Ostara, la Pascua de Aerandir [Evento Global]
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Ostara, la Pascua de Aerandir [Evento Global]
Ostara, la Pascua de Aerandir
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Antes de que los pregoneros anunciasen la venida del Ostara, los aldeanos de las granjas fronterizas de la provincia de Verisar ya habían empezado con los preparativos. Fue imposible no darse cuenta. El azul vidrioso del hielo se estaba derritiendo y los huertos recobraron sus colores naturales: marrón para la tierra, verde para la hierba y amarillo y blanco para las primeras flores de primavera. Los ancianos aseguraban, como todos los años, que este año tendrían la mejor cosecha de sus vidas. ¡Bendita Freya! ¡Qué Odín la tenga en su gloria! Los cánticos eran tan importantes como necesarios; incluso había quien se atrevía a besar el fango en honor a los Dioses.
Los granjeros abrieron sus puertas a los extranjeros. En Verisar estaban de celebración y querían compartir su alegría con toda Aerandir. Este año tendremos una gran cosecha. ¡Gracias Freya por bendecir nuestras tierras con tu fertilidad. Era un día derrochador en el que los vasos repletos de vino especiado y las grandes comilonas estaban a la orden del día. Las mujeres se encargaban de acomodar a los extranjeros en las habitaciones que rentaron y de colorear sacos de harina de diferentes colores, especialmente de amarillo, rojo, rosa y azul, los colores del Ostara. Los hombres tuvieron un trabajo menos honroso: sacrificar conejos y recoger su sangre en cuencos de barro.
Llegada la tarde, la hora punta, todo estaba preparado para el desfile. Los ancianos estaban sentados en las puertas de sus hogares y discutían sobre las aventuras del pasado mientras esperaban. Las mujeres se vistieron con prendas coloreadas con adornos florales. Cada una de ellas, tenía un saquito de harina de colores, el cual, a medida que avanzaba el desfile, echaban a los huertos. Se creía que así, Freya vería los colores desde el Valhalla y se acercaría a regalarles su fertilidad. Por fortuna para los ancianos, las mujeres más jóvenes gustaban de bailar y levantar sus faldas. Enseñar las piernas también era requisito necesario para llamar la atención de Freya (y de los hombres apuestos). Los Dioses no acudían a los humanos sin antes realizar un sacrificio de sangre. Éste era los conejos que los hombres hubieron matado durante la mañana. Salpicaban de sangre los campos y tiraban las tripas al cielo. ¡Qué Freya se diera cuenta de la llamada!
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Los niños más pequeños de las casas, y Boomer, nuestro querido gigantón, se quedaban a cobijo bajo los tenderetes. Su trabajo era más sencillo y menos sangriento que el de los adultos: pintaban huevos de colores. Emily Shawn estaba con Boomer. Él no le reconocía, su amiga era Shappy, no Emily, sin embargo la chica no se podía apartar de su lado. Le tomaba de la muñeca y guiaba el pincel que el gigante sostenía para que no se saliese de las líneas del dibujo.
Marvilin Meyi era uno de los hombres del desfile. La chica (o el monstruo) que adoptó estaba a su lado, se encargaba de sostener un cubo de sangre de conejo. El cazador tenía empuñaba una cuchara de madera, la mojaba en el cubo de sangre, salpicaba los campos y golpeaba la cabeza de la chica.
-Toc, toc- decía Meyi al golpear la cabecita de la chica. Ella no contestaba. El cazador continuaba su mal chiste. –¿Quién es?- con voz de chica - Quefre. ¿Quién es Quefre? Qué-Fre-ya fertilice tu tonta cabeza-.
Hont, el pequeño héroe de Aerandir, estaba en el grupo de personas que no se divertían en el Ostara. Los desfiles, los bailes y la comida estaban bien para las personas que tenían algo que celebrar; para él no. Hont estaba arrodillado frente a dos velas, una de color verde y otra de color blanco. Con ellas pidió a la Diosa Freya que le ayudase a superar sus miedos.
-Esta es por mi papá,- encendió la vela verde acercando una ramita de incienso que se consumía en las brasas- yo no supe quién era ni a qué era un malo hasta el día que me enfrenté a él e Ingela le ganó. Tengo miedo a convertirme en alguien como él. – encendió la otra vela con la misma ramita de incienso.- Y está es por Hanna, mi hermana. La mataron sin que pudiera hacer nada por impedirlo. Era una buena persona, yo la quería mucho. Tengo miedo que ella se levante de los muertos y me acuse de no haberla protegido-.
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La mayoría de vosotros ya sabéis cómo funcionan estos Eventos Globales, pero dejad que haga un pequeño resumen para los nuevos usuarios: Estos temas sirven para juntar todos los usuarios en una misma festividad propia de la cultura aerandiana (vikinga y celta). El Ostara podría traducirse, más o menos, como la Pascua que conocemos hoy en día. Se celebra el fin del invierno y la venida de la primavera: hay un desfile, decoraciones varias, se prenden velas para espantar a los miedos del inviernos, se reza para que la Diosa Freya fertilice los campos y los animales… A mí, en lo personal, me divierte escribir, al final de la descripción de la fiesta, un par de párrafos sobre qué hacen algunos de los personajes de mi trama. Lo considero un pequeño “ejemplo” de lo que se puede hacer.
Información:
* Libre partición. Todos los usuarios con la ficha de personaje aprobada pueden participar.
* El Ostara finalizará el 31 de marzo de 2018.
* Como objetivo principal deberéis disfrutar de la temática del Ostara. Tenéis muchísimas actividades: participar en el desfile u observarlo a lo lejos, participar en los sacrificios de conejos, pintar huevos de pascua, encender velas para espantar vuestros temores…
* Aunque el objetivo se puede completar con un único post, si creéis que el ambiente de festividad y la ocasión puede veniros bien para generar una pequeña trama entre vosotros, está permitido postear más de una vez.
* Tenéis total libertad con los turnos. No tendréis que esperar a que otro usuario para postear. Aun así, os pido, que postéis con lógica.
* Si has conocido a cualquiera de mis personajes y crees que puede estar divertido interactuar con ellos, puedes hacerlo. Lo único que te pido es que lo hagas con lógica. Es decir, si ves que un usuario se ha adelantado y ha cogido a Hont y se lo ha llevado a bailar, no se lo arrebates y digas que Hont está haciendo otra cosa totalmente diferente. De hacerlo, lo consideraré metarol y será penalizado.
*Para saber más acerca de la temática del Evento, se recomienda leer: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Recompensas:
* +5 ptos de experiencia
* 50 aeros
* 50 aeros adicionales a la mujer con el mejor vestido.
* 50 aeros adicionales al huevo con la mejor decoración.
* Pequeño objeto recordatorio del evento, el cual puede variar según la actividad que realices.
* Aquellos que creen una pequeña trama dentro del tema serán recompensados con un obsequio adicional.
* Dependiendo de vuestras acciones, también podréis sufrir una maldición. Hay usuarios que toman las maldiciones como recompensas.
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Re: Ostara, la Pascua de Aerandir [Evento Global]
Al caer la noche como un oscuro manto sobre las afueras de Lunargenta, Aliden decidió abandonar la ciudad y dirigirse al festival, en las boscosas afueras, donde numerosas velas eran encendidas al compás de un pomposo desfile donde todas las mujeres, por alguna razón que escapó a su entendimiento, le enseñaban a los hombres sus partes más privadas, mientras tiraban saquitos de harina a los cultivos. Oteó el desfile con curiosidad, ya que en su pueblo natal no se hacían ni la mitad de fiestas y bailes que allí donde se encontraba.
Ah, el nunca había sido muy fiestero, y siempre que su familia había salido a festejar el Ostara, el había permanecido en casa, buscando tesoros y baratijas varias. Sin embargo, el ritmo del desfile, las danzas, los cuentos de los ancianos, las velas encendiéndose por doquier y todo lo que se desarrollaba a su alrededor le conmovió en cierta manera. Sin darse cuenta, una sonrisa curvó levemente la comisura de sus labios al ver a los niños alborotando bajo los tenderetes, y se acercó a una mujer que ofrecía huevos y velas. Los huevos, adornados bellamente con diversos colores, agitaron una fracción del marchito corazón de Aliden, el cual no pudo evitar recordar a su hermana llevándole varios huevos al terminar las festividades.
-Gracias.-dijo, cuando le entregó dos huevos en lugar de uno, junto con la vela.-Espero que la cosecha os sea próspera este año.
Sin esperar respuesta de parte de la mujer, fue al lugar donde todo el resto de individuos plantaban sus velas, y plantó la suya en el suelo, encendiéndola con una mecha ya prendida que le acercaron. Dejó uno de los huevos al lado, y se concentró en la vela, dedicando sus pensamientos a su fallecida hermana. Una de los campesinas se le acercó, le cogió del hombro e intentó acercarlo hacia aquellos que estaban bailando mientras sonreía con unos dientes brillantes como perlas. Oh. Aquello era cuanto menos una sorpresa. La jovencita, bastante atractiva a su gusto, con un hombre como él, con el pelo ya canoso, piel blanquecina... ¿Y quería que bailara con ella? Se dejó llevar hacia el desfile principal, donde la mayoría bebían hasta explotar, y donde otros bailaban sin parar. La joven se arrimó a el, le cogió del brazo y empezó a bailar, haciendo que Aliden le siguiese el paso con algo de reservas. Hacía casi medio siglo que no bailaba así, y más de medio que no lo hacía con una mujer.
Aliden miró hacia el cielo, donde las estrellas brillaban con un fulgor inusualmente intenso, mientras olía el festín que se avecinaba y por primera vez desde que contrajo su maldición pensó, en mitad de una sonrisa "Esta noche será divertida".
Más su momentáneo júbilo fue interrumpido cuando vio que no era el único maldito en el festival, y arrugó el ceño mientras sus labios, sin emanar ningún sonido, formaron la palabra "vampiros". La jovencita, al ver su anonadamiento, le habló, con una suave y melodiosa voz.
-¿Os pasa algo? Pensé que disfrutaríais el baile, señor. Espero no haberos forzado a bailar sin ganas.
Aliden, saliendo de sus pensamientos, miró a la joven, que le miraba con unos levemente apenados ojos claros.
-Oh... No, claro que no, sigamos bailando.-Le tendió de nuevo la mano, invitándola a bailar, y olvidándose de los vampiros momentáneamente, durante todo el tiempo que duró aquel improvisado baile.
Ah, el nunca había sido muy fiestero, y siempre que su familia había salido a festejar el Ostara, el había permanecido en casa, buscando tesoros y baratijas varias. Sin embargo, el ritmo del desfile, las danzas, los cuentos de los ancianos, las velas encendiéndose por doquier y todo lo que se desarrollaba a su alrededor le conmovió en cierta manera. Sin darse cuenta, una sonrisa curvó levemente la comisura de sus labios al ver a los niños alborotando bajo los tenderetes, y se acercó a una mujer que ofrecía huevos y velas. Los huevos, adornados bellamente con diversos colores, agitaron una fracción del marchito corazón de Aliden, el cual no pudo evitar recordar a su hermana llevándole varios huevos al terminar las festividades.
-Gracias.-dijo, cuando le entregó dos huevos en lugar de uno, junto con la vela.-Espero que la cosecha os sea próspera este año.
Sin esperar respuesta de parte de la mujer, fue al lugar donde todo el resto de individuos plantaban sus velas, y plantó la suya en el suelo, encendiéndola con una mecha ya prendida que le acercaron. Dejó uno de los huevos al lado, y se concentró en la vela, dedicando sus pensamientos a su fallecida hermana. Una de los campesinas se le acercó, le cogió del hombro e intentó acercarlo hacia aquellos que estaban bailando mientras sonreía con unos dientes brillantes como perlas. Oh. Aquello era cuanto menos una sorpresa. La jovencita, bastante atractiva a su gusto, con un hombre como él, con el pelo ya canoso, piel blanquecina... ¿Y quería que bailara con ella? Se dejó llevar hacia el desfile principal, donde la mayoría bebían hasta explotar, y donde otros bailaban sin parar. La joven se arrimó a el, le cogió del brazo y empezó a bailar, haciendo que Aliden le siguiese el paso con algo de reservas. Hacía casi medio siglo que no bailaba así, y más de medio que no lo hacía con una mujer.
Aliden miró hacia el cielo, donde las estrellas brillaban con un fulgor inusualmente intenso, mientras olía el festín que se avecinaba y por primera vez desde que contrajo su maldición pensó, en mitad de una sonrisa "Esta noche será divertida".
Más su momentáneo júbilo fue interrumpido cuando vio que no era el único maldito en el festival, y arrugó el ceño mientras sus labios, sin emanar ningún sonido, formaron la palabra "vampiros". La jovencita, al ver su anonadamiento, le habló, con una suave y melodiosa voz.
-¿Os pasa algo? Pensé que disfrutaríais el baile, señor. Espero no haberos forzado a bailar sin ganas.
Aliden, saliendo de sus pensamientos, miró a la joven, que le miraba con unos levemente apenados ojos claros.
-Oh... No, claro que no, sigamos bailando.-Le tendió de nuevo la mano, invitándola a bailar, y olvidándose de los vampiros momentáneamente, durante todo el tiempo que duró aquel improvisado baile.
Aliden Tenebrae
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Re: Ostara, la Pascua de Aerandir [Evento Global]
Donde exista comida gratis allí estará Chimar, es una realidad matemática. Lo cierto es que lleva tiempo sin aventurarse demasiado, la situación mundial a logrado caer en una extraña y aburrida calma por lo que muchas aventuras se enfrían. Aquella pandemia misteriosamente desapareció y la ocupación vampira en Lunargenta paso a ser costumbre rutinaria… el tiempo es un enemigo inmutable.
Su nuevo integrante honorario, un robot con forma de niño, a conseguido mantener en cierto modo ocupado al genio de tamaño compacto. Dicho personaje anda en una búsqueda épica, parece tener la certeza de que un enemigo peligroso acecha en las sombras y solo el puede detenerlo… misma historia con diferentes protagonistas.
Maquiavelo por su parte a decidido colaborar al ver un “contemporáneo” en apuros, eso sin mencionar que el niño maquina revela información fascinante con cada venida. La esfera posee conocimientos acumulados, piezas de un puzzle extraño que Zero parece desvelar cuando indaga a profundidad.
Gracias a eso los días han sido llevaderos, como la vida de los Gorriones está asegurada el método científico puede volver a ponerse en el pedestal. La pequeña excursión actual del joven genio se debe a un aspecto menos lógico… en palabras comunes necesita emociones para no sentirse como un reloj de cuerda.
Las celebraciones suelen ser una buena distracción, mucha gente distinta y eventos para el ocio. Si eso no resulta lo bastante atractivo siempre existe oportunidad de encontrase en medio de algo mas complejo, en un mundo donde la magia obra milagros cada día puede terminar en aventura remunerada.
No entiendo nada de los huevos pero esta comida esta genial.
Dice con una pieza de cerdo en cada mano, la gente no suele escatimar en gastos cuando se trata de celebraciones tradicionales. El jovencito es un genio por lo que el misticismo no le interesa mucho pero aprecia toda muestra cultural que venga acompañada de buena comida, bebida y un ambiente agradable.
La esfera genera todos los dones vegetales del campo y posee una fuente ilimitada de agua aunque por desgracia carece de un sitio para albergar “proteína viva”, suelen traer la carne con comercio pero aun no tienen suficientes contactos para poner buena variedad en el plato las tres comidas del día.
Si los dioses no escuchan este festín la ciencia lo hará jajaja.
Cada cierto tiempo el mocoso pega vistazos alrededor en un intento por encontrar algún conocido, los aventureros modernos son un gremio reconocible si te codeas entre ellos. Casi todos son frijoles pero nada es perfecto, algunos incluso pueden resultar agradables y útiles si la situación lo requiere.
Ahora entiendo porque los vampiros son tan malos… no pueden apreciar estos festines.
Su nuevo integrante honorario, un robot con forma de niño, a conseguido mantener en cierto modo ocupado al genio de tamaño compacto. Dicho personaje anda en una búsqueda épica, parece tener la certeza de que un enemigo peligroso acecha en las sombras y solo el puede detenerlo… misma historia con diferentes protagonistas.
Maquiavelo por su parte a decidido colaborar al ver un “contemporáneo” en apuros, eso sin mencionar que el niño maquina revela información fascinante con cada venida. La esfera posee conocimientos acumulados, piezas de un puzzle extraño que Zero parece desvelar cuando indaga a profundidad.
Gracias a eso los días han sido llevaderos, como la vida de los Gorriones está asegurada el método científico puede volver a ponerse en el pedestal. La pequeña excursión actual del joven genio se debe a un aspecto menos lógico… en palabras comunes necesita emociones para no sentirse como un reloj de cuerda.
Las celebraciones suelen ser una buena distracción, mucha gente distinta y eventos para el ocio. Si eso no resulta lo bastante atractivo siempre existe oportunidad de encontrase en medio de algo mas complejo, en un mundo donde la magia obra milagros cada día puede terminar en aventura remunerada.
No entiendo nada de los huevos pero esta comida esta genial.
Dice con una pieza de cerdo en cada mano, la gente no suele escatimar en gastos cuando se trata de celebraciones tradicionales. El jovencito es un genio por lo que el misticismo no le interesa mucho pero aprecia toda muestra cultural que venga acompañada de buena comida, bebida y un ambiente agradable.
La esfera genera todos los dones vegetales del campo y posee una fuente ilimitada de agua aunque por desgracia carece de un sitio para albergar “proteína viva”, suelen traer la carne con comercio pero aun no tienen suficientes contactos para poner buena variedad en el plato las tres comidas del día.
Si los dioses no escuchan este festín la ciencia lo hará jajaja.
Cada cierto tiempo el mocoso pega vistazos alrededor en un intento por encontrar algún conocido, los aventureros modernos son un gremio reconocible si te codeas entre ellos. Casi todos son frijoles pero nada es perfecto, algunos incluso pueden resultar agradables y útiles si la situación lo requiere.
Ahora entiendo porque los vampiros son tan malos… no pueden apreciar estos festines.
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Re: Ostara, la Pascua de Aerandir [Evento Global]
Un estornudo despertó a Matthew de su plácido sueño, desde la ventana le llegaba el sonido de la muchedumbre y la celebración “¿De qué fecha me estoy olvidando?”, una bonita muchacha desnuda se dio la vuelta junto a él, aún estaba dormida y el estafador rezaba para que siguiera así. La había conocido la noche anterior, su cuerpo y su rostro estaban muy bien pero en cuanto escuchó su tono de voz chillón Owens se había sentido totalmente desencantado, el resto de la noche lo había embargado la sensación de que lo estaba haciendo con un silbato en forma de mujer.
Agarro sus cosas con mucho cuidado, se vistió en absoluto silencio y con las botas en la mano comenzó a acercarse lentamente a la puerta de la habitación.
-¡Achus! – Un nuevo estornudo lo sacudió de cuerpo completo, la mujer comenzó a moverse y a abrir los ojos, Matt contuvo la respiración y antes de que la cosa fuera a peor salió al pasillo y cerró la puerta. Estornudo una tercera vez mientras bajaba las escaleras y comenzó a sospechar que no se trataba de una casualidad, termino de ponerse las botas a las apuradas mientras salía de la posada solo para encontrarse rodeado del jolgorio típico de Ostara.
Damas bailando, hombres festejando, mucho ruido y colores con la esperanza de que el dios de turno les prestara atención. Pero todo eso pasaba a un segundo plano para Owens, al recordar la fecha también recordó lo que eso significaba: ¡Alergias!
Dos nuevos estornudos lo hicieron retroceder hasta quedar con la espalda apoyada contra una pared, los ojos comenzaron a lagrimearle sin control, dificultándole la visión, y la nariz no dejaba de soltar agua mezclada con mocos. Sacó su pañuelo y se sonó con todas sus fuerzas, pero sabía que era en vano, estaría en ese estado por los próximos tres o cuatro días hasta que su cuerpo se acostumbrara a la espantosa primavera.
-Esto es asqueroso – Se dijo el humano para luego volver a estornudar con fuerza, se sentía débil, se sentía sucio, desprolijo, inútil, indefenso…
Decidido a buscar refugio en alguna habitación y quedarse allí el resto de la semana encerrado para que nadie lo viera, comenzó a abrirse paso entre el gentío. No paraba de estornudar y con el recuerdo de la epidemia tan fresco en la memoria de todos no tardaron en alejarse de Matt como si fuera un apestado. De todos modos el estafador estaba agradecido, le costaba mucho el poder ver y los escalofríos que estaba sintiendo daban señales de que la situación solo empeoraría.
Y en ese preciso instante, en el momento justo en que no quería ver a nadie pero por sobre todo que no quería que nadie lo viera, aparece frente a él una cara conocida.
-… Eyre – Susurró en tono nasal ya que su nariz estaba completamente tapada, estaba a unos pocos metros, pero con suerte había pasado desapercibido. Se dio la vuelta y comenzó a andar en la dirección opuesta - ¡¡¡Achus!!! – Un nuevo estornudo hizo que algunas jóvenes que bailaban se detuvieran y se alejaran espantadas – Lo odio, odio la primavera, odio Ostara – Se tapo la boca y la nariz con el pañuelo y acelero el paso.
Agarro sus cosas con mucho cuidado, se vistió en absoluto silencio y con las botas en la mano comenzó a acercarse lentamente a la puerta de la habitación.
-¡Achus! – Un nuevo estornudo lo sacudió de cuerpo completo, la mujer comenzó a moverse y a abrir los ojos, Matt contuvo la respiración y antes de que la cosa fuera a peor salió al pasillo y cerró la puerta. Estornudo una tercera vez mientras bajaba las escaleras y comenzó a sospechar que no se trataba de una casualidad, termino de ponerse las botas a las apuradas mientras salía de la posada solo para encontrarse rodeado del jolgorio típico de Ostara.
Damas bailando, hombres festejando, mucho ruido y colores con la esperanza de que el dios de turno les prestara atención. Pero todo eso pasaba a un segundo plano para Owens, al recordar la fecha también recordó lo que eso significaba: ¡Alergias!
Dos nuevos estornudos lo hicieron retroceder hasta quedar con la espalda apoyada contra una pared, los ojos comenzaron a lagrimearle sin control, dificultándole la visión, y la nariz no dejaba de soltar agua mezclada con mocos. Sacó su pañuelo y se sonó con todas sus fuerzas, pero sabía que era en vano, estaría en ese estado por los próximos tres o cuatro días hasta que su cuerpo se acostumbrara a la espantosa primavera.
-Esto es asqueroso – Se dijo el humano para luego volver a estornudar con fuerza, se sentía débil, se sentía sucio, desprolijo, inútil, indefenso…
Decidido a buscar refugio en alguna habitación y quedarse allí el resto de la semana encerrado para que nadie lo viera, comenzó a abrirse paso entre el gentío. No paraba de estornudar y con el recuerdo de la epidemia tan fresco en la memoria de todos no tardaron en alejarse de Matt como si fuera un apestado. De todos modos el estafador estaba agradecido, le costaba mucho el poder ver y los escalofríos que estaba sintiendo daban señales de que la situación solo empeoraría.
Y en ese preciso instante, en el momento justo en que no quería ver a nadie pero por sobre todo que no quería que nadie lo viera, aparece frente a él una cara conocida.
-… Eyre – Susurró en tono nasal ya que su nariz estaba completamente tapada, estaba a unos pocos metros, pero con suerte había pasado desapercibido. Se dio la vuelta y comenzó a andar en la dirección opuesta - ¡¡¡Achus!!! – Un nuevo estornudo hizo que algunas jóvenes que bailaban se detuvieran y se alejaran espantadas – Lo odio, odio la primavera, odio Ostara – Se tapo la boca y la nariz con el pañuelo y acelero el paso.
