[CERRADO] ¿Cómo se vive en el Norte? [Libre]
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[CERRADO] ¿Cómo se vive en el Norte? [Libre]
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¡La nieve era maravillosa… los primeros días! Mirando desde la ventana recordaba cuando el barco empezó a acercarse a las tierras del norte, totalmente blancas. Se acordó cuando pisó por primera vez el puerto y empezó a caminar sobre la nieve. ¡Cómo crujía a sus pies! Lo fría que estaba. Nunca había visto nieve en su vida, ni la había tocado. Se había llevado una buena alegría al descubrir lo hermosa que era. Pero a los tres días ya empezó a hastiarse del agua congelada. No se podía caminar bien, era fácil resbalar, imposibilitaba cualquier paseo, hacía demasiado frío y un sinfín de desventajas que en ese momento estaban apareciendo en bucle en su mente. Bufó con cansancio y pasó la mano por el cristal para desempañarlo. ¡Horrible! ¡Esa maldita nieve no se derretía! Y es que tampoco conseguía acostumbrarse al frío. Al principio parecía fácil: abrigarse y ya está. Pero tantas capas de ropa eran demasiado molestas y pesadas para alguien acostumbrada a pocas telas. Y siempre acababa pasando frío. La nieve se metía por dentro de sus botas, o se empapaban, o su cara se congelaba… ¿¡Cómo diantres podían vivir así los dragones!? Donde estuviera Sandorai…
Volvió a suspirar, cerrando los ojos y volteándose hacia la habitación. Se sentó en el tocador. La verdad es que no se podía quejar, quitando la climatología. La verdad es que la familia de Ingela la trataba muy bien, eran todos muy atentos. Pero se agotaba de estar encerrada en casa, extrañaba el clima cálido del sur, y a su familia. Aunque no lo quisiera admitir. Mas sabía que esa era la única forma de estar a salvo.
Tratando de animarse un poco, se colocó una capa gruesa con capucha y salió a la calle a ver qué podía hacer. Realmente no tenía nada pensado, tan solo recibir algo de aire fresco. Y fresco sin duda, pues seguía nevando. Su amiga no tenía ni idea de dónde estaba, pero también necesitaba estar sola de vez en cuando. Sentía que molestaba a la joven dragona con su familia, así que decidió irse sola. Bueno, con la única compañía de Nillë, aunque a la pequeña hada le sentaba peor el frío que a la elfa, así que no dudó en meterse entre las pieles de la capa.
Dundarak empezaba cobrar algo de vida después de la pandemia. Aún así, se veía una ciudad triste. No había luz, pese a que había pasado poco desde el evento del amor. Y tampoco se abarrotaban las calles como en Vulwulfar, aunque eso era bueno, pues la elfa odiaba las multitudes.
Salió de la ciudad, no era eso lo que buscaba. Sino el bosque. Quería descubrir qué árboles había, cómo eran las arboledas, qué flores se escurrían por entre la nieve. Aquello le parecía un páramo helado, sin vida. Y quería comprobar que, al menos, algo de naturaleza debía haber.
Llevaba una especie de bastón bastante largo y también su arco. Tirar con el arco hacía que se sintiera libre. Pero no sabía dónde ni con qué practicar, así que también llevaba el palo de madera alargado, para practicar otros ejercicios. Si no hacía algo así, la casa se le caería encima, necesitaba algo de actividad. En esos momentos es cuando más extrañaba poder correr sobre las ramas de los árboles, dejarse caer con agilidad y poder usar los matorrales o los troncos para esconderse mientras su amigo intentaba encontrarla. Y sorprenderle con una flecha por la espalda, aunque sin dispararla. Esos entrenamientos donde ella tenía que huir de él… Sonrió al recordarlo, mientras iba ensimismada hasta el final del pueblo, cerca de una taberna y un huerto blanco.
Allí encontró unos cinco árboles. Era donde se había celebrado Ohdà días atrás. El único sitio fuera de Dundarak que conocía. Y, bueno, tampoco es que conociera la ciudad, había salido en contadas ocasiones. Asegurándose de que no hubiera nadie cerca, sacó su arco y el carcaj, dispuesta a practicar un poco. Miraba los árboles y, fijándose en un punto, trataba de clavar una flecha ahí. Lo conseguía siempre, demasiado fácil atinar a un árbol entero e inmóvil. Apenas hizo dos rondas con todas las saetas de su carcaj de cuero, después de recuperarlas, trató de encontrar otro reto más complicado.
Se acercó a los árboles y, dejando el palo apoyado en el tronco, pasó la mano por el mismo, preguntándose si esos árboles también contarían con espíritus de los dragones, como los de Sandorai portaban los de sus ancestros. Posando la mano en la rugosa madera, dio una vuelta por el Karre’xha. Le habían parecido bonitos, hermosos para estar en un territorio tan hostil. Y ese día había deseado con fuerza no estar sola, aunque Nillë se había encargado de eso. Esa misma hada que desde que habían salido de casa de Ingela no se había atrevido a moverse ni cuando Helyare estaba practicando con el arco. Demasiado frío para su pequeño cuerpecito.
Volvió a suspirar, cerrando los ojos y volteándose hacia la habitación. Se sentó en el tocador. La verdad es que no se podía quejar, quitando la climatología. La verdad es que la familia de Ingela la trataba muy bien, eran todos muy atentos. Pero se agotaba de estar encerrada en casa, extrañaba el clima cálido del sur, y a su familia. Aunque no lo quisiera admitir. Mas sabía que esa era la única forma de estar a salvo.
Tratando de animarse un poco, se colocó una capa gruesa con capucha y salió a la calle a ver qué podía hacer. Realmente no tenía nada pensado, tan solo recibir algo de aire fresco. Y fresco sin duda, pues seguía nevando. Su amiga no tenía ni idea de dónde estaba, pero también necesitaba estar sola de vez en cuando. Sentía que molestaba a la joven dragona con su familia, así que decidió irse sola. Bueno, con la única compañía de Nillë, aunque a la pequeña hada le sentaba peor el frío que a la elfa, así que no dudó en meterse entre las pieles de la capa.
Dundarak empezaba cobrar algo de vida después de la pandemia. Aún así, se veía una ciudad triste. No había luz, pese a que había pasado poco desde el evento del amor. Y tampoco se abarrotaban las calles como en Vulwulfar, aunque eso era bueno, pues la elfa odiaba las multitudes.
Salió de la ciudad, no era eso lo que buscaba. Sino el bosque. Quería descubrir qué árboles había, cómo eran las arboledas, qué flores se escurrían por entre la nieve. Aquello le parecía un páramo helado, sin vida. Y quería comprobar que, al menos, algo de naturaleza debía haber.
Llevaba una especie de bastón bastante largo y también su arco. Tirar con el arco hacía que se sintiera libre. Pero no sabía dónde ni con qué practicar, así que también llevaba el palo de madera alargado, para practicar otros ejercicios. Si no hacía algo así, la casa se le caería encima, necesitaba algo de actividad. En esos momentos es cuando más extrañaba poder correr sobre las ramas de los árboles, dejarse caer con agilidad y poder usar los matorrales o los troncos para esconderse mientras su amigo intentaba encontrarla. Y sorprenderle con una flecha por la espalda, aunque sin dispararla. Esos entrenamientos donde ella tenía que huir de él… Sonrió al recordarlo, mientras iba ensimismada hasta el final del pueblo, cerca de una taberna y un huerto blanco.
Allí encontró unos cinco árboles. Era donde se había celebrado Ohdà días atrás. El único sitio fuera de Dundarak que conocía. Y, bueno, tampoco es que conociera la ciudad, había salido en contadas ocasiones. Asegurándose de que no hubiera nadie cerca, sacó su arco y el carcaj, dispuesta a practicar un poco. Miraba los árboles y, fijándose en un punto, trataba de clavar una flecha ahí. Lo conseguía siempre, demasiado fácil atinar a un árbol entero e inmóvil. Apenas hizo dos rondas con todas las saetas de su carcaj de cuero, después de recuperarlas, trató de encontrar otro reto más complicado.
Se acercó a los árboles y, dejando el palo apoyado en el tronco, pasó la mano por el mismo, preguntándose si esos árboles también contarían con espíritus de los dragones, como los de Sandorai portaban los de sus ancestros. Posando la mano en la rugosa madera, dio una vuelta por el Karre’xha. Le habían parecido bonitos, hermosos para estar en un territorio tan hostil. Y ese día había deseado con fuerza no estar sola, aunque Nillë se había encargado de eso. Esa misma hada que desde que habían salido de casa de Ingela no se había atrevido a moverse ni cuando Helyare estaba practicando con el arco. Demasiado frío para su pequeño cuerpecito.
- Aclaraciones:
- No tengo nada pensado, a ver cómo se desarrolla la historia :3
Ya os comenté que si teníais algo planeado, adelante, me adapto n.n
Última edición por Helyare el Lun Mayo 07 2018, 16:49, editado 1 vez
Helyare
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Re: [CERRADO] ¿Cómo se vive en el Norte? [Libre]
Llegue a Dundarak, al fin. Acá es donde todo comenzó... supe que seria difícil, ver este lugar de nuevo, ver su nieve, su frió. Pero creo que cuando naces en Dundarak, te acostumbras. Llegue a la entrada de Dundarak, mire para arriba, cerré los ojos y respire profundo. Años y años de no venir acá. Pero mi objetivo era otro, un monte... Cerca de Dundarak. Ahí estaba mi objetivo, no dude en ponerme en marcha de nuevo, fui y escale el monte donde arriba iba a ver a mi familia, mis hermanos, mis padres. El frió se volvía mas fuerte cada vez que subía, pero no sentía nada, ni frió, ni emoción... Todo iba bien hasta que llegue a arriba de todo... Sonreí, esperando encontrarme a mis hermanos trabajando, a mi padre retándolos, a mi madre viniendo a saludarme. No, nada de eso.
Mire mi casa, apagada, abandonada. Luego mire al costado... dos tumbas. Me acerque y lo único que pude hacer era leer su nombre.
" Mordred'Drag y Elena'Drag "
Sentí un vació dentro de mi, furia, enojo, tristeza... y paz. Quizá era lo que se merecían por abandonarme, pero después de todo... seguían siendo mis padres.
Me arrodille adelante de ambas tumbas.
- No esperaba esto... No... No... No quería que murieran. ¡Maldita enfermedad!... - Furia... Furia es lo que me consumía por dentro, no, no podía dejar que eso pasara. Puse mis manos en el suelo, y arranque el pasto con furia. Cerre mis ojos, respire profundo y volví a tranquilizarme
[Idioma Draco] Krosis... Papá... no te preocupes, te perdono por haberme echado... Sabes, pensé que al llegar acá podríamos reconciliarnos... y compartir momentos que nunca pudimos. Me confundí... No tuve el Ahkrin suficiente como para venir antes, y ahora estas son las consecuencias. Dovah... Dovah de la Luz... Vaat Vahrukiv Ek Dinok.
Hice una oración, junto a las tumbas. Se que ahora estaban siendo recompensados.
[Idioma Draco] Soy su Vahlok, Dov Ancestrales... Nada va a cambiar eso... voy a tomar esto como una ayuda, ¿debo olvidar el pasado y centrarme en el presente y futuro?, ¿eso quieren decirme?... así sera.
Quizá era una señal de los dragones... o quizá simplemente murieron por la enfermedad. Sinceramente solo quería pensar en la primera. Estaba triste, me acosté en una roca cercana, mire al cielo y me dormí.
Mire mi casa, apagada, abandonada. Luego mire al costado... dos tumbas. Me acerque y lo único que pude hacer era leer su nombre.
" Mordred'Drag y Elena'Drag "
Sentí un vació dentro de mi, furia, enojo, tristeza... y paz. Quizá era lo que se merecían por abandonarme, pero después de todo... seguían siendo mis padres.
Me arrodille adelante de ambas tumbas.
- No esperaba esto... No... No... No quería que murieran. ¡Maldita enfermedad!... - Furia... Furia es lo que me consumía por dentro, no, no podía dejar que eso pasara. Puse mis manos en el suelo, y arranque el pasto con furia. Cerre mis ojos, respire profundo y volví a tranquilizarme
[Idioma Draco] Krosis... Papá... no te preocupes, te perdono por haberme echado... Sabes, pensé que al llegar acá podríamos reconciliarnos... y compartir momentos que nunca pudimos. Me confundí... No tuve el Ahkrin suficiente como para venir antes, y ahora estas son las consecuencias. Dovah... Dovah de la Luz... Vaat Vahrukiv Ek Dinok.
Hice una oración, junto a las tumbas. Se que ahora estaban siendo recompensados.
[Idioma Draco] Soy su Vahlok, Dov Ancestrales... Nada va a cambiar eso... voy a tomar esto como una ayuda, ¿debo olvidar el pasado y centrarme en el presente y futuro?, ¿eso quieren decirme?... así sera.
Quizá era una señal de los dragones... o quizá simplemente murieron por la enfermedad. Sinceramente solo quería pensar en la primera. Estaba triste, me acosté en una roca cercana, mire al cielo y me dormí.
- Idioma Dragón:
- Krosis= Perdón
Ahkrin= Coraje
Dovah= Dragón
Vaat Vahrukiv Ek Dinok= Juró conmemorar su muerte
Vahlok= Guardián
Dov= Dragones
Rakan'Drag
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Re: [CERRADO] ¿Cómo se vive en el Norte? [Libre]
El Ohda había terminado y lentamente la ciudad de los dragones retomaba su ritmo habitual de vida, regresar a este sitio había impulsado la revisión de mis archivos más antiguos, los que comenzaron a generarse en cuanto salí del depósito donde “nací”. No parecían haber ocurrido grandes cambios desde entonces, tal vez porque los dragones no eran una raza que realizaran saltos culturales en corto tiempo. O tal vez el haber pasado tanto tiempo con humanos hacía que mi perspectiva cambiara.
Pero habían otras cuestiones que absorbía toda mi atención, durante el festival había demostrado ciertas actitudes que no correspondían a los permitidos por mi programación. Se habían manifestado rasgos relacionados con lo que los orgánicos llamaban “angustia”, los más destacados habían sido las lagrimas, voz entrecortada, espasmos, entre otros. Semejante conducta no podía ser pasado por alto, tenía que descubrir qué era lo que me pasaba.
Con este objetivo en mente pase los siguientes días desarmando cada parte de mi cuerpo para analizarla en detalle. Muy amablemente los abuelos de Reivy me permitieron quedarme en una de las habitaciones para que pudiera hacer mi revisión completa. Luego de treinta y dos horas seguidas de examinar cada pequeña parte no pude encontrar nada, no había absolutamente nada que pudiera explicar mi extraño comportamiento.
-Esto es… Una desilusión- [ERROR] – Es frustrante – Asentí porque esa palabra parecía ajustarse mucho mejor a lo que sucedía – No hay nada – Comencé a armarme de nuevo, mis sospechas quedaban confirmadas, esto tenía que ser resultado de algún tipo de hechizo.
Perro estaba al lado mío, diría que me observaba con preocupación, aunque carecía de ojos, parecía decirme que era momento de salir un poco a la luz del sol. Abrí las puertas de la habitación y me dirigí afuera, como era de esperarse la nieve cubría todo el paisaje, Perro comenzó a correr frenéticamente de un lado a otro.
-¿Vas a salir? ¿Perro va a ir contigo? ¿Puedo ir también? – Una serie de preguntas fueron realizadas sin pausa alguna, y para cuando me percate de ello una pequeña mano agarraba la mía. Lavey StormWolf me sonreía desde su reducida altura, correspondí al gesto y asentí, no veía porque no podría ser una salida de a dos, o incluso tres si Reivy decidía unírsenos.
Caminaba por entre la nieve con Lavey atrás mío, abriendo camino para que ella pase, la niña encontró medio enterrada una rama, la agarró con alegría y la tiro lo más lejos posible. En un comienzo no entendía porque lo había hecho, pero al ver como Perro salió corriendo a buscarla comprendí de qué se trataba.
-Creo que ya encontraron como divertirse ¿Cierto? – Habíamos terminado en el bosque cercano, Perro entró corriendo a uno de los claros y con algo más de dificultad lo seguimos, para nuestra sorpresa el sitio no estaba vacío – Lamentamos interrumpir su práctica – Dije, ya que la mujer estaba con un arco y flechas.
Pero habían otras cuestiones que absorbía toda mi atención, durante el festival había demostrado ciertas actitudes que no correspondían a los permitidos por mi programación. Se habían manifestado rasgos relacionados con lo que los orgánicos llamaban “angustia”, los más destacados habían sido las lagrimas, voz entrecortada, espasmos, entre otros. Semejante conducta no podía ser pasado por alto, tenía que descubrir qué era lo que me pasaba.
Con este objetivo en mente pase los siguientes días desarmando cada parte de mi cuerpo para analizarla en detalle. Muy amablemente los abuelos de Reivy me permitieron quedarme en una de las habitaciones para que pudiera hacer mi revisión completa. Luego de treinta y dos horas seguidas de examinar cada pequeña parte no pude encontrar nada, no había absolutamente nada que pudiera explicar mi extraño comportamiento.
-Esto es… Una desilusión- [ERROR] – Es frustrante – Asentí porque esa palabra parecía ajustarse mucho mejor a lo que sucedía – No hay nada – Comencé a armarme de nuevo, mis sospechas quedaban confirmadas, esto tenía que ser resultado de algún tipo de hechizo.
Perro estaba al lado mío, diría que me observaba con preocupación, aunque carecía de ojos, parecía decirme que era momento de salir un poco a la luz del sol. Abrí las puertas de la habitación y me dirigí afuera, como era de esperarse la nieve cubría todo el paisaje, Perro comenzó a correr frenéticamente de un lado a otro.
-¿Vas a salir? ¿Perro va a ir contigo? ¿Puedo ir también? – Una serie de preguntas fueron realizadas sin pausa alguna, y para cuando me percate de ello una pequeña mano agarraba la mía. Lavey StormWolf me sonreía desde su reducida altura, correspondí al gesto y asentí, no veía porque no podría ser una salida de a dos, o incluso tres si Reivy decidía unírsenos.
Caminaba por entre la nieve con Lavey atrás mío, abriendo camino para que ella pase, la niña encontró medio enterrada una rama, la agarró con alegría y la tiro lo más lejos posible. En un comienzo no entendía porque lo había hecho, pero al ver como Perro salió corriendo a buscarla comprendí de qué se trataba.
-Creo que ya encontraron como divertirse ¿Cierto? – Habíamos terminado en el bosque cercano, Perro entró corriendo a uno de los claros y con algo más de dificultad lo seguimos, para nuestra sorpresa el sitio no estaba vacío – Lamentamos interrumpir su práctica – Dije, ya que la mujer estaba con un arco y flechas.
Zöe
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Re: [CERRADO] ¿Cómo se vive en el Norte? [Libre]
-Zöe te sigo diciendo que lo del Ohda fueron sentimientos redescubiertos. Nada tiene que ver con errores mecánicos. De hecho lo que haces se llama tozudez. -Conversaba tranquilamente con la robotica, mientras caminábamos por el blanco paisaje moteado por los pétalos rosas de Karre’xha y veíamos divertirse a la niña y su nuevo mejor amigo. -Si, los niños no necesitan mucho para divertirse a lo grande.
