Recien llegada.
Aerandir :: Península de Verisar. :: Lunargenta :: Negocios
Página 1 de 1. • Comparte
Recien llegada.
En la naturaleza los hijos debían dejar el hogar para buscar su propio sitio en la vida, para descubrir su verdadero yo, su madre siempre se lo dejo claro, algún día tendria que irse de casa y hacer lo que quisiera, en caso de Luca eso fue no solo irse de casa, si no dejar a toda su comunidad atras, tomo sus cosas, un arco de pésima calidad y se fue a explorar el mundo.
Habia leído mucho sobre Aerandir y sus especies, sobre todo de los elfos, Luca secretamente no se preguntaba si tanto odio no era amor mal disimulado, su madre siempre le habia dicho que el odio y el amor eran tan intensos que muchas veces se podia confundir, estando en las situaciones incorrecta, por supuesto cuando hizo aquella observación en clases su profesor y compañeros la vieron de tal manera que Luca guardo silencio y se quedó con la duda.
Así pues Luca emprendio su viaje, llena de curiosidad y deseosa de conocer y aprender, y siguiendo con los parámetros de su cultura quizás luchar en una guerra, aunque fuera pequeñita, luego regresaria a casa y le contaria sus aventuras a todos y Luca entonces sabria que lo hizo bien.
Su aventura inició en la península de Verisar, y cada cosa que encontraba la llenaba de asombro, desde los arboles hasta la mas pequeña piedra, desde los riachuelos hasta los poblados, era sumamente interesante todo, su primera parada despues de bajarse del barco fue en la ciudad, Lunargenta, allí descubrió varias cosas, como que algunos callejones olian espantoso y que si no queria perder sus cosas más valia aferrarse a ellas.
Camino buscando un lugar donde pasar la noche, haria un plan y despues emprendería nuevamente su viaje, no se detendrá hasta no haber conocido cada rincón del mundo, y no le importaba si aquello le llevaba cien años.
Así pues fue que se encontro en un lugar repleto de negocios, y sin querer, atrapada por los llamativos productos y las voces de los vendedores que invitaban a gastar el dinero en tales preciosidades, se quedo embobada mirando algunos collares, sobre todo uno que tenia la forma de un lobo, a Luca siempre le fascinaron aquellos animales.
En su mente calculaba si seria una buena decisión gastar su dinero en un collar, cuando pronto se vería en la necesidad de otras cosas más importantes.
Habia leído mucho sobre Aerandir y sus especies, sobre todo de los elfos, Luca secretamente no se preguntaba si tanto odio no era amor mal disimulado, su madre siempre le habia dicho que el odio y el amor eran tan intensos que muchas veces se podia confundir, estando en las situaciones incorrecta, por supuesto cuando hizo aquella observación en clases su profesor y compañeros la vieron de tal manera que Luca guardo silencio y se quedó con la duda.
Así pues Luca emprendio su viaje, llena de curiosidad y deseosa de conocer y aprender, y siguiendo con los parámetros de su cultura quizás luchar en una guerra, aunque fuera pequeñita, luego regresaria a casa y le contaria sus aventuras a todos y Luca entonces sabria que lo hizo bien.
Su aventura inició en la península de Verisar, y cada cosa que encontraba la llenaba de asombro, desde los arboles hasta la mas pequeña piedra, desde los riachuelos hasta los poblados, era sumamente interesante todo, su primera parada despues de bajarse del barco fue en la ciudad, Lunargenta, allí descubrió varias cosas, como que algunos callejones olian espantoso y que si no queria perder sus cosas más valia aferrarse a ellas.
Camino buscando un lugar donde pasar la noche, haria un plan y despues emprendería nuevamente su viaje, no se detendrá hasta no haber conocido cada rincón del mundo, y no le importaba si aquello le llevaba cien años.
Así pues fue que se encontro en un lugar repleto de negocios, y sin querer, atrapada por los llamativos productos y las voces de los vendedores que invitaban a gastar el dinero en tales preciosidades, se quedo embobada mirando algunos collares, sobre todo uno que tenia la forma de un lobo, a Luca siempre le fascinaron aquellos animales.
En su mente calculaba si seria una buena decisión gastar su dinero en un collar, cuando pronto se vería en la necesidad de otras cosas más importantes.
Lucasta
Aprendiz
Aprendiz
Cantidad de envíos : : 13
Nivel de PJ : : 0
Re: Recien llegada.