- Interactua con:
- Eyre
Matthew Owens
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Re: Ostara, la Pascua de Aerandir [Evento Global]
-Ugh... Cuando dije que necesitaba un vestido no me refería a esto.
Eyre observó su reflejo con aire dubitativo. La falda del vestido era tan larga que no cabía en el espejo y, con cada movimiento que hacía, un par de florecillas se desprendían y caían al suelo. Aunque se sentía profundamente agradecida con la profesora Meitner, también se arrepentía un poco de haberle dicho que deseaba “empaparse con las tradiciones humanas” antes de regresar a Las Islas. La mujer, generosa y maternal, se había tomado el trabajo de conseguirle un vestido de lo más... peculiar para festejar el Ostara. Aquella mujer era enigmática y contradictoria; si bien se mostraba seria la mayor parte del tiempo, también parecía gustarle “adoptar” protegidos y consentirlos, tal como hacía con Adie y, ahora, ella misma. La jovencita se sintió apenada por no poder mostrarle a su nueva mentora cómo le quedaba su obsequio, dado que ésta había tenido que adelantarse en su viaje hacia las tierras de los brujos por motivos que se había negado a mencionar, aunque Eyre sospechaba que la repentina despedida se debía a cierta terrible visión que había tenido días atrás. Ella, por su parte, debía conseguir su propio boleto para regresar en barco y, mientras tanto, había decidido dejar de lado sus preocupaciones un día más para disfrutar de una última celebración de los hijos de Odín.
Y, lamentablemente, debía usar ese vestido o abstenerse de ir, pues los otros dos que poseía estaban en tan pésimas condiciones que le daba vergüenza ponérselos.
_______________________________
Tal como temía, la gente se detenía para observarla al pasar. Algunos halagaban su atuendo y otros creían que se trataba de una de las hadas que traían la primavera. La niña, con las mejillas arreboladas a más no poder, agachaba la cabeza y agradecía en voz baja los cumplidos mientras aceleraba el paso. Para Eyre llamar la atención era negativo, pues tenía muy malos recuerdos de todas las ocasiones en que había resaltado debido a su maldición. Sin embargo, con el pasar de los minutos se dio cuenta de que no sólo la observaban a ella; había mucha gente vistiendo atuendos preciosos y haciendo cosas raras en aquella festividad. Algunos hombres regaban la tierra con sangre (cosa que le provocó un par de arcadas al principio) y otros se postraban en el suelo rezándole a las velas. Esto último llamó más la atención de la jovencita, así que pronto se hizo con una de éstas y, apartándose ligeramente de la multitud, cerró los ojos y le agradeció a los Dioses haber conocido a la profesora Meitner. Además, juntando las manos con fuerza, les pidió en voz bajita que protegieran a todos los Aerandianos buenos, que tuvieran clemencia de ellos en los malos tiempos que, según había predicho, se avecinaban.
Por supuesto, su fiel acompañante no se despegaba de su lado. Eyre no se percataba de que gran parte de las miradas que le lanzaban se debían al metálico biocibernético, ni que estaba salvándose de ser molestada por unos cuantos hombres que se lo pensaban dos veces y retrocedían al ver a semejante monstruo escoltándola. Aunque hubo un hombre que estaba alejándose de ella por motivos bien distintos.
Un estornudo interrumpió sus rezos pues, quién sabe cómo, se le hizo “conocido”. Se puso de pie y se acomodó la tupida falda mientras buscaba por sobre su hombro, casi instintivamente, al dueño de esa voz. Y allí estaba; supo reconocer esa espalda por todas las veces que la había observado con odio deseando lanzarle un zapatazo. ¿Qué hacía allí el moreno? Y, más importante, ¿por qué huía de ella? Con el ceño fruncido (la expresión por excelencia que ponía cuando estaba con ese humano) se acercó a él, brazos en jarra, y aceleró para cortarle el camino plantándosele justo enfrente. Veintitrés, por supuesto, la siguió a escasos metros de distancia.
-¡Matthew! -Exclamó con genuina sorpresa al ver... la cara que el pobre traía. La gracia suplantó al enfado al notar esa nariz roja y esos ojos llorosos acompañados por un cómico mohín de enfado. ¡Ese no era el hombre digno y perfecto que recordaba!- Te ves como si te hubiera arrollado una manada de crasgwars, ¿sabes? -“Halagó” inusualmente burlona, aunque no se le daba bien ser cruel con los demás, así que pronto preguntó con sincera preocupación: -¿Qué te sucede? ¿Estás enfermo?
Aunque para muchos aquella jovencita con el vestido de flores podía parecer el hada de la primavera, probablemente para las personas alérgicas al polen representase su peor pesadilla andante. Eso sí, no había nadie en todo el Ostara que oliera tan bien como ella.
- Atuendo de Eyre:
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Re: Ostara, la Pascua de Aerandir [Evento Global]
Era de noche, había sido un día duro, muchos encargos en una semana, y uno de ellos costó demasiado como para que no le doliese todo el cuerpo aún. Pero se acercaba el Ostara, y claro, toda Lunargenta la celebraría, estando o no ocupada por vampiros, sus gentes mantenían las tradiciones y no era para menos, nadie les iba a coartar la libertad de poder divertirse y relajarse de vez en cuando. El pueblo mandaba y el pueblo quería divertirse, al menos con el Ostara.
Esta festividad le traían bastantes recuerdos al joven Sevna, ya que en su familia se celebraba por todo lo alto. Todos los Sevna se reunían en un lugar para comer, beber y divertirse, la fiesta familiar se mezclaba con la del pueblo. Alward no era muy devoto apra con los dioses, ya que, según él, estos no le habían ayudado mucho a él en su vida, si es que existiesen siquiera, pero, como en todo, le quedaba un rayo de esperanza mínimo en ellos, y ese pequeño rayo se hacía grande e iluminaba toda su alma por estas fechas.
Todos sus compañeros le esperaban en el lugar donde la festividad era más candente por la noche, donde habían incesantes cantidades de comida y bebida y la gente bailaba sin parar toda la noche. Sin más dilación, puso rumbo hacia el punto de quedada. Iba yendo por una calle muy estrecha y sinuosa, para evitar chocarse con nadie e ir más rápido que por las calles anchas y transitadas, que en estas festividades era casi imposible pasar por ellas y menos aún teniendo prisa. De pronto, en una intersección con otra calle, Alward chocó con alguien y ambos cayeron al suelo. El joven se lastimó un poco el brazo, pero se reincorporó de rodillas rápidamente. La otra persona, con la que había chocado, iba encapuchada y estaba sentada en el suelo, no se le podía ver el rostro completo, más que una barbilla fina y delgada, unos labios rojizos, también finos y una tez blanquecina. Medía aproximadamente 170 cm, era de constitución delgada. Llevaba puesta una caperuza de color marrón oscuro y un atuendo de viaje de color verde esmeralda.
-D-disculpa...-De pronto, le miró, y vio que era una chica, debajo de su capucha pudo ver unos ojos azules que recordaban a un cielo soleado, penetrantes y vivaces
Alward ayudó a la chica a levantarse, esta se puso en pie y ajustó su capucha para que no pudiesen verla de nariz hacia arriba. La chica apartó al joven suavemente
-Gracias... Tengo que irme
Sin mucho más la chica siguió hacia la izquierda de Alward, dejando al joven con un rostro expectante y algo confuso. Esa chica le había despertado el interés, era muy curioso... ¿Estaría en apuros? El joven Sevna recordó en ese instante que sus amigos le esperaban, y, olvidándose de lo ocurrido, se dirigió sin más demora a la fiesta.
Esta festividad le traían bastantes recuerdos al joven Sevna, ya que en su familia se celebraba por todo lo alto. Todos los Sevna se reunían en un lugar para comer, beber y divertirse, la fiesta familiar se mezclaba con la del pueblo. Alward no era muy devoto apra con los dioses, ya que, según él, estos no le habían ayudado mucho a él en su vida, si es que existiesen siquiera, pero, como en todo, le quedaba un rayo de esperanza mínimo en ellos, y ese pequeño rayo se hacía grande e iluminaba toda su alma por estas fechas.
Todos sus compañeros le esperaban en el lugar donde la festividad era más candente por la noche, donde habían incesantes cantidades de comida y bebida y la gente bailaba sin parar toda la noche. Sin más dilación, puso rumbo hacia el punto de quedada. Iba yendo por una calle muy estrecha y sinuosa, para evitar chocarse con nadie e ir más rápido que por las calles anchas y transitadas, que en estas festividades era casi imposible pasar por ellas y menos aún teniendo prisa. De pronto, en una intersección con otra calle, Alward chocó con alguien y ambos cayeron al suelo. El joven se lastimó un poco el brazo, pero se reincorporó de rodillas rápidamente. La otra persona, con la que había chocado, iba encapuchada y estaba sentada en el suelo, no se le podía ver el rostro completo, más que una barbilla fina y delgada, unos labios rojizos, también finos y una tez blanquecina. Medía aproximadamente 170 cm, era de constitución delgada. Llevaba puesta una caperuza de color marrón oscuro y un atuendo de viaje de color verde esmeralda.
-D-disculpa...-De pronto, le miró, y vio que era una chica, debajo de su capucha pudo ver unos ojos azules que recordaban a un cielo soleado, penetrantes y vivaces
Alward ayudó a la chica a levantarse, esta se puso en pie y ajustó su capucha para que no pudiesen verla de nariz hacia arriba. La chica apartó al joven suavemente
-Gracias... Tengo que irme
Sin mucho más la chica siguió hacia la izquierda de Alward, dejando al joven con un rostro expectante y algo confuso. Esa chica le había despertado el interés, era muy curioso... ¿Estaría en apuros? El joven Sevna recordó en ese instante que sus amigos le esperaban, y, olvidándose de lo ocurrido, se dirigió sin más demora a la fiesta.
Alward Sevna
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Re: Ostara, la Pascua de Aerandir [Evento Global]
-No puedes escapar de mí, asqueroso chupasangres. Cuando acabe contigo tendrán que recogerte con una pala.- Espetó de manera agresiva Catherine mientras adoptaba una postura baja de combate y sacaba sus recién afiladas garras, amenazantes como cuchillas. -Veo el miedo en tus ojos, y haces bien en tenerlo.- Continuó, mostrando sus colmillos y esquivando con agilidad, primero hacia la derecha y luego hacia atrás con una eficaz voltereta, terminando la misma ya preparada para iniciar un fulgurante contraataque, atacando con el brazo derecho extendido y clavando sus armas naturales en el cuello de su letal contrincante; un enemigo estático hecho con un par de maderas en cruz y algo de paja de un granero cercano que nunca tuvo ni la menor oportunidad. -Eso te enseñara a fastidiarme la cena...Quiero decir, la fiesta a las buenas gentes de Lunargenta.- Se auto corrigió, usando un tono de voz falsamente grave y colocando los brazos en jarra. -¿Qué te parece Nín? Ha sido un golpe bastante bueno, ¿verdad?-
La joven peliblanca no alzó la vista de inmediato, concentrada como estaba en su tarea y poniendo toda su atención en controlar al milímetro el pequeño pincel que manejaba y con el que ultimaba los últimos detalles del huevo que estaba decorando. No obstante Cath no pensaba dejar que su pregunta quedara sin respuesta, y no tardó en reclamar de nuevo la atención de la elfa con insistencia, llegando incluso a amenazarla con tirarle alguno de los huevos ya terminados a la primera persona que pasara por allí. -Sí Cath, un golpe muy bueno. Como el anterior y el anterior. Pero no me distraigas.- Terminó respondiendo la joven sin levantar la mirada, algo que hizo que la felina pelirroja frunciera el ceño y se acercara a la mesa dispuesta a cumplir con sus amenazas. -Vaaale, vale. A ver, enséñame dónde acertaste.- Concedió al final la elfa dejando el huevo ya terminado en su lugar correspondiente y haciendo por fin caso a la gata, que no dudó en volver a clavar sus garras en el lugar donde acababa de hacerlo.
-Letal de necesidad. El enemigo no podría ni maldecir antes de caer muerto. Claro que no creo que un vampiro real fuese a aceptar su muerte de una manera tan...estática.- Sentenció la peliblanca volviendo a centrarse en el huevo y soplando con delicadeza para que la pintura se secara más rápido. -Muchas ganas tienes de vértelas con uno, pero son enemigos peligrosos.-
-Tú ya te has despachado a más de uno. Eres Níniel, la cazavampiros. Juntas podremos ocuparnos de cualquiera que se atreva a aparecer, estoy segura.- Respondió con confianza la felina, lanzando un golpe de guillotina lateral con sus cuchillas al muñeco de paja y decapitandolo, mostrando a continuación una amplia sonrisa. Ciertamente no andaba muy errada afirmando que la elfa ya se las había visto con un buen número de vampiros, algunos muy peligrosos, y se las había arreglado para vencer, pero nunca había pensado en ella como una matavampiros. Aquel era un título que le pegaba más a Anastasia Boisson. -Bueno, ¿ya has terminado con los huevos? Que seas una sacerdotisa no significa que tengas que ofrendar una tonelada de ellos, con un par deberían ser suficientes. Vas a hacerme quedar mal, yo solo he hecho uno.-
-Este era el último. Siento la espera pero este es especial y requería más trabajo.- Se justificó la peliblanca comprobando que aquel último huevo decorado tuviera ya la pintura seca, acercándose hasta Catherine y entregándoselo, satisfecha por el resultado. -Porque es para ti.- Dijo pillando por sorpresa a la pelirroja que se quedó unos instantes sin poder reaccionar, para acto seguido abalanzarse sobre ella y abrazarla tan fuerte que por poco rompe el huevo.
-Yo... te regalo el mío a ti también...-Dijo entonces corriendo hasta el lugar donde lo había guardado como si de un tesoro se tratara y ofreciéndoselo a la elfa. -Comparado con el tuyo no es la gran cosa pero...estuve toda la mañana escogiendo el mejor huevo. Es un huevo de primera. Deberías haber visto a la gallina que lo puso, creo que debía de ser mitad upelero- Sus ojos brillaban de pura emoción.
Efectivamente las dotes artísticas de Catherine no estaban tan desarrolladas como su sigilo, o como la capacidad para pelar frutas solo usando el dedo meñique, pero aquello nada importaba y en nada desmerecía su regalo. Lo importante no era lo bonito que quedase, si no la intención sincera. Eso valía para los mortales, y para los dioses. Níniel no podía pedir a los divinos mejor regalo que tener a una amiga como Catherine.
La joven peliblanca no alzó la vista de inmediato, concentrada como estaba en su tarea y poniendo toda su atención en controlar al milímetro el pequeño pincel que manejaba y con el que ultimaba los últimos detalles del huevo que estaba decorando. No obstante Cath no pensaba dejar que su pregunta quedara sin respuesta, y no tardó en reclamar de nuevo la atención de la elfa con insistencia, llegando incluso a amenazarla con tirarle alguno de los huevos ya terminados a la primera persona que pasara por allí. -Sí Cath, un golpe muy bueno. Como el anterior y el anterior. Pero no me distraigas.- Terminó respondiendo la joven sin levantar la mirada, algo que hizo que la felina pelirroja frunciera el ceño y se acercara a la mesa dispuesta a cumplir con sus amenazas. -Vaaale, vale. A ver, enséñame dónde acertaste.- Concedió al final la elfa dejando el huevo ya terminado en su lugar correspondiente y haciendo por fin caso a la gata, que no dudó en volver a clavar sus garras en el lugar donde acababa de hacerlo.
-Letal de necesidad. El enemigo no podría ni maldecir antes de caer muerto. Claro que no creo que un vampiro real fuese a aceptar su muerte de una manera tan...estática.- Sentenció la peliblanca volviendo a centrarse en el huevo y soplando con delicadeza para que la pintura se secara más rápido. -Muchas ganas tienes de vértelas con uno, pero son enemigos peligrosos.-
-Tú ya te has despachado a más de uno. Eres Níniel, la cazavampiros. Juntas podremos ocuparnos de cualquiera que se atreva a aparecer, estoy segura.- Respondió con confianza la felina, lanzando un golpe de guillotina lateral con sus cuchillas al muñeco de paja y decapitandolo, mostrando a continuación una amplia sonrisa. Ciertamente no andaba muy errada afirmando que la elfa ya se las había visto con un buen número de vampiros, algunos muy peligrosos, y se las había arreglado para vencer, pero nunca había pensado en ella como una matavampiros. Aquel era un título que le pegaba más a Anastasia Boisson. -Bueno, ¿ya has terminado con los huevos? Que seas una sacerdotisa no significa que tengas que ofrendar una tonelada de ellos, con un par deberían ser suficientes. Vas a hacerme quedar mal, yo solo he hecho uno.-
-Este era el último. Siento la espera pero este es especial y requería más trabajo.- Se justificó la peliblanca comprobando que aquel último huevo decorado tuviera ya la pintura seca, acercándose hasta Catherine y entregándoselo, satisfecha por el resultado. -Porque es para ti.- Dijo pillando por sorpresa a la pelirroja que se quedó unos instantes sin poder reaccionar, para acto seguido abalanzarse sobre ella y abrazarla tan fuerte que por poco rompe el huevo.
-Yo... te regalo el mío a ti también...-Dijo entonces corriendo hasta el lugar donde lo había guardado como si de un tesoro se tratara y ofreciéndoselo a la elfa. -Comparado con el tuyo no es la gran cosa pero...estuve toda la mañana escogiendo el mejor huevo. Es un huevo de primera. Deberías haber visto a la gallina que lo puso, creo que debía de ser mitad upelero- Sus ojos brillaban de pura emoción.
Efectivamente las dotes artísticas de Catherine no estaban tan desarrolladas como su sigilo, o como la capacidad para pelar frutas solo usando el dedo meñique, pero aquello nada importaba y en nada desmerecía su regalo. Lo importante no era lo bonito que quedase, si no la intención sincera. Eso valía para los mortales, y para los dioses. Níniel no podía pedir a los divinos mejor regalo que tener a una amiga como Catherine.
- Los huevos que nín ya tenía preparados.:
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- el que preparara para Cath:
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- El hecho por Cath:
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Níniel Thenidiel
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Re: Ostara, la Pascua de Aerandir [Evento Global]
Finalmente, Alward llegó al lugar donde sus compañeros se reunirían. Mucha gente había por allí, por lo que no sería fácil encontrarlos. Había de todo en ese lugar; gente bailando, repartiendo huevos decorados, aún gente incluso decorándolos, había también algunos que encendían velas... Había mucha variedad en ese sitio, y por supuesto, una gran mesa en el centro que medía varios metros, la cual contenía un cantidad bestial de comida, casi como para unos cuantos meses, desde luego en Lunargenta sabían como preparar bien un festival. Aunque era de noche, el sitio estaba todo iluminado de color, ya fuese por los vestidos y ropajes de los presentes, los huevos decorados o las velas.
Alward intentaba localizar a sus amigos, pero no había mucha suerte, seguramente estarían mezclados entre la multitud festejando. Tras varios minutos intentando localizar a alguien, el joven Sevna se percató de que, sentados en la mesa ,con una buena jarra de cerveza para cada uno, se encontraban Emmanuel, Ivens y Rischer. Se encontraban debatiendo, charlando y riendo, y el mercenario no se podía resistir las ganas de unirse, así que eso hizo.
-¡Hombre, señor Alward, siéntese con nosotros!-Dijo con sarcasmo e ironía tratándolo como a un desconocido. Este tipo de humor tan arcaico era habitual entre ellos.
El joven Sevna hizo caso y se sentó entre Ivens y Emmanuel, dejando a Rischer a la derecha del primero. Tomo un muslo de pollo que había enfrente suya y empezó a comérselo muy gustosamente.
-Qué raro que no esté aquí Eiko, ¿No?-Dijo con la boca llena, intentando tapársela para que no se le saliese la comida
-Está bailando con Gertrude-Dijo el elfo levantando la mirada y señalando con esta al grupo de gente que estaba bailando. Entre ellas, Alward pudo localizar a ambas y asintió con la cabeza. Tragó y se dispuso a hablar de nuevo
-¿Y Moses?
-Está encendiendo velas y rezándole a los Dioses, ya sabes, es muy suyo
Alward le volvió a pegar otro bocado a su muslo de pollo y sus amigos siguieron bebiendo, hasta que Ivens interrumpió de nuevo el silencio.
-¿Por qué has tardado tanto?-Dijo mirando al joven Sevna
-Estaba agotado de toda la semana, además, me he tropezado con alguien y he estado un par de minutos ayudándola a levantarse y comprobar que estaba bien-Pega otro bocado al muslo para dejarlo ya en los huesos y tirarlo a un plato lleno de restos de comida
-¿"Ayudarla"? Eso suena interesante
-¿Por fin has encontrado una moza, Al?
Alward tragó con dificultad tras esa pregunta y se ruborizó un poco. No le era muy cómodo hablar de esos temas, por lo que siempre se ponía algo nervioso.
-N-no es eso...-Dijo tras toser un poco carraspeando
Los tres amigos del joven mercenario se echaron a reír, mientras Alward les miraba con cierto desdén e incómodo, pero en el fondo sabía que era una broma, por lo que no tardó en escaparse de sus labios una pequeña sonrisa que desembocó en una carcajada que se complementó con la de sus compañeros.
Pasó un rato, y Alward se hartó de comer todo lo que pudo, ya que estaba hambriento por su parte, sus compañeros se encargaron de beber todo lo que pudieron. Entonces llegaron al lugar las miembros femenino del grupo; Gertrude y Eiko. Esta última puso su brazo en jarras y el ceño fruncido, al ver semejante situación, todos borrachos menos Alward.
-¿¡No os da vergüenza la imagen que estáis dando!? ¡Menudos profesionales!
Gertrude por su lado, no le hizo ascos a la situación y se sentó entre Alward e Ivens, y sin ningún miramiento cogió una buena jarra de cerveza, bajo la mirada de desaprobación de su compañera.
-¡Cuánta sed tenía!
-Vamos; Eiko, Al, uníos a la fiesta *hip*
La sanadora no respondió, tan solo se cruzó de brazos y resopló notablemente. Alward entonces miró a su compañera y le sonrió para intentar calmarla
-Déjales que se diviertan, hoy es un día especial
Tras esas palabras, Eiko miró con desdén al joven Sevna, este entonces se rió nerviosamente intentando no echar más leña al fuego. En ese instante, el mercenario desvió la mirada, hacia una zona concreta y vacía de la fiesta, donde alguien destacaba, no precisamente por llevar nada vistoso o estar iluminado, sino por todo lo contrario. Ya la había visto antes, ¡Era la chica con la caperuza marrón y el traje verde esmeralda con la que se había encontrado horas antes! Parecía que andaba perdida, sin mezclarse con nadie y sola. En ese momento, Gertrude le estaba hablando al joven Sevna, pero este no hacia ni caso, por lo que, tras llamarlo una vez más, le agarró del hombro con la mano que le quedaba libre porque aún tenía la jarra en su mano y le zarandeó.
-¡Hey, Al! ¿Me escuchas? ¿Qué estás mirando?
Alward reaccionó y desvió la mirada hacia su compañera. En ese momento, todos le estaban mirando.
-¿Qué hay allí?-Dijo mirando en dirección a la cual estaba mirando su amigo, intentando ver qué pasaba
-¡N-nada, no es nada!-Dijo con aspavientos de manos muy rápidos intentando quitarle importancia
Todos entonces miraron hacia esa dirección, donde estaba la encapuchada. Entonces, Gertrude pilló al instante qué estaba pasando.
-Ohh... Ya veo...-Dijo mirando de forma pícara a Alward y dándole unos flojos codazos como forma de incordiarle
-¿Qué pasa?-Dijo desviando la mirada hacia su amiga
-¡¡N-nada, no pasa nada!!
