidado alguno para descubrir tras ella una especie de agujero en donde casualmente el medallón calzaba perfectamente - Lo tengo - Dije mientras incrustaba el medallón en la pared aunque no sucedió nada hasta que por curiosidad acabé por girarlo hacia un lado, con lo que se abrió un tétrico pasaje hacia un lado del camino de las trampas - Seguro es por acá - Dije mientras empujaba la maciza puerta de piedra para que se abriera más rápido, alcanzando a ver tras ella otro pasillo donde un sujeto corría sin cuidado alguno de caer en una trampa para perderse en una luz que indicaba una puerta al final del pasillo.
Lo pensé por un instante, pero si habíamos llegado hasta acá no podríamos detenernos, tomé una de mis dagas y la incrusté en la piedra del piso hasta dibujar una flecha que indicaba el camino del pasaje para que Niniel y los refuerzos no pasaran de largo, además de eso, incrusté la misma daga en el suelo junto a la puerta para tratar de evitar que ésta se cerrara tras nosotros, primero para tener una ruta de escape segura en caso de complicaciones, y segundo para asegurarme que la elfa lograra entrar, confiaba en que vendría con ayuda - Ha tardado mucho, pero estoy seguro que ella vendrá - Dije completamente seguro de que así sería mientras avanzaba dentro de aquel pasaje secreto hasta casi llegar a la luz donde sospechosamente no se escuchaba nada, si el anterior había corrido hacia allá, seguramente nos esperaban, salir sería demasiado imprudente, pero teníamos algo con lo que ellos no contaban - Usa las esferas, tal vez algo de eso nos ayude - Dije mientras señalaba la bolsa que le había dado antes - Seguro que no se esperan algo como eso - Sonreí con algo de malicia mientras terminaba de acercarme a la puerta con mucha precaución...
Avanzamos a través de un angosto pasaje donde la piedra del interior de la cueva parecía haber sido moldeada para darle una forma de paredes planas, incluso el piso estaba ahora formado por bloques de piedra bien formados que daban la pista que aquello no era una simple cueva, debía haber algún tipo de edificación en sus profundidades, y lo encontraríamos, si lográbamos sobrevivir - No te fíes de este lugar - Le dije a la bruja al tiempo que notaba como el suelo bajo mis pies comenzaba a hundirse, al principio lentamente pero luego se abriría en dos de manera violenta bastándome el tiempo apenas para dar un salto hacia atrás y salvarme de caer en un agujero que llevaba a un pozo con estacas en el fondo - ¿Qué rayos tienen estos con los filos? - Murmuré de mala gana al tiempo que intentaba levantarme, tarea que afortunadamente no pude lograr pues una filosa y larga hoja de metal salió de la pared a la altura de la cintura de la bruja a donde justamente se dirigía, intenté estirarme para empujarla hacia atrás y alejarla del recorrido de la hoja.
Me arrastré hasta regresar al inicio del pasillo - Es imposible atravesar ese lugar - Dije mientras observaba todo alrededor, a la derecha, pude ver entre una pequeña y preparada tela que simulaba ser de araña, pero ya antes había visto las verdaderas y sabía que había algo extraño en estas, las aparté sin cuidado alguno para descubrir tras ella una especie de agujero en donde casualmente el medallón calzaba perfectamente - Lo tengo - Dije mientras incrustaba el medallón en la pared aunque no sucedió nada hasta que por curiosidad acabé por girarlo hacia un lado, con lo que se abrió un tétrico pasaje hacia un lado del camino de las trampas - Seguro es por acá - Dije mientras empujaba la maciza puerta de piedra para que se abriera más rápido, alcanzando a ver tras ella otro pasillo donde un sujeto corría sin cuidado alguno de caer en una trampa para perderse en una luz que indicaba una puerta al final del pasillo.
Lo pensé por un instante, pero si habíamos llegado hasta acá no podríamos detenernos, tomé una de mis dagas y la incrusté en la piedra del piso hasta dibujar una flecha que indicaba el camino del pasaje para que Niniel y los refuerzos no pasaran de largo, además de eso, incrusté la misma daga en el suelo junto a la puerta para tratar de evitar que ésta se cerrara tras nosotros, primero para tener una ruta de escape segura en caso de complicaciones, y segundo para asegurarme que la elfa lograra entrar, confiaba en que vendría con ayuda - Ha tardado mucho, pero estoy seguro que ella vendrá - Dije completamente seguro de que así sería mientras avanzaba dentro de aquel pasaje secreto hasta casi llegar a la luz donde sospechosamente no se escuchaba nada, si el anterior había corrido hacia allá, seguramente nos esperaban, salir sería demasiado imprudente, pero teníamos algo con lo que ellos no contaban - Usa las esferas, tal vez algo de eso nos ayude - Dije mientras señalaba la bolsa que le había dado antes - Seguro que no se esperan algo como eso - Sonreí con algo de malicia mientras terminaba de acercarme a la puerta con mucha precaución...
Bio
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Re: [Cerrado] El misterioso caso de los hombres escorpión [Interpretativo-Libre-Noche]
El primer tramó de aquella cueva era una estrecho túnel natural en que a duras penas podían caminar dos personas juntas una al lado de la otra. Los guardias más corpulentos tenían que avanzar en fila india y el más alto, un hombretón que debía de medir más de dos metros, incluso debía avanzar medio agachado para que su cabeza no topara con el techo. El grupo era plenamente consciente de los riesgos, Níniel les había dicho cuanto sabía, y avanzaba en silencio y observando todo con atención por lo cual no iban muy rápido pero iban sobre seguro. La elfa iba en el medio junto al joven arquero voluntario, Joseph, que estaba demostrando de nuevo su valentía, o al menos eso parecía por la expresión de sus ojos, la peliblanca por el contrario estaba tensa, ya había visto actuar a esos tipos con sus artilugios y venenos y no contaba con nada del antídoto. Para suplirlo había instado a todos a preparar unas máscaras de tela y a procurar mantenerlas húmedas, ayudaría sin duda, pero no bastaba para disipar el respeto que aquellos enemigos le daban.
Tras unos metros el lugar se ensanchaba y daba lugar a un espacio amplio con ciertas estructuras artificiales sobre la que destacaba una puerta abierta con alguna clase de palancas a los lados y cerca de la puerta un dibujo de una balanza. Níniel reconoció aquellas palabras como las que conformaban la frase en el mapa que Bio había podido traducir. Así que el pelinegro tenía razón, eran pistas o algo así y dado que la puerta estaba abierta sus compañeros debían de haber pasado ya por ahí y adivinado a qué se refería dicha frase, o eso esperaba.
Uno de los guardias dio un paso para adentrarse en la sala pero Joseph, demostrando de nuevo ser muy perceptivo evitó que acabara de avanzar con un rotundo "Espera". El sargento Matié se giró hacia el chico con toda la intención de decirle al chico que mantuviera la boca cerrada y no hiciera ruido pero cuando este le señaló los pequeños bultos en la arena incluso él se dio cuenta de que no pintaban nada bien.
-La palabra en la piedra que encontramos contenía la palabra suelo. Un aviso para que vigilemos donde pisamos, Con el suficiente cuidado deberíamos evitar activar ninguna trampa-
-¿Qué clase de trampa?-
-No lo sé, pero a juzgar por las puas clavadas por todas partes yo diría que debe de tratarse de esas esferas lanza dardos que os mencioné, o algo igual de malo.- El sargento asintió, no sabía si por compromiso o porque había llegado a la misma conclusión. No parecía un hombre tonto pero tampoco se trataba del mas avispado que la elfa hubiese conocido.
Avanzaron con cuidado evitando las trampas y pronto estuvieron al otro lado de la sala aunque no sin un buen susto. Aquel soldado tan enorme tenía unos pies tan grandes y era tan torpe que todos pensaron que acabaría activando alguna de las trampas. Por suerte tras unos momentos en los que todos contenían el aliento incluso él logró pasar sin sufrir daño alguno.
-¿Crees que tus amigos siguen vivos?-
-Al menos por aquí pasaron, y parece que se ocuparon de otro de esos escorpiones- Dijo señalando los restos que quedaban de uno de aquellos enemigos que parecía haber sufrido el mismo destino que su compañero cerca de la casa del doctor, muerte por su propio veneno. La elfa se agachó con cuidado y rebuscó por si quedaba algo útil entre los restos...Y vaya si era así. Tomó un frasco rojo y olió con cuidado su contenido, era mas antídoto de ayite como el que encontraron en el primer cuerpo. Se los mostró a los demás. -Y nos han dejado un útil regalo, un frasco de antídoto-
Aquello había animado a los hombres, estaban avanzando bien, habían comprobado que aquellos seres podían morir y tenían algo de antídoto para sus insidiosos venenos. La moral extra sin duda era de agradecer pues parecían mas decididos y hasta sus pasos se volvieron más firmes conforme continuaron avanzando.
Al final llegaron a un punto en el que la caverna natural daba paso a una construcción cláramente artificial con paredes y suelo de piedra tallada. ¿Cómo podía haber algo así dentro de una cueva? ¿Qué lugar era aquel?. Los guardias parecían tan sorprendidos como ella. Habían sabido que en aquella parte de la región había cuevas pero no tenían ni idea de que en ellas hubiera construcciones de ese tipo. Fuese lo que fuese resultaba evidente que aquella estructura era anterior a la llegada de los escorpiones. ¿Habían dado con aquel lugar por accidente o por el contrario sabían que estaba allí?. Aquello no era importante, debían seguir avanzando y manteniéndose atentos, con cuidado con dónde pisaban.
Habían avanzado unos metros mas cuando Joseph volvió a reclamar la atención del grupo y esta le prestaron la debida atención. Se había percatado de una marca en la piedra con forma de flecha que indicaba en una dirección concreta. Todos miraron entonces a la elfa como si con tan solo ver los trazos de aquella flecha pudiese saber si debían ir en aquella dirección o no, Níniel no tenía ni la mas remota idea de cómo harían Bio o Elen las marcas en forma de flecha pero resultaba evidente que aquella marca era reciente, debía de tratarse de ellos. Avanzó en aquella dirección y vio la puerta de piedra entreabierta y atascada por una daga que sin duda pertenecía a Bio. Aquello confirmaba que era el camino correcto y así se lo comunicó a los demás.
Recorrieron el pasillo tras aquella puerta oculta y al fondo del mismo por fin alcanzó a ver a aquel par de locos que sin ayuda se habían adentrado tanto en las entrañas de la tierra. Tuvo el impulso de gritar para que se percataran de su presencia allí pero se contuvo, no habían avanzado en silencio todo aquel trecho para ponerse ahora a dar voces y avisar a todos los escorpiones, en vez de eso siguieron avanzando hacia ellos como habían hecho hasta aquel momento.
