Llegada a la civilización [CERRADO]
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Llegada a la civilización [CERRADO]
La cabaña se había quedado muy sola tras la muerte de madre, no habían pasado ni 3 días y ella seguía extrañando su calor. ¿Por qué tenía que haberla abandonado?¿No tenía suficiente con la muerte de padre a manos de esos salvajes que ahora su madre también recorrió el camino hacia el cielo? Seguramente en ese momento Lucilda, su amada madre, estaría ahí incitándola a ser fuerte, a seguir adelante y a volverse una mujer de provecho, pero es que simplemente no podía, exiliada en el bosque llevaba días sin salir del hogar a cazar ni probar bocado alguno, evidentemente, desde que enterró a madre junto a padre, no podía levantar cabeza y es que se sentía terriblemente sola, no conocía a nadie más, sabía que había gente fuera, lo sabía porque eran los mismos que habían arrebatado la vida de su padre mediante el fuego.
Pero aún así no les temía, sabía que el odio y el miedo le harían débil y no podía permitirse eso en un momento así, tenía que salir de aquella cabaña estrecha y húmeda, o así la veía ahora, después de que su anterior hogar se quemase hasta las cenizas Lucilda y ella construyeron una nueva cabaña, pero no era ni de lejos un hogar ahora que no estaban ninguno de los dos. Tenía que ser fuerte, plantarles cara y demostrarles que no era ningún peligro, era un dragón como ellos, tenía apariencia elfica, sí, pero eso no significaba nada, seguía siendo como ellos y merecía un respeto.
Envolvió sus bártulos más importantes en una tela de ciervo, lo ato todo con una hebra y lo metió en una mochila, junto con comida y una cantimplora de piel llena de agua. Al salir por la puerta y cerrarla uno de los amuletos se cayó al suelo, ese lo había tejido madre poco antes de morir de pena, lo había tejido en un intento de distraerse y dejar de pensar en padre, pero eso no sirvió de nada, tras semanas sin comer ni beber agua, su madre falleció de pena, su luz se fue apagando poco a poco y no quiso curar las heridas que el incendio dejó en su piel, solo quería morir y reunirse junto a padre.
Antes de que se le cayese una lágrima Eris colgó el amuleto de su cuello y siguió caminando, se adentró en el bosque, buscando la salida de este que daba la entrada al poblado de los dragones, un lugar tan maravilloso como frio, en el pie de la montaña helada, por suerte ella no sentía frío, su sangre ardía como el infierno.
Caminó hasta cansarse por completo y a pesar de la cabezoneria intentó continuar un poco más, hasta que cayó rendida en el pie de un árbol, lo trepó con agilidad y se improvisó una cama en una de las ramas altas, aquella noche no pegaría ojo, al igual que el resto, llevaba días sin dormir, tan solo pensaba en el rumbo que tomaría su vida ¿Qué iba a hacer una vez llegase al poblado y el resto de habitantes la mirase mal y la echase con la mirada?¿Se derrumbaría? Finalmente tras pensar tanto cayó rendida al sueño, los ojos le pesaban y necesitaba descansar.
Pero aún así no les temía, sabía que el odio y el miedo le harían débil y no podía permitirse eso en un momento así, tenía que salir de aquella cabaña estrecha y húmeda, o así la veía ahora, después de que su anterior hogar se quemase hasta las cenizas Lucilda y ella construyeron una nueva cabaña, pero no era ni de lejos un hogar ahora que no estaban ninguno de los dos. Tenía que ser fuerte, plantarles cara y demostrarles que no era ningún peligro, era un dragón como ellos, tenía apariencia elfica, sí, pero eso no significaba nada, seguía siendo como ellos y merecía un respeto.
Envolvió sus bártulos más importantes en una tela de ciervo, lo ato todo con una hebra y lo metió en una mochila, junto con comida y una cantimplora de piel llena de agua. Al salir por la puerta y cerrarla uno de los amuletos se cayó al suelo, ese lo había tejido madre poco antes de morir de pena, lo había tejido en un intento de distraerse y dejar de pensar en padre, pero eso no sirvió de nada, tras semanas sin comer ni beber agua, su madre falleció de pena, su luz se fue apagando poco a poco y no quiso curar las heridas que el incendio dejó en su piel, solo quería morir y reunirse junto a padre.
Antes de que se le cayese una lágrima Eris colgó el amuleto de su cuello y siguió caminando, se adentró en el bosque, buscando la salida de este que daba la entrada al poblado de los dragones, un lugar tan maravilloso como frio, en el pie de la montaña helada, por suerte ella no sentía frío, su sangre ardía como el infierno.
Caminó hasta cansarse por completo y a pesar de la cabezoneria intentó continuar un poco más, hasta que cayó rendida en el pie de un árbol, lo trepó con agilidad y se improvisó una cama en una de las ramas altas, aquella noche no pegaría ojo, al igual que el resto, llevaba días sin dormir, tan solo pensaba en el rumbo que tomaría su vida ¿Qué iba a hacer una vez llegase al poblado y el resto de habitantes la mirase mal y la echase con la mirada?¿Se derrumbaría? Finalmente tras pensar tanto cayó rendida al sueño, los ojos le pesaban y necesitaba descansar.
Eris Validraheim
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Re: Llegada a la civilización [CERRADO]
El atardecer norteño es, sin lugar a dudas, una de las maravillas de nuestra naturaleza: un cuadro de pigmentos rojos, tan bello como esperanzador, pero también desconcertante. ¿Cómo algo que escapa a nuestra comprensión puede ser así de hermoso? Bajo su pintura, extensas llanuras cubiertas de nieve se extienden ante mí, más propias de un cuento de hadas que del mundo real que, por suerte o por desgracia, estoy empezando a conocer.
