[Misión] El golpe del siglo
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[Misión] El golpe del siglo
Despacho secreto de Lazid Rajeesh. Barrio noble de Lunargenta. Noche. 22:00
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Aquella noche cálida de verano, un impaciente Lazid se encontraba leyendo las últimas novedades del periódico Ocurrencias Públicas, en su tugurio en las catacumbas. Echando un vistazo al reloj de cuco que presidía uno de sus muchos pisos francos de uno de los mayores capos de la ciudad. Sabía que todos los miembros de la banda del Zodíaco iban a acudir a la misma y estarían al llegar, pero no podía evitar impacientarse.
-¡¿Dónde están esos tres inútiles?! – el enano tomó una bola de madera maciza que tenía sobre su escritorio y la estampó con fuerza contra la puerta.
Pero dicho y hecho, la puerta se abrió mientras la bola que volaba se estrelló contra el cuerno de Tauro. Al que no pareció hacerle mucha gracia el gesto de Lazid, aunque prefirió pasarlo por alto al ver que no fue intencionado. – Pequeño cabrón, ya estabas tardando en hacer el gilipollas. – mugió enfadado.
-¡Estúpido animal! ¡Sin mi cabeza pensante no serías nadie! – inquirió enfadado, a lo que Tauro cogió y lo levantó a modo de broma. – Ven aquí, pequeñín. Te pondré por encima de mí, como tanto te gusta. – Tomó a Lazid y lo aupó sobre sus hombros. Lazid comenzó a blasfemar.
-¡Bájame de inmediato, merluzo! – protestó.
Justo en ese momento, entraba Virgo por la puerta. El joven elfo adolescente de la media melenilla rubia había sido el que más cambió en todo aquel tiempo. Y es que en su último golpe apenas era un niño. Llegaba con una capucha tapándole la cabeza, y una mochila, con todos los artefactos nuevos de tecnología que traía preparados y probados por Destino. Y, por supuesto, con Dash, su mascota, a hombros, siempre mostrando su lengua de serpiente.
-¡Tíos! Os he echado mucho de menos. – y corrió a abrazar a Tauro, que todavía seguía con Lazid sobre él. Aunque no tardó en bajarlo para poder levantar al elfo.
-¿Tú eres el canijo? ¿Virgo? ¡Cuánto has crecido, campeón! Ven a mis brazos. – y tomó al joven como si fuese un muñeco de trapo y lo alzó con facilidad por los aires.
-¡Vale, vale, tronco! No me vayas a mandar a la luna. A todas estas, ¿estamos todos? ¡Tengo muchos cachivaches superchulos que enseñaros! – indicó el joven elfo superdotado.
-¿Qué vamos a estar todos? ¡Falta la imbécil de Svetlana! ¡¿Dónde cojones está?! – bramó Lazid desesperado.
La vampiresa surgió de detrás de una de las sombras que hacía uno de los armarios. Parecía haber estado escuchando toda la conversación. Tomó una manzana del frutero que tenía el lagarto, le dio un mordisco y sonrió.
-¿Tanto me echas de menos, pequeño? – insinuó dándole un mordisco, bajando la cabeza para ver al lagarto que, como siempre, pecaba de bocazas.
-¡Ya era hora! ¡Joder! – gritó el hombrecillo bestia que, ignorado por la chupasangres, centraba sus ojos en Tauro y Virgo, notando el cambio que había dado este último. – ¿Este es el pequeño Virgo? ¡Vaya, si casi eres más alto que yo, bombón! ¿Ya has cumplido la mayoría de edad? – El joven casi se atraganta al respirar. Estaba claro que aquel adolescente no estaba acostumbrado a hablar con mujeres, y menos con una como Géminis.
-Yo… esto… tengo 17 ya. – respondió.
-Diecisiete y Virgo todavía virgen. – rió el toro tuerto, cruzado de brazos y apoyado contra la pared. Algo que hizo que el joven se sonrojara por completo.
-¡Oh... Tauro...! Eso puedo arreglarlo yo… – le guiñó un ojo y le mostró una pícara sonrisa al joven. Se dio la vuelta y se dirigió a abrir la puerta, donde habían picado.
-Tío, me ha guiñado un ojo… ¡la Géminis me ha guiñado un ojo! ¿Le molaré?– le susurró a Tauro totalmente tímido.
-Sí, podéis entablar una relación, pasarás de Virgo a Capricornio en cuestión de horas. – bromeó.
-¡Basta de cháchara, necios! Estáis aquí para obedecerme a mí. Que voy a ser quien os hará ricos. – les señaló a todos. - Veamos a esos novatos que decíais que eran tan buenos.
La puerta de aquel pequeño despacho en Lunargenta se abrió y entraron entonces Zatch, Karkaran y Destino. Aún no se conocían o, al menos, no como miembros de la banda.
-A ver, rapidito. Presentaciones. Perfiles. ¿Qué podéis aportar a la banda aparte de quedaros mirando como pasmarotes? - el pequeño se sentó en la silla de su escritorio y también sobre una pila de libros que ponía siempre encima para que no se le viese por debajo de la mesa. - ¡Y un nombre! Somos la banda del Zodiaco. Todos aquí llevan un nombre en clave menos yo, que soy vuestro puto jefe: Don Lazid Rajeesh, para vosotros. - apuntó el lagartijo. Los tres miembros del zodíaco rieron tras esto último. Estaba claro que ninguno de los tres respetaba al hombre bestia, aunque le hiciesen creer lo contrario. ¿Qué harían los tres nuevos integrantes?
* * * * * * * * * * * * * * * * *
¡Bienvenid@s!: Antes de nada, disculpadme la tardanza en la apertura de la misión. Tengo mucho trabajo estas semanas y me resulta difícil abrir temas. ¡Debo felicitaros! Los tres habéis completado con éxito vuestros eventos. Y ahora recaéis en una misión difícil. Pero eso ya lo sabíais, ¿verdad? Tendréis que pensar muy bien qué hacer y qué no. La planificación será clave y los errores, también. Sois un equipo y podéis terminar condenando a todos vuestros compañeros. Si todo sale bien, podréis ganar muchos aeros cada uno (hablamos de, verdaderamente, MUCHOS). De momento, antes de que se os aporte más información de la misma (sólo sabéis algo del banco real de Lunargenta), tendréis que daros a conocer entre los miembros y proponer un nombre en clave. Tendrá que ser un signo del zodiaco, evidentemente. No me importa el orden que sigáis en postear en principio.
Espero que todos nos divirtamos, que es lo importante. Y, sobre todo, suerte, queridos. (La necesitaréis).
Ger
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Re: [Misión] El golpe del siglo
La vampiresa no había puesto las cosas fáciles desde un principio.
El viajar con ella había sido, como mínimo, interesante. Solo se dejaba ver por las noches (como cabria esperarse). Y cuando lo hacia, las provocaciones e insinuaciones no eran ni pocas ni de bajo nivel. En más de una ocasión tuve que recordarme a mi mismo que el mezclar los negocios con el placer podía traer estrepitosas consecuencias.
"Pero por otro lado... Es una vampiresa que tiene un muy buen par de ..."
Sacudí mi cabeza enérgicamente, centrándome.
Después de varios días de viaje, por fin, habíamos llegado a Lunargenta. El camino desde ahí fue algo más tranquilo, pues tratamos de no destacar. Seguí a Geminis hasta que ella mando algo de distancia, explicándome que iba a adentrarse ella primero.
Iba a conocer por fin a Lazid, el rey lagarto. El señor tunante. Una gran inspiración para matones y rateros de tres al cuarto.
Mientras me adentraba a esa gran casa, siguiendo las instrucciones de Geminis, vi que delante de la puerta donde se me habia indicado aparecer, había otros dos individuos.
El primero, un hombre bestia con bastante pelo y apariencia de zorro.
El segundo, un elfo de cabellos negros y ojos azulados.
No los reconocí si eran miembros activos de la banda, simplemente me dirigí a la puerta junto a ellos y entramos.
Repartidos por la sala, pude ver a tres miembros. Uno de ellos, la bella vampiresa que me había acompañado hasta aquí. Me guiño un ojo en silencio. A su lado, pude ver a un joven chico que no supe reconocer. Luego, otro hombre bestia. Sin lugar a duda alguna: Tauro.
Al fondo, en un escritorio muy cuidado dentro de esa elegante habitación, Lazid estaba sentado, mirándonos a los tres seriamente.
- A ver, rapidito. Presentaciones. Perfiles. ¿Qué podéis aportar a la banda aparte de quedaros mirando como pasmarotes? ¡Y un nombre! Somos la banda del Zodiaco. Todos aquí llevan un nombre en clave menos yo, que soy vuestro puto jefe: Don Lazid Rajeesh, para vosotros.
Los tres nos miramos un momento. Luego hable yo, quitándome primero la cobertura del rostro para mostrar mis respetos a la banda. El más joven fue el que menos supo mostrar su asombro y asco ante mis cicatrices y quemaduras del rostro.
- Karkaran. - Dije simplemente. - Brujo de la escuela de la alquimia. Asesino, ladrón, alquimista... Conozco muy bien el funcionamiento de diversos tipos de cerraduras. Ademas, también puedo elaborar y fabricar ungüentos y venenos. Por la parte de magia, te aseguro que seria mucho mejor mostrarlo que no explicarlo.
Callé un instante y luego añadí:
- Y nombre... Ofiuco. - Miré a todos. - El olvidado.
El viajar con ella había sido, como mínimo, interesante. Solo se dejaba ver por las noches (como cabria esperarse). Y cuando lo hacia, las provocaciones e insinuaciones no eran ni pocas ni de bajo nivel. En más de una ocasión tuve que recordarme a mi mismo que el mezclar los negocios con el placer podía traer estrepitosas consecuencias.
"Pero por otro lado... Es una vampiresa que tiene un muy buen par de ..."
Sacudí mi cabeza enérgicamente, centrándome.
Después de varios días de viaje, por fin, habíamos llegado a Lunargenta. El camino desde ahí fue algo más tranquilo, pues tratamos de no destacar. Seguí a Geminis hasta que ella mando algo de distancia, explicándome que iba a adentrarse ella primero.
Iba a conocer por fin a Lazid, el rey lagarto. El señor tunante. Una gran inspiración para matones y rateros de tres al cuarto.
Mientras me adentraba a esa gran casa, siguiendo las instrucciones de Geminis, vi que delante de la puerta donde se me habia indicado aparecer, había otros dos individuos.
El primero, un hombre bestia con bastante pelo y apariencia de zorro.
El segundo, un elfo de cabellos negros y ojos azulados.
No los reconocí si eran miembros activos de la banda, simplemente me dirigí a la puerta junto a ellos y entramos.
Repartidos por la sala, pude ver a tres miembros. Uno de ellos, la bella vampiresa que me había acompañado hasta aquí. Me guiño un ojo en silencio. A su lado, pude ver a un joven chico que no supe reconocer. Luego, otro hombre bestia. Sin lugar a duda alguna: Tauro.
Al fondo, en un escritorio muy cuidado dentro de esa elegante habitación, Lazid estaba sentado, mirándonos a los tres seriamente.
- A ver, rapidito. Presentaciones. Perfiles. ¿Qué podéis aportar a la banda aparte de quedaros mirando como pasmarotes? ¡Y un nombre! Somos la banda del Zodiaco. Todos aquí llevan un nombre en clave menos yo, que soy vuestro puto jefe: Don Lazid Rajeesh, para vosotros.
Los tres nos miramos un momento. Luego hable yo, quitándome primero la cobertura del rostro para mostrar mis respetos a la banda. El más joven fue el que menos supo mostrar su asombro y asco ante mis cicatrices y quemaduras del rostro.
- Karkaran. - Dije simplemente. - Brujo de la escuela de la alquimia. Asesino, ladrón, alquimista... Conozco muy bien el funcionamiento de diversos tipos de cerraduras. Ademas, también puedo elaborar y fabricar ungüentos y venenos. Por la parte de magia, te aseguro que seria mucho mejor mostrarlo que no explicarlo.
Callé un instante y luego añadí:
- Y nombre... Ofiuco. - Miré a todos. - El olvidado.
Erenair
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Re: [Misión] El golpe del siglo
Por suerte para él, había podido encontrar a Tauro en las catacumbas y, tratándose de la misma ciudad, no había requerido de un largo viaje ni mucho menos para llegar hasta allí. El bóvido le dio la hora y el punto de encuentro antes de separarse, y un par de días después allí se encontraba. Fue el primero en llegar, luego apareció un hombre de cabello azabache y finalmnete un tipo con el rostro cubierto, a quienes apenas se dignó a saludar con un asentimiento. Zatch también ocultaba los ojos bajo la sombra de su capucha, disimulando su nerviosismo con un gesto parco y mutismo absoluto. No es que temiese las consecuencias ni se estuviese replanteando el robo, claro que no. Simplemente le hacía ilusión conocer a la banda cuya impresionante reputación había llegado a sus oídos desde que era un niño que no tenía a quién admirar.
Tras una breve espera la puerta fue abierta por una mujer que olía a sangre y a perfume. El zorro abrió los ojos más de lo que habría deseado y carraspeó, entrando detrás del brujo. “-¡Vaya hembra!-” Pensó azorado, y se arrepintió por un momento de haber ido a buscar a Tauro en primer lugar y no a aquella tremendísima mujer. Oh, pensándolo bien probablemente aquello había sido mejor; no tardó en imaginar a cierta dragona asándolo con sus llamas si lo atrapaba observándole la retaguardia a la vampiresa como ahora lo estaba haciendo.
Deslizó su capucha hacia atrás y observó la habitación. Un silbido escapó de entre sus finos labios al notar la calidad de los muebles y la excelente decoración de la estancia. No existían muchos caminos para llegar a tener esa vida de lujos: o naces con cuchara de plata en la boca, o te dedicas a robar las cucharas. Sus ojos se detuvieron sobre el hombre reptil y en ese instante entendió por qué Tauro le llamaba “Enano”. Era mucho más pequeño de lo que había imaginado. ¿Cómo aquella piltrafa se había autoproclamado el jefe? Pestañeó, tragó saliva y se convenció de que tendría que fingir respeto por la pequeña lagartija.
El brujo fue el primero en presentarse, Zatch escuchó con paciencia e hizo un gran esfuerzo por no hacer una mueca sarcástica ante tal currículum. “-Ofiuco, ¿eh? Qué dramático.-” Cuando el hombre terminó, él carraspeó para ser el siguiente en hablar:
-Mi nombre es Zatch. Manejo bien las dagas, soy rápido y muy bueno improvisando... -Se encogió de hombros y añadió- ...y nunca dudo.
Miró alrededor. Tauro lo observaba con los brazos cruzados y una sonrisa ladina. El por qué de su nombre en clave era obvio. Luego observó a Virgo y a Géminis, y apenas pestañeó cuando ésta última le guiñó un ojo. ¿Acaso el signo tenía que tener algo que ver con su personalidad? Ni siquiera los conocía muy a fondo. Lo meditó por un instante. Al final decidió elegir el primero, el temperamental, ese signo de fuego de quienes no soportan recibir órdenes, igual que él.
-Pues bien, llámenme Aries.
Tras una breve espera la puerta fue abierta por una mujer que olía a sangre y a perfume. El zorro abrió los ojos más de lo que habría deseado y carraspeó, entrando detrás del brujo. “-¡Vaya hembra!-” Pensó azorado, y se arrepintió por un momento de haber ido a buscar a Tauro en primer lugar y no a aquella tremendísima mujer. Oh, pensándolo bien probablemente aquello había sido mejor; no tardó en imaginar a cierta dragona asándolo con sus llamas si lo atrapaba observándole la retaguardia a la vampiresa como ahora lo estaba haciendo.
Deslizó su capucha hacia atrás y observó la habitación. Un silbido escapó de entre sus finos labios al notar la calidad de los muebles y la excelente decoración de la estancia. No existían muchos caminos para llegar a tener esa vida de lujos: o naces con cuchara de plata en la boca, o te dedicas a robar las cucharas. Sus ojos se detuvieron sobre el hombre reptil y en ese instante entendió por qué Tauro le llamaba “Enano”. Era mucho más pequeño de lo que había imaginado. ¿Cómo aquella piltrafa se había autoproclamado el jefe? Pestañeó, tragó saliva y se convenció de que tendría que fingir respeto por la pequeña lagartija.
El brujo fue el primero en presentarse, Zatch escuchó con paciencia e hizo un gran esfuerzo por no hacer una mueca sarcástica ante tal currículum. “-Ofiuco, ¿eh? Qué dramático.-” Cuando el hombre terminó, él carraspeó para ser el siguiente en hablar:
-Mi nombre es Zatch. Manejo bien las dagas, soy rápido y muy bueno improvisando... -Se encogió de hombros y añadió- ...y nunca dudo.
Miró alrededor. Tauro lo observaba con los brazos cruzados y una sonrisa ladina. El por qué de su nombre en clave era obvio. Luego observó a Virgo y a Géminis, y apenas pestañeó cuando ésta última le guiñó un ojo. ¿Acaso el signo tenía que tener algo que ver con su personalidad? Ni siquiera los conocía muy a fondo. Lo meditó por un instante. Al final decidió elegir el primero, el temperamental, ese signo de fuego de quienes no soportan recibir órdenes, igual que él.
-Pues bien, llámenme Aries.
Zatch
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Re: [Misión] El golpe del siglo
No, de nuevo no, Destino no quiere más juegos- Repitió por enésima vez el pelinegro con evidente desesperación, y es que a estas alturas ya estaba más que claro que el joven virgo disfrutaba molestar al amargado elfo asesino; era un trabajo sencillo, se suponía que sería algo rápido y fácil, ir a buscar al chico y entregarlo a salvo con el lagarto; pero justamente esa parte de “a salvo” era lo más difícil, no porque alguien intentara hacerle daño de camino, sino porque era tan desesperante que el mismo protector era quién más deseaba separarlo en trozos.
Luego de un largo viaje llegaron a la ciudad -¿Queréis un poco de esto?- Preguntó mientras mordía un pedazo de pan -Destino no comerá eso- Respondió con tono serio mientras virgo hablaba con la boca llena -Porque Destino no comerá algo que ha estado en la boca de alguien más- Apretaba los puños conteniendo la rabia; entre las burlas del pequeño y gracioso elfo llegaron al fin a las catacumbas -Anda que sois aburrido- Protestó el chico enojando más al hastiado pelinegro; pensar que ya estaban tan cerca le daba al pelinegro las suficientes fuerzas para soportar el resto del viaje; el asunto de los asesinos le había dejado con muy pocos fondos y de momento tenía que soportar y tolerar el único “trabajo” que había podido encontrar.
Por si fuera poco el chico viajaba molestando con imprudentes chistes a los peligrosos transeúntes de aquel lúgubre lugar; generando situaciones que Destino debía resolver en el menor tiempo posible marcando distancia y haciendo notar que quien intentara algo contra el chico se las verían con él. Finalmente tras una larga caminata que resultaba más una prueba de paciencia, llegaron al lugar indicado; suerte que el chico sabía llegar y no había decidido jugar también con eso, o el ojiazul habría tenido que llevarlo arrastrado.
El chico tocó la puerta de un modo algo críptico, con dos toques, luego uno y luego otros dos; desde dentro le respondieron con tres y el chico respondió con otros dos; entonces se abrió la puerta sin que el pelinegro entendiera muy bien qué había sido aquello; o al menos no hasta que entraron y el joven elfo corrió a saludar a sus viejos conocidos que tristemente a pesar de los años no habían avanzado más allá del cargo de porteros.
Aquello de por sí era algo triste, pero luego de un par de puertas el chico hizo lo mismo a otros que parecían más importantes; tras el momento emotivo del conmovedor reencuentro decidió hablar para largarse -El trabajo está hecho- Dijo Destino hablando directamente a Lazid e ignorando al resto de los presentes -Destino tomará su dinero y se irá- Se cruzó de brazos a esperar pero virgo intervino para tratar de hacerlo quedarse -Venga tío, nos serías muy útil- Señaló a Destino de forma teatral -Tenéis que verlo en acción- Dijo para despertar curiosidad en los otros aunque la verdad es que el pelinegro no había hecho gran cosa; además de eso la intervención de Lazid le dio mucho en qué pensar -Destino no obedece a...- Antes de acabar la frase se ganó un codazo de virgo quien le susurró que había mucho dinero de por medio; con lo que el necesitado asesino decidió quedarse un poco más.
La verdad es que le importaba un pepino todo aquello, solo quería su dinero por traer a salvo al chico y largarse, o al menos así era hasta que escuchó la presentación del primero de los sujetos, un brujo; se detuvo en seco y apretó los puños respirando pausadamente, dando con ello lugar a que el hombre-bestia se presentara -Asesino... ha dicho...- Murmuró el elfo alzando la cabeza y girando lentamente -Destino- Se señaló lleno de soberbia con el dedo pulgar -Asesino de asesinos, y de brujos, y de lo que se ponga en frente- Chocó el puño derecho con la palma de la mano izquierda -Solo digan a quién matar, y si pueden pagar por ello, Destino lo hará mejor que cualquiera- De alguna manera, que el brujo se declarara asesino le había despertado el espíritu de competencia.
Sin embargo aún le faltaba algo -¿Quieren un nombre?- Miró el guante metálico con agujas en su mano izquierda, uno que funcionaba como aguijón para envenenar, lo que le daba una clara idea del signo a tomar -Escorpio, silencioso y letal- Apoyó la mano izquierda en el hombro de Virgo que de un salto se alejó de la misma -¡Hey tío, cuidado con esa cosa!- protestó por lo peligrosa que resultaba aunque de momento, sin veneno en ella no haría más que pincharle ligeramente.
Luego de un largo viaje llegaron a la ciudad -¿Queréis un poco de esto?- Preguntó mientras mordía un pedazo de pan -Destino no comerá eso- Respondió con tono serio mientras virgo hablaba con la boca llena -Porque Destino no comerá algo que ha estado en la boca de alguien más- Apretaba los puños conteniendo la rabia; entre las burlas del pequeño y gracioso elfo llegaron al fin a las catacumbas -Anda que sois aburrido- Protestó el chico enojando más al hastiado pelinegro; pensar que ya estaban tan cerca le daba al pelinegro las suficientes fuerzas para soportar el resto del viaje; el asunto de los asesinos le había dejado con muy pocos fondos y de momento tenía que soportar y tolerar el único “trabajo” que había podido encontrar.
