Llevar el "cristal" a la cristalería [Interp. Libre 3/3] [Cerrado]
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Re: Llevar el "cristal" a la cristalería [Interp. Libre 3/3] [Cerrado]
Me puse como un tomate cuando Alanna me dijo que me debería un favor.
-A Nonono..no..no es nada, un placer- sonreí.
Traté de seguir su mirada a los demás miembros del grupo, tratando de discernir por mí mismo de que iba todo este asunto, y dado mi estado mental actual, era tarea difícil.
Apreté los dientes cuando el tabernero nos miró ¿El también estaba en el ajo? ¿Sería de verdad su padre? Mierda, a que al final me cavaba llevando la tunda.
Me ericé aún más cuando el tipo comenzó a dar voces haciendo que los músicos cesasen, varias personas me miraban y se reían.
Sin apenas darme cuenta Alanna se me subió a la mejilla y me susurró que dejase marcas en el suelo para que me siguiese.
Asentí como pude tratando de parecer calmado y sereno, cuando en verdad los susurros en la mejilla casi me hicieron derretirme como el mal hierro.
El tabernero se apresuró a cogerla y llevarla de nuevo a la barra, yo no sabía si tratar de mediar o callar, hice lo más sensato.
Con la cabeza un bastante descolocada volví a la mesa a recoger mis cosas, el tipo de la mesa de al lado, con pintas de obrero, se rio.
-Jejeje, no ha habido suerte eh mozo, deberías limitarte a las mulas, al menos con esa cara-Dijo mirandome con mala cara.
-Ja ja ja, no se preocupe, otro día será, ¡oh vaya!, ¡que mi cena ya está pagada!, ¡qué cosas!- exclamé sonriendo terminándome la jarra –Ah, casi se me olvida- sonreí llevándome el ultimo trozo le cerdo que había quedado en la fuente envuelto en una servilleta –Para luego, que rico-
El tipo frunció el ceño enfadado y se volvió a su cena, mucho más barata que la mía, yo me dirigí corriendo a la salida, rezando porque Curgo aun siguiera allí, no pude ver a Nicolás ni a Alanna, debían de haberse ido a otra habitación.
Salí rápidamente por la puerta y maldije al no ver a nadie, había llegado tarde.
Escudriñe los extremos de la calle desesperado, iba a rendirme cuando me pareció ver el característico sombrero de Curgo al final de la calle.
Corrí tras el -Oh mierda, mierda las marcas, casi lo olvido- me golpeé la cabeza –Alanna no había dicho nada de qué tipo de marcas, mierda, ¿una flecha? No demasiado obvio, ¿una raya? Demasiado fino, al final desenfundé mi pala e hice una marca en el suelo de tierra, lo bastante característica por la forma de pala como de no confundirla con otras, pero no lo bastante para sospechar, satisfecho, continué mi carrera haciendo una marca cada 50 pies o así.
Sin embrago, tras un par de calles y para mi desgracia dejé de ver a Curgo, s eme había escapado.
-Oh mierda Schott, eres idiota, la has cagado, ¿y ahora qué?, todo por tu culpa..y que dirá Alanna…mierda-
Traté de recordar lo que había dicho Curgo, algo sobre su carruaje o el intercambio, dijo a las afueras de la ciudad, pero eso era como decir en la maldita península de Verisar, ah, si ya recordaba, dijo algo de un intercambio en la Plaza Norte, claro, es allí donde estaría.
Corrí por las calles de la ciudad rumbo a la Plaza Norte sin olvidarme de hacer las marcas en el suelo, sin embargo cuando llegué me la encontré desierta, normal a estas horas, solo había un especie de vagabundo en una esquina.
-Perdone, esta es la Plaza Norte ¿no?- pregunté al tipo con dudosas pintas
-Emmm…siiiii..¿Por qué preguntas?-
-Emmm no..yo..nada…estaba…buscando a alguien-
-Ya…ya entiendo, buscas…algo..¿para pasar un buen rato no?- El tipo me miró de arriba abajo y luego a los lados, como si tuviese miedo de que alguien nos vea.
-Eh..¿pasar un buen rato? Yo…-
-Tienes pinta de que te guste la magia blanca ¿quieres magia?- me sonrió, me miré, no se a qué se refería este tipo, pero yo no debía de tener muy buenas pintas, algo sucio del trabajo en la fábrica, sudando por venir corriendo y algo mareado por el vino y las emociones juveniles.
-Ehhh, magia, pues sí que me gusta si- Dije extrañado por la pregunta, ¿este tío era mago?, no lo parecía, si eso brujo.
-No me queda nada de magia blanca, sí, pero puedo decirte donde encontrar más si me das ese muslo de cerdo que veo asomarse por ahí-
Me miré los bolsillos, mierda, con tanta prisa aún tenía el medio muslillo de cerdo envuelto que me llevé.
-Eh..si claro..todo tuyo- El tipo corrió a cogerlo, me fijé que apenas le quedaban dientes.
-Ve a la cristalería, detrás, di que vas de parte de Bellonky- sonrió.
-Ehhh..bien vale. Gracias- sonreí marchándome tan deprisa como había venido, lo cierto era que aquel tipo me daba mal rollo.
La maldita cristalería estaba en la otra punta de la ciudad, justo en la otra punta, espero que Alanna tuviera mejor fondo físico que yo, iba a pensar que era un idiota por dar tanto rodeo.
Por fin llegué exhausto a la gran cristalería, donde por otra parte había estado trabajando todo el día.
No sin cierto temor avancé por los callejones laterales, que llegaban hasta la muralla, justo al doblar la esquina un tipo con pintas de “no me mires o te mato” me sorprendió.
-Eh tú, ¿qué coño haces aquí?¿Qué coño quieres?- Dijo desenfundado su espada.
-Nononono perdóneme yo..solo venía..buscando..buscando magia sí, magia blanca, me envía Bellonky- Dije levantando las manos.
-Ahh, te envía Bellonky- el tipo sonrió de oreja a oreja y enfundó su espada –Por qué no lo has dicho antes- sonrió acercándoseme.
-Cogedle- gritó
Dos tipos muy grandes aparecieron de las sombras y me agarraron por detras.
-¡Ah, alto ahí soltadme!- exclamé tratando de zafarme sin éxito.
-Tiene pelotas que Bellonky te envié sabiendo la de aeros que nos debe, será cabron, te vas a enterar- dijo desenfundando la espada.
-Nono aquí no tío, arriba y lo tiras fuera- dijo uno de los que me tenía agarrado.
-Bien si- a continuación me subieron a rastras golpe tras golpe hasta arriba de la muralla, donde había bastante más gente, y sin duda no tramaban nada licito.
-¿Quién es ese?- preguntó uno.
-Nada, un bastardo que no ha pagado su deuda, al diablo con el-
Los tipos me golpearon en el vientre y caí de pecho con las almenas de la muralla, podía ver el bosque de Roilkat alrededor, era una vista bonita, de no ser porque un tipo sacó su espada y de dispuso a cortarme el cuello, no tenía nada que hacer, no podía zafarme, era el fin, con lo bien que había empezado la noche…vale que podía empeorar, pero de ahí a perder la cabeza…
Miré abatido hacia abajo y abrí los ojos de incredulidad, era Curgo, estaba en un carromato abajo con otros tipos.
-Eeeee…Eeeeee…Curgo soy yo, ey..diles que vengo a herrar a las mulas, ¡ey me ois!, ¡solo vengo a herrar a las mulas! ¡soy un preso politico!- grité haciendome el loco, más vale que alguno de estos tipos necesitase un herrero, uno con cabeza.
-A Nonono..no..no es nada, un placer- sonreí.
Traté de seguir su mirada a los demás miembros del grupo, tratando de discernir por mí mismo de que iba todo este asunto, y dado mi estado mental actual, era tarea difícil.
Apreté los dientes cuando el tabernero nos miró ¿El también estaba en el ajo? ¿Sería de verdad su padre? Mierda, a que al final me cavaba llevando la tunda.
Me ericé aún más cuando el tipo comenzó a dar voces haciendo que los músicos cesasen, varias personas me miraban y se reían.
Sin apenas darme cuenta Alanna se me subió a la mejilla y me susurró que dejase marcas en el suelo para que me siguiese.
Asentí como pude tratando de parecer calmado y sereno, cuando en verdad los susurros en la mejilla casi me hicieron derretirme como el mal hierro.
El tabernero se apresuró a cogerla y llevarla de nuevo a la barra, yo no sabía si tratar de mediar o callar, hice lo más sensato.
Con la cabeza un bastante descolocada volví a la mesa a recoger mis cosas, el tipo de la mesa de al lado, con pintas de obrero, se rio.
-Jejeje, no ha habido suerte eh mozo, deberías limitarte a las mulas, al menos con esa cara-Dijo mirandome con mala cara.
-Ja ja ja, no se preocupe, otro día será, ¡oh vaya!, ¡que mi cena ya está pagada!, ¡qué cosas!- exclamé sonriendo terminándome la jarra –Ah, casi se me olvida- sonreí llevándome el ultimo trozo le cerdo que había quedado en la fuente envuelto en una servilleta –Para luego, que rico-
El tipo frunció el ceño enfadado y se volvió a su cena, mucho más barata que la mía, yo me dirigí corriendo a la salida, rezando porque Curgo aun siguiera allí, no pude ver a Nicolás ni a Alanna, debían de haberse ido a otra habitación.
Salí rápidamente por la puerta y maldije al no ver a nadie, había llegado tarde.
Escudriñe los extremos de la calle desesperado, iba a rendirme cuando me pareció ver el característico sombrero de Curgo al final de la calle.
Corrí tras el -Oh mierda, mierda las marcas, casi lo olvido- me golpeé la cabeza –Alanna no había dicho nada de qué tipo de marcas, mierda, ¿una flecha? No demasiado obvio, ¿una raya? Demasiado fino, al final desenfundé mi pala e hice una marca en el suelo de tierra, lo bastante característica por la forma de pala como de no confundirla con otras, pero no lo bastante para sospechar, satisfecho, continué mi carrera haciendo una marca cada 50 pies o así.
Sin embrago, tras un par de calles y para mi desgracia dejé de ver a Curgo, s eme había escapado.
-Oh mierda Schott, eres idiota, la has cagado, ¿y ahora qué?, todo por tu culpa..y que dirá Alanna…mierda-
Traté de recordar lo que había dicho Curgo, algo sobre su carruaje o el intercambio, dijo a las afueras de la ciudad, pero eso era como decir en la maldita península de Verisar, ah, si ya recordaba, dijo algo de un intercambio en la Plaza Norte, claro, es allí donde estaría.
Corrí por las calles de la ciudad rumbo a la Plaza Norte sin olvidarme de hacer las marcas en el suelo, sin embargo cuando llegué me la encontré desierta, normal a estas horas, solo había un especie de vagabundo en una esquina.
-Perdone, esta es la Plaza Norte ¿no?- pregunté al tipo con dudosas pintas
-Emmm…siiiii..¿Por qué preguntas?-
-Emmm no..yo..nada…estaba…buscando a alguien-
-Ya…ya entiendo, buscas…algo..¿para pasar un buen rato no?- El tipo me miró de arriba abajo y luego a los lados, como si tuviese miedo de que alguien nos vea.
-Eh..¿pasar un buen rato? Yo…-
-Tienes pinta de que te guste la magia blanca ¿quieres magia?- me sonrió, me miré, no se a qué se refería este tipo, pero yo no debía de tener muy buenas pintas, algo sucio del trabajo en la fábrica, sudando por venir corriendo y algo mareado por el vino y las emociones juveniles.
-Ehhh, magia, pues sí que me gusta si- Dije extrañado por la pregunta, ¿este tío era mago?, no lo parecía, si eso brujo.
-No me queda nada de magia blanca, sí, pero puedo decirte donde encontrar más si me das ese muslo de cerdo que veo asomarse por ahí-
Me miré los bolsillos, mierda, con tanta prisa aún tenía el medio muslillo de cerdo envuelto que me llevé.
-Eh..si claro..todo tuyo- El tipo corrió a cogerlo, me fijé que apenas le quedaban dientes.
-Ve a la cristalería, detrás, di que vas de parte de Bellonky- sonrió.
-Ehhh..bien vale. Gracias- sonreí marchándome tan deprisa como había venido, lo cierto era que aquel tipo me daba mal rollo.
La maldita cristalería estaba en la otra punta de la ciudad, justo en la otra punta, espero que Alanna tuviera mejor fondo físico que yo, iba a pensar que era un idiota por dar tanto rodeo.
Por fin llegué exhausto a la gran cristalería, donde por otra parte había estado trabajando todo el día.
No sin cierto temor avancé por los callejones laterales, que llegaban hasta la muralla, justo al doblar la esquina un tipo con pintas de “no me mires o te mato” me sorprendió.
-Eh tú, ¿qué coño haces aquí?¿Qué coño quieres?- Dijo desenfundado su espada.
-Nononono perdóneme yo..solo venía..buscando..buscando magia sí, magia blanca, me envía Bellonky- Dije levantando las manos.
-Ahh, te envía Bellonky- el tipo sonrió de oreja a oreja y enfundó su espada –Por qué no lo has dicho antes- sonrió acercándoseme.
-Cogedle- gritó
Dos tipos muy grandes aparecieron de las sombras y me agarraron por detras.
-¡Ah, alto ahí soltadme!- exclamé tratando de zafarme sin éxito.
-Tiene pelotas que Bellonky te envié sabiendo la de aeros que nos debe, será cabron, te vas a enterar- dijo desenfundando la espada.
-Nono aquí no tío, arriba y lo tiras fuera- dijo uno de los que me tenía agarrado.
-Bien si- a continuación me subieron a rastras golpe tras golpe hasta arriba de la muralla, donde había bastante más gente, y sin duda no tramaban nada licito.
-¿Quién es ese?- preguntó uno.
-Nada, un bastardo que no ha pagado su deuda, al diablo con el-
Los tipos me golpearon en el vientre y caí de pecho con las almenas de la muralla, podía ver el bosque de Roilkat alrededor, era una vista bonita, de no ser porque un tipo sacó su espada y de dispuso a cortarme el cuello, no tenía nada que hacer, no podía zafarme, era el fin, con lo bien que había empezado la noche…vale que podía empeorar, pero de ahí a perder la cabeza…
Miré abatido hacia abajo y abrí los ojos de incredulidad, era Curgo, estaba en un carromato abajo con otros tipos.
-Eeeee…Eeeeee…Curgo soy yo, ey..diles que vengo a herrar a las mulas, ¡ey me ois!, ¡solo vengo a herrar a las mulas! ¡soy un preso politico!- grité haciendome el loco, más vale que alguno de estos tipos necesitase un herrero, uno con cabeza.
Schott
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Re: Llevar el "cristal" a la cristalería [Interp. Libre 3/3] [Cerrado]
Ya en la bodega, sacó de su bolsillo la placa que la mostraba como guardia de Lunargenta, y se la mostró al chico, no quería confusiones, y, con un suspiro apresurado, sabiendo que tenían el tiempo escaso, comenzó a hablar.
