El candil en el fondo del foso [interpretativo][2/3]

Había reconocido que me hallaba en los reinos del oeste cuando la vegetación había cambiado lo suficiente como apra recordarme a mi escaso y escueto paso por esas tierras, pero entonces ya había sido demasiado tarde, no me acordaba por donde había venido, y el constante zigzag que me obligaba a hacer el bosque al caminar no me ayudaba en lo mas mínimo a orientarme.
La neblina hacía que mis pies y parte de la rama que usaba como bastón desaparecieran de mi vista casi del todo antes de llegar al suelo, allí donde era mas espesa. La luz había ido disminuyendo paulatinamente a medida que caminaba, y con la noche llegaba la esperanza de encontrarme con algún morador de esas tierras que pudiera indicarme el camino.
Pero en vez de eso encontré algo mucho mejor.

Las luces en la lejanía fueron acrecentándose a medida que me acercaba, y cuando dejé la vegetación atrás las siluetas de Sacrestic Ville me dieron al bienvenida. Una parte algo mas entera de la ciudad, con edificios de madera que formaban estrechos carrerones, y de cuyas ventanas no solo salía la luz, si no cordeles de los que colgaban prendas como si fueran  banderines.
La población parecía estar despertándose, y aun no había demasiada gente por las calles. El ulular del viento al pasar por los altillos y los portones corcados de algunos ventanales aun era el sonido dominante mientras caminaba  por el húmedo empedrado.

Había aprendido que si se quería saber algo en algún lugar, y ademas conseguir algo de comer, había que ir hacia la posada, así que seguí caminando entre el enlosado, mirando hacia la parte superior de las puertas en busca de algún cartel colgante que indicase dicho lugar.
Podía sentir como al gente  me miraba con curiosidad, no necesitaba preguntarles porque. La ultima vez que me había visto en un rió parecía alguna clase de  criatura del pantano, mi pelo tenía tantas ramas y hojas como si de dentro del mismo crecieran plantas. Mis ropas estaban tan llenas de vegetación y barro, y tan rotas, que parecía alguna especie de duende como los que se veían en tallados e ilustraciones, y mis extremidades, blancas, tenían moratones y rasguños por mis caídas, tropiezos, y accidentado viaje, ya cerradas pero no curadas del todo, que daba la sensación de que me auto flagelara o algo similar.
Por otro lado mi pésima coordinación y los días que llevaba casi sin comer, alimentándome mayormente de raices y frutos me había hecho perder bastante peso, y mi rostro algo sorbido me había sorprendido la primera vez que lo había mirado.
Gracias a ese aspecto era que no tenía miedo de entrar en la aldea, por mucho que no pudiera convertirme en dragón. Yo no habría comido ningún animal con mi aspecto, por si estaba enfermo o envenenado, y dudaba que cualquier predador con dos dedos de frente y lo suficientemente desesperado como apra cazar en su ciudad se arriesgara a tomar de alquilen en mi estado, aunque la apariencia era mucho peor que mi condición física real.

Lo que realmente estaba  mal era mi mente. No sabía cuanto llevaba ya de esa forma, pero habría jurado que era bastante mas de una semana, una en al que intentaba mas veces por día de las que podía recordar, sin éxito ninguno, volver a mi forma. Había llorado tanto que sentía os ojos rojos, hinchados, salidos, pero secos, como si hubiera llorado toda mi capacidad para una vida entera.

De a ratos me quedaba completamente quieta, e medio de la calle,la gente pasaba por mi lado y se apartaba como si fuera un leproso, quizás lo pensaban, tampoco me importaba, simplemente quedaba mi mente agotada, en blanco, y luego volvía a seguir caminando, buscando desesperadamente una taberna. Había logrado llegar a una población, y sabía que había sido cuestión no solo de suerte, si no de la providencia. Si lograba  aguantar lo suficiente sin terminar de perder la cabeza, quizás me daría tiempo a escribirle a Víctor para que viniera en mi auxilio y refugiarme allí hasta que llegara.

La luna había llegado a su zenit, y del mismo modo había empezado a descender, y aún así no había logrado encontrar por los callejones ningún local que pareciera una posada. Incluso había buscado el guiarme por el olor a comida, a carne cocida, pero no había habido suerte, entonces otra idea paso por mi mente, sangre. Los humanos comían carne y sus posadas la servían, pero los vampiros no.