Lunargenta. Hace muchos años, debido a un incidente que tomó lugar en las celebraciones de Yule, había terminado en la ciudad humana más grande que alguna vez pudo conocer. El encuentro fue tan caótico y problemático como maravilloso e inolvidable: las calles rebosando de energía juvenil y sin límites, gritos de mercaderes que vendían objetos que jamás había visto en su vida, y gente tan distinta y exótica que parecía una reunión de todo el tipo de gente que podías encontrar en Aerandir. Después de escaparse de los guardias, y de los mercaderes que la culpaban por arruinar sus telas, siempre quiso volver a pisar aquella ciudad humana. Pero todo había cambiado mucho en este último tiempo.
La plaga. No se sabía cómo se había propagado con tal magnitud. Tampoco cuál fue origen. Y por mucho tiempo, no se conoció una cura que pudiera salvar a la gente. Fue algo que se esparció por toda Aerandir, y mucha gente de todas las razas murió a manos de esta peste. Fue gracias al enorme esfuerzo de mucha gente, algunos en los bosques y otros en las academias, que se logró detener aquel manto de muerte que azotaba estas tierras. Lentamente, la gente pudo comenzar a encontrar las fuerzas para retomar y reconstruir sus vidas y sus hogares. Desgraciadamente, muchos habían perdido mucho como para que ello sucediera, y nunca podrían recuperar por completo lo perdido.
Pero eso no arruinaba la esperanza por un buen futuro de la gente. Tampoco lo hacía en el rostro de Siria, y es probable que por ello el día anterior hubiera sido tan movido. Los músculos le dolían por visitar tantos lugares, ofrecerse a ayudar en otros, y de no descansar en todo el día.
Y hoy le tocaba estar sola de nuevo.
No tardó mucho para encontrarse en el mercado, algo que quedó muy expectante de hacer el día anterior. Se encontraba abarrotado de gente, mucho más de lo que podía encontrar en Dundarak, moviéndose de un lado a otro, con muchos de ellos gritando y anunciando sus productos a viva voz. Todo ello mientras las personas eran tratadas como parte de la realeza, siempre y cuando tuvieran los aeros para ello, claro estaba, aunque no era extraño encontrar a algunos que intercambiaban artefactos misteriosos por objetos del mismo valor. El aroma del lugar le recordaba mucho a la ciudad que regularmente visitaba en el norte, por lo que no la hacía sentir tan extraña como pensaba. Supuso que todos los lugares tienen algo de hogareño en el corazón.
Visitando puestos y puestos, encontró a un lugar muy familiar a uno en la ciudad dragón, en donde varios objetos de valor se encontraban a la venta, incluyendo unos collares que tenían muchas formas distintas, incluyendo las de animales, como un lobo. Justamente le llamó la atención ese tipo de accesorios, viniendo a la cabeza su amiga licántropo. ¿Se vería bien con uno de ellos o le disgustaría la idea?
- Pude haberle preguntado antes de venir - murmuró, lamentándose de su falta de ingenio frente a posibles regalos a ella
La bruja de cabellos anaranjados que se encontraba a su lado lo miraba ensimismada y muy dudosa. Probablemente, como ella, pensaba en si era buena idea conseguir uno, considerando los gastos que se tenían al viajar.
- Oiga, señor - llamó su atención, mientras movía su brazo para indicarle que estaba interesada en un artículo
- ¡Oh, si, mi niña, te atiendo en un momento! - cuando dijo esas palabras “mi niña”, comenzó a hacerse una idea de qué tipo de personalidad mercantil tenía el sujeto - Ahora si, ¿Qué es lo que te puedo ofrecer? ¿Necesitas algún artículo de viaje? ¿Algún accesorio para su novio? ¿Alguna tela que te haga la reina de la noche?
- Ehhh, no, no… - su rostro cambió a uno que mostraba cierto agravio, ya que se había topado justamente con el tipo de vendedor que no le gustaba toparse - Quería consultar sobre los collares que tiene a la venta
- Pero habérmelo dicho antes, mi niña - ahí estaba con esas palabras de nuevo - Tengo una perla que le combinará a tus ojos de manera divina - comenzó a darse cuenta también que hablaba de una forma muy… poco varonil, por decirlo menos - Un opal que te hará relucir como la hermosa perla que eres. Las mujeres te envidiarán y serás el centro de atención de todos los lugares que visites
- Ehhh, no, no… - no quería algo como eso, solo quería un regalo para su amiga - Solo quería saber cuánto sale estos collares con forma de animales
- … oh - su rostro cambió a uno de decepción, aunque también de molestia - Típico, les ofreces lo mejor de las tierras del este, y solo quieren un pedazo de roca tallado con forma de animal.