- Nicolás, siento haber mentido, es cierto que se de usted, pero todo lo demás, es falso, mi nombre no es Melanie, me llamo Alanna Delteria, soy guardia de Lunargenta y estoy aquí para detener un intercambio de cristal Schott está ayudandome, lo he convencido mientras bailábamos, sospecho que, nuestros compañeros mercaderes no son trigo limpio y tienen algo que ver con esto, por ello necesito su ayuda, Soy veloz, pero mi fuerza es escasa y, por desgracia, mi aspecto no impone respeto, por ello se que, si usted me presta su ayuda, podré acabar con algo tan peligroso como el trafico de estupefacientes, al menos, en esta zona.- Explicó- No tenemos mucho tiempo, solo haga lo que sea que tenga hablado con Curgo y yo seguiré las líneas que haya dejado Schott, en el suelo, nos encontraremos en el lugar donde se haga el intercambio.- dijo antes de salir corriendo sin esperar pregunta o respuesta alguna.
Subió apresuradamente al dormitorio que tenía asignado, ya ninguna de las otras personas de la cena se encontraban presentes, frunciendo el ceño, chasqueó la lengua, había tardado demasiado. Llegó al dormitorio subiendo las escaleras de dos en dos, casi saltando y quitándose con una facilidad pasmosa la ropa que llevaba se puso lo que solía usar para espiar, ropa negra, ajustada que la escondía en las sombras de la noche. Enganchó sus dagas en sus piernas con arneses y, tras ponerse las botas y atarselas con fuerza, abrió la ventana y subió al tejado.
Mientras se enganchaba el pelo en una cola, observó a su alrededor, no veía a nadie, debería bajar al suelo y seguir las líneas que había dejado Schott. ¿Por qué había sido tan sumamente lenta? Enganchó su insignia al cinturón que enganchaba los arneses de las piernas y, tomando carrerilla, saltó al tejado de enfrente, donde la fachada tenía un canalón que le permitió bajar con relativa facilidad.
Con cierta dificultad, logró, finalmente, distinguir unas marcas más suaves, de lo que parecía ser una pala, no carretas o sacos arrastrados, esa debía ser la marca de Schott. La siguió hasta que, de pronto, parecía dar un giro, como si el chico hubiera dudado.
-Ts- protestó para si, al menos había logrado llegar hasta ese punto, no debía estar demasiado lejos.
Una vez más, la gata subió al tejado, rezando por no despertar a la gente que viviera en esas fincas mientras se enganchaba de las ventanas y los maceteros. Finalmente, en el tejado de dos aguas, miró a norte, sur, este y oeste, dando vueltas sobre si misma hasta que lo vio, algo alejado, a unos seis tejados de distancia, sobre la muralla, un tipo amenazaba con lanzar a otro al vacío.
Endureciendo la mandíbula, tomó impulso y comenzó a saltar con el sigilo que la caracterizaba de un tejado a otro, logrando que sus pisadas fueran a penas un murmullo. Cuando llegó junto al tipo de la amenaza, escuchó la voz de Schott llamando a Curgo, ahí estaba, lo había encontrado. Sacó una de sus dagas y, se acercó con sigilo, apuntando al tipo que amenazaba al chico por la espalda y susurró.
- Te mueves y te atravieso, me delatas, y te atravieso, le haces algo a él- se refirió al herrero- y no solo te atravieso, si no que te descuartizo vivo...- dijo en un murmullo frío. Hacía ya muchas semanas, desde que volvió del norte, que no estaba para bromas.
Sintió como el tipo asentía y aflojaba un poco la presión en Schott, pero manteniendo lo que, en ese momento, se había convertido en una farsa. Empezaba el juego y ella ya había movido pieza.
- Nicolás, siento haber mentido, es cierto que se de usted, pero todo lo demás, es falso, mi nombre no es Melanie, me llamo Alanna Delteria, soy guardia de Lunargenta y estoy aquí para detener un intercambio de cristal Schott está ayudandome, lo he convencido mientras bailábamos, sospecho que, nuestros compañeros mercaderes no son trigo limpio y tienen algo que ver con esto, por ello necesito su ayuda, Soy veloz, pero mi fuerza es escasa y, por desgracia, mi aspecto no impone respeto, por ello se que, si usted me presta su ayuda, podré acabar con algo tan peligroso como el trafico de estupefacientes, al menos, en esta zona.- Explicó- No tenemos mucho tiempo, solo haga lo que sea que tenga hablado con Curgo y yo seguiré las líneas que haya dejado Schott, en el suelo, nos encontraremos en el lugar donde se haga el intercambio.- dijo antes de salir corriendo sin esperar pregunta o respuesta alguna.
Subió apresuradamente al dormitorio que tenía asignado, ya ninguna de las otras personas de la cena se encontraban presentes, frunciendo el ceño, chasqueó la lengua, había tardado demasiado. Llegó al dormitorio subiendo las escaleras de dos en dos, casi saltando y quitándose con una facilidad pasmosa la ropa que llevaba se puso lo que solía usar para espiar, ropa negra, ajustada que la escondía en las sombras de la noche. Enganchó sus dagas en sus piernas con arneses y, tras ponerse las botas y atarselas con fuerza, abrió la ventana y subió al tejado.
Mientras se enganchaba el pelo en una cola, observó a su alrededor, no veía a nadie, debería bajar al suelo y seguir las líneas que había dejado Schott. ¿Por qué había sido tan sumamente lenta? Enganchó su insignia al cinturón que enganchaba los arneses de las piernas y, tomando carrerilla, saltó al tejado de enfrente, donde la fachada tenía un canalón que le permitió bajar con relativa facilidad.
Con cierta dificultad, logró, finalmente, distinguir unas marcas más suaves, de lo que parecía ser una pala, no carretas o sacos arrastrados, esa debía ser la marca de Schott. La siguió hasta que, de pronto, parecía dar un giro, como si el chico hubiera dudado.
-Ts- protestó para si, al menos había logrado llegar hasta ese punto, no debía estar demasiado lejos.
Una vez más, la gata subió al tejado, rezando por no despertar a la gente que viviera en esas fincas mientras se enganchaba de las ventanas y los maceteros. Finalmente, en el tejado de dos aguas, miró a norte, sur, este y oeste, dando vueltas sobre si misma hasta que lo vio, algo alejado, a unos seis tejados de distancia, sobre la muralla, un tipo amenazaba con lanzar a otro al vacío.
Endureciendo la mandíbula, tomó impulso y comenzó a saltar con el sigilo que la caracterizaba de un tejado a otro, logrando que sus pisadas fueran a penas un murmullo. Cuando llegó junto al tipo de la amenaza, escuchó la voz de Schott llamando a Curgo, ahí estaba, lo había encontrado. Sacó una de sus dagas y, se acercó con sigilo, apuntando al tipo que amenazaba al chico por la espalda y susurró.
- Te mueves y te atravieso, me delatas, y te atravieso, le haces algo a él- se refirió al herrero- y no solo te atravieso, si no que te descuartizo vivo...- dijo en un murmullo frío. Hacía ya muchas semanas, desde que volvió del norte, que no estaba para bromas.
Sintió como el tipo asentía y aflojaba un poco la presión en Schott, pero manteniendo lo que, en ese momento, se había convertido en una farsa. Empezaba el juego y ella ya había movido pieza.
Alanna Delteria
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Re: Llevar el "cristal" a la cristalería [Interp. Libre 3/3] [Cerrado]
Poco a poco las capas de mentiras que envolvían la velada se iban descubriendo, una tras otra.
Alanna, que así había confesado llamarse la falsa posadera, requería de su ayuda para detener el intercambio de "cristal" del que había oído hablar a la guardia de la ciudad.
Sin tiempo apenas para contestar, Nicolás se dirigió a la puerta, donde esperaba encontrar a Curgo, pero para su sorpresa este ya se había desvanecido entre la oscuridad y las nubes de polución que cruzaban ocasionalmente el cielo.
Apurado por la situación, Nicolás echó a correr en la dirección que había podido ojear en la nota que había quedado para Polvoso.
Si no se equivocaba el punto de encuentro se encontraba cerca de la Puerta Este, aunque no recordaba el lugar exacto que había indicado.
Mientras corría por las calles le pareció ver una figura cruzar los tejados de brinco en brinco, casi como un gato callejero.
Tras unos quince minutos largos de recorrido al fin llegó a la entrada a la ciudad.
No veía a nadie en las cercanías, pero la luz de dos candiles se podía vislumbrar desde lo alto de la muralla, a escasos cinco minutos a buen ritmo.
Debo andar con especial cuidado, pensó el hombre.
Lo primero es lo primero: si Curgo es quien yo creo lo más seguro es que la mercancía aún siga afuera.
Debería avisar a la guardia para que permaneciese alerta.
Nicolás se acercó al puesto de guardia que custodiaba la entrada, donde apenas se encontraban cuatro vigilantes.
Perdonen las horas, me llamo Nicolás Barbacero, y creo que tengo información que les puede interesar, murmuró mientras se acercaba a ellos.
¿Oyeron hablar de lo del intercambio de "cristal" de hoy? Va a tener lugar en la muralla, miren, dijo, señalándoles las luces nocturnas.
Yo voy en busca de su socio en el exterior, pero sería altamente útil que le cerrasen la retirada a los contrabandistas de dentro.
Una vez explicado todo, atravesó el portón y siguió el rastro que alguien había dejado.
Por el tamaño de las pisadas probablemente se trataba de Curgo. Además, no debía de haber mucha más gente en disposición de abandonar la seguridad de las murallas a estas horas.
Al poco pudo ver a la figura cerca de un carromato, aunque este desde luego no se encontraba dañado para nada.
Definitivamente es este bellaco. Le seguiré el juego por ahora.
Se acercó algo más en su dirección y le saludó discretamente.
Perdona, compadre, me perdí por el camino. A ver, acabemos con esa carga antes de que se haga más tarde aún.
Alguien asomaba desde lo alto de la muralla.
Eeeee…Eeeeee…Curgo soy yo, ey... Diles que vengo a herrar a las mulas.
¡Ey, ¿me oís?! ¡Solo vengo a herrar a las mulas! ¡Soy un preso politico!
Mierda, parecía que Schott había elegido el lado equivocado de la muralla. La situación era demasiado tensa, pero habría que seguir con el plan hasta que se pudiese actuar.
Alanna, que así había confesado llamarse la falsa posadera, requería de su ayuda para detener el intercambio de "cristal" del que había oído hablar a la guardia de la ciudad.
Sin tiempo apenas para contestar, Nicolás se dirigió a la puerta, donde esperaba encontrar a Curgo, pero para su sorpresa este ya se había desvanecido entre la oscuridad y las nubes de polución que cruzaban ocasionalmente el cielo.
Apurado por la situación, Nicolás echó a correr en la dirección que había podido ojear en la nota que había quedado para Polvoso.
Si no se equivocaba el punto de encuentro se encontraba cerca de la Puerta Este, aunque no recordaba el lugar exacto que había indicado.
Mientras corría por las calles le pareció ver una figura cruzar los tejados de brinco en brinco, casi como un gato callejero.
Tras unos quince minutos largos de recorrido al fin llegó a la entrada a la ciudad.
No veía a nadie en las cercanías, pero la luz de dos candiles se podía vislumbrar desde lo alto de la muralla, a escasos cinco minutos a buen ritmo.
Debo andar con especial cuidado, pensó el hombre.
Lo primero es lo primero: si Curgo es quien yo creo lo más seguro es que la mercancía aún siga afuera.
Debería avisar a la guardia para que permaneciese alerta.
Nicolás se acercó al puesto de guardia que custodiaba la entrada, donde apenas se encontraban cuatro vigilantes.
Perdonen las horas, me llamo Nicolás Barbacero, y creo que tengo información que les puede interesar, murmuró mientras se acercaba a ellos.
¿Oyeron hablar de lo del intercambio de "cristal" de hoy? Va a tener lugar en la muralla, miren, dijo, señalándoles las luces nocturnas.
Yo voy en busca de su socio en el exterior, pero sería altamente útil que le cerrasen la retirada a los contrabandistas de dentro.
Una vez explicado todo, atravesó el portón y siguió el rastro que alguien había dejado.
Por el tamaño de las pisadas probablemente se trataba de Curgo. Además, no debía de haber mucha más gente en disposición de abandonar la seguridad de las murallas a estas horas.
Al poco pudo ver a la figura cerca de un carromato, aunque este desde luego no se encontraba dañado para nada.
Definitivamente es este bellaco. Le seguiré el juego por ahora.
Se acercó algo más en su dirección y le saludó discretamente.
Perdona, compadre, me perdí por el camino. A ver, acabemos con esa carga antes de que se haga más tarde aún.
Alguien asomaba desde lo alto de la muralla.
Eeeee…Eeeeee…Curgo soy yo, ey... Diles que vengo a herrar a las mulas.
¡Ey, ¿me oís?! ¡Solo vengo a herrar a las mulas! ¡Soy un preso politico!
Mierda, parecía que Schott había elegido el lado equivocado de la muralla. La situación era demasiado tensa, pero habría que seguir con el plan hasta que se pudiese actuar.
Nicolás Barbacero
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Re: Llevar el "cristal" a la cristalería [Interp. Libre 3/3] [Cerrado]
La muralla tenía unos diez metros de altura. Eran unos muros inexpugnables tanto para subir como para bajar. Y el único medio tanto de subir como de bajar eran unas escalerillas de madera que había. Estaba pensando en que tal vez aquellos hombres me traicionarían. El sistema era muy sencillo, desde la parte inferior de la polea, yo y mis compinches colocaríamos la droga y ellos arriba, los sacos con el dinero. Fácil, rápido y para todos los gustos.
De la nada apareció Nicolás. Me sorprendió verle pues me había olvidado completamente de él, pero viendo la pinta que tenían los ocho hombres de arriba, tal vez era mejor tenerlo cerca, para que por lo menos supieran a quien se tendrían que enfrentar si me la jugaban. Corrí a abrazarle de alegría.
-¡Amigo Nicolás! ¡Cuánto te he echado de menos, compadre! – le dije dándole un cordial abrazo y dos palmadas. Pero no podía permitir que se diera cuenta de que llevaba droga y no especias. – ayúdanos a cargar las especias en el sistema poleas – le pedí. Sí, si era una mercancía legal ¿por qué introducirla por las murallas de noche a hurtadillas? Una pregunta muy obvia, pero con el caos generalizado esperaba que no se diera cuenta. Todo pasaría muy rápido – ¡Vosotros! ¡Los de arriba! ¡Quiero ver el dinero en la polea ya! – grité a los traficantes en la parte elevada de la muralla mientras cargaba el último paquete.
Cuando vieron cómo yo, mis dos acompañantes y Nicolás, cargamos todo. Colocaron varios sacos justo encima. Todo iba sobre ruedas, hasta que un loco apareció allí como si nada hubiera pasado. Era… ¿Schott? ¿Pero qué coño?
-Curgoooo… Soy yo… Diles que vengo a herrar las mulas – gritó Schott.
-¡Es Schott! – le dije a Nicolás hablando en voz baja – ¿Qué hace ese gilipollas ahí arriba? – luego levanté la cabeza hacia los matones. Tampoco era plan que afeitaran la cabeza del chaval - ¡Por favor, caballeros! ¡Ruego dejen libre al joven! ¡Quiten una bolsa de oro de la balanza si hace falta! ¡Pero no lo decapiten! - más que nada por el asco que me daba ver cómo le cortaban la cabeza a alguien. Probablemente acabaría vomitando allí mismo.
Les pedí que no lo hicieran, pero no parecieron hacerme mucho caso. El destino de Schott parecía sentenciado. Qué le íbamos a hacer... Lo colocaron contra la muralla y rápidamente hicieron el amago de cortarle la cabeza.
