La dragona de la rosa negra [desafío]
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La dragona de la rosa negra [desafío]
Breve introducción: el Evento Cenizas en la ciudad Lagarto concluyó con Oromë siendo rescatada por los elfos del clan Sondve. Ellos pensaban qué hacer con ella puesto que había tragado uno de los 19 objetos de Egdecomb, la llama amante, absorbiendo sus poderes. Matthew Owens se había disfrazado de elfa. El clan Sondve no le prestó atención y asumió que formaba parte de ellos. De esta forma, Matthew se infiltró en el campamento y recogió la información pertinente.
Atreyu Santya, líder del clan ilegítimo de los Sondve (Nowo Khan en idioma élfico), pasó tres días encerrada en su tienda. No dejaba que nadie la molestase, a excepción de las hadas que ella misma invocaba para mantenerse informada de lo que sucedía al exterior. Utilizó la meditación y las hierbas aromáticas para ponerse en contacto con los Dioses del panteón élfico; necesitaba de su consejo. ¿Qué hacer con Oromë? Ella les debía un favor por haberla salvado del Ejército de El Hombre Muerto. Podría utilizar sus nuevas habilidades de sanación para curar la maldición que asolaba el bosque de Migdar. Los elfos recuperarían sus tierras destruidas por los brujos y Árbol Madre perdonaría a los Sondve, les permitiría regresar a Sandorai. En caso de que Oromë se negase, los elfos podrían utilizar la fuerza. Solamente necesitaban un cuchillo para abrir en canal a la dragona y las habilidades sanadoras para mantenerla despierta. Le arrebatarían la llama amante. Atreyu asumiría su papel como Nowo Kahn y la engulliría. El poder del objeto maldito de Egdecomb estaría donde tendría que estar: en manos de los elfos. También lo estaría, por otra parte, la maldición correspondiente. Atreyu enloquecería hasta el punto de llevar a sus hermanos a una muerte segura: igual como había sucedido con Jason Bosne y Christian Bracknell. Era un riesgo que solo los Dioses podían decidir si valía la pena asumirlo.
La elfa se comunicó con ellos. Les dijo que los amaban y ellos le respondieron que la amaban con mayor intensidad, por eso no permitirían que cayese en desgracia. A cambio, el Dios de la guerra Anar, concedió a la Nowo Khan una nueva habilidad.
—Gracias, mis señores — susurró Atreyu cuando despertó del trance.
Salió de la tienda y fue directamente hacia el lugar donde se encontraba Oromë. La abrazó con fuerza. Le dio las gracias por todo lo que había hecho por el clan Sondve. Besó sus dos mejillas. La dragona no pudo imaginar lo que sucedía. Quizás creyese que el reciente cariño por parte de la Nowo Khan formaba parte de la hospitalidad de los elfos.
—Me alegro de haberla conocido, Oromë Vánadóttir. Los Sondve estaremos eternamente agradecidos con usted. Podrá acudir a nuestra casa siempre que necesite nuestra colaboración — habló con la voz que le correspondía a una Nowo Khan. Lo siguiente lo dijo con la voz de una amiga — Espero volver a verte, Oromë. Me ha alegrado mucho conocerte.
En algún lugar de la campaña, un humano con disfrazado de elfa vio lo que ocurría. Sacó sus propias conclusiones.
Oromë se marchó del campamento. Atreyu la despidió con la mano. Allí se iba uno de los 19 objetos más poderosos de Aerandir. Dos elfos del clan escoltaron a la dragona hasta el límite del bosque de Migdar. Más allá, la Oromë fue sola. Se llevó la maldición del objeto con ella.
La Nowo Khan ordenó a sus hombres que trajeran todos los trapos y cubos de agua que utilizaron para limpiar la sangre de Oromë cuando la llevaron al campamento. Los trapos estaban manchados de sangre, no habían querido limpiarlos, y es que la sangre de los dragones era un preciado objeto en Aeandir; más cuando ésta estaba vinculada a la magia de un objeto de Egdecomb.
El hechizo de Anar se realizó en las profundidades del bosque de Migdar. La Nowo Khan fue quien realizó el ritual. Quemó los trapos manchados de sangre de Oromë en la hoguera junto a las mismas hierbas aromáticas que la hicieron entran en trance. Pidió a Anar que la bendijera con sus sagrados dones.
—¡Sana los bosques de podredumbre! ¡Protege nuestro hogar! ¡Haz crecer lo verde sobre la ceniza! — dijo primero en la lengua élfica y luego en la común.
La criatura que Atreyu convocó tenía la apariencia de la dragona Oromë mezclada con los atributos del bosque.
El humano disfrazado de elfa tragó saliva. Información, igual a poder. Se dijo mentalmente.
El mayor atractivo de Villaserrín se encontraba en el aserradero que daba nombre al pueblo. La mayoría de los hombres y mujeres en edad de trabajar, obraban en el aserradero. Se ayudaban de la corriente del río Tymer para llevar los troncos del desde la arboleda hasta la villa. La sierra, mejorada por los maestros cibernéticos, hacía el resto del trabajo.
Los maderos de Villaserrín eran los mejores de Aerandir; no es que lo dijeran los humanos de la villa, sino los dragones, lobos y vampiros que comerciaban día y noche con ellos. Villaserrín no aparecería en los mapas de no ser por el abundante comercio que mantenía con las grandes ciudades.
Villaserrín tenía la mirada puesta en el norte, donde los árboles eran más gruesos y la tierra más fértil. Al sur se encontraba Midgar, una tierra maldita donde solo creía la ceniza y los pocos árboles que se mantenían en pie tenían la consistencia de un montón de paja. Nada de lo que se encontraba al sur de la ciudad podría interesarles. Villaserrín se mantenía indiferente a los elfos de Sandorai y a duras penas aceptaba comerciar con los otros humanos de Verisar. Su objetivo se encontraba en el norte.
Tal fuera por este motivo que no vieron florecer las rosas negras que emergieron en los caminos del sur ni se dieron cuenta que sobre la ceniza de los lindes de Migdar crecía una fina capa de césped. No se dieron cuenta de que estaban siendo atacados por la vegetación hasta que ocurrieron los primeros asesinatos.
Encontraron a Taneris (sin apellido), un joven empleado del aserradero, muerto a la orilla del río. Por lo visto, estaba preparando las cadenas que recogerían los troncos que llegasen del norte cuando fue atacado. Taneris tenía el vientre abierto y sobre él crecía un ramo de rosas. Las ramas de espinas envolvían su torso como si fueran tentáculos. Si alguien, desprevenido y desconocedor de la magia de los elfos, se acercaba demasiado al muerto, las raíces le atacaban como si estuvieran protegiendo su presa. La siguiente víctima fue Manera. Ella se encontraba en la sierra del aserrado. Dijo haber visto un ojo entre el tronco. Sus superiores no le prestaron atención. ¡Qué marche la sierra! Al abrir en tronco, emergió una liana verde acabada en punta que perforó el cráneo de la mujer.
Al poco, Villaserrín se cubrió de vegetación. La dragona de la rosa se acercaba a la zona. Tenía malsanas intenciones de invasión. Los elfos del clan Sondve seguían a la dragona dispuestos a recuperar aquello que les pertenecía por derecho.
* Bienvenido/a al aserradero: Antes de empezar quiero decir que este desafío, en un principio, lo pensé como un mastereado para Oromë y Matthew, pero en vista que me quedaba demasiado corto y Oromë no tenía especial relevancia en el transcurso del tema más que en la invocación de la criatura, decidí cambiarlo y dejarlo como una especie de introducción. Nos servirá para quitarnos la paja, contar las pretensiones de la Nowo Khan, e ir, en posteriores temas, directos a la al grano.
