[cerrado]Un re encuentro inesperado [Noche]
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Re: [cerrado]Un re encuentro inesperado [Noche]
Por más que intentara esconderme en el bosque aquel cazador terminaba encontrándome, quizá fuese la ventaja de su especia… o que yo me estaba volviendo un pésimo cazador, no, imposible, aun sabía cómo moverme en el bosque y aquello no podía ponerlo en duda ni un solo momento.
- De nada sirve esconderte Federico, puedo olerte, vayas a donde vayas. – La voz de Joe parecía estar acercándose, no me quedaba mucho para seguir corriendo.
“¿Me está oliendo?” Tuve que tomar mi camisa un momento y olfatearla, no tenía mal olor, aun resistía un día más antes de reemplazarla. Una figura saltó encima mío, no tuve tiempo a defenderme como quería pero al menos había logrado en posicionarme bien, el cazador había saltado entre la maleza y ahora amenazaba peligrosamente con morderme.
- Deja de resistirte humano, ya no tienes como escapar. – Los dientes del vampiro estaban cada vez más cerca, sus manos se tornaron en mi cuello y comenzaron a apretarlo, por lo visto sabía cómo debilitar a su víctima usando solo la fuerza bruta.
No podía concentrarme en una cosa, si apartaba la cara de Joe acabaría asfixiándome pero si trataba de liberarme acabaría mordiéndome. Tratando de aprovechar el poco aire que me quedaba coloqué las manos en los costados del rostro del vampiro, miré a los lados en busca de un objeto con que pegarle, no había nada. Aunque… acababa de ocurrírseme un plan, sería algo sucio pero esperaba que funcionara.
- Pues ya que dices seguirme con el olfato… supongo que no necesitas ver. – Extendí los pulgares hasta los ojos del vampiro y comencé hacerle presión en estos, la sensación en mis dedos era desagradable y por lo visto a Joe tampoco le agradaba.
Lo había tomado totalmente desprevenido, dejo de asfixiarme para tratar de apartarme las manos de sus ojos pero ya no había vuelta atrás. No sabía si ya había sido suficiente, realmente podía escapar en aquel momento ¿Pero si no lo era? Existía el riesgo de que Joe me atacara inmediatamente apenas apartase mis dedos, cerré los ojos con fuerza evitando prestar atención a lo que hacía hasta que algún fluido comenzó a escurrir por mis manos y el vampiro comenzó a gritar.
- ¡Maldito seas, mis ojos! – El vampiro había dejado de hacer fuerza para retenerme, aquel era mi momento glorioso de escape.
Abrí los ojos y aparté a Joe bruscamente, el cazador tenía las manos tapando sus ojos mientras la sangre caía por sus mejillas. Me puse de pie asqueado por la escena y por lo que yo acababa de hacer… aunque era eso o mi vida, me miré las manos que tenían parte de la sangre fresca del vampiro y también la sangre de las heridas que me había hecho al caer. “Un momento, el no me estaba oliendo a mí, estaba oliendo la sangre.” Eso me había dado otra idea para alejarme y aprovechar la ceguera del cazador.
- Pues fue un placer conocerte Joe, espero que no nos veamos luego. – Hice énfasis en la palabra “veamos” lo cual no pareció agradarle al vampiro.
- Pagaras por esto, aun puedo seguirte. – El vampiro se colocó de pie mientras se estabilizaba, ya había bajado las manos de su rostro, tenía los ojos totalmente cerrados.
Ya había tenido mucha suerte por un solo momento así que preferí seguir escapando del vampiro ciego, aunque esta vez no me descubriría tan fácil, cuando estuve seguro que me había alejado lo suficiente volví a abrir las heridas de mis manos frotándolas rudamente contra la corteza de los árboles. La idea era simple, hacer un rastro de sangre falsa y después huir en la dirección contraria.
Estaba efectuando perfectamente mi rastro de sangre falsa cuando la voz de otro de los cazadores se pudo escuchar, llamaba al vampiro, era imposible que se dieran por vencidos de buscarme tan rápido, además el no me había seguido ¿Había sucedido algo en el campamento? ¿Estaba Arygos bien?
Tomé una rama del suelo que podía servirme de arma y escalé a los árboles, dudaba volver a caerme otra vez y aquella era una forma de acercarme sigilosamente. Me moví con cuidado de árbol en árbol hasta ubicar al cazador, aunque había algo raro, Arygos estaba junto a él en su forma medio reptil ¿La habían drogado? Quizá estuviese bajo efectos alucinógenos y ahora la estuviesen usando para darme cacería y no quería enfrentarme para nada contra la joven, aunque existía la posibilidad de que el caso fuese al revés, que Arygos estuviese usando al cazador para encontrarme.
Solo había una manera de saber cuál era la verdad, tomé aire evitando pensar que lo que estaba por hacer era una mala idea, aunque las soluciones drásticas a veces eran las útiles. Tomé impulso en la rama y salte con todas mis fuerzas, en medio de la caída empuje al cazador para luego girar hasta estrellarme contra un tronco, sentía un leve dolor en el brazo seguramente por el golpe… quizá me había doblado el tobillo, pero el resto estaba totalmente bien.
Me levanté apoyándome en el tronco y miré en dirección a Arygos y el cazador, por lo visto las cosas habían estado mal porque la chica tenía el hacha incrustada en su hombro. Esta vez acercándome con una verdadera cojera tomé la rama que había perdido en la caída y con una cierta distancia prudente la usé para abrir la boca del cazador.
- ¿Eres otro vampiro como tu amigo? No logro ver los colmillos. – Lo que menos necesitaba era otro vampiro queriendo encajarme el diente. - ¿Y qué le hicieron a ella? Aparte del hacha, eso está claro.
- P…por favor no me haga daño… ella nos prometió que estaríamos a salvo si colaborábamos. – Dan parecía nervioso, ni idea porque, solo estaba junto a una chica mitad dragón y a una persona que tenía manchas de sangre en el atuendo. – No soy un vampiro, se los suplico… déjenme ir de una vez… juro que no diré nada.
Levanté la mirada hacía Arygos, por lo que había escuchado la chica había logrado salir de algún problema en el campamento, lo preocupante era el hacha que sobresalía en su hombro, no debía de ser cómodo.
- Supongo que te está doliendo ¿Cierto? – Aquellas no eran palabras muy sabias para una chica mitad dragón, pero a este paso no sabía que tan tolerable era esa especie con el dolor. – Por cierto, un gusto ver que sigues viva.
- De nada sirve esconderte Federico, puedo olerte, vayas a donde vayas. – La voz de Joe parecía estar acercándose, no me quedaba mucho para seguir corriendo.
“¿Me está oliendo?” Tuve que tomar mi camisa un momento y olfatearla, no tenía mal olor, aun resistía un día más antes de reemplazarla. Una figura saltó encima mío, no tuve tiempo a defenderme como quería pero al menos había logrado en posicionarme bien, el cazador había saltado entre la maleza y ahora amenazaba peligrosamente con morderme.
- Deja de resistirte humano, ya no tienes como escapar. – Los dientes del vampiro estaban cada vez más cerca, sus manos se tornaron en mi cuello y comenzaron a apretarlo, por lo visto sabía cómo debilitar a su víctima usando solo la fuerza bruta.
No podía concentrarme en una cosa, si apartaba la cara de Joe acabaría asfixiándome pero si trataba de liberarme acabaría mordiéndome. Tratando de aprovechar el poco aire que me quedaba coloqué las manos en los costados del rostro del vampiro, miré a los lados en busca de un objeto con que pegarle, no había nada. Aunque… acababa de ocurrírseme un plan, sería algo sucio pero esperaba que funcionara.
- Pues ya que dices seguirme con el olfato… supongo que no necesitas ver. – Extendí los pulgares hasta los ojos del vampiro y comencé hacerle presión en estos, la sensación en mis dedos era desagradable y por lo visto a Joe tampoco le agradaba.
Lo había tomado totalmente desprevenido, dejo de asfixiarme para tratar de apartarme las manos de sus ojos pero ya no había vuelta atrás. No sabía si ya había sido suficiente, realmente podía escapar en aquel momento ¿Pero si no lo era? Existía el riesgo de que Joe me atacara inmediatamente apenas apartase mis dedos, cerré los ojos con fuerza evitando prestar atención a lo que hacía hasta que algún fluido comenzó a escurrir por mis manos y el vampiro comenzó a gritar.
- ¡Maldito seas, mis ojos! – El vampiro había dejado de hacer fuerza para retenerme, aquel era mi momento glorioso de escape.
Abrí los ojos y aparté a Joe bruscamente, el cazador tenía las manos tapando sus ojos mientras la sangre caía por sus mejillas. Me puse de pie asqueado por la escena y por lo que yo acababa de hacer… aunque era eso o mi vida, me miré las manos que tenían parte de la sangre fresca del vampiro y también la sangre de las heridas que me había hecho al caer. “Un momento, el no me estaba oliendo a mí, estaba oliendo la sangre.” Eso me había dado otra idea para alejarme y aprovechar la ceguera del cazador.
- Pues fue un placer conocerte Joe, espero que no nos veamos luego. – Hice énfasis en la palabra “veamos” lo cual no pareció agradarle al vampiro.
- Pagaras por esto, aun puedo seguirte. – El vampiro se colocó de pie mientras se estabilizaba, ya había bajado las manos de su rostro, tenía los ojos totalmente cerrados.
Ya había tenido mucha suerte por un solo momento así que preferí seguir escapando del vampiro ciego, aunque esta vez no me descubriría tan fácil, cuando estuve seguro que me había alejado lo suficiente volví a abrir las heridas de mis manos frotándolas rudamente contra la corteza de los árboles. La idea era simple, hacer un rastro de sangre falsa y después huir en la dirección contraria.
Estaba efectuando perfectamente mi rastro de sangre falsa cuando la voz de otro de los cazadores se pudo escuchar, llamaba al vampiro, era imposible que se dieran por vencidos de buscarme tan rápido, además el no me había seguido ¿Había sucedido algo en el campamento? ¿Estaba Arygos bien?
Tomé una rama del suelo que podía servirme de arma y escalé a los árboles, dudaba volver a caerme otra vez y aquella era una forma de acercarme sigilosamente. Me moví con cuidado de árbol en árbol hasta ubicar al cazador, aunque había algo raro, Arygos estaba junto a él en su forma medio reptil ¿La habían drogado? Quizá estuviese bajo efectos alucinógenos y ahora la estuviesen usando para darme cacería y no quería enfrentarme para nada contra la joven, aunque existía la posibilidad de que el caso fuese al revés, que Arygos estuviese usando al cazador para encontrarme.
Solo había una manera de saber cuál era la verdad, tomé aire evitando pensar que lo que estaba por hacer era una mala idea, aunque las soluciones drásticas a veces eran las útiles. Tomé impulso en la rama y salte con todas mis fuerzas, en medio de la caída empuje al cazador para luego girar hasta estrellarme contra un tronco, sentía un leve dolor en el brazo seguramente por el golpe… quizá me había doblado el tobillo, pero el resto estaba totalmente bien.
Me levanté apoyándome en el tronco y miré en dirección a Arygos y el cazador, por lo visto las cosas habían estado mal porque la chica tenía el hacha incrustada en su hombro. Esta vez acercándome con una verdadera cojera tomé la rama que había perdido en la caída y con una cierta distancia prudente la usé para abrir la boca del cazador.
- ¿Eres otro vampiro como tu amigo? No logro ver los colmillos. – Lo que menos necesitaba era otro vampiro queriendo encajarme el diente. - ¿Y qué le hicieron a ella? Aparte del hacha, eso está claro.
- P…por favor no me haga daño… ella nos prometió que estaríamos a salvo si colaborábamos. – Dan parecía nervioso, ni idea porque, solo estaba junto a una chica mitad dragón y a una persona que tenía manchas de sangre en el atuendo. – No soy un vampiro, se los suplico… déjenme ir de una vez… juro que no diré nada.
Levanté la mirada hacía Arygos, por lo que había escuchado la chica había logrado salir de algún problema en el campamento, lo preocupante era el hacha que sobresalía en su hombro, no debía de ser cómodo.
- Supongo que te está doliendo ¿Cierto? – Aquellas no eran palabras muy sabias para una chica mitad dragón, pero a este paso no sabía que tan tolerable era esa especie con el dolor. – Por cierto, un gusto ver que sigues viva.
Fredericksen
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Re: [cerrado]Un re encuentro inesperado [Noche]
Durante largos minutos no encontrábamos nada, mientras a mi se me cansaba el brazo de tenerlo en vilo, y mi rostro reflejaba cada vez mas el incipiente dolor de el hacha, que por la fuerza de la gravedad quería seguir incrustándose, y que tenía que sostener ferreamente para que ni se hundiera ni se soltara, el sujeto que me acompañaba tampoco tenía buen aspecto.
A medida que le bosque solo nos devolvía el mas sepulcral de los silencios, iba desapareciendo todo el color de su tez, y pronto el color rosado empezó a parecer amarillento. Pese a que era una noche fresca, su rostro se perlo de sudor, y sus facciones empezaron a curvarse con desesperación.
La voz de Dan al repetir con apuro, una vez tras otra, el nombre de su compañero Joe, era cada vez mas aguda, como si alguien le estuviera pisando con fuerza creciente.
Sin embargo, en vez de cruzarnos con el otro cazador, una figura emergió de los arboles y cayó sin darle tiempo a reaccionar encima del humano, que se estrello estrepitosamente contra el suelo.
Di un respingo de forma instintiva, haciendo que el hacha ganara un poco mas de terreno, y soltando, por consiguiente, un profundo y grave gruñido de dolor.
Por suerte cuando examiné mejor el proyectil no resulto ser otra cosa que mi acompañante del bosque.
-¡Chucho!-Aquella palabra de asombro se me escapó, olvidando por un instante nuestra mentira sobre que el se llamaba Federico.
Dan no le prestó la mas mínima atención a mis exclamaciones, en vez de eso se puso a tartamudear y farfullar como si estuviéramos a punto de devorarlo.
-Si.-Asentí ante la pregunta de chucho, ignorando al hombre que ya había empezado incluso a moquear sin que le hiciéramos nada, probablemente fruto de su propia imaginación que no estaba siendo muy misericorde con el mismo. Esos llantos fueron los que me hicieron girar la mirada hacia ese sujeto, y caer en un modo en el que poder tapar la hemorragia mientras volvíamos al campamento.
-Necesito tu camisa.-Le pedí con un tono autoritario que dejaba poca opcion a una negativa al humano.
-c-claro t-toma, tomad todo lo que queráis...s-solo no me mateis..porfavor....-Con las manos trémulas se desprendió de su camisa que sin duda alguna había visto mejores días.
Con la tela ne mano, saqué el chacha de su sitio. Un grito de dolor se escapo de entre mis dientes prietos de forma incontenible, y mi rostro se contorsiono con el dolor. Rápido, o todo lo rápido que pude, pegué la tela en un bollo lo mas macizo que pude contra el corte, intentando de esa forma parar en lo posible la hemorragia.
-Deberíamos...volver al campamento.-Le dije a chucho, con una voz ronca y cortada por el esfuerzo. Ahora que me hallaba mucho mas fragil no quería seguir teniendo al otro cazador a nuestro lado, porque, por asustado que estuviese podía llegar a recobrar la lucidez y a encontrar ese momento como el optimo para atacarnos. Con toda la violencia de la que pude hacer acopio en mi voz, y mostrando los dientes le espeté.-Corre.
Dan se levanto del suelo donde chucho lo había tirado como si acabara de pincharse con un zarzal, y, resbalándose con la hojarasca y tropezándose con al maleza, corrió casi a cuatro patas, levantándose a cada traspiés, y corriendo desaforadamente, como si tuviese la muerte pegada a los talones. Cuando este desapareció de la vista, me agarré en lo que pude a mi compañero con la mano libre, y señalé con la cabeza el camino al campamento donde reposaban nuestras cosas.
A medida que le bosque solo nos devolvía el mas sepulcral de los silencios, iba desapareciendo todo el color de su tez, y pronto el color rosado empezó a parecer amarillento. Pese a que era una noche fresca, su rostro se perlo de sudor, y sus facciones empezaron a curvarse con desesperación.
La voz de Dan al repetir con apuro, una vez tras otra, el nombre de su compañero Joe, era cada vez mas aguda, como si alguien le estuviera pisando con fuerza creciente.
Sin embargo, en vez de cruzarnos con el otro cazador, una figura emergió de los arboles y cayó sin darle tiempo a reaccionar encima del humano, que se estrello estrepitosamente contra el suelo.
Di un respingo de forma instintiva, haciendo que el hacha ganara un poco mas de terreno, y soltando, por consiguiente, un profundo y grave gruñido de dolor.
Por suerte cuando examiné mejor el proyectil no resulto ser otra cosa que mi acompañante del bosque.
-¡Chucho!-Aquella palabra de asombro se me escapó, olvidando por un instante nuestra mentira sobre que el se llamaba Federico.
Dan no le prestó la mas mínima atención a mis exclamaciones, en vez de eso se puso a tartamudear y farfullar como si estuviéramos a punto de devorarlo.
-Si.-Asentí ante la pregunta de chucho, ignorando al hombre que ya había empezado incluso a moquear sin que le hiciéramos nada, probablemente fruto de su propia imaginación que no estaba siendo muy misericorde con el mismo. Esos llantos fueron los que me hicieron girar la mirada hacia ese sujeto, y caer en un modo en el que poder tapar la hemorragia mientras volvíamos al campamento.
-Necesito tu camisa.-Le pedí con un tono autoritario que dejaba poca opcion a una negativa al humano.
-c-claro t-toma, tomad todo lo que queráis...s-solo no me mateis..porfavor....-Con las manos trémulas se desprendió de su camisa que sin duda alguna había visto mejores días.
Con la tela ne mano, saqué el chacha de su sitio. Un grito de dolor se escapo de entre mis dientes prietos de forma incontenible, y mi rostro se contorsiono con el dolor. Rápido, o todo lo rápido que pude, pegué la tela en un bollo lo mas macizo que pude contra el corte, intentando de esa forma parar en lo posible la hemorragia.
-Deberíamos...volver al campamento.-Le dije a chucho, con una voz ronca y cortada por el esfuerzo. Ahora que me hallaba mucho mas fragil no quería seguir teniendo al otro cazador a nuestro lado, porque, por asustado que estuviese podía llegar a recobrar la lucidez y a encontrar ese momento como el optimo para atacarnos. Con toda la violencia de la que pude hacer acopio en mi voz, y mostrando los dientes le espeté.-Corre.
Dan se levanto del suelo donde chucho lo había tirado como si acabara de pincharse con un zarzal, y, resbalándose con la hojarasca y tropezándose con al maleza, corrió casi a cuatro patas, levantándose a cada traspiés, y corriendo desaforadamente, como si tuviese la muerte pegada a los talones. Cuando este desapareció de la vista, me agarré en lo que pude a mi compañero con la mano libre, y señalé con la cabeza el camino al campamento donde reposaban nuestras cosas.
Arygos Valnor
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Re: [cerrado]Un re encuentro inesperado [Noche]
El recibimiento de Arygos me hizo quedar en claro de que aunque estuviese herida no estaba tan grave, aunque aquel apodo seguía sin agradarme, pero ya no había nada más que hacer… ahora temía que en algún momento de mi vida hiciese algo grande y memorable, existía posibilidad de que me recordaran como “Chucho el arquero”, un mote que no inspira mucha confianza.
Mi duda acerca del dolor de los dragones quedó clara cuando Arygos confirmo que le hacha en su hombro le molestaba, aunque era más resistente de lo que esperaba, cualquier otra persona estaría sollozando y gimiendo de dolor. La chica le hizo una petición rara al sujeto ¿Para que necesitaría Arygos la camisa del cazador? Bueno, quizá por el asunto de la ropa en su forma dragón, pero aun así podía buscar en el campamento mejores camisas que usar, ropa más limpia.
Me fije que la idea de Arygos era diferente a lo que pensaba, había usado la vestimenta del sujeto para evitar el sangrado de la herida, muy inteligente de su parte, aunque aquello si pareció dolerle.
Resultaba raro ver al cazador muerto de miedo en el suelo mientras Arygos se arrancaba el hacha, el sujeto parecía intacto y aun así temía ¿Qué pudo haber hecho la chica para infundir aquel temor? Quizá comerse a cicatrices… un momento ¿Dónde rayos estaba cicatrices? Miré a Arygos tratando de juntar las piezas, cicatrices no estaba cerca y Dan lloraba como nena, mi compañera no parecía preocupada por un ataque sorpresa desde el campamento “Oh por los Dioses, ¡Se comió a cicatrices!”
Mientras yo estaba perdido en mi mente uniendo las piezas y aterrado por el hecho de que uno de los cazadores había servido de aperitivo de la dragona, Dan había salido corriendo por orden misma de Arygos, hasta yo saldría corriendo si estuviese corriendo el mismo peligro que el líder de los cazadores.
Ahora que por lo visto no había peligro cerca la chica se había relajado, ahora si se podía notar lo cansada y quizá herida que estaba. No me molesté en servirle de apoyo mientras comenzaba a caminar al campamento que era de los cazadores.
- ¿Te lo comiste cierto? – Fue lo único que dije mientras mi mente aun daba vueltas al asunto. – Por eso el cazador parecía asustado, masticaste a cicatrices justo frente su rostro… - Sacudí la cabeza tratando de eliminar las imágenes que mi imaginación generaba. – Bueno, supongo que ya no querrás comer jabal, una lástima si me lo preguntas, tenía historias interesantes que contar mientras comíamos… y también contar lo que sucedió allí en el bosque.
Mientras caminaba comencé a recordar otras cosas que resultaban importantes, la chica que había encerrado en una de las tiendas ¿Qué papel tenía ella en todo este asunto? Aquella era una pregunta que Dan sin dudas podía haber respondido, otra de mis dudas era acerca de la sopa, estaba condimentada para drogar a la gente ¿Por qué estaban haciendo tanta? No era posible que ellos también fuesen a comerla, parecía que estaba destinada para alguien más, el jabalí debía ser la comida de ellos… y la última pregunta era la más importante.
- ¿Dónde está mi arco? – Me detuve en seco mirando las copas de los árboles aterrado. – Por favor dime que no te lo quitaron, ese arco debe estar bien.– Tragué saliva esperando que aquel objeto estuviese bien, era uno de los pocos recuerdos que quedaban de mi maestro, si algo le sucedía no podría perdonarmelo.
Mi duda acerca del dolor de los dragones quedó clara cuando Arygos confirmo que le hacha en su hombro le molestaba, aunque era más resistente de lo que esperaba, cualquier otra persona estaría sollozando y gimiendo de dolor. La chica le hizo una petición rara al sujeto ¿Para que necesitaría Arygos la camisa del cazador? Bueno, quizá por el asunto de la ropa en su forma dragón, pero aun así podía buscar en el campamento mejores camisas que usar, ropa más limpia.
Me fije que la idea de Arygos era diferente a lo que pensaba, había usado la vestimenta del sujeto para evitar el sangrado de la herida, muy inteligente de su parte, aunque aquello si pareció dolerle.
Resultaba raro ver al cazador muerto de miedo en el suelo mientras Arygos se arrancaba el hacha, el sujeto parecía intacto y aun así temía ¿Qué pudo haber hecho la chica para infundir aquel temor? Quizá comerse a cicatrices… un momento ¿Dónde rayos estaba cicatrices? Miré a Arygos tratando de juntar las piezas, cicatrices no estaba cerca y Dan lloraba como nena, mi compañera no parecía preocupada por un ataque sorpresa desde el campamento “Oh por los Dioses, ¡Se comió a cicatrices!”
Mientras yo estaba perdido en mi mente uniendo las piezas y aterrado por el hecho de que uno de los cazadores había servido de aperitivo de la dragona, Dan había salido corriendo por orden misma de Arygos, hasta yo saldría corriendo si estuviese corriendo el mismo peligro que el líder de los cazadores.
Ahora que por lo visto no había peligro cerca la chica se había relajado, ahora si se podía notar lo cansada y quizá herida que estaba. No me molesté en servirle de apoyo mientras comenzaba a caminar al campamento que era de los cazadores.
- ¿Te lo comiste cierto? – Fue lo único que dije mientras mi mente aun daba vueltas al asunto. – Por eso el cazador parecía asustado, masticaste a cicatrices justo frente su rostro… - Sacudí la cabeza tratando de eliminar las imágenes que mi imaginación generaba. – Bueno, supongo que ya no querrás comer jabal, una lástima si me lo preguntas, tenía historias interesantes que contar mientras comíamos… y también contar lo que sucedió allí en el bosque.
Mientras caminaba comencé a recordar otras cosas que resultaban importantes, la chica que había encerrado en una de las tiendas ¿Qué papel tenía ella en todo este asunto? Aquella era una pregunta que Dan sin dudas podía haber respondido, otra de mis dudas era acerca de la sopa, estaba condimentada para drogar a la gente ¿Por qué estaban haciendo tanta? No era posible que ellos también fuesen a comerla, parecía que estaba destinada para alguien más, el jabalí debía ser la comida de ellos… y la última pregunta era la más importante.
- ¿Dónde está mi arco? – Me detuve en seco mirando las copas de los árboles aterrado. – Por favor dime que no te lo quitaron, ese arco debe estar bien.– Tragué saliva esperando que aquel objeto estuviese bien, era uno de los pocos recuerdos que quedaban de mi maestro, si algo le sucedía no podría perdonarmelo.
Fredericksen
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Re: [cerrado]Un re encuentro inesperado [Noche]
A simple vista el aspecto de Cucho parecía lozano, cansado, si, pero sin ninguna herida mas grave que los golpes que pudiera haber recibido al lanzarse desde un árbol como si fuera una ardilla, aunque con consecuencias mucho peores para el mismo de las que habría tenido para cualquier pequeño roedor. Y, pese a ello, su cara empezaba a contorsionar en una mueca extraña, vagamente familiar a la de Dan, pero que no lograba interpretar completamente. Me miraba como si estuviese viendo algo que hacía unos instantes no estaba allí, sin embargo, no había cambiado un ápice en esos pocos segundos que separaban ambos momentos.
Comenzó a caminar, e hice lo propio, sin dejar de preguntarme que ocurria. Mi duda no subsistió mas que unos pocos metros, entonces hizo presente aquel pensamiento que le había estado acosando.
Antes de que diese ninguna razón ya estaba justificando mis supuestos actos.
Solté un largo suspiro por las narinas mientras dejaba que terminara de hablar y se desahogara. En cierto modo entendía que yo era medio humana, por eso intentaba no comerlos dentro de lo posible, y escupía su carne cuando la arrancaba en alguna contienda. Además de que comer en una situación crítica no era una buena idea. Aun así, el muchacho me había visto con anterioridad masticar ya a uno de sus congéneres. No podía culparle si pensaba en aquello.
-No me lo comí.-Le aseguré. Para mi sorpresa mi voz sonó mucho mas débil y cansada de lo que esperaba. Caminar por la maleza, y la fuerza con la que apretaba el paño sobre la herida era un esfuerzo mas grande del que había creído. Mi mano temblaba de la tensión de los músculos, pero sabía que si desistía sería muchísimo peor.
-Lo mordí, y lo quemé, por eso estaba tan asustado.-Expliqué tras una pequeña pausa, en la que solo el crujir del follaje que cubría el sendero rompía el silencio.
El silencio se hizo presente entre ambos una vez mas. Chucho parecía sumergido en sus pensamientos, y contenía el dolor lo mejor que podía, centrando mi mente en el campamento, buscando soluciones a mi estado actual, y procurando mantener el equilibrio. Usar a Chucho de apoyo esporádico era de mucha ayuda, aunque la cola era la principal causante de la ausencia de caídas.
La voz de chucho se presentó de nuevo mientras el muchacho se quedaba quieto. Yo sin embargo no me detuve, le hice un gesto para que siguiera, como mas tardásemos peor para mi.-Lo dejé en el campamento, todo debería estar allí.
Unos gemidos lastimeros indicaron que era el camino correcto, y se escucharon antes de atravesar la ultima hilera de arboles. Cuando finalmente asomamos al campamento, nada parecía haber cambiado. El fuego aun crepitaba, las pequeñas llamas generaban danzarinas sombras sobre la tienda, y permitían ver a través de la tela la difusa silueta de alguien temblando en un rincón de la misma.
El cuenco de sopa y la comida habían sido atacados por pequeños roedores y moscas, pero nada mas grave que aquello. Parecía que los habitantes hubieran desaparecido repentinamente, algo que no estaba tan lejos de la realidad.
