Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
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Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
—¿Te imaginas poder controlar el agua?
Sentadas en el suelo, con la espalda apoyada en un viejo sauce cuyas ramas se asomaban un río desde lo alto de un barranco, las dos muchachas dirigían la vista en dirección al río y, más allá, hacia la ciudad que se asentaba en la otra orilla. Con su negra melena, su piel pálida y sus cuerpos menudos, podrían haber pasado por hermanas, salvo por su mirada: dorada la de la una, plateada la de la otra.
—¿Qué harías si pudieras?
—Dejaría el río seco y barrería la ciudad con él. Me desharía de toda la mierda.
—¿Y si nos vamos de aquí?
—¿Y a dónde iríamos?
—Al Hekshold.
—No seas inocente, Val. A dos chicas como nosotras no nos dejarían ni acercarnos a la puerta.
Sentadas en el suelo, con la espalda apoyada en un viejo sauce cuyas ramas se asomaban un río desde lo alto de un barranco, las dos muchachas dirigían la vista en dirección al río y, más allá, hacia la ciudad que se asentaba en la otra orilla. Con su negra melena, su piel pálida y sus cuerpos menudos, podrían haber pasado por hermanas, salvo por su mirada: dorada la de la una, plateada la de la otra.
—¿Qué harías si pudieras?
—Dejaría el río seco y barrería la ciudad con él. Me desharía de toda la mierda.
—¿Y si nos vamos de aquí?
—¿Y a dónde iríamos?
—Al Hekshold.
—No seas inocente, Val. A dos chicas como nosotras no nos dejarían ni acercarnos a la puerta.
El lugar se veía prácticamente igual, salvo por una baranda de madera que habían construido unos años atrás, después de que un niño cayera por el barranco y se ahogara en el río. Apoyada sobre la barandilla, una mujer morena y menuda se inclinaba hacia delante con la mirada perdida en la corriente que discurría más abajo. Valeria se acercó en silencio y se apoyó en la baranda, a su lado. Dirigiendo su mirada hacia la ciudad, dejó que fuera su amiga quien rompiera el silencio, cuando saliera de su ensueño.
—¿Te imaginas poder controlar el agua?
—¿Qué harías si pudieras? —preguntó Val en respuesta.
—Dejaría el río seco y barrería la ciudad con él. Me desharía de toda la mierda —contestó su amiga con vehemencia, pero sin levantar aún la vista del río.
—¿Has pensado en marcharte a otro lugar?
—¿Y a dónde iría?
—A cualquiera de las ciudades de Verisar, tal vez. Hoy día nos tienen en mucha estima en Lunargenta. Podrías abrir tu propio burdel allí, ser tu propia jefa. Los humanos se quedan embobados con un par de trucos de manos. —Mientras hablaba, Valeria iba haciendo pequeños gestos distraídos con los dedos de una mano, provocando que algunas piedras saltaran al río desde el barranco— Tú, con tus ilusiones, no tendrías ni que desnudarte. A menos que quisieras, claro —añadió dirigiendo una mirada traviesa a su amiga.
—¡Valeria Reike! —La mujer fingió escandalizarse, sin llegar a ocultar del todo una sonrisa pícara— ¿Qué se supone que estuviste haciendo tú en Lunargenta? ¡Y yo aquí, preocupada porque te habías ido a la guerra!
—Era una situación de mucho riesgo —se defendió Valeria—. Había que aprovechar cada día por si era el último. Y ya sabes lo que dicen de los soldados…
—Saben obedecer órdenes.
Las dos mujeres rompieron a reír como colegialas. Al cabo de un momento, cando la risa fue bajando en intensidad, Valeria le dio la espalda a la ciudad para apoyarla en la barandilla. Limpiándose una lagrimilla que se le había escapado, dirigió la vista hacia su amiga y, en un tono algo más serio, preguntó:
—¿Para qué querías verme, Cam?
Camila bajó de nuevo la vista al río y se tomó un momento para responder.
—Necesito tu ayuda, no sé a quién más acudir.
—¿De qué se trata?
—Verás, en estas últimas semanas, ha estado desapareciendo gente, en la Gata.
—¿Qué quieres decir con que desaparecen?
—Primero fue Erika. —Mientras hablaba, Camila se separó de la baranda para acercarse más al sauce. Parecía que iba a sentarse, pero al final decidió permanecer de pie junto al árbol— Le debía algo de dinero a Bhima y todos pensaron que se fue para no pagar. Pero la semana siguiente, fueron Lyn y Ben. —Como si le hubiera entrado frío de repente, cruzó los brazos por delante del pecho y se los frotó con las manos— No sé, puede que Ben se hartara de que le pasaran siempre a los mismos viejos babosos, se quejaba mucho de eso, pero Lyn… —negó con la cabeza— tiene un hermano que depende de ella, ¿sabes?, no se largaría dejándolo atrás. Unos días después, Berta no apareció en su puesto, pero todas sus cosas siguen en su cuarto. —Camila se dio la vuelta para mirar de nuevo a Valeria— Tenía un espejito precioso que había sido de su madre. Solía decir que, cuando se miraba en él le parecía verla sonreír al otro lado. Ella no abandonaría algo así. Y, hace sólo un par de noches —dijo acercándose de nuevo a la baranda—, Luca se esfumó durante el trabajo. Estaba con un cliente, pero nadie les vio salir, a ninguno de los dos.
—¿Y Bhima no ha…? —Al ver gesto que hizo su amiga al oír el nombre, Val dejó la pregunta sin terminar— ¿No creerás que él tiene algo que ver? —preguntó con escepticismo— No es que fuera un príncipe de la caridad, pero siempre protegía a los suyos… a su manera.
—¡Han pasado quince años, Val, tú ya no le conoces! Últimamente está desbocao. Tan pronto está hablando contigo tan tranquilo, como se le mete en la cabeza que intentas matarle.
A Valeria le costaba compartir las sospechas de su amiga. Aunque sus ataques de ira solían ser explosivos, el Bhima que ella recordaba miraba, ante todo, por su propio beneficio. Y deshacerse de la gente que le proporcionaba ese beneficio escapaba de toda lógica. Por supuesto que a ella le había enviado un par de matones en su día, pero sólo después de que se largara. Aún así, decidió no insistir en sus argumentos.
—Y… ¿qué crees que puedo hacer yo? —dijo—. Supongo que no esperarás que hable con él. Algo me dice que no se mostraría muy receptivo.
—Bueno —respondió su amiga—, a ti siempre se ta ha dado bien eso de husmear por ahí y enterarte de cosas, ya sabes. ¿No podrías echarle un ojo al asunto, ver qué puedes averiguar? Me quedaría mucho más tranquila sabiendo que estás ahí, guardándome las espaldas.
—Claro, Cam —respondió Valeria tomando la mano de su amiga—, pero voy a necesitar tu ayuda.
- Camila:
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Reike
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
Nunca se imaginó que se sentiría aliviado de salir de Ciudad Lagarto, ese pozo infecto de cucarachas solía ser el paraíso para alguien como Matt, pero desde que había ocurrido todo ese asunto con Oromë y el objeto de Egdecomb… Simplemente no lograba sentirse cómodo. Como consecuencia de esto, el Virrey pasaba gran parte del tiempo en su casa, alejado de la Ciudad y su extraña influencia.
Cualquier excusa era buena para estar de viaje, a los ojos del público se presentaba como un trabajador comprometido ante la causa de su Ciudad, pero lo cierto era que al pasar unos pocos días en su patria comenzaba a sentirse enfermo y débil. Con muy buen tino, Brenda le había propuesto que fuera a Beltrexus a buscar nuevas chicas para el prostíbulo, muchas habían muerto y otras se habían escapado, era necesario reabastecerse.
La enana se puso en contacto con un viejo conocido de ella, un tal Bhima, quien llevaba un negocio bastante prolifero en la ciudad de los Hechiceros. Ni Matt hizo preguntas con respecto al cómo y cuándo había conocido a ese sujeto, o que espacio ocupaba en su historia, la regla no escrita entre ambos era el no preguntar por asuntos del pasado.
Matthew Owens puso un pie en la isla de los hechiceros por cuarta vez, esta vez por una cuestión íntegramente de negocios. Había un carro esperándolo, ese era un bonito detalle, hacía que el estafador estuviera bien predispuesto para comenzar las negociaciones. El Humano bajó cuando el carro se detuvo frente a la “La Gata Parda”, tenía buen aspecto, aunque desde afuera no se podía ver absolutamente nada de lo que sucedía adentro.
Cuando entró pasó la mirada por el establecimiento, hizo un análisis rápido tanto desde el punto de vista de un Jefe, como de un cliente. El sitio estaba limpio, los muebles tenían un estilo clásico pero muy bien conservados, y la decoración en general era tradicional, no era extrañarse ya que prácticamente toda la clientela estaba compuesta por Hechiceros y era sabido lo orgullosos que estaban de su historia.
-¿En qué puedo servirle? – Escuchó la voz suave de un atractivo muchacho junto a él. Matt sonrió y le dio la espalda para que le sacara y guardara su abrigo.
-Tengo una reunión convenida con el Señor Bhima ¿Podrías avisarle de mi llegada? –
-Ah, usted debe ser el comerciante de Ciudad Lagarto – Brenda no había revelado ni el nombre, ni el cargo de Owens solo por ser precavida – Ya lo están esperando –
“Claro que me están esperando ¿Qué harías si estuvieras en su lugar? Averiguar hasta en qué barco está viajando ese supuesto comerciante, de donde me conoce y si los datos que Brenda me dio eran verdaderos” existía la posibilidad de que ya supiera que Matthew era el Virrey, pero hasta que Bhima no lo dijera, el Humano se haría el tonto. Siguió al muchacho hasta la oficina del Jefe, quien lo esperaba de pie, ligeramente sentado sobre su mesa de trabajo y con unos pergaminos en la mano que rápidamente dejó de lado.
-Eres de quien Brenda me habló – Aseguró el Hechicero mientras estrechaba la mano de Matt – Es un placer conocerte –
-Lo mismo digo, ella me ha hablado mucho de ti – En realidad lo único que le había dicho es “Seguro se entenderán a la perfección” pero eso ya de por si era un buen dato –Confío en que podremos hacer negocios que nos resulten provechosos a los dos –
-No me cabe la menor duda de que así será – Bhima le hizo un gesto para que se sentara mientras él mismo tomaba asiento tras el escritorio – Normalmente propondría algún tipo de intercambio, pero nos encontramos algo escasos de personal –
-Veo que estamos en el mismo problema entonces, Verisar estuvo un poco convulsionada en estos últimos tiempos – La idea era continuar con la charla intrascendente hasta que uno de los dos dijera lo quería y qué estaba dispuesto a dar a cambio.
-Problemas en las que Beltrexus también se vio envuelta – Puntualizó el Hechicero.
-Pero siempre digo que todo momento de desgracia es también un momento de oportunidades – Sonrió con un poco de malicia – Al fin y al cabo, tenemos a un público ansioso por lograr olvidar al menos durante un momento todas las penas que vive en su día a día –
Media hora más tarde Matthew salía de la oficina de Bhima, invitado por este a recorrer el establecimiento, con un poco de suerte encontraría algo de material para hacer el intercambio que habían convenido. Aunque todavía era temprano, ya podían verse algunos clientes en el lugar, además de mujeres muy variadas, a Owens siempre le resultaba reconfortante la sensación de libertad que se percibían en los Burdeles.
Se dedicó a caminar por el establecimiento, no tocaba ni a las muchachas ni a los jóvenes, y si alguna o alguno estaba trabajando hacía como si no los viera, aunque evaluaba sus estilos, en busca de algo que le llamara la atención.
Como una joven de ojos color ámbar, por ejemplo.
Cualquier excusa era buena para estar de viaje, a los ojos del público se presentaba como un trabajador comprometido ante la causa de su Ciudad, pero lo cierto era que al pasar unos pocos días en su patria comenzaba a sentirse enfermo y débil. Con muy buen tino, Brenda le había propuesto que fuera a Beltrexus a buscar nuevas chicas para el prostíbulo, muchas habían muerto y otras se habían escapado, era necesario reabastecerse.
La enana se puso en contacto con un viejo conocido de ella, un tal Bhima, quien llevaba un negocio bastante prolifero en la ciudad de los Hechiceros. Ni Matt hizo preguntas con respecto al cómo y cuándo había conocido a ese sujeto, o que espacio ocupaba en su historia, la regla no escrita entre ambos era el no preguntar por asuntos del pasado.
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Matthew Owens puso un pie en la isla de los hechiceros por cuarta vez, esta vez por una cuestión íntegramente de negocios. Había un carro esperándolo, ese era un bonito detalle, hacía que el estafador estuviera bien predispuesto para comenzar las negociaciones. El Humano bajó cuando el carro se detuvo frente a la “La Gata Parda”, tenía buen aspecto, aunque desde afuera no se podía ver absolutamente nada de lo que sucedía adentro.
Cuando entró pasó la mirada por el establecimiento, hizo un análisis rápido tanto desde el punto de vista de un Jefe, como de un cliente. El sitio estaba limpio, los muebles tenían un estilo clásico pero muy bien conservados, y la decoración en general era tradicional, no era extrañarse ya que prácticamente toda la clientela estaba compuesta por Hechiceros y era sabido lo orgullosos que estaban de su historia.
-¿En qué puedo servirle? – Escuchó la voz suave de un atractivo muchacho junto a él. Matt sonrió y le dio la espalda para que le sacara y guardara su abrigo.
-Tengo una reunión convenida con el Señor Bhima ¿Podrías avisarle de mi llegada? –
-Ah, usted debe ser el comerciante de Ciudad Lagarto – Brenda no había revelado ni el nombre, ni el cargo de Owens solo por ser precavida – Ya lo están esperando –
“Claro que me están esperando ¿Qué harías si estuvieras en su lugar? Averiguar hasta en qué barco está viajando ese supuesto comerciante, de donde me conoce y si los datos que Brenda me dio eran verdaderos” existía la posibilidad de que ya supiera que Matthew era el Virrey, pero hasta que Bhima no lo dijera, el Humano se haría el tonto. Siguió al muchacho hasta la oficina del Jefe, quien lo esperaba de pie, ligeramente sentado sobre su mesa de trabajo y con unos pergaminos en la mano que rápidamente dejó de lado.
- Bhima:
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-Eres de quien Brenda me habló – Aseguró el Hechicero mientras estrechaba la mano de Matt – Es un placer conocerte –
-Lo mismo digo, ella me ha hablado mucho de ti – En realidad lo único que le había dicho es “Seguro se entenderán a la perfección” pero eso ya de por si era un buen dato –Confío en que podremos hacer negocios que nos resulten provechosos a los dos –
-No me cabe la menor duda de que así será – Bhima le hizo un gesto para que se sentara mientras él mismo tomaba asiento tras el escritorio – Normalmente propondría algún tipo de intercambio, pero nos encontramos algo escasos de personal –
-Veo que estamos en el mismo problema entonces, Verisar estuvo un poco convulsionada en estos últimos tiempos – La idea era continuar con la charla intrascendente hasta que uno de los dos dijera lo quería y qué estaba dispuesto a dar a cambio.
-Problemas en las que Beltrexus también se vio envuelta – Puntualizó el Hechicero.
-Pero siempre digo que todo momento de desgracia es también un momento de oportunidades – Sonrió con un poco de malicia – Al fin y al cabo, tenemos a un público ansioso por lograr olvidar al menos durante un momento todas las penas que vive en su día a día –
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Media hora más tarde Matthew salía de la oficina de Bhima, invitado por este a recorrer el establecimiento, con un poco de suerte encontraría algo de material para hacer el intercambio que habían convenido. Aunque todavía era temprano, ya podían verse algunos clientes en el lugar, además de mujeres muy variadas, a Owens siempre le resultaba reconfortante la sensación de libertad que se percibían en los Burdeles.
Se dedicó a caminar por el establecimiento, no tocaba ni a las muchachas ni a los jóvenes, y si alguna o alguno estaba trabajando hacía como si no los viera, aunque evaluaba sus estilos, en busca de algo que le llamara la atención.
Como una joven de ojos color ámbar, por ejemplo.
Matthew Owens
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
Valeria caminaba por el interior del local mostrando una seguridad que estaba lejos de sentir. La ropa que le había prestado Camila era tan escasa y tan ligera que no había admitido más concesiones a la auto-defensa que un simple dardo a modo de palillo para sujetarse el pelo, despejando la nuca. Además, iba descalza, lo que acentuaba su pequeña estatura.
En otras circunstancias, aquello no le habría importado lo más mínimo, pues le ayudaba a pasar desapercibida y, si se diera el caso en que tuviera que defenderse, era perfectamente capaz de valerse de cualquier objeto a su alrededor. Sin embargo, el saber que Bhima se encontraba en ese mismo edificio había despertado a su niña interior, que se había asentado en su estómago y amenazaba con salírsele por la boca cada vez que se abría alguna puerta.
La mayor parte de los chicos y chicas con los que se cruzaba pasaban de largo sin prestarle demasiada atención. Según le había explicado Cam, aparte de Bhima y ella misma, sólo quedaban otras tres personas que pudieran reconocerla. Rain y Oli estarían vigilando las entradas, razón por la cual había tenido que colarse por una ventana del segundo piso, y Mila llevaba tanto tiempo enganchada a la belladonea que no reconocería ni a su propia madre. El resto seguramente pensaría que el jefe había comenzado ya con los reemplazos.
Las dos amigas habían acordado que, puesto que todos la conocían y confiaban en ella, Camila hablaría con los demás y trataría de averiguar si alguien había notado algo extraño durante los días previos a las desapariciones. Mientras tanto, Valeria registraría las habitaciones de los desaparecidos y los últimos lugares donde habían sido vistos. Cam había sugerido registrar también el despacho de Bhima, pero, por lo visto, tenía algún negocio importante que atender y parecía reacio a abandonar el lugar. Lo cierto era que Valeria había recibido aquella noticia con alivio, la idea de que el hombre pudiera volver de repente y pillarla husmeando entre sus cosas no le atraía en absoluto.
Habiendo memorizado el plano que le había dibujado su amiga, la bruja se movía por el lugar sin demasiadas dificultades. Lo más complicado era zafarse de los clientes sin levantar sospechas cuando alguno mostraba interés. Eso y el hecho de tener que esperar cuando se encontraba una habitación ocupada hacía que la labor resultara más lenta de lo que hubiera sido de su agrado.
El registro de las pertenencias de los desaparecidos no estaba aportando gran cosa a la investigación, salvo lo que ya le había comunicado Camila. En todos los casos, exceptuando el de la habitación de Erika, que ya había sido despejada para un futuro ocupante, los objetos personales seguían allí. Nada indicaba que aquellas personas hubieran planeado marcharse. Valeria encontró hasta un pequeño diario escondido bajo un colchón que hubiera metido a su propietaria en problemas con más de una compañera. Se las arregló para llevarlo de vuelta con sus cosas, a la habitación de Cam, para revisarlo más tarde con mayor detenimiento; pero, en un primer vistazo, no le había parecido demasiado prometedor. Aún así, era lo único que tenía hasta el momento.
Después de varios pases frente a la puerta, por fin encontró desocupada la habitación que más interés le había despertado. El más reciente desaparecido, Luca, había sido visto por última vez allí, con un cliente, y nadie les había visto abandonar el lugar. Tan pronto como vio salir a un hombre de abundantes carnes con sus dos jóvenes acompañantes, entró y cerró la puerta tras de sí. No había cerrojo, pero no hacía falta: todo el mundo sabía lo que significaba una puerta cerrada en un burdel. Eso le daría algún tiempo para registrar la estancia.
En otras circunstancias, aquello no le habría importado lo más mínimo, pues le ayudaba a pasar desapercibida y, si se diera el caso en que tuviera que defenderse, era perfectamente capaz de valerse de cualquier objeto a su alrededor. Sin embargo, el saber que Bhima se encontraba en ese mismo edificio había despertado a su niña interior, que se había asentado en su estómago y amenazaba con salírsele por la boca cada vez que se abría alguna puerta.
La mayor parte de los chicos y chicas con los que se cruzaba pasaban de largo sin prestarle demasiada atención. Según le había explicado Cam, aparte de Bhima y ella misma, sólo quedaban otras tres personas que pudieran reconocerla. Rain y Oli estarían vigilando las entradas, razón por la cual había tenido que colarse por una ventana del segundo piso, y Mila llevaba tanto tiempo enganchada a la belladonea que no reconocería ni a su propia madre. El resto seguramente pensaría que el jefe había comenzado ya con los reemplazos.
Las dos amigas habían acordado que, puesto que todos la conocían y confiaban en ella, Camila hablaría con los demás y trataría de averiguar si alguien había notado algo extraño durante los días previos a las desapariciones. Mientras tanto, Valeria registraría las habitaciones de los desaparecidos y los últimos lugares donde habían sido vistos. Cam había sugerido registrar también el despacho de Bhima, pero, por lo visto, tenía algún negocio importante que atender y parecía reacio a abandonar el lugar. Lo cierto era que Valeria había recibido aquella noticia con alivio, la idea de que el hombre pudiera volver de repente y pillarla husmeando entre sus cosas no le atraía en absoluto.
Habiendo memorizado el plano que le había dibujado su amiga, la bruja se movía por el lugar sin demasiadas dificultades. Lo más complicado era zafarse de los clientes sin levantar sospechas cuando alguno mostraba interés. Eso y el hecho de tener que esperar cuando se encontraba una habitación ocupada hacía que la labor resultara más lenta de lo que hubiera sido de su agrado.
El registro de las pertenencias de los desaparecidos no estaba aportando gran cosa a la investigación, salvo lo que ya le había comunicado Camila. En todos los casos, exceptuando el de la habitación de Erika, que ya había sido despejada para un futuro ocupante, los objetos personales seguían allí. Nada indicaba que aquellas personas hubieran planeado marcharse. Valeria encontró hasta un pequeño diario escondido bajo un colchón que hubiera metido a su propietaria en problemas con más de una compañera. Se las arregló para llevarlo de vuelta con sus cosas, a la habitación de Cam, para revisarlo más tarde con mayor detenimiento; pero, en un primer vistazo, no le había parecido demasiado prometedor. Aún así, era lo único que tenía hasta el momento.
Después de varios pases frente a la puerta, por fin encontró desocupada la habitación que más interés le había despertado. El más reciente desaparecido, Luca, había sido visto por última vez allí, con un cliente, y nadie les había visto abandonar el lugar. Tan pronto como vio salir a un hombre de abundantes carnes con sus dos jóvenes acompañantes, entró y cerró la puerta tras de sí. No había cerrojo, pero no hacía falta: todo el mundo sabía lo que significaba una puerta cerrada en un burdel. Eso le daría algún tiempo para registrar la estancia.
Reike
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
La verdad sea dicha, habían muchas cosas hermosas para ver en el establecimiento, la joven de ojos color ámbar era más que interesante, pero también las habían de otros tipos, hombres y mujeres, de cabello claro y oscuro, sin duda Bhima se encargaba de tener variedad. Para resumir, Matthew se sentía como en casa, luego de recorrer un poco el lugar y hablar con algunos de los que trabajaban allí, ya se movía por el sitio como si fuera uno más del personal.
Quizás se podría considerar una Habilidad natural del estafador, el lograr habituarse y actuar como parte de un lugar aunque solo hubiese pasado unos minutos en el mismo.
-Buscar la oportunidad es la clave, siempre lo he dicho – Sonreía el Humano mientras chocaba copas con uno de los clientes habituales de “La gata parda”.
