[Desafío] Conspiración en el bosque: El cadáver del brujo [Samhain]
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[Desafío] Conspiración en el bosque: El cadáver del brujo [Samhain]
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Alguien parece pedir ayuda, los gritos ahogados apenas se escuchan, vienen desde ningún lado y al mismo tiempo tal vez de todos; el bosque de los elfos es un lugar hermoso, sin embargo también tiene sus rincones oscuros, y eso lo descubrirá que recorra este sendero; el suelo húmedo y frío deja salir del piso una niebla blanca capaz de erizarle la piel al más valiente; los árboles se mueven mecidos por el viento pero a la vez, solo a veces, pareciera que tienen voluntad propia, a diferencia del resto del bosque, en esta zona no hay fauna, o al menos no de la que está formada por animales tiernos y adorables.
No se escucha nada más que un susurro en la distancia, alguien llama, alguien grita, pero no hay nadie cerca, desde arriba, desde abajo, la voz se pierde en el viento; los sonidos se acrecientan en una orquesta de voces formada por la atípica fauna de esa zona del bosque, a la orilla del camino hay un carruaje, los caballos con los cuellos abiertos reposan muertos sobre el suelo, el carruaje parece haber sido atacado pues la puerta el lado derecho ha sido arrancada salvajemente.
Sólo un poco de curiosidad podría llevar a un incauto a revisar el carruaje en donde no encontrará más que un par de flores y una pala, no hay pasajeros ni explicación alguna al menos por ahora, aunque alguien con buen ojo notará que hay marcas en el piso como si hubiesen arrastrado a alguien desde el carruaje, algún pasajero tal vez; las huellas llevan hasta un leve pero visible abultamiento de tierra que sumado a la pala en el carruaje parecen indicar que alguien fue enterrado ahí.
Unos sonidos confirman la sospecha, son gritos apenas audibles pero más que evidentes, habrá que tomar la pala para desenterrar a quien ser que se encuentre bajo la tierra sin embargo se deben considerar los riesgos de dicha acción, nada asegura que lo que hay allí abajo tenga buenas intenciones, por lo que dicha decisión traerá consecuencias.
Repentinamente el cielo antes bañado en luces comienza a oscurecerse, las nubes grises se arremolinan en el cielo atormentado por una sutil y silenciosa secuencia de relámpagos a la que sucede de nuevo la oscuridad.
∞ Al entrar a este tema formarás parte de una trama más grande que se irá escribiendo en 3 desafíos a la vez, y lo que suceda en uno afectará lo que suceda en los otros, por lo que debes tener mucha cautela en tus decisiones.
∞ Si lo deseas puedes relatar cómo has llegado a ese lugar y qué razones te mueven a explorar, o a no hacerlo, cualquier opción es válida.
∞ Los desafíos están pensados para resolverse en un par de respuestas, sin embargo se pueden extender a tres si resulta necesario.
∞ No existe riesgo de muerte o heridas graves, pero sí de alguna maldición.
∞ Para entrar a este desafío deber solicitarlo antes [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo].
No se escucha nada más que un susurro en la distancia, alguien llama, alguien grita, pero no hay nadie cerca, desde arriba, desde abajo, la voz se pierde en el viento; los sonidos se acrecientan en una orquesta de voces formada por la atípica fauna de esa zona del bosque, a la orilla del camino hay un carruaje, los caballos con los cuellos abiertos reposan muertos sobre el suelo, el carruaje parece haber sido atacado pues la puerta el lado derecho ha sido arrancada salvajemente.
Sólo un poco de curiosidad podría llevar a un incauto a revisar el carruaje en donde no encontrará más que un par de flores y una pala, no hay pasajeros ni explicación alguna al menos por ahora, aunque alguien con buen ojo notará que hay marcas en el piso como si hubiesen arrastrado a alguien desde el carruaje, algún pasajero tal vez; las huellas llevan hasta un leve pero visible abultamiento de tierra que sumado a la pala en el carruaje parecen indicar que alguien fue enterrado ahí.
Unos sonidos confirman la sospecha, son gritos apenas audibles pero más que evidentes, habrá que tomar la pala para desenterrar a quien ser que se encuentre bajo la tierra sin embargo se deben considerar los riesgos de dicha acción, nada asegura que lo que hay allí abajo tenga buenas intenciones, por lo que dicha decisión traerá consecuencias.
Repentinamente el cielo antes bañado en luces comienza a oscurecerse, las nubes grises se arremolinan en el cielo atormentado por una sutil y silenciosa secuencia de relámpagos a la que sucede de nuevo la oscuridad.
- Carruaje abandonado:
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Ansur
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Re: [Desafío] Conspiración en el bosque: El cadáver del brujo [Samhain]
El suelo húmedo empapaba sus pies y hacía que la tierra se pegase en su nívea piel. Miró a todos lados y se encontraba rodeada de árboles inmensos y tan frondosos que no la dejaban ver el cielo, pero estaba claro que llovía, las gotas que caían la estaban empapando. La elfa extendió una mano con la palma hacia arriba sólo para ver el pequeño charquito que se formaba.
Estaba en Sandorai.
Sentía que la lluvia limpiaba todo rastro de impurezas en su cuerpo, se notaba más liviana incluso. Entre los árboles aparecieron dos elfos engalanados con armaduras de color cobrizo y esmeralda, con las capas de este último color ondeando al viento. A uno le nacía desde el centro del hombro derecho, haciendo que la prenda se deslizase sobre la parte contraria de su cuerpo, y la espalda. Pero dejando siempre la parte derecha libre. Al otro elfo, la capa le nacía desde la parte trasera de los hombros, sólo cubriendo su espalda. Helyare sabía lo que significaba la colocación de esas prendas, el status que identificaba: uno de ellos tenía un rango mayor que el otro. Ella también había llevado una capa verde cuando aún vivía en Sandorai. La suya era más corta, hasta la parte trasera de sus rodillas, y sólo salía desde el hombro derecho, acompañada con un broche.
Se miró… ¡y la llevaba! La mano que estaba empapada por la lluvia que intentaba coger ahora no estaba desnuda, tenía unas protecciones de cuero que cubrían parte de sus dedos para evitar cortes con la cuerda del arco, arma que tenía colgada a su espalda. Sus pies ya no estaban empapados, sino tapados por unas botas de caña alta, también de cuero.
Otra elfa apareció entre los árboles, colocándose en medio de los dos guerreros besados por Isil. Ella llevaba un vaporoso vestido de varias capas de seda, tan suaves que ondeaban también.
Helyare avanzó hacia ellos con gran alegría, pero no conseguía acercarse. Por más que caminaba, incluso corría, no era capaz de llegar hasta ellos. Y la lluvia empezó a tomar un tono rojizo y pegajoso que ya no limpiaba, manchaba. Se había convertido en sangre. La elfa gritaba sus nombres mientras avanzaba a gran velocidad, pero era imposible llegar hasta donde estaban.
Su capa desapareció, su arma también y todo su traje se convirtió en un vestido de suave tela blanca que se estaba tiñendo con el rojo de la lluvia. Sus pies, de nuevo descalzos, no estaban húmedos, ardían. Se estaba quemando cuanto más avanzaba hasta que finalmente cayó al suelo, a los pies de los tres elfos. Lo siguiente que escuchó fue el sonido metálico de uno de los guerreros desenvainando la espada.
