Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
El Humano sonrió satisfecho cuando Reike le dijo que era libre de desplegar sus encantos durante la fiesta tanto como se le antojara, lo importante era que la Hechicera quedara libre para que pudiera investigar tranquila. El estafador estaba en su elemento, había pasado un tiempo desde la última vez que había tenido que disimular en una fiesta de ricachones, en cierto modo estaba un poco oxidado, pero el entusiasmo jugaba a su favor.
Habían muchas cosas en la fiesta que Matthew no sabía cómo funcionaban, para empezar, no había velas en las salas y los jardines, sino lámparas y esferas que iluminaban sin utilizar fuego. La música se transmitía por todo el lugar de forma uniforme, ni muy alto, lo cual dificultaría el mantener charlas, ni muy bajo como para que no se escuchara. Los malabaristas tenían telequinesis, por lo que no tendría nada de sorprendente que hicieran trucos arrojando objetos al aire, en lugar de eso agregaban elementos como agua, tierra y fuego para darle más colorido y un toque de riesgo.
Aun así, Owens logró mantener un gesto seguro, como si todo lo que lo rodeaba fuera algo cotidiano. Saludaba con una inclinación de cabeza a las distintas personas que se iban cruzando, lo hacía de manera tan natural que hacía dudar a la gente si era alguien conocido o no, en última instancia, para disimular su desconcierto, terminaban saludando a Matt como si supieran quien era.
-Buscar lo mejor de lo mejor tiene su costo, pero sin duda los resultados lo valen – Hablaba Owens con una pareja de Brujos, terminando la oración con una significativa mirada a su supuesta esposa – Amelia es la mejor adquisición, si los dioses nos sonríen tendremos una preciosa bendición muy pronto – Las cosas que decía eran tan estúpidas que probablemente nadie se fijaría, era solo un hombre de mediana edad queriendo presumir de sus bienes y sus logros – Cielo Mío, quiero más de aquel vino, llena mi copa – No era una pregunta porque supuestamente Reike no tenía opción, y de esa manera le daba una excusa para que diera algunas vueltas por la fiesta.
Continuó hablando con la insípida pareja unos minutos más, pero en cuanto el engaño le resultó demasiado aburrido se disculpó y paso a otros invitados. Terminando al final entre medio de un grupo numeroso de personas, contando anécdotas graciosas de cuando era un estudiante de Hekshold.
La música se detuvo cuando los anfitriones hicieron su aparición en escena, todas las miradas del gran salón se voltearon para ver como bajaban por las escaleras principales primero Gaius Werner, con su esposa Matilda del brazo, luego bajaba Bianca Borst, generando algunos murmullos cuando resultó evidente que estaba sola. Para cerrar la comitiva estaban sus hijos, Paulo Borst y Philippa Werner, aún no iban agarrados de la mano, Matthew supuso que no querían arruinar la “gran sorpresa de la noche”.
Fingir que era alguien frente a un montón de invitados era una cosa, pero para acercarse a familias con más renombre como eran los Werner y los Borst, se necesitaba tener un mínimo prestigio a nivel social. Por eso Owens optó por mantenerse a cierta distancia donde pudiera oír sin necesidad de tener que intervenir “Además, probablemente Gaius no se sentirá muy orgulloso de comentar dónde nos conocimos” se sonrió el Virrey, ir a un prostíbulo era normal, pero no debía ser mencionado en público.
-Pero que lastima que tu marido tenga que perderse semejante fiesta – Comentaba una mujer muy mayor con una cantidad impresionante de joyas adornándola – Sé que disfruta mucho de este tipo de eventos, como todos –
-Sin duda – Respondió Bianca con fría cortesía – Pero tenía un dolor de cabeza insoportable, cuando nos fuimos había mandado a llamar al médico de la familia para que lo vea. Siempre le digo que trabaja demasiado, tiene que cuidar más su salud –
-Claro, claro, tienes que recordarle que los años no pasan en vano –
“Con que dolor de cabeza. Entonces la Esposa también está en esto” pensaba Matt mientras fingía que bebía y asentía a algún comentario sin importancia que una de las invitadas le hacía. Cuando vio a Reike a la distancia se disculpó con la desconocida y fue a buscarla.
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*Subrayo partes en concreto en las que Matt usa su Habilidad de Nivel 0. Aunque en lineas generales la va a estar usando durante toda la fiesta.
Habían muchas cosas en la fiesta que Matthew no sabía cómo funcionaban, para empezar, no había velas en las salas y los jardines, sino lámparas y esferas que iluminaban sin utilizar fuego. La música se transmitía por todo el lugar de forma uniforme, ni muy alto, lo cual dificultaría el mantener charlas, ni muy bajo como para que no se escuchara. Los malabaristas tenían telequinesis, por lo que no tendría nada de sorprendente que hicieran trucos arrojando objetos al aire, en lugar de eso agregaban elementos como agua, tierra y fuego para darle más colorido y un toque de riesgo.
Aun así, Owens logró mantener un gesto seguro, como si todo lo que lo rodeaba fuera algo cotidiano. Saludaba con una inclinación de cabeza a las distintas personas que se iban cruzando, lo hacía de manera tan natural que hacía dudar a la gente si era alguien conocido o no, en última instancia, para disimular su desconcierto, terminaban saludando a Matt como si supieran quien era.
-Buscar lo mejor de lo mejor tiene su costo, pero sin duda los resultados lo valen – Hablaba Owens con una pareja de Brujos, terminando la oración con una significativa mirada a su supuesta esposa – Amelia es la mejor adquisición, si los dioses nos sonríen tendremos una preciosa bendición muy pronto – Las cosas que decía eran tan estúpidas que probablemente nadie se fijaría, era solo un hombre de mediana edad queriendo presumir de sus bienes y sus logros – Cielo Mío, quiero más de aquel vino, llena mi copa – No era una pregunta porque supuestamente Reike no tenía opción, y de esa manera le daba una excusa para que diera algunas vueltas por la fiesta.
Continuó hablando con la insípida pareja unos minutos más, pero en cuanto el engaño le resultó demasiado aburrido se disculpó y paso a otros invitados. Terminando al final entre medio de un grupo numeroso de personas, contando anécdotas graciosas de cuando era un estudiante de Hekshold.
