[Cerrado] Un nuevo comienzo [Interpretativo][Libre]
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[Cerrado] Un nuevo comienzo [Interpretativo][Libre]
Abro los ojos, todo negro. ¿Qué está pasando? Me pregunto, conmocionada.
Estoy tendida sobre la hierba, con el cuerpo dolorido, intento incorporarme con poco éxito. Venga, un segundo intento Jeannie, Jeannie? Sí, esa soy yo... no?
Un segundo intento, mucho dolor, la cabeza me da vueltas, voy recuperando la visión poco a poco.
-¿Dónde estoy? No debe ser muy lejos de casa... ¿Casa?¿Cual es mi casa? ¿Por qué estoy aquí?.
Termino de levantarme y miro alrededor, no hay nada más que árboles hasta donde puedo ver. Me duele la cabeza, paso mi mano sobre el pelo. Sangre. Perfecto, eso explica que no recuerde cómo he llegado a este lugar, o al menos, espero que sea suficiente para explicarlo...
Lo primero es lo primero, las heridas en la cabeza pueden ser muy feas, por lo que uso uno de los jirones de tela en la que se ha convertido mi ropa para limpiar la herida e improvisar una venda. Me miro de arriba a abajo. Suspiro. La camisa apenas llega ya por debajo de las costillas, los pantalones llenos de tierra y quemados...
-Ojalá tener una muda de ropa...
Miro a mi alrededor, esperando que la tupida noche me haga llegar alguna luz lejana que indique la presencia de algún asentamiento. Pasar la noche a la intemperie con un arco roto, un puñado de flechas y la ropa hecha jirones no parece buena idea. Pero tampoco hay ninguna luz visible.
-Cualquier dirección valdrá, supongo...
Suspiro y comienzo a vagar hacia el oeste, tambaleándome a cada paso, con más esperanzas que fuerzas.
-¡Lista! ¡Claro! ¡Toda aventura comienza con una lista! Pues lo primero deberá ser....mmm... Arreglar mi arco, o hacerme uno de repuesto mientras... Después, ¡una muda!. Bien, ya tengo una misión, ¡adelante!
Visiblemente más animada sigo caminando, al fin y al cabo, a algún sitio se llegaría por ese camino, seguramente.
Y quien sabe, tal vez encuentre a otros elfos... O mejor aún, conocer por primera vez alguna de las otras razas que pueblan el mundo.
- ¡¡Aaaaaaaaah!! ¡Ya no puedo esperar más!
Empiezo a correr, todavía en dirección Oeste, con la cabeza palpitando de dolor, pero con un ánimo grabado a fuego en el corazón que me impide aminorar la marcha.
Tras lo que me parecieron horas corriendo llego a un tronco inmenso.
-¡Es enorme!
Una anciana sale de dentro. La miro, me mira, giro la mirada avergonzada.
- ¿Quien eres tú? -Pregunta la anciana.
- Me llamo Jeannie Fawkes, y la verdad es que creo que en algún momento me he perdido...
- No son horas de dar esas voces -La anciana me mira de arriba a abajo.
-Parece que te hayas peleado con medio mundo y hayas sobrevivido por los pelos. Anda, entra, te prepararé algo de desayunar.
- ¡Muchísimas gracias! ¡Me salva usted la vida!
- No hace falta que lo jures...
Me hizo pasar a una sala circular, con techos bastante altos, para tratarse de una casa en el tronco de un árbol, había un ambiente muy cálido, con poca luz, pero suficiente para una charla tranquila. La anciana volvió de una sala adyacente con un té y unas frutas.
- Corriendo por ahí, medio desnuda, con un arco roto y muerta de hambre. -La anciana suspira. - Te traeré algunas cosas para que puedas proseguir tu viaje. Mientras tanto, come un poco.
- Muchísimas gracias, pero no tengo nada con qué pagarle su amabilidad...
La anciana se encoge de hombros y se va unos segundos para volver con un viejo (pero entero) arco y una muda de ropa.
- Esto pertenecía a mi hija, jamás volvió por casa ni sé qué ha sido de ella, creo que te sentará bien, aunque cualquier cosa es mejor que esos harapos que tienes puestos.
- De verdad, me salva usted la vida, no tengo nada con qué compensarla...
- Como comprenderás no puedo dejar que una joven como tú se muera en dos días en el bosque por no ofrecerle algo que ya no me es de ninguna utilidad.
Me cambio de ropa, me queda un poco grande. Nos quedamos hablando durante medio día, yo, contándole lo poco que recuerdo, ella, dándome consejos para sobrevivir y, finalmente, salir del bosque. Así, tras unas horas de descanso, salgo de casa de la anciana, doy unos pasos dirección Oeste, me doy media vuelta pensando en qué decir para agradecer tanta ayuda.
- ¿Me he vuelto a perder ya?¿Tan pronto? Dioses, Jeannie...
Había perdido de vista el árbol del que había salido momentos antes. Suspiro y camino dirección lo que, espero, sea la salida del laberíntico bosque.
Estoy tendida sobre la hierba, con el cuerpo dolorido, intento incorporarme con poco éxito. Venga, un segundo intento Jeannie, Jeannie? Sí, esa soy yo... no?
Un segundo intento, mucho dolor, la cabeza me da vueltas, voy recuperando la visión poco a poco.
-¿Dónde estoy? No debe ser muy lejos de casa... ¿Casa?¿Cual es mi casa? ¿Por qué estoy aquí?.
Termino de levantarme y miro alrededor, no hay nada más que árboles hasta donde puedo ver. Me duele la cabeza, paso mi mano sobre el pelo. Sangre. Perfecto, eso explica que no recuerde cómo he llegado a este lugar, o al menos, espero que sea suficiente para explicarlo...
Lo primero es lo primero, las heridas en la cabeza pueden ser muy feas, por lo que uso uno de los jirones de tela en la que se ha convertido mi ropa para limpiar la herida e improvisar una venda. Me miro de arriba a abajo. Suspiro. La camisa apenas llega ya por debajo de las costillas, los pantalones llenos de tierra y quemados...
-Ojalá tener una muda de ropa...
Miro a mi alrededor, esperando que la tupida noche me haga llegar alguna luz lejana que indique la presencia de algún asentamiento. Pasar la noche a la intemperie con un arco roto, un puñado de flechas y la ropa hecha jirones no parece buena idea. Pero tampoco hay ninguna luz visible.
-Cualquier dirección valdrá, supongo...
Suspiro y comienzo a vagar hacia el oeste, tambaleándome a cada paso, con más esperanzas que fuerzas.
-¡Lista! ¡Claro! ¡Toda aventura comienza con una lista! Pues lo primero deberá ser....mmm... Arreglar mi arco, o hacerme uno de repuesto mientras... Después, ¡una muda!. Bien, ya tengo una misión, ¡adelante!
Visiblemente más animada sigo caminando, al fin y al cabo, a algún sitio se llegaría por ese camino, seguramente.
Y quien sabe, tal vez encuentre a otros elfos... O mejor aún, conocer por primera vez alguna de las otras razas que pueblan el mundo.
- ¡¡Aaaaaaaaah!! ¡Ya no puedo esperar más!
Empiezo a correr, todavía en dirección Oeste, con la cabeza palpitando de dolor, pero con un ánimo grabado a fuego en el corazón que me impide aminorar la marcha.
Tras lo que me parecieron horas corriendo llego a un tronco inmenso.
-¡Es enorme!
Una anciana sale de dentro. La miro, me mira, giro la mirada avergonzada.
- ¿Quien eres tú? -Pregunta la anciana.
- Me llamo Jeannie Fawkes, y la verdad es que creo que en algún momento me he perdido...
- No son horas de dar esas voces -La anciana me mira de arriba a abajo.
-Parece que te hayas peleado con medio mundo y hayas sobrevivido por los pelos. Anda, entra, te prepararé algo de desayunar.
- ¡Muchísimas gracias! ¡Me salva usted la vida!
- No hace falta que lo jures...
Me hizo pasar a una sala circular, con techos bastante altos, para tratarse de una casa en el tronco de un árbol, había un ambiente muy cálido, con poca luz, pero suficiente para una charla tranquila. La anciana volvió de una sala adyacente con un té y unas frutas.
- Corriendo por ahí, medio desnuda, con un arco roto y muerta de hambre. -La anciana suspira. - Te traeré algunas cosas para que puedas proseguir tu viaje. Mientras tanto, come un poco.
- Muchísimas gracias, pero no tengo nada con qué pagarle su amabilidad...
La anciana se encoge de hombros y se va unos segundos para volver con un viejo (pero entero) arco y una muda de ropa.
- Esto pertenecía a mi hija, jamás volvió por casa ni sé qué ha sido de ella, creo que te sentará bien, aunque cualquier cosa es mejor que esos harapos que tienes puestos.
- De verdad, me salva usted la vida, no tengo nada con qué compensarla...
- Como comprenderás no puedo dejar que una joven como tú se muera en dos días en el bosque por no ofrecerle algo que ya no me es de ninguna utilidad.
Me cambio de ropa, me queda un poco grande. Nos quedamos hablando durante medio día, yo, contándole lo poco que recuerdo, ella, dándome consejos para sobrevivir y, finalmente, salir del bosque. Así, tras unas horas de descanso, salgo de casa de la anciana, doy unos pasos dirección Oeste, me doy media vuelta pensando en qué decir para agradecer tanta ayuda.
- ¿Me he vuelto a perder ya?¿Tan pronto? Dioses, Jeannie...
Había perdido de vista el árbol del que había salido momentos antes. Suspiro y camino dirección lo que, espero, sea la salida del laberíntico bosque.
Última edición por Jeannie Fawkes el Dom Sep 16 2018, 15:28, editado 2 veces
Irinnil Fawkes
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Re: [Cerrado] Un nuevo comienzo [Interpretativo][Libre]
Hacía tiempo que Nuria no tenía nuevas aventuras, como una mucama abocada a su profesión; había trabajado responsablemente dentro de las paredes del hogar, o haciendo trabajos muy específicos para su empleador en los alrededores próximos, porque él sabía muy bien del obvio defecto de la criada orientándose puertas afuera de cualquier edificación. Secretamente, la joven estaba un poco alegre de romper con la monotonía de su nueva vida como asistente, pero no quería ahondar más en ese sentimiento. Ella era una mujer abocada al servicio, y que tenía vocación para su trabajo. Si su madre la escuchara desde donde estuviera se reiría de ella diciéndole palabras irónicas con respecto a la “equivocación” de su elección. Mordió un pedazo de queso y bebió las últimas gotas del zumo que había llevado consigo. Eso de estar al aire libre se le daba un poco mejor desde que comenzara sus viajes con Ircan, sin embargo ella sabía que no estaba hecha para la vida en los caminos.
Se puso en pie, observó los alrededores y asintió para si con una mueca de satisfacción; el no ver una amenaza inminente le llenaba de complacencia con su condición, podría estar perdida en un bosque desconocido, pero al menos nada malo la seguía. Los peligros acechaban tras cada árbol, mata o pequeño animal; ella era muy consciente de su situación, por eso llevaba consigo la naginata,segura en su espalda. Tan segura, que sería imposible para alguien tan poco expediente como ella, sacarla rápidamente para protegerse de cualquier posible amenaza. Se planchó la ropa y atusó el pelo, sería muy inapropiado continuar el resto del trayecto con una apariencia poco presentable. Después de todo, se dirigía a una encomienda especial a la base de los bio, su ciudad natal.
Es indescriptible lo que puede hacer la confluencia de unos pocos elementos a la hora de completar una fácil tarea, como continuar por un camino. Nuria había perdido el camino real bajo sus propios pies hacía días, pero estaba segura que tras el próximo árbol lo hallaría. Abrazaba su tomo de “Criaturas raras del Pantano Misterioso, mitos y realidades” como si fuese su salvoconducto durante esa aventura, o una brújula todopoderosa. Nada más alejado de la realidad; el libro viejo y maltrecho ya le quedaba muy poca vida útil, al menos, hasta que visitase un buen refaccionador. Las tapas duras se despegaban poco a poco bajo los brazos inquietos de la humana. Incluso para alguien tan poco observador como ella, la realidad era obvia, dura y agobiante: moriría en el bosque. Sólo aspiraba a mantener la dignidad y el buen estilo hasta el final. Le quedaban unas pocas tareas pendientes, pero nada que mantuviera su espíritu en ese plano (esperaba).
Porque los rayos del sol le molestaron en los ojos más temprano, había decidido cambiar de dirección y para su mayor sorpresa, esta alteración en el trayecto llevó consigo un desenlace inesperado ya que más adelante, se encontró frente a una chica que bien podía ser su doble, pero en versión desgarbada y achacosa. Levantó una mano tentativamente, tal vez tuviera un efecto espejo. Sonrió al ver que no parecía ser nada extraño, quizás fuese amable y le ayudara. -Buenos días ¿qué tal?- saludó con cordialidad. Nuria, al contrario de lo usual, no se sintió en peligro, ni fuera de lugar, probablemente porque podía ver a los ojos a esta extraña de orejas en punta. Tardó en notar esa peculiaridad en la joven, quizás por los vendajes o por todo lo demás. -Me pregunto si usted sabe cuán lejos nos encontramos del Pantano Misterioso… tenía que dejarlo atrás de camino a Verisar pero…- se encogió de hombros pensativa.
Era la primera vez que interactuaba con un elfo, los había visto un par de veces en las afueras de las grandes ciudades y en los pocos caminos que había recorrido, pero como siempre, estaba tan metida en sus propios asuntos que no sabía a qué atenerse más que a las cosas que había leído y escuchado en las conversaciones de sus antiguos amos; podía ser que no hablaran fluidamente el idioma común. Rebuscó entre su ropa, sabía que en alguno de los bolsillos había dejado unas galletas de centeno. Puede que si se las ofrecía, tendría una mejor disposición, como un buen ser de luz del bosque, al menos eso afirmaba un pasaje del libro que reposaba sobre su diestra.
Se puso en pie, observó los alrededores y asintió para si con una mueca de satisfacción; el no ver una amenaza inminente le llenaba de complacencia con su condición, podría estar perdida en un bosque desconocido, pero al menos nada malo la seguía. Los peligros acechaban tras cada árbol, mata o pequeño animal; ella era muy consciente de su situación, por eso llevaba consigo la naginata,segura en su espalda. Tan segura, que sería imposible para alguien tan poco expediente como ella, sacarla rápidamente para protegerse de cualquier posible amenaza. Se planchó la ropa y atusó el pelo, sería muy inapropiado continuar el resto del trayecto con una apariencia poco presentable. Después de todo, se dirigía a una encomienda especial a la base de los bio, su ciudad natal.
Es indescriptible lo que puede hacer la confluencia de unos pocos elementos a la hora de completar una fácil tarea, como continuar por un camino. Nuria había perdido el camino real bajo sus propios pies hacía días, pero estaba segura que tras el próximo árbol lo hallaría. Abrazaba su tomo de “Criaturas raras del Pantano Misterioso, mitos y realidades” como si fuese su salvoconducto durante esa aventura, o una brújula todopoderosa. Nada más alejado de la realidad; el libro viejo y maltrecho ya le quedaba muy poca vida útil, al menos, hasta que visitase un buen refaccionador. Las tapas duras se despegaban poco a poco bajo los brazos inquietos de la humana. Incluso para alguien tan poco observador como ella, la realidad era obvia, dura y agobiante: moriría en el bosque. Sólo aspiraba a mantener la dignidad y el buen estilo hasta el final. Le quedaban unas pocas tareas pendientes, pero nada que mantuviera su espíritu en ese plano (esperaba).
Porque los rayos del sol le molestaron en los ojos más temprano, había decidido cambiar de dirección y para su mayor sorpresa, esta alteración en el trayecto llevó consigo un desenlace inesperado ya que más adelante, se encontró frente a una chica que bien podía ser su doble, pero en versión desgarbada y achacosa. Levantó una mano tentativamente, tal vez tuviera un efecto espejo. Sonrió al ver que no parecía ser nada extraño, quizás fuese amable y le ayudara. -Buenos días ¿qué tal?- saludó con cordialidad. Nuria, al contrario de lo usual, no se sintió en peligro, ni fuera de lugar, probablemente porque podía ver a los ojos a esta extraña de orejas en punta. Tardó en notar esa peculiaridad en la joven, quizás por los vendajes o por todo lo demás. -Me pregunto si usted sabe cuán lejos nos encontramos del Pantano Misterioso… tenía que dejarlo atrás de camino a Verisar pero…- se encogió de hombros pensativa.
Era la primera vez que interactuaba con un elfo, los había visto un par de veces en las afueras de las grandes ciudades y en los pocos caminos que había recorrido, pero como siempre, estaba tan metida en sus propios asuntos que no sabía a qué atenerse más que a las cosas que había leído y escuchado en las conversaciones de sus antiguos amos; podía ser que no hablaran fluidamente el idioma común. Rebuscó entre su ropa, sabía que en alguno de los bolsillos había dejado unas galletas de centeno. Puede que si se las ofrecía, tendría una mejor disposición, como un buen ser de luz del bosque, al menos eso afirmaba un pasaje del libro que reposaba sobre su diestra.
Última edición por Nuria el Mar Ago 14 2018, 15:12, editado 2 veces
Nuria
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Re: [Cerrado] Un nuevo comienzo [Interpretativo][Libre]
No hacía tanto que había anochecido.
El bosque estaba en calma, relativamente hablando, pues salvo por el suave susurro del viento, lo único audible era el distante canto de los grillos.
- Nos hemos perdido. – dijo Lyn tras él que, subida a las ramas más bajas de un árbol, oteaba el angosto camino que se podía vislumbrar entre la foresta.
- Es un atajo. – Replicó Eltrant girándose a mirar a su compañera, alzando levemente la antorcha que portaba consigo. – Para tu información, se perfectamente por dónde vamos. - La ojiazul se encogió de hombros y, tras entrelazar sus piernas en la rama, se dejó caer, quedándose colgando bocabajo en el proceso.
- Nos hemos perdido. – Repitió la muchacha. – Y ha sido porque un pájaro te ha robado el mapa. – Aun colgando de la rama, la vampiresa se cruzó de brazos, una sonrisa mordaz no tardó en aparecerse en su rostro.
- ¡Eh! – Eltrant se giró de nuevo hacía Lyn - ¡Era un pájaro muy rápido! – Exclamó caminando, decidido, hacia donde estaba la vampiresa. - ¡No te atrevas a decir que lo viste! - Le señaló con el dedo índice, Lyn se meció hacía adelante y hacía atrás, sin dejar de sonreír.
– Mi pobre e iluso Mortal. – Lyn negó con la cabeza, como una madre que ve a su hijo, por décima ver, golpearse contra el mismo árbol. – Pero que lento que eres. - Cruzado de brazos, tratando de ignorar las palabras de su amiga, Eltrant se ajustó instintivamente las correas que mantenían su armadura pegada a su cuerpo y dejó escapar un gruñido en voz baja. – En todos los aspectos. – dijo al final, al ver que Eltrant había decidido obviarla, dejando escapar una risita en el proceso.
- ¡Que es un atajo! – Volvió a repetir Eltrant, rascándose la barba. – Estamos en algún lugar de… -
- De Aerandir, sí. – Lyn se dejó caer de su rama y se subió, rápidamente, a la espalda de su compañero. - ¿Qué te parece si nos movemos? – Preguntó dejando caer la cabeza sobre el hombro del castaño. – Ya sabes, antes de que otro malvado pájaro decida robarte lo que te queda de dignidad o el sol me derrita la cara. – La vampiresa volvió a reírse en voz baja, Eltrant puso los ojos en blanco.
- Sí, sí. – Volviendo a alzar la antorcha para iluminar pobremente el camino que tenían frente a ellos, Eltrant comenzó a avanzar por el mismo, sin preocuparse por bajar a Lyn de su espalda. – Pero sabes que tengo razón. – Murmuró.
Por mucho que quisiese convencerse de que Lyn no tenía razón, de hecho, la tenía.
Estaban perdidos, muy perdidos. Hacía días de eso, además; incluso cuando aún tenían mapa, se había desviado en un cruce en el que no debían de haberlo hecho y, de algún modo, habían acabado transitando un camino que no recordaba haber tomado nunca.
Aun así, estaba convencido de que era un atajo, llegarían a Verisar en nada de tiempo.
Si se habían desviado por allí, por Sandorai, era porque había oído rumores raros, rumores que por una vez habían acabado en nada. Se había desilusionado un poco, no podía negarlo, conocía pocas cosas más frustrantes que seguir algo que no tenía final.
Pero también estaba algo aliviado.
Los rumores que él solía seguir, normalmente, acababan con una aldea en llamas, o con un numero inusual de cadáveres, o con un bandido coronándose rey de una comarca. Pero por suerte, aquella vez, la minúscula aldea que habían visitado estaba perfectamente, mejor de lo normal, incluso, si tenían en cuenta que estaban en tiempos de guerra.
Se paró bruscamente, de improviso.
- ¿Qué te pasa, Mortal? – Preguntó Lyn recolocándose como buenamente pudo sobre el hombro del exmercenario, depositando sus ojos, justo después, en el camino que tenían frente a ellos. – Oh, eso… - dijo casi enseguida.
Eltrant, sin contestar, levantó la mano en la que llevaba la antorcha. La tenue de la llama iluminó, sutilmente, la figura de lo que parecía ser un búho.
- Tú… - Masculló Eltrant entrecerrando los ojos, el animal ululó con suavidad como toda respuesta, el castaño no estaba seguro de cómo podía haberlo hecho, principalmente porque aun tenia, en su pico, el mapa que no hacía ni una hora que le había arrebatado. – Sujétame esto. – dijo tendiéndole la antorcha a Lyn, la cual no dudó en aceptarla.
- Esto va a ser interesante… - dijo la ojiazul apartándose a un lado, viendo como Eltrant caminaba hacia el ave.
Frunció el ceño y echó mano del Olvido, sujetó firmemente el pomo de la espada que descansaba a su espalda y, durante unos segundos, examinó al animal. Después decidió que, quizás, usar aquella espada era un poco contraproducente.
- Tú. – Señaló al búho. – Devuélveme el mapa. – ordenó. Lyn comenzó a reírse a carcajadas desde dónde estaba. - ¿¡Qué?! ¡Estoy negociando! – dijo Eltrant de vuelta, cosa que no sirvió demasiado para acallar a su amiga.
El búho giró la cabeza casi por completo al oír la voz del castaño y, sin moverse un ápice de la rama en la que estaba ni soltar el trozo de papel que aún tenía en su pico, volvió a ulular.
- Dice que no. – comentó Lyn de buen humor, acercándose un poco a Eltrant.
- Dice que no. – repitió una voz desconocida para ambos a su espalda, una que obligó a que Eltrant llevase su mano hasta la empuñadura de Recuerdo en su cintura lo más rápido que pudo. - ¿Qué os trae hasta este lugar a estas horas de la noche, extranjeros? – Una mujer rubia, alta, de facciones dulces pero severas, les apuntaba con un arco con cara de pocos amigos.
Por más que la mujer intentase disimularlo, su acento gritaba “elfico” con fuerza.
Alejándose un par de pasos de la lechuza, la cual ahora si se movió un poco, lo justo para deslizarse por el aire hasta acabar en el hombro de la recién llegada, Eltrant mantuvo su mano apoyada en la empuñadura de su espada. Lyn, entre tanto, oteaba lugares en los que ocultarse en las sombras.
- Una noche rara, la de hoy. – dijo – La anciana Dölery ayuda a una desconocida, una que desaparece sin dejar rastro después de salir de su casa... – Entrecerró los ojos, tensando aún más la cuerda de su arco. – … y ahora aparecéis vosotros justo a punto de entrar en terreno sagrado de mi clan. – Aseveró. - ¿Sois furtivos? ¿Teneis a la chica? – preguntó finalmente, sin apartar los ojos de la cara de Eltrant.
Aquello era un malentendido. ¿Por qué siempre acababan amenazándole por culpa de uno? ¿Ahora resultaban que eran secuestradores por estar allí? Suspirando profundamente soltó su segunda espada y alzó ambas manos de modo conciliador, aquello no tenía por qué ir a más.
Le pareció escuchar algo en los arbustos que tenía justo tras él, algo parecído a dos voces, pero lo descartó, probablemente sería un animal y no era momento para ponerse a investigar.
- Estamos perdidos… - dijo, al final, sin bajar los brazos, como toda explicación.
- ¡Por fin lo admites! –
El bosque estaba en calma, relativamente hablando, pues salvo por el suave susurro del viento, lo único audible era el distante canto de los grillos.
- Nos hemos perdido. – dijo Lyn tras él que, subida a las ramas más bajas de un árbol, oteaba el angosto camino que se podía vislumbrar entre la foresta.
- Es un atajo. – Replicó Eltrant girándose a mirar a su compañera, alzando levemente la antorcha que portaba consigo. – Para tu información, se perfectamente por dónde vamos. - La ojiazul se encogió de hombros y, tras entrelazar sus piernas en la rama, se dejó caer, quedándose colgando bocabajo en el proceso.
- Nos hemos perdido. – Repitió la muchacha. – Y ha sido porque un pájaro te ha robado el mapa. – Aun colgando de la rama, la vampiresa se cruzó de brazos, una sonrisa mordaz no tardó en aparecerse en su rostro.
- ¡Eh! – Eltrant se giró de nuevo hacía Lyn - ¡Era un pájaro muy rápido! – Exclamó caminando, decidido, hacia donde estaba la vampiresa. - ¡No te atrevas a decir que lo viste! - Le señaló con el dedo índice, Lyn se meció hacía adelante y hacía atrás, sin dejar de sonreír.
– Mi pobre e iluso Mortal. – Lyn negó con la cabeza, como una madre que ve a su hijo, por décima ver, golpearse contra el mismo árbol. – Pero que lento que eres. - Cruzado de brazos, tratando de ignorar las palabras de su amiga, Eltrant se ajustó instintivamente las correas que mantenían su armadura pegada a su cuerpo y dejó escapar un gruñido en voz baja. – En todos los aspectos. – dijo al final, al ver que Eltrant había decidido obviarla, dejando escapar una risita en el proceso.
- ¡Que es un atajo! – Volvió a repetir Eltrant, rascándose la barba. – Estamos en algún lugar de… -
- De Aerandir, sí. – Lyn se dejó caer de su rama y se subió, rápidamente, a la espalda de su compañero. - ¿Qué te parece si nos movemos? – Preguntó dejando caer la cabeza sobre el hombro del castaño. – Ya sabes, antes de que otro malvado pájaro decida robarte lo que te queda de dignidad o el sol me derrita la cara. – La vampiresa volvió a reírse en voz baja, Eltrant puso los ojos en blanco.
- Sí, sí. – Volviendo a alzar la antorcha para iluminar pobremente el camino que tenían frente a ellos, Eltrant comenzó a avanzar por el mismo, sin preocuparse por bajar a Lyn de su espalda. – Pero sabes que tengo razón. – Murmuró.
Por mucho que quisiese convencerse de que Lyn no tenía razón, de hecho, la tenía.
