[cerrado]Risas con el destino [interpretativo][libre]
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Re: [cerrado]Risas con el destino [interpretativo][libre]
-Decactivarlo.- Repito para mi mismo la solución que Wood propone para acabar con esa cosa.
No es la primera vez que veo un hombre hecho de hierro. En las ciudades de los hombres, los metálicos hacen las labores que los humanos temen de hacer. Recuerdo un día, hace un par de semanas, en las que dos hombres metálicos llevaban en un carro a un hombre león. Según escuché, la bestia había matado a cientos de personas y por fin habían conseguido detenerlo. Los férricos fueron los encargados de llevar al asesino a la prisión de donde nunca escaparía; tarea sumamente peligrosa teniendo en cuenta la fuerza del hombre león. Ningún humano quería tener que llevar a un asesino a la cárcel. Recuerdo también, una casa donde hacían armas y armaduras a base de metal hirviendo. La temperatura de aquella casa era sumamente elevada. El gran fuego que allí residía era capaz de convertir cualquier cosa a cenizas. Pocos humanos toleran estas temperaturas, los metálicos, por su parte, no sienten calor alguno cosa que los hace perfectos para esta tarea.
El golpe de un nuevo puñetazo del hombre férrico a la pared hace que vuelva a la realidad y deje mis recuerdos a un lado. "Tom, tom..." Suena caga golpe. Tenso mi arco y entre uno de los agujeros; mas, no consigo hacerle ningún daño. Tampoco es mi intención. Wood ya me avisó que no puedo matarle. La única solución factible es, lo que ella llamó, "desactivarle"; no sé que significa, pero tampoco lo necesito saber. Mi única pretención es distraer al hombre de hierro el tiempo suficiente para que Wood pueda "desactivarle".
-¡La pared, se va a caer!- Me giro para decírselo a Wood, pero ella ya no está. Miro hacia la derecha y luego hacia la izquierda. No hay rastro. -¡Wood!- Gritó más fuerte.
"Tom, tom" Suena dos puñetazos más. La pared cae convertida en miles de piedras y polvo. Por fortuna, doy un salto hacia atrás librándome de los golpes con los pedazos de pared. Detrás de la humareda, el hombre férrico muestra al fin su cuerpo completo. Mide más de dos metros, la mayor parte de su cuerpo está recubierto de metal a excepción de un pie, la boca y la mitad de sus articulaciones. El pie que le queda libre, el que debería ser de carne y hueso es extraño; es totalmente diferente a los otros pies, y no solamente porque sus uñas sean de metal y tengan forma de garra, sino porque parece que bajo toda la carne haya un esqueleto interno de resistente hierro.
Apunto hacia los puntos donde muestra su carne: la boca, el pie y las pocas articulaciones. Pero él es más rápido y consigue desgarrar mi flecha al vuelo antes de que esta le llegue a dar. me estoy quedando sin flechas. De haber sabido que hubiera tenido que enfrentarme a una criatura de este estilo hubiera preparado más. Seis. Cinco. Cuatro. Ninguna de mis flechas consigue detenerle.
Es el turno del hombre de metal. Coge una enorme roca del suelo tan pesada que ni cinco hombres podrían levantarla. Hace impulso para lanzarla hacia mí, pero, la fortuna me sonríe. Justo en ese momento, una piedra da de lleno en la cabeza del hombre de hierro. Es Wood, ella me ha salvado. El hombre de metal lanza la roca hacia la mujer de pelo plateado pero falla, ella está demasiado lejos. En un último momento, decide ir hacia ella con sus afiladas garras preparadas para cortar carne y hueso de la mujer. Corre. Es rápido, ya comprobé que era rápido cuando ninguna de mis flechas llegó a alcanzarle, pero yo puedo serlo más si llego a concentrarme. Cojo la que es mi tercera flecha, la tenso en mi cargo y me concentro en mi objetivo. Sé que solo tengo una oportunidad, debo de elegir bien dónde quiero disparar y debo de ser rápido eligiendo. ¡Disparo! El proyectil avanza en contra del viento hacia el lugar donde he apuntado. El hombre metálico me ve y me ignora, ha previsto que la flecha no va a hacia él; mas no sabe que él no es mi objetivo. La flecha corta la cuerda de la trampa que había preparado, la viga del techo cae dando de pleno contra el cráneo del hombre férrico. El enemigo tambalea, ha dejado de perseguir a Wood, solo tambalea, da la impresión que se puede caer en cualquier momento. Un paso en falso y el hombre de metal cae, pero no al suelo, cae bajo el suelo, en un hoyo que había tapado entre pieles y maderas.
-Suerte.- Digo a Wood a la vez que paso la mano por encima del carcaj para comprobar que, verdaderamente, solo me quedan dos flechas. - Estoy bien. Cansado, pero bien.- La miro directamente examinando su cuerpo en busca de nuevas heridas. -¿Tú, estás sana?-
Nuestra conversación no dura demasiado tiempo. El hombre que vi en el carro cargado de muertos aparece detrás de la mujer de pelo plateado armado con su látigo. -¡Sobrevivientes!- Grita con todas sus fuerzas.- Veo que ya conocéis a mi amigo TR4, es hora de que os presente al resto de la familia. ¡TR1, TR2, TR3 y TR5 venid!-
El primer hombre metálico es algo más que un torso con dos brazos y una cabeza, no tiene piernas y camina únicamente impulsándose con sus manos. El segundo posee el cuerpo entero pero ligeramente desproporcionado, sus brazos son el doble de grande de lo que son sus piernas, igual como el primero, camina con los brazos puesto que así va más rápido. El tercero tiene el cuerpo completo y sin malformaciones; tiene piernas y tiene brazos en su sitio y conforme los debe tener, solo hay un detalle que llama la atención y es que su mano izquierda tiene forma de ballesta pequeña. El último de estos cuatro es el más grande. Todo su cuerpo está hecho de metal, sin ninguna fisura que deje ver una pizca de carne. Tiene cuatro brazos, los dos de abajo tienen forma de espada y los superiores uno es una maza y el otro una hacha. Lo curioso es que todos guardan relación con el ya conocido TR4, como si fueran el mismo cuerpo creado de diferente manera. Como si fueran experimentos hasta alcanzar el número mayor.
No es la primera vez que veo un hombre hecho de hierro. En las ciudades de los hombres, los metálicos hacen las labores que los humanos temen de hacer. Recuerdo un día, hace un par de semanas, en las que dos hombres metálicos llevaban en un carro a un hombre león. Según escuché, la bestia había matado a cientos de personas y por fin habían conseguido detenerlo. Los férricos fueron los encargados de llevar al asesino a la prisión de donde nunca escaparía; tarea sumamente peligrosa teniendo en cuenta la fuerza del hombre león. Ningún humano quería tener que llevar a un asesino a la cárcel. Recuerdo también, una casa donde hacían armas y armaduras a base de metal hirviendo. La temperatura de aquella casa era sumamente elevada. El gran fuego que allí residía era capaz de convertir cualquier cosa a cenizas. Pocos humanos toleran estas temperaturas, los metálicos, por su parte, no sienten calor alguno cosa que los hace perfectos para esta tarea.
El golpe de un nuevo puñetazo del hombre férrico a la pared hace que vuelva a la realidad y deje mis recuerdos a un lado. "Tom, tom..." Suena caga golpe. Tenso mi arco y entre uno de los agujeros; mas, no consigo hacerle ningún daño. Tampoco es mi intención. Wood ya me avisó que no puedo matarle. La única solución factible es, lo que ella llamó, "desactivarle"; no sé que significa, pero tampoco lo necesito saber. Mi única pretención es distraer al hombre de hierro el tiempo suficiente para que Wood pueda "desactivarle".
-¡La pared, se va a caer!- Me giro para decírselo a Wood, pero ella ya no está. Miro hacia la derecha y luego hacia la izquierda. No hay rastro. -¡Wood!- Gritó más fuerte.