-Sabias palabras, amigo mío, sabias palabras – El hombre parecía estar algo picado por el alcohol ya, su nariz estaba particularmente roja, y reía con tal fuerza que medio local podía escucharlo – El que tiene buen ojo… - Tuvo que detenerse para taparse la boca y eructar – Lo siento, como decía, si tienes buen ojo las oportunidades están por todas partes –
-En eso estamos de acuerdo – Respondió distraído Matthew mientras tomaba un trago y miraba a dos muchachas que pasaban – Mmm, excelente vino – En verdad era bueno, probablemente ese hombre había gastado una cantidad de dinero ridícula para que se lo sirvieran. Y Matt se las había arreglado para convencerlo de que lo compartiera con él, como si fueran amigos desde hace años.
-Ahora que lo pienso… - “Oh no, no pienses…” – Nunca te había visto por aquí ¿De dónde dices que eres? ¿Qué elemento manejas? – “¿Por qué tan perspicaz de repente?” pensó el estafador mientras usaba el tomar vino como una excusa para retrasar su respuesta.
-Soy discípulo directo de Ernest Rutherford – Decir el nombre del anciano solía ser suficiente para que los Hechiceros se sorprendieran y lo dejaran tranquilo – Y mi Habilidad no son los elementos, sino las ilusiones – Tomo una de las monedas que habían sobre la mesa y con una velocidad impresionante la hizo aparecer y desaparecer de varios modos distintos, luego la cambió por una moneda de menor valor… Y la original se la quedó para él – Aunque mis talentos nunca fueron los suficientes como para llegar muy lejos en la Academia –
-¡Bravo! – Exclamó el hombre mientras le dedicaba un breve aplauso – Pffff, esos de la Academia se creen la gran cosa, pero al final nosotros los comerciantes somos los que mantenemos activa la isla – Pasó un brazo por arriba de los hombros de Matt y le dedicó una sonrisa amistosa - ¿Qué planes tienes para mañana en la noche? –
-¿Esta es una propuesta indecente? – Bromeó el Virrey, a lo que el comerciante respondió con una fuerte risotada.
-¡Jajajaja! No, no, estaré ofreciendo una fiesta, deberías venir – Le dio algunas palmadas en la espalda – Es más ¡Insisto en que vengas! Trae a alguna muchachita de buen ver y disfruta de los maravillosos agasajos que Beltrexus puede ofrecer ¿Mmm? –
-Si me lo ofreces de tan buen grado sería muy descortés de mi parte el negarme – Asintió Owens, levantando la copa para brindar. De buenas a primeras Matthew no tenía la menor intención de ir, pero a los ebrios no se les llevaba la contra - ¿Debería anunciarme de alguna manera en particular? –
-Solo diles que Gaius – Se tapó la boca para cubrir un nuevo eructo – Gaius Werner te invitó –
-Perfecto, Querido Amigo, allí estaré – Matt se levantó con la intención de marcharse, había valido la pena soportar la charla con tal de beber gratis, pero el vino ya le había aburrido y por lo tanto ya no había motivo para seguir allí.
-No vayas a olvidarlo – Le dijo Gaius aunque rápidamente se distrajo cuando una de las hermosas muchachas pasó frente a él.
Con su copa en la mano, el estafador regresó sobre sus pasos hasta llegar a una sala que aparentemente no era tan usada, se notaba por el contraste tanto en la cantidad de gente como en el silencio. Matt se apoyó en el marco de una de las ventanas y observó a la gente paseando por la calle, siempre le había parecido curioso el contraste que se generaba entre el adentro y el afuera de los burdeles. “Es como vivir en una burbuja” pensó el Humano y tomo otro sorbo de vino.
Quizás se podría considerar una Habilidad natural del estafador, el lograr habituarse y actuar como parte de un lugar aunque solo hubiese pasado unos minutos en el mismo.
-Buscar la oportunidad es la clave, siempre lo he dicho – Sonreía el Humano mientras chocaba copas con uno de los clientes habituales de “La gata parda”.
-Sabias palabras, amigo mío, sabias palabras – El hombre parecía estar algo picado por el alcohol ya, su nariz estaba particularmente roja, y reía con tal fuerza que medio local podía escucharlo – El que tiene buen ojo… - Tuvo que detenerse para taparse la boca y eructar – Lo siento, como decía, si tienes buen ojo las oportunidades están por todas partes –
-En eso estamos de acuerdo – Respondió distraído Matthew mientras tomaba un trago y miraba a dos muchachas que pasaban – Mmm, excelente vino – En verdad era bueno, probablemente ese hombre había gastado una cantidad de dinero ridícula para que se lo sirvieran. Y Matt se las había arreglado para convencerlo de que lo compartiera con él, como si fueran amigos desde hace años.
-Ahora que lo pienso… - “Oh no, no pienses…” – Nunca te había visto por aquí ¿De dónde dices que eres? ¿Qué elemento manejas? – “¿Por qué tan perspicaz de repente?” pensó el estafador mientras usaba el tomar vino como una excusa para retrasar su respuesta.
-Soy discípulo directo de Ernest Rutherford – Decir el nombre del anciano solía ser suficiente para que los Hechiceros se sorprendieran y lo dejaran tranquilo – Y mi Habilidad no son los elementos, sino las ilusiones – Tomo una de las monedas que habían sobre la mesa y con una velocidad impresionante la hizo aparecer y desaparecer de varios modos distintos, luego la cambió por una moneda de menor valor… Y la original se la quedó para él – Aunque mis talentos nunca fueron los suficientes como para llegar muy lejos en la Academia –
-¡Bravo! – Exclamó el hombre mientras le dedicaba un breve aplauso – Pffff, esos de la Academia se creen la gran cosa, pero al final nosotros los comerciantes somos los que mantenemos activa la isla – Pasó un brazo por arriba de los hombros de Matt y le dedicó una sonrisa amistosa - ¿Qué planes tienes para mañana en la noche? –
-¿Esta es una propuesta indecente? – Bromeó el Virrey, a lo que el comerciante respondió con una fuerte risotada.
-¡Jajajaja! No, no, estaré ofreciendo una fiesta, deberías venir – Le dio algunas palmadas en la espalda – Es más ¡Insisto en que vengas! Trae a alguna muchachita de buen ver y disfruta de los maravillosos agasajos que Beltrexus puede ofrecer ¿Mmm? –
-Si me lo ofreces de tan buen grado sería muy descortés de mi parte el negarme – Asintió Owens, levantando la copa para brindar. De buenas a primeras Matthew no tenía la menor intención de ir, pero a los ebrios no se les llevaba la contra - ¿Debería anunciarme de alguna manera en particular? –
-Solo diles que Gaius – Se tapó la boca para cubrir un nuevo eructo – Gaius Werner te invitó –
-Perfecto, Querido Amigo, allí estaré – Matt se levantó con la intención de marcharse, había valido la pena soportar la charla con tal de beber gratis, pero el vino ya le había aburrido y por lo tanto ya no había motivo para seguir allí.
-No vayas a olvidarlo – Le dijo Gaius aunque rápidamente se distrajo cuando una de las hermosas muchachas pasó frente a él.
Con su copa en la mano, el estafador regresó sobre sus pasos hasta llegar a una sala que aparentemente no era tan usada, se notaba por el contraste tanto en la cantidad de gente como en el silencio. Matt se apoyó en el marco de una de las ventanas y observó a la gente paseando por la calle, siempre le había parecido curioso el contraste que se generaba entre el adentro y el afuera de los burdeles. “Es como vivir en una burbuja” pensó el Humano y tomo otro sorbo de vino.
Matthew Owens
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
De entrada, aquella habitación no tenía nada de particular: una cama, con dosel, un banco de madera labrada cubierto de cojines, una mesa sobre la que descansaba una bandeja con un sugerente despliegue de fruta y unas copas usadas; nada que una no esperase encontrar allí. Valeria tomó un puñado de uvas doradas y las fue saboreando distraídamente mientras evaluaba la estancia. Las paredes eran lisas y no había armarios, por lo que podía descartar la posibilidad de que los desaparecidos se hubiesen escondido a la espera del momento propicio para salir sin ser vistos. Aparte de la puerta, sólo había otra salida posible.
Metiéndose en la boca la última de aquellas frutillas deliciosas, la bruja se acercó a la ventana y la abrió. El aire de la noche le golpeó la piel con un escalofrío. Ignorándolo, asomó la cabeza para observar el exterior. La ventana daba a un callejón lateral por lo que, de haber salido por allí, era poco probable que los hubieran visto. La altura era considerable, pero no era un descenso imposible para un muchacho joven y ágil. «¿Y qué hay del otro tipo?», pensó.
Examinó el marco en busca de alguna muesca en la madera, quizá hubieran atado una cuerda o una sábana para ayudarse en la salida. No vio nada reseñable. Comprobó las patas de los muebles y los postes de la cama. Vio algunas marcas de arañazos, pero no encontró nada que indicara presión o rozaduras. Ni siquiera vio marcas de arrastre en el suelo. Finalmente, con una mueca de disgusto, apartó las sábanas, revolvió entre los almohadones, levantó el colchón para mirar debajo. Nada.
—En conclusión —se dijo—: puede o no que salieran por la puerta y pasaran desapercibidos, pero también puede o no que salieran por la ventana, con o sin ayuda. Y puede o no que todo esto haya sido una total pérdida de tiempo. —Suspiró frustrada y tomó de la bandeja otro par de aquellas uvas doradas. «Al menos, la fruta está sabrosa», pensó.
Tras un último vistazo a la habitación, volvió a encontrarse caminando entre jóvenes ligeros de ropa y otros, no tan jóvenes, deseosos de aligerarla aún más. Al poco, vio a Camila despidiendo a un cliente al otro lado de una amplia estancia y comenzó a caminar hacia ella. Esperaba que hubiese tenido más éxito con su parte de la investigación. Su amiga no dio la más leve indicación de haber notado su presencia, pero un brevísimo movimiento de sus ojos advirtió a Valeria de no aproximarse más. La hechicera se giró justo a tiempo de ver, por el rabillo del ojo, cómo la figura inconfundible de su antiguo mentor se acercaba a Camila desde el lugar por donde acababa de marcharse otro cliente satisfecho.
Sin pensárselo dos veces, se coló por la primera puerta abierta que encontró y la cerró lo justo para dejar una rendija que le permitiera espiar el exterior sin ser vista. Era la primera vez que veía a Bhima en catorce años y a la hechicera le pareció que apenas había cambiado en todo ese tiempo, lo cual casi le hizo olvidar lo mucho que ella había crecido desde entonces. Se sentía como si volviese a ser aquella niña sola y hambrienta que el hombre encontró robando en el mercado hacía más de dos décadas. Por más que quisiera, no podía olvidar lo mucho que le debía a aquel brujo que sonreía cortésmente a un tipo vestido con una lujosa túnica esmeralda. Vio cómo se sentaban a charlar amigablemente mientras Cam les servía vino y algo de comer.
Valeria cerró la puerta con resignación. Era imposible salir de aquella sala sin que Bhima la viera, así que volvía a tocarle esperar. Después de un par de respiraciones profundas para atajar el nerviosismo que le había causado el encuentro, se dio la vuelta para apoyar la espalda en la puerta. Sólo entonces se dio cuenta de que no estaba sola.
Metiéndose en la boca la última de aquellas frutillas deliciosas, la bruja se acercó a la ventana y la abrió. El aire de la noche le golpeó la piel con un escalofrío. Ignorándolo, asomó la cabeza para observar el exterior. La ventana daba a un callejón lateral por lo que, de haber salido por allí, era poco probable que los hubieran visto. La altura era considerable, pero no era un descenso imposible para un muchacho joven y ágil. «¿Y qué hay del otro tipo?», pensó.
Examinó el marco en busca de alguna muesca en la madera, quizá hubieran atado una cuerda o una sábana para ayudarse en la salida. No vio nada reseñable. Comprobó las patas de los muebles y los postes de la cama. Vio algunas marcas de arañazos, pero no encontró nada que indicara presión o rozaduras. Ni siquiera vio marcas de arrastre en el suelo. Finalmente, con una mueca de disgusto, apartó las sábanas, revolvió entre los almohadones, levantó el colchón para mirar debajo. Nada.
—En conclusión —se dijo—: puede o no que salieran por la puerta y pasaran desapercibidos, pero también puede o no que salieran por la ventana, con o sin ayuda. Y puede o no que todo esto haya sido una total pérdida de tiempo. —Suspiró frustrada y tomó de la bandeja otro par de aquellas uvas doradas. «Al menos, la fruta está sabrosa», pensó.
Tras un último vistazo a la habitación, volvió a encontrarse caminando entre jóvenes ligeros de ropa y otros, no tan jóvenes, deseosos de aligerarla aún más. Al poco, vio a Camila despidiendo a un cliente al otro lado de una amplia estancia y comenzó a caminar hacia ella. Esperaba que hubiese tenido más éxito con su parte de la investigación. Su amiga no dio la más leve indicación de haber notado su presencia, pero un brevísimo movimiento de sus ojos advirtió a Valeria de no aproximarse más. La hechicera se giró justo a tiempo de ver, por el rabillo del ojo, cómo la figura inconfundible de su antiguo mentor se acercaba a Camila desde el lugar por donde acababa de marcharse otro cliente satisfecho.
Sin pensárselo dos veces, se coló por la primera puerta abierta que encontró y la cerró lo justo para dejar una rendija que le permitiera espiar el exterior sin ser vista. Era la primera vez que veía a Bhima en catorce años y a la hechicera le pareció que apenas había cambiado en todo ese tiempo, lo cual casi le hizo olvidar lo mucho que ella había crecido desde entonces. Se sentía como si volviese a ser aquella niña sola y hambrienta que el hombre encontró robando en el mercado hacía más de dos décadas. Por más que quisiera, no podía olvidar lo mucho que le debía a aquel brujo que sonreía cortésmente a un tipo vestido con una lujosa túnica esmeralda. Vio cómo se sentaban a charlar amigablemente mientras Cam les servía vino y algo de comer.
Valeria cerró la puerta con resignación. Era imposible salir de aquella sala sin que Bhima la viera, así que volvía a tocarle esperar. Después de un par de respiraciones profundas para atajar el nerviosismo que le había causado el encuentro, se dio la vuelta para apoyar la espalda en la puerta. Sólo entonces se dio cuenta de que no estaba sola.
Reike
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
Escuchó la puerta abriéndose y supo que su momento de paz había finalizado. Tardó unos segundos en darse vuelta, pensando en que quizás, si no decía nada, quien sea que se hubiese acercado decidiría marcharse . Pero al no escuchar la puerta de nuevo decidió que era momento de encarar el asunto de una vez.
"La mujer de ojos color ámbar" pensó Matt con algo de sorpresa, no solo era una bonita casualidad el reencontrarse con ella, sino que además no lo había visto aún. El Humano se sonrió, no era necesario ser un iluminado para darse cuenta que se estaba escondiendo. Había entrado intentando no hacer ruido, y ahora observaba con la puerta apenas abierta a algo o a alguien que estaba afuera.
"¿Es una ladrona que es esconde para lograr escapar?" Se preguntó Owens mientras saboreaba lo que quedaba del vino en silencio "¿O trabaja aquí? Tal vez no quiere encontrarse con algún cliente especialmente molesto" Cuando la muchacha se dio la vuelta, Matthew apoyaba la copa vacía en el marco de la ventana, levantando la vista muy lentamente, como si no hubiese ningún apuro.
Finalmente, sonrió con amabilidad.
-¿Escondiéndose? Es un divertido pasatiempo - Bromeó con la idea de aligerar el ambiente - No te distraigas por mi culpa, sigue con lo tuyo -
No era una muchacha, sino una mujer de cabellos oscuros y boca generosa, en su porte se notaba que era una persona independiente y enérgica, del tipo de persona que hacía su propio camino. Matt se sonrió, le gustaban los desafíos "¿Puedo conseguirla?" Y el simple hecho de no tener la certeza resultaba emocionante.
-Aunque, si vamos a estar un rato aquí al menos podemos hacer que sea agradable - Y el comentario parecía albergar más de un sentido, pero nuevamente Matt le quitó importancia haciendo una risa corta - Jajaja No me tomes en serio - Hizo una inclinación de cabeza - Matthew Owens, a su servicio -
No es como si se hubiese olvidado para qué había ido allí, tenía que encontrar buenos recursos para su negocio ¿Y qué mejor que una mujer fuerte e independiente? "Y si además tiene unos labios tan tentadores es una oportunidad única" Salieran las palabras que salieran de esa boca, sería un placer escucharla.
Se escucharon unas voces del otro lado de la puerta, por un momento Matthew pensó que alguien más entraría y arruinaría el momento. La puerta se abrió unos centímetros, pero se detuvo cuando alguien más llamó a la persona en cuestión, así que volvió a cerrarse y nuevamente la instancia estaba en silencio, Matt miró a la mujer y levantó una ceja de modo curioso, no lo diría en voz alta, pero lo que quería transmitirle es un "¿Que haremos?"
"La mujer de ojos color ámbar" pensó Matt con algo de sorpresa, no solo era una bonita casualidad el reencontrarse con ella, sino que además no lo había visto aún. El Humano se sonrió, no era necesario ser un iluminado para darse cuenta que se estaba escondiendo. Había entrado intentando no hacer ruido, y ahora observaba con la puerta apenas abierta a algo o a alguien que estaba afuera.
"¿Es una ladrona que es esconde para lograr escapar?" Se preguntó Owens mientras saboreaba lo que quedaba del vino en silencio "¿O trabaja aquí? Tal vez no quiere encontrarse con algún cliente especialmente molesto" Cuando la muchacha se dio la vuelta, Matthew apoyaba la copa vacía en el marco de la ventana, levantando la vista muy lentamente, como si no hubiese ningún apuro.
Finalmente, sonrió con amabilidad.
-¿Escondiéndose? Es un divertido pasatiempo - Bromeó con la idea de aligerar el ambiente - No te distraigas por mi culpa, sigue con lo tuyo -
No era una muchacha, sino una mujer de cabellos oscuros y boca generosa, en su porte se notaba que era una persona independiente y enérgica, del tipo de persona que hacía su propio camino. Matt se sonrió, le gustaban los desafíos "¿Puedo conseguirla?" Y el simple hecho de no tener la certeza resultaba emocionante.
-Aunque, si vamos a estar un rato aquí al menos podemos hacer que sea agradable - Y el comentario parecía albergar más de un sentido, pero nuevamente Matt le quitó importancia haciendo una risa corta - Jajaja No me tomes en serio - Hizo una inclinación de cabeza - Matthew Owens, a su servicio -
No es como si se hubiese olvidado para qué había ido allí, tenía que encontrar buenos recursos para su negocio ¿Y qué mejor que una mujer fuerte e independiente? "Y si además tiene unos labios tan tentadores es una oportunidad única" Salieran las palabras que salieran de esa boca, sería un placer escucharla.
Se escucharon unas voces del otro lado de la puerta, por un momento Matthew pensó que alguien más entraría y arruinaría el momento. La puerta se abrió unos centímetros, pero se detuvo cuando alguien más llamó a la persona en cuestión, así que volvió a cerrarse y nuevamente la instancia estaba en silencio, Matt miró a la mujer y levantó una ceja de modo curioso, no lo diría en voz alta, pero lo que quería transmitirle es un "¿Que haremos?"
Matthew Owens
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
Valeria permaneció apoyada en la puerta con las manos detrás de la espalda, mirando al hombre que tenía enfrente. Era evidente que la había estado observando y, a juzgar por la calma que demostraba, la situación parecía divertirle. «En fin», se dijo, «me alegro de que alguien esté disfrutando con esto». Siempre era más sencillo manejar a una persona cuando estaba de buen humor. Además, aquello le daba algo de tiempo para evaluar al desconocido.
Lo primero que pensó fue que era demasiado atractivo para un cliente con gustos comunes. Eso no solía albergar nada bueno. También pudiera ser que trabajase para Bhima. En tal caso, ya se habría dado cuenta de que ella no era una de las chicas. Tendría que esperar a que él jugara sus cartas antes de decidirse por una historia. Quizá el hombre esperaba que se deshiciese en excusas, abrumada por el silencio; era la forma más simple de pillar a un mentiroso. Puede que la bruja hubiera metido la pata con las prisas por esconderse, pero no era ninguna novata. Si él no andaba apurado, ella tampoco lo haría.
Por la forma en que el vino había manchado la copa del desconocido, debía de tratarse de uno con cuerpo, sin aguar. A él, sin embargo, se lo veía sereno. «Bebe por gusto, pero sabe controlarse. Bien vestido, aspecto cuidado. Sonrisa amable». Se la devolvió. Cada vez tenía más claro que no iba a ser un tipo fácil de engañar. «Está bien», pensó, «eso sólo significa que tendré que esforzarme un poco más». La sonrisa de Valeria se ensanchó a medida que el hombre hablaba. Era cierto, no había motivos para que el encuentro resultara desagradable: sólo había que dar con un trato que los beneficiase a ambos. Podía jugar con eso.
Owens. El nombre no le decía nada a la bruja. ¿Nuevo rico, quizá? Tal vez, extranjero. Por su estatura y constitución, bien podía serlo. Por supuesto, también podía tratarse de un nombre falso. A ella misma se le pasó por la cabeza presentarse como Amelia. Llevaba tanto tiempo usándolo cuando salía de caza por las noches, que se escapaba de sus labios con absoluta naturalidad. Y, de todas formas, ¿quién esperaba que una prostituta usase su verdadero nombre? Decidió, sin embargo, que resultaría más convincente cuanto más se ajustase a la verdad.
—Valeria Reike. —Impulsándose ligeramente con las manos, se apartó de la puerta y cruzó la estancia, ofreciendo una mano al desconocido para que la estrechase con la seguridad de quien está a punto de cerrar un trato comercial en el puerto, en lugar de haber sido pillada escondiéndose medio desnuda en un burdel— Un placer.
En ese momento, la puerta se abrió y su cuerpo se tensó ligeramente. Procurando no darse la vuelta, para no descubrirse, prestó atención a los sonidos que le llegaban al otro lado. Oyó la voz de Camila y se relajó. Sabía que su amiga la había visto entrar allí y que podía contar con ella. Era aquel tal Owens en quien debía concentrarse. Cuando la puerta volvió a cerrarse, levantó la vista hacia él y sonrió de nuevo con la expresión, entre traviesa y culpable, del invitado al que han pillado metiendo el dedo en el pastel de boda antes de tiempo.
—Es evidente que me tiene usted en sus manos, señor Owens. ¿Qué tendría que hacer una mujer indefensa para que le guarden un secreto? —Aunque su tono era meloso, no era realmente un intento de seducción; simplemente, se limitaba a continuar con el tenor bromista con el que el hombre había empezado la conversación. Aún no sabía qué era lo que esperaba obtener de ella, pero dudaba de que la respuesta fuese tan sencilla como un revolcón gratis.
Lo primero que pensó fue que era demasiado atractivo para un cliente con gustos comunes. Eso no solía albergar nada bueno. También pudiera ser que trabajase para Bhima. En tal caso, ya se habría dado cuenta de que ella no era una de las chicas. Tendría que esperar a que él jugara sus cartas antes de decidirse por una historia. Quizá el hombre esperaba que se deshiciese en excusas, abrumada por el silencio; era la forma más simple de pillar a un mentiroso. Puede que la bruja hubiera metido la pata con las prisas por esconderse, pero no era ninguna novata. Si él no andaba apurado, ella tampoco lo haría.