De pronto abrió los ojos, respirando entrecortadamente y rápido se miró las manos para ver si había restos de sangre. Ninguno, todo había sido una pesadilla. Nillë revoloteaba sobre su cabeza, haciendo ruido. Con su brillo, el reflejo de la luna y las luces de Samhain para iluminar la cabaña, miró a todos lados tratando de buscar a alguien. ¿E Ingela? La buscó pero no estaba ahí, ni Aranarth, ni el acompañante de la dragona. Por la ventana se podía ver a los elfos del clan que les había acogido, ellos seguían celebrando la festividad. ¿Después de lo que les había pasado? Aunque, técnicamente ellos sólo habían alcanzado a ver cómo el cielo cambiaba de color. Suspiró mientras se levantaba de la cama y se echaba el pelo hacia atrás, ya bastante despeinado. Ni siquiera se acordaba cuándo se había dormido, pero llevaba muy poco tiempo aunque a ella le pareciesen horas. Después de todo lo que había pasado el día anterior, estaba agotada y había decidido retirarse cuando había visto al elfo volver de su incursión en el bosque.
Ahora estaba sentada en la cama, tratando de recobrarse del mal sueño cuando escuchó una tenue voz gritar por ayuda. Helyare miró a todos lados tratando de ver de dónde venía esa voz, pero no era de dentro de la cabaña. Tomó una bata que le habían dejado y salió de la estancia mientras se la iba atando. Fuera tampoco pasaba nada, todo parecía seguir con normalidad… dentro de lo que cabe, pues ya quedaban menos elfos festejando y alguno que otro todavía miraba al cielo con desconfianza. Pero no, nadie del clan pedía ayuda. A pesar de haber salido, la voz se seguía escuchando tenue.
Miró hacia la linde de Sandorai, de allí parecía venir la voz, pero no quería moverse de donde estaba. No podía entrar en el bosque y, ¿si eran los elfos y brujos que había visto luchar cuando estaba con Vincent? No quería ver la sangre derramada de nuevo. Pero había algo diferente… esa voz pedía ayuda, no luchaba. Y Nillë estaba también atenta a lo que sucedía en el bosque. Las voces anteriores sólo las podía oír ella, ¡incluso la tacharon de loca!
¿Nadie más se daba cuenta? Muchos estaban durmiendo o estaban festejando así que no parecían percatarse de las peticiones de ayuda. Salvo el hada, que rápido enfiló hacia los árboles y su brillo desapareció entre ellos.
– ¡Nillë! ¡Espera! –dudando, Helyare empezó a caminar hacia la linde de Sandorai y, pese a que se detuvo unos segundos, al final entró en el lugar prohibido para ella.
Como en su sueño, podía notar sus pies en contacto con el húmedo suelo. Su voz apagaba la de la persona que pedía ayuda, aunque cada vez se escuchaba más fuerte. – ¡Nillë!
Miraba para todos lados de forma casi compulsiva, pero el miedo no la dejaba concentrarse. Y sabía que su condena sería inminente si la encontraban ahí.
El brillo del hada hizo que pudiese respirar más o menos tranquila al haberla encontrado –vámonos de aquí, Nillë, por favor –le pidió al pequeño ser, quien estaba revoloteando alrededor de un carruaje. Horrorizada se quedó contemplando los caballos. ¿Qué había pasado para que alguien les hiciera eso a los animales? Se acercó a ellos con cuidado. Sabía que estaban muertos, pero no pudo evitar hacerlo como si quisiera cerciorarse de que podrían vivir. De rodillas en el suelo miró al hada.
–Chiri… chiri, chi… –comenzó a explicar, o a intentarlo, pues Helyare no sabía el idioma del hada. Se levantó y la siguió. Las voces de petición de ayuda eran más fuertes y no dudó en acercarse a ver el interior del coche de caballos. Con sumo cuidado se quedó mirando la puerta, completamente arrancada de cuajo. Se le estaba helando la sangre, todo era demasiado raro.
Se asomó y lo único que vio fue una pala y flores. Nillë empezó a hacer más ruido para llamar la atención de la elfa, quien se giró y pudo ver como su pequeña hada revoloteaba alrededor de un abultamiento de tierra. De ahí salían los gritos. Sin esperar un segundo más cogió la pala y empezó a clavarla en el suelo, con cuidado.
Pero unos ruidos que provenían del bosque hicieron que parase un momento. Se acercaban más y más hacia donde estaban y la elfa empezó a retroceder con intenciones de salir corriendo de allí cuanto antes. Poco le importaba quien estuviera debajo si iban a por ella.
Por suerte, justo antes de salir corriendo, la alta figura de un elfo con armadura cobriza y capa verde apareció ante ella corriendo. Suspiró aliviada al ver a Aranarth, aunque no por mucho tiempo, porque él estaba furioso.
–¿¡Se puede saber qué haces aquí!? –bramó con rabia, sujetándola del brazo con intención de llevársela fuera del bosque – ¿¡acaso quieres que te maten!? ¡Kaeltha! ¡Estamos buscando protegerte y te aventuras a entrar en Sandorai! ¿¡Estás loca!?
–¡Shhh! –la elfa se apartó de él, algo confundida –hay alguien que ha sido enterrado vivo.
–¡A mí quien sea no me importa…! –la frase iba a continuar, pero se detuvo en eso, era lo esencial que quería decir. Pero estaba claro quién era la persona que le importaba y por quién estaba en el bosque, arriesgándose.
–¡Hay que sacarlo de aquí! ¡Se va a asfixiar! –se quejó la elfa, quien deducía que debía ser uno de su especie quien estuviera en el bosque. Después de lo que había pasado horas antes, al comienzo de Samhain, no se fiaba de que todo estuviese bien. ¿Y si alguno de sus hermanos necesitaba ayuda?
–¡Y tú vas a morir si estás en Sandorai! ¡Vámonos!
–¡Pues protégeme, entonces! Hay alguien a quien han atacado. ¿Y si… lo-que-sea se acerca a Telanadas? ¡Ellos me han salvado la vida! ¡No puedo dejar que sufran otro ataque! –ignorando al elfo y, ante su atónita mirada, la joven empezó a cavar. No podía discutirle eso, gracias a los elfos y al ingenio de la dragona iban a salvar a Kaeltha.
De nuevo, el cielo se oscureció y la neblina tapaba sus pies, pero no se percataron porque estaban muy concentrados en su tarea. El elfo dio algunas vueltas por el lugar, viendo lo que su amiga había visto momentos antes: la puerta arrancada, los caballos muertos…
Sin dudarlo desenvainó la espada, tenía que estar preparado por lo que pudiera pasar, y estaba claro que alguien había atacado ese carruaje. Nillë daba vueltas por el lugar junto a él.
Mientras tanto, Helyare ya llevaba unos centímetros cavados, y no paraba –vamos a sacarlo de ahí, aguante.
Estaba en Sandorai.
