[Cerrado]Acompáñenme a ver esta triste historia...[Interpretativo-Fred/Iliaki] [Libre]
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Re: [Cerrado]Acompáñenme a ver esta triste historia...[Interpretativo-Fred/Iliaki] [Libre]
La pequeña elfa no daba el brazo a torcer con la idea de formar una familia, comparó su seguridad con la mano por alguna razón… aquello no me inspiraba confianza acerca de su decisión. El discurso tampoco mejoraba, Iliaki admitía que podría ser un problema más que nada, aunque supuse que para eso es que se cuidaban a los enanos, para que no fuesen un problema, en tal caso podía aplicar la técnica que hacía mi maestro cuando yo no escuchaba, agua fría.
Ahora la situación estaba rara, la pequeña elfa nos había tomado de las manos mientras nos acercaba ¿Qué estaba planeando ahora? De un momento a otro Iliak ihabía tomado nuestras narices y las había apretado, aquello dolía de cierta forma, no pude evitar hacer una leve mueca a causa de la molestia que causaba. Otro argumento de la joven es que ambos necesitábamos aprender lo dura que era la vida, aunque no veía a que venía aquello… podría decirse que ya había experimentado varias escenas traumantes en mi pasado y no es como si quisiera repetirlas de nuevo.
No sabía cómo reaccionar a todo lo que estaba sucediendo, en parte por el mal chiste que había contado Iliaki o por el hecho de que había dicho que debía dejar mis paranoias. Aquello era imposible, la paranoia es lo que me hacía permanecer vivo, me mantenía en un constante estado de alerta y no podía confiar en nadie a simple vista en el bosque, lo cual era muy importante… vivir sin paranoia será algo imposible.
En medio del silencio que estaba aprovechando una risa muy notable me sacó de mis pensamientos, miré con algo de miedo a Iliaki, ¿Por qué se reía ahora? Era preocupante lo que sucedía en la mente de la pequeña, se reía porque según ella había lucido como un guardia… no veía lo gracioso en el asunto realmente.
Me enderecé mientras observaba detenidamente a ambas elfas, ahora dudaba de que todo fuese una buena idea, no tenía ni la más remota idea de cómo cuidarme a mí mismo… dudaba poder cuidar a alguien más como era debido.
- Bueno… suponiendo que esto no sea una trampa, aceptó el asunto, rechistando un poco ya que tus respuestas no me convencieron, pero sirvieron de algo. – Volví a acariciar el filo de una de mis flechas esperando que no fuese una terrible idea todo aquello.
Ahora era Ashryn la que ponía peros, aunque cuando usó la palabra “Padres” no evité solar un siseo de inconformidad, prefería la palabra “cuidador” o algo por el estilo… pero padre ya era algo muy duro. La principal duda de la mayor de las elfas era donde planeaba que viviera Iliaki, claro, seguro era su venganza por no dejarla ir a Sandorai, por algún motivo no le parecía bien las ideas de los arbustos o una tienda… justo mis sitios para habitar.
- Pues que suerte que no te molesta que también viva en las ramas de los árboles. – Sonreí al sentirme orgulloso de mi mismo, era una persona flexible al momento de buscar donde dormir y eso siempre tenía sus ventajas.
La mirada de Ashryn iba de acá para allá buscando quien sabe qué, seguramente algo para asesinarnos cuando le diéramos la espalda… seguía sin confiar en sus motivos. Según palabras de la misma no quería casarse, pero aun así se había alterado por la pérdida del collar, posiblemente estuviese mintiendo en todo el momento.
No tenía idea de porque ahora la elfa mayor me llamaba Federico, aquel era mi nombre para casos de emergencia e infiltración en territorio peligroso… ¿Cómo lo había descubierto? Por cosas así es que no podía dejar de lado mi paranoia, debía estar alerta en todo momento para detalles tan simples, la desconfianza comenzaba a aflorar de nuevo. Al parecer había “descubierto” una casa, claro, seguramente la tenía preparada para encerrarnos y torturarnos hasta morir… sabía que todo estaba mal.
- Ni loco planeo entrar allí, prefiero regresar a mis cómodos arbustos antes que poner un pie en esa cosa. – No despegué la mirada del tronco, temía que fuese a salir un ejército de elfos hambrientos reclamando mi cabeza.
Nuevamente algo me sacó de mis lógicas ideas, ¿Algo le pasaba a Iliai? Miré en dirección a la pequeña que parecía estar estática nuevamente, algo raro pasaba en sus ojos… un efecto que conocía por las buenas y también las malas, cuando las pupilas se dilataban de aquella manera podía ser posible que alguna droga hubiese sido consumida.
- No creo que sea tan necesario examinarla… parece claro lo que le sucede. – Dije mirando a Ashryn, iba a hacer otro comentario de desconfianza cuando la elfa soltó que si hacía algo por el estilo iba a mostrarme que aprendió con Bio. Simplemente escuchar el nombre del vampiro me hizo formar una mueca, como olvidar el nombre de quien me había puesto “Chucho”… simplemente no era posible. – Pues si te enseñó a poner malos apodos, dudo que consigas uno peor al que ya me puso.
No me quedó más opción que cargar a Iliaki como si fuese un saco de papas, no quería arriesgarme a tener otro mote mal realizado, sacudí a Iliaki esperando que la elfa mayor no se diera cuenta de aquello… marearla y hacerle vomitar las hierbas alucinógenas podía funcionar para hacerla reaccionar. No tenía ganas de entrar en aquel árbol, pero si era un mejor sitio para que la enana reposara, no tenía alternativa.
El sitió dentro del árbol resultaba raro, es como si en el pasado hubiese sido el hogar de alguien, tenía un ambiente algo tétrico… y me resultaba inquietante el hecho de que la puerta técnicamente estuviese abierta, aquello tenía la apariencia de ser totalmente una trampa por parte de la elfa.
Dejé a recostada a Iliaki en la cama de dudosa procedencia, seguro habían más bichos allí de los que podía encontrar en todo el bosque. Ahora me tocaba salir a buscar agua… estaba claro que era un plan para dejar sola a Iliaki y que Ashryn terminara sacrificándola, o algo mucho peor, que se la llevara a Sandorai. Estaba por volver a poner quejas pero la mayor de las elfas se me adelanto dándome una lista de las cosas que no haría ¿Cómo demonios hacía eso? Me lleve las manos a la cabeza asustado, ya ni en mi propia mente tenía privacidad.
- De acuerdo, voy por agua ¡Pero deja de leer mi mente! – Me apresuré en alejarme rápidamente del sitio en busca de agua, no tenía ni idea de cómo la traería el agua, pero algo se me ocurriría en el camino.
El arrollo más cercano estaba a un par de metros, así que no fue difícil ubicarlo, su agua fluía como de costumbre sin problema, ahora la complicación sería como transportarla. Caminé de un lado a otro buscando algo útil pero no había nada… quizá podía usar mi bolsa de suministros.
Saqué con cuidado las 2 ardillas muertas que quedaban en esta e introduje una que otra hoja para que el líquido no se saliera, luego con cuidado la sumergí en el agua esperando que diese resultados. Conté hasta 5 para luego retirarla y la bolsa ahora estaba medio llena de agua, mi idea había sido útil. Supuse que con aquello iba a ser más que necesario así que escondí las 2 ardillas restantes bajo mi camisa y caminé con la bolsa de agua en mano.
Mientras me acercaba logré escuchar algo interesante, el casco de caballos sonando contra el suelo, ¿Caballos salvajes en aquella zona? Era imposible eso, alguien debía de estar recorriendo el bosque, lo mejor era ocultarme y esperar que no se cruzara en mi camino. Me introduje con cuidado entre los arbustos, tardé un momento en ver como dos jinetes pasaban rápidamente frente al arbusto y seguían su camino, el mismo camino al que yo me dirigía “Oh no… “ En aquel momento esperaba que no fuesen los propietarios de la casa en el árbol.
Ahora la situación estaba rara, la pequeña elfa nos había tomado de las manos mientras nos acercaba ¿Qué estaba planeando ahora? De un momento a otro Iliak ihabía tomado nuestras narices y las había apretado, aquello dolía de cierta forma, no pude evitar hacer una leve mueca a causa de la molestia que causaba. Otro argumento de la joven es que ambos necesitábamos aprender lo dura que era la vida, aunque no veía a que venía aquello… podría decirse que ya había experimentado varias escenas traumantes en mi pasado y no es como si quisiera repetirlas de nuevo.
No sabía cómo reaccionar a todo lo que estaba sucediendo, en parte por el mal chiste que había contado Iliaki o por el hecho de que había dicho que debía dejar mis paranoias. Aquello era imposible, la paranoia es lo que me hacía permanecer vivo, me mantenía en un constante estado de alerta y no podía confiar en nadie a simple vista en el bosque, lo cual era muy importante… vivir sin paranoia será algo imposible.
En medio del silencio que estaba aprovechando una risa muy notable me sacó de mis pensamientos, miré con algo de miedo a Iliaki, ¿Por qué se reía ahora? Era preocupante lo que sucedía en la mente de la pequeña, se reía porque según ella había lucido como un guardia… no veía lo gracioso en el asunto realmente.
Me enderecé mientras observaba detenidamente a ambas elfas, ahora dudaba de que todo fuese una buena idea, no tenía ni la más remota idea de cómo cuidarme a mí mismo… dudaba poder cuidar a alguien más como era debido.
- Bueno… suponiendo que esto no sea una trampa, aceptó el asunto, rechistando un poco ya que tus respuestas no me convencieron, pero sirvieron de algo. – Volví a acariciar el filo de una de mis flechas esperando que no fuese una terrible idea todo aquello.
Ahora era Ashryn la que ponía peros, aunque cuando usó la palabra “Padres” no evité solar un siseo de inconformidad, prefería la palabra “cuidador” o algo por el estilo… pero padre ya era algo muy duro. La principal duda de la mayor de las elfas era donde planeaba que viviera Iliaki, claro, seguro era su venganza por no dejarla ir a Sandorai, por algún motivo no le parecía bien las ideas de los arbustos o una tienda… justo mis sitios para habitar.
