Samhain [Evento global][Eventos HalloWyn]
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Samhain: Sandorai
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Tiempos difíciles han pasado para los elfos; tras los desastres que los cobijaron a causa de las incursiones de aquellos que buscaban una supuesta cura que realmente no estaba en poder de los sanadores del bosque, muchas familias perdieron más que sus hogares; era evidente el dolor de ver caminar aquellas familias incompletas a causa de los eventos recientes, sin embargo la noche del Samhain les daba una pequeña chispa de esperanza a aquellos más aferrados a las viejas tradiciones y a la necesidad de creer en algo más allá de la muerte.
Esa noche el bosque de Sandorai brillaba como ninguna otra; incontables luces se podían observar incluso desde la lejanía en las afueras del bosque; un espectáculo capaz de enamorar a cualquiera que lo mirara desde lo alto, pero desde dentro la historia era otra... Todos los habitantes abandonaban sus casas para unirse a la celebración que tenía lugar en todo el bosque; aunque antes debían dejar encendida un par de velas de color amarillo o naranja cerca de las puertas para evitar a los malos espíritus, pues esta noche tenía algo muy especial.
La noche del Samhain, se cree que la madre tierra permite a los espíritus de los caídos regresar a este mundo y comunicarse con sus seres queridos, quienes a su vez debían ofrendarles una “Flor de Aneth ara” para asegurarles un regreso tranquilo al más allá; la flor debía ser levantada con ambas manos y si se eleva arrastrada por el viento, se entiende que la ofrenda ha sido recibida. Este fenómeno suele ir acompañado de un cambio de color en el centro de la flor, el cual está asociado a un valor que caracteriza a quien ofrenda y que es enviado al espíritu visitante.
Esta fiesta siempre había sido reservada solo para elfos, sin embargo los eventos recientes y las muchas vidas perdidas han hecho que algunos extranjeros se acerquen en busca de la esperanza de despedirse de aquellos que perdieron; así que bajo absoluta vigilancia se le ha permitido entrar a un pequeño número de personas de otras razas a dicha festividad, dando un voto de confianza hacia la convivencia por parte de los más ancianos líderes de clanes elfos, aunque los clanes guerreros no están del todo conformes con la decisión y no perdonarán ninguna ofensa contra sus tradiciones.
- Flor de Aneth ara:
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¿Qué significan los colores que toman las flores?
Se han visto aparecer muchos colores, sin embargo entre los más recurrentes suelen estar:
Verde
El más común, se asocia a la verdad y lo correcto, el espíritu aceptará su realidad y se encaminará hacia el otro mundo.
Rosa
Se asocia a la pureza, el espíritu olvidará cualquier rencor y descansará en paz.
Dorado
Se asocia a la fe, el espíritu irá tranquilo confiando en que todo va a estar bien para los que se quedan de este lado.
Azul
Va ligado a la paciencia, el espíritu se irá luego, pero por unos días puede que se quede a vigilar que todo esté bien para los suyos.
Blanco
Asociado a la bondad, se cree que el espíritu dejará buena fortuna para quienes se queden de este lado.
Naranja
Simboliza templanza, especialmente para aquellos que murieron en batalla, les permitirá obtener autocontrol y moderación.
Rojo
Un color muy raro y bastante peligroso, está ligado a la determinación y suele ocasionar que los espíritus se nieguen a dejar este mundo y se aferren a sus seres queridos.
Este año es la primera vez que se permite a extranjeros ser parte de esta celebración de los elfos, por lo que existe algo de tensión en el ambiente y los clanes que no estaban de acuerdo aceptarán cualquier detalle para justificar sus acciones...
__________________________________
Podría ofrecerles una velada tranquila y divertida, un buen rato para conocer la morada de los elfos y aprender de su cultura; un viaje tranquilo al interior del bosque de Sandorai, sí que podría, pero me temo que no es lo que habrá...
__________________________________
Información:
∞ Libre participación. Todos los usuarios con más de 10 posts pueden entrar... bajo su propio riesgo.
∞ El Samhain se celebrará del 19 al 26 de Noviembre. En los cuales podrán postear con total libertad, desarrollar tramas, y, ¿por qué no? Recordar a vuestros seres queridos que ya no se hallan entre nosotros.
∞ El objetivo principal es el alzamiento de la flor, pueden ponerse creativos, queremos saber a quién extrañan o no han dejado ir, las mejores historias al respecto serán premiadas.
∞ Podrán crear una trama con otros usuarios y aportar aquello que consideren que puede dar vida a la celebración.
∞ Aunque el objetivo se puede lograr en un solo post, pueden hacer más de ello si lo requieren, tampoco se debe respetar ningún orden de posteo más allá de no hacer doble post seguidos.
∞ Habrá intervenciones master solo para asegurar
Recompensas:
∞ +3 puntos de experiencia.
∞ 100 aeros
∞ 100aeros adicionales +2 puntos de experiencia extra a quienes sean más creativos al arrojar la flor.
∞ Pequeño recordatorio de la festividad.
∞ Pequeña recompensa sorpresa a los ganadores.
∞ Quienes creen una pequeña trama dentro del evento obtendrán un objeto adicional.
Ansur
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Re: Samhain [Evento global][Eventos HalloWyn]
Las festividades en general eran algo que a Matthew no le interesaban, no hay que malinterpretarlo, disfrutaba de la fiesta y el alcohol como cualquier hijo de vecino, pero solo eso. Lo que le resultaba tedioso eran las ceremonias y la solemnidad que se generaba alrededor de ese tipo de cosas, un montón de rituales tontos que no servían para nada y que en sus orígenes tenía algún sentido, pero que hoy por hoy ya nadie recordaba.
Había escuchado mucho sobre la tierra de los elfos, sobre todo por parte de Arethusa Lein, quien se desvivía por contarle todas las tradiciones y costumbres de su pueblo, a veces incluso por demás. Pero nunca había tenido la oportunidad de visitar esas mágicas ciudades, los elfos no eran una raza muy dada a socializar con todo el resto de las civilizaciones.
Owens se encontraba ahora sentado sobre una carreta que traqueteaba sin parar mientras surcaba los caminos más internos del bosque elfico. No tenía idea de donde se encontraba exactamente, y de haber ido caminando seguramente se hubiese perdido a los pocos metros de cruzar la frontera. Por suerte para él una amable pareja de semielfos se habían ofrecido a llevarlo hasta donde se realizarían los festejos y tan solo tuvo que darles un par de amuletos bendecidos que traían buenas energías.
El humano no deseaba admitirlo, pero no podía negar que esa ciudad era en verdad maravillosa, las construcciones parecían estar en perfecta armonía con la naturaleza, no eran como los humanos que destruían para dejar un terreno llano y edificar a partir de allí. No, ellos utilizaban cada planta y cada árbol como pidiéndoles permiso para poder vivir con ellos y no sobre ellos, o a pesar de ellos.
El estafador se bajó del carro cuando llegaron al centro del pueblo, agradeció a la pareja por el aventón y comenzó a caminar. Por lo que había escuchado mientras viajaba esa festividad era para recordar a los que ya no estaban, algo así como que era un día en el que los espíritus de tus seres queridos podían visitarte. Los elfos ponían velas en sus casas y salían para reunirse con sus camaradas, disfrutar de un momento con los vivos y con los muertos.
En líneas generales el ambiente era festivo, aunque la presencia de los guardias se hacía sentir, con sus bellas pero serias figuras vigilando todo lo que sus invitados hacían. Así y todo Matthew caminaba de forma despreocupada, sin dejarse intimidar por los centinelas, ni por la hermosura que caracterizaba a esa peculiar raza, mientras evaluaba las posibilidades. Había ido con la intención de vender alguna chuchería y ganar algo de dinero, pero viendo como estaba la atmósfera no parecía buena idea tentar a la suerte.
Pronto Owens se dio cuenta que flirtear con las elfas tampoco era una opción, tenían toda una serie de tonterías religiosas en la cabeza que les decía que no podían juntarse con seres de otras razas ¡Vaya desperdicio! El humano se quedó de pie en medio de esa multitud que le era tan ajena, no se sentía identificados con ellos y no solo por la especie a la que pertenecían, sino además por el sentimiento que compartían.
¿Recordar a los que ya no estaban? ¿A quién tenía Owens que valiera la pena recordar? No había en su historia compañeros a los que les tuviera aprecio, ni tampoco familia, ni amigos, ni grandes amores…
Una imagen acudió a su mente, fue solo durante un instante, pero tuvo tal nivel de detalle que casi fue como estar allí con él nuevamente. Pudo ver a un anciano sentado en una desvencijada silla, encorvado luego de toda una vida de trabajo, cientos de arrugas surcaban su rostro, concentrado y adusto. Sus dedos eran gruesos y cuadrados, acostumbrados a trabajar la arcilla, la barbotina dejaba manchas blancas en toda su ropa vieja y desgastada. Frente a él tenía una gran mesa de madera donde descansaban muchas piezas a medio terminar y una gran variedad de estecas de madera, recipientes con agua, una pipa apagada...
-¡Oye! ¡Stefano! ¡Deja de soñar despierto! – La voz pareció llegar directo a los oídos de Matthew, quien despertó de su ensueño con brusquedad. Estaba agitado, y también algo asustado… Hacía demasiado tiempo que no se acordaba de su maestro.
Había escuchado mucho sobre la tierra de los elfos, sobre todo por parte de Arethusa Lein, quien se desvivía por contarle todas las tradiciones y costumbres de su pueblo, a veces incluso por demás. Pero nunca había tenido la oportunidad de visitar esas mágicas ciudades, los elfos no eran una raza muy dada a socializar con todo el resto de las civilizaciones.
Owens se encontraba ahora sentado sobre una carreta que traqueteaba sin parar mientras surcaba los caminos más internos del bosque elfico. No tenía idea de donde se encontraba exactamente, y de haber ido caminando seguramente se hubiese perdido a los pocos metros de cruzar la frontera. Por suerte para él una amable pareja de semielfos se habían ofrecido a llevarlo hasta donde se realizarían los festejos y tan solo tuvo que darles un par de amuletos bendecidos que traían buenas energías.
El humano no deseaba admitirlo, pero no podía negar que esa ciudad era en verdad maravillosa, las construcciones parecían estar en perfecta armonía con la naturaleza, no eran como los humanos que destruían para dejar un terreno llano y edificar a partir de allí. No, ellos utilizaban cada planta y cada árbol como pidiéndoles permiso para poder vivir con ellos y no sobre ellos, o a pesar de ellos.
El estafador se bajó del carro cuando llegaron al centro del pueblo, agradeció a la pareja por el aventón y comenzó a caminar. Por lo que había escuchado mientras viajaba esa festividad era para recordar a los que ya no estaban, algo así como que era un día en el que los espíritus de tus seres queridos podían visitarte. Los elfos ponían velas en sus casas y salían para reunirse con sus camaradas, disfrutar de un momento con los vivos y con los muertos.
En líneas generales el ambiente era festivo, aunque la presencia de los guardias se hacía sentir, con sus bellas pero serias figuras vigilando todo lo que sus invitados hacían. Así y todo Matthew caminaba de forma despreocupada, sin dejarse intimidar por los centinelas, ni por la hermosura que caracterizaba a esa peculiar raza, mientras evaluaba las posibilidades. Había ido con la intención de vender alguna chuchería y ganar algo de dinero, pero viendo como estaba la atmósfera no parecía buena idea tentar a la suerte.
Pronto Owens se dio cuenta que flirtear con las elfas tampoco era una opción, tenían toda una serie de tonterías religiosas en la cabeza que les decía que no podían juntarse con seres de otras razas ¡Vaya desperdicio! El humano se quedó de pie en medio de esa multitud que le era tan ajena, no se sentía identificados con ellos y no solo por la especie a la que pertenecían, sino además por el sentimiento que compartían.
¿Recordar a los que ya no estaban? ¿A quién tenía Owens que valiera la pena recordar? No había en su historia compañeros a los que les tuviera aprecio, ni tampoco familia, ni amigos, ni grandes amores…
Una imagen acudió a su mente, fue solo durante un instante, pero tuvo tal nivel de detalle que casi fue como estar allí con él nuevamente. Pudo ver a un anciano sentado en una desvencijada silla, encorvado luego de toda una vida de trabajo, cientos de arrugas surcaban su rostro, concentrado y adusto. Sus dedos eran gruesos y cuadrados, acostumbrados a trabajar la arcilla, la barbotina dejaba manchas blancas en toda su ropa vieja y desgastada. Frente a él tenía una gran mesa de madera donde descansaban muchas piezas a medio terminar y una gran variedad de estecas de madera, recipientes con agua, una pipa apagada...
-¡Oye! ¡Stefano! ¡Deja de soñar despierto! – La voz pareció llegar directo a los oídos de Matthew, quien despertó de su ensueño con brusquedad. Estaba agitado, y también algo asustado… Hacía demasiado tiempo que no se acordaba de su maestro.
Matthew Owens
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Re: Samhain [Evento global][Eventos HalloWyn]
- Moralidad del hada:
- Moralidad buena: Activada.
Helyare contará con las siguientes habilidades: Las dos se pueden utilizar en la misma misión, tema libre o evento, pero únicamente una vez por rol cada una.
-Hada protectora: El hada crea una esfera protectora azul que rodea a Helyare y actúa como escudo frente a cualquier tipo de daño mágico o físico.
-Fortuna: El hada cambia la suerte de Helyare durante un turno. La runa lanzada será de calidad “media” independientemente del resultado. Debe utilizarse en el mismo post en el que se lanza la runa. Útil para evitar desgracias más que previsibles.
-Penitencia: El hada curará, al final del rol, las heridas leves sobre Helyare. No podrá curar nada grave ni tampoco las maldiciones.
Ese día había sido agotador y, a pesar de eso, Helyare seguía sin poder dormir bien. Había estado dando vueltas en la cama sin saber qué hacer, su mente cavilaba por múltiples opciones aunque sólo habían llevado a cabo una de ellas, la que iban a seguir. Ingela había quemado el cuerpo de una elfa para que Aranarth la entregase a su clan en lugar de a ella. Y no podía quitarse la imagen del fuego abrasando a la joven, a pesar de que la dragona se había encargado de tapar lo que hacía. Todo lo que estaban haciendo por ella era demasiado, en su mente seguía siendo una traidora y tanto respeto por parte del clan la estaba haciendo sentir incómoda, como si no pudiera ser todo tan bonito. Era incapaz de pegar ojo. Le quedaba poco para partir al norte, abandonaría su tierra, se alejaría kilómetros de su hermana, dejaría a Aranarth ante un futuro incierto, sin saber si conseguiría o no engañar a los líderes. La presión de su pecho aumentó tanto que tuvo que incorporarse en la cama y poco tardó en salir de la pequeña casa de madera.
Esa noche era hermosa, parecía estar dándole la despedida antes de su largo viaje. ¿Cómo sería el norte? ¿Dejaría de ver tantos árboles? Le aterraba la idea de ir más al norte de Sandorai, pero debían seguir el plan.
Las semillas de las almas de los elfos caídos daban un aspecto de fantasía al lugar y muchos elfos estaban haciendo el alzamiento de la flor de Aneth ara, una costumbre de Samhain para facilitar el paso de los espíritus al otro lado. Este era el primer año que ella no lo hacía en su casa, junto con su familia. Aquello le partió el corazón. Las flores que alzaban los miembros de su clan siempre eran [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], era la forma en la que los espíritus morían o habían muerto: luchando. Casi todos sus ancestros habían caído en las Guerras Illidenses, así que el lugar se llenaba de flores anaranjadas que les otorgaban moderación y templanza. La forma más honrosa de pasar al otro lado y volverse uno con la naturaleza.
Sin embargo, por ella no alzarían nunca una flor, ya no tendría honores de morir en batalla.
A pesar de la añoranza, le pareció hermoso lo que esos elfos estaban haciendo, incluso cuando habían sufrido tanto durante la epidemia. Ella se quedó apoyada en el tronco de un árbol, sin cruzar la linde del bosque, observando cómo lanzaban las flores al aire, adornadas con el brillo que portaban las semillas.
Pronto vio una figura alta y esbelta cuyo cabello estaba más plateado que de costumbre por las luces mágicas y no dudó en acercarse: Aranarth también estaba haciendo el alzamiento.
–Aiya –saludó el elfo antes de que se detuviese a su lado. Ella respondió con el mismo saludo. –¿Qué haces despierta?