Por la forma en que el vino había manchado la copa del desconocido, debía de tratarse de uno con cuerpo, sin aguar. A él, sin embargo, se lo veía sereno. «Bebe por gusto, pero sabe controlarse. Bien vestido, aspecto cuidado. Sonrisa amable». Se la devolvió. Cada vez tenía más claro que no iba a ser un tipo fácil de engañar. «Está bien», pensó, «eso sólo significa que tendré que esforzarme un poco más». La sonrisa de Valeria se ensanchó a medida que el hombre hablaba. Era cierto, no había motivos para que el encuentro resultara desagradable: sólo había que dar con un trato que los beneficiase a ambos. Podía jugar con eso.
Owens. El nombre no le decía nada a la bruja. ¿Nuevo rico, quizá? Tal vez, extranjero. Por su estatura y constitución, bien podía serlo. Por supuesto, también podía tratarse de un nombre falso. A ella misma se le pasó por la cabeza presentarse como Amelia. Llevaba tanto tiempo usándolo cuando salía de caza por las noches, que se escapaba de sus labios con absoluta naturalidad. Y, de todas formas, ¿quién esperaba que una prostituta usase su verdadero nombre? Decidió, sin embargo, que resultaría más convincente cuanto más se ajustase a la verdad.
—Valeria Reike. —Impulsándose ligeramente con las manos, se apartó de la puerta y cruzó la estancia, ofreciendo una mano al desconocido para que la estrechase con la seguridad de quien está a punto de cerrar un trato comercial en el puerto, en lugar de haber sido pillada escondiéndose medio desnuda en un burdel— Un placer.
En ese momento, la puerta se abrió y su cuerpo se tensó ligeramente. Procurando no darse la vuelta, para no descubrirse, prestó atención a los sonidos que le llegaban al otro lado. Oyó la voz de Camila y se relajó. Sabía que su amiga la había visto entrar allí y que podía contar con ella. Era aquel tal Owens en quien debía concentrarse. Cuando la puerta volvió a cerrarse, levantó la vista hacia él y sonrió de nuevo con la expresión, entre traviesa y culpable, del invitado al que han pillado metiendo el dedo en el pastel de boda antes de tiempo.
—Es evidente que me tiene usted en sus manos, señor Owens. ¿Qué tendría que hacer una mujer indefensa para que le guarden un secreto? —Aunque su tono era meloso, no era realmente un intento de seducción; simplemente, se limitaba a continuar con el tenor bromista con el que el hombre había empezado la conversación. Aún no sabía qué era lo que esperaba obtener de ella, pero dudaba de que la respuesta fuese tan sencilla como un revolcón gratis.
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
Matthew se sentía analizado, la mujer le sonreía amablemente, pero no perdía detalle de cada parte del cuerpo del Virrey, eso hacía que un agradable cosquilleo subiera por su espalda, Owens disfrutaba mucho de ser el centro de atención, así fuera de una sola persona. Pero la atracción tenía que ser forzada, no por condescendencia, la complacencia era de las cosas más desagradables que podían ofrecerle.
-Valeria, la valiente – Jugó con el significado del nombre y el hecho de que se estuviera escondiendo – Tengo un increíble presentimiento desde que te vi paseando por los pasillos – Agarró la mano de Reike, sin quitar la vista de sus ojos - ¿Crees en el destino? – Hizo una media sonrisa –No, claro que no, eres una mujer de negocios ¿Cierto? –
Claramente Matt solo conocía el nombre de esa mujer, no tenía idea de sus condiciones y mucho menos su historia de vida, pero acababan de cruzarse en un burdel, eso reducía las posibilidades. Si era una prostituta, como denotaban sus ropas, entonces era una persona que entendía bien cómo funcionaba un contrato, ella daba algo, Owens le daba otra cosa a cambio, tan simple como eso.
-Me gusta que seas tan clara y directa ¿Estamos apurados? – Retrocedió un paso y se apoyó en el marco de la ventana - ¿Puedo suponer que no trabajas aquí? ¿O que si lo haces tienes algún problema con alguien? – El Humano se empezó a reír con ganas – No sé qué debería hacer una mujer indefensa, puedo decir lo que podrías hacer tu – Y acompañó sus palabras con un pequeño toque en su hombro.
Era tentador, la ligereza de ropa sumada a la impertinencia que reflejaba con sus acciones, resultaban sumamente provocativos, Matthew podría haber asegurado que la piel de Valeria quemaba al contacto. Pero no era el momento, ni el lugar “Así es, un prostíbulo no es el mejor lugar para dejarse llevar por tus instintos. Vaya razonamiento” Se cruzó de brazos para resistirse a la tentación.
-Estoy buscando gente que trabaje conmigo en Ciudad Lagarto, me dijeron que Bhima tenía buen material, aunque por el momento solo encontré unos pocos elementos que me interesen – Y por el modo en que miraba a Reike le dejaba en claro que ella era uno de esos elementos – Así que dime ¿Cuál es tu condición? ¿Qué tiene que hacer un hombre de bien para conseguir que tomes en consideración su propuesta? – Bromeó Matthew.
Otra mujer entró en la sala, llevaba su largo cabello negro desatado, y por las vestimentas podía uno imaginarse cuál era su oficio. Parecía estar también alerta, pero a diferencia de Valeria, miro dentro de la habitación antes de decidirse por entrar y cerrar la puerta tras ella.
-Lamento interrumpir, pero creo que deberíamos irnos – Le dijo directamente a Reike, luego de saludar apenas con una inclinación de cabeza a Matt para no ser descortés– Seguro el caballero va a saber entender que para tener un momento contigo tiene que seguir el mismo procedimiento que el resto de los clientes ¿Cierto? – Y agarró a Valeria por la muñeca para sacarla del supuesto apuro.
“Es un buen intento, si hubiese llegado hace unos minutos me lo habría creído” pero ahora Matt tenía los suficientes datos como para saber que allí pasaba algo más, y que Reike no trabajaba en el lugar, no de esa manera al menos. “¿La retengo o la dejo ir?” un segundo antes de que quedara fuera de su alcance estiró la mano y agarró el borde de su ropa con tan solo dos dedos, lo suficiente para hacer notar su insistencia, pero no tanto como parecer agresivo.
-Negociemos – Fue todo lo que dijo, mirando fijamente a Valeria.
-Valeria, la valiente – Jugó con el significado del nombre y el hecho de que se estuviera escondiendo – Tengo un increíble presentimiento desde que te vi paseando por los pasillos – Agarró la mano de Reike, sin quitar la vista de sus ojos - ¿Crees en el destino? – Hizo una media sonrisa –No, claro que no, eres una mujer de negocios ¿Cierto? –
Claramente Matt solo conocía el nombre de esa mujer, no tenía idea de sus condiciones y mucho menos su historia de vida, pero acababan de cruzarse en un burdel, eso reducía las posibilidades. Si era una prostituta, como denotaban sus ropas, entonces era una persona que entendía bien cómo funcionaba un contrato, ella daba algo, Owens le daba otra cosa a cambio, tan simple como eso.
-Me gusta que seas tan clara y directa ¿Estamos apurados? – Retrocedió un paso y se apoyó en el marco de la ventana - ¿Puedo suponer que no trabajas aquí? ¿O que si lo haces tienes algún problema con alguien? – El Humano se empezó a reír con ganas – No sé qué debería hacer una mujer indefensa, puedo decir lo que podrías hacer tu – Y acompañó sus palabras con un pequeño toque en su hombro.
Era tentador, la ligereza de ropa sumada a la impertinencia que reflejaba con sus acciones, resultaban sumamente provocativos, Matthew podría haber asegurado que la piel de Valeria quemaba al contacto. Pero no era el momento, ni el lugar “Así es, un prostíbulo no es el mejor lugar para dejarse llevar por tus instintos. Vaya razonamiento” Se cruzó de brazos para resistirse a la tentación.
-Estoy buscando gente que trabaje conmigo en Ciudad Lagarto, me dijeron que Bhima tenía buen material, aunque por el momento solo encontré unos pocos elementos que me interesen – Y por el modo en que miraba a Reike le dejaba en claro que ella era uno de esos elementos – Así que dime ¿Cuál es tu condición? ¿Qué tiene que hacer un hombre de bien para conseguir que tomes en consideración su propuesta? – Bromeó Matthew.
Otra mujer entró en la sala, llevaba su largo cabello negro desatado, y por las vestimentas podía uno imaginarse cuál era su oficio. Parecía estar también alerta, pero a diferencia de Valeria, miro dentro de la habitación antes de decidirse por entrar y cerrar la puerta tras ella.
-Lamento interrumpir, pero creo que deberíamos irnos – Le dijo directamente a Reike, luego de saludar apenas con una inclinación de cabeza a Matt para no ser descortés– Seguro el caballero va a saber entender que para tener un momento contigo tiene que seguir el mismo procedimiento que el resto de los clientes ¿Cierto? – Y agarró a Valeria por la muñeca para sacarla del supuesto apuro.
“Es un buen intento, si hubiese llegado hace unos minutos me lo habría creído” pero ahora Matt tenía los suficientes datos como para saber que allí pasaba algo más, y que Reike no trabajaba en el lugar, no de esa manera al menos. “¿La retengo o la dejo ir?” un segundo antes de que quedara fuera de su alcance estiró la mano y agarró el borde de su ropa con tan solo dos dedos, lo suficiente para hacer notar su insistencia, pero no tanto como parecer agresivo.
-Negociemos – Fue todo lo que dijo, mirando fijamente a Valeria.
Última edición por Matthew Owens el Miér Mayo 01 2019, 16:14, editado 1 vez
Matthew Owens
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
Así que la había visto por los pasillos. «Vaya», pensó con asombro mientras volvía a recorrerlo con la mirada, «debo de haber estado realmente concentrada». Se preguntó cuánto había visto exactamente. ¿Se habría dado cuenta de que se colaba sola en las habitaciones, de que esquivaba a los clientes siempre que podía?
Él retrocedió un paso y ella avanzó dos; sin prisa. Aun estando apoyado en el marco de la ventana, Valeria tenía que levantar la vista considerablemente para poder fijarla en los ojos grises de Owens. No le importaba: a menudo, los hombres se sentían más seguros cuando los miraban desde abajo y eso solía beneficiarla. El tipo era perspicaz, así que cualquier ventaja que pudiese arañar era bienvenida. El contacto de su mano en el hombro de Valeria le provocó un cosquilleo que se fue extendiendo como una onda en un estanque, dejando un rastro de piel de gallina a su paso. No hizo el más leve intento de ocultarlo, e incluso dejó que su boca se entreabriera ligeramente. Quizá se confiase si pensaba que ya la tenía ganada.
«Oh, no no no, ¿por qué tan tímido de repente?». Ante la retirada táctica de su interlocutor, la bruja levantó las cejas con gesto de resignación y, mordiéndose el labio inferior, dio un pequeño paso hacia atrás, como dándole espacio. Al igual que Owens, también juntó los brazos, pero ella lo hizo por detrás del cuerpo, mientras apoyaba su peso sobre una pierna, en actitud relajada.
La bruja había oído hablar de Ciudad Lagarto en su último viaje a Lunargenta. Fundada en medio de la nada al final de la guerra, según le habían contado, por un grupo de ladrones y asesinos. No le extrañaba que tuvieran que acudir a los burdeles en busca de colaboradores. Antes de que tuviera tiempo de responder a la propuesta, llegó su amiga al rescate. De haberse tratado de un cliente más, su táctica habría funcionado, pero la hechicera aún no tenía forma de saber que aquél no era el caso.
—Me temo que el caballero ya se ha dado cuenta de que no trabajo aquí, Cam —dijo con calma Valeria correspondiendo a la mirada fija del hombre.
—Entiendo —respondió Camila soltando a su amiga y colocándose a su lado con los brazos cruzados, mientras realizaba su propio análisis visual del mencionado caballero—, y ¿qué es lo que pide a cambio de su silencio?
—Al parecer, viene ofreciendo trabajo. En Ciudad Lagarto.
—¡Oh, el comerciante que llegaba hoy del continente! Ha hecho usted muy buenas migas con Bhima, por lo que he oído. ¿También le ha hablado de las desapariciones?
—Está bien, Cam —dijo Val poniendo una mano en el hombro de su amiga—. Si llegaba hoy del continente, creo que podemos eliminarlo de la lista de sospechosos. —Después volvió a dirigirse a Owens con tono amable— Disculpe a mi amiga, en las últimas semanas, han estado desapareciendo compañeros suyos y los ánimos andan un poco —añadió e hizo una breve pausa, como si buscara la palabra adecuada— caldeados.
Las dos mujeres tenían prácticamente la misma estatura, aunque Camila siempre había sido más voluptuosa, y, a pesar de la diferencia de altura, miraban directamente al hombre sin mostrar inseguridad alguna. Valeria mantenía una sonrisa en el rostro, mientras que su amiga adoptaba una actitud más desconfiada.
—Ignoro qué haría un hombre de bien en su lugar, señor Owens —dijo Val con suavidad, siguiendo con la broma de antes—, pero debo suponer que un hombre de negocios como usted querrá asegurarse de que se lleva los elementos adecuados a su ciudad. No querríamos que empezara a desaparecer gente también allí. —Cam se movió algo inquieta, como si le molestase la idea de que acabara de acusar a uno de sus compañeros— No puedo asegurarle que saldré corriendo camino del continente sin conocer los detalles de su propuesta pero, si nos hecha una mano con esto, le prometo que sabré compensarle por su tiempo. —Una vez más, dejó la oferta abierta a múltiples interpretaciones.
Notó que su amiga la miraba por el rabillo del ojo. A decir verdad, a Valeria tampoco le gustaba la idea de involucrar a un extraño en la investigación, pero había que jugar con las cartas que a una le llegaban. Owens parecía un tipo observador y, si tan buenas migas había hecho con Bhima, no sería mala idea tenerlo de su lado.
—La tarea no tiene por qué suponer grandes esfuerzos de su parte, por supuesto —remató—. Nos bastaría con su discreción.
Él retrocedió un paso y ella avanzó dos; sin prisa. Aun estando apoyado en el marco de la ventana, Valeria tenía que levantar la vista considerablemente para poder fijarla en los ojos grises de Owens. No le importaba: a menudo, los hombres se sentían más seguros cuando los miraban desde abajo y eso solía beneficiarla. El tipo era perspicaz, así que cualquier ventaja que pudiese arañar era bienvenida. El contacto de su mano en el hombro de Valeria le provocó un cosquilleo que se fue extendiendo como una onda en un estanque, dejando un rastro de piel de gallina a su paso. No hizo el más leve intento de ocultarlo, e incluso dejó que su boca se entreabriera ligeramente. Quizá se confiase si pensaba que ya la tenía ganada.
«Oh, no no no, ¿por qué tan tímido de repente?». Ante la retirada táctica de su interlocutor, la bruja levantó las cejas con gesto de resignación y, mordiéndose el labio inferior, dio un pequeño paso hacia atrás, como dándole espacio. Al igual que Owens, también juntó los brazos, pero ella lo hizo por detrás del cuerpo, mientras apoyaba su peso sobre una pierna, en actitud relajada.
La bruja había oído hablar de Ciudad Lagarto en su último viaje a Lunargenta. Fundada en medio de la nada al final de la guerra, según le habían contado, por un grupo de ladrones y asesinos. No le extrañaba que tuvieran que acudir a los burdeles en busca de colaboradores. Antes de que tuviera tiempo de responder a la propuesta, llegó su amiga al rescate. De haberse tratado de un cliente más, su táctica habría funcionado, pero la hechicera aún no tenía forma de saber que aquél no era el caso.
—Me temo que el caballero ya se ha dado cuenta de que no trabajo aquí, Cam —dijo con calma Valeria correspondiendo a la mirada fija del hombre.
—Entiendo —respondió Camila soltando a su amiga y colocándose a su lado con los brazos cruzados, mientras realizaba su propio análisis visual del mencionado caballero—, y ¿qué es lo que pide a cambio de su silencio?
—Al parecer, viene ofreciendo trabajo. En Ciudad Lagarto.
—¡Oh, el comerciante que llegaba hoy del continente! Ha hecho usted muy buenas migas con Bhima, por lo que he oído. ¿También le ha hablado de las desapariciones?
—Está bien, Cam —dijo Val poniendo una mano en el hombro de su amiga—. Si llegaba hoy del continente, creo que podemos eliminarlo de la lista de sospechosos. —Después volvió a dirigirse a Owens con tono amable— Disculpe a mi amiga, en las últimas semanas, han estado desapareciendo compañeros suyos y los ánimos andan un poco —añadió e hizo una breve pausa, como si buscara la palabra adecuada— caldeados.
Las dos mujeres tenían prácticamente la misma estatura, aunque Camila siempre había sido más voluptuosa, y, a pesar de la diferencia de altura, miraban directamente al hombre sin mostrar inseguridad alguna. Valeria mantenía una sonrisa en el rostro, mientras que su amiga adoptaba una actitud más desconfiada.
—Ignoro qué haría un hombre de bien en su lugar, señor Owens —dijo Val con suavidad, siguiendo con la broma de antes—, pero debo suponer que un hombre de negocios como usted querrá asegurarse de que se lleva los elementos adecuados a su ciudad. No querríamos que empezara a desaparecer gente también allí. —Cam se movió algo inquieta, como si le molestase la idea de que acabara de acusar a uno de sus compañeros— No puedo asegurarle que saldré corriendo camino del continente sin conocer los detalles de su propuesta pero, si nos hecha una mano con esto, le prometo que sabré compensarle por su tiempo. —Una vez más, dejó la oferta abierta a múltiples interpretaciones.
Notó que su amiga la miraba por el rabillo del ojo. A decir verdad, a Valeria tampoco le gustaba la idea de involucrar a un extraño en la investigación, pero había que jugar con las cartas que a una le llegaban. Owens parecía un tipo observador y, si tan buenas migas había hecho con Bhima, no sería mala idea tenerlo de su lado.
—La tarea no tiene por qué suponer grandes esfuerzos de su parte, por supuesto —remató—. Nos bastaría con su discreción.
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
Siempre resultaba agradable estar con alguien que entendía las reglas del juego y se atrevía a aceptar el desafío. No pasó desapercibido para Matthew la forma en que reaccionaba la piel de Reike, eso avivaba sus más bajos instintos, y durante un segundo su mira parecía ser la de un depredador más que la de un humano. Sin decir ni una sola palabra, ambos se estaban prometiendo miles de cosas que probablemente no cumplirían, porque así era la vida de un tramposo después de todo.
Reike no parecía sorprendida de escuchar sobre Ciudad Lagarto “Claro que no, las personas del bajo mundo saben de nosotros, nuestra fama nos precede” Owens se sintió ligeramente orgulloso, un pedazo de barro sucio se había vuelto una gran ciudad, y él había sido en parte responsable del proceso. Claro que el renombre que poseía era más bien por ser un agujero infecto de la peor calaña de todo Aerandir, pero Matthew estaba doblemente satisfecho al saber que era así.
-Un placer conocerla, Cam – Dijo el Humano al haber escuchado el nombre de boca de Reike – Cualquier amiga de Valeria es amiga mía – Adoraba tomarse confianzas que nadie le había dado, sonrió un poco en broma y agregó – Cierto es, vengo solo por una cuestión de negocios. Con Bhima creemos que podemos hacer tratos que nos beneficien a ambos, ya que trabajamos en el mismo rubro por así decirlo –
No tenía por qué ocultarles esa información, Matt pretendía ser un habitual en el establecimiento, conocerse bien con el personal era importante, que supieran quien era y confiaran en él.
-¿Desapariciones? – Levantó una ceja, un poco interesado en el asunto, Bhima había mencionado algo sobre “problemas”, pero como buen negociante no le había dado más detalles para evitar estar en una situación de desventaja frente a Matthew – No es necesario disculparse, ante una situación semejante es normal que desconfíe de todo el mundo –
En verdad era muy difícil manejar una situación como esa, un ciudadano cualquiera recurriría a la Guardia cuando tuviera algún problema, pero ¿Qué podían hacer personas como las de ese establecimiento cuando algo grave pasaba? No tenían más remedio, era necesario solucionarlo por su propia cuenta, y con sus propios métodos.
-Tienes toda la razón, Querida – Le concedía el punto, dejando de a poco las formalidades. Valeria estaba en lo cierto, si alguien de adentro del establecimiento estaba haciendo desaparecer gente, Owens no quería correr el riesgo de llevárselo por error “Quizás Bhima sabe algo, y hasta esperaba que me llevara al culpable” – Tienen todo mi apoyo en esta… Investigación, por decirlo de alguna manera –
Parecía ser más bien una venganza, pero a los fines prácticos era lo mismo ¿Cierto? Si eran lo suficientemente sigilosos nadie notaría la diferencia, un ladrón más, una prostituta menos, sin duda ningún ciudadano de bien se fijaría en eso.
-Estoy seguro que eres una mujer de palabra – Dijo el estafador con una media sonrisa en el rostro – Pero me gusta tener a mis inversiones cerca, por lo que me sentiría mucho más tranquilo si pudiera acompañarte en esta búsqueda de la verdad – Que traducido al idioma común sería algo como “Nada me asegura que no saldrás corriendo en cuanto pases por esa puerta, así que te seguiré”
Dicho eso, fue hacía la salida y la abrió, haciéndose a un lado para que las dos damas pasaran primeras. El establecimiento parecía estar bastante tranquilo, muchos de los clientes, incluido el que había estado hablando con Matt, no estaban ya a la vista, quizás algunos habían encontrado acompañante y se habían ido a un sitio más privado.
Reike no parecía sorprendida de escuchar sobre Ciudad Lagarto “Claro que no, las personas del bajo mundo saben de nosotros, nuestra fama nos precede” Owens se sintió ligeramente orgulloso, un pedazo de barro sucio se había vuelto una gran ciudad, y él había sido en parte responsable del proceso. Claro que el renombre que poseía era más bien por ser un agujero infecto de la peor calaña de todo Aerandir, pero Matthew estaba doblemente satisfecho al saber que era así.
-Un placer conocerla, Cam – Dijo el Humano al haber escuchado el nombre de boca de Reike – Cualquier amiga de Valeria es amiga mía – Adoraba tomarse confianzas que nadie le había dado, sonrió un poco en broma y agregó – Cierto es, vengo solo por una cuestión de negocios. Con Bhima creemos que podemos hacer tratos que nos beneficien a ambos, ya que trabajamos en el mismo rubro por así decirlo –
No tenía por qué ocultarles esa información, Matt pretendía ser un habitual en el establecimiento, conocerse bien con el personal era importante, que supieran quien era y confiaran en él.
-¿Desapariciones? – Levantó una ceja, un poco interesado en el asunto, Bhima había mencionado algo sobre “problemas”, pero como buen negociante no le había dado más detalles para evitar estar en una situación de desventaja frente a Matthew – No es necesario disculparse, ante una situación semejante es normal que desconfíe de todo el mundo –
En verdad era muy difícil manejar una situación como esa, un ciudadano cualquiera recurriría a la Guardia cuando tuviera algún problema, pero ¿Qué podían hacer personas como las de ese establecimiento cuando algo grave pasaba? No tenían más remedio, era necesario solucionarlo por su propia cuenta, y con sus propios métodos.
