[CERRADO] Todavía puedo ver Sandorai [Inge/Hely/libre]
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[CERRADO] Todavía puedo ver Sandorai [Inge/Hely/libre]
Afueras de Claro, a un par de kilómetros de Sandorai.
La noche había sido tranquila en total contraste con el ajetreado día anterior. La primera guardia la hizo Helyare después de insistir a su compañero, pues él ya estaba cansado. Tras ordenarle ir a dormir, ella se quedó sentada en la rama de un árbol, vigilando. Más que vigilar (aunque estaba atenta a los ruidos), estaba observando el brazalete que colgaba de su muñeca. Aún estaba un poco abierto porque había intentado quitárselo hacía unas horas, pero aun así se sujetaba en su brazo. Todo lo que había pasado en la Fiesta del Bosque era hasta surrealista para ella. Por un momento pensó que lo mejor hubiese sido no ir a Claro, pero en el instante en que dirigió la vista hacia Aranarth esa idea se esfumó. Si no hubiese ido no habría podido encontrarse con su amigo, seguiría vagando sola por ahí, sin rumbo fijo, sin saber siquiera si Arzhak estaba en el clan o no. El rubio había dicho que tenían que seguir buscándolo, así que no estaba por ahí. La búsqueda continuaba, pero esta vez no estaba sola.
Las siguientes cuatro horas a ella le tocó dormir, aunque eso le costó más que estar vigilando. No paraba de pensar en qué pasaría si volvía a aparecer Rhiak, si se encontraban con los guardias, no paraba de sacar hipótesis sobre el destino de Aran después de haber dado un puñetazo al otro elfo. Y no podía evitar pensar que todo era culpa suya, incluso la desaparición de Arzhak o el asalto a su antiguo poblado. Ella no había tenido nada que ver, pero llevaba tanto tiempo pensando que a veces se llegaba a culpar, no tanto de una colaboración directa con los asaltantes, sino por no haber podido encontrarlos. Y, también, la imagen de su hermana y su madre girándose al verla era algo que le impedía siquiera cerrar los ojos.
Quería pedirle a Aran que se quedase con ella pero no se atrevía a decírselo, ni siquiera a mirarle después de que el sentimiento de culpa hiciera mella durante su guardia.
Cuando por fin cayó presa del cansancio los rayos de sol empezaron a colarse por entre las hojas de los árboles. Con algo de pesadez se levantó y después de saludar a su acompañante fue a recoger agua y algo de comida para emprender su viaje de nuevo. No tenían ninguna pista de dónde poder encontrar a Arzhak, pero por algún lugar debían empezar.
La elfa se sentó a orillas de un riachuelo que bajaba con fuerza chocando contra algunas rocas que había a su paso. Colocó un pequeño recipiente en la superficie y se fue llenando con rapidez. Pero aun así permaneció unos minutos en la orilla, pasando las manos por el agua y notando cómo la corriente se deslizaba entre sus dedos. Alzó la vista y, aunque era más difícil que ayer, a través de los troncos de ese pequeño bosque, podía divisar Sandorai, con sus enormes y frondosos árboles al fondo.
También aprovechó para tomar algunas hierbas que pudieran serle útil en su camino y las guardó en un saquito, junto a las otras. La naturaleza proporcionaba a los elfos lo que necesitaban, los de su raza sí entendían y respetaban a algo tan inigualable como todo lo que les rodeaba. Y era ese respeto el que les proporcionaba lo que necesitaban para vivir. No todos los seres tenían esa visión y les hacía inferiores ante los elfos.
Al cabo de un rato se reunió con su amigo. –Ya tenemos todo para partir. Podemos ir a Lunargenta. Yo vengo de allí y me dijeron que habían visto a tu hermano hace unas semanas. ¿Lo intentamos? –Se colocó mejor la capucha para intentar tapar parte de su rostro. –Aunque lo mejor sería no seguir el camino de Claro.
No quería otro encontronazo con nadie y, aparte, tenía que proteger a Aran de represalias el mayor tiempo posible. Incluso había planeado una buena excusa, en caso de que hiciera falta, si alguien quería tomar cartas en el asunto por el golpe. –Vamos. Pronto encontraremos a Arzhak. –Comentó la elfa para dar ánimos y empezar el viaje con más ganas.
Última edición por Helyare el Vie 17 Feb - 17:42, editado 2 veces
Helyare
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Re: [CERRADO] Todavía puedo ver Sandorai [Inge/Hely/libre]
Habían escogido un buen lugar para dormir, era un terreno que se elevaba desde el poblado de claro y volvía a decrecer unos kilómetros mas avanzada la arboleda. Cada vez se hacía mas denso el follaje, y comenzaba a adquirir características cada vez mas parecidas a los bosques donde los elfos habitaban. El perfume de la decoración floral, el humo de las fogatas y el aroma de la deliciosa comida ya eran solo un recuerdo entre el tenue olor de la tierra mojada y la savia de la flora silvestre. A pesar del pesado frío de la noche, a Aranarth le tocaba descansar entre los tréboles, los elfos no precisaban dormir ni la mitad de tiempo que los humanos acostumbraban, por lo que las noches eran siempre largas. Apenas se echó en el suelo, sus ojos se cerraron y concilió el sueño mientras sentía como su cuerpo y la tierra se volvían uno, todo el pesar que sentía se revitalizaría luego de descargarlo a tierra.
Sus cuatro horas de guardia fueron bastante aburridas, se susurraba canciones a si mismo, mientras observaba los animales de la noche metiéndose y saliendo de sus escondites. No temía tanto por Rhiak o la guardia, pues todavía le rendían respeto a coste de traición, y estaba claro que no querrían tener problema con el consejo. Aranarth realmente era un privilegiado entre los de su clan, y sentía que podría hacer lo que quería sin reproches, mientras sea coherente con la tradición y los códigos que mantenían con firmeza. Así pasó la noche, mientras observaba que todo esté bien con Kaeltha. Tenía el sentimiento de que la elfa podía irse corriendo en cualquier momento, y el la necesitaba.
Al despuntar el alba, vio a su amiga levantarse a buscar agua, no se dijeron nada, pues no era necesario. Él, mientras tanto, empezó a desenterrar unos tubérculos que crecían al costado de los sauces. No necesitaba mas que sus uñas y sus dedos y en unos minutos alcanzó a recoger 4 o cinco, lo siguiente sería encontrar la forma de hervir sus fibras, pues poseían bastante almidón y les darían la energía que necesitaban para seguir viaje. Por un segundo, deseo con todas las fuerzas de su alma un poco de miel, para endulzar el amargo alimento que habían conseguido.
Luego, mientras terminaba de sacarse la tierra de las uñas vio a Kaeltha regresar a su encuentro. -¿Lunargenta? ¿Ese pestilente vertedero de ratas y humanos?- Preguntó levantando las cejas y con su mejor tono despectivo. El elfo había estado hace poco, y no planeaba volver a hacer una visita. -Claro tampoco me trae buenos recuerdos.- Dijo entre dientes mientras intentaba esbozar una sonrisa. -Apuesto que ya ha encontrado otra elfa que trence sus cabellos.- Le dijo con picardía en la voz, ambos sabían muy bien quien era Arzhak, y que jamás haría una cosa así.
Sus cuatro horas de guardia fueron bastante aburridas, se susurraba canciones a si mismo, mientras observaba los animales de la noche metiéndose y saliendo de sus escondites. No temía tanto por Rhiak o la guardia, pues todavía le rendían respeto a coste de traición, y estaba claro que no querrían tener problema con el consejo. Aranarth realmente era un privilegiado entre los de su clan, y sentía que podría hacer lo que quería sin reproches, mientras sea coherente con la tradición y los códigos que mantenían con firmeza. Así pasó la noche, mientras observaba que todo esté bien con Kaeltha. Tenía el sentimiento de que la elfa podía irse corriendo en cualquier momento, y el la necesitaba.
Al despuntar el alba, vio a su amiga levantarse a buscar agua, no se dijeron nada, pues no era necesario. Él, mientras tanto, empezó a desenterrar unos tubérculos que crecían al costado de los sauces. No necesitaba mas que sus uñas y sus dedos y en unos minutos alcanzó a recoger 4 o cinco, lo siguiente sería encontrar la forma de hervir sus fibras, pues poseían bastante almidón y les darían la energía que necesitaban para seguir viaje. Por un segundo, deseo con todas las fuerzas de su alma un poco de miel, para endulzar el amargo alimento que habían conseguido.
Luego, mientras terminaba de sacarse la tierra de las uñas vio a Kaeltha regresar a su encuentro. -¿Lunargenta? ¿Ese pestilente vertedero de ratas y humanos?- Preguntó levantando las cejas y con su mejor tono despectivo. El elfo había estado hace poco, y no planeaba volver a hacer una visita. -Claro tampoco me trae buenos recuerdos.- Dijo entre dientes mientras intentaba esbozar una sonrisa. -Apuesto que ya ha encontrado otra elfa que trence sus cabellos.- Le dijo con picardía en la voz, ambos sabían muy bien quien era Arzhak, y que jamás haría una cosa así.
Aranarth Thal'Dael
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Re: [CERRADO] Todavía puedo ver Sandorai [Inge/Hely/libre]
Agua, agua... lo único en lo que pensaba era en agua, y la sentía cerca. El dragón avanzaba a rastras por entre los árboles, desorientado, solo sentía el sutil sonido del agua que fluía en alguna vertiente, su fresco aroma. Eso era lo único que necesitaba. A pesar de que su vista se nublaba a momentos, logró divisar la vertiente, un arroyo que corría sereno. Allí estaba y era todo lo que necesitaba.
En aquel momento, Ingela no lograba dimensionar lo ocurrido en aquella fiesta en Claro. Aún sentía metido en sus fosas nasales el olor de los lobos. En su mente seguían los colmillos y en su cuerpo sentía los zarpazos que arrancaban trozos de su piel. Tenía que dejar esa maldita costumbre de meterse a pelear por defender a otros.
Metió su enorme cuerpo al agua y bebió hasta hartarse. A medida que el agua corría por y dentro de su cuerpo, el dragón se relajó, su cuerpo se fue transformando en el de la joven Ingela, quien luego de aquella pelea con los licántropos había quedado mal herida. Mientras estuvo como dragón tenía la feurza para soportar el dolor, pero ahora... su cuerpo no resistió y perdió el conocimiento, desvaneciéndose en el agua. Su cuerpo fluyó con la corriente hacia rumbo desconocido, hacia un destino incierto.
En aquel momento, Ingela no lograba dimensionar lo ocurrido en aquella fiesta en Claro. Aún sentía metido en sus fosas nasales el olor de los lobos. En su mente seguían los colmillos y en su cuerpo sentía los zarpazos que arrancaban trozos de su piel. Tenía que dejar esa maldita costumbre de meterse a pelear por defender a otros.
Metió su enorme cuerpo al agua y bebió hasta hartarse. A medida que el agua corría por y dentro de su cuerpo, el dragón se relajó, su cuerpo se fue transformando en el de la joven Ingela, quien luego de aquella pelea con los licántropos había quedado mal herida. Mientras estuvo como dragón tenía la feurza para soportar el dolor, pero ahora... su cuerpo no resistió y perdió el conocimiento, desvaneciéndose en el agua. Su cuerpo fluyó con la corriente hacia rumbo desconocido, hacia un destino incierto.
- Off Rol:
- Lo que ocurre en este tema es una continuación alternativa del tema [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], no necesariamente sean los sucesos oficiales para la historia de Ingela.
Ingela
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Re: [CERRADO] Todavía puedo ver Sandorai [Inge/Hely/libre]
Asintió al escuchar a Aran mientras terminaba de llevarse un trozo de tubérculo a la boca. Habían conseguido hervir el agua que Kae había encontrado y, como no estaba lejos, iría a por más. A pesar de cocinar las fibras, no era, ni de lejos, el mejor plato que habían comido, pero no les quedaba otro remedio que adaptarse no a manjares suculentos y preparados por los mejores del clan, sino a comida que la naturaleza les diese. –Ya sé que es un lugar nada agradable, pero… Arzhak pudo acabar ahí por algún motivo. Aunque no era su ruta original, pero… Ahí se reúne todo el mundo.
Acabó de comer y recoger el recipiente que llenaría, de nuevo, con agua, aunque esta vez para beber a lo largo del camino. –Eres tonto. –Le dijo con una media sonrisa al elfo. Sabían de sobra que Arzhak no era así. –Pero no puedo evitar extrañarlo... –Suspiró y se incorporó. –Anda, vamos, recogemos agua y partimos. –Dijo con algo de ánimo inesperado mientras pasaba delante del elfo y le alborotaba un poco el pelo.
Tomó todas sus cosas y se dirigió de nuevo al río a por algo de agua.
Se sentía con algo de ánimos de encontrar hoy a Arzhak, pero tampoco acababa de estar totalmente a gusto. No sabía si era porque una parte de ella era negativa y pensaba que no lo encontrarían jamás. O porque tal vez sí lo encontraran pero no como ella deseaba. O pudiese ser que al verla… Bueno. Ese era el pensamiento que más fuerte machacaba su cerebro, día tras día. A quien había dejado en el poblado Eytherzair no era la misma que ahora mismo se aproximaba al río, ni física ni psicológicamente hablando.
Y sin embargo con Aran todo era bastante diferente. Hacía que, a ratos, su cabeza le diera un respiro, también se sentía aceptada a pesar de todo, sin ser juzgada por nada. Él parecía la luz que la guiaba a salir de la cueva donde estaba, incluso si ella quería adentrarse más profundo en la caverna.
Así que, a pesar de todo, también sacaba fuerzas para bromear con el elfo. –Lo bueno de Lunargenta es que hay posadas donde la comida sabe bien. A estos tubérculos les hacía falta un poco de dulzura. Pero allí los humanos no cocinan tan mal… No se les puede pedir mucho, pero los bollos de pan saben ricos. –Se inclinó en la orilla para llenar el recipiente de nuevo.
El agua entraba con bastante rapidez pero, antes de cerrarlo, Helyare se quedó mirando a un punto del estrecho río. –Mira… –Señaló un bulto grande que bajaba por el cauce siguiendo la corriente. Como el río no era muy profundo se podía ver qué era sin que se hundiese del todo: Una persona.
Concretamente era una chica rubia y desnuda que flotaba arrastrada por las aguas del río y llevaba algunos cortes y contusiones. No sabía quién era ni qué rayos hacía ahí dentro, pero para ver mejor saltó hacia una de las rocas que sobresalían de la superficie, muy cerca de la orilla. Pudo comprobar mejor lo que había visto antes, era una chica muy joven que estaba llena de heridas. Aunque lo que no pudo adivinar era su raza, sólo sabía que no era de los suyos. Aún así, extendió una de sus manos y la atrapó cuando pasó peligrosamente cerca de la piedra donde Helyare estaba apoyada. Dio un tirón para tratar de sujetarla mejor y empujarla hacia donde estaba el elfo para que la atrapase, ahí pudo verla bien. –Es la que estaba en Claro.
Una vez consiguieran sacarla del río podrían seguir su camino.
Acabó de comer y recoger el recipiente que llenaría, de nuevo, con agua, aunque esta vez para beber a lo largo del camino. –Eres tonto. –Le dijo con una media sonrisa al elfo. Sabían de sobra que Arzhak no era así. –Pero no puedo evitar extrañarlo... –Suspiró y se incorporó. –Anda, vamos, recogemos agua y partimos. –Dijo con algo de ánimo inesperado mientras pasaba delante del elfo y le alborotaba un poco el pelo.
Tomó todas sus cosas y se dirigió de nuevo al río a por algo de agua.
Se sentía con algo de ánimos de encontrar hoy a Arzhak, pero tampoco acababa de estar totalmente a gusto. No sabía si era porque una parte de ella era negativa y pensaba que no lo encontrarían jamás. O porque tal vez sí lo encontraran pero no como ella deseaba. O pudiese ser que al verla… Bueno. Ese era el pensamiento que más fuerte machacaba su cerebro, día tras día. A quien había dejado en el poblado Eytherzair no era la misma que ahora mismo se aproximaba al río, ni física ni psicológicamente hablando.
