De turismo en Lunargenta [interpretativo - libre]
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De turismo en Lunargenta [interpretativo - libre]
Después de un viaje muy largo la joven dragona por fin podo ver Lunargenta a lo lejos. A pesar de estar a una distancia considerable y a una buena altura, la ciudad parecía inmensa. Aquella sería la primera vez que Elwen visitase Lunargenta, y estaba emocionada por descubrir nuevos lugares pero más aún por reencontrarse de nuevo con su amiga. Le había avisado por carta que pensaba ir a visitarla, aunque no sabía si habría llegado a leerla o si estaría allí.
- Bueno, si no está haré un poco de turismo- pensó contenta con la idea.
Puesto que no sabía si los humanos de Lunargenta estarían acostumbrados a ver dragones, decidió ser cauta y aterrizar antes de acercarse a la ciudad. El final de su viaje lo haría caminando.
A medida que se acercaba a las puertas, cada vez veía más carros y viajeros que entraban y salían. La mayoría de ellos llevaban mercancía de los campos para venderla en la ciudad, como sacos de harina, heno para animales, cestas llenas de frutas… A Elwen le impresionaba ver la cantidad de personas que iban a allí. Casi sin darse cuenta, Elwen atravesó las puertas y se adentró por las transitadas calles en dirección a una plaza. Se sentía un poco incómoda entre tanta gante, a ella le gustaba la tranquilidad y parecía que Lunargenta no era una ciudad muy tranquila. ¿Acaso sería la ciudad más poblada? Por suerte la calle no era muy larga, pronto llegó a la plaza y las personas que caminaban a su alrededor se dispersaron. Lo que permitió respirar a la joven.
En aquella plaza había un pequeño mercado y también vio una taberna. Por un instante pensó en que estaría bien entrar y tomar algo, pero luego recordó que no llevaba ni una sola moneda encima. No por que fuese pobre, si no porque se escapó de casa y no tuvo la oportunidad de ir a por la bolsa con lo que juntó para el viaje. Era, o irse sin dinero o que su hermano la descubriese y la obligase a quedarse en el norte a seguir entrenando. Naturalmente prefirió lo primero, ya que no necesitaba el dinero para comer ni dormir, ella misma cazaba lo que necesitaba y dormía en los bosques o en alguna cueva si el tiempo empeoraba.
Dejando a un lado todo eso, Elwen volvió a centrarse en lo que tenía a su alrededor mientras se preguntaba si Alanna estaría por allí.
- Bueno, si no está haré un poco de turismo- pensó contenta con la idea.
Puesto que no sabía si los humanos de Lunargenta estarían acostumbrados a ver dragones, decidió ser cauta y aterrizar antes de acercarse a la ciudad. El final de su viaje lo haría caminando.
A medida que se acercaba a las puertas, cada vez veía más carros y viajeros que entraban y salían. La mayoría de ellos llevaban mercancía de los campos para venderla en la ciudad, como sacos de harina, heno para animales, cestas llenas de frutas… A Elwen le impresionaba ver la cantidad de personas que iban a allí. Casi sin darse cuenta, Elwen atravesó las puertas y se adentró por las transitadas calles en dirección a una plaza. Se sentía un poco incómoda entre tanta gante, a ella le gustaba la tranquilidad y parecía que Lunargenta no era una ciudad muy tranquila. ¿Acaso sería la ciudad más poblada? Por suerte la calle no era muy larga, pronto llegó a la plaza y las personas que caminaban a su alrededor se dispersaron. Lo que permitió respirar a la joven.
En aquella plaza había un pequeño mercado y también vio una taberna. Por un instante pensó en que estaría bien entrar y tomar algo, pero luego recordó que no llevaba ni una sola moneda encima. No por que fuese pobre, si no porque se escapó de casa y no tuvo la oportunidad de ir a por la bolsa con lo que juntó para el viaje. Era, o irse sin dinero o que su hermano la descubriese y la obligase a quedarse en el norte a seguir entrenando. Naturalmente prefirió lo primero, ya que no necesitaba el dinero para comer ni dormir, ella misma cazaba lo que necesitaba y dormía en los bosques o en alguna cueva si el tiempo empeoraba.
Dejando a un lado todo eso, Elwen volvió a centrarse en lo que tenía a su alrededor mientras se preguntaba si Alanna estaría por allí.
Elwen
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Re: De turismo en Lunargenta [interpretativo - libre]
Otro día más en la ciudad de los humanos.
El sol se alzaba alto, cubriendo los tejados de todas las casas con su suave y cálido abrazo, no había pasado demasiado tiempo desde la cena en la que se vio obligado a llevar falda, no podía afirmar sin mentir que no seguía cansado por ello, pero necesitaba sentirse útil de nuevo.
