El Profeta de los Durmientes [Desafío]
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El Profeta de los Durmientes [Desafío]
¡¡Y los cielos se cubrirán con un oscuro manto cual si fuera la más oscura media noche!!- Gritaba el anciano pseudoprofeta a viva voz por las calles de la ciudad de los brujos -El día se convertirá en noche y la tierra... ¡Oh! La tierra, sudará sangre- Advertía mientras todos pasaban a su lado ignorándolo como de costumbre; y es que el viejo Thomas llevaba años pregonando la misma profecía, las mismas patrañas día tras día sin que nada de lo que anunciaba llegara a suceder jamás.
Sin embargo, el tono de voz del viejo sonaba ese día un poco más alarmante; eso no influiría de ninguna manera en la atención que le prestaba el resto de los habitantes de Beltrexus pero sí que lo hacía en la potencia de su garganta que parecía incansable -Ellos aguardan, escondidos, acechantes, esperando que nos descuidemos para atacar- Advertía mientras apuñaba las manos cerca de su rostro con angustia -Están entre nosotros- Murmuraba casi para sí mismo -¡Sí, sí que lo están! ¡Caminan entre nosotros!- Gritaba nuevamente para ser escuchado por todos -Podría ser cualquiera, podrían estar a nuestro lado- Murmuraba de nuevo encogiendo los hombros cual demente paranoico -¡Tú!- Señaló a alguien que pasaba -¡Tú podrías ser uno de ellos!- Acusó sin cuidado -¿O podría ser yo?- Murmuraba de nuevo.
Corría y volvía a quedar en su misma posición -Sus títeres duermen entre nosotros esperando el llamado de su amo- Advirtió a quienes desearan escucharlo aunque tales revelaciones, ciertas o no, pasaban desapercibidas para los transeúntes que intentaban ignorarle regalándole simplemente malas miradas cada vez que elevaba la voz buscando atención forzada; tras años y años de pregonar lo mismo ya se había convertido en una parodia popular, nadie le creía ni le prestaba atención... Hasta ahora...
∞ Para entrar al tema es necesario tener al menos 10 posts onrol
∞ Deberás explicar los motivos de tu llegada al lugar de los acontecimientos.
∞ Puede entrar un máximo de dos personajes de cualquier raza que cumpla el punto anterior
∞ Es un desafío que se plantea para ser resuelto en dos o tres turnos con no menos de 20 líneas cada uno.
∞ Dado que es un desafío corto, no importa si se está participando en un trabajo, misión ni tampoco afecta el límite de temas libres por personaje.
∞ No pueden entrar quienes ya han participado en otros desafíos en los últimos 30 días.
∞ El orden de turnos será Pj1-Pj2-Master (Complicación) Pj1-Pj2-Master (Cierre).
Sin embargo, el tono de voz del viejo sonaba ese día un poco más alarmante; eso no influiría de ninguna manera en la atención que le prestaba el resto de los habitantes de Beltrexus pero sí que lo hacía en la potencia de su garganta que parecía incansable -Ellos aguardan, escondidos, acechantes, esperando que nos descuidemos para atacar- Advertía mientras apuñaba las manos cerca de su rostro con angustia -Están entre nosotros- Murmuraba casi para sí mismo -¡Sí, sí que lo están! ¡Caminan entre nosotros!- Gritaba nuevamente para ser escuchado por todos -Podría ser cualquiera, podrían estar a nuestro lado- Murmuraba de nuevo encogiendo los hombros cual demente paranoico -¡Tú!- Señaló a alguien que pasaba -¡Tú podrías ser uno de ellos!- Acusó sin cuidado -¿O podría ser yo?- Murmuraba de nuevo.
Corría y volvía a quedar en su misma posición -Sus títeres duermen entre nosotros esperando el llamado de su amo- Advirtió a quienes desearan escucharlo aunque tales revelaciones, ciertas o no, pasaban desapercibidas para los transeúntes que intentaban ignorarle regalándole simplemente malas miradas cada vez que elevaba la voz buscando atención forzada; tras años y años de pregonar lo mismo ya se había convertido en una parodia popular, nadie le creía ni le prestaba atención... Hasta ahora...
