Abandonando el hogar [Libre 2/3][Cerrado]
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Abandonando el hogar [Libre 2/3][Cerrado]
- Todo irá bien, me he preparado para este viaje y es lo que quería… - susurraba la cuerva para sí, evitando pensar en lo que dejaba atrás, que era mucho. Había pasado su vida entera en la aldea y los alrededores, y aunque ahora no se sintiese cómoda en aquel lugar, echaba de menos la seguridad que le proporcionaba. Hasta aquella mañana su mundo se había reducido a aquel modesto pueblo perdido de la mano de dios, pero eso estaba a punto de cambiar.
Después de pasar el tótem original y hacer su plegaria, la morena siguió el camino que su padre le había marcado en el mapa, uno con el cual en teoría llegaría al siguiente asentamiento antes del anochecer, aunque eso dependería en gran medida de su sentido de la orientación. Controlar la posición del sol, revisar de vez en cuando los árboles para valerse del musgo y poder marcar el norte, subir a zonas elevadas en caso de duda para buscar la mejor ruta hacia su destino… Bullier le había dado algunos trucos para que no se perdiese a la primera de cambio, pero ahora estaba sola, tendría que aprender a cuidarse por su cuenta.
Con las alas pegadas al cuerpo y sujetando con fuerza la correa de su bolsa, Ava continuó su trayecto a través de la escasa vegetación, al principio un poco tensa por no saber qué esperar del exterior, pero tras unas horas pudo relajarse y disfrutar algo más de las vistas que Midgar le ofrecía. No cabía duda de que los incendios habían dañado seriamente aquella parte de Aerandir pero aun así tenía cierto encanto, al menos para ella.
¿Cómo serían las tierras del este? ¿Y los reinos de los elfos? De pequeña había escuchado historias acerca de lo hermosas que eran las ciudades en Sandorai y también de los fríos inviernos del norte, con sus blancos mantos de nieve cubriéndolo todo. ¿Llegaría a verlo? A la mujer bestia le hacía ilusión pensar que sí, que tendría ocasión de viajar hasta aquellos lejanos lugares y admirarlos en primera persona.
Su padre solía decir que era una soñadora, y que de un modo u otro habría terminado saliendo de su hogar para descubrir qué había más allá de lo que conocía, que lo veía en su mirada, en la curiosidad con que brillaban sus ambarinos ojos cuando alguien le hablaba del exterior.
Una tímida sonrisa se dibujó en el rostro de la muchacha al recordar cómo ella y los otros niños de la aldea acudían a toda prisa a los comercios en cuanto llegaba algún mercader ambulante, ansiosos por escuchar nuevas historias. Era tal el interés de la pequeña Ava por aquellos relatos que más de una vez el toro tuvo que esperar por ella después de su jornada en la herrería, quizá si tuviese razón y estuviese destinada a salir de Midgar para visitar otros reinos.
La suave caricia de la brisa en sus plumas la trajo de vuelta al presente, a tiempo de ver un rastro que a sus ojos era perfectamente reconocible. - Una senda de animales, debe haber agua por aquí cerca. - dijo en voz baja, examinando los diferentes tipos de huellas y la dirección que tomaban. En otra situación habría tratado de cazar algo para aprovisionarse pero Bullier se había encargado a conciencia de ello, llenando su bolsa hasta que ésta apenas pudo cerrarse.
“Toma de la naturaleza solo lo que necesites.” Eso solía decir el hombre bestia, y teniendo en cuenta que en aquel momento iba perfectamente preparada para afrontar el camino que le quedaba por delante, ignoró el desvío y siguió su ruta.
Pasaron otras dos horas antes de que el calor la obligase a buscar un lugar a la sombra donde descansar, y aunque no resultó una tarea fácil, la cuerva dio con un árbol joven bajo el cual pudo sentarse y huir del sol, que se hallaba en lo más alto, marcando el mediodía. Allí pasaría el tiempo necesario para refrescarse y reponer fuerzas, reanudando la marcha en cuanto las temperaturas descendiesen un poco.
- Si no me equivoco debo estar por aquí… - dijo, extendiendo el mapa sobre el suelo y marcando con el índice su posición aproximada. - Con suerte llegaré al pueblo al atardecer. - continuó, calculando la distancia que había recorrido y la que aún le quedaba por cubrir. Ava estaba emocionada, por primera vez en mucho tiempo se sentía libre, allá donde iba nadie la conocería, tampoco a Celene, podría ser una más entre la multitud y no tendría que preocuparse por lo que los demás pudiesen pensar de ella.
Después de pasar el tótem original y hacer su plegaria, la morena siguió el camino que su padre le había marcado en el mapa, uno con el cual en teoría llegaría al siguiente asentamiento antes del anochecer, aunque eso dependería en gran medida de su sentido de la orientación. Controlar la posición del sol, revisar de vez en cuando los árboles para valerse del musgo y poder marcar el norte, subir a zonas elevadas en caso de duda para buscar la mejor ruta hacia su destino… Bullier le había dado algunos trucos para que no se perdiese a la primera de cambio, pero ahora estaba sola, tendría que aprender a cuidarse por su cuenta.
Con las alas pegadas al cuerpo y sujetando con fuerza la correa de su bolsa, Ava continuó su trayecto a través de la escasa vegetación, al principio un poco tensa por no saber qué esperar del exterior, pero tras unas horas pudo relajarse y disfrutar algo más de las vistas que Midgar le ofrecía. No cabía duda de que los incendios habían dañado seriamente aquella parte de Aerandir pero aun así tenía cierto encanto, al menos para ella.
¿Cómo serían las tierras del este? ¿Y los reinos de los elfos? De pequeña había escuchado historias acerca de lo hermosas que eran las ciudades en Sandorai y también de los fríos inviernos del norte, con sus blancos mantos de nieve cubriéndolo todo. ¿Llegaría a verlo? A la mujer bestia le hacía ilusión pensar que sí, que tendría ocasión de viajar hasta aquellos lejanos lugares y admirarlos en primera persona.
Su padre solía decir que era una soñadora, y que de un modo u otro habría terminado saliendo de su hogar para descubrir qué había más allá de lo que conocía, que lo veía en su mirada, en la curiosidad con que brillaban sus ambarinos ojos cuando alguien le hablaba del exterior.
Una tímida sonrisa se dibujó en el rostro de la muchacha al recordar cómo ella y los otros niños de la aldea acudían a toda prisa a los comercios en cuanto llegaba algún mercader ambulante, ansiosos por escuchar nuevas historias. Era tal el interés de la pequeña Ava por aquellos relatos que más de una vez el toro tuvo que esperar por ella después de su jornada en la herrería, quizá si tuviese razón y estuviese destinada a salir de Midgar para visitar otros reinos.
La suave caricia de la brisa en sus plumas la trajo de vuelta al presente, a tiempo de ver un rastro que a sus ojos era perfectamente reconocible. - Una senda de animales, debe haber agua por aquí cerca. - dijo en voz baja, examinando los diferentes tipos de huellas y la dirección que tomaban. En otra situación habría tratado de cazar algo para aprovisionarse pero Bullier se había encargado a conciencia de ello, llenando su bolsa hasta que ésta apenas pudo cerrarse.
“Toma de la naturaleza solo lo que necesites.” Eso solía decir el hombre bestia, y teniendo en cuenta que en aquel momento iba perfectamente preparada para afrontar el camino que le quedaba por delante, ignoró el desvío y siguió su ruta.
Pasaron otras dos horas antes de que el calor la obligase a buscar un lugar a la sombra donde descansar, y aunque no resultó una tarea fácil, la cuerva dio con un árbol joven bajo el cual pudo sentarse y huir del sol, que se hallaba en lo más alto, marcando el mediodía. Allí pasaría el tiempo necesario para refrescarse y reponer fuerzas, reanudando la marcha en cuanto las temperaturas descendiesen un poco.
- Si no me equivoco debo estar por aquí… - dijo, extendiendo el mapa sobre el suelo y marcando con el índice su posición aproximada. - Con suerte llegaré al pueblo al atardecer. - continuó, calculando la distancia que había recorrido y la que aún le quedaba por cubrir. Ava estaba emocionada, por primera vez en mucho tiempo se sentía libre, allá donde iba nadie la conocería, tampoco a Celene, podría ser una más entre la multitud y no tendría que preocuparse por lo que los demás pudiesen pensar de ella.
Última edición por Ava Kenrith el Lun 18 Feb 2019, 17:13, editado 2 veces
Ava Kenrith
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Re: Abandonando el hogar [Libre 2/3][Cerrado]
"Día 367. Sigo sin encontrar ni rastro de Eltrant Tale, siguiendo los rumores escuchados de pueblo en pueblo tan solo consigo llegar tarde a los lugares por los que ha pasado. Comienza a ser una tarea frustrante. Si tan siquiera encontrara una pista que me llevara directamente a dónde se encuentra ahora, todo sería más sencillo. Si eso fuera poco, en el último poblado que he estado me han dado una pista falsa ¡Estoy harta de la gente que engaña! ¿Acaso les parece algo divertido guiar a alguien en la dirección errónea? He terminado aquí, en este bosque sombrío, vagabundeando sin ningún tipo de mapa ni caminos que seguir. Por lo menos tengo víveres para aguantar algunos días más..."
La muchacha cierra el diario soltando un suspiro y lo guarda en su bolsa de viaje. Hacía un día caluroso para vagar sin rumbo por los bosques por lo que había decidido descansar a la sombra de uno de los árboles mientras pensaba el rumbo a seguir. Había venido desde Sandorai siguiendo una de las pistas que según los lugareños, había llevado a Eltrant a luchar contra unos gigantes.
Se levanta del suelo y se sacude las ramitas y la tierra de la ropa. Antes de sentarse a descansar había escuchado el murmullo de agua corriendo, no era mala idea refrescarse y rellenar los odres de agua. Vuelve sobre sus pasos durante unos metros entre la maleza. Pero pronto se da cuenta de que había sido traicionada por su sentido de la orientación. Esa zona no le sonaba para nada.
"Maldita sea... Adentrarse en un bosque de esta magnitud sin un mapa es cuanto menos un suicidio"
La chica suspira y se ajusta la espada de su espalda. La deja un poco suelta dentro de la vaina, no se fía de no encontrarse con bandidos o con criaturas salvajes.
Tras un buen rato caminando encuentra un pequeño sendero. "A alguna parte debe llevar este camino..." El calor la obliga a quitarse el abrigo, quedando solo con el corsé aflojado. Se tapa del sol con una mano y mira hacia ambos extremos del pequeño sendero, allá a lo lejos parece formarse una figura. Rápidamente se esconde detrás de un árbol grueso y desdenfunda la espada de la cadera.
Espera pacientemente con la respiración entrecortada, la figura termina siguiendo el camino, seguramente demasiado absorta en sus propios pensamientos como para percatarse de su presencia.
"Una mujer... ¿Una mujer pájaro? Eso... Eso es... ¡Precioso!"
Sin darse cuenta vuelve a guardar el arma, embelesada por la belleza de las alas de la mujer. Mueve la cabeza a los lados para concentarse.
"Debe dirigirse a algún lugar en concreto, probablemente de vuelta a su casa."
Decide seguirla prudentemente desde la distancia, pero al cabo de unos minutos la mujer alada se detiene a la sombra de un pequeño árbol. Karen lanza un suspiro, no quería llegar a acercarse o entablar conversación, no está en sus días más sociables. Sobretodo teniendo en cuenta que las últimas personas que se encontró la enviaron en la dirección equivocada.
La joven sigue el camino hasta llegar a la altura del árbol. La ve allí sentada, observando un papel. Seguramente un mapa, piensa. Desde esa distancia parece mucho más hermosa de lo que había pensado. Se siente un poco tosca y fuera de lugar con sus botas llenas de barro y el pelo enredado. Carraspea para llamar la atención sin asustarla.
- Esto... Disculpa. -Se revuelve el pelo en un gesto de inseguridad. -Yo... No he podido evitar seguirte. La verdad es que me he perdido y me preguntaba si tú... - Cambia el peso de una pierna a otra, respira hondo para concentrarse. -¿Sabes llegar al pueblo más cercano?
Aleja las manos de la espada de su costado para no aparentar una amenaza y espera nerviosa esperando que la respuesta sea afirmativa.
La muchacha cierra el diario soltando un suspiro y lo guarda en su bolsa de viaje. Hacía un día caluroso para vagar sin rumbo por los bosques por lo que había decidido descansar a la sombra de uno de los árboles mientras pensaba el rumbo a seguir. Había venido desde Sandorai siguiendo una de las pistas que según los lugareños, había llevado a Eltrant a luchar contra unos gigantes.
Se levanta del suelo y se sacude las ramitas y la tierra de la ropa. Antes de sentarse a descansar había escuchado el murmullo de agua corriendo, no era mala idea refrescarse y rellenar los odres de agua. Vuelve sobre sus pasos durante unos metros entre la maleza. Pero pronto se da cuenta de que había sido traicionada por su sentido de la orientación. Esa zona no le sonaba para nada.
"Maldita sea... Adentrarse en un bosque de esta magnitud sin un mapa es cuanto menos un suicidio"
La chica suspira y se ajusta la espada de su espalda. La deja un poco suelta dentro de la vaina, no se fía de no encontrarse con bandidos o con criaturas salvajes.
Tras un buen rato caminando encuentra un pequeño sendero. "A alguna parte debe llevar este camino..." El calor la obliga a quitarse el abrigo, quedando solo con el corsé aflojado. Se tapa del sol con una mano y mira hacia ambos extremos del pequeño sendero, allá a lo lejos parece formarse una figura. Rápidamente se esconde detrás de un árbol grueso y desdenfunda la espada de la cadera.
Espera pacientemente con la respiración entrecortada, la figura termina siguiendo el camino, seguramente demasiado absorta en sus propios pensamientos como para percatarse de su presencia.
"Una mujer... ¿Una mujer pájaro? Eso... Eso es... ¡Precioso!"
Sin darse cuenta vuelve a guardar el arma, embelesada por la belleza de las alas de la mujer. Mueve la cabeza a los lados para concentarse.
"Debe dirigirse a algún lugar en concreto, probablemente de vuelta a su casa."
Decide seguirla prudentemente desde la distancia, pero al cabo de unos minutos la mujer alada se detiene a la sombra de un pequeño árbol. Karen lanza un suspiro, no quería llegar a acercarse o entablar conversación, no está en sus días más sociables. Sobretodo teniendo en cuenta que las últimas personas que se encontró la enviaron en la dirección equivocada.
La joven sigue el camino hasta llegar a la altura del árbol. La ve allí sentada, observando un papel. Seguramente un mapa, piensa. Desde esa distancia parece mucho más hermosa de lo que había pensado. Se siente un poco tosca y fuera de lugar con sus botas llenas de barro y el pelo enredado. Carraspea para llamar la atención sin asustarla.
- Esto... Disculpa. -Se revuelve el pelo en un gesto de inseguridad. -Yo... No he podido evitar seguirte. La verdad es que me he perdido y me preguntaba si tú... - Cambia el peso de una pierna a otra, respira hondo para concentrarse. -¿Sabes llegar al pueblo más cercano?
Aleja las manos de la espada de su costado para no aparentar una amenaza y espera nerviosa esperando que la respuesta sea afirmativa.
Karen Engeld
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Re: Abandonando el hogar [Libre 2/3][Cerrado]
Los ambarinos ojos de la muchacha recorrieron el trozo de pergamino de una punta a la otra, empezando por el lado en que estaba representada su aldea, con unos pequeños garabatos de cabañas, hasta su primer destino relevante, los bosques de los elfos. ¿Cómo debía presentarse ante ellos? Según tenía entendido, al menos por lo que había escuchado decir a los mercaderes que pasaban de vez en cuando por su hogar, algunos habitantes de Sandorai eran demasiado sobreprotectores con su territorio, llegando incluso a mostrarse agresivos con los extraños cuando éstos traspasaban la frontera.
“Ten cuidado cuando llegues a sus dominios, mantente alerta y no olvides vigilar por encima de tu cabeza, los elfos son ágiles y bastante famosos en el uso del arco, quizá tú no los veas a ellos pero ellos si te verán a ti.” Esas habían sido las palabras textuales de su padre, el cual a veces olvidaba lo agudos que podían llegar a ser los sentidos de su hija.
