No solo los dioses curan [Privado] [Cerrado]

El viento gélido nos azota sin tregua, tengo el rostro congelado y siento cómo se me raja la piel de los nudillos. Nunca he viajado tan al norte y descubro que detesto el frío tanto como detesto el ardor en mi estómago causado por el hambre. Llevamos varios días viajando sin descanso y me pregunto... ¿por qué estamos aquí? ¿por qué estamos caminando con nieve hasta las rodillas, con nieve sobre la cabeza, con nieve metiéndose en los pliegues de nuestra ropa? Miro a Zöe de reojo y recuerdo que ya le he hecho estas preguntas mil veces. Pero es que sus respuestas no me satisfacen. “No lo sé” “Tengo que ir” “Es la dirección que está en mi sistema” no son contestaciones válidas para mí. No obstante, ella me ha acompañado a Sacrestic y es lo justo que, ahora, yo la acompañe al norte.

Intento levantar más el cuello de mi camisa para protegerme del viento pero esto no sirve de nada. No tenemos el abrigo adecuado y, aunque no moriremos ni nos enfermaremos, viajar en estas condiciones es insoportable. Estoy de mal humor, todos mis amigos lo están. Una vez más me pregunto: ¿por qué demonios estamos aquí? Ceñudo, me detengo para tomar un montón de nieve, prensarlo entre mis puños y lanzarlo a la espalda de Zöe.

-¿¡Cuándo llegaremos!? -Grito y doy un pisotón, pero cuando el proyectil impacta contra mi compañera me percato de que lo que he hecho está mal. Últimamente estoy muy irritable, ¿por qué he hecho eso? Arrepentido, sin saber de dónde ha venido toda mi ira, corro hacia ella y la aprieto desde sus espaldas en un fuerte abrazo. -Lo siento, lo siento, lo siento. -Murmuro con los labios pegados contra su hombro. Lloraría, pero temo que se me congelen las lágrimas y luego no pueda abrir los ojos.

-Eres un maldito imbécil. -Murmura alguien en mi cabeza, y pronto me separo de la cibernética para dar un puñetazo al aire- ¡Cállate! -Vocifero. Se supone que son mis amigos, ¿por qué me insultan cada vez más seguido? Por Odín, ¡tengo tanto frío! ¡estoy tan incómodo! ¡anhelo el castillo, con sus chimeneas y sus acogedoras habitaciones! Vuelvo a tomar una bola de nieve, pero esta vez la lanzo con todas mis fuerzas hacia adelante para desquitarme. Para mi sorpresa, el impacto genera un sonido metálico aunque esta vez no se la he lanzado a Zöe.

-¿Qué fue eso? -Cuestiono, acelerando el paso para llegar hacia la cima de la colina que subimos con sufrido esfuerzo para ver qué es lo que he golpeado. Me apresuro para llegar primero y mis ojos se abren de par en par al vislumbrar mi hallazgo. ¿Acaso...?

-Hemos... ¿hemos llegado?

Luego de nuestro intento fallido por sumarnos a una comunidad de vampiros, Dag se había mostrado desanimado y sin una idea muy precisa de por dónde seguir. La conclusión a la que llego mi sistema es que necesitaba tiempo para recapacitar, y como no teníamos un sitio donde quedarnos hasta que concluyera con su reflexión, decidí continuar caminando en la dirección a la que me dirigía desde antes de conocerlo.

Esta vez no tuvimos desvíos, el hombre parecía estar algo mas equilibrado que cuando nos dirigíamos a la ciudad de los vampiros, se mostraba más respetuoso en su forma de hablar y de actuar…

Sentí una bola de nieve golpeando mi espalda, no era la primera vez que sucedía, mientras estábamos en el bosque diversas ramas y piedras pequeñas habían tenido el mismo destino. Pero Dag siempre se disculpaba luego, incluso aunque le había dicho que no era necesario que lo hiciera, sus acciones eran sumamente parecidas a las de los niños cuando hacían una rabieta.

-No te preocupes, no me duele – Agarré sus manos, estaban muy frías al igual que las mías, sabía que ese no era el mejor clima para los orgánicos y ahora entendía también que tendría que haber buscado un mejor equipo antes de traer a Dag aquí.

Pronto todo terminaría, estábamos a pocos metros del lugar señalado por mi sistema, un punto suelto que no parecía relacionarse con ningún dato en particular… Solo con uno, un punto que podía considerarse el más relevante: El comienzo de mi existencia como Bio- cibernético.

-Así es, este es el lugar que estaba buscando – Me acerco hasta dónde está mi compañero y toco la superficie de metal, quito la nieve que lo cubre y apoyó la palma – La entrada no está lejos de aquí.

Camino rodeando el lugar, según mis cálculos la mayor parte de la estructura debe estar enterrada bajo el hielo [ANALIZANDO] quizás entrar será más difícil de lo que creía. Siento una línea diferente con la punta de los dedos y me detengo, allí es donde debe estar la puerta. Quito la nieve y a simple vista solo se ve una línea redondeada sobre la lisa superficie de metal, sin goznes ni manija alguna.

-Lamento que tengas que seguir esperando, pero pronto estaremos adentro y el frío no será un problema- Abro el morral y se asoman mis tres acompañantes, como hacerlos caminar en la nieve solo nos retrasaría, decidí llevarlos allí adentro – SEPA-IV necesito de tu fuego – Luego de tanto tiempo sin un mantenimiento adecuado y debido a las bajas temperaturas sería imposible abrirla.

Me pongo a escavar para hacer algo de lugar, mientras tanto SEPA-IV se pone sus gafas protectores, prende el soplete y se pone a derretir la nieve que esta sobre los bordes de la puerta. Una vez que repasó cada parte acerco a AMA.

-Solo abre el espacio suficiente para que podamos pasar ¿Si? – Parece entender a lo que me refiero, mete sus pequeños dedos dentro de la rendija y comienza a hacer fuerza para separar la puerta del resto de la pared. Pronto termina cediendo y se hace a un lado para que entremos – Voy a ir primera por si hay peligro ¿Correcto?

¡Hemos llegado! La respuesta de Zöe es como música para mis oídos y pronto mi hastío se desvanece para dar paso al más explosivo entusiasmo. Eufórico, corro hasta el lugar donde mi compañera indica que debería estar la puerta y me uno a la tarea de excavar. Mi piel sufre al meterse en la nieve y mis nudillos resecos sangran, pero nada de eso importa ante la idea de ingresar cuanto antes a un sitio caliente y sin viento que se cuele bajo mi ropa acariciándome el cuerpo con su aliento helado.

