El caos bajo la lluvia [Ladrones Vs. Guardias]
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Re: El caos bajo la lluvia [Ladrones Vs. Guardias]
La escena que Chimar encuentra al entrar es… bastante loca. Un tipo enorme intentado pisotear a Runa por un lado y por el otro cierto perro de dos metros con ganas de atrapar al lagarto enano, dos personajes más y seria la obra perfecta para un teatro o un circo… sin duda ganarían más dinero de esa forma.
De repente más personas se unen al “acto”, Iliaki trata hacer enfurecer a la pared andante mientras que el otro guardia masculino avanza sin inmutarse por nada. Maquiavelo sonríe maliciosamente mientras apunta su ballesta, llenara al molesto guerrero de tantos virotes que parecerá un erizo de mar.
¡¡Pero que rayos!!
El daño en el arma resulta ser más complicado de lo pensado originalmente, algunas veces dispara y otras se queda trabada. Por si fuera poco el chico ahora tiene un dolor bastante crudo en el hombro, parece que la espada voladora de hace poco logro atinar un poco aunque no lo había sentido por la adrenalina.
Resopla molesto al ver como solo logra disparar dos virotes, en condiciones normales se hubiera acreditado cinco tiros, intenta que las flechas atinen partes importantes pero pegan en el blindaje. Alanna ya no es un personaje agradable para el pequeño inventor, nadie daña sus máquinas y sigue tan tranquilo.
Los ladrones están en desventaja grave, son picaros no guerreros de primera línea, pueden sortear muchos ataques y atinar golpes críticos pero un daño directo los deja fuera de combate rápido. La cosa no se ve bien ahora que carecen de iniciativa, solo resta causar mucho daño mientras emprenden una retirada estratégica.
Vivir para luchar otro día… pero no les saldrá barata la comida.
Cambia su expresión, está molesto por las circunstancias. Siente una ira asesina creciendo en su interior, algo similar a lo que experimenta Dem cuando… cuando respira. Tiene ganas de matar al primer guardia que se le atraviese pero su maquinaria está dañada, definir si eso es buena o mala suerte está difícil.
¡¡Nos vamos!! ¡¡saquen al lagarto de aquí, es prioridad!!
Saca uno de sus virotes inferno, tiene una idea para causar caos, una jodidamente buena. Avanza al primer cimiento de madera y le incrusta la punta, luego utiliza su pequeño martillo para darle un golpe. La capsula de combustible se rompe impregnando esa columna, un segundo ataque activa el fosforo encendiendo el infierno.
Aprovechando que nadie le presta atención repite la acción en los seis pilares, en breve el humo y las llamas se vuelven peligrosas. La distracción perfecta, una nacida de la necesidad. Con las chispas saltando al mobiliario los guardias deben escoger, acreditarse un par de arrestos menores o salvar su precioso cuartel.
Chimar se queda admirando su obra con un rostro algo perturbado, como si fuera un pirómano de nacimiento. Con un poco más de combustible podría quemar toda la fortaleza, eso sí que enviaría un mensaje. Suspira, es tiempo de retirarse. Ya podrá fabricar otras “obras de arte” más adelante, le espera una vida muy larga.
¡¡Afuera!!
La guardia parece haberse ganado una victoria pero si los ladrones pueden salir completos no todo está perdido, al final se falla muchas veces en la vida. Subestimar al enemigo es peligroso, eso sin duda le pasó a Lazid. La próxima vez el chico en persona planeara la estrategia, no permitirá más errores cuando su nombre esté implicado.
Ahora solo falta pillar una salida rápida, no debería ser problema pues el cuartel tiene muchas. Maquiavelo permanecerá supervisando dicho escape mientras sus pulmones aguanten el humo de la sala, le interesa que su líder reptil salga bien parado. Si todos logran escapar el punto de reunión lógico es el gremio, una vez allí podrán ver cómo les fue.
De repente más personas se unen al “acto”, Iliaki trata hacer enfurecer a la pared andante mientras que el otro guardia masculino avanza sin inmutarse por nada. Maquiavelo sonríe maliciosamente mientras apunta su ballesta, llenara al molesto guerrero de tantos virotes que parecerá un erizo de mar.
¡¡Pero que rayos!!
El daño en el arma resulta ser más complicado de lo pensado originalmente, algunas veces dispara y otras se queda trabada. Por si fuera poco el chico ahora tiene un dolor bastante crudo en el hombro, parece que la espada voladora de hace poco logro atinar un poco aunque no lo había sentido por la adrenalina.
Resopla molesto al ver como solo logra disparar dos virotes, en condiciones normales se hubiera acreditado cinco tiros, intenta que las flechas atinen partes importantes pero pegan en el blindaje. Alanna ya no es un personaje agradable para el pequeño inventor, nadie daña sus máquinas y sigue tan tranquilo.
Los ladrones están en desventaja grave, son picaros no guerreros de primera línea, pueden sortear muchos ataques y atinar golpes críticos pero un daño directo los deja fuera de combate rápido. La cosa no se ve bien ahora que carecen de iniciativa, solo resta causar mucho daño mientras emprenden una retirada estratégica.
Vivir para luchar otro día… pero no les saldrá barata la comida.
Cambia su expresión, está molesto por las circunstancias. Siente una ira asesina creciendo en su interior, algo similar a lo que experimenta Dem cuando… cuando respira. Tiene ganas de matar al primer guardia que se le atraviese pero su maquinaria está dañada, definir si eso es buena o mala suerte está difícil.
¡¡Nos vamos!! ¡¡saquen al lagarto de aquí, es prioridad!!
Saca uno de sus virotes inferno, tiene una idea para causar caos, una jodidamente buena. Avanza al primer cimiento de madera y le incrusta la punta, luego utiliza su pequeño martillo para darle un golpe. La capsula de combustible se rompe impregnando esa columna, un segundo ataque activa el fosforo encendiendo el infierno.
Aprovechando que nadie le presta atención repite la acción en los seis pilares, en breve el humo y las llamas se vuelven peligrosas. La distracción perfecta, una nacida de la necesidad. Con las chispas saltando al mobiliario los guardias deben escoger, acreditarse un par de arrestos menores o salvar su precioso cuartel.
Chimar se queda admirando su obra con un rostro algo perturbado, como si fuera un pirómano de nacimiento. Con un poco más de combustible podría quemar toda la fortaleza, eso sí que enviaría un mensaje. Suspira, es tiempo de retirarse. Ya podrá fabricar otras “obras de arte” más adelante, le espera una vida muy larga.
¡¡Afuera!!
La guardia parece haberse ganado una victoria pero si los ladrones pueden salir completos no todo está perdido, al final se falla muchas veces en la vida. Subestimar al enemigo es peligroso, eso sin duda le pasó a Lazid. La próxima vez el chico en persona planeara la estrategia, no permitirá más errores cuando su nombre esté implicado.
Ahora solo falta pillar una salida rápida, no debería ser problema pues el cuartel tiene muchas. Maquiavelo permanecerá supervisando dicho escape mientras sus pulmones aguanten el humo de la sala, le interesa que su líder reptil salga bien parado. Si todos logran escapar el punto de reunión lógico es el gremio, una vez allí podrán ver cómo les fue.
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Re: El caos bajo la lluvia [Ladrones Vs. Guardias]
Un latigazo en mi pie hizo que perdiera el equilibrio. Como sospechaba, el lagarto no estaba tan aturdido como fingía, y en el momento en el que se vio en peligro, reaccionó para intentar evitar una herida mayor. Sin embargo, el pequeño tropiezo solo afectó ligeramente al movimiento de mi espada, que acabó dejandole una herida en la rodilla. Aprovechó la pequeña distracción para ponerse de pie, pero estaba tocado. Me repuse, mirándole fijamente.
-No tienes nada que hacer, lagarto. No puedes correr más rápido que yo, y ya tengo tu olor.- sonreí. La idea de que intentase luchar parecía bastante lejana. Era rápido y escurridizo, pero sus cortos brazos carecían de fuerza y alcance para ser un oponente serio. -¿Por qué no te rindes antes de que te haga más daño? Vales 9.000 aeros. No voy a dejarlos pasar.- sugerí. Lo cierto es que no tenía ninguna intención de darle esa opción. No era de fiar: llegados a ese punto, una rendición sería, cuanto menos, una táctica más del cobarde reptil para escapar.
Me acerqué unos pasos, con la espada en ambas manos. Un movimiento en falso, y todo acabaría para el bajo hombre bestia. Estaba posicionado entre él y la puerta más cercana: si quería huir, saldría por otra, pero eso implicaba recorrer casi todo el salón. Los segundos se hacian eternos. Ignoré los ladridos de Hector, pero una pequeña roca impactó contra una pared cercana, rompiendo la tensión. Una... elfa, niña o lo que fuese, intentó provocarme, mostrando las llaves de Lazid. Debía ser especialmente ingenua si creía que eso iba a funcionar con alguien. Aparte de Eltrant, claro, que echó a correr detrás de ella.
Si iba a actuar, aquella distracción era el momento. Cubrí los pocos metros que me separaban de Lazid y lancé un tajo diagonal, de abajo a arriba. Su tamaño era un inconveniente: era muy difícil acertar un ataque en sus piernas, ya que a la altura donde estarían las de un humano normal, se encontraba su torso. Pero su bienestar me importaba poco. Solo tenía que causar suficiente daño como par que no pudiese huir.
El lagarto consiguió evitarlo. Pero un segundo tajo siguió al primero. Debía ser implacable y despiadado. Me enfrentaba a un enemigo que no tenía casi posibilidad de contraatacar. Solo de huir. Yo era el depredador. Y él, la presa. Mi instinto empezaba a sacudir mi razón. Aquello era precisamente lo que había estado deseando. Lo que se me daba mejor. No podía matarlo, pero mi acero ya había probado su sangre.
Un olor a quemado casi llegó a interrumpir mi asalto, junto a un pequeño brillo que notaba en la periferia de mi vista. ¿Fuego? Daba igual. Era un edificio de piedra, y estaba lloviendo a mares. Ni los ladridos de Hector ni la interrupción de otro ladrón iban a sacarme de mi objetivo. Enseñé mis colmillos, amenazante.
-Ya está, escoria.- gruñí. -Esto acaba aquí.- Y con esas palabras, me lancé con una estocada, buscando perforar su torso.