–No podía dormir. ¿Y tú?
–Es la noche del alzamiento, Kael. Quería mostrar mis respetos a nuestros ancestros –comentó sin mirarla mientras lanzaba su flor naranja –. Esta es por Euriel, una de las guerreras que logró llegar a Beltrexus –Helyare sonrió levemente mientras su mirada seguía el vuelo de la flor. Conocía la historia de la gran Euriel, una elfa admirada por las gentes de su clan.
–¿Cuántas has alzado?
–Siete –comentó orgulloso. Estaba recordando a sus grandes ancestros –. Por cierto, ¿cómo está Ingela?
–Afectada –el elfo no dijo nada más, por lo que Helyare siguió –. No entiendo por qué ha tenido que hacer eso. Esa joven... no tendrá si ritual.
–Porque quiere salvarte –respondió tajante. En parte también se alegraba de que su amiga estuviese viva, aunque a costa de su vida.
–Pero, ¿y tú?
–¿Quiere una flor, isilmë? –una elfa de avanzada edad les interrumpió de forma respetuosa. Iba pasando con un cesto con varias flores de diversos colores: verdes, rosas, naranjas, azules… e incluso una roja. La menos apreciada de las Aneth ara. Helyare echó un ojo a las que tenía pero no sabía cuál coger.
No sabía si Farnessë o Almereth tenían más familia así que no podía elegir una que significase que permanecieran en este mundo unos días más. ¿Y si no tenían? ¿Vagarían durante días? ¿Y la naranja? Ellos no habían muerto en una batalla, propiamente dicha. Habían sido asesinados por las trampas de una familia de asquerosos hechiceros. Al final se decantó por un par de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], las más corrientes. El elfo tomó un par de flores más de color naranja, una verde y una [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], algo que sorprendió a la joven.
–¿Por qué has cogido la roja? –Preguntó con cierta curiosidad, mientras colocaba una de sus flores entre sus manos.
–Ya te lo diré –después de eso hizo otro rezo a la siguiente flor naranja que alzaba. Helyare frunció el ceño, pero estaba acostumbrada a los secretos de su amigo. Desde que habían salido de Sandorai era así, ya no podía permitirse tener la misma confianza que antes.
Realmente no le importaba el color de la flor que escogiera para mandar sus respetos a sus antepasados, pero la roja era la más peligrosa, era la que hacía que los espíritus no quisieran irse de este mundo y era muy, muy extraño que alguien la alzara.
–Apenas os pude conocer, pero fuisteis quienes más me ayudaron cuando di todo por perdido –empezó a susurrar sus rezos, mirando las flores verdes con cierta ternura –. Juro que lo intenté. Todavía puedo ver en las noches el cuerpo de Farnessë sin vida entre tus brazos, Almereth. Pero… estoy feliz porque hayáis podido reencontraros. Ambos volvéis a estar juntos en el otro mundo, no os podrán dañar. Marchad y sed felices, daréis vida a la misma tierra que nos la dio a nosotros –terminó levantando sus brazos y lanzando al aire las dos flores de Aneth ara, que volaron por entre las semillas luminosas que adornaban la noche. Rondaron la naranja que había lanzado el elfo, formando un precioso baile en el aire, antes de caer al suelo.
Ambos se quedaron mirando las flores planear, mezclarse con los otros espíritus. Las llamas de las velas hacían más hermoso el lugar, era mágico. De no haber sido por los pensamientos que machacaban sus mentes, habrían disfrutado como niños de semejante espectáculo. Pero no, los dos estaban ahí, quietos, uno al lado del otro con medio metro de separación. Estaban disfrutando a su manera de una festividad que siempre era especial, y más para ellos. Pero que este año era distinta.
–Aún sigues sin decirme para quién será la flor roja.
- Aclaraciones:
Aiya - hola
Isilmë - Título élfico, significa "hija de Isil"
Este tema es la continuación de [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], a su vez continuación del anterior evento de Máster Ansur, así que estamos en el mismo lugar, en la frontera del bosque :3
Última edición por Helyare el Miér 17 Ene - 0:56, editado 2 veces
Helyare
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Re: Samhain [Evento global][Eventos HalloWyn]
Mientras caminaba tranquilamente por el bosque repasaba mi lista mental sobre los rituales de aquella época, sólo me faltaba experimentar el realizado por los elfos. Nuria se había negado a acompañarme, Toro estaba de viaje desconocido, las gentes de Vulwulfar me dijerón que los elfos eran muy peligrosos, que le metían una flecha a uno en el cráneo antes de preguntarle el motivo de su visita, pero... mi curiosidad era superior a mis fuerzas. Quería ver aquel ritual y quería comprobar cuanto de ciertas eran aquellas historias sobre los elfos, bien sabia que los humanos exageraban mucho, para ellos los licántropos eramos unos salvajes que vivíamos en taparrabos y comíamos carne cruda. Y sin embargo a mi me gustaba la carne bien hecha y ir tapadito por el mundo.
"Por culpa de tu idiotez harás que nos maten." la débil voz del lobo apareció en mi mente, el no tardaba en aprovechar la debilidad de los rayos solares para atacarme en sus intentos de hacerse con el control de mi voluntad.
"¿Yo? No, te equivocas. Ese serás tú con tu malsana obsesión de: ¡Mátalos a todos!, ¡mátalos a todos!" le imité mientras hacia un gesto de burla, algo muy tonto, ya que estaba solo en el camino. Cuando me di cuenta no pude evitar sonrojarme. "¡Bah! ¡Déjame en paz!"
"Estos come hojas no me gustan"
"A ti no te gustan ni los de tu raza, a no ser claro que estén bien muertos y cruditos para comértelos."
Sin que apenas lo notará, una flecha se clavo en tierra, tan cerca de mi pie que me hizo tropezar y caer torpemente al suelo.
-¡Más te vale no dar un paso más maldito engendro! - sonó una voz de entre el ramaje de los arboles. - ¡O la próxima te hará crecer una segunda nariz entre ceja y ceja! - aquello fue acompañado de otras risas también escondidas entre ciertos puntos del bosque.
- ¿A sí? - me levanté y me di palmadas en la ropa para quitarme el polvo.
"¡Mátalos! ¡Mátalos!" bramo el lobo removiéndose en mi interior produciéndome un ligero dolor de cabeza.
"¡Callate! ¡Estoy negociando nuestra entrada!" me llevé la mano a la cabeza para intentar controlar el dolor. - ¡Pues vaya decepción me he llevado! - giré sobre mi mismo hablando le a todo el bosque. - ¡Los humanos me dijeron que primero me meteríais una flecha en la cabeza y luego me darías el aviso! ¡Pero lo habéis hecho al revés! ¡Parece que fui un iluso en creer que un elfo le daría la razón a un humano! - esperé un momento y sólo obtuve como respuesta el sonido de las hojas mecidas por el viento. - ¿O puede que no fuera tan iluso en creerlo?
Se escuchó un pequeño murmuro de risas.
De repente una figura humanoide cayó de los cielos colocándose frente a mi de forma amenazante.
- Podemos solucionar eso. - apretó los dientes y me fulminó con la mirada.
- Me encantaría, pero puede que en otro momento. - le dediqué una sonrisa mostrando un aspecto relajado, si mostraba cualquier presa de nerviosismo seguramente acabaría pasando de ser un lobo a ser un erizo. - Pero el motivo de mi visita no es otro que el de poder experimentar por mi mismo vuestro ritual de Samhain. ¿Que puedo decir? Me gustaría saber más cosas de vuestra cultura. Así que aclarado ese punto, si me permites... - intenté pasar rodeando al elfo pero...
- ¿Te crees muy listo no? - el elfo detuvo mi avance dándome un empujón mientras me desafiaba con la mirada. - ¿Quien te crees que eres para entrar en nuestro territorio?
Miré de soslayo al elfo mientras notaba un cosquilleo en la punta de mis dedos, estaban deseosos de tocar el pomo de mi espada. Mi cuerpo seguramente era más prudente que mi mente, sabía que debía de comenzar a defenderme si no quería tener más agujeros que un queso gruyere.
- ¡Él no es nadie! ¡Pero el Consejo de Ancianos si que lo es! - una inesperada voz femenina intervino en la conversación mientras su dueña aparecía tras un recoveco del camino. - ¿O acaso has olvidado las ordenes, Lothern? - la elfa se acercó con paso firme mientras le fulminaba indiscriminadamente con la mirada.
Se paró delante del supuesto Lothern apoyando su peso sobre su pierna izquierda y cruzándose de brazos tamborileando sus dedos en su codo derecho, esperando una respuesta. Me fije entonces en la propia elfa. Iba vestida con un conjunto de ropa que parecía seda y era de un color marrón dorado, en conjunto con unos pantalones del mismo color. También fui testigo de lo que consideré un buen ejemplo de la belleza elfa femenina. No podía ser menos al estar ante un rostro que no mostraba el paso del tiempo pero si la carga de una intensa sabiduría otorgada por los años. Parecía una bella escultura viviente de proporciones perfectas.
- Por los dioses Zirrael, es sólo un asqueroso humano. Los Ancianos están....
-¡Ni una palabra más! - cortó al elfo con un tajante movimiento de su brazo. Se acercó a él y le amenazó señalándole con el dedo, acto acompañado de una furiosa mirada. - ¡Como vuelva a escucharte contradecir a los Ancianos compadecerás ante el Consejo! Te dejo que averigües tu sólo con que cargos. - el elfo palideció y yo directamente entendí que la belleza élfica femenina estaba acompañada de una intensa aura intimidatoria. Entonces la elfa se fijo en mi y su rostro cambio para pasar irradiar amabilidad. -Buenas sean viajero. Espero que olvide rápidamente este nefasto encuentro. - por muy amable que sonara se podía percibir que era una orden muy clara "Ni se te ocurra contarlo", ya que de paso le volvió a echar otra mirada de represalia al elfo. - Entrégueme sus armas y le acompañaré al lugar del ritual.
-¡Sí claro! ¡Faltaría más! - aquella mujer me intimidaba más que todo el batallón de elfos escondidos en los arboles.
Me apresuré en quitarme las espadas de la espalda y en soltar la daga del cinto. Se las entregue a la elfa, que rápidamente las envolvió en un trozo de tela que parecía brillar.
-Muy bien. - me dedicó una de las sonrisas más hermosas que he visto en mi vida. -Por aquí por favor.
"Por culpa de tu idiotez harás que nos maten." la débil voz del lobo apareció en mi mente, el no tardaba en aprovechar la debilidad de los rayos solares para atacarme en sus intentos de hacerse con el control de mi voluntad.
"¿Yo? No, te equivocas. Ese serás tú con tu malsana obsesión de: ¡Mátalos a todos!, ¡mátalos a todos!" le imité mientras hacia un gesto de burla, algo muy tonto, ya que estaba solo en el camino. Cuando me di cuenta no pude evitar sonrojarme. "¡Bah! ¡Déjame en paz!"
"Estos come hojas no me gustan"
"A ti no te gustan ni los de tu raza, a no ser claro que estén bien muertos y cruditos para comértelos."
Sin que apenas lo notará, una flecha se clavo en tierra, tan cerca de mi pie que me hizo tropezar y caer torpemente al suelo.
-¡Más te vale no dar un paso más maldito engendro! - sonó una voz de entre el ramaje de los arboles. - ¡O la próxima te hará crecer una segunda nariz entre ceja y ceja! - aquello fue acompañado de otras risas también escondidas entre ciertos puntos del bosque.
- ¿A sí? - me levanté y me di palmadas en la ropa para quitarme el polvo.
"¡Mátalos! ¡Mátalos!" bramo el lobo removiéndose en mi interior produciéndome un ligero dolor de cabeza.
"¡Callate! ¡Estoy negociando nuestra entrada!" me llevé la mano a la cabeza para intentar controlar el dolor. - ¡Pues vaya decepción me he llevado! - giré sobre mi mismo hablando le a todo el bosque. - ¡Los humanos me dijeron que primero me meteríais una flecha en la cabeza y luego me darías el aviso! ¡Pero lo habéis hecho al revés! ¡Parece que fui un iluso en creer que un elfo le daría la razón a un humano! - esperé un momento y sólo obtuve como respuesta el sonido de las hojas mecidas por el viento. - ¿O puede que no fuera tan iluso en creerlo?
Se escuchó un pequeño murmuro de risas.
De repente una figura humanoide cayó de los cielos colocándose frente a mi de forma amenazante.
- Podemos solucionar eso. - apretó los dientes y me fulminó con la mirada.
- Me encantaría, pero puede que en otro momento. - le dediqué una sonrisa mostrando un aspecto relajado, si mostraba cualquier presa de nerviosismo seguramente acabaría pasando de ser un lobo a ser un erizo. - Pero el motivo de mi visita no es otro que el de poder experimentar por mi mismo vuestro ritual de Samhain. ¿Que puedo decir? Me gustaría saber más cosas de vuestra cultura. Así que aclarado ese punto, si me permites... - intenté pasar rodeando al elfo pero...
- ¿Te crees muy listo no? - el elfo detuvo mi avance dándome un empujón mientras me desafiaba con la mirada. - ¿Quien te crees que eres para entrar en nuestro territorio?
Miré de soslayo al elfo mientras notaba un cosquilleo en la punta de mis dedos, estaban deseosos de tocar el pomo de mi espada. Mi cuerpo seguramente era más prudente que mi mente, sabía que debía de comenzar a defenderme si no quería tener más agujeros que un queso gruyere.
- ¡Él no es nadie! ¡Pero el Consejo de Ancianos si que lo es! - una inesperada voz femenina intervino en la conversación mientras su dueña aparecía tras un recoveco del camino. - ¿O acaso has olvidado las ordenes, Lothern? - la elfa se acercó con paso firme mientras le fulminaba indiscriminadamente con la mirada.
Se paró delante del supuesto Lothern apoyando su peso sobre su pierna izquierda y cruzándose de brazos tamborileando sus dedos en su codo derecho, esperando una respuesta. Me fije entonces en la propia elfa. Iba vestida con un conjunto de ropa que parecía seda y era de un color marrón dorado, en conjunto con unos pantalones del mismo color. También fui testigo de lo que consideré un buen ejemplo de la belleza elfa femenina. No podía ser menos al estar ante un rostro que no mostraba el paso del tiempo pero si la carga de una intensa sabiduría otorgada por los años. Parecía una bella escultura viviente de proporciones perfectas.
- Por los dioses Zirrael, es sólo un asqueroso humano. Los Ancianos están....
-¡Ni una palabra más! - cortó al elfo con un tajante movimiento de su brazo. Se acercó a él y le amenazó señalándole con el dedo, acto acompañado de una furiosa mirada. - ¡Como vuelva a escucharte contradecir a los Ancianos compadecerás ante el Consejo! Te dejo que averigües tu sólo con que cargos. - el elfo palideció y yo directamente entendí que la belleza élfica femenina estaba acompañada de una intensa aura intimidatoria. Entonces la elfa se fijo en mi y su rostro cambio para pasar irradiar amabilidad. -Buenas sean viajero. Espero que olvide rápidamente este nefasto encuentro. - por muy amable que sonara se podía percibir que era una orden muy clara "Ni se te ocurra contarlo", ya que de paso le volvió a echar otra mirada de represalia al elfo. - Entrégueme sus armas y le acompañaré al lugar del ritual.
-¡Sí claro! ¡Faltaría más! - aquella mujer me intimidaba más que todo el batallón de elfos escondidos en los arboles.
Me apresuré en quitarme las espadas de la espalda y en soltar la daga del cinto. Se las entregue a la elfa, que rápidamente las envolvió en un trozo de tela que parecía brillar.
-Muy bien. - me dedicó una de las sonrisas más hermosas que he visto en mi vida. -Por aquí por favor.
Ircan
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Re: Samhain [Evento global][Eventos HalloWyn]
Dio un paso. Dio otro. Dio otro más. Agachó la cabeza y cerró los ojos. Estaba de pie, sola, en silencio. Bueno, no, realmente no estaba sola. Sujetaba a alguien en brazos, a un ser pequeño e inocente con el que había compartido parte de su camino. Poco les quedaba ya por compartir, pues la vida se iba del cuerpo de Itrella a cada paso que daba. Estaba sola. Incluso en su propio hogar, en el bosque que la había visto crecer, ya no les dejarían entrar y llegar hasta su tribu. Era una apestada y la niña que llevaba en brazos también lo era.
