Lunas de sangre [Libre - 4/4] [Cerrado]
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Re: Lunas de sangre [Libre - 4/4] [Cerrado]
De pronto un fuerte temblor, hizo moverse el muro, Alanna se apartó dejando de dar golpes, intercambiando ráidas miradas entre la puerta del cuarto y la pared. Cuando los temblores se detuvieron y la puerta de madera que había estado oculta volvió a aparecer nuevamente, la abrió sin perder tiempo y, mientras sus compañeros y Hans salían en tropel, corrió guiándolos hasta el cuarto de baño, ya sin vapor por haber estado abierta la puerta, donde Eltrant se encontraba tumbado.
Preocupada, observó como Niniel prestaba primeros auxilios a su amigo, primero rompiéndole la camisa y escuchando sus latidos, luego practicándole la respiración cardiopulmonar. No apartó la vista de los movimientos de su amiga, quien se permitió un momento para decirle que era ella quien debería hacerlo.
Alanna lo reflexionó un momento, sin acabar de entender al principio, hasta que, finalmente, dio con la posible razón de la frase, si hubiera sabido hacerlo, Eltrant no habría corrido tanto peligro, esperaba que la tardanza no costase demasiado cara... Debería aprender a hacer esas cosas que, para la elfa eran tan básicas y fáciles como respirar, pero que para ella eran un mundo. No era difícil vendar una herida leve, o provocar una herida mortal, no era difícil envenenar o curar a alguien de un veneno, pero prestar ese tipo de ayuda era otro cantar, ella había sido entrenada para matar, pero tal vez debería aprender a salvar vidas también, para, al menos, compensar perdidas. Aunque, por supuesto, cada vez que arrebataba una vida, no era por gusto, si no para salvar otra.
La chica se sentó en el suelo, al otro lado del cuerpo extendido del chico, que daba la impresión de tener mejor color, ¿Sería imaginación suya? Esperaba que no. Arrodillada en el frío suelo de mármol, notó la tensión en su espalda, Jericó se fijaba en una presencia non grata, Hans seguía allí, aguantando las miradas, movido por la promesa de Elwen, a pesar de notarse como pieza sobrante del tablero.
Las preguntas del elfo lo hicieron retroceder un poco, y, cabizbajo, sabiendo de su mala actuación, pero sin poder acabar de entender a causa de un leve retraso mental que padecía de nacimiento, retrocedió asustado como un niño regañado. Sabía que debía explicarse, y que esa explicación podría tener serias cosecuencias, confesar, sería vender a su dueña, a quien lo había criado, a quien lo había tratado como a un perro, obediente, servil, sin opinión.
Miró dudos la puerta del baño, y, al final, decidió cerrarla, no podía dejar que su ama lo escuchara traicionarlo, y debía estar demasiado ocupada viendo a las jovenes que se encontraban en los tanques, haciendo los preparativos para esa luna llena, la luna en la que, una vez al mes, teñía de sangre la casa, la luna que ella había nombrado, Luna de sangre. Con la puerta cerrada, colocó una última runa frente a la puerta, era una runa de tortua que la mujer le había dado, sin embargo, sería muy útil. La piedra se iluminó de forma discreta y creo una barrera que evitaba que saliera cualquier sonido, era momento de explicarse y no quería que nadie más a parte de los allí presentes escucharan.
- La señora era buena.- comenzó con su curiosa voz de gárgola- estaba enamorada, un hombre con quien quería tener una familia, pero la señora no podía tener hijos, y el señor se enfadó.- dijo con aspecto triste, culpable.- por mucho que lo intentaban, la señora no podía tener niños, y su marido, al final, dejó de querer tenerlos. Las cosas volvieron a la normalidad, Miss Marie y el señor volvían a ser felices, y, al final, la señora se quedó encinta.- sonrió el hombre de chepa con tristeza. Alanna, que sostenía la mano de Eltrant, controlando su pulso, se giró a verle, interesada por la historia A medida que hablaba, sus frases se volvían más conexas, más inteligentes y reales, más tangibles.- Todos pensabamos que el señor sería feliz, los otros criados y yo hicimos una celebración, pero el señor no estaba conforme.- se ensombreció su mirada.- al llegar a casa, el día de la fiesta, a señora iba a darle la noticia, pero las cosas se torcieron....
"El señor dejó a la señora, ya no la amaba, se marchó lejos, con otra mujer más joven que Miss Marie... Eso entristeció tanto a la señora, que dejó de comer, se volvió triste, desanimada, lloraba mucho, los criados empezaron a marcharse porque Miss no les pagaba, pero yo no, la señora había sido buena conmigo, pero no pude evitar lo que sucedió. Pronto Miss empezó a enfadarse, culpaba a todos por lo sucedido, culpaba al señor, a la mujer con la que se había marchado, se culpaba a si misma, la señora siempre estuvo muy enamorada de Sir Galaham, el señor, por eso que el la dejase sola la trastornó tanto. Y las cosas empezaron a volverse difíciles.