Estaban perdidos, muy perdidos. Hacía días de eso, además; incluso cuando aún tenían mapa, se había desviado en un cruce en el que no debían de haberlo hecho y, de algún modo, habían acabado transitando un camino que no recordaba haber tomado nunca.
Aun así, estaba convencido de que era un atajo, llegarían a Verisar en nada de tiempo.
Si se habían desviado por allí, por Sandorai, era porque había oído rumores raros, rumores que por una vez habían acabado en nada. Se había desilusionado un poco, no podía negarlo, conocía pocas cosas más frustrantes que seguir algo que no tenía final.
Pero también estaba algo aliviado.
Los rumores que él solía seguir, normalmente, acababan con una aldea en llamas, o con un numero inusual de cadáveres, o con un bandido coronándose rey de una comarca. Pero por suerte, aquella vez, la minúscula aldea que habían visitado estaba perfectamente, mejor de lo normal, incluso, si tenían en cuenta que estaban en tiempos de guerra.
Se paró bruscamente, de improviso.
- ¿Qué te pasa, Mortal? – Preguntó Lyn recolocándose como buenamente pudo sobre el hombro del exmercenario, depositando sus ojos, justo después, en el camino que tenían frente a ellos. – Oh, eso… - dijo casi enseguida.
Eltrant, sin contestar, levantó la mano en la que llevaba la antorcha. La tenue de la llama iluminó, sutilmente, la figura de lo que parecía ser un búho.
- Tú… - Masculló Eltrant entrecerrando los ojos, el animal ululó con suavidad como toda respuesta, el castaño no estaba seguro de cómo podía haberlo hecho, principalmente porque aun tenia, en su pico, el mapa que no hacía ni una hora que le había arrebatado. – Sujétame esto. – dijo tendiéndole la antorcha a Lyn, la cual no dudó en aceptarla.
- Esto va a ser interesante… - dijo la ojiazul apartándose a un lado, viendo como Eltrant caminaba hacia el ave.
Frunció el ceño y echó mano del Olvido, sujetó firmemente el pomo de la espada que descansaba a su espalda y, durante unos segundos, examinó al animal. Después decidió que, quizás, usar aquella espada era un poco contraproducente.
- Tú. – Señaló al búho. – Devuélveme el mapa. – ordenó. Lyn comenzó a reírse a carcajadas desde dónde estaba. - ¿¡Qué?! ¡Estoy negociando! – dijo Eltrant de vuelta, cosa que no sirvió demasiado para acallar a su amiga.
El búho giró la cabeza casi por completo al oír la voz del castaño y, sin moverse un ápice de la rama en la que estaba ni soltar el trozo de papel que aún tenía en su pico, volvió a ulular.
- Dice que no. – comentó Lyn de buen humor, acercándose un poco a Eltrant.
- Dice que no. – repitió una voz desconocida para ambos a su espalda, una que obligó a que Eltrant llevase su mano hasta la empuñadura de Recuerdo en su cintura lo más rápido que pudo. - ¿Qué os trae hasta este lugar a estas horas de la noche, extranjeros? – Una mujer rubia, alta, de facciones dulces pero severas, les apuntaba con un arco con cara de pocos amigos.
Por más que la mujer intentase disimularlo, su acento gritaba “elfico” con fuerza.
Alejándose un par de pasos de la lechuza, la cual ahora si se movió un poco, lo justo para deslizarse por el aire hasta acabar en el hombro de la recién llegada, Eltrant mantuvo su mano apoyada en la empuñadura de su espada. Lyn, entre tanto, oteaba lugares en los que ocultarse en las sombras.
- Una noche rara, la de hoy. – dijo – La anciana Dölery ayuda a una desconocida, una que desaparece sin dejar rastro después de salir de su casa... – Entrecerró los ojos, tensando aún más la cuerda de su arco. – … y ahora aparecéis vosotros justo a punto de entrar en terreno sagrado de mi clan. – Aseveró. - ¿Sois furtivos? ¿Teneis a la chica? – preguntó finalmente, sin apartar los ojos de la cara de Eltrant.
Aquello era un malentendido. ¿Por qué siempre acababan amenazándole por culpa de uno? ¿Ahora resultaban que eran secuestradores por estar allí? Suspirando profundamente soltó su segunda espada y alzó ambas manos de modo conciliador, aquello no tenía por qué ir a más.
Le pareció escuchar algo en los arbustos que tenía justo tras él, algo parecído a dos voces, pero lo descartó, probablemente sería un animal y no era momento para ponerse a investigar.
- Estamos perdidos… - dijo, al final, sin bajar los brazos, como toda explicación.
- ¡Por fin lo admites! –
Eltrant Tale
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Re: [Cerrado] Un nuevo comienzo [Interpretativo][Libre]
La sangre sigue fluyendo sin parar, cayendo sobre la camisa. Maldición, ahora que había conseguido ropa limpia. Al menos no está rota.
Sigo merodeando por el bosque, me empiezo a desesperar, se me nubla la visión, el cansancio se hace un enemigo muy pesado que no tengo forma de combatir.
Llego a un claro, me siento en la hierba a observar la luna. Suspiro.
- ¿Por qué me metería yo en este bosque, para empezar? No parece muy buena idea.
Empieza a darme un ataque de ansiedad, por la falta de luz, la pérdida de sangre y el hecho de que no parece que vaya a salir jamás de este bosque.
Suspiro. Me levanto lentamente, medio ida, y emprendo de nuevo el camino, esta vez dirección norte.
Tras caminar unos minutos me detengo en seco.
- ¡Un momento!¡Yo ya había visto esto!-Señalo unos champiñones con forma de pino.
Esto significa que o ya he pasado por aquí o... Bueno, tal vez haya muchos así a lo largo del bosque y no me haya fijado antes.
Me estiro como una gata. Bueno, ya basta de lamentarse, parece que de noche me pongo un poco demasiado melancólica.
Tras caminar durante un buen rato más noto un leve movimiento a lo lejos. Automáticamente y sin darme cuenta de mis actos, me subo a uno de los árboles cercanos, quieta, esperando, desenfundo mi arco y pongo una flecha. Podría ser uno de esos odiosos brujos. O, Isil no lo quiera, un terrorífico vampiro... Conforme se acerca, veo que es una chica, parece más o menos de mi edad, guardo el arco y bajo por uno de los laterales del árbol. Salgo de detrás para ponerme frente a ella.
La miro fijamente, es guapa.
Ella levanta una mano despacio, sigo mirándola, no entiendo qué hace, ¿es acaso un conjuro? ¿será una bruja? Tal vez no debí confiarme tanto y salir de mi escondite. Me habla, pero no escucho lo que dice, estoy demasiado absorta esperando cualquier movimiento amenazante.
Un segundo, eso... No, no puede ser.
- ¡Ni un paso más! Ahora contéstame. -La señalo directamente. La olisqueo.
- ¿Quien y qué eres tú? Y, lo más importante, ¿¡por qué hueles a galleta!?
Tal vez haya gritado demasiado, es muy posible que me hayan escuchado hasta en la otra punta del bosque. Pero no importa, me quedo esperando una respuesta, debo saber si se trata de un temible trasgo-galleta o una bruja malvada que me arrancará las entrañas para realizar algún tipo de conjuro malvado y oscuro.
Sigo merodeando por el bosque, me empiezo a desesperar, se me nubla la visión, el cansancio se hace un enemigo muy pesado que no tengo forma de combatir.
Llego a un claro, me siento en la hierba a observar la luna. Suspiro.
- ¿Por qué me metería yo en este bosque, para empezar? No parece muy buena idea.
Empieza a darme un ataque de ansiedad, por la falta de luz, la pérdida de sangre y el hecho de que no parece que vaya a salir jamás de este bosque.
Suspiro. Me levanto lentamente, medio ida, y emprendo de nuevo el camino, esta vez dirección norte.
Tras caminar unos minutos me detengo en seco.
- ¡Un momento!¡Yo ya había visto esto!-Señalo unos champiñones con forma de pino.
Esto significa que o ya he pasado por aquí o... Bueno, tal vez haya muchos así a lo largo del bosque y no me haya fijado antes.
Me estiro como una gata. Bueno, ya basta de lamentarse, parece que de noche me pongo un poco demasiado melancólica.
Tras caminar durante un buen rato más noto un leve movimiento a lo lejos. Automáticamente y sin darme cuenta de mis actos, me subo a uno de los árboles cercanos, quieta, esperando, desenfundo mi arco y pongo una flecha. Podría ser uno de esos odiosos brujos. O, Isil no lo quiera, un terrorífico vampiro... Conforme se acerca, veo que es una chica, parece más o menos de mi edad, guardo el arco y bajo por uno de los laterales del árbol. Salgo de detrás para ponerme frente a ella.
La miro fijamente, es guapa.
Ella levanta una mano despacio, sigo mirándola, no entiendo qué hace, ¿es acaso un conjuro? ¿será una bruja? Tal vez no debí confiarme tanto y salir de mi escondite. Me habla, pero no escucho lo que dice, estoy demasiado absorta esperando cualquier movimiento amenazante.
Un segundo, eso... No, no puede ser.
- ¡Ni un paso más! Ahora contéstame. -La señalo directamente. La olisqueo.
- ¿Quien y qué eres tú? Y, lo más importante, ¿¡por qué hueles a galleta!?
Tal vez haya gritado demasiado, es muy posible que me hayan escuchado hasta en la otra punta del bosque. Pero no importa, me quedo esperando una respuesta, debo saber si se trata de un temible trasgo-galleta o una bruja malvada que me arrancará las entrañas para realizar algún tipo de conjuro malvado y oscuro.
Irinnil Fawkes
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Re: [Cerrado] Un nuevo comienzo [Interpretativo][Libre]
El mundo de Nuria era pequeño, conforme pasaba el tiempo y tenía nuevas aventuras se ampliaba un poco más. Apenas había sacado una de las galletas cuando esta joven le ordena detenerse. A la humana se le detuvo el corazón, se quedó inmóvil cual una estatua esculpida en hielo sólido. Ni siquiera pestañeó, era una posición incómoda, pero sentía que podía arriesgar un estimado de varios respiros más antes de tener que respirar de nuevo. Observó a la elfa acercarse a ella y olisquearla, pero no se sorprendió, “el espacio personal debe de ser algo de los humanos” pensó, recordando la noche que había conocido a su primer licántropo. Un escalofrío bajó por su espina y no pudo evitar que le temblara el cuerpo ante aquellas memorias.
La chica que tenía enfrente era decididamente extrovertida, Nuria pensó fugazmente que eso debería de gastar mucha energía, pero dejó de lado esa idea para apretar sus labios en una línea, intentando ocultar en buen grado su sonrisa. -Um hmmm…- su típica forma de demostrar que le ponía pensamiento a algo o de comenzar una frase que no estaba segura de cómo compartir. -Para contestar tengo que mover mi boca…- realmente lo había tomado en serio al principio, pero ahora sentía cierto alivio y muchas ganas de echarse a reír, pero recordó su entrenamiento de mucama y cómo debía reinar sobre sus emociones. -Me llamo Nuria Nesrin y Bittori y soy…- en ese momento se llevó una mano a la frente, con gesto ausente mientras pensaba a qué se refería con “¿qué era?”.
- Um hmmm… ¿una mucama humana? Mi residencia actual está en Ulmer, donde trabajo para cierto…- ladeó la cabeza, no le daría toda la información a una desconocida, por muy luminosa que el libro decía que fuera. No veía que le destellara otra cosa que los ojos y la curiosidad. En ese momento la criada pensó que los elfos, igual que los licántropos y los humanos, deberían de ser personas un poquito diferentes. Esa chica tenía orejas en punta, podía con eso. Encuadró sus hombros y retomó rápidamente la respuesta -…estoy de camino a la base de los bio y me preguntaba…- nuevamente hizo una pausa, esta vez ladeó la cabeza para otro lado. Hizo silencio un momento y luego negó con la cabeza para sí “el viento” se dijo en sus fueros internos.
- ¿Qué estaba diciendo? Oh – le tendió una de las galletas ofreciéndosela y luego sacó otra para sí -Son de centeno. Las traía para mi viaje, pero ya me estoy quedando corta de reservas… se supone que debía haber llegado ya. ¿Conoces el camino para salir de aquí?- esta vez era innegable. Escuchó claramente a alguien. Miró a la chica -¿Estás acompañada?-. Casi en seguida, apartó unas ramas tupidas y escudriñó en la oscuridad. Aunque la luna estuviera llena, su vista no era muy buena. Si Nuria era pálida de nacimiento, ahora parecía fantasmagórica. -¡Creo que no debemos ver esto!- estaba volviendo su cabeza en busca de la elfa con la que estaba, pero a media acción se dio cuenta que evidentemente, había sonado más estridente que todos los sonidos del bosque puestos juntos.
La chica que tenía enfrente era decididamente extrovertida, Nuria pensó fugazmente que eso debería de gastar mucha energía, pero dejó de lado esa idea para apretar sus labios en una línea, intentando ocultar en buen grado su sonrisa. -Um hmmm…- su típica forma de demostrar que le ponía pensamiento a algo o de comenzar una frase que no estaba segura de cómo compartir. -Para contestar tengo que mover mi boca…- realmente lo había tomado en serio al principio, pero ahora sentía cierto alivio y muchas ganas de echarse a reír, pero recordó su entrenamiento de mucama y cómo debía reinar sobre sus emociones. -Me llamo Nuria Nesrin y Bittori y soy…- en ese momento se llevó una mano a la frente, con gesto ausente mientras pensaba a qué se refería con “¿qué era?”.
- Um hmmm… ¿una mucama humana? Mi residencia actual está en Ulmer, donde trabajo para cierto…- ladeó la cabeza, no le daría toda la información a una desconocida, por muy luminosa que el libro decía que fuera. No veía que le destellara otra cosa que los ojos y la curiosidad. En ese momento la criada pensó que los elfos, igual que los licántropos y los humanos, deberían de ser personas un poquito diferentes. Esa chica tenía orejas en punta, podía con eso. Encuadró sus hombros y retomó rápidamente la respuesta -…estoy de camino a la base de los bio y me preguntaba…- nuevamente hizo una pausa, esta vez ladeó la cabeza para otro lado. Hizo silencio un momento y luego negó con la cabeza para sí “el viento” se dijo en sus fueros internos.
- ¿Qué estaba diciendo? Oh – le tendió una de las galletas ofreciéndosela y luego sacó otra para sí -Son de centeno. Las traía para mi viaje, pero ya me estoy quedando corta de reservas… se supone que debía haber llegado ya. ¿Conoces el camino para salir de aquí?- esta vez era innegable. Escuchó claramente a alguien. Miró a la chica -¿Estás acompañada?-. Casi en seguida, apartó unas ramas tupidas y escudriñó en la oscuridad. Aunque la luna estuviera llena, su vista no era muy buena. Si Nuria era pálida de nacimiento, ahora parecía fantasmagórica. -¡Creo que no debemos ver esto!- estaba volviendo su cabeza en busca de la elfa con la que estaba, pero a media acción se dio cuenta que evidentemente, había sonado más estridente que todos los sonidos del bosque puestos juntos.
Nuria
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Re: [Cerrado] Un nuevo comienzo [Interpretativo][Libre]
- ¿Así que estáis perdidos? – La elfa frunció el ceño sin destensar su arco un solo milímetro, el búho que descansaba en su hombro dejó caer el mapa que tenía en el pico a los pies de su ama. - ¿De verdad creéis que sois los primeros que decís eso? ¿Es que os pensáis que nací ayer? – Preguntó a continuación, avanzando un par de pasos.
Eltrant no podía negar que la mujer tenía razón.
Como mínimo Lyn y él mismo eran raros, después de todo estaban en mitad de la nada, de noche y él, al menos, estaba muy armado. Lo raro hubiese sido, en todo caso, que la elfa no hubiese sospechado de ellos.
- Mira… - Eltrant, aun con las manos levantadas, ladeó levemente la cabeza. – Se lo que esto parece, pero… - Antes de que llegase a terminar la frase, las tenues voces que había escuchado tras de sí sonaron con bastante más fuerza, la suficiente como para que incluso la elfa que les apuntaba se percatase de ella.
- ¿Galletas? – Inquirió Lyn girándose sobre sí misma, mirando el lugar del que venían las voces.
La mujer entrecerró los ojos y, con una rápida cabezada, indicó a la lechuza que seguía posada sobre su hombro que fuese a comprobar el sonido. El animal, como si comprendiese a la perfección lo que pretendía hacer la elfa con aquel gesto emprendió el vuelo y se perdió entre la maleza.
- Entonces… - Eltrant bajó los brazos, tentado de ir a ver el origen de las voces que llevaban oyendo ya un rato. - ¿Vienes mucho por aquí? – La elfa no respondió, se quedó con la misma expresión indescifrable hasta que la lechuza volvió con lo que parecía ser una galleta en el pico.
¿Es que ese pájaro no hacía más que robar cosas?
La arquera tomó la galleta del pico del búho y, sin decir nada, volvió a guardar la flecha con la que les había estado apuntando en el carcaj que portaba a su espalda, momento en el que comenzó a caminar hacía los arbustos por los que se había marchado el ave apenas un par segundos atrás.
- ¿Quién ha dicho que podéis quedaros ahí? – Advirtió la mujer antes de perderse entre los árboles. – Que no os esté apuntando no significa que confíe en vosotros. – Afirmó haciendo un rápido gesto con la mano para indicar a la pareja que le siguiese a través del bosque.
- Que agradable. - Lyn, cruzada de brazos, lanzó una larga mirada a su compañero. Podía intuir lo que la vampiresa quería decir con aquello. ¿Era de verdad seguro seguirla? Probablemente no, pero estaban perdidos en mitad del bosque y aquella mujer, al menos, sabría decirles el camino de vuelta.
- Vamos, Lyn. – dijo bajando ambas manos hasta el cinturón, emprendiendo la marcha.
La vampiresa asintió dejando escapar un pequeño suspiro y, tras posicionarse detrás del exmercenario, se adentró en el bosque en último lugar.
No tardaron mucho en alcanzar lo que parecía ser un pequeño claro en mitad del bosque, cosa que Eltrant agradeció encarecidamente, atravesar un bosque ataviado con una armadura pesada no era lo que él consideraba su pasatiempo favorito.
Oteó el lugar antes de adentrarse por completo en el mismo, era uno de esos claros que contaban con una de las “piedra hogar” de las que había oído hablar a Asher tiempo atrás: un gran monolito de color blanco yacía en el centro del lugar.
Estaban prácticamente en Sandorai. ¿Habría aldeas de Hombres-Bestia por la zona?
Pero lo más relevante que consiguieron ver a simple vista fue a la fuente de las voces que llevaban oyendo desde hacía un rato. Eran dos jóvenes las que conversaban, no muy lejos de dónde se hallaban ellos en aquel momento.
La elfa con la que iban, de forma cuidadosa, volvió a colocar la flecha en el arco.
No llegó a apuntar a la pareja esta vez.
- Tú, muchacha. – La rubia señaló a su congénere, a la joven elfa de cabellos oscuros y aspecto jovial que, de forma animada, conversaba con la otra chica. - ¿Eres la que ha pasado el día con la anciana de la aldea? - Eltrant reconocía la voz de la elfa que estaba en el claro: era la que había gritado “galletas”.
Tras aguardar durante unos segundos, indecisa, la mujer que les había llevado hasta allí se colgó el arco en la espalda y le ofreció una sonrisa a la muchacha.
- Es peligroso recorrer los caminos por la noche, no deberías haber partido hasta el amanecer; hay cazadores y monstruos por la zona. Creíamos que te habías perdido. – Indicó, segundos antes de girarse hacía la otra muchacha, la que carecía de cualquier rasgo elfico. - ¿Qué te trae a ti por aquí, extranjera? – Eltrant suspiró, pasándose la mano por la cara se adelantó un par de pasos.
- ¿Tienes planeado preguntar eso a todo el mundo? – Preguntó cruzándose de brazos.
- Obviamente. Estoy a cargo de la seguridad de mi aldea, humano. – respondió la elfa de vuelta, evidentemente molesta. – Vuelve a casa, Älwaen – dijo un susurro, mirando apenas un segundo al ave que se había vuelto a posar sobre su hombro. – Mi nombre es Nereyda – dijo inclinando levemente la cabeza frente a los presentes. – Acompañadme hasta la aldea… - pidió – Si realmente os habéis perdido. – Volvió a mirar de mala gana a Eltrant – Desde allí os podemos dar indicaciones para llegar hasta el camino principal. – dijo antes de comenzar a caminar.
Eltrant no podía negar que la mujer tenía razón.
Como mínimo Lyn y él mismo eran raros, después de todo estaban en mitad de la nada, de noche y él, al menos, estaba muy armado. Lo raro hubiese sido, en todo caso, que la elfa no hubiese sospechado de ellos.
- Mira… - Eltrant, aun con las manos levantadas, ladeó levemente la cabeza. – Se lo que esto parece, pero… - Antes de que llegase a terminar la frase, las tenues voces que había escuchado tras de sí sonaron con bastante más fuerza, la suficiente como para que incluso la elfa que les apuntaba se percatase de ella.
- ¿Galletas? – Inquirió Lyn girándose sobre sí misma, mirando el lugar del que venían las voces.
La mujer entrecerró los ojos y, con una rápida cabezada, indicó a la lechuza que seguía posada sobre su hombro que fuese a comprobar el sonido. El animal, como si comprendiese a la perfección lo que pretendía hacer la elfa con aquel gesto emprendió el vuelo y se perdió entre la maleza.
- Entonces… - Eltrant bajó los brazos, tentado de ir a ver el origen de las voces que llevaban oyendo ya un rato. - ¿Vienes mucho por aquí? – La elfa no respondió, se quedó con la misma expresión indescifrable hasta que la lechuza volvió con lo que parecía ser una galleta en el pico.
¿Es que ese pájaro no hacía más que robar cosas?
La arquera tomó la galleta del pico del búho y, sin decir nada, volvió a guardar la flecha con la que les había estado apuntando en el carcaj que portaba a su espalda, momento en el que comenzó a caminar hacía los arbustos por los que se había marchado el ave apenas un par segundos atrás.
- ¿Quién ha dicho que podéis quedaros ahí? – Advirtió la mujer antes de perderse entre los árboles. – Que no os esté apuntando no significa que confíe en vosotros. – Afirmó haciendo un rápido gesto con la mano para indicar a la pareja que le siguiese a través del bosque.
- Que agradable. - Lyn, cruzada de brazos, lanzó una larga mirada a su compañero. Podía intuir lo que la vampiresa quería decir con aquello. ¿Era de verdad seguro seguirla? Probablemente no, pero estaban perdidos en mitad del bosque y aquella mujer, al menos, sabría decirles el camino de vuelta.
- Vamos, Lyn. – dijo bajando ambas manos hasta el cinturón, emprendiendo la marcha.
La vampiresa asintió dejando escapar un pequeño suspiro y, tras posicionarse detrás del exmercenario, se adentró en el bosque en último lugar.
No tardaron mucho en alcanzar lo que parecía ser un pequeño claro en mitad del bosque, cosa que Eltrant agradeció encarecidamente, atravesar un bosque ataviado con una armadura pesada no era lo que él consideraba su pasatiempo favorito.
Oteó el lugar antes de adentrarse por completo en el mismo, era uno de esos claros que contaban con una de las “piedra hogar” de las que había oído hablar a Asher tiempo atrás: un gran monolito de color blanco yacía en el centro del lugar.
Estaban prácticamente en Sandorai. ¿Habría aldeas de Hombres-Bestia por la zona?
Pero lo más relevante que consiguieron ver a simple vista fue a la fuente de las voces que llevaban oyendo desde hacía un rato. Eran dos jóvenes las que conversaban, no muy lejos de dónde se hallaban ellos en aquel momento.
La elfa con la que iban, de forma cuidadosa, volvió a colocar la flecha en el arco.
No llegó a apuntar a la pareja esta vez.
- Tú, muchacha. – La rubia señaló a su congénere, a la joven elfa de cabellos oscuros y aspecto jovial que, de forma animada, conversaba con la otra chica. - ¿Eres la que ha pasado el día con la anciana de la aldea? - Eltrant reconocía la voz de la elfa que estaba en el claro: era la que había gritado “galletas”.
Tras aguardar durante unos segundos, indecisa, la mujer que les había llevado hasta allí se colgó el arco en la espalda y le ofreció una sonrisa a la muchacha.
- Es peligroso recorrer los caminos por la noche, no deberías haber partido hasta el amanecer; hay cazadores y monstruos por la zona. Creíamos que te habías perdido. – Indicó, segundos antes de girarse hacía la otra muchacha, la que carecía de cualquier rasgo elfico. - ¿Qué te trae a ti por aquí, extranjera? – Eltrant suspiró, pasándose la mano por la cara se adelantó un par de pasos.
- ¿Tienes planeado preguntar eso a todo el mundo? – Preguntó cruzándose de brazos.
- Obviamente. Estoy a cargo de la seguridad de mi aldea, humano. – respondió la elfa de vuelta, evidentemente molesta. – Vuelve a casa, Älwaen – dijo un susurro, mirando apenas un segundo al ave que se había vuelto a posar sobre su hombro. – Mi nombre es Nereyda – dijo inclinando levemente la cabeza frente a los presentes. – Acompañadme hasta la aldea… - pidió – Si realmente os habéis perdido. – Volvió a mirar de mala gana a Eltrant – Desde allí os podemos dar indicaciones para llegar hasta el camino principal. – dijo antes de comenzar a caminar.
Eltrant Tale
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Re: [Cerrado] Un nuevo comienzo [Interpretativo][Libre]
Me quedo estupefacta, ¿esta chica me está ofreciendo una galleta? Eso, según mi nuevo código de conducta que me acabo de inventar, es que quiere ser amiga mía... Acepto la galleta con una amplia sonrisa.
Un segundo antes de metérmela en la boca para darle el mordisco de mi vida, un monstruo alado aparece para arrebatármela de forma vil y rastrera.
- ¡Eh!¡Eso me pertenece rata inmunda! Maldita sea, por una vez que consigo hacer una amiga...
Miro a la chica con cara triste. -Lo siento, he perdido nuestra galleta de la amistad...
Acto seguido aparece una elfa, mucho más alta que yo, no tenía constancia de que los elfos fueran tan altos, o de que yo fuese tan bajita.
- Tú, muchacha.¿Eres la que ha pasado el día con la anciana de la aldea? -Me dice.
La miro, me sonríe. Entonces me fijo en que viene acompañada por un hombre y una muchacha, parece más o menos de mi estatura. Abanico la mano en señal de saludo.
- Muchas preguntas y muy directas para alguien que acaba de atravesar un seto. Y sospecho que tendrás algo que ver con la desaparición repentina de mi dulce manjar amistoso.
Me ignora y tras unos instantes me sonríe. Me fijo en el animal de su hombro, intentando averiguar si se trataba del mismo animal ladrón de hace unos instantes.