A mis abuelos les encanto la idea de tener en casa a una amiga mía, aunque apenas se le vio el pelo desde que se metió en la habitación de invitados, nosotros hablamos mucho de ella o mejor dicho me preguntaban mucho sobre ella. Trate de responder todo lo que sabia pero Lavey se me adelantaba la mitad de las veces.
La otra gran estrella era Perro. Cuando no estaba con su dueña o delante del hogar, se la pasaba jugando con la niña o siguiendo a Angela a la cocina. Era raro y divertido a la vez ver al perro sentado cerca de ella esperando a que se le cayera algo al suelo.
Y ahora aquí estábamos las tres, camino al bosque unas mas abrigada que otras. Lavey se resistió a ponerse ropa de abrigo como cualquier otro niño, pero por mas que dijera que ella tenia su calor interno la obligue a ponerse ropa larga y una pequeña piel por encima. Cualquier otro ser humano se hubiera congelado con la escasa ropa que la niña traía puesta, pero era cierto que su cuerpo esta siempre mas caliente de lo normal. No pienso dejar que salga a la calle con el ombligo a fuera, por muy dragona de fuego que sea. Por mi parte traía un conjunto de chaleco con capucha y pantalón, que tenia un suave pelo por dentro que daban ganas de no sacárselo nunca.
Perro corría el primero, seguido de cerca por la niña y nosotras dos cerrábamos el grupo una al lado de la otra. Viendo la escena una pérfida idea se cruzo por mi mente, recogí con rapidez un puñado de nieve y haciendo una bola se la lance a Lavey impactando de lleno en su espalda. La chiquilla se giro rápida y quejándose nos miro a las dos, sin poder contener la risa levante la mano a la altura del codo y sin despegar el brazo del costado apunte a Zöe.
-Con que si, he? -La rubia se agacho juntando un enorme montón de nieve, preparando una gran bola. -Te vas a enterar Zöe, te voy a tirar al suelo en cuanto te de... -Por otro lado Perro que no sabia lo que las bípedas hacían, viendo sin ver el montón de nieve, se tiro encima destrozándolo y después salio corriendo esperando que la niña lo siguiera. -Perro!! me rompiste mi super bola de nieve. Vuelve aquí!! ya veras cuando te atrape.
La joven salio disparada detrás del cánido y nosotras tras ella, hasta que llegamos a un claro donde una hermosa mujer de ojos verdes nos miraba desde el otro extremo. Por favor que sea pelirroja, pelirroja, rojaroja. En mi fuero interno se repetía la misma frase una y otra vez mientras mis ojos trataban de ver si algún mechón sobresalía de la capucha.
-Rei! Rei mira! -Decía la niña señalando a la mujer. -Es una arquera! tiene arco y flechas. -Callo de repente y giro a mirar con pasión y ensoñamiento a la desconocida, 1, 2, 3 segundos y la niña salio corriendo hasta quedar a pocos metros de ella. -Señora me enseñarías a tirar con el arco?
Ay, por todos los dioses. Me lleve la mano a la frente y comencé a caminar hasta el centro del claro. La niña era educada, pero aun no conocía los limites o la presentaciones adecuadas... incluso podría pensarse que la misma excitación del momento le hacían olvidar las partes mas importantes sobre el encuentro con desconocidos.
-Buenos días moza. La pequeña impertinente que tienes delante tuya se llama Lavey y bueno... mi nombre ya lo dijo ella. -Se me paso el decir mi nombre completo, acostumbrada ya a que la niña me llamara por el diminutivo. Con educación sonreí a la mujer, mientras seguía preguntándome de color seria su pelo.
A mis abuelos les encanto la idea de tener en casa a una amiga mía, aunque apenas se le vio el pelo desde que se metió en la habitación de invitados, nosotros hablamos mucho de ella o mejor dicho me preguntaban mucho sobre ella. Trate de responder todo lo que sabia pero Lavey se me adelantaba la mitad de las veces.
La otra gran estrella era Perro. Cuando no estaba con su dueña o delante del hogar, se la pasaba jugando con la niña o siguiendo a Angela a la cocina. Era raro y divertido a la vez ver al perro sentado cerca de ella esperando a que se le cayera algo al suelo.
Y ahora aquí estábamos las tres, camino al bosque unas mas abrigada que otras. Lavey se resistió a ponerse ropa de abrigo como cualquier otro niño, pero por mas que dijera que ella tenia su calor interno la obligue a ponerse ropa larga y una pequeña piel por encima. Cualquier otro ser humano se hubiera congelado con la escasa ropa que la niña traía puesta, pero era cierto que su cuerpo esta siempre mas caliente de lo normal. No pienso dejar que salga a la calle con el ombligo a fuera, por muy dragona de fuego que sea. Por mi parte traía un conjunto de chaleco con capucha y pantalón, que tenia un suave pelo por dentro que daban ganas de no sacárselo nunca.
Perro corría el primero, seguido de cerca por la niña y nosotras dos cerrábamos el grupo una al lado de la otra. Viendo la escena una pérfida idea se cruzo por mi mente, recogí con rapidez un puñado de nieve y haciendo una bola se la lance a Lavey impactando de lleno en su espalda. La chiquilla se giro rápida y quejándose nos miro a las dos, sin poder contener la risa levante la mano a la altura del codo y sin despegar el brazo del costado apunte a Zöe.
-Con que si, he? -La rubia se agacho juntando un enorme montón de nieve, preparando una gran bola. -Te vas a enterar Zöe, te voy a tirar al suelo en cuanto te de... -Por otro lado Perro que no sabia lo que las bípedas hacían, viendo sin ver el montón de nieve, se tiro encima destrozándolo y después salio corriendo esperando que la niña lo siguiera. -Perro!! me rompiste mi super bola de nieve. Vuelve aquí!! ya veras cuando te atrape.
La joven salio disparada detrás del cánido y nosotras tras ella, hasta que llegamos a un claro donde una hermosa mujer de ojos verdes nos miraba desde el otro extremo. Por favor que sea pelirroja, pelirroja, rojaroja. En mi fuero interno se repetía la misma frase una y otra vez mientras mis ojos trataban de ver si algún mechón sobresalía de la capucha.
-Rei! Rei mira! -Decía la niña señalando a la mujer. -Es una arquera! tiene arco y flechas. -Callo de repente y giro a mirar con pasión y ensoñamiento a la desconocida, 1, 2, 3 segundos y la niña salio corriendo hasta quedar a pocos metros de ella. -Señora me enseñarías a tirar con el arco?
Ay, por todos los dioses. Me lleve la mano a la frente y comencé a caminar hasta el centro del claro. La niña era educada, pero aun no conocía los limites o la presentaciones adecuadas... incluso podría pensarse que la misma excitación del momento le hacían olvidar las partes mas importantes sobre el encuentro con desconocidos.
-Buenos días moza. La pequeña impertinente que tienes delante tuya se llama Lavey y bueno... mi nombre ya lo dijo ella. -Se me paso el decir mi nombre completo, acostumbrada ya a que la niña me llamara por el diminutivo. Con educación sonreí a la mujer, mientras seguía preguntándome de color seria su pelo.
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Reivy Abadder
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Re: [CERRADO] ¿Cómo se vive en el Norte? [Libre]
El entrenamiento con ese frío era horrible. Estaba acostumbrada a otra forma de practicar sus habilidades, más que simplemente ponerse frente a los árboles y disparar. Pero en ese territorio era imposible hacer más, ni siquiera correr. La nieve acababa haciendo que se hundieran sus pies, así que se resignó y fue a ver los árboles y, de paso, a recuperar sus flechas.
Sin duda, esos árboles eran hermosos, destacaban sus pétalos rosados sobre la nieve. Y transmitían una paz… que poco le duró cuando vio acercarse a varias personas acompañadas de un animal. Hizo una mueca y les lanzó una mirada sentenciante. ¡Le habían fastidiado el entrenamiento! Una niña pequeña apareció de la nada y echó a correr hacia ella para pedir que le enseñase a tirar con el arco. ¿En serio? La mirada verde de la elfa mostraba su desconcierto. Resopló fastidiada. Obviamente no iba a enseñar a nadie –no –respondió a la cría con voz seca. Luego alzó un poco más la vista para ver a quienes se acercaban – ¿moza? –preguntó con extrañeza al no saber qué significaba esa palabra. Dirigió la mirada hacia la tercera persona. Definitivamente, quien había presentado a la niña era la más normal. –No lo lamentáis tanto si la habéis interrumpido –soltó, cruzándose de brazos. La habían visto en ese lugar, si se habían acercado a molestar, eran conscientes de ello.
La cría no paraba de dar vueltas por todos lados, ¿de dónde sacaba tanta energía? Nillë asomó su azulada cabecita por entre las pieles de la capa para ver quiénes habían llegado. Estaba claro que amigos de su compañera elfa no iban a ser; su única amiga era Ingela… y ya.
Helyare fue a acariciar con un dedo a la hadita y se fijó que su nívea piel ahora estaba de color rojizo, tirando a amoratado. Tenía frío. Con esos guantes tan gruesos no podía tirar bien, así que había optado por quitárselos y seguir su entrenamiento sin ellos, y ahora se notaban las consecuencias de no protegerse bien del frío norteño. Intentó frotárselas, porque ni siquiera las notaba. Como suponía que las visitantes no se iban a ir así porque sí –y había prometido no ser tan borde, pues no estaba en su territorio –, clavó su vista, de nuevo, en ellas – ¿sois de aquí? ¿Cómo podéis hacer cualquier cosa con esta nieve? –su tono era de fastidio y agotamiento, sin dejar de frotarse las manos para intentar entrar en calor. Su escasa grasa corporal tampoco ayudaba a retener el calor. Ingela siempre se refería a ella como “flaquita” y a diario le recordaba que las mujeres del norte eran más grandes. Por más capas que llevase, hasta la cara tenía congelada. Estaba más pálida de lo normal y sus labios estaban cortados por el frío.
Sin duda, lo único que apetecía era estar en una casa, a cubierto, al lado de una buena chimenea y tapada con muchas pieles. ¡Estúpido clima! Nillë parecía opinar lo mismo, volvió a guardar la cabeza entre las capas, apagando así su resplandor azulado. Ella también era sureña.
Se fijó mucho en sus acompañantes, más que de costumbre. Dos de ellas tenían el mismo deje al hablar de Ingela y su familia. Supuso que eran del norte. La otra tenía el pelo blanco y los ojos de color extraño. La elfa observó unos agujeros en su cabeza y, extrañada, no pudo evitar preguntar – ¿eres una biocibernética? –no estaba para nada segura. De hecho, esa chica no se parecía a Adie, así que dudaba bastante. Lo que sí sabía es que la gente normal no tenía esas cosas en el cráneo. Y no era algo norteño porque Ingela no lo tenía, ni esas chicas que acompañaban a la del pelo blanco. – ¿Llevas cartas? –rápidamente abrió los ojos y trató de buscar un pergamino que guardaba en uno de los bolsillos de todas las capas que llevaba. Mínimo eran cinco capas de pieles. Rebuscó por todos lados y sacó un pergamino enrollado y bastante arrugado. Se mordió el labio con ilusión pero, justo cuando iba a tendérselo, se detuvo. Primero, porque no sabía si realmente era una robot o no, ni siquiera le había dado tiempo a responder. Y segundo, porque era una carta que no debía ser enviada. De pronto, su gesto volvió a cambiar y la miró con un deje emocionado –espera… ¿hay una carta para mí? ¿Por eso has venido? –preguntó con entusiasmo, acercándose un par de pasos mientras guardaba su pergamino.
Ella había visto a Adie llevar la correspondencia en el bosque de Sandorai y en la zona de Lunargenta, suponía que todos los robots trabajaban de lo mismo. ¡Obvio! ¿Qué otra cosa podían hacer? Eran inventos humanos, les servían. Así que, en toda su emoción, supuso que le había llegado una carta, una que esperaba con mucha ilusión. Seguro que eran noticias desde Sandorai, Aran había escrito. O eso pensaba. De nuevo, su emoción había opacado cualquier tipo de respuesta por parte de la joven de cabellos blancos. Aunque, con semejante ilusión y añoranza, le había sido imposible tener algo de paciencia para esperar las respuestas pertinentes. De hecho, ella no pensaba que un biocibernético pudiera estar “paseando” simplemente, pensaba que era trabajo. Pero, ¿y las otras dos mujeres? No estaba centrada en eso, para nada. Ella quería su carta, sus buenas noticias, sus recuerdos.
Sin duda, esos árboles eran hermosos, destacaban sus pétalos rosados sobre la nieve. Y transmitían una paz… que poco le duró cuando vio acercarse a varias personas acompañadas de un animal. Hizo una mueca y les lanzó una mirada sentenciante. ¡Le habían fastidiado el entrenamiento! Una niña pequeña apareció de la nada y echó a correr hacia ella para pedir que le enseñase a tirar con el arco. ¿En serio? La mirada verde de la elfa mostraba su desconcierto. Resopló fastidiada. Obviamente no iba a enseñar a nadie –no –respondió a la cría con voz seca. Luego alzó un poco más la vista para ver a quienes se acercaban – ¿moza? –preguntó con extrañeza al no saber qué significaba esa palabra. Dirigió la mirada hacia la tercera persona. Definitivamente, quien había presentado a la niña era la más normal. –No lo lamentáis tanto si la habéis interrumpido –soltó, cruzándose de brazos. La habían visto en ese lugar, si se habían acercado a molestar, eran conscientes de ello.
La cría no paraba de dar vueltas por todos lados, ¿de dónde sacaba tanta energía? Nillë asomó su azulada cabecita por entre las pieles de la capa para ver quiénes habían llegado. Estaba claro que amigos de su compañera elfa no iban a ser; su única amiga era Ingela… y ya.
Helyare fue a acariciar con un dedo a la hadita y se fijó que su nívea piel ahora estaba de color rojizo, tirando a amoratado. Tenía frío. Con esos guantes tan gruesos no podía tirar bien, así que había optado por quitárselos y seguir su entrenamiento sin ellos, y ahora se notaban las consecuencias de no protegerse bien del frío norteño. Intentó frotárselas, porque ni siquiera las notaba. Como suponía que las visitantes no se iban a ir así porque sí –y había prometido no ser tan borde, pues no estaba en su territorio –, clavó su vista, de nuevo, en ellas – ¿sois de aquí? ¿Cómo podéis hacer cualquier cosa con esta nieve? –su tono era de fastidio y agotamiento, sin dejar de frotarse las manos para intentar entrar en calor. Su escasa grasa corporal tampoco ayudaba a retener el calor. Ingela siempre se refería a ella como “flaquita” y a diario le recordaba que las mujeres del norte eran más grandes. Por más capas que llevase, hasta la cara tenía congelada. Estaba más pálida de lo normal y sus labios estaban cortados por el frío.
Sin duda, lo único que apetecía era estar en una casa, a cubierto, al lado de una buena chimenea y tapada con muchas pieles. ¡Estúpido clima! Nillë parecía opinar lo mismo, volvió a guardar la cabeza entre las capas, apagando así su resplandor azulado. Ella también era sureña.
Se fijó mucho en sus acompañantes, más que de costumbre. Dos de ellas tenían el mismo deje al hablar de Ingela y su familia. Supuso que eran del norte. La otra tenía el pelo blanco y los ojos de color extraño. La elfa observó unos agujeros en su cabeza y, extrañada, no pudo evitar preguntar – ¿eres una biocibernética? –no estaba para nada segura. De hecho, esa chica no se parecía a Adie, así que dudaba bastante. Lo que sí sabía es que la gente normal no tenía esas cosas en el cráneo. Y no era algo norteño porque Ingela no lo tenía, ni esas chicas que acompañaban a la del pelo blanco. – ¿Llevas cartas? –rápidamente abrió los ojos y trató de buscar un pergamino que guardaba en uno de los bolsillos de todas las capas que llevaba. Mínimo eran cinco capas de pieles. Rebuscó por todos lados y sacó un pergamino enrollado y bastante arrugado. Se mordió el labio con ilusión pero, justo cuando iba a tendérselo, se detuvo. Primero, porque no sabía si realmente era una robot o no, ni siquiera le había dado tiempo a responder. Y segundo, porque era una carta que no debía ser enviada. De pronto, su gesto volvió a cambiar y la miró con un deje emocionado –espera… ¿hay una carta para mí? ¿Por eso has venido? –preguntó con entusiasmo, acercándose un par de pasos mientras guardaba su pergamino.
Ella había visto a Adie llevar la correspondencia en el bosque de Sandorai y en la zona de Lunargenta, suponía que todos los robots trabajaban de lo mismo. ¡Obvio! ¿Qué otra cosa podían hacer? Eran inventos humanos, les servían. Así que, en toda su emoción, supuso que le había llegado una carta, una que esperaba con mucha ilusión. Seguro que eran noticias desde Sandorai, Aran había escrito. O eso pensaba. De nuevo, su emoción había opacado cualquier tipo de respuesta por parte de la joven de cabellos blancos. Aunque, con semejante ilusión y añoranza, le había sido imposible tener algo de paciencia para esperar las respuestas pertinentes. De hecho, ella no pensaba que un biocibernético pudiera estar “paseando” simplemente, pensaba que era trabajo. Pero, ¿y las otras dos mujeres? No estaba centrada en eso, para nada. Ella quería su carta, sus buenas noticias, sus recuerdos.
- Spoiler:
- Perdón por la tardanza, chicas/o... ¡Semana ajetreada!
Rakan, despierta y únete a nosotras, o en el siguiente turno vamos para allá, donde estés n.n
Helyare
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Re: [CERRADO] ¿Cómo se vive en el Norte? [Libre]
Luego de dormir por unas horas, finalmente me había despertado, y la primera pregunta que se me vino a la mente era ¿donde estaban mis hermanos?, poco importaba ya. Agarre mi espada que la había dejado en un costado mio y con pocas ganas me levante. Quería quedarme en esa roca el resto del día, el frió empezaba a aumentar, y la nieve caía en mayores cantidades. Me metí adentro de la casa... la que una vez fue mi casa. Mire todo, no podía creer que esto hubiera pasado. Toque cada parte de la casa, y con una sonrisa me despedí, sabia que no iba a volver nunca mas a este lugar, salí de la casa y fui a un tipo de patio de entrenamiento, 5 muñecos había en ese lugar, mis 5 hermanos. Saque mi espada y corriendo corte cada uno de ellos, la verdad no quería irme del lugar, tenia la esperanza de que ellos vendrían, pero durante horas entrenando no fue así.
- Maldición... solo se me ocurre una cosa. -
Entre adentro de la casa, y empece a sacarme la armadura, cota de malla y ropa. empece a elevar mis escamas, desde los brazos lentamente hacia el cuello, desde los pies lentamente hasta el pecho. Cada parte de mi cuerpo se cambiaba por escamas hasta que mi cabeza también se completo en escamas, mis ojos dejaron de brillar por un momento, y rápidamente los cerré, transformándome en un dragón en el proceso... se sentía increíble, es como sacar tu verdadera persona, por que eso es lo que soy, un dragón.