Empecé a intentar seguir los aromas de sangre, al acercarme en donde oliera con mas intensidad y fuera mas fresco. No tardé en poder seguir un rastro lo suficientemente intenso, y sentí como volvía a ganar algo de empuje para seguir adelante. Cruce un par de calles, serpenteé por las esquinas y finalmente me encontré con el origen de aquel rumor olfativo.
Nada que ver tenía con una posada, en todo caso era una carnicería, un par de figuras  humanoides compartían cada uno de una extremidad otra silueta que cabeceaba al borde de la inconciencia, mientras los apéndices cercenados de los que debieron venir antes se hallaban esparcidos por el suelo, y sus entrañas pintaban el suelo del callejón, y parte de las paredes, indicando que había sido troceado en aquel mismo lugar.

No esperé a que dijeran nada, aproveché que parecían distraídos y me giré, empezando a correr lo mas lejos posible sin mirar a donde, con la sensación de que se habían percatado de mi presencia y me pisaban los talones, pero sin reunir el valor de girarme a comprobarlo y perder por ello velocidad. Odiaba ser tan fragil
Cuando los pulmones no me dieron mas, y me faltaba tanto aire que empezaba a ver como las calles ante mi se balanceaban como si me encontrara en un barco me detuve y me apoyé en una fachada.
Fueran los seis o el destino mi mirada fue a dar con un sujeto que entraba en un negocio cercano, uno que resultaba a esas alturas inconfundible, y que una parte de mi gritaba que era un espejismo. Me negué a creer tal cosa, quizás porque necesitaba desesperadamente que lo que acababa de ver fuera cierto.

Reuní las  fuerzas que me quedaban y entré por esa misma puerta. Me quedé  quieta en la entrada mirando hacia todos lados en busca de mi compañero, y cuando reconocí a Víctor entre la clientela de aquel local, me arrojé hacia el sin pensarlo. Saltándole encima y rodeandole con los brazos, mientras por primera vez en muchos días, una sonrisa de alivio, breve y algo triste, se dibujaba en mis labios, y mis lagrimas lograban manar nuevamente y barrer la suciedad de mi rostro.

Tras el solido choque la sensación de vació de caer me tomó por sorpresa. Me agarré con mas fuerza y aterrice sobre el vampiro al cual me sostenía, que amortiguó la caída para mi suerte, aunque a juzgar por su exclamación, no para la suya.
-Perdón.-Balbuceé mientras alzaba las manos para limpiarme la cara por detrás del pelo, que el ya empezaba a apartar mientras me observaba con una clara expresión de sorpresa.
Un sollozó interrumpió el silencio con el cual escuchaba las preguntas, pero me obligue a callar y me mordisquee el labio mientras seguían manando manantiales de mis ojos mientras le escuchaba, e intentaba poner en orden las cosas, o un mínimo por lo menos, para responder a sus preguntas, y explicar que me había acontecido.

Negué con la cabeza cuando me pregunto si me sentía bien, y rodee el vaso de agua con las manos, mirando el mismo durante unos largos segundos antes de empezar a darle pequeños sorbos al mismo, y aclarar la garganta lo suficiente como para hablar.
Su voz era tranquilizadora, y los sollozos silenciosos que sacudían mis hombros se empezaron a calmar tan de pronto como habían aparecido al escucharle.
-E-es-ta-ba t-erminando unas cosas...antes de ir a las islas... y p-pare en un pueblo.-Empece a construir.-A-ayude a unas chicas que tenía un señor encerradas...hubo un derrumbe..y cuando quise transformarme ya no pude.-Se me escapó otro sollozo.- Lo intente de vuelta y nada... y nada... ya hace mas de una semana que no puedo.-Mis manos se cerraron en torno al cristal con desesperación y frustración mientras sentía los ojos hincharse de nuevo.
-Y n-no importa lo que haga... n-no puedo comer... no p-puedo volar... no puedo rugir..n-no puedo orientarme...i-intente volver a casa y no pude.-dejé el vaso a un costado y volví a abalanzarme sobre mi amigo, tratando de esconder la cabeza en cualquier recoveco de su torso como si de aquel modo fuera a estar mas a salvo.-M-me perdí muchas veces.

En ese momento aun no reparé en que no se hallaba a salvo en la torre como me había prometido si no demasiado cerca del norte en donde buscaban su cabeza por un monto lo suficientemente grande como para que algunos afiches hubieran terminado en esas latitudes, no me percaté de muchas cosas, solo estaba agradecida de encontrar, después de tanto tiempo, alguien de mi confianza, alguien con quien me pudiera sentir segura aun en mi frágil estado, y que ayudara a despejar la oscuridad que me arrastraba lenta pero inexorablemente hacia la derrota, y que me susurrara tentadoramente que me diera por vencida.

