Corazones impuros [Privado] [Cerrado]
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Corazones impuros [Privado] [Cerrado]
Sabía tres cosas de aquel hombre al que buscaba desde que escuchó hablar de él por primera vez en Lunargenta. Un nombre: Kirill Skatha. Una descripción: joven, con poco más de veinte años, rubio, alto y calificado como un "un niñato gilipollas". Y, lo más importante de todo, una pista: que tenía afición, o adicción, al opio.
Fue por esta última indicación por la que intentó encontrarlo Taliesin. A la noche siguiente de aquella que pasó con Eltrant Tale, Asher, el Capitán Werner y sus asociados, pasó horas encontrando fumaderos y preguntando por aquel desconocido con el que compartía apellido. Qué decir que su éxito fue moderado: en varios lugares lo conocían, pero Taliesin se dio cuenta de que al preguntar tanto estaba llamando la atención más de lo que quería, y finalmente volvió a Lunargenta con las manos vacías.
Pasó el tiempo sin mayor avance que aquel. Pero Taliesin tenía paciencia y no se olvidaba de sus intenciones de encontrar a aquel desconocido. Siempre que viajaba pasaba algo de tiempo intentando dar con el otro Skatha, y pensó que de tanto preguntar bien podría ser que fuera Kirill el que terminara encontrándole a él.
Hasta aquel fumadero en Roilkat. Entró con pocas expectativas y por una vez no preguntó por Kirill, sino que se presentó como Skatha y pagó por una litera y una pipa de opio. Si no podía encontrar a aquel hombre, intentaría entrar en su mente, verlo todo desde aquella perspectiva por una vez. Se colocó en su sitio y esperó hasta que llegó una mujer con lo que había pedido.
- ¿Nombre? - preguntó, sin que nadie más lo notara y pretendiendo únicamente hacer su trabajo.
- Skatha. Kirill - la mentira salió sola de sus labios. Al escucharla la mujer asintió levemente. Disimuladamente.
- Te estábamos esperando. Hay una carta para ti. Buena suerte.
Taliesin intentó no aparentar lo confuso que se encontraba. En la litera había una almohada, y dentro de la funda encontró una carta. Y estaba dirigida, ni más ni menos, que a la persona a la que tanto se afanaba en encontrar.
Kirill,
Está en Midgar. Hemos contratado a dos especialistas para que se encarguen de esto: una mujer y un hombre. Pero por supuesto, de nadie me fio más que de tí. Irás con ellos. Ellos tienen más detalles que no transmitiré en papel; tú deberás ayudarlos en lo que te pidan. Confío en tus capacidades y en tu criterio.
M
A continuación precisaba un día y una localización. Aunque no sabía de qué demonios hablaba, Taliesin no tenía duda alguna: debía dirigirse allí. Con suerte encontraría a Kirill, y si no al menos averiguaría más sobre él. Se forzó a permanecer quieto durante unos minutos más para no llamar la atención, y entonces se fue del lugar con la misteriosa carta en las manos.
Y fue por eso que cuando llegó la noche precisada se encontraba en Midgar, en el lugar convenido cerca de la Posada, junto a un árbol que había quedado partido en dos por un rayo. Si "M" no había mentido, debía encontrarse allí con dos personas. Con paciencia, convicción y mucha preguntas en su mente, Taliesin esperó.
Fue por esta última indicación por la que intentó encontrarlo Taliesin. A la noche siguiente de aquella que pasó con Eltrant Tale, Asher, el Capitán Werner y sus asociados, pasó horas encontrando fumaderos y preguntando por aquel desconocido con el que compartía apellido. Qué decir que su éxito fue moderado: en varios lugares lo conocían, pero Taliesin se dio cuenta de que al preguntar tanto estaba llamando la atención más de lo que quería, y finalmente volvió a Lunargenta con las manos vacías.
Pasó el tiempo sin mayor avance que aquel. Pero Taliesin tenía paciencia y no se olvidaba de sus intenciones de encontrar a aquel desconocido. Siempre que viajaba pasaba algo de tiempo intentando dar con el otro Skatha, y pensó que de tanto preguntar bien podría ser que fuera Kirill el que terminara encontrándole a él.
Hasta aquel fumadero en Roilkat. Entró con pocas expectativas y por una vez no preguntó por Kirill, sino que se presentó como Skatha y pagó por una litera y una pipa de opio. Si no podía encontrar a aquel hombre, intentaría entrar en su mente, verlo todo desde aquella perspectiva por una vez. Se colocó en su sitio y esperó hasta que llegó una mujer con lo que había pedido.
- ¿Nombre? - preguntó, sin que nadie más lo notara y pretendiendo únicamente hacer su trabajo.
- Skatha. Kirill - la mentira salió sola de sus labios. Al escucharla la mujer asintió levemente. Disimuladamente.
- Te estábamos esperando. Hay una carta para ti. Buena suerte.
Taliesin intentó no aparentar lo confuso que se encontraba. En la litera había una almohada, y dentro de la funda encontró una carta. Y estaba dirigida, ni más ni menos, que a la persona a la que tanto se afanaba en encontrar.
Kirill,
Está en Midgar. Hemos contratado a dos especialistas para que se encarguen de esto: una mujer y un hombre. Pero por supuesto, de nadie me fio más que de tí. Irás con ellos. Ellos tienen más detalles que no transmitiré en papel; tú deberás ayudarlos en lo que te pidan. Confío en tus capacidades y en tu criterio.
M
A continuación precisaba un día y una localización. Aunque no sabía de qué demonios hablaba, Taliesin no tenía duda alguna: debía dirigirse allí. Con suerte encontraría a Kirill, y si no al menos averiguaría más sobre él. Se forzó a permanecer quieto durante unos minutos más para no llamar la atención, y entonces se fue del lugar con la misteriosa carta en las manos.
Y fue por eso que cuando llegó la noche precisada se encontraba en Midgar, en el lugar convenido cerca de la Posada, junto a un árbol que había quedado partido en dos por un rayo. Si "M" no había mentido, debía encontrarse allí con dos personas. Con paciencia, convicción y mucha preguntas en su mente, Taliesin esperó.
Última edición por Taliesin Skatha el Jue 7 Mar 2019 - 15:52, editado 1 vez
Taliesin Skatha
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Re: Corazones impuros [Privado] [Cerrado]
Corría apresurada por las calles de Lunargenta. La bruja estaba huyendo de un grupo compuesto por cinco hombres de La Guardia. Cualquiera que estuviese en esa situación estaría asustado, incluso temiendo por su vida o integridad física. Las represalias podían ser bastante duras, y no era un secreto para nadie, claro está que depende del crimen que uno cometa. En cambio, Helena llevaba dibujada una sonrisa de oreja a oreja en sus labios. La situación le... ¿Divertía? Estaba claro que no era la primera vez que se veía en una situación así.
Iba con el rostro totalmente al descubierto, como retando y mostrando a los guardias que no tenía miedo, sino todo lo contrario. Hacía muchos años que había perdido esa sensación, "miedo" no era una palabra que entrase en su descripción personal.
Finalmente, logró dar esquinazo a sus perseguidores metiéndose en un callejón estrecho y escondiéndose detrás unas cajas de madera que había por ahí tiradas. Solo tuvo que agacharse y esperar a que el peligro pasara.
Esta vez no había hecho nada en ese preciso momento ni lugar. Simplemente la habían reconocido. Era una asesina buscada, en cualquier momento podían reconocerla y prenderla. Con más inri, sus delitos no se atenuaban con el tiempo, sino que iban en aumento y el agravante iba siendo una cosa habitual para su persona. El precio por su cabeza subía cada vez que cumplía un trabajo. En ocho años jamás la habían pillado, toda una proeza sin lugar a dudas. Tal vez esa suerte algún día acabase, pero mientras tanto, iba a disfrutar de su "récord" y lo mostraría al mundo con orgullo.
Cuando pasó el tiempo necesario para estar segura de que había perdido a sus perseguidores, asomó la parte superior de su rostro. Allí no había nadie. Solamente pasaban los propios civiles de la ciudad, que nada tenían que ver con ella o La Guardia. Suspiró, aliviada.
Rió, ella sola, para sí misma. Era increíble como día tras día lograba librarse de una muerte segura, una captura por parte de algún cretino o cretina que siquiera tuviera el valor de querer intentarlo. Un día nuevo, una victoria más ¡Y ni siquiera había llegado al mediodía! Aquella semana empezaba fuerte sin duda.
Salió del callejón, no sin antes bajarse la capucha para tapar su rostro. No tenía ganas de otra carrera, suficiente emoción había tenido ya. Era hora de desayunar, quizás robaría algo... O si no encontraba nada apetecible, iría a alguna posada o taberna a saciar sus necesidades básicas.
Chocó con alguien nada más salir, otro encapuchado que vestía una túnica marrón. Dio un par de pasos atrás, desconfiada, sin decir nada.
-¿Helena Rhodes?-Tenía la voz grave, de hombre con ya cierta edad. Era más alto que ella, y robusto. Parecía un armario empotrado.
-¿Quién pregunta?-Frunció su ceño y tensó su postura, como si de alguna forma se preparase para atacar.
-Tranquila, tengo un trabajo para ti-Dijo tratando de calmar la posible reacción agresiva de la bruja-Necesitamos de tus... Cualidades
El tipo no se movía, estaba rígido, estático. Casi daba... ¿Miedo? No, ella no le tenía miedo a nada, miraba a todo y a todos de frente. En esta vida había que ser así, o si no te comían la tostada. Más que "miedo", sentía "respeto" hacia el imponente encapuchado. La bruja relajó su postura y dejó ver el rostro bajo su capucha, sin necesidad de tener que quitársela, no quería que nadie ajeno a aquella conversación la reconociera.
Las instrucciones de aquel tipo eran claras; tenía que cometer un asesinato. Solo eso, ese era su trabajo. Estaría acompañada, algo extraño para ella, ya que solía trabajar sola, y realmente, detestaba ir acompañada, ya que siempre veía a sus acompañantes como molestas cargas que ralentizaban la ejecución de su trabajo. Ella era rápida, sigilosa; un puñal helado en mitad de una fría noche de invierno. Sus víctimas nunca se enteraban de lo que se les venía encima hasta que ya era demasiado tarde, y muchas veces ni sabían de dónde les había venido el golpe que extinguiría sus almas.
Acordó un día y una localización. Acudió, sin demora y con la profesionalidad que requería aquel trabajo.
Llegó. Un árbol partido en dos por un rayo, al lado de una peculiar posada en el bosque de Midgar. Dicho lugar tenía una historia triste y vengativa. Aquel bosque, en cierto modo, era como ella. Un sitio quemado, clamando venganza a quien lo intente repoblar, quemado, iracundo, gris... Oliendo a azufre. Era un bosque vivo y a la vez muerto.
En aquel árbol había un hombre, se encontraba quieto, esperaba paciente. ¿Sería uno de sus compañeros? Se acercó hasta estar lo suficientemente cerca para hablar. Se cruzó de brazos y lo analizó de arriba a abajo. Su marcada, perfilada y perfecta barba era algo que llamaban la atención en él, sin duda se notaba que era algo a lo que le prestaba bastante atención en su higiene personal.
-Supongo que estamos aquí por lo mismo, ¿No?-Tras examinarlo de nuevo, mostró una sonrisa para romper ese frío hielo que siempre se generaba al comienzo de las conversaciones-Soy Helena, Helena Rhodes.
Iba con el rostro totalmente al descubierto, como retando y mostrando a los guardias que no tenía miedo, sino todo lo contrario. Hacía muchos años que había perdido esa sensación, "miedo" no era una palabra que entrase en su descripción personal.
Finalmente, logró dar esquinazo a sus perseguidores metiéndose en un callejón estrecho y escondiéndose detrás unas cajas de madera que había por ahí tiradas. Solo tuvo que agacharse y esperar a que el peligro pasara.
Esta vez no había hecho nada en ese preciso momento ni lugar. Simplemente la habían reconocido. Era una asesina buscada, en cualquier momento podían reconocerla y prenderla. Con más inri, sus delitos no se atenuaban con el tiempo, sino que iban en aumento y el agravante iba siendo una cosa habitual para su persona. El precio por su cabeza subía cada vez que cumplía un trabajo. En ocho años jamás la habían pillado, toda una proeza sin lugar a dudas. Tal vez esa suerte algún día acabase, pero mientras tanto, iba a disfrutar de su "récord" y lo mostraría al mundo con orgullo.
Cuando pasó el tiempo necesario para estar segura de que había perdido a sus perseguidores, asomó la parte superior de su rostro. Allí no había nadie. Solamente pasaban los propios civiles de la ciudad, que nada tenían que ver con ella o La Guardia. Suspiró, aliviada.
Rió, ella sola, para sí misma. Era increíble como día tras día lograba librarse de una muerte segura, una captura por parte de algún cretino o cretina que siquiera tuviera el valor de querer intentarlo. Un día nuevo, una victoria más ¡Y ni siquiera había llegado al mediodía! Aquella semana empezaba fuerte sin duda.
Salió del callejón, no sin antes bajarse la capucha para tapar su rostro. No tenía ganas de otra carrera, suficiente emoción había tenido ya. Era hora de desayunar, quizás robaría algo... O si no encontraba nada apetecible, iría a alguna posada o taberna a saciar sus necesidades básicas.
Chocó con alguien nada más salir, otro encapuchado que vestía una túnica marrón. Dio un par de pasos atrás, desconfiada, sin decir nada.
-¿Helena Rhodes?-Tenía la voz grave, de hombre con ya cierta edad. Era más alto que ella, y robusto. Parecía un armario empotrado.
-¿Quién pregunta?-Frunció su ceño y tensó su postura, como si de alguna forma se preparase para atacar.
-Tranquila, tengo un trabajo para ti-Dijo tratando de calmar la posible reacción agresiva de la bruja-Necesitamos de tus... Cualidades
El tipo no se movía, estaba rígido, estático. Casi daba... ¿Miedo? No, ella no le tenía miedo a nada, miraba a todo y a todos de frente. En esta vida había que ser así, o si no te comían la tostada. Más que "miedo", sentía "respeto" hacia el imponente encapuchado. La bruja relajó su postura y dejó ver el rostro bajo su capucha, sin necesidad de tener que quitársela, no quería que nadie ajeno a aquella conversación la reconociera.
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Las instrucciones de aquel tipo eran claras; tenía que cometer un asesinato. Solo eso, ese era su trabajo. Estaría acompañada, algo extraño para ella, ya que solía trabajar sola, y realmente, detestaba ir acompañada, ya que siempre veía a sus acompañantes como molestas cargas que ralentizaban la ejecución de su trabajo. Ella era rápida, sigilosa; un puñal helado en mitad de una fría noche de invierno. Sus víctimas nunca se enteraban de lo que se les venía encima hasta que ya era demasiado tarde, y muchas veces ni sabían de dónde les había venido el golpe que extinguiría sus almas.
Acordó un día y una localización. Acudió, sin demora y con la profesionalidad que requería aquel trabajo.
Llegó. Un árbol partido en dos por un rayo, al lado de una peculiar posada en el bosque de Midgar. Dicho lugar tenía una historia triste y vengativa. Aquel bosque, en cierto modo, era como ella. Un sitio quemado, clamando venganza a quien lo intente repoblar, quemado, iracundo, gris... Oliendo a azufre. Era un bosque vivo y a la vez muerto.
En aquel árbol había un hombre, se encontraba quieto, esperaba paciente. ¿Sería uno de sus compañeros? Se acercó hasta estar lo suficientemente cerca para hablar. Se cruzó de brazos y lo analizó de arriba a abajo. Su marcada, perfilada y perfecta barba era algo que llamaban la atención en él, sin duda se notaba que era algo a lo que le prestaba bastante atención en su higiene personal.
-Supongo que estamos aquí por lo mismo, ¿No?-Tras examinarlo de nuevo, mostró una sonrisa para romper ese frío hielo que siempre se generaba al comienzo de las conversaciones-Soy Helena, Helena Rhodes.
Helena Rhodes
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Re: Corazones impuros [Privado] [Cerrado]
Era un día como otro cualquiera, pero en un lugar distinto. El galeno Go´el y su siempre vigilante compañero Gali acababan de instalarse en ciudad Lagarto, su querida prima Oromë se había encargado de surtirle de toda clase de materiales o en caso de no tener materiales de una lista sobre donde encontrarlos.
Tener una familiar como una de las regentes del lugar tenia muchas cosas buenas, otra de ellas era poder montar su taller en la mejor calle del lugar. Cosa que, teniendo en cuenta la clase de ciudad que era, resultaba todo un milagro... si es que existieran los dioses, claro.
Como era habitual el monje estaba sentado delante del mostrador en posición de flor de loto, y como era también habitual salían crujidos y gritos lastimeros de la parte trasera del taller. No era Go´el el que gritaba, aunque a decir verdad el galeno estaba sonriendo de satisfacción. No, los gritos provenían de su "paciente" un ladrón que estaba haciendo más daño del habitual y que Ororo (como le decía Go´el de vez en cuando a su prima) le había donado gustosamente. Los gritos cesaron luego de otro chasquido de huesos.
-No, no. No puedes quedarte inconsciente. -Decía el medico farmacéutico con un tono de lujuria en su voz. -Te necesito despierto para saber cuando tus nervios dejan de funcionar. -Go´el busco una jeringuilla y le inyecto adrenalina al pobre diablo. -Así mucho mejor. ¿Por donde íbamos?
En el tiempo que el paciente había estado inconsciente el rubiales aprovecho a escribir algunas notas y tiempos en su cuaderno de investigación.
El ladrón estaba maniatado de pies y mano en una mesa de metal con la forma genérica de un humano, el donante estaba boca a bajo, con la columna vertebral a la vista. El suelo y la mesa brillaban con el color rojo de la sangre, en un recipiente habían tiras de piel y sobre una mesa auxiliar un pequeño martillo y un cincel, que ahora se dirija hacia una vertebra lumbar todavía intacta.
-Zona lumbar, vertebra 3. El sujeto ya no siente las piernas pero todavía es capaz de mover el torso. -Golpeó la vertebra y el grito de dolor no se hizo esperar. el proceso fue repitiéndose en cada hueso. -Zona cervical, vertebra 7 -El martillo volvió a romper. -Se observa una disminución de movimiento a medida que se avanza, la parálisis del cuerpo es total, pero el sujeto todavía respira y vive.
La campanilla de la puerta de entrada tintineo, pero el macabro científico no mostró indicios de interés. El desconocido no intercambio palabra alguna con el dragón de la tienda, solo entrego una carta y se fue. Gali la leyó por encima y después entro en la trastienda.
-Go´el han traído....
-Hashim, ¿No ves que estoy ocupado?
El rubio interrumpió al moreno, pero este siguió insistiendo.
-Quieren que extirpes un corazón... vivo.
Aquello si que le llamo la atención al galeno, el cual levanto la cabeza y miro fijamente al dragón de tierra.
-¿Donde y cuando?
-En tres lunas. En Midgar. Tenemos que reunirnos con una mujer y hombre.
-Bien, bien. Fin del experimento. -El dragón humanoide cogió con fuerza martillo y cincel y con un golpe seco atravesó el cráneo del ladrón. -Recoge las cosas quiero estar volando en menos de 30 minutos. Y acuérdate de coger ropa de repuesto.
Tal y como habia pedido en menos de media hora el rubio montaba sobre la forma dragón de Gali en dirección a Midgar.
Los dos dragones caminaban por el paraje desolado, la luna iluminaba la tierra quemada. A lo lejos se veía el árbol en el que habían sido citados y a sus pies el hombre y la mujer de la carta. Cuando llegaron junto a ellos, Gali se quedo a la izquierda, un paso por detrás del galeno. Go´el por otro lado saco una libreta llena de manchas de sangre y un carboncillo. Rápidamente y antes de presentarse, esbozo un dibujo de cada sujeto, apunto unos números y letras y luego hablo.
-Soy Go´el, el medico. ¿Los dos sois humanos? -Pregunto aun con la libreta abierta. -¿Donde esta el sujeto?
Tener una familiar como una de las regentes del lugar tenia muchas cosas buenas, otra de ellas era poder montar su taller en la mejor calle del lugar. Cosa que, teniendo en cuenta la clase de ciudad que era, resultaba todo un milagro... si es que existieran los dioses, claro.
Como era habitual el monje estaba sentado delante del mostrador en posición de flor de loto, y como era también habitual salían crujidos y gritos lastimeros de la parte trasera del taller. No era Go´el el que gritaba, aunque a decir verdad el galeno estaba sonriendo de satisfacción. No, los gritos provenían de su "paciente" un ladrón que estaba haciendo más daño del habitual y que Ororo (como le decía Go´el de vez en cuando a su prima) le había donado gustosamente. Los gritos cesaron luego de otro chasquido de huesos.
-No, no. No puedes quedarte inconsciente. -Decía el medico farmacéutico con un tono de lujuria en su voz. -Te necesito despierto para saber cuando tus nervios dejan de funcionar. -Go´el busco una jeringuilla y le inyecto adrenalina al pobre diablo. -Así mucho mejor. ¿Por donde íbamos?