La música se detuvo cuando los anfitriones hicieron su aparición en escena, todas las miradas del gran salón se voltearon para ver como bajaban por las escaleras principales primero Gaius Werner, con su esposa Matilda del brazo, luego bajaba Bianca Borst, generando algunos murmullos cuando resultó evidente que estaba sola. Para cerrar la comitiva estaban sus hijos, Paulo Borst y Philippa Werner, aún no iban agarrados de la mano, Matthew supuso que no querían arruinar la “gran sorpresa de la noche”.
Fingir que era alguien frente a un montón de invitados era una cosa, pero para acercarse a familias con más renombre como eran los Werner y los Borst, se necesitaba tener un mínimo prestigio a nivel social. Por eso Owens optó por mantenerse a cierta distancia donde pudiera oír sin necesidad de tener que intervenir “Además, probablemente Gaius no se sentirá muy orgulloso de comentar dónde nos conocimos” se sonrió el Virrey, ir a un prostíbulo era normal, pero no debía ser mencionado en público.
-Pero que lastima que tu marido tenga que perderse semejante fiesta – Comentaba una mujer muy mayor con una cantidad impresionante de joyas adornándola – Sé que disfruta mucho de este tipo de eventos, como todos –
-Sin duda – Respondió Bianca con fría cortesía – Pero tenía un dolor de cabeza insoportable, cuando nos fuimos había mandado a llamar al médico de la familia para que lo vea. Siempre le digo que trabaja demasiado, tiene que cuidar más su salud –
-Claro, claro, tienes que recordarle que los años no pasan en vano –
“Con que dolor de cabeza. Entonces la Esposa también está en esto” pensaba Matt mientras fingía que bebía y asentía a algún comentario sin importancia que una de las invitadas le hacía. Cuando vio a Reike a la distancia se disculpó con la desconocida y fue a buscarla.
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*Subrayo partes en concreto en las que Matt usa su Habilidad de Nivel 0. Aunque en lineas generales la va a estar usando durante toda la fiesta.
Matthew Owens
Honorable
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
—¿Y Borst no ha venido? —comentó con extrañeza un hombre de barba cana al ver aparecer a los anfitriones.
—Eso parece —le respondió el tipo con el que había estado charlando hasta el momento en que la música se detuvo.
—Vaya, esperaba hablar con él de cierto negocio que tenemos entre manos.
—Yo también tenía ganas de hablar con él. Me canceló la cita qué habíamos acordado para ayer a la mañana. Y me extrañó; parecía muy interesado en la adquisición de cierto producto, pero si no se decide pronto, el proveedor no esperará eternamente.
—Yo tenía que haberme encontrado con él la mañana anterior, pero me envió a un sirviente excusándose. ¿Qué se traerá el hombre entre manos?
«El hombre, ya nada», respondió mentalmente Valeria. La bruja estaba sentada en uno de los banquitos que habían dispuesto por la sala para descanso de damas delicadas. Ella no era ni una cosa, ni la otra, pero nadie, en el contexto de la situación, se atrevería a dudarlo.
Se había acercado a aquellos hombres porque sabía quiénes eran y que trataban con Borst. Lamentablemente, sus respectivas señoras hablaban entre ellas algo apartadas de sus maridos y ella no iba del brazo de su esposo, por lo que no podía entrar en la conversación para pedir más detalles. Debía conformarse con escuchar discretamente.
Ninguno de los dos iba a concretar los detalles de sus respectivos negocios con el fallecido, pero Valeria sabía que el de la barba entrecana se dedicaba a la botadura de barcos, por lo que pensó que el banquero debía estar pensando en aumentar su flota mercante. El otro se especializaba en la adquisición de objetos arcanos.
La bruja no podía evitar preguntarse qué tipo de objeto habría despertado el interés de Borst en sus últimos días, pero ya llevaba un rato sentada y su presencia empezaba a hacerse notar, así que se levantó y siguió caminando por el salón. Por lo que había ido oyendo mientras se paseaba por entre la gente, las ausencias del mercader en los últimos días empezaban a dar que hablar, de alguna manera, nadie parecía sospechar juego sucio todavía. También daba la impresión de que estaba realizando muchas inversiones últimamente.
Vio a Owens dirigirse hacia ella desde el otro lado de la sala y caminó con calma a su encuentro. Por el camino, tomó un par de copas de uno de los camareros y le ofreció una a su acompañante cuando se encontraron.
—Tu vino, amor —le dijo con una sonrisa.
Escuchó lo que el hombre tenía que contarle como quien escucha una anécdota graciosa. Se dio cuenta de que la viuda Arias la estaba observando detenidamente y la saludó en la distancia con una elegante reverencia. La mujer correspondió al saludo con una inclinación de la cabeza y Valeria fingió que su marido la guiaba por la sala mientras tiraba discretamente de su brazo en la dirección opuesta. Con suerte, la vieja pensaría que era alguna insulsa hija de mercader y no le daría más vueltas.
—Es posible que Bianca esté implicada, sí —reflexionaba la bruja—, o puede que sólo esté ocultando su desaparición para proteger sus intereses. Por lo que he oído por aquí, me da la impresión de que nuestro amigo estaba gastando una buena cantidad de dinero últimamente. Si tienen problemas de liquidez, la muerte de su marido sería lo último que le interesaría a Bianca en estos momentos. En cuanto se diera a conocer la pérdida, los acreedores no tardarían dos días en apostarse frente a su casa. Para cuando liquidasen la compañía, quién sabe si a viuda e hijo les quedarían recursos para reclamar los pagos a los deudores. A no ser —se giró ligeramente hacia el lugar donde Werner charlaba animadamente con un grupo de invitados— que un hombre fuerte les ofreciera su apoyo.
¿Sería así como Gaius había concertado el matrimonio de los hijos?, ¿se habría deshecho de su competidor para poder chantajear a la viuda? Valeria lo observó por un momento antes de pasear su mirada hasta la señora Borst. ¿O quizá lo planeasteis entre los dos? No era ningún secreto en Beltrexus que el padre de Bianca tenía serios problemas de liquidez cuando acordó el matrimonio de su hija con Dieter. Así evitó la quiebra, pero su hija no quedó muy complacida con el intercambio.
