El que lo encuentra se lo queda [Libre] [3/3] [Cerrado]
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Re: El que lo encuentra se lo queda [Libre] [3/3] [Cerrado]
Todo a su alrededor comenzó a dar vueltas y a tornarse más y más nebuloso a medida que la sangre abandonaba su cuerpo. El zorro había pasado por dolores inmensos a lo largo de sus desventuras, desde múltiples huesos rotos hasta la más sofocante hambruna... Pero jamás había perdido un pedazo de sí mismo ni se había desangrado con semejante velocidad.
-¿¡QUÉ!? -Unas vendas cayeron sobre su pata buena, pero estaba tan atolondrado que no consiguió agarrarlas. En vez de eso, sobrepasado por el mareo, se dejó caer sentado mientras observaba su dedo -o, más bien, la falta de este- con ojos desorbitados- ¿¡CÓMO MIERDA VOY A VENDARME!? -Le hubiese pegado un puñetazo de haber podido. No solo el dolor era insoportable, ¡no podía parar de temblar! Afortunadamente el ratón, más avispado, tomó las vendas y se dispuso a ayudar. Zatch apretó los dientes tan fuerte que las muelas le chirriaron; la tela rozando su carne viva le produjo un dolor tan agudo que tuvo que contener las náuseas. En ese preciso instante cualquier intención de deshacerse de sus acompañantes se esfumó, opacada por las inmensas ganas de alejarse cuanto antes de ese horrible lugar repleto de trampas, monstruos e imbéciles. Pronto recordó por qué se había retirado a su cabaña en medio del bosque en un principio.
Unos minutos después, el roedor terminó su trabajo y la pata del zorro se convirtió en una extraña e inútil pelota de vendas rojizas. A esas alturas el cofre ya no le importaba en lo más mínimo y, mientras los otros se dedicaban a husmear, él permaneció sentado observando fijamente su pobre extremidad. ¿Y si se infectaba? ¿Y si no se curaba? Esperaba que su amanerado amigo humano tuviera algún elfo a su disposición en Ciudad Lagarto, porque de lo contrario...
Derrotado y de pésimo humor, el zorro se puso lentamente de pie cuando el ratón anunció haber encontrado una salida. Observó el pequeño charco de sangre y suspiró. -“Todo para nada.” -Pensó con hastío; había esperado una mayor ganancia o, por lo menos, una deliciosa cena de ratón asado como recompensa. En vez de eso, se llevaba un insignificante rubí y un dedo menos. ¡Maravilloso!- ¿Vienes o qué? -Gruñó al humano mientras se agachaba para salir tras el ratón. En otro momento hubiese mostrado más interés por el Orbe, pero ahora lo único que deseaba era montar su Gabhar y buscar otro lugar para acampar, uno sin un templo con monstruos carroñeros dentro.
Intentando que la pata vendada no entrara en contacto con la tierra, se arrastró fuera con esfuerzo para quedar tendido en el suelo por un momento, disfrutando secretamente los rayos de sol crepuscular que bañaban el aparentemente inofensivo paraje. No obstante, pese a sentir que le faltaba un litro de sangre en el cuerpo, pronto se puso de pie. No había tiempo para descansar.
-No me gustaría estar aquí al anochecer si fuera ustedes. -Señaló con la cabeza hacia el hueco por el que acababan de salir; ya nada impedía a los wendigos escapar una vez cayera la noche- Ha sido divertido. -Refunfuñó con evidente sarcasmo- Adiós, ratón, adiós, humano. Si nos vemos de nuevo, que sea para conseguir un mejor tesoro.
Se despidió con un ademán de la pata sana y marchó rumbo a su montura, que lo esperaba pastando al otro lado de las ruinas.
Zatch
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Re: El que lo encuentra se lo queda [Libre] [3/3] [Cerrado]
Una vez el zorro estuvo vendado, el ratón se dispuso a examinar el gran cofre que se imponía como todo un premio al esfuerzo de los aventureros en la sala, un premio que escondía un terrible secreto y del cual uno de los tres fue testigo de primera mano. Dicho recipiente ocupaba tanto espacio como el propio ratón. Alward siguió al roedor y se puso detrás suya, medio agachado, examinando también y aprendiendo sobre la marcha. Parecían un alumno y un profesor. Aunque poco duró la investigación del roedor, ya que lo dejó de primeras al ver que el cofre solamente contenía el orbe rojo que el humano había ido a buscar. Por suerte ninguno de los tres querían reclamar lo que había dentro de esa trampa, así que todo quedaba a expensas de lo que el Sevna hiciese, y por supuesto tenía que encontrar un modo de sortear la cuchilla y obtener el tesoro... | [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] |
-¿¡Qué!? ¿Lo vas a dejar así, sin más?