Gracias a los pequeños engendros de Zöe, no tardamos más que unos breves minutos en despejar la entrada. Para mi desgracia, una vez la puerta se abre no emana de dentro ni la más mínima calidez. Gruño por lo bajo y frunzo el ceño, volviendo a sentir enojo con rapidez. Frustrado, me interpongo entre la entrada y mi compañera, desenvaino mi espada y digo entre dientes:

-No, voy yo.

-Un día de estos nos matarás a todos por hacerte el caballeroso.

Niego con la cabeza y avanzo, poniéndome en guardia para estar preparado ante cualquier eventualidad. Meto un pie y luego el otro, me sacudo la nieve de la ropa con la mano libre y oteo hasta donde mis ojos alcanzan a ver. El lugar está gélido, aunque por lo menos no hay viento, y se ve deshabitado. Una tenue luz lo ilumina; no estoy seguro de dónde proviene, pero no se ve natural. Frente a nosotros se extiende un largo pasillo con rieles y, a un costado de estos, un contenedor aguarda ser usado. Bajo la espada y me acerco a éste cuando oigo un cuchicheo provenir de sus adentros.

-Ñiiiik... Ñiiiik...

Me asomo con una ceja arqueada para encontrar a un montón de ratas que han anidado entre pedazos de metal carcomido por la herrumbre. Aunque la mayoría huye a esconderse, una de ellas se irgue y me mira directamente a los ojos. Podría jurar que me dice:

-¡Huyan, tontos! ¡Huyan de aquí cuanto antes!

Pego semejante respingo hacia atrás que tropiezo y caigo sentado al suelo. ¿¡Una rata me ha hablado!? No sé qué es más alarmante, si eso o el mensaje que me ha dado. Observo a Zöe desde abajo y manoteo su pierna para sacudirla.

-¡Zöe! ¡La rata dice que huyamos!

Aunque para mí esa frase tiene todo el sentido del mundo, alzo una mano y señalo el contenedor para darme a entender. Pronto me pongo de pie, trago saliva y avanzo tímidamente hacia la salida, echando una expresiva mirada a mi compañera para rogarle sin palabras que nos vayamos. Este lugar me da mala espina, no sólo por el aviso del roedor, sino también porque es muy cerrado; ¿de dónde viene la luz? ¿y el aire? Siento que no respiro, que se me cierra la garganta y que mis pulmones luchan por llenarse.

Spoiler:

Mi compañero orgánico no parecía estar muy conforme con el lugar, podía entender que hubiese preferido un sitio más acogedor, y suponía que en un futuro podría darle algo como eso. Pero ahora mismo era necesario que resolviera esto, mi sistema no estaría tranquilo hasta que no pudiera resolver lo que había quedado inconcluso en este lugar.

-Eso no es… - No me dejo terminar la oración, el vampiro me hizo a un lado y entró primero al recinto. Suponía que no debería haber peligro alguno, quizás algún animal salvaje, un zorro, algunos tipos diferentes de roedores, o tal vez un oso, ninguno de esos deberían ser un peligro para alguien como Dag.

ATAC saltó desde mi morral y entró antes que yo, al parecer el estar encerrado no le causaba ninguna gracia, si es que los robots podían saber lo que era eso. Pase finalmente a la base militar donde hace tanto tiempo había visto por primera vez la luz, donde mis primeros archivos de memoria se habían creado y donde había presenciado como todos mis compañeros Bio- cibernéticos dejaban de funcionar [ANALIZANDO] Mi primera sensación sobre el lugar fue… nostalgia [Tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida] No era exactamente eso, pero se acercaba bastante.

Mi cavilación fue interrumpida por el gesto de susto que realiza Dag de repente, para luego agarrarse a mi asegurando que una rata le hablaba, lo miro con atención y luego observo el contenedor del cual aún salen algunos de los roedores. [BUSCANDO] no hay registros de ratas parlantes hasta el momento, a menos que se trate de un hombre- bestia, pero no parece ser el caso.

-No debes preocuparte, Dag, las ratas no hablan, y aunque lo hicieran no tendrías motivos para confiar en su palabra, no son seres muy inteligentes – Lo ayude a que se levantara y lo inste a guardar su espada – Todo lo que podamos encontrar aquí adentro murió hace mucho tiempo, confía en mi – Pase una mano por su pelo porque sabía que le gustaban los gestos considerados de cariño por los orgánicos – Nunca te traería a un sitio peligroso ¿Correcto?

Tratando de hacer a un lado las inquietudes del vampiro, comencé a caminar por el túnel, según mis registros habíamos entrado por alguna de las salidas de emergencia, por eso los pasillos eran tan amplios y vacíos. Era también el lugar por el que se ingresaba la materia prima que era luego utilizara en los diversos experimentos, no encontraría allí nada de lo que necesitaba.

-Quiero encontrar la parte en la que se realizaban las pruebas – Le explique a Dag mientras caminábamos – Creo entender un poco mejor porque mi sistema señalaba este lugar con tanta insistencia – Llegamos al final del túnel, y solo había una puerta maciza, nuevamente sin manijas – Aquí es donde me hicieron, y por lo tanto, también es donde mi vida como humana llego a su fin.

Si aún quedaba un mínimo de energía, y las luces del lugar parecían indicar que así era, la puerta debería activarse con la acción adecuada. Mire a uno de los lados y había una superficie rectángulas completamente lisa, por lógica apoye mi mano sobre ella y funcionó, el detector de huellas reconoció el patrón y nos permitió pasar.

Base militar:

Adentro se encontraban los pasillos de lo que eran los laboratorios, se encontraba en un pésimo estado, y era imposible que volviera a funcionar, pero no importaba, no tenía intención alguna de restaurarla.

-No logro evocar con precisión como fue mi estadía aquí, pero deseo encontrar alguna base de datos que me permita recordar – Elegí cualquier de los pasillos y comencé a caminar, por lógica en algún lugar debía estar el sitio donde se hacían las operaciones, quizás allí podría encontrar alguna de las computadoras que se encargaban de programarnos.

Ya no podía escucharse el viento de afuera, era tanta la nieve que cubría el sitio que parecía que estábamos totalmente aislados del mundo.