-¡Nuestro Al se ha fijado en esa chica!-Djio señalando hacia el lugar correspondiente y en voz alta
-¡Callate!-Dijo en un tono de susurro, bajándole el brazo con el que apuntaba
Todos los del grupo miraron hacia la chica y empezaron a aplaudir, menos Eiko, que simplemente esbozó una sonrisa. El jolgorio que habían montado era tan notable que incluso se escuchaba a varios metros alrededor.
-¡Ve con ella, Al! *hip*
-¿Esa es la chica de la que nos has hablado antes?
-*hip* ¡Esto se pone interesante! *hip*-Dijo tras soltar una risa
-¡Vamos! ¡Ánimo, Al!
Alward se sintió intimidado, un poco acongojado y se ruborizó por completo.
-N-no quiero molestarla
Gertrude soltó su jarra de cerveza en la mesa con un buen golpe, empujó un poco a Alward para que se levantara, el joven le hizo caso y, una vez de pie, ella se levantó también y colocó sus dos manos en la espalda del mercenario y le empujó despacito, mientras sus amigos se reían de buena manera y le daban ánimos. Una vez un poco apartados del grupo, Gertrude dejó de empujar a su amigo, y este se dio media vuelta para mirarla, esta le guiñó un ojo y el joven resopló.
-Está bien... Pero lo haré para que me dejéis en paz-Dijo mirando con cierto desdén a su amiga
Sin mucho más, Alward se dio de nuevo media vuelta y empezó a caminar hacia la muchacha, con el pulso acelerado y con unos pasos casi robóticos, era la peor sensación del mundo para él, pero a la vez quería hacerlo. ¿Qué le diría? ¿Se acordaría siquiera de él?
Alward intentaba localizar a sus amigos, pero no había mucha suerte, seguramente estarían mezclados entre la multitud festejando. Tras varios minutos intentando localizar a alguien, el joven Sevna se percató de que, sentados en la mesa ,con una buena jarra de cerveza para cada uno, se encontraban Emmanuel, Ivens y Rischer. Se encontraban debatiendo, charlando y riendo, y el mercenario no se podía resistir las ganas de unirse, así que eso hizo.
-¡Hombre, señor Alward, siéntese con nosotros!-Dijo con sarcasmo e ironía tratándolo como a un desconocido. Este tipo de humor tan arcaico era habitual entre ellos.
El joven Sevna hizo caso y se sentó entre Ivens y Emmanuel, dejando a Rischer a la derecha del primero. Tomo un muslo de pollo que había enfrente suya y empezó a comérselo muy gustosamente.
-Qué raro que no esté aquí Eiko, ¿No?-Dijo con la boca llena, intentando tapársela para que no se le saliese la comida
-Está bailando con Gertrude-Dijo el elfo levantando la mirada y señalando con esta al grupo de gente que estaba bailando. Entre ellas, Alward pudo localizar a ambas y asintió con la cabeza. Tragó y se dispuso a hablar de nuevo
-¿Y Moses?
-Está encendiendo velas y rezándole a los Dioses, ya sabes, es muy suyo
Alward le volvió a pegar otro bocado a su muslo de pollo y sus amigos siguieron bebiendo, hasta que Ivens interrumpió de nuevo el silencio.
-¿Por qué has tardado tanto?-Dijo mirando al joven Sevna
-Estaba agotado de toda la semana, además, me he tropezado con alguien y he estado un par de minutos ayudándola a levantarse y comprobar que estaba bien-Pega otro bocado al muslo para dejarlo ya en los huesos y tirarlo a un plato lleno de restos de comida
-¿"Ayudarla"? Eso suena interesante
-¿Por fin has encontrado una moza, Al?
Alward tragó con dificultad tras esa pregunta y se ruborizó un poco. No le era muy cómodo hablar de esos temas, por lo que siempre se ponía algo nervioso.
-N-no es eso...-Dijo tras toser un poco carraspeando
Los tres amigos del joven mercenario se echaron a reír, mientras Alward les miraba con cierto desdén e incómodo, pero en el fondo sabía que era una broma, por lo que no tardó en escaparse de sus labios una pequeña sonrisa que desembocó en una carcajada que se complementó con la de sus compañeros.
Pasó un rato, y Alward se hartó de comer todo lo que pudo, ya que estaba hambriento por su parte, sus compañeros se encargaron de beber todo lo que pudieron. Entonces llegaron al lugar las miembros femenino del grupo; Gertrude y Eiko. Esta última puso su brazo en jarras y el ceño fruncido, al ver semejante situación, todos borrachos menos Alward.
-¿¡No os da vergüenza la imagen que estáis dando!? ¡Menudos profesionales!
Gertrude por su lado, no le hizo ascos a la situación y se sentó entre Alward e Ivens, y sin ningún miramiento cogió una buena jarra de cerveza, bajo la mirada de desaprobación de su compañera.
-¡Cuánta sed tenía!
-Vamos; Eiko, Al, uníos a la fiesta *hip*
La sanadora no respondió, tan solo se cruzó de brazos y resopló notablemente. Alward entonces miró a su compañera y le sonrió para intentar calmarla
-Déjales que se diviertan, hoy es un día especial
Tras esas palabras, Eiko miró con desdén al joven Sevna, este entonces se rió nerviosamente intentando no echar más leña al fuego. En ese instante, el mercenario desvió la mirada, hacia una zona concreta y vacía de la fiesta, donde alguien destacaba, no precisamente por llevar nada vistoso o estar iluminado, sino por todo lo contrario. Ya la había visto antes, ¡Era la chica con la caperuza marrón y el traje verde esmeralda con la que se había encontrado horas antes! Parecía que andaba perdida, sin mezclarse con nadie y sola. En ese momento, Gertrude le estaba hablando al joven Sevna, pero este no hacia ni caso, por lo que, tras llamarlo una vez más, le agarró del hombro con la mano que le quedaba libre porque aún tenía la jarra en su mano y le zarandeó.
-¡Hey, Al! ¿Me escuchas? ¿Qué estás mirando?
Alward reaccionó y desvió la mirada hacia su compañera. En ese momento, todos le estaban mirando.
-¿Qué hay allí?-Dijo mirando en dirección a la cual estaba mirando su amigo, intentando ver qué pasaba
-¡N-nada, no es nada!-Dijo con aspavientos de manos muy rápidos intentando quitarle importancia
Todos entonces miraron hacia esa dirección, donde estaba la encapuchada. Entonces, Gertrude pilló al instante qué estaba pasando.
-Ohh... Ya veo...-Dijo mirando de forma pícara a Alward y dándole unos flojos codazos como forma de incordiarle
-¿Qué pasa?-Dijo desviando la mirada hacia su amiga
-¡¡N-nada, no pasa nada!!
-¡Nuestro Al se ha fijado en esa chica!-Djio señalando hacia el lugar correspondiente y en voz alta
-¡Callate!-Dijo en un tono de susurro, bajándole el brazo con el que apuntaba
Todos los del grupo miraron hacia la chica y empezaron a aplaudir, menos Eiko, que simplemente esbozó una sonrisa. El jolgorio que habían montado era tan notable que incluso se escuchaba a varios metros alrededor.
-¡Ve con ella, Al! *hip*
-¿Esa es la chica de la que nos has hablado antes?
-*hip* ¡Esto se pone interesante! *hip*-Dijo tras soltar una risa
-¡Vamos! ¡Ánimo, Al!
Alward se sintió intimidado, un poco acongojado y se ruborizó por completo.
-N-no quiero molestarla
Gertrude soltó su jarra de cerveza en la mesa con un buen golpe, empujó un poco a Alward para que se levantara, el joven le hizo caso y, una vez de pie, ella se levantó también y colocó sus dos manos en la espalda del mercenario y le empujó despacito, mientras sus amigos se reían de buena manera y le daban ánimos. Una vez un poco apartados del grupo, Gertrude dejó de empujar a su amigo, y este se dio media vuelta para mirarla, esta le guiñó un ojo y el joven resopló.
-Está bien... Pero lo haré para que me dejéis en paz-Dijo mirando con cierto desdén a su amiga
Sin mucho más, Alward se dio de nuevo media vuelta y empezó a caminar hacia la muchacha, con el pulso acelerado y con unos pasos casi robóticos, era la peor sensación del mundo para él, pero a la vez quería hacerlo. ¿Qué le diría? ¿Se acordaría siquiera de él?
Alward Sevna
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Re: Ostara, la Pascua de Aerandir [Evento Global]
Era demasiado tarde, antes de que pudiera hacer mucho por evitarlo la joven se plantó frente a Matt. El estafador respondió al primer comentario con un sonoro estornudo, miro a Eyre con odio, bajo la vista hacia su enorme falda con… ¡Flores! ¡Estaba llena de pies a cabeza de espantosas flores! Retrocedió varios pasos mientras apartaba su nariz del vestido potencialmente mortal.
-Y tu como si te hubieses caído en un arbusto – Se tapó la nariz y agregó – Venir a Ostara vestida con flores, que original – El tono sarcástico hubiese sido evidente hasta para el bio- cibernético que estaba tras la chica - ¿Y esto? ¿Conseguiste un novio que soporte tus golpes?
Matthew se comportaba de forma desagradable, no podía evitarlo pero tampoco estaba haciendo ningún esfuerzo por controlarse, odiaba que alguien conocido lo viera en ese estado, en realidad si la joven se ofendía y se marchaba le haría un enorme favor. Owens sospechaba que eso no pasaría, estaba convencido de que Eyre aprovecharía esa oportunidad para vengarse por todas las cosas que había hecho en el pasado.
-No estoy enfermo ¿Bien? Simplemente vete por ahí a disfrutar de la fiesta, ve a bailar con tu novio de metal, prende velas ¡No sé! Cualquier cosa que se te antoje – Un estornudo interrumpió el dramático discurso - ¡¡Achus!! – Tuvo que sonarse la nariz varias veces para poder seguir hablando, miro de reojo a la muchacha y volvió a pararse firme, como intentando conservar al menos un poco de su dignidad – Ya déjame solo.
Se dio la vuelta y comenzó a caminar con paso apurado y enojado, las manos en los bolsillos apretando el pañuelo. Matthew casi nunca se enfermaba, vivir en la intemperie y comer lo que sea que pudiera conseguir había forjado una salud de hierro, lo cual resultaba sumamente ventajoso en un ambiente en el cual el primero que demostrara un resquicio de debilidad era automáticamente pisoteado.
Tampoco era de ninguna ayuda que el amor propio de Matthew estuviera por lo general muy por arriba del promedio, herido en su orgullo se alejaba de Eyre como si fuera la mismísima representación de la peste.
Se refregó los ojos con fuerza pero el gesto parecía que solo empeoraba la situación, distraído como estaba no se dio cuenta que se le caía una carta del bolsillo. Continuo caminando y, para que negarlo, chocando con la gente que bailaba y se divertía tirando flores al aire, empeorando sin saberlo el estado de Matt. Una jovencita se paró junto al estafador e intento ponerle una corona de flores pero al ver el rostro del hombre se alejó algo espantada.
-Eso es, corre, de todos modos no quería tu estúpido adorno floral – Estornudo varias veces seguidas – Tengo que huir de aquí – Apartó de un empujón a un par de personas y se alejó del centro del pueblo lo más rápido que pudo.
-Y tu como si te hubieses caído en un arbusto – Se tapó la nariz y agregó – Venir a Ostara vestida con flores, que original – El tono sarcástico hubiese sido evidente hasta para el bio- cibernético que estaba tras la chica - ¿Y esto? ¿Conseguiste un novio que soporte tus golpes?
Matthew se comportaba de forma desagradable, no podía evitarlo pero tampoco estaba haciendo ningún esfuerzo por controlarse, odiaba que alguien conocido lo viera en ese estado, en realidad si la joven se ofendía y se marchaba le haría un enorme favor. Owens sospechaba que eso no pasaría, estaba convencido de que Eyre aprovecharía esa oportunidad para vengarse por todas las cosas que había hecho en el pasado.
-No estoy enfermo ¿Bien? Simplemente vete por ahí a disfrutar de la fiesta, ve a bailar con tu novio de metal, prende velas ¡No sé! Cualquier cosa que se te antoje – Un estornudo interrumpió el dramático discurso - ¡¡Achus!! – Tuvo que sonarse la nariz varias veces para poder seguir hablando, miro de reojo a la muchacha y volvió a pararse firme, como intentando conservar al menos un poco de su dignidad – Ya déjame solo.
Se dio la vuelta y comenzó a caminar con paso apurado y enojado, las manos en los bolsillos apretando el pañuelo. Matthew casi nunca se enfermaba, vivir en la intemperie y comer lo que sea que pudiera conseguir había forjado una salud de hierro, lo cual resultaba sumamente ventajoso en un ambiente en el cual el primero que demostrara un resquicio de debilidad era automáticamente pisoteado.
Tampoco era de ninguna ayuda que el amor propio de Matthew estuviera por lo general muy por arriba del promedio, herido en su orgullo se alejaba de Eyre como si fuera la mismísima representación de la peste.
Se refregó los ojos con fuerza pero el gesto parecía que solo empeoraba la situación, distraído como estaba no se dio cuenta que se le caía una carta del bolsillo. Continuo caminando y, para que negarlo, chocando con la gente que bailaba y se divertía tirando flores al aire, empeorando sin saberlo el estado de Matt. Una jovencita se paró junto al estafador e intento ponerle una corona de flores pero al ver el rostro del hombre se alejó algo espantada.
-Eso es, corre, de todos modos no quería tu estúpido adorno floral – Estornudo varias veces seguidas – Tengo que huir de aquí – Apartó de un empujón a un par de personas y se alejó del centro del pueblo lo más rápido que pudo.
Matthew Owens
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Re: Ostara, la Pascua de Aerandir [Evento Global]
Después de su viaje a Dundarak, donde la pareja pudo asistir a los festejos de la Ohdà y disfrutar de una agradable velada, sus pasos volvieron a guiarlos hasta Verisar, el que era su segundo hogar, únicamente por detrás de las islas. Sin embargo, aquella visita a la península sería breve, el estado de la hechicera pronto los obligaría a regresar a Beltrexus para hacer los preparativos pertinentes de cara a la llegada de su primer hijo. Aún tenían que hacer algunas modificaciones en la casa familiar, por no mencionar que debían encontrar a alguien de confianza que pudiese asistir a la joven durante el parto… aunque Elen ya tenía en mente quién podría tomar el papel de matrona en aquel importante momento.
Esa era una de las razones por las que habían decidido parar en Verisar, pero también lo hacían para descansar tras el largo trayecto desde las tierras del norte, lo que no esperaban era llegar a tiempo de participar en otra de las festividades de año, la Ostara. El final del invierno daba paso a la primavera y con ello llegaba el evento en que los campesinos ofrecían sacrificios para que la diosa Freyja fertilizase sus campos y les diese buenas cosechas, pero no solo eso, los ciudadanos organizaban multitud de actividades para grandes y pequeños, nadie se quedaría sin formar parte de las fiestas de un modo u otro.
Por suerte para la de ojos verdes aún quedaban un par de días para el desfile, lo que les permitiría buscar un sitio en que alojarse y reponer fuerzas después del duro viaje que acababan de hacer. ¿Y qué mejor lugar que la pequeña pero acogedora casita de los abuelos de Nim? La pareja dejó atrás el bosque para encaminarse hacia la vivienda en cuestión, en cuyo jardín jugaba la pequeña elfa, haciendo crecer una bonita enredadera de flores malva. - Parece que tenemos visita. - le indicó su abuela, que hasta aquel momento se había dedicado a observar maravillada el don de su nieta. - ¡Elen! ¡Alister! - exclamó la pequeña nada más verlos, corriendo de inmediato hacia ellos para recibirlos con un abrazo.
La de cabellos cenicientos se agachó para envolverla con sus brazos, y en cuanto se apartó de la elfa le dedicó una sonrisa, aunque el interés de la niña pasó rápidamente de los recién llegados al abultado vientre de la tensai. - ¡Vas a tener un bebé! - soltó sorprendida. - Así es, y podrás jugar con él cuando crezca un poco. - le respondió la bruja, provocando que una amplia sonrisa se dibujase en el rostro de Nimthîriel. - Me alegro de volver a veros, pasad, Alfred está dentro. - los invitó la abuela, que aún seguía eternamente agradecida con ellos por haberle devuelto a la niña sana y salva y por el bonito gesto que habían tenido para con los difuntos padres de Nim.
Una vez en el interior, Alfred los saludó alegremente y compartieron una agradable charla en que pudieron ponerse al día desde la última vez que se vieron, durante el enlace de la pareja, que había tenido lugar en las islas hacía ya casi un año. Margueritte no tardó en invitarlos a quedarse allí, puede que la casa no fuese muy grande pero contaban con una habitación de sobra, perfecta para ellos, que no necesitaban mucho. - ¿Venís por la Ostara? - les preguntó mientras los conducía al modesto cuarto que ocuparían. - La verdad es que no contábamos con llegar a tiempo pero iremos al desfile, siempre y cuando mi esposa se encuentre en condiciones. - contestó el dragón, cruzando una mirada con la hechicera. - He cabalgado hasta Dundarak y de vuelta, creo que podré con esto. - intervino la Elen, con una leve sonrisa en los labios.
La futura madre necesitaba descansar, eso era cierto, pero no se perdería los festejos. Tras despedirse de Margueritte, ambos se pusieron cómodos y la joven pudo dormir un rato, mientras el cazador organizaba sus pertenencias para luego unirse a ella. El día siguiente les brindó la oportunidad de pasar algo más de tiempo con Nim y su familia, y también de preparar sus ropas para acudir al desfile que tendría lugar en honor a Freyja.
La mañana de la Ostara, Alister se levantó temprano para reunirse con otros hombres de la zona y participar en el sacrificio de conejos, con cuya sangre se salpicarían los campos para atraer las buenas cosechas. Elen por su parte se quedó en la casa de Alfred y Margueritte, arreglando uno de sus vestidos para que pudiese servirle en aquella ocasión a pesar del cambio que su cuerpo había experimentado. - Ese no te lo he visto puesto. - comentó desde el umbral de la puerta a su regreso. - Te gustará. - respondió la tensai, girándose levemente hacia él. Tenía razón. Cuando terminaron de prepararse el dragón la tomó de la mano y la hizo girar para admirar mejor el resultado, luego se acercó para besarla antes de abandonar la casa en dirección al desfile.
Los niños pintaban huevos mientras los adultos iniciaban la marcha para cubrir los campos con harinas de colores y sangre, llamando a la diosa, algo que la pareja no quiso perderse. Sin dudarlo se unieron a la multitud, y teniendo en cuenta que el alado había hecho su sacrificio aquella mañana, también pudieron salpicar parte de la tierra por la que pasaban. Mientras andaban, los ojos de la bruja se posaron sobre una pequeña figura ligeramente apartada del jolgorio, que colocaba velas de colores y las encendía con una ramita de incienso. Aquella era otra tradición, encender velas para alejar los miedos que uno albergaba en su interior, y a Elen le pareció adecuado imitar al hombre bestia.
Elen tomó la mano de su esposo y lo guió hacia una zona más tranquila, donde no le costó hacerse con una vela de color azul celeste y encenderla. - Por nuestro hijo, para que su vida sea feliz y no sufra las penurias que nosotros hemos vivido. - pidió, esperando que la diosa la escuchase. La de ojos verdes temía que algo malo pudiese alcanzar a su bebé, igual que le había pasado a ella al recibir la maldición de los jinetes. - Volvamos a la fiesta. - instó la joven, tras unos instantes de silencio. De nuevo entre la multitud pudieron observar el resto del desfile y comer algo, esperando que la noche cayese pronto sobre ellos.
Off: Veo a Hont pero no interactúo con él.
Esa era una de las razones por las que habían decidido parar en Verisar, pero también lo hacían para descansar tras el largo trayecto desde las tierras del norte, lo que no esperaban era llegar a tiempo de participar en otra de las festividades de año, la Ostara. El final del invierno daba paso a la primavera y con ello llegaba el evento en que los campesinos ofrecían sacrificios para que la diosa Freyja fertilizase sus campos y les diese buenas cosechas, pero no solo eso, los ciudadanos organizaban multitud de actividades para grandes y pequeños, nadie se quedaría sin formar parte de las fiestas de un modo u otro.
Por suerte para la de ojos verdes aún quedaban un par de días para el desfile, lo que les permitiría buscar un sitio en que alojarse y reponer fuerzas después del duro viaje que acababan de hacer. ¿Y qué mejor lugar que la pequeña pero acogedora casita de los abuelos de Nim? La pareja dejó atrás el bosque para encaminarse hacia la vivienda en cuestión, en cuyo jardín jugaba la pequeña elfa, haciendo crecer una bonita enredadera de flores malva. - Parece que tenemos visita. - le indicó su abuela, que hasta aquel momento se había dedicado a observar maravillada el don de su nieta. - ¡Elen! ¡Alister! - exclamó la pequeña nada más verlos, corriendo de inmediato hacia ellos para recibirlos con un abrazo.
La de cabellos cenicientos se agachó para envolverla con sus brazos, y en cuanto se apartó de la elfa le dedicó una sonrisa, aunque el interés de la niña pasó rápidamente de los recién llegados al abultado vientre de la tensai. - ¡Vas a tener un bebé! - soltó sorprendida. - Así es, y podrás jugar con él cuando crezca un poco. - le respondió la bruja, provocando que una amplia sonrisa se dibujase en el rostro de Nimthîriel. - Me alegro de volver a veros, pasad, Alfred está dentro. - los invitó la abuela, que aún seguía eternamente agradecida con ellos por haberle devuelto a la niña sana y salva y por el bonito gesto que habían tenido para con los difuntos padres de Nim.
Una vez en el interior, Alfred los saludó alegremente y compartieron una agradable charla en que pudieron ponerse al día desde la última vez que se vieron, durante el enlace de la pareja, que había tenido lugar en las islas hacía ya casi un año. Margueritte no tardó en invitarlos a quedarse allí, puede que la casa no fuese muy grande pero contaban con una habitación de sobra, perfecta para ellos, que no necesitaban mucho. - ¿Venís por la Ostara? - les preguntó mientras los conducía al modesto cuarto que ocuparían. - La verdad es que no contábamos con llegar a tiempo pero iremos al desfile, siempre y cuando mi esposa se encuentre en condiciones. - contestó el dragón, cruzando una mirada con la hechicera. - He cabalgado hasta Dundarak y de vuelta, creo que podré con esto. - intervino la Elen, con una leve sonrisa en los labios.
La futura madre necesitaba descansar, eso era cierto, pero no se perdería los festejos. Tras despedirse de Margueritte, ambos se pusieron cómodos y la joven pudo dormir un rato, mientras el cazador organizaba sus pertenencias para luego unirse a ella. El día siguiente les brindó la oportunidad de pasar algo más de tiempo con Nim y su familia, y también de preparar sus ropas para acudir al desfile que tendría lugar en honor a Freyja.
La mañana de la Ostara, Alister se levantó temprano para reunirse con otros hombres de la zona y participar en el sacrificio de conejos, con cuya sangre se salpicarían los campos para atraer las buenas cosechas. Elen por su parte se quedó en la casa de Alfred y Margueritte, arreglando uno de sus vestidos para que pudiese servirle en aquella ocasión a pesar del cambio que su cuerpo había experimentado. - Ese no te lo he visto puesto. - comentó desde el umbral de la puerta a su regreso. - Te gustará. - respondió la tensai, girándose levemente hacia él. Tenía razón. Cuando terminaron de prepararse el dragón la tomó de la mano y la hizo girar para admirar mejor el resultado, luego se acercó para besarla antes de abandonar la casa en dirección al desfile.
