Rhea de Cos +18 [Quest] [Windorin Crownguard]
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Re: Rhea de Cos +18 [Quest] [Windorin Crownguard]
Tamo y sus hombres estaban frente a la casa donde había visto por última vez a Windorind. ¿Cómo había podido estar tan ciego? Se había disfrazado como una habitante más de Cos, pero era obvio que era ella. Ahora, lo veía obvio. Sus hombres, los que un día llamó amigos y compañeros, le estaban acusando con la mirada. Sabía en lo que pensando: Pensaban en lo sospechoso que era que la chica que ellos estaban persiguiendo apareció, justamente, en la casa de Tamo. ¿No era sospechoso? Sí, lo era. Claro que lo era. ¡Maldita sea! Si estuviera en la posición de sus compañeros, no dudaría en atar y luego quemar al presunto sospechoso. ¡Culpable! Oía como clamaban las voces de las cabezas de sus amigos.
Tamo se puso las manos en la cabeza y se estiró del pelo con tal de desahogar la rabia que sentía; lo que condujo a muchas otras miradas acusadoras. Iban a por él. Esperarían el momento idóneo para apuñalarle por la espalda por haber (presuntamente) ayudado a ocultar a Sheela (Serás idiota! Windorind y Sheela son la misma persona).
-La mataré- empezó a hablar con un susurro apenas inaudible que poco a poco fue convirtiéndose en un espantoso grito de locura- juro que la mataré. ¿Me estáis escuchando? Pues abrid bien vuestras jodidas orejas pues lo que os voy a decir es importante: ¡Voy a matar a esa puta aunque tenga que morir yo también!- tomó un sorbo de la poción de Rhea y volvió a hablar, otra vez, con un tono que pareciera que estuviera susurrando- juro que lo haré-.
Los tres hombres que acompañaban a Tamo se cruzaron una mirada entre ellos. No les hizo falta hablar. Perfectamente, comprendieron que los tres compartían la misma desconfianza hacia su líder. Qué rápido terminaría todo con una puñalada. Ipren tenía la mano en un cuchillo y miraba a Fardo como si le estuviera permiso para atacar a Tamo. A Dandare, el más alto de los tres, no le hizo falta pedir permiso. Se había situado detrás de Tamo para sujetarle por la espalda para cuando Ipren le apuñalase. Todo sería tan rápido, tan fácil y tan silencioso…
Tamo tuvo suerte, al otro lado de la calle, llegaron los Hombres Grandes, la guardia real de la Reina de Cos. El pelirrojo mostró su mejor y más demente sonrisa al ver que su salvación estaba a menos de veinte metros de distancia. Los Hombres Grandes eran personas, en un tiempo lo fueron, que lo dieron todo por Rhea de Cos. Los precios para sus pociones cada vez son más y más altos. Una vez alguien había pagado con su piel, sus ojos y sus órganos a la Reina, solo quedaba algo para darle. Ese algo es lo que separaba a los hombres de los Hombres Grandes. Seres horribles cuya piel se caía a pedazos como si tuvieran lepra, unos brillantes ojos que no pertenecían a la persona inicial y una sonrisa que jamás se borraba. Hombres Grandes, por siempre, al servicio de vuestra majestad: Rhea de Cos.
Tamo, igual que los otros hombres del grupo, sintieron una mezcla de admiración y odio hacia los Hombres Grandes. El caso de Tamo era especial. Él sabía que su hermana estaba convirtiéndose en uno de ello y que luchaba día tras día para resistir la adicción que la tenía presa. Las jaquecas, la piel, los dientes amarillos… incluso juraría que era unos centímetros más alta. Rhea siempre prefirió a Tami. No importaba para qué, Tami siempre era mejor que Tamo para todo.
-¡Te daré lo que quieras, un diente, mi lengua o un ojo!- Tamo insistía con pagar con sus propios monedas, pero la Reina de Cos se negaba con el dedo índice para luego señalar que, lo que realmente quería era a su hermana.
¡Traidora! Ella no quería pertenecer a la guardia de Rhea, no como Tamo. ¿Qué se había creído: qué solo por ser la pequeña de la familia, el ojito derecho de papá y mamá y la preferida de Rhea de Cos tenía derecho a arrebatar lo que más deseaba?
La voz de sus padres volvió a sonar en su mente, y esta vez no estaba soñando. Mamá ordenaba que la matase y papá lo repetía. Tamo arqueó la ceja en dirección a los Hombres Grandes y desenvainó la espada para señalar el lugar por dónde había visto marchar a su hermana.
-Por ahí, mis señores. Si son tan amables…-
Los dos Hombres Grandes se adelantaron, el grupo de Tamo iba detrás.
(¡Serás idiota! Windorind y Sheela son la misma persona!)
(Mátala)
(Mátalas)
Pensaba en hacerte lanzar la Voluntad de los Dioses; pero creo que no lo voy a hacer. No necesitas a los Dioses para herirte por ti misma.
Personajes prohibidos en el siguiente turno: Tamo, Rhea y el Bardo.
Tamo se puso las manos en la cabeza y se estiró del pelo con tal de desahogar la rabia que sentía; lo que condujo a muchas otras miradas acusadoras. Iban a por él. Esperarían el momento idóneo para apuñalarle por la espalda por haber (presuntamente) ayudado a ocultar a Sheela (Serás idiota! Windorind y Sheela son la misma persona).
-La mataré- empezó a hablar con un susurro apenas inaudible que poco a poco fue convirtiéndose en un espantoso grito de locura- juro que la mataré. ¿Me estáis escuchando? Pues abrid bien vuestras jodidas orejas pues lo que os voy a decir es importante: ¡Voy a matar a esa puta aunque tenga que morir yo también!- tomó un sorbo de la poción de Rhea y volvió a hablar, otra vez, con un tono que pareciera que estuviera susurrando- juro que lo haré-.
Los tres hombres que acompañaban a Tamo se cruzaron una mirada entre ellos. No les hizo falta hablar. Perfectamente, comprendieron que los tres compartían la misma desconfianza hacia su líder. Qué rápido terminaría todo con una puñalada. Ipren tenía la mano en un cuchillo y miraba a Fardo como si le estuviera permiso para atacar a Tamo. A Dandare, el más alto de los tres, no le hizo falta pedir permiso. Se había situado detrás de Tamo para sujetarle por la espalda para cuando Ipren le apuñalase. Todo sería tan rápido, tan fácil y tan silencioso…
Tamo tuvo suerte, al otro lado de la calle, llegaron los Hombres Grandes, la guardia real de la Reina de Cos. El pelirrojo mostró su mejor y más demente sonrisa al ver que su salvación estaba a menos de veinte metros de distancia. Los Hombres Grandes eran personas, en un tiempo lo fueron, que lo dieron todo por Rhea de Cos. Los precios para sus pociones cada vez son más y más altos. Una vez alguien había pagado con su piel, sus ojos y sus órganos a la Reina, solo quedaba algo para darle. Ese algo es lo que separaba a los hombres de los Hombres Grandes. Seres horribles cuya piel se caía a pedazos como si tuvieran lepra, unos brillantes ojos que no pertenecían a la persona inicial y una sonrisa que jamás se borraba. Hombres Grandes, por siempre, al servicio de vuestra majestad: Rhea de Cos.
Tamo, igual que los otros hombres del grupo, sintieron una mezcla de admiración y odio hacia los Hombres Grandes. El caso de Tamo era especial. Él sabía que su hermana estaba convirtiéndose en uno de ello y que luchaba día tras día para resistir la adicción que la tenía presa. Las jaquecas, la piel, los dientes amarillos… incluso juraría que era unos centímetros más alta. Rhea siempre prefirió a Tami. No importaba para qué, Tami siempre era mejor que Tamo para todo.
-¡Te daré lo que quieras, un diente, mi lengua o un ojo!- Tamo insistía con pagar con sus propios monedas, pero la Reina de Cos se negaba con el dedo índice para luego señalar que, lo que realmente quería era a su hermana.
¡Traidora! Ella no quería pertenecer a la guardia de Rhea, no como Tamo. ¿Qué se había creído: qué solo por ser la pequeña de la familia, el ojito derecho de papá y mamá y la preferida de Rhea de Cos tenía derecho a arrebatar lo que más deseaba?
La voz de sus padres volvió a sonar en su mente, y esta vez no estaba soñando. Mamá ordenaba que la matase y papá lo repetía. Tamo arqueó la ceja en dirección a los Hombres Grandes y desenvainó la espada para señalar el lugar por dónde había visto marchar a su hermana.
-Por ahí, mis señores. Si son tan amables…-
Los dos Hombres Grandes se adelantaron, el grupo de Tamo iba detrás.
(¡Serás idiota! Windorind y Sheela son la misma persona!)
(Mátala)
(Mátalas)
- Hombres Grandes:
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Windorin Crownguard: Viene uno de tus momentos preferidos de las misiones: La batalla. En este turno, estarás en La Alfombra de la Reina y te cruzas con los dos Hombres Grandes que no harán otra cosa más que intentar matarte. Deberás pelear contra ellos y el único mandado que debo poner es que debes de relatar como Tami y Aüre te ayudan en esta batalla Ya no estás sola en la visión. Tampoco luchas solas.Pensaba en hacerte lanzar la Voluntad de los Dioses; pero creo que no lo voy a hacer. No necesitas a los Dioses para herirte por ti misma.
Personajes prohibidos en el siguiente turno: Tamo, Rhea y el Bardo.
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Re: Rhea de Cos +18 [Quest] [Windorin Crownguard]
Las tres muchachas comenzaron el camino hasta el hogar de Rhea con una mezcla de emoción y temor que trataban de no mostrar, sobre todo por miedo a que aquellas emociones afectaran a las demás.
Iban una al lado de otra, a la izquierda Wind, en medio Aurë y a la derecha Tami, todas vigilando cualquier movimiento extraño que se produjera en el bosque o en cualquier parte del camino. Sabían que Rhea podía utilizar cualquier truco para asustarlas o incluso para acabar con ellas antes de que les diera tiempo a reaccionar debidamente, así que estar atentas a su entorno era lo mejor que podían hacer.
El conejo por su parte, parecía haberse quedado completamente dormido en la bolsa de la elfa, como si toda la tensión que se respiraba en el ambiente fuera completamente ajena a él. Quien fuera animal para vivir tan relajado.
La alfombra de Rhea era cada vez más escabrosa, comenzaba a costar caminar por ella, las rocas puntiagudas se clavaban en las botas y las plantas secas se aglutinaban en los laterales del camino “¿Tienen que cruzar esto cuando necesitan las pociones?” Pensaba Wind mientras examinaba el entorno tratando de buscar alguna alternativa más sencilla para llegar al hogar de la bruja -Este camino es cada vez peor- Dijo Tami con tono enojado, como si realmente le enfadara que el camino no fuera más sencillo -Con un poco de suerte será la última vez que tengamos que pasar por aquí- Respondió la elfa, tratando de infundir algo de optimismo a las muchachas. Aunque, al menos, parecía que las heridas causadas por aquella pelea con Tamo estaban despareciendo, ya apenas notaba un rastro dolorido en sus costillas, si seguía desapareciendo a aquel ritmo no tardaría en poder pelear con normalidad.
Después de unos minutos y antes de que el camino comenzara a estrecharse hasta el punto de tener que ir en fila, unos sonidos extraños comenzaron a llegar hasta las muchachas. Empezaban a escucharse pasos desde su espalda de por lo menos dos personas y aquello, no era buena señal -Viene alguien- Dijo Wind mientras se paraba en seco y colocaba su mano sobre el hombro de Aurë -Será alguien que va a ver a Rhea- Contestó Tami mientras se echaba la mano a la espada envainada, por si acaso. La pequeña medio-elfa miró a ambas muchachas, sabía que estaban mintiendo, sabían que aquello no era buena señal pero ella decidió permanecer quieta, girada, esperando a ver aquellas personas que se acercaban con malas intenciones.
Aquellos hombres eran malos, Aurë lo sabía, eran hombres que hacían cosas malas, muy malas, mataban gente y siempre sonreían además querían hacerlas daño, los hombres malos querían acabar con ellas pero ellas no iban a dejarse matar. Ellas tenían que hacer cosas buenas aún y no podían morir, debían hacer que esos hombres dejaran de hacer cosas malas.
Tami desenvainó la espada, cogiéndola con ambas manos mientras las piernas comenzaban a temblarle por la tensión mientras Wind sacó su arco, lo tensó y apuntó al hombre del hacha -Aurë, detrás. – Ordenó seria, mientras las dos muchachas con una mínima habilidad de combate, adoptaban posición ofensiva al ver como los hombres sonrientes se acercaban con las armas en mano. -Espero que sepas usar ese arco por lo menos tan bien como lo hiciste contra mi hermano- Dijo Tami con cierta burla en su voz, como si intentara quitarle hierro al asunto -Espero lo mismo de ti- Contestó Wind con nerviosismo mientras buscaba un buen momento para disparar.
Los hombres cada vez estaban más cerca y Wind apuntó al hombre de lel lucero del alba, al cuello, con la esperanza de acertar a la primera y acabar con la pelea en un solo disparo…pero no fue así. La flecha salió de sus dedos y rozó el rostro de aquel hombre, dejando una pequeña estela de sangre a su paso, pero ni siquiera cambió su expresión, como si aquella flecha no hubiera llegado a rozarle. El monstruo se acercó, levantó el arma con un medio giro y lo golpeó contra el suelo, tratando de partir el cráneo de la elfa, la cual esquivó el golpe en el último momento, echándose hacia la derecha mientras cargaba otra flecha y la disparaba. La segunda flecha impactó en el hombro derecho, pero él sólo la cogió con su mano libre y la tiró al suelo con desdén, como si aquello resultara absurdo y esos ataques no le hicieran ni siquiera cosquillas. Aquello comenzaba a ponerse feo, y tan sólo habían empezado.
La humana, al ver cómo Wind se encaraba con el hombre del lucero del alba, decidió que sólo le quedaba el hombre del hacha, así que se lanzó contra él sin miramientos, con la misma intención que su compañera de terminar rápido con aquello. Se lanzó con la espada por delante con la clara intención de golpear su pecho, pero la recibió el escudo de madera, haciendo que volviera hacia atrás y chasqueara la lengua molesta. Ahora era el turno del hombre, que atacó con el hacha hacia el torso de la muchacha, haciendo que ésta tuviera que retirarse hacia atrás y consiguiendo una pequeña herida en su estómago. Era una línea fina, que apenas había rozado su piel pero que le sacó un pequeño quejido al sentir la piel abriendose -Mierda- Maldijo por lo bajo y miró al hombre, que no pedía la sonrisa.
Wind miró a Tami un instante cuando la escuchó quejarse, haciendo que se despistara y no viera el siguiente golpe que se acercaba a ella. Apenas lo vio y se agachó, haciendo que aquel cate tan solo la peinara. “Maldita sea” Estaban en desventaja y eso lo sabía bien. En semejantes circunstancias, la pelea normal no iba a servir, así que cogió una flecha con la mano y se lanzó bajo el hombre, resvalando sobre su propio cuerpo y raspándose por el camino el lateral de su pierna al rozar contra las afiladas rocas del suelo. Una vez debajo, clavó tan rápido como pudo la flecha en su gemelo y siguiendo con el empujón salió de allí, quedando detrás del hombre. Éste soltó algo parecido a un bramido de dolor y se giró tan rápido que a Wind no le dio tiempo a levantarse de nuevo. Apenas tuvo tiempo de percatarse de la situación cuando la parte ferrosa impactó en su pierna, haciendo que un alarido de sufrimiento saliera de lo más profundo de su garganta por aquel dolor tan agudo en su pierna. Creía que iba a desmayarse, estaba segura que no podía resistir semejante tortura, pero cuando pensaba que la situación no podía empeorar, vio el lucero del alba de nuevo levantarse con la clara intención de destrozar su cabeza. La elfa ya estaba pensando en que allí acababa su aventura, cuando, justo antes de que cayera sobre su cráneo convirtiéndolo en papilla sobre el suelo, apareció el golem que recibió el impacto. Ante aquella inesperada aparición, el hombre se echó para atrás mientras Wind trataba de recuperar la respiración sin mirarse la pierna aún, por temor a lo que podía encontrar.
Aquel alarido de dolor dejó a Aurë completamente horrorizada, pero aún más sorprendida quedó al ver al golem aparecer encima de la muchacha. Ella quería hacer cosas buenas como Wind y Tami, pero no podía acercarse, así que trató de curarla en la distancia con palabras de súplica elevadas a los cielos. Debía quedarse atrás, tratando de, al menos, no estar en medio, después ayudaría de cerca con sus manitas a sus dos nuevas compañeras que hacían cosas buenas, pero aún no, debía curar desde lejos, debia hacer cosas buenas sin estar en medio.
Tami continuó con su pelea, tratando de no distraerse con la pelea de Sheela. Volvió a lanzarse contra el escudo del hombre, pero en vez de atacar al pecho, en el ultimo momento atacó a la mano del hacha, cortándola hasta la mitad y descolgándose del todo por el peso del propio arma. Un bramido salió desde lo profundo de su garganta, haciendo que Tami esbozara una pequeña sonrisa de satisfacción, pero no tuvo tiempo de regocijarse en aquella victoria pues, instantes después escuchó el alarido de la peliazul, se giró y vio al golem y una pierna aplastada ¿Qué demonios acababa de suceder? No lo sabía, pero tampoco lo pensó mucho más, así que se lanzó levantando la espada contra la espalda del hombre que había agredido a su compañera mientras el del hacha, soltaba el escudo y cogía su arma con la izquierda.
La muchacha alcanzó al hombre por la espalda, propiciándole un agujero en la espalda que cruzó hasta el otro lado de su abdomen. Otro bramido de dolor por parte de aquel monstruo del cual comenzó a fluir el líquido carmesí, manchando todas sus ropas. El golem empujó al hombre aún más hacia la espada -Aparta Tami- Exclamó Wind con una voz tosca y, con otro empujón y la espada aun atravesándole el estómago, la mole tiró de espaldas al hombre clavandole aún más el arma y haciendo que Tami quedara desarmada, pero con un enemigo menos.
En cuanto aquel enemigo cayó de espaldas, el hacha alcanzó el hombro de la humana. Wind apenas tuvo tiempo de verlo y, aun tirada en el suelo, cargo el arco a una velocidad sorprendente y, en cuanto el hacha comenzó a rozar el hombro de la pelirroja, una flecha salió disparada hasta su cabeza, haciendo que la sonrisa desapareciera y cayera él también de espaldas, formando una T con el otro hombre.
Un alarido de dolor salió de la boca de Tami, se llevó la mano al hombro y cayó al suelo de rodillas mientras la sangre comenzaba a fluir por su pecho. “Maldita sea, esto no debería haber resultado así” Pensó la peliazul abatida mientras comenzaba a mirarse la pierna.
Wind se incorporó, quedando sentada y el golem se apartó mientras Aurë se acercaba a ellas corriendo para comenzar a curarlas como buenamente podía. No sabía si podría sanarlas del todo, pero ella hacía cosas tan buenas como sus compañeras y podía ayudarlas a que el dolor desapareciera, ellas habían hecho cosas buenas y era el turno de que ella también las hiciera.
La herida de su pierna era fea, la tibia había acabado completamente molida, haciendo que parte de su pierna pareciera un flan sin consistencia. El hueso asomaba por la parte de delante y la sangre escurría hasta formar un charco bajo su pierna, aquello no sería fácil de sanar.
Tami por su parte, no quiso mirar la herida de unos 5 cm que atravesaba su hombro, con la esperanza de que, si no la veía, no le dolería tanto.
Ambas muchachas se quedaron ahí, tiradas en el suelo, esperando que Aurë siguiera sanándolas poco a poco, mientras Wind comenzaba a implorar plegarias igual que lo hacía la pequeña. Le daba igual que descubrieran su tapadera, lo más importante era sanar cuanto antes -Aurë, ve a curar a Tami ¿Vale? Yo puedo sola- Dijo en un murmuro mientras seguía implorando a los cielos que aquella espantosa herida de su pierna, despareciera pronto.
La escena resultaba, cuanto menos grotesca. La sangre parecía haber salido por litros durante la pelea, formando charcos carmesí por todas partes, la mano amputada permanecía en el suelo junto al escudo de madera. A escasos metros estaban los cadáveres de los dos hombres, uno de ellos con la flecha clavada entre los ojos y el otro con la espada aun atravesando su estómago mientras la sangre seguía saliendo de sus cuerpos y formaba charcos aún más grandes bajo ellos. Por otra parte, las muchachas permanecían en el suelo, tratando de lidiar con aquellas espantosas heridas -Por los pelos- Dijo Tami, cuando pudo volver a hablar -Por los pelos- Repitió Wind mientras mandaba al golem a rematar los cuerpos -Por favor, cerrad los ojos, no mireis- dijo la muchacha a continuación.
Apenas vio que ambas la habían obedecido cuando el golem, machacó las cabezas de aquellos hombres con los puños. Un golpe seco con ambos brazos sobre cada uno bastó para convertirlos en una masa rojiza sobre el suelo. Ahora Wind podía estar segura de que aquellos hombres no iban a levantarse, por muy no-muertos que parecieran estar.
Iban una al lado de otra, a la izquierda Wind, en medio Aurë y a la derecha Tami, todas vigilando cualquier movimiento extraño que se produjera en el bosque o en cualquier parte del camino. Sabían que Rhea podía utilizar cualquier truco para asustarlas o incluso para acabar con ellas antes de que les diera tiempo a reaccionar debidamente, así que estar atentas a su entorno era lo mejor que podían hacer.
El conejo por su parte, parecía haberse quedado completamente dormido en la bolsa de la elfa, como si toda la tensión que se respiraba en el ambiente fuera completamente ajena a él. Quien fuera animal para vivir tan relajado.
La alfombra de Rhea era cada vez más escabrosa, comenzaba a costar caminar por ella, las rocas puntiagudas se clavaban en las botas y las plantas secas se aglutinaban en los laterales del camino “¿Tienen que cruzar esto cuando necesitan las pociones?” Pensaba Wind mientras examinaba el entorno tratando de buscar alguna alternativa más sencilla para llegar al hogar de la bruja -Este camino es cada vez peor- Dijo Tami con tono enojado, como si realmente le enfadara que el camino no fuera más sencillo -Con un poco de suerte será la última vez que tengamos que pasar por aquí- Respondió la elfa, tratando de infundir algo de optimismo a las muchachas. Aunque, al menos, parecía que las heridas causadas por aquella pelea con Tamo estaban despareciendo, ya apenas notaba un rastro dolorido en sus costillas, si seguía desapareciendo a aquel ritmo no tardaría en poder pelear con normalidad.
Después de unos minutos y antes de que el camino comenzara a estrecharse hasta el punto de tener que ir en fila, unos sonidos extraños comenzaron a llegar hasta las muchachas. Empezaban a escucharse pasos desde su espalda de por lo menos dos personas y aquello, no era buena señal -Viene alguien- Dijo Wind mientras se paraba en seco y colocaba su mano sobre el hombro de Aurë -Será alguien que va a ver a Rhea- Contestó Tami mientras se echaba la mano a la espada envainada, por si acaso. La pequeña medio-elfa miró a ambas muchachas, sabía que estaban mintiendo, sabían que aquello no era buena señal pero ella decidió permanecer quieta, girada, esperando a ver aquellas personas que se acercaban con malas intenciones.
- Armas:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Aquellos hombres eran malos, Aurë lo sabía, eran hombres que hacían cosas malas, muy malas, mataban gente y siempre sonreían además querían hacerlas daño, los hombres malos querían acabar con ellas pero ellas no iban a dejarse matar. Ellas tenían que hacer cosas buenas aún y no podían morir, debían hacer que esos hombres dejaran de hacer cosas malas.