Zöe ignora mi aviso y me insta a tranquilizarme. Guardo la espada en su vaina, bajo mansamente la cabeza cuando hunde sus dedos en mi cabello y exhalo el escaso aire que guardo en mis pulmones. Mi corazón late acelerado; cuando la sigo con la mirada y veo el pasillo que la engulle entre sus fauces, veo también la cueva donde morí en vida, la cueva donde degollé a La Revividora y la cueva donde la mordí. Me da un escalofrío y miro hacia atrás pero, para no quedarme solo, termino corriendo para alcanzar a la mujer.

-“Nunca te traería a un sitio peligroso”, dice. ¡Já! ¡Eso es lo que dicen todos los traidores!

Paso saliva por mi garganta reseca y clavo la mirada en la nuca ajena. Su cuello es muy fino; seguramente, pese a ser una persona de metal, sería fácil separarlo de una tajada. ¡No! Intento sobreponerme a las voces, a la desconfianza y a la descarga de ira que pone rígidos mis puños. Zöe nunca me traicionaría. Zöe es buena. Zöe me quiere, ¿no? ¿Zöe puede querer? ¿O hemos venido hasta aquí para recuerde cómo hacerlo?

Pese a lo mucho que detesto estar en un lugar como este, la explicación de mi compañera despierta la intriga que siento por su origen. En mis tiempos, cuando era un soldado, no existían las personas como ella y no tengo idea de por qué o cómo han llegado aquí. A pesar de esto, si de algo estoy seguro es que tenemos al menos una cosa en común. Pongo una mano sobre su hombro, pensando que ella siente tanta congoja como yo cuando hablamos de este tema, y murmuro con pesar:

-Te comprendo. Sé lo que es ser un humano... y de pronto no serlo más.

Doy un paso atrás cuando la puerta se abre de modo automático. ¿Cómo demonios funciona todo esto? ¿Magia? No veo brujos cerca, de hecho no parece haber nadie aparte de nosotros. No lo entiendo.

-Nunca he visto tanto metal junto. -Rezongo, con los hombros caídos y el ceño fruncido. Pese a los intentos de mi compañera por tranquilizarme, vuelvo a desenvainar la espada para estar preparado ante cualquier eventualidad, o ante cualquier rata parlante que decida cruzarse en nuestro camino. Mientras avanzo con pasos cautelosos, observo con curiosidad el entorno. Se siente como algo de otro mundo o de otra época; alguien como yo desencaja por completo en este lugar.

Distraído, ingreso a una habitación que está completamente a oscuras. Mi visión tarda unos cuantos segundos en adaptarse, pero poco a poco comienzo a percibir las siluetas de los objetos que la ocupan. Hay varias cosas rectangulares, ¿cajas? Intento empujar una con el pie pero es imposible, está adosada a la pared.

-¿Zöe? -Llamo en voz alta, virando la cabeza para buscarla por sobre mi hombro- ¿Qué es todo esto?

Pienso en contestarle a Dag que yo no, que no puedo recordar cómo era ser una humana y que, por lo tanto, tampoco sé cómo se debe sentir el dejar de serlo. Mi sistema considera que no es necesario que lo sepa tampoco, todas mis funciones pueden seguir operando con normalidad sin necesidad de recordar algo así. Sin embargo, algo en mí que aún no puedo definir si parece requerirlo.

-Si lo deseas, aún puedes vivir como un humano ¿Eso es lo que quieres, Dag? – Pregunte mirando fijamente a mi compañero, era bueno aprovechar los momentos en los cuales el vampiro se mostraba reflexivo para que intentara definir sus objetivos – Conocí a alguien de tu raza no hace mucho, y vivía de forma casi humana.

No había tenido demasiado tiempo para conocer a Taliesin, pero el rato que habíamos estado juntos se había comportado como cualquier otro humano, rezándole a los dioses y disfrutando de la celebración del Ostara como cualquier otro, incluso me había hablado de una hija. No veía porque no podía Dag hacer una vida como esa si era lo que en verdad deseaba.

-Los humanos que hacían esto utilizaban casi siempre metal en sus construcciones, son más fuertes y resistentes que los demás materiales, además, para ellos no era difícil el extraerlo de la tierra – El vampiro había demostrado tener poca cultura general sobre Aerandir y su historia - ¿Por qué no conoces datos históricos como este? ¿Vivías en alguna población humana muy aislada?

Aun así era difícil de creer que tuviera nulo conocimiento sobre todo lo relacionado con los Bio- cibernéticos [ANALIZANDO] No había forma de saber la edad exacta de Dag, su condición como vampiro lo eximia del deterioro típico por el paso del tiempo. Habían más cosas que me gustaría preguntarle, pero el entorno nos obligaba a cumplir con un cometido más importante antes.

-Son… - Pienso el modo más sencillo de explicar cómo funciona una base militar [ERROR] quizás no hay un modo de explicarlo adecuadamente – Son máquinas enormes que se encargaban de distintas tareas que los humanos no podían o no querían realizar, mmm, las encontraras por todos lados y también adentro de las paredes. Probablemente ya ninguna funciona – No creía poder sacar nada útil de ellas – Aunque podrían tener algo de electricidad, no es recomendable que las abras ¿Si?

Agarré su mano libre y lo incite a seguirme, mire a mis tres acompañantes, estaban contentos de estar en un sitio tan acorde a ellos, corrían por el lugar como si fueran niños pequeños. Me dirigí hacía otro de los pasillos, las paredes con los paneles rotos dejaban a la vista todo el complejo entramado de cables que tenían dentro, el moho había carcomido toda la pintura y los carteles que indicaban qué era cada sala.

-Tendremos que caminar hasta que encontremos el sitio correcto – La paciencia de Dag era limitada, por lo que en verdad esperaba encontrar el lugar pronto. Llegamos a una amplía sala con sillas y mesas – Este parece ser el comedor diario, donde los empleados se reunían para comer – Registre la habitación en busca de indicaciones o algo que despertara algún recuerdo en mi sistema, pero no había nada.

Pasando de largo había una separación en forma de T ¿Izquierda o derecha? [ANALIZANDO] era lo mismo, no tenía manera de saber por dónde debíamos seguir. Elegí la derecha y camine por un pasillo que tenía varias puertas, la mayoría de ellas completamente trabadas, encontré solo dos de ellas abiertas, una llevaba a una especie de oficina, y otra una habitación con jaulas, dentro de ellas habían aún huesos de animales.