En el suelo, algunas manchas en la tierra, haciéndola mas oscura, permitían a la vista recorrer el sendero de pistas que llegaba hacia el hombre de las cicatrices. Gotas de sangre y sobre todo, tierra húmeda de agua, llevaban en primera instancia hacia el morral sobre el cual reposaba el arco de Chucho y algunas flechas desperdigadas. Su arco tenía una parte oscurecida de carmesí, de cuando el sujeto mutilado había intentado usarlo, y algunas de las plumas de las flechas esparcidas tenían esos mismos adornos.
Si la mirada seguía a ras del suelo, en dirección a los gemidos, finalmente aparecía el origen de los mismos.
El sujeto de las cicatrices se hallaba tumbado en el suelo, boqueando y gimiendo al mismo tiempo. Toda su piel estaba enrojecida, tanto, que costaba recordar de que color había sido originariamente. Salpicadas por toda la rojez de su tez, ampollas de diferentes tamaños, como si fuera alguna clase de erupción incontrolable, hacían de cada uno de sus movimientos un suplicio, incluso alrededor de sus ojos y de sus labios, entreabiertos y temblorosos, pero casi inmobiles, las burbujas de piel decoraban casi todo el espacio, como si los relieves no fueran ningún inconveniente para su aparición, y estas tuvieran la función de darle un contorno completamente nuevo, y nada humano.
El pedazo de mano con la pareja de dedos que habían sido arrancados debía de haber quedado lejos, recordaba haberlo escupido pero no exactamente donde. Mientras nadie lo pisara o se resbalara con ello carecía de mayor importancia.
La silueta de la tienda empezó a acercarse a la entrada, pero un nuevo gemido algo mas fuerte de el sujeto de las cicatrices hizo que se echara hacia atrás asustada, lo que explicaba porque era posible que aun y nuestra moderadamente larga ausencia, la muchacha no hubiera emergido de la tienda que era su refugio.
Ignorando a las dos personas que había en el campamento, me solté de chucho y me acerque hacia donde la daga de el sujeto de las cicatrices había caído. La tomé con la mano libre, y la acomodé sobre las brasas del fuego, dejando solo fuera de su alcance el mango. Eso iba a doler, pero la creciente debilidad que me embargaba me dejaba pocas opciones mas, era consciente de que estaba deteniendo la hemorragia parcialmente, y la camisa estaba cada vez mas empapada en mi propia sangre.
Me dejé caer delante del fuego, contemplando las llamas de forma casi hipnotizada, como si el fuego tuviese alguna clase de influjo sobre mi, otra señal mas de que mi consciencia se escurría de mi mente como la sangre entre los pliegues de la camisa de Dan.
-Necesito algo de madera que pueda morder.-Mi voz trémula rompió el continuo de lo gemidos del sujeto, que yacía moribundo a pocos metros. Su dolor y su miedo eran casi palpables, pero no me importaban mas que los guijarros que le hacían compañía decorando el suelo.
Comenzó a caminar, e hice lo propio, sin dejar de preguntarme que ocurria. Mi duda no subsistió mas que unos pocos metros, entonces hizo presente aquel pensamiento que le había estado acosando.
Antes de que diese ninguna razón ya estaba justificando mis supuestos actos.
Solté un largo suspiro por las narinas mientras dejaba que terminara de hablar y se desahogara. En cierto modo entendía que yo era medio humana, por eso intentaba no comerlos dentro de lo posible, y escupía su carne cuando la arrancaba en alguna contienda. Además de que comer en una situación crítica no era una buena idea. Aun así, el muchacho me había visto con anterioridad masticar ya a uno de sus congéneres. No podía culparle si pensaba en aquello.
-No me lo comí.-Le aseguré. Para mi sorpresa mi voz sonó mucho mas débil y cansada de lo que esperaba. Caminar por la maleza, y la fuerza con la que apretaba el paño sobre la herida era un esfuerzo mas grande del que había creído. Mi mano temblaba de la tensión de los músculos, pero sabía que si desistía sería muchísimo peor.
-Lo mordí, y lo quemé, por eso estaba tan asustado.-Expliqué tras una pequeña pausa, en la que solo el crujir del follaje que cubría el sendero rompía el silencio.
El silencio se hizo presente entre ambos una vez mas. Chucho parecía sumergido en sus pensamientos, y contenía el dolor lo mejor que podía, centrando mi mente en el campamento, buscando soluciones a mi estado actual, y procurando mantener el equilibrio. Usar a Chucho de apoyo esporádico era de mucha ayuda, aunque la cola era la principal causante de la ausencia de caídas.
La voz de chucho se presentó de nuevo mientras el muchacho se quedaba quieto. Yo sin embargo no me detuve, le hice un gesto para que siguiera, como mas tardásemos peor para mi.-Lo dejé en el campamento, todo debería estar allí.
Unos gemidos lastimeros indicaron que era el camino correcto, y se escucharon antes de atravesar la ultima hilera de arboles. Cuando finalmente asomamos al campamento, nada parecía haber cambiado. El fuego aun crepitaba, las pequeñas llamas generaban danzarinas sombras sobre la tienda, y permitían ver a través de la tela la difusa silueta de alguien temblando en un rincón de la misma.
El cuenco de sopa y la comida habían sido atacados por pequeños roedores y moscas, pero nada mas grave que aquello. Parecía que los habitantes hubieran desaparecido repentinamente, algo que no estaba tan lejos de la realidad.
En el suelo, algunas manchas en la tierra, haciéndola mas oscura, permitían a la vista recorrer el sendero de pistas que llegaba hacia el hombre de las cicatrices. Gotas de sangre y sobre todo, tierra húmeda de agua, llevaban en primera instancia hacia el morral sobre el cual reposaba el arco de Chucho y algunas flechas desperdigadas. Su arco tenía una parte oscurecida de carmesí, de cuando el sujeto mutilado había intentado usarlo, y algunas de las plumas de las flechas esparcidas tenían esos mismos adornos.
Si la mirada seguía a ras del suelo, en dirección a los gemidos, finalmente aparecía el origen de los mismos.
El sujeto de las cicatrices se hallaba tumbado en el suelo, boqueando y gimiendo al mismo tiempo. Toda su piel estaba enrojecida, tanto, que costaba recordar de que color había sido originariamente. Salpicadas por toda la rojez de su tez, ampollas de diferentes tamaños, como si fuera alguna clase de erupción incontrolable, hacían de cada uno de sus movimientos un suplicio, incluso alrededor de sus ojos y de sus labios, entreabiertos y temblorosos, pero casi inmobiles, las burbujas de piel decoraban casi todo el espacio, como si los relieves no fueran ningún inconveniente para su aparición, y estas tuvieran la función de darle un contorno completamente nuevo, y nada humano.
El pedazo de mano con la pareja de dedos que habían sido arrancados debía de haber quedado lejos, recordaba haberlo escupido pero no exactamente donde. Mientras nadie lo pisara o se resbalara con ello carecía de mayor importancia.
La silueta de la tienda empezó a acercarse a la entrada, pero un nuevo gemido algo mas fuerte de el sujeto de las cicatrices hizo que se echara hacia atrás asustada, lo que explicaba porque era posible que aun y nuestra moderadamente larga ausencia, la muchacha no hubiera emergido de la tienda que era su refugio.
Ignorando a las dos personas que había en el campamento, me solté de chucho y me acerque hacia donde la daga de el sujeto de las cicatrices había caído. La tomé con la mano libre, y la acomodé sobre las brasas del fuego, dejando solo fuera de su alcance el mango. Eso iba a doler, pero la creciente debilidad que me embargaba me dejaba pocas opciones mas, era consciente de que estaba deteniendo la hemorragia parcialmente, y la camisa estaba cada vez mas empapada en mi propia sangre.
Me dejé caer delante del fuego, contemplando las llamas de forma casi hipnotizada, como si el fuego tuviese alguna clase de influjo sobre mi, otra señal mas de que mi consciencia se escurría de mi mente como la sangre entre los pliegues de la camisa de Dan.
-Necesito algo de madera que pueda morder.-Mi voz trémula rompió el continuo de lo gemidos del sujeto, que yacía moribundo a pocos metros. Su dolor y su miedo eran casi palpables, pero no me importaban mas que los guijarros que le hacían compañía decorando el suelo.
Arygos Valnor
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Re: [cerrado]Un re encuentro inesperado [Noche]
La chica no se comió a cicatrices, solo lo había masticado y quemado, claro, porque aquello también era muy normal. Bueno, viendo el lado positivo significaba que no me conseguiría con una escena de órganos esparcidos o algo por el estilo, sangre por todos lados, las tripas de cicatrices esparcidas de aquí para allá… ciertamente una imagen asquerosa y perturbadora.
Afortunadamente la respuesta del paradero de mi arco no era negativa, el arco se había quedado en el campamento, esperaba que en buenas condiciones. Seguí a la joven cuando está hizo las señales para seguir caminando, ya no tenía motivos para estar nervioso… a menos que otro grupo de bandidos apareciera de la nada, lo cual sería el colmo. Entre más cerca parecíamos estar del campamento más podía escuchar algo raro, parecía ser alguien quejándose, posiblemente algún vagabundo que consiguiera el sitio… o la chica de la tienda.
Una vez en el campamento todo parecía más tranquila, aunque los quejidos persistían, miré en dirección a la tienda y pude notar que la chica seguía allí encerrada. En el suelo también había un rastro extraño, era como si hubiese llovido, pero tenía cierto color a sangre algo peculiar, seguro era culpa de la iluminación aquel raro efecto. Seguí con la mirada el rastro para fijarme que lo primero en el camino era mi arco y mis flechas, estaban sucias con sangre, tanto que cuidaba mis cosas para que se ensuciaran así “Un momento ¿De quién es la sangre?” Dan no había resultado herido y dudaba que Arygos hubiese tratado de usar mi arma con ese hombro así, además que había aceptado que había masticado a cicatrices.
El rastro se acercaba a el causante de los gemidos, cicatrices estaba en un pésimo estado, le faltaba el brazo y parecía haber tomado un baño con agua hirviendo… ¿Todo eso lo había hecho Arygos? Porque si era así, agradecía no haber sido tan hostil en nuestro primer encuentro.
La chica en la tienda parecía insegura en salir, principalmente porque los quejidos de cicatrices no sonaban muy amistosos… o sanos, cualquiera le tendría miedo a ese ruido, parecía un vagabundo ebrio, tanto en comportamiento como en apariencia. Arygos se alejó a tomar algo del suelo, mientras tanto aproveché a recoger mi arco y mirar con cierto asco la sangre seca, debería limpiarlo muy bien. Mientras arygos tomaba lugar frente al fuego aproveché para acercarme a el líder de los cazadores, su apariencia daba asco, si se recuperaba podía trabajar en un circo de fenómenos “El increíble hombre con burbujas” No sería la función principal, pero algo es mejor que nada.
Según palabras de mi compañera, necesitaba algo de madera que morder, miré alrededor buscando que pasarle y me conseguí en el suelo la mano mutilada de cicatrices ¿Aquello le funcionaría? Caminé hasta la mano y la recogí agitándola en el aire tratando de evitar las nauseas, aquello no era como recoger animales muertos, por alguna razón resultaba más asqueroso.
- ¿Necesitas que te de… una mano? – Sonreí mientras miraba a Arygos, un chiste para aligerar la tensión nunca caía mal, por muy desagradable que fuese.
Dejé la mano en el suelo y luego tome una vara que posiblemente hubiesen usado antes como antorcha, ni idea, pero aquello se podía morder y resistiría la fuerza que tenía la joven dragona en la mandíbula. Me apresuré en ir hasta la fogata para extenderle la vara a la chica, por lo visto estaba calentando el cuchillo… pensaba usarlo para cerrar la herida, eso debía de doler.
- Esto fue lo único aceptable que conseguí… pero si quieres morder la mano por mí no hay ningún problema, te guardaré el secreto si es necesario.
Suspiré pesadamente y volví a dirigir la mirada hasta la chica encerrada en la tienda, su sombra parecía querer salir pero algo no la dejaba, quizá el miedo a las voces en el exterior ¿Algo tan malo le habían hecho? Recuerdo que Arygos había dicho que la chica parecía herida, pero no estaba seguro de que tan grave era el asunto.
- ¿Crees que debamos ver cómo está? – Le pregunté a mi compañera mientras volvía a dirigir la mirada al cuchillo calentándose. – Porque el peligro parece ya haber pasado… y nosotros no somos peligrosos ¿Cierto?
Afortunadamente la respuesta del paradero de mi arco no era negativa, el arco se había quedado en el campamento, esperaba que en buenas condiciones. Seguí a la joven cuando está hizo las señales para seguir caminando, ya no tenía motivos para estar nervioso… a menos que otro grupo de bandidos apareciera de la nada, lo cual sería el colmo. Entre más cerca parecíamos estar del campamento más podía escuchar algo raro, parecía ser alguien quejándose, posiblemente algún vagabundo que consiguiera el sitio… o la chica de la tienda.
Una vez en el campamento todo parecía más tranquila, aunque los quejidos persistían, miré en dirección a la tienda y pude notar que la chica seguía allí encerrada. En el suelo también había un rastro extraño, era como si hubiese llovido, pero tenía cierto color a sangre algo peculiar, seguro era culpa de la iluminación aquel raro efecto. Seguí con la mirada el rastro para fijarme que lo primero en el camino era mi arco y mis flechas, estaban sucias con sangre, tanto que cuidaba mis cosas para que se ensuciaran así “Un momento ¿De quién es la sangre?” Dan no había resultado herido y dudaba que Arygos hubiese tratado de usar mi arma con ese hombro así, además que había aceptado que había masticado a cicatrices.
El rastro se acercaba a el causante de los gemidos, cicatrices estaba en un pésimo estado, le faltaba el brazo y parecía haber tomado un baño con agua hirviendo… ¿Todo eso lo había hecho Arygos? Porque si era así, agradecía no haber sido tan hostil en nuestro primer encuentro.
La chica en la tienda parecía insegura en salir, principalmente porque los quejidos de cicatrices no sonaban muy amistosos… o sanos, cualquiera le tendría miedo a ese ruido, parecía un vagabundo ebrio, tanto en comportamiento como en apariencia. Arygos se alejó a tomar algo del suelo, mientras tanto aproveché a recoger mi arco y mirar con cierto asco la sangre seca, debería limpiarlo muy bien. Mientras arygos tomaba lugar frente al fuego aproveché para acercarme a el líder de los cazadores, su apariencia daba asco, si se recuperaba podía trabajar en un circo de fenómenos “El increíble hombre con burbujas” No sería la función principal, pero algo es mejor que nada.
Según palabras de mi compañera, necesitaba algo de madera que morder, miré alrededor buscando que pasarle y me conseguí en el suelo la mano mutilada de cicatrices ¿Aquello le funcionaría? Caminé hasta la mano y la recogí agitándola en el aire tratando de evitar las nauseas, aquello no era como recoger animales muertos, por alguna razón resultaba más asqueroso.
- ¿Necesitas que te de… una mano? – Sonreí mientras miraba a Arygos, un chiste para aligerar la tensión nunca caía mal, por muy desagradable que fuese.
Dejé la mano en el suelo y luego tome una vara que posiblemente hubiesen usado antes como antorcha, ni idea, pero aquello se podía morder y resistiría la fuerza que tenía la joven dragona en la mandíbula. Me apresuré en ir hasta la fogata para extenderle la vara a la chica, por lo visto estaba calentando el cuchillo… pensaba usarlo para cerrar la herida, eso debía de doler.
- Esto fue lo único aceptable que conseguí… pero si quieres morder la mano por mí no hay ningún problema, te guardaré el secreto si es necesario.
Suspiré pesadamente y volví a dirigir la mirada hasta la chica encerrada en la tienda, su sombra parecía querer salir pero algo no la dejaba, quizá el miedo a las voces en el exterior ¿Algo tan malo le habían hecho? Recuerdo que Arygos había dicho que la chica parecía herida, pero no estaba seguro de que tan grave era el asunto.
- ¿Crees que debamos ver cómo está? – Le pregunté a mi compañera mientras volvía a dirigir la mirada al cuchillo calentándose. – Porque el peligro parece ya haber pasado… y nosotros no somos peligrosos ¿Cierto?
Fredericksen
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Re: [cerrado]Un re encuentro inesperado [Noche]
Cuando escuché la broma de Chucho no la entendí en un primer momento, hasta que me gire y observé la media mano. No pude evitar reír un poco, mas por la sorpresa y lo ingenioso de aquello que porque realmente me hiciera gracia una mano cercenada. En cualquier caso, reír fue una pésima idea, y mi risa finalizo con un gemido de dolor por los sacudones en el corte que tenía en el hombro.
-Prefiero la madera, la mano la podría llegar a cortar en otro pedazo...-No estaba muy segura del todo, pero prefería no arriesgarme a ello. Así que dejé la madera ne mi regazo, mientras controlaba de reojo el acero sobre las brasas, temiendo como la hoja iba volviendose cada vez mas incandescente. Mis manos temblaban un poco, había visto eso, había visto cuanto dolía, y dentro de poco tendría que hacérmelo a mi misma.
El sudor había empezado a perlar mi frente, pero por suerte, las cabilaciónes de mi acompañante me sacaron otra vez de mis pensamientos, haciendo que no me torturara hasta que no tuviera que enfrentar ese momento, y dándome unos valiosos y preciados segundos de paz.
-Muchos animales quedan cansados y heridos después de procrear y necesitan descansar, me parece que la muchacha no es una excepción, además de que eso la hace vulnerable, es obvio que este asustadiza.-Le explique.-Aunque yo no voy a ser un peligro si no me ataca, o te ataca a ti.-Le prometí, afilando un poco la mirada porque hubiera siquiera pensado en sugerir aquello. Como si fuera alguna clase de bestia salvaje o caníbal.
-De todos modos, acabamos de hacer que sus hermanos la abandonen, si yo fuera ella probablemente te agarraría del pescuezo y te sacudiría hasta desnucarte... o algo así.-Procuré no hacer ningún gesto corporal aunque había estado a punto de ladear la cabeza y mover los hombros, lo que habría terminando mal para mi, otra vez.
-Además del estado en el que hemos dejado a su hermano mayor.-Aunque yo lo había hecho, eramos ambos algo responsables por habernos presentado allí.-Si quieres hablar con ella fíjate que no tenga ninguna arma.-Le aconsejé.
El color claro y flúor de la hoja de metal que estaba al fuego me indicó que era hora de dejar las peroratas y enfrentar la realidad. Me lleve la madera a la boca, y clave los dientes en la madera todo lo pude, luego, con la mano temblorosa, agarre el mango de la daga. Incluso desde el mango podía sentir el calor que emanaba la hoja, y casi ver como distorsionaba el aire a su alrededor.
Saque la tela del hombro, y la sangre volvió a manar de la herida con mas profusión que hace un momento, cuando se escurría entre los pliegues de la tela y empapaba cada vez mas la camisa ahora carmesí, del desaparecido Dan.
Acerqué la daga con cierto cuidado, no quería que por los temblores terminara apoyándose donde no era. Pero no lograba que avanzara mas. Podía sentir mi propio panico, mi propio miedo, y aun así era consciente de que no tenía muchas mas opciones, no poseía material de sutura, ni hubiera sabido como emplearlo. Solo tenía a mi alcance el remedio de los brutos, que podía salvarme la vida.
Y con ese ultimo pensamiento apoyé el acero incandescente sobre el corte.
Un dolor tan grande que la sola palabra no servía para englobar toda su magnitud. Del mismo se tensaron todos mis músculos, impidiéndome sacar la propia daga que lo generaba durante unos segundos, y cuando pro fin la pude apartar, sentí como arrancaba y se llevaba pegada a su hoja parte de la piel que había chamuscado.
La arrojé lejos, bien lejos, como si aquello pudiera llevarse el dolor también, y me doblé sobre mi misma, gritando sordamente contra la madera en la que se hundían mis dientes, pero incapaz de tomar una sola porción de aire para rellenar nuevamente los pulmones.
Y aun así, el ardor de los pulmones, de la asfixia, no podía rivalizar con el que sentía sobre el corte, ya cerrado, cuya carne que parecía derretida se había encargado de taponar la herida y evitar que me siguiera desangrando.
Mi mirada se había puesto borrosa, capas y capas de lagrimas cubrían y manaban raudas de mis hojos, hasta estrellarse contra el mango de la antorcha que mordía con fuerza.
Me dejé caer hacia el lado contrario, quedando hecha un cuatro sobre el suelo, ignorando el polvo y la tierra que se pegaba en mi rostro, húmedo, o que ensuciaba el corte del pómulo. Simplemente quedé allí temblando, respirando entrecotadamente en una lucha para conseguir aire y gritar al mismo tiempo, deseando, esperando, y rezando a los seis, para que ese dolor atroz remitiera.
-Prefiero la madera, la mano la podría llegar a cortar en otro pedazo...-No estaba muy segura del todo, pero prefería no arriesgarme a ello. Así que dejé la madera ne mi regazo, mientras controlaba de reojo el acero sobre las brasas, temiendo como la hoja iba volviendose cada vez mas incandescente. Mis manos temblaban un poco, había visto eso, había visto cuanto dolía, y dentro de poco tendría que hacérmelo a mi misma.
El sudor había empezado a perlar mi frente, pero por suerte, las cabilaciónes de mi acompañante me sacaron otra vez de mis pensamientos, haciendo que no me torturara hasta que no tuviera que enfrentar ese momento, y dándome unos valiosos y preciados segundos de paz.
-Muchos animales quedan cansados y heridos después de procrear y necesitan descansar, me parece que la muchacha no es una excepción, además de que eso la hace vulnerable, es obvio que este asustadiza.-Le explique.-Aunque yo no voy a ser un peligro si no me ataca, o te ataca a ti.-Le prometí, afilando un poco la mirada porque hubiera siquiera pensado en sugerir aquello. Como si fuera alguna clase de bestia salvaje o caníbal.
-De todos modos, acabamos de hacer que sus hermanos la abandonen, si yo fuera ella probablemente te agarraría del pescuezo y te sacudiría hasta desnucarte... o algo así.-Procuré no hacer ningún gesto corporal aunque había estado a punto de ladear la cabeza y mover los hombros, lo que habría terminando mal para mi, otra vez.
-Además del estado en el que hemos dejado a su hermano mayor.-Aunque yo lo había hecho, eramos ambos algo responsables por habernos presentado allí.-Si quieres hablar con ella fíjate que no tenga ninguna arma.-Le aconsejé.
El color claro y flúor de la hoja de metal que estaba al fuego me indicó que era hora de dejar las peroratas y enfrentar la realidad. Me lleve la madera a la boca, y clave los dientes en la madera todo lo pude, luego, con la mano temblorosa, agarre el mango de la daga. Incluso desde el mango podía sentir el calor que emanaba la hoja, y casi ver como distorsionaba el aire a su alrededor.
Saque la tela del hombro, y la sangre volvió a manar de la herida con mas profusión que hace un momento, cuando se escurría entre los pliegues de la tela y empapaba cada vez mas la camisa ahora carmesí, del desaparecido Dan.
Acerqué la daga con cierto cuidado, no quería que por los temblores terminara apoyándose donde no era. Pero no lograba que avanzara mas. Podía sentir mi propio panico, mi propio miedo, y aun así era consciente de que no tenía muchas mas opciones, no poseía material de sutura, ni hubiera sabido como emplearlo. Solo tenía a mi alcance el remedio de los brutos, que podía salvarme la vida.
Y con ese ultimo pensamiento apoyé el acero incandescente sobre el corte.
Un dolor tan grande que la sola palabra no servía para englobar toda su magnitud. Del mismo se tensaron todos mis músculos, impidiéndome sacar la propia daga que lo generaba durante unos segundos, y cuando pro fin la pude apartar, sentí como arrancaba y se llevaba pegada a su hoja parte de la piel que había chamuscado.
La arrojé lejos, bien lejos, como si aquello pudiera llevarse el dolor también, y me doblé sobre mi misma, gritando sordamente contra la madera en la que se hundían mis dientes, pero incapaz de tomar una sola porción de aire para rellenar nuevamente los pulmones.
Y aun así, el ardor de los pulmones, de la asfixia, no podía rivalizar con el que sentía sobre el corte, ya cerrado, cuya carne que parecía derretida se había encargado de taponar la herida y evitar que me siguiera desangrando.
Mi mirada se había puesto borrosa, capas y capas de lagrimas cubrían y manaban raudas de mis hojos, hasta estrellarse contra el mango de la antorcha que mordía con fuerza.
Me dejé caer hacia el lado contrario, quedando hecha un cuatro sobre el suelo, ignorando el polvo y la tierra que se pegaba en mi rostro, húmedo, o que ensuciaba el corte del pómulo. Simplemente quedé allí temblando, respirando entrecotadamente en una lucha para conseguir aire y gritar al mismo tiempo, deseando, esperando, y rezando a los seis, para que ese dolor atroz remitiera.
Arygos Valnor
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Re: [cerrado]Un re encuentro inesperado [Noche]
Mi chiste había causado un efecto positivo en Arygos, aunque por lo visto a causa de la herida la chica no pudo degustar bien la risa. Mi compañera efectivamente optó por quedarse con el pedazo de madera, por lo visto pensaba que podía volver a mutilar lo que quedaba de mano… y yo tampoco quería arriesgarme a ver si eso sucedía o no.
En medio de la preocupación que se veía en la joven, esta hizo una acotación algo extraña, estaba comparando el comportamiento que tenían los animales luego de revolcarse y el que tenía la chica… un momento ¿Acaso habían usado de esa manera a la joven? Claro, eso explicaba el grito que se había escuchado, por otro lado también dejaba claro porque parecía tan asustada, las piezas encajaban a la perfección. Otra cosa que había dicho Arygos era acerca de sus “hermanos”, a esta altura estaba claro que los cazadores no eran hermanos de la chica, y si lo eran… vaya familia.
- Si tuviese un arma hubiese salido hace rato a comprobar que sucedía… además dudo que sean familia, primero que nada porque es raro que entre hermanos se den lengüetazos, aunque existen casos. – Aquello era cierto, por muy raro que pareciera existían ocasiones que entre familia pasara aquello, de vez en cuando hasta con los mismos nobles. – El punto es que dudo que este sea uno de los casos.
Por el momento la hora fatídica de Arygos había llegado, el cuchillo ya estaba lo suficientemente caliente y lo había notado. La joven dragona parecía dudosa en aquello, bueno, cualquiera dudaría en pasarse un cuchillo caliente por la piel, debía de doler mucho, pero era la única de tratar aquella herida en el momento. En un último respiro el cuchillo dio a parar en la herida de el hombro, la escena era preocupante, jamás había visto el sufrimiento de alguien más así de cerca… la última vez fue cuando tuve que matar a mi maestro, pero dudaba que este caso ameritara tener que dispararle una flecha a la chica para acabar con su vida.
Mientras Arygos sufría en el suelo pensaba que hacer, un chiste servía para el humor pero no para el dolor físico, malabares con ardillas muertas tampoco sería… ¿Apoyo moral? Aquello debía funcionar, el problema es que ya no recordaba cómo debía hacerlo, quizá algo básico como decir “Todo pasará”, aunque el problema ahora era que tan agresiva podría estar la joven a causa del dolor, sabía que por voluntad propia no me iba a herir pero jamás se sabía que acciones podría realizar a causa del dolor, era como cuando alguien se molestaba por pegarse en el dedo pequeño del pie y terminaba soltando golpes a todos lados.
Me incliné cuidadosamente junto a Arygos y le di unas palmaditas en la espalda, casi imperceptibles, temía que en un arranque mi mano también acabase en el suelo. – Ya calma, el dolor es temporal… trata de pensar en cosas bonitas, algo así como… ¿Un lago? – Era pésimo animando, pero al menos lo intentaba.
No había nada más que pudiese hacer en aquel caso, quizá buscar una planta calmante… pero temía que apenas al salir me encontrase el vampiro ciego, o que el encontrara el campamento y a Arygos en aquel estado, no era una buena idea que tomar. Aunque la sopa tenía una que otra planta de las que había comido por error, quizá si sacaba alguna pudiese servir.
Me levanté y me dirigí hasta la olla que contenía la sopa con efectos sedantes, el agua parecía caliente y mis manos no estaban en condiciones para sumergirlas, solo quedaba una opción. Con cuidado tomé el contenedor y lo incliné desparramando todo el líquido en el suelo, beberse aquello sería peligroso de todos modos. Cuando la cacerola quedó casi totalmente vacía observé a ver que tanto había quedado, habían trozos de papa picada y la mayoría de plantas alucinógenas en el fondo, metí la mano rápidamente y saqué la primer hoja que logré tener, aquello sería suficiente.