Una lágrima cayó de los ojos cerrados de la elfa. Los abrió y vió la entrada a Sandorai a unos metros de ella, custodiada por varios guardias elfos que no dudaron en observarla recelosos al acercarse. Con razón. Ella tampoco habría dejado entrar a un ser encapuchado con un bulto en brazos que parecía muerto. Cesó en su intento de entrar. Ellas eran un peligro para su pueblo y se negó a ser tan egoísta como para querer exponerlos a todos con tal de entrar. Se dio la vuelta, aliviando la postura tensa de los guardias, y se fue a un lugar más apartado. Necesitaba sentarse, pensar. Llorar.
No se fue muy lejos de la entrada, a poco que alguien se asomase, vería a una elfa encapuchada de pelo rojizo que acababa de tender a una cría rubita en la hierba, apoyando su cabeza en una raíz sobresaliente de un árbol.
- Itrella:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]" />
Samhain. Se sentó con las piernas cruzadas al lado de Itrella, apoyando una mano en su frente. Rushi apareció a los pocos segundos. La mirada del Asski también era triste. Los animales no eran ajenos al sufrimiento. Se tumbó al lado de Itrella y la olisqueó. Esta, en cambio, con sus pequeños ojitos azules fébriles, alzó una mano al cielo. Hacia la ciudad.
-¿Po qué hay tantaz luzez? -murmuró.
Iredia sonrió tristemente.
-Es Samhain, pequeña. -al ver la cara de confusión de la niña, continuó- Hoy la Madre Tierra deja a los mortales comunicarse con aquellos que ya no están. Usamos la flor de Aneth Ara para ver... cómo están. Pueden tener muchos colores, ¿sabes? -trató de explicarle a la niña.a
-¿Ah, cí? -la niña miró a Iredia con interés.
Ésta le apartó un mechón de pelo del rostro con cariño.
-Sí -sonrió.
-¿Podría hablar con Guso?
La elfa, entonces, alzó las cejas sorprendida.
-¿Guso? ¿Tu abuelito?
- Ño. Mi perrito.
Un rayo de comprensión atravesó los ojos violáceos de la elfa, a quien se le escapó una mirada a su pequeño asski. Miró entonces a su alrededor, mordiéndose el labio inferior.
<<El problema es... dónde conseguir la flor.>>, pensó para sí.
Iredia
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Re: Samhain [Evento global][Eventos HalloWyn]
“Que desagradable”, pensó Matthew mientras un escalofrío le recorría la espalda, recordar a un fallecido no podía ser una buena señal, y mucho menos ESE muerto en particular. Su maestro no había sido la persona más amable, ni la más caritativa, Owens lo recordaba como una persona muy estricta que había agarrado a un niño de una familia pobre para enseñarle un oficio.
No había sido un camino de rosas, Matt era un pequeño revoltoso que no hacía caso en nada de lo que le decían, lo habían sacado de su casa de campo para llevarlo a la gran ciudad, pero se había adaptado rápidamente a su nuevo estilo de vida y en poco tiempo estaba robando en las calles como cualquier otro huérfano de por allí. Al mismo tiempo, el Maestro de Matthew no tenía un carácter muy ameno, y no parecía tener el menor interés en ser una figura paterna.
El estafador pasó ambas manos por su pelo, peinándolo hacia atrás, comenzaba a creer que había sido una mala idea el asistir a esa festividad, no podía comprender como una celebración tan lejana y ajena a su vida diaria podía causarle tanta nostalgia. Por un instante la idea de que el espíritu de su difunto Maestro lo estuviera visitando pareció mucho más posible.
Algo confundido, hasta un poco mareado, el humano comenzó a caminar para alejarse del centro del lugar. Tropezó con una elfa que llevaba una canasta llena de flores, primero lo miro de mala manera, pero aún así cumplió con su tarea y le ofreció una a Matthew, el estafador no sabía qué significado tenían los colores, así que agarro una de cada una, la mujer lo miro extrañada, pero no le dijo nada y continuó andando.
Pronto estaba cerca de la entrada, y meditaba seriamente si no sería mejor irse antes de que se hiciera más tarde, parecía razonable, pero Matthew cayó en la cuenta de que no estaba seguro de cómo salir de allí solo. Se apoyó contra uno de los enormes árboles que servía también como vivienda para los elfos.
-…-
-…-
Alguien murmuraba del otro lado, Matthew se asomo por pura curiosidad, aunque no se esperaba encontrar semejante escena. Una mujer encapuchada estaba inclinada junto a un pequeño que descansaba con la cabeza apoyada sobre la raíz del árbol. No había que ser muy brillante para darse cuenta que no estaban bien, y Matt no era precisamente del tipo de persona que tuviera actos caritativos. Pero nadie parecía percatarse de la situación, y al humano no le pareció bien dejarlo pasar.
-Emmm, disculpen la intromisión – Dijo Owens acercándose lentamente, había también una extraña criatura con ellos, el hombre se detuvo a un paso de distancia para no generar incomodidad – Me pareció que necesitaban ayuda.
No había sido un camino de rosas, Matt era un pequeño revoltoso que no hacía caso en nada de lo que le decían, lo habían sacado de su casa de campo para llevarlo a la gran ciudad, pero se había adaptado rápidamente a su nuevo estilo de vida y en poco tiempo estaba robando en las calles como cualquier otro huérfano de por allí. Al mismo tiempo, el Maestro de Matthew no tenía un carácter muy ameno, y no parecía tener el menor interés en ser una figura paterna.
El estafador pasó ambas manos por su pelo, peinándolo hacia atrás, comenzaba a creer que había sido una mala idea el asistir a esa festividad, no podía comprender como una celebración tan lejana y ajena a su vida diaria podía causarle tanta nostalgia. Por un instante la idea de que el espíritu de su difunto Maestro lo estuviera visitando pareció mucho más posible.
Algo confundido, hasta un poco mareado, el humano comenzó a caminar para alejarse del centro del lugar. Tropezó con una elfa que llevaba una canasta llena de flores, primero lo miro de mala manera, pero aún así cumplió con su tarea y le ofreció una a Matthew, el estafador no sabía qué significado tenían los colores, así que agarro una de cada una, la mujer lo miro extrañada, pero no le dijo nada y continuó andando.
Pronto estaba cerca de la entrada, y meditaba seriamente si no sería mejor irse antes de que se hiciera más tarde, parecía razonable, pero Matthew cayó en la cuenta de que no estaba seguro de cómo salir de allí solo. Se apoyó contra uno de los enormes árboles que servía también como vivienda para los elfos.
-…-
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Alguien murmuraba del otro lado, Matthew se asomo por pura curiosidad, aunque no se esperaba encontrar semejante escena. Una mujer encapuchada estaba inclinada junto a un pequeño que descansaba con la cabeza apoyada sobre la raíz del árbol. No había que ser muy brillante para darse cuenta que no estaban bien, y Matt no era precisamente del tipo de persona que tuviera actos caritativos. Pero nadie parecía percatarse de la situación, y al humano no le pareció bien dejarlo pasar.
-Emmm, disculpen la intromisión – Dijo Owens acercándose lentamente, había también una extraña criatura con ellos, el hombre se detuvo a un paso de distancia para no generar incomodidad – Me pareció que necesitaban ayuda.
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Interacción con IrediaMatthew Owens
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Re: Samhain [Evento global][Eventos HalloWyn]
Por primera vez en mucho tiempo, parecía que los dioses habían accedido a escucharla. O, al menos, a tener un gesto de simpatía con ella. Se giró de sopetón cuando la voz de un hombre sonó a su espalda. Frunció el ceño y se bajó la capucha, dejando libre su pelo rojizo y mejorando su visión periférica considerablemente. Rushi, su asski, alzó la cabeza y las orejitas en dirección al desconocido. Por otro lado, la niña lo ignoró completamente, pues seguía mirando al cielo de la ciudad. Había muchas luces que atraían su atención.
Iredia se incorporó entonces, sin dejar de mirar al desconocido. Tenía que admitir que era asombrosamente guapo, pero, aparte de ello, se percató de que no estaba hablando con un elfo. En cuanto miró sus orejas, planitas y pequeñas, se dio cuenta de que no eran hermanos de raza. Y, además, le había hablado en común. Hubo un detalle que le llamó más la atención, motivo por el cual dio las gracias a los dioses: tenía algunas Aneth Ara.
-Estamos bien, gracias, solo... -y miró a la niña y a su asski- Sólo estamos cansados. -dijo con voz triste.
Era mentira, no estaban cansados. Una mentira fácil de pillar: estaban todos pálidos (salvo el gato) e Iredia tenía surcos de lágrimas en el rostro. Lo que estaban eran languideciendo.
-Esas flores... -preguntó con cierta timidez- ...¿tienes pensado usarlas?
Y cruzó sus ojos violetas con los de él. Era obvio lo que le iba a pedir después.
Iredia se incorporó entonces, sin dejar de mirar al desconocido. Tenía que admitir que era asombrosamente guapo, pero, aparte de ello, se percató de que no estaba hablando con un elfo. En cuanto miró sus orejas, planitas y pequeñas, se dio cuenta de que no eran hermanos de raza. Y, además, le había hablado en común. Hubo un detalle que le llamó más la atención, motivo por el cual dio las gracias a los dioses: tenía algunas Aneth Ara.
-Estamos bien, gracias, solo... -y miró a la niña y a su asski- Sólo estamos cansados. -dijo con voz triste.
Era mentira, no estaban cansados. Una mentira fácil de pillar: estaban todos pálidos (salvo el gato) e Iredia tenía surcos de lágrimas en el rostro. Lo que estaban eran languideciendo.
-Esas flores... -preguntó con cierta timidez- ...¿tienes pensado usarlas?
Y cruzó sus ojos violetas con los de él. Era obvio lo que le iba a pedir después.
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Re: Samhain [Evento global][Eventos HalloWyn]
Ingela estaba ocupada ultimando los detalles de su partida con Fëanor. Al final, el chico decidió marchar junto con Ingela al norte. Ella decía orgullosa que él era su pupilo, pero eso era imposible siendo apenas mayor que él. El chico la dejaba, le gustaba hacerla sentir bien. Entre ambos había una relación muy estrecha, se cuidaban mutuamente. ¡Y era de lo más entendible! Se habían salvado la vida mutuamente más de una vez. Por supuesto que el lazo que los unía era más fuerte que el de la sangre.
Pero los preparativos de su partida podían esperar una noche, ya que los elfos celebraban el Samhain, una fiesta en honor a los muertos. Los dragones tenían una similar también en esa época y era muy importante para todas las personas que habían perdido a sus seres queridos. En su casa celebraban a su larga cadena de ancestros, ya que por suerte contaban con registros de siglos atrás. Pero ese lujo no se lo podían dar todos. Ese año sería la primera vez que no lo celebraría en su tierra ni acorde a sus costumbres.
-¿Me estás diciendo que es una flor por cada muerto?- preguntó desconcertada la dragona a su amigo elfo -Pues para conmemorar a todos mis ancestros terminaría deforestando todo Sandorai... menos mal que no me acuerdo de todos los nombres...- dijo con consternación ante las risas de Fëanor. -Dime algo, ¿puedo lanzar una flor en nombre de mi familia y ya está?- preguntó al chico -No, no en realidad no... es una por persona, cada alma es diferente, ¡no puedes meter a todas las almas en una sola flor!- le respondió jocoso mientras terminaba de encender las luces en la entrada de la casa del Maestre Gelion, quien los observaba sonriendo mientras fumaba tabaco con menta en una larga pipa, sentado en un cómodo mecedor, acariciando el lomo de Thunderbolt que ronroneaba, echado en el regazo del anciano. Allí se quedó, cómodo y calentito.
Ingela resopló, torció la boca y palmeó sus muslos antes de ponerse de pie -Mira, si queda vivo alguien de mi familia en Dundarak, se encargarán de los muertos, acá estamos en tierras elfas, recordemos a nuestros elfos fallecidos- resolvió. Fëanor asintió con una sonrisa, él entendía de qué muertos hablaba la dragona. Terminaron de encender las velas y fueron a buscar las flores de Aneth Ara. La ciudad lucía bellísima, con velas en las entradas de las casas y luces que iluminaban las semillas que volaban.
La joven dragona se quedó impresionada ante la belleza de la celebración, escuchando los cantos de los elfos que enfrentaban una de las peores épocas con una entereza y amor infinitos. Llevó ambas manos al pecho, pensando en su ciudad, en su familia, en el estado en que los encontraría y sintió angustia -¿Ingela?- le llamó Fëanor, con expresión preocupada, sacándola de su ensimismamiento. La chica asintió y le sonrió con dulzura. Justo en ese momento, una elfa anciana se acercó a ellos -¿Quieren lanzar una flor?- le preguntó a ambos, enseñándoles su canasta -Sí, cuatro- respondió Ingela ante la sorpresa del niño.
La anciana les entregó las flores con una sonrisa. Antes de marcharse, se acercó a Ingela, mirándola con dulzura -Eres una buena chica, los dioses te bendecirán siempre por tu lealtad- le dijo, acariciandole la mejila con ternura. Ella se quedó quieta, sonriendo con los cachetes rojos. La ancianita se marchó e Ingela le pasó dos flores a Fëanor -Estas son para tus padres- le dijo. Él las recibió con tristeza -...pero ni siquiera me sé sus nombres o como lucían...- respondió -No creo que sea necesario, solo piensa en ellos con amor y ya está- le dijo. -¡Jhá! ¡Habló la experta en tradiciones élficas!- dijo Fëanor burlón. Ingela le respondió haciendo mofas y despeinándolo. -¡Hey! ¡No te aproveches porque soy bajito!- exclamó él cubriéndose la cabeza con los brazos. -¡Ya verás cuando sea más alto que tú!- dijo mientras la dragona se reía.
Caminaron lento hacia donde estaban todos los demás Alzando las flores -Inge, entiendo una de las flores, pero, ¿y la otra?- preguntó el chico -Es para Shairel- dijo ella. Fëanor asintió y no preguntó más.
Caminaron por las calles, con las flores en las manos. Algunos elfos las estaban alzando en la plaza, otros en el bosque, algunos desde los balcones. Hubo muchos que alzaron sus flores sobre la fosa común donde habían terminado por enterrar la gran cantidad de muertos que hubo en la última incursión de enfermos. -Podemos alzarlas aquí- dijo señalando el lindel del bosque. Ingela negó con la cabeza -Tengo una mejor idea, toma, sostenlas- le dijo, entregándole las dos flores que con tanto cuidado llevaba.
Dio varios pasos atrás y extendió los brazos para transformarse a su forma de dragón entre un remolino de semillas y flores. Cuando apareció el dragón, hizo un gesto con su cabeza, bajando un ala para que el chico se subiera a su lomo. Emocionado, Fëanor dio saltitos antes de correr y encaramarse en la espalda de Ingela -¡ARRE DRAGÓN!- gritó emocionado, señalando el cielo. Ingela bufó y agitó sus alas para alzar el vuelo frente a los elfos que la miraban entre emocionados y un poco asustados; la última vez que la habían visto fue un evento triste.
Ingela sobrevoló el clan y el bosque hasta que Fëanor entendió lo que quería hacer. Allí, sobre los árboles, levantó los brazos y soltó las flores; las dos de sus padres brillaron doradas, simbolizando la tranquilidad con que las almas de ellos partieron, seguros de que su hijo estaría bien. La flor alzada para Shariel brilló rosa, al verla, Ingela sopló, haciendo un ruido suave. El rosa simbolizaba la pureza del alma y que esta ha marchado sin rencores y en paz.
Pero la flor que más anhelaban ver brillar, fue la última en hacerlo. La flor de Eowyn por fin se iluminó, intensamente, en un brillante blanco. Las lágrimas corrieron por las mejillas de Fëanor, entendiendo que el espíritu de su amiga no solo estaba en paz, sino que dejaba buena fortuna para ellos. Ingela rugió, con el corazón lleno de nostalgia y emoción. Dio unas vueltas más y bajó de nuevo a la plaza de Telanadas, volviendo a su figura humana. Ambos se abrazaron con fuerza y se secaron las lágrimas contentos, sus seres queridos estaban bien -Ahora me gusta mucho más esta celebración que la de los dragones- le confesó la dragona a su amigo. -Vamos, busquemos a Hely y a Aranarth... los vi mientras planeaba sobre el clan. ¿Adivina dónde están?- dijo al chico -Apartados de todo el mundo, como cosa rara y por variar- se respondió a si misma, riendo. -Sí... los elfos de ese clan son muy... raros- dijo el chico encogiéndose de hombros.