-Debían ser los animales que utilizaban para los experimentos, al irse los dejaron aquí – Las placas en las que decían datos sobre ellos estaban gastadas por el óxido – Debemos estar cerca del laboratorio.

Me distraigo tanteando las paredes para sentir el óxido contra mis dedos, estoy demasiado ocupado analizando el lugar como para responder a las preguntas de Zöe. Tras un largo silencio, las palabras emergen de mi garganta con tono calmo y casi desinteresado.

-No lo sé... No, no quiero. No puedo. Soy peligroso para ellos. -Mi voz se apaga con desdén. Aún si quisiera vivir como un humano, soy consciente de que ya no encajo en esa sociedad. Mi tiempo ha caducado; ya tuve una familia y no estuve allí para verla perecer. Sin Dahlia, sin Lena y sin Einar ese tipo de existencia carece de sentido para mí. Sé que debo encontrar un nuevo rumbo... sólo que me cuesta mucho decidir cuál. Y mis amigos no ayudan, pues rara vez se ponen de acuerdo.

-Vivía en Lunargenta. -Golpeo con los nudillos una placa de vidrio que reposa en un marco metálico- Pero en ese entonces no existían estas cosas. Fue hace mucho tiempo...

-¡Ciento cinco! ¡Ciento cinco! ¡Ciento cinco!

-¡Sí! ¡Ciento cinco! -Digo en voz alta y le pego un puñetazo al vidrio, aunque es tan resistente que no se rompe. A mis amigos les gusta recordarme cuánto tiempo perdí dentro de esa cueva. Una vez más, comienzo a sentir que me cuesta respirar.

Sólo cuando Zöe me toma la mano me percato de cuán nervioso estoy poniéndome. Inhalo profusamente para dejar de hiperventilar y entrelazo mis dedos con los suyos, accediendo a seguirla sin decir nada más. Mientras más caminamos, más nieve imagino que nos cubre. ¿Cuántas toneladas están soportando estos muros oxidados? ¿Hasta dónde llega este lugar? Por fortuna, todo indica que estamos completamente solos y finalmente, un poco más tranquilo, dejo reposar la espada en su funda.

Cuando llegamos a la zona de las jaulas, observo detenidamente a los esqueletos que allí aguardan. Siento, al verlos, algo muy similar a lo que sentí con las ratas del contenedor. Me transmiten una insoportable sensación de soledad, la misma que padecí yo mismo durante interminables décadas mientras era consumido por el moho y la oscuridad. Con las comisuras de los labios torcidas hacia abajo, suelto a Zöe para acercarme a una de las jaulas, abrir la portezuela y extraer un cráneo alargado que parece haber pertenecido a algún tipo de cánido de tamaño mediano.

-¿Puedo ir con ustedes? -Inquiere el cráneo. Bueno, en realidad es mi voz y simplemente lo he puesto en mi mano, pasando mis dedos por los huecos de sus ojos y por su quijada para manejarlo como a un títere. Pero es que he sentido que él quería decir eso- ¿Qué estamos buscando? -Continúa; para ese entonces la voz ya tiene un tono propio, un tanto más agudo que el mío. El perro se alegra de que le preste mi lengua para hablar. Ahora ya no se siente tan solo.

Los datos que Dag revela son escasos y con poca conexión entre sí, por lo pronto parece ser que su vida como humano fue en Lunargenta, pero hace mucho tiempo atrás ¿Ciento cinco? Esa era casi la misma cantidad de años que tenía mi cuerpo Bio, era… ¿Curioso? Si, era curioso estar con alguien que tenía mi misma edad, tendría que haber visto muchas más cosas de las que dice conocer [CONCLUSIÓN] Faltan datos, y el vampiro no parece estar interesado en darlos.

La acción que realiza con el cráneo me toma por sorpresa, no logro comprender qué es lo que pretende [ANALIZANDO] Podría ser algún tipo de broma, en general me resultaba muy difícil detectar cuando los orgánicos querían hacer un chiste. Mire fijamente la calavera y luego a Dag, intentando encontrar algún tipo de conexión o juego de palabras que pudiera resultar gracioso.

En mi morral a Neil no parecía darle nada de gracia, pero eso no era nuevo, por lo general sus sentimientos hacia el vampiro siempre estaban teñidos de un profundo odio.

-¿Dag? – Miraba alternativamente a uno y a otro [ANALIZANDO] mi sistema estaba llegando a una conclusión – Buscamos mis recuerdos, tú lo sabes – [CONCLUSIÓN] Tal vez Dag sufriera de alguna enfermedad mental, tendría que recaudar más datos antes de llegar a una resolución – Creo que ya estamos cerca.

Contradecir a una persona que tenía una problemática de ese tipo solo traía más problemas, los ponía iracundos y violentos. Los cambios de humor [CONFIRMADO], la forma indecisa de ser [CONFIRMADO], los amigos de los que hablaba y jamás había visto [CONFIRMADO] habían muchos puntos que avalaban mi conclusión.

Salí nuevamente al pasillo, unos metros más adelante el paso estaba parcialmente bloqueado por unas vigas de metal, pero podía pasarse por abajo. Mis compañeros pasaron corriendo sin dudarlo, me agache y entre a una sala semicircular, en su momento debía ser casi toda blanca, pero ahora las manchas de humedad y el polvo la habían pintado de un tono gris.

Algo así pero toda rota:

-Es aquí, en este sitio se realizaban las operaciones – Había una camilla en el centro, muebles ahora rotos con herramientas quirúrgicas, frascos vacíos, vendas viejas y partes de Bio- cibernéticos – Tendré que buscar alguna terminal en la cual pueda conectarme.

Comencé a revisar las computadoras en busca de alguna que funcionara, todas estaban destruidas, sea lo que sea que hubiese sucedido allí, se habían encargado de dejar inutilizable todo el sistema antes de marcharse.

-AMA, necesito que arranques esta placa – El pequeño robot puso sus manos en la lámina de metal y luego de hacer unos segundos de fuerza la pudo quitar sin mayores inconvenientes – Gracias – Adentro habían muchísimos cables [ANALIZANDO]necesitaba encontrar uno en concreto.

Saque de mi morral el cable que utilizaba para conectarme, lo puse en una de las terminales de mi cabeza.

