Hielo abrasador [mastereado][Libre][2/3]
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Hielo abrasador [mastereado][Libre][2/3]
Hacía frío, mucho frío.
Se bajó de su montura para otear el horizonte. Con cada paso que daba la nieve crujía suavemente bajo sus pies, le pareció un sonido curioso, no estaba habituado a ver nieve, por el sur no era muy habitual que nevara, no esa cantidad, al menos.
No podía decir a ciencia cierta cuánto tiempo llevaba viajando por aquellos lares, pero lo que hacía un par de días parecían ser cúmulos de nieve sin importancia, se habían convertido en un manto de color blanco que cubría hasta dónde alcanzaba la vista, allí no había nada, solamente nieve, por todas partes.
Y frío, hacía mucho frío.
Apartó la bufanda que cubría su cara y dejó caer hacia atrás la capucha que le resguardaba para ver mejor, seguía sin tener ninguna pista de donde estaba, se había dirigido hacia lo que él había supuesto que era el norte durante días y también se las había apañado para seguir un mapa de Aerandir que tenía dibujado en uno de sus libros, pero no había nada en aquel lugar que le dijese que se encontraba en la dirección correcta, lo único que podía hacer era continuar avanzando hacia las montañas que se veían en el horizonte.
Su aliento, perfectamente visible con cada exhalación que daba se perdía entre los copos de nieve que descendían suavemente hasta el suelo, sin un punto de referencia no tenía mucho que hacer, dejando escapar un largo suspiro que el clima tradujo como un cumulo de vaho, se giró y volviendo sobre sus pasos, se subió de nuevo a su caballo.
Una vez sobre el animal se quitó uno de los guantes y acarició las crines del mismo –“Un viaje largo ¿No crees?” – El caballo relinchó suavemente y avanzó unos pasos hacia adelante –“Sí, tienes razón, supongo que ya que estamos aquí deberíamos llegar hasta Dundarak”
Mohr se había portado bastante bien durante todo el trayecto, quizás había sido porque le había dejado galopar por su cuenta, seguía siendo una montura demasiado nerviosa para él, pero no le iba mal, si no estuviese el animal con él, probablemente aún no habría pasado Ulmer.
Volvió a colocar en su lugar original tanto la bufanda como la capucha y siguió avanzando, aunque realmente no parecía estar haciéndolo, él era un punto pequeño punto de color en un mar blanquecino, si alguien le estuviese viendo desde la lejanía, no sería sino una figura estática en el horizonte, una mancha inmóvil en mitad de la nada.
Continuó con lo planeado y dirigió a Morh hacia las montañas que se veían a lo lejos, si seguía a ese ritmo se irían volviendo gradualmente más visibles y si él tiempo mejoraba, quizás no tendría que pasar otra noche temiendo por los dedos de sus pies.
Frunció el ceño y se paró instantáneamente, lo que parecía ser una silueta le miraba desde la distancia, hacia días que no veía a nadie, y aquel lugar estaba desierto por lo que no podía decir que aquello no le sorprendió. No pudo atestiguar a simple vista de quien se trataba, fuese quien fuese estaba lo suficientemente lejos como para ser eso, una simple silueta.
Después de meditarlo momentáneamente se acercó a la silueta, si resultaba que era hostil darle la espalda en aquella llanura no iba a ser lo más acertado, y si, por otro lado era alguien con buenas intenciones, sería un cambio agradable poder conversar con una persona de carne y hueso y no con un caballo.
Paulatinamente la silueta se fue agrandando hasta desvelar que se trataba de un hombre bastante alto, rondaría fácilmente los dos metros, de pelo largo y negro recogido en una cola y de barba poblada aquel gigante estaba envuelto en gruesas capas hechas de la piel de un animal que Eltrant no pudo identificar.
Una vez estuvo frente a él Eltrant levanto una de las manos y el hombre le imitó sonriendo. –“No es habitual ver a viajeros por aquí” – dijo casi gritando, aunque lo más probable es que fuese debido al torrente de voz que poseía que al hecho de que estuviese gritando realmente – “¿Te has perdido?” – Eltrant suspiró aliviado y agradeció a los dioses que aquel tipo no tuviera, en apariencia malas intenciones, sin embargo seguía teniendo, quizás por instinto, una de sus manos firmemente agarrada a su espada, oculta bajo la capa.
Se apartó la bufanda de su cara una vez más y sonrió al hombre –“Lo cierto es que sí, me dirigía hacia Dundarak pero creo que he debido girar en el sitio que no debía” – El hombre rió y se acercó en par de zancadas hasta Eltrant –“Suele pasar” – Ahora que lo veía más de cerca lo cierto es que era un hombre bastante imponente –“Mi nombre es Caín” – Dijo sonriendo y cruzándose de brazos frente al mercenario –“Ya veo… ¿Qué haces aquí Caín?” – Preguntó el mercenario –“El mío es Eltrant” – Añadió justo después de hacer la pregunta, el hombre rió y se rascó la cabeza –“Es una buena pregunta Eltrant…"– Contestó sin añadir nada más.
–“Me temo que debo pedirte que me entregues el caballo” – Dijo mirando a Mohr’akdu, Eltrant frunció el ceño –“¿Cómo?” – Preguntó el muchacho, quien no acababa de creerse la orden que le acababa de dar aquel completo desconocido. –“Verás…” – Caín se alejó varios pasos del mercenario y su montura y sin dejar de sonreír desenvainó una hermosa espada plateada que llevaba atada a la espalda –“Lo cierto, querido amigo, es que corren tiempos difíciles…”
Eltrant desenvainó su propia espada en el mismo instante en el que pudo verse reflejado en la impoluta hoja que portaba aquel hombre –“Vaya…” – dijo este un poco incrédulo –“Bonita espada muchacho” – Eltrant frunció el ceño –“Genial, encima es sarcástico”
El hombre comenzó a pasearse pasando el arma de una mano a otra mientras el mercenario, subido sobre Mohr, no le quitaba ojo de encima –“¿Por dónde iba…?” – Continuó diciendo antes de dejar escapar una exclamación –“¡Cierto! Estaba contándote la causa de la sustracción de tu corcel” – Sonrió de nuevo al mercenario –“El caso es que, simplemente lo necesito, asuntos personales, supongo que ya sabes que eso significa que no me da la gana de explicarle mis motivos al individuo que estoy a punto de robar” – Eltrant se empezó a poner nervioso, y no era por que estuviesen tratando de robarle, era más bien el exceso de confianza que mostraba Caín, sonriente, calmado y con una insólita educación para ser alguien que estaba asaltando a otra persona, era casi como si estuviese totalmente seguro de que no tenía nada que hacer contra él. –“No puedo permitir que te lleves a Mohr” –Masculló Eltrant como toda respuesta.
El hombre se encogió de hombros y sonrió negando con la cabeza –“Me temía que esa iba a ser tú respuesta…” – Dicho esto comenzó a hacer estiramientos – “Estoy bastante oxidado, no me lo tomes en cuenta, chico”
Antes de que Eltrant pudiese reaccionar ya lo tenía encima, en menos de una fracción de segundo Caín había dado un largo salto y embistiéndole lo tiró del caballo, el mercenario aterrizó sobre la nieve la cual se encargó de amortiguar su caída, se levantó a tiempo para ver como Caín avanzaba hacia él con aquella espada plateada por delante –“¿Cómo…?” – Fue lo único que pudo pensar Eltrant antes de tener que interponer su propia espada. –“Eres rápido, es una pena que tengamos que llegar a esto. ¿Estás seguro de que no quieres darme el corcel?” – Dijo mientras forcejeaban, Eltrant apretó los dientes y negó con la cabeza, le estaba costando mantener la compostura contra aquel tipo y apenas habían empezado a pelear.
Caín volvió a encogerse de hombros y golpeó al muchacho con el brazo que tenía libre en la cara quien perdió el equilibrio y no pudo sino retroceder ante los feroces ataques del asaltante quien, como si se lo estuviese pasando en grande, no dejaba de sonreír. –“¡Vamos muchacho! Atácame con todo lo que tengas” – Eltrant obedeció automáticamente aquella orden y lanzó un ataque en diagonal hacia la axila de Caín encontrándose solo con la espada plateada como objetivo, momento en el cual tuvo que ponerse de nuevo a la defensiva pues su contrincante acometió contra él sin parar de reír.
El sonido del metal era lo único audible en aquella estepa nevada, no podía contar con que alguien le ayudase y tampoco podía darle la espalda y huir, la fuerza de aquel tipo estaba desgastando la suya, no podía dejar que aquello se alargase mucho más o todo acabaría muy rápido para él. Eltrant volvió a parar a duras penas a Caín, el brazo comenzó a temblarle de nuevo y maldiciendo su suerte se cambió la espada de mano, la mano izquierda no era su brazo dominante, pero se las apañaba bien con él.
Evitando milagrosamente varios golpes que de haber impactado habían sido mortales volvió a acometer contra el hombre quien apartó la espada del mercenario con la suya propia fácilmente en todos los ataques, para rechazar a Eltrant con todas sus fuerzas quien a pesar de detener la espada de color plata voló varios metros a causa de la fuerza del gigante.
Jadeando el mercenario se incorporó lo suficiente hasta quedar rodillas en la nieve, estaba solo, no tenía a su lado a Demian ni a Eärwen para ayudarle, tampoco estaba Alanna, ni Wood, mucho menos Eco, la mujer-bestia que le había salvado la vida una noche en Lunargenta, estaba solo. Caín avanzó hasta el cansado mercenario y miró hacia abajo –“Supongo que ya está ¿no?”
Eltrant frunció el ceño y miró directamente a los ojos a aquel hombre ¿Cómo no estaba cansado? ¿Tan poca resistencia había ofrecido? No, aquello no iba acabar así, introduciendo rápidamente la mano en su bota extrajo el cuchillo que guardaba en su interior y antes de que Caín pudiese hacer algo clavó la pequeña daga en el muslo del hombre de donde rápidamente empezó a manar sangre, tiñendo toda la nieve bajo él de carmesí. Caín dejó escapar un gemido de dolor para después plantar su gigantesco pie en la cara del mercenario, quien cayó de espalda sobre la nieve cuan largo era, a pesar de todo el hombre empezó a reírse. –“Supongo que te mereces verlo”
Eltrant se levantó de nuevo, ignorando la sangre que fluía de su nariz agarró la espada que yacía semi-enterrada junto a él y se levantó a duras penas. –“¡Así me gusta Eltrant! Luchando hasta el final”- El hombre aplaudió un par de veces y después en lo que dura un parpadeo desapareció, en su lugar, un ser alado de color blanco, un dragón de ojos rojos le miraba con desdén para momentos después abrir sus fauces y dejar escapar una incandescente llamarada.
Trató de apartarse, pero las piernas no le respondían, quizás si no se hubiese sorprendido tanto al ver al dragón lo hubiese podido esquivar, en cambio lo único que pudo hacer era mirar como aquella bola naranja evaporaba toda la nieve que había entre él y el dragón que momentos antes había sido Caín e irremediablemente, y aun tratando de protegerse con sus manos, le cubría.
Eltrant cayó de espaldas y dejó escapar un grito de dolor que bien podrían haber escuchado en Lunargenta sin muchas dificultades, por fortuna la nieve se encargó de apagar sus ropajes que estallaron en llamas en el mismo instante en el que el fuego del dragón las rozó. Eltrant se revolcó por el suelo tratando de paliar el dolor, el cual no cesaba, pesados pasos que luego se fueron volviendo más y más ligeros se encaminaron hacia él. –“Impresionante ¿Verdad?” – Fue lo último que oyó antes de perder el conocimiento.
***
El sonido de los pájaros le despertó.
Lo primero que notó fue que no podía moverse, no a plenas facultades al menos. Lo segundo, que no veía bien.
Lentamente se llevó una mano hasta el ojo derecho solo para descubrir que una venda cubría la mitad de su cara, poco después, se percató de que la dificultad para moverse se debía a que tenía tanto los brazos como el torso también vendados.
Miró a su alrededor, estaba en una especie de habitación, desde la cama en la que estaba podía verse un impoluto cielo azul a través del balcón, y las montañas a las que se dirigía a lo lejos.
El crujido de una puerta al abrirse le indicó que alguien venía a verle, se incorporó un poco para ver quien se había encargado de cubrirle en vendas. –“Tienes suerte de tener unos pulmones fuertes” – Fue lo primero que le dijo la voz –“Si no hubiese sido por ese grito no te hubiésemos encontrado” – Una mujer de aspecto jovial, de tez morena y con largos cabellos cobrizos recogidos en una trenza le sonrió desde la entrada a la habitación.
Eltrant habló la boca para hablar pero no dijo nada, simplemente se dejó caer sobre la cama y volvió a mirar por la ventana – “No te preocupes por las quemaduras” – dijo mientras se acercaba al herido y repasaba los vendajes –“Los norteños estamos acostumbrados a tratarlas, no dejará marca, espero” - A Eltrant no le gustó como sonó ese “espero”, sin embargo continuó mirando por la ventana – “De todas formas no estás tan mal, la mayoría son heridas superficiales, dolorosas, pero superficiales”
-“¿Mis cosas…?” – Fue lo único que Eltrant dijo la desconocida, que estaba a punto de abandonar la habitación se volvió hacia él y sonrió –“Una espada, un cuchillo y un montón de libros ¿Verdad? Están bajo tú cama, junto con algo de ropa limpia, no es mucho pero...” – “… ¿Y un caballo?” – Preguntó Eltrant aunque sabía la respuesta a esa pregunta, la mujer negó lentamente con la cabeza. –“…Entiendo”
-“Estas en una posada muy concurrida… así que si alguien te molesta solo avísanos ¿Vale? Necesitas descansar” – La joven dedicó una última sonrisa a Eltrant y abandonó la habitación. Cuando la muchacha salió de la estancia todo se quedó en silenció por unos minutos y Eltrant no hizo otra cosa que mirar el techo de la habitación, se sintió culpable por no haberle preguntado siquiera el nombre a la chica que había estado cuidando de él.
Tras aquellos largos minutos sin hacer nada apretó los dientes maldiciendo su inutilidad y se levantó de la cama como buenamente pudo, una vez de pie hizo malabares para no caerse de bruces contra el suelo y aunque estuvo a punto de perder el equilibrio en varias ocasiones, pudo mantenerlo apoyándose en unos muebles que había junto a su cama.
Su mirada se posó automáticamente en el espejo de la habitación, no pudo evitar sino sonreír ante la imagen de aquel hombre envuelto en vendas y magullado, lo cierto es que había vivido momentos mejores.
Agachándose para recoger sus pertenencias y tras vestirse con las ropas que le habían proporcionado, salió de la habitación usando la espada a modo de bastón, iba a recuperar a Mohr, aunque fuese por su cuenta.
Se bajó de su montura para otear el horizonte. Con cada paso que daba la nieve crujía suavemente bajo sus pies, le pareció un sonido curioso, no estaba habituado a ver nieve, por el sur no era muy habitual que nevara, no esa cantidad, al menos.
No podía decir a ciencia cierta cuánto tiempo llevaba viajando por aquellos lares, pero lo que hacía un par de días parecían ser cúmulos de nieve sin importancia, se habían convertido en un manto de color blanco que cubría hasta dónde alcanzaba la vista, allí no había nada, solamente nieve, por todas partes.
Y frío, hacía mucho frío.
Apartó la bufanda que cubría su cara y dejó caer hacia atrás la capucha que le resguardaba para ver mejor, seguía sin tener ninguna pista de donde estaba, se había dirigido hacia lo que él había supuesto que era el norte durante días y también se las había apañado para seguir un mapa de Aerandir que tenía dibujado en uno de sus libros, pero no había nada en aquel lugar que le dijese que se encontraba en la dirección correcta, lo único que podía hacer era continuar avanzando hacia las montañas que se veían en el horizonte.
Su aliento, perfectamente visible con cada exhalación que daba se perdía entre los copos de nieve que descendían suavemente hasta el suelo, sin un punto de referencia no tenía mucho que hacer, dejando escapar un largo suspiro que el clima tradujo como un cumulo de vaho, se giró y volviendo sobre sus pasos, se subió de nuevo a su caballo.
Una vez sobre el animal se quitó uno de los guantes y acarició las crines del mismo –“Un viaje largo ¿No crees?” – El caballo relinchó suavemente y avanzó unos pasos hacia adelante –“Sí, tienes razón, supongo que ya que estamos aquí deberíamos llegar hasta Dundarak”
Mohr se había portado bastante bien durante todo el trayecto, quizás había sido porque le había dejado galopar por su cuenta, seguía siendo una montura demasiado nerviosa para él, pero no le iba mal, si no estuviese el animal con él, probablemente aún no habría pasado Ulmer.
Volvió a colocar en su lugar original tanto la bufanda como la capucha y siguió avanzando, aunque realmente no parecía estar haciéndolo, él era un punto pequeño punto de color en un mar blanquecino, si alguien le estuviese viendo desde la lejanía, no sería sino una figura estática en el horizonte, una mancha inmóvil en mitad de la nada.
Continuó con lo planeado y dirigió a Morh hacia las montañas que se veían a lo lejos, si seguía a ese ritmo se irían volviendo gradualmente más visibles y si él tiempo mejoraba, quizás no tendría que pasar otra noche temiendo por los dedos de sus pies.
Frunció el ceño y se paró instantáneamente, lo que parecía ser una silueta le miraba desde la distancia, hacia días que no veía a nadie, y aquel lugar estaba desierto por lo que no podía decir que aquello no le sorprendió. No pudo atestiguar a simple vista de quien se trataba, fuese quien fuese estaba lo suficientemente lejos como para ser eso, una simple silueta.
Después de meditarlo momentáneamente se acercó a la silueta, si resultaba que era hostil darle la espalda en aquella llanura no iba a ser lo más acertado, y si, por otro lado era alguien con buenas intenciones, sería un cambio agradable poder conversar con una persona de carne y hueso y no con un caballo.
Paulatinamente la silueta se fue agrandando hasta desvelar que se trataba de un hombre bastante alto, rondaría fácilmente los dos metros, de pelo largo y negro recogido en una cola y de barba poblada aquel gigante estaba envuelto en gruesas capas hechas de la piel de un animal que Eltrant no pudo identificar.