En el tiempo que el paciente había estado inconsciente el rubiales aprovecho a escribir algunas notas y tiempos en su cuaderno de investigación.
El ladrón estaba maniatado de pies y mano en una mesa de metal con la forma genérica de un humano, el donante estaba boca a bajo, con la columna vertebral a la vista. El suelo y la mesa brillaban con el color rojo de la sangre, en un recipiente habían tiras de piel y sobre una mesa auxiliar un pequeño martillo y un cincel, que ahora se dirija hacia una vertebra lumbar todavía intacta.
-Zona lumbar, vertebra 3. El sujeto ya no siente las piernas pero todavía es capaz de mover el torso. -Golpeó la vertebra y el grito de dolor no se hizo esperar. el proceso fue repitiéndose en cada hueso. -Zona cervical, vertebra 7 -El martillo volvió a romper. -Se observa una disminución de movimiento a medida que se avanza, la parálisis del cuerpo es total, pero el sujeto todavía respira y vive.
La campanilla de la puerta de entrada tintineo, pero el macabro científico no mostró indicios de interés. El desconocido no intercambio palabra alguna con el dragón de la tienda, solo entrego una carta y se fue. Gali la leyó por encima y después entro en la trastienda.
-Go´el han traído....
-Hashim, ¿No ves que estoy ocupado?
El rubio interrumpió al moreno, pero este siguió insistiendo.
-Quieren que extirpes un corazón... vivo.
Aquello si que le llamo la atención al galeno, el cual levanto la cabeza y miro fijamente al dragón de tierra.
-¿Donde y cuando?
-En tres lunas. En Midgar. Tenemos que reunirnos con una mujer y hombre.
-Bien, bien. Fin del experimento. -El dragón humanoide cogió con fuerza martillo y cincel y con un golpe seco atravesó el cráneo del ladrón. -Recoge las cosas quiero estar volando en menos de 30 minutos. Y acuérdate de coger ropa de repuesto.
Tal y como habia pedido en menos de media hora el rubio montaba sobre la forma dragón de Gali en dirección a Midgar.
En algún lugar de un bosque quemado, pero vivo.
Los dos dragones caminaban por el paraje desolado, la luna iluminaba la tierra quemada. A lo lejos se veía el árbol en el que habían sido citados y a sus pies el hombre y la mujer de la carta. Cuando llegaron junto a ellos, Gali se quedo a la izquierda, un paso por detrás del galeno. Go´el por otro lado saco una libreta llena de manchas de sangre y un carboncillo. Rápidamente y antes de presentarse, esbozo un dibujo de cada sujeto, apunto unos números y letras y luego hablo.
-Soy Go´el, el medico. ¿Los dos sois humanos? -Pregunto aun con la libreta abierta. -¿Donde esta el sujeto?
Go'el
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Re: Corazones impuros [Privado] [Cerrado]
La primera en llegar fue una mujer. Por supuesto, Taliesin no la conocía ni reconocía, y no obtuvo ninguna pista de su apariencia o su nombre. Que sonriera, por una vez, no ayudó, porque él no sabía qué significaba esa sonrisa.
- Me llamo Kirill Skatha - respondió, y dicha la primera mentira fue más fácil seguir -. Sí, estamos por lo mismo. Esperamos a una tercera persona y podremos proceder.
No tardó mucho en hacer acto de presencia otro hombre. Por un momento Taliesin dudó: era alto y rubio, ¿podía ser el verdadero Kirill? Pero no, el resto de la descripción no se correspondía, y en efecto al presentarse desmintió la posiblidad. Taliesin repitió nuevamente ser Kirill Skatha, y esta vez le pareció más natural el decirlo. Al escuchar a Go'el, no pudo evitar mirar hacia Helena, como si se tratara de una aliada que fuera a aclararle cosas. ¿Un médico? ¿Para qué necesitaban un médico?
¿Y aquella pregunta sobre su raza? ¿Cómo responder a eso cuando ni siquiera sabía con seguridad la raza de Kirill Skatha? Siempre había pensado en él como en un joven humano, pero hasta entonces no había caído en que esto era una suposición y no una certeza.
- Ninguno de nosotros tiene todos los detalles - habló Taliesin: ser proactivo en la conversación ayudaría a que nadie sospechara de él, a hacerlo pasar como un miembro más del grupo -. Yo estoy aquí para supervisar que todo vaya bien, y comunicar los resultados y detalles de lo acontecido. Cada uno de vosotros tiene su propia finalidad, sois especialistas, y sabéis más que yo en cuanto al objetivo.
Él, después de todo, no sabía nada. Esperaba que fuera un trabajo de una noche o tendría que revelar que era un vampiro. Tenía la sensación de que aquello no sería un problema para sus dos acompañantes, pero temía que si las cosas se alargaban, una cosa llevara a otra y acabaran descubriendo que no era quien decía. Miró a Go'el.
- Os ayudaré en todo lo que pueda. Si tu eres médico y necesitas un sujeto, eso significa que tenemos que encontrarlo, ¿cierto? - Desplazó su mirada hacia la mujer, Helena -. A lo que deduzco que la información sobre el sujeto en cuestión y dónde encontrarlo es algo que puedes aportar tú.
- Me llamo Kirill Skatha - respondió, y dicha la primera mentira fue más fácil seguir -. Sí, estamos por lo mismo. Esperamos a una tercera persona y podremos proceder.
No tardó mucho en hacer acto de presencia otro hombre. Por un momento Taliesin dudó: era alto y rubio, ¿podía ser el verdadero Kirill? Pero no, el resto de la descripción no se correspondía, y en efecto al presentarse desmintió la posiblidad. Taliesin repitió nuevamente ser Kirill Skatha, y esta vez le pareció más natural el decirlo. Al escuchar a Go'el, no pudo evitar mirar hacia Helena, como si se tratara de una aliada que fuera a aclararle cosas. ¿Un médico? ¿Para qué necesitaban un médico?
¿Y aquella pregunta sobre su raza? ¿Cómo responder a eso cuando ni siquiera sabía con seguridad la raza de Kirill Skatha? Siempre había pensado en él como en un joven humano, pero hasta entonces no había caído en que esto era una suposición y no una certeza.
- Ninguno de nosotros tiene todos los detalles - habló Taliesin: ser proactivo en la conversación ayudaría a que nadie sospechara de él, a hacerlo pasar como un miembro más del grupo -. Yo estoy aquí para supervisar que todo vaya bien, y comunicar los resultados y detalles de lo acontecido. Cada uno de vosotros tiene su propia finalidad, sois especialistas, y sabéis más que yo en cuanto al objetivo.
Él, después de todo, no sabía nada. Esperaba que fuera un trabajo de una noche o tendría que revelar que era un vampiro. Tenía la sensación de que aquello no sería un problema para sus dos acompañantes, pero temía que si las cosas se alargaban, una cosa llevara a otra y acabaran descubriendo que no era quien decía. Miró a Go'el.
- Os ayudaré en todo lo que pueda. Si tu eres médico y necesitas un sujeto, eso significa que tenemos que encontrarlo, ¿cierto? - Desplazó su mirada hacia la mujer, Helena -. A lo que deduzco que la información sobre el sujeto en cuestión y dónde encontrarlo es algo que puedes aportar tú.
Taliesin Skatha
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Re: Corazones impuros [Privado] [Cerrado]
-Claro, como quieras-Dijo con resignación y encogiéndose de hombros. La bruja se sentó en una roca que había al lado del árbol, esperando con impaciencia, cruzando sus rodillas y llevándose una mano hacia la boca, mientras miraba al misterioso "compañero" de reojo.
¡Qué aburrido! Ni siquiera le ofrecía conversación hasta que, finalmente y gracias al cielo, el tercer hombre apareció. No estaba solo, puesto que llevaba consigo un acompañante. ¡Y qué acompañante! No tuvo tiempo de analizar al rubiales cuando sus ojos se fueron derechos al acompañante: un hombre con la musculatura de todo su cuerpo desarrollada, barba prominente y moreno tanto de piel como de pelo. Los ojos de la bruja hacían chiribitas, hasta que el rubio interrumpió presentándose tras anotar algo en una libreta.
Ante la pregunta del nuevo (porque vino el último), la bruja esbozó media sonrisa picarona y lo miró a los ojos. A pesar de su altura (Más bajo que su apuesto acompañante) y complexión, tenía el rostro de un niño, esto a Helena le pareció adorable.
La bruja, aún sentada, alzó la palma de su mano derecha y conjuró una pequeña bola de agua. Acto seguido, las venas de dicha mano y antebrazo empezaron a notarse cada ves más, al mismo tiempo que la piel de esa zona se volvía más pálida y azulada. Como resultado, la esfera de agua con bultos flotante acabó por congelarse y convertirse en una pelota perfectamente esférica de hielo. Acto seguido, le tiró a modo de pase la bola esperando a que "el médico" la cogiese al vuelo.
-¿Responde eso a tu pregunta?-Dijo dejando claro que no era una humana mientras se ponía en pie y se sacudía con suavidad el trasero. Poco a poco, el brazo de Helena iba tornando a su color natural y las venas iban desapareciendo.
El otro hombre, el del principio, empezó a relatar más o menos la situación. No todos tenían los detalles de la misión, sino que entre todos debían de juntar las partes que sabían para así saber con exactitud qué hacer y cómo proceder. Una buena táctica para que nadie se vaya de la lengua más de lo debido.
-Entonces, ¿Eres algo así como "El Jefe"?-Sonrió con ironía. No le gustaba tener a nadie que le mandase, pero tendría que lidiar con ello para cobrar
Era listo, bastante deductivo. Eso le generó cierta impresión a la bruja, que asintió ante la deducción del tipo
-Exactamente-Cruzó los brazos agarrándose los codos con ambas manos-A quien buscamos es a un vampiro de mediana edad, de cabello mediano y oscuro.-Hizo una breve pausa para acordarse de todas las indicaciones que aquel encapuchado le dio-Está atrincherado en una cabaña abandonada, no lejos y al norte de la posada "Cicatrices y Pus"-Intercambiaba las miradas con cada uno de los sujetos que allí se encontraban-Esta cabaña está en un antiguo... cementerio, sí, eso es. Un cementerio.-Asintió reafirmando sus palabras-Está acompañado, lo que no sé es de cuánta gente-Se encogió de hombros restando importancia
Al terminar su explicación y relato de los detalles que ella sabía, esperó y calló para ver qué respondían los demás. Tras eso, intervino de nuevo.
-Mis "especialidades" se basan en tener que acabar con la vida de la gente, sin escrúpulos, siempre que haya un precio razonable. No soy una mercenaria, simplemente alguien que se gana la vida con lo primero que le den. Si a mitad del trabajo detesto la situación, simplemente me iré.-Aclaró endureciendo su mirada hacia el médico y el supervisor; Go'el y Kirill respectivamente.-Por cierto-Se dirigió a los que habían llegado últimos-Mi nombre es Helena-Dijo de una forma coqueta, especialmente dirigida hacia el acompañante de Go'el.
Ultimados todos los detalles, tan solo faltaba por poner rumbo hacia las indicaciones que tenían.
¡Qué aburrido! Ni siquiera le ofrecía conversación hasta que, finalmente y gracias al cielo, el tercer hombre apareció. No estaba solo, puesto que llevaba consigo un acompañante. ¡Y qué acompañante! No tuvo tiempo de analizar al rubiales cuando sus ojos se fueron derechos al acompañante: un hombre con la musculatura de todo su cuerpo desarrollada, barba prominente y moreno tanto de piel como de pelo. Los ojos de la bruja hacían chiribitas, hasta que el rubio interrumpió presentándose tras anotar algo en una libreta.
Ante la pregunta del nuevo (porque vino el último), la bruja esbozó media sonrisa picarona y lo miró a los ojos. A pesar de su altura (Más bajo que su apuesto acompañante) y complexión, tenía el rostro de un niño, esto a Helena le pareció adorable.
La bruja, aún sentada, alzó la palma de su mano derecha y conjuró una pequeña bola de agua. Acto seguido, las venas de dicha mano y antebrazo empezaron a notarse cada ves más, al mismo tiempo que la piel de esa zona se volvía más pálida y azulada. Como resultado, la esfera de agua con bultos flotante acabó por congelarse y convertirse en una pelota perfectamente esférica de hielo. Acto seguido, le tiró a modo de pase la bola esperando a que "el médico" la cogiese al vuelo.
-¿Responde eso a tu pregunta?-Dijo dejando claro que no era una humana mientras se ponía en pie y se sacudía con suavidad el trasero. Poco a poco, el brazo de Helena iba tornando a su color natural y las venas iban desapareciendo.
El otro hombre, el del principio, empezó a relatar más o menos la situación. No todos tenían los detalles de la misión, sino que entre todos debían de juntar las partes que sabían para así saber con exactitud qué hacer y cómo proceder. Una buena táctica para que nadie se vaya de la lengua más de lo debido.
-Entonces, ¿Eres algo así como "El Jefe"?-Sonrió con ironía. No le gustaba tener a nadie que le mandase, pero tendría que lidiar con ello para cobrar
Era listo, bastante deductivo. Eso le generó cierta impresión a la bruja, que asintió ante la deducción del tipo
-Exactamente-Cruzó los brazos agarrándose los codos con ambas manos-A quien buscamos es a un vampiro de mediana edad, de cabello mediano y oscuro.-Hizo una breve pausa para acordarse de todas las indicaciones que aquel encapuchado le dio-Está atrincherado en una cabaña abandonada, no lejos y al norte de la posada "Cicatrices y Pus"-Intercambiaba las miradas con cada uno de los sujetos que allí se encontraban-Esta cabaña está en un antiguo... cementerio, sí, eso es. Un cementerio.-Asintió reafirmando sus palabras-Está acompañado, lo que no sé es de cuánta gente-Se encogió de hombros restando importancia
Al terminar su explicación y relato de los detalles que ella sabía, esperó y calló para ver qué respondían los demás. Tras eso, intervino de nuevo.
-Mis "especialidades" se basan en tener que acabar con la vida de la gente, sin escrúpulos, siempre que haya un precio razonable. No soy una mercenaria, simplemente alguien que se gana la vida con lo primero que le den. Si a mitad del trabajo detesto la situación, simplemente me iré.-Aclaró endureciendo su mirada hacia el médico y el supervisor; Go'el y Kirill respectivamente.-Por cierto-Se dirigió a los que habían llegado últimos-Mi nombre es Helena-Dijo de una forma coqueta, especialmente dirigida hacia el acompañante de Go'el.
Ultimados todos los detalles, tan solo faltaba por poner rumbo hacia las indicaciones que tenían.
Helena Rhodes
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Re: Corazones impuros [Privado] [Cerrado]
Al no recibir respuesta de Skatha Go´el marco un interrogante en la casilla de raza. El investigador tenia mas de la mitad de la libreta con tablas preparadas para catalogar sujetos de prueba, que, naturalmente, había preparado con anterioridad.
Con la mujer fue distinto. El medico la miraba fijamente, atento de cada cambio en la mano de la rubia. Sin mirar la libreta anoto la palabra bruja.
-Interesante. -Murmuraba al ver como su mano sufría los cambios por culpa de la solidificación del agua. -Muy interesante.
La esfera fue directa a la cara de Go´el y este, con unos reflejos que no aparentaba tener, atrapo la bola con una mano. El galeno la observo con detenimiento para luego guardarla en una bolsa de piel, cuando tuviera tiempo la estudiaría.
Apuntó con pequeños símbolos el tipo de magia y la especialización. El dragón había creado su propia escritura para agilizar la toma de datos y así poder apuntar rápidamente todo lo que veía. El rubio se acerco con descaro a Helena y se agacho para mirar de cerca como la mano volvía a la normalidad.
Mientras que uno hacia eso, al otro dragón no le paso desapercibida la reacción de la rubia, que, con motivo de diversión, le guiño el ojo y movió ritmicamente su pectoral derecho, a renglón seguido se cruzo de brazos por debajo del pecho, provocando de esta manera que el musculo subirá y ganara volumen.
-Así que un vampiro, esos seres son escurridizos. Sera el primero que investigue. -Un brillo peligroso apareció en los ojos de Go´el al tiempo que sonreía con malicia y se ponía de pie. -Supongo, a raíz de vuestras cartas, que mi parte es la prueba de la muerte. Puesto que tengo que extirpar el corazón de la victima mientras aun esta vivo. Si es que se lo puede considerar como un ser vivo. Según tengo entendido están muertos. -El rubito hablaba sin mirar a ninguno de su acompañantes, estaba mas interesado en buscar la dirección de la taberna. -¿A que estamos esperando? Vallamos a Cicatrices y pus.
La única razón por la que el galeno no se puso en movimiento, era porque su sentido de la orientación era funesto y no tenia ni la más remota idea de donde estaba la posada. Esta era una de las razones por las cuales Gali siempre conducía. El cual si sabia el lugar indicado, pero estaba entretenido viendo las reacciones de la asesina y mentiría si dijera que no le divertía la situación.
Con la mujer fue distinto. El medico la miraba fijamente, atento de cada cambio en la mano de la rubia. Sin mirar la libreta anoto la palabra bruja.
-Interesante. -Murmuraba al ver como su mano sufría los cambios por culpa de la solidificación del agua. -Muy interesante.
La esfera fue directa a la cara de Go´el y este, con unos reflejos que no aparentaba tener, atrapo la bola con una mano. El galeno la observo con detenimiento para luego guardarla en una bolsa de piel, cuando tuviera tiempo la estudiaría.
Apuntó con pequeños símbolos el tipo de magia y la especialización. El dragón había creado su propia escritura para agilizar la toma de datos y así poder apuntar rápidamente todo lo que veía. El rubio se acerco con descaro a Helena y se agacho para mirar de cerca como la mano volvía a la normalidad.
Mientras que uno hacia eso, al otro dragón no le paso desapercibida la reacción de la rubia, que, con motivo de diversión, le guiño el ojo y movió ritmicamente su pectoral derecho, a renglón seguido se cruzo de brazos por debajo del pecho, provocando de esta manera que el musculo subirá y ganara volumen.
-Así que un vampiro, esos seres son escurridizos. Sera el primero que investigue. -Un brillo peligroso apareció en los ojos de Go´el al tiempo que sonreía con malicia y se ponía de pie. -Supongo, a raíz de vuestras cartas, que mi parte es la prueba de la muerte. Puesto que tengo que extirpar el corazón de la victima mientras aun esta vivo. Si es que se lo puede considerar como un ser vivo. Según tengo entendido están muertos. -El rubito hablaba sin mirar a ninguno de su acompañantes, estaba mas interesado en buscar la dirección de la taberna. -¿A que estamos esperando? Vallamos a Cicatrices y pus.
La única razón por la que el galeno no se puso en movimiento, era porque su sentido de la orientación era funesto y no tenia ni la más remota idea de donde estaba la posada. Esta era una de las razones por las cuales Gali siempre conducía. El cual si sabia el lugar indicado, pero estaba entretenido viendo las reacciones de la asesina y mentiría si dijera que no le divertía la situación.
Go'el
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Re: Corazones impuros [Privado] [Cerrado]
¿El jefe? No, no creía ni quería ser eso. Sacudió la cabeza como negativa.
- Soy el testigo y el ayudante. No soy ni mucho menos el jefe. El jefe es - dudo si decir "el" o "la", dado que no lo sabía - quien nos contrató - ¿"Nos" contrató? Debería haber dicho "os", pero ya era tarde, y no podía obsesionarse en todos los detalles.
No hizo mucho caso a toda la demostración de magia, y esperó con paciencia a que entraran en detalles sobre el objetivo. Escaneó los alrededores, siendo capaz con su visión vampírica de ver más allá que otras razas; temía que alguien más los sorprendiera, como algún miembro más de aquella misión del que él no era consciente, o alguien que supiera que Taliesin, y no Kirill, había recibido la información en el fumadero.
Cuando Helena comenzó a explicar a quién iban a buscar, Taliesin clavó los ojos en ella y mantuvo toda su atención. ¿Sería habitual que los asesinos pusieran tantas condiciones? Abandonar un trabajo a mitad no parecía bueno para el negocio, pero como realmente Taliesin no tenía especial interés en matar a aquel vampiro no insistió.
- ¡¿Extirpar al corazón vivo?! - reaccionó al escuchar al médico, perdiendo por un momento la calma que pretendía; aquello iba más allá de lo que había esperado. Al darse cuenta de su error, frunció el ceño y sacudió la cabeza, como justificándose -. Esto está fuera de lo habitual. Sea - y con un gesto de la mano barrió su anterior sorpresa como si nunca hubiera ocurrido -. Los vampiros no están muertos, su corazón late como el de cualquier otra raza. Pero tendrás ocasión de verlo por ti mismo.
Comenzó a andar en dirección a la taberna. Encabezaba la marcha y aquello le permitió, durante unos instantes, abandonar la máscara que llevaba y dejar que lo invadiera el desconcierto que sentía. ¿Dónde se estaba metiendo y qué pretendía conseguir? ¿Realmente iba a participar en algo como aquello? Helena parecía peligrosa, y la fría meticulosidad de Go'el iba más allá de lo inquietante. ¡Y extirpar un corazón! Era macabro.