-No tienes nada que hacer, lagarto. No puedes correr más rápido que yo, y ya tengo tu olor.- sonreí. La idea de que intentase luchar parecía bastante lejana. Era rápido y escurridizo, pero sus cortos brazos carecían de fuerza y alcance para ser un oponente serio. -¿Por qué no te rindes antes de que te haga más daño? Vales 9.000 aeros. No voy a dejarlos pasar.- sugerí. Lo cierto es que no tenía ninguna intención de darle esa opción. No era de fiar: llegados a ese punto, una rendición sería, cuanto menos, una táctica más del cobarde reptil para escapar.
Me acerqué unos pasos, con la espada en ambas manos. Un movimiento en falso, y todo acabaría para el bajo hombre bestia. Estaba posicionado entre él y la puerta más cercana: si quería huir, saldría por otra, pero eso implicaba recorrer casi todo el salón. Los segundos se hacian eternos. Ignoré los ladridos de Hector, pero una pequeña roca impactó contra una pared cercana, rompiendo la tensión. Una... elfa, niña o lo que fuese, intentó provocarme, mostrando las llaves de Lazid. Debía ser especialmente ingenua si creía que eso iba a funcionar con alguien. Aparte de Eltrant, claro, que echó a correr detrás de ella.
Si iba a actuar, aquella distracción era el momento. Cubrí los pocos metros que me separaban de Lazid y lancé un tajo diagonal, de abajo a arriba. Su tamaño era un inconveniente: era muy difícil acertar un ataque en sus piernas, ya que a la altura donde estarían las de un humano normal, se encontraba su torso. Pero su bienestar me importaba poco. Solo tenía que causar suficiente daño como par que no pudiese huir.
El lagarto consiguió evitarlo. Pero un segundo tajo siguió al primero. Debía ser implacable y despiadado. Me enfrentaba a un enemigo que no tenía casi posibilidad de contraatacar. Solo de huir. Yo era el depredador. Y él, la presa. Mi instinto empezaba a sacudir mi razón. Aquello era precisamente lo que había estado deseando. Lo que se me daba mejor. No podía matarlo, pero mi acero ya había probado su sangre.
Un olor a quemado casi llegó a interrumpir mi asalto, junto a un pequeño brillo que notaba en la periferia de mi vista. ¿Fuego? Daba igual. Era un edificio de piedra, y estaba lloviendo a mares. Ni los ladridos de Hector ni la interrupción de otro ladrón iban a sacarme de mi objetivo. Enseñé mis colmillos, amenazante.
-Ya está, escoria.- gruñí. -Esto acaba aquí.- Y con esas palabras, me lancé con una estocada, buscando perforar su torso.
Asher Daregan
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Re: El caos bajo la lluvia [Ladrones Vs. Guardias]
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Re: El caos bajo la lluvia [Ladrones Vs. Guardias]
Los gritos efectivamente atrajeron a más personas. La muchacha estaba siendo pisoteada por ese mastodonte el cual no le faltó tiempo para comenzar a regañar a su compañero "perro", aquel que se encontraba intentando rematar al lagarto. Runa debía buscar un punto de flaqueza, quizás la ira podría ser el punto que le podría llevar a la victoria de salir ilesa.
Iliaki había destrozado una de las paredes y andaba llamando la atención del perro, no había suerte. Otro guardia apareció con ella, un tipo moreno. ¿Ese chico?, lo había visto en algún lado Runa, pero no lograba descubrir el donde... Chimar mientras que estaba en la misma sala, prendió las columnas de maderas al grito de "Afuera". El lagarto que estaba traicionando la lealtad de la chica era prioridad para todos. Aunque su mayor preocupación en esos instantes era quitarse al grandullón de encima.Mientras la tenía apresada mordió uno de sus brazos con toda la fuerza posible para poder escapar, con la suerte de que una de las vigas llegó a romperse y logró espacio entre ambos.
Ahora tocaba la huida. Debía ser lo más rápida posible hacia la salida.Otra cosa es que realmente lo logrará con tanto enemigo alrededor,Iliaki parecía decidida, Chimar parecía darse a la fuga y el líder no parecía tener oportunidades rápidas de una escapada fugaz.-Oh mierda.- exclamó la muchacha mientras cogió carrerilla y subía el humo de las llamas.
Iliaki había destrozado una de las paredes y andaba llamando la atención del perro, no había suerte. Otro guardia apareció con ella, un tipo moreno. ¿Ese chico?, lo había visto en algún lado Runa, pero no lograba descubrir el donde... Chimar mientras que estaba en la misma sala, prendió las columnas de maderas al grito de "Afuera". El lagarto que estaba traicionando la lealtad de la chica era prioridad para todos. Aunque su mayor preocupación en esos instantes era quitarse al grandullón de encima.Mientras la tenía apresada mordió uno de sus brazos con toda la fuerza posible para poder escapar, con la suerte de que una de las vigas llegó a romperse y logró espacio entre ambos.
Ahora tocaba la huida. Debía ser lo más rápida posible hacia la salida.Otra cosa es que realmente lo logrará con tanto enemigo alrededor,Iliaki parecía decidida, Chimar parecía darse a la fuga y el líder no parecía tener oportunidades rápidas de una escapada fugaz.-Oh mierda.- exclamó la muchacha mientras cogió carrerilla y subía el humo de las llamas.
Última edición por Runa Thorgil el Jue Oct 27 2016, 01:21, editado 1 vez
Runa Thorgil
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Re: El caos bajo la lluvia [Ladrones Vs. Guardias]
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Re: El caos bajo la lluvia [Ladrones Vs. Guardias]
Sus esfuerzos habían sido en vano, los de los ladrones, por supuesto, Eltrant había movido el armario asegurando la celda de Ámbar, ni siquiera ella podría apartar ese armatoste sin ayuda, mucho menos unos niños. Esa zona, al menos, ya estaba segura. Las pareder de fuerte piedra harían el resto.
Suspiró retirandose el flequillo de la cara, eran solo niños, nunca habían tenido una oportunidad real, deberían dejarlos huir, después de todo, solo eran niños. Miró a Eltrant, ella se había librado de los golpes, pero él estaba herido. Iba a coger un botiquín cuando se escucharon gritos desde otro cuarto, esa noche no tendrían descanso alguno, eso estaba claro.
Sacó, nuevamente, sus dagas, y se dispuso a salir corriendo cuando Eltrant le dijo que se quedase allí. Alanna se paró un instante, sorprendida, ¿qué se quedase allí? Ella era más veloz, llegaría antes. Suspiró con una media sonrisa y se cruzó de brazos mientras el chico salía del cuerto, esperaba que llegase a tiempo con esa pesada armadura de placas.
Estaba siendo realmente paternalista desde que regresaron de Vulwulfar. Suspiró y se apolló en la pared, ¿él se encargaba? Entonces a ella no le quedaba nada que hacer, o eso pensaba hasta que escuchó un nuevo golpe. Sorprendida, saió corriendo asegurándose de dejar la puerta que daba al pasillo bien cerrada. Cierto que tenía prisa, pero más valía prevenir que curar.
Llegó a la sala donde se guardaban las llaves, allí, un Chimar enraietado que parecía haber perdido el juicio incendiaba una de las pocas bigas de madera de las que disponía en cuartel, construido en dura y resistente piedra y con la gran mayoría de columnas del mismo material. Runa, a un lado, parecía no saber qué hacer ni como. ¿Runa? Cuando había llegado allí la chica.
La Gata chasqueó la lengua mirando como el pilar ardía y Chimar corría, dejando allí a la joven. Alanna tenía la oportunidad de capturarla pero... era Runa, no podía apresarla, no después de los sucedido días atrás en las tierras del este. Eran familia, las familias de verdad no se herían. Suspiró notando un ligero temblor. La biga había prendido, y la parte de techo que sostenía caía en pedazos. "Mierda", pensó rodando por el suelo para esquivar una pesada roca que caía a su lado.
- ¡Runa!- la llamó.- ¡Corre, largate!- gritó dando la oportunidad de huir a la chica.
Si hubiera podido hablar con ella, lo habría hecho pero no era momento, ambas debían salir del cuarto. Con la mirada intentó trasmitirle, en el escaso tiempo que tuvo, que todo saldría bien, que seguían siendo familia, que podrían hablar las cosas, esperaba que el mensaje le llegase a su prima. Gritó con fuerza esquivando otra roca el camino por el que debía irse, el patio era la mejor opción de la chica.
El fuego comenzaba a apagarse a medida que la lluvia entraba por el agujero que se había abierto en el techo. No debería durar mucho más, y, aun así, tampoco es que el incendió se hubiera ido a extender, el mayor destrozo sería ese trozo caido de techo.
Ella, en cambio, se dirigió al lugar donde se había apostado Asher, no se derrumbaría todo el cuartel por una simple biga, pero mientras siguieran callendo trozos de pesado techo, esa sala era peligrosa. Salió, sin llegar a ver lo que hacía Runa, y corrió hasta el lugar donde se encontraba Asher, tal vez necesitase ayuda, y aunque sabía que ella era la última cara que querría ver, seguían siendo compañeros, y se llevasen mejor o peor, debían, al menos, colaborar y tener cierto respeto.
Llegó justo a tiempo de ver como un lagarto intentaba huir dejando atrás a los que habían llegado con él, ¿y esos se llamaban compañeros? ¿Qué tipo de gente abandonaba a los suyos a su suerte. Los ladrones eran escoria si trataban a sí a los suyos, debía hablar con Runa, ella se merecía algo más que compañeros que la abandonaban, como ella misma, Runa había estaod sola mucho tiempo, era algo que debía cambiar.
Wer lanzó, entonces, un ataque, era el momento para hacer lo propio, si uno no funcionaba, tal vez si lo hiciera el otro. Asegurandose de que sus dagas apuntaban, lanzó con rapidez las armas contra el escamoso y cruzó los dedos esperando que funcionara, la jugosa recompensa que ofrecían por su cabeza sería un premio más que suficiente para amenizar la desastrosa noche de tormenta que habían tenido en el cuartel.
Suspiró retirandose el flequillo de la cara, eran solo niños, nunca habían tenido una oportunidad real, deberían dejarlos huir, después de todo, solo eran niños. Miró a Eltrant, ella se había librado de los golpes, pero él estaba herido. Iba a coger un botiquín cuando se escucharon gritos desde otro cuarto, esa noche no tendrían descanso alguno, eso estaba claro.
