Guia de un mercenario: ¡Cobra siempre primero! [TEMA CERRADO] [Karkaran - Iredia]
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Guia de un mercenario: ¡Cobra siempre primero! [TEMA CERRADO] [Karkaran - Iredia]
- ¿Y como lo conjuras? - Había empezado el mocoso.
Esa era probablemente la decimoquinta vez que trataba, sin éxito, de entender el funcionamiento de lo que era la magia. Pues parecía ser que las respuestas de llamarle en repetidas ocasiones "inútil", "inepto" y "estúpido" por mi parte no eran lo suficientemente desmotivadoras como para que el dejase de formular preguntas.
Iredia, por su parte, parecía divertida en ver como ese niño conseguía muchas veces hacer llegar mi paciencia a limites que desconocía que alcanzaba. Si conseguía distraerlo un rato, llegaríamos a la ciudad, y quizás entonces dejase de acosarme a preguntas.
- La magia... - Empecé por enesima vez. - Es una energia. Hay quien la llama flujo. Este flujo es en realidad una corriente que trasciende por tu cuerpo. Tienes que visualizarla como un deposito o una bota de agua que esta en tu interior. Cuando haces magia, el conjuro que utilices debe usar parte de esa agua que hay en tu bota. Sino, el conjuro falla. Los conjuros, en si, son meras instrucciones que tu les das a esas energías para que funcionen. Si te especializas, las instrucciones son más precisas, pero solo centradas en un punto.
El chico me miro largamente con una cara de subnormal que me hizo suspirar. Me culpe a mi mismo por tratar de hacer entender a ese imbécil lo que era la magia verdadera.
Pero no me preocupe demasiado, tras subir la colina, pude ver las murallas de Baslodia a unos minutos más allá. Sonreí bajo la capa.
- Mira, chico. - Dije señalando a la muralla e interrumpiéndolo ante su futura pregunta. - Ciudad de muertos y de sabios.
El chico miro entonces a la ciudad y sonrió, feliz, adelantándose unos metros y dejándonos unos cuantos pasos atrás a la elfa y a mi. Yo la miré a los ojos, atrapándola en lo que parecía ser un pensamiento dirigido a la ciudad.
- ¿Ocurre algo, ardilla?
Esa era probablemente la decimoquinta vez que trataba, sin éxito, de entender el funcionamiento de lo que era la magia. Pues parecía ser que las respuestas de llamarle en repetidas ocasiones "inútil", "inepto" y "estúpido" por mi parte no eran lo suficientemente desmotivadoras como para que el dejase de formular preguntas.
Iredia, por su parte, parecía divertida en ver como ese niño conseguía muchas veces hacer llegar mi paciencia a limites que desconocía que alcanzaba. Si conseguía distraerlo un rato, llegaríamos a la ciudad, y quizás entonces dejase de acosarme a preguntas.
- La magia... - Empecé por enesima vez. - Es una energia. Hay quien la llama flujo. Este flujo es en realidad una corriente que trasciende por tu cuerpo. Tienes que visualizarla como un deposito o una bota de agua que esta en tu interior. Cuando haces magia, el conjuro que utilices debe usar parte de esa agua que hay en tu bota. Sino, el conjuro falla. Los conjuros, en si, son meras instrucciones que tu les das a esas energías para que funcionen. Si te especializas, las instrucciones son más precisas, pero solo centradas en un punto.
El chico me miro largamente con una cara de subnormal que me hizo suspirar. Me culpe a mi mismo por tratar de hacer entender a ese imbécil lo que era la magia verdadera.
Pero no me preocupe demasiado, tras subir la colina, pude ver las murallas de Baslodia a unos minutos más allá. Sonreí bajo la capa.
- Mira, chico. - Dije señalando a la muralla e interrumpiéndolo ante su futura pregunta. - Ciudad de muertos y de sabios.
El chico miro entonces a la ciudad y sonrió, feliz, adelantándose unos metros y dejándonos unos cuantos pasos atrás a la elfa y a mi. Yo la miré a los ojos, atrapándola en lo que parecía ser un pensamiento dirigido a la ciudad.
- ¿Ocurre algo, ardilla?
Última edición por Karkaran el Dom Oct 08 2017, 23:39, editado 1 vez
Erenair
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Re: Guia de un mercenario: ¡Cobra siempre primero! [TEMA CERRADO] [Karkaran - Iredia]
Iredia caminaba con una media sonrisa mientras veía como maestro y alumno se frustraban mutuamente. El pequeño porque no conseguía entender los entresijos complicados de la magia y pensaba que su maestro realmente quería sabotearle las enseñanzas. El mayor porque seguramente pensaba que su aprendiz era un pedazo de idiota. Iredia pensaba que no les faltaba razón a ninguno de los dos.
Por otro lado, y aunque el espectáculo de aquellos dos era sin duda entretenido, la elfa se hallaba sumisa en algo más parecido al pesar. No se le habían olvidado las palabras de su protector antes de salir de la ciudad. Se hallaba conmovida y tenía unas mariposas estomacales que no entendía cada vez que miraba a su espalda o lo sentía cerca. Haber dejado al caballero allí, en Ulmer, además, le provocaba una sensación de abandono, como si realmente hubiera dejado su deber a medias. No se sentía tranquila y, una vez más, desconocía por qué estaban yendo allí. Tenía que probar a preguntar más y ser menos impulsiva. Aunque tenía que reconocer que no se aburría ni un ápice.
Se quedó mirando embobada la muralla una vez llegaron. Baslodia. Murallas. Iredia se había percatado de que no le gustaban nada las murallas en una ciudad. Le daba una terrible sensación de encierro. En los bosques no solía hacer falta una muralla.
-¿Ocurre algo, ardilla?
La elfa dio un leve respingo al oír al brujo a su lado. Sacudió un poco la cabeza y le tocó gentilmente el brazo.
-Nada.-mintió- Sólo estoy cansada.
Cansada, meditabunda y un poco ansiosa. Pero no podía explicarle a Karkaran los motivos cuando ni ella misma los tenía claros.
La noche había caído sobre los tres aventureros con un frío manto. Aprovechando que entraba un carromato de mercaderes tardíos, los tres consiguieron meterse entre las murallas. La noche parecía activa en aquella zona, pues los mendigos y los sintecho abundaban en las calles. Algunos vendían opiáceos, otros su propio cuerpo. Otros su vida.
-Ey, muchacho... Tienes buenas piernas, ¿necesitas calzado nuevo? Igual un par de sandalias...
Iredia lo agarró del cogote antes de que siquiera se plantease seguirle la corriente al vagabundo.
Un par de vueltas más tarde, llegaron a una posada. La madera crujía y era bastante pequeña, pero tenían sitio para tres. Sólo les quedaban dos habitaciones. La elfa miró a Karkaran enarcando una ceja.
-Duerme con él si quieres, no tengo problema. -así podía desnudarse felizmente a solas.
El crío, en cambio, hizo una mueca.
-¿Roncas? -le preguntó al brujo.
La joven dejó a ambos con su debate y se dio la vuelta, mirando a través de la puerta. Olfateó instintivamente el aire y entrecerró los ojos. La taberna estaba prácticamente vacía, salvo por dos viejetes en la barra. Había algo que no le gustaba, algo fuera de lugar. Demasiados mendigos en la calle y, a la vez, demasiado tranquilo. Demasiado triste. Como si hace poco hubiera ocurrido una desgracia y estuviese todo el mundo con voto de silencio.
-Algo no me cuadra aquí... -musitó, preocupada.
Por otro lado, y aunque el espectáculo de aquellos dos era sin duda entretenido, la elfa se hallaba sumisa en algo más parecido al pesar. No se le habían olvidado las palabras de su protector antes de salir de la ciudad. Se hallaba conmovida y tenía unas mariposas estomacales que no entendía cada vez que miraba a su espalda o lo sentía cerca. Haber dejado al caballero allí, en Ulmer, además, le provocaba una sensación de abandono, como si realmente hubiera dejado su deber a medias. No se sentía tranquila y, una vez más, desconocía por qué estaban yendo allí. Tenía que probar a preguntar más y ser menos impulsiva. Aunque tenía que reconocer que no se aburría ni un ápice.
Se quedó mirando embobada la muralla una vez llegaron. Baslodia. Murallas. Iredia se había percatado de que no le gustaban nada las murallas en una ciudad. Le daba una terrible sensación de encierro. En los bosques no solía hacer falta una muralla.
-¿Ocurre algo, ardilla?
La elfa dio un leve respingo al oír al brujo a su lado. Sacudió un poco la cabeza y le tocó gentilmente el brazo.
-Nada.-mintió- Sólo estoy cansada.
Cansada, meditabunda y un poco ansiosa. Pero no podía explicarle a Karkaran los motivos cuando ni ella misma los tenía claros.
La noche había caído sobre los tres aventureros con un frío manto. Aprovechando que entraba un carromato de mercaderes tardíos, los tres consiguieron meterse entre las murallas. La noche parecía activa en aquella zona, pues los mendigos y los sintecho abundaban en las calles. Algunos vendían opiáceos, otros su propio cuerpo. Otros su vida.
-Ey, muchacho... Tienes buenas piernas, ¿necesitas calzado nuevo? Igual un par de sandalias...
Iredia lo agarró del cogote antes de que siquiera se plantease seguirle la corriente al vagabundo.
Un par de vueltas más tarde, llegaron a una posada. La madera crujía y era bastante pequeña, pero tenían sitio para tres. Sólo les quedaban dos habitaciones. La elfa miró a Karkaran enarcando una ceja.
-Duerme con él si quieres, no tengo problema. -así podía desnudarse felizmente a solas.
El crío, en cambio, hizo una mueca.
-¿Roncas? -le preguntó al brujo.
La joven dejó a ambos con su debate y se dio la vuelta, mirando a través de la puerta. Olfateó instintivamente el aire y entrecerró los ojos. La taberna estaba prácticamente vacía, salvo por dos viejetes en la barra. Había algo que no le gustaba, algo fuera de lugar. Demasiados mendigos en la calle y, a la vez, demasiado tranquilo. Demasiado triste. Como si hace poco hubiera ocurrido una desgracia y estuviese todo el mundo con voto de silencio.
-Algo no me cuadra aquí... -musitó, preocupada.
Iredia
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Re: Guia de un mercenario: ¡Cobra siempre primero! [TEMA CERRADO] [Karkaran - Iredia]
Al entrar en la taberna, me fije en los dos hombrecillos de la barra, únicamente vigilados por el tabernero que limpiaba religiosamente unos platos sueltos con una cara seria y poco amigable.
Agradecí en silencio la falta de ruido típica. Prefería un entorno más agradable.
Cuando subimos, por eso, no pude evitar decepcionarme un poco. En esa ocasión, en cambio, me hubiera gustado compartir lecho con la elfa... Pero por razones diferentes al deber de protegerla.
Esa idea me hizo rascarme la cabeza, frustrado y confuso. Seguía sin tener claro exactamente que quería yo de la elfa. Si pensaba en Anna, seguía con el sentimiento de dolor y el deseo que había hecho que emprendiera ese viaje en busca de poder y conocimientos, pero no podía evitar mirar de reojo a la elfa cuando esta reía. ¿Quería protegerla por deber? ¿Quería acaso proteger esa sonrisa de verdad?
- ¿Roncas? - Preguntó el chico, despertándome del sueño que tenia despierto.
- Apenas duermo, niño. - Dije seco. Mire como la elfa se alejaba hacia su habitacion del primer piso, mirando por la baranda el salón de abajo con los ojos entrecerrados. Si bien era cierto que no había mucho ambiente de alegría, había cierta tensión en el aire, suficientemente notable como para poder cortarla con un un cuchillo.
El mocoso se durmió enseguida, a pierna suelta en una de las camas. Parecía que no había cogido una cama mullida en mucho tiempo. Le mire un segundo mientras, en silencio, me deslizaba hacia el pasillo y me paraba en la puerta de la elfa. Alcé la mano para picar en ella pero la detuve en el aire. Di un suspiro. Me di la vuelta y volví sobre mis pasos hacia mi habitacion compartida con el mocoso.
- ¿En que piensas, Eskol?
Agradecí en silencio la falta de ruido típica. Prefería un entorno más agradable.
Cuando subimos, por eso, no pude evitar decepcionarme un poco. En esa ocasión, en cambio, me hubiera gustado compartir lecho con la elfa... Pero por razones diferentes al deber de protegerla.
Esa idea me hizo rascarme la cabeza, frustrado y confuso. Seguía sin tener claro exactamente que quería yo de la elfa. Si pensaba en Anna, seguía con el sentimiento de dolor y el deseo que había hecho que emprendiera ese viaje en busca de poder y conocimientos, pero no podía evitar mirar de reojo a la elfa cuando esta reía. ¿Quería protegerla por deber? ¿Quería acaso proteger esa sonrisa de verdad?
- ¿Roncas? - Preguntó el chico, despertándome del sueño que tenia despierto.
- Apenas duermo, niño. - Dije seco. Mire como la elfa se alejaba hacia su habitacion del primer piso, mirando por la baranda el salón de abajo con los ojos entrecerrados. Si bien era cierto que no había mucho ambiente de alegría, había cierta tensión en el aire, suficientemente notable como para poder cortarla con un un cuchillo.
El mocoso se durmió enseguida, a pierna suelta en una de las camas. Parecía que no había cogido una cama mullida en mucho tiempo. Le mire un segundo mientras, en silencio, me deslizaba hacia el pasillo y me paraba en la puerta de la elfa. Alcé la mano para picar en ella pero la detuve en el aire. Di un suspiro. Me di la vuelta y volví sobre mis pasos hacia mi habitacion compartida con el mocoso.
- ¿En que piensas, Eskol?
Mientras volvía, vi que esos dos hombres de la barra, seguían ahí sentados, esperando. Me los quede mirando desinteresadamente desde el piso de arriba, completamente ignorado por sus miradas. De pronto, entro una tercera figura que se acerco a ambos, cubierta por una fina capa de aspecto caro. Ellos parecieron tensarse. Me paré a mirar la escena.