Sentía que la lluvia limpiaba todo rastro de impurezas en su cuerpo, se notaba más liviana incluso. Entre los árboles aparecieron dos elfos engalanados con armaduras de color cobrizo y esmeralda, con las capas de este último color ondeando al viento. A uno le nacía desde el centro del hombro derecho, haciendo que la prenda se deslizase sobre la parte contraria de su cuerpo, y la espalda. Pero dejando siempre la parte derecha libre. Al otro elfo, la capa le nacía desde la parte trasera de los hombros, sólo cubriendo su espalda. Helyare sabía lo que significaba la colocación de esas prendas, el status que identificaba: uno de ellos tenía un rango mayor que el otro. Ella también había llevado una capa verde cuando aún vivía en Sandorai. La suya era más corta, hasta la parte trasera de sus rodillas, y sólo salía desde el hombro derecho, acompañada con un broche.
Se miró… ¡y la llevaba! La mano que estaba empapada por la lluvia que intentaba coger ahora no estaba desnuda, tenía unas protecciones de cuero que cubrían parte de sus dedos para evitar cortes con la cuerda del arco, arma que tenía colgada a su espalda. Sus pies ya no estaban empapados, sino tapados por unas botas de caña alta, también de cuero.
Otra elfa apareció entre los árboles, colocándose en medio de los dos guerreros besados por Isil. Ella llevaba un vaporoso vestido de varias capas de seda, tan suaves que ondeaban también.
Helyare avanzó hacia ellos con gran alegría, pero no conseguía acercarse. Por más que caminaba, incluso corría, no era capaz de llegar hasta ellos. Y la lluvia empezó a tomar un tono rojizo y pegajoso que ya no limpiaba, manchaba. Se había convertido en sangre. La elfa gritaba sus nombres mientras avanzaba a gran velocidad, pero era imposible llegar hasta donde estaban.
Su capa desapareció, su arma también y todo su traje se convirtió en un vestido de suave tela blanca que se estaba tiñendo con el rojo de la lluvia. Sus pies, de nuevo descalzos, no estaban húmedos, ardían. Se estaba quemando cuanto más avanzaba hasta que finalmente cayó al suelo, a los pies de los tres elfos. Lo siguiente que escuchó fue el sonido metálico de uno de los guerreros desenvainando la espada.
De pronto abrió los ojos, respirando entrecortadamente y rápido se miró las manos para ver si había restos de sangre. Ninguno, todo había sido una pesadilla. Nillë revoloteaba sobre su cabeza, haciendo ruido. Con su brillo, el reflejo de la luna y las luces de Samhain para iluminar la cabaña, miró a todos lados tratando de buscar a alguien. ¿E Ingela? La buscó pero no estaba ahí, ni Aranarth, ni el acompañante de la dragona. Por la ventana se podía ver a los elfos del clan que les había acogido, ellos seguían celebrando la festividad. ¿Después de lo que les había pasado? Aunque, técnicamente ellos sólo habían alcanzado a ver cómo el cielo cambiaba de color. Suspiró mientras se levantaba de la cama y se echaba el pelo hacia atrás, ya bastante despeinado. Ni siquiera se acordaba cuándo se había dormido, pero llevaba muy poco tiempo aunque a ella le pareciesen horas. Después de todo lo que había pasado el día anterior, estaba agotada y había decidido retirarse cuando había visto al elfo volver de su incursión en el bosque.
Ahora estaba sentada en la cama, tratando de recobrarse del mal sueño cuando escuchó una tenue voz gritar por ayuda. Helyare miró a todos lados tratando de ver de dónde venía esa voz, pero no era de dentro de la cabaña. Tomó una bata que le habían dejado y salió de la estancia mientras se la iba atando. Fuera tampoco pasaba nada, todo parecía seguir con normalidad… dentro de lo que cabe, pues ya quedaban menos elfos festejando y alguno que otro todavía miraba al cielo con desconfianza. Pero no, nadie del clan pedía ayuda. A pesar de haber salido, la voz se seguía escuchando tenue.
Miró hacia la linde de Sandorai, de allí parecía venir la voz, pero no quería moverse de donde estaba. No podía entrar en el bosque y, ¿si eran los elfos y brujos que había visto luchar cuando estaba con Vincent? No quería ver la sangre derramada de nuevo. Pero había algo diferente… esa voz pedía ayuda, no luchaba. Y Nillë estaba también atenta a lo que sucedía en el bosque. Las voces anteriores sólo las podía oír ella, ¡incluso la tacharon de loca!
¿Nadie más se daba cuenta? Muchos estaban durmiendo o estaban festejando así que no parecían percatarse de las peticiones de ayuda. Salvo el hada, que rápido enfiló hacia los árboles y su brillo desapareció entre ellos.
– ¡Nillë! ¡Espera! –dudando, Helyare empezó a caminar hacia la linde de Sandorai y, pese a que se detuvo unos segundos, al final entró en el lugar prohibido para ella.
Como en su sueño, podía notar sus pies en contacto con el húmedo suelo. Su voz apagaba la de la persona que pedía ayuda, aunque cada vez se escuchaba más fuerte. – ¡Nillë!
Miraba para todos lados de forma casi compulsiva, pero el miedo no la dejaba concentrarse. Y sabía que su condena sería inminente si la encontraban ahí.
El brillo del hada hizo que pudiese respirar más o menos tranquila al haberla encontrado –vámonos de aquí, Nillë, por favor –le pidió al pequeño ser, quien estaba revoloteando alrededor de un carruaje. Horrorizada se quedó contemplando los caballos. ¿Qué había pasado para que alguien les hiciera eso a los animales? Se acercó a ellos con cuidado. Sabía que estaban muertos, pero no pudo evitar hacerlo como si quisiera cerciorarse de que podrían vivir. De rodillas en el suelo miró al hada.
–Chiri… chiri, chi… –comenzó a explicar, o a intentarlo, pues Helyare no sabía el idioma del hada. Se levantó y la siguió. Las voces de petición de ayuda eran más fuertes y no dudó en acercarse a ver el interior del coche de caballos. Con sumo cuidado se quedó mirando la puerta, completamente arrancada de cuajo. Se le estaba helando la sangre, todo era demasiado raro.
Se asomó y lo único que vio fue una pala y flores. Nillë empezó a hacer más ruido para llamar la atención de la elfa, quien se giró y pudo ver como su pequeña hada revoloteaba alrededor de un abultamiento de tierra. De ahí salían los gritos. Sin esperar un segundo más cogió la pala y empezó a clavarla en el suelo, con cuidado.
Pero unos ruidos que provenían del bosque hicieron que parase un momento. Se acercaban más y más hacia donde estaban y la elfa empezó a retroceder con intenciones de salir corriendo de allí cuanto antes. Poco le importaba quien estuviera debajo si iban a por ella.
Por suerte, justo antes de salir corriendo, la alta figura de un elfo con armadura cobriza y capa verde apareció ante ella corriendo. Suspiró aliviada al ver a Aranarth, aunque no por mucho tiempo, porque él estaba furioso.
–¿¡Se puede saber qué haces aquí!? –bramó con rabia, sujetándola del brazo con intención de llevársela fuera del bosque – ¿¡acaso quieres que te maten!? ¡Kaeltha! ¡Estamos buscando protegerte y te aventuras a entrar en Sandorai! ¿¡Estás loca!?
–¡Shhh! –la elfa se apartó de él, algo confundida –hay alguien que ha sido enterrado vivo.