Dicho esto, pasemos al desafío que nos concierne. En este primer turno, te encuentras en Villaserrín. Eres testigos de la matanza producida por la magia de la dragona de la rosa. Ella, junto a los elfos, llegará pronto, en el siguiente turno. Ahora mismo, te tendrás que preocupar por sobrevivir y prevenir que nadie más muera.
En caso de que seas elfo, las plantas no te atacarán. Serán como dóciles perros amaestrados. Por el contrario, si eres un brujo, serán más hostiles. Cualquier planta es un potencial enemigo.
Requisitos:
Se dará prioridad, no es un requisito fundamental, a los elfos que quieran conocer más sobre el clan Sondve. También a los dragones, lobos y vampiros porque sus ciudades correspondientes forman las rutas de comercio con Villaserrín.
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Atreyu Santya, líder del clan ilegítimo de los Sondve (Nowo Khan en idioma élfico), pasó tres días encerrada en su tienda. No dejaba que nadie la molestase, a excepción de las hadas que ella misma invocaba para mantenerse informada de lo que sucedía al exterior. Utilizó la meditación y las hierbas aromáticas para ponerse en contacto con los Dioses del panteón élfico; necesitaba de su consejo. ¿Qué hacer con Oromë? Ella les debía un favor por haberla salvado del Ejército de El Hombre Muerto. Podría utilizar sus nuevas habilidades de sanación para curar la maldición que asolaba el bosque de Migdar. Los elfos recuperarían sus tierras destruidas por los brujos y Árbol Madre perdonaría a los Sondve, les permitiría regresar a Sandorai. En caso de que Oromë se negase, los elfos podrían utilizar la fuerza. Solamente necesitaban un cuchillo para abrir en canal a la dragona y las habilidades sanadoras para mantenerla despierta. Le arrebatarían la llama amante. Atreyu asumiría su papel como Nowo Kahn y la engulliría. El poder del objeto maldito de Egdecomb estaría donde tendría que estar: en manos de los elfos. También lo estaría, por otra parte, la maldición correspondiente. Atreyu enloquecería hasta el punto de llevar a sus hermanos a una muerte segura: igual como había sucedido con Jason Bosne y Christian Bracknell. Era un riesgo que solo los Dioses podían decidir si valía la pena asumirlo.
La elfa se comunicó con ellos. Les dijo que los amaban y ellos le respondieron que la amaban con mayor intensidad, por eso no permitirían que cayese en desgracia. A cambio, el Dios de la guerra Anar, concedió a la Nowo Khan una nueva habilidad.
—Gracias, mis señores — susurró Atreyu cuando despertó del trance.
Salió de la tienda y fue directamente hacia el lugar donde se encontraba Oromë. La abrazó con fuerza. Le dio las gracias por todo lo que había hecho por el clan Sondve. Besó sus dos mejillas. La dragona no pudo imaginar lo que sucedía. Quizás creyese que el reciente cariño por parte de la Nowo Khan formaba parte de la hospitalidad de los elfos.
—Me alegro de haberla conocido, Oromë Vánadóttir. Los Sondve estaremos eternamente agradecidos con usted. Podrá acudir a nuestra casa siempre que necesite nuestra colaboración — habló con la voz que le correspondía a una Nowo Khan. Lo siguiente lo dijo con la voz de una amiga — Espero volver a verte, Oromë. Me ha alegrado mucho conocerte.
En algún lugar de la campaña, un humano con disfrazado de elfa vio lo que ocurría. Sacó sus propias conclusiones.
Oromë se marchó del campamento. Atreyu la despidió con la mano. Allí se iba uno de los 19 objetos más poderosos de Aerandir. Dos elfos del clan escoltaron a la dragona hasta el límite del bosque de Migdar. Más allá, la Oromë fue sola. Se llevó la maldición del objeto con ella.
La Nowo Khan ordenó a sus hombres que trajeran todos los trapos y cubos de agua que utilizaron para limpiar la sangre de Oromë cuando la llevaron al campamento. Los trapos estaban manchados de sangre, no habían querido limpiarlos, y es que la sangre de los dragones era un preciado objeto en Aeandir; más cuando ésta estaba vinculada a la magia de un objeto de Egdecomb.
El hechizo de Anar se realizó en las profundidades del bosque de Migdar. La Nowo Khan fue quien realizó el ritual. Quemó los trapos manchados de sangre de Oromë en la hoguera junto a las mismas hierbas aromáticas que la hicieron entran en trance. Pidió a Anar que la bendijera con sus sagrados dones.
—¡Sana los bosques de podredumbre! ¡Protege nuestro hogar! ¡Haz crecer lo verde sobre la ceniza! — dijo primero en la lengua élfica y luego en la común.
La criatura que Atreyu convocó tenía la apariencia de la dragona Oromë mezclada con los atributos del bosque.
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El mayor atractivo de Villaserrín se encontraba en el aserradero que daba nombre al pueblo. La mayoría de los hombres y mujeres en edad de trabajar, obraban en el aserradero. Se ayudaban de la corriente del río Tymer para llevar los troncos del desde la arboleda hasta la villa. La sierra, mejorada por los maestros cibernéticos, hacía el resto del trabajo.
Los maderos de Villaserrín eran los mejores de Aerandir; no es que lo dijeran los humanos de la villa, sino los dragones, lobos y vampiros que comerciaban día y noche con ellos. Villaserrín no aparecería en los mapas de no ser por el abundante comercio que mantenía con las grandes ciudades.
Villaserrín tenía la mirada puesta en el norte, donde los árboles eran más gruesos y la tierra más fértil. Al sur se encontraba Midgar, una tierra maldita donde solo creía la ceniza y los pocos árboles que se mantenían en pie tenían la consistencia de un montón de paja. Nada de lo que se encontraba al sur de la ciudad podría interesarles. Villaserrín se mantenía indiferente a los elfos de Sandorai y a duras penas aceptaba comerciar con los otros humanos de Verisar. Su objetivo se encontraba en el norte.
Tal fuera por este motivo que no vieron florecer las rosas negras que emergieron en los caminos del sur ni se dieron cuenta que sobre la ceniza de los lindes de Migdar crecía una fina capa de césped. No se dieron cuenta de que estaban siendo atacados por la vegetación hasta que ocurrieron los primeros asesinatos.
Encontraron a Taneris (sin apellido), un joven empleado del aserradero, muerto a la orilla del río. Por lo visto, estaba preparando las cadenas que recogerían los troncos que llegasen del norte cuando fue atacado. Taneris tenía el vientre abierto y sobre él crecía un ramo de rosas. Las ramas de espinas envolvían su torso como si fueran tentáculos. Si alguien, desprevenido y desconocedor de la magia de los elfos, se acercaba demasiado al muerto, las raíces le atacaban como si estuvieran protegiendo su presa. La siguiente víctima fue Manera. Ella se encontraba en la sierra del aserrado. Dijo haber visto un ojo entre el tronco. Sus superiores no le prestaron atención. ¡Qué marche la sierra! Al abrir en tronco, emergió una liana verde acabada en punta que perforó el cráneo de la mujer.
Al poco, Villaserrín se cubrió de vegetación. La dragona de la rosa se acercaba a la zona. Tenía malsanas intenciones de invasión. Los elfos del clan Sondve seguían a la dragona dispuestos a recuperar aquello que les pertenecía por derecho.