Por si fuera poco el chico viajaba molestando con imprudentes chistes a los peligrosos transeúntes de aquel lúgubre lugar; generando situaciones que Destino debía resolver en el menor tiempo posible marcando distancia y haciendo notar que quien intentara algo contra el chico se las verían con él. Finalmente tras una larga caminata que resultaba más una prueba de paciencia, llegaron al lugar indicado; suerte que el chico sabía llegar y no había decidido jugar también con eso, o el ojiazul habría tenido que llevarlo arrastrado.
El chico tocó la puerta de un modo algo críptico, con dos toques, luego uno y luego otros dos; desde dentro le respondieron con tres y el chico respondió con otros dos; entonces se abrió la puerta sin que el pelinegro entendiera muy bien qué había sido aquello; o al menos no hasta que entraron y el joven elfo corrió a saludar a sus viejos conocidos que tristemente a pesar de los años no habían avanzado más allá del cargo de porteros.
Aquello de por sí era algo triste, pero luego de un par de puertas el chico hizo lo mismo a otros que parecían más importantes; tras el momento emotivo del conmovedor reencuentro decidió hablar para largarse -El trabajo está hecho- Dijo Destino hablando directamente a Lazid e ignorando al resto de los presentes -Destino tomará su dinero y se irá- Se cruzó de brazos a esperar pero virgo intervino para tratar de hacerlo quedarse -Venga tío, nos serías muy útil- Señaló a Destino de forma teatral -Tenéis que verlo en acción- Dijo para despertar curiosidad en los otros aunque la verdad es que el pelinegro no había hecho gran cosa; además de eso la intervención de Lazid le dio mucho en qué pensar -Destino no obedece a...- Antes de acabar la frase se ganó un codazo de virgo quien le susurró que había mucho dinero de por medio; con lo que el necesitado asesino decidió quedarse un poco más.
La verdad es que le importaba un pepino todo aquello, solo quería su dinero por traer a salvo al chico y largarse, o al menos así era hasta que escuchó la presentación del primero de los sujetos, un brujo; se detuvo en seco y apretó los puños respirando pausadamente, dando con ello lugar a que el hombre-bestia se presentara -Asesino... ha dicho...- Murmuró el elfo alzando la cabeza y girando lentamente -Destino- Se señaló lleno de soberbia con el dedo pulgar -Asesino de asesinos, y de brujos, y de lo que se ponga en frente- Chocó el puño derecho con la palma de la mano izquierda -Solo digan a quién matar, y si pueden pagar por ello, Destino lo hará mejor que cualquiera- De alguna manera, que el brujo se declarara asesino le había despertado el espíritu de competencia.
Sin embargo aún le faltaba algo -¿Quieren un nombre?- Miró el guante metálico con agujas en su mano izquierda, uno que funcionaba como aguijón para envenenar, lo que le daba una clara idea del signo a tomar -Escorpio, silencioso y letal- Apoyó la mano izquierda en el hombro de Virgo que de un salto se alejó de la misma -¡Hey tío, cuidado con esa cosa!- protestó por lo peligrosa que resultaba aunque de momento, sin veneno en ella no haría más que pincharle ligeramente.
Destino
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Re: [Misión] El golpe del siglo
Las presentaciones no tardaron en darse, y cada uno, con sus habilidades, podía resultar muy pero que muy útil en el devenir de la misión.
-Alguien que abre cerraduras… como la vampiresa, bien. – apuntó Lazid tras la presentación de Karkaran. – Con el valor añadido de que sabe alquimia y venenos. Sin duda, nos será útil. ¡JÁ! ¿Ofiuco el olvidado? ¡Pero qué clase de nombre emotivo es ese! ¿Pretendes hacernos llorar? ¡Además, ese no es un signo del zodiaco!
-En realidad sí, jefe. – apuntó Virgo. – Es el decimotercer signo, aunque muy pocos lo conocen.
-¡Me importa una mierda! ¿Quieres ser Ofiuco? Pues muy bien. ¿Qué más hay? ¡Un zorro astuto! Vaya, pareces hecho a partir de mí. Genial. Espero que sepas improvisar mejor que Tauro, que lo hace todo a cornadas.– opinó. Poniendo el bóvido muy mala cara. Y por último, llegó la presentación de Destino, que se definió como un asesino, de una manera tan fría que dio miedo hasta al propio lagarto. No así a los otros tres miembros de la banda. El pequeñajo tragó saliva y le apartó la mirada. – Bien… Bien… Pues... ¿Qué opináis el resto?. – preguntó
-¡Que estos tíos son la leche! – aplaudió Virgo después de escuchar las fantásticas habilidades de cada uno.
-A mí me convencen. Todos parecen útiles y... – comentó Géminis. – están de buen ver. - apretó sus brazos contra sus pechos.
Tauro simplemente alzó el pulgar y les sonrió.
-Bien pues como necesitamos gente y no hay mejores candidatos… ¡Bienvenidos a la banda del zodiaco! – apuntó.
A continuación, Lazid desplegó un mapa sobre la mesa e instó a todos a acercarse. Tendrían que memorizarlo bien antes de poder empezar la misma ya que, evidentemente, no podrían llevárselo al campo.
-¿Habéis estado en Lunargenta alguna vez, novatos? – preguntó. – Si estuvisteis, sabréis que el Banco Real se encuentra junto a los muelles, en el interior de una finca perfectamente amurallada a la que poca gente ha accedido. – comentó. – Aún así, yo, como soy un genio y tengo contactos, he conseguido este mapa. No hace falta que me alabéis por ello, es mi trabajo. – alzó una ceja. – Normalmente está vigilado hasta las cejas, pero esta noche, Lord Azur, magnate de la ciudad, va a organizar una fiesta dentro y ha decidido reservarlo… ¡Entre tanto civil es el momento perfecto para asaltarlo! ¿No creeis? – enfatizó.
El pequeño comenzó a desplegarse por el mapa, era más grande que él y perfectamente podría utilizarlo de manta.
-Bien, tenemos varias maneras de entrar. El mástil del barco atracado es lo suficientemente alto como para llevarnos directamente a la muralla, podremos recorrerla por completo, pero habrá que ir agachados o nos verán desde abajo. Tal vez haya guardias, pero disponemos de la ventaja de la altura. Por el contrario, la grúa conduce directamente al interior de un edificio que no tengo ni idea qué es. Tal vez el lugar los aposentos, tal vez la armería, ni idea. – comentó Lazid.
-Estamos apañados... - comentó Tauro. Aunque el lagarto no lo escuchó.
– La opción de la alcantarilla sigue siendo factible… siempre que no nos topemos con alguna sorpresa en el interior. Muchos conocéis como son las catacumbas de Lunargenta. Por último, con estos dos pases, dos de vosotros podréis entrar en pareja. No tiene por qué ser hombre y mujer. Sé que a todos os gustaría pasar una dulce velada con Géminis, pero no estamos aquí para divertirnos. – inquirió ante la pose de los ojos de todos sobre la vampiresa, que alzó una ceja divertida. – Eso sí, el que vaya por la puerta, que se olvide de entrar con armas, os cachearán a la entrada.
-¿Y una vez dentro qué demonios hacemos? – preguntó Tauro.
-Conseguir entrar al banco y robar el dinero. ¡Obvio! Puede que algún banquero tenga la llave, que esté en alguno de los edificios, o tal vez podamos entrar por otro sitio.
-¿Y tú qué haces mientras tanto, pequeñín? – preguntó Géminis, aborrecida, colocando el dorso de su mano bajo la barbilla.
-¿Yo? ¡Lo más importante, necios, que para algo soy el jefazo! ¡Esperaros con un barco en los muelles a que salgáis con el botín! Huiremos por mar. - bramó.
-¡Wow! ¡Parece un gran plan! – ironizó Virgo, chocando codos con Destino y guiñándole un ojo.
-¡Cállate niño y presenta tus artilugios! – ordenó el lagarto. Señalando a Virgo. – Tú si estás aquí no es por tus habilidades en combate.
Se acercó tanto que Dash se lanzó a por el hombrecillo lagarto. Introduciéndose por sus ropajes. - ¡Aparta esto de mí! ¡Au! ¡Agh! - El rubio sonrió, era joven, pero no estúpido, y se entretenía mientras veía a Lazid intentar escapar. Descolgó la mochila que traía de su hombro sobre la mesa y fue sacando pequeños artilugios. Dichos utensilios ya habían sido probados por Destino.
-Tomad, traigo tecnología biocibernética sacada de mi última incursión. Un comunicador. – comenzó a entregar en mano a cada uno de los miembros un pequeño utensilio. - Os lo ponéis detrás de la oreja y podéis hablar todos. Unos con otros… siempre y cuando estéis cerca de mí, claro, que llevo el transmisor de la señal, y siempre que no os metáis en edificios que os aíslen. Yo trataré de guiaros. – luego sacó un pequeño objeto cuadrado con una especie de punta. – Esto se llama táser. Si lo ponéis cerca del cuerpo de alguien y lo ponéis le dais un calambrazo que lo dejaréis seco. – y por último sacó pequeños dispositivos circulares con una correa. – Esto os servirá para detectar gente con las pulsaciones alteradas, así sabréis si hay enemigos. Mirad a ver donde os lo ponéis porque vibra.
-¿Vibra? Hmm… Jaaa… - comentó divertida Géminis mientras miraba con curiosidad el objeto y comenzaba a colocarlo.
-No sé yo cuanto durará tan arriba en ese muslo. Je, Je… - se burló un Tauro que miró de reojo a la atractiva vampiresa. – Chico, deberías haber buscado uno con correa de mayor tamaño, no me entra en ningún sitio. – protestó el toro.
-Pues a mí se me ocurre un sitio pequeñito en el que sin duda podrás sujetarlo. – y miró a la entrepierna del hombre toro.
-Au. Ese ha sido un buen golpe. – admitió el bóvido con sorna. - ¿Pero te refieres a éste, verdad? – y se lo ajustó en uno de los meñiques.
-¡Basta ya de cháchara, merluzos! La fiesta comienza en apenas dos horas. – ordenó Lazid. – Tenéis el plano. Tenéis los utensilios. Y conocéis vuestra capacidades. Es hora de que decidáis qué hacer. – sentenció el lagarto.
* * * * * * * * * * * *
Todos: En esta misión tendré un papel un tanto diferente a lo que suelo llevar en mis misiones. Más de misión de rol clásico. Más que describir una historia, quiero que seáis vosotros quienes utilicéis más a los tres personajes. Yo los usaré, por supuesto, pero vosotros tendréis que responsabilizaros de ellos y moverlos por el mapa como si fueseis vosotros mismos. Mi papel aquí será describiros qué os vais encontrando y viendo. A quién os vais enfrentando, y a poneros trabas o pistas que podréis utilizar o no. También contaréis con marcadores de vida. Si os pillan a todos, se acabó la misión.
Salud de los personajes (en runas malas/muy malas para pjs normales). Antes de morir/ser capturados.
Tauro: 3/3
Géminis: 2/2
Virgo: 1/1
Destino/Escorpio: 2/2
Zatch/Aries: 2/2
Karkaran/Ofiuco: 1/1
Vuestra “vida” (vosotros no moriréis, evidentemente, pero podéis terminar en prisión o con heridas o maldiciones) se estableció según el nivel de vuestros personajes. Esto en condiciones normales y ante enemigos medios, claro, porque también habrá varios jefes o situaciones engorrosas que os podrán tumbar de un golpe.
Según vayáis descubriendo el mapa, iré actualizándolo. Indicaré con una G roja donde se coloca Géminis. Con una V amarilla la posición de Virgo y con una T verde la de Tauro. Lazid no aparecerá… en principio.
En este turno seguís en el piso franco de Lazid. Individualmente, tendréis que elegir por dónde acceder: Cloaca, Como invitados por la puerta principal, o por la muralla bien en la Grúa o Mástil, y también decidir las posiciones iniciales de Tauro, Géminis y Virgo. Pueden ir a cualquiera, pero pensad con cabeza. Podéis proponer algún plan, ir en grupos (mejor para enfrentaros a enemigos) o ir solos (abarcar más). Los NPC’s que no estén con vosotros los utilizaré yo (muahahaha). ¿Alguien dijo alquimia? No os vendría mal llevar/preparar un par de pociones. La libertad es total.
Todo podéis decidirlo por privado.
Estas serán mis instrucciones más largas. Si tenéis alguna duda, comentádmelo por privado. Dicho esto… Buena suerte y que comience el robo.
-Alguien que abre cerraduras… como la vampiresa, bien. – apuntó Lazid tras la presentación de Karkaran. – Con el valor añadido de que sabe alquimia y venenos. Sin duda, nos será útil. ¡JÁ! ¿Ofiuco el olvidado? ¡Pero qué clase de nombre emotivo es ese! ¿Pretendes hacernos llorar? ¡Además, ese no es un signo del zodiaco!
-En realidad sí, jefe. – apuntó Virgo. – Es el decimotercer signo, aunque muy pocos lo conocen.
-¡Me importa una mierda! ¿Quieres ser Ofiuco? Pues muy bien. ¿Qué más hay? ¡Un zorro astuto! Vaya, pareces hecho a partir de mí. Genial. Espero que sepas improvisar mejor que Tauro, que lo hace todo a cornadas.– opinó. Poniendo el bóvido muy mala cara. Y por último, llegó la presentación de Destino, que se definió como un asesino, de una manera tan fría que dio miedo hasta al propio lagarto. No así a los otros tres miembros de la banda. El pequeñajo tragó saliva y le apartó la mirada. – Bien… Bien… Pues... ¿Qué opináis el resto?. – preguntó
-¡Que estos tíos son la leche! – aplaudió Virgo después de escuchar las fantásticas habilidades de cada uno.
-A mí me convencen. Todos parecen útiles y... – comentó Géminis. – están de buen ver. - apretó sus brazos contra sus pechos.
Tauro simplemente alzó el pulgar y les sonrió.
-Bien pues como necesitamos gente y no hay mejores candidatos… ¡Bienvenidos a la banda del zodiaco! – apuntó.
A continuación, Lazid desplegó un mapa sobre la mesa e instó a todos a acercarse. Tendrían que memorizarlo bien antes de poder empezar la misma ya que, evidentemente, no podrían llevárselo al campo.
- Mapa:
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-¿Habéis estado en Lunargenta alguna vez, novatos? – preguntó. – Si estuvisteis, sabréis que el Banco Real se encuentra junto a los muelles, en el interior de una finca perfectamente amurallada a la que poca gente ha accedido. – comentó. – Aún así, yo, como soy un genio y tengo contactos, he conseguido este mapa. No hace falta que me alabéis por ello, es mi trabajo. – alzó una ceja. – Normalmente está vigilado hasta las cejas, pero esta noche, Lord Azur, magnate de la ciudad, va a organizar una fiesta dentro y ha decidido reservarlo… ¡Entre tanto civil es el momento perfecto para asaltarlo! ¿No creeis? – enfatizó.
El pequeño comenzó a desplegarse por el mapa, era más grande que él y perfectamente podría utilizarlo de manta.
-Bien, tenemos varias maneras de entrar. El mástil del barco atracado es lo suficientemente alto como para llevarnos directamente a la muralla, podremos recorrerla por completo, pero habrá que ir agachados o nos verán desde abajo. Tal vez haya guardias, pero disponemos de la ventaja de la altura. Por el contrario, la grúa conduce directamente al interior de un edificio que no tengo ni idea qué es. Tal vez el lugar los aposentos, tal vez la armería, ni idea. – comentó Lazid.
-Estamos apañados... - comentó Tauro. Aunque el lagarto no lo escuchó.
– La opción de la alcantarilla sigue siendo factible… siempre que no nos topemos con alguna sorpresa en el interior. Muchos conocéis como son las catacumbas de Lunargenta. Por último, con estos dos pases, dos de vosotros podréis entrar en pareja. No tiene por qué ser hombre y mujer. Sé que a todos os gustaría pasar una dulce velada con Géminis, pero no estamos aquí para divertirnos. – inquirió ante la pose de los ojos de todos sobre la vampiresa, que alzó una ceja divertida. – Eso sí, el que vaya por la puerta, que se olvide de entrar con armas, os cachearán a la entrada.
-¿Y una vez dentro qué demonios hacemos? – preguntó Tauro.
-Conseguir entrar al banco y robar el dinero. ¡Obvio! Puede que algún banquero tenga la llave, que esté en alguno de los edificios, o tal vez podamos entrar por otro sitio.
-¿Y tú qué haces mientras tanto, pequeñín? – preguntó Géminis, aborrecida, colocando el dorso de su mano bajo la barbilla.
-¿Yo? ¡Lo más importante, necios, que para algo soy el jefazo! ¡Esperaros con un barco en los muelles a que salgáis con el botín! Huiremos por mar. - bramó.
-¡Wow! ¡Parece un gran plan! – ironizó Virgo, chocando codos con Destino y guiñándole un ojo.
-¡Cállate niño y presenta tus artilugios! – ordenó el lagarto. Señalando a Virgo. – Tú si estás aquí no es por tus habilidades en combate.
Se acercó tanto que Dash se lanzó a por el hombrecillo lagarto. Introduciéndose por sus ropajes. - ¡Aparta esto de mí! ¡Au! ¡Agh! - El rubio sonrió, era joven, pero no estúpido, y se entretenía mientras veía a Lazid intentar escapar. Descolgó la mochila que traía de su hombro sobre la mesa y fue sacando pequeños artilugios. Dichos utensilios ya habían sido probados por Destino.
-Tomad, traigo tecnología biocibernética sacada de mi última incursión. Un comunicador. – comenzó a entregar en mano a cada uno de los miembros un pequeño utensilio. - Os lo ponéis detrás de la oreja y podéis hablar todos. Unos con otros… siempre y cuando estéis cerca de mí, claro, que llevo el transmisor de la señal, y siempre que no os metáis en edificios que os aíslen. Yo trataré de guiaros. – luego sacó un pequeño objeto cuadrado con una especie de punta. – Esto se llama táser. Si lo ponéis cerca del cuerpo de alguien y lo ponéis le dais un calambrazo que lo dejaréis seco. – y por último sacó pequeños dispositivos circulares con una correa. – Esto os servirá para detectar gente con las pulsaciones alteradas, así sabréis si hay enemigos. Mirad a ver donde os lo ponéis porque vibra.
-¿Vibra? Hmm… Jaaa… - comentó divertida Géminis mientras miraba con curiosidad el objeto y comenzaba a colocarlo.
-No sé yo cuanto durará tan arriba en ese muslo. Je, Je… - se burló un Tauro que miró de reojo a la atractiva vampiresa. – Chico, deberías haber buscado uno con correa de mayor tamaño, no me entra en ningún sitio. – protestó el toro.
-Pues a mí se me ocurre un sitio pequeñito en el que sin duda podrás sujetarlo. – y miró a la entrepierna del hombre toro.
-Au. Ese ha sido un buen golpe. – admitió el bóvido con sorna. - ¿Pero te refieres a éste, verdad? – y se lo ajustó en uno de los meñiques.
-¡Basta ya de cháchara, merluzos! La fiesta comienza en apenas dos horas. – ordenó Lazid. – Tenéis el plano. Tenéis los utensilios. Y conocéis vuestra capacidades. Es hora de que decidáis qué hacer. – sentenció el lagarto.
* * * * * * * * * * * *
Todos: En esta misión tendré un papel un tanto diferente a lo que suelo llevar en mis misiones. Más de misión de rol clásico. Más que describir una historia, quiero que seáis vosotros quienes utilicéis más a los tres personajes. Yo los usaré, por supuesto, pero vosotros tendréis que responsabilizaros de ellos y moverlos por el mapa como si fueseis vosotros mismos. Mi papel aquí será describiros qué os vais encontrando y viendo. A quién os vais enfrentando, y a poneros trabas o pistas que podréis utilizar o no. También contaréis con marcadores de vida. Si os pillan a todos, se acabó la misión.
Salud de los personajes (en runas malas/muy malas para pjs normales). Antes de morir/ser capturados.
Tauro: 3/3
Géminis: 2/2
Virgo: 1/1
Destino/Escorpio: 2/2
Zatch/Aries: 2/2
Karkaran/Ofiuco: 1/1
Vuestra “vida” (vosotros no moriréis, evidentemente, pero podéis terminar en prisión o con heridas o maldiciones) se estableció según el nivel de vuestros personajes. Esto en condiciones normales y ante enemigos medios, claro, porque también habrá varios jefes o situaciones engorrosas que os podrán tumbar de un golpe.
Según vayáis descubriendo el mapa, iré actualizándolo. Indicaré con una G roja donde se coloca Géminis. Con una V amarilla la posición de Virgo y con una T verde la de Tauro. Lazid no aparecerá… en principio.
En este turno seguís en el piso franco de Lazid. Individualmente, tendréis que elegir por dónde acceder: Cloaca, Como invitados por la puerta principal, o por la muralla bien en la Grúa o Mástil, y también decidir las posiciones iniciales de Tauro, Géminis y Virgo. Pueden ir a cualquiera, pero pensad con cabeza. Podéis proponer algún plan, ir en grupos (mejor para enfrentaros a enemigos) o ir solos (abarcar más). Los NPC’s que no estén con vosotros los utilizaré yo (muahahaha). ¿Alguien dijo alquimia? No os vendría mal llevar/preparar un par de pociones. La libertad es total.
Todo podéis decidirlo por privado.
Estas serán mis instrucciones más largas. Si tenéis alguna duda, comentádmelo por privado. Dicho esto… Buena suerte y que comience el robo.
Ger
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Re: [Misión] El golpe del siglo
Mire por el rabillo del ojo al elfo.
No sabia porque había esperado que un asesino (o al menos, lo que parecía uno) pudiera tener una opinión diferente respecto a los brujos, a diferencia del resto de puñeteros follapinos del mundo. Por respuesta de eso, me encogí de hombros. No me iba a preocupar en ese mismo momento.
Nos gustase o no, requeríamos trabajar juntos. El mutilado, el peluche y el comehojas.
A medida que el lagarto comentaba la situación y observabamos la posibilidad, veía claro un par de cosas.