Tami desenvainó la espada, cogiéndola con ambas manos mientras las piernas comenzaban a temblarle por la tensión mientras Wind sacó su arco, lo tensó y apuntó al hombre del hacha -Aurë, detrás. – Ordenó seria, mientras las dos muchachas con una mínima habilidad de combate, adoptaban posición ofensiva al ver como los hombres sonrientes se acercaban con las armas en mano. -Espero que sepas usar ese arco por lo menos tan bien como lo hiciste contra mi hermano- Dijo Tami con cierta burla en su voz, como si intentara quitarle hierro al asunto -Espero lo mismo de ti- Contestó Wind con nerviosismo mientras buscaba un buen momento para disparar.
Los hombres cada vez estaban más cerca y Wind apuntó al hombre de lel lucero del alba, al cuello, con la esperanza de acertar a la primera y acabar con la pelea en un solo disparo…pero no fue así. La flecha salió de sus dedos y rozó el rostro de aquel hombre, dejando una pequeña estela de sangre a su paso, pero ni siquiera cambió su expresión, como si aquella flecha no hubiera llegado a rozarle. El monstruo se acercó, levantó el arma con un medio giro y lo golpeó contra el suelo, tratando de partir el cráneo de la elfa, la cual esquivó el golpe en el último momento, echándose hacia la derecha mientras cargaba otra flecha y la disparaba. La segunda flecha impactó en el hombro derecho, pero él sólo la cogió con su mano libre y la tiró al suelo con desdén, como si aquello resultara absurdo y esos ataques no le hicieran ni siquiera cosquillas. Aquello comenzaba a ponerse feo, y tan sólo habían empezado.
La humana, al ver cómo Wind se encaraba con el hombre del lucero del alba, decidió que sólo le quedaba el hombre del hacha, así que se lanzó contra él sin miramientos, con la misma intención que su compañera de terminar rápido con aquello. Se lanzó con la espada por delante con la clara intención de golpear su pecho, pero la recibió el escudo de madera, haciendo que volviera hacia atrás y chasqueara la lengua molesta. Ahora era el turno del hombre, que atacó con el hacha hacia el torso de la muchacha, haciendo que ésta tuviera que retirarse hacia atrás y consiguiendo una pequeña herida en su estómago. Era una línea fina, que apenas había rozado su piel pero que le sacó un pequeño quejido al sentir la piel abriendose -Mierda- Maldijo por lo bajo y miró al hombre, que no pedía la sonrisa.
Wind miró a Tami un instante cuando la escuchó quejarse, haciendo que se despistara y no viera el siguiente golpe que se acercaba a ella. Apenas lo vio y se agachó, haciendo que aquel cate tan solo la peinara. “Maldita sea” Estaban en desventaja y eso lo sabía bien. En semejantes circunstancias, la pelea normal no iba a servir, así que cogió una flecha con la mano y se lanzó bajo el hombre, resvalando sobre su propio cuerpo y raspándose por el camino el lateral de su pierna al rozar contra las afiladas rocas del suelo. Una vez debajo, clavó tan rápido como pudo la flecha en su gemelo y siguiendo con el empujón salió de allí, quedando detrás del hombre. Éste soltó algo parecido a un bramido de dolor y se giró tan rápido que a Wind no le dio tiempo a levantarse de nuevo. Apenas tuvo tiempo de percatarse de la situación cuando la parte ferrosa impactó en su pierna, haciendo que un alarido de sufrimiento saliera de lo más profundo de su garganta por aquel dolor tan agudo en su pierna. Creía que iba a desmayarse, estaba segura que no podía resistir semejante tortura, pero cuando pensaba que la situación no podía empeorar, vio el lucero del alba de nuevo levantarse con la clara intención de destrozar su cabeza. La elfa ya estaba pensando en que allí acababa su aventura, cuando, justo antes de que cayera sobre su cráneo convirtiéndolo en papilla sobre el suelo, apareció el golem que recibió el impacto. Ante aquella inesperada aparición, el hombre se echó para atrás mientras Wind trataba de recuperar la respiración sin mirarse la pierna aún, por temor a lo que podía encontrar.
Aquel alarido de dolor dejó a Aurë completamente horrorizada, pero aún más sorprendida quedó al ver al golem aparecer encima de la muchacha. Ella quería hacer cosas buenas como Wind y Tami, pero no podía acercarse, así que trató de curarla en la distancia con palabras de súplica elevadas a los cielos. Debía quedarse atrás, tratando de, al menos, no estar en medio, después ayudaría de cerca con sus manitas a sus dos nuevas compañeras que hacían cosas buenas, pero aún no, debía curar desde lejos, debia hacer cosas buenas sin estar en medio.
Tami continuó con su pelea, tratando de no distraerse con la pelea de Sheela. Volvió a lanzarse contra el escudo del hombre, pero en vez de atacar al pecho, en el ultimo momento atacó a la mano del hacha, cortándola hasta la mitad y descolgándose del todo por el peso del propio arma. Un bramido salió desde lo profundo de su garganta, haciendo que Tami esbozara una pequeña sonrisa de satisfacción, pero no tuvo tiempo de regocijarse en aquella victoria pues, instantes después escuchó el alarido de la peliazul, se giró y vio al golem y una pierna aplastada ¿Qué demonios acababa de suceder? No lo sabía, pero tampoco lo pensó mucho más, así que se lanzó levantando la espada contra la espalda del hombre que había agredido a su compañera mientras el del hacha, soltaba el escudo y cogía su arma con la izquierda.
La muchacha alcanzó al hombre por la espalda, propiciándole un agujero en la espalda que cruzó hasta el otro lado de su abdomen. Otro bramido de dolor por parte de aquel monstruo del cual comenzó a fluir el líquido carmesí, manchando todas sus ropas. El golem empujó al hombre aún más hacia la espada -Aparta Tami- Exclamó Wind con una voz tosca y, con otro empujón y la espada aun atravesándole el estómago, la mole tiró de espaldas al hombre clavandole aún más el arma y haciendo que Tami quedara desarmada, pero con un enemigo menos.
En cuanto aquel enemigo cayó de espaldas, el hacha alcanzó el hombro de la humana. Wind apenas tuvo tiempo de verlo y, aun tirada en el suelo, cargo el arco a una velocidad sorprendente y, en cuanto el hacha comenzó a rozar el hombro de la pelirroja, una flecha salió disparada hasta su cabeza, haciendo que la sonrisa desapareciera y cayera él también de espaldas, formando una T con el otro hombre.
Un alarido de dolor salió de la boca de Tami, se llevó la mano al hombro y cayó al suelo de rodillas mientras la sangre comenzaba a fluir por su pecho. “Maldita sea, esto no debería haber resultado así” Pensó la peliazul abatida mientras comenzaba a mirarse la pierna.
Wind se incorporó, quedando sentada y el golem se apartó mientras Aurë se acercaba a ellas corriendo para comenzar a curarlas como buenamente podía. No sabía si podría sanarlas del todo, pero ella hacía cosas tan buenas como sus compañeras y podía ayudarlas a que el dolor desapareciera, ellas habían hecho cosas buenas y era el turno de que ella también las hiciera.
La herida de su pierna era fea, la tibia había acabado completamente molida, haciendo que parte de su pierna pareciera un flan sin consistencia. El hueso asomaba por la parte de delante y la sangre escurría hasta formar un charco bajo su pierna, aquello no sería fácil de sanar.
Tami por su parte, no quiso mirar la herida de unos 5 cm que atravesaba su hombro, con la esperanza de que, si no la veía, no le dolería tanto.
Ambas muchachas se quedaron ahí, tiradas en el suelo, esperando que Aurë siguiera sanándolas poco a poco, mientras Wind comenzaba a implorar plegarias igual que lo hacía la pequeña. Le daba igual que descubrieran su tapadera, lo más importante era sanar cuanto antes -Aurë, ve a curar a Tami ¿Vale? Yo puedo sola- Dijo en un murmuro mientras seguía implorando a los cielos que aquella espantosa herida de su pierna, despareciera pronto.
La escena resultaba, cuanto menos grotesca. La sangre parecía haber salido por litros durante la pelea, formando charcos carmesí por todas partes, la mano amputada permanecía en el suelo junto al escudo de madera. A escasos metros estaban los cadáveres de los dos hombres, uno de ellos con la flecha clavada entre los ojos y el otro con la espada aun atravesando su estómago mientras la sangre seguía saliendo de sus cuerpos y formaba charcos aún más grandes bajo ellos. Por otra parte, las muchachas permanecían en el suelo, tratando de lidiar con aquellas espantosas heridas -Por los pelos- Dijo Tami, cuando pudo volver a hablar -Por los pelos- Repitió Wind mientras mandaba al golem a rematar los cuerpos -Por favor, cerrad los ojos, no mireis- dijo la muchacha a continuación.
Apenas vio que ambas la habían obedecido cuando el golem, machacó las cabezas de aquellos hombres con los puños. Un golpe seco con ambos brazos sobre cada uno bastó para convertirlos en una masa rojiza sobre el suelo. Ahora Wind podía estar segura de que aquellos hombres no iban a levantarse, por muy no-muertos que parecieran estar.
Última edición por Windorind Crownguard el Sáb Abr 22 2017, 13:33, editado 1 vez
Windorind Crownguard
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Re: Rhea de Cos +18 [Quest] [Windorin Crownguard]
Rikka estaba sentada en una enorme roca en la entrada de la cabaña de la bruja. Hacía horas que había salido de allí. Se encontraba tan débil y cansada que tuvo que sentarse en el primer sitio medio cómodo que encontró y echarse a llorar, o a intentarlo. Tenía las dos manos apoyadas sobre la cara y la arrugaba como si estuviera llorando. Nada. No salía nada. El único que emanaba venía de la cuenca donde debía de estar su ojo izquierdo; la Reina de Cos se lo había arrancado de cuajo. Rikka cerró los párpados, negó con la cabeza repetidas veces y lloró con la voz. Aunque, no hubieran lágrimas en sus ojos (en su ojo, se tenía que acostumbrar que ahora solo tendría uno), sus lamentos eran los de alguien que estaba llorando.
No lloraba por el dolor de haber tenido que sufrir; para nada. La bruja le había dado una poción después de arrancarle el ojo para que no le doliera. Desde entonces, Rikka no sintió absolutamente nada. Era como si ese cuerpo no fuera el suyo (le pertenecía a Rhea). Podía mover los brazos y las piernas, pero lo hacía como si fueran los miembros de los muñecos de los títeres. No era ella. Estaba convencida. Desde que la bruja le obligó a beberse la poción, Rikka dejó de ser Rikka. ¿Dónde había quedado el dolor por haber perdido un ojo o el agrio sabor a bilis que le dejó haber vomitado las tostadas del desayuno? Todo había desaparecido: El dolor, el miedo, el nerviosismo, el sabor a bilis… Todo. Esa era la razón por la lloraba. Rikka había dejado de ser ella misma para convertirse en una marioneta de la Reina de Cos. A partir de ahora, siempre tendría la misma cara carente de emociones, sus movimientos serían torpes y no sentiría nunca más nada.
¿Qué pensaría mamá? A papá le convirtieron en un Hombre Grande hace dos semanas. Rikka lo había visto varias veces llevando una espada gigante. Él no le reconoció. ¿Habría bebido de la misma poción que le acababan de dar a ella? Rikka pensaba que era posible, pero esa poción no fue lo que le convirtió en un Hombre Grande. La poción solo tenía el poder de convertir a la gente en nada. Los Hombres Grandes nacían del dolor, del sufrimiento y, sobre todo, del amor hacia los demás; no de la nada. Ella, que había vivido la transformación de su padre, sabía mejor que nadie que los Hombres Grandes son fruto del amor. Papá amaba a mamá y Rikka más que a ninguna otra persona. Nadie podía decir que no. Nadie. Si papá mató a mamá fue porque le amaba (si Tamo quiere matar a Tami es porque le ama). Rhea cogía ese amor y lo doblaba hasta tal punto que podía someter a cualquier persona a su voluntad. ¿Cómo? Nadie lo sabía y todos la odiaban y temían, por partes iguales, por ese mismo motivo.
Rikka se quitó las manos de la cara y se puso la banda para el vacío del ojo que Rhe le había dado (más bien, se lo había tirado en la cara). Si era marioneta de la Reina, tenía que vestir como ella quería que vistiera.
No pudo evitar mirar hacia delante y ver al Hombre Grande que fue su padre morir. Un pequeño monstruo de roca le había reventado la cabeza de un solo golpe. Rikka no sintió dolor al ver a papá morir. Solo se quedó mirándolo con la mirada fija en la escena. Sin sentimientos, sin emoción, sin nada.
La pequeña, Aüre, obedeció al instante las palabras de Sheela y cerró los ojos con tanta fuerza que aparecieron arrugas en su contorno. El conejo también hizo lo propio y se tapó los ojos con sus orejas. Tami, sin embargo, mantuvo la vista fija sin parpadear. No era lo más grotesco que había visto, aunque deseaba que así lo fuera.
Cuando el golem terminó, Tami bajó la cabeza con miedo de cruzar su mirada con la de Sheela. No podía verla a la cara. Ni a ella, ni a nadie. Se sentía avergonzada por lo que Rhea le obligó a hacer. No fue su culpa. ¡Ella la quería! ¿Es que nadie comprendía lo mucho que la amaba? Era su mejor amiga. La única persona, a parte de su hermano Tamo, que le ayudó a superar la muerte de papá y mamá. ¿Por qué tuvo que matarla?
Las manos de Tami comenzaron a temblar. Faltó poco para que se le resbalase la espada. Le faltaban fuerzas para seguir sosteniéndola. Le faltaban fuerzas para sostenerse a sí misma. Cayó de rodillas delante de los cadáveres de los Hombres Grandes.
-Yo la maté. Maté. No me había dado cuenta hasta ahora. Siento como si una nube negra me hubiera ocultado los recuerdos que tenía de ella. ¿Me creerás si te digo que olvidé su nombre?- sonrió entre lágrimas de dolor- Erika. Así se llamaba. Es un nombre muy bonito. Eso es algo que se lo dije pocas veces y me gustaría poder volver a decírselo. Pero no puedo porque Rhea me dijo que la matase y yo obedecí. Era el precio que tenía que pagar por su medicina. ¡Necesitaba su medicina! No soportaba más el dolor de cabeza y tuve que… - la frase se ahogó en un llanto aterrador.
Las jaquecas habían desaparecido gracias a Sheela y, con ellas, las nubes negras que ocupaban su mente. Poco a poco, recordaba más sobre sus padres, su hermano Tamo y Erika.
-Lo siento…- habló mirando directamente a los ojos de Sheela pero las palabras estaban dirigidas tanto a ella como a Erika y Tamo- Lo siento…-
Windorin Crownguard: Empecemos, si te parece, por lo más importante: Tami te ha contado ese secreto que tanta veces ha sido mencionado en el transcurso de la misión y nunca se ha desvelado. Es una buena noticia que te lo haya contado, pues, se nota que, cada vez, está más curada de la adicción a las pociones de Rhea de Cos. Uno de tus objetivos en este post, obviamente, será la de alentarla y que vuelva a ponerse en camino. Como sé que no disfrutas tanto los post más de hablar, en este tema tendrás otro objetivo en el que sí te podrás lucir: Conocer a Rikka. Es la cuarta y última “loli” de tu equipo. Si la curas, tanto física como psicológicamente, te ayudará a vencer a la bruja.
Personajes prohibidos en el siguiente turno: Rhea,y el Bardo.
No lloraba por el dolor de haber tenido que sufrir; para nada. La bruja le había dado una poción después de arrancarle el ojo para que no le doliera. Desde entonces, Rikka no sintió absolutamente nada. Era como si ese cuerpo no fuera el suyo (le pertenecía a Rhea). Podía mover los brazos y las piernas, pero lo hacía como si fueran los miembros de los muñecos de los títeres. No era ella. Estaba convencida. Desde que la bruja le obligó a beberse la poción, Rikka dejó de ser Rikka. ¿Dónde había quedado el dolor por haber perdido un ojo o el agrio sabor a bilis que le dejó haber vomitado las tostadas del desayuno? Todo había desaparecido: El dolor, el miedo, el nerviosismo, el sabor a bilis… Todo. Esa era la razón por la lloraba. Rikka había dejado de ser ella misma para convertirse en una marioneta de la Reina de Cos. A partir de ahora, siempre tendría la misma cara carente de emociones, sus movimientos serían torpes y no sentiría nunca más nada.
¿Qué pensaría mamá? A papá le convirtieron en un Hombre Grande hace dos semanas. Rikka lo había visto varias veces llevando una espada gigante. Él no le reconoció. ¿Habría bebido de la misma poción que le acababan de dar a ella? Rikka pensaba que era posible, pero esa poción no fue lo que le convirtió en un Hombre Grande. La poción solo tenía el poder de convertir a la gente en nada. Los Hombres Grandes nacían del dolor, del sufrimiento y, sobre todo, del amor hacia los demás; no de la nada. Ella, que había vivido la transformación de su padre, sabía mejor que nadie que los Hombres Grandes son fruto del amor. Papá amaba a mamá y Rikka más que a ninguna otra persona. Nadie podía decir que no. Nadie. Si papá mató a mamá fue porque le amaba (si Tamo quiere matar a Tami es porque le ama). Rhea cogía ese amor y lo doblaba hasta tal punto que podía someter a cualquier persona a su voluntad. ¿Cómo? Nadie lo sabía y todos la odiaban y temían, por partes iguales, por ese mismo motivo.
Rikka se quitó las manos de la cara y se puso la banda para el vacío del ojo que Rhe le había dado (más bien, se lo había tirado en la cara). Si era marioneta de la Reina, tenía que vestir como ella quería que vistiera.
No pudo evitar mirar hacia delante y ver al Hombre Grande que fue su padre morir. Un pequeño monstruo de roca le había reventado la cabeza de un solo golpe. Rikka no sintió dolor al ver a papá morir. Solo se quedó mirándolo con la mirada fija en la escena. Sin sentimientos, sin emoción, sin nada.
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La pequeña, Aüre, obedeció al instante las palabras de Sheela y cerró los ojos con tanta fuerza que aparecieron arrugas en su contorno. El conejo también hizo lo propio y se tapó los ojos con sus orejas. Tami, sin embargo, mantuvo la vista fija sin parpadear. No era lo más grotesco que había visto, aunque deseaba que así lo fuera.
Cuando el golem terminó, Tami bajó la cabeza con miedo de cruzar su mirada con la de Sheela. No podía verla a la cara. Ni a ella, ni a nadie. Se sentía avergonzada por lo que Rhea le obligó a hacer. No fue su culpa. ¡Ella la quería! ¿Es que nadie comprendía lo mucho que la amaba? Era su mejor amiga. La única persona, a parte de su hermano Tamo, que le ayudó a superar la muerte de papá y mamá. ¿Por qué tuvo que matarla?
Las manos de Tami comenzaron a temblar. Faltó poco para que se le resbalase la espada. Le faltaban fuerzas para seguir sosteniéndola. Le faltaban fuerzas para sostenerse a sí misma. Cayó de rodillas delante de los cadáveres de los Hombres Grandes.
-Yo la maté. Maté. No me había dado cuenta hasta ahora. Siento como si una nube negra me hubiera ocultado los recuerdos que tenía de ella. ¿Me creerás si te digo que olvidé su nombre?- sonrió entre lágrimas de dolor- Erika. Así se llamaba. Es un nombre muy bonito. Eso es algo que se lo dije pocas veces y me gustaría poder volver a decírselo. Pero no puedo porque Rhea me dijo que la matase y yo obedecí. Era el precio que tenía que pagar por su medicina. ¡Necesitaba su medicina! No soportaba más el dolor de cabeza y tuve que… - la frase se ahogó en un llanto aterrador.
Las jaquecas habían desaparecido gracias a Sheela y, con ellas, las nubes negras que ocupaban su mente. Poco a poco, recordaba más sobre sus padres, su hermano Tamo y Erika.
-Lo siento…- habló mirando directamente a los ojos de Sheela pero las palabras estaban dirigidas tanto a ella como a Erika y Tamo- Lo siento…-
- Rikka:
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Windorin Crownguard: Empecemos, si te parece, por lo más importante: Tami te ha contado ese secreto que tanta veces ha sido mencionado en el transcurso de la misión y nunca se ha desvelado. Es una buena noticia que te lo haya contado, pues, se nota que, cada vez, está más curada de la adicción a las pociones de Rhea de Cos. Uno de tus objetivos en este post, obviamente, será la de alentarla y que vuelva a ponerse en camino. Como sé que no disfrutas tanto los post más de hablar, en este tema tendrás otro objetivo en el que sí te podrás lucir: Conocer a Rikka. Es la cuarta y última “loli” de tu equipo. Si la curas, tanto física como psicológicamente, te ayudará a vencer a la bruja.
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Re: Rhea de Cos +18 [Quest] [Windorin Crownguard]
Wind no se fijó demasiado en si las muchachas habían obedecido su orden o no. Estaba dolorida y cansada por aquella pelea que tan intensa había resultado ser, lo cierto era que no tenía ganas ni fuerza suficiente como para aguantar insubordinaciones, si Tami quería mirar, era libre de hacerlo, al fin y al cabo, si la elfina lo había dicho, era para que ellas no acabaran con el estómago revuelto o con pesadillas. La peliazul ya comenzaba a estar durada de espanto y, al fin y al cabo, las pesadillas era algo que ya tenía ¿Qué importaba una más?
El golem acabó con aquellos hombres en un instante. Si alguien que miraba hubiera pestañeado, se lo habría perdido. Ahora, a parte de los charcos de sangre, también había una masa rosada con trozos de hueso por el suelo -Ya está- Dijo Wind cuando el espectáculo hubo finalizado -Pero recomiendo no mirarlo, sigue siendo algo desagradable- Añadió mientras miraba con especial énfasis a Aurë, la cual, abrió los ojos despacio y no dirigió en ningún momento la vista hacia los cuerpos que yacían en el suelo. Ella estaba muy ocupada haciendo cosas buenas por sus compañeras, debía curarlas rápido, no podía dejar que siguieran heridas o si no, no podrían acabar con la bruja que hacía cosas malas.
Tami se levantó, dejando a la pequeña en el suelo estupefacta, ella no había acabado de sanarla, y sin embargo se había levantado, pero no tenía tiempo que perder, así que se acercó a la peliazul para ayudarla con su pierna, la cual, comenzaba a tener un aspecto algo más saludable. La herida se estaba cerrando por momentos y, ya parecía tener algo de consistencia porque el hueso había vuelto a su sitio.
La mirada de la humana parecía rehuir la de Wind “¿Acaso ha sido demasiado para ella?” Pensó preocupada mientras se maldecía por no haber insistido un poco más en que cerrara los ojos - ¿Estás bien Tami? - Preguntó preocupada, al mismo tiempo que la pelirroja se acercaba a los cadáveres. Dio una patada al hombre del hacha y la elfa hizo que el golem le diera un empujón para que se quedara de medio lado.
La muchacha cogió la espada de un tirón con la mano que no se sujetaba el hombro y la dejó en su mano, la cual comenzaba a temblar como si un temor inhumano hubiera embargado a la muchacha. Wind dejó de sanarse y se centró en la humana que no le había dado respuesta a aquella pregunta, aunque fuera solo para disipar sus temores - ¿Tami? - Llamó con cierto temor en la voz, estaba comenzando a preocuparse de verdad ¿Se había pasado con la agresividad? Tal vez le estaba exigiendo demasiado a aquella muchacha que poco conocía de batallas y asesinatos.
Sin una contestación, la pelirroja cayó al suelo de rodillas, al mismo tiempo que soltaba su espada en un lateral, probablemente debido a las fuerzas que le fallaban por lo que sea que la había aterrado tanto.