-Dag, en cuanto conecte esto estaré algo abstraída de la realidad, será como si estuviera durmiendo ¿Podrías cuidar de mi mientras este así? No debería llevar demasiado tiempo ¿Si? – Aclarado eso, me dispuse a conectarme a la computadora.

[CONEXIÓN LISTA]

[ABRIR CARPETAS]

[ANALIZANDO] … [ESPERE]

Al escuchar mi nombre, levanto ambas cejas y observo a Zöe con curiosidad- Sí, ya lo sé. Pero él no. -Le respondo, intercalando mi mirada entre el cráneo y mi compañera tal como ella ha hecho conmigo. ¿Por qué me habla a mí si es el perro quien ha preguntado? Él y yo nos miramos hasta que, al final, simplemente me encojo de hombros restándole importancia al asunto.

-Tranquilo. A veces dice cosas muy raras, no le hagas caso. -Le susurro a mi nuevo amigo, procurando que Zöe no me escuche, antes de volver a seguirla por los pasillos.

Tras caminar un poco más, llegamos por fin al sitio que buscábamos con tanto ahínco. Giro sobre mí mismo para dar una mirada completa alrededor y arqueo una ceja, decepcionado. ¿Qué se supone que encontremos en este lugar destruido? Aunque para mí nada de esto tiene significado, Zöe parece estar mucho más familiarizada con el entorno. La sigo con la mirada y, tal como ella me ha indicado, me abstengo de tocar nada.

Cierro los ojos cuando veo que está a punto de conectarse algo a la cabeza, dado que la imagen me impresiona. Cada día que pasa, en vez de comprenderla mejor, tengo más y más dudas respecto a mi compañera. Creía que al venir aquí con ella podría entenderla más pero, al contrario, me siento sumamente confundido. ¿Cómo puede hacer semejante cosa sin sentir dolor? ¿Qué pasaría si yo me enchufara eso en la cabeza?

-Inténtalo, idiota, pero mejor métetelo en el...

Afortunadamente la voz de la cibernética interrumpe la de mi “amigo” invisible. Su petición me saca una sonrisa; me gusta que confíe en mí para protegerla. Asiento enérgicamente y dejo caer una mano sobre la empuñadura de mi espada para dar a entender que estoy preparado para hacer bien mi trabajo.

-Lo haré. Vuelve pronto, ¿está bien? -Digo por lo bajo, y me quedo mirándola fijamente hasta que percibo cómo la “conexión”, lo que sea que eso signifique, da comienzo.

Me acerco lentamente a la mujer y paso mi mano derecha frente a sus ojos. Nada. Suspiro, doy una vuelta por la sala, me asomo al pasillo y finalmente regreso para sentarme en la camilla. Los minutos pasan sin que nada ocurra, comienzo a ponerme nervioso. Decidido a pensar en otra cosa, bajo la mirada hasta mi mano izquierda. Desde allí, el cráneo perruno me está observando.

-Y... ¿cómo te llamas?

Había pasado mucho tiempo desde que había tenido que revisar bases de datos, lo más reciente que había realizado en relación a programación era cuando diseñe las funciones de mis tres acompañantes. Pero esto era diferente, era un lenguaje que me resultaba antiguo y poco práctico, además de eso, muchos archivos estaban tan dañados que eran completamente inutilizables. Era como moverse en un laberinto inmenso de números y letras sin sentido, que no llevaban a ningún lado hasta que…

[Datos sobre el sujeto de prueba. Nombre %•/&%•$ Edad: 28 Estado Civil: Soltera Familia: %&•&%/&. Los exámenes médicos confirman que el sujeto se encuentra en condiciones óptimas para realizar la intervención. Una vez concluyamos con las últimas pruebas se podrá comenzar con el procedimiento. El sujeto de prueba se muestra entusiasmado con el proyecto y no manifiesta inquietud alguna por los resultados]

Esos eran datos relevantes, aunque no fundamentales, ahora podía decir que había sido una mujer humana que gozaba de buena salud y me había mostrado como voluntaria para los experimentos. Estar dentro del sistema de la base me permitía también acceder a otros tipos de funciones, como aquellas que regulaban el ambiente. Sabía que Dag estaría esperando, por lo que me pareció conveniente realizar algunos cambios como encender las luces y subir la temperatura de la sala para que no padeciera el frío.

Sentía mi cuerpo pesado, toda mi energía estaba concentrada en el análisis de los datos, podía sentir como miles de números, fechas, medidas, y demás, pasaban por mi procesador a una velocidad que ningún orgánico podría tolerar. El proceso solo se detiene cuando encuentra alguna palabra clave que parece relacionarse con mi persona.

[Z03]…

[Como ex líder de esta operación tengo plena confianza en los resultados, me ofrezco a conciencia y con la seguridad de que esta es la mejor decisión que podía tomarse dadas las circunstancias. Una vez que las modificaciones estén listas, podré dedicarme a la reparación de Bios con mucha más eficacia, esto podría salvar muchas vidas]

Entonces no solo participaba del proyecto, sino que además tenía una alta jerarquía dentro del mismo [ANOTADO] No era posible que desconociera las consecuencias por decidir algo así. Entonces ¿Lo había elegido sabiendo lo que sucedería?

Abro los ojos y regreso a la realidad, me siento agotada, como si toda la energía de mi cuerpo hubiese sido drenada. Miro a Dag y extiendo las manos en un silencioso pedido de ayuda para levantarme.

-Encontré mucho de lo que buscaba, pero aún no lo entiendo por completo –

[ARCHIVO DE VIDEO ENCONTRADO]… [REPRODUCIENDO]

Uno de los monitores se enciende y comienza a verse la imagen de una mujer, tardo algunos segundos en percatarme de que soy yo misma, solo que tengo el pelo de forma distinta, mucho más largo y oscuro. Además las partes que me delatan como una Bio no están, el rostro de mi yo del pasado se ve feliz.

