''Y al final...'' [Priv.Sarez-Idril] [Cerrado]
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''Y al final...'' [Priv.Sarez-Idril] [Cerrado]
El tiempo pasaba tan rápido como las nubes se movían por el cielo aquel día. El sol se había escondido para dar paso al viento, la lluvia y un temporal que hacía mucho tiempo que no veía. Echaba de menos poder apoyarme en el tronco de un árbol con toda tranquilidad, respirar profundamente y escuchar los sonidos del bosque, disfrutar del lugar en el que había nacido,...había demasiadas cosas que anhelaba y una de ellas sobre todas las demás, Sarez. Todos los días le recordaba y era triste pensar que poco a poco su rostro empezaba a difuminarse de mi mente cual tinta en papel mojado. ''La decisión fue la acertada'', me consolaba, pero no podía evitar preguntarme más de dos veces cada vez que lo pensaba si no habría sido mejor quedarme, si no habría sido mejor estar al amparo de la persona que quería...ya que al fin y al cabo pensaba compartir todo a su lado; problemas incluidos.
Suspiré, cogí aire y poco a poco mis pulmones se llenaron mientras las gotas de lluvia caían sin cesar a mi alrededor. Gracias a que estaba bajo la copa de un árbol frondoso, no estaba empapada, pero fue un ruido que escuché no muy lejos de donde me encontraba lo que hizo que saliera disparada del refugio.
Desde los Bosques del Este, el último lugar en el que había estado con él, recorría todo como si fuera un alma en pena. No paraba en ningún sitio, apenas descansaba y tenía que admitir que siempre estaba alerta a todo. Antes también lo estaba, normalmente cualquier ruido me parecía sospechoso, pero ahora, en la situación en la que me encontraba, era mucho más difícil no temer que alguien me siguiera o me encontrara.
Conforme caminaba el agua calaba más en la ropa y en pocos segundos salí del bosque, lo que veía de lejos era un sitio que conocía bien, era la tercera vez que iba por allí y no me importaba volver a romper las reglas de quienes fueron mis ancestros, o quienes seguían siéndolo. Necesitaba un lugar como aquel, un lugar sagrado en el que poder sentirme segura y resguardarme de la lluvia aunque solo fuese por unas horas. Pensaba, caminando, que podría ser el sitio que había estado buscando, el sitio en el cual quien venía detrás de mí respetaría y no se atrevería a profanar: las Runas de los Baldíos.
Víctima de pensamientos ilusos o no, aligeré el paso de tal forma que casi iba corriendo, hasta que topé con esas formaciones rocosas que, con el día tan horrible que hacía, realmente daban muy mala espina. El ambiente no era tan místico como las otras veces que había estado allí, parecía cargado pero no me importaba en absoluto, me daba igual, sólo quería dejar de mojarme y tener la posibilidad de, si alguien venía, poder verle bien de lejos.
El hueco de la mesa central donde hacía mucho tiempo hacían sacrificios, o eso pensaba, no era muy amplio que digamos para que me metiera, pero era lo suficientemente grande como para cubrirme, sentada, hasta las rodillas. Así opté por sentarme cruzada de piernas y ciertamente incómoda por chocar con la piedra por la parte de arriba, comencé a contemplar cómo la lluvia en aquel justo momento comenzaba a ser más fuerte y densa, pronto dejaría de poder ver la linde del bosque a lo lejos, no era algo positivo, me limitaría la vigilancia que pensaba ejercer desde aquel sitio.
Suspiré, cogí aire y poco a poco mis pulmones se llenaron mientras las gotas de lluvia caían sin cesar a mi alrededor. Gracias a que estaba bajo la copa de un árbol frondoso, no estaba empapada, pero fue un ruido que escuché no muy lejos de donde me encontraba lo que hizo que saliera disparada del refugio.
Desde los Bosques del Este, el último lugar en el que había estado con él, recorría todo como si fuera un alma en pena. No paraba en ningún sitio, apenas descansaba y tenía que admitir que siempre estaba alerta a todo. Antes también lo estaba, normalmente cualquier ruido me parecía sospechoso, pero ahora, en la situación en la que me encontraba, era mucho más difícil no temer que alguien me siguiera o me encontrara.
Conforme caminaba el agua calaba más en la ropa y en pocos segundos salí del bosque, lo que veía de lejos era un sitio que conocía bien, era la tercera vez que iba por allí y no me importaba volver a romper las reglas de quienes fueron mis ancestros, o quienes seguían siéndolo. Necesitaba un lugar como aquel, un lugar sagrado en el que poder sentirme segura y resguardarme de la lluvia aunque solo fuese por unas horas. Pensaba, caminando, que podría ser el sitio que había estado buscando, el sitio en el cual quien venía detrás de mí respetaría y no se atrevería a profanar: las Runas de los Baldíos.
Víctima de pensamientos ilusos o no, aligeré el paso de tal forma que casi iba corriendo, hasta que topé con esas formaciones rocosas que, con el día tan horrible que hacía, realmente daban muy mala espina. El ambiente no era tan místico como las otras veces que había estado allí, parecía cargado pero no me importaba en absoluto, me daba igual, sólo quería dejar de mojarme y tener la posibilidad de, si alguien venía, poder verle bien de lejos.
El hueco de la mesa central donde hacía mucho tiempo hacían sacrificios, o eso pensaba, no era muy amplio que digamos para que me metiera, pero era lo suficientemente grande como para cubrirme, sentada, hasta las rodillas. Así opté por sentarme cruzada de piernas y ciertamente incómoda por chocar con la piedra por la parte de arriba, comencé a contemplar cómo la lluvia en aquel justo momento comenzaba a ser más fuerte y densa, pronto dejaría de poder ver la linde del bosque a lo lejos, no era algo positivo, me limitaría la vigilancia que pensaba ejercer desde aquel sitio.
Idril Elensar
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Re: ''Y al final...'' [Priv.Sarez-Idril] [Cerrado]
Hace muchos años que no camino por estos bosques, más de los que se contar. ¿Hago lo correcto al volver? Sí lo hago, sé que lo hago. Estoy cansado de huir; debo afrontar mis problemas y mis miedos. Escapar es de cobardes, yo no soy un cobarde como el elfo de nombre Iltharion. Debo ir al bosque de los elfos, el hogar que me fue arrebato hace más de un siglo. Este es mi sitio. Soy un elfo y estoy cansado de huir de lo que soy. ¡Ya basta de vivir como un animal! Quiero vivir como lo que soy. Quiero vivir bien, como ella me enseñó.
Aprieto los puños con fuerza. Recordarla no me hace bien. Idril se fue, debo aceptar que se ha ido. Giro la cabeza en rápidos movimientos de negación para sacarme sus recuerdos de mi cabeza. Pero, no lo consigo. Lo único que logro es quitarme la capucha de la capa dejando mi cabeza expuesta al agua de la lluvia. No me importa mojarme, nunca me ha importado, me importa que alguien vea mis cicatrices y me reconozca por ellas. La cicatriz de la oreja es secundaría, me la hice hace poco, ni siquiera Idril vio mi esta nueva marca. Es la cicatriz del ojo la que me preocupa. Si un elfo ve la marca que me hicieron cuando me desterraron sabrá quién soy, sabrá que no debo estar por estos bosques y me matará. Cojo la capucha y me la pongo inmediatamente antes de que alguien pueda verme. No pueden matarme, no ahora que he llegado tan lejos.
No recuerdo estos árboles ni estos caminos. ¿Esto es Sandorai? Debe serlo. No lo sé. Solo sigo hacia adelante con la esperanza de volver a ver la que un día fue mi casa, a la que un día fue mi madre y a los que un día fueron mis árboles. Sé que, después de tanto tiempo, no todo estará como antes. Habrá cambiado: Los árboles que recuerdo que eran jóvenes, ahora serán grandes y frondosos y los más ancianos habrán muerto. Sin embargo, en mi mente todo está igual que hace un siglo. Es como si desease que, cada roca y cada flor que pueda recordar, estuviera en el mismo lugar aunque sea que no lo va a estar. Me cuesta aceptar que todo ha cambiado igual como me cuesta aceptar que Idril ya no esté. Son malos cambios que no quiero que existan.
La claro se vislumbra en la lejanía. sé que no es mi antigua casa pero deseo que lo sea. No puedo aceptar otra posibilidad que no sea la de estar en casa. Corro hacia el claro. Corro tan rápido como soy capaz. Ya no me importa que se me quite la capucha y deje mis marcas a la vista, no me importa mojarme y no me importa que nadie pueda verme. Voy a estar en casa. Se acabó el huir. Se acabó ser un cobarde. Es hora de vivir, vivir como lo que soy.
Llego al claro, los árboles se han apartado del camino y por fin he llegado... ¿Casa? No. esto no es mi hogar. no puede haber cambiado tanto. ¿Dónde están las casas de los árboles, dónde están las escuelas y los animales? Aquí solo hay piedras. He llegado a un lugar donde no hay nada más que rocas. Unas lágrimas brotan de mis ojos sin que las pueda frenar. Las gotas de la lluvia recorren mi tez mezclándose con las lágrimas que se me caen. Eso está bien, si alguien me ve no podrá saber que estoy llorando.
-Lo deseaba tanto...- Susurro mirando de frente a las enormes rocas.
Algo en mi mente dormida se abre. Creo ser capaz de recordar estas piedras. Son importantes. no son simples obeliscos, aquí se hacían cosas importantes. No recuerdo con claridad qué se hacía pero sé que eran importantes. ¡Y las recuerdo! Puedo hacer memoria de haberlas visto en mi juventud, cuando estaba en casa. Estas rocas están cerca de casa.