Eso serviría para calmar el dolor, no causaría alucinaciones con suerte y dudaba que solo una fuese tan fuerte como para causar sueño, solo relajaría el cuerpo. Caminé hasta Arygos sacudiendo la hoja para secarla y se la acerqué.
- Si quieres puedes probar esto, no son la mejor planta existente… pero debería ayudarte.
En medio de la preocupación que se veía en la joven, esta hizo una acotación algo extraña, estaba comparando el comportamiento que tenían los animales luego de revolcarse y el que tenía la chica… un momento ¿Acaso habían usado de esa manera a la joven? Claro, eso explicaba el grito que se había escuchado, por otro lado también dejaba claro porque parecía tan asustada, las piezas encajaban a la perfección. Otra cosa que había dicho Arygos era acerca de sus “hermanos”, a esta altura estaba claro que los cazadores no eran hermanos de la chica, y si lo eran… vaya familia.
- Si tuviese un arma hubiese salido hace rato a comprobar que sucedía… además dudo que sean familia, primero que nada porque es raro que entre hermanos se den lengüetazos, aunque existen casos. – Aquello era cierto, por muy raro que pareciera existían ocasiones que entre familia pasara aquello, de vez en cuando hasta con los mismos nobles. – El punto es que dudo que este sea uno de los casos.
Por el momento la hora fatídica de Arygos había llegado, el cuchillo ya estaba lo suficientemente caliente y lo había notado. La joven dragona parecía dudosa en aquello, bueno, cualquiera dudaría en pasarse un cuchillo caliente por la piel, debía de doler mucho, pero era la única de tratar aquella herida en el momento. En un último respiro el cuchillo dio a parar en la herida de el hombro, la escena era preocupante, jamás había visto el sufrimiento de alguien más así de cerca… la última vez fue cuando tuve que matar a mi maestro, pero dudaba que este caso ameritara tener que dispararle una flecha a la chica para acabar con su vida.
Mientras Arygos sufría en el suelo pensaba que hacer, un chiste servía para el humor pero no para el dolor físico, malabares con ardillas muertas tampoco sería… ¿Apoyo moral? Aquello debía funcionar, el problema es que ya no recordaba cómo debía hacerlo, quizá algo básico como decir “Todo pasará”, aunque el problema ahora era que tan agresiva podría estar la joven a causa del dolor, sabía que por voluntad propia no me iba a herir pero jamás se sabía que acciones podría realizar a causa del dolor, era como cuando alguien se molestaba por pegarse en el dedo pequeño del pie y terminaba soltando golpes a todos lados.
Me incliné cuidadosamente junto a Arygos y le di unas palmaditas en la espalda, casi imperceptibles, temía que en un arranque mi mano también acabase en el suelo. – Ya calma, el dolor es temporal… trata de pensar en cosas bonitas, algo así como… ¿Un lago? – Era pésimo animando, pero al menos lo intentaba.
No había nada más que pudiese hacer en aquel caso, quizá buscar una planta calmante… pero temía que apenas al salir me encontrase el vampiro ciego, o que el encontrara el campamento y a Arygos en aquel estado, no era una buena idea que tomar. Aunque la sopa tenía una que otra planta de las que había comido por error, quizá si sacaba alguna pudiese servir.
Me levanté y me dirigí hasta la olla que contenía la sopa con efectos sedantes, el agua parecía caliente y mis manos no estaban en condiciones para sumergirlas, solo quedaba una opción. Con cuidado tomé el contenedor y lo incliné desparramando todo el líquido en el suelo, beberse aquello sería peligroso de todos modos. Cuando la cacerola quedó casi totalmente vacía observé a ver que tanto había quedado, habían trozos de papa picada y la mayoría de plantas alucinógenas en el fondo, metí la mano rápidamente y saqué la primer hoja que logré tener, aquello sería suficiente.
Eso serviría para calmar el dolor, no causaría alucinaciones con suerte y dudaba que solo una fuese tan fuerte como para causar sueño, solo relajaría el cuerpo. Caminé hasta Arygos sacudiendo la hoja para secarla y se la acerqué.
- Si quieres puedes probar esto, no son la mejor planta existente… pero debería ayudarte.
Fredericksen
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Re: [cerrado]Un re encuentro inesperado [Noche]
Había sido el en un primer instante quien había dejado atrás sus armas, y llevarla sabia implicado un posible enfrentamiento mas raro. Lo cierto es que quizás de haber entrado armados se habría dado una pelea campal mucho antes, esos sujetos habían estado irritables desde un primer momento.
Lo de los lenguetazos me hizo encarar ambas cejas, aunque no tarde en asociar a que se refería, o no demasiado por lo menos.-Eso no es cierto. Mis padres son hermanos, y la abuela Theragon y el abuelo también eran hermanos, y sus padres, y los de ellos... bueno, creo que entiendes a que me refiero.-De hecho toda mi familia tan atrás como era capaz de remontarme se formaban parejas de hermanos, y cuando mi viaje de peregrinación terminara me tocaría a mi escojer a alguno de ellos, o varios, para continuar el linaje. Pero aun faltaba mucho para ese momento, y tenía mucho que descubrir del mundo.-Quizás no lo sabes porque no tienes hermanos.-Siempre había visto a chucho solo, y, además, era la explicación mas factible de que no supiera algo tan lógico, se veía incluso en los animales del bosque como los miembros de una misma camada eran los que generaban las consiguientes.
El dolor remitía mucho mas despacio, y los segundos parecían eternos, como si el tiempo se detuviera para permitirme apreciar en mayor detalle ese dolor. Estaba segura de que la sombra de ese sufrimiento me perseguiría tanto en los sueños como en mi vigilia.
Las imágenes borrosas por las lagrimas fluctuaba por la ondulación de estas al deslizarse por mis ojos, antes de salir de estos, y daba la sensación de que era el propio dolor capaz de distorsionar la realidad con esa intensidad que sentía que me abrasaba hasta la mente.
Pero paso, lentamente fue pasando. Escuché la voz de chuco como algo lejano, y tarde mas de lo que habría creído posible en ser capaz de descifrar sus palabras. Parecía preocupado, y si mi cuerpo mostraba la mirad del dolor que estaba sintiendo, no podía culparle.
La mandíbula me dolía de la fuerza que había hecho. La abrí y el palo de la antorcha cayó. Cerrarla se sintió como si llevara una eternidad sin dejar de ejercer presión con ella.
Con torpedad y la mano aun templando de la conmoción, me limpie la comisura con el dorso, llena de la saliva que había regalimado por un costado mientras yacía en el suelo.
Rodé hasta quedar bocabajo, y con las extremidades temblorosas, entumecidas por la tension como si hubieran recibido una golpiza, me enderecé lentamente hasta quedar sentada.
Observé lo que me extendía el humano, y entre el dolor y el revoltijo de mi propio cuerpo no pude si no encorvarme hacia un costado y vaciar lo poco que quedaba en mi intestino tras esa noche esperpentica.
-No...gracias.-Hablé finalmente con un hilo de voz quebradizo y débil.-Esto..ya estoy mejor...¿Agua?.-Lo miré con los ojos aun vidriosos mientras la imagen se volvía nítida lentamente. Por lo menos era capaz de reconocerle.
Lo de los lenguetazos me hizo encarar ambas cejas, aunque no tarde en asociar a que se refería, o no demasiado por lo menos.-Eso no es cierto. Mis padres son hermanos, y la abuela Theragon y el abuelo también eran hermanos, y sus padres, y los de ellos... bueno, creo que entiendes a que me refiero.-De hecho toda mi familia tan atrás como era capaz de remontarme se formaban parejas de hermanos, y cuando mi viaje de peregrinación terminara me tocaría a mi escojer a alguno de ellos, o varios, para continuar el linaje. Pero aun faltaba mucho para ese momento, y tenía mucho que descubrir del mundo.-Quizás no lo sabes porque no tienes hermanos.-Siempre había visto a chucho solo, y, además, era la explicación mas factible de que no supiera algo tan lógico, se veía incluso en los animales del bosque como los miembros de una misma camada eran los que generaban las consiguientes.
El dolor remitía mucho mas despacio, y los segundos parecían eternos, como si el tiempo se detuviera para permitirme apreciar en mayor detalle ese dolor. Estaba segura de que la sombra de ese sufrimiento me perseguiría tanto en los sueños como en mi vigilia.
Las imágenes borrosas por las lagrimas fluctuaba por la ondulación de estas al deslizarse por mis ojos, antes de salir de estos, y daba la sensación de que era el propio dolor capaz de distorsionar la realidad con esa intensidad que sentía que me abrasaba hasta la mente.
Pero paso, lentamente fue pasando. Escuché la voz de chuco como algo lejano, y tarde mas de lo que habría creído posible en ser capaz de descifrar sus palabras. Parecía preocupado, y si mi cuerpo mostraba la mirad del dolor que estaba sintiendo, no podía culparle.
La mandíbula me dolía de la fuerza que había hecho. La abrí y el palo de la antorcha cayó. Cerrarla se sintió como si llevara una eternidad sin dejar de ejercer presión con ella.
Con torpedad y la mano aun templando de la conmoción, me limpie la comisura con el dorso, llena de la saliva que había regalimado por un costado mientras yacía en el suelo.
Rodé hasta quedar bocabajo, y con las extremidades temblorosas, entumecidas por la tension como si hubieran recibido una golpiza, me enderecé lentamente hasta quedar sentada.
Observé lo que me extendía el humano, y entre el dolor y el revoltijo de mi propio cuerpo no pude si no encorvarme hacia un costado y vaciar lo poco que quedaba en mi intestino tras esa noche esperpentica.
-No...gracias.-Hablé finalmente con un hilo de voz quebradizo y débil.-Esto..ya estoy mejor...¿Agua?.-Lo miré con los ojos aun vidriosos mientras la imagen se volvía nítida lentamente. Por lo menos era capaz de reconocerle.
Arygos Valnor
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Re: [cerrado]Un re encuentro inesperado [Noche]
Esa chica nunca dejaba de sorprenderme, o quizá era la raza como tal, pero la información que había recibido me pareció sorprendente, todo el linaje de la chica parecía ser de hermanos… era extraño, existían cuentos que decían que cuando el linaje era así alguno de los hijos resultaba no ser normal. Recuerdo de una historia que había escuchado hace muchos años, más o menos trataba de lo mismo, generaciones y generaciones de la misma sangre procreando unos con otros, hasta que tarde o temprano uno de los descendientes nació con cola de cerdo… bueno, aunque de por si trataba de hombres-bestia y la historia al final de cuentas trataba de infidelidad .
- Dudo que sea porque no tenga hermanos… quizá sea por cuestiones raciales, ya sabes. – Eso también podía ser una explicación lógica.
El estado de Arygos resultaba preocupante, estaba babeando y llorando a causa del dolor, al menos no me había tratado de desmembrar cuando intenté calmarla, eso fue bueno, aunque mi ayuda por lo visto no había funcionado. La joven dejó caer la vara que estaba mordiendo ¿Aquello era una mala señal? Esperé a ver qué opinaba de la idea de las plantas, la chica observó las plantas y esperaba que su reacción fuese positiva, tristemente lo único que logré fue que la chica vomitara “Bien, supongo que mejor descarto esta opción.”
El tono de voz de Arygos dejaba claro el estado en el que estaba, quien iba a decir que un cuchillo caliente pudiese causar todo aquello, pensándolo bien, sería una buen arma al momento de pelear, el problema sería calentarlo lo suficiente antes de la lucha. Según palabra de la joven decía ya estar mejor, aunque no lo parecía y creo que también estaba pidiendo agua.
- Posiblemente tengan agua en algún sitio, voy a buscar a ver, si alguien se acerca no dudes en pedir ayuda… o apuñalarlo con el cuchillo, ambas opciones son factibles. – Me levante guardando en mi bolsillo la hoja que Arygos no había aceptado, posiblemente sería útil en algún momento… al menos para ayudarme a dormir.
Me apresuré en dirigirme hasta las tiendas, en las cosas que tenían tiradas cerca no había nada de agua, ni una miserable cantimplora cerca, con razón aquellos cazadores eran tan secos. Si había algo por allí solo habían dos personas que pudieran ayudar, aunque cicatrices en medio de su agonía no podía ser de mucha ayuda, quizá frotándole las partes quemadas del rostro quisiera ayudar… pero eso sería el plan de emergencia. Así que la opción que parecía algo razonable a la cual pedirle ayuda era… la “hermana” de los cazadores, aquello posiblemente no iba a resultar tan bien, mejor andarme con cuidado.
Dejé mi arco con cuidado en el suelo fuera de la tienda y la abrí, podía escuchar como la muchacha comenzaba a sollozar, que raro. Lo primero que inserté en la tienda fueron las manos en señal de que estaba desarmado, con la desgracia de que un zapato terminó pegándome en una de estas “Genial, aun le queda otro zapato por arrojarme posiblemente” Seguí caminando con cuidado hasta entrar totalmente en la tienda, sorprendentemente ningún otro zapato voló contra mí.
La primer imagen de la joven era terrible, estaba herida y su ropa era un desastre ¿Qué le habían hecho aquellos sujetos? Las lagrimas caían por las mejillas de está mientras comenzaba a temblar, supuse que acercarme no iba a ser nada bueno, aunque tampoco parecían haber armas cercas que la chica pudiese usar.
- N…no otra vez… por favor… no de nuevo. – La voz de la chica era un claro signo de terror, su tono temblaba igual que ella.
- Yo solo quería preguntarte… si tenías agua a la mano. – Levanté lo más que pude las manos evitando parecer un peligro… aunque tampoco es que me viese muy normal con las manos en el aire.
- Te lo ruego… no más… - La chica no estaba siendo de mucha ayuda tampoco.
Suspiré y miré al suelo esperando conseguir alguna mochila donde buscar, afortunadamente conseguí algo mejor, no era una cantimplora pero era una vasija con agua o esperaba que fuese agua, me acerqué lentamente y la tomé sin hacer un movimiento brusco.
- Tomaré esto prestado un momento, espero que no te moleste. – Y sin esperar a escuchar la respuesta o más suplicas de piedad salí corriendo de la tienda.
Aquel tipo de escenas no me resultaban cómodas ni agradables, prefería primero encargarme de el agua y luego le preguntaría a Arygos que debíamos hacer, dejar a aquella muchacha tirada en el bosque no era una buena idea, quizá acercarla al camino y que luego ella se guiara sola… pero tampoco parecía estar en condiciones para eso.
Dejé la vasija con líquido cerca de Arygos, esperaba que fuese algo tolerable de beber y no otras cosas, solo me quedaba esperar a ver. Tomé asiento en el suelo tomando algo de aire y concentrándome en los arbustos, no iba a estar tranquilo hasta pasado un buen rato.
- La conseguí en la tienda de la chica, parece estar en un muy mal estado… la chica, no el líquido, solo para aclarar. Deberíamos tratar de hablar con ella, aunque parece que cree que soy otro de los cazadores. – tomé un poco de hierba del suelo y la gire entre mis dedos. – Así que también sugiero que tu trataras de hablar primero ¿Qué opinas? - La idea no era tan descabellada, ambas eran chicas y estaban heridas, quizá funcionara.
- Dudo que sea porque no tenga hermanos… quizá sea por cuestiones raciales, ya sabes. – Eso también podía ser una explicación lógica.
El estado de Arygos resultaba preocupante, estaba babeando y llorando a causa del dolor, al menos no me había tratado de desmembrar cuando intenté calmarla, eso fue bueno, aunque mi ayuda por lo visto no había funcionado. La joven dejó caer la vara que estaba mordiendo ¿Aquello era una mala señal? Esperé a ver qué opinaba de la idea de las plantas, la chica observó las plantas y esperaba que su reacción fuese positiva, tristemente lo único que logré fue que la chica vomitara “Bien, supongo que mejor descarto esta opción.”
El tono de voz de Arygos dejaba claro el estado en el que estaba, quien iba a decir que un cuchillo caliente pudiese causar todo aquello, pensándolo bien, sería una buen arma al momento de pelear, el problema sería calentarlo lo suficiente antes de la lucha. Según palabra de la joven decía ya estar mejor, aunque no lo parecía y creo que también estaba pidiendo agua.
- Posiblemente tengan agua en algún sitio, voy a buscar a ver, si alguien se acerca no dudes en pedir ayuda… o apuñalarlo con el cuchillo, ambas opciones son factibles. – Me levante guardando en mi bolsillo la hoja que Arygos no había aceptado, posiblemente sería útil en algún momento… al menos para ayudarme a dormir.
Me apresuré en dirigirme hasta las tiendas, en las cosas que tenían tiradas cerca no había nada de agua, ni una miserable cantimplora cerca, con razón aquellos cazadores eran tan secos. Si había algo por allí solo habían dos personas que pudieran ayudar, aunque cicatrices en medio de su agonía no podía ser de mucha ayuda, quizá frotándole las partes quemadas del rostro quisiera ayudar… pero eso sería el plan de emergencia. Así que la opción que parecía algo razonable a la cual pedirle ayuda era… la “hermana” de los cazadores, aquello posiblemente no iba a resultar tan bien, mejor andarme con cuidado.
Dejé mi arco con cuidado en el suelo fuera de la tienda y la abrí, podía escuchar como la muchacha comenzaba a sollozar, que raro. Lo primero que inserté en la tienda fueron las manos en señal de que estaba desarmado, con la desgracia de que un zapato terminó pegándome en una de estas “Genial, aun le queda otro zapato por arrojarme posiblemente” Seguí caminando con cuidado hasta entrar totalmente en la tienda, sorprendentemente ningún otro zapato voló contra mí.
La primer imagen de la joven era terrible, estaba herida y su ropa era un desastre ¿Qué le habían hecho aquellos sujetos? Las lagrimas caían por las mejillas de está mientras comenzaba a temblar, supuse que acercarme no iba a ser nada bueno, aunque tampoco parecían haber armas cercas que la chica pudiese usar.
- N…no otra vez… por favor… no de nuevo. – La voz de la chica era un claro signo de terror, su tono temblaba igual que ella.
- Yo solo quería preguntarte… si tenías agua a la mano. – Levanté lo más que pude las manos evitando parecer un peligro… aunque tampoco es que me viese muy normal con las manos en el aire.
- Te lo ruego… no más… - La chica no estaba siendo de mucha ayuda tampoco.
Suspiré y miré al suelo esperando conseguir alguna mochila donde buscar, afortunadamente conseguí algo mejor, no era una cantimplora pero era una vasija con agua o esperaba que fuese agua, me acerqué lentamente y la tomé sin hacer un movimiento brusco.
- Tomaré esto prestado un momento, espero que no te moleste. – Y sin esperar a escuchar la respuesta o más suplicas de piedad salí corriendo de la tienda.
Aquel tipo de escenas no me resultaban cómodas ni agradables, prefería primero encargarme de el agua y luego le preguntaría a Arygos que debíamos hacer, dejar a aquella muchacha tirada en el bosque no era una buena idea, quizá acercarla al camino y que luego ella se guiara sola… pero tampoco parecía estar en condiciones para eso.
Dejé la vasija con líquido cerca de Arygos, esperaba que fuese algo tolerable de beber y no otras cosas, solo me quedaba esperar a ver. Tomé asiento en el suelo tomando algo de aire y concentrándome en los arbustos, no iba a estar tranquilo hasta pasado un buen rato.
- La conseguí en la tienda de la chica, parece estar en un muy mal estado… la chica, no el líquido, solo para aclarar. Deberíamos tratar de hablar con ella, aunque parece que cree que soy otro de los cazadores. – tomé un poco de hierba del suelo y la gire entre mis dedos. – Así que también sugiero que tu trataras de hablar primero ¿Qué opinas? - La idea no era tan descabellada, ambas eran chicas y estaban heridas, quizá funcionara.
Fredericksen
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Re: [cerrado]Un re encuentro inesperado [Noche]
Mi respiración había ido volviéndose menos desaforada a medida que pasaba el tiempo, y para cuando chucho volvió con una vasija ya solo parecía que acabara de correr unos cuantos kilómetros, que no era poco, pero era menos que antes. La tomé y la olfateé, su comentario sobre el liquido había hecho que sospechara aun y cuando al principio no lo había hecho. Agua, a lo sumo con algún que otro resto de tierra de la propia vasija, pero solo era agua.
Tomé avidamente del cántaro, y cuando el ardor de mi cuello, irritado por los gritos y el vomito, se hubo apaciguado, tiré un chorro de agua sobre la quemadura.
Un suspiro de alivio, sonoro y ostentoso, emergió de mis labios cuando el frescor me dio un descanso de ese dolor palpitante que no tardó en volver a aparecer. Algo me decía que me acompañaría muchas lunas.
Miré a mi compañero y después a la tienda. El no había salido herido, así que esperé que aquello pudiera aplicarse a mi también, pese a ser la directa culpable de haber ahuyentado a esa gente que chucho aseveraba, no eran familia de ella.
-Puedo intentarlo...pero no termino de entender ni siquiera que ha pasado, no se muy bien que le voy a decir.-Admití, alternando entre tragos y chorros de agua sobre la herida hasta que quedó poca de ella en el cántaro. Luego habría que buscar un río.
Con lentitud me acerqué a la tienda, y asomé la cabeza.
La muchacha estaba hecha una mierda, con las ropas rasgadas, despeinada, la cara llena de mocos y lagrimas, el cuerpo amoratado, y completamente conmocionada. Hasta yo parecía tener mejor aspecto, o eso creía sin haberme visto antes. Que ya era mucho.
-Hola.-Mi voz todavía sonaba débil y quebradiza, pero parecía que podía oírme. Sus dos inmensos ojos de color caramelo me escrutaron por encima de sus rodillas, tras las que se escondía hecha un ovillo.-Esto... soy Arygos...¿Los señores de a fuera son tus hermanos?
Solo de mencionarlos la joven se encogió aun mas por imposible que pareciera y negó enérgicamente, mientras sus ojos se annegaban en lagrimas una vez mas y se le escapaban algunos sollozos que se esforzaba en callar.
-Oh...Bien,....-Saqué la cabeza de la tienda lo justo para mirar a mi compañero.-Chucho, tenías razón.-Volví a hacer desaparecer mi faz hacia dentro de las lonas.
-Bien.. mira... tuvimos un problema con estos señores... y... los hemos ¿Ahuyentado?.-Bueno, a uno si, a otro lo teníamos moribundo en el suelo y había un tercero desaparecido en combate que quizás sabiendo el destino de sus dos compañeros había preferido seguir viaje y no volver, así que mi explicación estaba bastante acertada. Por si a caso, saque la cabeza de la tienda otra vez.- Psst! Chucho.-Le hice un gesto para que viniera, y luego susurré.- Esconde al señor de las cicatrices, que voy a ver si puedo hacer que salga.
Cuando volví a meterme en la tienda, la muchacha había cambiado de postura, sus rodillas se hallaban en el piso en vez de contra su rostro, sus manos se retorcían los dedos unos a otros, y su mirada, torva, parecía contener algo similar a la esperanza.
-¿Y-ya n-no están?.-Me costó todo mi esfuerzo ser capaz de entender ese hilo de voz temeroso, como si le diera miedo el solo hecho de albergar ese pensamiento.
-No, se fueron todos.-Ahora esperaba realmente que chucho me hubiera hecho caso.
Sin previo aviso la muchacha, que no debía de tener mas años que yo, se arrojó a mi regazo envolviéndome la cintura con sus frágiles brazos, capazes de mucha mas fuerza de la que su delgado y demacrado cuero pudiera parecer, su cuerpo aun temblaba, y su llanto descontrolado solo se veía interrumpido por pequeñas palabras sueltas de alivio y de victoria. Aquello me desconcertaba profundamente.
-¡CHUCHOOOO!.-Lo llamé.-¡Llogra y sonrie a la vez!¿Que hago?.-Torpemente solo había podido devolverle el abrazo y darle palmaditas en la cabeza mientras intentaba unir esa nueva pieza al rompecabezas cada vez mas raro que tenía entre manos.
Tomé avidamente del cántaro, y cuando el ardor de mi cuello, irritado por los gritos y el vomito, se hubo apaciguado, tiré un chorro de agua sobre la quemadura.
Un suspiro de alivio, sonoro y ostentoso, emergió de mis labios cuando el frescor me dio un descanso de ese dolor palpitante que no tardó en volver a aparecer. Algo me decía que me acompañaría muchas lunas.
Miré a mi compañero y después a la tienda. El no había salido herido, así que esperé que aquello pudiera aplicarse a mi también, pese a ser la directa culpable de haber ahuyentado a esa gente que chucho aseveraba, no eran familia de ella.
-Puedo intentarlo...pero no termino de entender ni siquiera que ha pasado, no se muy bien que le voy a decir.-Admití, alternando entre tragos y chorros de agua sobre la herida hasta que quedó poca de ella en el cántaro. Luego habría que buscar un río.
Con lentitud me acerqué a la tienda, y asomé la cabeza.
La muchacha estaba hecha una mierda, con las ropas rasgadas, despeinada, la cara llena de mocos y lagrimas, el cuerpo amoratado, y completamente conmocionada. Hasta yo parecía tener mejor aspecto, o eso creía sin haberme visto antes. Que ya era mucho.
-Hola.-Mi voz todavía sonaba débil y quebradiza, pero parecía que podía oírme. Sus dos inmensos ojos de color caramelo me escrutaron por encima de sus rodillas, tras las que se escondía hecha un ovillo.-Esto... soy Arygos...¿Los señores de a fuera son tus hermanos?
Solo de mencionarlos la joven se encogió aun mas por imposible que pareciera y negó enérgicamente, mientras sus ojos se annegaban en lagrimas una vez mas y se le escapaban algunos sollozos que se esforzaba en callar.
-Oh...Bien,....-Saqué la cabeza de la tienda lo justo para mirar a mi compañero.-Chucho, tenías razón.-Volví a hacer desaparecer mi faz hacia dentro de las lonas.
-Bien.. mira... tuvimos un problema con estos señores... y... los hemos ¿Ahuyentado?.-Bueno, a uno si, a otro lo teníamos moribundo en el suelo y había un tercero desaparecido en combate que quizás sabiendo el destino de sus dos compañeros había preferido seguir viaje y no volver, así que mi explicación estaba bastante acertada. Por si a caso, saque la cabeza de la tienda otra vez.- Psst! Chucho.-Le hice un gesto para que viniera, y luego susurré.- Esconde al señor de las cicatrices, que voy a ver si puedo hacer que salga.
Cuando volví a meterme en la tienda, la muchacha había cambiado de postura, sus rodillas se hallaban en el piso en vez de contra su rostro, sus manos se retorcían los dedos unos a otros, y su mirada, torva, parecía contener algo similar a la esperanza.
-¿Y-ya n-no están?.-Me costó todo mi esfuerzo ser capaz de entender ese hilo de voz temeroso, como si le diera miedo el solo hecho de albergar ese pensamiento.
-No, se fueron todos.-Ahora esperaba realmente que chucho me hubiera hecho caso.
Sin previo aviso la muchacha, que no debía de tener mas años que yo, se arrojó a mi regazo envolviéndome la cintura con sus frágiles brazos, capazes de mucha mas fuerza de la que su delgado y demacrado cuero pudiera parecer, su cuerpo aun temblaba, y su llanto descontrolado solo se veía interrumpido por pequeñas palabras sueltas de alivio y de victoria. Aquello me desconcertaba profundamente.
-¡CHUCHOOOO!.-Lo llamé.-¡Llogra y sonrie a la vez!¿Que hago?.-Torpemente solo había podido devolverle el abrazo y darle palmaditas en la cabeza mientras intentaba unir esa nueva pieza al rompecabezas cada vez mas raro que tenía entre manos.
Arygos Valnor
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Re: [cerrado]Un re encuentro inesperado [Noche]
El contenido de la vasija si era agua por lo visto, posiblemente si no fuese agua Arygos ya la hubiese devuelto… o seguramente tenía mucha sed y no le importaba lo que fuese el líquido, todo eso era posible. Aparte de beber también tiró un chorro a donde había asentado el cuchillo, seguramente lo hacía para aliviar el dolor, la reacción de la joven había confirmado que era si había sido para eso.
Arygos por visto consideró la idea de hablar con la chica traumada de la tienda, esperaba que de aquello no salieran más problemas, mi compañera aceptó finalmente tratar de socializar con la chica, aunque afirmaba no saber muy bien lo que sucedía.
