Ese amor corre por mi cuenta ~ [Privado]
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Ese amor corre por mi cuenta ~ [Privado]
Muchas cosas habían sucedido en las últimas semanas y a la ojiazul aún le costaba asimilarlo. Ocupó su mente por completo en el trabajo, buscando olvidar la despedida que había tenido para con el cazador, y hasta el momento le estaba funcionando bastante bien. Tantos turnos dobles comenzaron a preocupar a sus superiores, quienes no dudaron en mandarla a casa con una semana de vacaciones forzadas, ignorando las constantes replicas que la rubia les daba reafirmándoles que se encontraba bien. Sin importar cuanto se esforzó por mostrar su inconformidad al final terminó emprendiendo la larga y aburrida marcha de regreso a su hogar. Infló las mejillas maldiciendo su suerte, maldiciendo a todos en el hospital, maldiciendo el clima casi veraniego; en esos momentos todo merecía una maldición de su parte.
Atravesar media ciudad desde el hospital hasta su consultorio en los barrios prominentes era una tarea que normalmente hacía con gusto, pero ese día la inocente elfa iba echando chispas. No quería estar en su hogar, eso solo significaría estar sola y cuando estaba sola no había poder en la tierra que evitase que pensara en cosas tristes, y definitivamente no deseaba ponerse triste. Iba tan concentrada en su enojo infantil y en la idea de distraer su mente, que ni siquiera se detuvo a observar al grupo de chiquillos que se arremolinaban para observar a algunas personas ‘‘impresionantes’’ —según palabras de los niños—, que pasaban cerca de aquella acera. Lo único que la hizo virar fue el llanto de una pequeña niña, quien gritaba que un extraño pajarraco se había llevado a su muñeca.
La de orbes azulados miró en dirección al árbol que la chiquilla señalaba, en cuyas ramas más altas podría vislumbrarse un extraño nido recién comenzado. Ashy lo pensó un par de veces antes de trepar entre las ramas, pero cuando se dio cuenta de la barbaridad que estaba cometiendo ya se encontraba muy cerca del fulano nido. Lo siguiente transcurrió como en cámara lenta. Estiró la mano buscando alcanzar la muñeca, algo que no le sentó muy bien a aquella ave, quien no tardó en picotearle la mano al sentir su morada allanada, haciendo que la rubia se tambalease junto con la rama que sostenía su menudo cuerpecillo. La rama se rompió, la rubia cayó, de alguna manera extraña la muñeca también cayó y todo lo que podía vislumbrar eran estrellas flotando sobre su cabeza. Era la segunda vez en su corta vida que le sucedía aquello y al igual que la vez anterior, las cosas habían terminado dolorosamente.
—Estoy bien… —se repitió a sí misma, entregándole la muñeca a la culpable de su infortunio—. No la pierdas de nuevo.
Milagrosamente no se había abierto la cabeza en esta ocasión, pero tenía algunos raspones, aunque lo que más le dolía era la dignidad. Rogaba a los dioses que nadie hubiese visto su enorme y embarazoso accidente. Claro que esta idea sería solo un sueño lejano, pues considerando su pésima suerte, seguramente había sido la atracción principal de aquella pequeña calle.
Atravesar media ciudad desde el hospital hasta su consultorio en los barrios prominentes era una tarea que normalmente hacía con gusto, pero ese día la inocente elfa iba echando chispas. No quería estar en su hogar, eso solo significaría estar sola y cuando estaba sola no había poder en la tierra que evitase que pensara en cosas tristes, y definitivamente no deseaba ponerse triste. Iba tan concentrada en su enojo infantil y en la idea de distraer su mente, que ni siquiera se detuvo a observar al grupo de chiquillos que se arremolinaban para observar a algunas personas ‘‘impresionantes’’ —según palabras de los niños—, que pasaban cerca de aquella acera. Lo único que la hizo virar fue el llanto de una pequeña niña, quien gritaba que un extraño pajarraco se había llevado a su muñeca.
La de orbes azulados miró en dirección al árbol que la chiquilla señalaba, en cuyas ramas más altas podría vislumbrarse un extraño nido recién comenzado. Ashy lo pensó un par de veces antes de trepar entre las ramas, pero cuando se dio cuenta de la barbaridad que estaba cometiendo ya se encontraba muy cerca del fulano nido. Lo siguiente transcurrió como en cámara lenta. Estiró la mano buscando alcanzar la muñeca, algo que no le sentó muy bien a aquella ave, quien no tardó en picotearle la mano al sentir su morada allanada, haciendo que la rubia se tambalease junto con la rama que sostenía su menudo cuerpecillo. La rama se rompió, la rubia cayó, de alguna manera extraña la muñeca también cayó y todo lo que podía vislumbrar eran estrellas flotando sobre su cabeza. Era la segunda vez en su corta vida que le sucedía aquello y al igual que la vez anterior, las cosas habían terminado dolorosamente.
—Estoy bien… —se repitió a sí misma, entregándole la muñeca a la culpable de su infortunio—. No la pierdas de nuevo.
Milagrosamente no se había abierto la cabeza en esta ocasión, pero tenía algunos raspones, aunque lo que más le dolía era la dignidad. Rogaba a los dioses que nadie hubiese visto su enorme y embarazoso accidente. Claro que esta idea sería solo un sueño lejano, pues considerando su pésima suerte, seguramente había sido la atracción principal de aquella pequeña calle.
Ashryn Elaynor
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Re: Ese amor corre por mi cuenta ~ [Privado]
Una suave brisa primaveral se filtraba por las ventanas del cuartel general de la guardia mientras Alanna conseguía deshacerse de la pila de informes que había tenido que escribir y rellenar. Los sucesos de los últimos tiempos no habían sido ninguna estupidez, y todos necesitaban de una memoria que los relatase con claridad y que hablara de los objetivos que habían logrado cumplir. Había escrito sobre la hermandad, y la pequeña limpieza del bosque del este dejando así en claro que ella sería una ayuda para Huracán y Cassandra. Había explicado con una ligera punzada en el corazón como una aldea intentó matar a Runa, y esta al final murió en circunstancias extrañas para volver a la vida. Había hablado de la isla de los centauros y su más que extraña salida, jamás pensó que una simple carrera a toda marcha, con una lenta pero adorable biocivernética y dos miembros más de la Logia habría sido el final de esa aventura. Y finalmente, habló del desierto.
Mientras escribía recordó la sed, el calor, el sol de justicia que hacía que subiera la fiebre, habló de Flint y su carácter amable, de Asher, y su traición, consciente de que eso le costaría, mínimo una semana de castigo, probablemente la quitaran del servicio por no usar esas palabras que le enseñaron para detenerlo, pero no habría querido hacer daño, privar a alguien de su libertad era algo horrible, y más del modo en el que se había hecho allí, porque podía andar, moverse y estar por su cuenta, pero jamás sería dueño total de sus actos, en cierto modo podía entender la traición de Asher, aunque eso no significaba que la viera correcta. Habló de Bashira y su corazón de oro, de Verónica y como había pasado a ser parte de la familia de Eltrant, habló, por supuesto, de Eltrant, explicando como fue el quien la rescató, de como había sido él quien había salvado a Verisar de la guerra, de que era un héroe y no merecía menos que un reconocimiento, porque sin él, ella habría estado perdido, sin él, el desierto habría comido toda la península, al final, sin él, no habría logrado nada. Explicó la situación tan bien como pudo, y, finalmente, con la mano dolorida, se estiró en su asiento.
Con los brazos en el aire, casi ronroneó al notar destensar sus músculos tensos, dejó la pluma sobre la mesa con un suspiro y miró de lado a lado antes de cerrar ese último informe de caligrafía mediocre. Se crujió los nudillos y suspiró levantándose dirigiéndose al despacho de Lord Tineward. Los pasillos, atareados como siempre, le parecían algo extraño e irreal tras tanto tiempo fuera, los dos gritos del patio de armas era un sonido brusco y reconocible que la hacía sentir en casa. Sonrió y se asomó por la ventana viendo una cara conocida.
- ¡Cuidado, te darás en la cabeza!- bromeó antes de volver a entrar, informes aun en mano, no podía perder tiempo, debía entregarlos.
Pasó varios tapices mientras el viento en ese segundo piso le agitaba el pelo, tan diferente como era a lo que pasaba en el arenal, donde cualquier cosa se pegaba a la piel, pero ya no estaba en el desierto, estaba en Lunargenta, estaba en casa. Alzó su mano enguantada, aun verde, y llamó con los nudillos a una puerta. Una voz grave salió desde dentro permitiéndole entrar y el líder de la guardia sonrió con amabilidad haciendo un gesto para que se acercara.
- Delteria. Me alegro de que esté viva.- bromeó haciendo que Alanna sonriera.
- Yo también me alegro de estarlo.- contestó.
- ¿Qué tienes para mi?- recuperó el hombre la seriedad tras una sonrisa, estirando el brazo para coger los gruesos informes.
- Lo sucedido durante los últimos meses, señor.- respondió dándole uno y dejando los demás sobre la mesa.- tienen fecha.- acertó a decir.
- Gracias Delteria.- dijo el hombre ojeando el primero.- Volvieron solo usted y Tale, ¿no es así?- Alanna asintió.- ¿Qué pasó con Asher?- sabía su nombre, lo decía con respeto, el perro no podría haber estado más equivocado cuando decidió traicionarles, allí, como muchos, podría haber encontrado un lugar en el mundo.
- Lo siento señor, se fue con los Nórgedos, no se si permaneció con ellos por voluntad propia, pero si fue con ellos en un primer momento.- intentó explicar quitándole peso de los hombros al hombre perro.
- ¿Lo detuviste?- se refería a las runas, lo sabía por su ceño fruncido.
- No...- musitó cabizbaja.- Lo siento, Lord Tineward, sabe lo que pienso de esas marcas...- murmuró.- no podía hacerlo.
- Bien.- Asintió el hombre con voz seca, nada contento con su respuesta.- Retírese, Delteria, coja a dos o tres personas más y vaya a patrullar.- ordenó con sequedad volviendo la vista a los papeles, mientras la Gata asentía y cogía el pomo de la puerta para salir.- Delteria, no olvide que aquí puede tener ideas, pero lo primero es cumplir ordenes.- advirtió.- de todos modos, me alegro de su vuelta.