- Pues que suerte que no te molesta que también viva en las ramas de los árboles. – Sonreí al sentirme orgulloso de mi mismo, era una persona flexible al momento de buscar donde dormir y eso siempre tenía sus ventajas.
La mirada de Ashryn iba de acá para allá buscando quien sabe qué, seguramente algo para asesinarnos cuando le diéramos la espalda… seguía sin confiar en sus motivos. Según palabras de la misma no quería casarse, pero aun así se había alterado por la pérdida del collar, posiblemente estuviese mintiendo en todo el momento.
No tenía idea de porque ahora la elfa mayor me llamaba Federico, aquel era mi nombre para casos de emergencia e infiltración en territorio peligroso… ¿Cómo lo había descubierto? Por cosas así es que no podía dejar de lado mi paranoia, debía estar alerta en todo momento para detalles tan simples, la desconfianza comenzaba a aflorar de nuevo. Al parecer había “descubierto” una casa, claro, seguramente la tenía preparada para encerrarnos y torturarnos hasta morir… sabía que todo estaba mal.
- Ni loco planeo entrar allí, prefiero regresar a mis cómodos arbustos antes que poner un pie en esa cosa. – No despegué la mirada del tronco, temía que fuese a salir un ejército de elfos hambrientos reclamando mi cabeza.
Nuevamente algo me sacó de mis lógicas ideas, ¿Algo le pasaba a Iliai? Miré en dirección a la pequeña que parecía estar estática nuevamente, algo raro pasaba en sus ojos… un efecto que conocía por las buenas y también las malas, cuando las pupilas se dilataban de aquella manera podía ser posible que alguna droga hubiese sido consumida.
- No creo que sea tan necesario examinarla… parece claro lo que le sucede. – Dije mirando a Ashryn, iba a hacer otro comentario de desconfianza cuando la elfa soltó que si hacía algo por el estilo iba a mostrarme que aprendió con Bio. Simplemente escuchar el nombre del vampiro me hizo formar una mueca, como olvidar el nombre de quien me había puesto “Chucho”… simplemente no era posible. – Pues si te enseñó a poner malos apodos, dudo que consigas uno peor al que ya me puso.
No me quedó más opción que cargar a Iliaki como si fuese un saco de papas, no quería arriesgarme a tener otro mote mal realizado, sacudí a Iliaki esperando que la elfa mayor no se diera cuenta de aquello… marearla y hacerle vomitar las hierbas alucinógenas podía funcionar para hacerla reaccionar. No tenía ganas de entrar en aquel árbol, pero si era un mejor sitio para que la enana reposara, no tenía alternativa.
El sitió dentro del árbol resultaba raro, es como si en el pasado hubiese sido el hogar de alguien, tenía un ambiente algo tétrico… y me resultaba inquietante el hecho de que la puerta técnicamente estuviese abierta, aquello tenía la apariencia de ser totalmente una trampa por parte de la elfa.
Dejé a recostada a Iliaki en la cama de dudosa procedencia, seguro habían más bichos allí de los que podía encontrar en todo el bosque. Ahora me tocaba salir a buscar agua… estaba claro que era un plan para dejar sola a Iliaki y que Ashryn terminara sacrificándola, o algo mucho peor, que se la llevara a Sandorai. Estaba por volver a poner quejas pero la mayor de las elfas se me adelanto dándome una lista de las cosas que no haría ¿Cómo demonios hacía eso? Me lleve las manos a la cabeza asustado, ya ni en mi propia mente tenía privacidad.
- De acuerdo, voy por agua ¡Pero deja de leer mi mente! – Me apresuré en alejarme rápidamente del sitio en busca de agua, no tenía ni idea de cómo la traería el agua, pero algo se me ocurriría en el camino.
El arrollo más cercano estaba a un par de metros, así que no fue difícil ubicarlo, su agua fluía como de costumbre sin problema, ahora la complicación sería como transportarla. Caminé de un lado a otro buscando algo útil pero no había nada… quizá podía usar mi bolsa de suministros.
Saqué con cuidado las 2 ardillas muertas que quedaban en esta e introduje una que otra hoja para que el líquido no se saliera, luego con cuidado la sumergí en el agua esperando que diese resultados. Conté hasta 5 para luego retirarla y la bolsa ahora estaba medio llena de agua, mi idea había sido útil. Supuse que con aquello iba a ser más que necesario así que escondí las 2 ardillas restantes bajo mi camisa y caminé con la bolsa de agua en mano.
Mientras me acercaba logré escuchar algo interesante, el casco de caballos sonando contra el suelo, ¿Caballos salvajes en aquella zona? Era imposible eso, alguien debía de estar recorriendo el bosque, lo mejor era ocultarme y esperar que no se cruzara en mi camino. Me introduje con cuidado entre los arbustos, tardé un momento en ver como dos jinetes pasaban rápidamente frente al arbusto y seguían su camino, el mismo camino al que yo me dirigía “Oh no… “ En aquel momento esperaba que no fuesen los propietarios de la casa en el árbol.
Fredericksen
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Re: [Cerrado]Acompáñenme a ver esta triste historia...[Interpretativo-Fred/Iliaki] [Libre]
Su conciencia la abandonaba de nuevo. Los bordes difusos de las siluetas de sus amigos de diluían cada vez más en medio de un profundo azul. ¿Qué más huellas había dejado la tierra de los dragones en su alma? Una anciana con aires soberanos, de cabellos platinados y orejas puntiagudas la esperaba esta vez en su estado de inconsciencia.
Por más que llamo, nadie escucha mi voz. Cada vez que vuelvo a la oscuridad del desvanecimiento, un trozo de pasado se encarna en mis sueños para ser olvidado al abrir los ojos. Pero puedo agradecer que mientras estoy con los ojos cerrados, puedo recordar todo eso, claro, hasta abrirlos de nuevo. ¿Qué rayos quieren de mí?
La mujer exhala sabiduría a cada respiro, es la única que ha venido a mi llamado silencioso, pero su voz tampoco se oye. Me mira, me duele su mirada, golpeándome con humillación y reproche ¡Yo no tengo la culpa!
¿Qué me queda, correr? Cada paso, cada zancada, por más larga y rápida que sea, si lo hago al lado contrario de la mujer, me lleva por la fuerza hasta su mirada de castigo. No me queda más que permanecer ahí, agonizante. De pronto, levanta su brazo, apuntando con el dedo a unas islas en el horizonte, ¿esos trozos de tierra ya estaban ahí? ¿Acaso es a donde debo dirigirme?
Los labios de la matriarca comenzaron a moverse, causando la angustia de la elfina, quien, desesperada por intentar entender algo de lo que decía, comenzó a repetir los movimientos en su propia boca, dando todo de sí para desprender un solo hilo de voz.
- ¡Las naranjas balleneras de las Islas Ilidenses! – terminaba por exclamar débilmente al regresar de nuevo en sí, para luego darse cuenta que era Ashryn quien la cuidaba en una descuidada cabañita.
Oh, de nuevo ¿Cuántas veces tendré que caer en coma el día de hoy? Debería comenzar a cobrar por esto.
Con trabajo, logró mover su cabeza, intentando despejar a su vez la enorme pesadez que aún descansaba sobre sus párpados. Observó con dificultad a Ashryn, quien ávidamente se daba a la labor de cuidar a la ladronzuela. Ironías de la vida.
Y pensar que la conocí mientras yo robaba golosinas. Creo que en una situación similar también conocí a Candau ¿No es así? Un momento… ¿Dónde se encuentra Fredericksen?
Los cascos de un par de caballos comenzaron a resonar hasta parar enfrente de la modesta cabaña, erizando la piel de la elfilla y permitiendo así despabilarse ligeramente. Una soga se escuchó amarrarse, seguida del sonido de pasos y voces que se dirigían al interior del refugio.
- Por hoy descansaremos, debemos llegar a Roilkat mañana antes del atardecer – indicaba una rasposa voz.
- ¿Dónde demonios dijeron que nos esperarían con el dinero? Yo hubiera preferido que… - se quejaba su compañero justo antes de ser callado bruscamente con un golpe en la cabeza - ¡Auch! ¿¡Qué te sucede, imbécil, por qué hace eso?!
- Silencio – decía el primero moderando el volumen de su voz hasta dejarla en un susurro. – Hay alguien más aquí.
Iliaki, mientras tanto, comenzaba a sentir que una punzada le reventaba el cráneo a cada latido que emitía su agitado corazón. Llevándose las manos a la cabeza, llamó a la ojiazul con la voz más tenue que pudo, levantando pesadamente su cuerpo.
- ¡Ashryn, tengo miedo!
Las botas de los hombres hacían crujir las rocas del suelo contra la vegetación, indicando que tarde o temprano abrirían aquella puerta de par en par, listos para asesinar a quienes estuviesen dentro. Paso tras paso, roca tras roca, detrás de la puerta se alcanzó a oír el inconfundible sonido de quien desenfunda un objeto afilado. Iliaki contuvo la respiración lo más que pudo, rogando por que fuera una incomprensible broma de Fredericksen.
La mano izquierda del sujeto rozó la puerta, apoyando su palma contra ella.
- Sabemos que se esconden ahí, escorias, será mejor que recen a los dioses que crean, quizá así consideremos enviar sus restos a sus miserables familias – amenazaba con voz severa el primero de los bandidos.
De pronto, los pasos se detuvieron. Silencio sepulcral.
- Ahora sí van a ver arder el fuego eterno – decía finalmente, antes de romper la puerta con una estruendosa patada y con daga en mano. Al ver a las dos elfinas con el rostro lleno de pánico, bajó su arma y comenzó a reír, dando codazos a su compañero.
- Pero mira, hoy es nuestro día de suerte ¿No es así? – le respondía el otro.- ¿Qué hacen por acá tan solas en un lugar tan peligroso como este? ¿Es que no saben que hay sujetos de cuidar rondando? – continuaba mientras miraba con una grotesca mueca a las chicas - Hey, Limán ¿Qué les hacemos para que aprendan?