- No te preocupes, no hay mucho que entender… aunque primero debemos saber si es lo que estoy pensando, luego te lo explico. – Moví la mano en el aire tratando de quitarle importancia al asunto, hablar de aquellos casos nunca era muy agradable.
Observé como Arygos se iba acercando a la tienda, ahora que lo pensaba… no sabía si realmente la muchacha de la tienda podía ser hostil, si algo se descontrolaba y trataba de atacar a la dragona las cosas no se pondrían bien, ella misma había afirmado que no iba a ser problema mientras no trataran de agredirla. Me levanté rápidamente del suelo y sin hacer mucho ruido me acerqué a la tienda, necesitaba escuchar que estaba sucediendo allí adentro.
No había escuchado lo suficiente de la conversación, pero mi compañera sacó la cabeza de la tienda y dijo que tenía razón, seguramente era del tema de los hermanos. Además Arygos parecía estar en buen estado, así que supuse que ya no habría problemas dentro de la tienda, un problema del cual no debería preocuparme. Tomé el arco que antes había dejado en el suelo y me lo coloqué en el hombro, no iba a ensuciar mi carcaj con sangre, prefería terminar de manchar la camisa de parches rojos.
Odiaba que una de mis más preciadas pertenencias hubiese sido tratada con tal descaro, nunca había dejado que nadie tocara mi arco sin permiso… y ahora estaba manchado de la sangre de aquel cazador, por suerte solo fueron unas manchitas, si lo hubiese roto la cosa sería mucho más grave. Me senté fuera de la tienda mirando en dirección de las ramas, por alguna razón el simple sonido de las hojas ser movidas por el viento no me resultaba confortante, no podía calmar mis sentidos todavía, todo por culpa de mi paranoia, iba a tardar un buen rato en tranquilizarme.
Nuevamente la cabeza de mi compañera se asomó por la tienda, ¿Qué había sucedido ahora? Me acerqué lentamente haciendo caso a la señal de la chica, ni idea que estaba sucediendo ahora, quizá iba a pedir comida para darle a la muchacha. Realmente no me esperaba lo que me pidió, esconder a cicatrices, aunque era algo lógico, no podíamos dejar un cuerpo en aquella condición para traumar más a la pobre joven.
Caminé hasta cicatrices que seguía agonizando en el suelo, aquel trabajo me parecía perfecto, esconder el cuerpo sería una buena venganza por lo que le había hecho a mi arco. Observé que el sujeto aun seguía consiente moviendo sus ojos de un lado a otro mientras temblaba, que raro que no hubiese soltado una sola palabra, lo saludé con la mano mientras sonreía. Había muchas maneras posibles de moverlo, patearlo e irlo rodando, amarrarle un trozo de tela al pie y arrastrarlo de acá para allá sin cuidado… o quizá de su piel herida.
Lo tomé por las partes más rojas del rostro, donde pareciera que la carne ya no daba para más, eso le enseñaría a no tomar los objetos de otro solo porque si. El tacto de por si era desagradable, ya podían sentirse las ampollas que se habían formando y la piel que había decidido irse despellejando. Sacudí la cabeza tratando no asquearme y tomando firmemente la cabeza del sujeto comencé a arrastrarlo sin mucho cuidado hasta los arbustos. Cicatrices soltaba alaridos con cada centímetro que era movido, también gemía y trataba de moverse para liberarse, parecía un animal herido queriendo escapar de una trampa, finalmente lo logré esconder detrás de los matorrales.
- T…te suplico piedad… mátame de una vez. – La voz de cicatrices era casi inaudible, si no fuese por lo cerca que estaba no le hubiese entendido.
- No soy de los que mata, pero no te preocupes, si quieres morir y te quedas el suficiente tiempo aquí, los lobos vendrán. – Le di una palmada en la frente a cicatrices y luego me despedí.
Estaba regresando fuera de la tienda cuando escuché a Arygos gritar mi apodo, eso no podía ser buena señal, corrí como si no hubiese mañana hasta que escuche lo otro que decía mi compañera ¿La chica lloraba y sonreía a la vez? Eso era raro, debía saber primero que nada porque lo hacía. Entré a la tienda con cuidado mirando la escena, aquello era totalmente confuso.
- ¿Acaso le contaste una historia triste pero graciosa? – Ese podía ser motivo de aquello, realmente tampoco sabía muy bien que hacer… mis interacciones sociales estaban oxidadas. – Realmente no tengo ni la más mínima idea… quizá si esperamos a que deje de llorar.
Tomé una de las pocas flechas que había recogido y acaricié su filo pensando que hacer, no recordaba alguna lección de mi pasado de cómo tratar estos asuntos, no se parecía en nada en llanto por una herida física… aunque la joven estaba muy mal herida, pero si era así ¿Por qué sonreía?
- No le tocaste algún moretón y luego le hiciste cosquillas ¿Cierto?
Afortunadamente la joven estaba comenzando a dejar de lagrimear y se separó lentamente de Arygos, sus ojos llenos de lágrimas recorrieron la tienda hasta fijarse en mi presencia, por lo visto estaba tan ocupada en su llanto que no se enteró de mi llegada. Nuevamente la tensión parecía apoderarse de su cuerpo y comenzaba a alejarse lentamente.
- ¿Q…quien es él? – Dijo regresando la mirada a Arygos, parecía que por el momento solo iba a confiar en la chica.
Arygos por visto consideró la idea de hablar con la chica traumada de la tienda, esperaba que de aquello no salieran más problemas, mi compañera aceptó finalmente tratar de socializar con la chica, aunque afirmaba no saber muy bien lo que sucedía.
- No te preocupes, no hay mucho que entender… aunque primero debemos saber si es lo que estoy pensando, luego te lo explico. – Moví la mano en el aire tratando de quitarle importancia al asunto, hablar de aquellos casos nunca era muy agradable.
Observé como Arygos se iba acercando a la tienda, ahora que lo pensaba… no sabía si realmente la muchacha de la tienda podía ser hostil, si algo se descontrolaba y trataba de atacar a la dragona las cosas no se pondrían bien, ella misma había afirmado que no iba a ser problema mientras no trataran de agredirla. Me levanté rápidamente del suelo y sin hacer mucho ruido me acerqué a la tienda, necesitaba escuchar que estaba sucediendo allí adentro.
No había escuchado lo suficiente de la conversación, pero mi compañera sacó la cabeza de la tienda y dijo que tenía razón, seguramente era del tema de los hermanos. Además Arygos parecía estar en buen estado, así que supuse que ya no habría problemas dentro de la tienda, un problema del cual no debería preocuparme. Tomé el arco que antes había dejado en el suelo y me lo coloqué en el hombro, no iba a ensuciar mi carcaj con sangre, prefería terminar de manchar la camisa de parches rojos.
Odiaba que una de mis más preciadas pertenencias hubiese sido tratada con tal descaro, nunca había dejado que nadie tocara mi arco sin permiso… y ahora estaba manchado de la sangre de aquel cazador, por suerte solo fueron unas manchitas, si lo hubiese roto la cosa sería mucho más grave. Me senté fuera de la tienda mirando en dirección de las ramas, por alguna razón el simple sonido de las hojas ser movidas por el viento no me resultaba confortante, no podía calmar mis sentidos todavía, todo por culpa de mi paranoia, iba a tardar un buen rato en tranquilizarme.
Nuevamente la cabeza de mi compañera se asomó por la tienda, ¿Qué había sucedido ahora? Me acerqué lentamente haciendo caso a la señal de la chica, ni idea que estaba sucediendo ahora, quizá iba a pedir comida para darle a la muchacha. Realmente no me esperaba lo que me pidió, esconder a cicatrices, aunque era algo lógico, no podíamos dejar un cuerpo en aquella condición para traumar más a la pobre joven.
Caminé hasta cicatrices que seguía agonizando en el suelo, aquel trabajo me parecía perfecto, esconder el cuerpo sería una buena venganza por lo que le había hecho a mi arco. Observé que el sujeto aun seguía consiente moviendo sus ojos de un lado a otro mientras temblaba, que raro que no hubiese soltado una sola palabra, lo saludé con la mano mientras sonreía. Había muchas maneras posibles de moverlo, patearlo e irlo rodando, amarrarle un trozo de tela al pie y arrastrarlo de acá para allá sin cuidado… o quizá de su piel herida.
Lo tomé por las partes más rojas del rostro, donde pareciera que la carne ya no daba para más, eso le enseñaría a no tomar los objetos de otro solo porque si. El tacto de por si era desagradable, ya podían sentirse las ampollas que se habían formando y la piel que había decidido irse despellejando. Sacudí la cabeza tratando no asquearme y tomando firmemente la cabeza del sujeto comencé a arrastrarlo sin mucho cuidado hasta los arbustos. Cicatrices soltaba alaridos con cada centímetro que era movido, también gemía y trataba de moverse para liberarse, parecía un animal herido queriendo escapar de una trampa, finalmente lo logré esconder detrás de los matorrales.
- T…te suplico piedad… mátame de una vez. – La voz de cicatrices era casi inaudible, si no fuese por lo cerca que estaba no le hubiese entendido.
- No soy de los que mata, pero no te preocupes, si quieres morir y te quedas el suficiente tiempo aquí, los lobos vendrán. – Le di una palmada en la frente a cicatrices y luego me despedí.
Estaba regresando fuera de la tienda cuando escuché a Arygos gritar mi apodo, eso no podía ser buena señal, corrí como si no hubiese mañana hasta que escuche lo otro que decía mi compañera ¿La chica lloraba y sonreía a la vez? Eso era raro, debía saber primero que nada porque lo hacía. Entré a la tienda con cuidado mirando la escena, aquello era totalmente confuso.
- ¿Acaso le contaste una historia triste pero graciosa? – Ese podía ser motivo de aquello, realmente tampoco sabía muy bien que hacer… mis interacciones sociales estaban oxidadas. – Realmente no tengo ni la más mínima idea… quizá si esperamos a que deje de llorar.
Tomé una de las pocas flechas que había recogido y acaricié su filo pensando que hacer, no recordaba alguna lección de mi pasado de cómo tratar estos asuntos, no se parecía en nada en llanto por una herida física… aunque la joven estaba muy mal herida, pero si era así ¿Por qué sonreía?
- No le tocaste algún moretón y luego le hiciste cosquillas ¿Cierto?
Afortunadamente la joven estaba comenzando a dejar de lagrimear y se separó lentamente de Arygos, sus ojos llenos de lágrimas recorrieron la tienda hasta fijarse en mi presencia, por lo visto estaba tan ocupada en su llanto que no se enteró de mi llegada. Nuevamente la tensión parecía apoderarse de su cuerpo y comenzaba a alejarse lentamente.
- ¿Q…quien es él? – Dijo regresando la mirada a Arygos, parecía que por el momento solo iba a confiar en la chica.
Fredericksen
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Re: [cerrado]Un re encuentro inesperado [Noche]
La chica seguía llorando y sonriendo agarrada a mi cintura, y apoyando su mejilla en mi pecho con tanta fuerza que hasta me costaba respirar. Me alegraba que,por lo menos, mi pómulo partido y mi hombro cauterizado no entraran en la ecuación de las cosas que pretendía estrujar como si quisiera hacer zumo de dragón.
Fred tardó mas de lo que esperaba pero terminó por emerger dentro de la tierna, y para mi desgracia se encontraba tanto mas confuso que yo. Negué a todas sus preguntas y elucubraciones que me parecieron raras y absurdas. ¿Que clase de persona hacia esas dos? Si la respuesta era el esperaba que no lo intentase conmigo, no me sonaba a nada que pudiera ser de mi agrado.
Tarde un poco en percatarme de que la muchacha había vuelto a templar, sus expresiones de jubilo ya alivio habían desaparecido, y su expresión se curvaba con miedo, no uno tan atroz como antes, pero si con notoria desconfianza mezclada mientras contemplaba a mi acompañante.
-El es chucho, se ha llevado a esos señores lejos.-Lo miré como queriendo confirmar que había hecho eso ultimo con el sujeto delas cicatrices antes de volver hacia la muchacha.
-Es un poco raro, y le gusta masticar maleza, pero es buena persona.-Le explique a la chica con un tono pausado y tranquilizador, dándole suaves palmadas en la cabeza como se hacia con los niños, esperando que eso la calmara lo suficiente.
-Vamos a hacer una cosa.¿Si?.-Le dije esperando que me mirase fijamente y dejara de prestar atención a chucho, hasta que se acostumbrase a su presencia.-Vamos a buscar un río y vamos a sacarnos toda esa tierra, sangre, y de paso nos calmará los golpes, y después buscaremos algo de comer que no sea la asquerosa sopa de hierbajos que hacían esos señores.
Me enderecé en la tienda todo lo que esta me permitía, y le extendí al mano, como había hecho bio tantas veces cuando me sentía débil o perdida, le estreche la misma con firmeza a la joven y la acompañé fuera de la tienda. Las piernas de ella temblaban bastante, pero parecía que podía ponerse en pie. En cuanto a su velocidad por la foresta, sería pésima, pero de eso solo podría quejarse chucho que era el único que tenía experiencia en moverse por el bosque de aquel modo.
A la luz de las crepitantes llamas de la hoguera, cada vez mas consumida, se podía apreciar mejor el lamentable estado de la joven. Su melena desordenada y cobriza ocultaba parte de su rostro, de facciones redondeadas y aniñadas, con unos ojos turquesas grandes, ahora inchados enrojecidos por las lagrimas. Sus labios, gruesos, temblaban de vez en cuando conteniendo algún que otro sollozo que sacudía su cuerpo. Su anatomía estaba aun mas a la vista que la mía, y eso que los retazos de mi ropa solo cubrían lo justo y necesario para el pudor de los sureños. Una vestidos e lino hecho harapos al que le faltaba una manga, y que tenía que sostener parte de su tela con una mano para no descubrir uno de sus senos, mientras que la falda eran solo tiras de cuero que cuando la brisa s calmaba permitían adivinar que aquello, antaño, había sido un vestido. De las enaguas quedaba poco y nada, un par de tiras, algunas cortadas a cuchillo y otras directamente arrancadas con las manos. Su cuerpo, menudo y algo escuálido por la falta de comer, mostraba unas curvas incipientes que podían llegar a crecer con el tiempo y el paso de la pubertad, sin embargo, la falta de un alimento decente la había dejado escuálida y su aspecto era fragil.
Su piel, blanca y pecosa estaba amoratada, y hasta llena de algunos cortes fruto de ramas, raspones y hasta de la piel partida por los impactos de los golpes.
Tenía la sensación de que podía romperla si la agarraba del brazo demasiado fuerte.
Esperé con paciencia a que mirara el entorno del campamento, y tras asegurarse de que no había nadie pareció calmarse.
-Mira, ven.-Hice que ambos nos acercáramos a chucho.-Vamos a ir detrás de el, así si tropiezas caes sobre blando.-Le explique, medio en broma medio en serio, intentando que le perdiera el miedo, pero ella seguía viendo a chucho como si este fuera a morderla en cualquier momento.-De verdad que no hace nada.-Le prometí, y luego los insté a ambos con un gesto a empezar nuestra travesía hacia el río.
Todo estaría mejor cuando nos sacáramos la sangre, el barro, la tierra y el vomito de encima, y además, dejar correr agua fría por la herida haría que se calmase ese ardor que me hacía sentir como si mi brazo fuera a estallar en cualquier momento.
Fred tardó mas de lo que esperaba pero terminó por emerger dentro de la tierna, y para mi desgracia se encontraba tanto mas confuso que yo. Negué a todas sus preguntas y elucubraciones que me parecieron raras y absurdas. ¿Que clase de persona hacia esas dos? Si la respuesta era el esperaba que no lo intentase conmigo, no me sonaba a nada que pudiera ser de mi agrado.
Tarde un poco en percatarme de que la muchacha había vuelto a templar, sus expresiones de jubilo ya alivio habían desaparecido, y su expresión se curvaba con miedo, no uno tan atroz como antes, pero si con notoria desconfianza mezclada mientras contemplaba a mi acompañante.
-El es chucho, se ha llevado a esos señores lejos.-Lo miré como queriendo confirmar que había hecho eso ultimo con el sujeto delas cicatrices antes de volver hacia la muchacha.
-Es un poco raro, y le gusta masticar maleza, pero es buena persona.-Le explique a la chica con un tono pausado y tranquilizador, dándole suaves palmadas en la cabeza como se hacia con los niños, esperando que eso la calmara lo suficiente.
-Vamos a hacer una cosa.¿Si?.-Le dije esperando que me mirase fijamente y dejara de prestar atención a chucho, hasta que se acostumbrase a su presencia.-Vamos a buscar un río y vamos a sacarnos toda esa tierra, sangre, y de paso nos calmará los golpes, y después buscaremos algo de comer que no sea la asquerosa sopa de hierbajos que hacían esos señores.
Me enderecé en la tienda todo lo que esta me permitía, y le extendí al mano, como había hecho bio tantas veces cuando me sentía débil o perdida, le estreche la misma con firmeza a la joven y la acompañé fuera de la tienda. Las piernas de ella temblaban bastante, pero parecía que podía ponerse en pie. En cuanto a su velocidad por la foresta, sería pésima, pero de eso solo podría quejarse chucho que era el único que tenía experiencia en moverse por el bosque de aquel modo.
A la luz de las crepitantes llamas de la hoguera, cada vez mas consumida, se podía apreciar mejor el lamentable estado de la joven. Su melena desordenada y cobriza ocultaba parte de su rostro, de facciones redondeadas y aniñadas, con unos ojos turquesas grandes, ahora inchados enrojecidos por las lagrimas. Sus labios, gruesos, temblaban de vez en cuando conteniendo algún que otro sollozo que sacudía su cuerpo. Su anatomía estaba aun mas a la vista que la mía, y eso que los retazos de mi ropa solo cubrían lo justo y necesario para el pudor de los sureños. Una vestidos e lino hecho harapos al que le faltaba una manga, y que tenía que sostener parte de su tela con una mano para no descubrir uno de sus senos, mientras que la falda eran solo tiras de cuero que cuando la brisa s calmaba permitían adivinar que aquello, antaño, había sido un vestido. De las enaguas quedaba poco y nada, un par de tiras, algunas cortadas a cuchillo y otras directamente arrancadas con las manos. Su cuerpo, menudo y algo escuálido por la falta de comer, mostraba unas curvas incipientes que podían llegar a crecer con el tiempo y el paso de la pubertad, sin embargo, la falta de un alimento decente la había dejado escuálida y su aspecto era fragil.
Su piel, blanca y pecosa estaba amoratada, y hasta llena de algunos cortes fruto de ramas, raspones y hasta de la piel partida por los impactos de los golpes.
Tenía la sensación de que podía romperla si la agarraba del brazo demasiado fuerte.
Esperé con paciencia a que mirara el entorno del campamento, y tras asegurarse de que no había nadie pareció calmarse.
-Mira, ven.-Hice que ambos nos acercáramos a chucho.-Vamos a ir detrás de el, así si tropiezas caes sobre blando.-Le explique, medio en broma medio en serio, intentando que le perdiera el miedo, pero ella seguía viendo a chucho como si este fuera a morderla en cualquier momento.-De verdad que no hace nada.-Le prometí, y luego los insté a ambos con un gesto a empezar nuestra travesía hacia el río.
Todo estaría mejor cuando nos sacáramos la sangre, el barro, la tierra y el vomito de encima, y además, dejar correr agua fría por la herida haría que se calmase ese ardor que me hacía sentir como si mi brazo fuera a estallar en cualquier momento.
- Muchacha NPC:
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Arygos Valnor
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Re: [cerrado]Un re encuentro inesperado [Noche]
Por lo visto mi presencia no era tan bien recibida como la de Arygos, quizá por el hecho de que también me parecía a un cazador… bueno, era un cazador realmente, pero no como los que estaban antes en ese campamento. Para mi fortuna mi compañera expuso puntos positivos de mi ser, aunque yo no era tan raro y no es que me gustara masticar maleza, me agradaba masticar una que otra planta.
- No es que me los haya llevado lejos, pero si los alejé lo suficiente… creo. - Referente al vampiro realmente no tenía ni la más mínima de donde estaba, esperaba que lejos. Por otro lado cicatrices si estaba algo lejos y Arygos fue la que espantó al cazador menos herido de todo aquel asunto. – Y para que quede claro, no mastico maleza, simplemente como una que otra planta.
- Y…ya veo. – Aun con todas aquellas explicaciones la chica parecía seguir dudando, no la culpaba.
Arygos propuso un plan que no sonaba tan mal, buscar un río para limpiar todo el desastre que había dejado aquel encuentro y también para beber agua fresca. Además si caminábamos podríamos conseguir algún animal que comer, quizá me pudiera dar tiempo de cazar otro par de ardillas… o algún conejito.
Mientras que dentro de la tienda ambas jóvenes se preparaban para salir aproveché y salí para revisar que el campamentos siguiese vacío, existía la posibilidad de que el ultimo cazador hubiese vuelto con refuerzos, menos mal no había nada. En mi espera recogí las pocas flechas que seguían esparcidas en el suelo, al menos las manchas rojas en las plumas les daban un buen toque.
Observé a las dos jóvenes que finalmente habían salido de la tienda, con la luz de la fogata se notaba la pésima condición de la chica, era una lástima que por culpa de 3 personas ahora ella estuviese en aquel estado. Aunque no era algo nuevo, cada cierto tiempo se solía ver ese tipo de escenas, gente aprovechándose de jóvenes en la mitad del bosque, aquello era algo que me molestaba de los otros humanos… resultaban desagradables.
Las dos jóvenes comenzaron a acercarse, al parecer yo debería ser el guía nuevamente, por mi no había problema, se me daba muy bien andar por el bosque. Terminé de guardar mis cosas mientras aquel par terminaba de llegar, según el comentario de Arygos iban a ir detrás de mí solo por precaución, para tener algo blando que resistiese el impacto. Me sentí ciertamente ofendido, que tuviese siempre animalitos muertos encima no significaba que pudiese amortiguar golpes, además podían estropear más los cadáveres y no se podrían comer.
Arygos seguía tratando de que la joven se relajase con mi presencia, aunque no es que yo no hiciera nada, hace poco le había enterrado los dedos en los ojos a un vampiro, eso era más que nada… pero dudaba que mencionarlo fuese de ser ayuda.
- De acuerdo, entonces debemos ir al río… y no puedo ir por las ramas ¿Cierto? – Mire esperando alguna señal pero la respuesta era obvia, comencé a caminar conteniendo las ganas de trepar en algún árbol, en el suelo no se podía sentir la brisa fresca en su máximo esplendor.
Mientras caminaba volví a tomar el arco en manos preparado para cualquier sorpresa, lo mejor era estar armado cuando ya había sucedido algo y no planeaba volver a alejarme de mi arma, más que nada para evitar volver a temer que la dañaran.
Mientras tanto la joven seguía con miedo y se apegaba a Arygos, no quería alejarse de la única persona que le inspiraba confianza por el momento, desde que aquel grupo la había tomado no había tenido nada a que aferrarse y ahora que lo tenía no quería dejarlo.
- ¿C…como me consiguieron? – Fue la nueva pregunta que soltó la joven a mi compañera.
- No es que me los haya llevado lejos, pero si los alejé lo suficiente… creo. - Referente al vampiro realmente no tenía ni la más mínima de donde estaba, esperaba que lejos. Por otro lado cicatrices si estaba algo lejos y Arygos fue la que espantó al cazador menos herido de todo aquel asunto. – Y para que quede claro, no mastico maleza, simplemente como una que otra planta.
- Y…ya veo. – Aun con todas aquellas explicaciones la chica parecía seguir dudando, no la culpaba.
Arygos propuso un plan que no sonaba tan mal, buscar un río para limpiar todo el desastre que había dejado aquel encuentro y también para beber agua fresca. Además si caminábamos podríamos conseguir algún animal que comer, quizá me pudiera dar tiempo de cazar otro par de ardillas… o algún conejito.
Mientras que dentro de la tienda ambas jóvenes se preparaban para salir aproveché y salí para revisar que el campamentos siguiese vacío, existía la posibilidad de que el ultimo cazador hubiese vuelto con refuerzos, menos mal no había nada. En mi espera recogí las pocas flechas que seguían esparcidas en el suelo, al menos las manchas rojas en las plumas les daban un buen toque.
Observé a las dos jóvenes que finalmente habían salido de la tienda, con la luz de la fogata se notaba la pésima condición de la chica, era una lástima que por culpa de 3 personas ahora ella estuviese en aquel estado. Aunque no era algo nuevo, cada cierto tiempo se solía ver ese tipo de escenas, gente aprovechándose de jóvenes en la mitad del bosque, aquello era algo que me molestaba de los otros humanos… resultaban desagradables.
Las dos jóvenes comenzaron a acercarse, al parecer yo debería ser el guía nuevamente, por mi no había problema, se me daba muy bien andar por el bosque. Terminé de guardar mis cosas mientras aquel par terminaba de llegar, según el comentario de Arygos iban a ir detrás de mí solo por precaución, para tener algo blando que resistiese el impacto. Me sentí ciertamente ofendido, que tuviese siempre animalitos muertos encima no significaba que pudiese amortiguar golpes, además podían estropear más los cadáveres y no se podrían comer.
Arygos seguía tratando de que la joven se relajase con mi presencia, aunque no es que yo no hiciera nada, hace poco le había enterrado los dedos en los ojos a un vampiro, eso era más que nada… pero dudaba que mencionarlo fuese de ser ayuda.
- De acuerdo, entonces debemos ir al río… y no puedo ir por las ramas ¿Cierto? – Mire esperando alguna señal pero la respuesta era obvia, comencé a caminar conteniendo las ganas de trepar en algún árbol, en el suelo no se podía sentir la brisa fresca en su máximo esplendor.
Mientras caminaba volví a tomar el arco en manos preparado para cualquier sorpresa, lo mejor era estar armado cuando ya había sucedido algo y no planeaba volver a alejarme de mi arma, más que nada para evitar volver a temer que la dañaran.
Mientras tanto la joven seguía con miedo y se apegaba a Arygos, no quería alejarse de la única persona que le inspiraba confianza por el momento, desde que aquel grupo la había tomado no había tenido nada a que aferrarse y ahora que lo tenía no quería dejarlo.
- ¿C…como me consiguieron? – Fue la nueva pregunta que soltó la joven a mi compañera.
Fredericksen
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Re: [cerrado]Un re encuentro inesperado [Noche]
Pese a las pequeñas quejas de chucho este parecía bastante confiable en esa peculiar situación en la que nos hallábamos, y si tenía dudas sobre que hacer, no se notaba, ni lucía como una persona dubitativa o perdida a la que otros tuviesen que guiar. No podía decir lo mismo de nuestra nueva compañera, cuyo fragil estado mental escapaba a mi comprensión y habilidades.
Sin siquiera la necesidad de aclaraciones había llegado el mismo a la conclusión mas plausible, y era que, pese a que nuestro objetive inicial había sido conseguir sustento, en el estado en el que se hallaba la moza a nuestro cuidado, y mis heridas, sería mas prudente ir directo al río y asentarnos provisoriamente antes de partir a por algo de comer.
-En las riberas suele haber Lastia.-Me excuse, porque era posible que el también se hallara hambriento. Al menos esa planta dulce, que hasta yo comía de tanto en tanto, podía llegar a paliar los ánimos de todos, y permitirnos recomponer fuerzas sin exigirnos expedición alguna.-Además podemos pescar.-Que tampoco era mala idea, por mas feo que pudiera ser el que alabara un ingenio propio. Una pequeña hoguera serviría para que ellos destrozaran un par de truchas y las mías me las podría comer crudas a contra viento para evitar que su estropicio me revolviese mas el estomago.
Chucho nos guió por el bosque con paso experto, mientras un incomodo silencio se cernía. No era una pregunta sencilla la que había hecho ella, y no quería mentir pese a entender que quizás podía ser lo menos chocante. La miré con duda, y finalmente, con un profundo suspiro por las narinas me decidí en ser mas honesta y contarle la verdad, lo menos aterradoramente para un sureño posible.
-Chucho y yo estábamos buscando algo para comer en el bosque cuando te escuchamos gritar.-Estaba segura ahora de que había sido ella y no un cerdo salvaje, mas que nada porque la había encontrado en un contexto que ameritaba ruidos extraños.-Como no sabíamos que clase de gente eran intentamos acercarnos pacíficamente, pero se pusieron muy nerviosos. Se llevaron a chucho detrás de la tienda, no se que le pasó a el.-Fui relatando despacio, para darle tiempo a ir asimilando nuestras peripecias, intentaba usar palabras sencillas, y irme por las ramas sin darme cuenta.-Como vi que el que se lo llevaba agarraba un arma no me dio buena espina, el sujeto de las cicatrices también tomo la suya...-Y ese era el momento en el que la cosa se ponía difícil.-¿Has oído hablar de los dragones del norte? Bueno, yo soy uno, así que le mordí la mano.-Me ahorre explicarle que había pasado por ella, si lo intuía bien y si no, no era de mi incumbencia. Tampoco me parecía relevante para mi relato, y la broma de chucho, pese a haber sido muy graciosa, no pensaba incluirla.