La peliazul comenzó a plantearse seriamente levantarse para ver si podía hacer reaccionar a Tami, pero ni podía hacer eso, ni tampoco hizo falta. La voz comenzó a salir de los labios de la humana haciendo que Wind comenzara a mirarla con auténtica estupefacción.
Escuchó en silencio aquellas declaraciones al mismo tiempo que su rostro esgrimía una mueca de asombro y extrañeza, como si no comprendiera que era lo que estaba escuchando -¿A quién mataste?- Preguntó la elfina sin terminar de comprender demasiado bien de que iba todo aquello en cuanto Tami se calló unos instantes antes de retomar aquel monólogo autocompasivo.
Wind esperó a que terminara de explicarse antes de volver a hablar -Por todos los cielos Tami, no puedes culparte por eso. Si no eras consciente de tus actos y, además, estabas siendo controlada por Rhea ¿Qué podías haber hecho? - suspiró y sonrió escuetamente a la muchacha en cuanto ésta comenzó a disculparse en bucle -Cálmate Tami, no tienes la culpa de eso. No serás la primera ni la última que comete una locura por culpa de una droga- Añadió con la esperanza de calmar a la pelirroja -Yo tampoco estoy exenta de cometer atrocidades, quien más y quien menos, ha cometido alguna- Se encogió de hombros con tranquilidad, restándole importancia y se acercó a la muchacha con un quejido por el dolor de su pierna. La abrazó, quedando ambas de rodillas y le acarició el cabello despacio -No te atormentes, quédate con las cosas buenas que viviste con esa chica y haz que Rhea pague por lo que te obligó a hacer- Se separó y volvió a sonreírle -Vamos a hacerle pagar por todo lo que te ha hecho- Le depositó un beso en la frente y, de repente vio de fondo a una muchacha sentada en una roca.
Aurë miró aquella escena mientras pensaba en que sus amigas, desde luego, eran buenas personas. Desde luego hacían cosas muy buenas y, querían hacer aún más. Mientras observaba, seguía sanando a las muchachas desde lejos, haciendo que las heridas y el dolor siguieran disminuyendo poco a poco.
Al mismo tiempo, al conejo parecía haber decidido que permanecer en la bolsa no era entretenido, así que salió hacía un rato para poder moverse un poco y, ya de paso, intentar quitarse aquella mugre que seguía sobre su blanco pelaje.
En cuanto Wind vio a aquella muchacha, quedó con la vista fijada en ella para, al poco tiempo percatarse de que, de su boca, salían unos quejidos propios del llanto, a pesar de que no parecía haber lágrimas en sus ojos -Chicas ¿Conocéis a esa muchacha? – Preguntó mientras señalaba a la chiquilla tuerta que parecía estar prestando cierta atención a la escena que mantenían al lado de los cadáveres.
Tanto Tami como Aurë se giraron para observar a aquella muchacha. La escudriñaron unos instantes y ambas asintieron -Es una chica del pueblo… Rikka creo que se llama- Explicó Tami mientras volvía a dirigir la mirada hacia la elfina -Pero juraría que nunca ha sido tuerta- Añadió tras unos segundos de reflexión.
Aurë, por su parte, ya sabía lo que había pasado, pero tan solo le dedicó una mirada lastimera a la chiquilla que seguía gimoteando en la roca.
La mirada de la peliazul bailó entre Rikka y la casa de Rhea un par de veces, hasta que se percató de que eso no podía ser una causalidad, sobre todo después de haber visto la mano de Tamo y a aquellos hombres a los que se les caía la piel a tiras -Esto me da mala espina…- Wind frunció el ceño y se volvió a levantar, sintiendo el agudo dolor de su pierna, el cual ya sólo era una sombra de lo que había llegado a ser. Acarició la cabeza de Tami y comenzó a acercarse a la muchacha morena -Aurë, sigue sanando el hombro de Tami por favor, voy a hablar con Rikka- Suspiró tratando de calmar el dolor de su espinilla y comenzó a caminar despacio hacia la muchacha.
¿Qué se supone que debía decirle a aquella muchacha? No la conocía de nada, no sabía cómo de grave era su situación y, sobre todo, no sabía si querría ayuda. ¿Acaso debía saludarla sin más? ¿O tal vez preguntarle directamente? Wind sopesó opciones e ideas durante el corto camino que la llevó hasta la humana que lloraba sin lágrimas, pero, al final, hizo la pregunta más obvia que pudo - ¿Estás bien? - Preguntó la peliazul mientras miraba a la muchacha, que había dejado de gimotear.
Rikka sólo asintió con la cabeza -¿Segura?- Insistió Wind mientras fruncía ligeramente el ceño -Ese hombre, era mi padre- Señaló los cuerpos sin vida de aquellas personas que parecían haber seguido viviendo incluso muertas y la elfa se quedó sin palabras por unos instantes -Y-Yo… lo siento. Lo siento mucho- Por todos los cielos ¿Había matado al padre de aquella muchacha delante de ella? Se quedó pálida como un hueso al pensar en que eso hubiera sido realmente lo ocurrido -No te disculpes, tampoco puedo sentir nada- Respondió Rikka, dejando a la peliazul aún más estupefacta ¿Y qué se supone que debía decir ahora? Había cometido uno de los actos más crueles que se le habían pasado nunca por la cabeza - ¿N-No puedes sentir nada? - Trató de cambiar de tema, no sabía cómo disculparse a parte de poniendo la disculpa en palabras -Rhea impide que las cosas me duelan- La mirada de Rikka parecía clavarse en los azulados ojos de Wind haciendo que ésta, tuviera que apartar la misma de vez en cuando - ¿Cómo el ojo? - Preguntó directamente, sabía que si se iba por las ramas no iba a enterarse de toda historia nunca. La chica asintió - ¿Me dejas echarle un vistazo? - Una negativa - Prometo no hacerte nada malo… sólo quiero sanarte - Explicó la elfa ante aquella reticencia -Si se te infecta la herida, podrías acabar teniendo algún problema asociado con la vista… o una infección que se te reparta por el cuerpo. Y eso no sería bueno- Eso era de sentido común, no necesitaba conocimientos de medicina para saber que una herida mal curada, puede llevar a la muerte de la persona si no se trata correctamente.
Rikka pareció dudar unos instantes para, al final, quitarse el pañuelo -Mmm…- Murmuró entre dientes al mismo tiempo que seguía examinando aquella horrible herida en carne viva. El estómago de Wind, si hubiera sido en algún otro momento, hubiera acabado del revés, pero, por suerte, las preocupaciones que se agolpaban en su mente junto con la grotesca escena que habían vivido con los hombres grandes, parecían haberla curado de espanto.
Wind empezó a rebuscar en su bolsa hasta que encontró en ella unas hojas de Culúrien, un par de Väruk naranja, un vial de aceite y otro de miel, una pequeña plantita de Acruire Agria y otra de Barrimorth.
Después, se agachó y llenó un trapito con el aceite, lo colocó en el suelo rodeado de piedras, para, acto seguido coger otro par de piedras y golpearlas hasta que salió chispa. Sacó un pequeño recipiente de metal que antaño había contenido algún ungüento y lo llenó con un poco de agua, lo colocó sobre el fuego y añadió el Acruire Agria.
Lo dejó ahí hasta que comenzó a hervir mientras ella empezaba a machacar sobre su mano derecha las hojas de Culúrien, Väruk naranja y las de Barrimorth hasta que obtuvo una masa más o menos homogénea.
Cogió el botecito de metal, usando su capa como medida de precaución para no quemarse y lo apartó del fuego para que se enfriara un poco.
Después cogió el mejunje que contenía su mano derecha con los dedos de la izquierda y comenzó a repartirlo por la herida del ojo -Esto te va a escocer… y quizás sea un poco desagradable de ver… te recomiendo que no trates de mirar lo que hago- Aconsejó antes de comenzar a sanar aquel hueco en carne viva que había dejado su ojo.
Después de repartir todo el ungüento al completo, la elfina suspiró, se limpió la suciedad de los dedos con la capa y cogió el recipiente metálico, que ya solo estaba templado. Echó la miel y lo removió con los dedos para, acto seguido tenderle el líquido a la muchacha e instarla a que se lo tomara -Esto te hará bien… impedirá que pierdas la visión del otro ojo por una infección generalizada y además, con un poco de suerte, ayudará también a sanar algunas partes de la herida- La elfina se quedó así unos segundos hasta que la muchacha cogió el botecito metálico y Wind, le colocaba de nuevo aquel retazo de tela en el ojo. Imploró a los cielos que se sanara pronto la herida y comenzó a observar a la muchacha -Siento mucho lo que te ha pasado… y lo de tu padre… n-no lo sabía- Volvió a disculparse ya que, lo cierto era, que no se hubiera imaginado ni en un millón de años que aquellos extraños hombres pudieran tener familia -Esos hombres… trataron de matarnos y… bueno… tan sólo nos defendimos- Era una excusa mala, pero real. Wind no pensaba permitir que aquellos hombres hirieran a las muchachas y si para ello tenían que matarles, lo harían -Pero realmente lamento que hayas tenido que verlo… comprendería que quisieras devolvernos el dolor…- Suspiró y volvió a mirar a la muchacha -Puedes pegarme si quieres, tan fuerte como quieras y hasta que te sacies, no pienso quejarme. Pero a ellas no las toques- Comentó mientras señalaba a sus compañeras sin girarse -Otra opción, es que después de darme una buena paliza, nos ayudes a acabar con Rhea. Son muchas a las personas a las que ha dañado y por lo que parece, tú estás entre ellas- Era directa sí, pero sus palabras transmitían que ninguna de ellas iba en broma -Si no, puedes simplemente golpearme y después volver al pueblo. Nadie tomaría represalias contra ti- Se encogió de hombros con una pequeña sonrisa tímida, haciendo caso omiso a que antes Rikka le había dicho que no podía sentir nada.
Offrol: Las pertes subrrayadas es el uso de la profesión "alquimia"
Offrol 2 : Lamento si no es demasiado bueno y además, siento la demora, pero tuve que reescribirlo completo y bueno... las segundas partes nunca han sido buenas, al menos para mí.
El golem acabó con aquellos hombres en un instante. Si alguien que miraba hubiera pestañeado, se lo habría perdido. Ahora, a parte de los charcos de sangre, también había una masa rosada con trozos de hueso por el suelo -Ya está- Dijo Wind cuando el espectáculo hubo finalizado -Pero recomiendo no mirarlo, sigue siendo algo desagradable- Añadió mientras miraba con especial énfasis a Aurë, la cual, abrió los ojos despacio y no dirigió en ningún momento la vista hacia los cuerpos que yacían en el suelo. Ella estaba muy ocupada haciendo cosas buenas por sus compañeras, debía curarlas rápido, no podía dejar que siguieran heridas o si no, no podrían acabar con la bruja que hacía cosas malas.
Tami se levantó, dejando a la pequeña en el suelo estupefacta, ella no había acabado de sanarla, y sin embargo se había levantado, pero no tenía tiempo que perder, así que se acercó a la peliazul para ayudarla con su pierna, la cual, comenzaba a tener un aspecto algo más saludable. La herida se estaba cerrando por momentos y, ya parecía tener algo de consistencia porque el hueso había vuelto a su sitio.
La mirada de la humana parecía rehuir la de Wind “¿Acaso ha sido demasiado para ella?” Pensó preocupada mientras se maldecía por no haber insistido un poco más en que cerrara los ojos - ¿Estás bien Tami? - Preguntó preocupada, al mismo tiempo que la pelirroja se acercaba a los cadáveres. Dio una patada al hombre del hacha y la elfa hizo que el golem le diera un empujón para que se quedara de medio lado.
La muchacha cogió la espada de un tirón con la mano que no se sujetaba el hombro y la dejó en su mano, la cual comenzaba a temblar como si un temor inhumano hubiera embargado a la muchacha. Wind dejó de sanarse y se centró en la humana que no le había dado respuesta a aquella pregunta, aunque fuera solo para disipar sus temores - ¿Tami? - Llamó con cierto temor en la voz, estaba comenzando a preocuparse de verdad ¿Se había pasado con la agresividad? Tal vez le estaba exigiendo demasiado a aquella muchacha que poco conocía de batallas y asesinatos.
Sin una contestación, la pelirroja cayó al suelo de rodillas, al mismo tiempo que soltaba su espada en un lateral, probablemente debido a las fuerzas que le fallaban por lo que sea que la había aterrado tanto.
La peliazul comenzó a plantearse seriamente levantarse para ver si podía hacer reaccionar a Tami, pero ni podía hacer eso, ni tampoco hizo falta. La voz comenzó a salir de los labios de la humana haciendo que Wind comenzara a mirarla con auténtica estupefacción.
Escuchó en silencio aquellas declaraciones al mismo tiempo que su rostro esgrimía una mueca de asombro y extrañeza, como si no comprendiera que era lo que estaba escuchando -¿A quién mataste?- Preguntó la elfina sin terminar de comprender demasiado bien de que iba todo aquello en cuanto Tami se calló unos instantes antes de retomar aquel monólogo autocompasivo.
Wind esperó a que terminara de explicarse antes de volver a hablar -Por todos los cielos Tami, no puedes culparte por eso. Si no eras consciente de tus actos y, además, estabas siendo controlada por Rhea ¿Qué podías haber hecho? - suspiró y sonrió escuetamente a la muchacha en cuanto ésta comenzó a disculparse en bucle -Cálmate Tami, no tienes la culpa de eso. No serás la primera ni la última que comete una locura por culpa de una droga- Añadió con la esperanza de calmar a la pelirroja -Yo tampoco estoy exenta de cometer atrocidades, quien más y quien menos, ha cometido alguna- Se encogió de hombros con tranquilidad, restándole importancia y se acercó a la muchacha con un quejido por el dolor de su pierna. La abrazó, quedando ambas de rodillas y le acarició el cabello despacio -No te atormentes, quédate con las cosas buenas que viviste con esa chica y haz que Rhea pague por lo que te obligó a hacer- Se separó y volvió a sonreírle -Vamos a hacerle pagar por todo lo que te ha hecho- Le depositó un beso en la frente y, de repente vio de fondo a una muchacha sentada en una roca.
Aurë miró aquella escena mientras pensaba en que sus amigas, desde luego, eran buenas personas. Desde luego hacían cosas muy buenas y, querían hacer aún más. Mientras observaba, seguía sanando a las muchachas desde lejos, haciendo que las heridas y el dolor siguieran disminuyendo poco a poco.
Al mismo tiempo, al conejo parecía haber decidido que permanecer en la bolsa no era entretenido, así que salió hacía un rato para poder moverse un poco y, ya de paso, intentar quitarse aquella mugre que seguía sobre su blanco pelaje.
En cuanto Wind vio a aquella muchacha, quedó con la vista fijada en ella para, al poco tiempo percatarse de que, de su boca, salían unos quejidos propios del llanto, a pesar de que no parecía haber lágrimas en sus ojos -Chicas ¿Conocéis a esa muchacha? – Preguntó mientras señalaba a la chiquilla tuerta que parecía estar prestando cierta atención a la escena que mantenían al lado de los cadáveres.
Tanto Tami como Aurë se giraron para observar a aquella muchacha. La escudriñaron unos instantes y ambas asintieron -Es una chica del pueblo… Rikka creo que se llama- Explicó Tami mientras volvía a dirigir la mirada hacia la elfina -Pero juraría que nunca ha sido tuerta- Añadió tras unos segundos de reflexión.
Aurë, por su parte, ya sabía lo que había pasado, pero tan solo le dedicó una mirada lastimera a la chiquilla que seguía gimoteando en la roca.
La mirada de la peliazul bailó entre Rikka y la casa de Rhea un par de veces, hasta que se percató de que eso no podía ser una causalidad, sobre todo después de haber visto la mano de Tamo y a aquellos hombres a los que se les caía la piel a tiras -Esto me da mala espina…- Wind frunció el ceño y se volvió a levantar, sintiendo el agudo dolor de su pierna, el cual ya sólo era una sombra de lo que había llegado a ser. Acarició la cabeza de Tami y comenzó a acercarse a la muchacha morena -Aurë, sigue sanando el hombro de Tami por favor, voy a hablar con Rikka- Suspiró tratando de calmar el dolor de su espinilla y comenzó a caminar despacio hacia la muchacha.
¿Qué se supone que debía decirle a aquella muchacha? No la conocía de nada, no sabía cómo de grave era su situación y, sobre todo, no sabía si querría ayuda. ¿Acaso debía saludarla sin más? ¿O tal vez preguntarle directamente? Wind sopesó opciones e ideas durante el corto camino que la llevó hasta la humana que lloraba sin lágrimas, pero, al final, hizo la pregunta más obvia que pudo - ¿Estás bien? - Preguntó la peliazul mientras miraba a la muchacha, que había dejado de gimotear.
Rikka sólo asintió con la cabeza -¿Segura?- Insistió Wind mientras fruncía ligeramente el ceño -Ese hombre, era mi padre- Señaló los cuerpos sin vida de aquellas personas que parecían haber seguido viviendo incluso muertas y la elfa se quedó sin palabras por unos instantes -Y-Yo… lo siento. Lo siento mucho- Por todos los cielos ¿Había matado al padre de aquella muchacha delante de ella? Se quedó pálida como un hueso al pensar en que eso hubiera sido realmente lo ocurrido -No te disculpes, tampoco puedo sentir nada- Respondió Rikka, dejando a la peliazul aún más estupefacta ¿Y qué se supone que debía decir ahora? Había cometido uno de los actos más crueles que se le habían pasado nunca por la cabeza - ¿N-No puedes sentir nada? - Trató de cambiar de tema, no sabía cómo disculparse a parte de poniendo la disculpa en palabras -Rhea impide que las cosas me duelan- La mirada de Rikka parecía clavarse en los azulados ojos de Wind haciendo que ésta, tuviera que apartar la misma de vez en cuando - ¿Cómo el ojo? - Preguntó directamente, sabía que si se iba por las ramas no iba a enterarse de toda historia nunca. La chica asintió - ¿Me dejas echarle un vistazo? - Una negativa - Prometo no hacerte nada malo… sólo quiero sanarte - Explicó la elfa ante aquella reticencia -Si se te infecta la herida, podrías acabar teniendo algún problema asociado con la vista… o una infección que se te reparta por el cuerpo. Y eso no sería bueno- Eso era de sentido común, no necesitaba conocimientos de medicina para saber que una herida mal curada, puede llevar a la muerte de la persona si no se trata correctamente.
Rikka pareció dudar unos instantes para, al final, quitarse el pañuelo -Mmm…- Murmuró entre dientes al mismo tiempo que seguía examinando aquella horrible herida en carne viva. El estómago de Wind, si hubiera sido en algún otro momento, hubiera acabado del revés, pero, por suerte, las preocupaciones que se agolpaban en su mente junto con la grotesca escena que habían vivido con los hombres grandes, parecían haberla curado de espanto.
Wind empezó a rebuscar en su bolsa hasta que encontró en ella unas hojas de Culúrien, un par de Väruk naranja, un vial de aceite y otro de miel, una pequeña plantita de Acruire Agria y otra de Barrimorth.
Después, se agachó y llenó un trapito con el aceite, lo colocó en el suelo rodeado de piedras, para, acto seguido coger otro par de piedras y golpearlas hasta que salió chispa. Sacó un pequeño recipiente de metal que antaño había contenido algún ungüento y lo llenó con un poco de agua, lo colocó sobre el fuego y añadió el Acruire Agria.
Lo dejó ahí hasta que comenzó a hervir mientras ella empezaba a machacar sobre su mano derecha las hojas de Culúrien, Väruk naranja y las de Barrimorth hasta que obtuvo una masa más o menos homogénea.
Cogió el botecito de metal, usando su capa como medida de precaución para no quemarse y lo apartó del fuego para que se enfriara un poco.
Después cogió el mejunje que contenía su mano derecha con los dedos de la izquierda y comenzó a repartirlo por la herida del ojo -Esto te va a escocer… y quizás sea un poco desagradable de ver… te recomiendo que no trates de mirar lo que hago- Aconsejó antes de comenzar a sanar aquel hueco en carne viva que había dejado su ojo.
Después de repartir todo el ungüento al completo, la elfina suspiró, se limpió la suciedad de los dedos con la capa y cogió el recipiente metálico, que ya solo estaba templado. Echó la miel y lo removió con los dedos para, acto seguido tenderle el líquido a la muchacha e instarla a que se lo tomara -Esto te hará bien… impedirá que pierdas la visión del otro ojo por una infección generalizada y además, con un poco de suerte, ayudará también a sanar algunas partes de la herida- La elfina se quedó así unos segundos hasta que la muchacha cogió el botecito metálico y Wind, le colocaba de nuevo aquel retazo de tela en el ojo. Imploró a los cielos que se sanara pronto la herida y comenzó a observar a la muchacha -Siento mucho lo que te ha pasado… y lo de tu padre… n-no lo sabía- Volvió a disculparse ya que, lo cierto era, que no se hubiera imaginado ni en un millón de años que aquellos extraños hombres pudieran tener familia -Esos hombres… trataron de matarnos y… bueno… tan sólo nos defendimos- Era una excusa mala, pero real. Wind no pensaba permitir que aquellos hombres hirieran a las muchachas y si para ello tenían que matarles, lo harían -Pero realmente lamento que hayas tenido que verlo… comprendería que quisieras devolvernos el dolor…- Suspiró y volvió a mirar a la muchacha -Puedes pegarme si quieres, tan fuerte como quieras y hasta que te sacies, no pienso quejarme. Pero a ellas no las toques- Comentó mientras señalaba a sus compañeras sin girarse -Otra opción, es que después de darme una buena paliza, nos ayudes a acabar con Rhea. Son muchas a las personas a las que ha dañado y por lo que parece, tú estás entre ellas- Era directa sí, pero sus palabras transmitían que ninguna de ellas iba en broma -Si no, puedes simplemente golpearme y después volver al pueblo. Nadie tomaría represalias contra ti- Se encogió de hombros con una pequeña sonrisa tímida, haciendo caso omiso a que antes Rikka le había dicho que no podía sentir nada.
Offrol: Las pertes subrrayadas es el uso de la profesión "alquimia"
Offrol 2 : Lamento si no es demasiado bueno y además, siento la demora, pero tuve que reescribirlo completo y bueno... las segundas partes nunca han sido buenas, al menos para mí.
Windorind Crownguard
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Re: Rhea de Cos +18 [Quest] [Windorin Crownguard]
Al escuchar a Sheela no pudo evitar recordar los buenos tiempos que había vivido con su hermanos. De pequeños, antes de que Rhea se autoproclamase como Reina de Cos, él siempre le había ayudado en todo. Le abrazaba por el hombro, sonreía y contaba sus muchos cuentos para hacer sonreír a Tami. Recordó el día que perdió su muñeca preferida. Mamá se lo había hecho aprovechando la tela de una camiseta que a Tamo le había quedado pequeña. Cada vez que abrazaba la muñeca podía notar el tenue olor que su hermano había dejado en la tela. Por ese motivo era su muñeca preferida y por eso se puso a llorar cuando, a los siete años, unos niños mayores que ella, se la quitaron y la quemaron delante de ella. Cuando Tamo se enteró de lo que le habían hecho, llevó a Tami a un valle en el bosque cercano a Cos y le contó que una vez había visto entre los árboles un dragón de tres cabezas. No era verdad, claro que no. Era una mentira, igual como Sheela, la mejor persona que Tami había conocido, dijo que ella no estaba exenta de cometer ninguna atrocidad. Sin embargo, la niña de siete años se creyó la mentira, se limpió las lágrimas y se fue corriendo a buscar el dragón de tres cabezas por los árboles del bosque. Tamo la estuvo llevando al mismo valle del bosque por más de un mes para buscar un dragón que no existía. ¿Sheela sería igual? ¿Podría llevar a Tami, con sus mentiras piadosas (o lo que ella creía que eran mentiras) a un lugar que no existía y hacerla sonreír? En cierta manera, Sheela ya lo había conseguido. Tami la miraba directamente a los ojos con una sonrisa tan sincera que, hasta entonces, solo había visto Tamo el día que le quemaron la muñeca a Tami.