No era buena idea dejar a Miss Marie, sola, empezaba a autolesionarse, y el embarazo avanzaba a buen ritmo, la obligaba a comer, para que el niño naciera sano, pero, la señora lo vomitaba, las heridas que se hacía era cada vez peores, y, cuando quedaba a penas un mes para que naciera el pequeño, yo pensaba que sería una gran noticia, que, tal vez, el niño sería una alegría para ella, que le devolvería las ganas de vivir y las sonrisa, pero no podía estar más equivocado.
Cuando entré en su cuarto, al escuchar un chillido, seguido por una chiquilla, a penas de 21 años que aun seguía allí, vi lo más horrible que he visto nunca, la señora, con un abrecartas, se apuñalaba el estómago con saña, gritando que no quería a ese niño, que no quería a su marido, que no quería a nadie, que toda la culpa era de esa mujerzuela que lo había engatusado, y lo había apartado de ella, que todo era por culpa suya, por no ser más joven.
La chica y yo la detuvimos, pero era tarde, el bebe estaba muerto... La señora sobrevivió, pero en el parto, el niño salió totalmente apuñalado del vientre, desangrado en la tripa de su madre, nunca había visto una escena más triste y sangrienta, una madre apuñalandose a si misma una madre apuñalando a su hijo... ni siquiera mi madre tuvo fuerzas para matarme al verme nacer a pesar de mi aspecto, me quedó claro que la señora no estaba bien.
Sepultamos al bebé sin dejar que la señora lo viera, y esperamos, esperamos a que ella se recuperase. Tuvieron que pasar varios meses hasta que la señora pareció volver a la normalidad, se recuperó de sus heridas con medicinas que ella misma hacía, mantenerse ocupada le sentaba bien, se ocupó de nuevo de organizar las cosas de la casa, los menús, e incluso volvió a hacer fiestas, hasta que de nuevo las cosas se torcieron.
Mientras la chica que me ayudaba limpiaba, se hizo un corte, y Miss Marie fue a ayudarla, la sangre de la chica tocó la piel de la señora, que, sin que nadie lo supiera, había estado obsesionada por mantener su juventud, aun pensando en su marido y la chica con quien huyó, durante meses se había visto a si misma distorsionada, con manchas en a piel inexistentes, arrugas que no estaban, pero con el roce de la sangre joven, la cosa cambió, vio su mano más tersa, más suave, la vio como la veíamos todos, y eso terminó por acentuar su locura....
La chica desapareció, y contratamos a otra, también desapareció la segunda, y la tercera, así hasta cinco veces, cada vez duraban menos, y la señora se veía menos por la casa también, cuando lo descubrí, vi la segunda imagen más atemorizante de mi vida, la señora se encontraba en el sótano, estaba en el suelo, en el centro de un círculo rojo iluminado por velas y los cuerpos de las chicas desparecidas, ensangrentados, en el suelo rodeándola, las manchas de sangre estaban repartidas por el suelo, pero la que más estaba cubierta de sangre era Miss, que lloraba por lo que había hecho.
Se me rompió el corazón, y... al final, decidí ayudarla, murieron más chicas, la gente empezó a desaparecer del pueblo porque algunas, a pesar de no morir, tampoco regresaban a casa, convencí a Miss de que, para que el ritual fuese más útil, debía esperar a tener 10 chicas, por eso las que conseguía, las conservaba en tanques con un líquido especial, pueden respirar, pero no moverse, hay 7 chicas allí bajo, faltan 3, vosotras...
La casa está repleta de trampas, aunque sepáis esto, es difícil que podáis escapar... la señora no se rendirá a no ser que... yo mismo he intentado acabar con ella, pero no tengo fuerza... Por favor, salvad a mi ama"
Suplicó acabada la historia, al borde del llanto...
De pronto un fuerte temblor, hizo moverse el muro, Alanna se apartó dejando de dar golpes, intercambiando ráidas miradas entre la puerta del cuarto y la pared. Cuando los temblores se detuvieron y la puerta de madera que había estado oculta volvió a aparecer nuevamente, la abrió sin perder tiempo y, mientras sus compañeros y Hans salían en tropel, corrió guiándolos hasta el cuarto de baño, ya sin vapor por haber estado abierta la puerta, donde Eltrant se encontraba tumbado.
Preocupada, observó como Niniel prestaba primeros auxilios a su amigo, primero rompiéndole la camisa y escuchando sus latidos, luego practicándole la respiración cardiopulmonar. No apartó la vista de los movimientos de su amiga, quien se permitió un momento para decirle que era ella quien debería hacerlo.
Alanna lo reflexionó un momento, sin acabar de entender al principio, hasta que, finalmente, dio con la posible razón de la frase, si hubiera sabido hacerlo, Eltrant no habría corrido tanto peligro, esperaba que la tardanza no costase demasiado cara... Debería aprender a hacer esas cosas que, para la elfa eran tan básicas y fáciles como respirar, pero que para ella eran un mundo. No era difícil vendar una herida leve, o provocar una herida mortal, no era difícil envenenar o curar a alguien de un veneno, pero prestar ese tipo de ayuda era otro cantar, ella había sido entrenada para matar, pero tal vez debería aprender a salvar vidas también, para, al menos, compensar perdidas. Aunque, por supuesto, cada vez que arrebataba una vida, no era por gusto, si no para salvar otra.