- Ustedes nunca debieron haber venido por aquí – dijo ignorando a su compinche, dando unos pasos en dirección a Iliaki. – Bahuk, son de los elfos, no deberías tomar decisiones tan deprisa. Aunque, después de todo – concluyó tomando del cuello a la elfilla, levantándola hasta quedar colgando sobre el suelo – Los bosques ya no son suyos ¿o sí?
Iliaki comenzó a sentir cómo poco a poco el oxígeno se la acababa, resultado de la dificultosa respiración que poco le permitía aquella rígida mano en su cuello. Desesperada, intentó quitar la mano con las suyas sin mucho éxito, lanzando luego una mirada de auxilio a su amiga.
- ¡A- Ash! – musitaba apenas la chica con lo poco que le quedaba de aire.
- La muchacha es tuya, Bahuk, haz lo que quieras con ella. Esta, en cambio, servirá como bono de pago al próximo burdel que crucemos.
En la ciudad me las arreglé lo suficiente para ser del lado de aquellos que fueron olvidados. En cambio, hoy soy la víctima. Triste vida, que le den a la vida, ojalá que camine sobre agua con los calcetines puestos.
Bahuk, haciendo caso de su compañero, preparó su propia daga para tomar por la fuerza a la elfina, mirando desagradablemente a la muchacha. Pero poco o nada sabía que aquellas dos chicas habían enfrentado cosas peores, que a partir de entonces nunca dejarían que sus lazos fuesen cortados por ninguna otra cosa… Y que había un paranoico cazador al otro lado, a punto de llegar.
Por más que llamo, nadie escucha mi voz. Cada vez que vuelvo a la oscuridad del desvanecimiento, un trozo de pasado se encarna en mis sueños para ser olvidado al abrir los ojos. Pero puedo agradecer que mientras estoy con los ojos cerrados, puedo recordar todo eso, claro, hasta abrirlos de nuevo. ¿Qué rayos quieren de mí?
La mujer exhala sabiduría a cada respiro, es la única que ha venido a mi llamado silencioso, pero su voz tampoco se oye. Me mira, me duele su mirada, golpeándome con humillación y reproche ¡Yo no tengo la culpa!
¿Qué me queda, correr? Cada paso, cada zancada, por más larga y rápida que sea, si lo hago al lado contrario de la mujer, me lleva por la fuerza hasta su mirada de castigo. No me queda más que permanecer ahí, agonizante. De pronto, levanta su brazo, apuntando con el dedo a unas islas en el horizonte, ¿esos trozos de tierra ya estaban ahí? ¿Acaso es a donde debo dirigirme?
Los labios de la matriarca comenzaron a moverse, causando la angustia de la elfina, quien, desesperada por intentar entender algo de lo que decía, comenzó a repetir los movimientos en su propia boca, dando todo de sí para desprender un solo hilo de voz.
“Vestigios del futuro, une tu pasado al presente.”
- ¡Las naranjas balleneras de las Islas Ilidenses! – terminaba por exclamar débilmente al regresar de nuevo en sí, para luego darse cuenta que era Ashryn quien la cuidaba en una descuidada cabañita.
Oh, de nuevo ¿Cuántas veces tendré que caer en coma el día de hoy? Debería comenzar a cobrar por esto.
Con trabajo, logró mover su cabeza, intentando despejar a su vez la enorme pesadez que aún descansaba sobre sus párpados. Observó con dificultad a Ashryn, quien ávidamente se daba a la labor de cuidar a la ladronzuela. Ironías de la vida.
Y pensar que la conocí mientras yo robaba golosinas. Creo que en una situación similar también conocí a Candau ¿No es así? Un momento… ¿Dónde se encuentra Fredericksen?
Los cascos de un par de caballos comenzaron a resonar hasta parar enfrente de la modesta cabaña, erizando la piel de la elfilla y permitiendo así despabilarse ligeramente. Una soga se escuchó amarrarse, seguida del sonido de pasos y voces que se dirigían al interior del refugio.
- Por hoy descansaremos, debemos llegar a Roilkat mañana antes del atardecer – indicaba una rasposa voz.
- ¿Dónde demonios dijeron que nos esperarían con el dinero? Yo hubiera preferido que… - se quejaba su compañero justo antes de ser callado bruscamente con un golpe en la cabeza - ¡Auch! ¿¡Qué te sucede, imbécil, por qué hace eso?!
- Silencio – decía el primero moderando el volumen de su voz hasta dejarla en un susurro. – Hay alguien más aquí.
Iliaki, mientras tanto, comenzaba a sentir que una punzada le reventaba el cráneo a cada latido que emitía su agitado corazón. Llevándose las manos a la cabeza, llamó a la ojiazul con la voz más tenue que pudo, levantando pesadamente su cuerpo.
- ¡Ashryn, tengo miedo!
Las botas de los hombres hacían crujir las rocas del suelo contra la vegetación, indicando que tarde o temprano abrirían aquella puerta de par en par, listos para asesinar a quienes estuviesen dentro. Paso tras paso, roca tras roca, detrás de la puerta se alcanzó a oír el inconfundible sonido de quien desenfunda un objeto afilado. Iliaki contuvo la respiración lo más que pudo, rogando por que fuera una incomprensible broma de Fredericksen.
La mano izquierda del sujeto rozó la puerta, apoyando su palma contra ella.
- Sabemos que se esconden ahí, escorias, será mejor que recen a los dioses que crean, quizá así consideremos enviar sus restos a sus miserables familias – amenazaba con voz severa el primero de los bandidos.
De pronto, los pasos se detuvieron. Silencio sepulcral.
- Ahora sí van a ver arder el fuego eterno – decía finalmente, antes de romper la puerta con una estruendosa patada y con daga en mano. Al ver a las dos elfinas con el rostro lleno de pánico, bajó su arma y comenzó a reír, dando codazos a su compañero.
- Pero mira, hoy es nuestro día de suerte ¿No es así? – le respondía el otro.- ¿Qué hacen por acá tan solas en un lugar tan peligroso como este? ¿Es que no saben que hay sujetos de cuidar rondando? – continuaba mientras miraba con una grotesca mueca a las chicas - Hey, Limán ¿Qué les hacemos para que aprendan?
- Ustedes nunca debieron haber venido por aquí – dijo ignorando a su compinche, dando unos pasos en dirección a Iliaki. – Bahuk, son de los elfos, no deberías tomar decisiones tan deprisa. Aunque, después de todo – concluyó tomando del cuello a la elfilla, levantándola hasta quedar colgando sobre el suelo – Los bosques ya no son suyos ¿o sí?
Iliaki comenzó a sentir cómo poco a poco el oxígeno se la acababa, resultado de la dificultosa respiración que poco le permitía aquella rígida mano en su cuello. Desesperada, intentó quitar la mano con las suyas sin mucho éxito, lanzando luego una mirada de auxilio a su amiga.
- ¡A- Ash! – musitaba apenas la chica con lo poco que le quedaba de aire.
- La muchacha es tuya, Bahuk, haz lo que quieras con ella. Esta, en cambio, servirá como bono de pago al próximo burdel que crucemos.
En la ciudad me las arreglé lo suficiente para ser del lado de aquellos que fueron olvidados. En cambio, hoy soy la víctima. Triste vida, que le den a la vida, ojalá que camine sobre agua con los calcetines puestos.
Bahuk, haciendo caso de su compañero, preparó su propia daga para tomar por la fuerza a la elfina, mirando desagradablemente a la muchacha. Pero poco o nada sabía que aquellas dos chicas habían enfrentado cosas peores, que a partir de entonces nunca dejarían que sus lazos fuesen cortados por ninguna otra cosa… Y que había un paranoico cazador al otro lado, a punto de llegar.
Iliaki
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Re: [Cerrado]Acompáñenme a ver esta triste historia...[Interpretativo-Fred/Iliaki] [Libre]
Una risa burlona escapó de sus labios cuando el cazador se llevó las manos a la cabeza, gritándole que dejara de leer sus pensamientos, cuando lo único que ella hacía era predecir lo que la paranoia del chico haría. Se sentó junto a la elfita, limpiándole el rostro con cuidado, quitando las manchas de tierra y otros residuos que pudiese tener. Su querida Iliaki no estaba muy bien, pero tampoco estaba segura de que su diagnóstico estuviese acertado; después de todo, no podía dar una resolución a aquellas perdidas de consciencia, sin antes investigar en los libros de su mentora algunas posibles causas. Ahora tenía a su cuidado a la niña y parecía que su instinto maternal comenzaba a brotar sin poderlo evitar, al punto que estaba dispuesta a presentarla como su hija a su familia, aunque si deseaba hacer eso tendría que pedirle permiso a Candau y podía considerar rechazada su petición de antemano.
Candau no regresaba y la espera se le estaba siendo eterna. ¿Qué tan difícil era ir por agua? Bonito compañero de custodia. La verdad es que acaba de comprobar la teoría de que los hombres eran bastante inútiles estando por su cuenta y no pudo evitar inflar las mejillas ante éste hecho. Los sonidos de los cascos de caballos comenzaron a alertarla, mientras trataba de mantenerse quieta y en silencio, para así averiguar lo que estaba sucediendo. Su cuerpo se tensó al escuchar dos voces masculinas acercándose peligrosamente a su ubicación y la reacción de la pequeña elfita no fue de ayuda para mejorar la situación. Rodeó a Iliaki con sus brazos y le prometió que todo estaría bien, asegurándose de no hablar muy alto, pero esto no pareció rendir frutos, cuando una serie de gritos escaparon de la boca de uno de los sujetos, para después abrir la puerta de una patada tan fuerte que casi pareció romperse por el impacto.
El color abandonó el rostro de la ojiazul, quien se aferró a la niña, intentando protegerla de aquellos hombres, quienes las miraban de forma grotesca, aunque sin lograr ningún resultado favorable. Uno de los sujetos se apresuró a tomar a Iliaki por el cuello, quien se removía en busca de aire, ante la mirada desesperada de la rubia. Intento pelear, mientras gritaba que la soltaran, siendo detenida inmediatamente por los brazos del otro hombre. Se removió, pataleó, rasguñó con todas sus fuerzas, pero nada dio resultado y finalmente terminó sometida a los bandidos, buscando formular un plan para hacerse con la daga del vampiro, y así ayudarse y ayudar a la elfita. No le importaba lo que le hicieran a ella, de hecho, no le importaba nada más que la estabilidad de Iliaki, por lo que, apelando a una última opción decidió dejar de forcejear y hablar con claridad.