-Tienes razón- abrazó a Sheela y la besó en la mejilla- nos tenemos que quedar con las cosas buenas-.
Lo último lo dijo por todas las veces que Tamo le había hecho sonreír cuando estaba triste, por los besos que se daba con Erika y por todo el amor que había recibido de papá y mamá antes de que se convirtieran en Hombres Grandes de Rhea.
Rikka se quedó quieta mientras la chica le curaba el ojo. Hubiera estado igual con o sin la herida del no-ojo limpia. Es más, si lo pensaba fríamente, habría merecido la pena tener la herida sucia y que se le infectase así moriría antes y no tendría que soportar más la condena de vivir sin sentir nada. Mientras la chica le ponía la pomada en el no-ojo, Rikka miraba el cuerpo de su padre en el suelo. Deseaba poder llorar por él. Una pequeña vocecita de su cabeza estaba pidiendo a gritos que se pusiera a llorar. Pero esta pequeñísima voz era ahogada por un mar en el que no había absolutamente nada.
-No me escuece. - la voz de Rikka sonó como si estuviera carente de toda tonalidad. –Quiero mirar lo que haces. Me gusta mirar, aunque ya no pueda mirarlo todo-.
Cuando terminó, la chica se disculpó por lo que había pasado a papá. Rikka no lo entendía. Ella no tenía la culpa. Papá se había convertido en un Hombre Grande y había matado a muchas personas que no se lo merecían. La nueva no había hecho nada malo al matar a un Hombre Grande. La vocecita de la cabeza Rikka intentó gritar con multitud de sentimientos de tristeza y dolor. La voz estaba triste. Pero, Rikka no. Sus labios era una perfecta línea recta, su ojo sano lo tenía bien abierto y su rostro tenía la misma expresión que una fina y delicada muñeca de porcelana.
-Deja de hacer eso. No quiero pegarte- se levantó de la piedra donde estaba sentada- no quiero hacer nada ni que hagas nada por mí. Ahora no soy Nadie. Como los otros Nadies de Cos. Nadie hace nada por Nadie-.
Rikka señaló a lo lejos una gran multitud de personas cabizbajas todos con el rostro apagado como ella y con algún miembro apuntado.
-Así es como quedan la gente que resiste a convertirse en Hombre Grande-.
La niña más pequeña del equipo corrió a esconderse detrás de la pelirroja como si hubiera visto algo muy malo que se acercaba con la multitud.
-Sheela, ¿estás segura que quieras mirar?- dijo la pelirroja a la chica que acababa de curar a Rikka con un tono socarrón, quizás le estuviera devolviendo alguna clase de broma que ella no entendía- Esas personas, hace unas semanas habían tenido la fuerza para robarle la serpiente a Rhea,- el conejo levantó sus orejas- si no los quieres ver no te culparé-.
Tamo apartaba a empujones a todo aquel que se le ponía en medio. Todos habían sido llamados por las hijas de Rhea. Lo podía ver en sus ojos. En cada uno de ellos había una figura de una chica fuego bailando alrededor de lo que para quién era su imagen perfecta. En los ojos de Tamo se veía a las mujeres de fuego bailar entorno a una figura más joven de papá y mamá que abrazaban a su hermana porque había perdido su muñeca favorita. Las hijas de Rhea quemaron el bosque imaginario donde habitaba el dragón de tres cabezas. Ahora estaba libre y una Tami de siete años reía al mismo tiempo que señalaba al dragón mientras volaba por el aire. La Reina de Cos cogía aquello que cada uno más amaba y lo usaba en su contra. Le hacía disfrutar y enamorarse en los momentos en que necesitaban el amor como ninguna otra cosa y, luego, les torturaba distorsionando la imagen que veían.
-Aparta, aparta, aparta- decía entre dientes Tamo cada vez que empujaba a uno de esos Nadies.
-¡Vas demasiado rápido!- Dandere y los otros dos humanos de la guardia de Rhea, seguían a Tamo entre la multitud.
Se equivocaban. No iba demasiado rápido. Realmente, estaba yendo despacio. La dulce imagen de una niña riendo y persiguiendo con el dedo a un dragón de tres cabezas estaba desapareciendo paulatinamente del círculo de las hijas de Rhea. En su lugar, papá y mamá (a papá le faltaba un ojo y oreja y a mamá tiras de piel de la cara) estaban golpeando a la niña. Llegaron a tirarla al suelo. Le sangraba la nariz y ninguno de los dos tenía un pañuelo a mano para limpiarle la sangre. Mamá fue quien dio la primera patada al vientre de Tami. La segunda se la dio papá a la cabeza.
-Tengo que matarla. Antes de que ellos lo maten. Si yo la mato no le haré daño. No sangrará. Debo matarla. Debo hacerlo- tiro a un Nadie al suelo, hace unos días ese chico le ayudó a robar la serpiente de Rhea y estaba a favor de matar el animal- ¡APARTA!-
Podía sentirle. Era una persona que quería hacer MUCHAS COSAS MALAS. Él no era así. No era como las cosas que quería hacer. El chico era bueno. Amaba a su papá, a su mamá y a su hermana más que a él mismo. Haría cualquier cosa por ellos. Incluso COSAS MALAS como atarles a un poster si ellos se lo pedían o matar alguien.
Aüre se escondió entre las piernas de Tami. Le estiró de la cintura del pantalón para advertirla de que el chico que quería hacer MUCHAS COSAS MALAS venía a por ella.
-No tengas miedo,- le dijo Tami revolviéndola el pelo a la vez que la empujaba detrás de ella- no te harán daño mientras yo esté aquí-.
La pequeña no tenía miedo por ella sino por Tami. El chico quería hacer MUCHAS COSAS MALAS a Tami. La envidiaba porque Rhea le había dicho que su hermana era mejor que él, quería matarla porque una mentira en forma de sus padres le estaba ordenando que lo hiciera y quería hacerle MUCHAS COSAS MALAS a Tami porque creía que así la Reina de Cos le perdonaría si lo hacía.
Aüre volvió a llamar la atención, sin éxito, estirando el pantalón a Tami. Miró con un tono de súplica a Windorind y le señaló hacia la multitud. Eran muchos para ellas cuatro y todos estaban armados.
Rikka, que hasta entonces había estado callada apartada del grupo, habló mirando hacia el suelo:
-Esto antes me quemaba.- un anillo de fuego danzó entre sus dedos. - Ahora no me duele nada-.
La pequeña empujó a Rikka haciendo que perdiese la concentración y que cayese el anillo de fuego entre sus dedos. Si no pudo avisar a Tami que alguien bueno que le obligaban a hacer MUCHAS COSAS MALAS quería matarlas, intentaría convencer a Rikka.
-Creo que nos intenta decir algo-.
Todas prestaron atención a Aüre, incluso la serpiente binaba disfrazada de conejo. Aprovechó el momento para señalar a las personas que venían (aquellos que Rikka llamaba Nadies) y a Tamo. Cogió una ramita del suelo y la apuntó contra el pecho de Tami. Si eso no servía para que las chicas lo entendieran, ella no sabía qué más hacer.
Windorin Crownguard: Última batalla antes del encuentro con Rhea. Espero que estés emocionada. Yo sí lo estoy. Una gran multitud de hombres y mujeres controlados por las ilusiones de Rhea van a por tu equipo. Principalmente, a por Tami. Todos, especialmente Tamo, desean matar a Tami pues ella ha sido la única entre todas los adictos a la poción de Rhea que se ha conseguido (has conseguido) salvar la adicción y el control mental. En el siguiente turno tendrás que pensar algo para enfrentarte a esta gran multitud o hacer algo para escapar de ellos. De quien no te puedes escapar será de Tamo. Hagas lo que hagas, te enfrentarás a él y en la batalla tendrás que decidir si intentar salvarlo o matarlo directamente. Si decides salvarlo, tendrás que lanzar la Voluntad de los Dioses, que ellos decidan lo bien que se te da salvar vidas. Para matarlo no hace falta lanzar la Voluntad de los Dioses porque, me da la impresión, que igualmente vas a salir muy herida por ti sola.
Consejo: Te di la opción que usases a Claudia en el punto de la misión que tú quieras para que te ayude en un combate. Este es un muy buen momento.
Personajes prohibidos en el siguiente turno: Rhea y el Bardo.
-Tienes razón- abrazó a Sheela y la besó en la mejilla- nos tenemos que quedar con las cosas buenas-.
Lo último lo dijo por todas las veces que Tamo le había hecho sonreír cuando estaba triste, por los besos que se daba con Erika y por todo el amor que había recibido de papá y mamá antes de que se convirtieran en Hombres Grandes de Rhea.
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Rikka se quedó quieta mientras la chica le curaba el ojo. Hubiera estado igual con o sin la herida del no-ojo limpia. Es más, si lo pensaba fríamente, habría merecido la pena tener la herida sucia y que se le infectase así moriría antes y no tendría que soportar más la condena de vivir sin sentir nada. Mientras la chica le ponía la pomada en el no-ojo, Rikka miraba el cuerpo de su padre en el suelo. Deseaba poder llorar por él. Una pequeña vocecita de su cabeza estaba pidiendo a gritos que se pusiera a llorar. Pero esta pequeñísima voz era ahogada por un mar en el que no había absolutamente nada.
-No me escuece. - la voz de Rikka sonó como si estuviera carente de toda tonalidad. –Quiero mirar lo que haces. Me gusta mirar, aunque ya no pueda mirarlo todo-.
Cuando terminó, la chica se disculpó por lo que había pasado a papá. Rikka no lo entendía. Ella no tenía la culpa. Papá se había convertido en un Hombre Grande y había matado a muchas personas que no se lo merecían. La nueva no había hecho nada malo al matar a un Hombre Grande. La vocecita de la cabeza Rikka intentó gritar con multitud de sentimientos de tristeza y dolor. La voz estaba triste. Pero, Rikka no. Sus labios era una perfecta línea recta, su ojo sano lo tenía bien abierto y su rostro tenía la misma expresión que una fina y delicada muñeca de porcelana.
-Deja de hacer eso. No quiero pegarte- se levantó de la piedra donde estaba sentada- no quiero hacer nada ni que hagas nada por mí. Ahora no soy Nadie. Como los otros Nadies de Cos. Nadie hace nada por Nadie-.
Rikka señaló a lo lejos una gran multitud de personas cabizbajas todos con el rostro apagado como ella y con algún miembro apuntado.
-Así es como quedan la gente que resiste a convertirse en Hombre Grande-.
La niña más pequeña del equipo corrió a esconderse detrás de la pelirroja como si hubiera visto algo muy malo que se acercaba con la multitud.
-Sheela, ¿estás segura que quieras mirar?- dijo la pelirroja a la chica que acababa de curar a Rikka con un tono socarrón, quizás le estuviera devolviendo alguna clase de broma que ella no entendía- Esas personas, hace unas semanas habían tenido la fuerza para robarle la serpiente a Rhea,- el conejo levantó sus orejas- si no los quieres ver no te culparé-.
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Tamo apartaba a empujones a todo aquel que se le ponía en medio. Todos habían sido llamados por las hijas de Rhea. Lo podía ver en sus ojos. En cada uno de ellos había una figura de una chica fuego bailando alrededor de lo que para quién era su imagen perfecta. En los ojos de Tamo se veía a las mujeres de fuego bailar entorno a una figura más joven de papá y mamá que abrazaban a su hermana porque había perdido su muñeca favorita. Las hijas de Rhea quemaron el bosque imaginario donde habitaba el dragón de tres cabezas. Ahora estaba libre y una Tami de siete años reía al mismo tiempo que señalaba al dragón mientras volaba por el aire. La Reina de Cos cogía aquello que cada uno más amaba y lo usaba en su contra. Le hacía disfrutar y enamorarse en los momentos en que necesitaban el amor como ninguna otra cosa y, luego, les torturaba distorsionando la imagen que veían.
-Aparta, aparta, aparta- decía entre dientes Tamo cada vez que empujaba a uno de esos Nadies.
-¡Vas demasiado rápido!- Dandere y los otros dos humanos de la guardia de Rhea, seguían a Tamo entre la multitud.
Se equivocaban. No iba demasiado rápido. Realmente, estaba yendo despacio. La dulce imagen de una niña riendo y persiguiendo con el dedo a un dragón de tres cabezas estaba desapareciendo paulatinamente del círculo de las hijas de Rhea. En su lugar, papá y mamá (a papá le faltaba un ojo y oreja y a mamá tiras de piel de la cara) estaban golpeando a la niña. Llegaron a tirarla al suelo. Le sangraba la nariz y ninguno de los dos tenía un pañuelo a mano para limpiarle la sangre. Mamá fue quien dio la primera patada al vientre de Tami. La segunda se la dio papá a la cabeza.
-Tengo que matarla. Antes de que ellos lo maten. Si yo la mato no le haré daño. No sangrará. Debo matarla. Debo hacerlo- tiro a un Nadie al suelo, hace unos días ese chico le ayudó a robar la serpiente de Rhea y estaba a favor de matar el animal- ¡APARTA!-
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Podía sentirle. Era una persona que quería hacer MUCHAS COSAS MALAS. Él no era así. No era como las cosas que quería hacer. El chico era bueno. Amaba a su papá, a su mamá y a su hermana más que a él mismo. Haría cualquier cosa por ellos. Incluso COSAS MALAS como atarles a un poster si ellos se lo pedían o matar alguien.
Aüre se escondió entre las piernas de Tami. Le estiró de la cintura del pantalón para advertirla de que el chico que quería hacer MUCHAS COSAS MALAS venía a por ella.
-No tengas miedo,- le dijo Tami revolviéndola el pelo a la vez que la empujaba detrás de ella- no te harán daño mientras yo esté aquí-.
La pequeña no tenía miedo por ella sino por Tami. El chico quería hacer MUCHAS COSAS MALAS a Tami. La envidiaba porque Rhea le había dicho que su hermana era mejor que él, quería matarla porque una mentira en forma de sus padres le estaba ordenando que lo hiciera y quería hacerle MUCHAS COSAS MALAS a Tami porque creía que así la Reina de Cos le perdonaría si lo hacía.
Aüre volvió a llamar la atención, sin éxito, estirando el pantalón a Tami. Miró con un tono de súplica a Windorind y le señaló hacia la multitud. Eran muchos para ellas cuatro y todos estaban armados.
Rikka, que hasta entonces había estado callada apartada del grupo, habló mirando hacia el suelo:
-Esto antes me quemaba.- un anillo de fuego danzó entre sus dedos. - Ahora no me duele nada-.
La pequeña empujó a Rikka haciendo que perdiese la concentración y que cayese el anillo de fuego entre sus dedos. Si no pudo avisar a Tami que alguien bueno que le obligaban a hacer MUCHAS COSAS MALAS quería matarlas, intentaría convencer a Rikka.
-Creo que nos intenta decir algo-.
Todas prestaron atención a Aüre, incluso la serpiente binaba disfrazada de conejo. Aprovechó el momento para señalar a las personas que venían (aquellos que Rikka llamaba Nadies) y a Tamo. Cogió una ramita del suelo y la apuntó contra el pecho de Tami. Si eso no servía para que las chicas lo entendieran, ella no sabía qué más hacer.
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Windorin Crownguard: Última batalla antes del encuentro con Rhea. Espero que estés emocionada. Yo sí lo estoy. Una gran multitud de hombres y mujeres controlados por las ilusiones de Rhea van a por tu equipo. Principalmente, a por Tami. Todos, especialmente Tamo, desean matar a Tami pues ella ha sido la única entre todas los adictos a la poción de Rhea que se ha conseguido (has conseguido) salvar la adicción y el control mental. En el siguiente turno tendrás que pensar algo para enfrentarte a esta gran multitud o hacer algo para escapar de ellos. De quien no te puedes escapar será de Tamo. Hagas lo que hagas, te enfrentarás a él y en la batalla tendrás que decidir si intentar salvarlo o matarlo directamente. Si decides salvarlo, tendrás que lanzar la Voluntad de los Dioses, que ellos decidan lo bien que se te da salvar vidas. Para matarlo no hace falta lanzar la Voluntad de los Dioses porque, me da la impresión, que igualmente vas a salir muy herida por ti sola.
Consejo: Te di la opción que usases a Claudia en el punto de la misión que tú quieras para que te ayude en un combate. Este es un muy buen momento.
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Re: Rhea de Cos +18 [Quest] [Windorin Crownguard]
Wind refunfuñó cuando Rikka decidió que quería mirar cómo le curaba el ojo. No estaba conforme con aquello, pero igual que había hecho unos minutos atrás con Tami, decidió dejarlo estar. Al parecer todas las muchachas de Cos eran más valientes de lo que parecía… o más estúpidas, quien sabía. Pero a la elfina no le molestaba, comenzaba a estar francamente cansada y no quería discutir con nadie por cosas sin importancia cómo lo era mirar cómo sanaba una herida -Podrás seguir mirándolo todo… Pero ahora tendrás algún que otro problema con las distancias- comentó la peliazul tratando de quitarle importancia al asunto, a pesar de que entendía perfectamente que aquella situación era demasiado grave como para hacer bromas y tranquilizar de un modo que no fuera velado.
Lo que sí le sorprendió, fue que Rikka no cambiara la expresión de su rostro en ningún momento “¿Realmente no siente nada?” Frunció el ceño involuntariamente ante esa idea. No quería pensar que aquella poción o hipnotismo o lo que fuera que le había hecho a la muchacha, era tan fuerte como para inhibir el dolor por completo. Si aquello que se había tomado, realmente era tan fuerte, la adicción a ello sería casi inminente, como la gente de los bajos fondos de las grandes ciudades… Una probadita a una droga muy refinada y ya no había marcha atrás.
Por suerte, parecía que aquella muchacha no tenía intenciones de liarse a golpes con Wind y menos mal, porque la elfina no sabía cómo iba a hacer para curarse más heridas sin caer completamente desfallecida en el suelo. Observó cómo se levantaba y la sonrisa tímida se convirtió en una mueca de desagrado -Claro que eres alguien…- Comenzó a decir la peliazul, cuando Rikka señaló a una gran muchedumbre que se veía a lo lejos. Wind no supo que decir, ahogó un grito y abrió mucho los ojos sin comprender qué demonios estaba sucediendo - ¿Qué se resiste? - La cabeza de la elfina daba vueltas como si fuera un molino de agua en mitad de un río de aguas rápidas -Por todos los cielos…- Murmuró con un hilo de voz, sin saber muy bien que hacer… ni decir.
Sus compañeras se acercaron y Tami fue la que rompió aquel silencio artifical que se había formado por la falta de palabras adecuadas que decir en voz alta. Una risa irónica por parte de la elfina y quedó con una sonrisa ladeada mientras se rascaba la nuca y murmuraba improperios contra todo lo que se le ocurría -Tal vez no mire Tami, me lo estoy pensando. Creo que no soy tan valiente como tú- Comentó jocosa y nerviosa a la pelirroja.
La siguiente frase de la pelirroja hizo que Wind levantara la vista y mirara con una expresión extraña a su compañera. En su rostro se veía una sonrisa, pero esta vez no era nerviosa, sino divertida, como si su cabeza estuviera contándose un chiste a sí misma, al mismo tiempo que su mirada tenía un destello de dolor y tristeza -Aunque por otra parte…- Comenzó a decir antes de lanzar una mordaz mirada hacia la muchedumbre que comenzaba a estar escandalosamente cerca -Yo tuve la fuerza para robarles esa serpiente- Volvió a mirar a Tami un momento, el dolor y la tristeza se habían esfumado dejando paso únicamente a la diversión, como si estuviera comenzando a tomarse aquello como si fuera un juego. Un juego que iban a ganar.
Wind no tardó en desviar la mirada de su amiga, no quería ver sus ojos llenos de resentimiento por haber sido la responsable de robar la serpiente, por haberle escondido su verdadera identidad y, sobre todo, por no arrepentirse ni lo más mínimo de todas y cada una de las acciones que había llevado a cabo hasta ese momento. Prefería no saber los reproches que tenía para ella, no se veía capaz de soportarlos en aquel momento.
Por suerte para ella, Tami no tuvo tiempo para decir nada pues, Aurë parecía estar asustada y no tardó en agarrarse a los ropajes de la pelirroja, haciendo que el foco de atención cambiara hacia la pequeña -No pasará nada Aurë- Añadió la elfina con una sonrisa tranquilizadora, tratando de que la pequeña se calmara un poco. A pesar de sus intentos por relajar a la chiquilla, no parecía que ésta tuviera la más mínima intención de calmarse.
Wind apenas había apartado la vista para pensar una idea cuando Aurë volvió a estirar desesperada los ropajes de la pelirroja. Esta vez, la elfina no prestó demasiada atención, tenía que pensar cómo salir ilesas de esa muchedumbre al mismo tiempo que no les causara un gran daño. No quería causar más dolor a aquel pueblo y, aunque sabía que aquellas personas no estaban cuerdas y, probablemente no volvieran a estar bien en mucho tiempo (si es que alguna vez lo estaban de nuevo), no quería matarlas. Un asesinato en masa, no era la mejor de las opciones, sobre todo porque no se veía capaz de acabar con aquella manada de gente.
La elfina tenía una idea aproximada de qué hacer cuando escuchó la voz de Rikka. Wind miró a la morena y, de repente se le iluminaron los ojos al ver aquella llama entre sus dedos. Ahora sí tenía un plan y era posible, que hasta fuera efectivo.
A pesar de la alegría repentina de la elfina, Aurë volvió a llamarles la atención con nerviosismo. Era raro que la pequeña estuviera tan agitada, ni siquiera cuando se habían enfrentado a los Hombres Grandes había estado tan nerviosa, y perspectiva, no hacía que Wind estuviera precisamente tranquila. Parecía que la chiquilla sabía algo que ellas no y, como no se entendieran pronto, era más que probable que aquella gente las alcanzara antes de poder poner su plan en marcha.
Todas las muchachas quedaron como atontadas mirando a la medio-elfa moverse nerviosamente hasta dar con una ramita y poner la punta sobre el pecho de la pelirroja. Wind frunció el ceño, Rikka no cambio la expresión de su rostro y Tami la miró atónita sin comprender nada ¿Qué le pasaba a rubita? La elfina quedó callada unos instantes, tratando de comprender qué demonios significaba aquello. Tardó más de lo necesario y, cuando cayó en lo que trataba de decirlas casi se pudo escuchar un “click” proveniente de la cabeza de la peliazul - ¿Quieren hacer daño a Tami? - Murmuró la elfina con temor en la mirada. Aurë asintió enérgicamente al mismo tiempo que la mente de Wind daba vueltas como una peonza. Una cosa era que quisieran acabar con ella, pero otra muy distinta era que quisieran dañar a la pelirroja, eso no pensaba tolerarlo y esa idea, se reflejó en sus ojos -Ni hablar- Apretó los dientes y no se planteó si quiera el motivo por el que querrían matar a Tami, no le interesaba, a ella sólo le importaba que aquello acabara cuanto antes y que sus compañeras salieran ilesas.
-Por todos los infiernos…- Se rascó la nuca y cogió el arco, una flecha y miró hacia la muchedumbre al mismo tiempo que mandaba al golem ir hacia donde estaban ellas -Vale, necesito que esto sea rápido- Empezó a decir con toda la calma con la que fue capaz – Esto está lleno de plantas muertas, coger todas las que podáis y traédmelas, ahora- Las instrucciones eran claras, no daba lugar a dudas que su plan estaba empezando a ponerse en marcha -Rikka, espero que estés dispuesta a ayudar… porque si no, no sé cómo voy a solucionar esto- Miró directamente a la morena, sin apenas pestañear mientras en su rostro se reflejaba la gravedad de la situación -Necesito que, cuando te lo pida, crees otra vez un pequeño anillo de fuego. Por favor- Las últimas palabras, eran mera cortesía, pero con la escasa confianza que se profesaban la una a la otra, no le vendría mal dedicarle unas palabras agradables.