Por suerte, después de varios días, había encontrado trabajo como escolta, no era nada del otro mundo, vigilar durante un tiempo que un mocoso no se abriese la cabeza con cualquier esquina, un trabajo aparentemente fácil en un principio, pero que, como entendió cuando el muchacho hipervitaminado empezó a corretear de aquí para allá, no era precisamente un paseo por el bosque.
-“¡Pero Mark quiere eso!” – Exclamó el chico por séptima vez mientras zarandeaba a Eltrant y señalaba un pequeño puesto de comida en una de las muchas plazas de la ciudad, el mercenario puso los ojos en blanco, en momentos como aquel Terpoli era el grato recuerdo de como un joven de escasa edad podía llegar a hacer cosas encomiables.
-“Esta bien… pero solo uno ¿Vale?” – Murmuró Eltrant mientras echaba mano a su bolsa de Aeros –“Antes del mediodía todo habrá acabado, tranquilízate, la recompensa vale más que esto” – Se dijo mientras hacía oídos sordos a las exclamaciones de júbilo del chiquillo. –“¡Mark está satisfecho!” – Dijo el muchacho dando vueltas en círculos mientras reía a carcajadas –“Mark debería dejar de hablar de sí mismo en tercera persona” – Replicó Eltrant dejándose caer en uno de los bancos de aquella plaza.
Miró a su alrededor, resultaba sorprende el elevado número de plazas que tenía aquella metrópoli, pero por otro lado seguía siendo una de las ciudades con más personas de Aerandir, no era de extrañar que se hubiesen preocupado por hacer del lugar cómodo.
Rascándose la barba se reclinó sobre aquel banco, en el cual ya había una mujer de cabellos oscuros, y tratando de no molestar a esta, extrajo un libro de su bolsa de viaje.
–“¡Eh! Señor Tale, mire lo que hace Mark, mire” – El pequeño Mark zarandeaba los brazos violentamente en lo que Eltrant interpretó como algún tipo de baile en el que si te fracturabas alguna extremidad ganabas –“Sí, muy bonito Mark, asegúrate de no alejarte” – Dijo sin levantar la mirada de su libro, mientras escuchase al niño reír de aquí para allá no tendría el mayor de los problemas si descansaba un poco. –“No está viendo a Mark, Señor Tale, mire”
Lo cierto es que ya llevaba un par de horas vigilando a aquel pequeño huracán, el por qué era básicamente el mismo de siempre, unos padres demasiado ocupados para cuidar de su vástago, pero sin suficientes Aeros para permitirse a algún profesional cualificado, en ese pequeño hueco que une los conceptos “trabaja básicamente por alpiste” y “es más inteligente que un oso” entraba Eltrant, el mercenario se encargaría de mantener al chaval ocupado durante el día, al menos hasta que tuviese que dejarlo en el colegio como le habían indicado.
Eltrant pasó una página del libro y siguió leyendo.
El sol se alzaba alto, cubriendo los tejados de todas las casas con su suave y cálido abrazo, no había pasado demasiado tiempo desde la cena en la que se vio obligado a llevar falda, no podía afirmar sin mentir que no seguía cansado por ello, pero necesitaba sentirse útil de nuevo.
Por suerte, después de varios días, había encontrado trabajo como escolta, no era nada del otro mundo, vigilar durante un tiempo que un mocoso no se abriese la cabeza con cualquier esquina, un trabajo aparentemente fácil en un principio, pero que, como entendió cuando el muchacho hipervitaminado empezó a corretear de aquí para allá, no era precisamente un paseo por el bosque.
-“¡Pero Mark quiere eso!” – Exclamó el chico por séptima vez mientras zarandeaba a Eltrant y señalaba un pequeño puesto de comida en una de las muchas plazas de la ciudad, el mercenario puso los ojos en blanco, en momentos como aquel Terpoli era el grato recuerdo de como un joven de escasa edad podía llegar a hacer cosas encomiables.
-“Esta bien… pero solo uno ¿Vale?” – Murmuró Eltrant mientras echaba mano a su bolsa de Aeros –“Antes del mediodía todo habrá acabado, tranquilízate, la recompensa vale más que esto” – Se dijo mientras hacía oídos sordos a las exclamaciones de júbilo del chiquillo. –“¡Mark está satisfecho!” – Dijo el muchacho dando vueltas en círculos mientras reía a carcajadas –“Mark debería dejar de hablar de sí mismo en tercera persona” – Replicó Eltrant dejándose caer en uno de los bancos de aquella plaza.