- Pseudoprofeta:
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Ansur
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Re: El Profeta de los Durmientes [Desafío]
Estaba de muy mal humor. Se podía notar a leguas prestando un poco de atención a la agria mueca de su rostro. Cojeaba, las vendas en el tobillo ya estaban flojas y sucias y seguía llevando consigo la bolsa llena de baratijas que pretendía vender a precio desmedido a algún brujo inexperto e incauto. Desde el día anterior en que se había encontrado con el extraño hombrecillo pseudo-mudo del rostro pintado y el enorme hombre-lagarto para tener una reunión breve y nada interesante, vagaba por las islas Illindenses con cara de pocos amigos.
Al ingresar a la ciudad de los magos su ánimo no mejoró en lo más mínimo. Aparentemente los hombres-bestia no eran lo más usual por esos lares, y comenzaba a tener la sospecha de que la mayoría de los hechiceros eran excéntricos e insoportables seres que miraban por sobre el hombro a quienes no fuesen como ellos. ¿Estar cubierto de pelo, tener hocico y una larga cola lo convertían automáticamente en una criatura indigna? ¿Poco respetable? ¿Peligrosa? ¡Claro que no, maldita sea! Zatch ciertamente era muy indigno, poco respetable y peligroso, sí. Pero no lo era por ser una bestia. Sencillamente era una terrible persona, y lo seguiría siendo aún si fuese lampiño como esos patéticos monos calvos que se hacían llamar “humanos” para diferenciarse de los demás.
Beltrexus no era tan maravillosa como imaginaba. Concurrida, sí. También repleta de personas con caras de estúpidas. Pero no parecía sacada de un cuento fantástico y hasta el momento no veía gente realizando espectaculares y coloridos hechizos por las calles. Qué horror. Así como llegó, pronto quiso marcharse cuanto antes. Eso sí, parecía tener los mismos defectos que las otras grandes ciudades: basura, olor a putrefacción, imbéciles que te empujan al pasar y odiosos niños gritando por las calles.
Y también lunáticos. O, por lo menos, un viejo harapiento adepto a gritar incoherencias con el cual se topó de lleno al girar por la callejuela.
Dio dos pasos hacia atrás cuando el sucio dedo del anciano le rozó la nariz al señalarlo. Cada vello de la espalda se le erizó y abrió los ojos de par en par. ¿Todavía no había cometido ningún crimen y ya lo estaban acusando? ¡Mierda! ¿Sería ese tipo un vidente? Quiso reír ante la idea, aunque el mal humor no se lo permitió. Al contrario, intentó simplemente zafarse de la situación rodeando al hombre. Pero cada vez que intentaba correrse hacia un costado para esquivarlo, el tipo se movía azarosamente y le cortaba el paso.
-¡Mi puño dormirá en tu cara si no te quitas de en medio en este instante, maldito loco! –Rugió parafraseándolo ya sin un gramo de paciencia mientras alzaba un puño en ademán amenazante.
Al ingresar a la ciudad de los magos su ánimo no mejoró en lo más mínimo. Aparentemente los hombres-bestia no eran lo más usual por esos lares, y comenzaba a tener la sospecha de que la mayoría de los hechiceros eran excéntricos e insoportables seres que miraban por sobre el hombro a quienes no fuesen como ellos. ¿Estar cubierto de pelo, tener hocico y una larga cola lo convertían automáticamente en una criatura indigna? ¿Poco respetable? ¿Peligrosa? ¡Claro que no, maldita sea! Zatch ciertamente era muy indigno, poco respetable y peligroso, sí. Pero no lo era por ser una bestia. Sencillamente era una terrible persona, y lo seguiría siendo aún si fuese lampiño como esos patéticos monos calvos que se hacían llamar “humanos” para diferenciarse de los demás.
Beltrexus no era tan maravillosa como imaginaba. Concurrida, sí. También repleta de personas con caras de estúpidas. Pero no parecía sacada de un cuento fantástico y hasta el momento no veía gente realizando espectaculares y coloridos hechizos por las calles. Qué horror. Así como llegó, pronto quiso marcharse cuanto antes. Eso sí, parecía tener los mismos defectos que las otras grandes ciudades: basura, olor a putrefacción, imbéciles que te empujan al pasar y odiosos niños gritando por las calles.