- ¿Donde esta vez? - Pregunto el encapuchado que acababa de entrar.
- En el rio, señor. Cerca del gran árbol. Las hemos dejado atadas ahí.
- ¿Han supuesto mucho esfuerzo?
- Apenas, señor. Despues de drogarlas, las hemos podido atar sin problemas.
- ¿Estaran intactas, cierto? Markiel las quiere para el...
Entrecerré los ojos al reconocer ese nombre.
- Nadie las ha tocado, mi señor. Estan en perfecto estado.
- Bien... Mandaré alguien a por ellas.
Sin decir nada más, dejo una bolsa de monedas bastante abultada en la barra, entre ambos hombres.
- Espero con ansias nuestro siguiente negocio...
Y asi, se fue, dejando esos hombres en la barra, mirando lo más hondo de sus vasos. Yo volvi entonces a la habitacion de la elfa y la descubrí desnuda sobre la cama, seguramente dormida hacia unos intantes. Tarde un segundo de más en darme cuenta que no podia deslumbrarme con su desnudez en ese momento, meneé la cabeza y dije:
- Hay que moverse.
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Re: Guia de un mercenario: ¡Cobra siempre primero! [TEMA CERRADO] [Karkaran - Iredia]
Iredia, en cambio, estaba despierta cuando Karkaran entró en la habitación. Efectivamente, desnuda sobre la cama, pero no dormía. En la cama había otro ser.
El gatito moteado estaba triste e Iredia le acariciaba las orejas con pesar. Cuando Karkaran entró, Iredia lo miró y asintió tras su frase.
-Vas a tener que venir conmigo, bichito.
El gatito colorido inclinó la cabeza, como interrogante. Iredia suspiró.
-Y te doy de comer, te lo prometo.
Ya más conforme, el gatete movió la cola y pegó un salto fuera de la cama, fisgoneando los muebles. La elfa puso cara de circunstancias ante su protector.
-Es una larga historia, te la cuento por el camino.
Se vistió, cogió sus armas y fue derecha a salir al lado de su protector. Sin embargo, al oír unas voces, se frenó en seco. El nombre de "Markiel" había sonado en sus oídos.
-Creo que no deberíamos haberlas dejado vivas. Total, ese mocoso va a volver de todas formas.
-A ver, imbécil, tiene que volver porque es el heredero de la mujer de Markiel. ¿No lo ves? -y se oyó un leve porrazo, como un pescozón- Si se deshace del niño, el niño que dará a luz su mujer será el legítimo heredero. Nos viene bien que las niñas estén vivas. Así...- se oyó el filo de dos cuchillos acariciándose- Será más fácil pillarlo.
La elfa se giró hacia el brujo con los ojos violáceos muy abiertos.
-No podemos sacar al crío por la puerta. -le dijo al brujo en susurros- Lo van a ver.
Señaló entonces la ventana de su alcoba. Daba a la parte trasera de la posada y no había nadie.
Para su mala suerte, el crío se había levantado porque no podía conciliar el sueño. Vio a la pareja de pie, vestida completamente. Sin poderse contener, espió por las escaleras y abrió los ojos como platos.
-¡¡HIJOS DE PUTA!!
Los hombres (eran tres), por supuesto, reaccionaron con las espadas en alto.
-¡El mocoso!
Y se fueron a por ellos. Iredia, contra todo pronóstico, se alegró. Esta vez no era ella quien la había liado. Agarró al chico de nuevo de la camisa.
-¡Por la ventana! -y trató de llevárselo a rastras. Ya le pegaría un pescozón después.
- Rushi:
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El gatito moteado estaba triste e Iredia le acariciaba las orejas con pesar. Cuando Karkaran entró, Iredia lo miró y asintió tras su frase.
-Vas a tener que venir conmigo, bichito.
El gatito colorido inclinó la cabeza, como interrogante. Iredia suspiró.
-Y te doy de comer, te lo prometo.
Ya más conforme, el gatete movió la cola y pegó un salto fuera de la cama, fisgoneando los muebles. La elfa puso cara de circunstancias ante su protector.
-Es una larga historia, te la cuento por el camino.
Se vistió, cogió sus armas y fue derecha a salir al lado de su protector. Sin embargo, al oír unas voces, se frenó en seco. El nombre de "Markiel" había sonado en sus oídos.
-Creo que no deberíamos haberlas dejado vivas. Total, ese mocoso va a volver de todas formas.
-A ver, imbécil, tiene que volver porque es el heredero de la mujer de Markiel. ¿No lo ves? -y se oyó un leve porrazo, como un pescozón- Si se deshace del niño, el niño que dará a luz su mujer será el legítimo heredero. Nos viene bien que las niñas estén vivas. Así...- se oyó el filo de dos cuchillos acariciándose- Será más fácil pillarlo.
La elfa se giró hacia el brujo con los ojos violáceos muy abiertos.
-No podemos sacar al crío por la puerta. -le dijo al brujo en susurros- Lo van a ver.
Señaló entonces la ventana de su alcoba. Daba a la parte trasera de la posada y no había nadie.
Para su mala suerte, el crío se había levantado porque no podía conciliar el sueño. Vio a la pareja de pie, vestida completamente. Sin poderse contener, espió por las escaleras y abrió los ojos como platos.
-¡¡HIJOS DE PUTA!!
Los hombres (eran tres), por supuesto, reaccionaron con las espadas en alto.
-¡El mocoso!
Y se fueron a por ellos. Iredia, contra todo pronóstico, se alegró. Esta vez no era ella quien la había liado. Agarró al chico de nuevo de la camisa.
-¡Por la ventana! -y trató de llevárselo a rastras. Ya le pegaría un pescozón después.
Iredia
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Re: Guia de un mercenario: ¡Cobra siempre primero! [TEMA CERRADO] [Karkaran - Iredia]
Miré al gato levantando una sola ceja, preguntando en silencio demasiadas cosas. No había dejado a solas a Iredia como para que atrapara un gato... o eso creía. ¿De donde había salido? Sacudí mi cabeza, tratando de hacerme creer que ya encontraría una explicación a eso más adelante.
Mientras íbamos a buscar al mocoso, la elfa se detuvo a escuchar a esos dos, yo me pare a su lado, pero tenia, sin lugar a dudas, más intenciones de agilizar el paso.
Iba a llamar su atención con un pequeño susurro cerca de su oído cuando la voz del niño rompió esa silenciosa taberna con un potente grito.
- ¡¡HIJOS DE PUTA!!
- ¡El mocoso!
Los tres empezaron a empujarse los unos a los otros para empezar a subir las escaleras. Yo suspire mientras maldecía mil veces a ese estúpido niño por mis adentros.
-¡Por la ventana! - Decía la elfa agarrando al joven mientras lo empujaba hacia su alcoba.
Yo me quede en la subida de las escaleras y arroje una pequeña mesilla que había al lado contra el primero de los hombretones que subían, que había conseguido sacar una porra de hierro de su cinturón. La mesilla cayo contra sus piernas, haciendo que gritara de dolor y cayera, empujando a los tres de nuevo para abajo.
Me giré y corrí a la habitacion de la elfa, donde el niño se apoyaba en el marco de la ventana.
- ¡Pero si nos vamos a destrozar al llegar al suelo!
- ¡Oh, por todos los ...!
Agarré al chico de improvisto y me lo coloqué en el lado, saltando de un sopetón por la ventana mientras el gritaba. Al llegar al suelo, empujé el aire para generar una fuerza contra este y menguar el aterrizaje fuera de un pequeño bote que dimos. Me gire e hice una señal a la elfa para que saltara, que sin dudarlo, saltó y la tomé lo mejor posible entre los brazos. Por suerte para ambos, no pesaba demasiado, sino, hubiera sido bastante patético.
Los hombres nos miraron desde arriba, uno de ellos trato de saltar, cayendo y rompiéndose una pierna. Grito. Yo tome la espada ya tracé un rápido corte que arranco su mandíbula inferior del resto del cráneo. Su grito retumbo en la noche mientras la sangre salpicaba la pared del edifico.
- JODER JODER JODER - Dijo el niño.
- ¡ESE HIJO DE PUTA LE HA ARRANCADO LOS DIENTES! - Dijo otro gritando desde arriba, por encima del ruido de su compañero, que agonizaba agarrandose la boca, ahora abierta para la eternidad.
Me giré hacia la elfa y el niño.
- Llevatelo a la iglesia. - Dije tranquilo aun con la espada fuera. - Nos reuniremos alli.
- ¿Y tu que vas a hacer? - Pregunto el niño mirando de reojo la sangre que goteaba por mi hoja.
- Solo quedan esos dos. Solo ellos saben que estas aquí. Uno no podrá hablar nunca más... - Dije haciendo un gesto con la cabeza al individuo que, poco a poco, se desangraba. - Y ahora hay que arrancar el resto de hierbajos.
Si soné más frió de lo normal, no fue a voluntad. A fin de cuentas, se me había enseñado esto. Había crecido haciendo esto. Matar, saber, matar más... Un asesino no deja de ser un asesino.
Me giré sin decir nada más.
- Te lo dejo a ti, ardillita.
Mientras íbamos a buscar al mocoso, la elfa se detuvo a escuchar a esos dos, yo me pare a su lado, pero tenia, sin lugar a dudas, más intenciones de agilizar el paso.
Iba a llamar su atención con un pequeño susurro cerca de su oído cuando la voz del niño rompió esa silenciosa taberna con un potente grito.
- ¡¡HIJOS DE PUTA!!
- ¡El mocoso!
Los tres empezaron a empujarse los unos a los otros para empezar a subir las escaleras. Yo suspire mientras maldecía mil veces a ese estúpido niño por mis adentros.
-¡Por la ventana! - Decía la elfa agarrando al joven mientras lo empujaba hacia su alcoba.
Yo me quede en la subida de las escaleras y arroje una pequeña mesilla que había al lado contra el primero de los hombretones que subían, que había conseguido sacar una porra de hierro de su cinturón. La mesilla cayo contra sus piernas, haciendo que gritara de dolor y cayera, empujando a los tres de nuevo para abajo.
Me giré y corrí a la habitacion de la elfa, donde el niño se apoyaba en el marco de la ventana.
- ¡Pero si nos vamos a destrozar al llegar al suelo!
- ¡Oh, por todos los ...!
Agarré al chico de improvisto y me lo coloqué en el lado, saltando de un sopetón por la ventana mientras el gritaba. Al llegar al suelo, empujé el aire para generar una fuerza contra este y menguar el aterrizaje fuera de un pequeño bote que dimos. Me gire e hice una señal a la elfa para que saltara, que sin dudarlo, saltó y la tomé lo mejor posible entre los brazos. Por suerte para ambos, no pesaba demasiado, sino, hubiera sido bastante patético.
Los hombres nos miraron desde arriba, uno de ellos trato de saltar, cayendo y rompiéndose una pierna. Grito. Yo tome la espada ya tracé un rápido corte que arranco su mandíbula inferior del resto del cráneo. Su grito retumbo en la noche mientras la sangre salpicaba la pared del edifico.
- JODER JODER JODER - Dijo el niño.
- ¡ESE HIJO DE PUTA LE HA ARRANCADO LOS DIENTES! - Dijo otro gritando desde arriba, por encima del ruido de su compañero, que agonizaba agarrandose la boca, ahora abierta para la eternidad.
Me giré hacia la elfa y el niño.
- Llevatelo a la iglesia. - Dije tranquilo aun con la espada fuera. - Nos reuniremos alli.
- ¿Y tu que vas a hacer? - Pregunto el niño mirando de reojo la sangre que goteaba por mi hoja.
- Solo quedan esos dos. Solo ellos saben que estas aquí. Uno no podrá hablar nunca más... - Dije haciendo un gesto con la cabeza al individuo que, poco a poco, se desangraba. - Y ahora hay que arrancar el resto de hierbajos.
Si soné más frió de lo normal, no fue a voluntad. A fin de cuentas, se me había enseñado esto. Había crecido haciendo esto. Matar, saber, matar más... Un asesino no deja de ser un asesino.
Me giré sin decir nada más.
- Te lo dejo a ti, ardillita.
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Re: Guia de un mercenario: ¡Cobra siempre primero! [TEMA CERRADO] [Karkaran - Iredia]
Qué ganas tenía de darle un pescozón a ese niño. Tenía que dárselo. Urgentemente. Cuando vio que Karkaran saltaba con el crío, suspiró aliviada, pues pensó que se iban a romper los dientes al llegar al suelo. Miró a Rushi y le hizo una seña y este se subió a su hombro. No tuvo mucho tiempo de asegurarse si el gato moteado estaba bien sujeto, pues los tres hombres habían llegado a su cuarto e iban derechitos a atraparla. Su protector le hizo una señal y ella ni lo pensó, saltando al vacío cerrando los ojos y notando como unos brazos la cogían interrumpiendo bruscamente su inminente aterrizaje al suelo.
<<Bien, he adelgazado.>>, fue lo primero que pensó.
La cría de Asski, envidiosamente, se había soltado de su espalda y había aterrizado de pie tan felizmente. Karkaran entonces la bajó al suelo y la elfa, al instante, se puso detrás de él a tiempo para ver cómo uno de los hombres saltaba por la ventana y se daba el porrazo del siglo, rompiéndose las piernas. No pudo evitar estremecerse. Le podía haber pasado a ella o a sus acompañantes perfectamente. Hizo una mueca de dolor cuando vio que Karkaran le cortaba la parte inferior de la mandíbula. Cerró los ojos un instante y apartó la mirada hacia el crío, que observaba al hombre sin mandíbula mientras blasfemaba. Iredia lo rodeó con un brazo y le fue empujando hacia atrás, alejándolo de la escena. Los otros dos hombres mientras "alababan" la maestría de Karkaran cercernando mandíbulas.
Al decirle él que llevase al crío a la iglesia, ella asintió.
-Vamos, pandalah.