—Necesito que me des algo de tiempo —dijo la bruja volviéndose de nuevo hacia Owens—. Quiero acercarme al despacho de Gaius para echar un vistazo. Mientras tanto, tal vez puedas enterarte de qué negocios se traía Borst con un par de caballeros. —Le señaló a los dos hombres a los que había estado escuchando hablar y le explicó quiénes eran y lo que había oído— Puede que no tenga mayor importancia, pero sería útil confirmar si tenía tantas deudas como deudores.
—Eso parece —le respondió el tipo con el que había estado charlando hasta el momento en que la música se detuvo.
—Vaya, esperaba hablar con él de cierto negocio que tenemos entre manos.
—Yo también tenía ganas de hablar con él. Me canceló la cita qué habíamos acordado para ayer a la mañana. Y me extrañó; parecía muy interesado en la adquisición de cierto producto, pero si no se decide pronto, el proveedor no esperará eternamente.
—Yo tenía que haberme encontrado con él la mañana anterior, pero me envió a un sirviente excusándose. ¿Qué se traerá el hombre entre manos?
«El hombre, ya nada», respondió mentalmente Valeria. La bruja estaba sentada en uno de los banquitos que habían dispuesto por la sala para descanso de damas delicadas. Ella no era ni una cosa, ni la otra, pero nadie, en el contexto de la situación, se atrevería a dudarlo.
Se había acercado a aquellos hombres porque sabía quiénes eran y que trataban con Borst. Lamentablemente, sus respectivas señoras hablaban entre ellas algo apartadas de sus maridos y ella no iba del brazo de su esposo, por lo que no podía entrar en la conversación para pedir más detalles. Debía conformarse con escuchar discretamente.
Ninguno de los dos iba a concretar los detalles de sus respectivos negocios con el fallecido, pero Valeria sabía que el de la barba entrecana se dedicaba a la botadura de barcos, por lo que pensó que el banquero debía estar pensando en aumentar su flota mercante. El otro se especializaba en la adquisición de objetos arcanos.
La bruja no podía evitar preguntarse qué tipo de objeto habría despertado el interés de Borst en sus últimos días, pero ya llevaba un rato sentada y su presencia empezaba a hacerse notar, así que se levantó y siguió caminando por el salón. Por lo que había ido oyendo mientras se paseaba por entre la gente, las ausencias del mercader en los últimos días empezaban a dar que hablar, de alguna manera, nadie parecía sospechar juego sucio todavía. También daba la impresión de que estaba realizando muchas inversiones últimamente.
Vio a Owens dirigirse hacia ella desde el otro lado de la sala y caminó con calma a su encuentro. Por el camino, tomó un par de copas de uno de los camareros y le ofreció una a su acompañante cuando se encontraron.
—Tu vino, amor —le dijo con una sonrisa.
Escuchó lo que el hombre tenía que contarle como quien escucha una anécdota graciosa. Se dio cuenta de que la viuda Arias la estaba observando detenidamente y la saludó en la distancia con una elegante reverencia. La mujer correspondió al saludo con una inclinación de la cabeza y Valeria fingió que su marido la guiaba por la sala mientras tiraba discretamente de su brazo en la dirección opuesta. Con suerte, la vieja pensaría que era alguna insulsa hija de mercader y no le daría más vueltas.
—Es posible que Bianca esté implicada, sí —reflexionaba la bruja—, o puede que sólo esté ocultando su desaparición para proteger sus intereses. Por lo que he oído por aquí, me da la impresión de que nuestro amigo estaba gastando una buena cantidad de dinero últimamente. Si tienen problemas de liquidez, la muerte de su marido sería lo último que le interesaría a Bianca en estos momentos. En cuanto se diera a conocer la pérdida, los acreedores no tardarían dos días en apostarse frente a su casa. Para cuando liquidasen la compañía, quién sabe si a viuda e hijo les quedarían recursos para reclamar los pagos a los deudores. A no ser —se giró ligeramente hacia el lugar donde Werner charlaba animadamente con un grupo de invitados— que un hombre fuerte les ofreciera su apoyo.
¿Sería así como Gaius había concertado el matrimonio de los hijos?, ¿se habría deshecho de su competidor para poder chantajear a la viuda? Valeria lo observó por un momento antes de pasear su mirada hasta la señora Borst. ¿O quizá lo planeasteis entre los dos? No era ningún secreto en Beltrexus que el padre de Bianca tenía serios problemas de liquidez cuando acordó el matrimonio de su hija con Dieter. Así evitó la quiebra, pero su hija no quedó muy complacida con el intercambio.
—Necesito que me des algo de tiempo —dijo la bruja volviéndose de nuevo hacia Owens—. Quiero acercarme al despacho de Gaius para echar un vistazo. Mientras tanto, tal vez puedas enterarte de qué negocios se traía Borst con un par de caballeros. —Le señaló a los dos hombres a los que había estado escuchando hablar y le explicó quiénes eran y lo que había oído— Puede que no tenga mayor importancia, pero sería útil confirmar si tenía tantas deudas como deudores.
Reike
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
Matthew escuchó el razonamiento de Reike mientras tomaba pequeños tragos de la copa que le había traído, sin duda tener a la Bruja con él era de gran ayuda, parecía conocer todos los chismes de Beltrexus con mucho detalle. En cierto modo el Virrey se sentía impresionado, su compañera era muy profesional, además de inteligente y habilidosa, con cada palabra que decía, Owens se convencía más y más de que tenía que llevársela a su Ciudad.
-Entonces… Se deshacen del cabeza dura del marido y se quedan al cuidado de un hombre con mucha más visión – Acotó Matt mientras miraba en la dirección opuesta a Reike, quedaría demasiado evidente si ambos observaban a la misma persona – Aunque sin pruebas son solo conjeturas en el aire – No es como si tuvieran que presentar el caso en un juicio, pero seguramente Bhima iba a querer algo más que presunciones.
Ambos estaban de acuerdo en que era muy temprano para sacar conclusiones, necesitaban más tiempo. Owens asintió, su papel en todo eso no era buscar pistas, ni infiltrarse en sitios prohibidos de la mansión. No, nada de eso, él tenía que jugar el papel de invitado, estar sonriente, mantener charlas agradables, intentar sonsacarles algún dato de interés a los invitados y justificar de modo razonable el que su esposa estuviera ausente durante todo ese proceso.