Las muchachas no tardaron en aparecer con un par de montones de plantas secas. El golem ya estaba enfrente de la elfina y, sin personarlo dos veces comenzó a desarmar y rearmar al golem por algunas zonas mientras, en la arcilla que se iba deshaciendo, incrustaba ramilletes de pantas secas como si fueran mechones de pelo que le aparecían por todo el cuerpo.
No tardaron más de un par de minutos y un cansancio innecesariamente grande para Wind, convertir al golem en un matorral de arcilla y plantas secas.
La elfina suspiraba cansadamente mientras cogía un trapito blanco de su bolsa y lo ataba a la punta de su flecha -Vale, quiero que os quedéis detrás de mí y, a mi señal, necesito que salgáis corriendo hacia ese lado del bosque- Señaló a su izquierda con la flecha -No so separéis, iré detrás de vosotras- Se encaró de nuevo hacia la muchedumbre y mandó al golem hacia el frente, a contracorriente de aquella masa de gente. Algunos golpeaban a la mole, pero, al ser un simple títere inerte, no parecían demasiado interesados en hacerle daño -Rikka, prende la tela por favor- Sin hacerse demorar, la morena hizo lo que le había pedido. Wind le dedicó una sonrisa amistosa y se lo agradeció.
Calculó la distancia, el ángulo y la fuerza para darle al golem con la flecha. Confiaba en acertar, al fin y al cabo, tampoco estaba tan lejos y, por otra parte, si no acertaba, no tenía más ideas. Así que suspiró y soltó la flecha hacia el cielo.
Aquel pequeño fuego surcó el cielo y cayó justo en el golem. Pero no fue cómo la elfina había esperado. Aquello no estalló en llamas, de hecho, comenzó a arder lentamente -MIERDA- Exclamó la muchacha -Corred, ¡Ahora! - Exclamó la elfa mientras se giraba asustada hacia sus compañeras que, a pesar de no parecer muy seguras, siguieron su orden. Todas menos Rikka.
La morena se quedó ahí mirando a la muchedumbre acercarse y a Wind histérica sin saber que hacer -Déjame- Dijo Rikka sin apartar la vista de la gente. Tardó menos de un segundo en levantar la mano y que una llamarada de fuego saliera del golem haciendo que Wind quedara estupefacta -Por todos los…- Murmuró la elfina.
La muchedumbre de Nadies quedó quiera un instante, mirando aquel fogonazo que había aparecido en medio de ellos. No parecían comprender de que iba el asunto, pero al menos, estaban desconcertados. Todos quedaron quietos, pero, por supuesto, todos menos Tamo.
Wind tardó unos instantes en reaccionar. Miró a Rikka y ésta no le devolvió la mirada. Parecía absorta en aquel fogonazo, pero la elfina sabía que aquello no duraría mucho -Vamos, ¡Vamos! - Cogió la mano de la morena y, cuando le daba el primer tirón para sacarla de allí, se giró hacia el bosque, viendo a Claudia en la linde del camino - ¡Claudia! - Exclamó la elfina completamente sorprendida -Las chicas están de camino a mi castillo- Dijo con una sonrisa que no le llegaba a los ojos -Es cosa de reinas proteger a sus súbditos ¿No?- Comentó divertida Wind mientras se adentraba en el bosque, siguiendo a Claudia.
Aquella escena no pasó desapercibida para Tamo, el cual había conseguido escapar de aquella marabunta de Nadies y ahora podía ir libremente y con velocidad hacia Tami y Wind, para acabar de una vez por todas con aquel problema que había invadido Cos en apenas un día.
Era todo culpa de Wind, ahora debía matar a Tami por culpa de esa puta elfa. Sus padres iban a acabar con Tami si él no se daba prisa en hacerlo. Eran demasiadas cosas como para no estar encolerizado y cegado por el dolor.
Las dos muchachas siguieron a Claudia a través del bosque, consiguieron llegar hasta la casita de la albina, pero todas sabían que eso no podía acabar así. Huir no iba a servir de nada, en algún momento tendrían que volver a enfrentarse con aquellos problemas que habían dejado atrás. Aun así, la perspectiva de descansar un rato era demasiado apetecible, así que Wind mandó subir a las muchachas primero para ser ella la última. - ¿Estáis bien? - Preguntó Tami asomándose por la puertecita -Sí, estamos todas bien- respondió la elfina mientras comenzaba a escalar el árbol con cuidado.
Wind quedó unos instantes pensativa, divirtiéndose ante la perspectiva de aquella pequeña casita llena de gente hasta arriba. Tal vez, ni siquiera podría soportar el peso de todas, pero le parecía realmente gracioso imaginar el pequeño castillo se Claudia invadido de gente.
Fue la voz de Tami la que sacó a la elfina de sus ensoñaciones. - ¡Cuidado! - Apenas había escalado medio metro cuando el ruido del bosque junto con el grito de la pelirroja, hizo que girara la cabeza rápidamente, justo a tiempo para ver a Tamo cogerla de una pierna y dar un fuerte tirón de ella.
Wind se desprendió del árbol como un escarabajo enganchado a la corteza, no tuvo ninguna oportunidad de resistirse. Un grito ahogado quedó en su garganta al notar el tirón y una mirada de súplica llegó hasta las muchachas que estaban arriba, justo antes de que su cabeza impactara con fuerza contra el suelo, dejando en su nuca una brecha de unos centímetros de largo y, en su espalda, un dolor tan fuerte que juraría que se la había roto. El aire salió de sus pulmones en una exhalación y, si no hubiera resultado tan doloroso, incluso unas lágrimas hubieran rodado por su rostro. Pero el dolor y la falta de aire no la dejó respirar, no podía llorar sin aire, así que se quedó allí tumbada unos instantes, como una tortuga del revés ante la atónita y desencajada expresión de las muchachas que estaban arriba.
La visión de sus compañeras, rápidamente fue borrada por la cara de Tamo que la miraba con suficiencia, sabiendo que la tenía a su merced -Maldita puta- Masculló entre dientes antes de propinarle una patada en el costado. Wind gimió de dolor y tosió un par de veces mientras giraba sobre sí misma. Aquel muchacho parecía tener unas ganas demasiado grandes de hacer subir a la peliazul… y por el momento, lo estaba consiguiendo.
La elfina estaba cansada y, a pesar de que notaba cómo Aurë trataba de hacer algo desde arriba con sus pequeñas sanaciones, el dolor que invadía su cuerpo junto con el mareo por el golpe en la cabeza, le impedían pensar con especial claridad. Tamo soltó otra patada, esta vez a las piernas de la elfina junto con un suspiro de satisfacción. No le había roto nada, pero con una o dos patadas más, acabaría por romperle algún hueso. Wind estaba echa una bola en el suelo, cuando una pequeña bola de fuego golpeó en el suelo junto a Tamo haciendo que éste mirara hacia dónde se encontraban las muchachas asomadas - ¿A cuántas chicas del pueblo has engañado puta desgraciada?- Masculló entre dientes con ira en el rostro.
Algunas por la puerta y otras por los huecos que hacían de ventanas, pero todas estaban ahí apostadas tratando de hacer lo que podían. Aurë concentrada, Claudia mirando con horror la escena, Tami apretando los dientes y Rikka con su expresión de muñeca de porcelana, con un brazo asomado del que, probablemente, había salido el fuego.
Aprovechando esa distracción, Wind se incorporó tan rápido como el permitió su dolorido cuerpo, dio un paso hacia atrás y el golem apareció en frente suyo, como si fuera una muralla de protección entre el pelirrojo y ella - ¿Crees que esa mierda te va a salvar dos veces el mismo día? - dijo con una sonrisa lunática mientras sacaba una espada de su vaina. Parecía pertenecer al mismo juego de espadas que la de Tami o, al menos, era increíblemente similar -Tú has hecho que Tami vaya a morir- La locura se reflejaba en sus ojos mientras Wind cargaba su arco una sonrisa dolorida y ladina en su rostro -No te confundas, Tami no va a morir- Soltó la flecha y Tamo la esquivó sin problemas, como si no fuera más rápido que una pelota de papel -Si lo hará- El dolor quedó plasmado en su rostro y se lanzó contra Wind, que ya estaba con otra flecha en la mano, pero esta vez, no pensaba cargar su arco.
Sonrió y, cuando el pelirrojo esquivó el golem, Wind saltó sobre el mismo, usándolo como impulso. Cayó como si fuera una pluma, aunque un poco torcida por el dolor, cargó el arco y soltó la flecha antes de que Tamo pudiera esquivarla. Habría sido un disparo sencillo y certero si no fuera porque el dolor agudo de sus extremidades le impedía apuntar con facilidad. Consiguió hacerle un agujero en su muslo derecho, que no estaba mal, pero ella apuntaba directamente hacia el pecho.
Tamo soltó un aullido de dolor y se giró rabioso - ¿No tienes suficiente con destrozar al pueblo una vez? - Escupió cada una de sus palabras como si fuera veneno, pero Wind tenía cabeza embotada por aquel alarde de agilidad que, junto al mareo había conseguido que su cabeza pareciera estar rodeada de jarabe espeso. Titubeó un poco y vio como Tamo se arrancaba la flecha del muslo y la tiraba al suelo con desdén -Cos, es de Rhea y nadie se lo va a quitar- Aquella voz parecían gruñidos de un animal salvaje en vez de un muchacho. Señaló con la espada a la elfina medio desfallecida y volvió a sonreír. Parecía un chalado con cambios de humor repentinos, como si en su cabeza sólo hubiera un amasijo de ideas que no estuvieran bien hiladas entre ellas.
Tami no aguantó más, gruñó por lo bajo y sus nudillos, que estaban blancos de la fuerza con la que sujetaba el suelo de la casita, se soltaron repentinamente a la vez que comenzaba a bajar de la seguridad de aquel refugio. El resto de muchachas la miraron, pero no hicieron nada para detenerla, sabían que, si alguien debía encararse con Tamo, esa era su hermana.
El pelirrojo se percató de aquello y su mirada bailó entre ambas muchachas. Sus ojos parecían decir “Mataré dos pájaros de un tiro” pero al mismo tiempo, el fondo de su mirada parecía completamente devastada por el dolor. Definitivamente, en aquella cabeza parecían bullir demasiadas ideas al mismo tiempo.
- ¿Tami? - Wind miró perpleja a la pelirroja sin estar segura de cuáles eran sus intenciones -Es mi hermano, y es mi deber acabar con su cabezonería- A la elfina le hubiera encantado rebatirle aquello, pero no podía. Tami tenía razón y lo cierto era que Wind no estaba en condiciones de pelear mucho más. La peliazul se acercó a la oreja de su compañera y le susurró al oído -Está bien… Pero el golem va a apoyarte. Úsalo como escudo- Después, con la única intención de molestar a Tamo, le dio un pequeño beso en la mejilla y le dedicó una sonrisa ladina al pelirrojo que estaba comenzando a ponerse rojo de furia -Siento no poder jugar más contigo Tamo, pero esto es cosa de hermanos- Se encogió de hombros con mucha más seguridad y tranquilidad de la que sentía y se apartó tanto como pudo antes de que el pelirrojo se lanzara hacia ella con la espada por delante.
Tami le impidió que se acercara demasiado a la elfina que, después de alejarse un poco más, se sentó bajo un árbol y comenzó a examinarse las heridas y a sanarse con las fuerzas que le quedaban.
La pelirroja cruzó la espada con su hermano mientras se miraban directamente a los ojos con rabia, tristeza, dolor y amor. Sentían tantas cosas que parecía que aquellos sentimientos pudieran estallar como una pompa de jabón -Eres una necia- Dijo Tamo entre dientes -Y tu un idiota- Replicó Tami justo antes de separarse con un salto hacia atrás - ¿Sabes que ella es la que destrozó nuestro plan de la serpiente? - Antes de que la pelirroja pudiera responder, volvió a lanzarse contra ella, con la espada en alto, dejando su estómago al descubierto.
Tami apretó los dientes y aprovechó aquel descuido para tratar de clavarle la espada en el abdomen, pero, en el último momento, Tamo bajó la espada, y del golpe inesperado, Tami tamaleó ligeramente hacia atrás. Gruñó y ahora fue ella la que se lanzó contra él con la espalda a media altura, en el último momento cuando Tamo iba a responderle al ataque, se agachó y le derribó con un barrido de su pierna.
El pelirrojo cayó de espaldas y su hermana lanzó la espada desde arriba directamente sobre su cabeza, sin tambalear. Pero él, ágilmente rodó sobre sí mismo y la espada quedó clavada en el suelo. Tami masculló una maldición por lo bajo y, cuando quiso darse cuenta, Tamo ya estaba de nuevo de pie. Parecía demasiado ágil para tener una herida sangrante en su muslo, pero aquello se podía achacar fácilmente a las pociones de Rhea.
Cruzaron las espadas varias veces demostrando que estaban demasiado igualados tanto en fuerza como en destreza. Probablemente debido a que ambos habían entrenado juntos desde que eran pequeños.
Wind mientras tanto, después de curarse todo lo que pudo con las manos impuestas sobre las heridas y los dolores agudos de su cuerpo, dirigió la mirada hacia la pelea. El rechinar de las espadas resonaba entre los árboles y las muchachas que seguían en la casita parecían absortas en aquella pelea, como si un simple pestañeo pudiera hacerlas perderse un momento decisivo de la batalla… Y en realidad, así era.
Sin pensarlo mucho, Wind movió al golem hasta que quedó tras de Tamo para que no pudiera retroceder. Gruñó por el cansancio y el esfuerzo de moverle y, hablando en voz alta como si lo hiciera al viento llamó a Tami -Tami, ¡Ahora! - Sabía que la pelirroja comprendería la ventaja que suponía tener al golem justo detrás de Tamo, sobre todo porque él parecía no haberse dado cuenta.
La pelea parecía estar llegando a un punto muerto, Tami y Tamo estaban igualados, podían seguir así hasta que cualquiera de ellos cometiera un error o perdiera las fuerzas primero, pero eso sería demasiado largo. Tami sabía que, si seguían así, él acabaría ganando así que, al escuchar la voz de Wind la pelirroja pareció despertar de un letargo que la mantenía concentrada en la espada de Tamo. Miró más allá de su hermano y supo cuál era esa ventaja que ahora poseía.
Tamo la miró confundido y ella, con un grito que habría asustado a cualquier guerrero curtido en mil batallas le metió un buen empujón, aunque más bien, fue un placaje. Ambos perdieron el equilibrio por culpa del golem que hacía de tope por la espalda de Tamo y cayeron uno encima del otro.
Tamo de espaldas con los brazos en sus costados y Tami encima. No tardó en colocarse a horcajadas encima de su hermano, con las rodillas sobre sus brazos y, con lágrimas en los ojos, le metió un puñetazo con la mano izquierda que ahora estaba libre. El rostro del pelirrojo comenzó a mancharse de sangre porque ahora su nariz estaba rota -Maldito idiota- Le dio otro puñetazo en el mismo sitio arrancándole al pelirrojo un grito de dolor - ¿Qué demonios intentabas hacer? - Las lágrimas seguían cayendo por el rostro de la pelirroja que, tras otro puñetazo comenzó a sentir su puño entumecido y dolorido. - ¿Salvar a Rhea? - Las lágrimas se mezclaron con una sonrisa triste. Soltó la espada y ahora le golpeó con su otro puño -Rhea es más importante que nadie y tú, le has dado un dedo para demostrarle lealtad- Le dio otro golpe y Tamo ya no se quejó. Respiraba con dificultad y su rostro estaba comenzando a hincharse por los golpes. -Preferías matarme a mi antes que enfrentarte a tu reina- Las lágrimas dejaron de brotar y su expresión se volvió dura, como si fuera un juez a punto de dictar sentencia por herejía -Esta vez, la discusión la he ganado yo- Volvió a coger su espada y se levantó despacio. La sujetó con ambas manos y miró de nuevo el rostro ensangrentado de su hermano. Ni siquiera parecía Tamo, su querido hermano y salvador cuando era niña.
Todas las allí presentes contuvieron la espiración con la boca abierta, sin saber que hacer o decir. Era como ver una obra de teatro en la que los personajes sufrían de verdad. Mentira. Parecía una de esas historias que después se representaban en teatros de verdad.
Wind se había desmayado en algún punto de la pelea, el golem había desaparecido y el conejo se había quedado al lado de ella y miraba la escena con la misma intensidad que el resto de muchachas.
Tami levantó la espada, y la dejó caer.[/color]
Lo que sí le sorprendió, fue que Rikka no cambiara la expresión de su rostro en ningún momento “¿Realmente no siente nada?” Frunció el ceño involuntariamente ante esa idea. No quería pensar que aquella poción o hipnotismo o lo que fuera que le había hecho a la muchacha, era tan fuerte como para inhibir el dolor por completo. Si aquello que se había tomado, realmente era tan fuerte, la adicción a ello sería casi inminente, como la gente de los bajos fondos de las grandes ciudades… Una probadita a una droga muy refinada y ya no había marcha atrás.
Por suerte, parecía que aquella muchacha no tenía intenciones de liarse a golpes con Wind y menos mal, porque la elfina no sabía cómo iba a hacer para curarse más heridas sin caer completamente desfallecida en el suelo. Observó cómo se levantaba y la sonrisa tímida se convirtió en una mueca de desagrado -Claro que eres alguien…- Comenzó a decir la peliazul, cuando Rikka señaló a una gran muchedumbre que se veía a lo lejos. Wind no supo que decir, ahogó un grito y abrió mucho los ojos sin comprender qué demonios estaba sucediendo - ¿Qué se resiste? - La cabeza de la elfina daba vueltas como si fuera un molino de agua en mitad de un río de aguas rápidas -Por todos los cielos…- Murmuró con un hilo de voz, sin saber muy bien que hacer… ni decir.
Sus compañeras se acercaron y Tami fue la que rompió aquel silencio artifical que se había formado por la falta de palabras adecuadas que decir en voz alta. Una risa irónica por parte de la elfina y quedó con una sonrisa ladeada mientras se rascaba la nuca y murmuraba improperios contra todo lo que se le ocurría -Tal vez no mire Tami, me lo estoy pensando. Creo que no soy tan valiente como tú- Comentó jocosa y nerviosa a la pelirroja.
La siguiente frase de la pelirroja hizo que Wind levantara la vista y mirara con una expresión extraña a su compañera. En su rostro se veía una sonrisa, pero esta vez no era nerviosa, sino divertida, como si su cabeza estuviera contándose un chiste a sí misma, al mismo tiempo que su mirada tenía un destello de dolor y tristeza -Aunque por otra parte…- Comenzó a decir antes de lanzar una mordaz mirada hacia la muchedumbre que comenzaba a estar escandalosamente cerca -Yo tuve la fuerza para robarles esa serpiente- Volvió a mirar a Tami un momento, el dolor y la tristeza se habían esfumado dejando paso únicamente a la diversión, como si estuviera comenzando a tomarse aquello como si fuera un juego. Un juego que iban a ganar.
Wind no tardó en desviar la mirada de su amiga, no quería ver sus ojos llenos de resentimiento por haber sido la responsable de robar la serpiente, por haberle escondido su verdadera identidad y, sobre todo, por no arrepentirse ni lo más mínimo de todas y cada una de las acciones que había llevado a cabo hasta ese momento. Prefería no saber los reproches que tenía para ella, no se veía capaz de soportarlos en aquel momento.
Por suerte para ella, Tami no tuvo tiempo para decir nada pues, Aurë parecía estar asustada y no tardó en agarrarse a los ropajes de la pelirroja, haciendo que el foco de atención cambiara hacia la pequeña -No pasará nada Aurë- Añadió la elfina con una sonrisa tranquilizadora, tratando de que la pequeña se calmara un poco. A pesar de sus intentos por relajar a la chiquilla, no parecía que ésta tuviera la más mínima intención de calmarse.
Wind apenas había apartado la vista para pensar una idea cuando Aurë volvió a estirar desesperada los ropajes de la pelirroja. Esta vez, la elfina no prestó demasiada atención, tenía que pensar cómo salir ilesas de esa muchedumbre al mismo tiempo que no les causara un gran daño. No quería causar más dolor a aquel pueblo y, aunque sabía que aquellas personas no estaban cuerdas y, probablemente no volvieran a estar bien en mucho tiempo (si es que alguna vez lo estaban de nuevo), no quería matarlas. Un asesinato en masa, no era la mejor de las opciones, sobre todo porque no se veía capaz de acabar con aquella manada de gente.
La elfina tenía una idea aproximada de qué hacer cuando escuchó la voz de Rikka. Wind miró a la morena y, de repente se le iluminaron los ojos al ver aquella llama entre sus dedos. Ahora sí tenía un plan y era posible, que hasta fuera efectivo.
A pesar de la alegría repentina de la elfina, Aurë volvió a llamarles la atención con nerviosismo. Era raro que la pequeña estuviera tan agitada, ni siquiera cuando se habían enfrentado a los Hombres Grandes había estado tan nerviosa, y perspectiva, no hacía que Wind estuviera precisamente tranquila. Parecía que la chiquilla sabía algo que ellas no y, como no se entendieran pronto, era más que probable que aquella gente las alcanzara antes de poder poner su plan en marcha.
Todas las muchachas quedaron como atontadas mirando a la medio-elfa moverse nerviosamente hasta dar con una ramita y poner la punta sobre el pecho de la pelirroja. Wind frunció el ceño, Rikka no cambio la expresión de su rostro y Tami la miró atónita sin comprender nada ¿Qué le pasaba a rubita? La elfina quedó callada unos instantes, tratando de comprender qué demonios significaba aquello. Tardó más de lo necesario y, cuando cayó en lo que trataba de decirlas casi se pudo escuchar un “click” proveniente de la cabeza de la peliazul - ¿Quieren hacer daño a Tami? - Murmuró la elfina con temor en la mirada. Aurë asintió enérgicamente al mismo tiempo que la mente de Wind daba vueltas como una peonza. Una cosa era que quisieran acabar con ella, pero otra muy distinta era que quisieran dañar a la pelirroja, eso no pensaba tolerarlo y esa idea, se reflejó en sus ojos -Ni hablar- Apretó los dientes y no se planteó si quiera el motivo por el que querrían matar a Tami, no le interesaba, a ella sólo le importaba que aquello acabara cuanto antes y que sus compañeras salieran ilesas.
-Por todos los infiernos…- Se rascó la nuca y cogió el arco, una flecha y miró hacia la muchedumbre al mismo tiempo que mandaba al golem ir hacia donde estaban ellas -Vale, necesito que esto sea rápido- Empezó a decir con toda la calma con la que fue capaz – Esto está lleno de plantas muertas, coger todas las que podáis y traédmelas, ahora- Las instrucciones eran claras, no daba lugar a dudas que su plan estaba empezando a ponerse en marcha -Rikka, espero que estés dispuesta a ayudar… porque si no, no sé cómo voy a solucionar esto- Miró directamente a la morena, sin apenas pestañear mientras en su rostro se reflejaba la gravedad de la situación -Necesito que, cuando te lo pida, crees otra vez un pequeño anillo de fuego. Por favor- Las últimas palabras, eran mera cortesía, pero con la escasa confianza que se profesaban la una a la otra, no le vendría mal dedicarle unas palabras agradables.
Las muchachas no tardaron en aparecer con un par de montones de plantas secas. El golem ya estaba enfrente de la elfina y, sin personarlo dos veces comenzó a desarmar y rearmar al golem por algunas zonas mientras, en la arcilla que se iba deshaciendo, incrustaba ramilletes de pantas secas como si fueran mechones de pelo que le aparecían por todo el cuerpo.