La chica se sentó en el suelo, al otro lado del cuerpo extendido del chico, que daba la impresión de tener mejor color, ¿Sería imaginación suya? Esperaba que no. Arrodillada en el frío suelo de mármol, notó la tensión en su espalda, Jericó se fijaba en una presencia non grata, Hans seguía allí, aguantando las miradas, movido por la promesa de Elwen, a pesar de notarse como pieza sobrante del tablero.
Las preguntas del elfo lo hicieron retroceder un poco, y, cabizbajo, sabiendo de su mala actuación, pero sin poder acabar de entender a causa de un leve retraso mental que padecía de nacimiento, retrocedió asustado como un niño regañado. Sabía que debía explicarse, y que esa explicación podría tener serias cosecuencias, confesar, sería vender a su dueña, a quien lo había criado, a quien lo había tratado como a un perro, obediente, servil, sin opinión.
Miró dudos la puerta del baño, y, al final, decidió cerrarla, no podía dejar que su ama lo escuchara traicionarlo, y debía estar demasiado ocupada viendo a las jovenes que se encontraban en los tanques, haciendo los preparativos para esa luna llena, la luna en la que, una vez al mes, teñía de sangre la casa, la luna que ella había nombrado, Luna de sangre. Con la puerta cerrada, colocó una última runa frente a la puerta, era una runa de tortua que la mujer le había dado, sin embargo, sería muy útil. La piedra se iluminó de forma discreta y creo una barrera que evitaba que saliera cualquier sonido, era momento de explicarse y no quería que nadie más a parte de los allí presentes escucharan.
- La señora era buena.- comenzó con su curiosa voz de gárgola- estaba enamorada, un hombre con quien quería tener una familia, pero la señora no podía tener hijos, y el señor se enfadó.- dijo con aspecto triste, culpable.- por mucho que lo intentaban, la señora no podía tener niños, y su marido, al final, dejó de querer tenerlos. Las cosas volvieron a la normalidad, Miss Marie y el señor volvían a ser felices, y, al final, la señora se quedó encinta.- sonrió el hombre de chepa con tristeza. Alanna, que sostenía la mano de Eltrant, controlando su pulso, se giró a verle, interesada por la historia A medida que hablaba, sus frases se volvían más conexas, más inteligentes y reales, más tangibles.- Todos pensabamos que el señor sería feliz, los otros criados y yo hicimos una celebración, pero el señor no estaba conforme.- se ensombreció su mirada.- al llegar a casa, el día de la fiesta, a señora iba a darle la noticia, pero las cosas se torcieron....
"El señor dejó a la señora, ya no la amaba, se marchó lejos, con otra mujer más joven que Miss Marie... Eso entristeció tanto a la señora, que dejó de comer, se volvió triste, desanimada, lloraba mucho, los criados empezaron a marcharse porque Miss no les pagaba, pero yo no, la señora había sido buena conmigo, pero no pude evitar lo que sucedió. Pronto Miss empezó a enfadarse, culpaba a todos por lo sucedido, culpaba al señor, a la mujer con la que se había marchado, se culpaba a si misma, la señora siempre estuvo muy enamorada de Sir Galaham, el señor, por eso que el la dejase sola la trastornó tanto. Y las cosas empezaron a volverse difíciles.
No era buena idea dejar a Miss Marie, sola, empezaba a autolesionarse, y el embarazo avanzaba a buen ritmo, la obligaba a comer, para que el niño naciera sano, pero, la señora lo vomitaba, las heridas que se hacía era cada vez peores, y, cuando quedaba a penas un mes para que naciera el pequeño, yo pensaba que sería una gran noticia, que, tal vez, el niño sería una alegría para ella, que le devolvería las ganas de vivir y las sonrisa, pero no podía estar más equivocado.
Cuando entré en su cuarto, al escuchar un chillido, seguido por una chiquilla, a penas de 21 años que aun seguía allí, vi lo más horrible que he visto nunca, la señora, con un abrecartas, se apuñalaba el estómago con saña, gritando que no quería a ese niño, que no quería a su marido, que no quería a nadie, que toda la culpa era de esa mujerzuela que lo había engatusado, y lo había apartado de ella, que todo era por culpa suya, por no ser más joven.
La chica y yo la detuvimos, pero era tarde, el bebe estaba muerto... La señora sobrevivió, pero en el parto, el niño salió totalmente apuñalado del vientre, desangrado en la tripa de su madre, nunca había visto una escena más triste y sangrienta, una madre apuñalandose a si misma una madre apuñalando a su hijo... ni siquiera mi madre tuvo fuerzas para matarme al verme nacer a pesar de mi aspecto, me quedó claro que la señora no estaba bien.
Sepultamos al bebé sin dejar que la señora lo viera, y esperamos, esperamos a que ella se recuperase. Tuvieron que pasar varios meses hasta que la señora pareció volver a la normalidad, se recuperó de sus heridas con medicinas que ella misma hacía, mantenerse ocupada le sentaba bien, se ocupó de nuevo de organizar las cosas de la casa, los menús, e incluso volvió a hacer fiestas, hasta que de nuevo las cosas se torcieron.