- Señor, por favor, que no es para mí - su rostro parecía cansado e irritado, lo que llevó a que le dijera el precio que tenían los collares, apuntando específicamente al de lobo que tenía en las manos.
No cabe aclarar que los ojos se le abrieron de lo impresionada que quedó.
- Espere, espere… eso es más de tres veces que lo que cuestan en Dundarak.
- Pues, esto es Lunargenta, cariño - su tono sarcástico al decir “cariño” la hizo pensar que el trato que se venía sería muy despectivo - Están hechas del mejor acero que existe en la ciudad, tallada por las finas manos de los humanos después de horas de estar en la forja.
- “Humanos de Lunargenta” dice… - Su mirada inquisidora comenzó a perforar los ojos del mercader, quien parecía bastante molesto mediante esta dragona que no terminaba de comprar su historia - Debe estar bastante seguro de lo que dice, ¿o no?
- ¡Pues, claro que sí! - respondió con ahínco, como si quisiera quedar como inocente - ¿Usted que se cree que viene a MI local de venta a dudar de MI mercancía, y a poner en duda la fina artesanía de nuestros herreros?
- Es fácil poner en duda a sus herreros cuando fueron dragones los que crearon estos artefactos
Sus palabras se sentían muy seguras, y su mirada no dejaba de ver a los ojos del mercader, el cuál, aun cuando se mostraba seguro, comenzaba a dar señas de duda
- No se cómo se le ocurrió esa ridiculez, cariño - de nuevo con ese sarcasmo -, pero si crees que dejaré que-
- La piedra fue encontrada en las tierras del norte, ya que es menos moldeable que el metal normal. Pero por la misma razón, no se raya al pasarle la uña, como el Opal - y como dijo, cuando le pasó la uña, ello no ocurrió - Y la única forma de trabajar el metal de esta forma es mediante la forja que tiene un dragón de fuego. Y los dragones, orgullosos como nadie, siempre dejamos una marca de nuestro trabajo en las partes de atrás de nuestras obras. Específicamente, las iniciales de nuestro trabajo.
El sudor del sujeto comenzó a caer de forma aún más abundante, mientras miraba al resto de los clientes cerca. No podía ocultar su nerviosismo, y las miradas que lo tenían cerca lentamente se sentían más y más enjuiciadoras.
- Ese y Ele. Esas son las iniciales de quienes trabajaron estas piedras - se acercó lentamente, y debido a que era más alta que el mercader, se la veía más intimidante - Agradeceré si le vende a la chica ese collar de lobo al precio que corresponde. Si es que no quiere tener problemas con los dragones de Dundarak.
La chica, sin decir nada, lentamente decidió marcharse de ese pequeño puesto. Se sentía lo suficientemente asqueada por esa estafa que hacía el sujeto que decidió no ayudarlo a prosperar en su negocio. Cuando volviera a sus tierras, ya le pediría a las mismas artesanas que hicieron ese collar uno muy especial para Wood.
La plaga. No se sabía cómo se había propagado con tal magnitud. Tampoco cuál fue origen. Y por mucho tiempo, no se conoció una cura que pudiera salvar a la gente. Fue algo que se esparció por toda Aerandir, y mucha gente de todas las razas murió a manos de esta peste. Fue gracias al enorme esfuerzo de mucha gente, algunos en los bosques y otros en las academias, que se logró detener aquel manto de muerte que azotaba estas tierras. Lentamente, la gente pudo comenzar a encontrar las fuerzas para retomar y reconstruir sus vidas y sus hogares. Desgraciadamente, muchos habían perdido mucho como para que ello sucediera, y nunca podrían recuperar por completo lo perdido.
Pero eso no arruinaba la esperanza por un buen futuro de la gente. Tampoco lo hacía en el rostro de Siria, y es probable que por ello el día anterior hubiera sido tan movido. Los músculos le dolían por visitar tantos lugares, ofrecerse a ayudar en otros, y de no descansar en todo el día.
Y hoy le tocaba estar sola de nuevo.