Los niños pintaban huevos mientras los adultos iniciaban la marcha para cubrir los campos con harinas de colores y sangre, llamando a la diosa, algo que la pareja no quiso perderse. Sin dudarlo se unieron a la multitud, y teniendo en cuenta que el alado había hecho su sacrificio aquella mañana, también pudieron salpicar parte de la tierra por la que pasaban. Mientras andaban, los ojos de la bruja se posaron sobre una pequeña figura ligeramente apartada del jolgorio, que colocaba velas de colores y las encendía con una ramita de incienso. Aquella era otra tradición, encender velas para alejar los miedos que uno albergaba en su interior, y a Elen le pareció adecuado imitar al hombre bestia.
Elen tomó la mano de su esposo y lo guió hacia una zona más tranquila, donde no le costó hacerse con una vela de color azul celeste y encenderla. - Por nuestro hijo, para que su vida sea feliz y no sufra las penurias que nosotros hemos vivido. - pidió, esperando que la diosa la escuchase. La de ojos verdes temía que algo malo pudiese alcanzar a su bebé, igual que le había pasado a ella al recibir la maldición de los jinetes. - Volvamos a la fiesta. - instó la joven, tras unos instantes de silencio. De nuevo entre la multitud pudieron observar el resto del desfile y comer algo, esperando que la noche cayese pronto sobre ellos.
- Vestido de Elen y maquillaje de ambos:
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El de Elen sería con pintura roja, a juego con su vestido
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Off: Veo a Hont pero no interactúo con él.
Elen Calhoun
Aerandiano de honor
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Re: Ostara, la Pascua de Aerandir [Evento Global]
- ¿Por qué tenemos que ir a ese festival? ¡Qué tontería! Seguro que Freya tiene mejores cosas que hacer que mirar si le dan sangre de conejo.
- Espero que tenga mejores cosas que hacer que escucharte decir algo así. No seas desagradecida; te gusta la primavera, ¿no? Pues hay que dar las gracias durante el Ostara.
- Seguro que preferiría sangre humana – continuó su hija Irina como si no le hubiera escuchado -. ¿Qué le importan unos conejos?
Taliesin suspiró y dio aquella discusión por perdida. La niña se estaba empeñando en aquel tema porque el vampiro también traía un conejo para sacrificar su sangre a Freya.
- Con o sin conejos, Irina, vamos a ir. Vas a ver cómo te lo pasas genial. Hay un desfile… Podrás pintar huevos… Habrá de comer… y chocolates…
Irina hizo un mohín, pero Taliesin sabía que lo de los chocolates la convencería. El vampiro extendió la mano y su hija, un poco a regañadientes, acabó por agarrarla.
Una vez llegaron al festival, a Irina se le olvidó completamente seguir pretendiendo que venía a la fuerza. Olía la comida, veía a las mujeres con sus extrovertidos vestidos, escuchaba a niños reír y competir por pintar el mejor huevo; todo aquello era muchísimo más divertido que tener que ir agarrada de la mano de su padre, como si fuera una niña pequeña. Dio un fuerte tirón para que le dejara ir y Taliesin tuvo que darse por vencido otra vez.
- Vale, vale. Si quieres te veré en la entrada cuando termine el desfile. Y si pasa cualquier cosa…
- ¡No va a pasar nada! – se exclamó Irina, y se fue corriendo hacia varios otros niños que estaban pintando huevos de colores.
Con lo que Taliesin se quedó solo y con un conejo muerto en la mano, libre para hacer lo que para él era lo más importante de aquella festividad.
Siempre había venerado a Freya y festejado aquel día que marcaba el principio de la primavera. El haberse convertido al vampirismo sólo había profundizado su fervor, porque a la veneración religiosa se unía el respeto que impone el miedo. De alguna manera, para él el Ostara simbolizaba peligro. Alargaba los días y recluía a los vampiros, recortando las horas en las que son libres de salir a obtener alimento.
En la zona destinada para ello, usó uno de los cuchillos de sacrificio para abrir el conejo y recolectar la sangre en un cuenco, y después sacó las tripas y las dejó en un segundo recipiente. El resto del animal, todo lo comestible, los huesos y la piel, lo donó a la organización del evento para que la cocinaran y usaran la piel en algún obsequio a Freya. Con la sangre y las tripas, se acercó hasta los campos de cultivo y manojo a manojo y cucharada a cucharada los arrojó hacia el horizonte, intentando que la parábola fuera tanto alta como lejana. En cuanto más llamativo fuera el lanzamiento, le había enseñado su abuela de pequeño, más fácil sería llamar la atención de Freya. Y cada vez que lanzaba parte de los restos del conejo rezaba a la diosa, esperando que le estuviera mirando en aquel momento.
- Freya - rezó, pausando para lanzar más sangre -, bendícenos. Revive la tierra y permite que tengamos otro año de comida abundante que nos ayude a combatir las enfermedades. Freya, cuida y guía a mi hija Irina para que crezca fuerte como crecen bajo tu mirada las flores en primavera. Freya, si cabe en tu bondad apiadarte de un vampiro, apiádate de mi, y no dejes que sea el sol de los largos días con los que bendices la tierra el que ponga fin a mi existencia.
Todo esto lo dijo en voz alta, porque esta era la forma en la que Freya podría oírle. Tan metido estaba en la sinderidad de su plegaria que no se dio cuenta de que, aunque sus palabras estuvieran dirigidas a la diosa, eso no significaba que no pudiera oirlas nadie más. En aquel momento, con las manos llenas de sangre de conejo, se giró y se quedó helado al darse cuenta de que había alguien lo suficientemente cerca como para escuchar aquello...
Off: dejo abierto por si alguien quiere usar esto para crear una pequeña trama (no puedo evitar notar que hay muchos cazadores de vampiros por aquí... Siéntanse libres de iniciar interacción, hostil o no).
- Espero que tenga mejores cosas que hacer que escucharte decir algo así. No seas desagradecida; te gusta la primavera, ¿no? Pues hay que dar las gracias durante el Ostara.
- Seguro que preferiría sangre humana – continuó su hija Irina como si no le hubiera escuchado -. ¿Qué le importan unos conejos?
Taliesin suspiró y dio aquella discusión por perdida. La niña se estaba empeñando en aquel tema porque el vampiro también traía un conejo para sacrificar su sangre a Freya.
- Con o sin conejos, Irina, vamos a ir. Vas a ver cómo te lo pasas genial. Hay un desfile… Podrás pintar huevos… Habrá de comer… y chocolates…
Irina hizo un mohín, pero Taliesin sabía que lo de los chocolates la convencería. El vampiro extendió la mano y su hija, un poco a regañadientes, acabó por agarrarla.
Una vez llegaron al festival, a Irina se le olvidó completamente seguir pretendiendo que venía a la fuerza. Olía la comida, veía a las mujeres con sus extrovertidos vestidos, escuchaba a niños reír y competir por pintar el mejor huevo; todo aquello era muchísimo más divertido que tener que ir agarrada de la mano de su padre, como si fuera una niña pequeña. Dio un fuerte tirón para que le dejara ir y Taliesin tuvo que darse por vencido otra vez.
- Vale, vale. Si quieres te veré en la entrada cuando termine el desfile. Y si pasa cualquier cosa…
- ¡No va a pasar nada! – se exclamó Irina, y se fue corriendo hacia varios otros niños que estaban pintando huevos de colores.
Con lo que Taliesin se quedó solo y con un conejo muerto en la mano, libre para hacer lo que para él era lo más importante de aquella festividad.
Siempre había venerado a Freya y festejado aquel día que marcaba el principio de la primavera. El haberse convertido al vampirismo sólo había profundizado su fervor, porque a la veneración religiosa se unía el respeto que impone el miedo. De alguna manera, para él el Ostara simbolizaba peligro. Alargaba los días y recluía a los vampiros, recortando las horas en las que son libres de salir a obtener alimento.
En la zona destinada para ello, usó uno de los cuchillos de sacrificio para abrir el conejo y recolectar la sangre en un cuenco, y después sacó las tripas y las dejó en un segundo recipiente. El resto del animal, todo lo comestible, los huesos y la piel, lo donó a la organización del evento para que la cocinaran y usaran la piel en algún obsequio a Freya. Con la sangre y las tripas, se acercó hasta los campos de cultivo y manojo a manojo y cucharada a cucharada los arrojó hacia el horizonte, intentando que la parábola fuera tanto alta como lejana. En cuanto más llamativo fuera el lanzamiento, le había enseñado su abuela de pequeño, más fácil sería llamar la atención de Freya. Y cada vez que lanzaba parte de los restos del conejo rezaba a la diosa, esperando que le estuviera mirando en aquel momento.
- Freya - rezó, pausando para lanzar más sangre -, bendícenos. Revive la tierra y permite que tengamos otro año de comida abundante que nos ayude a combatir las enfermedades. Freya, cuida y guía a mi hija Irina para que crezca fuerte como crecen bajo tu mirada las flores en primavera. Freya, si cabe en tu bondad apiadarte de un vampiro, apiádate de mi, y no dejes que sea el sol de los largos días con los que bendices la tierra el que ponga fin a mi existencia.
Todo esto lo dijo en voz alta, porque esta era la forma en la que Freya podría oírle. Tan metido estaba en la sinderidad de su plegaria que no se dio cuenta de que, aunque sus palabras estuvieran dirigidas a la diosa, eso no significaba que no pudiera oirlas nadie más. En aquel momento, con las manos llenas de sangre de conejo, se giró y se quedó helado al darse cuenta de que había alguien lo suficientemente cerca como para escuchar aquello...
Off: dejo abierto por si alguien quiere usar esto para crear una pequeña trama (no puedo evitar notar que hay muchos cazadores de vampiros por aquí... Siéntanse libres de iniciar interacción, hostil o no).
Taliesin Skatha
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Re: Ostara, la Pascua de Aerandir [Evento Global]
Ben se encontraba sentado en un taburete viendo el ir y venir de la gente. Su jarra de... ¿qué era aquello? se vaciaba con una facilidad extrema, pensaba, en todo caso, que a lo mejor debería cambiarla por si estaba rota, pero aparentemente el suelo estaba seco. Había un ambiente muy bueno y eso animaba a Ben a saludar a todos y cada uno de los presentes que tenían la bondad de acercarse. Desde el taburete pudo observar como jugaban los niños; amigos y conocidos mostraban muestras de cariño los unos hacia los otros; las mesas rebosantes de comida; y gente intercambiándose huevos. Se acordó, entonces, de que él mismo había llevado un huevo para dárselo a... ¿a quién?
Al primero que pase. Dijo en voz alta. Pero por allí no pasaba nadie o al menos él no se daba cuenta. Decidió entonces levantarse y dar un paseo entre los allí presentes. Apuró la jarra y al levantarse trastabilló y fue dos pasos hacia la derecha, pero no hubo ningún otro incidente digno de tal mención. Se calmó, respiró hondo y dejó la jarra en el taburete. Se serenó lo más que pudo y caminó. Sacó de la saca el huevo y le habló.
Bien amigo huevo, no ha sido fácil tratar contigo, eres muy delicado, joder, todo el tiempo que he intentado mantenerte con vida y limpiándote y demás y ahora mismo te vas a ir con otra persona, ¿con quién? Ah, solo los Dioses lo saben, Ostara en este caso. A lo lejos vio algo y es que estaban reponiendo una bandeja con comida. Fue consciente de que no había comido nada desde que había llegado a la fiesta, fue entonces cuando se desprendió del huevo. Se lo dio a un niño o niña, iba apurado y ni siquiera se fijo
¡Eh!, [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], que Ostara mantenga fértiles tus cosechas. Le dedicó una sonrisa y se marchó hacia la comida. Al llegar vio la bandeja a rebosar. Se quedó pensativo un momento pues no conocía aquello que habían puesto y tampoco si era algo decorativo. Si lo han puesto aquí, será para comer, digo yo. Se dijo para sí mientras alargaba una mano y cogía de la bandeja para comer algo. Una vez saciado, era el momento de lanzar sus plegarias a la Diosa.
Se separó de la fiesta lo suficiente como para que las voces y la música se escuchara de forma atenuada. Caminó hasta que encontró un lugar adecuado al pie de un árbol en donde se sentó con las piernas cruzadas de cara al árbol. Se quedó allí unos instantes calmando su respiración y pensando lo que iba a decir, pero claro, no era la primera vez que hacía aquella ofrenda y debería tenerlo todo bien aprendido, si funcionó la primera vez, ¿por qué no aquella?
Por ti, Freya, reabro, como todos los años, esta cicatriz y derramo mi sangre para seguir gozando de tu bendición, no sólo para mi sino para todas las gentes de este mundo. Dicha la última palabra cogió el filo del hacha y reabrió la herida que tenía en la mano. Cerró el puño y dejó que la sangre llegara. Cuando las primeras gotas cayeron, posó la mano en el tronco del árbol y se quedó un buen rato allí, meditando. Pero algo lo interrumpió, era la plegaria de otro hombre, giró la cabeza y sólo pudo distinguir cómo lanzaba cosas al campo, se dio la vuelta y siguió mirando su mano allí pegada al árbol. Al rato la separó y se levantó. El hombre seguía a lo suyo, las costumbres religiosas eran muy personales y se debían respetar, por ello decidió marcharse del lugar, no sin antes volverse para volver a contemplar aquel ritual. Sin más, decidió volver y disfrutar, una vez más, del ambiente festivo que sin duda, se extendería toda la noche.
¿Dónde estaba mi jarra?
Al primero que pase. Dijo en voz alta. Pero por allí no pasaba nadie o al menos él no se daba cuenta. Decidió entonces levantarse y dar un paseo entre los allí presentes. Apuró la jarra y al levantarse trastabilló y fue dos pasos hacia la derecha, pero no hubo ningún otro incidente digno de tal mención. Se calmó, respiró hondo y dejó la jarra en el taburete. Se serenó lo más que pudo y caminó. Sacó de la saca el huevo y le habló.
Bien amigo huevo, no ha sido fácil tratar contigo, eres muy delicado, joder, todo el tiempo que he intentado mantenerte con vida y limpiándote y demás y ahora mismo te vas a ir con otra persona, ¿con quién? Ah, solo los Dioses lo saben, Ostara en este caso. A lo lejos vio algo y es que estaban reponiendo una bandeja con comida. Fue consciente de que no había comido nada desde que había llegado a la fiesta, fue entonces cuando se desprendió del huevo. Se lo dio a un niño o niña, iba apurado y ni siquiera se fijo
¡Eh!, [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo], que Ostara mantenga fértiles tus cosechas. Le dedicó una sonrisa y se marchó hacia la comida. Al llegar vio la bandeja a rebosar. Se quedó pensativo un momento pues no conocía aquello que habían puesto y tampoco si era algo decorativo. Si lo han puesto aquí, será para comer, digo yo. Se dijo para sí mientras alargaba una mano y cogía de la bandeja para comer algo. Una vez saciado, era el momento de lanzar sus plegarias a la Diosa.
Se separó de la fiesta lo suficiente como para que las voces y la música se escuchara de forma atenuada. Caminó hasta que encontró un lugar adecuado al pie de un árbol en donde se sentó con las piernas cruzadas de cara al árbol. Se quedó allí unos instantes calmando su respiración y pensando lo que iba a decir, pero claro, no era la primera vez que hacía aquella ofrenda y debería tenerlo todo bien aprendido, si funcionó la primera vez, ¿por qué no aquella?
Por ti, Freya, reabro, como todos los años, esta cicatriz y derramo mi sangre para seguir gozando de tu bendición, no sólo para mi sino para todas las gentes de este mundo. Dicha la última palabra cogió el filo del hacha y reabrió la herida que tenía en la mano. Cerró el puño y dejó que la sangre llegara. Cuando las primeras gotas cayeron, posó la mano en el tronco del árbol y se quedó un buen rato allí, meditando. Pero algo lo interrumpió, era la plegaria de otro hombre, giró la cabeza y sólo pudo distinguir cómo lanzaba cosas al campo, se dio la vuelta y siguió mirando su mano allí pegada al árbol. Al rato la separó y se levantó. El hombre seguía a lo suyo, las costumbres religiosas eran muy personales y se debían respetar, por ello decidió marcharse del lugar, no sin antes volverse para volver a contemplar aquel ritual. Sin más, decidió volver y disfrutar, una vez más, del ambiente festivo que sin duda, se extendería toda la noche.
¿Dónde estaba mi jarra?
Sango
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Re: Ostara, la Pascua de Aerandir [Evento Global]
Al final Chimar termina llenando su estómago… es lo malo de ser un niño, poco espacio interno. Comer seria genial si nunca alcanzaras a llenarte o pudieras eludir el subproducto del alimento físico claro. Algunos Bios pueden experimentar tal nivel de existencia aunque renuncian a muchas cosas en el proceso, ¿de que sirve comer si no le encuentras placer?
“Sonido de satisfacción” excelente día.
Se estira en la silla mientras toma un sorbo de su jugo, afortunadamente no solo se dispensan bebidas alcohólicas pues es una celebración bastante familiar. Para ese entonces el sitio esta a reventar de gente, es claro que la comida gratis atrae tanto como las tradiciones religiosas de una era pasada.
Cerca de allí el jovencito pilla una compañía de sujetos devorando todo a su paso e interactuando con brusquedad amistosa entre sí, parece una clara banda de mercenarios o quizás un grupito de aventureros. Le arrancan un par de risas al chico quien ya completamente saciado busca algo para entretenerse.
Casualmente posa sus ojos en una elfa bastante conocida, Niniel. Lleva mucho tiempo sin verla en acción y a escuchado bastantes rumores sobre la señorita… algunos buenos y otros no tanto. sonríe con sinceridad mientras agita la mano a modo de saludo distante, le alegra que continúe dando tumbos por los reinos.
No puede negar que existe una buena cantidad de aspirantes nuevos, gente que quiere probar su valía como exploradores y cazadores de fortuna. Alguien desconocido con equipo corriente y cierta experiencia en su rostro casi siempre indica un nuevo iniciado en las artes del camino, en estos tiempos turbulentos dicha tendencia es de agradecer.
“Bosteza” espero que los chicos no se metan en problemas hoy…
Maquiavelo tuvo que levantar la restricción de seguridad para los Gorriones, muchas quejas entre los miembros. Lo cierto es que ahora con una esfera fácilmente defendible pueden volverse más osados, eso sin mencionar que cada integrante a ganado niveles de experiencia y posición social. Pueden permitirse una celebración en solitario sin pensar en vaciar bolsillos, se lo merecen.
Pronto algo mas especifico llama la atención del mocoso, reconocería a ese personaje incluso en otro plano material. Se pone de pie y lo persigue discretamente, es claro que Owens trata de pasar desapercibido. Cuando el joven detalla su cara se vuelve obvia la razón… parece un tomate recién cocinado.
“A algunos la primavera les cae mal jejeje”
Nunca fue el caso de Chimar, a pesar de ser más citadino que un perro domestico tiene buena resistencia. Es momento de jugar un poco para bajar la comida, no existirá una mejor oportunidad. ¿Qué se puede decir?, Matthew es demasiado fácil de molestar y el niño comienza a considerarlo un hermano mayor simplemente por ese aspecto. Salta en medio del camino cortando su trayectoria y grita.
¿¿¡¡MATTHEW OWENS, QUE RAYOS TIENES EN EL ROSTRO!!??
“Sonido de satisfacción” excelente día.
Se estira en la silla mientras toma un sorbo de su jugo, afortunadamente no solo se dispensan bebidas alcohólicas pues es una celebración bastante familiar. Para ese entonces el sitio esta a reventar de gente, es claro que la comida gratis atrae tanto como las tradiciones religiosas de una era pasada.
Cerca de allí el jovencito pilla una compañía de sujetos devorando todo a su paso e interactuando con brusquedad amistosa entre sí, parece una clara banda de mercenarios o quizás un grupito de aventureros. Le arrancan un par de risas al chico quien ya completamente saciado busca algo para entretenerse.
Casualmente posa sus ojos en una elfa bastante conocida, Niniel. Lleva mucho tiempo sin verla en acción y a escuchado bastantes rumores sobre la señorita… algunos buenos y otros no tanto. sonríe con sinceridad mientras agita la mano a modo de saludo distante, le alegra que continúe dando tumbos por los reinos.
No puede negar que existe una buena cantidad de aspirantes nuevos, gente que quiere probar su valía como exploradores y cazadores de fortuna. Alguien desconocido con equipo corriente y cierta experiencia en su rostro casi siempre indica un nuevo iniciado en las artes del camino, en estos tiempos turbulentos dicha tendencia es de agradecer.
“Bosteza” espero que los chicos no se metan en problemas hoy…
Maquiavelo tuvo que levantar la restricción de seguridad para los Gorriones, muchas quejas entre los miembros. Lo cierto es que ahora con una esfera fácilmente defendible pueden volverse más osados, eso sin mencionar que cada integrante a ganado niveles de experiencia y posición social. Pueden permitirse una celebración en solitario sin pensar en vaciar bolsillos, se lo merecen.
Pronto algo mas especifico llama la atención del mocoso, reconocería a ese personaje incluso en otro plano material. Se pone de pie y lo persigue discretamente, es claro que Owens trata de pasar desapercibido. Cuando el joven detalla su cara se vuelve obvia la razón… parece un tomate recién cocinado.
“A algunos la primavera les cae mal jejeje”
Nunca fue el caso de Chimar, a pesar de ser más citadino que un perro domestico tiene buena resistencia. Es momento de jugar un poco para bajar la comida, no existirá una mejor oportunidad. ¿Qué se puede decir?, Matthew es demasiado fácil de molestar y el niño comienza a considerarlo un hermano mayor simplemente por ese aspecto. Salta en medio del camino cortando su trayectoria y grita.
¿¿¡¡MATTHEW OWENS, QUE RAYOS TIENES EN EL ROSTRO!!??
- Off:
- Chimar interactúa directamente con Owens y saluda a Niniel desde la distancia, También hace una referencia discreta al grupo de Alward Sevna.
Invitado
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Re: Ostara, la Pascua de Aerandir [Evento Global]
Lo primero que hizo Eyre fue esquivar el estornudo con espanto; lo segundo, fue abrir la boca en un cómico gesto de sorpresa al oír las tajantes palabras del moreno. -¡Vaya! ¡Tus modales no han mejorado en este tiempo! -Exclamó la indignada jovencita, enrojeciendo de vergüenza al recibir semejante comentario sobre su vestido. Para colmo, la palabra “novio” terminó por entintarle aún más las mejillas como dos tomates- ¡N-No es mi novio! Es mi... es mi compañero. -“O algo así”, pensó, girándose disimuladamente para echar un vistazo a Veintitrés.
Aunque sí que se había ofendido, lejos de marcharse la jovencita pretendía seguir al moreno. No por burlarse de él (que también) sino porque genuinamente le preocupaba. Aunque Matthew Owens había demostrado ser un hombre cínico y despreciable, Eyre todavía recordaba con aprecio los poquísimos buenos gestos que había tenido con ella, como arreglarle la mochila -que él mismo había roto- o escoltarla durante sus primeros días en el continente -para luego embaucarla, claro-. Bueno, pensándolo bien era un maldito bastardo, pero ella, ilusa y gentil a partes iguales, no podía darle la espalda a nadie que pudiera necesitar su ayuda.