Mientras la chica que me ayudaba limpiaba, se hizo un corte, y Miss Marie fue a ayudarla, la sangre de la chica tocó la piel de la señora, que, sin que nadie lo supiera, había estado obsesionada por mantener su juventud, aun pensando en su marido y la chica con quien huyó, durante meses se había visto a si misma distorsionada, con manchas en a piel inexistentes, arrugas que no estaban, pero con el roce de la sangre joven, la cosa cambió, vio su mano más tersa, más suave, la vio como la veíamos todos, y eso terminó por acentuar su locura....
La chica desapareció, y contratamos a otra, también desapareció la segunda, y la tercera, así hasta cinco veces, cada vez duraban menos, y la señora se veía menos por la casa también, cuando lo descubrí, vi la segunda imagen más atemorizante de mi vida, la señora se encontraba en el sótano, estaba en el suelo, en el centro de un círculo rojo iluminado por velas y los cuerpos de las chicas desparecidas, ensangrentados, en el suelo rodeándola, las manchas de sangre estaban repartidas por el suelo, pero la que más estaba cubierta de sangre era Miss, que lloraba por lo que había hecho.
Se me rompió el corazón, y... al final, decidí ayudarla, murieron más chicas, la gente empezó a desaparecer del pueblo porque algunas, a pesar de no morir, tampoco regresaban a casa, convencí a Miss de que, para que el ritual fuese más útil, debía esperar a tener 10 chicas, por eso las que conseguía, las conservaba en tanques con un líquido especial, pueden respirar, pero no moverse, hay 7 chicas allí bajo, faltan 3, vosotras...
La casa está repleta de trampas, aunque sepáis esto, es difícil que podáis escapar... la señora no se rendirá a no ser que... yo mismo he intentado acabar con ella, pero no tengo fuerza... Por favor, salvad a mi ama"
Suplicó acabada la historia, al borde del llanto...
Alanna Delteria
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Re: Lunas de sangre [Libre - 4/4] [Cerrado]
-“Mierda, mierda, mierda” – Farfulló el mercenario mientras contemplaba impotente como sus manos se volvían carmesí debido a la sangre que no paraba de parar de su vientre.
Lamentando el no haber creído a la guarda sobre lo que le esperaba en el interior de aquella habitación, el mercenario se arrastró como buenamente pudo, dejando tras de sí un fino rastro de sangre, hasta que pudo alcanzar su espada, que yacía a los pies de la copia de Alanna.
-“No te rindes ¿No?” – Dijo la joven con una sonrisa agachándose para agarrar al mercenario por el pelo y obligarle a mirar hacia arriba, quien como toda respuesta golpeó una de las piernas de la mujer con la espada que acababa de recuperar.
Aquella Alanna, divertida por la reacción de su oponente, y siempre bajo la atenta mirada de la copia de Niniel que observaba cautelosamente agarrada a su báculo, dejó escapar una melodiosa carcajada para justo después clavar su espada en el cuello de Eltrant sin miramientos.
Todo fue inusualmente rápido para el mercenario, lo cual era extraño, Eltrant siempre había pensado que el tiempo se iba a ralentizar en el momento en el cual alguien por fin acabase con su vida, o al menos estuviesen a punto de hacerlo, no dejaba de ser irónico que fuesen sus compañeros de viaje los que al fin acabasen con él.
Primero un intenso dolor acompañado enseguida por la imperiosa necesidad de oxígeno, el cual empezaba faltarle, después de aquello, todo comenzó a convertirse gradualmente al más oscuro de los negros, como si le estuviesen cubriendo los ojos con un velo, como si, de alguna forma, ente gorgoteos en busca de aire, estuviese quedándose dormido.
Fue entonces cuando despertó.
Después de incorporarse inmediatamente casi de forma automática, expulsó una ingente cantidad de agua de su boca, que para empezar no sabía cómo había llegado hasta allí, justo tras aquello siguió tosesiendo copiosamente; necesitaba aire, le habían cortado el cuello y necesitaba respirar.
Justo tras el singular espectáculo que había dado a los presentes miró a su alrededor, Alanna, Niniel, Jericó, Elwen, estaban todos allí, reunidos, de alguna forma él seguía con vida y los compañeros a los que acababa de enfrentar y perder seguían junto a él, y al contrario que hacía unos segundos no parecían tener intención alguna de matarle.
La niebla se había desvanecido por completó, no obstante, instintivamente llevó la mano hacia la espada que, por algún motivo seguía bien envainada en su funda. Su cuello seguía intacto y no había rastro de la herida que Alanna le había hecho en el vientre, no podía sentirse más fuera de lugar.
-“¿Qué acaba de pasar?” – Susurró soltando la espada y observando cautelosamente su alrededor mientras se dejaba caer contra el frio suelo de la mansión, aquel ser que los había guiado por la mansión, Hans también estaba allí reunido ¿Es que él era el que había hecho aquello? Le dolía la cabeza mucho, como si alguien se hubiese encargado de abrírsela con una pesada piedra.