No tardaron más de un par de minutos y un cansancio innecesariamente grande para Wind, convertir al golem en un matorral de arcilla y plantas secas.
La elfina suspiraba cansadamente mientras cogía un trapito blanco de su bolsa y lo ataba a la punta de su flecha -Vale, quiero que os quedéis detrás de mí y, a mi señal, necesito que salgáis corriendo hacia ese lado del bosque- Señaló a su izquierda con la flecha -No so separéis, iré detrás de vosotras- Se encaró de nuevo hacia la muchedumbre y mandó al golem hacia el frente, a contracorriente de aquella masa de gente. Algunos golpeaban a la mole, pero, al ser un simple títere inerte, no parecían demasiado interesados en hacerle daño -Rikka, prende la tela por favor- Sin hacerse demorar, la morena hizo lo que le había pedido. Wind le dedicó una sonrisa amistosa y se lo agradeció.
Calculó la distancia, el ángulo y la fuerza para darle al golem con la flecha. Confiaba en acertar, al fin y al cabo, tampoco estaba tan lejos y, por otra parte, si no acertaba, no tenía más ideas. Así que suspiró y soltó la flecha hacia el cielo.
Aquel pequeño fuego surcó el cielo y cayó justo en el golem. Pero no fue cómo la elfina había esperado. Aquello no estalló en llamas, de hecho, comenzó a arder lentamente -MIERDA- Exclamó la muchacha -Corred, ¡Ahora! - Exclamó la elfa mientras se giraba asustada hacia sus compañeras que, a pesar de no parecer muy seguras, siguieron su orden. Todas menos Rikka.
La morena se quedó ahí mirando a la muchedumbre acercarse y a Wind histérica sin saber que hacer -Déjame- Dijo Rikka sin apartar la vista de la gente. Tardó menos de un segundo en levantar la mano y que una llamarada de fuego saliera del golem haciendo que Wind quedara estupefacta -Por todos los…- Murmuró la elfina.
La muchedumbre de Nadies quedó quiera un instante, mirando aquel fogonazo que había aparecido en medio de ellos. No parecían comprender de que iba el asunto, pero al menos, estaban desconcertados. Todos quedaron quietos, pero, por supuesto, todos menos Tamo.
Wind tardó unos instantes en reaccionar. Miró a Rikka y ésta no le devolvió la mirada. Parecía absorta en aquel fogonazo, pero la elfina sabía que aquello no duraría mucho -Vamos, ¡Vamos! - Cogió la mano de la morena y, cuando le daba el primer tirón para sacarla de allí, se giró hacia el bosque, viendo a Claudia en la linde del camino - ¡Claudia! - Exclamó la elfina completamente sorprendida -Las chicas están de camino a mi castillo- Dijo con una sonrisa que no le llegaba a los ojos -Es cosa de reinas proteger a sus súbditos ¿No?- Comentó divertida Wind mientras se adentraba en el bosque, siguiendo a Claudia.
Aquella escena no pasó desapercibida para Tamo, el cual había conseguido escapar de aquella marabunta de Nadies y ahora podía ir libremente y con velocidad hacia Tami y Wind, para acabar de una vez por todas con aquel problema que había invadido Cos en apenas un día.
Era todo culpa de Wind, ahora debía matar a Tami por culpa de esa puta elfa. Sus padres iban a acabar con Tami si él no se daba prisa en hacerlo. Eran demasiadas cosas como para no estar encolerizado y cegado por el dolor.
Las dos muchachas siguieron a Claudia a través del bosque, consiguieron llegar hasta la casita de la albina, pero todas sabían que eso no podía acabar así. Huir no iba a servir de nada, en algún momento tendrían que volver a enfrentarse con aquellos problemas que habían dejado atrás. Aun así, la perspectiva de descansar un rato era demasiado apetecible, así que Wind mandó subir a las muchachas primero para ser ella la última. - ¿Estáis bien? - Preguntó Tami asomándose por la puertecita -Sí, estamos todas bien- respondió la elfina mientras comenzaba a escalar el árbol con cuidado.
Wind quedó unos instantes pensativa, divirtiéndose ante la perspectiva de aquella pequeña casita llena de gente hasta arriba. Tal vez, ni siquiera podría soportar el peso de todas, pero le parecía realmente gracioso imaginar el pequeño castillo se Claudia invadido de gente.
Fue la voz de Tami la que sacó a la elfina de sus ensoñaciones. - ¡Cuidado! - Apenas había escalado medio metro cuando el ruido del bosque junto con el grito de la pelirroja, hizo que girara la cabeza rápidamente, justo a tiempo para ver a Tamo cogerla de una pierna y dar un fuerte tirón de ella.
Wind se desprendió del árbol como un escarabajo enganchado a la corteza, no tuvo ninguna oportunidad de resistirse. Un grito ahogado quedó en su garganta al notar el tirón y una mirada de súplica llegó hasta las muchachas que estaban arriba, justo antes de que su cabeza impactara con fuerza contra el suelo, dejando en su nuca una brecha de unos centímetros de largo y, en su espalda, un dolor tan fuerte que juraría que se la había roto. El aire salió de sus pulmones en una exhalación y, si no hubiera resultado tan doloroso, incluso unas lágrimas hubieran rodado por su rostro. Pero el dolor y la falta de aire no la dejó respirar, no podía llorar sin aire, así que se quedó allí tumbada unos instantes, como una tortuga del revés ante la atónita y desencajada expresión de las muchachas que estaban arriba.
La visión de sus compañeras, rápidamente fue borrada por la cara de Tamo que la miraba con suficiencia, sabiendo que la tenía a su merced -Maldita puta- Masculló entre dientes antes de propinarle una patada en el costado. Wind gimió de dolor y tosió un par de veces mientras giraba sobre sí misma. Aquel muchacho parecía tener unas ganas demasiado grandes de hacer subir a la peliazul… y por el momento, lo estaba consiguiendo.
La elfina estaba cansada y, a pesar de que notaba cómo Aurë trataba de hacer algo desde arriba con sus pequeñas sanaciones, el dolor que invadía su cuerpo junto con el mareo por el golpe en la cabeza, le impedían pensar con especial claridad. Tamo soltó otra patada, esta vez a las piernas de la elfina junto con un suspiro de satisfacción. No le había roto nada, pero con una o dos patadas más, acabaría por romperle algún hueso. Wind estaba echa una bola en el suelo, cuando una pequeña bola de fuego golpeó en el suelo junto a Tamo haciendo que éste mirara hacia dónde se encontraban las muchachas asomadas - ¿A cuántas chicas del pueblo has engañado puta desgraciada?- Masculló entre dientes con ira en el rostro.
Algunas por la puerta y otras por los huecos que hacían de ventanas, pero todas estaban ahí apostadas tratando de hacer lo que podían. Aurë concentrada, Claudia mirando con horror la escena, Tami apretando los dientes y Rikka con su expresión de muñeca de porcelana, con un brazo asomado del que, probablemente, había salido el fuego.
Aprovechando esa distracción, Wind se incorporó tan rápido como el permitió su dolorido cuerpo, dio un paso hacia atrás y el golem apareció en frente suyo, como si fuera una muralla de protección entre el pelirrojo y ella - ¿Crees que esa mierda te va a salvar dos veces el mismo día? - dijo con una sonrisa lunática mientras sacaba una espada de su vaina. Parecía pertenecer al mismo juego de espadas que la de Tami o, al menos, era increíblemente similar -Tú has hecho que Tami vaya a morir- La locura se reflejaba en sus ojos mientras Wind cargaba su arco una sonrisa dolorida y ladina en su rostro -No te confundas, Tami no va a morir- Soltó la flecha y Tamo la esquivó sin problemas, como si no fuera más rápido que una pelota de papel -Si lo hará- El dolor quedó plasmado en su rostro y se lanzó contra Wind, que ya estaba con otra flecha en la mano, pero esta vez, no pensaba cargar su arco.
Sonrió y, cuando el pelirrojo esquivó el golem, Wind saltó sobre el mismo, usándolo como impulso. Cayó como si fuera una pluma, aunque un poco torcida por el dolor, cargó el arco y soltó la flecha antes de que Tamo pudiera esquivarla. Habría sido un disparo sencillo y certero si no fuera porque el dolor agudo de sus extremidades le impedía apuntar con facilidad. Consiguió hacerle un agujero en su muslo derecho, que no estaba mal, pero ella apuntaba directamente hacia el pecho.
Tamo soltó un aullido de dolor y se giró rabioso - ¿No tienes suficiente con destrozar al pueblo una vez? - Escupió cada una de sus palabras como si fuera veneno, pero Wind tenía cabeza embotada por aquel alarde de agilidad que, junto al mareo había conseguido que su cabeza pareciera estar rodeada de jarabe espeso. Titubeó un poco y vio como Tamo se arrancaba la flecha del muslo y la tiraba al suelo con desdén -Cos, es de Rhea y nadie se lo va a quitar- Aquella voz parecían gruñidos de un animal salvaje en vez de un muchacho. Señaló con la espada a la elfina medio desfallecida y volvió a sonreír. Parecía un chalado con cambios de humor repentinos, como si en su cabeza sólo hubiera un amasijo de ideas que no estuvieran bien hiladas entre ellas.
Tami no aguantó más, gruñó por lo bajo y sus nudillos, que estaban blancos de la fuerza con la que sujetaba el suelo de la casita, se soltaron repentinamente a la vez que comenzaba a bajar de la seguridad de aquel refugio. El resto de muchachas la miraron, pero no hicieron nada para detenerla, sabían que, si alguien debía encararse con Tamo, esa era su hermana.
El pelirrojo se percató de aquello y su mirada bailó entre ambas muchachas. Sus ojos parecían decir “Mataré dos pájaros de un tiro” pero al mismo tiempo, el fondo de su mirada parecía completamente devastada por el dolor. Definitivamente, en aquella cabeza parecían bullir demasiadas ideas al mismo tiempo.
- ¿Tami? - Wind miró perpleja a la pelirroja sin estar segura de cuáles eran sus intenciones -Es mi hermano, y es mi deber acabar con su cabezonería- A la elfina le hubiera encantado rebatirle aquello, pero no podía. Tami tenía razón y lo cierto era que Wind no estaba en condiciones de pelear mucho más. La peliazul se acercó a la oreja de su compañera y le susurró al oído -Está bien… Pero el golem va a apoyarte. Úsalo como escudo- Después, con la única intención de molestar a Tamo, le dio un pequeño beso en la mejilla y le dedicó una sonrisa ladina al pelirrojo que estaba comenzando a ponerse rojo de furia -Siento no poder jugar más contigo Tamo, pero esto es cosa de hermanos- Se encogió de hombros con mucha más seguridad y tranquilidad de la que sentía y se apartó tanto como pudo antes de que el pelirrojo se lanzara hacia ella con la espada por delante.
Tami le impidió que se acercara demasiado a la elfina que, después de alejarse un poco más, se sentó bajo un árbol y comenzó a examinarse las heridas y a sanarse con las fuerzas que le quedaban.
La pelirroja cruzó la espada con su hermano mientras se miraban directamente a los ojos con rabia, tristeza, dolor y amor. Sentían tantas cosas que parecía que aquellos sentimientos pudieran estallar como una pompa de jabón -Eres una necia- Dijo Tamo entre dientes -Y tu un idiota- Replicó Tami justo antes de separarse con un salto hacia atrás - ¿Sabes que ella es la que destrozó nuestro plan de la serpiente? - Antes de que la pelirroja pudiera responder, volvió a lanzarse contra ella, con la espada en alto, dejando su estómago al descubierto.
Tami apretó los dientes y aprovechó aquel descuido para tratar de clavarle la espada en el abdomen, pero, en el último momento, Tamo bajó la espada, y del golpe inesperado, Tami tamaleó ligeramente hacia atrás. Gruñó y ahora fue ella la que se lanzó contra él con la espalda a media altura, en el último momento cuando Tamo iba a responderle al ataque, se agachó y le derribó con un barrido de su pierna.
El pelirrojo cayó de espaldas y su hermana lanzó la espada desde arriba directamente sobre su cabeza, sin tambalear. Pero él, ágilmente rodó sobre sí mismo y la espada quedó clavada en el suelo. Tami masculló una maldición por lo bajo y, cuando quiso darse cuenta, Tamo ya estaba de nuevo de pie. Parecía demasiado ágil para tener una herida sangrante en su muslo, pero aquello se podía achacar fácilmente a las pociones de Rhea.
Cruzaron las espadas varias veces demostrando que estaban demasiado igualados tanto en fuerza como en destreza. Probablemente debido a que ambos habían entrenado juntos desde que eran pequeños.
Wind mientras tanto, después de curarse todo lo que pudo con las manos impuestas sobre las heridas y los dolores agudos de su cuerpo, dirigió la mirada hacia la pelea. El rechinar de las espadas resonaba entre los árboles y las muchachas que seguían en la casita parecían absortas en aquella pelea, como si un simple pestañeo pudiera hacerlas perderse un momento decisivo de la batalla… Y en realidad, así era.
Sin pensarlo mucho, Wind movió al golem hasta que quedó tras de Tamo para que no pudiera retroceder. Gruñó por el cansancio y el esfuerzo de moverle y, hablando en voz alta como si lo hiciera al viento llamó a Tami -Tami, ¡Ahora! - Sabía que la pelirroja comprendería la ventaja que suponía tener al golem justo detrás de Tamo, sobre todo porque él parecía no haberse dado cuenta.
La pelea parecía estar llegando a un punto muerto, Tami y Tamo estaban igualados, podían seguir así hasta que cualquiera de ellos cometiera un error o perdiera las fuerzas primero, pero eso sería demasiado largo. Tami sabía que, si seguían así, él acabaría ganando así que, al escuchar la voz de Wind la pelirroja pareció despertar de un letargo que la mantenía concentrada en la espada de Tamo. Miró más allá de su hermano y supo cuál era esa ventaja que ahora poseía.
Tamo la miró confundido y ella, con un grito que habría asustado a cualquier guerrero curtido en mil batallas le metió un buen empujón, aunque más bien, fue un placaje. Ambos perdieron el equilibrio por culpa del golem que hacía de tope por la espalda de Tamo y cayeron uno encima del otro.
Tamo de espaldas con los brazos en sus costados y Tami encima. No tardó en colocarse a horcajadas encima de su hermano, con las rodillas sobre sus brazos y, con lágrimas en los ojos, le metió un puñetazo con la mano izquierda que ahora estaba libre. El rostro del pelirrojo comenzó a mancharse de sangre porque ahora su nariz estaba rota -Maldito idiota- Le dio otro puñetazo en el mismo sitio arrancándole al pelirrojo un grito de dolor - ¿Qué demonios intentabas hacer? - Las lágrimas seguían cayendo por el rostro de la pelirroja que, tras otro puñetazo comenzó a sentir su puño entumecido y dolorido. - ¿Salvar a Rhea? - Las lágrimas se mezclaron con una sonrisa triste. Soltó la espada y ahora le golpeó con su otro puño -Rhea es más importante que nadie y tú, le has dado un dedo para demostrarle lealtad- Le dio otro golpe y Tamo ya no se quejó. Respiraba con dificultad y su rostro estaba comenzando a hincharse por los golpes. -Preferías matarme a mi antes que enfrentarte a tu reina- Las lágrimas dejaron de brotar y su expresión se volvió dura, como si fuera un juez a punto de dictar sentencia por herejía -Esta vez, la discusión la he ganado yo- Volvió a coger su espada y se levantó despacio. La sujetó con ambas manos y miró de nuevo el rostro ensangrentado de su hermano. Ni siquiera parecía Tamo, su querido hermano y salvador cuando era niña.
Todas las allí presentes contuvieron la espiración con la boca abierta, sin saber que hacer o decir. Era como ver una obra de teatro en la que los personajes sufrían de verdad. Mentira. Parecía una de esas historias que después se representaban en teatros de verdad.
Wind se había desmayado en algún punto de la pelea, el golem había desaparecido y el conejo se había quedado al lado de ella y miraba la escena con la misma intensidad que el resto de muchachas.
Tami levantó la espada, y la dejó caer.[/color]
Windorind Crownguard
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Re: Rhea de Cos +18 [Quest] [Windorin Crownguard]
Claudia estaba de detrás a Aurë y la envolvía de en un abrazo. La pequeña se había tapado los ojos con las manos. Negaba con la cabeza y agitaba los hombros de forma nerviosa. Estaba horrorizada y razón no le faltaba. Si Claudia estuviera sola viendo como Tamo peleaba contra Tami y Sheela se estaría comportando casi igual que Aurë. La única diferencia sería que Claudia se taparía los ojos con la corona de flores de colores que llevaba puesta en lugar que con las manos como lo estaba hacían la semi-elfa. Con personas Aurë, Rikka, Tami y Sheela con ella, la chica que se hacía llamar la Reina del Bosque, no podía permitirse echarse a llorar y taparse los ojos. Tenía que seguir mirando. Incluso cuando Sheela cayó al suelo, Claudia siguió mirando (Es cosa de Reinas proteger a sus súbditos).
Miraba la escena de la misma manera que, minutos antes, Tami había observado al golem de Sheela aplastar la cabeza de un Hombre Grande y Rikka había mantenido la mirada fija al frente cuando Sheela le curaba hueco del ojo. De una forma u otra, siempre que Sheela estaba con alguna de las cuatro chicas, ellas eran un poco más valientes. No lo suficiente para cometer la locura de enfrentarse solas contra Rhea de Cos, pero sí lo bastante como para mirar cuando no debían hacerlo. Solo había que mirar a Aurë para dase cuenta de lo valiente que era como para estar abriendo los dedos de sus manos dejando unos pequeños huequecitos para mirar lo que pasaba abajo.
-No tienes porqué mirar sino quieres- Claudia apretó un poco más su abrazo con Aurë.
La semi-elfa contestó afirmando con la cabeza y cerrando los pequeños huequecitos que había hecho con los dedos. Como premio por obedecer, Claudia le removió el pelo. Una cosa era ser valiente, otra, bien distante, era ver como las dos mayores heroínas de Cos lo pasaban mal por culpa de Tamo.
-Eres una súbdita muy buena y obediente, si sigues así, cuando seas mayor, podrás ser una Reina tan guapa y lista como yo-.
Claudia escuchó como, bajo las manitas de la elfa, se podía ver una tímida sonrisa que emitía un carraspeó molesto, pero divertido.
-Tami es muy fuerte- dijo Rikka sin apartar la mirada de la pelirrojo.
-Sí que lo es. Cuando éramos pequeñas jugábamos juntas y ella ganaba en todos los juegos físicos. Yo ganaba en los de pensar y en los de esconderse. Por eso me convertí en la Reina del Bosque: Porque sé pensar y esconderme-.
-No sabía que fueras una Reina-.
-¡Pues sí lo soy! Soy la Reina más guapa y lista que conocerás jamás. Soy tan lista que siempre conseguí engañar a los Hombres Grandes escondiéndome en el bosque. Ninguno me vio-.
-¿Cómo lo hiciste?-
-Con las flores por supuesto.- fue entonces cuando tuvo mejor idea que jamás había tenido- ¡Flores, eso es!-
Sheela, que estaba muy mal herida en el suelo, intentaba hacer fuerza para dirigir a su golem detrás de Tamo para hacerle tropezar al suelo. Pero Tamo lo vería y lo esquivaría igual como había hecho antes. Ahí es donde entraba Claudia y la brillante idea que había tenido. Se quitó la corona de flores de la cabeza y lo lanzó contra la cara de Tamo para que no viera. Las corona de flores explotó en la cara de Tamo haciendo que perdiera la concentración y cayera por la zancadilla del golem. ¡Trabajo en equipo!
Las tres chicas bajaron del árbol en cuanto Tamo cayó al suelo. Aurë se arrodilló al lado de Sheela, Rikka tenía un anillo de fuego en las manos y estaba amenazando a Tamo para que no se volviera a levantar y Claudia recogía las flores de la corona que había roto. La flor más bonita, una de largos pétalos morados de cuyo nombre no recordaba, se la puso en el pelo a Sheela.
-Esta vez, la discusión la he ganado yo.- Claudia escuchó como Tami lloraba dándole la espalada a su hermano quien seguía en el suelo.
Por un momento, pareció que Tamo iba a contestar a su hermana, pero se mantuvo callado. Ese silencio era aterrador. Las cuatro chicas (sin contar a Sheela) lo notaban. Ninguna se atrevía a quitarle el ojo de encima a Tamo por lo que fuera que estuviera a punto de hacer. El chico tenía la boca abierta como un animal y apretaba los dientes con tanta fuerza que parecía estar haciéndose daño. Claudia sintió lástima mucha lástima por Tamo y, todavía más, por Tami. Ella se llevaba la peor parte. Tamo había decido someterse a las pociones de la falsa Reina de Cos, pero era Tami jamás había querido perder a su hermano.
Lo que las chicas esperaban llegó en el mismo momento que Tami agachaba la cabeza para soltar las últimas lágrimas: Tamo dio un puñetazo en la pierna de Rikka para hacer que perdiera el equilibrio y así escabullirse para volver a atacar a su hermana. Tami, que había estado preparada para este momento, clavó su espada contra el vientre de Tamo antes de que le pudiera hacer daño.
-Lo siento, Tamo-.
-Te odio- las palabras del chico se ahogaron en la sangre que le caía por la boca.
-Te quiero- las palabras de la chica se ahogaron en las lágrimas que le caían por los ojos.
Tami besó la comisura de los labios de su hermano como meses atrás había besado los labios de Erika antes de matarla. Era su forma de despedirse de las personas que quería. Con un beso podía decir todo aquello que no sabía con palabras.
-Tami…- Claudia se quedó boquiabierta sin saber qué decir por lo que había pasado.
La pelirroja se acercó a Claudia y la removió el pelo. ¡Eso es trampa! Ese mismo truco lo había usado ella para tranquilizar a Aurë. ¡Es una terrible osadía usar los trucos de la Reina contra la misma Reina! Claudia estuvo de protestar por ello. Pero prefirió quedarse callada y acariciarse la cabeza por el lado por donde le había removido el pelo Tami. Este momento era de ella. Tami era una auténtica heroína en Cos. Solo ella podía hablar.
Tami se arrodilló junto con Aurë para estar con Sheela. Le quitó el maquillaje con el que se había disfrazado en la casa árbol que servía tanto de escondite como palacio de la Reina de Bosque. Miró a Sheela con una cálida sonrisa bañada en lágrimas y la abrazó por la cabeza.
-Gracias Sheela, nos has salvado- la sonrisa fue haciéndose más y más grande- nos has salvado a todas. No me importa quién eres o lo que fuera que hiciste con la serpiente de Rhea.- hubo un extraño silencio en el que las tres chicas restantes sabían a la perfección lo que Tami estaba a punto de decir. - Te quiero, Sheela.- Terminó besando a la elfa por la frente.
Windorin Crownguard: Si por mí fuera, hubiera dejado con vida a Tamo. Son los Dioses que decidieron, con su runa, que éste muriera. Lo siento mucho. A pesar de eso. Tami no te odia. Ninguna de las chicas te va a odiar. Te miran como una heroína. Como ha conseguido salvar a una ciudad entera de una terrible maldición. Ahora, en el siguiente post, deberás contarles a las chicas quién eres de verdad. Ellas lo aceptaran.
Mi próximo post será el inicio de la batalla con Rhea. Quedan muy pocos turnos para que se termine la misión. Si lo deseas, puedes avanzar por ti misma la historia dirigiéndote a la cabaña de Rhea. Las chicas irán contigo allá donde vayas.
Personajes prohibidos en el siguiente turno: Rhea,y el Bardo.
