Caído del cielo.[Interpretativo][Privado/Karralyn Fjelstad]
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Re: Caído del cielo.[Interpretativo][Privado/Karralyn Fjelstad]
— Estoy bien. Karalynn es mi nombre —respondió ella, girándose y esbozando una leve sonrisa—. Es normal… Con todo esto no hemos tenido ninguna oportunidad de mantener una conversación normal —rió levemente. Luego dirigió su mirada hacia la gente que observaba con espanto todavía las estructuras negruzcas y calcinadas, y aquellas que todavía estaban prendidas en llamas. De pronto su rostro se mostró mucho más serio, cambiando contrastadamente su expresión—. Estas personas agradecerán nuestra ayuda. También el burro que has salvado. Dame un segundo, tengo que hablar con mi jefe.
Se alejó de Dalorian, y buscó al jefe de leñadores, que todavía estaba con la pequeña muchacha. Cuando Karalynn lo observó, sintió un ápice de ternura hacia la situación. Él la había girado; estaban sentados juntos en la hierba dando la espalda al fuego y al sin duda escalofriante entorno que había dejado a su paso el dragón. Y le estaba contando historias. Historias de lugares fantásticos, hermosos, donde no sucedían esa clase de cosas. Y aunque la niña se mostraba completamente triste, parecía estar comenzando a tranquilizarse. Karalynn no pudo evitar esbozar una sonrisa. Se agachó justo al lado de ellos, y dirigió su mirada hacia el gran leñador.
— Podríamos llevarlos a la Casa de Leñadores. Tenemos muchas habitaciones vacías que podrían utilizar —le comentó Karalynn al jefe de leñadores, y casi sonó a petición.
— Claro Karalynn —dijo él, mientras la miraba con una sonrisa—. Pensaba hacer eso. No te preocupes.
Ella se sintió complacida. Y miró a la niña. Su tez era suave, era una muchacha preciosa. Paseó su dedo índice acariciando el rostro de la niña.
— Estaremos bien —dijo.
Luego se puso en pie y marchó nuevamente hacia Dalorian, que parecía estar preocupado; Al menos lo notó preocupado. Y lo comprendía, pues en cualquier momento la criatura podía presentarse nuevamente.
— No podemos dejar a esta gente circulando por esta zona, podría volver en cualquier momento —le dijo Karalynn—. Los conduciremos a la Casa de Leñadores para que puedan descansar y tener todo lo que necesiten, y cuando notemos la presencia del dragón, iremos a por él.
Se alejó de Dalorian, y buscó al jefe de leñadores, que todavía estaba con la pequeña muchacha. Cuando Karalynn lo observó, sintió un ápice de ternura hacia la situación. Él la había girado; estaban sentados juntos en la hierba dando la espalda al fuego y al sin duda escalofriante entorno que había dejado a su paso el dragón. Y le estaba contando historias. Historias de lugares fantásticos, hermosos, donde no sucedían esa clase de cosas. Y aunque la niña se mostraba completamente triste, parecía estar comenzando a tranquilizarse. Karalynn no pudo evitar esbozar una sonrisa. Se agachó justo al lado de ellos, y dirigió su mirada hacia el gran leñador.
— Podríamos llevarlos a la Casa de Leñadores. Tenemos muchas habitaciones vacías que podrían utilizar —le comentó Karalynn al jefe de leñadores, y casi sonó a petición.
— Claro Karalynn —dijo él, mientras la miraba con una sonrisa—. Pensaba hacer eso. No te preocupes.
Ella se sintió complacida. Y miró a la niña. Su tez era suave, era una muchacha preciosa. Paseó su dedo índice acariciando el rostro de la niña.
— Estaremos bien —dijo.
Luego se puso en pie y marchó nuevamente hacia Dalorian, que parecía estar preocupado; Al menos lo notó preocupado. Y lo comprendía, pues en cualquier momento la criatura podía presentarse nuevamente.
— No podemos dejar a esta gente circulando por esta zona, podría volver en cualquier momento —le dijo Karalynn—. Los conduciremos a la Casa de Leñadores para que puedan descansar y tener todo lo que necesiten, y cuando notemos la presencia del dragón, iremos a por él.
Karalynn Fjelstad
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Re: Caído del cielo.[Interpretativo][Privado/Karralyn Fjelstad]
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"Karalynn" pensó Dal' para poder memorizarlo bien, las sonrisas de ella le otorgaban calma, ella se dirigió ante su jefe y ante esto Dal' fue donde los demás que estaban cerca, había una joven y un senil, mirando hacía el alrededor gritando en pos de búsqueda,— Durn —decía el señor— !Tío, Durn! — Decía la joven, Dalorian recordó el cuerpo calcinado en los pastizales y sintió un escalofrío en su cuello, preguntó,— ¿Cuantos eran ustedes? —,— Cinco —respondió por el la joven,— Mi madré fue a a buscar al hermano de mi padre, mi padre esta en Vulwulfar vendiendo parte de la cosecha —puso la voz temblorosa— no se va a creer esto.
Llego la mujer que pareciera estaba buscando al señor, claramente no lo encontró, debía estar bajo los campos negros de trigo quemado,— Señora, lo vi en los campos, esa persona ya esta con los Æsir descansando —todos sus familiares le miraban con mucha tristeza, Dal' continuó— no quiero que lo vean, ya saben que pasó. —,la joven rompió en llanto y el senil la consolaba abrazándola muy triste, la mujer mas adulta miro a la niñita, no la había visto, dijo — Ahí esta mi niña —y fue trotando a verla, ante esto Dal' miró hacía allá y estaba el jefe, Karalynn agachada sonriendo y la niñita poniendo atención, esta vez mas alegre.
— Tenemos que irnos de aquí —dijo Dal' al abuelo con la joven.
Karalynn se acerca a Dalo' y le dice que los llevarán al aserradero, Dalorian mira a Karalynn y asiente con su cabeza, luego mira a los inocentes y les dice— ¿Puede caminar señor?, le ayudaré, nos vamos a un mejor lugar —le levanto, puso su brazo encima de su cuello y se prepararon para caminar. —Gracias hijo —dice el abuelo agotado.
"Karalynn" pensó Dal' para poder memorizarlo bien, las sonrisas de ella le otorgaban calma, ella se dirigió ante su jefe y ante esto Dal' fue donde los demás que estaban cerca, había una joven y un senil, mirando hacía el alrededor gritando en pos de búsqueda,— Durn —decía el señor— !Tío, Durn! — Decía la joven, Dalorian recordó el cuerpo calcinado en los pastizales y sintió un escalofrío en su cuello, preguntó,— ¿Cuantos eran ustedes? —,— Cinco —respondió por el la joven,— Mi madré fue a a buscar al hermano de mi padre, mi padre esta en Vulwulfar vendiendo parte de la cosecha —puso la voz temblorosa— no se va a creer esto.
Llego la mujer que pareciera estaba buscando al señor, claramente no lo encontró, debía estar bajo los campos negros de trigo quemado,— Señora, lo vi en los campos, esa persona ya esta con los Æsir descansando —todos sus familiares le miraban con mucha tristeza, Dal' continuó— no quiero que lo vean, ya saben que pasó. —,la joven rompió en llanto y el senil la consolaba abrazándola muy triste, la mujer mas adulta miro a la niñita, no la había visto, dijo — Ahí esta mi niña —y fue trotando a verla, ante esto Dal' miró hacía allá y estaba el jefe, Karalynn agachada sonriendo y la niñita poniendo atención, esta vez mas alegre.
— Tenemos que irnos de aquí —dijo Dal' al abuelo con la joven.
Karalynn se acerca a Dalo' y le dice que los llevarán al aserradero, Dalorian mira a Karalynn y asiente con su cabeza, luego mira a los inocentes y les dice— ¿Puede caminar señor?, le ayudaré, nos vamos a un mejor lugar —le levanto, puso su brazo encima de su cuello y se prepararon para caminar. —Gracias hijo —dice el abuelo agotado.
Dalorian
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Re: Caído del cielo.[Interpretativo][Privado/Karralyn Fjelstad]
El paso hacia la Casa de Leñadores fue lento, debido a que muchos de los que marchaban no estaban totalmente recuperados, con algunas heridas, magulladas y alguno que otro, únicamente se veía rezagado por la impresión que todavía conservaban en sus mentes por lo sucedido. Karalynn tomó de la mano a una niña que marchaba sola. La había visto momentos antes buscando con la mirada a alguien conocido, y cuando encontró a su padre, éste se encontraba tan perdido en la tristeza que no le había prestado atención: Su mujer había cedido ante las llamas. Sin embargo tanto la niña como Karalynn estaban muy calladas. La niña no quería hablar, ella lo sabía, así que no trataría de calmarla de ningún modo si ésta no hacía un ademán de necesitarlo.
Al cabo de algunos minutos, llegaron finalmente hasta la Casa de Leñadores. El jefe de leñadores dio instrucciones a los leñadores que había en el lugar, para que atendieran a las gentes y los posicionaran en las habitaciones correspondiente. Fue una labor de aproximadamente tres minutos; todos en seguida estaban a salvo, en un lugar mullido y cómodo, con alimentos frente a ellos por si los requerían.
— ¿Qué sucede? ¿Qué ha pasado? Hemos oído los ruidos —preguntó nervioso uno de los leñadores. Un hombre algo más bajo que el jefe , pero igual de voluminoso.
— Un dragón —contestó el Jefe de Leñadores.
— ¿Tan cerca de Lunargenta? —preguntó el otro, abriendo un poco más los ojos de la sorpresa—. ¿Se ha marchado ya?
El Jefe de Leñadores alejó a sus leñadores de la gente, que ya reposaba en las habitaciones y trataban, como podían, de mantener la tranquilidad. Los apartó para no preocupar más a las víctimas, y explicó a los leñadores qué era lo que debían hacer. Mientras, Karalynn había acompañado a la niña a una de las habitaciones, dejándola junto con su padre y una anciana muy amable que ofreció ocuparse de ella mientras tanto. Cuando salió de la habitación donde había dejado a la niña, se dirigió hacia el grupo de leñadores y su Jefe.
— Nada más veamos u oigamos un indicio del dragón, iremos a por él entonces —comentaba finalmente uno de los leñadores—. Lo aplastaremos.
Al cabo de algunos minutos, llegaron finalmente hasta la Casa de Leñadores. El jefe de leñadores dio instrucciones a los leñadores que había en el lugar, para que atendieran a las gentes y los posicionaran en las habitaciones correspondiente. Fue una labor de aproximadamente tres minutos; todos en seguida estaban a salvo, en un lugar mullido y cómodo, con alimentos frente a ellos por si los requerían.
— ¿Qué sucede? ¿Qué ha pasado? Hemos oído los ruidos —preguntó nervioso uno de los leñadores. Un hombre algo más bajo que el jefe , pero igual de voluminoso.
— Un dragón —contestó el Jefe de Leñadores.
— ¿Tan cerca de Lunargenta? —preguntó el otro, abriendo un poco más los ojos de la sorpresa—. ¿Se ha marchado ya?
El Jefe de Leñadores alejó a sus leñadores de la gente, que ya reposaba en las habitaciones y trataban, como podían, de mantener la tranquilidad. Los apartó para no preocupar más a las víctimas, y explicó a los leñadores qué era lo que debían hacer. Mientras, Karalynn había acompañado a la niña a una de las habitaciones, dejándola junto con su padre y una anciana muy amable que ofreció ocuparse de ella mientras tanto. Cuando salió de la habitación donde había dejado a la niña, se dirigió hacia el grupo de leñadores y su Jefe.
— Nada más veamos u oigamos un indicio del dragón, iremos a por él entonces —comentaba finalmente uno de los leñadores—. Lo aplastaremos.
Karalynn Fjelstad
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Re: Caído del cielo.[Interpretativo][Privado/Karralyn Fjelstad]
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Dando paso... sobre las cenizas que algún día fueron cosecha, Dal' cargaba al senil que agotado estaba luego de todo lo ocurrido, preocupado de no pasar cerca del lugar donde se hallaban los restos del difunto. Karalynn iba de la mano con una niñita, era una imagen tan tierna y a la vez, tan desoladora, Dal' miraba a Karalynn, su expresión, el veía determinación, intuía que ella estaba pensando en hacer pagar al dragón, algo que todos los dispuestos a luchar seguro estaban pensando.
Todos callados en momentos, mirando el desastre, donde pisaban y el horizonte donde estaba el aserradero, su esperanza. En un instante parecía para Dalorian que todos juntos, eran una familia, "Estas cosas al menos reúnen a la gente y estrechan los lazos, afortunado de conocer a gente buena de corazón, eso es lo bueno".
— Hijo —,decía al senil a Dalorian mirando el suelo gris que se desplazaba con el viento,— el hombre que viste solo tu, no era hijo mío, pero era como si lo fuese...
— Taaaaantos años...me duele,— *suspira* — en el alma. dice luego tapándose los ojos con sus manos desgastadas por el trabajo duro en la tierra y que tiritaban por la vejes, la pena que le causaba esa perdida. — Era un hombre sano, lleno de vida, soltero, es lo que mas me duele. Lo veía con una familia propia...dioses, por que se lo han llevado.—
Dal' lo mira a su costado y le dice — Seguro debe estar brindando, y obteniendo lo que sembró a base de esfuerzo, cosas buenas, eso no lo dudo maestro —,(como Dal' decía a todos los hombres de edad, maestro, en pos de ser unos experimentados de la vida).
Se hacía de noche, y comenzaba a bajar la temperatura, la demás gente conversaba y se daba ánimos, que iban a salir de ese problema y algo de una reconstrucción, seguro pensaban en comenzar de nuevo, no rendirse nunca, esa era la verdadera actitud de la gente honrada.
Al llegar al aserradero, algunos comieron, los mas pequeños los llevaron directo a las habitaciones a descansar.
—Bien señor, descanse, pronto estará todo mejor — Decía Dal' al abuelo mientras este se tapaba abrigándose en una de las camas del sitió donde Dal' había despertado hace unas horas, dejó el estandarte y el libro en el cofre donde se habían depositado durante su estado de inconsciencia.
Al bajar las escaleras, habían varios leñadores reunidos, curiosos a la espera de respuestas. Cuando su jefe les explicó la situación se alejaron del lugar donde estaban los afectados y empezaron a organizarse, algunos fueron a buscar sus armas, todo lo que pudiese servir para darle cara al desquiciado.
Dal' al escuchar las ultimas palabras que dijo el jefe a sus compañeros, recordó un consejo de su padrastro, "si vez un dragón ya en pleno vuelo, escóndete, huye, no podrás con el, ni con flechas comunes podrás atravesar sus escamas, no bajara a dejar que le golpees y volara sin cansarse hasta acabar contigo, si vas a matar un dragón, hazlo cuando este descansando, enseguida, sino asegura un golpe en las alas que lo deje tan herido que no pueda volar bien o mucho tiempo, e allí cuando podrás aniquilarlo, yo vi cuando un dragón casi nos mata a todos, yo era joven y no pudimos cazarlo, tuve que esconderme hasta que se fuera, ese es el consejo que me dieron, ahora te lo doy a ti".