-De acuerdo, mi amor. Tomate tu tiempo en el tocador – Sonrió de medio lado y luego le dejo un beso muy decoroso en la mejilla – No me dejes solo demasiado rato, podría hacer maldades –
Dicho eso, comenzó a caminar alejándose de la Hechicera, lo primero era buscar a algún grupo al que pudiera incluirse. Miró por el salón, a simple vista parecía que todos hablaban con todos, pero cuando comenzabas a observar los detalles los bandos estaban bien diferenciados. Por un lado estaban aquellos que concentraban más poder y dinero, las familias con más peso, divididos claro está, los hombres por un lado y las esposas por el otro. Por otro lado estaban los comerciantes que con esfuerzo habían logrado ascender a una posición económica más acomodada, ellos estaban allí porque su dinero lo justificaba, pero no por derecho de nacimiento como los primeros.
Luego tenías varias familias venidas a menos, esas tenían aún orgullo y eso se notaba en su porte, pero sus escasos ingresos no les permitían codearse con los más grandes. Ni los primeros, ni los terceros serían el objetivo del Estafador, sabía que esa arrogancia que los caracterizaba le impediría el poder acercarse con naturalidad. Lo mejor era ir a por los segundos, personas que recientemente habían adquirido cierto estatus y que estaban ansiosas por entablar nuevas relaciones en ese mundo que se abría ante ellos.
De forma algo distraída, se acercó al primer grupo de hombres que encontró.
-… Yo le dije que un objeto como ese le saldría mucho más caro – Terminaba de comentar uno.
-Sí, es cierto, algo que modifique una personalidad tan… - Miraron de reojo al hijo de Borst “Así que todo el mundo sabe que Paulo es poco avispado” pensó el humano – Yo le recomendé que mejor intentara con otros métodos –
-Al viejo estilo, vamos. Como nos criaron a cualquiera de nosotros. Ese chico creció entre algodones, por eso terminó así –
-Yo creo que debe ser culpa de su sangre Humana – Agregó otro de los comerciantes.
-La sangre se hereda y el vicio se pega. Escuché que las deudas de Borst iban en aumento, casi no había familia a la que no le debieran –
Era un bonito nido de víboras, sin duda, Matt sonreía e intentaba pasar desapercibido, como si fuera un extranjero que apenas entendía el idioma pero que aun así intentaba mantener algo de contacto. Todo parecía estar marchando bien hasta que Owens notó algo: Werner se separaba del grupo principal y se diría hacía los pasillos, más precisamente, en la misma dirección en la que minutos antes había ido Reike.
Sin dejar de sonreír, Matthew comenzó a deslizarse en esa dirección “Piensa, piensa, piensa”, se acercó a Gaius y se interpuso en su camino.
-… - Aún no se le había ocurrido un motivo lógico para poder interrumpirlo.
-Entonces… Se deshacen del cabeza dura del marido y se quedan al cuidado de un hombre con mucha más visión – Acotó Matt mientras miraba en la dirección opuesta a Reike, quedaría demasiado evidente si ambos observaban a la misma persona – Aunque sin pruebas son solo conjeturas en el aire – No es como si tuvieran que presentar el caso en un juicio, pero seguramente Bhima iba a querer algo más que presunciones.
Ambos estaban de acuerdo en que era muy temprano para sacar conclusiones, necesitaban más tiempo. Owens asintió, su papel en todo eso no era buscar pistas, ni infiltrarse en sitios prohibidos de la mansión. No, nada de eso, él tenía que jugar el papel de invitado, estar sonriente, mantener charlas agradables, intentar sonsacarles algún dato de interés a los invitados y justificar de modo razonable el que su esposa estuviera ausente durante todo ese proceso.
-De acuerdo, mi amor. Tomate tu tiempo en el tocador – Sonrió de medio lado y luego le dejo un beso muy decoroso en la mejilla – No me dejes solo demasiado rato, podría hacer maldades –
Dicho eso, comenzó a caminar alejándose de la Hechicera, lo primero era buscar a algún grupo al que pudiera incluirse. Miró por el salón, a simple vista parecía que todos hablaban con todos, pero cuando comenzabas a observar los detalles los bandos estaban bien diferenciados. Por un lado estaban aquellos que concentraban más poder y dinero, las familias con más peso, divididos claro está, los hombres por un lado y las esposas por el otro. Por otro lado estaban los comerciantes que con esfuerzo habían logrado ascender a una posición económica más acomodada, ellos estaban allí porque su dinero lo justificaba, pero no por derecho de nacimiento como los primeros.
Luego tenías varias familias venidas a menos, esas tenían aún orgullo y eso se notaba en su porte, pero sus escasos ingresos no les permitían codearse con los más grandes. Ni los primeros, ni los terceros serían el objetivo del Estafador, sabía que esa arrogancia que los caracterizaba le impediría el poder acercarse con naturalidad. Lo mejor era ir a por los segundos, personas que recientemente habían adquirido cierto estatus y que estaban ansiosas por entablar nuevas relaciones en ese mundo que se abría ante ellos.
De forma algo distraída, se acercó al primer grupo de hombres que encontró.
-… Yo le dije que un objeto como ese le saldría mucho más caro – Terminaba de comentar uno.
-Sí, es cierto, algo que modifique una personalidad tan… - Miraron de reojo al hijo de Borst “Así que todo el mundo sabe que Paulo es poco avispado” pensó el humano – Yo le recomendé que mejor intentara con otros métodos –
-Al viejo estilo, vamos. Como nos criaron a cualquiera de nosotros. Ese chico creció entre algodones, por eso terminó así –
-Yo creo que debe ser culpa de su sangre Humana – Agregó otro de los comerciantes.
-La sangre se hereda y el vicio se pega. Escuché que las deudas de Borst iban en aumento, casi no había familia a la que no le debieran –
Era un bonito nido de víboras, sin duda, Matt sonreía e intentaba pasar desapercibido, como si fuera un extranjero que apenas entendía el idioma pero que aun así intentaba mantener algo de contacto. Todo parecía estar marchando bien hasta que Owens notó algo: Werner se separaba del grupo principal y se diría hacía los pasillos, más precisamente, en la misma dirección en la que minutos antes había ido Reike.