Una vez estuvo frente a él Eltrant levanto una de las manos y el hombre le imitó sonriendo. –“No es habitual ver a viajeros por aquí” – dijo casi gritando, aunque lo más probable es que fuese debido al torrente de voz que poseía que al hecho de que estuviese gritando realmente – “¿Te has perdido?” – Eltrant suspiró aliviado y agradeció a los dioses que aquel tipo no tuviera, en apariencia malas intenciones, sin embargo seguía teniendo, quizás por instinto, una de sus manos firmemente agarrada a su espada, oculta bajo la capa.
Se apartó la bufanda de su cara una vez más y sonrió al hombre –“Lo cierto es que sí, me dirigía hacia Dundarak pero creo que he debido girar en el sitio que no debía” – El hombre rió y se acercó en par de zancadas hasta Eltrant –“Suele pasar” – Ahora que lo veía más de cerca lo cierto es que era un hombre bastante imponente –“Mi nombre es Caín” – Dijo sonriendo y cruzándose de brazos frente al mercenario –“Ya veo… ¿Qué haces aquí Caín?” – Preguntó el mercenario –“El mío es Eltrant” – Añadió justo después de hacer la pregunta, el hombre rió y se rascó la cabeza –“Es una buena pregunta Eltrant…"– Contestó sin añadir nada más.
–“Me temo que debo pedirte que me entregues el caballo” – Dijo mirando a Mohr’akdu, Eltrant frunció el ceño –“¿Cómo?” – Preguntó el muchacho, quien no acababa de creerse la orden que le acababa de dar aquel completo desconocido. –“Verás…” – Caín se alejó varios pasos del mercenario y su montura y sin dejar de sonreír desenvainó una hermosa espada plateada que llevaba atada a la espalda –“Lo cierto, querido amigo, es que corren tiempos difíciles…”
Eltrant desenvainó su propia espada en el mismo instante en el que pudo verse reflejado en la impoluta hoja que portaba aquel hombre –“Vaya…” – dijo este un poco incrédulo –“Bonita espada muchacho” – Eltrant frunció el ceño –“Genial, encima es sarcástico”
El hombre comenzó a pasearse pasando el arma de una mano a otra mientras el mercenario, subido sobre Mohr, no le quitaba ojo de encima –“¿Por dónde iba…?” – Continuó diciendo antes de dejar escapar una exclamación –“¡Cierto! Estaba contándote la causa de la sustracción de tu corcel” – Sonrió de nuevo al mercenario –“El caso es que, simplemente lo necesito, asuntos personales, supongo que ya sabes que eso significa que no me da la gana de explicarle mis motivos al individuo que estoy a punto de robar” – Eltrant se empezó a poner nervioso, y no era por que estuviesen tratando de robarle, era más bien el exceso de confianza que mostraba Caín, sonriente, calmado y con una insólita educación para ser alguien que estaba asaltando a otra persona, era casi como si estuviese totalmente seguro de que no tenía nada que hacer contra él. –“No puedo permitir que te lleves a Mohr” –Masculló Eltrant como toda respuesta.
El hombre se encogió de hombros y sonrió negando con la cabeza –“Me temía que esa iba a ser tú respuesta…” – Dicho esto comenzó a hacer estiramientos – “Estoy bastante oxidado, no me lo tomes en cuenta, chico”
Antes de que Eltrant pudiese reaccionar ya lo tenía encima, en menos de una fracción de segundo Caín había dado un largo salto y embistiéndole lo tiró del caballo, el mercenario aterrizó sobre la nieve la cual se encargó de amortiguar su caída, se levantó a tiempo para ver como Caín avanzaba hacia él con aquella espada plateada por delante –“¿Cómo…?” – Fue lo único que pudo pensar Eltrant antes de tener que interponer su propia espada. –“Eres rápido, es una pena que tengamos que llegar a esto. ¿Estás seguro de que no quieres darme el corcel?” – Dijo mientras forcejeaban, Eltrant apretó los dientes y negó con la cabeza, le estaba costando mantener la compostura contra aquel tipo y apenas habían empezado a pelear.
Caín volvió a encogerse de hombros y golpeó al muchacho con el brazo que tenía libre en la cara quien perdió el equilibrio y no pudo sino retroceder ante los feroces ataques del asaltante quien, como si se lo estuviese pasando en grande, no dejaba de sonreír. –“¡Vamos muchacho! Atácame con todo lo que tengas” – Eltrant obedeció automáticamente aquella orden y lanzó un ataque en diagonal hacia la axila de Caín encontrándose solo con la espada plateada como objetivo, momento en el cual tuvo que ponerse de nuevo a la defensiva pues su contrincante acometió contra él sin parar de reír.
El sonido del metal era lo único audible en aquella estepa nevada, no podía contar con que alguien le ayudase y tampoco podía darle la espalda y huir, la fuerza de aquel tipo estaba desgastando la suya, no podía dejar que aquello se alargase mucho más o todo acabaría muy rápido para él. Eltrant volvió a parar a duras penas a Caín, el brazo comenzó a temblarle de nuevo y maldiciendo su suerte se cambió la espada de mano, la mano izquierda no era su brazo dominante, pero se las apañaba bien con él.
Evitando milagrosamente varios golpes que de haber impactado habían sido mortales volvió a acometer contra el hombre quien apartó la espada del mercenario con la suya propia fácilmente en todos los ataques, para rechazar a Eltrant con todas sus fuerzas quien a pesar de detener la espada de color plata voló varios metros a causa de la fuerza del gigante.
Jadeando el mercenario se incorporó lo suficiente hasta quedar rodillas en la nieve, estaba solo, no tenía a su lado a Demian ni a Eärwen para ayudarle, tampoco estaba Alanna, ni Wood, mucho menos Eco, la mujer-bestia que le había salvado la vida una noche en Lunargenta, estaba solo. Caín avanzó hasta el cansado mercenario y miró hacia abajo –“Supongo que ya está ¿no?”
Eltrant frunció el ceño y miró directamente a los ojos a aquel hombre ¿Cómo no estaba cansado? ¿Tan poca resistencia había ofrecido? No, aquello no iba acabar así, introduciendo rápidamente la mano en su bota extrajo el cuchillo que guardaba en su interior y antes de que Caín pudiese hacer algo clavó la pequeña daga en el muslo del hombre de donde rápidamente empezó a manar sangre, tiñendo toda la nieve bajo él de carmesí. Caín dejó escapar un gemido de dolor para después plantar su gigantesco pie en la cara del mercenario, quien cayó de espalda sobre la nieve cuan largo era, a pesar de todo el hombre empezó a reírse. –“Supongo que te mereces verlo”
Eltrant se levantó de nuevo, ignorando la sangre que fluía de su nariz agarró la espada que yacía semi-enterrada junto a él y se levantó a duras penas. –“¡Así me gusta Eltrant! Luchando hasta el final”- El hombre aplaudió un par de veces y después en lo que dura un parpadeo desapareció, en su lugar, un ser alado de color blanco, un dragón de ojos rojos le miraba con desdén para momentos después abrir sus fauces y dejar escapar una incandescente llamarada.
Trató de apartarse, pero las piernas no le respondían, quizás si no se hubiese sorprendido tanto al ver al dragón lo hubiese podido esquivar, en cambio lo único que pudo hacer era mirar como aquella bola naranja evaporaba toda la nieve que había entre él y el dragón que momentos antes había sido Caín e irremediablemente, y aun tratando de protegerse con sus manos, le cubría.
Eltrant cayó de espaldas y dejó escapar un grito de dolor que bien podrían haber escuchado en Lunargenta sin muchas dificultades, por fortuna la nieve se encargó de apagar sus ropajes que estallaron en llamas en el mismo instante en el que el fuego del dragón las rozó. Eltrant se revolcó por el suelo tratando de paliar el dolor, el cual no cesaba, pesados pasos que luego se fueron volviendo más y más ligeros se encaminaron hacia él. –“Impresionante ¿Verdad?” – Fue lo último que oyó antes de perder el conocimiento.
***
El sonido de los pájaros le despertó.
Lo primero que notó fue que no podía moverse, no a plenas facultades al menos. Lo segundo, que no veía bien.
Lentamente se llevó una mano hasta el ojo derecho solo para descubrir que una venda cubría la mitad de su cara, poco después, se percató de que la dificultad para moverse se debía a que tenía tanto los brazos como el torso también vendados.
Miró a su alrededor, estaba en una especie de habitación, desde la cama en la que estaba podía verse un impoluto cielo azul a través del balcón, y las montañas a las que se dirigía a lo lejos.
El crujido de una puerta al abrirse le indicó que alguien venía a verle, se incorporó un poco para ver quien se había encargado de cubrirle en vendas. –“Tienes suerte de tener unos pulmones fuertes” – Fue lo primero que le dijo la voz –“Si no hubiese sido por ese grito no te hubiésemos encontrado” – Una mujer de aspecto jovial, de tez morena y con largos cabellos cobrizos recogidos en una trenza le sonrió desde la entrada a la habitación.
Eltrant habló la boca para hablar pero no dijo nada, simplemente se dejó caer sobre la cama y volvió a mirar por la ventana – “No te preocupes por las quemaduras” – dijo mientras se acercaba al herido y repasaba los vendajes –“Los norteños estamos acostumbrados a tratarlas, no dejará marca, espero” - A Eltrant no le gustó como sonó ese “espero”, sin embargo continuó mirando por la ventana – “De todas formas no estás tan mal, la mayoría son heridas superficiales, dolorosas, pero superficiales”
-“¿Mis cosas…?” – Fue lo único que Eltrant dijo la desconocida, que estaba a punto de abandonar la habitación se volvió hacia él y sonrió –“Una espada, un cuchillo y un montón de libros ¿Verdad? Están bajo tú cama, junto con algo de ropa limpia, no es mucho pero...” – “… ¿Y un caballo?” – Preguntó Eltrant aunque sabía la respuesta a esa pregunta, la mujer negó lentamente con la cabeza. –“…Entiendo”
-“Estas en una posada muy concurrida… así que si alguien te molesta solo avísanos ¿Vale? Necesitas descansar” – La joven dedicó una última sonrisa a Eltrant y abandonó la habitación. Cuando la muchacha salió de la estancia todo se quedó en silenció por unos minutos y Eltrant no hizo otra cosa que mirar el techo de la habitación, se sintió culpable por no haberle preguntado siquiera el nombre a la chica que había estado cuidando de él.
Tras aquellos largos minutos sin hacer nada apretó los dientes maldiciendo su inutilidad y se levantó de la cama como buenamente pudo, una vez de pie hizo malabares para no caerse de bruces contra el suelo y aunque estuvo a punto de perder el equilibrio en varias ocasiones, pudo mantenerlo apoyándose en unos muebles que había junto a su cama.
Su mirada se posó automáticamente en el espejo de la habitación, no pudo evitar sino sonreír ante la imagen de aquel hombre envuelto en vendas y magullado, lo cierto es que había vivido momentos mejores.
Agachándose para recoger sus pertenencias y tras vestirse con las ropas que le habían proporcionado, salió de la habitación usando la espada a modo de bastón, iba a recuperar a Mohr, aunque fuese por su cuenta.
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Re: Hielo abrasador [mastereado][Libre][2/3]
Usando la espada a modo de bastón consiguió llegar al piso de abajo, dónde la multitud que había en un principio ni siquiera le tomó en cuenta, lo cierto es que no estaba habituado a entrar en posadas así de concurridas, su particular suerte siempre le hacía acabar en lugares en los que no había mucha gente, o en los que de haberla, no era muy agradable, algo le decía que aquello estaba estrechamente relacionado con el hecho de no tener mucho dinero.
Un par de chiquillos correteaban entre las mesas mientras los padres trataban inútilmente de hacer que se calmaran desde sus asientos, uno de ellos se paró momentáneamente y se quedó mirando a Eltrant, quien levantó la mano y le sonrió, el niño observó con curiosidad la cara del hombre, totalmente vendada, por unos instantes y sin decir nada, continuó con lo que estuviese haciendo. –“Al menos no se ha asustado” – Se dijo mientras se sentaba en una de las mesas, lo primero que tenía que hacer es saber dónde estaba.
La mujer que le había ayudado momentos antes entró en el comedor con dos sendas bandejas de comida y con una sonrisa las depositó frente a unos clientes que esperaban sentados en una de las mesas, en el mismo instante en el que se la mujer percató de la presencia del mercenario en la habitación frunció el ceño y torciendo el gesto se acercó hacia él.
-“¿Qué haces aquí abajo?” – Dijo cruzándose de brazos, el mercenario se encogió de hombros y sonrió a la mujer –“No estoy tan mal, lo has dicho antes” – Dijo a su rescatadora, quien sin estar convencida del todo suspiró y fue a atender a unos clientes que reclamaban su atención.
Lo cierto es que dejando a un lado el hecho de que estaba cubierto en vendajes se encontraba sorprendentemente bien, aunque sería debido a que le habrían proporcionado algún tipo de medicina. A una parte de él le aterraba quitarse las vendas, a saber cómo se encontraría bajo ellas.
Poco después la mujer volvió de hablar con los clientes y una vez más se cruzó de brazos frente a Eltrant –“Mi nombre es Lucia” – Dijo simplemente –“Y deberías estar agradecido, las personas suelen estarlo cuando alguien, ya sabes, le salva la vida y eso” – Eltrant asintió con la cabeza –“Tienes razón” – Contestó este avergonzado –“Gracias por salvarme la vida, Lucía” – Al oír esto la mujer sonrió y asintió –“Eso ya está algo mejor… ¿Cómo decías que te llamabas?” – “Eltrant” – Dijo sonriendo, Lucia se marchó justo después de aquello, cuando uno de los clientes volvó a reclamar su atención.
-“Suele hacer eso” – Oyó decir a una voz a su espalda, Eltrant se volvió y el rostro de un hombre no mucho más joven que él le sonrió –“Salvar a gente de ventiscas y esas cosas, Lucia carga con ellos hasta aquí por su cuenta” – Eltrant se giró y miró como la mujer que le había rescatado seguía sirviendo mesas y se giró hacia quien le estaba hablando –“Desde que Caín pulula estas llanuras se ha vuelto algo habitual el ver gente…” – Señaló los vendajes del mercenario –“…así” - Eltrant frunció el ceño cuando oyó el nombre de quien le había robado, al parecer no había sido él la única víctima. -“¿Dónde estoy exactamente?” – Preguntó, el extraño sonrió y le dio un trago a la jarra que tenía en la mano –“A orillas del Tymer… aunque ahora está parcialmente congelado, este pueblo es pequeño, pero debido a su localización muchas personas tienen que pasar por aquí” – Dijo mientras miraba las mesas llenas de gente –“Un buen lugar para ser dueño de una posada ¿Verdad?” – Dijo riendo.
El hombre abandonó al poco la mesa y después de decirle unas cosas a Lucia se perdió por una de las puertas contiguas, por lo que sabía intuido parecía ser uno de los trabajadores del local, si no el propietario.
Después de haber servido la mayoría de las mesas del lugar Lucia volvió a acercarse a Eltrant, quien miraba absorto como la nieve se iba acumulado en una de las ventanas que daban a la calle –“¿Puedes contarme algo sobre el tipo que me robó el caballo?” – Preguntó a Lucia sin dejar de mirar por la ventana en cuando notó que esta estaba cerca, la mujer dejó escapar un suspiro y se sentó junto al joven –“Se llama Caín…” – Dijo mientras se arreglaba la trenza –“Se considera a sí mismo una especie de cruzado, roba a casi todos los que pasan por aquí cerca por lo que no es nada nuevo tener heridos por aquí, aunque nunca...” – “Aunque nunca le ha prendido fuego a nadie” – Adivinó Eltrant, la mujer asintió levemente y siguió jugueteando con su trenza –“Nadie sabe exactamente dónde tiene el campamento, ya sabes que por aquí no hay mucho más que nieve” – Continuó diciendo –“De todas formas… ¿No esperaras que te hable de él en tu estado?” – Eltrant miró largo y tendido a los ojos a Lucia hasta que esta acabó entornándolos –“No pararías de preguntar hasta que te lo dijese ¿Cierto?” –“Cierto”
Un par de chiquillos correteaban entre las mesas mientras los padres trataban inútilmente de hacer que se calmaran desde sus asientos, uno de ellos se paró momentáneamente y se quedó mirando a Eltrant, quien levantó la mano y le sonrió, el niño observó con curiosidad la cara del hombre, totalmente vendada, por unos instantes y sin decir nada, continuó con lo que estuviese haciendo. –“Al menos no se ha asustado” – Se dijo mientras se sentaba en una de las mesas, lo primero que tenía que hacer es saber dónde estaba.
La mujer que le había ayudado momentos antes entró en el comedor con dos sendas bandejas de comida y con una sonrisa las depositó frente a unos clientes que esperaban sentados en una de las mesas, en el mismo instante en el que se la mujer percató de la presencia del mercenario en la habitación frunció el ceño y torciendo el gesto se acercó hacia él.
-“¿Qué haces aquí abajo?” – Dijo cruzándose de brazos, el mercenario se encogió de hombros y sonrió a la mujer –“No estoy tan mal, lo has dicho antes” – Dijo a su rescatadora, quien sin estar convencida del todo suspiró y fue a atender a unos clientes que reclamaban su atención.
Lo cierto es que dejando a un lado el hecho de que estaba cubierto en vendajes se encontraba sorprendentemente bien, aunque sería debido a que le habrían proporcionado algún tipo de medicina. A una parte de él le aterraba quitarse las vendas, a saber cómo se encontraría bajo ellas.
Poco después la mujer volvió de hablar con los clientes y una vez más se cruzó de brazos frente a Eltrant –“Mi nombre es Lucia” – Dijo simplemente –“Y deberías estar agradecido, las personas suelen estarlo cuando alguien, ya sabes, le salva la vida y eso” – Eltrant asintió con la cabeza –“Tienes razón” – Contestó este avergonzado –“Gracias por salvarme la vida, Lucía” – Al oír esto la mujer sonrió y asintió –“Eso ya está algo mejor… ¿Cómo decías que te llamabas?” – “Eltrant” – Dijo sonriendo, Lucia se marchó justo después de aquello, cuando uno de los clientes volvó a reclamar su atención.