— Debemos ir por el, puede irse y arrasar otra granja, o puede volver y ya saben, sus escamas eran duras, aun recuerdo como lo golpeaba con mi escudo con las puntas, y casi nada le hacía, sería muy difícil matarlo con flechas, es muy ágil, vi lo rápido que voló hacía una colina cercana, debe estar ahí, tenemos que matarlo ahora, por toda esta gente. — Dijo el guerrero apuntando en la dirección que se encontraban las habitaciones.
En eso luego de decirle su opinión al jefe, se pusieron todos a pensar y a hablar entre ellos, Dal' se dirigió hasta Karalynn y le dijo en tono empatico y preocupado — Fuiste con nosotros, eres valiente, seguro iras con nosotros ahora y te apoyo, pero podemos morir en un pestañeo, no se si este escudo servirá en caso de que el dragón ataque, pero es lo único que tengo, tus compañeros la mayoría van sin uno o con broqueles de madera, si te quedas cerca haré lo posible por que sobrevivamos.
Dando paso... sobre las cenizas que algún día fueron cosecha, Dal' cargaba al senil que agotado estaba luego de todo lo ocurrido, preocupado de no pasar cerca del lugar donde se hallaban los restos del difunto. Karalynn iba de la mano con una niñita, era una imagen tan tierna y a la vez, tan desoladora, Dal' miraba a Karalynn, su expresión, el veía determinación, intuía que ella estaba pensando en hacer pagar al dragón, algo que todos los dispuestos a luchar seguro estaban pensando.
Todos callados en momentos, mirando el desastre, donde pisaban y el horizonte donde estaba el aserradero, su esperanza. En un instante parecía para Dalorian que todos juntos, eran una familia, "Estas cosas al menos reúnen a la gente y estrechan los lazos, afortunado de conocer a gente buena de corazón, eso es lo bueno".
— Hijo —,decía al senil a Dalorian mirando el suelo gris que se desplazaba con el viento,— el hombre que viste solo tu, no era hijo mío, pero era como si lo fuese...
— Taaaaantos años...me duele,— *suspira* — en el alma. dice luego tapándose los ojos con sus manos desgastadas por el trabajo duro en la tierra y que tiritaban por la vejes, la pena que le causaba esa perdida. — Era un hombre sano, lleno de vida, soltero, es lo que mas me duele. Lo veía con una familia propia...dioses, por que se lo han llevado.—
Dal' lo mira a su costado y le dice — Seguro debe estar brindando, y obteniendo lo que sembró a base de esfuerzo, cosas buenas, eso no lo dudo maestro —,(como Dal' decía a todos los hombres de edad, maestro, en pos de ser unos experimentados de la vida).
Se hacía de noche, y comenzaba a bajar la temperatura, la demás gente conversaba y se daba ánimos, que iban a salir de ese problema y algo de una reconstrucción, seguro pensaban en comenzar de nuevo, no rendirse nunca, esa era la verdadera actitud de la gente honrada.
Al llegar al aserradero, algunos comieron, los mas pequeños los llevaron directo a las habitaciones a descansar.
—Bien señor, descanse, pronto estará todo mejor — Decía Dal' al abuelo mientras este se tapaba abrigándose en una de las camas del sitió donde Dal' había despertado hace unas horas, dejó el estandarte y el libro en el cofre donde se habían depositado durante su estado de inconsciencia.
Al bajar las escaleras, habían varios leñadores reunidos, curiosos a la espera de respuestas. Cuando su jefe les explicó la situación se alejaron del lugar donde estaban los afectados y empezaron a organizarse, algunos fueron a buscar sus armas, todo lo que pudiese servir para darle cara al desquiciado.
Dal' al escuchar las ultimas palabras que dijo el jefe a sus compañeros, recordó un consejo de su padrastro, "si vez un dragón ya en pleno vuelo, escóndete, huye, no podrás con el, ni con flechas comunes podrás atravesar sus escamas, no bajara a dejar que le golpees y volara sin cansarse hasta acabar contigo, si vas a matar un dragón, hazlo cuando este descansando, enseguida, sino asegura un golpe en las alas que lo deje tan herido que no pueda volar bien o mucho tiempo, e allí cuando podrás aniquilarlo, yo vi cuando un dragón casi nos mata a todos, yo era joven y no pudimos cazarlo, tuve que esconderme hasta que se fuera, ese es el consejo que me dieron, ahora te lo doy a ti".
— Debemos ir por el, puede irse y arrasar otra granja, o puede volver y ya saben, sus escamas eran duras, aun recuerdo como lo golpeaba con mi escudo con las puntas, y casi nada le hacía, sería muy difícil matarlo con flechas, es muy ágil, vi lo rápido que voló hacía una colina cercana, debe estar ahí, tenemos que matarlo ahora, por toda esta gente. — Dijo el guerrero apuntando en la dirección que se encontraban las habitaciones.
En eso luego de decirle su opinión al jefe, se pusieron todos a pensar y a hablar entre ellos, Dal' se dirigió hasta Karalynn y le dijo en tono empatico y preocupado — Fuiste con nosotros, eres valiente, seguro iras con nosotros ahora y te apoyo, pero podemos morir en un pestañeo, no se si este escudo servirá en caso de que el dragón ataque, pero es lo único que tengo, tus compañeros la mayoría van sin uno o con broqueles de madera, si te quedas cerca haré lo posible por que sobrevivamos.
Dalorian
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Re: Caído del cielo.[Interpretativo][Privado/Karralyn Fjelstad]
Tras que Dalorian se acercara al jefe de leñadores y le ofreciera un consejo, una recomendación en relación al dragón, se formo un notable murmullo entre los leñadores. Estaban debatiendo la forma mas apropiada de ir a por el dragón , la forma mas apropiada para no perecer en el intento de vengar ser contra la criatura. Luego Dalorian se acerco a Karalynn y le ofreció unas palabras. Le aseguro que , en el caso de que se hallara cerca de el, trataría de hacer todo lo que estuviera en su mano para sobrevivir. Ella agradeció sus palabras con una leve sonrisa, que apenas duro un instante.
— Si… ellos no tienen grandes protecciones. Pero por fortuna poseen hachas, que por la costumbre del leñador, están completamente afiladas —comento ella—. Son mejores incluso que una espada descuidada.
Ella se alejo un par de pasos y tomo dos hachas que reposaban sobre la pared de madera de la estancia. Las colgó del cinto que rodeaba su cintura y volvió a acercarse a Dalorian. Los leñadores todavía estaban discutiendo sobre que harían, sobre a donde podrían ir.
— Debemos tener gran cuidado. Si avistamos al dragón volando pro los cielos, nos esconderemos, a menos que se dirija al aserradero, en cuyo caso vendremos y lucharemos hasta que los dioses dejen de protegernos —anuncio el jefe de leñadores—. Pero no puede tomarnos por sorpresa, no puede atacarnos desde su comodidad.
Aunque Karalynn esperaba un grito de guerra, un grito de entusiasmo, no escucho mas que el llanto de un bebe en alguna de las habitaciones que habían sido ocupadas por los que habían sufrido perjuicio en la granja. Los leñadores permanecían bastante silenciosos. Tal vez con temor, tal vez porque no eran capaces de tomarse aquello con tanta seguridad como otras tantas cosas. Pero de lo que si que estaba segura ella, era de que iban a luchar. En su mayoría eran hombres raudos, gente noble que trabajaba duro y en el caso de que su pueblo necesitara ayuda, habría actuado sin dudarlo.
— Yo me marcho —dijo uno de los leñadores, sin embargo. Karalynn conocía al rubio, era hijo de un noble que lo había desheredado. Sin un lugar a donde ir, había pedido un trabajo en la casa de leñadores y había permanecido allí cerca de dos años—. No pienso formar parte de este suicidio.
— No te molestes en regresar —dijo con gran sequedad el jefe de leñadores, y un aire muy claro de desprecio—. Ni se te ocurra regresar —recalco.
También Karalynn lo observo con un desprecio inimaginable, y el resto de los leñadores se quedaron mirándolo, mientras comentaban en algunos murmullos, y muchos de ellos dejaban escapar risas burlonas. El rubio se marcho de la casa de leñadores cabizbajo, y a paso ligero, comenzaba a sentirse incomodo.
— Si… ellos no tienen grandes protecciones. Pero por fortuna poseen hachas, que por la costumbre del leñador, están completamente afiladas —comento ella—. Son mejores incluso que una espada descuidada.
Ella se alejo un par de pasos y tomo dos hachas que reposaban sobre la pared de madera de la estancia. Las colgó del cinto que rodeaba su cintura y volvió a acercarse a Dalorian. Los leñadores todavía estaban discutiendo sobre que harían, sobre a donde podrían ir.
— Debemos tener gran cuidado. Si avistamos al dragón volando pro los cielos, nos esconderemos, a menos que se dirija al aserradero, en cuyo caso vendremos y lucharemos hasta que los dioses dejen de protegernos —anuncio el jefe de leñadores—. Pero no puede tomarnos por sorpresa, no puede atacarnos desde su comodidad.
Aunque Karalynn esperaba un grito de guerra, un grito de entusiasmo, no escucho mas que el llanto de un bebe en alguna de las habitaciones que habían sido ocupadas por los que habían sufrido perjuicio en la granja. Los leñadores permanecían bastante silenciosos. Tal vez con temor, tal vez porque no eran capaces de tomarse aquello con tanta seguridad como otras tantas cosas. Pero de lo que si que estaba segura ella, era de que iban a luchar. En su mayoría eran hombres raudos, gente noble que trabajaba duro y en el caso de que su pueblo necesitara ayuda, habría actuado sin dudarlo.
— Yo me marcho —dijo uno de los leñadores, sin embargo. Karalynn conocía al rubio, era hijo de un noble que lo había desheredado. Sin un lugar a donde ir, había pedido un trabajo en la casa de leñadores y había permanecido allí cerca de dos años—. No pienso formar parte de este suicidio.
— No te molestes en regresar —dijo con gran sequedad el jefe de leñadores, y un aire muy claro de desprecio—. Ni se te ocurra regresar —recalco.
También Karalynn lo observo con un desprecio inimaginable, y el resto de los leñadores se quedaron mirándolo, mientras comentaban en algunos murmullos, y muchos de ellos dejaban escapar risas burlonas. El rubio se marcho de la casa de leñadores cabizbajo, y a paso ligero, comenzaba a sentirse incomodo.
Karalynn Fjelstad
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Re: Caído del cielo.[Interpretativo][Privado/Karralyn Fjelstad]
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Dal' miro a Karalynn asintiendo, comprendiéndola, tenía unas hachas afiladas en perfecto estado, el guerrero no dudaba de la fuerza y el gran daño que le podían hacer estos leñadores al dragón, pero si este llegaba a tocarles, de la forma que sea, les saldría caro y eso le preocupaba.
Recordó que nunca había afilado su espada vehemencia, no lo había necesitado, pero esta vez creía que el dragón era como luchar contra un muro, así que debía hacerlo.
En eso el Jefe dirigió unas palabras a sus compañeros, los leñadores eran grandes y seguramente podrían contra un ejercito de hombres de Roilkat o Vulwulfar, pero un dragón era una imprevisto ajeno a ellos, todos, callados.
Uno de entre ellos se retiro del lugar, era un cobarde, un desertor del grupo de trabajadores, nadie dudaba su motivo, pero cuando las cosas se deben hacer, se hacen, todos los que quedaron saben que en la vida hay que ser consecuente, sino te ataca la conciencia, la culpa y el arrepentimiento... y ante el miedo, el coraje prevalece.
Si nada de eso le importaba al que huía del lugar, la humillación y el marchitar de su renombre lo perseguirían en las memorias de estos hombres. Mientras los leñadores que ahora pasarían a una faceta guerrera se burlaban del endeble mental, Dalorian se aproximo a uno de ellos diciéndole en voz baja para no interrumpir al jefe, — Necesito afilar mi espada, ¿Tienen una herramienta para hacerlo? —, — Si, el culo del que se fue... —los dos se miraron seriamente, aunque la broma había sido buena no estaba el ambiente para reirse — claro ven, la dejaré como nueva. — Dal' miro a los demás, a Karalynn haciéndole una señal con su mano para que le siguiera, el sentía que si ella le veía salir calladamente se incomodaría, quería manentenerla cerca, tranquila y segura. Tomaron unas velas que habían en una mesa y salieron por la parte de atrás a un patio donde tenían una piedra de afilar.
Estaba muy oscuro afuera del recinto, situaron las velas cerca de la piedra para afilar y el tipo al sentarse le dijo, — Bien, veamos tu arma. — Dalo' desenfundo a vehemencia y se la entregó, el leñador la miró bien examinándola, y dijo— No se de donde la sacaste pero esta buena, aunque una afilada extra no vendrá mal.
Dal' miro a Karalynn asintiendo, comprendiéndola, tenía unas hachas afiladas en perfecto estado, el guerrero no dudaba de la fuerza y el gran daño que le podían hacer estos leñadores al dragón, pero si este llegaba a tocarles, de la forma que sea, les saldría caro y eso le preocupaba.
Recordó que nunca había afilado su espada vehemencia, no lo había necesitado, pero esta vez creía que el dragón era como luchar contra un muro, así que debía hacerlo.
En eso el Jefe dirigió unas palabras a sus compañeros, los leñadores eran grandes y seguramente podrían contra un ejercito de hombres de Roilkat o Vulwulfar, pero un dragón era una imprevisto ajeno a ellos, todos, callados.
Uno de entre ellos se retiro del lugar, era un cobarde, un desertor del grupo de trabajadores, nadie dudaba su motivo, pero cuando las cosas se deben hacer, se hacen, todos los que quedaron saben que en la vida hay que ser consecuente, sino te ataca la conciencia, la culpa y el arrepentimiento... y ante el miedo, el coraje prevalece.
Si nada de eso le importaba al que huía del lugar, la humillación y el marchitar de su renombre lo perseguirían en las memorias de estos hombres. Mientras los leñadores que ahora pasarían a una faceta guerrera se burlaban del endeble mental, Dalorian se aproximo a uno de ellos diciéndole en voz baja para no interrumpir al jefe, — Necesito afilar mi espada, ¿Tienen una herramienta para hacerlo? —, — Si, el culo del que se fue... —los dos se miraron seriamente, aunque la broma había sido buena no estaba el ambiente para reirse — claro ven, la dejaré como nueva. — Dal' miro a los demás, a Karalynn haciéndole una señal con su mano para que le siguiera, el sentía que si ella le veía salir calladamente se incomodaría, quería manentenerla cerca, tranquila y segura. Tomaron unas velas que habían en una mesa y salieron por la parte de atrás a un patio donde tenían una piedra de afilar.
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Estaba muy oscuro afuera del recinto, situaron las velas cerca de la piedra para afilar y el tipo al sentarse le dijo, — Bien, veamos tu arma. — Dalo' desenfundo a vehemencia y se la entregó, el leñador la miró bien examinándola, y dijo— No se de donde la sacaste pero esta buena, aunque una afilada extra no vendrá mal.
Dalorian
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Re: Caído del cielo.[Interpretativo][Privado/Karralyn Fjelstad]
Mientras la espada de Dalorian estaba siendo afilada por el Jefe de Leñadores, Karalynn observó con detenimiento la momentánea mirada perdida de Dalorian.