-Y me perdí por un bosque...y caí en un hueco extraño.... y pensé que por f-fin iba al norte...y...y cuando me di cuenta estaba rodeada de n-niebla, y  vi las luces del pueblo...e-estueb buscando al pposada...pero me perdí por el pueblo....y me asuste..-Quizás por primera vez en mi vida me hallaba tan asustada, porque también era la primera vez en mi vida que me hallaba así de indefensa.-N-No quiero seguir así...-alce ligeramente el rostro, mirando a los ojos del vampiro, los cuales no podía evitar ver borrosos por la irritación de mi vista y la película acuosa que recubría mis ojos.

Por primera vez en muchos días la esperanza volvió a brillar tenuemente en mi interior, como si llevara mucho tiempo oculta en un abismo, y acabasen de prender una débil llama, que podía tanto extinguirse como convertirse en algo mucho mas grande.
Asentí a sus promesas, completamente segura de que sus intenciones eran sinceras, y dejando de sentirme tan sola y perdida como lo había hecho durante las ultimas jornadas.
Permanecí en silencio unos segundos, deliberando en su oferta. Una parte de mi quería asentir, ir al norte, esconderme bajo el ala de madre y quedarme allí para siempre hasta volver a ser un dragón, pero otra decía que no. No podía vivir en este estado entre los míos, y jamás saldría al mundo de nuevo si volvía habiendo perdido el don que los divinos nos habían concedido.
Negué con al cabeza apuradamente, como si algo me hubiera espoleado de golpe, o la perspectiva de volver fuera terrible. Amaba a los míos pero si volvía en ese estado, por miedo me retendrían. Solo mi vida habría sido perder algo aun mas terrible que mi don.

Su segunda oferta sin embargo me hizo pensar en la alta torre que se erguía en la playa, a donde había intentado llegar sin ningún éxito, y asentí débilmente, viendo en aquel lugar el único refugio por el que podría moverme sin requerir de una niñera ahora que no podía ir sola por el mundo como había hecho hasta aquel entonces.
-No..No saben.-Volví a hablar tras dar otro sorbo en el agua. Claro que jamás había preguntado al respecto, de hecho, ni en mis mas retorcidas pesadillas había llegado a plantearme aquel escenario. Pero estaba segura, segurisima de que si aquello hubiera sido una posibilidad, algo que ya hubiese ocurrido entre los nuestros, nos habrían advertido a todos.- Nunca ha pasado...y no deben enterarse.-Musite en un hilo de voz, mientras mi tono se volvía mas débil y angustiado a medida que hablaba, para volver a tranquilizarse tras unos segundos de silencio al notar como sostenía mi rostro entre sus manos.
Asentí un par de veces, mientras las lagrimas empezaban a calmarse y a dejar de manar con tanta profusión cruzando mis pómulos.
Me dejé cargar en brazos como si fuera un petate y le rodee con los mismos, escondiendo al cabeza en el hueco de su cuello como si solo por el hecho de encontrarme allí fuera a estar mas protegida del mundo y de mis propios demonios.-Gracias.-Musite cuando empecé a sentir el zarandeo producido por sus pasos.

Cuando escuché la puerta cerrarse tras nosotros, baje con lentitud de encima suyo, y empece a limpiarme el rostro con el dorso de la mano. Miré a mi alrededor para familiarizarme con la sencilla estancia de madera en la que nos encontramos, y desee silenciosamente que fuera nuestra habitación secreta de la torre, y no aquel lugar perdido en el oeste.
Mire por la habitación, buscando algún rincón que me resultara acogedor, pero todo era muy grande, el techo muy alto apra sentirme cobijada, así que finalmente me senté en el suelo y me deslié hasta meterme debajo de la cama, asomando únicamente la cabeza como si fuera una tortuga, dispuesta a descansar allí si es que lograba calmarme, pero incapaz de cerrar los ojos todavía, seguía a Víctor con la mirada.
-Lo siento.-Formulé mirando al vampiro con los ojos rojos, hinchados, pero ya secos, y sin siquiera parpadear, consciente de que en ese estado mi supervivencia a largo plazo estaba estrechamente ligada con mi dependencia de otra criatura, en este caso, de el, una carga con la que no tenía porque lidiar.