Llegaron junto a ellos. Ingela posó una mano sobre el hombro de Helyare -Pensé que habías preferido dormir, pero me alegro que estés despierta- le dijo, abrazándola. Desde que se habían reencontrado, hacía pocos días, la abrazaba más.
Pero los preparativos de su partida podían esperar una noche, ya que los elfos celebraban el Samhain, una fiesta en honor a los muertos. Los dragones tenían una similar también en esa época y era muy importante para todas las personas que habían perdido a sus seres queridos. En su casa celebraban a su larga cadena de ancestros, ya que por suerte contaban con registros de siglos atrás. Pero ese lujo no se lo podían dar todos. Ese año sería la primera vez que no lo celebraría en su tierra ni acorde a sus costumbres.
-¿Me estás diciendo que es una flor por cada muerto?- preguntó desconcertada la dragona a su amigo elfo -Pues para conmemorar a todos mis ancestros terminaría deforestando todo Sandorai... menos mal que no me acuerdo de todos los nombres...- dijo con consternación ante las risas de Fëanor. -Dime algo, ¿puedo lanzar una flor en nombre de mi familia y ya está?- preguntó al chico -No, no en realidad no... es una por persona, cada alma es diferente, ¡no puedes meter a todas las almas en una sola flor!- le respondió jocoso mientras terminaba de encender las luces en la entrada de la casa del Maestre Gelion, quien los observaba sonriendo mientras fumaba tabaco con menta en una larga pipa, sentado en un cómodo mecedor, acariciando el lomo de Thunderbolt que ronroneaba, echado en el regazo del anciano. Allí se quedó, cómodo y calentito.
Ingela resopló, torció la boca y palmeó sus muslos antes de ponerse de pie -Mira, si queda vivo alguien de mi familia en Dundarak, se encargarán de los muertos, acá estamos en tierras elfas, recordemos a nuestros elfos fallecidos- resolvió. Fëanor asintió con una sonrisa, él entendía de qué muertos hablaba la dragona. Terminaron de encender las velas y fueron a buscar las flores de Aneth Ara. La ciudad lucía bellísima, con velas en las entradas de las casas y luces que iluminaban las semillas que volaban.
La joven dragona se quedó impresionada ante la belleza de la celebración, escuchando los cantos de los elfos que enfrentaban una de las peores épocas con una entereza y amor infinitos. Llevó ambas manos al pecho, pensando en su ciudad, en su familia, en el estado en que los encontraría y sintió angustia -¿Ingela?- le llamó Fëanor, con expresión preocupada, sacándola de su ensimismamiento. La chica asintió y le sonrió con dulzura. Justo en ese momento, una elfa anciana se acercó a ellos -¿Quieren lanzar una flor?- le preguntó a ambos, enseñándoles su canasta -Sí, cuatro- respondió Ingela ante la sorpresa del niño.
La anciana les entregó las flores con una sonrisa. Antes de marcharse, se acercó a Ingela, mirándola con dulzura -Eres una buena chica, los dioses te bendecirán siempre por tu lealtad- le dijo, acariciandole la mejila con ternura. Ella se quedó quieta, sonriendo con los cachetes rojos. La ancianita se marchó e Ingela le pasó dos flores a Fëanor -Estas son para tus padres- le dijo. Él las recibió con tristeza -...pero ni siquiera me sé sus nombres o como lucían...- respondió -No creo que sea necesario, solo piensa en ellos con amor y ya está- le dijo. -¡Jhá! ¡Habló la experta en tradiciones élficas!- dijo Fëanor burlón. Ingela le respondió haciendo mofas y despeinándolo. -¡Hey! ¡No te aproveches porque soy bajito!- exclamó él cubriéndose la cabeza con los brazos. -¡Ya verás cuando sea más alto que tú!- dijo mientras la dragona se reía.
Caminaron lento hacia donde estaban todos los demás Alzando las flores -Inge, entiendo una de las flores, pero, ¿y la otra?- preguntó el chico -Es para Shairel- dijo ella. Fëanor asintió y no preguntó más.
Caminaron por las calles, con las flores en las manos. Algunos elfos las estaban alzando en la plaza, otros en el bosque, algunos desde los balcones. Hubo muchos que alzaron sus flores sobre la fosa común donde habían terminado por enterrar la gran cantidad de muertos que hubo en la última incursión de enfermos. -Podemos alzarlas aquí- dijo señalando el lindel del bosque. Ingela negó con la cabeza -Tengo una mejor idea, toma, sostenlas- le dijo, entregándole las dos flores que con tanto cuidado llevaba.
Dio varios pasos atrás y extendió los brazos para transformarse a su forma de dragón entre un remolino de semillas y flores. Cuando apareció el dragón, hizo un gesto con su cabeza, bajando un ala para que el chico se subiera a su lomo. Emocionado, Fëanor dio saltitos antes de correr y encaramarse en la espalda de Ingela -¡ARRE DRAGÓN!- gritó emocionado, señalando el cielo. Ingela bufó y agitó sus alas para alzar el vuelo frente a los elfos que la miraban entre emocionados y un poco asustados; la última vez que la habían visto fue un evento triste.
Ingela sobrevoló el clan y el bosque hasta que Fëanor entendió lo que quería hacer. Allí, sobre los árboles, levantó los brazos y soltó las flores; las dos de sus padres brillaron doradas, simbolizando la tranquilidad con que las almas de ellos partieron, seguros de que su hijo estaría bien. La flor alzada para Shariel brilló rosa, al verla, Ingela sopló, haciendo un ruido suave. El rosa simbolizaba la pureza del alma y que esta ha marchado sin rencores y en paz.
Pero la flor que más anhelaban ver brillar, fue la última en hacerlo. La flor de Eowyn por fin se iluminó, intensamente, en un brillante blanco. Las lágrimas corrieron por las mejillas de Fëanor, entendiendo que el espíritu de su amiga no solo estaba en paz, sino que dejaba buena fortuna para ellos. Ingela rugió, con el corazón lleno de nostalgia y emoción. Dio unas vueltas más y bajó de nuevo a la plaza de Telanadas, volviendo a su figura humana. Ambos se abrazaron con fuerza y se secaron las lágrimas contentos, sus seres queridos estaban bien -Ahora me gusta mucho más esta celebración que la de los dragones- le confesó la dragona a su amigo. -Vamos, busquemos a Hely y a Aranarth... los vi mientras planeaba sobre el clan. ¿Adivina dónde están?- dijo al chico -Apartados de todo el mundo, como cosa rara y por variar- se respondió a si misma, riendo. -Sí... los elfos de ese clan son muy... raros- dijo el chico encogiéndose de hombros.
Llegaron junto a ellos. Ingela posó una mano sobre el hombro de Helyare -Pensé que habías preferido dormir, pero me alegro que estés despierta- le dijo, abrazándola. Desde que se habían reencontrado, hacía pocos días, la abrazaba más.
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Re: Samhain [Evento global][Eventos HalloWyn]
La interrogante de Motas en el extraño compartir que tuvieron dentro de la capital arcana mantuvieron a Chimar pensativo, no es algo raro en el pero cuando dura más de un par de horas sin llegar a consenso se puede intuir problemas de por medio. Estos temas personales no son fáciles de solucionar, tienen una dificultad que rara vez resuelven las ecuaciones.
Cuando llega a sus oídos el extraño permiso que dan los elfos para participar en una de sus tradiciones no lo piensa más, se despide y emprende el viaje. Hace una invitación a Ralphy para que le acompañe pero este último se niega educadamente, como niño vampiro las cosas medio religiosas le parecen tontas.
La carreta llega al destino sin muchos contratiempos, el camino se encontraba poblado gracias a los viajeros que escucharon la misma noticia. El lugar brilla como un castillo pomposo, parece que todo el bosque cobro vida. Los elfos suelen ser recatados para todo aunque no ponen límites al honrar tradiciones ancestrales.
Mucha gente se vuelca a estas cosas cuando está desesperada, un sentimiento que cubre Aerandir últimamente. Con la plaga todo el mundo ha perdido cosas importantes, partes de su vida que no pueden remplazar. Incluso Chimar como hombre de ciencia ve todo el tema deprimente, no por ser lógico es indiferente al sufrimiento ajeno.
Escucha de varios narradores elfos la historia de sus tradiciones, es algo bastante colorido. Al final todos los rituales intentan dejar un aura de esperanza, testimonio de que la muerte es solo otro comienzo. Es la realidad más difícil de aceptar porque a pesar de avanzar sin pausa a ese desenlace intentamos ignorarlo y porque nuestros conocidos perdidos… duelen.
Todo esto le lleva a la razón de su asistencia, ese comentario inocente de uno de sus hermanos pequeños. Suele honrar la memoria de su padre cada que puede pero ignora completamente otra persona importante, su madre. Ella murió en su nacimiento y aunque no tiene recuerdo alguno debería ser honrada también.
Su padre hizo un trabajo excepcional criándolo en las etapas más vulnerables, al punto de que aisló por completo la figura materna faltante. Si no tienes algo desde el inicio es fácil ignorarlo, incluso cuando los otros chicos presumen de ello solo finges que estas mejor así y la vida es más genial de esa forma.
Morir al dar la vida es un sacrificio que no debería pasar al olvido solo porque duele… muchas cosas duelen y son recordadas por muy inútiles que sean. ¿Cómo se puede extrañar lo que nunca se tuvo?, ¿tiene eso algún sentido posible o es simplemente la crueldad irracional que trae consigo una mente inteligente?
Giaco dijo una vez cuando fue confrontado por el chico cierta respuesta que se quedó grabada en su mente como la cicatriz del ganado, “ella era apasionada, en la vida, en el amor y sobre todo acerca de ti. Quedar embarazada fue el momento más feliz de su vida, te amo incluso sin conocerte y llevas el nombre que escogió”.
No tiene sentido… pero…
Toma una flor y la levanta como hace el resto, casi de inmediato una corriente de viento hace su trabajo. Pega los ojos en la ofrenda y nota como cambia a dorado, fe. Hablar de fe con un chico de ciencia no suele terminar bien aunque en este momento genera buenas sensaciones en el único presente. Chimar baja la cabeza y forma un rostro triste, luego sonríe aunque sus ojos apenas pueden contenerse.
Tiene todo el sentido que se le puede dar a algo.
Cuando llega a sus oídos el extraño permiso que dan los elfos para participar en una de sus tradiciones no lo piensa más, se despide y emprende el viaje. Hace una invitación a Ralphy para que le acompañe pero este último se niega educadamente, como niño vampiro las cosas medio religiosas le parecen tontas.
La carreta llega al destino sin muchos contratiempos, el camino se encontraba poblado gracias a los viajeros que escucharon la misma noticia. El lugar brilla como un castillo pomposo, parece que todo el bosque cobro vida. Los elfos suelen ser recatados para todo aunque no ponen límites al honrar tradiciones ancestrales.
Mucha gente se vuelca a estas cosas cuando está desesperada, un sentimiento que cubre Aerandir últimamente. Con la plaga todo el mundo ha perdido cosas importantes, partes de su vida que no pueden remplazar. Incluso Chimar como hombre de ciencia ve todo el tema deprimente, no por ser lógico es indiferente al sufrimiento ajeno.
Escucha de varios narradores elfos la historia de sus tradiciones, es algo bastante colorido. Al final todos los rituales intentan dejar un aura de esperanza, testimonio de que la muerte es solo otro comienzo. Es la realidad más difícil de aceptar porque a pesar de avanzar sin pausa a ese desenlace intentamos ignorarlo y porque nuestros conocidos perdidos… duelen.
Todo esto le lleva a la razón de su asistencia, ese comentario inocente de uno de sus hermanos pequeños. Suele honrar la memoria de su padre cada que puede pero ignora completamente otra persona importante, su madre. Ella murió en su nacimiento y aunque no tiene recuerdo alguno debería ser honrada también.
Su padre hizo un trabajo excepcional criándolo en las etapas más vulnerables, al punto de que aisló por completo la figura materna faltante. Si no tienes algo desde el inicio es fácil ignorarlo, incluso cuando los otros chicos presumen de ello solo finges que estas mejor así y la vida es más genial de esa forma.
Morir al dar la vida es un sacrificio que no debería pasar al olvido solo porque duele… muchas cosas duelen y son recordadas por muy inútiles que sean. ¿Cómo se puede extrañar lo que nunca se tuvo?, ¿tiene eso algún sentido posible o es simplemente la crueldad irracional que trae consigo una mente inteligente?
Giaco dijo una vez cuando fue confrontado por el chico cierta respuesta que se quedó grabada en su mente como la cicatriz del ganado, “ella era apasionada, en la vida, en el amor y sobre todo acerca de ti. Quedar embarazada fue el momento más feliz de su vida, te amo incluso sin conocerte y llevas el nombre que escogió”.
No tiene sentido… pero…
Toma una flor y la levanta como hace el resto, casi de inmediato una corriente de viento hace su trabajo. Pega los ojos en la ofrenda y nota como cambia a dorado, fe. Hablar de fe con un chico de ciencia no suele terminar bien aunque en este momento genera buenas sensaciones en el único presente. Chimar baja la cabeza y forma un rostro triste, luego sonríe aunque sus ojos apenas pueden contenerse.
Tiene todo el sentido que se le puede dar a algo.
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Re: Samhain [Evento global][Eventos HalloWyn]
A Matt no le sorprendió que se tratara de una elfa, probablemente en ese momento lo más extraño era que alguien como él estuviera allí. El estafador vio la forma dificultosa que tenía para respirar el niño, ambos estaban muy pálidos, pero no era un descolorido agradable como el que solían tener los de la raza elfica, era evidente que estaban enfermos. Y como para terminar de confirmarlo, la bella mujer le dijo una mentira nada convincente al maestro de las mentiras.
-Bien, entiendo que estén “cansados” – Dijo resaltando la palabra para que quedara claro que no se lo creía – Debió ser un viaje muy largo, sobre todo para una criatura tan pequeña – Matthew se arrodillo junto a la niña, acercó la mano como para tocarla, pero cuando estaba a unos pocos centímetros se dio cuenta de lo que podía ser, y retiró la mano con lentitud. En lugar de eso sacó un pañuelo de su bolsillo, olía a hierbas frescas y flores, lo pasó por la frente de la pequeña para quitarle el sudor.
El humano no podía estar completamente seguro porque no era médico, pero lo mejor era no arriesgarse. Miro a la mujer que había hablado primero, ella no estaba mucho mejor, Matthew no pudo evitar pensar que era una lástima, una muchacha tan hermosa teniendo que pasar por todo eso.
-Las agarre sin estar seguro de su uso, no sé mucho sobre las tradiciones de los elfos, pero creo que es para dedicársela a los espíritus ¿Cierto? – Le dio a la chica todas las flores, menos la verde – Creo que me quedare con esta, espero no le moleste – Luego dio un paso hacia atrás para darle espacio a las dos.
No tenía idea de qué representaba el verde, pero no era creyente, por lo que cualquiera estaría bien. Vio que la gente dedicaba algún tipo de plegaría, Matthew no tenía ninguna para ofrecer, pero si podía pensar en una buena oración que seguro le sacaría una sonrisa a ese viejo cascarrabias: “Te dije que podía hacerlo, viejo tonto. Vete de una vez y déjame tranquilo”
Luego levanto la mano y dejo que la flor saliera volando, el humano se quedó mirando cómo se alejaba en silencio.
-Bien, entiendo que estén “cansados” – Dijo resaltando la palabra para que quedara claro que no se lo creía – Debió ser un viaje muy largo, sobre todo para una criatura tan pequeña – Matthew se arrodillo junto a la niña, acercó la mano como para tocarla, pero cuando estaba a unos pocos centímetros se dio cuenta de lo que podía ser, y retiró la mano con lentitud. En lugar de eso sacó un pañuelo de su bolsillo, olía a hierbas frescas y flores, lo pasó por la frente de la pequeña para quitarle el sudor.
El humano no podía estar completamente seguro porque no era médico, pero lo mejor era no arriesgarse. Miro a la mujer que había hablado primero, ella no estaba mucho mejor, Matthew no pudo evitar pensar que era una lástima, una muchacha tan hermosa teniendo que pasar por todo eso.