Ella parecía que iba dejando su postura compungida, y su mirada dejaba de controlar a chucho paranoicamente, poco a poco y mientras caminábamos se iba acostumbrando a su presencia, y aunque no creía que pudiera usarle de sostén como hacía conmigo, por lo menos ya no daba la sensación de que fuese a romper a llorar si este se le acercaba de repente.
-Bueno, la cosa es que terminó ...indispuesto. Otro de ellos vino y me tiro un hacha.-Señalé mi herida con la nariz.-Lo asuste... con forma de dragón impongo mas que ahora.-No hacía falta tampoco mencionar el episodio de la carne hervida.-Y me ayudó a encontrar a chucho, el y su amigo imagino que huyeron. Quizás vuelvan al campamento a buscar sus cosas en unas horas cuando dejen de tener miedo, pero nosotros estaremos lejos, así que no tienes de que preocuparte.-Le aseguré, aunque no sabía muy bien que podía hacer con ella. Seguramente Chucho tuviera mayor idea que yo.
Ella asintió, parecía mas tranquila a cada metro que poníamos de distancia entre nuestra posición y el campamento. Su rostro pensativo me daba a entender que estaba procesando lo que le había contado, y con lo turbada que estaba, no la culpaba porque le costara procesar todo eso, por sencillo que a mi me resultara.
Mi relato terminó cuando estábamos en frente del lento caudal del río. La luna daba una mejor visibilidad por la menor densidad de arboles en la rivera, y esa era lo suficientemente ancha como para que pudiéramos acomodarnos allí. La solté dejando que deambulara a su gusto, yo tenía muy claro lo que pedía mi cuerpo. Dejé tirados en cualquier lado los harapos que usaba como prendas y me metí en el río hasta que solo asomaba de su superficie mi cuello.
Las palabras de Destino resonaron en mi cabeza tras unos segundos, haciéndome girar hacia el humano.
-Chucho, esto no es un ritual de cortejo.-Le informe tranquilamente, como lo que era para mi aquello, una diferencia cultural que no había tenido en cuenta, y que carecía de mayor relevancia.
Tras eso, sumergí mi cabeza.
Sin siquiera la necesidad de aclaraciones había llegado el mismo a la conclusión mas plausible, y era que, pese a que nuestro objetive inicial había sido conseguir sustento, en el estado en el que se hallaba la moza a nuestro cuidado, y mis heridas, sería mas prudente ir directo al río y asentarnos provisoriamente antes de partir a por algo de comer.
-En las riberas suele haber Lastia.-Me excuse, porque era posible que el también se hallara hambriento. Al menos esa planta dulce, que hasta yo comía de tanto en tanto, podía llegar a paliar los ánimos de todos, y permitirnos recomponer fuerzas sin exigirnos expedición alguna.-Además podemos pescar.-Que tampoco era mala idea, por mas feo que pudiera ser el que alabara un ingenio propio. Una pequeña hoguera serviría para que ellos destrozaran un par de truchas y las mías me las podría comer crudas a contra viento para evitar que su estropicio me revolviese mas el estomago.
Chucho nos guió por el bosque con paso experto, mientras un incomodo silencio se cernía. No era una pregunta sencilla la que había hecho ella, y no quería mentir pese a entender que quizás podía ser lo menos chocante. La miré con duda, y finalmente, con un profundo suspiro por las narinas me decidí en ser mas honesta y contarle la verdad, lo menos aterradoramente para un sureño posible.
-Chucho y yo estábamos buscando algo para comer en el bosque cuando te escuchamos gritar.-Estaba segura ahora de que había sido ella y no un cerdo salvaje, mas que nada porque la había encontrado en un contexto que ameritaba ruidos extraños.-Como no sabíamos que clase de gente eran intentamos acercarnos pacíficamente, pero se pusieron muy nerviosos. Se llevaron a chucho detrás de la tienda, no se que le pasó a el.-Fui relatando despacio, para darle tiempo a ir asimilando nuestras peripecias, intentaba usar palabras sencillas, y irme por las ramas sin darme cuenta.-Como vi que el que se lo llevaba agarraba un arma no me dio buena espina, el sujeto de las cicatrices también tomo la suya...-Y ese era el momento en el que la cosa se ponía difícil.-¿Has oído hablar de los dragones del norte? Bueno, yo soy uno, así que le mordí la mano.-Me ahorre explicarle que había pasado por ella, si lo intuía bien y si no, no era de mi incumbencia. Tampoco me parecía relevante para mi relato, y la broma de chucho, pese a haber sido muy graciosa, no pensaba incluirla.
Ella parecía que iba dejando su postura compungida, y su mirada dejaba de controlar a chucho paranoicamente, poco a poco y mientras caminábamos se iba acostumbrando a su presencia, y aunque no creía que pudiera usarle de sostén como hacía conmigo, por lo menos ya no daba la sensación de que fuese a romper a llorar si este se le acercaba de repente.
-Bueno, la cosa es que terminó ...indispuesto. Otro de ellos vino y me tiro un hacha.-Señalé mi herida con la nariz.-Lo asuste... con forma de dragón impongo mas que ahora.-No hacía falta tampoco mencionar el episodio de la carne hervida.-Y me ayudó a encontrar a chucho, el y su amigo imagino que huyeron. Quizás vuelvan al campamento a buscar sus cosas en unas horas cuando dejen de tener miedo, pero nosotros estaremos lejos, así que no tienes de que preocuparte.-Le aseguré, aunque no sabía muy bien que podía hacer con ella. Seguramente Chucho tuviera mayor idea que yo.
Ella asintió, parecía mas tranquila a cada metro que poníamos de distancia entre nuestra posición y el campamento. Su rostro pensativo me daba a entender que estaba procesando lo que le había contado, y con lo turbada que estaba, no la culpaba porque le costara procesar todo eso, por sencillo que a mi me resultara.
Mi relato terminó cuando estábamos en frente del lento caudal del río. La luna daba una mejor visibilidad por la menor densidad de arboles en la rivera, y esa era lo suficientemente ancha como para que pudiéramos acomodarnos allí. La solté dejando que deambulara a su gusto, yo tenía muy claro lo que pedía mi cuerpo. Dejé tirados en cualquier lado los harapos que usaba como prendas y me metí en el río hasta que solo asomaba de su superficie mi cuello.
Las palabras de Destino resonaron en mi cabeza tras unos segundos, haciéndome girar hacia el humano.
-Chucho, esto no es un ritual de cortejo.-Le informe tranquilamente, como lo que era para mi aquello, una diferencia cultural que no había tenido en cuenta, y que carecía de mayor relevancia.
Tras eso, sumergí mi cabeza.
Arygos Valnor
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Re: [cerrado]Un re encuentro inesperado [Noche]
Por algún motivo ya no se veía mucho movimiento de animales, seguramente estaban descansando en sus escondites, bueno, no es que tuviese mucha hambre que digamos pero debía reponer el alimento que había vomitado a las afueras del campamento, estar por el bosque sin energía nunca era bueno.
Estaba por comenzar a formar alboroto con una rama esperando despertar a uno que otro animal, afortunadamente Arygos propuso una idea aun mejor, había escuchado de la Lastia antes pero nunca la había probado, no era mala idea, también propuso pescar que era un idea mejor aun… solo que había un pequeño problema.
- Nunca en mi vida he ido de pesca… siempre he querido, pero no había podido. – Quizá al ser una zona con poca profundidad pudiese usar mis flechas, aunque debería tener mucha puntería, eso y tratar de observar lo mejor posible con la luz de la luna.
Escuché la pregunta que había hecho la joven a mi compañera, realmente se había demorado en preguntar aquello. La verdad es que había sido un error, triste pero verdadero, el lado positivo es que aquel error le había salvado la vida por lo visto, seguro una coincidencia de los dios, por primera vez habían buscado hacer el bien y no una cruel broma. Escuché atentamente la explicación que estaba dando Arygos, trataba de no dar tanta importancia a los asuntos impactantes y a la vez trataba de suavizar todo aquel tema, no era algo fácil de por sí, hasta me sorprendió que revelara a primera instancia su naturaleza de dragona.
La historia había terminado y no había tenido ningún detalle explicito en ella, seguramente así era mejor, pero había uno que otro detalle por rellenar que Arygos no conocía, como la raza del 3er cazador que me había seguido… o su condición actual.
- Cuando me llevaron detrás de la tienda claramente me querían abrir las puertas del más allá. – Dije mientras volvía a escudriñar los arbustos con la vista. – Y además uno de los cazadores resultó ser un vampiro… que posiblemente ahora esté ciego, dudo que él regrese al campamento. – Así que la preocupación solo podía ser el cazador que había salido sin herida alguna.
Finalmente habíamos llegado al río, la luz de luna era perfecta para poder cazar algo en las cercanías o pezcar y claramente no íbamos a tener problemas con el agua. Lo más importante por el momento podía ser encender algo de fuego, no sé porque no se me ocurrió traer la antorcha que había mordido Arygos, aquello hubiese sido perfecto para encender una nueva fogata.
Arygos había dejado a nuestra nueva acompañante libre, esta solo se limitaba a caminar un poco de acá para allá, por lo visto con miedo a alejarse lo suficiente y adentrarse en el bosque. No la culpaba, luego de todo lo que había pasado estaba claro que temería andar de acá para allá sola entre las ramas, cualquiera tendría miedo de hacer eso después de haber pasado una situación traumante.
Noté que mi compañera se había despojado de sus prendas y se había sumergido en el agua, resultaba raro que no hubiese hecho aquello en privacidad, todas las personas que había visto en el pasado hasta preferían bañarse con la ropa puesta… seguro era otra costumbre de los dragones, ni idea. No se me había pasado por la idea lo del ritual de cortejo hasta que la dragona lo mencionó, no había sido necesario de todos modos.
- Se… muy bien que no es un ritual de… cortejo o lo que sea. – Volví a fijar mi vista en los árboles tratando de despejar mi mente.
Lo mejor era comenzar a recolectar algo de madera, volví a cargar el arco en mi hombro y di un paso hasta los arbustos, sabía que Arygos ya podía cuidarse por sí misma, lo había demostrado en el campamento, lo preocupante era la joven de cabello cobrizo. Giré la mirada y la miré tratando se saber si estaría bien allí, Arygos se encontraba bajo el agua y si algo las sorprendía no podían reaccionar de una manera rápida.
- Voy a buscar ramitas y quizá… conejos ¿Quisieras acompañarme o prefieres quedarte? – Lo mejor era preguntar, además así daba a entender que volvería.
La joven me miró con sus ojos verdes y luego negó lentamente con la cabeza, al menos no parecía tan nerviosa como antes. – N…no gracias, prefiero…quedarme.
Me incliné de hombros y volví con mi camino al bosque, no podía hacer nada más, ella ya había elegido que hacer. Recogí cuidadosamente cada ramita seca que veía y la guardaba en mi carcaj, afortunadamente no había tanta humedad en el ambiente, la recolecta iba tan bien que a este paso no tendría que alejarme tanto y tendría ya las suficientes ramas para encender una fogata decente. Estaba felizmente con mi trabajo cuando escuché un ruido algo anormal, parecía que algo estuviese durmiendo cerca. Caminé lentamente desenfundando el arco y tratando de seguir el rastro, la búsqueda no fue tan difícil, el causante del ruido estaba cerca, era un jabalí dormido.
Consideré simplemente ignorarlo pero mi traro inicial con Arygos había sido buscar jabalíes, prefería cumplir aquel trato a deberle un zorro y un jabalí. Llevé la mano a mi carcaj y saqué munición, la tensé en el arco y sin dudarlo dispare. El proyectil dio justamente entre los ojos del jabalí, hubiese sido un tiro mortal… si no hubiese disparado una rama.
Me di una fuerte palmada en la frente reprochándome aquello ¿Por qué no revisé? Ahora el animal se había despertado y estaba algo furioso, decidí retirarme lentamente pero no dio frutos, la bestia logró escucharme y no dudo en arremeter contra mí, nuevamente mis opciones eran correr y no dude en emplearlas.
La chica había caminado otro rato más sin rumbo alguno en los límites del río, no se atrevía a alejarse lo suficiente de las ropas de Arygos. Finalmente se decidió acercarse al agua y se arrodillo junto a esta con cuidado, en aquel momento se sentía totalmente perdida, tomó un poco de agua en sus manos y la utilizó para observar su reflejo, miraba detenidamente las heridas y moretones que había en su rostro. Luego de un par de segundos de temblores y sonidos nasales volvió a romper en llanto dejando caer la poca agua que aun quedaba en sus manos y cubriéndose el rostro con las mismas.
Estaba por comenzar a formar alboroto con una rama esperando despertar a uno que otro animal, afortunadamente Arygos propuso una idea aun mejor, había escuchado de la Lastia antes pero nunca la había probado, no era mala idea, también propuso pescar que era un idea mejor aun… solo que había un pequeño problema.
- Nunca en mi vida he ido de pesca… siempre he querido, pero no había podido. – Quizá al ser una zona con poca profundidad pudiese usar mis flechas, aunque debería tener mucha puntería, eso y tratar de observar lo mejor posible con la luz de la luna.
Escuché la pregunta que había hecho la joven a mi compañera, realmente se había demorado en preguntar aquello. La verdad es que había sido un error, triste pero verdadero, el lado positivo es que aquel error le había salvado la vida por lo visto, seguro una coincidencia de los dios, por primera vez habían buscado hacer el bien y no una cruel broma. Escuché atentamente la explicación que estaba dando Arygos, trataba de no dar tanta importancia a los asuntos impactantes y a la vez trataba de suavizar todo aquel tema, no era algo fácil de por sí, hasta me sorprendió que revelara a primera instancia su naturaleza de dragona.
La historia había terminado y no había tenido ningún detalle explicito en ella, seguramente así era mejor, pero había uno que otro detalle por rellenar que Arygos no conocía, como la raza del 3er cazador que me había seguido… o su condición actual.
- Cuando me llevaron detrás de la tienda claramente me querían abrir las puertas del más allá. – Dije mientras volvía a escudriñar los arbustos con la vista. – Y además uno de los cazadores resultó ser un vampiro… que posiblemente ahora esté ciego, dudo que él regrese al campamento. – Así que la preocupación solo podía ser el cazador que había salido sin herida alguna.
Finalmente habíamos llegado al río, la luz de luna era perfecta para poder cazar algo en las cercanías o pezcar y claramente no íbamos a tener problemas con el agua. Lo más importante por el momento podía ser encender algo de fuego, no sé porque no se me ocurrió traer la antorcha que había mordido Arygos, aquello hubiese sido perfecto para encender una nueva fogata.
Arygos había dejado a nuestra nueva acompañante libre, esta solo se limitaba a caminar un poco de acá para allá, por lo visto con miedo a alejarse lo suficiente y adentrarse en el bosque. No la culpaba, luego de todo lo que había pasado estaba claro que temería andar de acá para allá sola entre las ramas, cualquiera tendría miedo de hacer eso después de haber pasado una situación traumante.
Noté que mi compañera se había despojado de sus prendas y se había sumergido en el agua, resultaba raro que no hubiese hecho aquello en privacidad, todas las personas que había visto en el pasado hasta preferían bañarse con la ropa puesta… seguro era otra costumbre de los dragones, ni idea. No se me había pasado por la idea lo del ritual de cortejo hasta que la dragona lo mencionó, no había sido necesario de todos modos.
- Se… muy bien que no es un ritual de… cortejo o lo que sea. – Volví a fijar mi vista en los árboles tratando de despejar mi mente.
Lo mejor era comenzar a recolectar algo de madera, volví a cargar el arco en mi hombro y di un paso hasta los arbustos, sabía que Arygos ya podía cuidarse por sí misma, lo había demostrado en el campamento, lo preocupante era la joven de cabello cobrizo. Giré la mirada y la miré tratando se saber si estaría bien allí, Arygos se encontraba bajo el agua y si algo las sorprendía no podían reaccionar de una manera rápida.
- Voy a buscar ramitas y quizá… conejos ¿Quisieras acompañarme o prefieres quedarte? – Lo mejor era preguntar, además así daba a entender que volvería.
La joven me miró con sus ojos verdes y luego negó lentamente con la cabeza, al menos no parecía tan nerviosa como antes. – N…no gracias, prefiero…quedarme.
Me incliné de hombros y volví con mi camino al bosque, no podía hacer nada más, ella ya había elegido que hacer. Recogí cuidadosamente cada ramita seca que veía y la guardaba en mi carcaj, afortunadamente no había tanta humedad en el ambiente, la recolecta iba tan bien que a este paso no tendría que alejarme tanto y tendría ya las suficientes ramas para encender una fogata decente. Estaba felizmente con mi trabajo cuando escuché un ruido algo anormal, parecía que algo estuviese durmiendo cerca. Caminé lentamente desenfundando el arco y tratando de seguir el rastro, la búsqueda no fue tan difícil, el causante del ruido estaba cerca, era un jabalí dormido.
Consideré simplemente ignorarlo pero mi traro inicial con Arygos había sido buscar jabalíes, prefería cumplir aquel trato a deberle un zorro y un jabalí. Llevé la mano a mi carcaj y saqué munición, la tensé en el arco y sin dudarlo dispare. El proyectil dio justamente entre los ojos del jabalí, hubiese sido un tiro mortal… si no hubiese disparado una rama.
Me di una fuerte palmada en la frente reprochándome aquello ¿Por qué no revisé? Ahora el animal se había despertado y estaba algo furioso, decidí retirarme lentamente pero no dio frutos, la bestia logró escucharme y no dudo en arremeter contra mí, nuevamente mis opciones eran correr y no dude en emplearlas.
- - -
La chica había caminado otro rato más sin rumbo alguno en los límites del río, no se atrevía a alejarse lo suficiente de las ropas de Arygos. Finalmente se decidió acercarse al agua y se arrodillo junto a esta con cuidado, en aquel momento se sentía totalmente perdida, tomó un poco de agua en sus manos y la utilizó para observar su reflejo, miraba detenidamente las heridas y moretones que había en su rostro. Luego de un par de segundos de temblores y sonidos nasales volvió a romper en llanto dejando caer la poca agua que aun quedaba en sus manos y cubriéndose el rostro con las mismas.
Fredericksen
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Re: [cerrado]Un re encuentro inesperado [Noche]
La respuesta de chucho me dejo en claro una cosa, los sureños eran mas complejos en sus ritos de lo que había aprendido o me habían enseñado, y yo aun tenía mucho que aprender. tendría que consultar con Destino cuando lograse hallarlo, o quizás mas adelante a chucho. Quizás incluso podía preguntárselo a la muchacha.
Me giré hacia esta dispuesta a avasallarla con mis preguntas cuando me percate de que esta deambulaba casi perdida por la orilla del río, y poco a poco se acercaba al agua con la que se miraba mas de lo que se limpiaba con precariedad.
Di un par de brazadas con la extremidad sana hasta acercarme en donde estaba, e interrumpí ese silencio en el que se hallaba sumida, y que enturbiaba su mirada.
-Hey.-Le llamé la atención con un tono suave para no sobresaltara.-Ven, deberías limpiarte un poco, luego te dejo mi capa para que te seques.-Le ofrecí mientras le extendía la mano, paciente.
Esperaba que se quitase las ropas, pero para mi sorpresa me tomó la mano con la suya algo temblorosa, y con una fuerza intermitente que apretaba y se relajaba constantemente, y usando el asidero que le ofrecía empezó a sumergirse en el rio. Una vez que el agua le llegó a la cintura se sentó en el lecho del río y se rodeó las piernas con los brazos, dejando que el agua fluyese a su alrededor, asomando parte del rostro sobre su superficie, mientras su mirada oteaba la ribera temerosa de lo que pudiera ocultar la noche.
-Si escuchas un ruido es Chucho.-Le afirme, para que no se sobresaltara.-Además, estas con un dragón.-Lleve la mano a mi pecho y esbocé una sonrisa intentando transmitirle algo de calma.
Me acerque a donde estaba nadando y con cuidado empece a sacarle la porquería del pelo, y de los hombros, como si fuera una niña que no pudiera bañarse sola. Lo cierto era que, aunque parecía que tenía mas o menos mi edad, me recordaba bastante a un niño temeroso y asustado.Quizás sería la conmoción, o quizás era una de esas personas especiales cuyo cuerpo crece pero que su mente siempre permanece en el mismo momento del tiempo. Había visto uno en un pueblo, sus padres lo encerraban en el ático y el siempre intentaba escaparse. Parecía entenderlo como un juego, aunque yo tenía muy claro que intentaban ocultarlo.
¿Por eso la estarían metiendo antes en la tienda?¿O era para que no viéramos sus heridas?
Mis gestos parecieron despertarla un poco al cabo de unos segundos, y empezó a bañarse sola, permitiéndome nadar por la orilla recolectando algunas pequeñas ramitas de lastia. Las sostuve del tallo entre los dientes meintras nadaba de un lugar al otro para que la corriente no lavase ese icor rojizo y dulce que se acumulaba en sus puntas.
Tomé un ramillete interesante y se lo entregue a la muchacha.
-Toma, esto se come.-Le indique, masticando una de ellas para ilustrarlo. Sumamente despacio aceptó mi presente e imitó mi gesto. Su rostro cambio un poco, con asombro, y luego con una sonrisa tan leve y fugaz que hasta creí haberla imaginado.
-Gracias... es ...dulce.-Musitó.
-Si, toma, si te gustan son todas tuyas. Yo conseguiré algo de pescado.
-¿Pescado?.-Me miro de arriba abajo y luego alrededor, como si algo se le estuviera escapando.
-Si, pescado.-Empece a alejarme nadando para hacer espacio, pero ella, desconocedora de mis intenciones, me siguió a nado.-No, no, necesito que te apartes un poco.
Ella me miro sumamente confusa.
-Voy a convertirme en dragón, así podré pescar, y si viene algún animal, lo ahuyentaré. ¿Si? Además, nadie mas que chucho se acercará con un dragón por aquí.-Le guié el ojo como Bio había hecho un par de veces cuando quería relajar el ambiente y hacerme sentir que sabía lo que estaba haciendo.
Con duda, ella reculó y volvió a sentarse en ese lugar del río en el que podía asomar la cabeza, mientras comía lastia tímidamente.
Yo aproveché la distancia para volver a mi forma de leviatán blanco.
Un suspiro de alivio salió con fuerza de mis narinas cuando recuperé mi forma de dragón, y procuré ir despacio ante la humana anonadada que me miraba con algo de recelo pero no tan asustada como habría esperado. Me bañe con calma, sin prestarle mucha atención dejando que se acostumbrase a mi presencia, y la salude y le dedique mas de un gesto amable con los ojos y la cabeza. Poco a poco pareció relajarse, incluso mas que antes, quizás porque comprendía que mientras yo estuviera en esa forma, ella se encontraba a salvo.
Me giré hacia esta dispuesta a avasallarla con mis preguntas cuando me percate de que esta deambulaba casi perdida por la orilla del río, y poco a poco se acercaba al agua con la que se miraba mas de lo que se limpiaba con precariedad.
Di un par de brazadas con la extremidad sana hasta acercarme en donde estaba, e interrumpí ese silencio en el que se hallaba sumida, y que enturbiaba su mirada.
-Hey.-Le llamé la atención con un tono suave para no sobresaltara.-Ven, deberías limpiarte un poco, luego te dejo mi capa para que te seques.-Le ofrecí mientras le extendía la mano, paciente.
Esperaba que se quitase las ropas, pero para mi sorpresa me tomó la mano con la suya algo temblorosa, y con una fuerza intermitente que apretaba y se relajaba constantemente, y usando el asidero que le ofrecía empezó a sumergirse en el rio. Una vez que el agua le llegó a la cintura se sentó en el lecho del río y se rodeó las piernas con los brazos, dejando que el agua fluyese a su alrededor, asomando parte del rostro sobre su superficie, mientras su mirada oteaba la ribera temerosa de lo que pudiera ocultar la noche.
-Si escuchas un ruido es Chucho.-Le afirme, para que no se sobresaltara.-Además, estas con un dragón.-Lleve la mano a mi pecho y esbocé una sonrisa intentando transmitirle algo de calma.
Me acerque a donde estaba nadando y con cuidado empece a sacarle la porquería del pelo, y de los hombros, como si fuera una niña que no pudiera bañarse sola. Lo cierto era que, aunque parecía que tenía mas o menos mi edad, me recordaba bastante a un niño temeroso y asustado.Quizás sería la conmoción, o quizás era una de esas personas especiales cuyo cuerpo crece pero que su mente siempre permanece en el mismo momento del tiempo. Había visto uno en un pueblo, sus padres lo encerraban en el ático y el siempre intentaba escaparse. Parecía entenderlo como un juego, aunque yo tenía muy claro que intentaban ocultarlo.
¿Por eso la estarían metiendo antes en la tienda?¿O era para que no viéramos sus heridas?
Mis gestos parecieron despertarla un poco al cabo de unos segundos, y empezó a bañarse sola, permitiéndome nadar por la orilla recolectando algunas pequeñas ramitas de lastia. Las sostuve del tallo entre los dientes meintras nadaba de un lugar al otro para que la corriente no lavase ese icor rojizo y dulce que se acumulaba en sus puntas.
Tomé un ramillete interesante y se lo entregue a la muchacha.
-Toma, esto se come.-Le indique, masticando una de ellas para ilustrarlo. Sumamente despacio aceptó mi presente e imitó mi gesto. Su rostro cambio un poco, con asombro, y luego con una sonrisa tan leve y fugaz que hasta creí haberla imaginado.
-Gracias... es ...dulce.-Musitó.
-Si, toma, si te gustan son todas tuyas. Yo conseguiré algo de pescado.
-¿Pescado?.-Me miro de arriba abajo y luego alrededor, como si algo se le estuviera escapando.
-Si, pescado.-Empece a alejarme nadando para hacer espacio, pero ella, desconocedora de mis intenciones, me siguió a nado.-No, no, necesito que te apartes un poco.
Ella me miro sumamente confusa.
-Voy a convertirme en dragón, así podré pescar, y si viene algún animal, lo ahuyentaré. ¿Si? Además, nadie mas que chucho se acercará con un dragón por aquí.-Le guié el ojo como Bio había hecho un par de veces cuando quería relajar el ambiente y hacerme sentir que sabía lo que estaba haciendo.
Con duda, ella reculó y volvió a sentarse en ese lugar del río en el que podía asomar la cabeza, mientras comía lastia tímidamente.
Yo aproveché la distancia para volver a mi forma de leviatán blanco.
Un suspiro de alivio salió con fuerza de mis narinas cuando recuperé mi forma de dragón, y procuré ir despacio ante la humana anonadada que me miraba con algo de recelo pero no tan asustada como habría esperado. Me bañe con calma, sin prestarle mucha atención dejando que se acostumbrase a mi presencia, y la salude y le dedique mas de un gesto amable con los ojos y la cabeza. Poco a poco pareció relajarse, incluso mas que antes, quizás porque comprendía que mientras yo estuviera en esa forma, ella se encontraba a salvo.
Arygos Valnor
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Re: [cerrado]Un re encuentro inesperado [Noche]
La chica seguía observando a Arygos en su forma de dragón, cuando se calmó su mirada reflejaba cierta curiosidad, quizá por el sabor de la lastia o por el hecho de que era la primera vez que veía un dragón.
- ¿N…no te duele? – Dijo la chica mientras con sus manos trataba de dibujar la forma de la dragona. – ¿Volverte un dragón no te… duele?
Me maldecía cada paso que daba por mi descuido ¿Por qué no revise lo que estaba disparando? Ahora tenía un animal furioso persiguiéndome, en el peor de los casos me terminaría aplastando vivo… quizá comiéndome, claro, si le agradase la carne y aquello era mucho peor. Giré para verificar si la bestia continuaba siguiéndome, claro que lo hacía, el animal parecía molesto y no dudaría en atizar algo.
