Redes del amor [privado] [+18]

Respiré aliviada viendo que aquello no era una especie de vendetta, sonreí y me dediqué a disfrutar de la extraña sensación mientras le escuchaba, sintiendo las vibraciones de su voz profunda en su pecho. Sus planes eran cuanto menos interesantes… este hombre siempre me sorprendía de la mejor manera y de alguna forma, me hacía soñar en algo mejor, en criar a mis cachorros de una forma en la que me sintiera orgullosa, con un futuro distinto del mío. Sí… ¿Aguas termales? pregunté con cierto recelo, ¿estaría por jugarme alguna broma? No creía que Alex fuera de ese tipo pero… nunca me había topado con esas cosas en los bosques del Este, aunque no era de extrañarse tampoco, era la primera vez que realmente me asentaba en algún lugar.

Con cuidado me puse en pie, estar tanto tiempo sin mover mis piernas las había adormecido un poco. Me sorprendía lo rápido que mi cuerpo se adaptaba a la buena vida. “Vamos Wood… esto es un trato especial, no te acostumbres, es un lobo después de todo” sí, sólo conocía ese tipo de lobos, los que siempre están en los caminos y estaba segura de que cuando Alex perdiera el interés se iría, sólo esperaba que ese día se tardase lo máximo posible, por los niños y por mí. Estaba irremediablemente enamorada de él, tanto que no me reconocía a mí misma ni mis propias reacciones.

¿Solo y desprotegido? hice eco de sus palabras arqueando una ceja ¡Maldición ¡no! No quiero que ninguna chiquilla liviana de ropa en estas aguas termales termine por robarte la mirada y tal vez el corazón respondí entre risas, aunque en realidad en ese momento probablemente era capaz de cualquier cosa con tal de no perder el favor de ese hombre. Su beso silenció mis palabras tontas y me quedé como una lela mirándole desvestirse. Me mordí el labio inferior mientras posaba mi vista sobre el tono de sus músculos y las marcas que yo le había hecho. Hmmm… la vista no era mala, pero tal vez necesitaba algunos besos más sobre su piel, un chuponcito en el cuello y alguno que otro en el pecho… aún había más que suficiente espacio.

Ah vamos… cuando estamos solos no me digas mama Feith, me siento como una abuela respondí soltando su capa para volver a quedar desnuda, aunque probablemente nunca lo aceptara, estaba acomplejada con nuestra diferencia de edad. Le dediqué mi mirada reservada a la seducción, pero por más que lo intentase, no estaba segura de que funcionara, no cuando ese hombre desordenaba todo mi mundo. Con suerte y recordaba como respirar. Probé la temperatura del agua con los dedos de un pie Deliciosa dije en un soplo de voz mientras entraba lentamente a la poza que parecía haberse cavado en la roca, me movía lentamente, tanteando el suelo y reconociéndolo mientras avanzaba.

Quiero ese masaje susurré a su oído cuando estuvimos lo suficientemente cerca, pero no se lo permitiría tan fácilmente. Cuando él intentaba acercarse, le evadía y comencé así un juego bastante infantil. Mi risa hacía eco en las paredes Claro claro… no siempre tenemos que parecer licántropos ¿no? Ni se te ocurra hacer trampas ¿mmm? le advertí antes de tirarme a sus brazos. Te atrapé canturree para hacerle reír. Vamos, ponte cómodo que comenzaré yo y con eso mordí suavemente el lóbulo de su oreja.

La vista de espaldas era tan buena como la de frente, con la diferencia que no tenía que encontrarme con esos ojos que hacían que mi cuerpo funcionase mal, una vez sentado, no me quedó más remedio que seguirle ya que sentía sus ojos quemar mi piel. Ya no recordaba frente a cuántas personas había aparecido sin ropas, por error, por mi naturaleza cambiante o por curiosidad para ver cómo reaccionaban. No me consideraba exactamente bella y tal vez por esa razón sentía como si fuera la primera vez que le mostraba mi desnudez a alguien. Los hombres humanos se sentían disgustados al ver las cicatrices en mi cuerpo, a los licántropos no les disgustaba exactamente, pero ¿cómo saberlo con Alex? No era como si pudiera borrarlas por más que quisiera.

Claro Al, como quieras dije complaciente mientras me ponía tras él y comenzaba a acariciar su espalda, buscando los puntos más duros y comenzar sobre ellos. Nunca terminaste de contarme como te hiciste esas marcas. ¿Tiene algo que ver con tu expulsión? pregunté acercando mis labios a su oreja mientras trabajaba en sus hombros de forma circular con mis pulgares. Apreté mi pecho contra su espalda y besé su cuello para después apartarme y escuchar su historia, sin dejar de trabajar con mis manos. En la poza solo se escuchaba su voz y el sonido suave del agua que rozaba la piedra. Cuando terminé con la espalda, pensativa me senté sobre una de sus piernas y toqué su pecho Debió ser difícil susurré y le abracé por un largo rato.