Miraba la escena de la misma manera que, minutos antes, Tami había observado al golem de Sheela aplastar la cabeza de un Hombre Grande y Rikka había mantenido la mirada fija al frente cuando Sheela le curaba hueco del ojo. De una forma u otra, siempre que Sheela estaba con alguna de las cuatro chicas, ellas eran un poco más valientes. No lo suficiente para cometer la locura de enfrentarse solas contra Rhea de Cos, pero sí lo bastante como para mirar cuando no debían hacerlo. Solo había que mirar a Aurë para dase cuenta de lo valiente que era como para estar abriendo los dedos de sus manos dejando unos pequeños huequecitos para mirar lo que pasaba abajo.
-No tienes porqué mirar sino quieres- Claudia apretó un poco más su abrazo con Aurë.
La semi-elfa contestó afirmando con la cabeza y cerrando los pequeños huequecitos que había hecho con los dedos. Como premio por obedecer, Claudia le removió el pelo. Una cosa era ser valiente, otra, bien distante, era ver como las dos mayores heroínas de Cos lo pasaban mal por culpa de Tamo.
-Eres una súbdita muy buena y obediente, si sigues así, cuando seas mayor, podrás ser una Reina tan guapa y lista como yo-.
Claudia escuchó como, bajo las manitas de la elfa, se podía ver una tímida sonrisa que emitía un carraspeó molesto, pero divertido.
-Tami es muy fuerte- dijo Rikka sin apartar la mirada de la pelirrojo.
-Sí que lo es. Cuando éramos pequeñas jugábamos juntas y ella ganaba en todos los juegos físicos. Yo ganaba en los de pensar y en los de esconderse. Por eso me convertí en la Reina del Bosque: Porque sé pensar y esconderme-.
-No sabía que fueras una Reina-.
-¡Pues sí lo soy! Soy la Reina más guapa y lista que conocerás jamás. Soy tan lista que siempre conseguí engañar a los Hombres Grandes escondiéndome en el bosque. Ninguno me vio-.
-¿Cómo lo hiciste?-
-Con las flores por supuesto.- fue entonces cuando tuvo mejor idea que jamás había tenido- ¡Flores, eso es!-
Sheela, que estaba muy mal herida en el suelo, intentaba hacer fuerza para dirigir a su golem detrás de Tamo para hacerle tropezar al suelo. Pero Tamo lo vería y lo esquivaría igual como había hecho antes. Ahí es donde entraba Claudia y la brillante idea que había tenido. Se quitó la corona de flores de la cabeza y lo lanzó contra la cara de Tamo para que no viera. Las corona de flores explotó en la cara de Tamo haciendo que perdiera la concentración y cayera por la zancadilla del golem. ¡Trabajo en equipo!
Las tres chicas bajaron del árbol en cuanto Tamo cayó al suelo. Aurë se arrodilló al lado de Sheela, Rikka tenía un anillo de fuego en las manos y estaba amenazando a Tamo para que no se volviera a levantar y Claudia recogía las flores de la corona que había roto. La flor más bonita, una de largos pétalos morados de cuyo nombre no recordaba, se la puso en el pelo a Sheela.
-Esta vez, la discusión la he ganado yo.- Claudia escuchó como Tami lloraba dándole la espalada a su hermano quien seguía en el suelo.
Por un momento, pareció que Tamo iba a contestar a su hermana, pero se mantuvo callado. Ese silencio era aterrador. Las cuatro chicas (sin contar a Sheela) lo notaban. Ninguna se atrevía a quitarle el ojo de encima a Tamo por lo que fuera que estuviera a punto de hacer. El chico tenía la boca abierta como un animal y apretaba los dientes con tanta fuerza que parecía estar haciéndose daño. Claudia sintió lástima mucha lástima por Tamo y, todavía más, por Tami. Ella se llevaba la peor parte. Tamo había decido someterse a las pociones de la falsa Reina de Cos, pero era Tami jamás había querido perder a su hermano.
Lo que las chicas esperaban llegó en el mismo momento que Tami agachaba la cabeza para soltar las últimas lágrimas: Tamo dio un puñetazo en la pierna de Rikka para hacer que perdiera el equilibrio y así escabullirse para volver a atacar a su hermana. Tami, que había estado preparada para este momento, clavó su espada contra el vientre de Tamo antes de que le pudiera hacer daño.
-Lo siento, Tamo-.
-Te odio- las palabras del chico se ahogaron en la sangre que le caía por la boca.
-Te quiero- las palabras de la chica se ahogaron en las lágrimas que le caían por los ojos.
Tami besó la comisura de los labios de su hermano como meses atrás había besado los labios de Erika antes de matarla. Era su forma de despedirse de las personas que quería. Con un beso podía decir todo aquello que no sabía con palabras.
-Tami…- Claudia se quedó boquiabierta sin saber qué decir por lo que había pasado.
La pelirroja se acercó a Claudia y la removió el pelo. ¡Eso es trampa! Ese mismo truco lo había usado ella para tranquilizar a Aurë. ¡Es una terrible osadía usar los trucos de la Reina contra la misma Reina! Claudia estuvo de protestar por ello. Pero prefirió quedarse callada y acariciarse la cabeza por el lado por donde le había removido el pelo Tami. Este momento era de ella. Tami era una auténtica heroína en Cos. Solo ella podía hablar.
Tami se arrodilló junto con Aurë para estar con Sheela. Le quitó el maquillaje con el que se había disfrazado en la casa árbol que servía tanto de escondite como palacio de la Reina de Bosque. Miró a Sheela con una cálida sonrisa bañada en lágrimas y la abrazó por la cabeza.
-Gracias Sheela, nos has salvado- la sonrisa fue haciéndose más y más grande- nos has salvado a todas. No me importa quién eres o lo que fuera que hiciste con la serpiente de Rhea.- hubo un extraño silencio en el que las tres chicas restantes sabían a la perfección lo que Tami estaba a punto de decir. - Te quiero, Sheela.- Terminó besando a la elfa por la frente.
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Windorin Crownguard: Si por mí fuera, hubiera dejado con vida a Tamo. Son los Dioses que decidieron, con su runa, que éste muriera. Lo siento mucho. A pesar de eso. Tami no te odia. Ninguna de las chicas te va a odiar. Te miran como una heroína. Como ha conseguido salvar a una ciudad entera de una terrible maldición. Ahora, en el siguiente post, deberás contarles a las chicas quién eres de verdad. Ellas lo aceptaran.
Mi próximo post será el inicio de la batalla con Rhea. Quedan muy pocos turnos para que se termine la misión. Si lo deseas, puedes avanzar por ti misma la historia dirigiéndote a la cabaña de Rhea. Las chicas irán contigo allá donde vayas.
Personajes prohibidos en el siguiente turno: Rhea,y el Bardo.
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Re: Rhea de Cos +18 [Quest] [Windorin Crownguard]
El sol se estaba comenzando a esconder entre los árboles y la luz que se colaba entre las ramas rozaba los rostros marcados por la tristeza de todas las chicas que estaban sentadas en el suelo.
El cuerpo inerte de Tamo seguía en el mismo lugar donde había exhalado su último suspiro y los ojos de Tami bailaban entre la faz dormida de la elfa y su hermano.
Claudia manoseaba el pelo de Wind constantemente como si tratara de peinárselo, aunque ya hacía un buen rato que el cabello azulado estaba libre de nudos y caía lacio sobre el cuello de la elfa. Al mismo tiempo, Aurë trataba de sanar las heridas visibles que marcaban el cuerpo de Wind después de tantas peleas. Cerraba los ojos con fuerza y deseaba con todo su corazón que se recuperara pronto mientras miraba a Tami con preocupación, porque ella también tenía heridas de haber hecho muchas cosas buenas, pero no quería que la curara hasta que la elfina estuviera completamente curada.
Rikka por su parte, permanecía sentada e impasible mirando la escena mientras el conejo la rondaba como si se sintiera protegido a su alrededor. Pero ella no sentía nada, y no iba a sentirlo hasta que acabaran con Rhea.
Wind intentó abrir los ojos, pero sus pestañas, enredadas, parecían querer evitarlo a toda costa. Respiró profundamente y con el último intento, consiguió abrir los ojos poco a poco.
Al despertarse, se encontró con la cabeza apoyada sobre las rodillas de Claudia al mismo tiempo que todas las muchachas la observaban con distintas expresiones. Había tristeza, preocupación y también tranquilidad. Tranquilidad por ver que al fin había despertado a pesar de los golpes y magulladuras que aún recorrían su cuerpo (A pesar de los cuidados de Aurë)
Wind notó la boca pastosa y con un desagradable sabor a hierro y sal, además sentía todo su cuerpo dolorido y la cabeza ligeramente entumecida ¿Cuánto tiempo había dormido? Pero aún más importante ¿En qué momento se había quedado dormida? Quería respuestas a esas preguntas, pero la mirada de preocupación de sus compañeras parecía más urgente que sus dudas.
Tras unos instantes de reflexión y una vez más orientada, Intentó incorporarse, pero las pequeñas manos de Claudia no se lo permitieron -Deberías seguir acostada un rato- Comentó Tami con el ceño fruncido al mismo tiempo que le hacía una leve caricia en el rostro a Wind.
La elfina le devolvió el gesto y emitió un leve gruñido que bien podía interpretarse como que no estaba conforme o como que estaba sedienta. Las muchachas decidieron que era lo segundo.
A pesar de lo que pensaran las chicas, Wind estaba preocupada por Tami. En el rostro de la pelirroja se entreveía una tristeza mucho más profunda que haber encontrado a su amiga desmayada, había ocurrido algo que la elfina no sabía, pero esa pregunta quedaría con las demás en su cabeza hasta que bebiera algo de líquido que le refrescara las ideas y le aclarara la garganta.
Claudia miró la casa del árbol y luego a la elfina que tenía sobre sus rodillas -Deberíamos volver al árbol para que puedas beber algo- Aurë asintió enérgicamente varias veces ante esa idea, Tami asintió sin perder de vista a Wind y Rikka asintió una sola vez -Puedo ayudarla a subir- Y antes de que la peliazul pudiera si quiera abrir la boca para quejarse, las muchachas se levantaron y se encaminaron al árbol.
Aurë subió primero, después fue Claudia y la tercera fue Tami.
Wind se quedó unos instantes mirando que era lo que pretendían hacer sus amigas hasta que se percató de que intentaban ayudarla a subir, Rikka empujando desde abajo y Tami con el brazo estirado desde arriba -Oh, por los dioses…- Murmuró antes de carraspear y empezar a mostrar su disconformidad -Puedo sola, no me he quedado sin piernas- Sonrió a las dos muchachas y comenzó a escalar despacio. A pesar de sus doloridos músculos, había recuperado gran parte de su energía con aquella pequeña siesta improvisada y sentía sus fuerzas renovadas, lo cual, le sacó una leve sonrisa.
Cuando llegó arriba, Rikka cogió al conejo y subieron sin demasiados problemas.
La pequeña casita del árbol parecía incluso más estrecha con todas las muchachas subidas allí, todas formando un círculo mientras se pasaban una bota con agua que tenía Claudia guardada allí arriba.
Los reclamos y preguntas no se hicieron de rogar en cuanto Wind se quitó aquella sensación pastosa de la boca - ¿Cuánto he estado dormida? - Preguntó sin mayor demora -Un buen rato… Lo suficiente como para que nos preocupáramos- Contestó Claudia con una media sonrisa que se vio ensombrecida por las ojeras que comenzaban a marcarse en su rostro - ¿Qué… pasó con Tamo? - Esta pregunta salió titubeante de sus labios, como si no quisiera saber la respuesta, pero su respuesta llegó más pronto que tarde, cuando todas las chicas bajaron la mirada con tristeza… menos Rikka.
-Esto…- empezó a tartamudear Claudia -Está muerto- Contestó Tami tajante con un profundo dolor marcado en su rostro -Oh cielos… Lo siento mucho Tami… y-yo… no quería que esto acabara así- A Wind se le llenaron los ojos de lágrimas y acto seguido abrazó a la pelirroja, que parecía estar conteniéndose -Esto no ha acabado- comentó Rikka de fondo -Aún tenemos que acabar con la bruja- Comentó mientras se acariciaba la tela que tapaba su no-ojo de modo ausente. Las muchachas asintieron ante aquella afirmación y Wind se separó de su amiga mientras se restregaba las lágrimas de los ojos.
Tardó más de lo que le hubiera gustado en darse cuenta de que su maquillaje había desaparecido casi por completo y la cera de su rostro ya no estaba ahí. Se miró las manos unos instantes y la falta de maquillaje facial arrastrado por sus lágrimas hizo que quedara unos instantes en silencio. De repente, el pánico acudió a su mente “¿Lo saben? ¿Me odian? ¿Ahora tomarán venganza? ¿Están enfadadas por qué las he mentido? ¿Acaso están esperando a que me dé cuenta para negarme su ayuda? ...” Las preguntas llegaron a su cabeza como un remolino mientras sus ojos comenzaban a desenfocarse y empezaba a ver todo borroso ¿Por qué tenían que enterarse de esa manera? Wind pensaba haberles contado todo al final, cuando las batallas hubieran terminado y ellas pudieran procesar la noticia sin tener más problemas a la vista.
La cabeza comenzó a darle vueltas y las muchachas empezaron a mirarla con extrañeza. Aurë fue la primera en abalanzarse sobre la elfina y en observarle la cara con cuidado buscando alguna herida - ¿Estás bien? - Preguntó Claudia con un tono que dejaba entrever que estaba empezando a asustarse. Tami miró también a su amiga en busca de alguna herida que no hubieran visto antes - ¿Sheela? - El miedo comenzó a apoderarse de las muchachas que estaban allí reunidas, pero Wind no se percató de nada de ello, tenía la mirada perdida y el pánico le nublaba la mente. Tenía que solucionarlo pronto, antes de que aquellas chicas comenzaran a odiarla.
-Y-Yo…- El discurso y las palabras se agolpaban en su cabeza, pero su boca no parecía estar dispuesta a decir las palabras que tanto le costaba juntar a su mente -Y-Yo…- Volvió a tartamudear mientras los ojos volvían a humedecérsele con rapidez. No sabía cómo hacer que sus labios se movieran al ritmo de sus palabras y sus ojos estaban cada vez más anegados de lágrimas.
-Yo… Lo… siento- Fue lo único que fue capaz de pronunciar antes de romper a llorar como un niño al que le han castigado -Lo siento mucho- Su cabeza comenzó a dar vueltas alrededor de aquella idea mientras tapaba su rostro con las manos -Yo no… No quería… Lo siento tanto…- Las lágrimas rodaban por su rostro mientras las muchachas la miraban con asombro.
-¿Qué…?- Fue lo que Tami pudo susurrar antes de percatarse de lo que sucedía. Era cierto que podía haber varios motivos por los que la elfina quisiera disculparse, pero desde luego una reacción como aquella, sólo podía responder a una mentira en concreto -No nos importa- Dijo Claudia con una pequeña sonrisa mientras Wind continuaba llorando.
-Nos has salvado y es lo único que importa- Dijo Tami en un tono dulce que pocas veces se oía en sus labios -Te apoyaremos- Añadió Rikka al mismo tiempo que Aurë asentía enérgicamente y retiraba las manos de Wind de su cara -Deja de llorar y vamos a acabar con esa bruja- Sentenció Tami justo antes de levantarse.
Wind escuchó aquellas palabras con recelo. No podía creerse que aquellas muchachas estuvieran dispuestas a luchar a su lado a pesar de haberlas mentido con algo tan importante como su identidad, pero a cada palabra que escuchaba sus lágrimas disminuían y su cariño hacia esas chicas aumentaba.
Con la última frase de Tami, Wind se levantó también y las demás las siguieron -Es hora de acabar con ella- Y con esa promesa, bajaron del árbol y se dirigieron a la entrada de la casa de Rhea, con la férrea determinación de acabar con ella y su reinado antes de que la noche terminara.
El cuerpo inerte de Tamo seguía en el mismo lugar donde había exhalado su último suspiro y los ojos de Tami bailaban entre la faz dormida de la elfa y su hermano.
Claudia manoseaba el pelo de Wind constantemente como si tratara de peinárselo, aunque ya hacía un buen rato que el cabello azulado estaba libre de nudos y caía lacio sobre el cuello de la elfa. Al mismo tiempo, Aurë trataba de sanar las heridas visibles que marcaban el cuerpo de Wind después de tantas peleas. Cerraba los ojos con fuerza y deseaba con todo su corazón que se recuperara pronto mientras miraba a Tami con preocupación, porque ella también tenía heridas de haber hecho muchas cosas buenas, pero no quería que la curara hasta que la elfina estuviera completamente curada.
Rikka por su parte, permanecía sentada e impasible mirando la escena mientras el conejo la rondaba como si se sintiera protegido a su alrededor. Pero ella no sentía nada, y no iba a sentirlo hasta que acabaran con Rhea.
Wind intentó abrir los ojos, pero sus pestañas, enredadas, parecían querer evitarlo a toda costa. Respiró profundamente y con el último intento, consiguió abrir los ojos poco a poco.
Al despertarse, se encontró con la cabeza apoyada sobre las rodillas de Claudia al mismo tiempo que todas las muchachas la observaban con distintas expresiones. Había tristeza, preocupación y también tranquilidad. Tranquilidad por ver que al fin había despertado a pesar de los golpes y magulladuras que aún recorrían su cuerpo (A pesar de los cuidados de Aurë)
Wind notó la boca pastosa y con un desagradable sabor a hierro y sal, además sentía todo su cuerpo dolorido y la cabeza ligeramente entumecida ¿Cuánto tiempo había dormido? Pero aún más importante ¿En qué momento se había quedado dormida? Quería respuestas a esas preguntas, pero la mirada de preocupación de sus compañeras parecía más urgente que sus dudas.
Tras unos instantes de reflexión y una vez más orientada, Intentó incorporarse, pero las pequeñas manos de Claudia no se lo permitieron -Deberías seguir acostada un rato- Comentó Tami con el ceño fruncido al mismo tiempo que le hacía una leve caricia en el rostro a Wind.
La elfina le devolvió el gesto y emitió un leve gruñido que bien podía interpretarse como que no estaba conforme o como que estaba sedienta. Las muchachas decidieron que era lo segundo.
A pesar de lo que pensaran las chicas, Wind estaba preocupada por Tami. En el rostro de la pelirroja se entreveía una tristeza mucho más profunda que haber encontrado a su amiga desmayada, había ocurrido algo que la elfina no sabía, pero esa pregunta quedaría con las demás en su cabeza hasta que bebiera algo de líquido que le refrescara las ideas y le aclarara la garganta.
Claudia miró la casa del árbol y luego a la elfina que tenía sobre sus rodillas -Deberíamos volver al árbol para que puedas beber algo- Aurë asintió enérgicamente varias veces ante esa idea, Tami asintió sin perder de vista a Wind y Rikka asintió una sola vez -Puedo ayudarla a subir- Y antes de que la peliazul pudiera si quiera abrir la boca para quejarse, las muchachas se levantaron y se encaminaron al árbol.
Aurë subió primero, después fue Claudia y la tercera fue Tami.
Wind se quedó unos instantes mirando que era lo que pretendían hacer sus amigas hasta que se percató de que intentaban ayudarla a subir, Rikka empujando desde abajo y Tami con el brazo estirado desde arriba -Oh, por los dioses…- Murmuró antes de carraspear y empezar a mostrar su disconformidad -Puedo sola, no me he quedado sin piernas- Sonrió a las dos muchachas y comenzó a escalar despacio. A pesar de sus doloridos músculos, había recuperado gran parte de su energía con aquella pequeña siesta improvisada y sentía sus fuerzas renovadas, lo cual, le sacó una leve sonrisa.
Cuando llegó arriba, Rikka cogió al conejo y subieron sin demasiados problemas.
La pequeña casita del árbol parecía incluso más estrecha con todas las muchachas subidas allí, todas formando un círculo mientras se pasaban una bota con agua que tenía Claudia guardada allí arriba.
Los reclamos y preguntas no se hicieron de rogar en cuanto Wind se quitó aquella sensación pastosa de la boca - ¿Cuánto he estado dormida? - Preguntó sin mayor demora -Un buen rato… Lo suficiente como para que nos preocupáramos- Contestó Claudia con una media sonrisa que se vio ensombrecida por las ojeras que comenzaban a marcarse en su rostro - ¿Qué… pasó con Tamo? - Esta pregunta salió titubeante de sus labios, como si no quisiera saber la respuesta, pero su respuesta llegó más pronto que tarde, cuando todas las chicas bajaron la mirada con tristeza… menos Rikka.
-Esto…- empezó a tartamudear Claudia -Está muerto- Contestó Tami tajante con un profundo dolor marcado en su rostro -Oh cielos… Lo siento mucho Tami… y-yo… no quería que esto acabara así- A Wind se le llenaron los ojos de lágrimas y acto seguido abrazó a la pelirroja, que parecía estar conteniéndose -Esto no ha acabado- comentó Rikka de fondo -Aún tenemos que acabar con la bruja- Comentó mientras se acariciaba la tela que tapaba su no-ojo de modo ausente. Las muchachas asintieron ante aquella afirmación y Wind se separó de su amiga mientras se restregaba las lágrimas de los ojos.
Tardó más de lo que le hubiera gustado en darse cuenta de que su maquillaje había desaparecido casi por completo y la cera de su rostro ya no estaba ahí. Se miró las manos unos instantes y la falta de maquillaje facial arrastrado por sus lágrimas hizo que quedara unos instantes en silencio. De repente, el pánico acudió a su mente “¿Lo saben? ¿Me odian? ¿Ahora tomarán venganza? ¿Están enfadadas por qué las he mentido? ¿Acaso están esperando a que me dé cuenta para negarme su ayuda? ...” Las preguntas llegaron a su cabeza como un remolino mientras sus ojos comenzaban a desenfocarse y empezaba a ver todo borroso ¿Por qué tenían que enterarse de esa manera? Wind pensaba haberles contado todo al final, cuando las batallas hubieran terminado y ellas pudieran procesar la noticia sin tener más problemas a la vista.
La cabeza comenzó a darle vueltas y las muchachas empezaron a mirarla con extrañeza. Aurë fue la primera en abalanzarse sobre la elfina y en observarle la cara con cuidado buscando alguna herida - ¿Estás bien? - Preguntó Claudia con un tono que dejaba entrever que estaba empezando a asustarse. Tami miró también a su amiga en busca de alguna herida que no hubieran visto antes - ¿Sheela? - El miedo comenzó a apoderarse de las muchachas que estaban allí reunidas, pero Wind no se percató de nada de ello, tenía la mirada perdida y el pánico le nublaba la mente. Tenía que solucionarlo pronto, antes de que aquellas chicas comenzaran a odiarla.
-Y-Yo…- El discurso y las palabras se agolpaban en su cabeza, pero su boca no parecía estar dispuesta a decir las palabras que tanto le costaba juntar a su mente -Y-Yo…- Volvió a tartamudear mientras los ojos volvían a humedecérsele con rapidez. No sabía cómo hacer que sus labios se movieran al ritmo de sus palabras y sus ojos estaban cada vez más anegados de lágrimas.
-Yo… Lo… siento- Fue lo único que fue capaz de pronunciar antes de romper a llorar como un niño al que le han castigado -Lo siento mucho- Su cabeza comenzó a dar vueltas alrededor de aquella idea mientras tapaba su rostro con las manos -Yo no… No quería… Lo siento tanto…- Las lágrimas rodaban por su rostro mientras las muchachas la miraban con asombro.
-¿Qué…?- Fue lo que Tami pudo susurrar antes de percatarse de lo que sucedía. Era cierto que podía haber varios motivos por los que la elfina quisiera disculparse, pero desde luego una reacción como aquella, sólo podía responder a una mentira en concreto -No nos importa- Dijo Claudia con una pequeña sonrisa mientras Wind continuaba llorando.