Sacó, nuevamente, sus dagas, y se dispuso a salir corriendo cuando Eltrant le dijo que se quedase allí. Alanna se paró un instante, sorprendida, ¿qué se quedase allí? Ella era más veloz, llegaría antes. Suspiró con una media sonrisa y se cruzó de brazos mientras el chico salía del cuerto, esperaba que llegase a tiempo con esa pesada armadura de placas.
Estaba siendo realmente paternalista desde que regresaron de Vulwulfar. Suspiró y se apolló en la pared, ¿él se encargaba? Entonces a ella no le quedaba nada que hacer, o eso pensaba hasta que escuchó un nuevo golpe. Sorprendida, saió corriendo asegurándose de dejar la puerta que daba al pasillo bien cerrada. Cierto que tenía prisa, pero más valía prevenir que curar.
Llegó a la sala donde se guardaban las llaves, allí, un Chimar enraietado que parecía haber perdido el juicio incendiaba una de las pocas bigas de madera de las que disponía en cuartel, construido en dura y resistente piedra y con la gran mayoría de columnas del mismo material. Runa, a un lado, parecía no saber qué hacer ni como. ¿Runa? Cuando había llegado allí la chica.
La Gata chasqueó la lengua mirando como el pilar ardía y Chimar corría, dejando allí a la joven. Alanna tenía la oportunidad de capturarla pero... era Runa, no podía apresarla, no después de los sucedido días atrás en las tierras del este. Eran familia, las familias de verdad no se herían. Suspiró notando un ligero temblor. La biga había prendido, y la parte de techo que sostenía caía en pedazos. "Mierda", pensó rodando por el suelo para esquivar una pesada roca que caía a su lado.
- ¡Runa!- la llamó.- ¡Corre, largate!- gritó dando la oportunidad de huir a la chica.
Si hubiera podido hablar con ella, lo habría hecho pero no era momento, ambas debían salir del cuarto. Con la mirada intentó trasmitirle, en el escaso tiempo que tuvo, que todo saldría bien, que seguían siendo familia, que podrían hablar las cosas, esperaba que el mensaje le llegase a su prima. Gritó con fuerza esquivando otra roca el camino por el que debía irse, el patio era la mejor opción de la chica.
El fuego comenzaba a apagarse a medida que la lluvia entraba por el agujero que se había abierto en el techo. No debería durar mucho más, y, aun así, tampoco es que el incendió se hubiera ido a extender, el mayor destrozo sería ese trozo caido de techo.
Ella, en cambio, se dirigió al lugar donde se había apostado Asher, no se derrumbaría todo el cuartel por una simple biga, pero mientras siguieran callendo trozos de pesado techo, esa sala era peligrosa. Salió, sin llegar a ver lo que hacía Runa, y corrió hasta el lugar donde se encontraba Asher, tal vez necesitase ayuda, y aunque sabía que ella era la última cara que querría ver, seguían siendo compañeros, y se llevasen mejor o peor, debían, al menos, colaborar y tener cierto respeto.
Llegó justo a tiempo de ver como un lagarto intentaba huir dejando atrás a los que habían llegado con él, ¿y esos se llamaban compañeros? ¿Qué tipo de gente abandonaba a los suyos a su suerte. Los ladrones eran escoria si trataban a sí a los suyos, debía hablar con Runa, ella se merecía algo más que compañeros que la abandonaban, como ella misma, Runa había estaod sola mucho tiempo, era algo que debía cambiar.
Wer lanzó, entonces, un ataque, era el momento para hacer lo propio, si uno no funcionaba, tal vez si lo hiciera el otro. Asegurandose de que sus dagas apuntaban, lanzó con rapidez las armas contra el escamoso y cruzó los dedos esperando que funcionara, la jugosa recompensa que ofrecían por su cabeza sería un premio más que suficiente para amenizar la desastrosa noche de tormenta que habían tenido en el cuartel.
Alanna Delteria
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Re: El caos bajo la lluvia [Ladrones Vs. Guardias]
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Re: El caos bajo la lluvia [Ladrones Vs. Guardias]
2A - Sala de Reuniones
El par de ladronzuelos entran con algo de diferencia a la sala de reuniones pero ambos alcanzan a ver a Runa en problemas; Iliaki es la primera en tomar acciones y casi sin pensarlo se lanza al suelo y usa una extraña habilidad contra Héctor; la cual consigue distraerlo con una ligera ceguera, sin duda el tipo ha tenido mejores días. El rayo de Iliaki no resulta nada poderoso pero bien que cumple su objetivo de empujar a Héctor; el cual reacciona prácticamente por instinto cubriendo su rostro con los brazos para evitar daños mayores.
A partir de ahí todo sucede a un ritmo tan vertiginoso que apenas da tiempo a reaccionar; por un lado Eltrant demuestra tener demasiado corazón, cosa que podría traerle problemas en el futuro; la pequeña elfina había intentado distraer a Asher pero en lugar de eso era el caballeroso guardia quien había corrido tras ella, aunque no en calidad de un feroz guardia perseguidor, sino como un amigo preocupado por ella; aunque su actuación frente a Héctor le permitiría pasar sin levantar sospechas.
Una vez en la otra sala el guardia se dedicó a sermonear a la pequeña para luego terminar en un intento de soborno; afortunadamente no había nadie más de alto rango en la escena o el guardia se habría metido en graves problemas; solo el hecho de pensar en ser expulsado de la Guardia Real por sobornar a una niña sonaba tan humillante que sería un terrible fin de carrera militar para cualquiera.
Lazid mientras tanto enfrentaba sus últimos minutos de vida; y aunque luchaba con ferocidad para defenderse, su cuerpo había recibido ya muchos daños como para moverse como hubiera querido -Espera grandote, me rindo- Dijo el lagarto aunque sus palabras parecían no haber logrado nada en un peludo psicópata que arremetía contra él con determinación.
Entre tanto un adolorido Chimar demostraría que como todo niño puede llegar a ser muy malcriado y vengativo; en ausencia de las órdenes del lagarto, Chimar toma el liderazgo del grupo y ordena la retirada, aunque antes de irse el chico intentaría provocar un incendio, tiene un poco de éxito al menos al inicio prendiendo un par de superficies de madera; tarea nada fácil en un lugar tan fortificado, sin embargo no todo es de piedra o sería muy incómodo sentarse; la madera es el segundo elemento predominante en puertas y estantes sin mencionar las banderas y estandartes que se prenden con relativa facilidad.
Runa consigue escapar de Héctor ayudada por un poco de suerte; suerte y una viga que crea algo de distancia entre ambos, la misma que casi aplasta a Alanna mientras entraba a la sala; la lluvia que entra evita que el fuego se propague más de lo que ya ha llegado, pero el líquido inflamable que compone los virotes necesitaría más esfuerzo para apagarse.
Héctor sacude su cabeza recobrando lentamente su visión tan solo para ver que su amada base comienza a arder en algunos puntos estratégicos; afortunadamente no escucha a Alanna gritarle a la ladrona que huya, o al menos lo discimula bien pues decide fijar la mirada en algo más urgente; olvidándose de los ladrones corre al interior para ver arder una parte de su base -Fuego, apaguen el fuego antes que se extienda- Dijo antes de alzar la vista -Maldita sea, llueve acá adentro- Murmuró para luego dirigirse furioso al peludo guardia que se había mostrado demasiado desobediente para su gusto -¡¡Detente idiota, muerto no vale un aero!!- Dijo furioso tan solo para ver luego cómo Alanna también atacaba al lagarto, aunque a ella le guardaba un poco más de respeto por su tiempo en la guardia -Solo mételo a una celda- Indicó al hombre bestia -Tú, el fuego- Indicó a la chica -¿Dónde está el otro?- Preguntó refiriéndose a Eltrant -Mi cabeza está en juego por este desastre, necesito a todos aquí ¡YA!- Gritó terminando la frase de manera que se escuchara en gran parte del cuartel.
∞ Ladrones, Tienen disponinble para el escape la puerta por donde entraron Runa y Lazid, rescatar al lagarto en este momento resultaría muy complicado, será mejor intentarlo luego con un mejor plan.
∞ Iliaki, esperaré tu decisión antes de hacer el traspaso de los aeros de Eltrant, depende de ti si deseas tomarlos o no, luego al igual que tus compañeros podrás buscar la misma salida para volver a la base del gremio.
∞ Guardias, han defendido el fuerte y evitado la fuga, lo que les dará la victoria en el tema, aunque antes deberán apagar las llamas y revisar que todo esté en orden; la captura de Lazid les servirá como escudo ante los reclamos por los destrozos causados; además entregarlo a la Logia supondrá mejorar los lazos entre ambos gremios.
∞ Este turno será el final del tema, luego procederé a asignar las recompensas para ambos grupos.
A partir de ahí todo sucede a un ritmo tan vertiginoso que apenas da tiempo a reaccionar; por un lado Eltrant demuestra tener demasiado corazón, cosa que podría traerle problemas en el futuro; la pequeña elfina había intentado distraer a Asher pero en lugar de eso era el caballeroso guardia quien había corrido tras ella, aunque no en calidad de un feroz guardia perseguidor, sino como un amigo preocupado por ella; aunque su actuación frente a Héctor le permitiría pasar sin levantar sospechas.
Una vez en la otra sala el guardia se dedicó a sermonear a la pequeña para luego terminar en un intento de soborno; afortunadamente no había nadie más de alto rango en la escena o el guardia se habría metido en graves problemas; solo el hecho de pensar en ser expulsado de la Guardia Real por sobornar a una niña sonaba tan humillante que sería un terrible fin de carrera militar para cualquiera.
Lazid mientras tanto enfrentaba sus últimos minutos de vida; y aunque luchaba con ferocidad para defenderse, su cuerpo había recibido ya muchos daños como para moverse como hubiera querido -Espera grandote, me rindo- Dijo el lagarto aunque sus palabras parecían no haber logrado nada en un peludo psicópata que arremetía contra él con determinación.
Entre tanto un adolorido Chimar demostraría que como todo niño puede llegar a ser muy malcriado y vengativo; en ausencia de las órdenes del lagarto, Chimar toma el liderazgo del grupo y ordena la retirada, aunque antes de irse el chico intentaría provocar un incendio, tiene un poco de éxito al menos al inicio prendiendo un par de superficies de madera; tarea nada fácil en un lugar tan fortificado, sin embargo no todo es de piedra o sería muy incómodo sentarse; la madera es el segundo elemento predominante en puertas y estantes sin mencionar las banderas y estandartes que se prenden con relativa facilidad.