Miró un momento a Karkaran mientras éste hablaba sobre extirpar hierbajos. Se preocupó, no porque fuera a pensar que su protector corría peligro. Al revés, casi se compadecía de los otros dos hombres que quedaban vivos. No, le preocupó que encontraba esa pose fría, esa espada en la mano y esa actitud protectora endemoniadamente sexy. Sacudió la cabeza.
<<Ya estás pensando en tonterías.>>
Y, entonces, él le habló.
-Te lo dejo a ti, ardillita.
Iredia le guiñó un ojo.
-Hecho, brujín. -y cogió al crío de nuevo por la pechera- Andando.
-¿Pero cómo le vamos a dejar solo? ¡Que le van a matar! -protestó el niño mientras se lo llevaba Iredia a rastras.
Karkaran podría oír cómo Iredia se rió de esa frase.
-Con esos no tiene ni para empezar.
La elfa buscó con la mirada a Rushi y le hizo un gesto. Éste la siguió, subiéndose a su espalda de nuevo. Se alejaron los tres de allí a toda carrera. La luna estaba alta y llena, las estrellas brillaban claramente en un cielo despejado. Sin duda, habría sido una noche hermosa digna de contemplar si no hubiesen estado demasiado ocupados huyendo.
Cuando ya consiguieron alejarse lo suficiente, pararon en la esquina de una panadería cerrada a tomar el aire. Iredia se asomó por la esquina. Ni un alma. Una vez más, esa tranquilidad sobrenatural que Iredia consideraba un mal presagio. Si el bosque estaba demasiado tranquilo era por dos motivos: o algo aterrador acechaba en las sombras o no había vida en él.
-Teníamos que habernos quedado con Karkaran, si le hubiéramos ayudado, ahora estaríamos preguntán...
PLAF. Una sonora colleja interrumpió la frase del muchacho.
-¿¡Pero por qué has hecho eso, chupahierbas!?
PLAF. Le cayó otra. Cuando el crío fue derecho a encararse con ella, ésta le señaló con un dedo amenazadoramente. El muchacho tragó saliva.
-Cállate y escúchame. Como Kar no vuelva entero, te juro que te arranco las orejas. -el muchacho fue a replicar, pero no le dio tiempo- Tenemos que llegar a la iglesia. Y eres un pedazo de pandalah. ¿Cómo se te ocurre encararte con esos tres tú solo?¿Qué hubiera pasado si no llega a estar Kar ahí?
El muchacho entonces bajó la mirada, molesto. Iredia supo que era consciente de que la había cagado, pues puso la misma cara que ponen los adolescentes cuando sus padres les echan una reprimenda.
-¿Sabes cómo llegar a la iglesia? -le preguntó Iredia al muchacho, más comprensiva.
El muchacho negó con la cabeza, pero entonces Rushi se bajó de su hombro y echó a correr. Iredia lo miró con el ceño fruncido. La cría de Asski entonces se dio la vuelta, mirándolos. Quería que lo siguiesen. Con un gesto y un "vamos", Iredia y el muchacho siguieron al gato moteado, quien los llevó a la iglesia. Una vez allí, volvió a subirse al hombro de Iredia, enrollando la hermosa cola a su cuello. Iredia se quedó embobada mirando la fachada. Era un monumento precioso. Y qué agusto se había quedado tras darle aquellos pescozones al muchacho.
De golpe, se oyó un ruido. Provenía de dentro de la iglesia.
__________________
¡Y empezamos con las tiradas! Para darle emoción, ya sabes. Somos dos y un gato. Veamos nuestra suerte.
-Tirada buena: El ruido lo ha hecho un cura al tropezarse con algo dentro. Cuando los muchachos pasen al interior, los acogerá amablemente. Si es muy buena, nos dará información útil para derrotar a Markiel.
-Tirada neutral: No hay absolutamente nadie. El ruido era un pájaro chocándose con una ventana.
-Tirada mala:Un licántropo nos espera dentro. Nos ha oído y está dando golpes para salir del edificio, pero podremos escapar si tenemos suerte en el siguiente post. Si es muy mala, romperá la puerta al instante y tendremos que salir por patas.
Let´s go
<<Bien, he adelgazado.>>, fue lo primero que pensó.
La cría de Asski, envidiosamente, se había soltado de su espalda y había aterrizado de pie tan felizmente. Karkaran entonces la bajó al suelo y la elfa, al instante, se puso detrás de él a tiempo para ver cómo uno de los hombres saltaba por la ventana y se daba el porrazo del siglo, rompiéndose las piernas. No pudo evitar estremecerse. Le podía haber pasado a ella o a sus acompañantes perfectamente. Hizo una mueca de dolor cuando vio que Karkaran le cortaba la parte inferior de la mandíbula. Cerró los ojos un instante y apartó la mirada hacia el crío, que observaba al hombre sin mandíbula mientras blasfemaba. Iredia lo rodeó con un brazo y le fue empujando hacia atrás, alejándolo de la escena. Los otros dos hombres mientras "alababan" la maestría de Karkaran cercernando mandíbulas.
Al decirle él que llevase al crío a la iglesia, ella asintió.
-Vamos, pandalah.
Miró un momento a Karkaran mientras éste hablaba sobre extirpar hierbajos. Se preocupó, no porque fuera a pensar que su protector corría peligro. Al revés, casi se compadecía de los otros dos hombres que quedaban vivos. No, le preocupó que encontraba esa pose fría, esa espada en la mano y esa actitud protectora endemoniadamente sexy. Sacudió la cabeza.
<<Ya estás pensando en tonterías.>>
Y, entonces, él le habló.
-Te lo dejo a ti, ardillita.
Iredia le guiñó un ojo.
-Hecho, brujín. -y cogió al crío de nuevo por la pechera- Andando.
-¿Pero cómo le vamos a dejar solo? ¡Que le van a matar! -protestó el niño mientras se lo llevaba Iredia a rastras.
Karkaran podría oír cómo Iredia se rió de esa frase.
-Con esos no tiene ni para empezar.
La elfa buscó con la mirada a Rushi y le hizo un gesto. Éste la siguió, subiéndose a su espalda de nuevo. Se alejaron los tres de allí a toda carrera. La luna estaba alta y llena, las estrellas brillaban claramente en un cielo despejado. Sin duda, habría sido una noche hermosa digna de contemplar si no hubiesen estado demasiado ocupados huyendo.
Cuando ya consiguieron alejarse lo suficiente, pararon en la esquina de una panadería cerrada a tomar el aire. Iredia se asomó por la esquina. Ni un alma. Una vez más, esa tranquilidad sobrenatural que Iredia consideraba un mal presagio. Si el bosque estaba demasiado tranquilo era por dos motivos: o algo aterrador acechaba en las sombras o no había vida en él.
-Teníamos que habernos quedado con Karkaran, si le hubiéramos ayudado, ahora estaríamos preguntán...
PLAF. Una sonora colleja interrumpió la frase del muchacho.
-¿¡Pero por qué has hecho eso, chupahierbas!?
PLAF. Le cayó otra. Cuando el crío fue derecho a encararse con ella, ésta le señaló con un dedo amenazadoramente. El muchacho tragó saliva.
-Cállate y escúchame. Como Kar no vuelva entero, te juro que te arranco las orejas. -el muchacho fue a replicar, pero no le dio tiempo- Tenemos que llegar a la iglesia. Y eres un pedazo de pandalah. ¿Cómo se te ocurre encararte con esos tres tú solo?¿Qué hubiera pasado si no llega a estar Kar ahí?
El muchacho entonces bajó la mirada, molesto. Iredia supo que era consciente de que la había cagado, pues puso la misma cara que ponen los adolescentes cuando sus padres les echan una reprimenda.
-¿Sabes cómo llegar a la iglesia? -le preguntó Iredia al muchacho, más comprensiva.
El muchacho negó con la cabeza, pero entonces Rushi se bajó de su hombro y echó a correr. Iredia lo miró con el ceño fruncido. La cría de Asski entonces se dio la vuelta, mirándolos. Quería que lo siguiesen. Con un gesto y un "vamos", Iredia y el muchacho siguieron al gato moteado, quien los llevó a la iglesia. Una vez allí, volvió a subirse al hombro de Iredia, enrollando la hermosa cola a su cuello. Iredia se quedó embobada mirando la fachada. Era un monumento precioso. Y qué agusto se había quedado tras darle aquellos pescozones al muchacho.
De golpe, se oyó un ruido. Provenía de dentro de la iglesia.
__________________
¡Y empezamos con las tiradas! Para darle emoción, ya sabes. Somos dos y un gato. Veamos nuestra suerte.
-Tirada buena: El ruido lo ha hecho un cura al tropezarse con algo dentro. Cuando los muchachos pasen al interior, los acogerá amablemente. Si es muy buena, nos dará información útil para derrotar a Markiel.
-Tirada neutral: No hay absolutamente nadie. El ruido era un pájaro chocándose con una ventana.
-Tirada mala:Un licántropo nos espera dentro. Nos ha oído y está dando golpes para salir del edificio, pero podremos escapar si tenemos suerte en el siguiente post. Si es muy mala, romperá la puerta al instante y tendremos que salir por patas.
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Última edición por Iredia el Miér Jul 19 2017, 17:53, editado 1 vez
Iredia
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Re: Guia de un mercenario: ¡Cobra siempre primero! [TEMA CERRADO] [Karkaran - Iredia]
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Re: Guia de un mercenario: ¡Cobra siempre primero! [TEMA CERRADO] [Karkaran - Iredia]
Miré de reojo las paredes de esa silenciosa taberna, anteriormente con un toque a cedro que le daba elegancia a esa estancia que parecía tan oscura.
Ahora, cubiertas y salpicadas con la sangre de los otros dos, solo aumentaba el aspecto tétrico que tenia.
El ultimo de ellos, se arrastraba hacia la hacha de mano que descansaba unos cuantos metros allá, dejando un fino rastro de sangre que dibujaba lo que ahora era el muñón de su pierna derecha, cortada por la altura del muslo.
Su compañero, el otro que se había quedado arriba, estaba atravesado en la pared con lo que había sido un poderoso impacto contra una mesa, que había roto en miles de trocitos pequeños y astillas que había usado para atravesarle la garganta, el pecho y las extremidades, colgándolo en la pared mientras dibujaba una sangrienta figura similar a una cruz con sus propios brazos y piernas.
Caminé tranquilamente hasta el lado del hacha y la aparte de su mano de una patada. El me miro con el terror absoluto dibujado en el rostro.
Yo lo mire sin mostrar ningún cambio de expresión. Clave rápidamente mi espada en su columna, apuntando justo para introducirla entre las vertebras y atravesar así su estomago también. Gritó. Pensé que lo mejor seria reducir ese sitio a cenizas antes de que alguien viniera para averiguar que ocurría.
Repetí ese gesto de apuñalarlo repetidas veces. Cerca de unas treinta. Haciendo cada corte más lento y profundo, notando su carne abrirse paso limpiamente por mi hoja mientras el charco de rojo carmesí crecía y cada tajo dibujaba una nueva linea que salpicaba hacia todas direcciones. Mi cara, mi ropa, mis manos...
Observé tranquilamente como el brillo de la vida se extinguía de sus ojos. Luego aparte la espada del cadáver y la limpie con sus ropas. La guardé entonces en la funda que descansaba en mi espalda y tome un candil que había en la barra, abriendo la puerta de la taberna y arrojando dentro el candil, que prendió rápidamente junto con todo el alcohol del local, haciendo que unas llamas grandes y altas rascaran el cielo esa noche.
Mientras hacia camino hacia la iglesia, nada más salir del edificio, note la mirada de alguien desde las sombras. Me giré para ver allí, escondida tras un barril, una niña de apenas unos cinco años, que me miraba con el terror en el rostro. Tenia las orejas ligeramente puntiagudas. Era muy probable que se tratase de la hija de una elfa que había acabado en la ciudad... mendigando, como no.
Vestía apenas con unos trapos viejos y bastante sucios. No iba acompañada, y sus cabellos eran de un tono rubio muy claro. Posiblemente, de no haber estado tan sucios, hubieran sido muy bellos de ver volar al viento. Sus ojos, en cambio, tenían un color azul cielo muy limpio y trasparente, totalmente oculto por esa expresión de pánico y horror que se dibujaba al mirarme.
Seguramente la niña ya tenia conciencia por parte de los suyos que los brujos eran unos monstruos.
Supuse que en ese momento ya era capaz de creerlo por ella misma.
La miré largamente un rato. Ella no trato de huir siquiera, presa del miedo.
No quería testigos, de eso estaba seguro...
La niña me miro con el más absoluto pavor.
Ahora, cubiertas y salpicadas con la sangre de los otros dos, solo aumentaba el aspecto tétrico que tenia.
El ultimo de ellos, se arrastraba hacia la hacha de mano que descansaba unos cuantos metros allá, dejando un fino rastro de sangre que dibujaba lo que ahora era el muñón de su pierna derecha, cortada por la altura del muslo.
Su compañero, el otro que se había quedado arriba, estaba atravesado en la pared con lo que había sido un poderoso impacto contra una mesa, que había roto en miles de trocitos pequeños y astillas que había usado para atravesarle la garganta, el pecho y las extremidades, colgándolo en la pared mientras dibujaba una sangrienta figura similar a una cruz con sus propios brazos y piernas.
Caminé tranquilamente hasta el lado del hacha y la aparte de su mano de una patada. El me miro con el terror absoluto dibujado en el rostro.
Yo lo mire sin mostrar ningún cambio de expresión. Clave rápidamente mi espada en su columna, apuntando justo para introducirla entre las vertebras y atravesar así su estomago también. Gritó. Pensé que lo mejor seria reducir ese sitio a cenizas antes de que alguien viniera para averiguar que ocurría.
Repetí ese gesto de apuñalarlo repetidas veces. Cerca de unas treinta. Haciendo cada corte más lento y profundo, notando su carne abrirse paso limpiamente por mi hoja mientras el charco de rojo carmesí crecía y cada tajo dibujaba una nueva linea que salpicaba hacia todas direcciones. Mi cara, mi ropa, mis manos...