Mientras sigo absorta en mis pensamientos, la conversación siguió su curso, por lo que me he perdido más de la mitad
– Desde allí os podemos dar indicaciones para llegar hasta el camino principal. – dijo antes de comenzar a caminar.
Desde allí, ¿dónde es allí? Seguro que se trata de una trampa, no me fío de ladrones...
Espero a que se aleje unos pasos, me agacho un segundo para recoger un pedrusco al lado de uno de los árboles cercanos a los setos por los que aparecieron todos estos extraños.
Sigo a la elfa dando largas zancadas, con la piedra en la mano derecha, cojo impulso, salto desde atrás, con la mano izquierda agarro de un puñado todas las flechas de su carcaj, mientras con la derecha le doy con todas mis fuerzas en la nuca.
La elfa cae al suelo, espero que inconsciente, guardo las flechas en mi propio carcaj y vuelvo corriendo por donde he venido.
Al llegar al lado de los demás aminoro la marcha.
- ¿Vais a venir u os vais a quedar ahí como pasmarotes? Puede que no sepa la dirección exacta por la que se sale del bosque, pero seguro que es más divertido y emocionante que una aldea elfa. ¡Aunque siempre podéis esperar a que se despierte!
Esbozo una sonrisa enorme y una carcajada y sigo corriendo hacia el centro del bosque.
Un segundo antes de metérmela en la boca para darle el mordisco de mi vida, un monstruo alado aparece para arrebatármela de forma vil y rastrera.
- ¡Eh!¡Eso me pertenece rata inmunda! Maldita sea, por una vez que consigo hacer una amiga...
Miro a la chica con cara triste. -Lo siento, he perdido nuestra galleta de la amistad...
Acto seguido aparece una elfa, mucho más alta que yo, no tenía constancia de que los elfos fueran tan altos, o de que yo fuese tan bajita.
- Tú, muchacha.¿Eres la que ha pasado el día con la anciana de la aldea? -Me dice.
La miro, me sonríe. Entonces me fijo en que viene acompañada por un hombre y una muchacha, parece más o menos de mi estatura. Abanico la mano en señal de saludo.
- Muchas preguntas y muy directas para alguien que acaba de atravesar un seto. Y sospecho que tendrás algo que ver con la desaparición repentina de mi dulce manjar amistoso.
Me ignora y tras unos instantes me sonríe. Me fijo en el animal de su hombro, intentando averiguar si se trataba del mismo animal ladrón de hace unos instantes.
Mientras sigo absorta en mis pensamientos, la conversación siguió su curso, por lo que me he perdido más de la mitad
– Desde allí os podemos dar indicaciones para llegar hasta el camino principal. – dijo antes de comenzar a caminar.
Desde allí, ¿dónde es allí? Seguro que se trata de una trampa, no me fío de ladrones...
Espero a que se aleje unos pasos, me agacho un segundo para recoger un pedrusco al lado de uno de los árboles cercanos a los setos por los que aparecieron todos estos extraños.
Sigo a la elfa dando largas zancadas, con la piedra en la mano derecha, cojo impulso, salto desde atrás, con la mano izquierda agarro de un puñado todas las flechas de su carcaj, mientras con la derecha le doy con todas mis fuerzas en la nuca.
La elfa cae al suelo, espero que inconsciente, guardo las flechas en mi propio carcaj y vuelvo corriendo por donde he venido.
Al llegar al lado de los demás aminoro la marcha.
- ¿Vais a venir u os vais a quedar ahí como pasmarotes? Puede que no sepa la dirección exacta por la que se sale del bosque, pero seguro que es más divertido y emocionante que una aldea elfa. ¡Aunque siempre podéis esperar a que se despierte!
Esbozo una sonrisa enorme y una carcajada y sigo corriendo hacia el centro del bosque.
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Re: [Cerrado] Un nuevo comienzo [Interpretativo][Libre]
La mucama había sufrido un susto de muerte, una procesión se dirigía hacia ellas y no sabía cómo reaccionar. El primer instinto de todos es correr a esconderse, sin embargo ella se había quedado estática en su lugar, al ver un animal volador desconocido dirigirse hacia ella con la galleta de su acompañante en el pico. El ser alado, volvió su cabeza de gato para verla con grandes ojos que parecían de ultratumba. La criada estiró la mano hacia lo que definió como un búho tardíamente y la bajó chasqueando sus dedos. Esa era, definitivamente, el ave más traviesa que había conocido. La chica elfa, por su lado, estaba pasando por un momento que Nuria catalogó como “infantil”. Infantil no era malo, pero en un ser de luz y esas cosas era ciertamente fascinante.
La mucama observó la galleta que tenía en la mano del libro, aún no la había mordido. Estaba pensando que podría partir la galleta en dos para compartirla con la joven, después de todo, era la preciosa galleta de la amistad y muy en su interior, sabía que no podría recuperar la otra perdida. Como Nuria no solía llorar sobre la leche derramada, estaba cotejando, en su lento y particular proceso mental, si la joven de los vendajes aceptaría de buen grado el cambio. Estaba comenzando a articular su ofrecimiento, cuando arribaron los desconocidos. Nuria se sorprendió al ver a otra elfa. Pero respiró en paz, el libro decía que los elfos eran seres de luz, los seres de luz no eran malos, así que esta elfa no podía ser mala, aunque estuviese con arco y flechas, lista para disparar.
Detrás de ella llegaron lo que parecía un hombre o un biocibernético, Nuria no le prestó particular importancia. A la que sí miró fue a la chica que le acompañaba, era bonita, de ojos grandes y el cabello negro, algo en ella no le cuajó, pero habían elfas, elfas protectoras de la luz. Evidentemente ella no era el centro de atención, estaba acostumbrada a pasar desapercibida frente a personas de carácter. Partió la galleta como lo había planeado, se guardó el trozo que le correspondería a la elfa más pequeña y comenzó a roer con las dos manos su porción. El libro estaba fuertemente sujetado entre su antebrazo y el pecho, parecía haber cobrado vida con el vaivén suave de la respiración de quien lo portaba. El viejo tomo tembló unos instantes cuando se enteró de la presencia de monstruos; Nuria miró a los lados en vano y se persignó con la galleta.
En el momento donde la criada era el foco de atención se sintió impotente, dio un paso adelante para responderle a la bella fémina. Se aclaró la garganta -Um hmmm…- titubeaba un poco, aunque fuese costumbre decir que estaba perdida, aún lo encontraba bastante vergonzoso. Afortunadamente, el caballero interrumpió a tiempo en su favor. La mucama le miró con tanto agradecimiento y devoción que se sintió fuera de lugar, sonrojándose. De su intervención aprendió que era un caballero humano, en la noche no lo podía notar, pero seguro que con los rayos del sol, su armadura brillaba. Nuria siguió mordisqueando su galleta, observando la reacción de todos. Fijó su vista en algo que se movía en el hombro de Nereyda. ¡El búho travieso!
Nuria miró a su casi amiga y parecía que no estaba muy conforme con lo que había dicho la de la melena rubia, pero la humana estaba contenta en su corazón, nunca se hubiese imaginado que visitaría una aldea de elfos. Sin embargo a esas alturas, la sombra de la sospecha comenzaba a embargarla, si estaban frente a tantos elfos y en medio del bosque donde habían aldeas de elfos… y necesidad de protegerlos… Dejó de masticar un momento y se tapó la boca. No podría estar tan lejos ¿o sí?. Se encogió de hombros sutilmente y con resignación. Si estaba en el bosque de los elfos, no podría ser tan malo, sólo tenía que no ofenderlos, ya que no le quedaban más dádivas que su propio ser, y eso sería contraproducente.
La criada comenzó a caminar tras de la elfa, siempre había sido lenta y torpe fuera de una casa. Le tomaba tiempo moverse propiamente y no quería hacer un espectáculo de sí frente a tantos testigos. Abrazaba fuertemente el libro viejo para encontrar coraje para comenzar esa nueva aventura hasta que sintió que algo pasó a gran velocidad a su lado. Giró su cabeza con terror ¿un monstruo? A Nuria se le cayó el libro de entre los brazos cuando vio lo que hacía su casi amiga. Apretó los dientes para no gritar, pero sus ojos abiertos de par en par, se había olvidado de pestañear. Esa chica era definitivamente algo. -Yo no quería… y…yo…yo… creo que es mejor correr…- le dijo al caballero que acompañaba a Nereyda mientras levantaba su libro con las manos temblorosas.
Comenzó a correr como con todas sus fuerzas, pero era torpe, muy torpe. La humana se tropezaba con cada irregularidad en el terreno y se golpeaba contra ramas y troncos. Estuvo a punto de perder un ojo con algo que tenía pinchos. Entonces se detuvo, estaba segura de que su casi amiga estaría muy lejos para entonces. Estaba perdida, realmente perdida, en el sentido literal y el figurado. Ella que no quería ofender a los elfos… Se llevó las manos a la cabeza, olvidando el tomo con el que se golpeó. Esa no era la noche de Nuria.
La mucama observó la galleta que tenía en la mano del libro, aún no la había mordido. Estaba pensando que podría partir la galleta en dos para compartirla con la joven, después de todo, era la preciosa galleta de la amistad y muy en su interior, sabía que no podría recuperar la otra perdida. Como Nuria no solía llorar sobre la leche derramada, estaba cotejando, en su lento y particular proceso mental, si la joven de los vendajes aceptaría de buen grado el cambio. Estaba comenzando a articular su ofrecimiento, cuando arribaron los desconocidos. Nuria se sorprendió al ver a otra elfa. Pero respiró en paz, el libro decía que los elfos eran seres de luz, los seres de luz no eran malos, así que esta elfa no podía ser mala, aunque estuviese con arco y flechas, lista para disparar.
Detrás de ella llegaron lo que parecía un hombre o un biocibernético, Nuria no le prestó particular importancia. A la que sí miró fue a la chica que le acompañaba, era bonita, de ojos grandes y el cabello negro, algo en ella no le cuajó, pero habían elfas, elfas protectoras de la luz. Evidentemente ella no era el centro de atención, estaba acostumbrada a pasar desapercibida frente a personas de carácter. Partió la galleta como lo había planeado, se guardó el trozo que le correspondería a la elfa más pequeña y comenzó a roer con las dos manos su porción. El libro estaba fuertemente sujetado entre su antebrazo y el pecho, parecía haber cobrado vida con el vaivén suave de la respiración de quien lo portaba. El viejo tomo tembló unos instantes cuando se enteró de la presencia de monstruos; Nuria miró a los lados en vano y se persignó con la galleta.
En el momento donde la criada era el foco de atención se sintió impotente, dio un paso adelante para responderle a la bella fémina. Se aclaró la garganta -Um hmmm…- titubeaba un poco, aunque fuese costumbre decir que estaba perdida, aún lo encontraba bastante vergonzoso. Afortunadamente, el caballero interrumpió a tiempo en su favor. La mucama le miró con tanto agradecimiento y devoción que se sintió fuera de lugar, sonrojándose. De su intervención aprendió que era un caballero humano, en la noche no lo podía notar, pero seguro que con los rayos del sol, su armadura brillaba. Nuria siguió mordisqueando su galleta, observando la reacción de todos. Fijó su vista en algo que se movía en el hombro de Nereyda. ¡El búho travieso!
Nuria miró a su casi amiga y parecía que no estaba muy conforme con lo que había dicho la de la melena rubia, pero la humana estaba contenta en su corazón, nunca se hubiese imaginado que visitaría una aldea de elfos. Sin embargo a esas alturas, la sombra de la sospecha comenzaba a embargarla, si estaban frente a tantos elfos y en medio del bosque donde habían aldeas de elfos… y necesidad de protegerlos… Dejó de masticar un momento y se tapó la boca. No podría estar tan lejos ¿o sí?. Se encogió de hombros sutilmente y con resignación. Si estaba en el bosque de los elfos, no podría ser tan malo, sólo tenía que no ofenderlos, ya que no le quedaban más dádivas que su propio ser, y eso sería contraproducente.
La criada comenzó a caminar tras de la elfa, siempre había sido lenta y torpe fuera de una casa. Le tomaba tiempo moverse propiamente y no quería hacer un espectáculo de sí frente a tantos testigos. Abrazaba fuertemente el libro viejo para encontrar coraje para comenzar esa nueva aventura hasta que sintió que algo pasó a gran velocidad a su lado. Giró su cabeza con terror ¿un monstruo? A Nuria se le cayó el libro de entre los brazos cuando vio lo que hacía su casi amiga. Apretó los dientes para no gritar, pero sus ojos abiertos de par en par, se había olvidado de pestañear. Esa chica era definitivamente algo. -Yo no quería… y…yo…yo… creo que es mejor correr…- le dijo al caballero que acompañaba a Nereyda mientras levantaba su libro con las manos temblorosas.
Comenzó a correr como con todas sus fuerzas, pero era torpe, muy torpe. La humana se tropezaba con cada irregularidad en el terreno y se golpeaba contra ramas y troncos. Estuvo a punto de perder un ojo con algo que tenía pinchos. Entonces se detuvo, estaba segura de que su casi amiga estaría muy lejos para entonces. Estaba perdida, realmente perdida, en el sentido literal y el figurado. Ella que no quería ofender a los elfos… Se llevó las manos a la cabeza, olvidando el tomo con el que se golpeó. Esa no era la noche de Nuria.
Nuria
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Re: [Cerrado] Un nuevo comienzo [Interpretativo][Libre]
- Oh, dioses… - Eso fue lo único que Eltrant pudo decir cuando contempló como la pequeña elfa golpeaba a la rubia en la cabeza y, antes de salir corriendo, le robaba todas las flechas que tenía en el carcaj.
Enarcó una ceja al escuchar hablar a la pequeña “ladrona” en aquel tono jovial que parecía caracterizarla, ¿Aventuras? ¿Emociones? Para ser una elfa la chica no parecía ser consciente de lo que podía aguardar en lo más profundo de aquel bosque, en cierto modo, le recordaba a él mismo cuando abandonó la granja con apenas dieciséis años de edad.
Aunque, por supuesto, incluso en su juventud él nunca habría decidido noquear a la única guía con la que contaban en una situación como aquella.
Suspiró, y, mientras Lyn se agachaba a comprobar el estado de Nereyda, la otra joven de apariencia humana, de forma algo más tímida, llegó a pronunciar varias palabras antes de comenzar a correr tras su amiga.
Entronó los ojos. Aquello no iba a salir bien.
- Vaya… - Lyn se levantó, bajó ambas manos hasta su cintura. – Ha sido un buen golpe. ¿Estás bien? – Nereyda dejó escapar un gruñido dolorido, aun sin levantarse del suelo, no se había quedado completamente inconsciente, pero le habían dado lo suficientemente fuerte como para aturdirla un poco.
- Humano. – La mujer se sentó en el suelo y sacudió la cabeza, se llevó la mano hasta la frente, dónde la caída contra el suelo había abierto una pequeña brecha. – Ve a buscarlas… por favor. – dijo buscando entre sus pertenencias, cuando encontró lo que parecía ser un pañuelo se lo llevó hasta la frente. – No tenía que haber sido así… teníais que haberme acompañado - Ahora parecía bastante más simpática, quizás había sido el golpe.
Los elfos podían llegar a tener costumbres muy raras, lo que había hecho la joven parecía ser la prueba de ello.
- Eltrant, no humano. – dijo agachándose junto a la mujer, ayudándola a incorporarse levemente.
El castaño se giró a mirar el lugar por el que se habían marchado las dos chicas a toda prisa, Nereyda, mientras tanto, se levantó como buenamente pudo, usando su arco a modo de bastón.
- Esta zona… - Sacudió la cabeza, parpadeó varias veces y después señaló al mismo lugar hacía el que miraba Eltrant. – Es dónde caza Kalirós. – Advirtió. – Y es muy, muy territorial. – Afirmó justo después, Eltrant frunció el ceño, tratando de ponerle alguna cara a aquel nombre que no le sonaba de nada. – Es… es un gigante, uno muy peligroso. El líder de su aldea. – Expuso, comprendiendo que el humano no sabía a lo que se refería. – No hemos podido expulsarlos en todo este tiempo y… - Sacudió la cabeza una vez más. – …no podemos tener a extranjeros pululando por la zona ¿Entiendes? Los furtivos ya les enfadan bastante. – Asegurándose de que ambas espadas que llevaba consigo seguían firmemente pegadas a su cuerpo. – No podemos llamar la atención más de lo necesario. - Eltrant asintió y se giró hacía si acompañante.
- Lyn, quédate con ella, acompáñala a su aldea. – Pidió. – Voy a buscarlas antes de que se metan en más líos. - La vampiresa, tras unos instantes en silencio, asintió. – Cuando las encuentre… ¿Hacia dónde se va al pueblo? – Preguntó instantes antes de emprender la marcha hacía el lugar por el que se había marchado la pareja.
Off: Si no sabeis de los gigantes aquí teneis el enlace al bestiario :'D ->[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Enarcó una ceja al escuchar hablar a la pequeña “ladrona” en aquel tono jovial que parecía caracterizarla, ¿Aventuras? ¿Emociones? Para ser una elfa la chica no parecía ser consciente de lo que podía aguardar en lo más profundo de aquel bosque, en cierto modo, le recordaba a él mismo cuando abandonó la granja con apenas dieciséis años de edad.
Aunque, por supuesto, incluso en su juventud él nunca habría decidido noquear a la única guía con la que contaban en una situación como aquella.
Suspiró, y, mientras Lyn se agachaba a comprobar el estado de Nereyda, la otra joven de apariencia humana, de forma algo más tímida, llegó a pronunciar varias palabras antes de comenzar a correr tras su amiga.
Entronó los ojos. Aquello no iba a salir bien.
- Vaya… - Lyn se levantó, bajó ambas manos hasta su cintura. – Ha sido un buen golpe. ¿Estás bien? – Nereyda dejó escapar un gruñido dolorido, aun sin levantarse del suelo, no se había quedado completamente inconsciente, pero le habían dado lo suficientemente fuerte como para aturdirla un poco.
- Humano. – La mujer se sentó en el suelo y sacudió la cabeza, se llevó la mano hasta la frente, dónde la caída contra el suelo había abierto una pequeña brecha. – Ve a buscarlas… por favor. – dijo buscando entre sus pertenencias, cuando encontró lo que parecía ser un pañuelo se lo llevó hasta la frente. – No tenía que haber sido así… teníais que haberme acompañado - Ahora parecía bastante más simpática, quizás había sido el golpe.
Los elfos podían llegar a tener costumbres muy raras, lo que había hecho la joven parecía ser la prueba de ello.
- Eltrant, no humano. – dijo agachándose junto a la mujer, ayudándola a incorporarse levemente.
El castaño se giró a mirar el lugar por el que se habían marchado las dos chicas a toda prisa, Nereyda, mientras tanto, se levantó como buenamente pudo, usando su arco a modo de bastón.
- Esta zona… - Sacudió la cabeza, parpadeó varias veces y después señaló al mismo lugar hacía el que miraba Eltrant. – Es dónde caza Kalirós. – Advirtió. – Y es muy, muy territorial. – Afirmó justo después, Eltrant frunció el ceño, tratando de ponerle alguna cara a aquel nombre que no le sonaba de nada. – Es… es un gigante, uno muy peligroso. El líder de su aldea. – Expuso, comprendiendo que el humano no sabía a lo que se refería. – No hemos podido expulsarlos en todo este tiempo y… - Sacudió la cabeza una vez más. – …no podemos tener a extranjeros pululando por la zona ¿Entiendes? Los furtivos ya les enfadan bastante. – Asegurándose de que ambas espadas que llevaba consigo seguían firmemente pegadas a su cuerpo. – No podemos llamar la atención más de lo necesario. - Eltrant asintió y se giró hacía si acompañante.
- Lyn, quédate con ella, acompáñala a su aldea. – Pidió. – Voy a buscarlas antes de que se metan en más líos. - La vampiresa, tras unos instantes en silencio, asintió. – Cuando las encuentre… ¿Hacia dónde se va al pueblo? – Preguntó instantes antes de emprender la marcha hacía el lugar por el que se había marchado la pareja.
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Eltrant Tale
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Re: [Cerrado] Un nuevo comienzo [Interpretativo][Libre]
Miro atrás un par de veces, parece que solo la chica me está siguiendo, aunque parece costarle seguir mi ritmo. Decido aminorar la marcha para esperar por ella. Se detiene y parece estar pasándolo mal, así que decido darle un pequeño susto dando un pequeño rodeo y apareciendo por detrás.
- Todavía no me has dicho tu nombre, y eso que ya somos casi amigas, aunque esa rata voladora me haya robado la galleta el gesto sigue siendo lo importante. - Sonrío. -Yo soy Jeannie Fawkes, ¡mucho gusto!. -Doy un pequeño saltito de alegría.
Escucho un sonido de pájaros volando asustados. Eso suena a problemas...
- Tal vez deberías descansar entre esos arbustos de allí -Señalo -Yo iré un poco más adelante para investigar qué está ocurriendo, si hay problemas te silbaré y te dará tiempo a huir. -Vuelvo a sonreír.
Camino unos cuantos metros más adelante y trepo a uno de los enormes árboles, desde el cual poder ver a lo lejos y no ser detectada en el acto.
A unos veinte metros de distancia veo lo que parece un hombre, pero muy grande y casi desnudo, lleva lo que parece una cachiporra gigante en una de sus manos, aunque yo diría que es casi un árbol entero. Parece estar siguiendo el rastro de algo.
Sigo su dirección, siempre saltando silenciosa entre rama y rama, mis adorados árboles, siempre protegiéndome.
Oh, ya veo, un pobre ciervo comiéndose unas bayas de un arbusto, parece estar muy abstraído, así que eso es lo que busca ese hombretón. Me dispongo a gritar para ahuyentar al ciervo y así salvarle la vida al pobre animal, pero se me adelanta una cachiporra voladora que le da en toda la cabeza.
- Oh, no te vas a salir con la tuya, cazador, este es nuestro bosque.
Me acerco unos árboles más, preparo una flecha, apunto a uno de sus ojos. Es un buen sitio a donde apuntar. Tenso el arco. Todavía no me ha visto. Me preparo para soltar la flecha y... "-¡JAJAJA! ¿Crees que le vas a dar desde ahí? No tienes la habilidad suficiente." -Una voz, pero no proviene de fuera, resuena dentro de mi cabeza. "-Es una ilusa y una inútil, no va a ser capaz de matar a un gigante en su vida, jajaja." -La vista se me nubla, suelto la flecha, la veo volar durante lo que parecen horas. Es mejor irse, doy la vuelta, tropiezo, caigo desde la rama a unos arbustos. No veo nada, todo está oscuro, noto la sangre chorreando por mi cabeza, intento incorporarme, los brazos no responden. "-¿Veis? qué os he dicho, es una completa desgracia para su raza.""-Tú puedes Jeannie, eres fuerte." -¡JAJAJA! Qué persona más ridícula, como su padre.
-Callaos. -susurro entre lágrimas. -Por favor... "-Débil -Inútil -Estarías mejor muerta..."
-¿Le habré dado? "Claro que no, quien te crees que eres."
Lanzo un pequeño silbido, al menos que mi amiga se salve.
"- Mírala, cree que tiene una amiga, solo te ha seguido por miedo, solo te ha dado comida por lástima."
Lágrimas, o lluvia, quien sabe. Todo se desvanece finalmente, y allí sigo, sin poder moverme. Inútil, al fin y al cabo.
- Todavía no me has dicho tu nombre, y eso que ya somos casi amigas, aunque esa rata voladora me haya robado la galleta el gesto sigue siendo lo importante. - Sonrío. -Yo soy Jeannie Fawkes, ¡mucho gusto!. -Doy un pequeño saltito de alegría.
Escucho un sonido de pájaros volando asustados. Eso suena a problemas...
- Tal vez deberías descansar entre esos arbustos de allí -Señalo -Yo iré un poco más adelante para investigar qué está ocurriendo, si hay problemas te silbaré y te dará tiempo a huir. -Vuelvo a sonreír.
Camino unos cuantos metros más adelante y trepo a uno de los enormes árboles, desde el cual poder ver a lo lejos y no ser detectada en el acto.
A unos veinte metros de distancia veo lo que parece un hombre, pero muy grande y casi desnudo, lleva lo que parece una cachiporra gigante en una de sus manos, aunque yo diría que es casi un árbol entero. Parece estar siguiendo el rastro de algo.
Sigo su dirección, siempre saltando silenciosa entre rama y rama, mis adorados árboles, siempre protegiéndome.
Oh, ya veo, un pobre ciervo comiéndose unas bayas de un arbusto, parece estar muy abstraído, así que eso es lo que busca ese hombretón. Me dispongo a gritar para ahuyentar al ciervo y así salvarle la vida al pobre animal, pero se me adelanta una cachiporra voladora que le da en toda la cabeza.
- Oh, no te vas a salir con la tuya, cazador, este es nuestro bosque.
Me acerco unos árboles más, preparo una flecha, apunto a uno de sus ojos. Es un buen sitio a donde apuntar. Tenso el arco. Todavía no me ha visto. Me preparo para soltar la flecha y... "-¡JAJAJA! ¿Crees que le vas a dar desde ahí? No tienes la habilidad suficiente." -Una voz, pero no proviene de fuera, resuena dentro de mi cabeza. "-Es una ilusa y una inútil, no va a ser capaz de matar a un gigante en su vida, jajaja." -La vista se me nubla, suelto la flecha, la veo volar durante lo que parecen horas. Es mejor irse, doy la vuelta, tropiezo, caigo desde la rama a unos arbustos. No veo nada, todo está oscuro, noto la sangre chorreando por mi cabeza, intento incorporarme, los brazos no responden. "-¿Veis? qué os he dicho, es una completa desgracia para su raza."
-Callaos. -susurro entre lágrimas. -Por favor... "-Débil -Inútil -Estarías mejor muerta..."
-¿Le habré dado? "Claro que no, quien te crees que eres."
Lanzo un pequeño silbido, al menos que mi amiga se salve.
"- Mírala, cree que tiene una amiga, solo te ha seguido por miedo, solo te ha dado comida por lástima."
Lágrimas, o lluvia, quien sabe. Todo se desvanece finalmente, y allí sigo, sin poder moverme. Inútil, al fin y al cabo.
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Off: En colores las voces de mi cabeza, son todas distintas. Ellas sí saben lo que yo no recuerdo, por eso hablan de mi padre y reconocen al gigante como gigante en vez de "hombretón". Tachada la única voz que dice cosas bonitas, pero no puedo escuchar.
Irinnil Fawkes
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Re: [Cerrado] Un nuevo comienzo [Interpretativo][Libre]
La criada había perdido la esperanza, estaba en medio de una crisis de nervios y respiraba con dificultad. Se tapó la nariz con los dedos pulgar e índice y cerró sus ojos, concentrándose en la brisa de verano en la base de los bio, su recurso para calmarse rápidamente. Con la tranquilidad se asociaba la claridad, poco a poco comenzaba a darse cuenta que debió haber afrontado las consecuencias de los actos de su casi amiga como la chica responsable que era. Si imaginaba por un momento una situación similar dentro de una mansión, ella hubiese actuado de una forma totalmente diferente... Nuria dio un pequeño salto alarmada al percibir alguien tras de sí. Soltó su nariz e hizo aspavientos blandiendo el libro viejo como si fuese un arma, de una forma teatralmente peculiar, tuvo sus ojos cerrados hasta que escuchó la voz conocida.