Miró a su alrededor, resultaba sorprende el elevado número de plazas que tenía aquella metrópoli, pero por otro lado seguía siendo una de las ciudades con más personas de Aerandir, no era de extrañar que se hubiesen preocupado por hacer del lugar cómodo.
Rascándose la barba se reclinó sobre aquel banco, en el cual ya había una mujer de cabellos oscuros, y tratando de no molestar a esta, extrajo un libro de su bolsa de viaje.
–“¡Eh! Señor Tale, mire lo que hace Mark, mire” – El pequeño Mark zarandeaba los brazos violentamente en lo que Eltrant interpretó como algún tipo de baile en el que si te fracturabas alguna extremidad ganabas –“Sí, muy bonito Mark, asegúrate de no alejarte” – Dijo sin levantar la mirada de su libro, mientras escuchase al niño reír de aquí para allá no tendría el mayor de los problemas si descansaba un poco. –“No está viendo a Mark, Señor Tale, mire”
Lo cierto es que ya llevaba un par de horas vigilando a aquel pequeño huracán, el por qué era básicamente el mismo de siempre, unos padres demasiado ocupados para cuidar de su vástago, pero sin suficientes Aeros para permitirse a algún profesional cualificado, en ese pequeño hueco que une los conceptos “trabaja básicamente por alpiste” y “es más inteligente que un oso” entraba Eltrant, el mercenario se encargaría de mantener al chaval ocupado durante el día, al menos hasta que tuviese que dejarlo en el colegio como le habían indicado.
Eltrant pasó una página del libro y siguió leyendo.
Eltrant Tale
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Re: De turismo en Lunargenta [interpretativo - libre]
Elwen desvió la mirada para ver a un niño bailar de una forma extraña, o más bien parecía querer llamar la atención de quién parecía ser su hermano, que leía un libro despreocupadamente. En ese momento se dio cuenta de que había un hombre algo más lejos, que parecía observar al chiquillo. No le dio importancia a eso, ese “baile” llamaría la atención de cualquiera, ¿Quién no se fijaría en alguien que mueve los brazos como si intentase despegar del suelo?
Volvió a centrarse en las tiendas, maravillada por la gran variedad de productos que había en aquella ciudad. Al cabo de unos pocos minutos, quiso irse a dar una vuelta por la ciudad y entonces miró a donde estaban el joven del libro y el niño del baile raro. El pequeño, al ver que no se le hacía caso, se alejó un poco para seguir con su peculiar danza.
Aprovechando un despiste del lector y también de la cantidad de gente, el hombre de antes se acercó y agarró al niño antes de empezar a correr.
- ¡¡EH!!
Elwen no podía quedarse quieta después de ver eso, así que empezó a correr tras aquél hombre, pero no llegó muy lejos. Antes de que pudiese darse cuenta, un segundo hombre, que se había ocultado entre la multitud, la empujó en plena carrera provocando que cayera al suelo y perdiera de vista a su objetivo. Aquél debía de ser un cómplice.
Sin perder tiempo, se levantó, sacó el arco que llevaba a la espalda y cargó una flecha. Observó como el segundo hombre corría saliendo de la plaza por una calle libre de gente, así que antes de perderlo de vista tenso la cuerda y disparó. La veloz flecha rasgó el viento y se clavó en un brazo de aquél tipo, no era una herida mortal pero ese nunca fue el objetivo de la joven dragona.
Rápidamente perdió al tipo de vista, pero con la herida al menos podrían seguirle la pista. En ese momento se detuvo un instante a pensar y rápidamente volvió a colgarse el arco, como si intentase aparentar normalidad. Esperaba no meterse en problemas por haber usado un arco en plena ciudad, no sabía cómo iban las normas por allí, pero de todos modos ella sólo lo hizo por ayudar.
Volvió a centrarse en las tiendas, maravillada por la gran variedad de productos que había en aquella ciudad. Al cabo de unos pocos minutos, quiso irse a dar una vuelta por la ciudad y entonces miró a donde estaban el joven del libro y el niño del baile raro. El pequeño, al ver que no se le hacía caso, se alejó un poco para seguir con su peculiar danza.
Aprovechando un despiste del lector y también de la cantidad de gente, el hombre de antes se acercó y agarró al niño antes de empezar a correr.
- ¡¡EH!!
Elwen no podía quedarse quieta después de ver eso, así que empezó a correr tras aquél hombre, pero no llegó muy lejos. Antes de que pudiese darse cuenta, un segundo hombre, que se había ocultado entre la multitud, la empujó en plena carrera provocando que cayera al suelo y perdiera de vista a su objetivo. Aquél debía de ser un cómplice.
