Amor enfermo [evento]
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Amor enfermo [evento]
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Muerta en vida, se dice que Maritornes Lavise perdió al novio al que amaba en el altar. Con el corazón destrozado y desesperada, perdió la razón convirtiéndose en una especie de zombie. Sus padres ya muy viejos para hacerse cargo de ella y con las calamidades pesando sobre su familia murieron de pena al ver a su única heredera perderse en la desesperación. Comía una vez cada varios días, lloraba todas las noches llamando a su difunto y por las mañanas dormitaba de a ratos pero, como muchas personas padecía de sonambulismo, por lo que desfilaba como alma en pena por los pasillos de la casa y los lindes de su propiedad.
Desde el fallecimiento de sus padres, últimos familiares que caminaban sobre la tierra, su cuerpo desapareció y todos pensaron que al fin había hallado su descanso eterno. Sin embargo en el osario de la familia su nombre no se encontraba. El misterio se solucionó poco tiempo después, cuando fue avistada por algunos transeúntes de las afueras del poblado. Lo curioso era que parecía haber recobrado algunas de sus facultades… y ganado otras.
Tú acompañante y tú se encontrarán con Maritornes de camino a casa. Ella pediría por su difunto y vería en ti su viva imagen, ofreciéndote su corazón, en realidad no el suyo, sino el de alguien más.
- Spoiler:
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Pero los celos de la dama le llevarían a querer matar a quién te acompaña y luego a ti y amenazar con quitarse su vida si no le prometes volver con ella y serle fiel por el resto de sus días y aún más.
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Este es un evento de San Valentín, podrán concursar de a pares. La primer dupla que participe será la que se lleve el premio.
Tienen un máximo de dos posts por persona para sobrellevar la situación. Cada post no puede tener menos de 20 líneas
Thorn
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Re: Amor enfermo [evento]
"Una noche perfecta" Es así como podría catalogar aquel escenario. El cielo se mantenía limpio, sin ninguna nube que ocultara el brillo de sus astros y manchara la clara Luz que iluminaba el prado. La luna en el firmamento se veía reflejada en las apacibles y calmas aguas del lago mientras sus luces parecían emanar chispas vibrantes a través de su superficie. El gentil viento parecía arrastras las esencias de las aromáticas flores que solo abren luego del ocaso, internándose en nuestro olfato de manera sutil sin llegar a ser empalagoso, simplemente el toque exacto.
Nuestras siluetas se fundían entre el listón de luz que iluminaba el manto de la tibia noche mientras caminábamos lentamente entrelazando nuestros dedos sin decir una sola palabra. No era un silencio incomodo. El intercambio de miradas, los gestos y sonrisas que se asomaban constantemente entre nosotros decían todo lo que queríamos expresar. Ni mil palabras habrían sido tan certeras en aquel momento.
Cese mis pasos y di media vuelta para pararme frente a su mirar. Nuestros cabellos brillaban en un mismo tono iluminados por la lluvia plateada de la luna. Los latidos de mi corazón parecían buscar los suyos para lograr así la perfecta sincronía. Mire fijamente los ojos de mi amada mientras las estrellas se reflejaban en aquellas cristalinas y profundas pupilas. La pálida piel en sus mejillas parecía llamarme con el sonar de una intensa y melodiosa voz en cada rincón de mi mente. Levante mi mano tan solo para palpar con la yema de mis dedos aquel lienzo blanco que parecía tener la delicadeza del más fino papel, aquel que tras de si ocultaba la fortaleza y misticismo que tanto me atraían.
- Eco... Mencione el nombre de aquello más valioso para mi, Ella, que se habia convertido en lo más importante, el resplandeciente brillo que daba un sentido en el oscuro sendero de mi vida. Observe durante algunos segundos sus labios, que no dejaban de destilar aquel preciado y más satisfactorio licor, y me acerque para besarlos. Un beso impregnado por el más sincero y puro de mis sentimientos por ella, mi tigresa. Luego de aquel largo beso, me aleje un poco para unir mi frente a la suya y disfrutar enteramente de su ser.
La soledad y paz que imperaban en la zona estaban a punto de desaparecer. Algunos sonidos parecían estar rompiendo el silencio que nos envolvía. La hierva y el césped parecían agitarse, respondían al lento pero firme caminar de tenues pasos que se abrían paso a través de la espesura al rededor del lago. - ¿Escuchas eso? Quizás mi imaginación me estaría gastando una mala broma, por eso debía preguntar. Debía escuchar una segunda opinión.
Habíamos estado caminando durante día, por distintas locaciones y hasta ahora no nos habíamos encontrado con ninguna persona que transitara estos desolados paramos. Por esa razón es que era aun más curioso el hallazgo de esos pasos bajo esta hora y en estos territorios infestados de vampiros. - Shh. Quizás no se percaten de nuestra presencia. Añadí, pero estaría equivocado. Loo que quiera que fuese, parecía estar dirigiéndose hacia nosotros. Solté las manos de mi amada y preste atención de lleno a aquello que se acercaba. El chasquido de pequeñas ramas y el sonido de la hierva se hacia más fuerte y presente. Lo que apareció tras de los arbustos me dejaba confundido y perplejo.
Se trataba de una joven. No una dama común. Sus ropas, aunque todo indicaría que provenían de un buen hogar, poseían un deplorable y casi lamentable aspecto, como si hubiera estado vagando por días, incluso meses. Su cabello maltrecho cubría parcialmente su rostro, pero el espacio entre sus mechones dejaban ver su pálido y perdido mirar. De sus parpados escurría un generoso y amargo llanto mientras musitaba en voz sumamente baja lo que parecía ser un nombre. De repente, al notar nuestra presencia, las lagrimas de la joven terminaron y en sus labios se dibujo una tierna y nostálgica sonrisa. - Ahí estas. Dijo con un extraño y perturbador tono en su hablar.
La chica se acerco hacia nosotros mientras extendía un peculiar paquete que sostenía en sus manos el cual no había notado hasta ahora. Estaba confundido. Su expresión, su ropa... no parecía ser para nada común. La mujer no parecía representar una amenaza para nosotros pero aun así tomaría las precauciones necesarias. - Quiero dártelo. Es solo tuyo. Seguía sin entender las palabras de la joven, pero parecía intentar depositar aquel paquete en mis manos. Mire disimuladamente a Eco buscando alguna respuesta o explicación en ella, pero probablemente se encontraría tan confundida como yo.