No tardó mucho para encontrarse en el mercado, algo que quedó muy expectante de hacer el día anterior. Se encontraba abarrotado de gente, mucho más de lo que podía encontrar en Dundarak, moviéndose de un lado a otro, con muchos de ellos gritando y anunciando sus productos a viva voz. Todo ello mientras las personas eran tratadas como parte de la realeza, siempre y cuando tuvieran los aeros para ello, claro estaba, aunque no era extraño encontrar a algunos que intercambiaban artefactos misteriosos por objetos del mismo valor. El aroma del lugar le recordaba mucho a la ciudad que regularmente visitaba en el norte, por lo que no la hacía sentir tan extraña como pensaba. Supuso que todos los lugares tienen algo de hogareño en el corazón.
Visitando puestos y puestos, encontró a un lugar muy familiar a uno en la ciudad dragón, en donde varios objetos de valor se encontraban a la venta, incluyendo unos collares que tenían muchas formas distintas, incluyendo las de animales, como un lobo. Justamente le llamó la atención ese tipo de accesorios, viniendo a la cabeza su amiga licántropo. ¿Se vería bien con uno de ellos o le disgustaría la idea?
- Pude haberle preguntado antes de venir - murmuró, lamentándose de su falta de ingenio frente a posibles regalos a ella
La bruja de cabellos anaranjados que se encontraba a su lado lo miraba ensimismada y muy dudosa. Probablemente, como ella, pensaba en si era buena idea conseguir uno, considerando los gastos que se tenían al viajar.
- Oiga, señor - llamó su atención, mientras movía su brazo para indicarle que estaba interesada en un artículo
- ¡Oh, si, mi niña, te atiendo en un momento! - cuando dijo esas palabras “mi niña”, comenzó a hacerse una idea de qué tipo de personalidad mercantil tenía el sujeto - Ahora si, ¿Qué es lo que te puedo ofrecer? ¿Necesitas algún artículo de viaje? ¿Algún accesorio para su novio? ¿Alguna tela que te haga la reina de la noche?
- Ehhh, no, no… - su rostro cambió a uno que mostraba cierto agravio, ya que se había topado justamente con el tipo de vendedor que no le gustaba toparse - Quería consultar sobre los collares que tiene a la venta
- Pero habérmelo dicho antes, mi niña - ahí estaba con esas palabras de nuevo - Tengo una perla que le combinará a tus ojos de manera divina - comenzó a darse cuenta también que hablaba de una forma muy… poco varonil, por decirlo menos - Un opal que te hará relucir como la hermosa perla que eres. Las mujeres te envidiarán y serás el centro de atención de todos los lugares que visites
- Ehhh, no, no… - no quería algo como eso, solo quería un regalo para su amiga - Solo quería saber cuánto sale estos collares con forma de animales
- … oh - su rostro cambió a uno de decepción, aunque también de molestia - Típico, les ofreces lo mejor de las tierras del este, y solo quieren un pedazo de roca tallado con forma de animal.
- Señor, por favor, que no es para mí - su rostro parecía cansado e irritado, lo que llevó a que le dijera el precio que tenían los collares, apuntando específicamente al de lobo que tenía en las manos.
No cabe aclarar que los ojos se le abrieron de lo impresionada que quedó.
- Espere, espere… eso es más de tres veces que lo que cuestan en Dundarak.
- Pues, esto es Lunargenta, cariño - su tono sarcástico al decir “cariño” la hizo pensar que el trato que se venía sería muy despectivo - Están hechas del mejor acero que existe en la ciudad, tallada por las finas manos de los humanos después de horas de estar en la forja.
- “Humanos de Lunargenta” dice… - Su mirada inquisidora comenzó a perforar los ojos del mercader, quien parecía bastante molesto mediante esta dragona que no terminaba de comprar su historia - Debe estar bastante seguro de lo que dice, ¿o no?
- ¡Pues, claro que sí! - respondió con ahínco, como si quisiera quedar como inocente - ¿Usted que se cree que viene a MI local de venta a dudar de MI mercancía, y a poner en duda la fina artesanía de nuestros herreros?
- Es fácil poner en duda a sus herreros cuando fueron dragones los que crearon estos artefactos
Sus palabras se sentían muy seguras, y su mirada no dejaba de ver a los ojos del mercader, el cuál, aun cuando se mostraba seguro, comenzaba a dar señas de duda
- No se cómo se le ocurrió esa ridiculez, cariño - de nuevo con ese sarcasmo -, pero si crees que dejaré que-
- La piedra fue encontrada en las tierras del norte, ya que es menos moldeable que el metal normal. Pero por la misma razón, no se raya al pasarle la uña, como el Opal - y como dijo, cuando le pasó la uña, ello no ocurrió - Y la única forma de trabajar el metal de esta forma es mediante la forja que tiene un dragón de fuego. Y los dragones, orgullosos como nadie, siempre dejamos una marca de nuestro trabajo en las partes de atrás de nuestras obras. Específicamente, las iniciales de nuestro trabajo.