-“Suele hacer eso” – Oyó decir a una voz a su espalda, Eltrant se volvió y el rostro de un hombre no mucho más joven que él le sonrió –“Salvar a gente de ventiscas y esas cosas, Lucia carga con ellos hasta aquí por su cuenta” – Eltrant se giró y miró como la mujer que le había rescatado seguía sirviendo mesas y se giró hacia quien le estaba hablando –“Desde que Caín pulula estas llanuras se ha vuelto algo habitual el ver gente…” – Señaló los vendajes del mercenario –“…así” - Eltrant frunció el ceño cuando oyó el nombre de quien le había robado, al parecer no había sido él la única víctima. -“¿Dónde estoy exactamente?” – Preguntó, el extraño sonrió y le dio un trago a la jarra que tenía en la mano –“A orillas del Tymer… aunque ahora está parcialmente congelado, este pueblo es pequeño, pero debido a su localización muchas personas tienen que pasar por aquí” – Dijo mientras miraba las mesas llenas de gente –“Un buen lugar para ser dueño de una posada ¿Verdad?” – Dijo riendo.
El hombre abandonó al poco la mesa y después de decirle unas cosas a Lucia se perdió por una de las puertas contiguas, por lo que sabía intuido parecía ser uno de los trabajadores del local, si no el propietario.
Después de haber servido la mayoría de las mesas del lugar Lucia volvió a acercarse a Eltrant, quien miraba absorto como la nieve se iba acumulado en una de las ventanas que daban a la calle –“¿Puedes contarme algo sobre el tipo que me robó el caballo?” – Preguntó a Lucia sin dejar de mirar por la ventana en cuando notó que esta estaba cerca, la mujer dejó escapar un suspiro y se sentó junto al joven –“Se llama Caín…” – Dijo mientras se arreglaba la trenza –“Se considera a sí mismo una especie de cruzado, roba a casi todos los que pasan por aquí cerca por lo que no es nada nuevo tener heridos por aquí, aunque nunca...” – “Aunque nunca le ha prendido fuego a nadie” – Adivinó Eltrant, la mujer asintió levemente y siguió jugueteando con su trenza –“Nadie sabe exactamente dónde tiene el campamento, ya sabes que por aquí no hay mucho más que nieve” – Continuó diciendo –“De todas formas… ¿No esperaras que te hable de él en tu estado?” – Eltrant miró largo y tendido a los ojos a Lucia hasta que esta acabó entornándolos –“No pararías de preguntar hasta que te lo dijese ¿Cierto?” –“Cierto”
Eltrant Tale
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Re: Hielo abrasador [mastereado][Libre][2/3]
Una, dos, tres, cuatro, cinco… casi seis. Nuevamente. Una, dos, tres, cuatro, cinco… casi. Una, dos, tres, cuatro, cinco, seis… perfecto. La moneda había descrito vueltas perfectas, en una línea recta, para caer justo sobre su filo en la mano del brujo. No es que aquello fuera necesario ni útil, no, sólo mataba el tiempo a su manera, buscando la perfección de las cosas. Ya iría por mejorar la técnica y dar 7 giros, pero algo más comenzaba a captar su atención.
Dio una cucharada a su estofado, no era el mejor que hubiera probado, claramente, pero no podía quejarse tampoco, sólo eran pueblerinos sin mucho que hacer, carecían de la motivación de un soldado o de la disciplina de un brujo. A pesar de todo, parecían tener de algo más que hablar que de la cosecha y el clima. Dio un último sorbo al ale en su jarra y se limpió la boca, irguiéndose soberbio.
El viaje no había sido fácil, en especial por el clima. Había partido desde Sacrestic Village hace ya unas semanas, dándose el tiempo de conocer los parajes de Aerandir. 4 años en el mar y los pueblos cambiaban, las cosechas rotaban, las personas crecían o envejecían, pero la esencia de cada lugar seguía intacta y esa posada en particular no mostraba cambios significativos. Donde uno fuera habría gente dispuesta a beber y descansar.
Se paró justo al lado de los jóvenes que conversaban. La chica, que por lo que escuchaba tenía espíritu de héroe, y el chico, de esos que no asumen fácilmente cuando se encuentran lastimados. Ambos parecían tener cualidades importantes si se trataba de formar una nueva “tripulación”. Lanzó nuevamente la moneda, sin mirarla, calculando con seriedad el momento exacto de capturarla… y así lo hizo, justo en el momento en que la moneda estaba en perfectos 90 grados tras 7 vueltas en el aire en perfecto sentido vertical la tomó. Contuvo para su interior la sonrisa de satisfacción. Su nueva meta serían 8 vueltas.
-Así que un tal Caín… -dijo en voz alta, dejando que le escucharan para captar su atención- un vil bandido.
Se giró indicando uno a uno los hombres presentes en edad de portar un arma.
-Puede ser un pueblo pequeño, pero estoy seguro que se podría armar un destacamento suficiente para derrotar a cualquier bandido con la mitad de los hombres capaces de tomar arma… más aún si agregamos a las mujeres -hizo un pequeño guiño con el ojo a la muchacha que claramente hacía de heroína. No pretendía seducirla ni nada por el estilo, por edad quizás hasta pudiera ser su padre, uno precoz probablemente, pero padre al fin y al cabo, sino sólo mostrar sus respetos a alguien que parecía tener sangre de aventurera, aunque se dedicara a atender clientes- pero de todos estos parece que no formamos uno -sacudió su cabeza en señal de reproche- Herman… Herman Hessiah… un hombre de verdad, como pueden ver… a vuestro servicio.
La moneda nuevamente voló por los aires, pero ahora fueron 8 vueltas antes de ser agarrada en el momento exacto. El viejo Artabán volvía a sentir el impulso. Hasta sus ojos parecían brillar de manera más intenso ante el pensamiento del desafío.
Artabán
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Re: Hielo abrasador [mastereado][Libre][2/3]
Lucía se detuvo unos momentos y miró con ojos escrutadores al recién llegado. -Herman- le respondió ella con una suave reverencia -Favor que me hace- dijo con una sonrisa forzada. Miró a los lados y se reclinó sobre la mesa para hablar más bajo -Se dice que más al Norte, en el pequeño poblado de Saussure la cabeza de Caín tiene precio y otros dicen que su hermana harpa todo por boicotear a aquellos que van con el filo de la verdad tras él.- La joven se enderezó y recogió los vasos de la mesa en una bandeja de plata. Podrían comenzar por allí, pero cuidado, Caín tiene redes en los lugares menos esperados.
Sin mediar una palabra más la joven se apartó de los hombres para atender el resto de las mesas, los clientes comenzaban a marcharse lentamente a sus hogares y debía comenzar a recaudar antes que más de un pillo decidiera irse sin pagar su cuenta. Poco tiempo después, las puertas dobles se abrieron de par en par escupiendo entre una ventisca creciente a una figura profusamente envuelta en ropa, sangre y algo que parecían dientes.
-¡Ayuda!- gritó más de una voz espantada. Los padres tomaron a sus hijos para huir rápidamente del lugar mientras que los otros se arrinconaron en el lugar más lejano del cuerpo que aún se movía. -María, Craso, vayan a por agua. Esther, vendas y medicinas. Herman, ayúdame- comandó la dama de los plateados cabellos con tanta seguridad como gracilidad en el proceso. -Lo llevaremos a la habitación de Eltrant- informó sin pestañear mientras comenzaba a cargar con aquél bulto.
Sin mediar una palabra más la joven se apartó de los hombres para atender el resto de las mesas, los clientes comenzaban a marcharse lentamente a sus hogares y debía comenzar a recaudar antes que más de un pillo decidiera irse sin pagar su cuenta. Poco tiempo después, las puertas dobles se abrieron de par en par escupiendo entre una ventisca creciente a una figura profusamente envuelta en ropa, sangre y algo que parecían dientes.
-¡Ayuda!- gritó más de una voz espantada. Los padres tomaron a sus hijos para huir rápidamente del lugar mientras que los otros se arrinconaron en el lugar más lejano del cuerpo que aún se movía. -María, Craso, vayan a por agua. Esther, vendas y medicinas. Herman, ayúdame- comandó la dama de los plateados cabellos con tanta seguridad como gracilidad en el proceso. -Lo llevaremos a la habitación de Eltrant- informó sin pestañear mientras comenzaba a cargar con aquél bulto.
Thorn
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Re: Hielo abrasador [mastereado][Libre][2/3]
Eltrant se giró hacía el desconocido que acababa de meterse en la conversación, el recién llegado propuso ayudar a los presentes a atrapar a Caín afirmando que no sería muy complicado formar un pequeño destacamento de individuos capaces de empuñar un arma.
No obstante, después de repasar la posada, el hombre no pareció encontrar a nadie que satisficiese sus necesidades por lo que después de negar con la cabeza en señal de reproche se presentó como Herman Kessiah.
Eltrant estudió a Herman con el ojo que le quedaba libre, el hombre jugueteaba con una moneda que tenía entre sus manos con aparente facilidad, era bastante mayor que él, y por su apariencia no parecía dejar que la edad le afectase.
Después de varios segundos sin decir nada sonrió al hombre –“Eltrant Tale” – Dijo como toda presentación, fuese quien fuese, si estaba dispuesto a ayudarle capturando a Caín no iba a despreciar su ayuda, por otro lado, parecía bastante ser alguien más habituado que él a cazar personas, y eso que parte de su trabajo era ese. –“Espero que no le importe tener a alguien…” – Apuntó a los vendajes de su cara –“…En este estado acompañándole” – Tenía pocas posibilidades de ganar a Caín en su estado, apenas había podido hacerle frente a plenas facultades, tenía que ser realista, necesitaba la ayuda del hombre.
-“Hacía el norte…” – Eltrant se cruzó de brazos pensativo, había sido demasiado optimista al pensar que la guarida del bandido era conocida por todos, pero al fin y al cabo estaba en el único lugar de Aerandir dónde quizás los dragones lograsen pasar desapercibidos, al menos habían puesto precio por su cabeza, menos era nada –“¿Y se sabe dónde podemos encontrar a esa mujer? ¿En Saussure?” – Preguntó a Lucia.
La mujer no tuvo tiempo de responder, pues la mujer se apartó de la mesa en el mismo instante en el que terminó de hablar y siguió sirviendo a los demás clientes, Eltrant se volvió hacia Hessiah –“¿Tienes experiencia enfrentándote a cosas que escupen fuego?” – Preguntó en el mismo instante en el que gritos de auxilio acallaban las demás voces del local.
Varios individuos entraron en el local cargando con un cuerpo envuelto en sangre, ropa y trozos de algo que Eltrant no supo identificar correctamente. Eltrant frunció el ceño al ver la escena, no sabía porque pero algo le decía que él había protagonizado una similar poco antes, Lucia pidió ayuda a la mayoría de los presentes, incluso a Herman, dejándole a él sin hacer nada, por lo que no se levantó de la mesa, simplemente se quedó observando como trasladaban al hombre escaleras arriba.
Una vez hubieron desaparecido en el piso y se hubo asegurado de que no iba a interponerse en el camino de las personas que estaban tratando de salvarle la vida al herido, les siguió, y aunque sabía que aquel hombre podía estar en ese estado por un millar de circunstancias, tenía la impresión de que Caín estaba de alguna forma involucrado.
No obstante, después de repasar la posada, el hombre no pareció encontrar a nadie que satisficiese sus necesidades por lo que después de negar con la cabeza en señal de reproche se presentó como Herman Kessiah.
Eltrant estudió a Herman con el ojo que le quedaba libre, el hombre jugueteaba con una moneda que tenía entre sus manos con aparente facilidad, era bastante mayor que él, y por su apariencia no parecía dejar que la edad le afectase.
Después de varios segundos sin decir nada sonrió al hombre –“Eltrant Tale” – Dijo como toda presentación, fuese quien fuese, si estaba dispuesto a ayudarle capturando a Caín no iba a despreciar su ayuda, por otro lado, parecía bastante ser alguien más habituado que él a cazar personas, y eso que parte de su trabajo era ese. –“Espero que no le importe tener a alguien…” – Apuntó a los vendajes de su cara –“…En este estado acompañándole” – Tenía pocas posibilidades de ganar a Caín en su estado, apenas había podido hacerle frente a plenas facultades, tenía que ser realista, necesitaba la ayuda del hombre.
-“Hacía el norte…” – Eltrant se cruzó de brazos pensativo, había sido demasiado optimista al pensar que la guarida del bandido era conocida por todos, pero al fin y al cabo estaba en el único lugar de Aerandir dónde quizás los dragones lograsen pasar desapercibidos, al menos habían puesto precio por su cabeza, menos era nada –“¿Y se sabe dónde podemos encontrar a esa mujer? ¿En Saussure?” – Preguntó a Lucia.
La mujer no tuvo tiempo de responder, pues la mujer se apartó de la mesa en el mismo instante en el que terminó de hablar y siguió sirviendo a los demás clientes, Eltrant se volvió hacia Hessiah –“¿Tienes experiencia enfrentándote a cosas que escupen fuego?” – Preguntó en el mismo instante en el que gritos de auxilio acallaban las demás voces del local.
Varios individuos entraron en el local cargando con un cuerpo envuelto en sangre, ropa y trozos de algo que Eltrant no supo identificar correctamente. Eltrant frunció el ceño al ver la escena, no sabía porque pero algo le decía que él había protagonizado una similar poco antes, Lucia pidió ayuda a la mayoría de los presentes, incluso a Herman, dejándole a él sin hacer nada, por lo que no se levantó de la mesa, simplemente se quedó observando como trasladaban al hombre escaleras arriba.
Una vez hubieron desaparecido en el piso y se hubo asegurado de que no iba a interponerse en el camino de las personas que estaban tratando de salvarle la vida al herido, les siguió, y aunque sabía que aquel hombre podía estar en ese estado por un millar de circunstancias, tenía la impresión de que Caín estaba de alguna forma involucrado.
Eltrant Tale
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Re: Hielo abrasador [mastereado][Libre][2/3]
Artabán… no, Herman, era Herman Hessiah, Artabán había muerto hace mucho, hace más de 4 años. ¿Lo extrañaría alguien?, ¿qué habría sido de Sokotora?, ¿qué habría hecho el Clan de la Media Luna respecto a su ausencia?… no tenía sentido pensar en todo eso, ahora tenía otros asuntos que atender. De alguna manera ahora estaba envuelto en la cacería de algún bandido que se aprovechaba de los viajeros.
“¿Escupir?, he visto el fuego danzar y tomar formas en las manos de hechiceros antes de que mamaras del seno de tu madre, muchacho, lo que una criatura pueda escupir no me asusta”, pensó.
-He visto cosas que escupen fuego, los dragones principalmente, sí -se rascó la barba como si pensara- pero mientras más grandes y fuertes son, como reza el dicho, más fuerte caen.
Tuvieron que lidiar entonces con un tipo muy herido, vagamente reconocible como una persona. Por un momento le pareció ver en aquella imagen el recuerdo que en ocasiones le atormentaba por las noches, los elfos inocentes asesinados en aquella campaña… en especial esos niños… miró hacia otro lado, de todas maneras poco podía hacer por ayudar, no era un sanador, ni su delicadeza era su mejor cualidad, para eso había manos suficientes… excepto que le pidieron ayuda. Dibujó una sonrisa encantadora en su rostro, pero en su interior no quería siquiera tocar aquel herido. ayudó a cargarlo como el más comprometido, incluso mostrando cuidado al dejarlo sobre la cama y asegurándose de que su cuello descansara cómodamente. Por dentro tenía ganas de vomitar. No es que no soportara la sangre, al contrario, había presenciado más carnicerías humanas que probablemente todos los presentes, pero ese era el problema, las imágenes de lo ocurrido en el pasado.
-¿Tiene esto que ver con Caín? -preguntó al herido.
Una vez librado de su responsabilidad con el herido se acercó a Eltrant, limpiando sus manos en un trapo y luego mirando hacia la ventana.
-Tú has venido a parar a este pueblo y no al norte, algo me dice que es un rodeo innecesario ir tan lejos si nuestro objetivo puede estar muy cerca -hizo un pequeño gesto de fastidio- pero es la única pista que tenemos hasta el momento, así que supongo que partimos de viaje.
Se sentó en una silla vacía junto a la barra.
-Nos vemos en 10 minutos junto a la puerta… procura llevar tus armas y vendajes para cambiar cuando esos estén sucios… partimos enseguida.
Artabán
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Re: Hielo abrasador [mastereado][Libre][2/3]
-Eh… ¿cómo?... ¿qué?- comenzó a protestar Lucía al escuchar las palabras del hombre que acababa de conocer, más el quejido del que acababan de llevar ahogó cualquier pensamiento que tuviera. Se acercó a la cama y comenzó a quitar la ropa. -Ese Herman tendrá que esperar, ¡y lo digo enserio!- reprochó la dama de los cabellos del color de la ceniza. [b]-Me debes mas que tu vida y por los dioses que te lo cobraré si no te esperas allí hasta que al menos cure lo más delicado- sus palabras eran atronadoras y cargadas de emoción. Al parecer no solamente la dama se dedicaba a ayudar a los heridos por lástima, sino porque tenía vocación para hacerlo.
Con la ayuda de sus asistentes, Lucía pudo apartarse de la escena en poco tiempo, aunque ya había pasado un cuarto de hora desde que el señor Kessiah hubiera salido de la cálida habitación. Entonces, la joven asomó parte de su cuerpo por el umbral de la puerta y gritó a todo pulmón -Servidle una ronda a Herman y sus amigos, va por mi cuenta- entonces se giró hacia Eltrant y lo condujo con porte serio hasta una habitación no muy lejana, más cercana a las escaleras.