Lentamente, quite el listón que envolvía la caja y al abrirlo, encontré una desagradable sorpresa. Ante el impacto, di un par de pasos hacia atrás. - ¿¡Que es eso!? Al terminar la pregunta, deje caer el paquete y su contenido al suelo, no quería sostener esa cosa entre mis manos. La chica se lanzo sin reparos hacia mi y me apreso entre sus brazos. - Es mi corazón el cual te entrego solo a ti. No volverás a irte, no te dejare. Te amo Intentaba quitármela de encima pero era muy difícil. No entendía como esa joven podría poseer tanta fuerza. - ¡Suéltame! Busque nuevamente a mi compañera. Esperaba que ella tuviera la respuesta a esta espeluznante e incomoda situación.
Nuestras siluetas se fundían entre el listón de luz que iluminaba el manto de la tibia noche mientras caminábamos lentamente entrelazando nuestros dedos sin decir una sola palabra. No era un silencio incomodo. El intercambio de miradas, los gestos y sonrisas que se asomaban constantemente entre nosotros decían todo lo que queríamos expresar. Ni mil palabras habrían sido tan certeras en aquel momento.
Cese mis pasos y di media vuelta para pararme frente a su mirar. Nuestros cabellos brillaban en un mismo tono iluminados por la lluvia plateada de la luna. Los latidos de mi corazón parecían buscar los suyos para lograr así la perfecta sincronía. Mire fijamente los ojos de mi amada mientras las estrellas se reflejaban en aquellas cristalinas y profundas pupilas. La pálida piel en sus mejillas parecía llamarme con el sonar de una intensa y melodiosa voz en cada rincón de mi mente. Levante mi mano tan solo para palpar con la yema de mis dedos aquel lienzo blanco que parecía tener la delicadeza del más fino papel, aquel que tras de si ocultaba la fortaleza y misticismo que tanto me atraían.
- Eco... Mencione el nombre de aquello más valioso para mi, Ella, que se habia convertido en lo más importante, el resplandeciente brillo que daba un sentido en el oscuro sendero de mi vida. Observe durante algunos segundos sus labios, que no dejaban de destilar aquel preciado y más satisfactorio licor, y me acerque para besarlos. Un beso impregnado por el más sincero y puro de mis sentimientos por ella, mi tigresa. Luego de aquel largo beso, me aleje un poco para unir mi frente a la suya y disfrutar enteramente de su ser.
La soledad y paz que imperaban en la zona estaban a punto de desaparecer. Algunos sonidos parecían estar rompiendo el silencio que nos envolvía. La hierva y el césped parecían agitarse, respondían al lento pero firme caminar de tenues pasos que se abrían paso a través de la espesura al rededor del lago. - ¿Escuchas eso? Quizás mi imaginación me estaría gastando una mala broma, por eso debía preguntar. Debía escuchar una segunda opinión.
Habíamos estado caminando durante día, por distintas locaciones y hasta ahora no nos habíamos encontrado con ninguna persona que transitara estos desolados paramos. Por esa razón es que era aun más curioso el hallazgo de esos pasos bajo esta hora y en estos territorios infestados de vampiros. - Shh. Quizás no se percaten de nuestra presencia. Añadí, pero estaría equivocado. Loo que quiera que fuese, parecía estar dirigiéndose hacia nosotros. Solté las manos de mi amada y preste atención de lleno a aquello que se acercaba. El chasquido de pequeñas ramas y el sonido de la hierva se hacia más fuerte y presente. Lo que apareció tras de los arbustos me dejaba confundido y perplejo.
Se trataba de una joven. No una dama común. Sus ropas, aunque todo indicaría que provenían de un buen hogar, poseían un deplorable y casi lamentable aspecto, como si hubiera estado vagando por días, incluso meses. Su cabello maltrecho cubría parcialmente su rostro, pero el espacio entre sus mechones dejaban ver su pálido y perdido mirar. De sus parpados escurría un generoso y amargo llanto mientras musitaba en voz sumamente baja lo que parecía ser un nombre. De repente, al notar nuestra presencia, las lagrimas de la joven terminaron y en sus labios se dibujo una tierna y nostálgica sonrisa. - Ahí estas. Dijo con un extraño y perturbador tono en su hablar.
La chica se acerco hacia nosotros mientras extendía un peculiar paquete que sostenía en sus manos el cual no había notado hasta ahora. Estaba confundido. Su expresión, su ropa... no parecía ser para nada común. La mujer no parecía representar una amenaza para nosotros pero aun así tomaría las precauciones necesarias. - Quiero dártelo. Es solo tuyo. Seguía sin entender las palabras de la joven, pero parecía intentar depositar aquel paquete en mis manos. Mire disimuladamente a Eco buscando alguna respuesta o explicación en ella, pero probablemente se encontraría tan confundida como yo.
Lentamente, quite el listón que envolvía la caja y al abrirlo, encontré una desagradable sorpresa. Ante el impacto, di un par de pasos hacia atrás. - ¿¡Que es eso!? Al terminar la pregunta, deje caer el paquete y su contenido al suelo, no quería sostener esa cosa entre mis manos. La chica se lanzo sin reparos hacia mi y me apreso entre sus brazos. - Es mi corazón el cual te entrego solo a ti. No volverás a irte, no te dejare. Te amo Intentaba quitármela de encima pero era muy difícil. No entendía como esa joven podría poseer tanta fuerza. - ¡Suéltame! Busque nuevamente a mi compañera. Esperaba que ella tuviera la respuesta a esta espeluznante e incomoda situación.
Johannes
Aerandiano de honor
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Re: Amor enfermo [evento]
“Pacífico” así podía catalogar nuestro convivir en esos días. Lejos finalmente del tumulto de la ciudad, con el silencio por delante y por detrás, disfrutando finalmente de la compañía de aquél hombre con el que había decidido sellar mi destino. La luna se reflejaba como un foco en las pacíficas aguas del lago y esa imagen hizo que un intenso frío recorriera mi espalda. Mucho tiempo atrás aquél paraje había sido testigo del despertar de una bestia terrible, más Panda, Aredhel y yo habíamos podido salir con bien de aquél fortuito incidente y ahora me encontraba, nuevamente allí, pero con alguien a quien le confiaba mi seguridad, mi vida y mi felicidad.
Caminábamos lentamente, disfrutando de cada uno, de nuestras esencias, nuestros sentidos. Era increíble que sin palabras tuviésemos tanta comunicación y estaba aprendiendo esa nueva arte con el mejor de los maestros. El manto de la oscuridad le sentaba a aquél sigiloso cazador que con el hipnótico mirar de sus ojos me había hechizado. Se detuvo frente a mí, lento, cariñoso… Pronunció mi nombre y dejé escapar un poquito de mi vida a través de un suspiro. Jamás mi nombre me había dado motivo de tanta felicidad y orgullo como hasta esos momentos.