Sin dejar de sonreír, Matthew comenzó a deslizarse en esa dirección “Piensa, piensa, piensa”, se acercó a Gaius y se interpuso en su camino.
-… - Aún no se le había ocurrido un motivo lógico para poder interrumpirlo.
Matthew Owens
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
El encuentro con Owens había sido más ventajoso de lo que anticipara la noche anterior. No sólo les había conseguido un pase al interior de aquella casa, sino que le proporcionaba un par de ojos y un par de oídos extra. Ojos y oídos entrenados, además; era evidente que el tipo sabía lo que hacía. A Valeria, aquello le agradaba y le irritaba por igual; le venía bien, en la presente situación, pero también podía llegar a convertirse en un problema en el futuro. Suspiró y se desvió del camino que llevaba al tocador para internarse en la parte trasera de la casa, donde sabía que descansaba el despacho de Werner.
La puerta del despacho estaba cerrada y la vibración que sintió al acercarse le indicó que no iba a ser fácil abrirla. Con tantos brujos rondando por la casa, no le sorprendieron las medidas extra de seguridad, sin embargo, algo así no iba a detener a Valeria. Pasó de largo la puerta del despacho y entró en la habitación de al lado, una especie de sala de estar. Fue directamente hacia el balcón que se abría al fondo de la estancia. Sabía, de visitas anteriores, que aquel balcón comunicaba con el despacho, sólo hacía falta que el mercader hubiese sido algo menos cuidadoso con la seguridad de la parte de atrás. La bruja no tardó en comprobar que la puerta del balcón también estaba hechizada, pero el bueno de Gaius se había olvidado de hechizar también la ventana. Con una sonrisa irónica, Valeria abrió la ventana del despacho y, recogiéndose la falda del vestido, la atravesó sin mayores dificultades. Una vez dentro, encendió una de las lámparas de aceite y observó su alrededor con detenimiento. Apenas había cambiado desde la última vez que estuvo allí.
Valeria sacudió la imagen de su mente y se dedicó a revisar los cajones del escritorio. No sabía lo que buscaba, pero aún así, no tardó en encontrarlo entre la correspondencia reciente: una carta firmada con las iniciales D. B. «Dieter Borst», se dijo, al tiempo que repasaba su contenido. Estaba fechada unos pocos días atrás y en ella, Borst expresaba su consentimiento y ¿entusiasmo? ante la idea de un matrimonio entre sus respectivos herederos. Val tuvo que leerla varias veces para asegurarse de que sus ojos no la engañaban. «Pero, si el propio Borst estaba de acuerdo con el compromiso», pensó la bruja, «¿no habría sido menos engorroso esperar a después de la boda para matarlo?». Cada vez se sentía más confundida con la situación.
La puerta del despacho estaba cerrada y la vibración que sintió al acercarse le indicó que no iba a ser fácil abrirla. Con tantos brujos rondando por la casa, no le sorprendieron las medidas extra de seguridad, sin embargo, algo así no iba a detener a Valeria. Pasó de largo la puerta del despacho y entró en la habitación de al lado, una especie de sala de estar. Fue directamente hacia el balcón que se abría al fondo de la estancia. Sabía, de visitas anteriores, que aquel balcón comunicaba con el despacho, sólo hacía falta que el mercader hubiese sido algo menos cuidadoso con la seguridad de la parte de atrás. La bruja no tardó en comprobar que la puerta del balcón también estaba hechizada, pero el bueno de Gaius se había olvidado de hechizar también la ventana. Con una sonrisa irónica, Valeria abrió la ventana del despacho y, recogiéndose la falda del vestido, la atravesó sin mayores dificultades. Una vez dentro, encendió una de las lámparas de aceite y observó su alrededor con detenimiento. Apenas había cambiado desde la última vez que estuvo allí.
—¡Maldita sea, Reike! ¡Un barco cargado! —Gaius Werner, rojo de rabia, se había levantado de su asiento y se aferraba a su escritorio como si quisiera clavar los dedos en la madera— ¿Te das cuenta de la pérdida que supone?
Valeria sabía perfectamente cuánto dinero se había perdido con ese cargamento: lana de yak, naranjas de Dundarak, gemas listas para engarzar por los mejores joyeros de Aerandir. Ella misma había negociado todas aquellas compras y era muy consciente del valor que tenía toda aquella mercancía en el mercado. También era muy consciente de las vidas que jamás podrían remplazarse, algo que Werner ni siquiera había mencionado. La bruja no necesitaba que nadie lo mencionase para oír los gemidos de agonía, ver las pústulas, oler el vómito de sus compañeros.
—Cualquiera de esas mercancías podía estar contaminada, ¿cómo íbamos a meter aquello en Lunargenta? —se defendió.
—Muy noble de tu parte deshacerte de bienes ajenos para salvar la ciudad —escupía Werner con su tono más sarcástico. El rojo de su cara se oscurecía por momentos—. Total, ¿para qué? La epidemia les llegó de todas formas. Su propio rey viene de camino a Beltrexus mientras hablamos. ¡Podrías haber vendido buena parte de esa mercancía antes de que cerraran el puerto!
—Sólo quedábamos Vignaud, Jaime, Wyk y yo. —Dos calafates, un carpintero y una agente comercial, de una tripulación de 26. Ni siquiera habían sido capaces de echar al mar todos los cuerpos, tuvieron que quemar el barco con ellos dentro. Valeria cerró los ojos un momento y se vio de nuevo en aquel bote que se alejaba poco a poco de la carabela en llamas. Los abrió de golpe— No habríamos podido llevar el barco hasta el puerto.
—¡Excusas! —chilló el hombre, su rostro se había vuelto de color granate—, ¡sólo me traes excusas! —A Valeria no le sorprendió que ni se inmutara ante la mención de lo que quedaba de su tripulación, probablemente ni siquiera sabía quiénes eran Vignaud, Jaime y Wyk. Gaius respiró hondo un par de veces antes de continuar, en un tono más bajo pero, al mismo tiempo, más amenazante— Sal de esta casa y más te vale que no vuelva a verte por aquí. —La bruja no se molestó en seguir discutiendo, se dio la vuelta y se dirigió a la puerta sin añadir una palabra. Cuando estaba a punto de salir de la estancia, oyó de nuevo la voz de Werner— Y no sueñes con volver a trabajar como comerciante.