Runa consigue escapar de Héctor ayudada por un poco de suerte; suerte y una viga que crea algo de distancia entre ambos, la misma que casi aplasta a Alanna mientras entraba a la sala; la lluvia que entra evita que el fuego se propague más de lo que ya ha llegado, pero el líquido inflamable que compone los virotes necesitaría más esfuerzo para apagarse.
Héctor sacude su cabeza recobrando lentamente su visión tan solo para ver que su amada base comienza a arder en algunos puntos estratégicos; afortunadamente no escucha a Alanna gritarle a la ladrona que huya, o al menos lo discimula bien pues decide fijar la mirada en algo más urgente; olvidándose de los ladrones corre al interior para ver arder una parte de su base -Fuego, apaguen el fuego antes que se extienda- Dijo antes de alzar la vista -Maldita sea, llueve acá adentro- Murmuró para luego dirigirse furioso al peludo guardia que se había mostrado demasiado desobediente para su gusto -¡¡Detente idiota, muerto no vale un aero!!- Dijo furioso tan solo para ver luego cómo Alanna también atacaba al lagarto, aunque a ella le guardaba un poco más de respeto por su tiempo en la guardia -Solo mételo a una celda- Indicó al hombre bestia -Tú, el fuego- Indicó a la chica -¿Dónde está el otro?- Preguntó refiriéndose a Eltrant -Mi cabeza está en juego por este desastre, necesito a todos aquí ¡YA!- Gritó terminando la frase de manera que se escuchara en gran parte del cuartel.
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∞ Ladrones, Tienen disponinble para el escape la puerta por donde entraron Runa y Lazid, rescatar al lagarto en este momento resultaría muy complicado, será mejor intentarlo luego con un mejor plan.
∞ Iliaki, esperaré tu decisión antes de hacer el traspaso de los aeros de Eltrant, depende de ti si deseas tomarlos o no, luego al igual que tus compañeros podrás buscar la misma salida para volver a la base del gremio.
∞ Guardias, han defendido el fuerte y evitado la fuga, lo que les dará la victoria en el tema, aunque antes deberán apagar las llamas y revisar que todo esté en orden; la captura de Lazid les servirá como escudo ante los reclamos por los destrozos causados; además entregarlo a la Logia supondrá mejorar los lazos entre ambos gremios.
∞ Este turno será el final del tema, luego procederé a asignar las recompensas para ambos grupos.
Última edición por Ansur el Vie Nov 11 2016, 22:56, editado 1 vez
Ansur
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Re: El caos bajo la lluvia [Ladrones Vs. Guardias]
- Elt, yo... no... - dijo confundida.
Dando un resoplido, guardó el trozo de metal que tenía entre las manos y sentándose en el suelo apoyando su espalda en la pared, vislumbró las celdas, pensando si algún día estaría en alguna de ellas.
- No es el dinero, de hecho, jamás en mi vida lo he utilizado, y no fue hasta hace poco que conseguí de esas monedas, pero aún así, sigo sin usarlas ¡No las necesito! - decía con un tono de aflicción en su voz.
En uno de esos momentos, varios gritos se suscitaron, con el nombre de la elfina llamándola en uno de ellos. Sin hacer caso del caos que parecía comenzar a generarse, ella continuó con el guardia, poniendo indiferencia ante aquella situación a la que ella había llegado como un juego.
- Yo vine por Ámbar y por Gabret. Ellos quizá hayan sido muy malos con ustedes, pero con nosotros... ellos fueron los únicos que no se olvidaron de nosotros ¡Eso es, los olvidados! -gritaba intensamente, dejando descargar la furia y el resentimiento con el que siempre cargaba contra la mayoría de los humanos - ¡Al rey no le importa su gente, mucho menos a los que no son de los suyos! De más pequeña, cuando quedé sola, ellos me ayudaban con comida y cobijo. Ni siquiera se han de acordar de mí, porque fueron a varios los que ayudaron de esa manera, pero yo a ellos sí. - decía con la voz a punto de quebrársele. - Ni siquiera sé quiénes se supone que son los míos.
El olor a humo se extendía renuentemente entre las paredes de piedra, encargadas de aislar a los criminales. La idea de que las personas que conociera tendrían que volverse enemigos en algún momento la invadió, negándose a aquello.
- ¿Cómo se debe actuar si ni siquiera saber quien se supone que es uno, si ni siquiera se sabe qué fue de nuestra historia en el pasado? - cuestionaba al aire, aguantando el llanto, mientras los últimos fulgores de su ataque hacia el guardia gigantón se desvanecían.
- Atraparán a Lazid ¿Verdad? - preguntó levemente, dirigiendo su mirada a Eltrant. - Ese lagartijo se comporta como un patán, pero es un buen tipo, apestoso, pero buen tipo. No le hagan nada, por favor...
Aunque sea por mí sola, regresaré a intentar una vez más por Ámbar y Gabret, por todos aquellos que los necesitan.
Los gritos nuevamente decían su nombre, que le reclamaban saliera de ahí antes de que alguna estructura se colapsara con ella dentro del lugar, obligando a que se levantara de un salto de su improvisado confesionario. Sacando uno de los trozos de tela que había rasgado, se sonó la nariz con cuanto moco tuviese dentro y, terminada esta tarea, colocó una roca dentro de ella.
- Si te preguntan, te di una buena paliza - dijo con una sonrisa, lanzando sin mucha fuerza la roca en la frente de Eltrant.
Ahora ¿Por dónde demonios salgo? Oh, queda la otra puerta ¡A correr!
Dando la vuelta, Iliaki se encontró de nuevo en la habitación que albergaba la misma gran mesa, dando por resuelto, salir por la misma zona. Al llegar a la habitación del caos, encontró un incendio que se comía las puertas aledañas. Con agilidad de ciervo, se escabulló entre las llamas hasta la entrada que conectaba con el exterior, disponiéndose a esperar a sus compañeros.
Mirando de nuevo a sus espaldas, observó a la mujer de belleza soberbia y al enorme cachorro que custodiaba a Lazid dentro de eses sitio. Buscando entre sus bolsillos encontró un fruto podrido que había dejado sin comer, lanzándolo así al licántropo. Sin mucho pudor ni mucho decoro, les enseñó la lengua y echó a correr entre la lluvia, dejando a la noche como único testigo de aquello.
Dando un resoplido, guardó el trozo de metal que tenía entre las manos y sentándose en el suelo apoyando su espalda en la pared, vislumbró las celdas, pensando si algún día estaría en alguna de ellas.
- No es el dinero, de hecho, jamás en mi vida lo he utilizado, y no fue hasta hace poco que conseguí de esas monedas, pero aún así, sigo sin usarlas ¡No las necesito! - decía con un tono de aflicción en su voz.
En uno de esos momentos, varios gritos se suscitaron, con el nombre de la elfina llamándola en uno de ellos. Sin hacer caso del caos que parecía comenzar a generarse, ella continuó con el guardia, poniendo indiferencia ante aquella situación a la que ella había llegado como un juego.
- Yo vine por Ámbar y por Gabret. Ellos quizá hayan sido muy malos con ustedes, pero con nosotros... ellos fueron los únicos que no se olvidaron de nosotros ¡Eso es, los olvidados! -gritaba intensamente, dejando descargar la furia y el resentimiento con el que siempre cargaba contra la mayoría de los humanos - ¡Al rey no le importa su gente, mucho menos a los que no son de los suyos! De más pequeña, cuando quedé sola, ellos me ayudaban con comida y cobijo. Ni siquiera se han de acordar de mí, porque fueron a varios los que ayudaron de esa manera, pero yo a ellos sí. - decía con la voz a punto de quebrársele. - Ni siquiera sé quiénes se supone que son los míos.
El olor a humo se extendía renuentemente entre las paredes de piedra, encargadas de aislar a los criminales. La idea de que las personas que conociera tendrían que volverse enemigos en algún momento la invadió, negándose a aquello.
- ¿Cómo se debe actuar si ni siquiera saber quien se supone que es uno, si ni siquiera se sabe qué fue de nuestra historia en el pasado? - cuestionaba al aire, aguantando el llanto, mientras los últimos fulgores de su ataque hacia el guardia gigantón se desvanecían.
- Atraparán a Lazid ¿Verdad? - preguntó levemente, dirigiendo su mirada a Eltrant. - Ese lagartijo se comporta como un patán, pero es un buen tipo, apestoso, pero buen tipo. No le hagan nada, por favor...
Aunque sea por mí sola, regresaré a intentar una vez más por Ámbar y Gabret, por todos aquellos que los necesitan.
Los gritos nuevamente decían su nombre, que le reclamaban saliera de ahí antes de que alguna estructura se colapsara con ella dentro del lugar, obligando a que se levantara de un salto de su improvisado confesionario. Sacando uno de los trozos de tela que había rasgado, se sonó la nariz con cuanto moco tuviese dentro y, terminada esta tarea, colocó una roca dentro de ella.
- Si te preguntan, te di una buena paliza - dijo con una sonrisa, lanzando sin mucha fuerza la roca en la frente de Eltrant.
Ahora ¿Por dónde demonios salgo? Oh, queda la otra puerta ¡A correr!
Dando la vuelta, Iliaki se encontró de nuevo en la habitación que albergaba la misma gran mesa, dando por resuelto, salir por la misma zona. Al llegar a la habitación del caos, encontró un incendio que se comía las puertas aledañas. Con agilidad de ciervo, se escabulló entre las llamas hasta la entrada que conectaba con el exterior, disponiéndose a esperar a sus compañeros.
Mirando de nuevo a sus espaldas, observó a la mujer de belleza soberbia y al enorme cachorro que custodiaba a Lazid dentro de eses sitio. Buscando entre sus bolsillos encontró un fruto podrido que había dejado sin comer, lanzándolo así al licántropo. Sin mucho pudor ni mucho decoro, les enseñó la lengua y echó a correr entre la lluvia, dejando a la noche como único testigo de aquello.
Iliaki
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Re: El caos bajo la lluvia [Ladrones Vs. Guardias]
Cruzado de brazos escuchó de forma calmada lo que la elfa peliblanca tenía que decir, no tomó su dinero, que aún yacía en el suelo a pocos metros de Iliaki, lo cual era de agradecer, principalmente por que aquellos eran todos sus ahorros ¿Hasta aquel punto había llegado? Era un idiota, pero al menos había intentado hacer algo más que arrojar a la chiquilla en una celda.