Lentamente me acerque a una roca, la misma en la que había dormido en la punta del monte. subí arriba, y mirando el bosque, solté un rugido lo mas fuerte que podía, esperando llamar a cualquiera que este cerca, sin recibir señal de otro rugido, volví a rugir mas fuerte... y una vez mas. Esperaba llamar a mis hermanos, pero no había funcionado, no había respuesta, así que volví a entrar en la casa y me vestí nuevamente con toda la armadura. Pero en vez de irme... volví a quedarme a esperar, por si alguien escuchaba mis rugidos, esperando que sean mis hermanos. Agarre una piedra y escribí en una roca
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Tire la piedra y me fui a entrenar, el propósito del mensaje era por si me iba y ellos volvían. Me había quedado para entrenar ya que con la nieve es mas difícil moverse, mas difícil entrenar.
- Maldición... solo se me ocurre una cosa. -
Entre adentro de la casa, y empece a sacarme la armadura, cota de malla y ropa. empece a elevar mis escamas, desde los brazos lentamente hacia el cuello, desde los pies lentamente hasta el pecho. Cada parte de mi cuerpo se cambiaba por escamas hasta que mi cabeza también se completo en escamas, mis ojos dejaron de brillar por un momento, y rápidamente los cerré, transformándome en un dragón en el proceso... se sentía increíble, es como sacar tu verdadera persona, por que eso es lo que soy, un dragón.
Lentamente me acerque a una roca, la misma en la que había dormido en la punta del monte. subí arriba, y mirando el bosque, solté un rugido lo mas fuerte que podía, esperando llamar a cualquiera que este cerca, sin recibir señal de otro rugido, volví a rugir mas fuerte... y una vez mas. Esperaba llamar a mis hermanos, pero no había funcionado, no había respuesta, así que volví a entrar en la casa y me vestí nuevamente con toda la armadura. Pero en vez de irme... volví a quedarme a esperar, por si alguien escuchaba mis rugidos, esperando que sean mis hermanos. Agarre una piedra y escribí en una roca
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Tire la piedra y me fui a entrenar, el propósito del mensaje era por si me iba y ellos volvían. Me había quedado para entrenar ya que con la nieve es mas difícil moverse, mas difícil entrenar.
Última edición por Rakan'Drag el Lun Mayo 07 2018, 18:47, editado 1 vez
Rakan'Drag
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Re: [CERRADO] ¿Cómo se vive en el Norte? [Libre]
No podíamos ponernos de acuerdo en relación a lo sucedido, Reivy insistía en su teoría de que eran mis sentimientos humanos regresando a mi cuerpo, yo intentaba explicarle que eso era físicamente imposible. Al final siempre dejábamos la discusión en el aire, no hay forma de llegar a una conclusión porque lo cierto es que siquiera yo sé la respuesta.
La mujer no parece contenta con nuestra llegada, nos mira con desconfianza, también con varios otros sentimientos que no logro identificar, parece ser una orgánica con mucha sensibilidad. No se muestra amable con Lavey, esa es una reacción fuera de lo común, los pequeños, sean de la raza que sean, suelen generar empatía en los adultos de alrededor, según algunos estudios es el modo que encontraron para sobrevivir. Pero en este caso no es así, la mira con indiferencia, como si su existencia resultara irritante.
Lo siguiente que resulta llamativo es que se muestre más interesada en mi persona, en líneas generales no genero simpatía en los orgánicos.
-La nieve no compromete ninguna de nuestras actividades habituales, además, los orgánicos suelen encontrarla un buen entretenimiento siempre y cuando no llegue a bajar hasta ciertas temperaturas que resultan potencialmente peligrosas para ellos – Respondí a la pregunta en relación al frío – Deberías comer alimentos que contengan muchas calorías para que así tu cuerpo no utilice tu propia grasa corporal para mantenerse caliente.
Que era una bio- cibernético no resultaba un secreto, no me interesaba que lo fuera, incluso aunque a veces causara algunas dificultades.
-Sí, lo soy – La velocidad con la que preguntaba no me permitía realizar muchas más observaciones que esa, aunque el siguiente comentario hizo que levantara una ceja, una reacción nueva que había aprendido a realizar hace poco – Puedo llevar cartas, pero no fue el motivo por el que fui construida – La veo sacar un pergamino ¿Quiere que le lleve un mensaje a alguien? Podría hacerlo si me lo ordena, y seguramente sería mucho más rápido que con un mensajero común, yo no necesito detenerme a descansar o comer – No, no tengo cartas. Me crearon para que reparara a otros Bio- cibernéticos, mis funciones se relacionan exclusivamente con esa tarea.
¿Sería que estaba esperando cierta información de algún lugar? No tenía la apariencia de alguien del norte, quizás esperaba noticias de su tierra natal, o de otro orgánico, habían muchas variables posibles.
-¿Necesitas que lleve esa carta? – Le pregunte señalando el papel que sostenía, estaba segura que podría hacerlo. Perro había percibido el cambio de ambiente y se había quedado quieto junto a mi pierna, el pequeño ser luminoso que se asomo por corto tiempo llamo su atención, la siguió atentamente con la mirada y comenzó a agacharse – Sería recomendable que el ser luminoso se quede oculto, Perro suele perseguir luciérnagas y cualquier ser que le resulte curioso.
Lo había visto perseguir insectos, lagartos, ranas, y cualquier otra cosa que se moviera el tiempo suficiente.
La mujer no parece contenta con nuestra llegada, nos mira con desconfianza, también con varios otros sentimientos que no logro identificar, parece ser una orgánica con mucha sensibilidad. No se muestra amable con Lavey, esa es una reacción fuera de lo común, los pequeños, sean de la raza que sean, suelen generar empatía en los adultos de alrededor, según algunos estudios es el modo que encontraron para sobrevivir. Pero en este caso no es así, la mira con indiferencia, como si su existencia resultara irritante.
Lo siguiente que resulta llamativo es que se muestre más interesada en mi persona, en líneas generales no genero simpatía en los orgánicos.
-La nieve no compromete ninguna de nuestras actividades habituales, además, los orgánicos suelen encontrarla un buen entretenimiento siempre y cuando no llegue a bajar hasta ciertas temperaturas que resultan potencialmente peligrosas para ellos – Respondí a la pregunta en relación al frío – Deberías comer alimentos que contengan muchas calorías para que así tu cuerpo no utilice tu propia grasa corporal para mantenerse caliente.
Que era una bio- cibernético no resultaba un secreto, no me interesaba que lo fuera, incluso aunque a veces causara algunas dificultades.
-Sí, lo soy – La velocidad con la que preguntaba no me permitía realizar muchas más observaciones que esa, aunque el siguiente comentario hizo que levantara una ceja, una reacción nueva que había aprendido a realizar hace poco – Puedo llevar cartas, pero no fue el motivo por el que fui construida – La veo sacar un pergamino ¿Quiere que le lleve un mensaje a alguien? Podría hacerlo si me lo ordena, y seguramente sería mucho más rápido que con un mensajero común, yo no necesito detenerme a descansar o comer – No, no tengo cartas. Me crearon para que reparara a otros Bio- cibernéticos, mis funciones se relacionan exclusivamente con esa tarea.
¿Sería que estaba esperando cierta información de algún lugar? No tenía la apariencia de alguien del norte, quizás esperaba noticias de su tierra natal, o de otro orgánico, habían muchas variables posibles.
-¿Necesitas que lleve esa carta? – Le pregunte señalando el papel que sostenía, estaba segura que podría hacerlo. Perro había percibido el cambio de ambiente y se había quedado quieto junto a mi pierna, el pequeño ser luminoso que se asomo por corto tiempo llamo su atención, la siguió atentamente con la mirada y comenzó a agacharse – Sería recomendable que el ser luminoso se quede oculto, Perro suele perseguir luciérnagas y cualquier ser que le resulte curioso.
Lo había visto perseguir insectos, lagartos, ranas, y cualquier otra cosa que se moviera el tiempo suficiente.
Zöe
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Re: [CERRADO] ¿Cómo se vive en el Norte? [Libre]
La pequeña dragona miro con desilusión a la arquera ante la tajante negativa, sin embargo no le dio mayor importancia, no era la primera vez que le negaban algo y sabia que la insistencia hacia los desconocidos solía terminar en enfado y odio. Por otro lado, al ver al hada una gran curiosidad y una amplia sonría afloraron en su rostro.
-Hooo, que bonita. Como se llama? Puedo tocarla? Que es? -Para la joven este era el primer avistamiento de un hada, y a decir verdad también el mio. -Uy, se escondió.
Se hablaba mucho de ellas en leyendas y cuentos de vieja, pero al nunca ver una lo normal era pensar que solo eran meras invenciones de trovadores. Por las quejas sobre el frió, la fricción de las manos y la punta roja de la nariz, Lavey entendía que la muchacha encapuchada estaba pasando frió.
-Pues yo siempre estoy calentita, mira. -La rubia buscaba las manos de la tiradora para agarrarlas, pero esta estaba mas entretenida buscando con ellas alguna cosa bajo las pieles. Con los mofletes inflados siguió de cerca los pasos de la desconocida, de una forma u otra conseguiría demostrárselo.
Lavey aprovechando la distracción que Zöe proporcionaba se puso de puntillas y toco las mejillas de la arquera dejando sus manos sobre la fría piel de la mujer. -Te dije que estaba calentita.
Pronuncio la muchacha con una sonrisa. Tanto las palmas como el resto del cuerpo de Lavey estaban calientes sobre manera, para el resto de razas la calentura de la pequeña seria tomada como una severa fiebre y un signo grabe de enfermedad. Pero para la dragona (Siendo esta del elemento fuego.) Era solo su temperatura corporal habitual.
Hasta el momento me había quedado en silencio, mirando divertida la escena entre la mujer y la biotica. Me tapaba la boca con la mano para que no se viera la sonrisa que empezaba a dibujarse en mi cara.
Poco me duro a mi la diversión. Algún día esta niña nos meterá en problemas. A punto estaba yo de reprender a la niña, cuando un rugido proveniente de las montañas me dejo con la palabra en la boca. Gire mi cuerpo en dirección al sonido y antes de que el viento se llevara los resquicios del eco, el rugido volvió a repetirse. Parecía una llamada.
-¿Que demonios ha sido eso? -Pocas cosas habían en el mundo que pudieran hacer esas reverberaciones. Sin duda tenia que tratarse de un dragón. -¿Deberíamos ir a investigar? Podría haber alguien herido, quizás necesite ayuda. O a lo mejor corre peligro.
-Hooo, que bonita. Como se llama? Puedo tocarla? Que es? -Para la joven este era el primer avistamiento de un hada, y a decir verdad también el mio. -Uy, se escondió.
Se hablaba mucho de ellas en leyendas y cuentos de vieja, pero al nunca ver una lo normal era pensar que solo eran meras invenciones de trovadores. Por las quejas sobre el frió, la fricción de las manos y la punta roja de la nariz, Lavey entendía que la muchacha encapuchada estaba pasando frió.
-Pues yo siempre estoy calentita, mira. -La rubia buscaba las manos de la tiradora para agarrarlas, pero esta estaba mas entretenida buscando con ellas alguna cosa bajo las pieles. Con los mofletes inflados siguió de cerca los pasos de la desconocida, de una forma u otra conseguiría demostrárselo.
Lavey aprovechando la distracción que Zöe proporcionaba se puso de puntillas y toco las mejillas de la arquera dejando sus manos sobre la fría piel de la mujer. -Te dije que estaba calentita.
Pronuncio la muchacha con una sonrisa. Tanto las palmas como el resto del cuerpo de Lavey estaban calientes sobre manera, para el resto de razas la calentura de la pequeña seria tomada como una severa fiebre y un signo grabe de enfermedad. Pero para la dragona (Siendo esta del elemento fuego.) Era solo su temperatura corporal habitual.
Hasta el momento me había quedado en silencio, mirando divertida la escena entre la mujer y la biotica. Me tapaba la boca con la mano para que no se viera la sonrisa que empezaba a dibujarse en mi cara.
Poco me duro a mi la diversión. Algún día esta niña nos meterá en problemas. A punto estaba yo de reprender a la niña, cuando un rugido proveniente de las montañas me dejo con la palabra en la boca. Gire mi cuerpo en dirección al sonido y antes de que el viento se llevara los resquicios del eco, el rugido volvió a repetirse. Parecía una llamada.
-¿Que demonios ha sido eso? -Pocas cosas habían en el mundo que pudieran hacer esas reverberaciones. Sin duda tenia que tratarse de un dragón. -¿Deberíamos ir a investigar? Podría haber alguien herido, quizás necesite ayuda. O a lo mejor corre peligro.
Reivy Abadder
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Re: [CERRADO] ¿Cómo se vive en el Norte? [Libre]
Potencialmente peligroso era no poder defenderse por culpa de la nieve. ¡Eso era lo peligroso! No le convenció demasiado la respuesta de la biocibernética sobre las heladas del norte y tampoco sobre su peso. ¿Qué sabría ella? Al momento volvió a centrar su atención en el tema que le interesaba: las cartas. Pero se llevó dos desilusiones de un golpe: la biocibernética no tenía la función de llevar cartas y tampoco traía alguna para ella. Su gesto volvió a ser serio, casi de fastidio. Simplemente negó cuando le preguntó si podía llevar si carta y guardó el pergamino. No hacía falta que mandase nada. De hecho, lo mejor es que ese papel estuviera quemado y enterrado en la nieve o podía ser un problema si llegaba a manos equivocadas.
El animal que acompañaba a la mujer de metal estaba algo alterado, posiblemente por la rápida aparición de Nillë. Y no estaba tan equivocada cuando la joven avisó sobre su mascota. La elfa enarcó una ceja, con un gesto de soberbia –y yo te recomendaría que tu animal no se acercase a mi hada si no quiere morir. No es una amenaza, es un hecho –respondió algo borde mientras se cruzaba de brazos.
Al perro no parecía gustarle, en cambio, a la más joven de todas, sí. Empezó a preguntar sin pausa y Helyare bajó la mirada para ver a la chiquilla con gesto cansado. ¿Se podía ser más pesada? No le gustaban los niños. Bueno, no le gustaban los niños que no fueran de su raza. Aunque había que reconocer que era muy mona para ser una dragona –Se llama Nillë y es un hada –informó una vez se había ocultado entre sus capas.
De pronto pareció saltar a otra cosa y trató de atrapar las manos heladas de la elfa. En cuanto consiguió posar sus manos en la cara de Helyare, esta hizo un gesto brusco hacia atrás –aparta, no me toques –se quejó con tono seco. Sí, sus manos estaban excesivamente calentitas, le hubiera gustado que hubiese seguido posándolas sobre su piel para darle el calor que le faltaba, pero no era muy fan del contacto con otras razas. Resopló con fastidio, pero no pudo evitar pensar que con tanto calor, normal que los dragones pudieran sobrevivir con semejante clima tan horrible.
De repente empezaron a escucharse rugidos muy fuertes. Instintivamente giré la cabeza hacia la fuente del estruendoso sonido y agarré el arco, preparada para lo que fuese. Pero, por el eco, no estaba cerca. No parecía estar siendo atacado, ninguno de los tres rugidos parecían agónicos. ¿Iría a atacar? No reconocía el sonido. La joven morena fue la primera que habló, soltando preguntas sobre el estado de quien estaba rugiendo. Helyare se encogió de hombros con indiferencia, sin soltar el arco –no es mi problema quien esté herido –remarcó, por si acaso intentaban cometer la locura de acercarse a quien quiera que fuera. Ella no lo iba a hacer, no era cosa suya el tener que estar ayudando a todo el mundo. ¿Y si era un atacante? No iba a arriesgarse por alguien a quien no conocía. No estaba Ingela aquí para arrastrarla a hacer el bien.
Ingela no, pero Nillë sí. Rauda salió del abrigo y empezó a volar alrededor de Helyare, buscando que se moviera y fueran a ayudar a quien gritaba.
– ¡Chiri, chiri! –revoloteaba a gran velocidad y, posiblemente, estuviera llamando la atención de la mascota de la biocibernética. ¿Por qué todo el mundo tenía la intención suicida de ayudar a todo el mundo? La elfa resopló, sabía que Nillë era muy terca y no conseguiría nada dándose la vuelta y yéndose por otro lado. Al contrario, seguramente le tocase un enfrentamiento con el hada y muy probable era que lo perdería. Con gesto hastiado, comenzó a caminar a paso lento hacia la fuente del sonido.
–Nillë, no puedes salvar a todo el mundo –se quejó la elfa pero el hada hizo caso omiso y siguió revoloteando. Con lo costoso que era andar en la nieve, como para alejarse más del pueblo…
Y así fue, antes de llegar a una montaña, desde la que provenía el ruido, había que cruzar una amplia llanura blanca. En algunos lados era más fácil caminar. En otros, imposible, se le llegaban a hundir las piernas hasta la altura de las rodillas y empezaba a sentir el frío y la humedad en sus pies. El hada no notaba la nieve porque iba volando, pero parecía que el frío tampoco ahora que se había puesto en marcha para intentar ayudar a alguien. Ella avanzó con mayor rapidez que su compañera, quien ni se preocupó. Si alguien trataba de hacerle daño a su pequeña compañera, bien seguro era que acabaría acordándose de ella.
–Nuuta lossë! –se quejó mientras intentaba avanzar. Si llegaba a la montaña iba a tirar al vacío a quien hubiese gritado, por el simple esfuerzo de moverse en esa nieve. Ayudándose con la vara de madera que llevaba, trató de avanzar mejor, aunque se notaba que no estaba acostumbrada para nada a ese terreno.
De un vistazo rápido intentó mirar si la seguían las jóvenes que habían interrumpido su entrenamiento. ¡Faltaría más que no fueran! Nillë la estaba embaucando para ir, no quería esforzarse sola.
Con esfuerzo consiguió llegar a la falda de la montaña y fue en ese momento cuando se dio cuenta de lo agotada que estaba. ¡Si sólo había caminado! Y tampoco una distancia tan grande como para sofocarse. Parecía que hubiese estado entrenando en serio. Un caminito blanco llegaba hasta la cima, tampoco era muy alta, por suerte para ella. Ni había que escalar.
Seguramente, Nillë ya había llegado arriba, y la elfa empezó a subir. Por suerte, esta vez sí era útil el palo, así podía ir viendo desniveles del camino. Una roca tenía varias rayas que habían dibujado con otra que estaba tirada al lado, pero no lo entendía. Aún así le llamó la atención y se detuvo ahí. Esperaba que si las chicas iban, le ayudasen a descifrar qué eran esas marcas.
El animal que acompañaba a la mujer de metal estaba algo alterado, posiblemente por la rápida aparición de Nillë. Y no estaba tan equivocada cuando la joven avisó sobre su mascota. La elfa enarcó una ceja, con un gesto de soberbia –y yo te recomendaría que tu animal no se acercase a mi hada si no quiere morir. No es una amenaza, es un hecho –respondió algo borde mientras se cruzaba de brazos.