“Hola, a quien sea que vea esto, me gustaría pensar que serás tú, o más bien yo, quien lo verá. Jaja, eso sonó más confuso de lo que esperaba. Emmm, no sé por dónde empezar… Supongo que, si estoy viendo esto, significa que la operación salió bien, y probablemente estás… O estaré muy confundida” *Se muerde el labio, señal de nerviosismo* “Esto no se lo dije al resto del equipo, quiero infundirles ánimo y no es correcto que una Jefa se muestre dubitativa ¿Cierto? Pero… " *Deja escapar un suspiro y se tira hacia adelante, ahora el pelo tapa toda la visual de la cámara, pero pronto parece que se recupera* “Me repito todo el tiempo que estaré bien, también se lo digo a Sophi, ella esta aterrada. Le dije que será solo un momento, que estaré durmiendo unas horas y luego regresare con ella. Pero en verdad no hay certezas…” *Se queda en silencio unos segundos* “Esta es la mejor opción. Lo sé”

El vídeo se corta [GUARDADO] me quedo en silencio, no sé qué debería hacer, ni sentir ¿Sentir? Yo no puedo hacer algo como eso, pero sin embargo una extraña sensación me perturba, y una única lágrima cae por mi mejilla.

Comienzo a impacientarme. El perro está silencioso como una tumba, ¿por qué ya no querrá hablar conmgio? Es igual a mis amigos invisibles, que tan pronto como se dirigen a mí deciden ignorarme. Frustrado, lo lanzo hacia un costado y observo cómo, al chocar contra el piso, la mandíbula se parte en pequeños pedazos.

En ese preciso instante las luces se tornan más brillantes y la temperatura de la habitación aumenta. Miro alrededor con los ojos bien abiertos. ¿Qué está pasando? Salto de la camilla y doy una vuelta sobre mí mismo, observando todo con tensa atención. ¿Acaso hemos caído en una trampa? ¿Y si comienza a hacer cada vez más calor? ¿Y si nos quedamos sin oxígeno? ¿Y si...? Mi pecho sube y baja rápidamente al compás de mi respiración; estoy acercándome a Zöe con la intención de desenchufarla, levantarla y emprender la huida, cuando la veo abrir los ojos y me detengo antes de tocarla.

-¡Has vuelto! -Festejo mientras la ayudo a ponerse de pie, aunque lejos de estar alegre, mi tono es teñido por el miedo- Tenemos que irnos, ¡es una trampa! ¡La rata tenía razón, te lo di-

Justo entonces escucho un chasquido a mis espaldas y, cuando me volteo, me topo con una pared que, no entiendo cómo, es capaz de mostrarnos imágenes. Pego un respingo tan abrupto que termino detrás de Zöe, firmemente agarrado a sus hombros. ¡¡Es brujería!! ¡No hay otra explicación! ¿Cómo, si no, se puede justificar lo que ven mis ojos? Estoy a punto de desenvainar la espada para lanzarme contra la “pared” cuando comprendo, algo tardíamente, quién es la persona que estamos viendo.

Me aparto de ella para pararme a su lado y, boquiabierto, intercalo la mirada entre la Zöe que está junto a mí y la que nos está hablando. ¿Cómo puede estar en dos lugares a la vez? Aunque no entiendo nada, me tranquiliza ver que mi compañera no parece estar asustada. Trago saliva y, forzándome a estar tranquilo, la imito y presto atención a la imagen.

Bruja o no, la Zöe que nos habla me gusta. Su rostro es expresivo, sonríe, ¡hasta tiene una risa! Se ve amable; mi compañera también lo es, pero con una amabilidad distinta, más fría, fría como el lugar en el que estamos, fría como el acero. La Zöe de la imagen no tiene piezas de metal ni agujeros para conectarse cables; la Zöe de la imagen tiene una humanidad que me agrada porque me recuerda a Dahlia y a mis niños y a todo lo que quiero ser pero ya no puedo.

De pronto la pared se apaga para ser tan negra como todas las demás y el silencio se apodera de la habitación. No despego mi mirada de ese lugar durante largos segundos para ver si ocurre algo, mas finalmente me giro para constatar el estado de mi compañera. Al ver que está llorando, frunzo el ceño y la estrecho en un fuerte abrazo. Creo que la entiendo, yo también lloraría en su lugar.

-¿Por qué no eres como ella? ¿Como antes de ser de metal? ¿Podrías serlo? -Le acaricio el cabello con una mano. Me gustaría acariciar a la otra Zöe, a la que probablemente me devolvería una sonrisa cálida y no fingida- ¿Quién es Sophi? -Añado a la retahíla de preguntas, separándome sólo lo suficiente para poder secarle la lágrima con la manga de mi camisa- ¿Estamos aquí para buscarla?

Siento el abrazo de Dag y aunque mi sistema no puede procesar correctamente lo que me está pasando, correspondo al abrazo y dejo que me consuele, dejo que le entregue algo de alivio a este cuerpo que no es real, a esta sensación que no existe y esta Zöe que no es la de la pantalla. Se siente agradable enterrar el rostro en su pecho, es amplio y robusto, cuando los orgánicos se sienten desprotegidos pueden buscar a un ser más fuerte tras el cual resguardarse.

Me quedo un momento así, escuchando las preguntas del vampiro [ANALIZANDO] no sé cómo responder correctamente. Dejo que limpie mis lágrimas mientras intento articular algún tipo de respuesta que suene coherente.

-Yo no puedo dejar de ser una Bio- cibernética, así como tú no puedes dejar de ser un vampiro – Agarré su mano y la pase por mi mejilla dos veces más, era extraño como un gesto tan sencillo podía generar tanto placer, lo que quedaba de mi cerebro humano actuaba de forma misteriosa – En esa mesa que está detrás de mí, pusieron mi cuerpo humano, lo abrieron, quitaron todas las partes que no serían necesarias y las remplazaron con partes de metal. Y eso sucedió hace más de cien años, es imposible recuperarlas – Era una explicación lógica, no tenía sentido pensar en culpables o que hubiese sucedido si la situación fuera distinta – Lo siento.

Probablemente Dag se sentiría más cómodo en compañía humana, sabía que le costaba entender mi naturaleza, era consciente de que la compañía de otro orgánico probablemente sería mucho más beneficiosa para él. Pero tenía que ser precisa, y realista, con mis expectativas.

-No sé quién sea, no encontré datos sobre ella, podría ser algún tipo de pariente, una pareja, una hermana, una hija… - Mi corazón hace una especie de sacudida fuera de lo común – Una… Hija… - Nuevamente esa sensación [ANALIZANDO] no tengo ninguna información que me permita confirmar algo así – Al momento de realizar la operación mi yo-humano tenía veintiocho años, podría haber tenido una familia, quizás.