—Basta…por favor —suplicó—. Déjenla en paz, yo iré con ustedes, pero por favor suéltenla —ambos hombres intercambiaron una mirada, para después bajar a la niña y tomarla del brazo, sacándolas a ambas de la casita—. ¡No! ¡Déjenla ir! ¡Suéltenla! ¡Candau!
Intentó removerse en vano, pues al final terminaron atadas de manos, con sus bocas cubiertas por un pañuelo y llevadas sobre los caballos de aquellos bandidos. Durante el trayecto por caminos desconocidos pudo escuchar a los hombres hablar acerca de lo que harían con las dos elfas. A la más pequeña la venderían a una mujer que entrenaba niñas para convertirlas en cortesanas y a la mayor, bueno, solo decían que se divertirían bastante con ella antes de decidir qué destino le darían. Hacía mucho que la ojiazul no sentía un miedo como el que estaba experimentando, lo único que podía hacer era pensar en la forma de ayudar a la niña a escapar, aunque en sus condiciones le preocupaba que no pudiese llegar muy lejos y con sus manos atadas tras su espalda le era imposible usar su magia para sanarla un poco.
Para cuando los bandidos decidieron detenerse a descansar después de varias horas de viaje, la cabeza de la rubia ya tenía un sinfín de posibles planes en su cabeza y la adrenalina a flor de piel. Si se atrevían a dañar a su adorada Iliaki les sacaría los ojos sin importarle qué, pero por el momento solo le quedaba aferrarse a su esperanza de que el cazador acudiría a ayudarlas, porque, él realmente lo haría… ¿no?
Candau no regresaba y la espera se le estaba siendo eterna. ¿Qué tan difícil era ir por agua? Bonito compañero de custodia. La verdad es que acaba de comprobar la teoría de que los hombres eran bastante inútiles estando por su cuenta y no pudo evitar inflar las mejillas ante éste hecho. Los sonidos de los cascos de caballos comenzaron a alertarla, mientras trataba de mantenerse quieta y en silencio, para así averiguar lo que estaba sucediendo. Su cuerpo se tensó al escuchar dos voces masculinas acercándose peligrosamente a su ubicación y la reacción de la pequeña elfita no fue de ayuda para mejorar la situación. Rodeó a Iliaki con sus brazos y le prometió que todo estaría bien, asegurándose de no hablar muy alto, pero esto no pareció rendir frutos, cuando una serie de gritos escaparon de la boca de uno de los sujetos, para después abrir la puerta de una patada tan fuerte que casi pareció romperse por el impacto.
El color abandonó el rostro de la ojiazul, quien se aferró a la niña, intentando protegerla de aquellos hombres, quienes las miraban de forma grotesca, aunque sin lograr ningún resultado favorable. Uno de los sujetos se apresuró a tomar a Iliaki por el cuello, quien se removía en busca de aire, ante la mirada desesperada de la rubia. Intento pelear, mientras gritaba que la soltaran, siendo detenida inmediatamente por los brazos del otro hombre. Se removió, pataleó, rasguñó con todas sus fuerzas, pero nada dio resultado y finalmente terminó sometida a los bandidos, buscando formular un plan para hacerse con la daga del vampiro, y así ayudarse y ayudar a la elfita. No le importaba lo que le hicieran a ella, de hecho, no le importaba nada más que la estabilidad de Iliaki, por lo que, apelando a una última opción decidió dejar de forcejear y hablar con claridad.
—Basta…por favor —suplicó—. Déjenla en paz, yo iré con ustedes, pero por favor suéltenla —ambos hombres intercambiaron una mirada, para después bajar a la niña y tomarla del brazo, sacándolas a ambas de la casita—. ¡No! ¡Déjenla ir! ¡Suéltenla! ¡Candau!
Intentó removerse en vano, pues al final terminaron atadas de manos, con sus bocas cubiertas por un pañuelo y llevadas sobre los caballos de aquellos bandidos. Durante el trayecto por caminos desconocidos pudo escuchar a los hombres hablar acerca de lo que harían con las dos elfas. A la más pequeña la venderían a una mujer que entrenaba niñas para convertirlas en cortesanas y a la mayor, bueno, solo decían que se divertirían bastante con ella antes de decidir qué destino le darían. Hacía mucho que la ojiazul no sentía un miedo como el que estaba experimentando, lo único que podía hacer era pensar en la forma de ayudar a la niña a escapar, aunque en sus condiciones le preocupaba que no pudiese llegar muy lejos y con sus manos atadas tras su espalda le era imposible usar su magia para sanarla un poco.
Para cuando los bandidos decidieron detenerse a descansar después de varias horas de viaje, la cabeza de la rubia ya tenía un sinfín de posibles planes en su cabeza y la adrenalina a flor de piel. Si se atrevían a dañar a su adorada Iliaki les sacaría los ojos sin importarle qué, pero por el momento solo le quedaba aferrarse a su esperanza de que el cazador acudiría a ayudarlas, porque, él realmente lo haría… ¿no?
Ashryn Elaynor
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Re: [Cerrado]Acompáñenme a ver esta triste historia...[Interpretativo-Fred/Iliaki] [Libre]
Seguí mi camino con cuidado de toparme con los jinetes que habían pasado, buscarme problemas en aquel momento era lo menos adecuado, debía llevar el agua para Iliaki… aunque seguía sin sacarme la idea de que los jinetes tenían que ver algo con la casa, de otra manera no era posible de que ellos hubiesen pasado por allí de pura casualidad, aquel camino no era el que solían usar los viajeros, la gente que iba y venía solía usar atajos.
Siendo lo más precavido posible y escuchando a la voz de la… paranoia, decidí movilizarme escondiéndome entre los arbustos y matorrales, así si hacía un movimiento el que lo escuchase creería que era solo un animalito, por eso es que adoraba en parte mi traje verde, era perfecto para volverme uno con la naturaleza. Finalmente volví a encontrarme con los viajeros, el problema es que efectivamente habían llegado a la casa “Esto no podría empeorar” Saqué una flecha de mi carcaj y acaricié el filo para despejar mi mente, quizá era una coincidencia, podían ser unos viajeros extraviados y amistosos ¿Cierto?
Lo poco que pude captar de la conversación era algo de Roilkat, era un destino algo lejano pero con la suficiente velocidad a caballo no había problema, “Un momento ¿Si van a Roilkat por que hacen esta parada?” Aquella duda era importante, quizá si eran simples viajeros que decidían descansar. Estaba por salir y averiguar qué sucedía pero la respuesta llegó por si sola, uno de los sujetos tenía una daga en mano y rompió la puerta de la vivienda con una patada, aquello no era nada bueno, las elfas ahora estaban en peligro… ¿Acaso me estaba preocupando por ambas elfas? No, no era posible, quizá solo por Iliaki pero ¿Por ambas?
Tenía curiosidad por saber que sucedía dentro del hogar, el problema era que si me acercaba por la espalda y me veían yo pudiese meterme en un grave problema. El alboroto que se escuchaba era preocupante, parecía que estuviesen resistiendo a lo que sea que estuviese pasando allí dentro “Oh no… debe ser una broma.” Lo único que podía causar escándalo era la cosa más asquerosa y baja que podía hacer alguien, pero… no, era imposible que eso estuviese sucediendo. Mi mente era un lio con las opciones a tomar, sin darme cuenta ya me había cortado el dedo a causa del filo de la flecha pero aun así seguía acariciando el borde metálico, debía elegir rápido que hacer y escapar no era una opción… bueno, quizá sí lo era pero no me parecía lo suficientemente justa como para tomarlo, las dos elfas estaban peligrando y no podía dejarlas allí o al menos a la menor de ambas.
Solté un leve suspiro de alivio al ver que sacaban a ambas elfas de la casa, no era algo de lo cual debía alegrarme pero a simple vista se notaba que aun estaban bien. Ashryn era la que oponía más resistencia ante aquello, por lo que pude ver y escuchar trataba de negociar que dejaran a Iliaki, por si fuese poco también había gritado mi nombre ¿Acaso no pensaba que dar a mostrar la presencia de una tercera persona era peligroso? Los sujetos que se encargaban de raptarlas por suerte no parecieron percatarse de aquel acto, algo menos de lo que preocuparse.
Consideré disparar desde los arbustos una de mis flechas pero resultaba muy peligroso, daba a notar mi ubicación y además podía clavársela a una de mis ¿Amigas? “Bueno, si le daba a Ashryn no era mucha perdida.” Sacudí la cabeza ante aquel pensamiento, si era una perdida, la elfa estaba tratando de cuidar y proteger a Iliaki, realmente no tenía intenciones de asesinarla, aquello era suficiente señal como para que confiase por el momento y no podía permitirme esa clase de pensamientos.
Ambas elfas estaban incapacitadas y en los caballos, claramente eran rehenes de los jinetes, quien sabe que planes tendrían para ambas. Observé como los caballos comenzaban a alejarse al trote y guardé la flecha en el carcaj, ya en el pasado me había ocultado muchas veces en los arbustos de los jinetes… y lo iba a seguir haciendo, pero esta vez no dejaría que se fueran de mi rango visual.
Comencé a correr entre la maleza alejando una que otra rama que se interponía en mi camino, más de una vez tropecé pero no iba a detenerme. Sentía como las piernas comenzaban a dolerme luego de seguir a el sonido de los caballos por tanto tiempo, nunca había corrido tanta distancia y me sorprendía a mí mismo, podía sentir como los pulmones me ardían y cada respiro que daba ahora era una tortura, el agua que antes había buscado para Iliaki había sido mi único sustento hidratante, seguramente si no hubiese sido por esta ya me habría quedado exhausto a mitad del camino.