Al perro no parecía gustarle, en cambio, a la más joven de todas, sí. Empezó a preguntar sin pausa y Helyare bajó la mirada para ver a la chiquilla con gesto cansado. ¿Se podía ser más pesada? No le gustaban los niños. Bueno, no le gustaban los niños que no fueran de su raza. Aunque había que reconocer que era muy mona para ser una dragona –Se llama Nillë y es un hada –informó una vez se había ocultado entre sus capas.
De pronto pareció saltar a otra cosa y trató de atrapar las manos heladas de la elfa. En cuanto consiguió posar sus manos en la cara de Helyare, esta hizo un gesto brusco hacia atrás –aparta, no me toques –se quejó con tono seco. Sí, sus manos estaban excesivamente calentitas, le hubiera gustado que hubiese seguido posándolas sobre su piel para darle el calor que le faltaba, pero no era muy fan del contacto con otras razas. Resopló con fastidio, pero no pudo evitar pensar que con tanto calor, normal que los dragones pudieran sobrevivir con semejante clima tan horrible.
De repente empezaron a escucharse rugidos muy fuertes. Instintivamente giré la cabeza hacia la fuente del estruendoso sonido y agarré el arco, preparada para lo que fuese. Pero, por el eco, no estaba cerca. No parecía estar siendo atacado, ninguno de los tres rugidos parecían agónicos. ¿Iría a atacar? No reconocía el sonido. La joven morena fue la primera que habló, soltando preguntas sobre el estado de quien estaba rugiendo. Helyare se encogió de hombros con indiferencia, sin soltar el arco –no es mi problema quien esté herido –remarcó, por si acaso intentaban cometer la locura de acercarse a quien quiera que fuera. Ella no lo iba a hacer, no era cosa suya el tener que estar ayudando a todo el mundo. ¿Y si era un atacante? No iba a arriesgarse por alguien a quien no conocía. No estaba Ingela aquí para arrastrarla a hacer el bien.
Ingela no, pero Nillë sí. Rauda salió del abrigo y empezó a volar alrededor de Helyare, buscando que se moviera y fueran a ayudar a quien gritaba.
– ¡Chiri, chiri! –revoloteaba a gran velocidad y, posiblemente, estuviera llamando la atención de la mascota de la biocibernética. ¿Por qué todo el mundo tenía la intención suicida de ayudar a todo el mundo? La elfa resopló, sabía que Nillë era muy terca y no conseguiría nada dándose la vuelta y yéndose por otro lado. Al contrario, seguramente le tocase un enfrentamiento con el hada y muy probable era que lo perdería. Con gesto hastiado, comenzó a caminar a paso lento hacia la fuente del sonido.
–Nillë, no puedes salvar a todo el mundo –se quejó la elfa pero el hada hizo caso omiso y siguió revoloteando. Con lo costoso que era andar en la nieve, como para alejarse más del pueblo…
Y así fue, antes de llegar a una montaña, desde la que provenía el ruido, había que cruzar una amplia llanura blanca. En algunos lados era más fácil caminar. En otros, imposible, se le llegaban a hundir las piernas hasta la altura de las rodillas y empezaba a sentir el frío y la humedad en sus pies. El hada no notaba la nieve porque iba volando, pero parecía que el frío tampoco ahora que se había puesto en marcha para intentar ayudar a alguien. Ella avanzó con mayor rapidez que su compañera, quien ni se preocupó. Si alguien trataba de hacerle daño a su pequeña compañera, bien seguro era que acabaría acordándose de ella.
–Nuuta lossë! –se quejó mientras intentaba avanzar. Si llegaba a la montaña iba a tirar al vacío a quien hubiese gritado, por el simple esfuerzo de moverse en esa nieve. Ayudándose con la vara de madera que llevaba, trató de avanzar mejor, aunque se notaba que no estaba acostumbrada para nada a ese terreno.
De un vistazo rápido intentó mirar si la seguían las jóvenes que habían interrumpido su entrenamiento. ¡Faltaría más que no fueran! Nillë la estaba embaucando para ir, no quería esforzarse sola.
Con esfuerzo consiguió llegar a la falda de la montaña y fue en ese momento cuando se dio cuenta de lo agotada que estaba. ¡Si sólo había caminado! Y tampoco una distancia tan grande como para sofocarse. Parecía que hubiese estado entrenando en serio. Un caminito blanco llegaba hasta la cima, tampoco era muy alta, por suerte para ella. Ni había que escalar.
Seguramente, Nillë ya había llegado arriba, y la elfa empezó a subir. Por suerte, esta vez sí era útil el palo, así podía ir viendo desniveles del camino. Una roca tenía varias rayas que habían dibujado con otra que estaba tirada al lado, pero no lo entendía. Aún así le llamó la atención y se detuvo ahí. Esperaba que si las chicas iban, le ayudasen a descifrar qué eran esas marcas.
- Traducción:
- Nuuta lossë! - ¡Maldita nieve!
Helyare
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Re: [CERRADO] ¿Cómo se vive en el Norte? [Libre]
Un duro entrenamiento de varias horas no le venia mal a nadie, así fue. Practique maniobras, ataques, golpes, al mismo tiempo que la nieve perjudicaba el entrenamiento. Sabia que hacia frió, podía sentir como el viento fuerte traía olas de frió. Se estaba haciendo tarde, mis hermanos no aparecían, clave mi espada en la nieve y me senté al lado de ella, me agarre la cabeza por que no sabia si ellos estaban vivos... me levante de golpe con otra idea, agarre mi espada de la nieve y me acerque a los muñecos de entrenamiento, con la espada empece a escribir.
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- Suficiente - Dije mirando la casa abandonada de mi familia, luego de leer las palabras e inspeccionar si estaban bien escritas, me metí en la casa, me quite la espada dejándola a un costado de la puerta, y empece a inspeccionar las habitaciones, muebles, aunque claro estaba todo roto y tirado, no se cuando paso todo esto, quizá yo pensaba que fue hace un par de días, y en realidad fueron 5 minutos después de que Kremm los abandonara hace años. Pero si algo tenia, era esperanzas. Las camas estaban rotas, los muebles rotos y tirados. Entre a una habitación, era la mía. Flashbacks entraban en mi cabeza cada vez que entraba en una habitación de la casa... mire mi cuarto, y volví a la cocina, era una casa muy pequeña... me senté en la cocina, a pensar que debía hacer luego.
Luego recordé el bosque en el que estaba, y pensaba en ir a avisarle a Kremm. Pero si esto paso hace poco, perdería a mis otros 4 hermanos. - Maldición - No sabia que hacer. Así que decidí esperar.
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- Suficiente - Dije mirando la casa abandonada de mi familia, luego de leer las palabras e inspeccionar si estaban bien escritas, me metí en la casa, me quite la espada dejándola a un costado de la puerta, y empece a inspeccionar las habitaciones, muebles, aunque claro estaba todo roto y tirado, no se cuando paso todo esto, quizá yo pensaba que fue hace un par de días, y en realidad fueron 5 minutos después de que Kremm los abandonara hace años. Pero si algo tenia, era esperanzas. Las camas estaban rotas, los muebles rotos y tirados. Entre a una habitación, era la mía. Flashbacks entraban en mi cabeza cada vez que entraba en una habitación de la casa... mire mi cuarto, y volví a la cocina, era una casa muy pequeña... me senté en la cocina, a pensar que debía hacer luego.
Luego recordé el bosque en el que estaba, y pensaba en ir a avisarle a Kremm. Pero si esto paso hace poco, perdería a mis otros 4 hermanos. - Maldición - No sabia que hacer. Así que decidí esperar.
Rakan'Drag
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Re: [CERRADO] ¿Cómo se vive en el Norte? [Libre]
No acepto mi ofrecimiento de llevar una carta, y yo tampoco insistí porque mi programación no contaba con muchas más variantes que “si” o “no” cuando se trataba de un pedido. En cambio su observación en cuanto a Perro me resulto de lo más curiosa, aseguraba que podría terminar muerto, miré a mi “mascota” que continuaba agachado y me miraba con sus cuencas vacías moviendo la cola. Parecía poco probable que un ser de huesos pudiera morir…
A menos que se tratara de… ¡Un chiste! Eso debía ser, los orgánicos utilizaban comentarios sin sentido para hacerse reír, o incluso realizar sonoras carcajadas ¡Claro, eso debía ser! Para darle a conocer que había entendido su chiste me empecé a reír e incluso cuando empujo a Lavey me resulto muy chistoso.
-Jajajajaja – Jamás había escuchado mi propia risa por lo que luego me quedé extrañada, toque la zona de mi cuerpo en la que deberían estar mis pulmones, no se sentía como siempre – Está pasando de nuevo, Reivy…
Le dije a la dragona con tono de ¿Alegría? No se suponía que fuera ese el tono, mi sistema cada vez estaba funcionando peor. En realidad la mujer no parecía estar de buen humor y el que empujara a la pequeña no debería darme risa, siguiendo los parámetros de los orgánicos debería estar enojada, pero nada de eso tenía sentido para mí.
Escuché el rugido al igual que el resto, dos orgánicos adultos, dos respuestas diferentes, una opinaba que había que ir, otra que no era nuestro problema. Me quede mirando a una y a otra, y en seguida comencé a caminar en la dirección de la que provenía el sonido.
-Indiferentemente de sus deseos, mi sistema dice que debo ayudar – Explique a la mujer que al parecer no sabía cómo funcionaban los Bio- cibernéticos. De todos modos se nos adelantó a ambas y comenzó a andar mientras renegaba de su suerte, una nueva risa se escapó de mi cuerpo – Jajaja – No tenía idea de porque algo así podía resultar gracioso.
Ir caminando por el medio de la llanura sin duda acortaba el camino, pero teníamos que correr la nieve, con todo el trabajo y la pérdida de tiempo que eso significaba. La mujer parecía tener especial dificultad para poder abrirse camino, quise intentar ofrecerme en ir delante de ella para correr la nieve, pero se encontraba tan ensimismada en sus pensamientos que no tenía manera de que me preste atención. Así que simplemente agarre la mano de Reivy y la hice caminar detrás de mí, a la vez que Lavey caminaba detrás de ella, para que así no tuvieran que pelear con la nieve.
La mujer se había detenido y observaba una piedra con atención, escaneo la imagen y mi sistema lo compara con el registro de idiomas.
-A-Y-U-D-A - - Leo cada una de las letras – Que extraño modo de ponerlo ¿Por qué escribirlo en una piedra? – Mire hacia arriba y continué subiendo por el sendero, esta vez yendo primera. Al llegar al final había una humilde casa de campo, aparentemente estaba abandonada – Entrare primera, mi sistema indica que podría ser peligroso.
Abrí la puerta principal con cuidado, allí habían muebles rotos, claramente nadie estaba habitándola en ese momento, pero sin embargo había un ser vivo allí.
-Hola Rakan´Drag, soy Zöe ¿Me recuerdas? – No podía sentir sorpresa, pero podía entender que eso era algo extraño- Que increíble coincidencia ¿Eras tu quien pedía ayuda?- No acompañaba el comentario de ningún gesto en particular, no se me ocurría que podría ser lo más adecuado en una situación así.
A menos que se tratara de… ¡Un chiste! Eso debía ser, los orgánicos utilizaban comentarios sin sentido para hacerse reír, o incluso realizar sonoras carcajadas ¡Claro, eso debía ser! Para darle a conocer que había entendido su chiste me empecé a reír e incluso cuando empujo a Lavey me resulto muy chistoso.
-Jajajajaja – Jamás había escuchado mi propia risa por lo que luego me quedé extrañada, toque la zona de mi cuerpo en la que deberían estar mis pulmones, no se sentía como siempre – Está pasando de nuevo, Reivy…
Le dije a la dragona con tono de ¿Alegría? No se suponía que fuera ese el tono, mi sistema cada vez estaba funcionando peor. En realidad la mujer no parecía estar de buen humor y el que empujara a la pequeña no debería darme risa, siguiendo los parámetros de los orgánicos debería estar enojada, pero nada de eso tenía sentido para mí.
Escuché el rugido al igual que el resto, dos orgánicos adultos, dos respuestas diferentes, una opinaba que había que ir, otra que no era nuestro problema. Me quede mirando a una y a otra, y en seguida comencé a caminar en la dirección de la que provenía el sonido.
-Indiferentemente de sus deseos, mi sistema dice que debo ayudar – Explique a la mujer que al parecer no sabía cómo funcionaban los Bio- cibernéticos. De todos modos se nos adelantó a ambas y comenzó a andar mientras renegaba de su suerte, una nueva risa se escapó de mi cuerpo – Jajaja – No tenía idea de porque algo así podía resultar gracioso.
Ir caminando por el medio de la llanura sin duda acortaba el camino, pero teníamos que correr la nieve, con todo el trabajo y la pérdida de tiempo que eso significaba. La mujer parecía tener especial dificultad para poder abrirse camino, quise intentar ofrecerme en ir delante de ella para correr la nieve, pero se encontraba tan ensimismada en sus pensamientos que no tenía manera de que me preste atención. Así que simplemente agarre la mano de Reivy y la hice caminar detrás de mí, a la vez que Lavey caminaba detrás de ella, para que así no tuvieran que pelear con la nieve.
La mujer se había detenido y observaba una piedra con atención, escaneo la imagen y mi sistema lo compara con el registro de idiomas.
-A-Y-U-D-A - - Leo cada una de las letras – Que extraño modo de ponerlo ¿Por qué escribirlo en una piedra? – Mire hacia arriba y continué subiendo por el sendero, esta vez yendo primera. Al llegar al final había una humilde casa de campo, aparentemente estaba abandonada – Entrare primera, mi sistema indica que podría ser peligroso.
Abrí la puerta principal con cuidado, allí habían muebles rotos, claramente nadie estaba habitándola en ese momento, pero sin embargo había un ser vivo allí.
-Hola Rakan´Drag, soy Zöe ¿Me recuerdas? – No podía sentir sorpresa, pero podía entender que eso era algo extraño- Que increíble coincidencia ¿Eras tu quien pedía ayuda?- No acompañaba el comentario de ningún gesto en particular, no se me ocurría que podría ser lo más adecuado en una situación así.
- Aclaración del subrayado :
- Esto es por la maldición que lleva Zöe
- Como debe verse Zöe riendo:
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Zöe
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Re: [CERRADO] ¿Cómo se vive en el Norte? [Libre]
Lavey, sintiéndose ofendida inflo lo carrillos y puso sus brazos en jarra. "Encima de que quería ayudarla a que no tuviera frío, va y me empuja." Pensaba la pequeña mientras escuchaba la risa de Zöe y veía los acontecimientos que estaban pasando.
-Y te va seguir pasando Zöe, te digo que lo que sientes es normal. -La desconocida arquera, seguía indiferente a todo y estaba reticente a querer ayudar a quien pedía ayuda. Aun así empujada por la hada, salió corriendo montaña arriba.
Con la biotica abriendo camino y Lavey cerrandolo, subimos hasta la pequeña casa pasando por la piedra con el grabado de auxilio. Ciertamente estaba pasando algo, no esperaba encontrarme a nadie conocido pero cuando Zöe abrió la puerta y vi al predicador me sorprendí. El mundo era un pañuelo.
-Rakan! ¿Estas bien? ¿Ha pasado algo? -Mi voz era una mezcla de incertidumbre y preocupación. -Hemos escuchado los rugidos y visto la señal de ayuda mas atras.
A primera vista, la casa parecía haber sufrido alguna clase de robo o altercado, pero dada la cantidad de polvo que reposaba sobre los muebles rotos, lo que fuera que hubiese pasado había sido hace mucho tiempo. Entonces... ¿Porque pedir ayuda? ¿Que estaba sucediendo? El muchacho tenia el corazón noble y se negaba hacer el, así que las trampas o emboscadas estaban descartadas.
Lavey miraba en silencio la situación, daba pequeños vistazos al lugar y miraba de reojo la pequeña hada. Quería ir, tocarla, hablar con el bichito, pero después de la reacción que tuvo su dueña prefirio aguantarse las ganas.
-Y te va seguir pasando Zöe, te digo que lo que sientes es normal. -La desconocida arquera, seguía indiferente a todo y estaba reticente a querer ayudar a quien pedía ayuda. Aun así empujada por la hada, salió corriendo montaña arriba.
Con la biotica abriendo camino y Lavey cerrandolo, subimos hasta la pequeña casa pasando por la piedra con el grabado de auxilio. Ciertamente estaba pasando algo, no esperaba encontrarme a nadie conocido pero cuando Zöe abrió la puerta y vi al predicador me sorprendí. El mundo era un pañuelo.
-Rakan! ¿Estas bien? ¿Ha pasado algo? -Mi voz era una mezcla de incertidumbre y preocupación. -Hemos escuchado los rugidos y visto la señal de ayuda mas atras.
A primera vista, la casa parecía haber sufrido alguna clase de robo o altercado, pero dada la cantidad de polvo que reposaba sobre los muebles rotos, lo que fuera que hubiese pasado había sido hace mucho tiempo. Entonces... ¿Porque pedir ayuda? ¿Que estaba sucediendo? El muchacho tenia el corazón noble y se negaba hacer el, así que las trampas o emboscadas estaban descartadas.
Lavey miraba en silencio la situación, daba pequeños vistazos al lugar y miraba de reojo la pequeña hada. Quería ir, tocarla, hablar con el bichito, pero después de la reacción que tuvo su dueña prefirio aguantarse las ganas.
- Off:
- Me a quedado algo corto n.nU pero tengo algunos asuntillos en la RL que me quitan mucho tiempo. Sorry
Reivy Abadder
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Re: [CERRADO] ¿Cómo se vive en el Norte? [Libre]
Pelearse con la nieve era horrible, pero por fin había llegado a donde estaba la roca rayada. Esperó a que aparecieran las otras, que venían detrás. La extraña biocibernética fue la que tradujo lo que había escrito en la piedra. “Ayuda”. ¿Quién escribiría esa palabra tan urgente en una roca y en un idioma que no todos conocían? Bueno, aunque estando en el norte era probable que sí supieran. Aun así, escribirlo en una piedra de un páramo nevado era bastante extraño. Si alguien necesitaba ayuda y nadie pasaba por ahí, ¿cómo le auxiliarían? Suspiró. La robot pensaba lo mismo que ella, pero lo dijo en alto. Al menos la habían programado para tener algo de sentido común.
Siguieron el camino; esta vez fue detrás de las demás, pues la biocibernética había dicho que podría ser peligroso. En otra circunstancia, Helyare habría ignorado a esa mujer y habría ido por su cuenta, pero no hoy. No iba a arriesgarse por esas tres idiotas a las que no conocía.
Cerca de ahí había una casa abandonada. Zöe entró la primera y la elfa se quedó mirando alrededor, tratando de encontrar alguna pista sobre qué o quién estaba gritando. Nada más entrar, la biocibernética nombró a alguien, lo que atrajo la curiosidad de la joven del sur. Para más inri, la dragona también nombró al mismo tipo. Helyare se asomó, tratando de ver quién estaba en el interior de la casa: un hombre rubio. ¿Sería dragón? Estaba un poco perdida. Incluso Nillë entró a ver de quién se trataba, iluminando la estancia con su característico brillo azulado.