Tras unos metros el lugar se ensanchaba y daba lugar a un espacio amplio con ciertas estructuras artificiales sobre la que destacaba una puerta abierta con alguna clase de palancas a los lados y cerca de la puerta un dibujo de una balanza. Níniel reconoció aquellas palabras como las que conformaban la frase en el mapa que Bio había podido traducir. Así que el pelinegro tenía razón, eran pistas o algo así y dado que la puerta estaba abierta sus compañeros debían de haber pasado ya por ahí y adivinado a qué se refería dicha frase, o eso esperaba.
Uno de los guardias dio un paso para adentrarse en la sala pero Joseph, demostrando de nuevo ser muy perceptivo evitó que acabara de avanzar con un rotundo "Espera". El sargento Matié se giró hacia el chico con toda la intención de decirle al chico que mantuviera la boca cerrada y no hiciera ruido pero cuando este le señaló los pequeños bultos en la arena incluso él se dio cuenta de que no pintaban nada bien.
-La palabra en la piedra que encontramos contenía la palabra suelo. Un aviso para que vigilemos donde pisamos, Con el suficiente cuidado deberíamos evitar activar ninguna trampa-
-¿Qué clase de trampa?-
-No lo sé, pero a juzgar por las puas clavadas por todas partes yo diría que debe de tratarse de esas esferas lanza dardos que os mencioné, o algo igual de malo.- El sargento asintió, no sabía si por compromiso o porque había llegado a la misma conclusión. No parecía un hombre tonto pero tampoco se trataba del mas avispado que la elfa hubiese conocido.
Avanzaron con cuidado evitando las trampas y pronto estuvieron al otro lado de la sala aunque no sin un buen susto. Aquel soldado tan enorme tenía unos pies tan grandes y era tan torpe que todos pensaron que acabaría activando alguna de las trampas. Por suerte tras unos momentos en los que todos contenían el aliento incluso él logró pasar sin sufrir daño alguno.
-¿Crees que tus amigos siguen vivos?-
-Al menos por aquí pasaron, y parece que se ocuparon de otro de esos escorpiones- Dijo señalando los restos que quedaban de uno de aquellos enemigos que parecía haber sufrido el mismo destino que su compañero cerca de la casa del doctor, muerte por su propio veneno. La elfa se agachó con cuidado y rebuscó por si quedaba algo útil entre los restos...Y vaya si era así. Tomó un frasco rojo y olió con cuidado su contenido, era mas antídoto de ayite como el que encontraron en el primer cuerpo. Se los mostró a los demás. -Y nos han dejado un útil regalo, un frasco de antídoto-
Aquello había animado a los hombres, estaban avanzando bien, habían comprobado que aquellos seres podían morir y tenían algo de antídoto para sus insidiosos venenos. La moral extra sin duda era de agradecer pues parecían mas decididos y hasta sus pasos se volvieron más firmes conforme continuaron avanzando.
Al final llegaron a un punto en el que la caverna natural daba paso a una construcción cláramente artificial con paredes y suelo de piedra tallada. ¿Cómo podía haber algo así dentro de una cueva? ¿Qué lugar era aquel?. Los guardias parecían tan sorprendidos como ella. Habían sabido que en aquella parte de la región había cuevas pero no tenían ni idea de que en ellas hubiera construcciones de ese tipo. Fuese lo que fuese resultaba evidente que aquella estructura era anterior a la llegada de los escorpiones. ¿Habían dado con aquel lugar por accidente o por el contrario sabían que estaba allí?. Aquello no era importante, debían seguir avanzando y manteniéndose atentos, con cuidado con dónde pisaban.
Habían avanzado unos metros mas cuando Joseph volvió a reclamar la atención del grupo y esta le prestaron la debida atención. Se había percatado de una marca en la piedra con forma de flecha que indicaba en una dirección concreta. Todos miraron entonces a la elfa como si con tan solo ver los trazos de aquella flecha pudiese saber si debían ir en aquella dirección o no, Níniel no tenía ni la mas remota idea de cómo harían Bio o Elen las marcas en forma de flecha pero resultaba evidente que aquella marca era reciente, debía de tratarse de ellos. Avanzó en aquella dirección y vio la puerta de piedra entreabierta y atascada por una daga que sin duda pertenecía a Bio. Aquello confirmaba que era el camino correcto y así se lo comunicó a los demás.
Recorrieron el pasillo tras aquella puerta oculta y al fondo del mismo por fin alcanzó a ver a aquel par de locos que sin ayuda se habían adentrado tanto en las entrañas de la tierra. Tuvo el impulso de gritar para que se percataran de su presencia allí pero se contuvo, no habían avanzado en silencio todo aquel trecho para ponerse ahora a dar voces y avisar a todos los escorpiones, en vez de eso siguieron avanzando hacia ellos como habían hecho hasta aquel momento.
Níniel Thenidiel
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Re: [Cerrado] El misterioso caso de los hombres escorpión [Interpretativo-Libre-Noche]
Elen esperó a que su compañero se reuniese con ella, guardó silencio ante su comentario y dejó que revisara los restos que habían quedado del escorpión, al tiempo que se reprochaba interiormente por no haber logrado sacar información al individuo antes de que se auto envenenase con su propio artilugio. Aceptó la bolsa que le tendía el de cabellos negros y echó un vistazo a las esferas, que bien podrían tener el efecto corrosivo que habían visto en la casa, estar llenas de púas con toxinas o emitir el deslumbrante destello con que el atacante había tratado de cegarlos durante el camino.
Quizá incluso hubiese alguna cuyo efecto aún no hubiesen visto, así que decidió estudiarlas con mayor detenimiento, mientras Bio seguía mirando los restos. Pudo contar ocho dentro de la bolsa, y aunque a primera vista podían parecer todas idénticas, si se las observaba más de cerca eso cambiaba. Cada esfera contaba con un pequeño grabado en uno de sus lados, de no más de dos centímetros, con el que los escorpiones se guiaban para saber qué ataque usar según la situación.
Las examinó con cuidado una a una, y pudo determinar que las dos en cuyo grabado se veía una llama correspondían a la sustancia corrosiva que había consumido la casa del doctor, mientras que la única con una especie de estrella debía tener el efecto cegador. En otras tres se podía ver con claridad un par de finas figuras terminadas en afilada punta, las de las púas, pero las dos últimas resultaban un misterio, no las habían utilizado hasta el momento y por tanto sería más complicado adivinar qué hacían.
La figura grabada en ellas se asemejaba un poco a una nube negra, ¿pero qué efecto podía corresponderse con eso? Pronto lo descubrirían. Guardó con cuidado todas las esferas en la bolsa y siguió a su compañero, a través de un estrecho pasillo de paredes planas y bien formadas, que poco tenían que ver con el verdadero interior de una caverna. Alguien se había tomado la molestia de construir allí dentro, y eso podía complicarles las cosas ya que no conocían la estructura, ni lo grande que podía llegar a ser.
Bio la instó a desconfiar del lugar, cosa que la de ojos verdes ya hacía, pero enseguida tuvo más razones para ello, cuando el suelo comenzó a abrirse bajo los pies del pelinegro, que por poco logró saltar hacia atrás y esquivar las estacas que esperaban en el fondo. Con unos reflejos envidiables, el caballero consiguió empujarla hacia atrás y sacarla de la trayectoria de una metálica hoja, que acababa de salir a gran velocidad de una de las paredes.
- Gracias. - musitó la bruja, al tiempo que se cercioraba de que las esferas estuviesen bien, para luego arrastrarse hasta el principio del pasillo. Debía haber una forma segura de cruzar, pero estaba claro que no era por allí, así que observó a su compañero mientras éste manipulaba un extraño medallón, que encajaba a la perfección en un hueco de la pared. Una maciza puerta de piedra hasta entonces oculta comenzó a abrirse, revelándoles el camino a seguir.
Alcanzaron a ver a uno de los escorpiones, corriendo hasta perderse al final del pasillo, en que a juzgar por la luz, debía haber algún tipo de puerta o entrada a otra sala. La maga avanzó un poco mientras Bio marcaba el camino, para que si Níniel conseguía refuerzos en la guardia pudiesen seguirlos y no caer en las trampas. Una vez hecho eso siguieron adelante, deteniéndose solo ante la puerta para preparar un ataque, ya que lo más probable era que al otro lado los estuviesen esperando.
Rebuscó entre las esferas con una clara idea en mente, sacando las dos que contenían la sustancia corrosiva y una de aquellas cuyo grabado no había podido descifrar aún. - A ver qué eres capaz de hacer…- musitó, con la vista clavada en la oscura nube. - Será mejor que nos cubramos un poco el rostro, cuando empiecen a arder el humo se extenderá y les dificultará la respiración. - prosiguió en voz baja hacia Bio, para acto seguido agacharse y depositar las peligrosas esferas en el suelo con delicadeza.
Extrajo de su bolsa de cuero el largo pañuelo marrón con que a veces improvisaba una capucha y lo humedeció con algo de agua, antes de cortarlo por la mitad con ayuda de su daga y entregar una de las partes al de cabellos negros. Anudó la tela en torno a su rostro de modo que le tapase la nariz y la boca, confiando en que eso bastara para darles algo de ventaja. Envainó nuevamente el arma y recogió las esferas, tras lo cual tomó aire y entreabrió la puerta, lo justo para lanzar aquella bola de efecto aún desconocido.
- Pero qué demonios… - fue lo único que alcanzó a decir uno de los escorpiones, antes de que la esfera rebotase por segunda vez. Una negra nube de humo se adueñó de la sala, dando sentido al grabado y arrebatando a los ladrones la visibilidad, hecho que los puso muy nerviosos. Sin perder ni un instante, la de ojos verdes arrojó las corrosivas al interior de la sala, ésta vez abriendo de par en par la puerta, para luego añadir dos de las que contenían púas. - ¡Nos atacan con nuestras propias armas! - se oyó gritar a uno, pero poco podrían hacer hasta que se librasen de la oscura niebla que los desorientaba.
La hechicera preparó su elemento para aplicarlo en cuanto tuviese un objetivo a tiro, pero un leve ruido hizo que se girase hacia el pasillo por el que habían venido. - Creo que han llegado los refuerzos. - dijo a su compañero con una leve sonrisa, Níniel lo había conseguido.