"Tom, tom" Suena dos puñetazos más. La pared cae convertida en miles de piedras y polvo. Por fortuna, doy un salto hacia atrás librándome de los golpes con los pedazos de pared. Detrás de la humareda, el hombre férrico muestra al fin su cuerpo completo. Mide más de dos metros, la mayor parte de su cuerpo está recubierto de metal a excepción de un pie, la boca y la mitad de sus articulaciones. El pie que le queda libre, el que debería ser de carne y hueso es extraño; es totalmente diferente a los otros pies, y no solamente porque sus uñas sean de metal y tengan forma de garra, sino porque parece que bajo toda la carne haya un esqueleto interno de resistente hierro.
Apunto hacia los puntos donde muestra su carne: la boca, el pie y las pocas articulaciones. Pero él es más rápido y consigue desgarrar mi flecha al vuelo antes de que esta le llegue a dar. me estoy quedando sin flechas. De haber sabido que hubiera tenido que enfrentarme a una criatura de este estilo hubiera preparado más. Seis. Cinco. Cuatro. Ninguna de mis flechas consigue detenerle.
Es el turno del hombre de metal. Coge una enorme roca del suelo tan pesada que ni cinco hombres podrían levantarla. Hace impulso para lanzarla hacia mí, pero, la fortuna me sonríe. Justo en ese momento, una piedra da de lleno en la cabeza del hombre de hierro. Es Wood, ella me ha salvado. El hombre de metal lanza la roca hacia la mujer de pelo plateado pero falla, ella está demasiado lejos. En un último momento, decide ir hacia ella con sus afiladas garras preparadas para cortar carne y hueso de la mujer. Corre. Es rápido, ya comprobé que era rápido cuando ninguna de mis flechas llegó a alcanzarle, pero yo puedo serlo más si llego a concentrarme. Cojo la que es mi tercera flecha, la tenso en mi cargo y me concentro en mi objetivo. Sé que solo tengo una oportunidad, debo de elegir bien dónde quiero disparar y debo de ser rápido eligiendo. ¡Disparo! El proyectil avanza en contra del viento hacia el lugar donde he apuntado. El hombre metálico me ve y me ignora, ha previsto que la flecha no va a hacia él; mas no sabe que él no es mi objetivo. La flecha corta la cuerda de la trampa que había preparado, la viga del techo cae dando de pleno contra el cráneo del hombre férrico. El enemigo tambalea, ha dejado de perseguir a Wood, solo tambalea, da la impresión que se puede caer en cualquier momento. Un paso en falso y el hombre de metal cae, pero no al suelo, cae bajo el suelo, en un hoyo que había tapado entre pieles y maderas.
-Suerte.- Digo a Wood a la vez que paso la mano por encima del carcaj para comprobar que, verdaderamente, solo me quedan dos flechas. - Estoy bien. Cansado, pero bien.- La miro directamente examinando su cuerpo en busca de nuevas heridas. -¿Tú, estás sana?-
Nuestra conversación no dura demasiado tiempo. El hombre que vi en el carro cargado de muertos aparece detrás de la mujer de pelo plateado armado con su látigo. -¡Sobrevivientes!- Grita con todas sus fuerzas.- Veo que ya conocéis a mi amigo TR4, es hora de que os presente al resto de la familia. ¡TR1, TR2, TR3 y TR5 venid!-
El primer hombre metálico es algo más que un torso con dos brazos y una cabeza, no tiene piernas y camina únicamente impulsándose con sus manos. El segundo posee el cuerpo entero pero ligeramente desproporcionado, sus brazos son el doble de grande de lo que son sus piernas, igual como el primero, camina con los brazos puesto que así va más rápido. El tercero tiene el cuerpo completo y sin malformaciones; tiene piernas y tiene brazos en su sitio y conforme los debe tener, solo hay un detalle que llama la atención y es que su mano izquierda tiene forma de ballesta pequeña. El último de estos cuatro es el más grande. Todo su cuerpo está hecho de metal, sin ninguna fisura que deje ver una pizca de carne. Tiene cuatro brazos, los dos de abajo tienen forma de espada y los superiores uno es una maza y el otro una hacha. Lo curioso es que todos guardan relación con el ya conocido TR4, como si fueran el mismo cuerpo creado de diferente manera. Como si fueran experimentos hasta alcanzar el número mayor.
Última edición por Sarez el Sáb 6 Feb 2016 - 15:50, editado 1 vez
Sarez
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Re: [cerrado]Risas con el destino [interpretativo][libre]
Mi respuesta a la pregunta del elfo no fue más que una leve palmada en su hombro con una sonrisa ladina. Pensaba bajar a terminar de rematar al biocibernético, pero los planes se vieron frustrados con la aparición de su dueño o creador. Tal vez buscaba cadáveres a los que quitarles partes para sus valiosos experimentos. Cagado de la mente… murmuré dándome la vuelta para apreciar totalmente al hombre y sus supuestas creaciones. Mi boca se contorsionó en una sonrisa invertida mientras los ojos se agrandaban mostrando la magnitud de mi cansancio acumulado. Esta mierda nos va a tomar tiempo comenté por lo bajo junto a un chiflido sereno. Despeiné mi pelo en un momento de escasez de pensamiento, me había quedado en blanco. Cuatro enemigos… cuatro de mis peores enemigos. Bestias que no sienten dolor ni se les puede infundir miedo. Pedazos de metal frío que solamente siguen instrucciones. Los guerreros perfectos, verdugos por naturaleza.
Me mordí el labio inferior Supongo que las flechas no serán suficientes… volví a tomar la palabra. Miré hacia los lados en busca de ideas, siempre mirar al cielo mientras me rascaba la barbilla me daba buenas ideas. Las paredes no eran lo suficientemente fuertes para acabarlos de un solo golpe, tampoco las podría derribar sin ayuda antes de que pudiesen alcanzarnos. Siempre he sabido que las sogas se cortan por el lado más fino y esta, desafortunadamente, era una de las pocas ocasiones en las que debía aceptar mi ineptitud. Tú puedes huír casi rugí, dándole un empujón para que se dejara de tonterías y pusiera pies a tierra. Estaba cansada sí, casi sin energías pero en mí se había despertado un instinto más primitivo, más natural; el de la supervivencia. Apenas podía mantener mi cuerpo comprimido en esa frágil forma humana. Sentía que era cuestión de tiempo que el lobo interno que por tanto tiempo había mantenido embozalado finalmente se disgregara de Feith y comenzase a hacer estragos.
No… murmuré más para mí que para nadie más mientras veía aproximarse lentamente a aquellas máquinas. No podía dejar que el lobo tomase el control luego de haber luchado durante tantos años para reconciliarme conmigo misma. No… tenía que haber otra manera. De lo contrario estaba segura que me perdería a mí misma y no volvería a ser la orgullosa guerrera Wood, sino la última sombra del mal encarnado. La loca, la salvaje, la asesina… Respiré profundamente y me abracé como queriendo unir mis pedazos que amenazaban con desprenderse. Podía sentir que mi piel casi quemaba, el dolor era extremo. La necesidad de luchar, de mantener el último hilo de vida contra la sanidad y el cansancio. Sentía que la cabeza me iba a explotar.
Escuché que alguien llamaba mi nombre, era una voz tenue en la soledad en la que me había encerrado. Aquella palabra se repetía, levanté la mirada, los enemigos estaban más cerca. Sobre mi cabeza el halcón volando en círculos y chillando y a mi lado como un bastión inamovible, esa maldita yegua que me había mandado el mismo dios de la oscuridad. Más negra que el alma del dragón oscuro se interponía entre los atacantes y mi cuerpo. Apreté los dientes y salté sobre su lomo. Instantáneamente el animal se paró sobre sus patas traseras y lanzó un relincho de guerra al aire. Pese a que no tenía brida, no estaba preocupada. Ella y yo éramos como un solo ser, la misma alma, el mismo pensamiento, distintos cuerpos que cuando se acercaban se hacían uno solo. Nuestras respiraciones acompasadas, podía prever el lugar exacto donde iba a pisar y ella donde yo quería que se dirigiera. Mi compañera de luchas, la única a la que le confiaría mi vida.