-Si no estás enfermo, ¿qué te pasa? ¿has estado llorando? -Comentó sonriente mientras aceleraba el paso para caminar a su lado. Ahora que lo veía bien, era obvio que presentaba síntomas de alergia, no para nada se había tragado tantos libros sobre medicina en su infancia- Tranquilo, dicen que llorar es de poco hombre, pero yo no pienso eso. Puedo prestarte mi hombro, si quieres. -Ofreció con falsa gentileza. El malvado caminaba cada vez más rápido y ella, con las piernas enredándosele en la falda, poco a poco comenzó a quedarse atrás. Estaba por gritarle que la esperase cuando una carta voló desde el bolsillo ajeno hasta sus pies. La joven bruja se agachó para recogerla del lodoso suelo y el papel que contenía se deslizó fuera del sobre. Sabía que leer cartas ajenas era de pésima educación, pero... ¡no es como si Owens estuviera siendo muy educado con ella! Además estaba todo a la vista, así que no pudo contenerse a averiguar qué clase de correspondencia le llegaba a aquel hombre. Echó un rápido vistazo y, a juzgar por la manera en que su expresión dejó entrever cada vez más y más sorpresa, aquella misiva contenía algo realmente interesante.
-No puede ser... -Masculló estupefacta antes de guardar el papel en el sobre para echar a correr una vez más tras el moreno.
Afortunadamente, al alejarse cada vez más del epicentro de la celebración no le fue difícil encontrarlo a la distancia. Para cuando llegó junto a él, estaba acompañado por un niño que parecía conocerle. ¿Qué clase de fijación tenía Owens con los menores de edad? Incómoda, la jovencita carraspeó y, acomodándose la falda del vestido, se dirigió al chico:
-¡Hola! Me llamo Eyre. ¿Eres... “amigo” de Matthew también? -Sonrió con cordialidad aunque los niños la ponían ligeramente nerviosa; al no haber tenido nunca amigos de esa edad, no sabía cómo dirigirse a ellos. Veintitrés, por otro lado, cuando llegó junto a ellos pareció interesarse sobremanera por el infante ya que, en un gesto que Eyre jamás había visto de él, dejó caer una de sus pesadas manos metálicas sobre la cabeza ajena para revolverle el cabello- ¡Oh, le caes bien! Él es Veintitrés.
Pronto cambió el foco de atención al moreno para extenderle el sobre.
-Se te ha caído esto. ¿Qué te parece si te ofrezco un té de hierbas que te quitará la alergia... digo, el llanto, y tú me hablas sobre esta carta? Te interesará saber que yo también partiré pronto hacia las Islas.
Aunque sí que se había ofendido, lejos de marcharse la jovencita pretendía seguir al moreno. No por burlarse de él (que también) sino porque genuinamente le preocupaba. Aunque Matthew Owens había demostrado ser un hombre cínico y despreciable, Eyre todavía recordaba con aprecio los poquísimos buenos gestos que había tenido con ella, como arreglarle la mochila -que él mismo había roto- o escoltarla durante sus primeros días en el continente -para luego embaucarla, claro-. Bueno, pensándolo bien era un maldito bastardo, pero ella, ilusa y gentil a partes iguales, no podía darle la espalda a nadie que pudiera necesitar su ayuda.
-Si no estás enfermo, ¿qué te pasa? ¿has estado llorando? -Comentó sonriente mientras aceleraba el paso para caminar a su lado. Ahora que lo veía bien, era obvio que presentaba síntomas de alergia, no para nada se había tragado tantos libros sobre medicina en su infancia- Tranquilo, dicen que llorar es de poco hombre, pero yo no pienso eso. Puedo prestarte mi hombro, si quieres. -Ofreció con falsa gentileza. El malvado caminaba cada vez más rápido y ella, con las piernas enredándosele en la falda, poco a poco comenzó a quedarse atrás. Estaba por gritarle que la esperase cuando una carta voló desde el bolsillo ajeno hasta sus pies. La joven bruja se agachó para recogerla del lodoso suelo y el papel que contenía se deslizó fuera del sobre. Sabía que leer cartas ajenas era de pésima educación, pero... ¡no es como si Owens estuviera siendo muy educado con ella! Además estaba todo a la vista, así que no pudo contenerse a averiguar qué clase de correspondencia le llegaba a aquel hombre. Echó un rápido vistazo y, a juzgar por la manera en que su expresión dejó entrever cada vez más y más sorpresa, aquella misiva contenía algo realmente interesante.
-No puede ser... -Masculló estupefacta antes de guardar el papel en el sobre para echar a correr una vez más tras el moreno.
Afortunadamente, al alejarse cada vez más del epicentro de la celebración no le fue difícil encontrarlo a la distancia. Para cuando llegó junto a él, estaba acompañado por un niño que parecía conocerle. ¿Qué clase de fijación tenía Owens con los menores de edad? Incómoda, la jovencita carraspeó y, acomodándose la falda del vestido, se dirigió al chico:
-¡Hola! Me llamo Eyre. ¿Eres... “amigo” de Matthew también? -Sonrió con cordialidad aunque los niños la ponían ligeramente nerviosa; al no haber tenido nunca amigos de esa edad, no sabía cómo dirigirse a ellos. Veintitrés, por otro lado, cuando llegó junto a ellos pareció interesarse sobremanera por el infante ya que, en un gesto que Eyre jamás había visto de él, dejó caer una de sus pesadas manos metálicas sobre la cabeza ajena para revolverle el cabello- ¡Oh, le caes bien! Él es Veintitrés.
Pronto cambió el foco de atención al moreno para extenderle el sobre.
-Se te ha caído esto. ¿Qué te parece si te ofrezco un té de hierbas que te quitará la alergia... digo, el llanto, y tú me hablas sobre esta carta? Te interesará saber que yo también partiré pronto hacia las Islas.
- Spoiler:
- Interactúo con Matthew Owens y con Chimar.
Última edición por Eyre el Sáb Mar 24 2018, 16:51, editado 1 vez
Eyre
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Re: Ostara, la Pascua de Aerandir [Evento Global]
Sola, como perdida, algo nerviosa y angustiada se encontraba aquella misteriosa joven encapuchada. No parecía estar allí exclusivamente por la fiesta, ya que sus ropajes eran cuanto menos alegres o siquiera un vestido largo para la ocasión, como la gran mayoría de mozas del lugar se ponían para aquella festividad. Miraba hacia todos lados, como si esperase a que alguien la estuviese buscando, pero no por algo bueno precisamente, pues parecía tener temor.
De pronto, sintió como alguien le jalaba de la capa de su caperuza. La joven se volteó y era un infante, de apenas unos seis o siete años, con el pelo moreno y churretes entre sus mejillas, con un atuendo bastante común entre los jóvenes ciudadanos de Lunargenta con algo entre sus manos brillante; era un huevo decorado con lo que parecían joyas, una decoración algo extravagante y demasiado cara como para que ese niño la hubiese hecho él solo.
-Toma, es para tí-Dijo ofreciéndoselo con un tono infantil y irremediablemente adorable que enterneció el corazón de la joven
-Oh.. Gracias-Dijo aceptando el regalo y tomándolo entre sus manos-¿Pero cómo lo has conseguido?
-¡Mi abuelo los fabrica! Bueno eso, y a parte, muchas cosas más... ¡Pero es un huevo muy especial porque es muy bonito!, ¿A que sí?-Dijo con una sonrisa que elevó la ternura de su rostro-Mi abuelo me ha dicho que se lo regalase a alguna chica que me gustase, pero como tengo ninguna, ¡Pues se lo regalo a usted, señorita!
La joven esbozó una sonrisa. Seguramente el abuelo de ese niño fuese un joyero o herrero, pensó. Estaba embriagada de tanta ternura y ese pequeño gesto de aquel niño le había hecho muy feliz, tanto que por unos instantes hasta se olvidó de sus propios problemas. La encaperuzada se puso de cuclillas y dejó que aquel joven viese su rostro por completo, sus rasgos finos y delicados, sus labios rojos y sus ojos azules como un zafiro.
-¡Sabía que debajo de esa capucha se escondía una dama muy bella!-Dijo soltando una risotada inocente, a lo que la joven contestó con una sonrisa ruborizada-Señorita, si usted tiene a alguien que le guste,¡Podría regalárselo también!
La joven. aún sonriente, asintió con la cabeza, no sin antes darle de nuevo las gracias al chico por el regalo. Este, tras eso, se despidió de la muchacha y se fue a otro lugar de la fiesta, perdiéndose entre la muchedumbre. La encapuchada se volvió a poner en pie, y de pronto notó que alguien se le acercaba de nuevo, parecía ser un joven de su misma edad. Se guardó el huevo en un bolsillo y, con desconfianza, miró a Alward, que era quien, como si de un robot mal aceitado se tratara, se acercaba a ella. A escasos metros de ella, se paró en seco y firme, mirándola fijamente,
-D-disculpa, ¿Eres la chica de antes del callejón?-Dijo ruborizado hasta no poder más y con una mano tras la cabeza
La joven no respondió, sino que apartó la mirada del joven, como desinteresada
-N-no puede ser, ¡¿Me he equivocado?!-Dijo agachando medio tronco e intentando ver el rostro de la joven, el cual estaba bajo la capucha y no era reconocible.
Pero Alward no se equivocaba, era ella. Esos rasgos faciales tan perfectos y delicados, y esos ojos con un color tan llamativo; sin duda era ella, el joven Sevna no olvidaría ese rostro por nada del mundo.
-¡S-si, soy yo!-Dijo la joven levantando un poco la voz. Acto seguido se tapó la boca con ambas manos y miró hacia los lados preocupada, para que al instante volviese a la calma al ver que no pasaba nada.
Alward, un poco asustado por la reacción, dio un paso hacia atrás.
-¿Te encuentras bien?!
-Sí... Perdona-Dijo resoplando
Hubo un minuto de incómodo silencio, Alward no sabía qué decir y la joven estaba algo molesta e incómoda. En ese momento, alguien se acercó por detrás de Alward, se puso a su lado y le pasó una mano por su hombro. Era Gertrude, la cual, muy borracha habló con ambos
-Eyy.. *Hip* Al, ¿Quién es tu amiga?
-Sí, eh... Ella es...-Dijo mirando a la joven, esperando a que ella le sacase de la duda
-Cristina... Soy Cristina
-¡Al, Cris... Venid a la fiessshta!
Y, sin que la chica respondiese, fue agarrada de la mano por la ex-mercenaria y, junto con Alward, el cual también estaba siendo agarrado por Gertrude, fueron al lugar donde estaban bailando los lugareños. Habían bastantes, con una música de instrumentos de viento sonando, del cual el joven Sevna no se interesó en encontrar el origen, pero sería tocado por alguna banda de juglares o bardos. Gertrude se puso a bailar y, como por presión de grupo, también lo hicieron Alward y Cristina.
-¡Vamos Cris, diviértete!
Alward miró a la joven encapuchada, la cual le devolvió la mirada. El mercenario le hizo una mueca y encogió los hombros, como pidiendo disculpas, pero, en el fondo de su ser, Cristina quería divertirse, ser una más de aquel festival, olvidar sus preocupaciones, complejos y miedos. En un acto de valentía, la joven hace caso a la ex-mercenaria y se baja la capucha mostrando su rostro al completo; piel fina y blanca, sus rasgos delicados ya vistos, pero que al estar mostrándolos sin la capucha de por medio se veían aún más radiantes y hermosos, sus labios finos y rojos, y unos ojos azules que mostraban una mirada inocente y sincera. Llevaba el cabello largo y liso, con un color que tenía la mezla entre blanco y rosado Alward quedó totalmente atónito con la belleza que expelía la joven. Como si de otra persona se tratase, empezó a bailar más suelta, divertida, alegre y dando palmadas al son del baile y la música. El joven Sevna se contagió de esta repentina vitalidad e imitó a la joven. Se llevaron un buen rato bailando, cuanto más pasaba el tiempo más confianza tenían y más cerca y pegados bailaban.
En un momento preciso del baile, Gertrude se colocó detrás de su amigo y, de forma totalmente intencionada y con una mirada pícara, empujó al mercenario para que se acercase aún más a la joven hasta el punto de quedar a escasos centímetros el uno del otro. Por acto reflejo, ambos se agarraron de la cintura y pararon de bailar. Ambos se quedaron mirándose a los ojos muy cerca. Alward sintió verdadera vergüenza, pero no podía apartar la mirada de la joven, mientras que ella, sonrió de una forma inocente.
En ese preciso instante, alguien gritó y llamó la atención de la joven.
-¡Es ella, atrapadla!
A Cristina se le volvió a cambiar totalmente el rostro. Miró hacia el lado del que provenía aquella voz, Alward hizo lo mismo y ambos se apartaron el uno del otro. Gertrude, por su parte, también dejó de bailar y miró hacia donde miraban los dos jóvenes. Eran... ¿Guardias de la ciudad? Esto rompió totalmente los esquemas a Alward y Gertrude.
-Oh, no... ¡Me han encontrado!
-¡¿Qué?!-Exclamaron ambos a la vez sorprendidos
-¡Debo irme o lo pasaré mal!-Dijo mirando a Alward
Los guardias se acercaban entre la multitud y apartándola hacia los jóvenes.
-¡Deténgase!
-¡Alward te ayudará a escapar!
-¡¿Que qué?!-Exclamó de nuevo totalmente fuera de lugar
-¡Vamos!-Dijo mirando a su amigo con seguridad
Alward, en décimas de segundos tomó una decisión, y eligió ayudar a aquella joven. Sin pensarlo un segundo más, agarró su mano y apartando a la multitud empezaron a correr en dirección contraria a los guardias. Una vez que salieron de esa zona donde todos bailaban, solo quedaba encontrar un lugar seguro y alejado para despistar a sus perseguidores, por lo que corrió en la dirección por donde se salía y entraba a aquella parte del festival. ambos echaron un vistazo hacia atrás y los guardias le pisaban los talones, habían salido de aquella multitud y los tenían en el punto de vista. El joven mercenario aceleró el paso y por ende Cristina tuvo que acelerar el suyo, aunque no estaba muy acostumbrada a correr tan rápido.
Enfrente suya, de pronto se plantó un grupo de lugareños que peculiares que parecían charlar entre ellos. Una mujer con un vestido bastante extravagante, un hombre llorando y moqueando a más no poder, un... ¿Ser sintético? y un niño. Extraña combinación, sin duda. Pero ahora eso era lo de menos, tenían que pasar entre ellos si querían salir de allí, así que eso hicieron, se abrieron paso entre el hombre y la mujer; Alward chocó con la mujer un poco de lado y Cristina con el hombre, lo que hizo que ambos extraños retrocedieran, pero por suerte pudieron seguir hacia adelante sin dificultad. El único problema y del cual Cristina se percató, es que de su bolsillo se la cayó aquel huevo tan bonito que el inocente y tierno niño de antes había regalado a la joven, cayendo a los pies de aquellas personas con las que habían tenido el traspiés.
-¡¡¡Mi huevo!!!-Dijo mirando hacia atrás sin poder remediarlo, ya que pararse sería casi un suicidio
-¡¡¡Disculpad!!!-Dijo también mirando hacia atrás y refiriéndose a los integrantes del grupo con los que se habían chocado
Los guardias pasaron segundos después de ellos por el mismo lugar, abriéndose igualmente paso entre el hombre y la mujer, pero estos no se disculparon y no aminoraron la marcha, ya que poco les importaba. Sin mucha preocupación, siguieron adelante para perseguir a ambos jóvenes.
De pronto, sintió como alguien le jalaba de la capa de su caperuza. La joven se volteó y era un infante, de apenas unos seis o siete años, con el pelo moreno y churretes entre sus mejillas, con un atuendo bastante común entre los jóvenes ciudadanos de Lunargenta con algo entre sus manos brillante; era un huevo decorado con lo que parecían joyas, una decoración algo extravagante y demasiado cara como para que ese niño la hubiese hecho él solo.
-Toma, es para tí-Dijo ofreciéndoselo con un tono infantil y irremediablemente adorable que enterneció el corazón de la joven
-Oh.. Gracias-Dijo aceptando el regalo y tomándolo entre sus manos-¿Pero cómo lo has conseguido?
-¡Mi abuelo los fabrica! Bueno eso, y a parte, muchas cosas más... ¡Pero es un huevo muy especial porque es muy bonito!, ¿A que sí?-Dijo con una sonrisa que elevó la ternura de su rostro-Mi abuelo me ha dicho que se lo regalase a alguna chica que me gustase, pero como tengo ninguna, ¡Pues se lo regalo a usted, señorita!
La joven esbozó una sonrisa. Seguramente el abuelo de ese niño fuese un joyero o herrero, pensó. Estaba embriagada de tanta ternura y ese pequeño gesto de aquel niño le había hecho muy feliz, tanto que por unos instantes hasta se olvidó de sus propios problemas. La encaperuzada se puso de cuclillas y dejó que aquel joven viese su rostro por completo, sus rasgos finos y delicados, sus labios rojos y sus ojos azules como un zafiro.
-¡Sabía que debajo de esa capucha se escondía una dama muy bella!-Dijo soltando una risotada inocente, a lo que la joven contestó con una sonrisa ruborizada-Señorita, si usted tiene a alguien que le guste,¡Podría regalárselo también!
La joven. aún sonriente, asintió con la cabeza, no sin antes darle de nuevo las gracias al chico por el regalo. Este, tras eso, se despidió de la muchacha y se fue a otro lugar de la fiesta, perdiéndose entre la muchedumbre. La encapuchada se volvió a poner en pie, y de pronto notó que alguien se le acercaba de nuevo, parecía ser un joven de su misma edad. Se guardó el huevo en un bolsillo y, con desconfianza, miró a Alward, que era quien, como si de un robot mal aceitado se tratara, se acercaba a ella. A escasos metros de ella, se paró en seco y firme, mirándola fijamente,
-D-disculpa, ¿Eres la chica de antes del callejón?-Dijo ruborizado hasta no poder más y con una mano tras la cabeza
La joven no respondió, sino que apartó la mirada del joven, como desinteresada
-N-no puede ser, ¡¿Me he equivocado?!-Dijo agachando medio tronco e intentando ver el rostro de la joven, el cual estaba bajo la capucha y no era reconocible.
Pero Alward no se equivocaba, era ella. Esos rasgos faciales tan perfectos y delicados, y esos ojos con un color tan llamativo; sin duda era ella, el joven Sevna no olvidaría ese rostro por nada del mundo.
-¡S-si, soy yo!-Dijo la joven levantando un poco la voz. Acto seguido se tapó la boca con ambas manos y miró hacia los lados preocupada, para que al instante volviese a la calma al ver que no pasaba nada.
Alward, un poco asustado por la reacción, dio un paso hacia atrás.
-¿Te encuentras bien?!
-Sí... Perdona-Dijo resoplando
Hubo un minuto de incómodo silencio, Alward no sabía qué decir y la joven estaba algo molesta e incómoda. En ese momento, alguien se acercó por detrás de Alward, se puso a su lado y le pasó una mano por su hombro. Era Gertrude, la cual, muy borracha habló con ambos
-Eyy.. *Hip* Al, ¿Quién es tu amiga?
-Sí, eh... Ella es...-Dijo mirando a la joven, esperando a que ella le sacase de la duda
-Cristina... Soy Cristina
-¡Al, Cris... Venid a la fiessshta!
Y, sin que la chica respondiese, fue agarrada de la mano por la ex-mercenaria y, junto con Alward, el cual también estaba siendo agarrado por Gertrude, fueron al lugar donde estaban bailando los lugareños. Habían bastantes, con una música de instrumentos de viento sonando, del cual el joven Sevna no se interesó en encontrar el origen, pero sería tocado por alguna banda de juglares o bardos. Gertrude se puso a bailar y, como por presión de grupo, también lo hicieron Alward y Cristina.
-¡Vamos Cris, diviértete!
Alward miró a la joven encapuchada, la cual le devolvió la mirada. El mercenario le hizo una mueca y encogió los hombros, como pidiendo disculpas, pero, en el fondo de su ser, Cristina quería divertirse, ser una más de aquel festival, olvidar sus preocupaciones, complejos y miedos. En un acto de valentía, la joven hace caso a la ex-mercenaria y se baja la capucha mostrando su rostro al completo; piel fina y blanca, sus rasgos delicados ya vistos, pero que al estar mostrándolos sin la capucha de por medio se veían aún más radiantes y hermosos, sus labios finos y rojos, y unos ojos azules que mostraban una mirada inocente y sincera. Llevaba el cabello largo y liso, con un color que tenía la mezla entre blanco y rosado Alward quedó totalmente atónito con la belleza que expelía la joven. Como si de otra persona se tratase, empezó a bailar más suelta, divertida, alegre y dando palmadas al son del baile y la música. El joven Sevna se contagió de esta repentina vitalidad e imitó a la joven. Se llevaron un buen rato bailando, cuanto más pasaba el tiempo más confianza tenían y más cerca y pegados bailaban.
En un momento preciso del baile, Gertrude se colocó detrás de su amigo y, de forma totalmente intencionada y con una mirada pícara, empujó al mercenario para que se acercase aún más a la joven hasta el punto de quedar a escasos centímetros el uno del otro. Por acto reflejo, ambos se agarraron de la cintura y pararon de bailar. Ambos se quedaron mirándose a los ojos muy cerca. Alward sintió verdadera vergüenza, pero no podía apartar la mirada de la joven, mientras que ella, sonrió de una forma inocente.
En ese preciso instante, alguien gritó y llamó la atención de la joven.
-¡Es ella, atrapadla!
A Cristina se le volvió a cambiar totalmente el rostro. Miró hacia el lado del que provenía aquella voz, Alward hizo lo mismo y ambos se apartaron el uno del otro. Gertrude, por su parte, también dejó de bailar y miró hacia donde miraban los dos jóvenes. Eran... ¿Guardias de la ciudad? Esto rompió totalmente los esquemas a Alward y Gertrude.
-Oh, no... ¡Me han encontrado!
-¡¿Qué?!-Exclamaron ambos a la vez sorprendidos
-¡Debo irme o lo pasaré mal!-Dijo mirando a Alward
Los guardias se acercaban entre la multitud y apartándola hacia los jóvenes.
-¡Deténgase!
-¡Alward te ayudará a escapar!
-¡¿Que qué?!-Exclamó de nuevo totalmente fuera de lugar
-¡Vamos!-Dijo mirando a su amigo con seguridad
Alward, en décimas de segundos tomó una decisión, y eligió ayudar a aquella joven. Sin pensarlo un segundo más, agarró su mano y apartando a la multitud empezaron a correr en dirección contraria a los guardias. Una vez que salieron de esa zona donde todos bailaban, solo quedaba encontrar un lugar seguro y alejado para despistar a sus perseguidores, por lo que corrió en la dirección por donde se salía y entraba a aquella parte del festival. ambos echaron un vistazo hacia atrás y los guardias le pisaban los talones, habían salido de aquella multitud y los tenían en el punto de vista. El joven mercenario aceleró el paso y por ende Cristina tuvo que acelerar el suyo, aunque no estaba muy acostumbrada a correr tan rápido.
Enfrente suya, de pronto se plantó un grupo de lugareños que peculiares que parecían charlar entre ellos. Una mujer con un vestido bastante extravagante, un hombre llorando y moqueando a más no poder, un... ¿Ser sintético? y un niño. Extraña combinación, sin duda. Pero ahora eso era lo de menos, tenían que pasar entre ellos si querían salir de allí, así que eso hicieron, se abrieron paso entre el hombre y la mujer; Alward chocó con la mujer un poco de lado y Cristina con el hombre, lo que hizo que ambos extraños retrocedieran, pero por suerte pudieron seguir hacia adelante sin dificultad. El único problema y del cual Cristina se percató, es que de su bolsillo se la cayó aquel huevo tan bonito que el inocente y tierno niño de antes había regalado a la joven, cayendo a los pies de aquellas personas con las que habían tenido el traspiés.