Quizá incluso hubiese alguna cuyo efecto aún no hubiesen visto, así que decidió estudiarlas con mayor detenimiento, mientras Bio seguía mirando los restos. Pudo contar ocho dentro de la bolsa, y aunque a primera vista podían parecer todas idénticas, si se las observaba más de cerca eso cambiaba. Cada esfera contaba con un pequeño grabado en uno de sus lados, de no más de dos centímetros, con el que los escorpiones se guiaban para saber qué ataque usar según la situación.
Las examinó con cuidado una a una, y pudo determinar que las dos en cuyo grabado se veía una llama correspondían a la sustancia corrosiva que había consumido la casa del doctor, mientras que la única con una especie de estrella debía tener el efecto cegador. En otras tres se podía ver con claridad un par de finas figuras terminadas en afilada punta, las de las púas, pero las dos últimas resultaban un misterio, no las habían utilizado hasta el momento y por tanto sería más complicado adivinar qué hacían.
La figura grabada en ellas se asemejaba un poco a una nube negra, ¿pero qué efecto podía corresponderse con eso? Pronto lo descubrirían. Guardó con cuidado todas las esferas en la bolsa y siguió a su compañero, a través de un estrecho pasillo de paredes planas y bien formadas, que poco tenían que ver con el verdadero interior de una caverna. Alguien se había tomado la molestia de construir allí dentro, y eso podía complicarles las cosas ya que no conocían la estructura, ni lo grande que podía llegar a ser.
Bio la instó a desconfiar del lugar, cosa que la de ojos verdes ya hacía, pero enseguida tuvo más razones para ello, cuando el suelo comenzó a abrirse bajo los pies del pelinegro, que por poco logró saltar hacia atrás y esquivar las estacas que esperaban en el fondo. Con unos reflejos envidiables, el caballero consiguió empujarla hacia atrás y sacarla de la trayectoria de una metálica hoja, que acababa de salir a gran velocidad de una de las paredes.
- Gracias. - musitó la bruja, al tiempo que se cercioraba de que las esferas estuviesen bien, para luego arrastrarse hasta el principio del pasillo. Debía haber una forma segura de cruzar, pero estaba claro que no era por allí, así que observó a su compañero mientras éste manipulaba un extraño medallón, que encajaba a la perfección en un hueco de la pared. Una maciza puerta de piedra hasta entonces oculta comenzó a abrirse, revelándoles el camino a seguir.
Alcanzaron a ver a uno de los escorpiones, corriendo hasta perderse al final del pasillo, en que a juzgar por la luz, debía haber algún tipo de puerta o entrada a otra sala. La maga avanzó un poco mientras Bio marcaba el camino, para que si Níniel conseguía refuerzos en la guardia pudiesen seguirlos y no caer en las trampas. Una vez hecho eso siguieron adelante, deteniéndose solo ante la puerta para preparar un ataque, ya que lo más probable era que al otro lado los estuviesen esperando.
Rebuscó entre las esferas con una clara idea en mente, sacando las dos que contenían la sustancia corrosiva y una de aquellas cuyo grabado no había podido descifrar aún. - A ver qué eres capaz de hacer…- musitó, con la vista clavada en la oscura nube. - Será mejor que nos cubramos un poco el rostro, cuando empiecen a arder el humo se extenderá y les dificultará la respiración. - prosiguió en voz baja hacia Bio, para acto seguido agacharse y depositar las peligrosas esferas en el suelo con delicadeza.
Extrajo de su bolsa de cuero el largo pañuelo marrón con que a veces improvisaba una capucha y lo humedeció con algo de agua, antes de cortarlo por la mitad con ayuda de su daga y entregar una de las partes al de cabellos negros. Anudó la tela en torno a su rostro de modo que le tapase la nariz y la boca, confiando en que eso bastara para darles algo de ventaja. Envainó nuevamente el arma y recogió las esferas, tras lo cual tomó aire y entreabrió la puerta, lo justo para lanzar aquella bola de efecto aún desconocido.
- Pero qué demonios… - fue lo único que alcanzó a decir uno de los escorpiones, antes de que la esfera rebotase por segunda vez. Una negra nube de humo se adueñó de la sala, dando sentido al grabado y arrebatando a los ladrones la visibilidad, hecho que los puso muy nerviosos. Sin perder ni un instante, la de ojos verdes arrojó las corrosivas al interior de la sala, ésta vez abriendo de par en par la puerta, para luego añadir dos de las que contenían púas. - ¡Nos atacan con nuestras propias armas! - se oyó gritar a uno, pero poco podrían hacer hasta que se librasen de la oscura niebla que los desorientaba.
La hechicera preparó su elemento para aplicarlo en cuanto tuviese un objetivo a tiro, pero un leve ruido hizo que se girase hacia el pasillo por el que habían venido. - Creo que han llegado los refuerzos. - dijo a su compañero con una leve sonrisa, Níniel lo había conseguido.
Elen Calhoun
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Re: [Cerrado] El misterioso caso de los hombres escorpión [Interpretativo-Libre-Noche]
La sala frente a nosotros permanecía misteriosamente en silencio, no se escuchaba un ápice de ruido, lo cual daba a entender que debía ser una emboscada, nos estaban esperando, de eso no había duda, pero podíamos ser más listos, Elen por su parte, parecía haber tramado un plan desde el mismo momento en que recibió las extrañas esferas, parecía tener mucha curiosidad por saber lo que hacían; además, darle a los escorpiones una ración de su propia sopa era bastante tentador.
Apenas me ofreció el pañuelo seguí sus instrucciones, al parecer Niniel no era la única que se preocupaba en ser prudente, una vez con el pañuelo cubriendo parte de mi rostro observé con cuidado las acciones de la bruja esperando ver los resultados, el primero fue algo que no habíamos visto antes, o al menos no con esferas, pero sí con la primera flecha, tal vez era lo mismo, tal vez no, pero por las dudas me apreté un poco más el pañuelo, ser precavido no está de más, observé como la sala comenzaba a llenarse de una espesa nube de humo, ya no podían mantener silencio, habían sido sorprendidos y antes que pudieran reaccionar la chica lanzó un segundo ataque tras el cual se escucharon algunos gritos de dolor, el caos estaba creado entre el enemigo, no tendría una mejor oportunidad de atacar de la que tenía ahora, me concentré un poco para usar la habilidad necesaria en este caso [1] y sacar ventaja de la poca visibilidad, al agudizar mis oídos, conseguí ubicar los pasos dentro de la sala, pude contar al menos 7 de ellos, o al menos, esos eran los que se movían haciendo ruido, pero además, pude escuchar algunos pasos tras nosotros - (¿Rodeados?) - Pensé mientras volteaba para encontrarme con la agradable sorpresa de que Niniel había llegado por fin, y había traído refuerzos - Prepara a los otros para atacar - Dije a la bruja al tiempo que me lanzaba al ataque deslizándome sutilmente por la puerta y cerrando mis ojos para dejarme guiar por mis oídos ante la poca visión que se podía tener en el lugar.
Corrí hacia el objetivo más cercano y calculando la altura de su abdomen le incrusté la daga que me quedaba para luego halarla hacia un lado para abrir la herida y hacer que seguramente su cena reciente acabara en el piso junto a parte de sus vísceras - ¡Están dentro! - Alcanzó a gritar el sujeto antes de caer al piso, los sonidos de pasos se hicieron más desordenados, estaban un poco asustados y se notaba en los constantes cambios de dirección que daban sus pasos, no sabían qué hacer o a dónde ir, avancé hasta donde se habían reunido tres de ellos relativamente cerca unos de otros y usé la daga para hacer cortes a dos de ellos mientras pasaba por en medio, eso causó que reaccionaran atacando a ciegas golpeándose entre ellos incluso con los filos de las extrañas tenazas metálicas que llevaban en sus manos, o al menos eso supuse al escuchar el sonido de los cortes.
Sin embargo, entre los pasos, todos rápidos y cortos, escuché uno que llamó mi atención, un paso fuerte y firme, al parecer de un sujeto pesado, debía ser el líder de los escorpiones, acabar con él pondría fin a toda la batalla, abandoné mi plan de causar confusión y me dirigí directo al objetivo principal pero antes de poder alcanzarlo un puño golpeó mi pecho con tal fuerza que salí volando hasta impactar de espalda contra la pared junto a la puerta por donde habíamos entrado, caí sentado con un dolor enorme, tal vez alguna costilla rota, o algunas.
La espesa nube de humo comenzaba a dispersarse, por debajo de lo que restaba de la nube de humo, podía ver los pasos de aquel imponente ser que se acercaba sin prisa, pero sin mucho cuidado, expresando seguridad en que tal vez era muy difícil derrotarlo, me encontraba un poco aturdido por el fuerte golpe, por lo que aún no podría moverme para apartarme, era el momento preciso para la llegada de los refuerzos.
Apenas me ofreció el pañuelo seguí sus instrucciones, al parecer Niniel no era la única que se preocupaba en ser prudente, una vez con el pañuelo cubriendo parte de mi rostro observé con cuidado las acciones de la bruja esperando ver los resultados, el primero fue algo que no habíamos visto antes, o al menos no con esferas, pero sí con la primera flecha, tal vez era lo mismo, tal vez no, pero por las dudas me apreté un poco más el pañuelo, ser precavido no está de más, observé como la sala comenzaba a llenarse de una espesa nube de humo, ya no podían mantener silencio, habían sido sorprendidos y antes que pudieran reaccionar la chica lanzó un segundo ataque tras el cual se escucharon algunos gritos de dolor, el caos estaba creado entre el enemigo, no tendría una mejor oportunidad de atacar de la que tenía ahora, me concentré un poco para usar la habilidad necesaria en este caso [1] y sacar ventaja de la poca visibilidad, al agudizar mis oídos, conseguí ubicar los pasos dentro de la sala, pude contar al menos 7 de ellos, o al menos, esos eran los que se movían haciendo ruido, pero además, pude escuchar algunos pasos tras nosotros - (¿Rodeados?) - Pensé mientras volteaba para encontrarme con la agradable sorpresa de que Niniel había llegado por fin, y había traído refuerzos - Prepara a los otros para atacar - Dije a la bruja al tiempo que me lanzaba al ataque deslizándome sutilmente por la puerta y cerrando mis ojos para dejarme guiar por mis oídos ante la poca visión que se podía tener en el lugar.