Y también lunáticos. O, por lo menos, un viejo harapiento adepto a gritar incoherencias con el cual se topó de lleno al girar por la callejuela.
“¡Tú! ¡Tú podrías ser uno de ellos!”
Dio dos pasos hacia atrás cuando el sucio dedo del anciano le rozó la nariz al señalarlo. Cada vello de la espalda se le erizó y abrió los ojos de par en par. ¿Todavía no había cometido ningún crimen y ya lo estaban acusando? ¡Mierda! ¿Sería ese tipo un vidente? Quiso reír ante la idea, aunque el mal humor no se lo permitió. Al contrario, intentó simplemente zafarse de la situación rodeando al hombre. Pero cada vez que intentaba correrse hacia un costado para esquivarlo, el tipo se movía azarosamente y le cortaba el paso.
-¡Mi puño dormirá en tu cara si no te quitas de en medio en este instante, maldito loco! –Rugió parafraseándolo ya sin un gramo de paciencia mientras alzaba un puño en ademán amenazante.
Zatch
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Re: El Profeta de los Durmientes [Desafío]
El viejo demente retrocedió aterrado al ver que cuando el hombre bestia levantó su mano como amenaza, una oleada de viento echó a volar las hojas cercanas -Tú, eres uno de ellos ¡Han llegado, han llegado!- Gritaba a viva voz atrayendo la atención de los presentes sobre el peludo forastero que parecía tener la extraña facultad de controlar los vientos cual si de un mismísimo tensai se tratara.
Un aura pesada comenzó a sentirse, una que le erizaría los vellos del cuerpo hasta al más valiente; varios brujos se acercaban hacia el extraño sin acabar de entender lo que estaba sucediendo; aunque lo que estaba claro era que alguien había adoptado la terrible idea de usar al zorro como marioneta para divertirse; de ese modo, si mantenía la mano en alto el viento soplaría en la dirección que la moviera para hacer creer que realmente era el zorro quien lo hacía, pero si la bajaba sería mucho peor, pues una densa niebla comenzaría a emerger de la tierra misma para crear un ambiente mucho más tétrico.
El viento parecía hacerse más frío mientras un color gris se adueñaba del ambiente -¿Qué rayos eres?- Comenzaron a interrogar los brujos -Es uno de ellos, lo advertí muchas veces, y me llamaron loco- Celebraba el viejo señalando orgulloso su hallazgo mientras el forastero seguramente sin entender mucho de lo que ocurría, se convertía inevitablemente en el centro de todas las miradas.
De pronto una súbita brisa aclaró el suelo alejando la niebla que se había reunido a los pies del hombre-bestia, dejando ver un conjunto de huesos secos y claramente de diferentes cuerpos, incluso no todos parecían humanos, pero lentamente comenzaban a juntarse para crear una especie de figura antropomórfica construida a base de huesos de diferentes clases medianamente fijados, tanto que con dificultad lograba mantenerse en pie.
Un golpe bastaría para mandar al piso al coctel de huesos que formaban el esqueleto pero eso no impediría que se formara de nuevo, una y otra vez, todas las veces que fuera derribado regresaría; pero además, seguían apareciendo huesos como si fueran escupidos por las entrañas de la tierra -Nigromante, nigromante- Comenzaron a murmurar los brujos señalando a Zatch que ahora se encontraba en un grave problema debido a aquella confusión.
Si era listo, y claro que lo era, notaría que destruir al esqueleto no serviría de nada y tratar de luchar contra los brujos que ya no tardarían en atacarle sería un completo suicidio que le haría pelear al menos contra media población de Beltrexus, debía encontrar al culpable de aquel teatro y lo encontraría si miraba fijamente hacia un árbol a su derecha hasta donde conducía un pequeño sendero de niebla y huesos, todo parecía venir desde ahí; pero lamentablemente comenzaban a rodearle ¿Podría salir a tiempo para demostrar su inocencia?
∞ Has sido atrapado en una confusión que te hará ver como un enemigo de Beltrexus.