Pasara lo que pasara, no quería ir con ese niño al que llamaban virgo, pero lo cierto es que me interesé enseguida por los juguetitos. Tanto el taser, como el comunicador, como el detector extraño ese parecían altamente interesantes a mis ojos. ¿Como funcionaran? Me pregunté inclinando un poco la cabeza.
-¡Basta ya de cháchara, merluzos! La fiesta comienza en apenas dos horas. – ordenó Lazid. – Tenéis el plano. Tenéis los utensilios. Y conocéis vuestra capacidades. Es hora de que decidáis qué hacer.
No dude cuando dije, sereno y confiado:
- La mejor opción para el pase VIP es mandarnos a Geminis y a mi.
Me miraron todos, esperando una explicación.
- En primer punto... - Dije bajándome la bufanda y dejando ver todo mi demacrado rostro. - Si entro por la puerta grande, nadie tendrá cojones a decirme nada de esto. - Vi como Virgo hacia una mueca de anguina y asco al ver las heridas. - Por otro lado, yo no necesito un arma para pelear, puedo usar mi magia para distraer a la gente o bien para atacar desde cierta distancia si se requiere. Podría llevar conmigo el juguete eléctrico de Virgo. - Dije tomándolo de la mesa y examinándolo. - Esto no llamaría tanto la atención como una daga, y al no saber que es, bien podría usarlo en caso de necesidad en el interior sin levantar demasiadas sospechas.
- ¿Y porque Geminis? - Inquirió el lagarto. - ¿Con tantas ganas te ha dejado durante el camino?
- Ella es vampiresa. - Expliqué encogiéndome de hombros. - Si entra con un pase y se escabulle entre las sombras, en el caso de ser detectada puede decir que "se perdió y necesita un fuerte hombre que la lleve de vuelta a la fiesta".
Callaron todos un segundo.
- Eso suena a algo que tu harías... - Le susurro Tauro a Geminis, que sonreía.
- ¿Solo por eso? - Preguntó Lazid alzando una ceja.
Miré a la vampiresa y le dedique únicamente media sonrisa.
- Hay un buen par de razones más, pero con esa me parece suficiente... - Ella se mordió el labio y apretó de nuevo sus pechos. - Por otro lado, si quedan dos horas, no tengo demasiado tiempo para ponerme a preparar demasiadas pociones. Puedo dar una par de pócimas de sueño al grupo de dentro, y empezar a fabricar ahora algún veneno en un caldero para que haya suficiente para varias dosis en los grupos de exterior.
Medité un momento antes de añadir:
- Y ademas, si disponemos de algún pergamino en blanco, puedo intentar hacer un conjuro ilusorio. No dará para algo más grande que un gato debido al tiempo del que dispongo, pero podréis usarlo como distracción en algún momento.
No sabia porque había esperado que un asesino (o al menos, lo que parecía uno) pudiera tener una opinión diferente respecto a los brujos, a diferencia del resto de puñeteros follapinos del mundo. Por respuesta de eso, me encogí de hombros. No me iba a preocupar en ese mismo momento.
Nos gustase o no, requeríamos trabajar juntos. El mutilado, el peluche y el comehojas.
A medida que el lagarto comentaba la situación y observabamos la posibilidad, veía claro un par de cosas.
Pasara lo que pasara, no quería ir con ese niño al que llamaban virgo, pero lo cierto es que me interesé enseguida por los juguetitos. Tanto el taser, como el comunicador, como el detector extraño ese parecían altamente interesantes a mis ojos. ¿Como funcionaran? Me pregunté inclinando un poco la cabeza.
-¡Basta ya de cháchara, merluzos! La fiesta comienza en apenas dos horas. – ordenó Lazid. – Tenéis el plano. Tenéis los utensilios. Y conocéis vuestra capacidades. Es hora de que decidáis qué hacer.
No dude cuando dije, sereno y confiado:
- La mejor opción para el pase VIP es mandarnos a Geminis y a mi.
Me miraron todos, esperando una explicación.
- En primer punto... - Dije bajándome la bufanda y dejando ver todo mi demacrado rostro. - Si entro por la puerta grande, nadie tendrá cojones a decirme nada de esto. - Vi como Virgo hacia una mueca de anguina y asco al ver las heridas. - Por otro lado, yo no necesito un arma para pelear, puedo usar mi magia para distraer a la gente o bien para atacar desde cierta distancia si se requiere. Podría llevar conmigo el juguete eléctrico de Virgo. - Dije tomándolo de la mesa y examinándolo. - Esto no llamaría tanto la atención como una daga, y al no saber que es, bien podría usarlo en caso de necesidad en el interior sin levantar demasiadas sospechas.
- ¿Y porque Geminis? - Inquirió el lagarto. - ¿Con tantas ganas te ha dejado durante el camino?
- Ella es vampiresa. - Expliqué encogiéndome de hombros. - Si entra con un pase y se escabulle entre las sombras, en el caso de ser detectada puede decir que "se perdió y necesita un fuerte hombre que la lleve de vuelta a la fiesta".
Callaron todos un segundo.
- Eso suena a algo que tu harías... - Le susurro Tauro a Geminis, que sonreía.
- ¿Solo por eso? - Preguntó Lazid alzando una ceja.
Miré a la vampiresa y le dedique únicamente media sonrisa.
- Hay un buen par de razones más, pero con esa me parece suficiente... - Ella se mordió el labio y apretó de nuevo sus pechos. - Por otro lado, si quedan dos horas, no tengo demasiado tiempo para ponerme a preparar demasiadas pociones. Puedo dar una par de pócimas de sueño al grupo de dentro, y empezar a fabricar ahora algún veneno en un caldero para que haya suficiente para varias dosis en los grupos de exterior.
Medité un momento antes de añadir:
- Y ademas, si disponemos de algún pergamino en blanco, puedo intentar hacer un conjuro ilusorio. No dará para algo más grande que un gato debido al tiempo del que dispongo, pero podréis usarlo como distracción en algún momento.
Erenair
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Re: [Misión] El golpe del siglo
La situación comenzaba a ponerse interesante. Zatch observó en silencio a cada uno de sus acompañantes, examinando sus muecas, sus reacciones y el modo en que se relacionaban unos con otros. Había imaginado que la famosa banda se componía de matones con constante cara de funeral y un trato impersonal hacia los demás. Pero lo que veía era más bien un montón de inadaptados con aires de superioridad, pero que parecían tenerse mutuo aprecio. Respiró profundo y decidió confiar en la reputación que les precedía. “-Si consiguieron perpetrar tantos robos con éxito, no deben ser tan imbéciles como parecen.” -pensó.
Una vez que tuvieron el visto bueno, la lagartija enana extendió el mapa sobre la mesa y, tal como los demás, el zorro se acercó para observarlo a consciencia. Mientras hablaban, no le quitó los ojos de encima y dedicó gran parte de su atención a memorizarlo. Sólo desvió la mirada cuando el elfo más joven depositó sobre la mesa ciertos artilogios que captaron poderosamente su interés.
Intentó disimular su curiosidad con fingida indiferencia. Sin embargo, dado que jamás en su vida había visto tales objetos ni oído palabras como “biocibernético” o “eléctrico”, tuvo que reprimir unas pujantes ganas de preguntar. No le quedaba otra opción más que aparentar que sabía del tema, aunque esperó a que los demás tomasen lo correspondiente antes de hacerlo él por temor a que los aparatejos pudiesen causarle algún daño.
Estaba observando a Tauro cuando éste pareció percibir su nerviosismo y le dedicó una sonrisa burlona mientras acomodaba el comunicador tras su oreja. Zatch lo imitó, frunciendo el ceño ante la incómoda sensación, y luego se acomodó el dispositivo con la correa en el dedo pulgar.
Tenían libertad para decidir la estrategia y, una vez más, el brujo fue quien habló primero. Zatch chasqueó la lengua al oír que el tipo pedía hacer equipo con Géminis, decepcionándose por un instante. Pero pensándolo mejor, el jamás podría pasar el control de la entrada siendo que su -demasiado reconocible- rostro zorruno aparecía en carteles a lo largo de toda la ciudad. Suspiró y volvió a echar una mirada al mapa antes de hablar.
-Yo subiré con la grúa, entonces. Caiga en el edificio que caiga, algo se me ocurrirá. -Se encogió de hombros, no por nada había elegido su capacidad de improvisación como uno de sus atributos a destacar.
-Pues voy contigo, chucho. -El vozarrón de Tauro se impuso. Con los brazos cruzados, explicó:- No pienso ir por las alcantarillas y también me da curiosidad saber qué es ese dichoso edificio.
El zorro se encogió de hombros y asintió, la idea de volver a hacer pareja con Conrar no le sentaba más. Después de todo ya conocía en cierta forma cómo actuaba y le venía bien tener a alguien más fuerte que pudiese cubrirle la espalda o abrir puertas a cornadas si era necesario.
Dicho lo propio, procedió a rebuscar en el morral que colgaba de su cinturón algunos objetos que había reunido en su viaje a la isla de los magos y quizás serían oportunos; no eran más que varias plantas desecadas, algún que otro cachivache y un trozo de pergamino sin usar. Uno a uno, los depositó sobre la mesa antes de echar una mirada al de la cara tapada.
-Recogí esto en tus tierras. Usa lo que te sirva, Kark-... Ofiuco. Cada poción nos vendrá bien.
Una vez que tuvieron el visto bueno, la lagartija enana extendió el mapa sobre la mesa y, tal como los demás, el zorro se acercó para observarlo a consciencia. Mientras hablaban, no le quitó los ojos de encima y dedicó gran parte de su atención a memorizarlo. Sólo desvió la mirada cuando el elfo más joven depositó sobre la mesa ciertos artilogios que captaron poderosamente su interés.
Intentó disimular su curiosidad con fingida indiferencia. Sin embargo, dado que jamás en su vida había visto tales objetos ni oído palabras como “biocibernético” o “eléctrico”, tuvo que reprimir unas pujantes ganas de preguntar. No le quedaba otra opción más que aparentar que sabía del tema, aunque esperó a que los demás tomasen lo correspondiente antes de hacerlo él por temor a que los aparatejos pudiesen causarle algún daño.
Estaba observando a Tauro cuando éste pareció percibir su nerviosismo y le dedicó una sonrisa burlona mientras acomodaba el comunicador tras su oreja. Zatch lo imitó, frunciendo el ceño ante la incómoda sensación, y luego se acomodó el dispositivo con la correa en el dedo pulgar.
Tenían libertad para decidir la estrategia y, una vez más, el brujo fue quien habló primero. Zatch chasqueó la lengua al oír que el tipo pedía hacer equipo con Géminis, decepcionándose por un instante. Pero pensándolo mejor, el jamás podría pasar el control de la entrada siendo que su -demasiado reconocible- rostro zorruno aparecía en carteles a lo largo de toda la ciudad. Suspiró y volvió a echar una mirada al mapa antes de hablar.
-Yo subiré con la grúa, entonces. Caiga en el edificio que caiga, algo se me ocurrirá. -Se encogió de hombros, no por nada había elegido su capacidad de improvisación como uno de sus atributos a destacar.
-Pues voy contigo, chucho. -El vozarrón de Tauro se impuso. Con los brazos cruzados, explicó:- No pienso ir por las alcantarillas y también me da curiosidad saber qué es ese dichoso edificio.
El zorro se encogió de hombros y asintió, la idea de volver a hacer pareja con Conrar no le sentaba más. Después de todo ya conocía en cierta forma cómo actuaba y le venía bien tener a alguien más fuerte que pudiese cubrirle la espalda o abrir puertas a cornadas si era necesario.
Dicho lo propio, procedió a rebuscar en el morral que colgaba de su cinturón algunos objetos que había reunido en su viaje a la isla de los magos y quizás serían oportunos; no eran más que varias plantas desecadas, algún que otro cachivache y un trozo de pergamino sin usar. Uno a uno, los depositó sobre la mesa antes de echar una mirada al de la cara tapada.
-Recogí esto en tus tierras. Usa lo que te sirva, Kark-... Ofiuco. Cada poción nos vendrá bien.
Zatch
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Re: [Misión] El golpe del siglo
Destino mantuvo una mirada seria ante la plática que sostenía el resto del grupo, hasta ahora era mucho ruido y pocas nueces, hasta que finalmente el molesto lagarto sacó un mapa que daba inicio a la verdadera jornada, la explicación no estaba nada mal, aunque ciertamente no parecía que fuera a ser algo fácil; irse por las cloacas no era algo que el orgulloso elfo se fuera a permitir, pero ir desarmado por la entrada principal no sonaba como lo más brillante del mundo, así que ir por lo alto, con sigilo y en busca de una vista periférica sonaba como una mejor opción.
Esperó a que los demás compartieran sus planes y se expresó al final -Destino irá por el mástil- Fue rápidamente interrumpido por Virgo -Justo eso pensaba, iremos por el mástil, desde un lugar alto podría guiar sus pasos con el comunicador- El pelinegro respiró profundo -Solo, Destino irá solo, por el mástil- Aclaró para asegurarse de ser entendido -Perfecto, iremos solos los dos- El joven virgo se acercó y le dio un golpe con el codo a su futuro compañero de misión aunque este último no parecía muy feliz de ello y se habría seguido negando de no ser porque Lazid estuvo de acuerdo en que el joven Virgo los guiara desde lo alto al menos una parte del camino.
Apenas terminaron de hablar, aunque el pelinegro no terminaba de asimilar la idea de ir acompañado por tan estresante crío, estaba seguro de que podría perderlo a la primera oportunidad, a fin de cuentas no parecía ser el más ágil y diestro de los elfos que hubiera conocido así que no suponía un gran desafío; con los juguetes en la mesa, unos que ya conocía bastante bien, se dispuso a terminar de planear su entrada dando un último vistazo al mapa; tal solo el zorro faltaba por tomar su comunicador cuando el elfo tomó el suyo aunque aún no se lo colocó en el oído.
Durante un rato permaneció el pelinegro intentando memorizar el mapa, planeando al menos un par de rutas de escape en caso de problema, bien fuera desde el exterior o desde el interior; tener un plan de contingencia siempre era necesario, aunque de momento dicho plan de fuga lo incluía solamente a él mismo; había algunas cosas que preocupaban al de ojos azules, entre ellas la tarea que cumpliría el lagarto en medio de todo el asunto pues hasta ahora parecía que solo se encargaría de esperar sin correr riesgo alguno -Si el grandulón entrará por la grúa- Intervino el elfo -Sería conveniente crear una pequeña distracción en la entrada para evitar que algún guardia lo note- Miró al brujo mientras señalaba al colosal Tauro -Por otro lado, tú que serás el primero en entrar podrías dar una descripción de lo que encuentres en el interior- Miró al zorro y luego al equipo entero -Destino desde lo alto podría- Explicaba antes de ser interrumpido -Escorpio, querrás decir, Escorpio... y Virgo- Añadió el estresante y juguetón elfo -Es... cor... pio...- Recalcó con sarcasmo -Y Virgo, anda tío, dilo, sé que quieres decirlo, dilo, dilo- Insistía dando pequeños golpes con el codo hasta hacer que el pelinegro cayera en la desesperación -Sí, maldita sea sí, Escorpio y Virgo... darán una descripción de lo que vean desde lo alto, así habrá una idea de lo que haya dentro y fuera- Apenas terminó, se cruzó de brazos esperando que el resto estuviera listo para iniciar el viaje.
Esperó a que los demás compartieran sus planes y se expresó al final -Destino irá por el mástil- Fue rápidamente interrumpido por Virgo -Justo eso pensaba, iremos por el mástil, desde un lugar alto podría guiar sus pasos con el comunicador- El pelinegro respiró profundo -Solo, Destino irá solo, por el mástil- Aclaró para asegurarse de ser entendido -Perfecto, iremos solos los dos- El joven virgo se acercó y le dio un golpe con el codo a su futuro compañero de misión aunque este último no parecía muy feliz de ello y se habría seguido negando de no ser porque Lazid estuvo de acuerdo en que el joven Virgo los guiara desde lo alto al menos una parte del camino.
Apenas terminaron de hablar, aunque el pelinegro no terminaba de asimilar la idea de ir acompañado por tan estresante crío, estaba seguro de que podría perderlo a la primera oportunidad, a fin de cuentas no parecía ser el más ágil y diestro de los elfos que hubiera conocido así que no suponía un gran desafío; con los juguetes en la mesa, unos que ya conocía bastante bien, se dispuso a terminar de planear su entrada dando un último vistazo al mapa; tal solo el zorro faltaba por tomar su comunicador cuando el elfo tomó el suyo aunque aún no se lo colocó en el oído.
Durante un rato permaneció el pelinegro intentando memorizar el mapa, planeando al menos un par de rutas de escape en caso de problema, bien fuera desde el exterior o desde el interior; tener un plan de contingencia siempre era necesario, aunque de momento dicho plan de fuga lo incluía solamente a él mismo; había algunas cosas que preocupaban al de ojos azules, entre ellas la tarea que cumpliría el lagarto en medio de todo el asunto pues hasta ahora parecía que solo se encargaría de esperar sin correr riesgo alguno -Si el grandulón entrará por la grúa- Intervino el elfo -Sería conveniente crear una pequeña distracción en la entrada para evitar que algún guardia lo note- Miró al brujo mientras señalaba al colosal Tauro -Por otro lado, tú que serás el primero en entrar podrías dar una descripción de lo que encuentres en el interior- Miró al zorro y luego al equipo entero -Destino desde lo alto podría- Explicaba antes de ser interrumpido -Escorpio, querrás decir, Escorpio... y Virgo- Añadió el estresante y juguetón elfo -Es... cor... pio...- Recalcó con sarcasmo -Y Virgo, anda tío, dilo, sé que quieres decirlo, dilo, dilo- Insistía dando pequeños golpes con el codo hasta hacer que el pelinegro cayera en la desesperación -Sí, maldita sea sí, Escorpio y Virgo... darán una descripción de lo que vean desde lo alto, así habrá una idea de lo que haya dentro y fuera- Apenas terminó, se cruzó de brazos esperando que el resto estuviera listo para iniciar el viaje.
Destino
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Re: [Misión] El golpe del siglo
Una vez cada miembro estableció el punto de partida. Lazid se encargó de dirigirlos a todos en barco por mar hasta la fortaleza. Géminis y Ofiuco fueron los primeros en acceder por la puerta principal. Donde no pocos comensales aguardaban la cola de acceso. – Cariño, no te sientas engañado si me cambio un poco el rostro… Soy bastante conocida por aquí. – sonrió la vampiresa, cuyas facciones comenzaron a cambiar ligeramente por otras incluso más bellas que las que tenía por naturaleza. Había generado un hechizo de confusión sobre sí misma para evitar ser reconocida. - ¿Sigo estando guapa? – preguntó.
No tardaron más que unos minutos en acceder gracias al pase VIP del que gozaban, cortesía de Lazid. Unas 50 parejas copaban el ambiente de fiesta de Lunargenta. Ni siquiera tuvieron que presentarse una vez entregaron su tarjeta, bajo el nombre del matrimonio Coulant.
-Como el chocolate… me encanta. – bromeó una coqueta Géminis, agarrada del brazo de su acompañante, conforme el guarda les abría la reja de entrada al patio donde el enorme banco central, destacaba al fondo del escenario, con la puerta perfectamente sellada y en permanente vigilancia por dos guardias reales de palacio y debidamente entrenados.
Tratar de entrar por ahí no iba a ser una opción. Tendrían que entretenerse eligiendo entre un amplio surtido de entremeses y charlando con las gentes. La mayor parte estaba allí para pasárselo bien, y poco o nada sabrían de lo mismo. Quizás Lord Azur. Él era el millonario organizador de la fiesta, estaba en el centro, saludando a todos los comensales y parecía probable que supiera algo del interior del banco, a fin de cuentas él había organizado la misma. Pero no interesaba entablar una conversación con él, al menos de momento, ya que también estaba debidamente protegido. Quizás en un despiste podrían acecharlo, aunque habría que tener cuidado.
La de la banda del Zodíaco rastreó con la mirada a todo el mundo, y rápidamente pudo ver a una pareja de jóvenes de aspecto cuanto menos sospechoso. Si bien por sus rasgos parecían ser vampiros. – Los vampiros nunca venimos a hacer nada bueno a estos sitios. – comentó ella. Que desde la distancia no fue capaz de reconocerlos. – Llevan un hechizo de camuflaje, como yo. – comentó. Y es que ellos también los miraban y mantenían las mismas dudas. ¿Intereses comunes? ¿Enemigos? Quién sabe.
Fuera como fuera, terminaron entrando a un pequeño compartimento cerrado en aquella almena de la torre.
Era ni más ni menos que una especie de sala de armas. – ¡Armas de buena factura! ¡Quizás podamos coger algo interesante! – Gruñó el bóvido acercándose a una enorme maza. Y es que desde arcos a espadas o escudos se repartían por aquella estancia sin aparente protección. Todo un arsenal probablemente para defender la muralla de la pequeña fortaleza-banco durante el día. - Este cofre parece interesante. ¿Y si lo abrimos? Parece resistente pero podríamos intentarlo- Y es que también podía ver un cofre que emitía un misterioso brillo en el interior del mismo.
Había unos pequeños vanos o ventanas desde las que podían observar todos los invitados sin ser vistos. Era un buen lugar para disparar si tuviesen algún arma a distancia y así iniciar el caos. Con buena puntería y algo de suerte (por medio de la fortuna de los dioses) podrían intentarlo.
-Está claro que aquí no podemos quedarnos. – apuntó Tauro. – O vamos a ver qué hay en el edificio que aparecía en el mapa del lagartijo, o nos vamos hacia la izquierda a ver qué encontramos.
Si se dirigían hacia el edificio del mapa que venía indicado como número 2, se encontrarían un guardia armado con espada y escudo. Enclenque, de apariencia más veloz que fuerte. Si por el contrario preferían seguir el camino hacia la izquierda, no encontrarían, por el momento, más que un largo complejo de estrechos pasillos lineales que trascurrían por el interior de la muralla, tenuemente iluminados con antorchas.