-Ten cuidado no te caiga la cabeza en tu cabeza, valga la redundancia – le dije a Nicolás.
Pero de repente apareció… ¿Melanie? Con una coleta y otro atuendo distinto. Para evitar que ocurriera la tragedia. Muy valiente por su parte. Pero meterse en medio de todos esos tíos. ¡Eran 10! Todo el mundo pareció rodearla. Eran diez hombres contra ella... y Schott. Al que iban a cortar el pescuezo. ¿Y la chica? Se me ocurre mil cosas que aquellos locos con cara de pervertido harían con ella.
-¡Hay que hacer algo, Barbacero! – le dije rápidamente a mi compañero –Hay que actuar ¡ya!... No podemos permitir que… ¡el oro quede allá arriba!
Por supuesto, a mí me interesaba más el dinero que la vida de aquellos dos insensatos. Tomé el machete de Estivi sin preguntárselo y corté la cuerda. Violentamente, debido a su mayor peso, el oro cayó por gravedad, a mis pies, y los paquetes de cristal subieron disparados hacia arriba. Se elevaron sobre el aire y cayeron sobre un matón que parecía ir por detrás a tratar de acuchillar a Melanie. “Joder, hasta la he ayudado y todo” pensé.
Pero no había tiempo. ¿Y si les daba por bajar a alguno de ellos? Ahora que habíamos hecho el negocio era el momento de tirar la escalera. Como medía diez metros, lo que mediría el muro, probablemente pesara mucho. Era la ocasión de oro para que Nicolás luciera sus músculos.
-¡Nicolás! ¡Tira la escalera! Si bajan estamos jodidos. – le grité a mi compañero mientras lo empujaba contra ella para que actuara – ¡Estivi! ¡Partos! ¡Ayudadme a cargar el oro en el carro! ¡Hay que salir cagando hostias! - incité mientras cargaba el primer saco de oro.
De la nada apareció Nicolás. Me sorprendió verle pues me había olvidado completamente de él, pero viendo la pinta que tenían los ocho hombres de arriba, tal vez era mejor tenerlo cerca, para que por lo menos supieran a quien se tendrían que enfrentar si me la jugaban. Corrí a abrazarle de alegría.
-¡Amigo Nicolás! ¡Cuánto te he echado de menos, compadre! – le dije dándole un cordial abrazo y dos palmadas. Pero no podía permitir que se diera cuenta de que llevaba droga y no especias. – ayúdanos a cargar las especias en el sistema poleas – le pedí. Sí, si era una mercancía legal ¿por qué introducirla por las murallas de noche a hurtadillas? Una pregunta muy obvia, pero con el caos generalizado esperaba que no se diera cuenta. Todo pasaría muy rápido – ¡Vosotros! ¡Los de arriba! ¡Quiero ver el dinero en la polea ya! – grité a los traficantes en la parte elevada de la muralla mientras cargaba el último paquete.
Cuando vieron cómo yo, mis dos acompañantes y Nicolás, cargamos todo. Colocaron varios sacos justo encima. Todo iba sobre ruedas, hasta que un loco apareció allí como si nada hubiera pasado. Era… ¿Schott? ¿Pero qué coño?
-Curgoooo… Soy yo… Diles que vengo a herrar las mulas – gritó Schott.
-¡Es Schott! – le dije a Nicolás hablando en voz baja – ¿Qué hace ese gilipollas ahí arriba? – luego levanté la cabeza hacia los matones. Tampoco era plan que afeitaran la cabeza del chaval - ¡Por favor, caballeros! ¡Ruego dejen libre al joven! ¡Quiten una bolsa de oro de la balanza si hace falta! ¡Pero no lo decapiten! - más que nada por el asco que me daba ver cómo le cortaban la cabeza a alguien. Probablemente acabaría vomitando allí mismo.
Les pedí que no lo hicieran, pero no parecieron hacerme mucho caso. El destino de Schott parecía sentenciado. Qué le íbamos a hacer... Lo colocaron contra la muralla y rápidamente hicieron el amago de cortarle la cabeza.
-Ten cuidado no te caiga la cabeza en tu cabeza, valga la redundancia – le dije a Nicolás.
Pero de repente apareció… ¿Melanie? Con una coleta y otro atuendo distinto. Para evitar que ocurriera la tragedia. Muy valiente por su parte. Pero meterse en medio de todos esos tíos. ¡Eran 10! Todo el mundo pareció rodearla. Eran diez hombres contra ella... y Schott. Al que iban a cortar el pescuezo. ¿Y la chica? Se me ocurre mil cosas que aquellos locos con cara de pervertido harían con ella.
-¡Hay que hacer algo, Barbacero! – le dije rápidamente a mi compañero –Hay que actuar ¡ya!... No podemos permitir que… ¡el oro quede allá arriba!
Por supuesto, a mí me interesaba más el dinero que la vida de aquellos dos insensatos. Tomé el machete de Estivi sin preguntárselo y corté la cuerda. Violentamente, debido a su mayor peso, el oro cayó por gravedad, a mis pies, y los paquetes de cristal subieron disparados hacia arriba. Se elevaron sobre el aire y cayeron sobre un matón que parecía ir por detrás a tratar de acuchillar a Melanie. “Joder, hasta la he ayudado y todo” pensé.
Pero no había tiempo. ¿Y si les daba por bajar a alguno de ellos? Ahora que habíamos hecho el negocio era el momento de tirar la escalera. Como medía diez metros, lo que mediría el muro, probablemente pesara mucho. Era la ocasión de oro para que Nicolás luciera sus músculos.
-¡Nicolás! ¡Tira la escalera! Si bajan estamos jodidos. – le grité a mi compañero mientras lo empujaba contra ella para que actuara – ¡Estivi! ¡Partos! ¡Ayudadme a cargar el oro en el carro! ¡Hay que salir cagando hostias! - incité mientras cargaba el primer saco de oro.
Curgo
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Re: Llevar el "cristal" a la cristalería [Interp. Libre 3/3] [Cerrado]
Nunca imagine que mi muerte fuera a ser así, arrojado muerto de una muralla por unos sucios traficantes, qué demonios yo pensaba en grandes gestas luchando contra dragones o rodeado de familia y amigos tras mil aventuras en un cálido lecho, pero todo eso podía esperar, ante mi asombro el tipo que me tenía agarrado soltó un poco de presión, aun no podía girar la cabeza pero al menos no me ahogaría con la fría almena.
Tal vez se estuviese pensando la oferta de Curgo, de quitar una bolsa de oro del trato.
-Escuchadle, es un tipo listo, soy muy valioso, sobre todo vivo- Exclamé.
También había aparecido Nicolás, abajo con Curgo, eso era, mi héroe, Nicolás me salvaría, y en ese momento se hizo el caos, por alguna razón mi captor titubeó un poco mi agarre, hecho que yo aproveché para lanzarle en un codazo en sus partes nobles y rodar a un lado para librarme de su agarre, en esas pude ver la silueta de mi salvador, en este caso salvadora, era Mel..Alanna que por alguna razón lucia ropas negras bastante ajustadas e iba armada, ella había debido de librarme de mi captor.
-¡Mierda, a por ellos, matadlos a todos!- Gritó uno de los traficantes.
Curgo pareció organizar un buen revuelo abajo, con un saco bastante pesado derribo a un tipo de arriba y algunos arqueros comenzaron a tratar de dispararles y otros tipos igual de peligrosos de bajar a por ellos, pero eso no nos dejaba a salvo, Alanna y yo nos vimos rodeados de algo más de una decena de hombres, bien armados.
-Tranquila Alanna, yo te salvaré- Dije muy seguro de mí mismo desenfundando la pala y lanzando un fuerte golpe a uno de los guardaespaldas, pero rápidamente mi dicha se tornó en espanto cuando, sin demasiado esfuerzo, el tipo interceptó mi golpe agarrando la pala en el aire.
Le miré a los ojos sorprendido, el me miró, sonrió y me dio un terrible puñetazo en la cara que me hizo trastabillar, tropezar con las almenas y estar a punto de caer al vacío, por suerte logré agarrarme en el último instante con ambas manos al borde en una situación bastante precaria con la batalla en auge a mi alrededor.
-¡Mierda Alanna, sálvame!- grite con una mezcla entre vergüenza y terror.
Tal vez se estuviese pensando la oferta de Curgo, de quitar una bolsa de oro del trato.
-Escuchadle, es un tipo listo, soy muy valioso, sobre todo vivo- Exclamé.
También había aparecido Nicolás, abajo con Curgo, eso era, mi héroe, Nicolás me salvaría, y en ese momento se hizo el caos, por alguna razón mi captor titubeó un poco mi agarre, hecho que yo aproveché para lanzarle en un codazo en sus partes nobles y rodar a un lado para librarme de su agarre, en esas pude ver la silueta de mi salvador, en este caso salvadora, era Mel..Alanna que por alguna razón lucia ropas negras bastante ajustadas e iba armada, ella había debido de librarme de mi captor.
-¡Mierda, a por ellos, matadlos a todos!- Gritó uno de los traficantes.
Curgo pareció organizar un buen revuelo abajo, con un saco bastante pesado derribo a un tipo de arriba y algunos arqueros comenzaron a tratar de dispararles y otros tipos igual de peligrosos de bajar a por ellos, pero eso no nos dejaba a salvo, Alanna y yo nos vimos rodeados de algo más de una decena de hombres, bien armados.
-Tranquila Alanna, yo te salvaré- Dije muy seguro de mí mismo desenfundando la pala y lanzando un fuerte golpe a uno de los guardaespaldas, pero rápidamente mi dicha se tornó en espanto cuando, sin demasiado esfuerzo, el tipo interceptó mi golpe agarrando la pala en el aire.
Le miré a los ojos sorprendido, el me miró, sonrió y me dio un terrible puñetazo en la cara que me hizo trastabillar, tropezar con las almenas y estar a punto de caer al vacío, por suerte logré agarrarme en el último instante con ambas manos al borde en una situación bastante precaria con la batalla en auge a mi alrededor.
-¡Mierda Alanna, sálvame!- grite con una mezcla entre vergüenza y terror.
Schott
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Re: Llevar el "cristal" a la cristalería [Interp. Libre 3/3] [Cerrado]
El revuelo había llegado con la aparición de la chica, cuayas sospechas se veían confirmadas, nadie que tuviera negocios limpios haría un intercambio en plena noche y por la parte menos vigilada de la muralla. Curgo no era juego limpio, y como que su nombre era Alanna que pagaría sus fechorías, aunque, lo primero, era lograr acabar con esos tipos.
El revuelo no podía ser mayor, un saco subió haciendo bajar una de las bolsas que los tipos tenían colgadas en las poleas, golpeando a alguien que, al parecer, había intetando atacar a la joven por la espalda. Curgo gritaba desed la zona baja que Nicolás apartase la escalera, dejándolos allí arriba. Schott acababa de arrearle en la zona baja a quien lo tenía atrapado, que dio un paso hacia atráa.
Alanna, resvalando por culpa de ese empujón, se cogió de la roca y subió con rapidez mientras el tipo caía los diez metros de muralla hasta el suelo y pronto se vieron, tanto Schott como ella, rodeados de enemigos. La chica sonrió ante el intento de caballerosidad del chico, y se puso en guardia, con algo de suerte se desaría de todos con un par de golpes.
Puso las manos sobre el suelo, y, abrierndo las piernas, giró como si fuera un molino propinando patadas a aquellos que se le acercaban, de diez personas que había habido allí arriba, quedaban cuatro, una sostenía a Schott, que le pedía ayuda, Alanna, aun en el suelo, se distrajo, y eso le dio la oportunidad a uno de los enemigos de tomarle una de las piernas. Intentó girar a la joven, pero, tomando provecho de la situación, dejó que la misma fuerza del tipo guiase su otra pierna hasta darle un puntapie en la cara.
Al verse soltada, cayó de culo, se levantó con rapidez mientras se tocaba el golpe, le dejaría un buen moretón, y, desde esa distancia, sabiendo que la daga de su izquierda tenía atado un trozo de cuerda con la que podía recuperarla con facilidad, la lanzó rozando la cara del tipo que atrapaba a Schott.
- Vale, dejemos clara una cosa.- comentó- ¡Nicolás, coge a Curgo y que nadie toque la escalera!- pidió desde las alturas- recuperó su daga, y se acercó al tipo- y tu, o lo sueltas, o mis dagas serán mucho más certeras.- adviertió, preparandose.
Ya solo ellos tres permanecían en las alturas, los demás, o bien habían caido solos por su propia torpeza en un espacio que, ciertamente, era reducido, o bien habían sido sus patadas las que habían eliminado a los contrincantes. Al fin y al cabo, su fuerza no residía para nada en los brazos, todo su potencial residía, básicamente, en las piernas.
El revuelo no podía ser mayor, un saco subió haciendo bajar una de las bolsas que los tipos tenían colgadas en las poleas, golpeando a alguien que, al parecer, había intetando atacar a la joven por la espalda. Curgo gritaba desed la zona baja que Nicolás apartase la escalera, dejándolos allí arriba. Schott acababa de arrearle en la zona baja a quien lo tenía atrapado, que dio un paso hacia atráa.
Alanna, resvalando por culpa de ese empujón, se cogió de la roca y subió con rapidez mientras el tipo caía los diez metros de muralla hasta el suelo y pronto se vieron, tanto Schott como ella, rodeados de enemigos. La chica sonrió ante el intento de caballerosidad del chico, y se puso en guardia, con algo de suerte se desaría de todos con un par de golpes.
Puso las manos sobre el suelo, y, abrierndo las piernas, giró como si fuera un molino propinando patadas a aquellos que se le acercaban, de diez personas que había habido allí arriba, quedaban cuatro, una sostenía a Schott, que le pedía ayuda, Alanna, aun en el suelo, se distrajo, y eso le dio la oportunidad a uno de los enemigos de tomarle una de las piernas. Intentó girar a la joven, pero, tomando provecho de la situación, dejó que la misma fuerza del tipo guiase su otra pierna hasta darle un puntapie en la cara.
Al verse soltada, cayó de culo, se levantó con rapidez mientras se tocaba el golpe, le dejaría un buen moretón, y, desde esa distancia, sabiendo que la daga de su izquierda tenía atado un trozo de cuerda con la que podía recuperarla con facilidad, la lanzó rozando la cara del tipo que atrapaba a Schott.
- Vale, dejemos clara una cosa.- comentó- ¡Nicolás, coge a Curgo y que nadie toque la escalera!- pidió desde las alturas- recuperó su daga, y se acercó al tipo- y tu, o lo sueltas, o mis dagas serán mucho más certeras.- adviertió, preparandose.
Ya solo ellos tres permanecían en las alturas, los demás, o bien habían caido solos por su propia torpeza en un espacio que, ciertamente, era reducido, o bien habían sido sus patadas las que habían eliminado a los contrincantes. Al fin y al cabo, su fuerza no residía para nada en los brazos, todo su potencial residía, básicamente, en las piernas.
Alanna Delteria
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Re: Llevar el "cristal" a la cristalería [Interp. Libre 3/3] [Cerrado]
La situación se había vuelto rápidamente muy violenta. En lo alto de la muralla se veían movimientos altamente inestables de la luz de los candiles, y los gritos daban por sentado que se estaba desarrollando algún tipo de combate.