–¡A mí quien sea no me importa…! –la frase iba a continuar, pero se detuvo en eso, era lo esencial que quería decir. Pero estaba claro quién era la persona que le importaba y por quién estaba en el bosque, arriesgándose.
–¡Hay que sacarlo de aquí! ¡Se va a asfixiar! –se quejó la elfa, quien deducía que debía ser uno de su especie quien estuviera en el bosque. Después de lo que había pasado horas antes, al comienzo de Samhain, no se fiaba de que todo estuviese bien. ¿Y si alguno de sus hermanos necesitaba ayuda?
–¡Y tú vas a morir si estás en Sandorai! ¡Vámonos!
–¡Pues protégeme, entonces! Hay alguien a quien han atacado. ¿Y si… lo-que-sea se acerca a Telanadas? ¡Ellos me han salvado la vida! ¡No puedo dejar que sufran otro ataque! –ignorando al elfo y, ante su atónita mirada, la joven empezó a cavar. No podía discutirle eso, gracias a los elfos y al ingenio de la dragona iban a salvar a Kaeltha.
De nuevo, el cielo se oscureció y la neblina tapaba sus pies, pero no se percataron porque estaban muy concentrados en su tarea. El elfo dio algunas vueltas por el lugar, viendo lo que su amiga había visto momentos antes: la puerta arrancada, los caballos muertos…
Sin dudarlo desenvainó la espada, tenía que estar preparado por lo que pudiera pasar, y estaba claro que alguien había atacado ese carruaje. Nillë daba vueltas por el lugar junto a él.
Mientras tanto, Helyare ya llevaba unos centímetros cavados, y no paraba –vamos a sacarlo de ahí, aguante.
- Spoiler:
- "Besados por Isil" es una expresión para los elfos de pelo plateado.
Perdón por la tardanza, máster, he estado muy ocupada con mi vida de user con responsabilidades :c
Helyare
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Re: [Desafío] Conspiración en el bosque: El cadáver del brujo [Samhain]
A medida que la elfa cavaba en el piso, la espesa niebla comenzaba a elevarse sospechosamente a su alrededor, aunque no se percatarían hasta que fuera demasiado tarde; la pala se estrelló contra una coraza de madera que no tardó en romperse y de ella salió tosiendo un viejo brujo mareado y asustado -Hay que detenerlo, de prisa, ha usurpado mi identidad para entrar al bosque y hacer estragos- Parecía rogar por ayuda pero lo que decía no parecía tener mucho sentido, o al menos no para quien no hubiese estado en la celebración principal donde un brujo con la misma apariencia había hecho aparecer una espantosa criatura.
Nada parecía poder calmar al viejo que negándose a recibir ayuda de la elfa para salir del agujero, resbaló un par de veces antes de poder salir por su cuenta; aunque a fin de cuentas le pareció más sensato contar lo que sucedía -Un criminal de Beltrexus que odia a los elfos me atacó y me dejó enterrado- Señaló la carreta y luego al agujero en que había sido sepultado -Debe verse idéntico a mí pero sus intenciones son malas, hay que detenerlo antes que...- Sus palabras se vieron cortadas por un tétrico silbido que comenzó a formar un ligero torbellino con la niebla que los rodeaba.
Súbitamente los ojos del brujo se abrieron como platos -No, no, de nuevo no- Agarró su cara con ambas manos y un miedo palpable en su mirada -Deben irse, vayan a detener al impostor, deben, deben- Sus advertencias sin embargo llegarían demasiado tarde y entre el torbellino se habría formado una tétrica criatura formada con la mezcla de niebla, ramas, musgo, telarañas y cuanta cosa hubiese sido arrastrada por el torrente; no decía una palabra, no se movía, tan solo dirigía lo que parecía ser su rostro hacia los presentes hasta que finalmente levantó lo que parecía ser su mano derecha en dirección a la elfa.
Un par de segundos bastaron para que una onda luminosa modificara el ambiente, el rojo cielo de un atardecer adornaba el ambiente silencioso hasta que las explosiones sonaron a diestra y siniestra, las voces de los elfos desfilaban a gritos en las formas más antiguas de su lenguaje hasta que la última de las explosiones casi a los pies de la elfa le demostrarían con la tierra salpicada en su cara que esta no era otra ilusión como las anteriores, parecía tan real como ella misma.
Rodeada de caos y desorden, el desorden de una guerra pasada entre brujos y elfos rodeaba a Kaeltha mientras a unos metros de ella la criatura se había más poderosa y atacaba a sus acompañantes quienes no podrían ver nada de lo que sucedía ante los ojos de Helyare; tan solo sus gritos llegaban apenas a los oídos de la pelirroja -Tu miedo... lo fortalece... debes... vencerlo...- Podría escuchar a lo lejos pero ante los ojos de la elfa todo era diferente, y sus acompañantes, su aliado el elfo y el brujo desconocido, se veían como enemigos a vencer en aquella espantosa guerra.
∞ Helyare: Nuevamente y cual si fuera obra del karma que conspira con el destino, acabas ayudando a un brujo, pero este es uno muy particular, si has seguido el resto de los desafíos podrás notar que el impostor al que se refiere es el que ha aparecido en el desafío de Z9-42, aunque al parecer te ha tocado la peor parte, de nuevo a lanzar runas.
∞ La criatura que ha aparecido se alimenta de miedo y odio, lo que supondrá una batalla contra tus propios fantasmas y sentimientos ¿Podrá Helyare calmar sus emociones mientras ve a su alrededor a los elfos morir a manos de brujos? ¿Logrará entrar en razón antes de lastimar a sus acompañantes? Para saberlo deberás lanzar una runa, sin embargo daré más valor a la interpretación del personaje pues en este tema tal vez logres superar un mal que te viene acosando hace tiempo.
- Brujo sepultado:
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Nada parecía poder calmar al viejo que negándose a recibir ayuda de la elfa para salir del agujero, resbaló un par de veces antes de poder salir por su cuenta; aunque a fin de cuentas le pareció más sensato contar lo que sucedía -Un criminal de Beltrexus que odia a los elfos me atacó y me dejó enterrado- Señaló la carreta y luego al agujero en que había sido sepultado -Debe verse idéntico a mí pero sus intenciones son malas, hay que detenerlo antes que...- Sus palabras se vieron cortadas por un tétrico silbido que comenzó a formar un ligero torbellino con la niebla que los rodeaba.
Súbitamente los ojos del brujo se abrieron como platos -No, no, de nuevo no- Agarró su cara con ambas manos y un miedo palpable en su mirada -Deben irse, vayan a detener al impostor, deben, deben- Sus advertencias sin embargo llegarían demasiado tarde y entre el torbellino se habría formado una tétrica criatura formada con la mezcla de niebla, ramas, musgo, telarañas y cuanta cosa hubiese sido arrastrada por el torrente; no decía una palabra, no se movía, tan solo dirigía lo que parecía ser su rostro hacia los presentes hasta que finalmente levantó lo que parecía ser su mano derecha en dirección a la elfa.