Aunque el hacha larga estaba junto al resto de mis pertenencias en la casona abandonada, el hacha corta aún estaba amarrada junto con algunas sogas a los ijares de Bravía. Sin mucha dificultad más que tener que mantenerme sobre ella en movimiento, desaté todas las cuerdas liberándola de cualquier opresión. Éramos ella, mi hacha corta y yo. Negué con la cabeza mientras urgía al animal con todo mi cuerpo a cargar contra el más próximo. Los que andaban en sus brazos no me preocupaban, el problema era el brazos de espada y el señor te mato a distancia. Quería hacerme de las espadas del segundo para realizar una pequeña trampa rápida y así terminar con los más pequeños. Pero primero tendría que atacar lo que tenía frente. Cargué hacia el guerrero de cuerpo a cuerpo con el hacha en alto y un grito de guerra a flor de labios. Sin embargo el de la ballesta lanzó un virote hacia mí que por todos los medios intenté esquivar.
Lanzo la voluntad de los dioses para saber que tan mal me va con la flecha xD probablemente me atraviese gracias a la suerte que siempre me acompaña T^T
Me mordí el labio inferior Supongo que las flechas no serán suficientes… volví a tomar la palabra. Miré hacia los lados en busca de ideas, siempre mirar al cielo mientras me rascaba la barbilla me daba buenas ideas. Las paredes no eran lo suficientemente fuertes para acabarlos de un solo golpe, tampoco las podría derribar sin ayuda antes de que pudiesen alcanzarnos. Siempre he sabido que las sogas se cortan por el lado más fino y esta, desafortunadamente, era una de las pocas ocasiones en las que debía aceptar mi ineptitud. Tú puedes huír casi rugí, dándole un empujón para que se dejara de tonterías y pusiera pies a tierra. Estaba cansada sí, casi sin energías pero en mí se había despertado un instinto más primitivo, más natural; el de la supervivencia. Apenas podía mantener mi cuerpo comprimido en esa frágil forma humana. Sentía que era cuestión de tiempo que el lobo interno que por tanto tiempo había mantenido embozalado finalmente se disgregara de Feith y comenzase a hacer estragos.
No… murmuré más para mí que para nadie más mientras veía aproximarse lentamente a aquellas máquinas. No podía dejar que el lobo tomase el control luego de haber luchado durante tantos años para reconciliarme conmigo misma. No… tenía que haber otra manera. De lo contrario estaba segura que me perdería a mí misma y no volvería a ser la orgullosa guerrera Wood, sino la última sombra del mal encarnado. La loca, la salvaje, la asesina… Respiré profundamente y me abracé como queriendo unir mis pedazos que amenazaban con desprenderse. Podía sentir que mi piel casi quemaba, el dolor era extremo. La necesidad de luchar, de mantener el último hilo de vida contra la sanidad y el cansancio. Sentía que la cabeza me iba a explotar.
Escuché que alguien llamaba mi nombre, era una voz tenue en la soledad en la que me había encerrado. Aquella palabra se repetía, levanté la mirada, los enemigos estaban más cerca. Sobre mi cabeza el halcón volando en círculos y chillando y a mi lado como un bastión inamovible, esa maldita yegua que me había mandado el mismo dios de la oscuridad. Más negra que el alma del dragón oscuro se interponía entre los atacantes y mi cuerpo. Apreté los dientes y salté sobre su lomo. Instantáneamente el animal se paró sobre sus patas traseras y lanzó un relincho de guerra al aire. Pese a que no tenía brida, no estaba preocupada. Ella y yo éramos como un solo ser, la misma alma, el mismo pensamiento, distintos cuerpos que cuando se acercaban se hacían uno solo. Nuestras respiraciones acompasadas, podía prever el lugar exacto donde iba a pisar y ella donde yo quería que se dirigiera. Mi compañera de luchas, la única a la que le confiaría mi vida.
Aunque el hacha larga estaba junto al resto de mis pertenencias en la casona abandonada, el hacha corta aún estaba amarrada junto con algunas sogas a los ijares de Bravía. Sin mucha dificultad más que tener que mantenerme sobre ella en movimiento, desaté todas las cuerdas liberándola de cualquier opresión. Éramos ella, mi hacha corta y yo. Negué con la cabeza mientras urgía al animal con todo mi cuerpo a cargar contra el más próximo. Los que andaban en sus brazos no me preocupaban, el problema era el brazos de espada y el señor te mato a distancia. Quería hacerme de las espadas del segundo para realizar una pequeña trampa rápida y así terminar con los más pequeños. Pero primero tendría que atacar lo que tenía frente. Cargué hacia el guerrero de cuerpo a cuerpo con el hacha en alto y un grito de guerra a flor de labios. Sin embargo el de la ballesta lanzó un virote hacia mí que por todos los medios intenté esquivar.
Lanzo la voluntad de los dioses para saber que tan mal me va con la flecha xD probablemente me atraviese gracias a la suerte que siempre me acompaña T^T
Woodpecker
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Re: [cerrado]Risas con el destino [interpretativo][libre]
El miembro 'Woodpecker' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: [cerrado]Risas con el destino [interpretativo][libre]
No sé de dónde salen tantos hombres de metal, tampoco quiero saberlo. Con dos flechas en mi carcaj, las oportunidades de vencer en el combate escasean. La mejor idea es correr; huir a un lugar seguro lejos de todo el peligro que nos envuelve. ¿Por dónde? Hacia la derecha está TR1 junto con TR2, a la derecha está TR3 con un virote cargado en su brazo/ballesta, al frente TR5 y, atrás, un montón de piedras que antes eran nuestro refugio. Estamos atrapados. Estamos muertos.
Miro directamente a Wood con cierto pesar. Mi boca no dice palabra alguna y mis ojos suplican vivir un día más. Sin embargo, en los ojos de ella no hay miedo;,hay fuerza y coraje por seguir luchando. La chica de pelo plateado salta encima de su yegua negra y con un hacha corta en mano se lanza a la batalla con toda la fuerza y el coraje que en sus ojos se muestran. Hacia la derecha, el férrico de la ballesta reconoce a Wood como un verdadero enemigo. Puedo ver como dispara un virote hacia ella, mas no veo si el proyectil la alcanza. Antes que pueda darme cuenta, TR1 ha cogido mis piernas y tira de ellas haciéndome caer al suelo. Las dos flechas que me quedaron tras el combate con TR4 se rompen nada más impacta el cacaj con la tierra. TR2, con una de sus enormes manos, da un golpe contra mi estómago mientras que el férrico más pequeño sigue cogiéndome los pies para que no escape.
Escupo una mezcla entre saliva y sangre a la cara de TR2. Parece sonreir, si es que los hombres metálicos pueden sonreir. Une sus dos puños en alto para prepararlos para un segundo ataque contra mí. Pero, yo soy más rápido. Aprovecho que tengo los brazos libres para coger al férrico más pequeño, el mismo que me sujeta las piernas, e interponerlo entre los puños de TR2 y mi estómago. TR1 queda completamente destruído. Trozos de metal, algunos tan pequeños comos hormigas y otros tan grandes como dagas, salen del cuerpo del férrico pequeño. Aprovecho la confusión de TR2 para clavarle un trozo, de esos que solotó su compañero al morir, en el ojo derecho. TR2 utiliza sus grandes manos para impulsarse lejos de mí. Me fijo que sus cortos pies quedan suspendidos en el aire cuando el férrrico camina con las manos. Me recuerda a un gorila.
Me levanto a duras penas del suelo. El golpe de mi estómago ha sido demasiado fuerte. Pese a ello, al ver la valentia y braveza con la que lucha Wood siento que no puedo quedarme atrás. Debo seguir luchando igual que lo hace ella.
Miro directamente a Wood con cierto pesar. Mi boca no dice palabra alguna y mis ojos suplican vivir un día más. Sin embargo, en los ojos de ella no hay miedo;,hay fuerza y coraje por seguir luchando. La chica de pelo plateado salta encima de su yegua negra y con un hacha corta en mano se lanza a la batalla con toda la fuerza y el coraje que en sus ojos se muestran. Hacia la derecha, el férrico de la ballesta reconoce a Wood como un verdadero enemigo. Puedo ver como dispara un virote hacia ella, mas no veo si el proyectil la alcanza. Antes que pueda darme cuenta, TR1 ha cogido mis piernas y tira de ellas haciéndome caer al suelo. Las dos flechas que me quedaron tras el combate con TR4 se rompen nada más impacta el cacaj con la tierra. TR2, con una de sus enormes manos, da un golpe contra mi estómago mientras que el férrico más pequeño sigue cogiéndome los pies para que no escape.