Y sin embargo con Aran todo era bastante diferente. Hacía que, a ratos, su cabeza le diera un respiro, también se sentía aceptada a pesar de todo, sin ser juzgada por nada. Él parecía la luz que la guiaba a salir de la cueva donde estaba, incluso si ella quería adentrarse más profundo en la caverna.
Así que, a pesar de todo, también sacaba fuerzas para bromear con el elfo. –Lo bueno de Lunargenta es que hay posadas donde la comida sabe bien. A estos tubérculos les hacía falta un poco de dulzura. Pero allí los humanos no cocinan tan mal… No se les puede pedir mucho, pero los bollos de pan saben ricos. –Se inclinó en la orilla para llenar el recipiente de nuevo.
El agua entraba con bastante rapidez pero, antes de cerrarlo, Helyare se quedó mirando a un punto del estrecho río. –Mira… –Señaló un bulto grande que bajaba por el cauce siguiendo la corriente. Como el río no era muy profundo se podía ver qué era sin que se hundiese del todo: Una persona.
Concretamente era una chica rubia y desnuda que flotaba arrastrada por las aguas del río y llevaba algunos cortes y contusiones. No sabía quién era ni qué rayos hacía ahí dentro, pero para ver mejor saltó hacia una de las rocas que sobresalían de la superficie, muy cerca de la orilla. Pudo comprobar mejor lo que había visto antes, era una chica muy joven que estaba llena de heridas. Aunque lo que no pudo adivinar era su raza, sólo sabía que no era de los suyos. Aún así, extendió una de sus manos y la atrapó cuando pasó peligrosamente cerca de la piedra donde Helyare estaba apoyada. Dio un tirón para tratar de sujetarla mejor y empujarla hacia donde estaba el elfo para que la atrapase, ahí pudo verla bien. –Es la que estaba en Claro.
Una vez consiguieran sacarla del río podrían seguir su camino.
Helyare
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Re: [CERRADO] Todavía puedo ver Sandorai [Inge/Hely/libre]
El procedimiento para comer los tubérculos era muy sencillo, simplemente había que quitarles la cáscara que los envolvía y hervirlos. La cáscara no era comestible, provocaba nauseas a aquel que las ingería, pero la carne al ser hervida desprendía muchos azucares y dejaba un gusto entre agrio y dulzón. Era una fuente de energía bastante grande. Aranarth improvisó un fuego con unas pocas ramas secas que había en el camino y colocó unos pocos en un cuenco de latón lo suficientemente grande como para albergar 6 o 7. Luego solo había que retirarlos del agua y agregarles algo de miel silvestre, para rematar con el dejo agrio que tenían.
Muchos recuerdos de los días de excursión y reconocimiento de terreno visitaron la mente del elfo mientras comía con Kaeltha. A veces extrañaba saltar entre las copas de los árboles y descansar entre el trébol fresco del verano. El verano no había vuelto hace mucho tiempo para aquel entonces. A su amiga se le ocurrió volver a buscar mas agua, así que rompió el silencio y bromeó con el. -La comida de los humanos es asquerosa.- Dijo con toda la negación de su voz, seguía detestando Lunargenta y su gente, prefería mantener esos recuerdos alejados.
Ambos dejaron el lugar donde durmieron y volvieron al riachuelo a cargar mas agua, el elfo permaneció parado a un lado de la elfa mientras la observaba cargar el agua clara en su recipiente. Se quedó viendo el líquido llenar el frasco hasta darse cuenta de que su amiga estaba levantando del río a la chica con la que se había encontrado tiempo atrás en el poblado. El elfo la sostuvo con su manto y la abrigó. Parecía inconsciente, definitivamente no estaba muerta ni se había ahogado "¿A quien se le ocurría dormir en el río? Solo a un dragón." Pensó mientras observaba las heridas que llevaba en el cuerpo. -Ha luchado para defender a nuestra gente.- Dijo Aranarth ahora con un tono mas frío y metálico, mientras miraba seriamente a Kaeltha. Ella sabía que debía hacer, aunque el elfo estaba seguro de que su amiga no estaría de acuerdo.
Muchos recuerdos de los días de excursión y reconocimiento de terreno visitaron la mente del elfo mientras comía con Kaeltha. A veces extrañaba saltar entre las copas de los árboles y descansar entre el trébol fresco del verano. El verano no había vuelto hace mucho tiempo para aquel entonces. A su amiga se le ocurrió volver a buscar mas agua, así que rompió el silencio y bromeó con el. -La comida de los humanos es asquerosa.- Dijo con toda la negación de su voz, seguía detestando Lunargenta y su gente, prefería mantener esos recuerdos alejados.
Ambos dejaron el lugar donde durmieron y volvieron al riachuelo a cargar mas agua, el elfo permaneció parado a un lado de la elfa mientras la observaba cargar el agua clara en su recipiente. Se quedó viendo el líquido llenar el frasco hasta darse cuenta de que su amiga estaba levantando del río a la chica con la que se había encontrado tiempo atrás en el poblado. El elfo la sostuvo con su manto y la abrigó. Parecía inconsciente, definitivamente no estaba muerta ni se había ahogado "¿A quien se le ocurría dormir en el río? Solo a un dragón." Pensó mientras observaba las heridas que llevaba en el cuerpo. -Ha luchado para defender a nuestra gente.- Dijo Aranarth ahora con un tono mas frío y metálico, mientras miraba seriamente a Kaeltha. Ella sabía que debía hacer, aunque el elfo estaba seguro de que su amiga no estaría de acuerdo.
Aranarth Thal'Dael
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Re: [CERRADO] Todavía puedo ver Sandorai [Inge/Hely/libre]
Ingela abrió los ojos para hayarse frente a una pequeña fogata, cubierta con una capa. ¿Dónde estaban sus cosas? Mientras se cubría mejor con la capa miraba al rededor sin reconocer dónde estaba. Escuchó unos pasos y el murmullo de personas hablando, buscó con la mirada su origen y para su sorpresa, el guapo elfo cobarde de nombre Aranarth estaba allí junto a una mujer, parecía una elfa.
Sintió rabia al verlo allí intacto, pero claro, si había huido de la batalla; huyó de ayudar al prójimo, al pueblo de Claro, a su propia gente. Una gran desilusión había sido él. ¿Serían los elfos así? -Aranarth- llamó Ingela al elfo. Si bien no confiaba en él, por lo menos le conocía la cara y el nombre, quizás podría quedarse con su capa para cubrirse hasta volver a Claro por sus pertenencias.
Enrollada con la capa, se puso de pie, mantuvo un semblante templado a pesar de estar sufriendo por el dolor de las heridas, no quería que la vieran débil. Sin embargo, no sabía qué hacía allí ni cómo había llegado solo tenia el vago recuerdo de haber bebido agua de un arroyo, memoria que más parecía un sueño que la realidad. Lo que sí recordaba vívidamente era a los lobos.
De quedó de pie esperando a que el elfo volteara a verla.
Sintió rabia al verlo allí intacto, pero claro, si había huido de la batalla; huyó de ayudar al prójimo, al pueblo de Claro, a su propia gente. Una gran desilusión había sido él. ¿Serían los elfos así? -Aranarth- llamó Ingela al elfo. Si bien no confiaba en él, por lo menos le conocía la cara y el nombre, quizás podría quedarse con su capa para cubrirse hasta volver a Claro por sus pertenencias.
Enrollada con la capa, se puso de pie, mantuvo un semblante templado a pesar de estar sufriendo por el dolor de las heridas, no quería que la vieran débil. Sin embargo, no sabía qué hacía allí ni cómo había llegado solo tenia el vago recuerdo de haber bebido agua de un arroyo, memoria que más parecía un sueño que la realidad. Lo que sí recordaba vívidamente era a los lobos.
De quedó de pie esperando a que el elfo volteara a verla.
Ingela
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Re: [CERRADO] Todavía puedo ver Sandorai [Inge/Hely/libre]
La mirada de la elfa cambió por completo cuando vio a Aran con intenciones de ayudar a la chica. A su parecer, ya habían cumplido. La había sacado del agua, ahora podía arreglárselas sola, no estaba muerta, sólo tenía unos arañazos así que podría cuidarse. Esto sólo hacía que se retrasasen y estaban demasiado cerca de Claro como para estar perdiendo el tiempo ahí.
Kaeltha se cruzó de brazos mientras miraba cómo el elfo rubio tapaba a la niña con su capa y resopló mientras se movía sobre sus pies, pero sin desplazarse. –Aranarth, vámonos. Ella está bien. –Refunfuñó. Pero sabía que una discusión con Aran era algo imposible, era el ser más testarudo que conocía y sería como tratar de discutir con un muro de piedra. El mismo efecto. Cuando no hacía caso a Kae le daban ganas de llevarlo de los pelos, pero por la fuerza tampoco podría con él, así que se resignó y rezongando en su lengua natal se fue a hacer una fogata donde antes la tenían.
No le disgustaba ayudar a la gente, en su clan solían ayudar a los más desfavorecidos, los que no habían tenido la suerte de haber nacido como ellos. Esos eran bien tratados si se perdían por Sandorai, excepto en el caso de los malditos brujos. Pero también se les hacía saber que no podían merodear por esos bosques a su libre albedrío. Sin embargo, ahora no quería ayudar a nadie. El único motivo es que no quería tener a nadie cerca, y mucho menos de otras razas. Si por Kaeltha hubiese sido hubiese dejado a la niña allí con una manta, un poco de comida y plantas medicinales. Y se hubiese ido. Pero no, a su amigo le había dado por ser solidario.
–Acompáñame a por hierbas. –Le dijo en un tono bastante seco a Aranarth. Estaba enfadada porque no había podido salirse con la suya y tenían que perder el tiempo.
Dentro del bosque empezó a recoger más hierbas y plantas que usaría para tapar las heridas de la chica. Podía hacerlo sola perfectamente, pero el motivo por el que le había pedido a su amigo que fuera con ella era para hablar con él.
–Luchó para defender a los nuestros, ya lo has dicho, pero… No podemos pararnos a ayudar a cualquiera que veamos. Nos estamos exponiendo y... –A pesar de que trataba de sonar tajante, se notaba el miedo que sentía al simple hecho de encontrarse con un extraño. Si ni siquiera podía fiarse de los que antes eran sus hermanos, ¿de una desconocida? Ni hablar. Tenía miedo a represalias, preguntas indiscretas o el simple hecho de lo que la otra persona pudiese pensar. A pesar de todo trataba de camuflarlo con frases de molestia y enfado.
Al cabo de un rato llegaron a donde habían dejado a la muchacha, que allí estaba, de pie. Sin decir nada, la elfa empezó a preparar las hierbas para hacer una pasta. Las machacaba con unas piedras y el jugo lo iba echando en un cuenco, mezclado con el de otras hierbas. Al lado del fuego puso el recipiente con agua a hervir. La masa pastosa compuesta de varias plantas tenía un tono amarronado, pero después de echarle un poco de agua se volvió blanco. Ahora estaba menos consistente, como gelatinoso. Otro chorro de agua hirviendo fue a parar a otro cuenco para hacer una infusión de varias hierbas.
Cuando terminó se detuvo junto a su amigo y le dejó a él el cuenco que llevaba el té. –Podemos curarte, pero sólo si te destapas. –Luego miró a Aran un instante y de nuevo a la rubia. –Lo que lleva él es una infusión común, te vendrá bien. –Comentó la elfa sin mucho ánimo. –Y lo que tengo yo ayudará a sanarte.
Uso de Alquimia
Kaeltha se cruzó de brazos mientras miraba cómo el elfo rubio tapaba a la niña con su capa y resopló mientras se movía sobre sus pies, pero sin desplazarse. –Aranarth, vámonos. Ella está bien. –Refunfuñó. Pero sabía que una discusión con Aran era algo imposible, era el ser más testarudo que conocía y sería como tratar de discutir con un muro de piedra. El mismo efecto. Cuando no hacía caso a Kae le daban ganas de llevarlo de los pelos, pero por la fuerza tampoco podría con él, así que se resignó y rezongando en su lengua natal se fue a hacer una fogata donde antes la tenían.
No le disgustaba ayudar a la gente, en su clan solían ayudar a los más desfavorecidos, los que no habían tenido la suerte de haber nacido como ellos. Esos eran bien tratados si se perdían por Sandorai, excepto en el caso de los malditos brujos. Pero también se les hacía saber que no podían merodear por esos bosques a su libre albedrío. Sin embargo, ahora no quería ayudar a nadie. El único motivo es que no quería tener a nadie cerca, y mucho menos de otras razas. Si por Kaeltha hubiese sido hubiese dejado a la niña allí con una manta, un poco de comida y plantas medicinales. Y se hubiese ido. Pero no, a su amigo le había dado por ser solidario.
–Acompáñame a por hierbas. –Le dijo en un tono bastante seco a Aranarth. Estaba enfadada porque no había podido salirse con la suya y tenían que perder el tiempo.
Dentro del bosque empezó a recoger más hierbas y plantas que usaría para tapar las heridas de la chica. Podía hacerlo sola perfectamente, pero el motivo por el que le había pedido a su amigo que fuera con ella era para hablar con él.
–Luchó para defender a los nuestros, ya lo has dicho, pero… No podemos pararnos a ayudar a cualquiera que veamos. Nos estamos exponiendo y... –A pesar de que trataba de sonar tajante, se notaba el miedo que sentía al simple hecho de encontrarse con un extraño. Si ni siquiera podía fiarse de los que antes eran sus hermanos, ¿de una desconocida? Ni hablar. Tenía miedo a represalias, preguntas indiscretas o el simple hecho de lo que la otra persona pudiese pensar. A pesar de todo trataba de camuflarlo con frases de molestia y enfado.
Al cabo de un rato llegaron a donde habían dejado a la muchacha, que allí estaba, de pie. Sin decir nada, la elfa empezó a preparar las hierbas para hacer una pasta. Las machacaba con unas piedras y el jugo lo iba echando en un cuenco, mezclado con el de otras hierbas. Al lado del fuego puso el recipiente con agua a hervir. La masa pastosa compuesta de varias plantas tenía un tono amarronado, pero después de echarle un poco de agua se volvió blanco. Ahora estaba menos consistente, como gelatinoso. Otro chorro de agua hirviendo fue a parar a otro cuenco para hacer una infusión de varias hierbas.
Cuando terminó se detuvo junto a su amigo y le dejó a él el cuenco que llevaba el té. –Podemos curarte, pero sólo si te destapas. –Luego miró a Aran un instante y de nuevo a la rubia. –Lo que lleva él es una infusión común, te vendrá bien. –Comentó la elfa sin mucho ánimo. –Y lo que tengo yo ayudará a sanarte.
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Helyare
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Re: [CERRADO] Todavía puedo ver Sandorai [Inge/Hely/libre]
La muchacha recordó el nombre del elfo. Esto no tomó por sorpresa a Aranarth, aunque si le preocupaba que clase recuerdo había dejado luego de su desaparición en el combate, si bien fue a por el objetivo mas importante, no dio explicación alguna antes de retirarse. Por otro lado, sentía una profunda admiración ahora por la joven, lo había dado todo en combate por defender a los habitantes de claro, era alguien a quien convenía realmente tener cerca, desde su punto de vista. Así que estaba en deuda, debía al menos ayudar a curar sus heridas y retomar el camino que seguía.