- Criatura tenebrosa:
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Un par de segundos bastaron para que una onda luminosa modificara el ambiente, el rojo cielo de un atardecer adornaba el ambiente silencioso hasta que las explosiones sonaron a diestra y siniestra, las voces de los elfos desfilaban a gritos en las formas más antiguas de su lenguaje hasta que la última de las explosiones casi a los pies de la elfa le demostrarían con la tierra salpicada en su cara que esta no era otra ilusión como las anteriores, parecía tan real como ella misma.
Rodeada de caos y desorden, el desorden de una guerra pasada entre brujos y elfos rodeaba a Kaeltha mientras a unos metros de ella la criatura se había más poderosa y atacaba a sus acompañantes quienes no podrían ver nada de lo que sucedía ante los ojos de Helyare; tan solo sus gritos llegaban apenas a los oídos de la pelirroja -Tu miedo... lo fortalece... debes... vencerlo...- Podría escuchar a lo lejos pero ante los ojos de la elfa todo era diferente, y sus acompañantes, su aliado el elfo y el brujo desconocido, se veían como enemigos a vencer en aquella espantosa guerra.
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∞ Helyare: Nuevamente y cual si fuera obra del karma que conspira con el destino, acabas ayudando a un brujo, pero este es uno muy particular, si has seguido el resto de los desafíos podrás notar que el impostor al que se refiere es el que ha aparecido en el desafío de Z9-42, aunque al parecer te ha tocado la peor parte, de nuevo a lanzar runas.
∞ La criatura que ha aparecido se alimenta de miedo y odio, lo que supondrá una batalla contra tus propios fantasmas y sentimientos ¿Podrá Helyare calmar sus emociones mientras ve a su alrededor a los elfos morir a manos de brujos? ¿Logrará entrar en razón antes de lastimar a sus acompañantes? Para saberlo deberás lanzar una runa, sin embargo daré más valor a la interpretación del personaje pues en este tema tal vez logres superar un mal que te viene acosando hace tiempo.
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Re: [Desafío] Conspiración en el bosque: El cadáver del brujo [Samhain]
La joven elfa terminó de cavar cuando el pico de la pala chocó contra madera. De ahí salió un hombre de aspecto extraño que rápido identificaron qué era. Helyare estaba ligeramente estupefacta al ver a un brujo por Sandorai, muy molesta también. Pero su compañero fue más rápido y después de unos segundos escuchando las palabras del hechicero, el guerrero se abalanzó sobre él, colocando su antebrazo en el cuello del tipo de las barbas. Lo siguiente que se escuchó fue el ruido metálico de su espada al ser desenvainada, aunque aún la mantenía baja. Lo tenía contra un árbol para que no pudiera escapar y lo apretaba con fuerza. –¡¡Aquí no puede haber calaña como tú!! –bramó.
Nillë se acercó volando hacia el rubio y se plantó cerca de la cabeza del brujo, tratando de decirle al elfo que no podía estar atacando a cada persona que viera, aunque él no estaba prestando atención a los destellos azulados de la pequeña hada.
Poco duró la amenaza, apenas iba a dar Helyare un paso hacia donde estaban los dos hombres, el cielo volvió a tornarse extraño y una masa irreconocible se paró frente a ellos. Excepto el brujo, que parecía saber qué pasaba ahí, los otros tres presentes se quedaron mirando, durante unos instantes, a lo que fuera eso. En cuanto esa cosa extendió su mano hacia la elfa, el guerrero soltó al hechicero y pasó la mano por la hoja de su espada, volviendo a usar su magia para envolverla, como había hecho horas antes.
Para ojos de los demás, lo siguiente que ocurrió fue muy extraño. Helyare movió la cabeza con lentitud mirando varios lugares del bosque con la cara descompuesta y retrocedió un par de pasos. Nillë y Aranarth no sabían qué estaba ocurriendo ni cómo reaccionar. El chirrido del aleteo de la pequeña hada se hizo más fuerte y el elfo no dudó en levantar la espada, aunque estaba más atento a su amiga que a la argamasa negra.
Una serie de explosiones, incendios y gritos inundaron la mente de la elfa, que no sabía a dónde mirar para escapar del horror. Notó el fuego muy cerca de ella, ardía. Incluso había tenido que moverse para esquivar el lanzamiento de un hechizo por parte de un mago –¡¡PARAD!! –gritó cuando la tierra salpicó su cara, después de la siguiente explosión. Un elfo de brillante armadura dorada cayó a su espalda con un ruido seco. Estaba calcinado. La sangre se derramó por la hierba hasta empapar sus talones, lo que hizo que se sobresaltara más y tratase de alejarse del cuerpo, cuya mirada estaba vacía y su largo pelo plateado ahora se había convertido en rojo escarlata.
No era capaz de ver a Aran, a quien llamaba entre gritos y por más que el elfo contestase, no llegaba su voz. Ella simplemente daba vueltas, tratando de esquivar los hechizos y los cadáveres.
Otro elfo salió de entre los árboles con su armadura dorada reluciendo casi tanto como la espada de su amigo. Helyare miró el escudo de su clan, era la silueta de un árbol negro. El guerrero corrió con su arma en ristre, pero de los árboles salió un haz de luz rojo, otro más, e impactó contra el hijo del bosque sin que pudiera hacer nada, cayendo unos metros más adelante que su aliado. El olor a la carne quemada era horrible, no podía dejar de respirarlo. El chisporroteo de las llamas derritiendo el metal de la armadura parecía envolver el ambiente, tan solo opacado por los gritos de los combatientes.
–¡Kaeltha! –por más que lo intentaba, el elfo era incapaz de “traerla de vuelta”, aun gritando su nombre, la elfa no se giraba. Parecía poseída y actuaba de forma extraña. Agarró de nuevo al brujo de muy malas maneras y lo agitó varias veces contra el tronco del árbol donde anteriormente lo había apresado –¿¡qué le has hecho!? ¡Haz que vuelva en sí! –ordenó el rubio, levantando su arma contra el brujo y dejando el filo muy cerca de su cuello. Pero de nada serviría si lo mataba. Si él había sido el culpable –y lo creía fervientemente, pues era un hechicero–, no podría hacer nada si moría. Preso de la rabia, el elfo soltó al viejo de un empujón y se preparó para atacar al ser que flotaba cerca de su amiga.
Mientras tanto, ella ni les veía ni les escuchaba. Tan solo una lejana voz de su cabeza que advertía que venciera su miedo. Pero era imposible escuchar bien si estaba en medio de una batalla campal. Un brujo apareció entre los árboles, haciendo que de sus manos brotasen pegotes de lava que se iban derritiendo y cayendo sobre la hierba, reduciéndola a cenizas. La mirada de la joven elfa se quedó clavada en sus brillantes manos, horrorizada. Otro con el poder que había visto también en la niña de los Lombardi. Sus manos podrían reducir a un elfo en cuestión de segundos… y no tardó en comprobarlo. Según caminaba hacia ella, con su mirada altanera, dejó que la lava cayese sobre el segundo soldado caído y pudo ver cómo la armadura del joven hijo del bosque llegaba a fusionarse con su misma piel… o se le derretía tanto la piel como el mismo metal dorado. Un grito quedó ahogado en la garganta de la elfa, que quiso salir corriendo de allí cuanto antes. Estaba viendo cómo las protecciones y la pechera del joven bañaban, como si fuera agua, el cuerpo menguante del soldado, calcinaba la tierra y le confería un aspecto imposible de describir.
