[Misión de Clan] La herencia de las familias. El destino de los elfos.
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[Misión de Clan] La herencia de las familias. El destino de los elfos.
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Desde hace ya un tiempo los humanos se han entrometido en los asuntos de los elfos, se han introducido en los bosques del Sandorai y lo han ocupado y han comenzado a vivir junto a ellos, pero no de forma tan pacífica como los desdichados amantes de su bosque. El poder humano ha llegado a límetes insospechados por la raza predominante en Sandorai, tanto que éstos no tienen un representante fijo para las cumbres y muchas veces el Rey habla por ellos.
Un grupo de elfos se han juntado en milicias para acabar con el yugo humano y han comenzado una guerra de guerrillas contra éstos. Las familias Caelum y Edén son las que dirigían estos ataques mediante los [i]pater familias de dichos clanes, sin embargo una guerra no se gana sola, los líderes de ambos han muerto y sus sucesores están desaparecidos. Familiares próximos han ostentado el cargo político de líderes suplentes has que vuelvan a aparecer, comienzan a acercar posturas las dos familias para poder unir fuerzas contra el enemigo invasor. Lys y Sydara, los herederos directos y por tanto líderes por pleno derecho de cada uno de los clanes debe volver al Árbol Madre para trazar un plan de acción contra los humanos
Uno por uno fueron llegando los elfos a la reunión convocada en el Árbol Madre. Iba a ser un gran concilio, el mayor desde que se recuerda. No queda constancia de uno en que los elfos, traídos a la fuerza desde las islas tuviesen tantas ganas de celebrar algo que era probable que los llevase de nuevo a una guerra, pero allí estaban. Eran los altos elfos del Árbol Madre junto algunos drow y otras familias que se habían unido a la causa. Los estandartes del Sandorai ondeaban alrededor del lugar de la reunión, bajo y alrededor del Árbol Madre. Había que decidir un plan de acción, no se podía continuar con la opresión humana y también nombrar un representante.
Hyur Solem, el máximo responsable de los ejércitos élficos se había marchado a buscar a Lys Caelum, heredera de la familia Caelum y por ello con derechos de mando sobre los bosques del Sandorai. Pronto llegarían y daría comienzo el concilio.
---
Orden de posteo:
- Lys.
- Sydara.
- Eldarion.
- Tarken.
Norma especial: 24h para responder, en caso de que no se responda pasará el turno al siguiente que puede decidir esperar, pues para este serán 48h. En caso de que no se postee una vez no pasará nada, hay muchos jugadores, pero si es reinicidente se dará por fracasada la misión para esa persona. Se puede dejar de postear por motivos justificados enviándome un pm.
Un grupo de elfos se han juntado en milicias para acabar con el yugo humano y han comenzado una guerra de guerrillas contra éstos. Las familias Caelum y Edén son las que dirigían estos ataques mediante los [i]pater familias de dichos clanes, sin embargo una guerra no se gana sola, los líderes de ambos han muerto y sus sucesores están desaparecidos. Familiares próximos han ostentado el cargo político de líderes suplentes has que vuelvan a aparecer, comienzan a acercar posturas las dos familias para poder unir fuerzas contra el enemigo invasor. Lys y Sydara, los herederos directos y por tanto líderes por pleno derecho de cada uno de los clanes debe volver al Árbol Madre para trazar un plan de acción contra los humanos
Uno por uno fueron llegando los elfos a la reunión convocada en el Árbol Madre. Iba a ser un gran concilio, el mayor desde que se recuerda. No queda constancia de uno en que los elfos, traídos a la fuerza desde las islas tuviesen tantas ganas de celebrar algo que era probable que los llevase de nuevo a una guerra, pero allí estaban. Eran los altos elfos del Árbol Madre junto algunos drow y otras familias que se habían unido a la causa. Los estandartes del Sandorai ondeaban alrededor del lugar de la reunión, bajo y alrededor del Árbol Madre. Había que decidir un plan de acción, no se podía continuar con la opresión humana y también nombrar un representante.
Hyur Solem, el máximo responsable de los ejércitos élficos se había marchado a buscar a Lys Caelum, heredera de la familia Caelum y por ello con derechos de mando sobre los bosques del Sandorai. Pronto llegarían y daría comienzo el concilio.
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Orden de posteo:
- Lys.
- Sydara.
- Eldarion.
- Tarken.
Norma especial: 24h para responder, en caso de que no se responda pasará el turno al siguiente que puede decidir esperar, pues para este serán 48h. En caso de que no se postee una vez no pasará nada, hay muchos jugadores, pero si es reinicidente se dará por fracasada la misión para esa persona. Se puede dejar de postear por motivos justificados enviándome un pm.
Fehu
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Re: [Misión de Clan] La herencia de las familias. El destino de los elfos.
A decir verdad, si a la cabeza de tal grupo de elfos en el puerto de Lunargenta no hubiese reconocido el familiar rostro de Hyur, jamás hubiese acompañado sin presentar algún tipo de resistencia. Quería hablar con él en varias oportunidades, pero varias personas se disponían a mi alrededor separándonos casi todo el camino. no fue hasta que nos alejamos de la ciudad en una distancia prudente, que retrocedió un poco con su caballo y colocándose junto a mí, se dirigió sin tanta formalidad como hasta ahora todo transcurría.
- ¿Vas a decirme qué está sucediendo? -dije con cuidado, no estaba segura si debía responder a cierta etiqueta que tal movilización podía llegar a pretender.
- Has sido convocada... los detalles se darán al llegar, pero sabía que si no venía por tí no vendrías sin explicaciones -
- Pues es cierto...- galopábamos tranquilamente por el medio del bosque, me resultaba extraño verle cumpliendo las formalidades que claramente su trabajo demandaba. Sonreí, no podía negar que me sentía mucho más cómoda cabalgando junto a él que rodeada de extraños, la sensación de hogar que su presencia siempre me brindaba me relajó un poco - Pero de todas formas de dirás antes.. ¿No?
- Claro - respondió mirándome de costado y guiñándome un ojo mientras sonreía con la alegría que desde siempre tanto le caracterizaba. Le sonreí en respuesta.- Con mi último ascenso pude tener acceso a cierta elite del elfos de nuestras tierras - cargó de cierto desdén a la palabra "elite" en particular - Aléjense. Debo hablar con nuestra protegida - ordenó de repente a los demás quienes obedecieron al instante. No podía negar que me sorprendió el tono de su voz de mando y la velocidad de respuesta de los demás pero si bien no quise decir nada, terminé por reir cuando me guiñó un ojo luego a causa de su actuación. Se acercó un poco a mi y bajando al máximo la voz para asegurarse nadie escuchara continuó - Al parecer ese grupo se tomaba demasiadas atribuciones en un puesto que no les pertenecía tampoco... - suspiró como si buscara las palabras - tu padre al desaparecer ...
- Morir.. - interrumpí rápidamente intentando quitar todo tipo de emoción de mi voz. El me miró y entrecerró los ojos como si quisiera leer algo en mi. Huí de su mirada y agregue - luego hablaremos de eso.. pero esta confirmado... continúa tu por favor. - me miró en silencio un largo rato y hasta que no le miré en respuesta no prosiguió.
- Esta bien.. hablaremos luego. Él... dejo un puesto vacante que te pertenece y que alguien más usurpó mientras tanto, debían buscarte pero no lo hicieron y en vez de eso... - carraspeó - se dedicaron a cazar brujos como venganzas personales... Al estar tú en tu puesto esto dejará de suceder...
-Pero yo... -
- No te preocupes - me sonrió pero esta vez más amablemente que de broma - No estarás sola ... además hay alguien más que le corresponde... y compartirá el mando contigo, cada uno tendrá diferentes ocupaciones pero podrán trabajar juntos... me dijeron que en un principio eran tres, una tríada o algo así, pero toda la línea sanguínea del tercero desapareció.. o la desaparecieron en realidad.. en fin.. pronto llegaremos y hablaremos más tranquilos... no debes preocuparte... estarás protegida siempre... pero no puedes escapar a esto.. es importante para... todos nosotros. - frunció un poco el ceño al finalizar.
- Jamás he huido de mis responsabilidades - respondí seria.
- ¿Perdón? - dijo carraspeando mientras levantaba una ceja.
- Responsabilidades... dije - y sonreí.
- ¿Vas a decirme qué está sucediendo? -dije con cuidado, no estaba segura si debía responder a cierta etiqueta que tal movilización podía llegar a pretender.
- Has sido convocada... los detalles se darán al llegar, pero sabía que si no venía por tí no vendrías sin explicaciones -
- Pues es cierto...- galopábamos tranquilamente por el medio del bosque, me resultaba extraño verle cumpliendo las formalidades que claramente su trabajo demandaba. Sonreí, no podía negar que me sentía mucho más cómoda cabalgando junto a él que rodeada de extraños, la sensación de hogar que su presencia siempre me brindaba me relajó un poco - Pero de todas formas de dirás antes.. ¿No?
- Claro - respondió mirándome de costado y guiñándome un ojo mientras sonreía con la alegría que desde siempre tanto le caracterizaba. Le sonreí en respuesta.- Con mi último ascenso pude tener acceso a cierta elite del elfos de nuestras tierras - cargó de cierto desdén a la palabra "elite" en particular - Aléjense. Debo hablar con nuestra protegida - ordenó de repente a los demás quienes obedecieron al instante. No podía negar que me sorprendió el tono de su voz de mando y la velocidad de respuesta de los demás pero si bien no quise decir nada, terminé por reir cuando me guiñó un ojo luego a causa de su actuación. Se acercó un poco a mi y bajando al máximo la voz para asegurarse nadie escuchara continuó - Al parecer ese grupo se tomaba demasiadas atribuciones en un puesto que no les pertenecía tampoco... - suspiró como si buscara las palabras - tu padre al desaparecer ...
- Morir.. - interrumpí rápidamente intentando quitar todo tipo de emoción de mi voz. El me miró y entrecerró los ojos como si quisiera leer algo en mi. Huí de su mirada y agregue - luego hablaremos de eso.. pero esta confirmado... continúa tu por favor. - me miró en silencio un largo rato y hasta que no le miré en respuesta no prosiguió.
- Esta bien.. hablaremos luego. Él... dejo un puesto vacante que te pertenece y que alguien más usurpó mientras tanto, debían buscarte pero no lo hicieron y en vez de eso... - carraspeó - se dedicaron a cazar brujos como venganzas personales... Al estar tú en tu puesto esto dejará de suceder...
-Pero yo... -
- No te preocupes - me sonrió pero esta vez más amablemente que de broma - No estarás sola ... además hay alguien más que le corresponde... y compartirá el mando contigo, cada uno tendrá diferentes ocupaciones pero podrán trabajar juntos... me dijeron que en un principio eran tres, una tríada o algo así, pero toda la línea sanguínea del tercero desapareció.. o la desaparecieron en realidad.. en fin.. pronto llegaremos y hablaremos más tranquilos... no debes preocuparte... estarás protegida siempre... pero no puedes escapar a esto.. es importante para... todos nosotros. - frunció un poco el ceño al finalizar.
- Jamás he huido de mis responsabilidades - respondí seria.
- ¿Perdón? - dijo carraspeando mientras levantaba una ceja.
- Responsabilidades... dije - y sonreí.
Lys
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Re: [Misión de Clan] La herencia de las familias. El destino de los elfos.
No había perdido la habilidad de trepar árboles, pero lo más difícil era bajar. En cualquier momento las llamas acabarían también con éste donde me había trepado desde la ventana de mi habitación. La casa ardía y solo mantuve la vista oculto entre las ramas y hojas, en los encapuchados causantes del incendio, viéndolos perderse en el bosque.
-Ningún rastro... al él no le conviene...-escuché lejano.
Esperé a que se hubieran ido para saltar al suelo y caer de bruces apoyando una mano en la hierba, y la rodilla opuesta también, sujetando mi espada en la empuñadura. Mi arco y carcaj colgaban en la espalda, y un pequeño bolso de viaje con un abrigo nomás y una caja con cosas que había logrado rescatar del fuego. Habían sucedido dos semanas y algunos días después de ese "viaje" a Islas Ilidenses, y no olvidaría jamás. El colgante con el cristal resplandeció a la luz de la luna en mi cuello. La bruja me había dicho que no podía quitármelo nunca, y con la seriedad con la que había hablado de esta reliquia, debería hacerle caso, a pesar de las manos de donde provenían. Pero me parecía curioso que tuviera unos símbolos en elfico antiguo, como una especie de emblema y que no me había puesto a fijar mucho en su detalle.
Me incorporé con calma y alejé unos pasos para observar por última vez el hogar donde habría transcurrido mi infancia, pero tenía que apresurarme a salir rápido de este lugar, antes de que ella regresara.
Me adentré en la noche, atento a cualquier voz o ruido, pero poco después tomé confianza y avancé con más seguridad en dirección a la aldea más cercana.
Bebí un poco de mi cantimplora, sediento después de caminar unas cuantas horas, pero decidido a no detener el paso aunque mi habilidad del silencio no solo me pertenecía a mí y cuando guardé la cantimplora, escuché un par de cuchillas desenvainarse y las puntas sobre mi espalda. Eran elfos, de lo más ágiles en el arte del sigilo.
-¿Qué hace un viajero a estas horas de la madrugada?- preguntó una voz detrás mío. ¿Sería prudente dar mi identidad? Si eran elfos... era lo que correspondería. Tal vez fuera más de ayuda si me conocían.
No pude voltearme, y tres sujetos saltaron de las ramas de los árboles delante de mí sosteniendo ballestas listas, pero sin apuntar.
-No soy un viajero, vivo en este bosque, soy Sydara, hijo de Aleth de Edén...-dije tranquilo, confiado en que obtendría una buena respuesta, pero no el avance de uno que hincó su cuchilla sobre mi espalda y lo miré de reojo, indignado. Había llevado ambas manos a la altura de mi cabeza, para demostrar que no tenía intensión de pelear.
-Mientes, de los Edén no ha quedado uno solo vivo-pude sentir ciertos nervios entre ellos cuando pronuncié mi nombre.
Uno de los elfos que sostenían ballestas se quitó la capucha y se acercó para examinar mi rostro y soltó una carcajada con desdén, para hablar con un tono burlón después.
-Quiero que lo escuchen decir eso allá- habló y sentí que detrás bajaban las armas. No me encontraba en posición de pelear con ellos, eran elfos, y lo que necesitaba era dirigirme a alguna aldea. El elfo que se reía parecía dirigir este grupo, ordenó ahora-Me encantará ver cuando lo ejecuten por farsante...-se jactó y no me opuse a avanzar y seguirlos. Procuré esconder entre la camisa el colgante, para evitar que notaran el destello. Tenía entendido que a algunos, cualquier cosa de objeto de hechiceros en poder de un elfo, debía ser ejecutado en el peor de los casos. Pero tomaba en cuenta que esta vez tenía un poco de suerte.
Sorpresa me llevé cuando a las primeras luces del amanecer, nos encontrábamos en el camino principal que nos llevaba al Árbol Madre.
-Ningún rastro... al él no le conviene...-escuché lejano.