Podía entender porque mi sistema había insistido repetidas veces con que regresara a ese lugar, sin duda me había proporcionado una gran cantidad de datos, pero… ¿Y ahora que debía hacer con todo eso? [ANALIZANDO] [ERROR] No había suficiente información como para poder responder.

-Sea como fuere, esa Sophi era una humana y por lo tanto ya murió hace mucho tiempo, no tiene sentido buscarla ¿Correcto? – En mi base de datos se reproducía una y otra vez el vídeo que habíamos visto, la imagen queda pausada en el momento de la sonrisa, intento imitar el gesto lo mejor posible – El pasado no puede modificarse, aun así es… reconfortante el poder saber algo más sobre mi misma.

Desde hacía varios minutos mis tres compañeros insistían en tirar del dobladillo de mi pantalón, era su forma de mostrarse preocupados, en cambio Neil guardaba absoluto silencio, quizás estaba analizando toda la nueva información que le había brindado.

-No creo que encontremos nada más de valor aquí, podemos marcharnos aunque… - Dag continuaba estando muy poco abrigado para el clima que nos esperaba afuera, y si bien no había riesgo de que muera su sufrimiento era tan real como el de cualquier otro orgánico – Ahora que los sistemas funcionan este sitio será más cálido, quizás deberíamos buscar algo de abrigo y esperar a que el clima sea algo más adecuado ¿No crees?

Ante la respuesta de Zöe, paso la lengua por mis puntiagudos colmillos y asiento quedamente, comprendiendo perfectamente lo penoso de su situación. Ser vampiro me ha cambiado, así como ella ya no es la misma persona que la de la pared. Creo que ambos somos peores ahora. Los humanos son frágiles y efímeros pero, para compensar, parece que sus existencias conllevan más felicidad que las nuestras.

-Si Sophi era tu hija, lo menos que puedes hacer por ella es recordarla, ¿no? -Acaricio su mejilla con el dorso de mi mano, siguiendo el camino que ella traza- Yo también tuve hijos. Siento que aún viven cuando pienso en ellos. -Me encojo de hombros y clavo la mirada en el suelo. A veces, cuando la noche es tan quieta que el silencio casi se puede palpar, aún puedo oír las risas de mis pequeños. A veces, cuando esos amigos que no puedo ver me sugieren hacer cosas terribles, pienso que Einar y Lena me están mirando y eso me ayuda a rechazar ciertos impulsos- Quizás pensar en Sophi te ayude a reír como la Zöe de la pared. -Razono en voz baja. Me gustaría ver eso.

Permanezco meditabundo hasta que mi compañera propone buscar algo de abrigo. Asiento con la cabeza y tomo su mano para salir de la habitación; la idea de regresar a la nieve vistiendo tan solo esta camisa me pone la piel de gallina.

-Encuentra algún trapo y vámonos de una maldita vez.

-¡Este lugar nos da escalofríos!

Exigen las voces. Es cierto, aunque la calidez es acogedora, no dejo de sentirme asfixiado y demasiado ajeno al entorno; no sé qué clase de personas decidieron que una casa de metal bajo tierra era un buen lugar para estar. Aprieto el paso y lidero la marcha tironeando la mano de Zöe. Ahora no solo se han encendido más luces, sino que varias puertas que antes estaban cerradas nos esperan abiertas de par en par. Al fondo del pasillo, una habitación se enciende y se apaga con luz titilante. Como es la única distinta a las otras, decido ir hacia allá.

-¿Qué es este lugar? -Inquiero mientras ingresamos, suponiendo que mi compañera lo sabe. Hay varias mesas y, sobre la mayoría de éstas, gruesas mantas tapan montones de bultos. La luz no deja de titilar, es realmente molesta. Presuroso, agarro una de las telas y tiro fuertemente de ella para echármela a los hombros, ya que servirá como capa. Al hacerlo descubro lo que había debajo y, por la fuerza del tirón, varias... cosas caen desde la mesa hasta el suelo, rodando, chocándose unos con otros y colmando la sala de fuertes sonidos metálicos.

-... -Boquiabierto, observo a mi compañera y luego hacia abajo. ¿Es una cabeza eso que hay a mis pies?

Ninguna de las palabras de Dag tenían lógica, si esa tal Sophi en verdad había sido hija mía [ERROR] hija de mi cuerpo humano, ya no debía estar en este mundo, y por lo tanto tampoco podía importarle nada ¿Y a mí me importaba? [ANALIZANDO] No estaba segura, quizás sí, quizás eso era lo que mi sistema quería decirme al traerme a este sitio.

-¿Cómo eran tus hijos? ¿Cómo era el ser padre? – No creía que el escuchar situaciones parecidas a las que se suponía que había vivido trajeran más recuerdos a mi sistema, pero tampoco imagine que un extraño movimiento en mi corazón pudiera darme una pista sobre quien era Sophi, y sin embargo lo había hecho - ¿Los extrañas?

Con los datos que muy lentamente Dag me ofrecía podía armar de a poco su historia, aunque aún habían muchas lagunas, sobre todo en el salto entre el hecho de ser un guardia de la ciudad humano, a un vampiro rey de Lunargenta. [ANALIZANDO] Nada de eso era relevante ahora mismo, lo que importaba es que él estaba aquí conmigo, y ambos compensábamos eficientemente las falencias del otro.

Tome la mano de Dag, de alguna forma el gesto se había vuelto una costumbre, caminamos por distintas habitaciones en busca de algo que pudiera servir de abrigo para el vampiro. Los cuartos de los científicos estaban vacíos, las salas solo tenían material médico, nada de lo que encontrábamos parecía adecuado para que pudiera resistir el frío.

Llegamos a la única cámara que podía reconocer.

-Es el lugar donde terminaban de armar a los Bio- cibernéticos antes de llevarlos al depósito – Me agacho y agarro la cabeza que había caído, recuerdo ese modelo, fue uno de los últimos que hicieron, eran casi idénticos a un humano normal – No temas, son solo piezas de metal ahora, no podrán lastimarnos.

Fui sacando una por una las mantas de las mesas, serían útiles para caminar tantos kilómetros por la nieve, también para poder hacer refugios más cálidos cuando tuviéramos que acampar durante el día. En las mesas descansaban los restos de antiguos camaradas, mujeres, hombres y hasta niños ¿Alguno de esos sería Sophi? No tenía manera de saberlo.