Una lejana pisada sacó a la cuerva de sus pensamientos, pero no hizo ningún movimiento que pudiese delatarla, al menos de momento. En vez de eso respiró lentamente y trató de captar el olor de la criatura que se movía alrededor de ella, creyendo que se trataría de algún animal de la zona, probablemente curioso al ver a un ser de sus características pasando por allí.
Con la mirada aún clavada sobre el papel, a pesar de que había perdido todo interés en él, Ava se esforzó por identificar el aroma que la brisa le traía, pero fue en vano, aquella esencia no pertenecía a ninguna criatura que le resultase familiar. ¿Estaría observándola alguna bestia diferente a las que solían rondar su pueblo? No era una idea descabellada pero de ser así podía tener problemas, sobre todo si no era capaz de lidiar con lo que estuviese escondiéndose entre la vegetación.
- El hacha… - musitó, planteándose la posibilidad de desenvainar a Segadora y prepararse para lo que pudiese ocurrir, pero al escuchar otra pisada descartó la opción. Lo que se le acercaba era ligero, bastante ligero, tanto que apenas hacía ruido y eso era un dato positivo, pues implicaba que en el peor de los casos no se enfrentaría a un enemigo más grande que ella, hallaría el modo de afrontar la situación.
Gracias a la práctica y a su sensibilidad, la morena pudo determinar de forma bastante certera dónde se encontraba el origen del sonido, comprobando que tal como sospechaba, el responsable estaba acortando la distancia que los separaba. [1] - No te pongas nerviosa, solo será un animal, quizá un ciervo o algo parecido. - pensó, intentando convencerse de que estaba dando demasiada importancia a una tontería. Sin embargo, lo que surgió de entre los árboles no tenía nada que ver con la imagen que se había hecho mentalmente.
La mujer hizo lo que cualquier persona con un poco de consideración habría hecho, abandonó la cobertura de los arbustos y carraspeó para anunciar su acercamiento sin sobresaltarla, pero se trataba del primer encuentro de la joven con alguien del exterior, por lo que inevitablemente, se dejó asaltar por los nervios. Torpemente, Ava se puso en pie para encarar a la recién llegada, mientras sus alas se abrían instintivamente, detalle que en cuanto pudo, tras recoger el mapa que se había dejado en el suelo con las prisas, corrigió volviéndolas a plegar alrededor de su cuerpo.
- Per…perdón. - susurró, sin saber por qué, aunque dada su reacción la disculpa podía estar justificada. Sus mejillas se ruborizaron levemente a causa de la vergüenza, ¿iba a responder de ese modo cada vez que se topase con un extraño? ¿cuánto tiempo tardaría en acostumbrarse al trato con la gente que no pertenecía a su aldea? Ambas cuestiones pasaron por su cabeza en cuestión de segundos, lo que tardó en recomponerse. - Es una chica, no te va a morder. - se dijo interiormente, recalcando lo absurda de su preocupación.
Instantes después, y algo más relajada, la cuerva pudo observar mejor a su interlocutora, la cual decía haberse perdido y buscaba ayuda para llegar al pueblo más cercano. - Eso puedo hacerlo. - pensó, obligándose a respirar con tranquilidad y a empezar a actuar de forma normal antes de que la muchacha la tomase por un bicho raro. - Claro. - consiguió decir, extendiendo nuevamente el pergamino que sostenía y dando un paso en su dirección para mostrárselo.
- Ahora mismo estamos en este punto, aquí está el río que se encuentra un poco más al oeste y el asentamiento más cercano es éste, a unas cinco o seis horas de camino. - explicó, señalando cada cosa que mencionaba con el índice y trazando una línea con el dedo para marcar la ruta más directa, una que pasaba por varios puntos reconocibles del terreno.
En el papel se podía apreciar el dibujo de un relieve pronunciado, el cual se correspondía con una colina que ya podía verse a los lejos, y más allá de ella kilómetros de bosque con algún que otro pequeño arroyo, un par de formaciones rocosas fácilmente identificables y poco más, el trayecto no tenía gran complicación siempre y cuando mantuviese la orientación adecuada.
[1] Uso de habilidad de nivel 0: Sentidos salvajes
“Ten cuidado cuando llegues a sus dominios, mantente alerta y no olvides vigilar por encima de tu cabeza, los elfos son ágiles y bastante famosos en el uso del arco, quizá tú no los veas a ellos pero ellos si te verán a ti.” Esas habían sido las palabras textuales de su padre, el cual a veces olvidaba lo agudos que podían llegar a ser los sentidos de su hija.
Una lejana pisada sacó a la cuerva de sus pensamientos, pero no hizo ningún movimiento que pudiese delatarla, al menos de momento. En vez de eso respiró lentamente y trató de captar el olor de la criatura que se movía alrededor de ella, creyendo que se trataría de algún animal de la zona, probablemente curioso al ver a un ser de sus características pasando por allí.
Con la mirada aún clavada sobre el papel, a pesar de que había perdido todo interés en él, Ava se esforzó por identificar el aroma que la brisa le traía, pero fue en vano, aquella esencia no pertenecía a ninguna criatura que le resultase familiar. ¿Estaría observándola alguna bestia diferente a las que solían rondar su pueblo? No era una idea descabellada pero de ser así podía tener problemas, sobre todo si no era capaz de lidiar con lo que estuviese escondiéndose entre la vegetación.
- El hacha… - musitó, planteándose la posibilidad de desenvainar a Segadora y prepararse para lo que pudiese ocurrir, pero al escuchar otra pisada descartó la opción. Lo que se le acercaba era ligero, bastante ligero, tanto que apenas hacía ruido y eso era un dato positivo, pues implicaba que en el peor de los casos no se enfrentaría a un enemigo más grande que ella, hallaría el modo de afrontar la situación.
Gracias a la práctica y a su sensibilidad, la morena pudo determinar de forma bastante certera dónde se encontraba el origen del sonido, comprobando que tal como sospechaba, el responsable estaba acortando la distancia que los separaba. [1] - No te pongas nerviosa, solo será un animal, quizá un ciervo o algo parecido. - pensó, intentando convencerse de que estaba dando demasiada importancia a una tontería. Sin embargo, lo que surgió de entre los árboles no tenía nada que ver con la imagen que se había hecho mentalmente.
La mujer hizo lo que cualquier persona con un poco de consideración habría hecho, abandonó la cobertura de los arbustos y carraspeó para anunciar su acercamiento sin sobresaltarla, pero se trataba del primer encuentro de la joven con alguien del exterior, por lo que inevitablemente, se dejó asaltar por los nervios. Torpemente, Ava se puso en pie para encarar a la recién llegada, mientras sus alas se abrían instintivamente, detalle que en cuanto pudo, tras recoger el mapa que se había dejado en el suelo con las prisas, corrigió volviéndolas a plegar alrededor de su cuerpo.
- Per…perdón. - susurró, sin saber por qué, aunque dada su reacción la disculpa podía estar justificada. Sus mejillas se ruborizaron levemente a causa de la vergüenza, ¿iba a responder de ese modo cada vez que se topase con un extraño? ¿cuánto tiempo tardaría en acostumbrarse al trato con la gente que no pertenecía a su aldea? Ambas cuestiones pasaron por su cabeza en cuestión de segundos, lo que tardó en recomponerse. - Es una chica, no te va a morder. - se dijo interiormente, recalcando lo absurda de su preocupación.
Instantes después, y algo más relajada, la cuerva pudo observar mejor a su interlocutora, la cual decía haberse perdido y buscaba ayuda para llegar al pueblo más cercano. - Eso puedo hacerlo. - pensó, obligándose a respirar con tranquilidad y a empezar a actuar de forma normal antes de que la muchacha la tomase por un bicho raro. - Claro. - consiguió decir, extendiendo nuevamente el pergamino que sostenía y dando un paso en su dirección para mostrárselo.
- Ahora mismo estamos en este punto, aquí está el río que se encuentra un poco más al oeste y el asentamiento más cercano es éste, a unas cinco o seis horas de camino. - explicó, señalando cada cosa que mencionaba con el índice y trazando una línea con el dedo para marcar la ruta más directa, una que pasaba por varios puntos reconocibles del terreno.
En el papel se podía apreciar el dibujo de un relieve pronunciado, el cual se correspondía con una colina que ya podía verse a los lejos, y más allá de ella kilómetros de bosque con algún que otro pequeño arroyo, un par de formaciones rocosas fácilmente identificables y poco más, el trayecto no tenía gran complicación siempre y cuando mantuviese la orientación adecuada.
[1] Uso de habilidad de nivel 0: Sentidos salvajes
Ava Kenrith
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Re: Abandonando el hogar [Libre 2/3][Cerrado]
Apenas había llegado al lugar ocupado por la mujer alada y preguntado por la dirección cuando ésta se disculpa y se ruboriza un poco. Karen se queda desconcertada unos largos segundos, sin comprender el porqué de esa reacción. No la había incomodado de ninguna forma y había sido ella la que seguramente estuviese importunando. Acechar a alguien en un bosque, seguirla y aún por encima acercarse y preguntar por indicaciones era sin lugar a dudas algo absurdamente sospechoso. Lo normal sería que fuese ella la que se disculpase.
La joven mira hacia los lados, un poco incomodada por la reacción y lleva sin darse cuenta la mano a la empuñadura de la espada de su cintura. No es precisamente una persona paciente, y en cualquier otra circunstancia se habría marchado hacía un buen rato, cada uno de los segundos perdidos eran segundos que la separaban de su objetivo. Pero necesitaba las indicaciones si no quería vagabundear indefinidamente por los bosques.
Finalmente consigue una respuesta afirmativa. Se acerca a su salvadora para ver el mapa que le muestra.
- ¡Un mapa! Genial, gracias.
La alada parece animarse un poco, no solo le muestra el mapa, si no que le explica los símbolos y dónde se encuentran en estos momentos. Karen saca su diario y lo abre por una de las últimas páginas, apuntando las indicaciones para poder recordarlas en cuanto tome finalmente camino. Tan pronto termina guarda los utensilios de escritura y se aleja un par de pasos. No quiere ser demasiado intrusiva con el espacio personal de la desconocida.
- Te lo agradezco infinitamente. -Hace una pequeña reverencia con la cabeza. - He llegado hasta aquí por unas indicaciones erróneas en el pueblo anterior, es reconfortante ver un mapa, para variar. - La joven comienza a ponerse un poco nerviosa, no sabe qué más decir. La mira a los ojos y se sonroja un poco, revolviéndose el pelo de nuevo. Se siente fea y desgarbada delante de una mujer tan hermosa.
Se lleva una mano a la barbilla "Cinco o seis horas de camino, debería ponerme en marcha ya si quiero llegar antes del anochecer". La chica suspira y se impacienta, es imposible que pueda pasar la noche a la intemperie, aún tras haber pasado todo un año viviendo fuera de casa echa de menos la pequeña habitación sobre la panadería. Sigue sin poder dormir en lugares amplios, mucho menos a cielo descubierto. Se le termina el tiempo si quiere descansar un poco antes de ponerse en marcha al día siguiente. De otra forma, tendrá que pasar dos días en el próximo pueblo para estar completamente descansada, lo que conlleva gastos. Así como sus consiguientes trabajos como mercenaria para costearse las noches en las posadas.
- Esto... T-te lo agradezco mucho, he de irme. Adiós.
La joven se va corriendo por el camino indicado en el mapa. Ya estaba llegando a mitad del camino cuando se frena en seco, derrapando sobre la hierba. "Tal vez... " mira hacia atrás, al lugar que acaba de abandonar a toda prisa. Respira hondo un par de veces y vuelve corriendo al lado de la mujer.
- Disculpa de nuevo... - Llega jadeando a su lado. - Creo que estamos cerca de Sandorai. Los elfos son muy celosos de su hogar así que me preguntaba si... - Mira hacia el suelo. -No sé hacia dónde vas y no me importa mucho el destino así que... ¿te gustaría que fuéramos juntas hasta el siguiente pueblo? - Se atreve a acercarse un poco más y le tiende la mano. - Mi nombre es Karen, Karen Engeld. Lamento no haberme presentado antes.
Karen se queda allí plantada, sin saber dónde meterse mientras espera la respuesta. Ir juntas le parece la foma más fácil y amena de viajar. Añora un poco la compañía, y tras un año entero puede permitirse el relajarse un poco. La mujer no parece mala persona y sus alas son... Sencillamente preciosas, una sana envidia recorre las mejillas de la joven. "¿Podrá volar con ellas? Los sueños en los que vuelas son los más bonitos..." Mientras espera y deja volar su imaginación se abstrae sin darse cuenta y mediante telequinesis comienza a hacer volar algunas hojas sueltas a su alrededor.
La joven mira hacia los lados, un poco incomodada por la reacción y lleva sin darse cuenta la mano a la empuñadura de la espada de su cintura. No es precisamente una persona paciente, y en cualquier otra circunstancia se habría marchado hacía un buen rato, cada uno de los segundos perdidos eran segundos que la separaban de su objetivo. Pero necesitaba las indicaciones si no quería vagabundear indefinidamente por los bosques.
Finalmente consigue una respuesta afirmativa. Se acerca a su salvadora para ver el mapa que le muestra.
- ¡Un mapa! Genial, gracias.
La alada parece animarse un poco, no solo le muestra el mapa, si no que le explica los símbolos y dónde se encuentran en estos momentos. Karen saca su diario y lo abre por una de las últimas páginas, apuntando las indicaciones para poder recordarlas en cuanto tome finalmente camino. Tan pronto termina guarda los utensilios de escritura y se aleja un par de pasos. No quiere ser demasiado intrusiva con el espacio personal de la desconocida.
- Te lo agradezco infinitamente. -Hace una pequeña reverencia con la cabeza. - He llegado hasta aquí por unas indicaciones erróneas en el pueblo anterior, es reconfortante ver un mapa, para variar. - La joven comienza a ponerse un poco nerviosa, no sabe qué más decir. La mira a los ojos y se sonroja un poco, revolviéndose el pelo de nuevo. Se siente fea y desgarbada delante de una mujer tan hermosa.
Se lleva una mano a la barbilla "Cinco o seis horas de camino, debería ponerme en marcha ya si quiero llegar antes del anochecer". La chica suspira y se impacienta, es imposible que pueda pasar la noche a la intemperie, aún tras haber pasado todo un año viviendo fuera de casa echa de menos la pequeña habitación sobre la panadería. Sigue sin poder dormir en lugares amplios, mucho menos a cielo descubierto. Se le termina el tiempo si quiere descansar un poco antes de ponerse en marcha al día siguiente. De otra forma, tendrá que pasar dos días en el próximo pueblo para estar completamente descansada, lo que conlleva gastos. Así como sus consiguientes trabajos como mercenaria para costearse las noches en las posadas.
- Esto... T-te lo agradezco mucho, he de irme. Adiós.
La joven se va corriendo por el camino indicado en el mapa. Ya estaba llegando a mitad del camino cuando se frena en seco, derrapando sobre la hierba. "Tal vez... " mira hacia atrás, al lugar que acaba de abandonar a toda prisa. Respira hondo un par de veces y vuelve corriendo al lado de la mujer.
- Disculpa de nuevo... - Llega jadeando a su lado. - Creo que estamos cerca de Sandorai. Los elfos son muy celosos de su hogar así que me preguntaba si... - Mira hacia el suelo. -No sé hacia dónde vas y no me importa mucho el destino así que... ¿te gustaría que fuéramos juntas hasta el siguiente pueblo? - Se atreve a acercarse un poco más y le tiende la mano. - Mi nombre es Karen, Karen Engeld. Lamento no haberme presentado antes.
Karen se queda allí plantada, sin saber dónde meterse mientras espera la respuesta. Ir juntas le parece la foma más fácil y amena de viajar. Añora un poco la compañía, y tras un año entero puede permitirse el relajarse un poco. La mujer no parece mala persona y sus alas son... Sencillamente preciosas, una sana envidia recorre las mejillas de la joven. "¿Podrá volar con ellas? Los sueños en los que vuelas son los más bonitos..." Mientras espera y deja volar su imaginación se abstrae sin darse cuenta y mediante telequinesis comienza a hacer volar algunas hojas sueltas a su alrededor.