Gritos en la otra habitación, un intenso olor a humo y la voz de su oficial al mando le decían que todo parecía estar fuera de control, pero no acudió, no de inmediato, se quedó contemplando a la elfa.
- El rey me es indiferente, la nobleza también… no estoy aquí por ellos… – Se rascó la barba y dejó caer ambas manos hasta el cinturón, estaba claro que aquel era un tema delicado para chiquilla, por su tono de voz era evidente que estaba al borde del llanto – Hay matices Iliaki, el mundo no se divide en dos bandos – Sonrió a la muchacha – Acuérdate de eso, no todos los tipos uniformados son tus enemigos ¿Vale? Yo no lo soy - Reflexionó acerca de la pregunta que le acababa de hacer su supuesta enemiga, una leve capa de humo comenzaba a filtrarse bajo las puertas que conducían hasta aquel pasillo, la insistente voz de Héctor requería a sus subordinados – Bueno… - No tenía ninguna respuesta clara a aquella pregunta, él mismo no podía recordar gran parte de su pasado, y había respondido a ello refugiándose en la bebida, y más tarde, en sus obligaciones como guarda, en intentar ayudar a la gente como la chica que tenía frente a él, Iliaki supuestamente no había conocido siquiera a su gente, a ningún otro elfo que no fuese Ashryn, al menos que él supiera.
Podía entender un poco que estuviese allí aquella noche. - …Creo que la respuesta a esa pregunta la estas respondiendo estando aquí, preocupándote por los tuyos, así es como debes de actuar. - Dijo agachándose a recoger su dinero, los gritos de su jefe se hacían cada vez más audibles.
– Ambar y Gabret no están entre estas paredes por ser ciudadanos ejemplares, Iliaki, lo sabes. – Suspiró - No comparto tu opinión, pero la respeto, no eres mala persona, tú no. – Eltrant sonrió a la chica, conocía la fama que los líderes de los ladrones tenían en los barrios bajos, al fin y al cabo, su oficina no estaba precisamente en la zona rica de la ciudad. Podían ser altruistas con los desfavorecidos, parangones de la rectitud y de la moralidad entre los suyos, pero se ganaban la vida robando a ciudadanos y mercaderes, asesinándolos, de ser necesario, para arrebatarle sus posesiones, no podía decir que les respetaba sin que fuese mentira.
- Trataré de que no lo cuelguen, aunque no prometo nada, Lazid se ha ganado su fama… un tanto a pulso – Cerró los ojos, el olor a humo se hacía cada vez más insistente ¿Estaba el cuartel en llamas? Más gritos reclamaban a Iliaki, los del pequeño que casi le arranca el brazo de cuajo ¿Se retiraban? El fantasma de una sonrisa se asomó en su rostro, respiró aliviado. – Te reclaman – Dijo apartándose a un lado, dejándola pasar – Más vale que te des prisa.
Riendo ante las últimas palabras de la muchacha, pateó la piedra a un lado y quitó el grueso tronco de madera que hacía de cerrojo en la mayoría de aquellas puertas – Oh, sí, no voy a poder levantarme en tres días como poco – Aquellas fueron las últimas palabras que intercambió con la peliblanca antes de que esta se marchase definitivamente del cuartel. - Cuidado ahí afuera.
De vuelta en la sala de reuniones, el fuego consumía todos los muebles del lugar, aunque parecía estar aislado en aquel lugar debido a los gruesos muros de granito del cuartel.
Héctor gritó un “Ya era hora” que hizo vibrar los mismos muros que estaban conteniendo el fuego, frunciendo el ceño, Eltrant se unió al arduo trabajo de apagar las llamas.
Usó su capa, húmeda por la sangre y el agua, para aplacar las llamas que consumían la imponente mesa que estaba en el centro de la sala, aunque solo consiguió que esta también prendiese. – Mierda, mierda, mierda. – Dijo tirándola al suelo y pisoteándola de modo que las llamas que comenzaban a brotar en esta desaparecieron en apenas unos instantes. - ¡¡Voy a por agua!! – Alzó su voz, tratando de que Héctor le oyese sobre el sonido del fuego, dejando caer piezas de su armadura para ser más rápido.
Volvió a atravesar varias puertas hasta que llegó al lugar en el cual había comenzado la noche, una de las ratas que Tyron le había encargado capturar horas atrás le miraba con curiosidad – Ya lidiaré contigo más tarde, ya – Dijo oteando el lugar con la mirada, esquivando las mesas y los sacos de comida hasta que llegó a una pequeña esquina en la que había acumulado más de una decena de barriles.
Entornando los ojos abrió uno de los tantos barriles. – Cerveza… - Sabía lo que el alcohol y el fuego producía, tenía muchas quemaduras por culpa de brujos alquimistas que habían decidido usarlo contra él, dejó caer la tapa a un lado y se fue al siguiente barril, el cual estaba repleto de otro liquido de color marrón, que por su olor no podía ser sino otro tipo de bebida espirituosa - ¿¡Es que aquí son todos unos borrachos!? – Tras varios intentos infructuosos, terminó encontrando uno de lo que parecía ser agua - ¡Al fin! – Dijo volviendo a sellarlo con la tapa.
Dio un fuerte tirón de él y se lo cargó a la espalda, el brazo herido le hizo apretar los dientes, dolorido, ignoró aquello lo mejor que pudo, no tenía tiempo que perder. - ¡No me mires así! – Exclamó a la rata, que se había subido a uno de los muebles y le miraba ladeando levemente la cabeza - ¡Voy a volver a por ti!
Repitiendo el mismo camino que había hecho antes, pero ahora con un barril de varias decenas de litros de agua a su espalda, volvió a la sala de reuniones, que estaba exactamente igual que la había dejado, completamente en llamas.
Gritando, lanzó el barril contra la imponente mesa de reuniones, el objeto más grande del lugar y el que parecía estar acumulando todas las llamas, el siseo del agua al evaporarse precedió una leve nube de vapor que acabó con la mayor parte del fuego que se alimentaba en aquella mesa.
Jadeando se giró hacia Héctor - ¡Voy a por otro! – Quizás tuviese que hacer un par de viajes más para calmar las llamas.
Gritos en la otra habitación, un intenso olor a humo y la voz de su oficial al mando le decían que todo parecía estar fuera de control, pero no acudió, no de inmediato, se quedó contemplando a la elfa.
- El rey me es indiferente, la nobleza también… no estoy aquí por ellos… – Se rascó la barba y dejó caer ambas manos hasta el cinturón, estaba claro que aquel era un tema delicado para chiquilla, por su tono de voz era evidente que estaba al borde del llanto – Hay matices Iliaki, el mundo no se divide en dos bandos – Sonrió a la muchacha – Acuérdate de eso, no todos los tipos uniformados son tus enemigos ¿Vale? Yo no lo soy - Reflexionó acerca de la pregunta que le acababa de hacer su supuesta enemiga, una leve capa de humo comenzaba a filtrarse bajo las puertas que conducían hasta aquel pasillo, la insistente voz de Héctor requería a sus subordinados – Bueno… - No tenía ninguna respuesta clara a aquella pregunta, él mismo no podía recordar gran parte de su pasado, y había respondido a ello refugiándose en la bebida, y más tarde, en sus obligaciones como guarda, en intentar ayudar a la gente como la chica que tenía frente a él, Iliaki supuestamente no había conocido siquiera a su gente, a ningún otro elfo que no fuese Ashryn, al menos que él supiera.
Podía entender un poco que estuviese allí aquella noche. - …Creo que la respuesta a esa pregunta la estas respondiendo estando aquí, preocupándote por los tuyos, así es como debes de actuar. - Dijo agachándose a recoger su dinero, los gritos de su jefe se hacían cada vez más audibles.
– Ambar y Gabret no están entre estas paredes por ser ciudadanos ejemplares, Iliaki, lo sabes. – Suspiró - No comparto tu opinión, pero la respeto, no eres mala persona, tú no. – Eltrant sonrió a la chica, conocía la fama que los líderes de los ladrones tenían en los barrios bajos, al fin y al cabo, su oficina no estaba precisamente en la zona rica de la ciudad. Podían ser altruistas con los desfavorecidos, parangones de la rectitud y de la moralidad entre los suyos, pero se ganaban la vida robando a ciudadanos y mercaderes, asesinándolos, de ser necesario, para arrebatarle sus posesiones, no podía decir que les respetaba sin que fuese mentira.
- Trataré de que no lo cuelguen, aunque no prometo nada, Lazid se ha ganado su fama… un tanto a pulso – Cerró los ojos, el olor a humo se hacía cada vez más insistente ¿Estaba el cuartel en llamas? Más gritos reclamaban a Iliaki, los del pequeño que casi le arranca el brazo de cuajo ¿Se retiraban? El fantasma de una sonrisa se asomó en su rostro, respiró aliviado. – Te reclaman – Dijo apartándose a un lado, dejándola pasar – Más vale que te des prisa.
Riendo ante las últimas palabras de la muchacha, pateó la piedra a un lado y quitó el grueso tronco de madera que hacía de cerrojo en la mayoría de aquellas puertas – Oh, sí, no voy a poder levantarme en tres días como poco – Aquellas fueron las últimas palabras que intercambió con la peliblanca antes de que esta se marchase definitivamente del cuartel. - Cuidado ahí afuera.
De vuelta en la sala de reuniones, el fuego consumía todos los muebles del lugar, aunque parecía estar aislado en aquel lugar debido a los gruesos muros de granito del cuartel.
Héctor gritó un “Ya era hora” que hizo vibrar los mismos muros que estaban conteniendo el fuego, frunciendo el ceño, Eltrant se unió al arduo trabajo de apagar las llamas.
Usó su capa, húmeda por la sangre y el agua, para aplacar las llamas que consumían la imponente mesa que estaba en el centro de la sala, aunque solo consiguió que esta también prendiese. – Mierda, mierda, mierda. – Dijo tirándola al suelo y pisoteándola de modo que las llamas que comenzaban a brotar en esta desaparecieron en apenas unos instantes. - ¡¡Voy a por agua!! – Alzó su voz, tratando de que Héctor le oyese sobre el sonido del fuego, dejando caer piezas de su armadura para ser más rápido.
Volvió a atravesar varias puertas hasta que llegó al lugar en el cual había comenzado la noche, una de las ratas que Tyron le había encargado capturar horas atrás le miraba con curiosidad – Ya lidiaré contigo más tarde, ya – Dijo oteando el lugar con la mirada, esquivando las mesas y los sacos de comida hasta que llegó a una pequeña esquina en la que había acumulado más de una decena de barriles.