El momento más placentero fue cuando vi que los caballos se habían quedado quietos y los secuestradores tomaban un descanso, quizá yo también merecía un descanso pero sería luego de encargarme de todo. Me trepé a un árbol y con cuidado saltando de rama en rama me acerqué todo lo posible a los caballos, debía dar un mensaje de que estaba allí pero no sabía realmente como. Levanté la mirada al árbol vecino y contemplé como una ardilla saltaba en busca de comida “Eso es.”
Saqué uno de los animalitos muertos de debajo de mi camisa y sin esforzarme mucho lo tiré contra la cabeza de la elfa mayor, ya aquel día le había tirado una manzana, era momento de cambiar y usar algo del reino animal… algo pequeño, peludo y claramente muerto.
Mi plan improvisado por el momento no era tan complicado, era: “Saltar, liberar a las elfas y correr sin mirar atrás.” Si había alguna complicación se resolvería en el camino pero por el momento sería así. Bajé con cuidado del árbol evitando a los jinetes, mientras más tiempo creyesen que estaban solos mucho mejor, caminé hasta los caballos y observé a ambas elfas amarradas.
- Quien iba a decirlo, la solución para que dejases de chupar almas era tan sencilla. – Quizá aquello molestase a la ojos azules pero un chiste jamás estaba de más para liberar el estrés. – Pero no te preocupes, quizá vivas para poder seguir haciendo tu trabajo malvado…. Ahora dudo si debo ayudarte o no. – ¿Qué demonios hacía? Estaba perdiendo tiempo innecesariamente y mis palabras podían ser escuchadas por los jinetes, ahora debía darme prisa.
Me acerqué a Iliaki y con cuidado la bajé del caballo, estaba claro cuál era el orden de prioridad al momento de ayudar. – Y a ti también te diría algo ingenioso, pero por el momento no has hecho nada malo… solo ponerme malos apodos y pegarme con una rama. Recuérdenme porque las estoy ayudando. – Retiré el pañuelo de la boca de la pequeña y rápidamente con una de mis flechas corté los amarres que le impedían moverse, a falta de cuchillos buenos eran las flechas filosas.– Se libre pequeña golondrina.– Bromeé en voz baja mientras me levantaba y me acercaba a la elfa mayor, las piernas cada vez me dolían más a causa de la carrera realizada.
Estaba por ayudar a bajar a la otra elfa cuando sentí algo frío enterrándose en mi espalda, el dolor había sido insoportable y la leve sacudida que dio mi cuerpo era mala señal. Cuando giré a ver qué había sucedido, el color abandonó mi rostro mientras mis ojos se centraban en la daga que tenía clavada, subí mi mano temblorosa por los nervios hasta el hombro y pude sentir como la camisa comenzaba a teñirse rápidamente de sangre.
Uno de los sujetos se encontraba de pie manteniendo su distancia mientras me observaba, él me había atacado con aquella arma, la había arrojado contra mi… y yo ahora ¿Iba a morir? No, no podía morir así a causa de mi descuido. Me dejé caer de rodillas temiendo a retirar el arma de mi espalda, el dolor era insoportable y no podía mover el brazo “Maldito seas Candau, debías hacer todo en silencio.” Maldije también la costumbre de aligerar la presión con el humor, no podía ser como la gente normal que solo respiraba, claro que no, Fredericksen Candau debía hablar para relajarse.
- Espero que no me estén esperando todos aquellos animales que alguna vez me comí. – Claro, porque maldecir mi costumbre para luego volver a realizarla era lo más lógico.
Siendo lo más precavido posible y escuchando a la voz de la… paranoia, decidí movilizarme escondiéndome entre los arbustos y matorrales, así si hacía un movimiento el que lo escuchase creería que era solo un animalito, por eso es que adoraba en parte mi traje verde, era perfecto para volverme uno con la naturaleza. Finalmente volví a encontrarme con los viajeros, el problema es que efectivamente habían llegado a la casa “Esto no podría empeorar” Saqué una flecha de mi carcaj y acaricié el filo para despejar mi mente, quizá era una coincidencia, podían ser unos viajeros extraviados y amistosos ¿Cierto?
Lo poco que pude captar de la conversación era algo de Roilkat, era un destino algo lejano pero con la suficiente velocidad a caballo no había problema, “Un momento ¿Si van a Roilkat por que hacen esta parada?” Aquella duda era importante, quizá si eran simples viajeros que decidían descansar. Estaba por salir y averiguar qué sucedía pero la respuesta llegó por si sola, uno de los sujetos tenía una daga en mano y rompió la puerta de la vivienda con una patada, aquello no era nada bueno, las elfas ahora estaban en peligro… ¿Acaso me estaba preocupando por ambas elfas? No, no era posible, quizá solo por Iliaki pero ¿Por ambas?
Tenía curiosidad por saber que sucedía dentro del hogar, el problema era que si me acercaba por la espalda y me veían yo pudiese meterme en un grave problema. El alboroto que se escuchaba era preocupante, parecía que estuviesen resistiendo a lo que sea que estuviese pasando allí dentro “Oh no… debe ser una broma.” Lo único que podía causar escándalo era la cosa más asquerosa y baja que podía hacer alguien, pero… no, era imposible que eso estuviese sucediendo. Mi mente era un lio con las opciones a tomar, sin darme cuenta ya me había cortado el dedo a causa del filo de la flecha pero aun así seguía acariciando el borde metálico, debía elegir rápido que hacer y escapar no era una opción… bueno, quizá sí lo era pero no me parecía lo suficientemente justa como para tomarlo, las dos elfas estaban peligrando y no podía dejarlas allí o al menos a la menor de ambas.
Solté un leve suspiro de alivio al ver que sacaban a ambas elfas de la casa, no era algo de lo cual debía alegrarme pero a simple vista se notaba que aun estaban bien. Ashryn era la que oponía más resistencia ante aquello, por lo que pude ver y escuchar trataba de negociar que dejaran a Iliaki, por si fuese poco también había gritado mi nombre ¿Acaso no pensaba que dar a mostrar la presencia de una tercera persona era peligroso? Los sujetos que se encargaban de raptarlas por suerte no parecieron percatarse de aquel acto, algo menos de lo que preocuparse.
Consideré disparar desde los arbustos una de mis flechas pero resultaba muy peligroso, daba a notar mi ubicación y además podía clavársela a una de mis ¿Amigas? “Bueno, si le daba a Ashryn no era mucha perdida.” Sacudí la cabeza ante aquel pensamiento, si era una perdida, la elfa estaba tratando de cuidar y proteger a Iliaki, realmente no tenía intenciones de asesinarla, aquello era suficiente señal como para que confiase por el momento y no podía permitirme esa clase de pensamientos.
Ambas elfas estaban incapacitadas y en los caballos, claramente eran rehenes de los jinetes, quien sabe que planes tendrían para ambas. Observé como los caballos comenzaban a alejarse al trote y guardé la flecha en el carcaj, ya en el pasado me había ocultado muchas veces en los arbustos de los jinetes… y lo iba a seguir haciendo, pero esta vez no dejaría que se fueran de mi rango visual.
Comencé a correr entre la maleza alejando una que otra rama que se interponía en mi camino, más de una vez tropecé pero no iba a detenerme. Sentía como las piernas comenzaban a dolerme luego de seguir a el sonido de los caballos por tanto tiempo, nunca había corrido tanta distancia y me sorprendía a mí mismo, podía sentir como los pulmones me ardían y cada respiro que daba ahora era una tortura, el agua que antes había buscado para Iliaki había sido mi único sustento hidratante, seguramente si no hubiese sido por esta ya me habría quedado exhausto a mitad del camino.
El momento más placentero fue cuando vi que los caballos se habían quedado quietos y los secuestradores tomaban un descanso, quizá yo también merecía un descanso pero sería luego de encargarme de todo. Me trepé a un árbol y con cuidado saltando de rama en rama me acerqué todo lo posible a los caballos, debía dar un mensaje de que estaba allí pero no sabía realmente como. Levanté la mirada al árbol vecino y contemplé como una ardilla saltaba en busca de comida “Eso es.”
Saqué uno de los animalitos muertos de debajo de mi camisa y sin esforzarme mucho lo tiré contra la cabeza de la elfa mayor, ya aquel día le había tirado una manzana, era momento de cambiar y usar algo del reino animal… algo pequeño, peludo y claramente muerto.
Mi plan improvisado por el momento no era tan complicado, era: “Saltar, liberar a las elfas y correr sin mirar atrás.” Si había alguna complicación se resolvería en el camino pero por el momento sería así. Bajé con cuidado del árbol evitando a los jinetes, mientras más tiempo creyesen que estaban solos mucho mejor, caminé hasta los caballos y observé a ambas elfas amarradas.
- Quien iba a decirlo, la solución para que dejases de chupar almas era tan sencilla. – Quizá aquello molestase a la ojos azules pero un chiste jamás estaba de más para liberar el estrés. – Pero no te preocupes, quizá vivas para poder seguir haciendo tu trabajo malvado…. Ahora dudo si debo ayudarte o no. – ¿Qué demonios hacía? Estaba perdiendo tiempo innecesariamente y mis palabras podían ser escuchadas por los jinetes, ahora debía darme prisa.
Me acerqué a Iliaki y con cuidado la bajé del caballo, estaba claro cuál era el orden de prioridad al momento de ayudar. – Y a ti también te diría algo ingenioso, pero por el momento no has hecho nada malo… solo ponerme malos apodos y pegarme con una rama. Recuérdenme porque las estoy ayudando. – Retiré el pañuelo de la boca de la pequeña y rápidamente con una de mis flechas corté los amarres que le impedían moverse, a falta de cuchillos buenos eran las flechas filosas.– Se libre pequeña golondrina.– Bromeé en voz baja mientras me levantaba y me acercaba a la elfa mayor, las piernas cada vez me dolían más a causa de la carrera realizada.
Estaba por ayudar a bajar a la otra elfa cuando sentí algo frío enterrándose en mi espalda, el dolor había sido insoportable y la leve sacudida que dio mi cuerpo era mala señal. Cuando giré a ver qué había sucedido, el color abandonó mi rostro mientras mis ojos se centraban en la daga que tenía clavada, subí mi mano temblorosa por los nervios hasta el hombro y pude sentir como la camisa comenzaba a teñirse rápidamente de sangre.