Aupándose como buenamente pudo se levantó y, después de tambalearse un poco tratando de mantener el equilibrio miró a los presentes – “Ninguno queréis matarme ¿Verdad?” – Dijo muy serio, casi tanto que parecía incluso ridículo preguntar algo como aquello de forma tan evidente, pero ¿Qué más podía hacer? Que la niebla hubiese desaparecido era un comienzo, pero si la dueña de aquel lugar era una ilusionista nunca podía estar seguro de si sus compañeros eran reales y hasta donde sabía la manera más fácil de hacerlo era hablar con ellos.
Después de la respuesta se apoyó contra una pared y suspiró profundamente, disfrutando del aire que salía y entraba de sus pulmones, por alguna razón todos parecían bastante más conscientes de lo que estaba sucediendo que él, no era para menos, hacia escasos minutos pensaba que había muerto.
–“¿Alguien me puede resumir que está pasando aquí?"
Lamentando el no haber creído a la guarda sobre lo que le esperaba en el interior de aquella habitación, el mercenario se arrastró como buenamente pudo, dejando tras de sí un fino rastro de sangre, hasta que pudo alcanzar su espada, que yacía a los pies de la copia de Alanna.
-“No te rindes ¿No?” – Dijo la joven con una sonrisa agachándose para agarrar al mercenario por el pelo y obligarle a mirar hacia arriba, quien como toda respuesta golpeó una de las piernas de la mujer con la espada que acababa de recuperar.
Aquella Alanna, divertida por la reacción de su oponente, y siempre bajo la atenta mirada de la copia de Niniel que observaba cautelosamente agarrada a su báculo, dejó escapar una melodiosa carcajada para justo después clavar su espada en el cuello de Eltrant sin miramientos.
Todo fue inusualmente rápido para el mercenario, lo cual era extraño, Eltrant siempre había pensado que el tiempo se iba a ralentizar en el momento en el cual alguien por fin acabase con su vida, o al menos estuviesen a punto de hacerlo, no dejaba de ser irónico que fuesen sus compañeros de viaje los que al fin acabasen con él.
Primero un intenso dolor acompañado enseguida por la imperiosa necesidad de oxígeno, el cual empezaba faltarle, después de aquello, todo comenzó a convertirse gradualmente al más oscuro de los negros, como si le estuviesen cubriendo los ojos con un velo, como si, de alguna forma, ente gorgoteos en busca de aire, estuviese quedándose dormido.
Fue entonces cuando despertó.
Después de incorporarse inmediatamente casi de forma automática, expulsó una ingente cantidad de agua de su boca, que para empezar no sabía cómo había llegado hasta allí, justo tras aquello siguió tosesiendo copiosamente; necesitaba aire, le habían cortado el cuello y necesitaba respirar.
Justo tras el singular espectáculo que había dado a los presentes miró a su alrededor, Alanna, Niniel, Jericó, Elwen, estaban todos allí, reunidos, de alguna forma él seguía con vida y los compañeros a los que acababa de enfrentar y perder seguían junto a él, y al contrario que hacía unos segundos no parecían tener intención alguna de matarle.
La niebla se había desvanecido por completó, no obstante, instintivamente llevó la mano hacia la espada que, por algún motivo seguía bien envainada en su funda. Su cuello seguía intacto y no había rastro de la herida que Alanna le había hecho en el vientre, no podía sentirse más fuera de lugar.
-“¿Qué acaba de pasar?” – Susurró soltando la espada y observando cautelosamente su alrededor mientras se dejaba caer contra el frio suelo de la mansión, aquel ser que los había guiado por la mansión, Hans también estaba allí reunido ¿Es que él era el que había hecho aquello? Le dolía la cabeza mucho, como si alguien se hubiese encargado de abrírsela con una pesada piedra.
Aupándose como buenamente pudo se levantó y, después de tambalearse un poco tratando de mantener el equilibrio miró a los presentes – “Ninguno queréis matarme ¿Verdad?” – Dijo muy serio, casi tanto que parecía incluso ridículo preguntar algo como aquello de forma tan evidente, pero ¿Qué más podía hacer? Que la niebla hubiese desaparecido era un comienzo, pero si la dueña de aquel lugar era una ilusionista nunca podía estar seguro de si sus compañeros eran reales y hasta donde sabía la manera más fácil de hacerlo era hablar con ellos.
Después de la respuesta se apoyó contra una pared y suspiró profundamente, disfrutando del aire que salía y entraba de sus pulmones, por alguna razón todos parecían bastante más conscientes de lo que estaba sucediendo que él, no era para menos, hacia escasos minutos pensaba que había muerto.
–“¿Alguien me puede resumir que está pasando aquí?"
Eltrant Tale
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Re: Lunas de sangre [Libre - 4/4] [Cerrado]
Siguió a Niniel cuando ella fue a reunirse con Alanna y Eltrant, pero antes la joven dragona pasó por su habitación para recoger su arco y sus flechas. Sin saber cuál sería el próximo truco de la mujer, era mejor estar preparados.
Cuando llegó la elfa acababa de reanimar a Eltrant que se estaba ahogando. ¿Qué le habría pasado? Cuando preguntó si alguno quería matarlo, Elwen se sorprendió.