— ¿Crees que podremos acabar con esa criatura? —le preguntó directamente. Ella no estaba tan segura de que pudieran.
Aun así en ningún momento mostró falta de segur ida, y aquella pregunta sonó como una pregunta que buscaba la sinceridad de Dalorian, qué era lo que pensaba él de todo aquello. Ella lucharía sin dudarlo un solo instante, hasta conseguir vencer, o morir en el intento. Era una persona que no había marchado de su hogar para encerrarse en el temor y que éste limitara sus posibilidades. Se había marchado para abrirse al mundo, ser alguien más fuerte y conseguir todo aquello que se propusiera. Aquella era para ella una situación que probaría la veracidad de sus intenciones.
— Nunca has tenido que enfrentarte a algo así, ¿eh Karalynn? —preguntó el Jefe de Leñadores, con una sonrisa, sin quitar la vista de la espada de Dalorian—. No te preocupes. Confío en tu fuerza. Darás todo de ti, de eso estoy segura.
— Pero eso no es lo que yo pregunté… —respondió ella.
Y volvió nuevamente la vista hacia Dalorian. Ella quería tomar la esperanza de alguien más. Ella tenía la suya propia, pero necesitaba la convicción de alguien más, que alguien le dijera que sí, que iban a ganar, que iban a sepultar aquella criatura y que no la volverían a ver danzando por los alrededores haciendo peligrar la vida de los civiles de Lunargenta.
— ¿Crees que podremos acabar con esa criatura? —le preguntó directamente. Ella no estaba tan segura de que pudieran.
Aun así en ningún momento mostró falta de segur ida, y aquella pregunta sonó como una pregunta que buscaba la sinceridad de Dalorian, qué era lo que pensaba él de todo aquello. Ella lucharía sin dudarlo un solo instante, hasta conseguir vencer, o morir en el intento. Era una persona que no había marchado de su hogar para encerrarse en el temor y que éste limitara sus posibilidades. Se había marchado para abrirse al mundo, ser alguien más fuerte y conseguir todo aquello que se propusiera. Aquella era para ella una situación que probaría la veracidad de sus intenciones.
— Nunca has tenido que enfrentarte a algo así, ¿eh Karalynn? —preguntó el Jefe de Leñadores, con una sonrisa, sin quitar la vista de la espada de Dalorian—. No te preocupes. Confío en tu fuerza. Darás todo de ti, de eso estoy segura.
— Pero eso no es lo que yo pregunté… —respondió ella.
Y volvió nuevamente la vista hacia Dalorian. Ella quería tomar la esperanza de alguien más. Ella tenía la suya propia, pero necesitaba la convicción de alguien más, que alguien le dijera que sí, que iban a ganar, que iban a sepultar aquella criatura y que no la volverían a ver danzando por los alrededores haciendo peligrar la vida de los civiles de Lunargenta.
Karalynn Fjelstad
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Dalorian miraba el filo, el reflejo de las llamas de la vela en el metal reluciente de su espada, había resistido varios combates, sin duda era un regalo que sus padres ausentes le otorgaron con mucho esfuerzo.
Esas llamas le recordaban la situación hace unos minutos, escapando del fuego, hace unas horas viendo al loco acabar con todo, y en el amanecer...casi perder la vida.
Karalynn siguió a Dal' y salió luego de aquella puerta, se situó junto a los dos y le hizo una pregunta, Dal' retorno de sus memorias, volvió a la realidad y le dijo,— Si, lo podemos matar y lo acabaremos, te lo juro.
— Si no pudiéramos, les diría que marchasen al sur para salvarse, no me harían caso, esta es su tierra y van a defenderla hasta la muerte, y están en lo correcto, pero esta vez tenemos la ventaja, ojala no nos cueste vidas asesinarlo.— Luego se dio ánimos, se tenía que motivar a si mismo y a su alrededor, miro a Kara' con convicción y positivismo— Seh,terminemos con ese malnacido, vamos a luchar. *sonríe*.
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— ¡Seeeh!, jejeh, vamos a degollarlo. —dijo el leñador motivado luego de escuchar las palabras de Dal', estaba contento y le tenía lista la espada— Ten compañero de armas, tu eres Dalorian ¿no? el jefe hablo de ti recién cuando no estabas, si no te moriste cayendo del cielo, podrás montar a ese bastardo y ponerle riendas jajah. — Dal' sonrió y cogió su espada, la empuño con fuerza y la choco dos veces con su escudo, dando energía, mirando a los dos, a el y a ella, que ahora estaban mentalizados para pelear contra quien sea.
Enfundo su espada con cuidado y el otro hombre pregunto—¿Estamos listos? no nos esperara toda la noche— , —A por el — dijo Dal' e ingresaron nuevamente al lugar, se miraron entre todos, Dalorian miro al jefe y asintió con su cabeza, este entendió el mensaje y salió por la puerta principal junto a todos los leñadores, uno se despidió de una mujer abrazándola muy fuerte y diciéndole que todo iba a salir bien, esta le puso un amuleto en el cuello, y partieron hacía la colina.
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Comenzó el paso la banda de guerra, trotando alertas al cielo, algunos dialogaban susurrando, se internaron en el bosque y todos buscaban la silueta del gigante que lideraba la marcha, su jefe, que se sabía los bosques como las grietas de la palma de su mano, pasaron los minutos y Dal' le decía a la mujer que era lo primero que había visto al abrir sus ojos ese día, Karalynn —Cuando tengas la oportunidad, ataca sus alas, córtalas, eran mas delgadas, y si la fortuna te sonríe, atacale por debajo, mientras volaba su piel la vi de otro color, quizás sea menos resistente.
Los guerreros y leñadores avanzaban como una manada de lobos hambrientos, ansiosos por despedazar al viejo loco, que a pesar de tener una forma humana, ya había perdido su humanidad hace mucho.
Los latidos de sus corazones latían como si se tratase de un tambor de guerra, Dal' estaba allí tenaz como el mas letal de los asesinos, su mirada era fría y penetrante, casi de odio si uno le miraba de frente, frunciendo el ceño en forma permanente, así miraba todo su alrededor.
El bosque entregaba poca visión dentro de su oscuridad, Dal' escuchaba todo lo que le decían sus acompañantes, las cosas que le contaban de camino, era una carrera a matar a la bestia, la ira acumulada en cada persona era descomunal.
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Luego, se comenzaron a agachar todos adelante, Dalorian también lo hizo y los guerreros ralentizaron el paso. El jefe había percibido al dragón, en un lugar amplio de la colina, descansando sobre un borde de risco, hacía unos ruidos extraños y aterradores, como si estuviese roncando.
El grupo se dividió en dos para subir a los costados del dragón, atacarlo al mismo tiempo y exterminarlo, el jefe de los leñadores tomo la subida izquierda con un grupo, Dal' acompaño a otros por la derecha, todos comenzaron a ir mucho mas lento, al subir la cuesta, nadie quería hacer una pizca de ruido, ni un murmullo. Donde estaba la criatura azul había huesos, objetos, espadas, una variedad de cosas, seguramente saqueadas.
Se aproximaban al dragón, estaban a unos metros, cuando Dal' mirando con cuidado por donde pisar, divisa unas marcas extrañas en el suelo, con simbolos, y antes de pisarlas.
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—¡AG!— atras de los que iban con Dal' un grito de un guerrero que se silencia y suena el crujir como si se tratara de una rotura de iceberg, una marca había sido pisada por el leñador y esta emano estacas de hielo salidas del piso dañandolo y cubriéndolo en ellas, hielo, el antaño ser había colocado unas extrañas trampas arcanas.
El dragón despierta, empujando a unos con sus alas y lanza una llamarada que comienza a quemar un leñador, otro hombre le lanza un escudo de madera en la cabeza y desvía su trayectoria, el hombre, vuelto en llamas se lanza pocos metros saltando hacia abajo y desaparece, el dragón comienza a girar y por alguna razón no eleva el vuelo inmediatamente.
Dal' comienza a notar que en el lugar hay muchas marcas en el suelo y grita — ¡NO PISEN LOS DIBUJOS! — y mientras trata de apuñalar al dragón, su escamas reflectan los ataques, tiene que esquivar el giro del dragón, ataca ademas con su cola y trata de morderlos, todos estaban complejos con la situación que se convertía en un infierno, pronto volaría, era matarle o dañarle, de no ser así, desde el cielo dominaría y luego se iría.
Dalorian miraba el filo, el reflejo de las llamas de la vela en el metal reluciente de su espada, había resistido varios combates, sin duda era un regalo que sus padres ausentes le otorgaron con mucho esfuerzo.
Esas llamas le recordaban la situación hace unos minutos, escapando del fuego, hace unas horas viendo al loco acabar con todo, y en el amanecer...casi perder la vida.
Karalynn siguió a Dal' y salió luego de aquella puerta, se situó junto a los dos y le hizo una pregunta, Dal' retorno de sus memorias, volvió a la realidad y le dijo,— Si, lo podemos matar y lo acabaremos, te lo juro.
— Si no pudiéramos, les diría que marchasen al sur para salvarse, no me harían caso, esta es su tierra y van a defenderla hasta la muerte, y están en lo correcto, pero esta vez tenemos la ventaja, ojala no nos cueste vidas asesinarlo.— Luego se dio ánimos, se tenía que motivar a si mismo y a su alrededor, miro a Kara' con convicción y positivismo— Seh,terminemos con ese malnacido, vamos a luchar. *sonríe*.
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— ¡Seeeh!, jejeh, vamos a degollarlo. —dijo el leñador motivado luego de escuchar las palabras de Dal', estaba contento y le tenía lista la espada— Ten compañero de armas, tu eres Dalorian ¿no? el jefe hablo de ti recién cuando no estabas, si no te moriste cayendo del cielo, podrás montar a ese bastardo y ponerle riendas jajah. — Dal' sonrió y cogió su espada, la empuño con fuerza y la choco dos veces con su escudo, dando energía, mirando a los dos, a el y a ella, que ahora estaban mentalizados para pelear contra quien sea.
Enfundo su espada con cuidado y el otro hombre pregunto—¿Estamos listos? no nos esperara toda la noche— , —A por el — dijo Dal' e ingresaron nuevamente al lugar, se miraron entre todos, Dalorian miro al jefe y asintió con su cabeza, este entendió el mensaje y salió por la puerta principal junto a todos los leñadores, uno se despidió de una mujer abrazándola muy fuerte y diciéndole que todo iba a salir bien, esta le puso un amuleto en el cuello, y partieron hacía la colina.
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Los guerreros y leñadores avanzaban como una manada de lobos hambrientos, ansiosos por despedazar al viejo loco, que a pesar de tener una forma humana, ya había perdido su humanidad hace mucho.
Los latidos de sus corazones latían como si se tratase de un tambor de guerra, Dal' estaba allí tenaz como el mas letal de los asesinos, su mirada era fría y penetrante, casi de odio si uno le miraba de frente, frunciendo el ceño en forma permanente, así miraba todo su alrededor.
El bosque entregaba poca visión dentro de su oscuridad, Dal' escuchaba todo lo que le decían sus acompañantes, las cosas que le contaban de camino, era una carrera a matar a la bestia, la ira acumulada en cada persona era descomunal.
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Luego, se comenzaron a agachar todos adelante, Dalorian también lo hizo y los guerreros ralentizaron el paso. El jefe había percibido al dragón, en un lugar amplio de la colina, descansando sobre un borde de risco, hacía unos ruidos extraños y aterradores, como si estuviese roncando.
El grupo se dividió en dos para subir a los costados del dragón, atacarlo al mismo tiempo y exterminarlo, el jefe de los leñadores tomo la subida izquierda con un grupo, Dal' acompaño a otros por la derecha, todos comenzaron a ir mucho mas lento, al subir la cuesta, nadie quería hacer una pizca de ruido, ni un murmullo. Donde estaba la criatura azul había huesos, objetos, espadas, una variedad de cosas, seguramente saqueadas.
Se aproximaban al dragón, estaban a unos metros, cuando Dal' mirando con cuidado por donde pisar, divisa unas marcas extrañas en el suelo, con simbolos, y antes de pisarlas.
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El dragón despierta, empujando a unos con sus alas y lanza una llamarada que comienza a quemar un leñador, otro hombre le lanza un escudo de madera en la cabeza y desvía su trayectoria, el hombre, vuelto en llamas se lanza pocos metros saltando hacia abajo y desaparece, el dragón comienza a girar y por alguna razón no eleva el vuelo inmediatamente.
Dal' comienza a notar que en el lugar hay muchas marcas en el suelo y grita — ¡NO PISEN LOS DIBUJOS! — y mientras trata de apuñalar al dragón, su escamas reflectan los ataques, tiene que esquivar el giro del dragón, ataca ademas con su cola y trata de morderlos, todos estaban complejos con la situación que se convertía en un infierno, pronto volaría, era matarle o dañarle, de no ser así, desde el cielo dominaría y luego se iría.
Dalorian
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Re: Caído del cielo.[Interpretativo][Privado/Karralyn Fjelstad]
Una vez se marcharon, emprendieron una rápida carrera hacia la zona donde creían que estaba el dragón. No sabían muy bien la ubicación exacta, pero tenían los datos suficientes cómo para poder orientarse y caer en su encuentro. Karalynn habia tomado los ánimos que le habia ofrecido Dalorian, y continuó la carrera conversando –entre comillas, pues no era exactamente una conversación apacible- sobre el odio que sentían los demás leñadores por el mal que habia causado aquel loco convertido en dragón, sobre las pacificas e inocentes gentes de las granjas de la proximidad. Gentes que no habían hecho daño alguno a nadie en el pasado, salvo algún que otro perjuicio del que ningún humano se podía salvar en sus vidas. Una vez se hallaron en la relativa proximidad del dragón, lo avistaron descansando en una colina, y sus ronquidos llegaban hasta la superficie baja sobre la que ellos caminaban, retumbando y siendo la frecuencia mas grave la que recorría los corazones de los guerreros, haciendo que estos se estremecieran. La criatura estaba profundamente dormida, eso lo sabían, y debían aprovecharlo a su favor pues en el momento en el que despertara emprendería el vuelo y una vez los atacas se desde las alturas no habría nada que hacer. Aunque Karalynn era buena arquera, no lo eran tanto sus compañeros leñadores, o ella que sabía, Dalorian. Además una vez emprendiera el vuelo estaba casi completamente segura de que caerían por lo menos una o dos personas, habrían víctimas, habia muertes y eso era algo que debían evitar a toda costa. Karalynn empuñaba el hacha con firmeza, y aunque no poseía un escudo tal y como si lo tenía Dalorian, tenía al propio Dalorian que previamente le habia ofrecido cierta protección en la medida de lo posible. Aun así, ella sabía que en cuanto se diera el fragor de la batalla contra aquella criatura, estallaría un caos en el cual ni siquiera podría encontrar a su reciente conocido Dalorian. Luego aminoraron la marcha, caminando mas agachados, en silencio y despacio. El dragón estaba cerca y debían subir por dos costados, laterales que daban a una subida hacia la colina en la que el dragón descasaba. Debían ser extremadamente silenciosos o este se despertaría y provocaría un caos inminente. Subiendo aquella cuesta, los hombres estaban agachados y muy precavidos, observando el suelo, las piedras, las ramas secas, todo aquello que pudiera causar el más mínimo ruido que pudiera despertar al dragón. Entonces Karalynn, al igual que Dalorian, observo que habia unas marcas y símbolos en la superficie rocosa. Las rodeo para no pisarlas teniendo extremado cuidado, sin embargo de repente Karalynn escucho un tremendo ruido, un crujido que provenía de uno de los leñadores que habia sido atrapado por estacas de hielo que habían resurgido de la nada, finalmente tapándolo. Eran trampas, trampas colocadas posiblemente por el dragón. De repente este despertó y Karalynn abrió los ojos con espanto, viendo como oeste empujaba a varios leñadores con el abrir de sus alas. Un escudo cayó sobre la cabeza del dragón e hizo que sus fuegos que habia dejado escapar repentinamente, se dirigieran hacia otra parte. Todavía no habia volado, aquella era una buena señal. Los leñadores empezaron a gemir, preocupados pues habían vislumbrado que el suelo estaba completamente repleto de trampas, como si fueran trampas para animales en mitad de la estepa nívea. Pero era tarde para algunos, dos de los leñadores que habían marchado para pelear contra el dragón, habían pisado aquellas marchas siendo asesinados por las trampas del dragón. La criatura continuaba sin alzar el vuelo. Karalynn corrió hacia el dragón, y el jefe de los leñadores dirigió su mirada hacia ella.