Uno de los sujetos se encontraba de pie manteniendo su distancia mientras me observaba, él me había atacado con aquella arma, la había arrojado contra mi… y yo ahora ¿Iba a morir? No, no podía morir así a causa de mi descuido. Me dejé caer de rodillas temiendo a retirar el arma de mi espalda, el dolor era insoportable y no podía mover el brazo “Maldito seas Candau, debías hacer todo en silencio.” Maldije también la costumbre de aligerar la presión con el humor, no podía ser como la gente normal que solo respiraba, claro que no, Fredericksen Candau debía hablar para relajarse.
- Espero que no me estén esperando todos aquellos animales que alguna vez me comí. – Claro, porque maldecir mi costumbre para luego volver a realizarla era lo más lógico.
Fredericksen
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Re: [Cerrado]Acompáñenme a ver esta triste historia...[Interpretativo-Fred/Iliaki] [Libre]
Solamente ruidos esporádicos y palabras que no alcanzaba a comprender. Era como estar entre dos mundos ¡Vaya, que ni siquiera podía ver lo que sucedía! Era como si una neblina tapara mis oídos y mis ojos, impidiendo que mi mente trabajara de la mejor forma de la que lo solía hacer. A veces estaba despierta, a veces no. Ashryn sólo miraba preocupada al camino en el momento en el que mi vista no pesó tanto como para poder observarla. ¿Qué sucedió? Y de un momento a otro, de nuevo, me desvanecía.
No es la primera vez que me han intentado vender como mercancía en este tipo de mercado, pero jamás habían estado tan cerca como lo están ahora, y con la peor parte de que fue en gran o mayor parte, mi culpa. Aún en mis estados de inconsciencia parecía que lo único en lo que podía tener esperanzas era en Fred. Si él no podía hacer algo más, nosotras ya estábamos por vendidas.
El camino se hace largo, las piedras nos comienzan a fatigar. Los ladrones van delante, y nosotras par de elfinas vamos detrás. La hojarasca nos anima al crujir debajo de los cascos de los caballos, nos invita a avanzar. A la vista de una estrella, nuestros corazones comenzaron a gritar. No, no era luz, era más bien una sombra verde, un halo de libertad... Ah, no, sencillamente es Fredo. ¿Pero qué no es lo mismo así como estamos?
Como un raro bálsamo, sus palabras por sí solas comenzaron a aclarar mis sentidos ¡Gracias, gracias!
- Sé libre, pequeña golondrina. - decía el cazador, bajando del equino a la elfilla.
Como impulsada por el mismo halo que hacía que las mismas aves salieran de su letargo al salir de la jaula, Iliaki despertó, pero no tanto incitada por la alegría de ya no estar presa, sino por el instinto mismo de conservación que entonces agudizaba sus oídos.
- Limán, se nos han colado ratas al granero... - indicaba una voz susurrante, agresiva, como la del paso del león antes de saltar sobre su presa. El cabecilla de ese dúo miró filosamente al libertador, sacando consigo su arma.
El tiempo entonces se le hizo lento. Iliaki, en cuestión de segundos pudo apreciar cómo la sangre se derramaba gota por gota al ser rasgada la piel por el filo del metal. Fue entonces cuando sintió la angustia de que sus gritos no fuesen más rápidos de lo que la muerte avanzaba.
Astaroth había muerto de la misma forma, ¡Protegiendo la libertad! Los rayos de la tormenta de aquella noche se deslizaron entonces por las pupilas de la chica hasta sus manos, y más pronto que tarde, un par de luces impactaron a los sujetos, lanzando sus desprevenidos cuerpos por los aires. [1]
- ¡No digas ardilleces, Frodo! - profería angustiosamente Iliaki mientras se apresuraba a correr hasta Ashryn para desatarla - ¡Aún no es tiempo, aún no es tiempo! Ashryn ¿Puedes hacer algo, verdad? - luego, frotándose los ojos para evitar el llanto, volvió a repetir - ¿Verdad?
Los maloras, recuperándose del golpe, observaban de nuevo a sus capturas con furia, dispuestos a atacar de nuevo en cuanto sus extremidades se los volviesen a permitir. Al notar esto, la ladronzuela subió de nuevo al caballo sobre el cual había sucedido el siniestro, intentando acomodar lo mejor posible el cuerpo de su amigo sobre el lomo del animal.
Luego, buscando con la mirada a Ashryn, comunicó algo que el miedo era capaz de traducir de forma nítida: "Debemos irnos". Luego, arreando a los equinos, salieron a toda velocidad de aquel lugar.
Offrol
[1] Hab lvl 0: Lente convergente. El que lo lea tiene cara de rana c:
No es la primera vez que me han intentado vender como mercancía en este tipo de mercado, pero jamás habían estado tan cerca como lo están ahora, y con la peor parte de que fue en gran o mayor parte, mi culpa. Aún en mis estados de inconsciencia parecía que lo único en lo que podía tener esperanzas era en Fred. Si él no podía hacer algo más, nosotras ya estábamos por vendidas.
El camino se hace largo, las piedras nos comienzan a fatigar. Los ladrones van delante, y nosotras par de elfinas vamos detrás. La hojarasca nos anima al crujir debajo de los cascos de los caballos, nos invita a avanzar. A la vista de una estrella, nuestros corazones comenzaron a gritar. No, no era luz, era más bien una sombra verde, un halo de libertad... Ah, no, sencillamente es Fredo. ¿Pero qué no es lo mismo así como estamos?
Como un raro bálsamo, sus palabras por sí solas comenzaron a aclarar mis sentidos ¡Gracias, gracias!
- Sé libre, pequeña golondrina. - decía el cazador, bajando del equino a la elfilla.
Como impulsada por el mismo halo que hacía que las mismas aves salieran de su letargo al salir de la jaula, Iliaki despertó, pero no tanto incitada por la alegría de ya no estar presa, sino por el instinto mismo de conservación que entonces agudizaba sus oídos.
- Limán, se nos han colado ratas al granero... - indicaba una voz susurrante, agresiva, como la del paso del león antes de saltar sobre su presa. El cabecilla de ese dúo miró filosamente al libertador, sacando consigo su arma.
El tiempo entonces se le hizo lento. Iliaki, en cuestión de segundos pudo apreciar cómo la sangre se derramaba gota por gota al ser rasgada la piel por el filo del metal. Fue entonces cuando sintió la angustia de que sus gritos no fuesen más rápidos de lo que la muerte avanzaba.
Astaroth había muerto de la misma forma, ¡Protegiendo la libertad! Los rayos de la tormenta de aquella noche se deslizaron entonces por las pupilas de la chica hasta sus manos, y más pronto que tarde, un par de luces impactaron a los sujetos, lanzando sus desprevenidos cuerpos por los aires. [1]
- ¡No digas ardilleces, Frodo! - profería angustiosamente Iliaki mientras se apresuraba a correr hasta Ashryn para desatarla - ¡Aún no es tiempo, aún no es tiempo! Ashryn ¿Puedes hacer algo, verdad? - luego, frotándose los ojos para evitar el llanto, volvió a repetir - ¿Verdad?
Los maloras, recuperándose del golpe, observaban de nuevo a sus capturas con furia, dispuestos a atacar de nuevo en cuanto sus extremidades se los volviesen a permitir. Al notar esto, la ladronzuela subió de nuevo al caballo sobre el cual había sucedido el siniestro, intentando acomodar lo mejor posible el cuerpo de su amigo sobre el lomo del animal.
Luego, buscando con la mirada a Ashryn, comunicó algo que el miedo era capaz de traducir de forma nítida: "Debemos irnos". Luego, arreando a los equinos, salieron a toda velocidad de aquel lugar.
Offrol
[1] Hab lvl 0: Lente convergente. El que lo lea tiene cara de rana c:
Iliaki
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Re: [Cerrado]Acompáñenme a ver esta triste historia...[Interpretativo-Fred/Iliaki] [Libre]
La mente de la rubia trabajaba tan rápido como le era posible, buscando idear un plan donde su adorada Iliaki no saliese herida por culpa de esos mastodontes, pero en tano tuviese las manos atadas y la boca vendada sus opciones se reducían considerablemente. Conforme pasaban los minutos la esperanza de Candau acudiese en su auxilio comenzaba a decaer y el miedo de lo que fuesen a hacer con ellas se acrecentaba. Su cabeza ya no hallaba como salir de eso y estaba a punto de caer presa del pánico, cuando un pequeño golpe la hizo virar en la dirección donde provenía aquel extraño acto, encontrándose con la silueta del cazador a quien miró con ojos esperanzados. ¡Había ido por ellas! ¡Él las iba a salvar! Esbozó una sonrisa aliviada y aguardó a que su compañero de gremio bajara de las ramas del árbol, acercándose a ellas sin cerrar la boca.
Ashy negó con la cabeza, haciéndole gestos para que guardara silencio, pero éste no parecía prestar atención. Afortunadamente el arquero fue lo bastante inteligente como para ocuparse de la elfita primero, solo que su rapidez dejaba mucho que desear, pues cuando se disponía a liberarla a ella una daga fue clavada en su espalda, ante la mirada atónita de ambas féminas. Los orbes azulados comenzaron a llenarse de lágrimas, mientras la pequeña peliplateada se disponía a liberarla de su cautiverio, después de haber lanzado a los hombres por los aires con una habilidad y destreza envidiables. La rubia ayudó a acomodar el cuerpo del arquero sobre el caballo, recostándole la cabeza sobre su regazo, mientras analizaba la profundidad de la herida.
—Sí —acarició levemente la mejilla de la elfita, mirándola con seguridad—. Él va a estar bien, andando —retirar el arma mientras estaban en movimiento podría ser un error fatal y ella como doctora jamás correría ese riesgo, tenían que llegar a un sitio seguro—. ¡No cierres los ojos! —Le dio leves palmaditas en las mejillas al cazador, notando que comenzaba a ponerse pálido—. Ni se te ocurra cerrar los ojos o… —estaba a punto de ponerse a llorar de nuevo—. ¡Volveré a besarte y sabes bien que eso no te gustará!