Karen Engeld
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Re: Abandonando el hogar [Libre 2/3][Cerrado]
La joven no perdió el tiempo, en cuanto empezó a escuchar las indicaciones que Ava le daba sacó una especie de diario y comenzó a tomar nota de lo que le decía para no perderse, guardando de nuevo sus útiles en cuanto terminó de apuntar todo lo que necesitaba para seguir su camino sin incidentes. Alejándose ligeramente de la cuerva, la muchacha le dio las gracias y dejó caer que su presencia allí era culpa de las equivocadas indicaciones que le habían brindado en uno de los pueblos de la zona, donde sin duda había tenido mala suerte al elegir a quién preguntar.
- No ha sido nada. - respondió algo más tranquila la mujer bestia, plegando el mapa y metiéndolo en su bolsa justo antes de que su interlocutora se despidiese precipitadamente y echase a correr en la dirección que le había aconsejado. - Bueno, fue breve. - musitó para sí, refiriéndose a su primer encuentro con alguien del exterior. Tras seguir con la mirada durante unos segundos la silueta de la chica, Ava elevó la vista al cielo y se alegró de que el calor ya no fuese tan intenso, pronto podría proseguir la marcha.
Pero antes de eso tenía que reponer fuerzas, así que revolvió en su equipaje hasta dar con algo de agua y una pieza de fruta, eso sería suficiente para mantener contento a su estómago al menos hasta que ya le quedase poco para alcanzar su destino. - Esta noche cenaré bien. - pensó, dando un trago a su bebida, momento en que sin saber por qué, vio regresar a la extraña tan rápido como se había ido.
Sus palabras la tomaron de imprevisto, al parecer todo lo que Bullier le había advertido acerca de los elfos era más cierto de lo que le hubiese gustado y Karen, o al menos así era como se había presentado, también había oído hablar de ello. - Yo me llamo Ava. - contestó, alegre de que le ofreciese la posibilidad de compartir el trayecto con ella pero contrariada por esa manía de la gente con tocarse los unos a los otros para saludarse. ¿No bastaba con presentarse verbalmente?
La morena sabía que era más una costumbre que otra cosa pero el contacto físico con extraños no le agradaba en absoluto, le resultaba incómodo y a su entender era innecesario. No obstante, si no quería terminar pareciendo una antipática debía responder al gesto de la joven, cosa que hizo estrechándole la mano fugazmente. - Sandorai está al otro lado del Tymer y ese pueblo que te señalé es el último que hay antes de llegar al río. - comentó, lamentando que sus largas y preciosas alas no le sirviesen para volar, ya que de ese modo podría cruzarlo por su cuenta.
- También voy para allá así que sí, me gustaría compartir el camino contigo. - continuó al poco, sonriendo levemente hasta que observó algo raro, unas hojas que flotaban y se movían alrededor de la muchacha sin hacer caso a la brisa. - ¿Has visto eso? Que extraño. - dijo, siguiendo con los ambarinos orbes que tenía por ojos aquellas pequeñas y caprichosas hojas.
Aquel detalle la hizo pensar más detenidamente en la persona que tenía delante, había dado por hecho que Karen era una simple humana pero ¿y si se equivocaba? Tanto su padre como los mercaderes que visitaban la aldea le habían hablado de otras razas, algunas de ellas tremendamente interesantes. Dragones que escupen fuego, bio cibernéticos de todos los tamaños y formas, vampiros, hechiceros, hombres lobo… sin duda tenía muchas posibilidades de toparse con algún miembro de aquellos grupos, la pregunta era si sería capaz de distinguirlos a simple vista.
El olor de la chica no le decía nada, pero el comportamiento de cuanto la rodeaba era cuanto menos, sospechoso, motivo por el que se quedó en silencio a la espera de una posible respuesta que no sabía si llegaría. De todos modos estaba contenta, ya no tenía que preocuparse tanto por el resto de la tarde, no estaría sola en mitad del bosque y tal como el toro siempre le decía, viajar en grupo era mucho más seguro.
Aún con parte de sus provisiones en las manos, la cuerva guardó el agua y tras mirar la pieza de fruta que sostenía decidió sacar otra para la que sería su acompañante. - ¿Quieres? Aún nos quedan unas cuantas horas por delante. - preguntó en voz baja, tendiéndole una de ellas como gesto de buena fe.
Ahora que el calor daba una tregua no tardarían en ponerse en camino, sobre todo para poder cumplir con el objetivo que la morena tenía en mente, llegar al pueblo antes del anochecer, descansar allí hasta el día siguiente y buscar entre los lugareños a alguien dispuesto a llevarla a la otra orilla del Tymer por un precio razonable.
- No ha sido nada. - respondió algo más tranquila la mujer bestia, plegando el mapa y metiéndolo en su bolsa justo antes de que su interlocutora se despidiese precipitadamente y echase a correr en la dirección que le había aconsejado. - Bueno, fue breve. - musitó para sí, refiriéndose a su primer encuentro con alguien del exterior. Tras seguir con la mirada durante unos segundos la silueta de la chica, Ava elevó la vista al cielo y se alegró de que el calor ya no fuese tan intenso, pronto podría proseguir la marcha.
Pero antes de eso tenía que reponer fuerzas, así que revolvió en su equipaje hasta dar con algo de agua y una pieza de fruta, eso sería suficiente para mantener contento a su estómago al menos hasta que ya le quedase poco para alcanzar su destino. - Esta noche cenaré bien. - pensó, dando un trago a su bebida, momento en que sin saber por qué, vio regresar a la extraña tan rápido como se había ido.
Sus palabras la tomaron de imprevisto, al parecer todo lo que Bullier le había advertido acerca de los elfos era más cierto de lo que le hubiese gustado y Karen, o al menos así era como se había presentado, también había oído hablar de ello. - Yo me llamo Ava. - contestó, alegre de que le ofreciese la posibilidad de compartir el trayecto con ella pero contrariada por esa manía de la gente con tocarse los unos a los otros para saludarse. ¿No bastaba con presentarse verbalmente?
La morena sabía que era más una costumbre que otra cosa pero el contacto físico con extraños no le agradaba en absoluto, le resultaba incómodo y a su entender era innecesario. No obstante, si no quería terminar pareciendo una antipática debía responder al gesto de la joven, cosa que hizo estrechándole la mano fugazmente. - Sandorai está al otro lado del Tymer y ese pueblo que te señalé es el último que hay antes de llegar al río. - comentó, lamentando que sus largas y preciosas alas no le sirviesen para volar, ya que de ese modo podría cruzarlo por su cuenta.
- También voy para allá así que sí, me gustaría compartir el camino contigo. - continuó al poco, sonriendo levemente hasta que observó algo raro, unas hojas que flotaban y se movían alrededor de la muchacha sin hacer caso a la brisa. - ¿Has visto eso? Que extraño. - dijo, siguiendo con los ambarinos orbes que tenía por ojos aquellas pequeñas y caprichosas hojas.
Aquel detalle la hizo pensar más detenidamente en la persona que tenía delante, había dado por hecho que Karen era una simple humana pero ¿y si se equivocaba? Tanto su padre como los mercaderes que visitaban la aldea le habían hablado de otras razas, algunas de ellas tremendamente interesantes. Dragones que escupen fuego, bio cibernéticos de todos los tamaños y formas, vampiros, hechiceros, hombres lobo… sin duda tenía muchas posibilidades de toparse con algún miembro de aquellos grupos, la pregunta era si sería capaz de distinguirlos a simple vista.
El olor de la chica no le decía nada, pero el comportamiento de cuanto la rodeaba era cuanto menos, sospechoso, motivo por el que se quedó en silencio a la espera de una posible respuesta que no sabía si llegaría. De todos modos estaba contenta, ya no tenía que preocuparse tanto por el resto de la tarde, no estaría sola en mitad del bosque y tal como el toro siempre le decía, viajar en grupo era mucho más seguro.
Aún con parte de sus provisiones en las manos, la cuerva guardó el agua y tras mirar la pieza de fruta que sostenía decidió sacar otra para la que sería su acompañante. - ¿Quieres? Aún nos quedan unas cuantas horas por delante. - preguntó en voz baja, tendiéndole una de ellas como gesto de buena fe.
Ahora que el calor daba una tregua no tardarían en ponerse en camino, sobre todo para poder cumplir con el objetivo que la morena tenía en mente, llegar al pueblo antes del anochecer, descansar allí hasta el día siguiente y buscar entre los lugareños a alguien dispuesto a llevarla a la otra orilla del Tymer por un precio razonable.
Ava Kenrith
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Re: Abandonando el hogar [Libre 2/3][Cerrado]
La respuesta de la mujer tardó un poco en llegar, como si estuviera sopesando el acercamiento físico. "Vaya, no le debe de gustar que la toquen...". Para confirmar sus sospechas, en cuanto se decide por estrecharle la mano, el toque dura tan solo un segundo. La joven se reprende mentalmente por su falta de tacto. Debería haber supuesto que sigue siendo una completa desconocida que se ha aproximado a alguien en medio de un bosque y con la típica excusa de haberse perdido. Todo en ella podría considerarse peligroso y poner a cualquier persona en tensión. Apunta mentalmente no acercarse a ella de forma tan personal en el futuro, había otras formas de mostrar aprecio o cercanía que no tenían por qué conllevar contacto físico. Tras esta línea de pensamiento renueva sus energías. Las hojas que estaban revoloteando caen lentamente conforme la chica se vuelve a centrar en el presente.
La mujer-bestia confirma ir en dirección al pueblo más cercano, por lo que Karen asiente contenta por compartir el camino con alguien y se dispone a ponerse en marcha cuando Ava la interrumpe.
- Que si he visto... ¿qué?. -No se da cuenta de qué ha ocurrido a su alrededor mientras pensaba en sus cosas, imposible que haya visto las hojitas revolotear. Mira con una ceja levantada a su nueva compañera. "Tal vez solo le ha dado mucho el sol". Se encoje de hombros y saca de nuevo su diario para confirmar las indicaciones. - Entonces... ¿es por ahí, cierto? -Señala un caminito que se escurre entre los árboles. -Aún estamos lejos de Sandorai, pero según mis apuntes... -La chica busca una página del diario en concreto. -Aquí está. Según mis apuntes debemos tener cuidado con unos... Mikakos midgardianos. -Guarda el diario y mira hacia la mujer alada. -Parece que les gusta quemar todo aquello que está vivo por los alrededores. No creo que nos encontremos con ninguno, pero es mejor tener cuidado, ¿no crees? - Sonríe.
Karen volvía a estar abstraída pensando en qué pinta tendrían aquellos temibles seres que incendiaban cosas a su paso, pero la ofrenda de comida por parte de su nueva amiga la trajo de vuelta al mundo. - Oh, te lo agradezco mucho, no he comido nada desde hace un rato. -Sonríe de nuevo y se acerca para tomar la frutita con la mano cuando recuerda la poca gracia que le hizo el contacto físico anteriormente. En su lugar hace levitar la fruta hasta la altura de su boca y le da un mordisco. Dejando las manos limpias y libres. De repente se da cuenta de lo que ha hecho.
- Oh, discúlpame. -Inclina su cuerpo haciendo una reverencia hacia Ava. En señal de arrepentimiento. - He sido descortés... Y egoísta. He estado a punto de ponerte en peligro por falta de sinceridad. -Se levanta de nuevo y la mira a los ojos. -Soy bruja. Pero antes de que digas nada, no tengo ningún problema con los elfos. Aunque puede traérnoslos si se enteran de que lo soy... Así que a partir de aquí reduciré el uso de mis poderes. -Se vuelve a inclinar. -Ruego me disculpes por la insensatez, si no quieres venir conmigo porque puede ser peligroso, lo entenderé.
La bruja se acerca entonces lentamente al camino, dejando un pequeño margen de espacio entre ella y la mujer-bestia. No va muy deprisa, le gustaría no ir sola, pero debe dejar a la otra decidir con toda la información posible. Recuerda otro detalle que olvidó mencionar y le grita desde el camino. -¡Tampoco te he dicho que soy mercenaria, aunque has pagado mis servicios con fruta así que, sin duda daré mi vida porque llegues a salvo hasta el pueblo! - Sonríe, agarra la fruta levitante con la mano derecha y saluda desde la distancia para detenerse unos segundos, de verdad le agrada la compañía de aquella mujer con alas. Espera que todo aquello que ella es, lo que ha elegido y lo que no, no haga que ambas terminen solas por los caminos. Pero al fin y al cabo... Debía ser sincera, la decisión no es suya solamente. No quisiera tener que lamentarlo más adelante.
La mujer-bestia confirma ir en dirección al pueblo más cercano, por lo que Karen asiente contenta por compartir el camino con alguien y se dispone a ponerse en marcha cuando Ava la interrumpe.
- Que si he visto... ¿qué?. -No se da cuenta de qué ha ocurrido a su alrededor mientras pensaba en sus cosas, imposible que haya visto las hojitas revolotear. Mira con una ceja levantada a su nueva compañera. "Tal vez solo le ha dado mucho el sol". Se encoje de hombros y saca de nuevo su diario para confirmar las indicaciones. - Entonces... ¿es por ahí, cierto? -Señala un caminito que se escurre entre los árboles. -Aún estamos lejos de Sandorai, pero según mis apuntes... -La chica busca una página del diario en concreto. -Aquí está. Según mis apuntes debemos tener cuidado con unos... Mikakos midgardianos. -Guarda el diario y mira hacia la mujer alada. -Parece que les gusta quemar todo aquello que está vivo por los alrededores. No creo que nos encontremos con ninguno, pero es mejor tener cuidado, ¿no crees? - Sonríe.
Karen volvía a estar abstraída pensando en qué pinta tendrían aquellos temibles seres que incendiaban cosas a su paso, pero la ofrenda de comida por parte de su nueva amiga la trajo de vuelta al mundo. - Oh, te lo agradezco mucho, no he comido nada desde hace un rato. -Sonríe de nuevo y se acerca para tomar la frutita con la mano cuando recuerda la poca gracia que le hizo el contacto físico anteriormente. En su lugar hace levitar la fruta hasta la altura de su boca y le da un mordisco. Dejando las manos limpias y libres. De repente se da cuenta de lo que ha hecho.
- Oh, discúlpame. -Inclina su cuerpo haciendo una reverencia hacia Ava. En señal de arrepentimiento. - He sido descortés... Y egoísta. He estado a punto de ponerte en peligro por falta de sinceridad. -Se levanta de nuevo y la mira a los ojos. -Soy bruja. Pero antes de que digas nada, no tengo ningún problema con los elfos. Aunque puede traérnoslos si se enteran de que lo soy... Así que a partir de aquí reduciré el uso de mis poderes. -Se vuelve a inclinar. -Ruego me disculpes por la insensatez, si no quieres venir conmigo porque puede ser peligroso, lo entenderé.
La bruja se acerca entonces lentamente al camino, dejando un pequeño margen de espacio entre ella y la mujer-bestia. No va muy deprisa, le gustaría no ir sola, pero debe dejar a la otra decidir con toda la información posible. Recuerda otro detalle que olvidó mencionar y le grita desde el camino. -¡Tampoco te he dicho que soy mercenaria, aunque has pagado mis servicios con fruta así que, sin duda daré mi vida porque llegues a salvo hasta el pueblo! - Sonríe, agarra la fruta levitante con la mano derecha y saluda desde la distancia para detenerse unos segundos, de verdad le agrada la compañía de aquella mujer con alas. Espera que todo aquello que ella es, lo que ha elegido y lo que no, no haga que ambas terminen solas por los caminos. Pero al fin y al cabo... Debía ser sincera, la decisión no es suya solamente. No quisiera tener que lamentarlo más adelante.