- No, ¡Karalynn! ¡Todavía no! –grito el, casi con desesperación.
Pero ella no podía esperar más tiempo. Cada segundo que esperaba a que el dragón no recibiera algún daño, eran una cuenta atrás que los conducía hasta su muerte, debido a que tarde o temprano el dragón volaría, y lloverían las llamas sobre ellos. Karalynn avanzo entre las rocas con su hacha en mano. Otro del os leñadores le lanzo un hacha, pues aquel leñador habia sido herido en la cuesta arriba, debido a una de las trampas que habia pisado otro de sus compañeros leñadores. El hielo habia ascendido atravesando a su compañero, y uno de los hielos habia causado un rasgado en la carne de aquel leñador. Habiéndole dado la otra hacha a Karalynn, ahora ella iba armada con dos, y con el semblante serio y decidido, se habia acercado en la medida de lo posible al dragón. Dos leñadores estaban tratando de hacer puntería con la criatura, lanzándole hachas, pero ninguna de estas hacía daño alguno a la piel que parecía ser del acero más resistente, del dragón. Escamas férreas, escamas impenetrables que salvo en alguna zona débil, sería posible de atravesar.
- ¡Atención, está comenzando a agitar las alas! –anuncio uno de los leñadores.
No debían permitir a la criatura que alzara el vuelo bajo ningún concepto. Los leñadores comenzaron a tirarle piedras en la cabeza y todo lo que podía al dragón, con la única intención de entorpecer su marcha y que todavía no volara. No deban permitirlo o estarían de verdad perdidos. El dragón, algo confundido escupió un par de llamaradas, una de las cuales envolvió a un leñador que comenzó a gemir y gritar de dolor. Y moviéndose incontroladamente por la zona piso una de las trampas y fue atravesado por el hielo letal. El jefe de los leñadores, alzo un pedrusco de considerable tamaño con ambas manos y lo lanzo con todas sus fuerzas hacia el dragón. Justo golpeo la parte intermedia entre su cabeza y su cuello, y el dragón quedo realmente confundido durante unos instantes.
- No, ¡Karalynn! ¡Todavía no! –grito el, casi con desesperación.
Pero ella no podía esperar más tiempo. Cada segundo que esperaba a que el dragón no recibiera algún daño, eran una cuenta atrás que los conducía hasta su muerte, debido a que tarde o temprano el dragón volaría, y lloverían las llamas sobre ellos. Karalynn avanzo entre las rocas con su hacha en mano. Otro del os leñadores le lanzo un hacha, pues aquel leñador habia sido herido en la cuesta arriba, debido a una de las trampas que habia pisado otro de sus compañeros leñadores. El hielo habia ascendido atravesando a su compañero, y uno de los hielos habia causado un rasgado en la carne de aquel leñador. Habiéndole dado la otra hacha a Karalynn, ahora ella iba armada con dos, y con el semblante serio y decidido, se habia acercado en la medida de lo posible al dragón. Dos leñadores estaban tratando de hacer puntería con la criatura, lanzándole hachas, pero ninguna de estas hacía daño alguno a la piel que parecía ser del acero más resistente, del dragón. Escamas férreas, escamas impenetrables que salvo en alguna zona débil, sería posible de atravesar.
- ¡Atención, está comenzando a agitar las alas! –anuncio uno de los leñadores.
No debían permitir a la criatura que alzara el vuelo bajo ningún concepto. Los leñadores comenzaron a tirarle piedras en la cabeza y todo lo que podía al dragón, con la única intención de entorpecer su marcha y que todavía no volara. No deban permitirlo o estarían de verdad perdidos. El dragón, algo confundido escupió un par de llamaradas, una de las cuales envolvió a un leñador que comenzó a gemir y gritar de dolor. Y moviéndose incontroladamente por la zona piso una de las trampas y fue atravesado por el hielo letal. El jefe de los leñadores, alzo un pedrusco de considerable tamaño con ambas manos y lo lanzo con todas sus fuerzas hacia el dragón. Justo golpeo la parte intermedia entre su cabeza y su cuello, y el dragón quedo realmente confundido durante unos instantes.
Karalynn Fjelstad
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Re: Caído del cielo.[Interpretativo][Privado/Karralyn Fjelstad]
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Hombres de esfuerzo y fuertes habían caído antes de tocar al dragón, otros estaban incapacitados para combatir, Dal' no había contado cuantos leñadores estaban inmersos en la causa para cazar a este lunático, pero dos habían caído en llamas, dos habían pisado trampas de hielo y un tercero estaba herido producto de ellas. Este viejo debió ser alguien muy sabio para poder dominar dos elementos tan contrastantes.
Dal', estaba frente al hombre-dragón y al ver que su espada no resultaba efectiva contra el lomo de aquel, miro hacía atrás. Habían leñadores levantandose y recogiendo sus armas, habían sido lanzados a una gran distancia cuando el dragón abrió las alas...aun así, resistieron el impacto y se levantaban con una sed de venganza en sus ojos, Karalynn se aproximaba con un arma en cada mano lista para atacar y se escuchaban los gritos de los demás guerreros, algunos diciendo — ¡MUEREE! —.
Eso desató la furia contenida de Dal', y al ver que una roca había aturdido al ser, no dudo un segudo.
— ¡AAAH! — Corrió con las dos manos empuñando su espada y saltó sobre el ala del dragón a su derecha cayendo de estocada, penetró, pero no alcanzo a rasgarla, la bestia emitió un sonido de dolor y se ladeo bruscamente expulsando a Dal' de su ala, él quedo en el suelo. Levantando la cabeza, a unos pasos, divisó la herida en la pierna de la bestia entre la oscuridad, se levanto y le atacó, cuando logro acertar en la herida Dalo' vocifero — ¡RRRRRH! — ,comenzó a rasgarla con todas sus fuerzas, el dragón comenzó a lanzar fuego a los cielos por el dolor.
Durante la noche, era como si todo el lugar se hubiera iluminado, ahora estaba cojo de su pata trasera y le costaba moverse bien, inmediatamente con su cola golpeo fuertemente a Dalorian y este salio eyectado unos metros. La bestia se giro lentamente enfrente del mientras atacaba a los demás en sus cercanías y se inclino hacia atrás preparandoce para lanzar una gran llamarada. Dal', adolorido, observo tal acto y con su escudo se lanzo al suelo nuevamente y se tapo. Salio una inmensa llamarada que pese a la distancia llego hasta Dalorian. El fuego chocaba contra su escudo y pasaba por encima del cada vez mas ardiente, el guerrero apretaba los dientes del calor quemante que sentía, de pronto algo hizo que dejase de lanzar llamas.
Hombres de esfuerzo y fuertes habían caído antes de tocar al dragón, otros estaban incapacitados para combatir, Dal' no había contado cuantos leñadores estaban inmersos en la causa para cazar a este lunático, pero dos habían caído en llamas, dos habían pisado trampas de hielo y un tercero estaba herido producto de ellas. Este viejo debió ser alguien muy sabio para poder dominar dos elementos tan contrastantes.
Dal', estaba frente al hombre-dragón y al ver que su espada no resultaba efectiva contra el lomo de aquel, miro hacía atrás. Habían leñadores levantandose y recogiendo sus armas, habían sido lanzados a una gran distancia cuando el dragón abrió las alas...aun así, resistieron el impacto y se levantaban con una sed de venganza en sus ojos, Karalynn se aproximaba con un arma en cada mano lista para atacar y se escuchaban los gritos de los demás guerreros, algunos diciendo — ¡MUEREE! —.
Eso desató la furia contenida de Dal', y al ver que una roca había aturdido al ser, no dudo un segudo.
— ¡AAAH! — Corrió con las dos manos empuñando su espada y saltó sobre el ala del dragón a su derecha cayendo de estocada, penetró, pero no alcanzo a rasgarla, la bestia emitió un sonido de dolor y se ladeo bruscamente expulsando a Dal' de su ala, él quedo en el suelo. Levantando la cabeza, a unos pasos, divisó la herida en la pierna de la bestia entre la oscuridad, se levanto y le atacó, cuando logro acertar en la herida Dalo' vocifero — ¡RRRRRH! — ,comenzó a rasgarla con todas sus fuerzas, el dragón comenzó a lanzar fuego a los cielos por el dolor.
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Durante la noche, era como si todo el lugar se hubiera iluminado, ahora estaba cojo de su pata trasera y le costaba moverse bien, inmediatamente con su cola golpeo fuertemente a Dalorian y este salio eyectado unos metros. La bestia se giro lentamente enfrente del mientras atacaba a los demás en sus cercanías y se inclino hacia atrás preparandoce para lanzar una gran llamarada. Dal', adolorido, observo tal acto y con su escudo se lanzo al suelo nuevamente y se tapo. Salio una inmensa llamarada que pese a la distancia llego hasta Dalorian. El fuego chocaba contra su escudo y pasaba por encima del cada vez mas ardiente, el guerrero apretaba los dientes del calor quemante que sentía, de pronto algo hizo que dejase de lanzar llamas.
Dalorian
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Re: Caído del cielo.[Interpretativo][Privado/Karralyn Fjelstad]
—Eh! Maldito! —Empecé a gritar justo estando a un lateral del dragón.
Este pareció cesar en sus llamaradas y dirigió su mirada hacia mi. El resto de los leñadores estaban atentos para poder asestar algún golpe en el momento mas idóneo. Aunque eramos muchos, era difícil acercarse al dragón sin que este hiciera algún movimiento sencillo y pudiera acabar con la vida de cualquiera. Así pues, estábamos muy cautelosos cada uno de nosotros, incluida yo, aunque en esos momentos fui la persona menos precavida que se habría podido ver. Todo con tal de evitar que la criatura continuara llameando a Dalorian, no podía permitir que terminara como un flameado pollo. Así pues estuve gritando durante un rato, repetí algunos cuentos infantiles pero a gritos, como si fueran insultos. Algo que no tenia demasiado sentido y sin embargo parecía surtir efecto pues la criatura se giro hacia mi y pareció aumentar su ira. Un leñador se giro hacia mi, completamente perplejo.
—Que haces gritando esas cosas? —Me pregunto—. Piensas que harás algo con eso??
—Cállate —le respondí con desagrado ante su comentario. Lo único que había pretendido era que al criatura dejara de disparar sus llamaradas en Dalorian. Era lo único que buscaba, pues de seguir así habría acabado con el pobre tipo.
El dragón estaba a punto de dispararme una llamarada, pero el mismo leñador que me había llamado la atención hacia un instante, le lanzo varias piedras en la cabeza, y entorpeció sus intenciones. El dragón se giro hacia el, y aproveche aquel momento para ir hacia Dalorian. Su escudo estaba empezando a quemarse, seguramente de un golpe se desharía en sus manos, así que lo tome y lo deje a un lado, ayudando a Dalorian a reincorporarse.
—Vamos, no debes permanecer quieto en un mismo lugar —le dije—. Sino te podrá hacer daño. Estas bien? —Pregunte, y volví a dirigir la mirada hacia el dragón , que parecía estar centrado en el leñador, que iba de una parte a otra sorteando las piedras con agilidad.
Corrí hacia la bestia, que estaba en aquellos momentos dándonos la espalda a Dalorian y a mi, y con ambas hachas aseste un fuerte con todas mis fuerzas, sobre las escamas del principio de su cola. La cola del dragón me golpeo como una reacción inmediata , y me impulso por los aires, cayendo encima de Dalorian. Me puse en pie y ayude al pobre tipo a ponerse en pie a mi lado, y regrese hacia la bestia con la intención de volver a golpearlo. Mis hachas habían mellado un poco su acero, sin duda las escamas de la criatura eran exageradamente duras.
—Donde estaba su punto débil? —Le pregunte a Dalorian.
Este pareció cesar en sus llamaradas y dirigió su mirada hacia mi. El resto de los leñadores estaban atentos para poder asestar algún golpe en el momento mas idóneo. Aunque eramos muchos, era difícil acercarse al dragón sin que este hiciera algún movimiento sencillo y pudiera acabar con la vida de cualquiera. Así pues, estábamos muy cautelosos cada uno de nosotros, incluida yo, aunque en esos momentos fui la persona menos precavida que se habría podido ver. Todo con tal de evitar que la criatura continuara llameando a Dalorian, no podía permitir que terminara como un flameado pollo. Así pues estuve gritando durante un rato, repetí algunos cuentos infantiles pero a gritos, como si fueran insultos. Algo que no tenia demasiado sentido y sin embargo parecía surtir efecto pues la criatura se giro hacia mi y pareció aumentar su ira. Un leñador se giro hacia mi, completamente perplejo.
—Que haces gritando esas cosas? —Me pregunto—. Piensas que harás algo con eso??
—Cállate —le respondí con desagrado ante su comentario. Lo único que había pretendido era que al criatura dejara de disparar sus llamaradas en Dalorian. Era lo único que buscaba, pues de seguir así habría acabado con el pobre tipo.
El dragón estaba a punto de dispararme una llamarada, pero el mismo leñador que me había llamado la atención hacia un instante, le lanzo varias piedras en la cabeza, y entorpeció sus intenciones. El dragón se giro hacia el, y aproveche aquel momento para ir hacia Dalorian. Su escudo estaba empezando a quemarse, seguramente de un golpe se desharía en sus manos, así que lo tome y lo deje a un lado, ayudando a Dalorian a reincorporarse.
—Vamos, no debes permanecer quieto en un mismo lugar —le dije—. Sino te podrá hacer daño. Estas bien? —Pregunte, y volví a dirigir la mirada hacia el dragón , que parecía estar centrado en el leñador, que iba de una parte a otra sorteando las piedras con agilidad.