Escupo una mezcla entre saliva y sangre a la cara de TR2. Parece sonreir, si es que los hombres metálicos pueden sonreir. Une sus dos puños en alto para prepararlos para un segundo ataque contra mí. Pero, yo soy más rápido. Aprovecho que tengo los brazos libres para coger al férrico más pequeño, el mismo que me sujeta las piernas, e interponerlo entre los puños de TR2 y mi estómago. TR1 queda completamente destruído. Trozos de metal, algunos tan pequeños comos hormigas y otros tan grandes como dagas, salen del cuerpo del férrico pequeño. Aprovecho la confusión de TR2 para clavarle un trozo, de esos que solotó su compañero al morir, en el ojo derecho. TR2 utiliza sus grandes manos para impulsarse lejos de mí. Me fijo que sus cortos pies quedan suspendidos en el aire cuando el férrrico camina con las manos. Me recuerda a un gorila.
Me levanto a duras penas del suelo. El golpe de mi estómago ha sido demasiado fuerte. Pese a ello, al ver la valentia y braveza con la que lucha Wood siento que no puedo quedarme atrás. Debo seguir luchando igual que lo hace ella.
Sarez
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Re: [cerrado]Risas con el destino [interpretativo][libre]
¡Maldita sea! espeté apretando tan fuerte los dientes que terminé escupiendo sangre. Detuve a Furia y me tiré al suelo donde me quité la flecha que se había alojado en la carne de mi pierna. Como si no tuviese suficiente refunfuñé tirando lejos el proyectil y levantando mi hacha. Eso no estaba nada bien, no podía seguir perdiendo el tiempo mientras luchaba en mi forma humana. Estaba cansada y sin fuerzas, pero tenía que hacer un último intento y morir como una maldita guerrera. Era lo último que me quedaba, mi honor como luchadora, como asesina. La única herencia que podía dejar tras de mí y sin lugar a dudas el camino que tenía que seguir si en el otro mundo tenía que enfrentarme con mis pecados.
Podía sentirlo, Bravía se paró sobre sus patas traseras y retrocedió. Bien por ella, algo menos por lo que preocuparme. El calor era abrazador. Mis oídos se taparon y sentía como mis músculos se desgarraban uno por uno desde afuera hacia adentro. Solamente podía sentir los latidos lentos de mi corazón, bombeando sangre hirviendo a través de las venas dilatadas. Abrí los ojos, pero ya no veían como los anteriores. Las máquinas no eran más que los juguetes de un humano imbécil que los había tirado sobre nosotros. Busqué con la mirada al cabecilla y cuando hice contacto con él sonreí mostrando todos y cada uno de mis dientes. Casi podía disfrutarlo, su carne deshaciéndose entre mis fauces mientras lo desgarraba y me lo devoraba. Sí, comida caliente y sangre dulce. Estaba hambrienta y a juzgar por la solitud del lugar nadie se enteraría que había roto la tregua. Lo ocultaría del clan y de cualquier concilio. Sería la palabra de mi almuerzo contra ¿la de quién? el plan perfecto. Sólo debía pasar entre dos máquinas y terminar con todo. Mataría dos pájaros de un tiro.
El vio mis intenciones, me di cuenta cuando comencé a correr hacia él, hacha en mano. La máquina del arco no era lo suficientemente rápida, y tenía un diámetro predeterminado del que sus flechas no podían salir. Al esquivar dos o tres, todo se hizo más sencillo, y aunque lo de la pierna había sido una herida profunda y dolorosa, mi mente tenía otra escala de prioridades. Si quería alcanzarme, primero tenía que ser más veloz que yo. En otra vida tal vez pensé con sorna mientras buscaba la forma de pasar a través del siguiente objetivo. Cuatro brazos, dos espadas, una maza y un hacha. Perfecto, simplemente perfecto corrí directamente hacia él, confiando plenamente en mis instintos. Esquivé combo maza-hacha haciéndome a un lado y saltando para luego caer con las piernas hacia adelante y aprovechando el impulso avanzar. La primer hacha rozó mi hocico, levantando una delgadísima capa de piel, casi me vi en su puto reflejo. Me voltee esperando el segundo ataque, que tenía que venir desde arriba.
Cuando el brazo de la espada bajó como si fuese un hacha, aproveché a cortarlo desde lo que sería su codo. Varias luces se desprendieron de la maquinaria, pero no retrocedió. Un virote rebotó contra la coraza de mi enemigo, se trataba de su compañero metálico que no reparaba en disparar. Con mi atención centrada en el de la larga distancia, apenas pude esquivar de un salto hacia atrás la estocada con la espada. La maza la combatí con mi propia fuerza. Sabía que lo estaba perdiendo, que pronto el frenesí del depredador querría reclamar su parte sobre mi cuerpo, pero me resistía a esa urgencia. Tenía que usar mi cabeza. Aprovechando la siguiente estocada, desvié el peso del brazo de la maza y ambos se destruyeron entre ellos. Solamente quedaba el hacha, pero no había tiempo. El oponente del arco ya me tenía dentro de su rango, por lo que puse pies a tierra y comencé a correr entre dos y cuatro patas hacia el humano.
Miré una sola vez hacia atrás, para comprobar con cierta guasa que no habían contemplado las diferencias de peso si el multi-armas se quedaba sin tres brazos. Por lo que la bestia metálica se había caído al suelo sin poder levantarse. Parecía una tortuga que cae con la caparazón hacia arriba. El otro tardaría un poco en ajustar su puntería. Tenía muy poco tiempo. Saque de entre mis fauces el hacha corta, me detuve en seco, corriendo por sobre el pasto unos cuantos centímetros. Apunté, respiré y la tiré con todas mis fuerzas para darle a la causa de todo ese tumulto.
_________________
Lanzo la voluntad de los dioses para saber si el hacha le pega, hiere o mata al humano. Buena suerte será que lo mate y así sucesivamente
Podía sentirlo, Bravía se paró sobre sus patas traseras y retrocedió. Bien por ella, algo menos por lo que preocuparme. El calor era abrazador. Mis oídos se taparon y sentía como mis músculos se desgarraban uno por uno desde afuera hacia adentro. Solamente podía sentir los latidos lentos de mi corazón, bombeando sangre hirviendo a través de las venas dilatadas. Abrí los ojos, pero ya no veían como los anteriores. Las máquinas no eran más que los juguetes de un humano imbécil que los había tirado sobre nosotros. Busqué con la mirada al cabecilla y cuando hice contacto con él sonreí mostrando todos y cada uno de mis dientes. Casi podía disfrutarlo, su carne deshaciéndose entre mis fauces mientras lo desgarraba y me lo devoraba. Sí, comida caliente y sangre dulce. Estaba hambrienta y a juzgar por la solitud del lugar nadie se enteraría que había roto la tregua. Lo ocultaría del clan y de cualquier concilio. Sería la palabra de mi almuerzo contra ¿la de quién? el plan perfecto. Sólo debía pasar entre dos máquinas y terminar con todo. Mataría dos pájaros de un tiro.
El vio mis intenciones, me di cuenta cuando comencé a correr hacia él, hacha en mano. La máquina del arco no era lo suficientemente rápida, y tenía un diámetro predeterminado del que sus flechas no podían salir. Al esquivar dos o tres, todo se hizo más sencillo, y aunque lo de la pierna había sido una herida profunda y dolorosa, mi mente tenía otra escala de prioridades. Si quería alcanzarme, primero tenía que ser más veloz que yo. En otra vida tal vez pensé con sorna mientras buscaba la forma de pasar a través del siguiente objetivo. Cuatro brazos, dos espadas, una maza y un hacha. Perfecto, simplemente perfecto corrí directamente hacia él, confiando plenamente en mis instintos. Esquivé combo maza-hacha haciéndome a un lado y saltando para luego caer con las piernas hacia adelante y aprovechando el impulso avanzar. La primer hacha rozó mi hocico, levantando una delgadísima capa de piel, casi me vi en su puto reflejo. Me voltee esperando el segundo ataque, que tenía que venir desde arriba.