Cerré  los ojos y solté un hondo, largo y lento suspiro, como si fuera tanto el alivio que fuera a sacar sin querer todo el aire de mi cuerpo con aquel gesto. No tardé en abrirlos de nuevo y asentir agradecida a su respuesta. De algún modo sentía que no necesitaba darle mas datos para que entendiera muchas cosas que decía, nos entendíamos con una sencillez que no necesitaba de muchas palabras, y en aquel momento eso era sumamente util y agradable, pues cada vez que decía aquella terrible verdad en voz alta tenia la sensación de que se hacía mas real y se aferraba mas a mi.

Ya me hallaba casi debajo del mueble cuando hablo, y en unos instantes me  estaba revolviendo bajo las tablas de madera, en aquel estrecho hueco que quedaba entre la cama y el suelo barnizado en polvo que no haría una gran diferencia en mis ropas o mi aspecto, y de cuyas maderas superiores pendían hilos blanquecidos haciendo trampas mortales para cualquier insecto que fuera tan temerario como para acercarse.
Su acotación no tardó en llegar cuando vió como había acatado su sugerencia, asomé un poco mas la cabeza y miré hacia arriba el colchón que me hacia de techo con duda, y luego al vampiro alternativamente para finalmente volver a encogerme en el hueco en donde el no tardó en meterse conmigo.

Lo cierto es que me encontraba mucho mas tranquila, no podía decir que estuviera ni mucho mas feliz, pero por lo menos las ganas irrefrenables de llorar todo el tiempo habían ido disminuyendo y se hallaban con un sueño leve reposando en algún lugar de mi interior. La determinación con la que el vampiro hablaba y aseguraba una resolución a mi problema había ido haciendo crecer aquella llamita de esperanza que había nacido en mi interior cuando el había visto por primera  vez en las calles de aquel lúgubre lugar, como si lenta pero constantemente hubiera ido avivando aquel fuego con sus palabras que empezaba a barrer el frío de mis entrañas.
Me acurruque a su lado y me contorsioné bajo la cama, adentrándome en ella y volviendo a emerger escurriéndome por debajo de uno de sus brazos hasta que este quedó cruzando mi nuca, y apoye la mejilla ne el suelo, girando el rostro hacia el para verle mientras hablaba, sin dejar de asentir levemente ante sus afirmaciones.

-Gracias Víctor.-Musité.-Yo..siento cargarte con todo esto...intenté llegar a la torre....pero ni siquiera conseguí eso.-Murmure despacio, como si me costara encontrar las palabras y mantener la firmeza en la voz, algo que era casi del todo cierto. Una lagrima se mantuvo en tensión superficial unos segundos y finalmente cruzo mi mejilla rauda y se estrelló contra el suelo, pero fui capaz de contener el resto que parecían hacer fila para seguir a la temeraria que las había precedido. No quería volver a ponerme a llorar, aunque ahora las lagrimas no solo respondían al dolor de la terrible maldición que pesaba sobre mi, si no por el alivio de tener a alguien dispuesto a acompañarme en ese sino.-Gracias.-Dije de nuevo, esta vez con un poco mas de fuerza en la voz.-No se como podré pagarte esto algún día.-Froté la sien contra sus ropas negras un instante, acompañando dichas palabras que salían con gran gratitud directamente de mi corazón.

La voz de Víctor era como un arrullo calmante, como el murmullo de un arroyo en el silencio apacible del invierno, y no solo su tono, o a quien perteneciera aquella voz, si no la coherencia con la que hablaba, y la seguridad que mostraba hacia lo que decía hacia que todo se sintiera fácil, que los objetivos que me habían parecido tan lejanos y terribles parecieran asumibles.
-Gracias.-Murmure de nuevo, sintiendo que aquella palabra era ineficiente e incapaz de albergar en su significado la magnitud de la gratitud y el afecto que sentía por mi compañero.

Sus palabras empezaron a espolear aquella parte de mi carácter que se había desvanecido con mi forma draconiana. Mi curiosidad.  Mi mirada se posó rápidamente sobre los trazos rojizos que adornaban su muñeca, y dificultosamente logre zafar lso brazos de debajo de mi cuerpo para sostener  el suyo entre mis manos, y repasar con los dedos aquel tatuaje como si esperara sentir algún relieve en el mismo, o el solo hecho de recorrerla con las yemas de los dedos fuera proporcionarme algún dato mas de  lo que hacia el vampiro.
La imagen recordaba a una telaraña, como las que adornaban nuestro escondite por doquier.
-Tener por emblema una telaraña habla del peligro de quien exhibe dicho estandarte como el propio.-Murmuré, desviando la mirada por el rabillo del ojo para contemplar los oscuros orbes del vampiro.-¿Porque llevas la marca de alguien que te quería prisionero?¿Porque es el símbolo un araña?¿Que reina es esa? No conozco mas reyes que el de Lunargenta...aunque uno siempre es libre de llamárselo a si mismo...-Murmuré confusa.