Detuvo la hemorragia tanto como le fue posible, pero el trayecto a los dominios del cazador en los bosques le pareció completamente eterno. Una vez que estuvieron en un sitio seguro con ayuda de Iliaki lo bajó del corcel, recostándolo de lado sobre el piso, acomodándole la cabeza sobre el regazo de la elfita. Con mucho cuidado comenzó a retirar la daga del omoplato del joven, comenzando a sanar la herida con su magia hasta que ésta estuvo cerrada por completo. Había perdido bastante sangre, pero se repondría. Sacó unos frascos con hierbas de su mochila y comenzó a mezclarlos hasta crear una infusión de clorofila, la cual le dio a beber al cazador, quien aún medio alelado no dejaba de protestar.
—Solo bébelo, te ayudará a reponer la sangre perdida —se dirigió a la elfita—. ¿Te encuentras bien? —La rodeó con sus brazos, acunándola tiernamente—. Iliaki sé que no necesitas que alguien te cuide, pero ahora que seremos tus ‘‘padres’’ te prometo que no dejaré que nada malo te pase y seguro que Candau piensa lo mismo —le acarició el cabello—. Y tú…debemos llegar a un acuerdo para no matarnos frente a la niña —esperó a que él tomara asiento—. Tal vez…si dejaras tus prejuicios de lado podríamos llegar a ser amigos —le sonrió quitándose el collar que llevaba sobre su cuello y poniéndoselo al cazador—. Te dije una vez que ésta era mi posesión más valiosa, perteneció a mi madre antes de que la asesinaran…es el único recuerdo que tengo de ella y ahora es tuyo —miró a Iliaki—. En cuanto vaya a Sandorai te traeré uno similar, uno que te acreditará como miembro de la familia principal del clan Elaynor, pues ahora que eres mi hija te has convertido en la heredera de mi familia —de pronto puso cara de espanto, llevándose las manos a las sonrosadas mejillas—. ¡Mi abuelo me matará cuando sepa que tuve una hija fuera del matrimonio y con un humano!
Esto último era medio cierto, pero tampoco es que ella quisiera seguir las leyes de Oenel, considerando que había roto más de una regla desde que se escapó de Sandorai. Aun así, le preocupaba la idea de que su familia se opusiesen a ese acuerdo como se opusieron al matrimonio de sus padres. Bueno, no era la misma situación, pero eso no quitaba el hecho de que ahora ella tenía una hija y un… ¿esposo?
Ashy negó con la cabeza, haciéndole gestos para que guardara silencio, pero éste no parecía prestar atención. Afortunadamente el arquero fue lo bastante inteligente como para ocuparse de la elfita primero, solo que su rapidez dejaba mucho que desear, pues cuando se disponía a liberarla a ella una daga fue clavada en su espalda, ante la mirada atónita de ambas féminas. Los orbes azulados comenzaron a llenarse de lágrimas, mientras la pequeña peliplateada se disponía a liberarla de su cautiverio, después de haber lanzado a los hombres por los aires con una habilidad y destreza envidiables. La rubia ayudó a acomodar el cuerpo del arquero sobre el caballo, recostándole la cabeza sobre su regazo, mientras analizaba la profundidad de la herida.
—Sí —acarició levemente la mejilla de la elfita, mirándola con seguridad—. Él va a estar bien, andando —retirar el arma mientras estaban en movimiento podría ser un error fatal y ella como doctora jamás correría ese riesgo, tenían que llegar a un sitio seguro—. ¡No cierres los ojos! —Le dio leves palmaditas en las mejillas al cazador, notando que comenzaba a ponerse pálido—. Ni se te ocurra cerrar los ojos o… —estaba a punto de ponerse a llorar de nuevo—. ¡Volveré a besarte y sabes bien que eso no te gustará!
Detuvo la hemorragia tanto como le fue posible, pero el trayecto a los dominios del cazador en los bosques le pareció completamente eterno. Una vez que estuvieron en un sitio seguro con ayuda de Iliaki lo bajó del corcel, recostándolo de lado sobre el piso, acomodándole la cabeza sobre el regazo de la elfita. Con mucho cuidado comenzó a retirar la daga del omoplato del joven, comenzando a sanar la herida con su magia hasta que ésta estuvo cerrada por completo. Había perdido bastante sangre, pero se repondría. Sacó unos frascos con hierbas de su mochila y comenzó a mezclarlos hasta crear una infusión de clorofila, la cual le dio a beber al cazador, quien aún medio alelado no dejaba de protestar.
—Solo bébelo, te ayudará a reponer la sangre perdida —se dirigió a la elfita—. ¿Te encuentras bien? —La rodeó con sus brazos, acunándola tiernamente—. Iliaki sé que no necesitas que alguien te cuide, pero ahora que seremos tus ‘‘padres’’ te prometo que no dejaré que nada malo te pase y seguro que Candau piensa lo mismo —le acarició el cabello—. Y tú…debemos llegar a un acuerdo para no matarnos frente a la niña —esperó a que él tomara asiento—. Tal vez…si dejaras tus prejuicios de lado podríamos llegar a ser amigos —le sonrió quitándose el collar que llevaba sobre su cuello y poniéndoselo al cazador—. Te dije una vez que ésta era mi posesión más valiosa, perteneció a mi madre antes de que la asesinaran…es el único recuerdo que tengo de ella y ahora es tuyo —miró a Iliaki—. En cuanto vaya a Sandorai te traeré uno similar, uno que te acreditará como miembro de la familia principal del clan Elaynor, pues ahora que eres mi hija te has convertido en la heredera de mi familia —de pronto puso cara de espanto, llevándose las manos a las sonrosadas mejillas—. ¡Mi abuelo me matará cuando sepa que tuve una hija fuera del matrimonio y con un humano!
Esto último era medio cierto, pero tampoco es que ella quisiera seguir las leyes de Oenel, considerando que había roto más de una regla desde que se escapó de Sandorai. Aun así, le preocupaba la idea de que su familia se opusiesen a ese acuerdo como se opusieron al matrimonio de sus padres. Bueno, no era la misma situación, pero eso no quitaba el hecho de que ahora ella tenía una hija y un… ¿esposo?
- Collar de la rama principal del Clan Elaynor:
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Ashryn Elaynor
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Re: [Cerrado]Acompáñenme a ver esta triste historia...[Interpretativo-Fred/Iliaki] [Libre]
La vida se iba escapando de mis manos, siempre pensé que acabaría de otra manera… quizá cayéndome de un árbol, ahogado por mi descuido o hasta quemado, pero no por un puñal sorpresa. Noté como un rayo de luz empujaba al asesino, no recordaba bien en aquel momento si ya había visto esa luz antes… quizá era la luz al final del túnel.
- Diré las ardilleces que sean necesarias… no es que me quede mucho tiempo que digamos. – Aquello era la verdad, no les bastaba con verme morir, también querían que guardara silencio, en medio de mi dolor existía indignación, ya uno no podía siquiera decir sus últimas palabras. – No le mientas, sabemos bien que esta fue mi última caza… ya no volveré a masticar plantas ni a caer de árboles, es el fin de mi historia. – Era extraño como me resignaba a la muerte, era la primera ocasión que estaba realmente tan cerca de esta.
Al menos las elfas se habían dignado a subir mi cuerpo a un caballo y a alejarme de aquel sitio, quien sabe donde fuesen a deshacerse de mi cuerpo pero esperaba que tuvieran al menos el respeto de no tirarme al río. Tenía sueño, más del normal, quizá debía tomar la siesta final, no había ningún problema con aquello ¿Cierto? Cerré levemente los ojos pero desgraciadamente Ashryn no dudo en abofetearme, por lo visto tampoco le importaba que estuviese falleciendo, quería hacerme sufrir hasta el último minuto.
-Lo que me hacía falta… que también me roben el alma y no me dejen descansar como es debido. – Tuve que mantenerme despierto si quería que ver cómo era debido a mi difunto maestro, sin alma dudaba llegar al encuentro en el más allá.
No sabía cuánto tiempo había pasado ni donde me encontraba ahora, solo noté como me bajaban del caballo, el césped estaba más frío que de costumbre, observé por un momento mis manos que estaban temblando… “¿El césped está frío o soy yo?” Una buena pregunta antes de irme. Esta vez nada evitaría que descansara en paz, nada.
- Espera maldición ¡Eso duele! – Ashryn estaba culminando su deseo sadista y extraía la daga lentamente, disfrutando el placer de mi dolor. – Iliaki por favor debes hacer algo… me está torturando, no me quiere dejar ir. – Acerqué la mano temblorosa a la pequeña elfa mientras le suplicaba con la mirada que hiciese algo, era la única ayuda que podía tener.
La rubia no parecía detenerse, ahora me obligaba a beber quien sabe que, seguro era un veneno “Espera, si es un veneno ¿Por qué no tomarlo?” Así que sin refutar más acepté lo que fuese que me dio, el dolor finalmente se acabaría. Los segundos pasaban y nada, se podría decir que hasta me sentía mejor… eso era raro.
- ¿Qué rayos me diste? – Fue lo único que comenté mientras me sentaba y movía con molestia mi brazo. – Se supone que debería estar más allá que acá… no sé si lo entiendes.
La verdad es que aquel día no iba a morir, en parte era bueno y en parte malo ¿Por qué malo? Porque existía la posibilidad de que hubiese sido la rubia quien me había salvado, eso significaba que estaba endeudado pro ello… algo que no era bueno.
- Tú eres quien se la pasa atentando contra mi vida de manera brutal y temible, ni eres una buena influencia para Iliaki, el único ejemplo que le puedes dar es lo que ella no debe ser. – Observé con curiosidad a la elfa mientras seguía hablando y retiraba el collar que siempre tenía alrededor de su cuello ¿Qué planeaba hacer con este? “Oh no, planea ahorcarme”.
Intenté alejarme pero ya era tarde, tenía a la elfa rodeándome el cuello con su joyería, no demoraría en apretarlo con fuerza hasta dejarme muerto. Pero nunca me ahorco, me estaba regalando el collar, eso solo hacía que mi posible deuda solo creciera cada vez más, algo que no era bueno.