-Tienes toda la razón, Querida – Le concedía el punto, dejando de a poco las formalidades. Valeria estaba en lo cierto, si alguien de adentro del establecimiento estaba haciendo desaparecer gente, Owens no quería correr el riesgo de llevárselo por error “Quizás Bhima sabe algo, y hasta esperaba que me llevara al culpable” – Tienen todo mi apoyo en esta… Investigación, por decirlo de alguna manera –
Parecía ser más bien una venganza, pero a los fines prácticos era lo mismo ¿Cierto? Si eran lo suficientemente sigilosos nadie notaría la diferencia, un ladrón más, una prostituta menos, sin duda ningún ciudadano de bien se fijaría en eso.
-Estoy seguro que eres una mujer de palabra – Dijo el estafador con una media sonrisa en el rostro – Pero me gusta tener a mis inversiones cerca, por lo que me sentiría mucho más tranquilo si pudiera acompañarte en esta búsqueda de la verdad – Que traducido al idioma común sería algo como “Nada me asegura que no saldrás corriendo en cuanto pases por esa puerta, así que te seguiré”
Dicho eso, fue hacía la salida y la abrió, haciéndose a un lado para que las dos damas pasaran primeras. El establecimiento parecía estar bastante tranquilo, muchos de los clientes, incluido el que había estado hablando con Matt, no estaban ya a la vista, quizás algunos habían encontrado acompañante y se habían ido a un sitio más privado.
Matthew Owens
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
«Bueno, no esperarías que se fiara, sin más, de tu cara bonita», se dijo Valeria cuando Matthew Owens se ofreció a acompañarlas. Aprovechando que el hombre se dirigía hacia la puerta, las dos amigas se miraron en silencio. “Espero que sepas lo que estás haciendo”, parecía decir la una. “Chica, es lo que hay”, pretendía afirmar la otra. En cualquier caso, no había gran cosa que hacer al respecto y, viendo el lado bueno, mientras tuvieran al tipo al alcance de la vista, éste no estaría yéndose de la lengua. «Quién sabe, puede que hasta sea útil», se consoló Val.
Sin mediar palabra, salieron de la sala con Camila liderando la marcha. Aunque había menos gente a la vista, Valeria tomó la mano de Owens al pasar a su lado, como guiándolo por la senda que marcaba su amiga. Eso evitaría posibles interrupciones en el camino. No hablaron hasta llegar a la habitación de Cam, donde los esperaba un niño de siete u ocho años.
—Es el hermano de Lyn —explicó Cam—. Ivar, ésta es la amiga de la que te hablé, la que está intentando encontrar a tu hermana. —Después dirigió una mirada de soslayo a Owens y añadió— El señor también es amigo. Cuéntales lo que me contaste a mí.
—Bueno... pues... —empezó el muchacho mirando alternativamente a los dos desconocidos—, fue la otra noche... cuando volvía de entregar un mensaje del jefe. Siempre me envía a mí porque dice que soy el más rápido —añadió con cierto orgullo, pero aún algo nervioso—. Pues... andaba de vuelta, como digo… por donde lo de Magda...
—Magda —interrumpió Valeria al tiempo que se sentaba en el borde de la cama—. ¿Te refieres al puesto de sopa de la esquina de Mataderos, junto a la muralla? —Luego, se inclinó hacia delante y bajó la voz, como si quisiera hablar en confidencia con el chico— ¿Sigue sirviendo ese caldo marrón con tropiezos viscosos?
—Sí —susurró Ivar sonriendo y arrugando un poco la nariz—, Helge dice que es gato, pero yo creo que es rata. —Valeria se llevó un dedo a los labios, como para indicarle que no fuera contándolo por ahí y el niño continuó su discurso, ahora con un poco más de seguridad— El caso es que, al pasar junto a la esquina, vi a Luca al otro lado de la calle. Supe que era él porque prendió una mecha y se le iluminó la cara. Quise saludarle, pero no me vio. Andaba con otros dos tipos a los que no vi bien. Después me distraje… —Se rascó la cabeza con una mano mientras fruncía el ceño, tratando de recordar— Me distraje por unos gatos que se peleaban por algo que encontraron en el callejón. Y cuando volví a mirar, ya no había nadie.
Camila agradeció al muchacho su testimonio y lo acompañó a la salida, asegurándole que harían todo lo posible por averiguar lo que había pasado con su hermana. Valeria permaneció en silencio hasta que la mujer cerró otra vez la puerta.
—Conozco el sitio —dijo—. Hay un acceso al alcantarillado justo en esa esquina. Es… —Dudó un momento y dirigió una mirada preocupada a su amiga antes de continuar— Es un buen lugar para deshacerse de un cuerpo. Todos los desechos de los mataderos y carnicerías van a dar allí y se mezclan con los tintes y productos de las curtidurías y batanes de más arriba. Nadie se extrañaría del olor. —Concedió un momento a Cam para que asimilase lo que acababa de decir y a su nuevo aliado, por si tenía alguna idea que compartir. Después, se levantó y se dirigió al rincón donde habían quedado sus cosas al principio de la noche— En cualquier caso, es lo único que tenemos, por el momento.
Mientras se despojaba, sin ningún pudor, de los trapitos que le había prestado Camila y los iba sustituyendo por sus propias ropas, les contó a los otros dos los resultados de su registro. Su amiga sacó algo de ropa de su armario y la imitó, dando a entender que acompañaría a Valeria a investigar la pista que les había dado el pequeño. Para cuando estuvieron completamente vestidas, ya habían puesto a su nuevo acompañante al día de la situación.
—En fin —concluyó Val guiñándole un ojo a Owens al tiempo que se volvía para abrir la ventana—, os veo en Mataderos.
Camila tomó una lucerna y un frasquito de aceite de su mesilla y, con una media sonrisa en el rostro, le sostuvo la puerta al hombre, invitándolo a acompañarla por la salida principal.
Sin mediar palabra, salieron de la sala con Camila liderando la marcha. Aunque había menos gente a la vista, Valeria tomó la mano de Owens al pasar a su lado, como guiándolo por la senda que marcaba su amiga. Eso evitaría posibles interrupciones en el camino. No hablaron hasta llegar a la habitación de Cam, donde los esperaba un niño de siete u ocho años.
—Es el hermano de Lyn —explicó Cam—. Ivar, ésta es la amiga de la que te hablé, la que está intentando encontrar a tu hermana. —Después dirigió una mirada de soslayo a Owens y añadió— El señor también es amigo. Cuéntales lo que me contaste a mí.
—Bueno... pues... —empezó el muchacho mirando alternativamente a los dos desconocidos—, fue la otra noche... cuando volvía de entregar un mensaje del jefe. Siempre me envía a mí porque dice que soy el más rápido —añadió con cierto orgullo, pero aún algo nervioso—. Pues... andaba de vuelta, como digo… por donde lo de Magda...
—Magda —interrumpió Valeria al tiempo que se sentaba en el borde de la cama—. ¿Te refieres al puesto de sopa de la esquina de Mataderos, junto a la muralla? —Luego, se inclinó hacia delante y bajó la voz, como si quisiera hablar en confidencia con el chico— ¿Sigue sirviendo ese caldo marrón con tropiezos viscosos?
—Sí —susurró Ivar sonriendo y arrugando un poco la nariz—, Helge dice que es gato, pero yo creo que es rata. —Valeria se llevó un dedo a los labios, como para indicarle que no fuera contándolo por ahí y el niño continuó su discurso, ahora con un poco más de seguridad— El caso es que, al pasar junto a la esquina, vi a Luca al otro lado de la calle. Supe que era él porque prendió una mecha y se le iluminó la cara. Quise saludarle, pero no me vio. Andaba con otros dos tipos a los que no vi bien. Después me distraje… —Se rascó la cabeza con una mano mientras fruncía el ceño, tratando de recordar— Me distraje por unos gatos que se peleaban por algo que encontraron en el callejón. Y cuando volví a mirar, ya no había nadie.
Camila agradeció al muchacho su testimonio y lo acompañó a la salida, asegurándole que harían todo lo posible por averiguar lo que había pasado con su hermana. Valeria permaneció en silencio hasta que la mujer cerró otra vez la puerta.
—Conozco el sitio —dijo—. Hay un acceso al alcantarillado justo en esa esquina. Es… —Dudó un momento y dirigió una mirada preocupada a su amiga antes de continuar— Es un buen lugar para deshacerse de un cuerpo. Todos los desechos de los mataderos y carnicerías van a dar allí y se mezclan con los tintes y productos de las curtidurías y batanes de más arriba. Nadie se extrañaría del olor. —Concedió un momento a Cam para que asimilase lo que acababa de decir y a su nuevo aliado, por si tenía alguna idea que compartir. Después, se levantó y se dirigió al rincón donde habían quedado sus cosas al principio de la noche— En cualquier caso, es lo único que tenemos, por el momento.
Mientras se despojaba, sin ningún pudor, de los trapitos que le había prestado Camila y los iba sustituyendo por sus propias ropas, les contó a los otros dos los resultados de su registro. Su amiga sacó algo de ropa de su armario y la imitó, dando a entender que acompañaría a Valeria a investigar la pista que les había dado el pequeño. Para cuando estuvieron completamente vestidas, ya habían puesto a su nuevo acompañante al día de la situación.
—En fin —concluyó Val guiñándole un ojo a Owens al tiempo que se volvía para abrir la ventana—, os veo en Mataderos.
Camila tomó una lucerna y un frasquito de aceite de su mesilla y, con una media sonrisa en el rostro, le sostuvo la puerta al hombre, invitándolo a acompañarla por la salida principal.
Reike
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
La mujer de largo cabello negro abría la marcha, parecía tener un destino ya decidido, a Matt no parecía preocuparle que pudieran tenderle una trampa o algo similar, tal vez la cara bonita de Reike si había servido de algo después de todo, o quizás se confiaba, creyendo que podía controlar la situación. En cualquier caso, tomo la mano de Valeria con naturalidad y hasta se mostró más cercano a ella de lo que había sido en la sala, llegando a apoyar una mano en sus caderas antes de que entraran a la habitación de Cam.
Hizo una sonrisa de medio lado cuando vio al niño, no tenía nada en contra de esos pequeños seres, pero prefería tenerlos lejos. Se quedó de pie junto a la puerta, con la espalda apoyada contra la pared mientras el chico explicaba lo que había visto.
“Te envía a ti porque eres menos sospechoso, y porque si te matan no eres una gran pérdida” Pensó el estafador, quien había utilizado niños en más de una oportunidad para que lleven sus mensajes. En cuanto el muchacho salió del cuarto, Owens se aclaró la garganta como para abrir la conversación.
-Entonces… ¿Uno de los desaparecidos es en verdad un cómplice? Ese tal Luca mmm ¿Tenía algún cliente regular que fuera destacable? ¿Con quién estaba la noche que “desapareció”? - Matthew se peinaba la barba mientras pensaba, de buenas a primeras sonaba como si Luca hubiese conseguido a un cliente que lo estaba llevando, con su consentimiento o sin él, a realizar todo tipo de nuevas actividades.
“Alcantarillas… no otra vez” aun recordaba cuando había tenido que meterse en los túneles subterráneos de Lunargenta durante la guerra, había sido una experiencia asquerosa y el olor no se había ido de su nariz durante días. No es como si el Humano hubiese vivido siempre entre laureles, pero siempre tenía la esperanza de que ya hubiera pasado la etapa de su vida en la que tenía que andar arrastrándose por sitios horribles.
-Si me permites opinar… - Dijo Matthew mientras se acercaba a Cam, ambas mujeres se encontraban a medio vestir, pero el estafador siquiera parecía notarlo, estaba demasiado acostumbrado desde muy pequeño a estar rodeado de personas con poca ropa – Usa mejor este otro, hace un contraste hermoso con tu tono de piel – Le propuso cambiar una de las prendas que se estaba por poner, agarrando la tela con delicadeza y sin tocar a la mujer. Luego se apartó continuó con la charla con normalidad - ¿Los desaparecidos tenían algo en común? – Miro a Valeria y señaló la cicatriz en su cadera – Logras que hasta una vieja herida se vea hermosa, es todo un talento –
Una vez que estuvieron listas dividieron sus caminos, Owens correspondió al guiño de Reike con una sonrisa seductora.
-Hasta luego, Querida – Salió por la puerta junto a Cam, mostrándose amable con la Hechicera como si fuera un cliente cualquiera del lugar – Aun no conozco la ciudad, si fueras tan amable de acompañarme… - Levantó la mano de la mujer y la beso, quería que quienes estuvieran alrededor los escucharan, así tendría sentido que se fueran juntos.
-Por supuesto, será un placer – Supo entender las intenciones de Matthew de inmediato, fingió sentirse alagada y lo agarró del brazo – Le mostrare los sitios más hermosos de nuestra ciudad – Ambos sabían cuál era el verdadero destino, por lo que al Humano se le escapó una carcajada.
-Jajaja, ya conocí el sitio más hermoso de la ciudad – Le guiñó un ojo y se rieron juntos mientras pasaban por la sala principal y salían del lugar.
Una vez afuera caminaron un par de calles manteniendo la fachada y luego se soltaron, Cam aceleró un poco el paso y Matthew la siguió. El Humano tenía una idea de donde quedaba “Mataderos”, pero no sabía cuál era en concreto el callejón del que había hablado el niño.
Hizo una sonrisa de medio lado cuando vio al niño, no tenía nada en contra de esos pequeños seres, pero prefería tenerlos lejos. Se quedó de pie junto a la puerta, con la espalda apoyada contra la pared mientras el chico explicaba lo que había visto.
“Te envía a ti porque eres menos sospechoso, y porque si te matan no eres una gran pérdida” Pensó el estafador, quien había utilizado niños en más de una oportunidad para que lleven sus mensajes. En cuanto el muchacho salió del cuarto, Owens se aclaró la garganta como para abrir la conversación.
-Entonces… ¿Uno de los desaparecidos es en verdad un cómplice? Ese tal Luca mmm ¿Tenía algún cliente regular que fuera destacable? ¿Con quién estaba la noche que “desapareció”? - Matthew se peinaba la barba mientras pensaba, de buenas a primeras sonaba como si Luca hubiese conseguido a un cliente que lo estaba llevando, con su consentimiento o sin él, a realizar todo tipo de nuevas actividades.
“Alcantarillas… no otra vez” aun recordaba cuando había tenido que meterse en los túneles subterráneos de Lunargenta durante la guerra, había sido una experiencia asquerosa y el olor no se había ido de su nariz durante días. No es como si el Humano hubiese vivido siempre entre laureles, pero siempre tenía la esperanza de que ya hubiera pasado la etapa de su vida en la que tenía que andar arrastrándose por sitios horribles.
-Si me permites opinar… - Dijo Matthew mientras se acercaba a Cam, ambas mujeres se encontraban a medio vestir, pero el estafador siquiera parecía notarlo, estaba demasiado acostumbrado desde muy pequeño a estar rodeado de personas con poca ropa – Usa mejor este otro, hace un contraste hermoso con tu tono de piel – Le propuso cambiar una de las prendas que se estaba por poner, agarrando la tela con delicadeza y sin tocar a la mujer. Luego se apartó continuó con la charla con normalidad - ¿Los desaparecidos tenían algo en común? – Miro a Valeria y señaló la cicatriz en su cadera – Logras que hasta una vieja herida se vea hermosa, es todo un talento –
Una vez que estuvieron listas dividieron sus caminos, Owens correspondió al guiño de Reike con una sonrisa seductora.
-Hasta luego, Querida – Salió por la puerta junto a Cam, mostrándose amable con la Hechicera como si fuera un cliente cualquiera del lugar – Aun no conozco la ciudad, si fueras tan amable de acompañarme… - Levantó la mano de la mujer y la beso, quería que quienes estuvieran alrededor los escucharan, así tendría sentido que se fueran juntos.
-Por supuesto, será un placer – Supo entender las intenciones de Matthew de inmediato, fingió sentirse alagada y lo agarró del brazo – Le mostrare los sitios más hermosos de nuestra ciudad – Ambos sabían cuál era el verdadero destino, por lo que al Humano se le escapó una carcajada.
-Jajaja, ya conocí el sitio más hermoso de la ciudad – Le guiñó un ojo y se rieron juntos mientras pasaban por la sala principal y salían del lugar.
Una vez afuera caminaron un par de calles manteniendo la fachada y luego se soltaron, Cam aceleró un poco el paso y Matthew la siguió. El Humano tenía una idea de donde quedaba “Mataderos”, pero no sabía cuál era en concreto el callejón del que había hablado el niño.
Matthew Owens
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
Había que reconocerlo, el tipo tenía labia. Casi había logrado sacarle los colores con aquel comentario acerca de su cicatriz.
—Te diré una cosa, encanto —murmuraba al tiempo que descendía laboriosamente por la fachada del edificio—: Si no me clavas antes un puñal en la espalda, tal vez te cuente cómo me la hice.
Para cuando tocó con los pies en el suelo del callejón, no pudo evitar una corta carcajada. «Pues sí que tienes los estándares altos, Val, querida». Después, dio un leve suspiro y agitó ligeramente la cabeza, como para despejar la mente antes de echar andar hacia su objetivo. «Como si no tuvieras ya bastantes distracciones».
Así era. No había terminado la primera jornada de investigación y ya había cometido dos errores de principiante. Se había escondido en una habitación sin pararse a comprobar si había alguien dentro, y había obviado un elemento fundamental: el maldito cliente, nada menos que Dieter Borst. «En serio, Cam, ¿no se te ocurrió antes que ese dato podía ser importante?». Realmente, estaba frustrada consigo misma, por no habérsele ocurrido preguntar, pero era más fácil enfadarse con su amiga.
Mientras avanzaba rápidamente por las callejuelas, siguiendo la ruta más directa hacia su objetivo, hizo un esfuerzo por recordar la última vez que había coincidido con el banquero. Roilkat, hacía casi cuatro años. Por aquel entonces, aún intentaba que el idiota de su hijo Paulo aprendiera a llevar el negocio de sedas, antes siquiera de empezar con los préstamos. A Valeria le había sorprendido la insistencia del padre, pues Paulo era tan evidentemente incapaz que más le hubiera valido a Borst casarlo con una dama que entendiera de números y confiarle a ella las cuentas. Pero aquello no valía para el orgulloso comerciante. Él aspiraba a encontrarle una esposa entre la más alta alcurnia de las islas.
Lo cierto era que la bruja hasta se había planteado seducir al infeliz y hacerse así con el negocio. Pero el padre andaba ojo avizor y su propio jefe lo codiciaba también para su hija. Al final, Val decidió que eran demasiados enemigos a ganarse por algo que, en definitiva, era perfectamente capaz de conseguir por su cuenta, con un poco de paciencia y dedicación. Por no hablar de lo mucho que disfrutaba de su libertad.
Llegó a la esquina indicada por el joven Ivar con tiempo para inspeccionar los alrededores. Era tarde y el lugar estaba desierto, pues los negocios de la zona abrirían muy temprano a la mañana. Como recordaba, no había muchas opciones a la hora de desaparecer de la vista de los curiosos y el alcantarillado era la opción más evidente. Si es que uno era capaz de soportar aquel olor. Incluso con la entrada cerrada, parte de aquel simpático aroma se filtraba a las callejuelas de los alrededores, especialmente, en los días en que el río andaba bajo de caudal. Por suerte, no era el caso, pues la primavera estaba ya acercándose. Aún así, aquella noche podía percibirse, cerca del acceso, aquel característico perfume al que los lugareños estaban tan acostumbrados.
Mientras esperaba a sus compañeros, que probablemente hubieran tenido que dar un pequeño rodeo antes de encaminarse a la cita, trató de descifrar la expresión que le había parecido ver en el rostro de su amiga cuando surgió la posibilidad de que el joven Luca fuera en realidad un cómplice en las desapariciones. ¿Acaso habría algo entre los dos? Valeria siempre había sido muy cínica en lo referente a las relaciones románticas y creía que Cam funcionaba del mismo modo. «Quién sabe, tal vez sea cierto eso de que el roce hace el cariño», se dijo. Justo en ese momento, llegaron sus dos socios.
—Por fin, ya pensé que os ibais a perder las maravillosas vistas —dijo en tono irónico—. En fin —añadió colocándose frente a la tapa metálica que ocultaba el acceso a los túneles subterráneos—, más vale que os preparéis.
Camila sacó la lamparita de aceite que había traído consigo y, sólo por no tocar aquello con las manos, Valeria se concentró en el maná que fluía alrededor de la tapa para hacer que se moviera a un lado, dejando libre una apertura más que suficiente para que pudieran entrar de uno en uno, y liberando un olor que casi hizo que se le saltaran las lágrimas. No era la primera vez que entraba en los túneles del alcantarillado y sabía que, después de un rato, su nariz acabaría acostumbrándose, al igual que los ojos se adaptan a los cambios de luz. Aún así, no tenía ningunas ganas de volver a entrar ahí dentro.
—Bueno —dijo pragmática después de concederse un momento—, no tiene caso alargar esto más de lo necesario. —Y, sin más preámbulos, se sentó en el borde del agujero y se descolgó al interior.
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Uso de Habilidad: Telequinesis
—Te diré una cosa, encanto —murmuraba al tiempo que descendía laboriosamente por la fachada del edificio—: Si no me clavas antes un puñal en la espalda, tal vez te cuente cómo me la hice.
Para cuando tocó con los pies en el suelo del callejón, no pudo evitar una corta carcajada. «Pues sí que tienes los estándares altos, Val, querida». Después, dio un leve suspiro y agitó ligeramente la cabeza, como para despejar la mente antes de echar andar hacia su objetivo. «Como si no tuvieras ya bastantes distracciones».
Así era. No había terminado la primera jornada de investigación y ya había cometido dos errores de principiante. Se había escondido en una habitación sin pararse a comprobar si había alguien dentro, y había obviado un elemento fundamental: el maldito cliente, nada menos que Dieter Borst. «En serio, Cam, ¿no se te ocurrió antes que ese dato podía ser importante?». Realmente, estaba frustrada consigo misma, por no habérsele ocurrido preguntar, pero era más fácil enfadarse con su amiga.
Mientras avanzaba rápidamente por las callejuelas, siguiendo la ruta más directa hacia su objetivo, hizo un esfuerzo por recordar la última vez que había coincidido con el banquero. Roilkat, hacía casi cuatro años. Por aquel entonces, aún intentaba que el idiota de su hijo Paulo aprendiera a llevar el negocio de sedas, antes siquiera de empezar con los préstamos. A Valeria le había sorprendido la insistencia del padre, pues Paulo era tan evidentemente incapaz que más le hubiera valido a Borst casarlo con una dama que entendiera de números y confiarle a ella las cuentas. Pero aquello no valía para el orgulloso comerciante. Él aspiraba a encontrarle una esposa entre la más alta alcurnia de las islas.
Lo cierto era que la bruja hasta se había planteado seducir al infeliz y hacerse así con el negocio. Pero el padre andaba ojo avizor y su propio jefe lo codiciaba también para su hija. Al final, Val decidió que eran demasiados enemigos a ganarse por algo que, en definitiva, era perfectamente capaz de conseguir por su cuenta, con un poco de paciencia y dedicación. Por no hablar de lo mucho que disfrutaba de su libertad.
Llegó a la esquina indicada por el joven Ivar con tiempo para inspeccionar los alrededores. Era tarde y el lugar estaba desierto, pues los negocios de la zona abrirían muy temprano a la mañana. Como recordaba, no había muchas opciones a la hora de desaparecer de la vista de los curiosos y el alcantarillado era la opción más evidente. Si es que uno era capaz de soportar aquel olor. Incluso con la entrada cerrada, parte de aquel simpático aroma se filtraba a las callejuelas de los alrededores, especialmente, en los días en que el río andaba bajo de caudal. Por suerte, no era el caso, pues la primavera estaba ya acercándose. Aún así, aquella noche podía percibirse, cerca del acceso, aquel característico perfume al que los lugareños estaban tan acostumbrados.