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Dicho esto, pasemos al desafío que nos concierne. En este primer turno, te encuentras en Villaserrín. Eres testigos de la matanza producida por la magia de la dragona de la rosa. Ella, junto a los elfos, llegará pronto, en el siguiente turno. Ahora mismo, te tendrás que preocupar por sobrevivir y prevenir que nadie más muera.
En caso de que seas elfo, las plantas no te atacarán. Serán como dóciles perros amaestrados. Por el contrario, si eres un brujo, serán más hostiles. Cualquier planta es un potencial enemigo.
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Re: La dragona de la rosa negra [desafío]
Valyria silbaba mientras andaba por el bosque, habiendo cazado algo decente finalmente. Al parecer el truco para no cazar solo ardillas era alejarse un poco de la ciudad…un poco mucho. Muchísimo para ser sinceros, lo suficiente como para que tuviera que dormir fuera de casa varios días. Pero si su memoria no le fallaba, había una pequeña aldea allí, seguro que alguien le dejaría dormir por unas pocas monedas, especialmente ahora que llevaba comida.
Y entonces, cuando el sol empezaba a hundirse, cubriendo el bosque que, por lo que había leído Valyria, debería haber estado algo más…quemado, de rojo, oyó el grito.
Era un hombre, colgado bocaabajo, gritando tan fuerte como podía, sujetado de alguna extraña manera sobre un troncón muerto, hueco, al lado del arrollo. La elfa miró un poco más atentamente, y su pie parecía estar sujeto por… ¿una liana? –No te preocupes, voy a soltarte… menudo trampero más descuidado.- ¿Quién hacia ese tipo de trampas hoy en día? Y tan grandes como para atrapar una persona. Una vez había intentado usar una de esas, mucho más pequeña, y el maldito conejo había salido disparado hacia las nubes, en lo que seguramente habían sido los peores segundos de su vida, hasta ser aplastado en algún lugar a kilómetros de distancia. Val aun sentía una mezcla de vergüenza y risa cuando pensaba en ello.
-¿Trampero? ¿De qué hablas chiquilla?- el hombre se giró un poco, mirándola bien. –No eres de aquí.- duh. Puede que sus largas orejas la hubieran delatado. -¿Cómo diablo has atravesado el bosque?- Algo se agitó. Un conejo, sin duda. –Rápido rápido rápido.-
-Jesh, ya va… no seas tan gruñón.- Dijo Valyria, casi delante suyo, cuchillo en mano. Y entonces el hombre cayó en el hueco del árbol. Cayo de cabeza, así que seguramente dolería, pero no taaaanto. Estaría bien.
Y luego escucho un “chomp” y su ropa se manchó de sangre. Y otro, y otro, cada vez con menos salpicaduras de sangre a medida que ese tronco mordía el torso del hombre y este cada vez tenía menos sangre con la que salpicar. Para cuando Valyria se recuperó de la sorpresa, las piernas del hombre a duras penas se agitaban. Muerto, supo inmediatamente Valyria, aunque lo sanara de inmediato. Y la…cosa seguía allí. Valyria echó un vistazo a su alrededor, a las vasijas y demás cosas de cerámica, buscando cualquier cosa fuera de lugar y tomo la decisión más sabia. Salir por patas.
Valyria corrió a través del bosque, sin tocar las plantas. Cosa que sonaba extremadamente fácil hasta que te parabas a pensarlo, porque tenía que correr evitando raíces, troncos caídos y rezando para que lo que ya sospechaba que no era un trampero no la pillara a ella también. Y entonces Galatea apareció ante ella, a unos veinte metros de distancia, apoyada en un árbol, tranquilamente, invisible para el resto, aunque no era como si hubiera nadie más para verla. Valyria paro en seco frente a ella, falta de aire.
-Que… ¿pasa…?- su hermana se limitó a mover una mano hacia su oreja. Y entonces, a medida que su corazón dejo de resonarle en las orejas, lo escucho, llanto. Muy cerca, debía llevar escuchándolo un buen rato, pero no se había fijado en su carrera. –Gr…- pero Gal ya había desaparecido.
Era sin duda un niño llorando, y Valyria se dirigió hacia él. Porque puede que no entendiera que estaba pasando en ese momento y por eso ese pobre hombre estuviera muerto, pero no iba a dejar que le pasara lo mismo a un niño si podía evitarlo.
La elfa prácticamente embistió al pobre niño, niña, si tenía en cuenta el pelo largo, que estaba delante lo que solo podía describir como una serpiente de plantas. Con espinas. Bueno, puede que no fuera una serpiente en absoluto, más bien el resultado de una noche loca entre un árbol y un puercoespín, que por algún motivo era alargado.
Y la serpiespin se quedó…allí, esperando, mientras la elfa abrazaba a la niña, con la mejilla pegada en su frente. Entonces la sierperama se movió un poco al lado, intentando quedar frente al niño, y Valyria imitó el movimiento, interponiéndose de nuevo. La pobre planta pareció genuinamente confusa ante eso, intentando volver a moverse.
-No.- dijo Valyria, firmemente, agitando el arco en su dirección general. No lo golpeo, porque no era tan tonta. Que no lo atacara ahora no significaba que no fuera a hacerlo si le daba un sopapo con el arco, y desde luego no iba a arriesgarse a experimentar. La rama se agito un poco ante su negativa, pero para el segundo, retrocedió un poco, y mantuvo la distancia cuando ambas se levantaron y empezaron a andar hacia donde la niña decía que estaba el pueblo, que más o menos coincidía con lo que creía Valyria. Pero la planta parecía mantener solo la distancia respecto a ella, por lo que la niña se sentía insegura con esa cosa reptando a pocos centímetros de ella. Así que tuvo que cargarla, apretujada contra su pecho, manteniendo una charla para que la niña no se fijara en que el bosque parecía estar mucho más… movido de lo usual.
Se llamaba Lilly, bonito nombre si no se encontraran en esa… situación con las flores locales. Y los arboles… y cualquier cosa verde seguramente. Y había salido a buscar a su padre, que había salido hacia horas a buscar agua y no había vuelto, sin ninguna madre para impedírselo, puesto que había muerto antes, aunque con la culpa que sentía en esos momentos la elfa, no se atrevió a preguntar si era algo reciente y relacionado con las plantas o ya hacia tiempo.
Y poco a poco, desde la perspectiva de una niña demasiado pequeña como para que se lo explicaran todo, empezó a tener la imagen completas. Y no le gusto en absoluto. Cierto, el pueblo podía refugiarse en sus casas y rezar para que fuera lo que fuese eso, pasara de largo. Pero como había comprobado con el padre de Lilly, eventualmente tenían que salir. Comida, agua, leña… todas esas cosas se acababan eventualmente y tenían que salir, y por lo que entendía, eso llevaba pasando ya unos cuantos días y podía, perfectamente, empeorar antes de que mejorara, si mejoraba siquiera.
Y saco sus propias conclusiones, que absolutamente no iba a compartir con la niña. Al fin y al cabo, se podía creer perfectamente que ALGO desencadenara un fenómeno que volviera las plantas carnívoras, o territoriales, o les diera la capacidad de… a saber, conseguir abono extra matando gente. Pero no se creía que ese fenómeno mágicamente la excluyera a ella simplemente porque era bonita. Así que o bien era alguna retorcida maldición contra la aldea que no la afectaba porque no era de allí o, por lo que le contaba Lilly, era la única elfa del lugar y las plantas no atacaban por eso, y no sabía cuál de esas dos opciones era peor.