Por otro lado, Kaeltha no parecía muy contenta con la aparición de la chica en el río, y a Aranarth no le sorprendía. Sabía por la situación que su amiga pasaba, y que desconfiaría de cualquiera que apareciese en el camino, considerando la actitud que tomó siempre ante los desconocidos. Sabía que era cuestión de tiempo hasta que la amiga se dé cuenta de la valiosa presencia que traía la joven, pues un dragón no se veía todos los días en los bosques de Sandorai. Luego de un momento, Kaeltha invitó al elfo a buscar hierbas, y el elfo se ofreció sin replicar palabra -Por favor, quédate donde estás, ante cualquier peligro simplemente grita mi nombre.- Le dijo a la rubia que observaba el fuego, sabía que estaba débil, y no le sobraban energías para defenderse sola ante cualquier peligro.
Simplemente siguió las instrucciones de su amiga, recolectando las hierbas que necesitaban para elaborar el ungüento y la infusión sanadora. Trató de moderarse antes de dar cualquier respuesta a su amiga -Te necesito.- Le dijo mirándola fijamente, quería hacerle saber que realmente necesitaba ayudar a la dragona, y sabía lo mucho que a la elfa le costaba hacer ese esfuerzo. A pesar de todo, al volver se las arregló muy bien preparando lo que necesitaban para curar a la chica, -Confía en nosotros, quiero que te pongas mejor, y luego intercambiaremos un par de preguntas.- Trató de decir amablemente, no quería asustar a la chica, y sabía que después querría volver a claro a buscar sus cosas, pero había que resolver otras cosas primero.
Por otro lado, Kaeltha no parecía muy contenta con la aparición de la chica en el río, y a Aranarth no le sorprendía. Sabía por la situación que su amiga pasaba, y que desconfiaría de cualquiera que apareciese en el camino, considerando la actitud que tomó siempre ante los desconocidos. Sabía que era cuestión de tiempo hasta que la amiga se dé cuenta de la valiosa presencia que traía la joven, pues un dragón no se veía todos los días en los bosques de Sandorai. Luego de un momento, Kaeltha invitó al elfo a buscar hierbas, y el elfo se ofreció sin replicar palabra -Por favor, quédate donde estás, ante cualquier peligro simplemente grita mi nombre.- Le dijo a la rubia que observaba el fuego, sabía que estaba débil, y no le sobraban energías para defenderse sola ante cualquier peligro.
Simplemente siguió las instrucciones de su amiga, recolectando las hierbas que necesitaban para elaborar el ungüento y la infusión sanadora. Trató de moderarse antes de dar cualquier respuesta a su amiga -Te necesito.- Le dijo mirándola fijamente, quería hacerle saber que realmente necesitaba ayudar a la dragona, y sabía lo mucho que a la elfa le costaba hacer ese esfuerzo. A pesar de todo, al volver se las arregló muy bien preparando lo que necesitaban para curar a la chica, -Confía en nosotros, quiero que te pongas mejor, y luego intercambiaremos un par de preguntas.- Trató de decir amablemente, no quería asustar a la chica, y sabía que después querría volver a claro a buscar sus cosas, pero había que resolver otras cosas primero.
Aranarth Thal'Dael
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Re: [CERRADO] Todavía puedo ver Sandorai [Inge/Hely/libre]
-¿Y qué harás si necesito ayuda? ¿Salir corriendo a esconderte entre los árboles con tu arrogante amiguita?- dijo cuando los elfos se hubieron marchado.
Estaba enojada, adolorida, hambrienta y con sed, se sentía incómoda allí desnuda. -Tengo que conseguirme ropa mágica o algo así para dejar de estar exhibiéndome al mundo cada vez que me transformo.- se dijo mientras se sentaba con dificultad. Se quedó quieta un momento pensando, ¿por qué la elfa la trataba tan duramente? Le era extraño.
Pronto volvieron, Aranarth con su estampa tan gallarda, ese aire mágico que rodeaba a los elfos, vaya, era hermoso, hasta su arrogancia lo embellecía. La elfa también, era tan distante como una estrella, e igual de hermosa. En ese momento los detestó, tan perfectos, tan bellos y tan, pero tan desagradables.-Apuesto a que no cagan- pensó y los miró con rabia.
Podemos curarte, pero sólo si te destapas– dijo la elfa –Lo que lleva él es una infusión común, te vendrá bien– continuó sin mucho ánimo. –Y lo que tengo yo ayudará a sanarte- finalizó y a Ingela le pareció escuchar que resoplaba hastiada.
-¡Tú estás loca! No me destaparé- exclamó Ingela rabiosa sin ocultar su molestia y lo mucho que le irritaba la actitud de aquella elfa -No sé cuál sea tu problema conmigo, pero no quiero tu ayuda si me vas a tratar así- le dijo a la elfa mientras se ponía de pie lo más rápido que pudo aunque el dolor la hizo trastabillar un par de veces.
Una vez estuvo firme sobre sus pies, los miró desafiante -No quiero sus ungüentos. Díganme hacia dónde queda Claro y luego veré la forma de devolver esta capa- dijo mirando a Aranarth -Solo eso necesito- finalizó escupiendo las palabras.
-Confía en nosotros, quiero que te pongas mejor, y luego intercambiaremos un par de preguntas- le dijo Aranarth en un tono levemente más amable que el que usó la elfa. -¿Confiar? ¿En ustedes?- le respondió incrédula, realmente estaban locos.
Los miró atónita sin creer realmente que el elfo había pronunciado aquellas palabras -¡Oh! ¿Debo confiar en una elfa que me mira con desprecio y en un elfo que dejó tiraba una batalla por ir detrás de su mujer?- exclamó gesticulando con la única mano que tenía libre pues la otra sostenía la capa.
Sin decir una palabra más, giró sobre sus talones y se comenzó a caminar. Cojeaba y le dolía cada paso que daba, pero no quería seguir viendo a aquellos seres arrogantes que la miraban como si ella fuese una criatura inferior. ¿Serían todos los elfos así? Ella era una dragona, corría por su cuerpo la sangre de los dragones mismos, y estos imbéciles la miraban hasta con repulsión. Prefería seguir su camino sola.
Estaba enojada, adolorida, hambrienta y con sed, se sentía incómoda allí desnuda. -Tengo que conseguirme ropa mágica o algo así para dejar de estar exhibiéndome al mundo cada vez que me transformo.- se dijo mientras se sentaba con dificultad. Se quedó quieta un momento pensando, ¿por qué la elfa la trataba tan duramente? Le era extraño.
Pronto volvieron, Aranarth con su estampa tan gallarda, ese aire mágico que rodeaba a los elfos, vaya, era hermoso, hasta su arrogancia lo embellecía. La elfa también, era tan distante como una estrella, e igual de hermosa. En ese momento los detestó, tan perfectos, tan bellos y tan, pero tan desagradables.-Apuesto a que no cagan- pensó y los miró con rabia.
Podemos curarte, pero sólo si te destapas– dijo la elfa –Lo que lleva él es una infusión común, te vendrá bien– continuó sin mucho ánimo. –Y lo que tengo yo ayudará a sanarte- finalizó y a Ingela le pareció escuchar que resoplaba hastiada.
-¡Tú estás loca! No me destaparé- exclamó Ingela rabiosa sin ocultar su molestia y lo mucho que le irritaba la actitud de aquella elfa -No sé cuál sea tu problema conmigo, pero no quiero tu ayuda si me vas a tratar así- le dijo a la elfa mientras se ponía de pie lo más rápido que pudo aunque el dolor la hizo trastabillar un par de veces.
Una vez estuvo firme sobre sus pies, los miró desafiante -No quiero sus ungüentos. Díganme hacia dónde queda Claro y luego veré la forma de devolver esta capa- dijo mirando a Aranarth -Solo eso necesito- finalizó escupiendo las palabras.
-Confía en nosotros, quiero que te pongas mejor, y luego intercambiaremos un par de preguntas- le dijo Aranarth en un tono levemente más amable que el que usó la elfa. -¿Confiar? ¿En ustedes?- le respondió incrédula, realmente estaban locos.
Los miró atónita sin creer realmente que el elfo había pronunciado aquellas palabras -¡Oh! ¿Debo confiar en una elfa que me mira con desprecio y en un elfo que dejó tiraba una batalla por ir detrás de su mujer?- exclamó gesticulando con la única mano que tenía libre pues la otra sostenía la capa.
Sin decir una palabra más, giró sobre sus talones y se comenzó a caminar. Cojeaba y le dolía cada paso que daba, pero no quería seguir viendo a aquellos seres arrogantes que la miraban como si ella fuese una criatura inferior. ¿Serían todos los elfos así? Ella era una dragona, corría por su cuerpo la sangre de los dragones mismos, y estos imbéciles la miraban hasta con repulsión. Prefería seguir su camino sola.
Ingela
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Re: [CERRADO] Todavía puedo ver Sandorai [Inge/Hely/libre]
Ahí estaba Kaeltha, plantada delante de la dragona, con unas ganas de soltar los cuencos, coger el arco y pegarle un tiro a esa desagradecida... Casi incontenibles. El simple hecho de que le hubiese alzado la voz repateaba a la elfa sobremanera. ¡Una maldita aethen osaba hablarle así! Mucho se estaba conteniendo, y si lo hacía era por Aranarth. Ese elfo...
La pelirroja miró a su amigo con una cara que transmitía su descontento de la forma más vistosa posible. Pero al cruzar la mirada con él se acordó de lo que le había dicho mientras iban a buscar las hierbas, lo que había motivado a Kae a ayudar. El "te necesito" de su amigo había sido lo que había dado el empujón a la elfa para que estuviese ahí de pie ante la dragona. Con mucha resignación y todo el aguante y paciencia que podía tener, volvió a mirar al frente. Se mantuvo en silencio unos instantes mientras trataba de recordar que hacía todo eso por Aranarth. Sí, era por la única persona por la que haría algo ahora mismo. Siempre habían estado juntos, los momentos clave de la vida de la elfa habían estado acompañados por su amigo, incluso ahora, que era una dhaerow, él había sido el único que había permanecido a su lado, incluso la había ayudado. No podía marcharse y dejarlo allí, y si quería que ayudase a la dragona, muy a su pesar, lo haría, ya que parecía importante.
─Me olvidaba del pudor que sienten otras razas. ─Comenzó hablando con cierta calma, muy despacio. ─Si te sientes más cómoda, Aranarth se puede ir. ─Volvió a mirar de reojo a su amigo y de nuevo a la chiquilla. No entendía ese concepto banal de la vergüenza por mostrar el cuerpo. Pero sabía que tal vez se sintiera más cómoda si el elfo se alejaba. No respondió a lo demás, no quería prender la mecha de una posible discusión más grande.
La estupidez de la muchacha se hizo notar al negarse a ser atendida pero que ni siquiera podía tenerse en pie. Tomó aire y volvió a hablar de la forma más calmada que podía. ─Te harán muchas preguntas en Claro si te ven aparecer con una capa Eytherzair. Y no creo que puedas responderlas.
No quería tener que esperar a que le devolvieran la capa a su amigo y lo que le había dicho a la dragona tampoco era una mentira, sí que iban a preguntar, sabían que los Eytherzair eran un clan que no solía juntarse mucho con el resto de razas, sería muy raro que una aethen tuviese algo que pertenece a un guerrero. Y, bueno, dicho guerrero había golpeado a un miembro de la Guardia. Si veían su capa no dejarían el asunto en paz.─Tienes tres opciones... ─Iba a seguir pero escuchó lo último que dijo la dragona antes de darse la vuelta y eso le hizo hervir la sangre. En ese momento dejó el cuenco que ella llevaba en la mano libre de Aran y echó a andar hacia delante un par de pasos. Parecía que, después de todo, le iba a dar un puñetazo a la chiquilla. Todo su aguante y templanza habían desaparecido.
─Eh, tú. ─Se plantó delante de ella con algo de rabia reflejada en sus gestos. ─Los lazos que nos unen no son asunto tuyo. Y si Aranarth no "hubiese dejado tirada la batalla"... ─Hizo comillas con los dedos. ─Tú y todos los del pueblo estarían muertos. No dejó la batalla, los Eytherzair nunca... ─remarcó mucho esa palabra. ─...Abandonan. ─Esta última palabra sí la dejó caer sin fuerza, iba a decir "abandonamos", pero en el último momento la cambió. El único miembro del clan era el guerrero. ─Él fue a por quien controlaba a los monstruos, y fue solo para no poneros en peligro.
Respiraba de forma entrecortada por la rabia que sentía en ese momento, la niña esa le estaba pareciendo muy desagradecida. Avanzó un par de pasos para quedarse a escasos centímetros de la rubia, a pesar de eso, su capucha sólo dejaba a entrever una pequeña parte de su pálido rostro y señaló a Aranarth con una mano. ─Si estás viva, es gracias a él.
Si su amigo no hubiese estado en Claro hace dos días los monstruos esos hubiesen hecho un desastre mayor, incluso ella misma había estado en peligro al encontrarse con la guardia a la que antes pertenecía. Y le daba muchísima rabia que acusasen al elfo de cobarde.
Respiró profundamente y se echó a un lado. ─Si no quieres que te ayude, está bien. Ve a Claro. Pero prepárate para responder a las preguntas que te harán. ─Cruzó los brazos, dispuesta a volver al lado de Aranarth. Ya lo había intentado, no iba a obligar a nadie a ser atendido, y menos a alguien de otra raza.
La pelirroja miró a su amigo con una cara que transmitía su descontento de la forma más vistosa posible. Pero al cruzar la mirada con él se acordó de lo que le había dicho mientras iban a buscar las hierbas, lo que había motivado a Kae a ayudar. El "te necesito" de su amigo había sido lo que había dado el empujón a la elfa para que estuviese ahí de pie ante la dragona. Con mucha resignación y todo el aguante y paciencia que podía tener, volvió a mirar al frente. Se mantuvo en silencio unos instantes mientras trataba de recordar que hacía todo eso por Aranarth. Sí, era por la única persona por la que haría algo ahora mismo. Siempre habían estado juntos, los momentos clave de la vida de la elfa habían estado acompañados por su amigo, incluso ahora, que era una dhaerow, él había sido el único que había permanecido a su lado, incluso la había ayudado. No podía marcharse y dejarlo allí, y si quería que ayudase a la dragona, muy a su pesar, lo haría, ya que parecía importante.
─Me olvidaba del pudor que sienten otras razas. ─Comenzó hablando con cierta calma, muy despacio. ─Si te sientes más cómoda, Aranarth se puede ir. ─Volvió a mirar de reojo a su amigo y de nuevo a la chiquilla. No entendía ese concepto banal de la vergüenza por mostrar el cuerpo. Pero sabía que tal vez se sintiera más cómoda si el elfo se alejaba. No respondió a lo demás, no quería prender la mecha de una posible discusión más grande.
La estupidez de la muchacha se hizo notar al negarse a ser atendida pero que ni siquiera podía tenerse en pie. Tomó aire y volvió a hablar de la forma más calmada que podía. ─Te harán muchas preguntas en Claro si te ven aparecer con una capa Eytherzair. Y no creo que puedas responderlas.
No quería tener que esperar a que le devolvieran la capa a su amigo y lo que le había dicho a la dragona tampoco era una mentira, sí que iban a preguntar, sabían que los Eytherzair eran un clan que no solía juntarse mucho con el resto de razas, sería muy raro que una aethen tuviese algo que pertenece a un guerrero. Y, bueno, dicho guerrero había golpeado a un miembro de la Guardia. Si veían su capa no dejarían el asunto en paz.─Tienes tres opciones... ─Iba a seguir pero escuchó lo último que dijo la dragona antes de darse la vuelta y eso le hizo hervir la sangre. En ese momento dejó el cuenco que ella llevaba en la mano libre de Aran y echó a andar hacia delante un par de pasos. Parecía que, después de todo, le iba a dar un puñetazo a la chiquilla. Todo su aguante y templanza habían desaparecido.
─Eh, tú. ─Se plantó delante de ella con algo de rabia reflejada en sus gestos. ─Los lazos que nos unen no son asunto tuyo. Y si Aranarth no "hubiese dejado tirada la batalla"... ─Hizo comillas con los dedos. ─Tú y todos los del pueblo estarían muertos. No dejó la batalla, los Eytherzair nunca... ─remarcó mucho esa palabra. ─...Abandonan. ─Esta última palabra sí la dejó caer sin fuerza, iba a decir "abandonamos", pero en el último momento la cambió. El único miembro del clan era el guerrero. ─Él fue a por quien controlaba a los monstruos, y fue solo para no poneros en peligro.