Sin perder tiempo, se levantó, sacó el arco que llevaba a la espalda y cargó una flecha. Observó como el segundo hombre corría saliendo de la plaza por una calle libre de gente, así que antes de perderlo de vista tenso la cuerda y disparó. La veloz flecha rasgó el viento y se clavó en un brazo de aquél tipo, no era una herida mortal pero ese nunca fue el objetivo de la joven dragona.
Rápidamente perdió al tipo de vista, pero con la herida al menos podrían seguirle la pista. En ese momento se detuvo un instante a pensar y rápidamente volvió a colgarse el arco, como si intentase aparentar normalidad. Esperaba no meterse en problemas por haber usado un arco en plena ciudad, no sabía cómo iban las normas por allí, pero de todos modos ella sólo lo hizo por ayudar.
Elwen
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Re: De turismo en Lunargenta [interpretativo - libre]
Eltrant continuó leyendo mientras, de vez en cuando, miraba al niño al que habían encargado de proteger, aún tenía tiempo hasta que lo tuviese que llevar a tomar sus clases.
Dejado a un lado lo cargante que Mark podía llegar a ser el mercenario no podio sino admitir que era un muchacho bastante extrovertido, siempre con una sonrisa en a cara, caminando de aquí para allá a lo largo de la plaza sin preocupación alguna, Eltrant sonrió, echaba en falta aquel tipo de optimismo en más personas.
Le echó un último vistazo al muchacho, que en aquel momento se encontraba distraído siguiendo a unas palomas, Eltrant suspiró y volvió a su libro, la plaza en la que se encontraba estaba bastante concurrida, demasiado como para que alguien quisiera hacerle algo a un crío de aquella edad sin que nadie le viese.
Como siempre que trataba de sacar una conclusión que creía lógica, estaba equivocado. Debía de haberlo esperado, su trabajo después de todo, era ese. Pero no lo hizo, y no fue sino la voz de la mujer que tenía a su lado lo que le sacó de la lectura.
Frunciendo el ceño, contempló aturdido como un hombre emergía de entre la multitud y, frente a la una pasividad insultante por parte de esta, tomaba al niño y comenzaba a correr.
Eltrant apretó los dientes y maldiciendo todo lo que pasaba por su cabeza en aquel momento comenzó a correr tras el secuestrador.
Por algún motivo la joven que estaba a su lado se unió a la persecución, no podía negar que apreciaba aquel gesto de altruismo por parte de un completo extraño, pero el tipo al que perseguían era rápido, demasiado, no solo avanzaba a través de la multitud sin esfuerzo alguno, saltando pequeños tenderetes y esquivando transeúntes como si no estuviesen frente a él, sino que además parecía no sentir el peso del niño con el que cargaba.
Gradualmente la distancia entre el mercenario y el criminal se hizo mayor –“¡No voy a dejar que te escapes!” – Gritó impotente mientras tomaba un desvío y, tomando un estrecho y húmedo callejón, trataba de anticiparse al hombre que estaba a punto de meterle en muchos problemas con los padres de Mark.
A pesar de que el lugar por el que avanzaba estaba prácticamente vacío, embistió todo lo que se ponía por delante.
–“¡Lo siento!” – Exclamó cuando, sin poder remediarlo, chocó contra un hombre que cargaba varias cajas, haciéndole perder el equilibrio y destrozando todo el material que cargaba; cada segundo era imprescindible, no podía dejar escapar a aquel tipo.
Respirando agitadamente llegó hasta el punto dónde el callejón se volvía a unir con la calle principal por la que había estado huyendo el hombre que cargaba con Mark justo a tiempo para encontrárselo pasar.
Momentos después se encontraba de nuevo a escasos metros detrás del secuestrador, alargó el brazo, solo tenía que cerrar el puño, agarrar la capa y tendría a Mark de vuelta.
Justo cuando estuvo a punto de atrapar al bandido alguien le embistió por la espalda, Eltrant y su agresor rodaron varios metros por el suelo solo para, después de intercambiar varios golpes, este escapar también tras su aliado, no pudo evitar notar que el individuo que le había envestido tenía una flecha clavada en el brazo.
–“¡Hijo de puta!” – Gritó el mercenario levantándose del suelo, por mucho que quisiera reemprender la marcha simplemente se habían escapado, aún jadeando, se llevó una de sus manos al labio, de dónde salia sangre debido a un derechazo inusualmente fuerte para alguien con el brazo herido.