Rodearon la posada sin llegar a entrar, a cierta distancia para no ser vistos desde el interior, y siguieron avanzando hacia el norte como había indicado Helena. Era una noche despejada, y era fácil orientarse con las estrellas dado que el bosque parcialmente quemado había dejado muchos claros. No tardaron más de veinte minutos en llegar a una zona claramente diferenciada: una extensión deforestada junto a una colina, el cementerio del que había hablado la bruja. Estaba delimitado por un muro bajo de piedra seca, que por tramos había caído y creado orificios de paso, y al otro lado se distinguía una aglomeración caótica de lápidas de piedra y parches de tierra carentes de indicación.
Taliesin se detuvo y se mantuvieron al linde del bosque, parcialmente escondidos de ojos extraños por la maleza y los árboles muertos.
- Esa debe ser la cabaña - señaló lo que parecía una estructura en lo alto de la colina. El brillo de la luna en aquella noche clara era suficiente como para distinguir el edificio en la distancia. Más aún para Taliesin, siendo vampiro; y de la misma manera cualquier vampiro podría verlos a ellos mientras atravesaban el cementerio.
- Soy el testigo y el ayudante. No soy ni mucho menos el jefe. El jefe es - dudo si decir "el" o "la", dado que no lo sabía - quien nos contrató - ¿"Nos" contrató? Debería haber dicho "os", pero ya era tarde, y no podía obsesionarse en todos los detalles.
No hizo mucho caso a toda la demostración de magia, y esperó con paciencia a que entraran en detalles sobre el objetivo. Escaneó los alrededores, siendo capaz con su visión vampírica de ver más allá que otras razas; temía que alguien más los sorprendiera, como algún miembro más de aquella misión del que él no era consciente, o alguien que supiera que Taliesin, y no Kirill, había recibido la información en el fumadero.
Cuando Helena comenzó a explicar a quién iban a buscar, Taliesin clavó los ojos en ella y mantuvo toda su atención. ¿Sería habitual que los asesinos pusieran tantas condiciones? Abandonar un trabajo a mitad no parecía bueno para el negocio, pero como realmente Taliesin no tenía especial interés en matar a aquel vampiro no insistió.
- ¡¿Extirpar al corazón vivo?! - reaccionó al escuchar al médico, perdiendo por un momento la calma que pretendía; aquello iba más allá de lo que había esperado. Al darse cuenta de su error, frunció el ceño y sacudió la cabeza, como justificándose -. Esto está fuera de lo habitual. Sea - y con un gesto de la mano barrió su anterior sorpresa como si nunca hubiera ocurrido -. Los vampiros no están muertos, su corazón late como el de cualquier otra raza. Pero tendrás ocasión de verlo por ti mismo.
Comenzó a andar en dirección a la taberna. Encabezaba la marcha y aquello le permitió, durante unos instantes, abandonar la máscara que llevaba y dejar que lo invadiera el desconcierto que sentía. ¿Dónde se estaba metiendo y qué pretendía conseguir? ¿Realmente iba a participar en algo como aquello? Helena parecía peligrosa, y la fría meticulosidad de Go'el iba más allá de lo inquietante. ¡Y extirpar un corazón! Era macabro.
Rodearon la posada sin llegar a entrar, a cierta distancia para no ser vistos desde el interior, y siguieron avanzando hacia el norte como había indicado Helena. Era una noche despejada, y era fácil orientarse con las estrellas dado que el bosque parcialmente quemado había dejado muchos claros. No tardaron más de veinte minutos en llegar a una zona claramente diferenciada: una extensión deforestada junto a una colina, el cementerio del que había hablado la bruja. Estaba delimitado por un muro bajo de piedra seca, que por tramos había caído y creado orificios de paso, y al otro lado se distinguía una aglomeración caótica de lápidas de piedra y parches de tierra carentes de indicación.
Taliesin se detuvo y se mantuvieron al linde del bosque, parcialmente escondidos de ojos extraños por la maleza y los árboles muertos.
- Esa debe ser la cabaña - señaló lo que parecía una estructura en lo alto de la colina. El brillo de la luna en aquella noche clara era suficiente como para distinguir el edificio en la distancia. Más aún para Taliesin, siendo vampiro; y de la misma manera cualquier vampiro podría verlos a ellos mientras atravesaban el cementerio.
Taliesin Skatha
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Re: Corazones impuros [Privado] [Cerrado]
Skatha encabezó la expedición. Helena le seguía, mientras miraba con cierto recelo al hombre. No había contestado sobre su raza... ¿Sería un brujo? No, estos seres son orgullosos y soberbios, nada más preguntar, habría hecho algún tipo de truco que demostrase su naturaleza... Tal y cómo ella lo había hecho. Vaya, parece que las características son inherentes y heredadas en cada raza. Ese pensamiento le hizo esbozar una sonrisa, estaba pensando como uno de los suyos, hacía tiempo que eso no ocurría.
Go'el, sin embargo, no había hecho ademán de esconder sus intenciones. El objetivo de aquel extraño tipejo era el de extirpar el corazón del objetivo. Había aclarado que lo quería vivo, pero... ¿Cómo es posible arrancarle el corazón a alguien que está vivo? Esos pensamientos asqueaban a la bruja, era una asesina, pero tenía cierto pudor con todo aquello que tuviese relación con entrañas. La sangre no le importaba lo más mínimo, pero ver un órgano era otro cantar, cosa seria sin duda. Bajo aquella máscara aparente de niño inocente y bueno, Go'el escondía a un ser sádico y bastante serio, bastante introvertido y metido en sus asuntos. Quién sabe la de pensamientos que pasarían por aquella cabeza...
El acompañante del rubiales era el más misterioso para Helena. Su silencio y acción se reírse a la par que movía los pectorales de su pecho no hizo otra cosa que dejar más desencajada a la rubia, ¿De qué iba ese tipo? ¿De veras creía que la había impresionado? Bueno, quizás un poco, pero la Rhodes no es de las que se dejan impresionar fácilmente. Nunca ha caído en la red de nadie, es más, todos aquellos hombres con los que tuvo algo más que un roce fueron los que cayeron en su red, como moscas que caen presa de la tela de araña de una viuda negra...
Finalmente, llegaron a la cabaña. Se supone, según las indicaciones que recibió la bruja, que el objetivo se escondía allí. Quizás estuviese acompañado, quizás no... Ni siquiera sabía de quién se trataba, solo tenía una descripción y una localización, ¿Qué había hecho ese hombre como para aislarse de esa forma en un bosque maldito y encima merecer la muerte? Daba igual, mientras que Helena cobrase por el trabajo, lo demás eran cuestiones éticas que no venían al caso y no importaban a nadie.
Se mantuvieron parcialmente ocultos en los límites del cementerio, el cual mostraba un aspecto aterador; de noche, abandonado, con la vegetación calcinada y árboles muertos. Las lápidas presentaban un aspecto también terrible; estaban desgastadas. Pobres aquellas almas que allí descansaran, olvidadas para toda la eternidad, ya que ni su propio lugar de descanso eterno los recordaba.
-Jefe-Se dirigió a Skatha-No tendrás miedo, ¿Verdad?-Dijo bromista y con una sonrisa juguetona
La cabaña se encontraba en lo alto de una colina. Sería el posible hogar de un antiguo enterrador. La luna brillaba más que nunca, la visión de todo el lugar era claro.
-Bien, aquí es donde entro yo-Se adelantó unos pasos, contoneando sus caderas y analizando el terreno desde su posición-Hoy la luna ha salido para jodernos-Hizo una mueca y se giró hacia sus compañeros-Yo que vosotros no me quedaría aquí como unos pasmarotes, buscad un sitio mejor mientras yo me encargo de limpiar el terreno de posibles enemigos o trampas-Se encogió de hombros-Quién sabe, puede que el tipo esté solo y haya colocado trampas, acompañado o simplemente sea un viejo demente encerrado en una cabaña
Se preparó para irse, pero antes, desvió su atención hacia el médico
-...Y Gosito...-Llamó de forma "cariñosa" al rubiales-¿Tengo que dejar al objetivo vivo o muerto?-Esperó a la respuesta del galeno-...Y espero que cuando vayas a "hacer el trabajo" no lo hagas delante mía o te llevarás un puñetazo en la cara-Advirtió la bruja mostrando cierta seriedad. No quería ver ese horror.
Tras todo aclarado, la bruja emprendió su camino y escaló el muro quebrajado que daba paso al cementerio. Acto seguido saltó hacia un árbol colindante y entre sus ramas trató de ocultarse. Sus ropas eran oscuras, una suerte teniendo en cuenta que el follaje del lugar era inexistente. Desde allí, empezó a examinar el lugar en busca de posibles peligros.
Go'el, sin embargo, no había hecho ademán de esconder sus intenciones. El objetivo de aquel extraño tipejo era el de extirpar el corazón del objetivo. Había aclarado que lo quería vivo, pero... ¿Cómo es posible arrancarle el corazón a alguien que está vivo? Esos pensamientos asqueaban a la bruja, era una asesina, pero tenía cierto pudor con todo aquello que tuviese relación con entrañas. La sangre no le importaba lo más mínimo, pero ver un órgano era otro cantar, cosa seria sin duda. Bajo aquella máscara aparente de niño inocente y bueno, Go'el escondía a un ser sádico y bastante serio, bastante introvertido y metido en sus asuntos. Quién sabe la de pensamientos que pasarían por aquella cabeza...
El acompañante del rubiales era el más misterioso para Helena. Su silencio y acción se reírse a la par que movía los pectorales de su pecho no hizo otra cosa que dejar más desencajada a la rubia, ¿De qué iba ese tipo? ¿De veras creía que la había impresionado? Bueno, quizás un poco, pero la Rhodes no es de las que se dejan impresionar fácilmente. Nunca ha caído en la red de nadie, es más, todos aquellos hombres con los que tuvo algo más que un roce fueron los que cayeron en su red, como moscas que caen presa de la tela de araña de una viuda negra...
Finalmente, llegaron a la cabaña. Se supone, según las indicaciones que recibió la bruja, que el objetivo se escondía allí. Quizás estuviese acompañado, quizás no... Ni siquiera sabía de quién se trataba, solo tenía una descripción y una localización, ¿Qué había hecho ese hombre como para aislarse de esa forma en un bosque maldito y encima merecer la muerte? Daba igual, mientras que Helena cobrase por el trabajo, lo demás eran cuestiones éticas que no venían al caso y no importaban a nadie.
Se mantuvieron parcialmente ocultos en los límites del cementerio, el cual mostraba un aspecto aterador; de noche, abandonado, con la vegetación calcinada y árboles muertos. Las lápidas presentaban un aspecto también terrible; estaban desgastadas. Pobres aquellas almas que allí descansaran, olvidadas para toda la eternidad, ya que ni su propio lugar de descanso eterno los recordaba.
-Jefe-Se dirigió a Skatha-No tendrás miedo, ¿Verdad?-Dijo bromista y con una sonrisa juguetona
La cabaña se encontraba en lo alto de una colina. Sería el posible hogar de un antiguo enterrador. La luna brillaba más que nunca, la visión de todo el lugar era claro.
-Bien, aquí es donde entro yo-Se adelantó unos pasos, contoneando sus caderas y analizando el terreno desde su posición-Hoy la luna ha salido para jodernos-Hizo una mueca y se giró hacia sus compañeros-Yo que vosotros no me quedaría aquí como unos pasmarotes, buscad un sitio mejor mientras yo me encargo de limpiar el terreno de posibles enemigos o trampas-Se encogió de hombros-Quién sabe, puede que el tipo esté solo y haya colocado trampas, acompañado o simplemente sea un viejo demente encerrado en una cabaña
Se preparó para irse, pero antes, desvió su atención hacia el médico
-...Y Gosito...-Llamó de forma "cariñosa" al rubiales-¿Tengo que dejar al objetivo vivo o muerto?-Esperó a la respuesta del galeno-...Y espero que cuando vayas a "hacer el trabajo" no lo hagas delante mía o te llevarás un puñetazo en la cara-Advirtió la bruja mostrando cierta seriedad. No quería ver ese horror.
Tras todo aclarado, la bruja emprendió su camino y escaló el muro quebrajado que daba paso al cementerio. Acto seguido saltó hacia un árbol colindante y entre sus ramas trató de ocultarse. Sus ropas eran oscuras, una suerte teniendo en cuenta que el follaje del lugar era inexistente. Desde allí, empezó a examinar el lugar en busca de posibles peligros.
Última edición por Helena Rhodes el Jue 17 Ene 2019 - 12:05, editado 1 vez
Helena Rhodes
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Re: Corazones impuros [Privado] [Cerrado]
En el transcurso de tiempo que duro la caminata hasta el cementerio no paso nada relevante, ni para el grupo ni para los particulares intereses de Go´el. Gali viajaba silencioso a su lado, estaba pendiente de su alrededor, pero en su cara se veía una tranquilidad que no pegaba con la actual misión.
-El miedo es un sentimiento provocado a partir de una reacción ante lo desconocido. Aquí solo hay muertos y un vampiro. Lo desconocido no existe, con lo que el miedo es inexistente.
El galeno hablo despacio y con la voz baja, la quietud que se respiraba en el campo santo hacia que hasta el movimiento de la hojas por el suelo se oyera a muchos metros de distancia. Imitando al líder de la misión el rubio se agazapo junto a un seto.
En primera instancia el nombre por el que Helena llamo al doctor le resulto ajeno y el susodicho siguió mirando al cementerio.
-Go´el, Helena te esta llamando a ti.
-Mmm? -Pregunto distraído. -¿Gosito soy yo? -Se quedo pensando un segundo. -Tiene sentido. -Y apunto en la pagina de Helena. "La hembra de bruja me llama Gosito." -Tienes que dejarlo vivo. Pero si esta inconsciente también me vale. Tomo nota. No trabajar en tu presencia.
Una vez mas abrió el cuaderno y escribió lo que había dicho la bruja. Antes de que Helena saliera a cazar Gali se acerco a ella.
-Puedo ir contigo. Seguro que puedes con todo lo que haya allí delante tu sola. Pero mas vale prevenir que lamentar.
El dragón de tierra espero a que la rubia contestara y luego actuó en consecuencia. Por otro lado el galeno aprovecho la luz de la luna para fijarse habían varias tumbas con la tierra removida recientemente. Posibles sujetos frescos de prueba, regresa al terminar el trabajo para buscar partes validas.
-¿Me dirás ahora cual es tu raza? -Volvió a insistir el rubio cuando se quedaron a solas. -Por si te interesa, yo soy un dragón.
-El miedo es un sentimiento provocado a partir de una reacción ante lo desconocido. Aquí solo hay muertos y un vampiro. Lo desconocido no existe, con lo que el miedo es inexistente.
El galeno hablo despacio y con la voz baja, la quietud que se respiraba en el campo santo hacia que hasta el movimiento de la hojas por el suelo se oyera a muchos metros de distancia. Imitando al líder de la misión el rubio se agazapo junto a un seto.
En primera instancia el nombre por el que Helena llamo al doctor le resulto ajeno y el susodicho siguió mirando al cementerio.
-Go´el, Helena te esta llamando a ti.
-Mmm? -Pregunto distraído. -¿Gosito soy yo? -Se quedo pensando un segundo. -Tiene sentido. -Y apunto en la pagina de Helena. "La hembra de bruja me llama Gosito." -Tienes que dejarlo vivo. Pero si esta inconsciente también me vale. Tomo nota. No trabajar en tu presencia.
Una vez mas abrió el cuaderno y escribió lo que había dicho la bruja. Antes de que Helena saliera a cazar Gali se acerco a ella.
-Puedo ir contigo. Seguro que puedes con todo lo que haya allí delante tu sola. Pero mas vale prevenir que lamentar.
El dragón de tierra espero a que la rubia contestara y luego actuó en consecuencia. Por otro lado el galeno aprovecho la luz de la luna para fijarse habían varias tumbas con la tierra removida recientemente. Posibles sujetos frescos de prueba, regresa al terminar el trabajo para buscar partes validas.
-¿Me dirás ahora cual es tu raza? -Volvió a insistir el rubio cuando se quedaron a solas. -Por si te interesa, yo soy un dragón.
Go'el
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Re: Corazones impuros [Privado] [Cerrado]
- No soy el jefe - tuvo que insitir, algo molesto por que la mujer no le hubiera escuchado antes.
Pero al concentrarse en aquella parte, implícitamente parecía estar admitiendo lo segundo: que tenía miedo. Estuvo a punto de volver a abrir la boca para desmentirlo, pero finalmente se mordió la lengua y evitó volver a responder. Sólo sería peor. Además, la respuesta de Go`el parecía más que suficiente para cerrar el tema. Escuchó el plan de Helena y, aunque idealmente habría preferido ir con ella, tuvo que admitir que él no sería útil si de limpiar el área de enemigos se trataba.
- Bien, te esperaremos por aquí - accedió.
El otro hombre, que no había dado su nombre, se ofreció para ir con Helena, y de esta manera dejaron solos a Go'el y Taliesin. Cuando el médico volvió a sacar el cuaderno fue cuando el vampiro notó finalmente las manchas de sangre en el mismo. Con lo minucioso y detallista que era aquel hombre, Taliesin no pudo evitar imaginar que si se había manchado la libreta había sido por una cantidad incontrolable de sangre. "No me interesa tu raza", pensó, deseando poner distancia entre ellos, pero su educación le instó a no decirlo y a no moverse.
- Simplemente no veo la necesidad de compartir más información sobre mí. Bastara con mi nombre.
Devolvió su atención al cementerio, y siguió con la mirada los movimientos de Helena. Si pasaba algo, prefería averigüarlo inmediatamente. Por el momento parecía ir todo bien... pero algo llamó su atención en el borde de su visión, un movimiento inesperado en lo alto de la colina. Entrecerró los ojos, intentando ver en la distancia.
- ¿Has visto eso? - preguntó. Pero dudaba que el médico hubiera visto nada, si a Taliesin con su visión vampírica ya le costaba identificar de qué se trataba.
Siguió mirando insistentemente hasta que volvió a ver movimiento alrededor de la cabaña. Sin que ninguna luz se encendiera ni se produjera ruido, le pareció distinguir a varias sombras salir y desaparecer en la dirección contraria a donde se encontraban ellos; un desplazamiento furtivo y más adivinado que observado. Finalmente una última sombra permaneció sobre la colina, y salió a la luz de la luna donde quedó claramente visible. Taliesin la señaló para Go'el, al tiempo que la sombra unió las manos en actitud de rezo. Se mantuvo inmóvil durante largos segundos, hasta que finalmente gritó una sola palabra que bajó hasta el valle y reverberó con fuerza.
Al instante siguiente, sobre varias lápidas comenzó a aglomerarse una sangre pastosa y oscura. La sangre se alzó para tomar una forma bípeda, pero no humana, una especie de fantasma extendiéndose al erguirse, sin acabar de tomar consistencia. Una larga garra nació de cada una de estas formas, y se clavó en el suelo del que habían surgido como si intentaran conectar con los restos que reposaban bajo ellos. Tras unos segundos de búsqueda, cada sombra de sangre que había encontrado conectar con los restos bajo ella, parecía inspirarse de los mismos para al fin conseguir materializarse de manera física, marcadamente real y sólida.
Con su nueva forma, ahora más humana, dieron un paso para dejar sus lápidas, y aquella primera pisada resonó con fuerza, confirmando la tangibilidad de aquellas formas de sangre. Al alejarse de sus tumbas, quedó visible que seguían unidos cada uno a aquella de la que habían surgido mediante un cordón umbilical de sangre.
Pero al concentrarse en aquella parte, implícitamente parecía estar admitiendo lo segundo: que tenía miedo. Estuvo a punto de volver a abrir la boca para desmentirlo, pero finalmente se mordió la lengua y evitó volver a responder. Sólo sería peor. Además, la respuesta de Go`el parecía más que suficiente para cerrar el tema. Escuchó el plan de Helena y, aunque idealmente habría preferido ir con ella, tuvo que admitir que él no sería útil si de limpiar el área de enemigos se trataba.
- Bien, te esperaremos por aquí - accedió.
El otro hombre, que no había dado su nombre, se ofreció para ir con Helena, y de esta manera dejaron solos a Go'el y Taliesin. Cuando el médico volvió a sacar el cuaderno fue cuando el vampiro notó finalmente las manchas de sangre en el mismo. Con lo minucioso y detallista que era aquel hombre, Taliesin no pudo evitar imaginar que si se había manchado la libreta había sido por una cantidad incontrolable de sangre. "No me interesa tu raza", pensó, deseando poner distancia entre ellos, pero su educación le instó a no decirlo y a no moverse.
- Simplemente no veo la necesidad de compartir más información sobre mí. Bastara con mi nombre.
Devolvió su atención al cementerio, y siguió con la mirada los movimientos de Helena. Si pasaba algo, prefería averigüarlo inmediatamente. Por el momento parecía ir todo bien... pero algo llamó su atención en el borde de su visión, un movimiento inesperado en lo alto de la colina. Entrecerró los ojos, intentando ver en la distancia.