Virgo y Destino fueron los primeros en llegar a su punto. Ellos eran los más ligeros, y a diferencia de los hombres bestia, sí que pudieron subirse primero al barco sin destrozar nada. Ahora se encontraba en la parte más alta del muro y tenían una completa visualización de la zona
-¡Cojonudo! ¡Señal máxima! ¡Tengo la onda a tope! – gritó aprentado varios botones del comunicador. - ¿Me oís todos bien? – preguntó a los distintos miembros de la banda, que desde su posición podrían escucharle perfectamente. Momento en el que se escuchó un fuerte estruendo, y es que la grúa por la que Zatch y Conrar habían subido, se había venido abajo. - ¿Pero qué habéis liado? – preguntó por el comunicador a los hombres bestia.
–¡Eh! ¡Aviso al comando elfo! ¿Dónde estáis? Espero no haberos enviado demasiada gente. – escucharon todos los miembros del grupo. Por parte de Géminis también obtuvo respuesta. Ella y Karkaran los escuchaban perfectamente.
El plan inicial de Destino había sido informar de lo que veían. Lo cierto es que, desde aquella posición no tenía muy buena visión, de hecho, no veía ninguna puerta ni ventana claramente accesible por la que pudiera transmitir algo a Géminis y Ofiuco. Para colmo, un guardia llegaría hasta su posición corriendo. Venía de la muralla de la izquierda e iba hacia donde se había desprendido la grúa, en la almenara contigua. Todo por culpa del lío que habían entramado Zatch y, especialmente, Tauro.
-¡¿Quiénes sois?! ¡Deteneos! – bramó un guardia, este sí, de aspecto fuerte.
-¡Escorpio! ¡Escorpio! – gritó Virgo en cuanto vio a un guardia abalanzarse sobre ellos.
Os indico en morado las puertas o ventanas accesibles que habéis descubierto (sin vigilancia, claro). En amarillo los personajes importantes aparentemente inofensivos. En azul los guardias, que os atacarán si os consideran sospechosos. En negro los jefes o enemigos difíciles. Y con flechas de colores vuestra movilidad. Las X rojas indican puertas o pasos momentáneamente inaccesibles. Las líneas amarillas, en este caso, el campo de visión de Virgo y Destino.
Karkaran: Tras un breve rato en la fiesta, Géminis y tú (o uno de los dos, recordad que podéis dividiros) podéis dirigiros a la misteriosa pareja de la que Géminis no parece fiarse demasiado y cuestionarles lo que desees, esperar en la fiesta esperando que Lord Azur se mueva, o bien utilizar alguna excusa o la noche para "ausentaros" y explorar. Aunque puede que más adelante encontréis enemigos.
Zatch: Esta opción o la del mástil traerían problemas con alguien tan pesado como Tauro. Su mejor entrada era la puerta principal o bien las cloacas (aunque allí tendríais otros inconvenientes más adelante). En cualquier caso has llegado al torreón de una armería. Estás un piso por debajo de Destino y Virgo. Puedes tomar un arco y disparar a la fiesta, tratar de abrir el cofre brillante que quizá contenga un objeto interesante o tesoro, o explorar el interior del ala derecha hacia el edificio 2, donde hay un guardia que podrás abatir con sigilo. En cualquiera de estos tres supuestos tendrás que lanzar una runa. Tu opción "sin runa" es seguir por el interior de la muralla hacia la izquierda. En este caso no te encontrarás a nadie por ahora pues el guardia azul de la izquierda está en el piso superior (afecta a Virgo).
Destino: Estás junto a Virgo en lo alto de la muralla. Compuesta por varios torreones unidos por trozos de muro. Desde esta posición no tienes demasiada visibilidad. En la torre contínua, al sur, donde la armería, seguramente tengas mejor visión, pero parece haber cuatro guardias mirando qué demonios ocurrió con la grúa. Puedes decidir dirigirte allí aunque hay gente y puede haber problemas, permanecer en tu posición actual, o bien continuar por la parte superior de la muralla, hacia el Norte, donde una vez despaches al guardia que viene hacia vosotros aparentemente no hay enemigos. Y es que Tauro os ha metido en un aprieto sin querer, un guardia (el que aparece pintado a la izquierda) se dirige a la zona de la grúa y pasa por delante de vuestra almena. Tendrás que lanzar una runa para determinar tu suerte en combate. No es demasiado fuerte, así que salvo que obtengas una runa pésima lo derrotarás sin problemas.
No tardaron más que unos minutos en acceder gracias al pase VIP del que gozaban, cortesía de Lazid. Unas 50 parejas copaban el ambiente de fiesta de Lunargenta. Ni siquiera tuvieron que presentarse una vez entregaron su tarjeta, bajo el nombre del matrimonio Coulant.
-Como el chocolate… me encanta. – bromeó una coqueta Géminis, agarrada del brazo de su acompañante, conforme el guarda les abría la reja de entrada al patio donde el enorme banco central, destacaba al fondo del escenario, con la puerta perfectamente sellada y en permanente vigilancia por dos guardias reales de palacio y debidamente entrenados.
Tratar de entrar por ahí no iba a ser una opción. Tendrían que entretenerse eligiendo entre un amplio surtido de entremeses y charlando con las gentes. La mayor parte estaba allí para pasárselo bien, y poco o nada sabrían de lo mismo. Quizás Lord Azur. Él era el millonario organizador de la fiesta, estaba en el centro, saludando a todos los comensales y parecía probable que supiera algo del interior del banco, a fin de cuentas él había organizado la misma. Pero no interesaba entablar una conversación con él, al menos de momento, ya que también estaba debidamente protegido. Quizás en un despiste podrían acecharlo, aunque habría que tener cuidado.
- Lord Azur:
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La de la banda del Zodíaco rastreó con la mirada a todo el mundo, y rápidamente pudo ver a una pareja de jóvenes de aspecto cuanto menos sospechoso. Si bien por sus rasgos parecían ser vampiros. – Los vampiros nunca venimos a hacer nada bueno a estos sitios. – comentó ella. Que desde la distancia no fue capaz de reconocerlos. – Llevan un hechizo de camuflaje, como yo. – comentó. Y es que ellos también los miraban y mantenían las mismas dudas. ¿Intereses comunes? ¿Enemigos? Quién sabe.
- Vampiros:
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* * * * * * * *
Lo cierto es que Cornar era demasiado grande podía parecer demasiado grande y ruidoso como para acceder por una grúa. Menos mal que Zatch fue primero y, siendo un zorro, era bastante más sigiloso, ya que cuando llegó el turno de Tauro, la cadena de la grúa de madera terminó por romperse causando un gran alboroto que llamó la atención de los hombres que se encontraban sobre la superficie de la muralla, un piso por encima de donde se encontraban ellos. Por suerte el bóvido saltó a tiempo y pudo introducirse en el torreón junto a Zatch y sin ser visto. – Qué justo ha ido. Pero bueno, primera vía de escape jodida. Jé. – bromeó el hombre bestia en el suelo, algo fatigado. – ¡Eh! ¡Aviso al comando elfo! ¿Dónde estáis? Espero no haberos enviado demasiada gente. Je je.Fuera como fuera, terminaron entrando a un pequeño compartimento cerrado en aquella almena de la torre.
- Armería:
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Era ni más ni menos que una especie de sala de armas. – ¡Armas de buena factura! ¡Quizás podamos coger algo interesante! – Gruñó el bóvido acercándose a una enorme maza. Y es que desde arcos a espadas o escudos se repartían por aquella estancia sin aparente protección. Todo un arsenal probablemente para defender la muralla de la pequeña fortaleza-banco durante el día. - Este cofre parece interesante. ¿Y si lo abrimos? Parece resistente pero podríamos intentarlo- Y es que también podía ver un cofre que emitía un misterioso brillo en el interior del mismo.
Había unos pequeños vanos o ventanas desde las que podían observar todos los invitados sin ser vistos. Era un buen lugar para disparar si tuviesen algún arma a distancia y así iniciar el caos. Con buena puntería y algo de suerte (por medio de la fortuna de los dioses) podrían intentarlo.
-Está claro que aquí no podemos quedarnos. – apuntó Tauro. – O vamos a ver qué hay en el edificio que aparecía en el mapa del lagartijo, o nos vamos hacia la izquierda a ver qué encontramos.
Si se dirigían hacia el edificio del mapa que venía indicado como número 2, se encontrarían un guardia armado con espada y escudo. Enclenque, de apariencia más veloz que fuerte. Si por el contrario preferían seguir el camino hacia la izquierda, no encontrarían, por el momento, más que un largo complejo de estrechos pasillos lineales que trascurrían por el interior de la muralla, tenuemente iluminados con antorchas.
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Virgo y Destino fueron los primeros en llegar a su punto. Ellos eran los más ligeros, y a diferencia de los hombres bestia, sí que pudieron subirse primero al barco sin destrozar nada. Ahora se encontraba en la parte más alta del muro y tenían una completa visualización de la zona
-¡Cojonudo! ¡Señal máxima! ¡Tengo la onda a tope! – gritó aprentado varios botones del comunicador. - ¿Me oís todos bien? – preguntó a los distintos miembros de la banda, que desde su posición podrían escucharle perfectamente. Momento en el que se escuchó un fuerte estruendo, y es que la grúa por la que Zatch y Conrar habían subido, se había venido abajo. - ¿Pero qué habéis liado? – preguntó por el comunicador a los hombres bestia.
–¡Eh! ¡Aviso al comando elfo! ¿Dónde estáis? Espero no haberos enviado demasiada gente. – escucharon todos los miembros del grupo. Por parte de Géminis también obtuvo respuesta. Ella y Karkaran los escuchaban perfectamente.
El plan inicial de Destino había sido informar de lo que veían. Lo cierto es que, desde aquella posición no tenía muy buena visión, de hecho, no veía ninguna puerta ni ventana claramente accesible por la que pudiera transmitir algo a Géminis y Ofiuco. Para colmo, un guardia llegaría hasta su posición corriendo. Venía de la muralla de la izquierda e iba hacia donde se había desprendido la grúa, en la almenara contigua. Todo por culpa del lío que habían entramado Zatch y, especialmente, Tauro.
-¡¿Quiénes sois?! ¡Deteneos! – bramó un guardia, este sí, de aspecto fuerte.
-¡Escorpio! ¡Escorpio! – gritó Virgo en cuanto vio a un guardia abalanzarse sobre ellos.
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Os indico en morado las puertas o ventanas accesibles que habéis descubierto (sin vigilancia, claro). En amarillo los personajes importantes aparentemente inofensivos. En azul los guardias, que os atacarán si os consideran sospechosos. En negro los jefes o enemigos difíciles. Y con flechas de colores vuestra movilidad. Las X rojas indican puertas o pasos momentáneamente inaccesibles. Las líneas amarillas, en este caso, el campo de visión de Virgo y Destino.
Karkaran: Tras un breve rato en la fiesta, Géminis y tú (o uno de los dos, recordad que podéis dividiros) podéis dirigiros a la misteriosa pareja de la que Géminis no parece fiarse demasiado y cuestionarles lo que desees, esperar en la fiesta esperando que Lord Azur se mueva, o bien utilizar alguna excusa o la noche para "ausentaros" y explorar. Aunque puede que más adelante encontréis enemigos.
Zatch: Esta opción o la del mástil traerían problemas con alguien tan pesado como Tauro. Su mejor entrada era la puerta principal o bien las cloacas (aunque allí tendríais otros inconvenientes más adelante). En cualquier caso has llegado al torreón de una armería. Estás un piso por debajo de Destino y Virgo. Puedes tomar un arco y disparar a la fiesta, tratar de abrir el cofre brillante que quizá contenga un objeto interesante o tesoro, o explorar el interior del ala derecha hacia el edificio 2, donde hay un guardia que podrás abatir con sigilo. En cualquiera de estos tres supuestos tendrás que lanzar una runa. Tu opción "sin runa" es seguir por el interior de la muralla hacia la izquierda. En este caso no te encontrarás a nadie por ahora pues el guardia azul de la izquierda está en el piso superior (afecta a Virgo).
Destino: Estás junto a Virgo en lo alto de la muralla. Compuesta por varios torreones unidos por trozos de muro. Desde esta posición no tienes demasiada visibilidad. En la torre contínua, al sur, donde la armería, seguramente tengas mejor visión, pero parece haber cuatro guardias mirando qué demonios ocurrió con la grúa. Puedes decidir dirigirte allí aunque hay gente y puede haber problemas, permanecer en tu posición actual, o bien continuar por la parte superior de la muralla, hacia el Norte, donde una vez despaches al guardia que viene hacia vosotros aparentemente no hay enemigos. Y es que Tauro os ha metido en un aprieto sin querer, un guardia (el que aparece pintado a la izquierda) se dirige a la zona de la grúa y pasa por delante de vuestra almena. Tendrás que lanzar una runa para determinar tu suerte en combate. No es demasiado fuerte, así que salvo que obtengas una runa pésima lo derrotarás sin problemas.
Ger
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Re: [Misión] El golpe del siglo
Las ropas me apretaban cada uno de los malditos glúteos de una forma que no era capaz de expresar en palabras.
Eran unos jubones muy finos y delicados, pero de un material que parecía estar diseñado exclusivamente para marcar los músculos o el torso... Pero en mi caso, y por razones que ni entendía ni quería entender, el trasero parecía ser la parte más tensada de todo el puto traje.
Y ademas, picaba un huevo.
Para mi suerte, por eso, la gente en general parecía estar más curiosa acerca de las cicatrices de mi rostro que no de mi forma de vestir, lo cual, en parte, podía resultar algo más problemático, pero en ese momento me dio igual.
- ¿Sigo estando guapa?
La pregunta me devolvió a la realidad. Mire a todos lados antes de fijar la vista en mi compañera vampiresa y le pegue un repaso con la mirada. Sonrei de medio lado mientras inclinaba un poco la cabeza. Dejando que un par de cabellos oscuros ondearan al viento.
- Casi tanto como cuando te vi devorar el cuello de aquel hombre en el callejón.
Ella sonrió alagada por el comentario y se acerco a mi brazo, abrazándome con más ímpetu y fuerza.
Cuando hizo el comentario de los dos vampiros del fondo, les miré disimuladamente mientras examinaba todo el terreno. Tener vampiros cerca no estaba dentro de mis posibles enfrentamientos. Y desconocíamos si se trataba de una trampa o no... Pero independientemente, era poco probable que fueran a montar un espectáculo allí mismo.
Ir a ver directamente a Lord Azurd para poder informar al resto de los compañeros era algo inviable debido a sus guardas. Quiza pudiéramos distraerlos un poco si los vampiros eran amigables, pero...
- Vamos a dar una vuelta, cielo. - Dije lo suficientemente alto como para que nos oyeran un par de los presentes. Luego, en un susurro, hable con la vampira. - Tratemos de ver todo el terreno. Quiero ir a ver los jardines laterales. Si no te fías de los vampiros, trataremos de flanquearlos, pero no nos quitan ojo. Cabe la posibilidad de que nos sigan. Al menos, así, si no hay nadie en los jardines, podremos ver que mierdas traman.
Ella asintió conmigo, pegando un ultimo repaso con la mirada a los vampiros mientras nos alejábamos hacia los jardines.
- El patio esta bastante lleno de gente. - Dije por el transmisor a Virgo. - Lord Azurd esta muy protegido. Trataremos de sacarle información en cuanto se separe del grupo. Ademas, hay una pareja de vampiros por aquí. Geminis no los reconoce, seguramente por que usan un Enchanto. -Dije usando el termino mágico para ese tipo de hechizo de ilusión. - ¿Alguien tiene alguna puta idea de quien son o que quieren?
Eran unos jubones muy finos y delicados, pero de un material que parecía estar diseñado exclusivamente para marcar los músculos o el torso... Pero en mi caso, y por razones que ni entendía ni quería entender, el trasero parecía ser la parte más tensada de todo el puto traje.
Y ademas, picaba un huevo.
Para mi suerte, por eso, la gente en general parecía estar más curiosa acerca de las cicatrices de mi rostro que no de mi forma de vestir, lo cual, en parte, podía resultar algo más problemático, pero en ese momento me dio igual.
- ¿Sigo estando guapa?
La pregunta me devolvió a la realidad. Mire a todos lados antes de fijar la vista en mi compañera vampiresa y le pegue un repaso con la mirada. Sonrei de medio lado mientras inclinaba un poco la cabeza. Dejando que un par de cabellos oscuros ondearan al viento.
- Casi tanto como cuando te vi devorar el cuello de aquel hombre en el callejón.
Ella sonrió alagada por el comentario y se acerco a mi brazo, abrazándome con más ímpetu y fuerza.
Cuando hizo el comentario de los dos vampiros del fondo, les miré disimuladamente mientras examinaba todo el terreno. Tener vampiros cerca no estaba dentro de mis posibles enfrentamientos. Y desconocíamos si se trataba de una trampa o no... Pero independientemente, era poco probable que fueran a montar un espectáculo allí mismo.
Ir a ver directamente a Lord Azurd para poder informar al resto de los compañeros era algo inviable debido a sus guardas. Quiza pudiéramos distraerlos un poco si los vampiros eran amigables, pero...
- Vamos a dar una vuelta, cielo. - Dije lo suficientemente alto como para que nos oyeran un par de los presentes. Luego, en un susurro, hable con la vampira. - Tratemos de ver todo el terreno. Quiero ir a ver los jardines laterales. Si no te fías de los vampiros, trataremos de flanquearlos, pero no nos quitan ojo. Cabe la posibilidad de que nos sigan. Al menos, así, si no hay nadie en los jardines, podremos ver que mierdas traman.
Ella asintió conmigo, pegando un ultimo repaso con la mirada a los vampiros mientras nos alejábamos hacia los jardines.
- El patio esta bastante lleno de gente. - Dije por el transmisor a Virgo. - Lord Azurd esta muy protegido. Trataremos de sacarle información en cuanto se separe del grupo. Ademas, hay una pareja de vampiros por aquí. Geminis no los reconoce, seguramente por que usan un Enchanto. -Dije usando el termino mágico para ese tipo de hechizo de ilusión. - ¿Alguien tiene alguna puta idea de quien son o que quieren?
Erenair
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Re: [Misión] El golpe del siglo
No imaginaba que un ladrón tan experimentado como Tauro fuese a ser tan torpe. ¿Por qué demonios había aceptado ir con él? Si seguía siendo tan inoportuno, no tardarían es verse rodeados por decenas de guardias. Cuando el zorro escuchó el atronador alboroto causado por la grúa destrozándose, se estampó la mano contra el rostro y negó con la cabeza. Pero Conrar parecía encontrarle el lado gracioso a su metida de pata, con lo cual Zatch, haciendo acopio de su escasa paciencia, le dedicó una sonrisa ladina cargada de mordacidad.
-Buen salto, amigo. ¡Los orejas picudas deben estar cagándose tantíiisimo en tus muertos!
Parte del edificio misterioso había resultado ser una armería. Ambas bestias ingresaron a ésta con los ojos brillantes y las mandíbulas desencajadas, como niños pobres espiando la vitrina de una tienda de dulces. Zatch estaba asomándose a uno de los vanos, observando a los invitados y a algunos guardias que rondaban por ahí. Era un tumulto más grande que el que había imaginado, y se le ocurrió que sería ideal para detonar una buena distracción que, con suerte, sirviera para enmendar el error de su compañero y librar de guardias a los elfos. Entonces el bóvido dijo algo sobre un cofre, llamando brevemente la atención de su compañero.
-Ábrelo mientras yo me encargo de algo. Estoy seguro de que podrás destrozarlo a cornadas sin mi ayuda, ¿no? -Sugirió- Por supuesto, chucho, sólo espera y verás. ¡Pero si hay un premio gordo, es todo mío! -Clamó Conrar antes de ensañarse con el cofre. Mientras, el zorro seleccionaba con cautela algún arma que pudiera serle útil. Primero tomó una ballesta pequeña y se la acomodó al hombro, pero luego se decantó por un arco más grande que prometía un mayor alcance. La arquería no estaba entre sus aficiones habituales, pero no podía desaprovechar esa oportunidad brindada por la excelente ubicación. Sólo debía tensar, apuntar y soltar, ¿verdad? No podía ser tan difícil.
-...Lord Azurd esta muy protegido... -Vibró en su oído la voz del brujo. Quizás podía intentar darle a uno de los guardias para ir bajando desde ya el número de molestias. Aunque si la flecha simplemente se clavaba en la tierra consiguiendo escandalizar a las damas pacatas, también les vendría bien.
Regresó donde la ventanilla y se puso en posición. Acomodó la flecha, tensó la cuerda, apuntó tan bien como pudo justo al montón de guardias que rodeaban al millonario, en el centro del patio en torno al cual charlaban los invitados y, tras respirar profundamente, disparó.
-¡A ver ricachones, denme unos buenos gritos!
Apartó el arco sin constatar el resultado de su tiro; se daría cuenta del mismo una vez oyese o no la baraúnda. Con la pequeña ballesta todavía colgando del hombro, se dirigió velozmente hacia la puerta, sólo deteniéndose para esperar a su compañero.
-Apúrate, colega, algo me dice que los guardias querrán venir a visitarnos muy pronto. -Dijo mientras se asomaba fuera para constatar si seguían a buen recaudo.
______
Aclaración para Master Ger:
Poseo la siguiente maldición:
Dije del desamparo.
La mala suerte acompaña a este dije pues, quien lo posea quedará desamparado por los dioses. Las siguientes dos runas que tires en cualquier tema, instantáneamente serán de muy mala o mala suerte, independientemente del resultado. (Queda UN uso, que vendría a ser el de esta runa.)
-Buen salto, amigo. ¡Los orejas picudas deben estar cagándose tantíiisimo en tus muertos!
Parte del edificio misterioso había resultado ser una armería. Ambas bestias ingresaron a ésta con los ojos brillantes y las mandíbulas desencajadas, como niños pobres espiando la vitrina de una tienda de dulces. Zatch estaba asomándose a uno de los vanos, observando a los invitados y a algunos guardias que rondaban por ahí. Era un tumulto más grande que el que había imaginado, y se le ocurrió que sería ideal para detonar una buena distracción que, con suerte, sirviera para enmendar el error de su compañero y librar de guardias a los elfos. Entonces el bóvido dijo algo sobre un cofre, llamando brevemente la atención de su compañero.