-¡¡¡Mi huevo!!!-Dijo mirando hacia atrás sin poder remediarlo, ya que pararse sería casi un suicidio
-¡¡¡Disculpad!!!-Dijo también mirando hacia atrás y refiriéndose a los integrantes del grupo con los que se habían chocado
Los guardias pasaron segundos después de ellos por el mismo lugar, abriéndose igualmente paso entre el hombre y la mujer, pero estos no se disculparon y no aminoraron la marcha, ya que poco les importaba. Sin mucha preocupación, siguieron adelante para perseguir a ambos jóvenes.
- Spoiler:
- Interactúo con Matthew Owens, Eyre y Chimar (Devolvedme el huevo si sois tan amables (?))HUEVO:
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Alward Sevna
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Re: Ostara, la Pascua de Aerandir [Evento Global]
- Estás preciosa esta noche, Ángel. Pareces un… ángel.
De acuerdo, Sven no era ningún poeta, pero una lisonja es una lisonja y él era un tipo bien parecido, muy generoso y desprendido y bien podía pasar por alto su falta de labia, así que agradecí con la más dulce de mis sonrisas su cumplido y pegué mi cuerpo un poco más al suyo; fue divertido ver como sus mejillas enrojecían, sí es que en el fondo era un tímido.
Me sentía de excelente humor, habíamos comido y bebido espléndidamente y la noche no hacía más que empezar. Era magnífico que cosas como la epidemia y la invasión de los vampiros no hubiese acabado con las ganas de la gente de celebrar. Yo no soy nada religiosa y el tema de las ofrendas a Freya y todo eso me tenía sin cuidado, pero el termino de un largo invierno valía la pena festejarlo y además, ¡a mi me encantan las fiestas! Cualquier fiesta, sea lo que sea que se celebre.
No me interesaba para nada ver destripar conejos muertos, no tenía miedos que vencer prendiendo velas y después de ver unos cuantos huevos pintados, los has visto todos; a mí lo que me gustaba eran el desfile y el baile y el flirteo y hacía el centro de la diversión nos dirigíamos… al igual que algunos centenares de personas más o, al menos, eso parecía.
Sven hacía lo posible por abrirme paso entre el gentío, pero estando en una multitud es inevitable que haya roces, empujones, manos impertinentes que tocan donde no deben – y mis garras son excelentes para darle una lección a los manilargos, yo soy quien decide quién, cuándo y dónde me toca- y manos hábiles que intentan llevarse lo que no les pertenece. Mi bolsita con dinero estaba a buen recaudo bajo mi vestido junto a Ágatha, pero Sven resultó no ser tan precavido, pobre alma confiada.
De pronto, mi galán detuvo su tarea de abrirme paso y con el rostro descompuesto, se llevó las manos al cinto.
- ¡¡¡Mi bolsa!!! ¡¡¡Me han robado mi bolsa!!! – su lamento hendió el aire y llegó a mi corazón haciéndome agradecer que me hubiese dado una buena suma antes del desastre y preguntarme como podía ser tan estúpido de llevar su bolsa en un lugar tan expuesto - ¡¡¡Al ladrón!!! ¡¡¡Al ladrón!!! – fueron sus siguientes palabras, al tiempo que salía de su inmovilidad y corría hacia donde creía había huido el ratero.
Una que otra persona se unió a la persecución, pero yo había venido a festejar, no a perseguir ni a pelear y no iba a permitir que una minucia como esa me arruinara la fiesta. Así que continué abriéndome paso por mi cuenta hasta que logré una buena ubicación para ver el desfile. Si Sven no volvía, estaba segura de que no faltaría el apuesto caballero que quisiera acompañar a esta bella gata solitaria.
De acuerdo, Sven no era ningún poeta, pero una lisonja es una lisonja y él era un tipo bien parecido, muy generoso y desprendido y bien podía pasar por alto su falta de labia, así que agradecí con la más dulce de mis sonrisas su cumplido y pegué mi cuerpo un poco más al suyo; fue divertido ver como sus mejillas enrojecían, sí es que en el fondo era un tímido.
Me sentía de excelente humor, habíamos comido y bebido espléndidamente y la noche no hacía más que empezar. Era magnífico que cosas como la epidemia y la invasión de los vampiros no hubiese acabado con las ganas de la gente de celebrar. Yo no soy nada religiosa y el tema de las ofrendas a Freya y todo eso me tenía sin cuidado, pero el termino de un largo invierno valía la pena festejarlo y además, ¡a mi me encantan las fiestas! Cualquier fiesta, sea lo que sea que se celebre.
No me interesaba para nada ver destripar conejos muertos, no tenía miedos que vencer prendiendo velas y después de ver unos cuantos huevos pintados, los has visto todos; a mí lo que me gustaba eran el desfile y el baile y el flirteo y hacía el centro de la diversión nos dirigíamos… al igual que algunos centenares de personas más o, al menos, eso parecía.
Sven hacía lo posible por abrirme paso entre el gentío, pero estando en una multitud es inevitable que haya roces, empujones, manos impertinentes que tocan donde no deben – y mis garras son excelentes para darle una lección a los manilargos, yo soy quien decide quién, cuándo y dónde me toca- y manos hábiles que intentan llevarse lo que no les pertenece. Mi bolsita con dinero estaba a buen recaudo bajo mi vestido junto a Ágatha, pero Sven resultó no ser tan precavido, pobre alma confiada.
De pronto, mi galán detuvo su tarea de abrirme paso y con el rostro descompuesto, se llevó las manos al cinto.
- ¡¡¡Mi bolsa!!! ¡¡¡Me han robado mi bolsa!!! – su lamento hendió el aire y llegó a mi corazón haciéndome agradecer que me hubiese dado una buena suma antes del desastre y preguntarme como podía ser tan estúpido de llevar su bolsa en un lugar tan expuesto - ¡¡¡Al ladrón!!! ¡¡¡Al ladrón!!! – fueron sus siguientes palabras, al tiempo que salía de su inmovilidad y corría hacia donde creía había huido el ratero.
Una que otra persona se unió a la persecución, pero yo había venido a festejar, no a perseguir ni a pelear y no iba a permitir que una minucia como esa me arruinara la fiesta. Así que continué abriéndome paso por mi cuenta hasta que logré una buena ubicación para ver el desfile. Si Sven no volvía, estaba segura de que no faltaría el apuesto caballero que quisiera acompañar a esta bella gata solitaria.
- El atuendo de la gata:
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Angélique Beauchat
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Re: Ostara, la Pascua de Aerandir [Evento Global]
Su sonrisa burlona, sus aires de superioridad, a los ojos de Matthew todo Eyre era la viva imagen de cómo era la gente en ese espantoso mundo en el que, para bien o para mal, le tocaba existir. Apretó la mandíbula cuando le dijo de llorar en su hombro, y claro que no pudo guardarse para si los comentarios, si la vida le daba limones Owens hacia limonada y además se la vendía a todo el mundo con precios inflados.
-¿Por qué no me mejor me prestas tus pechos para que llore? – Le respondió Matt acercando su congestionado rostro al de Eyre, mirándole el escote de forma sugestiva. Luego acercó la punta del dedo y enganchó el borde del vestido para hacer como que miraría adentro – Ah, no, olvídalo, no hay mucho donde pueda apoyarme de todos modos.
Luego la soltó y continuó su camino, pero parecía que mientras más intentaba estar solo con más gente se cruzaba, se estaba sonando la nariz nuevamente cuando de pronto apareció un niño con el que sin duda no esperaba encontrarse en un lugar así.
-No lo sé, dímelo tu que eres el niño genio ¿Cierto? – Estornudo innecesariamente cerca de Chimar – Aunque lo mismo podría decir de ese ridículo peinado ¿Qué no tienes a alguien en tu nido de canarios que te diga el modo en que te ves? –[/b] Y entonces volvió a aparecer Eyre[b] – Preferimos el término “camaradas por circunstancias de la vida” – Al ver el gesto del autómata hacia Chimar no pudo evitar reírse – Incluso al robot le molesta tu peinado jajaja ¡Achus! – Matt fue castigado con una nueva ola de estornudos.
Vio la carta que sostenía la muchacha y se la quito de un manotazo.
-¿Cómo la conseguiste? – El pobre estaba tan aturdido con la alergia que siquiera se había dado cuenta que se le había caído - ¿Tú también vas a ir?... – Comenzaba a sentirse algo mareado, tanto correr y enojarse no le estaba haciendo bien – Entonces… Supongo que podríamos ir, si… - El suelo bajo sus pies cada vez parecía menos estable – No estaba muy seguro si ir o no ¿Qué iba a hacer un sujeto como yo en un sitio lleno de eruditos?
Mareado y confundido, Matthew estaba diciendo más de lo que quería decir, pero cuando iba a agregar más comentarios, que seguro en el futuro lo llenarían de vergüenza, una pareja pasó corriendo entre ellos, empujando al estafador que cayó al piso.
Owens apretó la tierra hasta que los nudillos se le pusieron blancos, ese tipo de escenas se le hacían muy familiares, y era como volver en el tiempo.
-Genial, ahora también estoy lleno de mierda ¡Que festival tan espantoso! – Estornudo pero no podía usar el pañuelo porque el mismo estaba lleno de barro, se limpió con la manga de la camisa – Oh vamos, no se contengan, ríanse a gusto – En el estado que se encontraba siquiera noto el valioso huevo que se le había caído a la pareja.
-¿Por qué no me mejor me prestas tus pechos para que llore? – Le respondió Matt acercando su congestionado rostro al de Eyre, mirándole el escote de forma sugestiva. Luego acercó la punta del dedo y enganchó el borde del vestido para hacer como que miraría adentro – Ah, no, olvídalo, no hay mucho donde pueda apoyarme de todos modos.
Luego la soltó y continuó su camino, pero parecía que mientras más intentaba estar solo con más gente se cruzaba, se estaba sonando la nariz nuevamente cuando de pronto apareció un niño con el que sin duda no esperaba encontrarse en un lugar así.
-No lo sé, dímelo tu que eres el niño genio ¿Cierto? – Estornudo innecesariamente cerca de Chimar – Aunque lo mismo podría decir de ese ridículo peinado ¿Qué no tienes a alguien en tu nido de canarios que te diga el modo en que te ves? –[/b] Y entonces volvió a aparecer Eyre[b] – Preferimos el término “camaradas por circunstancias de la vida” – Al ver el gesto del autómata hacia Chimar no pudo evitar reírse – Incluso al robot le molesta tu peinado jajaja ¡Achus! – Matt fue castigado con una nueva ola de estornudos.
Vio la carta que sostenía la muchacha y se la quito de un manotazo.
-¿Cómo la conseguiste? – El pobre estaba tan aturdido con la alergia que siquiera se había dado cuenta que se le había caído - ¿Tú también vas a ir?... – Comenzaba a sentirse algo mareado, tanto correr y enojarse no le estaba haciendo bien – Entonces… Supongo que podríamos ir, si… - El suelo bajo sus pies cada vez parecía menos estable – No estaba muy seguro si ir o no ¿Qué iba a hacer un sujeto como yo en un sitio lleno de eruditos?
Mareado y confundido, Matthew estaba diciendo más de lo que quería decir, pero cuando iba a agregar más comentarios, que seguro en el futuro lo llenarían de vergüenza, una pareja pasó corriendo entre ellos, empujando al estafador que cayó al piso.
Owens apretó la tierra hasta que los nudillos se le pusieron blancos, ese tipo de escenas se le hacían muy familiares, y era como volver en el tiempo.
-Genial, ahora también estoy lleno de mierda ¡Que festival tan espantoso! – Estornudo pero no podía usar el pañuelo porque el mismo estaba lleno de barro, se limpió con la manga de la camisa – Oh vamos, no se contengan, ríanse a gusto – En el estado que se encontraba siquiera noto el valioso huevo que se le había caído a la pareja.
Matthew Owens
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Re: Ostara, la Pascua de Aerandir [Evento Global]
Pronto chimar descubre que no es el único que molesta a Owens… no debería resultar sorpresivo pues un sujeto como él debe prácticamente a todos los abusones del continente encima. La nueva chica que se presenta parece conocer de cierto tiempo al estafador, excelente oportunidad para seguir el juego.
Lo cierto es que Owens es mi padre pero no le gusta decirlo, me llamo Chimar.
Dice con seriedad y luego le dedica una sonrisa maliciosa al frijol, demasiado fácil. Aquella chica resulta bastante corriente si tenemos en cuenta estándares pero su acompañante despierta interés en Maquiavelo, es un bio de buen diseño. Parece que últimamente todo el mundo puede conseguir una máquina, el joven genio ya tiene relación con tres y ni siquiera ha pasado un año.
Ouch… suerte que le caigo bien.
El gesto amistoso de un ser enteramente conformado por elementos duros no puede ser agradable, casi le arranca la cabeza al mocoso pero esta acostumbrado. El despeinar es un ritual llevado a cabo por los adultos, cada vez que ven un niño lo hacen. Algunos son bastante amistosos y otros… no tanto.
Al menos yo no estoy lleno de vello facial... puaj.
Esa cosa que le crece a los frijoles en el rostro es horrible, da miedo y siempre resulta bastante antihigiénico. Crecer trae consigo cosas desagradables como el masivo incremento de pelo corporal, una tara evolutiva pues para algo se invento la ropa. Eficiente, bonita y en todos los sentidos mas fácil de mantener limpia.
Novatos jeje.
Dice al ver como gritan “ladrón” en dos frentes, acaban de cometer el error más básico que es dejarse pillar. Al principio Maquiavelo piensa en sus hermanos pero descarta la idea, esos chicos ya pueden robar con solo sonreír y nunca meterían la pata tan bien metida. Un grupo de los posibles ladrones incluso pasa por un lateral dejando caer cierto articulo bastante bonito.
Es bastante agradable a la vista, se lo regalare a Motas pues su cumpleaños está cerca… no se puede decir que no trate bien a mis hermanos jeje.
Aquel articulo decorativo desprende muchos detalles, alguien se empeño en ponerlo bonito y eso no se debe desperdiciar. El joven inventor se lo guarda en uno de sus bolsillos, ya tiene nuevo dueño. No planeaba robarse nada hoy pero cuando algo cae literalmente a tus pies es de mala educación ignorarlo.
Vale, que conste que tú lo pediste jajajajajajajajajaja.
Owens termina besando el suelo llenándose de mucho barro. Esa alergia parece grave y mas le vale acostumbrarse, el verano es bastante largo en la región de Verisar sin mencionar que trae consigo muchos residuos biológicos causantes de alergias. En este punto Matthew debería plantearse unas vacaciones estacionales o que un hechicero convoque cierta burbuja sobre su cabeza.
Olvida el té… este necesita salir hoy mismo al norte y no volver hasta la próxima estación.
Lo cierto es que Owens es mi padre pero no le gusta decirlo, me llamo Chimar.
Dice con seriedad y luego le dedica una sonrisa maliciosa al frijol, demasiado fácil. Aquella chica resulta bastante corriente si tenemos en cuenta estándares pero su acompañante despierta interés en Maquiavelo, es un bio de buen diseño. Parece que últimamente todo el mundo puede conseguir una máquina, el joven genio ya tiene relación con tres y ni siquiera ha pasado un año.
Ouch… suerte que le caigo bien.
El gesto amistoso de un ser enteramente conformado por elementos duros no puede ser agradable, casi le arranca la cabeza al mocoso pero esta acostumbrado. El despeinar es un ritual llevado a cabo por los adultos, cada vez que ven un niño lo hacen. Algunos son bastante amistosos y otros… no tanto.
Al menos yo no estoy lleno de vello facial... puaj.
Esa cosa que le crece a los frijoles en el rostro es horrible, da miedo y siempre resulta bastante antihigiénico. Crecer trae consigo cosas desagradables como el masivo incremento de pelo corporal, una tara evolutiva pues para algo se invento la ropa. Eficiente, bonita y en todos los sentidos mas fácil de mantener limpia.
Novatos jeje.
Dice al ver como gritan “ladrón” en dos frentes, acaban de cometer el error más básico que es dejarse pillar. Al principio Maquiavelo piensa en sus hermanos pero descarta la idea, esos chicos ya pueden robar con solo sonreír y nunca meterían la pata tan bien metida. Un grupo de los posibles ladrones incluso pasa por un lateral dejando caer cierto articulo bastante bonito.
Es bastante agradable a la vista, se lo regalare a Motas pues su cumpleaños está cerca… no se puede decir que no trate bien a mis hermanos jeje.
Aquel articulo decorativo desprende muchos detalles, alguien se empeño en ponerlo bonito y eso no se debe desperdiciar. El joven inventor se lo guarda en uno de sus bolsillos, ya tiene nuevo dueño. No planeaba robarse nada hoy pero cuando algo cae literalmente a tus pies es de mala educación ignorarlo.
Vale, que conste que tú lo pediste jajajajajajajajajaja.
Owens termina besando el suelo llenándose de mucho barro. Esa alergia parece grave y mas le vale acostumbrarse, el verano es bastante largo en la región de Verisar sin mencionar que trae consigo muchos residuos biológicos causantes de alergias. En este punto Matthew debería plantearse unas vacaciones estacionales o que un hechicero convoque cierta burbuja sobre su cabeza.
Olvida el té… este necesita salir hoy mismo al norte y no volver hasta la próxima estación.
- Off:
- Chimar interactúa directamente con Eyre y Owens, se roba el huevo de Sevna y hace una referencia lejana a Angélique.
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Re: Ostara, la Pascua de Aerandir [Evento Global]
La situación comenzaba a tornarse tan cómica como confusa. Había cada vez más gente en la celebración, más música, más barullo, y mantener una conversación resultaba especialmente difícil. No supo si creerle o no al chiquillo cuando dijo ser hijo del moreno. No se parecían mucho y era más mayor de lo que cabía esperar aunque, pensándolo bien, tampoco sería tan sorprendente que un hombre como Matthew fuera desperdigando descendientes por toda Aerandir desde muy temprana edad.
-Así que el señor Owens no ha perdido el tiempo, eh. -Comentó, echando una fingida mirada despectiva al hombre. Si el niño estaba diciendo mentiras, de todas formas era una formidable oportunidad para molestar un poco al moreno.
-Se te cayó mientras huías de mí para que no te viera llorar. -Respondió, regresando al asunto de la carta- Y, evidentemente, tienes algo importante que hacer allí. No deberías dejar esperando al señor Rutherford, es un hombre de lo más agradable. -Sonrió; le agradaba demostrar que sabía de quién hablaba ya que eso significaba que, aún siendo mucho menor, existían ciertos rubros donde tenía más experiencia que el otro.
Fue entonces que un tropel de locos pasó justo entre ella y su acompañante, haciéndola caer sentada al suelo. Varias flores de su vestido salieron volando por doquier y el lodo le salpicó hasta el rostro. ¡Vaya maleducados! Tan ofuscada se sintió, que no le llamó la atención al niño cuando vio que recogía el huevo. Robar estaba mal, ¡pero empujar a las personas al lodo estaba peor!
Veintitrés, dejando en paz al chiquillo, estiró uno de sus largos brazos para levantar a su protegida del suelo. Aunque el cibernético no acostumbraba socorrer a ningún adulto, bastó una mirada de Eyre para indicarle que también debía ayudar a Matthew. Lo puso en pie sin esfuerzo aparente e intentó quitarle la tierra del traje sin mucho éxito. La joven bruja tuvo que apartar al sintético para evitar que intentase, directamente, desvestir al pobre hombre.
-Ugh, qué desastre... -Gimoteó; al parecer el destino se negaba a dejar que sus vestidos estuvieran intactos más de un día- Déjame invitarte a la posada donde me estoy quedando, Matthew. Un cambio de estación te vendría bien, sin duda. -dijo dedicándole una sonrisa amable a Chimar- Pero, hasta entonces, unas hierbas pueden hacer milagros. Además debemos hablar. -“Y debo cambiarme”, continuó para sus adentros. Aquel barro no sólo apestaba a tierra húmeda y ya no tenía sentido seguir pavoneándose en ese vestido al cual no le quedaban más que unas pocas flores encima.
Eyre
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Re: Ostara, la Pascua de Aerandir [Evento Global]
-Si fueses un dios de la naturaleza... y la gente pintase la tierra con sangre de tus criaturas. ¿Irías a bendecirlos?- musité, aburrido.
-Los dioses solo responden a sacrificios de sangre.- replicó el granjero, dejando caer el cadáver del conejo desangrado en un cubo. Habían ofrecido un buen precio por los animales. En cualquier otra época, era difícil sacar beneficio con animales tan pequeños. Pero aquella vez hasta nos habían ofrecido un lugar para dormir durante un par de días. Syl se mostró reticente, pero la gente parecía creer que les traeríamos suerte.
-No sé si querría tener nada que ver con un dios que solo acude a la sangre.- sonreí.
-Por eso es mejor que nos vean bien. ¿Querrías que un dios de sangre se enfadase contigo?- preguntó el hombre. Me caía bien. Parecía más espabilado que los viejos a los que llamaba vecinos. -Me sorprende lo limpios que están, la verdad... solo tiros a la cabeza o el cuello. Podremos comer de lo que sobre.-
-Diselo a mi... "silencioso compañero pardo."- dije, mirando de reojo a Syl. El gato estaba, había acostumbrado las últimas semanas, tallando una figura de madera que cada vez cobraba más y más forma.
-Lo de silencioso es cierto... ¿es tímido? ¿O son así todos los... hombres gato?- preguntó, cortando la yugular de otro conejo. Un chorro de sangre empezó a salir del animal, tiñendo la tierra de rojo. Procuré no pisarla. El granjero parecía salido de una matanza después de tanto conejo muerto, y no quería acabar igual.
-Es... algo reservado. Le cuesta tratar con desconocidos, pero...- El gato levantó la cabeza, mirándome directamente, como si supiese que estaba hablando de él a pesar de la distancia. -Es la mejor persona que he conocido.- dije. El hombre soltó una larga y alegre carcajada. Ladeé la cabeza.
-¿Sabes que mueves la cola cuando se acerca?-
-Eso no es cierto.- dije, haciendo un esfuerzo consciente para detenerla. -¿Faltan muchos por degollar?-
-Solo un par. ¿Por qué no lo haces tu también? Tal vez Freya te sonría a ti también.- sugirió, ofreciendome una de las últimas presas. -Casi todos dejan la sangre en un cuenco... pero creo que de esta forma es mejor. Directo de la fuente.-
Arqueé una ceja. Sus dioses no eran los míos. No creía en Freya, ni en sus tradiciones, ni en ninguno de los otros dioses que los humanos insistían en adorar. Pero sabía como eran los campesinos con aquellos rituales. El hombre había sido generoso y me había caído bien... valía la pena el hacer algo pequeño para no ofenderle. Le hice un gesto a Syl, atrayéndolo, y saqué los últimos dos conejos.
-Oh. Supongo...- murmuró, algo sorprendido. Sin embargo, no rechazó el cadáver. Yo fui primero. Un tajo limpio. Apreté bien la parte superior al corte, como si aquello fuese a exprimir más sangre. Me sorprendía la cantidad de tiempo que podían estar chorreando, pero cuando acabé, Syl hizo lo mismo bajo la alegre mirada del granjero. -...voy a necesitar agua. Es dificil de limpiar.- se quejó.
No había sido tan romántico como el Ohdá. Pero aquello también valía la pena.
-Los dioses solo responden a sacrificios de sangre.- replicó el granjero, dejando caer el cadáver del conejo desangrado en un cubo. Habían ofrecido un buen precio por los animales. En cualquier otra época, era difícil sacar beneficio con animales tan pequeños. Pero aquella vez hasta nos habían ofrecido un lugar para dormir durante un par de días. Syl se mostró reticente, pero la gente parecía creer que les traeríamos suerte.
-No sé si querría tener nada que ver con un dios que solo acude a la sangre.- sonreí.