Mientras esperaba a sus compañeros, que probablemente hubieran tenido que dar un pequeño rodeo antes de encaminarse a la cita, trató de descifrar la expresión que le había parecido ver en el rostro de su amiga cuando surgió la posibilidad de que el joven Luca fuera en realidad un cómplice en las desapariciones. ¿Acaso habría algo entre los dos? Valeria siempre había sido muy cínica en lo referente a las relaciones románticas y creía que Cam funcionaba del mismo modo. «Quién sabe, tal vez sea cierto eso de que el roce hace el cariño», se dijo. Justo en ese momento, llegaron sus dos socios.
—Por fin, ya pensé que os ibais a perder las maravillosas vistas —dijo en tono irónico—. En fin —añadió colocándose frente a la tapa metálica que ocultaba el acceso a los túneles subterráneos—, más vale que os preparéis.
Camila sacó la lamparita de aceite que había traído consigo y, sólo por no tocar aquello con las manos, Valeria se concentró en el maná que fluía alrededor de la tapa para hacer que se moviera a un lado, dejando libre una apertura más que suficiente para que pudieran entrar de uno en uno, y liberando un olor que casi hizo que se le saltaran las lágrimas. No era la primera vez que entraba en los túneles del alcantarillado y sabía que, después de un rato, su nariz acabaría acostumbrándose, al igual que los ojos se adaptan a los cambios de luz. Aún así, no tenía ningunas ganas de volver a entrar ahí dentro.
—Bueno —dijo pragmática después de concederse un momento—, no tiene caso alargar esto más de lo necesario. —Y, sin más preámbulos, se sentó en el borde del agujero y se descolgó al interior.
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Reike
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
“Encanto” Matthew adoraba que le pusieran apodos como ese ¿Reike lo haría por el mismo motivo que él lo hacía? ¿Para no tener que recordar tantos nombres? Se prometió a si mismo preguntarle más tarde “Y si no recuerda mi nombre algo tendrá que hacerse” se sonrió emocionado, este encuentro fortuito parecía abrir todo un abanico de posibilidades.
El Humano sacudió la cabeza, sin saberlo imitando los movimientos de Valeria en el callejón, ahora estaba con Cam, por lo que su atención tenía que estar en ella.
-Fueron preguntas bastante pertinentes las que hizo hace un momento – Comento la mujer mientras daban algunas vueltas de más para despistar a posibles espías - ¿Tiene experiencia en este tipo de asuntos? – Se detuvo y le señaló un edificio especialmente vistoso, si alguien los miraba desde lejos parecía que estaban hablando sobre la edificación.
-Por favor, no me trates de usted, vamos a entrar a un pozo lleno de porquería juntos dentro de unos minutos, creo que eso le da cierto nivel de confianza a nuestra improvisada amistad – Logró sacarle una pequeña sonrisa, aunque nunca podría saber qué tan fingida era – Trabajo hace mucho tiempo en este tipo de entornos, a la larga, uno termina agudizando el ingenio-
-Ya veo… - Es todo lo que agregó y se mantuvo en silencio de allí en más.
Cuando llegaron a donde estaba Reike ya no caminaban del brazo, pero al menos por parte de Matt parecía estar todo más que bien, saludo levantando la mano y con una sonrisa encantadora.
-¿Pasar una tarde junto a dos hermosas damas en una alcantarilla llena de basura? No me lo perdería por nada del mundo – El olor era notorio incluso desde antes que Reike moviera la tapa, Matt se había estado preparando mentalmente para lo que se vendría, pero cuando el viento le trajo una mezcla de fragancias tan maravillosa le lagrimearon los ojos – Permítanme un segundo –
Se agachó y se metió los pantalones dentro de las medias, para evitar que las ratas entraran bajo su ropa, luego se arremango la camisa hasta que quedara por arriba de sus codos, agradeció internamente el haber elegido llevar botas ese día y se acercó finalmente al agujero. Imitó a Reike y se sentó primero en el borde para luego dejarse caer.
Aún con la poca luz que tenían pudo ver como las cucarachas salían corriendo por las paredes como si de una enorme manta oscura se tratara. Una rata le pasó por al lado del pie y Owens no pudo resistir la tentación de patearla, escuchando como revotaba por el agua varias veces y se perdía en la oscuridad de la alcantarilla.
-Tantos recuerdos – Comentó mientras sacaba un pañuelo y lo usaba para cubrirse la nariz - ¿Hasta donde tendremos que ir? –
-No demasiado – Cam señaló con la luz de su lámpara unos bultos que estaban a pocos metros.
Matthew se acercó solo para confirmar lo evidente: Habían encontrado a los desaparecidos.
Sus cuerpos se encontraban tirados sin orden alguno, parcialmente comidos por las ratas. El Humano se agachó junto a uno de ellos y usando tan solo dos dedos levantó un poco la ropa del hombre, escuchó el sonido de monedas, no le habían robado. Notó que uno de los cuerpos se agitaba un poco, durante menos de un segundo se le ocurrió pensar que podía estar viva, pero en seguida notó que eran solo las ratas que estaban comiéndola desde adentro con tanto entusiasmo que la movían.
-Bien, un misterio menos… Supongo – Se levantó y algo más llamó su atención – Apunta aquí por favor, Querida Cam – En las paredes habían manchas de sangre – Que extraño ¿Los asesinaron aquí? – Miró a Reike para confirmar si ella pensaba lo mismo.
El Humano sacudió la cabeza, sin saberlo imitando los movimientos de Valeria en el callejón, ahora estaba con Cam, por lo que su atención tenía que estar en ella.
-Fueron preguntas bastante pertinentes las que hizo hace un momento – Comento la mujer mientras daban algunas vueltas de más para despistar a posibles espías - ¿Tiene experiencia en este tipo de asuntos? – Se detuvo y le señaló un edificio especialmente vistoso, si alguien los miraba desde lejos parecía que estaban hablando sobre la edificación.
-Por favor, no me trates de usted, vamos a entrar a un pozo lleno de porquería juntos dentro de unos minutos, creo que eso le da cierto nivel de confianza a nuestra improvisada amistad – Logró sacarle una pequeña sonrisa, aunque nunca podría saber qué tan fingida era – Trabajo hace mucho tiempo en este tipo de entornos, a la larga, uno termina agudizando el ingenio-
-Ya veo… - Es todo lo que agregó y se mantuvo en silencio de allí en más.
Cuando llegaron a donde estaba Reike ya no caminaban del brazo, pero al menos por parte de Matt parecía estar todo más que bien, saludo levantando la mano y con una sonrisa encantadora.
-¿Pasar una tarde junto a dos hermosas damas en una alcantarilla llena de basura? No me lo perdería por nada del mundo – El olor era notorio incluso desde antes que Reike moviera la tapa, Matt se había estado preparando mentalmente para lo que se vendría, pero cuando el viento le trajo una mezcla de fragancias tan maravillosa le lagrimearon los ojos – Permítanme un segundo –
Se agachó y se metió los pantalones dentro de las medias, para evitar que las ratas entraran bajo su ropa, luego se arremango la camisa hasta que quedara por arriba de sus codos, agradeció internamente el haber elegido llevar botas ese día y se acercó finalmente al agujero. Imitó a Reike y se sentó primero en el borde para luego dejarse caer.
Aún con la poca luz que tenían pudo ver como las cucarachas salían corriendo por las paredes como si de una enorme manta oscura se tratara. Una rata le pasó por al lado del pie y Owens no pudo resistir la tentación de patearla, escuchando como revotaba por el agua varias veces y se perdía en la oscuridad de la alcantarilla.
-Tantos recuerdos – Comentó mientras sacaba un pañuelo y lo usaba para cubrirse la nariz - ¿Hasta donde tendremos que ir? –
-No demasiado – Cam señaló con la luz de su lámpara unos bultos que estaban a pocos metros.
Matthew se acercó solo para confirmar lo evidente: Habían encontrado a los desaparecidos.
Sus cuerpos se encontraban tirados sin orden alguno, parcialmente comidos por las ratas. El Humano se agachó junto a uno de ellos y usando tan solo dos dedos levantó un poco la ropa del hombre, escuchó el sonido de monedas, no le habían robado. Notó que uno de los cuerpos se agitaba un poco, durante menos de un segundo se le ocurrió pensar que podía estar viva, pero en seguida notó que eran solo las ratas que estaban comiéndola desde adentro con tanto entusiasmo que la movían.
-Bien, un misterio menos… Supongo – Se levantó y algo más llamó su atención – Apunta aquí por favor, Querida Cam – En las paredes habían manchas de sangre – Que extraño ¿Los asesinaron aquí? – Miró a Reike para confirmar si ella pensaba lo mismo.
Matthew Owens
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
La escena era descorazonadora. Valeria no podía ni imaginarse lo que pasaría por la cabeza de su amiga en aquellos momentos. La observó durante un instante, pero Camila se mantenía tan inexpresiva como era capaz, aunque era evidente por la rigidez de los labios que tenía tensa la mandíbula. No dijo nada ni trató de consolarla, sabía que a Cam no le gustaría; no allí ni entonces y, desde luego, no en presencia de un extraño.
Igual que hizo Owens, Val se agachó junto a uno de los cuerpos. Por el aspecto que mostraba, debía de ser una de las primeras desaparecidas. Su cuerpo estaba tirado de cualquier manera y las ratas, los gusanos y hasta las cucarachas se habían cebado con ella. Iba a ser difícil sacar algo útil de allí, así que se incorporó y se encaminó hacia el siguiente. Tenía otros cinco para elegir, pero el humano se le adelantó con los indicios.
La bruja se acercó a la pared para examinar las salpicaduras, después se dio la vuelta y se fijó en la disposición de los cuerpos. Era como si los hubieran dejado tirados en el mismo lugar en el que se derrumbaron. Debido al agua de la alcantarilla, era difícil saber si había habido más sangre en el suelo, pero, cuando se acercó a uno de los cadáveres más recientes, un joven de cabello claro y facciones delicadas, detectó en seguida un profundo tajo en la garganta que explicaba perfectamente aquellas salpicaduras.
—Yo diría que sí —contestó finalmente levantando la vista hacia Owens.
Para que su amiga no tuviera que mirar lo que hacía, Valeria tomó la lámpara y la hizo flotar a su lado mientras examinaba el cuerpo con detenimiento. Los ojos habían sido lo primero en ser devorado, así que era difícil saber a simple vista si habría muerto ahogado por su propia sangre o desangrado. El rigor mortis aún no había cedido, así que tuvo que agacharse mucho para examinar las manos y los brazos. Más allá de las mordeduras de las ratas, algunas de las cuales se resistían aún a apartarse de su cena, no vio ninguna marca relevante.
—No parece que se defendiera de su atacante —concluyó en voz alta.
Se levantó y repitió el proceso, uno por uno, con los demás cuerpos. La lamparita de Camila la iba siguiendo por el lugar. En todos los casos encontró lo mismo: corte profundo en la garganta, ausencia de marcas defensivas o de otro tipo, más allá de las producidas por los carroñeros, y no parecía que hubiesen movido los cadáveres.
Finalmente, volvió a acuclillarse junto al cuerpo sin vida de Borst. A pesar de la suciedad de la alcantarilla, aún se percibía la excelente calidad de sus ropas y, tal y como había comprobado Owens, incluso llevaba dinero en los bolsillos, pero su cadáver hedía y se descomponía igual que los otros. Valeria se dio cuenta de que su amiga también miraba fijamente al hombre. Sabía lo que estaba pensando. No podía negar que a ella también se le había pasado por la cabeza, pero en aquel momento, era otra duda la que empezaba a martillearle las sienes.
—Dijiste que Luca y su cliente desaparecieron hace dos noches.
—Así es —confirmó Cam sin apartar la vista del muerto.
—¿Cómo es posible —preguntó Valeria después de una pausa— que un acaudalado comerciante y banquero de Beltrexus lleve dos días desaparecido y nadie haya dado la voz de alarma?
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OFF: Reike usa su profesión Medicina para examinar los cadáveres y determinar la causa de la muerte.
Igual que hizo Owens, Val se agachó junto a uno de los cuerpos. Por el aspecto que mostraba, debía de ser una de las primeras desaparecidas. Su cuerpo estaba tirado de cualquier manera y las ratas, los gusanos y hasta las cucarachas se habían cebado con ella. Iba a ser difícil sacar algo útil de allí, así que se incorporó y se encaminó hacia el siguiente. Tenía otros cinco para elegir, pero el humano se le adelantó con los indicios.
La bruja se acercó a la pared para examinar las salpicaduras, después se dio la vuelta y se fijó en la disposición de los cuerpos. Era como si los hubieran dejado tirados en el mismo lugar en el que se derrumbaron. Debido al agua de la alcantarilla, era difícil saber si había habido más sangre en el suelo, pero, cuando se acercó a uno de los cadáveres más recientes, un joven de cabello claro y facciones delicadas, detectó en seguida un profundo tajo en la garganta que explicaba perfectamente aquellas salpicaduras.
—Yo diría que sí —contestó finalmente levantando la vista hacia Owens.
Para que su amiga no tuviera que mirar lo que hacía, Valeria tomó la lámpara y la hizo flotar a su lado mientras examinaba el cuerpo con detenimiento. Los ojos habían sido lo primero en ser devorado, así que era difícil saber a simple vista si habría muerto ahogado por su propia sangre o desangrado. El rigor mortis aún no había cedido, así que tuvo que agacharse mucho para examinar las manos y los brazos. Más allá de las mordeduras de las ratas, algunas de las cuales se resistían aún a apartarse de su cena, no vio ninguna marca relevante.
—No parece que se defendiera de su atacante —concluyó en voz alta.
Se levantó y repitió el proceso, uno por uno, con los demás cuerpos. La lamparita de Camila la iba siguiendo por el lugar. En todos los casos encontró lo mismo: corte profundo en la garganta, ausencia de marcas defensivas o de otro tipo, más allá de las producidas por los carroñeros, y no parecía que hubiesen movido los cadáveres.
Finalmente, volvió a acuclillarse junto al cuerpo sin vida de Borst. A pesar de la suciedad de la alcantarilla, aún se percibía la excelente calidad de sus ropas y, tal y como había comprobado Owens, incluso llevaba dinero en los bolsillos, pero su cadáver hedía y se descomponía igual que los otros. Valeria se dio cuenta de que su amiga también miraba fijamente al hombre. Sabía lo que estaba pensando. No podía negar que a ella también se le había pasado por la cabeza, pero en aquel momento, era otra duda la que empezaba a martillearle las sienes.
—Dijiste que Luca y su cliente desaparecieron hace dos noches.
—Así es —confirmó Cam sin apartar la vista del muerto.
—¿Cómo es posible —preguntó Valeria después de una pausa— que un acaudalado comerciante y banquero de Beltrexus lleve dos días desaparecido y nadie haya dado la voz de alarma?
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Reike
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
Valeria se movía como toda una profesional, estaba acostumbrada a revisar cuerpos “De vivos o de muertos” pensó el estafador. En cambio Matt solo tenía un conocimiento superficial, el que había adquirido por pasar muchos años viendo cadáveres, experiencia que había aumentado al vivir en Ciudad Lagarto.
-Que incómodo ¿Para qué traerlos hasta aquí para matarlos? – Tocó con la punta de la bota el cadáver del hombre - ¿Este sujeto era muy importante? – Por lo poco que se podía diferenciar de su ropa podía pensarse que si, además, al negocio de Bhima no entraba cualquiera - ¿Entonces solo se quedaron allí parados mientras les cortaban el cuello? – Se preguntó Owens, levantando una ceja – Esto cada vez es más raro –
No pasó inadvertido para Matt lo afectada que estaba Cam con todo el asunto, en cambio Reike se mantenía fría y analítica, sacó sus propias conclusiones sobre esta diferencia de actitudes, pero se las guardo para sí. Con un pañuelo se limpió las manos que habían tocado los cuerpos, no tenían mucho más qué hacer allí.
-Se metió en algo que no debía – Hipotetizó Matt – O era un obstáculo en algún asunto político – Y quizás las prostitutas solo habían estado con la persona equivocada el día equivocado, eran solo un problema secundario que debía ser rápidamente eliminado – Resultaba conveniente para más de una persona el que este sujeto estuviera muerto –
Y si podían hacer eso con un sujeto importante de la isla, a ellos tres probablemente podrían hacerlos desaparecer sin siquiera dejar como evidencia los cuerpos en una alcantarilla. “Quizás con esto sea suficiente. Ahora ya saben qué les paso a los desaparecidos ¿O no?” a Matt no le parecía muy buena idea el meterse con poderes que no podían controlar.*
-Regresemos, el olor comienza a marearme – Dejó que las mujeres fueran primeras a la salida, un brilló captó la atención del ladrón, acostumbrado como estaba a encontrar objetos de valor rápidamente. Se acercó al cuerpo de una de las prostitutas y vio que tenía un colgante, lo envolvió en el pañuelo y de un tirón lo arrancó, luego se acercó a Cam – Un recuerdo – Dejó el collar en su mano, cubierto con el pañuelo.
Eso podía considerarse un golpe bajo, pero cualquier técnica era buena para congraciarse un poco más con las damas, y si habían vivido mucho tiempo con un sujeto como Bhima, era necesario utilizar todo el arsenal disponible. Luego les dio una mano por si necesitaban apoyarse para poder trepar de nuevo al agujero de la alcantarilla, y finalmente se agarró él mismo para salir de ese inmundo lugar.
Parecía que la peor parte de la investigación había terminado, o al menos eso creía Matthew antes de ver lo que los esperaba afuera.
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*Primera complicación: Te encuentras con que no se trata de un simple asesino, sino que hay un entramado político detrás del asunto, una cobertura para acabar con algunos rivales.
-Que incómodo ¿Para qué traerlos hasta aquí para matarlos? – Tocó con la punta de la bota el cadáver del hombre - ¿Este sujeto era muy importante? – Por lo poco que se podía diferenciar de su ropa podía pensarse que si, además, al negocio de Bhima no entraba cualquiera - ¿Entonces solo se quedaron allí parados mientras les cortaban el cuello? – Se preguntó Owens, levantando una ceja – Esto cada vez es más raro –
No pasó inadvertido para Matt lo afectada que estaba Cam con todo el asunto, en cambio Reike se mantenía fría y analítica, sacó sus propias conclusiones sobre esta diferencia de actitudes, pero se las guardo para sí. Con un pañuelo se limpió las manos que habían tocado los cuerpos, no tenían mucho más qué hacer allí.
-Se metió en algo que no debía – Hipotetizó Matt – O era un obstáculo en algún asunto político – Y quizás las prostitutas solo habían estado con la persona equivocada el día equivocado, eran solo un problema secundario que debía ser rápidamente eliminado – Resultaba conveniente para más de una persona el que este sujeto estuviera muerto –
Y si podían hacer eso con un sujeto importante de la isla, a ellos tres probablemente podrían hacerlos desaparecer sin siquiera dejar como evidencia los cuerpos en una alcantarilla. “Quizás con esto sea suficiente. Ahora ya saben qué les paso a los desaparecidos ¿O no?” a Matt no le parecía muy buena idea el meterse con poderes que no podían controlar.*
-Regresemos, el olor comienza a marearme – Dejó que las mujeres fueran primeras a la salida, un brilló captó la atención del ladrón, acostumbrado como estaba a encontrar objetos de valor rápidamente. Se acercó al cuerpo de una de las prostitutas y vio que tenía un colgante, lo envolvió en el pañuelo y de un tirón lo arrancó, luego se acercó a Cam – Un recuerdo – Dejó el collar en su mano, cubierto con el pañuelo.
Eso podía considerarse un golpe bajo, pero cualquier técnica era buena para congraciarse un poco más con las damas, y si habían vivido mucho tiempo con un sujeto como Bhima, era necesario utilizar todo el arsenal disponible. Luego les dio una mano por si necesitaban apoyarse para poder trepar de nuevo al agujero de la alcantarilla, y finalmente se agarró él mismo para salir de ese inmundo lugar.
Parecía que la peor parte de la investigación había terminado, o al menos eso creía Matthew antes de ver lo que los esperaba afuera.
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*Primera complicación: Te encuentras con que no se trata de un simple asesino, sino que hay un entramado político detrás del asunto, una cobertura para acabar con algunos rivales.
Matthew Owens
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
—Se evitan tener que cargar con los cuerpos —contestó Valeria automáticamente a la primera pregunta del hombre. Dirigió una fugaz mirada a Cam, que se había vuelto de espaldas a los cadáveres, y volvió a mirar a Owens antes de añadir—. Puede que no sea un gran problema con una constitución como la tuya.
A la siguiente pregunta, respondió Camila.
—Media Beltrexus le debía dinero, si consideras eso importante. —Hablaba con cierta desgana y se la veía impaciente por salir de allí— También andaba detrás de un puesto en el Consejo. Hay un buen puñado de ricachones haciéndole la pelota a Hartem desde que la palmó el antiguo Tesorero.
A la tercera pregunta, no contestó nadie. Valeria estaba tan perdida como él. A juzgar por el relato del pequeño Ivar, Luca estaba consciente cuando llegaron a la alcantarilla y daba la impresión de que también lo estaba Borst, o el crío habría notado que cargaban con el hombre. «¿Qué clase de asunto tendrían entre manos para que ambos aceptasen meterse en la alcantarilla, entre un puñado de cadáveres, y se dejasen degollar sin tratar siquiera de defenderse?».
Cada vez surgían más preguntas y las hipótesis de Owens no hacían sino sumar incógnitas. Cuando el hombre propuso salir de allí, Val tenía la cabeza tan embotada, que aceptó la idea agradecida. Ni siquiera se fijó en la expresión de sorpresa de Camila cuando recibió aquel obsequio. Dejó que Matthew le ayudara a impulsarse hacia la salida y echó una mano a su amiga desde arriba. Owens aún no había tenido tiempo de unírseles cuando Valeria escuchó una risa familiar.
—¡Pero si es la pequeña Val! Resulta que Mila no está tan ciega como creíamos, ¿quién lo iba a decir?
Antes de que Bhima terminara de pronunciar esas palabras, Valeria ya se había puesto en guardia, la daga que llevaba alojada en la bota había salido disparada hacia su mano y, a su alrededor, flotaban cuatro pequeños cuchillos*. Uno por cada uno de los hombres que los observaban desde el callejón. Bhima, Rain, Oli y un chico de unos veinte años al que Valeria no conocía. «Aire, agua, tierra», pensó la bruja, «y tú debes de ser fuego». A Bhima le gustaba la variedad.
—Vamos, Val, querida, ¿aún sigues enfadada por lo de aquellos tipos? Confieso que encajé muy mal la ruptura. —Bhima se llevó una mano al pecho con expresión contrita— Tenía planes para ti y ya sabes cómo me pongo cuando tengo que cambiar de planes. En el fondo me hiciste un favor—añadió al tiempo que recuperaba su seguridad y su ligereza habituales—: esos dos eran unos incompetentes. ¿Verdad, Oli?
Al decir esto último, se acercó Oli y le apoyó la mano en el hombro con un par de palmadas. El interpelado respondió con una risita, miró a Valeria y le guiñó un ojo. La bruja se fiaba aún menos de Oli que de Bhima, cosa que sabían perfectamente la mayor parte de los congregados. Dirigió la mirada hacia Rain, que se la mantuvo; sereno, como siempre. Al cabo de un momento, aflojó el agarre de la daga, bajó el arma y relajó la postura, pero los cuchillos permanecieron levitando a su lado.