Cuando el brazo de la espada bajó como si fuese un hacha, aproveché a cortarlo desde lo que sería su codo. Varias luces se desprendieron de la maquinaria, pero no retrocedió. Un virote rebotó contra la coraza de mi enemigo, se trataba de su compañero metálico que no reparaba en disparar. Con mi atención centrada en el de la larga distancia, apenas pude esquivar de un salto hacia atrás la estocada con la espada. La maza la combatí con mi propia fuerza. Sabía que lo estaba perdiendo, que pronto el frenesí del depredador querría reclamar su parte sobre mi cuerpo, pero me resistía a esa urgencia. Tenía que usar mi cabeza. Aprovechando la siguiente estocada, desvié el peso del brazo de la maza y ambos se destruyeron entre ellos. Solamente quedaba el hacha, pero no había tiempo. El oponente del arco ya me tenía dentro de su rango, por lo que puse pies a tierra y comencé a correr entre dos y cuatro patas hacia el humano.
Miré una sola vez hacia atrás, para comprobar con cierta guasa que no habían contemplado las diferencias de peso si el multi-armas se quedaba sin tres brazos. Por lo que la bestia metálica se había caído al suelo sin poder levantarse. Parecía una tortuga que cae con la caparazón hacia arriba. El otro tardaría un poco en ajustar su puntería. Tenía muy poco tiempo. Saque de entre mis fauces el hacha corta, me detuve en seco, corriendo por sobre el pasto unos cuantos centímetros. Apunté, respiré y la tiré con todas mis fuerzas para darle a la causa de todo ese tumulto.
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Woodpecker
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Re: [cerrado]Risas con el destino [interpretativo][libre]
D= me olvide la lanzar las runas xD
Suerte, a mi!
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Woodpecker
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Re: [cerrado]Risas con el destino [interpretativo][libre]
El miembro 'Woodpecker' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: [cerrado]Risas con el destino [interpretativo][libre]
Había acertado. Me siento orgulloso de ello. Normalmente, no suelo entender a las personas. Todas me parecen iguales. Pero, con Woodpecker es diferente. Nada más verla supe que es una luchadora. Aunque estuviera en tierra, herida y a punto de morirse me pareció ver una clase de fuerza en ella que jamás había visto; una que vive en el corazón y no en los músculos. No me equivoqué entonces ni me equivoco ahora. La chica es una persona especial; no, no es una persona. Es una loba. Una loba luchadora especial. Por mucho que la hieran o que la hagan caer, Wood se levantará y luchará contra sus enemigos. La admiro. Quiero ser como ella. No quiero quedarme aquí de pie mirando como el férrico de nombre TR2 corre con las manos como si fuera un gorila. Woodpecker no le dejaría huir.
Empiezo a caminar lentamente hacia TR2. Todavía me duele el pecho del golpe. Poco a poco, mi paso se va haciendo más y más rápido. Mi mano izquierda está posada sobre la herida que me ha hecho antes TR2 mientras que con la derecha sostengo otro de los trozos de metal más grandes que quedaron de TR1. Voy a por él. No va a escapar. Mis pasos se convierten en una carrera. Mis pies contra sus puños de gorila. Corro. Estoy corriendo y lo hago rápido pese a estar herido.
Cuando estoy lo suficientemente cerca de mi objetivo salto hacia su espalda. Le clavo el trozo de metal repetidas veces sobre el cuello. La cabeza de TR2 gira del todo para mirarme cara a cara. El ojo que le queda sando está brillando con un color rojo intenso. El férrico hace un gruñido parecido al de un gorila furioso. Va a atacarme otra vez. Sé que lo va a hacer. Yo también atacaría estando en su lugar.
Con ambos puños, TR2 se impulsa para saltar hacia una de las vigas que todavía quedan por encima del edificio para deshacerse de mí. Su cabeza pende de algo más de unos trozos de carne y metal, la mayor parte de su cuello ya está roto. Si hubiera tenido más tiempo le hubiera matado. Pero, no tuve tiempo. TR2 ha escapado y está sobre encima de mi cabeza dispuesto a saltar y aplastarme.
Doy unos pasos hacia atrás alejándome de la viga sobre la que está TR2. El férrico da unos golpes a la viga enfadado. No puede saltar con los pies, ha de hacerlo con los puños por lo que no llegará muy lejos. Se me ocurre una idea. Puede funcionar, pero es arriesgada. Wood se arriesga luchando contra el férrico más grande y más peligroso. Yo también debo arriesgarme. Corro, esta vez lo hago en dirección a la viga. Quiero que TR2 pueda caer encima de mí. Puede funcionar. Ya estoy lo bastante cerca. ¡Vamos salta hombre de metal!
TR2 apoya ambos puños con fuerza sobre la maltrecha viga. Solo le queda hacer fuerza para impulsarse y poder saltar encima de mí. Antes de que pueda impulsarse, la viga se desploma del peso de la fuerza que TR2 hace. El férrico cae de espaldas contra el suelo quebrándose lo que le quedaba de cuello. Ha muerto. Otro que muere.
Solo quedan dos férricos, TR3 y TR5, esos ya los tiene Wood bajo control. Luego, está el hombre quien les controla a quien le dedico una mirada cansada pero desafiante. No me rendiré. Lucharé aun herido, igual como lo hace Wood.
Empiezo a caminar lentamente hacia TR2. Todavía me duele el pecho del golpe. Poco a poco, mi paso se va haciendo más y más rápido. Mi mano izquierda está posada sobre la herida que me ha hecho antes TR2 mientras que con la derecha sostengo otro de los trozos de metal más grandes que quedaron de TR1. Voy a por él. No va a escapar. Mis pasos se convierten en una carrera. Mis pies contra sus puños de gorila. Corro. Estoy corriendo y lo hago rápido pese a estar herido.
Cuando estoy lo suficientemente cerca de mi objetivo salto hacia su espalda. Le clavo el trozo de metal repetidas veces sobre el cuello. La cabeza de TR2 gira del todo para mirarme cara a cara. El ojo que le queda sando está brillando con un color rojo intenso. El férrico hace un gruñido parecido al de un gorila furioso. Va a atacarme otra vez. Sé que lo va a hacer. Yo también atacaría estando en su lugar.
Con ambos puños, TR2 se impulsa para saltar hacia una de las vigas que todavía quedan por encima del edificio para deshacerse de mí. Su cabeza pende de algo más de unos trozos de carne y metal, la mayor parte de su cuello ya está roto. Si hubiera tenido más tiempo le hubiera matado. Pero, no tuve tiempo. TR2 ha escapado y está sobre encima de mi cabeza dispuesto a saltar y aplastarme.
Doy unos pasos hacia atrás alejándome de la viga sobre la que está TR2. El férrico da unos golpes a la viga enfadado. No puede saltar con los pies, ha de hacerlo con los puños por lo que no llegará muy lejos. Se me ocurre una idea. Puede funcionar, pero es arriesgada. Wood se arriesga luchando contra el férrico más grande y más peligroso. Yo también debo arriesgarme. Corro, esta vez lo hago en dirección a la viga. Quiero que TR2 pueda caer encima de mí. Puede funcionar. Ya estoy lo bastante cerca. ¡Vamos salta hombre de metal!
TR2 apoya ambos puños con fuerza sobre la maltrecha viga. Solo le queda hacer fuerza para impulsarse y poder saltar encima de mí. Antes de que pueda impulsarse, la viga se desploma del peso de la fuerza que TR2 hace. El férrico cae de espaldas contra el suelo quebrándose lo que le quedaba de cuello. Ha muerto. Otro que muere.
Solo quedan dos férricos, TR3 y TR5, esos ya los tiene Wood bajo control. Luego, está el hombre quien les controla a quien le dedico una mirada cansada pero desafiante. No me rendiré. Lucharé aun herido, igual como lo hace Wood.
Sarez
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Re: [cerrado]Risas con el destino [interpretativo][libre]
¡Claro que sí! Distancia y todo, había podido pegarle en la rodilla con mi hacha corta. “De ahora en más será llamada el hacha voladora” pensé con una mezcla entre tranquilidad y sarcasmo. Había querido abrirle la cabeza, pero el reverso del arma sólo había alcanzado la parte posterior de la anatomía humana. Tch, había menospreciado los sentidos del recolector de cadáveres… así como él la fuerza del licántropo. El tiempo en el que me había detenido había sido demasiado. Sentía que desfallecería. Probablemente si me clavaran una estaca en el corazón no saldrían más que unas gotas de sangre. Miré a mi alrededor, Chy siempre fiel desde el cielo, Furia observándolo todo a una corta distancia. El elfo amable que no sabía qué hacer con un bio, prevaleciendo sobre sus enemigos y yo… ¿yo qué había hecho? ¿Moriría como la perra que era? Definitivamente me llevaría a ese maldito conmigo.