Nos besamos, sintiendo cada parte de nuestros cuerpos en total armonía. Era feliz y eso, me daba miedo. Temía que, habiendo alcanzado ya los límites de los más bellos sentimientos ahora sólo podrían ir en declive, que algo o alguien quisiera interponerse entre nuestro amor o que la mala fortuna que rodeaba su nombre y mi destino nos alcanzara hasta en el más desolado lugar. Le abracé con necesidad cuando reposó su frente con la mía, sintiéndole vivo bajo aquella temible armadura. Cerré los ojos y me concentré en el momento, intentando no pensar en los fantasmas del pasado o las apariciones del futuro, pero al parecer el hado tenía algo más planeado para nuestras personas.
No era extraño encontrarse con viajeros durante el camino, después de todo así había hallado mi sustento casi toda la vida, pero por algún motivo, cuando estaba con Johannes todo se volvía oscuro y misterioso, por lo que generalmente terminábamos siendo atacados. Suspiré y no respondí a sus palabras con la esperanza de que tuviera razón y fuese lo que fuese que estuviese a nuestros alrededores desapareciera como había llegado. Una bendición desde el punto de vista de los humanos era mi vista para ese tipo de situaciones, pero yo no quería ver, no quería buscar por miedo a que mirando, nuestros destinos se uniesen con los de alguien más, pero aquello demostró ser vano.
“Ahí estás” había dicho, viendo a mi amado, ignorando completamente mi presencia, como si le reconociese. Cambié mi mirada entre los dos un par de veces, perpleja, hasta que me di cuenta que Johannes estaba tan sorprendido como yo. Él era un hombre de pocas palabras, pero su cara para mí era como un libro abierto y aunque un pequeño dolor pinchó un nudo en mi pecho por la proximidad de esa desconocida, era obvio que ella había no… menor dicho, estaba pasando por un terrible momento y probablemente le estuviera confundiendo con alguien más. Sin embargo estaba clavada en el piso sin saber qué hacer. Ella me daba lástima, removía en mi interior muchos sentimientos encontrados, probablemente, si me quitaran a Johannes estaría así, pero tampoco quería que se acercara más a él, me daban ganas de apartarla e interponerme entre ellos, hacer que la realidad le golpeara en el rostro y se perdiera en la distancia, pero ahí estaba de nuevo. No podía hacer algo como eso.
Continué siendo una mera espectadora cuando él aceptó el paquete. No entendía por qué lo había hecho, pero mi olfato –literalmente- me decía que no era nada bueno. “Espera” quería haber podido decirle, más de nuevo, ella estaba allí, viéndole como si fuese su última comida, expectante, sonrosada bajo aquellas ropas que habían conocido un mejor tiempo, refugiada tras una cortina de cabellos y desorden pero en el fondo, muy en el fondo, parecía feliz. ¿Qué derecho tenía yo de hacerle algo así a una persona como ella que parecía haber perdido todo? Con no poca curiosidad me aparté un poco y vi el cambio en el semblante de Johannes. A partir de allí las cosas comenzaron a tensarse y comprobé que ella se estaba poniendo difícil y que ya no le era agradable a él la situación cuando él me buscó.
Me aclaré la garganta un par de veces más ella parecía no registrarme del todo y me cabree. A ver, podía ser discriminada por no ser humana, podía ser tratada como escoria o peor que eso, como una esclava, como una mujer del bajo mundo o alguien sin hogar, pero nadie, absolutamente nadie tenía el derecho y el poder de meterse entre Johannes y yo. Me costó un par de latidos tener la voluntad suficiente como para controlar mi fuerza y no dañarla para cuando la despegué de mi hombre. Estaba aferrada a él como una ventosa, la había tomado por la espalda, pero se aferraba con manos y piernas al punto de preocuparme de que también le mordiera para no soltarse y que terminarse lastimándolo, más el hecho de que Johannes nunca dejaba su armadura apaciguó un poco mi corazón y mis celos.
De- ja –lo- dije con el aliento entrecortado y al fin sentí que mi presencia había permeado en su mundo. Ella se soltó de una vez y se quedó quieta, por lo que la liberé y me interpuse entre su cuerpo y el de mi amado. Este es mi hombre, mío y de nadie más, nunca ¿entiendes? pronuncié en alto mis palabras, lenta y claramente aunque sentía que mi voz estaba terriblemente desacompasada del movimiento de mi corazón. Mío volví a decir, cambiando mi vista entre ella y su tétrico regalo que yacía en el piso. Me tranquilizó saber que si iba por mi corazón al menos tendría que lidiar con la armadura, pero jamás jamás llegaría a él. ¡Jamás!.
¡Me traicionas con ella! Maldito infeliz de dos colas, ¡sal de su resguardo y decídete Camilo! exigió golpeando el piso, y sacando de entre sus faldas una daga de temible filo. Di un paso hacia atrás, no quería desenfundar las cimitarras, pero tampoco tenía planeado morir siendo una mártir. Johannes, su nombre es Johannes ¡CAMILO! gritó con desesperación Me juraste fidelidad algún día y ahora ¡de qué me entero! Pero se que ella es la culpable y te liberaré para que vuelvas a mí mi amor. Para que vuelvas a amarme y estar juntos. Me serás fiel, ¿verdad? ¡¿VERDAD?! y al terminar de tirar sus palabras vino hacia mi cuello con su daga a una velocidad poco menos que increíble para su porte.
Caminábamos lentamente, disfrutando de cada uno, de nuestras esencias, nuestros sentidos. Era increíble que sin palabras tuviésemos tanta comunicación y estaba aprendiendo esa nueva arte con el mejor de los maestros. El manto de la oscuridad le sentaba a aquél sigiloso cazador que con el hipnótico mirar de sus ojos me había hechizado. Se detuvo frente a mí, lento, cariñoso… Pronunció mi nombre y dejé escapar un poquito de mi vida a través de un suspiro. Jamás mi nombre me había dado motivo de tanta felicidad y orgullo como hasta esos momentos.
Nos besamos, sintiendo cada parte de nuestros cuerpos en total armonía. Era feliz y eso, me daba miedo. Temía que, habiendo alcanzado ya los límites de los más bellos sentimientos ahora sólo podrían ir en declive, que algo o alguien quisiera interponerse entre nuestro amor o que la mala fortuna que rodeaba su nombre y mi destino nos alcanzara hasta en el más desolado lugar. Le abracé con necesidad cuando reposó su frente con la mía, sintiéndole vivo bajo aquella temible armadura. Cerré los ojos y me concentré en el momento, intentando no pensar en los fantasmas del pasado o las apariciones del futuro, pero al parecer el hado tenía algo más planeado para nuestras personas.