- ¿Has visto eso? - preguntó. Pero dudaba que el médico hubiera visto nada, si a Taliesin con su visión vampírica ya le costaba identificar de qué se trataba.
Siguió mirando insistentemente hasta que volvió a ver movimiento alrededor de la cabaña. Sin que ninguna luz se encendiera ni se produjera ruido, le pareció distinguir a varias sombras salir y desaparecer en la dirección contraria a donde se encontraban ellos; un desplazamiento furtivo y más adivinado que observado. Finalmente una última sombra permaneció sobre la colina, y salió a la luz de la luna donde quedó claramente visible. Taliesin la señaló para Go'el, al tiempo que la sombra unió las manos en actitud de rezo. Se mantuvo inmóvil durante largos segundos, hasta que finalmente gritó una sola palabra que bajó hasta el valle y reverberó con fuerza.
Al instante siguiente, sobre varias lápidas comenzó a aglomerarse una sangre pastosa y oscura. La sangre se alzó para tomar una forma bípeda, pero no humana, una especie de fantasma extendiéndose al erguirse, sin acabar de tomar consistencia. Una larga garra nació de cada una de estas formas, y se clavó en el suelo del que habían surgido como si intentaran conectar con los restos que reposaban bajo ellos. Tras unos segundos de búsqueda, cada sombra de sangre que había encontrado conectar con los restos bajo ella, parecía inspirarse de los mismos para al fin conseguir materializarse de manera física, marcadamente real y sólida.
Con su nueva forma, ahora más humana, dieron un paso para dejar sus lápidas, y aquella primera pisada resonó con fuerza, confirmando la tangibilidad de aquellas formas de sangre. Al alejarse de sus tumbas, quedó visible que seguían unidos cada uno a aquella de la que habían surgido mediante un cordón umbilical de sangre.
Taliesin Skatha
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Re: Corazones impuros [Privado] [Cerrado]
El hombre moreno del turbante decidió acompañarla. Realmente no necesitaba a nadie que la apoyara o cuidara sus espaldas, ella sola podía con la situación siempre que mantuviese el sigilo y la compostura, como casi siempre hacía. Nunca nadie le había dado demasiados problemas que ella no pudiera resolver. De todas formas, aceptó.
Desde las alturas de aquel árbol muerto no parecía haber nada que indicase peligro. La zona estaba... Vacía, más allá de las tumbas, la cabaña y la tierra calcinada, poco podría haber. Su visión desde las alturas no vislumbró nada, todo parecía seguro. Con sigilo y rapidez bajó a la superficie del suelo y se escondió tras una tumba enorme. Nada... Ni rastro de peligro.
-Esto va a ser un trabajo sencillo-Dijo para sí misma en voz alta
La bruja siguió avanzando las "calles" del cementerio, las cuales marcaban las lápidas. Todo seguía igual, silencioso y con un ambiente tenso y cargado, básicamente era la atmósfera que se respiraba siempre en Midgar, no era nada fuera de lo común. Aquel lugar maldito le ponía los pelos de punta, pero intentaba que no se notase, debía de ser profesional.
Una nube tapó parcialmente la luz que proyectaba la luna, era la ocasión perfecta para avanzar más rápido sin ser vista. No duró mucho, pero al menos ayudó a acelerar el paso.
Cuando la luz de la luna volvió a iluminar el lugar, Helena pudo distinguir en su carrera algo extraño encima de la colina donde se encontraba la cabaña. Una sombra estaba... ¿Rezando? Rápidamente se escondió de nuevo detrás de una lápida para evitar ser vista. Con cuidado, se asomó para ver de quién o qué se trataba. Tan solo unos cincuenta metros los separaban, pero la bruja no pudo distinguir nada más que una silueta de rodillas y clamando a... Algo o alguien. La atmósfera del lugar había adoptado ahora un tono más siniestro y peliagudo. Ese tipo quizás sería el sujeto al que estaban buscando... O uno de sus posibles acompañantes, debería de rodear la colina y atraparlo para así interrogarlo.
-Chicos...-Dio un par de pasos atrás, chocándose con la otra de las lápidas del lugar. Al girarse, también había otra de sus criaturas al otro lado observándola. Gemían y gruñían, casi como si no pudiesen respirar, como si estuvieran de algún modo sufriendo pero a la vez furiosos-¡QUIZÁS SÍ QUE ME VENDRÍA BIEN UNA MANO!-Gritó tan fuerte que su voz se escuchó por todo el cementerio como un eco ahogado.
Una de las criaturas se le acercó demasiado. En sus ojos se podía denotar un aura de muerte y repulsa. Helena entonces, antes de que pudiera hacerle nada, saltó hacia esta y empezó a acuchillarla con su daga en el vientre. No parecía surtir demasiado efecto, ya que la criatura seguía en pie como si nada hubiera sucedido. La bruja entonces decidió librarse de ella con una patada, acto que hizo que su oponente cayese al suelo. Antes de que otra pudiera atacarle por la espalda, la Rhodes saltó encima de la lápida, catapultándose en la barriga de la criatura a la que acababa de tumbar. Desde ahí pudo pegar otro salto para llegar a una zona de claro, un campo santo donde no había ninguna lápida y por suerte, ninguna de esas... "Cosas"
Concentró su energía, su éter, su magia... Llámalo como quieras. Ese miasma oculto que los brujos llevan en la sangre y en lo más profundo de su ser. Echó un vistazo en general a su alrededor, más pronto que tarde, se encontraría de nuevo rodeada, así que tenía que intentar algo que quizás la dejara exhausta, pero libraría al cementerio de bastante de esas cosas. Guardó su daga oculta y sus brazos se empezaron a tornar de ese azul pálido característico suyo cuando va a lanzar un hechizo. Las venas de sus dos extremidades empezaron a ser bastante notables. Apretó los dientes, su corazón bombeaba sangre a demasiada velocidad, jamás había intentado algo como eso.
Cuanto notó que estaba lista, soltó toda su adrenalina y contención de éter en forma de múltiples estacas de hielo que iba disparando en cadena, una tras otra [1]. Para que su ataque fuese más efectivo, empezó a girar sobre sí misma para así generar un ametrallamiento de proyectiles helados hacia toda criatura que osase acercársele, que no eran pocas. Incluso alguna que otra estaca traspasaba a su objetivo y se incrustaba en otro u otros, llegando a proporcionar varias bajas en poco tiempo, pero no las suficientes.
Poco a poco, su energía iba agotándose y el número de proyectiles descendiendo hasta que finalmente no pudo más.
Hincó una rodilla en el suelo mientras apoyaba sus brazos en la otra que quedaba alzada. Bajó la mirada y empezó a respirar seguida y pesadamente para recobrar el aliento. Sentía sus brazos entumecidos en demasía y el tono de estos no recobraba su color natural, y para colmo, las venas no desaparecían para dejar de marcarse. Su cuerpo se había quedado como congelado. Ella quería moverse, quería seguir luchando, pero nada le respondía. Cerró los ojos mientras seguía con su respiración pesada.
Helena ahora se encontraba expuesta a un mayor peligro que antes al no poder siquiera levantar la mirada.
_____________________________________________________
Habilidad usada: Estaca de hielo [1]. Helena intenta explotar al máximo de su capacidad esa habilidad y acaba exhausta y sin poder siquiera moverse.
Desde las alturas de aquel árbol muerto no parecía haber nada que indicase peligro. La zona estaba... Vacía, más allá de las tumbas, la cabaña y la tierra calcinada, poco podría haber. Su visión desde las alturas no vislumbró nada, todo parecía seguro. Con sigilo y rapidez bajó a la superficie del suelo y se escondió tras una tumba enorme. Nada... Ni rastro de peligro.
-Esto va a ser un trabajo sencillo-Dijo para sí misma en voz alta
La bruja siguió avanzando las "calles" del cementerio, las cuales marcaban las lápidas. Todo seguía igual, silencioso y con un ambiente tenso y cargado, básicamente era la atmósfera que se respiraba siempre en Midgar, no era nada fuera de lo común. Aquel lugar maldito le ponía los pelos de punta, pero intentaba que no se notase, debía de ser profesional.
Una nube tapó parcialmente la luz que proyectaba la luna, era la ocasión perfecta para avanzar más rápido sin ser vista. No duró mucho, pero al menos ayudó a acelerar el paso.
Cuando la luz de la luna volvió a iluminar el lugar, Helena pudo distinguir en su carrera algo extraño encima de la colina donde se encontraba la cabaña. Una sombra estaba... ¿Rezando? Rápidamente se escondió de nuevo detrás de una lápida para evitar ser vista. Con cuidado, se asomó para ver de quién o qué se trataba. Tan solo unos cincuenta metros los separaban, pero la bruja no pudo distinguir nada más que una silueta de rodillas y clamando a... Algo o alguien. La atmósfera del lugar había adoptado ahora un tono más siniestro y peliagudo. Ese tipo quizás sería el sujeto al que estaban buscando... O uno de sus posibles acompañantes, debería de rodear la colina y atraparlo para así interrogarlo.
Desgraciadamente para la bruja, no le dio tiempo a siquiera moverse de ese sitio cuando la tierra misma empezó a temblar bajo sus pies. Una voz se escuchó desde la colina, la cual se extendió a todo el cementerio. Casi aturdió a Helena... ¿Vampiro de la voz? Ese tipo tenía cada vez más las papeletas de ser su objetivo, solo quedaba acercarse más para saber su aspecto físico. Sobre todas las lápidas, en la que estaba la Rhodes no sería una excepción, empezó a formarse una masa pastosa y roja... ¿Sangre? ¿Carne?... La bruja se alejó unos pasos, buscando a su acompañante. Quizás sí que iba a necesitar ayuda, ya que la masa pastosa empezaba a tomar una forma bípeda y... ¡Monstruosa! Cada una de las lápidas del lugar portaban a una criatura, todas ellas conectadas a cada una de sus correspondientes tumbas. La bruja adoptó una posición de combate, a la vez que dejaba descubierta su daga oculta con un rápido y seco movimiento de su muñeca derecha. La criatura más cercana se acercó a ella, mirándola, casi como analizándola... Helena miró hacia todos lados, no tenía escapatoria, estaba rodeada por los mismos sujetos mirase a donde mirase. | [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] |
Una de las criaturas se le acercó demasiado. En sus ojos se podía denotar un aura de muerte y repulsa. Helena entonces, antes de que pudiera hacerle nada, saltó hacia esta y empezó a acuchillarla con su daga en el vientre. No parecía surtir demasiado efecto, ya que la criatura seguía en pie como si nada hubiera sucedido. La bruja entonces decidió librarse de ella con una patada, acto que hizo que su oponente cayese al suelo. Antes de que otra pudiera atacarle por la espalda, la Rhodes saltó encima de la lápida, catapultándose en la barriga de la criatura a la que acababa de tumbar. Desde ahí pudo pegar otro salto para llegar a una zona de claro, un campo santo donde no había ninguna lápida y por suerte, ninguna de esas... "Cosas"
Concentró su energía, su éter, su magia... Llámalo como quieras. Ese miasma oculto que los brujos llevan en la sangre y en lo más profundo de su ser. Echó un vistazo en general a su alrededor, más pronto que tarde, se encontraría de nuevo rodeada, así que tenía que intentar algo que quizás la dejara exhausta, pero libraría al cementerio de bastante de esas cosas. Guardó su daga oculta y sus brazos se empezaron a tornar de ese azul pálido característico suyo cuando va a lanzar un hechizo. Las venas de sus dos extremidades empezaron a ser bastante notables. Apretó los dientes, su corazón bombeaba sangre a demasiada velocidad, jamás había intentado algo como eso.
Cuanto notó que estaba lista, soltó toda su adrenalina y contención de éter en forma de múltiples estacas de hielo que iba disparando en cadena, una tras otra [1]. Para que su ataque fuese más efectivo, empezó a girar sobre sí misma para así generar un ametrallamiento de proyectiles helados hacia toda criatura que osase acercársele, que no eran pocas. Incluso alguna que otra estaca traspasaba a su objetivo y se incrustaba en otro u otros, llegando a proporcionar varias bajas en poco tiempo, pero no las suficientes.
Poco a poco, su energía iba agotándose y el número de proyectiles descendiendo hasta que finalmente no pudo más.
Hincó una rodilla en el suelo mientras apoyaba sus brazos en la otra que quedaba alzada. Bajó la mirada y empezó a respirar seguida y pesadamente para recobrar el aliento. Sentía sus brazos entumecidos en demasía y el tono de estos no recobraba su color natural, y para colmo, las venas no desaparecían para dejar de marcarse. Su cuerpo se había quedado como congelado. Ella quería moverse, quería seguir luchando, pero nada le respondía. Cerró los ojos mientras seguía con su respiración pesada.
Helena ahora se encontraba expuesta a un mayor peligro que antes al no poder siquiera levantar la mirada.
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Habilidad usada: Estaca de hielo [1]. Helena intenta explotar al máximo de su capacidad esa habilidad y acaba exhausta y sin poder siquiera moverse.
Helena Rhodes
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Re: Corazones impuros [Privado] [Cerrado]
Go´el asintió con la cabeza ante la clara negativa de Skatha por rebelar su raza. -¿El que? -Pregunto tajante el investigador. Lo único que veía era a su compañero y la asesina deslizándose por el cementerio. -Solo son Helena y Gali. -Quería decir algo más, pero entonces el jefe marcó un punto sobre la colina y vio aquella figura.
-Oh... ya lo veo. Tienes buena vista en la noche.
El galeno no dijo nada más, estaba tranquilo pues confiaba en las habilidades de su despechugado amigo y en las de Helena, que aunque no las conociera sabia que eran lo suficientemente buenas como para que le mandaran un trabajo de este calibre.
El monje seguía de cerca a Helena replicando sus movimientos y pisando donde ella pisara. No es que Gali fuera un gato montes, pero pese a su gran tamaño se las apañaba bien para no hacer ruido. -No vendas las alas del murciélago antes de la caza. -Respondió Gali en un susurro a la rubia.
Los minutos pasaban y la mujer parecía tener razón, pero las cosas nunca son sencillas y aquella silueta en la lejanía lo demostró cuando empezó a levantar a lo muertos. -¿Pero que diantres? -El monje cambio de posición y se puso rápidamente a la defensiva. Aquello no eran cuerpos normales, él había visto entrar y salir muchos fiambres de la tienda del galeno y ninguno de ellos era baboso y mucho menos viscosos, eran una amalgama igual de espesa que la sangre coagulada.
En lugar de escapar de la zona como hizo su compañera, Gali se quedo en el centro. Dejo que uno a uno fueran llegando y aunque parecía estar acorralado contaba con el perímetro de seguridad que le daba su Bö. El romo palo de madera golpeaba a diestro y siniestro, el lugar de impacto era lo de menos, costillas, cabeza, piernas, brazos...
Go´el por su parte comenzó a rebuscar en su zurrón ante el grito de Helena. -Lo siento. -Dijo mirando al hombre a su lado. -Me e dejado las manos de reserva en la tienda. -Cerro la bolsa y se puso en pie desenvainando la espada. Aun no se movía, no lo veía necesario, pero se quedo preparado por si le necesitaban.
La distancia entre los dos luchadores no era muy grande, pero la pelea se había movido de tal manera que habían quedado separados y rodeados por dos grupos. De improvisto una estaca helada le paso por delante de la cara a Hashim, el monje giro en redondo haciendo un barrido al suelo y 3 masas de esas cosas cayeron boca arriba. Entonces la vio, Helena estaba tendida en suelo y parecía no poder moverse.
Por más locura que parezca, Gali soltó su arma y con una sonrisa maléfica comenzó a cambiar de forma. El tiempo del monje tranquilo había terminado, ahora comenzaba el tiempo de la bestia.
Mientras estuvo cambiando de forma los enemigos se fueron agolpando sobre su cuerpo, Gali con un bramido extendió las alas y sacándoselos de encima comenzó a correr embistiendo a todo lo que se ponía por delante hasta llegar junto a Helena. En lugar de ponerse a un lado de la mujer se quedo encima de ella, protegiéndola de todas aquellas abominaciones hasta que pudiera ponerse de nuevo en pie.
Mordía y arañaba, giraba y latigueaba con la cola, agitaba las alas y empalaba a los muertos con la cresta que tenia en el cráneo. Oh como la estaba gozando el moreno, aquello era puro éxtasis, no había nada mejor como una pelea a la luz de la luna.
-Genial. -Hablo Go´el. -Ya no parara hasta que estén todos muertos... otra vez. -En todo el tiempo que la mujer y el dragón estuvieron combatiendo el galeno estuvo reflexionando sobre la mejor manera de actuar. -Las dos opciones más lógicas son: Cortar el cordón umbilical que une a los muertos a sus tumbas o dejar fuera de juego al invocador.
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Off: Transformación en dragón de Gali.
-Oh... ya lo veo. Tienes buena vista en la noche.
El galeno no dijo nada más, estaba tranquilo pues confiaba en las habilidades de su despechugado amigo y en las de Helena, que aunque no las conociera sabia que eran lo suficientemente buenas como para que le mandaran un trabajo de este calibre.
El monje seguía de cerca a Helena replicando sus movimientos y pisando donde ella pisara. No es que Gali fuera un gato montes, pero pese a su gran tamaño se las apañaba bien para no hacer ruido. -No vendas las alas del murciélago antes de la caza. -Respondió Gali en un susurro a la rubia.
Los minutos pasaban y la mujer parecía tener razón, pero las cosas nunca son sencillas y aquella silueta en la lejanía lo demostró cuando empezó a levantar a lo muertos. -¿Pero que diantres? -El monje cambio de posición y se puso rápidamente a la defensiva. Aquello no eran cuerpos normales, él había visto entrar y salir muchos fiambres de la tienda del galeno y ninguno de ellos era baboso y mucho menos viscosos, eran una amalgama igual de espesa que la sangre coagulada.
En lugar de escapar de la zona como hizo su compañera, Gali se quedo en el centro. Dejo que uno a uno fueran llegando y aunque parecía estar acorralado contaba con el perímetro de seguridad que le daba su Bö. El romo palo de madera golpeaba a diestro y siniestro, el lugar de impacto era lo de menos, costillas, cabeza, piernas, brazos...
Go´el por su parte comenzó a rebuscar en su zurrón ante el grito de Helena. -Lo siento. -Dijo mirando al hombre a su lado. -Me e dejado las manos de reserva en la tienda. -Cerro la bolsa y se puso en pie desenvainando la espada. Aun no se movía, no lo veía necesario, pero se quedo preparado por si le necesitaban.
La distancia entre los dos luchadores no era muy grande, pero la pelea se había movido de tal manera que habían quedado separados y rodeados por dos grupos. De improvisto una estaca helada le paso por delante de la cara a Hashim, el monje giro en redondo haciendo un barrido al suelo y 3 masas de esas cosas cayeron boca arriba. Entonces la vio, Helena estaba tendida en suelo y parecía no poder moverse.
Por más locura que parezca, Gali soltó su arma y con una sonrisa maléfica comenzó a cambiar de forma. El tiempo del monje tranquilo había terminado, ahora comenzaba el tiempo de la bestia.
Mientras estuvo cambiando de forma los enemigos se fueron agolpando sobre su cuerpo, Gali con un bramido extendió las alas y sacándoselos de encima comenzó a correr embistiendo a todo lo que se ponía por delante hasta llegar junto a Helena. En lugar de ponerse a un lado de la mujer se quedo encima de ella, protegiéndola de todas aquellas abominaciones hasta que pudiera ponerse de nuevo en pie.
Mordía y arañaba, giraba y latigueaba con la cola, agitaba las alas y empalaba a los muertos con la cresta que tenia en el cráneo. Oh como la estaba gozando el moreno, aquello era puro éxtasis, no había nada mejor como una pelea a la luz de la luna.
- Gali en estado puro:
- [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
-Genial. -Hablo Go´el. -Ya no parara hasta que estén todos muertos... otra vez. -En todo el tiempo que la mujer y el dragón estuvieron combatiendo el galeno estuvo reflexionando sobre la mejor manera de actuar. -Las dos opciones más lógicas son: Cortar el cordón umbilical que une a los muertos a sus tumbas o dejar fuera de juego al invocador.
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Off: Transformación en dragón de Gali.
Go'el
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Re: Corazones impuros [Privado] [Cerrado]
La imagen de aquellos seres era espeluznante, y a Taliesin se le heló la sangre al ver a Helena y a Gali completamente rodeados. Desde su relativamente segura posición al otro lado del muro, era un observador impotente del peligro en el que se veían envueltos aquellos dos aliados de una noche.
- ¿Mano de reserva? – la situación viró de lo desesperado a lo absurdo en apenas unos instantes, cuando Go’el realizó el sincero esfuerzo de buscar unas manos en su zurrón. Taliesin lo miró con incredulidad.
A pesar de la sorpresa y la petición de ayuda, Helena reaccionó y realizó un impresionante ataque con su magia que lamentablemente la dejó drenada. Taliesin se tensó, considerando correr hasta ella para salvarla, pero antes de que llegara a decidirse Gali acudió a protegerla. En aquella posición un poco menos céntrica y expuesta, parecía que los dos juntos serían capaces de aguantar la oleada.