Corrí hacia la bestia, que estaba en aquellos momentos dándonos la espalda a Dalorian y a mi, y con ambas hachas aseste un fuerte con todas mis fuerzas, sobre las escamas del principio de su cola. La cola del dragón me golpeo como una reacción inmediata , y me impulso por los aires, cayendo encima de Dalorian. Me puse en pie y ayude al pobre tipo a ponerse en pie a mi lado, y regrese hacia la bestia con la intención de volver a golpearlo. Mis hachas habían mellado un poco su acero, sin duda las escamas de la criatura eran exageradamente duras.
—Donde estaba su punto débil? —Le pregunte a Dalorian.
Karalynn Fjelstad
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Re: Caído del cielo.[Interpretativo][Privado/Karralyn Fjelstad]
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El guerrero había sentido el calor sofocante, como si hubiera sido ingresado en la fragua. En los momentos que las llamas pasaron a gran velocidad por su alrededor, en vez de medrar su voluntad y su coraje, el hombre perdió la noción de lo que le rodeaba, sus sentimientos se habían desvanecido, solo tenía el dragón en su enfoque...Dentro de la noche, la sed de venganza en Dalorian era todo.
El Dragón dejo de lanzar sus llamas y se giro hacía un leñador, Dalorian sentía como el escudo comenzaba a quemar su antebrazo,— ¡Ahsss!, —, susurró de dolor sacando el brazo rápidamente, el objeto quedó en el suelo. En eso, llego Karalynn, ella tomo el escudo de sus embrazaduras un poco calientes y rápidamente le dejo más lejos de Dalorian, le ayudó a levantarse, las palabras de ella pasaban por los oídos del guerrero pero este no les lograba razonar, su atención estaba cien por ciento en el dragón, aun así, asintió con su cabeza a la joven, de pronto... La mujer que había demostrado tener un temple de guerrera corrió hacia la bestia, Dalorian avanzo detrás de ella para que no fuese sola, y en un lapsus en el cual el dragón evadió una roca, levanto su ala izquierda, la que el guerrero había tratado de apuñalar sin éxito anteriormente. Por debajo tenía una cicatriz tan clara que se veía contrastante a las escamas durante oscuridad que a veces era iluminada,por unos arboles quemandose o la luz de la luna llena.
El guerrero descubrió el punto débil de la bestia, lo que no percato, fue que Karalynn venía en dirección a él, lanzada como si fuera una roca por un onagro, solo alcanzo a ver el cabello de ella en su cara, golpeándole. El guerrero más machacado no podía estar, cayó en seco con la leñadora encima, y aquella al caer sobre una persona, algo más blando que la tierra rocosa misma, se levantó enérgicamente y ayudo una vez más a que el guerrero se levantase.
La bestia trato de elevar el vuelo, pero su pierna trasera que le daba el impulso estaba malherida y las rocas le interrumpían el movimiento libre de sus alas.
— ¡BAJO EL ALA, DESTROZALO! —, Dalorian exclamó luego de haberse aproximado al dragón junto a ella, se puso por debajo del ala levantándola con el cuerpo, otorgándole la escasa oportunidad a la decidida mujer de dar un golpe certero.
El guerrero había sentido el calor sofocante, como si hubiera sido ingresado en la fragua. En los momentos que las llamas pasaron a gran velocidad por su alrededor, en vez de medrar su voluntad y su coraje, el hombre perdió la noción de lo que le rodeaba, sus sentimientos se habían desvanecido, solo tenía el dragón en su enfoque...Dentro de la noche, la sed de venganza en Dalorian era todo.
El Dragón dejo de lanzar sus llamas y se giro hacía un leñador, Dalorian sentía como el escudo comenzaba a quemar su antebrazo,— ¡Ahsss!, —, susurró de dolor sacando el brazo rápidamente, el objeto quedó en el suelo. En eso, llego Karalynn, ella tomo el escudo de sus embrazaduras un poco calientes y rápidamente le dejo más lejos de Dalorian, le ayudó a levantarse, las palabras de ella pasaban por los oídos del guerrero pero este no les lograba razonar, su atención estaba cien por ciento en el dragón, aun así, asintió con su cabeza a la joven, de pronto... La mujer que había demostrado tener un temple de guerrera corrió hacia la bestia, Dalorian avanzo detrás de ella para que no fuese sola, y en un lapsus en el cual el dragón evadió una roca, levanto su ala izquierda, la que el guerrero había tratado de apuñalar sin éxito anteriormente. Por debajo tenía una cicatriz tan clara que se veía contrastante a las escamas durante oscuridad que a veces era iluminada,por unos arboles quemandose o la luz de la luna llena.
El guerrero descubrió el punto débil de la bestia, lo que no percato, fue que Karalynn venía en dirección a él, lanzada como si fuera una roca por un onagro, solo alcanzo a ver el cabello de ella en su cara, golpeándole. El guerrero más machacado no podía estar, cayó en seco con la leñadora encima, y aquella al caer sobre una persona, algo más blando que la tierra rocosa misma, se levantó enérgicamente y ayudo una vez más a que el guerrero se levantase.
La bestia trato de elevar el vuelo, pero su pierna trasera que le daba el impulso estaba malherida y las rocas le interrumpían el movimiento libre de sus alas.
— ¡BAJO EL ALA, DESTROZALO! —, Dalorian exclamó luego de haberse aproximado al dragón junto a ella, se puso por debajo del ala levantándola con el cuerpo, otorgándole la escasa oportunidad a la decidida mujer de dar un golpe certero.
Dalorian
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Re: Caído del cielo.[Interpretativo][Privado/Karralyn Fjelstad]
- ~Soundtrack~:
Era el momento, sin duda alguna. O lo hacía ahora, o luego posiblemente sería muy difícil conseguir una oportunidad como aquella. Dalorian, levantó el ala izquierda de la criatura, y entonces sentí un destello muy claro frente a mí. La herida del dragón, fue como un relámpago en el mar cuando brevemente la luz de la copa ardiente de un árbol alumbró aquella herida, causando un leve reflejo que supe distinguir al instante. Se me iluminaron los ojos, era el momento. No me habría perdonado el fallar en aquella ocasión, y ese pensamiento repentinamente invadió mi mente. El tiempo pareció ir mucho más lento; El dragón estaba allí, su ala levantada, los ojos de Dalorian clavados por un momento en mí, pidiendo en un grito silencioso que me apresurara. ¿Qué tenía en mis manos? Había lanzado momentos antes las hachas; estaban demasiado melladas como para poder utilizarlas. Si las escamas del dragón de por sí eran duras, no podía arriesgarme a atacar la cicatriz del dragón con aquellas armas. Tal vez la cicatriz estaría tan dura como el resto de sus escamas, tal vez sería un punto más frágil, pero no lo sabía: lo mejor era no arriesgarme. Tomé la espada que alguno de los leñadores habría dejado caer durante el conflicto, y marché directamente hacia el dragón. Sentí ganas de gritar, de dejar escapar un largo y fuerte grito para hacer saber a los dioses de mi ira, y al dragón sobre su destino. Sin embargo, no lo hice, mi cuerpo me retuvo como si debiera tomar todas mis energías —incluso aquellas que usaría en mi exclamación—, para cesar la vida del dragón.
Mis ojos volvieron hacia Dalorian cuando ya estaba tan solo a un metro del dragón; en mis ojos mostraba el fuego de mi corazón, estaba ardiendo, lo que sentía era tan fuerte que de pronto me noté pesada… Pero también ligera. Fuerte, como si mis extremidades se hubieran petrificado. La espada en alto, y mi brazo extendido, cada centímetro más cerca de la cicatriz de la criatura, y cuanto más cerca, más veloz. Aunque sentí como si durara varios minutos, el golpe fue breve y fugaz, fuerte. Escuché un sonido metálico y al mismo tiempo líquido. Tan solo unos segundos después, el dragón dejó escapar un fuerte grito. Noté en mis oídos un fuerte pitido, no era capaz de aguantar aquella exclamación. Y aunque mi reacción instintiva era volverme y retroceder algunos pasos, permanecí allí. Volví a mirar durante un momento a Dalorian. El dragón giró su cabeza hacia mí. Permanecí durante un par de segundos con la vista fija en la criatura y rápidamente volví a golpear, repetidas veces con todas mis fuerzas; aquella vez sí grité. Grité con todas mis fuerzas, y también el dragón lo hizo.
—¡Karalynn! —escuché en la distancia el grito de uno de los leñadores, uno de mis compañeros.
El dragón estaba a punto de lanzar una llamarada, sus fauces se abrían y su cuerpo se preparaba para ello, parecía que de nada hubiera servido golpear aquella cicatriz, y que todos sus gritos no hubieran sido de dolor, sino de ira. Abrió del todo sus fauces, y creí que me envolverían las ascuas en cualquier momento, a mí y a Dalorian. Pero su cabeza retrocedió, con la vista al cielo, y la criatura se desplomó sobre el suelo. Al caer, el suelo tembló y pude ver como alguno de los luchadores se tambaleó casi a punto de caer al suelo con torpeza. Yo sí caí al suelo, golpeando una rodilla las rocas. Mi corazón bombeaba con rapidez y mi respiración era ansiosa. Mis ojos vacilaron en cerrar durante un instante , sin embargo conseguí mantenerme despierta. A duras penas me puse en pie, levemente agachada y traté de alejarme de donde el dragón yacía.
Mis ojos volvieron hacia Dalorian cuando ya estaba tan solo a un metro del dragón; en mis ojos mostraba el fuego de mi corazón, estaba ardiendo, lo que sentía era tan fuerte que de pronto me noté pesada… Pero también ligera. Fuerte, como si mis extremidades se hubieran petrificado. La espada en alto, y mi brazo extendido, cada centímetro más cerca de la cicatriz de la criatura, y cuanto más cerca, más veloz. Aunque sentí como si durara varios minutos, el golpe fue breve y fugaz, fuerte. Escuché un sonido metálico y al mismo tiempo líquido. Tan solo unos segundos después, el dragón dejó escapar un fuerte grito. Noté en mis oídos un fuerte pitido, no era capaz de aguantar aquella exclamación. Y aunque mi reacción instintiva era volverme y retroceder algunos pasos, permanecí allí. Volví a mirar durante un momento a Dalorian. El dragón giró su cabeza hacia mí. Permanecí durante un par de segundos con la vista fija en la criatura y rápidamente volví a golpear, repetidas veces con todas mis fuerzas; aquella vez sí grité. Grité con todas mis fuerzas, y también el dragón lo hizo.
—¡Karalynn! —escuché en la distancia el grito de uno de los leñadores, uno de mis compañeros.
El dragón estaba a punto de lanzar una llamarada, sus fauces se abrían y su cuerpo se preparaba para ello, parecía que de nada hubiera servido golpear aquella cicatriz, y que todos sus gritos no hubieran sido de dolor, sino de ira. Abrió del todo sus fauces, y creí que me envolverían las ascuas en cualquier momento, a mí y a Dalorian. Pero su cabeza retrocedió, con la vista al cielo, y la criatura se desplomó sobre el suelo. Al caer, el suelo tembló y pude ver como alguno de los luchadores se tambaleó casi a punto de caer al suelo con torpeza. Yo sí caí al suelo, golpeando una rodilla las rocas. Mi corazón bombeaba con rapidez y mi respiración era ansiosa. Mis ojos vacilaron en cerrar durante un instante , sin embargo conseguí mantenerme despierta. A duras penas me puse en pie, levemente agachada y traté de alejarme de donde el dragón yacía.
Karalynn Fjelstad
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Re: Caído del cielo.[Interpretativo][Privado/Karralyn Fjelstad]
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La guerrera atacó varias veces al dragón, Dalorian estaba exhausto, cargaba más que un peso, una fuerza que trataba de aplastarle, aun así el guerrero miraba el rostro de Karalynn serio como una roca y no podía ceder, no podían caer ante él.
Cuando la bestia murió el guerrero sintió que el ala se volvía más ligera y se alejo de ella, se puso de rodillas para descansar presionando sus puños contra el piso, con un suspiro profundo levanto su rostro y le dijo a Karalynn, — Lo lograste...—.
La mirada de Dalorian se desvió detrás de la cintura de la mujer, donde a unos metros, dos hombres yacían en el suelo, sus cabellos largos y dorados parecían soles esparcidos entre la tierra quemada, eso detonó la fuerza que le quedaba para levantarse apoyándose con la espada, miro a Karalynn alarmado y tomo su brazo para ayudarle a que se levantara completamente, sin decir una sola palabra se puso en marcha hacia los cadaveres pero no dio ni dos pasos, porque un repentino sonido fuerte que venía desde el otro lado le llamó la atención.
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Con el ruido recordó al jefe y se devolvió, miro a Karalynn nuevamente y le dijo, — Vamos — ,rodeo al dragón y allí estaba él, golpeando al dragón con descontrol mientras le maldecía. Ante esto Dalorian no intento calmarle, ya que el sentía lo mismo cuando observo algo peor... Quizás la razón por la cual el jefe había perdido la calma, un hombre estaba postrado colina abajo. Dalorian perplejo al verle, boto su espada y bajo de prisa. Inmediatamente observo su jubón de cuero rasgado, tenía una herida profunda que sangraba demasiado, el guerrero trato de detener la sangre con sus manos, pero esta se colaba entre sus dedos. El desvalido le miró con unos ojos penetrantes y tosiendo sangre le dijo, — Llévame a casa, tengo, que volver...con ella. —, era el hombre que había recibido el amuleto de su amada hace unas horas y ahora estaba allí en sus últimos momentos. Dalorian tomo su mano fuerte y le dijo tratando de sonreír, — Lo haré, le vencimos. Con ella estarás pronto. —, cuando en eso la mano de aquel leñador dejo de apretar y sus ojos se quedaron inmóviles observando el destello de la luna.
El dragón estaba lleno de golpes, con cortes en su ala derecha, si Dalorian observaba eso se daría cuenta que no le dieron tregua desde su otro costado y literalmente le destrozaron, que producto de aquello tuvieron tantas oportunidades de atacar. A su alrededor, guerreros ayudaban a sus compañeros a ponerse de pie, otros, celebraban gritando a los vientos.
— Brinda por mi. — Dalorian dijo al caído mientras le cerraba los ojos delicadamente, tomo un hacha que había cerca y la puso en la mano del caído, se levanto y miro a los demás. Aún había mucho por hacer.
La guerrera atacó varias veces al dragón, Dalorian estaba exhausto, cargaba más que un peso, una fuerza que trataba de aplastarle, aun así el guerrero miraba el rostro de Karalynn serio como una roca y no podía ceder, no podían caer ante él.
Cuando la bestia murió el guerrero sintió que el ala se volvía más ligera y se alejo de ella, se puso de rodillas para descansar presionando sus puños contra el piso, con un suspiro profundo levanto su rostro y le dijo a Karalynn, — Lo lograste...—.