- Sí, señor. Gracias.- contestó Alanna en un murmullo saliendo del despacho y cerrando la puerta a sus espaldas, lanzando un suspiro. Lo sabía.
Intentando alejar esa odiosa sensación de ella, decidió ir a cumplir ordenes, no quería más broncas, aunque no le gustaba como actuaban algunos cargos de la guardia y sabía que había mucho que cambiar, no podía evitar sentirse en casa cuando pisaba el cuartel, los cargos no eran los soldados rasos, los nobles podían ser algo despotas y malencarados, pero había gente que merecía tanto la pena que hacía olvidar a los estupidos que rodaban de vez en cuando, y, normalmente, si sabías como, podías hacer la voluntad sin incumplir las normas.
Se dirigió por los pasillos hacia el patio de armas y dio un silbido aplaudiendo a los presentes mientras se acercaba aplaudiendo. Paró frente a ellos y los miró, no sabía si habían trabajado juntos en algún momento, pero era una oportunidad tan buena como cualquier otra, además, así Runa estrenaría su nueva insignia. Tomó aire y se paró frente a ellos.
- ¿Os venís de patrulla?- les preguntó.
*******************************************************
Ese día las calles estaban tranquilas. No había mercado, solo los niños jugaban con espadas de madera, una chiquilla miraba un árbol apartada. Dio un toque a uno de sus compañeros, señalando a la niña, extrañada, pero un choque de los pequeños con ellos la distrajo. Se agachó para levantar a la pequeña que había tropezado y en cuando los demás miraron y vieron los uniformes se arremolinaron entorno a ellos con miles de preguntas.
Con un suspiro Alanna sonrió, no podían simplemente dejar de lado a unos niños curiosos que, para colmo, les decían que querían ser como ellos al crecer. Contestó a algunas de las preguntas, como hicieron todos, algo nerviosa, no era algo usual que los asaltasen por la calle, no para preguntarles, al menos. Ella no se hizo guardia por la admiración, pero los niños tenían esperanza en los ojos, y eso era algo que dbeía conceder a sus superiores, sabían venderse.
Un nuevo golpe, más adelante, la hizo alzar la vista. Una joven rubia parecía haber caido de un árbol y le devolvía algo a la niña que había estado apartada del grupo. Miró a los demás y se separó de los chiquillos que miraban también a la chica del golpe. Dio un par de pasos y creyó reconocer a la chica. Comenzó a correr para llegar junto a la joven.
- ¿Ashryn?- le preguntó antes de llegar y tenderle la mano.
Mientras escribía recordó la sed, el calor, el sol de justicia que hacía que subiera la fiebre, habló de Flint y su carácter amable, de Asher, y su traición, consciente de que eso le costaría, mínimo una semana de castigo, probablemente la quitaran del servicio por no usar esas palabras que le enseñaron para detenerlo, pero no habría querido hacer daño, privar a alguien de su libertad era algo horrible, y más del modo en el que se había hecho allí, porque podía andar, moverse y estar por su cuenta, pero jamás sería dueño total de sus actos, en cierto modo podía entender la traición de Asher, aunque eso no significaba que la viera correcta. Habló de Bashira y su corazón de oro, de Verónica y como había pasado a ser parte de la familia de Eltrant, habló, por supuesto, de Eltrant, explicando como fue el quien la rescató, de como había sido él quien había salvado a Verisar de la guerra, de que era un héroe y no merecía menos que un reconocimiento, porque sin él, ella habría estado perdido, sin él, el desierto habría comido toda la península, al final, sin él, no habría logrado nada. Explicó la situación tan bien como pudo, y, finalmente, con la mano dolorida, se estiró en su asiento.
Con los brazos en el aire, casi ronroneó al notar destensar sus músculos tensos, dejó la pluma sobre la mesa con un suspiro y miró de lado a lado antes de cerrar ese último informe de caligrafía mediocre. Se crujió los nudillos y suspiró levantándose dirigiéndose al despacho de Lord Tineward. Los pasillos, atareados como siempre, le parecían algo extraño e irreal tras tanto tiempo fuera, los dos gritos del patio de armas era un sonido brusco y reconocible que la hacía sentir en casa. Sonrió y se asomó por la ventana viendo una cara conocida.
- ¡Cuidado, te darás en la cabeza!- bromeó antes de volver a entrar, informes aun en mano, no podía perder tiempo, debía entregarlos.
Pasó varios tapices mientras el viento en ese segundo piso le agitaba el pelo, tan diferente como era a lo que pasaba en el arenal, donde cualquier cosa se pegaba a la piel, pero ya no estaba en el desierto, estaba en Lunargenta, estaba en casa. Alzó su mano enguantada, aun verde, y llamó con los nudillos a una puerta. Una voz grave salió desde dentro permitiéndole entrar y el líder de la guardia sonrió con amabilidad haciendo un gesto para que se acercara.
- Delteria. Me alegro de que esté viva.- bromeó haciendo que Alanna sonriera.
- Yo también me alegro de estarlo.- contestó.
- ¿Qué tienes para mi?- recuperó el hombre la seriedad tras una sonrisa, estirando el brazo para coger los gruesos informes.
- Lo sucedido durante los últimos meses, señor.- respondió dándole uno y dejando los demás sobre la mesa.- tienen fecha.- acertó a decir.
- Gracias Delteria.- dijo el hombre ojeando el primero.- Volvieron solo usted y Tale, ¿no es así?- Alanna asintió.- ¿Qué pasó con Asher?- sabía su nombre, lo decía con respeto, el perro no podría haber estado más equivocado cuando decidió traicionarles, allí, como muchos, podría haber encontrado un lugar en el mundo.
- Lo siento señor, se fue con los Nórgedos, no se si permaneció con ellos por voluntad propia, pero si fue con ellos en un primer momento.- intentó explicar quitándole peso de los hombros al hombre perro.
- ¿Lo detuviste?- se refería a las runas, lo sabía por su ceño fruncido.
- No...- musitó cabizbaja.- Lo siento, Lord Tineward, sabe lo que pienso de esas marcas...- murmuró.- no podía hacerlo.
- Bien.- Asintió el hombre con voz seca, nada contento con su respuesta.- Retírese, Delteria, coja a dos o tres personas más y vaya a patrullar.- ordenó con sequedad volviendo la vista a los papeles, mientras la Gata asentía y cogía el pomo de la puerta para salir.- Delteria, no olvide que aquí puede tener ideas, pero lo primero es cumplir ordenes.- advirtió.- de todos modos, me alegro de su vuelta.
- Sí, señor. Gracias.- contestó Alanna en un murmullo saliendo del despacho y cerrando la puerta a sus espaldas, lanzando un suspiro. Lo sabía.
Intentando alejar esa odiosa sensación de ella, decidió ir a cumplir ordenes, no quería más broncas, aunque no le gustaba como actuaban algunos cargos de la guardia y sabía que había mucho que cambiar, no podía evitar sentirse en casa cuando pisaba el cuartel, los cargos no eran los soldados rasos, los nobles podían ser algo despotas y malencarados, pero había gente que merecía tanto la pena que hacía olvidar a los estupidos que rodaban de vez en cuando, y, normalmente, si sabías como, podías hacer la voluntad sin incumplir las normas.
Se dirigió por los pasillos hacia el patio de armas y dio un silbido aplaudiendo a los presentes mientras se acercaba aplaudiendo. Paró frente a ellos y los miró, no sabía si habían trabajado juntos en algún momento, pero era una oportunidad tan buena como cualquier otra, además, así Runa estrenaría su nueva insignia. Tomó aire y se paró frente a ellos.
- ¿Os venís de patrulla?- les preguntó.
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Ese día las calles estaban tranquilas. No había mercado, solo los niños jugaban con espadas de madera, una chiquilla miraba un árbol apartada. Dio un toque a uno de sus compañeros, señalando a la niña, extrañada, pero un choque de los pequeños con ellos la distrajo. Se agachó para levantar a la pequeña que había tropezado y en cuando los demás miraron y vieron los uniformes se arremolinaron entorno a ellos con miles de preguntas.
Con un suspiro Alanna sonrió, no podían simplemente dejar de lado a unos niños curiosos que, para colmo, les decían que querían ser como ellos al crecer. Contestó a algunas de las preguntas, como hicieron todos, algo nerviosa, no era algo usual que los asaltasen por la calle, no para preguntarles, al menos. Ella no se hizo guardia por la admiración, pero los niños tenían esperanza en los ojos, y eso era algo que dbeía conceder a sus superiores, sabían venderse.
Un nuevo golpe, más adelante, la hizo alzar la vista. Una joven rubia parecía haber caido de un árbol y le devolvía algo a la niña que había estado apartada del grupo. Miró a los demás y se separó de los chiquillos que miraban también a la chica del golpe. Dio un par de pasos y creyó reconocer a la chica. Comenzó a correr para llegar junto a la joven.
- ¿Ashryn?- le preguntó antes de llegar y tenderle la mano.
Alanna Delteria
Aerandiano de honor
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Re: Ese amor corre por mi cuenta ~ [Privado]
Bostezó, fue un bostezo intenso, casi exagerado, cualquier persona normal habría temido que al guarda se le desencajase mandíbula en el proceso.
Llevaba ya varias horas en el patio del cuartel, observando, de brazos cruzados, como los nuevos practicaban entre ellos con espadas de madera. No tenía mucho más que hacer, el Escuadrón de Acero estaba, oficialmente, fuera de servicio aquella mañana.
– Relájate, mantén la espalda alzada. Así, bien. No estas segando trigo en una granja – Aun con su experiencia seguia sin saber absolutamente nada de esgrima. No podía describir acrobacias complejas y mucho menos explicar cómo se hacía una finta a un recluta, pero después de haber sobrevivido tantas veces a la muerte, intuía que podía permitirse dar un par de consejos sobre cómo sujetar un arma correctamente. – Y no cruces las piernas – Afirmó señalando a uno de los muchachos – Nunca las cruces si tienes que moverte lateralmente, es más fácil derribarte si lo haces – El sargento Tyron le dedicó una mirada de agotada desde la otra punta del patio y negó con la cabeza, era él quien seguía estando a cargo de formar a nuevos guardas, y a sus ojos, Eltrant seguía siendo tan novato como todos los demás; esto sin embargo no evitó que el castaño le dedicara una sonrisa y le saludase enérgicamente desde su asiento, lo que hizo que el oficial pudiese los ojos en blanco y volviese a centrarse en el entrenamiento de los nuevos, ignorando al exmercenario.