Mientras sobrevuelo la arboleda próxima a la gran ciudad, por otra parte, y mientras observo el embelesador paisaje por primera vez con mis propios ojos, comienzo a replantearme el verdadero porqué de las cosas: ¿qué me retenía en la estepa, en la granja, durante tanto tiempo? ¿El deber de cuidar de mi madre? ¿El no querer abandonar mi propio hogar? ¿O, por el contrario, era el miedo a enfrentarme a lo desconocido? Dioses, creo que simplemente estoy demasiado cansado; ha pasado demasiado tiempo desde que no llevo a cabo una transformación como es debido, y si bien procuro mover las alas tan rápido como puedo, la poca experiencia me impide avanzar con la velocidad con la que un dragón elemental de aire normalmente se desplazaría.
La luna comienza a asomar en el horizonte, por lo que me planteo seriamente descender y descansar unos instantes en una de las numerosas y profundas cuevas que decoran las faldas de la montaña cercanas a Dundarak, que de seguro son lo bastante espaciosas para un dragón de mi tamaño, al menos hasta recobrar las fuerzas. Intento, por ello, aproximarme con la mayor suavidad hacia ellas, pero noto cómo el cansancio se acrecenta cada vez más, y sumado a lo poco acostumbrado que estoy al peso de mi forma dracónica, me doy de bruces contra el terreno boscoso con inesperada brusquedad. Casi instintivamente, repto entre los árboles en pos de encontrar una abertura que conduzca hacia las montañas, si bien la estrechez del terreno me impide moverme con destreza. Apenas tengo fuerzas para retomar el vuelo o regresar a mi forma humana, por lo que continúo escurriéndome entre los huecos de los troncos.
Pero el cansancio se apodera de mí, y si lo que Eynar decía era cierto, pocas personas se atreven a atravesar el bosque de camino a la ciudad, por lo que, quizás, si tomaba un pequeño descanso entre los árboles, no pasaría nada...
Mientras sobrevuelo la arboleda próxima a la gran ciudad, por otra parte, y mientras observo el embelesador paisaje por primera vez con mis propios ojos, comienzo a replantearme el verdadero porqué de las cosas: ¿qué me retenía en la estepa, en la granja, durante tanto tiempo? ¿El deber de cuidar de mi madre? ¿El no querer abandonar mi propio hogar? ¿O, por el contrario, era el miedo a enfrentarme a lo desconocido? Dioses, creo que simplemente estoy demasiado cansado; ha pasado demasiado tiempo desde que no llevo a cabo una transformación como es debido, y si bien procuro mover las alas tan rápido como puedo, la poca experiencia me impide avanzar con la velocidad con la que un dragón elemental de aire normalmente se desplazaría.
La luna comienza a asomar en el horizonte, por lo que me planteo seriamente descender y descansar unos instantes en una de las numerosas y profundas cuevas que decoran las faldas de la montaña cercanas a Dundarak, que de seguro son lo bastante espaciosas para un dragón de mi tamaño, al menos hasta recobrar las fuerzas. Intento, por ello, aproximarme con la mayor suavidad hacia ellas, pero noto cómo el cansancio se acrecenta cada vez más, y sumado a lo poco acostumbrado que estoy al peso de mi forma dracónica, me doy de bruces contra el terreno boscoso con inesperada brusquedad. Casi instintivamente, repto entre los árboles en pos de encontrar una abertura que conduzca hacia las montañas, si bien la estrechez del terreno me impide moverme con destreza. Apenas tengo fuerzas para retomar el vuelo o regresar a mi forma humana, por lo que continúo escurriéndome entre los huecos de los troncos.
Pero el cansancio se apodera de mí, y si lo que Eynar decía era cierto, pocas personas se atreven a atravesar el bosque de camino a la ciudad, por lo que, quizás, si tomaba un pequeño descanso entre los árboles, no pasaría nada...
Ydgar Heppni
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Re: Llegada a la civilización [CERRADO]
Otro día en un bosque desconocido, tan diferente y a la vez tan similar a bosque negro. En cierto modo la creación suele repetir entornos en mundus, o eso ha aprendido Kosir durante su viaje por el exterior.
Le es imposible negar que siente nostalgia por el hogar, pega incluso varios tragos de su cantimplora llena a rebosar con hidromiel ritual para olvidar. Lo cierto es que el pasado puede ser muy doloroso.
No le toma mucho suplantar esos sentimientos con ira, solo basta con recordar el linchamiento que le hizo su clan para llenarse de vigor asesino. La rabia es más provechosa que cualquier otra emoción, algo que todo buen brumoso sabe.
Golpea un árbol con fuerza para liberar rabia, su mano cruje pero el rostro ni se le inmuta. A pesar de ser joven, es un personaje muy duro. Tanto por su lugar de origen como por su obstinación personal.
Al final suspira, los sentimientos exaltados se han ido dando paso al hambre. Ya viene siendo hora de la cena y no hay motivo alguno como para seguir caminando, después de todo no tiene ni idea de a dónde se dirige.
En breve forma una hoguera, no le toma mucho encenderla con su pedernal. Ahora bajo la protección del fuego y con un robusto árbol para recostar la espalda, saca algunas de sus provisiones.
Pan medianamente duro y carne en conserva, ñomi ñomi. Cazaría algo pero el fuego robo las pocas fuerzas que permanecían en su cuerpo, el danzar hipnótico de las llamas suele tener ese efecto en una persona cansada.
Emite un potente bostezo, luego pasa a consumir lo que trae consigo. Cuando se le reseca la garganta toman un poco de hidromiel, no es un banquete pero se ha visto en peores situaciones a lo largo de su exilio.
Con una ramita, aviva el fuego de manera juguetona, esto le hace formar cierta sonrisa tonta. Algunas veces hay que tomar placer de las cosas sencillas, no tiene frio, está cómodo y llena progresivamente la tripa, todo lo que un hombre sencillo necesita para ser feliz.
Prepara su saco para dormir pero entonces algo interrumpe el ameno ambiente, un demencial ruido acompañado de ramas y hojas cayendo… como si un pájaro bastante grande hubiera decidido suicidarse.