Los colores se le subieron al rostro y dejó caer sus brazos con pesadez. Si esa chica seguía comportándose así, la mucama terminaría muriendo de un ataque al corazón antes de que los elfos de la aldea decidieran ajusticiarla por complicidad, agrediendo a alguien de su comunidad. Nuria se aclaró la garganta, obligándose a tomar una pose más digna; en el proceso pareció recordar que tenía voz. Las palabras de la elfa parecían tintinear en el aire, como pequeñísimas campañillas alegres y saltarinas. - Yo soy Nuria, Nuria Nesrin y Bittori- correspondió con la misma sonrisa que estaba viendo. -E..el gusto es mío- titubeó un poco, la criada podía contar con los dedos de una mano a sus amigos, pero ninguno era de su edad, y por regla general eran sirvientes. Jeannie era diferente, a los ojos de Nuria, la elfa resplandecía bajo la luz de la luna.
El pulso de la humana volvió a dispararse ante la idea de separarse, no solía ser particularmente miedosa, sin embargo dados los sucesos de esa noche, hubiese preferido quedarse en compañía de su nueva amiga. Estiró una mano tras la espalda de la elfa que desaparecía en la espesura, llena de vitalidad, y cerró su puño enojándose consigo misma por primera vez en su vida, por ser tan lenta en procesar todo y reaccionar. Con nada mejor que hacer, Nuria le hizo caso a Jeannie y se sentó donde le dijo, cruzó sus piernas y se miró los brazos llenos de las marcas de las ramas de árboles y pinchos. Pensaba en el dicho de qué había sido primero, si el huevo o la gallina, cuando, incluso alguien con sentidos tan poco desarrollados como ella, se hubiese alertado por el barullo que hubo.
Se puso en pie titubeante, probablemente Jeannie le estaba jugando otra broma - ¿Jeannie? No es… gracioso- sus balbuceos se perdían en la nada. Entonces escuchó la señal y quiso correr, la parte superior de su cuerpo tomó impulso, pero la inferior no se movió. Parecía que sus piernas estuviesen soldadas a la tierra que pisaban, perdió el equilibrio por unos instantes pero lo retomó justo a tiempo antes de caerse sin haberse movido. -Definitivamente no es gracioso- articuló, volviéndose para enfrentar aquello que nublaba la luz de la luna. Fue entonces cuando se dio cuenta que no había sido solamente su torpeza intrínseca o sus nervios lo que le hicieron trastabillar, sino la tierra que se movía.
La plata de la luna se eclipsaba de a ratos por la presencia de una figura inmensa. Nuria sintió que se hacía más pequeñita que su metro y medio. En lo profundo de su interior deseaba poder convertirse en planta o insecto para no ser vista, aunque su mente le decía que de todas formas no podría lograrlo porque “los humanos son los primeros en morir” nunca le habían parecido más acertadas las palabras de su madre. Depositó lentamente el libro en el suelo, sus ojos estaban firmes, la humana ya había decidido y se las jugaía por su única amiga y aliada en ese lugar. Tomó la naginata entre sus manos en un gesto solemne, parecía estar rogando a la luna, a una memoria o a su único Dios por su destino. Respiró profundamente y corrió hacia aquél gigante que prestaba su atención hacia un punto desconocido. -Jeannie…- dijo en un frío suspiro. Se adentró a la maleza y volvió a llamar su nombre con impaciencia, lo hacía en susurros pero con mucha fuerza en su tono, agazapándose entre las ramas como buenamente podía -¡Jeannie! ¿dónde estás?-
Los colores se le subieron al rostro y dejó caer sus brazos con pesadez. Si esa chica seguía comportándose así, la mucama terminaría muriendo de un ataque al corazón antes de que los elfos de la aldea decidieran ajusticiarla por complicidad, agrediendo a alguien de su comunidad. Nuria se aclaró la garganta, obligándose a tomar una pose más digna; en el proceso pareció recordar que tenía voz. Las palabras de la elfa parecían tintinear en el aire, como pequeñísimas campañillas alegres y saltarinas. - Yo soy Nuria, Nuria Nesrin y Bittori- correspondió con la misma sonrisa que estaba viendo. -E..el gusto es mío- titubeó un poco, la criada podía contar con los dedos de una mano a sus amigos, pero ninguno era de su edad, y por regla general eran sirvientes. Jeannie era diferente, a los ojos de Nuria, la elfa resplandecía bajo la luz de la luna.
El pulso de la humana volvió a dispararse ante la idea de separarse, no solía ser particularmente miedosa, sin embargo dados los sucesos de esa noche, hubiese preferido quedarse en compañía de su nueva amiga. Estiró una mano tras la espalda de la elfa que desaparecía en la espesura, llena de vitalidad, y cerró su puño enojándose consigo misma por primera vez en su vida, por ser tan lenta en procesar todo y reaccionar. Con nada mejor que hacer, Nuria le hizo caso a Jeannie y se sentó donde le dijo, cruzó sus piernas y se miró los brazos llenos de las marcas de las ramas de árboles y pinchos. Pensaba en el dicho de qué había sido primero, si el huevo o la gallina, cuando, incluso alguien con sentidos tan poco desarrollados como ella, se hubiese alertado por el barullo que hubo.
Se puso en pie titubeante, probablemente Jeannie le estaba jugando otra broma - ¿Jeannie? No es… gracioso- sus balbuceos se perdían en la nada. Entonces escuchó la señal y quiso correr, la parte superior de su cuerpo tomó impulso, pero la inferior no se movió. Parecía que sus piernas estuviesen soldadas a la tierra que pisaban, perdió el equilibrio por unos instantes pero lo retomó justo a tiempo antes de caerse sin haberse movido. -Definitivamente no es gracioso- articuló, volviéndose para enfrentar aquello que nublaba la luz de la luna. Fue entonces cuando se dio cuenta que no había sido solamente su torpeza intrínseca o sus nervios lo que le hicieron trastabillar, sino la tierra que se movía.
La plata de la luna se eclipsaba de a ratos por la presencia de una figura inmensa. Nuria sintió que se hacía más pequeñita que su metro y medio. En lo profundo de su interior deseaba poder convertirse en planta o insecto para no ser vista, aunque su mente le decía que de todas formas no podría lograrlo porque “los humanos son los primeros en morir” nunca le habían parecido más acertadas las palabras de su madre. Depositó lentamente el libro en el suelo, sus ojos estaban firmes, la humana ya había decidido y se las jugaía por su única amiga y aliada en ese lugar. Tomó la naginata entre sus manos en un gesto solemne, parecía estar rogando a la luna, a una memoria o a su único Dios por su destino. Respiró profundamente y corrió hacia aquél gigante que prestaba su atención hacia un punto desconocido. -Jeannie…- dijo en un frío suspiro. Se adentró a la maleza y volvió a llamar su nombre con impaciencia, lo hacía en susurros pero con mucha fuerza en su tono, agazapándose entre las ramas como buenamente podía -¡Jeannie! ¿dónde estás?-
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Re: [Cerrado] Un nuevo comienzo [Interpretativo][Libre]
El bramido que había salido de entre los arboles no podía ser buena señal.
Frunció el ceño, desenvainó a Olvido y avanzó rápidamente hacía el origen del rugido; no había tiempo que perder.
Pronto, demasiado pronto, apenas habrían pasado un par de minutos desde que abandonó a Nereyda con Lyn y las chicas, al parecer, ya habían encontrado el motivo por el que los elfos del lugar eran tan recelosos con los extraños. Aquel bosque era más peligroso de lo que parecía a simple vista, tenían suerte de no haberlo encontrado antes.
Chasqueó la lengua cuando vio, desde la lejanía, la oscura silueta del gigante alzarse sobre los árboles. No podía afirmarlo desde dónde estaba, sobre todo porque lo único con lo que contaba para ayudarse a ver en la oscuridad era el tenue brillo de la luna, pero a ojos de Eltrant aquel ser podía medir más de cinco metros fácilmente.
Y portaba un arma que bien podría ser considerado un árbol.
Tensó los músculos, pensó que hacer según se agachaba tras unos arbustos, formó mentalmente un plan. La silueta apenas se movía, parecía estar centrada en algo que tenía a los pies; Con un poco de suerte no sería ninguna de las chicas, podría encontrarlas y salir de allí sin ser visto.
Continuó avanzando, agachado, ocultándose como buenamente podía entre la maleza. El sonido metálico que producía su armadura no le facilitaba las cosas, pero, por fortuna, los reiterados aullidos del gigante bastaron para ocultar su presencia.
Por algún motivo, a Eltrant se le antojaban como gritos de dolor.
Se acercó más, lo suficiente como para escuchar como la voz de la muchacha tímida llamaba a alguien no muy lejos de dónde estaba, lo suficiente como para ver como la silueta del gigante se giraba hacía el origen de la voz.
Entornó los ojos al comprender que estaba pasando, aceleró el ritmo, después comenzó a correr.
Aquella cosa podía ser considerada una fuerza de la naturaleza, el mejor ejemplo de ello era el movimiento que hacían los arboles con cada paso que el gigante daba.
Se abrió paso a través de la espesura, ignorando todo lo que se cruzaba en su camino, iba más lento de lo que le gustaba, necesitaba llegar a tiempo.
En momentos como aquel odiaba su armadura.
Saltó frente a la muchacha, alzó la espada, lo hizo justo cuando el monstruo bajó su porra dispuesto a aplastar a la chica humana.
Apretó los dientes al sentir la fuerza inhumana de aquella cosa sobre él, cayó de rodillas, una de sus hombreras salió disparada por la fuerza del golpe y acabó clavada sobre un árbol. [1]
Respiró con dificultad durante unos instantes, tosió copiosamente y, aun con Olvido entre sus manos, alzó la mirada. Depositó sus ojos sobre el llamado Kalirós; No vio nada realmente remarcable, era básicamente un tipo de un tamaño gigantesco, uno con una flecha clavada en su ojo. Aquello debía de ser lo que le estaba enfadando tanto.
- ¿Estás…? – Volvió a toser, aun soportando el peso de aquella suerte de maza gigantesca sobre él. - ¿Estás bien? – Le dolía todo el cuerpo, ¿Se habría roto algo? Por lo que podía recordar cuando le golpeó un troll de la misma forma se rompió un brazo, pero el tatuaje rúnico de su brazo izquierdo no se había activado, sorpresivamente seguía de una pieza.
El gigante rugió de nuevo, alzó la maza y se separó un par de pasos de la pareja, parecía confuso, pero dispuesto a acabar con todos los que habían osado irrumpir en su territorio.
Tomó a la chica de un brazo y tiró de ella lo más rápido que pudo.
Por mucho que le gustase tentar a la suerte, estaba seguro de que no conseguiría soportar otro golpe de aquella magnitud. Se encargó de alejarla del peligro momentáneamente, justo a tiempo para ver desde una distancia relativamente segura como Kalirós barría el lugar en el que habían estado con el tronco.
- Vale… muy bien… - Bajó a Olvido unos segundos, miró a la muchacha a la cara y le dedicó la mejor sonrisa que pudo ofrecerle en las circunstancias en las que se encontraban. Salvo por una sucesión de pequeños cortes y magulladuras no parecía realmente herida. - ¿…dónde está la otra? – Frunció el ceño, dejó de mirar a la muchacha y levantó a Olvido en cuanto notó que el gigante acababa de darse cuenta de que no le había dado a su objetivo. – La elfa. – dijo a continuación, acumulando todo el viento que pudo en la hoja. – Búscala y salid corriendo de aquí. – dijo, señaló con la cabeza el lugar hacía el que las chicas tendrían que salir corriendo, dónde estaba la aldea elfica. – Yo distraigo a esta cosa. – Aseveró, volviendo a sonreírle.
¿Qué podía salir mal?
Aparte de acabar como una lata aplastada, claro.
- Cuando yo te diga… - Se centró a acumular todo el viento posible en la hoja del gigantesco espadón plateado que esgrimía, Olvido respondió acordemente, el viento que rodeaba la espada encantada comenzó a deslizarse por sus brazos. – Corre hacia donde creas que este… - Se detuvo, se giró a mirarla durante un instante. - ¿Cómo os llamabais? – Negó con la cabeza, no había tiempo de eso. – Bueno, tu corre a buscar a tu amiga. Asegúrate de poder decirme después tu nombre despues. – Respiró profundamente, dejó que la criatura se acercase algo más, concentró más viento alrededor de Olvido.
- ¡Ahora! – Gritó según daba una estocada frente a él, a la nada.
Una medialuna de viento emergió de su espada, esta surcó los aires y, tras cortar prácticamente todo lo que había frente a ella, impactó en lo que creía que era el pecho del gigante. [2]
El gigante se tambaleó un par de pasos, retrocedió. Pero no fue suficiente.
Frunció el ceño, en el pecho de la criatura, en diagonal, ahora había una larga herida sangrante, era la primera vez que no mataba a alguien de un golpe con aquello. Anticipando lo que sabía que estaba a punto de venirle encima Eltrant asió a Olvido con fuerza y se protegió pobremente la cara con ella.
Eso fue lo único que pudo hacer antes de sentir el tronco que tenía el gigante entre las manos golpearle en el pecho. Se deslizó a través del aire, rompiendo rampas y atravesando arbustos hasta que, finalmente, el grueso tronco de un árbol detuvo su fugaz pero intensa carrera como dragón.
Volvió a toser, repetidamente, trató de recuperar el aire que el gigante le había sacado de los pulmones con el golpe.
Dejando a Olvido a un lado, ignorando al gigante que se acercaba a ver cómo había dejado al pequeño humano al que acababa de atizar, Eltrant se llevó la mano hasta el pecho, dónde su armadura ahora estaba doblada.
El tatuaje de su brazo izquierdo se activó, podía sentir su calidez, podía notar como este comenzaba a reparar las, probablemente, costillas que se había roto al enfrentarse a aquella cosa.
- Eso... eso podía haber ido mejor… - Suspiró, ignoró el agudo dolor que se había apoderado de su pecho y la leve dificultad para respirar que le acompañaba, se quedó contemplando, sentado contra el tronco de aquel árbol, como la silueta de Kalirós seguía acercándose. – Sí. – Se dijo a continuación, usando el árbol como apoyo para levantarse. – Podía haber ido mejor. - Al menos había conseguido captar su atención. - Eres un genio Eltrant - continuó diciendose. - Ir de cara contra un gigante. - Añadió.
Envainó a Olvido, la depositó de nuevo en su espalda.
El espadón de viento era poderoso, estaba seguro de que aquella criatura no aguantaría muchas más estocadas como la anterior.
Pero si no veía a que estaba atacando no le iba a servir de gran cosa hacer tanto daño.
Llevó su mano útil hasta la cintura, dónde descansaba su segunda espada, y la desenvainó lentamente, después aflojó las correas que mantenían su coraza sujeta contra su pecho. Respiró profundamente, aun cuando seguía doliendo, no pudo negar que estaba algo aliviado.
El gigante continuaba avanzando, Eltrant alzó a Recuerdo, dejó que el fantasmagórico brillo azulado de la espada de hielo alumbrase su rostro, que iluminase sus alrededores.
Ahora veía mejor.
[1] Habilidad de Nivel 1 de Eltrant: Salvaguarda.
[2] Primera Habilidad de Olvido: Cortaviento.
Frunció el ceño, desenvainó a Olvido y avanzó rápidamente hacía el origen del rugido; no había tiempo que perder.
Pronto, demasiado pronto, apenas habrían pasado un par de minutos desde que abandonó a Nereyda con Lyn y las chicas, al parecer, ya habían encontrado el motivo por el que los elfos del lugar eran tan recelosos con los extraños. Aquel bosque era más peligroso de lo que parecía a simple vista, tenían suerte de no haberlo encontrado antes.
Chasqueó la lengua cuando vio, desde la lejanía, la oscura silueta del gigante alzarse sobre los árboles. No podía afirmarlo desde dónde estaba, sobre todo porque lo único con lo que contaba para ayudarse a ver en la oscuridad era el tenue brillo de la luna, pero a ojos de Eltrant aquel ser podía medir más de cinco metros fácilmente.
Y portaba un arma que bien podría ser considerado un árbol.
Tensó los músculos, pensó que hacer según se agachaba tras unos arbustos, formó mentalmente un plan. La silueta apenas se movía, parecía estar centrada en algo que tenía a los pies; Con un poco de suerte no sería ninguna de las chicas, podría encontrarlas y salir de allí sin ser visto.
Continuó avanzando, agachado, ocultándose como buenamente podía entre la maleza. El sonido metálico que producía su armadura no le facilitaba las cosas, pero, por fortuna, los reiterados aullidos del gigante bastaron para ocultar su presencia.
Por algún motivo, a Eltrant se le antojaban como gritos de dolor.
Se acercó más, lo suficiente como para escuchar como la voz de la muchacha tímida llamaba a alguien no muy lejos de dónde estaba, lo suficiente como para ver como la silueta del gigante se giraba hacía el origen de la voz.
Entornó los ojos al comprender que estaba pasando, aceleró el ritmo, después comenzó a correr.
Aquella cosa podía ser considerada una fuerza de la naturaleza, el mejor ejemplo de ello era el movimiento que hacían los arboles con cada paso que el gigante daba.
Se abrió paso a través de la espesura, ignorando todo lo que se cruzaba en su camino, iba más lento de lo que le gustaba, necesitaba llegar a tiempo.
En momentos como aquel odiaba su armadura.
Saltó frente a la muchacha, alzó la espada, lo hizo justo cuando el monstruo bajó su porra dispuesto a aplastar a la chica humana.
Apretó los dientes al sentir la fuerza inhumana de aquella cosa sobre él, cayó de rodillas, una de sus hombreras salió disparada por la fuerza del golpe y acabó clavada sobre un árbol. [1]
Respiró con dificultad durante unos instantes, tosió copiosamente y, aun con Olvido entre sus manos, alzó la mirada. Depositó sus ojos sobre el llamado Kalirós; No vio nada realmente remarcable, era básicamente un tipo de un tamaño gigantesco, uno con una flecha clavada en su ojo. Aquello debía de ser lo que le estaba enfadando tanto.
- ¿Estás…? – Volvió a toser, aun soportando el peso de aquella suerte de maza gigantesca sobre él. - ¿Estás bien? – Le dolía todo el cuerpo, ¿Se habría roto algo? Por lo que podía recordar cuando le golpeó un troll de la misma forma se rompió un brazo, pero el tatuaje rúnico de su brazo izquierdo no se había activado, sorpresivamente seguía de una pieza.
El gigante rugió de nuevo, alzó la maza y se separó un par de pasos de la pareja, parecía confuso, pero dispuesto a acabar con todos los que habían osado irrumpir en su territorio.
Tomó a la chica de un brazo y tiró de ella lo más rápido que pudo.
Por mucho que le gustase tentar a la suerte, estaba seguro de que no conseguiría soportar otro golpe de aquella magnitud. Se encargó de alejarla del peligro momentáneamente, justo a tiempo para ver desde una distancia relativamente segura como Kalirós barría el lugar en el que habían estado con el tronco.
- Vale… muy bien… - Bajó a Olvido unos segundos, miró a la muchacha a la cara y le dedicó la mejor sonrisa que pudo ofrecerle en las circunstancias en las que se encontraban. Salvo por una sucesión de pequeños cortes y magulladuras no parecía realmente herida. - ¿…dónde está la otra? – Frunció el ceño, dejó de mirar a la muchacha y levantó a Olvido en cuanto notó que el gigante acababa de darse cuenta de que no le había dado a su objetivo. – La elfa. – dijo a continuación, acumulando todo el viento que pudo en la hoja. – Búscala y salid corriendo de aquí. – dijo, señaló con la cabeza el lugar hacía el que las chicas tendrían que salir corriendo, dónde estaba la aldea elfica. – Yo distraigo a esta cosa. – Aseveró, volviendo a sonreírle.
¿Qué podía salir mal?
Aparte de acabar como una lata aplastada, claro.
- Cuando yo te diga… - Se centró a acumular todo el viento posible en la hoja del gigantesco espadón plateado que esgrimía, Olvido respondió acordemente, el viento que rodeaba la espada encantada comenzó a deslizarse por sus brazos. – Corre hacia donde creas que este… - Se detuvo, se giró a mirarla durante un instante. - ¿Cómo os llamabais? – Negó con la cabeza, no había tiempo de eso. – Bueno, tu corre a buscar a tu amiga. Asegúrate de poder decirme después tu nombre despues. – Respiró profundamente, dejó que la criatura se acercase algo más, concentró más viento alrededor de Olvido.
- ¡Ahora! – Gritó según daba una estocada frente a él, a la nada.
Una medialuna de viento emergió de su espada, esta surcó los aires y, tras cortar prácticamente todo lo que había frente a ella, impactó en lo que creía que era el pecho del gigante. [2]
El gigante se tambaleó un par de pasos, retrocedió. Pero no fue suficiente.
Frunció el ceño, en el pecho de la criatura, en diagonal, ahora había una larga herida sangrante, era la primera vez que no mataba a alguien de un golpe con aquello. Anticipando lo que sabía que estaba a punto de venirle encima Eltrant asió a Olvido con fuerza y se protegió pobremente la cara con ella.
Eso fue lo único que pudo hacer antes de sentir el tronco que tenía el gigante entre las manos golpearle en el pecho. Se deslizó a través del aire, rompiendo rampas y atravesando arbustos hasta que, finalmente, el grueso tronco de un árbol detuvo su fugaz pero intensa carrera como dragón.
Volvió a toser, repetidamente, trató de recuperar el aire que el gigante le había sacado de los pulmones con el golpe.
Dejando a Olvido a un lado, ignorando al gigante que se acercaba a ver cómo había dejado al pequeño humano al que acababa de atizar, Eltrant se llevó la mano hasta el pecho, dónde su armadura ahora estaba doblada.
El tatuaje de su brazo izquierdo se activó, podía sentir su calidez, podía notar como este comenzaba a reparar las, probablemente, costillas que se había roto al enfrentarse a aquella cosa.
- Eso... eso podía haber ido mejor… - Suspiró, ignoró el agudo dolor que se había apoderado de su pecho y la leve dificultad para respirar que le acompañaba, se quedó contemplando, sentado contra el tronco de aquel árbol, como la silueta de Kalirós seguía acercándose. – Sí. – Se dijo a continuación, usando el árbol como apoyo para levantarse. – Podía haber ido mejor. - Al menos había conseguido captar su atención. - Eres un genio Eltrant - continuó diciendose. - Ir de cara contra un gigante. - Añadió.
Envainó a Olvido, la depositó de nuevo en su espalda.
El espadón de viento era poderoso, estaba seguro de que aquella criatura no aguantaría muchas más estocadas como la anterior.
Pero si no veía a que estaba atacando no le iba a servir de gran cosa hacer tanto daño.
Llevó su mano útil hasta la cintura, dónde descansaba su segunda espada, y la desenvainó lentamente, después aflojó las correas que mantenían su coraza sujeta contra su pecho. Respiró profundamente, aun cuando seguía doliendo, no pudo negar que estaba algo aliviado.
El gigante continuaba avanzando, Eltrant alzó a Recuerdo, dejó que el fantasmagórico brillo azulado de la espada de hielo alumbrase su rostro, que iluminase sus alrededores.
Ahora veía mejor.
_______________________________________________
[1] Habilidad de Nivel 1 de Eltrant: Salvaguarda.
[2] Primera Habilidad de Olvido: Cortaviento.
Eltrant Tale
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Re: [Cerrado] Un nuevo comienzo [Interpretativo][Libre]
¿Dónde?¿Dónde estoy? Miro a mi alrededor, todo es oscuridad. Comienzo a caminar, sin rumbo fijo. Nada, vaya a donde vaya no hay nada. ¿Qué está pasando?. Caigo de rodillas.
- Que eres una soberana inútil y ahora estás muerta. -Dice una silueta, más negra que el entorno.
- No sabes hacer nada bien, ni siquiera vivir, y eso que no tienes que hacer muchas cosas para eso.
- Jajaja, ¿de verdad creías poder derrotar a un gigante tú sola?
- Yo solo quería salvar al ciervo... Solo quería ayudar.
- Pues tu ayuda de seguro significará la muerte de otros, puedes estar contenta.
- No, he avisado a Nuria, ella se salvará, conseguirá escapar a tiempo.
- No, querida, gracias a ti, gracias a ti el gigante la atrapará y la convertirá en abono para las plantas.
- ¡Si no hubieras hecho esa estupidez ella seguiría viva!
- No... No es cierto... ¡Callaos!¡Dejadme en paz!
Me encojo, llorando, sin poder seguir adelante.
- Eso, cobarde, encógete, encógete y llora, es para lo único que sirves
- Jeannie…
Me giro alarmada, esa voz... Llega con el tono muy distorsionado, apenas reconocible, como si se escuchara a través de un tubo.
- ¡Jeannie! ¿dónde estás?
¿Nuria?
- No la escuches, es un truco, Nuria está muerta.
- Nuria, estoy aquí.
Empiezo a correr. Tropiezo. Me levanto de nuevo para seguir adelante. Debo encontrarla antes... Antes de que... Todo está oscuro, no veo a dónde voy, ni siquiera sé si voy hacia algún sitio. Es posible que esté muerta ya, que el gigante me haya atrapado. Que haya atrapado también a Nuria, mi amiga. Intento dejar de lado esos pensamientos, si hay alguna forma de salir de este sitio debo encontrarla. Al menos para cerciorarme de que ella sigue bien.
Las voces cesan. La oscuridad comienza a desvanecerse. Tengo la vista nublada pero reconozco el árbol del que me caí hacía pocos instantes. ¿Pocos? Eso espero al menos. Sigo tirada en el suelo. Me toco la cabeza, sangre, mucha sangre. Me limpio con la manga para que no me entre en los ojos. Intento incorporarme lentamente, me mareo pero me apoyo en el tronco. Conforme recupero la vista me fijo en unas manchas borrosas huyendo del lugar.
- ¿Nuria? y ese es aquel caballero de antes...
Me toco la cabeza. Busco mi arco, tirado a escasos metros de mi, al menos no parece roto. Lo recojo y voy cojeando en la dirección en que se han ido seguidos por el gigante. Dispuesta a deshacer el lío en el que nos he metido a todos.
- Aagh... ¿Por qué tengo que ser así? Siempre metiendo en líos a todo el mundo.
Recupero unas pocas fuerzas y persigo al gigante. Piensa Jeannie, piensa, tiene que haber alguna forma de detenerlo, aunque sea solo durante unos segundos, tal vez así sean capaces de escapar...