Respiraba de forma entrecortada por la rabia que sentía en ese momento, la niña esa le estaba pareciendo muy desagradecida. Avanzó un par de pasos para quedarse a escasos centímetros de la rubia, a pesar de eso, su capucha sólo dejaba a entrever una pequeña parte de su pálido rostro y señaló a Aranarth con una mano. ─Si estás viva, es gracias a él.
Si su amigo no hubiese estado en Claro hace dos días los monstruos esos hubiesen hecho un desastre mayor, incluso ella misma había estado en peligro al encontrarse con la guardia a la que antes pertenecía. Y le daba muchísima rabia que acusasen al elfo de cobarde.
Respiró profundamente y se echó a un lado. ─Si no quieres que te ayude, está bien. Ve a Claro. Pero prepárate para responder a las preguntas que te harán. ─Cruzó los brazos, dispuesta a volver al lado de Aranarth. Ya lo había intentado, no iba a obligar a nadie a ser atendido, y menos a alguien de otra raza.
- Traducciones:
Aethen: No elfo
Dhaerow: Traidor/a
Última edición por Helyare el Mar 29 Nov - 14:14, editado 1 vez
Helyare
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Re: [CERRADO] Todavía puedo ver Sandorai [Inge/Hely/libre]
Al principio, intentó ignorar la respuesta de la niña, parecía querer mostrar los dientes, y era normal: ahora era una lucha de egos; en realidad, Aranarth no tendría problemas en dejar a la Ingela sola en otras circunstancias, pero eso comprometería la misión de manera radical, tenía mucha información encima, y podía ser muy peligroso. No quería comprometer su misión, debía encontrar a Arzhak lo mas pronto posible, el tiempo se agotaba y todavía había que ajustar algunas cuentas con el clan.
Al volver, la situación se puso aún mas intensa, la chica se sentía realmente intimidada y disconforme con el trato de los elfos, y no medía la gravedad de su situación: no conocía el bosque y estaba malherida. De repente a Aranarth le entraron unas ganas de reír desconsoladas, no pudo evitar soltar un bufido in disimulable cuando escuchó el atrevimiento de la dragona, no se trataba de un arranque de gracia, si no mas bien de un escape de nervios. Temía que eso no terminara bien, Kaeltha no iba a permitir que le hablen así, y su expresión se lo había expresado muy bien; aunque al parecer milagrosamente controló su temperamento. Eso comenzaba a caerle bien, ya que jamás había logrado ganarle una discusión a su amiga, hasta hace muy poco.
La discusión se había puesto un poco mas dura, y entraron en juego temas muy delicados que era mejor evadirlos. Parece que si las cosas salían mal, la niña efectivamente estaría librada a su suerte, en territorio que no conocía, con la guardia Eytherzair persiguiéndolos. -No puedes volver, ni con mi capa, ni desnuda.- Dijo fríamente mientras se acercaba con su figura imponente a la chica, luego de que la elfa regresara a su posición. -Estamos buscando a mi hermano, su pareja.- Confesó mientras señalaba a su amiga con la mano extendida. -Desapareció hace ya varias semanas, en una misión de alto riesgo. Dejarte por ahí libre comprometería toda la misión.- Volvió a agregar con dureza mientras se acercaba al encuentro de la chica.
Aranarth no quería seguir jugando, pero tampoco quería generar una situación mas violenta. -Te quedarás y recibirás la atención médica que necesitas, responderás todas nuestras preguntas y te dejaremos hacer las tuyas.- Esta vez su discurso era del todo autoritario, parecía mas alto y mas intimidante, realmente quería que la dragona se diera cuenta de lo peligrosa que era la situación. -Una vez estés segura, te hayamos conseguido vestiduras y hayas prometido no interferir en la búsqueda de mi hermano, te dejaremos ir donde quieras.- Finalizó mientras buscaba la mirada de la chica, quería que lo viera a los ojos, que no podían evitar transmitir mas súplicas que órdenes por mas que el elfo actúe extorsivo todo lo que quiera.
Al volver, la situación se puso aún mas intensa, la chica se sentía realmente intimidada y disconforme con el trato de los elfos, y no medía la gravedad de su situación: no conocía el bosque y estaba malherida. De repente a Aranarth le entraron unas ganas de reír desconsoladas, no pudo evitar soltar un bufido in disimulable cuando escuchó el atrevimiento de la dragona, no se trataba de un arranque de gracia, si no mas bien de un escape de nervios. Temía que eso no terminara bien, Kaeltha no iba a permitir que le hablen así, y su expresión se lo había expresado muy bien; aunque al parecer milagrosamente controló su temperamento. Eso comenzaba a caerle bien, ya que jamás había logrado ganarle una discusión a su amiga, hasta hace muy poco.
La discusión se había puesto un poco mas dura, y entraron en juego temas muy delicados que era mejor evadirlos. Parece que si las cosas salían mal, la niña efectivamente estaría librada a su suerte, en territorio que no conocía, con la guardia Eytherzair persiguiéndolos. -No puedes volver, ni con mi capa, ni desnuda.- Dijo fríamente mientras se acercaba con su figura imponente a la chica, luego de que la elfa regresara a su posición. -Estamos buscando a mi hermano, su pareja.- Confesó mientras señalaba a su amiga con la mano extendida. -Desapareció hace ya varias semanas, en una misión de alto riesgo. Dejarte por ahí libre comprometería toda la misión.- Volvió a agregar con dureza mientras se acercaba al encuentro de la chica.
Aranarth no quería seguir jugando, pero tampoco quería generar una situación mas violenta. -Te quedarás y recibirás la atención médica que necesitas, responderás todas nuestras preguntas y te dejaremos hacer las tuyas.- Esta vez su discurso era del todo autoritario, parecía mas alto y mas intimidante, realmente quería que la dragona se diera cuenta de lo peligrosa que era la situación. -Una vez estés segura, te hayamos conseguido vestiduras y hayas prometido no interferir en la búsqueda de mi hermano, te dejaremos ir donde quieras.- Finalizó mientras buscaba la mirada de la chica, quería que lo viera a los ojos, que no podían evitar transmitir mas súplicas que órdenes por mas que el elfo actúe extorsivo todo lo que quiera.
Aranarth Thal'Dael
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Re: [CERRADO] Todavía puedo ver Sandorai [Inge/Hely/libre]
La dragona perdió en ese instante cualquier dejo de dulzura y amabilidad. Se mantuvo firme frente a la elfa y a medida que ella le hablaba con su tono altanero y desagradable, el semblante de Ingela se tornaba siniestro, su mirada desafiante. Aquel era un rostro que no querías ver, era casi como si a la elfa la mirara el dragón mismo resoplando fuego por la nariz. Dio dos pasos, acercándose lentamente hacia la elfa, haciéndole notar lo diminuta que era frente a ella y en voz baja le habló -Da gracias a tus dioses por hallarme en esta condición. Tú me vas a respetar, recuerda soy un dragón y ningún ser se va a atrever a hablarme de esta manera. ¿Me has entendido?- dijo arrastrando las palabras. Su quijada se había apretado tanto con la rabia que esta mujer le causaba que no podía articular bien.
Ingela no despreciaba a ninguna raza ni el hecho de ser un dragón le parecía que la hiciera mejor o peor que nadie; todos los seres eran iguales y todas las vidas importaban. Su familia trataba al más diminuto ratón igual que al gran señor, con respeto y amabilidad. Cualquiera que se haga llamar honorable lo sería. Por eso despreciaba a quellos que se sentían superiores por haber nacido de una raza u otra así como aquellos que sentían rabia y rencor por ser lo que eran. Todos tenían su función en el ciclo de la vida, su espacio y labor, incluso los vampiros. Quien eres y cómo actúas es lo que te define como ser, no tu aspecto o raza. Pero parece que estos elfos no conocen de aquello, por lo tanto no merecían de su parte ni un dejo de lo bueno de su ser, solo actúan así porque necesitan algo de ella, de lo contrario, la hubiesen dejado ahogar en el río.
Dio una última mirada a la elfa y se giró para dar frente a Aranarth, lo escuchó con atención sin cambiar el semblante con el que había hablado a la elfa. Notó cómo él intentaba intimidarla pero ella no dio paso atrás. No le temía, no tenía ningún motivo para hacerlo. Todo lo contrario: estaban haciendo enojar a un dragón herido y acorralado, y parecían no darse cuenta de ello.
Aranarth estaba a un paso de distancia, espacio que ella acortó e hizo algo que de sentirse normal no hubiese hecho: soltó la capa y, quedando desnuda frente a él, se la entregó. -Responderé tus preguntas, tú responderás las mías- dijo y estiró la mano para entregarle su capa. Con su otra mano tomó el cuenco con la infusión que le habían ofrecido -No perdamos tiempo. ninguno de los tres está conforme con esta situación; ustedes quieren información y deshacerse de mi, yo necesito ropa y saber cómo regresar al pueblo- le dijo sin ocultar su desprecio. -Y no te preocupes una vez zanjado todo esto no volveremos a vernos. No me interesa tu misión, ni tu hermano, ni nada que tenga que ver con ustedes.- finalizó para beber el líquido del cuenco.
Ingela no despreciaba a ninguna raza ni el hecho de ser un dragón le parecía que la hiciera mejor o peor que nadie; todos los seres eran iguales y todas las vidas importaban. Su familia trataba al más diminuto ratón igual que al gran señor, con respeto y amabilidad. Cualquiera que se haga llamar honorable lo sería. Por eso despreciaba a quellos que se sentían superiores por haber nacido de una raza u otra así como aquellos que sentían rabia y rencor por ser lo que eran. Todos tenían su función en el ciclo de la vida, su espacio y labor, incluso los vampiros. Quien eres y cómo actúas es lo que te define como ser, no tu aspecto o raza. Pero parece que estos elfos no conocen de aquello, por lo tanto no merecían de su parte ni un dejo de lo bueno de su ser, solo actúan así porque necesitan algo de ella, de lo contrario, la hubiesen dejado ahogar en el río.
Dio una última mirada a la elfa y se giró para dar frente a Aranarth, lo escuchó con atención sin cambiar el semblante con el que había hablado a la elfa. Notó cómo él intentaba intimidarla pero ella no dio paso atrás. No le temía, no tenía ningún motivo para hacerlo. Todo lo contrario: estaban haciendo enojar a un dragón herido y acorralado, y parecían no darse cuenta de ello.
Aranarth estaba a un paso de distancia, espacio que ella acortó e hizo algo que de sentirse normal no hubiese hecho: soltó la capa y, quedando desnuda frente a él, se la entregó. -Responderé tus preguntas, tú responderás las mías- dijo y estiró la mano para entregarle su capa. Con su otra mano tomó el cuenco con la infusión que le habían ofrecido -No perdamos tiempo. ninguno de los tres está conforme con esta situación; ustedes quieren información y deshacerse de mi, yo necesito ropa y saber cómo regresar al pueblo- le dijo sin ocultar su desprecio. -Y no te preocupes una vez zanjado todo esto no volveremos a vernos. No me interesa tu misión, ni tu hermano, ni nada que tenga que ver con ustedes.- finalizó para beber el líquido del cuenco.
Ingela
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Re: [CERRADO] Todavía puedo ver Sandorai [Inge/Hely/libre]
Todo estaba yendo demasiado lejos para Aranarth, solo quería devolver el favor de la dragona y no volverla a ver nunca mas en su vida. Sabía que podían largarse y dejarla sola en el bosque en el momento, pero sentía que algo le impedía hacerlo, y no era un sentimiento de piedad, si no mas bien de correspondencia; la dragona había estado cercana a la muerte por defender a la gente del pueblo, y eso era algo que el elfo debía apreciar, pero ahora se comportaba como los niños de los elfos cuando no los dejan subir a los árboles.
Aranarth tomó su capa atónito y le dio la infusión a la dragona, evitó cualquier contacto visual ni verla después de eso; lo único que pudo hacer es darse vuelta como pudo, conteniendo las ganas de reír. -Pfffffgh...- Soltó tratando de no dibujar una carcajada en el viento mientras observaba a Kaeltha, necesitaba irse lo antes posible o iba a estallar. -Va... vamos, cura sus heridas aunque te pese, y nos largamos.- Ordenó con calidez a su amiga, trataba de no arrancarse los dientes, de tan fuerte que los apretaba. Estaba completamente furioso, no acostumbraba a hacer favores a los aethen, y por una vez que lo hacía no recibía una respuesta grata, los nervios solo aumentaban sus ganas de reírse. La verdad es que no necesitaba a la dragona nada mas que para curarla, y de hecho, lo estaban haciendo gratis.
Hizo unos pasos de espalda a la dragona, sacudiendo su capa en el aire ¿Quizás hubiese sido mejor dejarla flotar río abajo, y que la encuentre una manada de lobos hambrientos? -"Precisar información" (...) "Necesitar"- Musitó con voz burlona mientras se alejaba al fuego, su ego le dolía, y desbordaba de ira mientras se acomodaba en un tronco sin decir nada, esta vez sin ganas de reírse, si no de largarse a buscar a Arzhak... ¿Donde estaba su hermano? ¿Cambiarían las cosas en el clan después de todo lo que pasó? Lo que había pasado en claro era solo una bruma en el pasado ahora, no le importaban ni Rhiak, ni los Lobos, ni nada mas que cumplir su misión, esperaba que Kaeltha siguiese de ánimos después de todo lo que estaba pasando.
Aranarth tomó su capa atónito y le dio la infusión a la dragona, evitó cualquier contacto visual ni verla después de eso; lo único que pudo hacer es darse vuelta como pudo, conteniendo las ganas de reír. -Pfffffgh...- Soltó tratando de no dibujar una carcajada en el viento mientras observaba a Kaeltha, necesitaba irse lo antes posible o iba a estallar. -Va... vamos, cura sus heridas aunque te pese, y nos largamos.- Ordenó con calidez a su amiga, trataba de no arrancarse los dientes, de tan fuerte que los apretaba. Estaba completamente furioso, no acostumbraba a hacer favores a los aethen, y por una vez que lo hacía no recibía una respuesta grata, los nervios solo aumentaban sus ganas de reírse. La verdad es que no necesitaba a la dragona nada mas que para curarla, y de hecho, lo estaban haciendo gratis.
Hizo unos pasos de espalda a la dragona, sacudiendo su capa en el aire ¿Quizás hubiese sido mejor dejarla flotar río abajo, y que la encuentre una manada de lobos hambrientos? -"Precisar información" (...) "Necesitar"- Musitó con voz burlona mientras se alejaba al fuego, su ego le dolía, y desbordaba de ira mientras se acomodaba en un tronco sin decir nada, esta vez sin ganas de reírse, si no de largarse a buscar a Arzhak... ¿Donde estaba su hermano? ¿Cambiarían las cosas en el clan después de todo lo que pasó? Lo que había pasado en claro era solo una bruma en el pasado ahora, no le importaban ni Rhiak, ni los Lobos, ni nada mas que cumplir su misión, esperaba que Kaeltha siguiese de ánimos después de todo lo que estaba pasando.
Aranarth Thal'Dael
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Re: [CERRADO] Todavía puedo ver Sandorai [Inge/Hely/libre]
Por un instante se visualizó pegándole un tiro a la dragona, así, tal y como estaba, de espaldas a ella. La imagen de la flecha atravesando su nuca era hasta mágica, pero sabía que no podía hacerlo. No tenía su arco cerca pero aunque lo hubiese tenido colgado de la espalda, la muchacha era asunto de su amigo, él había sido quien había querido sacarla del río.