La mirada de Dalorian se desvió detrás de la cintura de la mujer, donde a unos metros, dos hombres yacían en el suelo, sus cabellos largos y dorados parecían soles esparcidos entre la tierra quemada, eso detonó la fuerza que le quedaba para levantarse apoyándose con la espada, miro a Karalynn alarmado y tomo su brazo para ayudarle a que se levantara completamente, sin decir una sola palabra se puso en marcha hacia los cadaveres pero no dio ni dos pasos, porque un repentino sonido fuerte que venía desde el otro lado le llamó la atención.
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Con el ruido recordó al jefe y se devolvió, miro a Karalynn nuevamente y le dijo, — Vamos — ,rodeo al dragón y allí estaba él, golpeando al dragón con descontrol mientras le maldecía. Ante esto Dalorian no intento calmarle, ya que el sentía lo mismo cuando observo algo peor... Quizás la razón por la cual el jefe había perdido la calma, un hombre estaba postrado colina abajo. Dalorian perplejo al verle, boto su espada y bajo de prisa. Inmediatamente observo su jubón de cuero rasgado, tenía una herida profunda que sangraba demasiado, el guerrero trato de detener la sangre con sus manos, pero esta se colaba entre sus dedos. El desvalido le miró con unos ojos penetrantes y tosiendo sangre le dijo, — Llévame a casa, tengo, que volver...con ella. —, era el hombre que había recibido el amuleto de su amada hace unas horas y ahora estaba allí en sus últimos momentos. Dalorian tomo su mano fuerte y le dijo tratando de sonreír, — Lo haré, le vencimos. Con ella estarás pronto. —, cuando en eso la mano de aquel leñador dejo de apretar y sus ojos se quedaron inmóviles observando el destello de la luna.
El dragón estaba lleno de golpes, con cortes en su ala derecha, si Dalorian observaba eso se daría cuenta que no le dieron tregua desde su otro costado y literalmente le destrozaron, que producto de aquello tuvieron tantas oportunidades de atacar. A su alrededor, guerreros ayudaban a sus compañeros a ponerse de pie, otros, celebraban gritando a los vientos.
— Brinda por mi. — Dalorian dijo al caído mientras le cerraba los ojos delicadamente, tomo un hacha que había cerca y la puso en la mano del caído, se levanto y miro a los demás. Aún había mucho por hacer.
Dalorian
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Re: Caído del cielo.[Interpretativo][Privado/Karralyn Fjelstad]
Dalorian se había girado hacia uno de los combatientes. La escena que presencié momentos después, removió mi corazón. No llegué a escuchar con claridad qué cruce de palabras mantuvo Dalorian con aquel muchacho, pero sí vi como la vida de aquel muchacho llegaba a su fin, para posteriormente Dalorian tapar sus ojos. La oscuridad se lo habría llevado, y ahora estaría donde fuera que sus dioses lo condujeran. Era cierto, estaba tan conmocionada por haber terminado con la vida del dragón, que durante algunos segundos había olvidado completamente todos aquellos que habían perecido durante el combate. Sentí de pronto remordimientos, culpabilidad por aquella felicidad. Me acerqué a Dalorian, después de que éste colocara un hacha entre las manos del caído.
—Supongo que no debería sentirme culpable, ¿verdad? Al fin y al cabo esto ha sido una especie de victoria… —dije, casi en un murmullo. Observé a mi alrededor, algunos heridos, otros caídos que no volverían a levantarse jamás. Y aun recordaba aquellas granjas, las casas que habían sido incendiadas y quienes habrían muerto en aquel incidente—. Pero lo que se ha llevado por el camino, no lo podremos recuperar.
Dejé escapar un largo suspiro. Aunque hubiéramos terminado por fin con aquella criatura, no habíamos sin embargo evitado el perjuicio causado a muchos inocentes.
—Cualquiera diría que fue culpa de ese —escuché una voz a mis espaldas. Era uno de los leñadores; lo conocía, no caía bien a nadie, y generalmente hablaba poco, pero cuando lo hacía parecía una serpiente de la cual no salía más que basura de entre sus labios—. Sí, de ese —señalaba a Dalorian—. No es ningún misterio que antes de que tú llegaras hasta nosotros, ninguna criatura amenazaba con hacer todo lo que ha hecho.
—Cállate —espeté. Lo último que deseaba en aquellos momentos era que se formara una disputa completamente necesaria—. Ya hemos perdido demasiado. ¿De verdad crees que nuestros caídos querrían que estuvieras diciendo esas cosas? Mejor cierra la boca, ni siquiera te he visto peleando o dispuesto a hacerlo.
—Karalynn tiene razón —mencionó otro de los leñadores, un chico alto y de cabello negro como la noche nublada—. Deberías sentir vergüenza por decir nada ahora mismo.
Ellos continuaron hablando, así que me giré hacia Dalorian. Esperaba que no se sintiera incomodo.
—No vale la pena ni que respondas, Dalorian. Tranquilo, seguramente esa criatura habría llegado aquí de todas formas, o habría despertado en estas tierras cualquier otra clase de amenaza; no es tu culpa —a lo mejor Dalorian no lo tomaría a pecho aun sin decirle nada yo, pero llegué a pensar que tampoco era tan disparatado que el hombre se sintiera mal por lo sucedido; al fin y al cabo, yo me habría sentido como el señuelo de la desgracia en un lugar completamente ajeno a mí—. Deberíamos regresar, para saber qué tal están el resto de los ciudadanos. Esto ya ha terminado, necesito una hidromiel y descansar, ¿qué me dices, caído del cielo?
Ulnrof el traidor valiente, uno de los más jóvenes entre los loadores se nos acercó.
—Pese a la desgracia —comentó—. Reconozco que necesitaba un poco esto. Probarme en combate, sentir que era útil. Reconozco que —y soltó una leve risa—, cortar leña no es una de mis grandes aspiraciones en la vida. Honraremos a los caídos en un funeral digno, y beberemos para celebrar la vida y la victoria, todos juntos hemos sido capaces de acabar con esto —esbozó una sonrisa sincera y amable. Le dio unas palmadas amistosas en el hombro a Dalorian, y continuó su camino, recogiendo algunas hachas y demás objetos que reposaban entre las piedras, perdidos por algunos hombres.
En cuanto recogimos algunas cosas, los leñadores que no estaban ocupando sus manos con herramientas, armas y objetos que habían caído durante el combate, levantaron los cuerpos de los fallecidos. Cada dos leñadores llevaban un cuerpo sin vida, una vez llegáramos a la Casa de Leñadores, nos dispondríamos a hacer un funeral rápido, quemando sus cuerpos; aquello me había comentado el Jefe de Leñadores, una vez se había acercado a mí para poder asegurarse de que yo estaba bien, sana y salva. El Jefe de Leñadores estaba bastante afectado, la ira lo inundaba; aquello para él no había sido una victoria, sino más bien el fin de una derrota inevitable. Andábamos en dirección a la Casa de Leñadores, y pasamos cerca de las casas incendiadas; de ellas emanaban algunas nubes negras, el rastro del incendio, y un fuerte olor a pelo quemado y brasas de madera recorrían el viento. Yo caminaba junto con Dalorian, y se nos aproximó el Jefe de Leñadores. Él caminaba a zancadas lentas, puesto que era realmente alto a nuestro lado. Con una zancada, ya realizaba dos de nuestros pasos largos.
—No te culpo por ello, Dalorian —dijo el Jefe—. Pero debo admitir que por un instante sentí algo parecido a la enemistad hacia ti. Nada personal, yo sé que esto no es tu culpa —sonrió, pero sin mirar ni a Dalorian ni a mí. Él miraba al horizonte, en ocasiones al suelo, tenía la vista perdida y parecía pensar muchas más cosas de lo que sus palabras decían—. Me siento triste y desolado por lo que ha sucedido aquí. Y ojalá nunca hubieras caído por aquel techo, del cielo. Ojalá nunca hubieras tenido que cruzarte con esa criatura —entonces sí se volvió hacia Dalorian, sin dejar de caminar—. Pero ha sucedido. Está hecho, mañana será otro día y la paz paulatinamente regresará a estas tierras.
Respiró hondo el viento fresco, aun con el fuerte hedor de pelo quemado —yo trataba de respirar mínimamente para evitar aspirar ese hedor una vez más—, y continuó caminando, a zancadas más largas, alejándose de nosotros.
Tardamos bastante en regresar a la Casa de Leñadores; esto se debió a que todos nos sentíamos mucho más cansados. Personalmente, mis piernas eran como una carga más, sentía todo mi cuerpo como mucho más pesado. Estaba más cansada inclusive que los días de más trabajo. Y el resto de los leñadores también lo estaban. Muchos todavía tenían el sudor resbalando sobre sus rostros. Otros arrastraban las armas y herramientas. Otros simplemente se quedaban atrás rezagados, descansando sentados sobre la hierba y las piedras durante unos minutos, y avanzando momentos después hacia el grueso del grupo. El Jefe de Leñadores en cambio iba en primera posición, delante de todos. Seguramente estaría alejado de todos para poder sentirse inmerso en sus propios pensamientos más íntimos. Pese a su rudeza, yo sabía que él tenía un corazón inmenso. Era un hombre de honor, incapaz de dejar perecer a cualquier indefenso. Ya conocía su bondad por haberme ofrecido trabajo en aquella Casa de Leñadores, aun habiendo demasiados trabajadores, y sin poder ofrecer al principio yo demasiado de mí misma.
Una vez en la Casa de Leñadores, escuché llantos, muchos llantos de mujeres y de hombres también. El ambiente era desagradable, tenso y triste, traté de quedarme cerca de Dalorian en todo momento; al fin y al cabo, él era el más ajeno al ambiente. Yo conocía en cambio todos los demás, así que conocía el por qué de la tristeza que sentían, y aquello resultaba un peso que me trataba de conducir a la profundidad de las aguas. No debía caer, quería permanecer arriba, y sabía que Dalorian incluso sintiendo lástima por aquellas personas, no sentiría hasta el punto de caer en penuria como los demás. Necesitaba permanecer serena como él. Después de cerca de una hora de llantos y lamentos, el Jefe de Leñadores organizó un funeral rápido. Fuera de la Casa de Leñadores, el fuego comenzaba a arder en el aceite, sobre ramas y leña —que precisamente no era lo que más escaseaba—, el olor a leña quemada me resultó agradable. Colocaron los cuerpos de los caídos sobre las distintas fogatas, colocándoles el hacha respectiva que frecuentaban usar cada uno de ellos. Sonreí, me pareció un buen gesto.
—Supongo que no debería sentirme culpable, ¿verdad? Al fin y al cabo esto ha sido una especie de victoria… —dije, casi en un murmullo. Observé a mi alrededor, algunos heridos, otros caídos que no volverían a levantarse jamás. Y aun recordaba aquellas granjas, las casas que habían sido incendiadas y quienes habrían muerto en aquel incidente—. Pero lo que se ha llevado por el camino, no lo podremos recuperar.
Dejé escapar un largo suspiro. Aunque hubiéramos terminado por fin con aquella criatura, no habíamos sin embargo evitado el perjuicio causado a muchos inocentes.
—Cualquiera diría que fue culpa de ese —escuché una voz a mis espaldas. Era uno de los leñadores; lo conocía, no caía bien a nadie, y generalmente hablaba poco, pero cuando lo hacía parecía una serpiente de la cual no salía más que basura de entre sus labios—. Sí, de ese —señalaba a Dalorian—. No es ningún misterio que antes de que tú llegaras hasta nosotros, ninguna criatura amenazaba con hacer todo lo que ha hecho.
—Cállate —espeté. Lo último que deseaba en aquellos momentos era que se formara una disputa completamente necesaria—. Ya hemos perdido demasiado. ¿De verdad crees que nuestros caídos querrían que estuvieras diciendo esas cosas? Mejor cierra la boca, ni siquiera te he visto peleando o dispuesto a hacerlo.
—Karalynn tiene razón —mencionó otro de los leñadores, un chico alto y de cabello negro como la noche nublada—. Deberías sentir vergüenza por decir nada ahora mismo.
Ellos continuaron hablando, así que me giré hacia Dalorian. Esperaba que no se sintiera incomodo.
—No vale la pena ni que respondas, Dalorian. Tranquilo, seguramente esa criatura habría llegado aquí de todas formas, o habría despertado en estas tierras cualquier otra clase de amenaza; no es tu culpa —a lo mejor Dalorian no lo tomaría a pecho aun sin decirle nada yo, pero llegué a pensar que tampoco era tan disparatado que el hombre se sintiera mal por lo sucedido; al fin y al cabo, yo me habría sentido como el señuelo de la desgracia en un lugar completamente ajeno a mí—. Deberíamos regresar, para saber qué tal están el resto de los ciudadanos. Esto ya ha terminado, necesito una hidromiel y descansar, ¿qué me dices, caído del cielo?
Ulnrof el traidor valiente, uno de los más jóvenes entre los loadores se nos acercó.
—Pese a la desgracia —comentó—. Reconozco que necesitaba un poco esto. Probarme en combate, sentir que era útil. Reconozco que —y soltó una leve risa—, cortar leña no es una de mis grandes aspiraciones en la vida. Honraremos a los caídos en un funeral digno, y beberemos para celebrar la vida y la victoria, todos juntos hemos sido capaces de acabar con esto —esbozó una sonrisa sincera y amable. Le dio unas palmadas amistosas en el hombro a Dalorian, y continuó su camino, recogiendo algunas hachas y demás objetos que reposaban entre las piedras, perdidos por algunos hombres.
En cuanto recogimos algunas cosas, los leñadores que no estaban ocupando sus manos con herramientas, armas y objetos que habían caído durante el combate, levantaron los cuerpos de los fallecidos. Cada dos leñadores llevaban un cuerpo sin vida, una vez llegáramos a la Casa de Leñadores, nos dispondríamos a hacer un funeral rápido, quemando sus cuerpos; aquello me había comentado el Jefe de Leñadores, una vez se había acercado a mí para poder asegurarse de que yo estaba bien, sana y salva. El Jefe de Leñadores estaba bastante afectado, la ira lo inundaba; aquello para él no había sido una victoria, sino más bien el fin de una derrota inevitable. Andábamos en dirección a la Casa de Leñadores, y pasamos cerca de las casas incendiadas; de ellas emanaban algunas nubes negras, el rastro del incendio, y un fuerte olor a pelo quemado y brasas de madera recorrían el viento. Yo caminaba junto con Dalorian, y se nos aproximó el Jefe de Leñadores. Él caminaba a zancadas lentas, puesto que era realmente alto a nuestro lado. Con una zancada, ya realizaba dos de nuestros pasos largos.
—No te culpo por ello, Dalorian —dijo el Jefe—. Pero debo admitir que por un instante sentí algo parecido a la enemistad hacia ti. Nada personal, yo sé que esto no es tu culpa —sonrió, pero sin mirar ni a Dalorian ni a mí. Él miraba al horizonte, en ocasiones al suelo, tenía la vista perdida y parecía pensar muchas más cosas de lo que sus palabras decían—. Me siento triste y desolado por lo que ha sucedido aquí. Y ojalá nunca hubieras caído por aquel techo, del cielo. Ojalá nunca hubieras tenido que cruzarte con esa criatura —entonces sí se volvió hacia Dalorian, sin dejar de caminar—. Pero ha sucedido. Está hecho, mañana será otro día y la paz paulatinamente regresará a estas tierras.