Ancestros… “acaricia el mango de su mandoble pero al final vuelve a sentarse” bichos, en el exterior hay más bichos que gente “suspira restándole importancia”.
Le es imposible negar que siente nostalgia por el hogar, pega incluso varios tragos de su cantimplora llena a rebosar con hidromiel ritual para olvidar. Lo cierto es que el pasado puede ser muy doloroso.
No le toma mucho suplantar esos sentimientos con ira, solo basta con recordar el linchamiento que le hizo su clan para llenarse de vigor asesino. La rabia es más provechosa que cualquier otra emoción, algo que todo buen brumoso sabe.
Golpea un árbol con fuerza para liberar rabia, su mano cruje pero el rostro ni se le inmuta. A pesar de ser joven, es un personaje muy duro. Tanto por su lugar de origen como por su obstinación personal.
Al final suspira, los sentimientos exaltados se han ido dando paso al hambre. Ya viene siendo hora de la cena y no hay motivo alguno como para seguir caminando, después de todo no tiene ni idea de a dónde se dirige.
En breve forma una hoguera, no le toma mucho encenderla con su pedernal. Ahora bajo la protección del fuego y con un robusto árbol para recostar la espalda, saca algunas de sus provisiones.
Pan medianamente duro y carne en conserva, ñomi ñomi. Cazaría algo pero el fuego robo las pocas fuerzas que permanecían en su cuerpo, el danzar hipnótico de las llamas suele tener ese efecto en una persona cansada.
Emite un potente bostezo, luego pasa a consumir lo que trae consigo. Cuando se le reseca la garganta toman un poco de hidromiel, no es un banquete pero se ha visto en peores situaciones a lo largo de su exilio.
Con una ramita, aviva el fuego de manera juguetona, esto le hace formar cierta sonrisa tonta. Algunas veces hay que tomar placer de las cosas sencillas, no tiene frio, está cómodo y llena progresivamente la tripa, todo lo que un hombre sencillo necesita para ser feliz.
Prepara su saco para dormir pero entonces algo interrumpe el ameno ambiente, un demencial ruido acompañado de ramas y hojas cayendo… como si un pájaro bastante grande hubiera decidido suicidarse.
Ancestros… “acaricia el mango de su mandoble pero al final vuelve a sentarse” bichos, en el exterior hay más bichos que gente “suspira restándole importancia”.
Kosir
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Re: Llegada a la civilización [CERRADO]
Completamente dormida, así es, tras 3 días sin pegar ni ojo había conseguido dormir plácidamente, el ambiente del bosque siempre había sido maravilloso, fresquito, lo suficiente para que un humano se helase, pero ella no era humana, era un dragón y aquel ambiente era perfecto para el fuego que recorría su cuerpo.
Soñaba con el hogar, con madre y padre, padre no dejaba de tallar madera, como si hiciese una espada de madera o al menos es la forma que está tomando, mientras madre preparara un estofado, la casa huele deliciosa, ella mientras tanto es pequeña, o así son sus manos cuando las mira, no superaría los 8 años de edad. Están todos reunidos... No puede ser.
-¿P-padre? -corre con lágrimas en los ojos a abrazarle pero su madre se cruza en medio para cogerla en brazos.
-Te he dicho muchas veces que tengas cuidado y no corretees dentro de casa.-
Abrazó a su madre como nunca lo pudo haber hecho, con tanta fuerza que por poco la estrangula, pero cuando va a hacerlo se deshace en humo y la siguiente imagen es una multitud de gente golpeando a padre y quemando la cabaña... No puede ser que esté volviendo a revivir aquel momento ¿por qué su mente no dejaba de jugarle malas pasadas? Se tapa los ojos tratando de no ver nada más, ya no es una niña, el tiempo había pasado rápido dentro del suelo y de repente ve a madre tendida en la cama, sin vida ni luz... Y tras eso un tremendo golpe que le saca de sus sueños, o más bien pesadillas.
Se despierta de golpe con un pequeño grito y el corazón dándole un vuelco, era completamente de noche y no se veía ni un alma en aquella penumbra, salvo por la hoguera que había a sus pies y sorprendentemente... Lo que parecía ser un humano. Un momento... ¿Un humano?¿Que demonios hacía un humano ahí? Recogió sus cosas dudando entre bajar o no, pues si lo hacía lo mismo aquel pequeño ser se asustase y le hiciese algo o simplemente saliese corriendo... Era una difícil decisión, pero según pensó había salido de la cabaña para integrarse en sociedad así que era el momento de ver un humano de cerca.
Bajo por el tronco del árbol y se plantó delante de él, temerosa pero mirándole con cara rara.
-¿Por qué eres tan pequeño?
Le dijo directamente, extrañada porque los demás humanos que había visto eran mucho más grandes y fuertes. Y ese en cambio era pequeño, se planteó si realmente era un humano o qué.
Soñaba con el hogar, con madre y padre, padre no dejaba de tallar madera, como si hiciese una espada de madera o al menos es la forma que está tomando, mientras madre preparara un estofado, la casa huele deliciosa, ella mientras tanto es pequeña, o así son sus manos cuando las mira, no superaría los 8 años de edad. Están todos reunidos... No puede ser.
-¿P-padre? -corre con lágrimas en los ojos a abrazarle pero su madre se cruza en medio para cogerla en brazos.
-Te he dicho muchas veces que tengas cuidado y no corretees dentro de casa.-
Abrazó a su madre como nunca lo pudo haber hecho, con tanta fuerza que por poco la estrangula, pero cuando va a hacerlo se deshace en humo y la siguiente imagen es una multitud de gente golpeando a padre y quemando la cabaña... No puede ser que esté volviendo a revivir aquel momento ¿por qué su mente no dejaba de jugarle malas pasadas? Se tapa los ojos tratando de no ver nada más, ya no es una niña, el tiempo había pasado rápido dentro del suelo y de repente ve a madre tendida en la cama, sin vida ni luz... Y tras eso un tremendo golpe que le saca de sus sueños, o más bien pesadillas.