Observé tranquilamente como el brillo de la vida se extinguía de sus ojos. Luego aparte la espada del cadáver y la limpie con sus ropas. La guardé entonces en la funda que descansaba en mi espalda y tome un candil que había en la barra, abriendo la puerta de la taberna y arrojando dentro el candil, que prendió rápidamente junto con todo el alcohol del local, haciendo que unas llamas grandes y altas rascaran el cielo esa noche.
Mientras hacia camino hacia la iglesia, nada más salir del edificio, note la mirada de alguien desde las sombras. Me giré para ver allí, escondida tras un barril, una niña de apenas unos cinco años, que me miraba con el terror en el rostro. Tenia las orejas ligeramente puntiagudas. Era muy probable que se tratase de la hija de una elfa que había acabado en la ciudad... mendigando, como no.
Vestía apenas con unos trapos viejos y bastante sucios. No iba acompañada, y sus cabellos eran de un tono rubio muy claro. Posiblemente, de no haber estado tan sucios, hubieran sido muy bellos de ver volar al viento. Sus ojos, en cambio, tenían un color azul cielo muy limpio y trasparente, totalmente oculto por esa expresión de pánico y horror que se dibujaba al mirarme.
Seguramente la niña ya tenia conciencia por parte de los suyos que los brujos eran unos monstruos.
Supuse que en ese momento ya era capaz de creerlo por ella misma.
La miré largamente un rato. Ella no trato de huir siquiera, presa del miedo.
No quería testigos, de eso estaba seguro...
La niña me miro con el más absoluto pavor.
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Re: Guia de un mercenario: ¡Cobra siempre primero! [TEMA CERRADO] [Karkaran - Iredia]
Iredia y el muchacho se quedaron muy quietos. Ese ruido que provenía de la iglesia no les había gustado nada. Sin embargo, Rushi no fue tan temeroso. Se bajó del hombro de Iredia y ronroneó en la puerta.
-¡Bicho!¿Pero qué haces? -le abroncó la elfa.
Pero el gato seguía ronroneando la puerta.
-¿De dónde has sacado a ese gato? -le preguntó el chiquillo.
Iredia tragó saliva. Se libró de contestar, pues un chirrido delató una puerta abriéndose. La cría de Asski miró al interior. Un señor de toga blanca, calvo y viejo como el tiempo, encorvado por el peso de los años salió entonces por la puerta. Como iba encorvado, lo primero que vio fue al gato colorido.
-¡Oh! ¿Y tú qué haces aquí, amiguito? Qué colores tienes, qué bonito eres...
La elfa frunció el ceño. Que no soñase ese hombre con quedarse a su asski. Se adelantó entonces unos pasos y el viejo entonces reparó en ellos.
-¡Ah! De modo que este pequeñajo no venía solo... -Rushi, corroborando sus palabras, se fue a los pies de Iredia a ronronearla las botas- ¿Quiénes sois?
-Soy Oldar. Y he venido a por Markiel.
Iredia se llevó una mano al rostro mientras negaba con la cabeza. No le había dado tiempo a impedir que el muchacho abriese la boca. Aunque, bien pensado, ahora sabía su nombre. Era todo un detalle que hubiera estado bien saber antes. El sacerdote, al oír el nombre de Markiel, abrió los ojos y la boca y empezó a hacer aspavientos.
-¡Insensato! ¿Cómo se te ocurre decir ese nombre en voz alta? Oh, ya sé quién eres. Ay, muchacho, la que te espera. Entrad, entrad, hay oídos en todas partes... -el viejo, con cierta dificultad, se apartó de la puerta para dejarlos pasar.
Oldar fue derecho a aceptar la invitación del sacerdote, pero Iredia le puso una mano en el pecho, instándole a que se detuviera. Miró al cura entrecerrando sus violetas.
-¿Y cómo sabemos que no estás de su parte?
Karkaran estaría muy orgulloso de ella.
-Oh, querida.- sonrió gentil y comprensivo aquel viejo-Soy demasiado mayor para hacer nada. Y mirad a vuestra mascota.
El muchacho y la elfa miraron cómo la cría de asski jugueteaba tranquilamente con uno de los cordones de las botas de Oldar. Desde luego, parecía muy tranquila y contenta.
-Los animales son los primeros en detectar el mal. La naturaleza es sabia. Tú más que nadie deberías saberlo, joven elfa.
Iredia aceptó el pseudoataque con una sonrisa de disculpa. Había pasado tanto tiempo entre muros que había perdido la costumbre de observar la naturaleza, el viento, la lluvia. Ahora que tenía a un animal a su cargo, más que nunca debía escucharla. Miró un momento a su espalda y pudo vislumbrar una columna de humo a lo lejos. Donde estaba la posada. No pudo reprimir una risotada, gesto que hizo que tanto Oldar como el cura la mirasen extrañados.
-Oh, perdonad. Es que falta uno, está viniendo ya.
-¿Y cómo lo sabes? -le espetó el muchacho, escéptico.
La elfa resopló. Empezaba a comprender por qué Karkaran perdía la paciencia con él. Sin hablar, le cogió el rostro y se lo giró hacia la columna de humo. Un brillo de comprensión apareció entonces en los ojos del muchacho.
-Ah...
-Entrad, muchachos. Es mejor que hablemos dentro. -apremió el viejo.
De golpe, parecía más temeroso. Mientras el muchacho entraba, Iredia miró al gato moteado. No estaba segura de si Karkaran sabría llegar hasta ellos, la iglesia no estaba cerca de la posada y le preocupó que se pudiese perder. Se arrodilló y Rushi hizo ademán de subirse a su espalda.
-Espera, pequeñín. Tengo que pedirte algo. -lo cogió en brazos y lo dejó en el suelo. El bicho colorido la miraba, confuso- Temo que Karkaran se pierda. ¿Puedes ir a buscarlo y traerlo aquí? -le pidió mientras le rascaba la cabecita.
Rushi entonces, se irguió sobre sus patas y, captando el mensaje, salió corriendo. Iredia sonrió mientras se metía en la iglesia. Ese bichito era capaz de encontrar cualquier cosa.
-¡Bicho!¿Pero qué haces? -le abroncó la elfa.
Pero el gato seguía ronroneando la puerta.
-¿De dónde has sacado a ese gato? -le preguntó el chiquillo.
Iredia tragó saliva. Se libró de contestar, pues un chirrido delató una puerta abriéndose. La cría de Asski miró al interior. Un señor de toga blanca, calvo y viejo como el tiempo, encorvado por el peso de los años salió entonces por la puerta. Como iba encorvado, lo primero que vio fue al gato colorido.
-¡Oh! ¿Y tú qué haces aquí, amiguito? Qué colores tienes, qué bonito eres...
La elfa frunció el ceño. Que no soñase ese hombre con quedarse a su asski. Se adelantó entonces unos pasos y el viejo entonces reparó en ellos.
-¡Ah! De modo que este pequeñajo no venía solo... -Rushi, corroborando sus palabras, se fue a los pies de Iredia a ronronearla las botas- ¿Quiénes sois?
-Soy Oldar. Y he venido a por Markiel.
Iredia se llevó una mano al rostro mientras negaba con la cabeza. No le había dado tiempo a impedir que el muchacho abriese la boca. Aunque, bien pensado, ahora sabía su nombre. Era todo un detalle que hubiera estado bien saber antes. El sacerdote, al oír el nombre de Markiel, abrió los ojos y la boca y empezó a hacer aspavientos.
-¡Insensato! ¿Cómo se te ocurre decir ese nombre en voz alta? Oh, ya sé quién eres. Ay, muchacho, la que te espera. Entrad, entrad, hay oídos en todas partes... -el viejo, con cierta dificultad, se apartó de la puerta para dejarlos pasar.
Oldar fue derecho a aceptar la invitación del sacerdote, pero Iredia le puso una mano en el pecho, instándole a que se detuviera. Miró al cura entrecerrando sus violetas.
-¿Y cómo sabemos que no estás de su parte?
Karkaran estaría muy orgulloso de ella.
-Oh, querida.- sonrió gentil y comprensivo aquel viejo-Soy demasiado mayor para hacer nada. Y mirad a vuestra mascota.
El muchacho y la elfa miraron cómo la cría de asski jugueteaba tranquilamente con uno de los cordones de las botas de Oldar. Desde luego, parecía muy tranquila y contenta.
-Los animales son los primeros en detectar el mal. La naturaleza es sabia. Tú más que nadie deberías saberlo, joven elfa.
Iredia aceptó el pseudoataque con una sonrisa de disculpa. Había pasado tanto tiempo entre muros que había perdido la costumbre de observar la naturaleza, el viento, la lluvia. Ahora que tenía a un animal a su cargo, más que nunca debía escucharla. Miró un momento a su espalda y pudo vislumbrar una columna de humo a lo lejos. Donde estaba la posada. No pudo reprimir una risotada, gesto que hizo que tanto Oldar como el cura la mirasen extrañados.
-Oh, perdonad. Es que falta uno, está viniendo ya.
-¿Y cómo lo sabes? -le espetó el muchacho, escéptico.
La elfa resopló. Empezaba a comprender por qué Karkaran perdía la paciencia con él. Sin hablar, le cogió el rostro y se lo giró hacia la columna de humo. Un brillo de comprensión apareció entonces en los ojos del muchacho.
-Ah...
-Entrad, muchachos. Es mejor que hablemos dentro. -apremió el viejo.
De golpe, parecía más temeroso. Mientras el muchacho entraba, Iredia miró al gato moteado. No estaba segura de si Karkaran sabría llegar hasta ellos, la iglesia no estaba cerca de la posada y le preocupó que se pudiese perder. Se arrodilló y Rushi hizo ademán de subirse a su espalda.
-Espera, pequeñín. Tengo que pedirte algo. -lo cogió en brazos y lo dejó en el suelo. El bicho colorido la miraba, confuso- Temo que Karkaran se pierda. ¿Puedes ir a buscarlo y traerlo aquí? -le pidió mientras le rascaba la cabecita.
Rushi entonces, se irguió sobre sus patas y, captando el mensaje, salió corriendo. Iredia sonrió mientras se metía en la iglesia. Ese bichito era capaz de encontrar cualquier cosa.
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Re: Guia de un mercenario: ¡Cobra siempre primero! [TEMA CERRADO] [Karkaran - Iredia]
La niña me iba mirando de reojo de vez en cuando mientras la llevaba cogida de la mano.
Yo no hacia ningún comentario. Solamente andaba a su lado mientras al fondo, se oía como las llamas consumían poco a poco ea posada.
En su rostro, aun había algo de miedo, pero como mínimo, parecía que ya no consideraba mi presencia como un peligro inmediato. Su mirada se movía por tres puntos antes de volver la vista el frente. Mi mano tomando la suya, mi espada y mis ojos.
Di un suspiro.
"Me he ablandado mucho durante este tiempo..." Me dije a mi mismo.
De pronto, girando una esquina, apareció el gato con el que antes estaba jugueteando la elfa en la posada. Arrugué la nariz mientras este se acercaba tranquilamente y se me pasaba por los tobillos. Miré al infinito con un suspiro. ¿Que diría Nolan si me viera ahora...?
La niña por eso, miro al gato con unos ojos que parecía que se le iban a salir de las órbitas. Se agacho y empezó a acariciarlo mientras el gato ronroneaba. Yo puse los ojos en blanco.
- Me he convertido en un cuidador de ardillas... - Dije sin más. La niña me miro sin decir nada, pero preguntando en silencio por la mirada. Yo no le di respuesta. En lugar de eso mire al gato. - ¿Donde esta tu dueña?
Este maulló y empezó a hacer camino por donde había venido. Yo empecé a seguirlo. La niña vino tras de mi. Tras un par de calles, llegamos a la iglesia. Allí, antes de entrar, me gire a la niña.
- Te quedaras aquí esta noche hasta que yo te diga que salgas. La ciudad sera peligrosa.
Ella me miro sin decir ni hacer nada.
- ¿Me has entendido?
Asintió.
- Bien...
Luego entramos en la iglesia.
Yo no hacia ningún comentario. Solamente andaba a su lado mientras al fondo, se oía como las llamas consumían poco a poco ea posada.
En su rostro, aun había algo de miedo, pero como mínimo, parecía que ya no consideraba mi presencia como un peligro inmediato. Su mirada se movía por tres puntos antes de volver la vista el frente. Mi mano tomando la suya, mi espada y mis ojos.
Di un suspiro.
"Me he ablandado mucho durante este tiempo..." Me dije a mi mismo.
De pronto, girando una esquina, apareció el gato con el que antes estaba jugueteando la elfa en la posada. Arrugué la nariz mientras este se acercaba tranquilamente y se me pasaba por los tobillos. Miré al infinito con un suspiro. ¿Que diría Nolan si me viera ahora...?
La niña por eso, miro al gato con unos ojos que parecía que se le iban a salir de las órbitas. Se agacho y empezó a acariciarlo mientras el gato ronroneaba. Yo puse los ojos en blanco.
- Me he convertido en un cuidador de ardillas... - Dije sin más. La niña me miro sin decir nada, pero preguntando en silencio por la mirada. Yo no le di respuesta. En lugar de eso mire al gato. - ¿Donde esta tu dueña?
Este maulló y empezó a hacer camino por donde había venido. Yo empecé a seguirlo. La niña vino tras de mi. Tras un par de calles, llegamos a la iglesia. Allí, antes de entrar, me gire a la niña.
- Te quedaras aquí esta noche hasta que yo te diga que salgas. La ciudad sera peligrosa.
Ella me miro sin decir ni hacer nada.
- ¿Me has entendido?
Asintió.
- Bien...
Luego entramos en la iglesia.
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Re: Guia de un mercenario: ¡Cobra siempre primero! [TEMA CERRADO] [Karkaran - Iredia]
-Pues eso.
Estaban sentados alrededor de una mesa pequeña, con una vela en el medio y unos mendrugos de pan y vino que el cura les había dado amablemente. Quedaban unos restos de pollo y un poco de sopa. Esa salita estaba justo detrás de la mesa de ceremonias de la iglesia y parecía ser el lugar donde el cura dormía. Iredia no dejaba de mirar las curiosas estatuas que adornaban su alrededor. Era gente humana con aureolas en el cabello. Le daba más escalofríos que, justo encima de la cama, el cura tenía una estatuilla de un señor con barba clavado por las extremidades en una cruz. ¿Adoraban el sufrimiento?