La pierna se me había enfriado. Dolía. Nadie moría de dolor. Yo tampoco lo haría. Mis pensamientos estaban nublados, sentía que mi cabeza se iba a partir en dos. La boca reseca, las babas que brillaban por su ausencia. Miré mi hombro, estaba en su lugar, aunque pareciese que se estaba cayendo de a pedazos estaba bien unido al cuerpo. Sonreí, una sonrisa que nació de lo más profundo de mi corazón. El humano había caído. “jajaja… jAjaJaJAAA” Era la oportunidad, ESA oportunidad. La que la vida te regala una vez cada cien batallas. Sabía que en dos patas no llegaría. Una Feith jamás podría haber llegado hasta ese lugar, habría perecido incluso antes de llegar al pueblo, enterrada en la nieve en un lugar desconocido. Una Wood… la licántropo que anda en dos patas… bueno, ella tenía mejores chances, pero Woodpecker, la loba, ah… ella por supuesto que lo lograría.
El enemigo de la ballesta finalmente había rodeado al tortugón que había dejado sin brazos y se acercaba, el suelo estaba llano, en plena calle; a excepción de algunas maderas y restos de edificaciones quemadas, nada se interponía en nuestro camino. Relamí mis labios negros. Dejé que me consumiera, dejé que el aullido del lobo se volviese uno de verdad. Que la sangre oculta en mis venas tomara el lugar legítimo que le correspondía. Me empequeñecía, para mantener el equilibrio requería de las cuatro patas. Jadeaba, el esfuerzo estaba llevándose lo mejor de mí. Sentí como los pelos de mi cola se levantaban con el roce de una flecha. ¿Cuántas más podría tener?.
Corrí, puse todo lo que tenía en esa simple acción. Él se arrastraba y las flechas zumbaban a ambos lados de mi serpenteante trayecto. El instinto me impelía, un puro instinto asesino. El aire entraba sin restricciones por mis pulmones, manca y renga, ninguna de las dos cosas me impidieron llegar hasta él. El hombre intentaba salvar su vida, arrastrarse y correr, parecía temeroso de mí. Su rostro se había contorsionado en una mueca permanente del dolor, pero eso no detuvo a la loba. No, aquello era carbón para la hoguera. La sentí, sentí como finalmente una de las saetas se aproximaba a mí por mi espalda. Salté a un lado, buscando evadir el proyectil pero por un instante mi atención se había perdido. Tiempo suficiente para que el cobarde hombre encontrase un hierro para defenderse.
Me agaché contra el suelo, con la mirada desafiante, dudaba que con su fuerza pudiera matarme de un solo golpe. Le gruñí y mostré mis dientes. La improvisada arma bajaba lentamente mientras yo daba un salto hacia su cuello. Pero entonces lo inesperado sucedió. Una de las flechas del androide atravesó el corazón del humano, dándole muerte instantáneamente. En ese momento pasaron dos cosas simultáneas. La primera, el bio comenzó a malfuncionar. Sus flechas se dirigían hacia todos lados, parecía haber entrado en shock. No sabía qué quería decir aquello, pero supuse que se habría vuelto loco a su manera por haber roto con sus… “¿códigos?”. Como sea, mi estado en ese momento realmente no me permitía hacer ningún tipo de análisis.
La segunda cosa que ocurrió fue la indefectible muerte. Había sido él y no yo. Ya no me podría comer su corazón. La razón volvía a ocupar cada vez un lugar más grande en mis pensamientos. Me dirigí a su cuello y de una mordida le arranqué un pedazo que casi separa la cabeza del cuerpo. Luego solté la carne con la sangre aún espesa y vaporosa. Si comía eso, probablemente me matara. Los restos de un mal hombre eran como el veneno. No permitiría que ni siquiera una parte de su carne pasara a conformar mi cuerpo. Suspiré y sentí como todo se iba. Mi figura se deshacía y volvía a formarse, pero no podía sentir más. Sólo podía ver la claridad del cielo. Nunca lo había apreciado de aquella forma. Era hermoso, azul claro, profundo, límpido y puro. Dejé escapar mi último aliento con una sonrisa, Chy había aparecido para gravarse en mi memoria eterna. Esa ave maldita. Já
La pierna se me había enfriado. Dolía. Nadie moría de dolor. Yo tampoco lo haría. Mis pensamientos estaban nublados, sentía que mi cabeza se iba a partir en dos. La boca reseca, las babas que brillaban por su ausencia. Miré mi hombro, estaba en su lugar, aunque pareciese que se estaba cayendo de a pedazos estaba bien unido al cuerpo. Sonreí, una sonrisa que nació de lo más profundo de mi corazón. El humano había caído. “jajaja… jAjaJaJAAA” Era la oportunidad, ESA oportunidad. La que la vida te regala una vez cada cien batallas. Sabía que en dos patas no llegaría. Una Feith jamás podría haber llegado hasta ese lugar, habría perecido incluso antes de llegar al pueblo, enterrada en la nieve en un lugar desconocido. Una Wood… la licántropo que anda en dos patas… bueno, ella tenía mejores chances, pero Woodpecker, la loba, ah… ella por supuesto que lo lograría.
El enemigo de la ballesta finalmente había rodeado al tortugón que había dejado sin brazos y se acercaba, el suelo estaba llano, en plena calle; a excepción de algunas maderas y restos de edificaciones quemadas, nada se interponía en nuestro camino. Relamí mis labios negros. Dejé que me consumiera, dejé que el aullido del lobo se volviese uno de verdad. Que la sangre oculta en mis venas tomara el lugar legítimo que le correspondía. Me empequeñecía, para mantener el equilibrio requería de las cuatro patas. Jadeaba, el esfuerzo estaba llevándose lo mejor de mí. Sentí como los pelos de mi cola se levantaban con el roce de una flecha. ¿Cuántas más podría tener?.
Corrí, puse todo lo que tenía en esa simple acción. Él se arrastraba y las flechas zumbaban a ambos lados de mi serpenteante trayecto. El instinto me impelía, un puro instinto asesino. El aire entraba sin restricciones por mis pulmones, manca y renga, ninguna de las dos cosas me impidieron llegar hasta él. El hombre intentaba salvar su vida, arrastrarse y correr, parecía temeroso de mí. Su rostro se había contorsionado en una mueca permanente del dolor, pero eso no detuvo a la loba. No, aquello era carbón para la hoguera. La sentí, sentí como finalmente una de las saetas se aproximaba a mí por mi espalda. Salté a un lado, buscando evadir el proyectil pero por un instante mi atención se había perdido. Tiempo suficiente para que el cobarde hombre encontrase un hierro para defenderse.
Me agaché contra el suelo, con la mirada desafiante, dudaba que con su fuerza pudiera matarme de un solo golpe. Le gruñí y mostré mis dientes. La improvisada arma bajaba lentamente mientras yo daba un salto hacia su cuello. Pero entonces lo inesperado sucedió. Una de las flechas del androide atravesó el corazón del humano, dándole muerte instantáneamente. En ese momento pasaron dos cosas simultáneas. La primera, el bio comenzó a malfuncionar. Sus flechas se dirigían hacia todos lados, parecía haber entrado en shock. No sabía qué quería decir aquello, pero supuse que se habría vuelto loco a su manera por haber roto con sus… “¿códigos?”. Como sea, mi estado en ese momento realmente no me permitía hacer ningún tipo de análisis.