- ¿Matarte? ¿Realmente hablas en serio?
Luego escuchó con atención la historia de Hans, que les hizo ver otra cara de aquella mujer que les había causado todo aquello. El pasado de aquella mujer estaba lleno de dolor y desesperación, pero si no hacían algo para detenerla, acabarían como las chicas de la historia de Hans. Alanna, Niniel y Elwen eran las siguientes.
Elwen se quedó en silencio, durante unos instante pensó que es lo mejor que podrían hacer. Lo mejor sería huir de allí cuanto antes, pero aquella mujer o les dejaría escapar tan fácilmente. Además Elwen sería incapaz de marcharse y dejar a las chicas que estaban atrapadas en aquella casa.
Después de conocer todo lo que pasaba ahí, no le parecía muy seguro permanecer quietos en el mismo sitio. Había que pensar en algo y deprisa.
- Será mejor que te des prisa en levantarte, Eltrant. Esa mujer está dispuesta a matarnos, sobre todo a Niniel, Alanna y a mí- le contó sin detenerse demasiado en los detalles.
Cuando llegó la elfa acababa de reanimar a Eltrant que se estaba ahogando. ¿Qué le habría pasado? Cuando preguntó si alguno quería matarlo, Elwen se sorprendió.
- ¿Matarte? ¿Realmente hablas en serio?
Luego escuchó con atención la historia de Hans, que les hizo ver otra cara de aquella mujer que les había causado todo aquello. El pasado de aquella mujer estaba lleno de dolor y desesperación, pero si no hacían algo para detenerla, acabarían como las chicas de la historia de Hans. Alanna, Niniel y Elwen eran las siguientes.
Elwen se quedó en silencio, durante unos instante pensó que es lo mejor que podrían hacer. Lo mejor sería huir de allí cuanto antes, pero aquella mujer o les dejaría escapar tan fácilmente. Además Elwen sería incapaz de marcharse y dejar a las chicas que estaban atrapadas en aquella casa.
Después de conocer todo lo que pasaba ahí, no le parecía muy seguro permanecer quietos en el mismo sitio. Había que pensar en algo y deprisa.
- Será mejor que te des prisa en levantarte, Eltrant. Esa mujer está dispuesta a matarnos, sobre todo a Niniel, Alanna y a mí- le contó sin detenerse demasiado en los detalles.
Elwen
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Re: Lunas de sangre [Libre - 4/4] [Cerrado]
Por suerte para Eltrant la peliblanca había llegado hasta él y actuado justo a tiempo para salvar su vida y evitar consecuencias mayores tras su aún difícil de entender caso de cuasi ahogamiento. Siempre era peligroso permanecer sin aire, incluso durante periodos aparentemente cortos de tiempo pero el humano parecía estar perfectamente aunque algo nervioso, más que eso, incluso asustado y su comportamiento resultaba bastante extraño, casi como si no se fiara de las personas que tenía a su alrededor. Níniel se dio cuenta enseguida de lo que ocurría en cuanto el chico comenzó a hablar, al igual que ella debía de haber sufrido una alucinación, una muy peligrosa y tan fuerte como para llegar a confundirlo lo suficiente como para hacer que se ahogase en el cuarto de baño. Con su siempre melodiosa voz e imprimiendo en sus palabras una cadencia tranquilizadora trató de hacérselo entender.
-Tranquilo Eltrant, estás entre amigos. Parece ser que hubiésemos hecho mejor decantándonos por la cueva en vez de pedir refugio en esta casa, todos hemos sido víctimas de ataques insidiosos contra nuestra integridad. Jericó ha sufrido un huracán en su propio cuarto, Elwen fue atacada por criaturas horrorosas y a mi trataron de hacerme lo mismo que a ti, inducirme una alucinación por culpa de un gas filtrado a través de la puerta. Toda la casa parece una especie de trampa con puertas y mecanismos ocultos. Casi te ahogas en un vaso de agua si no llega a ser por Alanna. -Por supuesto era consciente de que ella misma había salvado su vida al practicarle primeros auxilios, pero no tenía ganas de mencionar el asunto del boca a boca en aquel momento, ni en ningún otro. Eltran parecía no acordarse y era mejor así.
Mientras Eltrant buscaba recuperar la verticalidad y las fuerzas bajo la atenta mirada de la peliblanca que quería asegurarse de que estuviera bien y de que por falta de equilibrio no acababa de nuevo en el suelo con riesgo de lesión, Jericó consiguió por fin que aquel tal Hans comenzara a hablar, y desde luego que tenía toda una historia que contar, una que por su tono de voz deseaba narrarle a alguien desde hacía mucho tiempo, una que cargaba sobre sus hombros y corazón un gran peso. Resultó ser una historia que parecía sacada de un libro y a la que no le faltaba casi de nada. Una idílica pareja noble, problemas en el seno del matrimonio, sueños rotos, traición, corazones partidos...Y lo que siguió...Muerte, extraños ritos de rejuvenecimiento...Y para acabar una amenaza a todos los allí presentes, especialmente a las tres chicas...Eran las siguientes.