Valeria sabía perfectamente cuánto dinero se había perdido con ese cargamento: lana de yak, naranjas de Dundarak, gemas listas para engarzar por los mejores joyeros de Aerandir. Ella misma había negociado todas aquellas compras y era muy consciente del valor que tenía toda aquella mercancía en el mercado. También era muy consciente de las vidas que jamás podrían remplazarse, algo que Werner ni siquiera había mencionado. La bruja no necesitaba que nadie lo mencionase para oír los gemidos de agonía, ver las pústulas, oler el vómito de sus compañeros.
—Cualquiera de esas mercancías podía estar contaminada, ¿cómo íbamos a meter aquello en Lunargenta? —se defendió.
—Muy noble de tu parte deshacerte de bienes ajenos para salvar la ciudad —escupía Werner con su tono más sarcástico. El rojo de su cara se oscurecía por momentos—. Total, ¿para qué? La epidemia les llegó de todas formas. Su propio rey viene de camino a Beltrexus mientras hablamos. ¡Podrías haber vendido buena parte de esa mercancía antes de que cerraran el puerto!
—Sólo quedábamos Vignaud, Jaime, Wyk y yo. —Dos calafates, un carpintero y una agente comercial, de una tripulación de 26. Ni siquiera habían sido capaces de echar al mar todos los cuerpos, tuvieron que quemar el barco con ellos dentro. Valeria cerró los ojos un momento y se vio de nuevo en aquel bote que se alejaba poco a poco de la carabela en llamas. Los abrió de golpe— No habríamos podido llevar el barco hasta el puerto.
—¡Excusas! —chilló el hombre, su rostro se había vuelto de color granate—, ¡sólo me traes excusas! —A Valeria no le sorprendió que ni se inmutara ante la mención de lo que quedaba de su tripulación, probablemente ni siquiera sabía quiénes eran Vignaud, Jaime y Wyk. Gaius respiró hondo un par de veces antes de continuar, en un tono más bajo pero, al mismo tiempo, más amenazante— Sal de esta casa y más te vale que no vuelva a verte por aquí. —La bruja no se molestó en seguir discutiendo, se dio la vuelta y se dirigió a la puerta sin añadir una palabra. Cuando estaba a punto de salir de la estancia, oyó de nuevo la voz de Werner— Y no sueñes con volver a trabajar como comerciante.
Valeria sacudió la imagen de su mente y se dedicó a revisar los cajones del escritorio. No sabía lo que buscaba, pero aún así, no tardó en encontrarlo entre la correspondencia reciente: una carta firmada con las iniciales D. B. «Dieter Borst», se dijo, al tiempo que repasaba su contenido. Estaba fechada unos pocos días atrás y en ella, Borst expresaba su consentimiento y ¿entusiasmo? ante la idea de un matrimonio entre sus respectivos herederos. Val tuvo que leerla varias veces para asegurarse de que sus ojos no la engañaban. «Pero, si el propio Borst estaba de acuerdo con el compromiso», pensó la bruja, «¿no habría sido menos engorroso esperar a después de la boda para matarlo?». Cada vez se sentía más confundida con la situación.
Reike
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
-Vaya, que increíble suerte la mía – Exclamó el estafador, extendiendo los brazos para enfatizar aún más la expresión – Encontrar a una de las figuras principales de la celebración y sin que este rodeado por un mar de gente – El Humano iba diciendo lo primero que se le ocurría, utilizando sus grandes capacidades para improvisar y su carencia total de vergüenza.
-¿Y usted es…? – Respondió Werner, retrocediendo medio paso, su tono de voz era frío y desinteresado, probablemente creía que Matt era algún nuevo comerciante que pretendía endulzarle el oído para luego poder hacer negocios con él – Me resulta familiar – Había que agradecer el terrible estado de ebriedad en el que se encontraba la primera vez que se vieron ¿O era que fingía no conocerlo?
-Matthew Owens, me alegro que volvamos a encontrarnos – “¿De qué habíamos hablado?” el estafador intentaba recordar que tonterías le había dicho el día anterior en el prostíbulo, en base a eso podría desplegar algún personaje – Soy uno… de los discípulos de Ernest Rutherford, seguro no lo recuerda, pero nos vimos en… Otro sitio – “Veamos si es del tipo sincero o…”
-Si… Creo recordar una charla con usted… – “Bien, está intentando no llamar mucho la atención. No debe querer que se sepa” – Y… No se ven a muchos de su tipo por aquí – El modo en que remarcó la palabra le dio a entender a Matthew que no se refería a su profesión, sino a su raza “No servirá lo de hacerme pasar por un ilusionista”.
-Somos pocos los que nos atrevemos a incursionar fuera de los ámbitos que nos son más familiares – Matt se rascó las manos, en un gesto que podía ser interpretado como de nerviosismo - Pero me considero algo más que un simple Humano, soy en realidad un aventurero, mis padres siempre decían que era un niño inquieto ¿Sabe? Así que podríamos pensar que es algo que llevo en mí de modo innato. Creo que ese rasgo proviene de un bisabuelo por parte de madre ¡Él en verdad era un trotamundos! Iba con su carro lleno de ollas, vasijas, platos, cuerdas, vidrios…-
-¿Esta charla tiene algún propósito? – Interrumpió Gaius, su ceja se había levantado tanto que corría el riesgo de salirse de su rostro.
-Oh, sí, claro, la cuestión es que, el Profesor Ernest estará varios días fuera de la isla, eso me deja mucho tiempo libre, estaba pensando que podríamos… No lo sé, encontrar algún momento para… Salir– Bajó la mirada para simular vergüenza – Solos… -
-No me interesa – Respondió de modo seco e hizo el intento de pasar junto a Matt para continuar con su trayecto. Su gesto era entre de repulsión y enfado, justo como el estafador lo había imaginado.