Esperé a que se hubieran ido para saltar al suelo y caer de bruces apoyando una mano en la hierba, y la rodilla opuesta también, sujetando mi espada en la empuñadura. Mi arco y carcaj colgaban en la espalda, y un pequeño bolso de viaje con un abrigo nomás y una caja con cosas que había logrado rescatar del fuego. Habían sucedido dos semanas y algunos días después de ese "viaje" a Islas Ilidenses, y no olvidaría jamás. El colgante con el cristal resplandeció a la luz de la luna en mi cuello. La bruja me había dicho que no podía quitármelo nunca, y con la seriedad con la que había hablado de esta reliquia, debería hacerle caso, a pesar de las manos de donde provenían. Pero me parecía curioso que tuviera unos símbolos en elfico antiguo, como una especie de emblema y que no me había puesto a fijar mucho en su detalle.
Me incorporé con calma y alejé unos pasos para observar por última vez el hogar donde habría transcurrido mi infancia, pero tenía que apresurarme a salir rápido de este lugar, antes de que ella regresara.
Me adentré en la noche, atento a cualquier voz o ruido, pero poco después tomé confianza y avancé con más seguridad en dirección a la aldea más cercana.
Bebí un poco de mi cantimplora, sediento después de caminar unas cuantas horas, pero decidido a no detener el paso aunque mi habilidad del silencio no solo me pertenecía a mí y cuando guardé la cantimplora, escuché un par de cuchillas desenvainarse y las puntas sobre mi espalda. Eran elfos, de lo más ágiles en el arte del sigilo.
-¿Qué hace un viajero a estas horas de la madrugada?- preguntó una voz detrás mío. ¿Sería prudente dar mi identidad? Si eran elfos... era lo que correspondería. Tal vez fuera más de ayuda si me conocían.
No pude voltearme, y tres sujetos saltaron de las ramas de los árboles delante de mí sosteniendo ballestas listas, pero sin apuntar.
-No soy un viajero, vivo en este bosque, soy Sydara, hijo de Aleth de Edén...-dije tranquilo, confiado en que obtendría una buena respuesta, pero no el avance de uno que hincó su cuchilla sobre mi espalda y lo miré de reojo, indignado. Había llevado ambas manos a la altura de mi cabeza, para demostrar que no tenía intensión de pelear.
-Mientes, de los Edén no ha quedado uno solo vivo-pude sentir ciertos nervios entre ellos cuando pronuncié mi nombre.
Uno de los elfos que sostenían ballestas se quitó la capucha y se acercó para examinar mi rostro y soltó una carcajada con desdén, para hablar con un tono burlón después.
-Quiero que lo escuchen decir eso allá- habló y sentí que detrás bajaban las armas. No me encontraba en posición de pelear con ellos, eran elfos, y lo que necesitaba era dirigirme a alguna aldea. El elfo que se reía parecía dirigir este grupo, ordenó ahora-Me encantará ver cuando lo ejecuten por farsante...-se jactó y no me opuse a avanzar y seguirlos. Procuré esconder entre la camisa el colgante, para evitar que notaran el destello. Tenía entendido que a algunos, cualquier cosa de objeto de hechiceros en poder de un elfo, debía ser ejecutado en el peor de los casos. Pero tomaba en cuenta que esta vez tenía un poco de suerte.
Sorpresa me llevé cuando a las primeras luces del amanecer, nos encontrábamos en el camino principal que nos llevaba al Árbol Madre.
Sydara
Aerandiano de honor
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Re: [Misión de Clan] La herencia de las familias. El destino de los elfos.
Aquel día hacía una semana exacta de mi regreso a Sandorai. Me encomendaron explorar los alrededores, desde el bosque hasta el pantano y de vuelta a las Runas de los Baldíos. Aunque intenté hacerlo de manera discreto, acabé encontrándome siempre con gente extraña, aunque en ningún momento les fue revelado el motivo de mi viaje. Aún era de noche y mis ojos brillaban en la oscuridad acaparando cualquier movimiento que me resultara sospechoso. Los animales, que apenas notaban mi presencia, se acercaban y espantaban al notar que la figura inmóvil junto al árbol tenía vida propia y les observaba acechante. No había intrusos en el bosque, ni los habría. Todos estarían de camino al Árbol Madre para asistir al concilio. A pesar de la tardanza no me di por vencido y pronto vi los frutos de la espera. Mis orejas puntiagudas se movieron con un ligero tic cuando percibieron ruido al otro lado del camino de mi izquierda. Vi una figura espigada saliendo a trompicones hasta casi caer al suelo, sonreí y me giré a tiempo de no dar la espalda a la hembra drow que le seguía. Era alta y de cuerpo esbelto. Su rostro gozaba de una inocencia hipócrita de la que carecía por completo y sus ojos, dorados como los míos, me observaban con superioridad. Llevaba la túnica oscura de tonalidades negras y moradas de las Sacerdotisas de Lloth y un látigo con forma de serpiente pendiendo de su cintura. Jianndra de N'Arek repasó mi indumentaria si formular palabra y se detuvo maquiavélicamente satisfecha en el collar de hierro que rodeaba mi cuello y simbolizaba mi esclavitud. Por último comprobó que iba armado con el arco a la espalda y las espadas gemelas a la cintura. Acabado su escrutinio, pasó por mi lado y enfiló el sendero que nos llevaría hasta Sandorai.
—¿Novedades? —exigió saber.
—No solo los humanos parecen tomarse libertades con el bosque —dije en voz baja pero audible—. Me he topado con criaturas tan extrañas cerca de las runas de los druidas, que empiezo a pensar que los elfos están perdiendo el control de su propio territorio a pasos agigantados.
—¿Qué tipo de criaturas?
—Bestias —fruncí el ceño con los recuerdos agolpándose en mi cabeza—. Bestias de acero del mundo más allá de la puerta. Y bestias que pretenden ser humanas siendo animales. Una criatura con los rasgos de los perros de guerra* que montan los humanos y los elfos en sus batallas.
Miré de forma inconsciente al tercero en discordia. Amon era un hombre-bestia con la piel azulada y escamosa propia de una criatura marina. A pesar de la suavidad etérea de su voz, sabía hablar el dialecto drow a la perfección después de tantos años bajo nuestro yugo. Muchas veces hacía las veces de traductor cuando salíamos a la superficie a comerciar. Amon me devolvió la mirada como si no entendiera mis suposiciones de que pudiera haberse ofendido con mi explicación. En otro tiempo hubiese pensado de él que era un pusilánime demasiado inocente para este mundo. Pero conocía a Amon y supe que su silencio e indiferencia se debían a fingir que no prestaba atención a nuestra conversación y no demostrar emociones al respecto. Siendo esclavos, realmente, aquélla era la mejor manera de sobrevivir.
—¿Eran criaturas bienvenidas en el bosque? —preguntó Jianndra.
—Dudo que supieran siquiera que estaban allí.
Jianndra sonrió satisfecha, pero no dijo nada más. Nuestra fortuita soledad se vio interrumpida por la llegada del resto de la comitiva drow. Los elfos de la superficie nos habían invitado al concilio, y de ser así sólo podíamos esperar lo peor de aquella reunión... o lo mejor, según los puntos de vista. Sin embargo, a medida que alcanzábamos Sandorai, nos adentrábamos en su vida, sorteábamos las miradas curiosas de los elfos y los centinelas y nos aproximábamos al Árbol Madre, noté que no eran pocos los drows que se revolvían nerviosos en sus capas. Nuestros ojos están hechos para ver en la oscuridad, pero los elfos prefirieron reunirse al amanecer, quizá para asegurarse que no nos dejábamos llevar por nuestros rencores y causábamos problemas. Destacábamos casi tanto o más que una mosca en leche, y varios de nosotros ya se encargaron de enseñarle los dientes a algún elfo remilgado que les mirase con superioridad.
Alcanzado el Árbol Madre, nos colocamos las capuchas mientras veíamos otra comitiva llevando con ellos un elfo que parecía prisionero. Era curioso e incluso cómico ver a nuestro grupo, reducido en comparación con los otros elfos, ocultos bajo esa sombra que la tela nos proporcionaba como cobijo a la luz del amanecer. Desde fuera seguramente tendríamos pinta de secta adoradora del Dragón Oscuro, pero huelga decir que todos los drows que estábamos allí apreciábamos demasiado nuestro sentido de la visión como para atrofiarlo gratuitamente.
* Perros de guerra: caballos. Hace referencia a Philip en nuestro post de las Runas de los Baldíos, que sigue activo pero tiene lugar poco antes de esta reunión. Como el dialecto drow se ha escrito en todas las historias y sagas como algo primitivo y brusco, supuse que no habría palabra para llamar a los caballos al ser animales de los que ellos carecen por vivir bajo tierra. Un dato irrelevante que pongo simplemente para la comprensión del diálogo.
—¿Novedades? —exigió saber.
—No solo los humanos parecen tomarse libertades con el bosque —dije en voz baja pero audible—. Me he topado con criaturas tan extrañas cerca de las runas de los druidas, que empiezo a pensar que los elfos están perdiendo el control de su propio territorio a pasos agigantados.
—¿Qué tipo de criaturas?
—Bestias —fruncí el ceño con los recuerdos agolpándose en mi cabeza—. Bestias de acero del mundo más allá de la puerta. Y bestias que pretenden ser humanas siendo animales. Una criatura con los rasgos de los perros de guerra* que montan los humanos y los elfos en sus batallas.
Miré de forma inconsciente al tercero en discordia. Amon era un hombre-bestia con la piel azulada y escamosa propia de una criatura marina. A pesar de la suavidad etérea de su voz, sabía hablar el dialecto drow a la perfección después de tantos años bajo nuestro yugo. Muchas veces hacía las veces de traductor cuando salíamos a la superficie a comerciar. Amon me devolvió la mirada como si no entendiera mis suposiciones de que pudiera haberse ofendido con mi explicación. En otro tiempo hubiese pensado de él que era un pusilánime demasiado inocente para este mundo. Pero conocía a Amon y supe que su silencio e indiferencia se debían a fingir que no prestaba atención a nuestra conversación y no demostrar emociones al respecto. Siendo esclavos, realmente, aquélla era la mejor manera de sobrevivir.
—¿Eran criaturas bienvenidas en el bosque? —preguntó Jianndra.
—Dudo que supieran siquiera que estaban allí.
Jianndra sonrió satisfecha, pero no dijo nada más. Nuestra fortuita soledad se vio interrumpida por la llegada del resto de la comitiva drow. Los elfos de la superficie nos habían invitado al concilio, y de ser así sólo podíamos esperar lo peor de aquella reunión... o lo mejor, según los puntos de vista. Sin embargo, a medida que alcanzábamos Sandorai, nos adentrábamos en su vida, sorteábamos las miradas curiosas de los elfos y los centinelas y nos aproximábamos al Árbol Madre, noté que no eran pocos los drows que se revolvían nerviosos en sus capas. Nuestros ojos están hechos para ver en la oscuridad, pero los elfos prefirieron reunirse al amanecer, quizá para asegurarse que no nos dejábamos llevar por nuestros rencores y causábamos problemas. Destacábamos casi tanto o más que una mosca en leche, y varios de nosotros ya se encargaron de enseñarle los dientes a algún elfo remilgado que les mirase con superioridad.
Alcanzado el Árbol Madre, nos colocamos las capuchas mientras veíamos otra comitiva llevando con ellos un elfo que parecía prisionero. Era curioso e incluso cómico ver a nuestro grupo, reducido en comparación con los otros elfos, ocultos bajo esa sombra que la tela nos proporcionaba como cobijo a la luz del amanecer. Desde fuera seguramente tendríamos pinta de secta adoradora del Dragón Oscuro, pero huelga decir que todos los drows que estábamos allí apreciábamos demasiado nuestro sentido de la visión como para atrofiarlo gratuitamente.
* Perros de guerra: caballos. Hace referencia a Philip en nuestro post de las Runas de los Baldíos, que sigue activo pero tiene lugar poco antes de esta reunión. Como el dialecto drow se ha escrito en todas las historias y sagas como algo primitivo y brusco, supuse que no habría palabra para llamar a los caballos al ser animales de los que ellos carecen por vivir bajo tierra. Un dato irrelevante que pongo simplemente para la comprensión del diálogo.
Eldarion
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Re: [Misión de Clan] La herencia de las familias. El destino de los elfos.
Mucho tiempo hacía desde la última vez que pisara los bosques de Sandorai, desde que volviera con los suyos pero sobre todo, desde la última vez que había visto a su madre. Mucho había sucedido desde que partiera junto con Noctis en busca de conocimiento y experiencia, había visto vastas tierras y había surcado los mares en busca de respuestas, de más preguntas y principalmente de su lugar en Aerandir.
Sin embargo, durante todo aquel tiempo algo le había atenazado el corazón, le mantenía con una desazón irracional que pesaba demasiado como para simplemente dejarla de lado. Tarken sentía que aún formaba parte de aquellos bosques, del lugar que lo vio nacer y, con esa batalla interna, hoy se encaminaba al árbol madre.
No hacía mucho que había llegado a sus oídos el rumor cada vez mayor de que un concilio élfico iba a tener lugar allí. El joven medio elfo se había pertrechado con todo su equipo y, a lomos de su corcel negro y acompañado de su hermano alado, se dirigía al punto de reunión. Según había escuchado, los nuevos líderes sucesores de los antaño dirigentes de los pueblos élficos, se daban cita bajo las recias ramas del árbol matriarcal para poner en marcha la resistencia frente a los humanos, frente a una nueva amenaza cada vez mayor que prometía acabar con el hasta ahora hogar de los elfos. La historia parecía repetirse así como lo hiciera en las islas Illidenses y, pese a ser un enemigo distinto, el hogar de los elfos estaba de nuevo amenazado. Aquello era motivo más que suficiente para Tarken para formar parte en la batalla, bien era cierto que era un mestizo, medio humano para mayor dificultad, mas después de todo era elfo también, la sangre de sus antepasados druidas corría por sus venas así como la magia curativa de sus ancestros.
En los últimos tiempos sin embargo, Tarken había caminado por el filo de la navaja, había actuado con una doble moral fruto de su propia dualidad, se había convertido en un ser algo frío y sombrío que había asumido un rol de neutralidad absoluta considerando que el mal extremo así como el bien extremo no eran sino caras de una misma moneda, extremos al fin y al cabo que no debían tomarse como norma y que debían trascender en un término medio, un camino que él había procurado transitar pródigamente.
Con toda esa vorágine de pensamientos, el joven halconero llegó finalmente a los dominios del árbol madre. Un gran número de elfos y drows aguardaban el inicio del concilio y, casi nada más llegar, Tarken vio como Noctis se lanzaba en picado desde los cielos en busca de una hermosa elfa, una mujer que Tarken reconoció en seguida. Una gran sonrisa se dibujó en el rostro del muchacho y, saltando del caballo, corrió a su encuentro:
-¡Madre!- ,el semielfo abrazó a su madre Ilithien con gran alegría pues tiempo hacía que no se entregaba al calor de su abrazo, -Me alegro de verte madre.-
-Hijo mío...-
Dijo su madre con los ojos vidriosos, embargada por la emoción de ver a su hijo después de tanto. Ilithien lo estrechó con fuerza para asegurarse que no se trataba de un sueño. Al cabo de unos segundos su madre lo miró de arriba a abajo y con una sonrisa exclamó alegre:
-Te veo bien hijo mío, diferente pero te veo bien. Me alegra que hayas venido hijo, somos pocos y tu sitio es este sin duda. Ya tendremos tiempo para ponernos al día luego. Este concilio es algo que no sucedía desde hacía siglos hijo mío.-
Tarken asintió y permaneció en silencio a la espera de que diera comienzo la reunión que decidiría el destino del bosque. Si su sitio era ese o no sería algo que decidiría después de escuchar a los nuevos líderes.