-No recomiendo que salgas así, podrías morir en una tormenta de nieve si no es que te mata Caín. Solo los dioses saben que pasa por su mente…- Su voz se iba apagando lentamente, escondió su rostro dándose la vuelta y preparando una pequeña maleta de viaje. Escuchando cualquier comentario que el humano tuviera para decir Ve con cuidado y… pareció dudar unos instantes, más luego sonrió y lo despidió en la puerta -Tal vez las cosas no sean tan malas, aunque tu caballo ya podría ser filetes- Con eso la puerta se cerró para no volverse a abrir.
En el camino humano y brujo serían víctimas del frío y del viento, la nieve parecería querer devorarles y la noche no tardaba en acercarse inclemente. Sin embargo, a la distancia podrían encontrar un suave resplandor.
Eltrant, si preguntas algo que crea importante, puede que te responda en el siguiente post o te haga llegar la información. Con la ayuda de sus asistentes, Lucía pudo apartarse de la escena en poco tiempo, aunque ya había pasado un cuarto de hora desde que el señor Kessiah hubiera salido de la cálida habitación. Entonces, la joven asomó parte de su cuerpo por el umbral de la puerta y gritó a todo pulmón -Servidle una ronda a Herman y sus amigos, va por mi cuenta- entonces se giró hacia Eltrant y lo condujo con porte serio hasta una habitación no muy lejana, más cercana a las escaleras.
-No recomiendo que salgas así, podrías morir en una tormenta de nieve si no es que te mata Caín. Solo los dioses saben que pasa por su mente…- Su voz se iba apagando lentamente, escondió su rostro dándose la vuelta y preparando una pequeña maleta de viaje. Escuchando cualquier comentario que el humano tuviera para decir Ve con cuidado y… pareció dudar unos instantes, más luego sonrió y lo despidió en la puerta -Tal vez las cosas no sean tan malas, aunque tu caballo ya podría ser filetes- Con eso la puerta se cerró para no volverse a abrir.
* * *
En el camino humano y brujo serían víctimas del frío y del viento, la nieve parecería querer devorarles y la noche no tardaba en acercarse inclemente. Sin embargo, a la distancia podrían encontrar un suave resplandor.
Artabán, puedes escuchar la conversación, tomar o hacer lo que desees.Suerte
Thorn
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Re: Hielo abrasador [mastereado][Libre][2/3]
Una vez Herman transportó al hombre herido a la habitación y se hubo liberado de toda responsabilidad con el lesionado salió de la misma y se dirigió hacia el mercenario, como si estuviese al mano de la situación le ordenó estar en la entrada de la posada en diez minutos, pues ya que no tenían ninguna pista mejor, partirían hacia el norte.
Eltrant miró fijamente a Hessiah sin decir nada ¿Quién le había puesto al mando? Dejó escapar un suspiró y asintió, le gustase o no, no tenía más remedio que obedecer, si iba por libre acabaría helado a mitad del camino.
Con los brazos cruzados esperó pacientemente en la puerta de la habitación en la que estaban tratando al recién llegado, Lucia le había hecho entender que si salía de la posada sin recibir atención lo pagaría muy caro, Eltrant se encogió de hombros y sonriendo asintió a la mujer, probablemente a Herman no le hiciese mucha gracia esperar, pero no estaba dispuesto a desobedecer a la mujer, no bajo aquellas circunstancias.
No supo exactamente cuándo tiempo estuvo esperando, pero el mercenario calculó mentalmente que no fue más de media hora, sonrió a la camarera cuando salió de la habitación, por su semblante parecían haber estabilizado al paciente. Aunque la camarera ayudara a las personas desvalidas por mero altruismo, Lucia parecía tener verdadero talento para ello, no le sorprendería si la mujer acabase abriendo un sanatorio.
Después de que Lucia gritara a pleno pulmón que le proporcionaran una bebida a Hessiah de su parte, le indicó a Eltrant que le siguiera, el mercenario obedeció y la siguió hasta una habitación más cerca de las escaleras, dónde la mujer se encargó de revisarle las heridas y cambiarle los vendajes por otros.
La habitación era algo más pequeña que en la que había estado hasta el momento, por los muebles y el material que tenía allí, parecía ser dónde
–“Déjame el brazo derecho libre” – Pidió el mercenario mientras la mujer le volvía a cubrir su rostro –“Con las vendas me cuesta mover la mano” – Miró su brazo útil no sin sentir un poco de asombro por los cuidados de Lucia, no mentía cuando le dijo que no dejaría marca, aun con lo reciente de la herida, la quemadura no era sino una mancha marrón que se extendía desde su mano hasta el hombro, aunque seguía doliéndole cada vez que se movía, no era por ello menos impresionante.
No consiguió convencer a la mujer de que le dejase un brazo completamente libre, pero al menos se las apaño para que las yemas de los dedos y las articulaciones del brazo si lo estuviesen, menos era nada.
-“Voy a adentrarme en una explanada nevada en la que no estado nunca ¿Algún consejo personal?” – preguntó sonriendo mientras se ajustaba la banda que cubría su ojo izquierdo, entonces, su mirada se posó en la pequeña maleta de viaje en la que la mujer introducía alguna prenda o algún objeto de vez en cuando. –“¿Sales a algún lugar?” – Preguntó arqueando una ceja, no sabía si tenía derecho a preguntar aquello, después de todo lo que había hecho la mujer por él, pero le pareció curioso que estuviese preparando la maleta en aquel momento.
Una vez hecho todas las revisiones necesarias bajo al piso de abajo junto a la camarera–“Vamos” – le dijo a Herman con mientras salía del edificio, se giró para escuchar las últimas palabras de la mujer. –“Vale la pena intentarlo” – Le dijo antes de que, lentamente, la mujer cerrara la puerta de la posada.
Se acomodó la capa, la bufanda y los guantes, y después de comprobar que llevaba todo lo necesario para el viaje se giró hacia su veterano compañero – “¿Puedo preguntarte a que te dedicas?” – Dijo después de orientarse y empezar a andar hacia lo que supuso que era el norte.
Según se fueron alejando del pueblo el frio y la nieve no hicieron sino acrecentarse mientras que la luz del día, por el contrario, empezó a disminuir notablemente –“Creo que se avecina una tormenta… ” - Informó a su compañero mientras miraba hacia el cielo –“Ve en cabeza” – Añadió –“Estoy bastante seguro de que ahora mismo, eres capaz de orientarte mejor que yo” - Le pareció distinguir un tenue resplandor en el horizonte, pero no estaba seguro de si de verdad lo estaba viendo, o solo era una caprichosa visión a causa de sus heridas.
Eltrant miró fijamente a Hessiah sin decir nada ¿Quién le había puesto al mando? Dejó escapar un suspiró y asintió, le gustase o no, no tenía más remedio que obedecer, si iba por libre acabaría helado a mitad del camino.
Con los brazos cruzados esperó pacientemente en la puerta de la habitación en la que estaban tratando al recién llegado, Lucia le había hecho entender que si salía de la posada sin recibir atención lo pagaría muy caro, Eltrant se encogió de hombros y sonriendo asintió a la mujer, probablemente a Herman no le hiciese mucha gracia esperar, pero no estaba dispuesto a desobedecer a la mujer, no bajo aquellas circunstancias.
No supo exactamente cuándo tiempo estuvo esperando, pero el mercenario calculó mentalmente que no fue más de media hora, sonrió a la camarera cuando salió de la habitación, por su semblante parecían haber estabilizado al paciente. Aunque la camarera ayudara a las personas desvalidas por mero altruismo, Lucia parecía tener verdadero talento para ello, no le sorprendería si la mujer acabase abriendo un sanatorio.
Después de que Lucia gritara a pleno pulmón que le proporcionaran una bebida a Hessiah de su parte, le indicó a Eltrant que le siguiera, el mercenario obedeció y la siguió hasta una habitación más cerca de las escaleras, dónde la mujer se encargó de revisarle las heridas y cambiarle los vendajes por otros.
La habitación era algo más pequeña que en la que había estado hasta el momento, por los muebles y el material que tenía allí, parecía ser dónde
–“Déjame el brazo derecho libre” – Pidió el mercenario mientras la mujer le volvía a cubrir su rostro –“Con las vendas me cuesta mover la mano” – Miró su brazo útil no sin sentir un poco de asombro por los cuidados de Lucia, no mentía cuando le dijo que no dejaría marca, aun con lo reciente de la herida, la quemadura no era sino una mancha marrón que se extendía desde su mano hasta el hombro, aunque seguía doliéndole cada vez que se movía, no era por ello menos impresionante.
No consiguió convencer a la mujer de que le dejase un brazo completamente libre, pero al menos se las apaño para que las yemas de los dedos y las articulaciones del brazo si lo estuviesen, menos era nada.
-“Voy a adentrarme en una explanada nevada en la que no estado nunca ¿Algún consejo personal?” – preguntó sonriendo mientras se ajustaba la banda que cubría su ojo izquierdo, entonces, su mirada se posó en la pequeña maleta de viaje en la que la mujer introducía alguna prenda o algún objeto de vez en cuando. –“¿Sales a algún lugar?” – Preguntó arqueando una ceja, no sabía si tenía derecho a preguntar aquello, después de todo lo que había hecho la mujer por él, pero le pareció curioso que estuviese preparando la maleta en aquel momento.
Una vez hecho todas las revisiones necesarias bajo al piso de abajo junto a la camarera–“Vamos” – le dijo a Herman con mientras salía del edificio, se giró para escuchar las últimas palabras de la mujer. –“Vale la pena intentarlo” – Le dijo antes de que, lentamente, la mujer cerrara la puerta de la posada.
Se acomodó la capa, la bufanda y los guantes, y después de comprobar que llevaba todo lo necesario para el viaje se giró hacia su veterano compañero – “¿Puedo preguntarte a que te dedicas?” – Dijo después de orientarse y empezar a andar hacia lo que supuso que era el norte.
Según se fueron alejando del pueblo el frio y la nieve no hicieron sino acrecentarse mientras que la luz del día, por el contrario, empezó a disminuir notablemente –“Creo que se avecina una tormenta… ” - Informó a su compañero mientras miraba hacia el cielo –“Ve en cabeza” – Añadió –“Estoy bastante seguro de que ahora mismo, eres capaz de orientarte mejor que yo” - Le pareció distinguir un tenue resplandor en el horizonte, pero no estaba seguro de si de verdad lo estaba viendo, o solo era una caprichosa visión a causa de sus heridas.
Eltrant Tale
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Re: Hielo abrasador [mastereado][Libre][2/3]
El brujo siguió jugando con la moneda, lentamente, mientras el tiempo pasaba. Alcanzó a percatarse de que la joven mujer tomaba a Eltrant para encargarse de sus cuidados, pero no escuchó la conversación, en cambio hizo tiempo en la barra. Le sirvieron una ronda, pero en esta ocasión pidió que fuera ron en vez de ale. Si iba a salir al frío un licor fuerte ayudaría a calentar sus articulaciones. Pidió también algo de ron en dos botellas pequeñas, que guardó en sus bolsillos. Un trago de licor fuerte bien podía marcar la diferencia entre morir en la nieve y salvarse.
Se preguntó por un momento por qué arriesgaría su vida por un asunto que no le incumbía, pero la respuesta era clara. Un hombre como Artabán no buscaba salvar la vida de los otros, ni tampoco un beneficio económico, ni siquiera el reconocimiento le era relevante, un hombre como él sólo buscaba el desafío y salir airoso, demostrarse a sí mismo que aún, a pesar de que sus poderes de magia oscura hubieran desaparecido, seguía siendo un tipo competente.
Cuando finalmente apareció Eltrant se puso de pie, tomó sus cosas y se dirigió hacia la puerta.
-Tardaste más de lo acordado, joven -le dijo serio, pero no enojado- si en una guerra un destacamento llega a ayudar a sus aliados diez minutos tarde la batalla puede haber terminado.
No podía evitarlo, en su vida había dirigido tropas y campañas bélicas y no podía evitar ver a los guerreros jóvenes como aprendices. Pasó entonces una de las botellas de ron al joven.
-Guárdala, cuando el frío no te deje avanzar y sientas que tu cuerpo va a ceder un sorbo de licor puede ayudarte a ganar algo de temperatura.
Pareció ignorar durante unos minutos la pregunta de Eltrant, absorto en sus propios pensamientos y procurando tener su boca cubierta del frío. Una de las peores cosas que se podía hacer al exponerse a la nieve era respirar el aire helado y enfriarse así los pulmones.
-Solía ser un soldado… un capitán -dijo finalmente, como sacando la respuesta de la nada. Mentía nuevamente, porque había llegado mucho más lejos que capitán, pero no quería generar preguntas adicionales- pero un accidente me alejó del servicio activo.
Continuaron avanzando, mientras la luz del día comenzaba a ceder y el viento se ponía más helado.
-Una marcha en contra de una tormenta es suicidio, si el clima se pone muy duro nos detenemos, sin importar lo cerca que estemos, cavamos un hoyo en la nieve en contra del viento y nos metemos allí hasta que pase… una pequeña cueva de nieve puede ser sorprendentemente cálida, créeme… un guerrero muerto es menos útil que un niño pequeño.
Seguiría avanzando mientras el clima estuviera de su lado, acercándose al resplandor, pero si la cosa empeoraba no dudaría en cavar para esconderse.
Artabán
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Re: Hielo abrasador [mastereado][Libre][2/3]
Si los rumores corrían más rápido que el viento, al parecer había algo más veloz: los huskies tiradores. Al menos media docena de trineos tirados por perros se dirigieron a altas velocidades hacia el par de hombres, más sin embargo antes de que ellos les alcanzaran un enviado de Lucía aterrizó donde la dupla. -Vaya, ha sido difícil encontrarles incluso para mí-pronunció a modo de saludo mientras se limpiaba la nieve de su espalda y volvía a su forma de semi dragón. - Mi nombre es Antuan y vengo en nombre de Lucía, mi señora os envía esto- y en un movimiento suave y envolvente sacó de algún lugar de su espalda la maleta que Eltrant hubiera visto momentos antes de partir. -Las visitas ya se quieren ir. Suerte con ellos- Apenas susurró el mensajero que no parecía más que un crío antes de desplegar nuevamente sus alas y perderse en la oscuridad de la noche.
En la maleta encontrarían vendas, ungüentos curativos, dos viales con antídoto, una pócima de cicatrización, una botella grande de ron y trescientos aeros. -Uy, que se me olvidaba. Lú dice que no os metáis con los Kumoires porque tienden a ser un pueblo muy orgulloso, aunque ya lo notarán- Dijo la misma voz conocida desde algún punto de la oscuridad; del cielo emergieron un par de abrigadas frazadas que aún mantenían el calor del joven. Pronto llegarían los referenciados, partes de un pueblo nómada de la llanura nevada y les invitarían “amablemente” a que les acompañasen.
Continuen sin mí por un par de turnos. Volveré a intervenir cuando sea necesario. El pueblo es tradicional y deberán describir lo que se imaginen de eso. Yo decidiré si les ayudan o se volverán una piedra en el zapato en vuestra aventura. SuerteEn la maleta encontrarían vendas, ungüentos curativos, dos viales con antídoto, una pócima de cicatrización, una botella grande de ron y trescientos aeros. -Uy, que se me olvidaba. Lú dice que no os metáis con los Kumoires porque tienden a ser un pueblo muy orgulloso, aunque ya lo notarán- Dijo la misma voz conocida desde algún punto de la oscuridad; del cielo emergieron un par de abrigadas frazadas que aún mantenían el calor del joven. Pronto llegarían los referenciados, partes de un pueblo nómada de la llanura nevada y les invitarían “amablemente” a que les acompañasen.
Thorn
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Re: Hielo abrasador [mastereado][Libre][2/3]
Herman parecía estar ausente, como si se encontrase demasiado ocupado pensando en sus asuntos como para contestar al mercenario, Eltrant decidió hacer ningún comentario al respecto y simplemente guardó la botella de licor que el hombre le había entregado, si el camino se tornaba más frio de lo esperado la bebida seria de mucha ayuda.
No habían avanzado mucho cuando Hessiah volvió de dónde quiera que estuviese y contestó que hacía tiempo había sido capitán en el ejército, pero que lamentablemente se había visto forzado a abandonarlo a causa de un accidente. –“Ya veo” – Contestó Eltrant ante esto, lo cierto es que el hombre tenía porte de soldado, no le sorprendió aquella afirmación. Que hubiese sido poseedor de ese rango seria de ayuda, no sabía cómo estaba organizado el ejército internamente, pero suponía que nadie llegaba a ser capitán sin mecerlo.
Según avanzaron el viejo soldado siguió hablando, ordenando más bien, que en caso de empeorar el clima no tendrían más opción que cavar un agujero en el suelo y se resguardarse en él.
Eltrant no tenía ni la más remota idea de supervivencia en entornos tan remotos, y ahora que conocía la profesión de Hessiah supuso que hacerle caso era lo más inteligente que podía hacer, y aunque era cierto que cualquiera podría decir que es capitán, muy pocos son capaces de comportarse como tal.
Finalmente asintió con la cabeza al veterano y siguió avanzando, el resplandor que se podía vislumbrar a lo lejos se volvía más visible según andaban, no tardarían mucho en alcanzarlo.
El sonido de algo deslizándose sobre la nieve y una silueta de lo que parecía ser una especia de carro se cruzó en el campo de visión del mercenario, sin embargo, antes de que pudiese indagar más en aquella extraña visión un dragón aterrizó frente a ellos.
Eltrant frunció el ceño e inmediatamente llevó la mano al pomo de su espada en cuanto vio a este ente, para segundos después, respirar aliviado cuando se identificó como Antuan y aclaró que había sido enviado por Lucia. Justo después de las presentaciones dejó caer frente a los viajeros una maleta que Eltrant reconoció fácilmente, era la que la mujer estaba preparando poco antes de que dejasen la posada. Contenía diferentes artículos, los cuales por su aspecto, parecían ser bastante caros e incluso identificó lo que pareció ser un pequeño saco repleto de aeros.
-“Gracias…” – Dijo el castaño al muchacho que había entregado la maleta antes de que se volviese a convertir en un dragón y emprendiese de nuevo el vuelo – “¿Kumoides?” – Susurró ante las últimas palabras de Antuan mientras veía al dragón perderse en el firmamento.