Karen Engeld
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Re: Abandonando el hogar [Libre 2/3][Cerrado]
Ava asintió con la cabeza en cuanto su acompañante le señaló el camino que según el mapa debían seguir, desviando la mirada hacia su diario en cuanto volvió a sacarlo para buscar algo de información acerca de una criatura de la zona. - Mikakos… mikakos… - repitió, llevándose una mano al mentón mientras hacía memoria de las historias que los viajeros le habían contado durante su infancia y las que el propio Bullier le había relatado por las noches, cuando se iba a dormir. - ¡Ah sí! Padre me contó que fueron los culpables del gran incendio que asoló Midgar y la dejó en este estado. - informó, con una mezcla de sentimientos.
Por un lado le daba pena ver su hogar tan desértico y por el otro le habría gustado saber cómo era la región antes de la catástrofe, pero probablemente esto último solo lograse que el brusco cambio le pareciese aún más triste. - Tengo entendido que son bastante pequeños, habrá que vigilar dónde pisamos. - sugirió, barriendo el suelo con la mirada.
Una tímida sonrisa se dibujó en el rostro de la cuerva cuando la hechicera aceptó su ofrecimiento, pero su expresión pasó a ser de total sorpresa en cuando la fruta comenzó a levitar para dirigirse hacia Karen. ¡Eso explicaba lo que había visto hacer a las hojas instantes antes! - Una maga. - se dijo interiormente, sin apartar los ojos de ella, en aquel momento no podía.
¡Qué suerte había tenido! Hasta entonces había tomado a la muchacha por una simple humana pero estaba equivocada, caminaba junto a una bruja y era la primera representante de su raza a la que conocía, tenía tantas preguntas en la cabeza que casi no podía contenerse. La emoción y curiosidad pronto se adueñaron de Ava, ignorando el peligro añadido de acercarse a Sandorai en su compañía y también el detalle de que a pesar de su juventud, Karen fuese mercenaria.
- ¡Espera! - pidió, avanzando hasta alcanzarla. - Manejas la magia, ¡es asombroso! - exclamó, deteniéndose a su lado. - ¿Cómo funciona? ¿te concentras para hacer que las cosas floten o solo tienes que visualizarlo? - empezó a preguntar, dejándose llevar por el súbito interés que la chica había despertado en ella. - ¿Hay algún límite? ¿puedes levantar cualquier objeto con pensarlo o solo aquellos de poco peso? ¿podrías hacer levitar a una persona? - continuó, sin darse cuenta de que su improvisado interrogatorio podía resultar incómodo.
Los ambarinos orbes que decoraban el rostro de la cuerva brillaban con intensidad, como los de un niño al que se le relata un cuento y espera ansioso el final de la historia. - ¿Tienes algún otro poder? - volvió a preguntar al poco, pues sabía que muchos de los habitantes de las islas Illidenses conseguían dominar más de un elemento a la vez, quizá fuese el caso de Karen.
Durante unos segundos se imaginó a su acompañante lanzando bolas de fuego o creando un vendaval de la nada, pero un lejano olor la hizo arrugar la nariz, ni siquiera su mente era lo suficientemente hábil como para engañarla recreando el olor del humo, algo real se estaba quemando.
Una pequeña columna grisácea se alzaba por entre los árboles, a unos cincuenta o sesenta metros de donde se encontraban, ¿sería una hoguera? La verdad era que por el olor tenía más pinta de ser obra de los Mikakos que de un campamento.
Tal como intuía, un par de aquellas extrañas criaturas habían encontrado con qué divertirse, calcinando un árbol joven que trataba de madurar, etapa a la que no llegaría. La corteza del tronco estaba en llamas y las pocas ramas que tenía pronto quedarían negruzcas o se partirían, cayendo sobre la seca hierba y dando lugar a que el incendio se extendiese por los alrededores.
Por un lado le daba pena ver su hogar tan desértico y por el otro le habría gustado saber cómo era la región antes de la catástrofe, pero probablemente esto último solo lograse que el brusco cambio le pareciese aún más triste. - Tengo entendido que son bastante pequeños, habrá que vigilar dónde pisamos. - sugirió, barriendo el suelo con la mirada.
Una tímida sonrisa se dibujó en el rostro de la cuerva cuando la hechicera aceptó su ofrecimiento, pero su expresión pasó a ser de total sorpresa en cuando la fruta comenzó a levitar para dirigirse hacia Karen. ¡Eso explicaba lo que había visto hacer a las hojas instantes antes! - Una maga. - se dijo interiormente, sin apartar los ojos de ella, en aquel momento no podía.
¡Qué suerte había tenido! Hasta entonces había tomado a la muchacha por una simple humana pero estaba equivocada, caminaba junto a una bruja y era la primera representante de su raza a la que conocía, tenía tantas preguntas en la cabeza que casi no podía contenerse. La emoción y curiosidad pronto se adueñaron de Ava, ignorando el peligro añadido de acercarse a Sandorai en su compañía y también el detalle de que a pesar de su juventud, Karen fuese mercenaria.
- ¡Espera! - pidió, avanzando hasta alcanzarla. - Manejas la magia, ¡es asombroso! - exclamó, deteniéndose a su lado. - ¿Cómo funciona? ¿te concentras para hacer que las cosas floten o solo tienes que visualizarlo? - empezó a preguntar, dejándose llevar por el súbito interés que la chica había despertado en ella. - ¿Hay algún límite? ¿puedes levantar cualquier objeto con pensarlo o solo aquellos de poco peso? ¿podrías hacer levitar a una persona? - continuó, sin darse cuenta de que su improvisado interrogatorio podía resultar incómodo.
Los ambarinos orbes que decoraban el rostro de la cuerva brillaban con intensidad, como los de un niño al que se le relata un cuento y espera ansioso el final de la historia. - ¿Tienes algún otro poder? - volvió a preguntar al poco, pues sabía que muchos de los habitantes de las islas Illidenses conseguían dominar más de un elemento a la vez, quizá fuese el caso de Karen.
Durante unos segundos se imaginó a su acompañante lanzando bolas de fuego o creando un vendaval de la nada, pero un lejano olor la hizo arrugar la nariz, ni siquiera su mente era lo suficientemente hábil como para engañarla recreando el olor del humo, algo real se estaba quemando.
Una pequeña columna grisácea se alzaba por entre los árboles, a unos cincuenta o sesenta metros de donde se encontraban, ¿sería una hoguera? La verdad era que por el olor tenía más pinta de ser obra de los Mikakos que de un campamento.
Tal como intuía, un par de aquellas extrañas criaturas habían encontrado con qué divertirse, calcinando un árbol joven que trataba de madurar, etapa a la que no llegaría. La corteza del tronco estaba en llamas y las pocas ramas que tenía pronto quedarían negruzcas o se partirían, cayendo sobre la seca hierba y dando lugar a que el incendio se extendiese por los alrededores.
Ava Kenrith
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Re: Abandonando el hogar [Libre 2/3][Cerrado]
Karen se sorprende un poco al ver cómo la mujer se acerca a ella a pesar de todas las advertencias. Realmente ir en dirección a Sandorai acompañada de una bruja era sin duda una mala idea. Ya sin contar que sea una bruja mercenaria. Nadie confía nunca en los mercenarios. Las probabilidades de que los desconfiados elfos la intenten asesinar sin muchas preguntas son altísimas. Suspira con resignación, por mucho que le diera vueltas al tema, seguía sin ser decisión suya. Harálo que esté en su mano para que su nueva compañera de camino llegue a salvo a su destino.
En cuanto llega a su altura la mujer alada la vuelve a sorprender con su entusiasmo. Nunca se ha sentido especial por tener poderes, claro que levantar objetos con la mente es algo asombrosamente útil. Su padre siempre le decía que abusaba de ellos, que debería acostumbrarse a hacer las cosas como los demás. Pero para ella era imposible, en cuanto se despistaba un segundo y se ponía a pensar en algo abstracto, siempre había algún objeto pequeño volando a su alrededor. Al principio le había parecido que Ava no era una persona muy comunicativa, en cambio a eso ahora debía añadir curiosa. Karen esboza una sonrisa y detenidamente contesta las dudas de la morena. -Pues... Sí, tengo límites... No puedo levantar cosas mucho más pesadas que yo... Por ahora... -Eso último lo añade en un susurro, casi más como un deseo que como una posibilidad real. -No, no puedo usar mi poder sobre ningún ser vivo... Por ahora... -Suspira y desvía la mirada. No está acostumbrada a hablar de sí misma, normalmente ella es quien hace las preguntas.
Aquella situación se alejaba bastante de sus últimas misiones como mercenaria, siempre era escoltar a alguien por los caminos... Interrogar delincuentes (o no tan delincuentes)... Pero nunca nada que conllevara aquel tipo de socialización, solía quedarse bastante al margen para evitar dar información sobre sí misma o incluso tomarle demasiado cariño a compañeros que no sabe si seguirán a su lado al día siguiente. Visto de ese modo su vida estaba siendo bastante solitaria. La chica reconecta con el mundo real para responder otra de las preguntas de Ava. -¿Eh? oh, perdona... -La mira a los ojos y se queda un poco perdida. -Son pre... Es... Digo... No, no tengo ninguno más. Soy una mala bruja, supongo. Todas tienen mi poder, pero la mayoría tienen otros talentos aparte. -Desvía la mirada y baja el tono de voz. -Yo solo tengo esto...
Algo sobresalta a Ava, que se queda mirando entre los árboles. -¿Qué sucede? -Se da la vuelta para seguir la dirección de los ojos de su compañera. -Oh. Vayamos a ver. -Un para de mikakos se entretenían danzando alrededor de un joven árbol, intentando reducirlo a cenizas. Si no hacía nada, probablemente se volviera a quemar toda aquella zona. Pero si hacían algo... ¿Qué le daba derecho a luchar contra aquellas criaturas? Incluso a matarlas. ¿Por qué? ¿Por hacer aquello que hacen por naturaleza? ¿Por dejarse llevar por sus instintos primarios cuando no tienen elección al respecto? La chica se queda quieta, por aquella misma razón se había hecho mercenaria, las misiones que aceptaba no llevaban consigo ningún tipo de duda. Escogía un trabajo, lo completaba y recibía la paga. No había más que hablar. Pero aquello... Aquello era distinto. Dependía de ella enteramente y eso la aterra.
Gira la mirada hacia su nueva amiga. No, no puede decepcionarla tan pronto. "-¿Por qué no? Es solo una desconocida... Apenas nos acabamos de ver..." -Respira hondo para relajarse, está pensando demasiado, como siempre. Si tan solo tuviera tiempo de escribir en su diario para aclarar sus ideas... Pero entonces sería demasiado tarde. ¿Y si las llamas alcanzaban las preciosas alas de Ava? No. Debía hacer algo.
- Ava, ¿puedes hacer algo con las ramas ardiendo? Intenta que no se propague el fuego a los demás árboles... Yo... -Sin terminar la frase alza la mano hacia una roca del tamaño de sus botas. Requería algo más de esfuerzo que solo pensar en moverla, utilizar las manos le ayudaba a concentrarse. Poco a poco va haciendo un círculo de piedras de diferentes tamaños alrededor del tronco, dejando de diámetro la medida de las ramas más largas. "Así si cae una rama en llamas, se contendrá el fuego y no se propagará, como la hoguera de un campamento." Iba a girarse hacia Ava para preguntarle cómo iba, pero los mikakos al percatarse de su plan se aproximan a ella dando largos saltos. Probablemente no con intenciones muy amistosas...
En cuanto llega a su altura la mujer alada la vuelve a sorprender con su entusiasmo. Nunca se ha sentido especial por tener poderes, claro que levantar objetos con la mente es algo asombrosamente útil. Su padre siempre le decía que abusaba de ellos, que debería acostumbrarse a hacer las cosas como los demás. Pero para ella era imposible, en cuanto se despistaba un segundo y se ponía a pensar en algo abstracto, siempre había algún objeto pequeño volando a su alrededor. Al principio le había parecido que Ava no era una persona muy comunicativa, en cambio a eso ahora debía añadir curiosa. Karen esboza una sonrisa y detenidamente contesta las dudas de la morena. -Pues... Sí, tengo límites... No puedo levantar cosas mucho más pesadas que yo... Por ahora... -Eso último lo añade en un susurro, casi más como un deseo que como una posibilidad real. -No, no puedo usar mi poder sobre ningún ser vivo... Por ahora... -Suspira y desvía la mirada. No está acostumbrada a hablar de sí misma, normalmente ella es quien hace las preguntas.
Aquella situación se alejaba bastante de sus últimas misiones como mercenaria, siempre era escoltar a alguien por los caminos... Interrogar delincuentes (o no tan delincuentes)... Pero nunca nada que conllevara aquel tipo de socialización, solía quedarse bastante al margen para evitar dar información sobre sí misma o incluso tomarle demasiado cariño a compañeros que no sabe si seguirán a su lado al día siguiente. Visto de ese modo su vida estaba siendo bastante solitaria. La chica reconecta con el mundo real para responder otra de las preguntas de Ava. -¿Eh? oh, perdona... -La mira a los ojos y se queda un poco perdida. -Son pre... Es... Digo... No, no tengo ninguno más. Soy una mala bruja, supongo. Todas tienen mi poder, pero la mayoría tienen otros talentos aparte. -Desvía la mirada y baja el tono de voz. -Yo solo tengo esto...
Algo sobresalta a Ava, que se queda mirando entre los árboles. -¿Qué sucede? -Se da la vuelta para seguir la dirección de los ojos de su compañera. -Oh. Vayamos a ver. -Un para de mikakos se entretenían danzando alrededor de un joven árbol, intentando reducirlo a cenizas. Si no hacía nada, probablemente se volviera a quemar toda aquella zona. Pero si hacían algo... ¿Qué le daba derecho a luchar contra aquellas criaturas? Incluso a matarlas. ¿Por qué? ¿Por hacer aquello que hacen por naturaleza? ¿Por dejarse llevar por sus instintos primarios cuando no tienen elección al respecto? La chica se queda quieta, por aquella misma razón se había hecho mercenaria, las misiones que aceptaba no llevaban consigo ningún tipo de duda. Escogía un trabajo, lo completaba y recibía la paga. No había más que hablar. Pero aquello... Aquello era distinto. Dependía de ella enteramente y eso la aterra.
Gira la mirada hacia su nueva amiga. No, no puede decepcionarla tan pronto. "-¿Por qué no? Es solo una desconocida... Apenas nos acabamos de ver..." -Respira hondo para relajarse, está pensando demasiado, como siempre. Si tan solo tuviera tiempo de escribir en su diario para aclarar sus ideas... Pero entonces sería demasiado tarde. ¿Y si las llamas alcanzaban las preciosas alas de Ava? No. Debía hacer algo.
- Ava, ¿puedes hacer algo con las ramas ardiendo? Intenta que no se propague el fuego a los demás árboles... Yo... -Sin terminar la frase alza la mano hacia una roca del tamaño de sus botas. Requería algo más de esfuerzo que solo pensar en moverla, utilizar las manos le ayudaba a concentrarse. Poco a poco va haciendo un círculo de piedras de diferentes tamaños alrededor del tronco, dejando de diámetro la medida de las ramas más largas. "Así si cae una rama en llamas, se contendrá el fuego y no se propagará, como la hoguera de un campamento." Iba a girarse hacia Ava para preguntarle cómo iba, pero los mikakos al percatarse de su plan se aproximan a ella dando largos saltos. Probablemente no con intenciones muy amistosas...
Karen Engeld
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Re: Abandonando el hogar [Libre 2/3][Cerrado]
Muy amablemente, Karen respondió a las cuestiones que la morena le había hecho, admitiendo que tenía ciertos límites en cuanto al peso de los objetos que podía manipular con sus poderes y que no podía utilizar la telequinesis sobre seres vivos, al menos de momento.
- Es comprensible, todavía es joven pero con el tiempo seguro que mejorará y hará muchas más cosas. - pensó Ava, convencida de que así sería, igual que ella algún día conseguiría la fuerza suficiente para volar con sus propias alas sin tener que ayudarse de los relieves del terreno. Todo era cuestión de práctica y constancia, Bullier siempre lo decía, así que así debía ser.
Desafortunadamente una de las preguntas de la muchacha tocó un tema que quizá pudiese resultar incómodo para la bruja, lo relacionado con el dominio de los elementos. Karen no tenía ese don, no manejaba ninguna de las cuatro fuerzas de la naturaleza pero ¿qué importaba? Sus habilidades mentales ya eran sorprendentemente útiles.