Sigo corriendo detrás, me paro unos cuantos metros antes de llegar a donde están los demás, situada detrás del gigante. Desenfundo mi arco, pongo una flecha y apunto.
- Vale, espero que esta vez sí le de en el blanco... -Apunto directamente al tendón del pie derecho del gigante. Respiro hondo, suelto lentamente el aire y a la vez, la flecha.
El gigante hinca la rodilla en el suelo, sin tendón no hay forma fácil de que se ponga de nuevo en pie... Espero.
Voy corriendo al lado del humano para ayudarle, de camino me encuentro con Nuria.
- ¡Nuria! Estás bien... Oh dioses, no me hubiese perdonado que te pasara algo... -Se me cae una lágrima. -Deberíamos ayudar a nuestro príncipe salvador, ¿no crees?
Cojeando me quedo al lado de Nuria, esperando tal vez a que se le ocurra un plan, o a no desfallecer, o tal vez a nada en concreto. Tan solo disfrutando de no estar sola.
- Que eres una soberana inútil y ahora estás muerta. -Dice una silueta, más negra que el entorno.
- No sabes hacer nada bien, ni siquiera vivir, y eso que no tienes que hacer muchas cosas para eso.
- Jajaja, ¿de verdad creías poder derrotar a un gigante tú sola?
- Yo solo quería salvar al ciervo... Solo quería ayudar.
- Pues tu ayuda de seguro significará la muerte de otros, puedes estar contenta.
- No, he avisado a Nuria, ella se salvará, conseguirá escapar a tiempo.
- No, querida, gracias a ti, gracias a ti el gigante la atrapará y la convertirá en abono para las plantas.
- ¡Si no hubieras hecho esa estupidez ella seguiría viva!
- No... No es cierto... ¡Callaos!¡Dejadme en paz!
Me encojo, llorando, sin poder seguir adelante.
- Eso, cobarde, encógete, encógete y llora, es para lo único que sirves
- Jeannie…
Me giro alarmada, esa voz... Llega con el tono muy distorsionado, apenas reconocible, como si se escuchara a través de un tubo.
- ¡Jeannie! ¿dónde estás?
¿Nuria?
- No la escuches, es un truco, Nuria está muerta.
- Nuria, estoy aquí.
Empiezo a correr. Tropiezo. Me levanto de nuevo para seguir adelante. Debo encontrarla antes... Antes de que... Todo está oscuro, no veo a dónde voy, ni siquiera sé si voy hacia algún sitio. Es posible que esté muerta ya, que el gigante me haya atrapado. Que haya atrapado también a Nuria, mi amiga. Intento dejar de lado esos pensamientos, si hay alguna forma de salir de este sitio debo encontrarla. Al menos para cerciorarme de que ella sigue bien.
Las voces cesan. La oscuridad comienza a desvanecerse. Tengo la vista nublada pero reconozco el árbol del que me caí hacía pocos instantes. ¿Pocos? Eso espero al menos. Sigo tirada en el suelo. Me toco la cabeza, sangre, mucha sangre. Me limpio con la manga para que no me entre en los ojos. Intento incorporarme lentamente, me mareo pero me apoyo en el tronco. Conforme recupero la vista me fijo en unas manchas borrosas huyendo del lugar.
- ¿Nuria? y ese es aquel caballero de antes...
Me toco la cabeza. Busco mi arco, tirado a escasos metros de mi, al menos no parece roto. Lo recojo y voy cojeando en la dirección en que se han ido seguidos por el gigante. Dispuesta a deshacer el lío en el que nos he metido a todos.
- Aagh... ¿Por qué tengo que ser así? Siempre metiendo en líos a todo el mundo.
Recupero unas pocas fuerzas y persigo al gigante. Piensa Jeannie, piensa, tiene que haber alguna forma de detenerlo, aunque sea solo durante unos segundos, tal vez así sean capaces de escapar...
Sigo corriendo detrás, me paro unos cuantos metros antes de llegar a donde están los demás, situada detrás del gigante. Desenfundo mi arco, pongo una flecha y apunto.
- Vale, espero que esta vez sí le de en el blanco... -Apunto directamente al tendón del pie derecho del gigante. Respiro hondo, suelto lentamente el aire y a la vez, la flecha.
El gigante hinca la rodilla en el suelo, sin tendón no hay forma fácil de que se ponga de nuevo en pie... Espero.
Voy corriendo al lado del humano para ayudarle, de camino me encuentro con Nuria.
- ¡Nuria! Estás bien... Oh dioses, no me hubiese perdonado que te pasara algo... -Se me cae una lágrima. -Deberíamos ayudar a nuestro príncipe salvador, ¿no crees?
Cojeando me quedo al lado de Nuria, esperando tal vez a que se le ocurra un plan, o a no desfallecer, o tal vez a nada en concreto. Tan solo disfrutando de no estar sola.
Irinnil Fawkes
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Re: [Cerrado] Un nuevo comienzo [Interpretativo][Libre]
Más allá de toda la determinación inicial que había tenido la mucama, estaba más allá de sus habilidades hallar a su amiga elfa. Su inexperiencia le hacía cometer errores uno tras otro, como tropezarse, golpearse, rasguñarse y más; fue toda una proeza que ella misma no se hubiera sacado alguna extremidad con su propia arma cuando cayó magistralmente sobre su propio rostro al enganchar su vestido en la saliente de un tronco caído. Fue buena fortuna que el gigante medio tuerto no la hubiese visto hasta entonces, pero las parcas habían entretejido otros caminos al de ella. La jovencita vio con terror como se hacía la oscuridad total sobre ella y levantó la cabeza con los ojos grandes, justo a tiempo para ver como algo gigante se acercaba a ella para aplastarla.
La mucama cerró sus ojos con resignación, su madre no la dejaba en paz ni en los últimos momentos de su vida “Siempre tienes que ver a tu enemigo” pero no tenía caso, era mejor entregarse a su Dios. Nuria abrió un ojo para espiar si era cierto que la muerte venía vestida de negro, flotando con una oz gigante, pero tuvo que abrir los dos y tocar la espalda del caballero para cerciorarse de que lo que veía era real. La criada no sabía cómo había llegado él hasta allí ¡era un milagro! La joven se llevó una mano a la boca al ver el estado de su salvador. -Bi bi…en sí- respondió mordiéndose la mejilla por dentro; en realidad no sabía exactamente cómo estaba, pero no echaba nada de menos. Era una mala posición en la que estaban, ella estaba entre el caballero y el tronco, no podría moverse por más que lo intentara.
El escenario giraba a su alrededor mientras era arrastrada por el hombre. Nuria intentaba seguirle, pero estaba mareada y confundida, su rostro parecía haberse vuelto más blanco que la luna. Se aferraba con fuerza a su salvador con una mano y con la otra a su arma. En la seguridad de un nuevo escondite la chica se concentró en que sus ojos dejaran de apuntar a su nariz y lo logró, solo para ver una sonrisa macabra. La sonrisa no era macabra en sí, pero Nuria no comprendía la razón por la que alguien pudiera estar demostrando felicidad. ¿Estaba intentando seducirla por el subidón del momento? La chica tragó saliva y lo miró con seriedad. Tal vez esa cosa le había golpeado demasiado fuerte.
-…(l)a ¿otra…? ¡Jeannie!- recordó a su amiga y se sintió mala y egoísta por haberla olvidado por unos momentos. La mucama recibió una orden y volvió a su modo de trabajo, asintiendo mientras miraba con curiosidad el fenómeno alrededor de la espada del caballero. Volvió a asentir al plan decidida, sonaba coherente, a excepción de su sonrisa bonachona, que decidió ignorar por el momento. La mucama se sonrojó -Nu...nu- había iniciado la tarea de decirle su nombre, sus intentos fueron tan silenciosos que el par de oportunidades quedaron en el viento. Salió corriendo con toda la fuerza que tenía cuando el caballero le dio la señal.
- ¡Jeannie!- la chica había perdido la capacidad para modular correctamente su voz. Sabía que debía ser valiente y se sentía protegida por aquél fuerte caballero de la armadura brillante, no obstante, conocía su propia debilidad y muy en lo profundo se preguntaba si no era mejor que estuviese muerta a ser una carga de esa manera. La lucha entre el gigante y su salvador sonaba como si el mundo se fuera a terminar, con ese ejemplo de batalla, no quería imaginarse como sería el apocalipsis. “Concéntrate Nuria” se obligó a detenerse por un momento, para ver si divisaba a su amiga por sobre los arbustos.
En ese momento, la criada fue testigo de cómo el gigante puso por apenas unos instantes, una rodilla en el suelo y luego se volvió iracundo hacia donde estaba ella. Asió fuertemente su naginata mientras veía un brillo creciente desde la dirección general donde había dejado a su salvador. Entonces llegó la elfa y se reunieron a tiempo para que esa maza-árbol del gigante pasara por encima de sus cabezas, llevándose consigo todos los árboles que las rodeaban. Nuria miró a los lados y se le aflojaron las piernas. Varios árboles habían sido arrancados, pero otros más grandes estaban cortados. -¡Corre!- fue lo único que atinó a decir justo antes de empujarla con todas sus fuerzas antes de ser atrapada por una mano gigante y ser elevada hasta el cielo de una pierna.
Esta vez no hubo nada que pudiera hacer. Nuria vomitó todo lo que se había llevado dentro en los últimos días. Asía fuertemente su naginata como si eso fuese una cuerda a la vida. La pierna de la humana estaba siendo aplastada, pero no al punto de quebrarse –aún- sus gritos enajenados le sorprendieron incluso a ella, cuando se dió cuenta que todo ese ruido provenía de su persona. La mucama intentaba pinchar al gigante con su arma, pero no era capaz de asestarle ni un solo golpe a la mano o a la cabeza. Temía que la soltara desde aquella altura y terminar como un mosquito aplastado contra un árbol.
Durante unos instantes fue capaz de divisar entre todo lo borroso, a la figura del caballero -¡Lo siento!- gritó, el viento en sus orejas y su propio pulso no le permitían escuchar casi nada fuera de los sonidos de su captor. Las palabras parecieron llamar la atención del gigante, que se la llevó frente al ojo bueno para mirarla. Era la primera vez que lo veía tan quieto. Nuria sentía que se revolvía por dentro, pero no le quedaba nada más para botar. Cuando creía que el olor a podrido de su aliento no podía ser peor, vio con terror como la maza venía a picarla, como si ella estuviera siendo analizada. Usando la naginata como un separador, logró por los pelos evitar lo grueso del golpe, pero eso le costó que la frágil madera con la que estaba hecha, cediera y se partiera en dos con un suave crack. Sin inmutarse, el gigante comenzó a llevársela a la boca.
La mucama cerró sus ojos con resignación, su madre no la dejaba en paz ni en los últimos momentos de su vida “Siempre tienes que ver a tu enemigo” pero no tenía caso, era mejor entregarse a su Dios. Nuria abrió un ojo para espiar si era cierto que la muerte venía vestida de negro, flotando con una oz gigante, pero tuvo que abrir los dos y tocar la espalda del caballero para cerciorarse de que lo que veía era real. La criada no sabía cómo había llegado él hasta allí ¡era un milagro! La joven se llevó una mano a la boca al ver el estado de su salvador. -Bi bi…en sí- respondió mordiéndose la mejilla por dentro; en realidad no sabía exactamente cómo estaba, pero no echaba nada de menos. Era una mala posición en la que estaban, ella estaba entre el caballero y el tronco, no podría moverse por más que lo intentara.
El escenario giraba a su alrededor mientras era arrastrada por el hombre. Nuria intentaba seguirle, pero estaba mareada y confundida, su rostro parecía haberse vuelto más blanco que la luna. Se aferraba con fuerza a su salvador con una mano y con la otra a su arma. En la seguridad de un nuevo escondite la chica se concentró en que sus ojos dejaran de apuntar a su nariz y lo logró, solo para ver una sonrisa macabra. La sonrisa no era macabra en sí, pero Nuria no comprendía la razón por la que alguien pudiera estar demostrando felicidad. ¿Estaba intentando seducirla por el subidón del momento? La chica tragó saliva y lo miró con seriedad. Tal vez esa cosa le había golpeado demasiado fuerte.
-…(l)a ¿otra…? ¡Jeannie!- recordó a su amiga y se sintió mala y egoísta por haberla olvidado por unos momentos. La mucama recibió una orden y volvió a su modo de trabajo, asintiendo mientras miraba con curiosidad el fenómeno alrededor de la espada del caballero. Volvió a asentir al plan decidida, sonaba coherente, a excepción de su sonrisa bonachona, que decidió ignorar por el momento. La mucama se sonrojó -Nu...nu- había iniciado la tarea de decirle su nombre, sus intentos fueron tan silenciosos que el par de oportunidades quedaron en el viento. Salió corriendo con toda la fuerza que tenía cuando el caballero le dio la señal.
- ¡Jeannie!- la chica había perdido la capacidad para modular correctamente su voz. Sabía que debía ser valiente y se sentía protegida por aquél fuerte caballero de la armadura brillante, no obstante, conocía su propia debilidad y muy en lo profundo se preguntaba si no era mejor que estuviese muerta a ser una carga de esa manera. La lucha entre el gigante y su salvador sonaba como si el mundo se fuera a terminar, con ese ejemplo de batalla, no quería imaginarse como sería el apocalipsis. “Concéntrate Nuria” se obligó a detenerse por un momento, para ver si divisaba a su amiga por sobre los arbustos.
En ese momento, la criada fue testigo de cómo el gigante puso por apenas unos instantes, una rodilla en el suelo y luego se volvió iracundo hacia donde estaba ella. Asió fuertemente su naginata mientras veía un brillo creciente desde la dirección general donde había dejado a su salvador. Entonces llegó la elfa y se reunieron a tiempo para que esa maza-árbol del gigante pasara por encima de sus cabezas, llevándose consigo todos los árboles que las rodeaban. Nuria miró a los lados y se le aflojaron las piernas. Varios árboles habían sido arrancados, pero otros más grandes estaban cortados. -¡Corre!- fue lo único que atinó a decir justo antes de empujarla con todas sus fuerzas antes de ser atrapada por una mano gigante y ser elevada hasta el cielo de una pierna.
Esta vez no hubo nada que pudiera hacer. Nuria vomitó todo lo que se había llevado dentro en los últimos días. Asía fuertemente su naginata como si eso fuese una cuerda a la vida. La pierna de la humana estaba siendo aplastada, pero no al punto de quebrarse –aún- sus gritos enajenados le sorprendieron incluso a ella, cuando se dió cuenta que todo ese ruido provenía de su persona. La mucama intentaba pinchar al gigante con su arma, pero no era capaz de asestarle ni un solo golpe a la mano o a la cabeza. Temía que la soltara desde aquella altura y terminar como un mosquito aplastado contra un árbol.
Durante unos instantes fue capaz de divisar entre todo lo borroso, a la figura del caballero -¡Lo siento!- gritó, el viento en sus orejas y su propio pulso no le permitían escuchar casi nada fuera de los sonidos de su captor. Las palabras parecieron llamar la atención del gigante, que se la llevó frente al ojo bueno para mirarla. Era la primera vez que lo veía tan quieto. Nuria sentía que se revolvía por dentro, pero no le quedaba nada más para botar. Cuando creía que el olor a podrido de su aliento no podía ser peor, vio con terror como la maza venía a picarla, como si ella estuviera siendo analizada. Usando la naginata como un separador, logró por los pelos evitar lo grueso del golpe, pero eso le costó que la frágil madera con la que estaba hecha, cediera y se partiera en dos con un suave crack. Sin inmutarse, el gigante comenzó a llevársela a la boca.
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Re: [Cerrado] Un nuevo comienzo [Interpretativo][Libre]
Una flecha en un ojo y otra en la parte posterior de la pierna.
Y solo había disparado dos veces.
La elfa, Jeannie, como había oído Eltrant que se llamaba, tenía buena puntería.
El gigante cayó de rodillas, tronando dolorido, llevándose una de sus manazas hasta el lugar en el que se había hundido la flecha de la elfa.
Frunció el ceño, instó a su cuerpo a que se moviese, aquella era una oportunidad única para acabar con todo aquello de una vez. Antes de que la bestia consiguiese arrancarse la, para él, diminuta saeta de su cuerpo, Eltrant avanzó todo lo rápido que su cuerpo le permitió y, tan pronto alcanzó la criatura, dirigió la hoja de Recuerdo al cuello de la bestia.
Desafortunadamente, un grueso corte cubierto de escarcha se formó en el brazo izquierdo del gigante y no en el lugar al que estaba apuntando.
Kalirós volvió a rugir, Eltrant abrió los ojos de par en par. Incapaz de alejarse del gigante a tiempo volvió a alzar su arma, Kalirós se encargó de alejar a Eltrant de un fuerte manotazo.
El exmercenario acabó de la misma forma que lo había hecho momentos atrás: estrellándose contra el tronco de otro árbol.
- Dioses... - Sacudió la cabeza, el mundo se difumino a su alrededor.
Tragó saliva, todos los sonidos se acallaron, fueron sustituidos por un silbido que ya reconocía bastante bien. Se quitó más piezas de su armadura, cada vez pesaba más y más.
Apoyándose en su espada, tras clavarla en el suelo, volvió a incorporarse.
Como de costumbre se había precipitado, no obstante, se consoló pensando que cualquier persona habría imaginado que con una de las piernas inmovilizadas aquella cosa sería menos peligrosa.
- ¡Lo siento! – Una voz conocía le devolvió a la realidad, levantó la mirada, trató de enfocar lo que tenía delante de él.
El borrón que era el gigante, poco a poco, volvió a aparecerse frente a él. Entrecerró los ojos al ver a la muchacha en manos del mismo, peligrosamente cerca de la boca de este. ¿Iba a comérsela? ¿De verdad? ¿Cómo había acabado ahí? Incapaz de responder a ninguna de aquellas preguntas notó como su corazón se le aceleraba al ver como el gigante seguía acercando más y más la muchacha hasta su boca, casi parecía que estaba jugando con la comida.
Analizó el lugar con la mirada todo lo rápido que pudo, buscó a la elfa, a Jeannie.
No había tiempo para un plan, no tenía tiempo para pensar que hacer, si perdía un solo segundo más la muchacha acabaría en el estómago de Kalirós. ¿Qué era lo que podía hacer? ¿Podía abatir a aquella cosa a tiempo? Lo cierto era que le daba igual si podía responderlas o no, lo único que le importaba era que tenía que intentarlo.
- ¡Suéltala! – Haciendo acopio de sus fuerzas, lanzó a Recuerdo hacía la cara de la bestia.
La espada de hielo osciló en el aire durante unos instantes e impactó en el moflete de la criatura, cosa que, si bien no pareció hacerle demasiado daño, bastó para que esta desviase su atención de vuelta hacia el castaño.
Corrió hacia la criatura, ya era la tercera vez que lo hacía en lo que iba de noche, esperaba no acabar igual que las dos veces anteriores. Aquella vez se encargaría que el golpe fuese decisivo.
El guantelete encantado que ocultaba en su brazo izquierdo, bajo su homónimo de metal, comenzó a sisear, a liberar la espesa nube de vapor blanco que producía cada vez que lo activaba.
Tras evitar que el grueso tronco del gigante le aplastase por poco, ignorando la brisa y el polvo que el garrote levantó al golpear el suelo, Eltrant dirigió su puño izquierdo a la pierna sana de la criatura.
Liberó toda la energía del guantelete con aquel golpe, como había hecho ya varias ocasiones. Un sonoro crujido precedió a otro alarido de dolor por parte de la criatura, la cual cayó al suelo lentamente, incapaz de mantenerse de pie pese a todos sus esfuerzos. [1]
Ahora, además de la flecha de Jeannie, tenía una pierna rota.
Jadeando copiosamente, Eltrant sacudió su brazo izquierdo, difuminando la nube de humo blanco. Miró a su alrededor, trató de llamar a las chicas, pero recordó que, en realidad, no sabía todavía sus nombres.
- ¿¡Estáis ahí?! – Exclamó, tratando de que su voz se alzase sobre la del gigante, que seguía rugiendo en el suelo.
Recuperó a Recuerdo, la espada de hielo brillaba con suavidad junto a lo que parecía ser un libro que, además, estaba seguro de haber visto en alguna parte. Enarcando una ceja, Eltrant tomó ambas cosas y, tras envainar su espada, examinó la tapa del manuscrito con cuidado.
No llegó a examinar su interior, primero tenían volver al poblado elfico, los gigantes no solían vivir solos y lo habían pasado muy mal para encarar solo a uno, los aullidos de aquel no tardarían en atraer a más.
No tardó en localizar a la elfa.
- Tienes… - Se quitó otra pieza de armadura de un fuerte tirón según se acercaba a la chica. – Muy buena puntería. ¿Estás herida? – Le dijo según apoyándose contra un árbol, aquello era lo más parecido a descansar que estaba dispuesto a realizar. - ¿Has visto a tu amiga? Tenemos... que irnos – Se giró de nuevo hacía donde estaba el gigante, no había visto a la joven entre sus manos. No debía de estar muy lejos de allí, o eso esperaba, si no aparecía la buscaría de todas formas, no pensaba dejar a nadie allí. – Me llamo Eltrant, por cierto. – dijo como presentación, permitiéndose cerrar los ojos durante unos instantes.
Mientras tanto, pasos distantes y pesados se abrían paso hasta dónde se encontraban.
[1] Habilidad Nivel 8: Seísmo.
Y solo había disparado dos veces.
La elfa, Jeannie, como había oído Eltrant que se llamaba, tenía buena puntería.
El gigante cayó de rodillas, tronando dolorido, llevándose una de sus manazas hasta el lugar en el que se había hundido la flecha de la elfa.
Frunció el ceño, instó a su cuerpo a que se moviese, aquella era una oportunidad única para acabar con todo aquello de una vez. Antes de que la bestia consiguiese arrancarse la, para él, diminuta saeta de su cuerpo, Eltrant avanzó todo lo rápido que su cuerpo le permitió y, tan pronto alcanzó la criatura, dirigió la hoja de Recuerdo al cuello de la bestia.
Desafortunadamente, un grueso corte cubierto de escarcha se formó en el brazo izquierdo del gigante y no en el lugar al que estaba apuntando.
Kalirós volvió a rugir, Eltrant abrió los ojos de par en par. Incapaz de alejarse del gigante a tiempo volvió a alzar su arma, Kalirós se encargó de alejar a Eltrant de un fuerte manotazo.
El exmercenario acabó de la misma forma que lo había hecho momentos atrás: estrellándose contra el tronco de otro árbol.
- Dioses... - Sacudió la cabeza, el mundo se difumino a su alrededor.
Tragó saliva, todos los sonidos se acallaron, fueron sustituidos por un silbido que ya reconocía bastante bien. Se quitó más piezas de su armadura, cada vez pesaba más y más.
Apoyándose en su espada, tras clavarla en el suelo, volvió a incorporarse.
Como de costumbre se había precipitado, no obstante, se consoló pensando que cualquier persona habría imaginado que con una de las piernas inmovilizadas aquella cosa sería menos peligrosa.
- ¡Lo siento! – Una voz conocía le devolvió a la realidad, levantó la mirada, trató de enfocar lo que tenía delante de él.
El borrón que era el gigante, poco a poco, volvió a aparecerse frente a él. Entrecerró los ojos al ver a la muchacha en manos del mismo, peligrosamente cerca de la boca de este. ¿Iba a comérsela? ¿De verdad? ¿Cómo había acabado ahí? Incapaz de responder a ninguna de aquellas preguntas notó como su corazón se le aceleraba al ver como el gigante seguía acercando más y más la muchacha hasta su boca, casi parecía que estaba jugando con la comida.
Analizó el lugar con la mirada todo lo rápido que pudo, buscó a la elfa, a Jeannie.
No había tiempo para un plan, no tenía tiempo para pensar que hacer, si perdía un solo segundo más la muchacha acabaría en el estómago de Kalirós. ¿Qué era lo que podía hacer? ¿Podía abatir a aquella cosa a tiempo? Lo cierto era que le daba igual si podía responderlas o no, lo único que le importaba era que tenía que intentarlo.
- ¡Suéltala! – Haciendo acopio de sus fuerzas, lanzó a Recuerdo hacía la cara de la bestia.
La espada de hielo osciló en el aire durante unos instantes e impactó en el moflete de la criatura, cosa que, si bien no pareció hacerle demasiado daño, bastó para que esta desviase su atención de vuelta hacia el castaño.
Corrió hacia la criatura, ya era la tercera vez que lo hacía en lo que iba de noche, esperaba no acabar igual que las dos veces anteriores. Aquella vez se encargaría que el golpe fuese decisivo.
El guantelete encantado que ocultaba en su brazo izquierdo, bajo su homónimo de metal, comenzó a sisear, a liberar la espesa nube de vapor blanco que producía cada vez que lo activaba.
Tras evitar que el grueso tronco del gigante le aplastase por poco, ignorando la brisa y el polvo que el garrote levantó al golpear el suelo, Eltrant dirigió su puño izquierdo a la pierna sana de la criatura.
Liberó toda la energía del guantelete con aquel golpe, como había hecho ya varias ocasiones. Un sonoro crujido precedió a otro alarido de dolor por parte de la criatura, la cual cayó al suelo lentamente, incapaz de mantenerse de pie pese a todos sus esfuerzos. [1]
Ahora, además de la flecha de Jeannie, tenía una pierna rota.
Jadeando copiosamente, Eltrant sacudió su brazo izquierdo, difuminando la nube de humo blanco. Miró a su alrededor, trató de llamar a las chicas, pero recordó que, en realidad, no sabía todavía sus nombres.
- ¿¡Estáis ahí?! – Exclamó, tratando de que su voz se alzase sobre la del gigante, que seguía rugiendo en el suelo.
Recuperó a Recuerdo, la espada de hielo brillaba con suavidad junto a lo que parecía ser un libro que, además, estaba seguro de haber visto en alguna parte. Enarcando una ceja, Eltrant tomó ambas cosas y, tras envainar su espada, examinó la tapa del manuscrito con cuidado.
No llegó a examinar su interior, primero tenían volver al poblado elfico, los gigantes no solían vivir solos y lo habían pasado muy mal para encarar solo a uno, los aullidos de aquel no tardarían en atraer a más.
No tardó en localizar a la elfa.
- Tienes… - Se quitó otra pieza de armadura de un fuerte tirón según se acercaba a la chica. – Muy buena puntería. ¿Estás herida? – Le dijo según apoyándose contra un árbol, aquello era lo más parecido a descansar que estaba dispuesto a realizar. - ¿Has visto a tu amiga? Tenemos... que irnos – Se giró de nuevo hacía donde estaba el gigante, no había visto a la joven entre sus manos. No debía de estar muy lejos de allí, o eso esperaba, si no aparecía la buscaría de todas formas, no pensaba dejar a nadie allí. – Me llamo Eltrant, por cierto. – dijo como presentación, permitiéndose cerrar los ojos durante unos instantes.
Mientras tanto, pasos distantes y pesados se abrían paso hasta dónde se encontraban.
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[1] Habilidad Nivel 8: Seísmo.