Sin embargo, durante todo aquel tiempo algo le había atenazado el corazón, le mantenía con una desazón irracional que pesaba demasiado como para simplemente dejarla de lado. Tarken sentía que aún formaba parte de aquellos bosques, del lugar que lo vio nacer y, con esa batalla interna, hoy se encaminaba al árbol madre.
No hacía mucho que había llegado a sus oídos el rumor cada vez mayor de que un concilio élfico iba a tener lugar allí. El joven medio elfo se había pertrechado con todo su equipo y, a lomos de su corcel negro y acompañado de su hermano alado, se dirigía al punto de reunión. Según había escuchado, los nuevos líderes sucesores de los antaño dirigentes de los pueblos élficos, se daban cita bajo las recias ramas del árbol matriarcal para poner en marcha la resistencia frente a los humanos, frente a una nueva amenaza cada vez mayor que prometía acabar con el hasta ahora hogar de los elfos. La historia parecía repetirse así como lo hiciera en las islas Illidenses y, pese a ser un enemigo distinto, el hogar de los elfos estaba de nuevo amenazado. Aquello era motivo más que suficiente para Tarken para formar parte en la batalla, bien era cierto que era un mestizo, medio humano para mayor dificultad, mas después de todo era elfo también, la sangre de sus antepasados druidas corría por sus venas así como la magia curativa de sus ancestros.
En los últimos tiempos sin embargo, Tarken había caminado por el filo de la navaja, había actuado con una doble moral fruto de su propia dualidad, se había convertido en un ser algo frío y sombrío que había asumido un rol de neutralidad absoluta considerando que el mal extremo así como el bien extremo no eran sino caras de una misma moneda, extremos al fin y al cabo que no debían tomarse como norma y que debían trascender en un término medio, un camino que él había procurado transitar pródigamente.
Con toda esa vorágine de pensamientos, el joven halconero llegó finalmente a los dominios del árbol madre. Un gran número de elfos y drows aguardaban el inicio del concilio y, casi nada más llegar, Tarken vio como Noctis se lanzaba en picado desde los cielos en busca de una hermosa elfa, una mujer que Tarken reconoció en seguida. Una gran sonrisa se dibujó en el rostro del muchacho y, saltando del caballo, corrió a su encuentro:
-¡Madre!- ,el semielfo abrazó a su madre Ilithien con gran alegría pues tiempo hacía que no se entregaba al calor de su abrazo, -Me alegro de verte madre.-
-Hijo mío...-
Dijo su madre con los ojos vidriosos, embargada por la emoción de ver a su hijo después de tanto. Ilithien lo estrechó con fuerza para asegurarse que no se trataba de un sueño. Al cabo de unos segundos su madre lo miró de arriba a abajo y con una sonrisa exclamó alegre:
-Te veo bien hijo mío, diferente pero te veo bien. Me alegra que hayas venido hijo, somos pocos y tu sitio es este sin duda. Ya tendremos tiempo para ponernos al día luego. Este concilio es algo que no sucedía desde hacía siglos hijo mío.-
Tarken asintió y permaneció en silencio a la espera de que diera comienzo la reunión que decidiría el destino del bosque. Si su sitio era ese o no sería algo que decidiría después de escuchar a los nuevos líderes.
Tarken
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Re: [Misión de Clan] La herencia de las familias. El destino de los elfos.
Cabalgamos largo rato y mientras le ponía al tanto de los últimos acontecimientos, los demás simplemente nos acompañaban en profundo silencio, hasta el punto de que olvidando su presencia allí, me dirigía a él con la misma desenvoltura de siempre. Uno de ellos carraspeo, no sé si adrede o no mientras reíamos y caí en cuenta los seis elfos que nos acompañaban en el viaje. En realidad reímos aun más fuerte pero a partir de entonces recobre algo la compostura, hasta tal punto que creo me dormí sobre el caballo. El ruido de unas ramas crujir me despertó y lo primero que vi fueron los ojos de Hyur que me miraban alegres, sonreí en respuesta y continué fresca todo el viaje.
- Pronto llegaremos... - argumentó - Al llegar allí alguien más tomará la palabra y luego seguramente me dirigiré a resto.. No me hagas reír que ahí conocerás al formal y maduro Hyur que nunca conociste. - Me explicó con detalle varias de las cosas que encontraríamos en la reunión, al parecer el estaba al tanto de todo.
- Procuraré no hacerlo - respondí sonriendo.
No tardamos mucho en ingresar a lo que era el lugar de encuentro bajo los ancestrales y poderosos brazos de nuestro adorado Árbol Madre. Suspiré ante el espectáculo que el bosque brindaba a mi ojos, luego de tanta ciudad y el mar que cada vez me gustaba menos, ver tal despliegue de mi propia raza en mi querido hogar era reconfortante. La gente iba y venía en sus asuntos, había tantos elfos delante de mis ojos que no podía creerlo, no era costumbre verlos todos juntos, ni aún allí que era donde más se aglomeraban, siempre tan dispersos en diferentes lugares del bosque se hallaban ahora conversando en parejas o en grandes grupos. Poco a poco se giraron a vernos, pero no era a mi a quien miraban sino a la comitiva de elfos con su general a la cabeza. Hyur bajó del caballo y extendiéndome la mano me invitó a hacer lo mismo. Caminamos un poco hacia el centro mientras miraba todo y a todos, a lo lejos y a causa de la clara distinción de sus facciones, un grupo de drows resaltaba del resto, uno de ellos en particular me resultó conocido y considerando que en toda mi vida había conocido sólo dos y uno por lejos más civilizado que el otro, no tarde en dar con quien era aquel hombre, y si bien no detuve el paso por ello, me ayudó a comprender el alcance que esta convocación tenía. Ya estaba llegando cuando veo a varios guardias sosteniendo a lo lejos a Sydara como si fuera una especie de rehen o criminal, me salí de la formación que tan correctamente veníamos manteniendo y me metí entre la gente esquivándola a toda prisa y con algo de dificultad, mientras más cerca del árbol muchos más eran también, un ave me distrajo de mi objetivo cuando casi choco con alguien al verlo, pero sin mirar a nadie pedí disculpas por lo bajo y continué caminando.
- ¿Qué sucede aquí? - dije apenas llegué junto a ellos. Sydara me miró pero fue uno de los guardias quien respondió a mi pregunta.
- Estaba en la morada Edén haciéndose pasar... - comenzó pero le interrumpí con tono firme.
- Él es... -
- Libérenlo. -dijo una voz grave a mis espaldas, que tardé unos segundos en reconocer que era la de Hyur que me había seguido - Él no se hacía pasar por nadie, el joven que tratan como criminal es quien con la señorita aquí presente, tiene derecho directo al clan que nos ha convocado. - su voz sonaba tan fría y distante que casi no le reconocía, pero no acoté nada pues los guardias se pusieron en posición de firmes liberándolo al instante.
- Si señor – dijeron varios al unísono y uno solo acotó – lo encontramos en situación sospechosa y creímos era el que ocasionó el altercado señor. - cerrando los ojos bajó la cabeza hacia su general para continuar – Mis disculpas General.
- Ven – dijo Hyur a Sydara extendiéndole la mano para que se pusiera de pie. - Me disculpo por mis hombres. No todos están bien informados – Me acerqué a Sydara y le abracé como saludo. Hyur se dio la vuelta serio y continuamos ahora los tres hacia el frente. Ni bien subimos a una especie de estrado que se había armado, un anciano tosió haciendo que todos automáticamente guardaran silencio.
- Hermanos y hermanas. - comenzó levantando los brazos en dirección a la multitud pero apuntando al cielo - Bienvenidos sean, aquí, bajo la mirada de los dioses y ante el amparo de nuestro árbol madre, han sido convocados para presenciar el comienzo de una nueva era para nuestra raza. Y para formar parte del cambio los más valientes. - bajó los brazos y continuó hablando, esta vez en un tono de voz normal pero que todos lograban oír claramente. - He aquí la descendencia de nuestros valientes líderes de antaño, que han regresado al seno de su hogar para retomar el deber que mediante su sangre les ha sido legado - Se giró hacia mí y Sydara a unos pasos de él, con el brazo extendido y la palma abierta como presentándonos. Hyur nos guió unos pasos más cerca de tal hombre y continuó hablando él.
- Aquí ante ustedes hemos reclutado a Lys Caelum, hija única de nuestro antiguo y deceso líder Kethuhar Daeron Caelum. A su lado, Sydara de Edén, único hijo vivo de Aleth de Edén. - No fue necesario recordar estaban ambos muertos, pues la muerte de mi padre era lo único que hasta este momento no se había confirmado. Alguien inspiró aire con fuerza cerca mío y al mirar pude contemplar a mi madre que llevaba una mano tapándose la boca ante la noticia. Le miré con tristeza y una leve sonrisa en los labios. Mas tarde podría hablar con ella, ahora debía prestar atención a lo que se desarrollaba a mi lado. - Ambos han sido buscados con empeño – aunque sus palabras sonaron con una gran carga de ironía nadie acotó nada. - y como recompensa a tal esfuerzo, han sido encontrados. - entendía el porqué de tal ironía de parte de Hyur, ya hacía mucho que nos habían enviado a buscar pero aquellos que usurparon el puesto nada habían hecho por ello, peor en mi caso, pues Sydara era aun muy joven para el cargo, pero ni uno ni el otro tuvo noticias jamás de estas cosas. No fue hasta que el ascenso a General de Hyur le permitió adentrarse en estos temas que no supo de tales cosas. El anciano asintió con la cabeza y continuó.
- De esta forma, Alyssa Amaetr y Oberyn Velkhyt deberán restituir sus puestos a sus respectivos dueños a partir de este momento.
Había cosas que no se decían pero unos cuantos conocían, Alyssa y Oberyn habrían hecho uso desmedido del poder que les conferían sus puestos. Resentidos de los estragos que la guerra contra los magos habrían logrado sobre ellos, decidieron volcar sus odios en brujos y humanos, los cuales sin siquiera estar relacionados con aquellos que habrían ocasionado las trifulcas, pagaron con sus vidas errores del pasado. Varias miradas caían sobre los elfos de Sandorai y los más ancianos y sabios del bosque no se podían permitir que extranjeros metieran las narices en sus tierras, pues si bien la ultima vez salieron perdiendo, ya no sería de ese modo. Los humanos con el rey a la cabeza nos dieron la espalda y buscaban poco a poco adentrarse en nuestro territorio, los brujos se adentraban en el bosque aun a cosa de saber que podrían no salir nunca, y si no lo sabían, muchos por las malas terminaban por enterarse. Tal despliegue de razas por los bosques no podía continuar como si nada. La época en que los elfos se sometían a los otros habían terminado, ser pacíficos sólo consiguió que los demás avanzaran sobre su territorio y ahora más que nunca estaban preparados para resistir y recuperarlo.
Miré hacia un costado y pude observar a los dos elfos en cuestión del que el anciano hablaba, que con indiferencia miraban al frente. Sólo había un problema para mi, yo no era como ellos eso era cierto, pero de seguro no sería lo que los demás al parecer esperaban de mi.
- Pronto llegaremos... - argumentó - Al llegar allí alguien más tomará la palabra y luego seguramente me dirigiré a resto.. No me hagas reír que ahí conocerás al formal y maduro Hyur que nunca conociste. - Me explicó con detalle varias de las cosas que encontraríamos en la reunión, al parecer el estaba al tanto de todo.
- Procuraré no hacerlo - respondí sonriendo.
No tardamos mucho en ingresar a lo que era el lugar de encuentro bajo los ancestrales y poderosos brazos de nuestro adorado Árbol Madre. Suspiré ante el espectáculo que el bosque brindaba a mi ojos, luego de tanta ciudad y el mar que cada vez me gustaba menos, ver tal despliegue de mi propia raza en mi querido hogar era reconfortante. La gente iba y venía en sus asuntos, había tantos elfos delante de mis ojos que no podía creerlo, no era costumbre verlos todos juntos, ni aún allí que era donde más se aglomeraban, siempre tan dispersos en diferentes lugares del bosque se hallaban ahora conversando en parejas o en grandes grupos. Poco a poco se giraron a vernos, pero no era a mi a quien miraban sino a la comitiva de elfos con su general a la cabeza. Hyur bajó del caballo y extendiéndome la mano me invitó a hacer lo mismo. Caminamos un poco hacia el centro mientras miraba todo y a todos, a lo lejos y a causa de la clara distinción de sus facciones, un grupo de drows resaltaba del resto, uno de ellos en particular me resultó conocido y considerando que en toda mi vida había conocido sólo dos y uno por lejos más civilizado que el otro, no tarde en dar con quien era aquel hombre, y si bien no detuve el paso por ello, me ayudó a comprender el alcance que esta convocación tenía. Ya estaba llegando cuando veo a varios guardias sosteniendo a lo lejos a Sydara como si fuera una especie de rehen o criminal, me salí de la formación que tan correctamente veníamos manteniendo y me metí entre la gente esquivándola a toda prisa y con algo de dificultad, mientras más cerca del árbol muchos más eran también, un ave me distrajo de mi objetivo cuando casi choco con alguien al verlo, pero sin mirar a nadie pedí disculpas por lo bajo y continué caminando.
- ¿Qué sucede aquí? - dije apenas llegué junto a ellos. Sydara me miró pero fue uno de los guardias quien respondió a mi pregunta.
- Estaba en la morada Edén haciéndose pasar... - comenzó pero le interrumpí con tono firme.
- Él es... -
- Libérenlo. -dijo una voz grave a mis espaldas, que tardé unos segundos en reconocer que era la de Hyur que me había seguido - Él no se hacía pasar por nadie, el joven que tratan como criminal es quien con la señorita aquí presente, tiene derecho directo al clan que nos ha convocado. - su voz sonaba tan fría y distante que casi no le reconocía, pero no acoté nada pues los guardias se pusieron en posición de firmes liberándolo al instante.
- Si señor – dijeron varios al unísono y uno solo acotó – lo encontramos en situación sospechosa y creímos era el que ocasionó el altercado señor. - cerrando los ojos bajó la cabeza hacia su general para continuar – Mis disculpas General.
- Ven – dijo Hyur a Sydara extendiéndole la mano para que se pusiera de pie. - Me disculpo por mis hombres. No todos están bien informados – Me acerqué a Sydara y le abracé como saludo. Hyur se dio la vuelta serio y continuamos ahora los tres hacia el frente. Ni bien subimos a una especie de estrado que se había armado, un anciano tosió haciendo que todos automáticamente guardaran silencio.
- Anciano:
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- Hermanos y hermanas. - comenzó levantando los brazos en dirección a la multitud pero apuntando al cielo - Bienvenidos sean, aquí, bajo la mirada de los dioses y ante el amparo de nuestro árbol madre, han sido convocados para presenciar el comienzo de una nueva era para nuestra raza. Y para formar parte del cambio los más valientes. - bajó los brazos y continuó hablando, esta vez en un tono de voz normal pero que todos lograban oír claramente. - He aquí la descendencia de nuestros valientes líderes de antaño, que han regresado al seno de su hogar para retomar el deber que mediante su sangre les ha sido legado - Se giró hacia mí y Sydara a unos pasos de él, con el brazo extendido y la palma abierta como presentándonos. Hyur nos guió unos pasos más cerca de tal hombre y continuó hablando él.