La hija de Midgar se lo habría recordado de no ser por la preocupación que empezaba a invadirla, aquella columna de humo no le gustaba un pelo y mucho menos si era obra de los seres que acababan de nombrar, esos que habían arrasado el antaño hermoso bosque para convertirlo en lo que era ahora, un árido paraje en el que la vida difícilmente se abría paso.
Dispuesta a intervenir, Ava siguió a su nueva compañera de viaje hasta que pudieron comprobar que efectivamente, el fuego lo habían iniciado un par de Mikakos, que danzaban alrededor de un árbol en llamas. La expresión de la cuerva se tornó seria al instante, y sin pensárselo dos veces llevó la diestra hasta la parte baja de su espalda, justo el punto del que brotaban sus negras alas.
Aquellas tierras eran su hogar, no podía permitir que las criaturas que tenía delante acabasen con él, mucho menos que iniciasen un incendio que pudiese propagarse hasta su aldea. - No tengo elección. - susurró, mientras desenganchaba a Segadora y con un movimiento ensayado a lo largo de los años, la deslizaba por encima de su oscura extremidad y la hacía girar para blandir el mango del hacha con las dos manos.
Sabiéndose incapaz de volar por su cuenta, y teniendo muy presente que debía reducir su tamaño para volverse un blanco más complicado de acertar, la morena replegó sus alas tanto como pudo, desviando la vista de su objetivo únicamente cuando la hechicera se dirigió a ella para pedirle que se ocupase de controlar el alcance del fuego.
Karen por su parte empezó a utilizar sus poderes para crear una barrera de piedras alrededor del tronco, técnica que todo buen viajero aprendía enseguida para mantener a raya las hogueras de campamento y no llevarse un susto en mitad de la noche.
- Primero tendremos que encargarnos de esos seres. - dijo la joven, aferrando con fuerza el mango de su arma mientras iniciaba la carrera hacia los Mikakos, cuyo interés por el árbol había quedado en segundo plano al percatarse de la presencia del par de mujeres.
Sin tener en cuenta la diferencia de tamaño que había entre ambos, las pequeñas criaturas avanzaron rápidamente a su encuentro, preparándose para recibirla con unas candentes bolas de fuego que salieron disparadas a través de las dentadas aberturas que tenían por bocas. Ante esto la cuerva no pudo hacer otra cosa que esquivar hacia un lado, evadiendo por poco los proyectiles y alzando su hacha para dejarla caer con fuerza, realizando un tajo vertical que a punto estuvo de partir a uno de aquellos monstruitos por la mitad.
Por desgracia para ella, el pequeño pirómano reaccionó rápidamente y se libró de su ataque, volviendo a la carga ahora que se encontraban a corta distancia, detalle que podía dar ventaja a cualquiera de los bandos.
- Es comprensible, todavía es joven pero con el tiempo seguro que mejorará y hará muchas más cosas. - pensó Ava, convencida de que así sería, igual que ella algún día conseguiría la fuerza suficiente para volar con sus propias alas sin tener que ayudarse de los relieves del terreno. Todo era cuestión de práctica y constancia, Bullier siempre lo decía, así que así debía ser.
Desafortunadamente una de las preguntas de la muchacha tocó un tema que quizá pudiese resultar incómodo para la bruja, lo relacionado con el dominio de los elementos. Karen no tenía ese don, no manejaba ninguna de las cuatro fuerzas de la naturaleza pero ¿qué importaba? Sus habilidades mentales ya eran sorprendentemente útiles.
La hija de Midgar se lo habría recordado de no ser por la preocupación que empezaba a invadirla, aquella columna de humo no le gustaba un pelo y mucho menos si era obra de los seres que acababan de nombrar, esos que habían arrasado el antaño hermoso bosque para convertirlo en lo que era ahora, un árido paraje en el que la vida difícilmente se abría paso.
Dispuesta a intervenir, Ava siguió a su nueva compañera de viaje hasta que pudieron comprobar que efectivamente, el fuego lo habían iniciado un par de Mikakos, que danzaban alrededor de un árbol en llamas. La expresión de la cuerva se tornó seria al instante, y sin pensárselo dos veces llevó la diestra hasta la parte baja de su espalda, justo el punto del que brotaban sus negras alas.
Aquellas tierras eran su hogar, no podía permitir que las criaturas que tenía delante acabasen con él, mucho menos que iniciasen un incendio que pudiese propagarse hasta su aldea. - No tengo elección. - susurró, mientras desenganchaba a Segadora y con un movimiento ensayado a lo largo de los años, la deslizaba por encima de su oscura extremidad y la hacía girar para blandir el mango del hacha con las dos manos.
Sabiéndose incapaz de volar por su cuenta, y teniendo muy presente que debía reducir su tamaño para volverse un blanco más complicado de acertar, la morena replegó sus alas tanto como pudo, desviando la vista de su objetivo únicamente cuando la hechicera se dirigió a ella para pedirle que se ocupase de controlar el alcance del fuego.
Karen por su parte empezó a utilizar sus poderes para crear una barrera de piedras alrededor del tronco, técnica que todo buen viajero aprendía enseguida para mantener a raya las hogueras de campamento y no llevarse un susto en mitad de la noche.
- Primero tendremos que encargarnos de esos seres. - dijo la joven, aferrando con fuerza el mango de su arma mientras iniciaba la carrera hacia los Mikakos, cuyo interés por el árbol había quedado en segundo plano al percatarse de la presencia del par de mujeres.
Sin tener en cuenta la diferencia de tamaño que había entre ambos, las pequeñas criaturas avanzaron rápidamente a su encuentro, preparándose para recibirla con unas candentes bolas de fuego que salieron disparadas a través de las dentadas aberturas que tenían por bocas. Ante esto la cuerva no pudo hacer otra cosa que esquivar hacia un lado, evadiendo por poco los proyectiles y alzando su hacha para dejarla caer con fuerza, realizando un tajo vertical que a punto estuvo de partir a uno de aquellos monstruitos por la mitad.
Por desgracia para ella, el pequeño pirómano reaccionó rápidamente y se libró de su ataque, volviendo a la carga ahora que se encontraban a corta distancia, detalle que podía dar ventaja a cualquiera de los bandos.
Ava Kenrith
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Re: Abandonando el hogar [Libre 2/3][Cerrado]
Sin pensárselo mucho, su nueva compañera saca el hacha que llevaba a la espalda para enfrentarse a los pequeños seres de fuego. Karen no está muy de acuerdo con atacar criaturas salvajes, mucho menos aquellas que, por alguna extraña razón, tan solo se mueven instintivamente a hacer el mal. No es enteramente su culpa, son ellos así, ¿qué derecho tenía a atacarlos? Pero la defensa propia era algo completamente distinto, y desde luego no iba a espearar a que hiciesen algún daño a Ava, le había prometido llevarla a salvo al siguiente pueblo. Aunque a juzgar por sus habilidades con aquel hacha... No necesitaba su apoyo precisamente. "Mejor" piensa la joven, "Así ambas podremos luchar con todo lo que tenemos y minimizar los daños todo lo posible."
En ese momento uno de los pequeños monstruitos se acerca a Ava, que le lanza un tajo vertical, esquivado por el Mikako con una verdadera muestra de agilidad. No iba a resultar una tarea tan sencilla como aparentaba.
Todavía distraída, la bruja no se percata de la bola de fuego que vuela en su dirección, llegando a apartarse tan solo en el último instante y consiguiendo una buena quemadura de toda su manga izquierda. La joven mira hacia su enemigo. -¡Es mi chaqueta favorita, estúpido! -Sin ya contenerse, desenvaina la espada de su espalda empleando la telequinesis. El arma se mantiene girando a su alrededor, a la espera de una buena abertura en su contrario para atacar, mientras la muchacha se acerca a grandes zancadas hacia el lanzador de fuego.
Un nuevo proyectil ígneo se acerca, a diferencia del Mikako que ha atacado a Ava, aquel parece que gusta más de los ataques a una cierta distancia. La bruja interpone una de las rocas en medio de la trayectoria de la bola de fuego. Las llamas se desperdigan alrededor y el olor a ceniza se vuelve más fuerte que antes. La espada danzante no espera por la reacción del Mikako frente a la sorpresa de ver aparecer una roca frente a su objetivo, desciende desde las alturas y lo atraviesa, quedándose clavada en el pequeño.
- Creo que esto ya está, por tu culpa, pequeño monstruo, debo ahorrar para arreglar este desastre de manga.
Karen deja de lado su pequeña pataleta infantil para observar cómo le va a su compañera. "Es su lucha, no quiero entrometerme a no ser que sea imprescindible." Utiliza su espada danzante para cortar las ramitas que, en llamas, tienen más potencial de esparcir el fuego por el bosque. "Ava estará bien, es fuerte." Una extraña sensación de afinidad con la mujer alada la invade de repente. Confía en ella para guardarle las espaldas, algo que no le ha sucedido en sus anteriores viajes. Se queda abstraída del mundo, observando como los restos del árbol se siguen quemando sin remedio.
En ese momento uno de los pequeños monstruitos se acerca a Ava, que le lanza un tajo vertical, esquivado por el Mikako con una verdadera muestra de agilidad. No iba a resultar una tarea tan sencilla como aparentaba.
Todavía distraída, la bruja no se percata de la bola de fuego que vuela en su dirección, llegando a apartarse tan solo en el último instante y consiguiendo una buena quemadura de toda su manga izquierda. La joven mira hacia su enemigo. -¡Es mi chaqueta favorita, estúpido! -Sin ya contenerse, desenvaina la espada de su espalda empleando la telequinesis. El arma se mantiene girando a su alrededor, a la espera de una buena abertura en su contrario para atacar, mientras la muchacha se acerca a grandes zancadas hacia el lanzador de fuego.
Un nuevo proyectil ígneo se acerca, a diferencia del Mikako que ha atacado a Ava, aquel parece que gusta más de los ataques a una cierta distancia. La bruja interpone una de las rocas en medio de la trayectoria de la bola de fuego. Las llamas se desperdigan alrededor y el olor a ceniza se vuelve más fuerte que antes. La espada danzante no espera por la reacción del Mikako frente a la sorpresa de ver aparecer una roca frente a su objetivo, desciende desde las alturas y lo atraviesa, quedándose clavada en el pequeño.
- Creo que esto ya está, por tu culpa, pequeño monstruo, debo ahorrar para arreglar este desastre de manga.
Karen deja de lado su pequeña pataleta infantil para observar cómo le va a su compañera. "Es su lucha, no quiero entrometerme a no ser que sea imprescindible." Utiliza su espada danzante para cortar las ramitas que, en llamas, tienen más potencial de esparcir el fuego por el bosque. "Ava estará bien, es fuerte." Una extraña sensación de afinidad con la mujer alada la invade de repente. Confía en ella para guardarle las espaldas, algo que no le ha sucedido en sus anteriores viajes. Se queda abstraída del mundo, observando como los restos del árbol se siguen quemando sin remedio.
Karen Engeld
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Re: Abandonando el hogar [Libre 2/3][Cerrado]
Un nuevo proyectil de fuego pasó rozando las delicadas plumas de la mujer bestia, que instintivamente plegó las alas contra el cuerpo para minimizar el riesgo de que hiriesen una de sus extremidades. - Eso estuvo cerca. - pensó, sin quitar ojo al Mikako que acababa de atacarla.
A su espalda pudo escuchar la voz de Karen, que también se había enzarzado en un enfrentamiento con la criatura restante y se quejaba por algo relacionado con su chaqueta, pero la cuerva no estaba en posición de girarse para ver qué había ocurrido, no podía dar ventaja a su extraño enemigo.
Aferrando firmemente el mango de Segadora, Ava volvió a la carga, esquivando una pequeña bola de fuego que iba directamente hacia su rostro y aprovechó la ocasión para realizar otro tajo vertical igual que el de hacía unos instantes, aunque por desgracia, halló el mismo resultado.
El ser que tenía delante era ágil y no dudaba en mostrar su mal carácter, emitiendo gruñidos de advertencia antes de cada ataque, como si con eso pretendiese asustar a la morena, cosa que por supuesto, no lograría.
De nuevo, la hija de Midgar se preparó para realizar un limpió corte con su hacha, pero ésta vez, y viendo la rapidez con que reaccionaba el pequeño Mikako, optó por tirar de astucia y engañarlo, fingiendo arremeter por uno de los lados para que el monstruito se moviese justo a donde le interesaba.
En cuanto la criatura se apartó hacia el punto deseado la joven cambió rápidamente la trayectoria del arma y lo alcanzó lateralmente, incrustando la cabeza del hacha en la madera y acabando con la vida del pirómano, cuya llama interna se fue debilitando hasta apagarse por completo. - Lo siento, pero no puedo permitir que queméis mi hogar. - musitó, apoyando la bota contra él para tirar de Segadora y extraerla de su corteza.
Su padre la había enseñado a amar la naturaleza y a valorar a todos los seres que formaban parte de ella pero algunos no tenían lugar en aquellas tierras, sus instintos destructivos los volvían peligrosos y se debía acabar con ellos nada más verlos, ese era el caso de los Mikakos.
Desviando la vista hacia su compañera, Ava comprobó con alivio que la hechicera no solo había vencido a su contrincante sino que ya se estaba ocupando de reducir los posibles daños que el ardiente árbol pudiese ocasionar.
Del mismo modo que la había sacado, la cuerva deslizó con cuidado su arma por debajo de una de las alas para devolverla a su sitio, enganchándola a su espalda antes de acercarse a Karen. - Gracias, con esto evitaremos que se desate un incendio en la zona. - dijo, situándose junto a la muchacha mientras ésta retiraba las candentes ramas utilizando su don.
Poco podía hacer ella aparte de mirar, el árbol no tenía salvación, sería consumido hasta quedar totalmente negro, igual que los que aún recordaban la enorme tragedia de aquel bosque. En silencio, la morena movió una de sus oscuras extremidades para comprobar el posible daño recibido, encontrando que una de sus plumas estaba algo chamuscada, tendría que arrancarla.
No era agradable, pero aun así tiró de ella hasta separarla del resto, frunciendo el ceño durante unos instantes a causa de las molestias, para luego relajarlo. - Mientras no pueda volar tendré que cuidar mucho mis alas… son un blanco demasiado fácil. - pensó, haciendo girar la pluma entre sus dedos antes de dejarla caer al suelo.
- No podemos hacer más, deberíamos continuar. - comentó, sabiendo que no contaba con el agua suficiente como para apagar las llamas que recorrían el tronco y confiando en que los círculos de piedras funcionasen.
A su espalda pudo escuchar la voz de Karen, que también se había enzarzado en un enfrentamiento con la criatura restante y se quejaba por algo relacionado con su chaqueta, pero la cuerva no estaba en posición de girarse para ver qué había ocurrido, no podía dar ventaja a su extraño enemigo.
Aferrando firmemente el mango de Segadora, Ava volvió a la carga, esquivando una pequeña bola de fuego que iba directamente hacia su rostro y aprovechó la ocasión para realizar otro tajo vertical igual que el de hacía unos instantes, aunque por desgracia, halló el mismo resultado.
El ser que tenía delante era ágil y no dudaba en mostrar su mal carácter, emitiendo gruñidos de advertencia antes de cada ataque, como si con eso pretendiese asustar a la morena, cosa que por supuesto, no lograría.
De nuevo, la hija de Midgar se preparó para realizar un limpió corte con su hacha, pero ésta vez, y viendo la rapidez con que reaccionaba el pequeño Mikako, optó por tirar de astucia y engañarlo, fingiendo arremeter por uno de los lados para que el monstruito se moviese justo a donde le interesaba.
En cuanto la criatura se apartó hacia el punto deseado la joven cambió rápidamente la trayectoria del arma y lo alcanzó lateralmente, incrustando la cabeza del hacha en la madera y acabando con la vida del pirómano, cuya llama interna se fue debilitando hasta apagarse por completo. - Lo siento, pero no puedo permitir que queméis mi hogar. - musitó, apoyando la bota contra él para tirar de Segadora y extraerla de su corteza.