Eltrant Tale
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Re: [Cerrado] Un nuevo comienzo [Interpretativo][Libre]
Un par de centímetros, tan solo un par de centímetros separaban la maza-árbol del gigante y la cabeza de Nuria, que es un poco más alta que yo. Me quedo quieta, bloqueada. No sé qué hacer, todo se ha terminado ya, en unos segundos estaremos las dos muertas. Miro a Nuria con lágrimas en los ojos. Me grita algo que no consigo escuchar, sigo en estado de shock.
Entonces me empuja, con una fuerza que no me esperaba teniendo en cuenta su tamaño y caigo sobre unos arbustos a salvo de la vista del gigante. Me incorporo, veo cómo se lleva a mi amiga en una mano, se la acerca a la boca, como dispuesta a comérsela. Intento acercarme con todas mis fuerzas cojeando todavía. Tenso el arco con una flecha.
-No... Podría herir a Nuria sin querer, o incluso matarla si fallo.
Afortunadamente el caballero está cerca, haciendo acopio de magia negra, brujería o qué sé yo, pero hay mucho humo. Acto seguido el gigante se desploma haciendo retumbar todo el suelo. ¿Qué ha pasado? ¿El humano es acaso un brujo?. Sacudo la cabeza, no hay tiempo para eso, todavía tengo que encontrar a Nuria. No debería estar muy lejos del gigante.
Me acerco al caballero trotando y cojeando. Dice que tengo buena puntería. Me hace gracia, yo no pienso lo mismo. He tenido suerte. Todo esto ha sido suerte. Buena, mala, entremezclada. Suerte y mi patética habilidad para meterme en líos.
-Me he herido la pierna, pero creo que es solo un rasguño. -Digo quitándole importancia al asunto. -Encantada Eltrant, yo soy Jeannie. Y tú eres muy guapo y fuerte, pero tenemos que encontrar a Nuria. No debería estar muy lejos.
Tomo una distancia de precaución del gigante y busco en los alrededores, localizo a Nuria un poco más adelante. Se escuchan pasos acercándose, muchos, el suelo comienza a temblar levemente.
-Oh, oh... Suena a problemas, problemas muy grandes, y muchos.
Me agacho al lado de Nuria.
-¿Estás bien?¿Puedes levantarte? ¡Si te has muerto no te lo perdonaré jamás!
Le pongo las manos sobre la cabeza. Tal vez se la haya golpeado tras la caída del gigante. Recito una plegaria, todavía con lágrimas en los ojos.
Los pasos suenan cada vez más cercanos.
- Eltrant... Nuria y tú corred hacia donde estaba la elfa, yo iré un poco más rezagada. Intentaré conseguiros algo de tiempo en caso necesario. -Cuando le miro a la cara parece que tiene una expresión de preocupación.- Estaré bien, justo detrás vuestra, pero en caso de que alguno intente rodearos... Bueno, ingeniaré algo para despistarlo.
Salto al lado de Eltrant y le doy un beso en la mejilla.
- Y... Gracias.
Me hago un vendaje en la pierna, algo apretado para que no duela tanto. Me aprieto también el de la cabeza, que sigue sangrando un poco. Me concentro y salto a una de las ramas medias de un árbol, desenfundando el arco.
Me quedo esperando pacientemente a que se aproximen los pasos y Eltrant y Nuria se alejen un poco. Pongo una flecha.
- No te hagas la heroína...
Me quedo agachada. Suspiro. Espero que este plan no sea tan locura como creo que es.
Entonces me empuja, con una fuerza que no me esperaba teniendo en cuenta su tamaño y caigo sobre unos arbustos a salvo de la vista del gigante. Me incorporo, veo cómo se lleva a mi amiga en una mano, se la acerca a la boca, como dispuesta a comérsela. Intento acercarme con todas mis fuerzas cojeando todavía. Tenso el arco con una flecha.
-No... Podría herir a Nuria sin querer, o incluso matarla si fallo.
Afortunadamente el caballero está cerca, haciendo acopio de magia negra, brujería o qué sé yo, pero hay mucho humo. Acto seguido el gigante se desploma haciendo retumbar todo el suelo. ¿Qué ha pasado? ¿El humano es acaso un brujo?. Sacudo la cabeza, no hay tiempo para eso, todavía tengo que encontrar a Nuria. No debería estar muy lejos del gigante.
Me acerco al caballero trotando y cojeando. Dice que tengo buena puntería. Me hace gracia, yo no pienso lo mismo. He tenido suerte. Todo esto ha sido suerte. Buena, mala, entremezclada. Suerte y mi patética habilidad para meterme en líos.
-Me he herido la pierna, pero creo que es solo un rasguño. -Digo quitándole importancia al asunto. -Encantada Eltrant, yo soy Jeannie. Y tú eres muy guapo y fuerte, pero tenemos que encontrar a Nuria. No debería estar muy lejos.
Tomo una distancia de precaución del gigante y busco en los alrededores, localizo a Nuria un poco más adelante. Se escuchan pasos acercándose, muchos, el suelo comienza a temblar levemente.
-Oh, oh... Suena a problemas, problemas muy grandes, y muchos.
Me agacho al lado de Nuria.
-¿Estás bien?¿Puedes levantarte? ¡Si te has muerto no te lo perdonaré jamás!
Le pongo las manos sobre la cabeza. Tal vez se la haya golpeado tras la caída del gigante. Recito una plegaria, todavía con lágrimas en los ojos.
Los pasos suenan cada vez más cercanos.
- Eltrant... Nuria y tú corred hacia donde estaba la elfa, yo iré un poco más rezagada. Intentaré conseguiros algo de tiempo en caso necesario. -Cuando le miro a la cara parece que tiene una expresión de preocupación.- Estaré bien, justo detrás vuestra, pero en caso de que alguno intente rodearos... Bueno, ingeniaré algo para despistarlo.
Salto al lado de Eltrant y le doy un beso en la mejilla.
- Y... Gracias.
Me hago un vendaje en la pierna, algo apretado para que no duela tanto. Me aprieto también el de la cabeza, que sigue sangrando un poco. Me concentro y salto a una de las ramas medias de un árbol, desenfundando el arco.
Me quedo esperando pacientemente a que se aproximen los pasos y Eltrant y Nuria se alejen un poco. Pongo una flecha.
- No te hagas la heroína...
Me quedo agachada. Suspiro. Espero que este plan no sea tan locura como creo que es.
Irinnil Fawkes
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Re: [Cerrado] Un nuevo comienzo [Interpretativo][Libre]
El movimiento pendular al que estaba sometida la criada, la tenía enferma. Creyó ver una espada voladora, pero lo desestimó mientras intentaba no ser engullida por esa boca gigantesca. Era por lejos la situación más degradante que había sufrido, de todas sus muertes imaginarias, nunca le pasó por la mente que justamente ésa sería la definitiva. -El señor es mi pastor, nada me faltará- se detuvo en su intento de encomendarle su alma al único Dios, había olvidado el resto del salmo. Las lágrimas bajaban hacia su frente, ni siquiera podía llorar con propiedad. Lanzó una patada al aire y sintió que caía, una oleada de vértigo la abrazó por los segundos que demoró su caída. Afortunadamente, ramas jóvenes detuvieron la parte más fuerte del impulso.
La conciencia de la criada estaba esparcida, literalmente. Ella era una chica de pocos pensamientos concretos, pero esta vez parecía estar en un calamitoso sueño. Escuchaba la voz apagada de su nueva amiga Jeannie, no entendía por qué estaba tan triste, pero quería alcanzarla y decirle que ella estaba allí. Estiró una mano y sintió la humedad del suelo, a medida que recuperaba la conciencia su rostro ponía una expresión más acentuada de asco. Probó mover la otra mano y abrió los ojos. -Entonces es bueno seguir viva- le respondió a la elfa, su voz estaba más apagada que de costumbre, no las había tenido peores, pero Nuria sabía que lo importante estaba sano. Le secó las lágrimas del rostro e intentó sonreír.
A Nuria le costó seguir el intercambio entre… ¿Eltrant?, el caballero se llamaba Eltrant; asintió una vez para sí y se sorprendió al darse cuenta que sin armadura parecía mucho más joven. “concentración” pensó para sí, enfocándose en la situación. El gigante estaba en el suelo, parecía abatido, pero quería dejar pronto el lugar. Le dolía mucho la pierna, intentó pararse quieta sin la ayuda de un tutor y no lo consiguió. Levantó la vista y vio el beso de Jeannie. Nuria se sonrojó y miró hacia otro lado. Le hubiese gustado decirle a su amiga que podía adelantarse ella con Eltrant, pero seguro que en vez de distraer a alguien, solo se convertiría en su aperitivo y los podría más enojados con su carne tan magra.
Decidió entonces buscar su libro y recoger las partes de la naginata, tal vez pudiera repararla a un costo no muy elevado. Suspiró y comenzó a dar saltitos con la pierna buena mientras arrastraba la mala. Cualquiera hubiera pensando que la chica se caería en el primer metro de movimiento, pero al contrario que le sucedía con las dos piernas buenas, concentrarse en cada movimiento le había conferido el poder de evadir lo peor del terreno para moverse con cierta gracilidad –para Nuria- No tardó en hallar la hoja y el cuerpo de su arma. El libro… estaba a manos del caballero. Volvió a sonrojarse y fue hacia él. - Señor Eltrant, ¿puede devolverme mi libro?- ya había dejado de tartamudear también, ahora que su salvador era claramente de Jeannie, podía centrarse en verlo de frente.
Su rostro se puso totalmente rojo. -A…a aunque si le a apepe tece puede quedarse co co nnn él porhabermesalvado- había sido demasiado pedir. Agachó la cabeza y dejó caer sus hombros cansada. No importaba, nada importaba. Decidió tratar de salir del lugar dignamente. Pero olvidó cuál era la dirección. Necesitaría de cierta ayuda.
La conciencia de la criada estaba esparcida, literalmente. Ella era una chica de pocos pensamientos concretos, pero esta vez parecía estar en un calamitoso sueño. Escuchaba la voz apagada de su nueva amiga Jeannie, no entendía por qué estaba tan triste, pero quería alcanzarla y decirle que ella estaba allí. Estiró una mano y sintió la humedad del suelo, a medida que recuperaba la conciencia su rostro ponía una expresión más acentuada de asco. Probó mover la otra mano y abrió los ojos. -Entonces es bueno seguir viva- le respondió a la elfa, su voz estaba más apagada que de costumbre, no las había tenido peores, pero Nuria sabía que lo importante estaba sano. Le secó las lágrimas del rostro e intentó sonreír.
A Nuria le costó seguir el intercambio entre… ¿Eltrant?, el caballero se llamaba Eltrant; asintió una vez para sí y se sorprendió al darse cuenta que sin armadura parecía mucho más joven. “concentración” pensó para sí, enfocándose en la situación. El gigante estaba en el suelo, parecía abatido, pero quería dejar pronto el lugar. Le dolía mucho la pierna, intentó pararse quieta sin la ayuda de un tutor y no lo consiguió. Levantó la vista y vio el beso de Jeannie. Nuria se sonrojó y miró hacia otro lado. Le hubiese gustado decirle a su amiga que podía adelantarse ella con Eltrant, pero seguro que en vez de distraer a alguien, solo se convertiría en su aperitivo y los podría más enojados con su carne tan magra.
Decidió entonces buscar su libro y recoger las partes de la naginata, tal vez pudiera repararla a un costo no muy elevado. Suspiró y comenzó a dar saltitos con la pierna buena mientras arrastraba la mala. Cualquiera hubiera pensando que la chica se caería en el primer metro de movimiento, pero al contrario que le sucedía con las dos piernas buenas, concentrarse en cada movimiento le había conferido el poder de evadir lo peor del terreno para moverse con cierta gracilidad –para Nuria- No tardó en hallar la hoja y el cuerpo de su arma. El libro… estaba a manos del caballero. Volvió a sonrojarse y fue hacia él. - Señor Eltrant, ¿puede devolverme mi libro?- ya había dejado de tartamudear también, ahora que su salvador era claramente de Jeannie, podía centrarse en verlo de frente.
Su rostro se puso totalmente rojo. -A…a aunque si le a apepe tece puede quedarse co co nnn él porhabermesalvado- había sido demasiado pedir. Agachó la cabeza y dejó caer sus hombros cansada. No importaba, nada importaba. Decidió tratar de salir del lugar dignamente. Pero olvidó cuál era la dirección. Necesitaría de cierta ayuda.
Nuria
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Re: [Cerrado] Un nuevo comienzo [Interpretativo][Libre]
Depositó su mano en Olvido, frunciendo el ceño, se giró sobre sí mismo y miró tras él, a la oscuridad del bosque. La suave vibración del suelo solo podía significar problemas. ¿Cuántos gigantes estarían acudiendo a la llamada del herido? Si habían tenido problemas lidiando con uno no quería ni imaginarse que podía suceder si les alcanzaban.
No obstante, antes de que el caballero errante decidiese hacer nada, Jeannie tomó la iniciativa y decidió marcharse en cabeza, no sin antes darle un beso a Eltrant en la mejilla. El exmercenario enarcó una ceja como toda reacción y, sin decir nada, miró la espalda de la muchacha desaparecer entre la maleza.
Incluso en aquel lugar, rodeado de gigantes y de oscuridad, la elfa se permitía comportarse de aquella forma tan natural. Le daba un poco de envidia, tenía que admitirlo.
- ¿Siempre está tan animada? – Le preguntó a la otra joven, esbozando una sonrisa.
Afortunadamente para todos, la chica no había acabado en el estómago de la bestia ni tampoco se había abierto la cabeza contra el suelo al caer.
Durante unos instantes, al no verla, Eltrant había temido lo peor. El gigante, después de todo, la había estado sujetando lo suficientemente alto como para que la caída hubiese sido como mínimo problemática.
Pero parecía estar bien en mayor o menor medida.
Bajó la mirada hasta el tomo que aún tenía entre las manos cuando la joven se lo pidió, al parecer le pertenecía a la muchacha.
- ¿Es tuyo? – Pasó la mano por la tapa del mismo y le lanzó un último vistazo - Toma – dijo entregándoselo de vuelta a la muchacha sin pensarlo demasiado. – No te preocupes por eso. – Negó con la cabeza - Lo he recogido por que lo he visto ahí atrás tirado… – Afirmó, dejando escapar una corta carcajada, cuando la chica indicó de forma bastante apresurada que si el castaño quería podía quedarse con el libro como pago por haberla ayudado. - …aunque… realmente no sabía de quien era. – Admitió después, esbozando una sonrisa y encogiéndose de hombros – Oh, y llámame Eltrant a secas. – dijo al final, volviendo a girarse hacía el lugar por el que había desaparecido Jeannie.
Entrecerró los ojos, le preocupaba que se hubiese marchado sola, al fin y al cabo, había ido hasta allí para llevarlas de vuelta, era un poco absurdo dejarla irse ahora por su cuenta. Se consoló pensando que al menos era una elfa.
¿Qué mejor que una elfa para vagar completamente a oscuras por un bosque?
Suspiró y, una vez más, se dirigió hacia la otra muchacha.
- ¿Volvemos? – Le preguntó. - ¿Puedes andar? – Inquirió a continuación. Eltrant no había pasado por alto que la muchacha cojeaba, no era para menos, aquella cosa debía de haberle roto algo al alzarla.
No podía forzarla a caminar así de vuelta hasta la aldea elfica.
– Bueno… no tenemos demasiadas opciones. – Desabrochando la correa que mantenía sujeta a Olvido se acomodó la espada de tal forma que, al final, parte de su espalda quedó libre. – Te llevo. – Dijo indicándole con un gesto que se subiese.
No tardó demasiado en percatarse de que, con la pierna así, ordenarle que trepase por su espalda no era precisamente oportuno. Sin previo aviso, Eltrant levantó a la joven y la colocó en su espalda.
- Agárrate bien. – Le dijo mientras comenzaba a caminar hacía el lugar en el que Nereyda había dicho que estaba su aldea. – En nada hemos salido de aquí. – Afirmó, notando como sus costillas volvían a hacerse notar, a hacerle ver que necesitaba atención médica.
- Todavía no sé tu nombre. - La chica era tímida, mucho, incluso alguien tan denso como Eltrant era capaz de ver que esta estaba visiblemente nerviosa. – Dime ¿De dónde eres? - Tenía que tranquilizarla de alguna forma, como fuese.
Las vibraciones del suelo no eran precisamente relajantes.
No obstante, antes de que el caballero errante decidiese hacer nada, Jeannie tomó la iniciativa y decidió marcharse en cabeza, no sin antes darle un beso a Eltrant en la mejilla. El exmercenario enarcó una ceja como toda reacción y, sin decir nada, miró la espalda de la muchacha desaparecer entre la maleza.
Incluso en aquel lugar, rodeado de gigantes y de oscuridad, la elfa se permitía comportarse de aquella forma tan natural. Le daba un poco de envidia, tenía que admitirlo.
- ¿Siempre está tan animada? – Le preguntó a la otra joven, esbozando una sonrisa.
Afortunadamente para todos, la chica no había acabado en el estómago de la bestia ni tampoco se había abierto la cabeza contra el suelo al caer.
Durante unos instantes, al no verla, Eltrant había temido lo peor. El gigante, después de todo, la había estado sujetando lo suficientemente alto como para que la caída hubiese sido como mínimo problemática.
Pero parecía estar bien en mayor o menor medida.
Bajó la mirada hasta el tomo que aún tenía entre las manos cuando la joven se lo pidió, al parecer le pertenecía a la muchacha.
- ¿Es tuyo? – Pasó la mano por la tapa del mismo y le lanzó un último vistazo - Toma – dijo entregándoselo de vuelta a la muchacha sin pensarlo demasiado. – No te preocupes por eso. – Negó con la cabeza - Lo he recogido por que lo he visto ahí atrás tirado… – Afirmó, dejando escapar una corta carcajada, cuando la chica indicó de forma bastante apresurada que si el castaño quería podía quedarse con el libro como pago por haberla ayudado. - …aunque… realmente no sabía de quien era. – Admitió después, esbozando una sonrisa y encogiéndose de hombros – Oh, y llámame Eltrant a secas. – dijo al final, volviendo a girarse hacía el lugar por el que había desaparecido Jeannie.
Entrecerró los ojos, le preocupaba que se hubiese marchado sola, al fin y al cabo, había ido hasta allí para llevarlas de vuelta, era un poco absurdo dejarla irse ahora por su cuenta. Se consoló pensando que al menos era una elfa.
¿Qué mejor que una elfa para vagar completamente a oscuras por un bosque?
Suspiró y, una vez más, se dirigió hacia la otra muchacha.
- ¿Volvemos? – Le preguntó. - ¿Puedes andar? – Inquirió a continuación. Eltrant no había pasado por alto que la muchacha cojeaba, no era para menos, aquella cosa debía de haberle roto algo al alzarla.
No podía forzarla a caminar así de vuelta hasta la aldea elfica.
– Bueno… no tenemos demasiadas opciones. – Desabrochando la correa que mantenía sujeta a Olvido se acomodó la espada de tal forma que, al final, parte de su espalda quedó libre. – Te llevo. – Dijo indicándole con un gesto que se subiese.
No tardó demasiado en percatarse de que, con la pierna así, ordenarle que trepase por su espalda no era precisamente oportuno. Sin previo aviso, Eltrant levantó a la joven y la colocó en su espalda.
- Agárrate bien. – Le dijo mientras comenzaba a caminar hacía el lugar en el que Nereyda había dicho que estaba su aldea. – En nada hemos salido de aquí. – Afirmó, notando como sus costillas volvían a hacerse notar, a hacerle ver que necesitaba atención médica.
- Todavía no sé tu nombre. - La chica era tímida, mucho, incluso alguien tan denso como Eltrant era capaz de ver que esta estaba visiblemente nerviosa. – Dime ¿De dónde eres? - Tenía que tranquilizarla de alguna forma, como fuese.
Las vibraciones del suelo no eran precisamente relajantes.
Eltrant Tale
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Re: [Cerrado] Un nuevo comienzo [Interpretativo][Libre]
Sigo alejándome de mis nuevos amigos y adentrándome cada vez más en el origen de los pasos gigantescos, hasta los árboles parecen temblar ante tanto movimiento. Al menos es de noche y Sandorai muy frondoso, no creo que pase nada porque me acerque más, como mínimo quiero saber qué formación siguen para realizar el rastreo, así podré volver e informarles. Sería algo desafortunado que se encontraran con un par de esos seres de frente, ya nos ha costado salir con vida del enfrentamiento con uno de ellos...
Los veo, son unos seis o siete, tras intercambiar unas palabras se dividen en dos grupos dirigiéndose hacia el lugar por el que se han marchado Eltrant y Nuria. Maldita sea. Parece que pretenden rodearlos y tenderles una emboscada en algún punto entre el pueblo y la espesura.
Decido seguir a uno de ellos, el que los persigue por el sur, silenciosa como una sombra entre las copas de los árboles. Aunque ahora se mueven más lentamente y por lo tanto hacen menos ruido, sus pasos eclipsan el sonido que realizan mis movimientos entre las ramas. Se están acercando peligrosamente a mis amigos. Adelanto a los gigantes y decido revisar la situación del grupo que va por el norte, van un poco más alejados, eso es bueno, es el grupo de tres. Sería más problemático darles esquinazo.
Me acerco lo más rápido que puedo a Eltrant y Nuria para explicarles la situación, no se mueven muy rápido, pero sí silenciosamente. Bajo de un árbol delante de Eltrant, susurrando.
- Hay dos grupos, uno de tres gigantes que viene por el norte y se dirige en nuestra dirección, el otro de dos gigantes viene desde el sur. No sé qué os parece, pero creo que lo mejor será retroceder un poco, dejar pasar al grupo del sur, rodearlos y entrar al pueblo desde otra dirección. Si lo hacemos con cautela podremos evitar que nos alcancen.
Subo a uno de los árboles para otear el panorama, espero a que Eltrant y Nuria procesen la información que les acabo de proporcionar para volver a bajar y escuchar sus opiniones. Los gigantes siguen algo alejados. Vuelvo a bajar del árbol, me acerco a mis amigos. Sonrío. Me alegro de poder ser de un poco de ayuda y no solo dar problemas y meter a los demás en situaciones horribles y correr por sus vidas.
Los veo, son unos seis o siete, tras intercambiar unas palabras se dividen en dos grupos dirigiéndose hacia el lugar por el que se han marchado Eltrant y Nuria. Maldita sea. Parece que pretenden rodearlos y tenderles una emboscada en algún punto entre el pueblo y la espesura.
Decido seguir a uno de ellos, el que los persigue por el sur, silenciosa como una sombra entre las copas de los árboles. Aunque ahora se mueven más lentamente y por lo tanto hacen menos ruido, sus pasos eclipsan el sonido que realizan mis movimientos entre las ramas. Se están acercando peligrosamente a mis amigos. Adelanto a los gigantes y decido revisar la situación del grupo que va por el norte, van un poco más alejados, eso es bueno, es el grupo de tres. Sería más problemático darles esquinazo.
Me acerco lo más rápido que puedo a Eltrant y Nuria para explicarles la situación, no se mueven muy rápido, pero sí silenciosamente. Bajo de un árbol delante de Eltrant, susurrando.
- Hay dos grupos, uno de tres gigantes que viene por el norte y se dirige en nuestra dirección, el otro de dos gigantes viene desde el sur. No sé qué os parece, pero creo que lo mejor será retroceder un poco, dejar pasar al grupo del sur, rodearlos y entrar al pueblo desde otra dirección. Si lo hacemos con cautela podremos evitar que nos alcancen.
Subo a uno de los árboles para otear el panorama, espero a que Eltrant y Nuria procesen la información que les acabo de proporcionar para volver a bajar y escuchar sus opiniones. Los gigantes siguen algo alejados. Vuelvo a bajar del árbol, me acerco a mis amigos. Sonrío. Me alegro de poder ser de un poco de ayuda y no solo dar problemas y meter a los demás en situaciones horribles y correr por sus vidas.
Irinnil Fawkes
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Re: [Cerrado] Un nuevo comienzo [Interpretativo][Libre]
Nuria podía llegar a darle al término “despistado” toda una nueva dimensión. Tomó muy literal el requerimiento del caballero “Eltrant a secas”. Observó con mucha curiosidad, la forma en la que el hombre se hacía un lugar en su espalda para cargarla y no comprendió la idea tras la sugerencia de que la llevaría, de que la cagaría. La mucama creyó que la llevaría hasta las lindes del bosque o a la aldea, no a su espalda. Se puso colorada, no solo por el ofrecimiento, por la molestia que le estaba causando, sino por su propia vergüenza de nunca dar con el clavo. Observó por un momento la espalda del caballero y se apenaba de realmente estar pensando en subirse allí. Ella no era una niña, sus valores de mucama le decían que ese lugar no era para ella, sino para Jeannie, o la señorita que viajaba con él y había visto anteriormente.
“Eltrant a secas” se acercó más a Nuria, que usaba la mitad de su naginata como bastón para mantenerse en pie, y se la echó a la espalda, como una bolsa de harina. Por primera vez, la joven no necesitó que le dieran la orden para cumplirla de buena gana. Al principio intentó sostenerse de los hombros del caballero, pero era incómodo, y extraño. Estaba montada sobre la espalda de un buen hombre que le había salvado, sentía que le estaba pagando muy mal por el bien que le había hecho. La humana luchaba por pensar en una forma relativamente elocuente de agradecerle todo lo que estaba haciendo por ella, pero ninguno de los ralos escenarios de su cabeza parecía adecuarse a la situación de ni siquiera verle la cara. Finalmente decidió sostenerse de su cuello, para eso tenía que abrazarle “Espero que no se lo tome a mal” pensó crípticamente.
-Mi nombre es Nuria- hablarle mirándole a la oreja era mejor que tratar de verle a los ojos y sentir que se le quemaban las mejillas. Podía sentir que su corazón se le iba a salir por las orejas. Aquello era demasiada intimidad para una jovencita de apenas dieciséis, viuda y todo, pero extremadamente inexpediente en temas de hombres y mujeres en contacto tan cercano. Iba a revolverse en su lugar, inquieta con las preguntas, pero sintió su pierna y se estuvo quieta, obligándose a respirar y pensar en la respuesta. - Nací fuera de la base de los bio. Mi padre era un mecánico allí. Desde niña me dediqué a servir de ayudante en casas… viví en Roilkat, y después en las afueras de Lunargenta. También estuve viviendo en las afueras de Ulmer, de hecho vengo desde allí y me perdí de camino a Verisar- suspiró y apoyó su frente en la cabeza del hombre. El vaivén le estaba dando sueño. Llevaba días sin descansar propiamente y se sentía a salvo. Bostezó. Estaba luchando por mantenerse alerta.