Podía escuchar los gruñidos del animal cada vez más cerca, no podía escapar de una bestia que corría a aquella velocidad, tarde o temprano me acabaría aplastando. Sujeté un tronco con una de mis manos y sin parar de correr lo usé para cambiar mi dirección, pude sentir como la herida de mi mano volvía a abrirse haciendo que manara la sangre, aunque en este momento no me importaba tanto un leve corte, necesitaba escapar de esa cosa. Quizá si llegaba a tiempo al río pudiese recibir ayuda de la dragona, en el peor de los casos debería alejarme nadando sin volver a mirar a atrás.
Traté de saltar y tomar una rama para luego escalarla, desgraciadamente la rama se quebró y quedó en mis manos “Esto debe ser una maldita broma.” Aunque aquello me había dado una pequeña idea, quizá si intimidaba al animal no hubiesen problemas, me giré sosteniendo la rama como si se tratarse de una espada, el jabalí claramente iba a notar que era un desafío y se iba a asustar.
Nunca había estado tan equivocado, finalmente había sido embestido por el jabalí y me encontraba cayendo al suelo. Sabía que si tocaba el césped sería mi fin así que sujete al animal por su pelaje evitando caerme, no le daría la satisfacción al animal de tirarme al suelo y pisarme, al menos no esta vez. Como pude me reincorpore hasta colgar del costado del jabalí, la bestia comenzaba a dar vueltas y a gruñir tratando de liberarse, ninguno de los dos dábamos el brazo a torcer… o pata, los jabalíes tienen patas y claramente este no la daría a torcer.
La bestia terminó llevándome entre la maleza, los arbustos chocaban contra mí y sentía como mis pies se arrastraban bruscamente en el suelo, no tenía idea a donde nos dirigíamos. Levanté la mirada y observé el camino, el animal seguía corriendo zigzagueando de un lado a otro pero al menos era por el camino que había tomado. El sonido del río no tardó en hacerse presente lo cual me recordó que había una chica algo traumada junto a Arygos ¿Qué impresión daría si viese a alguien montando un jabalí como si se tratase de un caballo?.. Aunque el Jabalí era el que me guiaba, así que lo mejor era avisar antes de aparecer.
- ¡Cuidado, voy con un animal peligroso! – Fue lo único que se me ocurrió a decir entre tantas sacudidas y mientras evitaba morderme la lengua con cada palabra.
Finalmente el animal salió de los arbustos hasta la orilla y del lago y aproveché para soltarme, terminé dando vueltas en el suelo alejándome del animal y el posible riesgo de muerte, aunque por lo que escuchaba las patas de la bestia seguían sin quedarse calmadas.
- Juro que fue un accidente, pero agradecería una ayuda. – Traté de alejarme aun más del Jabalí aunque este ya estaba cargando contra mi nuevamente.
- ¿N…no te duele? – Dijo la chica mientras con sus manos trataba de dibujar la forma de la dragona. – ¿Volverte un dragón no te… duele?
- - -
Me maldecía cada paso que daba por mi descuido ¿Por qué no revise lo que estaba disparando? Ahora tenía un animal furioso persiguiéndome, en el peor de los casos me terminaría aplastando vivo… quizá comiéndome, claro, si le agradase la carne y aquello era mucho peor. Giré para verificar si la bestia continuaba siguiéndome, claro que lo hacía, el animal parecía molesto y no dudaría en atizar algo.
Podía escuchar los gruñidos del animal cada vez más cerca, no podía escapar de una bestia que corría a aquella velocidad, tarde o temprano me acabaría aplastando. Sujeté un tronco con una de mis manos y sin parar de correr lo usé para cambiar mi dirección, pude sentir como la herida de mi mano volvía a abrirse haciendo que manara la sangre, aunque en este momento no me importaba tanto un leve corte, necesitaba escapar de esa cosa. Quizá si llegaba a tiempo al río pudiese recibir ayuda de la dragona, en el peor de los casos debería alejarme nadando sin volver a mirar a atrás.
Traté de saltar y tomar una rama para luego escalarla, desgraciadamente la rama se quebró y quedó en mis manos “Esto debe ser una maldita broma.” Aunque aquello me había dado una pequeña idea, quizá si intimidaba al animal no hubiesen problemas, me giré sosteniendo la rama como si se tratarse de una espada, el jabalí claramente iba a notar que era un desafío y se iba a asustar.
Nunca había estado tan equivocado, finalmente había sido embestido por el jabalí y me encontraba cayendo al suelo. Sabía que si tocaba el césped sería mi fin así que sujete al animal por su pelaje evitando caerme, no le daría la satisfacción al animal de tirarme al suelo y pisarme, al menos no esta vez. Como pude me reincorpore hasta colgar del costado del jabalí, la bestia comenzaba a dar vueltas y a gruñir tratando de liberarse, ninguno de los dos dábamos el brazo a torcer… o pata, los jabalíes tienen patas y claramente este no la daría a torcer.
La bestia terminó llevándome entre la maleza, los arbustos chocaban contra mí y sentía como mis pies se arrastraban bruscamente en el suelo, no tenía idea a donde nos dirigíamos. Levanté la mirada y observé el camino, el animal seguía corriendo zigzagueando de un lado a otro pero al menos era por el camino que había tomado. El sonido del río no tardó en hacerse presente lo cual me recordó que había una chica algo traumada junto a Arygos ¿Qué impresión daría si viese a alguien montando un jabalí como si se tratase de un caballo?.. Aunque el Jabalí era el que me guiaba, así que lo mejor era avisar antes de aparecer.
- ¡Cuidado, voy con un animal peligroso! – Fue lo único que se me ocurrió a decir entre tantas sacudidas y mientras evitaba morderme la lengua con cada palabra.
Finalmente el animal salió de los arbustos hasta la orilla y del lago y aproveché para soltarme, terminé dando vueltas en el suelo alejándome del animal y el posible riesgo de muerte, aunque por lo que escuchaba las patas de la bestia seguían sin quedarse calmadas.
- Juro que fue un accidente, pero agradecería una ayuda. – Traté de alejarme aun más del Jabalí aunque este ya estaba cargando contra mi nuevamente.
- Offrol:
- Realmente lamento mucho la demora, me había quedado seco de ideas y además tuve pequeños problemas con la red, se que no es excusa pero lamento la tardanza
Fredericksen
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Re: [cerrado]Un re encuentro inesperado [Noche]
La herida dolía menos en aquella forma, quizás porque mi cuerpo era mas resistente, o porque al ser mas grande, una porción mucho mas pequeña es la que ha sido lastimada, de cualquier modo, con los bordes quemados entorno a un corte pelado, donde la carne se curvaba protuberante y sellada, la herida permanecía sobre una de mis patas delanteras, mas pequeña pero igual de impactante, arraigada a mi cuerpo cambiante.
El agua fría del río fluía alrededor de mi cuerpo, barría la suciedad, la fatiga, el dolor del cuerpo y hasta un poco el de la mente, con ese poder curativo del agua, esa esencia tranquila y calma, que sana y purifica. Fue por hallarme sumergida en ese trance que la voz de la chica llego unos segundos tarde. Abrí los ojos que no sabía cuando había cerrado y contemple como con las manos trazaba siluetas extrañas sobre el aire.
Negué un par de veces con calma, y despacio me acerque a ella, deslizándome mayormente por debajo del agua. Me moví a su alrededor con una fluidez y comodidad palpables que no podía exhibir en mi otra forma. No había rastros de la torpeza de mi forma bípeda, ni de la zozobra al moverme, ni siquiera un rastro de los movimientos discordantes. Como dragón era un ser grácil, coordinado y ágil.
-Oh.-Asintió ella con ese breve monosílabo, y bajó la mirada mientras apenas movía el agua delante de ella con las manos, parecía sumergida en alguna clase de pensamiento en el que mi mirada no podía penetrar, y que la falta de palabras no me permitía consultar.
Con cuidado, como si fuera alguna clase de figura de cristal, como las que se veían en los mercados, la rocé con el hocico con delicadeza, para que no se alarmara con mi tacto, y empecé a recoger agua y limpiarla un poco con ese cuidado casi maternal que no se puede evitar ante los mas pequeños y frágiles.
Los humanos rara vez despertaban ese sentimiento de cuidado tan primitivo y profundo que anida en el interior de todos los seres, no en mi por lo menos, pero de algún modo ella había logrado tocar esa fibra que guardaba para con los míos, y ahora la acicalaba como si fuera uno de mis hermanos pequeños.
Ella me miraba con algo de desconcierto, pero quieta, tardo unos segundos en entender lo que hacía, o al menos, en desaparecer esa extrañeza de sus grandes orbes verdes. No chillo, ni se apartó, se limitó a chapotear con las manos ante si como hacía, mientras miraba a todos lados, a veces presente, y otras perdida, como si sus ojos pudieran trascender ese plano de existencia y observar un mundo que permanecía invisible a mi mirada.
Era algo tranquilo, hasta que la voz de chucho rompió el silencio con la alarma. Ella se tensó en si misma y se encogió ocultando su rostro hasta los ojos bajo la superficie del río, como si este pudiera protegerla. Yo me aparte de ella, salí del agua y salté batiendo las alas para dirigirme hacia la voz.
Bajo mi vuelo a poca distancia del suelo cruzó una bestia que llevaba a chucho de jinete, no por mucho, pues este salió rodando por el suelo.
Un delicioso cerdo salvaje se había encaprichado de mi peculiar amigo y ante mi estupefacta mirada cargaba contra el.
Descendí sobre el mismo, lo agarré con las zarpas traseras del lomo, y de las delanteras de la cabeza, y batí las alas frenando su embestida cuando los colmillos de la bestia se hallaban cerca de chucho. Antes de que el cerdo pudiera retorcerse contra mis garras que se hundían sobre la dura carne del cerdo sin mayor contratiempo, plegué las alas aplastandolo con mi peso, y contorsione el cuello para clavarle las fauces en la garganta.
Un chillido casi idéntico al que habíamos escuchado cuando nos internamos en el bosque salió del hocico de la bestia en los estertores de su muerte, mientras yo lo soltaba y volvía hacia la humana, dejando al cerdo salvaje agonizar en la orilla del agua.
La joven se había tapado los oídos con las manos, y temblaba en un llanto silencioso. Llamé a chucho con un gorgojeo, y le hice gestos con el hocico, no sabía porque se había asustado ahora, ni como apaciguar su miedo.
El agua fría del río fluía alrededor de mi cuerpo, barría la suciedad, la fatiga, el dolor del cuerpo y hasta un poco el de la mente, con ese poder curativo del agua, esa esencia tranquila y calma, que sana y purifica. Fue por hallarme sumergida en ese trance que la voz de la chica llego unos segundos tarde. Abrí los ojos que no sabía cuando había cerrado y contemple como con las manos trazaba siluetas extrañas sobre el aire.
Negué un par de veces con calma, y despacio me acerque a ella, deslizándome mayormente por debajo del agua. Me moví a su alrededor con una fluidez y comodidad palpables que no podía exhibir en mi otra forma. No había rastros de la torpeza de mi forma bípeda, ni de la zozobra al moverme, ni siquiera un rastro de los movimientos discordantes. Como dragón era un ser grácil, coordinado y ágil.
-Oh.-Asintió ella con ese breve monosílabo, y bajó la mirada mientras apenas movía el agua delante de ella con las manos, parecía sumergida en alguna clase de pensamiento en el que mi mirada no podía penetrar, y que la falta de palabras no me permitía consultar.
Con cuidado, como si fuera alguna clase de figura de cristal, como las que se veían en los mercados, la rocé con el hocico con delicadeza, para que no se alarmara con mi tacto, y empecé a recoger agua y limpiarla un poco con ese cuidado casi maternal que no se puede evitar ante los mas pequeños y frágiles.
Los humanos rara vez despertaban ese sentimiento de cuidado tan primitivo y profundo que anida en el interior de todos los seres, no en mi por lo menos, pero de algún modo ella había logrado tocar esa fibra que guardaba para con los míos, y ahora la acicalaba como si fuera uno de mis hermanos pequeños.
Ella me miraba con algo de desconcierto, pero quieta, tardo unos segundos en entender lo que hacía, o al menos, en desaparecer esa extrañeza de sus grandes orbes verdes. No chillo, ni se apartó, se limitó a chapotear con las manos ante si como hacía, mientras miraba a todos lados, a veces presente, y otras perdida, como si sus ojos pudieran trascender ese plano de existencia y observar un mundo que permanecía invisible a mi mirada.
Era algo tranquilo, hasta que la voz de chucho rompió el silencio con la alarma. Ella se tensó en si misma y se encogió ocultando su rostro hasta los ojos bajo la superficie del río, como si este pudiera protegerla. Yo me aparte de ella, salí del agua y salté batiendo las alas para dirigirme hacia la voz.
Bajo mi vuelo a poca distancia del suelo cruzó una bestia que llevaba a chucho de jinete, no por mucho, pues este salió rodando por el suelo.
Un delicioso cerdo salvaje se había encaprichado de mi peculiar amigo y ante mi estupefacta mirada cargaba contra el.
Descendí sobre el mismo, lo agarré con las zarpas traseras del lomo, y de las delanteras de la cabeza, y batí las alas frenando su embestida cuando los colmillos de la bestia se hallaban cerca de chucho. Antes de que el cerdo pudiera retorcerse contra mis garras que se hundían sobre la dura carne del cerdo sin mayor contratiempo, plegué las alas aplastandolo con mi peso, y contorsione el cuello para clavarle las fauces en la garganta.
Un chillido casi idéntico al que habíamos escuchado cuando nos internamos en el bosque salió del hocico de la bestia en los estertores de su muerte, mientras yo lo soltaba y volvía hacia la humana, dejando al cerdo salvaje agonizar en la orilla del agua.
La joven se había tapado los oídos con las manos, y temblaba en un llanto silencioso. Llamé a chucho con un gorgojeo, y le hice gestos con el hocico, no sabía porque se había asustado ahora, ni como apaciguar su miedo.
Arygos Valnor
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Re: [cerrado]Un re encuentro inesperado [Noche]
No sabía que había sucedido exactamente en mi leve ausencia pero Arygos se hallaba ahora en su forma ¿Había sucedido algo mientras me había ido? Existía la posibilidad de que el vampiro siguiese un rastro hasta aquí o que el explorador restante buscara venganza, no, aquello no era posible, además no había señal alguna de alteración aparte la que había dado mi aparición con el animal salvaje.
Observé al animal esperando el inevitable golpe, bueno, había vivido una vida llena de felicidad y no tenía nada de qué quejarme… un momento, si tenía cosas de las cuales quejarme, las desgracias siempre me perseguían y a causa de eso mi final estaba justo delante de mis ojos. Por fortuna la dragona había tomado cartas en el asunto e inmovilizo al animal antes de que fuese tarde, realmente era obvio que un dragón le ganaría en una pelea a un jabalí, la bestia no tenía oportunidad alguna de salir a salvo de aquella situación. Finalmente el golpe letal llegó, las fauces de la dragona se incrustaban en el animal arrancándole la última esperanza de vida.
- A eso le llamo “clavarle el diente a la comida”.– Comenté tratando de ignorar los chillidos del animal mientras moría, si alguna vez tuve ganas de comer jabalí posiblemente ya se me habían quitado, debería seguir con mi dieta rica en conejos y ardillas.
Me acerqué con cuidado al cadáver del animal mientras le daba leves empujones con una ramita, ¿Arygos se lo comería más tarde cierto? Sería realmente un desperdicio dejar al animal muerto y ya, aunque de por si así era la naturaleza pero no quitaba que fuese una lástima desperdiciarlo.
Levanté la vista luego de que la dragona hiciera un ruido extraño, quizá justamente lo había realizado para llamar mi atención, no comprendía para nada el dialecto de los reptiles pero por los gestos que hacía Arygos supuse que debía acercarme. Mientras me acercaba lentamente logré notal que la joven se había hundido en el agua y parecía estar escapando de sus pensamientos ¿Para eso me llamaba Arygos? Realmente no sabía cómo tratar ese tipo de asuntos, jamás había tratado la frustración de otra persona, sabía que lo mejor era dar apoyo moral ¿Pero cómo se ayudaba a alguien que no conoces de nada?
- Yo… esto ¿Te encuentras bien? – Debía dejar de hacer esa pregunta tan estúpida cada vez que veía a alguien de mal estado, no es como si fuesen a levantar la mirada llena de lagrimas con el moco a flor de piel diciendo “Oh sí, claro que estoy bien” era claro que no lo estaba.
La chica por suerte pareció no haberme escuchado, eso me quitaría de encima el peso de haber parecido un idiota con la pregunta. Ahora el problema era que hacer, la chica por lo visto estaba tratando de evitar todo el exterior así que hablarle no resultaría para nada ¿Contacto físico para calmarla? No, dudaba que pudiese funcionar, seguramente se asustaría también con ello pero lamentablemente era la única alternativa.
- Cálmate…- Acerqué lentamente la mano a la joven como si se tratase de un animal herido, por lo visto ella se había fijado en aquel gesto y retrocedía poco a poco mientras abría los ojos con cierto pánico. - Todo está bien, excepto para el pobre jabalí que ya está más que muerto… espera, olvida eso.
- A…aléjense, no quiero eso de nuevo…no quiero. – La chica parecía cada vez más asustada, aquel sería un trauma que tardaría en desaparecer… si es que llegaba a desaparecer.
Si me seguía acercando con lentitud no lograría hacer realmente nada, lo único que trataba era de ayudar y ni para eso servía, recordé que a veces “una buena sacudida” ayudaba a despejar la mente, la gente siempre usaba el lado metafórico de aquella frase pero yo prefería por mucho el lado literal. Tomé a la joven de los hombros para que dejará de moverse y centré la mirada en sus ojos, volvían a estar enrojecidos por las lagrimas ¿Cuánto habrá llorado aquella chica en todo este tiempo? La sacudí levemente sin apartar la mirada esperando que la joven volviera a razonar por fin. – No te vamos a hacer nada, en serio, no somos seres peligrosos… bueno, quizá si lo seamos, pero somos buenas personas… creo ¿Podrías ayudarme Arygos? – A este paso terminaría asustando a la joven más de lo que ya estaba, al menos había dejado de alejarse y solo paseaba so mirada de preocupación entre la dragona y mi persona.
Observé al animal esperando el inevitable golpe, bueno, había vivido una vida llena de felicidad y no tenía nada de qué quejarme… un momento, si tenía cosas de las cuales quejarme, las desgracias siempre me perseguían y a causa de eso mi final estaba justo delante de mis ojos. Por fortuna la dragona había tomado cartas en el asunto e inmovilizo al animal antes de que fuese tarde, realmente era obvio que un dragón le ganaría en una pelea a un jabalí, la bestia no tenía oportunidad alguna de salir a salvo de aquella situación. Finalmente el golpe letal llegó, las fauces de la dragona se incrustaban en el animal arrancándole la última esperanza de vida.
- A eso le llamo “clavarle el diente a la comida”.– Comenté tratando de ignorar los chillidos del animal mientras moría, si alguna vez tuve ganas de comer jabalí posiblemente ya se me habían quitado, debería seguir con mi dieta rica en conejos y ardillas.
Me acerqué con cuidado al cadáver del animal mientras le daba leves empujones con una ramita, ¿Arygos se lo comería más tarde cierto? Sería realmente un desperdicio dejar al animal muerto y ya, aunque de por si así era la naturaleza pero no quitaba que fuese una lástima desperdiciarlo.
Levanté la vista luego de que la dragona hiciera un ruido extraño, quizá justamente lo había realizado para llamar mi atención, no comprendía para nada el dialecto de los reptiles pero por los gestos que hacía Arygos supuse que debía acercarme. Mientras me acercaba lentamente logré notal que la joven se había hundido en el agua y parecía estar escapando de sus pensamientos ¿Para eso me llamaba Arygos? Realmente no sabía cómo tratar ese tipo de asuntos, jamás había tratado la frustración de otra persona, sabía que lo mejor era dar apoyo moral ¿Pero cómo se ayudaba a alguien que no conoces de nada?
- Yo… esto ¿Te encuentras bien? – Debía dejar de hacer esa pregunta tan estúpida cada vez que veía a alguien de mal estado, no es como si fuesen a levantar la mirada llena de lagrimas con el moco a flor de piel diciendo “Oh sí, claro que estoy bien” era claro que no lo estaba.
La chica por suerte pareció no haberme escuchado, eso me quitaría de encima el peso de haber parecido un idiota con la pregunta. Ahora el problema era que hacer, la chica por lo visto estaba tratando de evitar todo el exterior así que hablarle no resultaría para nada ¿Contacto físico para calmarla? No, dudaba que pudiese funcionar, seguramente se asustaría también con ello pero lamentablemente era la única alternativa.
- Cálmate…- Acerqué lentamente la mano a la joven como si se tratase de un animal herido, por lo visto ella se había fijado en aquel gesto y retrocedía poco a poco mientras abría los ojos con cierto pánico. - Todo está bien, excepto para el pobre jabalí que ya está más que muerto… espera, olvida eso.
- A…aléjense, no quiero eso de nuevo…no quiero. – La chica parecía cada vez más asustada, aquel sería un trauma que tardaría en desaparecer… si es que llegaba a desaparecer.
Si me seguía acercando con lentitud no lograría hacer realmente nada, lo único que trataba era de ayudar y ni para eso servía, recordé que a veces “una buena sacudida” ayudaba a despejar la mente, la gente siempre usaba el lado metafórico de aquella frase pero yo prefería por mucho el lado literal. Tomé a la joven de los hombros para que dejará de moverse y centré la mirada en sus ojos, volvían a estar enrojecidos por las lagrimas ¿Cuánto habrá llorado aquella chica en todo este tiempo? La sacudí levemente sin apartar la mirada esperando que la joven volviera a razonar por fin. – No te vamos a hacer nada, en serio, no somos seres peligrosos… bueno, quizá si lo seamos, pero somos buenas personas… creo ¿Podrías ayudarme Arygos? – A este paso terminaría asustando a la joven más de lo que ya estaba, al menos había dejado de alejarse y solo paseaba so mirada de preocupación entre la dragona y mi persona.
Fredericksen
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Re: [cerrado]Un re encuentro inesperado [Noche]
Con cucho encargándose de la muchacha, yo podía dedicarme un poco a mi, y a una buena y merecida cena con mi recién adquirido jabalí fresco antes de que se enfriase.
La piel y la carne como siempre eran algo correosas, pero sumamente sabrosas, era por eso que siempre me habían gustado los jabalíes, además, como sus huesos no eran especialmente pequeños, podía roerlos y medianamente evitarlos al comer para no tener que estar regurgitando mas tarde.
Me hallaba apenas empezando a degustar mi comida cuando chucho solicitó mi ayuda de nuevo.
Di un par de pequeños saltos y aterricé en medido de el río salpicándolos a ambos con mi nula delicadeza para hacer entradas, y relamiendome los restos de sangre del hocico, y un pedazo de grasa de jabalí que me había quedado entre los dientes.
Miré la situación intentando ver que podía hacer, y rezando vanamente para poder encargarme de algún modo de lo que fuera para lo que me habían llamado en esa forma.
Con un resoplido tomé por enésima vez mi forma humana. El cansancio empezaba a pesar como una gran losa sobre mis hombros, cambiar y cambiar tan seguido resultaba sumamente agotador, y no pude reprimir un ostentoso bostezo.
-Es de tu especie, ¿No deberías saber tu como tratarla?.-Los miré a ambos mientras me frotaba los ojos con pereza.- Comiste plantas.-Dije para mi misma mirando a la chica.-Que es lo que come el.-Señalé con la nariz a chucho.- Así que no es hambre.-Descarté en voz alta.
-Tampoco es miedo, porque hay un inmenso dragón protegiéndolos a ambos.-O por lo menos era inmensa y fuerte comparada con ellos que eran blandos y frágiles. No los culpaba por ser asustadizos, cuando yo pensé que me iba a quedar como ellos preferí plantearme la vida de un vampiro, y ellos tenían que convivir con su propia naturaleza.
-No tienes sed, ni es incomodidad por la suciedad porque te bañe.-Seguí. Metí la cabeza en el agua fría para despejarme y mantenerme centrada, aunque cuando emergí de nuevo, otro bostezo se hizo presente.
Me fijé que ella no había hablado ni un momento, y que era cuando miraba a chucho que parecía ponerse peor.- Oh, el no da miedo. Ya te dije que no tienes que asustarte con el. Me trajo la cena.-Señalé el jabalí.- Es un buen tipo. Incluso evito que me comiera a un cachorrito de esos que a los sureños os gustan tanto.-Y que sabían sumamente deliciosos... Oh, maldita cria de zorro...
Mientras yo seguía con mis lentas pesquisas, porque la verdad no tenía la mente especialmente despierta, ella logró reunir fuerzas para apartarse de Chucho de un tirón y nadar torpemente hasta mi espalda para usarme de escudo. Se aferró a mi hombros ano y se asomó sobre el mismo, midiendo a chucho con algo de duda, sin terminar de creer en mis palabras, y luego me susurró que era a lo que tanto temía, como si fuera algo que no pudiera decir en voz alta.
Solté un suspiro, y la bajé de mi hombro, después la tomé de la mano como hacían las mamas humanas con sus crías e hice que nos acercáramos a chucho.
-Chucho no va a intentar aparearse contigo.-Le prometí.-¿A que no chucho?.-Le eché una mirada de esas que esperaba que lo dijera todo, para que asintiera y me diera la razón.
-Así que no tienes que asustarte. Si le entran ganas seguro que puede encontrar a alguna otra hembra de su especie en la ciudad.-Le di un par de golpecitos cariñosos en la cabeza a ella, y le solté la mano apartándome unos pasos.
-Ahora dense la mano como hacen los suyos cuando se entienden.-Me crucé de brazos y alcé el mentón, orgullosa de como estaba manejando la situación.
Lo cierto es que ella estaba sumamente colorada, aun temblaba un poco, y parecía, como poco desconcertada, pero por lo menos no corría y, sin dejar de mirarme de soslayo cada tanto, y con cierta duda, alzó la mano para hacerme caso.
Tenía que admitirlo, me estaba convirtiendo en toda una experta en humanos.
Volví a bostezar, así que nadé con pereza hacia el borde del rió, busqué una piedra plana y seca en su orilla suficientemente grande como para albergarme, y me tumbe en la misma, intentando, dentro de lo que mi cuerpo humano me permitía, enrollarme sobre mi misma. Uno de mis brazos pasaba por delante de mir ostro, cubriendo mi boca y mi nariz, y solo mis ojos semi entornados asomaban aun observando a los dos. El pelo balnco me cubría casi por entero, ayudaba que estuviera hecha una bola, así que imaginaba que de lejos debía de parecer alguna clase de pelota de pelo blanco mojado que los vigilaba.
La piel y la carne como siempre eran algo correosas, pero sumamente sabrosas, era por eso que siempre me habían gustado los jabalíes, además, como sus huesos no eran especialmente pequeños, podía roerlos y medianamente evitarlos al comer para no tener que estar regurgitando mas tarde.
Me hallaba apenas empezando a degustar mi comida cuando chucho solicitó mi ayuda de nuevo.
Di un par de pequeños saltos y aterricé en medido de el río salpicándolos a ambos con mi nula delicadeza para hacer entradas, y relamiendome los restos de sangre del hocico, y un pedazo de grasa de jabalí que me había quedado entre los dientes.
Miré la situación intentando ver que podía hacer, y rezando vanamente para poder encargarme de algún modo de lo que fuera para lo que me habían llamado en esa forma.
Con un resoplido tomé por enésima vez mi forma humana. El cansancio empezaba a pesar como una gran losa sobre mis hombros, cambiar y cambiar tan seguido resultaba sumamente agotador, y no pude reprimir un ostentoso bostezo.
-Es de tu especie, ¿No deberías saber tu como tratarla?.-Los miré a ambos mientras me frotaba los ojos con pereza.- Comiste plantas.-Dije para mi misma mirando a la chica.-Que es lo que come el.-Señalé con la nariz a chucho.- Así que no es hambre.-Descarté en voz alta.
-Tampoco es miedo, porque hay un inmenso dragón protegiéndolos a ambos.-O por lo menos era inmensa y fuerte comparada con ellos que eran blandos y frágiles. No los culpaba por ser asustadizos, cuando yo pensé que me iba a quedar como ellos preferí plantearme la vida de un vampiro, y ellos tenían que convivir con su propia naturaleza.
-No tienes sed, ni es incomodidad por la suciedad porque te bañe.-Seguí. Metí la cabeza en el agua fría para despejarme y mantenerme centrada, aunque cuando emergí de nuevo, otro bostezo se hizo presente.