A su lado, Go’el se mantenía impresionantemente tranquilo y analítico. Pero tenía razón en lo que decía.
- Hay muchos como para cortar todos los cordones de una – aportó, colaborando al pensamiento frío y racional del médico -. O al menos yo no tengo forma de hacerlo. El invocador es nuestra mejor opción.
Estaba demasiado lejos como para ver si mantenía los ojos abiertos o cerrados, pero Taliesin habría apostado que, ante un esfuerzo como debía ser invocar a tantos seres, su concentración estaría completamente monopolizada por ello. Helena y Gali ya estaban en su punto de mira y siendo atacados, pero Taliesin y Go’el, por el contrario, seguían fuera del radar. Los ojos del vampiro se desplazaron a lo largo del muro y hacia la cabaña, trazando el camino a seguir. Tras esto miró al médico, como buscando confirmación, y finalmente asintió con la cabeza.
- Vamos, rápido.
Comenzó a correr a un ritmo medio, apretando el paso para sacar a Helena y Gali de aquella situación en cuanto antes, pero con precauciones para no llamar demasiado la atención. Rodeó el cementerio siguiendo el muro hasta que se hubo alejado lo suficiente de las invocaciones, y llegados a cierta distancia encontró un agujero en la pared. Era momento de pasar al otro lado, y al hacerlo comprobó que los seres no se dirigían hacia ellos. A partir de ese momento no estarían a cubierto, y sería cuestión de tiempo que el invocador los viera si es que mantenía los ojos abiertos.
Taliesin miraba de cuando en cuando hacia la cabaña a fin de comprobar que el hombre no se había movido y seguía ladeado hacia donde se encontraban Helena y Gali. Lo que no se le ocurrió fue pensar en las otras sombras que habían salido anteriormente de la cabaña.
- ¿Mano de reserva? – la situación viró de lo desesperado a lo absurdo en apenas unos instantes, cuando Go’el realizó el sincero esfuerzo de buscar unas manos en su zurrón. Taliesin lo miró con incredulidad.
A pesar de la sorpresa y la petición de ayuda, Helena reaccionó y realizó un impresionante ataque con su magia que lamentablemente la dejó drenada. Taliesin se tensó, considerando correr hasta ella para salvarla, pero antes de que llegara a decidirse Gali acudió a protegerla. En aquella posición un poco menos céntrica y expuesta, parecía que los dos juntos serían capaces de aguantar la oleada.
A su lado, Go’el se mantenía impresionantemente tranquilo y analítico. Pero tenía razón en lo que decía.
- Hay muchos como para cortar todos los cordones de una – aportó, colaborando al pensamiento frío y racional del médico -. O al menos yo no tengo forma de hacerlo. El invocador es nuestra mejor opción.
Estaba demasiado lejos como para ver si mantenía los ojos abiertos o cerrados, pero Taliesin habría apostado que, ante un esfuerzo como debía ser invocar a tantos seres, su concentración estaría completamente monopolizada por ello. Helena y Gali ya estaban en su punto de mira y siendo atacados, pero Taliesin y Go’el, por el contrario, seguían fuera del radar. Los ojos del vampiro se desplazaron a lo largo del muro y hacia la cabaña, trazando el camino a seguir. Tras esto miró al médico, como buscando confirmación, y finalmente asintió con la cabeza.
- Vamos, rápido.
Comenzó a correr a un ritmo medio, apretando el paso para sacar a Helena y Gali de aquella situación en cuanto antes, pero con precauciones para no llamar demasiado la atención. Rodeó el cementerio siguiendo el muro hasta que se hubo alejado lo suficiente de las invocaciones, y llegados a cierta distancia encontró un agujero en la pared. Era momento de pasar al otro lado, y al hacerlo comprobó que los seres no se dirigían hacia ellos. A partir de ese momento no estarían a cubierto, y sería cuestión de tiempo que el invocador los viera si es que mantenía los ojos abiertos.
Taliesin miraba de cuando en cuando hacia la cabaña a fin de comprobar que el hombre no se había movido y seguía ladeado hacia donde se encontraban Helena y Gali. Lo que no se le ocurrió fue pensar en las otras sombras que habían salido anteriormente de la cabaña.
Taliesin Skatha
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Re: Corazones impuros [Privado] [Cerrado]
Todo a su alrededor se volvió bastante ruidoso. Apenas podía levantar la mirada para ver qué pasaba. Una bestia enorme la protegía ante la amenaza de aquellas criaturas salidas del mismísimo mal como una madre protegería a su cría. La bruja se sentía un poco impotente ante aquello e inútil, alguien la estaba protegiendo, eso era inaceptable...
Pasaron los minutos y aquel inesperado protector seguía defendiéndola. Helena entonces pudo mover la cabeza y sus extremidades, aunque no pudo ponerse en pie del todo. Echó un rápido vistazo de ciento ochenta grados para ver mejor lo que ocurría. Las criaturas eran literalmente repelidas por... ¿¡Un dragón!? ¿Quién sería; Skatha, Go'el o... El compañero del médico? Ninguno de los tres había comunicado su raza, todas las posibilidades estaban abiertas.
Su orgullo (Quizás de bruja, cosa que odiaba admitir) no le permitía quedarse por más tiempo allí sin hacer nada. Tenía que volver al combate, y daba igual cómo lo hiciera.
Con fuerza, apoyó ambos brazos en su rodilla que quedaba alzada e intentó ponerse en pie. Con mucho esfuerzo, lo logró, aunque al principio se tambaleaba un poco. Parecía que venía de una taberna en las altas horas de la noche.
-...Basta de descansar...-Dijo a modo de auto arenga
Las venas, al igual que el tono azulado de la piel de las extremidades empezaron a desaparecer a medida que Helena se iba recuperando. Las pulsaciones bajaban lo necesario, debido a la adrenalina y tensión del momento se mantenían altas pero a un nivel normal, y su respiración recobró un ritmo estable.
Salió de la protección que le dio el estar debajo del dragón para volver a la batalla. Con un rápido giro en su muñeca derecha, hizo aparecer del interior de su guantelete la daga oculta. Acto seguido, se encaró con dos criaturas, las primeras a las que pudo pillar. Usaba movimientos rápidos y acrobáticos, combinando tanto puñetazos, cortes, puñaladas y patadas. Su rapidez de movimiento ahora era mayor, al no encontrarse rodeada y tan en apuros. Sus oponentes tan solo podían observar cómo les llovía toda clase de ataques.
A una de las criaturas logró tirarla al suelo con un barrido de piernas. Esto lo aprovechó para encararse e intentar acabar con la otra sin molestia alguna. En mitad de un ataque con las garras de esta, la bruja logró hacer una finta rapidísima hacia un lado y colocarse detrás, luego, con su daga oculta, no tuvo más que apuñalar por la espalda a su objetivo varias veces, pero... Algo raro pasaba y estaba notando, por más que lanzaba ofensivas contra aquellas cosas, no desistían en la lucha y no caían cansadas, rendidas o muertas. Como acto desesperado y antes de que la criatura pudiera darse la vuelta, la clavó la daga en su cráneo. Un chasquido y sonidos poco agradables se escucharon, pero el gemido de la criatura y su constante gruñido le indicaban que no había acabado con su vida. Esta logró darse la vuelta y con sus garras apartar a la Rhodes de un golpe. Como resultado, la rubia resultó herida en su brazo izquierdo con una marca de las garras de esa cosa. Suerte que interpuso su brazo, ya que esa herida podría haber ido directa a su estómago o rostro...
Le dolía, bastante, pero no tuvo tiempo para examinarse la herida. No había que ser un experto en medicina para saber que eso se infectaría y que las garras de aquellas cosas no estarían lo que se dice... "Limpias". Las dos criaturas se preparon para lanzar otra ofensiva contra la rubia. No se defendían, ni siquiera pensaban sus movimientos, eran pura ira ciega.
-¡NO MUEREN NUNCA!-Gritó frustrada
Las dos criaturas se le abalanzaron. Helena tuvo que esquivar, rodando hacia un lado en el suelo. Pudo ver que los dos oponentes tenían como una especie de cordón que les unía a sus tumbas. No le dio mucho tiempo a más, ya que esas cosas volvieron a abalanzársele como si de bestias salvajes y hambrientas se tratasen, con sus fauces abiertas y sus garras listas para destripar.
La bruja juntó sus dos manos y un chorro de agua a presión salió disparado de las palmas de esta, con tal fuerza que logró empujar varios metros a las criaturas.
Volvió a mirar a aquellos cordones, parecían importantes... Helena corrió hacia ellos cortando ambos con su daga oculta de una forma rápida y sencilla. Las criaturas empezaron a correr desesperadas hacia la bruja, pero antes de poder siquiera preparase para atacar, empezar a "secarse" y poco a poco iban perdiendo carne hasta convertirse en un charco espeso y rojizo oscuro.
Suspiró aliviada. Había encontrado el punto débil de aquellas cosas, y con su amigo alado de su parte, podrían hacer la tarea más sencilla.
Miró hacia la noble bestia, la cual seguía luchando contra aquel ejército de bichos raros.
Helena entonces intentó llamarle la atención, antes de que otras criaturas fuesen a su posición
-¡Eh, dragoncete!-Alzó la voz-¡Corta los cordones, es su punto débil!
Pasaron los minutos y aquel inesperado protector seguía defendiéndola. Helena entonces pudo mover la cabeza y sus extremidades, aunque no pudo ponerse en pie del todo. Echó un rápido vistazo de ciento ochenta grados para ver mejor lo que ocurría. Las criaturas eran literalmente repelidas por... ¿¡Un dragón!? ¿Quién sería; Skatha, Go'el o... El compañero del médico? Ninguno de los tres había comunicado su raza, todas las posibilidades estaban abiertas.
Su orgullo (Quizás de bruja, cosa que odiaba admitir) no le permitía quedarse por más tiempo allí sin hacer nada. Tenía que volver al combate, y daba igual cómo lo hiciera.
Con fuerza, apoyó ambos brazos en su rodilla que quedaba alzada e intentó ponerse en pie. Con mucho esfuerzo, lo logró, aunque al principio se tambaleaba un poco. Parecía que venía de una taberna en las altas horas de la noche.
-...Basta de descansar...-Dijo a modo de auto arenga
Las venas, al igual que el tono azulado de la piel de las extremidades empezaron a desaparecer a medida que Helena se iba recuperando. Las pulsaciones bajaban lo necesario, debido a la adrenalina y tensión del momento se mantenían altas pero a un nivel normal, y su respiración recobró un ritmo estable.
Salió de la protección que le dio el estar debajo del dragón para volver a la batalla. Con un rápido giro en su muñeca derecha, hizo aparecer del interior de su guantelete la daga oculta. Acto seguido, se encaró con dos criaturas, las primeras a las que pudo pillar. Usaba movimientos rápidos y acrobáticos, combinando tanto puñetazos, cortes, puñaladas y patadas. Su rapidez de movimiento ahora era mayor, al no encontrarse rodeada y tan en apuros. Sus oponentes tan solo podían observar cómo les llovía toda clase de ataques.
A una de las criaturas logró tirarla al suelo con un barrido de piernas. Esto lo aprovechó para encararse e intentar acabar con la otra sin molestia alguna. En mitad de un ataque con las garras de esta, la bruja logró hacer una finta rapidísima hacia un lado y colocarse detrás, luego, con su daga oculta, no tuvo más que apuñalar por la espalda a su objetivo varias veces, pero... Algo raro pasaba y estaba notando, por más que lanzaba ofensivas contra aquellas cosas, no desistían en la lucha y no caían cansadas, rendidas o muertas. Como acto desesperado y antes de que la criatura pudiera darse la vuelta, la clavó la daga en su cráneo. Un chasquido y sonidos poco agradables se escucharon, pero el gemido de la criatura y su constante gruñido le indicaban que no había acabado con su vida. Esta logró darse la vuelta y con sus garras apartar a la Rhodes de un golpe. Como resultado, la rubia resultó herida en su brazo izquierdo con una marca de las garras de esa cosa. Suerte que interpuso su brazo, ya que esa herida podría haber ido directa a su estómago o rostro...
Le dolía, bastante, pero no tuvo tiempo para examinarse la herida. No había que ser un experto en medicina para saber que eso se infectaría y que las garras de aquellas cosas no estarían lo que se dice... "Limpias". Las dos criaturas se preparon para lanzar otra ofensiva contra la rubia. No se defendían, ni siquiera pensaban sus movimientos, eran pura ira ciega.
-¡NO MUEREN NUNCA!-Gritó frustrada
Las dos criaturas se le abalanzaron. Helena tuvo que esquivar, rodando hacia un lado en el suelo. Pudo ver que los dos oponentes tenían como una especie de cordón que les unía a sus tumbas. No le dio mucho tiempo a más, ya que esas cosas volvieron a abalanzársele como si de bestias salvajes y hambrientas se tratasen, con sus fauces abiertas y sus garras listas para destripar.
La bruja juntó sus dos manos y un chorro de agua a presión salió disparado de las palmas de esta, con tal fuerza que logró empujar varios metros a las criaturas.
Volvió a mirar a aquellos cordones, parecían importantes... Helena corrió hacia ellos cortando ambos con su daga oculta de una forma rápida y sencilla. Las criaturas empezaron a correr desesperadas hacia la bruja, pero antes de poder siquiera preparase para atacar, empezar a "secarse" y poco a poco iban perdiendo carne hasta convertirse en un charco espeso y rojizo oscuro.
Suspiró aliviada. Había encontrado el punto débil de aquellas cosas, y con su amigo alado de su parte, podrían hacer la tarea más sencilla.
Miró hacia la noble bestia, la cual seguía luchando contra aquel ejército de bichos raros.
Helena entonces intentó llamarle la atención, antes de que otras criaturas fuesen a su posición
-¡Eh, dragoncete!-Alzó la voz-¡Corta los cordones, es su punto débil!
Helena Rhodes
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Re: Corazones impuros [Privado] [Cerrado]
Algo en todo aquello no cuadraba, ¿Porque se invocaron aquellas criaturas si no habían visto al grupo de asesinos? ¿Seria una medida de seguridad preventiva que simplemente coincidió con la llegada de Go´el y el grupo? No, era demasiado simple.
El medico le seguía el ritmo a Skatha mientras continuaba analizando la situación, la casa cada vez estaba más cerca al igual que el invocador y la luna proyectaba dos sombras sobre las lapidas.
Go´el se paró en seco y miró las piedras santuarias, algunas tenían dos sombras y otras proyectaban una sombra mas ancha que la misma piedra, incluso había algunas que parecían vibrar.
El rubio tomo una postura de ataque, con las dos manos en la empuñadura de la espada y el filo en una posición baja a un lado de su pierna sobre la altura de la cintura descendiendo hasta la rodilla, sin esperar a que la emboscara se activara avanzó raudo hacia una de esas extrañas sombras y clavó el filo de la espada en la tierra. Al instante la sombra emitió un aullido y comenzó a brotar sangre, la macha cambio de forma hasta convertirse en una figura humana. Go´el sonrió con alegría y malicia, era la primera vez que podría recopilar información de un vampiro, aunque al estar en combate no podría hacerlo como a él le gustaría, pero se conformaría.
Las otras dos sombras al ver que su compañero tenia una espada clavada en el centro de la espalda salieron de la sombras con las manos imbuidas en una neblina negra. Zorven hizo un movimiento de muñeca con las manos continuando el recorrido de la espada por el cuerpo de su victima hasta que el filo salio haciendo un circulo, colocando ahora le espada en una posición media y recta delante del cuerpo del rubio. El dragón saltó hacia un lado y con agilidad dio media vuelta sobre sus talones para esquivar los ataques.
Un juego, pura diversión, la palabra excitación estaba elevada a su máxima potencia en los ojos viperinos del monje. Rugía enloquecido al tiempo que escupía una pierna, los enemigos no morían, pero a Gali le daba igual.
De casualidad con las alas laceraba alguno de aquellos cordones y sin darse cuenta pisaba el cuerpo que empezaba ha desacerase entre sus patas. Por el rabillo del ojo podía ver a Helena peleando, ¡Y por el gran oscuro! que bien lo hacia.
El macho tenia a esas cosas trepando por el lomo, arañando sus escamas, tratando de arrancarlas, mordiendo las membranas de sus alas, pero no le importaba nada, se los sacudió de encima como si fuera un perro recién lavado y siguió propinando golpes.
Entonces escucho que lo llamaban con una voz femenina, se giro hacia la mujer mientras partía en dos a uno de esos seres con las mandíbulas. Gali volvía a tener a tres cadáveres sobre el lomo, giro el cuello y se llevo uno a la boca, rodó por el suelo para sacarse y aplastar a los otros dos y engancho con sus zarpas a un cuarto, recupero la postura y batió las alas hasta elevarse en el aire.
Voló en vertical mientras las presas se revolvían entre su boca y su garra, querían librarse de él, pero no lo conseguían. No llevaba ni un minuto en el aire cuando el cordón que única los cadáveres al suelo se rompió, sonó como si una cuerda acabara de partirse por la tensión y los cuerpos que el dragón sujetaba empezaron a derretirse y escurrirse entre sus dientes y su zarpa.
Ahora la fiesta volvía a estar en tierra, el monje descendió con un feroz rugido y se fue directo hacia aquellas finas lineas que unían a los enemigos con sus tumbas.
El medico le seguía el ritmo a Skatha mientras continuaba analizando la situación, la casa cada vez estaba más cerca al igual que el invocador y la luna proyectaba dos sombras sobre las lapidas.
Go´el se paró en seco y miró las piedras santuarias, algunas tenían dos sombras y otras proyectaban una sombra mas ancha que la misma piedra, incluso había algunas que parecían vibrar.
El rubio tomo una postura de ataque, con las dos manos en la empuñadura de la espada y el filo en una posición baja a un lado de su pierna sobre la altura de la cintura descendiendo hasta la rodilla, sin esperar a que la emboscara se activara avanzó raudo hacia una de esas extrañas sombras y clavó el filo de la espada en la tierra. Al instante la sombra emitió un aullido y comenzó a brotar sangre, la macha cambio de forma hasta convertirse en una figura humana. Go´el sonrió con alegría y malicia, era la primera vez que podría recopilar información de un vampiro, aunque al estar en combate no podría hacerlo como a él le gustaría, pero se conformaría.
Las otras dos sombras al ver que su compañero tenia una espada clavada en el centro de la espalda salieron de la sombras con las manos imbuidas en una neblina negra. Zorven hizo un movimiento de muñeca con las manos continuando el recorrido de la espada por el cuerpo de su victima hasta que el filo salio haciendo un circulo, colocando ahora le espada en una posición media y recta delante del cuerpo del rubio. El dragón saltó hacia un lado y con agilidad dio media vuelta sobre sus talones para esquivar los ataques.
Un juego, pura diversión, la palabra excitación estaba elevada a su máxima potencia en los ojos viperinos del monje. Rugía enloquecido al tiempo que escupía una pierna, los enemigos no morían, pero a Gali le daba igual.
De casualidad con las alas laceraba alguno de aquellos cordones y sin darse cuenta pisaba el cuerpo que empezaba ha desacerase entre sus patas. Por el rabillo del ojo podía ver a Helena peleando, ¡Y por el gran oscuro! que bien lo hacia.
El macho tenia a esas cosas trepando por el lomo, arañando sus escamas, tratando de arrancarlas, mordiendo las membranas de sus alas, pero no le importaba nada, se los sacudió de encima como si fuera un perro recién lavado y siguió propinando golpes.
Entonces escucho que lo llamaban con una voz femenina, se giro hacia la mujer mientras partía en dos a uno de esos seres con las mandíbulas. Gali volvía a tener a tres cadáveres sobre el lomo, giro el cuello y se llevo uno a la boca, rodó por el suelo para sacarse y aplastar a los otros dos y engancho con sus zarpas a un cuarto, recupero la postura y batió las alas hasta elevarse en el aire.
Voló en vertical mientras las presas se revolvían entre su boca y su garra, querían librarse de él, pero no lo conseguían. No llevaba ni un minuto en el aire cuando el cordón que única los cadáveres al suelo se rompió, sonó como si una cuerda acabara de partirse por la tensión y los cuerpos que el dragón sujetaba empezaron a derretirse y escurrirse entre sus dientes y su zarpa.
Ahora la fiesta volvía a estar en tierra, el monje descendió con un feroz rugido y se fue directo hacia aquellas finas lineas que unían a los enemigos con sus tumbas.
Go'el
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Re: Corazones impuros [Privado] [Cerrado]
Taliesin no percibió aquellas sombras en un principio, concentrado en la visión de la cabaña y el vampiro que allí se encontraba. Si de él hubiera dependido, la emboscada habría surtido efecto. El primer aviso que tuvo de aquella presencia enemiga fue la actitud ofensiva que tomó súbitamente Go'el, abalanzándose hacia una lápida y cortando... ¿Qué exactamente?