—¡Estupendo! ¡Amigos otra vez! —dijo Bhima dando una palmada y frotándose las manos con expresión satisfecha—. Cam, cariño. —Se acercó con tranquilidad a Camila y le rodeó los hombros con un brazo, hablándole con dulzura— Entiendo que estás pasando por un mal momento y buscas la compañía de tus seres queridos. Para otra vez, la invitas a tomar el té y nos ponemos todos al día, ¿qué te parece?
Mientras hablaba, iba guiando a la bruja hacia donde esperaba su gente. A medio camino, le dio un beso en la frente y dejó que siguiera andando sola hasta quedarse al lado de Rain, desde donde la mujer dirigió una mirada a su amiga.
—Veo que tienes buen ojo —le dijo finalmente a Matthew—. Nuestra querida Camelia es de las mejores, sin duda. En cuanto a Val —añadió acercándose al hombre y bajando un poco la voz, aunque no tanto como para que los demás no pudieran escuchar lo que decía—, me veo en la obligación moral de advertirte de que te romperá el corazón.
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OFF: *Maestría: Telekinesis Mejorada.
A la siguiente pregunta, respondió Camila.
—Media Beltrexus le debía dinero, si consideras eso importante. —Hablaba con cierta desgana y se la veía impaciente por salir de allí— También andaba detrás de un puesto en el Consejo. Hay un buen puñado de ricachones haciéndole la pelota a Hartem desde que la palmó el antiguo Tesorero.
A la tercera pregunta, no contestó nadie. Valeria estaba tan perdida como él. A juzgar por el relato del pequeño Ivar, Luca estaba consciente cuando llegaron a la alcantarilla y daba la impresión de que también lo estaba Borst, o el crío habría notado que cargaban con el hombre. «¿Qué clase de asunto tendrían entre manos para que ambos aceptasen meterse en la alcantarilla, entre un puñado de cadáveres, y se dejasen degollar sin tratar siquiera de defenderse?».
Cada vez surgían más preguntas y las hipótesis de Owens no hacían sino sumar incógnitas. Cuando el hombre propuso salir de allí, Val tenía la cabeza tan embotada, que aceptó la idea agradecida. Ni siquiera se fijó en la expresión de sorpresa de Camila cuando recibió aquel obsequio. Dejó que Matthew le ayudara a impulsarse hacia la salida y echó una mano a su amiga desde arriba. Owens aún no había tenido tiempo de unírseles cuando Valeria escuchó una risa familiar.
—¡Pero si es la pequeña Val! Resulta que Mila no está tan ciega como creíamos, ¿quién lo iba a decir?
Antes de que Bhima terminara de pronunciar esas palabras, Valeria ya se había puesto en guardia, la daga que llevaba alojada en la bota había salido disparada hacia su mano y, a su alrededor, flotaban cuatro pequeños cuchillos*. Uno por cada uno de los hombres que los observaban desde el callejón. Bhima, Rain, Oli y un chico de unos veinte años al que Valeria no conocía. «Aire, agua, tierra», pensó la bruja, «y tú debes de ser fuego». A Bhima le gustaba la variedad.
- Los chicos de Bhima:
(Sin las armas, que son brujos)
Rain:
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Oli:
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
El chico nuevo:
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
—Vamos, Val, querida, ¿aún sigues enfadada por lo de aquellos tipos? Confieso que encajé muy mal la ruptura. —Bhima se llevó una mano al pecho con expresión contrita— Tenía planes para ti y ya sabes cómo me pongo cuando tengo que cambiar de planes. En el fondo me hiciste un favor—añadió al tiempo que recuperaba su seguridad y su ligereza habituales—: esos dos eran unos incompetentes. ¿Verdad, Oli?
Al decir esto último, se acercó Oli y le apoyó la mano en el hombro con un par de palmadas. El interpelado respondió con una risita, miró a Valeria y le guiñó un ojo. La bruja se fiaba aún menos de Oli que de Bhima, cosa que sabían perfectamente la mayor parte de los congregados. Dirigió la mirada hacia Rain, que se la mantuvo; sereno, como siempre. Al cabo de un momento, aflojó el agarre de la daga, bajó el arma y relajó la postura, pero los cuchillos permanecieron levitando a su lado.
—¡Estupendo! ¡Amigos otra vez! —dijo Bhima dando una palmada y frotándose las manos con expresión satisfecha—. Cam, cariño. —Se acercó con tranquilidad a Camila y le rodeó los hombros con un brazo, hablándole con dulzura— Entiendo que estás pasando por un mal momento y buscas la compañía de tus seres queridos. Para otra vez, la invitas a tomar el té y nos ponemos todos al día, ¿qué te parece?
Mientras hablaba, iba guiando a la bruja hacia donde esperaba su gente. A medio camino, le dio un beso en la frente y dejó que siguiera andando sola hasta quedarse al lado de Rain, desde donde la mujer dirigió una mirada a su amiga.
—Veo que tienes buen ojo —le dijo finalmente a Matthew—. Nuestra querida Camelia es de las mejores, sin duda. En cuanto a Val —añadió acercándose al hombre y bajando un poco la voz, aunque no tanto como para que los demás no pudieran escuchar lo que decía—, me veo en la obligación moral de advertirte de que te romperá el corazón.
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OFF: *Maestría: Telekinesis Mejorada.
Reike
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
No tenía nada ni a favor ni en contra de Bhima, Matthew entendía que eran dos zorros con bastante experiencia encima, y tal como había predicho Brenda “Se entendían”, pero con esta repentina aparición el mensaje era bastante claro, eran dos zorros pero estaban en el gallinero de Bhima. Fue una desagradable sorpresa, por un segundo el Humano se preocupó, pero en seguida recompuso su gesto y sonrió.
Por la reacción de Reike cualquier podía suponer que o bien no tenían buena relación, o se habían peleado de muy mala manera “Aunque conociéndome, y si este Hechicero es parecido a mí, debe ir pasando de amistad a odio de modo aparentemente azaroso” eso explicaría porque ambas mujeres se habían puesto tan tensas de repente, pero sin embargo seguían intentando aparentar normalidad.
Mientras Bhima se dedicaba a intimidar con amabilidad a cada uno de los presentes, Matt se agachó para sacar el dobladillo de su pantalón de las medias y volvió a poner las mangas de su camisa como correspondía. Para cuando le tocó el turno de ser amedrentado, al menos su apariencia volvía a ser prolija, no así su olor, pero no podía hacer mucho con eso.
-Te lo agradezco, tengo que admitir que me resulta difícil elegir, tienes un plantel exquisito, debe ser por tu excelente gusto – Eso era un cumplido generalizado que Matt regalaba en un intento de calmar las aguas – En cuanto a Valeria – Desvió la mirada hacía ella pero en seguida regresó a Bhima – Ya es tarde para cualquier advertencia, no creo que pueda quitármela de la cabeza, Querido Amigo –
Ambos Estafadores sonrieron, ese tipo de charlas de decir-sin-decir eran muy divertidas, y no todos los días se encontraba a alguien que supiera jugarlo tan bien.
-Ya lo veo, si estás dispuesto a meterte en una de las alcantarillas más inmundas de la ciudad por ella… - El Hechicero se sonrió un poco burlón y dio un paso hacía Matt - ¿Qué tanto más estás dispuesto a hacer? –
-No me gustaría ser como uno de esos amantes inocentes y apasionados que prometen la luna y las estrellas – Se zafó del compromiso Owens – Los años me enseñaron a ser precavido y a hacer más que prometer - Bhima chasqueó la lengua, reconociendo que había sido una buena jugada – En cualquier caso, ahora entiendo cuales son los problemas a los que te referías en la reunión que tuvimos – No era necesario hacerse el misterioso, Matthew no creía que Bhima fuera culpable, no tenía sentido que matara a sus propios productos. Y si resultaba que era culpable, no cambiaba en nada que le contara qué estaban haciendo – Lamento tener que comunicarte que acabamos de encontrarlos –
Con un gesto de la mano envió a dos de los Hechiceros-Guardaespaldas a que miraran dentro de la alcantarilla, dejando al tercero junto a Cam, vigilando la situación.
-Son en verdad pésimas noticias – Respondió con gesto de congoja – Somos una gran familia, por lo que no podemos permitir que este crimen quede sin castigo –
-Estamos de acuerdo en eso, el asunto es que, por lo que Val y Cam me comentaron, estamos tratando con gente muy poderosa – Mientras hablaban, los dos hechiceros que habían bajado a revisar la alcantarilla regresaron y mirando a Bhima asintieron, dando el visto bueno de que lo que decían era cierto – Aunque no es mi negocio el que están atacando, comprenderás que estoy preocupado ya que existe la posibilidad de que me lleve componentes peligrosos a mi hogar –
-Es una preocupación más que razonable – Hizo unos segundos de silencio - ¿Qué te parece si acompañas a Val? Podrás supervisar que la investigación se realice adecuadamente y así no tendrás motivos para sospechar ¿No lo crees? –Y de esa manera estaba prácticamente obligándolos a seguir con todo eso, el que sonara como una pregunta era simple formalidad.
Por la reacción de Reike cualquier podía suponer que o bien no tenían buena relación, o se habían peleado de muy mala manera “Aunque conociéndome, y si este Hechicero es parecido a mí, debe ir pasando de amistad a odio de modo aparentemente azaroso” eso explicaría porque ambas mujeres se habían puesto tan tensas de repente, pero sin embargo seguían intentando aparentar normalidad.
Mientras Bhima se dedicaba a intimidar con amabilidad a cada uno de los presentes, Matt se agachó para sacar el dobladillo de su pantalón de las medias y volvió a poner las mangas de su camisa como correspondía. Para cuando le tocó el turno de ser amedrentado, al menos su apariencia volvía a ser prolija, no así su olor, pero no podía hacer mucho con eso.
-Te lo agradezco, tengo que admitir que me resulta difícil elegir, tienes un plantel exquisito, debe ser por tu excelente gusto – Eso era un cumplido generalizado que Matt regalaba en un intento de calmar las aguas – En cuanto a Valeria – Desvió la mirada hacía ella pero en seguida regresó a Bhima – Ya es tarde para cualquier advertencia, no creo que pueda quitármela de la cabeza, Querido Amigo –
Ambos Estafadores sonrieron, ese tipo de charlas de decir-sin-decir eran muy divertidas, y no todos los días se encontraba a alguien que supiera jugarlo tan bien.
-Ya lo veo, si estás dispuesto a meterte en una de las alcantarillas más inmundas de la ciudad por ella… - El Hechicero se sonrió un poco burlón y dio un paso hacía Matt - ¿Qué tanto más estás dispuesto a hacer? –
-No me gustaría ser como uno de esos amantes inocentes y apasionados que prometen la luna y las estrellas – Se zafó del compromiso Owens – Los años me enseñaron a ser precavido y a hacer más que prometer - Bhima chasqueó la lengua, reconociendo que había sido una buena jugada – En cualquier caso, ahora entiendo cuales son los problemas a los que te referías en la reunión que tuvimos – No era necesario hacerse el misterioso, Matthew no creía que Bhima fuera culpable, no tenía sentido que matara a sus propios productos. Y si resultaba que era culpable, no cambiaba en nada que le contara qué estaban haciendo – Lamento tener que comunicarte que acabamos de encontrarlos –
Con un gesto de la mano envió a dos de los Hechiceros-Guardaespaldas a que miraran dentro de la alcantarilla, dejando al tercero junto a Cam, vigilando la situación.
-Son en verdad pésimas noticias – Respondió con gesto de congoja – Somos una gran familia, por lo que no podemos permitir que este crimen quede sin castigo –
-Estamos de acuerdo en eso, el asunto es que, por lo que Val y Cam me comentaron, estamos tratando con gente muy poderosa – Mientras hablaban, los dos hechiceros que habían bajado a revisar la alcantarilla regresaron y mirando a Bhima asintieron, dando el visto bueno de que lo que decían era cierto – Aunque no es mi negocio el que están atacando, comprenderás que estoy preocupado ya que existe la posibilidad de que me lleve componentes peligrosos a mi hogar –
-Es una preocupación más que razonable – Hizo unos segundos de silencio - ¿Qué te parece si acompañas a Val? Podrás supervisar que la investigación se realice adecuadamente y así no tendrás motivos para sospechar ¿No lo crees? –Y de esa manera estaba prácticamente obligándolos a seguir con todo eso, el que sonara como una pregunta era simple formalidad.
Matthew Owens
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
Valeria jugueteaba aparentemente distraída con su daga entre las manos mientras los dos hombres hablaban de ella como si no estuviera presente. No es que le molestase su actitud, entendía perfectamente lo que estaba haciendo Bhima al ignorarla y no pensaba darle la satisfacción de una reacción emocional. En lugar de eso, hacía como que la cosa no iba con ella mientras esperaba pacientemente su turno.
Cuando Oli y el desconocido («Fuego», lo llamó ella en su mente) fueron enviados a la escena del crímen, la bruja se alejó unos pasos de la entrada, de tal modo que tanto los presentes, como la boca de la alcantarilla quedaran dentro de su campo de visión. Sus cuchillos flotantes la siguieron sin variar la distancia a la que se encontraban de ella. Oli, que siempre había tenido la manía de acercársele por la espalda en silencio, se permitió un bufido divertido cuando vio su cambio de posición al emerger de nuevo del agujero. Ella lo ignoró pues, en aquel momento, estaba más interesada en la conversación que estaba teniendo lugar ante ella.
Con una sutileza digna del gran manipulador que era, Bhima acababa de hacerse con el control de la situación. No sólo hacía ver que hubiese sido idea suya encargarle a Valeria aquella investigación, sino que se aseguraba de enviar a las dos personas menos implicadas y más confiables, puesto que tanto Valeria como Matthew tenían sus propios motivos para querer esclarecer los hechos. Los del humano acababan de ser expresados, ella misma había tratado de explotarlos al principio de la noche. Los suyos, por otro lado, eran más que evidentes para el hechicero: sabía que no dejaría a su amiga en la estacada.
Una sonrisa a medio camino entre la admiración y la ironía asomó a los labios de la bruja al darse cuenta de que volvía a encargarse del trabajo sucio de aquel hombre. A pesar de su aparente amabilidad, Bhima no había dejado margen para negativas. Lo que le extrañaba era que no tuviese a los suyos trabajando ya en ello. «¿Problemas en el paraíso?», pensó alzando una ceja, «¿o es que Cam ha dado con algo?». Su amiga ya le había dado a entender que sospechaba del hechicero. Ella no había querido creerlo al principio, no tenía sentido, pero en aquel momento, ya no estaba tan segura.
—Imagino que aún te gustan los trabajos rigurosos —dijo por fin—, sin cabos sueltos. ¿Cierto?
—Me alegra saber que aún recuerdas mis gustos, querida —contestó Bhima, regalándole a su antigua pupila la mejor de sus sonrisas.
—En tal caso —dijo Valeria correspondiéndole con su propia sonrisa—, ¿serías tan amable de recordarme cuánto hacía que Borst y tú eráis socios? ¿Debo suponer que te apena tanto su muerte como la de… los otros miembros de la familia; o que te has quitado un peso de encima?
—Val, querida, veo que vas atrasada de noticias. —Lejos de inquietarse ante las preguntas de la bruja, la sonrisa de Bhima permaneció imperturbable mientras caminaba despacio hacia ella— No te culpo, hace tiempo que no tenemos una charla tranquila, tú y yo. —Llegó hasta donde estaba Valeria y se detuvo a menos de un palmo de donde flotaban los cuchillos de la bruja. Éstos permanecieron inmóviles— Verás, Borst dejó de ser un problema tan pronto como descubrí cuáles eran sus gustos. Tu amiguito Werner, por otro lado, llevaba tiempo intentando hacer negocios con él. Supongo que le será más fácil tratar con el simple de su hijo. Sobre todo ahora que parece que por fin habrá boda.
A Valeria le tomó por sorpresa la mención de su antiguo jefe. ¿Acaso Bhima había estado siguiendo sus movimientos tanto tiempo después? Perdió el control de su máscara durante menos de un segundo, pero supo por la sonrisa lobuna del hombre que había sido suficiente.
—Vaya —añadió Bhima llevándose una mano a la boca, como si hubiese dicho algo que no debía—, qué indiscreción por mi parte. Voy a tener que pedirte que no digas nada por ahora, Val —dijo como si hablasen en confidencia, a pesar de que todos los presentes podían escuchar la conversación—. Se supone que el compromiso no se hará oficial hasta mañana por la noche.
Valeria entrecerró ligeramente los ojos. Si lo que Bhima decía era cierto, resultaba tremendamente sospechoso. Gaius Werner llevaba años intentando casar a su hija con el bobo de Paulo; los mismos que Dieter Borst llevaba negándose. Con Borst fuera de escena y el compromiso de ambos jóvenes, era evidente quién controlaría los activos del joven Paulo. Aún así, el asunto todavía despertaba más preguntas que respuestas.
—Ciertamente —siguió hablando el brujo—, yo empezaría a indagar por ahí. Pero no me hagáis caso —dijo dirigiendo la mirada de nuevo a Owens—. Confío plenamente en vosotros dos.
Tras estas últimas palabras, Bhima dirigió sendos gestos de saludo, se dio la vuelta y se alejó caminando tranquilamente. No dijo nada a los suyos, pero los cuatro lo siguieron. Cam apenas se permitió una última mirada a su amiga. Tratando todavía de poner orden en sus pensamientos, Valeria se agachó para volver a meter su daga en la funda de la bota. Luego extendió una mano y los cuatro cuchillos arrojadizos que aún flotaban a su alrededor, fueron depositándose en ella uno por uno. No volvió a hablar hasta que estuvieron todos guardados en su funda, oculta en el interior de su jubón. Para entonces, la noche ya se había tragado a los ausentes, dejando solos en el callejón a la bruja y el humano.
—No sé tú —dijo tratando de recuperar un tono ligero, aunque no llegó a tener claro si lo logró—, pero yo mataba por un baño.
Cuando Oli y el desconocido («Fuego», lo llamó ella en su mente) fueron enviados a la escena del crímen, la bruja se alejó unos pasos de la entrada, de tal modo que tanto los presentes, como la boca de la alcantarilla quedaran dentro de su campo de visión. Sus cuchillos flotantes la siguieron sin variar la distancia a la que se encontraban de ella. Oli, que siempre había tenido la manía de acercársele por la espalda en silencio, se permitió un bufido divertido cuando vio su cambio de posición al emerger de nuevo del agujero. Ella lo ignoró pues, en aquel momento, estaba más interesada en la conversación que estaba teniendo lugar ante ella.
Con una sutileza digna del gran manipulador que era, Bhima acababa de hacerse con el control de la situación. No sólo hacía ver que hubiese sido idea suya encargarle a Valeria aquella investigación, sino que se aseguraba de enviar a las dos personas menos implicadas y más confiables, puesto que tanto Valeria como Matthew tenían sus propios motivos para querer esclarecer los hechos. Los del humano acababan de ser expresados, ella misma había tratado de explotarlos al principio de la noche. Los suyos, por otro lado, eran más que evidentes para el hechicero: sabía que no dejaría a su amiga en la estacada.
Una sonrisa a medio camino entre la admiración y la ironía asomó a los labios de la bruja al darse cuenta de que volvía a encargarse del trabajo sucio de aquel hombre. A pesar de su aparente amabilidad, Bhima no había dejado margen para negativas. Lo que le extrañaba era que no tuviese a los suyos trabajando ya en ello. «¿Problemas en el paraíso?», pensó alzando una ceja, «¿o es que Cam ha dado con algo?». Su amiga ya le había dado a entender que sospechaba del hechicero. Ella no había querido creerlo al principio, no tenía sentido, pero en aquel momento, ya no estaba tan segura.
—Imagino que aún te gustan los trabajos rigurosos —dijo por fin—, sin cabos sueltos. ¿Cierto?
—Me alegra saber que aún recuerdas mis gustos, querida —contestó Bhima, regalándole a su antigua pupila la mejor de sus sonrisas.
—En tal caso —dijo Valeria correspondiéndole con su propia sonrisa—, ¿serías tan amable de recordarme cuánto hacía que Borst y tú eráis socios? ¿Debo suponer que te apena tanto su muerte como la de… los otros miembros de la familia; o que te has quitado un peso de encima?
—Val, querida, veo que vas atrasada de noticias. —Lejos de inquietarse ante las preguntas de la bruja, la sonrisa de Bhima permaneció imperturbable mientras caminaba despacio hacia ella— No te culpo, hace tiempo que no tenemos una charla tranquila, tú y yo. —Llegó hasta donde estaba Valeria y se detuvo a menos de un palmo de donde flotaban los cuchillos de la bruja. Éstos permanecieron inmóviles— Verás, Borst dejó de ser un problema tan pronto como descubrí cuáles eran sus gustos. Tu amiguito Werner, por otro lado, llevaba tiempo intentando hacer negocios con él. Supongo que le será más fácil tratar con el simple de su hijo. Sobre todo ahora que parece que por fin habrá boda.
A Valeria le tomó por sorpresa la mención de su antiguo jefe. ¿Acaso Bhima había estado siguiendo sus movimientos tanto tiempo después? Perdió el control de su máscara durante menos de un segundo, pero supo por la sonrisa lobuna del hombre que había sido suficiente.
—Vaya —añadió Bhima llevándose una mano a la boca, como si hubiese dicho algo que no debía—, qué indiscreción por mi parte. Voy a tener que pedirte que no digas nada por ahora, Val —dijo como si hablasen en confidencia, a pesar de que todos los presentes podían escuchar la conversación—. Se supone que el compromiso no se hará oficial hasta mañana por la noche.
Valeria entrecerró ligeramente los ojos. Si lo que Bhima decía era cierto, resultaba tremendamente sospechoso. Gaius Werner llevaba años intentando casar a su hija con el bobo de Paulo; los mismos que Dieter Borst llevaba negándose. Con Borst fuera de escena y el compromiso de ambos jóvenes, era evidente quién controlaría los activos del joven Paulo. Aún así, el asunto todavía despertaba más preguntas que respuestas.
—Ciertamente —siguió hablando el brujo—, yo empezaría a indagar por ahí. Pero no me hagáis caso —dijo dirigiendo la mirada de nuevo a Owens—. Confío plenamente en vosotros dos.
Tras estas últimas palabras, Bhima dirigió sendos gestos de saludo, se dio la vuelta y se alejó caminando tranquilamente. No dijo nada a los suyos, pero los cuatro lo siguieron. Cam apenas se permitió una última mirada a su amiga. Tratando todavía de poner orden en sus pensamientos, Valeria se agachó para volver a meter su daga en la funda de la bota. Luego extendió una mano y los cuatro cuchillos arrojadizos que aún flotaban a su alrededor, fueron depositándose en ella uno por uno. No volvió a hablar hasta que estuvieron todos guardados en su funda, oculta en el interior de su jubón. Para entonces, la noche ya se había tragado a los ausentes, dejando solos en el callejón a la bruja y el humano.
—No sé tú —dijo tratando de recuperar un tono ligero, aunque no llegó a tener claro si lo logró—, pero yo mataba por un baño.