De momento, lo único que podía hacer era encontrar un lugar en la aldea para ella y Lilly, algún lugar donde dormir y cocinar donde pudiera dejarla con gente y hacer lo que pudiera para esas pobres gentes. Había cazado, así que les podía dar carne (porque sinceramente, tenía serias dudas sobre comer granos, fruta y semillas allí) podía traer agua y… bueno, mejor no intentar darle un hachazo a un árbol, pero seguro que había ramas caídas por algún lado.
Y entonces, cuando el sol empezaba a hundirse, cubriendo el bosque que, por lo que había leído Valyria, debería haber estado algo más…quemado, de rojo, oyó el grito.
Era un hombre, colgado bocaabajo, gritando tan fuerte como podía, sujetado de alguna extraña manera sobre un troncón muerto, hueco, al lado del arrollo. La elfa miró un poco más atentamente, y su pie parecía estar sujeto por… ¿una liana? –No te preocupes, voy a soltarte… menudo trampero más descuidado.- ¿Quién hacia ese tipo de trampas hoy en día? Y tan grandes como para atrapar una persona. Una vez había intentado usar una de esas, mucho más pequeña, y el maldito conejo había salido disparado hacia las nubes, en lo que seguramente habían sido los peores segundos de su vida, hasta ser aplastado en algún lugar a kilómetros de distancia. Val aun sentía una mezcla de vergüenza y risa cuando pensaba en ello.
-¿Trampero? ¿De qué hablas chiquilla?- el hombre se giró un poco, mirándola bien. –No eres de aquí.- duh. Puede que sus largas orejas la hubieran delatado. -¿Cómo diablo has atravesado el bosque?- Algo se agitó. Un conejo, sin duda. –Rápido rápido rápido.-
-Jesh, ya va… no seas tan gruñón.- Dijo Valyria, casi delante suyo, cuchillo en mano. Y entonces el hombre cayó en el hueco del árbol. Cayo de cabeza, así que seguramente dolería, pero no taaaanto. Estaría bien.
Y luego escucho un “chomp” y su ropa se manchó de sangre. Y otro, y otro, cada vez con menos salpicaduras de sangre a medida que ese tronco mordía el torso del hombre y este cada vez tenía menos sangre con la que salpicar. Para cuando Valyria se recuperó de la sorpresa, las piernas del hombre a duras penas se agitaban. Muerto, supo inmediatamente Valyria, aunque lo sanara de inmediato. Y la…cosa seguía allí. Valyria echó un vistazo a su alrededor, a las vasijas y demás cosas de cerámica, buscando cualquier cosa fuera de lugar y tomo la decisión más sabia. Salir por patas.
Valyria corrió a través del bosque, sin tocar las plantas. Cosa que sonaba extremadamente fácil hasta que te parabas a pensarlo, porque tenía que correr evitando raíces, troncos caídos y rezando para que lo que ya sospechaba que no era un trampero no la pillara a ella también. Y entonces Galatea apareció ante ella, a unos veinte metros de distancia, apoyada en un árbol, tranquilamente, invisible para el resto, aunque no era como si hubiera nadie más para verla. Valyria paro en seco frente a ella, falta de aire.
-Que… ¿pasa…?- su hermana se limitó a mover una mano hacia su oreja. Y entonces, a medida que su corazón dejo de resonarle en las orejas, lo escucho, llanto. Muy cerca, debía llevar escuchándolo un buen rato, pero no se había fijado en su carrera. –Gr…- pero Gal ya había desaparecido.
Era sin duda un niño llorando, y Valyria se dirigió hacia él. Porque puede que no entendiera que estaba pasando en ese momento y por eso ese pobre hombre estuviera muerto, pero no iba a dejar que le pasara lo mismo a un niño si podía evitarlo.
La elfa prácticamente embistió al pobre niño, niña, si tenía en cuenta el pelo largo, que estaba delante lo que solo podía describir como una serpiente de plantas. Con espinas. Bueno, puede que no fuera una serpiente en absoluto, más bien el resultado de una noche loca entre un árbol y un puercoespín, que por algún motivo era alargado.
Y la serpiespin se quedó…allí, esperando, mientras la elfa abrazaba a la niña, con la mejilla pegada en su frente. Entonces la sierperama se movió un poco al lado, intentando quedar frente al niño, y Valyria imitó el movimiento, interponiéndose de nuevo. La pobre planta pareció genuinamente confusa ante eso, intentando volver a moverse.
-No.- dijo Valyria, firmemente, agitando el arco en su dirección general. No lo golpeo, porque no era tan tonta. Que no lo atacara ahora no significaba que no fuera a hacerlo si le daba un sopapo con el arco, y desde luego no iba a arriesgarse a experimentar. La rama se agito un poco ante su negativa, pero para el segundo, retrocedió un poco, y mantuvo la distancia cuando ambas se levantaron y empezaron a andar hacia donde la niña decía que estaba el pueblo, que más o menos coincidía con lo que creía Valyria. Pero la planta parecía mantener solo la distancia respecto a ella, por lo que la niña se sentía insegura con esa cosa reptando a pocos centímetros de ella. Así que tuvo que cargarla, apretujada contra su pecho, manteniendo una charla para que la niña no se fijara en que el bosque parecía estar mucho más… movido de lo usual.
Se llamaba Lilly, bonito nombre si no se encontraran en esa… situación con las flores locales. Y los arboles… y cualquier cosa verde seguramente. Y había salido a buscar a su padre, que había salido hacia horas a buscar agua y no había vuelto, sin ninguna madre para impedírselo, puesto que había muerto antes, aunque con la culpa que sentía en esos momentos la elfa, no se atrevió a preguntar si era algo reciente y relacionado con las plantas o ya hacia tiempo.
Y poco a poco, desde la perspectiva de una niña demasiado pequeña como para que se lo explicaran todo, empezó a tener la imagen completas. Y no le gusto en absoluto. Cierto, el pueblo podía refugiarse en sus casas y rezar para que fuera lo que fuese eso, pasara de largo. Pero como había comprobado con el padre de Lilly, eventualmente tenían que salir. Comida, agua, leña… todas esas cosas se acababan eventualmente y tenían que salir, y por lo que entendía, eso llevaba pasando ya unos cuantos días y podía, perfectamente, empeorar antes de que mejorara, si mejoraba siquiera.
Y saco sus propias conclusiones, que absolutamente no iba a compartir con la niña. Al fin y al cabo, se podía creer perfectamente que ALGO desencadenara un fenómeno que volviera las plantas carnívoras, o territoriales, o les diera la capacidad de… a saber, conseguir abono extra matando gente. Pero no se creía que ese fenómeno mágicamente la excluyera a ella simplemente porque era bonita. Así que o bien era alguna retorcida maldición contra la aldea que no la afectaba porque no era de allí o, por lo que le contaba Lilly, era la única elfa del lugar y las plantas no atacaban por eso, y no sabía cuál de esas dos opciones era peor.
De momento, lo único que podía hacer era encontrar un lugar en la aldea para ella y Lilly, algún lugar donde dormir y cocinar donde pudiera dejarla con gente y hacer lo que pudiera para esas pobres gentes. Había cazado, así que les podía dar carne (porque sinceramente, tenía serias dudas sobre comer granos, fruta y semillas allí) podía traer agua y… bueno, mejor no intentar darle un hachazo a un árbol, pero seguro que había ramas caídas por algún lado.