Respiró hondo el viento fresco, aun con el fuerte hedor de pelo quemado —yo trataba de respirar mínimamente para evitar aspirar ese hedor una vez más—, y continuó caminando, a zancadas más largas, alejándose de nosotros.
Tardamos bastante en regresar a la Casa de Leñadores; esto se debió a que todos nos sentíamos mucho más cansados. Personalmente, mis piernas eran como una carga más, sentía todo mi cuerpo como mucho más pesado. Estaba más cansada inclusive que los días de más trabajo. Y el resto de los leñadores también lo estaban. Muchos todavía tenían el sudor resbalando sobre sus rostros. Otros arrastraban las armas y herramientas. Otros simplemente se quedaban atrás rezagados, descansando sentados sobre la hierba y las piedras durante unos minutos, y avanzando momentos después hacia el grueso del grupo. El Jefe de Leñadores en cambio iba en primera posición, delante de todos. Seguramente estaría alejado de todos para poder sentirse inmerso en sus propios pensamientos más íntimos. Pese a su rudeza, yo sabía que él tenía un corazón inmenso. Era un hombre de honor, incapaz de dejar perecer a cualquier indefenso. Ya conocía su bondad por haberme ofrecido trabajo en aquella Casa de Leñadores, aun habiendo demasiados trabajadores, y sin poder ofrecer al principio yo demasiado de mí misma.
Una vez en la Casa de Leñadores, escuché llantos, muchos llantos de mujeres y de hombres también. El ambiente era desagradable, tenso y triste, traté de quedarme cerca de Dalorian en todo momento; al fin y al cabo, él era el más ajeno al ambiente. Yo conocía en cambio todos los demás, así que conocía el por qué de la tristeza que sentían, y aquello resultaba un peso que me trataba de conducir a la profundidad de las aguas. No debía caer, quería permanecer arriba, y sabía que Dalorian incluso sintiendo lástima por aquellas personas, no sentiría hasta el punto de caer en penuria como los demás. Necesitaba permanecer serena como él. Después de cerca de una hora de llantos y lamentos, el Jefe de Leñadores organizó un funeral rápido. Fuera de la Casa de Leñadores, el fuego comenzaba a arder en el aceite, sobre ramas y leña —que precisamente no era lo que más escaseaba—, el olor a leña quemada me resultó agradable. Colocaron los cuerpos de los caídos sobre las distintas fogatas, colocándoles el hacha respectiva que frecuentaban usar cada uno de ellos. Sonreí, me pareció un buen gesto.
Karalynn Fjelstad
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Re: Caído del cielo.[Interpretativo][Privado/Karralyn Fjelstad]
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El guerrero se levanto bastante afectado por el hombre, imaginando qué iba a decir a su amada, pensando en cómo asearle y tomar su cuerpo para llevárselo a su otra mitad, sin que viese el daño que le fue provocado.
Karalynn se le acercó bajando un poco la colina y le hizo una pregunta, Dalorian miró su cabello entre la noche, y de una manera inusual tomó una trenza de ella entre sus dedos y le giraba observándola concentrado, miles de cosas pasaban en su cabeza, mientras decía,— Sabíamos el riesgo, cada uno dio lo máximo, nunca te detuviste y eso es lo importante...Si, es una victoria. —levanto su mirada y le mostró una leve sonrisa, dejo su trenza y se giró para observar la oscuridad entre el bosque.
Luego la guerrera dijo otras palabras un poco apenada, ante esto Dalorian respondió,— Hay tanto que desearía recuperar, pero así es esto, hay que ser fuerte y continuar. —Los arboles que estaban quemados, de fortuna estaban lejos del bosque, el incendio no se expandió y el guerrero veía caer sus ramas convertidas en ceniza.
Se aproximaron unos hombres, uno comenzó a expresar habladurías sobre Dalorian, sin embargo, no tenía la valentía suficiente para luchar por lo que creía sobre él, solo escupía su rencor ciego, y tenía derecho. El guerrero enfundo su espada, y en su interior sus sentimientos chocaban como el fuego y el agua, una parte de él quería torturar al hombre lentamente, haciéndole recapacitar y arrepentirse de lo que había dicho, y la otra solo quería quedarse callado, sintiendo que a lo mejor tenía razón, que el mismo era un ser de mal augurio. Karalynn le defendió, luego le dijo unos argumentos de apoyo, cada palabra se clavaba en su corazón como un martillo golpeaba un yunque, puesto que cada vez más sentía que debería haber matado al hombre en el camino y todo esto no habría sucedido. Aun así, sentía ese consuelo que pesé a lo que pasó, hizo lo posible por hacer lo correcto, enmendarlo y lo logró.
— ¿Que dices, caído del cielo? —, el guerrero sintió un escalofrío en su espada, quizás tantas caídas que había sufrido. "Con solo una gota, un sorbo me conformaría" pensó Dalorian se giró y recordó ese sabor de la hidromiel, ante esto más positivo le dijo,— Si, debemos beber, iré a por mí escudo. — comenzó a trotar y llegó hacía su escudo, le tomó con cuidado, estaba aún un poco tibio, y poco de rojo le quedaba, lo puso en su espalda y vio al hombre Dragón convertirse en humano nuevamente, ahí quedo un cadáver irreconocible, le daba lástima saber como un ser que contuvo humanidad podía llegar a terminar sus días así, pero así fue y por respeto a las almas de sus compañeros no le daría sepulcro.
Dalorian no tenía miedo a los hombres, porque en ellos imaginaba sus caras cuando pequeños, a veces los veía como así mismo o como un padre ve a sus hijos, en lo que se habían convertido y que alguna vez fueron inocentes como un ciervo, puede que aquello era lo único que hacía que cuando Dal’ mirara a los ojos a un ser detestable, tuviese una gota de piedad.
Cuando regresó un leñador dijo unas palabras positivas, le dio una palmada en el hombro a Dalorian y siguió su camino, el guerrero luego de aquello abrió el jubón del caído y rompió su ropa interna, su sangre aún estaba fresca, limpio su cara y su herida con lo que quedaba de su ropa limpia, luego trató de cerrar su jubón y le tomó en brazos, dijo que le iba a llevar con su amada, se había vuelto una promesa. Algunos guerreros enterraron a los compañeros quemados, con sus propias hachas, ya que no tenían palas a mano, luego de eso todos marcharon por el bosque de vuelta al aserradero, Karalynn iba junto con Dalorian y el jefe se les acercó, afectado le dijo varías cosas profundas al guerrero, dolorosas, pero luego con sus palabras finales, creó un contraste, había que dar vuelta la página.
₪₪Audio de Ambiental II.₪₪
— Me abría gustado conocerte hombre, vi honor en tus ojos. — decía Dalorian al joven que tenía en sus brazos, mientras miraba el suelo con dificultad para no tropezarse, se detuvo un momento y le dijo a un tipo que iba detrás del jefe en punta,— ¡El del yelmo! — el hombre rudo se dio vuelta y levanto la cara en señal de pregunta.— Antes de que lleguemos ¿Puedes adelantarte para buscar una manta?, así le tapamos, no quiero que su amada le vea las heridas. —El hombre observo bien y se dio cuenta que era su amigo, el que iba ahí, frunció la boca de pena y sus ojos se llenaron de lagrimas,— Ryadoj —, iba a devolverse a verle de cerca pero se contuvo pasando las manos por su cara — Que le diremos a Nireya, dioses, no, bien...bien, tranquilo, me adelantaré por una manta para mi amigo. —
Cuando llegaron al aserradero la gente recibía la noticia y muchos gritaban de rabia o lloraban, el hombre del yelmo como acordaron regresó con la manta y le tapo juntando su frente con la de su amigo, se quedo unos segundos así y luego miro a Karalynn con Dalorian, pena profunda en su expresión se veía y detrás de ella apareció Nireya, al verle sus gritos eran desgarradores, se posó encima del cuerpo y Dalorian ya con poca fuerza cayó arrodillado sin soltarle, todos reaccionaron tratando de ayudar, pero ahí quedo Dalorian con el hombre en brazos y ella con su cara sobre la manta que cubría el cuerpo de su amor, solo se veía su rostro. El hombre grande se agacho y mientras tomaba el cuerpo le decía a Dalorian — Gracias por traerlo, lo llevaré adentro. —, — Mil gracias —decía la mujer llorando sin consuelo mientras seguía con la mirada a su hombre. Dalorian se levantó y dijo a Karalynn, — Iré adentro.— el guerrero caminaba entre la multitud que dialogaba, miraba hacia el cielo buscando una silueta pensando. "Padre Larenar, bebe con ellos en los salones de los grandes, un día nos reuniremos."
₪₪Audio de Ambiental III.₪₪
Toda su pena la botó en un suspiro, movió sus hombros y se sentó en la mesa principal, llegó el anciano que habían salvado en la granja y se emociono de alegría, les dió un beso en la frente a los dos, — ¡Están viivos!, que alegría, son unos héroes, estoy muy orgulloso de ustedes. —Dalorian estaba agotadísimo, solo asintió con su cabeza en agradecimiento y no dijo nada.
El alcohol aún no estaba en la mesa, faltaba hacer el funeral como correspondía. Dalorian acompaño a Karalynn hacia afuera y se pusieron a observar el honorable momento.
Dalorian razonaba que luego de todo el fuego que había visto no le vería de forma similar en su vida, aun así en ese instante tomo el pensamiento de que tenía que aliarse con él y no temerle, aunque le afectaba que después de todo lo que lucharon, sus compañeros que sangraron y cayeron a su alrededor igual terminasen en las llamas, trato de no mirar, pero por respeto a la costumbre, siguió mirando "la vida es algo inexplicable" pensó mientras observaba la hoguera.
El guerrero se levanto bastante afectado por el hombre, imaginando qué iba a decir a su amada, pensando en cómo asearle y tomar su cuerpo para llevárselo a su otra mitad, sin que viese el daño que le fue provocado.
Karalynn se le acercó bajando un poco la colina y le hizo una pregunta, Dalorian miró su cabello entre la noche, y de una manera inusual tomó una trenza de ella entre sus dedos y le giraba observándola concentrado, miles de cosas pasaban en su cabeza, mientras decía,— Sabíamos el riesgo, cada uno dio lo máximo, nunca te detuviste y eso es lo importante...Si, es una victoria. —levanto su mirada y le mostró una leve sonrisa, dejo su trenza y se giró para observar la oscuridad entre el bosque.
Luego la guerrera dijo otras palabras un poco apenada, ante esto Dalorian respondió,— Hay tanto que desearía recuperar, pero así es esto, hay que ser fuerte y continuar. —Los arboles que estaban quemados, de fortuna estaban lejos del bosque, el incendio no se expandió y el guerrero veía caer sus ramas convertidas en ceniza.
Se aproximaron unos hombres, uno comenzó a expresar habladurías sobre Dalorian, sin embargo, no tenía la valentía suficiente para luchar por lo que creía sobre él, solo escupía su rencor ciego, y tenía derecho. El guerrero enfundo su espada, y en su interior sus sentimientos chocaban como el fuego y el agua, una parte de él quería torturar al hombre lentamente, haciéndole recapacitar y arrepentirse de lo que había dicho, y la otra solo quería quedarse callado, sintiendo que a lo mejor tenía razón, que el mismo era un ser de mal augurio. Karalynn le defendió, luego le dijo unos argumentos de apoyo, cada palabra se clavaba en su corazón como un martillo golpeaba un yunque, puesto que cada vez más sentía que debería haber matado al hombre en el camino y todo esto no habría sucedido. Aun así, sentía ese consuelo que pesé a lo que pasó, hizo lo posible por hacer lo correcto, enmendarlo y lo logró.
— ¿Que dices, caído del cielo? —, el guerrero sintió un escalofrío en su espada, quizás tantas caídas que había sufrido. "Con solo una gota, un sorbo me conformaría" pensó Dalorian se giró y recordó ese sabor de la hidromiel, ante esto más positivo le dijo,— Si, debemos beber, iré a por mí escudo. — comenzó a trotar y llegó hacía su escudo, le tomó con cuidado, estaba aún un poco tibio, y poco de rojo le quedaba, lo puso en su espalda y vio al hombre Dragón convertirse en humano nuevamente, ahí quedo un cadáver irreconocible, le daba lástima saber como un ser que contuvo humanidad podía llegar a terminar sus días así, pero así fue y por respeto a las almas de sus compañeros no le daría sepulcro.
Dalorian no tenía miedo a los hombres, porque en ellos imaginaba sus caras cuando pequeños, a veces los veía como así mismo o como un padre ve a sus hijos, en lo que se habían convertido y que alguna vez fueron inocentes como un ciervo, puede que aquello era lo único que hacía que cuando Dal’ mirara a los ojos a un ser detestable, tuviese una gota de piedad.
Cuando regresó un leñador dijo unas palabras positivas, le dio una palmada en el hombro a Dalorian y siguió su camino, el guerrero luego de aquello abrió el jubón del caído y rompió su ropa interna, su sangre aún estaba fresca, limpio su cara y su herida con lo que quedaba de su ropa limpia, luego trató de cerrar su jubón y le tomó en brazos, dijo que le iba a llevar con su amada, se había vuelto una promesa. Algunos guerreros enterraron a los compañeros quemados, con sus propias hachas, ya que no tenían palas a mano, luego de eso todos marcharon por el bosque de vuelta al aserradero, Karalynn iba junto con Dalorian y el jefe se les acercó, afectado le dijo varías cosas profundas al guerrero, dolorosas, pero luego con sus palabras finales, creó un contraste, había que dar vuelta la página.
₪₪Audio de Ambiental II.₪₪
— Me abría gustado conocerte hombre, vi honor en tus ojos. — decía Dalorian al joven que tenía en sus brazos, mientras miraba el suelo con dificultad para no tropezarse, se detuvo un momento y le dijo a un tipo que iba detrás del jefe en punta,— ¡El del yelmo! — el hombre rudo se dio vuelta y levanto la cara en señal de pregunta.— Antes de que lleguemos ¿Puedes adelantarte para buscar una manta?, así le tapamos, no quiero que su amada le vea las heridas. —El hombre observo bien y se dio cuenta que era su amigo, el que iba ahí, frunció la boca de pena y sus ojos se llenaron de lagrimas,— Ryadoj —, iba a devolverse a verle de cerca pero se contuvo pasando las manos por su cara — Que le diremos a Nireya, dioses, no, bien...bien, tranquilo, me adelantaré por una manta para mi amigo. —
Cuando llegaron al aserradero la gente recibía la noticia y muchos gritaban de rabia o lloraban, el hombre del yelmo como acordaron regresó con la manta y le tapo juntando su frente con la de su amigo, se quedo unos segundos así y luego miro a Karalynn con Dalorian, pena profunda en su expresión se veía y detrás de ella apareció Nireya, al verle sus gritos eran desgarradores, se posó encima del cuerpo y Dalorian ya con poca fuerza cayó arrodillado sin soltarle, todos reaccionaron tratando de ayudar, pero ahí quedo Dalorian con el hombre en brazos y ella con su cara sobre la manta que cubría el cuerpo de su amor, solo se veía su rostro. El hombre grande se agacho y mientras tomaba el cuerpo le decía a Dalorian — Gracias por traerlo, lo llevaré adentro. —, — Mil gracias —decía la mujer llorando sin consuelo mientras seguía con la mirada a su hombre. Dalorian se levantó y dijo a Karalynn, — Iré adentro.— el guerrero caminaba entre la multitud que dialogaba, miraba hacia el cielo buscando una silueta pensando. "Padre Larenar, bebe con ellos en los salones de los grandes, un día nos reuniremos."