Corrí hacia el objetivo más cercano y calculando la altura de su abdomen le incrusté la daga que me quedaba para luego halarla hacia un lado para abrir la herida y hacer que seguramente su cena reciente acabara en el piso junto a parte de sus vísceras - ¡Están dentro! - Alcanzó a gritar el sujeto antes de caer al piso, los sonidos de pasos se hicieron más desordenados, estaban un poco asustados y se notaba en los constantes cambios de dirección que daban sus pasos, no sabían qué hacer o a dónde ir, avancé hasta donde se habían reunido tres de ellos relativamente cerca unos de otros y usé la daga para hacer cortes a dos de ellos mientras pasaba por en medio, eso causó que reaccionaran atacando a ciegas golpeándose entre ellos incluso con los filos de las extrañas tenazas metálicas que llevaban en sus manos, o al menos eso supuse al escuchar el sonido de los cortes.
Sin embargo, entre los pasos, todos rápidos y cortos, escuché uno que llamó mi atención, un paso fuerte y firme, al parecer de un sujeto pesado, debía ser el líder de los escorpiones, acabar con él pondría fin a toda la batalla, abandoné mi plan de causar confusión y me dirigí directo al objetivo principal pero antes de poder alcanzarlo un puño golpeó mi pecho con tal fuerza que salí volando hasta impactar de espalda contra la pared junto a la puerta por donde habíamos entrado, caí sentado con un dolor enorme, tal vez alguna costilla rota, o algunas.
La espesa nube de humo comenzaba a dispersarse, por debajo de lo que restaba de la nube de humo, podía ver los pasos de aquel imponente ser que se acercaba sin prisa, pero sin mucho cuidado, expresando seguridad en que tal vez era muy difícil derrotarlo, me encontraba un poco aturdido por el fuerte golpe, por lo que aún no podría moverme para apartarme, era el momento preciso para la llegada de los refuerzos.
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[1] Uso mi habilidad de nivel 1: Silencio
- El Escorpión Grandote:
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Bio
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Re: [Cerrado] El misterioso caso de los hombres escorpión [Interpretativo-Libre-Noche]
Parecía que llegaban justo a tiempo para el momento de la verdad, pero también que aquel par de pirados suicidas se creían intocables porque aunque parecía que ya les habían visto, al menos Bio ya se había girado en su dirección, comenzaron el ataque sin esperar a que Níniel y los otros siete soldados, bueno seis mas un joven arquero. No contaron con ellos para planear el asalto ni parecían interesados en comprobar qué preparación o equipo traían consigo. Aquello parecía una acción típica de Bio pero la verdad es que la peliblanca creyó ver que el ataque lo había iniciado la bruja y no el pelinegro. Como era de esperar no solo Níniel estaba en contra de aquel modo de actuar, ella siempre abogaba por el máximo de cooperación, el sargento tampoco parecía muy contento de que después de llegar hasta allí ni le consultaran.
-Tu amiga es una bruja ¿no?. Siempre hacen lo mismo, son tan arrogantes...Quizá deberíamos dejar que los apuñalen un par de veces, así aprenderían-
Aquello era muy radical y esperaba que Metié hablara de broma, pero lo cierto es que con los humanos nunca se sabía, eran capaces de matar por cualquier tontería, y el orgullo herido era uno de esos motivos. Además no podía negar que todo apuntaba a que podrían haberles esperado.
-Puede que no nos hayan visto- Se apresuró a decir la elfa. - No creo que quieran morir por no esperar medio minuto- La verdad es que después de lo que había vivido con aquel par no estaba muy segura de que sus palabras fueran muy veraces. A aquellos dos lo de que la paciencia era una virtud parecía que no se lo habían dicho y sin Níniel para ser la voz de la precaución parecían capaces de correr más riesgos de los necesarios. Como fuese, en el fondo el sargento no parecía un mal hombre, seguro que podría contar con él.
Para cuando llegaron a las puertas, Bio ya no estaba allí y uno de los escorpiones salía de la sala a toda prisa y sin que pareciera que viese muy bien hacia donde iba. Parecía el candidato perfecto para ser un prisionero, pero el hijo del molinero no parecía compartir esa opinión. Preparó una flecha y con una sorprendente habilidad disparó contra el enemigo atravesándole limpiamente la garganta. Un disparo impecable.
-A parte de practicar todos los días...También me ocupo de llevar algo de carne a la mesa-
Curiosamente la reacción de los hombres, que hasta hacía bien poco se habían reído del chico, fue vitorear como si la lucha ya estuviera ganada, incluso Matié sonreía. Avanzaron con ánimo renovado, cruzando las puertas entrando así a una amplia sala donde un extraño gas que comenzaba ya a dispersarse aún nublaba la vista ligéramente. Níniel hizo un gesto con la cabeza a Elen cuando pasó a su lado. Se alegraba de que siguiera viva.
-Y Bio?- Preguntó ligéramente preocupada por la suerte de aquel temerario.
-Muchaaaachos...!Escudos!- Gritó el sargento una vez todos los soldados cruzaron el umbral de la sala. Los soldados adoptaron una formación de combate con tres hombres con escudos y lanzas al frente y otros tres con espadas detrás de ellos. El chico y Níniel iban detrás. Si que usasen sus armas contra ellos les había sorprendido, encontrarse delante de soldados en formación fue el golpe de gracia a su ya tambaleante moral. Uno de los enemigos fue atravesado por una de las lanzas cuando intentaba huir y su cuerpo sin vida pisoteado por la pequeña falange que avanzaba. Fue entonces cuando vieron al grandullón.
El chico sin dudar lanzó una flecha contra él pero su coraza desvió el disparo, lanzó una segunda flecha que se clavó en la carne pero que aquella mole ni pareció notar y siguió caminando lentamente hacia los soldados que ya no avanzaban. Como quien mueve un peso ligero, aquel terrible enemigo agarró la lanza de uno de los guardias y tiro de ella arrancándolo al humano de la formación y pisando su cabeza con una falta de compasión aterradora. La respuesta del resto de hombres no se hizo esperar y pronto dos lanzas atravesaban el cuerpo del gigante, que de nuevo no pareció ni notarlas pues como si tal cosa dio un sorbo a la poción que llevaba en la otra mano.
-!Dispersaos!- Voceó el sargento. Y los soldados se dispersaron por la sala para enfrentarse al resto de escorpiones y ser un blanco rápido y móvil para aquella poderosa masa de músculos que por el contrario era lento. Por suerte contaban con su propio soldado de más de dos metros que comenzó a lanzar mandoblazos contra el mayor de los enemigos y lo mantenía ocupado.
Níniel que acababa de ver a Bio hecho polvo en la entrada y de poca ayuda sería en la lucha, pidió ayuda al hijo del molinero para sacarle de aquella sala con todo el cuidado que la situación permitía. Con el grandullón y el resto de enemigos ocupados en la lucha fue relativamente sencillo pero sus lesiones no tenían muy buena pinta. Un diagnóstico precoz indicaba que había sido golpeado con un objeto contundente y tenía varias costillas rotas, eso por lo menos.
-Cúbreme chico, voy a curarle- Le dijo al joven arquero que parecía tener ganas de volver dentro y hacer que algún enemigo más probara su puntería. Sin embargo obedeció y se quedó allí fuera junto a ellos, vigilando. Níniel lo necesitaba, mientras estuviera curando no podría esar muy atenta a lo que ocurría a su alrededor y no le gustaría que un escorpión la pillase desprevenida.
Níniel sacó su daga de la funda en el muslo de su pierna derecha y rasgó la ropa del pelinegro para inmediatamente comenzar a palpar su pecho y vientre para una mejor evaluación de los daños, también lo instó a que abriera la boca cogiéndolo por la barbilla. Bio no podía quejarse, la lefa sabía lo que hacia y sus manos sabían ser dulces a la vez que suaves -¿Te duele aquí? ¿Y aquí?. Ya veo, no te muevas- Colocó sus manos sobre la zona dañada y concentrándose comenzó a usar su habilidad de sanación élfica sobre el pelinegro. Inmediatamente, en cuanto su magia de luz comenzó a actuar notó que no estaba sanando a un humano. Le miró a los ojos, no estaba asustada pero parecía reprocharle algo.
-Lo sospechaba...-
-Tu amiga es una bruja ¿no?. Siempre hacen lo mismo, son tan arrogantes...Quizá deberíamos dejar que los apuñalen un par de veces, así aprenderían-
Aquello era muy radical y esperaba que Metié hablara de broma, pero lo cierto es que con los humanos nunca se sabía, eran capaces de matar por cualquier tontería, y el orgullo herido era uno de esos motivos. Además no podía negar que todo apuntaba a que podrían haberles esperado.
-Puede que no nos hayan visto- Se apresuró a decir la elfa. - No creo que quieran morir por no esperar medio minuto- La verdad es que después de lo que había vivido con aquel par no estaba muy segura de que sus palabras fueran muy veraces. A aquellos dos lo de que la paciencia era una virtud parecía que no se lo habían dicho y sin Níniel para ser la voz de la precaución parecían capaces de correr más riesgos de los necesarios. Como fuese, en el fondo el sargento no parecía un mal hombre, seguro que podría contar con él.
Para cuando llegaron a las puertas, Bio ya no estaba allí y uno de los escorpiones salía de la sala a toda prisa y sin que pareciera que viese muy bien hacia donde iba. Parecía el candidato perfecto para ser un prisionero, pero el hijo del molinero no parecía compartir esa opinión. Preparó una flecha y con una sorprendente habilidad disparó contra el enemigo atravesándole limpiamente la garganta. Un disparo impecable.
-A parte de practicar todos los días...También me ocupo de llevar algo de carne a la mesa-
Curiosamente la reacción de los hombres, que hasta hacía bien poco se habían reído del chico, fue vitorear como si la lucha ya estuviera ganada, incluso Matié sonreía. Avanzaron con ánimo renovado, cruzando las puertas entrando así a una amplia sala donde un extraño gas que comenzaba ya a dispersarse aún nublaba la vista ligéramente. Níniel hizo un gesto con la cabeza a Elen cuando pasó a su lado. Se alegraba de que siguiera viva.
-Y Bio?- Preguntó ligéramente preocupada por la suerte de aquel temerario.
-Muchaaaachos...!Escudos!- Gritó el sargento una vez todos los soldados cruzaron el umbral de la sala. Los soldados adoptaron una formación de combate con tres hombres con escudos y lanzas al frente y otros tres con espadas detrás de ellos. El chico y Níniel iban detrás. Si que usasen sus armas contra ellos les había sorprendido, encontrarse delante de soldados en formación fue el golpe de gracia a su ya tambaleante moral. Uno de los enemigos fue atravesado por una de las lanzas cuando intentaba huir y su cuerpo sin vida pisoteado por la pequeña falange que avanzaba. Fue entonces cuando vieron al grandullón.