Curgo, que se había adelantado a la situación, cortó la cuerda del sistema de contrapesos, de tal manera que el oro yacía medio desperdigado por el suelo, la bolsa visiblemente rasgada, y los paquetes de la cada vez más dudosa mercancía habían volado a lo alto de la muralla, donde se derramó parte del contenido.
Los dos cómplices de Curgo intentaban cargar el oro en el carro, pero se trataba de demasiado y muy suelto, por lo que iban a tardar lo suyo en acabar.
Mientras, el miserable "mercader", que había dejado claras sus prioridades, le ordenó a Nicolás retirar la escala de la muralla.
Los cuerpos de lo que suponía eran los otros miembros del intercambio llovían desde lo alto, uno tras otro, hasta llegar a la cifra de siete cadáveres desparramados por la tierra y la roca.
En el momento en que se disponía a mover la escalera, aunque con propósito distintos a los ordenados, oyó una voz que reconoció al instante como la de Alanna.
¡Nicolás, coge a Curgo y que nadie toque la escalera!
Nicolás agarró fuertemente la escala y haciendo un esfuerzo considerable, la levantó y la zarandeó horizontalmente con el propósito de derribar a Curgo, y, con algo de suerte, a sus adláteres.
¡AHORA!, gritó el bravo guerrero.
Apenas unos pocos segundos después pudo oír el ruído de armaduras de metal acercándose. Eran los tres guardas a los que había convencido para que cooperasen en la operación.
Dos de ellos habían subido por la muralla, cambiando la distribución de los enemigos restantes, mientras que el tercero llegó desde el nivel del suelo en dirección a Nicolás.
¡Alto ahí, canallas! ¡El resto del escuadrón ya ha sido alertado y se dirigen también hacia aquí! ¡Detenéos en nombre de la ley y recibiréis un juicio justo!, profirió el guarda mientras se posicionaba dispuesto para combatir, espada y escudo en mano.
Curgo, que se había adelantado a la situación, cortó la cuerda del sistema de contrapesos, de tal manera que el oro yacía medio desperdigado por el suelo, la bolsa visiblemente rasgada, y los paquetes de la cada vez más dudosa mercancía habían volado a lo alto de la muralla, donde se derramó parte del contenido.
Los dos cómplices de Curgo intentaban cargar el oro en el carro, pero se trataba de demasiado y muy suelto, por lo que iban a tardar lo suyo en acabar.
Mientras, el miserable "mercader", que había dejado claras sus prioridades, le ordenó a Nicolás retirar la escala de la muralla.
Los cuerpos de lo que suponía eran los otros miembros del intercambio llovían desde lo alto, uno tras otro, hasta llegar a la cifra de siete cadáveres desparramados por la tierra y la roca.
En el momento en que se disponía a mover la escalera, aunque con propósito distintos a los ordenados, oyó una voz que reconoció al instante como la de Alanna.
¡Nicolás, coge a Curgo y que nadie toque la escalera!
Nicolás agarró fuertemente la escala y haciendo un esfuerzo considerable, la levantó y la zarandeó horizontalmente con el propósito de derribar a Curgo, y, con algo de suerte, a sus adláteres.
¡AHORA!, gritó el bravo guerrero.
Apenas unos pocos segundos después pudo oír el ruído de armaduras de metal acercándose. Eran los tres guardas a los que había convencido para que cooperasen en la operación.
Dos de ellos habían subido por la muralla, cambiando la distribución de los enemigos restantes, mientras que el tercero llegó desde el nivel del suelo en dirección a Nicolás.
¡Alto ahí, canallas! ¡El resto del escuadrón ya ha sido alertado y se dirigen también hacia aquí! ¡Detenéos en nombre de la ley y recibiréis un juicio justo!, profirió el guarda mientras se posicionaba dispuesto para combatir, espada y escudo en mano.
- Off-topic:
- Curgo, si te parece que me he pasado o que debería cambiar algo avísame, que no hay problema.
Nicolás Barbacero
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Re: Llevar el "cristal" a la cristalería [Interp. Libre 3/3] [Cerrado]
La mujer desde lo alto había incitado a Nicolás para que me detuviera. ¡Será villana! Ya sabía yo que aquella no era de confianza, definitivamente no tenía suerte con las mujeres.
-¡Serás desagradecida! – grité a la mujer - ¡Encima de que te he quitado al que te iba a acuchillar y de que te he invitado a cenar!
Estaba cargando otro saco de oro, cuando siento de repente como una escalera me golpea… ¡Pero qué coño! Era Nicolás. Que se había vuelto contra mí. Desde el suelo vi cómo arriba seguían luchando contra la banda de matones, que ya quedaban menos. Y encima venía ahora una patrulla de tres guardias a por nosotros. Aquello no tenía buena espina. Al menos para mí. Los matones me importaban un pimiento. Yo ni era de un equipo ni del otro, era del mío.
Luchar contra Barbacero no era una opción. El hombre pesaría cincuenta kilos más que yo. Además, la patrulla de la guardia venía de lejos, y de los tres hombres, dos iban por la muralla a detener el altercado que la mujer seguía tirando gente por la borda. “Perfecto. Esta puede ser mi ocasión”. Un buen malhechor tiene que conocer. El otro, en cambio, quería venir a. Aún podía revertir la situación.
-¡Guardias! ¡Los de arriba! – les grité - ¡Detengan a la mujer! Ha matado ya a siete personas desarmadas. – señalé a los cuerpos de los caídos debajo del muro que había tirado la joven. - Presuntos traficantes, pero con derecho a juicio. Nadie merece el destino que esta asesina les ha dado. – desde un punto de vista jurídico lo que había hecho la mujer había sido también un delito de homicidio. En términos penales no se admitía a alguien tomarse la “justicia por su mano”. Y eso me lo sabía yo muy bien que siempre buscaba algún resquicio para librarme de la cárcel. Al menos si era una simple camarera como había dicho decir. Entre la oscuridad de la noche y la ropa oscura que llevaba seguramente pensara que sería una asesina o alguien de semejante calaña. Con eso conseguiría al menos distraerlos el tiempo suficiente como para largarme.
Me giré hacia Estivi – Vete soltando los caballos. – le susurré, pues estaba cerca de mí.
El tercero, valiente de él, vino por el suelo. No era más que un soldado endeble, que se posicionó frente a mí y a Nicolás. No sé si estaba convencido de que Nicolás estaba de su lado o era también un traficante.
-Caballero. – le dije haciéndole una pequeña reverencia. Había que ganar tiempo mientras mis compinches sacaban los caballos. – Respeto a la guardia y creo en la justicia de este país y del rey en particular. No haga nada a mi amigo, Nicolás Barbacero. Él es inocente. – señalé a Nicolás – Ruego no juzgue a estos dos hombres honrados – señalando ahora a Estivi y a Portos – por sus pendientes, tatuajes y… tampoco por las navajas que caen de sus cinturones – No sé yo si resultaría muy fiable aquella declaración – pues sólo las utilizan para el desempeño de sus nobles profesiones. – Me tomé una pausa - Toda culpa es mía. – dije apesadumbrado, agachando la cabeza – Yo he sido quien, en virtud de la justicia, ha utilizado a estos tres caballeros como un plan para eliminar a una potente banda criminal traficante en Roilkat. - dije con toda mi geta para la sorpresa de todos.
Era increíble la manera que tenía de dar la vuelta a la tortilla. El guardia que estaba de debajo incluso bajó el escudo y la espada, ante mi inoperatividad para atacar y mi charlatanería barata. Mi auténtica habilidad en combate.
-Lamento que finalmente no pueda proporcionarles a sus traficantes vivos y coleando. – Dije y miré hacia arriba, me quité el sombrero, y le hice una reverencia con el mismo a Melanie – Nuestra querida amiga impulsiva, ha movido ficha antes de tiempo.
No pude evitar sonreír, no sé si mi plan iba por el buen camino, pero aún tenía una sorpresita que dejaría a todos con la boca abierta. Y es que yo, cuando digo que soy el timador por excelencia, es porque lo soy. Habría que esperar cómo terminaba el combate y las reacciones de los guardias. Había dos opciones, o bien el diálogo, o salir corriendo a caballo. Todo dependía de cómo evolucionara la cosa.
-¡Serás desagradecida! – grité a la mujer - ¡Encima de que te he quitado al que te iba a acuchillar y de que te he invitado a cenar!
Estaba cargando otro saco de oro, cuando siento de repente como una escalera me golpea… ¡Pero qué coño! Era Nicolás. Que se había vuelto contra mí. Desde el suelo vi cómo arriba seguían luchando contra la banda de matones, que ya quedaban menos. Y encima venía ahora una patrulla de tres guardias a por nosotros. Aquello no tenía buena espina. Al menos para mí. Los matones me importaban un pimiento. Yo ni era de un equipo ni del otro, era del mío.
Luchar contra Barbacero no era una opción. El hombre pesaría cincuenta kilos más que yo. Además, la patrulla de la guardia venía de lejos, y de los tres hombres, dos iban por la muralla a detener el altercado que la mujer seguía tirando gente por la borda. “Perfecto. Esta puede ser mi ocasión”. Un buen malhechor tiene que conocer. El otro, en cambio, quería venir a. Aún podía revertir la situación.
-¡Guardias! ¡Los de arriba! – les grité - ¡Detengan a la mujer! Ha matado ya a siete personas desarmadas. – señalé a los cuerpos de los caídos debajo del muro que había tirado la joven. - Presuntos traficantes, pero con derecho a juicio. Nadie merece el destino que esta asesina les ha dado. – desde un punto de vista jurídico lo que había hecho la mujer había sido también un delito de homicidio. En términos penales no se admitía a alguien tomarse la “justicia por su mano”. Y eso me lo sabía yo muy bien que siempre buscaba algún resquicio para librarme de la cárcel. Al menos si era una simple camarera como había dicho decir. Entre la oscuridad de la noche y la ropa oscura que llevaba seguramente pensara que sería una asesina o alguien de semejante calaña. Con eso conseguiría al menos distraerlos el tiempo suficiente como para largarme.
Me giré hacia Estivi – Vete soltando los caballos. – le susurré, pues estaba cerca de mí.
El tercero, valiente de él, vino por el suelo. No era más que un soldado endeble, que se posicionó frente a mí y a Nicolás. No sé si estaba convencido de que Nicolás estaba de su lado o era también un traficante.
-Caballero. – le dije haciéndole una pequeña reverencia. Había que ganar tiempo mientras mis compinches sacaban los caballos. – Respeto a la guardia y creo en la justicia de este país y del rey en particular. No haga nada a mi amigo, Nicolás Barbacero. Él es inocente. – señalé a Nicolás – Ruego no juzgue a estos dos hombres honrados – señalando ahora a Estivi y a Portos – por sus pendientes, tatuajes y… tampoco por las navajas que caen de sus cinturones – No sé yo si resultaría muy fiable aquella declaración – pues sólo las utilizan para el desempeño de sus nobles profesiones. – Me tomé una pausa - Toda culpa es mía. – dije apesadumbrado, agachando la cabeza – Yo he sido quien, en virtud de la justicia, ha utilizado a estos tres caballeros como un plan para eliminar a una potente banda criminal traficante en Roilkat. - dije con toda mi geta para la sorpresa de todos.
Era increíble la manera que tenía de dar la vuelta a la tortilla. El guardia que estaba de debajo incluso bajó el escudo y la espada, ante mi inoperatividad para atacar y mi charlatanería barata. Mi auténtica habilidad en combate.
-Lamento que finalmente no pueda proporcionarles a sus traficantes vivos y coleando. – Dije y miré hacia arriba, me quité el sombrero, y le hice una reverencia con el mismo a Melanie – Nuestra querida amiga impulsiva, ha movido ficha antes de tiempo.
No pude evitar sonreír, no sé si mi plan iba por el buen camino, pero aún tenía una sorpresita que dejaría a todos con la boca abierta. Y es que yo, cuando digo que soy el timador por excelencia, es porque lo soy. Habría que esperar cómo terminaba el combate y las reacciones de los guardias. Había dos opciones, o bien el diálogo, o salir corriendo a caballo. Todo dependía de cómo evolucionara la cosa.
- OFF:
- OFF: Sí. Os guardo una sorpresita para el final. No creo que me libre de la cárcel. Pero me gustan también de vez en cuando dar giros inspirados en series policíacas xD.
Curgo
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Re: Llevar el "cristal" a la cristalería [Interp. Libre 3/3] [Cerrado]
Agité las piernas impotentes sobre el vacío, y arriba solo oía gritos y sonidos de armas, podía ver gente siendo arrojada del muro a mí alrededor.
Mire a la cara del tipo que me había tratado de arrojar, estaba a punto de pisarme las manos, lo que me conduciría a un terrible viaje cuando algo brillante y rápido le cruzó la cara haciendo que se llevase las manos al rostro gritando de dolor.
El tipo giró la cara observando a su atacante, no sé qué había pasado, daba igual, este era mi momento, con un fuerte impulso le agarré del cinturón para tratar de subir trepando por él, pero el tipo, que no se esperaba este movimiento, trastabilló hacia delante, tropezó con algo y cayó sobre mí al vació, yo estuve a punto de caer con él, pero logre agarrarme a una providencial mano que colgaba junto a mi cabeza e izarme con ella.
Caí de espaldas sobre la muralla, jadeando, fui a agradecerle al tipo su ayuda, cuando vi que en realidad era un cadáver medio colgado del borde del precipicio.
-Ohh.si..ya…vale…- Me incorporé y vi que estábamos inmersos en un combate, Alanna estaba propinando patadas y estocadas a todo cuanto se movía, de una manera bastante espectacular, de todos los enemigos que me pareció ver arriba, apenas quedaban un par.
-Uau, Alanna…yo…- masculle bastante sorprendido de su habilidad y de su elegante y atractivo aspecto.
Pero apenas pude fijarme demasiado otro de los tipos que quedaban arriba me propinó un culatazo con su espada que me tiró al suelo rodando, desenfundé el escudo y cubriéndome desde el suelo paré una serie de espadazos que iban directos a mi pecho.
La cosa no pintaba demasiado bien, pero aprovechando mi posición le di una patada en el tobillo que le hizo tropezar hacia atrás y caer de rodillas, y en ese momento, con una velocidad bastante sorprendente dadas mis circunstancias, me puse en pie y le golpeé en toda la cara con la pala, cayo inmóvil.
Me puse entonces espalda con espalda con Alanna, aún quedaba otro tipo y vi con horror que un par de guardias venían corriendo hacia nosotros por la muralla con intenciones claramente hostiles.
Una voz desde abajo, creo que la de Curgo, gritaba que detuviesen a Alanna, y que era una asesina.
Se formó un curioso triangulo, el traficante que quedaba, los guardias y Alanna y yo.
-Quietos quietos quietos- Trate de tranquilizar moviendo los brazos –Esto es todo un malentendido, nosotros….-
-Si ezo, esos sinvrguenzas están tratando de traficar con algo, yo y miz amigos, preocupados vecinos, tratamos de detenerloz, pero esos locos están matando a todo el mundo, ¡prendezles!-
Los guardias estaban confusos y alzaron las armas hacia nosotros.
-Nonono, ese tipo es un impostor, él es de los traficantes, nosotros somos los héroes- Traté de explicar
-¡De ezo nada, azezinos, traficantes!- Gritaba el bandido alzando las manos al cielo
-Nonono, esta mintiendo, es un truco, nosotros somos las victimas-
Los guardias nos miraban sin decidirse.