-¿Magia negra? ¿Vampirismo?...No creo que haya trampa capaz de evitar que Elwen se transforme y arranque una de las ventanas, salga volando y pida ayuda...Y esas siete chicas...Convertidas en estatuas...Pero aún vivas y todas las víctimas anteriores...-
Níniel miró a Alanna, su corazón quería detener a aquella lunática y hacer lo que estuviera en su mano para ayudar a aquellas chicas, pero no era ninguna luchadora y estar en terreno enemigo y además con tantas incógnitas la hacían dudar de que pudiese hacer realmente algo por mucho que quisiera. En ese momento en el que buscaba la complicidad de la humana se percató de que ésta solo llevaba una toalla puesta, con todo lo ocurrido no se había dado cuenta de ello.
-Estamos en peligro pero creo que esa mujer, Marie, no ha calculado bien sus opciones y podemos no solo salir de aquí si no también ayudar a las chicas y acabar con esta sangrienta locura.- Miró a los demás tratando de ver si pensaban igual que ella o no. -En cualquier caso no vamos a ir a ninguna parte sin nuestras "cosas".- Con eso se refería a objetos, armas y en especial a la ropa de Alanna. - Chicos esperad un momento y vigilad a Hans, creo que no nos lo ha contado todo aún. Vamos a por tus cosas Alanna, creo que visto lo visto no deberíamos quedarnos ninguno a solas.-
-Tranquilo Eltrant, estás entre amigos. Parece ser que hubiésemos hecho mejor decantándonos por la cueva en vez de pedir refugio en esta casa, todos hemos sido víctimas de ataques insidiosos contra nuestra integridad. Jericó ha sufrido un huracán en su propio cuarto, Elwen fue atacada por criaturas horrorosas y a mi trataron de hacerme lo mismo que a ti, inducirme una alucinación por culpa de un gas filtrado a través de la puerta. Toda la casa parece una especie de trampa con puertas y mecanismos ocultos. Casi te ahogas en un vaso de agua si no llega a ser por Alanna. -Por supuesto era consciente de que ella misma había salvado su vida al practicarle primeros auxilios, pero no tenía ganas de mencionar el asunto del boca a boca en aquel momento, ni en ningún otro. Eltran parecía no acordarse y era mejor así.
Mientras Eltrant buscaba recuperar la verticalidad y las fuerzas bajo la atenta mirada de la peliblanca que quería asegurarse de que estuviera bien y de que por falta de equilibrio no acababa de nuevo en el suelo con riesgo de lesión, Jericó consiguió por fin que aquel tal Hans comenzara a hablar, y desde luego que tenía toda una historia que contar, una que por su tono de voz deseaba narrarle a alguien desde hacía mucho tiempo, una que cargaba sobre sus hombros y corazón un gran peso. Resultó ser una historia que parecía sacada de un libro y a la que no le faltaba casi de nada. Una idílica pareja noble, problemas en el seno del matrimonio, sueños rotos, traición, corazones partidos...Y lo que siguió...Muerte, extraños ritos de rejuvenecimiento...Y para acabar una amenaza a todos los allí presentes, especialmente a las tres chicas...Eran las siguientes.
-¿Magia negra? ¿Vampirismo?...No creo que haya trampa capaz de evitar que Elwen se transforme y arranque una de las ventanas, salga volando y pida ayuda...Y esas siete chicas...Convertidas en estatuas...Pero aún vivas y todas las víctimas anteriores...-
Níniel miró a Alanna, su corazón quería detener a aquella lunática y hacer lo que estuviera en su mano para ayudar a aquellas chicas, pero no era ninguna luchadora y estar en terreno enemigo y además con tantas incógnitas la hacían dudar de que pudiese hacer realmente algo por mucho que quisiera. En ese momento en el que buscaba la complicidad de la humana se percató de que ésta solo llevaba una toalla puesta, con todo lo ocurrido no se había dado cuenta de ello.
-Estamos en peligro pero creo que esa mujer, Marie, no ha calculado bien sus opciones y podemos no solo salir de aquí si no también ayudar a las chicas y acabar con esta sangrienta locura.- Miró a los demás tratando de ver si pensaban igual que ella o no. -En cualquier caso no vamos a ir a ninguna parte sin nuestras "cosas".- Con eso se refería a objetos, armas y en especial a la ropa de Alanna. - Chicos esperad un momento y vigilad a Hans, creo que no nos lo ha contado todo aún. Vamos a por tus cosas Alanna, creo que visto lo visto no deberíamos quedarnos ninguno a solas.-
Níniel Thenidiel
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Re: Lunas de sangre [Libre - 4/4] [Cerrado]
Nin logró reanimar a Eltrant, quería aprender a hacer lo mismo algún días, seguro de que Nin sería una gran profesora. Eltrant despertó confuso, tras toser gran cantidad de agua parecía asustado de nosotros, que eramos sus compañeros. Parecía haber sufrido algún tipo de ilusión, como las chicas, pero él salió peor parado y por poco no termina ahogado.