Esa maldita osaba amenazar a alguien como ella y no solo eso, también era capaz de darle la espalda. No sabía qué la cabreaba más, si las palabras o los gestos, pero parecía que a su amigo le tenía en un poco más de estima que a ella. Realmente le dieron ganas de golpear a la chica, pero por suerte y gracias a Aran, cedió en lo de ser atendida.
Una de las cosas que alteraron a la elfa era que pudiese regresar a Claro y contar algo de ellos, su paradero o aparecer allí con la capa del guerrero. Eso podía volver a hacer que se metieran en líos de nuevo. Y no quería que al elfo le ocurriese nada, se negaba a que él pasase por más desgracias, aparte de la pérdida de su hermano, y se oponía a que pasase por un castigo siquiera semejante al suyo. Su status era demasiado bueno para mancharlo, y sin eso no eras nadie.
Mas prefirió no estar cerca de la rubia y se fue hacia la hoguera, viendo como Aran resolvía el conflicto, pero sin prestar mucha atención, aunque sabía que la paciencia no era una de las virtudes de su amigo, así que pronto se sentó en un tronco frente a ella. La pelirroja estaba concentrada en el crepitar de las llamas, pensando en lo que le había dicho la dragona instantes antes. No tenía miedo a la amenaza, pero no entendía cómo alguien como esa chica era capaz de dirigirse a alguien como ella de esas maneras. No pudo evitar que le llegasen recuerdos de cuando todavía podía portar los colores de su clan, cuando muchos elfos, para dirigirse a ella, la trataban con apelativos respetuosos, de grandeza, de alabanza por todo lo que había conseguido, por su status, por la honra que sus actos mandaban a su familia. A ella no la tocaban, siempre que pasaba por algún lado la miraban con admiración, como un ejemplo de lo que eran los valores de los Eytherzair. Y ahora, esa niña se había atrevido a exigirle respeto, a darle una advertencia. ¿En qué posición estaba en estos momentos? Había estado tan cerca de llegar al Senado de su clan y ahora…
Alzó la cabeza de forma sobresaltada cuando Aranarth le dijo que la curase. Asintió, sin mediar palabra, y recogió el cuenco en el que estaba la poción que había preparado. Así, en silencio, se plantó delante de la dragona y comenzó a limpiar sus heridas con el ungüento que había preparado. Cada vez que aplicaba un poco de la sustancia, ponía su mano cerca de ella y empezaba a decir algunos rezos en élfico.
Pero, como había ocurrido las otras ocasiones que lo había intentado, desde que había tenido que abandonar Sandorai, la curación era extremadamente lenta. Y eso le daba más rabia. Veía las fibras de la muchacha juntarse, pero sólo en los extremos, no era capaz de cerrar las heridas como lo hacía antes. Suspiró de forma casi imperceptible y volvió a intentarlo, rezando nuevamente la misma oración. Pero nada cambió, la piel de la muchacha no cicatrizaba más rápido.
–Rehtenni, alassenyan. Lá istan… –No dio más explicaciones y volvió a la lengua común para dirigirse a la dragona. –Espero que no te importe que Aranarth pose sus manos en ti, urulókë. Él te curará. –Y dicho esto se apartó para dejar que su amigo pudiera usar su poder; no miró a nadie en ningún momento ya que sentía vergüenza, sólo se hizo a un lado y continuó echando el mejunje en las heridas y cortes de la muchacha. Algunos se asemejaban a las garras de aquellos lobos que habían visto en Claro y volvió a pensar en lo que había dicho su amigo antes, cuando la habían sacado del agua. El motivo por el que quería ayudarla es que se sentía agradecido porque había luchado para defender el lugar. Y, muy a pesar de la elfa, su familia estaba allí también. Los guardias de su clan le importaban algo menos, sabía que se podían defender solos, estaban entrenados, muchísimos de los habitantes elfos de Claro también contaban con algunas nociones para defenderse, pero su hermana pequeña, no. No era muy habilidosa con el arco, se le daban mejor las dagas, pero aun así, lo de Luinil era la sanación, la herbología…
¿Habría ayudado ella a otra raza si les hubiesen atacado? Ahora mismo pensaba de forma certera que no, no habría arriesgado su vida por salvar a nadie. Y esta muchacha, aunque fuese una bestia, sí lo había hecho. ¿Tenía algo que le importase en el pueblo? Claro no acostumbraba a ser frecuentado por dragones; sólo elfos y humanos.
Se quedó tratando la espalda de la chiquilla, esparciendo un poco del ungüento por una de las heridas más profundas, que seguía sangrando.
–Hantalë... –Susurró. Sabía que eso tomaría por sorpresa a su amigo tanto como el que no pudiera usar su don. Pero había entendido que esas heridas que intentaba limpiar habían sido ocasionadas por defender a los suyos. Le seguía sin gustar la chica, mala suerte tenía de no haber nacido elfa, pero se había arriesgado por el pueblo de Claro.
Carraspeó y repitió en el idioma común para que la aethen pudiera entenderlo. –Gracias por ayudar al pueblo. –Musitó de forma apenas audible mientras trataba de contener el sangrado de la herida más grande.
Esa maldita osaba amenazar a alguien como ella y no solo eso, también era capaz de darle la espalda. No sabía qué la cabreaba más, si las palabras o los gestos, pero parecía que a su amigo le tenía en un poco más de estima que a ella. Realmente le dieron ganas de golpear a la chica, pero por suerte y gracias a Aran, cedió en lo de ser atendida.
Una de las cosas que alteraron a la elfa era que pudiese regresar a Claro y contar algo de ellos, su paradero o aparecer allí con la capa del guerrero. Eso podía volver a hacer que se metieran en líos de nuevo. Y no quería que al elfo le ocurriese nada, se negaba a que él pasase por más desgracias, aparte de la pérdida de su hermano, y se oponía a que pasase por un castigo siquiera semejante al suyo. Su status era demasiado bueno para mancharlo, y sin eso no eras nadie.
Mas prefirió no estar cerca de la rubia y se fue hacia la hoguera, viendo como Aran resolvía el conflicto, pero sin prestar mucha atención, aunque sabía que la paciencia no era una de las virtudes de su amigo, así que pronto se sentó en un tronco frente a ella. La pelirroja estaba concentrada en el crepitar de las llamas, pensando en lo que le había dicho la dragona instantes antes. No tenía miedo a la amenaza, pero no entendía cómo alguien como esa chica era capaz de dirigirse a alguien como ella de esas maneras. No pudo evitar que le llegasen recuerdos de cuando todavía podía portar los colores de su clan, cuando muchos elfos, para dirigirse a ella, la trataban con apelativos respetuosos, de grandeza, de alabanza por todo lo que había conseguido, por su status, por la honra que sus actos mandaban a su familia. A ella no la tocaban, siempre que pasaba por algún lado la miraban con admiración, como un ejemplo de lo que eran los valores de los Eytherzair. Y ahora, esa niña se había atrevido a exigirle respeto, a darle una advertencia. ¿En qué posición estaba en estos momentos? Había estado tan cerca de llegar al Senado de su clan y ahora…
Alzó la cabeza de forma sobresaltada cuando Aranarth le dijo que la curase. Asintió, sin mediar palabra, y recogió el cuenco en el que estaba la poción que había preparado. Así, en silencio, se plantó delante de la dragona y comenzó a limpiar sus heridas con el ungüento que había preparado. Cada vez que aplicaba un poco de la sustancia, ponía su mano cerca de ella y empezaba a decir algunos rezos en élfico.
Pero, como había ocurrido las otras ocasiones que lo había intentado, desde que había tenido que abandonar Sandorai, la curación era extremadamente lenta. Y eso le daba más rabia. Veía las fibras de la muchacha juntarse, pero sólo en los extremos, no era capaz de cerrar las heridas como lo hacía antes. Suspiró de forma casi imperceptible y volvió a intentarlo, rezando nuevamente la misma oración. Pero nada cambió, la piel de la muchacha no cicatrizaba más rápido.
–Rehtenni, alassenyan. Lá istan… –No dio más explicaciones y volvió a la lengua común para dirigirse a la dragona. –Espero que no te importe que Aranarth pose sus manos en ti, urulókë. Él te curará. –Y dicho esto se apartó para dejar que su amigo pudiera usar su poder; no miró a nadie en ningún momento ya que sentía vergüenza, sólo se hizo a un lado y continuó echando el mejunje en las heridas y cortes de la muchacha. Algunos se asemejaban a las garras de aquellos lobos que habían visto en Claro y volvió a pensar en lo que había dicho su amigo antes, cuando la habían sacado del agua. El motivo por el que quería ayudarla es que se sentía agradecido porque había luchado para defender el lugar. Y, muy a pesar de la elfa, su familia estaba allí también. Los guardias de su clan le importaban algo menos, sabía que se podían defender solos, estaban entrenados, muchísimos de los habitantes elfos de Claro también contaban con algunas nociones para defenderse, pero su hermana pequeña, no. No era muy habilidosa con el arco, se le daban mejor las dagas, pero aun así, lo de Luinil era la sanación, la herbología…
¿Habría ayudado ella a otra raza si les hubiesen atacado? Ahora mismo pensaba de forma certera que no, no habría arriesgado su vida por salvar a nadie. Y esta muchacha, aunque fuese una bestia, sí lo había hecho. ¿Tenía algo que le importase en el pueblo? Claro no acostumbraba a ser frecuentado por dragones; sólo elfos y humanos.
Se quedó tratando la espalda de la chiquilla, esparciendo un poco del ungüento por una de las heridas más profundas, que seguía sangrando.
–Hantalë... –Susurró. Sabía que eso tomaría por sorpresa a su amigo tanto como el que no pudiera usar su don. Pero había entendido que esas heridas que intentaba limpiar habían sido ocasionadas por defender a los suyos. Le seguía sin gustar la chica, mala suerte tenía de no haber nacido elfa, pero se había arriesgado por el pueblo de Claro.
Carraspeó y repitió en el idioma común para que la aethen pudiera entenderlo. –Gracias por ayudar al pueblo. –Musitó de forma apenas audible mientras trataba de contener el sangrado de la herida más grande.
- Traducción:
Rehtenni, alassenyan. Lá istan…: Ayúdame, por favor. No puedo...
Urulókë: Dragón
Hantalë: Gracias
Última edición por Helyare el Miér 30 Nov - 15:37, editado 2 veces
Helyare
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Re: [CERRADO] Todavía puedo ver Sandorai [Inge/Hely/libre]
Tras encarar a los elfos, se quedó quieta, de pie muy derecha sin taparse las partes del cuerpo que le habían enseñado a ocultar. Si ya había sido atrevida, tenía que mantener la actuación todo el tiempo. Pero en su interior había algo que lloraba desconsoladamente. Se sentía humillada y enojada de estar en esa posición, que la trataran con altanería y la miraran como a un ser inferior. Ella era hija de una familia noble, muy reconocida y respetada pues sus ancestros habían tenido protagonismo en grandes gestas. Ella no era cualquier chica pero allí estaba, recibiendo una contundente lección de humildad aunque su orgullo se manifestaba en la actitud desafiante que había tomado. Deseaba nunca haber salido de casa.
Miraba al cielo mientras la elfa le ponía unos ungüentos en las heridas, y aunque su mirada y expresión eran duras, ocultaban sus ganas de llorar. Estaba tan concentrada en lucir fuerte y mantener su altivez, que no se dio cuenta del cambio de actitud de la elfa. Aunque de haberlo hecho, hubiese pensado que fue por su amenaza y se sentiría peor. Era la primera vez que actuaba así, era una reacción que nunca había tenido y bueno, era la primera vez que se sentía tan atacada y vulnerable. Se había defendido como mejor le pareció, sin pensar mucho en lo que decía o hacía.
Cuando la elfa le dijo que Aranarth continuaría con las curaciones, la miró aterrada. Su mirada de acusadora pasó a suplicante pero la elfa no la vió. Lo único que hizo Ingela fue seguirla con la mirada, pidiéndole con los ojos que que siguiera, que por favor se continuara ella. Lo que hubiese sido que activara en ella la reacción de entregar la capa ya se había ido, dejando en la dragona nada más que desolación, vergüenza y el dolor del ego herido. Sin poder articular palabra, miró al suelo y ya no pudo más, rodaron copiosamente las lágrimas por sus mejillas.
Miraba al cielo mientras la elfa le ponía unos ungüentos en las heridas, y aunque su mirada y expresión eran duras, ocultaban sus ganas de llorar. Estaba tan concentrada en lucir fuerte y mantener su altivez, que no se dio cuenta del cambio de actitud de la elfa. Aunque de haberlo hecho, hubiese pensado que fue por su amenaza y se sentiría peor. Era la primera vez que actuaba así, era una reacción que nunca había tenido y bueno, era la primera vez que se sentía tan atacada y vulnerable. Se había defendido como mejor le pareció, sin pensar mucho en lo que decía o hacía.
Cuando la elfa le dijo que Aranarth continuaría con las curaciones, la miró aterrada. Su mirada de acusadora pasó a suplicante pero la elfa no la vió. Lo único que hizo Ingela fue seguirla con la mirada, pidiéndole con los ojos que que siguiera, que por favor se continuara ella. Lo que hubiese sido que activara en ella la reacción de entregar la capa ya se había ido, dejando en la dragona nada más que desolación, vergüenza y el dolor del ego herido. Sin poder articular palabra, miró al suelo y ya no pudo más, rodaron copiosamente las lágrimas por sus mejillas.
Ingela
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Re: [CERRADO] Todavía puedo ver Sandorai [Inge/Hely/libre]
El elfo estaba realmente angustiado, seguía sentado junto al fuego, de espaldas a su amiga y a la dragona. Los problemas no paraban de sumarse, y cada vez el asunto se enredaba mas. Sentía que no tenía por que estar pasando por eso, extrañaba el bosque, deambular entre los árboles y recolectar frutos. Extrañaba el fuego comunitario, donde los Bardos contaban historias de épocas gloriosas, soñando con el momento de revivirlas. Ahora estaba en medio de una pobre arboleda, con su mejor amiga desterrada del clan, su hermano perdido y una completa extraña que no quería ser ayudada.
A pesar de el espíritu racista y hostil del clan Eytherzair, todavía entendían que eran elfos, y practicaban las viejas costumbres de sus ancestros. Se entrenaban en la magia de la luz, de la protección y la purificación, para brindarle el servicio a la tierra, al bosque y a los animales de noble especie; toda su ideología autoritaria se basaba en que creían que nadie haría mejor su trabajo de preservación y cuidado que ellos, aunque claro, los elfos bajos del clan que no se nutrían con la verdadera óptica, se limitaban a sostener su racismo de manera dogmática, sin buscar fundamentos claros. El elfo pensaba en todo esto, mientras avivaba el fuego con la energía que desprendía de sus manos, todavía recordaba las técnicas de sus ancestros; pero en este momento estaba demasiado nervioso y enojado como para canalizar correctamente la energía.
Su amiga le pidió ayuda en un élfico disimulado, mientras afirmaba a la chica que Aranarth iría a sanarle. -Lo único que podría lograr ahora con la magia de nuestros ancestros es corroer su piel y hacer que sus venas estallen.- Dijo sin voltear, la expresión quería transmitirle a Kaeltha que sería imposible para el ayudar ahora, podría ser muy peligroso para la dragona someterse al tratamiento de un elfo en esas condiciones, prefería meditar y tranquilizarse; transmitiendo todo su pesar al fuego, que comenzaba a echar un humo un poco mas negruzco. -Haz lo que puedas, de todas formas no creo que le motive mucho recibir mis atenciones.- Agregó de vuelta, volteando solo un poco el rostro, pero sin observar a las que lo acompañaban.