El comentario de que casi  muere me hizo encogerme tanto sobre mi misma como contra su costado en que estaba pegada. Víctor y su atracción fatal hacia las situaciones peligrosas, no era una novedad para mi, y aunque esa anegdota  demostraba que podía librarse sin mi ayuda, el hecho de no ser capaz de protegerle me hacia sentir mas vulnerable en aquel estado. Además, me había hecho recordar otro asunto.
-Dijiste que no saldrías de la torre  hasta que las cosas se calmaran.-Recordé en voz alta.-Pero estas muy al norte.-Algo que me había salvado, y por lo que en parte sentía que no tenía derecho alguno a recordarle nuestro acuerdo. Por lo menos volvería a la torre, volveríamos ambos, lo que alejaría a mi buen amigo de su mala reputación durante algunas jornadas, contribuyendo, quizás, a que esta fuera disminuyendo, y su paso por el norte quedara algún momento en el olvido.

Cuando escuché la explicación de la marca volví a observar la misma. Una marca de obediencia apra  un patrón inspirado en algo que se usa para atrapar y devorar presas, era una  analogía bastante acertada dentro de todo, ademas se hallaba en donde se colocaban los grilletes o las ataduras a  los prisioneros.
Dejé de buscarle significados al símbolo cuando escuché que el motivo era mucho mas simple, la reina era una araña, o mejor dicho, medo araña. Me gustaban mas mis elucubraciones, aunque la realidad no me dejaba impasible tampoco.La idea de una mujer medio araña me incitaba una curiosidad malsana como todas aquellas cosas peligrosas de las que no sabía nada.
-¿Porque fuiste allí?¿Porque te quería la reina Araña como prisionero?¿Puede hacerte algo des de aquí?.-La ultima pregunta ademas de curiosidad tenía un tinte de alarma en la voz que ni me molesté en ocultar.

Su aventura me daban ganas de adentrarme en aquel lugar, de conocer a la reina araña, o por lo menos espiarla sin que se diera cuenta, pero en este estado ni viajar podía, mucho menos adentrarme en unas minas de las cuales no sabía casi nada, en las que no vería nada, y que eran el dominio de un reino de seres potencialmente hostiles.
Por otro lado lo de auto proclamada me parecía una sandez.
-Eso es como si yo me auto proclamo reina de debajo de la cama....-Solté el aire  por la nariz intentando mantenerme en ese tema y no dejarme arrastrar por la oscuridad que en mi interior intentaba envolver mi consciencia y arrastrarla hacia ese terrible sentimiento de desesperación del que tanto me había costado empezar a separarme.

La respuesta de Víctor hacia como había llegado al norte me dejó unos segundos quieta en el lugar sorprendida, porque habría jurado que sus intenciones eran las de solventar el malentendido en mi tierra como había dejado entrever en una charla nuestra que ahora se me antojaba sumamente lejana.
Sin embargo no me parecía ni de lejos algo descabellado, mas teniendo en cuenta la conexión que apreciamos tener al hablar.
-Me alegro de que me encontraras.-Me acurruqué de nuevo, encogiéndome mas sobre mi misma y acomodando la mejilla sobre la extremidad tatuada de mi amigo.
-Víctor...si los divinos deciden no devolverme mas mi forma. No quiero ser humana.-Murmuré en un tono bajo porque no quería que esa contemplación llegar a ser cierta, pero con cierta firmeza de que jamás pasaría el resto de mis dias como humana. De todas las especies de aerandir había quedado no solo como la que as despreciaba por el momento, si no como la mas vulnerable, y aquella con la que no compartía mas que la forma. No sobreviviría a sus costumbres, esa tortura día a día terminaría enloqueciendome, y solo de imaginarlo ya podía sentir sobre mi cabeza la cuenta atrás de la corta esperanza de vida, que no se antojaba tan terrible si debía de quedarme como uno de ellos para siempre.
-Si no encontramos forma de que vuelva a ser un dragón quiero ser un vampiro.