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Toda su pena la botó en un suspiro, movió sus hombros y se sentó en la mesa principal, llegó el anciano que habían salvado en la granja y se emociono de alegría, les dió un beso en la frente a los dos, — ¡Están viivos!, que alegría, son unos héroes, estoy muy orgulloso de ustedes. —Dalorian estaba agotadísimo, solo asintió con su cabeza en agradecimiento y no dijo nada.
El alcohol aún no estaba en la mesa, faltaba hacer el funeral como correspondía. Dalorian acompaño a Karalynn hacia afuera y se pusieron a observar el honorable momento.
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Dalorian razonaba que luego de todo el fuego que había visto no le vería de forma similar en su vida, aun así en ese instante tomo el pensamiento de que tenía que aliarse con él y no temerle, aunque le afectaba que después de todo lo que lucharon, sus compañeros que sangraron y cayeron a su alrededor igual terminasen en las llamas, trato de no mirar, pero por respeto a la costumbre, siguió mirando "la vida es algo inexplicable" pensó mientras observaba la hoguera.
Dalorian
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Re: Caído del cielo.[Interpretativo][Privado/Karralyn Fjelstad]
Las llamas ardían, consumiendo los cuerpos de aquellos que habían peleado desinteresadamente, solo queriendo proteger su hogar y su gente. El fuego parecía ascender hasta los cielos, perdiéndose entre las escasas nubes que cubrían la bóveda celeste, y se hacían visibles por el reflejo lunar. Karalynn tenia la vista perdida en el fuego. Al principio, sentía lastima por lo sucedido, era un día lúgubre para el lugar donde tanto tiempo llevaba trabajando; poco después, tan solo tenia la vista perdida encontrando formas diversas en el fuego, que solo su imaginación podía visualizar. Durante unos segundos, sintió que veía al enigmático dragón al que se habían enfrentado, escupiendo llamas dentro del propio fuego. Luego vio un pájaro, después un pato. Al cabo de un rato, se dio cuenta de que estaba sonriendo, y se sintió tan estúpida por su imaginativa fijación, que forzó una seriedad poco creíble. A su izquierda, se encontraba uno de los leñadores con los que había trabajado desde un principio. Nada mas llegar a Lunargenta, al poco tiempo, aquel muchacho grande sin cabello le había ofrecido un rincón en su pequeña casa. La casa de leñadores otorgaba distintas casas pequeñas alrededor de los bosques, en la cercanía de la ciudad para los trabajadores, aunque en su momento Karalynn no había tenido todavía la suya. Aquel joven, le había cedido un pequeño rincón en su hogar, hasta que el jefe de leñadores había decidido entregarle una casa a Karalynn. El siempre había sido amable.
— A causa o no del dragón, las llamas se llevan nuestros compañeros —dijo el. Era la primera vez que entablaba conversación con Karalynn aquella noche—. Me siento tan afortunado de no estar entre ellos. Me pregunto por que Aïdín no me habrá llevado con ellos.
— No te preguntes esas cosas —respondió ella, mirándolo de reojo, en realidad no quería apartar la vista del fuego—. Tan solo se feliz y disfruta de que Aïdín te ha dado una oportunidad y ha agradecido tu coraje.
El chico miro de reojo a aquel que pretéritamente se había estado quejando, tanto de Dalorian, como del hecho de ir a por el dragón.
— A veces no estoy seguro de que quienes sobrevivimos, lo hagamos por nuestro coraje —dijo a continuación—. Creo que debían haberse ido otros, en lugar de quienes yacen entre el fuego ahora mismo.
Karalynn asintió, pero no dijo nada mas. El chico dio media vuelta y entro en el establecimiento, en la casa de leñadores. Karalynn pensó que se habría sentido demasiado irritado como para poder continuar allí mas tiempo. El fuego continuo allí, ardiendo y consumiendo los cuerpos de los héroes, y así se dejaría hasta que de ello no quedaran mas que brasas. El jefe de leñadores hizo una señal para que todos entraran en la casa de leñadores, y poco a poco a ritmo pausado y respetuoso, los presentes fueron entrando en el establecimiento. Desde hacia un rato, ya había comenzado a oler a comida, Karalynn pensó que era un olor tan agradable que rápidamente despertaría su apetito una vez viera los alimentos sobre la mesa. Entro junto con Dalorian. Una vez dentro, vio que los ciudadanos que habían estado libres, lo habían preparado todo para que se diera un banquete digno de la victoria, y que honrara la caída de los valientes que habían peleado con fiereza contra los acontecimientos. Dos amplias mesas, largas y grandes, de una madera marrón oscura de aspecto resistente. Encima, una gran cantidad de platos de madera rellenos de diversos alimentos. Ella cerro los ojos por un momento, y sonrió al darse cuenta de que el aroma diverso de los alimentos entraba por su nariz, causándole un escalofrío.
— Ahora que lo siento, siento un hambre voraz —comento ella a Dalorian, quien estaba justo a su derecha. Pensó que seguramente pensaría lo mismo que ella.
Busco un buen lugar donde sentarse, aproximadamente en el centro de la mesa que estaba mas cerca de la entrada de la casa de leñadores. Aquellas mesas no habían estado ahí antes, realmente, las habían traído de la cocina de la casa de leñadores, al vestíbulo, donde habría mas espacio para todos. Se escuchaban todavía algunos llantos ahogados, que provenían de las habitaciones de la casa de leñadores, pero menos que cuando los ciudadanos habían sido dejados en el establecimiento por primera vez. Algunas personas que Karalynn había visto horas antes con el alma destrozada, se veían mucho mejor en aquellos momentos, alegrados por reencuentros y festejos. Había cuatro barriles medianos repletos de hidromiel en cada mesa, con una pequeña obertura que al inclinar el barril, dejaba caer el dulce y dorado fermentado de miel. Uno de los ciudadanos, que había estado aguardando el regreso de su hermano, que era leñador, tenia en sus manos un laúd. Lo había rescatado como su único bien preciado, de la granja incendiada, y tocaba ahora algunos acordes alegres a la par que improvisaba una letra victoriosa que contaba la hazaña que habían cometido en aquella noche, tal vez exagerándolo un poco mas de tal y como había sido.
Y es tierno para todos este final
Más no dice lo mismo el dragón
Su rió de fuego quedo sin caudal
Regresa dragón y te matare de un empujón!
— Eres terrible Sigurd —dijo el jefe de leñadores, soltando una risotada—. Mejor déjalo estar y sigue tocando tu laúd, que en ello si eres diestro.
Sigurd resoplo, pero siguió tocando el laúd. Karalynn comenzó a observar sobre la mesa, mirando de un lado a otro, pensando en que tomaría. Había carne de pollo, de vaca, y carne de oveja mal cocinada. También patatas, hervidas y asadas, salsas que Karalynn no se atrevía a probar, y jarrones grandes de medio litro, uno entre los cuales Karalynn no tardo demasiado en rellenar de hidromiel. Luego miro de reojo a Dalorian, y le dedico una sonrisa.
— Creo que nos merecemos este descanso —dijo ella finalmente.
— A causa o no del dragón, las llamas se llevan nuestros compañeros —dijo el. Era la primera vez que entablaba conversación con Karalynn aquella noche—. Me siento tan afortunado de no estar entre ellos. Me pregunto por que Aïdín no me habrá llevado con ellos.
— No te preguntes esas cosas —respondió ella, mirándolo de reojo, en realidad no quería apartar la vista del fuego—. Tan solo se feliz y disfruta de que Aïdín te ha dado una oportunidad y ha agradecido tu coraje.
El chico miro de reojo a aquel que pretéritamente se había estado quejando, tanto de Dalorian, como del hecho de ir a por el dragón.
— A veces no estoy seguro de que quienes sobrevivimos, lo hagamos por nuestro coraje —dijo a continuación—. Creo que debían haberse ido otros, en lugar de quienes yacen entre el fuego ahora mismo.
Karalynn asintió, pero no dijo nada mas. El chico dio media vuelta y entro en el establecimiento, en la casa de leñadores. Karalynn pensó que se habría sentido demasiado irritado como para poder continuar allí mas tiempo. El fuego continuo allí, ardiendo y consumiendo los cuerpos de los héroes, y así se dejaría hasta que de ello no quedaran mas que brasas. El jefe de leñadores hizo una señal para que todos entraran en la casa de leñadores, y poco a poco a ritmo pausado y respetuoso, los presentes fueron entrando en el establecimiento. Desde hacia un rato, ya había comenzado a oler a comida, Karalynn pensó que era un olor tan agradable que rápidamente despertaría su apetito una vez viera los alimentos sobre la mesa. Entro junto con Dalorian. Una vez dentro, vio que los ciudadanos que habían estado libres, lo habían preparado todo para que se diera un banquete digno de la victoria, y que honrara la caída de los valientes que habían peleado con fiereza contra los acontecimientos. Dos amplias mesas, largas y grandes, de una madera marrón oscura de aspecto resistente. Encima, una gran cantidad de platos de madera rellenos de diversos alimentos. Ella cerro los ojos por un momento, y sonrió al darse cuenta de que el aroma diverso de los alimentos entraba por su nariz, causándole un escalofrío.
— Ahora que lo siento, siento un hambre voraz —comento ella a Dalorian, quien estaba justo a su derecha. Pensó que seguramente pensaría lo mismo que ella.
Busco un buen lugar donde sentarse, aproximadamente en el centro de la mesa que estaba mas cerca de la entrada de la casa de leñadores. Aquellas mesas no habían estado ahí antes, realmente, las habían traído de la cocina de la casa de leñadores, al vestíbulo, donde habría mas espacio para todos. Se escuchaban todavía algunos llantos ahogados, que provenían de las habitaciones de la casa de leñadores, pero menos que cuando los ciudadanos habían sido dejados en el establecimiento por primera vez. Algunas personas que Karalynn había visto horas antes con el alma destrozada, se veían mucho mejor en aquellos momentos, alegrados por reencuentros y festejos. Había cuatro barriles medianos repletos de hidromiel en cada mesa, con una pequeña obertura que al inclinar el barril, dejaba caer el dulce y dorado fermentado de miel. Uno de los ciudadanos, que había estado aguardando el regreso de su hermano, que era leñador, tenia en sus manos un laúd. Lo había rescatado como su único bien preciado, de la granja incendiada, y tocaba ahora algunos acordes alegres a la par que improvisaba una letra victoriosa que contaba la hazaña que habían cometido en aquella noche, tal vez exagerándolo un poco mas de tal y como había sido.
Y es tierno para todos este final
Más no dice lo mismo el dragón
Su rió de fuego quedo sin caudal
Regresa dragón y te matare de un empujón!
— Eres terrible Sigurd —dijo el jefe de leñadores, soltando una risotada—. Mejor déjalo estar y sigue tocando tu laúd, que en ello si eres diestro.
Sigurd resoplo, pero siguió tocando el laúd. Karalynn comenzó a observar sobre la mesa, mirando de un lado a otro, pensando en que tomaría. Había carne de pollo, de vaca, y carne de oveja mal cocinada. También patatas, hervidas y asadas, salsas que Karalynn no se atrevía a probar, y jarrones grandes de medio litro, uno entre los cuales Karalynn no tardo demasiado en rellenar de hidromiel. Luego miro de reojo a Dalorian, y le dedico una sonrisa.
— Creo que nos merecemos este descanso —dijo ella finalmente.
Karalynn Fjelstad
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Re: Caído del cielo.[Interpretativo][Privado/Karralyn Fjelstad]
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Dal' permanecía en silencio, mirando la pira funeraria hasta que se debilitó la llama, y así también lo hizo su remordimiento, se sentía afortunado por no estar junto a los cuerpos y pensó que nadie era más valioso que otro, al que le tocó le tocó, simple coincidencia, lo importante es que cada fallecido dejase una luz de esperanza, forzando a pensar más positivo y aprovechar la vida.
El guerrero miraba a la gente y de a poco se iba sintiendo feliz, activando su positivismo, volviendo a el, mirando la gente que alegre estaba a salvo, en especial cuando entró con Karalynn y vio a la niñita, la del molino, y en el patio el burro, si, el mismo burro a prueba de fuego.
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Entrando la gente estaba mejor, más alegre, algunos dijeron —¡Hay que brindar y descansar que hay un mañana, coman y beban.!—
Su compañera de batalla también se le veía más contenta, ella dijo — Ahora que lo siento, siento un hambre voraz —, y Dalorian claramente sentía hambre pero lo había dejado de lado, eso le causó gracia, se sentaron y ante eso le expresó,— Con el hambre que tenía vi al dragón con sus alas de pollo apetitosas en un momento, pero estaba muy duro para comérselo. —riéndose levemente mientras miraba su plato y partía un pedazo de pan, a su derecha estaba el guerrero del yelmo, este estaba comiendo a toda velocidad como un lycantropo, ante esto Dalorian sintió la confianza, y luego comenzó a sacar bastante comida, comía un pedazo de carne como un salvaje, como cuando vivía solo en los bosques y lograba cazar recién luego de varios días. Salio un tipo con un laud y le abuchearon riéndose, solo falto que volara comida hacía el en un instante, pero se mantuvo el respeto y le dejaron continuar, otros tenían varios instrumentos y se añadieron a tocar, la niñita se acerco a los músicos y le incitaron a bailar, ella sin temor inocentemente bailaba y a todos les caía en gracia, era un agradable momento.
Una mujer en el grupo de músicos, le dedico un tema a todos los que lucharon y comenzó a cantar.
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El del yelmo poniendo su mano en el hombro del guerrero le dijo con al boca llena ,— Gracias, por el gesto, Nireya esta mejor, ella ya comió me dijo y se fue a dormir, mi mujer se quedo con ella. —,— No hay de que, era lo mínimo que debía hacer por él, fue valiente, salud por el. —,— ¡Eeesoo, saluud! —. Empuñaron fuertemente sus jarras y bebieron un trago al seco. — Ahh, delicioso. .—mientras rellenaba su jarra el hombre le dijo contento — Hahaha, no dejaremos nada en la mesa, menos mal que la madera no se come. —
Karalynn le miró de reojo sonriendo y le dijo — Creo que nos merecemos este descanso — , - Dalorian le miró seriamente y le dijo — Gracias por creer en mi, si, nos merecemos el descanso —, le sonrió, tomo su jarra, la levanto un poco para brindar con ella y asintiendo la cabeza dijo — Sköl —.
Dalorian en un momento le dijo con sus labios sin emitir sonido a la que cantaba — Emperatriz de fuego — y luego miro de reojo a Karalynn como señalándola, la cantante entendió sus labios , asintió y comenzó a cantar por la única mujer que había ido a luchar contra el dragón, dedicándole una canción, se la había ganado.
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Dalorian
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