- Aquí ante ustedes hemos reclutado a Lys Caelum, hija única de nuestro antiguo y deceso líder Kethuhar Daeron Caelum. A su lado, Sydara de Edén, único hijo vivo de Aleth de Edén. - No fue necesario recordar estaban ambos muertos, pues la muerte de mi padre era lo único que hasta este momento no se había confirmado. Alguien inspiró aire con fuerza cerca mío y al mirar pude contemplar a mi madre que llevaba una mano tapándose la boca ante la noticia. Le miré con tristeza y una leve sonrisa en los labios. Mas tarde podría hablar con ella, ahora debía prestar atención a lo que se desarrollaba a mi lado. - Ambos han sido buscados con empeño – aunque sus palabras sonaron con una gran carga de ironía nadie acotó nada. - y como recompensa a tal esfuerzo, han sido encontrados. - entendía el porqué de tal ironía de parte de Hyur, ya hacía mucho que nos habían enviado a buscar pero aquellos que usurparon el puesto nada habían hecho por ello, peor en mi caso, pues Sydara era aun muy joven para el cargo, pero ni uno ni el otro tuvo noticias jamás de estas cosas. No fue hasta que el ascenso a General de Hyur le permitió adentrarse en estos temas que no supo de tales cosas. El anciano asintió con la cabeza y continuó.
- De esta forma, Alyssa Amaetr y Oberyn Velkhyt deberán restituir sus puestos a sus respectivos dueños a partir de este momento.
Había cosas que no se decían pero unos cuantos conocían, Alyssa y Oberyn habrían hecho uso desmedido del poder que les conferían sus puestos. Resentidos de los estragos que la guerra contra los magos habrían logrado sobre ellos, decidieron volcar sus odios en brujos y humanos, los cuales sin siquiera estar relacionados con aquellos que habrían ocasionado las trifulcas, pagaron con sus vidas errores del pasado. Varias miradas caían sobre los elfos de Sandorai y los más ancianos y sabios del bosque no se podían permitir que extranjeros metieran las narices en sus tierras, pues si bien la ultima vez salieron perdiendo, ya no sería de ese modo. Los humanos con el rey a la cabeza nos dieron la espalda y buscaban poco a poco adentrarse en nuestro territorio, los brujos se adentraban en el bosque aun a cosa de saber que podrían no salir nunca, y si no lo sabían, muchos por las malas terminaban por enterarse. Tal despliegue de razas por los bosques no podía continuar como si nada. La época en que los elfos se sometían a los otros habían terminado, ser pacíficos sólo consiguió que los demás avanzaran sobre su territorio y ahora más que nunca estaban preparados para resistir y recuperarlo.
Miré hacia un costado y pude observar a los dos elfos en cuestión del que el anciano hablaba, que con indiferencia miraban al frente. Sólo había un problema para mi, yo no era como ellos eso era cierto, pero de seguro no sería lo que los demás al parecer esperaban de mi.
- Alyssa y Oberyn:
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Última edición por Lys el Mar Feb 18 2014, 03:54, editado 1 vez
Lys
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Re: [Misión de Clan] La herencia de las familias. El destino de los elfos.
-¿Por qué tanta gente? Deberíamos desviar el camino-dijo uno a mis espaldas. Yo mantuve silencio y caminé tranquilo todo el camino, sin muchos ánimos de discutir. Íbamos a la ciudad principal y enemigos o no, solo quería llegar. Incluso estos hombres habían discutido y casi se habían matado entre ellos discutiendo sobre que hacer conmigo.
No sabía porque se empeñaban en decir que yo les mentía, además no tenía cómo probarlo, solo que ellos habían quemado mi casa. Me daba la sensación que no les convenía mi presencia. Entrecerré los ojos para observar el clarear del día, y la brisa fresca que acompañaba. Observé a lo lejos a las personas.
-Te dije, maldita sea que no debíamos venir por acá-dijo molesto y se adelantó. Noté como dos brazos me sujetaron. Reí y dije en tono burlón.
-¿Porqué tan nerviosos?-pregunté y un bastón pegó por detrás de mi rodillas haciéndome caer. No pude mantener el equilibrio por unas raíces del suelo.
-Vámonos antes de que alguien nos vea, tómenlo-dijo pero era demasiado tarde y antes de que uno dijera algo mas, me adelanté.
-Un poco tarde, venían tan entretenidos peleándose y ya están dentro.-Unos cuantos guerreros elfos se mezclaron con nosotros y alguien apareció delante de mí seguido por uno que parecía liderar.
- Estaba en la morada Edén haciéndose pasar... -dijo uno de estos y solté una risa, dejado en claro la palabra "mentiroso" hacia ese sujeto.
-Es él...-defendió mi amiga y los hombres se pusieron firmes y retrocedieron. Acepté la mano extendida del que lideraba y se disculpó por ellos. Me sorprendió el abrazo de Lys y se lo devolví con una sonrisa, alegre de verla.
-Si ellos no estaban informados, yo tampoco, pero creo que he venido al momento... me han traído al momento justo-reí y me devolvieron mis armas a las que recibí con una mirada de "recordaré tu rostro y hablaremos pronto"
Seguí a Lys hasta el estrado que estaba construido para eventos y un anciano hizo silenciar a todos, hablando de un tema que no esperaba tan pronto. Hyur nos hizo acercarnos al anciano. Evite mirar a tantos, pero pude observar a dos que llamaron mi atención, un Drow y un elfo con barba incipiente y algo descuidada ((xD)) Las palabras que siguió diciendo este hombre, fueron demasiado directas para las últimas semanas que había tenido y tragué saliva. Miré a Lys, que dirigió una vista a su madre. No sabía a dónde mirar para ser sincero, asi que mantenía la vista en el anciano, escuchándolo atentamente.
- De esta forma, Alyssa Amaetr y Oberyn Velkhyt deberán restituir sus puestos a sus respectivos dueños a partir de este momento.
Eché una mirada a los sujetos que señaló. Me costaba creer que fueran a ceder sus puestos tan fácilmente. Les lancé una mirada arqueando las cejas. Me gustaría ver qué decían ahora ellos.
No sabía porque se empeñaban en decir que yo les mentía, además no tenía cómo probarlo, solo que ellos habían quemado mi casa. Me daba la sensación que no les convenía mi presencia. Entrecerré los ojos para observar el clarear del día, y la brisa fresca que acompañaba. Observé a lo lejos a las personas.
-Te dije, maldita sea que no debíamos venir por acá-dijo molesto y se adelantó. Noté como dos brazos me sujetaron. Reí y dije en tono burlón.
-¿Porqué tan nerviosos?-pregunté y un bastón pegó por detrás de mi rodillas haciéndome caer. No pude mantener el equilibrio por unas raíces del suelo.
-Vámonos antes de que alguien nos vea, tómenlo-dijo pero era demasiado tarde y antes de que uno dijera algo mas, me adelanté.
-Un poco tarde, venían tan entretenidos peleándose y ya están dentro.-Unos cuantos guerreros elfos se mezclaron con nosotros y alguien apareció delante de mí seguido por uno que parecía liderar.
- Estaba en la morada Edén haciéndose pasar... -dijo uno de estos y solté una risa, dejado en claro la palabra "mentiroso" hacia ese sujeto.
-Es él...-defendió mi amiga y los hombres se pusieron firmes y retrocedieron. Acepté la mano extendida del que lideraba y se disculpó por ellos. Me sorprendió el abrazo de Lys y se lo devolví con una sonrisa, alegre de verla.
-Si ellos no estaban informados, yo tampoco, pero creo que he venido al momento... me han traído al momento justo-reí y me devolvieron mis armas a las que recibí con una mirada de "recordaré tu rostro y hablaremos pronto"
Seguí a Lys hasta el estrado que estaba construido para eventos y un anciano hizo silenciar a todos, hablando de un tema que no esperaba tan pronto. Hyur nos hizo acercarnos al anciano. Evite mirar a tantos, pero pude observar a dos que llamaron mi atención, un Drow y un elfo con barba incipiente y algo descuidada ((xD)) Las palabras que siguió diciendo este hombre, fueron demasiado directas para las últimas semanas que había tenido y tragué saliva. Miré a Lys, que dirigió una vista a su madre. No sabía a dónde mirar para ser sincero, asi que mantenía la vista en el anciano, escuchándolo atentamente.
- De esta forma, Alyssa Amaetr y Oberyn Velkhyt deberán restituir sus puestos a sus respectivos dueños a partir de este momento.
Eché una mirada a los sujetos que señaló. Me costaba creer que fueran a ceder sus puestos tan fácilmente. Les lancé una mirada arqueando las cejas. Me gustaría ver qué decían ahora ellos.
Sydara
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Re: [Misión de Clan] La herencia de las familias. El destino de los elfos.
Faltaba poco para la reunión. La gente estaba nerviosa y me distraje viendo el vuelo de un ave que interrumpió majestuosa en el Árbol Madre. Se dirigió directamente a una elfa sonriente que no conocía y cuya cara, como la mayoría de los presentes, ni siquiera me sonaba. Su dueño era un joven al que ni siquiera pude calificar enteramente de elfo por su aire desaliñado. Los drows no somos precisamente quiénes para criticar las apariencias ni mucho menos. Simplemente me llamó la atención porque no fui capaz de clasificarle en ninguno de los territorios sandorianos. De cualquier forma mi distracción se vio interrumpida cuando sentí el codo de Amon en mis costillas. Jianndra se había puesto alerta y al girarme supe por qué. Una comitiva de elfos se aproximaban a caballo con aires de grandeza. Demasiado incluso para un elfo común. Debían ser los responsables del concilio y eso solo podía significar que el momento había llegado. Examiné los rasgos del varón que iba a la cabeza y noté que una cabellera cobriza se movía detrás, junto a él, fuera de mi campo de visión hasta que desmontó de su caballo y me dejó verla. Era ella. De todas las elfas que pululaban por el mundo, la heredera del Clan Caelum tenía que ser ella. Di tan poco crédito a lo que vi que incluso abrí los ojos como platos y solo volví a mi estado normal cuando noté que se percató de mi presencia. Nuestras miradas se cruzaron y la mía se endureció por acto reflejo. Jianndra, que notó la tensión en mis brazos, también me miraba y siguió el curso de mi campo visual hasta dar con la heredera en el mismo instante que ella rompía el contacto y centraba su atención en otros asuntos sin decir nada. Relajé los hombros hasta dejarlos caer. ¿Qué habría podido esperar? ¿Que corriera hasta mí y me saludase como si me conociera de toda la vida a pesar de que cuando la vi ni siquiera era capaz de pronunciar dos palabras élficas seguidas y no se me entendía nada al hablar?
La ironía del destino quiso que fuera otro elfo de la superficie quien se ganase tales atenciones. El mismo reo que habíamos visto al llegar recibió las carreras y el consolador abrazo de la arquera con una familiaridad abrumadora. Les oí hablar, pero a esa distancia apenas era capaz de distinguir lo que decían. Sólo sabía que debía ser algo embarazoso por la expresión de culpabilidad que se apoderó de los guardias que le llevaban en contra de su voluntad. De todas formas dejé de mirarles y clavé los ojos en mis propias botas a expensas de que diese comienzo la reunión.
—Empieza la fiesta —gruñó Jianndra por lo bajo; aquélla sería la última vez que hablaría en el dialecto drow durante la reunión, al menos de manera abierta.
Alcé la cabeza hacia el estrado sobre el que se había posicionado un elfo anciano. Fue el encargado de presentar a los herederos de los clanes; Lys Caelum, posicionada a un lado, trajo consigo a Sydara de Edén, el desdichado al que trajeron a la fuerza culpándolo de algún crimen que por seguridad era evidente que no cometió. Vi de reojo que Jianndra volvía a mirarme con cierto brillo de burla en sus ojos dorados, pero ninguno de los dos dijimos nada y de hecho ni siquiera entendí el motivo de su mirada. Preferí mantenerme impasible y observar discretamente cómo se desarrollaba todo. Lo primero que hicieron fue destituir a los usurpadores sobre cuyas nucas recayó el peso de nuestras miradas, las de todos por igual. Amon murmuró algo sobre que su orgullo les causaría problemas y no tuve más remedio que darle la razón. Aun así, tampoco pude evitar pensar que me encantaría que esos problemas llevasen mi nombre. Llevaba demasiado tiempo sin desquitarme con nadie, pero no debía precipitarme. Si las cosas iban tan mal —o bien— como en el concilio que se organizó contra los hechiceros, la guerra que se avecinaría tendría acción más que suficiente para reanimar a un muerto.
La ironía del destino quiso que fuera otro elfo de la superficie quien se ganase tales atenciones. El mismo reo que habíamos visto al llegar recibió las carreras y el consolador abrazo de la arquera con una familiaridad abrumadora. Les oí hablar, pero a esa distancia apenas era capaz de distinguir lo que decían. Sólo sabía que debía ser algo embarazoso por la expresión de culpabilidad que se apoderó de los guardias que le llevaban en contra de su voluntad. De todas formas dejé de mirarles y clavé los ojos en mis propias botas a expensas de que diese comienzo la reunión.
—Empieza la fiesta —gruñó Jianndra por lo bajo; aquélla sería la última vez que hablaría en el dialecto drow durante la reunión, al menos de manera abierta.
Alcé la cabeza hacia el estrado sobre el que se había posicionado un elfo anciano. Fue el encargado de presentar a los herederos de los clanes; Lys Caelum, posicionada a un lado, trajo consigo a Sydara de Edén, el desdichado al que trajeron a la fuerza culpándolo de algún crimen que por seguridad era evidente que no cometió. Vi de reojo que Jianndra volvía a mirarme con cierto brillo de burla en sus ojos dorados, pero ninguno de los dos dijimos nada y de hecho ni siquiera entendí el motivo de su mirada. Preferí mantenerme impasible y observar discretamente cómo se desarrollaba todo. Lo primero que hicieron fue destituir a los usurpadores sobre cuyas nucas recayó el peso de nuestras miradas, las de todos por igual. Amon murmuró algo sobre que su orgullo les causaría problemas y no tuve más remedio que darle la razón. Aun así, tampoco pude evitar pensar que me encantaría que esos problemas llevasen mi nombre. Llevaba demasiado tiempo sin desquitarme con nadie, pero no debía precipitarme. Si las cosas iban tan mal —o bien— como en el concilio que se organizó contra los hechiceros, la guerra que se avecinaría tendría acción más que suficiente para reanimar a un muerto.
Eldarion
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Re: [Misión de Clan] La herencia de las familias. El destino de los elfos.
-Así pues, la estirpe de los Caelum y los Edén sigue viva.-
Tarken permanecía atento a aquellos que acababan de presentar como los herederos de sendas familias. Había escuchado un sinfín de rumores acerca de los sucesores que serían investidos como nuevos caudillos de los pueblos élficos, sin embargo, el joven halconero tenía la sospecha de que no todos aprobarían tal cosa, de que muchos elfos estarían en contra de que dos jóvenes estuvieran al frente de tamaña empresa.