Reike
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
El intercambio entre Valeria y Bhima le dio las pistas que le faltaban a Matt para poder llegar a la conclusión del tipo de relación que tenían. Así y todo no hizo gesto alguno, se mantuvo en un educado silencio, así como lo había hecho antes la Hechicera cuando los dos Hombres de Negocios habían realizado su intercambio. No estaba en los planes de Owens el meterse en tan complejo vinculo, sabia por experiencia que cuando un manipulador estaba con su juguete favorito lo peor que uno podía hacer era inmiscuirse.
Los enredos y novelas de Beltrexus eran algo totalmente nuevo para Matthew, no era como si le sorprendiera, en cualquier sitio donde hubiese tanta gente con tiempo libre sin duda tenía que generarse ese tipo de prácticas. Pero el estafador nunca había pasado el suficiente tiempo en la isla como para poder meterse en ese submundo, sin duda era un ambiente interesante, Owens tenía debilidad por ese tipo de conflictos llenos de mentiras, asesinatos y disputas entre familias con apellido.
Sin embargo, entre todo lo dicho un nombre llamo la atención del Virrey. Se guardó el dato para cuando estuvieran a solas con Valeria.
-No debes preocuparte, seguro averiguaremos quienes fueron los culpables de tan espantoso crimen – Hizo un gesto para despedir a Bhima – Duerme tranquilo, Querido Amigo –
En cuanto el hombre estuvo lejos de la vista de ambos, Matthew estiró los brazos y se sonó el cuello, todo su cuerpo había estado muy tenso mientras intentaba aparentar tranquilidad. Suspiró y le dedicó una sonrisa sincera a la Hechicera, si estaba acostumbrada a que Bhima le mintiera desde hacía mucho tiempo, parecía una mejor estrategia el sincerarse al menos en la superficie.
-¡Oh por todos los dioses, si! – Exclamo aliviado – En este momento no soporto ni mi propio olor – Hizo un gesto de olerse, aunque lo cierto era que no necesitaba acercar demasiado la nariz para hacerlo – Y creo que tendré que tirar este conjunto, una lástima, me gustaba como me quedaba –
Tal como había hecho con Cam, le ofreció un brazo a Valeria para que caminaran juntos, ambos apestaban, ambos estaban sucios, así que en verdad no afectaba mucho el que se acercaran. Más allá de lo repugnante que era el estado en el que estaba, Matt se estaba divirtiendo, la nostalgia lo llevaba a recordar cuando era joven y tenía que meterse en alcantarillas casi a diario.
-¿Vives cerca de aquí? Si no es así propongo ir a la habitación que reserve para mi. Como imaginarás, no tenía esperanza alguna de que las negociaciones con Bhima fueran sencillas- Aun sin conocerlo, si Brenda decía que eran parecidos, no podía esperar que fuera fácil regatear con él – Espero no pienses que quiero aprovecharme de la situación – “¿O sí?” No, claro que no, era solo una cuestión de practicidad.
Tal como Matthew había dicho, el lugar que había reservado no estaba lejos ¡Y menos mal! Las personas se apartaban cuando caminaban debido al olor.
Decir que había “alquilado una habitación” era poco, en realidad el dueño del establecimiento tenía conexiones con Ciudad Lagarto y Owens le había enviado hacía tiempo una misiva para que le reservara todo el edificio. No era una posada muy grande, solo tenía dos pisos y un par de habitaciones que probablemente en el pasado pertenecían a una familia, pero actualmente el dueño estaba felizmente viudo, y había modificado el lugar para poder rentar los cuartos.
Con el lugar completamente vacío, recibió a Matt y a Valeria de buen grado, aunque a una distancia considerable para que no se le pegara el olor. No hizo preguntas, solo les dijo que el cuarto estaba preparado y se fue a la cocina.
-Una cosa llamó mi atención – Dijo Owens mientras subían – Ese tal Werner ¿No era el hombre que estaba hoy en el prostíbulo? Si era la misma persona, ahora entiendo porqué estaba celebrar – Una vez en la habitación, comenzó a sacarse la ropa de modo distraído, para ir tirándola luego a un rincón bien alejado – Mencionó algo sobre una fiesta también – Sus prendas tenían bastante botones, por lo que podía demorarse bastante en la tarea de desvestirse.
Los enredos y novelas de Beltrexus eran algo totalmente nuevo para Matthew, no era como si le sorprendiera, en cualquier sitio donde hubiese tanta gente con tiempo libre sin duda tenía que generarse ese tipo de prácticas. Pero el estafador nunca había pasado el suficiente tiempo en la isla como para poder meterse en ese submundo, sin duda era un ambiente interesante, Owens tenía debilidad por ese tipo de conflictos llenos de mentiras, asesinatos y disputas entre familias con apellido.
Sin embargo, entre todo lo dicho un nombre llamo la atención del Virrey. Se guardó el dato para cuando estuvieran a solas con Valeria.
-No debes preocuparte, seguro averiguaremos quienes fueron los culpables de tan espantoso crimen – Hizo un gesto para despedir a Bhima – Duerme tranquilo, Querido Amigo –
En cuanto el hombre estuvo lejos de la vista de ambos, Matthew estiró los brazos y se sonó el cuello, todo su cuerpo había estado muy tenso mientras intentaba aparentar tranquilidad. Suspiró y le dedicó una sonrisa sincera a la Hechicera, si estaba acostumbrada a que Bhima le mintiera desde hacía mucho tiempo, parecía una mejor estrategia el sincerarse al menos en la superficie.
-¡Oh por todos los dioses, si! – Exclamo aliviado – En este momento no soporto ni mi propio olor – Hizo un gesto de olerse, aunque lo cierto era que no necesitaba acercar demasiado la nariz para hacerlo – Y creo que tendré que tirar este conjunto, una lástima, me gustaba como me quedaba –
Tal como había hecho con Cam, le ofreció un brazo a Valeria para que caminaran juntos, ambos apestaban, ambos estaban sucios, así que en verdad no afectaba mucho el que se acercaran. Más allá de lo repugnante que era el estado en el que estaba, Matt se estaba divirtiendo, la nostalgia lo llevaba a recordar cuando era joven y tenía que meterse en alcantarillas casi a diario.
-¿Vives cerca de aquí? Si no es así propongo ir a la habitación que reserve para mi. Como imaginarás, no tenía esperanza alguna de que las negociaciones con Bhima fueran sencillas- Aun sin conocerlo, si Brenda decía que eran parecidos, no podía esperar que fuera fácil regatear con él – Espero no pienses que quiero aprovecharme de la situación – “¿O sí?” No, claro que no, era solo una cuestión de practicidad.
Tal como Matthew había dicho, el lugar que había reservado no estaba lejos ¡Y menos mal! Las personas se apartaban cuando caminaban debido al olor.
Decir que había “alquilado una habitación” era poco, en realidad el dueño del establecimiento tenía conexiones con Ciudad Lagarto y Owens le había enviado hacía tiempo una misiva para que le reservara todo el edificio. No era una posada muy grande, solo tenía dos pisos y un par de habitaciones que probablemente en el pasado pertenecían a una familia, pero actualmente el dueño estaba felizmente viudo, y había modificado el lugar para poder rentar los cuartos.
Con el lugar completamente vacío, recibió a Matt y a Valeria de buen grado, aunque a una distancia considerable para que no se le pegara el olor. No hizo preguntas, solo les dijo que el cuarto estaba preparado y se fue a la cocina.
-Una cosa llamó mi atención – Dijo Owens mientras subían – Ese tal Werner ¿No era el hombre que estaba hoy en el prostíbulo? Si era la misma persona, ahora entiendo porqué estaba celebrar – Una vez en la habitación, comenzó a sacarse la ropa de modo distraído, para ir tirándola luego a un rincón bien alejado – Mencionó algo sobre una fiesta también – Sus prendas tenían bastante botones, por lo que podía demorarse bastante en la tarea de desvestirse.
Matthew Owens
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
Valeria no pudo evitar una carcajada ante el comentario de Owens. Lo cierto era que ella ya tenía los receptores olfativos abotargados entre la porquería del a alcantarilla y el examen de los cadáveres en descomposición. Aún sin bajar del todo la guardia, pero algo más relajada que un momento antes, aceptó el brazo que el hombre le ofrecía para caminar a su lado.
—No vivo en la ciudad —le dijo, «y si lo hiciera, no te llevaría allí»—, así que aceptaré gustosa tu hospitalidad. —Tuvo que reír otra vez ante el siguiente comentario— Jamás sospecharía segundas intenciones de un caballero. —«De ti, más bien las espero», se dijo, «la cuestión es, cuáles».
El hecho de que la habitación que había reservado Matthew consistiera en una posada entera, si bien pequeña, le dejó claro a la bruja que el hombre disfrutaba de su privacidad. En otras circunstancias, aquello habría levantado sus sospechas, pero a aquellas alturas, ya era bastante evidente con qué clase de persona estaba lidiando y, después de todo, les venía bien la tranquilidad: tenían una investigación que planificar.
—Si estaba en La Gata, no llegué a cruzarme con él —dijo Valeria, algo sorprendida de que el hombre también conociera al comerciante—. Su nombre es Gaius Werner —aclaró—, comercia con productos de lujo. Principalmente, tejidos, aunque Borst le llevaba la delantera en el mercado de la seda. Incluso después de meterse en el negocio de la banca. Llevaba años tratando de venderle a su hija como nuera, pero Borst buscaba un apellido con más solera: una Hartem o una Boison, quizá. Como si fueran a rebajarse a… —Dudó un momento y miró al hombre antes de continuar— Bueno, todo el mundo en Beltrexus sabe que la madre de Borst era humana, de Roilkat. De ahí le viene lo de la seda. En fin —añadió mientras se quitaba las botas y las dejaba a la puerta de la habitación, para que el posadero las limpiase—, al ver que no iba a conseguir nada por la vía del matrimonio, Werner se ofreció a comprarle el negocio cuando Borst empezó con los préstamos, pero, hasta donde yo sé, el tipo no cedió ni un palmo.
Al contrario que Matthew, que parecía dispuesto a poner la máxima distancia posible entre él y su ropa sucia, Valeria se limitó a sacarse la chaqueta y depositar en una mesa su bolsa y sus armas: una daga, un puñado de pequeños cuchillos arrojadizos y un par de dardos, incluido el que había usado para sujetarse el pelo. No le preocupaba que el humano le robase la bolsa, pues no había nada tentador en ella, y ambos sabían ya que no necesitaba tener las armas al alcance de la mano para defenderse. Tampoco tenía intención de deshacerse de su “modelito”, le dejaría al posadero la agradecida tarea de eliminar los olores; después de todo, pagaba Owens. Una vez en mangas de camisa, se quedó apoyada contra la pared, observando el espectáculo, mientras esperaba noticias del posadero.
—¿Una fiesta? —preguntó con interés—. Sería una ocasión ideal para anunciar el compromiso —añadió pensativa— y, conociendo a Werner, seguro que la lista de invitados juntará un buen puñado de sospechosos. ¿Llegaste a oír cuándo y dónde se celebrará esa fiesta?
Con un toque en la puerta, el posadero les hizo saber que el agua del baño estaba lista. No fue hasta su primer viaje al continente que la bruja había empezado a valorar la rapidez con la que llegaba a prepararse un baño en su tierra. En cualquier posada de Verisar, por ejemplo, podían tardar una eternidad en calentar el agua necesaria y, en ocasiones, para cuando llegaba al baño, ésta ya estaba tibia. Dispuesta a no desaprovechar ni un minuto de remojo, se despojó del resto de su ropa a la carrera y se abalanzó sobre la bañera.
La tensión de su encuentro con Bhima terminó de relajarse tan pronto estuvo sumergida en el líquido caliente. Metió la cabeza dentro del agua, tratando de recordar la última vez que había tenido que entrar en una alcantarilla. Aquel alterado con la gente de Kali. ¿Qué edad tenía? ¿Catorce años, tal vez?, puede que ya hubiera cumplido los quince. Oli era sólo un par de años más joven y Rain andaba cerca de los veinte, casi un hombre. «Le sientan bien los años», pensó, «y la barba». Se quedó sin aire y tuvo que volver a la superficie, y al asunto que los ocupaba.
—No vivo en la ciudad —le dijo, «y si lo hiciera, no te llevaría allí»—, así que aceptaré gustosa tu hospitalidad. —Tuvo que reír otra vez ante el siguiente comentario— Jamás sospecharía segundas intenciones de un caballero. —«De ti, más bien las espero», se dijo, «la cuestión es, cuáles».
El hecho de que la habitación que había reservado Matthew consistiera en una posada entera, si bien pequeña, le dejó claro a la bruja que el hombre disfrutaba de su privacidad. En otras circunstancias, aquello habría levantado sus sospechas, pero a aquellas alturas, ya era bastante evidente con qué clase de persona estaba lidiando y, después de todo, les venía bien la tranquilidad: tenían una investigación que planificar.
—Si estaba en La Gata, no llegué a cruzarme con él —dijo Valeria, algo sorprendida de que el hombre también conociera al comerciante—. Su nombre es Gaius Werner —aclaró—, comercia con productos de lujo. Principalmente, tejidos, aunque Borst le llevaba la delantera en el mercado de la seda. Incluso después de meterse en el negocio de la banca. Llevaba años tratando de venderle a su hija como nuera, pero Borst buscaba un apellido con más solera: una Hartem o una Boison, quizá. Como si fueran a rebajarse a… —Dudó un momento y miró al hombre antes de continuar— Bueno, todo el mundo en Beltrexus sabe que la madre de Borst era humana, de Roilkat. De ahí le viene lo de la seda. En fin —añadió mientras se quitaba las botas y las dejaba a la puerta de la habitación, para que el posadero las limpiase—, al ver que no iba a conseguir nada por la vía del matrimonio, Werner se ofreció a comprarle el negocio cuando Borst empezó con los préstamos, pero, hasta donde yo sé, el tipo no cedió ni un palmo.
Al contrario que Matthew, que parecía dispuesto a poner la máxima distancia posible entre él y su ropa sucia, Valeria se limitó a sacarse la chaqueta y depositar en una mesa su bolsa y sus armas: una daga, un puñado de pequeños cuchillos arrojadizos y un par de dardos, incluido el que había usado para sujetarse el pelo. No le preocupaba que el humano le robase la bolsa, pues no había nada tentador en ella, y ambos sabían ya que no necesitaba tener las armas al alcance de la mano para defenderse. Tampoco tenía intención de deshacerse de su “modelito”, le dejaría al posadero la agradecida tarea de eliminar los olores; después de todo, pagaba Owens. Una vez en mangas de camisa, se quedó apoyada contra la pared, observando el espectáculo, mientras esperaba noticias del posadero.
—¿Una fiesta? —preguntó con interés—. Sería una ocasión ideal para anunciar el compromiso —añadió pensativa— y, conociendo a Werner, seguro que la lista de invitados juntará un buen puñado de sospechosos. ¿Llegaste a oír cuándo y dónde se celebrará esa fiesta?
Con un toque en la puerta, el posadero les hizo saber que el agua del baño estaba lista. No fue hasta su primer viaje al continente que la bruja había empezado a valorar la rapidez con la que llegaba a prepararse un baño en su tierra. En cualquier posada de Verisar, por ejemplo, podían tardar una eternidad en calentar el agua necesaria y, en ocasiones, para cuando llegaba al baño, ésta ya estaba tibia. Dispuesta a no desaprovechar ni un minuto de remojo, se despojó del resto de su ropa a la carrera y se abalanzó sobre la bañera.
La tensión de su encuentro con Bhima terminó de relajarse tan pronto estuvo sumergida en el líquido caliente. Metió la cabeza dentro del agua, tratando de recordar la última vez que había tenido que entrar en una alcantarilla. Aquel alterado con la gente de Kali. ¿Qué edad tenía? ¿Catorce años, tal vez?, puede que ya hubiera cumplido los quince. Oli era sólo un par de años más joven y Rain andaba cerca de los veinte, casi un hombre. «Le sientan bien los años», pensó, «y la barba». Se quedó sin aire y tuvo que volver a la superficie, y al asunto que los ocupaba.
Reike
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
El Humano parecía estar totalmente ensimismado en la charla y en quitarse cada una de las prendas. No miró a Reike mientras se desvestía, en cambio, parecía disfrutar de ser observado con atención por la mujer, y con cada nueva prenda de ropa que se sacaba, parecía quedar “como por casualidad” en poses que lo favorecían. Se sonrió cuando la Hechicera hizo una pausa, a veces los silencios decían mucho más que las palabras.
-Comienzo a entender de qué va todo esto. Quizás Gaius consideró que ya había sido lo suficientemente paciente y era hora de ensuciarse las manos, todo sea por el bien de la familia Werner – En todas las veces que Matt había visitado la isla no se habían privado de hacerle notar que era “Solo un Humano”, así que el comentario de Reike no le llamó para nada la atención – Y ahora, sin Borst de por medio, el feliz matrimonio puede por fin concretarse – El estafador se quitó la última prenda que le quedaba y la tiro junto a las demás - ¿Tan tonto es el Hijo de Borst? –
El tono en que Bhima y Valeria habían mencionado al chico le daba a entender a Matthew que no se trataba del Ser más avispado de Beltrexus, pero si la movida era tan evidente como decía la Hechicera, tenía que ser en verdad ingenuo “O estar metido en esto de alguna manera”. No sería la primera vez que el menos sospechoso resultaba ser el culpable.
-Claro que si – Sonrió con satisfacción – Tuvo que decírmelo, porque estoy invitado – Había sido solo una feliz coincidencia, pero les venía a la perfección para poder seguir con la investigación – Será mañana en la noche, en casa de Werner, hizo mucho alboroto mencionando los preparativos -
La bañera que el posadero les había preparado era bastante grande, podría pensarse que estaba pensada para que Matthew regresara con una o más amigas, pero la realidad era que el estafador adoraba tener espacio cuando se daba un baño. Tardó un poco más que Reike en llegar porque había ido a buscar algunas sales aromáticas para ponerle al agua antes de entrar, el humano esperaba que el perfume lograra quitarles el espantoso olor a alcantarilla.
-Lo cierto es que no pensaba asistir, no tuve buenas experiencias en celebraciones con Hechiceros – Le comentó a Valeria mientras lentamente se metía en la bañera – Tampoco es divertido ir solo – Y la miro directo a los ojos, sonriendo de medio lado – Pero la situación es muy diferente ahora, tendremos que ir a por ropa nueva, calzado acorde, arreglar nuestro cabello – Matt parecía estar más emocionado por los preparativos que por la fiesta en si – Saldremos mañana a primera hora entonces ¿Te parece bien?-
Tiro la cabeza hacía atrás y pasó los dedos por el pelo, quitando así la suciedad del viaje y cualquier resto que pudiera haber quedado de las alcantarillas. Metió una toalla en el agua y se la apoyó en el rostro durante unos segundos, dejando escapar un suspiro de placer mientras relajaba por fin el cuerpo.
-En cualquier caso, falta mucho para mañana, es mejor concentrarnos en el presente y aprovechar estas horas para descansar y darnos algunos gustos – A propósito hablaba de manera muy general, se quitó la toalla de la cara y la dejo a un lado – Como cenar, por ejemplo – Sonrió burlón.
En la superficie se los podía ver uno frente a otro, aparentemente separados, aunque como consecuencias de las sales el agua se había vuelto opaca, ocultando sus movimientos. Matthew dejó escapar una risa traviesa y se puso de rodillas para acercarse a Valeria, apoyando una mano justo al lado de la Hechicera, y quedando con su cuerpo a pocos centímetros.
-En verdad es un peligro el tenerte cerca – Dijo en voz muy baja – Diría que tienes un cuerpo sugestivo, o una mirada seductora, pero hay algo más en ti, y creo que ese algo es la sensación de peligro – Apoyó la mano libre en la cadera de Reike y la subió lentamente por su espalda – Tal como pensé: Tocar tu piel es como tocar el fuego -
-Comienzo a entender de qué va todo esto. Quizás Gaius consideró que ya había sido lo suficientemente paciente y era hora de ensuciarse las manos, todo sea por el bien de la familia Werner – En todas las veces que Matt había visitado la isla no se habían privado de hacerle notar que era “Solo un Humano”, así que el comentario de Reike no le llamó para nada la atención – Y ahora, sin Borst de por medio, el feliz matrimonio puede por fin concretarse – El estafador se quitó la última prenda que le quedaba y la tiro junto a las demás - ¿Tan tonto es el Hijo de Borst? –
El tono en que Bhima y Valeria habían mencionado al chico le daba a entender a Matthew que no se trataba del Ser más avispado de Beltrexus, pero si la movida era tan evidente como decía la Hechicera, tenía que ser en verdad ingenuo “O estar metido en esto de alguna manera”. No sería la primera vez que el menos sospechoso resultaba ser el culpable.
-Claro que si – Sonrió con satisfacción – Tuvo que decírmelo, porque estoy invitado – Había sido solo una feliz coincidencia, pero les venía a la perfección para poder seguir con la investigación – Será mañana en la noche, en casa de Werner, hizo mucho alboroto mencionando los preparativos -
La bañera que el posadero les había preparado era bastante grande, podría pensarse que estaba pensada para que Matthew regresara con una o más amigas, pero la realidad era que el estafador adoraba tener espacio cuando se daba un baño. Tardó un poco más que Reike en llegar porque había ido a buscar algunas sales aromáticas para ponerle al agua antes de entrar, el humano esperaba que el perfume lograra quitarles el espantoso olor a alcantarilla.
-Lo cierto es que no pensaba asistir, no tuve buenas experiencias en celebraciones con Hechiceros – Le comentó a Valeria mientras lentamente se metía en la bañera – Tampoco es divertido ir solo – Y la miro directo a los ojos, sonriendo de medio lado – Pero la situación es muy diferente ahora, tendremos que ir a por ropa nueva, calzado acorde, arreglar nuestro cabello – Matt parecía estar más emocionado por los preparativos que por la fiesta en si – Saldremos mañana a primera hora entonces ¿Te parece bien?-
Tiro la cabeza hacía atrás y pasó los dedos por el pelo, quitando así la suciedad del viaje y cualquier resto que pudiera haber quedado de las alcantarillas. Metió una toalla en el agua y se la apoyó en el rostro durante unos segundos, dejando escapar un suspiro de placer mientras relajaba por fin el cuerpo.
-En cualquier caso, falta mucho para mañana, es mejor concentrarnos en el presente y aprovechar estas horas para descansar y darnos algunos gustos – A propósito hablaba de manera muy general, se quitó la toalla de la cara y la dejo a un lado – Como cenar, por ejemplo – Sonrió burlón.
En la superficie se los podía ver uno frente a otro, aparentemente separados, aunque como consecuencias de las sales el agua se había vuelto opaca, ocultando sus movimientos. Matthew dejó escapar una risa traviesa y se puso de rodillas para acercarse a Valeria, apoyando una mano justo al lado de la Hechicera, y quedando con su cuerpo a pocos centímetros.
-En verdad es un peligro el tenerte cerca – Dijo en voz muy baja – Diría que tienes un cuerpo sugestivo, o una mirada seductora, pero hay algo más en ti, y creo que ese algo es la sensación de peligro – Apoyó la mano libre en la cadera de Reike y la subió lentamente por su espalda – Tal como pensé: Tocar tu piel es como tocar el fuego -
Matthew Owens
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
—Si te soy sincera, no sé si “tonto” sería la palabra adecuada —dijo Valeria pensativa, rastreando en sus recuerdos—. Es como si su mente se hubiese quedado detenida en el tiempo; como un niño con cuerpo de hombre. Por alguna razón, su padre es incapaz de verlo. Era —se corrigió, volviendo al presente.