Me limpio las lágrimas de los ojos y corro hacia las rocas ya conocidas. Quiero tocarlas, ellas osn el recuerdo de algo importante. Tengo la necesidad de tocar mis recuerdos y saber que al fin he llegado.
Entonces, la veo. Me he equivocado de deseo. El camino que he seguido no era el del deseo de llegar mi hogar como había supuesto, era el camino del deseo de encontrarme con Idril. Está ahí, a penas de unos metros delante mía, sentada en una mesa entre las enormes piedras. Al verla siento muchas cosas que no sé explicar: Siento amor, eso lo conozco, fue ella quien me lo enseñó; pero también estoy enfadado por haberla perdido tanto tiempo y estoy triste por no haberla visto antes. Quiero estar con ella, abrazarla y besar como lo hice cuando estábamos juntos. Mas, por alguna razón no puedo hacerlo. He llorado noches y días por ella, me he enfadado por ella, he luchado por ella, he viajado a todos los lugares por ella... Y ella nunca estaba ahí. Estoy enfadado por eso.Quiero decirle que estoy enfadado, gritarme y desahogarme por todo lo que he sufrido; pero tampoco puedo hacer. La ira me impide decirle que la amo y el amor me impide decirle lo enfadado que estoy. Solo puedo llorar, a escasos metros de ella, mientras la contemplo como si fuera lo único que existe, como si fuera lo único que quiero.
-Idril.- Susurro entre veloces lágrimas que ya lalluvia no puede ocultar.
Aprieto los puños con fuerza. Recordarla no me hace bien. Idril se fue, debo aceptar que se ha ido. Giro la cabeza en rápidos movimientos de negación para sacarme sus recuerdos de mi cabeza. Pero, no lo consigo. Lo único que logro es quitarme la capucha de la capa dejando mi cabeza expuesta al agua de la lluvia. No me importa mojarme, nunca me ha importado, me importa que alguien vea mis cicatrices y me reconozca por ellas. La cicatriz de la oreja es secundaría, me la hice hace poco, ni siquiera Idril vio mi esta nueva marca. Es la cicatriz del ojo la que me preocupa. Si un elfo ve la marca que me hicieron cuando me desterraron sabrá quién soy, sabrá que no debo estar por estos bosques y me matará. Cojo la capucha y me la pongo inmediatamente antes de que alguien pueda verme. No pueden matarme, no ahora que he llegado tan lejos.
No recuerdo estos árboles ni estos caminos. ¿Esto es Sandorai? Debe serlo. No lo sé. Solo sigo hacia adelante con la esperanza de volver a ver la que un día fue mi casa, a la que un día fue mi madre y a los que un día fueron mis árboles. Sé que, después de tanto tiempo, no todo estará como antes. Habrá cambiado: Los árboles que recuerdo que eran jóvenes, ahora serán grandes y frondosos y los más ancianos habrán muerto. Sin embargo, en mi mente todo está igual que hace un siglo. Es como si desease que, cada roca y cada flor que pueda recordar, estuviera en el mismo lugar aunque sea que no lo va a estar. Me cuesta aceptar que todo ha cambiado igual como me cuesta aceptar que Idril ya no esté. Son malos cambios que no quiero que existan.
La claro se vislumbra en la lejanía. sé que no es mi antigua casa pero deseo que lo sea. No puedo aceptar otra posibilidad que no sea la de estar en casa. Corro hacia el claro. Corro tan rápido como soy capaz. Ya no me importa que se me quite la capucha y deje mis marcas a la vista, no me importa mojarme y no me importa que nadie pueda verme. Voy a estar en casa. Se acabó el huir. Se acabó ser un cobarde. Es hora de vivir, vivir como lo que soy.
Llego al claro, los árboles se han apartado del camino y por fin he llegado... ¿Casa? No. esto no es mi hogar. no puede haber cambiado tanto. ¿Dónde están las casas de los árboles, dónde están las escuelas y los animales? Aquí solo hay piedras. He llegado a un lugar donde no hay nada más que rocas. Unas lágrimas brotan de mis ojos sin que las pueda frenar. Las gotas de la lluvia recorren mi tez mezclándose con las lágrimas que se me caen. Eso está bien, si alguien me ve no podrá saber que estoy llorando.
-Lo deseaba tanto...- Susurro mirando de frente a las enormes rocas.
Algo en mi mente dormida se abre. Creo ser capaz de recordar estas piedras. Son importantes. no son simples obeliscos, aquí se hacían cosas importantes. No recuerdo con claridad qué se hacía pero sé que eran importantes. ¡Y las recuerdo! Puedo hacer memoria de haberlas visto en mi juventud, cuando estaba en casa. Estas rocas están cerca de casa.
Me limpio las lágrimas de los ojos y corro hacia las rocas ya conocidas. Quiero tocarlas, ellas osn el recuerdo de algo importante. Tengo la necesidad de tocar mis recuerdos y saber que al fin he llegado.
Entonces, la veo. Me he equivocado de deseo. El camino que he seguido no era el del deseo de llegar mi hogar como había supuesto, era el camino del deseo de encontrarme con Idril. Está ahí, a penas de unos metros delante mía, sentada en una mesa entre las enormes piedras. Al verla siento muchas cosas que no sé explicar: Siento amor, eso lo conozco, fue ella quien me lo enseñó; pero también estoy enfadado por haberla perdido tanto tiempo y estoy triste por no haberla visto antes. Quiero estar con ella, abrazarla y besar como lo hice cuando estábamos juntos. Mas, por alguna razón no puedo hacerlo. He llorado noches y días por ella, me he enfadado por ella, he luchado por ella, he viajado a todos los lugares por ella... Y ella nunca estaba ahí. Estoy enfadado por eso.Quiero decirle que estoy enfadado, gritarme y desahogarme por todo lo que he sufrido; pero tampoco puedo hacer. La ira me impide decirle que la amo y el amor me impide decirle lo enfadado que estoy. Solo puedo llorar, a escasos metros de ella, mientras la contemplo como si fuera lo único que existe, como si fuera lo único que quiero.
-Idril.- Susurro entre veloces lágrimas que ya lalluvia no puede ocultar.
Sarez
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Re: ''Y al final...'' [Priv.Sarez-Idril] [Cerrado]
Paseaba mis ojos de un lugar a otro sin parar, me notaba inquieta y no podía disimularlo, tampoco quería, allí no me vería ni me encontraría nadie, o al menos eso esperaba.
Entrecerré un poco los ojos agradeciendo que la lluvia no me diera directamente en la cara como hacia antes y, como si estuviera ocurriendo en aquel mismo momento, me encontré cara cara en mi imaginación con Sarez, pero esta vez no era para nada bueno, no era nada más que para echarnos cosas en cara, mutuamente, ¿por qué hacíamos eso? Suspiré, tomé aire y agaché la cabeza, la respuesta ya la sabía, yo había sido la culpable de que eso pudiera cumplirse algún día; deseaba volver a tenerle tanto como lo temía, no quería que nada empeorara y a veces pensaba que sería mejor si jamás volviera a verme.
Una fría gota de lluvia que se coló por una de las grietas que tenía la piedra superior de la mesa cayó por mi frente y me devolvió a la realidad, apenas me costó, por desgracia, darme cuenta de que mi situación actual era la que debía de preocuparme más...mi vida estaba en juego y, por muy cansada que estuviera de ello, no quedaba otra que seguir adelante. Si no hubiera tenido fuerzas para aquello, para huir, no habría dejado al elfo atrás, ya que realmente estaba segura de que le había salvado de un mal destino al no haber permitido que se quedara a mi lado.
La lluvia seguía presente en todo momento pero había llegado a un punto en el que llovía tan fuerte que parecía que iba a mantenerse así, claro que, cuando de repente escuché el sonido de unos pasos, esas leves vibraciones en la tierra que si eres atento puedes notar perfectamente, me quedé de piedra. ''¿Pero quién...? ¿Cómo habrá logrado encontrarme?'', en mi mente no terminé de formular la primera pregunta cuando ya sabía la respuesta y, para la segunda cuestión, no lograba encontrar lógica ya que pensaba que había logrado esconderme en un buen lugar.
Lo que vine a encontrarme segundos después fui incapaz de asimilarlo: allí estaba él, quieto, apenas a unos metros enfrente de mí, Sarez...vi cómo las lágrimas empezaban a brotar de sus ojos mientras la lluvia las apagaba y se me partió el corazón, no había expresión posible para definir cómo me sentía; por un lado impotente, por otro feliz de volver a verle, por otro lado confusa, no sabía porqué estaba allí y cómo había sacado el valor para volver tan cerca de Sandorai.
-Idril -Escuchar mi nombre directamente de sus labios fue como un jarro de agua fría que me caló hasta el alma. Por inercia y como guiada por algo que no llegaba a entender, me levanté de donde estaba sentada y sin importar que la lluvia me mojara hasta los huesos, di unos dos pasos en su dirección hasta que fui consciente de lo que hacía. Me vi asustada, de pronto entendí y fui consciente del mal que le había hecho a la persona que tenía delante y sentí miedo de ser rechazada, temía que lo que había imaginado hace un rato se hiciera real. ¿Empezaríamos a echarnos cosas en cara? ''No...''.