Se despierta de golpe con un pequeño grito y el corazón dándole un vuelco, era completamente de noche y no se veía ni un alma en aquella penumbra, salvo por la hoguera que había a sus pies y sorprendentemente... Lo que parecía ser un humano. Un momento... ¿Un humano?¿Que demonios hacía un humano ahí? Recogió sus cosas dudando entre bajar o no, pues si lo hacía lo mismo aquel pequeño ser se asustase y le hiciese algo o simplemente saliese corriendo... Era una difícil decisión, pero según pensó había salido de la cabaña para integrarse en sociedad así que era el momento de ver un humano de cerca.
Bajo por el tronco del árbol y se plantó delante de él, temerosa pero mirándole con cara rara.
-¿Por qué eres tan pequeño?
Le dijo directamente, extrañada porque los demás humanos que había visto eran mucho más grandes y fuertes. Y ese en cambio era pequeño, se planteó si realmente era un humano o qué.
Última edición por Eris Validraheim el Sáb Jun 29 2019, 21:03, editado 2 veces
Eris Validraheim
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Re: Llegada a la civilización [CERRADO]
Frío. Frío norteño que me cala los huesos y abre mis ojos. No parece haber pasado más de una hora- quién sabe, quizás han sido dos -desde que caí, preso del agotamiento, en un pequeño claro a las faldas de la montaña. La luna apenas se ha movido de su posición, y todavía me encuentro lo bastante cansado como para siquiera considerar regresar a mi forma humana, para no variar. Mientras tanto, las copas de los árboles se balancean con suavidad, cuidadosamente empujadas por los vientos procedentes del este, y por primera vez, creo encontrarme en un profundo remanso de calma y paz.
La fauna, por lo que sé, no suele abundar el glacial ambiente del norte, y no parece que muchos forasteros de a pie consideren buena idea atajar por el bosque camino a la gran ciudad- especialmente tras el anochecer -, por lo que, seguro de no tener que enfrentarme a ninguna potencial amenaza, me recuesto sobre la gruesa capa de nieve que cubre el terreno y cedo ante el cansancio y el peso de mis párpados. Hasta que oigo una voz en la lejanía.
ㅡ ¿... tan pequeño? ㅡescucho a pocos metros tras de mí. Es, sin lugar a dudas, la voz de una mujer joven: clara, dulce, con gran curiosidad y, sin embargo, con un profundo pesar.
Durante unos instantes, considero acercarme, pero ¿y si son humanos de pura raza? Si he de tratar con ellos, debo avanzar con la máxima precaución: no creo que se lo piensen dos veces antes de atacar a una bestia de cuatro metros que se aproxima hacia ellos. Por ello, reúno la poca energía que me queda para regresar, ahora sí, a mi forma humana. Cierro los ojos, respiro y trato de concentrarme para llevar a cabo la transformación, si bien en vez de segundos, son varios minutos los que tarda en completarse, probablemente debido al cansancio y, en gran parte, a la inexperiencia.
Tras comprobar que nada ha cambiado, y que todo sigue donde debería estar- la espada, las ropas de cuero, el abrigo de piel y la capa de marta -, me encamino, o más bien, me arrastro hacia el origen de la voz, apoyándome de vez en cuando en la corteza de los árboles y haciendo breves pausas para recobrar las fuerzas. La oscuridad de la noche es tan implacable como aterradora pero, afortunadamente, una luz me guía hacia lo que parece ser una reciente y pequeña hoguera. Y, entonces, veo el fuego: un doloroso recuerdo de por qué estoy aquí.
Finalmente, oteo el contorno de dos estampas humanas: una mujer de extrañas orejas puntiagudas se yergue ante un ¿niño? de ropas de piel. Procuro enderezarme antes de acercarme más a ellos y reparo en que, después de más de veinte años, es la primera vez que veo a alguien. Alguien que no sea mi madre. Que no sea mi hermana. Cuando abandoné la aldea, a la edad de seis o siete años, recuerdo dejar atrás a buenos amigos: Révvis, Molgur, Enhera… Todavía recuerdo sus nombres, si bien sus rostros son ahora un misterio para mí.
ㅡ Esa voz ㅡjadeo, casi sin darme cuenta, mientras clavo mi mirada en la joven del cabello de fuegoㅡ, ¿era la tuya?
La fauna, por lo que sé, no suele abundar el glacial ambiente del norte, y no parece que muchos forasteros de a pie consideren buena idea atajar por el bosque camino a la gran ciudad- especialmente tras el anochecer -, por lo que, seguro de no tener que enfrentarme a ninguna potencial amenaza, me recuesto sobre la gruesa capa de nieve que cubre el terreno y cedo ante el cansancio y el peso de mis párpados. Hasta que oigo una voz en la lejanía.
ㅡ ¿... tan pequeño? ㅡescucho a pocos metros tras de mí. Es, sin lugar a dudas, la voz de una mujer joven: clara, dulce, con gran curiosidad y, sin embargo, con un profundo pesar.
Durante unos instantes, considero acercarme, pero ¿y si son humanos de pura raza? Si he de tratar con ellos, debo avanzar con la máxima precaución: no creo que se lo piensen dos veces antes de atacar a una bestia de cuatro metros que se aproxima hacia ellos. Por ello, reúno la poca energía que me queda para regresar, ahora sí, a mi forma humana. Cierro los ojos, respiro y trato de concentrarme para llevar a cabo la transformación, si bien en vez de segundos, son varios minutos los que tarda en completarse, probablemente debido al cansancio y, en gran parte, a la inexperiencia.
Tras comprobar que nada ha cambiado, y que todo sigue donde debería estar- la espada, las ropas de cuero, el abrigo de piel y la capa de marta -, me encamino, o más bien, me arrastro hacia el origen de la voz, apoyándome de vez en cuando en la corteza de los árboles y haciendo breves pausas para recobrar las fuerzas. La oscuridad de la noche es tan implacable como aterradora pero, afortunadamente, una luz me guía hacia lo que parece ser una reciente y pequeña hoguera. Y, entonces, veo el fuego: un doloroso recuerdo de por qué estoy aquí.