El chico sin dudar lanzó una flecha contra él pero su coraza desvió el disparo, lanzó una segunda flecha que se clavó en la carne pero que aquella mole ni pareció notar y siguió caminando lentamente hacia los soldados que ya no avanzaban. Como quien mueve un peso ligero, aquel terrible enemigo agarró la lanza de uno de los guardias y tiro de ella arrancándolo al humano de la formación y pisando su cabeza con una falta de compasión aterradora. La respuesta del resto de hombres no se hizo esperar y pronto dos lanzas atravesaban el cuerpo del gigante, que de nuevo no pareció ni notarlas pues como si tal cosa dio un sorbo a la poción que llevaba en la otra mano.
-!Dispersaos!- Voceó el sargento. Y los soldados se dispersaron por la sala para enfrentarse al resto de escorpiones y ser un blanco rápido y móvil para aquella poderosa masa de músculos que por el contrario era lento. Por suerte contaban con su propio soldado de más de dos metros que comenzó a lanzar mandoblazos contra el mayor de los enemigos y lo mantenía ocupado.
Níniel que acababa de ver a Bio hecho polvo en la entrada y de poca ayuda sería en la lucha, pidió ayuda al hijo del molinero para sacarle de aquella sala con todo el cuidado que la situación permitía. Con el grandullón y el resto de enemigos ocupados en la lucha fue relativamente sencillo pero sus lesiones no tenían muy buena pinta. Un diagnóstico precoz indicaba que había sido golpeado con un objeto contundente y tenía varias costillas rotas, eso por lo menos.
-Cúbreme chico, voy a curarle- Le dijo al joven arquero que parecía tener ganas de volver dentro y hacer que algún enemigo más probara su puntería. Sin embargo obedeció y se quedó allí fuera junto a ellos, vigilando. Níniel lo necesitaba, mientras estuviera curando no podría esar muy atenta a lo que ocurría a su alrededor y no le gustaría que un escorpión la pillase desprevenida.
Níniel sacó su daga de la funda en el muslo de su pierna derecha y rasgó la ropa del pelinegro para inmediatamente comenzar a palpar su pecho y vientre para una mejor evaluación de los daños, también lo instó a que abriera la boca cogiéndolo por la barbilla. Bio no podía quejarse, la lefa sabía lo que hacia y sus manos sabían ser dulces a la vez que suaves -¿Te duele aquí? ¿Y aquí?. Ya veo, no te muevas- Colocó sus manos sobre la zona dañada y concentrándose comenzó a usar su habilidad de sanación élfica sobre el pelinegro. Inmediatamente, en cuanto su magia de luz comenzó a actuar notó que no estaba sanando a un humano. Le miró a los ojos, no estaba asustada pero parecía reprocharle algo.
-Lo sospechaba...-
Níniel Thenidiel
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Re: [Cerrado] El misterioso caso de los hombres escorpión [Interpretativo-Libre-Noche]
El ataque se había iniciado antes de que la hechicera pudiese reparar en la presencia de la elfa y los refuerzos, así que no había tiempo ya para planear estrategias ni organizarse, debían aprovechar la confusión reinante para sacar ventaja y abatir a cuantos pudiesen. Elen contaba con que no se dejarían atrapar vivos, así que no quedaría más remedio que eliminarlos, y quizá apresar al líder si tenían ocasión, antes de que se auto envenenase como habían hecho los dos individuos anteriores.
Bio se lanzó hacia la oscura nube de humo con decisión, y en cuestión se segundos comenzaron los gritos y metálicos golpes, acompañados por el ruido de los desordenados pasos, claro indicio de que el nerviosismo entre los ladrones aumentaba. Eso era bueno para ellos, ya que llevaría a los escorpiones a cometer errores, movidos por su urgente necesidad de escapar. La bruja estaba segura de que no tardarían en ir directos hacia su posición, y en cuanto los viese liberaría su eléctrico elemento contra ellos, aturdiendo a cuantos le fuese posible para luego rematarlos con su daga. Pero no sería tan fácil.
Antes de que pudiese actuar, el cuerpo de su compañero salió despedido hacia una de las paredes, tras recibir un contundente golpe del enemigo, que empezó a ser visible a través del humo, que comenzaba a disiparse. El escorpión en cuestión era diferente al resto, más grande en tamaño y acorazado con una armadura, lo que complicaría bastante la tarea de reducirlo. La maga se acercó al lugar contra el que se había estrellado Bio y actuó a modo de barrera entre ambos, alzando la mano para soltar una descarga contra el fortachón.
El individuo pareció no notar su ataque, gracias a las protecciones que le cubrían el cuerpo, pero fue suficiente para que su atención se centrase en la de ojos verdes, que comenzó a apartarse de su compañero para volver a la puerta, esperando atraerlo hacia ella y que los refuerzos llegasen a la escena. Por el rabillo del ojo pudo ver cómo uno de los criminales conseguía salir de la sala, pero su esperanza de escapar se vio truncada segundos después, cuando una certera flecha le atravesó la garganta.
La joven se alegró al ver entrar a los guardias, cruzó una mirada con Níniel y torció ligeramente el gesto al oírla preguntar por Bio, desviando la vista hacia el lugar en que se encontraba el pelinegro. Los soldados tomaron posiciones e iniciaron el avance hacia el enemigo, pero tuvieron que dispersarse en cuanto se acercó el grandullón, para terminar primero con el resto de escorpiones que lo rodeaban. Elen en cambio puso toda su atención en él, al tiempo que desenvainaba la daga y buscaba algún hueco en su armadura.
Podía estar tranquila, la elfa y un muchacho habían conseguido sacar de allí a su compañero para tratarlo, así que avanzó con lentitud hacia el ser, que ahora se enfrentaba a uno de los guardias. El grandullón llevaba un recipiente en la mano, cuyo contenido se había terminado de un trago hacía escasos segundos, así que no dudó en estrellarlo contra la cabeza del soldado, que empezó a sangrar poco después. Intrigada por lo que había bebido, la hechicera rodeo a los contendientes y se acercó a una larga mesa situada tras ellos, sobre la que descansaban algunos órganos bien conservados y más frascos de distintos brebajes.
Quedaba claro que estaban experimentando con lo que robaban a los lugareños para elaborar pociones, así que ya conocía el posible motivo por el que se tomaban la molestia de devolver con vida a ciertas víctimas, para disponer de ellos cuando les hiciese falta otro órgano. Miró con desprecio a aquellos criminales, a tiempo de ver como dos de ellos se acercaban para atacarla, desde ambos lados de la mesa.
Giró el cuerpo hacia la derecha y liberó una descarga contra el primero, para luego darse la vuelta y encarar al otro, que ya casi se le había echado encima. Detuvo las pinzas del escorpión con un ágil movimiento de su daga, al que siguió un contundente rodillazo a la altura del estómago, que obligó al enmascarado a doblarse de dolor, momento en que la maga aprovechó para transmitirle la corriente a través de su propio artilugio metálico.
Tras unos instantes la joven decidió poner fin a su sufrimiento, con un rápido corte en la garganta, para acto seguido encargarse del que había dejado aturdido. El cuerpo del segundo se desplomó pesadamente sobre la mesa en cuanto terminó con él, provocando que dos de los recipientes cayesen al suelo y se rompiesen. En mitad de una pelea como aquella el sonido del vidrio apenas se escucharía, pero fue suficiente para atraer la atención de uno de los enemigos, el grandullón.
El ser se había librado momentáneamente del soldado, y ahora miraba con cierta preocupación hacia la mesa, más concretamente hacia las pociones, detalle del que la bruja se dio cuenta. - ¿Esto es tuyo? Sería una pena que se echase a perder…- dijo con tono retador, antes de retirar el cuerpo inerte y tomar uno de los frascos, para estamparlo contra el suelo. El grandullón no parecía nada contento con lo que acababa de hacer, comenzó a avanzar hacia ella tan rápido como le permitía su enorme y pesado cuerpo, que no fue suficiente para detener a la de cabellos cenicientos.
Con un enérgico barrido de su brazo, la de ojos verdes hizo caer todos los brebajes antes de que el escorpión consiguiese llegar hasta ella, hecho que lo enfureció. - ¿Eh? ¿ahora qué? Ya no te queda nada. - provocó, mientras retrocedía unos pasos y aferraba con fuerza la empuñadura de su daga. El enfadado ser golpeó con ambos puños la superficie de la mesa, haciendo temblar los tarros en que se conservaban los órganos, sujetó el borde de la misma y la volcó hacia ella, en un intento por acorralarla.
La hechicera apoyó la espalda en la pared y vigiló ambos lados, esperando que su enemigo apareciese por uno de ellos, cosa que no tardó en ocurrir. Retrocedió al verlo, pero el grandullón con un movimiento situó la mesa en diagonal, de modo que la punta chocase con la pared detrás de la joven, para no dejarla salir. Atrapada, la bruja se concentró para hacer levitar su daga con ayuda de la telequinesis, y dispararla hacia el hueco de la armadura que dejaba a la vista cuello del escorpión a toda prisa.
Acertó, y sin perder tiempo dirigió una potente descarga hacia la metálica hoja, para que el material condujese la corriente al interior de su cuerpo y le causara mucho más daño. No podía estar segura de que fuese suficiente, pero confiaba en que el enorme guardia con el que se había enfrentado estuviese cerca para asestarle el golpe definitivo si resultaba necesario.
Bio se lanzó hacia la oscura nube de humo con decisión, y en cuestión se segundos comenzaron los gritos y metálicos golpes, acompañados por el ruido de los desordenados pasos, claro indicio de que el nerviosismo entre los ladrones aumentaba. Eso era bueno para ellos, ya que llevaría a los escorpiones a cometer errores, movidos por su urgente necesidad de escapar. La bruja estaba segura de que no tardarían en ir directos hacia su posición, y en cuanto los viese liberaría su eléctrico elemento contra ellos, aturdiendo a cuantos le fuese posible para luego rematarlos con su daga. Pero no sería tan fácil.
Antes de que pudiese actuar, el cuerpo de su compañero salió despedido hacia una de las paredes, tras recibir un contundente golpe del enemigo, que empezó a ser visible a través del humo, que comenzaba a disiparse. El escorpión en cuestión era diferente al resto, más grande en tamaño y acorazado con una armadura, lo que complicaría bastante la tarea de reducirlo. La maga se acercó al lugar contra el que se había estrellado Bio y actuó a modo de barrera entre ambos, alzando la mano para soltar una descarga contra el fortachón.