Me fijé que ella no había hablado ni un momento, y que era cuando miraba a chucho que parecía ponerse peor.- Oh, el no da miedo. Ya te dije que no tienes que asustarte con el. Me trajo la cena.-Señalé el jabalí.- Es un buen tipo. Incluso evito que me comiera a un cachorrito de esos que a los sureños os gustan tanto.-Y que sabían sumamente deliciosos... Oh, maldita cria de zorro...
Mientras yo seguía con mis lentas pesquisas, porque la verdad no tenía la mente especialmente despierta, ella logró reunir fuerzas para apartarse de Chucho de un tirón y nadar torpemente hasta mi espalda para usarme de escudo. Se aferró a mi hombros ano y se asomó sobre el mismo, midiendo a chucho con algo de duda, sin terminar de creer en mis palabras, y luego me susurró que era a lo que tanto temía, como si fuera algo que no pudiera decir en voz alta.
Solté un suspiro, y la bajé de mi hombro, después la tomé de la mano como hacían las mamas humanas con sus crías e hice que nos acercáramos a chucho.
-Chucho no va a intentar aparearse contigo.-Le prometí.-¿A que no chucho?.-Le eché una mirada de esas que esperaba que lo dijera todo, para que asintiera y me diera la razón.
-Así que no tienes que asustarte. Si le entran ganas seguro que puede encontrar a alguna otra hembra de su especie en la ciudad.-Le di un par de golpecitos cariñosos en la cabeza a ella, y le solté la mano apartándome unos pasos.
-Ahora dense la mano como hacen los suyos cuando se entienden.-Me crucé de brazos y alcé el mentón, orgullosa de como estaba manejando la situación.
Lo cierto es que ella estaba sumamente colorada, aun temblaba un poco, y parecía, como poco desconcertada, pero por lo menos no corría y, sin dejar de mirarme de soslayo cada tanto, y con cierta duda, alzó la mano para hacerme caso.
Tenía que admitirlo, me estaba convirtiendo en toda una experta en humanos.
Volví a bostezar, así que nadé con pereza hacia el borde del rió, busqué una piedra plana y seca en su orilla suficientemente grande como para albergarme, y me tumbe en la misma, intentando, dentro de lo que mi cuerpo humano me permitía, enrollarme sobre mi misma. Uno de mis brazos pasaba por delante de mir ostro, cubriendo mi boca y mi nariz, y solo mis ojos semi entornados asomaban aun observando a los dos. El pelo balnco me cubría casi por entero, ayudaba que estuviera hecha una bola, así que imaginaba que de lejos debía de parecer alguna clase de pelota de pelo blanco mojado que los vigilaba.
Arygos Valnor
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Re: [cerrado]Un re encuentro inesperado [Noche]
Al parecer la dragona estaba devorando al jabalí muerto, aquella había sido la idea desde el inicio realmente pero no pensaba que fuese el momento más apropiado para demostrar que podían hacer sus fauces, era claro que eran letales y también que podían perforar la carne sin delicadeza y rápidamente. La dragona se acercó saltando y terminó salpicando a la joven y a mi persona… bueno, ya estábamos en el río y por ende mojados, no había nada más que perder.
Pude notar como la joven aun tenía pedazos del animal muerto en su boca y terminaba de saborearlo, bueno, se veía que la dragona disfrutaba de la comida y eso era bueno, una persona que no sabe disfrutar de un aperitivo siempre resulta difícil al momento de acampar. Nuevamente dejó atrás su forma de reptil para parecer a la pequeña joven inocente que no infundía miedo, era realmente irónico, a simple vista nadie le temería a Arygos pero cuando estaba en su forma dragón lo más probable es que las cosas cambiaran, ya había visto mucho ejemplos de ello.
- De suerte se tratarme a mí mismo… y a veces fallo. – Comenté ante la acotación de la joven, que aquella chica fuese de mi especie no significaba que yo tuviese una habilidad para tratarla, realmente era todo lo contrario ya que no sabía tratar el miedo en las personas.
El tono de Arygos demostraba cierto cansancio, quizá la aventura de la noche ya había agotado todas sus fuerzas, en momentos así es donde agradecía mi paranoia y el hecho de que me adaptase a descansar poco, aun me quedaban un par de horas antes de dar mi siguiente siesta. Poco a poco mi compañera sacaba conclusiones sacando de adivinar que pasaba, eran muchas opciones posibles pero ella decidió centrarse en las recientes y las que posiblemente fuesen más importantes.
La ultima acotación de Arygos me hizo fijarme de que posiblemente si fuese yo el del problema, aunque era verdad que yo no daba miedo, la gente solía reírse del sujeto vestido de verde pero temerme nunca… tampoco es que yo fuese alguien que buscase infundir temor o respeto, además si tomaba en cuenta mis rachas de desgracias e infortunios era más lógico que se riesen de mi.
Lo más sensato es que yo también tratase de pensar cuál podía ser el problema, ¿Era realmente yo el del problema? Si era así no podía hacer nada para solucionarlo, dudaba que taparme la cara o usar una máscara pudiese funcionar para ello y desfigurarme claro que no era una opción “Vaya dilema tenemos ahora.” Mientras seguía analizando la joven se apartó de mí y volvió a protegerse detrás de Arygos, la dragona era quien se había ganado más rápido su confianza por lo visto, quizá era el hecho de que ambas eran chicas… o que ella podía ser un dragona, yo también me sentiría protegido detrás de alguien que pudiese volverse dragón.
La joven le murmuró algo a mi compañera y está solo reaccionó soltando un suspiro, ¿Era un suspiro de alivio o de preocupación? Arygos tomó a la chica de la mano y comenzó a acercarla, eso me recordaba a cuando tomaban a los pequeños y los acercaban a los caballos, así el animal tomaba confianza en ellos “Un momento, yo no soy un caballo.” ¿Acaso debería ofenderme por aquel gesto? Abrí la boca dispuesto a reclamar cuando escuché la preocupación del asunto, por lo visto no era yo… era lo que podía hacer, yo no era de ese tipo de personas, ni se me había pasado aquel hecho por la mente.
La revelación me había tomado totalmente desprevenido y podía sentir como comenzaba a crearse un pequeño rubor en mi rostro “Maldición, no es momento para parecer idiota.” Dirigí la mirada a otro lado evitando otro comentario por el estilo y también para que no se notase mi incomodidad en el asunto.
- C…claro que no voy a hacer tal cosa. – Respondí ante la interrogante de Arygos ¿Acaso era necesario asegurarse de aquello? La respuesta era más que obvia, aclaré mi garganta aun observando a otro lado mientras volvía a calmarme. – Yo no soy de esos. – Arygos por lo visto no estaba conforme solo con acotar aquello si no que también daba ideas que no eran “¿Si le entran ganas? Ni que fuese un animal o uno de esos sujetos que vivían para estar revolcándose, realmente nunca me había interesado en ello.” Terminé cubriendo mi rostro lo más que pude con la capucha de mi atuendo, no podía revelar la incomodidad aunque aquellos actos seguramente ya lo habían hecho.
Regresé la mirada cuando Arygos dijo algo de darse las manos, la joven dragona parecía estar orgullosa de sus palabras y lo que había hecho aunque por la pose de la otra chica supuse que también la había puesto incomoda. Para mi sorpresa le había hecho caso al final con lo de darnos las manos, quizá el plan de Arygos había sido habernos hecho pasar vergüenza para luego establecer confianza, que chica tan inteligente. Cuando la joven de ojos verdes tuvo la mano lista para el apretón de manos no dude en levantar la mía y estrecharla junto con la de ella, por lo visto ya no habrían muchos problemas de confianza o eso esperaba.
Mi compañera ya se había retirado del sitio y ahora estaba hecha un ovillo en su cabello descansando sobre una roca, lo más sensato sería encender la fogata para que nadie pasase frío por lo que quedaba de noche… “Oh rayos, las ramas no pueden mojarse.” Solté rápidamente la mano de la joven pelirroja y levanté el carcaj que se había mojado un poco, esperaba que su interior estuviese aun seco con mis flechas las flechas y también con las ramitas para la hoguera.
- Con permiso, necesito encender fuego y no creo que estar mucho más en el río sea saludable… cosas de los resfriados y enfermedades. – Comencé a alejarme lentamente mientras levantaba el carcaj evitando que se humedeciese, miré hacia atrás y observé que la joven por lo visto también había considerado salir del río y ahora caminaba hasta la orilla.
Apenas estuve fuera del agua tire todas las ramas al piso y me aseguré que no hubiese ninguna de mis preciadas flechas mezcladas entre ellas, perder una flecha así sería muy torpe hasta para mí. Gracias a la práctica no demoré en encender una fogata con las mismas ramitas y algunas hojas para acelerar las llamas, era un truco muy utíl aunque solía generar mucho humo.
- ¿No deseas acercarte para entrar en calor? – Comenté a Arygos aunque parecía estar cómoda en su roca, aun así nunca estaba de más preguntar y realmente el fuego abrigaría más que el mismo cabello. Tomé asiento junto a la fogata mientras consideraba en salir a cazar o no a algún conejo, la comida sonaba realmente bien para aquel momento, la joven de cabello rojizos aun seguía manteniendo su distancia pero parecía no temer, tenía las manos cerca del fuego buscando calentarse. – Ahora que lo pienso… no te hemos preguntado tu nombre. – Levanté la vista hasta la muchacha extrañado porque ella tampoco lo hubiese comentad, quizá el factor trauma le había impedido comentarlo. - ¿Te importaría decírnoslo? – Preguntárselo era lo más sensato, tampoco es que la fuese a obligar a decirlo, era decisión de ella a fin de cuentas.
- Me llamo… Delilah. – Los ojos verdes de la chica se perdieron mientras miraba el fuego ¿Había hecho mal en preguntarle aquello? Quizá había sido en mal tiempo y tuve que haber esperado un poco más. – Si… mi nombre es Delilah.
Pude notar como la joven aun tenía pedazos del animal muerto en su boca y terminaba de saborearlo, bueno, se veía que la dragona disfrutaba de la comida y eso era bueno, una persona que no sabe disfrutar de un aperitivo siempre resulta difícil al momento de acampar. Nuevamente dejó atrás su forma de reptil para parecer a la pequeña joven inocente que no infundía miedo, era realmente irónico, a simple vista nadie le temería a Arygos pero cuando estaba en su forma dragón lo más probable es que las cosas cambiaran, ya había visto mucho ejemplos de ello.
- De suerte se tratarme a mí mismo… y a veces fallo. – Comenté ante la acotación de la joven, que aquella chica fuese de mi especie no significaba que yo tuviese una habilidad para tratarla, realmente era todo lo contrario ya que no sabía tratar el miedo en las personas.
El tono de Arygos demostraba cierto cansancio, quizá la aventura de la noche ya había agotado todas sus fuerzas, en momentos así es donde agradecía mi paranoia y el hecho de que me adaptase a descansar poco, aun me quedaban un par de horas antes de dar mi siguiente siesta. Poco a poco mi compañera sacaba conclusiones sacando de adivinar que pasaba, eran muchas opciones posibles pero ella decidió centrarse en las recientes y las que posiblemente fuesen más importantes.
La ultima acotación de Arygos me hizo fijarme de que posiblemente si fuese yo el del problema, aunque era verdad que yo no daba miedo, la gente solía reírse del sujeto vestido de verde pero temerme nunca… tampoco es que yo fuese alguien que buscase infundir temor o respeto, además si tomaba en cuenta mis rachas de desgracias e infortunios era más lógico que se riesen de mi.
Lo más sensato es que yo también tratase de pensar cuál podía ser el problema, ¿Era realmente yo el del problema? Si era así no podía hacer nada para solucionarlo, dudaba que taparme la cara o usar una máscara pudiese funcionar para ello y desfigurarme claro que no era una opción “Vaya dilema tenemos ahora.” Mientras seguía analizando la joven se apartó de mí y volvió a protegerse detrás de Arygos, la dragona era quien se había ganado más rápido su confianza por lo visto, quizá era el hecho de que ambas eran chicas… o que ella podía ser un dragona, yo también me sentiría protegido detrás de alguien que pudiese volverse dragón.
La joven le murmuró algo a mi compañera y está solo reaccionó soltando un suspiro, ¿Era un suspiro de alivio o de preocupación? Arygos tomó a la chica de la mano y comenzó a acercarla, eso me recordaba a cuando tomaban a los pequeños y los acercaban a los caballos, así el animal tomaba confianza en ellos “Un momento, yo no soy un caballo.” ¿Acaso debería ofenderme por aquel gesto? Abrí la boca dispuesto a reclamar cuando escuché la preocupación del asunto, por lo visto no era yo… era lo que podía hacer, yo no era de ese tipo de personas, ni se me había pasado aquel hecho por la mente.
La revelación me había tomado totalmente desprevenido y podía sentir como comenzaba a crearse un pequeño rubor en mi rostro “Maldición, no es momento para parecer idiota.” Dirigí la mirada a otro lado evitando otro comentario por el estilo y también para que no se notase mi incomodidad en el asunto.
- C…claro que no voy a hacer tal cosa. – Respondí ante la interrogante de Arygos ¿Acaso era necesario asegurarse de aquello? La respuesta era más que obvia, aclaré mi garganta aun observando a otro lado mientras volvía a calmarme. – Yo no soy de esos. – Arygos por lo visto no estaba conforme solo con acotar aquello si no que también daba ideas que no eran “¿Si le entran ganas? Ni que fuese un animal o uno de esos sujetos que vivían para estar revolcándose, realmente nunca me había interesado en ello.” Terminé cubriendo mi rostro lo más que pude con la capucha de mi atuendo, no podía revelar la incomodidad aunque aquellos actos seguramente ya lo habían hecho.
Regresé la mirada cuando Arygos dijo algo de darse las manos, la joven dragona parecía estar orgullosa de sus palabras y lo que había hecho aunque por la pose de la otra chica supuse que también la había puesto incomoda. Para mi sorpresa le había hecho caso al final con lo de darnos las manos, quizá el plan de Arygos había sido habernos hecho pasar vergüenza para luego establecer confianza, que chica tan inteligente. Cuando la joven de ojos verdes tuvo la mano lista para el apretón de manos no dude en levantar la mía y estrecharla junto con la de ella, por lo visto ya no habrían muchos problemas de confianza o eso esperaba.
Mi compañera ya se había retirado del sitio y ahora estaba hecha un ovillo en su cabello descansando sobre una roca, lo más sensato sería encender la fogata para que nadie pasase frío por lo que quedaba de noche… “Oh rayos, las ramas no pueden mojarse.” Solté rápidamente la mano de la joven pelirroja y levanté el carcaj que se había mojado un poco, esperaba que su interior estuviese aun seco con mis flechas las flechas y también con las ramitas para la hoguera.
- Con permiso, necesito encender fuego y no creo que estar mucho más en el río sea saludable… cosas de los resfriados y enfermedades. – Comencé a alejarme lentamente mientras levantaba el carcaj evitando que se humedeciese, miré hacia atrás y observé que la joven por lo visto también había considerado salir del río y ahora caminaba hasta la orilla.
Apenas estuve fuera del agua tire todas las ramas al piso y me aseguré que no hubiese ninguna de mis preciadas flechas mezcladas entre ellas, perder una flecha así sería muy torpe hasta para mí. Gracias a la práctica no demoré en encender una fogata con las mismas ramitas y algunas hojas para acelerar las llamas, era un truco muy utíl aunque solía generar mucho humo.
- ¿No deseas acercarte para entrar en calor? – Comenté a Arygos aunque parecía estar cómoda en su roca, aun así nunca estaba de más preguntar y realmente el fuego abrigaría más que el mismo cabello. Tomé asiento junto a la fogata mientras consideraba en salir a cazar o no a algún conejo, la comida sonaba realmente bien para aquel momento, la joven de cabello rojizos aun seguía manteniendo su distancia pero parecía no temer, tenía las manos cerca del fuego buscando calentarse. – Ahora que lo pienso… no te hemos preguntado tu nombre. – Levanté la vista hasta la muchacha extrañado porque ella tampoco lo hubiese comentad, quizá el factor trauma le había impedido comentarlo. - ¿Te importaría decírnoslo? – Preguntárselo era lo más sensato, tampoco es que la fuese a obligar a decirlo, era decisión de ella a fin de cuentas.
- Me llamo… Delilah. – Los ojos verdes de la chica se perdieron mientras miraba el fuego ¿Había hecho mal en preguntarle aquello? Quizá había sido en mal tiempo y tuve que haber esperado un poco más. – Si… mi nombre es Delilah.
Fredericksen
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Re: [cerrado]Un re encuentro inesperado [Noche]
Chucho parecía temeroso cuando le hice charlar con su homologa, escondiéndose mas tras su capucha como si fuera alguna clase de tortuga o cangrejo, por eso decidí no ahondar mas ni hacerle notar dicho gesto, ya le preguntaría mas adelante, o a Víctor cuando le encontrase... o quizás a Destino, el explicaba las cosas de forma sencilla.
De cualquier modo, termine dejándolos a ambos tras mi intervención triunfal, y limitándome a contemplarlos desde las rocas. La muchacha parecía mas tranquila, y logró improvisarse un atuendo con mi capa y usando sus harapos como cintas que no le quedaba nada mal, y la protegería de frio y de la noche, cada vez mas cerca de su fin.
Bostecé una vez mas, tranquila de que las cosas fueran bien y tomaran un cáliz mas sereno, empezando a dejarme llevar por el sueño, cuando chucho me invitó amablemente al lado de las brasas. Reí un poco, no en forma de burla, si no porque me dió cierta gracia su ingenuidad, y como el trato incluso con un humano tan silvestre, era de fragilidad cuando tomaba esa apariencia.
-Nací en las montañas mas altas y heladas de Aerandir.-Le expliqué con tranquilidad, y cierta pereza en el tono.- Creo que estaré bien. No tengo frío.-Miré de soslayo mi propio cuerpo, y el pelo con el que me había cubierto como si fuera alguna clase de manto níveo, identificando entonces ese acto como lo que podía haber azuzado ese pensamiento.- Es por... siempre me recuerdan que tome esa precaución.-Bostecé.- Por lo que te dije antes.-Murmure.
Podía seguir manteniendome despierta si quería, pero sabía que no era necesario, y finalmente, al ver que el y la muchacha empezaban a hablar tranquilamente sin la necesidad de mi presencia, me concedí el privilegio de abandonarme a un sueño ligero.
Desde hacía tiempo que era presa de un mal que no podía combatir, y que acechaba mis horas de sueño con cada vez mas asiduidad. No era un mal que aquejase mi cuerpo, o que pudiera solucionarse con remedios. Era un mal de consciencia y del alma. Eran los remordimientos de haber perdido algo importante.
Sin desearlo, volvía a caminar por esas ruinas abandonadas. Sentía la desesperación del vacío en mi mano, y después, como si fuera un vapor omnipresente, pero incapaz de hablar o hacer nada, observaba a esa figura familiar y solitaria perderse y buscar mi nombre, caminar sin encontrarme hasta no tener mas remedio que intentar encontrar ayuda para dar conmigo. A veces lo veía dirigirse hacia el segundo pico, siendo presa de la sentencia mas cruenta que Galakkrond pudiera formular. Otras era Dundarak el escenario de sus horcas y hogueras, o incluso de palos con anillas en donde dejaban que el amanecer incinerase su cuerpo.
Al despertar, esas imágenes desaparecían de mi mente y mi memoria, incapaz de saber ni recordar porque las lagrimas bañaban mi rostro y lo llenaban de ríos de sal. Y aun así, con una angustia que me constreñía el corazón, y con la sensación de ser incapaz de respirar, ahogándome de un dolor cuyo origen desconocía, y que presagiaba algo terrible que mi mente se negaba a formular en la vigilia.
Abrí los ojos de aquel modo, con un grito de agonía familiar e irreconocible en los oídos, reminiscencia de las pesadillas que me tenían prisionera cada vez que dormía. Me pasé las palmas por el rostro húmedo, limpiando las lagrimas silenciosas que bañaban mi rostro e irritaban mis ojos.
Intenté controlar mi respiración, hasta que la sensación de ahogo empezó a paliar, y mire a mi alrededor, mientras la noche anterior volvía rauda a ubicarme en mi lugar, y en porque el cielo anaranjado del amanecer se reflejaba en mi cuerpo en vez de hallarme bajo el manto oscuro de la penumbra de una cueva.
El sol aun no había emergido de la superficie de los arboles, el cielo era un degradado e colores, del morado mas oscuro donde la noche era barrida, a cálidos rosados y anaranjados, sin ningún orbe ni astro poblando el firmamento. Los arboles se mecían con tanta ligereza por la escasa brisa que casi parecían una pintura. El olor a humedad del rocío llegaba a mis narinas, y cubría el suelo, el pasto, y también mi cuerpo. Dejé los ojos entornados, que se adaptaran a la luz lentamente, mientras disfrutaba de la melodía del discurrir del agua en el Tylmer, y el saltar de los peces.
Busqué entonces a Chucho, y a la joven. ¿Estarían ya despiertos?
De cualquier modo, termine dejándolos a ambos tras mi intervención triunfal, y limitándome a contemplarlos desde las rocas. La muchacha parecía mas tranquila, y logró improvisarse un atuendo con mi capa y usando sus harapos como cintas que no le quedaba nada mal, y la protegería de frio y de la noche, cada vez mas cerca de su fin.
Bostecé una vez mas, tranquila de que las cosas fueran bien y tomaran un cáliz mas sereno, empezando a dejarme llevar por el sueño, cuando chucho me invitó amablemente al lado de las brasas. Reí un poco, no en forma de burla, si no porque me dió cierta gracia su ingenuidad, y como el trato incluso con un humano tan silvestre, era de fragilidad cuando tomaba esa apariencia.
-Nací en las montañas mas altas y heladas de Aerandir.-Le expliqué con tranquilidad, y cierta pereza en el tono.- Creo que estaré bien. No tengo frío.-Miré de soslayo mi propio cuerpo, y el pelo con el que me había cubierto como si fuera alguna clase de manto níveo, identificando entonces ese acto como lo que podía haber azuzado ese pensamiento.- Es por... siempre me recuerdan que tome esa precaución.-Bostecé.- Por lo que te dije antes.-Murmure.
Podía seguir manteniendome despierta si quería, pero sabía que no era necesario, y finalmente, al ver que el y la muchacha empezaban a hablar tranquilamente sin la necesidad de mi presencia, me concedí el privilegio de abandonarme a un sueño ligero.
Desde hacía tiempo que era presa de un mal que no podía combatir, y que acechaba mis horas de sueño con cada vez mas asiduidad. No era un mal que aquejase mi cuerpo, o que pudiera solucionarse con remedios. Era un mal de consciencia y del alma. Eran los remordimientos de haber perdido algo importante.
Sin desearlo, volvía a caminar por esas ruinas abandonadas. Sentía la desesperación del vacío en mi mano, y después, como si fuera un vapor omnipresente, pero incapaz de hablar o hacer nada, observaba a esa figura familiar y solitaria perderse y buscar mi nombre, caminar sin encontrarme hasta no tener mas remedio que intentar encontrar ayuda para dar conmigo. A veces lo veía dirigirse hacia el segundo pico, siendo presa de la sentencia mas cruenta que Galakkrond pudiera formular. Otras era Dundarak el escenario de sus horcas y hogueras, o incluso de palos con anillas en donde dejaban que el amanecer incinerase su cuerpo.
Al despertar, esas imágenes desaparecían de mi mente y mi memoria, incapaz de saber ni recordar porque las lagrimas bañaban mi rostro y lo llenaban de ríos de sal. Y aun así, con una angustia que me constreñía el corazón, y con la sensación de ser incapaz de respirar, ahogándome de un dolor cuyo origen desconocía, y que presagiaba algo terrible que mi mente se negaba a formular en la vigilia.
Abrí los ojos de aquel modo, con un grito de agonía familiar e irreconocible en los oídos, reminiscencia de las pesadillas que me tenían prisionera cada vez que dormía. Me pasé las palmas por el rostro húmedo, limpiando las lagrimas silenciosas que bañaban mi rostro e irritaban mis ojos.
Intenté controlar mi respiración, hasta que la sensación de ahogo empezó a paliar, y mire a mi alrededor, mientras la noche anterior volvía rauda a ubicarme en mi lugar, y en porque el cielo anaranjado del amanecer se reflejaba en mi cuerpo en vez de hallarme bajo el manto oscuro de la penumbra de una cueva.
El sol aun no había emergido de la superficie de los arboles, el cielo era un degradado e colores, del morado mas oscuro donde la noche era barrida, a cálidos rosados y anaranjados, sin ningún orbe ni astro poblando el firmamento. Los arboles se mecían con tanta ligereza por la escasa brisa que casi parecían una pintura. El olor a humedad del rocío llegaba a mis narinas, y cubría el suelo, el pasto, y también mi cuerpo. Dejé los ojos entornados, que se adaptaran a la luz lentamente, mientras disfrutaba de la melodía del discurrir del agua en el Tylmer, y el saltar de los peces.
Busqué entonces a Chucho, y a la joven. ¿Estarían ya despiertos?
Arygos Valnor
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Re: [cerrado]Un re encuentro inesperado [Noche]
Por lo visto mí propuesta a Arygos para que se acercara al fuego estaba un poco de más, la chica había aclarado que había nacido en uno de los sitios más fríos de Aerandir, por supuesto que no tendría frío solo porque si en una noche tan normal.“¿Si ves lo que haces por no pensar?” Me di una leve palmada en la frente a modo de reproche, eso me sucedía por no pensar en lo que decía, el mismo problema de toda la vida. La joven dragona parecía cansada y lo mejor sería dejarla descansar, ya se había tenido una noche larga y movida, lo que mejor podía hacer ahora era tomar una siesta.
Me quedé observando el fuego otro rato luego de que nuestra nueva compañera dijera su nombre, resultaba confortante ya poder llamarla de alguna manera, si algo se llegaba a presentar no me mataría la cabeza por advertirle en busca de algún mote.
- Muy bien, ya que no hay comida y dudo que una ardilla quiera morir a estas horas de la noche… lo mejor será que descansemos. – Me alejé del fuego mientras me cargaba el arco al hombro para tenerle preparado en casos de emergencia. - Yo estaré cerca, vigilando que nadie se acerque… y esperando que algún animalito aparezca.
- Y… ¿Si te duermes? – Cierta preocupación se hizo notable en la voz de la chica, aunque no veía porque debía preocuparse.
- Pues si me duermo no tendré problemas, quizá disfrute la siesta. – Aquellas palabras hicieron que Delilah inclinara la cabeza y su rostro denotara confusión, allí fue donde entendí bien el mensaje. – Oh, te referías a quien vigilaría si me llegaba a dormir. – Un leve movimiento de cabeza en forma afirmativa de la cabellos rojizo bastó para fijarme que tenía razón. - Dudo que alguien se acerque sin que nos demos cuenta, pero si eso sucede… quizá correr y no mirar atrás sea la mejor opción.
- ¿Correr? ¿Significa que puede… haber peligro? - Los nervios comenzaban a crecer en la chica a causa de mi broma, por lo visto debería regular más seguido mis palabras si casi siempre iban a causar aquel efecto.
- No habrá peligro… o eso espero, tu solo descansa. – Afirmé con tal seguridad que hasta yo mismo me lo creía ¿Qué cosas malas podían pasar? Ya la noche había estado plagada de desgracias como para que otra sucediera. – Y si algo pasa, solo grita, así de sencillo.
Me acerqué a uno de los árboles adyacentes y trepé en el, con la altura podía estar más alerta de la presencia de algún ser que se aproximase. Observé como Delilah se acurrucaba cerca de la fogata y como Arygos ya dormía plácidamente, aquellas dos chicas eran las que necesitaban un descanso, yo ya lo había tenido cuando consumí la “Mentha” y tenía energía de reserva.
Las horas restantes pasaban lentamente, no había sucedido actividad resaltante alguna en las proximidades, simplemente el movimiento leve de las plantas por la brisa fresca. Bajé lentamente del árbol sin hacer ruido dispuesto a buscar algo que comer, lo más apto sería tener el botín listo para cuando Arygos y Delilah despertaran… aunque dudaba buscar algún jabalí, había bastado con el que me había atacado y no tenía ganas de buscar problemas con un primo del difunto animal.
Primero esperé un poco a localizar mis presas, debido al poco movimiento era difícil saber donde podían estar los suficientes animales para comer. Al conseguir la marca de pequeñas patas en la tierra comencé a seguir el rastro hasta llegar a un conejo que se hallaba olisqueando unos matorrales, supuse que el animal tenía hambre… pero la verdad era que yo también tenía un poco “La supervivencia del más fuerte, lo siento amiguito.” Tensé una cuerda en el arco y después de apuntarle unos segundos disparé contra él, se podría decir que el animal cayó muerto al instante a causa del impacto.