Notaba el suelo húmedo mientras retrocedía y cuando miró hacia abajo pudo ver sus pies teñidos con la sangre del guerrero que estaba detrás de ella.
–Tu miedo… lo fortalece… debes… vencerlo…
Otro hechicero salió de entre los árboles, a la derecha de Helyare, con una pequeña elfa que gritaba atemorizada buscando a sus padres. La pelirroja se quedó pasmada mirándola. El brujo que la sujetaba la estaba arrastrando y, por más que se retorcía entre sus brazos, no la soltaba. Lo siguiente que hizo fue tirarla al suelo y echarse a un lado para ver cómo su compañero usaba sus poderes contra ella. Los gritos de la pequeña fueron breves pero los más desgarradores que había escuchado Helyare en su vida. Su pequeño cuerpo fue reducido a un amasijo de huesos negros en cuestión de segundos, con cachos de su carne calcinada por ahí esparcidos –¿qué... hacéis? –su voz se quedó ahogada hasta convertirse en un murmullo.
El ser ese cada vez se hacía más grande y el guerrero tenía la intención de volver a emplear el truco usado con el otro ser oscuro, pero tenía que quitar a Kaeltha del rango de la espada –¡Kael! –corrió hacia ella para empujarla y poder atacar a la argamasa musgosa, pero su amiga no se movía. Ella no veía a Aran, sino a otro brujo que se acercaba corriendo hacia ella y, sin pensarlo siquiera, un aura de potente luz envolvió a la elfa y se expandió en dos metros a la redonda, haciendo que el guerrero de su clan saliera despedido hacia atrás varios metros. Por suerte, se había conseguido proteger la cara con sus antebrazos y la hoja de la espada. Habían sido milésimas de segundo muy importantes, pero no había podido evitar hacerse un pequeño corte en el labio inferior, del que manaba un hilo de sangre. Anonadado y en el suelo miró a la elfa, aún parecía ida.
–Debes vencer… tus miedos…
Si Helyare hubiese sabido a quién había atacado…
No era capaz de controlar la magia de la luz pero aun así, si lo hubiese sabido con certeza… eso le dolería más que, incluso, todo lo que estaba viendo. Ella no había visto a su amigo, sino a otro brujo que había alzado su arma contra ella. Si hubiese podido evitarlo, habría pensado bien en sus acciones, pues no se podía atacar a un heramno.
El que estaba a su derecha estaba pateando los huesos que habían sido de la niña y, en ese instante, de su costado nació la hoja de un espadón. Sólo por un instante, antes de volver a ocultarse en su cuerpo, cuerpo que cayó al suelo desplomado, sobre los huesos calcinados de la elfita. Tras él, un elfo, también de armadura dorada y negra, alzó su arma, llena de sangre, en dirección al brujo del fuego.
Se podían oír más voces, muchísimas más, no eran los únicos que ahí estaban. Helyare se notaba la cara llena de tierra y sangre, sus manos y pies también estaban bañados en ese líquido. El olor a carne quemada no desaparecía y el sonido metálico de las armas retumbaba en su cabeza. Pero seguía en shock, sus pies no permitían que corriese. Estaba temblando. Sentía rabia por lo que estaba viendo, por tantas injusticias cometidas por los brujos. Miedo, por lo que habían hecho con su gente.
Nillë estaba revoloteando alrededor del elfo, que miraba impotente cómo su amiga estaba sufriendo algo que él no podía ver. Se levantó y volvió a llamarla, pero no dio resultado. Y ese ser crecía y crecía.
–Malditos brujos… –masculló el rubio, que atribuía todo lo que estaba pasando a la aparición del viejo. Sin pensarlo ni un segundo más corrió de nuevo hacia su amiga y alzó la espada contra ella.
En ese momento, para Helyare todo se volvió negro.
El guerrero le había propinado un golpe en la cabeza con el pomo de su arma para intentar dejarla inconsciente o semiinconsciente. No podía verla así, gritando y viendo lo que sea que estuviese viendo. Alzando de nuevo su arma se plantó frente al ser oscuro y avanzó hacia él para acabar con eso de una vez.
El hada, horrorizada por todo lo que estaba viendo, voló hacia la pelirroja y se posó en su frente –chiri… chiri.
–Mmmhh… –trató de abrir los ojos, pero todo lo veía borroso.
–Debes vencerlos –esa voz seguía en su cabeza, ahora con más fuerza, pues las otras se habían callado.
Nillë se acercó volando hacia el rubio y se plantó cerca de la cabeza del brujo, tratando de decirle al elfo que no podía estar atacando a cada persona que viera, aunque él no estaba prestando atención a los destellos azulados de la pequeña hada.
Poco duró la amenaza, apenas iba a dar Helyare un paso hacia donde estaban los dos hombres, el cielo volvió a tornarse extraño y una masa irreconocible se paró frente a ellos. Excepto el brujo, que parecía saber qué pasaba ahí, los otros tres presentes se quedaron mirando, durante unos instantes, a lo que fuera eso. En cuanto esa cosa extendió su mano hacia la elfa, el guerrero soltó al hechicero y pasó la mano por la hoja de su espada, volviendo a usar su magia para envolverla, como había hecho horas antes.
Para ojos de los demás, lo siguiente que ocurrió fue muy extraño. Helyare movió la cabeza con lentitud mirando varios lugares del bosque con la cara descompuesta y retrocedió un par de pasos. Nillë y Aranarth no sabían qué estaba ocurriendo ni cómo reaccionar. El chirrido del aleteo de la pequeña hada se hizo más fuerte y el elfo no dudó en levantar la espada, aunque estaba más atento a su amiga que a la argamasa negra.
Una serie de explosiones, incendios y gritos inundaron la mente de la elfa, que no sabía a dónde mirar para escapar del horror. Notó el fuego muy cerca de ella, ardía. Incluso había tenido que moverse para esquivar el lanzamiento de un hechizo por parte de un mago –¡¡PARAD!! –gritó cuando la tierra salpicó su cara, después de la siguiente explosión. Un elfo de brillante armadura dorada cayó a su espalda con un ruido seco. Estaba calcinado. La sangre se derramó por la hierba hasta empapar sus talones, lo que hizo que se sobresaltara más y tratase de alejarse del cuerpo, cuya mirada estaba vacía y su largo pelo plateado ahora se había convertido en rojo escarlata.
No era capaz de ver a Aran, a quien llamaba entre gritos y por más que el elfo contestase, no llegaba su voz. Ella simplemente daba vueltas, tratando de esquivar los hechizos y los cadáveres.
Otro elfo salió de entre los árboles con su armadura dorada reluciendo casi tanto como la espada de su amigo. Helyare miró el escudo de su clan, era la silueta de un árbol negro. El guerrero corrió con su arma en ristre, pero de los árboles salió un haz de luz rojo, otro más, e impactó contra el hijo del bosque sin que pudiera hacer nada, cayendo unos metros más adelante que su aliado. El olor a la carne quemada era horrible, no podía dejar de respirarlo. El chisporroteo de las llamas derritiendo el metal de la armadura parecía envolver el ambiente, tan solo opacado por los gritos de los combatientes.