No quería hacerle más daño y tampoco sabía qué palabras serían las adecuadas para decir en aquel momento, yo que cuando tuviera ocasión iba a ser la que le enseñara sobre cómo hablar mejor o cómo comportarse ante los demás,...desvié mi mirada hacia otro lado y como él, llorando, me sentí totalmente desarmada y desnuda, era la situación más difícil de toda mi vida.
Intentando hacer caso omiso del temor que sentía dejé que una de mis manos se levantara en su dirección, la dejé casi a la altura de su rostro y ahí, cerrando los ojos, pensé en que en ese momento secaría sus lágrimas, le abrazaría y todo lo que había pasado quedaría atrás pero no: ni un sólo músculo de mi cuerpo fue capaz de hacer nada, me quedé ahí, inerte, dejando que las lágrimas se derramaran por mis mejillas cada vez más rápido por el dolor que provocaba pensar que nada de eso pasaría.
-Sarez...-Susurré, mis ojos permanecían igual y en ese momento los cerré más fuerte que nunca.
Entrecerré un poco los ojos agradeciendo que la lluvia no me diera directamente en la cara como hacia antes y, como si estuviera ocurriendo en aquel mismo momento, me encontré cara cara en mi imaginación con Sarez, pero esta vez no era para nada bueno, no era nada más que para echarnos cosas en cara, mutuamente, ¿por qué hacíamos eso? Suspiré, tomé aire y agaché la cabeza, la respuesta ya la sabía, yo había sido la culpable de que eso pudiera cumplirse algún día; deseaba volver a tenerle tanto como lo temía, no quería que nada empeorara y a veces pensaba que sería mejor si jamás volviera a verme.
Una fría gota de lluvia que se coló por una de las grietas que tenía la piedra superior de la mesa cayó por mi frente y me devolvió a la realidad, apenas me costó, por desgracia, darme cuenta de que mi situación actual era la que debía de preocuparme más...mi vida estaba en juego y, por muy cansada que estuviera de ello, no quedaba otra que seguir adelante. Si no hubiera tenido fuerzas para aquello, para huir, no habría dejado al elfo atrás, ya que realmente estaba segura de que le había salvado de un mal destino al no haber permitido que se quedara a mi lado.
La lluvia seguía presente en todo momento pero había llegado a un punto en el que llovía tan fuerte que parecía que iba a mantenerse así, claro que, cuando de repente escuché el sonido de unos pasos, esas leves vibraciones en la tierra que si eres atento puedes notar perfectamente, me quedé de piedra. ''¿Pero quién...? ¿Cómo habrá logrado encontrarme?'', en mi mente no terminé de formular la primera pregunta cuando ya sabía la respuesta y, para la segunda cuestión, no lograba encontrar lógica ya que pensaba que había logrado esconderme en un buen lugar.
Lo que vine a encontrarme segundos después fui incapaz de asimilarlo: allí estaba él, quieto, apenas a unos metros enfrente de mí, Sarez...vi cómo las lágrimas empezaban a brotar de sus ojos mientras la lluvia las apagaba y se me partió el corazón, no había expresión posible para definir cómo me sentía; por un lado impotente, por otro feliz de volver a verle, por otro lado confusa, no sabía porqué estaba allí y cómo había sacado el valor para volver tan cerca de Sandorai.
-Idril -Escuchar mi nombre directamente de sus labios fue como un jarro de agua fría que me caló hasta el alma. Por inercia y como guiada por algo que no llegaba a entender, me levanté de donde estaba sentada y sin importar que la lluvia me mojara hasta los huesos, di unos dos pasos en su dirección hasta que fui consciente de lo que hacía. Me vi asustada, de pronto entendí y fui consciente del mal que le había hecho a la persona que tenía delante y sentí miedo de ser rechazada, temía que lo que había imaginado hace un rato se hiciera real. ¿Empezaríamos a echarnos cosas en cara? ''No...''.
No quería hacerle más daño y tampoco sabía qué palabras serían las adecuadas para decir en aquel momento, yo que cuando tuviera ocasión iba a ser la que le enseñara sobre cómo hablar mejor o cómo comportarse ante los demás,...desvié mi mirada hacia otro lado y como él, llorando, me sentí totalmente desarmada y desnuda, era la situación más difícil de toda mi vida.
Intentando hacer caso omiso del temor que sentía dejé que una de mis manos se levantara en su dirección, la dejé casi a la altura de su rostro y ahí, cerrando los ojos, pensé en que en ese momento secaría sus lágrimas, le abrazaría y todo lo que había pasado quedaría atrás pero no: ni un sólo músculo de mi cuerpo fue capaz de hacer nada, me quedé ahí, inerte, dejando que las lágrimas se derramaran por mis mejillas cada vez más rápido por el dolor que provocaba pensar que nada de eso pasaría.
-Sarez...-Susurré, mis ojos permanecían igual y en ese momento los cerré más fuerte que nunca.
Idril Elensar
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Re: ''Y al final...'' [Priv.Sarez-Idril] [Cerrado]
Por fin, la tengo delante. He luchado mucho para volver a verla y, ahora que la veo, no sé que decir. Mentira, sí sé qué decir. Tan solo son dos palabras que ella misma me enseñó hace tiempo: Te amo. Recuerdo el día en que le dije estas palabras. Fue en la cueva del río del bosque donde vivía, mi lugar especial. Las luces nos rodearon, igual que me rodearon en el día que me perdí por esa caverna. Entonces fue cuando la besé. Sentí cosas que no sabía que significaban. Esas cosas que Idril me enseñó que se describen con una única palabra. Amor. La besé, la amé y la quise más que a nada que hubiera conocido. “Te amo”. Recuerdo que le decía sin cesar cuando por fin aprendí que significaba. “Te amo”. Nada me podía hacer parase de repetir las mismas dos palabras.
Hoy, que conozco el significado del amor, que quiero decírselo de la misma manera que se lo dije aquel día en la cueva; no me salen las palabras. El dolor y el sentimiento de abandono han nublado mi corazón. Recuerdo la canción de la falsa sacerdotisa; toda su letra parecía describirme. Puedo recordar a la perfección el trozo que habla de cómo me siento ahora:
Vuelo con un ala hacia abajo, no soy capaz de llegar hacia lo que quiero; soy demasiado débil, no puedo ni tan siquiera hablar a la mujer que amo; y mi corazón es demasiado sombrío, todo cuanto me ha sucedido ha hecho que mi corazón esté dolorido. Quizás deba aceptar cómo soy: No sé volar, soy débil y mi corazón es demasiado sombrío. No podré enseñarme de Idril. Está cerca pero, la sigo sintiendo igual de lejos.
Idril se levanta de las piedras, se acerca hacia mí. No lo suficiente. Sus ojos verdes brillan por las gotas de lágirmas que caen de ellos. Incluso llorando es hermosa. Incluso su melena roja, mojada por la lluvia, cobra una imagen bella. Toda ella es hermosa. La observo. No puedo dejar de mirarla. Por un momento intento alargar mis brazos y rodearla con un abrazo; pero ellos no son me mueven. El dolor impide que se muevan. Me odio a mí mi mismo por no poder hablar, por no poder decir cuánto la he echado de menos y por no poder decir cuánto la amo. Aprieto los puños con fuerza. Mis barazos no se mueven, pero mis puños sí. Siento cómo, las uñas de mis dedos, al cerrarlos, se clavan en la palma de mi mano. Me duele, pero no más de lo que me duele volver a verla tan hermosa sin poder hacer nada.
Una mano viene hacia mí, casi me toca. Es la mano de Idril. Quiere tocarme pero no puedo hacerlo. ¡Solo un poco más! ¿Por qué pasa esto? Estamos tan cerca y no podemos tocarnos. Estamos tan cerca y no podemos decirnos nada. ¿Por qué tenemos que acercarnos más? No entiendo lo que sucede entre nosotros. No entiendo lo que me sucede a mí mismo. Ella me lo explicaría, si puediera hablar me lo explicaría…
Ella me llama en respuesta a mi lamento anterior. Y yo quiero ir. Quiero estar con ella. Quiero abrazarla, quiero besarla y quiero amarla. ¿Y ella? Si hubiera querido lo mismo no me hubiera abandonado. No se hubiera ido en el momento que por fin entendí lo que sentía. Le enseñé mi lugar especial y se fue.
La canción de la falsa sacerdotisa continúa en mi cabeza. Habla de la fuerza de voluntad: Del saber soñar y el saber amar. Habla de la persona que tengo enfrente, no la nombra pero sé que es ella. Idril es mi amor, mi sueño cumplido. No tengo que dejar que se vaya, otra vez no.
Doy un largo paso hacia delante manteniendo mis brazos en la misma posición rectos hacia el suelo y con los puños cerrados con furia y dolor. Las puntas de mis pies rozan con las puntas de los pies de Idril, mi pecho con el suyo y mi cabeza tan solo está a un palmo por encima de la suya. ¡No podemos está más cerca! ¿Y por qué siento que sigue lejos? Sigue tan lejos…
Cierro los ojos aspirando su perfume. Siempre me gustó su aroma. No había ninguna otra flor en el bosque que oliese mejor que ella y ninguna nunca lo hará. Su perfume es superior al de cualquier otra cosa. La lluvia, fría y húmeda, puede hacer desaparecer todos los aromas menos el que reside en su cabello. Inundo mi cabeza en su cabello y cierro los ojos. Mis recuerdos viajan a los días que me levantaba oliendo su perfume.