Entornando los ojos abrió uno de los tantos barriles. – Cerveza… - Sabía lo que el alcohol y el fuego producía, tenía muchas quemaduras por culpa de brujos alquimistas que habían decidido usarlo contra él, dejó caer la tapa a un lado y se fue al siguiente barril, el cual estaba repleto de otro liquido de color marrón, que por su olor no podía ser sino otro tipo de bebida espirituosa - ¿¡Es que aquí son todos unos borrachos!? – Tras varios intentos infructuosos, terminó encontrando uno de lo que parecía ser agua - ¡Al fin! – Dijo volviendo a sellarlo con la tapa.
Dio un fuerte tirón de él y se lo cargó a la espalda, el brazo herido le hizo apretar los dientes, dolorido, ignoró aquello lo mejor que pudo, no tenía tiempo que perder. - ¡No me mires así! – Exclamó a la rata, que se había subido a uno de los muebles y le miraba ladeando levemente la cabeza - ¡Voy a volver a por ti!
Repitiendo el mismo camino que había hecho antes, pero ahora con un barril de varias decenas de litros de agua a su espalda, volvió a la sala de reuniones, que estaba exactamente igual que la había dejado, completamente en llamas.
Gritando, lanzó el barril contra la imponente mesa de reuniones, el objeto más grande del lugar y el que parecía estar acumulando todas las llamas, el siseo del agua al evaporarse precedió una leve nube de vapor que acabó con la mayor parte del fuego que se alimentaba en aquella mesa.
Jadeando se giró hacia Héctor - ¡Voy a por otro! – Quizás tuviese que hacer un par de viajes más para calmar las llamas.
Eltrant Tale
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Re: El caos bajo la lluvia [Ladrones Vs. Guardias]
Chimar admira su obra con superioridad, si bien no es un incendio magistral se le puede considerar digno. El mobiliario circundante es rápidamente atacado por las llamas, lo bueno del fuego es su capacidad para expandirse sin mucha dificultad. Aunque el entorno no es propicio causara daño, eso se evidencia al colapsar parte del techo.
Creo que se me fue la mano…
Sea como sea la distracción resulta perfecta para un escape rápido, ahora pueden salir sin problemas. Lastimosamente pronto surge otra situación, al parecer el lagarto es peso muerto y no puede escapar. Los guardias de turno resultan ser más despabilados que sus compañeros, menuda mala suerte.
¡Rayos!
En breve la escasa posibilidad de salir todos completos se desmorona, Lazid está rodeado. No hay que ser un genio para saber que enfrentarse a toda la vanguardia es imposible o… poco recomendable. La situación acaba de volverse terrible, salir con pérdidas de una incursión es el peor de los fracasos.
¡Que me parta un rayo!
Maquiavelo da algunos ajustes a su ballesta y cuando está listo apunta, no sabe muy bien lo que hace. El odio lo está moviendo, como aquella vez en el callejón. No puede permitir que su nombre este unido a un error prácticamente bíblico, no quiere dejarle al grupo rival un premio que sabrán usar bien.
Forma una mueca de desprecio a medida que juguetea con el gatillo, su objetivo es claro. No vale la pena lastimar a un guardia, al final traería repercusiones. El verdadero culpable de todo es la lagartija enana, su falta de planificación ha traído una terrible derrota para el gremio de ladrones, una que será difícil de superar.
El niño tiene la cabeza del reptil a tiro, desea bajo todos los estándares posibles acabar con esa vida. Existen muchas cosas a tener en cuenta pero no está pensando, actúa fríamente. Casi se parece a su hermano Demian, una comparación que horas atrás le hubiera aterrorizado pero que ahora es viable.
Justo cuando está a punto de disparar recuerda otra cosa, el sermón que le dio Niniel durante cierto estallido violento. Paso hace meses pero la memoria puede transportar a su dueño con mucha fiabilidad, la mejor manera de recordar algo es durante situaciones tensas y relacionadas entre sí.
El brazo le tiembla, no solo por el dolor del golpe, es una respuesta emocional. Durante el altercado de los barrios bajos casi asesino a varias personas, su lógica fallo y dio paso a instintos rastreros. La sensación en ese entonces era embriagante, maravillosa y pura, algo prácticamente narcótico… algo que se asemeja mucho a su estado actual.
Adopta un rostro de desagrado y miedo que a veces cambia a formas imprecisas, quiere halar el gatillo pero a la vez no. Amaga varios intentos aunque la razón no sede terreno, es una lucha interna bastante fuerte. Se frustra con rapidez y hace un ultimo esfuerzo por soltar el virote, para bien o para mal no consigue centrarse.
¡A la mierda!
Dispara, la flecha avanza con rapidez directo a su objetivo. Cuando perfora el blanco todo se pone en silencio, tiro certero. La pared tiene un nuevo agujero, uno que curiosamente esta entre la cabeza de Lazid y el desagradable hombre perro. La alimaña de sangre fría vivirá, más le vale justificar su existencia la próxima vez.
Chimar se da vuelta y oculta su rostro en la capa negra, sin vacilar sale por la única ruta disponible y entra en la noche lluviosa. No sabe muy bien lo que siente ahora, hacer lo correcto por alguna razón nunca es agradable. Niega con la cabeza mientras camina, las hostilidades entre ambos grupos apenas comienzan. Después suelta algunas palabras al aire, sin duda extraño pues esta solo.
Lo mejor será volver al gremio, tenemos trabajo.
Creo que se me fue la mano…
Sea como sea la distracción resulta perfecta para un escape rápido, ahora pueden salir sin problemas. Lastimosamente pronto surge otra situación, al parecer el lagarto es peso muerto y no puede escapar. Los guardias de turno resultan ser más despabilados que sus compañeros, menuda mala suerte.
¡Rayos!
En breve la escasa posibilidad de salir todos completos se desmorona, Lazid está rodeado. No hay que ser un genio para saber que enfrentarse a toda la vanguardia es imposible o… poco recomendable. La situación acaba de volverse terrible, salir con pérdidas de una incursión es el peor de los fracasos.
¡Que me parta un rayo!
Maquiavelo da algunos ajustes a su ballesta y cuando está listo apunta, no sabe muy bien lo que hace. El odio lo está moviendo, como aquella vez en el callejón. No puede permitir que su nombre este unido a un error prácticamente bíblico, no quiere dejarle al grupo rival un premio que sabrán usar bien.
Forma una mueca de desprecio a medida que juguetea con el gatillo, su objetivo es claro. No vale la pena lastimar a un guardia, al final traería repercusiones. El verdadero culpable de todo es la lagartija enana, su falta de planificación ha traído una terrible derrota para el gremio de ladrones, una que será difícil de superar.
El niño tiene la cabeza del reptil a tiro, desea bajo todos los estándares posibles acabar con esa vida. Existen muchas cosas a tener en cuenta pero no está pensando, actúa fríamente. Casi se parece a su hermano Demian, una comparación que horas atrás le hubiera aterrorizado pero que ahora es viable.
Justo cuando está a punto de disparar recuerda otra cosa, el sermón que le dio Niniel durante cierto estallido violento. Paso hace meses pero la memoria puede transportar a su dueño con mucha fiabilidad, la mejor manera de recordar algo es durante situaciones tensas y relacionadas entre sí.
El brazo le tiembla, no solo por el dolor del golpe, es una respuesta emocional. Durante el altercado de los barrios bajos casi asesino a varias personas, su lógica fallo y dio paso a instintos rastreros. La sensación en ese entonces era embriagante, maravillosa y pura, algo prácticamente narcótico… algo que se asemeja mucho a su estado actual.
Adopta un rostro de desagrado y miedo que a veces cambia a formas imprecisas, quiere halar el gatillo pero a la vez no. Amaga varios intentos aunque la razón no sede terreno, es una lucha interna bastante fuerte. Se frustra con rapidez y hace un ultimo esfuerzo por soltar el virote, para bien o para mal no consigue centrarse.
¡A la mierda!
Dispara, la flecha avanza con rapidez directo a su objetivo. Cuando perfora el blanco todo se pone en silencio, tiro certero. La pared tiene un nuevo agujero, uno que curiosamente esta entre la cabeza de Lazid y el desagradable hombre perro. La alimaña de sangre fría vivirá, más le vale justificar su existencia la próxima vez.
Chimar se da vuelta y oculta su rostro en la capa negra, sin vacilar sale por la única ruta disponible y entra en la noche lluviosa. No sabe muy bien lo que siente ahora, hacer lo correcto por alguna razón nunca es agradable. Niega con la cabeza mientras camina, las hostilidades entre ambos grupos apenas comienzan. Después suelta algunas palabras al aire, sin duda extraño pues esta solo.
Lo mejor será volver al gremio, tenemos trabajo.
Invitado
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Re: El caos bajo la lluvia [Ladrones Vs. Guardias]
Miré al lagarto con fuego en los ojos. Para mi, sólo había tres cosas en la sala. Lazid, yo, y mi espada, sedienta de sangre. Nada pudo detener mi carga. Ni su rendición, ni los gritos de Héctor, ni las llamas. No fueron ninguna de esas cosas las que desviaron mi arremetida: fue un breve instante de lucidez. Una pequeña duda que surgió en mi cabeza, justo en el momento oportuno. Mi espada impactó contra la pared, atrapando a un temeroso hombre lagarto.
Poco a poco, mi conciencia empezó a aclararse. Ya estaba. Había ganado. Por tentador que hubiese sido acabar con el ladrón, por mucho que mis garras temblasen, esperando cubirse de sangre, sabía que era mejor no ceder. Observé al lagarto de nuevo. Temía por su vida. Podía oler su miedo, lo cual no hacía sino reforzar mi instinto depredador. Busqué alrededor de la sala con la mirada hasta localizar unos grilletes cerrados en el suelo, caídos de una de las mesas derribadas. Mientras lo recogía, un virote se clavó en la pared, cerca de donde estaba el lagarto y enviándome un breve recordatorio de donde estaba.
Cerré los grilletes en torno a las muñecas de Lazid. Odiaba esas cosas. Dos semanas atrás, yo mismo llevaba un par. Dos semanas atrás... nunca me habría imaginado ser un guardia, ni sufrir una maldición. Pero, dos semanas atrás...
Estaba en una celda, resignado a morir.