Finalmente, oteo el contorno de dos estampas humanas: una mujer de extrañas orejas puntiagudas se yergue ante un ¿niño? de ropas de piel. Procuro enderezarme antes de acercarme más a ellos y reparo en que, después de más de veinte años, es la primera vez que veo a alguien. Alguien que no sea mi madre. Que no sea mi hermana. Cuando abandoné la aldea, a la edad de seis o siete años, recuerdo dejar atrás a buenos amigos: Révvis, Molgur, Enhera… Todavía recuerdo sus nombres, si bien sus rostros son ahora un misterio para mí.
ㅡ Esa voz ㅡjadeo, casi sin darme cuenta, mientras clavo mi mirada en la joven del cabello de fuegoㅡ, ¿era la tuya?
Ydgar Heppni
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Re: Llegada a la civilización [CERRADO]
Pronto Kosir acaba su ración de alimentos, barriga llena y lista para dejar de molestar por una noche. Lo cierto es que mañana tratara de cazar algo para variar el menú pero un paso a la vez, ahora mismo solo puede pensar en cerrar los ojos.
Sin duda el sitio que ahora visita es gélido y en cierto modo carente de vida, aunque bien sabe el salvaje que todo entorno guarda criaturas comestibles. Nuevamente vienen recuerdos a su mente de bosque negro, específicamente cuando llegaba el invierno.
Niega con la cabeza, mejor no pensar en el hogar. Siempre que lo hace antes de dormir tiene sueños extraños, debe centrarse en el ahora. Con un segundo bostezo, pasa a tomar un último trago de hidromiel antes de irse a la cama.
Cierta figura femenina baja del árbol, por un momento el pelirrojo se plantea que puede ser una ilusión debido al cansancio. Después de todo no es natural que una chica atractiva aparezca en medio del bosque.
Luego algo ocurre que le hace enarcar una ceja, situación que descarta de golpe la idea de que sea una ilusión. Las visiones suelen ser placenteras y está en particular menciona algo perturbado para el chico.
¿Pe… pequeño?
Arquea su ceja derecha aún más, pronto se transforma en un tic nervioso. ¿Qué se puede decir?, tiene problemas con la palabra. Ser pequeño es lo que ocasiono su exilio, no le ha causado más que malas situaciones.
Tengo la estatura perfecta para un adulto joven, dagenle.
Suelta con cierta perturbación, aunque luego sus pensamientos se tornan más lógicos. Seguro la mujer tiene una historia detrás para ir deambulando por un frio bosque de noche… o al menos por sus árboles.
¿Qué haces en este lugar?
Claro que la pregunta se pierde con la intromisión de otro personaje, un sujeto ataviado en un largo abrigo. Parece estar en las últimas del cansancio, a punto de desplomarse por el agotamiento corporal.
El tribal no puede evitar pensar con ironía la situación, se supone que el fuego ahuyenta a las criaturas en la noche pero en esta oportunidad logro atraer dos personas desconocidas… no se puede pedir que un remedio funcione para todo.
Misma pregunta.
Sin duda el sitio que ahora visita es gélido y en cierto modo carente de vida, aunque bien sabe el salvaje que todo entorno guarda criaturas comestibles. Nuevamente vienen recuerdos a su mente de bosque negro, específicamente cuando llegaba el invierno.
Niega con la cabeza, mejor no pensar en el hogar. Siempre que lo hace antes de dormir tiene sueños extraños, debe centrarse en el ahora. Con un segundo bostezo, pasa a tomar un último trago de hidromiel antes de irse a la cama.
Cierta figura femenina baja del árbol, por un momento el pelirrojo se plantea que puede ser una ilusión debido al cansancio. Después de todo no es natural que una chica atractiva aparezca en medio del bosque.
Luego algo ocurre que le hace enarcar una ceja, situación que descarta de golpe la idea de que sea una ilusión. Las visiones suelen ser placenteras y está en particular menciona algo perturbado para el chico.
¿Pe… pequeño?
Arquea su ceja derecha aún más, pronto se transforma en un tic nervioso. ¿Qué se puede decir?, tiene problemas con la palabra. Ser pequeño es lo que ocasiono su exilio, no le ha causado más que malas situaciones.
Tengo la estatura perfecta para un adulto joven, dagenle.
Suelta con cierta perturbación, aunque luego sus pensamientos se tornan más lógicos. Seguro la mujer tiene una historia detrás para ir deambulando por un frio bosque de noche… o al menos por sus árboles.
¿Qué haces en este lugar?
Claro que la pregunta se pierde con la intromisión de otro personaje, un sujeto ataviado en un largo abrigo. Parece estar en las últimas del cansancio, a punto de desplomarse por el agotamiento corporal.
El tribal no puede evitar pensar con ironía la situación, se supone que el fuego ahuyenta a las criaturas en la noche pero en esta oportunidad logro atraer dos personas desconocidas… no se puede pedir que un remedio funcione para todo.
Misma pregunta.
Kosir
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Llegada a la civilización
Observaba la criatura con curiosidad, había estado con algunos humanos hacia un tiempo, antes de que quemasen el hogar, pero ese era diferente, era pequeño pero tenía cara y rasgos humanos ¿Qué era? Además, hablaba su idioma y se dirigía a ella directamente. No sabía si con intenciones buenas o malas, por ahora los humanos sólo habían traído cosas horribles para ella, así que mantuvo la distancia mientras seguía mirando al niño casi sin poder gesticular palabra, frunció el ceño como un animalillo extrañado, no parecía inofensivo, tampoco quería confiarse, aunque no le transmitiese peligro podía ser una trampa.
-Estoy... Estoy intentando alcanzar Dundarak.