A pesar de el espíritu racista y hostil del clan Eytherzair, todavía entendían que eran elfos, y practicaban las viejas costumbres de sus ancestros. Se entrenaban en la magia de la luz, de la protección y la purificación, para brindarle el servicio a la tierra, al bosque y a los animales de noble especie; toda su ideología autoritaria se basaba en que creían que nadie haría mejor su trabajo de preservación y cuidado que ellos, aunque claro, los elfos bajos del clan que no se nutrían con la verdadera óptica, se limitaban a sostener su racismo de manera dogmática, sin buscar fundamentos claros. El elfo pensaba en todo esto, mientras avivaba el fuego con la energía que desprendía de sus manos, todavía recordaba las técnicas de sus ancestros; pero en este momento estaba demasiado nervioso y enojado como para canalizar correctamente la energía.
Su amiga le pidió ayuda en un élfico disimulado, mientras afirmaba a la chica que Aranarth iría a sanarle. -Lo único que podría lograr ahora con la magia de nuestros ancestros es corroer su piel y hacer que sus venas estallen.- Dijo sin voltear, la expresión quería transmitirle a Kaeltha que sería imposible para el ayudar ahora, podría ser muy peligroso para la dragona someterse al tratamiento de un elfo en esas condiciones, prefería meditar y tranquilizarse; transmitiendo todo su pesar al fuego, que comenzaba a echar un humo un poco mas negruzco. -Haz lo que puedas, de todas formas no creo que le motive mucho recibir mis atenciones.- Agregó de vuelta, volteando solo un poco el rostro, pero sin observar a las que lo acompañaban.
Aranarth Thal'Dael
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Re: [CERRADO] Todavía puedo ver Sandorai [Inge/Hely/libre]
—Pero... No puedo... —Susurró de forma apenas audible. Se encontraba detrás de la muchacha, incapaz de mirar a Aranarth. Sólo parecía tener ojos para la herida que estaba curando.
Lo cierto es que se sentía muy avergonzada por no haber podido usar su don y se imaginaba que pronto su amigo se alejaría de ella al ser sólo una carga. No podía hacer nada, ya sólo le quedaba su arco como recuerdo de lo que una vez fue, de su éxito. Ahora no era nadie, ni siquiera una niña de otra raza inferior la respetaba; su habilidad, propia de los elfos, no funcionaba...
"N'tel'quessir"
Esa palabra retumbaba en su mente. Se había convertido en lo que tanto odiaba, una persona inútil. ¿Pensaría Aranarth lo mismo? ¿Estaría también enfadado con ella?
—Ánin apsenë. —Se disculpó con voz tenue y temblorosa por no poder ayudar como se esperaría de una ex guardia Eytherzair.
Toda la autoridad que había exteriorizado antes estaba ahora totalmente menguada y había dejado paso a la tristeza, la vergüenza y el sentimiento de culpa.
La sangre de la chica seguía cayendo por su espalda y la elfa se sentía superada por la situación. Se notaba impotente al ver qué no podía cerrar sus heridas. Pero era cierto que Aranarth estaba muy nervioso para actuar en esos momentos.
Kaeltha volvió a posar sus manos en el cuerpo de la joven pero no surtía efecto. La regeneración era tan lenta que no se llegaba a percibir, por mucho que implorase a sus dioses.
"N'tel'Quessir"
Se alejó un poco y, de su morral, sacó un trozo de tela que empapó con el ungüento y se lo colocó en la herida más grande, de forma que no se cayera. —Urulókë, yo no puedo curar tus heridas. Mi don hace tiempo que no surte efecto. —Miró sus manos con cierta tristeza. —Ahora Aranarth no puede hacerse cargo, no puede canalizar bien su energía, pero en breves podrá. Permítele que te sane, por favor, tiene el don de nuestros ancestros. —Trató de sonar un poco más cálida, susurrando a la muchacha. —Esto evitará que salga sangre.
Volvió a girarse para quedarse frente a ella y de pronto vio sus lágrimas. Tenía curiosidad por saber el origen del llanto, si ella había detenido las hostilidades. —¿Qué sucede?
Parecía tener miedo o estar nerviosa, no lo sabía bien. Pero sin decir mucho más continuó tratando de curar sus heridas, sin éxito.
Helyare quería correr, huir lejos y no volver a encontrarse con nadie nunca más. Se sentía fuera de lugar, inútil, y a la vez pensaba que era merecedora de todo lo que le sucedía.
—Fija la mirada en el fuego, urulókë, no trates de verme a mí. —Kaeltha se colocó de nuevo detrás de Ingela, pero está vez no la tocó. Hizo algo que pocos podían esperar que hiciera, incluida ella misma: cubrió con su capa el cuerpo de la dragona. —Noto que tu desnudez te hace sentir violenta frente a Aranarth. No te preocupes, tu cuerpo no es motivo de juicio para nosotros. —Se detuvo un momento mirando al rubio desde detrás de la chica, impidiendo en todo momento que la viera. —Acércarte al fuego.
Iba dirigiendo a la muchacha de los hombros, tratando en todo momento de que no la viese, pero sin ser brusca.
Lo cierto es que se sentía muy avergonzada por no haber podido usar su don y se imaginaba que pronto su amigo se alejaría de ella al ser sólo una carga. No podía hacer nada, ya sólo le quedaba su arco como recuerdo de lo que una vez fue, de su éxito. Ahora no era nadie, ni siquiera una niña de otra raza inferior la respetaba; su habilidad, propia de los elfos, no funcionaba...
"N'tel'quessir"
Esa palabra retumbaba en su mente. Se había convertido en lo que tanto odiaba, una persona inútil. ¿Pensaría Aranarth lo mismo? ¿Estaría también enfadado con ella?
—Ánin apsenë. —Se disculpó con voz tenue y temblorosa por no poder ayudar como se esperaría de una ex guardia Eytherzair.
Toda la autoridad que había exteriorizado antes estaba ahora totalmente menguada y había dejado paso a la tristeza, la vergüenza y el sentimiento de culpa.
La sangre de la chica seguía cayendo por su espalda y la elfa se sentía superada por la situación. Se notaba impotente al ver qué no podía cerrar sus heridas. Pero era cierto que Aranarth estaba muy nervioso para actuar en esos momentos.
Kaeltha volvió a posar sus manos en el cuerpo de la joven pero no surtía efecto. La regeneración era tan lenta que no se llegaba a percibir, por mucho que implorase a sus dioses.
"N'tel'Quessir"
Se alejó un poco y, de su morral, sacó un trozo de tela que empapó con el ungüento y se lo colocó en la herida más grande, de forma que no se cayera. —Urulókë, yo no puedo curar tus heridas. Mi don hace tiempo que no surte efecto. —Miró sus manos con cierta tristeza. —Ahora Aranarth no puede hacerse cargo, no puede canalizar bien su energía, pero en breves podrá. Permítele que te sane, por favor, tiene el don de nuestros ancestros. —Trató de sonar un poco más cálida, susurrando a la muchacha. —Esto evitará que salga sangre.
Volvió a girarse para quedarse frente a ella y de pronto vio sus lágrimas. Tenía curiosidad por saber el origen del llanto, si ella había detenido las hostilidades. —¿Qué sucede?
Parecía tener miedo o estar nerviosa, no lo sabía bien. Pero sin decir mucho más continuó tratando de curar sus heridas, sin éxito.
Helyare quería correr, huir lejos y no volver a encontrarse con nadie nunca más. Se sentía fuera de lugar, inútil, y a la vez pensaba que era merecedora de todo lo que le sucedía.
—Fija la mirada en el fuego, urulókë, no trates de verme a mí. —Kaeltha se colocó de nuevo detrás de Ingela, pero está vez no la tocó. Hizo algo que pocos podían esperar que hiciera, incluida ella misma: cubrió con su capa el cuerpo de la dragona. —Noto que tu desnudez te hace sentir violenta frente a Aranarth. No te preocupes, tu cuerpo no es motivo de juicio para nosotros. —Se detuvo un momento mirando al rubio desde detrás de la chica, impidiendo en todo momento que la viera. —Acércarte al fuego.
Iba dirigiendo a la muchacha de los hombros, tratando en todo momento de que no la viese, pero sin ser brusca.
- Traducción:
N'tel'quessir: Insulto para los que no son elfos o para menospreciar a los mismos, tachándolos de que "no pertenecen al pueblo élfico".
Ánin apsenë: Perdóname/Lo siento
Helyare
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Re: [CERRADO] Todavía puedo ver Sandorai [Inge/Hely/libre]
Ingela no quería que vieran sus lágrimas ni que se dieran cuenta de que lloraba. No quería estar allí y tener que recibir ayuda pero nada podía hacer. Estaba desnuda y débil, completamente indefensa y expuesta, sola y lejos de todo lo que conocía y amaba. No contentos con esto, se hallaba a merced de dos elfos que eran hostiles con ella a pesar de estar ayudándola. Se sentía vulnerable y no tenía las fuerzas ni energías suficientes como para transformarse e irse de allí.
Cuando la elfa se puso frente a ella, Ingela bajó la mirada -No podrías entender...- le dijo tras escuchar a la elfa preguntar qué le sucedía. Su voz era un hilo apenas audible pues en su garganta había un nudo enorme que impedía que salieran más palabras. La perilla le temblaba y ya no podía aguantar más. Se cubrió la cara con las manos y rompió en un llanto silencioso de rabia, angustia y tristeza. Ella necesitaba ayuda, sí, pero más que sanar sus heridas, necesitaba sentirse protegida. Un abrazo, un "tranquila, todo estará bien". Cosa que no recibiría de ellos. O por lo menos eso creía hasta aquel momento.
Pero cuando la elfa fue amable con ella, la dragona terminó por quebrarse; dócilmente se dejó llevar junto a la hoguera. Ella no los conocía, no sabía su historia ni de sus hábitos. Los elfos no llegaban al norte. Era un clima hostil y duro que pocos aguantaban. Los hombres y mujeres dragón se quedaban allí porque su fe era fuerte, hasta su oma Elle, quien había viajado tantos años y muchos pensaron que no volvería, regresó confesando que lo había hecho porque era su lugar, porque el lugar de todos los dragones es allí, junto al pico más alto, a la espera de los enormes dragones ancestrales, dueños de toda la magia del universo.
La elfa la llevó al fuego junto a Aranarth, Ingela se acomodó mejor la capa para sentarse. El dolor en su cuerpo era mucho menor y podía moverse con menor dificultad. Tal como le pidió la elfa, Ingela miró al fuego y comenzó a secarse la cara con las manos. Tragó saliva y respiró hondo para calmarse -Yo soy Ingela- le dijo a la elfa, recordando que no se habían presentado.
De hecho, no habían tenido un minuto para verse y hablar tranquilamente. Quizás ella tendría que hacerlo, dar el primer paso hacia la calma y razón.
Cuando la elfa se puso frente a ella, Ingela bajó la mirada -No podrías entender...- le dijo tras escuchar a la elfa preguntar qué le sucedía. Su voz era un hilo apenas audible pues en su garganta había un nudo enorme que impedía que salieran más palabras. La perilla le temblaba y ya no podía aguantar más. Se cubrió la cara con las manos y rompió en un llanto silencioso de rabia, angustia y tristeza. Ella necesitaba ayuda, sí, pero más que sanar sus heridas, necesitaba sentirse protegida. Un abrazo, un "tranquila, todo estará bien". Cosa que no recibiría de ellos. O por lo menos eso creía hasta aquel momento.
Pero cuando la elfa fue amable con ella, la dragona terminó por quebrarse; dócilmente se dejó llevar junto a la hoguera. Ella no los conocía, no sabía su historia ni de sus hábitos. Los elfos no llegaban al norte. Era un clima hostil y duro que pocos aguantaban. Los hombres y mujeres dragón se quedaban allí porque su fe era fuerte, hasta su oma Elle, quien había viajado tantos años y muchos pensaron que no volvería, regresó confesando que lo había hecho porque era su lugar, porque el lugar de todos los dragones es allí, junto al pico más alto, a la espera de los enormes dragones ancestrales, dueños de toda la magia del universo.
La elfa la llevó al fuego junto a Aranarth, Ingela se acomodó mejor la capa para sentarse. El dolor en su cuerpo era mucho menor y podía moverse con menor dificultad. Tal como le pidió la elfa, Ingela miró al fuego y comenzó a secarse la cara con las manos. Tragó saliva y respiró hondo para calmarse -Yo soy Ingela- le dijo a la elfa, recordando que no se habían presentado.
De hecho, no habían tenido un minuto para verse y hablar tranquilamente. Quizás ella tendría que hacerlo, dar el primer paso hacia la calma y razón.
Ingela
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Re: [CERRADO] Todavía puedo ver Sandorai [Inge/Hely/libre]
El fuego había terminado de avivarse lo suficiente, mientras la elfa escoltaba a la dragona a su encuentro. Aranarth, a pesar de estar apartado, estaba completamente pendiente de lo que ocurría con sus acompañantes. Al parecer la dragona había decidido presentar un poco mas de docilidad, cosa que al elfo le parecía absolutamente absurda luego de la escena que se había montado. Recriminarle su comportamiento no parecía buena idea de todas formas, solo alargaría las cosas y el elfo ya se sentía suficientemente cansado y ofendido después de toda la situación que se había generado.
El elfo quitó las manos del fuego, y el humo negruzco había dejado de brotar. -¿No te das por vencida, eh?- Le dijo Aranarth a su amiga, mientras le entregaba una mirada llena de nervios. Después miró a la dragona sin expresión alguna, y se tapó la boca con una de sus manos, con el brazo apoyado en su pierna, mientras pensaba que podía hacer para calmarse y atenderle. -¿Qué sientes?- Preguntó mientras juntaba sus manos, y comenzaba a frotarlas, para conseguir un poco de calor en las palmas. El elfo había hecho esto un millón de veces, pero algo en el momento le daban muchos nervios.
Tampoco sentía deseo alguno hacia el cuerpo humano, los elfos solían ver los cuerpos como recipientes de las conciencias y el espíritu, y en su entrenamiento como guerrero, el deseo había sido reducido a un estímulo biológico reservado para la reproducción y no para el goce, por lo que le parecía innecesario el pudor de la dragona en su estado humano. Necesitaba mucha energía para curar esas heridas. -Lastimosamente no puedo curar ese tipo de heridas sin la zona afectada al descubierto.- Le dijo a la dragona reservando cualquier gesto expresivo nuevamente, quería transmitir seguridad. -Lo ideal sería esperar que te duermas.- Añadió fríamente, sabía que podía despertar cualquier sentimiento de desconfianza en Ingela, pero ese ya era asunto suyo; ya se habían comprometido a hacerlo.
El elfo quitó las manos del fuego, y el humo negruzco había dejado de brotar. -¿No te das por vencida, eh?- Le dijo Aranarth a su amiga, mientras le entregaba una mirada llena de nervios. Después miró a la dragona sin expresión alguna, y se tapó la boca con una de sus manos, con el brazo apoyado en su pierna, mientras pensaba que podía hacer para calmarse y atenderle. -¿Qué sientes?- Preguntó mientras juntaba sus manos, y comenzaba a frotarlas, para conseguir un poco de calor en las palmas. El elfo había hecho esto un millón de veces, pero algo en el momento le daban muchos nervios.
Tampoco sentía deseo alguno hacia el cuerpo humano, los elfos solían ver los cuerpos como recipientes de las conciencias y el espíritu, y en su entrenamiento como guerrero, el deseo había sido reducido a un estímulo biológico reservado para la reproducción y no para el goce, por lo que le parecía innecesario el pudor de la dragona en su estado humano. Necesitaba mucha energía para curar esas heridas. -Lastimosamente no puedo curar ese tipo de heridas sin la zona afectada al descubierto.- Le dijo a la dragona reservando cualquier gesto expresivo nuevamente, quería transmitir seguridad. -Lo ideal sería esperar que te duermas.- Añadió fríamente, sabía que podía despertar cualquier sentimiento de desconfianza en Ingela, pero ese ya era asunto suyo; ya se habían comprometido a hacerlo.