No era extraño encontrarse con viajeros durante el camino, después de todo así había hallado mi sustento casi toda la vida, pero por algún motivo, cuando estaba con Johannes todo se volvía oscuro y misterioso, por lo que generalmente terminábamos siendo atacados. Suspiré y no respondí a sus palabras con la esperanza de que tuviera razón y fuese lo que fuese que estuviese a nuestros alrededores desapareciera como había llegado. Una bendición desde el punto de vista de los humanos era mi vista para ese tipo de situaciones, pero yo no quería ver, no quería buscar por miedo a que mirando, nuestros destinos se uniesen con los de alguien más, pero aquello demostró ser vano.
“Ahí estás” había dicho, viendo a mi amado, ignorando completamente mi presencia, como si le reconociese. Cambié mi mirada entre los dos un par de veces, perpleja, hasta que me di cuenta que Johannes estaba tan sorprendido como yo. Él era un hombre de pocas palabras, pero su cara para mí era como un libro abierto y aunque un pequeño dolor pinchó un nudo en mi pecho por la proximidad de esa desconocida, era obvio que ella había no… menor dicho, estaba pasando por un terrible momento y probablemente le estuviera confundiendo con alguien más. Sin embargo estaba clavada en el piso sin saber qué hacer. Ella me daba lástima, removía en mi interior muchos sentimientos encontrados, probablemente, si me quitaran a Johannes estaría así, pero tampoco quería que se acercara más a él, me daban ganas de apartarla e interponerme entre ellos, hacer que la realidad le golpeara en el rostro y se perdiera en la distancia, pero ahí estaba de nuevo. No podía hacer algo como eso.
Continué siendo una mera espectadora cuando él aceptó el paquete. No entendía por qué lo había hecho, pero mi olfato –literalmente- me decía que no era nada bueno. “Espera” quería haber podido decirle, más de nuevo, ella estaba allí, viéndole como si fuese su última comida, expectante, sonrosada bajo aquellas ropas que habían conocido un mejor tiempo, refugiada tras una cortina de cabellos y desorden pero en el fondo, muy en el fondo, parecía feliz. ¿Qué derecho tenía yo de hacerle algo así a una persona como ella que parecía haber perdido todo? Con no poca curiosidad me aparté un poco y vi el cambio en el semblante de Johannes. A partir de allí las cosas comenzaron a tensarse y comprobé que ella se estaba poniendo difícil y que ya no le era agradable a él la situación cuando él me buscó.
Me aclaré la garganta un par de veces más ella parecía no registrarme del todo y me cabree. A ver, podía ser discriminada por no ser humana, podía ser tratada como escoria o peor que eso, como una esclava, como una mujer del bajo mundo o alguien sin hogar, pero nadie, absolutamente nadie tenía el derecho y el poder de meterse entre Johannes y yo. Me costó un par de latidos tener la voluntad suficiente como para controlar mi fuerza y no dañarla para cuando la despegué de mi hombre. Estaba aferrada a él como una ventosa, la había tomado por la espalda, pero se aferraba con manos y piernas al punto de preocuparme de que también le mordiera para no soltarse y que terminarse lastimándolo, más el hecho de que Johannes nunca dejaba su armadura apaciguó un poco mi corazón y mis celos.
De- ja –lo- dije con el aliento entrecortado y al fin sentí que mi presencia había permeado en su mundo. Ella se soltó de una vez y se quedó quieta, por lo que la liberé y me interpuse entre su cuerpo y el de mi amado. Este es mi hombre, mío y de nadie más, nunca ¿entiendes? pronuncié en alto mis palabras, lenta y claramente aunque sentía que mi voz estaba terriblemente desacompasada del movimiento de mi corazón. Mío volví a decir, cambiando mi vista entre ella y su tétrico regalo que yacía en el piso. Me tranquilizó saber que si iba por mi corazón al menos tendría que lidiar con la armadura, pero jamás jamás llegaría a él. ¡Jamás!.
¡Me traicionas con ella! Maldito infeliz de dos colas, ¡sal de su resguardo y decídete Camilo! exigió golpeando el piso, y sacando de entre sus faldas una daga de temible filo. Di un paso hacia atrás, no quería desenfundar las cimitarras, pero tampoco tenía planeado morir siendo una mártir. Johannes, su nombre es Johannes ¡CAMILO! gritó con desesperación Me juraste fidelidad algún día y ahora ¡de qué me entero! Pero se que ella es la culpable y te liberaré para que vuelvas a mí mi amor. Para que vuelvas a amarme y estar juntos. Me serás fiel, ¿verdad? ¡¿VERDAD?! y al terminar de tirar sus palabras vino hacia mi cuello con su daga a una velocidad poco menos que increíble para su porte.
Eco
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Re: Amor enfermo [evento]
No podía comprender el porque del comportamiento de la joven, mucho menos de donde había salido y si es que había estado deambulando por los alrededores con ese aspecto y en completo solitario. Me estrujaba con fuerza contra su pecho como si se estuviera aforrándose a algo de lo más valioso para ella. Algo que desde hace mucho tiempo no habría tenido la oportunidad de volver a ver. De su boca escapaban largos y profundos suspiros que agitaban mi cabello.
Durante algunos instantes, por mi mente se cruzo la idea de desenfundar alguno de mis cuchillos, hacer una pequeña herida y lograr mi escape, pero todo indicaba que la joven de blancos y desalineados cabellos con aroma a rosas muertas me estaría confundiendo con alguien. No tenia la intención de lastimar a alguien que solo había cometido un gran error, alguien cuyo afecto había sido arrebatado, probablemente por alguna fuerza mayor a cualquiera de sus posibilidades, pero tampoco quería continuar entre sus brazos o pretender que yo era aquel al que ella había estado buscando.
Finalmente comencé a sentir que una fuerza externa actuaba sobre ella y por ende, sobre mi. La chica no parecía estar perdiendo fuerzas, al contrario. La prisión de sus brazos se hacia más intensa a medida que mi amada luchaba por quitármela de encima. Cuando me di cuenta, sus brazos rodeaban mi torso como los anillos de un barril y sus piernas se enroscaban en mi vientre como una enredadera. Eco luchaba encarnizadamente por ganar esta pelea, debía ayudarla. Intente utilizar mis manos para romper su agarre y eche mi cuerpo hacia atrás con el afán de apartarme. Los pequeños instante en los que fui su rehén, parecieron convertirse en largas horas luego de ese esfuerzo. El agarre de la chica cedió. Todo había sido tan repentino, que caí de espaldas contra el suelo. Intente levantarme mientras levantaba la vista. Mi amada se interponía entre la desdichada chica y mi persona.