Guardé las llaves y tomé las que abrian las celdas. Asegurando los grilletes y practicamente arrastrando al lagarto, me dirigí hacia una de las habitaciones para prisioneros permanentes. Lo metí dentro bruscamente, y me aseguré de dejar la puerta bien cerrada.
Y entonces, respiré.
Y empecé a reir. Primero con cierta amargura. ¿Esclavo de la guardia? Había desobedecido comandos directos de Héctor Loreley. No era un guardia modelo. No respetaba a ese hombre, sin importar su rango. Era un idiota que no conocía más plan que el de usar su martillo. Pero mi carcajada no tardó en transformarse en algo alegre. La marca daba igual. Podían torturarme todo lo que quisieran, pero había tomado mis propias decisiones. Le había dado caza a uno de los criminales más buscados en Lunargenta, casi matándolo y... los dioses saben que más, en otras circunstancias podría haberme comido sus entrañas. No era un esclavo.
Me mantuve cerca de la puerta, vigilante, pero a un par de metros de distancia. Aún había cierto jaleo en el interior, pero alguien debía estar apagando las llamas, ya que el humo se empezaba a aclarar. La fortaleza no iba a caer, incluso si se perdian unas pocas vigas de madera. Lo peor que causaría el fuego sería la destrucción de los muebles de madera, tal vez, pero esos no llegarían a los dos mil aeros, como mucho. Observé al lagarto, a través de la puerta. Me había ganado esos 9.000 aeros. Era el único que había movido un dedo por atraparlo, y nadie iba a quitarme eso. Simplemente, no podian: la misma marca de mi hombro me obligaría a decir la verdad, asi que era un testimonio definitivo.
Noté una pequeña vibración en mi bolsillo, y saqué algo que no me esperaba. La moneda de latón con el calamar dibujado. ¿Que hacía allí? Estaba seguro de habersela entregado al Capitán Gareth. Pero ahora estaba ahí, en mi mano, brillando. ¿Serviría para algo? Recordé con un escalofrío como uno de los tesoros del capitán legendario había invocado la tormenta del siglo, una que dejaría la que azotaba el cuartel en aquel momento en ridículo. Lancé la moneda al aire y la tomé al vuelo. Cara. La palabra "Fortuna" se dibujó debajo del calamar.
Sonreí, asegurándome una vez más de que el lagarto no se desangraría. ¿Que ocurriría cuando la moneda encontrase la fortuna que buscaba?
Poco a poco, mi conciencia empezó a aclararse. Ya estaba. Había ganado. Por tentador que hubiese sido acabar con el ladrón, por mucho que mis garras temblasen, esperando cubirse de sangre, sabía que era mejor no ceder. Observé al lagarto de nuevo. Temía por su vida. Podía oler su miedo, lo cual no hacía sino reforzar mi instinto depredador. Busqué alrededor de la sala con la mirada hasta localizar unos grilletes cerrados en el suelo, caídos de una de las mesas derribadas. Mientras lo recogía, un virote se clavó en la pared, cerca de donde estaba el lagarto y enviándome un breve recordatorio de donde estaba.
Cerré los grilletes en torno a las muñecas de Lazid. Odiaba esas cosas. Dos semanas atrás, yo mismo llevaba un par. Dos semanas atrás... nunca me habría imaginado ser un guardia, ni sufrir una maldición. Pero, dos semanas atrás...
Estaba en una celda, resignado a morir.
Guardé las llaves y tomé las que abrian las celdas. Asegurando los grilletes y practicamente arrastrando al lagarto, me dirigí hacia una de las habitaciones para prisioneros permanentes. Lo metí dentro bruscamente, y me aseguré de dejar la puerta bien cerrada.
Y entonces, respiré.
Y empecé a reir. Primero con cierta amargura. ¿Esclavo de la guardia? Había desobedecido comandos directos de Héctor Loreley. No era un guardia modelo. No respetaba a ese hombre, sin importar su rango. Era un idiota que no conocía más plan que el de usar su martillo. Pero mi carcajada no tardó en transformarse en algo alegre. La marca daba igual. Podían torturarme todo lo que quisieran, pero había tomado mis propias decisiones. Le había dado caza a uno de los criminales más buscados en Lunargenta, casi matándolo y... los dioses saben que más, en otras circunstancias podría haberme comido sus entrañas. No era un esclavo.
Me mantuve cerca de la puerta, vigilante, pero a un par de metros de distancia. Aún había cierto jaleo en el interior, pero alguien debía estar apagando las llamas, ya que el humo se empezaba a aclarar. La fortaleza no iba a caer, incluso si se perdian unas pocas vigas de madera. Lo peor que causaría el fuego sería la destrucción de los muebles de madera, tal vez, pero esos no llegarían a los dos mil aeros, como mucho. Observé al lagarto, a través de la puerta. Me había ganado esos 9.000 aeros. Era el único que había movido un dedo por atraparlo, y nadie iba a quitarme eso. Simplemente, no podian: la misma marca de mi hombro me obligaría a decir la verdad, asi que era un testimonio definitivo.
Noté una pequeña vibración en mi bolsillo, y saqué algo que no me esperaba. La moneda de latón con el calamar dibujado. ¿Que hacía allí? Estaba seguro de habersela entregado al Capitán Gareth. Pero ahora estaba ahí, en mi mano, brillando. ¿Serviría para algo? Recordé con un escalofrío como uno de los tesoros del capitán legendario había invocado la tormenta del siglo, una que dejaría la que azotaba el cuartel en aquel momento en ridículo. Lancé la moneda al aire y la tomé al vuelo. Cara. La palabra "Fortuna" se dibujó debajo del calamar.
Sonreí, asegurándome una vez más de que el lagarto no se desangraría. ¿Que ocurriría cuando la moneda encontrase la fortuna que buscaba?
__________________________
Objeto usado: Moneda de latón. Aumenta los aeros recibidos en un 50%. [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]Ya que voy a recibir una cantidad enorme de dinero, no me importa pagar los destrozos causados por el fuego.
Asher Daregan
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Re: El caos bajo la lluvia [Ladrones Vs. Guardias]
El objetivo era que el hombre la dejara. Lo logró, aunque ya no le importaba hacia donde se dirigia el otro se encontraba de pie observando unos ojos que ya conocía.Los ojos de una gata, la mirada misma de un miembro de su familia. Estaba confusa, al igual que la guarda. Ambas no podían decir nada.
Tan solo la gritó que se marchará, sin importarle el mal que podría haber hecho, o si realmente era culpable o no. Solo le daba la opción de huida antes de ser todavía más herida.En ese instante la ladrona de libros y maravillas, lo agradeció. De nuevo, no volvía a juzgarla y era motivo suficiente para marcharse de allí. Contra Alanna , jamás pelearía.
Observó a la pequeña elfa, que parecía decir sus ultimas palabras antes de marchar, y al otro lado al niño de sangre fría disparando con intenciones de volar la cabeza al lagarto, o al menos es lo que Runa podía captar. Runa no esperó más, apretó sus dientes antes los moratones y heridas , y marchó por donde había entrado al comienzo de la misión. La regla número uno era no dejar un compañero atrás, pero siempre cuando él no te traicionara. Su consciencia estaba limpia, y la cabeza alta.
Mañana sería otro día, y a lo mejor el gremio recibiría un mejor líder, o lo planearían mejor. Ahora no importaba mientras se alejaba aprovechando el barullo.Solo quería llegar a la taberna con Judas y tomarse su zumo de trigo habitual. A veces las cosas más simples, eran las que más satisfactoria ante las circunstancias .
Tan solo la gritó que se marchará, sin importarle el mal que podría haber hecho, o si realmente era culpable o no. Solo le daba la opción de huida antes de ser todavía más herida.En ese instante la ladrona de libros y maravillas, lo agradeció. De nuevo, no volvía a juzgarla y era motivo suficiente para marcharse de allí. Contra Alanna , jamás pelearía.
Observó a la pequeña elfa, que parecía decir sus ultimas palabras antes de marchar, y al otro lado al niño de sangre fría disparando con intenciones de volar la cabeza al lagarto, o al menos es lo que Runa podía captar. Runa no esperó más, apretó sus dientes antes los moratones y heridas , y marchó por donde había entrado al comienzo de la misión. La regla número uno era no dejar un compañero atrás, pero siempre cuando él no te traicionara. Su consciencia estaba limpia, y la cabeza alta.
Mañana sería otro día, y a lo mejor el gremio recibiría un mejor líder, o lo planearían mejor. Ahora no importaba mientras se alejaba aprovechando el barullo.Solo quería llegar a la taberna con Judas y tomarse su zumo de trigo habitual. A veces las cosas más simples, eran las que más satisfactoria ante las circunstancias .
Runa Thorgil
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Re: El caos bajo la lluvia [Ladrones Vs. Guardias]
El caos cundía en el recinto de la guardia de Lunargenta mientras el techo de una de sus salas se desplomaba y los muebles comenzaban a arder. En el exterior, Wernak, Asher, parecía tener la situación controlada, el lagarto había caído y los ladrones huían de allí dejando atrás el desastre, aunque, lo cierto era, que podría haber sido peor. Calada hasta los huesos, con el corto pelo chorreando agua, escuchó los gritos alterados de Hector Loreley desde el interior del edificio semiderruido.
Creyendo que el hombre perro podía controlar a un lagarto dormido por su cuenta, corrió al interior de la estancia, nuevamente, viendo aliviada que Runa no seguía allí, podría luchar contra mucha gente, pero no contra su familia. Se acercó con prisas a la sala y se adentró en ella con movimientos serpenteantes, esquivando los trozos de techo que aun caían, el agua acabaría por extinguir el fuego, pero no podían dejar que ardiera la sala hasta los cimientos.
Debían sacar de allí los muebles que pudieran, así habría menos cosas que pudieran arder, comenzó a tirar de las pocas telas que cubrían las paredes que aun no habían sido alcanzadas por las llamas y salió al exterior al tiempo que Eltrant se adentraba a la sala gritando que debían llevar agua. ¿Acaso era idiota? tenía el brazo herido, no podía mover cosas tan pesadas como barriles repletos de agua hasta el tope, pero claro, era el chico que había extendido su fama por mover una piedra cuadrada de varias toneladas.
Puso los ojos en blanco y tiró las telas al suelo embarrado del patio para volver a entrar y llegar hasta la bodega, los barriles de agua se encontraban en un rincón del cuarto y ella, al contrario que el ex mercenario, no tenía fuerza como para levantarlos, pero nada le impedía sacarlos rodando. A base de patadas tiró dos barriles al suelo y los sacó de allí igual que los había puesto a rodar, deteniendolos en la sala encendida.