Había pensado en hacerle un servicio rápido bajo el agua, pero el ambiente se tornó algo serio como para juegos eróticos. La tibieza del agua había reanimado mi lado más energético, pero me senté de espaldas a él, con el agua acariciando mis pezones. Se sentía tan rico, demasiado… Me mordí un labio y me masajee yo misma los pechos Mmm… tenemos que volver a este lugar murmuré apoyando mi espalda contra él No te pongas blandengue con ese masaje, me gustan las manos firmes me adelanté a decir, giré mi rostro y enarqué una ceja con picardía Firme… todo firme, si me entiendes dejé escapar una risilla cómplice y me dediqué a disfrutar del momento y la compañía.

Era tan fácil ser yo misma con ese hombre… reí despreocupada cuando él reaccionó como deseaba a mi mal intento de chiste. “No Feith…” me esforcé en acallar mi voz interior, pero era difícil cuando el hombre tras de mí era inquebrantable, como una roca enviada por el destino en mi camino. Alguien diseñado para mí, alguien que me aceptaba y me devolvía todo con más sentimiento. Estaba terriblemente enamorada de ese licántropo, con ese pensamiento metido en mi cabeza, me relajé. Si no podía luchar contra ese sentimiento, tenía que aceptarlo, aceptar lo que sentía por él y convencerme de que él sentía lo mismo por mí. Pero aún estaba ese fantasma de que me cambiaría por alguien mejor. Negué con la cabeza al tiempo que él tomaba mis pechos entre sus manos. Abrí mis ojos grandes, inocentemente había creído que dejaríamos esos juegos para más tarde. Sonreí con cierta perversión mientras enarcaba una ceja, como si demandase una explicación que llegó en forma de masajes y caricias.

Mordí mi labio inferior intentando que no fuese tan evidente la excitación que estaba despertando en mí. No había un momento más erótico para mí, que cuando el silencio se apoderaba del espacio entre nosotros y él me miraba con su ceño un poco fruncido. Mordí la uña de mi pulgar, debatiéndome entre si tomar la delantera o dejarle hacer lo que fuese que estuviese pensando. Cerré mis ojos para cortar con el trance, entonces sentí como su mano bajaba por mi abdomen hasta mi punto de placer. Hmmm respondí abriendo mis ojos de par en par, me había dejado llevar con una respuesta instantánea cuando ni siquiera estaba segura de lo que él estaba hablando. Aunque sus labios no se separaron para hacer alguna aclaración, pude sentir sus dedos moviéndose en mi interior, algo que despertó cierta tensión en mí. Tomé su brazo algo alarmada… ¿Estás intentando lo que creo que estás pensando? pregunté asi con desconcierto. Aunque yo tenía experiencia en las artes del placer, estaba más acostumbrada a ser yo quien hacia todo el trabajo más que quién recibía la recompensa. Sentía que había algo terriblemente mal en ese acto.

No… no estoy segura que esto… me moví un poco incómoda entre sus fuertes brazos y agaché mi rostro, evitando su mirada N…No… no cre cre creo q…que esttt esté b..b..ien sentí que había entrado en una espiral de nervios. Tomé suficiente aire como para soltar todo lo que tenía que decir de una sola vez, de lo contrario no sería capaz, con el arma poderosa de sus ojos que Al tenía a su favor. Yo puedo hacerlo, puedo usar mis manos… no es necesario… me avergüenza lo último lo dije en un hilo de voz, como si estuviese confesando un crimen. No, en realidad confesaba mis crímenes con más orgullo y altanería. Tomé sus manos entre las mías No es que no te quiera agregué, comenzando a asustarme por lo que acababa de hacer “¿Y si no me quiere mas?” entonces le abracé con toda la fuerza que tenía, sentía que todo mi cuerpo temblaba Lo siento… lo siento, lo siento mucho repetí una y otra vez al punto de casi quebrarme allí mismo Si quieres podemos hacerlo juntos ofrecí como alternativa, luego de devanarme los sesos pensando en una opción que no le alejase de mí. Si mis actividades, mi temperamento o mi boca sucia no lo alejaban de mí, probablemente lo harían mis problemas que no había resuelto, como mi ignorancia a la hora de hacer el amor y compartir cosas tan vergonzosas como recibir placer de esa forma.