-Nos has salvado y es lo único que importa- Dijo Tami en un tono dulce que pocas veces se oía en sus labios -Te apoyaremos- Añadió Rikka al mismo tiempo que Aurë asentía enérgicamente y retiraba las manos de Wind de su cara -Deja de llorar y vamos a acabar con esa bruja- Sentenció Tami justo antes de levantarse.
Wind escuchó aquellas palabras con recelo. No podía creerse que aquellas muchachas estuvieran dispuestas a luchar a su lado a pesar de haberlas mentido con algo tan importante como su identidad, pero a cada palabra que escuchaba sus lágrimas disminuían y su cariño hacia esas chicas aumentaba.
Con la última frase de Tami, Wind se levantó también y las demás las siguieron -Es hora de acabar con ella- Y con esa promesa, bajaron del árbol y se dirigieron a la entrada de la casa de Rhea, con la férrea determinación de acabar con ella y su reinado antes de que la noche terminara.
Windorind Crownguard
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Re: Rhea de Cos +18 [Quest] [Windorin Crownguard]
Ignoraba el nombre de la mujer que estaba espiando; conocía su historia y para Rhea de Cos, la Reina de Cos, aquello era más que suficiente. La mujer había vivido por y para sus dos hijos. El que fue su marido murió a causa de un espadazo no muchos años después de que naciera su segundo hijo. ¿Quién fue el asesino? Esas nimiedades estaban fuera del interés de la bruja. A ella le interesaban los secretos más oscuros que la gente de Cos guardaban bajo llave y candado en el fondo de sus mentes. Esta mujer tenía un secreto muy goloso al que la bruja no le quitaba el ojo de encima. Era tan gratificante espiar a la mujer, de más de cincuenta años, mordiéndose las uñas mientras se torturaba así misma con los malos pensamientos que Rhea le infundada con tal de alimentar dicho secreto.
En aquel momento (mientras a unos metros de distancia Windorind se despertaba de su sueño), la mujer sin nombre miraba por la ventana de su hogar. Había invitado a su hijo menor, el cual tenía veintidós años, y a su nuera (esa maldita hija de puta robahijos) a comer. Si el hijo mayor, de veintisiete años, no se hubiera mudado a Lunargenta también lo habría invitado a comer. La familia tenía que estar unida; era la máxima que la mujer sin nombre seguía a toda costa. Tal era así que, veinte años antes, había hecho que trajeran el cadáver de su difunto marido a Cos para que lo enterasen en el jardín de su hogar. ¡La familia tenía que estar unida! Entonces, ¿qué hacía su hijo mayor en Lunargenta? Trabajaba en la Guardia, como en su día lo hizo su padre. Era tradición en la familia (malditas tradiciones de mierda), los primogénitos debían de alistarse en la Guardia. En un pequeño rincón de la mente de la mujer sin nombre, podía aceptar que el hijo mayor hubiera marchado. Todavía le quedaba el pequeño, su ojito derecho. Aquel que, cuando era pequeño, pasaba horas limpiándolo en la palangana. Parecía tan suave y olía tan bien. Amaba a su pequeño ojito derecho como Tamo amaba a su hermana. Ese era uno de los secretos de los que Rhea se alimentaba.
El segundo secreto era el más poderoso, aquel con el que la bruja conseguía manipular a la mujer conforme le diera la gana. Ella odiaba a su nuera. La veía como un mal bicho, un parásito que mordió la unión de su familia y el amor hacia su ojito derecho. No iba a parar hasta haberlo destruido. Era una infección. Un bicho malo. Una asquerosa. Incluso se atrevía a debatir a la mujer como si todas las elecciones que había tomado a lo largo de su vida hubieran sido incorrectas. Cada vez que quedaban, la asquerosa de su nuera osaba criticarla por haber gastado todos los ahorros que disponía hace veinte años con tal de traer a su marido de vuelta a casa, por haber dejado que el hijo mayor se fuera a la gran ciudad donde era probable que muriera como su padre y por tener la casa sucia. Lo que más odiaba era lo último. Era mentira. Una auténtica barbaridad. La mujer si nombre no trabajaba en otra cosa que no fuera en su propio hogar y en su propia familia. ¡La familia debía de estar unida y la unión debía de ser perfecta!
Rhea de Cos se burló de la mujer allá en su cabaña. Cogió un montoncito de especies aromáticas y las lanzó a la chimenea. Las llamas, que eran sus queridas hijas (sus ojitos derechos), bailaron en el fuego y formaron la imagen de la mujer de su nombre. La veía nítidamente a través del fuego. También podía hablarla, pero, para cosas como ésta mandaba a sus hijas.
La mujer sin nombre, sentada en una hamaca y mordiéndose las uñas, cayó en un sueño no muy diferente al que Tamo había caído cuando estuvo a punto de matar a su hermana. Las hijas de Rhea le dijeron que tenía que hacer. La bruja se río a escondidas.
Cuando despertó, la mujer sin nombre se quitó la ropa. Quedó totalmente desnuda. Por todo su cuerpo se veían las marcas de las varices tan profundas como si fueran raíces y en sus pechos había obrado la gravedad y la vejez dándolos la forma de balones a medio hinchar. Era una imagen muy desagradable de la que Rhea se nutrió con una gran carcajada.
Lo mejor estaba por llegar, la mujer sin nombre se puso a cuatro patas en el suelo que su nuera tanto había criticado por estar sucio. Limpió el suelo con la lengua como si fuera un vulgar perro. Limpio y reluciente. Su nuera no iba a criticarla más. No podía hacerlo. Si se atrevía a volver a decir que su casa estaba sucia la mataría. La mujer sin nombre prometía en su cabeza que iba a matar a su nuera como siguiera siendo tan asquerosa.
Todavía desnuda, se asomó por la venta. Su hijo estaba al caer, bebió la poción que de la bruja (poción que, sin saberlo, la tenía esclava de sus propias injurias) y esperó a ver a su pequeño ojito derecho. Estaría al caer. Lo vería en seguida. Vendría por el camino del Oeste con su mujer (puta robahijos) cogida con la mano. Le daría la noticia que la chica estaba embarazada. Entonces, la mujer sin nombre, al ver que su familia había sido destrozada por un parásito en forma de joven mujer de pechos firmes y piel de porcelana, cogería lo primero que tuviera a mano, una botella de cristal o el bastón con el que a veces se ayudaba a caminar, y mataría a la nuera. Tal vez, su hijo, el ojito derecho que tanto quería, intentaría defender a su mujer pero sería demasiado tarde. La mujer sin nombre la habría matado y luego mataría a su propio hijo porque Rhea de Cos así lo ordenaba. Era divertido. Un auténtico jolgorio para la retorcida mente de la bruja. Era capaz de hacer que el hermano matase a la hermana, que los amantes se odiaran entre ellos y que las madres acabasen con sus familias. ¿Todo para qué? Para dominarlos. Una vez ellos mismo habían acabado con aquello que más amaban, eran vulnerables a los hechizos de la bruja. Les hacía parecer más grandes y fuertes, les convertía en Hombres Grandes. Eran sus esbirros y ella la Reina que dominaba sobre ellos.
Todo empezaba con una poción. Una droga que, no solo les hacía adictos a ella, sino que además abría los candados de sus más oscuros secretos.
Una vez terminado el trabajo con la mujer sin nombre, las chicas de fuego salieron de la chimenea de Rhea. La besaron en la boca y en la nuca. La bruja también tenía un oscuro secreto del cual no quería que nadie se enterase y es que amaba a sus hijas tanto como Tamo amaba a su hermana o la mujer sin nombre a su ojito derecho. Cogió a una chica de fuego de por la cintura. La mano de la bruja parecía la garra de una arpía. A otra chica diferente la besó en los labios y notó un leve sabor a cenizas que era tan malsano como gratificante. De pronto, se vio rodeada por 19 chicas de fuego que no existían más que en su retorcida imaginación.
Había que hacerse una pregunta, ¿quién era la auténtica Reinas de Cos, una bruja o el fuego que dominaba a la bruja?
Rhea se sintió más débil y vieja, casi esquelética, cuando sus hijas desaparecieron en centellas en forma de centellas de fuego. Su piel cobró el color de la ceniza. Sus dientes, los pocos que quedaban en su sitio, estaban roídos como una madera con termitas. En la cabeza solo le quedaban un par de mechones contados; estaban tan sucios que parecían por el sudor del sexo y la propia peste de la cabaña que parecían un montón de algas malpuestas en su cráneo.
Una de las hijas del fuego, le susurró al oído antes de marcharse. Más bien, Rhea creyó escuchar algo que no existía realmente: “Hoy has estado muy bien. Ojala la elfa no te derrote y mañana podamos repetir”.
¿Qué elfa? Solo podía referirse a una. La misma que le robó a su (pequeño ojito derecho) serpiente binaba. ¿Estaba de camino? Rápidamente, Rhea se vistió con una podrida túnica negra y buscó entre las mangas de ésta. Encontró un poco de las especies que lanzaba al fuego. Las tiró a la chimenea siempre encendida y entonces la vio con los ojos de Tami. La imagen era difusa. Tami había conseguido enfrentarse a las hijas de Rhea de tal manera que nunca antes nadie había conseguido.
La bruja preparó un nuevo hechizo. Utilizó el ojo fresco de la última chica que le pidió la medicina, un par de dedos apuntados y su propia sangre. Lo mezcló todo en el caldero y le pidió a las chicas que salieran del fuego para ayudarla. Entre risas y los gráciles movimientos de una nube, obedecieron las órdenes de la bruja.
La cabaña cambió de forma, solo en apariencia pues, en un todo, seguía siendo la misma sucia y maloliente casa de madera en el que una bruja no salía para hacer sus necesidades. Sin embargo, cuando la elfa y sus amigos llegasen de nuevo vería el palacio de Reina de Cos.
Un fuego que no quemaba cubrió la mansión; también cubrió a la propia Rhea haciendo que cambiase de apariencia. La mujer sin nombre tendría tanta envidia de ella como la tenía de su nuera. Las varices se marcharon, sus pechos volvieron a dominar a la gravedad, su piel se volvió blanca como la nieve y su larga melena (volvía a tener pelo) era tan sedoso como lo fue en los buenos días.
Cuando la elfa y su séquito de ayudantes cruzaron por la puerta del palacio de la Reina de Cos, Rhea las esperaba en lo alto de las amplias escaleras del vestíbulo. Con una mano se apoyaba en la barandilla (que era en realidad un viejo mueble) y con la otra se burlaba de las chicas que habían ido a derrocarle.
-Windorind Crownguard, es agradable que por fin nos encontramos. He esperado mucho tiempo, desde que me robaste la serpiente. Eso estuvo muy mal- se burló de Windorind moviendo el dedo un gesto provocador, como el una chica hacía en la intimidad a su pareja- Mis niños me la hubieran traído de vuelta. ¿A caso creías que iban a matar a un pobre animalito? Antes se matan entre ellos. Lo sé bien, yo me hubiera encargado de ello. Pero, ya veo que me la has traído de vuelta, – señaló a la serpiente que minutos antes tenía la forma de un conejo- ¿creías que podías esconderla de mí? Me ofendes muchacha-.
Bajó un par de escalones de la escalera que realmente no existía y volvió a hablar.
-Sé que vienes a matarme, al menos esa es la intención que tú tienes. Pero, déjame que te proponga un trato: Tú y tus amigas os vais por dónde habéis venido y yo, y mis amigas- las puertas del piso superior de la mansión se abrieron al unísono y de ellas salieran las chicas que Rhea tenía como sus hijas- no os mataremos-.
Windorin Crownguard: Las chicas y tú llegáis a la cabaña de Rhea. Nada más pasar por la puerta, os encontráis con la ilusión de que estáis en un castillo. Vuestro disfraz de “fea” y el disfraz del conejo han desaparecen al entrar por la puerta. ¡Sorpresa, el conejo era la serpiente de Rhea que el Bardo había escondido para que te ayudase! Enfrenta vuestra esta la mujer que ha estado torturando a una aldea con sus drogas y alucinaciones. Es el momento de ser una heroína. Acaba con la bruja. Debo señalar que, aunque estéis en una ilusión hace daño de verdad y podéis correr por los numerosos pisos y las numerosas habitaciones del palacio como si fueran reales. El escenario es grande.
Seguramente, te vayas a herir tú más de lo que te pueda malherir yo con una mala runa. Sin embargo, al ser la batalla final, sí te voy a obligar a lanzar la Voluntad de los Dioses. Si los Dioses te maltratan tanto como te maltratas a ti misma, esto será muy divertido.
Posiblemente, no estoy segura, este será el último turno de la misión. Haz un buen trabajo.
Personajes prohibidos en el siguiente turno: El Bardo.
En aquel momento (mientras a unos metros de distancia Windorind se despertaba de su sueño), la mujer sin nombre miraba por la ventana de su hogar. Había invitado a su hijo menor, el cual tenía veintidós años, y a su nuera (esa maldita hija de puta robahijos) a comer. Si el hijo mayor, de veintisiete años, no se hubiera mudado a Lunargenta también lo habría invitado a comer. La familia tenía que estar unida; era la máxima que la mujer sin nombre seguía a toda costa. Tal era así que, veinte años antes, había hecho que trajeran el cadáver de su difunto marido a Cos para que lo enterasen en el jardín de su hogar. ¡La familia tenía que estar unida! Entonces, ¿qué hacía su hijo mayor en Lunargenta? Trabajaba en la Guardia, como en su día lo hizo su padre. Era tradición en la familia (malditas tradiciones de mierda), los primogénitos debían de alistarse en la Guardia. En un pequeño rincón de la mente de la mujer sin nombre, podía aceptar que el hijo mayor hubiera marchado. Todavía le quedaba el pequeño, su ojito derecho. Aquel que, cuando era pequeño, pasaba horas limpiándolo en la palangana. Parecía tan suave y olía tan bien. Amaba a su pequeño ojito derecho como Tamo amaba a su hermana. Ese era uno de los secretos de los que Rhea se alimentaba.
El segundo secreto era el más poderoso, aquel con el que la bruja conseguía manipular a la mujer conforme le diera la gana. Ella odiaba a su nuera. La veía como un mal bicho, un parásito que mordió la unión de su familia y el amor hacia su ojito derecho. No iba a parar hasta haberlo destruido. Era una infección. Un bicho malo. Una asquerosa. Incluso se atrevía a debatir a la mujer como si todas las elecciones que había tomado a lo largo de su vida hubieran sido incorrectas. Cada vez que quedaban, la asquerosa de su nuera osaba criticarla por haber gastado todos los ahorros que disponía hace veinte años con tal de traer a su marido de vuelta a casa, por haber dejado que el hijo mayor se fuera a la gran ciudad donde era probable que muriera como su padre y por tener la casa sucia. Lo que más odiaba era lo último. Era mentira. Una auténtica barbaridad. La mujer si nombre no trabajaba en otra cosa que no fuera en su propio hogar y en su propia familia. ¡La familia debía de estar unida y la unión debía de ser perfecta!
Rhea de Cos se burló de la mujer allá en su cabaña. Cogió un montoncito de especies aromáticas y las lanzó a la chimenea. Las llamas, que eran sus queridas hijas (sus ojitos derechos), bailaron en el fuego y formaron la imagen de la mujer de su nombre. La veía nítidamente a través del fuego. También podía hablarla, pero, para cosas como ésta mandaba a sus hijas.
La mujer sin nombre, sentada en una hamaca y mordiéndose las uñas, cayó en un sueño no muy diferente al que Tamo había caído cuando estuvo a punto de matar a su hermana. Las hijas de Rhea le dijeron que tenía que hacer. La bruja se río a escondidas.
Cuando despertó, la mujer sin nombre se quitó la ropa. Quedó totalmente desnuda. Por todo su cuerpo se veían las marcas de las varices tan profundas como si fueran raíces y en sus pechos había obrado la gravedad y la vejez dándolos la forma de balones a medio hinchar. Era una imagen muy desagradable de la que Rhea se nutrió con una gran carcajada.
Lo mejor estaba por llegar, la mujer sin nombre se puso a cuatro patas en el suelo que su nuera tanto había criticado por estar sucio. Limpió el suelo con la lengua como si fuera un vulgar perro. Limpio y reluciente. Su nuera no iba a criticarla más. No podía hacerlo. Si se atrevía a volver a decir que su casa estaba sucia la mataría. La mujer sin nombre prometía en su cabeza que iba a matar a su nuera como siguiera siendo tan asquerosa.
Todavía desnuda, se asomó por la venta. Su hijo estaba al caer, bebió la poción que de la bruja (poción que, sin saberlo, la tenía esclava de sus propias injurias) y esperó a ver a su pequeño ojito derecho. Estaría al caer. Lo vería en seguida. Vendría por el camino del Oeste con su mujer (puta robahijos) cogida con la mano. Le daría la noticia que la chica estaba embarazada. Entonces, la mujer sin nombre, al ver que su familia había sido destrozada por un parásito en forma de joven mujer de pechos firmes y piel de porcelana, cogería lo primero que tuviera a mano, una botella de cristal o el bastón con el que a veces se ayudaba a caminar, y mataría a la nuera. Tal vez, su hijo, el ojito derecho que tanto quería, intentaría defender a su mujer pero sería demasiado tarde. La mujer sin nombre la habría matado y luego mataría a su propio hijo porque Rhea de Cos así lo ordenaba. Era divertido. Un auténtico jolgorio para la retorcida mente de la bruja. Era capaz de hacer que el hermano matase a la hermana, que los amantes se odiaran entre ellos y que las madres acabasen con sus familias. ¿Todo para qué? Para dominarlos. Una vez ellos mismo habían acabado con aquello que más amaban, eran vulnerables a los hechizos de la bruja. Les hacía parecer más grandes y fuertes, les convertía en Hombres Grandes. Eran sus esbirros y ella la Reina que dominaba sobre ellos.
Todo empezaba con una poción. Una droga que, no solo les hacía adictos a ella, sino que además abría los candados de sus más oscuros secretos.
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Una vez terminado el trabajo con la mujer sin nombre, las chicas de fuego salieron de la chimenea de Rhea. La besaron en la boca y en la nuca. La bruja también tenía un oscuro secreto del cual no quería que nadie se enterase y es que amaba a sus hijas tanto como Tamo amaba a su hermana o la mujer sin nombre a su ojito derecho. Cogió a una chica de fuego de por la cintura. La mano de la bruja parecía la garra de una arpía. A otra chica diferente la besó en los labios y notó un leve sabor a cenizas que era tan malsano como gratificante. De pronto, se vio rodeada por 19 chicas de fuego que no existían más que en su retorcida imaginación.
Había que hacerse una pregunta, ¿quién era la auténtica Reinas de Cos, una bruja o el fuego que dominaba a la bruja?
Rhea se sintió más débil y vieja, casi esquelética, cuando sus hijas desaparecieron en centellas en forma de centellas de fuego. Su piel cobró el color de la ceniza. Sus dientes, los pocos que quedaban en su sitio, estaban roídos como una madera con termitas. En la cabeza solo le quedaban un par de mechones contados; estaban tan sucios que parecían por el sudor del sexo y la propia peste de la cabaña que parecían un montón de algas malpuestas en su cráneo.
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Una de las hijas del fuego, le susurró al oído antes de marcharse. Más bien, Rhea creyó escuchar algo que no existía realmente: “Hoy has estado muy bien. Ojala la elfa no te derrote y mañana podamos repetir”.
¿Qué elfa? Solo podía referirse a una. La misma que le robó a su (pequeño ojito derecho) serpiente binaba. ¿Estaba de camino? Rápidamente, Rhea se vistió con una podrida túnica negra y buscó entre las mangas de ésta. Encontró un poco de las especies que lanzaba al fuego. Las tiró a la chimenea siempre encendida y entonces la vio con los ojos de Tami. La imagen era difusa. Tami había conseguido enfrentarse a las hijas de Rhea de tal manera que nunca antes nadie había conseguido.
La bruja preparó un nuevo hechizo. Utilizó el ojo fresco de la última chica que le pidió la medicina, un par de dedos apuntados y su propia sangre. Lo mezcló todo en el caldero y le pidió a las chicas que salieran del fuego para ayudarla. Entre risas y los gráciles movimientos de una nube, obedecieron las órdenes de la bruja.
La cabaña cambió de forma, solo en apariencia pues, en un todo, seguía siendo la misma sucia y maloliente casa de madera en el que una bruja no salía para hacer sus necesidades. Sin embargo, cuando la elfa y sus amigos llegasen de nuevo vería el palacio de Reina de Cos.
Un fuego que no quemaba cubrió la mansión; también cubrió a la propia Rhea haciendo que cambiase de apariencia. La mujer sin nombre tendría tanta envidia de ella como la tenía de su nuera. Las varices se marcharon, sus pechos volvieron a dominar a la gravedad, su piel se volvió blanca como la nieve y su larga melena (volvía a tener pelo) era tan sedoso como lo fue en los buenos días.
Cuando la elfa y su séquito de ayudantes cruzaron por la puerta del palacio de la Reina de Cos, Rhea las esperaba en lo alto de las amplias escaleras del vestíbulo. Con una mano se apoyaba en la barandilla (que era en realidad un viejo mueble) y con la otra se burlaba de las chicas que habían ido a derrocarle.
-Windorind Crownguard, es agradable que por fin nos encontramos. He esperado mucho tiempo, desde que me robaste la serpiente. Eso estuvo muy mal- se burló de Windorind moviendo el dedo un gesto provocador, como el una chica hacía en la intimidad a su pareja- Mis niños me la hubieran traído de vuelta. ¿A caso creías que iban a matar a un pobre animalito? Antes se matan entre ellos. Lo sé bien, yo me hubiera encargado de ello. Pero, ya veo que me la has traído de vuelta, – señaló a la serpiente que minutos antes tenía la forma de un conejo- ¿creías que podías esconderla de mí? Me ofendes muchacha-.
Bajó un par de escalones de la escalera que realmente no existía y volvió a hablar.
-Sé que vienes a matarme, al menos esa es la intención que tú tienes. Pero, déjame que te proponga un trato: Tú y tus amigas os vais por dónde habéis venido y yo, y mis amigas- las puertas del piso superior de la mansión se abrieron al unísono y de ellas salieran las chicas que Rhea tenía como sus hijas- no os mataremos-.
- Rhea sexy:
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Windorin Crownguard: Las chicas y tú llegáis a la cabaña de Rhea. Nada más pasar por la puerta, os encontráis con la ilusión de que estáis en un castillo. Vuestro disfraz de “fea” y el disfraz del conejo han desaparecen al entrar por la puerta. ¡Sorpresa, el conejo era la serpiente de Rhea que el Bardo había escondido para que te ayudase! Enfrenta vuestra esta la mujer que ha estado torturando a una aldea con sus drogas y alucinaciones. Es el momento de ser una heroína. Acaba con la bruja. Debo señalar que, aunque estéis en una ilusión hace daño de verdad y podéis correr por los numerosos pisos y las numerosas habitaciones del palacio como si fueran reales. El escenario es grande.
Seguramente, te vayas a herir tú más de lo que te pueda malherir yo con una mala runa. Sin embargo, al ser la batalla final, sí te voy a obligar a lanzar la Voluntad de los Dioses. Si los Dioses te maltratan tanto como te maltratas a ti misma, esto será muy divertido.
Posiblemente, no estoy segura, este será el último turno de la misión. Haz un buen trabajo.
Personajes prohibidos en el siguiente turno: El Bardo.
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Re: Rhea de Cos +18 [Quest] [Windorin Crownguard]
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Pausado ausencia de Windorind.
Esperemos verte pronto, elfita.
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Re: Rhea de Cos +18 [Quest] [Windorin Crownguard]
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Tema abandonado. Si alguno de los participantes regresa, podremos continuarlo con normalidad.
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