En efecto, el roedor no estaba por la labor de intentar sortear aquella trampa. Es más, se fue del sitio intentando encontrar una salida alternativa para no tener que recorrer otra vez todo el templo y no toparse con aquellas criaturas inmundas y apestosas que les habían asaltado minutos atrás. Ahora el humano tendría que ingeniárselas para poder sacar de ese cofre enorme el orbe sin ser cercenado por la cuchilla. Miró al zorro de reojo y tragó fuertemente saliva, desde luego no quería acabar como él.
Desenvainó su arma zurda, la más antigua y de poco valor, ya que ni en broma iba a jugársela con la espada de La Guardia, la cual portaba como un tesoro. La agarró por el filo y y poco a poco acercó el mango hasta la boca del cofre, desde donde se supone que caería el filo de la trampa. Y así fue, la guillotina bajó rápidamente hasta el mango y lo encalló con el labio inferior del gran recipiente. Por suerte no lo destrozó, lo que fue un alivio para el humano. Ahora, solo tendría que hacer palanca hasta subir la cuchilla, tirando únicamente de su fuerza.
Contó hasta tres, y agarrando del filo con fuerza, tiró hacia arriba. No sabía si esto le pasaría factura a la espada, a sus guanteletes por los cortes de la propia espada o incluso a sus manos, llegando a herirse él mismo, pero era la mejor solución que se le ocurría. Los primeros cuatro segundos, la cuchilla se mostraba implacable e inamovible, pero tras imprimir más fuerza, este acabó cediendo y poco a poco se levantaba. Finalmente, la cuchilla llegó arriba. Alward estaba todo rojo por el esfuerzo y casi no respiraba para mantener su fuerza. Sin duda ese era el momento. En un abrir y cerrar de ojos, metió la mano, agarró el orbe e intentó sacarlo de ese maldito cofre.
Pero no todo iba a ser tan bonito, el dichoso orbe se quedó encasquillado en el filo del cofre, junto a la empuñadura de la espada y la cuchilla, todo haciendo una peligrosa presión que acabaría sin duda mal. El humano con todas sus fuerzas intentó sacar el orbe, pero no había manera. Tenía miedo de que la cuchilla ganase en esa batalla a tres bandas, así que sacó su mano e intentó sacar su espada de ese embrollo. Tampoco podía, todo estaba muy peligrosamente atascado, y no había manera de hacer que nada cediera.
De pronto, todo cedió y las distintas fuerzas que se generaban en un espacio tan pequeño salieron disparadas, dando como resultado que la espada saliese, Alward cayese al suelo sentado, el orbe cayera fuera del cofre y este último volase por los aires, cayendo a los pies del humano. Este observó cómo había acabado la escena con cierta sorpresa, y cogió el orbe, el cual reposaba a su lado. Se levantó y alejó del cofre lo más rápido que pudo. Todo había salido bien, pero bien podría haber acabado de la peor forma posible. Por suerte, los dioses esta vez le habían sonreído.
Buscó con la mirada a sus compañeros, parecía que habían encontrado una salida, por lo que era mejor escapar lo más rápido que pudiera de ese lugar y con su nuevo hallazgo, el cual guardó en su zurrón con cuidado y extrema precaución y seguridad para que no lo perdiera.
Salió como pudo al exterior, no fue una salida ortodoxa ni mucho menos, pero pudo librarse de recorrer todo el templo hacia atrás y sin enfrentarse de nuevo a esos bichos. Una vez fuera del todo, se sacudió la tierra que le había manchado durante su salida por el recoveco que el roedor había creado, y miró a los hombres-bestia. Primero se despidió el zorro, el cual se le veía apenado, angustiado y con pocas o ninguna gana de permanecer durante más tiempo allí.