Si bien era cierto que echaba en falta algo de movimiento, algo que hacer en aquel momento, no podía sino agradecer que papeleo fuese aun cosa de Alanna, de la archiconocida Gata, de, en la gran mayoría de los casos, la cara visible de la guardia.
Para alguien que disfrutaba tanto de la palabra escrita como Eltrant, no podía evitar encontrar ridículamente tediosas las horas empleadas en detallar minuciosamente todos los pasos que el escuadrón daba sobre el papel así como explicar el porqué de dichas decisiones.
Suspiró y se peinó pobremente, tratando de controlar los mechones rebeldes que se negaban asentarse entre los demás. Por la posición en la que estaba el sol en aquel momento podía prever que Alanna estaría informando a Tinegar de todo lo que el Acero había estado haciendo los últimos meses, no la envidiaba, no eran pocas las cosas que iba a tener que explicarle y Tinegar, aunque justo, era alguien que ante todo era un líder que buscaba resultados.
Resultados que habían proporcionado, después de todo, habían detenido una guerra ¿Qué más esperaban de ellos? Sonrió agotado y pensó en las palabras que le había dicho a Alanna en el balcón, en la hacienda que en aquel momento poseían en las cercanías de Roilkat.
Un fuerte silbido atrajo su atención, alejándolo de sus pensamientos, y por lo que notó, también la de todos los guardas que no tenían armas de entrenamiento entre las manos.
Enarcó una ceja cuando contempló como la recién llegada daba palmas para atraer aún más miradas – Has acabado pronto – Dijo levantándose de la caja en la que llevaba sentado desde que llegó al patio, acercándose después en un par de zancadas hasta Alanna - ¿Ha ido todo bien? – La proposición que hizo la guarda segundos después contestó a aquella pregunta - ¿Patrulla? – Se encogió de hombros y se ajustó los guanteletes de rodeaban sus brazos, al menos no iba a tener que tomar su equipo, ya lo tenía todo consigo – No tengo nada mejor que hacer de todas formas – Afirmó con una sonrisa. – Aunque había pensado en irme a la herrería y tal. – Como había hecho minutos atrás, bostezó, estirando esta vez los brazos todo lo que pudo sobre su cabeza – Detrás de ti, Gata – Dijo con un evidente tono burlón en su voz.
***
Fuera de los muros del cuartel el día estaba siendo relativamente tranquilo, aparentemente los criminales también debían de tener poco trabajo aquel día, pues no localizaron ni una sola infracción en todo el trayecto que hicieron hasta una de las plazas interiores del barrio de los mercaderes.
No pudo evitar advertir que el usual gentío que se acumulaba en el mercado estaba, de alguna forma, diluido. – ¿Hoy no hay mercado? – Preguntó a la nada en voz alta, confiando en que alguno de sus compañeros le resolviese aquella duda que, evidentemente, era algo perfectamente visible a simple vista.
La plaza era una imitación de otras tantas que había desperdigadas a lo largo y ancho de la ciudad, un lugar con varios árboles, una fuente y grupo de niños correteando por el lugar blandiendo espadas de madera e imaginando que vivían aventuras en los confines más distantes de Aerandir.
Lo que en un principio había pensado Eltrant que sería una parada momentánea se convirtió en algo exasperante cuando los jóvenes se percataron de la presencia de los guardas y estos se acercaron, en marabunta, a preguntar curiosidades y a, en mayor o menor medida, expresar su admiración por los presentes.
- ¡No toques eso! – Ordenó Eltrant cuando uno de los muchos infantes cerró sus pequeñas manos en torno al pomo de la espada del castaño - ¿¡Cuando te has subido tú ahí?! – Se giró sobre sí mismo al notar como otro de los críos, de alguna forma, había conseguido trepar por su capa hasta su espalda y, como si de pequeños garfios se tratasen, había anclado ambas manos en torno a las juntas de su coraza de forma que en aquel instante parecía una pequeña mochila con forma humana - ¡Bájate! – Exigió dando vueltas en círculos, cosa que no hizo sino hacer estallar en carcajadas al muchacho que seguía a su espalda – Eres muy alto – Dijo otro de los chiquillos tratando de, como los demás, sujetar la espada de Eltrant - ¿Cuánto pesa la armadura? ¿Y la espada? ¿Es impenetrable? ¿Podría soportar el aliento de un dragón? ¿Y el de un Siberleunch? – Eltrant no sabía que diantres era un Siberleunch, o si siquiera existía, pero al ver como otro conjunto de jóvenes formaba una fila medianamente ordenada en torno Alanna para preguntarle cosas por orden, deseó estar entre las fauces de uno. – A…ayuda…
Un sonoro “tud” y un pequeño grito dolorido hizo que se detuviese en seco y que, haciendo gala de una agilidad que nunca habría imaginado poseer, depositara al muchacho que seguía colgando en su espalda en el suelo.
Junto a uno de los árboles más apartados de la plaza un rostro familiar yacía en el suelo, una joven rubia se había precipitado desde la planta y, ahora que volvía a estar en tierra firme, depositó entre las manos de una joven lo que Eltrant interpretó como una muñeca.
Se cruzó de brazos y, durante unos instantes observó esta escena, para después sortear a los críos que seguían siendo preocupantemente insistentes por hacerse con el utensilio de guerra que pendía de su cinto y dirigirse a dónde estaba la rubia. – Jamás pensé que te vería caer de un árbol – Dijo agachándose junto a Ashryn – No de uno de estos - Cruzándose de brazos sonrió a la elfa y le ofreció la mano - ¿Todo bien?
Llevaba ya varias horas en el patio del cuartel, observando, de brazos cruzados, como los nuevos practicaban entre ellos con espadas de madera. No tenía mucho más que hacer, el Escuadrón de Acero estaba, oficialmente, fuera de servicio aquella mañana.
– Relájate, mantén la espalda alzada. Así, bien. No estas segando trigo en una granja – Aun con su experiencia seguia sin saber absolutamente nada de esgrima. No podía describir acrobacias complejas y mucho menos explicar cómo se hacía una finta a un recluta, pero después de haber sobrevivido tantas veces a la muerte, intuía que podía permitirse dar un par de consejos sobre cómo sujetar un arma correctamente. – Y no cruces las piernas – Afirmó señalando a uno de los muchachos – Nunca las cruces si tienes que moverte lateralmente, es más fácil derribarte si lo haces – El sargento Tyron le dedicó una mirada de agotada desde la otra punta del patio y negó con la cabeza, era él quien seguía estando a cargo de formar a nuevos guardas, y a sus ojos, Eltrant seguía siendo tan novato como todos los demás; esto sin embargo no evitó que el castaño le dedicara una sonrisa y le saludase enérgicamente desde su asiento, lo que hizo que el oficial pudiese los ojos en blanco y volviese a centrarse en el entrenamiento de los nuevos, ignorando al exmercenario.
Si bien era cierto que echaba en falta algo de movimiento, algo que hacer en aquel momento, no podía sino agradecer que papeleo fuese aun cosa de Alanna, de la archiconocida Gata, de, en la gran mayoría de los casos, la cara visible de la guardia.
Para alguien que disfrutaba tanto de la palabra escrita como Eltrant, no podía evitar encontrar ridículamente tediosas las horas empleadas en detallar minuciosamente todos los pasos que el escuadrón daba sobre el papel así como explicar el porqué de dichas decisiones.
Suspiró y se peinó pobremente, tratando de controlar los mechones rebeldes que se negaban asentarse entre los demás. Por la posición en la que estaba el sol en aquel momento podía prever que Alanna estaría informando a Tinegar de todo lo que el Acero había estado haciendo los últimos meses, no la envidiaba, no eran pocas las cosas que iba a tener que explicarle y Tinegar, aunque justo, era alguien que ante todo era un líder que buscaba resultados.
Resultados que habían proporcionado, después de todo, habían detenido una guerra ¿Qué más esperaban de ellos? Sonrió agotado y pensó en las palabras que le había dicho a Alanna en el balcón, en la hacienda que en aquel momento poseían en las cercanías de Roilkat.
Un fuerte silbido atrajo su atención, alejándolo de sus pensamientos, y por lo que notó, también la de todos los guardas que no tenían armas de entrenamiento entre las manos.
Enarcó una ceja cuando contempló como la recién llegada daba palmas para atraer aún más miradas – Has acabado pronto – Dijo levantándose de la caja en la que llevaba sentado desde que llegó al patio, acercándose después en un par de zancadas hasta Alanna - ¿Ha ido todo bien? – La proposición que hizo la guarda segundos después contestó a aquella pregunta - ¿Patrulla? – Se encogió de hombros y se ajustó los guanteletes de rodeaban sus brazos, al menos no iba a tener que tomar su equipo, ya lo tenía todo consigo – No tengo nada mejor que hacer de todas formas – Afirmó con una sonrisa. – Aunque había pensado en irme a la herrería y tal. – Como había hecho minutos atrás, bostezó, estirando esta vez los brazos todo lo que pudo sobre su cabeza – Detrás de ti, Gata – Dijo con un evidente tono burlón en su voz.
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Fuera de los muros del cuartel el día estaba siendo relativamente tranquilo, aparentemente los criminales también debían de tener poco trabajo aquel día, pues no localizaron ni una sola infracción en todo el trayecto que hicieron hasta una de las plazas interiores del barrio de los mercaderes.
No pudo evitar advertir que el usual gentío que se acumulaba en el mercado estaba, de alguna forma, diluido. – ¿Hoy no hay mercado? – Preguntó a la nada en voz alta, confiando en que alguno de sus compañeros le resolviese aquella duda que, evidentemente, era algo perfectamente visible a simple vista.
La plaza era una imitación de otras tantas que había desperdigadas a lo largo y ancho de la ciudad, un lugar con varios árboles, una fuente y grupo de niños correteando por el lugar blandiendo espadas de madera e imaginando que vivían aventuras en los confines más distantes de Aerandir.