El sudor del sujeto comenzó a caer de forma aún más abundante, mientras miraba al resto de los clientes cerca. No podía ocultar su nerviosismo, y las miradas que lo tenían cerca lentamente se sentían más y más enjuiciadoras.
- Ese y Ele. Esas son las iniciales de quienes trabajaron estas piedras - se acercó lentamente, y debido a que era más alta que el mercader, se la veía más intimidante - Agradeceré si le vende a la chica ese collar de lobo al precio que corresponde. Si es que no quiere tener problemas con los dragones de Dundarak.
La chica, sin decir nada, lentamente decidió marcharse de ese pequeño puesto. Se sentía lo suficientemente asqueada por esa estafa que hacía el sujeto que decidió no ayudarlo a prosperar en su negocio. Cuando volviera a sus tierras, ya le pediría a las mismas artesanas que hicieron ese collar uno muy especial para Wood.
Siria
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 179
Nivel de PJ : : 1
Re: Recien llegada.
Una vez su padre le dijo, eso fue antes de que su orgullo herido lo llevara a aislarse, que si le gustaba algo debia de tomarlo, al costo que fuera, y al ver ese collar se dijo que debia de tenerlo.
La llegada de aquella mujer la llenó de curiosidad, era blanca y vestía con ropas muy llamativas, tan llenas de colores, tan diferentes a los vestidos oscuros que solia usar Luca, por un momento se entretuvo observando aquella acalorada discusión entre el humano mercader, un sujeto del todo desagradable, no solo era su aspecto, lleno de grasa con sedas que no le combinaban y unos tirabuzones en su cabello que lo hacían chocante a la vista, si no su personalidad, era un hombre terrible y un ladron consumado, eso se notaba pues ni siquiera ofrecía historias fascinantes para vender sus productos, como solian hacer en las tierras de Luca, lo que mas adoraba de los mercados eran las historias que contaban los vendedores de sus productos, a veces cuando compraba, Luca sentia que estaba comprando la historia y no el objeto.
Era un horrendo ladron y ni lo disimulaba.
Despues de escuchar tales argumentos por parte de la muchacha, y mientras el vendedor estaba distraído viendo entre sorprendido y molesto, Luca tomó el collar de lobo que ella deseaba y una pulsera de metal que estaba junto a ella, le sonrio al mercader, quien ni siquiera le dedico cinco segundos de su tiempo, y luego Luca se fue, a buscar a la mujer de brillantes ropas.
Luca guardó sus nuevos productos en su pequeña bolsa, y con una sonrisa presuntuosa siguio su curso, pronto se perdió entre la gente, lamentablemente la muchacha tambien se habia perdido entre el gentio, Luca tenia bastante curiosidad, y a demás queria agradecerle por causar la distracción y darle tiempo de tomar el collar.
Lucasta no era una ladrona, a eso no se dedicaba, ella era una viajera, sin embargo no sentía ni la más minima culpa por robarle aquel desagradable gordo, ademas despues de escuchar tan exorbitante precio se dijo que era mejor tomarlo y listo, como bien habia dicho la dragona eso era casi el cuádruple de su precio real y estaba corta de fondos, además existían peores crímenes que el hurto de un collar de lobo.
Luca se distrajo con unas bufandas que colgaban en un puesto, eran bastante hermosas, coloridas y le recordaban a su madre, penso en comprarle una, pero no estaba segura cuando regresaria a casa y en la misma tienda había un par de guantes de piel que le serían mucho más útiles.
Costaban una ganja, y Luca compro dos pares, y se dijo que eso era todo lo que gastaria así que estaba saliendo del mercado cuando vio a la misma muchacha.
—¡Hey! ¡Chica! ¡Tú la de ropa brillante!— Llamó a los gritos, provocando que muchos se volvieran a verla, pero Luca los ignoro, sacudiendo su mano por encima de la cabeza para captar la atencion de la mujer.— ¡La dragona! ¡TÚ!—
La llegada de aquella mujer la llenó de curiosidad, era blanca y vestía con ropas muy llamativas, tan llenas de colores, tan diferentes a los vestidos oscuros que solia usar Luca, por un momento se entretuvo observando aquella acalorada discusión entre el humano mercader, un sujeto del todo desagradable, no solo era su aspecto, lleno de grasa con sedas que no le combinaban y unos tirabuzones en su cabello que lo hacían chocante a la vista, si no su personalidad, era un hombre terrible y un ladron consumado, eso se notaba pues ni siquiera ofrecía historias fascinantes para vender sus productos, como solian hacer en las tierras de Luca, lo que mas adoraba de los mercados eran las historias que contaban los vendedores de sus productos, a veces cuando compraba, Luca sentia que estaba comprando la historia y no el objeto.