–¡Kaeltha! –por más que lo intentaba, el elfo era incapaz de “traerla de vuelta”, aun gritando su nombre, la elfa no se giraba. Parecía poseída y actuaba de forma extraña. Agarró de nuevo al brujo de muy malas maneras y lo agitó varias veces contra el tronco del árbol donde anteriormente lo había apresado –¿¡qué le has hecho!? ¡Haz que vuelva en sí! –ordenó el rubio, levantando su arma contra el brujo y dejando el filo muy cerca de su cuello. Pero de nada serviría si lo mataba. Si él había sido el culpable –y lo creía fervientemente, pues era un hechicero–, no podría hacer nada si moría. Preso de la rabia, el elfo soltó al viejo de un empujón y se preparó para atacar al ser que flotaba cerca de su amiga.
Mientras tanto, ella ni les veía ni les escuchaba. Tan solo una lejana voz de su cabeza que advertía que venciera su miedo. Pero era imposible escuchar bien si estaba en medio de una batalla campal. Un brujo apareció entre los árboles, haciendo que de sus manos brotasen pegotes de lava que se iban derritiendo y cayendo sobre la hierba, reduciéndola a cenizas. La mirada de la joven elfa se quedó clavada en sus brillantes manos, horrorizada. Otro con el poder que había visto también en la niña de los Lombardi. Sus manos podrían reducir a un elfo en cuestión de segundos… y no tardó en comprobarlo. Según caminaba hacia ella, con su mirada altanera, dejó que la lava cayese sobre el segundo soldado caído y pudo ver cómo la armadura del joven hijo del bosque llegaba a fusionarse con su misma piel… o se le derretía tanto la piel como el mismo metal dorado. Un grito quedó ahogado en la garganta de la elfa, que quiso salir corriendo de allí cuanto antes. Estaba viendo cómo las protecciones y la pechera del joven bañaban, como si fuera agua, el cuerpo menguante del soldado, calcinaba la tierra y le confería un aspecto imposible de describir.
Notaba el suelo húmedo mientras retrocedía y cuando miró hacia abajo pudo ver sus pies teñidos con la sangre del guerrero que estaba detrás de ella.
–Tu miedo… lo fortalece… debes… vencerlo…
Otro hechicero salió de entre los árboles, a la derecha de Helyare, con una pequeña elfa que gritaba atemorizada buscando a sus padres. La pelirroja se quedó pasmada mirándola. El brujo que la sujetaba la estaba arrastrando y, por más que se retorcía entre sus brazos, no la soltaba. Lo siguiente que hizo fue tirarla al suelo y echarse a un lado para ver cómo su compañero usaba sus poderes contra ella. Los gritos de la pequeña fueron breves pero los más desgarradores que había escuchado Helyare en su vida. Su pequeño cuerpo fue reducido a un amasijo de huesos negros en cuestión de segundos, con cachos de su carne calcinada por ahí esparcidos –¿qué... hacéis? –su voz se quedó ahogada hasta convertirse en un murmullo.
El ser ese cada vez se hacía más grande y el guerrero tenía la intención de volver a emplear el truco usado con el otro ser oscuro, pero tenía que quitar a Kaeltha del rango de la espada –¡Kael! –corrió hacia ella para empujarla y poder atacar a la argamasa musgosa, pero su amiga no se movía. Ella no veía a Aran, sino a otro brujo que se acercaba corriendo hacia ella y, sin pensarlo siquiera, un aura de potente luz envolvió a la elfa y se expandió en dos metros a la redonda, haciendo que el guerrero de su clan saliera despedido hacia atrás varios metros. Por suerte, se había conseguido proteger la cara con sus antebrazos y la hoja de la espada. Habían sido milésimas de segundo muy importantes, pero no había podido evitar hacerse un pequeño corte en el labio inferior, del que manaba un hilo de sangre. Anonadado y en el suelo miró a la elfa, aún parecía ida.
–Debes vencer… tus miedos…
Si Helyare hubiese sabido a quién había atacado…
No era capaz de controlar la magia de la luz pero aun así, si lo hubiese sabido con certeza… eso le dolería más que, incluso, todo lo que estaba viendo. Ella no había visto a su amigo, sino a otro brujo que había alzado su arma contra ella. Si hubiese podido evitarlo, habría pensado bien en sus acciones, pues no se podía atacar a un heramno.
El que estaba a su derecha estaba pateando los huesos que habían sido de la niña y, en ese instante, de su costado nació la hoja de un espadón. Sólo por un instante, antes de volver a ocultarse en su cuerpo, cuerpo que cayó al suelo desplomado, sobre los huesos calcinados de la elfita. Tras él, un elfo, también de armadura dorada y negra, alzó su arma, llena de sangre, en dirección al brujo del fuego.
Se podían oír más voces, muchísimas más, no eran los únicos que ahí estaban. Helyare se notaba la cara llena de tierra y sangre, sus manos y pies también estaban bañados en ese líquido. El olor a carne quemada no desaparecía y el sonido metálico de las armas retumbaba en su cabeza. Pero seguía en shock, sus pies no permitían que corriese. Estaba temblando. Sentía rabia por lo que estaba viendo, por tantas injusticias cometidas por los brujos. Miedo, por lo que habían hecho con su gente.
Nillë estaba revoloteando alrededor del elfo, que miraba impotente cómo su amiga estaba sufriendo algo que él no podía ver. Se levantó y volvió a llamarla, pero no dio resultado. Y ese ser crecía y crecía.
–Malditos brujos… –masculló el rubio, que atribuía todo lo que estaba pasando a la aparición del viejo. Sin pensarlo ni un segundo más corrió de nuevo hacia su amiga y alzó la espada contra ella.
En ese momento, para Helyare todo se volvió negro.
El guerrero le había propinado un golpe en la cabeza con el pomo de su arma para intentar dejarla inconsciente o semiinconsciente. No podía verla así, gritando y viendo lo que sea que estuviese viendo. Alzando de nuevo su arma se plantó frente al ser oscuro y avanzó hacia él para acabar con eso de una vez.
El hada, horrorizada por todo lo que estaba viendo, voló hacia la pelirroja y se posó en su frente –chiri… chiri.
–Mmmhh… –trató de abrir los ojos, pero todo lo veía borroso.
–Debes vencerlos –esa voz seguía en su cabeza, ahora con más fuerza, pues las otras se habían callado.
- Off:
- Hely no se atreve a plantar cara a los horrores de la guerra, así que tiraré la runa para ver la suerte de Aran.
Va, runitas, a colaborar ò.ó
Edito: Se me olvidó subrayar las habilidades n.n" ¡perdón!
Uso de las habilidades de nivel 1 de ambos personajes: "nova de luz" por parte de Helyare y "hoja brillante" por parte de Aranarth.
Última edición por Helyare el Sáb 16 Dic - 12:01, editado 1 vez
Helyare
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Re: [Desafío] Conspiración en el bosque: El cadáver del brujo [Samhain]
El miembro 'Helyare' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: [Desafío] Conspiración en el bosque: El cadáver del brujo [Samhain]
Al son de los tétricos sonidos de la noche, una dura batalla se libraba en la encapsulada mente de la elfa en donde recuerdos ajenos le hacía casi sentirlos como dolores propios, el amargo sabor de la guerra y las muertes anidaban en sus ojos, en sus oídos, en sus manos que casi podían palpar el calor del fuego y la sangre caliente manchando sus ropas cada vez más rojas, parecía real, parecía tan real que resultaba difícil asimilar que no lo era y escapar de la ilusión, sin embargo no era imposible.