-Por eso es mejor que nos vean bien. ¿Querrías que un dios de sangre se enfadase contigo?- preguntó el hombre. Me caía bien. Parecía más espabilado que los viejos a los que llamaba vecinos. -Me sorprende lo limpios que están, la verdad... solo tiros a la cabeza o el cuello. Podremos comer de lo que sobre.-
-Diselo a mi... "silencioso compañero pardo."- dije, mirando de reojo a Syl. El gato estaba, había acostumbrado las últimas semanas, tallando una figura de madera que cada vez cobraba más y más forma.
-Lo de silencioso es cierto... ¿es tímido? ¿O son así todos los... hombres gato?- preguntó, cortando la yugular de otro conejo. Un chorro de sangre empezó a salir del animal, tiñendo la tierra de rojo. Procuré no pisarla. El granjero parecía salido de una matanza después de tanto conejo muerto, y no quería acabar igual.
-Es... algo reservado. Le cuesta tratar con desconocidos, pero...- El gato levantó la cabeza, mirándome directamente, como si supiese que estaba hablando de él a pesar de la distancia. -Es la mejor persona que he conocido.- dije. El hombre soltó una larga y alegre carcajada. Ladeé la cabeza.
-¿Sabes que mueves la cola cuando se acerca?-
-Eso no es cierto.- dije, haciendo un esfuerzo consciente para detenerla. -¿Faltan muchos por degollar?-
-Solo un par. ¿Por qué no lo haces tu también? Tal vez Freya te sonría a ti también.- sugirió, ofreciendome una de las últimas presas. -Casi todos dejan la sangre en un cuenco... pero creo que de esta forma es mejor. Directo de la fuente.-
Arqueé una ceja. Sus dioses no eran los míos. No creía en Freya, ni en sus tradiciones, ni en ninguno de los otros dioses que los humanos insistían en adorar. Pero sabía como eran los campesinos con aquellos rituales. El hombre había sido generoso y me había caído bien... valía la pena el hacer algo pequeño para no ofenderle. Le hice un gesto a Syl, atrayéndolo, y saqué los últimos dos conejos.
-Oh. Supongo...- murmuró, algo sorprendido. Sin embargo, no rechazó el cadáver. Yo fui primero. Un tajo limpio. Apreté bien la parte superior al corte, como si aquello fuese a exprimir más sangre. Me sorprendía la cantidad de tiempo que podían estar chorreando, pero cuando acabé, Syl hizo lo mismo bajo la alegre mirada del granjero. -...voy a necesitar agua. Es dificil de limpiar.- se quejó.
No había sido tan romántico como el Ohdá. Pero aquello también valía la pena.
Asher Daregan
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Re: Ostara, la Pascua de Aerandir [Evento Global]
Antes de regresar a Sandorai, quiere participar en una celebración de los humanos: ponerse un hermoso vestido, gastarse los ahorros que le quedan del viaje en maquillaje y perfume, bailar (si es que un guapo príncipe humano le ofrece su mano) y cantar a viva voz. ¡Suena tan divertido! Aunque, es más adecuado decir: “sonará tan divertido”. La fiesta todavía no ha empezado. No ha sacado el violín de su estuche ni hecho gárgaras para preparar su voz antes de empezar a cantar. Arethusa Lein está en la habitación de una amiga humana que ha hecho durante sus vacaciones; una agradable y ancha señora que rezuma un permanente olor a avena tostada. Berta, así se llama la mujer humana, está ayudando a la pequeña elfa a ponerse el vestido que alquiló para la ocasión. No tenía dinero suficiente para comprar uno nuevo. Le dice que se esté quieta, que tiene que remendarle la falda para que no tropiece al bailar. ¿No había un vestido más pequeño en la tienda? El que lleva puesto es de dos tallas más grandes de las que utiliza Arethusa. Ella le contesta que no, que era el más pequeño.
-¡Sobre todo, ten cuidado con las agujas! Ay mi niña; con lo desastre que eres seguro que acabarás pinchándote-.
Hay aguja en los recovecos de la falda y en los pliegues de la manga. Berta no puede coser el vestido; Arethusa debe devolverlo en las mismas condiciones en las que lo recibió. Las agujas son apaño improvisado, un remedio provisional creado para esta ocasión.
-Cuéntame, pequeña: ¿qué tienes pesando hacer? Dime que participarás en el desfile-.
-¿Qué es un desfile?-
-¡Oh, disculpa! Esa debe de ser una de esas palabras humanas que todavía no conoces. ¿Entiendes lo que significa “procesión”? Pues es la misma cosa. Un puñado de hombres y mujeres se reúnen en la puerta de la muralla de Lunargenta y empiezan a caminar en fila hasta llegar al bosque. Pasan por delante de todas las granjas exteriores, saludan a los granjeros y bendicen sus huertos con harina de colores y vísceras de conejo-.
-¡Puag! Ese es asqueroso-.
-Que va,- la mujer se ríe- es de lo más divertido. Mientras caminan, bailan y cantan. Es como… ¡Como lo que tú haces con tu violín! Sí, es igualito a eso. Imagina estar tocando el violín y bailando, pero no quieta en una plaza o en un escenario, sino caminando sin parar. Lo echo de menos. Hace años que mis pobres piernas no resisten el duro camino-.
-¿Y lo de las vísceras de conejo….?-
-Oh, nada, nada. ¡Olvídalo! Es una práctica que hacen los hombres. Pero no es importante. Hay quien cree que los Dioses necesitan un sacrificio de sangre para hacer que escuchen nuestras plegarías-.
-A vuestros Dioses les gusta mucho la sangre. Eso fue algo que me llamó mucho la atención la primera vez que vine. En Sandorai no hacemos sacrificios de sangre. Nos basta con arrodillarnos frente al Árbol Madre y cantar nuestras oraciones. Bueno… Son las sacerdotisas quienes cantan las canciones, los demás escuchamos y rezamos en silencio-.
-¿Cómo se puede rezar en silencio?-
-Pues así. Mírame, es muy sencillo- la elfa junta sus manos y cierra los ojos- Mmmhhhh…. Ahh mmmmhh…- abre el rabillo del ojo izquierdo- ¿A qué es muy fácil?-
Berta imita a Arethusa y ambas acaban riendo.
Terminado los preparativos, la pequeña elfa está vestida y maquillada en la ocasión. No lleva un saquito con harina de colores como las humanas ni sangre de conejo en un cubo como los humanos. Arethusa ha decido formar parte de las celebración humana, pero no adueñarse de sus costumbres. Quiere bailar, cantar, reír y aprender. Su propósito es pasar un rato agradable. Quizás, conocer a un grupo de gente tan divertida como Berta. En ningún momento, piensa en rezar a unos Dioses a los que no cree y, en su interior, duda si en verdad existen. Los únicos Dioses que conoce, los únicos verdaderos, son los que se encuentran en el folclore élfico.
Llega a la puerta de la muralla de Lunargenta, el punto de reunión que le dijo Berta. Está lleno de gente. Hay mujeres que reparten huevos hervidos y otras con pinceles y vasos con pintura.
-¿Pintáis los huevos?-
-Sí, querida. ¿Verdad que tú te has coloreado la cara para venir aquí? Hay que hacer lo mismo con los huevos. A ellos también les gusta estar guapos- le explica una de las mujeres.
No entraba dentro de sus planes sentarse a pintar huevos hervidos, pero siempre se podía hacer un pequeño cambio en el horario. Aunque hay mucha gente esperando en la puerta de la muralla, dicen que todavía tienen que venir más, que deben esperarles. ¡Aburrido! Un buen modo de pasar el tiempo sería afinando el violín y empezar una canción que continuará en el desfile. Pero, pronto retira la idea. Arethusa no quiere cansarse. El paseo será largo, Berta se lo advirtió. Más vale tomarse un tiempo de descanso tranquilo pintando huevos de pascua que empezar a danzar para acabar agotada antes de empezar.
Se siente en suelo, con un huevo hervido en su regazo, el estuche del violín en el lado izquierdo y una cesta de mimbre llena de pequeños tinteros de diferentes colores. Los tres primeros huevos acaban siendo manchurrones de diversos colores. ¡Qué difícil! Es muy complicado pintar en una superficie curva como es el huevo. Imposible hacer rayas rectas. Tras varios intentos fallidos, Arethusa hace un huevo que se asemeja a unas partituras musicales y otro que parece la el torso de su violín. Intento repetir el segundo huevo, modestia aparte, es el más bonito de todos los que ha pintado; sin embargo, más que un violín, este segundo parece una guitarra. La caja es mucho más gorda y menos elegante.
Empieza el desfile y Arethusa está preparada. Tiene el violín cargado en el hombro izquierdo y empuña el arco con la mano derecha como si fuera una espada recién afilada. Toca una canción con un ritmo improvisado. La letra surge con la misma espontaneidad.
Tarde, se pregunta qué ha hecho con los huevos pintados. ¿Se los ha dejado en la mesa en el suelo, en el lugar dónde los pintó? Estaba tan ansiosa por ponerse a tocar que no se acuerda dónde los ha dejado. Piensa, en un abismo de esperanza, que quizás los haya dejado en la mochila. Cuando termine el desfile lo comprobará. Ahora, no puede dejar de tocar ni de caminar. Esto es mejor de lo que Berta le comentó. La gente de su alrededor baila los unos con los otros; sin discriminaciones de sexo ni raza. Hay gente que tira sangre a los huertos (puag), pero son pocos y si gira la cabeza puede ignorar que están ahí. Arethusa se está divirtiendo mucho. No quiero preocuparse por unos huevos de pintados.
-¡Sobre todo, ten cuidado con las agujas! Ay mi niña; con lo desastre que eres seguro que acabarás pinchándote-.
Hay aguja en los recovecos de la falda y en los pliegues de la manga. Berta no puede coser el vestido; Arethusa debe devolverlo en las mismas condiciones en las que lo recibió. Las agujas son apaño improvisado, un remedio provisional creado para esta ocasión.
-Cuéntame, pequeña: ¿qué tienes pesando hacer? Dime que participarás en el desfile-.
-¿Qué es un desfile?-
-¡Oh, disculpa! Esa debe de ser una de esas palabras humanas que todavía no conoces. ¿Entiendes lo que significa “procesión”? Pues es la misma cosa. Un puñado de hombres y mujeres se reúnen en la puerta de la muralla de Lunargenta y empiezan a caminar en fila hasta llegar al bosque. Pasan por delante de todas las granjas exteriores, saludan a los granjeros y bendicen sus huertos con harina de colores y vísceras de conejo-.
-¡Puag! Ese es asqueroso-.
-Que va,- la mujer se ríe- es de lo más divertido. Mientras caminan, bailan y cantan. Es como… ¡Como lo que tú haces con tu violín! Sí, es igualito a eso. Imagina estar tocando el violín y bailando, pero no quieta en una plaza o en un escenario, sino caminando sin parar. Lo echo de menos. Hace años que mis pobres piernas no resisten el duro camino-.
-¿Y lo de las vísceras de conejo….?-
-Oh, nada, nada. ¡Olvídalo! Es una práctica que hacen los hombres. Pero no es importante. Hay quien cree que los Dioses necesitan un sacrificio de sangre para hacer que escuchen nuestras plegarías-.
-A vuestros Dioses les gusta mucho la sangre. Eso fue algo que me llamó mucho la atención la primera vez que vine. En Sandorai no hacemos sacrificios de sangre. Nos basta con arrodillarnos frente al Árbol Madre y cantar nuestras oraciones. Bueno… Son las sacerdotisas quienes cantan las canciones, los demás escuchamos y rezamos en silencio-.
-¿Cómo se puede rezar en silencio?-
-Pues así. Mírame, es muy sencillo- la elfa junta sus manos y cierra los ojos- Mmmhhhh…. Ahh mmmmhh…- abre el rabillo del ojo izquierdo- ¿A qué es muy fácil?-
Berta imita a Arethusa y ambas acaban riendo.
Terminado los preparativos, la pequeña elfa está vestida y maquillada en la ocasión. No lleva un saquito con harina de colores como las humanas ni sangre de conejo en un cubo como los humanos. Arethusa ha decido formar parte de las celebración humana, pero no adueñarse de sus costumbres. Quiere bailar, cantar, reír y aprender. Su propósito es pasar un rato agradable. Quizás, conocer a un grupo de gente tan divertida como Berta. En ningún momento, piensa en rezar a unos Dioses a los que no cree y, en su interior, duda si en verdad existen. Los únicos Dioses que conoce, los únicos verdaderos, son los que se encuentran en el folclore élfico.
Llega a la puerta de la muralla de Lunargenta, el punto de reunión que le dijo Berta. Está lleno de gente. Hay mujeres que reparten huevos hervidos y otras con pinceles y vasos con pintura.
-¿Pintáis los huevos?-
-Sí, querida. ¿Verdad que tú te has coloreado la cara para venir aquí? Hay que hacer lo mismo con los huevos. A ellos también les gusta estar guapos- le explica una de las mujeres.
No entraba dentro de sus planes sentarse a pintar huevos hervidos, pero siempre se podía hacer un pequeño cambio en el horario. Aunque hay mucha gente esperando en la puerta de la muralla, dicen que todavía tienen que venir más, que deben esperarles. ¡Aburrido! Un buen modo de pasar el tiempo sería afinando el violín y empezar una canción que continuará en el desfile. Pero, pronto retira la idea. Arethusa no quiere cansarse. El paseo será largo, Berta se lo advirtió. Más vale tomarse un tiempo de descanso tranquilo pintando huevos de pascua que empezar a danzar para acabar agotada antes de empezar.
Se siente en suelo, con un huevo hervido en su regazo, el estuche del violín en el lado izquierdo y una cesta de mimbre llena de pequeños tinteros de diferentes colores. Los tres primeros huevos acaban siendo manchurrones de diversos colores. ¡Qué difícil! Es muy complicado pintar en una superficie curva como es el huevo. Imposible hacer rayas rectas. Tras varios intentos fallidos, Arethusa hace un huevo que se asemeja a unas partituras musicales y otro que parece la el torso de su violín. Intento repetir el segundo huevo, modestia aparte, es el más bonito de todos los que ha pintado; sin embargo, más que un violín, este segundo parece una guitarra. La caja es mucho más gorda y menos elegante.
Empieza el desfile y Arethusa está preparada. Tiene el violín cargado en el hombro izquierdo y empuña el arco con la mano derecha como si fuera una espada recién afilada. Toca una canción con un ritmo improvisado. La letra surge con la misma espontaneidad.
Tarde, se pregunta qué ha hecho con los huevos pintados. ¿Se los ha dejado en la mesa en el suelo, en el lugar dónde los pintó? Estaba tan ansiosa por ponerse a tocar que no se acuerda dónde los ha dejado. Piensa, en un abismo de esperanza, que quizás los haya dejado en la mochila. Cuando termine el desfile lo comprobará. Ahora, no puede dejar de tocar ni de caminar. Esto es mejor de lo que Berta le comentó. La gente de su alrededor baila los unos con los otros; sin discriminaciones de sexo ni raza. Hay gente que tira sangre a los huertos (puag), pero son pocos y si gira la cabeza puede ignorar que están ahí. Arethusa se está divirtiendo mucho. No quiero preocuparse por unos huevos de pintados.
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Arethusa Lein
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Re: Ostara, la Pascua de Aerandir [Evento Global]
Después de lo sucedido la noche anterior en la taberna, concentrarse en la celebración seria complicado, y aun así todo el mundo estaba tranquilo. Parecía que nadie se entero de lo ocurrido en aquella cantina, lo cual en cierta manera era reconfortante. Un baño de sangre en medio de una celebración no era lo mejor... aunque justamente era eso lo que se hacia en el Ostara, regar los cultivos y campos de sangre. ¿A caso seria...? No, era imposible de pensar que una diosa como Freya quisiera ver las calles regadas con sangres de inocentes.
En el devenir de mis cavilaciones, la pequeña Lavey se había adelantado a mi paso y caminaba por detrás de una pareja formada por una hombre y una niña. La rubia seguía a la niña tratando de averiguar a donde iría y que haría, por lo visto la dragoncita tenia interese en pasar una buena noche rodeada de niños de su edad.
Cuando la chiquilla se separo del adulto, la mía propia freno en seco y quedo mirándome con esos ojos suplicantes que solo ella sabe hacer. -Esta bien Vey. Ve y diviértete, pero... -Aun no termine la frase y la pequeña salio corriendo a buscar a su futura amiga. -¡Pero no la atosigues!
Ahora que estaba sola y sin la compañía de una menor, era momento de buscar a alguien adulto que me diera esa compañía. Camino por detrás de la gente que se amontona en las calles esperando ver pasar la cabalgata, un recorrido de personas disfrazadas y música ritma que animaba a todo el mundo a mover el cuerpo, seguidos o abriendo camino por caballos engalanados que hacían uso de pasos entrenados.
Y entre la maravillosa danza entre el caballo y la bailarina sentí el breve roce de una cola peluda y mullida. Grandes se hicieron mis ojos al reconocer la cara de la dueña. -Dichos los ojos que te reencuentran, pero si no es otra que la hermosa Angélique. -Me acerque hasta ella y leyendo sus movimientos, espere a que se girara y bese el dorso de su mano a modo de saludo, inclinando antes mi cuerpo. -Aunque estoy segura que eso ya lo sabias. -Y sonriendo con picardia seguí hablando.- Si no tienes acompañante para pasar la noche me gustaría ser tu pareja, hasta que la luna caiga, o hasta que te canses de la vista de mi persona.
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Off: Interacción con Angélique Beauchat
En el devenir de mis cavilaciones, la pequeña Lavey se había adelantado a mi paso y caminaba por detrás de una pareja formada por una hombre y una niña. La rubia seguía a la niña tratando de averiguar a donde iría y que haría, por lo visto la dragoncita tenia interese en pasar una buena noche rodeada de niños de su edad.
Cuando la chiquilla se separo del adulto, la mía propia freno en seco y quedo mirándome con esos ojos suplicantes que solo ella sabe hacer. -Esta bien Vey. Ve y diviértete, pero... -Aun no termine la frase y la pequeña salio corriendo a buscar a su futura amiga. -¡Pero no la atosigues!
Ahora que estaba sola y sin la compañía de una menor, era momento de buscar a alguien adulto que me diera esa compañía. Camino por detrás de la gente que se amontona en las calles esperando ver pasar la cabalgata, un recorrido de personas disfrazadas y música ritma que animaba a todo el mundo a mover el cuerpo, seguidos o abriendo camino por caballos engalanados que hacían uso de pasos entrenados.
Y entre la maravillosa danza entre el caballo y la bailarina sentí el breve roce de una cola peluda y mullida. Grandes se hicieron mis ojos al reconocer la cara de la dueña. -Dichos los ojos que te reencuentran, pero si no es otra que la hermosa Angélique. -Me acerque hasta ella y leyendo sus movimientos, espere a que se girara y bese el dorso de su mano a modo de saludo, inclinando antes mi cuerpo. -Aunque estoy segura que eso ya lo sabias. -Y sonriendo con picardia seguí hablando.- Si no tienes acompañante para pasar la noche me gustaría ser tu pareja, hasta que la luna caiga, o hasta que te canses de la vista de mi persona.
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Re: Ostara, la Pascua de Aerandir [Evento Global]
Se habían alejado bastante de la zona donde la fiesta era más concurrida. se encontraban en un extenso camino que llevaba hasta Lunargenta, la cual se podía ver a lo lejos, tan imponente e inamovible como siempre. El sendero por el que iban estaba mucho menos transitado que el sitio de antes, pero aún había gente yendo y viniendo ya sea para el festival o para dirigirse a la ciudad. Obviamente no iban a ir a este, ya que allí habría más guardias y, si buscaban la chica, les sería más difícil moverse por allí. El camino mostraba a sus lados largos campos de trigo y otros productos agroalimentarios variados como patatas, guisantes, lechugas... Este terreno en particular le era totalmente familiar a Alward, ya que toda su vida se había criado entre estos paisajes campestres.
Como era muy tarde, no había nadie en los mencionados campos de cultivo trabajando, simplemente se cruzaban con un par de lugareños que les miraban un poco sorprendidos al ver que iban corriendo. Por suerte, parecía que habían perdido de vista a los guardias que les perseguían, pero no podían quedarse ahí mucho tiempo o acabarían dando de nuevo con ellos, ya que ese sitio era un punto muerto en mitad de la nada prácticamente.
Finalmente optaron por detenerse y recuperar un poco el aliento. Tanto Cristina como el propio Alward estaban exhaustos. La joven optó por ponerse la capucha de nuevo, por si la reconocían, pero dejando esta vez su rostro un poco más al descubierto.
-Gracias por ayudarme a escapar...-Dijo mientras daba unos cortos pasos hacia el mercenario con las manos colocada tras su cintura
-¿Pero por qué te escondes?
-Bu-bueno... Es que...-Dijo reticente y molesta, apartando la mirada del joven
Alward negó con la cabeza y esbozó una sonrisa
-No pasa nada si no quieres contármelo, por cierto, me llamo Alward.-Dijo presentándose formalmente y bajando un poco la cabeza haciendo una minúscula reverencia
-Creo que ya me presenté antes, pero rebobinemos-Dibujó una sonrisa en su rostro y continuó-Mi nombre es Cristina. Y gracias, eres muy buena persona-Dijo manteniendo su sonrisa
Alward asintió sonriente, pero de pronto, el rostro de la joven cambió por completo, parecía que detrás suya se avecinaban problemas. El mercenario se giró rápidamente, a lo lejos se veían venir a los guardias, por suerte, si echaban a correr podrían escapar de ellos, pero tampoco era la idea estar toda la noche corriendo de un lado hacia otro sin sentido ni rumbo. Con un gran golpe de suerte, el joven Sevna divisó, apartado del camino y dentro de uno de los campos de cultivo, un pequeño cobertizo que les serviría para evitar a esos dos guardias que se dirigían hacia ellos. De nuevo, Alward agarró fuertemente la mano de Cristina y se dirigieron hacia el lugar mencionado.
-¡Vamos, por aquí!
Tras una pequeña carrera, llegaron al cobertizo, el cual estaba abierto. No se encontraba en muy buen estado, ya que la madera estaba podrida y podría caerse en cualquier momento, al menos daba esa sensación. Tampoco había nada en su interior, y era pequeño, aunque bastaba para esconderse momentáneamente, sin más, ambos entraron. Los jóvenes se colocaron en ambos rincones de la pared en la que se situaba la puerta. Al ser una estructura pequeña, desde ahí podían asomarse a la puerta con un simple paso hacia el lado, aunque debían de tener cuidado para no ser vistos por nadie.
Los guardias acabaron pasando de largo. La joven se relajó y soltó un suspiró de pura tranquilidad para soltar sus nervios. Aunque lo había pasado mal por momentos, parecía haberse divertido tras la persecución, cosa que notó Alward y le extrañó bastante, ¿A quién le divierte ser perseguido por la justicia?, pensó para sus adentros el mercenario. Ambos dejaron de apoyarse en el borde de los extremos opuestos de la puerta; el mercenario se apoyó de espalda a la pared y se cruzó de brazos, mientras que la muchacha simplemente se levantaba de puntillas y se impulsaba hacia atrás y adelante, con las manos entrelazadas colocadas detrás de la cintura de nuevo, con un rostro alegre.
-¿Qué es tan divertido?-Dijo mirando a la joven y creando una sonrisilla falsa en su rostro
-¡Nada!-Dijo aún balanceándose y con la misma sonrisa en su rostro
Aquella chica era extraña, sí. Llamaba la atención de Alward más de lo que debería, y no solo por su belleza. Toda la situación le seguía pareciendo divertida, es como si tuviese una inocencia y sinceridad intactas en su alma. Esta actitud contagió al mercenario, que no pudo evitar esbozar una sonrisa, esta vez sincera. Aún le estaba dando vueltas de dónde podría haber salido aquella chica, por lo que intentó preguntarle un par de cosas.