-Puez a mí no me lo parece, miraz que cadáveres, que dezaztre, además apestan a vino-
-Nonono verán…bueno…a ver…que sí que huelo a vino, pero no tiene nada que ver con esto- Traté de excusarme, la cosa no pintaba demasiado bien, además el bandido no hacía más que mirar a la fábrica, no sé si tratando de buscar una ruta de escape o esperando refuerzos, ambas opciones bastante malas.
Mire a la cara del tipo que me había tratado de arrojar, estaba a punto de pisarme las manos, lo que me conduciría a un terrible viaje cuando algo brillante y rápido le cruzó la cara haciendo que se llevase las manos al rostro gritando de dolor.
El tipo giró la cara observando a su atacante, no sé qué había pasado, daba igual, este era mi momento, con un fuerte impulso le agarré del cinturón para tratar de subir trepando por él, pero el tipo, que no se esperaba este movimiento, trastabilló hacia delante, tropezó con algo y cayó sobre mí al vació, yo estuve a punto de caer con él, pero logre agarrarme a una providencial mano que colgaba junto a mi cabeza e izarme con ella.
Caí de espaldas sobre la muralla, jadeando, fui a agradecerle al tipo su ayuda, cuando vi que en realidad era un cadáver medio colgado del borde del precipicio.
-Ohh.si..ya…vale…- Me incorporé y vi que estábamos inmersos en un combate, Alanna estaba propinando patadas y estocadas a todo cuanto se movía, de una manera bastante espectacular, de todos los enemigos que me pareció ver arriba, apenas quedaban un par.
-Uau, Alanna…yo…- masculle bastante sorprendido de su habilidad y de su elegante y atractivo aspecto.
Pero apenas pude fijarme demasiado otro de los tipos que quedaban arriba me propinó un culatazo con su espada que me tiró al suelo rodando, desenfundé el escudo y cubriéndome desde el suelo paré una serie de espadazos que iban directos a mi pecho.
La cosa no pintaba demasiado bien, pero aprovechando mi posición le di una patada en el tobillo que le hizo tropezar hacia atrás y caer de rodillas, y en ese momento, con una velocidad bastante sorprendente dadas mis circunstancias, me puse en pie y le golpeé en toda la cara con la pala, cayo inmóvil.
Me puse entonces espalda con espalda con Alanna, aún quedaba otro tipo y vi con horror que un par de guardias venían corriendo hacia nosotros por la muralla con intenciones claramente hostiles.
Una voz desde abajo, creo que la de Curgo, gritaba que detuviesen a Alanna, y que era una asesina.
Se formó un curioso triangulo, el traficante que quedaba, los guardias y Alanna y yo.
-Quietos quietos quietos- Trate de tranquilizar moviendo los brazos –Esto es todo un malentendido, nosotros….-
-Si ezo, esos sinvrguenzas están tratando de traficar con algo, yo y miz amigos, preocupados vecinos, tratamos de detenerloz, pero esos locos están matando a todo el mundo, ¡prendezles!-
Los guardias estaban confusos y alzaron las armas hacia nosotros.
-Nonono, ese tipo es un impostor, él es de los traficantes, nosotros somos los héroes- Traté de explicar
-¡De ezo nada, azezinos, traficantes!- Gritaba el bandido alzando las manos al cielo
-Nonono, esta mintiendo, es un truco, nosotros somos las victimas-
Los guardias nos miraban sin decidirse.
-Puez a mí no me lo parece, miraz que cadáveres, que dezaztre, además apestan a vino-
-Nonono verán…bueno…a ver…que sí que huelo a vino, pero no tiene nada que ver con esto- Traté de excusarme, la cosa no pintaba demasiado bien, además el bandido no hacía más que mirar a la fábrica, no sé si tratando de buscar una ruta de escape o esperando refuerzos, ambas opciones bastante malas.
Schott
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Re: Llevar el "cristal" a la cristalería [Interp. Libre 3/3] [Cerrado]
Schott logró librarse por si mismo de su atacante, fue una suerte, pues eso le dio tiempo a ella de retroceder y tomar el aliento que estaba perdiendo por tanta pelea. Se sostuvo de sus rodillas mientras inchaba el pecho con oxígeno justo a tiempo de ver acercarse a los guardias de la muralla, bien, cada vez era más sencillo.
Desde las alturas, comprobó como otro grupo de guardias, estos de las puertas, habían abandonado sus puestos para dirigirse a detener a Curgo y sus secuaces, por desgracia, el tramposo mercader, a quien empezaba a odiar, advirtió a los guardias de que eran ella y Schott quienes causaban problemas, quienes tramaban planes sucios, y uno de los idiotas a los que ella había golpeado reafirmó esto.
Una curiosa formación se formó en el limitado espacio, el traficante que quedaba en pie metiendo baza contra ellos, Schott tratando de aclarar la situación y, finalmente, ella, que, con cuidado, sacó la insignia de sus amarres y la mostró dejando que el brillo de la luna y las antorchas dejase ver a los gurdias el escudo.
- Mi nombre es Alanna Delteria, Guardia de Lunargenta, vengo a impedir que estos zoquetes consigan meter droga en la ciudad por petición de vuestra propia guardia, los fronterizos lo saben, me vieron esta mañana y recibieron mi informe y mi información.- Dijo con calma.
Los guardias bajaron las armas, y miraron a los otros dos hombres, Alanna, para que comprendieran que Schott no tenía que ver con ello, se puso frente a él, tapandole en parte y, mientras los vigilantes actuaban, ella se agachaba a ver el cargamento del saco. Un polvo blanco, brillante, que también cubría parte del suelo. Humedeciendo un dedo, lo metió en el polvo y, cuando este estubo blanco, se lo llevó a la nariz, oliendolo, efectivamente, era droga.
- ¡Guardias!- Exclamó- ¡Detengan a ese hombre, al mercader, transportaba cristal y ha intentado entrarlo a la ciudad!.- Cuando vio como los guardias de las puertas se acercaban con presteza a Curgo, se giró a Schott.- vamos bajo, no podemos dejarle todo el trabajo a ellos.- sonrió tomando la escalera que llevaba al interior de la ciudad y comenzando a bajar.
Viendo que tardaba, puso sus pies en los lados de la escalera y, medio soltando sus manos, se dejó resvalar hacia el suelo. La velocidad aumentaba, el viento que esta provocaba le elebava el pelo, pero, finalmente, llegó bajo en tiempo record. Los guardias habían abandonado la puerta dejandola algo abierta, con el suficiente espacio como para que pasara una persona. La Gata salió y corrió directa hacia el mercader, era hora de atraparlo y llevarselo a Lunargenta.
Desde las alturas, comprobó como otro grupo de guardias, estos de las puertas, habían abandonado sus puestos para dirigirse a detener a Curgo y sus secuaces, por desgracia, el tramposo mercader, a quien empezaba a odiar, advirtió a los guardias de que eran ella y Schott quienes causaban problemas, quienes tramaban planes sucios, y uno de los idiotas a los que ella había golpeado reafirmó esto.
Una curiosa formación se formó en el limitado espacio, el traficante que quedaba en pie metiendo baza contra ellos, Schott tratando de aclarar la situación y, finalmente, ella, que, con cuidado, sacó la insignia de sus amarres y la mostró dejando que el brillo de la luna y las antorchas dejase ver a los gurdias el escudo.
- Mi nombre es Alanna Delteria, Guardia de Lunargenta, vengo a impedir que estos zoquetes consigan meter droga en la ciudad por petición de vuestra propia guardia, los fronterizos lo saben, me vieron esta mañana y recibieron mi informe y mi información.- Dijo con calma.
Los guardias bajaron las armas, y miraron a los otros dos hombres, Alanna, para que comprendieran que Schott no tenía que ver con ello, se puso frente a él, tapandole en parte y, mientras los vigilantes actuaban, ella se agachaba a ver el cargamento del saco. Un polvo blanco, brillante, que también cubría parte del suelo. Humedeciendo un dedo, lo metió en el polvo y, cuando este estubo blanco, se lo llevó a la nariz, oliendolo, efectivamente, era droga.
- ¡Guardias!- Exclamó- ¡Detengan a ese hombre, al mercader, transportaba cristal y ha intentado entrarlo a la ciudad!.- Cuando vio como los guardias de las puertas se acercaban con presteza a Curgo, se giró a Schott.- vamos bajo, no podemos dejarle todo el trabajo a ellos.- sonrió tomando la escalera que llevaba al interior de la ciudad y comenzando a bajar.
Viendo que tardaba, puso sus pies en los lados de la escalera y, medio soltando sus manos, se dejó resvalar hacia el suelo. La velocidad aumentaba, el viento que esta provocaba le elebava el pelo, pero, finalmente, llegó bajo en tiempo record. Los guardias habían abandonado la puerta dejandola algo abierta, con el suficiente espacio como para que pasara una persona. La Gata salió y corrió directa hacia el mercader, era hora de atraparlo y llevarselo a Lunargenta.
Alanna Delteria
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Re: Llevar el "cristal" a la cristalería [Interp. Libre 3/3] [Cerrado]
¡Valiente hijo de puta!, profirió Nicolás.
¡Detén tu farsa ahora mismo, escoria! Sabemos perfectamente qué es lo que os traéis entre manos, y ahí arriba están las pruebas, dijo señalando a los guardias de la muralla, ya solos con el traficante restante y la mercancía.
¿Detener a una banda de traficantes? No me hagas reír, víbora.
Ni un solo punto de tu historia cuadra. ¿Mercader de especias que es el único que escapa de un ataque de bandidos y lo hace en perfecto estado y con su carromato intacto? ¡Ja, ni con la ayuda de todos los dioses!
No eres más que un despreciable delincuente que viaja por los caminos menos transitados con el fin de arruinar vidas con tu mercancía a cambio de una gran suma de dinero sucio, y precisamente todo ese que habéis estado atesorando ahora mismo lo confirma.
Nicolás detuvo su discurso momentáneamente y tras soltar la escala empuñó sus armas y avanzó hacia Curgo, escudo en mano y listo para reaccionar ante cualquier intento de agresión por su parte.
¿Dices que Alanna es una asesina? Te recuerdo que solo se considera homicidio si el difunto es humano, y esa calaña dejó de serlo hace mucho, igual que tú.
Entrégate ahora mismo y podrás vivir para arrepentirte de tus felonías, o resístete y perece.
Mientras el ex-gladiador terminaba su sentencia, el segundo escuadrón de la guardia ya se veía a menos de 100 pasos.
Se trataban de otros cuatro guardias, uno de ellos con el yelmo decorado para indicar su rango.
Avanzaban a paso firme en su dirección.
Uno de los traficantes parecía estar desatando a los caballos del carromato.
¡Toca esas ataduras y me aseguraré de que no seas capaz de montar en ellas!, le amenazó el mercenario.
La situación cada vez era más tensa, y se esperaba impacientemente un repentino estallido de violencia.
Hasta el guardia enclenque que lo acompañaba había dudado de la veracidad de los argumentos de Curgo frente a la explicación de Nicolás, y había vuelto a levantar las armas como medida preventiva.
¡Detén tu farsa ahora mismo, escoria! Sabemos perfectamente qué es lo que os traéis entre manos, y ahí arriba están las pruebas, dijo señalando a los guardias de la muralla, ya solos con el traficante restante y la mercancía.
¿Detener a una banda de traficantes? No me hagas reír, víbora.
Ni un solo punto de tu historia cuadra. ¿Mercader de especias que es el único que escapa de un ataque de bandidos y lo hace en perfecto estado y con su carromato intacto? ¡Ja, ni con la ayuda de todos los dioses!
No eres más que un despreciable delincuente que viaja por los caminos menos transitados con el fin de arruinar vidas con tu mercancía a cambio de una gran suma de dinero sucio, y precisamente todo ese que habéis estado atesorando ahora mismo lo confirma.
Nicolás detuvo su discurso momentáneamente y tras soltar la escala empuñó sus armas y avanzó hacia Curgo, escudo en mano y listo para reaccionar ante cualquier intento de agresión por su parte.
¿Dices que Alanna es una asesina? Te recuerdo que solo se considera homicidio si el difunto es humano, y esa calaña dejó de serlo hace mucho, igual que tú.
Entrégate ahora mismo y podrás vivir para arrepentirte de tus felonías, o resístete y perece.
Mientras el ex-gladiador terminaba su sentencia, el segundo escuadrón de la guardia ya se veía a menos de 100 pasos.
Se trataban de otros cuatro guardias, uno de ellos con el yelmo decorado para indicar su rango.
Avanzaban a paso firme en su dirección.
Uno de los traficantes parecía estar desatando a los caballos del carromato.
¡Toca esas ataduras y me aseguraré de que no seas capaz de montar en ellas!, le amenazó el mercenario.
La situación cada vez era más tensa, y se esperaba impacientemente un repentino estallido de violencia.
Hasta el guardia enclenque que lo acompañaba había dudado de la veracidad de los argumentos de Curgo frente a la explicación de Nicolás, y había vuelto a levantar las armas como medida preventiva.
Nicolás Barbacero
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Re: Llevar el "cristal" a la cristalería [Interp. Libre 3/3] [Cerrado]
¡Cuanta agresividad por dios! Parece que mi plan se iba al garete y acabaría, otra vez, en la cárcel. Mientras no me robaran el oro que tenía escondido detrás del tercer tablón de mi casa todo irá bien. ¿Pero, quién dara de comer a Coraco ahora? Creo que debería empezar a buscar una mujer ya. En cualquier caso. No iba a ser el momento de apenarse por las circunstancias. Era el momento de dar la cara y decir toda la verdad, y nada más que la verdad.
Lo que yo me esperaba, Melanie no era Melanie, era otra identidad. Alanna Delteria. Algo había oído hablar por las tabernas de ella. Pero sin mucha idea y sin conocerla.
-Bueno… tal vez no sean especias. Vale. Pero no me podéis negar que he sido honrado. – dije – He ayudado a la señorita Delteria y he tratado de evitar que le cortaran la cabeza a Schott. ¿Eso no tiene premio?
Vale, tal vez no fuese un cambio justo. Había que pensar otra idea.
-Mirad todo el oro que hay ahí. – dije señalando a los sacos, que muchos ya estaban cargados en mi carro – Podemos compartir como buenos hermanos. ¡O podéis quedároslo todo por haber ganado el premio! Aunque… si me dais una bolsa pequeñita… me iría muy bien. Que corren tiempos difíciles.
Había que escapar de allí como fuera. Fui retrocediendo hacia atrás. Cuando Nicolás advirtió de que se alejase del caballo. Mi compañero había terminado de liberar a los caballos. Fui retrocediendo hacia el mismo.
Las cosas definitivamente no podían ir a peor. Pero estaba equivocado. Podían ir a peor aún. Justo tras de mí escuché una voz gritar.
-¡Matadlos a todos! – se oía. Más violencia. Desde luego la gente estaba convencida a matar por matar. Yo que tan pocas muertes había ocasionado en mi vida…
Los susodichos eran unos matones escondidos en el bosque, de la banda a los que habíamos arrebatado el oro. ¿Qué hacían allí?