Aranarth Thal'Dael
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Re: [CERRADO] Todavía puedo ver Sandorai [Inge/Hely/libre]
-Ava quelmë -Respondió Kae como si fuera un robot mientras apartaba la mirada de su amigo cuando este clavó sus ojos azules en ella. No podía mirarlo a la cara después de lo que estaba pasando. Sin su habilidad había pasado a ser más inútil todavía y no podía evitar avergonzarse de ello. Esa frase era dicha como una especie de consigna por sus compañeros Eytherzair y, pese a su tono empleado, algo irónico, de verdad se la creía y eso la apartaba aún más de su antigua familia.
La dragona se presentó y la pelirroja miró un segundo a su amigo, de reojo. No tenía ninguna actitud extraña, ni de reproche. Seguía mirando a la muchacha, pero a ella nada de nada. Una de las cosas que temía Kaeltha es que su amigo reprochara que no podía usar bien su don. Y sin embargo nada de eso.
Pero ahora llegaba el momento de presentarse y Aran no sabía de su "nueva" identidad.
Sin mirar a ningún sitio en concreto respondió: - Yo soy Helyare.
Volvió a mirar de reojo al rubio y vio que se frotaba mucho las manos, un gesto bastante habitual en él.
-No estés nervioso. Sé que tú sí puedes hacerlo bien. -Musitó sin apenas dirigir su mirada hacia el guerrero, y lo dijo en común para que la dragona estuviera tranquila cuando Aranarth posase sus manos en ella.
La frase "ava quelmë" se la había dicho al elfo precisamente porque sabía que él no fallaría en este cometido y confiaba en él aunque se mostrase nervioso porque estaba a disgusto con la situación.
Kae sabía que no quería hacerse cargo, pero no podía hacer nada para ayudar.
-Descubre las partes de tu cuerpo que hayan sido dañadas. No temas por nada. Si colaboras podrás recuperar tu salud. -Le pidió a la dragona sin moverse de su sitio, a espaldas de la muchacha. Seguía sin mostrar su imagen, sólo Aranarth la había visto sin capucha y esperaba que fuera un secreto entre ellos dos.
La dragona se presentó y la pelirroja miró un segundo a su amigo, de reojo. No tenía ninguna actitud extraña, ni de reproche. Seguía mirando a la muchacha, pero a ella nada de nada. Una de las cosas que temía Kaeltha es que su amigo reprochara que no podía usar bien su don. Y sin embargo nada de eso.
Pero ahora llegaba el momento de presentarse y Aran no sabía de su "nueva" identidad.
Sin mirar a ningún sitio en concreto respondió: - Yo soy Helyare.
Volvió a mirar de reojo al rubio y vio que se frotaba mucho las manos, un gesto bastante habitual en él.
-No estés nervioso. Sé que tú sí puedes hacerlo bien. -Musitó sin apenas dirigir su mirada hacia el guerrero, y lo dijo en común para que la dragona estuviera tranquila cuando Aranarth posase sus manos en ella.
La frase "ava quelmë" se la había dicho al elfo precisamente porque sabía que él no fallaría en este cometido y confiaba en él aunque se mostrase nervioso porque estaba a disgusto con la situación.
Kae sabía que no quería hacerse cargo, pero no podía hacer nada para ayudar.
-Descubre las partes de tu cuerpo que hayan sido dañadas. No temas por nada. Si colaboras podrás recuperar tu salud. -Le pidió a la dragona sin moverse de su sitio, a espaldas de la muchacha. Seguía sin mostrar su imagen, sólo Aranarth la había visto sin capucha y esperaba que fuera un secreto entre ellos dos.
- Traducción:
Ava quelmë: No fallamos
Última edición por Helyare el Dom 11 Dic - 23:41, editado 1 vez
Helyare
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Re: [CERRADO] Todavía puedo ver Sandorai [Inge/Hely/libre]
Ingela resopló, ¿qué podía hacer? Ellos eran extraños y hostiles pero habían bajado un poco la guardia. No se hacía más cómoda la situación y de verdad quería que terminara pronto para poder buscar la manera de recuperar sus pertenencias, su ropa y retomar su viaje.
Miró a Aranarth y torció la boca. -¿Sabes? Cuando te conocí me pareciste atractivo- le dijo sonriendo. Tomó aire y volvió a hablar, esta vez buscando sonar tranquila -Me hubiese gustado conocerte de otra forma- continuó -Eres el primer elfo con el que hablé en toda mi vida...- dijo y su sonrisa se desvaneció en un gesto de tristeza ya que imaginaba que los elfos eran seres más amables, como la señora de las bolitas de lagartija. -Es que al norte no llegan muchos de tu especie, hace mucho frío- dijo -Solo los valientes, los que buscan algo o los que quieren esconderse- finalizó y suspiró. Jugaba con el borde de una esquina de la capa.
Miró a los elfos y ninguno decía nada -Yo sé que les importuno y que soy un estorbo en sus caminos, les agradezco que, sea por la razón que sea, se detengan a ayudarme, yo... también tengo un camino que seguir- dijo y se quitó con suavidad la capa, poniéndola con cuidado en el suelo junto a ella -Voy a dejar que hagas tu magia en mi, me voy a quedar quieta... es solo que mi cuerpo, verás, nos enseñan que nuestros cuerpos son sagrados y hay que cuidarlos de los ojos ajenos- dijo mientras se ponía de pie. -Vamos, terminemos con esto, por favor- dijo sonando dulce.
Miró a Aranarth y torció la boca. -¿Sabes? Cuando te conocí me pareciste atractivo- le dijo sonriendo. Tomó aire y volvió a hablar, esta vez buscando sonar tranquila -Me hubiese gustado conocerte de otra forma- continuó -Eres el primer elfo con el que hablé en toda mi vida...- dijo y su sonrisa se desvaneció en un gesto de tristeza ya que imaginaba que los elfos eran seres más amables, como la señora de las bolitas de lagartija. -Es que al norte no llegan muchos de tu especie, hace mucho frío- dijo -Solo los valientes, los que buscan algo o los que quieren esconderse- finalizó y suspiró. Jugaba con el borde de una esquina de la capa.
Miró a los elfos y ninguno decía nada -Yo sé que les importuno y que soy un estorbo en sus caminos, les agradezco que, sea por la razón que sea, se detengan a ayudarme, yo... también tengo un camino que seguir- dijo y se quitó con suavidad la capa, poniéndola con cuidado en el suelo junto a ella -Voy a dejar que hagas tu magia en mi, me voy a quedar quieta... es solo que mi cuerpo, verás, nos enseñan que nuestros cuerpos son sagrados y hay que cuidarlos de los ojos ajenos- dijo mientras se ponía de pie. -Vamos, terminemos con esto, por favor- dijo sonando dulce.
Ingela
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Re: [CERRADO] Todavía puedo ver Sandorai [Inge/Hely/libre]
Su amiga se había presentado a la dragona como "Helyare", eso al elfo le pareció prudente, era una forma de cubrir su identidad como desterrada, y quizás un mecanismo de autodefensa de su amiga; pero por otro lado le sonaba muy ridículo ¿De ser desterrado el también cambiaría su nombre? ¿Acaso había manera alguna de llevar con honra el destierro? Estuvo por añadir algo al discurso de Kaeltha, pero prefirió callarse para darle mas naturalidad a la situación.
Ya había pasado bastante tiempo desde el amanecer y los elfos apenas habían comido, se acercaba el sol a su posición marcando el mediodía, y se habían retrasado lo suficiente como para emprender mucho viaje. Estaban cansados y exhaustos después del movimiento en los días anteriores, y todavía tenían que lidiar con un par de asuntos antes de alejarse mucho mas del bosque. Por un lado el elfo realmente deseaba volver a su hogar, sentir el aroma de la miel y el pan horneándose y descansar en una hamaca colgada a lo mas alto de dos cedros.
Pero ahí estaba, con ganas de hervir el agua de dos océanos a través de la energía de sus manos. Quizás en otro momento se hubiese sentido halagado por las palabras de la dragona, pero prefería aprovechar el momento para otras cosas. -Antes el dominio élfico se extendía hasta el los pies de las montañas, pero fuimos atacados por los malditos.- Dijo con voz calma, como atenuando todo el odio que necesitaba disfrazar en su voz. De repente la dragona había cambiado el tono de voz, y eso inquietaba un poco a Aranarth, quería hacer las cosas rápido, así que sin mas tomó las riendas de la situación. -Somos Eytherzair, no marineros de Lunargenta.- Agregó con amabilidad mientras la dragona se desvestía.
Sus manos estaban ya calientes, y estaban listas para canalizar la energía de la sanación a las heridas de Ingela. -Recuéstate.- Ordenó con calma y naturalidad. -Esperaremos a que te duermas.- Dijo mientras recostaba en el fresco césped el cuerpo desnudo de la dragona, y comenzaba la rutina de sanación, por la cabeza, como era natural. Tomaría por lo menos cuarenta minutos hacerlo, consistía en tratar todo el cuerpo por empezar, para armonizarlo; luego trataría cada herida por separado. Aranarth siempre prefería el método tradicional de su clan, así que se tomaría su tiempo.
Ya había pasado bastante tiempo desde el amanecer y los elfos apenas habían comido, se acercaba el sol a su posición marcando el mediodía, y se habían retrasado lo suficiente como para emprender mucho viaje. Estaban cansados y exhaustos después del movimiento en los días anteriores, y todavía tenían que lidiar con un par de asuntos antes de alejarse mucho mas del bosque. Por un lado el elfo realmente deseaba volver a su hogar, sentir el aroma de la miel y el pan horneándose y descansar en una hamaca colgada a lo mas alto de dos cedros.
Pero ahí estaba, con ganas de hervir el agua de dos océanos a través de la energía de sus manos. Quizás en otro momento se hubiese sentido halagado por las palabras de la dragona, pero prefería aprovechar el momento para otras cosas. -Antes el dominio élfico se extendía hasta el los pies de las montañas, pero fuimos atacados por los malditos.- Dijo con voz calma, como atenuando todo el odio que necesitaba disfrazar en su voz. De repente la dragona había cambiado el tono de voz, y eso inquietaba un poco a Aranarth, quería hacer las cosas rápido, así que sin mas tomó las riendas de la situación. -Somos Eytherzair, no marineros de Lunargenta.- Agregó con amabilidad mientras la dragona se desvestía.
Sus manos estaban ya calientes, y estaban listas para canalizar la energía de la sanación a las heridas de Ingela. -Recuéstate.- Ordenó con calma y naturalidad. -Esperaremos a que te duermas.- Dijo mientras recostaba en el fresco césped el cuerpo desnudo de la dragona, y comenzaba la rutina de sanación, por la cabeza, como era natural. Tomaría por lo menos cuarenta minutos hacerlo, consistía en tratar todo el cuerpo por empezar, para armonizarlo; luego trataría cada herida por separado. Aranarth siempre prefería el método tradicional de su clan, así que se tomaría su tiempo.
Aranarth Thal'Dael
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Re: [CERRADO] Todavía puedo ver Sandorai [Inge/Hely/libre]
Al escuchar las palabras de la dragona, Kaeltha no pudo evitar enarcar las cejas poniendo los ojos en blanco y haciendo una mueca con la boca. ¿Atractivo? ¿Acaso podía ser de otra forma? Bien era sabido que los elfos poseían gran belleza y ninguna raza era capaz de negarlo. Ni siquiera los brujos. Y, por favor, era su amigo, nadie con ojos en la cara podía dudar de que el elfo fuese atractivo. Le pareció un comentario demasiado obvio pero no dijo nada, sólo puso esa cara en su posición desde la espalda de la muchacha.
Ingela seguía hablando y pronto la cara de la elfa cambió repentinamente. Esa mueca se volvió de sorpresa, pero trató de que no se notara. ¿Esconderse? ¿En el norte? Sin juicios de valor, sin increpancias, sin miedo...
Irse al norte le pareció una gran idea, una forma de escapar de la pesada losa de su destierro, pero su mirada se detuvo en Aran, quien estaba acercándose a la chica para sanar sus heridas. Irse al norte... ¿No volver a ver a Aran? ¿Ni a Arzhak? Sintió una fuerte punzada en el pecho al pensar en eso pero... ¿Había otra cosa que hacer? Tarde o temprano ellos debían regresar a Sandorai y ella no entraba en el plan de vuelta a casa. ¿Qué haría ella si el caso fuese contrario? No podía imaginarlo... Arzhak y Aranarth jamás podrían ser desterrados. Era tan doloroso pensar que ellos podían pasar por esa pena que Kae empezó a sentir la punzada más fuerte, como una opresión.
Sin querer, apretó un poco los hombros de la dragona, pero rápidamente la soltó y se alejó un poco, ocultando en lo posible su rostro y sentándose frente al fuego a espaldas de Aran y con la parte izquierda de su cara apoyada en su brazos, a la altura de sus rodillas. Era mejor no pensar en eso ahora, cuando los hermanos se encontrasen ya podría rumbo a cualquier lado.
Desde su posición observaba el brazalete que Aran le hacía otorgado como si estuviera hipnotizada. También miraba cómo el elfo se encargaba de sanar las heridas de la dragona, cómo fluía el maná para hacer que la piel de la muchacha volviese a restaurarse.
De pronto escuchó un sonido a lo lejos y se levantó. Como acto reflejo miró a su amigo: el también parecía haber escuchado algo. Ahora estaba levantándose y tendiendo la capa a Ingela. –Aranarth… –La voz de la elfa tembló sin querer, mirando a la fuente del sonido. –Son ellos… Han visto el humo…
Se quedó paralizada pero a la vez sentía que tenía que salir corriendo lo más rápido que pudiera. Por su parte, Aranarth, estaba ayudando a la dragona a levantarse del suelo. –Ve con ella, tenéis que iros lejos. Ahora me reuniré con vosotras. –No dijo mucho más, y su tono de voz parecía tranquilo, aunque la elfa sabía que no era del todo así, por mucho que él confiase en que no iba a pasar nada. El orgullo era la maldición que arrastraban todos los de su clan y el guerrero no es que fuera la excepción. Tomó la capa que estaba en el suelo y se la puso a la dragona. –Os veré en un rato.
–¡Áva! ¡ Nátyë necindo! ¡ A tulë asenyë nurtaccë! –Espetó Helyare poniéndose muy nerviosa. El sonido se hacía cada vez más ruidoso e indicaba que se aproximaban. E iban a tomar represalias. –Alassenyan, tulë asenyë.
Pero las palabras de la elfa no parecían hacer efecto. Quiso agarrarlo del brazo y llevárselo pero sabía que no podría hacerlo por la fuerza.
–Yo solo puedo solucionarlo, si estáis aquí empeoraréis las cosas. –Se quedó de pie mirando hacia la fuente del sonido, sólo echó una mirada a ambas chicas y les hizo un gesto con la cabeza indicándoles que debían esconderse y huir. –Enomentulvalmë. –Era lo último que dijo Aranarth e incluso le dio un leve toque a la dragona para que emprendiera la marcha.
Helyare desenganchó su brazalete de forma brusca y lo lanzó hacia donde estaba el elfo. Después de esto tomó su arco, la capa que estaba a su lado y salió corriendo. Deseaba no correr, quedarse escondida y preparar una flecha, pero sabía que acabaría todo mucho peor si hacía eso.
Miró que la chiquilla estuviera con ella, si no, también podrían meterse en algún que otro lío. El ruido de los caballos pareció detenerse, pero ahora lo que sonaba tenuemente era un sonido metálico.
Helyare sabía lo que estaba pasando, por desgracia. El puñetazo que Aranarth le había pegado a uno de los guardias por ayudarla no iba a quedar impune y en la huida los habían visto. Quería volver y decir que todo era culpa suya, sin embargo, quien había golpeado a Rhiak no había sido ella. Estaba muy nerviosa mientras corría entre los árboles, lo más lejos posible, pues ellos iban a caballo y, aunque se habían detenido en el claro donde habían estado, podrían atraparlas si quisieran. Debían encontrar un sitio donde esconderse.