Miró hacia el rastro de sangre que el aliado del secuestrador se estaba encargando de dejar tras de sí, era la mejor pista que tenía, respiró hondo y comprobó que su espada estaba bien atada al cinto, no sabía como pero siempre que dejaban a un niño bajo su cargo acababa en desgracia.
Antes de emprender la marcha repasó el lugar con la mirada, localizó no muy lejos de donde se encontraba a la mujer que había tratado de ayudarle a salvar a Mark, sin perder tiempo se acercó a ella –“Gracias por tu ayuda” – Dijo rápidamente, no debía de perder más tiempo, tenía que seguir el rastro cuando antes, no llegó a notar siquiera del arco que portaba la chica
–“Me temo que no hay mucho tiempo para las presentaciones, pero gracias por tratar de ayudar” – Dijo estrechándole la mano para enseguida girarse a seguir el rastro de sangre, se sentía un completo inútil, habían secuestrado al muchacho a quien le habían encargado custodiar frente a él.
Dejado a un lado lo cargante que Mark podía llegar a ser el mercenario no podio sino admitir que era un muchacho bastante extrovertido, siempre con una sonrisa en a cara, caminando de aquí para allá a lo largo de la plaza sin preocupación alguna, Eltrant sonrió, echaba en falta aquel tipo de optimismo en más personas.
Le echó un último vistazo al muchacho, que en aquel momento se encontraba distraído siguiendo a unas palomas, Eltrant suspiró y volvió a su libro, la plaza en la que se encontraba estaba bastante concurrida, demasiado como para que alguien quisiera hacerle algo a un crío de aquella edad sin que nadie le viese.
Como siempre que trataba de sacar una conclusión que creía lógica, estaba equivocado. Debía de haberlo esperado, su trabajo después de todo, era ese. Pero no lo hizo, y no fue sino la voz de la mujer que tenía a su lado lo que le sacó de la lectura.
Frunciendo el ceño, contempló aturdido como un hombre emergía de entre la multitud y, frente a la una pasividad insultante por parte de esta, tomaba al niño y comenzaba a correr.
Eltrant apretó los dientes y maldiciendo todo lo que pasaba por su cabeza en aquel momento comenzó a correr tras el secuestrador.
Por algún motivo la joven que estaba a su lado se unió a la persecución, no podía negar que apreciaba aquel gesto de altruismo por parte de un completo extraño, pero el tipo al que perseguían era rápido, demasiado, no solo avanzaba a través de la multitud sin esfuerzo alguno, saltando pequeños tenderetes y esquivando transeúntes como si no estuviesen frente a él, sino que además parecía no sentir el peso del niño con el que cargaba.
Gradualmente la distancia entre el mercenario y el criminal se hizo mayor –“¡No voy a dejar que te escapes!” – Gritó impotente mientras tomaba un desvío y, tomando un estrecho y húmedo callejón, trataba de anticiparse al hombre que estaba a punto de meterle en muchos problemas con los padres de Mark.
A pesar de que el lugar por el que avanzaba estaba prácticamente vacío, embistió todo lo que se ponía por delante.
–“¡Lo siento!” – Exclamó cuando, sin poder remediarlo, chocó contra un hombre que cargaba varias cajas, haciéndole perder el equilibrio y destrozando todo el material que cargaba; cada segundo era imprescindible, no podía dejar escapar a aquel tipo.
Respirando agitadamente llegó hasta el punto dónde el callejón se volvía a unir con la calle principal por la que había estado huyendo el hombre que cargaba con Mark justo a tiempo para encontrárselo pasar.
Momentos después se encontraba de nuevo a escasos metros detrás del secuestrador, alargó el brazo, solo tenía que cerrar el puño, agarrar la capa y tendría a Mark de vuelta.
Justo cuando estuvo a punto de atrapar al bandido alguien le embistió por la espalda, Eltrant y su agresor rodaron varios metros por el suelo solo para, después de intercambiar varios golpes, este escapar también tras su aliado, no pudo evitar notar que el individuo que le había envestido tenía una flecha clavada en el brazo.
–“¡Hijo de puta!” – Gritó el mercenario levantándose del suelo, por mucho que quisiera reemprender la marcha simplemente se habían escapado, aún jadeando, se llevó una de sus manos al labio, de dónde salia sangre debido a un derechazo inusualmente fuerte para alguien con el brazo herido.
Miró hacia el rastro de sangre que el aliado del secuestrador se estaba encargando de dejar tras de sí, era la mejor pista que tenía, respiró hondo y comprobó que su espada estaba bien atada al cinto, no sabía como pero siempre que dejaban a un niño bajo su cargo acababa en desgracia.