La curiosidad se mezclo con una profunda punzada de antipatía ante la siempre posibilidad de que sus planes para con mi migo no solo comprendieran el subyugarlo si no el sesgar su vida con algún macabro propósito.
Cerre las manos allá donde estaban, entorno su brazo, un gesto instintivo cuya fuerza pese a ser mucha para mi cuerpo, no llegaba a rivalizar ni de lejos con la del vampiro quien la sufría.
-Hecho.-No dudé un instante, pese a que en otras circunstancias quizás me habría quejado sobre la nomenclatura que había utilizado para catalogar mis poderes. "Baba de dragón" Era algo en lo que difícilmente podría ahogar a nadie, no salivaba tanto. Sin embargo, escaldar a esos bichos tal y como mencionaba mi amigo, oh..eso podía hacerlo..podía hacerlo antes de perder mi don, y si lograba recuperarlo quizás pudiera cumplir dicha tarea.
-No me  agrada esa reina araña.-Aclaré lo que mi expresión venía diciendo ya desde hacía un rato.

-¿No es un poco lo que se busca con los títulos?¿que sean largos y pomposos?.-El sonido de su risa me hizo esbozar una fugaz sonrisa que apareció de forma intermitente  durante varios segundos, borrando todo rastro de tristeza de mis labios, pero no de mis ojos, mientras nuestro pequeño juego duró.

Me sorprendió una vez mas el tono determinado con el que el vampiro aseguraba aquello, una determinación que empezaba a creer lentamente, sin embargo, el comentario del final, el cual parecía tener un toque profético, quizás pro la ambigüedad del mismo, comprendía el no dejarme en dicha forma si los divinos habían decidido retirarme permanentemente su favor, y aquella fue la ultima tranquilidad que necesitaba para que el cansancio acumulado de varios días apenas durmiendo empezara a mostrarse con  claridad.
Un bostezo largo rompió el silencio solemne en el que nos habíamos sumido después de su ultimo comentario, y me acurruqué nuevamente bajo su brazo en busca de calor. Apoyé esta vez  el rostro contra su cuerpo en vez de contra su brazo, buscando escuchar el rítmico latido de su corazón.
-¿Crees en el destino?.-Murmure en ese estado de semi vigilia, con los ojos ya entornados, justo antes de que otro bostezo apareciera en mis labios.

No recordaba como había llegado a ese lugar. ¿Que hacía alrededor de ese esqueleto ruinoso de lo que antaño había sido una ciudad?. Fruncí el ceño intentando recordarlo. Recordaba haberme encontrado con Víctor, y luego todo se volvía difuso. ¿A caso estaba durmiendo?
Sacudí ligeramente la cabeza, se veía todo muy real, casi habría podido jurar que las piedras sobre las cuales apoyaba mis manos eran frías, o que la humedad del verdín y el abandono se colaba en mis pulmones. Aun así había algo extraño en esa escena, como si de pronto se emborronase.

Habría dudado mas si de golpe no hubiera saltado en el tiempo o en el espacio, acercándome con solo fijarme a una puerta que había llamado mi atención.
El rugido que salió tras la misma me heló la sangre. No podía ser cierto, o mejor dicho, no podía ser material. Golpeé con fuerza aquella puerta, intentando llegar al otro lado, imagine con mi mente que esta se abría por si ese plano onirico llegaba a responder a mi capricho, intentando llegar desesperadamente a mi otra mitad que residía enjaulada tras esos muros abandonados en el tiempo.
Le devolví un rugido, débil pero igual de desesperado.
No se porqué alcé el rostro,  quizás fuera un instinto, o algo de una naturaleza tan misteriosa como mi propio sueño, pero al alzar los ojos un leviatan inmenso y oscuro se cernió sobre  mi.

Con un chillido y un respingo me desperté, dando un bote que  hizo que mi cabeza se golpeara sonoramente con el marco de la cama que me hacia de techo, ante lo que solté un quejido.
Notaba mi piel perlada de un sudor frío propio del terror. No recordaba haberme encontrado tan asustada des de que había visitado la ciudad de  los biociberneticos.
Incluso mis ojos veían mal, no solo por mi repentina vuelta a la realidad, si no por una película acuosa que cubría nuevamente su superficie.