La segunda cosa que ocurrió fue la indefectible muerte. Había sido él y no yo. Ya no me podría comer su corazón. La razón volvía a ocupar cada vez un lugar más grande en mis pensamientos. Me dirigí a su cuello y de una mordida le arranqué un pedazo que casi separa la cabeza del cuerpo. Luego solté la carne con la sangre aún espesa y vaporosa. Si comía eso, probablemente me matara. Los restos de un mal hombre eran como el veneno. No permitiría que ni siquiera una parte de su carne pasara a conformar mi cuerpo. Suspiré y sentí como todo se iba. Mi figura se deshacía y volvía a formarse, pero no podía sentir más. Sólo podía ver la claridad del cielo. Nunca lo había apreciado de aquella forma. Era hermoso, azul claro, profundo, límpido y puro. Dejé escapar mi último aliento con una sonrisa, Chy había aparecido para gravarse en mi memoria eterna. Esa ave maldita. Já
Woodpecker
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Re: [cerrado]Risas con el destino [interpretativo][libre]
En la ciudad de los humanos vi a personas dentro de jaulas de madera moviéndose igual que lo hacía el hombre de metal. Gritaban, escupían, daban golpes a los barrotes y giraban su cabeza de un lado a otro con rápidos movimientos. TR3, el hombre de metal que tenía una ballesta por mano, hace lo mismo que esas personas de las jaulas de madera. Hay diferencias: En vez de gritar cruje por dentro y en vez de escupir salen esquirlas de metal de su boca. El resto, es exactamente igual. TR3 golpea barrotes de madera invisibles, mueve su cabeza hacia todas direcciones y sus manos parecen una burla del aleteo de los pájaros.
Es triste y terrorífico pero, por alguna razón, no puedo dejar de verlo. Sentí lo mismo por los humanos dentro de jaulas de madera. ¿Pena? Podría ser una buena palabra para describir lo que siento al ver esa escena. Igual de buena es la palabra asco.
Me agacho antes de que uno de los virotes de TR3 me alcance. Es un peligro. Debe estar encerrado en una jaula de madera. Está loco, ido y ha perdido un tornillo de la cabeza. Ahora entiendo por qué dos hombres con armaduras vigilaban las jaulas de madera de la ciudad. Los hombres de las jaulas de madera son un peligro. Deberían estar muertos, así no harían daño a nadie.
Me levanto del suelo, escupo una mezcla entre saliva y sangre por mis muchas heridas y miro frente al hombre de metal demente. Debe estar encerrado en una jaula de madera. Es un peligro. Debe morir. Una de sus flechas viene hacia mí. No la dispara bien. Sus flechas viajan hacia todos lados y una, por casualidad, viene hacia mí. No me es difícil esquivarla dando un salto a la derecha. Cojo mi arco y busco por el suelo un fino palo de madera que pueda disparar. No importa que no acabe en punta y no me importa que no pueda perforar al hombre de metal para hacerle daño; él mismo se está haciendo daño. Su cabeza es un enjambre con tornillos que parecen abejas saliendo de los agujeros. Si consigo meter el fino palo dentro de uno de esos tornillos conseguiré matar al hombre de metal demente.
Tomo aire. Siento que me cuesta respirar por el golpe que he recibido en el pecho. Me concentro en mi objetivo, apunto y disparo. Disparar con el arco es algo que he repetido ciento de veces. Sé cómo hacerlo. No es normal que me sienta extraño haciéndolo una vez más. ¿Por qué tengo ganas de llorar? ¿Por qué grito de dolor y rabia cuando disparo? ¿Y por qué me echo de rodillas agotado cuando veo que mi golpe es certero y hace derribar a TR3? Nunca he terminado tan dolorido y debilitado por un combate. Quizás, será por eso.
Wood también debe de estar cansada. Ella se ha enfrentado contra el humano que había mandado a los hombres de metal contra nosotros. Debe de estar tan exhausta y tan orgullosa como la victoria como yo me siento ahora. Su voz es prueba de ello. Con un simple “Ja”, una palabra que no entiendo, ha bastado para hacerme comprender cómo se siente. Se siente como yo. Agotada y llena de vida.
-¿Hemos terminado?- no aparto los ojos del suelo para hablar. –Me siento bien, pero no quiero seguir luchando.-
Offrol: Uso de la habilidad de nivel 1: Concentración
Es triste y terrorífico pero, por alguna razón, no puedo dejar de verlo. Sentí lo mismo por los humanos dentro de jaulas de madera. ¿Pena? Podría ser una buena palabra para describir lo que siento al ver esa escena. Igual de buena es la palabra asco.
Me agacho antes de que uno de los virotes de TR3 me alcance. Es un peligro. Debe estar encerrado en una jaula de madera. Está loco, ido y ha perdido un tornillo de la cabeza. Ahora entiendo por qué dos hombres con armaduras vigilaban las jaulas de madera de la ciudad. Los hombres de las jaulas de madera son un peligro. Deberían estar muertos, así no harían daño a nadie.
Me levanto del suelo, escupo una mezcla entre saliva y sangre por mis muchas heridas y miro frente al hombre de metal demente. Debe estar encerrado en una jaula de madera. Es un peligro. Debe morir. Una de sus flechas viene hacia mí. No la dispara bien. Sus flechas viajan hacia todos lados y una, por casualidad, viene hacia mí. No me es difícil esquivarla dando un salto a la derecha. Cojo mi arco y busco por el suelo un fino palo de madera que pueda disparar. No importa que no acabe en punta y no me importa que no pueda perforar al hombre de metal para hacerle daño; él mismo se está haciendo daño. Su cabeza es un enjambre con tornillos que parecen abejas saliendo de los agujeros. Si consigo meter el fino palo dentro de uno de esos tornillos conseguiré matar al hombre de metal demente.
Tomo aire. Siento que me cuesta respirar por el golpe que he recibido en el pecho. Me concentro en mi objetivo, apunto y disparo. Disparar con el arco es algo que he repetido ciento de veces. Sé cómo hacerlo. No es normal que me sienta extraño haciéndolo una vez más. ¿Por qué tengo ganas de llorar? ¿Por qué grito de dolor y rabia cuando disparo? ¿Y por qué me echo de rodillas agotado cuando veo que mi golpe es certero y hace derribar a TR3? Nunca he terminado tan dolorido y debilitado por un combate. Quizás, será por eso.
Wood también debe de estar cansada. Ella se ha enfrentado contra el humano que había mandado a los hombres de metal contra nosotros. Debe de estar tan exhausta y tan orgullosa como la victoria como yo me siento ahora. Su voz es prueba de ello. Con un simple “Ja”, una palabra que no entiendo, ha bastado para hacerme comprender cómo se siente. Se siente como yo. Agotada y llena de vida.
-¿Hemos terminado?- no aparto los ojos del suelo para hablar. –Me siento bien, pero no quiero seguir luchando.-
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Sarez
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Re: [cerrado]Risas con el destino [interpretativo][libre]
Abrí los ojos a la conciencia, una voz me despertó. Frente a mí estaba el elfo, magullado, herido, golpeado. ¿Realmente existía la otra vida? Estaba segura que de ser ciertas todas las habladurías de los llamados “misioneros” yo probablemente me hubiese ido al infierno, o tendría un castigo eterno por todas las cosas malas que había hecho. Aquello era lejos la imagen de tortura eterna que me había imaginado. Tenía dolores sí, pero no de pesadas cadenas, ni fuegos inextinguibles, en realidad tenía sed y estaba cansada. Cosas todas muy mundanas.
…¿mundanas? Me senté y presté atención a mi compañero de armas. Sentí que las cejas se me pegaban. Me pellizqué el brazo bueno. Mierd… auauauauauuuuuuu me quejé girando sobre mi estómago para golpear el suelo con el puño cerrado y reír a carcajadas limpias jajajajajaja lo hicimos Sarez ¡lo hicimos!!! grité a todo pulmón, con la voz cambiante por la resequedad y el esfuerzo No lo puedo creer ¡Nos salvamos! ¡les derrotamos! me senté secando las lágrimas que rodaban límpidas por mis mejillas Hemos terminado respondí finalmente. Estirándome para tomar su mano y ayudarme así a ponerme en pie.
Créeme, yo tampoco quiero seguir luchando. Creo que es hora de un cambio. Miré a nuestro alrededor. Aquello había sido un campo de batalla, no solamente por el encuentro que acabábamos de tener, sino por algo más. Algo más turbio, pero no sería yo quién descubriese los misterios ocultos en las paredes quemadas de un pueblo perdido en las interminables estepas siempre pintadas de un horizonte blanco, continuamente amenazando con robar las vidas para entregarte a brazos de la muerte. Esta vez habíamos resultado nosotros los vencedores y pretendía mantener ese puesto.