La estancia era bastante fea de ver: muebles rotos y tirados, suelo sucio, varias maderas putrefactas… La verdad es que no era la casa ideal para vivir. Y menos con ese clima tan adverso. Un escalofrío la recorrió cuando se imaginó que alguien pudiera vivir ahí en mitad de las fuertes nevadas y las temperaturas tan bajas. ¡Horrible! Si ya era agotador en la casa de Ingela y era un lugar decente para vivir, con fuego y mantas, aquel sitio era completamente un suicidio para ese clima.
¿Ese era “Rakan”? No dijo nada al entrar, pero ya tenía bien sujeta su vara por si acaso. – ¿Y él es quien necesita ayuda? –Comentó con desdén –yo lo veo bien.
No tenía heridas visibles, y aunque las tuviese le daba igual. Puso los ojos en blanco y salió de la destrozada casa. Su tiempo perdido para nada, ¡maldita Nillë y su manía de ayudar a todos! Se parecía a Ingela.
Justo al salir se dio cuenta de que había más marcas en la madera de la fachada y, presa de la curiosidad por entender qué ponía ahí, habló en voz alta para que la escucharan –aquí hay más letras. ¿Qué pone? –se asomó por el hueco de la puerta buscando que la robot tradujese las cuatro letras que había. Esa escritura a base de líneas, como garras, le parecía demasiado brusco comparado con la delicada escritura del élfico. Incluso las amenazas eran gráciles en ese idioma. Aquí parecía que habían clavado las uñas y de esos arañados habían sacado las letras. Aun así, si se iba a quedar en ese lugar, no estaría de más aprender a leer en dracónico. Más adelante le propondría la idea a su amiga.
Volvió a centrarse en ese hombre que pedía ayuda, ¿por qué la pedía? Había estado observando alrededor y no había visto nada. No tenía signos de ataque alguno.
–Yo me voy –anuncié, sobre todo para que Nillë lo escuchara. Algo que no le sentó muy bien, su color azul se intensificó pero poco pudo hacer cuando la elfa salió por la puerta de la casa. Algo se escuchaba, como un estruendo. Helyare volvió a mirar por todos lados pero no era capaz de ver nada, aun así, el estruendo era cada vez más fuerte. Sus ojos se clavaron en la cima de la montaña, un desprendimiento de nieve, posiblemente generado por los gritos del dragón, avanzaba de forma rápida por las faldas de la misma y no tardaría en llegar a donde estaban. – ¡Salid de aquí si no queréis morir! –gritó, y trató de bajar por donde habían subido.
Nunca, jamás, había visto un alud. Realmente no sabía lo que eran, pero sí que el estruendo y la gran masa de nieve parecían ser peligrosos. No quería quedar sepultada por la nieve. Realmente, tampoco sabía qué más hacer en esos casos.
Siguieron el camino; esta vez fue detrás de las demás, pues la biocibernética había dicho que podría ser peligroso. En otra circunstancia, Helyare habría ignorado a esa mujer y habría ido por su cuenta, pero no hoy. No iba a arriesgarse por esas tres idiotas a las que no conocía.
Cerca de ahí había una casa abandonada. Zöe entró la primera y la elfa se quedó mirando alrededor, tratando de encontrar alguna pista sobre qué o quién estaba gritando. Nada más entrar, la biocibernética nombró a alguien, lo que atrajo la curiosidad de la joven del sur. Para más inri, la dragona también nombró al mismo tipo. Helyare se asomó, tratando de ver quién estaba en el interior de la casa: un hombre rubio. ¿Sería dragón? Estaba un poco perdida. Incluso Nillë entró a ver de quién se trataba, iluminando la estancia con su característico brillo azulado.
La estancia era bastante fea de ver: muebles rotos y tirados, suelo sucio, varias maderas putrefactas… La verdad es que no era la casa ideal para vivir. Y menos con ese clima tan adverso. Un escalofrío la recorrió cuando se imaginó que alguien pudiera vivir ahí en mitad de las fuertes nevadas y las temperaturas tan bajas. ¡Horrible! Si ya era agotador en la casa de Ingela y era un lugar decente para vivir, con fuego y mantas, aquel sitio era completamente un suicidio para ese clima.
¿Ese era “Rakan”? No dijo nada al entrar, pero ya tenía bien sujeta su vara por si acaso. – ¿Y él es quien necesita ayuda? –Comentó con desdén –yo lo veo bien.
No tenía heridas visibles, y aunque las tuviese le daba igual. Puso los ojos en blanco y salió de la destrozada casa. Su tiempo perdido para nada, ¡maldita Nillë y su manía de ayudar a todos! Se parecía a Ingela.
Justo al salir se dio cuenta de que había más marcas en la madera de la fachada y, presa de la curiosidad por entender qué ponía ahí, habló en voz alta para que la escucharan –aquí hay más letras. ¿Qué pone? –se asomó por el hueco de la puerta buscando que la robot tradujese las cuatro letras que había. Esa escritura a base de líneas, como garras, le parecía demasiado brusco comparado con la delicada escritura del élfico. Incluso las amenazas eran gráciles en ese idioma. Aquí parecía que habían clavado las uñas y de esos arañados habían sacado las letras. Aun así, si se iba a quedar en ese lugar, no estaría de más aprender a leer en dracónico. Más adelante le propondría la idea a su amiga.
Volvió a centrarse en ese hombre que pedía ayuda, ¿por qué la pedía? Había estado observando alrededor y no había visto nada. No tenía signos de ataque alguno.
–Yo me voy –anuncié, sobre todo para que Nillë lo escuchara. Algo que no le sentó muy bien, su color azul se intensificó pero poco pudo hacer cuando la elfa salió por la puerta de la casa. Algo se escuchaba, como un estruendo. Helyare volvió a mirar por todos lados pero no era capaz de ver nada, aun así, el estruendo era cada vez más fuerte. Sus ojos se clavaron en la cima de la montaña, un desprendimiento de nieve, posiblemente generado por los gritos del dragón, avanzaba de forma rápida por las faldas de la misma y no tardaría en llegar a donde estaban. – ¡Salid de aquí si no queréis morir! –gritó, y trató de bajar por donde habían subido.
Nunca, jamás, había visto un alud. Realmente no sabía lo que eran, pero sí que el estruendo y la gran masa de nieve parecían ser peligrosos. No quería quedar sepultada por la nieve. Realmente, tampoco sabía qué más hacer en esos casos.
- Spoiler:
- Antes de los 5 turnos tengo que lanzar runa para ver si mi hada me ataca o no; esta vez ha salido buena, así que no me ataca -> [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Helyare
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Re: [CERRADO] ¿Cómo se vive en el Norte? [Libre]
No tarde mucho en empezar a escuchar ruidos cerca de la casa, varias pisadas, por un momento pensé que eran mis hermanos, quienes habían escuchado el llamado. Pero todo cambio cuando empezaron a abrir la puerta lentamente, haciendo el típico ruido de suspenso, pero cuando entraron, no eran mas que Reivy, Zoe, y la niña. Aunque había alguien mas, una mujer con capucha que solamente entro y salio.
Me sorprendí al ver a ellos y no a mis hermanos, ni tampoco pensaba que justo iban a ser ellos. Fue un poco decepcionante, pero a la vez es bueno ver caras de nuevo. No sabia que decirles, sinceramente no las llamaba a ellas, así que lo único que podía decirles es eso.
- Hubo una confusión, esperaba que los mensajes llegaran a otras personas. Lo siento. - Me quede mirándolos unos minutos cuando se empieza a escuchar un ruido seguido de un temblor. Y no tardo mucho en escucharse un grito diciendo
- ¡Salid de aquí si no queréis morir! -
Lo primero que hice fue empujar a ambas mujeres para afuera, para que reaccionaran. Corrí lo mas rápido que pude sin mirar atrás, pero preocupándome por el resto del grupo, mire a la chica encapuchada y la seguí en su camino, ademas de niño subía y bajaba estas montañas siempre, sabia el camino como para guiarlos si se perdían, aunque claramente subieron así que sabian bajar.
- ¡Por acá! - Grite sin voltearme, esperando que el resto del grupo estuviera atrás mio.
Me sorprendí al ver a ellos y no a mis hermanos, ni tampoco pensaba que justo iban a ser ellos. Fue un poco decepcionante, pero a la vez es bueno ver caras de nuevo. No sabia que decirles, sinceramente no las llamaba a ellas, así que lo único que podía decirles es eso.
- Hubo una confusión, esperaba que los mensajes llegaran a otras personas. Lo siento. - Me quede mirándolos unos minutos cuando se empieza a escuchar un ruido seguido de un temblor. Y no tardo mucho en escucharse un grito diciendo
- ¡Salid de aquí si no queréis morir! -
Lo primero que hice fue empujar a ambas mujeres para afuera, para que reaccionaran. Corrí lo mas rápido que pude sin mirar atrás, pero preocupándome por el resto del grupo, mire a la chica encapuchada y la seguí en su camino, ademas de niño subía y bajaba estas montañas siempre, sabia el camino como para guiarlos si se perdían, aunque claramente subieron así que sabian bajar.
- ¡Por acá! - Grite sin voltearme, esperando que el resto del grupo estuviera atrás mio.
Rakan'Drag
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Re: [CERRADO] ¿Cómo se vive en el Norte? [Libre]
Tenía que estar de acuerdo con la mujer, no parecía haber ningún signo de peligro inmediato, quizás los muebles caídos eran indicio de que algo malo había pasado, pero en ese mismo instante parecían estar solos. Rakan´Drag nos explico que en realidad el mensaje era para sus hermanos, entonces había sido casualidad que fuéramos nosotros quienes lo encontraran.
La mujer rápidamente perdió el interés, salió de la habitación para luego mencionar que había más letras afuera. Me acerqué para ver de qué se trataba.
-K-A-S-A- Le traduje de inmediato – Supongo que era otro mensaje para sus hermanos, para que supieran que él estaba aquí ¿Correcto? – Miré al dragón para que me lo confirme.
Noté que Perro estaba intranquilo de nuevo, algo lo inquietaba y los animales, vivos o muertos, no solían equivocarse con esas cosas. Puse atención en el entorno, al principio no parecía haber cambio alguno, pero pronto mis sensores comenzaron a detectar algo, el grito de advertencia de la mujer termino de confirmar mis sospechas. El dragón fue uno de los primeros en reaccionar, pero Reivy y yo fijamos nuestra mirada en Lavey.
Hablar hubiese sido una pérdida de tiempo, levante a la pequeña en brazos y comencé a correr, tenía más fuerza que la dragona para correr, pero no era más rápida. A los pocos metros vi a Reivy pasar volando en su forma de dragón junto a mí, no era necesario pensarlo demasiado, Lavey estaba muy asustada, no lograba reaccionar.
-¡Reivy!- Le dije a la dragona para que la agarre, podía sentir la nieve tocando mis tobillos, levante a la niña lo mas que pude y noté cuando Rei se la llevaba.
La tarea estaba cumplida, había hecho lo posible para que los orgánicos estuvieran a salvo, ahora era momento de encontrar la manera de sobrevivir. La nieve golpeaba ya mis piernas y me hacía tropezar, vi un árbol e intenté sujetarme, pero la fuerza de la avalancha me arrancó y revolcó colina abajo hasta que mis sistemas perdieron el sentido de orientación.
De pronto el silencio se hizo presente, la nieve se había detenido, la avalancha había terminado.
[ANALIZANDO]
Cuando la nieve se asentaba era dura como la piedra, no podía moverme con facilidad, pero si no lo hacía era poco probable que me encontraran. Mientras más tiempo esperara menos posibilidades habría de que pudiera salir de allí, con mucha dificultad comencé a levantar un brazo [ANÁLISIS FINALIZADO] sabía en qué dirección era el arriba, y que no estaba muy lejos del exterior.
Mi mano logró salir a la superficie, y lo primero que sentí fueron los dientes de Perro que intentaba sacarme sin mucho éxito.
-------------------------
La mujer rápidamente perdió el interés, salió de la habitación para luego mencionar que había más letras afuera. Me acerqué para ver de qué se trataba.
-K-A-S-A- Le traduje de inmediato – Supongo que era otro mensaje para sus hermanos, para que supieran que él estaba aquí ¿Correcto? – Miré al dragón para que me lo confirme.
Noté que Perro estaba intranquilo de nuevo, algo lo inquietaba y los animales, vivos o muertos, no solían equivocarse con esas cosas. Puse atención en el entorno, al principio no parecía haber cambio alguno, pero pronto mis sensores comenzaron a detectar algo, el grito de advertencia de la mujer termino de confirmar mis sospechas. El dragón fue uno de los primeros en reaccionar, pero Reivy y yo fijamos nuestra mirada en Lavey.
Hablar hubiese sido una pérdida de tiempo, levante a la pequeña en brazos y comencé a correr, tenía más fuerza que la dragona para correr, pero no era más rápida. A los pocos metros vi a Reivy pasar volando en su forma de dragón junto a mí, no era necesario pensarlo demasiado, Lavey estaba muy asustada, no lograba reaccionar.
-¡Reivy!- Le dije a la dragona para que la agarre, podía sentir la nieve tocando mis tobillos, levante a la niña lo mas que pude y noté cuando Rei se la llevaba.
La tarea estaba cumplida, había hecho lo posible para que los orgánicos estuvieran a salvo, ahora era momento de encontrar la manera de sobrevivir. La nieve golpeaba ya mis piernas y me hacía tropezar, vi un árbol e intenté sujetarme, pero la fuerza de la avalancha me arrancó y revolcó colina abajo hasta que mis sistemas perdieron el sentido de orientación.
De pronto el silencio se hizo presente, la nieve se había detenido, la avalancha había terminado.
[ANALIZANDO]
Cuando la nieve se asentaba era dura como la piedra, no podía moverme con facilidad, pero si no lo hacía era poco probable que me encontraran. Mientras más tiempo esperara menos posibilidades habría de que pudiera salir de allí, con mucha dificultad comencé a levantar un brazo [ANÁLISIS FINALIZADO] sabía en qué dirección era el arriba, y que no estaba muy lejos del exterior.
Mi mano logró salir a la superficie, y lo primero que sentí fueron los dientes de Perro que intentaba sacarme sin mucho éxito.
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- FDI:
- Todas las acciones fueron pautadas con anterioridad con la Usuaria de Reivy
Zöe
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Re: [CERRADO] ¿Cómo se vive en el Norte? [Libre]
En epoca de deshielo nadie en su santo jucio habria acudido a la montaña, pero claro, ni estabamos en la epoca de deshielo ni teniamos el mejor jucio del mundo, ya que acudir a ciegas hacia una llamada que podria haber sido una trampa no fue la mejor de las ideas. Justamente fue esa llamada pidiendo ayuda la que desencadeno la abalachan.
De lejos las avalanchas se veían hermosas, toneladas de nieve, piedras, arboles e inclusos pequeños animales, rodando colinas y montaña abajo, como si fueran virutas de madera o polvo recién sacado de los muebles, pero de cerca, de cerca era un mortal cumulo de agua solida capaz de romperte la nuca o la espalda contra un árbol.
Todos salimos corriendo de la pequeña cabaña que comenzaba a ser tragada por la nieve, la elfa (aun no descubierta como tal) fue la primera en abrir camino, seguida del dragón y continuada por Zöe y la niña a sus brazos. Si quería salir de allí tendría que hacerlo de otra forma que no fuera corriendo.
Empece a transformarme, era la solución mas rápida. Haaaaa yo no quería romper mi ropa, este conjunto me gusta mucho. Pensaba con rabia mientras comenzaba a cambiar la forma, el primer cambio fueron mis inusuales pulsos eléctricos que recorrían todo mi cuerpo siguiendo el ritmo cardíaco, a renglón seguido la piel muto de un color carne pálido a un conjunto de colores, que iban desde una negro tierra, hasta un rayado blanco nieve en conjunto con otras rayas anaranjadas y amarillentas. Con toda la piel endurecida y escamada mi cuerpo comenzó a cambiar, ya estaba enterrada hasta la cintura cuando del pelo surgieron los cuerno y de la cara salio un hocico huesudo y endurecido, de la espalda, que a estas alturas ya estaba encorvada y estirada de una forma grotesca; emergían una alas escamosas y musculosas. Estaba por completo enterrada para cuando mis brazos y piernas se agrandaron y mi columna se amplio para formar una cola, del pobre conjuntos de cuero y pelo ya solo quedaban retazos y girones.
Con un potente rugido y una honda expansiva de mi inusual circuito eléctrico saque y derretí la nieve de mi alrededor, batiendo las alas comencé a volar por encima de la nieve, colina abajo podía escuchar a Zöe gritando mi nombre con la niña en alto. Apreté el vuelo lo mas que dieron mis alas y le arranque a Lavey de las manos mordiéndole a la pequeña el jubón de piel que traía puesto. Rápidamente alce el vuelo para no chocar contra los arboles y para cuando quise girar a ver a la mujer de pelo platino ya no estaba, había sido engullida por la nieve.
Para cuando las dos llegamos al final de la colina, donde antes había un claro rodeado de arboles, ahora había nieve blanda y polvorienta que enterraba la mitad de estos arboles. Mas adelante se podían apreciar las siluetas de los otros dos miembros del grupo, descendí hasta ellos y al posar el peso de mi cuerpo en el suelo la nieve se compacto hasta dejar mis patas enterradas hasta el tobillo, se podía escuchar como las pulsaciones eléctricas derretían la nieve.
Solté a Lavey y como si fuera una autómata la niña abrazo mi hocico y comenzó a llorar. -Tenia mucho miedo... Zöe me cuidaba pero... pero... -Los gimoteos se intensificaron y comenzó el llanto intenso. -Reivy!! Zöe se hundió en la nieve por salvarme, no s-se puede morir, hay que rescatarla.
Cerré los ojos y baje mas la cabeza dando un ronroneante rugido para tratar de tranquilizarla. Los segundo pasaban y el riesgo de encontrar a la biotica con vida menguaban, levante la cabeza dirigiendo la mirada a la arquera y con pequeños topetones fui moviendo a la niña hasta la mujer, a la cual mire con tranquilidad tratando de hacerle entender que quería que cuidara a la pequeña en mi ausencia. Mire a Rakan que parecía estar a salvo, aunque con las piernas mojadas por la nieve y salí volando de vuelta a por Zöe.
No tarde mucho en volver al punto en donde la vi por ultima vez, cuando unos metros mas abajo detecte a Perro y una mano emergente de entre la nieve, cualquiera diría que eso es imposible, que la mujer tendría que estar ya muerta, pero ella mitad maquina así que quien sabe, igual hasta podría haber durado ahí abajo un par de días. Aterrice en el lugar y tras unos cuidados zarpazos desenterré parte de su cuerpo, tenia el pelo lleno de nieve y todo su cuerpo estaba empapado, dándole un soplido le saque la nieve que le quedaba en pelo y usando mi garra como si fuera una cuchara termine de sacar de la nieve.
La deje junto a mi dejando que descansara o que comprobando que todo en ella estaba correcto y cuando estuvo estable le di pequeñas indicaciones para que entendiera podía subirse a mi lomo para llevarla junto al grupo.