∞ Sé cuidadoso con tus decisiones, los lobos se caracterizan más por su astucia que por su fuerza, es hora de demostrarlo
∞ Puedes manejar narrativamente al esqueleto como deseer para enriquecer el post, también a los pocos brujos que se te acercan, que te ataquen o no lo dejaré a tu criterio.
∞ Si logras ir hasta el árbol verás al nigromante, o la nigromante, una bastante peculiar; atacarla solo no es una buena idea pero si la descubres frente a todos, te ayudarán a ahuyentarla y limpiarás tu imagen.
∞ Suerte...
Un aura pesada comenzó a sentirse, una que le erizaría los vellos del cuerpo hasta al más valiente; varios brujos se acercaban hacia el extraño sin acabar de entender lo que estaba sucediendo; aunque lo que estaba claro era que alguien había adoptado la terrible idea de usar al zorro como marioneta para divertirse; de ese modo, si mantenía la mano en alto el viento soplaría en la dirección que la moviera para hacer creer que realmente era el zorro quien lo hacía, pero si la bajaba sería mucho peor, pues una densa niebla comenzaría a emerger de la tierra misma para crear un ambiente mucho más tétrico.
El viento parecía hacerse más frío mientras un color gris se adueñaba del ambiente -¿Qué rayos eres?- Comenzaron a interrogar los brujos -Es uno de ellos, lo advertí muchas veces, y me llamaron loco- Celebraba el viejo señalando orgulloso su hallazgo mientras el forastero seguramente sin entender mucho de lo que ocurría, se convertía inevitablemente en el centro de todas las miradas.
De pronto una súbita brisa aclaró el suelo alejando la niebla que se había reunido a los pies del hombre-bestia, dejando ver un conjunto de huesos secos y claramente de diferentes cuerpos, incluso no todos parecían humanos, pero lentamente comenzaban a juntarse para crear una especie de figura antropomórfica construida a base de huesos de diferentes clases medianamente fijados, tanto que con dificultad lograba mantenerse en pie.
Un golpe bastaría para mandar al piso al coctel de huesos que formaban el esqueleto pero eso no impediría que se formara de nuevo, una y otra vez, todas las veces que fuera derribado regresaría; pero además, seguían apareciendo huesos como si fueran escupidos por las entrañas de la tierra -Nigromante, nigromante- Comenzaron a murmurar los brujos señalando a Zatch que ahora se encontraba en un grave problema debido a aquella confusión.
Si era listo, y claro que lo era, notaría que destruir al esqueleto no serviría de nada y tratar de luchar contra los brujos que ya no tardarían en atacarle sería un completo suicidio que le haría pelear al menos contra media población de Beltrexus, debía encontrar al culpable de aquel teatro y lo encontraría si miraba fijamente hacia un árbol a su derecha hasta donde conducía un pequeño sendero de niebla y huesos, todo parecía venir desde ahí; pero lamentablemente comenzaban a rodearle ¿Podría salir a tiempo para demostrar su inocencia?
∞ Has sido atrapado en una confusión que te hará ver como un enemigo de Beltrexus.
∞ Sé cuidadoso con tus decisiones, los lobos se caracterizan más por su astucia que por su fuerza, es hora de demostrarlo
∞ Puedes manejar narrativamente al esqueleto como deseer para enriquecer el post, también a los pocos brujos que se te acercan, que te ataquen o no lo dejaré a tu criterio.
∞ Si logras ir hasta el árbol verás al nigromante, o la nigromante, una bastante peculiar; atacarla solo no es una buena idea pero si la descubres frente a todos, te ayudarán a ahuyentarla y limpiarás tu imagen.
∞ Suerte...
Última edición por Ansur el Lun 21 Nov - 6:16, editado 1 vez
Ansur
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Re: El Profeta de los Durmientes [Desafío]
Definitivamente su viaje a las Islas Illindenses había sido un terrible desacierto, ya que desde su llegada parecía ser perseguido por el infortunio. A pesar de su hostilidad, el anciano decrépito continuaba inculpándolo suscitando cada vez más miradas de los transeúntes que comenzaban a congregarse a su alrededor. Cuando una ráfaga de viento se levantó al mismo tiempo que su mano, no pudo hacer más que adjudicar el hecho a una mera casualidad. Sin embargo, movió el puño de un lado a otro para comprobar que, aparentemente, la brisa se sometía a su voluntad. ¿Cómo podía ser? Era un zorro enorme que podía andar en dos patas y hablar, sí, pero estaba seguro que dentro de su larga lista de singularidades no se encontraba la magia. Escéptico, miró alrededor con la convicción de que allí había gato encerrado.