Skatha se sobresaltó y detuvo su carrera, aunque tardó un poco más en comprender qué ocurría. Para entonces otras dos sombras habían surgido y atacaban al médico. Taliesin, en comparación, era un pusilánime indefenso, relegado a un segundo plano mientras las sombras se enfrentaban al hombre que sí estaba armado. A él todo aquello le venía demasiado grande.
Colina abajo veía a Helena luchando, y a Gali alzando el vuelo y cortando cordones de aquella manera. Se habría parado a admirar aquella idea, si la situación hubiera dado para ello. Frente a sí tenía al médico luchando contra dos sombras y... no sabía cómo ayudarlo. Pero Go'el estaba sonriendo, y Helena y Gali hacían su parte, sobreviviendo e incluso imponiéndose a la situación. Al ver aquello, a Taliesin le costó un solo segundo determinar de qué manera podía ser útil él, y reemprender la carrera colina arriba, hacia la cabaña. Llegar hasta el invocador, aprovechando que todos los demás estaban distrayendo a las fuerzas a las que se enfrentaban, era la tarea que por eliminación le quedaba asignada.
No estaba lejos, pero cada zancada se le hacía eterna. Cada inhalación del frío aire nocturno le provocaba una punzada en los pulmones, y sus piernas le enviaban señales pidiéndole un respiro. No podía mirar lo que ocurría tras de sí, si Go'el se defendía o si una sombra perseguía a Taliesin. Se concentró en la visión acrecentada del invocador.
Era un vampiro. Lo supo sin saber muy bien cómo. Tuvo una extraña sensación, como si estuviera corriendo hacia alguien que ya conocía. Pero no, sólo reconocía su descripción: un hombre de mediana edad, de cabello mediano y oscuro. No se movió en absoluto a pesar del sonido de los pasos de Taliesin hacia él, concentrado como estaba en mantener el control sobre los seres de sangre que habían surgido de las tumbas. Skatha no lo pensó dos veces; llegó hasta él y le atizó un puñetazo en la cara, lo agarró por la camisa y lo tiró al suelo.
El hombre abrió los ojos, sorprendido mientras su mente volvía a su cuerpo. Taliesin llegó a darle una patada tras tirarlo al suelo, pero al ir a dar la siguiente, una sombra surgida de las manos deol invocador se cernió sobre su pierna. Skatha tuvo la buena reacción de retirarla, a tiempo para ver cómo la sombra implosionaba. Aquello dio tiempo para que el invocador se levantara; se alejó unos pasos, en guardia... Y tras escanear la situación colina abajo, el invocador comenzó a correr. Había decidido huir.
Skatha se sobresaltó y detuvo su carrera, aunque tardó un poco más en comprender qué ocurría. Para entonces otras dos sombras habían surgido y atacaban al médico. Taliesin, en comparación, era un pusilánime indefenso, relegado a un segundo plano mientras las sombras se enfrentaban al hombre que sí estaba armado. A él todo aquello le venía demasiado grande.
Colina abajo veía a Helena luchando, y a Gali alzando el vuelo y cortando cordones de aquella manera. Se habría parado a admirar aquella idea, si la situación hubiera dado para ello. Frente a sí tenía al médico luchando contra dos sombras y... no sabía cómo ayudarlo. Pero Go'el estaba sonriendo, y Helena y Gali hacían su parte, sobreviviendo e incluso imponiéndose a la situación. Al ver aquello, a Taliesin le costó un solo segundo determinar de qué manera podía ser útil él, y reemprender la carrera colina arriba, hacia la cabaña. Llegar hasta el invocador, aprovechando que todos los demás estaban distrayendo a las fuerzas a las que se enfrentaban, era la tarea que por eliminación le quedaba asignada.
No estaba lejos, pero cada zancada se le hacía eterna. Cada inhalación del frío aire nocturno le provocaba una punzada en los pulmones, y sus piernas le enviaban señales pidiéndole un respiro. No podía mirar lo que ocurría tras de sí, si Go'el se defendía o si una sombra perseguía a Taliesin. Se concentró en la visión acrecentada del invocador.
Era un vampiro. Lo supo sin saber muy bien cómo. Tuvo una extraña sensación, como si estuviera corriendo hacia alguien que ya conocía. Pero no, sólo reconocía su descripción: un hombre de mediana edad, de cabello mediano y oscuro. No se movió en absoluto a pesar del sonido de los pasos de Taliesin hacia él, concentrado como estaba en mantener el control sobre los seres de sangre que habían surgido de las tumbas. Skatha no lo pensó dos veces; llegó hasta él y le atizó un puñetazo en la cara, lo agarró por la camisa y lo tiró al suelo.
El hombre abrió los ojos, sorprendido mientras su mente volvía a su cuerpo. Taliesin llegó a darle una patada tras tirarlo al suelo, pero al ir a dar la siguiente, una sombra surgida de las manos deol invocador se cernió sobre su pierna. Skatha tuvo la buena reacción de retirarla, a tiempo para ver cómo la sombra implosionaba. Aquello dio tiempo para que el invocador se levantara; se alejó unos pasos, en guardia... Y tras escanear la situación colina abajo, el invocador comenzó a correr. Había decidido huir.
Taliesin Skatha
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Re: Corazones impuros [Privado] [Cerrado]
El dragón pareció hacerle caso. Genial, el número de engendros descendía bastante, pero aún eran demasiados como para salir de allí. No se iba a arriesgar, ya que un solo arañazo mal dado o incluso el más mínimo rasguño podría acarrearle pillar alguna infección no deseada. La pinta de muertos vivientes que tenían aquellas criaturas no invitaban mucho a ello.
Helena seguía quitándose de encima a todo aquel que osase acercarse más de lo debido. No morían, así que se centraba en cortar los cordones que conectaba a cada engendro que su lápida correspondiente.
De pronto, cómo si de una especie de hechizo roto se tratase, las criaturas empezaron a agonizar y caer, arratrándose por el suelo en busca de su último aliento que nunca llegaría hasta morir lentamente y desvanecerse en una especie de líquido rojizo y pastoso que poco a poco se iba licuando hasta mezclarse con la propia tierra. Todo esto generó varios charcos enormes por todo el cementerio y la tierra quedó bañada literalmente en... ¿Sangre?
Helena quedó bastante estupefacta ante semejante espectáculo, pero en cierta medida se alegró, ya que se le quitaron de encima cientos de enemigos que casi no morían. ¿Qué había causado tal cosa? Desvió su vista hacia la colina, vio que allí Go'el luchaba ferozmente, lo que no pudo apreciar era a quién enfrentaba y cuántos eran, pero parecía que el médico sabía desenvolverse en combate. Quién lo diría.
Por otro lado, vio cómo Skatha luchaba con otro tipo a puñetazo limpio. "Vaya, el jefe sabe desenvolverse", pensó mientras esbozaba media sonrisa pícara. Para desgracia del grupo, el sujeto con el que luchaba Skatha pudo zafarse de este y escapar. Helena se cruzó de brazos y chasqueó la lengua, al mismo tiempo que le daba una patada a una piedra.
-...Inútil...-Pensó en voz alta. Acto seguido, desvió la mirada hacia el dragón-¡Ve a ayudar a Go'el, yo me encargo del tipo que huye!-Alzó la voz para que donde quiera que estuviese la escuchase
Sin más dilación, la asesina empezó a correr. Era rápida y ágil, a la vez que sigilosa, si tenía suerte, daría con el tipo que huía.
Hacía frío, lo podía notar en sus brazos destapados y su nariz cada vez que inspiraba ese aire helado que le entraba por las fosas nasales y sacudía sus pulmones entrando en tromba. En carrera, se bajó la capucha para ocultar su rostro, era una cuestión profesional, ¿Qué clase de asesina sería si ejecutara a sus víctimas a cara descubierta?
Le encantaba esa adrenalina que corría por su cuerpo al estar persiguiendo a una presa. De su rostro tan solo se podía ver esa sonrisa que se dibujaba en sus labios cuando iba a cumplir algún trabajo. Lo tenía cerca, estaba alcanzándolo, desde luego, aquel tipo no era ningún velocista.
El escapista logró salir del cementerio, pero Helena no iba a dejarle avanzar de ahí. Pegó un salto y se subió a un muro de piedra medio resquebrajado de medio metro, apoyó un solo pie y se impulso para saltar encima de su víctima. Antes de impactar en él, hizo un rápido movimiento espasmódico en su muñeca derecha dejando salir su daga del guantelete. Cuando se echó encima del tipo, logró tirarlo al suelo y acto seguido le clavó su arma en la yugular.
La sangre salía a raudales, en poco se formó un charco de sangre alrededor de aquel tipo moribundo, que no pudo reaccionar más allá de mirar a la bruja a los ojos bajo su capucha. Tras eso, la vida en sus ojos se apagó para siempre. La rubia intentaba recuperar el aliento, aún con la daga incrustada en el cuello de aquel tipo. Cuando se recompuso un poco después de su tremenda carrera, volvió a esconder su arma y se puso en pie, observando tanto al cadáver como a ella misma, se había manchado de sangre ajena todo el brazo derecho y un poco el torso.
-...Ugh...-La cara de asco en la bruja no se hizo esperar
Acto seguido volvió a centrar su atención en el tipo. Ya se preocuparía luego de sus ropajes, aunque le esperaba una intensa jornada de limpieza a fondo para que no quedara mancha alguna. Se puso en cuclillas para examinarlo.
-Vampiro-Abrió los labios del sujeto para verificar su raza-...Cabello mediano y oscuro...
Había algo más que destacaba en aquel sujeto. Un medallón de dorado con marcas negras batatnes elaboradas que tenían una calavera en su centro
-Esto no se ve todos los días...-Con cuidado, la Rhodes le quitó el medallón al cadáver y lo examinó a fondo en la palma de su mano-Interesante
Helena seguía quitándose de encima a todo aquel que osase acercarse más de lo debido. No morían, así que se centraba en cortar los cordones que conectaba a cada engendro que su lápida correspondiente.
De pronto, cómo si de una especie de hechizo roto se tratase, las criaturas empezaron a agonizar y caer, arratrándose por el suelo en busca de su último aliento que nunca llegaría hasta morir lentamente y desvanecerse en una especie de líquido rojizo y pastoso que poco a poco se iba licuando hasta mezclarse con la propia tierra. Todo esto generó varios charcos enormes por todo el cementerio y la tierra quedó bañada literalmente en... ¿Sangre?
Helena quedó bastante estupefacta ante semejante espectáculo, pero en cierta medida se alegró, ya que se le quitaron de encima cientos de enemigos que casi no morían. ¿Qué había causado tal cosa? Desvió su vista hacia la colina, vio que allí Go'el luchaba ferozmente, lo que no pudo apreciar era a quién enfrentaba y cuántos eran, pero parecía que el médico sabía desenvolverse en combate. Quién lo diría.
Por otro lado, vio cómo Skatha luchaba con otro tipo a puñetazo limpio. "Vaya, el jefe sabe desenvolverse", pensó mientras esbozaba media sonrisa pícara. Para desgracia del grupo, el sujeto con el que luchaba Skatha pudo zafarse de este y escapar. Helena se cruzó de brazos y chasqueó la lengua, al mismo tiempo que le daba una patada a una piedra.
-...Inútil...-Pensó en voz alta. Acto seguido, desvió la mirada hacia el dragón-¡Ve a ayudar a Go'el, yo me encargo del tipo que huye!-Alzó la voz para que donde quiera que estuviese la escuchase
Sin más dilación, la asesina empezó a correr. Era rápida y ágil, a la vez que sigilosa, si tenía suerte, daría con el tipo que huía.
Hacía frío, lo podía notar en sus brazos destapados y su nariz cada vez que inspiraba ese aire helado que le entraba por las fosas nasales y sacudía sus pulmones entrando en tromba. En carrera, se bajó la capucha para ocultar su rostro, era una cuestión profesional, ¿Qué clase de asesina sería si ejecutara a sus víctimas a cara descubierta?
Le encantaba esa adrenalina que corría por su cuerpo al estar persiguiendo a una presa. De su rostro tan solo se podía ver esa sonrisa que se dibujaba en sus labios cuando iba a cumplir algún trabajo. Lo tenía cerca, estaba alcanzándolo, desde luego, aquel tipo no era ningún velocista.
El escapista logró salir del cementerio, pero Helena no iba a dejarle avanzar de ahí. Pegó un salto y se subió a un muro de piedra medio resquebrajado de medio metro, apoyó un solo pie y se impulso para saltar encima de su víctima. Antes de impactar en él, hizo un rápido movimiento espasmódico en su muñeca derecha dejando salir su daga del guantelete. Cuando se echó encima del tipo, logró tirarlo al suelo y acto seguido le clavó su arma en la yugular.
La sangre salía a raudales, en poco se formó un charco de sangre alrededor de aquel tipo moribundo, que no pudo reaccionar más allá de mirar a la bruja a los ojos bajo su capucha. Tras eso, la vida en sus ojos se apagó para siempre. La rubia intentaba recuperar el aliento, aún con la daga incrustada en el cuello de aquel tipo. Cuando se recompuso un poco después de su tremenda carrera, volvió a esconder su arma y se puso en pie, observando tanto al cadáver como a ella misma, se había manchado de sangre ajena todo el brazo derecho y un poco el torso.
-...Ugh...-La cara de asco en la bruja no se hizo esperar
Acto seguido volvió a centrar su atención en el tipo. Ya se preocuparía luego de sus ropajes, aunque le esperaba una intensa jornada de limpieza a fondo para que no quedara mancha alguna. Se puso en cuclillas para examinarlo.
-Vampiro-Abrió los labios del sujeto para verificar su raza-...Cabello mediano y oscuro...
Había algo más que destacaba en aquel sujeto. Un medallón de dorado con marcas negras batatnes elaboradas que tenían una calavera en su centro
-Esto no se ve todos los días...-Con cuidado, la Rhodes le quitó el medallón al cadáver y lo examinó a fondo en la palma de su mano-Interesante
- Medallón:
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Helena Rhodes
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Re: Corazones impuros [Privado] [Cerrado]
Go´el cambiaba de postura rápidamente, pasaba de dar tajos con la espada por delante de su pecho a una posición alta con el filo por encima de su cabeza y en paralelo al suelo. El arma descendió con potencia hacia el vampiro más cercano y con una media luna volvió a cambiar a una posición baja. El rubio hizo el amago de comenzar una esquiva, tenia la intención de culminar al enemigo con una finta, pero el vampiro predijo su movimiento y adelantándose al galeno le asestó un zarpazo con la mano imbuida en humo negro en el costado. La sangre no tardo en manchar la ropa y el olor inundó las fosas nasales de los agresores a los cuales se les dilataron las pupilas.
El vampiro había perdido el control por instinto subió la mano a la boca lamiendo todos los dedos ensangrentados el dragón lo tuvo claro. Dio un paso atrás y con la espada por encima de la cabeza lanzó un tajo diagonal que corto limpiamente la mano y abrió en canal el pecho del enemigo. Sin embargo Go´el fue descuidado y el vampiro que aun quedaba vivo aprovechó la ocasión para saltarle a la espalda.
El dragón humanoide aulló de dolor al sentir como se clavaban aquellas garras en sus hombros, de repente, dejo de sentir dolor. La herida había sido liberada de la presión del atacante y ahora este se encontraba pataleando entre las mandíbulas de Gali.
-A ver cuanto te dura el juguete nuevo.
El doctor recuperó la espada del suelo al tiempo que su compañero lanzaba un gutural gruñido y cerraba las fauces sobre el hombre.
-Que bruto eres.
El dragón de tierra no le hizo ni caso, se quedo sentado sobre sus cuartos traseros jugando con el vampiro muerto como si fuera un perro que acabara de cazar un conejo.
-¿Donde están los demás?
De nuevo no hubo respuesta, Gali solo movía la cabeza de un lado a otro con el cadáver todavía en la boca. Go´el por su parte suspiro al tiempo que movía con rapidez la espada para sacarle la sangre y guardarla en la vaina.
Emprendió camino hacia la casa examinándose las heridas. Nada que no se pueda curar con hilo y aguja. Pensó mientras pasaba por la bacanal de charcos sanguinolentos y pegajosos que empapaban la tierra de la periferia de la casa. Al llegar a la altura donde debería estar el invocador se encontró conque unos metros más adelante estaban Helena y Skatha junto a un hombre en el suelo.
La cara del galeno cambio por completo al ver el charco de sangre que rodeaba al cuerpo inerte del invocador, no hacia falta ser científico para saber que estaba muerto. Go´el frunció el ceño y miro a la mujer, cabía la posibilidad de que el cabecilla del grupo fuera el culpable, pero el no era asesino ni tenia el brazo empapado en sangre.
-¿Tienes alguna clase de retraso mental o simplemente eres tonta? -Espetó molesto y malhumorado hacia la rubia. -Lo necesitaba vivo, el corazón a dejado de latir, ahora ya no se puede extirpar el órgano mientras aun es funcional. Menuda perdida de tiempo.
Go´el muto el brazo izquierdo, toda su piel se volvió azul y escamosa, unas protuberancias negras y afiladas salieron por los agujero rotos del hombro y por la tela intacta del codo, la mano dobló su tamaño (al igual que el resto de la extremidad) y duras garras aparecieron en el lugar de cada dedo. Sin dejar de mirar a Helena estiró el brazo hacia el tórax del cadáver y sin ningún ápice de delicadeza hundió la mano a la altura del corazón y lo saco de la cavidad de un tirón.
-Tu madre tendría que haberte llamado Inútil en vez de Helena.
El galeno metió el corazón dentro de una bolsa de arpillera y se lo lanzo al hombre.
-Toma, tu prueba del trabajo completado. Menuda chapuza.
El vampiro había perdido el control por instinto subió la mano a la boca lamiendo todos los dedos ensangrentados el dragón lo tuvo claro. Dio un paso atrás y con la espada por encima de la cabeza lanzó un tajo diagonal que corto limpiamente la mano y abrió en canal el pecho del enemigo. Sin embargo Go´el fue descuidado y el vampiro que aun quedaba vivo aprovechó la ocasión para saltarle a la espalda.
El dragón humanoide aulló de dolor al sentir como se clavaban aquellas garras en sus hombros, de repente, dejo de sentir dolor. La herida había sido liberada de la presión del atacante y ahora este se encontraba pataleando entre las mandíbulas de Gali.
-A ver cuanto te dura el juguete nuevo.
El doctor recuperó la espada del suelo al tiempo que su compañero lanzaba un gutural gruñido y cerraba las fauces sobre el hombre.
-Que bruto eres.
El dragón de tierra no le hizo ni caso, se quedo sentado sobre sus cuartos traseros jugando con el vampiro muerto como si fuera un perro que acabara de cazar un conejo.
-¿Donde están los demás?
De nuevo no hubo respuesta, Gali solo movía la cabeza de un lado a otro con el cadáver todavía en la boca. Go´el por su parte suspiro al tiempo que movía con rapidez la espada para sacarle la sangre y guardarla en la vaina.
Emprendió camino hacia la casa examinándose las heridas. Nada que no se pueda curar con hilo y aguja. Pensó mientras pasaba por la bacanal de charcos sanguinolentos y pegajosos que empapaban la tierra de la periferia de la casa. Al llegar a la altura donde debería estar el invocador se encontró conque unos metros más adelante estaban Helena y Skatha junto a un hombre en el suelo.
La cara del galeno cambio por completo al ver el charco de sangre que rodeaba al cuerpo inerte del invocador, no hacia falta ser científico para saber que estaba muerto. Go´el frunció el ceño y miro a la mujer, cabía la posibilidad de que el cabecilla del grupo fuera el culpable, pero el no era asesino ni tenia el brazo empapado en sangre.
-¿Tienes alguna clase de retraso mental o simplemente eres tonta? -Espetó molesto y malhumorado hacia la rubia. -Lo necesitaba vivo, el corazón a dejado de latir, ahora ya no se puede extirpar el órgano mientras aun es funcional. Menuda perdida de tiempo.
Go´el muto el brazo izquierdo, toda su piel se volvió azul y escamosa, unas protuberancias negras y afiladas salieron por los agujero rotos del hombro y por la tela intacta del codo, la mano dobló su tamaño (al igual que el resto de la extremidad) y duras garras aparecieron en el lugar de cada dedo. Sin dejar de mirar a Helena estiró el brazo hacia el tórax del cadáver y sin ningún ápice de delicadeza hundió la mano a la altura del corazón y lo saco de la cavidad de un tirón.
-Tu madre tendría que haberte llamado Inútil en vez de Helena.
El galeno metió el corazón dentro de una bolsa de arpillera y se lo lanzo al hombre.
-Toma, tu prueba del trabajo completado. Menuda chapuza.
Go'el
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Re: Corazones impuros [Privado] [Cerrado]
Intentó perseguir al hombre, pero a penas llegó a dar cinco zancadas: después de la carrera colina arriba que se acababa de pegar, no le quedaban fuerzas para seguirle el ritmo a alguien que corría por su vida. Taliesin se detuvo, respirando fuerte, y pudo ver que Helena salía tras el invocador. Aquello le dio una justificación aún mayor para no esforzarse más en la persecución, y abandonó toda intención de volver a echarse a correr.