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Re: La dragona de la rosa negra [desafío]
El cayado de la Nowo Khan hacía resurgir la vegetación a cada golpe que daba en el suelo. La hierba se tornaba más verde y un puñado de flores, margaritas y lirios en su mayoría, crecían en sobre las huellas que la sacerdotisa dejaba. No estaba sola, a su espalda le seguía el ejército del clan Sondve. Elfos armados con largas espadas, cayados mágicos y arcos. Sobre el cielo: una dragona del tamaño de un caballo y con el torso en forma de una rosa gigante. La gente de Villaserrín, asomados desde las ventanas de sus refugios, comprendieron que aquella elfa sacerdotisa fue la causante de la agresividad de las plantas. Agresividad no era la palabra adecuada, pero sí la que los humanos utilizarían. Atreyu preferiría las palabras: defensa y justica. Villaserrín llevaba años trabajando los jóvenes bosques colindantes a Migdar. Se alimentaban de ellos como si fueran animales carroñeros que aprovechan los deshechos que los depredadores dejan. Siguiendo la comparación, los depredadores eran los brujos que arrasaron Migdar tiempo atrás. Los humanos contribuían al delito del pasado; lo explotaban e impedían que el bosque creciese sano, como a los elfos les gustaría ver. Era una cuestión de justicia. La agresividad y la violencia la empezaron los humanos con sus sierras. Para colmo, como si se estuvieran mofando de los elfos, bautizaron al pueblo con el nombre de Villaserrín. Después de que el clan Sondve conquistase la villa y la hierba recubra cada piedra humana, ese nombre desaparecería. La Nowo Khan llamaría a la ciudad: Nytt Hus, nueva casa.
—Señores humanos, dejad que me presente: mi nombre es Atretyu Santya y soy la Nowo Khan del clan Sondve. Venimos desde Migdar a recordaros que este lugar no os pertenece. Nunca os ha pertenecido. Viajad al Este, de vuelta a vuestras tierras en Verisar. Vuestros Dioses son testigos de la misericordia que os ofrecemos. Puesto que somos un clan bondadoso: perdonaremos vuestros delitos contra nuestros bosques y aceptamos vuestra paz, en caso de que queráis dárnosla.
La sacerdotisa Atreyu habló con la autoridad y la sabiduría que los elfos del clan esperarían de la Nowo Khan. Su voz era tan dulce que parecía la de una niña y tan sincera que parecía una Diosa.
La Nowo Khan alzó su cayado al cielo, apuntó con el extremo superior a la dragona de la rosa negra. La criatura descendió en picado contra el edificio del aserradero, destruyéndolo por completo. Tres humanos quedaban refugiados en el lugar. La dragona no tuvo reparo en ellos. Atreyu Santya les ofreció marcharse y ellos decidieron quedarse. Cuando la dragona regresó al cielo. Se podía ver los cadáveres de los tres humanos: dos hombres y una mujer fuertes. La mujer tenía las manos recubiertas de finas heridas que no dejaban de sangrar, parecía intentó detener los látigos de espinas de la dragona con sus manos desnudas.
—Doscientos metros al sur se encuentra el bosque maldito de Migdar. Los brujos consumieron el alma y el corazón del bosque. Conocéis la historia tan bien como nosotros. Esta zona no sufre la misma maldición. Podría brotar sana. La espesura de este bosque no tendría nada que envidiar a la Migdar que fue. Pero ustedes, señores humanos, usáis vuestras herramientas y vuestras monedas, para expandir el mal que los brujos operaron.
Mientras Atreyu Santya hablaba a Villaserrín, ahora Nytt Hus, los elfos del clan irrumpían en las casas de los humanos. Derribaban las puertas y, en compañía de una educada reverencia, invitaban (obligaban) a los humanos a marcharse del lugar.
—Sed conscientes de vuestros pecados y entended nuestra situación. Marchaos. Verisar os espera.
—Nowo Khan — dijo Wentrauss Hyar —, hemos encontrado a dos elfas refugiadas en esta cabaña. Quizás sean habitantes de la ciudad.
Atreyu fue hacia ellas con la comprensión de una madre que había visto peligrar el bienestar de sus hijos por culpa de una mala travesura. Abrazó a ambas y las besó en la frente.
—Hermanas, bienvenidas a vuestra casa — hizo una señal con el cayado a la dragona de la rosa negra —. A vuestra auténtica casa.
La dragona de la rosa derribó la cabaña donde se habían refugiado las elfas como había hecho con el aserradero con una sutil diferencia. Se quedó postada sobre los escombros. Batió sus alas y rugió al cielo. Un montón de raíces surgieron desde la tierra y rodearon los cimientos del edificio. El trabajo fue rápido. Al poco que la dragona despagase y tomase su vuelo de nuevo, en el lugar donde había estado la cabaña se encontraba una casa-árbol, un abedul, reforzado con los restos de piedra de la cabaña humana.
* Valyria: la idea de este desafío es sencilla: enfrentarse a Atreyu Santya y a todo el clan Sondve o aceptar su mano. Esta última opción solo se podía obtener en que el usuario que entrase fuera elfo, cosa que ha sucedido.
He de decir que, en caso de estar en contra de Atreyu, no es necesario (aunque sí posible) enfrentarse físicamente al clan. También puedes debatir con ella usando la palabra. Como eres una elfa, ella te escuchará con respecto.
En caso contrario, estás a favor de Atreyu, deberás despachar a los humanos que se resistan al clan Sondve.
Puedes suponer que, dependiendo tus elecciones, el final será uno u otro. En caso de dar la mano al clan Sondve, serás reconocida como una miembro del clan. Podrás acceder a temas especiales donde se requiera un miembro de dicho tan. Además de aprender las técnicas, habilidades y, más importante, secretos de dicho clan.
—Señores humanos, dejad que me presente: mi nombre es Atretyu Santya y soy la Nowo Khan del clan Sondve. Venimos desde Migdar a recordaros que este lugar no os pertenece. Nunca os ha pertenecido. Viajad al Este, de vuelta a vuestras tierras en Verisar. Vuestros Dioses son testigos de la misericordia que os ofrecemos. Puesto que somos un clan bondadoso: perdonaremos vuestros delitos contra nuestros bosques y aceptamos vuestra paz, en caso de que queráis dárnosla.
La sacerdotisa Atreyu habló con la autoridad y la sabiduría que los elfos del clan esperarían de la Nowo Khan. Su voz era tan dulce que parecía la de una niña y tan sincera que parecía una Diosa.
La Nowo Khan alzó su cayado al cielo, apuntó con el extremo superior a la dragona de la rosa negra. La criatura descendió en picado contra el edificio del aserradero, destruyéndolo por completo. Tres humanos quedaban refugiados en el lugar. La dragona no tuvo reparo en ellos. Atreyu Santya les ofreció marcharse y ellos decidieron quedarse. Cuando la dragona regresó al cielo. Se podía ver los cadáveres de los tres humanos: dos hombres y una mujer fuertes. La mujer tenía las manos recubiertas de finas heridas que no dejaban de sangrar, parecía intentó detener los látigos de espinas de la dragona con sus manos desnudas.
—Doscientos metros al sur se encuentra el bosque maldito de Migdar. Los brujos consumieron el alma y el corazón del bosque. Conocéis la historia tan bien como nosotros. Esta zona no sufre la misma maldición. Podría brotar sana. La espesura de este bosque no tendría nada que envidiar a la Migdar que fue. Pero ustedes, señores humanos, usáis vuestras herramientas y vuestras monedas, para expandir el mal que los brujos operaron.
Mientras Atreyu Santya hablaba a Villaserrín, ahora Nytt Hus, los elfos del clan irrumpían en las casas de los humanos. Derribaban las puertas y, en compañía de una educada reverencia, invitaban (obligaban) a los humanos a marcharse del lugar.