-Las agarre sin estar seguro de su uso, no sé mucho sobre las tradiciones de los elfos, pero creo que es para dedicársela a los espíritus ¿Cierto? – Le dio a la chica todas las flores, menos la verde – Creo que me quedare con esta, espero no le moleste – Luego dio un paso hacia atrás para darle espacio a las dos.
No tenía idea de qué representaba el verde, pero no era creyente, por lo que cualquiera estaría bien. Vio que la gente dedicaba algún tipo de plegaría, Matthew no tenía ninguna para ofrecer, pero si podía pensar en una buena oración que seguro le sacaría una sonrisa a ese viejo cascarrabias: “Te dije que podía hacerlo, viejo tonto. Vete de una vez y déjame tranquilo”
Luego levanto la mano y dejo que la flor saliera volando, el humano se quedó mirando cómo se alejaba en silencio.
Matthew Owens
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Re: Samhain [Evento global][Eventos HalloWyn]
Esbozó una sonrisa de disculpa cuando notó que el humano usaba cierto tono irónico refiriéndose a su excusa. Cuando se acercó a la niña, simplemente lo observó y vio su prudencia a la hora de no tocarla y de pasarle un pañuelo por la frente. La pequeña Itrella cerró los ojos y luego los abrió para mirar al muchacho.
-Qué bien huele. -le dijo con tonito dulce.
Cuando después se volvió a acercar a ella y le dio las flores, Iredia sonrió más abiertamente y feliz.
-Sí, exacto -hizo después un gesto para restarle importancia al hecho de que se quedase con esa flor- No hay problema. Te agradezco que me las des.
Se acercó entonces a la pequeña y se arrodilló junto a ella.
-Estas flores te permiten comunicarte con una persona querida que ya no esté con nosotros. Depende del color que tomen, así está su espíritu. Pueden estar en calma y felices -giró la cabeza sobre su hombro para mirar al humano-, o pueden estar reacios a dejar este mundo. -explicó.
Itrella alzó una manita para tocar la flor e Iredia le indicó que pusiese la mano en forma de cuenco. Una vez hecho, depositó la flor.
-Tienes que susurrarle algo bonito a Guso y luego alzar la flor, ¿vale?
La niña rubita asintió.
-Hola, Guzo. Ire me dice que te diga algo bonito, pero no cé ci me vaz a entender, no hablo perrito -a la elfa se le escapó una sonrisa- Pero da igual, zeguro que en el cielo hay muchoz perritoz como tú, con loz que juegaz y comez huezitos de pollo. Mamá y yo te echamoz mucho de menoz. Papá también, aunque papá no lo dice, zolo ze quedó con tu mantita -la pequeña alzó sus ojos azules entonces a Iredia, que la animó a seguir con una cabezada-. Ahora he conocido a un gatito. Ze llama Ruzi. Pero no te preocupez, a ti te quiero máz. -el asski miraba a la niña como si la hubiera entendido, con cierta carita de pena. La pequeña tragó saliva- Pero zolo un poquito. Ademáz, igual me voy al cielo yo también, azí volveremoz a eztar juntoz. Hazme un zitio en tu nueva mantita.
Iredia entonces puso una mano debajo de la de la niña y la instó suavemente a que alzase la flor. Ambas vieron cómo esta poco a poco flotaba ante los tres, cada vez más y más alto. Un precioso tono rosado fue surgiendo de su centro. La elfa sonrió, dándose cuenta de que se le habían escapado un par de lágrimas con el discurso de la niña. Su perrito era feliz y descansaba en paz.
Miró a un lado para ver que el joven también había alzado una flor al cielo, verde como las hojas de primavera. Iredia miró las suyas y luego miró a la niña con absoluto pesar. Decidió no usarlas aún, no hacer plegaria alguna, pues dentro de no mucho tiempo tendría que despedirse dolorosamente de alguien. Acarició el rostro de la pequeña y cerró los ojos.
-Qué bien huele. -le dijo con tonito dulce.
Cuando después se volvió a acercar a ella y le dio las flores, Iredia sonrió más abiertamente y feliz.
-Sí, exacto -hizo después un gesto para restarle importancia al hecho de que se quedase con esa flor- No hay problema. Te agradezco que me las des.
Se acercó entonces a la pequeña y se arrodilló junto a ella.
-Estas flores te permiten comunicarte con una persona querida que ya no esté con nosotros. Depende del color que tomen, así está su espíritu. Pueden estar en calma y felices -giró la cabeza sobre su hombro para mirar al humano-, o pueden estar reacios a dejar este mundo. -explicó.
Itrella alzó una manita para tocar la flor e Iredia le indicó que pusiese la mano en forma de cuenco. Una vez hecho, depositó la flor.
-Tienes que susurrarle algo bonito a Guso y luego alzar la flor, ¿vale?
La niña rubita asintió.
-Hola, Guzo. Ire me dice que te diga algo bonito, pero no cé ci me vaz a entender, no hablo perrito -a la elfa se le escapó una sonrisa- Pero da igual, zeguro que en el cielo hay muchoz perritoz como tú, con loz que juegaz y comez huezitos de pollo. Mamá y yo te echamoz mucho de menoz. Papá también, aunque papá no lo dice, zolo ze quedó con tu mantita -la pequeña alzó sus ojos azules entonces a Iredia, que la animó a seguir con una cabezada-. Ahora he conocido a un gatito. Ze llama Ruzi. Pero no te preocupez, a ti te quiero máz. -el asski miraba a la niña como si la hubiera entendido, con cierta carita de pena. La pequeña tragó saliva- Pero zolo un poquito. Ademáz, igual me voy al cielo yo también, azí volveremoz a eztar juntoz. Hazme un zitio en tu nueva mantita.
Iredia entonces puso una mano debajo de la de la niña y la instó suavemente a que alzase la flor. Ambas vieron cómo esta poco a poco flotaba ante los tres, cada vez más y más alto. Un precioso tono rosado fue surgiendo de su centro. La elfa sonrió, dándose cuenta de que se le habían escapado un par de lágrimas con el discurso de la niña. Su perrito era feliz y descansaba en paz.
Miró a un lado para ver que el joven también había alzado una flor al cielo, verde como las hojas de primavera. Iredia miró las suyas y luego miró a la niña con absoluto pesar. Decidió no usarlas aún, no hacer plegaria alguna, pues dentro de no mucho tiempo tendría que despedirse dolorosamente de alguien. Acarició el rostro de la pequeña y cerró los ojos.
Iredia
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Re: Samhain [Evento global][Eventos HalloWyn]
Zirrael me llevó al centro del más extraño poblado que había visto en mi corta vida. Las casas, si podían llamarse así, estaban encajadas dentro del tronco de los arboles, que parece que se adaptaban perfectamente al espacio que requerían sus inquilinos cuya única modificación hecha en el árbol era un pequeño tejado y unos balcones de madera. Estas casas pasarían desapercibidas de no ser por las luces que salían de su interior y una pequeña escalinata que llevaba hasta las mismas.
Mientras yo estaba embobado en estos detalles, mi guía elfa me dio un pequeño golpe para llamar mi atención. Cerré la boca y me torne para mirarla parpadeando varias veces.
- ¿Sabe como funciona el ritual? - ocultó una pequeña risa.
-Mmmm... La verdad es que no. - me encogí de hombros.
- Como me temía.... Bien. - dio una palmada para dejar sus manos entrecruzadas y me explicó todo lo relacionado con aquella noche. -Por ello, cogemos la Flor de Aneth ara y, colocándola encima de las dos manos. - me mostró la forma correcta en la que debían de ponerlas. - Y esperamos a que está se eleve en el aire y tome un color. Según el color que salgo, el espíritu que ha aceptado la ofrenda nos mandará un mensaje.Los más sabios de entre los elfos han establecido una explicación al significado de cada color, aunque siempre hay sorpresas. -se mordió el labio antes de empezar a explicarme que significaba cada color. - Y por cierto. - se acercó a mi y me susurro. -Andate con cuidado, el grupo e Lothern seguro que buscará venganza por el numerito de antes.
Tragué saliva.
-Vaya que bien... - miré a mi alrededor sintiendo ya la paranoia de sentir varios ojos en mi espalda. -Menos mal que te tengo cerca.
La elfa rió.
-No voy a estar cerca toda la noche, lo siento por usted pero tengo más cuestiones que atender.
- ¿Entonces que hago?
-Bueno... yo le aconsejaría que no se alejara de sitios transitados o que vaya al pozo natural que hay al noroeste. No creo que Lothern le busqué allí, y además es un lugar perfecto para que usted haga el ritual.
-Bueno... pues gracias... supongo...
-Un placer ayudarle. Disfrute de la velada. - y se marchó sin más. Empezaba a comprender el recelo del que habían hecho gala los aldeanos que me advirtieron.
No tardé mucho en llegar a aquel pozo natural. La verdad es que la elfa tenía razón, era un sitios solitario, ambientado por el increíble sonido nocturno de aquel bosque y del susurro del agua que salía del pozo. Me senté cerca del borde del pozo y observé su negro fondo mientras pensaba en quién iba a pensar para realizar el ritual. Cerré los ojos y me acosté. Aún negaba la más que posible realidad de que mi madre ya estuviera muerta, me resistía a creerlo, pero... ¿Y si era así? ¿Y si en verdad estaba muerta? ¿No estaba faltando a mi obligación como hijo de honrar su marcha? Una pequeña lagrima se escapó por el rabillo de mi ojo izquierdo. Me reincorporé y miré la flor, la tomé entre mis manos tal y como me había dicho Zirrael y comencé a orar para invocar al espíritu de mi madre. Pasaron unos minutos hasta que noté como un repentino viento a mi espalda elevaba la flor haciendo que está se alejará de mi. Tal y como me habían dicho esperé para ver que color tomaba la flor, esperando que mi madre me hablará de aquella forma. Pero la flor no emitió ningún color y se perdió en la noche.
"¿Acaso lo he hecho mal?" repasé mentalmente las instrucciones de Zirrael una y otra vez. "No. Es imposible que haya hecho algo mal, entonces...." me quedé parado mirando al ultimo lugar dónde había visto la flor. "Entonces..." sin darme cuenta comencé a llorar, pero de alegría. Si mi flor no había tomado ningún color solo podía significar una cosa, o al menos para mi. Mi madre no estaba muerta. Los espíritus de aquel lugar me lo habían dicho de aquella forma, tomando la ofrenda de alguien que en verdad no estaba en su plano. Sonreí aún entre lagrimas y me deje caer para acostarme otra vez y mirar las estrellas. "¡Está viva!"
Mi felicidad no duró mucho. El lobo de mi interior se removió con violencia.
"¡Vienen comehierbas para que nos los comamos! ¡Vamos!" se removió con tal fuerza que una intensa jaqueca se instaló en mi cabeza para todo aquella noche.
Pero, aunque no fuera su intención, aquello me había avisado de que alguien se acercaba, y sabía perfectamente de que se trataba. No podía arriesgarme a un combate que estropeara para siempre mis relaciones con los elfos, así que tenía que escapar de allí.
"Seguro que me han rodeado" comencé a pensar a toda velocidad en una salida efectiva y mi mirada se poso en el pozo. "Que remedió..." me acerqué al bordé y salté.
Enseguida noté como mi cuerpo se contorsionaba por el frió del agua mientras que yo intentaba ahogar lo mejor que pude mis gritos. Me quedé en total silencio tiritando y escuché a lo lejos la clara voz de Lother, maldiciendo su intuición, aunque obviamente de una forma más elegante e indirecta. Me reí en silencio y comencé a investigar el fondo de aquel pozo. No había posibilidad de salir de allí escalando, y justo cuando temí mi imprudente acción noté una fresca corriente en el pie.
"Si hay corriente, hay salida..." sonreí para mi. "Espero que no este muy lejos o...." aparté rápidamente aquel pensamiento de mi mente, no era el momento para ponerse negativo.
Me sumergí y seguí la corriente a ciegas y palpando con las manos el camino delante mía para evitar cualquier posible colisión. La corriente me ayudaba a nadar pero... la salida no aparecía. El airé de mis pulmones se agotaba, mis manos sólo encontraban un techo pétreo encima mía. Abrí los ojos desesperado por encontrar una salida, pero sólo había una profunda oscuridad. Los pensamiento negativos antes alejados se asentaron con fuerza en mi cabeza, y comencé a nadar y a manotear desesperado. Ya comenzaba a notar la presión en mis pulmones vacíos y la horrible tentación de respirar, lo que supondría mi fin en el caso de inspirar agua, cuando mi mano de repente golpeó el vació, me impulsé con los pies y salí disparado hacía la superficie para dar una gran bocanada de aire antes de toser descontroladamente. Habiéndome recuperado un poco me acerqué a la orilla y me dí un buen momento de respiro.
Cuando lo vi conveniente me reincorporé para ver que estaba en una especie de lago.
-Bueno... para que luego digan que en las tierras de los elfos no se viven aventuras... - me levanté y puse rumbo a casa, en aquel momento ya había cumplido el cupo de aventuras descerebradas.
Mientras yo estaba embobado en estos detalles, mi guía elfa me dio un pequeño golpe para llamar mi atención. Cerré la boca y me torne para mirarla parpadeando varias veces.
- ¿Sabe como funciona el ritual? - ocultó una pequeña risa.
-Mmmm... La verdad es que no. - me encogí de hombros.
- Como me temía.... Bien. - dio una palmada para dejar sus manos entrecruzadas y me explicó todo lo relacionado con aquella noche. -Por ello, cogemos la Flor de Aneth ara y, colocándola encima de las dos manos. - me mostró la forma correcta en la que debían de ponerlas. - Y esperamos a que está se eleve en el aire y tome un color. Según el color que salgo, el espíritu que ha aceptado la ofrenda nos mandará un mensaje.Los más sabios de entre los elfos han establecido una explicación al significado de cada color, aunque siempre hay sorpresas. -se mordió el labio antes de empezar a explicarme que significaba cada color. - Y por cierto. - se acercó a mi y me susurro. -Andate con cuidado, el grupo e Lothern seguro que buscará venganza por el numerito de antes.
Tragué saliva.
-Vaya que bien... - miré a mi alrededor sintiendo ya la paranoia de sentir varios ojos en mi espalda. -Menos mal que te tengo cerca.
La elfa rió.
-No voy a estar cerca toda la noche, lo siento por usted pero tengo más cuestiones que atender.
- ¿Entonces que hago?
-Bueno... yo le aconsejaría que no se alejara de sitios transitados o que vaya al pozo natural que hay al noroeste. No creo que Lothern le busqué allí, y además es un lugar perfecto para que usted haga el ritual.
-Bueno... pues gracias... supongo...
-Un placer ayudarle. Disfrute de la velada. - y se marchó sin más. Empezaba a comprender el recelo del que habían hecho gala los aldeanos que me advirtieron.
* * *
No tardé mucho en llegar a aquel pozo natural. La verdad es que la elfa tenía razón, era un sitios solitario, ambientado por el increíble sonido nocturno de aquel bosque y del susurro del agua que salía del pozo. Me senté cerca del borde del pozo y observé su negro fondo mientras pensaba en quién iba a pensar para realizar el ritual. Cerré los ojos y me acosté. Aún negaba la más que posible realidad de que mi madre ya estuviera muerta, me resistía a creerlo, pero... ¿Y si era así? ¿Y si en verdad estaba muerta? ¿No estaba faltando a mi obligación como hijo de honrar su marcha? Una pequeña lagrima se escapó por el rabillo de mi ojo izquierdo. Me reincorporé y miré la flor, la tomé entre mis manos tal y como me había dicho Zirrael y comencé a orar para invocar al espíritu de mi madre. Pasaron unos minutos hasta que noté como un repentino viento a mi espalda elevaba la flor haciendo que está se alejará de mi. Tal y como me habían dicho esperé para ver que color tomaba la flor, esperando que mi madre me hablará de aquella forma. Pero la flor no emitió ningún color y se perdió en la noche.
"¿Acaso lo he hecho mal?" repasé mentalmente las instrucciones de Zirrael una y otra vez. "No. Es imposible que haya hecho algo mal, entonces...." me quedé parado mirando al ultimo lugar dónde había visto la flor. "Entonces..." sin darme cuenta comencé a llorar, pero de alegría. Si mi flor no había tomado ningún color solo podía significar una cosa, o al menos para mi. Mi madre no estaba muerta. Los espíritus de aquel lugar me lo habían dicho de aquella forma, tomando la ofrenda de alguien que en verdad no estaba en su plano. Sonreí aún entre lagrimas y me deje caer para acostarme otra vez y mirar las estrellas. "¡Está viva!"