Lo que en un principio había pensado Eltrant que sería una parada momentánea se convirtió en algo exasperante cuando los jóvenes se percataron de la presencia de los guardas y estos se acercaron, en marabunta, a preguntar curiosidades y a, en mayor o menor medida, expresar su admiración por los presentes.
- ¡No toques eso! – Ordenó Eltrant cuando uno de los muchos infantes cerró sus pequeñas manos en torno al pomo de la espada del castaño - ¿¡Cuando te has subido tú ahí?! – Se giró sobre sí mismo al notar como otro de los críos, de alguna forma, había conseguido trepar por su capa hasta su espalda y, como si de pequeños garfios se tratasen, había anclado ambas manos en torno a las juntas de su coraza de forma que en aquel instante parecía una pequeña mochila con forma humana - ¡Bájate! – Exigió dando vueltas en círculos, cosa que no hizo sino hacer estallar en carcajadas al muchacho que seguía a su espalda – Eres muy alto – Dijo otro de los chiquillos tratando de, como los demás, sujetar la espada de Eltrant - ¿Cuánto pesa la armadura? ¿Y la espada? ¿Es impenetrable? ¿Podría soportar el aliento de un dragón? ¿Y el de un Siberleunch? – Eltrant no sabía que diantres era un Siberleunch, o si siquiera existía, pero al ver como otro conjunto de jóvenes formaba una fila medianamente ordenada en torno Alanna para preguntarle cosas por orden, deseó estar entre las fauces de uno. – A…ayuda…
Un sonoro “tud” y un pequeño grito dolorido hizo que se detuviese en seco y que, haciendo gala de una agilidad que nunca habría imaginado poseer, depositara al muchacho que seguía colgando en su espalda en el suelo.
Junto a uno de los árboles más apartados de la plaza un rostro familiar yacía en el suelo, una joven rubia se había precipitado desde la planta y, ahora que volvía a estar en tierra firme, depositó entre las manos de una joven lo que Eltrant interpretó como una muñeca.
Se cruzó de brazos y, durante unos instantes observó esta escena, para después sortear a los críos que seguían siendo preocupantemente insistentes por hacerse con el utensilio de guerra que pendía de su cinto y dirigirse a dónde estaba la rubia. – Jamás pensé que te vería caer de un árbol – Dijo agachándose junto a Ashryn – No de uno de estos - Cruzándose de brazos sonrió a la elfa y le ofreció la mano - ¿Todo bien?
Eltrant Tale
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Re: Ese amor corre por mi cuenta ~ [Privado]
-Mil quinientos catorce...mil quinientos quince...mil quinientos dieciséis….mil quinientos diecisiete…..- Mascullé anotando en la tablilla, aun me quedaba la otra fila enterita de virotes -Ayyyyy- mascullé cabizbajo, estaba en los sótanos del cuartel de la guardia, alumbrado tan solo por un par de velas y la luz que se filtraba por el enrejado tragaluz, me habían encargado la transcendental misión de hacer inventario de espadas, escudos, flechas y virotes de ballesta, supongo que a los oficiales no les había gustado nada mi informe sobre lo acontecido tras el naufragio, aun podía recordar la tensa conversación en el despacho de Lord Loreley.
-¿Entonces dices que eras el escudero de una diosa?- Dijo Lord Loreley ojeando el informe.
-Sí..bueno..no…no exactamente…-
-Ya…¿y dices que el artefacto era un orbe flotante luminoso con un árbol mágico dentro..?-
-Sí.bueno..algo así, emitía..emm..buenas sensaciones- Estaba sudando a mares.
-¿Y dice que usted liberó al cuervo maligno que era la hermana de la reina y corrompió la luz con negra oscuridad?-
-Nonono…a ver…eso no fue exactamente así..yo..-
-Ya he oído suficiente...puede retirarse….-
-Señor..yo…-
-Váyase…hicimos bien en no darle una espada…-
Maldije mi suerte nuevamente mientras seguía contando virotes, esto me iba a llevar todo el día, ¡El último inventario es de la época de Alathos por todos los demonios!
Estaba a punto de ponerme con las flechas de la decimosexta estantería cuando oí una lejana voz familiar que se colaba por la ventana, era Alanna, sin duda, buscaba gente para la patrulla, ahh, hacía mucho tiempo que no veía a Alanna, debía darme prisa, ya acabaría el dichoso inventario más tarde.
Corrí hacia la salida, donde Bragg, mi supervisor dormía plácidamente recostado en una silla.
-¡Ey sustitúyeme!- Le dije arrojando al pasar la tablilla sobre su oronda tripa, sí que esto le despertase.
Subí corriendo las escaleras hasta el patio, pero parece que ya habían partido, pregunte a un guardia que afilaba su espada.
-¿Delteria?, si han ido por allí, hacia el mercado-
-Gracias- dije ya corriendo por las puertas buscando alcanzarles.
Las calles estaban bastante tranquilas, el sol brillaba en el cielo y todo parecía tranquilo en la ciudad, seguí la calle principal por donde supuse habrían ido, me crucé con un grupo de niños correteando, les pregunté si habían visto a una patrulla por aquí.
-¿Pero tú eres un guardia de verdad?- dijo un niño que apenas me llegaba a la cintura.
-¿Eh?, sí, claro que si- respondí al niño.
-No..no pareces un guardia, no das miedo…- Dijo otro
-Ey, como que no, ¡Bu!- traté de asustarle, sin éxito.
-Nah, además no llevas espada- dijo otro registrándome el cinturón.
-Emm..esto es mucho más letal..con esta pala maté decenas de trasgos-
-Bua, eso te lo has inventado-
-Sí, además tu emblema esta al revés- dijo señalándome al pecho, maldije su agudeza, pero tenía razón, el primer día lo había cosido mal y lo rompería si trataba de recolocarlo, y dudo que me dieran otro.
-Na na na, dichosos niños, ¿habéis visto a una patrulla sí o no? –
-Si han ido por allí trolero- dijo uno señalándome una bocacalle.
-Bien, vale, gracias ehhh..¿qué has dicho?- me giré, pero los niños se marcharon entre risas.
Maldije nuevamente mi suerte y corrí en la dirección que me habían señalado, por surte vislumbre al poco la inequívoca capa de la guardia, me acerque hacia ellos ya exhausto, y para mi sorpresa vi que los conocía a todos.
-¡Hombre, pero si son Alanna y Eltrant! Jajaja, que alegría veros- sonreí dándoles un efusivo abrazo –Vaya y tu ¿Ashryn era no?, Jajaja, vaya esto sí que es coincidencia- sonreí.
-¿Qué tal, como os va a todos jeje?- bromeé –Ahora sí que los villanos pueden echarse a temblar Jajaja, ¡la guardia esta aquí!-
-¿Entonces dices que eras el escudero de una diosa?- Dijo Lord Loreley ojeando el informe.
-Sí..bueno..no…no exactamente…-
-Ya…¿y dices que el artefacto era un orbe flotante luminoso con un árbol mágico dentro..?-
-Sí.bueno..algo así, emitía..emm..buenas sensaciones- Estaba sudando a mares.
-¿Y dice que usted liberó al cuervo maligno que era la hermana de la reina y corrompió la luz con negra oscuridad?-
-Nonono…a ver…eso no fue exactamente así..yo..-
-Ya he oído suficiente...puede retirarse….-
-Señor..yo…-
-Váyase…hicimos bien en no darle una espada…-
Maldije mi suerte nuevamente mientras seguía contando virotes, esto me iba a llevar todo el día, ¡El último inventario es de la época de Alathos por todos los demonios!
Estaba a punto de ponerme con las flechas de la decimosexta estantería cuando oí una lejana voz familiar que se colaba por la ventana, era Alanna, sin duda, buscaba gente para la patrulla, ahh, hacía mucho tiempo que no veía a Alanna, debía darme prisa, ya acabaría el dichoso inventario más tarde.
Corrí hacia la salida, donde Bragg, mi supervisor dormía plácidamente recostado en una silla.
-¡Ey sustitúyeme!- Le dije arrojando al pasar la tablilla sobre su oronda tripa, sí que esto le despertase.
Subí corriendo las escaleras hasta el patio, pero parece que ya habían partido, pregunte a un guardia que afilaba su espada.
-¿Delteria?, si han ido por allí, hacia el mercado-
-Gracias- dije ya corriendo por las puertas buscando alcanzarles.
Las calles estaban bastante tranquilas, el sol brillaba en el cielo y todo parecía tranquilo en la ciudad, seguí la calle principal por donde supuse habrían ido, me crucé con un grupo de niños correteando, les pregunté si habían visto a una patrulla por aquí.
-¿Pero tú eres un guardia de verdad?- dijo un niño que apenas me llegaba a la cintura.
-¿Eh?, sí, claro que si- respondí al niño.
-No..no pareces un guardia, no das miedo…- Dijo otro
-Ey, como que no, ¡Bu!- traté de asustarle, sin éxito.
-Nah, además no llevas espada- dijo otro registrándome el cinturón.
-Emm..esto es mucho más letal..con esta pala maté decenas de trasgos-
-Bua, eso te lo has inventado-
-Sí, además tu emblema esta al revés- dijo señalándome al pecho, maldije su agudeza, pero tenía razón, el primer día lo había cosido mal y lo rompería si trataba de recolocarlo, y dudo que me dieran otro.
-Na na na, dichosos niños, ¿habéis visto a una patrulla sí o no? –
-Si han ido por allí trolero- dijo uno señalándome una bocacalle.
-Bien, vale, gracias ehhh..¿qué has dicho?- me giré, pero los niños se marcharon entre risas.
Maldije nuevamente mi suerte y corrí en la dirección que me habían señalado, por surte vislumbre al poco la inequívoca capa de la guardia, me acerque hacia ellos ya exhausto, y para mi sorpresa vi que los conocía a todos.
-¡Hombre, pero si son Alanna y Eltrant! Jajaja, que alegría veros- sonreí dándoles un efusivo abrazo –Vaya y tu ¿Ashryn era no?, Jajaja, vaya esto sí que es coincidencia- sonreí.