-Ábrelo mientras yo me encargo de algo. Estoy seguro de que podrás destrozarlo a cornadas sin mi ayuda, ¿no? -Sugirió- Por supuesto, chucho, sólo espera y verás. ¡Pero si hay un premio gordo, es todo mío! -Clamó Conrar antes de ensañarse con el cofre. Mientras, el zorro seleccionaba con cautela algún arma que pudiera serle útil. Primero tomó una ballesta pequeña y se la acomodó al hombro, pero luego se decantó por un arco más grande que prometía un mayor alcance. La arquería no estaba entre sus aficiones habituales, pero no podía desaprovechar esa oportunidad brindada por la excelente ubicación. Sólo debía tensar, apuntar y soltar, ¿verdad? No podía ser tan difícil.
-...Lord Azurd esta muy protegido... -Vibró en su oído la voz del brujo. Quizás podía intentar darle a uno de los guardias para ir bajando desde ya el número de molestias. Aunque si la flecha simplemente se clavaba en la tierra consiguiendo escandalizar a las damas pacatas, también les vendría bien.
Regresó donde la ventanilla y se puso en posición. Acomodó la flecha, tensó la cuerda, apuntó tan bien como pudo justo al montón de guardias que rodeaban al millonario, en el centro del patio en torno al cual charlaban los invitados y, tras respirar profundamente, disparó.
-¡A ver ricachones, denme unos buenos gritos!
Apartó el arco sin constatar el resultado de su tiro; se daría cuenta del mismo una vez oyese o no la baraúnda. Con la pequeña ballesta todavía colgando del hombro, se dirigió velozmente hacia la puerta, sólo deteniéndose para esperar a su compañero.
-Apúrate, colega, algo me dice que los guardias querrán venir a visitarnos muy pronto. -Dijo mientras se asomaba fuera para constatar si seguían a buen recaudo.
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Aclaración para Master Ger:
Poseo la siguiente maldición:
Dije del desamparo.
La mala suerte acompaña a este dije pues, quien lo posea quedará desamparado por los dioses. Las siguientes dos runas que tires en cualquier tema, instantáneamente serán de muy mala o mala suerte, independientemente del resultado. (Queda UN uso, que vendría a ser el de esta runa.)
Zatch
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Re: [Misión] El golpe del siglo
El miembro 'Zatch' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
'Runas' :
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Tyr
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Re: [Misión] El golpe del siglo
Luego de un viaje que habría podido ser más relajado en ausencia de Virgo, el ya muy estresado Destino, o ahora más bien Escorpio, meditaba con los ojos cerrados esperando de alguna manera ignorar la presencia de su parlanchín compañero, aunque era difícil considerando que ahora recibía ligeros golpes en el hombro cada vez que decidía no responder; una pequeña luz de alivio llegó al notar al fin el punto en que podrían subir a la enorme muralla a través del mástil del barco que los había llevado; no hicieron falta muchas instrucciones para que se largara en primer lugar, aunque antes se detuvo y apretó los puños al escuchar a Virgo probando sus aparatos -Comando elfo, comienza la operación, iniciando el ascenso- Prefirió no darle mayor importancia y llegar a la cima tan rápido como pudo esperando dejar atrás al chico aunque de manera casi mágica éste consiguió seguirle el paso.
No tardaron en llegar a la cima; apenas colocó el primer pie sobre la muralla, luego de un par de piruetas en el aire, Escuchó en primer lugar al otro elfo detrás -Comando elfo en posición, hemos llegado al... oh, oh, a rayos- No habría deseado ni siquiera voltear el pelinegro pero el chico elfo que había perdido el equilibrio, se agarró del suave cabello del ojiazul halándolo también y causando un grito ahogado en el mismo que con los ojos aguados no tuvo más remedio que extender la mano rápidamente y tomar al chico por el cuello para evitar que cayera y lo dejara calvo.
Virgo miró hacia debajo de soslayo y silbó con alivio -Vaya que ha estado cerca, sabía que podía poner mi vida en tus manos- Halagó al pelinegro que acababa de salvar su cabello con el daño colateral de salvar también a su compañero -Escuadrón elfo en posición ¿Alguien más ha llegado? Partida de lentejos- Bromeó a través de los comunicadores antes de ser tomado del cuello por Destino -No... más... juegos... y no hay un escuadrón elfo, eres Virgo y yo Escorpio, no somos equipo- Lo soltó y comenzó a caminar hacia el borde buscando una vista hacia el interior cuando alcanzó a escuchar a su compañero -Claro, como digas... somos el escuadrón elfo- Destino respiró profundo intentando no perder la paciencia -Oh, pero mira que buena vista nos hemos encontrado, es tal como dijiste- Bromeó con sarcasmo el chico señalando al hermoso muro al que tenían visión desde ese lado, ganándose una mala mirada de Destino -Oh, vamos, no seas así, sé que tu intención era buena, hasta podemos ver a uno allá- Señalaba a un único guardia que podía verse a lo lejos.
Un par de codazos de Virgo llamaron la atención de Destino -Allá, mira, seguro hay una mejor vista- Señaló hacia la derecha pero fueron interrumpidos por un estruendo -¿Pero qué hacen?- Gritó el pelinegro en voz baja seguido de un estallido de risa de parte de Virgo -Ese es Tauro, que te lo apuesto tío, me corto una oreja si no es Tauro el del desastre- Continuó riendo mientras Destino lo miraba con cara de amargado -Mira esto... ¿Pero qué habéis liado?- Señaló el aparato hasta escuchar a Tauro declararse culpable y echarse a reír de nuevo -Oh, vamos, quieres reírte, sé que lo quieres ¿al menos sabes reírte?- Las bromas continuaban mientras que el peligro se acercaba; Destino estaba seguro que aquel estruendo también les afectaría a ellos dos y considerando lo poco agresivo que se veía el chico, todo indicaba que se tendría que enfrentar solo contra lo que los abordara.
Y tal como se había imaginado en los peores escenarios, sucedió, aunque era solo uno el que los había descubierto, aunque se acercaba gritando y eso podía dar la voz de alarma que destruyera toda la misión -Calla, Desti... Escorpio ya lo ha visto- Respondió mientras tomaba al chico y lo empujaba a un lado para sacarlo de la escena -Deja esto a los grandes- Dijo con arrogancia antes de caminar hacia el guardia con los brazos abiertos hasta estar a un par de metros -Intrusos- Musitó para sí mismo aquel sujeto -Intru...- Estaba a punto de gritar cuando fue interrumpido por el pelinegro -¿En serio necesitas ayuda? Si atrapas a los intrusos tú solo, todo el crédito será para ti- Dijo de manera tentadora capturando la atención del guardia que de inmediato sonrió con malicia; ninguno de los elfos parecía ser especialmente fuerte, por lo que fácilmente podría trapear el piso con ellos.
El guardia chocó los puños entre ellos y se acercó confiado; al ver que deseaba pelear desarmado, Destino sacó su espada y la dejó caer al piso atrapándola acostada sobre el pie derecho y tomando una posición defensiva con los puños; esperó inmóvil hasta que el guardia estuvo a rango, entonces levantó el pie con fuerza para devolver la espada a su mano y lanzó y corte horizontal que consiguió rozar al guardia aunque retrocedió para salvarse -Eres un- No completó su frase el sujeto pues nuevamente Destino se había lanzado al ataque en una serie de cortes que hicieron retroceder al adversario hasta que finalmente aceptando la desventaja éste decidió sacar su arma, o más bien el escudo que usaría como arma; lo instaló con fuerza en su brazo izquierdo y poniéndolo en frente avanzó como un rinoceronte dejando al débil Escorpio sin mucho qué hacer.
La diferencia de fuerzas era tal que el espadazo del elfo contra el escudo fue repelido con tal facilidad que el mismo espadachín fue lanzado hacia atrás; ahora la batalla estaba un poco más pareja; no era una pelea que se pudiera ganar con fuerza sino con inteligencia y destreza; Destino se lanzó al frente y rodó por el piso a unos centímetros de los pies del guardia buscando encontrarle la espalda pero éste consiguió girar tan a prisa que tomó al elfo antes que pudiera levantarse; apuntó el enorme puño a la cabeza del pelinegro y justo mientras se acercaba sonó un golpe seco detrás; el astuto Virgo había aprovechado la distracción para golpear al guardia en la cabeza con una barra de madera que seguramente se usaba para cerrar puertas -¿Le he dado? Dime que le he dado- Preguntó sosteniendo la barra con los ojos cerrados.
No tardaron en llegar a la cima; apenas colocó el primer pie sobre la muralla, luego de un par de piruetas en el aire, Escuchó en primer lugar al otro elfo detrás -Comando elfo en posición, hemos llegado al... oh, oh, a rayos- No habría deseado ni siquiera voltear el pelinegro pero el chico elfo que había perdido el equilibrio, se agarró del suave cabello del ojiazul halándolo también y causando un grito ahogado en el mismo que con los ojos aguados no tuvo más remedio que extender la mano rápidamente y tomar al chico por el cuello para evitar que cayera y lo dejara calvo.
Virgo miró hacia debajo de soslayo y silbó con alivio -Vaya que ha estado cerca, sabía que podía poner mi vida en tus manos- Halagó al pelinegro que acababa de salvar su cabello con el daño colateral de salvar también a su compañero -Escuadrón elfo en posición ¿Alguien más ha llegado? Partida de lentejos- Bromeó a través de los comunicadores antes de ser tomado del cuello por Destino -No... más... juegos... y no hay un escuadrón elfo, eres Virgo y yo Escorpio, no somos equipo- Lo soltó y comenzó a caminar hacia el borde buscando una vista hacia el interior cuando alcanzó a escuchar a su compañero -Claro, como digas... somos el escuadrón elfo- Destino respiró profundo intentando no perder la paciencia -Oh, pero mira que buena vista nos hemos encontrado, es tal como dijiste- Bromeó con sarcasmo el chico señalando al hermoso muro al que tenían visión desde ese lado, ganándose una mala mirada de Destino -Oh, vamos, no seas así, sé que tu intención era buena, hasta podemos ver a uno allá- Señalaba a un único guardia que podía verse a lo lejos.
Un par de codazos de Virgo llamaron la atención de Destino -Allá, mira, seguro hay una mejor vista- Señaló hacia la derecha pero fueron interrumpidos por un estruendo -¿Pero qué hacen?- Gritó el pelinegro en voz baja seguido de un estallido de risa de parte de Virgo -Ese es Tauro, que te lo apuesto tío, me corto una oreja si no es Tauro el del desastre- Continuó riendo mientras Destino lo miraba con cara de amargado -Mira esto... ¿Pero qué habéis liado?- Señaló el aparato hasta escuchar a Tauro declararse culpable y echarse a reír de nuevo -Oh, vamos, quieres reírte, sé que lo quieres ¿al menos sabes reírte?- Las bromas continuaban mientras que el peligro se acercaba; Destino estaba seguro que aquel estruendo también les afectaría a ellos dos y considerando lo poco agresivo que se veía el chico, todo indicaba que se tendría que enfrentar solo contra lo que los abordara.
Y tal como se había imaginado en los peores escenarios, sucedió, aunque era solo uno el que los había descubierto, aunque se acercaba gritando y eso podía dar la voz de alarma que destruyera toda la misión -Calla, Desti... Escorpio ya lo ha visto- Respondió mientras tomaba al chico y lo empujaba a un lado para sacarlo de la escena -Deja esto a los grandes- Dijo con arrogancia antes de caminar hacia el guardia con los brazos abiertos hasta estar a un par de metros -Intrusos- Musitó para sí mismo aquel sujeto -Intru...- Estaba a punto de gritar cuando fue interrumpido por el pelinegro -¿En serio necesitas ayuda? Si atrapas a los intrusos tú solo, todo el crédito será para ti- Dijo de manera tentadora capturando la atención del guardia que de inmediato sonrió con malicia; ninguno de los elfos parecía ser especialmente fuerte, por lo que fácilmente podría trapear el piso con ellos.
El guardia chocó los puños entre ellos y se acercó confiado; al ver que deseaba pelear desarmado, Destino sacó su espada y la dejó caer al piso atrapándola acostada sobre el pie derecho y tomando una posición defensiva con los puños; esperó inmóvil hasta que el guardia estuvo a rango, entonces levantó el pie con fuerza para devolver la espada a su mano y lanzó y corte horizontal que consiguió rozar al guardia aunque retrocedió para salvarse -Eres un- No completó su frase el sujeto pues nuevamente Destino se había lanzado al ataque en una serie de cortes que hicieron retroceder al adversario hasta que finalmente aceptando la desventaja éste decidió sacar su arma, o más bien el escudo que usaría como arma; lo instaló con fuerza en su brazo izquierdo y poniéndolo en frente avanzó como un rinoceronte dejando al débil Escorpio sin mucho qué hacer.
La diferencia de fuerzas era tal que el espadazo del elfo contra el escudo fue repelido con tal facilidad que el mismo espadachín fue lanzado hacia atrás; ahora la batalla estaba un poco más pareja; no era una pelea que se pudiera ganar con fuerza sino con inteligencia y destreza; Destino se lanzó al frente y rodó por el piso a unos centímetros de los pies del guardia buscando encontrarle la espalda pero éste consiguió girar tan a prisa que tomó al elfo antes que pudiera levantarse; apuntó el enorme puño a la cabeza del pelinegro y justo mientras se acercaba sonó un golpe seco detrás; el astuto Virgo había aprovechado la distracción para golpear al guardia en la cabeza con una barra de madera que seguramente se usaba para cerrar puertas -¿Le he dado? Dime que le he dado- Preguntó sosteniendo la barra con los ojos cerrados.
Destino
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Re: [Misión] El golpe del siglo
El miembro 'Destino' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: [Misión] El golpe del siglo
El golpe de Virgo fue muy efectivo y dejó atolondrado al hombre. Aunque tendrían que esconderlo en algún sitio o terminar de asesinarlo si no querían que alguien viese el cadáver.
–Tío, Escorpio, no pensarás en tirarlo al mar, ¿verdad? Oh está bien, haz lo que quieras, que tú eres el asesino. – indicó, dándose la vuelta sin querer ver lo que iba a hacer Destino. Pareció escuchar algo en la radio. -¡Géminis! ¡Eooo! ¡Llamando a Géminis! – gritó al intercomunicador. Llevándose una mano a la oreja - ¡Ofiuco! ¿Me oís? Sólo oigo interferencias. – comentó sin obtener señal. - ¡Mierda, tío! Ofiuco me estaba preguntando algo de una pareja que les seguía, pero he perdido la conexión con ellos. Se han alejado demasiado. – indicó a Destino. – Tauro, Aries, ¿vosotros me escucháis? ¿Cómo estáis?
-Todo bien. Aunque aquí el amigo zorro no tiene ni puta idea de disparar un arco. – indicó el mastodonte riendo. Lo cierto es que él tampoco había conseguido abrir el cofre, pero al ser de hierro tenía mejor excusa. – Ha clavado la flecha en el suelo y tenemos una patrulla de guardias en el patio del baile mirando qué ha sucedido.
-Pues mirad a ver si os movéis, porque justo encima también hay guardias mirando la que habéis liado con la grúa, aunque desde aquí no nos ven. – instó el rubio.
Para tratar de disimular, Virgo se acercó a la parte de la azotea de la torre más alejada de los guardias de la grúa y, por tanto, más próxima a al edificio. Desde allí pudo ver como debajo había un tipo bastante gordito y con pinta de rico entrar a la casa. Sí, ese debía ser el organizador de la fiesta. – Ey, Escorpio, asómate. – indicó disimuladamente entre dos torres cuadradas. – Ese de ahí abajo es Lord Azur, el que nos comentaba Ofiuco. Ha entrado en una especie de edificio. ¿Qué hacemos? ¿Despachamos al guardia o buscamos algo por detrás? – le preguntó el adolescente, mirándole a los ojos.
Tal y como confirmó previamente, la flecha no consiguió el propósito de Zatch, que era el de armar un buen escándalo. Disparó tan sumamente mal que acabó clavada justo a escasos metros del pie de la torre. Algo que ocasionó que Cornar comenzase a reír, o más bien a mugir, a carcajadas. Ahora había un montón de guardias observando la flecha que había caído, y manteniendo su mirada en la torre de la armería, no las tenían todas consigo. Estaban en alerta. – Entre el ruido y ahora esto habrá que ir a mirar qué está pasando ahí arriba. – comentó uno. – Sí, ahora voy yo. – contestó otro.
-Vaya la que has liado, zorrito. – bromeó el bóvido una vez terminó su conversación con Virgo, sin asomar la cabeza, que no era precisamente pequeña, por los vanos. – Me pregunto qué dirán si ven la cabeza de una vaca asomar. – continuó con su grave voz, haciendo un amago de asomarse para ver qué había debajo. Y se dio la vuelta para seguir intentando abrir el cofre, como le había indicado Zatch.
Lo golpeó tan fuerte que estaba causando un gran estruendo que podía alertar perfectamente tanto a los guardias de arriba como a los de abajo, que ya estaban con la mosca detrás de la oreja. - ¡Como que me llamo Cornar que lo abro! – juró enfurecido el animal, ya desquiciado y golpeándolo con un martillo que había tomado, una vez tras otra, pero sin éxito. Zatch tendría que calmarlo si no quería que aquel bruto, que no destacaba precisamente ni por su sigilo ni inteligencia, no montase un expolio mayor.
Por su parte, Ofiuco y Géminis se habían alejado tanto que habían perdido la señal del intercomunicador de Virgo, algo que la vampiresa no tardó en destacar una vez se encontraban bordeando el edificio que tenían a su derecha en la oscura noche. – ¿Este chisme funciona? No se oye nada. – comentó llevándose la mano al oído y ladeando un poco la cabeza.
En dicho movimiento, pudo ver de reojo como la extraña pareja que habían encontrado también les seguían, de manera tranquila y calmada, andando tras ellos sin disimular, sin dejar de mirarles ni sonreír. – Nos están siguiendo. – comentó la mujer ligeramente fastidiada.
Llegaron poco después al otro extremo del edificio, aunque no encontraron ninguna puerta para acceder, por lo que probablemente éstas se encontrarían por detrás. Ya dispuestos a girar hacia la derecha para continuar bordeándolo, se encontraron a un tipo que era del tamaño de un armario, armado con un martillo y con una imponente armadura de acero. Escoltaba dicho acceso trasero y tenía una guarnición de cuatro soldados a sus espaldas.
-¡Alto! Héctor Loreley, capitán de la Guardia de Lunargenta. – Se presentó en cuanto vio a la pareja. – ¿A dónde creen que van? – preguntó. Curioso pues para ser guardia no tenía una maza, sino un martillo.
Géminis, sin soltarse del brazo de su acompañante, dedicó una mirada seductora a Héctor. Manteniéndose a la distancia suficiente como para mantener su magia de cambiaformas. Luego se giró y acercó su rostro al de Karkaran y se dirigió a él de manera divertida, mostrando ligeramente la lengua. - ¡Oh! Mi amor, ¿por qué no les explicas tú qué es lo que buscamos? – Apoyó entonces su cabeza en el hombro de Ofiuco sin soltarle, mirando al guardia con una sonrisa.
La vampiresa echó un vistazo alrededor para estudiar el terreno. Si seguían de frente en la línea que habían seguido, tenían unos pequeños edificios entre los que poder esconderse y, tal vez, infiltrarse hacia la parte que protegía el guardia. Por el contrario, si cambiaban de dirección al Norte encontrarían un pequeño patio de naranjos provisto de un pequeño pozo.
*Off: Lo siento por la calidad del mapa. Es lo mejor y más grande que me permite subir al foro. Si tenéis alguna duda consultadme por privado.
Karkaran: Ahora os encontráis en una especie área abierta. La misteriosa pareja os sigue, pero mientras estéis a la vista no parece que os vayan a abordar. Os habéis encontrado también con Héctor Loreley, uno de los líderes de la Guardia de Lunargenta, que parece estar aquí para asegurar la seguridad en el área. Como habéis perdido la señal del comunicador con Virgo, no podréis informar a vuestros compañeros. Tendrás que improvisar, Géminis te ha pasado la pelota. Si quieres pasar hacia la parte trasera del edificio, tendrás que darle una excusa, tirar una runa y confiar en que salga buena. Si no, podéis ir hacia los edificios cercanos o hacia la zona del pozo, para estos casos no tendrás que tirar una runa.
Zatch: El pésimo resultado de tu runa a consecuencia de tu maldición hace que no consigas darle a nadie. Mejor, por otro lado. La flecha cae bajo la torre y entre esto y el episodio de la grúa, vuestra almena está bajo alerta. Probablemente no tarde un guardia en aparecer. Por lo que tendréis que salir de ahí. Siempre por el interior de la muralla, decide bien a dónde te diriges, pues aunque no te atacarán en este turno puedes terminar en problemas. Puedes describir tu travesía como consideres.
Destino: Vuestro ataque ha sido bueno y habéis dejado inconsciente al guardia. Te dejo a ti decidir qué hacer con el guardia que habéis noqueado. Virgo te advierte de que Lord Azur ha entrado en un edificio en la parte inferior bajo vuestra almena. Podéis bajar a la zona del patio y atacar al guardia para abordarlo. ¿Tendrá algo interesante que decir? Para ello tendrás que lanzar una runa. La torre no tiene entrada, por lo que si bajáis de un salto, luego no podrás volver a subir. Tu alternativa es atacar a los muchos guardias de la zona de la grúa (tirando una runa y obteniendo muy buena suerte por la cantidad) o seguir por la parte superior de la muralla rodeando el edificio, única opción para la que no te hará falta tirar una runa.
Comunicaciones: Virgo, Destino, Zatch y Tauro.
Tenéis libertad para usar a los miembros, como siempre.
–Tío, Escorpio, no pensarás en tirarlo al mar, ¿verdad? Oh está bien, haz lo que quieras, que tú eres el asesino. – indicó, dándose la vuelta sin querer ver lo que iba a hacer Destino. Pareció escuchar algo en la radio. -¡Géminis! ¡Eooo! ¡Llamando a Géminis! – gritó al intercomunicador. Llevándose una mano a la oreja - ¡Ofiuco! ¿Me oís? Sólo oigo interferencias. – comentó sin obtener señal. - ¡Mierda, tío! Ofiuco me estaba preguntando algo de una pareja que les seguía, pero he perdido la conexión con ellos. Se han alejado demasiado. – indicó a Destino. – Tauro, Aries, ¿vosotros me escucháis? ¿Cómo estáis?