Las palabras de Eco me dejaban conmovido. Los colores se me subieron al rostro cuando le vi frente a mi, luchando con garras y dientes por aquello que le pertenecía: Mi amor. Tenia un vago conocimiento sobre el territorialismo en los animales, pero en Eco era distinto. Su lado humano se mezclaba con aquel salvaje instinto que poseía y ambos daban forma a su especial personalidad, a ese singular sentido protector que desde siempre había demostrado para mi. Cada palabra que salía de sus labios iba impregnada por una gran firmeza y seguridad, su linda cola se movía al ritmo de sus palabras, como si tuviera vida propia. Ella y yo éramos distintos, pero sabia que solo superficialmente. En el interior, sabíamos con certeza que éramos el uno para el otro. Lo medite por un instante. Ante todo sabría que ella siempre estaría ahí para mi, ya fuera en las buenas o en las malas y yo correspondería a ese puro sentimiento.
Sonreía mientras avanzaba algunos pasos para detenerme al lado de mi amada y tome su mano con firmeza. - Es verdad. Nos pertenecemos mutuamente. Asegure orgullosamente mientras ocultaba el color de mis mejillas entre el algodón de mi bufanda y mi cabello. Esperaba que esa muestra de amor mutuo hicieran reaccionar a la chica y le dejara ver su error, pero parecía que nada podría convencerla. Continuaba aferrada a la extraña idea de que yo era otro sujeto y que respondía a un nombre distinto.
- ¿Camilo? Había dicho ella. - Tal como lo sospechamos. Me esta confundiendo señorita. La joven enamorada busco entre sus ropas de una forma sospechosa y de un momento a otro revelo la posesión de una daga que había estado ocultando entre su vestido. ¿Quien habría sospechado que estaba armada? Pensé. Eco reafirmaba con sus propias palabras, intentando hacer entrar en razón a la joven del corazón roto, pero eso solo parecía irritarla en mayor medida.
Tan pronto como termino de pronunciar las palabras que parecían dirigidas hacia mi, la chica se arrojo con temeridad hacia mi pareja. La velocidad de la chica era casi increíble. Jamás habría esperado que una dama enfundada en un vestido largo poseyera esas habilidades. Sin saber si la dueña de mi corazón estaría preparada para esa agresión, espere hasta el momento adecuado para apartarla del peligro y recibir el tajo de la daga con el uso de mi mano pues no me había dado tiempo para reaccionar en la forma de no comprometer mi seguridad.
Había logrado detener su avance, pero la sangre se escurría entre mi guante. Rápidamente tome la muñeca de la chica con la ayuda de mi mano libre. ¡SUELTAME! debo terminar con esa roba-hombres. La quitare del camino para que puedas volver a estar conmigo y así volveremos a ser felices... solo tú y yo. La mirada en sus ojos parecía desesperada. Las muecas que sus labios dibujaban parecían llenas de dolor e incertidumbre. [i]- Pobre chica. El impacto de perder a la persona que amaba había sido demasiado para ella. - ¿Como es que la defiendes? apártate o tendré tu corazón de una forma u otra.
Mire a Eco por algunos segundos. Si no la hubiera conocido, nada habría cambiado. Continuaría vagando sin rumbo fijo, sin esperanza, sin ninguna razón para mantenerme con vida, pero ahora... Ahora que a su ternura y calidez me había mostrado aquello por lo que realmente vale la pena vivir, por lo que realmente se debe luchar, seria totalmente debastador perderlo todo a manos de aquello que no se puede remediar.
No quería hacerle más daño a la joven. Debía intentarlo una vez más. Intentar llegar a lo más recóndito de su cabeza y buscar un poco de razón. - Como lo ha dicho ella, mi nombre es Johannes. Ella es Eco, a quien decidí otorgar mi corazón. Las fuerzas de la dama parecían comenzar a doblegarme, pero no lo haría hasta que terminara con mi explicación. - Fue una noche parecida a esta. Las luciernagas volaban sobre el agua y nos indicaron el camino, pero era nuestra responsabilidad el darnos cuenta. Entre las luces y el silencio de la noche tuvimos nuestro primer beso, pero lamentablemente, la amargura y el temor me dictaron que debía alejarla.
La mirada asesina de la joven no se alejaba de la tigresa, continuaba forcejeando para alcanzar su cuello con el filo de su daga. - Sin embargo, luego de un nuevo encuentro pude darme cuenta. No era yo quien la alejaba. Era mi pasado, mis demonios y prejuicios los que me habían obligado a hacerlo. Cuando finalmente pude hacer a un lado todos mis temores, mi mente esclareció como el mar luego de una terrible tormenta. Ella como nadie, me acepto sin prejuicios o remordimientos. Nuestro amor se consumo ante el brillo de las velas en una noche mágica. La atención de la joven se vio atraída ante esas ultimas palabras. Su fuerza comenzó a disminuir poco a poco mientras desviaba su mirada hacia mis ojos. - Es así como día a día intentamos forjar nuestro destino juntos. Por favor, no hagas lo mismo que te han hecho a ti.
La chica parecía más tranquila. Pensé que era el momento oportuno para soltarla. Ella abrazo la daga manchada en sangre contra su pecho y giro para darme la espalda. Dio algunos pasos para alejarse y nuevamente el amargo e intenso llanto afloro de entre sus parpados. Era una escena trágica. Al parecer mis palabras lograron tocar un sensible punto en su interior.
Esta era la oportunidad. Estaba lo suficientemente distraída para intentar quitarle la daga de las manos. Me acerque por la espalda lentamente, procurando guardar silencio en cada paso para aproximarme. Sin embargo, la chica seco sus lagrimas y levanto el mentón de nueva cuenta. ... Desgraciado... ¿Como pudiste? Te has mancillado con el sello de esa maldita. Detuve mi avance tan pronto como me fue posible hacerlo.
La joven giro sobre sus talones, pero en esta ocasión no parecía estar dirigiendo su filo hacia alguno de nosotros , si no, a su propio cuello. - No puedo vivir en un mundo donde no eres mío. No puedo aceptar que pertenezcas a alguien más. La chica comenzó a ejercer presión sobre su piel. - Espera, no lo hagas. Replique mientras retrocedía un par de pasos. - Si no quieres que lo haga, entonces póstrate a mis pies y tal como una vez lo hiciste, implora por mi amor. ¡AHORA! La situación se estaba saliendo de control. Tal parece que alguien terminaría en los brazos de la muerte si no hacíamos algo pronto.