-¿Qué tal, como os va a todos jeje?- bromeé –Ahora sí que los villanos pueden echarse a temblar Jajaja, ¡la guardia esta aquí!-
Schott
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Re: Ese amor corre por mi cuenta ~ [Privado]
Últimamente las situaciones estaban volviéndose complejas. Ella había acabado en el cuartel en la sección de entrenamiento debido a la desconfianza de los superiores, era una situación bastante entendible debido a que ella estuvo durante largo periodo de tiempo en aquellos carteles de se busca.
Estaba enfrente de un superior que le sacaba un medio cuerpo, con su gruesa armadura, sus manos manchadas tras el toqueteo del carbón y carismático bigote el cual sus puntas parecían tener intención de crecer hacia el cielo. Era un hombre físicamente para la joven bastante gracioso, aunque ella realmente era consciente que no debía subestimarlo sino quería acabar herida, ya que el combate iba a pasar a ser real. El superior portaba una enorme espada con doble hoja, tratando de mantener la respiración en calma, el oficial se dispuso a lanzar el primer ataque, casi rozando su mejilla izquierda, así soltando en el aire un pequeño mechón de pelo.
-Céntrese señorita Thorgil, cualquier cosa puede conllevarla a la muerte Le exclamó aquel hombre bastante serio mientras se disponía a su segundo ataque.
Que gracioso le parecía el comentario de la muerte, que tuvieran que darle una lección sobre lo importante que era una vida y lo fugaz que podría llegar a ser. Aquel hombre volvió a cargar con aquella espada que posiblemente pesaba más que él o más que aquel gordito bonachón que permanecía dormido en la esquina, y con el pulso totalmente seguro volvió a dirigir un nuevo ataque sobre ella, con la suerte que ella giro sobre si misma y reaccionó rápida dando un golpe fuerte en su cuello.-Por suerte, me gusta burlarme de la muerte jijiji Soltó su pequeña risa traviesa mientras el hombre se levantaba furioso.
Un golpe de suerte sucedió cuando Alanna salió al patio y pregunto quien le acompañaba de patrulla. Ante la cara de besugo de aquel animal, la chica alzó la mano veloz -¡YO! Alzando lo suficiente su voz para que le escuchara y disimuladamente salió corriendo hacia ella, mientras silbaba y el otro la maldecía un buen rato.
Así salieron los tres hacia la calle,casi sin rumbo fijo hacia la plaza del mercado, donde por sorpresa como cada miércoles lo ponían, a su compañero parecía haberse olvidado del detalle.-No es miércoles, acuérdate que los miércoles se coloca en esta zona Respondió al hombre que también marchaba con Alanna, cuando de pronto unos pequeños demonios interrumpieron la tranquilidad de la patrulla acosando al joven , y de vez en cuando alguna pregunta le caía también a ellas.-¿Por qué vas vestida así? Cuestionó a Runa una pequeña con el cabello castaño.
-Por comodidad Trató de responder con tranquilidad.
- Pareces de esas señoritas de compañía que ayudan a mi papi Los ojos de la chica se abrieron del asombro de par en par ante el comentario, no solo por la inocencia y no saber realmente lo que le había llamado, sino por la naturalidad sin conocer la verdadera profesión de aquellas mujeres.
-Aaaaaaam... Trataba de responder sin parecer brusca ante la pequeña.¿Sabíais que hay un titiritero en la plaza de los bandos? Se ocurrió de imprevisto y parecía surgir efecto en la mayoría de ellos que salieron corriendo emocionados hacia donde ella les indico.
Un golpe hizo que su mirada se girara hacia una joven de cabello rubio que se le hacia familiar, aquellos ojos azules los reconoció en el momento que alzó su mentón ante el llamamiento de Alanna, el otro caballero se acercó a ofrecerle levantarse con la ayuda de su mano y la situación fue interrumpida por Schott.-Mira, ya estamos toda la familia. Uso un poco sarcástico en modo de gracia.
-¡Vaya Ashryn! ¡Me habían dicho que las cosas bonitas caían del cielo! Trató de suavizar la situación, ya que ella hacia tiempo que no la veía, no había vuelto a ver el rostro de la elfa tras el funeral.
Estaba enfrente de un superior que le sacaba un medio cuerpo, con su gruesa armadura, sus manos manchadas tras el toqueteo del carbón y carismático bigote el cual sus puntas parecían tener intención de crecer hacia el cielo. Era un hombre físicamente para la joven bastante gracioso, aunque ella realmente era consciente que no debía subestimarlo sino quería acabar herida, ya que el combate iba a pasar a ser real. El superior portaba una enorme espada con doble hoja, tratando de mantener la respiración en calma, el oficial se dispuso a lanzar el primer ataque, casi rozando su mejilla izquierda, así soltando en el aire un pequeño mechón de pelo.
-Céntrese señorita Thorgil, cualquier cosa puede conllevarla a la muerte Le exclamó aquel hombre bastante serio mientras se disponía a su segundo ataque.
Que gracioso le parecía el comentario de la muerte, que tuvieran que darle una lección sobre lo importante que era una vida y lo fugaz que podría llegar a ser. Aquel hombre volvió a cargar con aquella espada que posiblemente pesaba más que él o más que aquel gordito bonachón que permanecía dormido en la esquina, y con el pulso totalmente seguro volvió a dirigir un nuevo ataque sobre ella, con la suerte que ella giro sobre si misma y reaccionó rápida dando un golpe fuerte en su cuello.-Por suerte, me gusta burlarme de la muerte jijiji Soltó su pequeña risa traviesa mientras el hombre se levantaba furioso.
Un golpe de suerte sucedió cuando Alanna salió al patio y pregunto quien le acompañaba de patrulla. Ante la cara de besugo de aquel animal, la chica alzó la mano veloz -¡YO! Alzando lo suficiente su voz para que le escuchara y disimuladamente salió corriendo hacia ella, mientras silbaba y el otro la maldecía un buen rato.
Así salieron los tres hacia la calle,casi sin rumbo fijo hacia la plaza del mercado, donde por sorpresa como cada miércoles lo ponían, a su compañero parecía haberse olvidado del detalle.-No es miércoles, acuérdate que los miércoles se coloca en esta zona Respondió al hombre que también marchaba con Alanna, cuando de pronto unos pequeños demonios interrumpieron la tranquilidad de la patrulla acosando al joven , y de vez en cuando alguna pregunta le caía también a ellas.-¿Por qué vas vestida así? Cuestionó a Runa una pequeña con el cabello castaño.
-Por comodidad Trató de responder con tranquilidad.
- Pareces de esas señoritas de compañía que ayudan a mi papi Los ojos de la chica se abrieron del asombro de par en par ante el comentario, no solo por la inocencia y no saber realmente lo que le había llamado, sino por la naturalidad sin conocer la verdadera profesión de aquellas mujeres.
-Aaaaaaam... Trataba de responder sin parecer brusca ante la pequeña.¿Sabíais que hay un titiritero en la plaza de los bandos? Se ocurrió de imprevisto y parecía surgir efecto en la mayoría de ellos que salieron corriendo emocionados hacia donde ella les indico.
Un golpe hizo que su mirada se girara hacia una joven de cabello rubio que se le hacia familiar, aquellos ojos azules los reconoció en el momento que alzó su mentón ante el llamamiento de Alanna, el otro caballero se acercó a ofrecerle levantarse con la ayuda de su mano y la situación fue interrumpida por Schott.-Mira, ya estamos toda la familia. Uso un poco sarcástico en modo de gracia.
-¡Vaya Ashryn! ¡Me habían dicho que las cosas bonitas caían del cielo! Trató de suavizar la situación, ya que ella hacia tiempo que no la veía, no había vuelto a ver el rostro de la elfa tras el funeral.
Runa Thorgil
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Re: Ese amor corre por mi cuenta ~ [Privado]
Debía aprender a trabajar en sus límites, tomaría una larga nota mental de no volver a hacer nada estúpido, aunque se tratase de ayudar a una pequeña en apuros. Ya no era una niña, acababa de cumplir 18 primaveras, debía comportarse como toda una adulta. Si, claro. Cualquiera que hubiese escuchado aquello se habría caído al suelo de la risa, pues nadie en su sano juicio creería que aquel rostro de muñeca pudiese adoptar un gesto de madurez, primero se caería el cielo antes de que ella dejara su conocida personalidad infantil. Aunque lo de revalorar sus prioridades era algo que sí prometía, no quería volver a ver estrellas con otro golpe igual de doloroso, definitivamente no más actos imprudentes. Una mano apareció como caída del cielo, para ayudarle a ponerse de pie, mientras la rubia trataba de enfocar sus orbes cristalinos en la portadora de aquella linda voz que le era conocida.
¡La heroína! Había pasado tiempo desde la última vez que la vio, ya que por alguna u otra razón sus caminos terminaron separándose desde aquella trágica aventura. La rubia tomó la mano de la joven, parpadeando confundida ante la aparición de otra voz conocida para ella, esta vez la de un muchacho a quien definitivamente no se esperaba ver de nuevo, no después de que casi lo habían violado por causa suya, aunque por lo sucedido a continuación se replanteó la idea de dejarlo de nuevo con aquellas tigresas como castigo por hacerse el gracioso. Le infló las mejillas por su comentario de los árboles y no dudó en sacarle la lengua, dejándole en claro que el hecho de que ella fuese una elfita no la hacía inmune a las caídas…ni a los árboles. Lo peor no eran las bromas, sino el hecho de que, efectivamente, habían visto su nada valeroso incidente.
—No me caí —bromeó, poniéndose de pie con la ayuda de Alanna—, solo estaba probando la fuerza de gravedad —se sacudió el vestido, guiñándoles un ojo—. Ya saben, aportaciones para la ciencia —volvió a sacarle la lengua al joven—. Tenía todo fríamente calculado.
Soltó una pequeña risita, mostrando que en realidad se trataba de un chiste y les sonrió. La verdad es que le alegraba volver a verles, aunque fuese en aquellas condiciones. Iba a preguntarles cómo se encontraban, cuando —para variar— otra cara familiar hizo su aparición en aquel curioso reencuentro. Asintió al energético saludo del agradable y entusiasta muchacho, soltando una pequeña risita a su comentario de los villanos. La verdad es que cualquier transeúnte pensaría que la de orbes azulados se encontraba en problemas, considerando que tanto guardia alrededor de ella no parecería algo realmente bueno, aunque esto poco iba a importar con el susto que la elfina se llevaría a continuación. Sus ojos se abrieron como platos, mientras un montón de frases incoherentes luchaban por salir de sus labios al ver de frente a aquella hermosa muchacha, que se suponía debía estar en el más allá.