–Me acostumbre a ti.- Digo en un susurro de lamento. Silencio. Hay una pausa tan larga que me parece que pasan días enteros. No me importa estar días enteros en la misma posición junto a ella, pero tengo que hablar. Tengo que volar con todas mis alas. Tengo que luchar por aquello que quiero. –¿Por qué es tan difícil?- Pregunto con un hilo de voz. -¿Por qué sigues estando lejos?-
Hoy, que conozco el significado del amor, que quiero decírselo de la misma manera que se lo dije aquel día en la cueva; no me salen las palabras. El dolor y el sentimiento de abandono han nublado mi corazón. Recuerdo la canción de la falsa sacerdotisa; toda su letra parecía describirme. Puedo recordar a la perfección el trozo que habla de cómo me siento ahora:
Vuelas, con un ala hacia abajo...
Eres demasiado débil.
Con un ala hacia abajo...
Tu corazón es demasiado sombrío.
Eres demasiado débil.
Con un ala hacia abajo...
Tu corazón es demasiado sombrío.
Vuelo con un ala hacia abajo, no soy capaz de llegar hacia lo que quiero; soy demasiado débil, no puedo ni tan siquiera hablar a la mujer que amo; y mi corazón es demasiado sombrío, todo cuanto me ha sucedido ha hecho que mi corazón esté dolorido. Quizás deba aceptar cómo soy: No sé volar, soy débil y mi corazón es demasiado sombrío. No podré enseñarme de Idril. Está cerca pero, la sigo sintiendo igual de lejos.
Idril se levanta de las piedras, se acerca hacia mí. No lo suficiente. Sus ojos verdes brillan por las gotas de lágirmas que caen de ellos. Incluso llorando es hermosa. Incluso su melena roja, mojada por la lluvia, cobra una imagen bella. Toda ella es hermosa. La observo. No puedo dejar de mirarla. Por un momento intento alargar mis brazos y rodearla con un abrazo; pero ellos no son me mueven. El dolor impide que se muevan. Me odio a mí mi mismo por no poder hablar, por no poder decir cuánto la he echado de menos y por no poder decir cuánto la amo. Aprieto los puños con fuerza. Mis barazos no se mueven, pero mis puños sí. Siento cómo, las uñas de mis dedos, al cerrarlos, se clavan en la palma de mi mano. Me duele, pero no más de lo que me duele volver a verla tan hermosa sin poder hacer nada.
Una mano viene hacia mí, casi me toca. Es la mano de Idril. Quiere tocarme pero no puedo hacerlo. ¡Solo un poco más! ¿Por qué pasa esto? Estamos tan cerca y no podemos tocarnos. Estamos tan cerca y no podemos decirnos nada. ¿Por qué tenemos que acercarnos más? No entiendo lo que sucede entre nosotros. No entiendo lo que me sucede a mí mismo. Ella me lo explicaría, si puediera hablar me lo explicaría…
Ella me llama en respuesta a mi lamento anterior. Y yo quiero ir. Quiero estar con ella. Quiero abrazarla, quiero besarla y quiero amarla. ¿Y ella? Si hubiera querido lo mismo no me hubiera abandonado. No se hubiera ido en el momento que por fin entendí lo que sentía. Le enseñé mi lugar especial y se fue.
La canción de la falsa sacerdotisa continúa en mi cabeza. Habla de la fuerza de voluntad: Del saber soñar y el saber amar. Habla de la persona que tengo enfrente, no la nombra pero sé que es ella. Idril es mi amor, mi sueño cumplido. No tengo que dejar que se vaya, otra vez no.
Doy un largo paso hacia delante manteniendo mis brazos en la misma posición rectos hacia el suelo y con los puños cerrados con furia y dolor. Las puntas de mis pies rozan con las puntas de los pies de Idril, mi pecho con el suyo y mi cabeza tan solo está a un palmo por encima de la suya. ¡No podemos está más cerca! ¿Y por qué siento que sigue lejos? Sigue tan lejos…
Cierro los ojos aspirando su perfume. Siempre me gustó su aroma. No había ninguna otra flor en el bosque que oliese mejor que ella y ninguna nunca lo hará. Su perfume es superior al de cualquier otra cosa. La lluvia, fría y húmeda, puede hacer desaparecer todos los aromas menos el que reside en su cabello. Inundo mi cabeza en su cabello y cierro los ojos. Mis recuerdos viajan a los días que me levantaba oliendo su perfume.
–Me acostumbre a ti.- Digo en un susurro de lamento. Silencio. Hay una pausa tan larga que me parece que pasan días enteros. No me importa estar días enteros en la misma posición junto a ella, pero tengo que hablar. Tengo que volar con todas mis alas. Tengo que luchar por aquello que quiero. –¿Por qué es tan difícil?- Pregunto con un hilo de voz. -¿Por qué sigues estando lejos?-
Sarez
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Re: ''Y al final...'' [Priv.Sarez-Idril] [Cerrado]
Muchos sentimientos guardados querían salir, querían escaparse de mis labios, de mis manos y de mi cuerpo en si para mostrarle todo lo que había deseado tenerle de nuevo durante todo este tiempo. Pero no era tan fácil, no sería nada sencillo ni debía serlo, los sentimientos eran cosa complicada y en nuestro caso la situación era mucho más que eso. No sabía bien si él seguía sintiendo por mí lo que yo pero las lágrimas en su rostro decían que si, ¿o acaso lloraba por otra cosa? No podía ser.
Quería hablar, quería decirle cosas, que lo sentía muchísimo, qué hacía allí, qué había sido de él durante todo este tiempo,...pero de nuevo mi mente me jugaba malas pasadas, me decía a mí misma que no tenía derecho a hablarle tan normal, que alguien que se había portado tan bien conmigo no merecía lo ocurrido y yo ahora, en consecuencia, no merecía una muestra de cariño por su parte.
Pero me equivocaba, volví a abrir los ojos cuando noté cómo se acercaba, no me lo creía, tenía cara de incredulidad y lo sabía perfectamente. Mi corazón reaccionaba ante la cercanía pero mi mente, la razón, insistía en que aquello no podía ser, que no me merecía nada, que había actuado mal.
-...-Instintivamente levanto ambos brazos, esta vez para rodearle con ellos, no estoy segura de si hago bien y se nota, no puedo abrazarle con la misma fuerza con la que lo había hecho en su día, ni siquiera puedo besarle de la misma forma por mucho que quisiera. Hundo mi cabeza en su pecho como si me fuera la vida en ello, da igual que llueva todo lo que llovía, no importaba, quería sentirle, quería notar ese aroma característico, quería estar a su lado- Me acostumbré a ti -Le escuché decir, ambos nos quedamos en el más profundo silencio después de eso, sólo nuestras respiraciones acompañaban a la triste melodía que componía la lluvia a nuestro alrededor.
No me gustaba sentirme así, le tenía cerca y como él había dicho rato después, parecía estar tan lejos como el primer día que le conocí, como si fuéramos extraños, me parecía completamente imposible, no quería que aquello fuera real, no de aquella forma, ¿por qué no podía decirle la verdad?:
-Estoy aquí -Murmuré, sorprendentemente mi voz tampoco era mucho más audible que la suya, me partía el alma que ni siquiera pudiera pronunciar las palabras en condiciones. Ahora sabía de primera mano lo que era el dolor, un dolor mucho peor que cualquier daño físico, el dolor del corazón, el sufrimiento del amor, ¿pero por qué sufríamos? ¿Por qué nosotros dos? De nuevo me obligué a coger aire y apreté uno de mis puños sobre su espalda, lo que me ayudó a darme cuenta de que él hacía lo mismo con los suyos.
No era la primera vez que le veía hacer ese gesto y no me sentía cómoda, sabía que reprimía tantas palabras y sentimientos como yo pero no pude evitar, me equivocara o no, llevar mis manos hasta las suyas para hacer que calmara esa fuerza que ejercía. ''Relájate'', intenté decirle con la mirada que estaba ahí, no pronuncié ninguna palabra, todo lo que quería era hacerle entender que no estaba lejos, que aunque nuestros corazones parecieran separados no era así. Puede que me preguntara si todo volvería a ser como antes, si volver a la normalidad, a nuestro día a día sería posible o no, pero me parecía más importante hacerle sentir seguro, de verdad odiaba todo lo que pudiera pensar sobre lo que había ocurrido; sobretodo odiaba que pudiera pensar que le abandoné. ''Abandonar...'', una palabra demasiado fea, ¿es lo que le había hecho? ¿Le abandoné? Agaché la mirada, intentando esconderme de sus ojos como si en ese momento me sintiera avergonzada y así era:
-Lo siento mucho, lo siento por todo -Y no era suficiente, no podía disculparme por todo el tiempo que había pasado con palabras tan simples. Tampoco sabía cómo demostrarlo con hechos, gestos o lo que fuera, no sabía si él permitiría que demostrara algo, no entendía cómo habíamos llegado hasta ese punto. Entendí que ''desaparecer'' había sido el peor error de toda mi vida.
Quería hablar, quería decirle cosas, que lo sentía muchísimo, qué hacía allí, qué había sido de él durante todo este tiempo,...pero de nuevo mi mente me jugaba malas pasadas, me decía a mí misma que no tenía derecho a hablarle tan normal, que alguien que se había portado tan bien conmigo no merecía lo ocurrido y yo ahora, en consecuencia, no merecía una muestra de cariño por su parte.
Pero me equivocaba, volví a abrir los ojos cuando noté cómo se acercaba, no me lo creía, tenía cara de incredulidad y lo sabía perfectamente. Mi corazón reaccionaba ante la cercanía pero mi mente, la razón, insistía en que aquello no podía ser, que no me merecía nada, que había actuado mal.