-¿Qué me ven, idiotas? ¡Sólo soy un zorro! ¡No sé de qué hablan! –Achaparró las orejas contra la cabeza y alzó los hombros asumiendo una posición defensiva. Por lo menos veinte magos lo rodeaban clavándole hostiles miradas desde todos los flancos, y ya no podía verse las patas debido a que estaba siendo engullido por la densa niebla. De pronto, ésta desapareció para exhibir una montaña de huesos… ¿vivos? ¡Qué imagen más desagradable! Dio un salto hacia atrás y no pudo evitar soltar un corto y agudo alarido bastante indigno para un macho de pelo en pecho como él. De todas maneras no fue el único que gritó. Para redimir su indigna reacción, le pegó una masculina patada al montículo viviente y miró alrededor con gesto altivo. No obstante, los huesos parecían atraerse unos a otros como si estuviesen imantados para volver a formar un grotesco esqueleto viviente. Pese a lo repugnante que se veía no parecía ser un gran peligro, al menos no hasta que terminase de armarse: la “criatura” movía las temblorosas extremidades para intentar aferrarse a las piernas de las personas cercanas, pero no tenían fuerza siquiera para rasgar la ropa.
-¡Que no soy un maldito nigroloquesea! ¿Cómo se supone que yo podría…? –Pero no había caso dijese lo que dijese. “¡Nigromante, nigromante!” seguían vociferando los magos cada vez más fuerte como si de un mantra se tratase. Alguien estaba jugándole una espantosa treta y no pensaba permitir que se burlasen de él. Observó a los magos que lo rodeaban de uno en uno sin dejar de escuchar los crujientes huesos armándose una vez más a sus pies. Esos enclenques hechiceros no le daban miedo, quizás porque lo inculpaban mucho pero al final nadie atacaba, o porque tenía el prejuicio del único mago que había conocido siendo éste un ser pacífico, temeroso e inofensivo. Es más, lo observaban con tanto pavor que sintió pena por ellos. Y entonces una idea le iluminó el cerebro... por lo menos una que le permitiría distraerlos y ganar tiempo.
-Está bien… -Carraspeó y se agachó para arrancarle al tembloroso esqueleto un fémur que sobresalía entre el montón- ¡Me han descubierto! ¡Ahora tendré que matarlos para convertirlos en mi ejército! Oh, no pongan esas caras, no es para tanto. De imbéciles vivientes a muertos vivientes no hay mucha diferencia, lo prometo. –Esbozó una sonrisa cuyos colmillos obligaron a recular a los más miedosos. Con el largo fémur los apuntó a uno a uno como si de una varita se tratase, estudiándolos mientras buscaba con desesperación una idea que le permitiese salir de allí.
Parecían ser personas que se envalentonaban cuando estaban en grupo, pero por sí mismas no representaban una gran amenaza. Decidió apostar por la pasividad de quienes lo rodeaban y luego de soltar un estrepitoso grito para sobresaltarlos, se precipitó con una embestida hacia un hombre menudo que tenía a la derecha, el cual se apartó asustado sin necesidad de que lo atropellase, tal como pensó que sucedería- ¡El nigromante se escapa! –chilló el cobarde brujo sin atreverse a contener al zorro, quien entre maldiciones se abrió paso y emprendió la huida siguiendo el sendero de niebla y huesos.