Sin duda eran tiempos aciagos los que se cernían sobre las naciones élficas, muchas familias se disgregarían y otras incluso podrían oponerse a la investidura de aquellos dos elfos, aunque bien era cierto que dependía de ellos y de sus actos ganarse la confianza de los allí presentes. Debían actuar con cautela y ser muy precisos en sus argumentos cuando se dirigieran a sus posibles aliados de lo contrario, en el peor de los casos, estallaría una guerra civil llevando al traste con todas las esperanzas de combatir a los humanos.
Mientras se lanzaban presentaciones y falacias, Tarken observó como incluso representantes de los elfos oscuros se habían dado cita en aquel lugar. La empresa que acontecía aquel concilio era la mayor conocida en siglos y si los drow estaban allí, aún más cautela debían tener Lys y Sydara, tal y como se hacían llamar los supuestos nuevos líderes.
Aún era pronto para posicionarse, era demasiado aventurado tomar una decisión sin haber escuchado a esos dos jóvenes guerreros hablar sobre sus intenciones y lo que tenían planeado para hacer frente a los humanos. Siendo así, Tarken permaneció como siempre, en las sombras, pasando desapercibido a excepción de su madre hasta el momento preciso de actuar y tomar partido en todo aquello. Aunque algo era a buen seguro la única certeza que tenía el semielfo hasta el momento, bajo el liderazgo de unos u otros, los humanos debían ser combatidos, de lo contrario el último hogar de los elfos sería reducido a la nada como lo fuere antaño las islas Illidenses y sus antepasados druidas, si algo podía hacerse debía hacerse.
Tarken permanecía atento a aquellos que acababan de presentar como los herederos de sendas familias. Había escuchado un sinfín de rumores acerca de los sucesores que serían investidos como nuevos caudillos de los pueblos élficos, sin embargo, el joven halconero tenía la sospecha de que no todos aprobarían tal cosa, de que muchos elfos estarían en contra de que dos jóvenes estuvieran al frente de tamaña empresa.
Sin duda eran tiempos aciagos los que se cernían sobre las naciones élficas, muchas familias se disgregarían y otras incluso podrían oponerse a la investidura de aquellos dos elfos, aunque bien era cierto que dependía de ellos y de sus actos ganarse la confianza de los allí presentes. Debían actuar con cautela y ser muy precisos en sus argumentos cuando se dirigieran a sus posibles aliados de lo contrario, en el peor de los casos, estallaría una guerra civil llevando al traste con todas las esperanzas de combatir a los humanos.
Mientras se lanzaban presentaciones y falacias, Tarken observó como incluso representantes de los elfos oscuros se habían dado cita en aquel lugar. La empresa que acontecía aquel concilio era la mayor conocida en siglos y si los drow estaban allí, aún más cautela debían tener Lys y Sydara, tal y como se hacían llamar los supuestos nuevos líderes.
Aún era pronto para posicionarse, era demasiado aventurado tomar una decisión sin haber escuchado a esos dos jóvenes guerreros hablar sobre sus intenciones y lo que tenían planeado para hacer frente a los humanos. Siendo así, Tarken permaneció como siempre, en las sombras, pasando desapercibido a excepción de su madre hasta el momento preciso de actuar y tomar partido en todo aquello. Aunque algo era a buen seguro la única certeza que tenía el semielfo hasta el momento, bajo el liderazgo de unos u otros, los humanos debían ser combatidos, de lo contrario el último hogar de los elfos sería reducido a la nada como lo fuere antaño las islas Illidenses y sus antepasados druidas, si algo podía hacerse debía hacerse.
Tarken
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Re: [Misión de Clan] La herencia de las familias. El destino de los elfos.
Por motivos ajenos al foro Master1 deja de masterear la quest y yo me encargaré personalmente de hacerla. Perdonad las molestias, en un periodo de 24 horas tendréis una respuesta.
Un saludo.
Tyr
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Re: [Misión de Clan] La herencia de las familias. El destino de los elfos.
Un silencio sepulcral se hizo en todo el árbol, allí arriba tan solo se podían ver caras de desconcierto, murmuraciones entre unos y otros. Oberyn saltó a la enorme raíz que sobre salía del suelo y que utilizaban como plataforma para discursos, allí donde estaban Lys y Hyur, así como el anciano que anteriormente había pronunciado aquel discurso. La otra elfa, Alyssa, miró con descaro y repudio de arriba abajo a Lys, y subió por las pequeñas escaleras de madera que había a uno de los lados de la raíz. Oberyn miró a Hyur, tenía la mirada de un toro enfadado, pero pese a su ira no perdía su templanza, muy diferente a Alyssa, que desprendía arrogancia a cada paso que daba.
-Lys Caelum. -Pronunció seco e hizo una pequeña reverencia, más por cortesía ante la multitud que por real respeto. La gente permanecía callada, expectante, pues no sabían cuál era la reacción de aquel enfrentamiento. -¡Y Sydara de Edén! -Exclamó como sorprendido haciendo otra pequeña reverencia, pero en el momento en el que agachó la cabeza, una pequeña sonrisa maquiavélica se pronunció en su rostro. Alyssa ya había subido al escenario y exigía la mano de Oberyn, este con gusto la tomó delicadamente sobre su palma y la acompañó hasta el centro de la plataforma, después hizo una reverencia, aún más exagerada de la que había hecho anteriormente y le besó la mano mirándola a los ojos con una sonrisa. -Mi señora. -Dijo en un susurro para que solo ella se enterase, y esta asintió con la cabeza. Ambos intentaban restarle importancia a los dos desaparecidos herederos del clan.
-Oberyn Velkhyt y Alyssa Amaetr, vuestra regencia ha terminado, los herederos han sido convocados en este concilio.-Pronunció el anciano dando un golpe con su bastón en el suelo. Pero ambos se giraron y alzaron la barbilla. Alyssa se sentó en un sillón de madera enfundado en terciopelo rojo, y le hizo una seña con la cabeza a Oberyn.
-¡Pueblo! -Dijo poniéndose de nuevo en mitad del tablado y alzando los brazos para llamar su atención. -Estos son los herederos del clan. -Señaló a Lys y a Sydara que se encontraban a uno de sus lados. -O al menos es lo que por derecho les corresponde. -Añadió en tono serio. La voz de Oberyn era grabe, imponente, y tenía una marcada facilidad para el discurso. -Pero ¿Qué han hecho ellos por vosotros? ¡Por nosotros! -Calló unos segundos, y el murmullo generalizado se volvió a extender, la gente que antes estaba bastante confusa ahora parecía algo irritada por la situación. -¡Nada! -Exclamó, dando un fuerte pisotón en la madera. -Cuando su pueblo más los necesitaba, huyeron. -Arremetió sin piedad contra los elfos y los volvió a señalar. -Pueblo, ¡Mi pueblo! ¡Nuestro pueblo! ¿Dónde estaban ellos cuando los humanos convirtieron parte de nuestros bosques en tierras de cultivo para alimentar a sus sucios cerdos?. -El murmullo cada vez era más alto, empezaron a haber brazos en alto aclamando a Obeyn. -¡No somos como nuestros ante pasados! ¡Nunca más! -Alzó el puño al cielo, con el ceño fruncido. -Jamás dejaremos que los brujos vuelvan a ganarnos el territorio, ahora este bosque es nuestra casa, y lo defenderemos con uñas y dientes, con flechas y espadas, ¡Con sangre! -Alzó ambos brazos y el griterío de la gente se agudizó, había opiniones de todos los gustos, habían abucheos y gritos de apoyo.
Los tres ancianos se acercaron, no hablaban entre sí puesto que todo lo que tenían que decir ya había sido dicho mucho tiempo atrás, entre los tres se miraron y el que había hablado antes, dio un paso al frente apoyándose en su bastón, miró a Obeyn y después a Lys y a Sydara.
-No, pueblo, no caigáis en la ira que este hombre despierta sobre vuestras mentes. No os dejéis cegar por el odio.-Comenzó a argumentar el hombre, apoyándose en su bastón con ambas manos. -¡Escuchadme! Si seguimos atacando a los brujos, volverá la guerra. Y todos sabemos qué significa la guerra. -La gente le abucheaba, pero al escuchar aquello, muchos dejaron de hacerlo, volvió a reinar la confusión entre las gentes. -¿Queréis ser masacrados, como en la última guerra? Muchos no la vivisteis, pero sí vuestros padres y abuelos, nuestros ancestros murieron por protegernos, por una vida pacífica en un lugar donde no tuviésemos que escondernos. -Señaló con el bastón a Lys y a Syadara. -¡Ellos! Ellos son el legado de nuestros antepasados, ellos son parte de nuestro pasado, y son nuestro futuro. -Hubo, como en el caso anterior, abucheos y gritos de apoyo a ambos bandos.
Alyssa se mantenía impasible, en su silla, mirando a todos por encima de su barbilla, mientras Obey se puso de pie al lado de ella, mirando al viejo con mala cara, y después miró a Lys y a Sydara de nuevo. El anciano se echó a un lado y se acercó a Lys y a Sydara.
-Creo que deberíais de dedicarles unas palabras, son vuestro pueblo, y no olvidéis que vosotros tenéis el apoyo del consejo de ancianos, pero Obey y Alyssa tienen el apoyo del pueblo. -Comentó en voz baja e hizo una reverencia ante ambos, como las de antaño hacía el consejo ante ambos líderes. Los otros dos ancianos repitieron la misma reverencia, y los tres se apartaron dejando a los protagonistas en la tarima.
Tyr
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Re: [Misión de Clan] La herencia de las familias. El destino de los elfos.
Era a decir verdad, la primera vez en mi vida que los veía, pero cuando la mujer me dirigió la mirada no pude evitar sonreír mientras levantaba ambas cejas por la carga de desdén hacia mi persona que una completa desconocida aparentemente me era capaz de demostrar. El elfo hizo algo similar con la diferencia que la falsedad le salía por cada poro de su cuerpo entero, y las palabras de Hyur sobre ellos y sus actitudes me cerraron por completo al verlos. Saludé a este con una gesto elegante de la cabeza como respuesta. Poco después ella se sentó como reina en trono a observar como su compañero, cual fanático religioso se dirigía al resto. Le miraba entre sorprendida y decepcionada ante tales actitudes, “¿Qué le pasa a este hombre?” pensé, ¿Acaso se había quedado en el tiempo? Miré hacia el conjunto de personas de poco a poco se sumaban a la euforia que su hasta ahora líder, les transmitía al discursar. Tenía ganas de decirle muchas cosas pero obviamente mantuve la compostura y fue el anciano quien no sólo le bajó un poco los humos sino que aplacó a la multitud que le escuchaba.
Le miré perpleja un segundo pues no me lo esperaba, es claro que no me pedían nada que escapara de lo lógico y hasta obvio en una situación como aquella, pero jamás había soñado con un puesto del tipo político como este parecía ser, y mucho menos tener que convencer al resto. ¿Acaso no lo veían por ellos mismos? ¿En tal necedad habría caído el siempre sabio pueblo élfico como para dar crédito a sus palabras? Suspiré y mirando de reojo a ambos me acerqué al frente, eran distintos, pero la misma arrogancia yacía en sus ojos, miré hacia el resto y vi tantos ojos clavados en mi persona que pestañee dos veces seguidas antes de comenzar a hablar.
- Hermanos... - comencé y un profundo silencio se extendió como un manto que todo lo cubrió de repente - Me presento ante ustedes para asumir el rol que me ha sido legado. - Hice un leve gesto de reverencia con la cabeza hacia todos - No he venido aquí a gritar ni a intentar hacer valer mi lugar en base a promesas sin sentido. ¿En que momento nuestro apacible pueblo se ha convertido en uno sediento de sangre? -me giré y miré durante un segundo a Oberyn detrás mío frunciendo un poco el ceño. Miré nuevamente a la multitud y aunque eran muchos centré mi mirada en aquel elfo oscuro que noté me miraba, durante un momento. Continué hablando tranquilamente, quería ser firme pero no sonar como quien me había precedido - Jamás he huido de nada, simplemente se encargaron de no advertirnos del lugar que nuestra sangre nos habría heredado. Preguntan dónde estábamos cuando poco a poco nuestras tierras eran tomadas y yo pregunto ¿Dónde estaban ellos? ¿Acaso no sucedió esto bajo su mandato? ¿Es que salir a las armas es la única solución que encuentran?... - suspiré - No bajaremos la cabeza ante nadie más, nunca – enfaticé pasando mi mirada por todo el conjunto de elfos que delante de mí se presentaban -. Tendremos un nuevo comienzo, seremos una nueva fuerza, nos tendrán por iguales en este mundo... ya no nos esconderemos tras los bosques y, defenderemos nuestras tierras, pero no iremos a una nueva guerra a costa de nuestras propias vidas ni la de los inocentes que siempre caen primero... Ir a la batalla...¿Acaso somos un pueblo guerrero? Pues haremos gala de aquello que nos caracteriza, usaremos la sabiduría que durante tantos siglos hemos cultivado, forjaremos alianzas, crearemos un ejército, pero no permitiré que nadie se lance como si nada a la muerte. Hoy asumo el deber de protegerlos y resurgir, pero inteligentemente, no fuimos ni somos salvajes, pues vamos a demostrarlo como corresponde.. - Nunca había pasado por mi mente que una responsabilidad como esta cayera sobre mis hombros, pero si algo sí sabía era que la época de ceder de mi pueblo había pasado y que no quería que ese demente fuera el que lo llevara a cabo.
Le miré perpleja un segundo pues no me lo esperaba, es claro que no me pedían nada que escapara de lo lógico y hasta obvio en una situación como aquella, pero jamás había soñado con un puesto del tipo político como este parecía ser, y mucho menos tener que convencer al resto. ¿Acaso no lo veían por ellos mismos? ¿En tal necedad habría caído el siempre sabio pueblo élfico como para dar crédito a sus palabras? Suspiré y mirando de reojo a ambos me acerqué al frente, eran distintos, pero la misma arrogancia yacía en sus ojos, miré hacia el resto y vi tantos ojos clavados en mi persona que pestañee dos veces seguidas antes de comenzar a hablar.
- Hermanos... - comencé y un profundo silencio se extendió como un manto que todo lo cubrió de repente - Me presento ante ustedes para asumir el rol que me ha sido legado. - Hice un leve gesto de reverencia con la cabeza hacia todos - No he venido aquí a gritar ni a intentar hacer valer mi lugar en base a promesas sin sentido. ¿En que momento nuestro apacible pueblo se ha convertido en uno sediento de sangre? -me giré y miré durante un segundo a Oberyn detrás mío frunciendo un poco el ceño. Miré nuevamente a la multitud y aunque eran muchos centré mi mirada en aquel elfo oscuro que noté me miraba, durante un momento. Continué hablando tranquilamente, quería ser firme pero no sonar como quien me había precedido - Jamás he huido de nada, simplemente se encargaron de no advertirnos del lugar que nuestra sangre nos habría heredado. Preguntan dónde estábamos cuando poco a poco nuestras tierras eran tomadas y yo pregunto ¿Dónde estaban ellos? ¿Acaso no sucedió esto bajo su mandato? ¿Es que salir a las armas es la única solución que encuentran?... - suspiré - No bajaremos la cabeza ante nadie más, nunca – enfaticé pasando mi mirada por todo el conjunto de elfos que delante de mí se presentaban -. Tendremos un nuevo comienzo, seremos una nueva fuerza, nos tendrán por iguales en este mundo... ya no nos esconderemos tras los bosques y, defenderemos nuestras tierras, pero no iremos a una nueva guerra a costa de nuestras propias vidas ni la de los inocentes que siempre caen primero... Ir a la batalla...¿Acaso somos un pueblo guerrero? Pues haremos gala de aquello que nos caracteriza, usaremos la sabiduría que durante tantos siglos hemos cultivado, forjaremos alianzas, crearemos un ejército, pero no permitiré que nadie se lance como si nada a la muerte. Hoy asumo el deber de protegerlos y resurgir, pero inteligentemente, no fuimos ni somos salvajes, pues vamos a demostrarlo como corresponde.. - Nunca había pasado por mi mente que una responsabilidad como esta cayera sobre mis hombros, pero si algo sí sabía era que la época de ceder de mi pueblo había pasado y que no quería que ese demente fuera el que lo llevara a cabo.