Eltrant se giró hacia Herman y sonriéndole se encogió de hombros –“¿Crees que Lucia tiene algo que ganar con todo esto?” – Se cargó la maleta a la espalda como buenamente pudo –“Quiero decir… estoy muy agradecido, nos ha dado incluso dinero, pero no parece muy lógico” – Acabó suspirando –“Será que no estoy muy habituado a la cortesía...”
Antes de que el mercenario pudiese añadir nada más el carro, que resultaba ser un trineo tirado por perros llegó hasta los hombres, Eltrant miró con curiosidad el vehículo cuando un tipo envuelto en miles de gruesas mantas bajó de él y se dirigió a los presentes –“Viajeros, ¿Qué os trae por estos lares?” – Dijo frunciendo el ceño mientras se llevaba las manos a la faja que rodeaba su cintura.
No habían avanzado mucho cuando Hessiah volvió de dónde quiera que estuviese y contestó que hacía tiempo había sido capitán en el ejército, pero que lamentablemente se había visto forzado a abandonarlo a causa de un accidente. –“Ya veo” – Contestó Eltrant ante esto, lo cierto es que el hombre tenía porte de soldado, no le sorprendió aquella afirmación. Que hubiese sido poseedor de ese rango seria de ayuda, no sabía cómo estaba organizado el ejército internamente, pero suponía que nadie llegaba a ser capitán sin mecerlo.
Según avanzaron el viejo soldado siguió hablando, ordenando más bien, que en caso de empeorar el clima no tendrían más opción que cavar un agujero en el suelo y se resguardarse en él.
Eltrant no tenía ni la más remota idea de supervivencia en entornos tan remotos, y ahora que conocía la profesión de Hessiah supuso que hacerle caso era lo más inteligente que podía hacer, y aunque era cierto que cualquiera podría decir que es capitán, muy pocos son capaces de comportarse como tal.
Finalmente asintió con la cabeza al veterano y siguió avanzando, el resplandor que se podía vislumbrar a lo lejos se volvía más visible según andaban, no tardarían mucho en alcanzarlo.
El sonido de algo deslizándose sobre la nieve y una silueta de lo que parecía ser una especia de carro se cruzó en el campo de visión del mercenario, sin embargo, antes de que pudiese indagar más en aquella extraña visión un dragón aterrizó frente a ellos.
Eltrant frunció el ceño e inmediatamente llevó la mano al pomo de su espada en cuanto vio a este ente, para segundos después, respirar aliviado cuando se identificó como Antuan y aclaró que había sido enviado por Lucia. Justo después de las presentaciones dejó caer frente a los viajeros una maleta que Eltrant reconoció fácilmente, era la que la mujer estaba preparando poco antes de que dejasen la posada. Contenía diferentes artículos, los cuales por su aspecto, parecían ser bastante caros e incluso identificó lo que pareció ser un pequeño saco repleto de aeros.
-“Gracias…” – Dijo el castaño al muchacho que había entregado la maleta antes de que se volviese a convertir en un dragón y emprendiese de nuevo el vuelo – “¿Kumoides?” – Susurró ante las últimas palabras de Antuan mientras veía al dragón perderse en el firmamento.
Eltrant se giró hacia Herman y sonriéndole se encogió de hombros –“¿Crees que Lucia tiene algo que ganar con todo esto?” – Se cargó la maleta a la espalda como buenamente pudo –“Quiero decir… estoy muy agradecido, nos ha dado incluso dinero, pero no parece muy lógico” – Acabó suspirando –“Será que no estoy muy habituado a la cortesía...”
Antes de que el mercenario pudiese añadir nada más el carro, que resultaba ser un trineo tirado por perros llegó hasta los hombres, Eltrant miró con curiosidad el vehículo cuando un tipo envuelto en miles de gruesas mantas bajó de él y se dirigió a los presentes –“Viajeros, ¿Qué os trae por estos lares?” – Dijo frunciendo el ceño mientras se llevaba las manos a la faja que rodeaba su cintura.
Eltrant Tale
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Re: Hielo abrasador [mastereado][Libre][2/3]
Artabán observó con calma la aproximación del dragón. Su primer pensamiento le llevó a pensar que se trataba del enemigo que buscaban, pero por supuesto la suerte no podía ser tanta, pues rápidamente comprobó que Eltrant no daba señales de odio en particular hacia él. Después de todo estaban en tierra de dragones. Se identificó como Antuan y parecía apenas un crío, aunque era difícil estar seguro por su apariencia intermedia entre humano y dragón.
-Envía a tu señora nuestros agradecimiento, joven -comentó con una cálida expresión el brujo. Claro, la expresión era fingida, pero parecía auténtica.
Una vez hubo desaparecido el alado mensajero Eltrant tomó la maleta y la cargó en su espalda. Artabán, por supuesto, no se opuso, si el humano estaba dispuesto a cargar el peso no tenía objeción alguna.
-Quizás tiene fantasías contigo -contestó con una sonrisa- yo ya soy algo viejo para ella… aunque las hay de las que prefieren hombres maduros… si sólo quisiera hacerte daño lo hubiera hecho antes, así que supongo que no es nada contra nosotros, pero bien puede tener alguna rencilla con nuestro objetivo.
Cuando el joven comentó que no estaba habituado a la cortesía Artabán puso cierta dureza en su mirada. Durante sus años liderando grupos, desde soldados hasta piratas, uno de los motivos por lo que se ganaba la confianza de sus subalternos era porque se preocupaba de hacerlos progresar y sacar lo mejor de ellos, aunque fuera sólo porque así le servían más a sus propios objetivos, o quizás el hombre realmente tenía una semilla de preocupación sincera en su interior, era difícil de saberlo. Claro, sus métodos no solían ser basados en el cariño.
-No pareces ya un crío, pero te quejas como uno, pero no del resto, sino de ti -dirigió su mirada al trineo que se acercaba, pero mientras tenían tiempo prosiguió- con excusas y hablar mal de ti mismo no llegarás muy lejos, no quiero volver a escuchar de tus labios nada más sobre lo débil que eres, lo dañado que estás, lo poco que conoces de las cosas o cualquiera otra de esas tonterías, tienes el corazón de un aventurero, se te nota a la distancia, basta de excusas.
En el momento en que el trineo llegaba junto a ellos Artabán relajó la expresión de su rostro y éste adquirió esa mirada vacía, pero penetrante, esa serenidad inquietante que le era tan propia, que no permitía saber si estaba alegre, satisfecho, molesto, triste, nada. Con su cabeza ligeramente gacha y sus ojos fijos hizo un pequeño gesto de saludo con la mano. Tan rápido como se había dibujado, la expresión serena dio paso a un rostro amistoso.
-Somos viajeros y mi compañero acá está un poco lastimado, nos preguntábamos si podríamos hacer una escala en vuestras tierras, ya sabéis lo que puede hacer una tormenta a un hombre que no está acostumbrado a estos climas.
Era increíble el cambio, pero el que antes parecía un soldado altanero ahora parecía viejo y cansado, ligeramente agachado en su postura, con un hombro un poco más bajo que el otro y los ojos agotados.
Su espada se desplazó ligeramente hacia arriba, soltándose de su funda gracias a la telekinesis, pero el movimiento era tan pequeño, de escasos milímetros, que era prácticamente imperceptible, sólo buscaba tener el arma lista para salir en un segundo si la necesidad así lo dictaba.
Artabán
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Re: Hielo abrasador [mastereado][Libre][2/3]
Eltrant se cruzó de brazos y miró largo y tendido al viejo soldado, estaba dispuesto a seguir ordenes de aquel tipo, se podía apreciar a simple vista que no era alguien corriente, no iba a dejar que su orgullo le brindase una bonita muerte en mitad de la de aquella estepa nevada, si algo había aprendido de Demian es que la persona que menos te esperas es capaz de sorprenderte.
Lo que sin embargo, el mercenario no estaba dispuesto a admitir, era que un viejo soldado al que había conocido hacía apenas unas horas en una posada perdida en mitad de la nada le dijese lecciones. No se iba a engañar, buena parte de él sabía que el militar tenía razón, no obstante aguantó la mirada de Herman, dura y fría como el mismo hielo, todo lo que pudo.
No dijo ningún comentario más cuando vio a Herman hacer una curiosa interpretación de hombre entrado en edad amigable en el mismo instante en el que el lugareño del trineo preguntó que hacían por aquellas tierras, el cambio de personalidad fue tan drástico que Eltrant notó como un escalofrío cruzaba su espalda, pero permaneció en silencio mientras se, al fin y al cabo, Hessiah parecía haberse ganado la confianza del Kumoide, el cual contrajo una mueca que, si bien Eltrant interpretó como una sonrisa, se podría haber confundido con cualquier otra cosa.
El mercenario se afianzó la maleta a la espalda, y tras la invitación del Kumoide a subirse en el trineo se dejó llevar hasta la aldea, aquello no estaba mal del todo, después de una larga caminata a través de toda aquella nieve, unos minutos de descanso eran de agradecer.
Durante el pequeño trayecto hacia la aldea el hombre se identificó como lo que Eltrant había sospechado que era, Kumoide. Al parecer un pueblo nómada, se movían de aquí para allá por la estepa y por como hablaba de sus gentes, el conductor de trineos estaba muy convencido de que su aldea era el mejor lugar para vivir de Aerandir.
El viaje fue rápido, bastante más de lo que él esperaría de un vehículo cuyo funcionamiento principal eran perros, una vez en la entrada el hombre dejó bajar a los visitantes y tras una breve despedida, alegando que tenía que informar su llegada junto a dos forasteros, les dejo solos.
Eltrant miró a su alrededor estudiando el lugar al que habían llegado, más que una aldea, aquello parecía un campamento. Carretas, diferentes piezas de armas y armaduras yacían desperdigadas por todo el lugar, perfectamente visible desde dónde estaban había una hoguera en lo que parecía ser el centro del campamento con numerosas personas arremolinadas a su alrededor, las casas lejos de ser las gruesas y majestuosas estructuras de Lunargenta eran pequeñas y modestas casas de madera, con algunas de las partes menos esenciales de las mismas, como las puertas, hechas con mantos de piel. Estaba claro que aquel lugar estaba hecho para ser desmontado y volver a montarlo todo de nuevo en algún otro lugar rapidamente.
-“Supongo que pasaremos aquí la noche ¿Verdad?” – Miró hacia el firmamento, lo que quedaba del día se reducía a una veta naranja que descendía gradualmente en el horizonte y pronto se ocultaría tras las montañas. -“Aunque no sabemos mucho de esta gente…” –No hizo ningún comentario más, simplemente contempló una vez más el lugar donde se agrupaban los nómadas y después se volvió hacia Herman, tampoco sabía mucho del soldado, salvo que había sido capitán en un punto distante del pasado, a pesar de ello, si dormir en un agujero en mitad de la nieve iba a ayudarle a salvar a Mohr, no iba a negarse a hacerlo –“Tú decides”
Lo que sin embargo, el mercenario no estaba dispuesto a admitir, era que un viejo soldado al que había conocido hacía apenas unas horas en una posada perdida en mitad de la nada le dijese lecciones. No se iba a engañar, buena parte de él sabía que el militar tenía razón, no obstante aguantó la mirada de Herman, dura y fría como el mismo hielo, todo lo que pudo.
No dijo ningún comentario más cuando vio a Herman hacer una curiosa interpretación de hombre entrado en edad amigable en el mismo instante en el que el lugareño del trineo preguntó que hacían por aquellas tierras, el cambio de personalidad fue tan drástico que Eltrant notó como un escalofrío cruzaba su espalda, pero permaneció en silencio mientras se, al fin y al cabo, Hessiah parecía haberse ganado la confianza del Kumoide, el cual contrajo una mueca que, si bien Eltrant interpretó como una sonrisa, se podría haber confundido con cualquier otra cosa.
El mercenario se afianzó la maleta a la espalda, y tras la invitación del Kumoide a subirse en el trineo se dejó llevar hasta la aldea, aquello no estaba mal del todo, después de una larga caminata a través de toda aquella nieve, unos minutos de descanso eran de agradecer.
Durante el pequeño trayecto hacia la aldea el hombre se identificó como lo que Eltrant había sospechado que era, Kumoide. Al parecer un pueblo nómada, se movían de aquí para allá por la estepa y por como hablaba de sus gentes, el conductor de trineos estaba muy convencido de que su aldea era el mejor lugar para vivir de Aerandir.
El viaje fue rápido, bastante más de lo que él esperaría de un vehículo cuyo funcionamiento principal eran perros, una vez en la entrada el hombre dejó bajar a los visitantes y tras una breve despedida, alegando que tenía que informar su llegada junto a dos forasteros, les dejo solos.
Eltrant miró a su alrededor estudiando el lugar al que habían llegado, más que una aldea, aquello parecía un campamento. Carretas, diferentes piezas de armas y armaduras yacían desperdigadas por todo el lugar, perfectamente visible desde dónde estaban había una hoguera en lo que parecía ser el centro del campamento con numerosas personas arremolinadas a su alrededor, las casas lejos de ser las gruesas y majestuosas estructuras de Lunargenta eran pequeñas y modestas casas de madera, con algunas de las partes menos esenciales de las mismas, como las puertas, hechas con mantos de piel. Estaba claro que aquel lugar estaba hecho para ser desmontado y volver a montarlo todo de nuevo en algún otro lugar rapidamente.
-“Supongo que pasaremos aquí la noche ¿Verdad?” – Miró hacia el firmamento, lo que quedaba del día se reducía a una veta naranja que descendía gradualmente en el horizonte y pronto se ocultaría tras las montañas. -“Aunque no sabemos mucho de esta gente…” –No hizo ningún comentario más, simplemente contempló una vez más el lugar donde se agrupaban los nómadas y después se volvió hacia Herman, tampoco sabía mucho del soldado, salvo que había sido capitán en un punto distante del pasado, a pesar de ello, si dormir en un agujero en mitad de la nieve iba a ayudarle a salvar a Mohr, no iba a negarse a hacerlo –“Tú decides”
Eltrant Tale
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Re: Hielo abrasador [mastereado][Libre][2/3]
Fueron llevados al pueblo, o más bien el campamento, perteneciente a esa gente que se hacían llamar Kumoides. El trayecto fue silencioso y rápido y pronto estaban ya entre ellos, aunque disfrutaron de un pequeño momento a solas.
-No parece que tengamos mucha opción, ¿no? -fue la respuesta del brujo al joven- despreciar su hospitalidad para vagar en la nieve sería un desperdicio y hasta un suicidio.
Revisó en la maleta y sacó la botella de ron.
-¿Tienes novia, familia?… jugamos con fuego, si tienes alguien que te espera en la casa es mejor renunciar a tu caballo, pero si quieres seguir adelante con todo esto, es momento de jugar algunas cartas… lo que es yo -dirigió su mirada al cielo- no tengo hijos ni mujer, nunca los he tenido y ya estoy poniéndome viejo. He conocido muchas mujeres y estoy seguro que más de un bastardo mío debe haber por allí, pero ninguno que yo conozca… si hubiera alguno me gustaría que llevara una vida tranquila -volvió a mirar al joven- como sea, es hora de obtener información.
La botella levitó unos segundos y fue destapada literalmente por arte de magia. Artabán hizo este gesto para mostrarle a su compañero que era un brujo, si llegaba el momento de pelear, era bueno que éste supiera qué esperar para trabajar en equipo. Hecho esto fue hacia la fogata, volviendo a jugar el papel del hombre entrado en años y sonrisa cálida.
-Amigos… en agradecimiento de vuestra hospitalidad hemos decidido compartir esto con vosotros… no es mucho, una sola botella, pero es lo único que tenemos para ofreceros, por favor, bebed -dijo Artabán con una sonrisa amplia.
Se sentó luego junto a ellos y parecía otra persona, relajado, contando chistes, riendo junto al fuego mientras procuraba mantenerse cálido. En un momento se puso más serio, como nostálgico.
-¿Sabéis?, me duele contar esto… -sus ojos parecían humedecerse- pero en el norte está enterrada mi amada Lucía… ella era una mujer hermosa, de mirada angelical y corazón puro, una vez regaló sus sandalias a un niño de la calle sólo porque el pequeño parecía tener los pies lastimados. A su lado me sentía feliz. Ella era del norte, de Dundarak, así que gustaba de visitar su tierra natal cada par de años. Yo le dije que no lo hiciera, estaba embarazada de nuestro primer hijo -lágrimas comenzaron a correr por su rostro- pero el viaje fue mucho para ella, contrajo una enfermedad, no se mucho de esas cosas, pero se puso cada vez más pálida, sudaba mucho y… y… y finalmente murió -hizo una pausa, como si le costara hablar- Ahora hago el mismo peregrinaje cada 2 años, sólo para honrar su tumba. Estaba en ello cuando me encontré a este joven en el camino, el pobre muchacho tampoco ha tenido mucha suerte, para su mala suerte un bandido le ha robado el caballo y lo ha lastimado… ¿quién haría algo como eso con un viajero?, no podía creer lo que le habían hecho, así que terminamos conversando y siendo amigos, y así continuamos el viaje en el frío de la nieve hasta vosotros nos encontrasteis… muchas gracias.
El rostro de Artabán parecía sincero, nostálgico, lo que se acentuaba con la oscuridad y el brillo del fuego remarcando sus facciones. Por supuesto, todo era una completa mentira.
Artabán
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Re: Hielo abrasador [mastereado][Libre][2/3]
Eltrant no dijo nada ante las palabras de Herman, al parecer se quedarían allí, tenía sentido; no obstante seguía sintiendo que algo no andaba bien allí, quizás simplemente eran imaginaciones suyas, al fin al cabo, últimamente estaba más paranoico que de costumbre.
Después de esto Hessiah revisó la maleta y extrajo de ella la la botella de ron, para mientras lo hacía, hacer alusión a la carencia de familia propia y preguntar por la del mercenario, avisándole de que lo que estaban a punto de hacer era quizás demasiado peligroso y darle la oportunidad a Eltrant de plantearse el continuar con aquella pequeña aventura, el joven pensó la respuesta durante más tiempo del que cualquier persona habría tardado en contestar aquella pregunta, pero finalmente y después de escuchar todo lo que el soldado tenía que decir contestar –“No” – Mintió –“Ahora mismo no tengo a nadie que me espere en ningún lugar” - Al menos era cierto en parte , no creía que su familia estuviese ansiosa por ver al tipo que se marchó a escondidas y que llevaba cuatro años sin dar señales de vida.