Eso era, estaba hablando con un humano sin que le hiciese nada, el pequeño ser parecía haber tenido una dura vida también, así que suspiró con tranquilidad.
-¿Qué eres y que haces aquí? Ser de diminuta estatura.
Pronunció las palabras con contundencia, por si acaso no quería parecerle débil, aunque poco iba a poder hacerle una criatura que de nuevo, le parecía diminuta. Claro que ella en forma de dragón era terriblemente enorme y cualquier cosa a su lado no tendría el tamaño ni de un ratón. Así que todo le parecía pequeño. Especialmente él.
Debía acostumbrarse a hablar con otros seres pues dentro de poco llegaría al poblado y se tendría que relacionar con el resto, así que trago saliva y volvió a mirar al niño, no entendía por qué le miraba con recelo constantemente, pero aún una parte de ella le tenía.
De pronto escuchó otro ruido en la lejanía, la sombra que parecía de otro humano se acercó a ellos, este era un humano grande y se acercaba con dificultad a ellos, qué demonios les pasaba a estos seres, ninguno era normal, o lo que al menos ella consideraba como normal. Dio un paso hacia atrás y le observó levantando la barbilla. Frunció el ceño de nuevo y reculó hacia atrás, hasta chocarse con el árbol, por un momento pensó que se trataba de una emboscada y que padre llevaría razón, no tendría que haber abandonado el hogar jamás.
-¿Q-Qué sois?
Estaba asustada y su corazón latía con rapidez, esperaba que no fuesen a hacerle nada aquellos dos humanos defectuosos. En concreto el grande el pequeño no parecía tan inofensivo, aunque el otro se arrastraba hacia ellos con dificultad, no podía ser, realmente las personas eran raras.
La hoguera estaba encendida y transmitía calor, además había comida cerca del pequeño... Comida... Comida decente... Llevaba días sin probar bocado y mucho más sin comer decentemente un estofado o un trozo de carne, por un momento la boca se le hizo agua, el estómago le rugió como un león hambriento y solo tenía ojos para la comida... Aunque no podía acercarse, todavía no considerase que ninguno de los dos fuesen de confianza ¿Y si la comida estaba envenenada o era una trampa para que se acercase? De todas formas si no comía dentro de poco acabaría por desmayarse.
-Estoy... Estoy intentando alcanzar Dundarak.
Eso era, estaba hablando con un humano sin que le hiciese nada, el pequeño ser parecía haber tenido una dura vida también, así que suspiró con tranquilidad.
-¿Qué eres y que haces aquí? Ser de diminuta estatura.
Pronunció las palabras con contundencia, por si acaso no quería parecerle débil, aunque poco iba a poder hacerle una criatura que de nuevo, le parecía diminuta. Claro que ella en forma de dragón era terriblemente enorme y cualquier cosa a su lado no tendría el tamaño ni de un ratón. Así que todo le parecía pequeño. Especialmente él.
Debía acostumbrarse a hablar con otros seres pues dentro de poco llegaría al poblado y se tendría que relacionar con el resto, así que trago saliva y volvió a mirar al niño, no entendía por qué le miraba con recelo constantemente, pero aún una parte de ella le tenía.
De pronto escuchó otro ruido en la lejanía, la sombra que parecía de otro humano se acercó a ellos, este era un humano grande y se acercaba con dificultad a ellos, qué demonios les pasaba a estos seres, ninguno era normal, o lo que al menos ella consideraba como normal. Dio un paso hacia atrás y le observó levantando la barbilla. Frunció el ceño de nuevo y reculó hacia atrás, hasta chocarse con el árbol, por un momento pensó que se trataba de una emboscada y que padre llevaría razón, no tendría que haber abandonado el hogar jamás.
-¿Q-Qué sois?
Estaba asustada y su corazón latía con rapidez, esperaba que no fuesen a hacerle nada aquellos dos humanos defectuosos. En concreto el grande el pequeño no parecía tan inofensivo, aunque el otro se arrastraba hacia ellos con dificultad, no podía ser, realmente las personas eran raras.
La hoguera estaba encendida y transmitía calor, además había comida cerca del pequeño... Comida... Comida decente... Llevaba días sin probar bocado y mucho más sin comer decentemente un estofado o un trozo de carne, por un momento la boca se le hizo agua, el estómago le rugió como un león hambriento y solo tenía ojos para la comida... Aunque no podía acercarse, todavía no considerase que ninguno de los dos fuesen de confianza ¿Y si la comida estaba envenenada o era una trampa para que se acercase? De todas formas si no comía dentro de poco acabaría por desmayarse.
Última edición por Eris Validraheim el Sáb Jun 29 2019, 21:03, editado 1 vez
Eris Validraheim
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Re: Llegada a la civilización [CERRADO]
¿Qué soy? Intento mantenerme en pie mientras trato de encontrar respuesta a una pregunta que debería haberme hecho hace ya demasiado tiempo. Un dragón, sí, y en cierto modo, puede que humano; pero, ¿he sido un buen hijo? ¿Un buen hermano? ¿Acaso soy el hombre honorable e intrépido que, de seguro, mi madre hubiese querido que fuera?
La joven, por otro lado, parece completamente consternada por los recientes acontecimientos. No la culpo. Lo que verdaderamente me desconcierta, sin embargo, es su apariencia: cabello rubí y orejas… ¿puntiagudas? Jamás había visto nada semejante, si bien Eynar ya me había informado de la existencia de un grupo de hombre y mujeres de orejas picudas y tersas pieles que vivían entre los bosques y poseían grandes conocimientos sobre las artes arcanas. Había conocido a uno de ellos en uno de sus muchos viajes a Dundarak, en una taberna de la ciudad, y fascinada por las maravillas que este le había prometido enseñar, parecía estar más que presta a marcharse con él, de no ser por su deber para con nosotros. Dioses, si tan solo recordase el nombre de aquel bosque… Hubiese sido completamente innecesario recorrer el largo camino hacia la urbe.