-Todo bien. Aunque aquí el amigo zorro no tiene ni puta idea de disparar un arco. – indicó el mastodonte riendo. Lo cierto es que él tampoco había conseguido abrir el cofre, pero al ser de hierro tenía mejor excusa. – Ha clavado la flecha en el suelo y tenemos una patrulla de guardias en el patio del baile mirando qué ha sucedido.
-Pues mirad a ver si os movéis, porque justo encima también hay guardias mirando la que habéis liado con la grúa, aunque desde aquí no nos ven. – instó el rubio.
Para tratar de disimular, Virgo se acercó a la parte de la azotea de la torre más alejada de los guardias de la grúa y, por tanto, más próxima a al edificio. Desde allí pudo ver como debajo había un tipo bastante gordito y con pinta de rico entrar a la casa. Sí, ese debía ser el organizador de la fiesta. – Ey, Escorpio, asómate. – indicó disimuladamente entre dos torres cuadradas. – Ese de ahí abajo es Lord Azur, el que nos comentaba Ofiuco. Ha entrado en una especie de edificio. ¿Qué hacemos? ¿Despachamos al guardia o buscamos algo por detrás? – le preguntó el adolescente, mirándole a los ojos.
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Tal y como confirmó previamente, la flecha no consiguió el propósito de Zatch, que era el de armar un buen escándalo. Disparó tan sumamente mal que acabó clavada justo a escasos metros del pie de la torre. Algo que ocasionó que Cornar comenzase a reír, o más bien a mugir, a carcajadas. Ahora había un montón de guardias observando la flecha que había caído, y manteniendo su mirada en la torre de la armería, no las tenían todas consigo. Estaban en alerta. – Entre el ruido y ahora esto habrá que ir a mirar qué está pasando ahí arriba. – comentó uno. – Sí, ahora voy yo. – contestó otro.
-Vaya la que has liado, zorrito. – bromeó el bóvido una vez terminó su conversación con Virgo, sin asomar la cabeza, que no era precisamente pequeña, por los vanos. – Me pregunto qué dirán si ven la cabeza de una vaca asomar. – continuó con su grave voz, haciendo un amago de asomarse para ver qué había debajo. Y se dio la vuelta para seguir intentando abrir el cofre, como le había indicado Zatch.
Lo golpeó tan fuerte que estaba causando un gran estruendo que podía alertar perfectamente tanto a los guardias de arriba como a los de abajo, que ya estaban con la mosca detrás de la oreja. - ¡Como que me llamo Cornar que lo abro! – juró enfurecido el animal, ya desquiciado y golpeándolo con un martillo que había tomado, una vez tras otra, pero sin éxito. Zatch tendría que calmarlo si no quería que aquel bruto, que no destacaba precisamente ni por su sigilo ni inteligencia, no montase un expolio mayor.
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Por su parte, Ofiuco y Géminis se habían alejado tanto que habían perdido la señal del intercomunicador de Virgo, algo que la vampiresa no tardó en destacar una vez se encontraban bordeando el edificio que tenían a su derecha en la oscura noche. – ¿Este chisme funciona? No se oye nada. – comentó llevándose la mano al oído y ladeando un poco la cabeza.
En dicho movimiento, pudo ver de reojo como la extraña pareja que habían encontrado también les seguían, de manera tranquila y calmada, andando tras ellos sin disimular, sin dejar de mirarles ni sonreír. – Nos están siguiendo. – comentó la mujer ligeramente fastidiada.
Llegaron poco después al otro extremo del edificio, aunque no encontraron ninguna puerta para acceder, por lo que probablemente éstas se encontrarían por detrás. Ya dispuestos a girar hacia la derecha para continuar bordeándolo, se encontraron a un tipo que era del tamaño de un armario, armado con un martillo y con una imponente armadura de acero. Escoltaba dicho acceso trasero y tenía una guarnición de cuatro soldados a sus espaldas.
-¡Alto! Héctor Loreley, capitán de la Guardia de Lunargenta. – Se presentó en cuanto vio a la pareja. – ¿A dónde creen que van? – preguntó. Curioso pues para ser guardia no tenía una maza, sino un martillo.
- Héctor Loreley:
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Géminis, sin soltarse del brazo de su acompañante, dedicó una mirada seductora a Héctor. Manteniéndose a la distancia suficiente como para mantener su magia de cambiaformas. Luego se giró y acercó su rostro al de Karkaran y se dirigió a él de manera divertida, mostrando ligeramente la lengua. - ¡Oh! Mi amor, ¿por qué no les explicas tú qué es lo que buscamos? – Apoyó entonces su cabeza en el hombro de Ofiuco sin soltarle, mirando al guardia con una sonrisa.
La vampiresa echó un vistazo alrededor para estudiar el terreno. Si seguían de frente en la línea que habían seguido, tenían unos pequeños edificios entre los que poder esconderse y, tal vez, infiltrarse hacia la parte que protegía el guardia. Por el contrario, si cambiaban de dirección al Norte encontrarían un pequeño patio de naranjos provisto de un pequeño pozo.
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Karkaran: Ahora os encontráis en una especie área abierta. La misteriosa pareja os sigue, pero mientras estéis a la vista no parece que os vayan a abordar. Os habéis encontrado también con Héctor Loreley, uno de los líderes de la Guardia de Lunargenta, que parece estar aquí para asegurar la seguridad en el área. Como habéis perdido la señal del comunicador con Virgo, no podréis informar a vuestros compañeros. Tendrás que improvisar, Géminis te ha pasado la pelota. Si quieres pasar hacia la parte trasera del edificio, tendrás que darle una excusa, tirar una runa y confiar en que salga buena. Si no, podéis ir hacia los edificios cercanos o hacia la zona del pozo, para estos casos no tendrás que tirar una runa.
Zatch: El pésimo resultado de tu runa a consecuencia de tu maldición hace que no consigas darle a nadie. Mejor, por otro lado. La flecha cae bajo la torre y entre esto y el episodio de la grúa, vuestra almena está bajo alerta. Probablemente no tarde un guardia en aparecer. Por lo que tendréis que salir de ahí. Siempre por el interior de la muralla, decide bien a dónde te diriges, pues aunque no te atacarán en este turno puedes terminar en problemas. Puedes describir tu travesía como consideres.
Destino: Vuestro ataque ha sido bueno y habéis dejado inconsciente al guardia. Te dejo a ti decidir qué hacer con el guardia que habéis noqueado. Virgo te advierte de que Lord Azur ha entrado en un edificio en la parte inferior bajo vuestra almena. Podéis bajar a la zona del patio y atacar al guardia para abordarlo. ¿Tendrá algo interesante que decir? Para ello tendrás que lanzar una runa. La torre no tiene entrada, por lo que si bajáis de un salto, luego no podrás volver a subir. Tu alternativa es atacar a los muchos guardias de la zona de la grúa (tirando una runa y obteniendo muy buena suerte por la cantidad) o seguir por la parte superior de la muralla rodeando el edificio, única opción para la que no te hará falta tirar una runa.
Comunicaciones: Virgo, Destino, Zatch y Tauro.
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Ger
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Re: [Misión] El golpe del siglo
- ¿Este chisme funciona? No se oye nada.
Efectivamente, yo tampoco era capaz ni de comunicarme ni de oír tan siquiera la voz del resto a través de ese estúpido cacharro. "Mierda de ..." Maldije por dentro mientras me rascaba la parte posterior del cabello, aun notando como parte de ese mismo cabello me rozaba las cicatrices del rostro, incomodandome.
Por no hablar del puto echo de que la jodida pareja del barroco nos seguía los pasos.
- Nos están siguiendo. - Dijo Geminis confirmando mi teoría, pues yo no me había querido girar para confirmarlo, y dado que la vampiresa tampoco parecía tener la necesidad de hacerlo para confirmarlo, su declaración me sirvió bastante, pero no me alegro precisamente. Chasqueé la lengua.
- Déjalos por ahora... - Dije mirando al frente y viendo al fondo una especie de paladín. - Puede que tengamos suerte...
- ¿"Puede"? - Preguntó divertida la joven chupasangres.
- ¡Alto! - Interrumpió entonces a la joven el guardia. - Héctor Loreley, capitán de la Guardia de Lunargenta.
Ambos nos detuvimos un par de pasos por delante de el, pues sabíamos que había que mantener cierta distancia para que el hechizo de la vampiresa funcionara. Miré en silencio de reojo a la otra pareja, que procurando no destacar, había detenido sus pasos al vernos entablar conversación con aquel guardia.
- ¿A dónde creen que van?
- ¡Oh! Mi amor, ¿por qué no les explicas tú qué es lo que buscamos? - Dijo Geminis con una sonrisa picara.
Yo la miré y la maldije diez veces por dentro mientras, en sus ojos, podia ver al diablillo que llevaba por dentro dando brincos de la risa.
- Encantado... - Dije mostrando la mejor falsa sonrisa de la que fui capaz.
Miré al guardia. Estaba claro que era un devoto a su trabajo. Habría que ser claro y poner los adornos justos y necesarios. Ni uno más. Ni uno menos.
- Héctor Loreley... - Dije despacio, acercándome a él un único paso mientras alzaba un poco la cabeza y le tendía mi mano. - He de decir que no esperaba encontrarme aquí a alguien con algo más que tripa y un poco de dinero en el bolsillo... Da gusto ver que en este tipo de eventos realmente se contrata a gente con la que merece la pena debatir y tener una conversación... - De pronto, chasqueé los dedos y apreté un poco los ojos, fingiendo que me acababa de dar cuenta de algo. - Oh, disculpad, caballero. Aunque estoy seguro de que el placer es mio, mis modales no han sido los adecuados... Soy Lord Gawain, y esta es Lady Miralda. Mi acompañante en esta velada... He de confesar, por eso, que lo único que he sabido ver ha sido, como ya le he comentado, poca gente con la que se pueda hablar de algo que no fuera la comida o el dinero... Y mi señora y yo habíamos pensado en la posibilidad de escaparnos un momento para ver la fantástica construcción de este edificio... Soy arquitecto. - Dije sereno, dando la primera pincelada. - Mi labor principal es la construcción de fuertes y castillos para la guarda, pero valoro muchísimo las grandes obras como representa este castillo... Ademas, debo suponer que si han puesto al mismísimo Héctor Loreley para proteger la parte posterior sera por las fantásticas vistas que se quieren reservar... - Di un suspiro. - Se que tal vez sea mucho pedirle a alguien de tan alto linaje y orgullo como vos algo tan banal... Pero mi vida gira en torno a este tipo de edificios... ¿Cabria la posibilidad de poder verlo en detalle ni que fuera por un breve periodo de tiempo, capitán?
Procure no parpadear. Recuerdo que incluso estaba procurando que mi respiración no delatara la treta que acababa de inventar. Recé a los dioses en los que nunca había creído hasta ese momento para pedir que, debajo de esa poderosa e intimidante mascara de jefe de la guarda, hubiera alguien lo suficientemente ingenuo como para poder creerse semejante disparate.
Si conseguíamos cruzar ese espacio, cabía la posibilidad de volver a estar dentro de las comunicaciones del equipo, ademas de perder de vista a esa sospechosa pareja.
Efectivamente, yo tampoco era capaz ni de comunicarme ni de oír tan siquiera la voz del resto a través de ese estúpido cacharro. "Mierda de ..." Maldije por dentro mientras me rascaba la parte posterior del cabello, aun notando como parte de ese mismo cabello me rozaba las cicatrices del rostro, incomodandome.
Por no hablar del puto echo de que la jodida pareja del barroco nos seguía los pasos.
- Nos están siguiendo. - Dijo Geminis confirmando mi teoría, pues yo no me había querido girar para confirmarlo, y dado que la vampiresa tampoco parecía tener la necesidad de hacerlo para confirmarlo, su declaración me sirvió bastante, pero no me alegro precisamente. Chasqueé la lengua.
- Déjalos por ahora... - Dije mirando al frente y viendo al fondo una especie de paladín. - Puede que tengamos suerte...
- ¿"Puede"? - Preguntó divertida la joven chupasangres.
- ¡Alto! - Interrumpió entonces a la joven el guardia. - Héctor Loreley, capitán de la Guardia de Lunargenta.
Ambos nos detuvimos un par de pasos por delante de el, pues sabíamos que había que mantener cierta distancia para que el hechizo de la vampiresa funcionara. Miré en silencio de reojo a la otra pareja, que procurando no destacar, había detenido sus pasos al vernos entablar conversación con aquel guardia.
- ¿A dónde creen que van?
- ¡Oh! Mi amor, ¿por qué no les explicas tú qué es lo que buscamos? - Dijo Geminis con una sonrisa picara.
Yo la miré y la maldije diez veces por dentro mientras, en sus ojos, podia ver al diablillo que llevaba por dentro dando brincos de la risa.
- Encantado... - Dije mostrando la mejor falsa sonrisa de la que fui capaz.
Miré al guardia. Estaba claro que era un devoto a su trabajo. Habría que ser claro y poner los adornos justos y necesarios. Ni uno más. Ni uno menos.
- Héctor Loreley... - Dije despacio, acercándome a él un único paso mientras alzaba un poco la cabeza y le tendía mi mano. - He de decir que no esperaba encontrarme aquí a alguien con algo más que tripa y un poco de dinero en el bolsillo... Da gusto ver que en este tipo de eventos realmente se contrata a gente con la que merece la pena debatir y tener una conversación... - De pronto, chasqueé los dedos y apreté un poco los ojos, fingiendo que me acababa de dar cuenta de algo. - Oh, disculpad, caballero. Aunque estoy seguro de que el placer es mio, mis modales no han sido los adecuados... Soy Lord Gawain, y esta es Lady Miralda. Mi acompañante en esta velada... He de confesar, por eso, que lo único que he sabido ver ha sido, como ya le he comentado, poca gente con la que se pueda hablar de algo que no fuera la comida o el dinero... Y mi señora y yo habíamos pensado en la posibilidad de escaparnos un momento para ver la fantástica construcción de este edificio... Soy arquitecto. - Dije sereno, dando la primera pincelada. - Mi labor principal es la construcción de fuertes y castillos para la guarda, pero valoro muchísimo las grandes obras como representa este castillo... Ademas, debo suponer que si han puesto al mismísimo Héctor Loreley para proteger la parte posterior sera por las fantásticas vistas que se quieren reservar... - Di un suspiro. - Se que tal vez sea mucho pedirle a alguien de tan alto linaje y orgullo como vos algo tan banal... Pero mi vida gira en torno a este tipo de edificios... ¿Cabria la posibilidad de poder verlo en detalle ni que fuera por un breve periodo de tiempo, capitán?
Procure no parpadear. Recuerdo que incluso estaba procurando que mi respiración no delatara la treta que acababa de inventar. Recé a los dioses en los que nunca había creído hasta ese momento para pedir que, debajo de esa poderosa e intimidante mascara de jefe de la guarda, hubiera alguien lo suficientemente ingenuo como para poder creerse semejante disparate.
Si conseguíamos cruzar ese espacio, cabía la posibilidad de volver a estar dentro de las comunicaciones del equipo, ademas de perder de vista a esa sospechosa pareja.
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Re: [Misión] El golpe del siglo
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Re: [Misión] El golpe del siglo
Sospechó que los dioses le habían dado la espalda al no escuchar los gritos que habrían sido causados por una flecha atravesando el blando cuerpo de algún pobre diablo. Lo supo con certeza cuando el desgraciado de su compañero rompió a carcajadas... o gritos, mugidos, gemidos, lo que mierda fuesen esos ronquidos guturales. A él no le causaba ni la más puta gracia.
Cuando la voz de Virgo -oscilante de irritantes gallos causados por la adolescencia- resonó en su oído, Zatch se rehusó a contestar. Le era muy difícil tragarse el orgullo cuando las cosas no salían tan bien como lo planeado. Encogido de hombros y con el ceño fruncido, se dio ánimos pensando que por lo menos la flecha había servido para atraer a un buen número de guardias a la base de la torre. Eso los ponía a ellos dos en una situación complicada, pero al menos contribuía a aminorar la cantidad de uniformados rondando por el patio, cerca del brujo y la sensual vampiresa. Confiaba en que podrían escapar de allí con ventaja antes de que ninguno de los guardias llegase hasta la armería.
Eso si el imbécil de Cornar dejaba de perder el tiempo con ese maldito cofre.
Los golpes estaban a punto de dejarle sordo. Tuvo que respirar profundo, muy profundo, para controlar el arrebato de mal genio que le estaba calentando la sangre y así poder elegir la mejor manera de hablarle a su compañero. El grandulón era un descerebrado, pero tenía su ego y el zorro debía mantener la imagen de respeto y admiración que le había mostrado al conocerle. Si no, corría el riesgo de que el cornudo se pusiese en su contra. Apretó los puños y, todavía desde la puerta, sugirió en voz alta pero controlada:
-Gracias a mi mala puntería la mitad de los guardias debe estar viniendo para acá. -Es cierto, zorrito, tu puntería es una mierda. -Comenzar echándose la culpa era una buena manera de que el mastodonte no se tomase a pecho lo que iba a decir. Dio un rápido vistazo al pasillo antes de continuar. -El cofre no es la prioridad, debemos irnos rápido. Pero... -añadió el "pero" rápidamente al ver que Tauro se volteaba para observarlo con el entrecejo arrugado y las fosas nasales bien abiertas- …podemos volver a buscarlo luego de terminar lo que hemos venido a hacer... ¡y te ayudaré a abrirlo! ¿qué dices? -Mintió. Estaba seguro de que cuando vieran el gran botín que les esperaba, el bóvido se olvidaría completamente de ese pequeño cofre.
Tauro intercaló su mirada entre el zorro y el cofre unas cuantas veces mientras evaluaba la situación. Al final dio un último golpazo con el martillo y, al continuar sin lograr nada, lanzó la herramienta contra la pared, dándose por vencido. Bufó, agarró una enorme maza (más grande aún que el martillo) y por fin se dignó a proseguir con la misión. Zatch ya estaba encarando el pasillo a la derecha, hacia la sala que en el mapa estaba marcada con el número dos, cuando Cornar lo adelantó y dijo:
-¡Digo yo que deberíamos ir hacia la sala dos!
Zatch suspiró y, fingiendo una sonrisa, acotó:
-Tienes toda la razón. Jamás se me hubiera ocurrido.
El interior de la muralla era estrecho y la luz apenas entraba por las pequeñas ventanillas similares a las de la sala de armas. Las puntas de los largos cuernos de Tauro rozaban ambas paredes del pasillo y el enorme hombre debía ir agachado. El flacucho zorro, por otro lado, cabía perfectamente e iba atrás quejándose internamente por lo lento que avanzaba su acompañante. No muy lejos podían oírse las voces y los pasos de los guardias que inspeccionaban la grúa, y de esos otros que traginaban en el piso superior.
-¡Sh! ¿Escuchas eso? -De pronto, Tauro se detuvo y alzó la mirada en gesto expectante.
-¿Qué cosa? -Zatch lo imitó, poniéndose en guardia y llevando una mano a la daga que pendía de su cinturón. Se concentró en cada pequeño sonido que llegaba a sus grandes oídos. Pero, aparte de sus respiraciones, en ese pasillo en particular no se oía nada. Nada hasta que algo sonó como un tronido... que dio paso a un pestilente olor.
-¡Pfffff! ¡Caíste!
-¡Puaj! ¡Maldita sea, tío!
Al parecer, esa misión sería más difícil de lo que había imaginado.
Cuando la voz de Virgo -oscilante de irritantes gallos causados por la adolescencia- resonó en su oído, Zatch se rehusó a contestar. Le era muy difícil tragarse el orgullo cuando las cosas no salían tan bien como lo planeado. Encogido de hombros y con el ceño fruncido, se dio ánimos pensando que por lo menos la flecha había servido para atraer a un buen número de guardias a la base de la torre. Eso los ponía a ellos dos en una situación complicada, pero al menos contribuía a aminorar la cantidad de uniformados rondando por el patio, cerca del brujo y la sensual vampiresa. Confiaba en que podrían escapar de allí con ventaja antes de que ninguno de los guardias llegase hasta la armería.
Eso si el imbécil de Cornar dejaba de perder el tiempo con ese maldito cofre.
Los golpes estaban a punto de dejarle sordo. Tuvo que respirar profundo, muy profundo, para controlar el arrebato de mal genio que le estaba calentando la sangre y así poder elegir la mejor manera de hablarle a su compañero. El grandulón era un descerebrado, pero tenía su ego y el zorro debía mantener la imagen de respeto y admiración que le había mostrado al conocerle. Si no, corría el riesgo de que el cornudo se pusiese en su contra. Apretó los puños y, todavía desde la puerta, sugirió en voz alta pero controlada:
-Gracias a mi mala puntería la mitad de los guardias debe estar viniendo para acá. -Es cierto, zorrito, tu puntería es una mierda. -Comenzar echándose la culpa era una buena manera de que el mastodonte no se tomase a pecho lo que iba a decir. Dio un rápido vistazo al pasillo antes de continuar. -El cofre no es la prioridad, debemos irnos rápido. Pero... -añadió el "pero" rápidamente al ver que Tauro se volteaba para observarlo con el entrecejo arrugado y las fosas nasales bien abiertas- …podemos volver a buscarlo luego de terminar lo que hemos venido a hacer... ¡y te ayudaré a abrirlo! ¿qué dices? -Mintió. Estaba seguro de que cuando vieran el gran botín que les esperaba, el bóvido se olvidaría completamente de ese pequeño cofre.
Tauro intercaló su mirada entre el zorro y el cofre unas cuantas veces mientras evaluaba la situación. Al final dio un último golpazo con el martillo y, al continuar sin lograr nada, lanzó la herramienta contra la pared, dándose por vencido. Bufó, agarró una enorme maza (más grande aún que el martillo) y por fin se dignó a proseguir con la misión. Zatch ya estaba encarando el pasillo a la derecha, hacia la sala que en el mapa estaba marcada con el número dos, cuando Cornar lo adelantó y dijo:
-¡Digo yo que deberíamos ir hacia la sala dos!