Durante algunos instantes, por mi mente se cruzo la idea de desenfundar alguno de mis cuchillos, hacer una pequeña herida y lograr mi escape, pero todo indicaba que la joven de blancos y desalineados cabellos con aroma a rosas muertas me estaría confundiendo con alguien. No tenia la intención de lastimar a alguien que solo había cometido un gran error, alguien cuyo afecto había sido arrebatado, probablemente por alguna fuerza mayor a cualquiera de sus posibilidades, pero tampoco quería continuar entre sus brazos o pretender que yo era aquel al que ella había estado buscando.
Finalmente comencé a sentir que una fuerza externa actuaba sobre ella y por ende, sobre mi. La chica no parecía estar perdiendo fuerzas, al contrario. La prisión de sus brazos se hacia más intensa a medida que mi amada luchaba por quitármela de encima. Cuando me di cuenta, sus brazos rodeaban mi torso como los anillos de un barril y sus piernas se enroscaban en mi vientre como una enredadera. Eco luchaba encarnizadamente por ganar esta pelea, debía ayudarla. Intente utilizar mis manos para romper su agarre y eche mi cuerpo hacia atrás con el afán de apartarme. Los pequeños instante en los que fui su rehén, parecieron convertirse en largas horas luego de ese esfuerzo. El agarre de la chica cedió. Todo había sido tan repentino, que caí de espaldas contra el suelo. Intente levantarme mientras levantaba la vista. Mi amada se interponía entre la desdichada chica y mi persona.
Las palabras de Eco me dejaban conmovido. Los colores se me subieron al rostro cuando le vi frente a mi, luchando con garras y dientes por aquello que le pertenecía: Mi amor. Tenia un vago conocimiento sobre el territorialismo en los animales, pero en Eco era distinto. Su lado humano se mezclaba con aquel salvaje instinto que poseía y ambos daban forma a su especial personalidad, a ese singular sentido protector que desde siempre había demostrado para mi. Cada palabra que salía de sus labios iba impregnada por una gran firmeza y seguridad, su linda cola se movía al ritmo de sus palabras, como si tuviera vida propia. Ella y yo éramos distintos, pero sabia que solo superficialmente. En el interior, sabíamos con certeza que éramos el uno para el otro. Lo medite por un instante. Ante todo sabría que ella siempre estaría ahí para mi, ya fuera en las buenas o en las malas y yo correspondería a ese puro sentimiento.
Sonreía mientras avanzaba algunos pasos para detenerme al lado de mi amada y tome su mano con firmeza. - Es verdad. Nos pertenecemos mutuamente. Asegure orgullosamente mientras ocultaba el color de mis mejillas entre el algodón de mi bufanda y mi cabello. Esperaba que esa muestra de amor mutuo hicieran reaccionar a la chica y le dejara ver su error, pero parecía que nada podría convencerla. Continuaba aferrada a la extraña idea de que yo era otro sujeto y que respondía a un nombre distinto.
- ¿Camilo? Había dicho ella. - Tal como lo sospechamos. Me esta confundiendo señorita. La joven enamorada busco entre sus ropas de una forma sospechosa y de un momento a otro revelo la posesión de una daga que había estado ocultando entre su vestido. ¿Quien habría sospechado que estaba armada? Pensé. Eco reafirmaba con sus propias palabras, intentando hacer entrar en razón a la joven del corazón roto, pero eso solo parecía irritarla en mayor medida.
Tan pronto como termino de pronunciar las palabras que parecían dirigidas hacia mi, la chica se arrojo con temeridad hacia mi pareja. La velocidad de la chica era casi increíble. Jamás habría esperado que una dama enfundada en un vestido largo poseyera esas habilidades. Sin saber si la dueña de mi corazón estaría preparada para esa agresión, espere hasta el momento adecuado para apartarla del peligro y recibir el tajo de la daga con el uso de mi mano pues no me había dado tiempo para reaccionar en la forma de no comprometer mi seguridad.
Había logrado detener su avance, pero la sangre se escurría entre mi guante. Rápidamente tome la muñeca de la chica con la ayuda de mi mano libre. ¡SUELTAME! debo terminar con esa roba-hombres. La quitare del camino para que puedas volver a estar conmigo y así volveremos a ser felices... solo tú y yo. La mirada en sus ojos parecía desesperada. Las muecas que sus labios dibujaban parecían llenas de dolor e incertidumbre. [i]- Pobre chica. El impacto de perder a la persona que amaba había sido demasiado para ella. - ¿Como es que la defiendes? apártate o tendré tu corazón de una forma u otra.
Mire a Eco por algunos segundos. Si no la hubiera conocido, nada habría cambiado. Continuaría vagando sin rumbo fijo, sin esperanza, sin ninguna razón para mantenerme con vida, pero ahora... Ahora que a su ternura y calidez me había mostrado aquello por lo que realmente vale la pena vivir, por lo que realmente se debe luchar, seria totalmente debastador perderlo todo a manos de aquello que no se puede remediar.
No quería hacerle más daño a la joven. Debía intentarlo una vez más. Intentar llegar a lo más recóndito de su cabeza y buscar un poco de razón. - Como lo ha dicho ella, mi nombre es Johannes. Ella es Eco, a quien decidí otorgar mi corazón. Las fuerzas de la dama parecían comenzar a doblegarme, pero no lo haría hasta que terminara con mi explicación. - Fue una noche parecida a esta. Las luciernagas volaban sobre el agua y nos indicaron el camino, pero era nuestra responsabilidad el darnos cuenta. Entre las luces y el silencio de la noche tuvimos nuestro primer beso, pero lamentablemente, la amargura y el temor me dictaron que debía alejarla.
La mirada asesina de la joven no se alejaba de la tigresa, continuaba forcejeando para alcanzar su cuello con el filo de su daga. - Sin embargo, luego de un nuevo encuentro pude darme cuenta. No era yo quien la alejaba. Era mi pasado, mis demonios y prejuicios los que me habían obligado a hacerlo. Cuando finalmente pude hacer a un lado todos mis temores, mi mente esclareció como el mar luego de una terrible tormenta. Ella como nadie, me acepto sin prejuicios o remordimientos. Nuestro amor se consumo ante el brillo de las velas en una noche mágica. La atención de la joven se vio atraída ante esas ultimas palabras. Su fuerza comenzó a disminuir poco a poco mientras desviaba su mirada hacia mis ojos. - Es así como día a día intentamos forjar nuestro destino juntos. Por favor, no hagas lo mismo que te han hecho a ti.