—T-Tú… —retrocedió un poco—. E-Ella…yo… —definitivamente el golpe había sido más fuerte de lo que calculó, ya estaba viendo fantasmas—. Y-Yo te vi…e-estabas…ya no estabas c-con vida… ¿c-cómo es qué…? N-No me equivoqué... —Se llevó una mano a la frente, haciendo un análisis de su condición mental, tal vez tanto convivir con Candau ya la había vuelto loca—. Creo que estoy alucinando… —hizo una pausa, considerando la idea de volver al hospital y solicitar ayuda psiquiátrica—. Un minuto… —miro a los demás—. ¿Ustedes pueden verla? —Necesitaba saber qué estaba sucediendo, su credibilidad como médico lo ameritaba—. ¿Q-Qué está sucediendo aquí?
Ahora si que todo le daba vueltas. Había varias posibles explicaciones a todo aquello, ¿la más viable? Que ya se le había botado un tornillo y estaba viendo espíritus de bonitas muchachas fallecidas, o que el golpe había afectado un área importante del proceso cerebral cognitivo; también cabía la posibilidad de que sin querer se hubiese intoxicado con setas de dudosa procedencia, no sería la primera vez que le pasaba, gracias a Frederick, desde luego. Fuese como fuese, necesitaba respuestas, su orgullo profesional —y su miedo a haberse deschavetado— lo exigían.
¡La heroína! Había pasado tiempo desde la última vez que la vio, ya que por alguna u otra razón sus caminos terminaron separándose desde aquella trágica aventura. La rubia tomó la mano de la joven, parpadeando confundida ante la aparición de otra voz conocida para ella, esta vez la de un muchacho a quien definitivamente no se esperaba ver de nuevo, no después de que casi lo habían violado por causa suya, aunque por lo sucedido a continuación se replanteó la idea de dejarlo de nuevo con aquellas tigresas como castigo por hacerse el gracioso. Le infló las mejillas por su comentario de los árboles y no dudó en sacarle la lengua, dejándole en claro que el hecho de que ella fuese una elfita no la hacía inmune a las caídas…ni a los árboles. Lo peor no eran las bromas, sino el hecho de que, efectivamente, habían visto su nada valeroso incidente.
—No me caí —bromeó, poniéndose de pie con la ayuda de Alanna—, solo estaba probando la fuerza de gravedad —se sacudió el vestido, guiñándoles un ojo—. Ya saben, aportaciones para la ciencia —volvió a sacarle la lengua al joven—. Tenía todo fríamente calculado.
Soltó una pequeña risita, mostrando que en realidad se trataba de un chiste y les sonrió. La verdad es que le alegraba volver a verles, aunque fuese en aquellas condiciones. Iba a preguntarles cómo se encontraban, cuando —para variar— otra cara familiar hizo su aparición en aquel curioso reencuentro. Asintió al energético saludo del agradable y entusiasta muchacho, soltando una pequeña risita a su comentario de los villanos. La verdad es que cualquier transeúnte pensaría que la de orbes azulados se encontraba en problemas, considerando que tanto guardia alrededor de ella no parecería algo realmente bueno, aunque esto poco iba a importar con el susto que la elfina se llevaría a continuación. Sus ojos se abrieron como platos, mientras un montón de frases incoherentes luchaban por salir de sus labios al ver de frente a aquella hermosa muchacha, que se suponía debía estar en el más allá.
—T-Tú… —retrocedió un poco—. E-Ella…yo… —definitivamente el golpe había sido más fuerte de lo que calculó, ya estaba viendo fantasmas—. Y-Yo te vi…e-estabas…ya no estabas c-con vida… ¿c-cómo es qué…? N-No me equivoqué... —Se llevó una mano a la frente, haciendo un análisis de su condición mental, tal vez tanto convivir con Candau ya la había vuelto loca—. Creo que estoy alucinando… —hizo una pausa, considerando la idea de volver al hospital y solicitar ayuda psiquiátrica—. Un minuto… —miro a los demás—. ¿Ustedes pueden verla? —Necesitaba saber qué estaba sucediendo, su credibilidad como médico lo ameritaba—. ¿Q-Qué está sucediendo aquí?
Ahora si que todo le daba vueltas. Había varias posibles explicaciones a todo aquello, ¿la más viable? Que ya se le había botado un tornillo y estaba viendo espíritus de bonitas muchachas fallecidas, o que el golpe había afectado un área importante del proceso cerebral cognitivo; también cabía la posibilidad de que sin querer se hubiese intoxicado con setas de dudosa procedencia, no sería la primera vez que le pasaba, gracias a Frederick, desde luego. Fuese como fuese, necesitaba respuestas, su orgullo profesional —y su miedo a haberse deschavetado— lo exigían.
Ashryn Elaynor
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Re: Ese amor corre por mi cuenta ~ [Privado]
Tiró de la elfa cuando notó que aceptaba su mano para alzarse y la ayudo a ponerse en pie con una sonrisa. Debía sentirse algo alterada tan rodeada como estaba, por lo que dio un ligero paso hacia atrás para darle algo de espacio, sonriendo ante su buen humor, parecía que la chica había superado ya lo sucedido en el bosque, lamentaba haberse separado de ella cuando la chica le había dicho que quería acompañarla, pero el deber la había llamado y no habria podido permitir que la joven acabase en esa isla endemoniada, ni, muchisimo menos, en el desierto.
Miró a su alrededor mientras Runa y Schott se reunían con Eltrant, Ashryn y ella, los niños parecían haber desistido de escalar la capa el exmercenario, de burlarse de Schott y de juzgar a Runa. Guardó una risa al verlos acercarse como si la caida de la elfa fuera su salvación y vía de escape, y volvió a mirar a la joven rubia. Se alegraba de ver que estaba bien y que el tiempo no había hecho que el buen humor de la joven desapareciera, si no, más bien, al contrario.
- Me alegro de verte Ash.- se sinceró antes de que llegasen el pelirrojo y la última adquisición de la guardia.
Sabía y, no se equivocó, que cuando Ashryn viera a Runa no podría dar crédito a sus ojos, ella misma había dudado de que fuera real, había necesitado echar a correr y abrazarla para asegurarse de que la joven no era una aparición de que era corporea. Pero al final había visto que no se equivocaba, que estaba ahí y que no se iba a desvanecer frente a sus ojos. Al ver tartamudear, nerviosa perdida a la elfa, sonrió y tomó aire con fuerza entre los dientes, tendiendo una mano a Runa con un gesto para que se acercase.
- A ver... ¿cómo te lo explico sin que suene descabellado?- se preguntó a si misma antes de lanzar un suspiro, consciente de que era algo imposible.- A ver... Runa estuvo... am... ¿cómo me lo dijiste?- se giró a la chica.- ¿En otro plano?- Negó con la cabeza para si y volvió a mirar a Ashryn.- no sabría explicarlo, el caso es que... hace unos días apareció por la ciudad y... bueno, estaba viva.- dijo sin más.- No eres la unica que la ve, la vemos todos, tranquila.- sonrió a la doctora.
Dejó paso a que fueran Runa y Schott quienes diesen las explicaciones, ellos lo sabían mucho mejor que ella, estaba totalmente segura de ello, y se retiró unos pasos para hablar con Eltrant. No sabía si el chico sabía lo que le había sucedido a la nueva guarda de la ciudad, pero si no lo sabía, en ese momento debía estar confuso, como poco. Ella no había tenido tiempo de contarle nada con todo lo que había estado sucediendo. Desde que habían capturado a los lideres de los ladrones todo había sido un caos, y ella a duras penas había vuelto a casa a recoger armas y presentar algun informe, llevaba fuera meses, no podría haberle contado nada aunque le hubiera gustado.
- Luego te lo explico todo.- prometió situandose a su lado, en un susurro para no molestar la conversación.
Fue entonces cuando sonaron las campanas de algun templo cercano marcando que se hacía tarde, había salido más tarde de lo usual a hacer la patruya al tener que presentar los informes de sus meses de ausencia, y los niños los habían retrasado, así que deberían acelerar el paso, para esa hora ya deberían estar cerca del taller de alquimia abandonado en el que se solían colar los niños. Con ceño fruncido miró el reloj de sol de piedra maciza que había en el centro de la plaza y que, en ocasiones, los juglares y artistas callejeros usaban como escenario a pie de calle aprovechando las escaleras que lo elevaban. Efectivamente, era tarde.
- Siento interrumpir.- se disculpó.- pero es tarde, deberíamos seguir hacia delante.- comentó.- Am... Ashryn, ¿te vienes?- la invitó.- No solemos tener problemas en las rondas, y solo vamos a ver unos cuantos talleres abadonados.- le aseguró con una sonrisa antes de mirar hacia la calle que los llevaría a los viejos almacenes de alquimia y las tiendas ya cerradas.- ¿Vamos?- dio un par de pasos hacia delante y los miró a la espera de que emprendieran la marcha.
Mientras tanto, en un viejo local de alquimia, cerrado años atrás, con las bigas carcomidas, las puertas giradas y los cristales rotos, se encendían algunos de los fogones, y las pociones, ya viejas que permanecían sobre estos en tarros abiertos, comenzaban a hervir y una variedad extraordinaria de colores comenzaba a llenar la estancia. Parte del humo ya salía por la vieja chimenea que, taponada como había estado, soltaba, de momento, la típica nube negra, que se pegaba a las paredes por la grasa, la suciedad, y la humedad de la leña quemada.
Miró a su alrededor mientras Runa y Schott se reunían con Eltrant, Ashryn y ella, los niños parecían haber desistido de escalar la capa el exmercenario, de burlarse de Schott y de juzgar a Runa. Guardó una risa al verlos acercarse como si la caida de la elfa fuera su salvación y vía de escape, y volvió a mirar a la joven rubia. Se alegraba de ver que estaba bien y que el tiempo no había hecho que el buen humor de la joven desapareciera, si no, más bien, al contrario.
- Me alegro de verte Ash.- se sinceró antes de que llegasen el pelirrojo y la última adquisición de la guardia.