En realidad, cuando Alex colocó sus dedos entre mis piernas, no pude evitar recordar a mi tío mientras abusaba de mí. Entonces no pude contenerme más. Me mordí los labios tan fuerte que comenzaron a sangrar N... no...no... puedo... lo siento.. no dije apartándome lo más que podía, algo que era casi imposible si él no cedía, dada mi posición. Abracé mis rodillas y le miré apologética, mientras veía a Francis acercarse a mí con su mirada asquerosa y a Alex, bastante perdido. Llevé mis manos a mis orejas y me hamaqué adelante y atrás, reprimiendo gritos de desesperación mientras recordaba las incontables veces en la que era abusada. ¡NOOO! grité y desperté de mis memorias casi enterradas. Quería salir corriendo y enterrarme viva en el primer pozo que encontrase. Pero mis piernas no se movían, estaba apretando tan fuerte mis puños que mis uñas se habían enterrado en la carne. Me esforcé por hablar antes de que mi amante me tachara de loca, aunque así había sido siempre... Feith la loca. Feith la maldita reí histérica Francis, ese cerdo bastardo, maldito hijo de los mil demonios jajaja apreté los dientes y miré por primera vez a Alex, deseando que corriera lejos de mí y no me viese así, aunque estaba segura de que no lo haría.

Francis mi tío, me tocaba... no... abusaba de mí cuerpo cuando aún no era una mujer. Cuando su asqueroso cuerpo era demasiado grande para mí logré desbloquear mi puño y lo golpee con tanta fuerza sobre la piedra que me abrió una herida profunda. Jajaja apuesto a que no esperabas eso. Eres liber de marcharte, dudo que esto no se vuelva a repetir ahora que lo he recordado todo nuevamente dije en un tono monótono. Probablemente era esa la razón por la que nunca me había asentado. No quería aceptar que el hijodemil... que ese Francis era tan importante en mi pasado, en mi presente...

Abrazaba mis piernas como si con ello protegiese algo dentro de mí, intercambiamos miradas, él se puso en pie y estaba segura de que se marcharía dejándome sola y no era como si no pudiese entenderle. Mis pensamientos iban más rápido de lo que pudiese esperar, de lo que pudiese controlar. Estaba bien, emparcharía otra vez mis heridas “Ya podremos” intentaba convencerme mientras veía al hombre acercarse, no retirarse. Atónita me quedé quieta observándole, como si fuera la primera vez que veía el sol. Entonces sentí un golpe en mi mejilla y solté la mano que aún tenía entre mis piernas para tocar el preciso lugar donde Alex me había golpeado, algo incrédula si eran imaginaciones mías o si había pasado lo que creía que había pasado. Auch murmuré al sentir mis dedos sobre la piel, todo estaba pasando de verdad, había hecho enojar a Alex, el lobo con la paciencia de un santo. “Felicitaciones Wood, un nuevo logro”.

Pero el hombre no se iba, eso solo estaba empezando. Cerré mis ojos esperando a que me aporrease, me lo merecía. Sin embargo, comenzó a decirme una sarta de cosas que no tenían sentido. Entorné los ojos concentrándome en lo que estaba escuchando, él estaba cabreado, pero no por lo que había pasado, sino porque había menospreciado sus sentimientos “¿Pero de qué estás hecho?” me pregunté mientras comenzaba a calmarme escuchando su voz profunda tronar en mis oídos. Era como un bálsamo reconfortante… pero el momento duró lo que un suspiro cuando terminó de hacerse cargo de mi herida. Abracé mi mano a la altura del pecho y vi como comenzaba a marcharse, aún enojado.

Tenía miedo, sí, el brutal Woodpecker en ese momento estaba en blanco. Miré su espalda con dolor, nunca lo había sentido tan frio, era como si hubiésemos retrocedido hasta un punto de no retorno. Su voz parecía filos de hielo, enjuagué mi rostro para ocultar unas lágrimas traicioneras e hice caso a lo que decía, aunque en realidad lo que más deseaba en ese momento era transformarme en lobo y volver a correr, como el día anterior y como lo había hecho toda mi vida. Pero ahora no era lo mismo, tenía que ser responsable, todo era distinto, ya no era una niña ni una jovencita, era una mujer con hijos y una pareja. Era necesario resolver las cosas como adultos… bien, sabía lo que debía hacer, pero no cómo hacerlo.