—Sed conscientes de vuestros pecados y entended nuestra situación. Marchaos. Verisar os espera.
—Nowo Khan — dijo Wentrauss Hyar —, hemos encontrado a dos elfas refugiadas en esta cabaña. Quizás sean habitantes de la ciudad.
Atreyu fue hacia ellas con la comprensión de una madre que había visto peligrar el bienestar de sus hijos por culpa de una mala travesura. Abrazó a ambas y las besó en la frente.
—Hermanas, bienvenidas a vuestra casa — hizo una señal con el cayado a la dragona de la rosa negra —. A vuestra auténtica casa.
La dragona de la rosa derribó la cabaña donde se habían refugiado las elfas como había hecho con el aserradero con una sutil diferencia. Se quedó postada sobre los escombros. Batió sus alas y rugió al cielo. Un montón de raíces surgieron desde la tierra y rodearon los cimientos del edificio. El trabajo fue rápido. Al poco que la dragona despagase y tomase su vuelo de nuevo, en el lugar donde había estado la cabaña se encontraba una casa-árbol, un abedul, reforzado con los restos de piedra de la cabaña humana.
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* Valyria: la idea de este desafío es sencilla: enfrentarse a Atreyu Santya y a todo el clan Sondve o aceptar su mano. Esta última opción solo se podía obtener en que el usuario que entrase fuera elfo, cosa que ha sucedido.
He de decir que, en caso de estar en contra de Atreyu, no es necesario (aunque sí posible) enfrentarse físicamente al clan. También puedes debatir con ella usando la palabra. Como eres una elfa, ella te escuchará con respecto.
En caso contrario, estás a favor de Atreyu, deberás despachar a los humanos que se resistan al clan Sondve.
Puedes suponer que, dependiendo tus elecciones, el final será uno u otro. En caso de dar la mano al clan Sondve, serás reconocida como una miembro del clan. Podrás acceder a temas especiales donde se requiera un miembro de dicho tan. Además de aprender las técnicas, habilidades y, más importante, secretos de dicho clan.
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Re: La dragona de la rosa negra [desafío]
La cosa pintaba mal, muy, muy mal. Pero no iba a decirlo en voz alta, puesto que tenía a Lilly pegada contra su pecho, y simplemente NO podía decirle que además de personas y plantas carnívoras, había un maldito dragón. Mientras tanto, la mente de la elfa corría a toda velocidad, intentando pensar una manera de arreglar todo ese desastre.
La elfa hablo de recuperar el bosque, cosa razonable. Y de dejarlos marchar, eso era bueno, y después mando esa COSA al aserradero a destrozarlo, y estaba bastante segura de que allí aun había habido gente escondida. Y luego siguió, echándoles la culpa por andar talando el bosque, a unos pobres pueblerinos que seguramente se habían criado allí y no sabían hacer otra cosa y lo peor de todo… esos elfos no parecían entender nada. Torpes, idiotas.
Y como si le hubieran leído el pensamiento, esa mujer se acercó a ella y entonces la dragona ataco. Lilly se abrazó fuerte contra ella, y astillas de madera cayeron sobre Valyria. No murió, cosa que era bueno, y entonces, el maldito dragón se posó junto a ella y con un olor a rosas tan intenso que prácticamente apestaba, la casa se alzó.
¿Casi la había matado para hacerle una casa de árbol? ¿En serio? Y sabía que estaba allí, quería que saliera… Lilly estaba gimoteando en su pecho, llenándole la ropa de lágrimas.
Bien, hora de hacer algo, estaba esperando una respuesta. ¿Qué habría hecho Padre? La elfa levanto un poco la cabeza, mirando hacia abajo. Podía dispararle en toda la cara… no fallaría a esa distancia… pero dudaba que alguien que controlara a un maldito dragón de rosas no estuviera preparada para esa eventualidad. Podía… podía fingir que no los conocía de nada y salir de allí como si nada. Aparto un poco a la niña que le lloriqueaba encima, mirándola a los ojos, al menos le debía eso si iba a dejar a todo el pueblo morir ¿cierto? –Todo va a salir bien.- le dijo, dándole un beso en la frente.
Aun no se había preguntado que haría cierta persona.
¿Qué haría Valyria?
La elfa salto del árbol, plantándose ante Atretyu Santya, claramente la que mandaba allí y habló.
-Has estado demasiado tiempo alejada de los humanos, hermana.- empezó, porque “creo que te tiraron de la cuna de pequeña” era excesivamente abrasivo en esa situación. –Llevan días encerrados, saliendo lo mínimo imprescindible porque las plantas los matan, no van a salir, y es culpa tuya, especialmente después de matar a seis personas, que yo sepa.- y dejo escapar un poco de disgusto en su voz, expresamente, para que viera que no le hacia la más mímica gracia. –En lo que a ellos respecta, solo los estas reuniendo a todos para matarlos más rápido, y aunque no fuera así, seguramente morirán de sed y hambre de vuelta a… ¿el rey?- no tenía ni idea si una aldea tan alejada caía en la jurisdicción de Lunagenta, pero seguro que había algún noble que acabaría cabreado porque habían echado a sus súbditos. Y dio un pisotón, frustrada. –Es como si no os importaran lo más mínimo las consecuencias. Nadie se habría quejado si hubierais venido aquí, dragón incluido, y los hubierais echado pacíficamente, una demostración de fuerza, una declaración de intenciones, “el bosque es nuestro, alejaros”. Habríais echado a un montón de personas del hogar en el que se criaron, y estarían enfadados, pero no habría habido represalias de nadie que importara. ¿Ahora? ¿Qué haréis exactamente cuando vengan a atacar la aldea como represalia para matar a sus súbditos?- y aunque había empezado mintiendo y fingiendo cual actriz profesional, ahora estaba genuinamente enfadada. Era tan… descuidado, improvisado, o peor, como si de verdad no les importara mantener buenas relaciones con sus vecinos.
-Porque… porque no finges que el… la… rosa voladora apareció sola, ataco, y la domaste y que evitaste que se murieran todos, pero los quieres fuera porque es peligroso. Así al menos solo mataste a la mitad…accidentalmente. Escolta a los que queden hasta alguna ciudad y explícaselo a alguien que importe… Puede que si les pagas suficiente olviden lo que paso aquí. - hasta a ella le costaba mentir tan descaradamente manteniendo cara seria.
Pero puede, solo puede, que salieran de allí vivos de verdad, puede que hasta con una nueva oportunidad. Y mirando a ese dragón, notando el… tirón que esa cosa ejercía sobre ella…. Puede que pudiera aprender a hacer algo así algún día… -Realmente necesitáis a gente que sepa cómo piensan el resto de razas…- dejo caer. Puede, solo puede, que si ella estaba allí para decirles que su próximo plan era mejorable, muriera menos gente la próxima vez. O nadie en absoluto.
La elfa hablo de recuperar el bosque, cosa razonable. Y de dejarlos marchar, eso era bueno, y después mando esa COSA al aserradero a destrozarlo, y estaba bastante segura de que allí aun había habido gente escondida. Y luego siguió, echándoles la culpa por andar talando el bosque, a unos pobres pueblerinos que seguramente se habían criado allí y no sabían hacer otra cosa y lo peor de todo… esos elfos no parecían entender nada. Torpes, idiotas.
Y como si le hubieran leído el pensamiento, esa mujer se acercó a ella y entonces la dragona ataco. Lilly se abrazó fuerte contra ella, y astillas de madera cayeron sobre Valyria. No murió, cosa que era bueno, y entonces, el maldito dragón se posó junto a ella y con un olor a rosas tan intenso que prácticamente apestaba, la casa se alzó.