La voz del sacerdote impidió que siguiera cavilando.
-Markiel está preparando una especie de ritual del plenilunio. Gran parte de su manada participa en él y quiere que estén tus hermanas. Al parecer, necesitan su carne para pedir a los dioses paganos que adoran que el hijo que tu madre lleva en el vientre crezca sano y fuerte. Osea, tu medio hermano.
-¡Entonces, tenemos que impedir ese ritual! No puedo permitir que maten a mis hermanas...
-¿Matarlas?- el cura negó con la cabeza mientras le lanzaba una triste mirada a Oldar- No, muchacho. No las quieren matar. El ritual establece que la noche del plenilunio es una noche mágica, ideal para la concepción. Deben dar sucesores, sangre fuerte para la manada.
Una vez más, aquel brillo de comprensión apareció en los ojos del muchacho. Iredia cerró los ojos unos segundos, mostrando su desagrado ante esa idea. Al parecer, no sólo los humanos pensaban con su miembro viril. El crío, mientras, dio un puñetazo en la mesa, enfadado.
-Pues les voy a arrancar los testículos si las tocan. Me voy ya.
-Muchacho, muchacho. No tan rápido. ¿Por qué te crees que la ciudad está tan en calma? No es tan fácil matar a Markiel. Hasta los vagabundos lo temen y nadie osa salir de noche en luna llena. Si de verdad queréis vencerlo...- se aproximó más a ellos, bajando la voz-Necesitáis un arma de plata que él tiene guardada en su casa. Está maldita,
lo matará.
De golpe, la elfa se incorporó. Algo había empezado a arañar la puerta de la iglesia. Miró un momento al crío y al cura y sacó el cuchillo. Por algún motivo, esa noche tenía los nervios a flor de piel. Salió de la salita. Lo que estuviese afuera, seguía arañando insistentemente. Una vez llegó a la puerta, la abrió de golpe y saltó hacia atrás, apuntando con el cuchillo a quien fuese que estuviese afuera. Rushi, muy contento, pegó un salto y se quedó enganchado a su cinturón, asustando a Iredia. Sin embargo, en cuanto vio quién era el gato, alzó la vista y vio a Karkaran con una cría pequeña de la mano.
-Oh, dioses, lo siento, lo siento, lo siento. -se guardó el cuchillo, mirando a su protector avergonzada, y se colocó el gato en el hombro- Lo lamento. Es que están hablando de... violaciones, noches de luna llena, licántropos asesinos y me he asustado al oíros... Espera, ¿qué?
De golpe, se calló, asimilando por fin el hecho de que el brujo iba dado de la mano de una cría pequeña. Miró al brujo. Miró a la cría. Otra vez al brujo.
-Vale, creo que tenemos que hablar. Están al fondo. -y se apartó para que pasasen al interior.
Iredia no pudo evitar arrodillarse a la altura de la niña cuando ésta pasó por su lado. Ella la miró, primero atemorizada y luego con curiosidad, pues había visto las orejas de la joven. Instintivamente, fue a tocarlas. La elfa se dejó y, contrario a la lógica, su rostro y sus ojos violáceos reflejaron una profunda tristeza, como si ese gesto le hubiese traído recuerdos amargos. La niña, mientras tanto, parecía más confiada. Había encontrado una congénere.
Estaban sentados alrededor de una mesa pequeña, con una vela en el medio y unos mendrugos de pan y vino que el cura les había dado amablemente. Quedaban unos restos de pollo y un poco de sopa. Esa salita estaba justo detrás de la mesa de ceremonias de la iglesia y parecía ser el lugar donde el cura dormía. Iredia no dejaba de mirar las curiosas estatuas que adornaban su alrededor. Era gente humana con aureolas en el cabello. Le daba más escalofríos que, justo encima de la cama, el cura tenía una estatuilla de un señor con barba clavado por las extremidades en una cruz. ¿Adoraban el sufrimiento?
La voz del sacerdote impidió que siguiera cavilando.
-Markiel está preparando una especie de ritual del plenilunio. Gran parte de su manada participa en él y quiere que estén tus hermanas. Al parecer, necesitan su carne para pedir a los dioses paganos que adoran que el hijo que tu madre lleva en el vientre crezca sano y fuerte. Osea, tu medio hermano.
-¡Entonces, tenemos que impedir ese ritual! No puedo permitir que maten a mis hermanas...
-¿Matarlas?- el cura negó con la cabeza mientras le lanzaba una triste mirada a Oldar- No, muchacho. No las quieren matar. El ritual establece que la noche del plenilunio es una noche mágica, ideal para la concepción. Deben dar sucesores, sangre fuerte para la manada.
Una vez más, aquel brillo de comprensión apareció en los ojos del muchacho. Iredia cerró los ojos unos segundos, mostrando su desagrado ante esa idea. Al parecer, no sólo los humanos pensaban con su miembro viril. El crío, mientras, dio un puñetazo en la mesa, enfadado.
-Pues les voy a arrancar los testículos si las tocan. Me voy ya.
-Muchacho, muchacho. No tan rápido. ¿Por qué te crees que la ciudad está tan en calma? No es tan fácil matar a Markiel. Hasta los vagabundos lo temen y nadie osa salir de noche en luna llena. Si de verdad queréis vencerlo...- se aproximó más a ellos, bajando la voz-Necesitáis un arma de plata que él tiene guardada en su casa. Está maldita,
lo matará.
De golpe, la elfa se incorporó. Algo había empezado a arañar la puerta de la iglesia. Miró un momento al crío y al cura y sacó el cuchillo. Por algún motivo, esa noche tenía los nervios a flor de piel. Salió de la salita. Lo que estuviese afuera, seguía arañando insistentemente. Una vez llegó a la puerta, la abrió de golpe y saltó hacia atrás, apuntando con el cuchillo a quien fuese que estuviese afuera. Rushi, muy contento, pegó un salto y se quedó enganchado a su cinturón, asustando a Iredia. Sin embargo, en cuanto vio quién era el gato, alzó la vista y vio a Karkaran con una cría pequeña de la mano.
-Oh, dioses, lo siento, lo siento, lo siento. -se guardó el cuchillo, mirando a su protector avergonzada, y se colocó el gato en el hombro- Lo lamento. Es que están hablando de... violaciones, noches de luna llena, licántropos asesinos y me he asustado al oíros... Espera, ¿qué?
De golpe, se calló, asimilando por fin el hecho de que el brujo iba dado de la mano de una cría pequeña. Miró al brujo. Miró a la cría. Otra vez al brujo.
-Vale, creo que tenemos que hablar. Están al fondo. -y se apartó para que pasasen al interior.
Iredia no pudo evitar arrodillarse a la altura de la niña cuando ésta pasó por su lado. Ella la miró, primero atemorizada y luego con curiosidad, pues había visto las orejas de la joven. Instintivamente, fue a tocarlas. La elfa se dejó y, contrario a la lógica, su rostro y sus ojos violáceos reflejaron una profunda tristeza, como si ese gesto le hubiese traído recuerdos amargos. La niña, mientras tanto, parecía más confiada. Había encontrado una congénere.
Iredia
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Re: Guia de un mercenario: ¡Cobra siempre primero! [TEMA CERRADO] [Karkaran - Iredia]
En lugar de enfadarme por la reacción de la elfa, casi me alegro que enfocara el peligro de esa forma. Al menos, habría más posibilidades de matar a un enemigo que si la abria sonriente y con la apariencia de tener pintada una diana en el pecho.
- No hay mucho que contar... - Dije pasando al lado de la elfa mientras esta se quedaba con la niña.
Avancé en silencio dejando atrás a esas dos mientras buscaba entre las sombras de la iglesia la luz que venia de una puertecilla entreabierta, justo detrás del altar, bajo los grandes cristales de un rosetón. Entré abriendo despacio la puerta, notando dentro el olor a carne cocinada al vapor. El mocoso estaba sentado en un extremo de una mesa redonda de madera, de aspecto pobre.
Al otro lado, un hombrecillo con habito sonreía apaciblemente ante mi presencia.
- Buenas noches, caballero. - Dijo este cerrando los ojos y haciendo una pequeña reverencia.
Solo en este caso, respondí al gesto con una pequeña inclinación de cabeza, sospesando a ese aparentemente inofensivo cura. Decidí en silencio que realmente era inofensivo, por lo que me senté en un taburete y mire al viejo.
- ¿Me pone al día, anciano?
- Pues mira, esta el hijo de puta de Markiel que quiere violar a Clara y a Anabel, porque así tendrán malditos lobos que...
Le cerré la boca de una colleja al crió.
- He dicho "Anciano".
El cura rió ante el gesto y nos miro a ambos.
- Parecéis padre e hijo.
- De ser así, lo habría ahogado en el río hace años... - Dije tranquilo, robando un cacho de pollo que quedaba en la mesa y rompiendo el hueso para quedarme con la materia ennegrecida que había dentro. Empecé a juguetear con ella entre los dedos mientras el niño me miraba con asco. - ¿Alguien me explica eso? - Añadí señalando con el dedo al mocoso, refiriéndome a lo que me había tratado de explicar.
- No hay mucho que contar... - Dije pasando al lado de la elfa mientras esta se quedaba con la niña.
Avancé en silencio dejando atrás a esas dos mientras buscaba entre las sombras de la iglesia la luz que venia de una puertecilla entreabierta, justo detrás del altar, bajo los grandes cristales de un rosetón. Entré abriendo despacio la puerta, notando dentro el olor a carne cocinada al vapor. El mocoso estaba sentado en un extremo de una mesa redonda de madera, de aspecto pobre.
Al otro lado, un hombrecillo con habito sonreía apaciblemente ante mi presencia.
- Buenas noches, caballero. - Dijo este cerrando los ojos y haciendo una pequeña reverencia.
Solo en este caso, respondí al gesto con una pequeña inclinación de cabeza, sospesando a ese aparentemente inofensivo cura. Decidí en silencio que realmente era inofensivo, por lo que me senté en un taburete y mire al viejo.
- ¿Me pone al día, anciano?
- Pues mira, esta el hijo de puta de Markiel que quiere violar a Clara y a Anabel, porque así tendrán malditos lobos que...
Le cerré la boca de una colleja al crió.
- He dicho "Anciano".
El cura rió ante el gesto y nos miro a ambos.
- Parecéis padre e hijo.
- De ser así, lo habría ahogado en el río hace años... - Dije tranquilo, robando un cacho de pollo que quedaba en la mesa y rompiendo el hueso para quedarme con la materia ennegrecida que había dentro. Empecé a juguetear con ella entre los dedos mientras el niño me miraba con asco. - ¿Alguien me explica eso? - Añadí señalando con el dedo al mocoso, refiriéndome a lo que me había tratado de explicar.
Erenair
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Re: Guia de un mercenario: ¡Cobra siempre primero! [TEMA CERRADO] [Karkaran - Iredia]
Iredia se dejó tocar las orejas un rato más hasta que vio que la niña sonreía ligeramente. Ella sonrió también y le cogió una manita. Rushi, mientras, subió al hombro de Iredia.
-Ya no estás sola, pequeña. -le dijo- ¿Dilahen oloru iano?(¿Dónde está tu madre?)
La pequeña no respondió, sino que se limitó a negar con la cabeza, triste. La elfa lo comprendió y asintió.
-Ven, vamos con los demás.
Y le tendió una mano que la pequeña asió tímidamente. Cuando llegó de nuevo, el sacerdote seguía narrándole a Karkaran lo sucedido.
-...y el arma debe estar en su casa. Pero, lamento decirlo, no sé dónde. Debéis tener cuidado aún así, Markiel refugia a su manada en tu casa, muchacho. Estará llena de licántropos. ¡Lauranna! -el viejete se levantó pesadamente y la niña que llevaba la elfa de la mano corrió hacia él, dándole un abrazo.- Oh, pequeña, no deberías estar aquí...
Iredia tragó saliva, intentando contener la emoción.
-Os espero fuera.
La niña se giró hacia ella y se la señaló al viejo.
-Se parece a mamá. -dijo con vocecita dulce.
-Pero no lo es. Lo sabes, ¿verdad, mi niña?
La peque asintió, triste. La elfa, sin querer oír más, salió y los esperó en la puerta de la iglesia. Siempre le ocurría lo mismo cuando estaba con niños pequeños. Le traían recuerdos dolorosos.
-Debéis partir enseguida si queréis rescatar a Clara y a Anabel. Suerte, muchachos. Hoy, pequeña -le dijo a la niña mientras la sentaba en su regazo- no salimos de aquí. ¿Vale?
Y la peque asintió, una vez más.
Iredia, mientras tanto, en la puerta, se asomó por la rendija y vio a dos sombras lejanas. Tuvo un mal presagio, pues parecían mirar en esa dirección. Su gato moteado maulló en su orejita, temeroso. También sospechó lo mismo. Cerró la puerta de la iglesia fuertemente y volvió donde estaban los demás.
-No podemos salir por la puerta principal. -declaró la elfa con voz neutra y seria- Creo que la están vigilando unas sombras lejanas.
-Salid por aquí entonces.- el anciano bajó a la niña al suelo y se fue derecho a la cruz que había sobre su cama. Tocó la zona de los pies y se abrió una compuerta. Les obligaría a ir a gatas.
-Tú primero.- le dijo el crío a Karkaran.
-Ya no estás sola, pequeña. -le dijo- ¿Dilahen oloru iano?(¿Dónde está tu madre?)
La pequeña no respondió, sino que se limitó a negar con la cabeza, triste. La elfa lo comprendió y asintió.
-Ven, vamos con los demás.
Y le tendió una mano que la pequeña asió tímidamente. Cuando llegó de nuevo, el sacerdote seguía narrándole a Karkaran lo sucedido.