Su padre la había enseñado a amar la naturaleza y a valorar a todos los seres que formaban parte de ella pero algunos no tenían lugar en aquellas tierras, sus instintos destructivos los volvían peligrosos y se debía acabar con ellos nada más verlos, ese era el caso de los Mikakos.
Desviando la vista hacia su compañera, Ava comprobó con alivio que la hechicera no solo había vencido a su contrincante sino que ya se estaba ocupando de reducir los posibles daños que el ardiente árbol pudiese ocasionar.
Del mismo modo que la había sacado, la cuerva deslizó con cuidado su arma por debajo de una de las alas para devolverla a su sitio, enganchándola a su espalda antes de acercarse a Karen. - Gracias, con esto evitaremos que se desate un incendio en la zona. - dijo, situándose junto a la muchacha mientras ésta retiraba las candentes ramas utilizando su don.
Poco podía hacer ella aparte de mirar, el árbol no tenía salvación, sería consumido hasta quedar totalmente negro, igual que los que aún recordaban la enorme tragedia de aquel bosque. En silencio, la morena movió una de sus oscuras extremidades para comprobar el posible daño recibido, encontrando que una de sus plumas estaba algo chamuscada, tendría que arrancarla.
No era agradable, pero aun así tiró de ella hasta separarla del resto, frunciendo el ceño durante unos instantes a causa de las molestias, para luego relajarlo. - Mientras no pueda volar tendré que cuidar mucho mis alas… son un blanco demasiado fácil. - pensó, haciendo girar la pluma entre sus dedos antes de dejarla caer al suelo.
- No podemos hacer más, deberíamos continuar. - comentó, sabiendo que no contaba con el agua suficiente como para apagar las llamas que recorrían el tronco y confiando en que los círculos de piedras funcionasen.
Ava Kenrith
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Re: Abandonando el hogar [Libre 2/3][Cerrado]
La bruja estaba bastante satisfecha con su trabajo cortando las ramas, aunque defenderse y hacer tanto uso de la telekinesis la había dejado exhausta. Por suerte Ava se había defendido estupendamente bien. Seguramente haría un buen trabajo como mercenaria. La bruja comienza a divagar sobre ofrecerle acompañarla en sus próximos trabajos. "No creo que sea algo que le guste a la mayoría de la gente." Deshecha rápidamente aquellos pensamientos, se mantendría pegada al plan inicial de acompañarla al siguiente pueblo. Si quería seguir con ella, solo tenía que decirlo. Además... Seguro que se volvían a encontrar en el futuro, estaba convencida de ello. En cuanto Ava enfunda su arma de nuevo, se acerca a ella.
- ¿Estás bien, Ava? -La mira de arriba a abajo. -Menos mal... Eran más duros de lo que parecía a simple vista. -Guarda sus armas sin usar sus poderes. Se acerca a la mujer para limpiarle un poco el polvo de los hombros. -Oh... Lo siento... -Retira la mano poco a poco, sin llegar a tocarla. -Tienes razón, deberíamos irnos...
Revisa la manga de su abrigo, calcinada. La arranca de un tirón. Tan solo estorbaría hecha jirones. Suspira, tendrá que comprarse una nueva al llegar al siguiente pueblo, aunque no había ninguna esperanza en que tuvieran ninguna como aquella.
- Tienes... Me refiero... Le tienes mucho cariño al bosque, ¿verdad? Nunca he visto a nadie meterse en una pelea tan solo por salvar un pedacito de bosque. -Hace una pequeña pausa y la mira a los ojos. -¿De dónde vienes? Si no es muy entrometido por mi parte preguntarlo... Es solo que me da mucha curiosidad, pensaba que los únicos que cuidaban de los bosques con tanto cariño eran los elfos...
Le parecía una mujer fascinante, no solo era hermosa, tenía unos ojos maravillosos. Si no que además se preocupaba por la naturaleza. La joven estaba impresionada, sin duda. Aquella noche, al llegar a la próxima posada, escribiría sobre su encuentro en el diario.
Estaba cansada por el uso de tanta magia, no sabía si conseguiría terminar el viaje sin parar a descansar primero. Pero no quería ser una carga para su nueva compañera, por lo que decidió no decirle nada al respecto. Intentaba aparentar más energía de la que tenía en realidad.
Se pusieron entonces de camino, siguiendo las indicaciones del mapa de Ava. Había sido una gran ayuda contar con alguien que sabe el camino a seguir para variar. Mira de reojo a su compañera cada cierto tiempo, podía confiar en aquella mujer. Pocas veces se sentía tan a gusto en la presencia de una desconocida.
- ¿Estás bien, Ava? -La mira de arriba a abajo. -Menos mal... Eran más duros de lo que parecía a simple vista. -Guarda sus armas sin usar sus poderes. Se acerca a la mujer para limpiarle un poco el polvo de los hombros. -Oh... Lo siento... -Retira la mano poco a poco, sin llegar a tocarla. -Tienes razón, deberíamos irnos...
Revisa la manga de su abrigo, calcinada. La arranca de un tirón. Tan solo estorbaría hecha jirones. Suspira, tendrá que comprarse una nueva al llegar al siguiente pueblo, aunque no había ninguna esperanza en que tuvieran ninguna como aquella.
- Tienes... Me refiero... Le tienes mucho cariño al bosque, ¿verdad? Nunca he visto a nadie meterse en una pelea tan solo por salvar un pedacito de bosque. -Hace una pequeña pausa y la mira a los ojos. -¿De dónde vienes? Si no es muy entrometido por mi parte preguntarlo... Es solo que me da mucha curiosidad, pensaba que los únicos que cuidaban de los bosques con tanto cariño eran los elfos...
Le parecía una mujer fascinante, no solo era hermosa, tenía unos ojos maravillosos. Si no que además se preocupaba por la naturaleza. La joven estaba impresionada, sin duda. Aquella noche, al llegar a la próxima posada, escribiría sobre su encuentro en el diario.
Estaba cansada por el uso de tanta magia, no sabía si conseguiría terminar el viaje sin parar a descansar primero. Pero no quería ser una carga para su nueva compañera, por lo que decidió no decirle nada al respecto. Intentaba aparentar más energía de la que tenía en realidad.
Se pusieron entonces de camino, siguiendo las indicaciones del mapa de Ava. Había sido una gran ayuda contar con alguien que sabe el camino a seguir para variar. Mira de reojo a su compañera cada cierto tiempo, podía confiar en aquella mujer. Pocas veces se sentía tan a gusto en la presencia de una desconocida.
Karen Engeld
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Re: Abandonando el hogar [Libre 2/3][Cerrado]
La pelea había terminado, y afortunadamente Karen estaba ilesa, aunque no se podía decir lo mismo de su abrigo, cuya manga había sentido de cerca el poder de los Mikakos.
El acercamiento repentino de la hechicera hizo que la tensión volviese a apoderarse del cuerpo de Ava, haciendo incluso que retrocediese un paso de forma instintiva, detalle que no debió pasar desapercibido ante los ojos de la muchacha ya que retiró la mano sin llegar a tocarla.
En silencio, más por no saber qué decir que otra cosa, la joven observó como su acompañante optaba por romper la prenda que llevaba puesta, arrancando la parte que el fuego había destrozado. - Una pena. - pensó, ya que se trataba de una chaqueta bastante bonita.
A pesar de tener debilidad por la armadura que Bullier había diseñado para ella, la morena apreciaba también otros tipos de ropa, durante su infancia y los primeros años de adolescencia solía llevar vestidos y coloridos conjuntos, pero todo aquello se terminó en cuanto Celene echó a perder la vida que tenían, convirtiéndola en el objetivo de burlas y comentarios poco apropiados.
A base de disgustos la mujer bestia había aprendido que lo mejor era pasar desapercibida, cambiando sus vivos atuendos por otros más holgados y de colores oscuros, con los que su voluptuosa silueta quedase disimulada. Por ello no solía utilizar el delicado traje que llevaba escondido en lo más hondo de su bolsa, ese que le quedaba como un guante pero realzaba justamente los atributos que deseaba ocultar.
Su padre la había convencido para que se lo llevase consigo con vistas a que pudiese utilizarlo en alguna ocasión especial en la ciudad, donde con suerte podría vivir tranquilamente sin llamar demasiado la atención ya que suponían que al ser un lugar tan concurrido y multicultural, encajaría perfectamente.
La voz de Karen volvió a captar su atención antes de que empezase a divagar acerca del tema, haciendo que se centrase en las preguntas de la muchacha acerca de su preocupación por el bosque. - Sí, tengo entendido que los elfos defienden sus tierras y tienen un estrecho vínculo con la naturaleza, por eso cuidan tan bien de Sandorai… - contestó, basándose en las historias de los mercaderes ambulantes.
- Se podría decir que yo hago lo mismo, puede que no parezca gran cosa pero éste lugar es mi hogar, vengo de un pequeño pueblo en lo profundo de Midgar y me crié entre estos árboles, aunque es la primera vez que me alejo tanto de la aldea… - reveló, con un leve deje de incertidumbre en la voz.
- Esos seres fueron los culpables de la tragedia que asoló esta región y la convirtieron en el paraje desolado que ves ahora… simplemente no podía dejar que volviese a ocurrir lo mismo, abandono el sitio que me vio nacer pero hasta que cruce el Tymer seguiré defendiéndolo. - afirmó, permitiéndose echar un vistazo a los alrededores, donde la huella de aquel terrible incendio aún podía verse en los troncos calcinados y la escasez de recursos.
A veces la visión de Midgar le resultaba triste, pero podía imaginar cómo había sido antes de todo aquello, un paraje verde, lleno de vida, justo como Sandorai. Una leve sonrisa asomó en el rostro de la cuerva, tenía curiosidad por ver las tierras de los elfos, pero aún le quedaba bastante trayecto antes de llegar a Verisar.
- ¿Qué hay de ti? ¿Vienes de las islas Illidenses? He escuchado algunas cosas sobre ellas. - preguntó, para conocer algo mejor a su compañera de camino y de paso, recabar información acerca del territorio de los brujos.
La región despertaba su curiosidad, pero no entraba en sus planes a corto plazo tomar un barco hacia allá, primero debía llegar a su destino, Lunargenta. La visita a los bosques y a la playa de los ancestros era algo opcional que dependería del recibimiento que le diesen los lugareños, y en el caso de los elfos, extremaría las precauciones para que no la tomasen por una amenaza.
Volviendo a ponerse en marcha, siguiendo en todo momento el mapa, la morena esperó a que Karen respondiese, aún quedaban unas horas para que alcanzasen el pueblo más cercano y eso les brindaría la oportunidad de charlar un rato.
El acercamiento repentino de la hechicera hizo que la tensión volviese a apoderarse del cuerpo de Ava, haciendo incluso que retrocediese un paso de forma instintiva, detalle que no debió pasar desapercibido ante los ojos de la muchacha ya que retiró la mano sin llegar a tocarla.
En silencio, más por no saber qué decir que otra cosa, la joven observó como su acompañante optaba por romper la prenda que llevaba puesta, arrancando la parte que el fuego había destrozado. - Una pena. - pensó, ya que se trataba de una chaqueta bastante bonita.
A pesar de tener debilidad por la armadura que Bullier había diseñado para ella, la morena apreciaba también otros tipos de ropa, durante su infancia y los primeros años de adolescencia solía llevar vestidos y coloridos conjuntos, pero todo aquello se terminó en cuanto Celene echó a perder la vida que tenían, convirtiéndola en el objetivo de burlas y comentarios poco apropiados.
A base de disgustos la mujer bestia había aprendido que lo mejor era pasar desapercibida, cambiando sus vivos atuendos por otros más holgados y de colores oscuros, con los que su voluptuosa silueta quedase disimulada. Por ello no solía utilizar el delicado traje que llevaba escondido en lo más hondo de su bolsa, ese que le quedaba como un guante pero realzaba justamente los atributos que deseaba ocultar.
Su padre la había convencido para que se lo llevase consigo con vistas a que pudiese utilizarlo en alguna ocasión especial en la ciudad, donde con suerte podría vivir tranquilamente sin llamar demasiado la atención ya que suponían que al ser un lugar tan concurrido y multicultural, encajaría perfectamente.
La voz de Karen volvió a captar su atención antes de que empezase a divagar acerca del tema, haciendo que se centrase en las preguntas de la muchacha acerca de su preocupación por el bosque. - Sí, tengo entendido que los elfos defienden sus tierras y tienen un estrecho vínculo con la naturaleza, por eso cuidan tan bien de Sandorai… - contestó, basándose en las historias de los mercaderes ambulantes.
- Se podría decir que yo hago lo mismo, puede que no parezca gran cosa pero éste lugar es mi hogar, vengo de un pequeño pueblo en lo profundo de Midgar y me crié entre estos árboles, aunque es la primera vez que me alejo tanto de la aldea… - reveló, con un leve deje de incertidumbre en la voz.
- Esos seres fueron los culpables de la tragedia que asoló esta región y la convirtieron en el paraje desolado que ves ahora… simplemente no podía dejar que volviese a ocurrir lo mismo, abandono el sitio que me vio nacer pero hasta que cruce el Tymer seguiré defendiéndolo. - afirmó, permitiéndose echar un vistazo a los alrededores, donde la huella de aquel terrible incendio aún podía verse en los troncos calcinados y la escasez de recursos.
A veces la visión de Midgar le resultaba triste, pero podía imaginar cómo había sido antes de todo aquello, un paraje verde, lleno de vida, justo como Sandorai. Una leve sonrisa asomó en el rostro de la cuerva, tenía curiosidad por ver las tierras de los elfos, pero aún le quedaba bastante trayecto antes de llegar a Verisar.
- ¿Qué hay de ti? ¿Vienes de las islas Illidenses? He escuchado algunas cosas sobre ellas. - preguntó, para conocer algo mejor a su compañera de camino y de paso, recabar información acerca del territorio de los brujos.
La región despertaba su curiosidad, pero no entraba en sus planes a corto plazo tomar un barco hacia allá, primero debía llegar a su destino, Lunargenta. La visita a los bosques y a la playa de los ancestros era algo opcional que dependería del recibimiento que le diesen los lugareños, y en el caso de los elfos, extremaría las precauciones para que no la tomasen por una amenaza.
Volviendo a ponerse en marcha, siguiendo en todo momento el mapa, la morena esperó a que Karen respondiese, aún quedaban unas horas para que alcanzasen el pueblo más cercano y eso les brindaría la oportunidad de charlar un rato.
Ava Kenrith
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Re: Abandonando el hogar [Libre 2/3][Cerrado]
Karen estaba agotada, intentaba mantener el paso pero comenzaba a costarle. Por suerte para ella la compañía de Ava era suficiente para mantener su mente distraída del cansancio. A pesar de sus problemas de contacto físico no parecía tener ninguno para mantener una buena conversación.
En cuanto la mujer le dijo que vivía en aquellos bosques se sintió de repente fuera de lugar. No pensaba que nadie viviese por allí cerca, con todo aquello calcinado. Sin duda se sentía un poco invasora del lugar. Un lugar en perpetuo luto por lo que fue y lo que es actualmente. Era bastante triste si te parabas a pensarlo durante tan solo un segundo. Según las historias aquel lugar era tan maravilloso como lo era Sandorai, pero ahora la comparación era desoladora.
- ¿Es la primera vez que te alejas tanto? -La bruja estaba sorprendida, los elfos que conocía exploraban los bosques desde muy pequeños para habituarse a sus entornos... Aunque desde luego en Sandorai habría menos peligros que en aquel lugar... Mira a su chaqueta y suelta un suspiro.
-¿Puedo preguntar por qué te has ido de casa? Si no es mucha indiscreción por mi parte, tan solo soy una desconocida que te has encontrado en el bosque. Entiendo que no quieras confiar algo tan personal.
La fuerza en las palabras de Ava al decir que seguiría defendiendo Midgar sorprendió de nuevo a la joven bruja. La determinación y la fuerza habían conseguido disipar del todo su cansancio. Hasta ahora no había conocido a nadie que apreciara tanto el entorno en el que le ha tocado vivir para arriesgar su vida por él. Ni siquiera la guardia de Lunargenta era así. Sí, protegían a los ciudadanos, pero no era la primera vez que veía a uno de aquellos guardias huír en medio de una trifulca.