La chica parecía más tranquila. Pensé que era el momento oportuno para soltarla. Ella abrazo la daga manchada en sangre contra su pecho y giro para darme la espalda. Dio algunos pasos para alejarse y nuevamente el amargo e intenso llanto afloro de entre sus parpados. Era una escena trágica. Al parecer mis palabras lograron tocar un sensible punto en su interior.
Esta era la oportunidad. Estaba lo suficientemente distraída para intentar quitarle la daga de las manos. Me acerque por la espalda lentamente, procurando guardar silencio en cada paso para aproximarme. Sin embargo, la chica seco sus lagrimas y levanto el mentón de nueva cuenta. ... Desgraciado... ¿Como pudiste? Te has mancillado con el sello de esa maldita. Detuve mi avance tan pronto como me fue posible hacerlo.
La joven giro sobre sus talones, pero en esta ocasión no parecía estar dirigiendo su filo hacia alguno de nosotros , si no, a su propio cuello. - No puedo vivir en un mundo donde no eres mío. No puedo aceptar que pertenezcas a alguien más. La chica comenzó a ejercer presión sobre su piel. - Espera, no lo hagas. Replique mientras retrocedía un par de pasos. - Si no quieres que lo haga, entonces póstrate a mis pies y tal como una vez lo hiciste, implora por mi amor. ¡AHORA! La situación se estaba saliendo de control. Tal parece que alguien terminaría en los brazos de la muerte si no hacíamos algo pronto.
Johannes
Aerandiano de honor
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Re: Amor enfermo [evento]
Tenía que esperar al momento oportuno para esquivar el ataque, más Johannes se interpuso en el camino de la daga saliendo herido de ese encuentro. Sentí que se me paraban todos los pelos al olfatear la dulzura de su sangre envolviéndonos. Él siempre tenía sus guantes… pero al parecer algo no había funcionado con ellos y ahora mi corazón palpitaba incesante en mis oídos mientras veía el enfrentamiento que se estaba llevando a cabo en mis narices. Mi asesino favorito le ganaba en fuerza, más parecía no querer propasarse con ella, cosa que me intranquilizaba; en momentos como ese era mejor terminar las cosas rápidamente porque de lo contrario podrían ocurrir calamidades.
Escuché con atención las palabras que salían del pecho de Johannes, tan ciertas y puras que podrían ser volcadas en el lago más sucio sin temor a salir manchadas. Entonces me di cuenta que no solo el destino nos había reunido, también nuestra voluntad de amarnos y protegernos, eso nos protegería de esas situaciones. Más tranquila tras esa súbita realización, relajé mi cuerpo, tratando de ver entre líneas algo que me… que nos ayudara a resolver la situación lo antes posible, más al parecer aún no había nada que pudiera hacer.
Finalmente, las palabras de mi querido parecieron hacer efecto en ella y como si se tratase de su propio amado abrazó la daga y se volvió para darnos la espalda. Creí que ella había aceptado la realidad, por lo que me arriesgué a acercarme y ponerme al costado de Johannes, hombro a hombro, le miré a los ojos y luego a su mano, pero al parecer él tenía otras intenciones que estarse quieto o dejarse curar, puesto que se acercó sigilosamente a ella, probablemente para desarmarla. Seguí cada uno de sus movimientos, eran los de un buen asesino. Si él hubiera nacido hombre bestia probablemente sería un muy buen depredador. Me sonrojé por pensar en insensateces en momentos como ese y volví a prestar atención a los eventos que estaban desarrollándose.
Como desenlace a todo ese caos, la mujer no creyó en la inocencia de Johannes e intentó acabar con su vida, pero en lo que el humano retrocedió yo me adelanté y para cuando estuve en su rango de visión era muy tarde; con la facilidad que brinda un ataque sorpresa la tiré al suelo y bloquee su movimiento con mi peso mientras me deshacía de la daga, enviándosela a Panda quién la tomó entre sus fauces con la pericia de un cirujano. Suéltame maldita estúpida roba hombres ordenó mientras luchaba en vano por soltar sus manos de las mías. También intentó patearme y morderme, pero con los mismos resultados. Dime tu nombre le pedí con la voz grave, como si fuese una amenaza. Ella negó con la cabeza y comenzó a reír Já, como si fuera a decírtelo respondió finalmente, cuando me puse más seria, apretando sus muñecas entre mis manos.
¡Panda! ordené y momentáneamente el tigre estaba ocupando mi lugar, con la mujer bajo sus pesadas garras. Me posicioné tras Johannes y le susurré al oído Confía en mi y acto seguido puse la daga en el cuello de él Pues si no me lo dices, tu Camilo morirá ¿acaso no ves que desea volver contigo pero mi hechizo lo mantiene a mi lado?[/i] me estaba jugando el todo por el todo y aún no comprendía de dónde sacaba tripas para hacer todo aquello.
¡Sabía que no valías nada, perra! espetó escupiendo a un lado, incapaz de moverse por la presencia de mi felino amigo. ¿Y bien? pregunté azotando mi cola como si fuera un látigo. Ma… m ama empezó a decir, pero parecía que algo le impedía dar sus credenciales. Maritornes Lavise terminó gritando a todo pulmón y entonces se quedó quieta. Me sorprendió un poco esa actitud, pero aproveché para acercarme a ella por su cabeza y con el más grande de mis cuchillos arrojadizos le corté la larga trenza y los pelos que le nublaban la vista. Entonces tomé su cara entre mis manos y le obligué a mirar mis ojos. Ya no eres más Maritornes Lavise, ahora eres Sagrario Sannack y vivirás para llevar ese nombre ¿entiendes? le pregunté, zarandeando su cabeza como si con eso pudiera hacerle entrar mis ideas.
Con un gesto hice que Panda se apartara de ella y sin demasiado esfuerzo corté y rasgué su vestido para que perdiera la forma que tenía y se le hiciera más fácil moverse. Nuevo nombre, nueva vida. Si alguien pregunta por tú origen dirás que perteneces a Día Sannak y deberás vivir para pagarme tu liberación si es que algún día deseas tener otro nombre. Tomé la daga de ella entre mis manos y me volví para decirle Esto me pertenece, pero ten dije tirando uno de mis cuchillos entre sus piernas y clavándolo allí.