Ingela seguía hablando y pronto la cara de la elfa cambió repentinamente. Esa mueca se volvió de sorpresa, pero trató de que no se notara. ¿Esconderse? ¿En el norte? Sin juicios de valor, sin increpancias, sin miedo...
Irse al norte le pareció una gran idea, una forma de escapar de la pesada losa de su destierro, pero su mirada se detuvo en Aran, quien estaba acercándose a la chica para sanar sus heridas. Irse al norte... ¿No volver a ver a Aran? ¿Ni a Arzhak? Sintió una fuerte punzada en el pecho al pensar en eso pero... ¿Había otra cosa que hacer? Tarde o temprano ellos debían regresar a Sandorai y ella no entraba en el plan de vuelta a casa. ¿Qué haría ella si el caso fuese contrario? No podía imaginarlo... Arzhak y Aranarth jamás podrían ser desterrados. Era tan doloroso pensar que ellos podían pasar por esa pena que Kae empezó a sentir la punzada más fuerte, como una opresión.
Sin querer, apretó un poco los hombros de la dragona, pero rápidamente la soltó y se alejó un poco, ocultando en lo posible su rostro y sentándose frente al fuego a espaldas de Aran y con la parte izquierda de su cara apoyada en su brazos, a la altura de sus rodillas. Era mejor no pensar en eso ahora, cuando los hermanos se encontrasen ya podría rumbo a cualquier lado.
Desde su posición observaba el brazalete que Aran le hacía otorgado como si estuviera hipnotizada. También miraba cómo el elfo se encargaba de sanar las heridas de la dragona, cómo fluía el maná para hacer que la piel de la muchacha volviese a restaurarse.
De pronto escuchó un sonido a lo lejos y se levantó. Como acto reflejo miró a su amigo: el también parecía haber escuchado algo. Ahora estaba levantándose y tendiendo la capa a Ingela. –Aranarth… –La voz de la elfa tembló sin querer, mirando a la fuente del sonido. –Son ellos… Han visto el humo…
Se quedó paralizada pero a la vez sentía que tenía que salir corriendo lo más rápido que pudiera. Por su parte, Aranarth, estaba ayudando a la dragona a levantarse del suelo. –Ve con ella, tenéis que iros lejos. Ahora me reuniré con vosotras. –No dijo mucho más, y su tono de voz parecía tranquilo, aunque la elfa sabía que no era del todo así, por mucho que él confiase en que no iba a pasar nada. El orgullo era la maldición que arrastraban todos los de su clan y el guerrero no es que fuera la excepción. Tomó la capa que estaba en el suelo y se la puso a la dragona. –Os veré en un rato.
–¡Áva! ¡ Nátyë necindo! ¡ A tulë asenyë nurtaccë! –Espetó Helyare poniéndose muy nerviosa. El sonido se hacía cada vez más ruidoso e indicaba que se aproximaban. E iban a tomar represalias. –Alassenyan, tulë asenyë.
Pero las palabras de la elfa no parecían hacer efecto. Quiso agarrarlo del brazo y llevárselo pero sabía que no podría hacerlo por la fuerza.
–Yo solo puedo solucionarlo, si estáis aquí empeoraréis las cosas. –Se quedó de pie mirando hacia la fuente del sonido, sólo echó una mirada a ambas chicas y les hizo un gesto con la cabeza indicándoles que debían esconderse y huir. –Enomentulvalmë. –Era lo último que dijo Aranarth e incluso le dio un leve toque a la dragona para que emprendiera la marcha.
Helyare desenganchó su brazalete de forma brusca y lo lanzó hacia donde estaba el elfo. Después de esto tomó su arco, la capa que estaba a su lado y salió corriendo. Deseaba no correr, quedarse escondida y preparar una flecha, pero sabía que acabaría todo mucho peor si hacía eso.
Miró que la chiquilla estuviera con ella, si no, también podrían meterse en algún que otro lío. El ruido de los caballos pareció detenerse, pero ahora lo que sonaba tenuemente era un sonido metálico.
Helyare sabía lo que estaba pasando, por desgracia. El puñetazo que Aranarth le había pegado a uno de los guardias por ayudarla no iba a quedar impune y en la huida los habían visto. Quería volver y decir que todo era culpa suya, sin embargo, quien había golpeado a Rhiak no había sido ella. Estaba muy nerviosa mientras corría entre los árboles, lo más lejos posible, pues ellos iban a caballo y, aunque se habían detenido en el claro donde habían estado, podrían atraparlas si quisieran. Debían encontrar un sitio donde esconderse.
- Anotaciones:
Metaroleo a Aranarth en este post para poder seguir con el tema.
Traducciones:
¡Áva! ¡ Nátyë necindo! ¡A tulë asenyë, nurtaccë!: ¡Estás loco! ¡Ven conmigo y escóndete!
Alassenyan, tulë asenyë: Por favor, ven conmigo.
Enomentulvalmë: Nos veremos
Helyare
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Re: [CERRADO] Todavía puedo ver Sandorai [Inge/Hely/libre]
Ingela sentia su cuerpo recobrar sus energías, el dolor desaparecía y en su lugar entraba un vigor que no había sentido jamás. Llegó un momento en el que estar desnuda frente a los elfos no le incomodó más, al contrario, estaba cómoda. Sentía la energía que fluían desde las manos de Aranarth entrar en su cuerpo y sanarla, reconfortarla y relajarla. Lentamente se quedó dormida recostada junto a ellos.
Fue por eso que le costó tanto despertar y emprender la marcha con la elfa. No entendía qué ocurría y por qué dejaban a Aranarth atrás. -Espera...- le decía con somnolencia, en un espantoso letargo que no le permitía dar los pasos bien, ella iba arrastrada por la elfa quien corría angustiada. -Espera elfa... no dejemos atrás a Aranarth- decía suplicante. Ingela no vaía por donde la llevaba, ella miraba hacia atrás, a Aranarth. Pronto los árboles ocultaron el claro donde habían estado y el elfo no iba con ellas.
Cuando volteó a mirar el camino y a la elfa y al ver la angustia y el miedo en su rostro, decidió que si tenían que huir, correr entre el bosque no era la forma más rápida; ¿para qué correr si puedes volar? -¡Espera!- exclamó y tomándola con fuerza, la frenó tan fuerte que casi caen al suelo. Le pasó la capa con la que la habían cubierto y dio dos pasos atrás -Tan solo espera- le dijo más calmada, mostrándole las palmas de las manos de frente.
Cerró los ojos e inhaló profundamente, transformándose en su forma de dragón. La transformación tomó unos instantes, quizás demasiados. Para cuando ya no habían señales de la dragona, sintió que las habían alcanzado aquellos que las perseguían, así que en una reacción instintiva, tomó a la elfa entre sus patas y aleteó con fuerza para elevarse rápidamente. Sopló una nube de humo para cubrirse mientras lo hacía. En el aire, apretó a la chica a su pecho para que no se le cayera. No tenía la menor idea de hacia donde se dirigía, solo tomó rumbo al noreste y volaría hasta que las alas no le dieran más.
Fue por eso que le costó tanto despertar y emprender la marcha con la elfa. No entendía qué ocurría y por qué dejaban a Aranarth atrás. -Espera...- le decía con somnolencia, en un espantoso letargo que no le permitía dar los pasos bien, ella iba arrastrada por la elfa quien corría angustiada. -Espera elfa... no dejemos atrás a Aranarth- decía suplicante. Ingela no vaía por donde la llevaba, ella miraba hacia atrás, a Aranarth. Pronto los árboles ocultaron el claro donde habían estado y el elfo no iba con ellas.
Cuando volteó a mirar el camino y a la elfa y al ver la angustia y el miedo en su rostro, decidió que si tenían que huir, correr entre el bosque no era la forma más rápida; ¿para qué correr si puedes volar? -¡Espera!- exclamó y tomándola con fuerza, la frenó tan fuerte que casi caen al suelo. Le pasó la capa con la que la habían cubierto y dio dos pasos atrás -Tan solo espera- le dijo más calmada, mostrándole las palmas de las manos de frente.
Cerró los ojos e inhaló profundamente, transformándose en su forma de dragón. La transformación tomó unos instantes, quizás demasiados. Para cuando ya no habían señales de la dragona, sintió que las habían alcanzado aquellos que las perseguían, así que en una reacción instintiva, tomó a la elfa entre sus patas y aleteó con fuerza para elevarse rápidamente. Sopló una nube de humo para cubrirse mientras lo hacía. En el aire, apretó a la chica a su pecho para que no se le cayera. No tenía la menor idea de hacia donde se dirigía, solo tomó rumbo al noreste y volaría hasta que las alas no le dieran más.
- HABILIDAD:
- Uso de habilidad racial.
Última edición por Ingela el Miér 15 Feb - 17:49, editado 1 vez
Ingela
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Re: [CERRADO] Todavía puedo ver Sandorai [Inge/Hely/libre]
La carrera estaba agotando a la elfa. No tanto físicamente, sino psicológicamente. Sentía que se alejaba de Aran, que lo había dejado tirado junto a los miembros de la guardia Eytherzair y que el destino del elfo iba a ser culpa de ella. Pero muy a su pesar sabía que si la dragona o ella estuvieran allí empeorarían mucho las cosas para los tres. A pesar de todo no quería dejar allí a su amigo, pretendía esconder a la muchacha y tratar de volver para ayudar. ¿Eso serviría? Y si lo veían con ella… No, tampoco era buena idea. Hely había sido desterrada, para el clan ya no era nadie, un status peor que el de los humanos, no podía ir a tratar de arreglar las cosas.
Todo cambió cuando Ingela decidió transformarse. De pronto, un imponente dragón apareció frente a ella al mismo tiempo que escuchaba el galopar de los caballos hacia ellas. ¿¡Qué había sucedido?! Helyare sintió el impulso de correr en dirección al ruido, arco en mano, para tratar de tomar venganza. La incertidumbre de no saber qué había pasado con Aranarth la destrozaba por dentro. Pero sus intentos de salir corriendo fueron coartados por la dragona, quien la tomó entre sus patas y emprendió el vuelo. Pudo ver a lo lejos, por encima de las copas de los árboles, cómo los caballos corrían en su dirección. Nada más. Ya estaban en el aire.
La elfa empezó a ponerse más nerviosa todavía, no tenía nada que ver con las alturas, sino con que se alejaran más rápido del guerrero. –¡¡PARA!! ¡¡BÁJAME!! ¡¡BÁJAME!! ¡TENEMOS QUE VOLVER!! ¡¡BAJA!! –Empezó a gritar y a retorcerse la elfa entre los brazos de Ingela. –¡¡VAN A HACERLE DAÑO!!
La imagen de la sangre sobre la hierba que todos los días taladraba su mente volvió a aparecer más nítida esta vez, pero imaginándose que quien estaba en Sarniâr era su amigo. Sintió una fuerte opresión en el pecho y ligeros temblores musculares, aparte de dificultad para respirar. El dolor que sintió aquella vez se le estaba reproduciendo sólo de pensar que él podía sufrir algo similar. –¡¡BAJAAAAAA!! –Gritó más fuerte, consiguiendo que le doliese la garganta. Estaba muy desesperada por bajar casi al punto de que era capaz de dejarse caer con tal de volver a estar en tierra. –¡¡DÉJAME IR!! ¡¡TENGO QUE AYUDARLE!!
Helyare estaba demasiado alterada, muy nerviosa, incapaz de controlarse.
Desde el aire pudo ver los altos y frondosos árboles que formaban Sandorai, de nuevo, los que formaban su hogar y los que no podía siquiera tocar. Pero sería capaz de pasar cualquier barrera si hiciera falta con tal de encontrar sano y salvo a su amigo, indiferentemente de las runas que le impidieran el paso. Sentía que tenía que ir a buscarlo, aunque tuviera que llevarse las vidas de sus antiguos compañeros. Pero no iba a permitir que nadie tocase a Aran, y menos por su culpa. Él la había ayudado, el golpe al otro elfo había sido porque estaba increpándolos, no tenían que hacerle nada a él, pero las lesiones a los hermanos se pagaban. Deseaba que no. Quería ir a explicarles cómo había sido todo, pero su versión no sería escuchada, estaba desterrada y no tenía ni voz ni voto ante los Eytherzair. Se había arriesgado demasiado en Claro con el guerrero, por una parte esperaba que él pudiese solucionar el embrollo, pero apenas podía pensar con claridad y sólo quería ir a ver si estaba bien, no pensaba en nada más, estaba cegada por el lazo que les unía. Y porque pensaba que no volvería a verlo, después de haberse encontrado hacía sólo dos días. No quería perderlo. –¡¡QUE BAJES, MALDITA!!
Todo cambió cuando Ingela decidió transformarse. De pronto, un imponente dragón apareció frente a ella al mismo tiempo que escuchaba el galopar de los caballos hacia ellas. ¿¡Qué había sucedido?! Helyare sintió el impulso de correr en dirección al ruido, arco en mano, para tratar de tomar venganza. La incertidumbre de no saber qué había pasado con Aranarth la destrozaba por dentro. Pero sus intentos de salir corriendo fueron coartados por la dragona, quien la tomó entre sus patas y emprendió el vuelo. Pudo ver a lo lejos, por encima de las copas de los árboles, cómo los caballos corrían en su dirección. Nada más. Ya estaban en el aire.
La elfa empezó a ponerse más nerviosa todavía, no tenía nada que ver con las alturas, sino con que se alejaran más rápido del guerrero. –¡¡PARA!! ¡¡BÁJAME!! ¡¡BÁJAME!! ¡TENEMOS QUE VOLVER!! ¡¡BAJA!! –Empezó a gritar y a retorcerse la elfa entre los brazos de Ingela. –¡¡VAN A HACERLE DAÑO!!
La imagen de la sangre sobre la hierba que todos los días taladraba su mente volvió a aparecer más nítida esta vez, pero imaginándose que quien estaba en Sarniâr era su amigo. Sintió una fuerte opresión en el pecho y ligeros temblores musculares, aparte de dificultad para respirar. El dolor que sintió aquella vez se le estaba reproduciendo sólo de pensar que él podía sufrir algo similar. –¡¡BAJAAAAAA!! –Gritó más fuerte, consiguiendo que le doliese la garganta. Estaba muy desesperada por bajar casi al punto de que era capaz de dejarse caer con tal de volver a estar en tierra. –¡¡DÉJAME IR!! ¡¡TENGO QUE AYUDARLE!!
Helyare estaba demasiado alterada, muy nerviosa, incapaz de controlarse.
Desde el aire pudo ver los altos y frondosos árboles que formaban Sandorai, de nuevo, los que formaban su hogar y los que no podía siquiera tocar. Pero sería capaz de pasar cualquier barrera si hiciera falta con tal de encontrar sano y salvo a su amigo, indiferentemente de las runas que le impidieran el paso. Sentía que tenía que ir a buscarlo, aunque tuviera que llevarse las vidas de sus antiguos compañeros. Pero no iba a permitir que nadie tocase a Aran, y menos por su culpa. Él la había ayudado, el golpe al otro elfo había sido porque estaba increpándolos, no tenían que hacerle nada a él, pero las lesiones a los hermanos se pagaban. Deseaba que no. Quería ir a explicarles cómo había sido todo, pero su versión no sería escuchada, estaba desterrada y no tenía ni voz ni voto ante los Eytherzair. Se había arriesgado demasiado en Claro con el guerrero, por una parte esperaba que él pudiese solucionar el embrollo, pero apenas podía pensar con claridad y sólo quería ir a ver si estaba bien, no pensaba en nada más, estaba cegada por el lazo que les unía. Y porque pensaba que no volvería a verlo, después de haberse encontrado hacía sólo dos días. No quería perderlo. –¡¡QUE BAJES, MALDITA!!
- Traducciones:
- Sarniâr: El lugar donde se llevan a cabo las penas de Ejecución o Destierro en el Clan Eytherzair; está alejado del poblado, ya que se hacen en "privado". Ahí es donde Helyare fue ajusticiada.
Helyare
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