Mi salida de caza había dado sus frutos, llevaba conmigo 2 conejos en buen estado y un par de manzanas que había arrancado de un árbol, esas eran las ventajas de haber pasado tanto tiempo en el bosque solo, buscar comida no se me dificultaba para nada y esta vez me aseguré de no tomar plantas alucinógenas, lo último que necesitaba era eso. Me encontraba de regreso al “campamento” cuando escuché un grito provenir de el, aquello no podía ser una buena señal “Maldición, eso sucede por irme a matar animalitos.” Corrí lo más rápido que pude preparando una flecha en el arco, si me iba a encontrar un peligro al menos sería listo para hacerle frente… o tratar de hacerle frente en caso de que no fuese algo grave.
Sacudí la cabeza tratando de alejar los pensamientos negativos, claro que debía estar preparado, había prometido vigilar el campamento… nadie debía enterarse que había dejado mi puesto de vigía por mucho tiempo. Cuando estuve cerca primero observé desde los arbustos, no iba a entrar de cabeza al peligro sin antes saber que sucedía… o al menos no esta vez. Realmente todo parecía normal, Arygos había despertado y estaba pasando las manos por su rostro, parecía estar algo alterada.
Bajé el arco aun con la flecha tensada y salí desde los matorrales mientras caminaba lentamente a la vista, si salía con prisa de la maleza posiblemente asustara a mi compañera y lo último que quería era asustar a una dragona, apreciaba lo suficiente mis dos brazos como para hacer tal cosa.
- Arygos ¿Está todo bien? - Esta vez mi curiosidad estaba justificada, no sabía que había sucedido y lo mejor era preguntar.
Un movimiento en los arbustos me hizo girar mientras levantaba el arco, era solo Delilah que parecía haberse escondido también entre la maleza ¿Eso significaba que había algún peligro cerca? No creía que el vampiro ciego estuviese rondando aun por allí, además ya estaba saliendo el sol lo cual hacía más improbable aquel hecho.
- E…estaba durmiendo y una serpiente… se acercó a mí, no sabía qué hacer… – El pecho de la chica subía y bajaba rápidamente, aquello era una clara señal del miedo que sentía, aunque desde mi punto de vista reaccionar así era algo exagerado, claro, había estado rodeado de esos bichos por años y estaba acostumbrado pero seguía siendo exagerado. – Yo… lo lamento por alterarme así... no debí haber gritado.
Me quedé observando el fuego otro rato luego de que nuestra nueva compañera dijera su nombre, resultaba confortante ya poder llamarla de alguna manera, si algo se llegaba a presentar no me mataría la cabeza por advertirle en busca de algún mote.
- Muy bien, ya que no hay comida y dudo que una ardilla quiera morir a estas horas de la noche… lo mejor será que descansemos. – Me alejé del fuego mientras me cargaba el arco al hombro para tenerle preparado en casos de emergencia. - Yo estaré cerca, vigilando que nadie se acerque… y esperando que algún animalito aparezca.
- Y… ¿Si te duermes? – Cierta preocupación se hizo notable en la voz de la chica, aunque no veía porque debía preocuparse.
- Pues si me duermo no tendré problemas, quizá disfrute la siesta. – Aquellas palabras hicieron que Delilah inclinara la cabeza y su rostro denotara confusión, allí fue donde entendí bien el mensaje. – Oh, te referías a quien vigilaría si me llegaba a dormir. – Un leve movimiento de cabeza en forma afirmativa de la cabellos rojizo bastó para fijarme que tenía razón. - Dudo que alguien se acerque sin que nos demos cuenta, pero si eso sucede… quizá correr y no mirar atrás sea la mejor opción.
- ¿Correr? ¿Significa que puede… haber peligro? - Los nervios comenzaban a crecer en la chica a causa de mi broma, por lo visto debería regular más seguido mis palabras si casi siempre iban a causar aquel efecto.
- No habrá peligro… o eso espero, tu solo descansa. – Afirmé con tal seguridad que hasta yo mismo me lo creía ¿Qué cosas malas podían pasar? Ya la noche había estado plagada de desgracias como para que otra sucediera. – Y si algo pasa, solo grita, así de sencillo.
Me acerqué a uno de los árboles adyacentes y trepé en el, con la altura podía estar más alerta de la presencia de algún ser que se aproximase. Observé como Delilah se acurrucaba cerca de la fogata y como Arygos ya dormía plácidamente, aquellas dos chicas eran las que necesitaban un descanso, yo ya lo había tenido cuando consumí la “Mentha” y tenía energía de reserva.
Las horas restantes pasaban lentamente, no había sucedido actividad resaltante alguna en las proximidades, simplemente el movimiento leve de las plantas por la brisa fresca. Bajé lentamente del árbol sin hacer ruido dispuesto a buscar algo que comer, lo más apto sería tener el botín listo para cuando Arygos y Delilah despertaran… aunque dudaba buscar algún jabalí, había bastado con el que me había atacado y no tenía ganas de buscar problemas con un primo del difunto animal.
Primero esperé un poco a localizar mis presas, debido al poco movimiento era difícil saber donde podían estar los suficientes animales para comer. Al conseguir la marca de pequeñas patas en la tierra comencé a seguir el rastro hasta llegar a un conejo que se hallaba olisqueando unos matorrales, supuse que el animal tenía hambre… pero la verdad era que yo también tenía un poco “La supervivencia del más fuerte, lo siento amiguito.” Tensé una cuerda en el arco y después de apuntarle unos segundos disparé contra él, se podría decir que el animal cayó muerto al instante a causa del impacto.
Mi salida de caza había dado sus frutos, llevaba conmigo 2 conejos en buen estado y un par de manzanas que había arrancado de un árbol, esas eran las ventajas de haber pasado tanto tiempo en el bosque solo, buscar comida no se me dificultaba para nada y esta vez me aseguré de no tomar plantas alucinógenas, lo último que necesitaba era eso. Me encontraba de regreso al “campamento” cuando escuché un grito provenir de el, aquello no podía ser una buena señal “Maldición, eso sucede por irme a matar animalitos.” Corrí lo más rápido que pude preparando una flecha en el arco, si me iba a encontrar un peligro al menos sería listo para hacerle frente… o tratar de hacerle frente en caso de que no fuese algo grave.
Sacudí la cabeza tratando de alejar los pensamientos negativos, claro que debía estar preparado, había prometido vigilar el campamento… nadie debía enterarse que había dejado mi puesto de vigía por mucho tiempo. Cuando estuve cerca primero observé desde los arbustos, no iba a entrar de cabeza al peligro sin antes saber que sucedía… o al menos no esta vez. Realmente todo parecía normal, Arygos había despertado y estaba pasando las manos por su rostro, parecía estar algo alterada.
Bajé el arco aun con la flecha tensada y salí desde los matorrales mientras caminaba lentamente a la vista, si salía con prisa de la maleza posiblemente asustara a mi compañera y lo último que quería era asustar a una dragona, apreciaba lo suficiente mis dos brazos como para hacer tal cosa.
- Arygos ¿Está todo bien? - Esta vez mi curiosidad estaba justificada, no sabía que había sucedido y lo mejor era preguntar.
Un movimiento en los arbustos me hizo girar mientras levantaba el arco, era solo Delilah que parecía haberse escondido también entre la maleza ¿Eso significaba que había algún peligro cerca? No creía que el vampiro ciego estuviese rondando aun por allí, además ya estaba saliendo el sol lo cual hacía más improbable aquel hecho.
- E…estaba durmiendo y una serpiente… se acercó a mí, no sabía qué hacer… – El pecho de la chica subía y bajaba rápidamente, aquello era una clara señal del miedo que sentía, aunque desde mi punto de vista reaccionar así era algo exagerado, claro, había estado rodeado de esos bichos por años y estaba acostumbrado pero seguía siendo exagerado. – Yo… lo lamento por alterarme así... no debí haber gritado.
Fredericksen
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Re: [cerrado]Un re encuentro inesperado [Noche]
Mi mirada perezosa paseó sobre el campamento. Las cosas eran demasiado brillantes, los colores fuertes de la naturaleza y a la vez con sus formas difusas me hizo ser presente de la incomoda realidad de que además de medio dormida, estaba en mi forma humana.
Por lo menos no había indicio de peligro, aunque tampoco había visto ningún rastro de Chucho. Quizás se hallaba recogiendo alguna que otra planta que masticar, o se había escondido dentro de un arbusto para dormir.
Bostecé y me estiré sobre la roca. Cerré los ojos y con suma pereza fui amoldando algunas partes de mi cuerpo para tener una forma que no asustase demasiado a la chica, pero me permitiera la autonomía básica y esencial para no tener que hacer como la noche anterior y jugar al cambia-formas.
Primero fueron los ojos, cuando los volví a abrir los colores eran mas tenues, y todo era mucho mas nítido.
Después fueron los dientes, tenía hambre, y necesitaba todos y cada uno de mis filosos colmillos para despiezar algun pequeño roedor, o pescado.
Por ultimo fue la cola, sobre todo para mantener mi equilibrio. Cuando l note balancearse de un lado a otro con total normalidad, decidí levantarme de la roca y fijarme en donde podía ser que estuviera Chucho.
Con esa calma y parsimonia lidiaba con ese vacío y angustia que ya me invadía por las mañanas como un conocido compañero, cuando el chillido agudo de la jovencita resonó en el lugar. Alerta, bajé a trompicares de la roca, mientras la veía correr hacia un arbusto asustada.
Miré a un lado y a otro en busca del origen de su temor, de cualquier amenaza que hubiera pasado por alto. En vez de algún hombre con malas intenciones o una bestia salvaje, aparecieron dos cosas en escena.
Un apurado chucho, sin duda atraído como yo por ese chillido completamente innecesario, y una serpiente cercana a la fogata donde segundos antes estaba la muchacha.
Me puse en cuclillas, agarré una piedra, y le aplasté la cabeza al animalito. Ya tenía desayuno.
Tomé la serpiente y me puse en pie, zarandeándola en alto para que chucho la viera al tiempo que la joven salia de los matorrales y corroboraba mis sospechas.
-Si se te acerca una serpiente la matas y te la comes.-Le expliqué a la joven, ilustrando mis palabras dándole un mordisco al bicho del cual arranque un pedazo, con piel incluida, y empecé a masticar. Las cosas escamosas no eran mi manjar favorito, eran una mezcla entre viscoso, crujiente y gomoso.
Partí con los dientes la serpiente en tres pedazos, y mientras mascaba uno que era el mio, dejando que parte del mismo colgara de un costado de mi boca, le extendí el resto a los otros dos.
-Fofaf, efa fifo.-Las zarandee para que las tomaran.
La chica dió un respingo y se giró, su bracito tanteó el aire con desespero hasta agarrar una rama, y con la otra mano en la boca intentó contener un par de arcadas que se quedaron en eso, sin llegar a devolver nada.
-Y-Yo.. No creo que pueda hacer eso.-Dijo con un tono suave, como si no quisiera ofenderme, y a ala vez tratando de contener lo mejor que podía la profunda repugnancia que le generaba el solo hecho de imaginarse tocando la serpiente muerta.
Viendo que mi oferta de almuerzo no era adecuada para ella me aparté para no resolverle el estomago y me dispuse entonces a seguir mordisqueando mi parte, y la suya, mientras caminaba hacia mi morral.
-Yo estoy buscando a alguien, así que debería ponerme en marcha cuanto antes.-Expliqué a ambos entre mordisco y mordisco.-Pero como vuelo, puedo permitirme un poco mas de tiempo por si hay que acercaros a algún lado.-Proseguí, ofreciéndome como escolta por una jornada mas como mucho.
Agarre los pedazos de tela que usaba para cubrirme, y me los coloque como mejor pude, atándolos entre si para que se mantuvieran en su sitio. Luego volví hacia los muchachos, manteniendome a una distancia prudencial para no incomodarla a ella, que evitaba convenientemente verme desayunar.
-¿Que van a hacer?.-Aunque les preguntaba a ambos, eso iba mucho mas por ella que por chucho, quien parecía moderadamente capaz de cuidarse solo.-¿Van a intentar buscar suerte a una ciudad?¿A vivir en el bosque entre los arbustos?¿Necesitan que los acompañe a algún lado?.
Delilah quedó congelada un segundo, no de miedo, si no con un claro desconcierto reflejado en el rostro. Parecía ser algo que no había siquiera pensado, la habíamos llevado de un lugar en donde no tenía n voz ni voto a otro en el que eramos chucho y yo quien, hasta la fecha, habíamos decidido que hacer.
-¿Quieres ir a la ciudad?.-Pregunté una vez mas, nuevamente.-Con el resto de humanos y sus cosas de humanos.-Proseguí. Pareció planteárselo hasta que mencione que cayo en que habría mas de los suyos, muchos mas, y entonces negó con profusión. Sin embargo , no aprecia que fuera a pronunciarse con una idea rápidamente.
-Chucho, ¿Alguna idea? Quizás haya algún modo de que se quede en el bosque, o lejos de la gente por ahora.-Propuse, encendiendo una mecha de esperanza en su mirada de un verde vibrante. -Tu te conoces los bosques, y como sobreviven los tuyos. Ella claramente no sabe.-Extendí una mano hacia el esperando que me ilustrara en el tema con tal de que pudiéramos hacernos con una solución que satisficiera las necesidades de la muchacha, así como nuestras limitaciones.
Por lo menos no había indicio de peligro, aunque tampoco había visto ningún rastro de Chucho. Quizás se hallaba recogiendo alguna que otra planta que masticar, o se había escondido dentro de un arbusto para dormir.
Bostecé y me estiré sobre la roca. Cerré los ojos y con suma pereza fui amoldando algunas partes de mi cuerpo para tener una forma que no asustase demasiado a la chica, pero me permitiera la autonomía básica y esencial para no tener que hacer como la noche anterior y jugar al cambia-formas.
Primero fueron los ojos, cuando los volví a abrir los colores eran mas tenues, y todo era mucho mas nítido.
Después fueron los dientes, tenía hambre, y necesitaba todos y cada uno de mis filosos colmillos para despiezar algun pequeño roedor, o pescado.
Por ultimo fue la cola, sobre todo para mantener mi equilibrio. Cuando l note balancearse de un lado a otro con total normalidad, decidí levantarme de la roca y fijarme en donde podía ser que estuviera Chucho.
Con esa calma y parsimonia lidiaba con ese vacío y angustia que ya me invadía por las mañanas como un conocido compañero, cuando el chillido agudo de la jovencita resonó en el lugar. Alerta, bajé a trompicares de la roca, mientras la veía correr hacia un arbusto asustada.
Miré a un lado y a otro en busca del origen de su temor, de cualquier amenaza que hubiera pasado por alto. En vez de algún hombre con malas intenciones o una bestia salvaje, aparecieron dos cosas en escena.
Un apurado chucho, sin duda atraído como yo por ese chillido completamente innecesario, y una serpiente cercana a la fogata donde segundos antes estaba la muchacha.
Me puse en cuclillas, agarré una piedra, y le aplasté la cabeza al animalito. Ya tenía desayuno.
Tomé la serpiente y me puse en pie, zarandeándola en alto para que chucho la viera al tiempo que la joven salia de los matorrales y corroboraba mis sospechas.
-Si se te acerca una serpiente la matas y te la comes.-Le expliqué a la joven, ilustrando mis palabras dándole un mordisco al bicho del cual arranque un pedazo, con piel incluida, y empecé a masticar. Las cosas escamosas no eran mi manjar favorito, eran una mezcla entre viscoso, crujiente y gomoso.
Partí con los dientes la serpiente en tres pedazos, y mientras mascaba uno que era el mio, dejando que parte del mismo colgara de un costado de mi boca, le extendí el resto a los otros dos.
-Fofaf, efa fifo.-Las zarandee para que las tomaran.
La chica dió un respingo y se giró, su bracito tanteó el aire con desespero hasta agarrar una rama, y con la otra mano en la boca intentó contener un par de arcadas que se quedaron en eso, sin llegar a devolver nada.
-Y-Yo.. No creo que pueda hacer eso.-Dijo con un tono suave, como si no quisiera ofenderme, y a ala vez tratando de contener lo mejor que podía la profunda repugnancia que le generaba el solo hecho de imaginarse tocando la serpiente muerta.
Viendo que mi oferta de almuerzo no era adecuada para ella me aparté para no resolverle el estomago y me dispuse entonces a seguir mordisqueando mi parte, y la suya, mientras caminaba hacia mi morral.
-Yo estoy buscando a alguien, así que debería ponerme en marcha cuanto antes.-Expliqué a ambos entre mordisco y mordisco.-Pero como vuelo, puedo permitirme un poco mas de tiempo por si hay que acercaros a algún lado.-Proseguí, ofreciéndome como escolta por una jornada mas como mucho.
Agarre los pedazos de tela que usaba para cubrirme, y me los coloque como mejor pude, atándolos entre si para que se mantuvieran en su sitio. Luego volví hacia los muchachos, manteniendome a una distancia prudencial para no incomodarla a ella, que evitaba convenientemente verme desayunar.
-¿Que van a hacer?.-Aunque les preguntaba a ambos, eso iba mucho mas por ella que por chucho, quien parecía moderadamente capaz de cuidarse solo.-¿Van a intentar buscar suerte a una ciudad?¿A vivir en el bosque entre los arbustos?¿Necesitan que los acompañe a algún lado?.
Delilah quedó congelada un segundo, no de miedo, si no con un claro desconcierto reflejado en el rostro. Parecía ser algo que no había siquiera pensado, la habíamos llevado de un lugar en donde no tenía n voz ni voto a otro en el que eramos chucho y yo quien, hasta la fecha, habíamos decidido que hacer.
-¿Quieres ir a la ciudad?.-Pregunté una vez mas, nuevamente.-Con el resto de humanos y sus cosas de humanos.-Proseguí. Pareció planteárselo hasta que mencione que cayo en que habría mas de los suyos, muchos mas, y entonces negó con profusión. Sin embargo , no aprecia que fuera a pronunciarse con una idea rápidamente.
-Chucho, ¿Alguna idea? Quizás haya algún modo de que se quede en el bosque, o lejos de la gente por ahora.-Propuse, encendiendo una mecha de esperanza en su mirada de un verde vibrante. -Tu te conoces los bosques, y como sobreviven los tuyos. Ella claramente no sabe.-Extendí una mano hacia el esperando que me ilustrara en el tema con tal de que pudiéramos hacernos con una solución que satisficiera las necesidades de la muchacha, así como nuestras limitaciones.
Arygos Valnor
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Re: [cerrado]Un re encuentro inesperado [Noche]
Que Arygos estuviese con ciertos rasgos de su forma dragona podía significar que algo había sucedido, peligro cercano o quizá un ataque sorpresa. Miré a Arygos con curiosidad mientras se acercaba a un animal que había cerca de la fogata “¿Qué planea hacer con él?” Mientras yo analizaba las diferentes alternativas posibles Arygos ya había demostrado la solución, con una piedra mato al bicho “Claro, porque recurrir a la matanza de animalitos siempre es lo mejor.”
Delilah al salir de los arbustos expuso cual había sido el problema, la serpiente la había asustado, gracias a la aclaración de la joven podía estar más tranquilo, una serpiente no era un peligro grave… a menos que te mordiera y te llenara de veneno, allí sí que era un peligro y muy grave, las probabilidades de conseguir ayuda y salir vivos eran escasas.
Lo que me parecía más extraño del asunto fue el hecho de que mi compañera dijese que si se encontraba una serpiente solo había que matarla y comerla, realmente nunca había probado comer aquel animal pero dudaba de que fuese tan delicioso y saludable como un buen conejo. Mi cara se volvió un poema cuando Arygos mordió a la serpiente, aquello escalaba en diferentes escalas de lo asqueroso y repugnante, morder a un animal muerto de aquella manera sin antes siquiera ponerlo al fuego debía resultar raro… bueno, aunque ya la había visto tratar a una ardilla de la misma manera pero por esta vez me había tomado totalmente desprevenido, debía adaptar primero mi estomago al asunto.
Por si no fuese poco la dragona estaba tratando de compartir su botín de caza, Dalilah con su gesto había dejado claro que no le apetecía la idea de probar la serpiente y no es como si yo quisiera, quizá en otro momento pero en aquel instante no quería saborear escamas. Dirigí una mirada a la dragona que ahora también parecía disfrutar del pedazo de la serpiente de la joven, dudaba que negarle el trozo de comida la fuese a molestar ¿Cierto? Lo mejor era planear cuidadosamente mis palabras.
- Soy alérgico a las escamas, si las toco con la lengua me hincho hasta desmayarme. – Tomé todo el aire que pude y me lleve ambas manos a la boca, por lo visto la idea de planear mis palabras había vuelto a ser ignorada por mis subconciente.
La dragona aclaró que iba a continuar con su búsqueda, al menos ahora tenía una pista de donde podía estar el vampiro, eso me confortaba a mi mismo por haber sido útil para dar información. Aun con la búsqueda en sus planes Arygos ofrecía parte de su tiempo para acompañarnos a algún sitio, realmente yo no tenía que ir a ningún lado, ya estaba en mi “hogar” y podía estar bien allí.
- Realmente solo necesito buscar otro arbusto y descansar, no tengo muchas cosas que hacer por el momento. – Comenté apoyando la idea de vivir entre los arbustos.
Por otro lado Delilah parecía no tener respuesta alguna, por el momento yo tampoco me había preguntado qué sucedería con la chica, estaba claro que Arygos debía partir tarde o temprano pero ¿Delilah a donde iría? No había dicho nada de su familia y realmente no se sabía si tenía familia alguna, los únicos conocidos que tenía eran los bandidos “cazadores” y dos de ellos seguramente estaban ya en el más allá.
Arygos se dirigió con más suavidad a la joven preguntándole si deseaba ir a la ciudad, generalmente uno esperaría la respuesta de “Si, quiero volver.” Esta vez fue diferente, Delilah negó rápidamente, no era necesario que dijese algo para saber que no apoyaba la idea, un gesto dice más que mil palabras.
Ahora era mi turno de aportar ideas, una tarea que nunca se me había dado del todo bien, principalmente porque mis ideas y planes mayormente eran creados en el proceso, la posibilidad de que fallasen eran… muchas. Saqué una manzana que había recolectado y le di un mordisco mientras trataba de idear algo, no es que vivir en el bosque fuese la cosa más fácil y sencilla del mundo, a alguna gente le iba de maravilla… luego estaba yo, lleno de traumas y dudando de cualquier sonido.
- Lo más lógico es que consiga un lugar donde dormir, no creo que le funcione trepar a los árboles y descansar en ellos… o dormir en arbustos, son sitios nada cómodos para gente que no está acostumbrada. - Volví a morder la manzana pensando que otras dificultades existían. – Necesita comer, eso no es tanto problema, la fruta mayormente se recolecta pero cazar es un asunto diferente. También debe tener fuego, para abrigarse y cocinar. – La cosa cada vez se complicaba más, poco a poco con lo que decía hasta me sorprendía a mi mismo de haber sobrevivido tanto tiempo solo. – La única alternativa supongo que es enseñarle la recolecta de alimento y creación de fuego, si necesita quedarse en un sitio le podría prestar mi tienda… solo la uso para guardar cosas. – Aquello era verdad, siempre había tenido un sitio cómodo donde dormir pero por miedo a que me asaltasen o raptasen nunca lo usaba.
- ¿Me… enseñarían? – La joven de ojos verdes comenzaba a mostrar curiosidad en el asunto, posiblemente haría lo que fuese por no ir a la ciudad.
- Yo no tengo problema, aunque no soy el mejor explicando cosas… ni el mejor haciéndolas. – Dirigí una mirada a Arygos a ver qué pensaba de aquel plan, sabía que tenía que irse para seguir con sus asuntos pero algo de ayuda no me caería nada mal.
Delilah al salir de los arbustos expuso cual había sido el problema, la serpiente la había asustado, gracias a la aclaración de la joven podía estar más tranquilo, una serpiente no era un peligro grave… a menos que te mordiera y te llenara de veneno, allí sí que era un peligro y muy grave, las probabilidades de conseguir ayuda y salir vivos eran escasas.
Lo que me parecía más extraño del asunto fue el hecho de que mi compañera dijese que si se encontraba una serpiente solo había que matarla y comerla, realmente nunca había probado comer aquel animal pero dudaba de que fuese tan delicioso y saludable como un buen conejo. Mi cara se volvió un poema cuando Arygos mordió a la serpiente, aquello escalaba en diferentes escalas de lo asqueroso y repugnante, morder a un animal muerto de aquella manera sin antes siquiera ponerlo al fuego debía resultar raro… bueno, aunque ya la había visto tratar a una ardilla de la misma manera pero por esta vez me había tomado totalmente desprevenido, debía adaptar primero mi estomago al asunto.
Por si no fuese poco la dragona estaba tratando de compartir su botín de caza, Dalilah con su gesto había dejado claro que no le apetecía la idea de probar la serpiente y no es como si yo quisiera, quizá en otro momento pero en aquel instante no quería saborear escamas. Dirigí una mirada a la dragona que ahora también parecía disfrutar del pedazo de la serpiente de la joven, dudaba que negarle el trozo de comida la fuese a molestar ¿Cierto? Lo mejor era planear cuidadosamente mis palabras.
- Soy alérgico a las escamas, si las toco con la lengua me hincho hasta desmayarme. – Tomé todo el aire que pude y me lleve ambas manos a la boca, por lo visto la idea de planear mis palabras había vuelto a ser ignorada por mis subconciente.
La dragona aclaró que iba a continuar con su búsqueda, al menos ahora tenía una pista de donde podía estar el vampiro, eso me confortaba a mi mismo por haber sido útil para dar información. Aun con la búsqueda en sus planes Arygos ofrecía parte de su tiempo para acompañarnos a algún sitio, realmente yo no tenía que ir a ningún lado, ya estaba en mi “hogar” y podía estar bien allí.
- Realmente solo necesito buscar otro arbusto y descansar, no tengo muchas cosas que hacer por el momento. – Comenté apoyando la idea de vivir entre los arbustos.
Por otro lado Delilah parecía no tener respuesta alguna, por el momento yo tampoco me había preguntado qué sucedería con la chica, estaba claro que Arygos debía partir tarde o temprano pero ¿Delilah a donde iría? No había dicho nada de su familia y realmente no se sabía si tenía familia alguna, los únicos conocidos que tenía eran los bandidos “cazadores” y dos de ellos seguramente estaban ya en el más allá.
Arygos se dirigió con más suavidad a la joven preguntándole si deseaba ir a la ciudad, generalmente uno esperaría la respuesta de “Si, quiero volver.” Esta vez fue diferente, Delilah negó rápidamente, no era necesario que dijese algo para saber que no apoyaba la idea, un gesto dice más que mil palabras.
Ahora era mi turno de aportar ideas, una tarea que nunca se me había dado del todo bien, principalmente porque mis ideas y planes mayormente eran creados en el proceso, la posibilidad de que fallasen eran… muchas. Saqué una manzana que había recolectado y le di un mordisco mientras trataba de idear algo, no es que vivir en el bosque fuese la cosa más fácil y sencilla del mundo, a alguna gente le iba de maravilla… luego estaba yo, lleno de traumas y dudando de cualquier sonido.
- Lo más lógico es que consiga un lugar donde dormir, no creo que le funcione trepar a los árboles y descansar en ellos… o dormir en arbustos, son sitios nada cómodos para gente que no está acostumbrada. - Volví a morder la manzana pensando que otras dificultades existían. – Necesita comer, eso no es tanto problema, la fruta mayormente se recolecta pero cazar es un asunto diferente. También debe tener fuego, para abrigarse y cocinar. – La cosa cada vez se complicaba más, poco a poco con lo que decía hasta me sorprendía a mi mismo de haber sobrevivido tanto tiempo solo. – La única alternativa supongo que es enseñarle la recolecta de alimento y creación de fuego, si necesita quedarse en un sitio le podría prestar mi tienda… solo la uso para guardar cosas. – Aquello era verdad, siempre había tenido un sitio cómodo donde dormir pero por miedo a que me asaltasen o raptasen nunca lo usaba.
- ¿Me… enseñarían? – La joven de ojos verdes comenzaba a mostrar curiosidad en el asunto, posiblemente haría lo que fuese por no ir a la ciudad.
- Yo no tengo problema, aunque no soy el mejor explicando cosas… ni el mejor haciéndolas. – Dirigí una mirada a Arygos a ver qué pensaba de aquel plan, sabía que tenía que irse para seguir con sus asuntos pero algo de ayuda no me caería nada mal.
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