Después siguió al soldado hasta la hoguera en la que estaban reunidos los lugareños, no sin percatarse de paso de que su compañero era un brujo, de otra forma no podría haber abierto la botella de la forma en la que lo había hecho, la cual había levitado como por arte de magia frente a Herman y se había descorchado por si sola.
Hessiah volvió entonces a transformarse frente a él, dejando a un lado la actitud apática y autoritaria digna de un alto mando militar, volvió a ser el viajero agradable que había sido minutos antes en el trineo.
Sin decir nada sonrió a los presentes y se sentó junto al soldado, escuchó toda la historia de la tal Lucía sin mediar palabra y no pudo evitar sentirse sobrecogido ante las palabras del soldado, aun sabiendo que todo lo que estaba diciéndole a los nómadas, quienes como él escuchaban en silencio, solo eran mentiras.
Si había algo que sabía con certeza de Hessiah, era que tenía un don para mentir; lo cual a su vez le hacía pensar en si algo de lo que le había dicho el hombre era verdad, trató de apartar aquellos pensamientos de su cabeza y siguió escuchando lo que decía este hasta que finalizó de hablar, momento en el que todos los presentes se giraron hacia él buscando una segunda afirmación a las palabras de Herman –“Eh, sí, ha sido muy amable conmigo” – Dijo simplemente –“Me encontraba viajando para…” – Al menos la parte que había dicho sobre él era verdad –“...visitar a unos amigos en el norte, nada especial y un tipo aparece entonces de la nada y, bueno…” – No estuvo seguro de si continuar a partir de ese punto o no –“...Me cubrió literalmente en fuego.” – Sonrió a los presentes y les mostró uno de sus brazos vendados –“Afortunadamente el señor Hessiah es un hombre amable y se comprometió a acompañarme y hacer todo lo que estuviese en su mano para ayudarme” – Miró a Herman y le sonrió –“Hoy día no se encuentras personas así, por lo que tras oír su historia no pude sino pedirle que me permitiese acompañarle en su peregrinación, como pago”
Después de hablar se calló y miró fijamente la fogata que tenía frente a él, no podía adivinar que le pasaba a Hessiah por la cabeza, pero al menos podía disimular hasta que consiguiese lo que él esperaba, siguió allí, contemplando el fuego, hasta que poco a poco algunos kumoides comenzaron a retirarse y a irse a sus respectivas casas, mientras que otros se quedaron acompañando a los viajeros y riendo con los chistes y las historias que contaba Herman, Eltrant volvió a fruncir el ceño, realmente parecía otra persona.
Al menos no les habían dicho que se marchasen, aquello solo podía ser una buena señal.
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Después de esto Hessiah revisó la maleta y extrajo de ella la la botella de ron, para mientras lo hacía, hacer alusión a la carencia de familia propia y preguntar por la del mercenario, avisándole de que lo que estaban a punto de hacer era quizás demasiado peligroso y darle la oportunidad a Eltrant de plantearse el continuar con aquella pequeña aventura, el joven pensó la respuesta durante más tiempo del que cualquier persona habría tardado en contestar aquella pregunta, pero finalmente y después de escuchar todo lo que el soldado tenía que decir contestar –“No” – Mintió –“Ahora mismo no tengo a nadie que me espere en ningún lugar” - Al menos era cierto en parte , no creía que su familia estuviese ansiosa por ver al tipo que se marchó a escondidas y que llevaba cuatro años sin dar señales de vida.
Después siguió al soldado hasta la hoguera en la que estaban reunidos los lugareños, no sin percatarse de paso de que su compañero era un brujo, de otra forma no podría haber abierto la botella de la forma en la que lo había hecho, la cual había levitado como por arte de magia frente a Herman y se había descorchado por si sola.
Hessiah volvió entonces a transformarse frente a él, dejando a un lado la actitud apática y autoritaria digna de un alto mando militar, volvió a ser el viajero agradable que había sido minutos antes en el trineo.
Sin decir nada sonrió a los presentes y se sentó junto al soldado, escuchó toda la historia de la tal Lucía sin mediar palabra y no pudo evitar sentirse sobrecogido ante las palabras del soldado, aun sabiendo que todo lo que estaba diciéndole a los nómadas, quienes como él escuchaban en silencio, solo eran mentiras.
Si había algo que sabía con certeza de Hessiah, era que tenía un don para mentir; lo cual a su vez le hacía pensar en si algo de lo que le había dicho el hombre era verdad, trató de apartar aquellos pensamientos de su cabeza y siguió escuchando lo que decía este hasta que finalizó de hablar, momento en el que todos los presentes se giraron hacia él buscando una segunda afirmación a las palabras de Herman –“Eh, sí, ha sido muy amable conmigo” – Dijo simplemente –“Me encontraba viajando para…” – Al menos la parte que había dicho sobre él era verdad –“...visitar a unos amigos en el norte, nada especial y un tipo aparece entonces de la nada y, bueno…” – No estuvo seguro de si continuar a partir de ese punto o no –“...Me cubrió literalmente en fuego.” – Sonrió a los presentes y les mostró uno de sus brazos vendados –“Afortunadamente el señor Hessiah es un hombre amable y se comprometió a acompañarme y hacer todo lo que estuviese en su mano para ayudarme” – Miró a Herman y le sonrió –“Hoy día no se encuentras personas así, por lo que tras oír su historia no pude sino pedirle que me permitiese acompañarle en su peregrinación, como pago”
Después de hablar se calló y miró fijamente la fogata que tenía frente a él, no podía adivinar que le pasaba a Hessiah por la cabeza, pero al menos podía disimular hasta que consiguiese lo que él esperaba, siguió allí, contemplando el fuego, hasta que poco a poco algunos kumoides comenzaron a retirarse y a irse a sus respectivas casas, mientras que otros se quedaron acompañando a los viajeros y riendo con los chistes y las historias que contaba Herman, Eltrant volvió a fruncir el ceño, realmente parecía otra persona.
Al menos no les habían dicho que se marchasen, aquello solo podía ser una buena señal.
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Eltrant Tale
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Re: Hielo abrasador [mastereado][Libre][2/3]
Todos se mostraron amables con el par alrededor del fuego, cuando llegó la hora de dormir, fueron escoltados a la choza de Haymir, el mano derecha del líder. Dentro de la misma, los hombres podrían percibir una estructura en forma de caracol hecha con cueros separando los lugares donde dormían los respectivos familiares. El lugar central pertenecería al jefe de familia, seguido por los hijos mayores y así consecutivamente. Artabán y Eltrant estarían en el lugar más cercano a la puerta, pero no por ello serían tratados con menor respeto.
Durante la noche, el viento haría ruidos extraños y sombras se moverían fuera de la casa. Los hombres sentirían que eran vigilados de cerca por ojos que todo lo veían pero que no estaban a su alcance. La mañana siguiente estaría serena, propicia para viajar. Las mujeres solteras de la aldea se mostrarían curiosas con Eltrant al punto de invadir su privacidad en todos los momentos posibles, creando una situación bastante hilarante de a ratos. Por unos aeros, probablemente alguien se ofreciese a llevar a los viajeros en trineo hasta su destino.
Me gusta mucho el rumbo del hilo. Seguiré vigilándoles. Continúen así
Durante la noche, el viento haría ruidos extraños y sombras se moverían fuera de la casa. Los hombres sentirían que eran vigilados de cerca por ojos que todo lo veían pero que no estaban a su alcance. La mañana siguiente estaría serena, propicia para viajar. Las mujeres solteras de la aldea se mostrarían curiosas con Eltrant al punto de invadir su privacidad en todos los momentos posibles, creando una situación bastante hilarante de a ratos. Por unos aeros, probablemente alguien se ofreciese a llevar a los viajeros en trineo hasta su destino.
Me gusta mucho el rumbo del hilo. Seguiré vigilándoles. Continúen así
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Re: Hielo abrasador [mastereado][Libre][2/3]
la fogata daría espacio a la calma y pronto irían a dormir. El brujo lamentó que de todo ello y sacrificando una botella de ron no hubiera salido ninguna información relevante del enemigo que buscaban enfrentar. Al menos pasarían una noche cálida para prepararse y recuperarse, ciertamente Eltrant sería más útil mientras más pudiera recuperarse de sus heridas.
La noche, en efecto, fue extraña, el brujo tuvo la sensación de ser vigilado de manera constante, pero prefirió no hacer nada. Un enfrentamiento allí sería provocar a la aldea completa, así que simplemente intentó descansar todo lo que pudo.
A la mañana siguiente se levantó apenas comenzaba a aclarar y comenzó a preparar sus cosas. Debían aprovechar lo máximo del día, así que intentaría despertar a su compañero remeciéndole.
-Arriba, muchacho, tenemos mucho por hacer -le dijo con voz suave, para no despertar a más personas allí.
Se aseguró de adquirir algunas cosas, comida para el viaje principalmente, además de un aceite que una señora prometía sería muy bueno para las quemaduras. Artabán no sabía si eso era un timo o era cierto, pero de todas maneras lo adquirió y se lo pasó al joven Eltrant.
Una vez todo estuvo preparado tomó unas monedas y se dirigió hacia el lugar donde estaban los trineos. Allí miraría con curiosidad a los perros. Era de lo más extraño usar esos animales para desplazarse, pero al menos había visto su efectividad en terreno.
-Necesitamos ir hacia Saussure -dijo a quien parecía administrar el transporte. No se requirió de mucho para llegar a un acuerdo y pronto Artabán regresó al lugar donde había dormido.
-Partimos en media hora -le indicó- usaremos un trineo para llegar a Saussure, si no obtenemos la información que queremos de allí no nos quedará más que tentar al bandido con un señuelo, pero esperemos que lo que nos digan en ese pueblo sea de utilidad, este frío ya me enfría hasta las orejas.
Artabán
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Pronto se quedaron solo con apenas unos pocos nómadas en torno a la hoguera, los presentes, cuando estuvieron a punto de irse a dormir les condujeron hasta el edificio más grande del campamento, dónde pasarían la noche.
No intercambió ninguna palabra más con Herman, el brujo parecía algo molesto con el resultado de la conversación, aunque por supuesto su rostro no reflejaba la más mínima expresión, tan inescrutable como de costumbre. Eltrant se mantuvo cerca del veterano y como un buen huésped, siguió a los hombres que les escoltaron hasta la choza de, según dijeron, alguien con un rango bastante alto en la jerarquía de la aldea.
Una vez se apagaron las últimas velas de la habitación, y Eltrant se hubo tumbado en su lecho, no pudo evitar oír murmullos a su alrededor y percibir pasos en torno a la habitación, la sensación era extraña, era como si les estuviesen vigilando en todo momento, aunque siendo realistas, eran unos completos extraños, era lógico que fuesen cautos con ellos.
Sin embargo, el mercenario no pudo tranquilizarse hasta que tomó el pequeño cuchillo que siempre llevaba consigo y lo ocultó bajo la almohada; no serviría mucho en caso de que alguien atacase, pero el mercenario se sentía más cómodo teniendo un arma a mano, sobre todo después de empezar a sentir que había ojos en las paredes.
Herman en cambio parecía tranquilo, recostado en su cama no hizo el menor comentario cuando Eltrant se levantó y rápidamente volvió a tumbarse, probablemente también habría notado algo raro, quizás sus años en el ejército le habían habituado a dormir en situaciones como aquella. Una vez tuvo el arma consigo, concilió el sueño increíblemente rápido, aunque no dejase que su compañero lo notase, las heridas estaban agotándolo bastante más de lo que había esperado, el frío de aquellos lares no parecían ayudar a una rápida recuperación.
La voz de Hessiah le sacó de un profundo sueño, el mercenario aun somnoliento miró a su compañero y, bostezando, se levantó.
Pudo apreciar por una de las ventanas que era temprano, apenas había empezado a clarear –“Digno del capitán Hessiah, disciplina militar” – Pensó estirándose, Eltrant se vistió en pocos minutos y después siguió a Herman al exterior.
Observó como el veterano hablaba con los lugareños y intercambian un par de cosas, para momentos después girarse hacia el joven y tras entregarle lo que resultó ser potente medicamento para las quemaduras, indicarle que hacer con exactitud militar –“A sus órdenes mi capitán” – Contestó Eltrant sonriendo, estaba claro que si no podía contradecirle, al menos iba a tomarse la seriedad de Herman con humor, no podía decir, en cambio, que el brujo no actuara como buen líder, hasta el momento lo había hecho y aunque su viaje apenas había comenzado, el mercenario esperaba que siguiese siendo así, por lo que no estaba de más escuchar lo que Hessiah tenía que decir.
Una vez hablado todo con Herman se quedó en la habitación para aplicarse el ungüento, tenía media hora para cambiarse los vendajes, suficiente.
Se despojó de sus camisa y de su capa dejando al descubierto su torso cubierto en vendajes, el mercenario suspiró y se miró en el pequeño espejo de color marfil que tenía frente a él, realmente había visto momentos mejores, si seguía por aquel camino no iba a llegar a viejo.
Escuchó un murmullo seguido de un par de pasos cercanos a la habitación, Eltrant arqueó una ceja y lo ignoró, al fin y al cabo con el gran número de habitaciones que había en aquel edificio no era un secreto que se trataba de un lugar bastante transitado.
Una vez se creyó solo se deshizo de las vendas y se aplicó el ungüento, no pudo decir que no sintió alivio, pero este fue ínfimo, era bastante obvio que aquel tipo de medicamentos no funcionaban de forma instantánea, pero se lo habían vendido a Herman de tal forma que no pudo evitar hacerse ilusiones.
Volvió a escuchar más murmullos, seguidos de más pasos y esta vez distinguió incluso alguna risilla que otra, ahora no pudo ignorar el hecho de que vislumbró lo que le pareció ver a una persona espiando tras la pesada manta de piel que hacía las veces de puerta, no obstante no parecía haber solo una persona allí, pues cuando, quienes fueran los que estaban tras la manta notaron que el mercenario se había percatado de su existencia abandonaron el lugar corriendo entre risas y murmullos , dejando como única prueba de su presencia el sonido de los pasos que dejaban tras de sí.
Eltrant se encogió de hombros y volvió a lo que estaba haciendo colocándose las vendas limpias cuidadosamente –“¡Hola!” – Escuchó justo tras él, Eltrant no pudo sino dejar escapar un grito por el sorpresivo saludo y tras girarse con una de sus manos firmemente sujeta a su espada solo encontró a una joven no mucho más joven que él, de mediana estatura y de cabellos tan oscuros como la misma noche sonriendo al mercenario –“¿¡Co…cómo has entrado?!” – Preguntó Eltrant perplejo mientras respiraba agitadamente por la impresión, estaba seguro de que no había sido a través de la puerta, la mujer ensanchó su sonrisa y haciendo gala de un sentido del espacio personal bastante curioso se acercó al mercenario hasta estar a un palmo de él –“Estas heridas…” - Dijo deslizando un dedo por los vendajes recién colocados, aquello le tomó por sorpresa, y el hecho de que aquella mujer tuviese dos espadas atadas al cinto no le ayudaba a relajarse -“Eres todo un guerrero…” – Eltrant, incomodo, agarró la mano de la mujer, que seguía recorriendo el patrón de las vendas con su dedo y la apartó de sí, no parecía ser peligrosa, pero tampoco había demostrado ser inofensiva –“¡¿…Qué quieres?!” – Inquirió el muchacho recogiendo su camisa del suelo sin perder de vista a la recién llegada.
La mujer clavó sus ojos del color del azabache en los de Eltrant y volvió a sonreír, antes de que este pudiese hacer nada le abrazó –“Nada fuera de lo común… casarme contigo, vivir juntos, ya sabes… no todos los días ves un aguerrido soldado por aquí, cuando tu mirada se cruzó con la mía en la hoguera… ” – La mujer se sonrojó, Eltrant la empujó alejándola tan pronto como sus brazos le rodearon, no recordaba que estuviese allí la noche pasada, mucho menos haberla mirado fijamente. De todos modos aquella extraña fetichista de las heridas iba en serio, y eso le aterraba, recogió el resto de sus cosas y salió de la habitación tan rápido como sus piernas le permitieron, por supuesto, siendo aún seguido por la mujer.
-“Me llamo Katherine” – Escuchó la vivaz y melodiosa voz de la mujer tras él –“Estupendo, déjame en paz” – Contestó Eltrant sin mirarla –“¿Es que no te gusto?” – Volvió a oír, esta vez notó cierto tono de reproche, a pesar de ello, la mujer siguió actuando como si se estuviese divirtiendo ante la actitud del mercenario. –“No” – Eltrant siguió avanzando hacia el lugar donde había quedado con Herman, Katherine dejó escapar una risita divertida ante la última respuesta–“Mientes” – Dijo con el mismo tono amable y cariñoso.
–“¿Vais a Saussure?” – Preguntó una vez llegaron hasta dónde estaban los trineos –“Puedo… ser tu guía, conozco bastante bien estas tierras… se muchos sitios… secretos” – Katherine guiñó un ojo al mercenario, quien suspiró y se apoyó contra un trineo a esperar al brujo, era tan obvia con sus intenciones que no tenía sentido leer entre lineas.
-“Pregúntale a…” – Eltrant paró de hablar por un segundo, pensando lentamente lo que estaba haciendo – “...mi compañero” – Lo cierto es que una guía que conociese aquellas tierras no iba a venirles nada mal, no estaba seguro de como reaccionaria Herman si desperdiciaba aquella oportunidad, la mujer dejó escapar una exclamación de júbilo y volvió a abrazar al mercenario quien simplemente se quedó estático, rindiéndose ante aquella extraña fuerza de la naturaleza –“No… no he dicho que sea seguro” – murmuró arrepentido de haberle dado esperanzas.