El camino lo condujo hasta un enorme árbol cuyas hojas caídas bañaban el suelo de la odiosa ciudad de los brujos. Lo rodeó y apoyó la espalda contra el tronco mientras respiraba ruidosamente en un intento por recobrar la compostura. Huir no tendría sentido, era obvio que alguien estaba manipulándolo desde lejos y tuvo el desagradable presentimiento de que aquello no se detendría sin importar qué tan lejos escapase. Llevó una mano a la empuñadura de su daga y en ese preciso instante escuchó una risita que provino de encima suyo. Con los nervios de punta, miró hacia arriba y pegó un respingo al encontrarse con una muchacha sentada tan tranquilamente sobre una de las gruesas ramas del árbol. Lo observaba desde arriba con superioridad mientras, como si de un juego se tratase, movía el bastón haciendo que su monigote de huesos continuase retorciéndose allá donde se encontraban los brujos. No le cupo duda, ¡esa era la desgraciada que se estaba burlando de él! Iracundo, decidió que la mejor opción sería exponerla. No pensaba arriesgar su pellejo enfrentándose solo a una persona que tenía poder sobre los muertos.
-Veamos si te sigues riendo después de esto… –Y alzó la mano para aferrarse a la tela de la falda ajena que colgaba desde su lugar en la rama. Dio un tirón tan fuerte con el cual no dudaba poder tumbarla de su posición. Sin soltarla, salió de su escondite para encarar a la horda de magos iracundos y vociferar como ellos habían hecho: –¡Nigromante, nigromante!
-¿Qué me ven, idiotas? ¡Sólo soy un zorro! ¡No sé de qué hablan! –Achaparró las orejas contra la cabeza y alzó los hombros asumiendo una posición defensiva. Por lo menos veinte magos lo rodeaban clavándole hostiles miradas desde todos los flancos, y ya no podía verse las patas debido a que estaba siendo engullido por la densa niebla. De pronto, ésta desapareció para exhibir una montaña de huesos… ¿vivos? ¡Qué imagen más desagradable! Dio un salto hacia atrás y no pudo evitar soltar un corto y agudo alarido bastante indigno para un macho de pelo en pecho como él. De todas maneras no fue el único que gritó. Para redimir su indigna reacción, le pegó una masculina patada al montículo viviente y miró alrededor con gesto altivo. No obstante, los huesos parecían atraerse unos a otros como si estuviesen imantados para volver a formar un grotesco esqueleto viviente. Pese a lo repugnante que se veía no parecía ser un gran peligro, al menos no hasta que terminase de armarse: la “criatura” movía las temblorosas extremidades para intentar aferrarse a las piernas de las personas cercanas, pero no tenían fuerza siquiera para rasgar la ropa.
-¡Que no soy un maldito nigroloquesea! ¿Cómo se supone que yo podría…? –Pero no había caso dijese lo que dijese. “¡Nigromante, nigromante!” seguían vociferando los magos cada vez más fuerte como si de un mantra se tratase. Alguien estaba jugándole una espantosa treta y no pensaba permitir que se burlasen de él. Observó a los magos que lo rodeaban de uno en uno sin dejar de escuchar los crujientes huesos armándose una vez más a sus pies. Esos enclenques hechiceros no le daban miedo, quizás porque lo inculpaban mucho pero al final nadie atacaba, o porque tenía el prejuicio del único mago que había conocido siendo éste un ser pacífico, temeroso e inofensivo. Es más, lo observaban con tanto pavor que sintió pena por ellos. Y entonces una idea le iluminó el cerebro... por lo menos una que le permitiría distraerlos y ganar tiempo.
-Está bien… -Carraspeó y se agachó para arrancarle al tembloroso esqueleto un fémur que sobresalía entre el montón- ¡Me han descubierto! ¡Ahora tendré que matarlos para convertirlos en mi ejército! Oh, no pongan esas caras, no es para tanto. De imbéciles vivientes a muertos vivientes no hay mucha diferencia, lo prometo. –Esbozó una sonrisa cuyos colmillos obligaron a recular a los más miedosos. Con el largo fémur los apuntó a uno a uno como si de una varita se tratase, estudiándolos mientras buscaba con desesperación una idea que le permitiese salir de allí.
Parecían ser personas que se envalentonaban cuando estaban en grupo, pero por sí mismas no representaban una gran amenaza. Decidió apostar por la pasividad de quienes lo rodeaban y luego de soltar un estrepitoso grito para sobresaltarlos, se precipitó con una embestida hacia un hombre menudo que tenía a la derecha, el cual se apartó asustado sin necesidad de que lo atropellase, tal como pensó que sucedería- ¡El nigromante se escapa! –chilló el cobarde brujo sin atreverse a contener al zorro, quien entre maldiciones se abrió paso y emprendió la huida siguiendo el sendero de niebla y huesos.