-...-Instintivamente levanto ambos brazos, esta vez para rodearle con ellos, no estoy segura de si hago bien y se nota, no puedo abrazarle con la misma fuerza con la que lo había hecho en su día, ni siquiera puedo besarle de la misma forma por mucho que quisiera. Hundo mi cabeza en su pecho como si me fuera la vida en ello, da igual que llueva todo lo que llovía, no importaba, quería sentirle, quería notar ese aroma característico, quería estar a su lado- Me acostumbré a ti -Le escuché decir, ambos nos quedamos en el más profundo silencio después de eso, sólo nuestras respiraciones acompañaban a la triste melodía que componía la lluvia a nuestro alrededor.
No me gustaba sentirme así, le tenía cerca y como él había dicho rato después, parecía estar tan lejos como el primer día que le conocí, como si fuéramos extraños, me parecía completamente imposible, no quería que aquello fuera real, no de aquella forma, ¿por qué no podía decirle la verdad?:
-Estoy aquí -Murmuré, sorprendentemente mi voz tampoco era mucho más audible que la suya, me partía el alma que ni siquiera pudiera pronunciar las palabras en condiciones. Ahora sabía de primera mano lo que era el dolor, un dolor mucho peor que cualquier daño físico, el dolor del corazón, el sufrimiento del amor, ¿pero por qué sufríamos? ¿Por qué nosotros dos? De nuevo me obligué a coger aire y apreté uno de mis puños sobre su espalda, lo que me ayudó a darme cuenta de que él hacía lo mismo con los suyos.
No era la primera vez que le veía hacer ese gesto y no me sentía cómoda, sabía que reprimía tantas palabras y sentimientos como yo pero no pude evitar, me equivocara o no, llevar mis manos hasta las suyas para hacer que calmara esa fuerza que ejercía. ''Relájate'', intenté decirle con la mirada que estaba ahí, no pronuncié ninguna palabra, todo lo que quería era hacerle entender que no estaba lejos, que aunque nuestros corazones parecieran separados no era así. Puede que me preguntara si todo volvería a ser como antes, si volver a la normalidad, a nuestro día a día sería posible o no, pero me parecía más importante hacerle sentir seguro, de verdad odiaba todo lo que pudiera pensar sobre lo que había ocurrido; sobretodo odiaba que pudiera pensar que le abandoné. ''Abandonar...'', una palabra demasiado fea, ¿es lo que le había hecho? ¿Le abandoné? Agaché la mirada, intentando esconderme de sus ojos como si en ese momento me sintiera avergonzada y así era:
-Lo siento mucho, lo siento por todo -Y no era suficiente, no podía disculparme por todo el tiempo que había pasado con palabras tan simples. Tampoco sabía cómo demostrarlo con hechos, gestos o lo que fuera, no sabía si él permitiría que demostrara algo, no entendía cómo habíamos llegado hasta ese punto. Entendí que ''desaparecer'' había sido el peor error de toda mi vida.
Idril Elensar
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Re: ''Y al final...'' [Priv.Sarez-Idril] [Cerrado]
Siento sus brazos rodear mi cuello. Ya no solo es su aromo, ahora es también su calor y su tacto los que incrementan las extrañas sensaciones que siento. Ira, tristeza, amor... son solo algunas de estas sensaciones. Hay más, muchas otras que, a falta de conocer un vocabulario más amplio, no sé nombrar. Lloro. Un llanto fruto de la impotencia y la frustración nace de mis ojos. ¿Por qué estos sentimientos hacen que no la pueda tocar? No lo entiendo. Idril está conmigo, me está abrazando de la misma manera de que solía hacer antes de irse. ¿Por qué yo no puedo?
Su voz es el más dulce de los sonidos. Entre el ruido de la lluviacaer sobre la rocas y el viento azotar los árboles, oigo a Idril. Dice que está aquí, conmigo. ¿Es verdad? Sí, lo es. Está conmigo. Sé que debo dejar de pensar en qué siento. Quiero abrazarla y besarla; eso es lo que debo hacer. Mis puños se relajan. En las palmas de mi mano han quedado la marca de mis propias uñas. Lentamente voy levantando los brazos. Voy a abrazarla y besarla. Sí, eso es lo que voy a hacer. Eslo que quiero y lo voy a hacer. Sin embargo, algo me lo impide y mis brazos quedan a medio camino de su destino. Me maldigo a mí mismo por eso. Vulevo apretar mis puños, todavía con más fuerza que antes.
La voz de idril vuelve a sonar. Dice que lo siente, lo siente mucho. Deseo que sea verdad, sé que es verdad, pero yo no consigo creermelo. Si lo sintiera no se habría marchado cuando más la necesitaba. ¡Yo no nunca la hubiera abandonado! La quería y la quiero. Yo no abandono a las personas que quiero.
-No.- Susurro de voz queda.
Doy un leve empujón a Idril para que deje de abrazarme y me alejo unos pasos de ella sin entender por qué lo hago. Quiero abrazarla y besarla no empujarla y alejarme. Mas en mi cabeza oigo unas voces. No, no son "unas voces", son "todas las voces". Pertenecen a las personas que me han abandonado alo largo de mi vida. Todas las personas que, en lugar de darme la mano, me han lanzado una piedra. Entre las voces diferencio algunas de ellas, el alto elfo que serví de joven, mi madre a la que nunca volví a ver después demi destierro, a la vampira del bosque de las islas, a los humanos de las ciudad y la de mi padre. Aunque jamás lo conocí, la voz de mi padre está entre todas las voces.
-Me enseñaste a amar y te amé.- Le digo a Idril entre un baño de lágrimas. - Supe amar porque te amé.- Mi voz se corta en seco. Mi propio llanto me impide hablar. Intento respirar despacio, intento hacerme una idea de lo que quiero decir, pero, de nuevo fallo en el intento. -¡Te amé!- Gritó tan fuerte que los pájaros delos árboles más cercanos salen a volar. -Y te amo.- Acabo con un susurro casi inaudible. Ya no sé qué más decir. Ahora solo puedo llorar.
Su voz es el más dulce de los sonidos. Entre el ruido de la lluviacaer sobre la rocas y el viento azotar los árboles, oigo a Idril. Dice que está aquí, conmigo. ¿Es verdad? Sí, lo es. Está conmigo. Sé que debo dejar de pensar en qué siento. Quiero abrazarla y besarla; eso es lo que debo hacer. Mis puños se relajan. En las palmas de mi mano han quedado la marca de mis propias uñas. Lentamente voy levantando los brazos. Voy a abrazarla y besarla. Sí, eso es lo que voy a hacer. Eslo que quiero y lo voy a hacer. Sin embargo, algo me lo impide y mis brazos quedan a medio camino de su destino. Me maldigo a mí mismo por eso. Vulevo apretar mis puños, todavía con más fuerza que antes.
La voz de idril vuelve a sonar. Dice que lo siente, lo siente mucho. Deseo que sea verdad, sé que es verdad, pero yo no consigo creermelo. Si lo sintiera no se habría marchado cuando más la necesitaba. ¡Yo no nunca la hubiera abandonado! La quería y la quiero. Yo no abandono a las personas que quiero.
-No.- Susurro de voz queda.
Doy un leve empujón a Idril para que deje de abrazarme y me alejo unos pasos de ella sin entender por qué lo hago. Quiero abrazarla y besarla no empujarla y alejarme. Mas en mi cabeza oigo unas voces. No, no son "unas voces", son "todas las voces". Pertenecen a las personas que me han abandonado alo largo de mi vida. Todas las personas que, en lugar de darme la mano, me han lanzado una piedra. Entre las voces diferencio algunas de ellas, el alto elfo que serví de joven, mi madre a la que nunca volví a ver después demi destierro, a la vampira del bosque de las islas, a los humanos de las ciudad y la de mi padre. Aunque jamás lo conocí, la voz de mi padre está entre todas las voces.
-Me enseñaste a amar y te amé.- Le digo a Idril entre un baño de lágrimas. - Supe amar porque te amé.- Mi voz se corta en seco. Mi propio llanto me impide hablar. Intento respirar despacio, intento hacerme una idea de lo que quiero decir, pero, de nuevo fallo en el intento. -¡Te amé!- Gritó tan fuerte que los pájaros delos árboles más cercanos salen a volar. -Y te amo.- Acabo con un susurro casi inaudible. Ya no sé qué más decir. Ahora solo puedo llorar.
Sarez
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Re: ''Y al final...'' [Priv.Sarez-Idril] [Cerrado]
Llevar mis manos a las suyas parecía ser un gesto que funcionaría, quería lograr que se calmara, que entendiera que de verdad sabía que me había equivocado. Quería hacerle entender que no pretendía que me perdonara, si no que supiera, al menos, que me arrepentía por todo lo ocurrido y que aquello dolía demasiado, más de lo que podía llegar a admitir. Pero por mucho que pensara esas cosas no sabía bien cómo decirlas, cómo expresarme, era muy complicado, no paraba de repetir la palabra en mi mente.
Entendí que no funcionaba lo que pretendía en el momento en el cual noté cómo sus puños regresaban a su estado anterior, a ejercer esa fuerza que tan incómoda me hacía sentir. No podía bajar la mirada hasta sus manos pero sabía perfectamente que tendría las uñas marcadas, no quería que se hiciera daño:
-Para...-Susurré en un intento de preocuparme por él, por su estado, pero mi voz salió en un tono tan bajo que dudaba que hubiera logrado oírme.