Era un horrendo ladron y ni lo disimulaba.
Despues de escuchar tales argumentos por parte de la muchacha, y mientras el vendedor estaba distraído viendo entre sorprendido y molesto, Luca tomó el collar de lobo que ella deseaba y una pulsera de metal que estaba junto a ella, le sonrio al mercader, quien ni siquiera le dedico cinco segundos de su tiempo, y luego Luca se fue, a buscar a la mujer de brillantes ropas.
Luca guardó sus nuevos productos en su pequeña bolsa, y con una sonrisa presuntuosa siguio su curso, pronto se perdió entre la gente, lamentablemente la muchacha tambien se habia perdido entre el gentio, Luca tenia bastante curiosidad, y a demás queria agradecerle por causar la distracción y darle tiempo de tomar el collar.
Lucasta no era una ladrona, a eso no se dedicaba, ella era una viajera, sin embargo no sentía ni la más minima culpa por robarle aquel desagradable gordo, ademas despues de escuchar tan exorbitante precio se dijo que era mejor tomarlo y listo, como bien habia dicho la dragona eso era casi el cuádruple de su precio real y estaba corta de fondos, además existían peores crímenes que el hurto de un collar de lobo.
Luca se distrajo con unas bufandas que colgaban en un puesto, eran bastante hermosas, coloridas y le recordaban a su madre, penso en comprarle una, pero no estaba segura cuando regresaria a casa y en la misma tienda había un par de guantes de piel que le serían mucho más útiles.
Costaban una ganja, y Luca compro dos pares, y se dijo que eso era todo lo que gastaria así que estaba saliendo del mercado cuando vio a la misma muchacha.
—¡Hey! ¡Chica! ¡Tú la de ropa brillante!— Llamó a los gritos, provocando que muchos se volvieran a verla, pero Luca los ignoro, sacudiendo su mano por encima de la cabeza para captar la atencion de la mujer.— ¡La dragona! ¡TÚ!—
Lucasta
Aprendiz
Aprendiz
Cantidad de envíos : : 13
Nivel de PJ : : 0
Re: Recien llegada.
La joven dragona de viento no era alguien que perdía los estribos, si es que caía en esa categoría, fácilmente. ¿Pero le había arruinado el humor? Definitivamente. Era el hecho que reconocía esas iniciales, y el conocer a las personas que habían estado detrás. Las había visto trabajar arduamente, sacrificando sus manos y su salud para poder sacar los minerales de la tierra y luego, usando la bendición que los dragones pusieron en ellas, forjar una forma hermosa creación y darle el alma para cautivar el corazón de sus admiradores por años. Todo eso, para ver cómo apenas recibían una recompensa por su trabajo, mientras otros se enriquecían sin más esfuerzo que el habla y el hacer caer a incautos compradores.
- Si solo comiera carne humana, me lo zarparía de un solo bocado, y usaría sus huesos como mondadientes - murmuró enojada, mientras entrecerraba sus puños delante de su rostro, lo que no fue la mejor impresión para un niño que se quedó viéndola espantado de sus palabras. Se quedó congelada, dándose cuenta de lo que había hecho, y compartía el sentimiento del niño aunque por razones completamente diferentes - E-esto… es una br-broma, ¡si! U-una broma… para el… ehhhh… ¡próximo Samhain, si!
Y, esperablemente, sus palabras no tuvieron efecto, pues el niño corrió llorando lejos, perdiéndose entre la multitud que los ignoraba.
- … yo y mi bocota.
Los dioses dragones le habían dado el regalo del canto. Y a veces, hubiera deseado que el regalo de la inteligencia hubiera venido incluido.
Suspiró mientras se perdía entre la gente. Se detenía a veces a revisar algunas mercaderías que le podían resultar de interés, aunque las mayores detenciones la envolvían en nostalgia: en algunos puestos, florecían los cueros y los pelajes trabajados de los Yaks. Al ser hija de campesinos, era natural para ella saber el estado de estos dos elementos, llegando incluso a reconocer si la alimentación del animal fue adecuada, o si la persona encargada cepillaba y cuidaba sus pelajes.