Volvió sobre sus pasos y echó un rápido vistazo a la cabaña sobre el cementerio. Una pequeña cocina improvisada, una mesa con pocas sillas, un juego de carta a medias. Había algunos objetos y libros, pero por el momento Taliesin se contentaba con saber que no había allí ninguna persona que pudiera pillarlos desprevenidos. Sintiéndose más tranquilo, salió de la cabaña y comenzó a caminar hacia Helena.
Lo primero fueron buenas noticias: había alcanzado al invocador. Sin embargo, pronto pudo ver el lado negativo, y es que el hombre al que buscaban estaba muerto. Taliesin suspiró, cansado y preocupado. A penas sabía en qué se había metido con todo aquello de impersonar a Kirill Skatha, pero había tenido dos esperanzas: poder interrogar al hombre, decidir si realmente seguiría con aquella loca idea de arrancarle el corazón; y en el peor de los casos obtener el corazón que aquel otro Skatha debería haber conseguido. Parecía que no obtendría ni lo uno ni lo otro, y temía que pudieran haberse enemistado con una asociación peligrosa tras interponerse en sus asuntos.
Pero lo hecho, hecho está.
Go'el llegó poco después, visiblemente enfadado con el resultado de aquella noche, y sacó el corazón sin elegancia ni cuidado. Taliesin no se unió a la recriminación a Helena, pero debía admitir que aquello había sido una chapuza. Por parte de todos.
- No lo recriminemos mutuamente. El vampiro estaba advertido o... al menos era más difícil de alcanzar de lo que esperaba. Estamos todos vivos y ya es bastante.
Atrapó el saco con el corazón, y se sintió muy extraño transportando aquel organo. ¿Qué haría con él ahora?
- Volvamos a Cicatrices y Pus. Tomemos un descanso. Necesito pensar.
Había tenido intención de volver a la cabaña a investigar su contenido, pero se le habían pasado las ganas. Se sentía muy cansado, algo frustrado, sin saber qué conclusión positiva sacar de aquella noche. "He mentido sobre mi nombre, me he metido en los asuntos de unos asesinos que no conozco, he ayudado a asesinar a un hombre del que no sabía nada, y ahora tengo su corazón en una bolsa". Era un balance maravilloso.
Volvió sobre sus pasos y echó un rápido vistazo a la cabaña sobre el cementerio. Una pequeña cocina improvisada, una mesa con pocas sillas, un juego de carta a medias. Había algunos objetos y libros, pero por el momento Taliesin se contentaba con saber que no había allí ninguna persona que pudiera pillarlos desprevenidos. Sintiéndose más tranquilo, salió de la cabaña y comenzó a caminar hacia Helena.
Lo primero fueron buenas noticias: había alcanzado al invocador. Sin embargo, pronto pudo ver el lado negativo, y es que el hombre al que buscaban estaba muerto. Taliesin suspiró, cansado y preocupado. A penas sabía en qué se había metido con todo aquello de impersonar a Kirill Skatha, pero había tenido dos esperanzas: poder interrogar al hombre, decidir si realmente seguiría con aquella loca idea de arrancarle el corazón; y en el peor de los casos obtener el corazón que aquel otro Skatha debería haber conseguido. Parecía que no obtendría ni lo uno ni lo otro, y temía que pudieran haberse enemistado con una asociación peligrosa tras interponerse en sus asuntos.
Pero lo hecho, hecho está.
Go'el llegó poco después, visiblemente enfadado con el resultado de aquella noche, y sacó el corazón sin elegancia ni cuidado. Taliesin no se unió a la recriminación a Helena, pero debía admitir que aquello había sido una chapuza. Por parte de todos.
- No lo recriminemos mutuamente. El vampiro estaba advertido o... al menos era más difícil de alcanzar de lo que esperaba. Estamos todos vivos y ya es bastante.
Atrapó el saco con el corazón, y se sintió muy extraño transportando aquel organo. ¿Qué haría con él ahora?
- Volvamos a Cicatrices y Pus. Tomemos un descanso. Necesito pensar.
Había tenido intención de volver a la cabaña a investigar su contenido, pero se le habían pasado las ganas. Se sentía muy cansado, algo frustrado, sin saber qué conclusión positiva sacar de aquella noche. "He mentido sobre mi nombre, me he metido en los asuntos de unos asesinos que no conozco, he ayudado a asesinar a un hombre del que no sabía nada, y ahora tengo su corazón en una bolsa". Era un balance maravilloso.
Taliesin Skatha
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Re: Corazones impuros [Privado] [Cerrado]
Helena se guardó el medallón en uno de sus bolsillos traseros con cuidado, mientras veía cómo se acercaba Go'el hasta su posición. Vio cómo fruncía el ceño y llegaba bastante enojado a escena. La bruja no comprendía del todo por qué.
-¿¡C-cómo!?-Las palabras del rubiales le pillaron completamente por sorpresa-Un corazón deja de latir si lo arrancas, es lo mismo matarlo yo o que tú mismo lo arranques. Eso lo sabe hasta un niño pequeño-Se encogió de hombros e hizo un gesto de no comprender nada con las manos, al mismo tiempo que miraba de forma despectiva al galeno. No le gustaba la reacción que había tenido.
Acto seguido, Skatha llegó al lugar dónde se encontraban el dragón y la rubia.
Go'el arrancó el corazón de aquel cadáver en un momento, transformando uno de sus brazos en una masa escamosa y más voluminosa, algo que nunca había visto en un dragón. Se suponía que estos se convertían por completo y en criaturas majestuosas y grandes como lo había hecho el acompañante del médico, no a placer y manteniendo la forma humanoide. Sin duda, un caso curioso a la par que desconcertante el del galeno.
-¡OYE!-Dijo al recibir la segunda falta de respeto por parte del rubio. Apretó los dientes y se encaró con él, manteniéndole la mirada. Su ira iba en aumento, Go'el mencionó un tema prohibido y tabú que a Helena solo hacía enervarla más. La yugular llegó a hinchársele mucho. Con un alto ímpetu, llegó incluso a empujar al galeno con su propio torso, al sacar pecho en un acto autoritario y sin amilanarse ante la más que notable altura del rubiales. Levantó la cabeza y la barbilla en señal de desafío, sin nunca apartarle la vista-¡REPITE ESO, BASTARDO!-Había dado rienda suelta a sus impulsos y la ira iba consumiéndola hasta el punto de sacar la daga oculta de su brazalete y ponérsela al médico en el cuello.-Repite... Eso...-Dijo una vez más mientras le fulminaba con la mirada
Skatha, por su parte, intentaba calmar a ambos rubios. Cuando propuso ir a la posada "Cicatrices y Pus", Helena desvió la mirada hacia este y bajó su arma, escondiéndola de nuevo. Volvió a mirar a Go'el, con una mezcla de enojo, asco y desprecio, para luego alejarse de él y emprender la marcha hacia dicho establecimiento, donde aclararían el cómo seguir con el trabajo. Su parte estaba ya hecha, realmente el problema era de Go'el y Skatha. A ella la contrataron para cazar a ese tipo, y cumplió con creces. Aún así, accedió acompañarlos hacia aquel sitio.
Durante el viaje de regreso, se encapuchó y no abrió volvió a abrir la boca. Se generó bastante tensión en el grupo después de aquella escena. Su mente ahora se centraba en el medallón que había encontrado. Durante su estadía en la posada intentaría analizarlo más a fondo. Poco le importaban ya los hombres que la acompañaban, seguramente, a la mañana siguiente habría desaparecido para ir en busca de su recompensa. Despues de todo, sabía dónde y cómo contactar con aquel que le ofreció el trabajo.
-¿¡C-cómo!?-Las palabras del rubiales le pillaron completamente por sorpresa-Un corazón deja de latir si lo arrancas, es lo mismo matarlo yo o que tú mismo lo arranques. Eso lo sabe hasta un niño pequeño-Se encogió de hombros e hizo un gesto de no comprender nada con las manos, al mismo tiempo que miraba de forma despectiva al galeno. No le gustaba la reacción que había tenido.
Acto seguido, Skatha llegó al lugar dónde se encontraban el dragón y la rubia.
Go'el arrancó el corazón de aquel cadáver en un momento, transformando uno de sus brazos en una masa escamosa y más voluminosa, algo que nunca había visto en un dragón. Se suponía que estos se convertían por completo y en criaturas majestuosas y grandes como lo había hecho el acompañante del médico, no a placer y manteniendo la forma humanoide. Sin duda, un caso curioso a la par que desconcertante el del galeno.
-¡OYE!-Dijo al recibir la segunda falta de respeto por parte del rubio. Apretó los dientes y se encaró con él, manteniéndole la mirada. Su ira iba en aumento, Go'el mencionó un tema prohibido y tabú que a Helena solo hacía enervarla más. La yugular llegó a hinchársele mucho. Con un alto ímpetu, llegó incluso a empujar al galeno con su propio torso, al sacar pecho en un acto autoritario y sin amilanarse ante la más que notable altura del rubiales. Levantó la cabeza y la barbilla en señal de desafío, sin nunca apartarle la vista-¡REPITE ESO, BASTARDO!-Había dado rienda suelta a sus impulsos y la ira iba consumiéndola hasta el punto de sacar la daga oculta de su brazalete y ponérsela al médico en el cuello.-Repite... Eso...-Dijo una vez más mientras le fulminaba con la mirada
Skatha, por su parte, intentaba calmar a ambos rubios. Cuando propuso ir a la posada "Cicatrices y Pus", Helena desvió la mirada hacia este y bajó su arma, escondiéndola de nuevo. Volvió a mirar a Go'el, con una mezcla de enojo, asco y desprecio, para luego alejarse de él y emprender la marcha hacia dicho establecimiento, donde aclararían el cómo seguir con el trabajo. Su parte estaba ya hecha, realmente el problema era de Go'el y Skatha. A ella la contrataron para cazar a ese tipo, y cumplió con creces. Aún así, accedió acompañarlos hacia aquel sitio.
Durante el viaje de regreso, se encapuchó y no abrió volvió a abrir la boca. Se generó bastante tensión en el grupo después de aquella escena. Su mente ahora se centraba en el medallón que había encontrado. Durante su estadía en la posada intentaría analizarlo más a fondo. Poco le importaban ya los hombres que la acompañaban, seguramente, a la mañana siguiente habría desaparecido para ir en busca de su recompensa. Despues de todo, sabía dónde y cómo contactar con aquel que le ofreció el trabajo.
Helena Rhodes
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Re: Corazones impuros [Privado] [Cerrado]
El galeno se llevo la mano sin transformar a la cara apretándose el punte de la nariz. Los niños no saben nada. Argumentaba mentalmente. El corazón no deja de latir una vez extraído ¿Nunca viste correr a un pollo sin cabeza? los brujos no saben nada. Go´el se negaba a dar explicaciones que obviamente no iban a ser entendidas por una mujer que razonaba con el nivel de un niño.
-¿De que me sirve repetirlo? Si no lo vas a entender.
No solo tenia la madurez de un niño, sino que también se enrabietaba con la misma velocidad que los infantes.
-Y no soy un bastardo. Yo mismo comprobé mi linea sanguínea, doy fe de que soy hijo de mi madre y mi padre.
El dragón no tenia miedo ninguno, para él estaba muy claro que aquel despilfarro de energía por parte de la bruja no era más que una bravuconada. Yugular tensa, pecho henchido como un gallo de pelea (aunque la verdad es que no se levantó demasiado pues los senos de la rubia no eran muy grandes) y por supuesto no podemos olvidarnos de esa cara desafiante. El galeno ni siquiera vio necesaria la intervención física, pues estaba convencido de que en segundos Helena se desinflaría como una vejiga, había visto ese comportamiento en muchos lugares.
Hombres y mujeres que lanzaban amenazas y sacaban a relucir su lado más agresivo, pero todo acababa cuando alguien les tocaba el hombro o les decía algunas palabras de calma, el numero terminaba con frases como "Tienes suerte de que me sujeten." "A la próxima no estará tu amigo para ayudarte." o una de las mas comunes que le decían a él cuando Gali estaba cerca "Ten cuidado cuando estés solo." En el caso de Helena la pantomima terminó cuando el jefe del grupo anunció el nombre de la posada, para ese momento Go´el volvía a tener su brazo humano y el monje hacia señas con el suyo desde lo alto de la colina.
-¿Va todo bien?
Al moreno se encontraba completamente desnudo tras recuperar su forma humana, en la mano derecha llevaba su bastón de combate y una bolsa de viaje. Por los hombros le bajaba hasta las caderas una espesa mata de pelo negro y en su cara se dibujaba una sonrisa amplia. ¿A caso había algo más placentero que una pelea en medio de la noche?
-¿Estáis todos bien? -Preguntó de nuevo cuando todos estuvieron a la misma altura. -¿Llegaron a herirte Helena? ¿Y a ti Kirill?
-Ponte ropa, le vas a sacar un ojo a alguien.
Le cortó tajante su tocayo, Gali se miro así mismo al oír la frase, por lo visto o no se dio cuenta o no le molestaba ir desnudo. El dragón de tierra simplemente se encogió de hombros y sacó ropa de la bolsa mientras preguntaba.
-¿A donde vamos ahora?
Go´el debería poder llegar sin problemas a la posada al fin y al acabo la habían dejado atrás de camino al cementerio, Go´el debería de poder recordar que tratar bien a la gente evita mal entendidos y peleas, pero Go´el no recordaba nada de eso, por suerte para él existía alguien llamado Gali y en este caso iba acompañado de más gente con un sentido de la orientación que como mínimo entraba dentro de los parámetros comunes.
Al entrar en la posada las fosas nasales de los dragones se inundaron con los característicos olores que flotaban siempre por lo locales de ambiente cerrado. De cara a la entrada, sentado en solitario bebía un hombre de rizos cortos y dorados, con la mirada clavada en la puerta y una sonrisa que parecía dibujar a todos lo que entraban. ¿Sonreía por cortesía o con desafío? Para el dragón humanoide no estaba claro ¿Se encontraba ante alguien con muchos modales? o por el contrario tenia delante a una persona esperando a que alguien cayera en su juego para comenzar una pelea de bar. En cualquier caso el doctor buscó con la mirada una mesa vacía y se sentó con la intención de curarse las heridas.
-¿De que me sirve repetirlo? Si no lo vas a entender.
No solo tenia la madurez de un niño, sino que también se enrabietaba con la misma velocidad que los infantes.
-Y no soy un bastardo. Yo mismo comprobé mi linea sanguínea, doy fe de que soy hijo de mi madre y mi padre.
El dragón no tenia miedo ninguno, para él estaba muy claro que aquel despilfarro de energía por parte de la bruja no era más que una bravuconada. Yugular tensa, pecho henchido como un gallo de pelea (aunque la verdad es que no se levantó demasiado pues los senos de la rubia no eran muy grandes) y por supuesto no podemos olvidarnos de esa cara desafiante. El galeno ni siquiera vio necesaria la intervención física, pues estaba convencido de que en segundos Helena se desinflaría como una vejiga, había visto ese comportamiento en muchos lugares.
Hombres y mujeres que lanzaban amenazas y sacaban a relucir su lado más agresivo, pero todo acababa cuando alguien les tocaba el hombro o les decía algunas palabras de calma, el numero terminaba con frases como "Tienes suerte de que me sujeten." "A la próxima no estará tu amigo para ayudarte." o una de las mas comunes que le decían a él cuando Gali estaba cerca "Ten cuidado cuando estés solo." En el caso de Helena la pantomima terminó cuando el jefe del grupo anunció el nombre de la posada, para ese momento Go´el volvía a tener su brazo humano y el monje hacia señas con el suyo desde lo alto de la colina.
-¿Va todo bien?
Al moreno se encontraba completamente desnudo tras recuperar su forma humana, en la mano derecha llevaba su bastón de combate y una bolsa de viaje. Por los hombros le bajaba hasta las caderas una espesa mata de pelo negro y en su cara se dibujaba una sonrisa amplia. ¿A caso había algo más placentero que una pelea en medio de la noche?
-¿Estáis todos bien? -Preguntó de nuevo cuando todos estuvieron a la misma altura. -¿Llegaron a herirte Helena? ¿Y a ti Kirill?
-Ponte ropa, le vas a sacar un ojo a alguien.
Le cortó tajante su tocayo, Gali se miro así mismo al oír la frase, por lo visto o no se dio cuenta o no le molestaba ir desnudo. El dragón de tierra simplemente se encogió de hombros y sacó ropa de la bolsa mientras preguntaba.
-¿A donde vamos ahora?
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Go´el debería poder llegar sin problemas a la posada al fin y al acabo la habían dejado atrás de camino al cementerio, Go´el debería de poder recordar que tratar bien a la gente evita mal entendidos y peleas, pero Go´el no recordaba nada de eso, por suerte para él existía alguien llamado Gali y en este caso iba acompañado de más gente con un sentido de la orientación que como mínimo entraba dentro de los parámetros comunes.
Al entrar en la posada las fosas nasales de los dragones se inundaron con los característicos olores que flotaban siempre por lo locales de ambiente cerrado. De cara a la entrada, sentado en solitario bebía un hombre de rizos cortos y dorados, con la mirada clavada en la puerta y una sonrisa que parecía dibujar a todos lo que entraban. ¿Sonreía por cortesía o con desafío? Para el dragón humanoide no estaba claro ¿Se encontraba ante alguien con muchos modales? o por el contrario tenia delante a una persona esperando a que alguien cayera en su juego para comenzar una pelea de bar. En cualquier caso el doctor buscó con la mirada una mesa vacía y se sentó con la intención de curarse las heridas.
Go'el
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Re: Corazones impuros [Privado] [Cerrado]
Kirill llegó al fumadero sólo para enterarse de que sus órdenes las había recogido otra persona. Era la primera vez que le hacían eso, y el que hubieran sabido de dónde sacarlas le molestó aún más que que las interceptaran. ¿Tan previsible era? La posibilidad cruzó su mente durante un brevísimo instante, pero Kirill la apartó al concluir que la culpa era de la gilipollas que le había dado el mensaje al hombre equivocado. La agarró del cuello y se aseguró de que aquello no volvería a pasar: le clavó la espada en el abdomen y la dejó caer al suelo como el despojo inútil que era.
Le tomó una semana recuperar las órdenes completas de la misión y saber a dónde debía dirigirse. Visto cómo toda la misión ya estaba comprometida, decidió prescindir de los hombres que supuestamente iban a ayudarle. Después de todo, ¿para qué necesitaba a nadie? Él solo podía arrancarle un corazón a un hombre, y no necesitaba para ello ni a un médico ni a una asesina.
Pero el vampiro al que esperaba sorprender era más poderoso de lo esperado. Lo único que consiguió Kirill fue hacer el ridículo y asegurarse de poner al vampiro en guardia. Menuda chapuza. Pero aún le quedaba una oportunidad. Si esperaba que llegaran los otros y dejaba que ellos se encargaran... Además, aquello le daba la oportunidad de encararse a quien se había llevado sus órdenes.
Y fue así como un día más tarde, en la posada Cicatrices y Pus, se encontró de frente con aquellos cuatro. ¡Menudos imbéciles! pensó, y se rió en voz alta al girarse hacia ellos.
---
Taliesin estaba preocupado y de malhumor, y no ayudó que Helena y Go'el se pelearan. Si su ánimo hubiera sido mejor, habría hecho las cosas de otra manera. Habría revisado la cabaña en la que había vivido el vampiro. Habría hecho algo con el cuerpo, en lugar de abandonarlo a la intemperie. Se habría asegurado de evitar la posada Cicatrices y Pus, tal como había hecho a la ida. Pero cada detalle de aquella noche sabía a fracaso, y Taliesin sólo quería descansar.
Al entrar a la posada le llegó un olor a cerrado y a comida que transmitía paz. Pero la sensación de calma duró poco al toparse con un hombre joven, alto y rubio que sonreía con prepotencia. Algo de aquel hombre llamó la atención de Taliesin, pero a pesar de todo siguió mecánicamente a Go'el hasta una mesa. A penas llegaron a sentarse cuando el hombre se rió y se encaminó hacia ellos.
- Kirill - dejó escapar en voz alta Taliesin, al reconocerlo en aquel instante.
¿No había sido su objetivo encontrar a aquel hombre? Y sin embargo al verlo se sintió culpable e inseguro, quizás asustado, pero no feliz.
- Sí, Kirill - pareció no gustarle que hubieran dicho su nombre en voz alta -. Y me importa una mierda quiénes seáis vosotros. Os creeis muy listos, ¿no? No sé para qué demonios lo queréis, pero el corazón es mío. Dádmelo.
Taliesin se quedó un poco bloqueado. Tenía ganas de decir tantas cosas al mismo tiempo que no logró escoger una, y en su lugar se quedó de pie junto a la mesa, mirando fijamente a Kirill. Aunque sabía que aquel no era el momento adecuado, no podía evitar intentar buscar similitudes físicas entre ambos. Por su parte, los ojos de Kirill recorrieron a Go'el y Helena, saltando del uno al otro al mismo tiempo que su expresión desafiante se transformaba paulatinamente en incomprensión y sorpresa.