Paulo sería mucho más fácil de manejar de lo que lo había sido su padre y a la bruja no le cabía duda de que Philippa sabría limar cualquier aspereza que pudiera surgir. Era una chica lista. Tampoco le costaba demasiado trabajo imaginarse a Werner ordenando la ejecución. Pero todo le parecía demasiado evidente: «¿Borst muere y tres días después se anuncia el compromiso?».
Solo que eran muy pocos los que parecían saber que Borst estaba muerto y ni siquiera daba la impresión de que se hubiese notado su desaparición o ya se habría corrido la noticia por todas partes. Lo que haría inviable el anuncio de un compromiso. «También es posible que Bhima esté mintiendo, claro», se dijo. Si ese era el caso, no tardarían en averiguarlo pues, por lo visto, Owens se había hecho con una invitación para esa fiesta. «¿Sabrá el bueno de Gaius con qué clase de comerciante está tratando?», pensó divertida.
Ante la mención a las no tan buenas experiencias con Hechiceros, Valeria no pudo evitar fijar la mirada en la cicatriz que adornaba el brazo del hombre. Incluso aunque no tuviera conocimientos de medicina, cualquier brujo se daría cuenta que aquella no había sido una quemadura común. Levantó la vista hasta fijarla directamente en los ojos de Owens y le dedicó una sonrisa un tanto fanfarrona.
—Me parece bien —respondió a su pregunta—. Y no te preocupes, esta vez estaré yo ahí para protegerte. No es la primera vez que hago de guardaespaldas.
Aunque pudiera parecerlo a simple vista, aquella afirmación no era del todo falsa, si bien no había tardado mucho en abrirse paso hacia una ocupación algo más estimulante. Por un momento, la bruja se planteó explicarle a Matthew la naturaleza de su relación con Werner y su abrupto final pero, dado que él tampoco había preguntado, decidió dejarlo para otro momento; cuando ya tuviese el pie dentro de la casa, quizá.
Cuando Owens se abalanzó sobre ella, Valeria no se movió ni un milímetro y mantuvo la vista fija en la mirada de acero del humano. Tal como había sucedido anteriormente, su piel reaccionó visiblemente al contacto con la mano del hombre; y tal como había sucedido anteriormente, la bruja no hizo absolutamente nada por ocultarlo. Incluso se permitió cerrar un instante los ojos para disfrutar del cosquilleo que subía por su columna.
«Tú sí que eres un peligro», pensó mientras volvía a mirarle, con los ojos entrecerrados y una media sonrisa imperturbable. Se preguntó a cuántas mujeres (a cuántos hombres) habría seducido con esa mirada; cuántas habrían sucumbido a su labia; y cuántas habrían perdido la cabeza, «o algo más».
—Dime, encanto —dijo sin prisa, en voz tan baja como la que había empleado él y dejando que se ampliase un poco su sonrisa—, ¿eso te funciona con todas?
En algo sí tenía razón el humano: faltaba mucho para la mañana. La mañana, sin embargo, llegó, como lo hacen todas, y llegó también el momento de los preparativos. No iba a ser fácil hacerse con atuendos adecuados para una fiesta con tan poco tiempo de antelación, pero Valeria no dudaba de que su nuevo acompañante sabría arreglárselas con los comerciantes locales. Si no a golpe de bolsa, a golpe de encanto.
La bruja tendría también que prepararle para lo que se iban a encontrar. No conocía la lista de invitados, pero sí tenía una idea de quiénes no podían faltar. Por supuesto, todos ellos conocían tanto a Werner, como a Borst.
Paulo sería mucho más fácil de manejar de lo que lo había sido su padre y a la bruja no le cabía duda de que Philippa sabría limar cualquier aspereza que pudiera surgir. Era una chica lista. Tampoco le costaba demasiado trabajo imaginarse a Werner ordenando la ejecución. Pero todo le parecía demasiado evidente: «¿Borst muere y tres días después se anuncia el compromiso?».
Solo que eran muy pocos los que parecían saber que Borst estaba muerto y ni siquiera daba la impresión de que se hubiese notado su desaparición o ya se habría corrido la noticia por todas partes. Lo que haría inviable el anuncio de un compromiso. «También es posible que Bhima esté mintiendo, claro», se dijo. Si ese era el caso, no tardarían en averiguarlo pues, por lo visto, Owens se había hecho con una invitación para esa fiesta. «¿Sabrá el bueno de Gaius con qué clase de comerciante está tratando?», pensó divertida.
Ante la mención a las no tan buenas experiencias con Hechiceros, Valeria no pudo evitar fijar la mirada en la cicatriz que adornaba el brazo del hombre. Incluso aunque no tuviera conocimientos de medicina, cualquier brujo se daría cuenta que aquella no había sido una quemadura común. Levantó la vista hasta fijarla directamente en los ojos de Owens y le dedicó una sonrisa un tanto fanfarrona.
—Me parece bien —respondió a su pregunta—. Y no te preocupes, esta vez estaré yo ahí para protegerte. No es la primera vez que hago de guardaespaldas.
Aunque pudiera parecerlo a simple vista, aquella afirmación no era del todo falsa, si bien no había tardado mucho en abrirse paso hacia una ocupación algo más estimulante. Por un momento, la bruja se planteó explicarle a Matthew la naturaleza de su relación con Werner y su abrupto final pero, dado que él tampoco había preguntado, decidió dejarlo para otro momento; cuando ya tuviese el pie dentro de la casa, quizá.
Cuando Owens se abalanzó sobre ella, Valeria no se movió ni un milímetro y mantuvo la vista fija en la mirada de acero del humano. Tal como había sucedido anteriormente, su piel reaccionó visiblemente al contacto con la mano del hombre; y tal como había sucedido anteriormente, la bruja no hizo absolutamente nada por ocultarlo. Incluso se permitió cerrar un instante los ojos para disfrutar del cosquilleo que subía por su columna.
«Tú sí que eres un peligro», pensó mientras volvía a mirarle, con los ojos entrecerrados y una media sonrisa imperturbable. Se preguntó a cuántas mujeres (a cuántos hombres) habría seducido con esa mirada; cuántas habrían sucumbido a su labia; y cuántas habrían perdido la cabeza, «o algo más».
—Dime, encanto —dijo sin prisa, en voz tan baja como la que había empleado él y dejando que se ampliase un poco su sonrisa—, ¿eso te funciona con todas?
En algo sí tenía razón el humano: faltaba mucho para la mañana. La mañana, sin embargo, llegó, como lo hacen todas, y llegó también el momento de los preparativos. No iba a ser fácil hacerse con atuendos adecuados para una fiesta con tan poco tiempo de antelación, pero Valeria no dudaba de que su nuevo acompañante sabría arreglárselas con los comerciantes locales. Si no a golpe de bolsa, a golpe de encanto.
La bruja tendría también que prepararle para lo que se iban a encontrar. No conocía la lista de invitados, pero sí tenía una idea de quiénes no podían faltar. Por supuesto, todos ellos conocían tanto a Werner, como a Borst.
Reike
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
Durante unos segundos el estafador se mantuvo serio, fijando la mirada en los ojos de Reike, quizás confiaba en que la Hechicera cambiara de opinión, o tal vez esperaba el poder robarle aunque sea un ligero rubor. Pero Valeria no le daría el gusto, el único sonrojo que vería en sus mejillas esa noche sería solo el que producía el vapor caliente que poco a poco se acumulaba en la habitación. Matt se sonrió de medio lado y finalmente dejó salir una carcajada.
-Jajaja, la mayoría de las veces si funciona. En otras oportunidades me gano un doloroso golpe en mis partes – Lo decía con el tono de un niño travieso al que han pillado en pleno acto. Respiró profundo y suspiró – Tendré que cambiar mi repertorio, evidentemente está perdiendo efectividad con los años – Dejó de mirar a la Hechicera, bajo la cabeza hasta apoyarse en su pecho, rodeando la cintura de Reike con ambos brazos, de esa manera sus cuerpos quedaban pegados, pero el Humano no parecía hacer ningún intento por ir más allá - ¿Qué color de vestido vas a elegir? Me gustaría que nuestras ropas combinen –
Pero para Matt no era así, adoraba elegir ropa y se ponía muy serio cuando tenía que hacerlo, así fuera una ocasión importante o una simple vuelta por la ciudad. Dedicó toda la mañana a recorrer cada tienda de telas de la ciudad, arrastrando en consecuencia a Reike, ya que no podían hacerle un vestido a medida si no estaba ella de cuerpo presente. La secuencia se repetía en cada uno de los locales, entraba Owens hecho un torbellino de sonrisas y halagos, conversaba con el dueño del local, pidiéndole distintas tejidos y mareando a todos los presentes, alternaba entre apoyar diferentes telas en Valeria, evaluando si el color la favorecía o no.
Para cuando llego la tarde ambas prendas ya estaban en proceso de armado, y Matthew rebosaba de felicidad, invitó a almorzar a Reike de nuevo a la posada que había reservado y hasta parecía que se había olvidado que hacían todo eso para descubrir a un asesino. Al llegar la noche trajeron ambos atuendos, estaban recién terminados, evidentemente el sastre habían trabajado a contrarreloj, pero el resultado era excelente y Owens no tuvo reparo en dejarles una propina por el esfuerzo.
El Virrey se tomó su tiempo para vestirse, contemplando durante largos minutos lo bien que se ajustaba el traje a su cuerpo. Si hubiese que buscar un motivo por el que Matt no parecía tener especial cariño por nadie, eso era porque todo su amor estaba totalmente acaparado para si mismo. Esperó a que Valeria se pusiera su vestido y cuando la vio por primera vez ya lista para salir sonrió ampliamente.
-Estas deslumbrante – Le ofreció una mano para ayudarla a subir al carro que los llevaría hasta la celebración – El merito es en parte mío por elegirlo, claro – Bromeó el estafador, guiñándole un ojo, ahora que las “fricciones” entre ambos se habían limado, Matt tenía una actitud mucho más relajada, no por eso más sincera, claro.
El lugar estaba algo apartado del centro de la ciudad, aunque a comparación de las distancias de Verisar, todo se le antojaba pequeño al Humano.
-¿Hay muchas posibilidades de que te reconozcan? ¿Qué tipo de mentira te gustaría que invente? – Las tenía de todo tipo y estilos, pero si se ponían de acuerdo iba a ser todo más sencillo.
-Jajaja, la mayoría de las veces si funciona. En otras oportunidades me gano un doloroso golpe en mis partes – Lo decía con el tono de un niño travieso al que han pillado en pleno acto. Respiró profundo y suspiró – Tendré que cambiar mi repertorio, evidentemente está perdiendo efectividad con los años – Dejó de mirar a la Hechicera, bajo la cabeza hasta apoyarse en su pecho, rodeando la cintura de Reike con ambos brazos, de esa manera sus cuerpos quedaban pegados, pero el Humano no parecía hacer ningún intento por ir más allá - ¿Qué color de vestido vas a elegir? Me gustaría que nuestras ropas combinen –
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Para el promedio de los hombres el llevar una camisa u otra, algún chaleco o botas en lugar de zapatos, era en líneas generales lo mismo. Aquellos afortunados que poseían el suficiente dinero le encargaban la tarea de elegir su vestimenta a los del servicio, o al jefe de los mayordomos. Los que no tenían la suerte de contar con esa ventaja, simplemente se ponían lo primero que encontraban. Pero para Matt no era así, adoraba elegir ropa y se ponía muy serio cuando tenía que hacerlo, así fuera una ocasión importante o una simple vuelta por la ciudad. Dedicó toda la mañana a recorrer cada tienda de telas de la ciudad, arrastrando en consecuencia a Reike, ya que no podían hacerle un vestido a medida si no estaba ella de cuerpo presente. La secuencia se repetía en cada uno de los locales, entraba Owens hecho un torbellino de sonrisas y halagos, conversaba con el dueño del local, pidiéndole distintas tejidos y mareando a todos los presentes, alternaba entre apoyar diferentes telas en Valeria, evaluando si el color la favorecía o no.
Para cuando llego la tarde ambas prendas ya estaban en proceso de armado, y Matthew rebosaba de felicidad, invitó a almorzar a Reike de nuevo a la posada que había reservado y hasta parecía que se había olvidado que hacían todo eso para descubrir a un asesino. Al llegar la noche trajeron ambos atuendos, estaban recién terminados, evidentemente el sastre habían trabajado a contrarreloj, pero el resultado era excelente y Owens no tuvo reparo en dejarles una propina por el esfuerzo.
El Virrey se tomó su tiempo para vestirse, contemplando durante largos minutos lo bien que se ajustaba el traje a su cuerpo. Si hubiese que buscar un motivo por el que Matt no parecía tener especial cariño por nadie, eso era porque todo su amor estaba totalmente acaparado para si mismo. Esperó a que Valeria se pusiera su vestido y cuando la vio por primera vez ya lista para salir sonrió ampliamente.
-Estas deslumbrante – Le ofreció una mano para ayudarla a subir al carro que los llevaría hasta la celebración – El merito es en parte mío por elegirlo, claro – Bromeó el estafador, guiñándole un ojo, ahora que las “fricciones” entre ambos se habían limado, Matt tenía una actitud mucho más relajada, no por eso más sincera, claro.
El lugar estaba algo apartado del centro de la ciudad, aunque a comparación de las distancias de Verisar, todo se le antojaba pequeño al Humano.
-¿Hay muchas posibilidades de que te reconozcan? ¿Qué tipo de mentira te gustaría que invente? – Las tenía de todo tipo y estilos, pero si se ponían de acuerdo iba a ser todo más sencillo.
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Matthew Owens
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
Valeria se dejó arrastrar obediente de tienda en tienda. No se había equivocado con Owens, el hombre sabía cómo hacer que le trataran como a un rey allá donde entraban. Fue una mañana intensa, a pesar de que todo lo que ella tenía que hacer era dejarse medir, voltear y servir de contraste para los tejidos. La única aportación que hizo a todo el proceso, fue la elección de un pequeño velo de encaje negro que, combinado con el tocado adecuado y un intenso color de labios, no sólo funcionaría como contrapunto al vestido elegido por el humano, sino que mantendría su identidad oculta, con suerte, hasta que encontraran lo que buscaban.
La tarde resultó algo más relajada y Valeria aprovechó para ojear distraídamente el diario que había encontrado la noche anterior entre las cosas de una de las desaparecidas, «una de las víctimas», se corrigió. Teniendo en cuenta que la hipótesis que manejaban en aquel momento era que el verdadero objetivo había sido Borst y los demás, una mera distracción, no esperaba encontrar nada útil en la prosa de la tal Berta, pero no había mucho más que hacer mientras esperaban por sus trajes. Además, nunca estaba de más considerar otras opciones.
Como esperaba, nada de lo allí escrito parecía especialmente revelador. Se trataba de las típicas rencillas que surgen con la competencia y la convivencia. Berta vertía sus frustraciones en aquellas páginas y dedicaba sus lindezas a un buen número de sus compañeras, incluida Camila. «Tienes que admitir que un poco soberbia sí que eres, Cam, cariño», y no pudo reprimir una suave carcajada mientras lo pensaba.
Hubo algo que sí le pareció interesante de aquella lectura, algo que ya había dado a entender Camila la mañana anterior: en varias de las entradas correspondientes a los meses más recientes, se podía entrever que Bhima se comportaba de un modo un tanto paranoico. ¿Qué le había dicho su amiga?: “Tan pronto está hablando contigo tan tranquilo, como se le mete en la cabeza que intentas matarle”. ¿Realmente estaría perdiendo la cabeza o es que sospechaba de un traidor entre los suyos? Si era lo segundo, aquello explicaba que hubiese preferido dejar el asunto de los asesinatos en manos de una renegada y de un recién llegado, él debía de estar ocupado haciendo limpieza.
En cualquier caso, nada de todo eso les resultaba útil en aquel momento, así que, tan pronto como llegaron los trajes, dejó el diario a un lado y se concentró en la tarea de arreglarse, poniendo especial cuidado en mantener a buen recaudo la parte más reconocible de su rostro: los ojos. Cuando estuvo satisfecha con el resultado, se reunió con su acompañante.
—No tengo ningún reparo en compartir el mérito —rió la bruja mientras aceptaba la ayuda que le ofrecía Owens—, aunque he de decir que, en tu caso, no me has dejado ni una migaja.
Durante el viaje hasta la mansión de los Werner, la bruja le recordó a Matthew los nombres de los principales asociados y competidores, tanto de Borst como de Werner. Aunque el principal sospechoso en aquel momento era el propio anfitrión, valía la pena investigar otras posibilidades si se les presentaban por el camino. Si estaban entre los invitados, el hombre tendría mayor facilidad para retener sus caras cuando Valeria se los señalara, si ya sabía de antemano quiénes eran.
Cuando ya estaban llegando a la casa Owens hizo finalmente la pregunta que la bruja había estado evitando.
—Oh, la mayoría seguro que ya ni se acuerda de mi cara —dijo quitándole importancia al asunto—. Aunque sería conveniente que no le mencionases mi nombre al bueno de Gaius, sí —añadió con una sonrisa traviesa y sólo ligeramente culpable—. Digamos que me llamo Amelia. Amelia Skatha. —Su sonrisa se tornó divertida al recordar una noche de tormenta— En cuanto a mi historia, cuanto más sencilla y menos exótica sea, tanto mejor; no queremos llamar demasiado la atención. Me corrijo: es mejor que yo no llame demasiado la atención, tú tienes permiso para camelarte a quien haga falta. —Y le guiñó un ojo a través de su velo de encaje.
El anfitrión de la noche no había reparado en gastos ni extravagancia. Tanto los salones de la planta baja de su palacete en las afueras, como el enorme jardín estaban decorados para impresionar. No faltaban manjares exquisitos ni vinos ridículamente caros que los camareros llevaban flotando en sus bandejas, tentando a los invitados. Los músicos acompañaban la velada, tanto en el salón de baile, como en el jardín, donde sus melodías acompañaban el espectáculo en que una pareja de titiriteros había convertido a la escultural fuente. Mientras uno de ellos animaba las estatuas de mármol, el otro jugaba con los chorros de agua, arrancando risas y aplausos entre los asistentes.
Valeria caminaba del brazo de Owens, dejando que fuera él quien hablara y comportándose en todo como la perfecta mujer florero. Mientras tanto, escudriñaba los alrededores a través de su velo de encaje. No tardaría en localizar a los protagonistas de la velada: El matrimonio Werner, con su hija Philippa, y la viuda de Borst junto con Paulo. Se los señaló discretamente al humano mientras éstos conversaban entre sí. Aparentemente, los Borst acababan de llegar a la fiesta, pues parecía que se estaban saludando.
—Me pregunto cuál será la excusa para la ausencia de nuestro amigo en tan señalada fecha —susurró a su compañero llevándose una copa de vino a los labios para ocultar sus palabras de miradas indiscretas.
- Velo y tocado:
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La tarde resultó algo más relajada y Valeria aprovechó para ojear distraídamente el diario que había encontrado la noche anterior entre las cosas de una de las desaparecidas, «una de las víctimas», se corrigió. Teniendo en cuenta que la hipótesis que manejaban en aquel momento era que el verdadero objetivo había sido Borst y los demás, una mera distracción, no esperaba encontrar nada útil en la prosa de la tal Berta, pero no había mucho más que hacer mientras esperaban por sus trajes. Además, nunca estaba de más considerar otras opciones.
Como esperaba, nada de lo allí escrito parecía especialmente revelador. Se trataba de las típicas rencillas que surgen con la competencia y la convivencia. Berta vertía sus frustraciones en aquellas páginas y dedicaba sus lindezas a un buen número de sus compañeras, incluida Camila. «Tienes que admitir que un poco soberbia sí que eres, Cam, cariño», y no pudo reprimir una suave carcajada mientras lo pensaba.
Hubo algo que sí le pareció interesante de aquella lectura, algo que ya había dado a entender Camila la mañana anterior: en varias de las entradas correspondientes a los meses más recientes, se podía entrever que Bhima se comportaba de un modo un tanto paranoico. ¿Qué le había dicho su amiga?: “Tan pronto está hablando contigo tan tranquilo, como se le mete en la cabeza que intentas matarle”. ¿Realmente estaría perdiendo la cabeza o es que sospechaba de un traidor entre los suyos? Si era lo segundo, aquello explicaba que hubiese preferido dejar el asunto de los asesinatos en manos de una renegada y de un recién llegado, él debía de estar ocupado haciendo limpieza.
En cualquier caso, nada de todo eso les resultaba útil en aquel momento, así que, tan pronto como llegaron los trajes, dejó el diario a un lado y se concentró en la tarea de arreglarse, poniendo especial cuidado en mantener a buen recaudo la parte más reconocible de su rostro: los ojos. Cuando estuvo satisfecha con el resultado, se reunió con su acompañante.
—No tengo ningún reparo en compartir el mérito —rió la bruja mientras aceptaba la ayuda que le ofrecía Owens—, aunque he de decir que, en tu caso, no me has dejado ni una migaja.
Durante el viaje hasta la mansión de los Werner, la bruja le recordó a Matthew los nombres de los principales asociados y competidores, tanto de Borst como de Werner. Aunque el principal sospechoso en aquel momento era el propio anfitrión, valía la pena investigar otras posibilidades si se les presentaban por el camino. Si estaban entre los invitados, el hombre tendría mayor facilidad para retener sus caras cuando Valeria se los señalara, si ya sabía de antemano quiénes eran.
Cuando ya estaban llegando a la casa Owens hizo finalmente la pregunta que la bruja había estado evitando.
—Oh, la mayoría seguro que ya ni se acuerda de mi cara —dijo quitándole importancia al asunto—. Aunque sería conveniente que no le mencionases mi nombre al bueno de Gaius, sí —añadió con una sonrisa traviesa y sólo ligeramente culpable—. Digamos que me llamo Amelia. Amelia Skatha. —Su sonrisa se tornó divertida al recordar una noche de tormenta— En cuanto a mi historia, cuanto más sencilla y menos exótica sea, tanto mejor; no queremos llamar demasiado la atención. Me corrijo: es mejor que yo no llame demasiado la atención, tú tienes permiso para camelarte a quien haga falta. —Y le guiñó un ojo a través de su velo de encaje.
El anfitrión de la noche no había reparado en gastos ni extravagancia. Tanto los salones de la planta baja de su palacete en las afueras, como el enorme jardín estaban decorados para impresionar. No faltaban manjares exquisitos ni vinos ridículamente caros que los camareros llevaban flotando en sus bandejas, tentando a los invitados. Los músicos acompañaban la velada, tanto en el salón de baile, como en el jardín, donde sus melodías acompañaban el espectáculo en que una pareja de titiriteros había convertido a la escultural fuente. Mientras uno de ellos animaba las estatuas de mármol, el otro jugaba con los chorros de agua, arrancando risas y aplausos entre los asistentes.
Valeria caminaba del brazo de Owens, dejando que fuera él quien hablara y comportándose en todo como la perfecta mujer florero. Mientras tanto, escudriñaba los alrededores a través de su velo de encaje. No tardaría en localizar a los protagonistas de la velada: El matrimonio Werner, con su hija Philippa, y la viuda de Borst junto con Paulo. Se los señaló discretamente al humano mientras éstos conversaban entre sí. Aparentemente, los Borst acababan de llegar a la fiesta, pues parecía que se estaban saludando.
—Me pregunto cuál será la excusa para la ausencia de nuestro amigo en tan señalada fecha —susurró a su compañero llevándose una copa de vino a los labios para ocultar sus palabras de miradas indiscretas.
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