Vámonos de aquí antes de que alguien más llegue y también quiera problemas. ¿A dónde te diriges? me detuve a ver sus ojos con cierta simpatía. El primer elfo al que había besado. Te debo mi vida agregué. Aquellas eran palabras mayores. Probablemente de tener algo más de sangre a mi disposición, me hubiese sonrojado. …y créeme, no lo digo a menudo palmee su espalda y comencé a caminar lentamente hacia donde había dejado mis cosas, agarrada de las crines de Bravía. Arrastraba mi pie derecho, al menos la sangre se había detenido. Ahí iba otro hombre que me había visto lo blanco del ombligo. Ja ja ja
…¿mundanas? Me senté y presté atención a mi compañero de armas. Sentí que las cejas se me pegaban. Me pellizqué el brazo bueno. Mierd… auauauauauuuuuuu me quejé girando sobre mi estómago para golpear el suelo con el puño cerrado y reír a carcajadas limpias jajajajajaja lo hicimos Sarez ¡lo hicimos!!! grité a todo pulmón, con la voz cambiante por la resequedad y el esfuerzo No lo puedo creer ¡Nos salvamos! ¡les derrotamos! me senté secando las lágrimas que rodaban límpidas por mis mejillas Hemos terminado respondí finalmente. Estirándome para tomar su mano y ayudarme así a ponerme en pie.
Créeme, yo tampoco quiero seguir luchando. Creo que es hora de un cambio. Miré a nuestro alrededor. Aquello había sido un campo de batalla, no solamente por el encuentro que acabábamos de tener, sino por algo más. Algo más turbio, pero no sería yo quién descubriese los misterios ocultos en las paredes quemadas de un pueblo perdido en las interminables estepas siempre pintadas de un horizonte blanco, continuamente amenazando con robar las vidas para entregarte a brazos de la muerte. Esta vez habíamos resultado nosotros los vencedores y pretendía mantener ese puesto.
Vámonos de aquí antes de que alguien más llegue y también quiera problemas. ¿A dónde te diriges? me detuve a ver sus ojos con cierta simpatía. El primer elfo al que había besado. Te debo mi vida agregué. Aquellas eran palabras mayores. Probablemente de tener algo más de sangre a mi disposición, me hubiese sonrojado. …y créeme, no lo digo a menudo palmee su espalda y comencé a caminar lentamente hacia donde había dejado mis cosas, agarrada de las crines de Bravía. Arrastraba mi pie derecho, al menos la sangre se había detenido. Ahí iba otro hombre que me había visto lo blanco del ombligo. Ja ja ja
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Re: [cerrado]Risas con el destino [interpretativo][libre]
No me gusta elevar mi tono de voz. Mi manera de hablar suele ser siempre igual: Lento, claro y sin gritar. Ya me resulta complicado hablar despacio. Sé que no podría hacerlo rápido. Aun así, creo entender por qué las personas elevan su tono de habla. Al principio, no lo supe con claridad y pensaba que solo gritaban cuando estaban enfadados. Si era así no tiene sentido que los niños griten cuando juegan con sus palos o que los mercaderes callejeros griten para vender sus productos. En mis pocos viajes a las ciudades vi muchas clases de gritos; los de los niños y los de los mercaderes están entre esos gritos. Wood, en suelo rodando sobre sí misma, grita como los niños. No lo hace por qué esté enfadada. Grita para transmitir un sentimiento fuerte; tan fuerte como sus gritos. Quiere que me sienta igual que ella y, para ello, eleva su tono de voz hasta los límites de su garganta.
-No es necesario gritar.- le tiendo mi mano para ayudarla a levantarse.- Sé cómo te sientes.- Le aseguro con una media sonrisa.- Yo me siento igual-.
No sé qué quiere decir Wood con: “hora de un cambio”. No estoy seguro de haber escuchado antes esa expresión. Sé lo que significa “hora”: es lo que usan las personas para medir el día y la noche. También sé lo que significa “cambio”: es una cosa que deja de ser esa cosa para ser otra, como cuando las hojas de los árboles cambian de color. Las horas no pueden cambiar. Ellas son siempre las mismas para cada día. Todos los días tienen sus horas predeterminadas. No entiendo qué quiere decir Wood, pero no quiero preguntarlo. Estoy demasiado cansado para preguntar. Finjo saber qué significa y miro hacia el horizonte como lo hace la mujer de pelo plateado.
Nos quedamos unos segundos callados mirando hacia ningún sitio y todos a la vez. Es como si la hora cambiada que dijo Wood que vamos a necesitar tuviera que aparecer por el campo de la Estapa. No aparece nada. No veo nada que esté cambiado. Los pájaros siguen volando, el viento sigue meciendo las hojas y sigo oliendo el aroma a humedad y frío propio del norte. Nada ha cambiado. Pese a ello, Wood deja de observar el horizonte y habla mirándome de cerca. Tal vez, ella sí vea los cambios que yo no veo. Los animales tienen mejor sentido que yo.
-Quiero devolver esto a su familia- le enseño el reloj que había robado a Wood- Maté al hombre que lo llevaba. Él me quiso matar antes. Debo entregar el reloj a la familia del hombre y decir que yo lo maté-.
Wood dice que le he salvado la vida. Yo pienso que exagera. He hecho lo que es justo. Lo que es correcto. Lo que todos deben de hacer y, sin embargo, no hacen. Las personas son extrañas, nunca suelen hacer lo correcto. Aprieto los puños y asiento con orgullo pero sin sonreír al escuchar las gracias de la chica-loba.
-No me debes nada. He hecho lo correcto. Nadie debe de ser premiado por hacer lo que debe de hacer.- No estoy acostumbrado a recibir premios de nadie y ésta no es una excepción. Tras unos segundos de silencio incómodo, añado a la vez que aflojo mis puños- Agradezco tus palabras-.
OffroL: Hace tanto tiempo que no seguíamos este rol que el reloj ya fue devuelto en otro tema hace mucho tiempo jajajajajaj
-No es necesario gritar.- le tiendo mi mano para ayudarla a levantarse.- Sé cómo te sientes.- Le aseguro con una media sonrisa.- Yo me siento igual-.
No sé qué quiere decir Wood con: “hora de un cambio”. No estoy seguro de haber escuchado antes esa expresión. Sé lo que significa “hora”: es lo que usan las personas para medir el día y la noche. También sé lo que significa “cambio”: es una cosa que deja de ser esa cosa para ser otra, como cuando las hojas de los árboles cambian de color. Las horas no pueden cambiar. Ellas son siempre las mismas para cada día. Todos los días tienen sus horas predeterminadas. No entiendo qué quiere decir Wood, pero no quiero preguntarlo. Estoy demasiado cansado para preguntar. Finjo saber qué significa y miro hacia el horizonte como lo hace la mujer de pelo plateado.
Nos quedamos unos segundos callados mirando hacia ningún sitio y todos a la vez. Es como si la hora cambiada que dijo Wood que vamos a necesitar tuviera que aparecer por el campo de la Estapa. No aparece nada. No veo nada que esté cambiado. Los pájaros siguen volando, el viento sigue meciendo las hojas y sigo oliendo el aroma a humedad y frío propio del norte. Nada ha cambiado. Pese a ello, Wood deja de observar el horizonte y habla mirándome de cerca. Tal vez, ella sí vea los cambios que yo no veo. Los animales tienen mejor sentido que yo.
-Quiero devolver esto a su familia- le enseño el reloj que había robado a Wood- Maté al hombre que lo llevaba. Él me quiso matar antes. Debo entregar el reloj a la familia del hombre y decir que yo lo maté-.
Wood dice que le he salvado la vida. Yo pienso que exagera. He hecho lo que es justo. Lo que es correcto. Lo que todos deben de hacer y, sin embargo, no hacen. Las personas son extrañas, nunca suelen hacer lo correcto. Aprieto los puños y asiento con orgullo pero sin sonreír al escuchar las gracias de la chica-loba.
-No me debes nada. He hecho lo correcto. Nadie debe de ser premiado por hacer lo que debe de hacer.- No estoy acostumbrado a recibir premios de nadie y ésta no es una excepción. Tras unos segundos de silencio incómodo, añado a la vez que aflojo mis puños- Agradezco tus palabras-.
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Sarez
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