- Este año fue muy bueno, por lo que veo - murmuró, después de tocar algunos pelajes y lanas producidas en el norte del mundo. Cuando lo pensaba detenidamente, nunca se había enterado de cuán lejos llegaban las cosas que ellos se encargaban de crear en base de animales. Se sentía un ligero orgullo el saber lo lejos que llegaba su cultura.
No se bañó mucho bajo eso, ya que esas tres palabras fueron como un eco en su cabeza, como si se trata de un persecutor de la justicia llamando por sus culpas a enjuiciar: “¡La dragona! ¡TÚ!”
Se congeló, y pensó de inmediato en lo peor. ¿Acaso el niño la había acusado por sus dichos? ¡Pero era imposible! Todo el mundo sabía que los dragones no eran capaces de alimentarse de gente. Aún con las diferencias obvias, seguían siendo humanos en el núcleo de su creación, así que alimentarse de personas era prácticamente canibalismo. Pero también recordó su tiempo en Beltrexus, y de cómo los niños creían que los dragones eran seres que debían combatir para salvar el día, debido a su naturaleza.
Se giró a verla lentamente, casi se podía escuchar un sonido metálico oxidado siendo forzado cuando hacía esto, probablemente debido a sus nervios. Incluso ni reconoció a la chica con la que compartió lugar hace unos momentos en la tienda de aquel estafador. No fue difícil encontrarla debido a que era una chica más alta que el promedio, y ver la mano que la señalaba era fácil. Lo difícil fue caminar hacia ella.
- ¡H-hola! - le dijo cuando estuvieron cerca y sin tener que gritar para conversar. Su mirada, sin embargo, parecía esquiva - S-sabe, eso que dije antes realmente no lo decía c-con intenciones malas. Fue s-solo que me pilló en un mal pie, estaba de mal humor y no pude evitar expresarme de la forma en que lo hice
Tomó de los hombros a la joven, nerviosa a más no poder, y bajó la cabeza en señal honesta de arrepentimiento
- ¡De verdad no me voy a comer a nadie! No me malinterprete, solo que ese sujeto me había golpeado en el orgullo dragón de forma muy baja, y solo quería desquitarme de su atrevimiento - por un momento, levantó la cabeza y miró hacia otro lado, aunque ahora sus palabras eran más cómplices que de arrepentimiento - De hecho, consideré pegarle una patada en la entrepierna, pero dada su personalidad, dudo que tuviera bolas qué golpear.
La dragona definitivamente no era alguien que aprendía la lección de no hablar de más.
- Si solo comiera carne humana, me lo zarparía de un solo bocado, y usaría sus huesos como mondadientes - murmuró enojada, mientras entrecerraba sus puños delante de su rostro, lo que no fue la mejor impresión para un niño que se quedó viéndola espantado de sus palabras. Se quedó congelada, dándose cuenta de lo que había hecho, y compartía el sentimiento del niño aunque por razones completamente diferentes - E-esto… es una br-broma, ¡si! U-una broma… para el… ehhhh… ¡próximo Samhain, si!
Y, esperablemente, sus palabras no tuvieron efecto, pues el niño corrió llorando lejos, perdiéndose entre la multitud que los ignoraba.
- … yo y mi bocota.
Los dioses dragones le habían dado el regalo del canto. Y a veces, hubiera deseado que el regalo de la inteligencia hubiera venido incluido.
Suspiró mientras se perdía entre la gente. Se detenía a veces a revisar algunas mercaderías que le podían resultar de interés, aunque las mayores detenciones la envolvían en nostalgia: en algunos puestos, florecían los cueros y los pelajes trabajados de los Yaks. Al ser hija de campesinos, era natural para ella saber el estado de estos dos elementos, llegando incluso a reconocer si la alimentación del animal fue adecuada, o si la persona encargada cepillaba y cuidaba sus pelajes.
- Este año fue muy bueno, por lo que veo - murmuró, después de tocar algunos pelajes y lanas producidas en el norte del mundo. Cuando lo pensaba detenidamente, nunca se había enterado de cuán lejos llegaban las cosas que ellos se encargaban de crear en base de animales. Se sentía un ligero orgullo el saber lo lejos que llegaba su cultura.
No se bañó mucho bajo eso, ya que esas tres palabras fueron como un eco en su cabeza, como si se trata de un persecutor de la justicia llamando por sus culpas a enjuiciar: “¡La dragona! ¡TÚ!”