-...y el arma debe estar en su casa. Pero, lamento decirlo, no sé dónde. Debéis tener cuidado aún así, Markiel refugia a su manada en tu casa, muchacho. Estará llena de licántropos. ¡Lauranna! -el viejete se levantó pesadamente y la niña que llevaba la elfa de la mano corrió hacia él, dándole un abrazo.- Oh, pequeña, no deberías estar aquí...
Iredia tragó saliva, intentando contener la emoción.
-Os espero fuera.
La niña se giró hacia ella y se la señaló al viejo.
-Se parece a mamá. -dijo con vocecita dulce.
-Pero no lo es. Lo sabes, ¿verdad, mi niña?
La peque asintió, triste. La elfa, sin querer oír más, salió y los esperó en la puerta de la iglesia. Siempre le ocurría lo mismo cuando estaba con niños pequeños. Le traían recuerdos dolorosos.
-Debéis partir enseguida si queréis rescatar a Clara y a Anabel. Suerte, muchachos. Hoy, pequeña -le dijo a la niña mientras la sentaba en su regazo- no salimos de aquí. ¿Vale?
Y la peque asintió, una vez más.
Iredia, mientras tanto, en la puerta, se asomó por la rendija y vio a dos sombras lejanas. Tuvo un mal presagio, pues parecían mirar en esa dirección. Su gato moteado maulló en su orejita, temeroso. También sospechó lo mismo. Cerró la puerta de la iglesia fuertemente y volvió donde estaban los demás.
-No podemos salir por la puerta principal. -declaró la elfa con voz neutra y seria- Creo que la están vigilando unas sombras lejanas.
-Salid por aquí entonces.- el anciano bajó a la niña al suelo y se fue derecho a la cruz que había sobre su cama. Tocó la zona de los pies y se abrió una compuerta. Les obligaría a ir a gatas.
-Tú primero.- le dijo el crío a Karkaran.
Iredia
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Re: Guia de un mercenario: ¡Cobra siempre primero! [TEMA CERRADO] [Karkaran - Iredia]
- Mierda de... - Murmuré mientras me metia por aquella grieta arrastrandome por el suelo.
Olia a cerrado y a humedad, mezclado con el olor del moho y la vieja piedra que cubria las paredes de la iglesia. Seguimos arrastrandonos uno tras otro hasta que llegamos a una bifurcación.
Un camino iba a la derecha. Otro a la izquierda.
– Como odio las iglesias... – Susurré para mi.
Mire a ambos lados y tomé el camino de la izquierda.
– Cuando salgamos de aqui, chico... Te pegaré una paliza.
– ¿Y yo que he hecho?
– Meternos en este ajo...
El pasillo se hacia cada vez más estrecho, obligándonos a todos a avanzar con cautela y con mucho cuidado. Al fondo, se podía divisar la luz del exterior, pero el ruido y el retumbo de ese pequeño corredero era tal que no era imposible saber que diablos había más alla. ¿Algo bueno? ¿Algo malo? Recé a los dioses de la desgracia que, por una vez, se alejaran de mi camino.
Olia a cerrado y a humedad, mezclado con el olor del moho y la vieja piedra que cubria las paredes de la iglesia. Seguimos arrastrandonos uno tras otro hasta que llegamos a una bifurcación.
Un camino iba a la derecha. Otro a la izquierda.
– Como odio las iglesias... – Susurré para mi.
Mire a ambos lados y tomé el camino de la izquierda.
– Cuando salgamos de aqui, chico... Te pegaré una paliza.
– ¿Y yo que he hecho?
– Meternos en este ajo...
El pasillo se hacia cada vez más estrecho, obligándonos a todos a avanzar con cautela y con mucho cuidado. Al fondo, se podía divisar la luz del exterior, pero el ruido y el retumbo de ese pequeño corredero era tal que no era imposible saber que diablos había más alla. ¿Algo bueno? ¿Algo malo? Recé a los dioses de la desgracia que, por una vez, se alejaran de mi camino.
***********RUNAS TIME***********
Bien, al grano:Runa buena / extraordinaria: Camino correcto y sin peligros.
Runa neutral: Camino correcto peeeero con algun que otro lobo.
Runa mala: Camino correcto, pero los lobos nos esperan.
Runa horrible: La boca del lobo...
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Re: Guia de un mercenario: ¡Cobra siempre primero! [TEMA CERRADO] [Karkaran - Iredia]
El miembro 'Karkaran' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Guia de un mercenario: ¡Cobra siempre primero! [TEMA CERRADO] [Karkaran - Iredia]
Ella iba detrás del crío en esa apretada fila del pasadizo. Lo cierto era que estar en ese hueco tan estrecho con el culo del crío delante no era la mejor de las situaciones. Rushi se había bajado de su hombro, quedándose detrás y cerrando la fila. La elfa suspiró. Tenía que haberse colocado detrás del brujo. Las vistas serían mucho mejores.
Sonrió ligeramente mientras ellos dos discutían. En cierto modo, le relajaba oír a gente a su lado. Le daba sensación de cotidianidad en esa situación tan particular.
El pasillo comenzó a estrecharse más en cuanto Karkaran tomó el camino de la izquierda. Su gato, detrás de ella, soltó un maullido quedo. Iredia frunció el ceño. Aún no tenía captado del todo el tono de los maullidos de su recién adquirido asski, pero empezaba a apreciar cuando el pequeño felino tenía miedo.
-Menos mal que somos delgaditos... -comentó con cierta sorna mientras gateaba con dificultad.
Sus ojos violáceos percibieron entonces algo de luz al fondo. Por fin. Un resquicio de aire en ese claustrofóbico lugar. No veía nada por ser la última. Rushi entonces maulló más alto. Iredia volvió a fruncir el ceño, preocupada.
Delante de ellos había una especie de rejilla, fácilmente apartable con la mano. Parecía disimular un desagüe, aunque gracias a los dioses no tenía agua residuales. Fueron a parar a un callejón. Una vez salieron los chicos, Iredia salió también y su felino moteado volvió a saltar a su hombro.
-Por aquí. -les dijo el muchacho.
Él iba primero, dejando al brujo y a la elfa detrás de él. Se le notaba ansioso por llegar a su casa. Pero, al salir del callejón, se cruzaron con dos lobos casi de bruces que justo pasaban por allí en ese momento. Iredia, con un respingo y una exclamación ahogada de asombro, sacó el arco y disparó casi sin apuntar.
_____________________________
Esta será más interesante:
Runa buena:Doy a uno de los lobos en la tripa o en algún punto vital, impidiendo que pueda pelear. Si es muy buena, lo mato de un flechazo.
Runa neutral:Hiero a uno de los lobos, pero puede seguir peleando.
Runa mala(jijijiji): Le doy al crío.. Si es horrible, impido que el crío pueda pelear o moverse. Me toca curarlo.
Eso le pasa por ponerse en medio.
Sonrió ligeramente mientras ellos dos discutían. En cierto modo, le relajaba oír a gente a su lado. Le daba sensación de cotidianidad en esa situación tan particular.
El pasillo comenzó a estrecharse más en cuanto Karkaran tomó el camino de la izquierda. Su gato, detrás de ella, soltó un maullido quedo. Iredia frunció el ceño. Aún no tenía captado del todo el tono de los maullidos de su recién adquirido asski, pero empezaba a apreciar cuando el pequeño felino tenía miedo.
-Menos mal que somos delgaditos... -comentó con cierta sorna mientras gateaba con dificultad.
Sus ojos violáceos percibieron entonces algo de luz al fondo. Por fin. Un resquicio de aire en ese claustrofóbico lugar. No veía nada por ser la última. Rushi entonces maulló más alto. Iredia volvió a fruncir el ceño, preocupada.
Delante de ellos había una especie de rejilla, fácilmente apartable con la mano. Parecía disimular un desagüe, aunque gracias a los dioses no tenía agua residuales. Fueron a parar a un callejón. Una vez salieron los chicos, Iredia salió también y su felino moteado volvió a saltar a su hombro.
-Por aquí. -les dijo el muchacho.
Él iba primero, dejando al brujo y a la elfa detrás de él. Se le notaba ansioso por llegar a su casa. Pero, al salir del callejón, se cruzaron con dos lobos casi de bruces que justo pasaban por allí en ese momento. Iredia, con un respingo y una exclamación ahogada de asombro, sacó el arco y disparó casi sin apuntar.
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Esta será más interesante:
Runa buena:Doy a uno de los lobos en la tripa o en algún punto vital, impidiendo que pueda pelear. Si es muy buena, lo mato de un flechazo.
Runa neutral:Hiero a uno de los lobos, pero puede seguir peleando.
Runa mala(jijijiji): Le doy al crío.. Si es horrible, impido que el crío pueda pelear o moverse. Me toca curarlo.
Eso le pasa por ponerse en medio.
Iredia
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Re: Guia de un mercenario: ¡Cobra siempre primero! [TEMA CERRADO] [Karkaran - Iredia]
El miembro 'Iredia' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: Guia de un mercenario: ¡Cobra siempre primero! [TEMA CERRADO] [Karkaran - Iredia]
Empuje a ambos hacia atrás con una rápida andanada de aire en el mismo momento en que vi la flecha de Iredia impactar en el hombro del primero de los lobos, haciendo que este aullara de dolor y el otro se alertara.
- ¡Corred!
Maldije mientras sacaba la espada de su funda y observaba mi alrededor, buscando posibles fuentes de magia que poder emplear en la batalla.
Me fije en el desagüe y las antorchas de la callé, así que levante el agua y la convine con el fuego de la antorcha, generando así una cortina de vapor y niebla que consiguió camuflar mi posición.
El lobo saltó a un metro de mi, permitiéndome que trazara un corte lateral que rajo parte de su cara, haciendo que se tirara al suelo y gimiera.
El segundo, pero, ya había conseguido recuperar mi posición gracias a su agudizado olfato y saltaba contra mi. No podía conjurar más magia en ese momento, por lo que trate de esquivar sin demasiado éxito la acometida. Su zarpa golpeo mi antebrazo, haciéndome sangrar y soltar mi arma.
- Maldito chucho! - Grité apretando los dientes.
Gire sobre mi mismo y pegué una patada en el lateral del hocico del can, avancé de un brinco y tome la flecha de su hombro, sacándola y clavandosela de nuevo, esta vez, entre las costillas, hacia sus pulmones. Grito y trato de morderme. Repetí el proceso y me aleje de el aun con la flecha en mano.
El lobo se removió un poco y se tambaleo mientras vomitaba sangre y tenia convulsiones mientras, forzadamente, trataba de recuperar su forma humana por la debilidad. No tubo demasiado éxito, pues se quedo a medio camino y parecía más bien un mutante vomitando sangre que no un lobo o un humano.
Busqué rápidamente la espada elfica con la vista, pero no tuve éxito con la búsqueda. Maldije y me centré en el otro lobo.
Solo esperé que tanto la elfa como el crió estuvieran más seguros que yo.
- ¡Corred!
Maldije mientras sacaba la espada de su funda y observaba mi alrededor, buscando posibles fuentes de magia que poder emplear en la batalla.
Me fije en el desagüe y las antorchas de la callé, así que levante el agua y la convine con el fuego de la antorcha, generando así una cortina de vapor y niebla que consiguió camuflar mi posición.
El lobo saltó a un metro de mi, permitiéndome que trazara un corte lateral que rajo parte de su cara, haciendo que se tirara al suelo y gimiera.
El segundo, pero, ya había conseguido recuperar mi posición gracias a su agudizado olfato y saltaba contra mi. No podía conjurar más magia en ese momento, por lo que trate de esquivar sin demasiado éxito la acometida. Su zarpa golpeo mi antebrazo, haciéndome sangrar y soltar mi arma.
- Maldito chucho! - Grité apretando los dientes.
Gire sobre mi mismo y pegué una patada en el lateral del hocico del can, avancé de un brinco y tome la flecha de su hombro, sacándola y clavandosela de nuevo, esta vez, entre las costillas, hacia sus pulmones. Grito y trato de morderme. Repetí el proceso y me aleje de el aun con la flecha en mano.
El lobo se removió un poco y se tambaleo mientras vomitaba sangre y tenia convulsiones mientras, forzadamente, trataba de recuperar su forma humana por la debilidad. No tubo demasiado éxito, pues se quedo a medio camino y parecía más bien un mutante vomitando sangre que no un lobo o un humano.
Busqué rápidamente la espada elfica con la vista, pero no tuve éxito con la búsqueda. Maldije y me centré en el otro lobo.
Solo esperé que tanto la elfa como el crió estuvieran más seguros que yo.
Erenair
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Re: Guia de un mercenario: ¡Cobra siempre primero! [TEMA CERRADO] [Karkaran - Iredia]
Sintió aquella ventisca justo al soltar la flecha. Y menos mal, quizás un segundo más tarde se hubiera desviado hacia el crío. Por suerte para todos, consiguió herir al lobo en un hombro. Algo era algo. Miró a su alrededor. obviamente ignorando la orden de su protector acerca de correr. Sin embargo, sí que azuzó al crío a salir de allí.
-Vete por allí y ocúltate ¡Rushi! -el felino moteado se bajó al suelo de un salto mientras la elfa cargaba otra flecha- Idos los dos. ¡Vamos!
Rushi, en cambio, se quedó mirando a la elfa y al crío, dubitativo. No parecía querer dejar a la elfa allí.
-¡Pero yo puedo luchar! -protestó el muchacho.
La elfa le dirigió una mirada furibunda.
-Tienes que estar vivo para salvar a tu familia. ¡Lárgate!
Justo en ese momento fue cuando uno de los lobos hirió a Karkaran en el antebrazo, haciendo que soltase la espada élfica que le regalaron en su poblado. La espada había caído atrás, a unos pocos pasos de ella. Si cogía carrerilla y se lanzaba al suelo, la podía coger perfectamente. Entonces, volvió su mirada al lobo libre que quedaba. Un lobo que estaba clavando sus ojos fieros y amarillos sobre ella y se acercaba despacio, acechando y tratando de acorralarla. Sin dudar, apuntó una flecha directamente a su cabeza.