Segundos después me vi empujada a alejarme de él, mis manos se soltaron de las suyas de forma abrupta y mi corazón se encogió aún más que el anterior momento cuando le vi por primera vez en mucho tiempo. No sabía qué era lo que acababa de ocurrir pero en mi pecho comenzaron a arremolinarse demasiados sentimientos. No quería entender qué acababa de pasar, realmente quería negarme a mí misma que me estaba rechazando; o eso parecía.
-Me enseñaste a amar y te amé -Comenzaba a hablar y de nuevo su voz sonaba mal, no me gustaba, me hacía sentir mal todo aquello y de repente noté cómo mi cuerpo flaqueaba. Oía todo lo que decía y mi respiración se cortó por una fracción de segundo al escuchar su ''Y te amo'', pero no supe qué decir ni hacer, tanto, que acabé por dejarme caer en el suelo, ya no sabía cómo remediar aquello, no sabía cómo hacerle sentir bien ni secar sus lágrimas si ni siquiera yo podía reprimir ahora las mías.
De rodillas sobre la hierba que rodeaba las Runas y mientras lloraba apreté mis puños de igual forma que lo hacía él, me sentía impotente por haber creado todo aquel mal y me sentía impotente por querer ayudar y no poder. ¿Cómo iba a hacerlo si no quería que me acercara? Era aún más doloroso pensar que él mismo me había apartado de su lado segundos antes. Y no podía negárselo, no podía quejarme al respecto ni replicar, ¿cómo iba a hacerlo? Al fin y al cabo pensaba que le había abandonado. ''¿Abandonado?'', volví a pensar, no, no había sido así:
-Yo no te abandoné, te amé -Murmuro con voz queda y entre lágrimas, es complicado saber qué palabras escoger pero al fin parecía que podía decir más que un simple ''lo siento''-...y te amo, con todo mi ser. Yo...no quería que todo esto sucediera -Había sido inevitable, ilusa de mi al pensar que algún día no tendría que enfrentarme a aquella situación-, sólo quería que...-''...no estuvieras en peligro'', no conseguí pronunciarlo, pero al momento rectifiqué-...que no estuvieras en peligro, que fueses capaz de vivir con toda tranquilidad, sin pensar cada noche que alguien podría llegar y...-Matarle, eso era lo que podría haber ocurrido, y no quería pensarlo.
Así había sido durante todo aquel tiempo sin él. Todos los días pensaba en si llegaría ese perseguidor y haría al fin el trabajo que pretendía y, justo allí y en ese momento, me di cuenta de que habría sido mejor que lo hubiera hecho. Después de todo si no estuviera viva o huyendo Sarez sólo habría tenido que llorar mi muerte y no sufrir mientras estaba viva y desaparecida.
Tomé aire como buenamente pude y me dispuse a levantarme del suelo. Me costó tanto que parecía tener pesos en las piernas, parecía que iba a hundirme en cualquier momento, quería que la tierra me tragara. Pero no, no iba a dejar que todo aquello continuara y no quería volver a acercarme y ser rechazada, ni dañarle más, por lo que con todo mi dolor me puse en pie y, mirándole a los ojos, di un paso hacia atrás dejándole claro que si quería, me iría en ese mismo instante y jamás volvería.
Entendí que no funcionaba lo que pretendía en el momento en el cual noté cómo sus puños regresaban a su estado anterior, a ejercer esa fuerza que tan incómoda me hacía sentir. No podía bajar la mirada hasta sus manos pero sabía perfectamente que tendría las uñas marcadas, no quería que se hiciera daño:
-Para...-Susurré en un intento de preocuparme por él, por su estado, pero mi voz salió en un tono tan bajo que dudaba que hubiera logrado oírme.
Segundos después me vi empujada a alejarme de él, mis manos se soltaron de las suyas de forma abrupta y mi corazón se encogió aún más que el anterior momento cuando le vi por primera vez en mucho tiempo. No sabía qué era lo que acababa de ocurrir pero en mi pecho comenzaron a arremolinarse demasiados sentimientos. No quería entender qué acababa de pasar, realmente quería negarme a mí misma que me estaba rechazando; o eso parecía.
-Me enseñaste a amar y te amé -Comenzaba a hablar y de nuevo su voz sonaba mal, no me gustaba, me hacía sentir mal todo aquello y de repente noté cómo mi cuerpo flaqueaba. Oía todo lo que decía y mi respiración se cortó por una fracción de segundo al escuchar su ''Y te amo'', pero no supe qué decir ni hacer, tanto, que acabé por dejarme caer en el suelo, ya no sabía cómo remediar aquello, no sabía cómo hacerle sentir bien ni secar sus lágrimas si ni siquiera yo podía reprimir ahora las mías.
De rodillas sobre la hierba que rodeaba las Runas y mientras lloraba apreté mis puños de igual forma que lo hacía él, me sentía impotente por haber creado todo aquel mal y me sentía impotente por querer ayudar y no poder. ¿Cómo iba a hacerlo si no quería que me acercara? Era aún más doloroso pensar que él mismo me había apartado de su lado segundos antes. Y no podía negárselo, no podía quejarme al respecto ni replicar, ¿cómo iba a hacerlo? Al fin y al cabo pensaba que le había abandonado. ''¿Abandonado?'', volví a pensar, no, no había sido así:
-Yo no te abandoné, te amé -Murmuro con voz queda y entre lágrimas, es complicado saber qué palabras escoger pero al fin parecía que podía decir más que un simple ''lo siento''-...y te amo, con todo mi ser. Yo...no quería que todo esto sucediera -Había sido inevitable, ilusa de mi al pensar que algún día no tendría que enfrentarme a aquella situación-, sólo quería que...-''...no estuvieras en peligro'', no conseguí pronunciarlo, pero al momento rectifiqué-...que no estuvieras en peligro, que fueses capaz de vivir con toda tranquilidad, sin pensar cada noche que alguien podría llegar y...-Matarle, eso era lo que podría haber ocurrido, y no quería pensarlo.
Así había sido durante todo aquel tiempo sin él. Todos los días pensaba en si llegaría ese perseguidor y haría al fin el trabajo que pretendía y, justo allí y en ese momento, me di cuenta de que habría sido mejor que lo hubiera hecho. Después de todo si no estuviera viva o huyendo Sarez sólo habría tenido que llorar mi muerte y no sufrir mientras estaba viva y desaparecida.
Tomé aire como buenamente pude y me dispuse a levantarme del suelo. Me costó tanto que parecía tener pesos en las piernas, parecía que iba a hundirme en cualquier momento, quería que la tierra me tragara. Pero no, no iba a dejar que todo aquello continuara y no quería volver a acercarme y ser rechazada, ni dañarle más, por lo que con todo mi dolor me puse en pie y, mirándole a los ojos, di un paso hacia atrás dejándole claro que si quería, me iría en ese mismo instante y jamás volvería.
Idril Elensar
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Re: ''Y al final...'' [Priv.Sarez-Idril] [Cerrado]
La veo en el suelo, arrodillada y llorando, con los puños tan apretados como yo los tengo, y no puedo dejar de sentirme culpable. Si no la hubiera girtado, si la hubiera abrazado como ella me abrazaba y si la hubiera besado como tanto deseo hacerlo; ella no estaría llorando. Es por mi culpa, siempre es por mi culpa. No sé hablar cómo los demás y mis acciones suelen ser malinterpretadas; soy consciente de ello. Es por mi culpa que Idril esté en el suelo llorando. Mis palabras y mis acciones le han tirado al suelo.
Hago la intención de dar un paso adelante para ayudarle a levantarse. No puedo verla llorar. Ella lo es todo para mí... Lo era hasta que se fue... La intención se queda en nada. Me mantengo firme, a unos pocos pasos por delante de ella, observándola. El día que se fue lloré y caí al suelo como ella ha caído. Nadie me ayudó a levantarme. No, al contrario. Vinieron a molestar. Un hombre y lueo una mujer, los dos me molestaron mientras yo lloraba en el lago donde vi por primera vez a Idril. Caí por su culpa, ella ahora ha caído por la mía. Es lo justo. debería ser lo justo. Pero, siento que no lo es. También dijeron que era justo mi destierro...
Entre el sonido de las gotas de lluvia caer sobre las rocas, oigo la voz de Idril. Miente. Dice que no me abandonó, pero ella sí se fue; dice que me ama, pero si lo hiciera se hubiera quedado conmigo. Me está mintiendo. No me creo lo que dice, me miente igual que mentía la falsa sacerdotisa. El elfo de pelo cobrizo me lo enseñó, las mentiras son poderosas. Se hace el silenco, uno doloroso en el que cada segundo que pasa lo siento como una puñalada en el corazón. Por suerte, el silencio no dura demasiado y Idril vuelve a hablar. ¿Peligro? No había ningún peligro estábamos nosotros dos solos. Sin nadie más. No necesitábamos a nadie más. Nadie nos podía hacer daño.
Me miente. Sé que me miente. Aun así, no soy capaz de contestar a sus palabras. No puedo decirle que me está mintiendo. Las mentiras son poderosas, son capaces de hacer besos, pero éstas tienen el valor que yo les doy. Eso también me lo dijo aquel elfo tan extraño. Si, en verdad, ella me ha mentido, no es su culpa por mentir; es mía por creérmelo. Así es como me lo diría Iltharion.
Idril se pone en pie, la observo de decir nada, se da la vuelta y se aleja poco a poco. ¡Que se vaya! Me mintió para que la amase. Me sigue mintiendo. Sé que lo hace, sé que es así. Pero, también sé que la quiero besar. Estar con ella es lo único que quiero.