-¡Somos hombres de Bellonky! – gritaron a los cuatro vientos. Una veintena de hombres. Y venimos a recuperar nuestro dinero - ¡Aquel hombre del techo es de los nuestros! ¡Viene en nombre de Bellonky! – señalando a Schott - Hay que rescatarlo chicos. Bellonky nunca abandona a sus hombres. Y coged el oro del cabrón de Carnero. – ¿Carnero? Ah sí. El traficante de Roilkat, al que iba dirigida mi mercancía - ¡Matadlos al resto! – ordenó.
¿Pero qué coño? ¿Schott también estaba metido en esos líos? Precisamente el único por el que no habría dado dos duros de que lo fuera. No había tiempo para preguntas. Menudo pitote se había montado. La veintena comenzó a pegarse contra los guardias a los bordes de la muralla. Aquello era un caos. Yo aproveché el caos para subirme a uno de los caballos y tomar una bolsa de oro. Con un poco de suerte nadie me vería y podría escapar.
Lo que yo me esperaba, Melanie no era Melanie, era otra identidad. Alanna Delteria. Algo había oído hablar por las tabernas de ella. Pero sin mucha idea y sin conocerla.
-Bueno… tal vez no sean especias. Vale. Pero no me podéis negar que he sido honrado. – dije – He ayudado a la señorita Delteria y he tratado de evitar que le cortaran la cabeza a Schott. ¿Eso no tiene premio?
Vale, tal vez no fuese un cambio justo. Había que pensar otra idea.
-Mirad todo el oro que hay ahí. – dije señalando a los sacos, que muchos ya estaban cargados en mi carro – Podemos compartir como buenos hermanos. ¡O podéis quedároslo todo por haber ganado el premio! Aunque… si me dais una bolsa pequeñita… me iría muy bien. Que corren tiempos difíciles.
Había que escapar de allí como fuera. Fui retrocediendo hacia atrás. Cuando Nicolás advirtió de que se alejase del caballo. Mi compañero había terminado de liberar a los caballos. Fui retrocediendo hacia el mismo.
Las cosas definitivamente no podían ir a peor. Pero estaba equivocado. Podían ir a peor aún. Justo tras de mí escuché una voz gritar.
-¡Matadlos a todos! – se oía. Más violencia. Desde luego la gente estaba convencida a matar por matar. Yo que tan pocas muertes había ocasionado en mi vida…
Los susodichos eran unos matones escondidos en el bosque, de la banda a los que habíamos arrebatado el oro. ¿Qué hacían allí?
-¡Somos hombres de Bellonky! – gritaron a los cuatro vientos. Una veintena de hombres. Y venimos a recuperar nuestro dinero - ¡Aquel hombre del techo es de los nuestros! ¡Viene en nombre de Bellonky! – señalando a Schott - Hay que rescatarlo chicos. Bellonky nunca abandona a sus hombres. Y coged el oro del cabrón de Carnero. – ¿Carnero? Ah sí. El traficante de Roilkat, al que iba dirigida mi mercancía - ¡Matadlos al resto! – ordenó.
¿Pero qué coño? ¿Schott también estaba metido en esos líos? Precisamente el único por el que no habría dado dos duros de que lo fuera. No había tiempo para preguntas. Menudo pitote se había montado. La veintena comenzó a pegarse contra los guardias a los bordes de la muralla. Aquello era un caos. Yo aproveché el caos para subirme a uno de los caballos y tomar una bolsa de oro. Con un poco de suerte nadie me vería y podría escapar.
Curgo
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Re: Llevar el "cristal" a la cristalería [Interp. Libre 3/3] [Cerrado]
La situación estaba muy tensa, yo no podía acabar en las mazmorras de Roilkat, no por favor, si yo debía de ser el más honrado de los presentes, había oído historias horribles, los tipos como yo no acabamos muy bien allí.
Pero afortunadamente Alanna tenía un plan, sonreí de oreja a oreja cuando sacó algún tipo de identificación y dijo apellidarse Delteria, guardia de Lunargenta.
Suspire aliviado cuando los guardias bajaron las armas, Alanna indicó además que yo estaba con ella y los dos tipos se apresuraron a reducir al maleante que quedaba.
-Uf…gracias Alanna…yo….- Sonreí, pero esto no había acabado, abajo Nicolás estaba enfrentándose verbalmente a Curgo que parecía tratar de escapar con mentiras, yo no había estado al tanto de la discusión ni de la identidad de Curgo, pero las palabras de Nicolás parecían bastante convincentes, tal vez sí que fuera un traficante.
Alanna, que había abierto uno de los sacos que había sobre la muralla a examinar su contenido, parecía bastante segura de que era droga, acusó directamente a Curgo, y bajó rauda por una escalera dispuesta a prenderle.
-Eh si, voy, te sigo- dije, aunque ni de broma iba a hacer el truco ese de bajar deslizándome por la escalera, la última vez que lo hice…uff... Me tragué más de un peldaño.
Me asomé abajo y vi a otros cuatro guardias acercándose, la cosa parecía decidida, nada podía salir mal ya.
Pero como de costumbre en mi vida, así fue.
De repente comencé a oír voces gritando desde el bosque, me asomé y no podía creer lo que veía, una banda de hombres, pobremente armados, con pintas de haberse tomado hasta el agua de los floreros, pero muy numerosos, salieron del bosque gritando que iban a matar a todos, pero lo peor fue que además venían a rescatarme, eran hombres de Bellonky, el tipo raro aquel de la plaza.
Los dos guardias que estaban arriba deteniendo al bandido se giraron de golpe para mirarme con cara de enfado, yo no cabía en mi de mi asombro, ¿qué caprichoso giro de mierda del destino era este?
-¡¿QUEEEEEEEEEE!?- exclamé –Nononono, esto es un malentendido, yo no, es decir, no…no..no, yo yo…no no..a Bellonky no..no le conozco..bueno si pero no…es todo un error…un malentendido si…- alcé las manos, estaba a punto de darme un infarto.
Pero la cosa podía poner aun peor, aprovechando el descuido de los dos guardias de arriba, el traficante que quedaba les soltó una patada, liberándose y salió corriendo por la muralla hacia una especie de campana tras la fábrica, aquello que había estado mirando antes, y comenzó a tocarla sin parar.
-¡Alerta! ¡Alerta!, hombrez de Carnero, acudiz, ¡noz atacan!- gritó sin parar de tocar la campana, con ese alboroto iba a despertar a toda la zona de la fábrica.
Abajo los tipos del bosque ya habían llegado a la muralla y forcejeaban con los guardias que gritaban refuerzos.
-Aguanta chaval, ¡te rescataremos! No desfallezcas-
La situación era un caos, comencé a oír un tumulto tras las murallas, no me digas que lo de los refuerzos de carnero iba en serio, o tal vez fueran guardias, o ambos, creo que me iba a dar algo.
Yo estaba de piedra, arriba, uno de los guardias corrió a detener al de la campana y el otro a apresarme a mí, con una maniobra rápida me agarró por detrás y me inmovilizó poniéndome la espada en la espalda.
-No te muevas un pelo-
-Sisisi..tranquilo yo….nonono…esto es un error…- Me lamenté -Si yo solo venía a herrar a las mulas….-
Pero afortunadamente Alanna tenía un plan, sonreí de oreja a oreja cuando sacó algún tipo de identificación y dijo apellidarse Delteria, guardia de Lunargenta.
Suspire aliviado cuando los guardias bajaron las armas, Alanna indicó además que yo estaba con ella y los dos tipos se apresuraron a reducir al maleante que quedaba.
-Uf…gracias Alanna…yo….- Sonreí, pero esto no había acabado, abajo Nicolás estaba enfrentándose verbalmente a Curgo que parecía tratar de escapar con mentiras, yo no había estado al tanto de la discusión ni de la identidad de Curgo, pero las palabras de Nicolás parecían bastante convincentes, tal vez sí que fuera un traficante.
Alanna, que había abierto uno de los sacos que había sobre la muralla a examinar su contenido, parecía bastante segura de que era droga, acusó directamente a Curgo, y bajó rauda por una escalera dispuesta a prenderle.
-Eh si, voy, te sigo- dije, aunque ni de broma iba a hacer el truco ese de bajar deslizándome por la escalera, la última vez que lo hice…uff... Me tragué más de un peldaño.
Me asomé abajo y vi a otros cuatro guardias acercándose, la cosa parecía decidida, nada podía salir mal ya.
Pero como de costumbre en mi vida, así fue.
De repente comencé a oír voces gritando desde el bosque, me asomé y no podía creer lo que veía, una banda de hombres, pobremente armados, con pintas de haberse tomado hasta el agua de los floreros, pero muy numerosos, salieron del bosque gritando que iban a matar a todos, pero lo peor fue que además venían a rescatarme, eran hombres de Bellonky, el tipo raro aquel de la plaza.
Los dos guardias que estaban arriba deteniendo al bandido se giraron de golpe para mirarme con cara de enfado, yo no cabía en mi de mi asombro, ¿qué caprichoso giro de mierda del destino era este?
-¡¿QUEEEEEEEEEE!?- exclamé –Nononono, esto es un malentendido, yo no, es decir, no…no..no, yo yo…no no..a Bellonky no..no le conozco..bueno si pero no…es todo un error…un malentendido si…- alcé las manos, estaba a punto de darme un infarto.
Pero la cosa podía poner aun peor, aprovechando el descuido de los dos guardias de arriba, el traficante que quedaba les soltó una patada, liberándose y salió corriendo por la muralla hacia una especie de campana tras la fábrica, aquello que había estado mirando antes, y comenzó a tocarla sin parar.
-¡Alerta! ¡Alerta!, hombrez de Carnero, acudiz, ¡noz atacan!- gritó sin parar de tocar la campana, con ese alboroto iba a despertar a toda la zona de la fábrica.
Abajo los tipos del bosque ya habían llegado a la muralla y forcejeaban con los guardias que gritaban refuerzos.
-Aguanta chaval, ¡te rescataremos! No desfallezcas-
La situación era un caos, comencé a oír un tumulto tras las murallas, no me digas que lo de los refuerzos de carnero iba en serio, o tal vez fueran guardias, o ambos, creo que me iba a dar algo.
Yo estaba de piedra, arriba, uno de los guardias corrió a detener al de la campana y el otro a apresarme a mí, con una maniobra rápida me agarró por detrás y me inmovilizó poniéndome la espada en la espalda.
-No te muevas un pelo-
-Sisisi..tranquilo yo….nonono…esto es un error…- Me lamenté -Si yo solo venía a herrar a las mulas….-
Schott
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Re: Llevar el "cristal" a la cristalería [Interp. Libre 3/3] [Cerrado]
Toda la situación era ya un total y completo disparate, y Curgo cada vez la sacaba más de sus casillas, solo quería golpearlo hasta dejarlo inconsciente para cerrar su maldita boca llena de mentiras, si se pudiera ver el sonido, el de la voz de ese tipejo sucio e irritante serían sapos y culebras.
Se mordió el labio inferior y crujió sus dientes soportando las ganas de degollarle, cortarle el pescuezo y que la sangre brotase de su cuello hasta que quedase seco, no soportaba a los listillos a ese tipo de gente tan problemática que, no solo eran unos capullos integrales, si no que, para colmo, tenían la suerte de salir airosos. Y mientras gente como Schott, Nicolás o ella, que solo cumplían con su deber, que tenían una mente dedicada a la justicia, sufrían penurias. No podía con tal injusticia, le daba asco.
Los gritos acudían desde el bosque, buscando rescatar a Schott, ¿qué demonios pasaba? no tenía ni idea, pero entre eso y el idiota al que había intentado dejar K.O en las alturas, no podía acabar bien. Cansada de todo, retrocedió corriendo y, desde la garita de la guardia que había en la parte interior de la muralla, a ras de suelo, junto a la puerta aun semi abierta, tocó la trompeta que daba aviso a la guardia. Una, dos, tres veces, la llamada típica para que saliesen las tropas de reserva.
- Schott, aléjate.- gritó mientras corría con rapidez hacia el mercader y le lanzaba una daga que pasaba rozado su cabeza y se clavaba en el suelo.- Tu, sucia rata, ¿Crees que podrás salirte con la tuya después de tus mentiras y de la que has liado? Debes bromear.- Dijo con un voz que reflejaba su enfado a las mil maravillas mientras.
A sus espaldas, los bandidos, al haber escuchado la llamada a la guardia, comenzaron a correr, intentando escapar hacia los bosques, en las alturas, y en las calles, varios bandidos y traficantes eran ya detenidos por la rapidez de actuación de los protectores de la ciudad. Y otros dos guardias, habían rodeado al mercader impidiéndole la huida.
- Ríndete, y seremos clementes.- amenazó alzando su daga.- el próximo tiro no pienso fallar.- murmuró con frialdad.
Se mordió el labio inferior y crujió sus dientes soportando las ganas de degollarle, cortarle el pescuezo y que la sangre brotase de su cuello hasta que quedase seco, no soportaba a los listillos a ese tipo de gente tan problemática que, no solo eran unos capullos integrales, si no que, para colmo, tenían la suerte de salir airosos. Y mientras gente como Schott, Nicolás o ella, que solo cumplían con su deber, que tenían una mente dedicada a la justicia, sufrían penurias. No podía con tal injusticia, le daba asco.
Los gritos acudían desde el bosque, buscando rescatar a Schott, ¿qué demonios pasaba? no tenía ni idea, pero entre eso y el idiota al que había intentado dejar K.O en las alturas, no podía acabar bien. Cansada de todo, retrocedió corriendo y, desde la garita de la guardia que había en la parte interior de la muralla, a ras de suelo, junto a la puerta aun semi abierta, tocó la trompeta que daba aviso a la guardia. Una, dos, tres veces, la llamada típica para que saliesen las tropas de reserva.
- Schott, aléjate.- gritó mientras corría con rapidez hacia el mercader y le lanzaba una daga que pasaba rozado su cabeza y se clavaba en el suelo.- Tu, sucia rata, ¿Crees que podrás salirte con la tuya después de tus mentiras y de la que has liado? Debes bromear.- Dijo con un voz que reflejaba su enfado a las mil maravillas mientras.
A sus espaldas, los bandidos, al haber escuchado la llamada a la guardia, comenzaron a correr, intentando escapar hacia los bosques, en las alturas, y en las calles, varios bandidos y traficantes eran ya detenidos por la rapidez de actuación de los protectores de la ciudad. Y otros dos guardias, habían rodeado al mercader impidiéndole la huida.
- Ríndete, y seremos clementes.- amenazó alzando su daga.- el próximo tiro no pienso fallar.- murmuró con frialdad.
Alanna Delteria
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Re: Llevar el "cristal" a la cristalería [Interp. Libre 3/3] [Cerrado]
En poco tiempo las afueras de Roilkat se habían transformado en un improvisado campo de batalla nocturno.
La guardia, dirigida por su capitán, cargaba valientemente contra los malhechores que intentaban darse a la fuga hacia el bosque, mientras que un segundo destacamento de reserva retenía a los hombres de Carnero, que habían sido alertados por la campana de la cristalería.
Como era natural, algunas ventanas indiscretas comenzaban a iluminarse por toda la ciudad, principalmente las que contaban con la protección de un segundo piso desde el que observar seguro.
Mientras Nicolás se encargaba de uno de los compañeros del "mercader de especias" Alanna se acercó velozmente hacia él, dejándole claro que ella tampoco iba a facilitarles la huída.
Aprovechando la pequeña distracción en el traficante, el fortachón le propinó un tremendo golpe de escudo en la sien, haciendo que este callese redondo al suelo.