¿Casi la había matado para hacerle una casa de árbol? ¿En serio? Y sabía que estaba allí, quería que saliera… Lilly estaba gimoteando en su pecho, llenándole la ropa de lágrimas.
Bien, hora de hacer algo, estaba esperando una respuesta. ¿Qué habría hecho Padre? La elfa levanto un poco la cabeza, mirando hacia abajo. Podía dispararle en toda la cara… no fallaría a esa distancia… pero dudaba que alguien que controlara a un maldito dragón de rosas no estuviera preparada para esa eventualidad. Podía… podía fingir que no los conocía de nada y salir de allí como si nada. Aparto un poco a la niña que le lloriqueaba encima, mirándola a los ojos, al menos le debía eso si iba a dejar a todo el pueblo morir ¿cierto? –Todo va a salir bien.- le dijo, dándole un beso en la frente.
Aun no se había preguntado que haría cierta persona.
¿Qué haría Valyria?
La elfa salto del árbol, plantándose ante Atretyu Santya, claramente la que mandaba allí y habló.
-Has estado demasiado tiempo alejada de los humanos, hermana.- empezó, porque “creo que te tiraron de la cuna de pequeña” era excesivamente abrasivo en esa situación. –Llevan días encerrados, saliendo lo mínimo imprescindible porque las plantas los matan, no van a salir, y es culpa tuya, especialmente después de matar a seis personas, que yo sepa.- y dejo escapar un poco de disgusto en su voz, expresamente, para que viera que no le hacia la más mímica gracia. –En lo que a ellos respecta, solo los estas reuniendo a todos para matarlos más rápido, y aunque no fuera así, seguramente morirán de sed y hambre de vuelta a… ¿el rey?- no tenía ni idea si una aldea tan alejada caía en la jurisdicción de Lunagenta, pero seguro que había algún noble que acabaría cabreado porque habían echado a sus súbditos. Y dio un pisotón, frustrada. –Es como si no os importaran lo más mínimo las consecuencias. Nadie se habría quejado si hubierais venido aquí, dragón incluido, y los hubierais echado pacíficamente, una demostración de fuerza, una declaración de intenciones, “el bosque es nuestro, alejaros”. Habríais echado a un montón de personas del hogar en el que se criaron, y estarían enfadados, pero no habría habido represalias de nadie que importara. ¿Ahora? ¿Qué haréis exactamente cuando vengan a atacar la aldea como represalia para matar a sus súbditos?- y aunque había empezado mintiendo y fingiendo cual actriz profesional, ahora estaba genuinamente enfadada. Era tan… descuidado, improvisado, o peor, como si de verdad no les importara mantener buenas relaciones con sus vecinos.
-Porque… porque no finges que el… la… rosa voladora apareció sola, ataco, y la domaste y que evitaste que se murieran todos, pero los quieres fuera porque es peligroso. Así al menos solo mataste a la mitad…accidentalmente. Escolta a los que queden hasta alguna ciudad y explícaselo a alguien que importe… Puede que si les pagas suficiente olviden lo que paso aquí. - hasta a ella le costaba mentir tan descaradamente manteniendo cara seria.
Pero puede, solo puede, que salieran de allí vivos de verdad, puede que hasta con una nueva oportunidad. Y mirando a ese dragón, notando el… tirón que esa cosa ejercía sobre ella…. Puede que pudiera aprender a hacer algo así algún día… -Realmente necesitáis a gente que sepa cómo piensan el resto de razas…- dejo caer. Puede, solo puede, que si ella estaba allí para decirles que su próximo plan era mejorable, muriera menos gente la próxima vez. O nadie en absoluto.
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Re: La dragona de la rosa negra [desafío]
Enviada de los Dioses. Fue lo que pensó la Nowo Khan al escuchar hablar a la chica. Los designios de los Dioses llevaron al clan Sondve a encontrase con ella. La Nowo Khan escuchó con gusto su discurso. Tenía los brazos cruzados de forma que el báculo quedase entre medio de sus dos pechos. Detrás de la Nowo Khan se encontraban dos guardias del clan de Sondve con las manos puestas en la empuñadura de la espada sin llegar a desenvainarla. Atreyu lo impidió levantando ligeramente el bastón del suelo. Nada de armas. Dejadla hablar como me hubiera gustado que me dejasen hablar delante de los altos elfos.
Atreyu Santya dedicaba largas horas del día a la meditación. Hablaba con los Dioses (o creía hacerlo), les relataba sus preocupaciones y pedía consejo para obrar el día de mañana. Las instrucciones de los Dioses eran difusas y algunas veces opuestas unas con otras. Quizá fuera porque no se ponían de acuerdo entre ellos. Discutían, tanto como la Nowo Khan discutía consigo misma. El mensaje quedaba cifrado. Atreyu era capaz de leer una parte, la otra le pertenecía a la gente que se topase en su camino. Gente como la chica que había saltado de la casa-árbol.
Los Dioses no hablaron a la Nowo Khan sobre las hordas del Rey de los humanos, no de la manera que la chica lo hizo. La Nowo Khan pensó que Verisar se desentendería de Villaserrín. Era una pequeña ciudad de humanos situada a los lindes del bosque oeste, más próxima de Sacrestic Ville que de la mismísima Lunargenta. Si no fuera por el aserradero y el comercio que éste inducia, ni siquiera se mostraría en los mapas. Aquellas conclusiones le pertenecían a Atreyu Santya, no a los Dioses. Ellos hablaron con la voz de la chica desconocida.
Cuando terminó el discurso, Atreyu Santya puso la mano derecha encima de su hombro. La hizo virar ligeramente hacia el Sur, hacia Migdar.
—¿Te parece que no hemos pagado ya lo suficiente? Somos muy jóvenes, ninguna vio a Migdar en sus años de gloria. Pero seguro que sabrás lo que ocurrió porque lo habrás escuchado en las canciones de nuestros juglares o leído en los libros. No te voy a dar una lección una lección de historia. Te pido que mires. El bosque está maldito: la escasa y reseca vegetación crece doblada como si estuvieran esquivando las sombras que solo ellos pueden ver. Ahora, mira un poco más al Este. ¿Y qué te parece el Oeste? Allí no llega la maldición de los brujos y, sin embargo, solo veo tocones y tallos cortados. Los humanos se asentaron en los lindes de Migdar a sabiendas que la tierra es fértil. Como no son afines al éter, utilizan sus herramientas de metal para extender el embrujo que nos dejaron en Migdar. Por lo que a mí respecta, los humanos se adelantaron y tomaron su soborno en forma de maderos, que luego convirtieron en aeros, antes de que yo llegase.
Levantó el báculo mandando la dragona de la rosa negra a sobrevolar la villa. De sus alas brotaban las esporas que recubrirían Nytt Hus. La villa, el futuro poblado elfo, estaría conformado por casas árbol como la que había confeccionado para las jóvenes elfas y de una manta de césped tan verde que podría igualarse al que crecía al lado de Árbol Madre.