Mi felicidad no duró mucho. El lobo de mi interior se removió con violencia.
"¡Vienen comehierbas para que nos los comamos! ¡Vamos!" se removió con tal fuerza que una intensa jaqueca se instaló en mi cabeza para todo aquella noche.
Pero, aunque no fuera su intención, aquello me había avisado de que alguien se acercaba, y sabía perfectamente de que se trataba. No podía arriesgarme a un combate que estropeara para siempre mis relaciones con los elfos, así que tenía que escapar de allí.
"Seguro que me han rodeado" comencé a pensar a toda velocidad en una salida efectiva y mi mirada se poso en el pozo. "Que remedió..." me acerqué al bordé y salté.
Enseguida noté como mi cuerpo se contorsionaba por el frió del agua mientras que yo intentaba ahogar lo mejor que pude mis gritos. Me quedé en total silencio tiritando y escuché a lo lejos la clara voz de Lother, maldiciendo su intuición, aunque obviamente de una forma más elegante e indirecta. Me reí en silencio y comencé a investigar el fondo de aquel pozo. No había posibilidad de salir de allí escalando, y justo cuando temí mi imprudente acción noté una fresca corriente en el pie.
"Si hay corriente, hay salida..." sonreí para mi. "Espero que no este muy lejos o...." aparté rápidamente aquel pensamiento de mi mente, no era el momento para ponerse negativo.
Me sumergí y seguí la corriente a ciegas y palpando con las manos el camino delante mía para evitar cualquier posible colisión. La corriente me ayudaba a nadar pero... la salida no aparecía. El airé de mis pulmones se agotaba, mis manos sólo encontraban un techo pétreo encima mía. Abrí los ojos desesperado por encontrar una salida, pero sólo había una profunda oscuridad. Los pensamiento negativos antes alejados se asentaron con fuerza en mi cabeza, y comencé a nadar y a manotear desesperado. Ya comenzaba a notar la presión en mis pulmones vacíos y la horrible tentación de respirar, lo que supondría mi fin en el caso de inspirar agua, cuando mi mano de repente golpeó el vació, me impulsé con los pies y salí disparado hacía la superficie para dar una gran bocanada de aire antes de toser descontroladamente. Habiéndome recuperado un poco me acerqué a la orilla y me dí un buen momento de respiro.
Cuando lo vi conveniente me reincorporé para ver que estaba en una especie de lago.
-Bueno... para que luego digan que en las tierras de los elfos no se viven aventuras... - me levanté y puse rumbo a casa, en aquel momento ya había cumplido el cupo de aventuras descerebradas.
Ircan
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Re: Samhain [Evento global][Eventos HalloWyn]
Aquella tranquila noche parecía transcurrir de prisa y en calma, a pesar de los inconvenientes y de las amenazas anunciadas por los clanes guerreros, no se había desencadenado ningún tipo de problemas y todo marchaba con total normalidad, aunque no sería lo mismo para el resto de la noche. Una suave brisa fría se convirtió en algo cada vez más fuerte, las nubes se arremolinaron en el cielo tomando un tono rojizo cual si el cielo mismo planeara desangrarse.
Ninguno de los presentes habría imaginado que en el cielo aparecería una misteriosa flor de color negro, nadie supo de dónde había salido, pero lo que sí se notaba con facilidad es que las brillantes flores que los presentes habían lanzado antes, se acercaban a ser devoradas por aquella aberración oscura, por si el suceso no fuera lo suficientemente extraño y perturbador, lentamente comenzaban a escucharse gritos de angustia en el aire, el grito de un anciano, de mujeres, hasta el triste ladrido de un perro asustado parecían ser absorbidos por la flor que mientras llegaba al suelo se convertía en una especie de silueta oscura con la flor palpitando en el centro del pecho.
Silenciosos gritos encadenados y etéreos desfilaban hacia los oídos de todos, una vez en tierra aquel espectro tomó forma humanoide y con los brazos abiertos comenzó a llamar por sus nombres a los que antes habían lanzado flores, usando para ello la misma voz de aquellos a quienes habían despedido; un primer elfo se acercó atraído por la voz de su hija muerta unos meses atrás y al primer contacto con la oscura silueta, su piel comenzó a marchitarse al tiempo que el ser de sombras se hacía más grande.
Unos tras otros avanzaban los incautos atraídos por las voces de sus seres queridos y al tocar a la criatura caían al piso con la piel seca y marchita -Ooodiooo- Susurraba la criatura en un tono apenas audible al mismo tiempo que continuaba también atrayendo hacia él y absorbiendo las flores que habían sido lanzadas en el tranquilo ritual de los elfos que, como era de esperarse, consiguieron resistirse a la atracción que generaba la criatura y lanzaron una sucesión de flechas que atravesaron a la criatura como si fuera solo humo.
Resistirse era difícil pero posible al menos para los vivos, pero aquellos que habían venido de paso corrían el riesgo de ser devorados si no se detenía a tan espeluznante criatura; a medida que se hacía más grande el cielo se tornaba más rojo y un rocío de lo que parecía ser sangre se dejaba caer desde las nubes, el fulgor oscuro en el pecho de la criatura parecía ser lo que lo mantenía en este mundo, tal vez extinguir dicho fulgor podría ser la clave para eliminar a la criatura.
Ninguno de los presentes habría imaginado que en el cielo aparecería una misteriosa flor de color negro, nadie supo de dónde había salido, pero lo que sí se notaba con facilidad es que las brillantes flores que los presentes habían lanzado antes, se acercaban a ser devoradas por aquella aberración oscura, por si el suceso no fuera lo suficientemente extraño y perturbador, lentamente comenzaban a escucharse gritos de angustia en el aire, el grito de un anciano, de mujeres, hasta el triste ladrido de un perro asustado parecían ser absorbidos por la flor que mientras llegaba al suelo se convertía en una especie de silueta oscura con la flor palpitando en el centro del pecho.
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Silenciosos gritos encadenados y etéreos desfilaban hacia los oídos de todos, una vez en tierra aquel espectro tomó forma humanoide y con los brazos abiertos comenzó a llamar por sus nombres a los que antes habían lanzado flores, usando para ello la misma voz de aquellos a quienes habían despedido; un primer elfo se acercó atraído por la voz de su hija muerta unos meses atrás y al primer contacto con la oscura silueta, su piel comenzó a marchitarse al tiempo que el ser de sombras se hacía más grande.
Unos tras otros avanzaban los incautos atraídos por las voces de sus seres queridos y al tocar a la criatura caían al piso con la piel seca y marchita -Ooodiooo- Susurraba la criatura en un tono apenas audible al mismo tiempo que continuaba también atrayendo hacia él y absorbiendo las flores que habían sido lanzadas en el tranquilo ritual de los elfos que, como era de esperarse, consiguieron resistirse a la atracción que generaba la criatura y lanzaron una sucesión de flechas que atravesaron a la criatura como si fuera solo humo.
Resistirse era difícil pero posible al menos para los vivos, pero aquellos que habían venido de paso corrían el riesgo de ser devorados si no se detenía a tan espeluznante criatura; a medida que se hacía más grande el cielo se tornaba más rojo y un rocío de lo que parecía ser sangre se dejaba caer desde las nubes, el fulgor oscuro en el pecho de la criatura parecía ser lo que lo mantenía en este mundo, tal vez extinguir dicho fulgor podría ser la clave para eliminar a la criatura.
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∞ Entiendo que no todos se encuentran en el mismo sitio, por lo que participar o no de esta minitrama será decisión de cada uno.
∞ Si deciden participar pueden idear un plan por su cuenta o en conjunto para tratar de extinguir a la criatura que: es inmune a los ataques físicos, no tiene cuerpo material, busca un huésped del que adueñarse, es débil ante la magia de luz y el fuego.
∞ Quienes se atrevan a intentarlo deberán lanzar una runa, ¿esperaban una noche tranquila?
Ansur
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Re: Samhain [Evento global][Eventos HalloWyn]
El elfo levantó la flor de color rojo hasta la altura de su cara –el significado que tiene, aunque no sea el más valorado, también es importante. Hay espíritus que no quieren dejar todavía nuestro mundo porque tienen algo que hacer aquí –comenzó a hablar, aunque Helyare no entendía a qué se refería. Ella también pensaba que esa flor no era una buena opción. ¿Dejar aquí a los espíritus?
–Pero este no es su mundo, Aran. Deben partir cuanto antes.
–Lo sé, pero hay espíritus que tienen algo que hacer aquí y aún no pueden irse.
Helyare miraba la flor con algo de extrañeza, aunque era preciosa.
–¿La alzarás? –el rubio negó –¿entonces para qué la cogiste?
–Es la que me gustaría que alzasen para mí.
–¿En serio? –Helyare le miró con una mueca de sorpresa –creí que la tuya siempre sería la flor naranja, como buen guerrero.
–¿De qué otra forma iba a morir? Pero cuando llegue el momento, no querría irme de este mundo sin acabar unas cuentas pendientes. Preferiría permanecer aquí un tiempo más hasta haber terminado. ¿Qué flor querrías tú? –La elfa pensó un poco en el significado de todas, pero en ese momento la conversación se acabó cuando Ingela llegó, a quien saludaron ambos antes de que la abarazase.
Todavía no se acostumbraba a esas muestras de cariño, pero le resultaban agradables. –No puedo dormir, quería ver la celebración de Samhain –comentó a su amiga – ¿y vosotros? ¿Ya habéis participado? –miró al elfo que la acompañaba, que permanecía a cierta distancia de ambos, porque posiblemente era el único que realmente entendía la festividad. –Creo que deberíamos alzar flores para todos los miembros de este clan que se han ido. ¿Quieres que alcemos una por Shairel? –preguntó a la dragona, sin soltarla.
Aranarth alzó la otra flor que le quedaba, aparte de la roja, diciendo otro ruego en su idioma natal. De nuevo, la flor comenzó a brillar mientras estaba suspendida en el aire.
La noche se volvió fría mientras los cuatro estaban en la linde del bosque celebrando Samhain. El color rojizo del cielo hizo que mirasen para arriba, a tiempo para ver cómo una flor enorme de color negro iba descendiendo. Aran y Helyare se miraron muy extrañados. ¡Eso no había sucedido nunca! Lo siguiente que escucharon fueron sus nombres pronunciados por varias voces.
–Almereth… –La elfa comenzó a caminar a paso lento en dirección al bosque, de donde provenía esa voz. ¿Pero no había muerto? En Villasauco, frente a ella… No había llegado a tiempo para salvarlo. Quiso gritar, pero el rubio apoyó su mano en el brazo de la elfa para detenerla.
–¡No puedes entrar en el bosque! –El también escuchaba voces que lo llamaban, pero sus flores habían sido alzadas para los antiguos guerreros y guerreras Eytherzair que habían luchado en las Guerras Illidenses, era tan imposible que estuviesen vivos que él mismo evitaba hacerles caso.
–Pero… –Helyare miró hacia los árboles y luego al guerrero, haciendo una mueca.
–Si entras, todo el plan de Ingela no tendrá sentido –sentenció el elfo. La muchacha miró a su amiga y asintió. Bastantes sacrificios habían tenido que hacer todos para intentar salvarle la vida como para echarlo todo por tierra por su ímpetu desmedido. Y estaba desarmada. ¿Podría hacer algo con una daga que brillaba cada vez que aparecía un insecto cerca? Ciertamente, no. Así que, por mucho que le fastidiara, no le quedaba otra que esperar. Entrar en el bosque no era más que un intento de suicidio, tanto para ella como para su amigo por cómplice. A pesar de su desacuerdo, esta vez tenía que hacer caso. –Quedaos aquí. Yo iré a ver qué sucede. –Dejó la flor que llevaba en las manos de su amiga y desenvainó su arma.
El sonido metálico de la espada de Aranarth al ser desenfundada no consiguió opacar los gritos que se escuchaban entre los árboles. Algo estaba pasando. El cielo estaba tan rojo que parecía derramar sangre, las nubes tenían formas muy raras, las flores estaban siendo arrastradas hacia el interior del bosque y las voces que les llamaban por su nombre se fusionaban con los gritos.
El elfo se adentró entre los árboles con su espada preparada para cualquier imprevisto, sólo sabía que eso no era normal y tenía que ir a ver qué sucedía. Mientras tanto, Helyare estaba nerviosa en las afueras del bosque, notando como los mismos integrantes del clan que la acompañaban, estaban igual. Algo sucedía y desde ahí no podían saber qué estaba sucediendo.
En cuanto el guerrero llegó al lugar de donde provenían las voces se encontró con una horrible silueta negra. Quedó paralizado al ver el desastre que estaba teniendo lugar en un sitio tan mágico como era Sandorai. Miró a todos lados, buscando algún tipo de magia oscura proveniente de algún brujo, quienes eran vistos como culpables de todo el uso oscuro que se le daba al maná. Y, sin duda, eso no era energía élfica.
Concentrando el poder que Anar les otorgaba, pasó su mano por el canto de la hoja y al instante el arma se vio rodeada por un aura brillante.
Ese ser atraía a los presentes hacia él y pudo ver mientras se acercaba cómo se llegaban a marchitar a quienes tocaban. Por un instante lamentó no haber cogido el casco, el cual estaba en una de las cabañas del clan Telanadas. Pero había sido tan rápido que no iba a perder el tiempo, su salida había sido inmediata.
Quienes no se veían atraídos por su magia, huían despavoridos al lado contrario. Aranarth, sin embargo, avanzó con decisión y su espada en ristre, dispuesto a acabar con la horrenda criatura que estaba atentando contra la sagrada festividad.
Helyare todavía dudaba si entrar o no al bosque. No quería dejarlo solo, pero seguía desarmada. ¿Qué podía hacer? Aparte de arriesgar su vida y la de su amigo. No sabía de dónde venían las voces ni lo cerca que estaría de su antiguo clan. ¿Y si iba y ayudaba le perdonarían la vida? Sabía la respuesta, la misma que había recibido en Claro. Su mirada pasó por la dragona, aunque no era capaz de pedirle que fuera como apoyo del elfo. No podía permitir que a ella también le pasara algo. Por muy fuerte que fuera Ingela, ¿y si la herían? De hecho, la había conocido flotando en un río, con heridas bastante severas.
En ese momento se veía impotente, sin saber bien qué decisión tomar, pues todas las veía con malos resultados.
Dio un par de pasos hacia delante, apoyando la mano en uno de los troncos de un árbol cercano, pensando qué hacer.
Mientras tanto, el guerrero sí había tomado una decisión: acabaría con ese ser.
–Pero este no es su mundo, Aran. Deben partir cuanto antes.
–Lo sé, pero hay espíritus que tienen algo que hacer aquí y aún no pueden irse.
Helyare miraba la flor con algo de extrañeza, aunque era preciosa.
–¿La alzarás? –el rubio negó –¿entonces para qué la cogiste?
–Es la que me gustaría que alzasen para mí.
–¿En serio? –Helyare le miró con una mueca de sorpresa –creí que la tuya siempre sería la flor naranja, como buen guerrero.
–¿De qué otra forma iba a morir? Pero cuando llegue el momento, no querría irme de este mundo sin acabar unas cuentas pendientes. Preferiría permanecer aquí un tiempo más hasta haber terminado. ¿Qué flor querrías tú? –La elfa pensó un poco en el significado de todas, pero en ese momento la conversación se acabó cuando Ingela llegó, a quien saludaron ambos antes de que la abarazase.
Todavía no se acostumbraba a esas muestras de cariño, pero le resultaban agradables. –No puedo dormir, quería ver la celebración de Samhain –comentó a su amiga – ¿y vosotros? ¿Ya habéis participado? –miró al elfo que la acompañaba, que permanecía a cierta distancia de ambos, porque posiblemente era el único que realmente entendía la festividad. –Creo que deberíamos alzar flores para todos los miembros de este clan que se han ido. ¿Quieres que alcemos una por Shairel? –preguntó a la dragona, sin soltarla.
Aranarth alzó la otra flor que le quedaba, aparte de la roja, diciendo otro ruego en su idioma natal. De nuevo, la flor comenzó a brillar mientras estaba suspendida en el aire.