- Yo lo cuidaré. – Dije en lo bajo, casi en un tono inaudible, no dejaría que ninguna de las dos elfas escucharan aquellas palabras. – No esperes que yo también te de un regalo, no tengo nada que dar y aunque lo tuviese no es como si planeara entregártelo. – Si, nuevamente estando a la defensiva.
Me atraganté cuando escuche lo de “Tener hija con un humano y fuera de matrimonio” no era exactamente lo que estaba sucediendo, solo ofrecíamos apoyo a la pequeña… pero no se estaba estableciendo una relación ni nada, tampoco es que ahora fuésemos una familia ¿Cierto?
- Corre rápido y sin mirar atrás, aun podemos salvarnos. – Susurré a Iliaki esperando que aquello funcionase. – No te preocupes por mí, yo la distraigo mientras te pones a salvo… es mejor correr a ser parte de la familia de ella.
- Diré las ardilleces que sean necesarias… no es que me quede mucho tiempo que digamos. – Aquello era la verdad, no les bastaba con verme morir, también querían que guardara silencio, en medio de mi dolor existía indignación, ya uno no podía siquiera decir sus últimas palabras. – No le mientas, sabemos bien que esta fue mi última caza… ya no volveré a masticar plantas ni a caer de árboles, es el fin de mi historia. – Era extraño como me resignaba a la muerte, era la primera ocasión que estaba realmente tan cerca de esta.
Al menos las elfas se habían dignado a subir mi cuerpo a un caballo y a alejarme de aquel sitio, quien sabe donde fuesen a deshacerse de mi cuerpo pero esperaba que tuvieran al menos el respeto de no tirarme al río. Tenía sueño, más del normal, quizá debía tomar la siesta final, no había ningún problema con aquello ¿Cierto? Cerré levemente los ojos pero desgraciadamente Ashryn no dudo en abofetearme, por lo visto tampoco le importaba que estuviese falleciendo, quería hacerme sufrir hasta el último minuto.
-Lo que me hacía falta… que también me roben el alma y no me dejen descansar como es debido. – Tuve que mantenerme despierto si quería que ver cómo era debido a mi difunto maestro, sin alma dudaba llegar al encuentro en el más allá.
No sabía cuánto tiempo había pasado ni donde me encontraba ahora, solo noté como me bajaban del caballo, el césped estaba más frío que de costumbre, observé por un momento mis manos que estaban temblando… “¿El césped está frío o soy yo?” Una buena pregunta antes de irme. Esta vez nada evitaría que descansara en paz, nada.
- Espera maldición ¡Eso duele! – Ashryn estaba culminando su deseo sadista y extraía la daga lentamente, disfrutando el placer de mi dolor. – Iliaki por favor debes hacer algo… me está torturando, no me quiere dejar ir. – Acerqué la mano temblorosa a la pequeña elfa mientras le suplicaba con la mirada que hiciese algo, era la única ayuda que podía tener.
La rubia no parecía detenerse, ahora me obligaba a beber quien sabe que, seguro era un veneno “Espera, si es un veneno ¿Por qué no tomarlo?” Así que sin refutar más acepté lo que fuese que me dio, el dolor finalmente se acabaría. Los segundos pasaban y nada, se podría decir que hasta me sentía mejor… eso era raro.
- ¿Qué rayos me diste? – Fue lo único que comenté mientras me sentaba y movía con molestia mi brazo. – Se supone que debería estar más allá que acá… no sé si lo entiendes.
La verdad es que aquel día no iba a morir, en parte era bueno y en parte malo ¿Por qué malo? Porque existía la posibilidad de que hubiese sido la rubia quien me había salvado, eso significaba que estaba endeudado pro ello… algo que no era bueno.
- Tú eres quien se la pasa atentando contra mi vida de manera brutal y temible, ni eres una buena influencia para Iliaki, el único ejemplo que le puedes dar es lo que ella no debe ser. – Observé con curiosidad a la elfa mientras seguía hablando y retiraba el collar que siempre tenía alrededor de su cuello ¿Qué planeaba hacer con este? “Oh no, planea ahorcarme”.
Intenté alejarme pero ya era tarde, tenía a la elfa rodeándome el cuello con su joyería, no demoraría en apretarlo con fuerza hasta dejarme muerto. Pero nunca me ahorco, me estaba regalando el collar, eso solo hacía que mi posible deuda solo creciera cada vez más, algo que no era bueno.
- Yo lo cuidaré. – Dije en lo bajo, casi en un tono inaudible, no dejaría que ninguna de las dos elfas escucharan aquellas palabras. – No esperes que yo también te de un regalo, no tengo nada que dar y aunque lo tuviese no es como si planeara entregártelo. – Si, nuevamente estando a la defensiva.
Me atraganté cuando escuche lo de “Tener hija con un humano y fuera de matrimonio” no era exactamente lo que estaba sucediendo, solo ofrecíamos apoyo a la pequeña… pero no se estaba estableciendo una relación ni nada, tampoco es que ahora fuésemos una familia ¿Cierto?
- Corre rápido y sin mirar atrás, aun podemos salvarnos. – Susurré a Iliaki esperando que aquello funcionase. – No te preocupes por mí, yo la distraigo mientras te pones a salvo… es mejor correr a ser parte de la familia de ella.
Fredericksen
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Re: [Cerrado]Acompáñenme a ver esta triste historia...[Interpretativo-Fred/Iliaki] [Libre]
Observé cómo energía fluía como agua hasta que el arte desconocido de los que eran llamados "hijos del bosque" alzaba su magnificencia para revelar el poder de la sanación. ¡Cuán grande es la magia de los que han de ser mis ancestros! ¡Cuán grande el conocimiento de los antiguos!
- Ash, no te preocupes, soy tan guapa que tu familia no podrá rechazarme - tranquilizaba mientras aún degustaba la satisfacción del olor del brebaje que le habían proporcionado a Fredericksen.
Así se embelesaba la chica, quien, imitando las palabras de los juglares y poetas que había visto declamar en la ciudad, así había dispuesto el habla de sus pensares para llenarse la cabeza de admiración y de alivio. La sana sensación de curiosidad por sus raíces comenzaba a brotar poco a poco cuando de pronto, en medio de sus halagos mentales, otra cosa le arrebató el encanto.
¡Cuánta maravilla desconozco y trato sin saber! ¡Cuán... cuán...! Cuántas sandeces está diciendo Fredericksen. Lamento haber perdido mi vara para este preciso instante...
Sus ojos una vez más se tornaron sin expresión, ya no por inanición, ya no por algún otro esporádico desmayo, sino por la necesidad de evitar que un pensamiento agresivo se tornara real. Sin más ni nada qué decir, levantóse del suelo y se alejó hacia los matorrales más cercanos que tenía al alcance por varios minutos, silenciosos, rotos por el mismo sonido de la madera al quebrarse. Regresando así y con vara en mano, se acercó tranquilamente al cazador hasta tenerlo a escasos centímetros de sí.
Mirándolo fijamente a los ojos, las palabras que posiblemente se esperarían jamás salieron de su boca, haciendo de ello un silencio más que incómodo. Sin aviso ni agua va, irrumpió de improviso en una lluvia de golpes que no paraban de dirigir su dolor hacia la cabeza del desafortunado.
- ¡¡¡Ella- no - es - mala!!!! ¡¡¡No - seas - así!!! - gritaba mientras sus sílabas iban a la par del ritmo de sus palazos. Los dioses sabrán cómo es que no hubo muertos en aquel arrebato de infantil ira.
Y así continuó con su rabieta durante el camino rumbo a Lunargenta, donde no dejaba de aprovechar la ocasión en la que pudiera propinar una buena palmada en la cabeza del arquero. Lo único que la calmó entonces fue avistar las murallas de la ciudad, imaginando que el dulce olor de las panaderías le invitaba a apurar el paso para caer rendida al abrigo de un árbol a la hora de la cena.
- Ash, no te preocupes, soy tan guapa que tu familia no podrá rechazarme - tranquilizaba mientras aún degustaba la satisfacción del olor del brebaje que le habían proporcionado a Fredericksen.
Así se embelesaba la chica, quien, imitando las palabras de los juglares y poetas que había visto declamar en la ciudad, así había dispuesto el habla de sus pensares para llenarse la cabeza de admiración y de alivio. La sana sensación de curiosidad por sus raíces comenzaba a brotar poco a poco cuando de pronto, en medio de sus halagos mentales, otra cosa le arrebató el encanto.
¡Cuánta maravilla desconozco y trato sin saber! ¡Cuán... cuán...! Cuántas sandeces está diciendo Fredericksen. Lamento haber perdido mi vara para este preciso instante...
Sus ojos una vez más se tornaron sin expresión, ya no por inanición, ya no por algún otro esporádico desmayo, sino por la necesidad de evitar que un pensamiento agresivo se tornara real. Sin más ni nada qué decir, levantóse del suelo y se alejó hacia los matorrales más cercanos que tenía al alcance por varios minutos, silenciosos, rotos por el mismo sonido de la madera al quebrarse. Regresando así y con vara en mano, se acercó tranquilamente al cazador hasta tenerlo a escasos centímetros de sí.
Mirándolo fijamente a los ojos, las palabras que posiblemente se esperarían jamás salieron de su boca, haciendo de ello un silencio más que incómodo. Sin aviso ni agua va, irrumpió de improviso en una lluvia de golpes que no paraban de dirigir su dolor hacia la cabeza del desafortunado.
- ¡¡¡Ella- no - es - mala!!!! ¡¡¡No - seas - así!!! - gritaba mientras sus sílabas iban a la par del ritmo de sus palazos. Los dioses sabrán cómo es que no hubo muertos en aquel arrebato de infantil ira.
Y así continuó con su rabieta durante el camino rumbo a Lunargenta, donde no dejaba de aprovechar la ocasión en la que pudiera propinar una buena palmada en la cabeza del arquero. Lo único que la calmó entonces fue avistar las murallas de la ciudad, imaginando que el dulce olor de las panaderías le invitaba a apurar el paso para caer rendida al abrigo de un árbol a la hora de la cena.
Iliaki
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