Por suerte había desaparecido el frío, y el olor a humedad, en su lugar un calor familiar y un olor que podía distinguir aun con los ojos cerrados y que me hacían sentir a salvo me dieron al bienvenida.
Me aferré a las ropas negras del vampiro que compartía conmigo aquel estrecho espacio, y me enjuague las lagrimas con el hombro. Solo entonces vi que mis dedos, aferrados cual garras a la tela, temblaban ligeramente por la conmoción de aquella extraña visión.
¿Tendría algo de profético?
Algo en mi interior me decía que tenía que hallar ese lugar, en cualquiera de los mundos en el que estuviera, y quizás por el mismo motivo no quería hacerlo sola.
-¿Victor?.-Musité en un tono casi inaudible para comprobar si estaba despierto, pero evitando turbar su sueño si ya se había dormido, mientras le daba suaves toques con la nariz en la sien, incapaz de ver casi nada en la obscuridad de  la sala, que el vampiro debía de haber sellado para protegerse de la nociva  luz del sol.

Asentí un par de veces aun cuando noté su mano encima de donde me había golpeado con la cama, quizás mi exabrupto no había pasado desapercibido por el vampiro. No. Definitivamente no lo había hecho.
-Si..no, no, no lo se.-Murmuré. ¿Como estaba? era una pregunta extremadamente compleja. Estaba triste todavía, y asustada por esa imagen de aquel dragón oscuro que se había abalanzado sobre mi en mi sueño, sin embargo una parte de mi sentía cierto alivio por tener una pista de mi otra mitad, y un gran nerviosismo me embargaba por estar tan cautiva como ella, y aun seguir separadas.

Las siguientes preguntas fueron algo mas similares de responder.
-Un sueño, o una visión...no lo se bien.-Musite- Ha sido extraño.-Antes de que pudiera acurrucarme el vampiro ya estaba saliendo de debajo de la cama, así que deslizándome contra el suelo cual cocodrilo le seguí hasta emerger completamente de mi refugio. Con torpeza me puse en pie y lle seguí cual cría de  pato con su madre por toda la habitación, apoyando las manos en el escaso mobiliario,y siempre enganchandome a sus ropas con una de mis manos hasta que decidió sentarse e hice lo mismo en el suelo.
Miré el vaso de agua que ahbía dejado entre ambos, recordando súbitamente cuanta sed tenía. Había sido tal al conmoción de la esperanza y el miedo de mi sueño que no había prestado atencion a mis necesidades fisiológicas.

Solté finalmente al vampiro del todo, y tomé el vaso con ambas manos, rodeándolo como si fuera un cuenco y bebí con lentitud hasta vaciarlo por completo, pero no lo dejé en el suelo, no queriendo que con tal de rellenarlo el vampiro se pusiera en pie y se alejase otra vez.
-He tenido un sueño...o una pesadilla. Parecía tan real....Repetí aun sin poder discernir cuanto tenía de cada cosa. -Estaba en un lugar antiguo, un pueblo ...no, una ciudad, era grande, pero estaba en ruinas, estaba abandonado.-Reflexioné en voz alta mientras trataba de explicar aquello que había visto.-Había un templo...-Fruncí el ceño y noté mi piel erizarse de nuevo al hablar de aquel lugar, como si por un instante el terror y la soledad que me habían embargado al transitar esas calles perdidas en el tiempo volvieran a mi. Dejé el vaso en el suelo pero bien lejos del vampiro, y me dejé caer de lado para usar su regazo como almohada y de esa forma retenerlo en donde estaba.-Había una puerta grande que tenía un dragón, y de golpe rugí, rugí como siempre pero des de atrás de la puerta... Escuché cadenas y como quería salir de allí dentro, pero no podía sacarme de allí por mas que intentaba abrir la puerta desde afuera...estaba dentro y fuera a la vez.-Me estremecí porque sabía hacia donde se encaminaba la narración.
-Entonces mire hacia arriba...-me encogí instintivamente, sin siquiera percatarme de ello.-Un dragón inmenso y oscuro se abalanzo sobre mi, y desperté....-Finalice.

Permanecí unos segundos en silencio, sin dejar de observar por el rabillo del ojo a mi compañero.
-Se que puede parecer una tontería pero...¿Y si los divinos me están enviando una señal?.-Musité dubitativa.- Hay lugares abandonados en las tierras de mi gente...nunca los he explorado pero...quizás debería intentar llegar allí.-Miré el suelo repentinamente, percatándome de que llevar a mi amigo tan cerca de dundarak resultaba sumamente peligroso.-Quizás mas adelante...puede que solo haya sido un sueño.-Sacudí la cabeza intentando barrer ese sueño y  la esperanza que había suscitado para no poner  en riesgo a mi acompañante. Podía aprender a moverme un poco mejor así y tratar de llegar sola...o buscar un modo de que no corriera peligro antes de comprobar la veracidad de mi visión.