______
Habilidad racial: Transformación en Dragón
De lejos las avalanchas se veían hermosas, toneladas de nieve, piedras, arboles e inclusos pequeños animales, rodando colinas y montaña abajo, como si fueran virutas de madera o polvo recién sacado de los muebles, pero de cerca, de cerca era un mortal cumulo de agua solida capaz de romperte la nuca o la espalda contra un árbol.
Todos salimos corriendo de la pequeña cabaña que comenzaba a ser tragada por la nieve, la elfa (aun no descubierta como tal) fue la primera en abrir camino, seguida del dragón y continuada por Zöe y la niña a sus brazos. Si quería salir de allí tendría que hacerlo de otra forma que no fuera corriendo.
Empece a transformarme, era la solución mas rápida. Haaaaa yo no quería romper mi ropa, este conjunto me gusta mucho. Pensaba con rabia mientras comenzaba a cambiar la forma, el primer cambio fueron mis inusuales pulsos eléctricos que recorrían todo mi cuerpo siguiendo el ritmo cardíaco, a renglón seguido la piel muto de un color carne pálido a un conjunto de colores, que iban desde una negro tierra, hasta un rayado blanco nieve en conjunto con otras rayas anaranjadas y amarillentas. Con toda la piel endurecida y escamada mi cuerpo comenzó a cambiar, ya estaba enterrada hasta la cintura cuando del pelo surgieron los cuerno y de la cara salio un hocico huesudo y endurecido, de la espalda, que a estas alturas ya estaba encorvada y estirada de una forma grotesca; emergían una alas escamosas y musculosas. Estaba por completo enterrada para cuando mis brazos y piernas se agrandaron y mi columna se amplio para formar una cola, del pobre conjuntos de cuero y pelo ya solo quedaban retazos y girones.
Con un potente rugido y una honda expansiva de mi inusual circuito eléctrico saque y derretí la nieve de mi alrededor, batiendo las alas comencé a volar por encima de la nieve, colina abajo podía escuchar a Zöe gritando mi nombre con la niña en alto. Apreté el vuelo lo mas que dieron mis alas y le arranque a Lavey de las manos mordiéndole a la pequeña el jubón de piel que traía puesto. Rápidamente alce el vuelo para no chocar contra los arboles y para cuando quise girar a ver a la mujer de pelo platino ya no estaba, había sido engullida por la nieve.
Para cuando las dos llegamos al final de la colina, donde antes había un claro rodeado de arboles, ahora había nieve blanda y polvorienta que enterraba la mitad de estos arboles. Mas adelante se podían apreciar las siluetas de los otros dos miembros del grupo, descendí hasta ellos y al posar el peso de mi cuerpo en el suelo la nieve se compacto hasta dejar mis patas enterradas hasta el tobillo, se podía escuchar como las pulsaciones eléctricas derretían la nieve.
Solté a Lavey y como si fuera una autómata la niña abrazo mi hocico y comenzó a llorar. -Tenia mucho miedo... Zöe me cuidaba pero... pero... -Los gimoteos se intensificaron y comenzó el llanto intenso. -Reivy!! Zöe se hundió en la nieve por salvarme, no s-se puede morir, hay que rescatarla.
Cerré los ojos y baje mas la cabeza dando un ronroneante rugido para tratar de tranquilizarla. Los segundo pasaban y el riesgo de encontrar a la biotica con vida menguaban, levante la cabeza dirigiendo la mirada a la arquera y con pequeños topetones fui moviendo a la niña hasta la mujer, a la cual mire con tranquilidad tratando de hacerle entender que quería que cuidara a la pequeña en mi ausencia. Mire a Rakan que parecía estar a salvo, aunque con las piernas mojadas por la nieve y salí volando de vuelta a por Zöe.
No tarde mucho en volver al punto en donde la vi por ultima vez, cuando unos metros mas abajo detecte a Perro y una mano emergente de entre la nieve, cualquiera diría que eso es imposible, que la mujer tendría que estar ya muerta, pero ella mitad maquina así que quien sabe, igual hasta podría haber durado ahí abajo un par de días. Aterrice en el lugar y tras unos cuidados zarpazos desenterré parte de su cuerpo, tenia el pelo lleno de nieve y todo su cuerpo estaba empapado, dándole un soplido le saque la nieve que le quedaba en pelo y usando mi garra como si fuera una cuchara termine de sacar de la nieve.
La deje junto a mi dejando que descansara o que comprobando que todo en ella estaba correcto y cuando estuvo estable le di pequeñas indicaciones para que entendiera podía subirse a mi lomo para llevarla junto al grupo.
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Habilidad racial: Transformación en Dragón
Última edición por Reivy Abadder el Vie Abr 13 2018, 15:45, editado 1 vez
Reivy Abadder
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Re: [CERRADO] ¿Cómo se vive en el Norte? [Libre]
La nieve empezaba a caer a gran fuerza y velocidad, arrasando con todo lo que encontraba a su paso, incluida la cabaña cuando llegase a las faldas de la montaña. Helyare salió corriendo y, pese a su rapidez, la nieve no era el mejor ambiente para ella; eso la retrasaba en su carrera. Nillë voló a toda velocidad, justo delante de la elfa, que la seguía a toda prisa. Nunca pensó que la nieve pudiera hacer un sonido tan estrepitoso. ¿Estarían acostumbrados los habitantes de Dundarak a los aludes? Con suerte, Helyare apenas conocía la nieve, como para saber qué hacer en el momento en que te ves enterrado bajo ella. ¡Y bajaba a gran velocidad! Tropezó y cayó en varias ocasiones mientras bajaba. Las rocas ocultas por el manto blanco eran horribles, una trampa.
Pudo ver a una de las muchachas convertirse en dragón y sobrevolar el cielo llevando a la más pequeña en la boca. De un rápido vistazo hacia atrás, pudo ver al otro chico, que la seguía. Helyare se apresuró para intentar bajar y se ocultó tras unas rocas, fuera del recorrido del alud. El estruendo era cada vez más fuerte. Ella, protegida por unas rocas que estaban a la derecha del recorrido de la nieve, consiguió salir ilesa, aunque con el corazón en la boca a causa del susto. La superficie de nieve había crecido muchísimo, y todavía no era capaz de respirar con calma. A pesar del frío que hacía, sentía calor.
La nieve había tirado árboles, incluso. ¡Sí que tenía fuerza!
Después de unos minutos tratando de recobrar el aliento quiso salir de las rocas, pero algo llamó su atención: unas pequeñas piedrecitas, no más largas que su dedo pulgar, con escrituras parecidas a las que había hecho el dragón sobre la roca. Le resultaron curiosas y se entretuvo en sacarlas de la roca donde estaban encajadas. Se las enseñaría a Ingela para que tradujera lo que significaban. Eso si conseguía sacarlas…
Nillë trató de ayudarla, aunque era difícil. El hada se rindió y volvió a esconderse entre las pieles del abrigo de la elfa. Los llantos de la pequeña niña hicieron que Helyare se girase para ver qué pasaba. Sacó la última de las tres piedrecitas que había y fue corriendo hacia donde estaban Reivy y la chiquilla. –¿Qué ha pasado? –quiso saber. Aunque al llegar y no ver a la tercera chica, supuso que había quedado enterrada en la nieve.
Reivy lo confirmó cuando fue hacia donde había dejado rastro la avalancha y estaba intentando excavar un agujero entre el hielo. La pequeña lloraba y decía que había intentado salvarla y la mascota huesuda de la mujer robot intentaba morder la mano de ésta para sacarla. Helyare se quedó ahí, mirando. No contemplaba la escena, realmente, sino que miraba a la cima de la montaña, atenta de que no hubiera otro alud que acabase enterrándolos a todos. El deshielo era peligroso.
La dragona consiguió sacar a la biocibernética. ¿Se congelaría si permanecía en la nieve? En realidad, era una especie de máquina, como mucho se estropearía y poco más. Pero, a la gente no le gustaba eso de que sus aparatos se rompieran, así que por eso supuso que Reivy la salvó. Helyare la miró de reojo durante un segundo y volvió a centrarse en la montaña.
–Por ahora no hay ninguna otra avalancha –comentó en voz baja, mientras esperaba a que sacasen a Zöe del todo. Aunque, al ver el empeño que ponía la dragona, se acercó a tirar de su brazo para darle el último empujón y acabar de incorporarla. La nieve tras el alud estaba más blanda, era más fácil hundirse y costaba más andar. ¡Qué horror de nieve! ¿Se derretiría alguna vez?
Pudo ver a una de las muchachas convertirse en dragón y sobrevolar el cielo llevando a la más pequeña en la boca. De un rápido vistazo hacia atrás, pudo ver al otro chico, que la seguía. Helyare se apresuró para intentar bajar y se ocultó tras unas rocas, fuera del recorrido del alud. El estruendo era cada vez más fuerte. Ella, protegida por unas rocas que estaban a la derecha del recorrido de la nieve, consiguió salir ilesa, aunque con el corazón en la boca a causa del susto. La superficie de nieve había crecido muchísimo, y todavía no era capaz de respirar con calma. A pesar del frío que hacía, sentía calor.
La nieve había tirado árboles, incluso. ¡Sí que tenía fuerza!
Después de unos minutos tratando de recobrar el aliento quiso salir de las rocas, pero algo llamó su atención: unas pequeñas piedrecitas, no más largas que su dedo pulgar, con escrituras parecidas a las que había hecho el dragón sobre la roca. Le resultaron curiosas y se entretuvo en sacarlas de la roca donde estaban encajadas. Se las enseñaría a Ingela para que tradujera lo que significaban. Eso si conseguía sacarlas…
Nillë trató de ayudarla, aunque era difícil. El hada se rindió y volvió a esconderse entre las pieles del abrigo de la elfa. Los llantos de la pequeña niña hicieron que Helyare se girase para ver qué pasaba. Sacó la última de las tres piedrecitas que había y fue corriendo hacia donde estaban Reivy y la chiquilla. –¿Qué ha pasado? –quiso saber. Aunque al llegar y no ver a la tercera chica, supuso que había quedado enterrada en la nieve.
Reivy lo confirmó cuando fue hacia donde había dejado rastro la avalancha y estaba intentando excavar un agujero entre el hielo. La pequeña lloraba y decía que había intentado salvarla y la mascota huesuda de la mujer robot intentaba morder la mano de ésta para sacarla. Helyare se quedó ahí, mirando. No contemplaba la escena, realmente, sino que miraba a la cima de la montaña, atenta de que no hubiera otro alud que acabase enterrándolos a todos. El deshielo era peligroso.
La dragona consiguió sacar a la biocibernética. ¿Se congelaría si permanecía en la nieve? En realidad, era una especie de máquina, como mucho se estropearía y poco más. Pero, a la gente no le gustaba eso de que sus aparatos se rompieran, así que por eso supuso que Reivy la salvó. Helyare la miró de reojo durante un segundo y volvió a centrarse en la montaña.
–Por ahora no hay ninguna otra avalancha –comentó en voz baja, mientras esperaba a que sacasen a Zöe del todo. Aunque, al ver el empeño que ponía la dragona, se acercó a tirar de su brazo para darle el último empujón y acabar de incorporarla. La nieve tras el alud estaba más blanda, era más fácil hundirse y costaba más andar. ¡Qué horror de nieve! ¿Se derretiría alguna vez?
Helyare
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Re: [CERRADO] ¿Cómo se vive en el Norte? [Libre]
Por fin la nieve había parado, al menos por ahora. No quería hablar temprano así que no dije nada sobre eso. Me senté en un costado cuando las demás fueron a buscar a Zoe, ellas podían solas, yo solamente espere. una vez que la habían terminado de sacar, mire a todos y sonreí. Una vez mas, dos personas del pasado, y una persona nueva. Esto de conocer gente era genial, basta de Kremm y animales. Pero empece a entender algo, la gente quería aparentar que nada le importa mas que ellos mismos. ¡Mentira!, en el fondo todos tenían bondad, solo que la ocultan, es lo típico de " Si quieres sobrevivir tienes que ser así bla bla ", tienen miedo de sacar su verdadera persona. Pero para eso estaba yo, para ayudarlos. Me acerque a la mujer de capucha mientras sacaban a la bio de la nieve.
–Por ahora no hay ninguna otra avalancha – dijo la mujer en voz baja, me acerque y le dije - ¡Gracias a los dragones! - sonreí y le toque el hombro - Gracias por avisarnos, de no ser por vos estaríamos tres metros bajo nieve... mostraste tener bondad, y los dragones ancestrales siempre notan eso, seras recompensada, créeme. Mientras tanto, quiero conocerte mas. Yo contestare tus preguntas, y tu las mías. ¿Queres? -
Luego mire a las otras dos, me acerque y ayude a sacarle la nieve a Zoe - Lo siento... no lo volveré a hacer. Que idiota fui, pensé que solo me escucharían mis hermanos, mis disculpas. Desde ahora les debo un favor, esto fue mi culpa. -
Mire a todos... no quería que termináramos así, que nos despidiéramos sin mas. Reivy y Zoe volvieron, los dragones ancestrales deben querer algo. Lo mejor era ir a tomar algo, o buscar algún lado donde pasar la noche. Acerque mi boca a mis manos y de un soplido las calenté como si las pusiera en una hoguera.
- Bien... eso fue lamentable, lo siento a todos, incluso a la mujer con capucha. ¿Les parece si vamos a tomar algo?, o busquemos algún lugar para quedarnos. Mire a cada una de las mujeres, esperando su respuesta.
–Por ahora no hay ninguna otra avalancha – dijo la mujer en voz baja, me acerque y le dije - ¡Gracias a los dragones! - sonreí y le toque el hombro - Gracias por avisarnos, de no ser por vos estaríamos tres metros bajo nieve... mostraste tener bondad, y los dragones ancestrales siempre notan eso, seras recompensada, créeme. Mientras tanto, quiero conocerte mas. Yo contestare tus preguntas, y tu las mías. ¿Queres? -
Luego mire a las otras dos, me acerque y ayude a sacarle la nieve a Zoe - Lo siento... no lo volveré a hacer. Que idiota fui, pensé que solo me escucharían mis hermanos, mis disculpas. Desde ahora les debo un favor, esto fue mi culpa. -
Mire a todos... no quería que termináramos así, que nos despidiéramos sin mas. Reivy y Zoe volvieron, los dragones ancestrales deben querer algo. Lo mejor era ir a tomar algo, o buscar algún lado donde pasar la noche. Acerque mi boca a mis manos y de un soplido las calenté como si las pusiera en una hoguera.
- Bien... eso fue lamentable, lo siento a todos, incluso a la mujer con capucha. ¿Les parece si vamos a tomar algo?, o busquemos algún lugar para quedarnos. Mire a cada una de las mujeres, esperando su respuesta.
Rakan'Drag
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Re: [CERRADO] ¿Cómo se vive en el Norte? [Libre]
Reduje al mínimo mis funciones mientras estaba bajo la nieve, era necesario ahorrar toda la energía que fuera posible por sí el rescate se prolongaba. Perro mordía mis dedos y tiraba hacia arriba, pero ya de por sí en situaciones normales no sería capaz de moverme, mucho menos teniendo varios kilos de nieve cubriéndome. Había poco espacio, la nieve se había pegado a mi cuerpo casi por completo, siquiera era capaz de mover mis piernas para intentar impulsarme en alguna dirección.
Mis sensores captaron un movimiento brusco, seguido de una entrada de luz repentina, al enfocar la lente comprendí que se trataba de Reivy, aún en su forma de dragón, quitando la nieve que me cubría. Una vez que liberó mis extremidades intenté ayudar también en mi rescate, lo primero que note es que mis articulaciones hacían más ruido de lo acostumbrado ¿Sería producto del frío? Quizás había subestimado el nivel de daño que podía tener la nieve sobre mi sistema.
Mire a la dragona y luego a la elfa, era la primera vez que alguien me rescataba, no estaba muy segura de qué debería decir en una situación semejante.
-Gracias por desenterrarme, hubiese sido imposible salir por mi propia cuenta - No hubiese sido extraño que decidieran dejarme enterrada bajo la nieve, al fin y al cabo, incluso nuestros creadores nos habían abandonado en aquel depósito sin dejarnos siquiera algún tipo de orden o comando a seguir - Son personas muy amables.
Rakan parecía profundamente arrepentido de su conducta, yo negué con la cabeza para quitarle importancia. Para empezar porque todos los orgánicos habían salido sin mayores dificultades del problema, y además porque no podíamos estar seguros de que fuera su culpa, los desprendimientos de nieve podrían ser causados por muchos factores.
-No debes preocuparte, Rakan´Drag, nada terrible ocurrió y mi sistema parece funcionar con normalidad - Le sonreí y le di un par de palmadas en el hombro como le había visto hacer con la otra mujer.
Me puse finalmente en pie, quitando la nieve de mi ropa; levanté mis manos y mire mis dedos con atención, las falanges se movían con normalidad, luego desplegue las herramientas de las puntas de mis dedos, eso también parecía estar en orden. Volví a guardar todo y me quedé a la espera de que los orgánicos decidieran que deseaban hacer.
-No necesito beber, ni comer, tampoco siento el frío. Pero creo que es necesario que ustedes pasen a un ambiente más cálido, el estar expuestos a la nieve y al viento helado no es bueno para la salud de ningún orgánico - Mi ropa estaba empapada, pero eso no me afectaba, mire a Perro quien se dedicaba a correr al rededor mio y supuse que a él tampoco le hacía daño el frío.
Mis sensores captaron un movimiento brusco, seguido de una entrada de luz repentina, al enfocar la lente comprendí que se trataba de Reivy, aún en su forma de dragón, quitando la nieve que me cubría. Una vez que liberó mis extremidades intenté ayudar también en mi rescate, lo primero que note es que mis articulaciones hacían más ruido de lo acostumbrado ¿Sería producto del frío? Quizás había subestimado el nivel de daño que podía tener la nieve sobre mi sistema.
Mire a la dragona y luego a la elfa, era la primera vez que alguien me rescataba, no estaba muy segura de qué debería decir en una situación semejante.
-Gracias por desenterrarme, hubiese sido imposible salir por mi propia cuenta - No hubiese sido extraño que decidieran dejarme enterrada bajo la nieve, al fin y al cabo, incluso nuestros creadores nos habían abandonado en aquel depósito sin dejarnos siquiera algún tipo de orden o comando a seguir - Son personas muy amables.
Rakan parecía profundamente arrepentido de su conducta, yo negué con la cabeza para quitarle importancia. Para empezar porque todos los orgánicos habían salido sin mayores dificultades del problema, y además porque no podíamos estar seguros de que fuera su culpa, los desprendimientos de nieve podrían ser causados por muchos factores.
-No debes preocuparte, Rakan´Drag, nada terrible ocurrió y mi sistema parece funcionar con normalidad - Le sonreí y le di un par de palmadas en el hombro como le había visto hacer con la otra mujer.
Me puse finalmente en pie, quitando la nieve de mi ropa; levanté mis manos y mire mis dedos con atención, las falanges se movían con normalidad, luego desplegue las herramientas de las puntas de mis dedos, eso también parecía estar en orden. Volví a guardar todo y me quedé a la espera de que los orgánicos decidieran que deseaban hacer.