Abrió un barril mientras pasaba el otro a Hector Loreley, que se dejara de gritar y moviera el culo. Le ponía nerviosa, mucho ruido y pocas nueces, jamás podría trabajar para él, agradecía que no fuera líder de su subdivisión, a penas le había aguantado durante el interrogatorio, a penas lo aguantaba en ese momento, como para tolerarlo durante más tiempo, aunque, al menos, era directo. Tyron la había decepcionado mucho y tardaría en volver a confiar en su superior. Aunque fuera realmente necesario, no podía, simplemente, cerrar los ojos o mirar hacia otro lado. Prefería tener a alguien que fuera "mucho ruido y pocas nueces" que a una persona que manipula y miente incluso a sus propios subordinados.
Tiro al suelo el otro barril y lo abrió para dejar caer parte del líquido y poder alzarlo para comenzar a vaciarlo en un foco grande del fuego, probablemente necesitaría dormir dos días completos detrás de esa noche y los daños del cuartel tardarían en repararse, pero, al final, habían mantenido encerrados a Ámbar y Gabret, y eso era lo que contaba, la falta de personal era penosa y el caso que hacían a la lógica sus superiores, patética, pero aun con todos los impedimentos, lo habían logrado, habían mantenido las cosas en su lugar durante la noche, a pesar de la destrucción de esa sala, en realidad, después de todo, no era más que un mal menor.
Creyendo que el hombre perro podía controlar a un lagarto dormido por su cuenta, corrió al interior de la estancia, nuevamente, viendo aliviada que Runa no seguía allí, podría luchar contra mucha gente, pero no contra su familia. Se acercó con prisas a la sala y se adentró en ella con movimientos serpenteantes, esquivando los trozos de techo que aun caían, el agua acabaría por extinguir el fuego, pero no podían dejar que ardiera la sala hasta los cimientos.
Debían sacar de allí los muebles que pudieran, así habría menos cosas que pudieran arder, comenzó a tirar de las pocas telas que cubrían las paredes que aun no habían sido alcanzadas por las llamas y salió al exterior al tiempo que Eltrant se adentraba a la sala gritando que debían llevar agua. ¿Acaso era idiota? tenía el brazo herido, no podía mover cosas tan pesadas como barriles repletos de agua hasta el tope, pero claro, era el chico que había extendido su fama por mover una piedra cuadrada de varias toneladas.
Puso los ojos en blanco y tiró las telas al suelo embarrado del patio para volver a entrar y llegar hasta la bodega, los barriles de agua se encontraban en un rincón del cuarto y ella, al contrario que el ex mercenario, no tenía fuerza como para levantarlos, pero nada le impedía sacarlos rodando. A base de patadas tiró dos barriles al suelo y los sacó de allí igual que los había puesto a rodar, deteniendolos en la sala encendida.
Abrió un barril mientras pasaba el otro a Hector Loreley, que se dejara de gritar y moviera el culo. Le ponía nerviosa, mucho ruido y pocas nueces, jamás podría trabajar para él, agradecía que no fuera líder de su subdivisión, a penas le había aguantado durante el interrogatorio, a penas lo aguantaba en ese momento, como para tolerarlo durante más tiempo, aunque, al menos, era directo. Tyron la había decepcionado mucho y tardaría en volver a confiar en su superior. Aunque fuera realmente necesario, no podía, simplemente, cerrar los ojos o mirar hacia otro lado. Prefería tener a alguien que fuera "mucho ruido y pocas nueces" que a una persona que manipula y miente incluso a sus propios subordinados.
Tiro al suelo el otro barril y lo abrió para dejar caer parte del líquido y poder alzarlo para comenzar a vaciarlo en un foco grande del fuego, probablemente necesitaría dormir dos días completos detrás de esa noche y los daños del cuartel tardarían en repararse, pero, al final, habían mantenido encerrados a Ámbar y Gabret, y eso era lo que contaba, la falta de personal era penosa y el caso que hacían a la lógica sus superiores, patética, pero aun con todos los impedimentos, lo habían logrado, habían mantenido las cosas en su lugar durante la noche, a pesar de la destrucción de esa sala, en realidad, después de todo, no era más que un mal menor.
Alanna Delteria
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Re: El caos bajo la lluvia [Ladrones Vs. Guardias]
Finalmente todo había terminado, al menos para los guardias que habían defendido el cuartel y prevenido una fuga de prisioneros importantes; si bien es cierto que algunos daños considerables habían quedado como evidencia del ataque, al final todo había sido resuelto con la ayuda de los mismos guardias novatos, y no tan novatos que de alguna manera habían contribuido a preservar las instalaciones -Al menos tengo al lagarto- Dijo Hector mirando de reojo al líder de los ladrones que le aseguraría una buena suma de aeros como recompensa por entregarlo a Dundarak, a fin de cuentas era el oficial a cargo de semejante captura.
La recompensa por Lazid era ofrecida en Dundarak, por lo que el guardia se dirigiría hacia allá al día siguiente llevando consigo al valioso prisionero; dejando a sus subordinados a cargo de las operaciones de mantenimiento y reparaciones del cuartel; los ladrones por su parte habían dejado atrás a su líder y con ello el control del gremio podría caer en el caos hasta llegar a la posible disolución, aunque pronto recibirían una visita que les daría una nueva tarea más importante que un rescate suicida contra la Guardia Real.
Han hecho un buen trabajo y han superado no solo las trabas onrol, sino también han sabido llevar las que se suscitaron offrol debido a la implementación de un enfoque bastante conflictivo como lo es el pvp en un sistema de combate que hasta no se había puesto a prueba de una manera tan severa.
Entendemos que el PvP en un foro de rol puede llegar a ser complicado, por ello, ya que han ejercido de "conejillos de indias" queremos recompensarlos con una cantidad mayor de puntos de experiencia y con una recompensa adicional en forma de aeros:
- 15 ptos de experiencia
- 300 aeros
Recompensas de gremio
¡La Guardia desbloquea al personaje: Almirante Jack Stephenson
Reparto de influencia:
Eltrant Tale & Asher: 5 ptos base + 2 bonus por contribución a los objetivos de la misión + 2 bonus de victoria = 9 ptos de influencia
Chimar: 5 ptos base + 2 bonus por contribución a los objetivos de la misión + 0 bonus de victoria = 7 ptos de influencia
Alanna Delteria: 5 ptos base + 0 bonus por contribución a los objetivos de la misión + 2 bonus de victoria = 7 ptos de influencia
Iliaki & Runa: 5 ptos base + 0 bonus por contribución a los objetivos de la misión + 0 bonus de victoria = 5 ptos de influencia
Todo se ha sumado al perfil y la influencia está actualizada en los subforos de gremios. Al alcanzar 20 ptos de influencia, podrán realizar una misión de especialización.
En los próximos temas, intentaremos no ser tan multitudinarios para que resulte más sencillo. De apuntarse mucha gente, dividiremos la misión en 2 subtramas. Mil disculpas por las molestias, vamos tomando nota de los consejos y preferencias y continuamos aprendiendo. Gracias por su paciencia.
Asher, lamento informarte que la recompensa fue ofrecida en Dundarak, es allá donde debe ser cobrada, de momento Hector se ha encargado de ir por ella, luego de la siguiente misión se resolverá tal asunto, no he validado el uso de tu objeto master al suponer que preferirías usarlo cuando la recompensa sea más jugosa, pero si deseas que lo use para esta misión y con la recompensa de 300 aeros, notifícame por MP.
Recibirán noticias muy pronto para la próxima misión, la cual traerá algunas sorpresas.
La recompensa por Lazid era ofrecida en Dundarak, por lo que el guardia se dirigiría hacia allá al día siguiente llevando consigo al valioso prisionero; dejando a sus subordinados a cargo de las operaciones de mantenimiento y reparaciones del cuartel; los ladrones por su parte habían dejado atrás a su líder y con ello el control del gremio podría caer en el caos hasta llegar a la posible disolución, aunque pronto recibirían una visita que les daría una nueva tarea más importante que un rescate suicida contra la Guardia Real.
¡Misión completada!
Han hecho un buen trabajo y han superado no solo las trabas onrol, sino también han sabido llevar las que se suscitaron offrol debido a la implementación de un enfoque bastante conflictivo como lo es el pvp en un sistema de combate que hasta no se había puesto a prueba de una manera tan severa.
Entendemos que el PvP en un foro de rol puede llegar a ser complicado, por ello, ya que han ejercido de "conejillos de indias" queremos recompensarlos con una cantidad mayor de puntos de experiencia y con una recompensa adicional en forma de aeros:
- 15 ptos de experiencia
- 300 aeros
Recompensas de gremio
¡La Guardia desbloquea al personaje: Almirante Jack Stephenson
Reparto de influencia:
Eltrant Tale & Asher: 5 ptos base + 2 bonus por contribución a los objetivos de la misión + 2 bonus de victoria = 9 ptos de influencia
Chimar: 5 ptos base + 2 bonus por contribución a los objetivos de la misión + 0 bonus de victoria = 7 ptos de influencia
Alanna Delteria: 5 ptos base + 0 bonus por contribución a los objetivos de la misión + 2 bonus de victoria = 7 ptos de influencia
Iliaki & Runa: 5 ptos base + 0 bonus por contribución a los objetivos de la misión + 0 bonus de victoria = 5 ptos de influencia
Todo se ha sumado al perfil y la influencia está actualizada en los subforos de gremios. Al alcanzar 20 ptos de influencia, podrán realizar una misión de especialización.
En los próximos temas, intentaremos no ser tan multitudinarios para que resulte más sencillo. De apuntarse mucha gente, dividiremos la misión en 2 subtramas. Mil disculpas por las molestias, vamos tomando nota de los consejos y preferencias y continuamos aprendiendo. Gracias por su paciencia.
Asher, lamento informarte que la recompensa fue ofrecida en Dundarak, es allá donde debe ser cobrada, de momento Hector se ha encargado de ir por ella, luego de la siguiente misión se resolverá tal asunto, no he validado el uso de tu objeto master al suponer que preferirías usarlo cuando la recompensa sea más jugosa, pero si deseas que lo use para esta misión y con la recompensa de 300 aeros, notifícame por MP.
Recibirán noticias muy pronto para la próxima misión, la cual traerá algunas sorpresas.
Ansur
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