ㅡ No lo sé ㅡcontesto, finalmente. El creciente mareo comienza a nublarme la vista, pero todavía puedo mantener la compostura. Lo único que percibo en estos momentos es el agradable y dulce aroma a carne de venado siendo lentamente acariciada por las llamas de la hoguera.
El muchacho, por otra parte, no aparenta ser más que un niño de unos ¿doce años, puede ser? Y, sin embargo, su rostro parece mostrar un gran dolor. Abandonar la burbuja en la que he estado viviendo durante casi treinta años me hace reparar en la inmensa cantidad de problemas que deben amenazar a los habitantes de este mundo, y por primera vez, me siento menos solo.
ㅡ Tú… ㅡbusco su mirada con la mía, señalando los pocos víveres desplegados a sus piesㅡ ¿Vas a comerte todo eso tú solo?
La joven, por otro lado, parece completamente consternada por los recientes acontecimientos. No la culpo. Lo que verdaderamente me desconcierta, sin embargo, es su apariencia: cabello rubí y orejas… ¿puntiagudas? Jamás había visto nada semejante, si bien Eynar ya me había informado de la existencia de un grupo de hombre y mujeres de orejas picudas y tersas pieles que vivían entre los bosques y poseían grandes conocimientos sobre las artes arcanas. Había conocido a uno de ellos en uno de sus muchos viajes a Dundarak, en una taberna de la ciudad, y fascinada por las maravillas que este le había prometido enseñar, parecía estar más que presta a marcharse con él, de no ser por su deber para con nosotros. Dioses, si tan solo recordase el nombre de aquel bosque… Hubiese sido completamente innecesario recorrer el largo camino hacia la urbe.
ㅡ No lo sé ㅡcontesto, finalmente. El creciente mareo comienza a nublarme la vista, pero todavía puedo mantener la compostura. Lo único que percibo en estos momentos es el agradable y dulce aroma a carne de venado siendo lentamente acariciada por las llamas de la hoguera.
El muchacho, por otra parte, no aparenta ser más que un niño de unos ¿doce años, puede ser? Y, sin embargo, su rostro parece mostrar un gran dolor. Abandonar la burbuja en la que he estado viviendo durante casi treinta años me hace reparar en la inmensa cantidad de problemas que deben amenazar a los habitantes de este mundo, y por primera vez, me siento menos solo.
ㅡ Tú… ㅡbusco su mirada con la mía, señalando los pocos víveres desplegados a sus piesㅡ ¿Vas a comerte todo eso tú solo?
Ydgar Heppni
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Re: Llegada a la civilización [CERRADO]
La ciudad que menciona el personaje femenino sin duda es desconocida para Kosir. Bien sabe que el mundo exterior tiene más ciudades que gente, incluso separan sus asentamientos con distintos nombres debido a su tamaño.
No sé dónde está.
Dice solemnemente, aún le falta mucho por visitar. Puede que ahora mismo se encuentre cerca de la urbe incluso, pero le es imposible saberlo de momento. Dejo de fabricar mapas cuando vio la inmensidad del nuevo mundus.
¡¡Que no soy pequeño!!
Suelta con cierta perturbación, odia que le consideren menos por su estatura… en cierto modo detesta que alguien siquiera saque el tema a discusión, la única razón por la que su interlocutora no ha recibido un golpe es por su género.
El otro personaje por su parte parece incluso aún más desorientado, hito bastante difícil de romper. Kosir es un pez fuera del agua y todos pueden deducir esto, pero es la primera vez que conoce gente en su misma condición… o incluso peor.
¿No sabes lo que eres?
Sin duda es algo que rara vez se escucha, incluso entre exteriores confusos. Por un momento el pequeño guerrero se imagina que está hablando con uno de esos tontos extranjeros que no dejan de decir babosadas, aquellos que se hacen llamar filósofos.
Pronto el pelirrojo nota que las miradas de sus acompañantes sorpresivos se centran en el alimento que tiene, esto le hace formar un rostro proteccionista. Quien lo diría, el salvaje sabe sobrevivir mejor afuera que los nativos.
Es un bosque enorme, cacen algo.
Espeta casi de inmediato, menuda gente. ¿Qué se puede decir?, es de bosque negro. Irónicamente la semilla del remordimiento comienza a calar en su interior y es que el estado de ambos extranjeros es deplorable.
Tempus dame fuerzas… adelante, tomen lo que necesiten.
Lo cierto es que ya viene siendo hora de agotar las reservas para buscar nuevas, llevan mucho tiempo en su mochila. Mañana podrá dedicarse enteramente a recolectar alimento variado una vez vaya ligero.
¿Tienen nombre?, yo soy Kosir.
No sé dónde está.
Dice solemnemente, aún le falta mucho por visitar. Puede que ahora mismo se encuentre cerca de la urbe incluso, pero le es imposible saberlo de momento. Dejo de fabricar mapas cuando vio la inmensidad del nuevo mundus.
¡¡Que no soy pequeño!!
Suelta con cierta perturbación, odia que le consideren menos por su estatura… en cierto modo detesta que alguien siquiera saque el tema a discusión, la única razón por la que su interlocutora no ha recibido un golpe es por su género.
El otro personaje por su parte parece incluso aún más desorientado, hito bastante difícil de romper. Kosir es un pez fuera del agua y todos pueden deducir esto, pero es la primera vez que conoce gente en su misma condición… o incluso peor.
¿No sabes lo que eres?
Sin duda es algo que rara vez se escucha, incluso entre exteriores confusos. Por un momento el pequeño guerrero se imagina que está hablando con uno de esos tontos extranjeros que no dejan de decir babosadas, aquellos que se hacen llamar filósofos.
Pronto el pelirrojo nota que las miradas de sus acompañantes sorpresivos se centran en el alimento que tiene, esto le hace formar un rostro proteccionista. Quien lo diría, el salvaje sabe sobrevivir mejor afuera que los nativos.