-No quiero se entrometido...-Dijo con una breve pausa para captar la atención de la muchacha-Pero sospecho que no vienes mucho por aquí, ¿Verdad? ¿Te has escapado de casa?
-¿Eh?-Sorprendida por la pregunta, la chica respondió rauda-Sí... ¿Te parece mal?
-Nada de eso-Dijo negando con la cabeza-Es más, me estás haciendo el festival más divertido
-Hmm, te estás riendo de mí, ¿Eh?-El tono de su voz cambió y el semblante de su rostro también, ahora todo cobraba más seriedad
-¡N-no, claro que no!-Dijo algo nervioso y tenso
Tras ver la reacción del mercenario, la joven se echó a reír. Su risa sonaba de una forma dulce y discreta, con ese toque inocente que la caracteriza. El joven Sevna se relajó al ver que se estaba riendo, no quería para nada ofenderla.
Cristina se llevó una mano a su bolsillo, le quería enseñar a Alward el huevo tan bonito que aquel niño tan dulce le había regalado, pero, cuando se palpó su cintura en la parte donde estaban sus bolsillos, notó que no estaban, y recordó lo que había sucedido durante la huida. La chica mostró un rostro de preocupación y una pizca de pesar. Era un huevo bonito y seguro muy costoso de fabricar, era una verdadera lástima perderlo, después de la ilusión de aquel niño al habérselo regalado a la muchacha.
-¿Hmm, ocurre algo?-Preguntó preocupándose por la joven.
-Mi huevo del Ostara, se me cayó durante la huida...
El joven bajó la cabeza y estuvo unos segundos meditando, la chica le miró con atención. Tras eso, volvió a mirar a Cristina.
-Podemos volver al festival a ver si lo encontramos... Pero procura no descaperuzarte-Dijo esto último con una sonrisa sarcástica
-¡Me encantaría! ¿Pero qué hacemos si nos ven?
-Pues... Correr otra vez, supongo, ¿No te divertía tanto?-Dijo con un tono sarcástico y una sonrisa pícara
La joven rió y asintió confiada. Dicho esto, se pusieron en marcha y salieron del cobertizo, con cuidado de que nadie les delatase. Con total normalidad y tranquilidad se reincorporaron al camino y emprendieron su andadura de vuelta al festival.
Como era muy tarde, no había nadie en los mencionados campos de cultivo trabajando, simplemente se cruzaban con un par de lugareños que les miraban un poco sorprendidos al ver que iban corriendo. Por suerte, parecía que habían perdido de vista a los guardias que les perseguían, pero no podían quedarse ahí mucho tiempo o acabarían dando de nuevo con ellos, ya que ese sitio era un punto muerto en mitad de la nada prácticamente.
Finalmente optaron por detenerse y recuperar un poco el aliento. Tanto Cristina como el propio Alward estaban exhaustos. La joven optó por ponerse la capucha de nuevo, por si la reconocían, pero dejando esta vez su rostro un poco más al descubierto.
-Gracias por ayudarme a escapar...-Dijo mientras daba unos cortos pasos hacia el mercenario con las manos colocada tras su cintura
-¿Pero por qué te escondes?
-Bu-bueno... Es que...-Dijo reticente y molesta, apartando la mirada del joven
Alward negó con la cabeza y esbozó una sonrisa
-No pasa nada si no quieres contármelo, por cierto, me llamo Alward.-Dijo presentándose formalmente y bajando un poco la cabeza haciendo una minúscula reverencia
-Creo que ya me presenté antes, pero rebobinemos-Dibujó una sonrisa en su rostro y continuó-Mi nombre es Cristina. Y gracias, eres muy buena persona-Dijo manteniendo su sonrisa
Alward asintió sonriente, pero de pronto, el rostro de la joven cambió por completo, parecía que detrás suya se avecinaban problemas. El mercenario se giró rápidamente, a lo lejos se veían venir a los guardias, por suerte, si echaban a correr podrían escapar de ellos, pero tampoco era la idea estar toda la noche corriendo de un lado hacia otro sin sentido ni rumbo. Con un gran golpe de suerte, el joven Sevna divisó, apartado del camino y dentro de uno de los campos de cultivo, un pequeño cobertizo que les serviría para evitar a esos dos guardias que se dirigían hacia ellos. De nuevo, Alward agarró fuertemente la mano de Cristina y se dirigieron hacia el lugar mencionado.
-¡Vamos, por aquí!
Tras una pequeña carrera, llegaron al cobertizo, el cual estaba abierto. No se encontraba en muy buen estado, ya que la madera estaba podrida y podría caerse en cualquier momento, al menos daba esa sensación. Tampoco había nada en su interior, y era pequeño, aunque bastaba para esconderse momentáneamente, sin más, ambos entraron. Los jóvenes se colocaron en ambos rincones de la pared en la que se situaba la puerta. Al ser una estructura pequeña, desde ahí podían asomarse a la puerta con un simple paso hacia el lado, aunque debían de tener cuidado para no ser vistos por nadie.
Los guardias acabaron pasando de largo. La joven se relajó y soltó un suspiró de pura tranquilidad para soltar sus nervios. Aunque lo había pasado mal por momentos, parecía haberse divertido tras la persecución, cosa que notó Alward y le extrañó bastante, ¿A quién le divierte ser perseguido por la justicia?, pensó para sus adentros el mercenario. Ambos dejaron de apoyarse en el borde de los extremos opuestos de la puerta; el mercenario se apoyó de espalda a la pared y se cruzó de brazos, mientras que la muchacha simplemente se levantaba de puntillas y se impulsaba hacia atrás y adelante, con las manos entrelazadas colocadas detrás de la cintura de nuevo, con un rostro alegre.
-¿Qué es tan divertido?-Dijo mirando a la joven y creando una sonrisilla falsa en su rostro
-¡Nada!-Dijo aún balanceándose y con la misma sonrisa en su rostro
Aquella chica era extraña, sí. Llamaba la atención de Alward más de lo que debería, y no solo por su belleza. Toda la situación le seguía pareciendo divertida, es como si tuviese una inocencia y sinceridad intactas en su alma. Esta actitud contagió al mercenario, que no pudo evitar esbozar una sonrisa, esta vez sincera. Aún le estaba dando vueltas de dónde podría haber salido aquella chica, por lo que intentó preguntarle un par de cosas.
-No quiero se entrometido...-Dijo con una breve pausa para captar la atención de la muchacha-Pero sospecho que no vienes mucho por aquí, ¿Verdad? ¿Te has escapado de casa?
-¿Eh?-Sorprendida por la pregunta, la chica respondió rauda-Sí... ¿Te parece mal?
-Nada de eso-Dijo negando con la cabeza-Es más, me estás haciendo el festival más divertido
-Hmm, te estás riendo de mí, ¿Eh?-El tono de su voz cambió y el semblante de su rostro también, ahora todo cobraba más seriedad
-¡N-no, claro que no!-Dijo algo nervioso y tenso
Tras ver la reacción del mercenario, la joven se echó a reír. Su risa sonaba de una forma dulce y discreta, con ese toque inocente que la caracteriza. El joven Sevna se relajó al ver que se estaba riendo, no quería para nada ofenderla.
Cristina se llevó una mano a su bolsillo, le quería enseñar a Alward el huevo tan bonito que aquel niño tan dulce le había regalado, pero, cuando se palpó su cintura en la parte donde estaban sus bolsillos, notó que no estaban, y recordó lo que había sucedido durante la huida. La chica mostró un rostro de preocupación y una pizca de pesar. Era un huevo bonito y seguro muy costoso de fabricar, era una verdadera lástima perderlo, después de la ilusión de aquel niño al habérselo regalado a la muchacha.
-¿Hmm, ocurre algo?-Preguntó preocupándose por la joven.
-Mi huevo del Ostara, se me cayó durante la huida...
El joven bajó la cabeza y estuvo unos segundos meditando, la chica le miró con atención. Tras eso, volvió a mirar a Cristina.
-Podemos volver al festival a ver si lo encontramos... Pero procura no descaperuzarte-Dijo esto último con una sonrisa sarcástica
-¡Me encantaría! ¿Pero qué hacemos si nos ven?
-Pues... Correr otra vez, supongo, ¿No te divertía tanto?-Dijo con un tono sarcástico y una sonrisa pícara
La joven rió y asintió confiada. Dicho esto, se pusieron en marcha y salieron del cobertizo, con cuidado de que nadie les delatase. Con total normalidad y tranquilidad se reincorporaron al camino y emprendieron su andadura de vuelta al festival.
Alward Sevna
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Re: Ostara, la Pascua de Aerandir [Evento Global]
Aliden había despertado sin darse cuenta en los lados de una carretera, algo alejado del festival. Maldita sea, la cabeza le dolía como si le hubieran atravesado con agujas el cráneo. Se levantó pesadamente y buscó su estilete por alrededor suya, pero solo encontró huevos rotos y alguna que otra vela ya consumida. Intentó recordar algo de lo que había pasado, pero lo único que logró recordar fue que había estado bailando con una joven de bellos ojos claros. Suspiró, sabiendo que probablemente la chica le había emborrachado y robado el estilete. Joder, había sido un idiota, por algo no le gustaban las fiestas. Se encaminó de vuelta al festival, no sin antes ver a una cara conocida con una linda chica. Alward caminaba de vuelta al festival con la muchacha, a paso tranquilo.
Suspiró, el humano probablemente no accedería, pero necesitaba encontrar su estilete, así que se dirigió hacia él, dispuesto a preguntarle. Le tocó el hombro, y empezó a hablar.
-Alward. Me alegro de veros por aquí, quería...
De repente, divisó a la chica con la que había bailado a unos pocos metros, alejándose del festival en la dirección contraria, y interrumpió sus palabras, mientras corría hacia ella. La chica lo vio, y empezó a correr, huyendo de él, a una sorprendente y veloz carrera, la cual Aliden a duras penas pudo seguir.
-¡No corras, ladrona!-jadeó.-¡Te juro que como sigas huyendo y no me des mi estilete vamos a tener un problema!
La chica, lanzó al suelo un tarro, el cual estalló contra el suelo, dejando un verde líquido pringoso lleno de cristales, a lo cual Aliden saltó, evitando por poco pisar uno de los cristales, pero resbaló con el pringoso líquido, y cayendo hacia atrás, se clavó uno de los cristales en el brazo, el cual le quemó como si fuese hecho de magma.
-¡Será hija de....!
La muchacha echó una breve mirada hacia atrás, para cerciorarse de que Aliden había caído, mientras una sonrisa curvaba sus rosados labios. Siguió corriendo hasta que Aliden la perdió de vista. Agh, ahora se había quedado sin estilete y encima tenía un cristal en el brazo, uno de considerable tamaño. Suerte había tenido de no perforarse un tendón.
Apretando los dientes, se sacó el cristal, el cual brilló a la luz de la luna con un matiz rojizo, a la vez que la sangre manchaba el gambesón de Aliden. Se levantó con esfuerzo debido al líquido, y se tapó la herida con la otra mano, mientras caminaba de vuelta hacia Alward en busca de ayuda para taparse la herida, la cual sangraba bastante.
Suspiró, el humano probablemente no accedería, pero necesitaba encontrar su estilete, así que se dirigió hacia él, dispuesto a preguntarle. Le tocó el hombro, y empezó a hablar.
-Alward. Me alegro de veros por aquí, quería...
De repente, divisó a la chica con la que había bailado a unos pocos metros, alejándose del festival en la dirección contraria, y interrumpió sus palabras, mientras corría hacia ella. La chica lo vio, y empezó a correr, huyendo de él, a una sorprendente y veloz carrera, la cual Aliden a duras penas pudo seguir.
-¡No corras, ladrona!-jadeó.-¡Te juro que como sigas huyendo y no me des mi estilete vamos a tener un problema!
La chica, lanzó al suelo un tarro, el cual estalló contra el suelo, dejando un verde líquido pringoso lleno de cristales, a lo cual Aliden saltó, evitando por poco pisar uno de los cristales, pero resbaló con el pringoso líquido, y cayendo hacia atrás, se clavó uno de los cristales en el brazo, el cual le quemó como si fuese hecho de magma.
-¡Será hija de....!
La muchacha echó una breve mirada hacia atrás, para cerciorarse de que Aliden había caído, mientras una sonrisa curvaba sus rosados labios. Siguió corriendo hasta que Aliden la perdió de vista. Agh, ahora se había quedado sin estilete y encima tenía un cristal en el brazo, uno de considerable tamaño. Suerte había tenido de no perforarse un tendón.
Apretando los dientes, se sacó el cristal, el cual brilló a la luz de la luna con un matiz rojizo, a la vez que la sangre manchaba el gambesón de Aliden. Se levantó con esfuerzo debido al líquido, y se tapó la herida con la otra mano, mientras caminaba de vuelta hacia Alward en busca de ayuda para taparse la herida, la cual sangraba bastante.
- Interacción:
- Mi personaje interactúa con Alward, tocándole el hombro anteriormente y ahora dirigiéndose hacia él para que le ayude con su herida.
Aliden Tenebrae
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Re: Ostara, la Pascua de Aerandir [Evento Global]
Las palabras más dolorosas son las que en definitiva quedan muy adentro, envejecidas por el movimiento limitado y la atrocidad del miedo. Para mí, la vida se ha tornado un surtido de sensaciones, extraviada en la nostalgia y al margen del sabor de aquellos labios que un día, cerca estuvieron. Un día amanece, al siguiente el cielo se oscurece y de repente una brisa decreta los pasos a seguir, a donde ir y qué paisaje delicioso grabar bajo las brasas del destino. Hoy el sol no ilumina tanto las calles ni los terrenos adornados con fines llamativos, extranjeros vienen desde muy lejos así como los lugareños actuales saltan en pleno éxtasis, las ventas subirán y lo exótico del festival será todo un éxito. En puntos diferentes van preparándose las hogueras para los conejos recién cazados, los puestos cada vez se duplican así como el gentío tan animado, pintan, ríen y obsequian adornos florales para las jóvenes.
Menudo negocio, el viento llega lozano y yo rezo para que se lleve todas las risas mundanas de la zona, me ponen enferma, y el imaginármelos explotando en repleta aflicción solo termina jodiéndome a mi con un dolor de cabeza digno de los huevos más grandes en estas festividades. Tiesa como un palo, bueno, uno con curvas placenteras trato de evadir la realidad, así como esos roces infortuitos al ser tantos aglomerados en un mismo paraje colorido, el ceño lo mantengo fruncido y como si fuese mecánico, improperios en élficos surcan el aire cuales dagas letales. Uno para el humano más enano de lo normal, otro para la joven que intenta seducir a uno de los guardias, el siguiente para la cría que no para de gritar y que no falte el más suave de todos para mi hermana, un demonio con patas y cara de ángel.
Si me pagasen bastante por la elfa la vendería sin pestañear dos veces, y es que tras haber sido encontrada por ella mis días en solitario ahora parecen juergas continuas, de un lado hacia otro, todos los santísimos días rodeada de gente que odio mientras la pobre ríe ingenua, haciendo favores como si un día fuesen a ser devueltos. Todo lo contrario en físico y persona aún me pregunto si de verdad somos de la misma madre o padre. Tuve que soltar un chasquido de lengua en cuanto intentó salir de mi visión, si quiere disfrutar del Ostara, será bajo mis normas. No me busques, que soy más rápida que tú, salió sin voz, tan sólo lo deletreé con los labios entreabiertos, sonriendo maliciosa a continuación. La elfa rubia sacó la lengua en medio de la plaza decorada con flores y una fuente tradicional, en mayoría su público son niños embelesados y varios varones que no saben en que marrón están yendo de narices y sin freno.
Esbelta, con una melena rubia y delicada, flores caen desde su vestimenta y como si fuese hija de una musa, obsequia la melodía que recrea con un instrumento que ella misma se ha fabricado en las horas vacías. Es preciosa y hay noches en donde su presencia se convierte en mi particular pesadilla, contemplo rasgos perdidos y una cabellera que corté hará décadas. No obstante, jamás hay que volver atrás o acabarás convertida en una sombra de lo que un día fuiste, en mi caso una mujer sin dos dedos de frente, pues como ahora, genial. En la cabeza de Valya descansa una corona de flores que hemos comprado por conjunto, es decir, que yo también la llevo, no va conmigo ni con mis vestimentas de diario pero discutir con una cabezona que berrea y berrea como si tuviese diez en vez de ciento y pico se torna cansino.
Termina siendo hipnótico y en cada recogida de aire, su público suspira con una sonrisa a raíz de lo que sienten, quizá felicidad o algo tan simple como la misma calma. En la marea que levanta Valya, no existen olas malignas ni ápices de espuma marina, esas traviesas que juegan y acaban haciéndole daño al alma, es una elfa que transmite paz, mágica como su nombre y auténtica como los antiguos bosques. Rectificaré que no la venderé nunca, porque al fin y al cabo me pertenece y es la única que logrará curarme de mis males. Uno de los más pequeños, un crío con orejas peludas y un rabo que no para de moverse de un lado hacia otro va corriendo en busca de la elfa frente a la fuente, tímido y con las mejillas encarnadas de vergüenza le regala algo, agudizo la mirada e intento averiguar que es, nunca la dejo comer sin yo revisar primero lo que se llevará a la boca.
Valya niega y luego me señala, me cago en dios. El pequeño asiente mientras ríe cual pajarito revoloteando en los brazos del Ostara, libre y sin pena que lo entierre. ─ Para ti. ─ Y una vez más me encuentro entre la espada y la pared, no me gustan los regalos y el huevo es feo de cojones, posee un color azul que detesto y está hecho a mano. La bola de pelo en frente mía me observa impaciente, sus luceros brillan y no sé porque lo hace, cierra y abre los párpados con insistencia, tuve que poner las cuencas en blanco y contar hasta tres. Uno, dos... me agarra de los ropajes y tira, ¿qué rayos quiere? Empiezo a ponerme nerviosa, lo nunca visto, ¿¡Qué quiere de mí?! Con sus luceros anís continúa repasándome, al final me coge de la mano y me pone el huevo coloreado dentro.
─ Para ti. ─ No quise, de verdad que no. Tras un puchero con los morros echados hacia fuera, los pómulos sonrojados y el brío del niño, no me resistí. ─ Gracias. ─ Susurré, despeinándole. Con cuidado acaricié una de las orejitas y éste rió, volviendo nuevamente con la elfa que salta contentísima. Yo creo que lo hace aposta, como quien entrena a un animal para saber si atacará u obedecerá. Me saca de quicio, y mucho además. Nuevamente a solas, analizo el huevo de pascuas, en realidad no está muy mal aunque al final terminará en la cabeza del gilipollas que se acerque a mi hermana, al menos, así contribuirá a una causa honorable como la de protegerla.
Menudo negocio, el viento llega lozano y yo rezo para que se lleve todas las risas mundanas de la zona, me ponen enferma, y el imaginármelos explotando en repleta aflicción solo termina jodiéndome a mi con un dolor de cabeza digno de los huevos más grandes en estas festividades. Tiesa como un palo, bueno, uno con curvas placenteras trato de evadir la realidad, así como esos roces infortuitos al ser tantos aglomerados en un mismo paraje colorido, el ceño lo mantengo fruncido y como si fuese mecánico, improperios en élficos surcan el aire cuales dagas letales. Uno para el humano más enano de lo normal, otro para la joven que intenta seducir a uno de los guardias, el siguiente para la cría que no para de gritar y que no falte el más suave de todos para mi hermana, un demonio con patas y cara de ángel.
Si me pagasen bastante por la elfa la vendería sin pestañear dos veces, y es que tras haber sido encontrada por ella mis días en solitario ahora parecen juergas continuas, de un lado hacia otro, todos los santísimos días rodeada de gente que odio mientras la pobre ríe ingenua, haciendo favores como si un día fuesen a ser devueltos. Todo lo contrario en físico y persona aún me pregunto si de verdad somos de la misma madre o padre. Tuve que soltar un chasquido de lengua en cuanto intentó salir de mi visión, si quiere disfrutar del Ostara, será bajo mis normas. No me busques, que soy más rápida que tú, salió sin voz, tan sólo lo deletreé con los labios entreabiertos, sonriendo maliciosa a continuación. La elfa rubia sacó la lengua en medio de la plaza decorada con flores y una fuente tradicional, en mayoría su público son niños embelesados y varios varones que no saben en que marrón están yendo de narices y sin freno.
- Plaza con fuente tradicional y música ambiental:
Esbelta, con una melena rubia y delicada, flores caen desde su vestimenta y como si fuese hija de una musa, obsequia la melodía que recrea con un instrumento que ella misma se ha fabricado en las horas vacías. Es preciosa y hay noches en donde su presencia se convierte en mi particular pesadilla, contemplo rasgos perdidos y una cabellera que corté hará décadas. No obstante, jamás hay que volver atrás o acabarás convertida en una sombra de lo que un día fuiste, en mi caso una mujer sin dos dedos de frente, pues como ahora, genial. En la cabeza de Valya descansa una corona de flores que hemos comprado por conjunto, es decir, que yo también la llevo, no va conmigo ni con mis vestimentas de diario pero discutir con una cabezona que berrea y berrea como si tuviese diez en vez de ciento y pico se torna cansino.
Termina siendo hipnótico y en cada recogida de aire, su público suspira con una sonrisa a raíz de lo que sienten, quizá felicidad o algo tan simple como la misma calma. En la marea que levanta Valya, no existen olas malignas ni ápices de espuma marina, esas traviesas que juegan y acaban haciéndole daño al alma, es una elfa que transmite paz, mágica como su nombre y auténtica como los antiguos bosques. Rectificaré que no la venderé nunca, porque al fin y al cabo me pertenece y es la única que logrará curarme de mis males. Uno de los más pequeños, un crío con orejas peludas y un rabo que no para de moverse de un lado hacia otro va corriendo en busca de la elfa frente a la fuente, tímido y con las mejillas encarnadas de vergüenza le regala algo, agudizo la mirada e intento averiguar que es, nunca la dejo comer sin yo revisar primero lo que se llevará a la boca.
Valya niega y luego me señala, me cago en dios. El pequeño asiente mientras ríe cual pajarito revoloteando en los brazos del Ostara, libre y sin pena que lo entierre. ─ Para ti. ─ Y una vez más me encuentro entre la espada y la pared, no me gustan los regalos y el huevo es feo de cojones, posee un color azul que detesto y está hecho a mano. La bola de pelo en frente mía me observa impaciente, sus luceros brillan y no sé porque lo hace, cierra y abre los párpados con insistencia, tuve que poner las cuencas en blanco y contar hasta tres. Uno, dos... me agarra de los ropajes y tira, ¿qué rayos quiere? Empiezo a ponerme nerviosa, lo nunca visto, ¿¡Qué quiere de mí?! Con sus luceros anís continúa repasándome, al final me coge de la mano y me pone el huevo coloreado dentro.
─ Para ti. ─ No quise, de verdad que no. Tras un puchero con los morros echados hacia fuera, los pómulos sonrojados y el brío del niño, no me resistí. ─ Gracias. ─ Susurré, despeinándole. Con cuidado acaricié una de las orejitas y éste rió, volviendo nuevamente con la elfa que salta contentísima. Yo creo que lo hace aposta, como quien entrena a un animal para saber si atacará u obedecerá. Me saca de quicio, y mucho además. Nuevamente a solas, analizo el huevo de pascuas, en realidad no está muy mal aunque al final terminará en la cabeza del gilipollas que se acerque a mi hermana, al menos, así contribuirá a una causa honorable como la de protegerla.
- Spoiler:
- Valya y sus ropajes:
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- Instrumento, Ocarina élfica:
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- Corona de flores que ambas llevan:
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- Huevo de pascuas:
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Eretria Noorgard
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