No dije más nada, no tenía la certeza de que estuviera haciéndolo bien, pero al menos había intentado darle una nueva razón para vivir. Sin perder tiempo, abracé a Johannes y le apuré para salir de allí. No te atrevas a separarte de mí jamás ¿de acuerdo? le ordené y ambos sabíamos que la muerte estaba implicada en esas palabras.
Escuché con atención las palabras que salían del pecho de Johannes, tan ciertas y puras que podrían ser volcadas en el lago más sucio sin temor a salir manchadas. Entonces me di cuenta que no solo el destino nos había reunido, también nuestra voluntad de amarnos y protegernos, eso nos protegería de esas situaciones. Más tranquila tras esa súbita realización, relajé mi cuerpo, tratando de ver entre líneas algo que me… que nos ayudara a resolver la situación lo antes posible, más al parecer aún no había nada que pudiera hacer.
Finalmente, las palabras de mi querido parecieron hacer efecto en ella y como si se tratase de su propio amado abrazó la daga y se volvió para darnos la espalda. Creí que ella había aceptado la realidad, por lo que me arriesgué a acercarme y ponerme al costado de Johannes, hombro a hombro, le miré a los ojos y luego a su mano, pero al parecer él tenía otras intenciones que estarse quieto o dejarse curar, puesto que se acercó sigilosamente a ella, probablemente para desarmarla. Seguí cada uno de sus movimientos, eran los de un buen asesino. Si él hubiera nacido hombre bestia probablemente sería un muy buen depredador. Me sonrojé por pensar en insensateces en momentos como ese y volví a prestar atención a los eventos que estaban desarrollándose.
Como desenlace a todo ese caos, la mujer no creyó en la inocencia de Johannes e intentó acabar con su vida, pero en lo que el humano retrocedió yo me adelanté y para cuando estuve en su rango de visión era muy tarde; con la facilidad que brinda un ataque sorpresa la tiré al suelo y bloquee su movimiento con mi peso mientras me deshacía de la daga, enviándosela a Panda quién la tomó entre sus fauces con la pericia de un cirujano. Suéltame maldita estúpida roba hombres ordenó mientras luchaba en vano por soltar sus manos de las mías. También intentó patearme y morderme, pero con los mismos resultados. Dime tu nombre le pedí con la voz grave, como si fuese una amenaza. Ella negó con la cabeza y comenzó a reír Já, como si fuera a decírtelo respondió finalmente, cuando me puse más seria, apretando sus muñecas entre mis manos.
¡Panda! ordené y momentáneamente el tigre estaba ocupando mi lugar, con la mujer bajo sus pesadas garras. Me posicioné tras Johannes y le susurré al oído Confía en mi y acto seguido puse la daga en el cuello de él Pues si no me lo dices, tu Camilo morirá ¿acaso no ves que desea volver contigo pero mi hechizo lo mantiene a mi lado?[/i] me estaba jugando el todo por el todo y aún no comprendía de dónde sacaba tripas para hacer todo aquello.
¡Sabía que no valías nada, perra! espetó escupiendo a un lado, incapaz de moverse por la presencia de mi felino amigo. ¿Y bien? pregunté azotando mi cola como si fuera un látigo. Ma… m ama empezó a decir, pero parecía que algo le impedía dar sus credenciales. Maritornes Lavise terminó gritando a todo pulmón y entonces se quedó quieta. Me sorprendió un poco esa actitud, pero aproveché para acercarme a ella por su cabeza y con el más grande de mis cuchillos arrojadizos le corté la larga trenza y los pelos que le nublaban la vista. Entonces tomé su cara entre mis manos y le obligué a mirar mis ojos. Ya no eres más Maritornes Lavise, ahora eres Sagrario Sannack y vivirás para llevar ese nombre ¿entiendes? le pregunté, zarandeando su cabeza como si con eso pudiera hacerle entrar mis ideas.
Con un gesto hice que Panda se apartara de ella y sin demasiado esfuerzo corté y rasgué su vestido para que perdiera la forma que tenía y se le hiciera más fácil moverse. Nuevo nombre, nueva vida. Si alguien pregunta por tú origen dirás que perteneces a Día Sannak y deberás vivir para pagarme tu liberación si es que algún día deseas tener otro nombre. Tomé la daga de ella entre mis manos y me volví para decirle Esto me pertenece, pero ten dije tirando uno de mis cuchillos entre sus piernas y clavándolo allí.
No dije más nada, no tenía la certeza de que estuviera haciéndolo bien, pero al menos había intentado darle una nueva razón para vivir. Sin perder tiempo, abracé a Johannes y le apuré para salir de allí. No te atrevas a separarte de mí jamás ¿de acuerdo? le ordené y ambos sabíamos que la muerte estaba implicada en esas palabras.
Eco
Honorable
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Re: Amor enfermo [evento]
La dama de blanco observaría sus ropajes rasgados por una nueva arma que arrancaría del suelo antes de apuntarla hacia su estómago, un desagradable espectáculo a quienes le habían humillado de tal modo, mas parecían alejarse sin prestar demasiada atención a su suicidio anual. Con el silencioso andar que la caracterizaba, se movería con gran velocidad hasta plantarse a espaldas de la pareja, siguiéndoles en un profundo silencio y total seriedad. Ahora que le habían abierto los ojos, no se conformaría con un mero acto de clemencia.- No puedo volver a casa... - Diría en un melódico tono de voz que haría que se fundiese su desesperación con la brisa.
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Me agradaron mucho vuestros posts, en todo caso tenéis carta blanca para con la "recompensa".
Recibís:
+5 puntos de exp.
+Maritornes Lavise, que seguirá a Eco a cualquier hilo que inicies a partir de este momento cronológico hasta que le encuentres un hogar en el que esconderla. Te aseguro que su espeluznante presencia te traerá problemas en público. Podéis no obstante, no aceptar el PNJ haciendo un post, pero tendréis que acabar con ella y saquear su cadáver si queréis alguna recompensa. Si aceptases su servidumbre te daría instrucciones para la ficha PNJ.
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Me agradaron mucho vuestros posts, en todo caso tenéis carta blanca para con la "recompensa".
Recibís:
+5 puntos de exp.
+Maritornes Lavise, que seguirá a Eco a cualquier hilo que inicies a partir de este momento cronológico hasta que le encuentres un hogar en el que esconderla. Te aseguro que su espeluznante presencia te traerá problemas en público. Podéis no obstante, no aceptar el PNJ haciendo un post, pero tendréis que acabar con ella y saquear su cadáver si queréis alguna recompensa. Si aceptases su servidumbre te daría instrucciones para la ficha PNJ.
Ger
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