Antes de emprender la marcha repasó el lugar con la mirada, localizó no muy lejos de donde se encontraba a la mujer que había tratado de ayudarle a salvar a Mark, sin perder tiempo se acercó a ella –“Gracias por tu ayuda” – Dijo rápidamente, no debía de perder más tiempo, tenía que seguir el rastro cuando antes, no llegó a notar siquiera del arco que portaba la chica
–“Me temo que no hay mucho tiempo para las presentaciones, pero gracias por tratar de ayudar” – Dijo estrechándole la mano para enseguida girarse a seguir el rastro de sangre, se sentía un completo inútil, habían secuestrado al muchacho a quien le habían encargado custodiar frente a él.
Eltrant Tale
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Re: De turismo en Lunargenta [interpretativo - libre]
Al parecer nadie se percató de que había disparado a alguien con el arco, o al menos nadie quiso darse cuenta. Fuese lo que fuese, no hubo mucho tiempo para pensar, ya que el posible hermano mayor de ese chico se acercó para agradecerle que le ayudase, pero pronto salió corriendo para perseguir a esos tipos.
Podría seguir con su camino, al fin y al cabo no tenía nada que ver con ellos y tampoco quería meterse en problemas, pero esa no era la manera de actuar de Elwen. A ella le gustaba ayudar a los demás y ese chico tenía problemas muy gordos, además le superan en número. No le vendría mal una ayuda.
Sin perder más tiempo corrió tras el joven, al mismo tiempo que miraba las gotas de sangre del suelo. Menos mal que se le ocurrió disparar a ese tipo para no perderles la pista, en una ciudad tan grande como aquella los perdería enseguida.
- ¡Espera! – llamó su atención mientras lograba alcanzarlo y correr a su mismo ritmo- Te ayudaré.
No dijo nada más, y tampoco esperó su respuesta, lo ayudaría tanto si quería como si no. No se quedaría tranquila consigo misma si dejase aquello como estaba, quería ayudar a ese niño y al que Elwen creía el hermano mayor del chiquillo.
- ¿A dónde se lo llevarán? – pensó mientras corría.
¿Lo secuestrarían por alguna venganza o tal vez se trate de alguna venta de esclavos? Ninguna de las dos posibilidades resultaba agradable de pensar.
Podría seguir con su camino, al fin y al cabo no tenía nada que ver con ellos y tampoco quería meterse en problemas, pero esa no era la manera de actuar de Elwen. A ella le gustaba ayudar a los demás y ese chico tenía problemas muy gordos, además le superan en número. No le vendría mal una ayuda.
Sin perder más tiempo corrió tras el joven, al mismo tiempo que miraba las gotas de sangre del suelo. Menos mal que se le ocurrió disparar a ese tipo para no perderles la pista, en una ciudad tan grande como aquella los perdería enseguida.
- ¡Espera! – llamó su atención mientras lograba alcanzarlo y correr a su mismo ritmo- Te ayudaré.
No dijo nada más, y tampoco esperó su respuesta, lo ayudaría tanto si quería como si no. No se quedaría tranquila consigo misma si dejase aquello como estaba, quería ayudar a ese niño y al que Elwen creía el hermano mayor del chiquillo.
- ¿A dónde se lo llevarán? – pensó mientras corría.
¿Lo secuestrarían por alguna venganza o tal vez se trate de alguna venta de esclavos? Ninguna de las dos posibilidades resultaba agradable de pensar.
Elwen
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Re: De turismo en Lunargenta [interpretativo - libre]
Empezaba a cansarse de aquello, siempre que le dejaban a alguien menor de diez años a su cago acababa siendo raptado, como si un ser mucho más poderoso que él y omnipresente hubiese decidido hacía tiempo que no podía realizar un trabajo sencillo y fácil.
Siguió las manchas de sangre, afortunadamente, los demás transeúntes ni siquiera parecían notar que estas estaba ahí, Eltrant de todos modos suponía, que de haberse percatado de la sangre, tampoco hubiesen hecho gran cosa, simplemente habría seguido su camino, aquella ciudad era Lunargenta, después de todo.
La voz de la joven a la que había agradecido su ayuda hacia escasos minutos sonó tras él, al parecer quería unirse a la búsqueda del pequeño Mark, asintió con la cabeza a la proposición de la joven y continuó tras la pista de los secuestradores.
Había tenido suerte, no era muy corriente encontrarse con alguien tan dispuesto a inmiscuirse en los problemas de otros, por supuesto que existían personas que se preocupaban por sus conciudadanos, pero eso no significaba que estuviesen dispuestos a perseguir a un secuestrador de niños por toda la ciudad, probablemente arriesgando la propia vida.