-Yo estuve en una de estas mesas también, cuando terminaron de ensamblarme y probar si mi sistema funcionaba adecuadamente fui llevada al depósito con el resto – Camine hasta una puerta que había en el fondo de la habitación, la misma daba a un nuevo pasillo pero este era muy corto, solo tenía un par de metros – Y en este sitio me quede esperando unos cien años.

Al abrir la siguiente puerta un viento frío entro de repente, el depósito originalmente era inmenso, con miles de Bio- cibernéticos alineados en góndolas, a la espera de ser activados. Pero en un momento parte del edificio había cedido, aplastando en el acto a muchos de mis compañeros, el enorme hueco en el techo seguía allí, la nieve había cubierto gran parte del lugar y de los Bio no quedaban más que pedazos sueltos sin ningún orden.

-Intenté ayudarlos, los repare muchas veces en esos cien años, pero llego un momento en que las piezas no me alcanzaban para sanarlos a todos… El frío es muy corrosivo, incluso el metal tiene dificultades para sopórtalo – Tire con fuerza para volver a cerrar la puerta, no era buena idea desperdiciar el poco calor que había adentro de estación militar – Tenemos las mantas, no creo que encontremos nada mejor. Es hora de irnos.

No puedo apartar los ojos de la cabeza que Zöe ha levantado del suelo. Ella dice que no tema, pero es imposible no sentir aversión por esa cosa que ha estado aquí por quién sabe cuánto tiempo, con los ojos cerrados y los labios entreabiertos, navegando en un sueño eterno. Casi puedo ver cómo mueve la boca para hablar, casi puedo oír la voz saliendo de ésta, pidiéndome que la una a su cuerpo para poder levantarse y salir de aquí. Me recuerda a La Revividora. ¿Estará ella intentando unirse a su cuerpo también?

Tras unos cuantos segundos, salgo de mi estupefacción y me apresuro a volver junto a Zöe para caminar cerca suyo, observando los sitios que me va señalando y escuchando sus palabras con la boca abierta.
-¿Cien años? -Entrecierro los ojos; la historia me suena conocida y la pena me aprieta la garganta- Cien años... Ciento cinco años... -Agacho la mirada y me llevo una mano a la cabeza- ...Somos iguales. -Al menos en cierta forma. Zöe es de metal, es fría y no sabe reír. Pero tuvo una hija que ya no vive y sobrevivió en las sombras durante un siglo, igual que yo. Cuando Zöe recuerde su pasado, si es que lo hace, entonces seremos aún más parecidos. Ojalá recuerde pronto.

Una brisa helada me produce escalofríos y me obliga a volver a prestar atención a lo que me rodea. Me arrebujo en la improvisada capa con el ceño fruncido; no puedo esperar a regresar al sur, donde el clima es más piadoso y la vida se sufre menos, así que asiento y me dispongo a seguir a mi compañera hacia la salida; las ratas que hablan deben estar esperándonos. Mientras caminamos, recuerdo que he dejado algunas preguntas sin responder tras distraerme con tantos estímulos. Quizás responderlas ayude a mi amiga a recordar. Sin una previa explicación, comienzo a hablar.

-Mis hijos son... -niego con la cabeza- eran... -¿Cómo eran? Es difícil recordar. Al darme cuenta de que no puedo evocar de qué color eran los ojos de Lena, mi corazón se retuerce de dolor. ¿Cuántos años tenía Einar cuando lo vi por última vez? ¿Cómo sonaban sus risas? ¿Por qué tonterías peleaban? Aprieto los dientes y miro hacia el lado contrario a Zöe para que no vea que los ojos se me empañan de lágrimas- ...Eran fantásticos. -Si algo no puedo olvidar, es todo el amor que sentí por ellos. Asiento para dar validez a mis propias palabras- Ser padre es difícil. Pero ellos lo valían.

La voz me tiembla. Cuando pienso en mis niños todas las personas en mi cabeza guardan silencio y casi puedo palpar su tristeza, su enojo y su frustración. ¿Qué habrán pensado cuando no volví? ¿Me habrán odiado hasta la muerte? ¿Y si creían que los abandoné a propósito?- Daría lo que fuera por volver a verlos. Lo que fuera. -Gruño con enfado, llevándome una mano al rostro para borrar todo rastro de humedad.

Cuando llegamos a la salida, me acomodo bien la capa en torno al cuello y doy un último vistazo hacia atrás.

Quizás recordar es peor que no hacerlo.

“Somos iguales” [ANALIZANDO] es cierto, hay algunas coincidencias, quizás ese era el motivo por el que nuestras virtudes y defectos encajaban tan bien. Tenía cierta lógica, incluso tomando en cuenta el factor humano que siempre producía variantes, entonces tal vez a Dag no le molestaría estar un tiempo más viajando conmigo.

Salimos del depósito y caminamos hacía la salida, mientras escuchaba con atención la explicación del vampiro. Dudaba, hacía grandes silencios, la memoria de los orgánicos era muy endeble, tal vez simplemente Dag no recordaba lo que había sucedido hace ciento cinco años.

-Debe ser muy difícil, los padres suelen coincidir en esa característica – Giro la cabeza y noto el gesto dolido de mi compañero, ojos ligeramente empañados, ceño fruncido, labios apretados – Seguro fuiste un buen padre, Dag. Tienes todas las cualidades que los orgánicos valoran para realizar ese tipo de tareas.

¿Su enfermedad sería anterior a su trasformación en vampiro? La convivencia con alguien que sufre de trastornos mentales puede ser muy complicada, pero si los síntomas aparecieron junto con su cambio de raza, entonces quizás su familia nunca llego a verlo así.

Cuando llegamos junto a la puerta de salida abro mi morral y subo a mis tres acompañantes, me miran desde adentro, a ellos no necesito sonreírles pero de todos modos lo hago. Acomodo el resto de las mantas y me dispongo a salir, afuera nos recibe el viento helado, ahora mismo Dag parece ensimismado en sus pensamientos, pero sé que dentro de poco perderá la paciencia y comenzará a quejarse.

Atrás nuestro queda la antigua base militar destruida, en cuanto cerramos las puertas las luces volverán a apagarse, todos los restos volverían a descansar por un tiempo indefinido. Quedaba en mí una sensación de que nada bueno había sucedido en ese lugar, que sería mejor si jamás tenía que regresar.

También quedaban demasiadas preguntas y no parecía que estuvieran cerca de ser contestadas.