Lys
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Re: [Misión de Clan] La herencia de las familias. El destino de los elfos.
Entrecerré los ojos cuando Oberyn pronunció mi nombre y una sonrisa en sus labios me confirmó su desprecio disfrazado de una falsa gentileza en su reverencia. Le devolví la sonrisa y aparté la mirada de él para mirar a Alyssa, a quien acompañó hasta un sillón y se sentó con aire de orgullo. El anciano dictó que la regencia de ellos había terminado para darnos paso a nosotros. Pero el elfo que la acompañaba regresó y volvió a hablar, dando un discurso interesante. El pueblo lo apoyaba, y era claro que así fuera. No tenía idea de cuánto tiempo habían gobernado.
"Quien educa con sangre, crecerá con sangre"pensé"Darles 30 de lo que quieren, y 70 de lo que necesitan... bien, aquí vamos"
El anciano volvió a hablar, con sabias palabras de él pero la gente lo abucheaba. Un anciano ante dos elfos jóvenes que rigieron con menos experiencia de vida que él. ¿Dónde estaba el respeto? Me contuve de lanzar una mirada fulminante a la gente, pero me mantuve imperturbable, obligándome a seguir escuchando.
-Creo que deberíais de dedicarles unas palabras, son vuestro pueblo, y no olvidéis que vosotros tenéis el apoyo del consejo de ancianos, pero Obey y Alyssa tienen el apoyo del pueblo. –dijo el anciano dirigiéndose a nosotros. “Genial, lo suponía”-pensé con un suspiro y agradecí que Lys fuera la que hablara primero.
Cuando ella terminó, suspiré y adelanté un paso, y eché una mirada a todos, pero no me detuve demasiado.
-Como han señalado antes, hago acto de mi presencia ante ustedes, y asumir mi cargo junto a Lys Caelum-comencé con voz firme y clara, señalándola con la mirada levemente-Tengo constancia de cosas que han ocurrido en antaño, y que dicha información de legado no llegó a mí hasta hace poco-hice una muy pequeña pausa antes de proseguir-Y en verdad parece que no he hecho nada por el pueblo, pero he conocido poderosos enemigos, pero-mi voz se tornó un poco más alta y potente, segura-y dejo en claro que ellos ansían la sangre nuestra tanto como ustedes-hice una pausa para observar la reacción y seguí tras un breve momento-Se ha dicho que nuestros antepasados batallaron para darnos un lugar donde no tuviéramos que escondernos, y así ha sido, pero tengo el conocimiento de que afuera de nuestras tierras, hay quienes nos quieren sacar de en medio. Se habla de que somos un pueblo pacífico, y afuera nos ven como seres que no ganamos guerras, que cuando deseen, pueden arrebatarnos todo. La guerra no es la solución cuando hay otros medios, se nos conoce por la sabiduría, y la palabra debe ser nuestra arma antes que la espada! Estando yo al mando, Sydara, hijo de Aleth de Edén, junto a Lys Caelum, los protegeré enseñándoles a protegerse, a que vean que la paz puede reinar si nosotros queremos, y ser valorados como cualquier otra raza. Quienes ataquen nuestras tierras ya pueden considerarse caídos, porque solo en nuestro hogar sabemos los secretos de cada rincón, las trampas que tenemos para defendernos ante cualquier ataque. Pero no podemos ir en busca de la guerra, ir a tierras de los otros porque ellos saben las defensas que hay, y nos abatirán. ¡Si hay que luchar, que vengan ellos! ¡Defenderemos sus hogares para luego las tierras y nuestros hermanos! Pelearemos primero sin recurrir a las armas, con el uso de la palabra. No somos seres primitivos, ¡somos seres que tenemos el mismo derecho que todas las razas a ser reconocidos, respetados y valorados!-bajé un poco la potencia de mi voz para terminar-Recuerden que el dominio de uno mismo, lleva al dominio de cualquier acción de forma correcta en todo lo demás...-aunque decidí agregar- ¡Podemos demostrar que somos pacíficos, y no primitivos, pero que luchamos y defendemos lo nuestro y no vamos a permitir que nos arrebaten nada de nuevo!- volví a bajar el tono-Las cosas cambiarán y prometo que no correrá más sangre élfica inocente-
Retrocedí un paso, regresando al lado de Lys, y sin quitar la mirada de la gente, saqué mi espada con su funda, y la dejé caer a un costado de mí, y posterior a mi arco y carcaj, haciendo que cada movimiento fuera preciso como el corte de una espada.
"Quien educa con sangre, crecerá con sangre"pensé"Darles 30 de lo que quieren, y 70 de lo que necesitan... bien, aquí vamos"
El anciano volvió a hablar, con sabias palabras de él pero la gente lo abucheaba. Un anciano ante dos elfos jóvenes que rigieron con menos experiencia de vida que él. ¿Dónde estaba el respeto? Me contuve de lanzar una mirada fulminante a la gente, pero me mantuve imperturbable, obligándome a seguir escuchando.
-Creo que deberíais de dedicarles unas palabras, son vuestro pueblo, y no olvidéis que vosotros tenéis el apoyo del consejo de ancianos, pero Obey y Alyssa tienen el apoyo del pueblo. –dijo el anciano dirigiéndose a nosotros. “Genial, lo suponía”-pensé con un suspiro y agradecí que Lys fuera la que hablara primero.
Cuando ella terminó, suspiré y adelanté un paso, y eché una mirada a todos, pero no me detuve demasiado.
-Como han señalado antes, hago acto de mi presencia ante ustedes, y asumir mi cargo junto a Lys Caelum-comencé con voz firme y clara, señalándola con la mirada levemente-Tengo constancia de cosas que han ocurrido en antaño, y que dicha información de legado no llegó a mí hasta hace poco-hice una muy pequeña pausa antes de proseguir-Y en verdad parece que no he hecho nada por el pueblo, pero he conocido poderosos enemigos, pero-mi voz se tornó un poco más alta y potente, segura-y dejo en claro que ellos ansían la sangre nuestra tanto como ustedes-hice una pausa para observar la reacción y seguí tras un breve momento-Se ha dicho que nuestros antepasados batallaron para darnos un lugar donde no tuviéramos que escondernos, y así ha sido, pero tengo el conocimiento de que afuera de nuestras tierras, hay quienes nos quieren sacar de en medio. Se habla de que somos un pueblo pacífico, y afuera nos ven como seres que no ganamos guerras, que cuando deseen, pueden arrebatarnos todo. La guerra no es la solución cuando hay otros medios, se nos conoce por la sabiduría, y la palabra debe ser nuestra arma antes que la espada! Estando yo al mando, Sydara, hijo de Aleth de Edén, junto a Lys Caelum, los protegeré enseñándoles a protegerse, a que vean que la paz puede reinar si nosotros queremos, y ser valorados como cualquier otra raza. Quienes ataquen nuestras tierras ya pueden considerarse caídos, porque solo en nuestro hogar sabemos los secretos de cada rincón, las trampas que tenemos para defendernos ante cualquier ataque. Pero no podemos ir en busca de la guerra, ir a tierras de los otros porque ellos saben las defensas que hay, y nos abatirán. ¡Si hay que luchar, que vengan ellos! ¡Defenderemos sus hogares para luego las tierras y nuestros hermanos! Pelearemos primero sin recurrir a las armas, con el uso de la palabra. No somos seres primitivos, ¡somos seres que tenemos el mismo derecho que todas las razas a ser reconocidos, respetados y valorados!-bajé un poco la potencia de mi voz para terminar-Recuerden que el dominio de uno mismo, lleva al dominio de cualquier acción de forma correcta en todo lo demás...-aunque decidí agregar- ¡Podemos demostrar que somos pacíficos, y no primitivos, pero que luchamos y defendemos lo nuestro y no vamos a permitir que nos arrebaten nada de nuevo!- volví a bajar el tono-Las cosas cambiarán y prometo que no correrá más sangre élfica inocente-
Retrocedí un paso, regresando al lado de Lys, y sin quitar la mirada de la gente, saqué mi espada con su funda, y la dejé caer a un costado de mí, y posterior a mi arco y carcaj, haciendo que cada movimiento fuera preciso como el corte de una espada.
Sydara
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Re: [Misión de Clan] La herencia de las familias. El destino de los elfos.
Jianndra no podía estar divirtiéndose más con las burlas de Oberyn y Alyssa, pero no era la única. A nuestras espaldas había drows riéndose, unos con más disimulo que otros, y algunos comentando lo que les gustaría finiquitar el circo con el golpe de gracia en términos que sólo influían a Alyssa y no era conveniente decir en voz alta. Amon y yo nos miramos cada cual con una ceja alzada —o lo que debió ser una ceja por su parte al estar cubierto de escamas— y compartimos el mismo escepticismo que sentíamos hacia los regentes. Tanto los antiguos como los nuevos. Las voces de la rebelión crecían o callaban en función de lo que cada uno iba diciendo y las dudas que sembraban en las mentes de sus súbditos. El desconcierto era diversión para todos nosotros, porque poco nos importaba realmente lo que sucediese en la superficie mientras no nos afectase. Tenía la sensación de que Alyssa y Jianndra eran mujeres con ases bajo la manga y me inquietaba no saber cuáles ni cuándo los sacarían a relucir. Oberyn llamó poderosamente mi atención solo por la cantidad de payasadas remilgadas que hizo por segundo. Incluso para ser elfo me parecía demasiado sobrealzado.
—No me gusta esta posición —comenté a Amon en voz baja.
—¿Porque no ves bien? —preguntó él, y me miró sorprendido a causa de mi altura, que era bastante mayor que la de los demás drows varones.
—Porque no puedo salir corriendo.
Amon contuvo la risa cuando se percató de que había elfos sandorianos que nos miraban. Incluso aunque Oberyn, Lys y Sydara estuviesen en pleno discurso, el dialecto drow destacaba por la crudeza y brusquedad de sus palabras, de forma que era imposible mantener una conversación privada en medio de tanta gente. No porque nos entendiesen, sino porque no dejarían de mirarnos con desconfianza. Jianndra terminó de dar un toque de queda acariciando sonoramente el Látigo de Lloth. No hacían falta palabras para aclarar que besaría nuestras espaldas con él si volvíamos a armar barullo en lo que durase el Concilio élfico. De todas formas mi atención había vuelto a desviarse hacia aquella mata de pelo cobrizo que se mecía junto al Árbol Madre. Noté sus ojos clavados en mí por un segundo y devolví la mirada alerta ante cualquier cosa que pudiera ocurrir, mas nada sucedió. Lys apartó la mirada y habló al pueblo de Sandorai como la regente que quería ser y yo asentí para mis adentros conforme con su intervención. Sería de falsos decir que presté la misma atención a Sydara, o al menos con el mismo respeto. Porque, aunque también le miré, lo hice con una sensación de quemazón en las entrañas que me revolvió el estómago y me mantuvo todo el tiempo con una mueca de desagrado en los labios. Huelga decir que a una sub-raza tan violenta como la mía, evidentemente, no le entusiasman los periodos de paz. La guerra silenciosa que planteaba Sydara no les atraía y algunos abuchearon en respuesta dando inmediatamente su voto a favor de Oberyn y su perspectiva de marchar contra brujos y humanos por igual. Acero y sangre. Nada más importaba. Busqué la mirada de Jianndra, pero ella observaba fijamente a los herederos de los Clanes como si esperase una señal que terminase de decantarla por un bando o el otro. Yo, en mi lugar, miré a los ancianos primero y el pueblo élfico después para ver si tenían las misma reacción que aquéllos de piel obsidiana o se mostraban más pacíficos y conformes con el veredicto de sus señores.
—No me gusta esta posición —comenté a Amon en voz baja.
—¿Porque no ves bien? —preguntó él, y me miró sorprendido a causa de mi altura, que era bastante mayor que la de los demás drows varones.
—Porque no puedo salir corriendo.
Amon contuvo la risa cuando se percató de que había elfos sandorianos que nos miraban. Incluso aunque Oberyn, Lys y Sydara estuviesen en pleno discurso, el dialecto drow destacaba por la crudeza y brusquedad de sus palabras, de forma que era imposible mantener una conversación privada en medio de tanta gente. No porque nos entendiesen, sino porque no dejarían de mirarnos con desconfianza. Jianndra terminó de dar un toque de queda acariciando sonoramente el Látigo de Lloth. No hacían falta palabras para aclarar que besaría nuestras espaldas con él si volvíamos a armar barullo en lo que durase el Concilio élfico. De todas formas mi atención había vuelto a desviarse hacia aquella mata de pelo cobrizo que se mecía junto al Árbol Madre. Noté sus ojos clavados en mí por un segundo y devolví la mirada alerta ante cualquier cosa que pudiera ocurrir, mas nada sucedió. Lys apartó la mirada y habló al pueblo de Sandorai como la regente que quería ser y yo asentí para mis adentros conforme con su intervención. Sería de falsos decir que presté la misma atención a Sydara, o al menos con el mismo respeto. Porque, aunque también le miré, lo hice con una sensación de quemazón en las entrañas que me revolvió el estómago y me mantuvo todo el tiempo con una mueca de desagrado en los labios. Huelga decir que a una sub-raza tan violenta como la mía, evidentemente, no le entusiasman los periodos de paz. La guerra silenciosa que planteaba Sydara no les atraía y algunos abuchearon en respuesta dando inmediatamente su voto a favor de Oberyn y su perspectiva de marchar contra brujos y humanos por igual. Acero y sangre. Nada más importaba. Busqué la mirada de Jianndra, pero ella observaba fijamente a los herederos de los Clanes como si esperase una señal que terminase de decantarla por un bando o el otro. Yo, en mi lugar, miré a los ancianos primero y el pueblo élfico después para ver si tenían las misma reacción que aquéllos de piel obsidiana o se mostraban más pacíficos y conformes con el veredicto de sus señores.
Eldarion
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Re: [Misión de Clan] La herencia de las familias. El destino de los elfos.
El semielfo seguía atento al compendio de improperios que se dijeron en contra de los nuevos regentes así como del comportamiento de los herederos de las familias Caelum y Edén respectivamente. Era obvio que el rencor del que hacían gala los recién destituidos Oberyn y Alyssa entorpecería cualquier acto que intentasen llevar a cabo Lys y Sydara. El murmullo de los presentes cada vez era mayor, todos parecían discutir acerca de lo acertado o no de acabar con la regencia de aquellos dos en favor de dos jóvenes elfos, a ojos de muchos, inexpertos para tal responsabilidad.