El camino lo condujo hasta un enorme árbol cuyas hojas caídas bañaban el suelo de la odiosa ciudad de los brujos. Lo rodeó y apoyó la espalda contra el tronco mientras respiraba ruidosamente en un intento por recobrar la compostura. Huir no tendría sentido, era obvio que alguien estaba manipulándolo desde lejos y tuvo el desagradable presentimiento de que aquello no se detendría sin importar qué tan lejos escapase. Llevó una mano a la empuñadura de su daga y en ese preciso instante escuchó una risita que provino de encima suyo. Con los nervios de punta, miró hacia arriba y pegó un respingo al encontrarse con una muchacha sentada tan tranquilamente sobre una de las gruesas ramas del árbol. Lo observaba desde arriba con superioridad mientras, como si de un juego se tratase, movía el bastón haciendo que su monigote de huesos continuase retorciéndose allá donde se encontraban los brujos. No le cupo duda, ¡esa era la desgraciada que se estaba burlando de él! Iracundo, decidió que la mejor opción sería exponerla. No pensaba arriesgar su pellejo enfrentándose solo a una persona que tenía poder sobre los muertos.
-Veamos si te sigues riendo después de esto… –Y alzó la mano para aferrarse a la tela de la falda ajena que colgaba desde su lugar en la rama. Dio un tirón tan fuerte con el cual no dudaba poder tumbarla de su posición. Sin soltarla, salió de su escondite para encarar a la horda de magos iracundos y vociferar como ellos habían hecho: –¡Nigromante, nigromante!
Zatch
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Re: El Profeta de los Durmientes [Desafío]
El hombre bestia tal vez no contaba con la paciencia y la actitud indicada para demostrar su inocencia siendo forastero en la ciudad de los brujos; brujos que de hecho le acusaban con pruebas casi innegables de que era un nigromante, aunque por lógica aquello era una completa locura, jamás se había visto algo parecido, sin embargo a pesar de todo lo que pudiera decir, sus acciones o más bien, sus supuestas acciones llevaban a todos a acusarle como el causante de lo que estaban viendo, el esqueleto, los huesos, la niebla, todo bajo sus pies.
En medio de su desesperación el zorro decidió probar suerte y embestir a quien se le pusiera en frente en medio de su desesperada fuga y tal como había planeado, los brujos que por costumbre eran débiles en el combate cuerpo a cuerpo, y más aún contra semejante bestia, se apartaron para dejarlo pasar aunque escapar sería otra historia, pues los brujos comenzaron a imbuir sus manos con sus respectivos elementos aguardando el momento para atacar -Ese árbol no te protegerá por siempre- Dijo uno de los brujos poniéndose al lado del anciano demente que ahora se había convertido en una especie de héroe del lugar al anunciarles el peligro que ahora les invadía.
Fue entonces cuando el zorro pudo ver a la causante de todo y con una veloz astucia se prendó de ella para hacerla caer desde lo alto y arrastrarla para dejarla a la vista de todos -Oh, no puede ser, son dos de ellos, nos atacan, nos atacan- Dijo el viejo a la legión de brujos que si bien eran mayoría, no parecían ser todos precisamente guerreros, por lo que algunos dieron uno que otro paso atrás -Suéltame- Dijo autoritaria la mujer de mirada malvada mientras de su vestido comenzaba a salir un corrosivo humo negro que en instantes cubrió la mitad de su cuerpo -Esto apenas comienza, no importa lo que hagan, jamás estarán preparados para lo que viene- Dijo la mujer antes de lanzar al piso un pequeño orbe que explotó en una nube oscura haciéndola desaparecer, dejando de ella solo un pedazo rasgado de su falta en la mano del hombre bestia.