El individuo pareció no notar su ataque, gracias a las protecciones que le cubrían el cuerpo, pero fue suficiente para que su atención se centrase en la de ojos verdes, que comenzó a apartarse de su compañero para volver a la puerta, esperando atraerlo hacia ella y que los refuerzos llegasen a la escena. Por el rabillo del ojo pudo ver cómo uno de los criminales conseguía salir de la sala, pero su esperanza de escapar se vio truncada segundos después, cuando una certera flecha le atravesó la garganta.
La joven se alegró al ver entrar a los guardias, cruzó una mirada con Níniel y torció ligeramente el gesto al oírla preguntar por Bio, desviando la vista hacia el lugar en que se encontraba el pelinegro. Los soldados tomaron posiciones e iniciaron el avance hacia el enemigo, pero tuvieron que dispersarse en cuanto se acercó el grandullón, para terminar primero con el resto de escorpiones que lo rodeaban. Elen en cambio puso toda su atención en él, al tiempo que desenvainaba la daga y buscaba algún hueco en su armadura.
Podía estar tranquila, la elfa y un muchacho habían conseguido sacar de allí a su compañero para tratarlo, así que avanzó con lentitud hacia el ser, que ahora se enfrentaba a uno de los guardias. El grandullón llevaba un recipiente en la mano, cuyo contenido se había terminado de un trago hacía escasos segundos, así que no dudó en estrellarlo contra la cabeza del soldado, que empezó a sangrar poco después. Intrigada por lo que había bebido, la hechicera rodeo a los contendientes y se acercó a una larga mesa situada tras ellos, sobre la que descansaban algunos órganos bien conservados y más frascos de distintos brebajes.
Quedaba claro que estaban experimentando con lo que robaban a los lugareños para elaborar pociones, así que ya conocía el posible motivo por el que se tomaban la molestia de devolver con vida a ciertas víctimas, para disponer de ellos cuando les hiciese falta otro órgano. Miró con desprecio a aquellos criminales, a tiempo de ver como dos de ellos se acercaban para atacarla, desde ambos lados de la mesa.
Giró el cuerpo hacia la derecha y liberó una descarga contra el primero, para luego darse la vuelta y encarar al otro, que ya casi se le había echado encima. Detuvo las pinzas del escorpión con un ágil movimiento de su daga, al que siguió un contundente rodillazo a la altura del estómago, que obligó al enmascarado a doblarse de dolor, momento en que la maga aprovechó para transmitirle la corriente a través de su propio artilugio metálico.
Tras unos instantes la joven decidió poner fin a su sufrimiento, con un rápido corte en la garganta, para acto seguido encargarse del que había dejado aturdido. El cuerpo del segundo se desplomó pesadamente sobre la mesa en cuanto terminó con él, provocando que dos de los recipientes cayesen al suelo y se rompiesen. En mitad de una pelea como aquella el sonido del vidrio apenas se escucharía, pero fue suficiente para atraer la atención de uno de los enemigos, el grandullón.
El ser se había librado momentáneamente del soldado, y ahora miraba con cierta preocupación hacia la mesa, más concretamente hacia las pociones, detalle del que la bruja se dio cuenta. - ¿Esto es tuyo? Sería una pena que se echase a perder…- dijo con tono retador, antes de retirar el cuerpo inerte y tomar uno de los frascos, para estamparlo contra el suelo. El grandullón no parecía nada contento con lo que acababa de hacer, comenzó a avanzar hacia ella tan rápido como le permitía su enorme y pesado cuerpo, que no fue suficiente para detener a la de cabellos cenicientos.
Con un enérgico barrido de su brazo, la de ojos verdes hizo caer todos los brebajes antes de que el escorpión consiguiese llegar hasta ella, hecho que lo enfureció. - ¿Eh? ¿ahora qué? Ya no te queda nada. - provocó, mientras retrocedía unos pasos y aferraba con fuerza la empuñadura de su daga. El enfadado ser golpeó con ambos puños la superficie de la mesa, haciendo temblar los tarros en que se conservaban los órganos, sujetó el borde de la misma y la volcó hacia ella, en un intento por acorralarla.
La hechicera apoyó la espalda en la pared y vigiló ambos lados, esperando que su enemigo apareciese por uno de ellos, cosa que no tardó en ocurrir. Retrocedió al verlo, pero el grandullón con un movimiento situó la mesa en diagonal, de modo que la punta chocase con la pared detrás de la joven, para no dejarla salir. Atrapada, la bruja se concentró para hacer levitar su daga con ayuda de la telequinesis, y dispararla hacia el hueco de la armadura que dejaba a la vista cuello del escorpión a toda prisa.
Acertó, y sin perder tiempo dirigió una potente descarga hacia la metálica hoja, para que el material condujese la corriente al interior de su cuerpo y le causara mucho más daño. No podía estar segura de que fuese suficiente, pero confiaba en que el enorme guardia con el que se había enfrentado estuviese cerca para asestarle el golpe definitivo si resultaba necesario.
Elen Calhoun
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Re: [Cerrado] El misterioso caso de los hombres escorpión [Interpretativo-Libre-Noche]
Tras el golpe, había quedado anulado por unos instantes, pero alcancé a ver la entrada de Elen para desviar al gran coloso que caminaba hacia mí, una vez que consiguió alejarlo intenté levantarme pero me fue imposible y volví a caer sentado y recostado a la pared, cerré los ojos para intentar soportar el dolor mientras escuchaba los gritos de batalla en la sala, no era solo la bruja, sino que además un grupo de soldados de la Guardia Real habían conseguido llegar hasta acá, guiados por Niniel, respiré tranquilo y recosté mi cabeza contra la pared por unos instantes, al disiparse la niebla los escorpiones estaban aún confusos, por lo que no resultó difícil que los soldados embistieran con gallardía eliminando a los escorpiones, aunque no todo era tan sencillo, algunos enemigos eran muy diestros y rápidos, afortunadamente no tenían a la mano ningún truco con esas pequeñas esferas, pero usaban las tenazas de sus manos para bloquear ataques y contra atacar, Elen por su parte había ido directo a la cabeza del grupo, el gigante que parecía imparable la siguió con alarma hasta la mesa, dando un grito de furia cuando la chica arrojó las cosas al piso - ¡¡Noooooooooooooooo!! - Exclamó con fiereza y una voz grave bastante siniestra - Pagarás por eso bruja - Dijo mientras se acercaba a ella, el otro grandulón que venía entre los guardias intentó detenerlo, sin embargo su gran fuerza pareció reducida a nada ante el poder de los músculos del gran escorpión, quien sin mucho esfuerzo consiguió romperle un brazo, esa fuerza no era nada normal, acto seguido volteó la mesa atrapando tras ella a la joven bruja.
Mientras observaba la situación fui sacado de mi lugar, Niniel y un chico me llevaron hasta afuera de la sala arrastrado, totalmente comprensible para una chica frágil y un... ¿Niño? Niniel intentaría curarme, lo que me puso un poco nervioso, pues hasta ahora le había ocultado mi naturaleza nocturna y al sentir mi esencia podría darse cuenta de la verdad, al comienzo, una sensación cálida comenzó a salir de sus manos y se deslizaba sobre mi piel, y aunque sus manos suaves y delicadas eran de por sí, una caricia constante, el proceso de sanación fue más doloroso que otra cosa, sentía como si me revolvieran los huesos por dentro hasta llevarlos a su lugar, apreté los puños para soportarlo pero comenzaba incluso a sentir que su magia me quemaba por dentro, la escuché murmurar unas palabras pero mi mente no daba para interpretar nada, mi corazón se desbocaba en un ritmo acelerado hasta que finalmente cedió, al parecer había terminado, sus manos habían dejado una leve y disimulada marca de quemadura en mi pecho que luego fue desapareciendo lentamente.
Al abrir los ojos observé en su rostro una mirada extraña, tal vez de reproche, imaginé entonces que ya lo sabía, y no pude más que agachar la cabeza, alguien como yo que vivía de mentir y engañar no debía sentir remordimiento alguno por ello, pero por alguna razón me sentía en deuda con ella, sin embargo, no era momento para detenernos a pedir perdones, estiré mis manos hasta intentar tomar las suyas y la miré a los ojos - Al salir de esto, responderé a todas las preguntas que tengas... Con la verdad - Me levanté, aunque no con la energía que hubiera querido y avancé hasta dentro de la sala nuevamente, ambos bandos luchaban con extremas muestras de agotamiento, pero apenas quedaba un par de escorpiones que no tardarían mucho en ser vencidos, el problema era el grandulón que aún acosaba a la bruja, corrí tan de prisa como pude para intentar ayudar pero antes que lograra llegar, una fuerte descarga eléctrica sacudió el cuerpo del sujeto dejándolo despidiendo humo desde el interior de su traje y con un fuerte olor a carne quemada, retrocedió un par de pasos y se quitó su casco dejándose ver como un hombre algo mayor, con barba y cabello canosos, miró sus manos un poco extrañado, temblaban sin parar, y eso pareció ponerlo nervioso, comenzó a mirar entre los frascos rotos en busca de algo mientras gritaba - Necesito más, solo un poco más - Corrió hasta lanzarse al piso rebuscando con sus manos entre los distintos líquidos de colores mientras su cuerpo comenzaba a cambiar, su armadura crecía, o su cuerpo se hacía más pequeño, menos imponente - Los mataré a todos, solo necesito un poco más - Hablaba para sí mismo, quitó el pecho de su armadura dejándola caer al piso pues al parecer ya le resultaba muy pesada, toda su piel parecía secarse hasta tomar una tonalidad gris y muerta, intentó recoger con sus manos los líquidos del suelo pero fue inútil y finalmente cayó al suelo balbuciendo palabras que no lográbamos entender.
Ahora apresarlo sería trabajo de los guardias, avancé hasta donde se encontraba Elen y la encontré con la mirada - ¿Estás bien? - Pregunté solo por confirmar - Parece que te ha ido mejor que a mí - Le expuse en tono de broma para luego dejar escapar una sonrisa - Salgamos de aquí - Finalicé mientras llevaba mi mano derecha a mis costillas verificando el excelente trabajo que había hecho Niniel, aunque por alguna razón jamás imaginé que la sanación de un elfo pudiera ser tan dolorosa, tal vez por mi propia naturaleza oscura el efecto era diferente en mí, caminé hacia la salida buscando mis dagas, no sin antes detenerme unos instantes a observar como los guardias ataban al viejo escorpión que tantos problemas nos había dado - Ha sido el final de una larga pesadilla - Dije mientras continuaba mi camino, al estar de nuevo cerca de Niniel, volví a llevar mi mirada al piso, le debía algunas respuestas, y aunque ocultaba muchas cosas por mi seguridad, ella me había demostrado que era alguien en quien podía confiar.