Mientras Hyur se mantenía firme en su posición e intentaba mantener la calma de los presentes, dio pie a que los nuevos líderes hablaran para expresar su postura y aquello que querían lograr al frente de las naciones élficas. Primero, la joven Caelum habló para apaciguar los ánimos. Sus palabras se antojaron un canto a la calma, a la razón y a la perspicacia, mientras que Sydara habló a continuación expresando su objetivo de vencer en una guerra sin la necesidad de tomar las armas.
Tarken endureció el rostro, ciertamente eran palabras que intentaban clamar a la sabiduría de los elfos, sin embargo el cazador semielfo tan sólo interpretaba en ellas un intento de no equivocarse, un mensaje ambiguo que no dejaba claro que no deseaban combatir. Si bien era cierto que por un lado compartía la opción de la diplomacia, Tarken encontró el discurso de los nuevos regentes falto de fuerza, sus palabras no eran todo lo sabias que pudieren haber sido aunque después de todo tenían el apoyo de los ancianos y de Hyur por lo que, de un modo u otro ellos decidirían el destino a seguir por los elfos de Sandorai.
El joven semielfo no dejaba de repasar las palabras de sus congéneres y vio en ellos al menos un atisbo de esperanza. De todo lo escuchado, las palabras de lady Caelum fueron las que compartía al completo, pues Tarken tenía la certeza de que, bajo la regencia de Oberyn y Alyssa se había llegado a esta situación por lo que un cambio de mentalidad quizá fuese la clave para seguir adelante:
-No sé madre, ni siquiera ellos parecen tener claro que es lo que desean hacer al frente de nuestro pueblo. Entiendo que debamos acudir a la razón y sabiduría que atesoramos desde hace siglos, nuestro árbol madre da fe de ello, mas balbucean en lugar de hablar con firmeza...las palabras de ese muchacho, Sydara de los Edén, me hace cuestionar si él mismo ha entendido su mensaje, habla de ser pacíficos pero de combatir si es necesario aunque no desea derramar sangre....- ,Tarken suspiró algo decepcionado, -Negociarán con los humanos y cuando muestren sus cartas lo más probable es que la guerra venga a nosotros. Además hablan de defendernos aquí en nuestro hogar, sólo espero que sepan lo que hacen o nuestro amado Sandorai quedará reducido a cenizas y sangre.-
La madre del semielfo lo miró inquisitiva. Ella siempre había respetado las decisiones del consejo de ancianos y las había seguido sin cuestionar su palabra. El hecho de que Lys y Sydara tuvieran su apoyo era más que suficiente para que ella los siguiera y apoyara igualmente, sin embargo, su hijo Tarken poseía ese lado humano herencia de su padre, de su amado esposo el cual le había enseñado una visión distinta del mundo que la rodeaba y, con ese recuerdo, entendió el cuestionar de Tarken. Confiaba en que su hijo tomara las decisiones correctas para ayudar a su pueblo, el hecho de que hubiera acudido a la llamada del concilio era prueba más que grata para Ilithien, además, jamás había escuchado a su hijo hablar de forma tan segura, sin duda había crecido más en el tiempo que había estado fuera que en sus años de estudio y entrenamiento en aquel bosque.
Por su parte, Tarken había decidido aguardar hasta el final, confiaba en que tanto lady Caelum como el joven Edén encontraran el valor y la sabiduría necesarias para seguir hacia delante, para ganar el favor y la confianza del pueblo élfico. Él mismo tenía mucho camino por delante y al igual que los nuevos regentes, su juventud era más una virtud para él que un handicap en su caminar. El semielfo no apartaba la vista de aquellos dos jóvenes elfos pues ansiaba escucharlos de nuevo, ansiaba escuchar el verdadero poder de los elfos en sus palabras y que lograsen despertar el espíritu de las naciones élficas.
Mientras Hyur se mantenía firme en su posición e intentaba mantener la calma de los presentes, dio pie a que los nuevos líderes hablaran para expresar su postura y aquello que querían lograr al frente de las naciones élficas. Primero, la joven Caelum habló para apaciguar los ánimos. Sus palabras se antojaron un canto a la calma, a la razón y a la perspicacia, mientras que Sydara habló a continuación expresando su objetivo de vencer en una guerra sin la necesidad de tomar las armas.
Tarken endureció el rostro, ciertamente eran palabras que intentaban clamar a la sabiduría de los elfos, sin embargo el cazador semielfo tan sólo interpretaba en ellas un intento de no equivocarse, un mensaje ambiguo que no dejaba claro que no deseaban combatir. Si bien era cierto que por un lado compartía la opción de la diplomacia, Tarken encontró el discurso de los nuevos regentes falto de fuerza, sus palabras no eran todo lo sabias que pudieren haber sido aunque después de todo tenían el apoyo de los ancianos y de Hyur por lo que, de un modo u otro ellos decidirían el destino a seguir por los elfos de Sandorai.
El joven semielfo no dejaba de repasar las palabras de sus congéneres y vio en ellos al menos un atisbo de esperanza. De todo lo escuchado, las palabras de lady Caelum fueron las que compartía al completo, pues Tarken tenía la certeza de que, bajo la regencia de Oberyn y Alyssa se había llegado a esta situación por lo que un cambio de mentalidad quizá fuese la clave para seguir adelante:
-No sé madre, ni siquiera ellos parecen tener claro que es lo que desean hacer al frente de nuestro pueblo. Entiendo que debamos acudir a la razón y sabiduría que atesoramos desde hace siglos, nuestro árbol madre da fe de ello, mas balbucean en lugar de hablar con firmeza...las palabras de ese muchacho, Sydara de los Edén, me hace cuestionar si él mismo ha entendido su mensaje, habla de ser pacíficos pero de combatir si es necesario aunque no desea derramar sangre....- ,Tarken suspiró algo decepcionado, -Negociarán con los humanos y cuando muestren sus cartas lo más probable es que la guerra venga a nosotros. Además hablan de defendernos aquí en nuestro hogar, sólo espero que sepan lo que hacen o nuestro amado Sandorai quedará reducido a cenizas y sangre.-
La madre del semielfo lo miró inquisitiva. Ella siempre había respetado las decisiones del consejo de ancianos y las había seguido sin cuestionar su palabra. El hecho de que Lys y Sydara tuvieran su apoyo era más que suficiente para que ella los siguiera y apoyara igualmente, sin embargo, su hijo Tarken poseía ese lado humano herencia de su padre, de su amado esposo el cual le había enseñado una visión distinta del mundo que la rodeaba y, con ese recuerdo, entendió el cuestionar de Tarken. Confiaba en que su hijo tomara las decisiones correctas para ayudar a su pueblo, el hecho de que hubiera acudido a la llamada del concilio era prueba más que grata para Ilithien, además, jamás había escuchado a su hijo hablar de forma tan segura, sin duda había crecido más en el tiempo que había estado fuera que en sus años de estudio y entrenamiento en aquel bosque.
Por su parte, Tarken había decidido aguardar hasta el final, confiaba en que tanto lady Caelum como el joven Edén encontraran el valor y la sabiduría necesarias para seguir hacia delante, para ganar el favor y la confianza del pueblo élfico. Él mismo tenía mucho camino por delante y al igual que los nuevos regentes, su juventud era más una virtud para él que un handicap en su caminar. El semielfo no apartaba la vista de aquellos dos jóvenes elfos pues ansiaba escucharlos de nuevo, ansiaba escuchar el verdadero poder de los elfos en sus palabras y que lograsen despertar el espíritu de las naciones élficas.
Tarken
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Re: [Misión de Clan] La herencia de las familias. El destino de los elfos.
Cuando Lys terminó de recitar su discurso, la gente se levantaba y vitoreaba a la elfa, aún así había gente que la abucheaba, esencialmente personas con alto rango militar, influenciadas por la barbarie de Oberyn a quienes les interesaba la guerra para promocionarse a cargos más elevados. Cegados por su codicia esta gente empezaba a causar problemas en las últimas filas, donde empezaban a empujar a la gente que vitoreaba a Lys. El revuelo fue aún mayor cuando Sydara pronunció su discurso, y reinó la confusión entre los elfos, Lys era partidaria de la vía diplomática, mientras que el discruso de Sydara no quedaba muy definido. Algunos elfos que antes habían vitoreado a Lys ahora fruncían el ceño.
Uno de los ancianos se acercó a Sydara y a Lys y los cogió a ambos por el hombro y les susurró algo que tan solo sus orejas puntiagudas podrían escuchar.
-Mis señorías, creo que deberían de hablar entre ellos antes de pronunciar un discurso así, estas posturas han confundido a vuestro pueblo, que ahora más que nunca necesita la estabilidad de una sola política. -El anciano, tembloroso, hizo una pequeña reverencia y volvió a su lugar junto a los otros dos ancianos, que compartían con él la cara de preocupación.
-¡Nos han llamado tontos! -Gritó uno de los elfos del fondo, cargado con armadura de gala, iniciando el revuelo. -¡Sí, sí, nos ha llamado tontos! -Gritaba la multitud. Oberyn y Alyssa se sonrieron entre ellos, al parecer las cosas iban como ellos querían que fueran. Oberyn se acercó al público.
-¡También nos han llamado inútiles! -Gritó un hombre harapiento de la primera fila, Oberyn sonrió y le tendió la mano para subir al escenario, era un buen método, un representante del pueblo más humilde.
-Sube hermano y cuéntanos tu opinión, ¡Habla sin miedo! -El hombre confuso, pero lleno de ira ante las palabras y las discusiones de ambos bandos, se dirigió a su pueblo sin saber muy bien cómo comenzar.
-¡Nosotros! Un pueblo antaño guerrero, bendecidos por nuestros dioses con el don de la sabiduría durante tantos años. Y ahora, vienen a decirnos que por nuestra culpa nos invadieron los brujos, y que ahora por nuestra culpa, nos invaden los humanos y nos quitan nuestro bosque. -Las palabras del pueblo habían sido dichas, pues en ese momento había que ir con cuidado con lo que se decía, el pueblo no se fijaría en los buenos actos, sino que exageraría las malas palabras. Oberyn asintió y le hizo un ademán para que bajase, pero antes de bajar el hombre hizo una reverencia ante Lys, Sydara y los ancianos, porque algo que jamás se perdería era el respeto ganado por ambas familias, y por el consejo, durante tantos siglos.
Oberyn y Alyssa hicieron una mueca de fastidio, mientras, los ancianos hablaban entre ellos buscando una manera para calmar al pueblo. Los tres se adelantaron quedando frente a Oberyn y el primero, se adelantó para pronunciar unas palabras al pueblo.
-¡Pueblo! Al parecer jamás llegaremos a una decisión entre ambos bandos, incluso nosotros estamos confusos ante esta situación. Oberyn y Alyssa fueron en las guerras, nuestros mejores estrategas de batalla, y eso es un hecho que nadie puede arrebatarles, pero Lys y Sydara son jóvenes, y tienen el derecho de representarnos, pues el respeto que le debemos a sus familias viene de antaño. -El pueblo miró al anciano, pero nadie le vitoreaba ni le abucheaba, sentían demasiado respeto hacia ellos. -Propongo una tregua, un pacto, pues nuestros bosques corren peligro y cada minuto que pasa un árbol es talado por los humanos. -Añadieron y se giraron hacia los cuatro, en busca de una respuesta. Al pueblo parecía no disgustarle esa opción, puesto que Oberyn y Alyssa habían sido, al fin y al cabo, buenos estrategas, pero no buenos líderes.
__________
Uno de los caballeros de Sandorai, armado con una armadura de cuero y una capa con el símbolo de la madre tierra había llegado trotando en su corcel gris, llegó hasta la entrada del bosque, donde los guardias le miraron inquietos, traía noticias, y su cara de cansancio advertía que no eran buenas. Había sido enviado a Lunargenta a buscar apoyo del rey, pero este había cancelado todas las audiencias, y frente a esto, había buscado por orden de los ancianos, a Nana Black del colmillo de hierro, en la posada estrella una mujer, Rose, le había advertido de que Nana estaba bajo la tutela de la manada, en una jaula bajo llave. El clan de la loba pretendía ir hasta el escondite de la manada a liberarla, pero lo que no sabía su clan era que los elfos necesitaban su ayuda como intermediaria entre humanos y elfos, y como no, para una alianza con los licántropos. Era sin duda una pieza importante en el puzzle que los ancianos habían tejido con sus hilos. Pero no solo ellos estaban al tanto de aquello, el mismo Hyur había pedido ser él el que fuese hasta allí a pedir audiencia con ambos líderes, pero ante la necesidad de su presencia en este acto, mandó a uno de sus mejores hombres, Röendel, el jinete más veloz de todo Sandorai.
El joven bajó del caballo con un sobre entre los guantes, su capa al viento y el sudor sobre su piel, los guardias cogieron al caballo y lo llevaron al establo, seguramente estaría exhausto de tal viaje. Röendel llegó hasta la multitud y se frotó la frente con la mano, realmente estaba siendo un encuentro épico entre las élites. Hyur se dio cuenta de la presencia de su hombre, y le hizo un pequeño ademán con la cabeza, y este, al recibirlo, asintió y se abrió paso, primero entre un grupo de drows que ocupaban la última fila, y poco a poco la gente se iba abriendo a su paso mientras le miraban interesados. Finalmente llegó a la rama donde estaban todos allí de pie, subió por las pequeñas escaleras que había a un lado y sin saludar a Oberyn se colocó ante Hyur, Lys y Sydara y se arrodilló con la carta entre las manos ofreciéndosela a su general.
-No esperaba menos de ti, Röendel. -Dijo Hyur a su hombre y le dio una palmada en el hombro, tomando la carta de sus manos. El caballero se levantó y con una reverencia a los ancianos se hizo a un lado, junto a los demás guardias. Aunque lo que más quería era dormir, no se perdería aquello por nada del mundo. Hyur le otorgó la carta a los ancianos, sin abrirla, esperando a que al menos ellos dieran buenas noticias.
Tyr
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Re: [Misión de Clan] La herencia de las familias. El destino de los elfos.
Unos me alentaban y otros, para mi asombro no. Y no me asombraba que no estuvieran de acuerdo conmigo, sino el modo en que lo expresaban. Tantos años mi madre me había enseñado sobre lo recatada y cargada de elegancia de las costumbres de mi raza y muchos allí se comportaban como simples.. humanos. Si algo nos había destacado siempre fue la capacidad de sobreponer la templanza y el orden por sobre nuestras pasiones, y muchos de ellos, en lugar de presentar su disconformidad diplomáticamente se comportaban como niños. Miré de soslayo a Oberyn y Alyssa con tanto desprecio como reproche, ¿En qué los había convertido? Miré al resto esta vez con algo de tristeza ¿En qué se habían dejado de convertir? ¿Era acaso mi pueblo tan voluble como para seguir cual borregos ante cualquiera con capacidad de mando?