-¡Ha sido un placer!-Dijo poniendo sus brazos en jarras y sacando pecho satisfactoriamente al haber cumplido su trabajo-Sin vuestra ayuda no habría llegado tan lejos. Sin duda espero que nos volvamos a ver en condiciones más favorables-Dejó escapar una leve risa-¡Cuando queráis, la taberna del Filósofo Ebrio en Lunargenta os acogerá y además gratis! Es lo menos que puedo hacer por la ayuda que me habéis dado-Dijo esto sin pensar mucho en su amigo Rischer, ya que realmente era él quien decidiría eso al ser el dueño del lugar, pero seguro que encontraría la manera de convencerlo, después de todo, parte del contrato cumplido le pertenecía a los dos hombres-bestia.
Sin más, Alward se despidió de sus dos aliados temporales y se encaminó para regresar junto a su yegua; Epons, para así poder regresar a la ciudad de Lunargenta. Le pillaría un par de días de viaje quizás, así que tendría que parar en algún pueblo o ciudad cercana. De todas formas, sin duda lo peor ya había pasado. Sacó una valiosa lección de esto y es que, aparte de que la próxima vez de veras se lo pensará antes de aceptar un contrato a solas en unas ruinas antiguas, la alianza y el trabajo en equipo, sin duda merecían la pena y podían dar lugar a resultados bastante beneficiosos y alejados de lo que un solo sujeto podría llegar a hacer.
Alward Sevna
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Re: El que lo encuentra se lo queda [Libre] [3/3] [Cerrado]
Amit aun se encontraba poniéndose en pie y sacudiéndose para sacarse el polvo cuando el Zorro hizo un breve saludo y comenzó a alejarse. El Mausu movió la nariz en su dirección, sin duda era buena idea que saliera del bosque cuando aún había luz, tenía un fuerte olor a sangre que cualquier depredador podría captar a varios kilómetros.
-Adiós Zorro, apresúrate tu también en salir de aquí – Saludo el ratón levantando la pata como había visto que hacían los humanos cuando se despedían.
Miró alrededor y se acercó corriendo a un gran pedazo de columna que estaba tirado y cubierto de plantas, fue empujándolo de a poco al hueco que había hecho para salir.
-Sin nuestra ayuda no habrías encontrado siquiera la entrada, Humano – Rezongó el Mausu, pero luego se acercó y le dio la mano, apretando con fuerza – Espero nos encontremos de nuevo, pero no en ruinas ¡Tchik! –
Regresó a la piedra, estaba solo nuevamente, y si bien el Mausu era libre de irse cuando quisiera, no quería dejar esa salida para los wendigos sin más, los Mausu tenían un alto sentido de la responsabilidad. Pasaron algunas horas hasta que por fin pudo poner la piedra sobre el agujero, eso no les impediría salir por siempre, pero al menos les dificultaría un poco la tarea.
Satisfecho con los resultados abrió su bolso y miro lo que había logrado rescatar, era una vasija pequeña, podía agarrarla con una sola mano, y adentro habían cenizas de órganos vitales. Eso podía venderse como ingrediente para algunos hechizos, Amit asintió satisfecho, podría regresar a casa con algunas monedas, la tribu estaría feliz.
Guardo el recipiente y se puso en cuatro patas, era momento de volver a su hogar.
-Adiós Zorro, apresúrate tu también en salir de aquí – Saludo el ratón levantando la pata como había visto que hacían los humanos cuando se despedían.
Miró alrededor y se acercó corriendo a un gran pedazo de columna que estaba tirado y cubierto de plantas, fue empujándolo de a poco al hueco que había hecho para salir.
-Sin nuestra ayuda no habrías encontrado siquiera la entrada, Humano – Rezongó el Mausu, pero luego se acercó y le dio la mano, apretando con fuerza – Espero nos encontremos de nuevo, pero no en ruinas ¡Tchik! –
Regresó a la piedra, estaba solo nuevamente, y si bien el Mausu era libre de irse cuando quisiera, no quería dejar esa salida para los wendigos sin más, los Mausu tenían un alto sentido de la responsabilidad. Pasaron algunas horas hasta que por fin pudo poner la piedra sobre el agujero, eso no les impediría salir por siempre, pero al menos les dificultaría un poco la tarea.
Satisfecho con los resultados abrió su bolso y miro lo que había logrado rescatar, era una vasija pequeña, podía agarrarla con una sola mano, y adentro habían cenizas de órganos vitales. Eso podía venderse como ingrediente para algunos hechizos, Amit asintió satisfecho, podría regresar a casa con algunas monedas, la tribu estaría feliz.
Guardo el recipiente y se puso en cuatro patas, era momento de volver a su hogar.
Amit'tek
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