Zatch suspiró y, fingiendo una sonrisa, acotó:
-Tienes toda la razón. Jamás se me hubiera ocurrido.
El interior de la muralla era estrecho y la luz apenas entraba por las pequeñas ventanillas similares a las de la sala de armas. Las puntas de los largos cuernos de Tauro rozaban ambas paredes del pasillo y el enorme hombre debía ir agachado. El flacucho zorro, por otro lado, cabía perfectamente e iba atrás quejándose internamente por lo lento que avanzaba su acompañante. No muy lejos podían oírse las voces y los pasos de los guardias que inspeccionaban la grúa, y de esos otros que traginaban en el piso superior.
-¡Sh! ¿Escuchas eso? -De pronto, Tauro se detuvo y alzó la mirada en gesto expectante.
-¿Qué cosa? -Zatch lo imitó, poniéndose en guardia y llevando una mano a la daga que pendía de su cinturón. Se concentró en cada pequeño sonido que llegaba a sus grandes oídos. Pero, aparte de sus respiraciones, en ese pasillo en particular no se oía nada. Nada hasta que algo sonó como un tronido... que dio paso a un pestilente olor.
-¡Pfffff! ¡Caíste!
-¡Puaj! ¡Maldita sea, tío!
Al parecer, esa misión sería más difícil de lo que había imaginado.
Zatch
Honorable
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Re: [Misión] El golpe del siglo
Justo cuando el elfo se preparaba para lo peor, el golpe seco a la cabeza del guardia generó un espacio de silencio inquietante y lleno de nerviosismo, el guardia no caía, se mantuvo de pie con la mirada perdida hasta que finalmente de desplomó hacia el frente; Destino rodó por el piso hacia un lado para evitar que aquel sujeto le cayera encima y se puso de pie finalmente; debía estar agradecido con su compañero elfo aunque era algo que de momento no admitiría -Destcorpio lo tenía controlado- Habló con arrogancia mientras tomaba a aquel sujeto por el cuello y lo arrastraba hasta el borde de la muralla -Claro que no, lanzarlo al mar es una locura- Dijo mientras lo lanzaba al mar sin remordimiento; de alguna manera había que despejar el camino sin dejar huellas.
No apartó la vista del cuerpo hasta que cayó al agua y al volver su atención al compañero lo encontró con problemas técnicos -Destino no confía en esas cosas- Fue todo lo que dijo antes de continuar el camino en dirección al norte, cambiar de rumbo hacia la grúa no parecía ser la opción más sensata para una infiltración -Pregúntales si van a hacer más ruido, hay que estar preparados- Expresó con sarcasmo al escuchar que al menos con el toro y el otro animal sí podía comunicarse -No ven ni verán nada- Dijo el pelinegro mientras comenzaba a avanzar hacia su ruta establecida -Andando- Dijo sin querer detenerse hasta que el chico mencionó el nombre de Azur.
Tras detenerse contra su voluntad, Escorpio se giró a donde encontraba asomado el chico; lo había dejado en medio de un dilema, continuar con el plan inicial o desviarse a sacarle información al organizador; sin embargo al asomarse no alcanzó a ver nada más que un triste guardia -No está- Dijo serio -Que sí estaba, pero ha entrado a la casa- Destino lo miró inquisitivamente por unos segundo -Venga tío, no miento, te digo que lo he visto- Señaló a la puerta por donde supuestamente había entrado -Se fue por ahí, lo vi, lo vi- La convicción con que lo decía le daba al menos el beneficio de la duda, por lo que el del signo del aguijón se trepó sobre el borde de la muralla -¿Pero a dónde vas? ¿Estás demente?- Virgo lo tomó del brazo y lo haló para evitar que saltara tan descuidadamente -Suelta, o desde hoy trabajarás con cinco dedos- Amenazó aunque antes que pudiera hacer nada el joven y astuto virgo le señaló un apilamiento de cajas de madera que les permitirían a los dos bajar de una manera más segura.
Destino miró en la dirección que le señalaba su compañero y acabó por aceptar la sugerencia -Pero de prisa- Añadió mientras comenzaba a caminar hacia el lugar indicado; una vez ahí, Virgo comenzó los preparativos -Bien, somos un equipo así que iremos juntos, a la cuenta de tres- Se preparó para saltar hacia las cajas más cercanas -Uno...- Antes que pudiera continuar el pelinegro saltó dejándolo atrás -Que se sepa que eres el rey de los aburridos- Quedó diciendo el chico mientras Escorpio bajaba en completo sigilo por las cajas con la característica gracia de los de su raza.
No tardó en deslizarse en silencio como si danzara en el viento, haciéndose uno con la noche hasta llegar a escasos metros del guardia cuando de pronto un sonido de madera rota hizo que la víctima volteara repentinamente -Oh, vamos- Murmuró el pelinegro acelerando el paso hasta lanzarse sobre el guardia y llevarlo al piso mientras le cubría la mano con la boca y le pinchaba el cuello con las agujas del guante metálico; tras él, un desafortunado Virgo había visto cómo se le fugaba el piso y algunas cajas se venían abajo dejando al equipo sin la posibilidad de volver a subir -Estoy bien- Se escuchó decir mientras se asomaba solo una mano con el pulgar arriba; finalmente había conseguido derribar al guardia, ahora solo debía contar con que no se le escapara y que el ruido del desastre que había causado Virgo no atrajera sobre ellos atención indeseada.
No apartó la vista del cuerpo hasta que cayó al agua y al volver su atención al compañero lo encontró con problemas técnicos -Destino no confía en esas cosas- Fue todo lo que dijo antes de continuar el camino en dirección al norte, cambiar de rumbo hacia la grúa no parecía ser la opción más sensata para una infiltración -Pregúntales si van a hacer más ruido, hay que estar preparados- Expresó con sarcasmo al escuchar que al menos con el toro y el otro animal sí podía comunicarse -No ven ni verán nada- Dijo el pelinegro mientras comenzaba a avanzar hacia su ruta establecida -Andando- Dijo sin querer detenerse hasta que el chico mencionó el nombre de Azur.
Tras detenerse contra su voluntad, Escorpio se giró a donde encontraba asomado el chico; lo había dejado en medio de un dilema, continuar con el plan inicial o desviarse a sacarle información al organizador; sin embargo al asomarse no alcanzó a ver nada más que un triste guardia -No está- Dijo serio -Que sí estaba, pero ha entrado a la casa- Destino lo miró inquisitivamente por unos segundo -Venga tío, no miento, te digo que lo he visto- Señaló a la puerta por donde supuestamente había entrado -Se fue por ahí, lo vi, lo vi- La convicción con que lo decía le daba al menos el beneficio de la duda, por lo que el del signo del aguijón se trepó sobre el borde de la muralla -¿Pero a dónde vas? ¿Estás demente?- Virgo lo tomó del brazo y lo haló para evitar que saltara tan descuidadamente -Suelta, o desde hoy trabajarás con cinco dedos- Amenazó aunque antes que pudiera hacer nada el joven y astuto virgo le señaló un apilamiento de cajas de madera que les permitirían a los dos bajar de una manera más segura.
Destino miró en la dirección que le señalaba su compañero y acabó por aceptar la sugerencia -Pero de prisa- Añadió mientras comenzaba a caminar hacia el lugar indicado; una vez ahí, Virgo comenzó los preparativos -Bien, somos un equipo así que iremos juntos, a la cuenta de tres- Se preparó para saltar hacia las cajas más cercanas -Uno...- Antes que pudiera continuar el pelinegro saltó dejándolo atrás -Que se sepa que eres el rey de los aburridos- Quedó diciendo el chico mientras Escorpio bajaba en completo sigilo por las cajas con la característica gracia de los de su raza.
No tardó en deslizarse en silencio como si danzara en el viento, haciéndose uno con la noche hasta llegar a escasos metros del guardia cuando de pronto un sonido de madera rota hizo que la víctima volteara repentinamente -Oh, vamos- Murmuró el pelinegro acelerando el paso hasta lanzarse sobre el guardia y llevarlo al piso mientras le cubría la mano con la boca y le pinchaba el cuello con las agujas del guante metálico; tras él, un desafortunado Virgo había visto cómo se le fugaba el piso y algunas cajas se venían abajo dejando al equipo sin la posibilidad de volver a subir -Estoy bien- Se escuchó decir mientras se asomaba solo una mano con el pulgar arriba; finalmente había conseguido derribar al guardia, ahora solo debía contar con que no se le escapara y que el ruido del desastre que había causado Virgo no atrajera sobre ellos atención indeseada.
Destino
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Re: [Misión] El golpe del siglo
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Tyr
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Re: [Misión] El golpe del siglo
Un arquitecto. ¡Joder! Ni Géminis podía evitar la risa que le causaba aquella inventiva que había demostrado Ofiuco. Y lo peor no era aquello, sino que toda la historia había descolocado por completo a un guardia que destacaba más por la fuerza que por la inteligencia. Sólo era un arquitecto y su pareja. Iban desarmados. Estaban lejos del banco. ¿Acaso algo malo podía pasar?
-Bien. Pues pasad. Pero… - notó entonces alguien a espaldas de ellos. La extraña pareja que venía siguiéndolos. - ¡Eh! ¡Vosotros dos! ¿También sois arquitectos? - Loreley ignoró ahora al primer duo y se dirigió a los recién llegados. Que quedaron sorprendidos, sin saber muy bien qué decir.
-¿Nosotros?. Eh... Solo… dábamos una vuelta. – dijo el hombre, siguiendo de frente y sin quitar un ojo de la vista de Géminis. Estaba claro que una nueva coartada no haría sino levantar sospechas. La vampiresa les miró durante unos segundos mientras Karkaran tiraba de su brazo antes de que Héctor cambiara de idea.
Caminaron hacia la parte trasera del edificio mientras los guardias, de espaldas a ellos, observaban lo que hacían. –Hemos despistado a ese dúo de vampiros. Menos mal. No me daban buena espina. – respiró aliviada. – Aún así, algo me dice que deberíamos mantenernos alejados de ellos. – opinó al respecto.
En cualquier caso ya estaban lejos y no le dieron demasiada importancia. Ahora estaban en una especie de calle abierta, que daría a la puerta principal. Había dos edificios con cuatro puertas.
El edificio de la izquierda según miraban estaba pegado a la muralla. La primera puerta se encontraba derruida y no parecía albergar nada en su interior. En la segunda se veía luz en el interior.
El edificio de la derecha tenía también dos puertas accesibles. La primera de ella se encontraba al lado de la guarnición de guardias y tratar de entrar podría ser difícil. En la segunda puerta del mismo edificio, la del fondo, se veían salir y entrar cocineros con bandejas de comida y copas de bebida.
Karkaran y Géminis deberían decidir el próximo destino.
Zatch y Tauro se tomaban la vida con gracia. El bóvido era toda una caja de sorpresas, y el zorro no se quedaba atrás tampoco. Quizás, de todo el grupo ellos fuesen los más variopintos.
Ahora avanzaban por el estrecho pasillo, y las risas de Tauro por haberse tirado un… (Bueno, no es necesario mostrarle al lector hechos desagradables), se escucharían en toda la fiesta de no ser porque todo el mundo estaba ya más borracho que una cuba.
Sí. Como auténticas cubas, así estaba quien quiera que estuviera en la llave 2. Tauro no podía echar un vistazo sin darle una cornada a la puerta, así que mugió y le dijo al zorro, que iba detrás suya, que se adelantara para mirar por el orificio de la cerradura. Cuatro guardias jugando a las cartas. Eso es lo que había en el interior de aquel lugar. En un evidente estado de embriaguez. Era ni más ni menos que el puesto de guardia, algo lógico estando cerca de la entrada.
-¡He ganadoooo! ¡He ganadooooo lah rondaaaa! ¡Rondita rondera! – canturreaba el que había salido victorioso de aquella manga.
-¡Hash hecho trampah. Eresh un tramposho… hic! – le echó en cara uno al otro, poniéndole el dedo índice en la nariz.
-Nog el tramposho eresh tú sho merluzo. – le devolvió.
-¡A que te clavo… hic! ¡A que te clavo…! – se lo pensó el borracho. - ¡… La llave del banco en el ojo! – y señaló atrás, donde se encontraba en un llavero colgada la misma. Con tan mala suerte que cayó al suelo junto a la silla, lo que hizo que los otros tres se estallasen de la risa.
A la izquierda, detrás de la mesa de los borrachos, parecía que brillaba un pequeño objeto en oro reluciente. Estaba especialmente decorado. Era la única del lugar. Sí. La llave de la puerta principal del banco, tal y como aquel borracho había declarado. ¿El problema? Que había cuatro guardias dentro.
El bóvido se estaba poniendo nervioso. No escuchaba nada y por más que acercaba su oreja a la puerta siempre terminaba chocando el cuerno con esta. – Joder, ya ni me acordaba que tengo cuernos. – y reía. – Dime zorrito, -¿Qué cojones hay ahí dentro? – preguntó sin bajar la voz. Aunque calló en cuanto escuchó algo. – Espera. ¿Oyes eso? Parece que van a trincar a los elfos. – indicó. – Y tampoco sabemos más de la furcia y el brujo.
Destino lo había hecho todo perfecto. Había conseguido atrapar al guardia desprevenido, que ahora, sin poder gritar por la mano del elfo. Lo miraba con los ojos abiertos como platos. Destino era un implacable asesino y sabía que, probablemente, no le perdonaría la vida. No tardaría en quedar K.O. por la eficacia del letal asesino.
Pero Virgo había hecho demasiado ruido al salir de las cajas. Y su incompetencia pudo haber sido una condena para el grupo. Lord Azur había salido del interior del pequeño edificio, que parecían ser los aseos y vio, horrorizado, la escena de cómo un asesino aguardaba a su guardia personal.
-¡Asesino! ¡Hay un asesino en la fiesta! – bramó escandalizándose y comenzando a correr cuan gordo era. Para colmo, todos los guardias que Zatch había atraído con su pésima runa estaban cerca de la torre y correrían a socorrerle. La fiesta ahora se convertiría en un caos una vez la noticia llegase al público en general. Al menos, creían que se trataba de un asesinato y no de un robo a un banco.
-¡Nos han pillado! ¡Nos han pillado! – bramó Virgo por el intercomunicador, poniéndose detrás de Escorpio, sin saber muy bien qué decir. Tauro y Zatch podrían oírle, Karkaran y Géminis no escucharían más que interferencias.
Destino tenía ahora una difícil tarea por delante. ¿Hacer que el tipo de callara asesinándolo duramente de alguna manera y exponiéndose a la guarnición de guardias o huir al interior de los baños donde, tal vez, podría esconderse y acechar en las sombras? Volver por donde habían venido no era ya una opción.
*Off: Disculpad la demora. He tenido una semana ajetreada.
Karkaran: Has obtenido una buena runa por lo que has engañado a Héctor y a sus guardias. Como has visto, ahora tienes tres puertas posibles para entrar. La primera está demasiado cerca de los guardias que acabas de superar, por lo que si entras, tendrás que lanzar una nueva runa si quieres entrar junto a Géminis o bien no lanzarla y que uno de los dos distraiga a los guardias. No sabes qué puede haber dentro. Las puertas de la cocina y la cercana a la muralla están lo suficientemente alejadas de cualquier guardia como para acceder sin necesidad de tirar runa.
Zatch: Has descubierto el cuartel de la guardia. En el interior hay cuatro borrachos y una interesante llave de la puerta principal del banco que podría actuar de botín si la consigues. Podéis entrar a base de fuerza o sigilo para conseguirla, pero tendrás que tirar una runa para ver si te pillan o no (ya me has dicho que has quitado la maldición de las runas malas, así que ahora no tendrás ese hándicap en tu contra). Tu alternativa es volver hacia atrás para tratar de ayudar a Virgo y Destino (lanzando de nuevo la runa maldita, aunque tened cuidado no os delatéis y os llevéis además vosotros los palos, así que más que el sentido de la amistad, yo aplicaría el común. La última opción es ignorar la llave y los líos de Virgo y Destino y continuar avanzando por el interior de la muralla hacia el Este, esta vez, sin runa.
Destino: Tu runa media tirando a mala hace que consigas derribar al guardia sin problema, pero Lord Azur os ha pillado in fraganti y está huyendo a avisar a unos guardias que, por culpa de la puntería de Zatch en el anterior turno, ya os han visto debido a la proximidad. Desde tu posición puedes asestarle un golpe de muerte al organizador de la fiesta. Quién sabe en qué desembocaría eso. También podéis entrar juntos a los aseos donde tendréis que acechar entre las sombras a los guardias que accedan. Suceda lo que suceda, tendrás que tirar una runa para determinar la suerte y si recibes heridas.
-Bien. Pues pasad. Pero… - notó entonces alguien a espaldas de ellos. La extraña pareja que venía siguiéndolos. - ¡Eh! ¡Vosotros dos! ¿También sois arquitectos? - Loreley ignoró ahora al primer duo y se dirigió a los recién llegados. Que quedaron sorprendidos, sin saber muy bien qué decir.
-¿Nosotros?. Eh... Solo… dábamos una vuelta. – dijo el hombre, siguiendo de frente y sin quitar un ojo de la vista de Géminis. Estaba claro que una nueva coartada no haría sino levantar sospechas. La vampiresa les miró durante unos segundos mientras Karkaran tiraba de su brazo antes de que Héctor cambiara de idea.
Caminaron hacia la parte trasera del edificio mientras los guardias, de espaldas a ellos, observaban lo que hacían. –Hemos despistado a ese dúo de vampiros. Menos mal. No me daban buena espina. – respiró aliviada. – Aún así, algo me dice que deberíamos mantenernos alejados de ellos. – opinó al respecto.
En cualquier caso ya estaban lejos y no le dieron demasiada importancia. Ahora estaban en una especie de calle abierta, que daría a la puerta principal. Había dos edificios con cuatro puertas.
El edificio de la izquierda según miraban estaba pegado a la muralla. La primera puerta se encontraba derruida y no parecía albergar nada en su interior. En la segunda se veía luz en el interior.
El edificio de la derecha tenía también dos puertas accesibles. La primera de ella se encontraba al lado de la guarnición de guardias y tratar de entrar podría ser difícil. En la segunda puerta del mismo edificio, la del fondo, se veían salir y entrar cocineros con bandejas de comida y copas de bebida.
Karkaran y Géminis deberían decidir el próximo destino.
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Zatch y Tauro se tomaban la vida con gracia. El bóvido era toda una caja de sorpresas, y el zorro no se quedaba atrás tampoco. Quizás, de todo el grupo ellos fuesen los más variopintos.
Ahora avanzaban por el estrecho pasillo, y las risas de Tauro por haberse tirado un… (Bueno, no es necesario mostrarle al lector hechos desagradables), se escucharían en toda la fiesta de no ser porque todo el mundo estaba ya más borracho que una cuba.
Sí. Como auténticas cubas, así estaba quien quiera que estuviera en la llave 2. Tauro no podía echar un vistazo sin darle una cornada a la puerta, así que mugió y le dijo al zorro, que iba detrás suya, que se adelantara para mirar por el orificio de la cerradura. Cuatro guardias jugando a las cartas. Eso es lo que había en el interior de aquel lugar. En un evidente estado de embriaguez. Era ni más ni menos que el puesto de guardia, algo lógico estando cerca de la entrada.
-¡He ganadoooo! ¡He ganadooooo lah rondaaaa! ¡Rondita rondera! – canturreaba el que había salido victorioso de aquella manga.
-¡Hash hecho trampah. Eresh un tramposho… hic! – le echó en cara uno al otro, poniéndole el dedo índice en la nariz.
-Nog el tramposho eresh tú sho merluzo. – le devolvió.
-¡A que te clavo… hic! ¡A que te clavo…! – se lo pensó el borracho. - ¡… La llave del banco en el ojo! – y señaló atrás, donde se encontraba en un llavero colgada la misma. Con tan mala suerte que cayó al suelo junto a la silla, lo que hizo que los otros tres se estallasen de la risa.
A la izquierda, detrás de la mesa de los borrachos, parecía que brillaba un pequeño objeto en oro reluciente. Estaba especialmente decorado. Era la única del lugar. Sí. La llave de la puerta principal del banco, tal y como aquel borracho había declarado. ¿El problema? Que había cuatro guardias dentro.
El bóvido se estaba poniendo nervioso. No escuchaba nada y por más que acercaba su oreja a la puerta siempre terminaba chocando el cuerno con esta. – Joder, ya ni me acordaba que tengo cuernos. – y reía. – Dime zorrito, -¿Qué cojones hay ahí dentro? – preguntó sin bajar la voz. Aunque calló en cuanto escuchó algo. – Espera. ¿Oyes eso? Parece que van a trincar a los elfos. – indicó. – Y tampoco sabemos más de la furcia y el brujo.
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Destino lo había hecho todo perfecto. Había conseguido atrapar al guardia desprevenido, que ahora, sin poder gritar por la mano del elfo. Lo miraba con los ojos abiertos como platos. Destino era un implacable asesino y sabía que, probablemente, no le perdonaría la vida. No tardaría en quedar K.O. por la eficacia del letal asesino.
Pero Virgo había hecho demasiado ruido al salir de las cajas. Y su incompetencia pudo haber sido una condena para el grupo. Lord Azur había salido del interior del pequeño edificio, que parecían ser los aseos y vio, horrorizado, la escena de cómo un asesino aguardaba a su guardia personal.
-¡Asesino! ¡Hay un asesino en la fiesta! – bramó escandalizándose y comenzando a correr cuan gordo era. Para colmo, todos los guardias que Zatch había atraído con su pésima runa estaban cerca de la torre y correrían a socorrerle. La fiesta ahora se convertiría en un caos una vez la noticia llegase al público en general. Al menos, creían que se trataba de un asesinato y no de un robo a un banco.
-¡Nos han pillado! ¡Nos han pillado! – bramó Virgo por el intercomunicador, poniéndose detrás de Escorpio, sin saber muy bien qué decir. Tauro y Zatch podrían oírle, Karkaran y Géminis no escucharían más que interferencias.
Destino tenía ahora una difícil tarea por delante. ¿Hacer que el tipo de callara asesinándolo duramente de alguna manera y exponiéndose a la guarnición de guardias o huir al interior de los baños donde, tal vez, podría esconderse y acechar en las sombras? Volver por donde habían venido no era ya una opción.