La voz de Jeannie sacó a Nuria de su sopor, su cuerpo se tensó sobre el caballero. Intentó no hacer movimientos bruscos, tanto por ella como por él. -¿Aún más?- preguntó con la voz temblorosa. -Se…- recordó que era “Eltrant a secas” y le golpeó la realización de que era sólo el nombre. -Eltrant, bájame, soy una carga. Si se mueven rápido podrán llegar a la aldea de los elfos, supongo que allí estarán a salvo- apretó sus labios hasta formar una línea blanca con ellos. Estaba convencida de que si lo deseaba con ganas, podría hacerse una pequeña bola humana y pasar desapercibida bajo una planta o algo. Recién entonces se dio cuenta que, como una planta, también podría ser aplastada bajo los pies de esos gigantes. Tragó saliva y cruzó los dedos esperando que al caballero se le ocurriera una buena idea.
“Eltrant a secas” se acercó más a Nuria, que usaba la mitad de su naginata como bastón para mantenerse en pie, y se la echó a la espalda, como una bolsa de harina. Por primera vez, la joven no necesitó que le dieran la orden para cumplirla de buena gana. Al principio intentó sostenerse de los hombros del caballero, pero era incómodo, y extraño. Estaba montada sobre la espalda de un buen hombre que le había salvado, sentía que le estaba pagando muy mal por el bien que le había hecho. La humana luchaba por pensar en una forma relativamente elocuente de agradecerle todo lo que estaba haciendo por ella, pero ninguno de los ralos escenarios de su cabeza parecía adecuarse a la situación de ni siquiera verle la cara. Finalmente decidió sostenerse de su cuello, para eso tenía que abrazarle “Espero que no se lo tome a mal” pensó crípticamente.
-Mi nombre es Nuria- hablarle mirándole a la oreja era mejor que tratar de verle a los ojos y sentir que se le quemaban las mejillas. Podía sentir que su corazón se le iba a salir por las orejas. Aquello era demasiada intimidad para una jovencita de apenas dieciséis, viuda y todo, pero extremadamente inexpediente en temas de hombres y mujeres en contacto tan cercano. Iba a revolverse en su lugar, inquieta con las preguntas, pero sintió su pierna y se estuvo quieta, obligándose a respirar y pensar en la respuesta. - Nací fuera de la base de los bio. Mi padre era un mecánico allí. Desde niña me dediqué a servir de ayudante en casas… viví en Roilkat, y después en las afueras de Lunargenta. También estuve viviendo en las afueras de Ulmer, de hecho vengo desde allí y me perdí de camino a Verisar- suspiró y apoyó su frente en la cabeza del hombre. El vaivén le estaba dando sueño. Llevaba días sin descansar propiamente y se sentía a salvo. Bostezó. Estaba luchando por mantenerse alerta.
La voz de Jeannie sacó a Nuria de su sopor, su cuerpo se tensó sobre el caballero. Intentó no hacer movimientos bruscos, tanto por ella como por él. -¿Aún más?- preguntó con la voz temblorosa. -Se…- recordó que era “Eltrant a secas” y le golpeó la realización de que era sólo el nombre. -Eltrant, bájame, soy una carga. Si se mueven rápido podrán llegar a la aldea de los elfos, supongo que allí estarán a salvo- apretó sus labios hasta formar una línea blanca con ellos. Estaba convencida de que si lo deseaba con ganas, podría hacerse una pequeña bola humana y pasar desapercibida bajo una planta o algo. Recién entonces se dio cuenta que, como una planta, también podría ser aplastada bajo los pies de esos gigantes. Tragó saliva y cruzó los dedos esperando que al caballero se le ocurriera una buena idea.
Nuria
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Re: [Cerrado] Un nuevo comienzo [Interpretativo][Libre]
Continuó avanzando a través del bosque, concentrándose en la voz de Nuria a su espalda, obviando a los gigantes que les perseguían y que, muy a su pesar, cada vez estaban más cerca.
- Así que las afueras de la base de los Bio… - A veces se le olvidaba la existencia de aquella especie de mazmorra inmensa repleta de cibernéticos. – Seguro que es un sitio para vivir más interesante que la granja en la que me críe yo. – dijo a continuación, tratando de imaginar el interior de la gigantesca estructura que se alzaba en el horizonte de Verisar.
Nuria continuó hablando, relató a Eltrant, con pocas palabras, el motivo por el que se encontraba allí aquella noche: también se había perdido. Aquello no le tomó por sorpresa, los caminos de Sandorai podían ser traicioneros, laberinticos incluso; Aunque sí que significaba, sin embargo, que la muchacha y Jeannie también se acababan de conocer hacía apenas unas horas. Suspiró, no era ningún misterio que la elfa era demasiada confiada con los desconocidos.
Casi como si la hubiese invocado al pensar en ella, la voz de Jeannie llegó hasta sus oídos de improviso. Eltrant se detuvo de inmediato y buscó a la elfa con la mirada, la cual no tardó en dejarse caer frente a la pareja desde las alturas.
Tras escuchar la situación en la que se encontraban, frunció el ceño.
La cosa estaba peor de lo que se esperaba, cinco gigantes no eran pocos y, aunque Kalirós era el líder de todos estos y, por tanto, el más fuerte, seguían teniéndolo todo muy difícil.
Calculó mentalmente la distancia que había desde dónde estaban hasta la aldea elfica. Faltaba al menos media hora de marcha continuada para llegar, le gustase o no, los gigantes les alcanzarían si seguían por aquel camino.
Sin dejar de mirar a Jeannie, consideró mentalmente la proposición de esta. Era una idea arriesgada, demasiado, si algo iba mal acabarían rodeados de gigantes. Tomó aire, de haber estado completamente sano no habría dudado un instante en aceptar, pero Nuria apenas podía moverse, y él había vivido mejores días.
Bajó la mirada hasta su brazo izquierdo, la suave calidez que emanaba del tatuaje la ayudaba a pensar en momentos como aquel: siempre había una salida, toda herida podía cerrarse.
Ese fue el momento en el que Nuria afirmó ser una carga, en el que decidió quedarse atrás para darle a sus dos inesperados compañeros una oportunidad de escapar.
- No. – Respondió Eltrant con simpleza. – Nadie se queda atrás. – Aseguró severamente, segundos después de hacerlo relajó la expresión. – No eres ninguna carga. – Afirmó. – Ayudaste a Jeannie antes. ¿No te acuerdas? – No lo había visto bien, pero juraría que vislumbró a la silueta de Nuria empujar a la elfa antes de acabar en las manos de Kalirós.
- Está bien… te sigo. - dijo al final, desviando su mirada hasta el lugar del que provenían los sonidos de las pisadas. - ¿Qué te parece a ti, Nuria? - No le gustaba pensar que todas las opciones que tenía frente a él fuesen ser malas, pero lo eran. La que Jeannie había propuesto, de entre todas, era la que más probabilidades tenía de acabar con todos vivos.
Parecía ser lo mejor.
- Pero antes… - Se agachó y dejó a Nuria en el suelo con cuidado. No podían dejar que les rodeasen estando en el estado en el que se encontraban, no podía arriesgarse a ello.
Después de haber dejado a Nuria sentada en el suelo, desenvainó a Olvido y lo clavó en el suelo, frente a la muchacha, tras eso, tomó a la chica de las manos y la hizo sujetar el pomo de su espada, depositando, entonces, sus propias manos sobre las de ella.
- Relájate. – le dijo sonriéndole, sabiendo que con todo lo que había vivido la muchacha, aquella palabra tendría poco efecto en ella.
No era la primera vez que usaba a Olvido de tal forma, lo único que sabía a ciencia cierta de aquello es que no siempre funcionaba. Se había encontrado con ocasiones en las que Olvido no había respondido, otras en cambio lo había hecho al momento.
Quizás se debía a que a diferencia del “corte” de viento que solía usar, aquel tipo de magia era más compleja.
Afortunadamente, aquella vez funcionó.
El viento que giraba en torno a la espada rodeó casi al momento a Nuria y, justo después, hizo lo mismo con el exmercenario. Tan pronto sintió el contacto del aire con su piel, comenzó a sentir como las distintas heridas que se había ganado sanaban más rápido. [1]
No era lo mismo que recibir atención medica en perfectas condiciones, pero aquello ayudaría.
__________________________________________________________
[1] Tercera Habilidad espada de Eltrant: Calma. La tercera habilidad regenera las heridas más rápido, pues acelera el proceso de producción de células y permite sanarte en cuestión de segundos.
- Así que las afueras de la base de los Bio… - A veces se le olvidaba la existencia de aquella especie de mazmorra inmensa repleta de cibernéticos. – Seguro que es un sitio para vivir más interesante que la granja en la que me críe yo. – dijo a continuación, tratando de imaginar el interior de la gigantesca estructura que se alzaba en el horizonte de Verisar.
Nuria continuó hablando, relató a Eltrant, con pocas palabras, el motivo por el que se encontraba allí aquella noche: también se había perdido. Aquello no le tomó por sorpresa, los caminos de Sandorai podían ser traicioneros, laberinticos incluso; Aunque sí que significaba, sin embargo, que la muchacha y Jeannie también se acababan de conocer hacía apenas unas horas. Suspiró, no era ningún misterio que la elfa era demasiada confiada con los desconocidos.
Casi como si la hubiese invocado al pensar en ella, la voz de Jeannie llegó hasta sus oídos de improviso. Eltrant se detuvo de inmediato y buscó a la elfa con la mirada, la cual no tardó en dejarse caer frente a la pareja desde las alturas.
Tras escuchar la situación en la que se encontraban, frunció el ceño.
La cosa estaba peor de lo que se esperaba, cinco gigantes no eran pocos y, aunque Kalirós era el líder de todos estos y, por tanto, el más fuerte, seguían teniéndolo todo muy difícil.
Calculó mentalmente la distancia que había desde dónde estaban hasta la aldea elfica. Faltaba al menos media hora de marcha continuada para llegar, le gustase o no, los gigantes les alcanzarían si seguían por aquel camino.
Sin dejar de mirar a Jeannie, consideró mentalmente la proposición de esta. Era una idea arriesgada, demasiado, si algo iba mal acabarían rodeados de gigantes. Tomó aire, de haber estado completamente sano no habría dudado un instante en aceptar, pero Nuria apenas podía moverse, y él había vivido mejores días.
Bajó la mirada hasta su brazo izquierdo, la suave calidez que emanaba del tatuaje la ayudaba a pensar en momentos como aquel: siempre había una salida, toda herida podía cerrarse.
Ese fue el momento en el que Nuria afirmó ser una carga, en el que decidió quedarse atrás para darle a sus dos inesperados compañeros una oportunidad de escapar.
- No. – Respondió Eltrant con simpleza. – Nadie se queda atrás. – Aseguró severamente, segundos después de hacerlo relajó la expresión. – No eres ninguna carga. – Afirmó. – Ayudaste a Jeannie antes. ¿No te acuerdas? – No lo había visto bien, pero juraría que vislumbró a la silueta de Nuria empujar a la elfa antes de acabar en las manos de Kalirós.
- Está bien… te sigo. - dijo al final, desviando su mirada hasta el lugar del que provenían los sonidos de las pisadas. - ¿Qué te parece a ti, Nuria? - No le gustaba pensar que todas las opciones que tenía frente a él fuesen ser malas, pero lo eran. La que Jeannie había propuesto, de entre todas, era la que más probabilidades tenía de acabar con todos vivos.
Parecía ser lo mejor.
- Pero antes… - Se agachó y dejó a Nuria en el suelo con cuidado. No podían dejar que les rodeasen estando en el estado en el que se encontraban, no podía arriesgarse a ello.
Después de haber dejado a Nuria sentada en el suelo, desenvainó a Olvido y lo clavó en el suelo, frente a la muchacha, tras eso, tomó a la chica de las manos y la hizo sujetar el pomo de su espada, depositando, entonces, sus propias manos sobre las de ella.
- Relájate. – le dijo sonriéndole, sabiendo que con todo lo que había vivido la muchacha, aquella palabra tendría poco efecto en ella.
No era la primera vez que usaba a Olvido de tal forma, lo único que sabía a ciencia cierta de aquello es que no siempre funcionaba. Se había encontrado con ocasiones en las que Olvido no había respondido, otras en cambio lo había hecho al momento.
Quizás se debía a que a diferencia del “corte” de viento que solía usar, aquel tipo de magia era más compleja.
Afortunadamente, aquella vez funcionó.
El viento que giraba en torno a la espada rodeó casi al momento a Nuria y, justo después, hizo lo mismo con el exmercenario. Tan pronto sintió el contacto del aire con su piel, comenzó a sentir como las distintas heridas que se había ganado sanaban más rápido. [1]
No era lo mismo que recibir atención medica en perfectas condiciones, pero aquello ayudaría.
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[1] Tercera Habilidad espada de Eltrant: Calma. La tercera habilidad regenera las heridas más rápido, pues acelera el proceso de producción de células y permite sanarte en cuestión de segundos.
Eltrant Tale
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Re: [Cerrado] Un nuevo comienzo [Interpretativo][Libre]
Nuria estaba herida, todo por mi culpa. Me siento abatida, no he hecho más que crear problemas desde que le robé las flechas a la elfa. Nuria dice que es una carga, no, no es una carga, la carga he sido yo que los he metido en este lío. Suspiro. No era el momento de lamentarse ni de disculparse, lo haría más adelante cuando estuvieramos finalmente fuera de peligro. Por ahora tenía que concentrarme en los sonidos del bosque, en los gigantes que poco a poco se iban acercando. Un solo segundo podría ser fatal, si nos descubrían avisarían a los demás y sería nuestro fin.
Afortunadamente las palabras de Eltrant parecen haber calmado un poco a Nuria. Subo de nuevo a los árboles para revisar la situación. El grupo que venía del sur estaba ya cerca, debíamos escondernos hasta que finalmente pasaran de largo aunque todavía les quedaban unos dos minutos hasta llegar a nuestra posición. Eltrant desenvaina su espada, miro con curiosidad, un viento se levanta y los envuelve, primero a uno y luego al otro. Tras terminar el efecto parecen estar más aliviados. Respiro más tranquila.
Bajo del árbol y susurro.
- Ahora que pareceis estar mejor, deberíais esconderos por separado.
Subo de nuevo a la copa. Oteo la distancia. No veo a los gigantes en la dirección en la que se suponía debían estar en estos momentos. Cambio de árbol, los veo acercarse directamente hacia donde están Eltrant y Nuria.
- Vienen directamente hacia nosotros, yo los distraeré. Vosotros corred todo lo que podáis, no veo tampoco al grupo que venía desde el norte, tened cuidado, por favor...
Voy saltando de rama en rama directamente hacia los gigantes. Desenfundo el arco, pongo una flecha. Cuando estoy suficientemente cerca de ellos, suelto sin apuntar. No importa dónde golpee.
Los gigantes me ven, se acercan corriendo. El suelo y los árboles tiemblan. Huyo por las ramas lo más rápido que puedo, miro hacia atrás de vez en cuando, tengo que alejarlos de mis amigos. Todo es culpa mía, lo mínimo que puedo hacer es arriesgar mi vida para que ellos tengan una pequeña oportunidad. Sigo saltando, intentando llevarlos lo más al este posible. Son más rápidos de lo que pensaba. Es posible que no logre despistarlos a tiempo.
"Tres árboles más adelante, arriba, una liana, úsala"
Ni siquiera me planteo que no exista la liana, que sea un engaño, las voces nunca me han ayudado antes, pero tampoco es que tenga ninguna otra posibilidad. Comienzo a cansarme, me vuelve el dolor de cabeza y la pierna, si sigo así mucho tiempo más acabaré entre las fauces de uno de los gigantes. Empleo mi magia de nuevo, me rodeo de ella y me impulso con todas mis fuerzas, estiro los brazos. Ahí está la liana, me agarro y con el impulso del salto el balanceo me lleva por encima de los árboles, directamente en dirección a la espalda de los gigantes. Caigo dolorosamente sobre una rama. Me quedo quieta, los gigantes pasan de largo. Suspiro. Necesito descansar unos minutos... Espero que Eltrant y Nuria estén bien.
Afortunadamente las palabras de Eltrant parecen haber calmado un poco a Nuria. Subo de nuevo a los árboles para revisar la situación. El grupo que venía del sur estaba ya cerca, debíamos escondernos hasta que finalmente pasaran de largo aunque todavía les quedaban unos dos minutos hasta llegar a nuestra posición. Eltrant desenvaina su espada, miro con curiosidad, un viento se levanta y los envuelve, primero a uno y luego al otro. Tras terminar el efecto parecen estar más aliviados. Respiro más tranquila.
Bajo del árbol y susurro.
- Ahora que pareceis estar mejor, deberíais esconderos por separado.
Subo de nuevo a la copa. Oteo la distancia. No veo a los gigantes en la dirección en la que se suponía debían estar en estos momentos. Cambio de árbol, los veo acercarse directamente hacia donde están Eltrant y Nuria.
- Vienen directamente hacia nosotros, yo los distraeré. Vosotros corred todo lo que podáis, no veo tampoco al grupo que venía desde el norte, tened cuidado, por favor...
Voy saltando de rama en rama directamente hacia los gigantes. Desenfundo el arco, pongo una flecha. Cuando estoy suficientemente cerca de ellos, suelto sin apuntar. No importa dónde golpee.
Los gigantes me ven, se acercan corriendo. El suelo y los árboles tiemblan. Huyo por las ramas lo más rápido que puedo, miro hacia atrás de vez en cuando, tengo que alejarlos de mis amigos. Todo es culpa mía, lo mínimo que puedo hacer es arriesgar mi vida para que ellos tengan una pequeña oportunidad. Sigo saltando, intentando llevarlos lo más al este posible. Son más rápidos de lo que pensaba. Es posible que no logre despistarlos a tiempo.
"Tres árboles más adelante, arriba, una liana, úsala"
Ni siquiera me planteo que no exista la liana, que sea un engaño, las voces nunca me han ayudado antes, pero tampoco es que tenga ninguna otra posibilidad. Comienzo a cansarme, me vuelve el dolor de cabeza y la pierna, si sigo así mucho tiempo más acabaré entre las fauces de uno de los gigantes. Empleo mi magia de nuevo, me rodeo de ella y me impulso con todas mis fuerzas, estiro los brazos. Ahí está la liana, me agarro y con el impulso del salto el balanceo me lleva por encima de los árboles, directamente en dirección a la espalda de los gigantes. Caigo dolorosamente sobre una rama. Me quedo quieta, los gigantes pasan de largo. Suspiro. Necesito descansar unos minutos... Espero que Eltrant y Nuria estén bien.
Irinnil Fawkes
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Re: [Cerrado] Un nuevo comienzo [Interpretativo][Libre]
La respuesta del caballero Eltrant había sido más seca que su suave tono parlanchín al que se había acostumbrado. La joven se tensó por un momento en su espalda, las noticias eran lo suficientemente graves, debió haberlo sabido mejor, hasta el hombre que se sacrificaba por los demás podía llegar a sonar así de duro. Junto con la relajación del hombre, llegó el de la chica. Respiró profundamente, alegre en su corazón de sus gentiles palabras. - Creo que no tenemos más opciones- Le dolía su propia honestidad, pero poco a poco se sentía más confortable hablando con el caballero. Nuria se sonrojó mientras era depositada en el suelo, realmente ya debía de estar cansado de andar con ella de arriba para abajo entre la maleza y los árboles durante la noche.
El castaño parecía tener la experiencia de haber hecho eso más de una vez. La criada se quedó en el piso sentada, por unos momentos, con la boca semiabierta y expresión de nada. Sólo observaba con ojos llenos de admiración a la persona que estaba con ella. No sabía qué buena acción era la que había hecho bien para que el señor –su Dios- le pusiera a alguien como él en su camino, pero Nuria estaba convencida que se trataba de un ángel de la guarda. Sin embargo, su ceño comenzó a fruncirse a medida que sentía la aproximación de los gigantes. Se podía decir que estaba ciertamente preocupada, pero no podía controlar el brillo de sus ojos al pararse frente a él y su gran espada. Nuria nunca había visto una forja tan simple pero tan hermosamente acabada.
Nuria escondió su expresión del caballero, bajando su rostro mientras hacía lo que él le indicaba a través de su lenguaje corporal. Sabía que no se podía tratar de nada extraño, pero comenzaba a sentir mariposas en su estómago por ese hombre tan valiente y sabio. Intentó relajarse, de verdad que lo intentó, pero sentía que los ojos de él podían atravesar su piel y mirar en su corazón. Respiró intranquila y movió sus pies inquieta, los pasos se habían cada vez más cercanos. Cerró sus ojos, inspiró, soltó el aire rápidamente e intentó inspirar de nuevo, pero abrió los ojos impacientes, encontrándose con una inscripción -Olvida- leyó. En ese momento se percató que alrededor de ella corría una suave corriente de aire sanadora. Su pelo, que se revolvía inquieto bajó lentamente cuando el movimiento del aire cambió hacia él y la chica vio que sus heridas estaban cerradas.
-Increíble- susurró apartándose un par de pasos para tocar sus lastimaduras y mover su pierna. Tenía ganas de abrazar a Eltrant y agradecerle su gesto, pero no era tan valiente. En cambio le dio la mano y le agradeció con mucho fervor en su voz así como en sus ojos -Muchas gracias- sus ojos tenían pequeñas lagrimillas de sentimentalismo. La elfa salió de su escondite y Nuria dio un pequeño salto, sobrecogida. Jeannie la había agarrado con las manos en la masa y les instaba a separarse. Se aclaró la garganta, incómoda -Umm hmm… claro- Cuando creía que su corazón no podía ir más rápido, la actualización de su amiga le hace saltar a toda una nueva velocidad. -¡Jeannie!- era un susurro a gritos, no quería que ella se pusiera en peligro de nuevo. Cruzó sus manos a la altura de su pecho y silenciosamente miró al cielo por un momento.
- Me esconderé en esa dirección- le informó al caballero, indecisa de lo que él haría. No había tiempo que perder, no quería interferir en su camino más veces. La chica apenas había avanzado en su misión de poner distancia y esconderse. Eso de la naturaleza no era nada lo suyo. Su vestido se enganchó en una rama y su pelo en otra. Cerró sus ojos para intentar primero quebrar la rama que le restringía el movimiento de su cabeza, entre sus nervios y su mala mano para las plantas, se estaba volviendo en una tarea imposible, hasta que de pronto se sintió liviana y liberada. Abrió los ojos, convencida de que Eltrant había ido tras de ella. Se volvió con una sonrisa y esa expresión se petrificó en su rostro.
- Está bien, venimos a ayudarles. Sígueme-
Los movimientos del elfo eran suaves pero le instaban a apurarse. “Los elfos son seres de luz” se repitió Nuria, asintiendo una vez. La hora podía no ser la adecuada, pero podría haber tenido la decencia de tapar su tonificado torso. La chica se sonrojó, dándose cuenta que lo había hecho otra vez. Habían asuntos más importantes que atender que la forma en la que estaba ataviado el hombre. Aunque el resto de su cuerpo estuviera protegido por una armadura y llevase en ambas manos dagas largas, no cortaba ninguna rama para moverse, lo hacía con tanta facilidad… con tana gracilidad que a Nuria le dolió el estómago de solo verlo. El bosque parecía acariciar su piel mientras avanzaba por él. Era una relación tan íntima…
El elfo se giró para comprobar que ella le estaba siguiendo, debían apresurarse o serían alcanzados por uno de los grupos. Nuria creyó escuchar que el desconocido suspiró impaciente, pero lo desestimó en seguida y siguió avanzando torpemente hacia él, quién se había detenido a esperarle. -Lo siento, no se me da bien…-
-No, yo lo siento
Nuria le miró con cara de nada, sin saber cómo tomar sus palabras, ¿lo sentía porque le tocó la más lenta?. Pronto comprobó el sentido literal de la afirmación, cuando sin previo aviso, la levantó entre sus brazos como a una novia y empezó a correr. La joven estaba tensa, le aterraba ser golpeada por una rama a esa velocidad, por lo que prefirió centrar su atención en los rasgos del joven. Su mentón era varonil y anguloso. La nariz ligeramente respingada y delgada. Los labios masculinos y carnosos…
-Creí que los encontraríamos muertos. Pero estoy sorprendido ¿qué pasó en nuestra ausencia?
El castaño parecía tener la experiencia de haber hecho eso más de una vez. La criada se quedó en el piso sentada, por unos momentos, con la boca semiabierta y expresión de nada. Sólo observaba con ojos llenos de admiración a la persona que estaba con ella. No sabía qué buena acción era la que había hecho bien para que el señor –su Dios- le pusiera a alguien como él en su camino, pero Nuria estaba convencida que se trataba de un ángel de la guarda. Sin embargo, su ceño comenzó a fruncirse a medida que sentía la aproximación de los gigantes. Se podía decir que estaba ciertamente preocupada, pero no podía controlar el brillo de sus ojos al pararse frente a él y su gran espada. Nuria nunca había visto una forja tan simple pero tan hermosamente acabada.
Nuria escondió su expresión del caballero, bajando su rostro mientras hacía lo que él le indicaba a través de su lenguaje corporal. Sabía que no se podía tratar de nada extraño, pero comenzaba a sentir mariposas en su estómago por ese hombre tan valiente y sabio. Intentó relajarse, de verdad que lo intentó, pero sentía que los ojos de él podían atravesar su piel y mirar en su corazón. Respiró intranquila y movió sus pies inquieta, los pasos se habían cada vez más cercanos. Cerró sus ojos, inspiró, soltó el aire rápidamente e intentó inspirar de nuevo, pero abrió los ojos impacientes, encontrándose con una inscripción -Olvida- leyó. En ese momento se percató que alrededor de ella corría una suave corriente de aire sanadora. Su pelo, que se revolvía inquieto bajó lentamente cuando el movimiento del aire cambió hacia él y la chica vio que sus heridas estaban cerradas.
-Increíble- susurró apartándose un par de pasos para tocar sus lastimaduras y mover su pierna. Tenía ganas de abrazar a Eltrant y agradecerle su gesto, pero no era tan valiente. En cambio le dio la mano y le agradeció con mucho fervor en su voz así como en sus ojos -Muchas gracias- sus ojos tenían pequeñas lagrimillas de sentimentalismo. La elfa salió de su escondite y Nuria dio un pequeño salto, sobrecogida. Jeannie la había agarrado con las manos en la masa y les instaba a separarse. Se aclaró la garganta, incómoda -Umm hmm… claro- Cuando creía que su corazón no podía ir más rápido, la actualización de su amiga le hace saltar a toda una nueva velocidad. -¡Jeannie!- era un susurro a gritos, no quería que ella se pusiera en peligro de nuevo. Cruzó sus manos a la altura de su pecho y silenciosamente miró al cielo por un momento.
- Me esconderé en esa dirección- le informó al caballero, indecisa de lo que él haría. No había tiempo que perder, no quería interferir en su camino más veces. La chica apenas había avanzado en su misión de poner distancia y esconderse. Eso de la naturaleza no era nada lo suyo. Su vestido se enganchó en una rama y su pelo en otra. Cerró sus ojos para intentar primero quebrar la rama que le restringía el movimiento de su cabeza, entre sus nervios y su mala mano para las plantas, se estaba volviendo en una tarea imposible, hasta que de pronto se sintió liviana y liberada. Abrió los ojos, convencida de que Eltrant había ido tras de ella. Se volvió con una sonrisa y esa expresión se petrificó en su rostro.