El lobo saltó. Iredia disparó. La flecha falló, chocando contra la pared y cayendo al suelo, y la elfa se agachó para esquivar al lobo, que le pasó a dos milímetros de su cabeza. El muy maldito cayó de pie, se dio la vuelta como una exhalación y, con un ladrido furioso, saltó de nuevo contra Iredia. Ésta miró un segundo la espada y, sin pensar mucho en lo que hacía, saltó hacia un lado, esquivando de nuevo al lobo y lanzándose hacia el arma. El lobo cayó exactamente donde había estado la elfa un segundo antes. La elfa, por otro lado, cayó justo al lado de la espada.
El animal, una última vez, se abalanzó sobre Iredia, aprovechando que la muchacha estaba en el suelo. Esta cogió la espada en el último segundo. El lobo cayó sobre ella con todo su peso y la elfa lanzó un grito ahogado.
Por un momento, se hizo un silencio mortal. La bruma que Karkaran había conjurado poco a poco se disiparía, dejando al descubierto una imagen perturbadora. El lobo yacía sobre la elfa, aplastándola, con las piernas y los brazos semitransformados en humanos de nuevo, como el otro lobo. Iredia tenía el rostro y el vientre cubiertos de sangre. Los ojos violáceos de ella miraban fijamente el rostro del animal, a un milímetro del suyo. El filo de la espada élfica sobresalía de la espalda de aquel bicho enorme.
-Quita... melo... por... fa -tartamudeó mientras trataba de moverse debajo de esa mole de pelo y grasa.
Aquel comentario corroboró que la elfa estaba bien.
-Vete por allí y ocúltate ¡Rushi! -el felino moteado se bajó al suelo de un salto mientras la elfa cargaba otra flecha- Idos los dos. ¡Vamos!
Rushi, en cambio, se quedó mirando a la elfa y al crío, dubitativo. No parecía querer dejar a la elfa allí.
-¡Pero yo puedo luchar! -protestó el muchacho.
La elfa le dirigió una mirada furibunda.
-Tienes que estar vivo para salvar a tu familia. ¡Lárgate!
Justo en ese momento fue cuando uno de los lobos hirió a Karkaran en el antebrazo, haciendo que soltase la espada élfica que le regalaron en su poblado. La espada había caído atrás, a unos pocos pasos de ella. Si cogía carrerilla y se lanzaba al suelo, la podía coger perfectamente. Entonces, volvió su mirada al lobo libre que quedaba. Un lobo que estaba clavando sus ojos fieros y amarillos sobre ella y se acercaba despacio, acechando y tratando de acorralarla. Sin dudar, apuntó una flecha directamente a su cabeza.
El lobo saltó. Iredia disparó. La flecha falló, chocando contra la pared y cayendo al suelo, y la elfa se agachó para esquivar al lobo, que le pasó a dos milímetros de su cabeza. El muy maldito cayó de pie, se dio la vuelta como una exhalación y, con un ladrido furioso, saltó de nuevo contra Iredia. Ésta miró un segundo la espada y, sin pensar mucho en lo que hacía, saltó hacia un lado, esquivando de nuevo al lobo y lanzándose hacia el arma. El lobo cayó exactamente donde había estado la elfa un segundo antes. La elfa, por otro lado, cayó justo al lado de la espada.
El animal, una última vez, se abalanzó sobre Iredia, aprovechando que la muchacha estaba en el suelo. Esta cogió la espada en el último segundo. El lobo cayó sobre ella con todo su peso y la elfa lanzó un grito ahogado.
Por un momento, se hizo un silencio mortal. La bruma que Karkaran había conjurado poco a poco se disiparía, dejando al descubierto una imagen perturbadora. El lobo yacía sobre la elfa, aplastándola, con las piernas y los brazos semitransformados en humanos de nuevo, como el otro lobo. Iredia tenía el rostro y el vientre cubiertos de sangre. Los ojos violáceos de ella miraban fijamente el rostro del animal, a un milímetro del suyo. El filo de la espada élfica sobresalía de la espalda de aquel bicho enorme.
-Quita... melo... por... fa -tartamudeó mientras trataba de moverse debajo de esa mole de pelo y grasa.
Aquel comentario corroboró que la elfa estaba bien.
Iredia
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Re: Guia de un mercenario: ¡Cobra siempre primero! [TEMA CERRADO] [Karkaran - Iredia]
Miré alrededor para ver como, entre aterrado y sorprendido, el segundo de los chuchos saltaba contra la elfa a la par que ella alzaba en alto la espada elfica.
Vi como la punta de esta asomaba por la espalda de la criatura, pero me quede callado observando el inerte cuerpo hasta que oí la voz de la elfa viniendo de allí.
-Quita... melo... por... fa.
Di un suspiro largo. Me acerqué sin demasiadas prisas y me asomé para ver a la elfa aplastada de cintura para abajo, mirándome suplicante.
- Ardilla... - Dije apretando un poco más el cuerpo del licantropo contra ella. - Recuerdame por favor el significado de "Corred".
Ella se estaba poniendo un poco roja y sudorosa, pero aun podía respirar. Yo aparté con algo de esfuerzo el lobo para que saliera arrastrándose por un lado. Cuando estuvo de pie, agarré una de sus sagradas orejas y le pegué un tirón.
- Si no quieres que me planteé seriamente cortarte una de estas mientras duermas, te sugiero que hagas referencia al titulo de "Protector" como alguien que te debe proteger. Como te vea volver a saltar al combate sobre algo así...
Dejé la amenaza en el aire. Se me ocurrían varias torturas. Muchas de ellas, algo eroticas. Pero no las quise manifestar. Seguro que ya tendría ocasión de realizarlas.
Solté su oreja y me puse a mirar alrededor, buscando al niño con la mirada.
- ¿Donde coño esta el mocoso?
Vi como la punta de esta asomaba por la espalda de la criatura, pero me quede callado observando el inerte cuerpo hasta que oí la voz de la elfa viniendo de allí.
-Quita... melo... por... fa.
Di un suspiro largo. Me acerqué sin demasiadas prisas y me asomé para ver a la elfa aplastada de cintura para abajo, mirándome suplicante.
- Ardilla... - Dije apretando un poco más el cuerpo del licantropo contra ella. - Recuerdame por favor el significado de "Corred".
Ella se estaba poniendo un poco roja y sudorosa, pero aun podía respirar. Yo aparté con algo de esfuerzo el lobo para que saliera arrastrándose por un lado. Cuando estuvo de pie, agarré una de sus sagradas orejas y le pegué un tirón.
- Si no quieres que me planteé seriamente cortarte una de estas mientras duermas, te sugiero que hagas referencia al titulo de "Protector" como alguien que te debe proteger. Como te vea volver a saltar al combate sobre algo así...
Dejé la amenaza en el aire. Se me ocurrían varias torturas. Muchas de ellas, algo eroticas. Pero no las quise manifestar. Seguro que ya tendría ocasión de realizarlas.
Solté su oreja y me puse a mirar alrededor, buscando al niño con la mirada.
- ¿Donde coño esta el mocoso?
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Re: Guia de un mercenario: ¡Cobra siempre primero! [TEMA CERRADO] [Karkaran - Iredia]
Se acordó de toda la familia y de los antepasados de su protector cuando éste, en vez de ayudarla, apretó el cuerpo del licántropo contra ella mientras le instaba a recordar el significado de "corred".
-Es que... no... hablo... bien el... común... -resopló con mucha ironía mientras lo miraba iracunda y se ponía roja como un tomate, a juego con su pelo.
Al fin, decidió ayudarla con el cuerpo y pudo rodar a un lado y levantarse, sacudiéndose las ropas y limpiándose la sangre con una manga. No le duró casi nada ese mini momento de paz, pues al instante Karkaran cogió una de sus preciadas orejas dándole un poderoso y molesto tirón.
-Ay, ay, ay, ay, ¡ay! -protestó de seguido mientras él expresaba su amenaza.
Rabiosa, aprovechando que él la tenía cogida de la manga, agarró su bufanda negra, lo atrajo hacia sí y le dio un mordisco fuerte en una de sus mejillas.
-Te he quitado un lobo de encima y lo he matado. De nada. Brulë -le insultó en élfico, esta vez refiriéndose a él como "mamón".
Cuando la soltó, se frotó la oreja dolorida con visible disgusto.
-Me creería más esa amenaza si no supiera que, de vez en cuando, me miras el culo. -le espetó, con una mezcla de rencor y burla. Realmente, no tenía ni idea de si le miraba el culo o no, pero estaba molesta por el tirón de orejas y quería hacerse valer. Estúpidamente, por supuesto. Que tuviera un culo precioso no le quitaba valor al hecho de que casi la matan por imprudente. Algo que no reconocería en voz alta.
Miró alrededor, haciéndose la misma pregunta de su protector. La calle parecía vacía, aparentemente.
-Se fueron por allí... -comentó la joven, con tono preocupado.
Avanzó unos pasos, entrecerró los ojos y escrutó la penumbra y el silencio. De golpe, abrió los ojos como platos y soltó una carcajada. Había visto un lindo piececito detrás de una caja al fondo, en una de las bifurcaciones, detrás de unos contenedores. El muchacho había calculado mal y no se había dado cuenta de que él era más largo que el contenedor en cuestión del que se quería ocultar.
-Allí. -le señaló a Karkaran el pie, divertida. Luego, le miró con una chispa de picardía- ¿Le damos un susto?
No se percató de que quizás el brujo no poseía una visión tan profunda en la penumbra. Ella seguía pensando que, si lo veía ella, lo podía ver él.
-Es que... no... hablo... bien el... común... -resopló con mucha ironía mientras lo miraba iracunda y se ponía roja como un tomate, a juego con su pelo.
Al fin, decidió ayudarla con el cuerpo y pudo rodar a un lado y levantarse, sacudiéndose las ropas y limpiándose la sangre con una manga. No le duró casi nada ese mini momento de paz, pues al instante Karkaran cogió una de sus preciadas orejas dándole un poderoso y molesto tirón.
-Ay, ay, ay, ay, ¡ay! -protestó de seguido mientras él expresaba su amenaza.
Rabiosa, aprovechando que él la tenía cogida de la manga, agarró su bufanda negra, lo atrajo hacia sí y le dio un mordisco fuerte en una de sus mejillas.
-Te he quitado un lobo de encima y lo he matado. De nada. Brulë -le insultó en élfico, esta vez refiriéndose a él como "mamón".
Cuando la soltó, se frotó la oreja dolorida con visible disgusto.
-Me creería más esa amenaza si no supiera que, de vez en cuando, me miras el culo. -le espetó, con una mezcla de rencor y burla. Realmente, no tenía ni idea de si le miraba el culo o no, pero estaba molesta por el tirón de orejas y quería hacerse valer. Estúpidamente, por supuesto. Que tuviera un culo precioso no le quitaba valor al hecho de que casi la matan por imprudente. Algo que no reconocería en voz alta.
Miró alrededor, haciéndose la misma pregunta de su protector. La calle parecía vacía, aparentemente.
-Se fueron por allí... -comentó la joven, con tono preocupado.
Avanzó unos pasos, entrecerró los ojos y escrutó la penumbra y el silencio. De golpe, abrió los ojos como platos y soltó una carcajada. Había visto un lindo piececito detrás de una caja al fondo, en una de las bifurcaciones, detrás de unos contenedores. El muchacho había calculado mal y no se había dado cuenta de que él era más largo que el contenedor en cuestión del que se quería ocultar.
-Allí. -le señaló a Karkaran el pie, divertida. Luego, le miró con una chispa de picardía- ¿Le damos un susto?
No se percató de que quizás el brujo no poseía una visión tan profunda en la penumbra. Ella seguía pensando que, si lo veía ella, lo podía ver él.
Iredia
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Re: Guia de un mercenario: ¡Cobra siempre primero! [TEMA CERRADO] [Karkaran - Iredia]
Me limpie con la manga las babas de la elfa en mi mejilla, aun mirándola de reojo y dudando de si darle o no un capón que, sin lugar a dudas, tenia ganado. Pero esta le sorprendió con un comentario no para nada equivoco.
-Me creería más esa amenaza si no supiera que, de vez en cuando, me miras el culo.
Me encogí de hombros en silencio por respuesta. Dude que realmente la elfa se hubiera percatado de ese gesto, pero no me puse a negarlo. Por respuesta, cuando esta desvió su mirada, me di un buen festival para la vista con ese final de su espalda que, realmente, tanto me gustaba ojear puntualmente. Lo cierto era que había soñado con ese culo en un par de ocasiones, cosa que no confesaría hacia la elfa jamas. Me estuve de darle un azote cuando esta se movió para ir a buscar a los chicos.
La seguí en silencio con otro suspiro.
Cuando los encontramos en el pasillo oscuro, tuve que entrecerrar un poco los ojos para distinguirlos. Lo cierto era que me costaba reconocerlos por culpa de la humedad del ambiente y de la oscuridad de la noche, pero pude ver dos pequeñas siluetas entre las sombras.
Ante la sugerencia, les mire con los ojos ligeramente dubitativo.
Si bien era cierto que no era el momento de bromas, quizá ese tipo de susto los pondría más alerta.
- Esta bien.
Hice un pequeño gesto y apunte hacia un pequeño montón de cajas que había hacia el lado del joven. Preparando una pequeña explosion que siempre estaba a tiempo de desactivar. Mire a la elfa y le indique:
- Cuando tu me digas.
-Me creería más esa amenaza si no supiera que, de vez en cuando, me miras el culo.
Me encogí de hombros en silencio por respuesta. Dude que realmente la elfa se hubiera percatado de ese gesto, pero no me puse a negarlo. Por respuesta, cuando esta desvió su mirada, me di un buen festival para la vista con ese final de su espalda que, realmente, tanto me gustaba ojear puntualmente. Lo cierto era que había soñado con ese culo en un par de ocasiones, cosa que no confesaría hacia la elfa jamas. Me estuve de darle un azote cuando esta se movió para ir a buscar a los chicos.
La seguí en silencio con otro suspiro.