—No los mataré. Tienes razón, un ataque desmesurado podría llamar la atención del Rey de los humanos. El ejército de Verisar supera con creces al nuestro. Si llegasen a Nytt Hus, haré lo que has dicho — lo que los Dioses han dicho con tu voz — y les convenceré de que he amaestrado a la criatura. Sin embargo, tampoco permitiré que los aldeanos se marchen. Permíteme dudar en la palabra de un humano. — lo siguiente lo dijo dirigiéndose a los habitantes de la villa —. En Vulwulfar conviven elfos y humanos en armonía. Nytt Hus no tiene por qué ser diferente. La dragona de la rosa negra y los ancianos protegerán vuestras casas. A cambio vosotros asumiréis una nueva vida en la que seguiréis a las costumbres del clan Sondve. Plantaréis, en lugar de talar. Nosotros os enseñaremos. Vuestras cosechas serán más grandes de lo que jamás habréis imaginado. — la amenaza que siguió lo dijo muy a su pesar, cambiando la apacibilidad de su tono de voz por sincera amargura —. En caso que os neguéis, las esporas que habéis respirado os convertirán en [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Podemos convivir en armonía, como os he dicho. Está en vuestras manos.
La Nowo Khan dio un golpe seco con la punta de su báculo al suelo y la vegetación silvestre liberó a los humanos. Salieron de sus casas anonadados. Se miraban las caras como si estuvieran buscando una explicación sobre lo que había sucedido en el rostro de su vecino.
—Tienes razón, no los entiendo. Conforme sigamos avanzando al Norte, los entenderé menos — suspiró cansada —. ¿Cómo has dicho que te llamas? — no lo había dicho.
* Valyria: Sinceramente, me has sorprendido mucho para bien. Había planteado este tema como la clásica decisión de “blanco o negro”, “sí o no”, “enfrentarte al clan o aceptar su mano”. Siempre doy un hilo de libertad para que los usuarios puedan tomar pequeñas decisiones (subdecisione) dentro de la grande planteada. En esto, has aceptado la mano de Atreyu pero le has aconsejado de forma que has salvado la vida de los humanos de Villaserrín, ahora llamado Nytt Hus. Tengo intención de subir una pequeña ficha para la ciudad. Si lo deseas, puedes ayudarme con la descripción.
Recompensas:
* +2 ptos de experiencia en función de la calidad del texto.
* +3 ptos de experiencia en función de la originalidad del usuario.
* 5 ptos totales de experiencia
Obsequio:
Látigo de la rosa: arma flexible de calidad superior.
Látigo de 1,5 metros recubierto de espinas como si fuera el tallo de un rosal. En los temas abiertos en las zonas forestales, podrás alagar la longitud de la correa a voluntad a un máximo de 4 metros.
Diplomática del Clan Sondve: Te nombran diplomática del clan Sondve. En futuros temas master, tendrás misiones políticas y de negociación con las capitales de otras razas. Te avisaré de estos temas.
Atreyu Santya dedicaba largas horas del día a la meditación. Hablaba con los Dioses (o creía hacerlo), les relataba sus preocupaciones y pedía consejo para obrar el día de mañana. Las instrucciones de los Dioses eran difusas y algunas veces opuestas unas con otras. Quizá fuera porque no se ponían de acuerdo entre ellos. Discutían, tanto como la Nowo Khan discutía consigo misma. El mensaje quedaba cifrado. Atreyu era capaz de leer una parte, la otra le pertenecía a la gente que se topase en su camino. Gente como la chica que había saltado de la casa-árbol.
Los Dioses no hablaron a la Nowo Khan sobre las hordas del Rey de los humanos, no de la manera que la chica lo hizo. La Nowo Khan pensó que Verisar se desentendería de Villaserrín. Era una pequeña ciudad de humanos situada a los lindes del bosque oeste, más próxima de Sacrestic Ville que de la mismísima Lunargenta. Si no fuera por el aserradero y el comercio que éste inducia, ni siquiera se mostraría en los mapas. Aquellas conclusiones le pertenecían a Atreyu Santya, no a los Dioses. Ellos hablaron con la voz de la chica desconocida.
Cuando terminó el discurso, Atreyu Santya puso la mano derecha encima de su hombro. La hizo virar ligeramente hacia el Sur, hacia Migdar.
—¿Te parece que no hemos pagado ya lo suficiente? Somos muy jóvenes, ninguna vio a Migdar en sus años de gloria. Pero seguro que sabrás lo que ocurrió porque lo habrás escuchado en las canciones de nuestros juglares o leído en los libros. No te voy a dar una lección una lección de historia. Te pido que mires. El bosque está maldito: la escasa y reseca vegetación crece doblada como si estuvieran esquivando las sombras que solo ellos pueden ver. Ahora, mira un poco más al Este. ¿Y qué te parece el Oeste? Allí no llega la maldición de los brujos y, sin embargo, solo veo tocones y tallos cortados. Los humanos se asentaron en los lindes de Migdar a sabiendas que la tierra es fértil. Como no son afines al éter, utilizan sus herramientas de metal para extender el embrujo que nos dejaron en Migdar. Por lo que a mí respecta, los humanos se adelantaron y tomaron su soborno en forma de maderos, que luego convirtieron en aeros, antes de que yo llegase.
Levantó el báculo mandando la dragona de la rosa negra a sobrevolar la villa. De sus alas brotaban las esporas que recubrirían Nytt Hus. La villa, el futuro poblado elfo, estaría conformado por casas árbol como la que había confeccionado para las jóvenes elfas y de una manta de césped tan verde que podría igualarse al que crecía al lado de Árbol Madre.
—No los mataré. Tienes razón, un ataque desmesurado podría llamar la atención del Rey de los humanos. El ejército de Verisar supera con creces al nuestro. Si llegasen a Nytt Hus, haré lo que has dicho — lo que los Dioses han dicho con tu voz — y les convenceré de que he amaestrado a la criatura. Sin embargo, tampoco permitiré que los aldeanos se marchen. Permíteme dudar en la palabra de un humano. — lo siguiente lo dijo dirigiéndose a los habitantes de la villa —. En Vulwulfar conviven elfos y humanos en armonía. Nytt Hus no tiene por qué ser diferente. La dragona de la rosa negra y los ancianos protegerán vuestras casas. A cambio vosotros asumiréis una nueva vida en la que seguiréis a las costumbres del clan Sondve. Plantaréis, en lugar de talar. Nosotros os enseñaremos. Vuestras cosechas serán más grandes de lo que jamás habréis imaginado. — la amenaza que siguió lo dijo muy a su pesar, cambiando la apacibilidad de su tono de voz por sincera amargura —. En caso que os neguéis, las esporas que habéis respirado os convertirán en [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]. Podemos convivir en armonía, como os he dicho. Está en vuestras manos.
La Nowo Khan dio un golpe seco con la punta de su báculo al suelo y la vegetación silvestre liberó a los humanos. Salieron de sus casas anonadados. Se miraban las caras como si estuvieran buscando una explicación sobre lo que había sucedido en el rostro de su vecino.
—Tienes razón, no los entiendo. Conforme sigamos avanzando al Norte, los entenderé menos — suspiró cansada —. ¿Cómo has dicho que te llamas? — no lo había dicho.
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* Valyria: Sinceramente, me has sorprendido mucho para bien. Había planteado este tema como la clásica decisión de “blanco o negro”, “sí o no”, “enfrentarte al clan o aceptar su mano”. Siempre doy un hilo de libertad para que los usuarios puedan tomar pequeñas decisiones (subdecisione) dentro de la grande planteada. En esto, has aceptado la mano de Atreyu pero le has aconsejado de forma que has salvado la vida de los humanos de Villaserrín, ahora llamado Nytt Hus. Tengo intención de subir una pequeña ficha para la ciudad. Si lo deseas, puedes ayudarme con la descripción.
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Látigo de 1,5 metros recubierto de espinas como si fuera el tallo de un rosal. En los temas abiertos en las zonas forestales, podrás alagar la longitud de la correa a voluntad a un máximo de 4 metros.
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