Sabía y, no se equivocó, que cuando Ashryn viera a Runa no podría dar crédito a sus ojos, ella misma había dudado de que fuera real, había necesitado echar a correr y abrazarla para asegurarse de que la joven no era una aparición de que era corporea. Pero al final había visto que no se equivocaba, que estaba ahí y que no se iba a desvanecer frente a sus ojos. Al ver tartamudear, nerviosa perdida a la elfa, sonrió y tomó aire con fuerza entre los dientes, tendiendo una mano a Runa con un gesto para que se acercase.
- A ver... ¿cómo te lo explico sin que suene descabellado?- se preguntó a si misma antes de lanzar un suspiro, consciente de que era algo imposible.- A ver... Runa estuvo... am... ¿cómo me lo dijiste?- se giró a la chica.- ¿En otro plano?- Negó con la cabeza para si y volvió a mirar a Ashryn.- no sabría explicarlo, el caso es que... hace unos días apareció por la ciudad y... bueno, estaba viva.- dijo sin más.- No eres la unica que la ve, la vemos todos, tranquila.- sonrió a la doctora.
Dejó paso a que fueran Runa y Schott quienes diesen las explicaciones, ellos lo sabían mucho mejor que ella, estaba totalmente segura de ello, y se retiró unos pasos para hablar con Eltrant. No sabía si el chico sabía lo que le había sucedido a la nueva guarda de la ciudad, pero si no lo sabía, en ese momento debía estar confuso, como poco. Ella no había tenido tiempo de contarle nada con todo lo que había estado sucediendo. Desde que habían capturado a los lideres de los ladrones todo había sido un caos, y ella a duras penas había vuelto a casa a recoger armas y presentar algun informe, llevaba fuera meses, no podría haberle contado nada aunque le hubiera gustado.
- Luego te lo explico todo.- prometió situandose a su lado, en un susurro para no molestar la conversación.
Fue entonces cuando sonaron las campanas de algun templo cercano marcando que se hacía tarde, había salido más tarde de lo usual a hacer la patruya al tener que presentar los informes de sus meses de ausencia, y los niños los habían retrasado, así que deberían acelerar el paso, para esa hora ya deberían estar cerca del taller de alquimia abandonado en el que se solían colar los niños. Con ceño fruncido miró el reloj de sol de piedra maciza que había en el centro de la plaza y que, en ocasiones, los juglares y artistas callejeros usaban como escenario a pie de calle aprovechando las escaleras que lo elevaban. Efectivamente, era tarde.
- Siento interrumpir.- se disculpó.- pero es tarde, deberíamos seguir hacia delante.- comentó.- Am... Ashryn, ¿te vienes?- la invitó.- No solemos tener problemas en las rondas, y solo vamos a ver unos cuantos talleres abadonados.- le aseguró con una sonrisa antes de mirar hacia la calle que los llevaría a los viejos almacenes de alquimia y las tiendas ya cerradas.- ¿Vamos?- dio un par de pasos hacia delante y los miró a la espera de que emprendieran la marcha.
Mientras tanto, en un viejo local de alquimia, cerrado años atrás, con las bigas carcomidas, las puertas giradas y los cristales rotos, se encendían algunos de los fogones, y las pociones, ya viejas que permanecían sobre estos en tarros abiertos, comenzaban a hervir y una variedad extraordinaria de colores comenzaba a llenar la estancia. Parte del humo ya salía por la vieja chimenea que, taponada como había estado, soltaba, de momento, la típica nube negra, que se pegaba a las paredes por la grasa, la suciedad, y la humedad de la leña quemada.
Alanna Delteria
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Re: Ese amor corre por mi cuenta ~ [Privado]
Se encogió de hombros y suspiró. La plaza seguía animada, los niños reían, un teatrillo no muy lejos de dónde se había caído la elfa iniciaba una función de teatro. Pero aquello no duraría, Alanna, la que estaba al mando del grupo de guardias, apremió a todos los presentes a que siguiesen patrullando, así como, a su vez, invitó a Ashryn a que se uniese.
Caminó detrás de Alanna durante un rato, en un principio, ausente, sin prestar demasiada atención a lo que sucedía a su alrededor. Schott, Runa, Alanna y él, era un grupo lo suficientemente grande como para vigilar todo lo que había presente, aún si él estaba pensando en sus propios asuntos.
Miró el cielo, las nubes, los pájaros que surcaba la ciudad entre los tejados sin prácticamente ninguna preocupación. – Oye Runa ¿Y no te han dicho nada por no llevar el uniforme? – No conocía mucho a la chica, tenía recuerdos distantes de su cara, muy distantes, pero al parecer tenía una relación bastante íntima con Alanna, parecía agradable, no tenía nada en contra de su elección de vestuario, solo le parecía curioso. - …Más pájaros – Siguió mirando hacia arriba, esta vez posicionándose cerca de Schott, dejando escapar un sonoro bostezo le pasó la mano por encima del hombro - ¿Qué opinas de…? – Una enorme nube de humo negro capto su atención, haciéndole detenerse un momento, tratando de localizar la procedencia de esta. – Alanna, ¿No decías que todo esto estaba abandonado?
Frunció el ceño ¿Vagabundos? Era más que probable, y si ese era el caso no era nada por lo que preocuparse realmente, aunque, por otro lado, aquellos talleres estaban repletos de objetos que, según habían dicho atrás en el cuartel, podían resultar peligrosos en las manos adecuadas.
Por eso estaban, de hecho, patrullando aquella zona mientras terminaban de desalojar los antiguos talleres. – Vamos a echar un vistazo. – Dijo inmediatamente, tomando el pomo de su espada con suavidad y posicionándose a la cabeza del grupo.
Las personas fueron desapareciendo de su camino según se adentraban más y más en la barriada, la cual se iba tornando más gris según avanzaban, como si estuviesen entrando en una ciudad abandonada, era una experiencia curiosa, cuanto menos.
La humareda salía de un enjuto taller entre dos edificios, uno que, de no ser porque en aquel instante el cielo estaba prácticamente encapotado a causa de un humo que, de alguna forma, comenzaba a brillar por partes en colores diferentes, nadie se habría percatado de aquel lugar.
Eltrant se giró a sus compañeros y, encogiéndose de hombros, señaló al local - ¿Miramos si hay alguien en casa no?
***
Caminó detrás de Alanna durante un rato, en un principio, ausente, sin prestar demasiada atención a lo que sucedía a su alrededor. Schott, Runa, Alanna y él, era un grupo lo suficientemente grande como para vigilar todo lo que había presente, aún si él estaba pensando en sus propios asuntos.
Miró el cielo, las nubes, los pájaros que surcaba la ciudad entre los tejados sin prácticamente ninguna preocupación. – Oye Runa ¿Y no te han dicho nada por no llevar el uniforme? – No conocía mucho a la chica, tenía recuerdos distantes de su cara, muy distantes, pero al parecer tenía una relación bastante íntima con Alanna, parecía agradable, no tenía nada en contra de su elección de vestuario, solo le parecía curioso. - …Más pájaros – Siguió mirando hacia arriba, esta vez posicionándose cerca de Schott, dejando escapar un sonoro bostezo le pasó la mano por encima del hombro - ¿Qué opinas de…? – Una enorme nube de humo negro capto su atención, haciéndole detenerse un momento, tratando de localizar la procedencia de esta. – Alanna, ¿No decías que todo esto estaba abandonado?
Frunció el ceño ¿Vagabundos? Era más que probable, y si ese era el caso no era nada por lo que preocuparse realmente, aunque, por otro lado, aquellos talleres estaban repletos de objetos que, según habían dicho atrás en el cuartel, podían resultar peligrosos en las manos adecuadas.
Por eso estaban, de hecho, patrullando aquella zona mientras terminaban de desalojar los antiguos talleres. – Vamos a echar un vistazo. – Dijo inmediatamente, tomando el pomo de su espada con suavidad y posicionándose a la cabeza del grupo.
Las personas fueron desapareciendo de su camino según se adentraban más y más en la barriada, la cual se iba tornando más gris según avanzaban, como si estuviesen entrando en una ciudad abandonada, era una experiencia curiosa, cuanto menos.
La humareda salía de un enjuto taller entre dos edificios, uno que, de no ser porque en aquel instante el cielo estaba prácticamente encapotado a causa de un humo que, de alguna forma, comenzaba a brillar por partes en colores diferentes, nadie se habría percatado de aquel lugar.
Eltrant se giró a sus compañeros y, encogiéndose de hombros, señaló al local - ¿Miramos si hay alguien en casa no?
***
- Off::
- Un post un poco corto, pero no queria controlar en exceso las acciones de nadie ; ^ ;
Eltrant Tale
Aerandiano de honor
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Re: Ese amor corre por mi cuenta ~ [Privado]
Sonreí de oreja a oreja ahora que ya estábamos todos juntos, incluso la bella elfa que creo recordar dijo que trabajaba en el hospital
-Chicos os veo estupendos, la verdad es que hasta que no entras en la guardia no te das cuenta de lo bien que sienta el uniforme jeje- bromeé, cada uno se lo había modificado un poco según su gusto y lucían estupendos.
De repente vi que Ashryn empezaba a temblar y señalar junto a mí, donde estaba Runa, como si no se creyera que estaba allí, ah claro, aun no se había enterado de lo de la resurrección, hmm, eso me dio una idea.
-¿Cómo?...¿ver qué?..yo no veo nada….- dije siguiéndola la corriente –No.aqui solo estamos los cuatro que…¡AAhhhhhhhh!- Grite muy fuertemente señalando a Runa –¡Un fantasma!, ¡un fantasma!, Uaaaaaaaa- grité escondiéndome tras Eltrant apenas conteniendo la risa.
-Jajajajaja, que noo, que era broma, jajajaj, lo siento- dije secándome las lágrimas y disculpándome con unas palmaditas a Ashryn –P..Perdóname..nono..lo siento, jajaj, perdon, nah, no estás loca, Runa esta vivita y coleando, jejeje- sonreí.
Alanna trató de explicar lo que había pasado, lo cual era bien difícil, aún recuerdo la cara de Lord Tinegar al ver mi informe, debió de pensar que estaba ebrio como una cuba, ojala.