-Pero Señor, permítame explicarle – El Humano apoyó una mano en el hombro de Werner, sabía que era arriesgado, hacer enojar a un Brujo podía traer consecuencias muy dolorosas.
-No me obligue a repetírselo – Por suerte para Matt, Gaius no quería causar alboroto en una fiesta tan importante, por lo que se dio la vuelta de modo brusco y desapareció por el pasillo.
“Bien Valeria, es todo el tiempo que te pude conseguir. Espero que hayas terminado con lo que sea que estés haciendo” Owens se quedó mirando como el Hechicero se marchaba dando pasos muy enérgicos. A Matt siempre le parecían graciosas las reacciones de las personas cuando uno se salía mínimamente del tipo de charla que esperaban.
-¿Y usted es…? – Respondió Werner, retrocediendo medio paso, su tono de voz era frío y desinteresado, probablemente creía que Matt era algún nuevo comerciante que pretendía endulzarle el oído para luego poder hacer negocios con él – Me resulta familiar – Había que agradecer el terrible estado de ebriedad en el que se encontraba la primera vez que se vieron ¿O era que fingía no conocerlo?
-Matthew Owens, me alegro que volvamos a encontrarnos – “¿De qué habíamos hablado?” el estafador intentaba recordar que tonterías le había dicho el día anterior en el prostíbulo, en base a eso podría desplegar algún personaje – Soy uno… de los discípulos de Ernest Rutherford, seguro no lo recuerda, pero nos vimos en… Otro sitio – “Veamos si es del tipo sincero o…”
-Si… Creo recordar una charla con usted… – “Bien, está intentando no llamar mucho la atención. No debe querer que se sepa” – Y… No se ven a muchos de su tipo por aquí – El modo en que remarcó la palabra le dio a entender a Matthew que no se refería a su profesión, sino a su raza “No servirá lo de hacerme pasar por un ilusionista”.
-Somos pocos los que nos atrevemos a incursionar fuera de los ámbitos que nos son más familiares – Matt se rascó las manos, en un gesto que podía ser interpretado como de nerviosismo - Pero me considero algo más que un simple Humano, soy en realidad un aventurero, mis padres siempre decían que era un niño inquieto ¿Sabe? Así que podríamos pensar que es algo que llevo en mí de modo innato. Creo que ese rasgo proviene de un bisabuelo por parte de madre ¡Él en verdad era un trotamundos! Iba con su carro lleno de ollas, vasijas, platos, cuerdas, vidrios…-
-¿Esta charla tiene algún propósito? – Interrumpió Gaius, su ceja se había levantado tanto que corría el riesgo de salirse de su rostro.
-Oh, sí, claro, la cuestión es que, el Profesor Ernest estará varios días fuera de la isla, eso me deja mucho tiempo libre, estaba pensando que podríamos… No lo sé, encontrar algún momento para… Salir– Bajó la mirada para simular vergüenza – Solos… -
-No me interesa – Respondió de modo seco e hizo el intento de pasar junto a Matt para continuar con su trayecto. Su gesto era entre de repulsión y enfado, justo como el estafador lo había imaginado.
-Pero Señor, permítame explicarle – El Humano apoyó una mano en el hombro de Werner, sabía que era arriesgado, hacer enojar a un Brujo podía traer consecuencias muy dolorosas.
-No me obligue a repetírselo – Por suerte para Matt, Gaius no quería causar alboroto en una fiesta tan importante, por lo que se dio la vuelta de modo brusco y desapareció por el pasillo.
“Bien Valeria, es todo el tiempo que te pude conseguir. Espero que hayas terminado con lo que sea que estés haciendo” Owens se quedó mirando como el Hechicero se marchaba dando pasos muy enérgicos. A Matt siempre le parecían graciosas las reacciones de las personas cuando uno se salía mínimamente del tipo de charla que esperaban.
Matthew Owens
Honorable
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
Aún desconcertada, pero sin nada más que hacer en aquel despacho, Valeria se guardó la nota del difunto Borst en el escote y salió de allí. Apenas se había alejado de la puerta cuando oyó pasos en el corredor provenientes de la planta baja. La bruja dio la vuelta en seco y echó a andar por el pasillo en la dirección opuesta. Por fortuna, la vivienda esta a organizada en torno a un patio interior, con lo que podría acceder a las escaleras de bajada dando la vuelta por el otro lado. Por desgracia, tras doblar un recodo para acceder al siguiente pasillo, oyó pasos y voces desde la dirección opuesta. Abrió una puerta y, tras comprobar que no había luz ni se oía ningún ruido dentro, entró, esperando que los caminantes pasaran de largo.
Tan pronto como sus ojos se fueron acostumbrando a la escasa luz que la noche dejaba entrar por la ventana, comprobó con alivio que, efectivamente, no había nadie más en la estancia. Era un dormitorio, uno claramente femenino, a juzgar por la delicadeza de los colores, la labor de costura que descansaba en una mesa baja junto a un ampuloso sofá y el enorme tocador situado a la derecha de la habitación. Valeria se había quedado apoyada en la puerta, atenta a los sonidos que le llegaban del otro lado, pero hubo algo que llamó su atención: olía a papel quemado.
A la bruja le pudo la curiosidad y se acercó a la mesa del tocador, desde donde le pareció que llegaba el olor. Efectivamente, en un rincón de la mesa había un quemador con restos de papel medio quemado esparcidos en su interior, como si lo hubiesen apagado antes de tiempo. Probablemente, no sería nada importante, pero la precipitación con la que parecían haber abandonado la tarea y las circunstancias de su investigación llevaron a Valeria a echar un vistazo más de cerca. Lo suficiente cerca como para fijarse en una B que hacía las veces de firma en una de las notas que quedaban más a la vista. Sacó la carta que guardaba en el escote y la comparó con la del quemador. Incluso con la escasa luz y el papel ennegrecido era evidente que ambas B eran iguales: estaban escritas por la misma mano.
Aquello era más que suficiente para justificar una investigación más minuciosa. La bruja encendió una de las velas que reposaban en el tocador y, con cuidado, fue sacando una a una las hojas de papel que aún no se habían convertido por completo en ceniza. La mayor parte de lo que quedaba era prácticamente ilegible, pero aún podían distinguirse algunos fragmentos: “… no sé qué más hacer, necesito verte...”; “… cuando estés casada, seremos familia. Nadie sospechará...”.