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*Off: Disculpad la demora. He tenido una semana ajetreada.
Karkaran: Has obtenido una buena runa por lo que has engañado a Héctor y a sus guardias. Como has visto, ahora tienes tres puertas posibles para entrar. La primera está demasiado cerca de los guardias que acabas de superar, por lo que si entras, tendrás que lanzar una nueva runa si quieres entrar junto a Géminis o bien no lanzarla y que uno de los dos distraiga a los guardias. No sabes qué puede haber dentro. Las puertas de la cocina y la cercana a la muralla están lo suficientemente alejadas de cualquier guardia como para acceder sin necesidad de tirar runa.
Zatch: Has descubierto el cuartel de la guardia. En el interior hay cuatro borrachos y una interesante llave de la puerta principal del banco que podría actuar de botín si la consigues. Podéis entrar a base de fuerza o sigilo para conseguirla, pero tendrás que tirar una runa para ver si te pillan o no (ya me has dicho que has quitado la maldición de las runas malas, así que ahora no tendrás ese hándicap en tu contra). Tu alternativa es volver hacia atrás para tratar de ayudar a Virgo y Destino (lanzando de nuevo la runa maldita, aunque tened cuidado no os delatéis y os llevéis además vosotros los palos, así que más que el sentido de la amistad, yo aplicaría el común. La última opción es ignorar la llave y los líos de Virgo y Destino y continuar avanzando por el interior de la muralla hacia el Este, esta vez, sin runa.
Destino: Tu runa media tirando a mala hace que consigas derribar al guardia sin problema, pero Lord Azur os ha pillado in fraganti y está huyendo a avisar a unos guardias que, por culpa de la puntería de Zatch en el anterior turno, ya os han visto debido a la proximidad. Desde tu posición puedes asestarle un golpe de muerte al organizador de la fiesta. Quién sabe en qué desembocaría eso. También podéis entrar juntos a los aseos donde tendréis que acechar entre las sombras a los guardias que accedan. Suceda lo que suceda, tendrás que tirar una runa para determinar la suerte y si recibes heridas.
Ger
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Re: [Misión] El golpe del siglo
- Las cocinas serán la mejor opción... - Dije seguro mirando de reojo a los guardias mientras la vampiresa y yo avanzábamos hacia la puerta de donde salían cocineros.
- ¿Tienes alguna idea de que hacer ahora? Nos estamos alejando del objetivo... - Inquirió la vampiresa.
- Tengo un plan. - Dije tranquilo entrando en la cocina mientras evitamos a los cocineros.
Dentro, como era de esperar, solo habia camareros, cocineros y algun que otro criado que se encargaba de limpiar. Todos demasiado atareados como para fijarse siquiera en que nos habiamos adentrado en ese lugar hasta que la vampiresa se topo con la mirada de uno de los criados. Un niño de no más de cinco años. Ella lo miro extrañamente. Luego el niño me miro a mi y se quedo con la boca abierta al verme las heridas de la cara. Yo me lleve un dedo a los labios en señal de silencio y el asintio despacio. No supe decir si por miedo o por asombro.
Me agache a su lado mientras el seguia fregando el suelo con un viejo estropajo.
- La señorita tiene algo de hambre. - Dije moviendo la cabeza hacia la vampiresa, que me levanto una ceja ante la frase. - ¿Sabes cual es el próximo plato que van a sacar? No tenemos ni idea.
El niño asintió y señalo con un dedo un pedazo de ponche que estaba en un gran barril.
- Oh, ponche... - Dije mirando al niño. - Que rico. Muchas gracias, chico.
Saqué una moneda que había birlado anteriormente y se la di al joven.
- Por guardar el secreto.
El miro la moneda con ojos brillantes mientras asentía y seguía limpiando, feliz.
Me acerqué a la vampiresa mientras ella seguia entre las sombras, procurando no ser vista en todo ese jaleo de cocina.
- Necesitaria que distrajeras a la gente de alguna forma...
- Por favor... - Dijo Géminis con una sonrisa. - ¿No sabes que no existen las cocineras en los castillos nobles? Son todo hombres estúpidos... Observa.
Me quede esperando mientras ella avanzaba hacia el lado contrario de la sala a donde estaba el barril de ponche. Allí, y con un exagerado gesto, se llevo una mano a la cabeza, haciendo ver que estaba mareada y tiro "accidentalmente" una cacerola para hacer aun más ruido. Todos los cocineros, sorprendidos de la mujer y el ruido, se acercaron a ver que estuviera bien.
Aproveché entonces esa distracción y me fui hacia el barril de ponche, donde descargué en todo su contenido la mezcla alquímica que llevaba guardando desde que habíamos entrado.
Cuando la poción de sueño estuvo totalmente mezclada con el contenido, me volví hacia la puerta e hice una señal a la chupa sangres, que tras algo más de teatro y roce con algunos de los babosos cocineros les agradeció su "valerosa" ayuda y salio de cocinas para reunirse conmigo con una sonrisa en la boca.
- Quizá ahora la cosa sea más fácil.
- ¿Tienes alguna idea de que hacer ahora? Nos estamos alejando del objetivo... - Inquirió la vampiresa.
- Tengo un plan. - Dije tranquilo entrando en la cocina mientras evitamos a los cocineros.
Dentro, como era de esperar, solo habia camareros, cocineros y algun que otro criado que se encargaba de limpiar. Todos demasiado atareados como para fijarse siquiera en que nos habiamos adentrado en ese lugar hasta que la vampiresa se topo con la mirada de uno de los criados. Un niño de no más de cinco años. Ella lo miro extrañamente. Luego el niño me miro a mi y se quedo con la boca abierta al verme las heridas de la cara. Yo me lleve un dedo a los labios en señal de silencio y el asintio despacio. No supe decir si por miedo o por asombro.
Me agache a su lado mientras el seguia fregando el suelo con un viejo estropajo.
- La señorita tiene algo de hambre. - Dije moviendo la cabeza hacia la vampiresa, que me levanto una ceja ante la frase. - ¿Sabes cual es el próximo plato que van a sacar? No tenemos ni idea.
El niño asintió y señalo con un dedo un pedazo de ponche que estaba en un gran barril.
- Oh, ponche... - Dije mirando al niño. - Que rico. Muchas gracias, chico.
Saqué una moneda que había birlado anteriormente y se la di al joven.
- Por guardar el secreto.
El miro la moneda con ojos brillantes mientras asentía y seguía limpiando, feliz.
Me acerqué a la vampiresa mientras ella seguia entre las sombras, procurando no ser vista en todo ese jaleo de cocina.
- Necesitaria que distrajeras a la gente de alguna forma...
- Por favor... - Dijo Géminis con una sonrisa. - ¿No sabes que no existen las cocineras en los castillos nobles? Son todo hombres estúpidos... Observa.
Me quede esperando mientras ella avanzaba hacia el lado contrario de la sala a donde estaba el barril de ponche. Allí, y con un exagerado gesto, se llevo una mano a la cabeza, haciendo ver que estaba mareada y tiro "accidentalmente" una cacerola para hacer aun más ruido. Todos los cocineros, sorprendidos de la mujer y el ruido, se acercaron a ver que estuviera bien.
Aproveché entonces esa distracción y me fui hacia el barril de ponche, donde descargué en todo su contenido la mezcla alquímica que llevaba guardando desde que habíamos entrado.
Cuando la poción de sueño estuvo totalmente mezclada con el contenido, me volví hacia la puerta e hice una señal a la chupa sangres, que tras algo más de teatro y roce con algunos de los babosos cocineros les agradeció su "valerosa" ayuda y salio de cocinas para reunirse conmigo con una sonrisa en la boca.
- Quizá ahora la cosa sea más fácil.
Erenair
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Re: [Misión] El golpe del siglo
El mal humor del zorro se esfumó en un instante cuando, tras pasar con dificultad por el estrecho espacio que quedaba entre Cornar y la pared para llegar al ojo de la cerradura, descubrió qué les esperaba dentro de la pequeña habitación: Un grupo de incompetentes borrachos que Lord Azur se arrepentiría profundamente de haber contratado. Y, detrás de ellos, la preciada llave que no sólo les daría un pase directo al banco, sino también a la vida de lujos y excesos que todos deseaban tanto.
Se alejó de la puerta y, llevándose el dedo índice a los labios, riñó a Tauro entre susurros:
-¡Shhh! ¡Son ebrios, no sordos! -El bóvido le miró desde arriba con evidente gracia, cosa que Zatch se esforzó por ignorar- Cuatro guardias que se ven bastante inútiles están custodiando la llave del banco, ¡la llave! -Murmuró, conteniendo el tono de voz pese a que la emoción lo hacía difícil. Fue entonces que la irritante voz de Virgo anunció lo peor. -¡Nos han pillado! ¡Nos han pillado! -¡Vaya inútiles! -Gruñieron ambas bestias al mismo tiempo.
Bastó un intercambio de miradas para darse a entender que estaban de acuerdo en que el lío de los elfos no era su problema (aunque, a decir verdad, en parte sí que lo era un poco) y con un asentimiento de cabeza se pusieron de acuerdo respecto a lo que harían a continuación. Pese a que el toro ponía de los nervios al zorro, se entendían bastante bien. -Aguanten, esto no se termina aquí. -¡Encontramos la llave! -Dijeron ambos por el intercomunicador. Zatch se quitó del hombro la ballesta que había sacado de la armería y la dejó apoyada contra la pared. La habitación era pequeña y su puntería reprochable, así que prefería echar mano a su fiel daga. Miró a su compañero y le hizo un gesto con la cabeza al tiempo en que se apartaba de la puerta. No tenía sentido apostar por el sigilo mientras estuviese acompañado por aquel torpe grandulón, por lo cual, sin reparo alguno, Tauro se dio a la tarea de arrancar la puesta de sus goznes con una única embestida.
La gruesa tabla de madera cayó con un golpe seco sobre el guardia que estaba tirado en el suelo, mientras todos aún se reían de él. Estaban tan borrachos que sus reacciones eran tardías y poco eficientes, no obstante un ebrio zarandeando una espada seguía siendo peligroso. El colosal bóvido irrumpió a cornadas, parándose sobre la puerta bajo la cual gimoteaba uno de los tipos y lanzando mazasos a diestra y siniestra entre mugidos y maldiciones. Era una distracción tan rimbombante que difícilmente notarían al zorro escabulléndose por detrás hasta alcanzar la llave. Los ojos del cánido brillaron con codicia cuando la tuvo entre manos y, esbozando una sonrisa triunfal, la guardó en el pequeño morral que tenía bien asegurado al cinturón. Ahora sólo quedaba salir de allí.
A cornadas, mazasos, estocadas y mordidas, con suerte podrían deshacerse de los guardias en poco tiempo.
Se alejó de la puerta y, llevándose el dedo índice a los labios, riñó a Tauro entre susurros:
-¡Shhh! ¡Son ebrios, no sordos! -El bóvido le miró desde arriba con evidente gracia, cosa que Zatch se esforzó por ignorar- Cuatro guardias que se ven bastante inútiles están custodiando la llave del banco, ¡la llave! -Murmuró, conteniendo el tono de voz pese a que la emoción lo hacía difícil. Fue entonces que la irritante voz de Virgo anunció lo peor. -¡Nos han pillado! ¡Nos han pillado! -¡Vaya inútiles! -Gruñieron ambas bestias al mismo tiempo.
Bastó un intercambio de miradas para darse a entender que estaban de acuerdo en que el lío de los elfos no era su problema (aunque, a decir verdad, en parte sí que lo era un poco) y con un asentimiento de cabeza se pusieron de acuerdo respecto a lo que harían a continuación. Pese a que el toro ponía de los nervios al zorro, se entendían bastante bien. -Aguanten, esto no se termina aquí. -¡Encontramos la llave! -Dijeron ambos por el intercomunicador. Zatch se quitó del hombro la ballesta que había sacado de la armería y la dejó apoyada contra la pared. La habitación era pequeña y su puntería reprochable, así que prefería echar mano a su fiel daga. Miró a su compañero y le hizo un gesto con la cabeza al tiempo en que se apartaba de la puerta. No tenía sentido apostar por el sigilo mientras estuviese acompañado por aquel torpe grandulón, por lo cual, sin reparo alguno, Tauro se dio a la tarea de arrancar la puesta de sus goznes con una única embestida.
La gruesa tabla de madera cayó con un golpe seco sobre el guardia que estaba tirado en el suelo, mientras todos aún se reían de él. Estaban tan borrachos que sus reacciones eran tardías y poco eficientes, no obstante un ebrio zarandeando una espada seguía siendo peligroso. El colosal bóvido irrumpió a cornadas, parándose sobre la puerta bajo la cual gimoteaba uno de los tipos y lanzando mazasos a diestra y siniestra entre mugidos y maldiciones. Era una distracción tan rimbombante que difícilmente notarían al zorro escabulléndose por detrás hasta alcanzar la llave. Los ojos del cánido brillaron con codicia cuando la tuvo entre manos y, esbozando una sonrisa triunfal, la guardó en el pequeño morral que tenía bien asegurado al cinturón. Ahora sólo quedaba salir de allí.
A cornadas, mazasos, estocadas y mordidas, con suerte podrían deshacerse de los guardias en poco tiempo.
Zatch
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Re: [Misión] El golpe del siglo
El miembro 'Zatch' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Tyr
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Re: [Misión] El golpe del siglo
Comenzaba a disfrutar, como de costumbre, el miedo en la mirada de su víctima que aplastada contra el piso y con una mano amordazando su boca cuando de pronto aquellos ruidos comenzaron a sonar como una orquesta, una muy llamativa y ruidosa orquesta -Destino va a matarte- Murmuró el elfo causando que el guardia comenzara a negar con la cabeza -A ti no, a ese chico- Señaló hacia atrás con la mano libre -Tal vez a ti también, solo por diversión- Rió con malicia mientras le apretaba la garganta incrustándole las agujas del guante hasta tal punto que la hemorragia lo mataría en pocos minutos.
Tristemente aquello no terminaría ahí, pues el mismísimo Lord Azur había sido puesto en alerta y en consecuencia, salió a ver lo que sucedía; aquello no podía sino empeorar a partir de ahora; estaban expuestos y el combate era inevitable, así que como buen guerrero el pelinegro sacó su espada y la giró un par de veces mientras caminaba hacia un Azur que comenzaba a gritar para llamar a más guardias.
El regordete de Azur retrocedió lentamente ante el avance del asesino pero finalmente éste fue interrumpido por la llegada de Virgo, quien se encontraba muy preocupado por la situación -Dime que tienes un plan, seguro tienes un plan- Dijo con ojos suplicantes causando que en el descuido Azur se perdiera corriendo como bien le dejaba su obeso cuerpo.
Con una mano intentó apartar a Virgo pero no le dio tiempo -Se escapa- Señaló enojado pero para entonces ya habían llegado algunos guardias a socorrerlo -¡Alto ahí! Chavales- Dijo Virgo valientemente en una terrible improvisación que al menos consiguió detener el avance de los guardias -¿Qué... rayos... haces?- Preguntó Escorpio enojado -Solo seguid mi juego- Murmuró en tono bajo para solo ser escuchado por su compañero pero luego alzó de nuevo la voz -Habeis tenido la mala ostia de encontraros con el asesino de los destellos- Señaló a Escorpio y volvió a murmurar -Has eso que haces con las manos- Destino sin entenderle hizo lo que mejor sabía hacer con las manos, lo golpeó en la cabeza -Eso no, tío, la cosa de las luces, vamos, sé que me entiendes- Destino lo miró fijamente y en un movimiento de hombros le dejó claro que no tenía idea de lo que hablaba.
Por fortuna Virgo estaba más que preparado y hurgando en sus bolsillos sacó un par de pequeñas esferas que lanzó al piso muy cerca de los guardias y produjo unos pequeños pero cegadores destellos -Seguro sois de esos elfos que atacan con lucesitas- Inquirió con seguridad en las habilidades de Escorpio quien no tardó en levantar una mano y formar una pequeña esfera de luz sin que pareciera nada del otro mundo -¡Y ahí está!- Dramatizó Virgo -¿Sabeis lo que es eso? ¿Lo sabeis?- Caminó ahora con tal confianza que hizo dudar a los guardias -Oh, pero claro que no lo sabeis- Se detuvo violentamente -Si lo hubierais visto antes, ya no caminaríais entre los vivos- Los guardias se miraron entre ellos y dieron un paso atrás.
Virgo parecía haber encontrado la manera de deshacerse de aquellos sujetos con mera intimidación hasta que Destino lo interrumpió deshaciendo la esfera de luz -Suficiente, Destino los matará a todos- Dijo apartando al chico con una mano y preparando su espada para enfrentarse a todos en una batalla muy desigual -Pe-pero qué estais haciendo, joder, ya los tenía- Fue todo lo que alcanzó a decir antes de hurgar de nuevo en sus bolsillos y sacar una nueva esfera que lanzó cerca de los guardias pero de ésta comenzó a salir una nube de humo que al menos les daría unos minutos para salir de allí -Rápido tío, vamos hacia... allá no, hacia... allá tampoco, aseos, eso vamos a los aseos- Dijo y sin detenerse a esperar respuesta haló a Escorpio por el brazo y se lo llevó mientras los guardias salían frotando sus ojos llorosos de la nube de humo.
Cuando el pelinegro pudo detenerse ya se encontraba dentro de los aseos, donde Virgo velozmente usaba un madero para bloquear la puerta -Vamos, sabes que fue lo correcto, vendrían más y más cada vez- Explicó su reacción escapando a la batalla aunque Destino no le dijo nada, en lugar de esos solo lo miraba con ojos de odio -¿Y ahora qué?- Preguntó el pelinegro disgustado mirando cada rincón del lugar donde habían ido a parar, era solo cuestión de tiempo para que los guardias pudieran derribar la puerta y estarían acorralados, en primer lugar Escorpio usó su espada para cortar las antorchas que iluminaban la sala y privar de luz el lugar; ahora solo tenían que esperar que los guardias entraran de uno en uno para irlos eliminando.
Tristemente aquello no terminaría ahí, pues el mismísimo Lord Azur había sido puesto en alerta y en consecuencia, salió a ver lo que sucedía; aquello no podía sino empeorar a partir de ahora; estaban expuestos y el combate era inevitable, así que como buen guerrero el pelinegro sacó su espada y la giró un par de veces mientras caminaba hacia un Azur que comenzaba a gritar para llamar a más guardias.
El regordete de Azur retrocedió lentamente ante el avance del asesino pero finalmente éste fue interrumpido por la llegada de Virgo, quien se encontraba muy preocupado por la situación -Dime que tienes un plan, seguro tienes un plan- Dijo con ojos suplicantes causando que en el descuido Azur se perdiera corriendo como bien le dejaba su obeso cuerpo.
Con una mano intentó apartar a Virgo pero no le dio tiempo -Se escapa- Señaló enojado pero para entonces ya habían llegado algunos guardias a socorrerlo -¡Alto ahí! Chavales- Dijo Virgo valientemente en una terrible improvisación que al menos consiguió detener el avance de los guardias -¿Qué... rayos... haces?- Preguntó Escorpio enojado -Solo seguid mi juego- Murmuró en tono bajo para solo ser escuchado por su compañero pero luego alzó de nuevo la voz -Habeis tenido la mala ostia de encontraros con el asesino de los destellos- Señaló a Escorpio y volvió a murmurar -Has eso que haces con las manos- Destino sin entenderle hizo lo que mejor sabía hacer con las manos, lo golpeó en la cabeza -Eso no, tío, la cosa de las luces, vamos, sé que me entiendes- Destino lo miró fijamente y en un movimiento de hombros le dejó claro que no tenía idea de lo que hablaba.
Por fortuna Virgo estaba más que preparado y hurgando en sus bolsillos sacó un par de pequeñas esferas que lanzó al piso muy cerca de los guardias y produjo unos pequeños pero cegadores destellos -Seguro sois de esos elfos que atacan con lucesitas- Inquirió con seguridad en las habilidades de Escorpio quien no tardó en levantar una mano y formar una pequeña esfera de luz sin que pareciera nada del otro mundo -¡Y ahí está!- Dramatizó Virgo -¿Sabeis lo que es eso? ¿Lo sabeis?- Caminó ahora con tal confianza que hizo dudar a los guardias -Oh, pero claro que no lo sabeis- Se detuvo violentamente -Si lo hubierais visto antes, ya no caminaríais entre los vivos- Los guardias se miraron entre ellos y dieron un paso atrás.
Virgo parecía haber encontrado la manera de deshacerse de aquellos sujetos con mera intimidación hasta que Destino lo interrumpió deshaciendo la esfera de luz -Suficiente, Destino los matará a todos- Dijo apartando al chico con una mano y preparando su espada para enfrentarse a todos en una batalla muy desigual -Pe-pero qué estais haciendo, joder, ya los tenía- Fue todo lo que alcanzó a decir antes de hurgar de nuevo en sus bolsillos y sacar una nueva esfera que lanzó cerca de los guardias pero de ésta comenzó a salir una nube de humo que al menos les daría unos minutos para salir de allí -Rápido tío, vamos hacia... allá no, hacia... allá tampoco, aseos, eso vamos a los aseos- Dijo y sin detenerse a esperar respuesta haló a Escorpio por el brazo y se lo llevó mientras los guardias salían frotando sus ojos llorosos de la nube de humo.
Cuando el pelinegro pudo detenerse ya se encontraba dentro de los aseos, donde Virgo velozmente usaba un madero para bloquear la puerta -Vamos, sabes que fue lo correcto, vendrían más y más cada vez- Explicó su reacción escapando a la batalla aunque Destino no le dijo nada, en lugar de esos solo lo miraba con ojos de odio -¿Y ahora qué?- Preguntó el pelinegro disgustado mirando cada rincón del lugar donde habían ido a parar, era solo cuestión de tiempo para que los guardias pudieran derribar la puerta y estarían acorralados, en primer lugar Escorpio usó su espada para cortar las antorchas que iluminaban la sala y privar de luz el lugar; ahora solo tenían que esperar que los guardias entraran de uno en uno para irlos eliminando.
Destino
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