Yo misma era una lucha constante entre mi carácter y mis modales. “Debe aprender modales…” me habría dicho el drow hacía no tanto tiempo a causa de mis arrebatos y considerando la poca paciencia que en los últimos tiempos venía demostrando, fue como meter el dedo en la llaga. Miré a Oberyn con las mismas ganas de lanzarle con lo que tuviera a mano pero esta vez sin demostrarlo en los ojos, giré mi vista hacia el pueblo preguntándome si los drows que allí estaban entenderían algo de lo que estaba sucediendo. Distinguí a la mujer que actuaba como líder de ellos y los gestos de ella demostraban que no era a mi a quién apoyaba en el concilio. Y un vez más, me detuve en el único de ellos que realmente conocía, crucé una mirada con él preguntándome lo mismo, ¿Entendería? La primera y última vez que nos conocimos hablaba un idioma totalmente diferente ¿Habría aprendido algo como para estar allí? Cuando noté que me miraba le saludé con un leve gesto de la cabeza como saludo y un atisbo de sonrisa amable se dibujó en mis labios. Un saludo elegante pues la situación no estaba como sonreír en ese momento.
“Es cierto... Tendríamos que habernos puesto de acuerdo antes de hablar y eso hubiese sido posible si no nos hubieses casi arrastrado a la reunión de la que formábamos parte ” Pensé ante la recomendación del anciano, lo cual exterioricé asintiendo la cabeza. Un hombre subió y habló por parte del pueblo. Cerré los ojos con tristeza, sí.. era eso lo que se había entendido... Respondí al saludo del hombre y consideré ´por un instante adelantarme para hablar nuevamente pero uno de los ancianos lo hizo primero. Propuso una tregua y asentí, por el momento era lo mejor y más sensato, al menos por el momento. Permanecí de pie pero había algo de aun del todo no me convencía, se dirigían hacia mí como si fuera una niña, y no lo era, podía aceptar el derecho que me conferían, pero no quería que “juventud” sea el motivo por el cual debían apoyarnos. Miré a los otros tres, sonreí apenas a Sydara, el único de todos ellos que me caía realmente bien, apoyé y cerré mi mano en su antebrazo un segundo, en un acuerdo silencioso entre amigos y dí un paso al frente- Me acerqué unos pasos hacia la multitud, mis palmas abiertas hacia ellos descendían despacio pidiendo su tranquilidad y silencio. Hablé firme y serenamente hacia ellos, dándoles tiempo a meditar sobre mis palabras.
- Hermanos. Nadie habló de culpas, se habla de no vivir en el pasado y eso no equivale a su olvido tampoco. Debemos aprender de nuestros errores y superarlos, iniciar otra guerra sería lamentablemente caer en el mismo. El respeto no se gana con miedo... Debemos ganarnos nuestro lugar del modo que nuestras tradiciones nos han enseñado, basándonos en nuestra capacidad de salir adelante, de superponer el bien de nuestra raza por sobre venganzas personales. Todos hemos perdido en la guerra... todos... - desplazaba mi mirada hacia todos y cada uno de los que frente a mi me escuchaban – Pero eso fue hace mucho tiempo ya e inclusive aquellos que fueron nuestros enemigos ya no se encuentran en el mundo de los vivos. ¿Acaso arremeteremos contra sus descendientes? ¿Es eso lo que hubiésemos querido para los nuestros? ¿Ese el mensaje que queremos legar a los más jóvenes? SI queremos ganarnos el respeto del mundo no serán flechas ni espadas nuestras armas, sino nuestra sola presencia y el poder de nuestras palabras. Porque los resultados de las batallas son temporales, pero las alianzas pueden ser eternas. - Un caballo entró en escena y no pude evitar desviar mi mirada hacia él y su recorrido. Mientras él se acercaba volví a mirar a todos que también se distrajeron con el jinete, no era cualquiera el que llegaba y todos lo sabían. - Hermanos – busqué su atención de nuevo – Nosotros nos encargaremos de forjar alianzas, buscaremos apoyó y reconocimiento. Así tenga que jugar mi propio cuello en ello, pero no tengo intenciones de arriesgar el de nadie más en ello. Buscaremos la paz, llevando el honor y la grandeza como estandarte y para que con el resurgir de nuestra raza, dejen ser sólo los bosques el lugar de los elfos, para que todo Aerandir nos tenga respeto. - Hice una pausa y miré a todos, el graznido de un ave dirigió mi mirada hacia un grupo, en el que uno de ellos no parecía del todo un elfo “¿Humano?” me pregunté, pero continué – Ahora por favor, con cortesía, levanten la mano por favor aquellos que estén de acuerdo.
Esperé su respuesta para dirigirme hacia ellos nuevamente pues el jinete estaba llegando a donde nos encontrábamos.
Yo misma era una lucha constante entre mi carácter y mis modales. “Debe aprender modales…” me habría dicho el drow hacía no tanto tiempo a causa de mis arrebatos y considerando la poca paciencia que en los últimos tiempos venía demostrando, fue como meter el dedo en la llaga. Miré a Oberyn con las mismas ganas de lanzarle con lo que tuviera a mano pero esta vez sin demostrarlo en los ojos, giré mi vista hacia el pueblo preguntándome si los drows que allí estaban entenderían algo de lo que estaba sucediendo. Distinguí a la mujer que actuaba como líder de ellos y los gestos de ella demostraban que no era a mi a quién apoyaba en el concilio. Y un vez más, me detuve en el único de ellos que realmente conocía, crucé una mirada con él preguntándome lo mismo, ¿Entendería? La primera y última vez que nos conocimos hablaba un idioma totalmente diferente ¿Habría aprendido algo como para estar allí? Cuando noté que me miraba le saludé con un leve gesto de la cabeza como saludo y un atisbo de sonrisa amable se dibujó en mis labios. Un saludo elegante pues la situación no estaba como sonreír en ese momento.
“Es cierto... Tendríamos que habernos puesto de acuerdo antes de hablar y eso hubiese sido posible si no nos hubieses casi arrastrado a la reunión de la que formábamos parte ” Pensé ante la recomendación del anciano, lo cual exterioricé asintiendo la cabeza. Un hombre subió y habló por parte del pueblo. Cerré los ojos con tristeza, sí.. era eso lo que se había entendido... Respondí al saludo del hombre y consideré ´por un instante adelantarme para hablar nuevamente pero uno de los ancianos lo hizo primero. Propuso una tregua y asentí, por el momento era lo mejor y más sensato, al menos por el momento. Permanecí de pie pero había algo de aun del todo no me convencía, se dirigían hacia mí como si fuera una niña, y no lo era, podía aceptar el derecho que me conferían, pero no quería que “juventud” sea el motivo por el cual debían apoyarnos. Miré a los otros tres, sonreí apenas a Sydara, el único de todos ellos que me caía realmente bien, apoyé y cerré mi mano en su antebrazo un segundo, en un acuerdo silencioso entre amigos y dí un paso al frente- Me acerqué unos pasos hacia la multitud, mis palmas abiertas hacia ellos descendían despacio pidiendo su tranquilidad y silencio. Hablé firme y serenamente hacia ellos, dándoles tiempo a meditar sobre mis palabras.
- Hermanos. Nadie habló de culpas, se habla de no vivir en el pasado y eso no equivale a su olvido tampoco. Debemos aprender de nuestros errores y superarlos, iniciar otra guerra sería lamentablemente caer en el mismo. El respeto no se gana con miedo... Debemos ganarnos nuestro lugar del modo que nuestras tradiciones nos han enseñado, basándonos en nuestra capacidad de salir adelante, de superponer el bien de nuestra raza por sobre venganzas personales. Todos hemos perdido en la guerra... todos... - desplazaba mi mirada hacia todos y cada uno de los que frente a mi me escuchaban – Pero eso fue hace mucho tiempo ya e inclusive aquellos que fueron nuestros enemigos ya no se encuentran en el mundo de los vivos. ¿Acaso arremeteremos contra sus descendientes? ¿Es eso lo que hubiésemos querido para los nuestros? ¿Ese el mensaje que queremos legar a los más jóvenes? SI queremos ganarnos el respeto del mundo no serán flechas ni espadas nuestras armas, sino nuestra sola presencia y el poder de nuestras palabras. Porque los resultados de las batallas son temporales, pero las alianzas pueden ser eternas. - Un caballo entró en escena y no pude evitar desviar mi mirada hacia él y su recorrido. Mientras él se acercaba volví a mirar a todos que también se distrajeron con el jinete, no era cualquiera el que llegaba y todos lo sabían. - Hermanos – busqué su atención de nuevo – Nosotros nos encargaremos de forjar alianzas, buscaremos apoyó y reconocimiento. Así tenga que jugar mi propio cuello en ello, pero no tengo intenciones de arriesgar el de nadie más en ello. Buscaremos la paz, llevando el honor y la grandeza como estandarte y para que con el resurgir de nuestra raza, dejen ser sólo los bosques el lugar de los elfos, para que todo Aerandir nos tenga respeto. - Hice una pausa y miré a todos, el graznido de un ave dirigió mi mirada hacia un grupo, en el que uno de ellos no parecía del todo un elfo “¿Humano?” me pregunté, pero continué – Ahora por favor, con cortesía, levanten la mano por favor aquellos que estén de acuerdo.
Esperé su respuesta para dirigirme hacia ellos nuevamente pues el jinete estaba llegando a donde nos encontrábamos.
Última edición por Lys el Vie Feb 21 2014, 22:34, editado 1 vez
Lys
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Re: [Misión de Clan] La herencia de las familias. El destino de los elfos.
Suspiré para mis adentros. No suelo ser bueno en las palabras para expresarme, pero prefiero accionar antes que dar discursos. Parece que no mi fuerte, pero todo lo que dije lo había con la experiencia y buenos sabios. Había dado mi mensaje, y no tenia ánimos de dar otros discursos, aunque no se notaba en mí esa frustración por mi intento. Devolví la sonrisa a Lys y una vez más cuando presionó leve sobre mi antebrazo.
Me limité a asentir y apoyar su discurso. Realmente no tenía deseos de dar discurso y que buscaran siempre la quinta pata al gato. Observé al caballero con armadura de cuero, que parecía exhausto, mientras continuaba oyendo las palabras de elfa.
Lancé una mirada a Oberyn y Aliyssa antes de poner la atención en el jinete que se abría paso a nosotros y unos guardias se encargaban de su caballo agotado. Si el problema eran los humanos en el bosque, no había más que realizar tratados y leyes. No veía necesaria una guerra si no invadían nuestras tierras con ataques agresivos. La idea de alianzas me agradaba, y ya deseaba empezar a gestionar para demostrar que siendo joven, como el anciano decía, podía hacer mucho por el pueblo, pero no estaba dispuesto a hacer guerras sin motivos, solo por temas de antaño, pero si leyes, tratados, y si había que hacer guerras, estaba dispuesto a dirigirlos y no caer en derrota.
(off rol: disculpen que haya quedado corto el post, tengo muchos trámites aún -.-)
Me limité a asentir y apoyar su discurso. Realmente no tenía deseos de dar discurso y que buscaran siempre la quinta pata al gato. Observé al caballero con armadura de cuero, que parecía exhausto, mientras continuaba oyendo las palabras de elfa.
Lancé una mirada a Oberyn y Aliyssa antes de poner la atención en el jinete que se abría paso a nosotros y unos guardias se encargaban de su caballo agotado. Si el problema eran los humanos en el bosque, no había más que realizar tratados y leyes. No veía necesaria una guerra si no invadían nuestras tierras con ataques agresivos. La idea de alianzas me agradaba, y ya deseaba empezar a gestionar para demostrar que siendo joven, como el anciano decía, podía hacer mucho por el pueblo, pero no estaba dispuesto a hacer guerras sin motivos, solo por temas de antaño, pero si leyes, tratados, y si había que hacer guerras, estaba dispuesto a dirigirlos y no caer en derrota.
(off rol: disculpen que haya quedado corto el post, tengo muchos trámites aún -.-)
Sydara
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Re: [Misión de Clan] La herencia de las familias. El destino de los elfos.
El pueblo elfo parecía comenzar a dudar de los nuevos dirigentes. En efecto Tarken estaba en lo cierto y el confuso mensaje de los jóvenes líderes los dejó en un mar de dudas. Dos facciones comenzaban a dibujarse y la sombre de una guerra civil planeaba sobre todos los presentes. Sin embargo, el respeto hacia el consejo y su sabiduría quizá mantuviera a las naciones élficas bajo una misma bandera. Si bien era cierto que la inexperiencia de Lys y Sydara era un hecho, el consejo los seguiría apoyando y aquello era quizá suficiente.
Más palabras fueron dichas y más mensajes de esperanza y paz intentaron calmar los ánimos por boca de la dama Caelum. El jinete que se aproximó a ellos casi pasó desapercibido pues la joven líder, descendiente de tan noble familia, requería ahora el apoyo de sus hermanos. Tarken contemplaba a aquella mujer, a aquella elfa que ansiaba el favor y ayuda de sus hermanos pues la fe que tenía en sus palabras era tan poderosa como los mismos dioses. El fulgor de sus ojos así lo atestiguaba y, por un instante, el semielfo tuvo la sensación de ver a un verdadero caudillo en Lys Caelum:
-Madre, puede que haya llegado la hora de tomar partido en esta historia. Esos dos jóvenes elfos precisan de la ayuda de sus hermanos y bajo la atenta mirada de nuestro árbol madre, yo habré de dársela.-
Ante la petición de la dama Caelum alcé la mano. Algunos ojos curiosos se giraron para contemplar la figura de aquel que se sabía era un mestizo. Por algunos repudiado y por otros apreciado, Tarken Noctis era un ser entre dos mundos y sin duda su acto de fe hacia los nuevos líderes tuviera la misma acogida que aquellos a los que prestaría su ayuda. Mas por algún motivo Tarken sentía que realmente había llegado el tiempo de actuar y ser parte de la historia del pueblo elfo, para bien o para mal, apoyaría a las familias antaño dirigentes ahora restauradas por sus descendientes Lys y Sydara.
Más palabras fueron dichas y más mensajes de esperanza y paz intentaron calmar los ánimos por boca de la dama Caelum. El jinete que se aproximó a ellos casi pasó desapercibido pues la joven líder, descendiente de tan noble familia, requería ahora el apoyo de sus hermanos. Tarken contemplaba a aquella mujer, a aquella elfa que ansiaba el favor y ayuda de sus hermanos pues la fe que tenía en sus palabras era tan poderosa como los mismos dioses. El fulgor de sus ojos así lo atestiguaba y, por un instante, el semielfo tuvo la sensación de ver a un verdadero caudillo en Lys Caelum:
-Madre, puede que haya llegado la hora de tomar partido en esta historia. Esos dos jóvenes elfos precisan de la ayuda de sus hermanos y bajo la atenta mirada de nuestro árbol madre, yo habré de dársela.-
Ante la petición de la dama Caelum alcé la mano. Algunos ojos curiosos se giraron para contemplar la figura de aquel que se sabía era un mestizo. Por algunos repudiado y por otros apreciado, Tarken Noctis era un ser entre dos mundos y sin duda su acto de fe hacia los nuevos líderes tuviera la misma acogida que aquellos a los que prestaría su ayuda. Mas por algún motivo Tarken sentía que realmente había llegado el tiempo de actuar y ser parte de la historia del pueblo elfo, para bien o para mal, apoyaría a las familias antaño dirigentes ahora restauradas por sus descendientes Lys y Sydara.
Tarken
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