No era este el caso de los acompañantes de la pelirroja quienes ni siquiera entendían lo que le estaba sucediendo a la desterrada que parecía estar enloqueciendo, llegando incluso a atacar a su compañero cual si fuera un completo desconocido, poco faltó para que la acción acabara en algo peor pero los rápidos reflejos del elfo le permitieron salir bien librado de la luminosa embestida -Está atrapada, no puede vernos- Comentó el brujo sin poder hacer más que compartir su conocimiento por temor a que el mismo elfo lo atacara por proteger a su compañera al pensar que le haría daño el hechicero.
Sin embargo las palabras no habían pasado por alto para el hijo del bosque quien con delicada sutileza acabó golpeando a la elfa para mandarla al piso; el golpe sin duda le había modificado el relieve de su cabeza, donde ahora comenzaría a formarse un pequeño pero notable bulto en la cabeza como producto del hematoma; un silencio, un profundo y completo silencio inundó la mente de la elfa silenciando los gritos y al caos al tiempo que un haz de luz pasaba junto a ella a toda prisa, la espada de Aranarth iluminada a más no poder era empuñada en un ataque contra la criatura haciéndola retroceder apenas un poco pero liberando un sonido bastante similar a un grito de dolor.
Un notable retroceso en el poder de la criatura se pudo notar cuando la elfa cayó al piso, pues sin la fuente de poder que representaba la elfa, sus fuerzas comenzaban a menguar rápidamente; por ello prefirió cambiar de objetivo enfocándose ahora en el valiente elfo, no obstante sus esfuerzos serían lentos y erráticos, esto sumado a las distracciones causadas por Aranarth, dieron tiempo al brujo de tomar su libro y recitar una serie de palabras extrañas en un lenguaje desconocidos que parecían lastimar a la criatura que finalmente se deshizo en medio de una onda expansiva que hizo volar unos metros a ambos hombres.
Relámpagos y ventiscas acompañaron a la desaparición de la misteriosa criatura de la que no quedaría más que un montón de ramas y musgo desperdigados por el suelo, mismo suelo donde se encontraba tirado el viejo brujo que aún mareado comenzaba a levantarse; sacudió la cabeza un par de veces y luego rebuscó en su pequeño bolso hasta encontrar un raro cristal que le entregó al orgulloso elfo -Peleas con gran energía y vitalidad, pero la cautela no es tu fuerte... si en algún momento la magia te supera, rompe esto- Con aquellas palabras se despidió de aquel par aunque sin explicarles lo que era realmente el cristal, eso lo descubrirían más adelante.
∞ Helyare: No es el final más valiente pero sí uno bastante lógico y sensato, has conseguido sobreponerte a la situación aunque tendrás un fuerte dolor de cabeza por un buen rato, además de un hematoma abultado en el lugar, aunque la runa no te trajo buena suerte, tampoco fue mala y tu interpretación fue excelente.
∞ Actualmente, tus intenciones fueron agresivas y violentas, al menos desde el punto de vista del hada quien te ha visto incluso atacar a tu propio compañero sin razones lógicas para ello, por lo que contará con las habilidades malignas en tus hilos activos hasta el próximo evento master en el que participes.
∞ Por otro lado, la actuación de Aranarth ha sido tan genial que la recompensa del tema va para él y aunque recibes 5 puntos de experiencia y 200 aeros, Tu acompañante recibe el Cristal Inhibidor.
No era este el caso de los acompañantes de la pelirroja quienes ni siquiera entendían lo que le estaba sucediendo a la desterrada que parecía estar enloqueciendo, llegando incluso a atacar a su compañero cual si fuera un completo desconocido, poco faltó para que la acción acabara en algo peor pero los rápidos reflejos del elfo le permitieron salir bien librado de la luminosa embestida -Está atrapada, no puede vernos- Comentó el brujo sin poder hacer más que compartir su conocimiento por temor a que el mismo elfo lo atacara por proteger a su compañera al pensar que le haría daño el hechicero.
Sin embargo las palabras no habían pasado por alto para el hijo del bosque quien con delicada sutileza acabó golpeando a la elfa para mandarla al piso; el golpe sin duda le había modificado el relieve de su cabeza, donde ahora comenzaría a formarse un pequeño pero notable bulto en la cabeza como producto del hematoma; un silencio, un profundo y completo silencio inundó la mente de la elfa silenciando los gritos y al caos al tiempo que un haz de luz pasaba junto a ella a toda prisa, la espada de Aranarth iluminada a más no poder era empuñada en un ataque contra la criatura haciéndola retroceder apenas un poco pero liberando un sonido bastante similar a un grito de dolor.
Un notable retroceso en el poder de la criatura se pudo notar cuando la elfa cayó al piso, pues sin la fuente de poder que representaba la elfa, sus fuerzas comenzaban a menguar rápidamente; por ello prefirió cambiar de objetivo enfocándose ahora en el valiente elfo, no obstante sus esfuerzos serían lentos y erráticos, esto sumado a las distracciones causadas por Aranarth, dieron tiempo al brujo de tomar su libro y recitar una serie de palabras extrañas en un lenguaje desconocidos que parecían lastimar a la criatura que finalmente se deshizo en medio de una onda expansiva que hizo volar unos metros a ambos hombres.
Relámpagos y ventiscas acompañaron a la desaparición de la misteriosa criatura de la que no quedaría más que un montón de ramas y musgo desperdigados por el suelo, mismo suelo donde se encontraba tirado el viejo brujo que aún mareado comenzaba a levantarse; sacudió la cabeza un par de veces y luego rebuscó en su pequeño bolso hasta encontrar un raro cristal que le entregó al orgulloso elfo -Peleas con gran energía y vitalidad, pero la cautela no es tu fuerte... si en algún momento la magia te supera, rompe esto- Con aquellas palabras se despidió de aquel par aunque sin explicarles lo que era realmente el cristal, eso lo descubrirían más adelante.
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∞ Helyare: No es el final más valiente pero sí uno bastante lógico y sensato, has conseguido sobreponerte a la situación aunque tendrás un fuerte dolor de cabeza por un buen rato, además de un hematoma abultado en el lugar, aunque la runa no te trajo buena suerte, tampoco fue mala y tu interpretación fue excelente.
∞ Actualmente, tus intenciones fueron agresivas y violentas, al menos desde el punto de vista del hada quien te ha visto incluso atacar a tu propio compañero sin razones lógicas para ello, por lo que contará con las habilidades malignas en tus hilos activos hasta el próximo evento master en el que participes.
∞ Por otro lado, la actuación de Aranarth ha sido tan genial que la recompensa del tema va para él y aunque recibes 5 puntos de experiencia y 200 aeros, Tu acompañante recibe el Cristal Inhibidor.
- Cristal Inhibidor:
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Si se rompe, envía una onda expansiva con alcance de 10 metros que no hace daño pero anula toda magia existente dentro de su rango y evita nuevos hechizos durante 2 turnos, tiene 1 uso.
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