-No necesito beber, ni comer, tampoco siento el frío. Pero creo que es necesario que ustedes pasen a un ambiente más cálido, el estar expuestos a la nieve y al viento helado no es bueno para la salud de ningún orgánico - Mi ropa estaba empapada, pero eso no me afectaba, mire a Perro quien se dedicaba a correr al rededor mio y supuse que a él tampoco le hacía daño el frío.
Zöe
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Re: [CERRADO] ¿Cómo se vive en el Norte? [Libre]
Estábamos todos reunidos entorno a Zöe excepto la pequeña Lavey que venia caminando por la falda de la montaña, en mi estado actual se me complicaba la comunicación, pero para cuando todos comenzaban hablar del siguiente lugar al que ir Lavey ya estaba de cuerpo presente.
-Podemos ir a casa de mis abuelos, Reivy nos puede llevar a todos enseguida. -Ante aquella invitación lance un suave rugido de negación que fortalecí con un movimiento negativo de la cabeza. -... o podemos ir a mi vieja casa, pero no creo que quede algo intacto. Con suerte aun seguirán las paredes de la casa.
Aquel era un tema delicado y triste para la niña, y al momento me arrepentí de haberme negado. No era que mis abuelos no quisieran acogernos sino que en mi estado actual no podría volar hasta llegar a la casa y menos aun hace varios viajes. La carencia de expresión verbal que padecía mi raza me exigía volver a mi forma humana para proseguir el dialogo. Mire en varias direcciones buscando algún lugar y a unos cuantos metros de distancia se distiguian las copas de unos arboles enterrados por la nieve, al caminar por ella mis patas compactaban el solido liquido y la electricidad palpitante que corría por mis escamas la iba derritiendo, dejando junto con la cola un sinuoso camino.
Una vez detrás de los arboles la transformación fue lo de menos, el problema mas grave era el frió que tuvo que soportar mi cuerpo desnudo mientras lo vestía. Estúpida nieve ¿Porque tienes que ser fría en lugar de caliente? Pensaba mientras cogía ropa de abrigo de la mochila.
Al volver al grupo mis botas estaban caladas al igual que el bajo del pantalón, Lavey se entretenía con Perro mientras los adultos debatían a donde ir. -Espero no haber tardado demasiado. -Refregué las manos para entrar en calor, pero en vista que no lo conseguía llame a la niña. -Lavey cielo, ven aquí un momento. Mmmm así mucho mejor.
La pequeña que había obedecido sin rechistar estaba delante mio, con su espalda apoyada en mi abdomen y unas manos frías en su cara. La joven reía por el contraste de temperaturas mientras perro se tumbaba a sus pies, como si quisiera calentarse también. Aquella escena era cuanto menos graciosa.
-Como dijo Vey, si queréis podemos ir a la casa de mis abuelos. La casa es pequeña y estaremos algo apretados, pero si no os importa sois bienvenidos. -Ahora me dirigía a Rakan que aun se lo veía afligido por verse culpable de la avalancha. -Rakan no te preocupes, no sabias que algo así podría suceder.Todos tenemos fallos, a demás no a pasado nada grave, todos estamos sanos y salvos... y bueno, algo mojados. Jajaja.
-Podemos ir a casa de mis abuelos, Reivy nos puede llevar a todos enseguida. -Ante aquella invitación lance un suave rugido de negación que fortalecí con un movimiento negativo de la cabeza. -... o podemos ir a mi vieja casa, pero no creo que quede algo intacto. Con suerte aun seguirán las paredes de la casa.
Aquel era un tema delicado y triste para la niña, y al momento me arrepentí de haberme negado. No era que mis abuelos no quisieran acogernos sino que en mi estado actual no podría volar hasta llegar a la casa y menos aun hace varios viajes. La carencia de expresión verbal que padecía mi raza me exigía volver a mi forma humana para proseguir el dialogo. Mire en varias direcciones buscando algún lugar y a unos cuantos metros de distancia se distiguian las copas de unos arboles enterrados por la nieve, al caminar por ella mis patas compactaban el solido liquido y la electricidad palpitante que corría por mis escamas la iba derritiendo, dejando junto con la cola un sinuoso camino.
Una vez detrás de los arboles la transformación fue lo de menos, el problema mas grave era el frió que tuvo que soportar mi cuerpo desnudo mientras lo vestía. Estúpida nieve ¿Porque tienes que ser fría en lugar de caliente? Pensaba mientras cogía ropa de abrigo de la mochila.
Al volver al grupo mis botas estaban caladas al igual que el bajo del pantalón, Lavey se entretenía con Perro mientras los adultos debatían a donde ir. -Espero no haber tardado demasiado. -Refregué las manos para entrar en calor, pero en vista que no lo conseguía llame a la niña. -Lavey cielo, ven aquí un momento. Mmmm así mucho mejor.
La pequeña que había obedecido sin rechistar estaba delante mio, con su espalda apoyada en mi abdomen y unas manos frías en su cara. La joven reía por el contraste de temperaturas mientras perro se tumbaba a sus pies, como si quisiera calentarse también. Aquella escena era cuanto menos graciosa.
-Como dijo Vey, si queréis podemos ir a la casa de mis abuelos. La casa es pequeña y estaremos algo apretados, pero si no os importa sois bienvenidos. -Ahora me dirigía a Rakan que aun se lo veía afligido por verse culpable de la avalancha. -Rakan no te preocupes, no sabias que algo así podría suceder.Todos tenemos fallos, a demás no a pasado nada grave, todos estamos sanos y salvos... y bueno, algo mojados. Jajaja.
Reivy Abadder
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Re: [CERRADO] ¿Cómo se vive en el Norte? [Libre]
Lo primero que hizo Helyare al notar que ese muchacho le había tocado el hombro, fue dedicarle la peor de sus expresiones. Su mirada de odio era inconfundible. ¿¡Por qué la tocaba!? Instintivamente se apartó unos centímetros de él, dándole a entender que no era partidaria del contacto físico de manera tan gratuita. Ese tipo de contacto había sido alterado desde hacía ya más de un año, quedando totalmente vetado para ella. Más todavía, si se trataba de razas así, inferiores. Aunque, sólo los dioses y ella sabían que había roto ese veto en un par de ocasiones, para enfurecerles más, posiblemente, ya que no había sido con sus hermanos de raza. Precisamente, con Aran no había habido ningún tipo de roce, esa parte sí la había cumplido. Al menos, esa.
Pero esta vez no iba a ser excepción y ella odiaba que la tocasen así, porque sí. Se mantuvo en silencio mientras el tipo hablaba, aunque su mirada era suficiente para hacerle saber que no permitiría un segundo toquecito. Realmente estaba agradecido. Pero Helyare le culpaba internamente por haber provocado la avalancha de nieve. Si no hubiera estado gritando… Enarcó una ceja cuando éste le preguntó y su respuesta fue un contundente –no. No necesito las recompensas de tus dragones inventados. Imbar o Anar pudieron ver lo que hice, y no les importa –se cruzó de brazos –. Vuestras vidas no les importan. Ni siquiera la mía. ¿Crees que me va a importar lo que digan tus dragones ancestrales? Por favor… –dijo con un toque asqueado – y no. Tampoco me interesa conocerte. Ni a ti ni al resto –pasó la mirada por las chicas.
Estaba enfadada. Habían interrumpido su entrenamiento, su silencio. Quería estar sola, o eso se obligaba a pensar todo el rato. No quería enfurecer más a sus dioses haciendo amistades con esos seres tan pintorescos. Odiaba a esa niña tan molesta. Estaba cabreada porque esa biocibernética no traía las cartas que, inconscientemente, esperaba. Aunque sabía que no llegarían jamás, esa frustración le pesaba todo el cuerpo. Y ese tipo era irritante para ella.
–Para pensar que sólo te escucharían tus hermanos, gritaste fuerte –comentó agraviada –. Pensé que la gente conocía su territorio. Pero ya veo que no.
¿A quién se le ocurría gritar en la época de deshielo? Ingela había dicho que pasadas las festividades de Ostara empezaba a derretirse la nieva. Helyare no sabía hasta qué punto era eso verdad, tenía pinta de que incluso en verano, Anar e Imbar se olvidarían de este lugar. Puso los ojos en blanco escuchando cómo las otras dos muchachas trataban de justificar la acción de Rakar.
Por desgracia, a la elfa le costaba perdonar cualquier tipo de error. Había sido enseñada a que todos los fallos debían pagarse, y no era muy dada a perdonar porque sí. Y menos, si contábamos con gente de otra raza. Miró a las demás, con cierta incomodidad y no pudo evitar preguntar una duda que le recorría la mente desde que llegó al norte.
–¿Por qué ofrecéis vuestras casas a desconocidos? –sonó muy seria, casi reprochante. ¿Qué les llevaba a abrir sus casas a otras personas que no conocían? Podían ponerse en peligro, tanto a ellos mismos como a sus familias. Desde el día uno, Ingela les había abierto las puertas de su casa a Zatch, a Thunderbolt, Fëanor, Nillë y a ella misma, y su familia había estado encantada de recibirles, pero… ¿y si no eran de fiar? Como el caso del zorro. ¿Por qué esa costumbre norteña de abrir las puertas a todo el mundo? Ella era una persona con costumbres totalmente diferentes, educada en la desconfianza para con otras personas y razas. Nadie podía ir al poblado donde había vivido, estaba protegido por runas mágicas y bien alejado de rutas comerciales para que fuera más improbable que alguien entrase. Y tampoco se recibía a gente, se buscaba un punto medio donde hacer las quedadas, a no ser que fueran clanes hermanados o gente de completa confianza.
Le resultaban tan sumamente extrañas las costumbres norteñas… y peligrosas.
Pero esta vez no iba a ser excepción y ella odiaba que la tocasen así, porque sí. Se mantuvo en silencio mientras el tipo hablaba, aunque su mirada era suficiente para hacerle saber que no permitiría un segundo toquecito. Realmente estaba agradecido. Pero Helyare le culpaba internamente por haber provocado la avalancha de nieve. Si no hubiera estado gritando… Enarcó una ceja cuando éste le preguntó y su respuesta fue un contundente –no. No necesito las recompensas de tus dragones inventados. Imbar o Anar pudieron ver lo que hice, y no les importa –se cruzó de brazos –. Vuestras vidas no les importan. Ni siquiera la mía. ¿Crees que me va a importar lo que digan tus dragones ancestrales? Por favor… –dijo con un toque asqueado – y no. Tampoco me interesa conocerte. Ni a ti ni al resto –pasó la mirada por las chicas.
Estaba enfadada. Habían interrumpido su entrenamiento, su silencio. Quería estar sola, o eso se obligaba a pensar todo el rato. No quería enfurecer más a sus dioses haciendo amistades con esos seres tan pintorescos. Odiaba a esa niña tan molesta. Estaba cabreada porque esa biocibernética no traía las cartas que, inconscientemente, esperaba. Aunque sabía que no llegarían jamás, esa frustración le pesaba todo el cuerpo. Y ese tipo era irritante para ella.
–Para pensar que sólo te escucharían tus hermanos, gritaste fuerte –comentó agraviada –. Pensé que la gente conocía su territorio. Pero ya veo que no.
¿A quién se le ocurría gritar en la época de deshielo? Ingela había dicho que pasadas las festividades de Ostara empezaba a derretirse la nieva. Helyare no sabía hasta qué punto era eso verdad, tenía pinta de que incluso en verano, Anar e Imbar se olvidarían de este lugar. Puso los ojos en blanco escuchando cómo las otras dos muchachas trataban de justificar la acción de Rakar.
Por desgracia, a la elfa le costaba perdonar cualquier tipo de error. Había sido enseñada a que todos los fallos debían pagarse, y no era muy dada a perdonar porque sí. Y menos, si contábamos con gente de otra raza. Miró a las demás, con cierta incomodidad y no pudo evitar preguntar una duda que le recorría la mente desde que llegó al norte.
–¿Por qué ofrecéis vuestras casas a desconocidos? –sonó muy seria, casi reprochante. ¿Qué les llevaba a abrir sus casas a otras personas que no conocían? Podían ponerse en peligro, tanto a ellos mismos como a sus familias. Desde el día uno, Ingela les había abierto las puertas de su casa a Zatch, a Thunderbolt, Fëanor, Nillë y a ella misma, y su familia había estado encantada de recibirles, pero… ¿y si no eran de fiar? Como el caso del zorro. ¿Por qué esa costumbre norteña de abrir las puertas a todo el mundo? Ella era una persona con costumbres totalmente diferentes, educada en la desconfianza para con otras personas y razas. Nadie podía ir al poblado donde había vivido, estaba protegido por runas mágicas y bien alejado de rutas comerciales para que fuera más improbable que alguien entrase. Y tampoco se recibía a gente, se buscaba un punto medio donde hacer las quedadas, a no ser que fueran clanes hermanados o gente de completa confianza.
Le resultaban tan sumamente extrañas las costumbres norteñas… y peligrosas.
- Spoiler:
- Hely being Hely... sorry, chicas/o
Helyare
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Re: [CERRADO] ¿Cómo se vive en el Norte? [Libre]
Me sentí bien al saber que el grupo me perdono, al menos dos de ellas. La mujer se alejo unos metros de mi, entendí que no debía volverla a tocar ni siquiera en el hombro. No la culpaba, no todos tenemos el mismo carácter, no todos fuimos "criados" de la misma manera. Ella necesitaba ayuda, la mujer se enojo, no la culpo, le doy la razón.
- Esta bien, tanto tus dioses como los míos son reales, no te voy a discutir eso. Ponte a pensar, ¿crees que a tus dioses no les importa tu vida?, si les importa. Nuestros dioses tienen un plan para nosotros, no lo olvides. - ¿Cual era la gracia de ser dios si no te preocupas por tus súbditos, tu gente, algo que uno mismo creo?. La mire, todavía sonriendo - No, esta bien que no te importe, es normal. Ellos te recompensaran de todas formas. - La mujer dejo en claro que no le interesaba conocernos, a nadie. Quería ayudarla, el tema era como. Pense en algún lugar a donde ir, en situaciones, no se me ocurría nada. Pese a que la mujer dijo que no quería conocernos, yo le dije mi nombre - Soy Rakan, Es un placer. - La mujer no tenia ni idea de que yo no era del norte, solo estuve una etapa, si. Pero no lo suficiente como para saber muchas cosas.
- No soy del norte, creo que aprendí algo... no lo volveré a hacer, lo siento. No solo protejo los derechos de las personas, ni a los dragones ancestrales. Protejo a mi familia también, pero por eso, ustedes casi lo pagan, no me interesa encontrar a mis hermanos si pongo vidas en riesgo, los dragones me cruzaran con ellos si así quieren que sea. Si hay algo que pueda hacer para pagar mi error, avísame, y esta vez sin dragones ancestrales. - No iba a dejar que la mujer se fuera así, ni Zoe, ni Reivy.
- Podemos ir a tomar algo, o solamente a pasar en algún lado un rato, juntos. - Mire a cada miembro del grupo y sonreí, la tensión había crecido en el ambiente, y esperaba que alguno hiciera algo. empece a frotar mis manos por la armadura, calentándola. No le iba a ofrecer a nadie calentarla, seria degenerado tocar a una mujer. así que simplemente saque mi espada y ajuste mi armadura, clave la espada en la nieve mirando sus runas, sin saber que decía. Algún día lo descifraría. Lo único que pensaba ahora, era ayudar a mi grupo a creer en la gente, enseñarles algo. Mire la montaña que ya estaba completamente en nieve, adiós pasado, adiós casa, adiós papá y mamá, adiós Tiberius. Sus cuerpos ya estaban completamente enterrados bajo nieve, y si uno se pone a pensar, los dragones ancestrales me sacaron de mi hogar una vez, y lo volvieron a hacer. Estaba claro que no querían que estuviera ahí, me desviaría de mi objetivo.
[Iidioma Draco] Dein Sil Bormah Lein - Saque la mirada de la montaña para olvidar ese lugar para siempre, el dragón de la luz se encargaría a partir de ahí. mi lugar no era ahí. algo que quería hacer hace mucho tiempo era conocer Dundarak. Pero no iba a pedir algo luego de lo que paso. Me aleje a un árbol cercano del grupo, sentándome y mirando las runas, esperando a que el grupo decida que hacer.
- Esta bien, tanto tus dioses como los míos son reales, no te voy a discutir eso. Ponte a pensar, ¿crees que a tus dioses no les importa tu vida?, si les importa. Nuestros dioses tienen un plan para nosotros, no lo olvides. - ¿Cual era la gracia de ser dios si no te preocupas por tus súbditos, tu gente, algo que uno mismo creo?. La mire, todavía sonriendo - No, esta bien que no te importe, es normal. Ellos te recompensaran de todas formas. - La mujer dejo en claro que no le interesaba conocernos, a nadie. Quería ayudarla, el tema era como. Pense en algún lugar a donde ir, en situaciones, no se me ocurría nada. Pese a que la mujer dijo que no quería conocernos, yo le dije mi nombre - Soy Rakan, Es un placer. - La mujer no tenia ni idea de que yo no era del norte, solo estuve una etapa, si. Pero no lo suficiente como para saber muchas cosas.
- No soy del norte, creo que aprendí algo... no lo volveré a hacer, lo siento. No solo protejo los derechos de las personas, ni a los dragones ancestrales. Protejo a mi familia también, pero por eso, ustedes casi lo pagan, no me interesa encontrar a mis hermanos si pongo vidas en riesgo, los dragones me cruzaran con ellos si así quieren que sea. Si hay algo que pueda hacer para pagar mi error, avísame, y esta vez sin dragones ancestrales. - No iba a dejar que la mujer se fuera así, ni Zoe, ni Reivy.
- Podemos ir a tomar algo, o solamente a pasar en algún lado un rato, juntos. - Mire a cada miembro del grupo y sonreí, la tensión había crecido en el ambiente, y esperaba que alguno hiciera algo. empece a frotar mis manos por la armadura, calentándola. No le iba a ofrecer a nadie calentarla, seria degenerado tocar a una mujer. así que simplemente saque mi espada y ajuste mi armadura, clave la espada en la nieve mirando sus runas, sin saber que decía. Algún día lo descifraría. Lo único que pensaba ahora, era ayudar a mi grupo a creer en la gente, enseñarles algo. Mire la montaña que ya estaba completamente en nieve, adiós pasado, adiós casa, adiós papá y mamá, adiós Tiberius. Sus cuerpos ya estaban completamente enterrados bajo nieve, y si uno se pone a pensar, los dragones ancestrales me sacaron de mi hogar una vez, y lo volvieron a hacer. Estaba claro que no querían que estuviera ahí, me desviaría de mi objetivo.
[Iidioma Draco] Dein Sil Bormah Lein - Saque la mirada de la montaña para olvidar ese lugar para siempre, el dragón de la luz se encargaría a partir de ahí. mi lugar no era ahí. algo que quería hacer hace mucho tiempo era conocer Dundarak. Pero no iba a pedir algo luego de lo que paso. Me aleje a un árbol cercano del grupo, sentándome y mirando las runas, esperando a que el grupo decida que hacer.