Frunció el ceño cuando la sangre acabó desapareciendo al cabo de un rato –“¿Ha parado la hemorragia?” – Pensó mirando fijamente el punto en el rastro acababa, no era una idea muy inverosímil teniendo en cuenta que les llevaban la suficiente ventaja.
Apretó los dientes y miró a su alrededor, el mercenario no era ningún experto rastreando a personas, pero alguien de por allí debía de haberles visto, su mirada de posó en dos locales, una pequeña taberna y una sastrería, aun siendo la calle en la que se encontraban una concurrida, estaba casi seguro de que alguien había notado a los secuestradores.
Tras estudiar el plan de acción durante unos segundos se giró hacia la chica, aún no conocía ni siquiera su nombre, pero no tenían tiempo que perder, cada segundo que permanecían allí parados Mark estaba más y más lejos de su alcance –“Pregunta si han visto a esos tipos en la sastrería” – El mercenario señaló al edificio que estaba detrás de la muchacha –“Yo me encargo de la taberna”
Tras aquellas palabras se internó en el local, la taberna era básicamente una copia de todas las demás que había repartida por la urbe, igual de sucia, exactamente igual de húmeda, y con la misma clientela que las demás, pero dejando a un lado a los alegres habituales ebrios, el ventanal era lo suficientemente amplio como para poder vislumbrar la calle sin ningún problema.
Después de repasar por cuarta vez el lugar con la mirada, descartando a todos los que estaban demasiado borrachos como para dar una respuesta lógica, se acercó a la barra, el camarero tenía que haber visto algo.
Siguió las manchas de sangre, afortunadamente, los demás transeúntes ni siquiera parecían notar que estas estaba ahí, Eltrant de todos modos suponía, que de haberse percatado de la sangre, tampoco hubiesen hecho gran cosa, simplemente habría seguido su camino, aquella ciudad era Lunargenta, después de todo.
La voz de la joven a la que había agradecido su ayuda hacia escasos minutos sonó tras él, al parecer quería unirse a la búsqueda del pequeño Mark, asintió con la cabeza a la proposición de la joven y continuó tras la pista de los secuestradores.
Había tenido suerte, no era muy corriente encontrarse con alguien tan dispuesto a inmiscuirse en los problemas de otros, por supuesto que existían personas que se preocupaban por sus conciudadanos, pero eso no significaba que estuviesen dispuestos a perseguir a un secuestrador de niños por toda la ciudad, probablemente arriesgando la propia vida.
Frunció el ceño cuando la sangre acabó desapareciendo al cabo de un rato –“¿Ha parado la hemorragia?” – Pensó mirando fijamente el punto en el rastro acababa, no era una idea muy inverosímil teniendo en cuenta que les llevaban la suficiente ventaja.
Apretó los dientes y miró a su alrededor, el mercenario no era ningún experto rastreando a personas, pero alguien de por allí debía de haberles visto, su mirada de posó en dos locales, una pequeña taberna y una sastrería, aun siendo la calle en la que se encontraban una concurrida, estaba casi seguro de que alguien había notado a los secuestradores.
Tras estudiar el plan de acción durante unos segundos se giró hacia la chica, aún no conocía ni siquiera su nombre, pero no tenían tiempo que perder, cada segundo que permanecían allí parados Mark estaba más y más lejos de su alcance –“Pregunta si han visto a esos tipos en la sastrería” – El mercenario señaló al edificio que estaba detrás de la muchacha –“Yo me encargo de la taberna”
Tras aquellas palabras se internó en el local, la taberna era básicamente una copia de todas las demás que había repartida por la urbe, igual de sucia, exactamente igual de húmeda, y con la misma clientela que las demás, pero dejando a un lado a los alegres habituales ebrios, el ventanal era lo suficientemente amplio como para poder vislumbrar la calle sin ningún problema.
Después de repasar por cuarta vez el lugar con la mirada, descartando a todos los que estaban demasiado borrachos como para dar una respuesta lógica, se acercó a la barra, el camarero tenía que haber visto algo.
Eltrant Tale
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Re: De turismo en Lunargenta [interpretativo - libre]
Elwen siguió corriendo junto aquél joven siguiendo el rastro de sangre, pero no pasó mucho tiempo antes de que ambos se detuvieran. No había rastro de sangre en el suelo. Lo primero en lo que pensó Elwen era que el hombre al que había disparado se había dado cuenta de que su sangre podría delatarlo, y que lo habría evitado de algún modo.