- Está bien, venimos a ayudarles. Sígueme-
Los movimientos del elfo eran suaves pero le instaban a apurarse. “Los elfos son seres de luz” se repitió Nuria, asintiendo una vez. La hora podía no ser la adecuada, pero podría haber tenido la decencia de tapar su tonificado torso. La chica se sonrojó, dándose cuenta que lo había hecho otra vez. Habían asuntos más importantes que atender que la forma en la que estaba ataviado el hombre. Aunque el resto de su cuerpo estuviera protegido por una armadura y llevase en ambas manos dagas largas, no cortaba ninguna rama para moverse, lo hacía con tanta facilidad… con tana gracilidad que a Nuria le dolió el estómago de solo verlo. El bosque parecía acariciar su piel mientras avanzaba por él. Era una relación tan íntima…
El elfo se giró para comprobar que ella le estaba siguiendo, debían apresurarse o serían alcanzados por uno de los grupos. Nuria creyó escuchar que el desconocido suspiró impaciente, pero lo desestimó en seguida y siguió avanzando torpemente hacia él, quién se había detenido a esperarle. -Lo siento, no se me da bien…-
-No, yo lo siento
Nuria le miró con cara de nada, sin saber cómo tomar sus palabras, ¿lo sentía porque le tocó la más lenta?. Pronto comprobó el sentido literal de la afirmación, cuando sin previo aviso, la levantó entre sus brazos como a una novia y empezó a correr. La joven estaba tensa, le aterraba ser golpeada por una rama a esa velocidad, por lo que prefirió centrar su atención en los rasgos del joven. Su mentón era varonil y anguloso. La nariz ligeramente respingada y delgada. Los labios masculinos y carnosos…
-Creí que los encontraríamos muertos. Pero estoy sorprendido ¿qué pasó en nuestra ausencia?
Nuria
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Re: [Cerrado] Un nuevo comienzo [Interpretativo][Libre]
¿Separase?
Después de todo lo que habían hecho para acabar juntos, no creía que aquella fuese ser la mejor opción. Pero Jeannie era la elfa, era la que había explorado aquellos bosques y la que tenía el mejor plan para escapar de los gigantes.
Confiaría en su criterio.
Seguía sin comprender como funcionaba exactamente Olvido, pero al menos la espada había funcionado pues Nuria parecía encontrarse mejor, podía caminar por si sola y no tardó en agradecérselo.
Eltrant asintió conforme, con una sonrisa, y aceptó la mano que le ofrecía Nuria, él mismo también podía respirar con más facilidad, se encargó de asegurarse de que el dolor había disminuido estirando los brazos por encima de su cabeza y, aunque no podía afirmar que estuviese en plenas facultades, de ser necesario podría volver a enfrentarse a otro gigante.
Lo suficiente como para frenarlo al menos.
Cada miembro del fortuito grupo del que Eltrant se había visto parte escogió su nuevo destino para tratar de dar esquinazo a los gigantes. Nuria se perdió entre unos arbustos a su derecha y Jeannie volvió a desaparecer entre las copas de los árboles.
Eltrant se limitó a suspirar.
- ¿…y ahora qué? – Se dijo bajando ambas manos hasta la cintura. – Iré por… ahí, supongo. – Afirmó adentrándose en la maleza, no muy lejos de los arbustos que había seleccionado Nuria para marcharse.
Caminó despacio, asegurándose de que las pisadas de los gigantes estaban lejos de dónde él se encontraba, concentrándose en pasar desapercibido, justo como había dicho Jeannie.
Por mucho que quisiese no conseguía quitarse de la cabeza a Nuria y a Jeannie, no debía de haberlas dejado a solas, era una imprudencia, moverse juntos era lo mejor. Sacudió la cabeza, tratando de apartar aquellos pensamientos de su mente, deteniéndose de nuevo cuando escuchó una pisada inusualmente cercana.
Respirando hondo llevó la mano hasta la empuñadura de la espada que pendía de su espada y se agachó.
No era posible que hubiesen llegado hasta allí tan rápido, no sin que lo hubiesen notado.
Pero lo habían hecho.
Apenas tuvo tiempo de reaccionar, rodó por el suelo de forma instintiva cuando vislumbró como entre la oscuridad algo cargaba contra él apartando todos los arboles de su camino, destrozándolos con el mero peso de su cuerpo.
La criatura acabó empotrándose contra un árbol más grueso que los demás, pero lejos de quedarse aturdido, el gigante se giró hacía Eltrant y, alzando la mirada, gritó con fuerza.
Eltrant chasqueó la lengua y, a toda prisa, se levantó y corrió en la dirección opuesta a dónde se encontraba monstruo. Era evidente que aquella cosa estaba alertando a los demás gigantes de la zona de que había encontrado a alguien.
Jadeando copiosamente, maldiciendo mentalmente a los dioses de todas las creencias que conocía por la suerte que tenía, Eltrant desenvainó a Olvido sin detenerse, sin mirar atrás. Los pasos de aquella cosa, que corría tras él, bastaban para desequilibrarle mínimamente, para dificultarle las cosas según escapaba.
No podía hacer nada, le estaba alcanzando, aunque Eltrant fuese más veloz que el gigante las zancadas que daba este eran suficiente para mantener el ritmo. La criatura, después de todo, solo tenía que correr en línea recta, sin preocuparse por los obstáculos que podían encontrarse en su camino.
- ¡Oh, esto tiene que ser una broma! – Exclamó Eltrant cuando una pared se alzó frente a él, obligándole a detenerse sobre sobre sus pasos. Era una especie de acantilado repleto de árboles, no demasiado alto, ni tampoco parecía realmente complicado de escalar, pero era justo lo que el gigante necesitaba para ganar tiempo. - ¡Cómo os gusta complicármelo todo! – Gritó el castaño girándose sobre sí mismo, clavando su mirada en la parte del bosque dónde los arboles caían uno tras otro.
No le quedaba más remedio que enfrentar al gigante. Si trataba de trepar la pared le estaría dando la espalda a aquella cosa y, desgraciadamente, se conocía lo suficiente como para saber que no lo conseguiría a tiempo.
En momentos como aquel envidiaba la capacidad de Asher para sortear aquel tipo de obstáculos.
Apretó los dientes y, frunciendo el ceño, levantó a Olvido.
- ¿Por qué sabía que si iba al lugar del que vienen los temblores y los gritos te encontraría a ti? – Lyn se apareció de entre las sombras, de improviso, justo sobre la rama de uno de los tantos árboles que colgaban del acantilado. – Porque soy increíblemente perspicaz, por supuesto. – dijo la vampiresa con una sonrisa, dejándose caer junto a él. – Hola, Mortal. - Eltrant parpadeó varias veces, permitiéndose un par de segundos en silencio para preguntarse cómo había llegado Lyn hasta allí sin que él se diese cuenta siquiera.
A veces se le olvidaba lo sigilosa que podía llegar a ser.
Esbozó una sonrisa, no obstante, antes de que Eltrant pudiese agradecer coherentemente el que su amiga hubiese ido hasta allí, la criatura que le seguía no tardó en aparecerse frente a la pareja, derribando todos los árboles que había a su alrededor por el camino y colocando a ambos, en el sentido más literal de la frase, contra la espada y la pared.
- ¿Amigo tuyo? – Preguntó Lyn frunciendo levemente el ceño, girándose hacía Eltrant durante unos instantes. El gigante, al ver a la pareja, volvió a gritar, golpeó varias veces el suelo con su garrote.
- No demasiado. – Respondió el castaño pasándose la espada de una mano a otra. – Ayúdame a decírselo. – Lyn asintió y, tras dar una palmada frente a su cara, comenzó a acumular las sombras del entorno en sus manos.
- Por supuesto. ¿Qué no haría yo por mi fiel siervo? -
Ahí se quedó la conversación, con otro grito el gigante cargó contra ellos. Lyn se encargó de levantar un muro de sombras tan pronto vislumbró al hombre descomunal moverse, obligó al ser a que se detuviese bruscamente contra él.
El muro de la vampiresa estalló en un millar de fragmentos de oscuridad debido a la fuerza del impacto e hizo que esta cayese de rodillas durante unos instantes por el esfuerzo; pero aquello proporcionó a Eltrant los segundos que necesitó para deslizarse entre las piernas de la criatura y, como había hecho Jeannie con Kalirós, cortarle los músculos del talón.
Gritando de dolor, el gigante clavó una de sus rodillas en la tierra. Eltrant se apartó del monstruo al ver esto y evitó el garrote que, en la mano izquierda del gigante, buscaba acabar con el insecto que le había cortado el pie.
Ya había recibido demasiados golpes de Kalirós como para no saber la forma de pelear de aquellos seres.
Tras ver como su compañero se alejaba, Lyn, que ya volvía a estar de pie, lanzó un centenar de enredaderas de sombras que envolvieron los brazos y la pierna sana del gigante, impidiéndole volver a levantarse.
- ¡Sujétalo! – Bramó Eltrant acercándose de nuevo hacía el ser a toda prisa.
- ¡Eso… eso intento! – Gritó la ojiazul de vuelta, dando otra palmada frente a su cara y enviando aún más sombras hacía el gigante.
Lyn perdía terreno, aquel monstruo era implemente demasiado fuerte como para que Lyn pudiese sujetarlo por si sola durante demasiado tiempo.
Tenía que darse prisa.
Dejó caer todo lo que pudiese ralentizarle al suelo durante la carrera: su bolsa de viaje, las pocas piezas de su armadura que colgaban de su cuerpo, incluso a Olvido. No iba a necesitarla.
- ¡Intenta que no se mueva! – Eltrant saltó a la espalda de la criatura aprovechando que seguía de rodillas, esta comenzó a revolverse al sentir al humano trepar por él, intentando inútilmente tirar a Eltrant de vuelta al suelo.
- ¿¡Que te crees que trató de hacer!? ¡Tú date prisa! – El castaño, sacándole partido a las señaladas vertebras de la criatura, trepó todo lo rápido que pudo, obligó a sus músculos a que se moviesen hasta que acabó sobre el hombro de la bestia.
Se levantó y, a duras penas, consiguió mantener el equilibrio.
- ¡Quédate! – Sujetando a Recuerdo con ambas manos, la levantó - ¡Quieto! – Exclamó instantes antes de bajar la espada y clavar la punta de esta, firmemente, en la nuca del gigante, que volvió a aullar dolorido durante varios segundos antes de callarse para siempre.
Respirando con dificultad, Eltrant descendió de la espalda de la bestia y se acercó a Lyn, quien, apoyada contra la escarpada pared que le había complicado tantos las cosas, se bebía una de las botellitas de sangre que pendía de su cinturón.
- Al final… voy a tener que traer como diez de estas o así. – Aseguró girándose hacía Eltrant, suspirando.
- Gracias, Lyn – dijo Eltrant sentándose junto a ella, recuperando el aliento. – No sé si yo solo… - La vampiresa sonrió a Eltrant y negó con la cabeza.
- ¿Dónde están las chicas? – Preguntó a continuación. – ¿No las has encontrado? – Se cruzó de brazos y miró el cadáver del gigante que había estado siguiendo a Eltrant - Conseguí convencer a Nereyda y a los elfos para que ayudasen, ya sabes, con mi carisma inigualable. – Aseguró escrutando la oscuridad que sumía el bosque, volviendo a sonreír. – Deberían estar buscándolas ellos también. ¿Vamos? – Eltrant asintió mientras se agachaba a recuperar todas sus cosas.
- Cuando lleguemos a una aldea… - Eltrant envainó a Olvido en su espalda una vez más. – Te compro todo el vino que quieras… y el mejor carboncillo para escribir. – Añadió - Te lo has ganado. - Aseveró con una sonrisa.
- ¡Por supuesto! – Lyn se peinó el flequillo, desviando la mirada apenas unos instantes. – ¡Ya contaba con eso! – Estirando los brazos por encima de la cabeza comenzó a caminar hacía el bosque. - ¡Y más capas! ¡Muchas! – dijo extendiendo ambas manos.
- ¿…cuántas capas necesitas? –
- Da igual el número, todas son pocas. -
Después de todo lo que habían hecho para acabar juntos, no creía que aquella fuese ser la mejor opción. Pero Jeannie era la elfa, era la que había explorado aquellos bosques y la que tenía el mejor plan para escapar de los gigantes.
Confiaría en su criterio.
Seguía sin comprender como funcionaba exactamente Olvido, pero al menos la espada había funcionado pues Nuria parecía encontrarse mejor, podía caminar por si sola y no tardó en agradecérselo.
Eltrant asintió conforme, con una sonrisa, y aceptó la mano que le ofrecía Nuria, él mismo también podía respirar con más facilidad, se encargó de asegurarse de que el dolor había disminuido estirando los brazos por encima de su cabeza y, aunque no podía afirmar que estuviese en plenas facultades, de ser necesario podría volver a enfrentarse a otro gigante.
Lo suficiente como para frenarlo al menos.
Cada miembro del fortuito grupo del que Eltrant se había visto parte escogió su nuevo destino para tratar de dar esquinazo a los gigantes. Nuria se perdió entre unos arbustos a su derecha y Jeannie volvió a desaparecer entre las copas de los árboles.
Eltrant se limitó a suspirar.
- ¿…y ahora qué? – Se dijo bajando ambas manos hasta la cintura. – Iré por… ahí, supongo. – Afirmó adentrándose en la maleza, no muy lejos de los arbustos que había seleccionado Nuria para marcharse.
Caminó despacio, asegurándose de que las pisadas de los gigantes estaban lejos de dónde él se encontraba, concentrándose en pasar desapercibido, justo como había dicho Jeannie.
Por mucho que quisiese no conseguía quitarse de la cabeza a Nuria y a Jeannie, no debía de haberlas dejado a solas, era una imprudencia, moverse juntos era lo mejor. Sacudió la cabeza, tratando de apartar aquellos pensamientos de su mente, deteniéndose de nuevo cuando escuchó una pisada inusualmente cercana.
Respirando hondo llevó la mano hasta la empuñadura de la espada que pendía de su espada y se agachó.
No era posible que hubiesen llegado hasta allí tan rápido, no sin que lo hubiesen notado.
Pero lo habían hecho.
Apenas tuvo tiempo de reaccionar, rodó por el suelo de forma instintiva cuando vislumbró como entre la oscuridad algo cargaba contra él apartando todos los arboles de su camino, destrozándolos con el mero peso de su cuerpo.
La criatura acabó empotrándose contra un árbol más grueso que los demás, pero lejos de quedarse aturdido, el gigante se giró hacía Eltrant y, alzando la mirada, gritó con fuerza.
Eltrant chasqueó la lengua y, a toda prisa, se levantó y corrió en la dirección opuesta a dónde se encontraba monstruo. Era evidente que aquella cosa estaba alertando a los demás gigantes de la zona de que había encontrado a alguien.
Jadeando copiosamente, maldiciendo mentalmente a los dioses de todas las creencias que conocía por la suerte que tenía, Eltrant desenvainó a Olvido sin detenerse, sin mirar atrás. Los pasos de aquella cosa, que corría tras él, bastaban para desequilibrarle mínimamente, para dificultarle las cosas según escapaba.
No podía hacer nada, le estaba alcanzando, aunque Eltrant fuese más veloz que el gigante las zancadas que daba este eran suficiente para mantener el ritmo. La criatura, después de todo, solo tenía que correr en línea recta, sin preocuparse por los obstáculos que podían encontrarse en su camino.
- ¡Oh, esto tiene que ser una broma! – Exclamó Eltrant cuando una pared se alzó frente a él, obligándole a detenerse sobre sobre sus pasos. Era una especie de acantilado repleto de árboles, no demasiado alto, ni tampoco parecía realmente complicado de escalar, pero era justo lo que el gigante necesitaba para ganar tiempo. - ¡Cómo os gusta complicármelo todo! – Gritó el castaño girándose sobre sí mismo, clavando su mirada en la parte del bosque dónde los arboles caían uno tras otro.
No le quedaba más remedio que enfrentar al gigante. Si trataba de trepar la pared le estaría dando la espalda a aquella cosa y, desgraciadamente, se conocía lo suficiente como para saber que no lo conseguiría a tiempo.
En momentos como aquel envidiaba la capacidad de Asher para sortear aquel tipo de obstáculos.
Apretó los dientes y, frunciendo el ceño, levantó a Olvido.
- ¿Por qué sabía que si iba al lugar del que vienen los temblores y los gritos te encontraría a ti? – Lyn se apareció de entre las sombras, de improviso, justo sobre la rama de uno de los tantos árboles que colgaban del acantilado. – Porque soy increíblemente perspicaz, por supuesto. – dijo la vampiresa con una sonrisa, dejándose caer junto a él. – Hola, Mortal. - Eltrant parpadeó varias veces, permitiéndose un par de segundos en silencio para preguntarse cómo había llegado Lyn hasta allí sin que él se diese cuenta siquiera.
A veces se le olvidaba lo sigilosa que podía llegar a ser.
Esbozó una sonrisa, no obstante, antes de que Eltrant pudiese agradecer coherentemente el que su amiga hubiese ido hasta allí, la criatura que le seguía no tardó en aparecerse frente a la pareja, derribando todos los árboles que había a su alrededor por el camino y colocando a ambos, en el sentido más literal de la frase, contra la espada y la pared.
- ¿Amigo tuyo? – Preguntó Lyn frunciendo levemente el ceño, girándose hacía Eltrant durante unos instantes. El gigante, al ver a la pareja, volvió a gritar, golpeó varias veces el suelo con su garrote.
- No demasiado. – Respondió el castaño pasándose la espada de una mano a otra. – Ayúdame a decírselo. – Lyn asintió y, tras dar una palmada frente a su cara, comenzó a acumular las sombras del entorno en sus manos.
- Por supuesto. ¿Qué no haría yo por mi fiel siervo? -
Ahí se quedó la conversación, con otro grito el gigante cargó contra ellos. Lyn se encargó de levantar un muro de sombras tan pronto vislumbró al hombre descomunal moverse, obligó al ser a que se detuviese bruscamente contra él.
El muro de la vampiresa estalló en un millar de fragmentos de oscuridad debido a la fuerza del impacto e hizo que esta cayese de rodillas durante unos instantes por el esfuerzo; pero aquello proporcionó a Eltrant los segundos que necesitó para deslizarse entre las piernas de la criatura y, como había hecho Jeannie con Kalirós, cortarle los músculos del talón.
Gritando de dolor, el gigante clavó una de sus rodillas en la tierra. Eltrant se apartó del monstruo al ver esto y evitó el garrote que, en la mano izquierda del gigante, buscaba acabar con el insecto que le había cortado el pie.
Ya había recibido demasiados golpes de Kalirós como para no saber la forma de pelear de aquellos seres.
Tras ver como su compañero se alejaba, Lyn, que ya volvía a estar de pie, lanzó un centenar de enredaderas de sombras que envolvieron los brazos y la pierna sana del gigante, impidiéndole volver a levantarse.
- ¡Sujétalo! – Bramó Eltrant acercándose de nuevo hacía el ser a toda prisa.
- ¡Eso… eso intento! – Gritó la ojiazul de vuelta, dando otra palmada frente a su cara y enviando aún más sombras hacía el gigante.
Lyn perdía terreno, aquel monstruo era implemente demasiado fuerte como para que Lyn pudiese sujetarlo por si sola durante demasiado tiempo.
Tenía que darse prisa.
Dejó caer todo lo que pudiese ralentizarle al suelo durante la carrera: su bolsa de viaje, las pocas piezas de su armadura que colgaban de su cuerpo, incluso a Olvido. No iba a necesitarla.
- ¡Intenta que no se mueva! – Eltrant saltó a la espalda de la criatura aprovechando que seguía de rodillas, esta comenzó a revolverse al sentir al humano trepar por él, intentando inútilmente tirar a Eltrant de vuelta al suelo.
- ¿¡Que te crees que trató de hacer!? ¡Tú date prisa! – El castaño, sacándole partido a las señaladas vertebras de la criatura, trepó todo lo rápido que pudo, obligó a sus músculos a que se moviesen hasta que acabó sobre el hombro de la bestia.
Se levantó y, a duras penas, consiguió mantener el equilibrio.
- ¡Quédate! – Sujetando a Recuerdo con ambas manos, la levantó - ¡Quieto! – Exclamó instantes antes de bajar la espada y clavar la punta de esta, firmemente, en la nuca del gigante, que volvió a aullar dolorido durante varios segundos antes de callarse para siempre.
Respirando con dificultad, Eltrant descendió de la espalda de la bestia y se acercó a Lyn, quien, apoyada contra la escarpada pared que le había complicado tantos las cosas, se bebía una de las botellitas de sangre que pendía de su cinturón.
- Al final… voy a tener que traer como diez de estas o así. – Aseguró girándose hacía Eltrant, suspirando.
- Gracias, Lyn – dijo Eltrant sentándose junto a ella, recuperando el aliento. – No sé si yo solo… - La vampiresa sonrió a Eltrant y negó con la cabeza.
- ¿Dónde están las chicas? – Preguntó a continuación. – ¿No las has encontrado? – Se cruzó de brazos y miró el cadáver del gigante que había estado siguiendo a Eltrant - Conseguí convencer a Nereyda y a los elfos para que ayudasen, ya sabes, con mi carisma inigualable. – Aseguró escrutando la oscuridad que sumía el bosque, volviendo a sonreír. – Deberían estar buscándolas ellos también. ¿Vamos? – Eltrant asintió mientras se agachaba a recuperar todas sus cosas.
- Cuando lleguemos a una aldea… - Eltrant envainó a Olvido en su espalda una vez más. – Te compro todo el vino que quieras… y el mejor carboncillo para escribir. – Añadió - Te lo has ganado. - Aseveró con una sonrisa.
- ¡Por supuesto! – Lyn se peinó el flequillo, desviando la mirada apenas unos instantes. – ¡Ya contaba con eso! – Estirando los brazos por encima de la cabeza comenzó a caminar hacía el bosque. - ¡Y más capas! ¡Muchas! – dijo extendiendo ambas manos.
- ¿…cuántas capas necesitas? –
- Da igual el número, todas son pocas. -
Eltrant Tale
Aerandiano de honor
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Re: [Cerrado] Un nuevo comienzo [Interpretativo][Libre]
Mi descanso no dura mucho, los gigantes no son estúpidos. Tan pronto como se dan cuenta de que ya no me siguen dan media vuelta y buscan entre los árboles. Un garrote rompe el árbol en el que sigo sentada por la mitad. Caigo rodando al suelo, mareada. Intento levantarme cuando uno de los gigantes me agarra por el cuello de la camisa y me levanta con dos dedos. Afortunadamente sigo teniendo el arco en la mano y una flecha preparada. El gigante abre la boca para soltar un rugido que debería amedrentar el poco sentimiento de lucha que me queda tras todas estas horas de luchar y huír por el bosque. Apunto. Respiro y suelto la flecha. Consigue clavarse en la lengua del gigante y a su vez en el paladar inferior. Dejando la lengua sujeta y bien clavada. El dolor debe ser insufrible puesto que prefiere lanzarme lejos antes que aplastarme contra el suelo.
Salgo despedida rompiendo ramitas y llenándome de hojas. Aterrizo dolorosamente muchos metros más adelante, rodando de nuevo. Vuelve el dolor de cabeza, con tantos golpes es imposible que la herida se cierre debidamente. Me levanto tambaleándome, voy entre caminando y corriendo entre la maleza, apoyándome de vez en cuando en los árboles que voy encontrando por el camino. Debo aprovechar el lanzamiento del gigante para intentar llegar a donde están los demás.
Tras bastantes minutos llego a la zona donde los dejé, árboles rotos, signos de lucha por todas partes. Me temo ya lo peor. El otro grupo de gigantes los ha encontrado y es muy probable que los hayan matado casi en el acto, eso si han tenido suerte. Si no... Bueno, la verdad es que no quiero pensar en ello ahora mismo. Todavía hay una posibilidad de que hayan logrado escapar de alguna forma, se habían recuperado un poco y la aldea elfa no debería estar muy lejos de este lugar...
Sigo las pisadas y los árboles rotos, pisadas de gigante por todas partes, pero en línea recta. Eso es sencillo de seguir. Llego a un lugar con lo que parece un muro de árboles y delante de eso... Un gigante en el suelo, muerto. Rodeo el gran cuerpo inerte, sentado cerca está Eltrant con su amiga. Respiro aliviada y me acerco a ellos.
- Eltrant... Parece que estás bien, no como tu atacante según veo. -Sonrío. - Creo que hemos despistado a la mayor parte de ellos. -Miro alrededor. - ¿Has visto a Nuria?
Todo comienza a dar vueltas tras preguntar por Nuria, el pequeño alivio al encontrar a Eltrant sano y salvo me hizo recobrar las esperanzas, pero también me hace darme cuenta de todas las heridas y contusiones sufridas hasta el momento. Me tambaleo y me siento en el suelo, a punto de perder la consciencia.
Salgo despedida rompiendo ramitas y llenándome de hojas. Aterrizo dolorosamente muchos metros más adelante, rodando de nuevo. Vuelve el dolor de cabeza, con tantos golpes es imposible que la herida se cierre debidamente. Me levanto tambaleándome, voy entre caminando y corriendo entre la maleza, apoyándome de vez en cuando en los árboles que voy encontrando por el camino. Debo aprovechar el lanzamiento del gigante para intentar llegar a donde están los demás.
Tras bastantes minutos llego a la zona donde los dejé, árboles rotos, signos de lucha por todas partes. Me temo ya lo peor. El otro grupo de gigantes los ha encontrado y es muy probable que los hayan matado casi en el acto, eso si han tenido suerte. Si no... Bueno, la verdad es que no quiero pensar en ello ahora mismo. Todavía hay una posibilidad de que hayan logrado escapar de alguna forma, se habían recuperado un poco y la aldea elfa no debería estar muy lejos de este lugar...
Sigo las pisadas y los árboles rotos, pisadas de gigante por todas partes, pero en línea recta. Eso es sencillo de seguir. Llego a un lugar con lo que parece un muro de árboles y delante de eso... Un gigante en el suelo, muerto. Rodeo el gran cuerpo inerte, sentado cerca está Eltrant con su amiga. Respiro aliviada y me acerco a ellos.
- Eltrant... Parece que estás bien, no como tu atacante según veo. -Sonrío. - Creo que hemos despistado a la mayor parte de ellos. -Miro alrededor. - ¿Has visto a Nuria?
Todo comienza a dar vueltas tras preguntar por Nuria, el pequeño alivio al encontrar a Eltrant sano y salvo me hizo recobrar las esperanzas, pero también me hace darme cuenta de todas las heridas y contusiones sufridas hasta el momento. Me tambaleo y me siento en el suelo, a punto de perder la consciencia.
Irinnil Fawkes
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