Mientras me daba la espalda tomé algo de tiempo para intentar secarme un poco con lo que teníamos en la cesta, las palabras lindas, los gestos cómplices, las risas y la pasión se habían muerto por mi culpa. Habiéndome vestido intenté en vano vendar mi mano. No quería llegar a la casa con una herida así aún sangrando, pero era tal mi frustración que tiré a un lado el pañuelo y me senté sobre una piedra. Quería decirle que se fuera delante de mí, pero probablemente eso le enojara aún más. Con la cabeza entre mis manos no pude contener más las lágrimas. Era un desastre. Era un desastre como ser persona, no, como ser vivo. Como amante y compañera y probablemente fallaría algún día como madre. Mi pecho subía y bajaba lleno de espasmos ahogados. No pretendía hacer otra escena frente a él, pero cuanto más intentaba acallar la angustia, era peor.

Me aclaré la garganta y sin quitar mis manos de los ojos, porque no era lo suficientemente valiente como para mirar a ese hombre directamente, tomé la palabra. Hey, Alexein, ¿me perdonas? Yo no quiero que te vayas, ni busco compararte a nadie es solo… hice una pausa para no volver a quebrarme, el silencio era perturbador, no sabía siquiera si él continuaba a mi lado. Pensé en echarme la culpa y sólo decir “soy una mala persona”, pero recordé que eso tampoco le gustaba Desde que mis padres murieron siempre he estado sola, es difícil y… tengo miedo que esto se vuelva a repetir, como pasa cada noche, estoy segura que has escuchado mis gritos mientras duermo. No fui capaz de decir otra palabra, era como si me hubiese quedado muda. Apreté mi lastimadura y comencé a contar los segundos que pasaban. Si no obtenía respuesta cuando llegara al veinte, no sabía qué haría para recomponer las cosas.

Concentrada en intentar apagar los sollozos y habiendo llegado peligrosamente al diecinueve, sentí los dedos fríos de Alex sobre mi piel. Me chupé los mocos como si fuese una niña y busqué sus ojos que no fui capaz de encontrar bajo su capucha. “Tonta, sigue enojado ¿qué esperabas?” me recriminé a mí misma mientras observaba cómo trataba mi herida con el más estricto cuidado, como si mi estúpida mano fuera preciosa. El mero pensamiento era tan inverosímil pero tan propio de lo que estaba aprendiendo sobre Alex, que me dieron ganas de reírme. Pero cualquier indicio de gracia murió en el momento que escuché su voz solemne, seria. Por supuesto que iba a escuchar mis gritos ¿quién no lo hacía? La única forma en la que nadie me tachaba de loca en el pueblo era porque muchos de los habitantes de Ulmer habían conocido el mismo dolor que yo, pero eso no se aplicaba a Alex, que, dentro de todo, era un foráneo aún.

Atiné a morderme el labio inferior cuando se sentó a mi lado, pero mi boca estaba toda adolorida por la escena dentro del agua. Seguí con mi cuerpo las órdenes silenciosas que él me daba, encontrando cobijo y tranquilidad en una simple acción. Con mi cabeza sobre su hombro sentía que todo iría bien, que habían esperanzas y que tenía un nuevo hogar en él. En silencio, ese día, le juré mi lealtad a ese hombre lobo de buen corazón. Aunque tuviese que tragar agujas y pereciera, ahora era parte de mí, uno de mis más fuertes soportes. Seguiría siéndolo, porque me prometí no dejarlo escapar. Aunque fuese egoísta, aunque fuese engreída, aunque tal vez estuviese poniendo mis ojos demasiado alto, no lo dejaría ir. Mi Alexein Meltwork, mi otra mitad. Pensaba en que si alguna vez su promesa se volviera vacía, probablemente me ocuparía de recordársela, cuando sentí nuevamente el frío de su mano en mi rostro, obligándome a darle alguna respuesta. Vi sus ojos, apesadumbrados y serios, podía ver que decía la verdad.

Después de un suave beso, nos pusimos en pie con rumbo a la casa. Él tenía que hacer algo físico con sus emociones, yo debía poner también mis sentimientos en orden. El día aún era largo y dos pequeñas bestias hambrientas estarían esperando a su madre. A medio camino, intenté adecentarme un poco, tomé la mano de Alex para esconder el pañuelo, aunque dolía, lo físico hacía menos daño que tener que dar explicaciones. Me detuve un momento, obligando a Alex a hacer lo mismo. Fruncí el ceño y le miré fijamente Digamos que te creo y que acepto que no te irás más de mi lado. No te atrevas a dejarnos solos o te seguiré hasta el último rincón de la tierra y los mares habiendo dicho esto, me di por bien pagada, asentí una vez y di un paso para retomar el camino, pero me detuve en seco para volver a mirarle, habían dos cosas más que debía decirle. ¿Cómo me veo? pregunté estirando un poco mi ropa y dando los últimos toques a mi pelo. Me acerqué a él y susurré A propósito, te amo~