No intercambió ninguna palabra más con Herman, el brujo parecía algo molesto con el resultado de la conversación, aunque por supuesto su rostro no reflejaba la más mínima expresión, tan inescrutable como de costumbre. Eltrant se mantuvo cerca del veterano y como un buen huésped, siguió a los hombres que les escoltaron hasta la choza de, según dijeron, alguien con un rango bastante alto en la jerarquía de la aldea.
Una vez se apagaron las últimas velas de la habitación, y Eltrant se hubo tumbado en su lecho, no pudo evitar oír murmullos a su alrededor y percibir pasos en torno a la habitación, la sensación era extraña, era como si les estuviesen vigilando en todo momento, aunque siendo realistas, eran unos completos extraños, era lógico que fuesen cautos con ellos.
Sin embargo, el mercenario no pudo tranquilizarse hasta que tomó el pequeño cuchillo que siempre llevaba consigo y lo ocultó bajo la almohada; no serviría mucho en caso de que alguien atacase, pero el mercenario se sentía más cómodo teniendo un arma a mano, sobre todo después de empezar a sentir que había ojos en las paredes.
Herman en cambio parecía tranquilo, recostado en su cama no hizo el menor comentario cuando Eltrant se levantó y rápidamente volvió a tumbarse, probablemente también habría notado algo raro, quizás sus años en el ejército le habían habituado a dormir en situaciones como aquella. Una vez tuvo el arma consigo, concilió el sueño increíblemente rápido, aunque no dejase que su compañero lo notase, las heridas estaban agotándolo bastante más de lo que había esperado, el frío de aquellos lares no parecían ayudar a una rápida recuperación.
La voz de Hessiah le sacó de un profundo sueño, el mercenario aun somnoliento miró a su compañero y, bostezando, se levantó.
Pudo apreciar por una de las ventanas que era temprano, apenas había empezado a clarear –“Digno del capitán Hessiah, disciplina militar” – Pensó estirándose, Eltrant se vistió en pocos minutos y después siguió a Herman al exterior.
Observó como el veterano hablaba con los lugareños y intercambian un par de cosas, para momentos después girarse hacia el joven y tras entregarle lo que resultó ser potente medicamento para las quemaduras, indicarle que hacer con exactitud militar –“A sus órdenes mi capitán” – Contestó Eltrant sonriendo, estaba claro que si no podía contradecirle, al menos iba a tomarse la seriedad de Herman con humor, no podía decir, en cambio, que el brujo no actuara como buen líder, hasta el momento lo había hecho y aunque su viaje apenas había comenzado, el mercenario esperaba que siguiese siendo así, por lo que no estaba de más escuchar lo que Hessiah tenía que decir.
Una vez hablado todo con Herman se quedó en la habitación para aplicarse el ungüento, tenía media hora para cambiarse los vendajes, suficiente.
Se despojó de sus camisa y de su capa dejando al descubierto su torso cubierto en vendajes, el mercenario suspiró y se miró en el pequeño espejo de color marfil que tenía frente a él, realmente había visto momentos mejores, si seguía por aquel camino no iba a llegar a viejo.
Escuchó un murmullo seguido de un par de pasos cercanos a la habitación, Eltrant arqueó una ceja y lo ignoró, al fin y al cabo con el gran número de habitaciones que había en aquel edificio no era un secreto que se trataba de un lugar bastante transitado.
Una vez se creyó solo se deshizo de las vendas y se aplicó el ungüento, no pudo decir que no sintió alivio, pero este fue ínfimo, era bastante obvio que aquel tipo de medicamentos no funcionaban de forma instantánea, pero se lo habían vendido a Herman de tal forma que no pudo evitar hacerse ilusiones.
Volvió a escuchar más murmullos, seguidos de más pasos y esta vez distinguió incluso alguna risilla que otra, ahora no pudo ignorar el hecho de que vislumbró lo que le pareció ver a una persona espiando tras la pesada manta de piel que hacía las veces de puerta, no obstante no parecía haber solo una persona allí, pues cuando, quienes fueran los que estaban tras la manta notaron que el mercenario se había percatado de su existencia abandonaron el lugar corriendo entre risas y murmullos , dejando como única prueba de su presencia el sonido de los pasos que dejaban tras de sí.
Eltrant se encogió de hombros y volvió a lo que estaba haciendo colocándose las vendas limpias cuidadosamente –“¡Hola!” – Escuchó justo tras él, Eltrant no pudo sino dejar escapar un grito por el sorpresivo saludo y tras girarse con una de sus manos firmemente sujeta a su espada solo encontró a una joven no mucho más joven que él, de mediana estatura y de cabellos tan oscuros como la misma noche sonriendo al mercenario –“¿¡Co…cómo has entrado?!” – Preguntó Eltrant perplejo mientras respiraba agitadamente por la impresión, estaba seguro de que no había sido a través de la puerta, la mujer ensanchó su sonrisa y haciendo gala de un sentido del espacio personal bastante curioso se acercó al mercenario hasta estar a un palmo de él –“Estas heridas…” - Dijo deslizando un dedo por los vendajes recién colocados, aquello le tomó por sorpresa, y el hecho de que aquella mujer tuviese dos espadas atadas al cinto no le ayudaba a relajarse -“Eres todo un guerrero…” – Eltrant, incomodo, agarró la mano de la mujer, que seguía recorriendo el patrón de las vendas con su dedo y la apartó de sí, no parecía ser peligrosa, pero tampoco había demostrado ser inofensiva –“¡¿…Qué quieres?!” – Inquirió el muchacho recogiendo su camisa del suelo sin perder de vista a la recién llegada.
La mujer clavó sus ojos del color del azabache en los de Eltrant y volvió a sonreír, antes de que este pudiese hacer nada le abrazó –“Nada fuera de lo común… casarme contigo, vivir juntos, ya sabes… no todos los días ves un aguerrido soldado por aquí, cuando tu mirada se cruzó con la mía en la hoguera… ” – La mujer se sonrojó, Eltrant la empujó alejándola tan pronto como sus brazos le rodearon, no recordaba que estuviese allí la noche pasada, mucho menos haberla mirado fijamente. De todos modos aquella extraña fetichista de las heridas iba en serio, y eso le aterraba, recogió el resto de sus cosas y salió de la habitación tan rápido como sus piernas le permitieron, por supuesto, siendo aún seguido por la mujer.
-“Me llamo Katherine” – Escuchó la vivaz y melodiosa voz de la mujer tras él –“Estupendo, déjame en paz” – Contestó Eltrant sin mirarla –“¿Es que no te gusto?” – Volvió a oír, esta vez notó cierto tono de reproche, a pesar de ello, la mujer siguió actuando como si se estuviese divirtiendo ante la actitud del mercenario. –“No” – Eltrant siguió avanzando hacia el lugar donde había quedado con Herman, Katherine dejó escapar una risita divertida ante la última respuesta–“Mientes” – Dijo con el mismo tono amable y cariñoso.
–“¿Vais a Saussure?” – Preguntó una vez llegaron hasta dónde estaban los trineos –“Puedo… ser tu guía, conozco bastante bien estas tierras… se muchos sitios… secretos” – Katherine guiñó un ojo al mercenario, quien suspiró y se apoyó contra un trineo a esperar al brujo, era tan obvia con sus intenciones que no tenía sentido leer entre lineas.
-“Pregúntale a…” – Eltrant paró de hablar por un segundo, pensando lentamente lo que estaba haciendo – “...mi compañero” – Lo cierto es que una guía que conociese aquellas tierras no iba a venirles nada mal, no estaba seguro de como reaccionaria Herman si desperdiciaba aquella oportunidad, la mujer dejó escapar una exclamación de júbilo y volvió a abrazar al mercenario quien simplemente se quedó estático, rindiéndose ante aquella extraña fuerza de la naturaleza –“No… no he dicho que sea seguro” – murmuró arrepentido de haberle dado esperanzas.
Eltrant Tale
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Re: Hielo abrasador [mastereado][Libre][2/3]
Todo iba funcionando en orden y Eltrant apareció en escena a tiempo, justo en buen momento para iniciar el viaje. La cosa prometía ir mejor esta vez, tenían trineo y provisiones para un viaje sin mayores complicaciones. Incluso si llegaba la situación a que debieran caminar estarían en condiciones de hacerlo.
Se acercó al muchacho, quien conversaba con una mujer que de inmediato no le dio mucha confianza al brujo. Se podía olfatear a la distancia el interés de ella por el joven. El impulso natural del brujo fue de pensar que lo mejor era deshacerse de ella políticamente, pero de pronto se detuvo a pensar unos segundos. Si Eltrant fuera unos pocos años menor bien que podía ser hasta su hijo y cuando estaba en la guerra usualmente mantenía una protección casi paternal a sus subordinados.
-Una guía me parece bien -dijo a la joven- , pero no estamos holgados de dinero, si quieres acompañarnos no podemos pagarte más que el transporte.
La joven, curiosamente, aceptó a trabajar de guía casi de manera gratuita. Eso daba a entender que estaba interesado en el joven y Artabán no puedo ocultar una pequeña sonrisa con toques burlescos.
El encargado preparó un abundante jauría de perros y un buen trineo y subieron todos al transporte. Aquello de viajar con perros no dejaba de ser de los más pintoresco para el brujo, pero al mismo tiempo de lo más útil.
Miró a la chica. Su interés era tan evidente que Artabán casi se larga a reír. Algo le decía que Eltrant no era un experto en mujeres y que podría ser una oportunidad para él de desarrollar su personalidad, ya sea si tomaba a la chica o decidía el mismo eventualmente saber dejarla.
El viaje comenzaría sin problemas. Los perros conocían su trabajo, el clima les favorecía y todo lo que habían sabido hasta el momento les permitía suponer que al llegar a su destino todo podría mejorar.
-Al llegar al pueblo debemos reunir toda la información que podamos, pero sin llamar demasiado la atención -le indicó al joven.
Artabán
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Re: Hielo abrasador [mastereado][Libre][2/3]
La mujer parecía estar acostumbrada a ese tipo de ida, el ir y venir, los ladridos de los perros… el frío cortante sobre tu rostro y la sensación de dejar de respirar porque los pulmones se te congelan. Aquella era una guerrera, una muy buena. Con sus cabellos del color de la sangre y labios carnosos jamás dejaría ningún momento de insinuársele al joven durante el largo trayecto. Aquél viaje que en un principio duraría todo un día se acortó y por mucho de la estimación inicial con la ayuda de perros, trineos y personas que conocían aquellas heladas planicies como las palmas de sus manos.
Sassure era un pequeño pueblito de unas veinte casas, hogares robustos, herméticos, armados… La sangre de los hombres dragón era la predominante, pero también habían humanos, dos cantinas, una posada y hasta un lugar para celebrar ritos religiosos. La plaza contaba con un dragón erguido en sus dos patas con una extraña ave entre sus fauces, una que recordaba a un upelero de magnitudes importantes y pocas veces vista. El alegre guía pareció silenciarse una vez llegados al lugar y miró varias veces a Katherine para convencerla bajo el velo de aquellas miradas misteriosas e intransigentes, más las espadas de ella parecían ser un buen elemento de convencimiento a ojos del nativo.
-No recuerdo tu nombre viejo, pero tu historia me conmovió. No quiero que el maldito de Caín arruine el futuro de mi curri curri conmigo, eso jamás. El hombre que se llevó el caballo de mi guerrero feroz es un hombre dragón, uno de estas mismas tierras. No sé quién los envió aquí, pero fue para una muerte segura.-
Las calles desoladas en un principio parecieron dejar aquella monotonía para dejar ver a algunos pasantes con algo de sana curiosidad. Pero tras los postigos cerrados podrían verse siluetas moviéndose en la oscuridad como rata por los tirantes. El viento llevaba pocos sonidos, los mínimos desde los típicos centros de reunión.
Sassure era un pequeño pueblito de unas veinte casas, hogares robustos, herméticos, armados… La sangre de los hombres dragón era la predominante, pero también habían humanos, dos cantinas, una posada y hasta un lugar para celebrar ritos religiosos. La plaza contaba con un dragón erguido en sus dos patas con una extraña ave entre sus fauces, una que recordaba a un upelero de magnitudes importantes y pocas veces vista. El alegre guía pareció silenciarse una vez llegados al lugar y miró varias veces a Katherine para convencerla bajo el velo de aquellas miradas misteriosas e intransigentes, más las espadas de ella parecían ser un buen elemento de convencimiento a ojos del nativo.
-No recuerdo tu nombre viejo, pero tu historia me conmovió. No quiero que el maldito de Caín arruine el futuro de mi curri curri conmigo, eso jamás. El hombre que se llevó el caballo de mi guerrero feroz es un hombre dragón, uno de estas mismas tierras. No sé quién los envió aquí, pero fue para una muerte segura.-
Las calles desoladas en un principio parecieron dejar aquella monotonía para dejar ver a algunos pasantes con algo de sana curiosidad. Pero tras los postigos cerrados podrían verse siluetas moviéndose en la oscuridad como rata por los tirantes. El viento llevaba pocos sonidos, los mínimos desde los típicos centros de reunión.
Describan a su antojo y tomen las decisiones que estiemn convenientes. Estaré al pendiente. Si no respondo en 24 horas cuando debería de ser mi turno, pueden saltearme
Thorn
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Re: Hielo abrasador [mastereado][Libre][2/3]
Eltrant aguantó a la mujer durante todo el trayecto sin hacer el más mínimo comentario, una gran parte de él se arrepentía profundamente el haber permitido que la mujer optase por acompañarlos, debía de haber adivinado que Hessiah no iba a negarse a un par de manos más gratis. Herman pareció notarlo, pues pudo ver como su expresión se ablandaba un poco al mirarle en aquella situación. –“Sí, ya, graciosísimo” – Pensó.
Aun así, acabó admitiendo al final del viaje que, aun siendo como era, Katherine no era una mala persona y de verdad parecía dispuesta a ayudarles a cazar a Caín, fuese por el motivo que fuese, no estaba de más tener un poco más de ayuda, sobre todo después del estado en el que se encontraba él.
Pronto llegaron a su destino, como había dicho el brujo en un principio debían buscar información sin llamar mucho la atención, Eltrant miró a Katherine junto a él, que seguía abrazada a su brazo y suspiró; así iba a llamar la atención quisiese o no. –“Herman…” – Comenzó a decir mirando el pueblo –“La hermana de Caín vivía aquí ¿Verdad?” – El pueblo no era muy grande, unas veinte casas arremolinadas en torno a una pequeña plaza coronada por un pozo congelado, en sí, el pueblo de los nómadas era un poco más grande que aquel. No tendrían que hacer muchas preguntas para llegar a su destino.
Tomando la iniciativa para variar caminó hasta el centro de la ciudad, seguido de cerca, como no, por Katherine. Las calles estaban desoladas, no había ni un alma, sin embargo la sensación de que las ventanas de las viviendas estaban repletas de ojos fue constante según avanzaban por las calles, Eltrant no puedo evitar sonreír al comparar mentalmente una de aquellos callejones con los de Lunargenta.
Una vez en el centro de la plaza miró a su alrededor, igual que durante todo el trayecto hasta aquel lugar estaba desierto, un murmullo procedía de un edificio algo más grande al otro lado de la plaza. Curioso, se acercó hasta la puerta para descubrir un pequeño cartel cubierto por la nieve que indicaba que se trataba de una taberna. –“Que mejor sitio para hallar respuestas que una taberna ¿Verdad?” – Dijo a su compañero de buena gana, esperando la opinión del veterano.
Era verdad que allí podrían encontrar información fácilmente, pero el hecho de que unos completos desconocidos empezasen a hacer preguntas justo al llegar al pueblo podría ser considerado extraño, por lo que espero a que Herman diera el visto bueno.
Aun así, acabó admitiendo al final del viaje que, aun siendo como era, Katherine no era una mala persona y de verdad parecía dispuesta a ayudarles a cazar a Caín, fuese por el motivo que fuese, no estaba de más tener un poco más de ayuda, sobre todo después del estado en el que se encontraba él.
Pronto llegaron a su destino, como había dicho el brujo en un principio debían buscar información sin llamar mucho la atención, Eltrant miró a Katherine junto a él, que seguía abrazada a su brazo y suspiró; así iba a llamar la atención quisiese o no. –“Herman…” – Comenzó a decir mirando el pueblo –“La hermana de Caín vivía aquí ¿Verdad?” – El pueblo no era muy grande, unas veinte casas arremolinadas en torno a una pequeña plaza coronada por un pozo congelado, en sí, el pueblo de los nómadas era un poco más grande que aquel. No tendrían que hacer muchas preguntas para llegar a su destino.
Tomando la iniciativa para variar caminó hasta el centro de la ciudad, seguido de cerca, como no, por Katherine. Las calles estaban desoladas, no había ni un alma, sin embargo la sensación de que las ventanas de las viviendas estaban repletas de ojos fue constante según avanzaban por las calles, Eltrant no puedo evitar sonreír al comparar mentalmente una de aquellos callejones con los de Lunargenta.
Una vez en el centro de la plaza miró a su alrededor, igual que durante todo el trayecto hasta aquel lugar estaba desierto, un murmullo procedía de un edificio algo más grande al otro lado de la plaza. Curioso, se acercó hasta la puerta para descubrir un pequeño cartel cubierto por la nieve que indicaba que se trataba de una taberna. –“Que mejor sitio para hallar respuestas que una taberna ¿Verdad?” – Dijo a su compañero de buena gana, esperando la opinión del veterano.
Era verdad que allí podrían encontrar información fácilmente, pero el hecho de que unos completos desconocidos empezasen a hacer preguntas justo al llegar al pueblo podría ser considerado extraño, por lo que espero a que Herman diera el visto bueno.
Eltrant Tale
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Re: Hielo abrasador [mastereado][Libre][2/3]
-Este lugar está más muerto que las uñas de mi abuela -dijo, con sus ojos explorando de lado a lado la notoria soledad de aquellas calles.
Eso no era muy buena señal, pero tampoco significaba que todo estaba perdido. Era un brujo, un brujo no se rinde ante la dificultad, un brujo dobla la realidad si es necesario con tal de obtener lo que quiere.