-Si…bueno…es algo difícil de explicar…digamos que llevé el cadáver de Runa al lugar adecuado en el momento oportuno, si, casualidades de la vida, también había una bruja...y unos elfos…bueno…es una larga historia, por unas cervezas os la cuento jaja- bromeé –Aunque seguro que la versión de Runa es mucho más interesante jaja-
Alanna siempre sensata nos indicó que debíamos seguir con la patrulla, es verdad, el tiempo volaba.
Caminaba junto a Eltrant, cuando algo llamó su atención.
-Hmmm ¿un incendio quizás?- aventuré aguzando la vista, Eltrant se apresuró a investigar en guardia, yo corrí a situarme tras él. –Te cubro compañero- dije poniéndome tras el en pose muy profesional.
La barriada donde nos encontrábamos se tornaba cada vez más y más oscura, me parecía notar miradas desde las oscuras ventanas y correteos en los callejones paralelos, aunque puede que fuera mi alocada imaginación, aunque lo cierto era que el lugar ponía los pelos de punta, a saber cuándo había sido la última vez que la guardia había pasado por aquí.
-Hmmm, no soy experto, pero parece humo alquímico, sea lo que sea apostaría que no tienen permiso para esto- dije examinando el desvencijado taller.
Saqué el escudo que podríamos necesitar como cobertura de avance y me puse a un lado de la puerta preparado para entrar cuando alguien la echase abajo.-¿Entramos por las malas? ¿O por las malas?- bromeé, espero que tan solo se tratase de unos niños jugando con productos peligrosos, no me apetecía recibir un flechazo por la espalda en este sucio taller.
-Chicos os veo estupendos, la verdad es que hasta que no entras en la guardia no te das cuenta de lo bien que sienta el uniforme jeje- bromeé, cada uno se lo había modificado un poco según su gusto y lucían estupendos.
De repente vi que Ashryn empezaba a temblar y señalar junto a mí, donde estaba Runa, como si no se creyera que estaba allí, ah claro, aun no se había enterado de lo de la resurrección, hmm, eso me dio una idea.
-¿Cómo?...¿ver qué?..yo no veo nada….- dije siguiéndola la corriente –No.aqui solo estamos los cuatro que…¡AAhhhhhhhh!- Grite muy fuertemente señalando a Runa –¡Un fantasma!, ¡un fantasma!, Uaaaaaaaa- grité escondiéndome tras Eltrant apenas conteniendo la risa.
-Jajajajaja, que noo, que era broma, jajajaj, lo siento- dije secándome las lágrimas y disculpándome con unas palmaditas a Ashryn –P..Perdóname..nono..lo siento, jajaj, perdon, nah, no estás loca, Runa esta vivita y coleando, jejeje- sonreí.
Alanna trató de explicar lo que había pasado, lo cual era bien difícil, aún recuerdo la cara de Lord Tinegar al ver mi informe, debió de pensar que estaba ebrio como una cuba, ojala.
-Si…bueno…es algo difícil de explicar…digamos que llevé el cadáver de Runa al lugar adecuado en el momento oportuno, si, casualidades de la vida, también había una bruja...y unos elfos…bueno…es una larga historia, por unas cervezas os la cuento jaja- bromeé –Aunque seguro que la versión de Runa es mucho más interesante jaja-
Alanna siempre sensata nos indicó que debíamos seguir con la patrulla, es verdad, el tiempo volaba.
Caminaba junto a Eltrant, cuando algo llamó su atención.
-Hmmm ¿un incendio quizás?- aventuré aguzando la vista, Eltrant se apresuró a investigar en guardia, yo corrí a situarme tras él. –Te cubro compañero- dije poniéndome tras el en pose muy profesional.
La barriada donde nos encontrábamos se tornaba cada vez más y más oscura, me parecía notar miradas desde las oscuras ventanas y correteos en los callejones paralelos, aunque puede que fuera mi alocada imaginación, aunque lo cierto era que el lugar ponía los pelos de punta, a saber cuándo había sido la última vez que la guardia había pasado por aquí.
-Hmmm, no soy experto, pero parece humo alquímico, sea lo que sea apostaría que no tienen permiso para esto- dije examinando el desvencijado taller.
Saqué el escudo que podríamos necesitar como cobertura de avance y me puse a un lado de la puerta preparado para entrar cuando alguien la echase abajo.-¿Entramos por las malas? ¿O por las malas?- bromeé, espero que tan solo se tratase de unos niños jugando con productos peligrosos, no me apetecía recibir un flechazo por la espalda en este sucio taller.
Schott
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Re: Ese amor corre por mi cuenta ~ [Privado]
Fue toda una sorpresa para la joven Ashryn volver al ver el rostro de aquella inquebrantable muchacha respirando, era un verdadero shock volver a captar un rostro tan lleno de vida cuando tuvo que soportarlo tieso y frío como la misma noche,pero todo había pasado y allí estaba, frente aquella mujer que apenas pudo conocer bien tras su rescate.
Alanna como siempre con una voz armoniosa trato de hacer un pequeño intento de explicación que pasó a ser casi nulo dado que dejó que el pelirrojo y la ladrona, explicaran mejor esa historia.-Es largo de contar ahora mismo Añadió tras Alanna añadiendo casi un suspiro sin ganas, pero el herrero se adelantó y formo un pequeño resumen de lo sucedido, un resumen que dejaría a esa historia para contarla más adelante.-Coincido, sera mejor que lo cuente tras unas cervezas... Soltó una pequeña risa nerviosa que la delató en ese instante,aunque afortunadamente captaron la atención en otras cosas, como Eltrant, aquel caballero que apenas conocía le formuló una pregunta mientras miraba el cielo absorto casi de lo que ocurría a su alrededor.-¿El uniforme? Cuestionó Runa ante la pregunta de aquel hombre.-¡Oh si! Había un general que se enfado muchísimo por no llevar mi uniforme Respondió tratando de aguantar la risa.-Era ese gordo con entrecejo que suele estar en el patio de armas. Contaba alegremente sin percatarse de la gravedad de sus palabras.
Subió su cabeza también curiosa por lo que observaban aquellos dos, se veían las nubes, una bandada de pájaros, y un humo demasiado peculiar para tratarse de un simple incendio.-Alanna ¿Eso es..? Trató de preguntar pero los hombres del grupo se adelantaron a la patrulla hacia el lugar de los hechos.-Esto parece trapicheos... comentó mientras también arrancó a correr tras ellos hacia un taller que se encontraba entre dos edificios. El humo estaba invadiendo las calles, desprendiendo un olor desagradable y fuerte que se agarra bien a las fosas nasales.-Huele como las hierbas de Ju... No pudo acabar porque sentía que su cabeza le daba vueltas, notaba su cuerpo ligero, fácil de manejar como el papel, y tras romper la puerta, sacó fuerza y entró aun sabiendo que era una sustancia extraña.
Su visión le jugaba mala pasadas, le parecía ver doble cualquier objeto, dos sillas,dos mesas,dos pipetas, dos Alannas.¿Dos Alannas?, empezaba a pensar que quizás se estaba volviendo loca y trató de llegar a la mesa central de ese taller, temblando, casi sin poder manejar su cuerpo , cayó sobre la mesa, dejando hasta su torso tumbado sobre ella, y en un abrir y cerrar de ojos observó a sus compañeros soltando una incontrolable risa.-ja ja ja ja ja que pasó a ser más acelerada .-JAJAJAJAJA Así sus ojos comenzaron a verse rojos y no paraba de llorar.-JAJAJAJAJA ¡Tenéis caras de mulas! Runa, no se podía controlar.
Alanna como siempre con una voz armoniosa trato de hacer un pequeño intento de explicación que pasó a ser casi nulo dado que dejó que el pelirrojo y la ladrona, explicaran mejor esa historia.-Es largo de contar ahora mismo Añadió tras Alanna añadiendo casi un suspiro sin ganas, pero el herrero se adelantó y formo un pequeño resumen de lo sucedido, un resumen que dejaría a esa historia para contarla más adelante.-Coincido, sera mejor que lo cuente tras unas cervezas... Soltó una pequeña risa nerviosa que la delató en ese instante,aunque afortunadamente captaron la atención en otras cosas, como Eltrant, aquel caballero que apenas conocía le formuló una pregunta mientras miraba el cielo absorto casi de lo que ocurría a su alrededor.-¿El uniforme? Cuestionó Runa ante la pregunta de aquel hombre.-¡Oh si! Había un general que se enfado muchísimo por no llevar mi uniforme Respondió tratando de aguantar la risa.-Era ese gordo con entrecejo que suele estar en el patio de armas. Contaba alegremente sin percatarse de la gravedad de sus palabras.
Subió su cabeza también curiosa por lo que observaban aquellos dos, se veían las nubes, una bandada de pájaros, y un humo demasiado peculiar para tratarse de un simple incendio.-Alanna ¿Eso es..? Trató de preguntar pero los hombres del grupo se adelantaron a la patrulla hacia el lugar de los hechos.-Esto parece trapicheos... comentó mientras también arrancó a correr tras ellos hacia un taller que se encontraba entre dos edificios. El humo estaba invadiendo las calles, desprendiendo un olor desagradable y fuerte que se agarra bien a las fosas nasales.-Huele como las hierbas de Ju... No pudo acabar porque sentía que su cabeza le daba vueltas, notaba su cuerpo ligero, fácil de manejar como el papel, y tras romper la puerta, sacó fuerza y entró aun sabiendo que era una sustancia extraña.
Su visión le jugaba mala pasadas, le parecía ver doble cualquier objeto, dos sillas,dos mesas,dos pipetas, dos Alannas.¿Dos Alannas?, empezaba a pensar que quizás se estaba volviendo loca y trató de llegar a la mesa central de ese taller, temblando, casi sin poder manejar su cuerpo , cayó sobre la mesa, dejando hasta su torso tumbado sobre ella, y en un abrir y cerrar de ojos observó a sus compañeros soltando una incontrolable risa.-ja ja ja ja ja que pasó a ser más acelerada .-JAJAJAJAJA Así sus ojos comenzaron a verse rojos y no paraba de llorar.-JAJAJAJAJA ¡Tenéis caras de mulas! Runa, no se podía controlar.
- Off::
- Tomar a Runa fumada xD
Runa Thorgil
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