Hans, el hombre chepudo, se decidió a contarnos que pasaba en aquel lugar. La historia que nos relató era un cuento triste, sin final feliz, era trágico, sádico, macabro, y, sobre todo, sangriento. Aquella mujer había perdido la cordura, pero del todo, y tenía retenidas a, al menos, siete chicas, en algún lugar de la casa, creo que Hans dijo en el sótano. Necesitaba diez jóvenes, no hacía falta ser ningún genio para saber que Alanna, Elwen y Níniel sumaban tres, justo las que le faltaban. A nosotros, Eltrant y yo, no creo que nos desease mejor final, así que corríamos el mismo riesgo que las chicas.
Me fijé en que Elwen llevaba su arco y su carcaj, pero no recordaba haberla visto ir a por ello, en cualquier caso, hizo que me palpase la cintura en busca de mi bastón, el cual seguía en su lugar. Lo cogí y vi que se había agrietado, seguramente a causa de alguno de los golpes del vendaval. Era inutil, No serviría para más que para dar un palazo, como mucho, antes de partirse. Me puso algo triste saber que había roto aquel bastón, era lo único que me quedaba de mi vida anterior: un palo roto, un libro chamuscado.
Níniel pareció sugerir por un momento que Elwen destrozase la ventana tras transformarse. -"¿Transformarse?"- Pensé dubitativo, ¿a qué se refería? Tendría que verlo. Aun así, no me pareció un plan del todo magnífico, puede que nuestra huida fuera más o menos fácil, ¿Pero que había de aquellas chicas atrapadas, ibamos a dejarls aquí? Fue entonces cuando Nin dijo just lo que estaba pensando, como si me hubiera leido la mente.
- Estoy de acuerdo contigo- Dije mientras dirigía mi mirada hacia Níniel.- No podemos irnos sin más, esas chicas están en peligro, allí atrapadas, y seguro que habrá alguien el algún ugar echandolas de menos. Debemos terminar con esta locura. -
La elfa añadió que lo primero era ir a por sus cosas, a lo que yo asentí sujiriendo quedarme con Eltrant, que todabía estaba recuperando el aliento. Mientras las chicas iban a por sus cosas, yo salí al pasillo menteniendome cerca de aquel chico a quien a penas conocía.
- Parece que te has llevado un buen susto, casi tan grande como el que le has dado a Alanna.- le dije con una leve sonrisa. No era momento de reirse, pero no pude evitar soltar algo así, Eltrant inspiraba a quitarle seriedad a cualquier asunto, o, al menos, a simple vista es lo que me pareció.
Ahora me preguntaba dónde estaría aquella mujer pelirroja, si nos estaba espiando o si preparaba su último ataque.
Hans, el hombre chepudo, se decidió a contarnos que pasaba en aquel lugar. La historia que nos relató era un cuento triste, sin final feliz, era trágico, sádico, macabro, y, sobre todo, sangriento. Aquella mujer había perdido la cordura, pero del todo, y tenía retenidas a, al menos, siete chicas, en algún lugar de la casa, creo que Hans dijo en el sótano. Necesitaba diez jóvenes, no hacía falta ser ningún genio para saber que Alanna, Elwen y Níniel sumaban tres, justo las que le faltaban. A nosotros, Eltrant y yo, no creo que nos desease mejor final, así que corríamos el mismo riesgo que las chicas.
Me fijé en que Elwen llevaba su arco y su carcaj, pero no recordaba haberla visto ir a por ello, en cualquier caso, hizo que me palpase la cintura en busca de mi bastón, el cual seguía en su lugar. Lo cogí y vi que se había agrietado, seguramente a causa de alguno de los golpes del vendaval. Era inutil, No serviría para más que para dar un palazo, como mucho, antes de partirse. Me puso algo triste saber que había roto aquel bastón, era lo único que me quedaba de mi vida anterior: un palo roto, un libro chamuscado.
Níniel pareció sugerir por un momento que Elwen destrozase la ventana tras transformarse. -"¿Transformarse?"- Pensé dubitativo, ¿a qué se refería? Tendría que verlo. Aun así, no me pareció un plan del todo magnífico, puede que nuestra huida fuera más o menos fácil, ¿Pero que había de aquellas chicas atrapadas, ibamos a dejarls aquí? Fue entonces cuando Nin dijo just lo que estaba pensando, como si me hubiera leido la mente.
- Estoy de acuerdo contigo- Dije mientras dirigía mi mirada hacia Níniel.- No podemos irnos sin más, esas chicas están en peligro, allí atrapadas, y seguro que habrá alguien el algún ugar echandolas de menos. Debemos terminar con esta locura. -
La elfa añadió que lo primero era ir a por sus cosas, a lo que yo asentí sujiriendo quedarme con Eltrant, que todabía estaba recuperando el aliento. Mientras las chicas iban a por sus cosas, yo salí al pasillo menteniendome cerca de aquel chico a quien a penas conocía.
- Parece que te has llevado un buen susto, casi tan grande como el que le has dado a Alanna.- le dije con una leve sonrisa. No era momento de reirse, pero no pude evitar soltar algo así, Eltrant inspiraba a quitarle seriedad a cualquier asunto, o, al menos, a simple vista es lo que me pareció.
Ahora me preguntaba dónde estaría aquella mujer pelirroja, si nos estaba espiando o si preparaba su último ataque.
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