Ava esboza una sonrisa que no pasa desapercibida a Karen. "Es..." La pregunta la saca de su ensimismamiento un segundo antes de que se pierda en ella.
-Ehm... Oh, no, nací en Lunargenta. La verdad es que nunca he estado en las islas... -Mira hacia el suelo mientras camina al lado de la mujer. -Supongo que has escuchado las mismas cosas que yo, pero emprendí este viaje para buscar a alguien y sabía que no lo iba a encontrar allí.
Los recuerdos de aquel joven guardia, Eltrant Tale, vuelven a la mente de la bruja. Lo encontraría costara lo que costase.
- Si alguna vez pasas por Lunargenta podríamos ir juntas a visitarlas si quieres... Pero nunca he ido a la academia, si eso es lo que te preguntas. -Mira sus manos. -Mi poder he aprendido a controlarlo yo sola. -Mira a los ojos de la mujer alada. -Nunca se lo he confesado a nadie pero... Creo que dejarme guiar por otro brujo, tan solo conseguiría frenarme.
Se avergüenza de haber dicho algo así en voz alta. Sonaba demasiado egocéntrico cuando lo escucha. Espera en el fondo que su nueva compañera no se lleve la impresión equivocada. Rápidamente mira hacia el camino que les queda por delante.
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En cuanto la mujer le dijo que vivía en aquellos bosques se sintió de repente fuera de lugar. No pensaba que nadie viviese por allí cerca, con todo aquello calcinado. Sin duda se sentía un poco invasora del lugar. Un lugar en perpetuo luto por lo que fue y lo que es actualmente. Era bastante triste si te parabas a pensarlo durante tan solo un segundo. Según las historias aquel lugar era tan maravilloso como lo era Sandorai, pero ahora la comparación era desoladora.
- ¿Es la primera vez que te alejas tanto? -La bruja estaba sorprendida, los elfos que conocía exploraban los bosques desde muy pequeños para habituarse a sus entornos... Aunque desde luego en Sandorai habría menos peligros que en aquel lugar... Mira a su chaqueta y suelta un suspiro.
-¿Puedo preguntar por qué te has ido de casa? Si no es mucha indiscreción por mi parte, tan solo soy una desconocida que te has encontrado en el bosque. Entiendo que no quieras confiar algo tan personal.
La fuerza en las palabras de Ava al decir que seguiría defendiendo Midgar sorprendió de nuevo a la joven bruja. La determinación y la fuerza habían conseguido disipar del todo su cansancio. Hasta ahora no había conocido a nadie que apreciara tanto el entorno en el que le ha tocado vivir para arriesgar su vida por él. Ni siquiera la guardia de Lunargenta era así. Sí, protegían a los ciudadanos, pero no era la primera vez que veía a uno de aquellos guardias huír en medio de una trifulca.
Ava esboza una sonrisa que no pasa desapercibida a Karen. "Es..." La pregunta la saca de su ensimismamiento un segundo antes de que se pierda en ella.
-Ehm... Oh, no, nací en Lunargenta. La verdad es que nunca he estado en las islas... -Mira hacia el suelo mientras camina al lado de la mujer. -Supongo que has escuchado las mismas cosas que yo, pero emprendí este viaje para buscar a alguien y sabía que no lo iba a encontrar allí.
Los recuerdos de aquel joven guardia, Eltrant Tale, vuelven a la mente de la bruja. Lo encontraría costara lo que costase.
- Si alguna vez pasas por Lunargenta podríamos ir juntas a visitarlas si quieres... Pero nunca he ido a la academia, si eso es lo que te preguntas. -Mira sus manos. -Mi poder he aprendido a controlarlo yo sola. -Mira a los ojos de la mujer alada. -Nunca se lo he confesado a nadie pero... Creo que dejarme guiar por otro brujo, tan solo conseguiría frenarme.
Se avergüenza de haber dicho algo así en voz alta. Sonaba demasiado egocéntrico cuando lo escucha. Espera en el fondo que su nueva compañera no se lleve la impresión equivocada. Rápidamente mira hacia el camino que les queda por delante.
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- OFF:
- OFF: Perdón por tardar, tuve unos días horribles en el trabajo u.u
Karen Engeld
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Re: Abandonando el hogar [Libre 2/3][Cerrado]
Las preguntas de Karen acerca de la razón por la cual había abandonado su hogar hicieron que la morena bajase la vista al suelo con cierta tristeza, ¿cómo debía responder a eso?
Todo lo relacionado con Celene la traía malos recuerdos, ella era la culpable de que su hogar se hubiese roto, de que su vida hubiese cambiado hasta el punto de no sentirse cómoda en la aldea que la vio nacer… ella era la directa causante de su marcha.
Los actos pasados de la mujer habían sellado el destino de su hija, obligándola a irse y alejarse de la única persona que la quería realmente, Bullier. Por un instante, Ava trajo a su mente el rostro del toro, al cual sin duda echaría mucho de menos, sobre todo cuando aquel viaje la llevase a tierras lejanas y completamente desconocidas para ella.
Un quedo suspiro escapó de sus labios, pero afortunadamente Karen abordó la cuestión que le había hecho anteriormente, revelándole que a pesar de ser una bruja, no había estado nunca en las islas Illidenses.
Aquello no era nada del otro mundo, mucha gente viajaba a Verisar y probablemente era el caso de los padres de la joven, que la habrían tenido allí, aunque cabía la posibilidad de que no fuese descendiente de una pareja formada por dos hechiceros.
Los mercaderes ambulantes que pasaban por la aldea de la morena solían decir que en Lunargenta se podía ver de todo, incluidos matrimonios mixtos, cosa que para ella resultaba algo extraña ya que en su pueblo todos pertenecían a la misma raza y era lo que conocía.
Aun así no era un tema fácil de tratar, y teniendo en cuenta que su curiosidad acerca de ello podía molestar a su nueva compañera, Ava olvidó el asunto y prefirió prestar atención a lo siguiente que dijo la maga, algo que logró sorprenderla considerablemente e incluso que sintiese admiración por la muchacha.
- ¿Has aprendido a manejarlo sin ayuda de nadie? ¡Es increíble! - exclamó, dejándose llevar por la emoción del mismo modo que al interrogarla. - Tiene mucho mérito que hayas desarrollado tus poderes sola. - aseguró, ofreciéndole una sonrisa.
Las palabras de la morena eran sinceras, no alcanzaba a imaginar lo complicado que debía haber sido para Karen alcanzar el dominio que mostraba sobre el don que los espíritus le habían obsequiado, seguramente hubiese trabajado en ello durante años, perfeccionándolo con el tiempo.
- Debo admitir que he escuchado cosas muy interesantes acerca de las islas, espero tener ocasión de verlas en persona algún día. - añadió poco después, intrigada por la magia y todas sus formas. - Estaría bien visitarlas con alguien…- susurró segundos después, ligeramente ruborizada por el hecho de aceptar una oferta como aquella de una chica a la que apenas acababa de conocer.
La bruja le parecía agradable, ¿qué mejor compañía podía pedir?
Sin dejar de caminar, Ava volvió a retomar otro punto de la conversación, ese en que su acompañante le preguntaba cuál era la razón por la que abandonaba su hogar en Midgar. - Ella ha sido muy abierta conmigo, debería responder de igual modo. - pensó, perdiendo la sonrisa que hasta hacía unos instantes había decorado su rostro.
- En cuanto a mí… me marcho de estas tierras porque ya no me sentía cómoda en el pueblo… algunas personas se encargaron de hacerme ver que no era mi sitio… - confesó, manteniendo sus brillantes ojos del color del ámbar clavados en el camino. - Solo espero que Lunargenta me dé una nueva oportunidad, busco empezar de cero. - musitó, sin dar ningún detalle que pudiese resultarle doloroso.
- Has dicho que buscas a alguien, ¿puedo saber el motivo? Quizá pueda ayudarte. - se ofreció, cambiando rápidamente de tema para que no se centrasen demasiado en su vida.
No te preocupes Karen ^^
sabes que estamos más o menos igual
Todo lo relacionado con Celene la traía malos recuerdos, ella era la culpable de que su hogar se hubiese roto, de que su vida hubiese cambiado hasta el punto de no sentirse cómoda en la aldea que la vio nacer… ella era la directa causante de su marcha.
Los actos pasados de la mujer habían sellado el destino de su hija, obligándola a irse y alejarse de la única persona que la quería realmente, Bullier. Por un instante, Ava trajo a su mente el rostro del toro, al cual sin duda echaría mucho de menos, sobre todo cuando aquel viaje la llevase a tierras lejanas y completamente desconocidas para ella.
Un quedo suspiro escapó de sus labios, pero afortunadamente Karen abordó la cuestión que le había hecho anteriormente, revelándole que a pesar de ser una bruja, no había estado nunca en las islas Illidenses.
Aquello no era nada del otro mundo, mucha gente viajaba a Verisar y probablemente era el caso de los padres de la joven, que la habrían tenido allí, aunque cabía la posibilidad de que no fuese descendiente de una pareja formada por dos hechiceros.
Los mercaderes ambulantes que pasaban por la aldea de la morena solían decir que en Lunargenta se podía ver de todo, incluidos matrimonios mixtos, cosa que para ella resultaba algo extraña ya que en su pueblo todos pertenecían a la misma raza y era lo que conocía.
Aun así no era un tema fácil de tratar, y teniendo en cuenta que su curiosidad acerca de ello podía molestar a su nueva compañera, Ava olvidó el asunto y prefirió prestar atención a lo siguiente que dijo la maga, algo que logró sorprenderla considerablemente e incluso que sintiese admiración por la muchacha.
- ¿Has aprendido a manejarlo sin ayuda de nadie? ¡Es increíble! - exclamó, dejándose llevar por la emoción del mismo modo que al interrogarla. - Tiene mucho mérito que hayas desarrollado tus poderes sola. - aseguró, ofreciéndole una sonrisa.
Las palabras de la morena eran sinceras, no alcanzaba a imaginar lo complicado que debía haber sido para Karen alcanzar el dominio que mostraba sobre el don que los espíritus le habían obsequiado, seguramente hubiese trabajado en ello durante años, perfeccionándolo con el tiempo.
- Debo admitir que he escuchado cosas muy interesantes acerca de las islas, espero tener ocasión de verlas en persona algún día. - añadió poco después, intrigada por la magia y todas sus formas. - Estaría bien visitarlas con alguien…- susurró segundos después, ligeramente ruborizada por el hecho de aceptar una oferta como aquella de una chica a la que apenas acababa de conocer.
La bruja le parecía agradable, ¿qué mejor compañía podía pedir?
Sin dejar de caminar, Ava volvió a retomar otro punto de la conversación, ese en que su acompañante le preguntaba cuál era la razón por la que abandonaba su hogar en Midgar. - Ella ha sido muy abierta conmigo, debería responder de igual modo. - pensó, perdiendo la sonrisa que hasta hacía unos instantes había decorado su rostro.
- En cuanto a mí… me marcho de estas tierras porque ya no me sentía cómoda en el pueblo… algunas personas se encargaron de hacerme ver que no era mi sitio… - confesó, manteniendo sus brillantes ojos del color del ámbar clavados en el camino. - Solo espero que Lunargenta me dé una nueva oportunidad, busco empezar de cero. - musitó, sin dar ningún detalle que pudiese resultarle doloroso.
- Has dicho que buscas a alguien, ¿puedo saber el motivo? Quizá pueda ayudarte. - se ofreció, cambiando rápidamente de tema para que no se centrasen demasiado en su vida.
No te preocupes Karen ^^
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Ava Kenrith
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Re: Abandonando el hogar [Libre 2/3][Cerrado]
Karen sentía que había hecho una pregunta difícil de responder para su acompañante. Se reprende mentalmente por sacar un tema tan personal sin apenas conocerla de nada. Lanza un hondo suspiro caminando al lado de Ava, ahora un poco más nerviosa por lo que la mujer pueda estar pensando. Seguramente que es una entrometida, una chismosa. Empiezan a rondar por su mente todo tipo de apelativos, como los que se usaban para aquellas mujeres de la ciudad que se pasan el día en las ventanas observando qué hacen sus vecinos para después contárselo entre ellas. No era para nada su intención, así que debido a la pausa de la morena, decidió simplemente responder a las cuestiones acerca de ella misma.
Confiaba en aquella mujer, sin saber muy bien por qué. Pero por alguna razón, expresarle sus pensamientos le estaba siendo realmente sencillo. Al menos hasta que llegó al momento de adulación y emoción. No llevaba nada bien los halagos, le parecía que tan solo eran palabras vacías hechas para que otra persona no se sintiese mal consigo misma. Desvía la mirada ante la sonrisa de la mujer.
-Oh. Ehm. Gracias. -Dice secamente mientras sigue caminando.
Al cabo de unos instantes se da cuenta de que estaba siendo extremadamente grosera, además, cabía la posibilidad de que lo dijese sinceramente. Aunque era demasiado pronto como para saberlo. Vuelve a mirar a Ava y le sonríe.
- Perdona, no llevo bien los halagos... De verdad me gustaría visitar las islas contigo. -Que Ava se sonroje hace sonreír a la bruja. Estaba disfrutando mucho de la compañía de aquella mujer, en esos momentos esperaba que nunca llegaran a su destino. Deambular un poco más con ella, conocerla mejor y luchar codo con codo al menos una vez más.
Ava, tras quedarse callada unos instantes le contesta a la pregunta personal que la bruja le había hecho con anterioridad. No esperaba que lo hiciese y la había pillado desprevenida, no parecía cómoda hablando de aquello. Karen la escucha tranquilamente y agradeciendo todas y cada una de aquellas palabras, eran un signo de confianza. Lo cual era raro porque se acababan de conocer. Intenta disimular una sonrisa, se podría malinterpretar. Cuando confiesa que había sido culpa de otra gente la bruja aprieta los puños. Le entran ganas de ir a patear a los habitantes del pueblo de Ava por hacer que una persona como ella se fuese de allí. No sabe qué responder, por suerte Ava cambia rápidamente de tema para preguntarle a quien busca.
- Oh, pues... Busco a Eltrant Tale. No creo que le conozcas. -Sus ojos se pierden observando el bosque que queda por delante. Una pequeña esperanza infantil la corroe mientras se imagina a Eltrant saliendo de detrás de aquellos árboles. Peleando con grandes bestias y salvando inocentes de una muerte segura. Suelta un pequeño suspiro y vuelve a mirar a Ava a los ojos. -Me salvó cuando era más joven, ¿sabes? -Vuelve a desviar la mirada. -Las calles de Lunargenta no son seguras, precisamente.
La muchacha vuelve a mirar hacia el camino que les queda por delante intentando no sumirse de nuevo en pensamientos amargos. Dedica un nuevo pensamiento al momento en que fue seca con su nueva amiga. No se merece ese tipo de trato, menos aún después de haber mostrado confianza en ella. De ahora en adelante hablaría de lo que sucede en lugar de actuar de esa forma.
Confiaba en aquella mujer, sin saber muy bien por qué. Pero por alguna razón, expresarle sus pensamientos le estaba siendo realmente sencillo. Al menos hasta que llegó al momento de adulación y emoción. No llevaba nada bien los halagos, le parecía que tan solo eran palabras vacías hechas para que otra persona no se sintiese mal consigo misma. Desvía la mirada ante la sonrisa de la mujer.
-Oh. Ehm. Gracias. -Dice secamente mientras sigue caminando.
Al cabo de unos instantes se da cuenta de que estaba siendo extremadamente grosera, además, cabía la posibilidad de que lo dijese sinceramente. Aunque era demasiado pronto como para saberlo. Vuelve a mirar a Ava y le sonríe.
- Perdona, no llevo bien los halagos... De verdad me gustaría visitar las islas contigo. -Que Ava se sonroje hace sonreír a la bruja. Estaba disfrutando mucho de la compañía de aquella mujer, en esos momentos esperaba que nunca llegaran a su destino. Deambular un poco más con ella, conocerla mejor y luchar codo con codo al menos una vez más.