La noche se volvió fría mientras los cuatro estaban en la linde del bosque celebrando Samhain. El color rojizo del cielo hizo que mirasen para arriba, a tiempo para ver cómo una flor enorme de color negro iba descendiendo. Aran y Helyare se miraron muy extrañados. ¡Eso no había sucedido nunca! Lo siguiente que escucharon fueron sus nombres pronunciados por varias voces.
–Almereth… –La elfa comenzó a caminar a paso lento en dirección al bosque, de donde provenía esa voz. ¿Pero no había muerto? En Villasauco, frente a ella… No había llegado a tiempo para salvarlo. Quiso gritar, pero el rubio apoyó su mano en el brazo de la elfa para detenerla.
–¡No puedes entrar en el bosque! –El también escuchaba voces que lo llamaban, pero sus flores habían sido alzadas para los antiguos guerreros y guerreras Eytherzair que habían luchado en las Guerras Illidenses, era tan imposible que estuviesen vivos que él mismo evitaba hacerles caso.
–Pero… –Helyare miró hacia los árboles y luego al guerrero, haciendo una mueca.
–Si entras, todo el plan de Ingela no tendrá sentido –sentenció el elfo. La muchacha miró a su amiga y asintió. Bastantes sacrificios habían tenido que hacer todos para intentar salvarle la vida como para echarlo todo por tierra por su ímpetu desmedido. Y estaba desarmada. ¿Podría hacer algo con una daga que brillaba cada vez que aparecía un insecto cerca? Ciertamente, no. Así que, por mucho que le fastidiara, no le quedaba otra que esperar. Entrar en el bosque no era más que un intento de suicidio, tanto para ella como para su amigo por cómplice. A pesar de su desacuerdo, esta vez tenía que hacer caso. –Quedaos aquí. Yo iré a ver qué sucede. –Dejó la flor que llevaba en las manos de su amiga y desenvainó su arma.
El sonido metálico de la espada de Aranarth al ser desenfundada no consiguió opacar los gritos que se escuchaban entre los árboles. Algo estaba pasando. El cielo estaba tan rojo que parecía derramar sangre, las nubes tenían formas muy raras, las flores estaban siendo arrastradas hacia el interior del bosque y las voces que les llamaban por su nombre se fusionaban con los gritos.
El elfo se adentró entre los árboles con su espada preparada para cualquier imprevisto, sólo sabía que eso no era normal y tenía que ir a ver qué sucedía. Mientras tanto, Helyare estaba nerviosa en las afueras del bosque, notando como los mismos integrantes del clan que la acompañaban, estaban igual. Algo sucedía y desde ahí no podían saber qué estaba sucediendo.
En cuanto el guerrero llegó al lugar de donde provenían las voces se encontró con una horrible silueta negra. Quedó paralizado al ver el desastre que estaba teniendo lugar en un sitio tan mágico como era Sandorai. Miró a todos lados, buscando algún tipo de magia oscura proveniente de algún brujo, quienes eran vistos como culpables de todo el uso oscuro que se le daba al maná. Y, sin duda, eso no era energía élfica.
Concentrando el poder que Anar les otorgaba, pasó su mano por el canto de la hoja y al instante el arma se vio rodeada por un aura brillante.
Ese ser atraía a los presentes hacia él y pudo ver mientras se acercaba cómo se llegaban a marchitar a quienes tocaban. Por un instante lamentó no haber cogido el casco, el cual estaba en una de las cabañas del clan Telanadas. Pero había sido tan rápido que no iba a perder el tiempo, su salida había sido inmediata.
Quienes no se veían atraídos por su magia, huían despavoridos al lado contrario. Aranarth, sin embargo, avanzó con decisión y su espada en ristre, dispuesto a acabar con la horrenda criatura que estaba atentando contra la sagrada festividad.
Helyare todavía dudaba si entrar o no al bosque. No quería dejarlo solo, pero seguía desarmada. ¿Qué podía hacer? Aparte de arriesgar su vida y la de su amigo. No sabía de dónde venían las voces ni lo cerca que estaría de su antiguo clan. ¿Y si iba y ayudaba le perdonarían la vida? Sabía la respuesta, la misma que había recibido en Claro. Su mirada pasó por la dragona, aunque no era capaz de pedirle que fuera como apoyo del elfo. No podía permitir que a ella también le pasara algo. Por muy fuerte que fuera Ingela, ¿y si la herían? De hecho, la había conocido flotando en un río, con heridas bastante severas.
En ese momento se veía impotente, sin saber bien qué decisión tomar, pues todas las veía con malos resultados.
Dio un par de pasos hacia delante, apoyando la mano en uno de los troncos de un árbol cercano, pensando qué hacer.
Mientras tanto, el guerrero sí había tomado una decisión: acabaría con ese ser.
- Mi ruego a las runas:
- Aran va a atacar al ser ese. Uso de la habilidad "Hoja Brillante" (El elfo puede transferir su magia a la espada, que comenzará a ser rodeada por un aura de luz. El impacto de la hoja contra el objetivo le producirá daños en un 50% más y quemaduras al contacto con la luz.
Activable.
Cooldown: 3 turnos.)
Por favor, runas, salid buenas...
Edito: Media... ¡¡MÁSTER, RUNA MEDIA!! Esto para mí es muy buena suerte, por favor, no me hagas nada (?)
Última edición por Helyare el Lun 27 Nov - 12:10, editado 2 veces
Helyare
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Re: Samhain [Evento global][Eventos HalloWyn]
Después de conocer su sentencia, Helyare al parecer había descubierto un nuevo sentido a la vida y ahora era más cariñosa. Recibía el afecto de Ingela incluso con necesidad. O eso pensaba la dragona, quien cada vez que sujetaba a su amiga, aumentaba la temperatura de su cuerpo. Hacía poco había descubierto que tenía esa habilidad, la de subir la temperatura de su cuerpo a voluntad. No podía bajarla, solo aumentarla, o dejar de hacerlo para que bajara a la temperatura normal de las personas. No le veía una gran utilidad a esa habilidad más que para pasar las frías noches, pero por ahora le servía para dar cálidos abrazos a su amiga.
Al llegar junto a su amiga, esta le preguntó si quería alzar una flor por Shairel -Ya lo hice, junto a Fëanor, alzamos una por ella. Brilló rosada, creo que eso es bueno- dijo, sonriendo orgullosa. Le gustaba conocer tanto la cultura de los elfos, tomando en cuenta que las personas que más quería, fuera de lazos consanguíneos, eran de esa raza. También le gustaba la visión que tenían de la vida y la naturaleza. Bueno, la que tenía Hely y la gente de su clan, no. Esa la encontraba traída de los pelos. Pero la de Fëanor, que era más abierta y la que compartían la mayoría, era muy bonita.
-¿Inge?- llamó el niño con tono preocupado. La dragona volteó a mirarlo, sabía que aún le intimidaban Helyare y Aranarth por lo que mantenía una respetuosa distancia con ellos. Pero su expresión de angustia, la hizo seguir su mirada para ver qué era lo que lo asustaba. Se encontró con que una enorme flor negra caía del cielo, lentamente. Las demás flores se arremolinaban a su alrededor, girando hasta que esta las absorbía. Con cada flor que se comía, la flor crecía. Tomó la mano del niño y lo haló hacia ella, dejándolo a su espalda.
-Ingela...- sonó una vocecita -Ven... Ingela...- era la voz de Shairel. ¿Cómo lo supo la dragona si jamás la había escuchado? No fue una pregunta que en ese momento la chica se hiciera. Simplemente sabía que era la voz de la elfa cuyo cuerpo había calcinado hasta dejarlo hecho un carbón con forma de persona. Sonaba ahogada, como en sufrimiento.
Fëanor también escuchaba voces, sonó la de Eowyn, que lo llamaba. Pero él, mucho más escéptico que Ingela, no creyó que fuese su amiga. Levantó la mirada y se encontró con una Ingela pálida, con los ojos abiertos de par en par, helada e inmóvil del susto -...pero si tu flor se puso rosada...- dijo en un hilo de voz. Fëanor, con el ceño fruncido, le tironeó la manga -¡Ingela! ¿Qué te pasa?- le decía mientras la sacudía -Es... Shairel... m-me... me es-está... ¡llama-mando!- dijo y su voz era apenas perceptible -No. Es. Shairel.- le dijo el chico con dureza.
Fëanor torció los ojos -Helyare, quédate con Inge, ¿sí?- le dijo a la Helyare. Ella había dado un par de pasos hacia adelante, dudando en seguir a Aranarth o no. El chico la detuvo, no solo para que cuidara a la petrificada Ingela, sino porque sabía que ella no podía tocar el bosque, ni siquiera poner la punta del dedo gordo en el linde de este. La miró con seriedad antes de seguir al elfo.
Aranarth había desenvainado su espada y cubierto con luz, preparándose para atacar. Descubrió que la flor que se había esfumado. En su lugar estaba había una silueta negra que seguía tragándose las flores y creciendo con ellas. En el centro de su pecho había una luz negra, esa era la que engullía las flores.
El pequeño concentró su poder mágico en sus manos, a pesar de ser un elfo sanador, había aprendido a usar esa fuerza con otros fines más... belicosos. Una pequeña bola de energía se formó entre sus manos, que crecía a medida que le enfocaba más de su poder. Cuando tuvo una bola tan grande como su cabeza, apuntó a la luz negra en el pecho de la figura y disparó.
Al llegar junto a su amiga, esta le preguntó si quería alzar una flor por Shairel -Ya lo hice, junto a Fëanor, alzamos una por ella. Brilló rosada, creo que eso es bueno- dijo, sonriendo orgullosa. Le gustaba conocer tanto la cultura de los elfos, tomando en cuenta que las personas que más quería, fuera de lazos consanguíneos, eran de esa raza. También le gustaba la visión que tenían de la vida y la naturaleza. Bueno, la que tenía Hely y la gente de su clan, no. Esa la encontraba traída de los pelos. Pero la de Fëanor, que era más abierta y la que compartían la mayoría, era muy bonita.
-¿Inge?- llamó el niño con tono preocupado. La dragona volteó a mirarlo, sabía que aún le intimidaban Helyare y Aranarth por lo que mantenía una respetuosa distancia con ellos. Pero su expresión de angustia, la hizo seguir su mirada para ver qué era lo que lo asustaba. Se encontró con que una enorme flor negra caía del cielo, lentamente. Las demás flores se arremolinaban a su alrededor, girando hasta que esta las absorbía. Con cada flor que se comía, la flor crecía. Tomó la mano del niño y lo haló hacia ella, dejándolo a su espalda.
-Ingela...- sonó una vocecita -Ven... Ingela...- era la voz de Shairel. ¿Cómo lo supo la dragona si jamás la había escuchado? No fue una pregunta que en ese momento la chica se hiciera. Simplemente sabía que era la voz de la elfa cuyo cuerpo había calcinado hasta dejarlo hecho un carbón con forma de persona. Sonaba ahogada, como en sufrimiento.
Fëanor también escuchaba voces, sonó la de Eowyn, que lo llamaba. Pero él, mucho más escéptico que Ingela, no creyó que fuese su amiga. Levantó la mirada y se encontró con una Ingela pálida, con los ojos abiertos de par en par, helada e inmóvil del susto -...pero si tu flor se puso rosada...- dijo en un hilo de voz. Fëanor, con el ceño fruncido, le tironeó la manga -¡Ingela! ¿Qué te pasa?- le decía mientras la sacudía -Es... Shairel... m-me... me es-está... ¡llama-mando!- dijo y su voz era apenas perceptible -No. Es. Shairel.- le dijo el chico con dureza.
Fëanor torció los ojos -Helyare, quédate con Inge, ¿sí?- le dijo a la Helyare. Ella había dado un par de pasos hacia adelante, dudando en seguir a Aranarth o no. El chico la detuvo, no solo para que cuidara a la petrificada Ingela, sino porque sabía que ella no podía tocar el bosque, ni siquiera poner la punta del dedo gordo en el linde de este. La miró con seriedad antes de seguir al elfo.
Aranarth había desenvainado su espada y cubierto con luz, preparándose para atacar. Descubrió que la flor que se había esfumado. En su lugar estaba había una silueta negra que seguía tragándose las flores y creciendo con ellas. En el centro de su pecho había una luz negra, esa era la que engullía las flores.
El pequeño concentró su poder mágico en sus manos, a pesar de ser un elfo sanador, había aprendido a usar esa fuerza con otros fines más... belicosos. Una pequeña bola de energía se formó entre sus manos, que crecía a medida que le enfocaba más de su poder. Cuando tuvo una bola tan grande como su cabeza, apuntó a la luz negra en el pecho de la figura y disparó.
- Habilidad de Fëanor:
- Nivel 2: Lente Convergente
Crea un halo de energía que converge en un rayo no letal, capaz de empujar al oponente, puede realizar daños significativos desarrollado a niveles más altos.
Última edición por Ingela el Lun 27 Nov - 16:20, editado 1 vez (Razón : Puajjj!!! ¿Runa mala? Voy a dejar de juntarme contigo, Helyare, ¡¡¡me contagias tu mala suerte!!!)
Ingela
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Re: Samhain [Evento global][Eventos HalloWyn]
Y no, es que mis viajes no podían ser simplemente tranquilos y por placer. Si me había parecido poco tener problemas con una escuadra de elfos ahora me tocaba meterme en asuntos paranormales, ¡mis favoritos!
Cuando estaba apunto de abandonar el bosque, una oleada de gritos y tétricas luces rojas en el firmamento me pedía a gritos que volviera para atrás como si me dijera "¡Pero Ircan! ¿Cómo te vas a ir ahora? ¡Se está montando parda! ¿Acaso te lo vas a perder?" Y yo, como buen curioso me giré sobre mis pasos y volví para atrás, hacía aquel bosque coronado con un cielo rojo del que baja una especie de flor oscura.
Nada más entrar en el bosque me asaltó una voz conocida.
-Ircan... Ven cariño... He estado mucho tiempo buscándote hijo...
-¿Madre? - fruncí el ceño y mire la infinidad del bosque. - ¿Eres tú?- pregunté en una mezcla de alegría y desconfianza.
- Sí, hijo. Ven, te estoy esperando. Ven...
Indudablemente era su voz, pero... No había peros, era su voz. Debía ir con ella.
Corrí desesperado por el bosque mientras la voz de mi madre no paraba de llamarme. Llegué a una especie de claro en el que había una extraña criatura oscura. Una criatura que me hablaba con la voz de mi madre. Todas mis alertas saltaron, pero fueron calladas con otro "Ven" de ella.
-Ya voy mama. - le respondí a la figura oscura lejana a mi antes de volver a iniciar la carrera.
"¿¡Pero que haces imbécil!?" el lobo de mi interior se revolvió con tal fuerza que me hizo tropezar, dando unas cuantas vueltas por el suelo hasta chocar contra el tronco de un árbol. "¡Como se te ocurre morirte antes de que tome el control te mato! ¡No me arrastres contigo a la muerte, maldito bípedo!"
-¿¡Pero que haces!? ¡Es mamá! ¡Debo ir con ella! - me grité a mi mismo mientras me daba golpes en la cabeza para intentar atacar sin éxito a la presencia del lobo.
-Ven conmigo hijo, por favor...
- ¿¡Ves!? - estaba irritado. ¿Cómo era posible que el lobo de mi interior me quisiera impedir ir con mi madre?
"¡Pero serás idiota! ¿¡Desde cuando tu madre es un ente oscuro y nebuloso!? ¿¡No ves que es una trampa!? Además, ese ser huele a magia, no me gustaría pensar que pasaría si nos acercáramos. ¡Vayámonos!" mi cuerpo reaccionó haciendo el ademán de irse mientras la voz de mi madre me pedía que no lo hiciera.
Yo miré bien a aquella criatura que hablaba con la voz de mi madre. Por desgracia el lobo tenía razón, aquella cosa no era mi madre, y todo aquello no pintaba nada bien. Y tampoco es que pudiera hacer nada contra un ser así, no que yo supiera. Puede que la mejor decisión fuera dejarle todo aquello a los elfos.
- ¡Eh tu! - otra voz conocida me llamó.
"No hagas ni caso. Es esa cosa otra vez."
- ¡Párate! - la productora de aquella voz me cogió del hombro y me obligo a girarme. ¿Cómo había sido tan rápida aquella criatura? Mientras me giraba eché mano a mi daga, pero al girarme me quede petrificado al ver a una joven elfa, o al menos parecía joven ya que con los elfos nunca se sabe. - ¿Pero que haces? ¡Vamos! ¡Tienes que ayudarme!