¡Ahora vas y lo cascas, gilipollas!, dijo mientras le dedicaba un escupitajo, y acto seguido cargó en dirección al otro cómplice de Curgo.
Este parecía algo más espabilado, pero lo más preocupante era el desconocimiento total de qué tratos tenían estos traficantes con el resto de malhechores, y si estos les podrían echar una mano.
Mientras Nicolás consideraba esto, el rufián se armó de valor y cargó hacia él con su cuchillo, de filo suficiente como para degollar a un cerdo.
El mercenario levantó el escudo a tiempo, con tanta suerte que desvió la trayectoria de la hoja, haciendo que quedase clavada en el grueso tronco de un árbol para horror de su oponente, el cual viéndose superado y recordando el destino de su compañero decidió echar a correr, con un par de guardias pisándole los talones.
Ahora el principal problema era Curgo, quien se encontraba ya montado a caballo y aparentemente dispuesto para escapar.
Mierda, tengo que impedirlo, pensó Nicolás.
Viendo el aspecto del campo de batalla no tendría mucho espacio para huir con su montura, ya que había guardas y forajidos por todas partes, como una pequeña marea de humanos.
Lo más fácil sería colocarse en el sitio opuesto a Alanna, para dificultarle aún más la huída a su presa, y eso mismo es lo que se dispuso a hacer.
¡Ya eres nuestro, cabrón!, sonrió para sus adentros.
La guardia, dirigida por su capitán, cargaba valientemente contra los malhechores que intentaban darse a la fuga hacia el bosque, mientras que un segundo destacamento de reserva retenía a los hombres de Carnero, que habían sido alertados por la campana de la cristalería.
Como era natural, algunas ventanas indiscretas comenzaban a iluminarse por toda la ciudad, principalmente las que contaban con la protección de un segundo piso desde el que observar seguro.
Mientras Nicolás se encargaba de uno de los compañeros del "mercader de especias" Alanna se acercó velozmente hacia él, dejándole claro que ella tampoco iba a facilitarles la huída.
Aprovechando la pequeña distracción en el traficante, el fortachón le propinó un tremendo golpe de escudo en la sien, haciendo que este callese redondo al suelo.
¡Ahora vas y lo cascas, gilipollas!, dijo mientras le dedicaba un escupitajo, y acto seguido cargó en dirección al otro cómplice de Curgo.
Este parecía algo más espabilado, pero lo más preocupante era el desconocimiento total de qué tratos tenían estos traficantes con el resto de malhechores, y si estos les podrían echar una mano.
Mientras Nicolás consideraba esto, el rufián se armó de valor y cargó hacia él con su cuchillo, de filo suficiente como para degollar a un cerdo.
El mercenario levantó el escudo a tiempo, con tanta suerte que desvió la trayectoria de la hoja, haciendo que quedase clavada en el grueso tronco de un árbol para horror de su oponente, el cual viéndose superado y recordando el destino de su compañero decidió echar a correr, con un par de guardias pisándole los talones.
Ahora el principal problema era Curgo, quien se encontraba ya montado a caballo y aparentemente dispuesto para escapar.
Mierda, tengo que impedirlo, pensó Nicolás.
Viendo el aspecto del campo de batalla no tendría mucho espacio para huir con su montura, ya que había guardas y forajidos por todas partes, como una pequeña marea de humanos.
Lo más fácil sería colocarse en el sitio opuesto a Alanna, para dificultarle aún más la huída a su presa, y eso mismo es lo que se dispuso a hacer.
¡Ya eres nuestro, cabrón!, sonrió para sus adentros.
Nicolás Barbacero
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Re: Llevar el "cristal" a la cristalería [Interp. Libre 3/3] [Cerrado]
Y comenzó la batalla a campo abierto. Aquello era la guerra. Los hombres de Carnero se sumaron también a la fiesta y aquello era una batalla campal entre tres ejércitos. Menuda sangría se había montado aquella noche. Y todo por unos tristes paquetitos de droga que como mucho volverían yonkis a 3 o 4 personas. Unos 30 muertos entre policías, matones de Carnero y hombres de Bellonky.
-El remedio fue peor que la enfermedad – dije.
Nicolás había derribado a uno de mis hombres mientras el otro huía hacia ninguna parte. La situación era surrealista. Y para colmo la señora Alanna parecía más empeñada en cogerme a mí que en detener al resto de hombres. ¡Yo que no había matado a nadie! Un guardia estaba deteniendo y tratando de aporrear al bueno de Schott, que no sé que pintaba en todo aquello. Y ni Alanna ni nadie miraban por él. Esta procesaba odio hacia mí en sus palabras, e incluso me lanzó una daga que casi me da.
-Madame, habrá sesenta hombres aquí, ¿y seguís obsesionada conmigo? – le dije contemplando la masacre – No hacía falta montar este zafarrancho si queríais pasar un rato a solas conmigo. – y le saludé con el sombrero – Ah, por cierto, creo que se me olvidó pagar las cañas en el bar. – le dije. Y le tiré el saco de oro que había cargado a hombros encima, no sé si la derribaría pero al menos conseguiría despistarla. El caballo saltó por encima de los guardias y los tiró a ambos lados.
Estaba ya subido al caballo, que no era mi pequeño Coraco, menos mal que a él no lo había metido en esto. Ya huía. Esquivando como podía a los guardias y a los forajidos. Que seguían a lo suyo. Tenía mis ballestas. Pero no quería matar a nadie. Yo no era precisamente un asesino, a diferencia de todos los que había por allí. ¡En el fondo iba a terminar siendo el más honrado de todos!
Ya veía el bosque cuando tenía enfrente a Nicolás. El mastodonte gladiador que me había traicionado. Yo creía que era mi amigo. Bueno, en realidad no lo creía. Pero al menos parecía menos frívolo que la señorita Delteria.
Traté de esquivarlo con mi caballo, rodeándolo cerca de un árbol. Pero por la oscuridad no vi una de las ramas del mismo y tropecé con ellas. Cayendo al suelo de un fuerte impacto que me atontó durante unos instantes.
Rápidamente la guardia se echó sobre mí. Mierda. Parece que otra vez acabaré en la cárcel. Y con esta ya eran tres las veces, al menos espero que esta no fuera también de dos años, como la anterior. El día menos pensado acabaría en la horca o asesinado por unos matones, como el bueno de mi tío. Al menos estaba mejor que los veinte o treinta que habían muerto. Guardias nobles, que sólo defendían la justicia y la ciudad, incluidos.
-¡Quiero un abogado! ¡Tengo derecho a un juicio justo! – solicité. Aunque la justicia no era algo que se llevara mucho por allí.
--------------------------------------
OFF: Con esto doy por terminada mi participación en el hilo. Ha sido un placer chicos. Ha avanzado muy rápido y ha estado muy guapo. Aunque el final ha sido un poco ida de olla como me comentó Nicolás por privi xD. El próximo post lo escribiré desde la cárcel o desde algún sitio así. Ya veré como lo hago.
-El remedio fue peor que la enfermedad – dije.
Nicolás había derribado a uno de mis hombres mientras el otro huía hacia ninguna parte. La situación era surrealista. Y para colmo la señora Alanna parecía más empeñada en cogerme a mí que en detener al resto de hombres. ¡Yo que no había matado a nadie! Un guardia estaba deteniendo y tratando de aporrear al bueno de Schott, que no sé que pintaba en todo aquello. Y ni Alanna ni nadie miraban por él. Esta procesaba odio hacia mí en sus palabras, e incluso me lanzó una daga que casi me da.
-Madame, habrá sesenta hombres aquí, ¿y seguís obsesionada conmigo? – le dije contemplando la masacre – No hacía falta montar este zafarrancho si queríais pasar un rato a solas conmigo. – y le saludé con el sombrero – Ah, por cierto, creo que se me olvidó pagar las cañas en el bar. – le dije. Y le tiré el saco de oro que había cargado a hombros encima, no sé si la derribaría pero al menos conseguiría despistarla. El caballo saltó por encima de los guardias y los tiró a ambos lados.
Estaba ya subido al caballo, que no era mi pequeño Coraco, menos mal que a él no lo había metido en esto. Ya huía. Esquivando como podía a los guardias y a los forajidos. Que seguían a lo suyo. Tenía mis ballestas. Pero no quería matar a nadie. Yo no era precisamente un asesino, a diferencia de todos los que había por allí. ¡En el fondo iba a terminar siendo el más honrado de todos!
Ya veía el bosque cuando tenía enfrente a Nicolás. El mastodonte gladiador que me había traicionado. Yo creía que era mi amigo. Bueno, en realidad no lo creía. Pero al menos parecía menos frívolo que la señorita Delteria.
Traté de esquivarlo con mi caballo, rodeándolo cerca de un árbol. Pero por la oscuridad no vi una de las ramas del mismo y tropecé con ellas. Cayendo al suelo de un fuerte impacto que me atontó durante unos instantes.
Rápidamente la guardia se echó sobre mí. Mierda. Parece que otra vez acabaré en la cárcel. Y con esta ya eran tres las veces, al menos espero que esta no fuera también de dos años, como la anterior. El día menos pensado acabaría en la horca o asesinado por unos matones, como el bueno de mi tío. Al menos estaba mejor que los veinte o treinta que habían muerto. Guardias nobles, que sólo defendían la justicia y la ciudad, incluidos.
-¡Quiero un abogado! ¡Tengo derecho a un juicio justo! – solicité. Aunque la justicia no era algo que se llevara mucho por allí.
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OFF: Con esto doy por terminada mi participación en el hilo. Ha sido un placer chicos. Ha avanzado muy rápido y ha estado muy guapo. Aunque el final ha sido un poco ida de olla como me comentó Nicolás por privi xD. El próximo post lo escribiré desde la cárcel o desde algún sitio así. Ya veré como lo hago.
Curgo
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Re: Llevar el "cristal" a la cristalería [Interp. Libre 3/3] [Cerrado]
Mi cara en estos momentos debía de parecer un poema, desde arriba de la muralla pude ver como se originaba una auténtica batalla campal, el gran grupo de mis rescatadores, otros tantos guardias y además los refuerzos del traficante, al final, más de medio centenar de personas dándose de palos y ya ni recuerdo por qué.
Y en el medio yo.
-¡Ya estamos aquí chaval!-
Media docena de tipos de Bellonky que habían subido quien sabe cómo a la parte de arriba de la muralla se abalanzaron rápidos contra los guardias que me retenían, logre escabullirme como pude hacia un lado, no quería entrometerme en este fregado, bastantes líos tenía ya.
Me asomé para ver si veía a Alanna, Curgo o Nicolás, pero entre tanto bochinche no sería capaz de distinguir ni a un dragón, traté de bajar nuevamente por la escalera, pero corriendo en mi dirección por la muralla aparecieron un puñado de los tipos de Carnero que también habían subido.
-TU, tú tienes la culpa de todo-
-Que que nononono, yo yo solo venía a herrar...- Debí haberme cubierto con el escudo en vez de tratar de dialogar, el primero de ellos me soltó un golpetazo con alguna clase de bastón que me tiró al suelo.
Un montón de aquellos tipos cerraron círculo en torno a mí y comenzaron a apalearme sin piedad, yo me cubría con el escudo como podía de las armas de filo, pero los mamporros me los llevaba de gratis.
En medio de la paliza, otro grupo, no sé si los de Bellonky o los guardias, trataron de reducir a mis atacantes, yo me escabullí de nuevo arrastrándome hacia un lado y creía estar a salvo, pero no era así, un tipo de agarró de la pechera y me lanzó al suelo dandome un cabezazo en la frente, para tras esto reventarme uno de los sacos que Alanna había revisado en toda la cara.
Caí al suelo de nuevo envuelto en una nube de polvo blanco, tosía y tosía, esa mierda se me estaba metiendo en los ojos.
-Aggg…buagg…auuuggg….mis ojos…atchus…atchus…cof..cof..me ahogo…- Mascullé frotándome la cara, me escocían a rabiar los ojos y tenía la boca áspera.
Lo siguiente lo recuerdo muy turbio, una sensación de euforia y bienestar me invadió, de alguna manera ya no sentía los golpes ni los moratones, me sentía muy vivo, como si poder acabar yo solo con todos ellos.
-Uaaaaaaaaa soy Sir Langley Callahan- grité dándole un palazo a uno de los traficantes que lo tiró al suelo.
-¡Rendíos o probad mi acero!- gritaba eufórico, no sabía bien que estaba pasando.
Seguidamente golpee a un par de tipos con un revés del escudo y cayeron inconscientes.
-¿Quién más quiere? Hay para todos- Grité, no era plenamente consciente de lo que hacía.
Un tipo armado con una ballesta se fijó en mí y me lanzó una saeta que logre parar con el escudo, vi que estaba recargando otra y corrí en carga hacia él, por alguna razón me encontraba a tope de energía, no sentía hambre ni sueño, estaba eufórico.
-Juaaaaaa- corrí a por el pala en mano, el tipo tembloroso me lanzó una segunda flecha que me dio en el hombro, sin embargo no sentí dolor, el tipo parecía tan sorprendido como yo.
-¿Pero qué cojones…?-
Intenté decir alguna frase épica, en plan "No te metas con Schott", "Esto es Roilkat" o algo así, pero extrañamente no podía pensar con claridad, así que me limité a darle una patada bastante chula en el pecho que le lanzó debajo de la muralla, espero que sobre algo blando.
Me di la vuelta buscando más guerra pero un guardia me estaba esperando y me dio un culatazo en la cara con el mango de su espada.
Caí de espaldas al vació, curiosamente sin miedo, y tuve la suerte de caer sobre el tipo que había tirado antes, si antes había aguantado la caída, seguro que ya no.
Creo que fue en ese momento cuando perdí el conocimiento.
Cuando recobré el sentido la pelea ya estaba acabando, los malhechores eran detenidos o huían en desbandada, un par de guardias me estaban despertando con palmadas poco amables en la cara.
-Ey, aquí hay uno vivo-
Veía borroso, me dolía muchísimo todo, la cabeza me daba vueltas, creía que iba a explotar, vi con horror que tenía una flecha en el hombro y mucha sangre en mis ropas, y la mitad no era mía.
-¿Y tú quién coño eres?-
-Aaaaahhhhh…mi cabeeeezaaaaaaa- mascullé, los guardias me levantaron por los hombros.
-Está completamente ido-
-El bastardo se ha metido de todo ¿eh chaval? ¿Viniste a por cristal?-
-Yo…si…en la fábrica de cristal….la cristalería…a trabajar…mucho trabajo..si..Muy honrado- Veía as caras de los guardias distorsionadas.
-Ah, conque es el que fabrica esta mierda eh…será cabron, el capitán se alegrará de oírlo- Sonrió un guardia.
-Yo….creo…Mel…..Melanie… ¿donde estais?....creo…. que nos hemos dejado a Resultón en la taberna…..-
-Bah, no dice más que tonterías, ¿Adónde lo llevamos primero, ¿Al hospital o al calabozo?- Sonrió el guardia arrastrandome.
-------------------
OFF: Bueno chicos ha sido un placer y un honor, escribis de fabula, yo tambien me lo he pasado genial, sois la caña, rapido, interesante, divertido y con bien de acción XD, estaré encantado de volver a verlos.
Yo tampoco sé bien donde voy a acabar, al menos he cenado gratis =D
Y en el medio yo.