-Vamos, no quiero pasarme la vida buscando a ese tal Caín -agregó.
El brujo se acercó con paso cada vez más lento hacia la taberna que había indicado Eltrant, jugando nuevamente el papel de parecer incluso de más edad de la que tenía en realidad. El deterioro de su piel por pasar los 4 años pasados a bordo de un barco a todo sol le ayudaban a ello.
-Ustedes sois ahora una pareja o algo, usad la imaginación -indicó casualmente antes de cruzar la puerta.
Una vez adentro miró y se acercó lentamente hasta sentarse junto a la barra. Tosió como enfermo, procurando que pareciera que había flema acumulada en sus pulmones. No tardó en captar la atención de un viejo que bebía ron a su lado.
-Eso se oye mal, amigo -le dijo aquel.
-Bah, qué va, nada que un buen vaso de ron no solucione.
El tabernero no necesitó de más señal y le sirvió un generoso vaso al brujo, procurando que con ello al menos recuperara la temperatura. Parecía helado y enfermo. Dio un pequeño sorbo y lo saboreó. En sus años de pirata había aprendido el valor de un buen ron, pero ese no podía considerarse de lo mejor. Aún así no estaba mal.
-Los bandidos de hoy en día... ya no tienen respeto -dijo como un viejo cascarrabias.
-El problema son los padres de los jóvenes -contestó el ebrio a su lado- ya no les enseñan a respetar nada.
Artabán puso rostro serio asintiendo y pronto se encontró a sí mismo conversando con aquel sujeto sobre cómo la gente ya no saludaba en la calle, cómo antes eran más educados, cómo a este paso el mundo se iba a sumir en el caos muy pronto y en general regañando de cuanta cosa podía ser regañada, mientras ya iba por el segundo vaso. Eventualmente llegaron al tema en cuestión.
Te lo digo, no te miento, ese bandido, Carín, Caín, o algo así, me quitó el caballo y las mantas así, como quien te roba unas monedas en la calle, sabiendo que con eso me ponía en riesgo de morir en la nieve... fue horrible, te digo -dio otro sorbo como queriendo olvidar la escena- te juro que si me dieran la oportunidad voy yo mismo a plantarle un puñetazo en la nariz y enseñarle a respetar a los mayores.
Su compañero de copas asintió y, casi sin darse cuenta, le revelaba al brujo que Caín tenía su guarida en una cueva que no quedaba muy lejos de allí, en especial si se iba con perros. Artabán sonrió y pagó una nueva ronda, pero él no bebería, sino que se excusaría de estar cansado para retirarse.
Caminó hacia Eltrant.
Artabán
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Re: Hielo abrasador [mastereado][Libre][2/3]
Eltrant frunció el ceño cuando Herman les ordenó que actuasen como una pareja, Katherine, en cambio se abrazó aún más fuerte al mercenario–“Eres un hombre sabio, viejo” – Dijo la joven mientras arrastraba al mercenario al interior de la taberna. Eltrant puso los ojos en blanco y se sentó en la mesa que le indicó la mujer, mientras tanto Hessiah se había acercado hasta la barra y, demostrando de nuevo su habilidad para la mentira, se ganaba la confianza de uno de los lugareños con aparente facilidad.
Una camarera se acercó al momento y les preguntó si deseaban algo, a lo que Katherine respondió afirmativamente bastante rápido. –“Somos pareja” – Aclaró la mujer sonriente a la camarera –“No… creo que nos lo haya preguntado” – Dijo Eltrant suspirando, Katherine se limitó a sonreír –“Pero es que es algo que deben de saber todos” – Dijo con un auto convencimiento que a Eltrant se le antojó bastante irresponsable tratar de rebatir –“Ah, ya, cierto” – Dijo como toda repuesta, la camarera rió un poco ante esto y se perdió en la cocina para después volver con dos bebidas. –“Invita la casa” – Dijo sonriente –“No todo los días pasa por Saussure una pareja tan adorable como vosotros” – Eltrant sonrió educadamente, tratando de no parecer muy forzado, Katherine le dio un largo trago a la bebida que tenía frente a ella –“¿Ves? El amor abre puertas” – Dijo con una sonrisa aún más grande, Eltrant no dijo nada, se quedó contemplando la bebida que tenia frente a él.
El muchacho había notado como todas las miradas se habían clavaron en ellos enseguida, tres viajeros que llegaban al mismo tiempo, no era muy usual, pero tampoco era algo sumamente extraño, por lo que con un poco de suerte, no tendrían demasiados problemas en aquel lugar; aunque como había sentido en el campamento de los Kumoides, algo no iba bien.
Eltrant aprovecho aquel sutil momento de tranquilidad para revisarse las vendas, todo estaba en su sitio y el medicamento que el brujo se había encargado de conseguirle parecía haber surtido efecto, pues sentía su cuerpo menos entumecido que de costumbre.
Desde dónde estaba pudo oír como Herman se hacía, sin esfuerzo alguno, con la información que deseaba. Fue entonces cuando el veterano después de pagarle una copa más a su nuevo amigo se encaminó hacia él.
-“Por los dioses Herman” – Dijo tratando de quitarse de encima a Katherine que volvía a estar abrazada a él, haciendo gala de un completo desconocimiento de las palabras “Espacio personal” - “Dime que has sacado algo en claro”
Por fortuna parecía haberlo hecho, al menos ahora tenían una idea de hacia dónde dirigirse. El mercenario se terminó su bebida de un largo tragó y se levantó de su asiento, dispuesto a continuar con aquel viaje, habían recuperado la información bastante más rápido de lo que se había esperado, era bastante obvio de que Caín era conocido por aquellos lares.
Antes de que pudiesen abandonar la taberna, una mujer de edad avanzada, Eltrant supuso que similar a la del brujo, se levantó de su mesa y se colocó en la puerta, frente a Herman – “Así que quieres encontrar a mi hermano...” – Dijo la mujer cruzándose de brazos frente al soldado –“Un poco viejo para hacerle frente ¿No crees?” – Añadió.
Eltrant no estaba seguro de si aquello había sido un golpe de suerte, o por el contrario, el destino parecía decirles que tratar de encontrar al bandido no era sino una pérdida de tiempo, ahora sí que sintió las miradas de todos los lugareños clavadas en su nuca. La mujer acabó encogiéndose de hombros –“… No creo que puedas hacer mucho, pero no voy a negarle la ayuda a nadie que quiera acabar con ese malnacido”
Una camarera se acercó al momento y les preguntó si deseaban algo, a lo que Katherine respondió afirmativamente bastante rápido. –“Somos pareja” – Aclaró la mujer sonriente a la camarera –“No… creo que nos lo haya preguntado” – Dijo Eltrant suspirando, Katherine se limitó a sonreír –“Pero es que es algo que deben de saber todos” – Dijo con un auto convencimiento que a Eltrant se le antojó bastante irresponsable tratar de rebatir –“Ah, ya, cierto” – Dijo como toda repuesta, la camarera rió un poco ante esto y se perdió en la cocina para después volver con dos bebidas. –“Invita la casa” – Dijo sonriente –“No todo los días pasa por Saussure una pareja tan adorable como vosotros” – Eltrant sonrió educadamente, tratando de no parecer muy forzado, Katherine le dio un largo trago a la bebida que tenía frente a ella –“¿Ves? El amor abre puertas” – Dijo con una sonrisa aún más grande, Eltrant no dijo nada, se quedó contemplando la bebida que tenia frente a él.
El muchacho había notado como todas las miradas se habían clavaron en ellos enseguida, tres viajeros que llegaban al mismo tiempo, no era muy usual, pero tampoco era algo sumamente extraño, por lo que con un poco de suerte, no tendrían demasiados problemas en aquel lugar; aunque como había sentido en el campamento de los Kumoides, algo no iba bien.
Eltrant aprovecho aquel sutil momento de tranquilidad para revisarse las vendas, todo estaba en su sitio y el medicamento que el brujo se había encargado de conseguirle parecía haber surtido efecto, pues sentía su cuerpo menos entumecido que de costumbre.
Desde dónde estaba pudo oír como Herman se hacía, sin esfuerzo alguno, con la información que deseaba. Fue entonces cuando el veterano después de pagarle una copa más a su nuevo amigo se encaminó hacia él.
-“Por los dioses Herman” – Dijo tratando de quitarse de encima a Katherine que volvía a estar abrazada a él, haciendo gala de un completo desconocimiento de las palabras “Espacio personal” - “Dime que has sacado algo en claro”
Por fortuna parecía haberlo hecho, al menos ahora tenían una idea de hacia dónde dirigirse. El mercenario se terminó su bebida de un largo tragó y se levantó de su asiento, dispuesto a continuar con aquel viaje, habían recuperado la información bastante más rápido de lo que se había esperado, era bastante obvio de que Caín era conocido por aquellos lares.
Antes de que pudiesen abandonar la taberna, una mujer de edad avanzada, Eltrant supuso que similar a la del brujo, se levantó de su mesa y se colocó en la puerta, frente a Herman – “Así que quieres encontrar a mi hermano...” – Dijo la mujer cruzándose de brazos frente al soldado –“Un poco viejo para hacerle frente ¿No crees?” – Añadió.
Eltrant no estaba seguro de si aquello había sido un golpe de suerte, o por el contrario, el destino parecía decirles que tratar de encontrar al bandido no era sino una pérdida de tiempo, ahora sí que sintió las miradas de todos los lugareños clavadas en su nuca. La mujer acabó encogiéndose de hombros –“… No creo que puedas hacer mucho, pero no voy a negarle la ayuda a nadie que quiera acabar con ese malnacido”
Eltrant Tale
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Re: Hielo abrasador [mastereado][Libre][2/3]
Al caminar hacia Eltrant por un momento tuvo una expresión sincera. No era manipulación, ni nada premeditado, simplemente se sonrió hasta casi llegar a reír, al ver al joven Eltrant lidiar con la mujer que los seguía, quien lo abrazaba insistentemente.
-Al parecer hay una cueva donde nuestro amigo puede estar... claro que podemos esperar, si estáis ocupados -dijo con una mueca burlesca en el rostro.
Eltrant se levantó de su puesto y caminaron juntos hacia la salida de la taberna. No tenían mucho más que hacer allí y lo más sensato era ir por el famoso Caín de una vez por todas. El borracho no diría nada, pero no podía contar con que otras personas pudieran sacar conclusiones y ser aliados del dragón. Claro, también debía tener enemigos. Iba absorto en estos pensamientos cuando una mujer se paró frente a él.
-La edad es sólo una limitante para aquellos que se lamentan -respondió con un cierto aire filosófico.
Al parecer todo el papel de parecer más viejo y débil había resultado especialmente efectivo, pues a sus 39 años aún conservaba plena capacidad de combate, pero no necesitaba demostrar nada a nadie en ese momento.
-Claro que si tiene una mejor idea... -dejó la frase inconclusa.
Para su agrado, la mujer dijo que les ayudaría. A pesar de ser hermana del criminal tenía rencillas pendientes. Eso podía ser bueno o malo y ciertamente era apostar por un riesgo el confiar en ella para enfrentar al enemigo, pero de momento prefirió seguir con el juego.
-¿Puedo saber por qué quiere acabar con él? -quiso saber el brujo hablando calmadamente- no me tome a mal, pero un pariente no es exactamente el tipo de ayuda que uno esperaría contra alguien.
Hizo ademán al grupo de seguir adelante, invitando de momento a la mujer de seguir con ellos.
-Acompáñenos mientras hablamos, necesitamos encontrar un transporte.
Exploró el área y se percató de que quien los había traído aún se encontraba por allí. Decidió que era el mejor para llevarles al destino, así que caminó en su dirección, mientras escuchaba a la mujer.
Artabán
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Re: Hielo abrasador [mastereado][Libre][2/3]
Sin perder más tiempo Herman salió del local, seguido por Eltrant, Katherine y la mujer que afirmaba ser la hermana del bandido. El mercenario no dijo nada, siguió al veterano a través de las calles mientras este hablaba con la mujer hasta llegar de nuevo al punto donde habían dejado el trineo. Por suerte seguía allí.
La mujer explicó viejas rencillas familiares que Eltrant, debido a que iba tras ellos no terminó de entender, cuando estuvieron junto al trineo la mujer extrajo un pequeño frasco, el cual contenía un líquido traslucido, y se lo entregó al brujo.
Una vez hubo entregado la pequeña botella explicó que se trataba de un veneno paralizante y pidió a los presentes que, aunque odiaba profundamente a su hermano, empañasen las espadas con el líquido y lo entregasen vivo a las autoridades si podían, en cualquier otro caso, tampoco le importaba demasiado que lo matasen, no iba a llorarlo nadie.
Al finalizar de explicar esto, la mujer tendió la mano a Herman y se perdió entre las calles de Saussure, Eltrant observó como la mujer, según se alejaba, sacaba una pequeña botella de uno de los bolsillos de la capa y le daba un largo trago, el joven no pudo evitar preguntarse a cuantos viajeros como ellos había ayudado y cuantos frascos de veneno paralizante había regalado, solo por querer acabar con la espiral de violencia que su hermano estaba produciendo.
Cuando estuvieron solos, una vez más, Eltrant se acercó a Hessiah, quien estaba pagando al tipo del trineo por otro viaje, al menos ahora tenían un objetivo al cual ir, si lo que les había dicho el viejo de la taberna era cierto, estaba solo a unas horas de viaje en trineo de recuperar a Mohr, no estaba mal.
Poco después el dueño del trineo terminó de cargar los víveres necesario para el pequeño trayecto, Eltrant pensaba que no estaba tan lejos como para ser tan cuidadosos con las provisiones, pero las palabras del hombre fueron exactamente “Toda precaución es poca”, así que el mercenario no protestó, el hombre tenía razón al fin y al cabo, lo último que quería era quedarse abandonado en mitad de la nada por cualquier inconveniente inesperado.
El viaje, por parte de Eltrant fue bastante silencioso, se sentó a contemplar las vistas, en el norte todo era blanco, no había nada de otro color, la nieve llegaba hasta donde se extendía la vista, se preguntó si Dundarak se parecería en algo a Lunargenta, estuvo tan concentrado en sus pensamientos que ni siquiera escuchó a sus compañeros de viaje, por lo que una vez llegaron frente a una pequeña cueva en mitad dela nada, no supo si le habían dicho algo durante el viaje.
Estaban lo suficientemente lejos como para que, si Caín estaba dentro, no les viese con solo echar un vistazo afuera, y bastante cerca como para poder llegar andando sin ningún problema. Eltrant bajo del trineo y contempló el lugar donde, probablemente, estaba Mohr.
El hombre que les había llevado hasta ahí bajo también del trineo y se ofreció a montar un pequeño campamento y esperar a que hiciesen lo que tuviesen que hacer en aquel lugar, si les daban unos veinte aeros más, Eltrant tomó parte del dinero que les había prestado Lucía y se lo entrego al hombre, quien tan pronto como vio las monedas en sus manos
-“¿Alguna idea de cómo aproximarnos?” – Preguntó a Herman, al fin y al cabo el había sido un soldado, debía de conocer tácticas para situaciones como esta.
La mujer explicó viejas rencillas familiares que Eltrant, debido a que iba tras ellos no terminó de entender, cuando estuvieron junto al trineo la mujer extrajo un pequeño frasco, el cual contenía un líquido traslucido, y se lo entregó al brujo.
Una vez hubo entregado la pequeña botella explicó que se trataba de un veneno paralizante y pidió a los presentes que, aunque odiaba profundamente a su hermano, empañasen las espadas con el líquido y lo entregasen vivo a las autoridades si podían, en cualquier otro caso, tampoco le importaba demasiado que lo matasen, no iba a llorarlo nadie.
Al finalizar de explicar esto, la mujer tendió la mano a Herman y se perdió entre las calles de Saussure, Eltrant observó como la mujer, según se alejaba, sacaba una pequeña botella de uno de los bolsillos de la capa y le daba un largo trago, el joven no pudo evitar preguntarse a cuantos viajeros como ellos había ayudado y cuantos frascos de veneno paralizante había regalado, solo por querer acabar con la espiral de violencia que su hermano estaba produciendo.
Cuando estuvieron solos, una vez más, Eltrant se acercó a Hessiah, quien estaba pagando al tipo del trineo por otro viaje, al menos ahora tenían un objetivo al cual ir, si lo que les había dicho el viejo de la taberna era cierto, estaba solo a unas horas de viaje en trineo de recuperar a Mohr, no estaba mal.
Poco después el dueño del trineo terminó de cargar los víveres necesario para el pequeño trayecto, Eltrant pensaba que no estaba tan lejos como para ser tan cuidadosos con las provisiones, pero las palabras del hombre fueron exactamente “Toda precaución es poca”, así que el mercenario no protestó, el hombre tenía razón al fin y al cabo, lo último que quería era quedarse abandonado en mitad de la nada por cualquier inconveniente inesperado.
El viaje, por parte de Eltrant fue bastante silencioso, se sentó a contemplar las vistas, en el norte todo era blanco, no había nada de otro color, la nieve llegaba hasta donde se extendía la vista, se preguntó si Dundarak se parecería en algo a Lunargenta, estuvo tan concentrado en sus pensamientos que ni siquiera escuchó a sus compañeros de viaje, por lo que una vez llegaron frente a una pequeña cueva en mitad dela nada, no supo si le habían dicho algo durante el viaje.
Estaban lo suficientemente lejos como para que, si Caín estaba dentro, no les viese con solo echar un vistazo afuera, y bastante cerca como para poder llegar andando sin ningún problema. Eltrant bajo del trineo y contempló el lugar donde, probablemente, estaba Mohr.
El hombre que les había llevado hasta ahí bajo también del trineo y se ofreció a montar un pequeño campamento y esperar a que hiciesen lo que tuviesen que hacer en aquel lugar, si les daban unos veinte aeros más, Eltrant tomó parte del dinero que les había prestado Lucía y se lo entrego al hombre, quien tan pronto como vio las monedas en sus manos
-“¿Alguna idea de cómo aproximarnos?” – Preguntó a Herman, al fin y al cabo el había sido un soldado, debía de conocer tácticas para situaciones como esta.
Eltrant Tale
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