Sin que pudiera negarme me cogió de la mano y me arrastró de nuevo hacia aquella criatura. Se detuvo a una distancia prudencial y me obligó a agacharme.
-¡Tenemos que hacer algo! ¡La gente está en peligro! ¡Esa cosa los está matando!
"Comámonos a la comehierbas y vayámonos, esto no es asunto nuestro" el lobo volvió a arremeter con fuerza produciéndome un leve dolor de cabeza.
-Ven Ircan... Ven...
- ¿¡Me estas escuchando!? - preguntó la elfa mientras me fulminaba con la mirada.
- ¡Agggg! ¡Un momento! - me llevé las manos a la cabeza. Demasiadas voces sonando a la vez. "¡Tú cállate! ¿Porqué como no lo hagas puede que palmemos los dos?" le reprendí al lobo. - Tú. - señalé a la elfa. - Dame un momento. ¡Y tú! - señalé a la extraña figura oscura. - ¡Deja de hablar con la voz de mi madre! - definitivamente estaba enfadado, si no paraba de escuchar a aquella cosa perdería el control.
Saqué mi zurrón y saqué un pañuelo de tela. Hice unas tiras usando mi cuchillo y me lo metí en los oídos para evitar escuchar esa voz, que pasó a ser un leve y lejano susurro.
-Mucho mejor. ¿Y cual es el plan contra esa... esa cosa? - señalé al bicho que justo en ese instante recibía una descarga de flechas que simplemente atravesó su cuerpo de humo oscuro. - Vale, eso va a ser problemático...
-¡No lo sé! ¡Pero debemos de hacer algo!- la elfa miraba a la criatura tamborileando un tronco cercano y mordiéndose el labio. -¡Mira! - señalo a una figura que caminaba hacia la criatura con una espada que emitía luz propia.
"Decidido. Quiero una espada así"
Aquella figura se puso a pelear contra el bicho negro, y a diferencia de las flechas, sus ataques por lo menos hacían gemir de dolor a la criatura.
-Bueno. Pues parece que el problema se ha solucionado solo. - sonreí para mi y miré a la elfa. - Si es que tenéis gente increíble. Un placer conocerte. - Volví a mirar a la criatura antes de irme. Esta se alejó del guerrero y fue hacía una persona cercana que parecía hipnotizada. No se movió y fue engullido por la criatura, que al momento se hizo más grande, dejando tras de si un marchito cadáver. Algo que pondría al guerrero en serios problemas. - Vale, corrección. Debemos hacer algo. - todo aquello se había puesto demasiado serio. - Hay que quitarle el alimento a esa asquerosidad. Hay que coger a todos esos hipnotizados, atarlos y sacarlos de aquí.
-¡Tardaríamos demasiado! - se quejó volviéndose a morder el labio frunciendo la mirada en dirección a la criatura. - Hay que dejarlos inconscientes y alejar a aquellos que estén más cerca de ese bicho.
-¿¡Pe...pero como vamos a dejarlos inconscientes!?
-Les das un golpe con el pomo de cuchillo aquí. - me golpeó en una zona de la nuca que me produjo un molesto cosquilleo. -¡Y listo! ¡Vamos! - y salió corriendo haciendo gala de su agilidad elífica.
Me quedé mirándola algo confuso, ¿Por qué me metía en líos como aquel? ¿No había tenido suficiente ya con Discordia? Sonreí para mi. Salí corriendo en la dirección paralela a la elfa, yo salvaría a la gente de aquel lado.
Cuando estaba apunto de abandonar el bosque, una oleada de gritos y tétricas luces rojas en el firmamento me pedía a gritos que volviera para atrás como si me dijera "¡Pero Ircan! ¿Cómo te vas a ir ahora? ¡Se está montando parda! ¿Acaso te lo vas a perder?" Y yo, como buen curioso me giré sobre mis pasos y volví para atrás, hacía aquel bosque coronado con un cielo rojo del que baja una especie de flor oscura.
Nada más entrar en el bosque me asaltó una voz conocida.
-Ircan... Ven cariño... He estado mucho tiempo buscándote hijo...
-¿Madre? - fruncí el ceño y mire la infinidad del bosque. - ¿Eres tú?- pregunté en una mezcla de alegría y desconfianza.
- Sí, hijo. Ven, te estoy esperando. Ven...
Indudablemente era su voz, pero... No había peros, era su voz. Debía ir con ella.
Corrí desesperado por el bosque mientras la voz de mi madre no paraba de llamarme. Llegué a una especie de claro en el que había una extraña criatura oscura. Una criatura que me hablaba con la voz de mi madre. Todas mis alertas saltaron, pero fueron calladas con otro "Ven" de ella.
-Ya voy mama. - le respondí a la figura oscura lejana a mi antes de volver a iniciar la carrera.
"¿¡Pero que haces imbécil!?" el lobo de mi interior se revolvió con tal fuerza que me hizo tropezar, dando unas cuantas vueltas por el suelo hasta chocar contra el tronco de un árbol. "¡Como se te ocurre morirte antes de que tome el control te mato! ¡No me arrastres contigo a la muerte, maldito bípedo!"
-¿¡Pero que haces!? ¡Es mamá! ¡Debo ir con ella! - me grité a mi mismo mientras me daba golpes en la cabeza para intentar atacar sin éxito a la presencia del lobo.
-Ven conmigo hijo, por favor...
- ¿¡Ves!? - estaba irritado. ¿Cómo era posible que el lobo de mi interior me quisiera impedir ir con mi madre?
"¡Pero serás idiota! ¿¡Desde cuando tu madre es un ente oscuro y nebuloso!? ¿¡No ves que es una trampa!? Además, ese ser huele a magia, no me gustaría pensar que pasaría si nos acercáramos. ¡Vayámonos!" mi cuerpo reaccionó haciendo el ademán de irse mientras la voz de mi madre me pedía que no lo hiciera.
Yo miré bien a aquella criatura que hablaba con la voz de mi madre. Por desgracia el lobo tenía razón, aquella cosa no era mi madre, y todo aquello no pintaba nada bien. Y tampoco es que pudiera hacer nada contra un ser así, no que yo supiera. Puede que la mejor decisión fuera dejarle todo aquello a los elfos.
- ¡Eh tu! - otra voz conocida me llamó.
"No hagas ni caso. Es esa cosa otra vez."
- ¡Párate! - la productora de aquella voz me cogió del hombro y me obligo a girarme. ¿Cómo había sido tan rápida aquella criatura? Mientras me giraba eché mano a mi daga, pero al girarme me quede petrificado al ver a una joven elfa, o al menos parecía joven ya que con los elfos nunca se sabe. - ¿Pero que haces? ¡Vamos! ¡Tienes que ayudarme!
Sin que pudiera negarme me cogió de la mano y me arrastró de nuevo hacia aquella criatura. Se detuvo a una distancia prudencial y me obligó a agacharme.
-¡Tenemos que hacer algo! ¡La gente está en peligro! ¡Esa cosa los está matando!
"Comámonos a la comehierbas y vayámonos, esto no es asunto nuestro" el lobo volvió a arremeter con fuerza produciéndome un leve dolor de cabeza.
-Ven Ircan... Ven...
- ¿¡Me estas escuchando!? - preguntó la elfa mientras me fulminaba con la mirada.
- ¡Agggg! ¡Un momento! - me llevé las manos a la cabeza. Demasiadas voces sonando a la vez. "¡Tú cállate! ¿Porqué como no lo hagas puede que palmemos los dos?" le reprendí al lobo. - Tú. - señalé a la elfa. - Dame un momento. ¡Y tú! - señalé a la extraña figura oscura. - ¡Deja de hablar con la voz de mi madre! - definitivamente estaba enfadado, si no paraba de escuchar a aquella cosa perdería el control.
Saqué mi zurrón y saqué un pañuelo de tela. Hice unas tiras usando mi cuchillo y me lo metí en los oídos para evitar escuchar esa voz, que pasó a ser un leve y lejano susurro.
-Mucho mejor. ¿Y cual es el plan contra esa... esa cosa? - señalé al bicho que justo en ese instante recibía una descarga de flechas que simplemente atravesó su cuerpo de humo oscuro. - Vale, eso va a ser problemático...
-¡No lo sé! ¡Pero debemos de hacer algo!- la elfa miraba a la criatura tamborileando un tronco cercano y mordiéndose el labio. -¡Mira! - señalo a una figura que caminaba hacia la criatura con una espada que emitía luz propia.
"Decidido. Quiero una espada así"
Aquella figura se puso a pelear contra el bicho negro, y a diferencia de las flechas, sus ataques por lo menos hacían gemir de dolor a la criatura.
-Bueno. Pues parece que el problema se ha solucionado solo. - sonreí para mi y miré a la elfa. - Si es que tenéis gente increíble. Un placer conocerte. - Volví a mirar a la criatura antes de irme. Esta se alejó del guerrero y fue hacía una persona cercana que parecía hipnotizada. No se movió y fue engullido por la criatura, que al momento se hizo más grande, dejando tras de si un marchito cadáver. Algo que pondría al guerrero en serios problemas. - Vale, corrección. Debemos hacer algo. - todo aquello se había puesto demasiado serio. - Hay que quitarle el alimento a esa asquerosidad. Hay que coger a todos esos hipnotizados, atarlos y sacarlos de aquí.
-¡Tardaríamos demasiado! - se quejó volviéndose a morder el labio frunciendo la mirada en dirección a la criatura. - Hay que dejarlos inconscientes y alejar a aquellos que estén más cerca de ese bicho.
-¿¡Pe...pero como vamos a dejarlos inconscientes!?
-Les das un golpe con el pomo de cuchillo aquí. - me golpeó en una zona de la nuca que me produjo un molesto cosquilleo. -¡Y listo! ¡Vamos! - y salió corriendo haciendo gala de su agilidad elífica.
Me quedé mirándola algo confuso, ¿Por qué me metía en líos como aquel? ¿No había tenido suficiente ya con Discordia? Sonreí para mi. Salí corriendo en la dirección paralela a la elfa, yo salvaría a la gente de aquel lado.
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Re: Samhain [Evento global][Eventos HalloWyn]
Apilados y marchitos, con la mirada vacía y los labios morados caían al piso las víctimas que se acercaban a la criatura, como era de esperarse las respuestas bélicas no tardaron en llegar y resistiéndose a la influencia de la criatura y atacando como mejor podían y a ellos se sumaron otros de los presentes a quienes la suerte tal vez no acompañaría del todo. El primero de los valientes fue un joven elfo cuya reluciente espada se impregnó de un hermoso brillo antes de ser usada contra la criatura que tras ser cortada en dos por el filo pareció disolverse en dos nubes de humo y un espantoso gruñido.
No era tiempo para celebrar aún, pues antes que pudieran siquiera dejar salir los vítores de júbilo, la criatura comenzó a unirse de nuevo aunque no todo lo que estaba en ella volvió a juntarse y algunas estelas brillantes volvieron a los cuerpos de los caídos haciéndolos despertar y recuperar su vitalidad; la criatura había enfocado ahora al elfo agresor como su nuevo objetivo, cosa que la hizo ignorar el potente rayo de luz que ahora le había lanzado un valiente jovencito y que de nuevo hizo que se liberaran de ella otras estelas de luz que buscaron con desespero los cuerpos de los caídos, los cuales despertaban aterrados y se arrastraban para alejarse del feo espectro.
Sus intentos aunque ligeramente efectivos no llegarían a ser la solución del problema, sin embargo habían ayudado a restaurar a algunos de los afectados que lentamente comenzaban a alejarse de la criatura que ante los ataques de luz comenzaba a perder fuerza, pero no sería hasta que una gran explosión de dejó escuchar no muy lejos de ahí [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] Cuando la criatura finalmente comenzó a perder tamaño y su cuerpo comenzó a disgregarse; buscó a los lados con tal desesperación que parecía asfixiarse pero las posibles víctimas de las que se antojaba, eran dejadas inconscientes por una pareja atípica de un extraño sujeto y una elfa, cosa que puso el punto y aparte para la historia de aquella espantosa criatura de sombras.
Un tétrico grito marcó el final de la criatura que se disgregó en el aire dejando salir una lluvia de pequeñas esferas de luz de múltiples colores, presentes a los difuntos que ahora se esparcían retomando sus caminos y dejando salir un casi imperceptible -Gracias por liberarnos- que parecía sonar dentro de la mente de los presentes con el sonido de la voz de sus seres amados; ahora finalmente encontrarían su camino al más allá.
Restaba poco para el final de la ceremonia y pese a los inconvenientes sería posible terminarlos; el cielo comenzó a desteñirse del lúgubre tono rojizo que antes lo había manchado y ahora tomaba un azul radiante del que descendían infinitas gotas de lluvia que a la luz de la luna parecían pequeños y hermosos cristales que al caer acariciaban el bosque entero; extinguieron el fuego que se había alzado y las personas que antes parecían haberse marchitado consiguieron volver a la normalidad, la noche de terror había terminado.
No era tiempo para celebrar aún, pues antes que pudieran siquiera dejar salir los vítores de júbilo, la criatura comenzó a unirse de nuevo aunque no todo lo que estaba en ella volvió a juntarse y algunas estelas brillantes volvieron a los cuerpos de los caídos haciéndolos despertar y recuperar su vitalidad; la criatura había enfocado ahora al elfo agresor como su nuevo objetivo, cosa que la hizo ignorar el potente rayo de luz que ahora le había lanzado un valiente jovencito y que de nuevo hizo que se liberaran de ella otras estelas de luz que buscaron con desespero los cuerpos de los caídos, los cuales despertaban aterrados y se arrastraban para alejarse del feo espectro.
Sus intentos aunque ligeramente efectivos no llegarían a ser la solución del problema, sin embargo habían ayudado a restaurar a algunos de los afectados que lentamente comenzaban a alejarse de la criatura que ante los ataques de luz comenzaba a perder fuerza, pero no sería hasta que una gran explosión de dejó escuchar no muy lejos de ahí [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] Cuando la criatura finalmente comenzó a perder tamaño y su cuerpo comenzó a disgregarse; buscó a los lados con tal desesperación que parecía asfixiarse pero las posibles víctimas de las que se antojaba, eran dejadas inconscientes por una pareja atípica de un extraño sujeto y una elfa, cosa que puso el punto y aparte para la historia de aquella espantosa criatura de sombras.
Un tétrico grito marcó el final de la criatura que se disgregó en el aire dejando salir una lluvia de pequeñas esferas de luz de múltiples colores, presentes a los difuntos que ahora se esparcían retomando sus caminos y dejando salir un casi imperceptible -Gracias por liberarnos- que parecía sonar dentro de la mente de los presentes con el sonido de la voz de sus seres amados; ahora finalmente encontrarían su camino al más allá.
Restaba poco para el final de la ceremonia y pese a los inconvenientes sería posible terminarlos; el cielo comenzó a desteñirse del lúgubre tono rojizo que antes lo había manchado y ahora tomaba un azul radiante del que descendían infinitas gotas de lluvia que a la luz de la luna parecían pequeños y hermosos cristales que al caer acariciaban el bosque entero; extinguieron el fuego que se había alzado y las personas que antes parecían haberse marchitado consiguieron volver a la normalidad, la noche de terror había terminado.
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∞ Esta vez os elfos han podido tener al fin un final feliz luego de tantas desgracias, solo por eso su pésima suerte en las runas será perdonada, además han construido hermosas historias adaptadas al tema del evento, por lo que no tengo más que agradecer su participación con
∞ Por haber participado reciben todos 5 puntos de experiencia y 100 aeros además de un pequeño frasco con Tinta de guerrero.
- Tinta de guerrero:
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Además de ser un interesante decorador facial, pintar tu rostro con esta tinta incrementa tu destreza en un 20% durante 3 turnos,
otorgando una mayor agilidad y rapidez tiene 2 usos.
∞ Los valientes de la jornada que decidieron hacer frente a la amenaza: Helyare, Ingela e Ircan, reciben además un "Regalo de Isil"
- Regalo elemental de Isil:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Un collar con 5 pequeños frascos que al impregnar con ellos un arma, le otorgan durante 3 turnos, daño adicional según el color:
Dorado: Luz (Quemadura, más efectivo contra seres oscuros)
Blanco: Relámpago (Quemadura)
Verde: Veneno (Sedante No-letal)
Amarillo: Fuego (Quemadura)
Azul: Hielo (Entumecimiento)
Un uso por cada color.
Ansur
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