Mientras observaba la situación fui sacado de mi lugar, Niniel y un chico me llevaron hasta afuera de la sala arrastrado, totalmente comprensible para una chica frágil y un... ¿Niño? Niniel intentaría curarme, lo que me puso un poco nervioso, pues hasta ahora le había ocultado mi naturaleza nocturna y al sentir mi esencia podría darse cuenta de la verdad, al comienzo, una sensación cálida comenzó a salir de sus manos y se deslizaba sobre mi piel, y aunque sus manos suaves y delicadas eran de por sí, una caricia constante, el proceso de sanación fue más doloroso que otra cosa, sentía como si me revolvieran los huesos por dentro hasta llevarlos a su lugar, apreté los puños para soportarlo pero comenzaba incluso a sentir que su magia me quemaba por dentro, la escuché murmurar unas palabras pero mi mente no daba para interpretar nada, mi corazón se desbocaba en un ritmo acelerado hasta que finalmente cedió, al parecer había terminado, sus manos habían dejado una leve y disimulada marca de quemadura en mi pecho que luego fue desapareciendo lentamente.
Al abrir los ojos observé en su rostro una mirada extraña, tal vez de reproche, imaginé entonces que ya lo sabía, y no pude más que agachar la cabeza, alguien como yo que vivía de mentir y engañar no debía sentir remordimiento alguno por ello, pero por alguna razón me sentía en deuda con ella, sin embargo, no era momento para detenernos a pedir perdones, estiré mis manos hasta intentar tomar las suyas y la miré a los ojos - Al salir de esto, responderé a todas las preguntas que tengas... Con la verdad - Me levanté, aunque no con la energía que hubiera querido y avancé hasta dentro de la sala nuevamente, ambos bandos luchaban con extremas muestras de agotamiento, pero apenas quedaba un par de escorpiones que no tardarían mucho en ser vencidos, el problema era el grandulón que aún acosaba a la bruja, corrí tan de prisa como pude para intentar ayudar pero antes que lograra llegar, una fuerte descarga eléctrica sacudió el cuerpo del sujeto dejándolo despidiendo humo desde el interior de su traje y con un fuerte olor a carne quemada, retrocedió un par de pasos y se quitó su casco dejándose ver como un hombre algo mayor, con barba y cabello canosos, miró sus manos un poco extrañado, temblaban sin parar, y eso pareció ponerlo nervioso, comenzó a mirar entre los frascos rotos en busca de algo mientras gritaba - Necesito más, solo un poco más - Corrió hasta lanzarse al piso rebuscando con sus manos entre los distintos líquidos de colores mientras su cuerpo comenzaba a cambiar, su armadura crecía, o su cuerpo se hacía más pequeño, menos imponente - Los mataré a todos, solo necesito un poco más - Hablaba para sí mismo, quitó el pecho de su armadura dejándola caer al piso pues al parecer ya le resultaba muy pesada, toda su piel parecía secarse hasta tomar una tonalidad gris y muerta, intentó recoger con sus manos los líquidos del suelo pero fue inútil y finalmente cayó al suelo balbuciendo palabras que no lográbamos entender.
Ahora apresarlo sería trabajo de los guardias, avancé hasta donde se encontraba Elen y la encontré con la mirada - ¿Estás bien? - Pregunté solo por confirmar - Parece que te ha ido mejor que a mí - Le expuse en tono de broma para luego dejar escapar una sonrisa - Salgamos de aquí - Finalicé mientras llevaba mi mano derecha a mis costillas verificando el excelente trabajo que había hecho Niniel, aunque por alguna razón jamás imaginé que la sanación de un elfo pudiera ser tan dolorosa, tal vez por mi propia naturaleza oscura el efecto era diferente en mí, caminé hacia la salida buscando mis dagas, no sin antes detenerme unos instantes a observar como los guardias ataban al viejo escorpión que tantos problemas nos había dado - Ha sido el final de una larga pesadilla - Dije mientras continuaba mi camino, al estar de nuevo cerca de Niniel, volví a llevar mi mirada al piso, le debía algunas respuestas, y aunque ocultaba muchas cosas por mi seguridad, ella me había demostrado que era alguien en quien podía confiar.
Bio
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Re: [Cerrado] El misterioso caso de los hombres escorpión [Interpretativo-Libre-Noche]
Cuando Bio la tomó por las manos y le dijo que le contaría la verdad, Níniel se limitó a negar ligeramente con la cabeza. Aquel contacto había revelado toda la verdad sin dejar atisbo de duda, que el pelinegro era un vampiro, un hombre que heredaba una maldición provocada directamente por la influencia del dragón de luz, el mas sagrado y reverenciado entre todos los dragones para Níniel y su clan. Bio era un descendiente de aquellos humanos envidiosos y rencorosos que vendieron su humanidad por una falsa promesa de poder y se atrevieron a hacer lo impensable, dañar al dador de dones.
La peliblanca había sospechado algo así ya en su primer encuentro, demostró tener mucha fuerza desde el principio y por mucho que tratara de convencerse de lo contrario, los humanos no solían tirarse al cuello durante una refriega, no con la boca. A pesar de ello fue su actitud la que resultaba confusa e hizo que la elfa tuviera dudas. Se suponía que los vampiros eran asesinos fríos y malvados, odiados por todas las razas y perseguidos allá a donde fueran, sin embargo el pelinegro fue amable y educado, se preocupó por los otros.¿Cómo podía ser un vampiro?. Incluso en aquel segundo encuentro estuvo dispuesto desde el primer momento a enfrentarse a los escorpiones para detener sus crímenes sin mas promesa de recompensa que el agradecimiento de un médico de pueblo. A pesar de todo su naturaleza ya no podía ser negada y su educación le decía que estaba ante un enemigo.
El vampiro, sanado aunque no del todo recuperado, volvió a la habitación donde el combate aún estaba desarrollándose y la elfa no podía si no hacer lo mismo. Quizá alguien mas necesitara asistencia y debiera ser sacado de allí, si era posible, para recibir atención. El panorama dentro de aquel lugar era dantesco, había varios cuerpos sin vida de aquellos escorpiones por todas partes, uno aún tenía la lanza que había puesto fin a su vida clavada en el estómago y conservaba la última posición antes de su muerte, con sus manos sobre el hasta de la lanza como si intentara sacársela. Allí también estaba el cuerpo sin vida de aquel guardia al que aquella mole enemiga había matado pero para alivio de la joven no parecía haber más cuerpos de "su" grupo. Si que vio como los guardias mataban a los dos últimos escorpiones con vida sin piedad, rodeándolos y usando su mayor número para no correr riesgos. También como la bruja se ocupaba del gigantón con su magia elemental eléctrica. Níniel supuso cuál era el secreto que se escondía tras su terrible fuerza y resistencia a toda clase de ataques, pero aquello ya se había acabado y la última descarga fue demasiado para él. Los hombres lo ataron aunque sin duda muchos hubieran preferido simplemente matarlo allí mismo
Los guardias y el chico parecían satisfechos de que todo hubiera acabado pero la muerte de uno de los suyos tornaba en agridulce aquella victoria de la que nunca se creyeron capaces. No hubo vítores ni canciones de victoria intercaladas con promesas de bebida, necesitarían tiempo para poder recordar a su amigo y a lo ocurrido en aquella cueva aquel día. Con cuidado y solemnidad la sacerdotisa peliblanca recitó algunas de las fórmulas destinadas a los muertos elfos que más se adaptaran a las costumbres de los humanos para desearle un buen viaje al otro lado, en la lengua común para ser entendida por todos. Los hombres lo agradecieron.
-Nos ocuparemos de que nadie más entre aquí y de tirar en algún agujero los cuerpos de estos malnacidos. llevamos el cuerpo de Bron junto a los suyos para que le den el funeral que merece. Me gustaría poder recompensaros de alguna manera...Pero solo se me ocurre que os llevéis lo que queráis de aquí. Gracias-Dijo Matié dirigido hacia el grupo de "aventureros".
Níniel aceptó su agradecimiento y también agradeció su esfuerzo, entre todos habían logrado vencer a un grupo cuyo solo nombre aterrorizaba a toda una zona. Entonces el soldado de más de dos metros avanzó con una mano colocada sobre su otro brazo que parecía estar roto.
-Disculpa elfa, me avergüenza decirlo pero ese tipo logró romperme el brazo¿ Crees que podrías...?-
-¿Sanarlo?, si claro, enseguida podrás volver a usarlo-
Tras acabar todo lo que quedaba pendiente que hacer en la cueva dejando a la guardia al cargo y tras despedirse de todos, incluido el joven y valiente hijo del molinero al que la elfa dejó con la cara como un tomate tras besarle la mejilla durante la despedida, Níniel pensó que ya iba siendo hora de ponerse en marcha. Hacía horas que debería haber llegado ya a la ciudad y estaba deseando tumbarse en su lecho de plumas y dormir. Y por el camino...Bueno Bio le debía un par de explicaciones. Quizá haría bien en escucharlas antes de juzgarle solo por las historias sobre vampiros. Quizá también Elen quisiera compartir alguna, al fin y al cabo un vampiro, una bruja y una elfa debían de tener mucho de qué hablar. ¿No?.
La peliblanca había sospechado algo así ya en su primer encuentro, demostró tener mucha fuerza desde el principio y por mucho que tratara de convencerse de lo contrario, los humanos no solían tirarse al cuello durante una refriega, no con la boca. A pesar de ello fue su actitud la que resultaba confusa e hizo que la elfa tuviera dudas. Se suponía que los vampiros eran asesinos fríos y malvados, odiados por todas las razas y perseguidos allá a donde fueran, sin embargo el pelinegro fue amable y educado, se preocupó por los otros.¿Cómo podía ser un vampiro?. Incluso en aquel segundo encuentro estuvo dispuesto desde el primer momento a enfrentarse a los escorpiones para detener sus crímenes sin mas promesa de recompensa que el agradecimiento de un médico de pueblo. A pesar de todo su naturaleza ya no podía ser negada y su educación le decía que estaba ante un enemigo.