-¡Ya estamos aquí chaval!-
Media docena de tipos de Bellonky que habían subido quien sabe cómo a la parte de arriba de la muralla se abalanzaron rápidos contra los guardias que me retenían, logre escabullirme como pude hacia un lado, no quería entrometerme en este fregado, bastantes líos tenía ya.
Me asomé para ver si veía a Alanna, Curgo o Nicolás, pero entre tanto bochinche no sería capaz de distinguir ni a un dragón, traté de bajar nuevamente por la escalera, pero corriendo en mi dirección por la muralla aparecieron un puñado de los tipos de Carnero que también habían subido.
-TU, tú tienes la culpa de todo-
-Que que nononono, yo yo solo venía a herrar...- Debí haberme cubierto con el escudo en vez de tratar de dialogar, el primero de ellos me soltó un golpetazo con alguna clase de bastón que me tiró al suelo.
Un montón de aquellos tipos cerraron círculo en torno a mí y comenzaron a apalearme sin piedad, yo me cubría con el escudo como podía de las armas de filo, pero los mamporros me los llevaba de gratis.
En medio de la paliza, otro grupo, no sé si los de Bellonky o los guardias, trataron de reducir a mis atacantes, yo me escabullí de nuevo arrastrándome hacia un lado y creía estar a salvo, pero no era así, un tipo de agarró de la pechera y me lanzó al suelo dandome un cabezazo en la frente, para tras esto reventarme uno de los sacos que Alanna había revisado en toda la cara.
Caí al suelo de nuevo envuelto en una nube de polvo blanco, tosía y tosía, esa mierda se me estaba metiendo en los ojos.
-Aggg…buagg…auuuggg….mis ojos…atchus…atchus…cof..cof..me ahogo…- Mascullé frotándome la cara, me escocían a rabiar los ojos y tenía la boca áspera.
Lo siguiente lo recuerdo muy turbio, una sensación de euforia y bienestar me invadió, de alguna manera ya no sentía los golpes ni los moratones, me sentía muy vivo, como si poder acabar yo solo con todos ellos.
-Uaaaaaaaaa soy Sir Langley Callahan- grité dándole un palazo a uno de los traficantes que lo tiró al suelo.
-¡Rendíos o probad mi acero!- gritaba eufórico, no sabía bien que estaba pasando.
Seguidamente golpee a un par de tipos con un revés del escudo y cayeron inconscientes.
-¿Quién más quiere? Hay para todos- Grité, no era plenamente consciente de lo que hacía.
Un tipo armado con una ballesta se fijó en mí y me lanzó una saeta que logre parar con el escudo, vi que estaba recargando otra y corrí en carga hacia él, por alguna razón me encontraba a tope de energía, no sentía hambre ni sueño, estaba eufórico.
-Juaaaaaa- corrí a por el pala en mano, el tipo tembloroso me lanzó una segunda flecha que me dio en el hombro, sin embargo no sentí dolor, el tipo parecía tan sorprendido como yo.
-¿Pero qué cojones…?-
Intenté decir alguna frase épica, en plan "No te metas con Schott", "Esto es Roilkat" o algo así, pero extrañamente no podía pensar con claridad, así que me limité a darle una patada bastante chula en el pecho que le lanzó debajo de la muralla, espero que sobre algo blando.
Me di la vuelta buscando más guerra pero un guardia me estaba esperando y me dio un culatazo en la cara con el mango de su espada.
Caí de espaldas al vació, curiosamente sin miedo, y tuve la suerte de caer sobre el tipo que había tirado antes, si antes había aguantado la caída, seguro que ya no.
Creo que fue en ese momento cuando perdí el conocimiento.
Cuando recobré el sentido la pelea ya estaba acabando, los malhechores eran detenidos o huían en desbandada, un par de guardias me estaban despertando con palmadas poco amables en la cara.
-Ey, aquí hay uno vivo-
Veía borroso, me dolía muchísimo todo, la cabeza me daba vueltas, creía que iba a explotar, vi con horror que tenía una flecha en el hombro y mucha sangre en mis ropas, y la mitad no era mía.
-¿Y tú quién coño eres?-
-Aaaaahhhhh…mi cabeeeezaaaaaaa- mascullé, los guardias me levantaron por los hombros.
-Está completamente ido-
-El bastardo se ha metido de todo ¿eh chaval? ¿Viniste a por cristal?-
-Yo…si…en la fábrica de cristal….la cristalería…a trabajar…mucho trabajo..si..Muy honrado- Veía as caras de los guardias distorsionadas.
-Ah, conque es el que fabrica esta mierda eh…será cabron, el capitán se alegrará de oírlo- Sonrió un guardia.
-Yo….creo…Mel…..Melanie… ¿donde estais?....creo…. que nos hemos dejado a Resultón en la taberna…..-
-Bah, no dice más que tonterías, ¿Adónde lo llevamos primero, ¿Al hospital o al calabozo?- Sonrió el guardia arrastrandome.
-------------------
OFF: Bueno chicos ha sido un placer y un honor, escribis de fabula, yo tambien me lo he pasado genial, sois la caña, rapido, interesante, divertido y con bien de acción XD, estaré encantado de volver a verlos.
Yo tampoco sé bien donde voy a acabar, al menos he cenado gratis =D
Schott
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Re: Llevar el "cristal" a la cristalería [Interp. Libre 3/3] [Cerrado]
Alanna ignoró la puya de Curgo y dejó que el resto de hombres se encargasen de él tomando el saco de oro, lo dejaría en la taberna, como compensación al hombre que tanto había ayudado. Mientras se alejaba para dejar sitio a los guardias, prefiriendo que se encargasen ellos a dejarse llevar por el asco que el tipo le producía, se alejó hacia la puerta.
Parecía que, a su alrededor, la batalla campal empezaba a amainar, dando paso a un seguido de detenciones y huidas, nadie se había librado de las heridas, ni siquiera ella, que, distraída, no vio pasar por su lado a varios bandidos que, con dagas sacadas, le hirieron los brazos al tiempo que corrían a internarse por los bosques.
Soltó un pequeño alarido y se agachó antes de que volvieran a atacar murmurando una maldición por lo bajo. Para cuando alzó la cabeza, Schott, no muy lejos propinaba palazos a diestro y siniestro. Con manos heridas por haber bajado rápido por la escalera, anudó dos pañuelos en las dos heridas intentando, al menos, cortar la hemorragia, y se acercó con prisas, tal vez demasiado tarde, pues no solo no había forma de dar un paso hacia el chico para intentarlo calmar, si no que, para colmo, los guardias no parecían de humor como para dejarle ir.
Había metido al chico en un buen lío, más tarde debería compensarle de algún modo. Cuando se quiso dar cuanta, un guarda le dio un golpe con el mango de la espada, dejandolo inconsciente. La chica intentó acercarse al chico, pero oyó a Curgo reclamar por un juicio justo, y no tuvo más remedio que acercarse y, con calma, al menos toda la que era capaz, que cuando llegase a Lunargenta le harían las preguntas necesarias y, tras responderlas, se decidiría el resultado, posiblemete lo liberasen si era capaz de dar la información adecuada, por poco que a ella le gustase.
Finalmente todo estaba en calma, por lo que volvió a girarse en busca de Schott mientras se llevaban a Curgo, estaban levantandolo y murmurando algo sobre llevarlo a la cárcel, con prisas, sabiendo que eso era culpa suya, corrió en su ayuda.
- Esperad, él no ha hecho nada, estaba conmigo, le pedí ayuda, yo correré con la responsabilidad.- pidió más que dijo, el chico le había caído bien, y el no tenía la culpa de haberse visto metido en tal berenjenal.- por favor.- pidió.
No supo si fue que les enterneció la visión de una chica pequeña con heridas profundas intentando defender a un chico herido, o que les convencieron sus argumentos, pero el caso es que, con un suspiro, asintieron prometiendo llevar al chico a la taberna, ella entró con ellos, pero, antes, se giró a despedirse de Nicolás.
- Señor Nicolás, ha sido un placer poder luchar a su lado, no mentí cuando dije que era seguidora de sus proezas.- sonrió antes de seguir a los guardas que arrastraban al joven delante suya.
***************************************************************************
off: Señores, ha sido todo un placer, espero poder encontrarme con vosotros pronto n.n
Parecía que, a su alrededor, la batalla campal empezaba a amainar, dando paso a un seguido de detenciones y huidas, nadie se había librado de las heridas, ni siquiera ella, que, distraída, no vio pasar por su lado a varios bandidos que, con dagas sacadas, le hirieron los brazos al tiempo que corrían a internarse por los bosques.
Soltó un pequeño alarido y se agachó antes de que volvieran a atacar murmurando una maldición por lo bajo. Para cuando alzó la cabeza, Schott, no muy lejos propinaba palazos a diestro y siniestro. Con manos heridas por haber bajado rápido por la escalera, anudó dos pañuelos en las dos heridas intentando, al menos, cortar la hemorragia, y se acercó con prisas, tal vez demasiado tarde, pues no solo no había forma de dar un paso hacia el chico para intentarlo calmar, si no que, para colmo, los guardias no parecían de humor como para dejarle ir.
Había metido al chico en un buen lío, más tarde debería compensarle de algún modo. Cuando se quiso dar cuanta, un guarda le dio un golpe con el mango de la espada, dejandolo inconsciente. La chica intentó acercarse al chico, pero oyó a Curgo reclamar por un juicio justo, y no tuvo más remedio que acercarse y, con calma, al menos toda la que era capaz, que cuando llegase a Lunargenta le harían las preguntas necesarias y, tras responderlas, se decidiría el resultado, posiblemete lo liberasen si era capaz de dar la información adecuada, por poco que a ella le gustase.
Finalmente todo estaba en calma, por lo que volvió a girarse en busca de Schott mientras se llevaban a Curgo, estaban levantandolo y murmurando algo sobre llevarlo a la cárcel, con prisas, sabiendo que eso era culpa suya, corrió en su ayuda.
- Esperad, él no ha hecho nada, estaba conmigo, le pedí ayuda, yo correré con la responsabilidad.- pidió más que dijo, el chico le había caído bien, y el no tenía la culpa de haberse visto metido en tal berenjenal.- por favor.- pidió.
No supo si fue que les enterneció la visión de una chica pequeña con heridas profundas intentando defender a un chico herido, o que les convencieron sus argumentos, pero el caso es que, con un suspiro, asintieron prometiendo llevar al chico a la taberna, ella entró con ellos, pero, antes, se giró a despedirse de Nicolás.
- Señor Nicolás, ha sido un placer poder luchar a su lado, no mentí cuando dije que era seguidora de sus proezas.- sonrió antes de seguir a los guardas que arrastraban al joven delante suya.
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off: Señores, ha sido todo un placer, espero poder encontrarme con vosotros pronto n.n
Alanna Delteria
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Re: Llevar el "cristal" a la cristalería [Interp. Libre 3/3] [Cerrado]
De alguna manera Curgo había intentado esquivar a Nicolás montado a caballo, pero claramente no funcionó, ya que al poco de comenzar el movimiento del animal el traficante chocó de bruces contra una robusta rama de un roble, la cual lo derribó del caballo, dando lugar a su inmediato arresto por parte de la guardia, que ya había logrado controlar la situación.
Un gran número de cuerpos decoraban el bosque y el suelo de la ciudad, y otro número similar en cantidad de detenidos permanecían en fila, esperando órdenes de las autoridades.
Schott, quien había empezado hace poco a palazos a diestro y siniestro, también había sido pacificado a la fuerza y ahora descansaba como malamente podía apoyado contra la muralla.
Alanna, que parecía haber recibido algunas heridas en el fragor de la contienda, ultimaba los detalles de la operación con el capitán de la guardia, quien no paraba de dar órdenes a un lado y al otro.
El mercenario se acercó a ambos.
Parece que todo ha salido bien al final, ¿eh? Dos bandas eliminadas, un traficante capturado y un número bastante reducido de bajas, dijo el capitán.
Un placer haber podido colaborar con ustedes, señores.
El gusto es mío, señor, contestó Nicolás.
Si necesitan algo más, ya saben que pueden contar conmigo de nuevo.
Dicho esto, se despidió de Alanna, esperando volver a verla alguna vez, y ayudó a los guardias a cargar con los heridos hacia la clínica de la ciudad.
El sol matinal bañaba el cielo de la ciudad y se entremezclaba con la humareda, dando lugar a un brumoso y extraño paisaje.
Los compactos y avanzados edificios recortaban su silueta contra la luz anaranjada del sol y los habitantes paseaban por las calles con el cuchicheo de lo acontecido esta noche, mirando de vez en cuando al hasta ahora desconocido forastero, quien se dirigía de nuevo a la taberna de la que había salido anteriormente.
El posadero le preguntó cómo había salido todo, y Nicolás se lo resumió lo mejor que pudo.
Después, se retiró a su habitación a descansar. Tras tumbarse sobre la cama, se llevó las manos a la cabeza.
Roilkat, ¿eh? Me gusta esta ciudad. Tendré que pasarme más a menudo por ella.
Un gran número de cuerpos decoraban el bosque y el suelo de la ciudad, y otro número similar en cantidad de detenidos permanecían en fila, esperando órdenes de las autoridades.
Schott, quien había empezado hace poco a palazos a diestro y siniestro, también había sido pacificado a la fuerza y ahora descansaba como malamente podía apoyado contra la muralla.
Alanna, que parecía haber recibido algunas heridas en el fragor de la contienda, ultimaba los detalles de la operación con el capitán de la guardia, quien no paraba de dar órdenes a un lado y al otro.
El mercenario se acercó a ambos.
Parece que todo ha salido bien al final, ¿eh? Dos bandas eliminadas, un traficante capturado y un número bastante reducido de bajas, dijo el capitán.
Un placer haber podido colaborar con ustedes, señores.
El gusto es mío, señor, contestó Nicolás.
Si necesitan algo más, ya saben que pueden contar conmigo de nuevo.
Dicho esto, se despidió de Alanna, esperando volver a verla alguna vez, y ayudó a los guardias a cargar con los heridos hacia la clínica de la ciudad.
El sol matinal bañaba el cielo de la ciudad y se entremezclaba con la humareda, dando lugar a un brumoso y extraño paisaje.
Los compactos y avanzados edificios recortaban su silueta contra la luz anaranjada del sol y los habitantes paseaban por las calles con el cuchicheo de lo acontecido esta noche, mirando de vez en cuando al hasta ahora desconocido forastero, quien se dirigía de nuevo a la taberna de la que había salido anteriormente.
El posadero le preguntó cómo había salido todo, y Nicolás se lo resumió lo mejor que pudo.
Después, se retiró a su habitación a descansar. Tras tumbarse sobre la cama, se llevó las manos a la cabeza.
Roilkat, ¿eh? Me gusta esta ciudad. Tendré que pasarme más a menudo por ella.
- Off-topic:
- Bueno, ha sido un placer rolear con todos vosotros. Mucha comida, mucha bebida, mucha droga y muchas hostias, buena receta sin duda alguna.
Una pena que al final no supiésemos más de Polvoso, pero qué se le va a hacer.
A ver si nos vemos en otro rol de nuevo.
P.D.: Curgo, como eres el dueño del tema creo que te corresponde a ti marcarlo como cerrado y avisar a los masters.
Última edición por Nicolás Barbacero el Dom 1 Nov 2015 - 19:03, editado 1 vez (Razón : Corrección gramatical.)
Nicolás Barbacero
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