De nuevo, hago la intención de dar un paso hacia delante e ir con ella. Una intención que esta vez no se queda en nada. Avanzó a paso acelerado, la cojo del brazo para llevarla junto a mí. su pecho se une con el mío, mis labios se funden con los suyos. La beso, no dejo de besarla. no quiero dejar de notar el dulce sabor de sus labios. No quiero que se vaya. No quiero tener que olvidar su sabor otra vez.
La lluvia amaina su fuerza, sus gotas se funden en nuestra piel como ligeras caricias. El viento, con un tenue soplido, entra por mis oídos como un sutil susurro. Las hojas de los árboles se balancean de un lado a otro imitando el movimiento de nuestros labios al besarse. Saben de nuestro amor. Todo el bosque sabe de nuestro amor. No puede ser una mentira; el bosque sabe lo que es verdad. Y sí lo es, sí Idril me ha mentido, yo soy el único culpable de querer creer sus mentiras.
Hago la intención de dar un paso adelante para ayudarle a levantarse. No puedo verla llorar. Ella lo es todo para mí... Lo era hasta que se fue... La intención se queda en nada. Me mantengo firme, a unos pocos pasos por delante de ella, observándola. El día que se fue lloré y caí al suelo como ella ha caído. Nadie me ayudó a levantarme. No, al contrario. Vinieron a molestar. Un hombre y lueo una mujer, los dos me molestaron mientras yo lloraba en el lago donde vi por primera vez a Idril. Caí por su culpa, ella ahora ha caído por la mía. Es lo justo. debería ser lo justo. Pero, siento que no lo es. También dijeron que era justo mi destierro...
Entre el sonido de las gotas de lluvia caer sobre las rocas, oigo la voz de Idril. Miente. Dice que no me abandonó, pero ella sí se fue; dice que me ama, pero si lo hiciera se hubiera quedado conmigo. Me está mintiendo. No me creo lo que dice, me miente igual que mentía la falsa sacerdotisa. El elfo de pelo cobrizo me lo enseñó, las mentiras son poderosas. Se hace el silenco, uno doloroso en el que cada segundo que pasa lo siento como una puñalada en el corazón. Por suerte, el silencio no dura demasiado y Idril vuelve a hablar. ¿Peligro? No había ningún peligro estábamos nosotros dos solos. Sin nadie más. No necesitábamos a nadie más. Nadie nos podía hacer daño.
Me miente. Sé que me miente. Aun así, no soy capaz de contestar a sus palabras. No puedo decirle que me está mintiendo. Las mentiras son poderosas, son capaces de hacer besos, pero éstas tienen el valor que yo les doy. Eso también me lo dijo aquel elfo tan extraño. Si, en verdad, ella me ha mentido, no es su culpa por mentir; es mía por creérmelo. Así es como me lo diría Iltharion.
Idril se pone en pie, la observo de decir nada, se da la vuelta y se aleja poco a poco. ¡Que se vaya! Me mintió para que la amase. Me sigue mintiendo. Sé que lo hace, sé que es así. Pero, también sé que la quiero besar. Estar con ella es lo único que quiero.
De nuevo, hago la intención de dar un paso hacia delante e ir con ella. Una intención que esta vez no se queda en nada. Avanzó a paso acelerado, la cojo del brazo para llevarla junto a mí. su pecho se une con el mío, mis labios se funden con los suyos. La beso, no dejo de besarla. no quiero dejar de notar el dulce sabor de sus labios. No quiero que se vaya. No quiero tener que olvidar su sabor otra vez.
La lluvia amaina su fuerza, sus gotas se funden en nuestra piel como ligeras caricias. El viento, con un tenue soplido, entra por mis oídos como un sutil susurro. Las hojas de los árboles se balancean de un lado a otro imitando el movimiento de nuestros labios al besarse. Saben de nuestro amor. Todo el bosque sabe de nuestro amor. No puede ser una mentira; el bosque sabe lo que es verdad. Y sí lo es, sí Idril me ha mentido, yo soy el único culpable de querer creer sus mentiras.
Sarez
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Re: ''Y al final...'' [Priv.Sarez-Idril] [Cerrado]
No recibí ningún tipo de respuesta por su parte ante mi mirada, sabía que había entendido que me iría, lo volvería a hacer aunque fuese lo contrario a mi deseo, era algo demasiado complicado de decidir pero creía que era lo mejor, realmente quería que todo aquello terminara y, ya que no podía terminar bien, al menos que terminara sin mi estúpida presencia.
Así y al comprobar en pocos segundos que estaba completamente convencida de que irme sería lo mejor, giré mi cuerpo y comencé a caminar en dirección contraria a la suya, pronto me iría por donde había llegado, cosa que además resultaba peligrosa pues me arriesgaba a volver sobre mis pasos. Pero una parte de mí se resignaba a aceptar lo que se me venía encima, lo que acababa de ocurrir y mi destino, en apenas aquel rato de silencio había llegado a la conclusión de que sería mejor entregarme, que cuanto antes acabara con todo, antes dejaría de hacer sufrir a la persona que amaba.
Y...justo cuando arrastraba mis pies bajo ese fango que empezaba a formarse pues la tierra ya no aceptaba tanta agua como caía, noté cómo una mano hacía presión sobre uno de mis brazos y, con el corazón en un puño por la sorpresa, me vi enfrascada en un abrazo y mis labios cayeron con todo el deseo sobre los suyos. Era tan suave, pero a la vez tan...salvaje, no sabía cómo explicar aquel beso, sólo quería que nunca parara, que no se alejara, yo tampoco quería alejarme, ¿qué era lo que estaba ocurriendo? ¿Qué era lo que había ocurrido? Me sentía confusa, ahora feliz, mi corazón se aceleraba como hace tiempo lo hacía estando a su lado, pero no era un beso como los de antes, tenía un matiz...de tristeza, las lágrimas no dejaban de caer de mis ojos cerrados y ahora no distinguía si eran de alegría.
Separé mis labios de los suyos justo en el momento en el que la lluvia amainó por completo, sólo faltaba que saliera el sol para que el cielo, el bosque y todo lo que nos rodeaba nos diera una señal de que aquello había valido la pena, de que el dolor había pasado. Pero no era así, yo no lo sentía así, era incapaz de sentirlo.
-¿No me crees, verdad? -Susurré, no entendía porqué mi cuerpo quería acercarse más y mis labios querían fundirse de nuevo con los suyos pero a la vez temía que fuese a rechazarme otra vez. ''No, él ha impedido que me fuera'', me dije y, después de todo, había sido la causante de todo aquello, algo me decía que no iba a ser nada sencillo lidiar con la culpa de lo que le había hecho-...me buscan para matarme, a mí y a quienes me rodeen -''...mientras sean elfos'', pensé pues al fin y al cabo mi perseguidor y su respectiva familia no odiaban a los humanos si no a los de nuestra raza.
Con los ojos ya abiertos después de soltar lo que acababa de soltar, intenté que las lágrimas dejaran de salir como lo hacían y miré por un segundo a nuestro alrededor, nerviosa, me sentía como una niña pequeña, indefensa. Una parte de mí quería el refugio de sus brazos, quería hundir mi cabeza sobre su pecho y quedarme ahí, siempre, disfrutando su aroma, sus palabras, su cariño, nuestro amor...me sentía ciertamente egoísta por querer que todo volviera a ser como antes, pero así lo quería, ¿qué iba a perder por decirlo? Tenía que intentarlo, tenía que echarle valor aunque pudiera rechazarme de nuevo. Si mis palabras no funcionaban, si lo que intentaba hacer no funcionaba, me iría como antes, asumiendo que para él era mejor vivir sin mí:
-...¿por qué parece tan malo querer que todo vuelva a ser igual? -No sabía bien cómo explicarme, por un momento me recordé al propio Sarez cuando lo conocí, cuando le prometí que le enseñaría a conjugar mejor las palabras, a entender un poco mejor las costumbres humanas, todo parecía muy lejano- Me he portado mal contigo -Admití, era de tontos no afirmarlo-, ¿por qué me paras? ¿Por qué no dejar que me vaya sin más? -Una parte de mí quería hablarlo todo, soltarlo, otra se negaba a seguir pronunciando palabras que pudieran malinterpretarse- No he sido la persona que esperabas que fuera, pero...he seguido lo que pensaba que era correcto, no quería...-Y de nuevo ese nudo en la garganta, no, tenía que seguir-, no quería que te pasara nada. Si uno de los dos tenía que morir -''Morir'', esa palabra provocó un escalofrío por todo mi cuerpo-, iba a ser yo, no tú.
Ya está, había dicho lo que tenía que decir. Tal vez no todo, tal vez no como debiera o había pensado en un principio, pero y no de forma completa, al menos sabía parte de lo que había ocurrido y el motivo por el cual me había llevado a tomar aquella decisión tan drástica. ¿Se iría? Si lo hacía yo no sería quién para pararlo, no tenía derecho.
Una de mis manos va hacia la suya y la busca con insistencia hasta que consigue tomarla, sin darme cuenta estoy apretando la suya a causa de los nervios, a causa de todo aquello, ahora era yo la que no sabía cómo calmarse.
Así y al comprobar en pocos segundos que estaba completamente convencida de que irme sería lo mejor, giré mi cuerpo y comencé a caminar en dirección contraria a la suya, pronto me iría por donde había llegado, cosa que además resultaba peligrosa pues me arriesgaba a volver sobre mis pasos. Pero una parte de mí se resignaba a aceptar lo que se me venía encima, lo que acababa de ocurrir y mi destino, en apenas aquel rato de silencio había llegado a la conclusión de que sería mejor entregarme, que cuanto antes acabara con todo, antes dejaría de hacer sufrir a la persona que amaba.