Ava, tras quedarse callada unos instantes le contesta a la pregunta personal que la bruja le había hecho con anterioridad. No esperaba que lo hiciese y la había pillado desprevenida, no parecía cómoda hablando de aquello. Karen la escucha tranquilamente y agradeciendo todas y cada una de aquellas palabras, eran un signo de confianza. Lo cual era raro porque se acababan de conocer. Intenta disimular una sonrisa, se podría malinterpretar. Cuando confiesa que había sido culpa de otra gente la bruja aprieta los puños. Le entran ganas de ir a patear a los habitantes del pueblo de Ava por hacer que una persona como ella se fuese de allí. No sabe qué responder, por suerte Ava cambia rápidamente de tema para preguntarle a quien busca.
- Oh, pues... Busco a Eltrant Tale. No creo que le conozcas. -Sus ojos se pierden observando el bosque que queda por delante. Una pequeña esperanza infantil la corroe mientras se imagina a Eltrant saliendo de detrás de aquellos árboles. Peleando con grandes bestias y salvando inocentes de una muerte segura. Suelta un pequeño suspiro y vuelve a mirar a Ava a los ojos. -Me salvó cuando era más joven, ¿sabes? -Vuelve a desviar la mirada. -Las calles de Lunargenta no son seguras, precisamente.
La muchacha vuelve a mirar hacia el camino que les queda por delante intentando no sumirse de nuevo en pensamientos amargos. Dedica un nuevo pensamiento al momento en que fue seca con su nueva amiga. No se merece ese tipo de trato, menos aún después de haber mostrado confianza en ella. De ahora en adelante hablaría de lo que sucede en lugar de actuar de esa forma.
Karen Engeld
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Re: Abandonando el hogar [Libre 2/3][Cerrado]
- ¿He dicho algo malo? ¿me habré emocionado demasiado? - se preguntó interiormente la cuerva al ver la extraña reacción de su acompañante, a la cual parecían no agradarle los cumplidos que le hacía. Bajando la vista al suelo, Ava continuó caminando mientras se reprendía mentalmente, probablemente había agobiado a la hechicera con sus preguntas y comentarios acerca de la magia, no era raro en ella.
No podía evitarlo, cuando conocía a alguien nuevo solía dejarse llevar por la curiosidad, más aún si poseía alguna característica que despertase su interés, como era el caso de Karen.
Por suerte la actitud de la joven cambió de un instante a otro, disculpándose y asegurando que le agradaría visitar las islas con ella, detalle que devolvió el buen humor a la mujer bestia, aunque se contuvo para no incomodar de nuevo a la bruja.
- Eltrant Tale… no, no he escuchado ese nombre antes. - admitió, descartando que aquel hombre pudiese pertenecer al conjunto de mercaderes que de cuando en cuando visitaban su pueblo natal para comerciar y llevarse productos locales.
La razón por la cual buscaba a aquel individuo la dejó sorprendida a la vez que preocupada, sabía que Lunargenta no sería un lugar tan tranquilo como su hogar pero de ahí a que una chica necesitase que la salvaran… - ¿De qué la salvaría? - se preguntó mentalmente, sin llegar a pronunciar una palabra al respecto ya que no quería quedar como una cotilla.
Inconscientemente, la morena echó una mano hacia atrás para tocar brevemente el mango de Segadora, su arma, la herramienta con que tendría que defenderse de lo que Verisar pusiese en su camino. Bullier la había forjado especialmente para ella, estaba hecha a su medida y con todo el cariño del toro, pasase lo que pasase, aquella hacha la protegería.
- Espero no tener problemas en la ciudad. - susurró, llena de incertidumbre por lo que iba descubriendo de su destino, aunque todavía faltaban varios días antes de que pusiese un pie en la capital.
Lo cierto era que siendo mujer y viajando en solitario las cosas se le podían complicar fácilmente, así que aprovecharía la compañía de la hechicera tanto como le fuese posible, no solo por seguridad sino porque le resultaba agradable.
La senda serpenteaba por entre los calcinados restos de varios árboles, víctimas recientes de los Mikakos de la zona, pero afortunadamente no volvieron a toparse con ninguno de aquellos pequeños monstruitos amantes del fuego.
Poco a poco sus pasos las fueron acercando al punto al que se dirigían, el modesto poblado junto al Tymer, desde el cual la cuerva tomaría una barca para cruzar al otro lado del río, aunque quizá lo hiciese sola, eso dependería de la ruta que Karen tuviese en mente seguir.
- Si tienes que deambular por esta zona podría dejarte mi mapa cuando nos separemos. - dijo en voz baja mientras caminaba, convencida de que para ella sería fácil orientarse en cuanto llegase a la otra orilla, solo tenía que seguir la costa y comprar otro en Lunargenta cuando llegase.
Ava hizo aquel ofrecimiento con una tímida sonrisa en los labios y buscando el rostro de su acompañante con la mirada, confiando en que la bruja apreciase su gesto.
Las horas transcurrieron, y para cuando la moradora de Midgar se dio cuenta ya podía ver a lo lejos algunas construcciones de madera, solo unos metros las separaban del pueblo y de lo que ello representaba para la joven, abandonar todo cuanto conocía. - ¡Ahí está la aldea! Ya casi hemos llegado. - exclamó, señalando las casas con visible emoción.
No podía evitarlo, cuando conocía a alguien nuevo solía dejarse llevar por la curiosidad, más aún si poseía alguna característica que despertase su interés, como era el caso de Karen.
Por suerte la actitud de la joven cambió de un instante a otro, disculpándose y asegurando que le agradaría visitar las islas con ella, detalle que devolvió el buen humor a la mujer bestia, aunque se contuvo para no incomodar de nuevo a la bruja.
- Eltrant Tale… no, no he escuchado ese nombre antes. - admitió, descartando que aquel hombre pudiese pertenecer al conjunto de mercaderes que de cuando en cuando visitaban su pueblo natal para comerciar y llevarse productos locales.
La razón por la cual buscaba a aquel individuo la dejó sorprendida a la vez que preocupada, sabía que Lunargenta no sería un lugar tan tranquilo como su hogar pero de ahí a que una chica necesitase que la salvaran… - ¿De qué la salvaría? - se preguntó mentalmente, sin llegar a pronunciar una palabra al respecto ya que no quería quedar como una cotilla.
Inconscientemente, la morena echó una mano hacia atrás para tocar brevemente el mango de Segadora, su arma, la herramienta con que tendría que defenderse de lo que Verisar pusiese en su camino. Bullier la había forjado especialmente para ella, estaba hecha a su medida y con todo el cariño del toro, pasase lo que pasase, aquella hacha la protegería.
- Espero no tener problemas en la ciudad. - susurró, llena de incertidumbre por lo que iba descubriendo de su destino, aunque todavía faltaban varios días antes de que pusiese un pie en la capital.
Lo cierto era que siendo mujer y viajando en solitario las cosas se le podían complicar fácilmente, así que aprovecharía la compañía de la hechicera tanto como le fuese posible, no solo por seguridad sino porque le resultaba agradable.
La senda serpenteaba por entre los calcinados restos de varios árboles, víctimas recientes de los Mikakos de la zona, pero afortunadamente no volvieron a toparse con ninguno de aquellos pequeños monstruitos amantes del fuego.
Poco a poco sus pasos las fueron acercando al punto al que se dirigían, el modesto poblado junto al Tymer, desde el cual la cuerva tomaría una barca para cruzar al otro lado del río, aunque quizá lo hiciese sola, eso dependería de la ruta que Karen tuviese en mente seguir.
- Si tienes que deambular por esta zona podría dejarte mi mapa cuando nos separemos. - dijo en voz baja mientras caminaba, convencida de que para ella sería fácil orientarse en cuanto llegase a la otra orilla, solo tenía que seguir la costa y comprar otro en Lunargenta cuando llegase.
Ava hizo aquel ofrecimiento con una tímida sonrisa en los labios y buscando el rostro de su acompañante con la mirada, confiando en que la bruja apreciase su gesto.
Las horas transcurrieron, y para cuando la moradora de Midgar se dio cuenta ya podía ver a lo lejos algunas construcciones de madera, solo unos metros las separaban del pueblo y de lo que ello representaba para la joven, abandonar todo cuanto conocía. - ¡Ahí está la aldea! Ya casi hemos llegado. - exclamó, señalando las casas con visible emoción.
Ava Kenrith
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Re: Abandonando el hogar [Libre 2/3][Cerrado]
La bruja tenía unas pocas esperanzas puestas en que su nueva acompañante hubiera oído algo sobre Eltrant Tale. No era probable, pero aún así, en lo más profundo de su corazón, no perdía la esperanza de encontrar una pista sólida sobre su paradero actual. Podía estar en cualquier parte. En cambio, la llama de su deseo no tardó en disiparse tan rápido como había surgido. La mujer bestia no había oído hablar de aquel hombre. Desvía la mirada para no mostrar su decepción. No iba con ella y no quería dar la impresión equivocada. Era tan solo su culpa por dejarse llevar por sus deseos infantiles.
Tras contarle que aquel hombre la había salvado, algunas dudas parecían asomar al rostro de Ava, confirmados por un pequeño susurro. Era obvio que en una ciudad grande habría más peligros que en un pequeño pueblo, o al menos, a priori. La bruja había visto lugares de menor envergadura que Lunargenta crear conflictos que pocas veces se habían visto en la gran ciudad.
-Oh, no tendrás problemas, ya verás. -Se acerca un poco más a ella y le sonríe. -Por lo poco que he visto eres muy fuerte. Y además... -Señala el hacha que lleva la mujer a la espalda. -Esa cosa intimida bastante. -Suelta una pequeña carcajada de complicidad. Esperaba que aquellas palabras y bromas fueran suficientes como para quitarle hierro al asunto. Estaba segura de que le iría perfectamente. Y si no... Bueno, esperaba estar cerca para entrar en la trifulca. Juntas derrotarían cualquier cosa que se interpusiese en su camino.
Las fuerzas se le iban escapando poco a poco, su esperanza residía en que el pueblo no estuviera ya a muchos pasos de distancia. Los árboles, aunque todavía calcinados parecían menos afectados que los que dejaban atrás. Tal vez debido a una menor actividad de mikakos en el lugar. Aún así, se acercó a uno de los troncos y apoyó una mano. No solo por sentir lástima por aquellas plantas, si no también para apoyarse un segundo y recobrar unas pocas fuerzas para terminar el camino.
Ava parecía haber salido de su ensimismamiento para ofrecerle su mapa a la bruja. A la cual le sorprendió enormemente aquel gesto de amabilidad. Un mapa era de las cosas que consideraba más preciadas en el mundo en aquel momento. La comida podía sacarla de cualquier lugar con un poco de caza y magia. Y siempre se podría colar en alguna casa para descansar por la noche. En cambio, perderse era absolutamente terrorífico.
- Oh... Eh... La verdad... Yo... -No sabía qué decir, se debatía entre si aceptar o no el presente que se le ofrecía. -Si no es mucha molestia... Me refiero... -Sacude la cabeza. -Si no lo necesitas, me sería de mucha ayuda. -Se acerca y hace una reverencia. -¡Gracias por todo! -Se mantiene unos instantes con la cabeza agachada, avergonzada. En cuanto se calma un poco se levanta de nuevo y la recibe una tímida sonrisa en los labios de la mujer. "¿Siempre ha sido tan hermosa? ... ¡Karen, acabas de conocerla, quítate eso de la cabeza!" Se reprende y sigue caminando.
Tras varias horas que le habrían parecido una eternidad de no haber contado con la compañía de Ava, pudo ver por fin el pueblo al final del camino. No era un gran lugar, pero al menos podría descansar unas horas antes de partir de nuevo. Todavía no tenía muy claro a dónde. Le gustaría poder acompañar a Ava a través de Sandorai... Pero lo que menos le apetecía era meter a su nueva amiga en problemas. Ir acompañada de nada más y nada menos que de una bruja... Era como ponerse una diana en el pecho.
- Ava yo... Te agradezco que me hayas ayudado a llegar. -La mira a los ojos. -Lamento si he sido una carga en algún momento... De todas formas, creo que deberíamos separarnos, no me gustaría ponerte en peligro a partir de aquí. -Sonríe agradecida a la mujer. -Espero que tengas un buen viaje y verte pronto en Lunargenta. Te prometo que iré contigo a las islas y las veremos juntas por primera vez. -Sonríe todavía más, hace una nueva reverencia y, tras despedirse con la mano se dirige por las calles hacia la posada más próxima. Debía planear su ruta para el día siguiente y descansar lo máximo posible.
Tras contarle que aquel hombre la había salvado, algunas dudas parecían asomar al rostro de Ava, confirmados por un pequeño susurro. Era obvio que en una ciudad grande habría más peligros que en un pequeño pueblo, o al menos, a priori. La bruja había visto lugares de menor envergadura que Lunargenta crear conflictos que pocas veces se habían visto en la gran ciudad.
-Oh, no tendrás problemas, ya verás. -Se acerca un poco más a ella y le sonríe. -Por lo poco que he visto eres muy fuerte. Y además... -Señala el hacha que lleva la mujer a la espalda. -Esa cosa intimida bastante. -Suelta una pequeña carcajada de complicidad. Esperaba que aquellas palabras y bromas fueran suficientes como para quitarle hierro al asunto. Estaba segura de que le iría perfectamente. Y si no... Bueno, esperaba estar cerca para entrar en la trifulca. Juntas derrotarían cualquier cosa que se interpusiese en su camino.
Las fuerzas se le iban escapando poco a poco, su esperanza residía en que el pueblo no estuviera ya a muchos pasos de distancia. Los árboles, aunque todavía calcinados parecían menos afectados que los que dejaban atrás. Tal vez debido a una menor actividad de mikakos en el lugar. Aún así, se acercó a uno de los troncos y apoyó una mano. No solo por sentir lástima por aquellas plantas, si no también para apoyarse un segundo y recobrar unas pocas fuerzas para terminar el camino.
Ava parecía haber salido de su ensimismamiento para ofrecerle su mapa a la bruja. A la cual le sorprendió enormemente aquel gesto de amabilidad. Un mapa era de las cosas que consideraba más preciadas en el mundo en aquel momento. La comida podía sacarla de cualquier lugar con un poco de caza y magia. Y siempre se podría colar en alguna casa para descansar por la noche. En cambio, perderse era absolutamente terrorífico.
- Oh... Eh... La verdad... Yo... -No sabía qué decir, se debatía entre si aceptar o no el presente que se le ofrecía. -Si no es mucha molestia... Me refiero... -Sacude la cabeza. -Si no lo necesitas, me sería de mucha ayuda. -Se acerca y hace una reverencia. -¡Gracias por todo! -Se mantiene unos instantes con la cabeza agachada, avergonzada. En cuanto se calma un poco se levanta de nuevo y la recibe una tímida sonrisa en los labios de la mujer. "¿Siempre ha sido tan hermosa? ... ¡Karen, acabas de conocerla, quítate eso de la cabeza!" Se reprende y sigue caminando.
Tras varias horas que le habrían parecido una eternidad de no haber contado con la compañía de Ava, pudo ver por fin el pueblo al final del camino. No era un gran lugar, pero al menos podría descansar unas horas antes de partir de nuevo. Todavía no tenía muy claro a dónde. Le gustaría poder acompañar a Ava a través de Sandorai... Pero lo que menos le apetecía era meter a su nueva amiga en problemas. Ir acompañada de nada más y nada menos que de una bruja... Era como ponerse una diana en el pecho.
- Ava yo... Te agradezco que me hayas ayudado a llegar. -La mira a los ojos. -Lamento si he sido una carga en algún momento... De todas formas, creo que deberíamos separarnos, no me gustaría ponerte en peligro a partir de aquí. -Sonríe agradecida a la mujer. -Espero que tengas un buen viaje y verte pronto en Lunargenta. Te prometo que iré contigo a las islas y las veremos juntas por primera vez. -Sonríe todavía más, hace una nueva reverencia y, tras despedirse con la mano se dirige por las calles hacia la posada más próxima. Debía planear su ruta para el día siguiente y descansar lo máximo posible.
Karen Engeld
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