¿Y ahora qué? Elwen miró al cielo, sería muy fácil descubrir a esos tipos si observaba la ciudad desde el aire, pero aquello sería imposible. Estaba completamente segura de que los humanos de aquella ciudad no estaban acostumbrados a ver dragones, así que no sería una buena idea. Por suerte, el joven sugirió algo. Cerca de allí había una taberna y una sastrería, era posible que alguien hubiese visto algo desde el interior de alguno de los locales. Sugirió que Elwen fuera a la sastrería y preguntara allí, mientras él preguntaba por la taberna.
- Está bien- dijo Elwen dirigiéndose hacia la sastrería.
No lo consideraba una mala idea, de hecho habían perdido el rastro y no tenían ni idea de hacia dónde ir, pero Elwen se sentía incómoda, por un lado sentía que perdían tiempo, y por otro lado tampoco es que le hiciese mucha gracia ir preguntando. Para empezar acababa de llegar a una ciudad desconocida para ella y además estaba segura de que sería la única dragona en toda la ciudad. No se sentía con mucha seguridad, pero se sentiría peor si no hiciese nada por ayudar.
Al entrar en la sastrería miró a su alrededor y vio a la dueña del local mostrando algunas telas a una señora mayor, o al menos eso le pareció a Elwen por las canas que presentaba su cabello. Ambas estaban cerca de las ventanas del local ¿habrían visto algo? Sólo había una manera de averiguarlo.
- Disculpad, ¿Puedo preguntarles algo?- preguntó al tiempo que se acercaba a ellas.
- Enseguida estoy contigo, jovencita- le dijo la dueña mientras volvía a hablarle a su clienta sobre la tela.
- No vengo a comprar nada. Sólo quería saber si vieron a dos tipos correr por la calle con un niño.
- No, yo no vi nada- dijo la dueña.
- Ni yo- se apresuro decir la otra mujer.
Después volvieron a hablar entre ellas sobre la tela, dejando de lado a Elwen. Ni siquiera mostraron la más mínima preocupación por lo que pasaba. Si no hubiese conocido a Alanna se preguntaría si todos los humanos son así. Salió de la sastrería frustrada, no le valdría la pena insistir allí, no había nadie más a quién preguntar.
Se detuvo frente a la taberna y esperó a que el joven, del que todavía no sabía el nombre, se presentara. Tal vez él haya tenido mejor suerte.
¿Y ahora qué? Elwen miró al cielo, sería muy fácil descubrir a esos tipos si observaba la ciudad desde el aire, pero aquello sería imposible. Estaba completamente segura de que los humanos de aquella ciudad no estaban acostumbrados a ver dragones, así que no sería una buena idea. Por suerte, el joven sugirió algo. Cerca de allí había una taberna y una sastrería, era posible que alguien hubiese visto algo desde el interior de alguno de los locales. Sugirió que Elwen fuera a la sastrería y preguntara allí, mientras él preguntaba por la taberna.
- Está bien- dijo Elwen dirigiéndose hacia la sastrería.
No lo consideraba una mala idea, de hecho habían perdido el rastro y no tenían ni idea de hacia dónde ir, pero Elwen se sentía incómoda, por un lado sentía que perdían tiempo, y por otro lado tampoco es que le hiciese mucha gracia ir preguntando. Para empezar acababa de llegar a una ciudad desconocida para ella y además estaba segura de que sería la única dragona en toda la ciudad. No se sentía con mucha seguridad, pero se sentiría peor si no hiciese nada por ayudar.
Al entrar en la sastrería miró a su alrededor y vio a la dueña del local mostrando algunas telas a una señora mayor, o al menos eso le pareció a Elwen por las canas que presentaba su cabello. Ambas estaban cerca de las ventanas del local ¿habrían visto algo? Sólo había una manera de averiguarlo.
- Disculpad, ¿Puedo preguntarles algo?- preguntó al tiempo que se acercaba a ellas.
- Enseguida estoy contigo, jovencita- le dijo la dueña mientras volvía a hablarle a su clienta sobre la tela.
- No vengo a comprar nada. Sólo quería saber si vieron a dos tipos correr por la calle con un niño.
- No, yo no vi nada- dijo la dueña.
- Ni yo- se apresuro decir la otra mujer.
Después volvieron a hablar entre ellas sobre la tela, dejando de lado a Elwen. Ni siquiera mostraron la más mínima preocupación por lo que pasaba. Si no hubiese conocido a Alanna se preguntaría si todos los humanos son así. Salió de la sastrería frustrada, no le valdría la pena insistir allí, no había nadie más a quién preguntar.
Se detuvo frente a la taberna y esperó a que el joven, del que todavía no sabía el nombre, se presentara. Tal vez él haya tenido mejor suerte.
Elwen
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