Cuando los encontramos en el pasillo oscuro, tuve que entrecerrar un poco los ojos para distinguirlos. Lo cierto era que me costaba reconocerlos por culpa de la humedad del ambiente y de la oscuridad de la noche, pero pude ver dos pequeñas siluetas entre las sombras.
Ante la sugerencia, les mire con los ojos ligeramente dubitativo.
Si bien era cierto que no era el momento de bromas, quizá ese tipo de susto los pondría más alerta.
- Esta bien.
Hice un pequeño gesto y apunte hacia un pequeño montón de cajas que había hacia el lado del joven. Preparando una pequeña explosion que siempre estaba a tiempo de desactivar. Mire a la elfa y le indique:
- Cuando tu me digas.
Erenair
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Re: Guia de un mercenario: ¡Cobra siempre primero! [TEMA CERRADO] [Karkaran - Iredia]
La verdad es que se había esperado otra reprimenda por parte del brujo ante su idea de darle un susto al muchacho. Con una manada de licántropos en la calle, no era lo más sensato del mundo matar de un síncope al muchacho. Mostró abiertamente su alegría con un pequeño "yupi" en bajito.
No pudo reprimir una sonrisilla traviesa. Aunque, en cierto modo, dedujo que su gato también estaba allí, lo cual le dio algo más de pena. Entrecerró los ojos. Una cosa iba a ser segura: el susto que se iban a llevar ambos era legendario. No podía esperar a ver el resultado; se moría de ganas por ver al muchacho asustado saliendo de allí. En parte, era una pequeña venganza personal. No había olvidado del todo que el chico casi hace que maten a su protector en la posada. Seguro que eso le volvía más prudente.
Le hizo a su protector un gesto, instándole a que se colocase más a la izquierda. Así, en vez de chamuscarle el pie al muchacho, quemaba solo el contenedor. Lo miró, con un brillo pícaro en su mirada violeta. Se notaba que disfrutaba con estas jugadas.
-Dale, brujín. -le susurró con un cabeceo.
No pudo reprimir una sonrisilla traviesa. Aunque, en cierto modo, dedujo que su gato también estaba allí, lo cual le dio algo más de pena. Entrecerró los ojos. Una cosa iba a ser segura: el susto que se iban a llevar ambos era legendario. No podía esperar a ver el resultado; se moría de ganas por ver al muchacho asustado saliendo de allí. En parte, era una pequeña venganza personal. No había olvidado del todo que el chico casi hace que maten a su protector en la posada. Seguro que eso le volvía más prudente.
Le hizo a su protector un gesto, instándole a que se colocase más a la izquierda. Así, en vez de chamuscarle el pie al muchacho, quemaba solo el contenedor. Lo miró, con un brillo pícaro en su mirada violeta. Se notaba que disfrutaba con estas jugadas.
-Dale, brujín. -le susurró con un cabeceo.
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Re: Guia de un mercenario: ¡Cobra siempre primero! [TEMA CERRADO] [Karkaran - Iredia]
Sin esperar a más señales por parte de la elfa, hice estallar las cajas en un sonoro "bum" que fue seguido de un grito agudo y amariconado por parte del crió.
Sin más, y aprovechando que tanto el gato como el niño habían salido por patas a nuestra dirección, me alcé de golpe en medio de la trayectoria del chico.
- Bu. - Le dije.
El grito sorprendido mientras caía hacia atrás de culo. Iredia, por su lado, parecía que se iba a mear encima del repentino ataque de risa que le había entrado. El gato me bufaba.
- ¡Estas vivo! - Dijo de un chillido el crío.
- No, soy una entidad alterada por la realidad a base de ectoplasma.
- ¿Que?
Su cara de palurdo me hizo arrepentirme de haber elegido esas palabras quizá demasiado complejas para ese ignorante. Di un suspiro.
- ¿Eres idiota?
- Yo solo...
- Te has escondido en un puto callejón sin otra escapatoria que la misma de entrada. No estabas oculto. Ni siquiera tienes preparado un plan. Te sorprenden los cambios. ¿Acaso quieres morir?
El bajo la cabeza algo avergonzado.
- Si me hubieras enseñado, yo ya sabría...
- ¿Quieres aprender? - Dije alzando las cejas y sacando mi espada. Se la lancé al chico, que la recogió al aire bastante torpemente. - Atácame.
- ¿Que?
- Que me ataques.
El dudo un momento, pero casi no titubeo cuando trazo un arco bastante obvio contra mi desde su derecha a la izquierda.
Alcé la pierna y golpeé con la bota la parte plana de la hoja, desviándola y haciendo que esta golpeara el suelo, empujando a su dueño. Luego, aprovechando ese impulso, gire sobre mi mismo y golpeé con el codo la mejilla del crió, que soltó la espada y cayó para atrás.
Mientras se levantaba con lagrimas en los ojos por el golpe, me acerqué tranquilo.
- Te faltan diez años para saber siquiera golpearme, niñato. No existe buen maestro ni existe buen alumno más de aquel que es uno mismo. Se sincero contigo mismo. Aprende que sabes y que no sabes hacer. Aprovecha esos puntos. Eres pequeño, ágil. No trates de ser fuerte. Se rápido, sigiloso. Si quieres ser fuerte, te falta ímpetu, temperamento y entrenamiento. Ahora mismo, si quieres ser útil, más te vale ser consciente de que no sirves para pelear.
Recogí mi espada y me gire a la elfa.
- Trátale el golpe de la mejilla. Aun tenemos faena que hacer.
Sin más, y aprovechando que tanto el gato como el niño habían salido por patas a nuestra dirección, me alcé de golpe en medio de la trayectoria del chico.
- Bu. - Le dije.
El grito sorprendido mientras caía hacia atrás de culo. Iredia, por su lado, parecía que se iba a mear encima del repentino ataque de risa que le había entrado. El gato me bufaba.
- ¡Estas vivo! - Dijo de un chillido el crío.
- No, soy una entidad alterada por la realidad a base de ectoplasma.
- ¿Que?
Su cara de palurdo me hizo arrepentirme de haber elegido esas palabras quizá demasiado complejas para ese ignorante. Di un suspiro.
- ¿Eres idiota?
- Yo solo...
- Te has escondido en un puto callejón sin otra escapatoria que la misma de entrada. No estabas oculto. Ni siquiera tienes preparado un plan. Te sorprenden los cambios. ¿Acaso quieres morir?
El bajo la cabeza algo avergonzado.
- Si me hubieras enseñado, yo ya sabría...
- ¿Quieres aprender? - Dije alzando las cejas y sacando mi espada. Se la lancé al chico, que la recogió al aire bastante torpemente. - Atácame.
- ¿Que?
- Que me ataques.
El dudo un momento, pero casi no titubeo cuando trazo un arco bastante obvio contra mi desde su derecha a la izquierda.
Alcé la pierna y golpeé con la bota la parte plana de la hoja, desviándola y haciendo que esta golpeara el suelo, empujando a su dueño. Luego, aprovechando ese impulso, gire sobre mi mismo y golpeé con el codo la mejilla del crió, que soltó la espada y cayó para atrás.
Mientras se levantaba con lagrimas en los ojos por el golpe, me acerqué tranquilo.
- Te faltan diez años para saber siquiera golpearme, niñato. No existe buen maestro ni existe buen alumno más de aquel que es uno mismo. Se sincero contigo mismo. Aprende que sabes y que no sabes hacer. Aprovecha esos puntos. Eres pequeño, ágil. No trates de ser fuerte. Se rápido, sigiloso. Si quieres ser fuerte, te falta ímpetu, temperamento y entrenamiento. Ahora mismo, si quieres ser útil, más te vale ser consciente de que no sirves para pelear.
Recogí mi espada y me gire a la elfa.
- Trátale el golpe de la mejilla. Aun tenemos faena que hacer.
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Re: Guia de un mercenario: ¡Cobra siempre primero! [TEMA CERRADO] [Karkaran - Iredia]
Vio aquellas cajas estallar y cómo el crío soltaba aquel chillido que casi le rompe los tímpanos. Cuando salió corriendo y se topó con Karkaran y su "Bu", casi le hizo más gracia esa parsimonia que destilaba el brujo que la cara del muchacho (que también era genial). Efectivamente, le dio tal ataque de risa que tuvo que ponerse de rodillas y limpiarse las lágrimas con el dorso de la mano. Qué gran momento.
Su cría de asski, asustada, se había puesto detrás del crío, bufando en defensa propia al brujo. Iredia, con más remordimientos, le hizo una seña para que se acercase y este, acuclillado y pasito a pasito, se acercó a ella. La elfa lo cogió y se levantó, abrazando a su bicho con fuerza.
-Lo siento, pequeñín. -le susurró mientras le acariciaba suavemente su colorido pelaje- No queríamos asustarte a ti.
Lo cubrió de besos y luego prestó atención a la escena. En esos momentos, Karkaran le estaba diciendo al muchacho que le golpease con su propia espada. Iredia puso gesto de dolor. La última vez que habían vivido una escena parecida, acabó muy mal para la elfa. En un doble sentido, pues acabó en el suelo, confusa y con la temperatura corporal más alta de lo habitual. Recordó ese momento en el que los labios del brujo casi tocan los suyos, cómo la aprisionó el cuello y su cuerpo desnudo sobre ella...
Y el codazo que le metió al crío la sacó de unos pensamientos peligrosos. Se frustró ligeramente consigo misma. En un rinconcito de su alma, sabía que deseaba al brujo, pero después de aquel rechazo no sabía cómo actuar con él. Se compadeció del muchacho al recibir aquel guarrazo por parte de Karkaran. Cuando él le dijo que le curase la mejilla, ella se acercó a su oído.
-¿No te has pasado un poquito? -insinuó.
Se arrodilló entonces donde el crío, dejando al brujo más atrás. Éste estaba colorado de furia y la mejilla tenía un gran raspón rojo. La elfa frunció los labios y miró al chico a los ojos.
-Dale tiempo. Es difícil cuidarnos a los dos. En el fondo se preocupa por nosotros.
Puso al gato sobre su hombro y juntó las manos rezando mientras el crío hablaba. Realmente, la elfa pensaba que el crío le daba igual. Y, ilusamente, quería pensar que ella no. Aunque no estaba segura de si les salvaba porque le convenía o porque se preocupaba.
(Maestría: Manos sanadoras)
-¿A ti también te trata así?¿Te enseña a golpes? -murmuró con rencor.
La pregunta pilló a la elfa por sorpresa.
-Por los dioses, ¡no! -exclamó, consciente de que quizás el brujo podría estar escuchando-Yo le debo mi vida, Oldar. Él me protege y yo le curo a cambio.
Puso entonces las manos sobre la mejilla del muchacho. La sensación de calor hizo que éste cerrase los ojos.
-No es justo, quiero aprender... tú eres más débil y a ti te trata bien, ¿Por qué a mí no?
La elfa suspiró, sonriente.
-Porque yo no tengo remedio, -acarició levemente la mejilla del muchacho- pero tú sí. Si le hicieras caso. -añadió con cierta ironía.
Un aullido sonó en la lejanía, uno de ellos escalofriantes que daban escalofríos. La manada se estaba reuniendo.
-Hora de ir a tu casa, muchachito.
Su cría de asski, asustada, se había puesto detrás del crío, bufando en defensa propia al brujo. Iredia, con más remordimientos, le hizo una seña para que se acercase y este, acuclillado y pasito a pasito, se acercó a ella. La elfa lo cogió y se levantó, abrazando a su bicho con fuerza.
-Lo siento, pequeñín. -le susurró mientras le acariciaba suavemente su colorido pelaje- No queríamos asustarte a ti.
Lo cubrió de besos y luego prestó atención a la escena. En esos momentos, Karkaran le estaba diciendo al muchacho que le golpease con su propia espada. Iredia puso gesto de dolor. La última vez que habían vivido una escena parecida, acabó muy mal para la elfa. En un doble sentido, pues acabó en el suelo, confusa y con la temperatura corporal más alta de lo habitual. Recordó ese momento en el que los labios del brujo casi tocan los suyos, cómo la aprisionó el cuello y su cuerpo desnudo sobre ella...
Y el codazo que le metió al crío la sacó de unos pensamientos peligrosos. Se frustró ligeramente consigo misma. En un rinconcito de su alma, sabía que deseaba al brujo, pero después de aquel rechazo no sabía cómo actuar con él. Se compadeció del muchacho al recibir aquel guarrazo por parte de Karkaran. Cuando él le dijo que le curase la mejilla, ella se acercó a su oído.
-¿No te has pasado un poquito? -insinuó.
Se arrodilló entonces donde el crío, dejando al brujo más atrás. Éste estaba colorado de furia y la mejilla tenía un gran raspón rojo. La elfa frunció los labios y miró al chico a los ojos.
-Dale tiempo. Es difícil cuidarnos a los dos. En el fondo se preocupa por nosotros.
Puso al gato sobre su hombro y juntó las manos rezando mientras el crío hablaba. Realmente, la elfa pensaba que el crío le daba igual. Y, ilusamente, quería pensar que ella no. Aunque no estaba segura de si les salvaba porque le convenía o porque se preocupaba.
(Maestría: Manos sanadoras)
-¿A ti también te trata así?¿Te enseña a golpes? -murmuró con rencor.
La pregunta pilló a la elfa por sorpresa.
-Por los dioses, ¡no! -exclamó, consciente de que quizás el brujo podría estar escuchando-Yo le debo mi vida, Oldar. Él me protege y yo le curo a cambio.
Puso entonces las manos sobre la mejilla del muchacho. La sensación de calor hizo que éste cerrase los ojos.
-No es justo, quiero aprender... tú eres más débil y a ti te trata bien, ¿Por qué a mí no?
La elfa suspiró, sonriente.
-Porque yo no tengo remedio, -acarició levemente la mejilla del muchacho- pero tú sí. Si le hicieras caso. -añadió con cierta ironía.
Un aullido sonó en la lejanía, uno de ellos escalofriantes que daban escalofríos. La manada se estaba reuniendo.
-Hora de ir a tu casa, muchachito.
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