Se congeló, y pensó de inmediato en lo peor. ¿Acaso el niño la había acusado por sus dichos? ¡Pero era imposible! Todo el mundo sabía que los dragones no eran capaces de alimentarse de gente. Aún con las diferencias obvias, seguían siendo humanos en el núcleo de su creación, así que alimentarse de personas era prácticamente canibalismo. Pero también recordó su tiempo en Beltrexus, y de cómo los niños creían que los dragones eran seres que debían combatir para salvar el día, debido a su naturaleza.
Se giró a verla lentamente, casi se podía escuchar un sonido metálico oxidado siendo forzado cuando hacía esto, probablemente debido a sus nervios. Incluso ni reconoció a la chica con la que compartió lugar hace unos momentos en la tienda de aquel estafador. No fue difícil encontrarla debido a que era una chica más alta que el promedio, y ver la mano que la señalaba era fácil. Lo difícil fue caminar hacia ella.
- ¡H-hola! - le dijo cuando estuvieron cerca y sin tener que gritar para conversar. Su mirada, sin embargo, parecía esquiva - S-sabe, eso que dije antes realmente no lo decía c-con intenciones malas. Fue s-solo que me pilló en un mal pie, estaba de mal humor y no pude evitar expresarme de la forma en que lo hice
Tomó de los hombros a la joven, nerviosa a más no poder, y bajó la cabeza en señal honesta de arrepentimiento
- ¡De verdad no me voy a comer a nadie! No me malinterprete, solo que ese sujeto me había golpeado en el orgullo dragón de forma muy baja, y solo quería desquitarme de su atrevimiento - por un momento, levantó la cabeza y miró hacia otro lado, aunque ahora sus palabras eran más cómplices que de arrepentimiento - De hecho, consideré pegarle una patada en la entrepierna, pero dada su personalidad, dudo que tuviera bolas qué golpear.
La dragona definitivamente no era alguien que aprendía la lección de no hablar de más.
Siria
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 179
Nivel de PJ : : 1
Re: Recien llegada.
TEMA CERRADO POR ABANDONO
Zatch
Honorable
Honorable
Cantidad de envíos : : 535
Nivel de PJ : : 2
Temas similares
» La llegada del cristianismo.
» La llegada [Libre][2/2]
» Llegada a la civilización [CERRADO]
» Recién llegado, extraño [Libre][CERRADO]
» [libre] licantropo recién convertido busca seguridad
» La llegada [Libre][2/2]
» Llegada a la civilización [CERRADO]
» Recién llegado, extraño [Libre][CERRADO]
» [libre] licantropo recién convertido busca seguridad
Aerandir :: Península de Verisar. :: Lunargenta :: Negocios
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Hoy a las 21:35 por Cohen
» El retorno del vampiro [Evento Sacrestic]
Hoy a las 21:14 por Ingela
» El vampiro contraataca [Evento Sacrestic]
Hoy a las 20:55 por Aylizz Wendell
» Entre Sombras y Acero [LIBRE][NOCHE]
Hoy a las 20:16 por Seraphine Valaryon
» Días de tormenta + 18 [Privado]
Hoy a las 16:30 por Iori Li
» Laboratorio Harker [Alquimia+Ingeniería]
Ayer a las 19:13 por Zelas Hazelmere
» Pócimas y Tragos: La Guerra de la Calle Burbuja [Interpretativo] [Libre]
Ayer a las 16:18 por Mina Harker
» La Procesión de los Skógargandr [Evento Samhain (Halloween)]
Mar Nov 19 2024, 22:49 por Eltrant Tale
» [Zona de culto] Altar de las Runas de los Baldíos
Lun Nov 18 2024, 12:29 por Tyr
» Susurros desde el pasado | Amice H.
Lun Nov 18 2024, 04:12 por Amice M. Hidalgo
» [Zona de culto] Iglesia del único Dios
Sáb Nov 16 2024, 21:38 por Tyr
» Enjoy the Silence 4.0 {Élite]
Miér Nov 13 2024, 20:01 por Nana
» Vampiros, Gomejos, piernas para qué las tengo. [Privado]
Mar Nov 12 2024, 04:51 por Tyr
» Derecho Aerandiano [Libre]
Dom Nov 10 2024, 13:36 por Tyr
» Propaganda Peligrosa - Priv. Zagreus - (Trabajo / Noche)
Vie Nov 08 2024, 18:40 por Lukas