El vampiro, sanado aunque no del todo recuperado, volvió a la habitación donde el combate aún estaba desarrollándose y la elfa no podía si no hacer lo mismo. Quizá alguien mas necesitara asistencia y debiera ser sacado de allí, si era posible, para recibir atención. El panorama dentro de aquel lugar era dantesco, había varios cuerpos sin vida de aquellos escorpiones por todas partes, uno aún tenía la lanza que había puesto fin a su vida clavada en el estómago y conservaba la última posición antes de su muerte, con sus manos sobre el hasta de la lanza como si intentara sacársela. Allí también estaba el cuerpo sin vida de aquel guardia al que aquella mole enemiga había matado pero para alivio de la joven no parecía haber más cuerpos de "su" grupo. Si que vio como los guardias mataban a los dos últimos escorpiones con vida sin piedad, rodeándolos y usando su mayor número para no correr riesgos. También como la bruja se ocupaba del gigantón con su magia elemental eléctrica. Níniel supuso cuál era el secreto que se escondía tras su terrible fuerza y resistencia a toda clase de ataques, pero aquello ya se había acabado y la última descarga fue demasiado para él. Los hombres lo ataron aunque sin duda muchos hubieran preferido simplemente matarlo allí mismo
Los guardias y el chico parecían satisfechos de que todo hubiera acabado pero la muerte de uno de los suyos tornaba en agridulce aquella victoria de la que nunca se creyeron capaces. No hubo vítores ni canciones de victoria intercaladas con promesas de bebida, necesitarían tiempo para poder recordar a su amigo y a lo ocurrido en aquella cueva aquel día. Con cuidado y solemnidad la sacerdotisa peliblanca recitó algunas de las fórmulas destinadas a los muertos elfos que más se adaptaran a las costumbres de los humanos para desearle un buen viaje al otro lado, en la lengua común para ser entendida por todos. Los hombres lo agradecieron.
-Nos ocuparemos de que nadie más entre aquí y de tirar en algún agujero los cuerpos de estos malnacidos. llevamos el cuerpo de Bron junto a los suyos para que le den el funeral que merece. Me gustaría poder recompensaros de alguna manera...Pero solo se me ocurre que os llevéis lo que queráis de aquí. Gracias-Dijo Matié dirigido hacia el grupo de "aventureros".
Níniel aceptó su agradecimiento y también agradeció su esfuerzo, entre todos habían logrado vencer a un grupo cuyo solo nombre aterrorizaba a toda una zona. Entonces el soldado de más de dos metros avanzó con una mano colocada sobre su otro brazo que parecía estar roto.
-Disculpa elfa, me avergüenza decirlo pero ese tipo logró romperme el brazo¿ Crees que podrías...?-
-¿Sanarlo?, si claro, enseguida podrás volver a usarlo-
Tras acabar todo lo que quedaba pendiente que hacer en la cueva dejando a la guardia al cargo y tras despedirse de todos, incluido el joven y valiente hijo del molinero al que la elfa dejó con la cara como un tomate tras besarle la mejilla durante la despedida, Níniel pensó que ya iba siendo hora de ponerse en marcha. Hacía horas que debería haber llegado ya a la ciudad y estaba deseando tumbarse en su lecho de plumas y dormir. Y por el camino...Bueno Bio le debía un par de explicaciones. Quizá haría bien en escucharlas antes de juzgarle solo por las historias sobre vampiros. Quizá también Elen quisiera compartir alguna, al fin y al cabo un vampiro, una bruja y una elfa debían de tener mucho de qué hablar. ¿No?.
Níniel Thenidiel
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Re: [Cerrado] El misterioso caso de los hombres escorpión [Interpretativo-Libre-Noche]
No le hicieron falta refuerzos, el escorpión retrocedió tras recibir la descarga y se deshizo del yelmo, mientras del interior de sus ropajes emergía un poco de humo, provocado por la corriente al recorrerle el cuerpo. Sin hacer caso a la daga que tenía clavada se lanzó al suelo en una desesperaba búsqueda, pero los frascos estaban destrozados y sus contenidos se habían esparcido por la fría superficie de piedra, mezclándose unos con otros, y con la sangre de los caídos durante el enfrentamiento.
- Ríndete de una vez, has perdido. - espetó la bruja, antes de observar con ojos muy abiertos como el cuerpo del hombre comenzaba a empequeñecer dentro de su armadura, obligándolo a deshacerse del peto por lo pesado del mismo. Aquel enorme individuo que instantes antes había volcado una mesa sin apenas esfuerzo ahora quedaba reducido a un anciano de cabellos canosos, a juego con la barba y el grisáceo tono de su piel, que le daba un aspecto enfermizo.
Cayó al suelo sin fuerzas poco después, balbuceando cosas ininteligibles para cuantos lo rodeaban, mientras la hechicera empezaba a hacerse una idea del uso que daba a los órganos robados. Fuerza, poder, eso era lo que buscaba, y de algún modo había encontrado la fórmula para lograrlo ¿pero a qué precio? Elen se acercó a él y extrajo su daga sin miramientos, antes de dedicarle una mirada severa, que el anciano correspondió con otra cargada de odio, por considerarla la culpable de su derrota.
Puede que con aquellas pócimas hubiese sido capaz de hacer frente a los guardias y escapar, pero de todos modos no habría llegado lejos, no con la desventaja numérica. - Disfruta de la celda, espero que te pudras en ella. - añadió, antes de apartarse de él y dejar que las autoridades se hiciesen cargo de apresarlo. La joven no podía aprobar lo que hacía para obtener esos brebajes, mucho menos que algunas de las víctimas hubiesen muerto por aquella ambición suya, solo podía sentir asco.
Limpió la hoja de su arma antes de envainarla, momento en que su compañero llegó para preguntarle si se encontraba bien, a lo que la maga respondió asintiendo con la cabeza levemente. Níniel había hecho un buen trabajo con él, ahora al menos podía caminar y no parecía estar demasiado dolorido, así que lo mejor sería abandonar la cueva, dejando en manos de los guardias la tarea de cerrarla a cal y canto, para que nadie más pudiese instalarse allí.
Pudo percatarse del modo en que Bio bajaba la mirada al acercarse a la elfa, como si tuviese algún tipo de remordimiento por algo, pero sin más información al respecto, decidió dejar de lado ese detalle, que quizá se explicase más adelante. El caballero al mando de los soldados tomó la palabra para asegurar que se ocuparían de evitar que otros entrasen en la caverna, y de llevarse al único guardia caído en combate para darle un digno final, a lo que añadió que deseaba recompensarlos por su ayuda, pero que al no disponer de nada les permitía tomar de la sala lo que quisiesen.
- No me llevaría nada de este lugar, todo está manchado con la sangre de los inocentes a los que robaron. - dijo la de ojos verdes, al tiempo que entregaba la bolsa con el resto de esferas a Matié. - Yo reduciría a cenizas esta sala y todo lo que contiene, si se decide a hacerlo utilice la que tiene una llama grabada. - añadió antes de encaminarse a la salida, donde su fiel amigo peludo la esperaba, lejos del peligro.
Respiró profundamente al llegar al exterior, dejando que las gotas de lluvia cayesen sobre sus cenicientos cabellos y rostro. La tormenta había perdido fuerza, convirtiéndose en una fina e incluso agradable llovizna, que no tardaría mucho en desaparecer por completo. Esperó al resto para iniciar el regreso a Lunargenta, aunque no tenía claro que Níniel y Bio se dirigiesen hacia allí, pero si sus caminos los llevaban a la ciudad se ofrecería a acompañarlos, siempre y cuando no resultase una molestia para ellos.
- Ríndete de una vez, has perdido. - espetó la bruja, antes de observar con ojos muy abiertos como el cuerpo del hombre comenzaba a empequeñecer dentro de su armadura, obligándolo a deshacerse del peto por lo pesado del mismo. Aquel enorme individuo que instantes antes había volcado una mesa sin apenas esfuerzo ahora quedaba reducido a un anciano de cabellos canosos, a juego con la barba y el grisáceo tono de su piel, que le daba un aspecto enfermizo.
Cayó al suelo sin fuerzas poco después, balbuceando cosas ininteligibles para cuantos lo rodeaban, mientras la hechicera empezaba a hacerse una idea del uso que daba a los órganos robados. Fuerza, poder, eso era lo que buscaba, y de algún modo había encontrado la fórmula para lograrlo ¿pero a qué precio? Elen se acercó a él y extrajo su daga sin miramientos, antes de dedicarle una mirada severa, que el anciano correspondió con otra cargada de odio, por considerarla la culpable de su derrota.
Puede que con aquellas pócimas hubiese sido capaz de hacer frente a los guardias y escapar, pero de todos modos no habría llegado lejos, no con la desventaja numérica. - Disfruta de la celda, espero que te pudras en ella. - añadió, antes de apartarse de él y dejar que las autoridades se hiciesen cargo de apresarlo. La joven no podía aprobar lo que hacía para obtener esos brebajes, mucho menos que algunas de las víctimas hubiesen muerto por aquella ambición suya, solo podía sentir asco.
Limpió la hoja de su arma antes de envainarla, momento en que su compañero llegó para preguntarle si se encontraba bien, a lo que la maga respondió asintiendo con la cabeza levemente. Níniel había hecho un buen trabajo con él, ahora al menos podía caminar y no parecía estar demasiado dolorido, así que lo mejor sería abandonar la cueva, dejando en manos de los guardias la tarea de cerrarla a cal y canto, para que nadie más pudiese instalarse allí.
Pudo percatarse del modo en que Bio bajaba la mirada al acercarse a la elfa, como si tuviese algún tipo de remordimiento por algo, pero sin más información al respecto, decidió dejar de lado ese detalle, que quizá se explicase más adelante. El caballero al mando de los soldados tomó la palabra para asegurar que se ocuparían de evitar que otros entrasen en la caverna, y de llevarse al único guardia caído en combate para darle un digno final, a lo que añadió que deseaba recompensarlos por su ayuda, pero que al no disponer de nada les permitía tomar de la sala lo que quisiesen.
- No me llevaría nada de este lugar, todo está manchado con la sangre de los inocentes a los que robaron. - dijo la de ojos verdes, al tiempo que entregaba la bolsa con el resto de esferas a Matié. - Yo reduciría a cenizas esta sala y todo lo que contiene, si se decide a hacerlo utilice la que tiene una llama grabada. - añadió antes de encaminarse a la salida, donde su fiel amigo peludo la esperaba, lejos del peligro.
Respiró profundamente al llegar al exterior, dejando que las gotas de lluvia cayesen sobre sus cenicientos cabellos y rostro. La tormenta había perdido fuerza, convirtiéndose en una fina e incluso agradable llovizna, que no tardaría mucho en desaparecer por completo. Esperó al resto para iniciar el regreso a Lunargenta, aunque no tenía claro que Níniel y Bio se dirigiesen hacia allí, pero si sus caminos los llevaban a la ciudad se ofrecería a acompañarlos, siempre y cuando no resultase una molestia para ellos.
Elen Calhoun
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