Victor había llegado a la misma conclusión que yo. Que la villa abandonada en el norte podía ser un buen lugar  en donde empezar a buscar, por desgracia, también había visto que mi intención al desestimar dicha idea no era porque creyera que  era una mala idea, si no por mi  preocupación por su propia integridad física.
Poco podía hacer en ese estado para ayudar al vampiro, pero de la misma manera no podía obligarlo ni retenerlo. Torcí  un poco el ceño, nada complacida con hacer correr riesgos a mi compañero tan desmesurados como acercarlo al ejercito de una nación entera que quería como poco su cabeza.

-¿Y si te encuentran?-Farfulle negando.-Es  peligroso que vayas al norte tan pronto.-Me quejé.
Si el precio que tenía que pagar para volver a mi forma de dragón era la vida de mi compañero, aceptaría mi condena con resignación con tal de que el vampiro siguiera disfrutando de su vida eterna.
-No puedo no preocuparme con la recompensa que te pusieron...incluso llegaron a la playa de los ancestros.-Me quejé intentando hacer  entender al vampiro no solo el peligro que corría si no cuanto me angustiaba que además de aquello no pudiera prestarle mi ayuda como defensa y escudo ante todos aquellos que le quisieran algún mal.-Ni siquiera deberíamos quedarnos aquí demasiado tiempo, estamos muy al norte...

Me levanté de su regazo quedando sentada en el suelo, con las manos juntas retorciéndome los dedos con nerviosismo y mirandole con una determinación que no podía defender en mi actual estado.
Maldije interiormente un poco mi torpeza, pero sobretodo lo que fuera que  me había dejado en aquel estado en el cual no era mas que un amasijo de carne blanda e  inútil, contenedora de ideas y principios que no podía defender.
-Podemos ir mas adelante..cuando no te busquen...-Ofrecí-Tarde o temprano se les olvidará, o tendrán otros asuntos a los que prestar atención.-Algo que quizás llevara años.

Lo escuché como siempre lo hacía, pues ni mis actuales circunstancias no eran capaces de paliar ni parte de mi interés, ni el en ningún aspecto el valor que tenía la palabra de alguien de confianza para mi. Sus argumentos eran, en un principio, lógicos, y es que si hubiera gente en el lugar difícilmente se llamaría poblado abandonado.
Torció el gesto cuando expuso lo ultimo, una broma que ambos sabíamos que sería graciosa siempre y cuando no pisara la ciudad de dundarak bajo ese pretexto.

Estaba a punto de replicar de todos modos, aunque fuera un poco cuando uso la baza del destino. No sabía si lo decía en serio o era para convencerme, pero aquello, tengo que admitir, que tuvo un gran efecto en mi.
Pues era muchísima casualidad, que en toda la geografía de aerandir hubiera tenido la suerte de terminar justo en la aldea en el preciso momento en el que iba el vampiro, y el, claramente había dicho que había tenido sueños premonitorios sobre mi estado y había acudido en mi búsqueda.
Si la mano de los seis no nos había empujado a cruzar nuestros caminos una vez mas, que viniera alguien y me explicara porque se habían desarrollado de aquel modo los acontecimientos.

De alguna forma el vampiro pareció leerme la mente en un principio y mi teoriación sobre los divinos y su mano en nuestro viaje, y cada vez que quise abrir la boca me interrumpía siguiendo con aceptación aquel deseo que había intentado alejar, y asegurándome un buen actuar en las cosas que me resultaban mas delicadas.
Finalmente empezó a hacer una traslación de conceptos con un árbol, recordándome la batalla propia de pocas semanas atrás.
-La ultima vez que intentaste alcanzar un fruto delante mio te cayeron la mitad encima.-Un amago de sonrisa se pinto en mi rostro durante una fracción de segundo, tan breve como un parpadeo, fruto de ese cómico recuerdo del vampiro peleando contra un frutal con nefastas consecuencias después de haber logrado ganarme de mano magistralmente en nuestros juegos en la playa.
Arrugué un poco la nariz, algo incomoda por la certeza de que Víctor me iba a llevar a ese lugar, sentía la emoción de estar cerca de mi otro yo, el miedo de aquel dragón oscuro y acechante, y sobre todo, una angustia que me encogía por dentro y me había quitado toda la sed o el hambre que pudiera tener por el peligro al que iba a someter a mi preciado compañero.

Intentando no retroalimentar mi congojo decidí entonces preguntar a mi compañero por esa comunicación que cada vez requería menos vocablos por mi parte.
-Víctor...¿Puedes leerme la mente?.