- Espera, ¿vosotros no sóis el médico y la asesina? ¿Qué coño hacéis con él?
Le tomó una semana recuperar las órdenes completas de la misión y saber a dónde debía dirigirse. Visto cómo toda la misión ya estaba comprometida, decidió prescindir de los hombres que supuestamente iban a ayudarle. Después de todo, ¿para qué necesitaba a nadie? Él solo podía arrancarle un corazón a un hombre, y no necesitaba para ello ni a un médico ni a una asesina.
Pero el vampiro al que esperaba sorprender era más poderoso de lo esperado. Lo único que consiguió Kirill fue hacer el ridículo y asegurarse de poner al vampiro en guardia. Menuda chapuza. Pero aún le quedaba una oportunidad. Si esperaba que llegaran los otros y dejaba que ellos se encargaran... Además, aquello le daba la oportunidad de encararse a quien se había llevado sus órdenes.
Y fue así como un día más tarde, en la posada Cicatrices y Pus, se encontró de frente con aquellos cuatro. ¡Menudos imbéciles! pensó, y se rió en voz alta al girarse hacia ellos.
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Taliesin estaba preocupado y de malhumor, y no ayudó que Helena y Go'el se pelearan. Si su ánimo hubiera sido mejor, habría hecho las cosas de otra manera. Habría revisado la cabaña en la que había vivido el vampiro. Habría hecho algo con el cuerpo, en lugar de abandonarlo a la intemperie. Se habría asegurado de evitar la posada Cicatrices y Pus, tal como había hecho a la ida. Pero cada detalle de aquella noche sabía a fracaso, y Taliesin sólo quería descansar.
Al entrar a la posada le llegó un olor a cerrado y a comida que transmitía paz. Pero la sensación de calma duró poco al toparse con un hombre joven, alto y rubio que sonreía con prepotencia. Algo de aquel hombre llamó la atención de Taliesin, pero a pesar de todo siguió mecánicamente a Go'el hasta una mesa. A penas llegaron a sentarse cuando el hombre se rió y se encaminó hacia ellos.
- Kirill - dejó escapar en voz alta Taliesin, al reconocerlo en aquel instante.
¿No había sido su objetivo encontrar a aquel hombre? Y sin embargo al verlo se sintió culpable e inseguro, quizás asustado, pero no feliz.
- Sí, Kirill - pareció no gustarle que hubieran dicho su nombre en voz alta -. Y me importa una mierda quiénes seáis vosotros. Os creeis muy listos, ¿no? No sé para qué demonios lo queréis, pero el corazón es mío. Dádmelo.
Taliesin se quedó un poco bloqueado. Tenía ganas de decir tantas cosas al mismo tiempo que no logró escoger una, y en su lugar se quedó de pie junto a la mesa, mirando fijamente a Kirill. Aunque sabía que aquel no era el momento adecuado, no podía evitar intentar buscar similitudes físicas entre ambos. Por su parte, los ojos de Kirill recorrieron a Go'el y Helena, saltando del uno al otro al mismo tiempo que su expresión desafiante se transformaba paulatinamente en incomprensión y sorpresa.
- Espera, ¿vosotros no sóis el médico y la asesina? ¿Qué coño hacéis con él?
Taliesin Skatha
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Re: Corazones impuros [Privado] [Cerrado]
Una risa exagerada llamó la atención de la bruja. Un hombre rubio era el origen de eso, y además los miraba con prepotencia y superioridad, dos cosas que Helena detestaba que le hicieran. La rubia le devolvió la mirada más fría y penetrante que había dirigido a nadie en su vida.
Sin saber muy bien qué hacer por cómo estaban los ánimos en el grupo, la bruja siguió a sus "compañeros" hasta una mesa, no llego a sentarse cuando aquel rubio risueño y prepotente se acercó a importunarles. Un nombre salió de los labios de Skatha, un nombre que nada le decía a la rubia.
-¡Y a mí me importa una mierda quién seas tú, creído gilipollas!-Le dedicó otra mirada, esta vez una que podría cortar la carne como si de un cuchillo se tratara si la rubia se lo propusiera. Acto seguido, miró a Go'el y a Skatha, con desidia-¡Me importa una mierda ese corazón! ¡Y me importáis una mierda todos! ¡Yo ya cumplí mi trabajo!
Furiosa, se abrió paso entre Skatha y el tal "Kirill", empujando a ambos hacia lados opuestos y dirigiéndose así hasta la barra, donde un hombre de mediana edad y un parche en el ojo izquierdo esperaba tras la barra, limpiando una jarra de cerveza y prestando atención a la escena con cara de pocos amigos, pero en silencio y retraído.
-Sírveme una jarra-Se dejó caer en uno de los tantos taburetes que estaban en la barra y puso un par de monedas encima de esta, hablando con un tono desgastado.
El hombre asintió y enseguida cumplió el pedido de la rubia. Recogió las monedas y reposó en su lugar una jarra de cerveza bien fría y llena hasta arriba.
Como había demostrado, poco le importaría lo que pasara con el corazón, con sus compañeros o con aquel rubio. A menos que la importunasen de nuevo, entonces no se contendría y seguramente un puñetazo saldría dirigido al primero que osara hacer tal cosa.
Sin saber muy bien qué hacer por cómo estaban los ánimos en el grupo, la bruja siguió a sus "compañeros" hasta una mesa, no llego a sentarse cuando aquel rubio risueño y prepotente se acercó a importunarles. Un nombre salió de los labios de Skatha, un nombre que nada le decía a la rubia.
-¡Y a mí me importa una mierda quién seas tú, creído gilipollas!-Le dedicó otra mirada, esta vez una que podría cortar la carne como si de un cuchillo se tratara si la rubia se lo propusiera. Acto seguido, miró a Go'el y a Skatha, con desidia-¡Me importa una mierda ese corazón! ¡Y me importáis una mierda todos! ¡Yo ya cumplí mi trabajo!
Furiosa, se abrió paso entre Skatha y el tal "Kirill", empujando a ambos hacia lados opuestos y dirigiéndose así hasta la barra, donde un hombre de mediana edad y un parche en el ojo izquierdo esperaba tras la barra, limpiando una jarra de cerveza y prestando atención a la escena con cara de pocos amigos, pero en silencio y retraído.
-Sírveme una jarra-Se dejó caer en uno de los tantos taburetes que estaban en la barra y puso un par de monedas encima de esta, hablando con un tono desgastado.
El hombre asintió y enseguida cumplió el pedido de la rubia. Recogió las monedas y reposó en su lugar una jarra de cerveza bien fría y llena hasta arriba.
Como había demostrado, poco le importaría lo que pasara con el corazón, con sus compañeros o con aquel rubio. A menos que la importunasen de nuevo, entonces no se contendría y seguramente un puñetazo saldría dirigido al primero que osara hacer tal cosa.
Helena Rhodes
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Re: Corazones impuros [Privado] [Cerrado]
El meticuloso doctor tenia ya sobre la mesa una tira de cuero desenrollado donde lucían varios materiales básicos de medicina. Sin mirar, pero prestando atención a la escena Go´el se puso hacer lo que mejor se le daba, curar. Las heridas que los vampiros le provocaron no eran peligrosas, bastaría con desinfectar y coser.
-El corazón en todo caso tendría que ser mio, pues fui yo quien lo sacó.
Hablaba sin mirar al humano, concentrado en la tarea de anudar el hilo de la aguja. El tono normalmente neutro del doctor ahora se teñía de descarado desprecio.
-Así es, soy el doctor y creo que es bastante sencillo adivinar que hacemos aquí.
Con ayuda de un espejo el rubio comenzó a suturar los cortes del hombro.
-Nunca se nos dieron detalles concretos de las personas con las que llevaríamos acabo la tarea.
Argumentaba Go´el asqueado al tener que explicar detalles que eran obvios.
-Se nos citó en un lugar a una fecha y con una descripción baga de un hombre. Tuya es la culpa por dejar que otro te suplantara y recibiera la misión en tu nombre, si hubieras estado en el lugar y la hora de la recepción de la misiva no te hubiera pasado nada de esto.
Raro era el local donde el monje no necesitaba agachar la cabeza para golpearse con el techo, por suerte para él esta taberna contaba con un segundo piso lo que añadía unos centímetros extras, los suficientes para que Gali solo tuviera que encobrarse para esquivar la lampara de cuernos de venado donde las velas nuevas se acumulaban sobre la cera de las viejas.
La barra al igual que los taburetes le quedaban pequeños, prueba de ello se hacia notable con tan solo mirar al grandullón sentado, la barra le quedaba a la altura de la cintura.
-Dame lo más fuerte que tengas tabernero.
Sonrió jovial dejando unas monedas sobre la madera sin importarle que su ropa lentamente comenzara a mancharse de sangre, formando lineas que delataban arañazos y mordiscos, mientras esperaba la bebida el moreno miro a la bruja.
-¿Vienes mucho por aquí? juraría que te conozco de algo. -Le decía bromista a la rubia. -¿Por casualidad no tendrás una hermana? justo esta noche e tenido que pelearme con unos tipos al lado de una mujer que era igualita a ti.
-El corazón en todo caso tendría que ser mio, pues fui yo quien lo sacó.
Hablaba sin mirar al humano, concentrado en la tarea de anudar el hilo de la aguja. El tono normalmente neutro del doctor ahora se teñía de descarado desprecio.
-Así es, soy el doctor y creo que es bastante sencillo adivinar que hacemos aquí.
Con ayuda de un espejo el rubio comenzó a suturar los cortes del hombro.
-Nunca se nos dieron detalles concretos de las personas con las que llevaríamos acabo la tarea.
Argumentaba Go´el asqueado al tener que explicar detalles que eran obvios.
-Se nos citó en un lugar a una fecha y con una descripción baga de un hombre. Tuya es la culpa por dejar que otro te suplantara y recibiera la misión en tu nombre, si hubieras estado en el lugar y la hora de la recepción de la misiva no te hubiera pasado nada de esto.
Raro era el local donde el monje no necesitaba agachar la cabeza para golpearse con el techo, por suerte para él esta taberna contaba con un segundo piso lo que añadía unos centímetros extras, los suficientes para que Gali solo tuviera que encobrarse para esquivar la lampara de cuernos de venado donde las velas nuevas se acumulaban sobre la cera de las viejas.
La barra al igual que los taburetes le quedaban pequeños, prueba de ello se hacia notable con tan solo mirar al grandullón sentado, la barra le quedaba a la altura de la cintura.
-Dame lo más fuerte que tengas tabernero.
Sonrió jovial dejando unas monedas sobre la madera sin importarle que su ropa lentamente comenzara a mancharse de sangre, formando lineas que delataban arañazos y mordiscos, mientras esperaba la bebida el moreno miro a la bruja.
-¿Vienes mucho por aquí? juraría que te conozco de algo. -Le decía bromista a la rubia. -¿Por casualidad no tendrás una hermana? justo esta noche e tenido que pelearme con unos tipos al lado de una mujer que era igualita a ti.
Go'el
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Re: Corazones impuros [Privado] [Cerrado]
Kirill se quedó más confuso que otra cosa cuando Helena se levantó y comenzó a gritar. ¡Él no había dicho nada que justificara esa reacción!
- ¿Qué mierdas...? - "¿... te pasa?" tuvo la tención de preguntar, pero antes de que terminara, la rubia ya había llegado a la barra y pedido una cerveza. Kirill se quedó con la palabra en la boca, mirando fijamente hacia donde la mujer había estado.
Antes de que pudiera terminar de procesar aquello, el médico comenzó a hablar. Si la reacción de Helena fue como una inesperada jarra de agua fría a la cara, esto ya fue un bote de ácido directo a los ojos.
- ¿Pero tú eres imbécil? Te hemos contratado NOSOTROS para que nos des el corazón.
Taliesin, por su parte, que ya conocía un poco a sus acompañantes de aquella noche, no pudo evitarlo y se echó a reír en ese instante. Aquella reacción de Helena y Go'el le parecía tan desinhíbida y natural, tan característica de ellos. Y le quitaba un enorme peso de encima. Por un momento pensó que el que estaba en desventaja numérica era él, y se preocupó por cómo explicar que había suplantado la identidad de otra persona. Ahora, de golpe, se le hacía mucho más fácil, porque aunque sus compañeros se enfadaran con él, al menos no se pondrían del lado de Kirill y contra Taliesin.
Pero la risa fue realmente algo muy desafortunado. Kirill lo interpretó inmediatamente como que se burlaban de él, y ya había apilado demasiadas cosas como para dejar pasar una más. Los pocos objetos que había sobre la mesa - cubiertos, jarra, velas - fueron a parar al suelo cuando el rubio liberó su enfado al recorrer la mesa con ambas manos y tirar todo lo que allí se encontraba. El taburete más cercano también voló cuando lo apartó de su camino, agarró a Taliesin de las solapas y lo golpeó contra una pared. La risa de Taliesin se cortó en seco.
- No sé qué te has creído y no sé qué les has dicho. Pero no me hace ni puta gracia.
- Me llamo Taliesin - comenzó a explicar ahora que tenía toda la atención de Kirill -. Taliesin Skatha. Mi padre era un marinero que apenas tocó nuestras vidas y volvió a la mar hace más de 30 años. Jamás conocí a ningún otro Skatha, hasta que oí hablar de tí.
La mueca de Kirill pasó de la furia, a la incomprensión, al desprecio. Apartó ambas manos del vampiro en un claro gesto de asco, y retrocedió un paso con la nariz arrugada y gesto defensivo.
- Me tropecé con esto del corazón por casualidad. No pretendía competir contigo ni hacerte mal. Quería encontrar lo que buscabas para encontrarte a tí.
- Pues lo has conseguido, genio - no parecía contento, ni con ganas de seguir aquella conversación.
- Me gustaría hablar contigo. Toma, el corazón - y se lo tendió como un gesto de reconciliación, para que viera que no tenía ningún interés en aquel objeto específico.
Kirill le quitó la bolsa de las manos con brusquedad, y su tensión se alivió parcialmente cuando vio que Taliesin no hacía nada por impedirlo o ir a recuperarlo. Pero fue temporal: lejos de arreglar las cosas, aquello volvió a tensar el ambiente cuando el rubio miró dentro de la bolsa. Extrajo el corazón y, sosteniéndolo en su mano, pudo comprobar que no latía.
- Está muerto - masculló, y más alto: - Lo matasteis antes de sacarlo. No me lo puedo creer. Sois unos incompetentes.
Taliesin alzó ambas manos en un intento por tranquilizarlo, pero Kirill estaba crispado y exasperado. El joven no permitió que el vampiro comenzara a hablar, y en su lugar lanzó el corazón muerto con fuerza hacia el médico.
- ¡Pues si quieres quedártelo te lo puedes quedar, porque no vale una mierda! ¿Acaso las instrucciones eran muy complicadas? Pues la has liado, listo. Ni tú, ni tú - se giró hacia Helena, estuviera ella o no escuchando hasta aquel momento -, vais a recibir nada de este trabajo, y os aseguro que no volveréis a oír de nosotros para ningún otro. Si acaso todo lo contrario.
Le lanzó una mirada de odio a Taliesin, y le dedicó un gesto acusador.
- Y tú. Un genio, de veras.
- Vivo en Lunargenta - continuó el otro, determinado a decir todo lo que debía antes de que Kirill se marchara -. Si quieres hablar más adelante, puedes preguntar por mi en la posada de la plaza del cedro. Estaré esperando.
Kirill mantuvo el gesto, como si estuviera a punto de decir algo pero subitamente desprovisto de aire. Pasaron unos segundos más hasta que chasqueó la lengua y abandonó la posada, golpeando la puerta con fuerza al salir. Taliesin suspiró, derrotado y cansado.
- Siento haberos mentido sobre mi nombre - le dijo a Go'el, quien estaba cerca, aunque iba dirigido también a Helena y Gali si ellos estaban escuchando -. Soy Taliesin, un vampiro. Estaba intentando encontrarlo a él, y por eso tomé su nombre. Creo que esta noche no ha ido muy bien - se permitió un segundo de silencio, intentando encontrar qué más decir -. De nuevo, mis disculpas.
- ¿Qué mierdas...? - "¿... te pasa?" tuvo la tención de preguntar, pero antes de que terminara, la rubia ya había llegado a la barra y pedido una cerveza. Kirill se quedó con la palabra en la boca, mirando fijamente hacia donde la mujer había estado.
Antes de que pudiera terminar de procesar aquello, el médico comenzó a hablar. Si la reacción de Helena fue como una inesperada jarra de agua fría a la cara, esto ya fue un bote de ácido directo a los ojos.
- ¿Pero tú eres imbécil? Te hemos contratado NOSOTROS para que nos des el corazón.
Taliesin, por su parte, que ya conocía un poco a sus acompañantes de aquella noche, no pudo evitarlo y se echó a reír en ese instante. Aquella reacción de Helena y Go'el le parecía tan desinhíbida y natural, tan característica de ellos. Y le quitaba un enorme peso de encima. Por un momento pensó que el que estaba en desventaja numérica era él, y se preocupó por cómo explicar que había suplantado la identidad de otra persona. Ahora, de golpe, se le hacía mucho más fácil, porque aunque sus compañeros se enfadaran con él, al menos no se pondrían del lado de Kirill y contra Taliesin.
Pero la risa fue realmente algo muy desafortunado. Kirill lo interpretó inmediatamente como que se burlaban de él, y ya había apilado demasiadas cosas como para dejar pasar una más. Los pocos objetos que había sobre la mesa - cubiertos, jarra, velas - fueron a parar al suelo cuando el rubio liberó su enfado al recorrer la mesa con ambas manos y tirar todo lo que allí se encontraba. El taburete más cercano también voló cuando lo apartó de su camino, agarró a Taliesin de las solapas y lo golpeó contra una pared. La risa de Taliesin se cortó en seco.
- No sé qué te has creído y no sé qué les has dicho. Pero no me hace ni puta gracia.
- Me llamo Taliesin - comenzó a explicar ahora que tenía toda la atención de Kirill -. Taliesin Skatha. Mi padre era un marinero que apenas tocó nuestras vidas y volvió a la mar hace más de 30 años. Jamás conocí a ningún otro Skatha, hasta que oí hablar de tí.
La mueca de Kirill pasó de la furia, a la incomprensión, al desprecio. Apartó ambas manos del vampiro en un claro gesto de asco, y retrocedió un paso con la nariz arrugada y gesto defensivo.
- Me tropecé con esto del corazón por casualidad. No pretendía competir contigo ni hacerte mal. Quería encontrar lo que buscabas para encontrarte a tí.
- Pues lo has conseguido, genio - no parecía contento, ni con ganas de seguir aquella conversación.
- Me gustaría hablar contigo. Toma, el corazón - y se lo tendió como un gesto de reconciliación, para que viera que no tenía ningún interés en aquel objeto específico.
Kirill le quitó la bolsa de las manos con brusquedad, y su tensión se alivió parcialmente cuando vio que Taliesin no hacía nada por impedirlo o ir a recuperarlo. Pero fue temporal: lejos de arreglar las cosas, aquello volvió a tensar el ambiente cuando el rubio miró dentro de la bolsa. Extrajo el corazón y, sosteniéndolo en su mano, pudo comprobar que no latía.
- Está muerto - masculló, y más alto: - Lo matasteis antes de sacarlo. No me lo puedo creer. Sois unos incompetentes.
Taliesin alzó ambas manos en un intento por tranquilizarlo, pero Kirill estaba crispado y exasperado. El joven no permitió que el vampiro comenzara a hablar, y en su lugar lanzó el corazón muerto con fuerza hacia el médico.
- ¡Pues si quieres quedártelo te lo puedes quedar, porque no vale una mierda! ¿Acaso las instrucciones eran muy complicadas? Pues la has liado, listo. Ni tú, ni tú - se giró hacia Helena, estuviera ella o no escuchando hasta aquel momento -, vais a recibir nada de este trabajo, y os aseguro que no volveréis a oír de nosotros para ningún otro. Si acaso todo lo contrario.
Le lanzó una mirada de odio a Taliesin, y le dedicó un gesto acusador.
- Y tú. Un genio, de veras.
- Vivo en Lunargenta - continuó el otro, determinado a decir todo lo que debía antes de que Kirill se marchara -. Si quieres hablar más adelante, puedes preguntar por mi en la posada de la plaza del cedro. Estaré esperando.
Kirill mantuvo el gesto, como si estuviera a punto de decir algo pero subitamente desprovisto de aire. Pasaron unos segundos más hasta que chasqueó la lengua y abandonó la posada, golpeando la puerta con fuerza al salir. Taliesin suspiró, derrotado y cansado.
- Siento haberos mentido sobre mi nombre - le dijo a Go'el, quien estaba cerca, aunque iba dirigido también a Helena y Gali si ellos estaban escuchando -. Soy Taliesin, un vampiro. Estaba intentando encontrarlo a él, y por eso tomé su nombre. Creo que esta noche no ha ido muy bien - se permitió un segundo de silencio, intentando encontrar qué más decir -. De nuevo, mis disculpas.
Taliesin Skatha
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