- Idioma Draco:
- Manten el alma de mis padres en tu mundo.
Rakan'Drag
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Re: [CERRADO] ¿Cómo se vive en el Norte? [Libre]
Cuando vi a Reivy alejarse supuse que querría volver a su forma humana, iba a ofrecerle mi ropa, ya que obviamente la suya se había roto, pero al parecer la mujer había sido precavida y tenía una de recambio. Calor, en cambio, no podía darle, probablemente era la más fría de todos los presentes, era una suerte que Lavey estuviera con nosotros. Le sonreí a la niña dragón y apoye una mano en su cabeza pero solo durante dos segundos.
-Ir a un hogar destruido no es buena opción, no podría protegerlos del frío -
Hubo una discusión teológica entre la mujer y Rakan, entendía que para los orgánicos todo lo relacionado con dioses y otros seres imaginarios eran muy importantes, por eso mismo guarde silencio ya que mi opinión podría ofenderlos o incluso ponerlos violentos. Claramente no iban a ponerse de acuerdo, uno seguía a los dioses dragones y otro al de los elfos, si me viera obligada a elegir pensaría que los dragones parecían tener más fundamentos históricos y arqueológicos para sostener su postura.
-Es una buena pregunta - Le dije a la mujer - Es cierto que la gente del norte parece ser mucho más dada a las interaccione sociales - Incluso había sido una familia de dragones la que me había dado cobijo durante mis primeros meses de existencia fuera del depósito donde nací [ANALIZANDO] - Quizás son conscientes de que sí niegan la entrada a sus casas a alguna persona, muy probablemente morirá como consecuencia de las bajas temperaturas.
Y en líneas generales a los orgánicos no les gustaba ser los culpables por la muerte de otro como ellos. Claro que siempre habían excepciones...
-A la gente le importa el bienestar de otra gente - Fue la conclusión sencilla pero bastante exacta a la que pude llegar.
Cada uno de los presentes parecía estar ensimismado con su propia idea, Reivy proponía ir a lo de sus abuelos, una vivienda pequeña pero acogedora, se habían mostrado muy amables conmigo y seguramente lo serían también con los demás. La mujer que se había negado a dar su nombre no parecía querer ningún tipo de relación con el resto de nosotros, no se la podía obligar, al menos mi sistema no me lo permite. Y Rakan tenía una idea más relacionada con el ámbito social.
-Creo que la propuesta de Rakan es la más aceptable, un establecimiento que ofrezca bebidas y comida sería lo ideal dado el actual estado del grupo - Al menos dos de las mujeres debían tener bastante frío y así la niña podría comer algo - Deberíamos irnos antes de que el frío se intensifique u ocurra una nueva avalancha.
Ese tipo de fenómenos eran bastante más habituales de lo que se creía, sobre todo en épocas de deshielo.
-Ir a un hogar destruido no es buena opción, no podría protegerlos del frío -
Hubo una discusión teológica entre la mujer y Rakan, entendía que para los orgánicos todo lo relacionado con dioses y otros seres imaginarios eran muy importantes, por eso mismo guarde silencio ya que mi opinión podría ofenderlos o incluso ponerlos violentos. Claramente no iban a ponerse de acuerdo, uno seguía a los dioses dragones y otro al de los elfos, si me viera obligada a elegir pensaría que los dragones parecían tener más fundamentos históricos y arqueológicos para sostener su postura.
-Es una buena pregunta - Le dije a la mujer - Es cierto que la gente del norte parece ser mucho más dada a las interaccione sociales - Incluso había sido una familia de dragones la que me había dado cobijo durante mis primeros meses de existencia fuera del depósito donde nací [ANALIZANDO] - Quizás son conscientes de que sí niegan la entrada a sus casas a alguna persona, muy probablemente morirá como consecuencia de las bajas temperaturas.
Y en líneas generales a los orgánicos no les gustaba ser los culpables por la muerte de otro como ellos. Claro que siempre habían excepciones...
-A la gente le importa el bienestar de otra gente - Fue la conclusión sencilla pero bastante exacta a la que pude llegar.
Cada uno de los presentes parecía estar ensimismado con su propia idea, Reivy proponía ir a lo de sus abuelos, una vivienda pequeña pero acogedora, se habían mostrado muy amables conmigo y seguramente lo serían también con los demás. La mujer que se había negado a dar su nombre no parecía querer ningún tipo de relación con el resto de nosotros, no se la podía obligar, al menos mi sistema no me lo permite. Y Rakan tenía una idea más relacionada con el ámbito social.
-Creo que la propuesta de Rakan es la más aceptable, un establecimiento que ofrezca bebidas y comida sería lo ideal dado el actual estado del grupo - Al menos dos de las mujeres debían tener bastante frío y así la niña podría comer algo - Deberíamos irnos antes de que el frío se intensifique u ocurra una nueva avalancha.
Ese tipo de fenómenos eran bastante más habituales de lo que se creía, sobre todo en épocas de deshielo.
Zöe
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Re: [CERRADO] ¿Cómo se vive en el Norte? [Libre]
-Es como dice Zöe. -Explicaba la misteriosa tiradora mientras frotaba las manos sobre los mofletes de Lavey, lo que provoco una pequeña risa en la infanta. -A causa del frió los norteños nos hemos vuelto mas abiertos. Se vasa todo en un quid pro quo, si hablas con cualquiera seguro que te dice que acogió a alguien a lo largo de este año y que el mismo también fue a cogido. Se podría decir que el frió no has hecho bondadosos.
Tras la explicación y después de escuchar la idea propuesta por Rakan, vino a mi mente una pequeña posada que se situaba a la entrada de la ciudad, donde siempre había comida una estufa encendida.
-Si queréis os puedo llevar a una posada no muy lejos de aquí. La cocinera hace unas costillas de caribú buenísimas, la chimenea siempre tira humo y tienen un vino especia muy rico. -Lavey no se hizo esperar y se sumo a la conversación. -Comeremos las cotillas de Adela? A mi me gusta el jamón que hace Jacob. -Los niños como siempre, en cuanto se hablaba de comida se les abría el apetito. -Cuando lleguemos le preguntamos Vey. La ultima vez que fuimos casi no le quedaba y el jamón tarda mucho en curar.
La pequeña hizo un puchero al oír la posibilidad de que no podría comer jamón, cruzo los brazos sobre el pecho y fruncio las cejas. Lavey entendía que no siempre se consigue lo que uno quisiera, pero eso no le impedía enfadarse.
-Pues si no tiene le diremos al abuelo que nos lleve de caza y lo haremos nosotras, seguro que la abuela se pone contenta.
-Deja a los abuelos tranquiles, no les des trabajo extra a sus cansados huesos. A demás, no vamos a quedarnos tanto tiempo en su casa. -La joven parecía querer replicar algo mas, pero antes de que abriera la boca le di un pellizco en la oreja que le dejo claro que la decisión no estaba abierta a debate. -¿Que decís? ¿Nos movemos hacia a la posada o preferís seguir mojándoos los pies en la nieve? -Termine la pregunta con una amplia sonrisa y señalando con el dedo la dirección a seguir.
Tras la explicación y después de escuchar la idea propuesta por Rakan, vino a mi mente una pequeña posada que se situaba a la entrada de la ciudad, donde siempre había comida una estufa encendida.
-Si queréis os puedo llevar a una posada no muy lejos de aquí. La cocinera hace unas costillas de caribú buenísimas, la chimenea siempre tira humo y tienen un vino especia muy rico. -Lavey no se hizo esperar y se sumo a la conversación. -Comeremos las cotillas de Adela? A mi me gusta el jamón que hace Jacob. -Los niños como siempre, en cuanto se hablaba de comida se les abría el apetito. -Cuando lleguemos le preguntamos Vey. La ultima vez que fuimos casi no le quedaba y el jamón tarda mucho en curar.
La pequeña hizo un puchero al oír la posibilidad de que no podría comer jamón, cruzo los brazos sobre el pecho y fruncio las cejas. Lavey entendía que no siempre se consigue lo que uno quisiera, pero eso no le impedía enfadarse.
-Pues si no tiene le diremos al abuelo que nos lleve de caza y lo haremos nosotras, seguro que la abuela se pone contenta.
-Deja a los abuelos tranquiles, no les des trabajo extra a sus cansados huesos. A demás, no vamos a quedarnos tanto tiempo en su casa. -La joven parecía querer replicar algo mas, pero antes de que abriera la boca le di un pellizco en la oreja que le dejo claro que la decisión no estaba abierta a debate. -¿Que decís? ¿Nos movemos hacia a la posada o preferís seguir mojándoos los pies en la nieve? -Termine la pregunta con una amplia sonrisa y señalando con el dedo la dirección a seguir.
Reivy Abadder
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Re: [CERRADO] ¿Cómo se vive en el Norte? [Libre]
La elfa enarcó una ceja y se cruzó de brazos, visiblemente molesta.
–¿Para qué querría pasar yo un rato contigo y con ellas? –preguntó de malas formas –y no puedes proteger a tu familia si no sabes dónde están. ¿Para qué los buscabas entonces? –puso los ojos en blanco, incapaz de entender la filosofía de ese dragón. ¿Serían todos así? Esperaba que no, no dejaba de ver cosas sin sentido en su comportamiento. Ingela, que también era dragona, se comportaba de otra forma y también tenía ese rasgo de protección con su familia, pero no los había perdido como este hombre.
Su propuesta era un sinsentido para la elfa, acostumbrada a estar sola desde hacía más de un año y, también, a no compartir momentos con gente que no fuera de su absoluta confianza. Y esta gente no lo era. Apenas y conocía sus nombres. Después pasó la vista por la biocibernética, con la misma cara de escepticismo.
–Ya conocen el clima del norte, pueden ir a posadas. Pueden abrigarse más. Pero no tiene sentido abrir las puertas de tu hogar a gente desconocida. No los conoces, no sabes si sus intenciones son buenas o no. Algunos podrían dañarte en tu propia casa. ¿Para qué darles permiso para que puedan acceder a un lugar que es tuyo? Es tu hogar. Ahí sólo deberían entrar amigos y familia. No desconocidos –concluyó. Seguía sin entender ese afán de las gentes del norte de acoger a todos –es un error preocuparse por el bienestar de todo el mundo. No sabes quién puede hacerte daño. Si te has de preocupar por alguien, que sea gente que esté a tu lado y de tu lado –se detuvo un momento y miró a los tres. Reivy también había hecho su explicación de por qué en el norte eran más abiertos a dejar sus casas a otras personas y Helyare se mordió el labio, sin entender. De hecho, ella estaba acogida en la casa de su amiga. Al principio, no quería ir al norte, pero la dragona la convenció. Cuando llegaron, no pensó, en ningún momento, que iba a ser recibida de ese modo tan bueno por la familia de la joven. Aun así, le resultó extraño y poco seguro que abrieran las puertas al zorro también, teniendo en cuenta que era un maleante y un bicho muy poco agradable.
Negó mientras miraba a sus acompañantes –es normal que la pandemia tuviera origen aquí. Estáis acogiendo a gente que no sabéis si está enferma, si va a morir, o si su salud está bendecida por los dioses. Les cedéis vuestras ropas, vuestras camas y, si ese huésped está contagiado, también os contagiará a vosotros. Las puertas de vuestras casas deberían ser abiertas a familiares y amigos –repitió, para que quedase claro –, no a desconocidos. ¿Y si os atacan por las noches? ¿Y si profanan vuestro hogar? Es vuestro lugar seguro. –¿¡Qué no entendían de ahí!? Abrir las puertas a cualquiera podía suponer un peligro. Si habían abierto las puertas a los enfermos, ¿qué esperaban? ¿Estar sanos? –Allá, en el sur, no tuvimos que despedir a nuestros familiares, apenas. Salvo los que quisieron sacrificar su vida por intentar salvar la de los pobres humanos que trataban de llegar a Sandorai. La vida de nuestros hermanos por la de humanos enfermos –musitó esta última frase en voz baja, con asco –. Ayudar a desconocidos trae problemas. Así que no, no voy a ir a “tomar nada” con vosotros. No os conozco. No os podría llamar “hermanos” siquiera –miró a Zöe –, sin contar que ella es una máquina creada por humanos. –Resopló –no creo que me gustasen sus bebidas ni sus “costillas” o “jamón”, que seguro son creadas por el sufrimiento de alguna criatura de Imbar.
Era bien sabido que los elfos preferían comer lo que la naturaleza les daba, aunque sí podían cazar, no lo hacían de modo tan salvaje como otras razas. Más bien al contrario, si era una gran necesidad el hacerlo, trataban por todos los medios de que el animal no sufriese, incluso llegaban a darle una oración a Imbar para que lo acogiera en su seno y le agradecían el haber permitido esa caza. Y siempre, por supuesto, animales muy pequeños. No debía desperdiciarse su carne, no debía haber muerto en vano.
Sin embargo, esos salvajes los perseguían, los asustaban, acribillaban y atacaban sin piedad. Mataban en exceso, aunque su carne sobrase, la cual era malgastada. Ya Ingela le había dicho en alguna ocasión cómo cazaban en su forma de dragón. ¡Horrible! ¿Y querían que fuera a un lugar así? Hizo una mueca de asco y odio. No, no iba a ir a ningún lado, no con ellos.
Movió la cabeza de un lado hacia el otro –yo me voy. Sola –remarcó, dirigiéndose a Rakan para mostrar su intención de no ir a “tomar algo” con ellos.
Nillë se posó en el hombro de su compañera, oculta entre las pieles y atenta a lo que pudiera pasar.
Se sentía saturada, incapaz de entender la cultura que tenían en ese lugar tan extraño, inhóspito y frío. La nieve era horrible, el frío tambié, la humedad, más de lo mismo. Y los choques culturales eran el pan de cada día. La elfa estaba muy saturada de tratrar de vivir "en otro mundo" que no entendía.
Segundos después, Helyare tomó sus cosas y comenzó a andar hacia la ciudad, tratando luchar contra la maldita nieve que dificultaba su paso.
–¿Para qué querría pasar yo un rato contigo y con ellas? –preguntó de malas formas –y no puedes proteger a tu familia si no sabes dónde están. ¿Para qué los buscabas entonces? –puso los ojos en blanco, incapaz de entender la filosofía de ese dragón. ¿Serían todos así? Esperaba que no, no dejaba de ver cosas sin sentido en su comportamiento. Ingela, que también era dragona, se comportaba de otra forma y también tenía ese rasgo de protección con su familia, pero no los había perdido como este hombre.
Su propuesta era un sinsentido para la elfa, acostumbrada a estar sola desde hacía más de un año y, también, a no compartir momentos con gente que no fuera de su absoluta confianza. Y esta gente no lo era. Apenas y conocía sus nombres. Después pasó la vista por la biocibernética, con la misma cara de escepticismo.
–Ya conocen el clima del norte, pueden ir a posadas. Pueden abrigarse más. Pero no tiene sentido abrir las puertas de tu hogar a gente desconocida. No los conoces, no sabes si sus intenciones son buenas o no. Algunos podrían dañarte en tu propia casa. ¿Para qué darles permiso para que puedan acceder a un lugar que es tuyo? Es tu hogar. Ahí sólo deberían entrar amigos y familia. No desconocidos –concluyó. Seguía sin entender ese afán de las gentes del norte de acoger a todos –es un error preocuparse por el bienestar de todo el mundo. No sabes quién puede hacerte daño. Si te has de preocupar por alguien, que sea gente que esté a tu lado y de tu lado –se detuvo un momento y miró a los tres. Reivy también había hecho su explicación de por qué en el norte eran más abiertos a dejar sus casas a otras personas y Helyare se mordió el labio, sin entender. De hecho, ella estaba acogida en la casa de su amiga. Al principio, no quería ir al norte, pero la dragona la convenció. Cuando llegaron, no pensó, en ningún momento, que iba a ser recibida de ese modo tan bueno por la familia de la joven. Aun así, le resultó extraño y poco seguro que abrieran las puertas al zorro también, teniendo en cuenta que era un maleante y un bicho muy poco agradable.
Negó mientras miraba a sus acompañantes –es normal que la pandemia tuviera origen aquí. Estáis acogiendo a gente que no sabéis si está enferma, si va a morir, o si su salud está bendecida por los dioses. Les cedéis vuestras ropas, vuestras camas y, si ese huésped está contagiado, también os contagiará a vosotros. Las puertas de vuestras casas deberían ser abiertas a familiares y amigos –repitió, para que quedase claro –, no a desconocidos. ¿Y si os atacan por las noches? ¿Y si profanan vuestro hogar? Es vuestro lugar seguro. –¿¡Qué no entendían de ahí!? Abrir las puertas a cualquiera podía suponer un peligro. Si habían abierto las puertas a los enfermos, ¿qué esperaban? ¿Estar sanos? –Allá, en el sur, no tuvimos que despedir a nuestros familiares, apenas. Salvo los que quisieron sacrificar su vida por intentar salvar la de los pobres humanos que trataban de llegar a Sandorai. La vida de nuestros hermanos por la de humanos enfermos –musitó esta última frase en voz baja, con asco –. Ayudar a desconocidos trae problemas. Así que no, no voy a ir a “tomar nada” con vosotros. No os conozco. No os podría llamar “hermanos” siquiera –miró a Zöe –, sin contar que ella es una máquina creada por humanos. –Resopló –no creo que me gustasen sus bebidas ni sus “costillas” o “jamón”, que seguro son creadas por el sufrimiento de alguna criatura de Imbar.
Era bien sabido que los elfos preferían comer lo que la naturaleza les daba, aunque sí podían cazar, no lo hacían de modo tan salvaje como otras razas. Más bien al contrario, si era una gran necesidad el hacerlo, trataban por todos los medios de que el animal no sufriese, incluso llegaban a darle una oración a Imbar para que lo acogiera en su seno y le agradecían el haber permitido esa caza. Y siempre, por supuesto, animales muy pequeños. No debía desperdiciarse su carne, no debía haber muerto en vano.
Sin embargo, esos salvajes los perseguían, los asustaban, acribillaban y atacaban sin piedad. Mataban en exceso, aunque su carne sobrase, la cual era malgastada. Ya Ingela le había dicho en alguna ocasión cómo cazaban en su forma de dragón. ¡Horrible! ¿Y querían que fuera a un lugar así? Hizo una mueca de asco y odio. No, no iba a ir a ningún lado, no con ellos.
Movió la cabeza de un lado hacia el otro –yo me voy. Sola –remarcó, dirigiéndose a Rakan para mostrar su intención de no ir a “tomar algo” con ellos.
Nillë se posó en el hombro de su compañera, oculta entre las pieles y atenta a lo que pudiera pasar.
Se sentía saturada, incapaz de entender la cultura que tenían en ese lugar tan extraño, inhóspito y frío. La nieve era horrible, el frío tambié, la humedad, más de lo mismo. Y los choques culturales eran el pan de cada día. La elfa estaba muy saturada de tratrar de vivir "en otro mundo" que no entendía.
Segundos después, Helyare tomó sus cosas y comenzó a andar hacia la ciudad, tratando luchar contra la maldita nieve que dificultaba su paso.
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