Y...justo cuando arrastraba mis pies bajo ese fango que empezaba a formarse pues la tierra ya no aceptaba tanta agua como caía, noté cómo una mano hacía presión sobre uno de mis brazos y, con el corazón en un puño por la sorpresa, me vi enfrascada en un abrazo y mis labios cayeron con todo el deseo sobre los suyos. Era tan suave, pero a la vez tan...salvaje, no sabía cómo explicar aquel beso, sólo quería que nunca parara, que no se alejara, yo tampoco quería alejarme, ¿qué era lo que estaba ocurriendo? ¿Qué era lo que había ocurrido? Me sentía confusa, ahora feliz, mi corazón se aceleraba como hace tiempo lo hacía estando a su lado, pero no era un beso como los de antes, tenía un matiz...de tristeza, las lágrimas no dejaban de caer de mis ojos cerrados y ahora no distinguía si eran de alegría.
Separé mis labios de los suyos justo en el momento en el que la lluvia amainó por completo, sólo faltaba que saliera el sol para que el cielo, el bosque y todo lo que nos rodeaba nos diera una señal de que aquello había valido la pena, de que el dolor había pasado. Pero no era así, yo no lo sentía así, era incapaz de sentirlo.
-¿No me crees, verdad? -Susurré, no entendía porqué mi cuerpo quería acercarse más y mis labios querían fundirse de nuevo con los suyos pero a la vez temía que fuese a rechazarme otra vez. ''No, él ha impedido que me fuera'', me dije y, después de todo, había sido la causante de todo aquello, algo me decía que no iba a ser nada sencillo lidiar con la culpa de lo que le había hecho-...me buscan para matarme, a mí y a quienes me rodeen -''...mientras sean elfos'', pensé pues al fin y al cabo mi perseguidor y su respectiva familia no odiaban a los humanos si no a los de nuestra raza.
Con los ojos ya abiertos después de soltar lo que acababa de soltar, intenté que las lágrimas dejaran de salir como lo hacían y miré por un segundo a nuestro alrededor, nerviosa, me sentía como una niña pequeña, indefensa. Una parte de mí quería el refugio de sus brazos, quería hundir mi cabeza sobre su pecho y quedarme ahí, siempre, disfrutando su aroma, sus palabras, su cariño, nuestro amor...me sentía ciertamente egoísta por querer que todo volviera a ser como antes, pero así lo quería, ¿qué iba a perder por decirlo? Tenía que intentarlo, tenía que echarle valor aunque pudiera rechazarme de nuevo. Si mis palabras no funcionaban, si lo que intentaba hacer no funcionaba, me iría como antes, asumiendo que para él era mejor vivir sin mí:
-...¿por qué parece tan malo querer que todo vuelva a ser igual? -No sabía bien cómo explicarme, por un momento me recordé al propio Sarez cuando lo conocí, cuando le prometí que le enseñaría a conjugar mejor las palabras, a entender un poco mejor las costumbres humanas, todo parecía muy lejano- Me he portado mal contigo -Admití, era de tontos no afirmarlo-, ¿por qué me paras? ¿Por qué no dejar que me vaya sin más? -Una parte de mí quería hablarlo todo, soltarlo, otra se negaba a seguir pronunciando palabras que pudieran malinterpretarse- No he sido la persona que esperabas que fuera, pero...he seguido lo que pensaba que era correcto, no quería...-Y de nuevo ese nudo en la garganta, no, tenía que seguir-, no quería que te pasara nada. Si uno de los dos tenía que morir -''Morir'', esa palabra provocó un escalofrío por todo mi cuerpo-, iba a ser yo, no tú.
Ya está, había dicho lo que tenía que decir. Tal vez no todo, tal vez no como debiera o había pensado en un principio, pero y no de forma completa, al menos sabía parte de lo que había ocurrido y el motivo por el cual me había llevado a tomar aquella decisión tan drástica. ¿Se iría? Si lo hacía yo no sería quién para pararlo, no tenía derecho.
Una de mis manos va hacia la suya y la busca con insistencia hasta que consigue tomarla, sin darme cuenta estoy apretando la suya a causa de los nervios, a causa de todo aquello, ahora era yo la que no sabía cómo calmarse.
Idril Elensar
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Re: ''Y al final...'' [Priv.Sarez-Idril] [Cerrado]
Noto mi corazón latir dentro de mi pecho, jamás lo he sentido con tanta fuerza. En el mismo momento en que sus labios se han unido con lo míos, las emociones que he estado reprimiendo abandonan mi mente. No soy capaz de explicarlo; nunca he sabido explicar nada de lo que me sucede cuando estoy con ella. Sé que al besarla la pena sale de mí, como tuviera miedo de algo, de ese algo que Idril me enseñó su nombre: La pena teme al amor.
Ya no tengo mis puños apretados, el amor los ha liberado; ahora, están sobre la espalda de Idril, acariciándola de arriba a abajo con el mismo compás que siguen nuestros labios. Tengo miedo de perderla de nuevo, que mis manos dejen de tocar su espalda y que mis labios dejen de jugar con los suyos. Pero, el miedo también abandona mi mente de la misma manera que lo ha hecho la pena. El miedo teme al amor.
Idril separa sus labios de los míos, nuestras frentes continúan juntas y mis brazos en la espalda de ella; solo nuestras bocas se han separado. Me intento acercar mis labios de nuevo a los de ella para hacer lo único que deseo hacer, cuando Idril habla en un susurro apenas inaudible: No, no la creo. Giro ligeramente la cabeza en un gesto vergonzoso y culpable al escuchar que ella sabía lo que pienso. Por mucho que siga hablando no puedo creerla. Debo creerla, quiero creerla, pero la pena y el miedo han regresado, el amor ya no les da miedo.
Dejo que sea ella quién hable. Yo no sé qué decir, no sé que hacer, no sé cómo decirlo… No sé nada. Sí, se ha portado mal conmigo; todos lo han hecho, pero… No lo sé. La he echado de menos, la necesito. No quiero que se vaya. No quiero tener que seguir viajando y llorando buscando eso que creía haber encontrado en ella. No quiero tener que perderla. Mi amor tiene miedo de volver a perderla.
-No.- Aprieto la tela de su vestido por miedo a tener que verla morir.-No voy a dejar que mueras.- La miro directamente a sus ojos de ese color verde que tanto eché de menos. - Si te persiguen te protegeré. Si tengo que morir por ti será una buena muerte. –Bajo la cabeza levemente al recordar la media oreja que me arrancaron tras combatir contra aquel brujo. - No me da miedo morir si es por ti.- No le hablo de mis viajes, de los combates que he tenido que hace con tal de encontrar y las muchas cicatrices que me han hecho. No se merece saber que casi muero por encontrarla. –Si es verdad lo que me dices, no tendrás que haberte ido.- Digo con voz fría y severa dando a entender que, aunque la ame, el dolor mi impide creerla; ese dolor es tan fuerte que no teme al amor.
Ya no tengo mis puños apretados, el amor los ha liberado; ahora, están sobre la espalda de Idril, acariciándola de arriba a abajo con el mismo compás que siguen nuestros labios. Tengo miedo de perderla de nuevo, que mis manos dejen de tocar su espalda y que mis labios dejen de jugar con los suyos. Pero, el miedo también abandona mi mente de la misma manera que lo ha hecho la pena. El miedo teme al amor.
Idril separa sus labios de los míos, nuestras frentes continúan juntas y mis brazos en la espalda de ella; solo nuestras bocas se han separado. Me intento acercar mis labios de nuevo a los de ella para hacer lo único que deseo hacer, cuando Idril habla en un susurro apenas inaudible: No, no la creo. Giro ligeramente la cabeza en un gesto vergonzoso y culpable al escuchar que ella sabía lo que pienso. Por mucho que siga hablando no puedo creerla. Debo creerla, quiero creerla, pero la pena y el miedo han regresado, el amor ya no les da miedo.
Dejo que sea ella quién hable. Yo no sé qué decir, no sé que hacer, no sé cómo decirlo… No sé nada. Sí, se ha portado mal conmigo; todos lo han hecho, pero… No lo sé. La he echado de menos, la necesito. No quiero que se vaya. No quiero tener que seguir viajando y llorando buscando eso que creía haber encontrado en ella. No quiero tener que perderla. Mi amor tiene miedo de volver a perderla.
-No.- Aprieto la tela de su vestido por miedo a tener que verla morir.-No voy a dejar que mueras.- La miro directamente a sus ojos de ese color verde que tanto eché de menos. - Si te persiguen te protegeré. Si tengo que morir por ti será una buena muerte. –Bajo la cabeza levemente al recordar la media oreja que me arrancaron tras combatir contra aquel brujo. - No me da miedo morir si es por ti.- No le hablo de mis viajes, de los combates que he tenido que hace con tal de encontrar y las muchas cicatrices que me han hecho. No se merece saber que casi muero por encontrarla. –Si es verdad lo que me dices, no tendrás que haberte ido.- Digo con voz fría y severa dando a entender que, aunque la ame, el dolor mi impide creerla; ese dolor es tan fuerte que no teme al amor.
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Re: ''Y al final...'' [Priv.Sarez-Idril] [Cerrado]
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(Idril sé que volverás)
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Sarez
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