Es un bosque enorme, cacen algo.
Espeta casi de inmediato, menuda gente. ¿Qué se puede decir?, es de bosque negro. Irónicamente la semilla del remordimiento comienza a calar en su interior y es que el estado de ambos extranjeros es deplorable.
Tempus dame fuerzas… adelante, tomen lo que necesiten.
Lo cierto es que ya viene siendo hora de agotar las reservas para buscar nuevas, llevan mucho tiempo en su mochila. Mañana podrá dedicarse enteramente a recolectar alimento variado una vez vaya ligero.
¿Tienen nombre?, yo soy Kosir.
Kosir
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Re: Llegada a la civilización [CERRADO]
Eris les escuchaba hablar y por primera vez en el mundo se sentía fuera de peligro, aquellos dos personajes parecían completamente diferentes a lo que había visto en los libros sobre humanos que le enseñó a leer padre, uno de ellos era pequeño pero parecía rudo y fuerte, estaba lleno de cicatrices, por lo que entendió que había sufrido a lo largo de su vida, algo, que en cierto modo le hizo compadecerse. ¿Por qué un niño, perdón, un ser tan joven debía de sufrir tanto? Se compadeció en su interior por él y volvió la mirada al nuevo ser, del que no tenía ni idea, parecía otro humano, pero ¿por qué también su rostro refleja un inmenso sufrimiento?¿Por qué los humanos sufrían al igual que ella? Puede que no fuesen tan malos, que también tuviesen sentimientos y pesares al igual que Eris.
Esto le hizo no sentirse tan solitaria en el mundo, pensó, que junto con ella el resto del mundo sufría y tenía, lo que ella consideraba, mala suerte, los dioses nunca se portaron bien con ella y a diferencia de lo que pensaba padre, posiblemente no bendiciesen a todos, el mundo se volvía un lugar lleno de sufrimiento y el pesar se cernía de nuevo sobre ella... Quizás ya no se sintiese la única incomprendida en el mundo pero sí que volvía a sentirse desgraciada, buscaba el apoyo en los dioses pero por ahora estos no le brindaban apoyo ninguno, tal vez esto fuese una prueba de valía, de nuevo los pensamientos de padre le inundaban la cabeza, los dioses eran lo más puro y justo del mundo, jamás debía dudar de su juicio.
Por otro lado solo tenía ojos para el manjar, tal como le parecía actualmente, que se asaba lentamente en la hoguera, olía a hidromiel también, cerró los ojos y el aroma inundó sus sentidos, una tremenda maravilla, para alguien que llevaba días sin comer aquello... Aquello era un regalo de los dioses y sin mediar palabra se acercó a la hoguera como un animal hambriento, la boca echa agua... ni corta ni perezosa se servió una ración y comenzó a degustarla, no sabía anda mal, completamente deliciosa.
-¡Por los dioses!
Exclamó devorando el venado y bebiéndose rápidamente toda la hidromiel que podía, devoraba cual bestia, una lagrima recorrió su rostro, aquello le hacía tan feliz pero aun extrañaba a madre. Era la primera comida de la que disfrutaba tras su muerte... Ojalá pudiese estar allí disfrutando junto a ella, a la luz de las estrellas... Emocionada agradecía que le dejase comer de su comida, le miró con una sonrisa y los labios llenos de grasa del venado.
-Eres un ser de luz, te agradezco tu detalle.
Pronunció sus palabras con total sinceridad, bebió de la hidromiel y le ofreció de su vaso de madera al nuevo miembro.
-No te quedes ahí, disfruta junto a mi de esta deliciosa comida.
Le pareció hambriento, no había motivo alguno para negarle el alimento a un hombre débil y hambriento.
Esto le hizo no sentirse tan solitaria en el mundo, pensó, que junto con ella el resto del mundo sufría y tenía, lo que ella consideraba, mala suerte, los dioses nunca se portaron bien con ella y a diferencia de lo que pensaba padre, posiblemente no bendiciesen a todos, el mundo se volvía un lugar lleno de sufrimiento y el pesar se cernía de nuevo sobre ella... Quizás ya no se sintiese la única incomprendida en el mundo pero sí que volvía a sentirse desgraciada, buscaba el apoyo en los dioses pero por ahora estos no le brindaban apoyo ninguno, tal vez esto fuese una prueba de valía, de nuevo los pensamientos de padre le inundaban la cabeza, los dioses eran lo más puro y justo del mundo, jamás debía dudar de su juicio.
Por otro lado solo tenía ojos para el manjar, tal como le parecía actualmente, que se asaba lentamente en la hoguera, olía a hidromiel también, cerró los ojos y el aroma inundó sus sentidos, una tremenda maravilla, para alguien que llevaba días sin comer aquello... Aquello era un regalo de los dioses y sin mediar palabra se acercó a la hoguera como un animal hambriento, la boca echa agua... ni corta ni perezosa se servió una ración y comenzó a degustarla, no sabía anda mal, completamente deliciosa.
-¡Por los dioses!
Exclamó devorando el venado y bebiéndose rápidamente toda la hidromiel que podía, devoraba cual bestia, una lagrima recorrió su rostro, aquello le hacía tan feliz pero aun extrañaba a madre. Era la primera comida de la que disfrutaba tras su muerte... Ojalá pudiese estar allí disfrutando junto a ella, a la luz de las estrellas... Emocionada agradecía que le dejase comer de su comida, le miró con una sonrisa y los labios llenos de grasa del venado.
-Eres un ser de luz, te agradezco tu detalle.
Pronunció sus palabras con total sinceridad, bebió de la hidromiel y le ofreció de su vaso de madera al nuevo miembro.
-No te quedes ahí, disfruta junto a mi de esta deliciosa comida.
Le pareció hambriento, no había motivo alguno para negarle el alimento a un hombre débil y hambriento.
Eris Validraheim
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Re: Llegada a la civilización [CERRADO]
TEMA CERRADO POR ABANDONO
Reivy Abadder
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