Atrapen al sirviente de la maldita- Gritó alguien señalando al zorro pero ya nadie le hizo caso, no solo porque habían entendido que lógicamente el zorro, un hombre bestia como cualquier otro no podría ser el causante de tales eventos, sino además por aquella amenaza lanzada por la nigromante, al parecer estaban preparando un nuevo ataque, esta vez más poderoso que lo pasado en Térpoli -Déjenlo ¿Qué no ven que es solo un hombre bestia?- Dijo un anciano en un tono serio y preocupado -Tenemos mejores cosas de qué ocuparnos- Dijo para darse la vuelta sin prestar más atención al zorro, acto que luego repetirían los demás y finalmente también el demente que le había acusado en primer lugar.
Sin siquiera una disculpa todos se alejaron perdiendo interés en el hombre bestia, al considerarlo inferior, casi un animal, no sentían la necesidad de pedirle disculpas, o al menos casi todos -Ten esto a modo de disculpa, no es mucho pero servirá para el viaje de ida- Dijo el anciano que le había metido en el problema mientras le lanzaba una pequeña bolsa con el peculiar sonido de monedas en su interior, algunos aeros no caían nada mal después de semejante confusión.
∞ Buen trabajo, has resuelto el problema con prudencia y de una manera original.
∞ Aunque no lo admitan, gracias a tu ayuda los brujos comenzarán a tomar medidas para un posible ataque de nigromantes, tal vez hayas salvado más vidas de las que crees.
∞ Recibes 5 puntos de experiencia y 100 aeros.
∞ Los puntos y aeros ya han sido sumados a tu perfil..
En medio de su desesperación el zorro decidió probar suerte y embestir a quien se le pusiera en frente en medio de su desesperada fuga y tal como había planeado, los brujos que por costumbre eran débiles en el combate cuerpo a cuerpo, y más aún contra semejante bestia, se apartaron para dejarlo pasar aunque escapar sería otra historia, pues los brujos comenzaron a imbuir sus manos con sus respectivos elementos aguardando el momento para atacar -Ese árbol no te protegerá por siempre- Dijo uno de los brujos poniéndose al lado del anciano demente que ahora se había convertido en una especie de héroe del lugar al anunciarles el peligro que ahora les invadía.
Fue entonces cuando el zorro pudo ver a la causante de todo y con una veloz astucia se prendó de ella para hacerla caer desde lo alto y arrastrarla para dejarla a la vista de todos -Oh, no puede ser, son dos de ellos, nos atacan, nos atacan- Dijo el viejo a la legión de brujos que si bien eran mayoría, no parecían ser todos precisamente guerreros, por lo que algunos dieron uno que otro paso atrás -Suéltame- Dijo autoritaria la mujer de mirada malvada mientras de su vestido comenzaba a salir un corrosivo humo negro que en instantes cubrió la mitad de su cuerpo -Esto apenas comienza, no importa lo que hagan, jamás estarán preparados para lo que viene- Dijo la mujer antes de lanzar al piso un pequeño orbe que explotó en una nube oscura haciéndola desaparecer, dejando de ella solo un pedazo rasgado de su falta en la mano del hombre bestia.
Atrapen al sirviente de la maldita- Gritó alguien señalando al zorro pero ya nadie le hizo caso, no solo porque habían entendido que lógicamente el zorro, un hombre bestia como cualquier otro no podría ser el causante de tales eventos, sino además por aquella amenaza lanzada por la nigromante, al parecer estaban preparando un nuevo ataque, esta vez más poderoso que lo pasado en Térpoli -Déjenlo ¿Qué no ven que es solo un hombre bestia?- Dijo un anciano en un tono serio y preocupado -Tenemos mejores cosas de qué ocuparnos- Dijo para darse la vuelta sin prestar más atención al zorro, acto que luego repetirían los demás y finalmente también el demente que le había acusado en primer lugar.
Sin siquiera una disculpa todos se alejaron perdiendo interés en el hombre bestia, al considerarlo inferior, casi un animal, no sentían la necesidad de pedirle disculpas, o al menos casi todos -Ten esto a modo de disculpa, no es mucho pero servirá para el viaje de ida- Dijo el anciano que le había metido en el problema mientras le lanzaba una pequeña bolsa con el peculiar sonido de monedas en su interior, algunos aeros no caían nada mal después de semejante confusión.
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