«¿Cuando estés casada?», se dijo Val, «¿se refiere al compromiso de Paulo y Philippa?». “Seremos familia. Nadie sospechará”, volvió a leer. «¿Borst y Philippa? Entonces, accede al matrimonio con su hijo para tenerla cerca pero, de alguna forma, él acaba muerto y Philippa quema las cartas. ¿Para que no descubran que tenían una aventura? ¿Sabe ella que ha muerto?».
Con un suspiro de frustración, la bruja apartó algunos restos más de papel quemado y se topó con una pequeña nota que parecía haber resistido el fuego con una asombrosa tozudez. El papel estaba deteriorado por los bordes y completamente ennegrecido, pero aún era posible vislumbrar la tinta si se prestaba la suficiente atención. Al tocarla, Valeria percibió una sutil vibración que le indicó que alguien había puesto especial cuidado en proteger aquel papel de las llamas, por alguna razón. La carta venía firmada con una letra B, pero ésta era completamente distinta de las que adornaban las otras misivas. El mensaje se componía únicamente de dos palabras: “Está hecho”.
—¿En qué andas metida, Philippa? —murmuró la bruja.
Durante un momento, consideró la posibilidad de quedarse aguardando en el dormitorio la llegada de la joven y preguntárselo en persona. Sin embargo, decidió que era mejor opción encontrarse de nuevo con Owens. Era posible que hubiese averiguado algo útil en la fiesta y, cuanto más supieran de todo el asunto antes de encararse con cualquiera de los sospechosos, mejor. Además, siempre podía volver más tarde al dormitorio.
Lo que no pensaba hacer era arriesgarse a que lo que quedaba de aquellas cartas desapareciese por completo. Sin perder un minuto, Valeria registró los cajones del tocador hasta que dio con uno lleno de vistosos pañuelos de seda. Extendió uno sobre una superficie libre de la mesa y, con cuidado de no desarmarla, puso una de las delicadas láminas de papel quemado sobre él. Extendió otro pañuelo encima y repitió el proceso. Cuando tuvo así dispuestos todos los fragmentos que aún podían leerse, así como la carta que había encontrado en el despacho de Gaius. Los cubrió con otro pañuelo y enrolló el pequeño montón con cuidado. Buscó un pañuelo más largo y, levantándose la falda del vestido, lo ató entorno a su muslo, asegurando con él el rollo de las pruebas. Ya estaba lista para volver.
Tan pronto como sus ojos se fueron acostumbrando a la escasa luz que la noche dejaba entrar por la ventana, comprobó con alivio que, efectivamente, no había nadie más en la estancia. Era un dormitorio, uno claramente femenino, a juzgar por la delicadeza de los colores, la labor de costura que descansaba en una mesa baja junto a un ampuloso sofá y el enorme tocador situado a la derecha de la habitación. Valeria se había quedado apoyada en la puerta, atenta a los sonidos que le llegaban del otro lado, pero hubo algo que llamó su atención: olía a papel quemado.
A la bruja le pudo la curiosidad y se acercó a la mesa del tocador, desde donde le pareció que llegaba el olor. Efectivamente, en un rincón de la mesa había un quemador con restos de papel medio quemado esparcidos en su interior, como si lo hubiesen apagado antes de tiempo. Probablemente, no sería nada importante, pero la precipitación con la que parecían haber abandonado la tarea y las circunstancias de su investigación llevaron a Valeria a echar un vistazo más de cerca. Lo suficiente cerca como para fijarse en una B que hacía las veces de firma en una de las notas que quedaban más a la vista. Sacó la carta que guardaba en el escote y la comparó con la del quemador. Incluso con la escasa luz y el papel ennegrecido era evidente que ambas B eran iguales: estaban escritas por la misma mano.
Aquello era más que suficiente para justificar una investigación más minuciosa. La bruja encendió una de las velas que reposaban en el tocador y, con cuidado, fue sacando una a una las hojas de papel que aún no se habían convertido por completo en ceniza. La mayor parte de lo que quedaba era prácticamente ilegible, pero aún podían distinguirse algunos fragmentos: “… no sé qué más hacer, necesito verte...”; “… cuando estés casada, seremos familia. Nadie sospechará...”.
«¿Cuando estés casada?», se dijo Val, «¿se refiere al compromiso de Paulo y Philippa?». “Seremos familia. Nadie sospechará”, volvió a leer. «¿Borst y Philippa? Entonces, accede al matrimonio con su hijo para tenerla cerca pero, de alguna forma, él acaba muerto y Philippa quema las cartas. ¿Para que no descubran que tenían una aventura? ¿Sabe ella que ha muerto?».
Con un suspiro de frustración, la bruja apartó algunos restos más de papel quemado y se topó con una pequeña nota que parecía haber resistido el fuego con una asombrosa tozudez. El papel estaba deteriorado por los bordes y completamente ennegrecido, pero aún era posible vislumbrar la tinta si se prestaba la suficiente atención. Al tocarla, Valeria percibió una sutil vibración que le indicó que alguien había puesto especial cuidado en proteger aquel papel de las llamas, por alguna razón. La carta venía firmada con una letra B, pero ésta era completamente distinta de las que adornaban las otras misivas. El mensaje se componía únicamente de dos palabras: “Está hecho”.
—¿En qué andas metida, Philippa? —murmuró la bruja.
Durante un momento, consideró la posibilidad de quedarse aguardando en el dormitorio la llegada de la joven y preguntárselo en persona. Sin embargo, decidió que era mejor opción encontrarse de nuevo con Owens. Era posible que hubiese averiguado algo útil en la fiesta y, cuanto más supieran de todo el asunto antes de encararse con cualquiera de los sospechosos, mejor. Además, siempre podía volver más tarde al dormitorio.
Lo que no pensaba hacer era arriesgarse a que lo que quedaba de aquellas cartas desapareciese por completo. Sin perder un minuto, Valeria registró los cajones del tocador hasta que dio con uno lleno de vistosos pañuelos de seda. Extendió uno sobre una superficie libre de la mesa y, con cuidado de no desarmarla, puso una de las delicadas láminas de papel quemado sobre él. Extendió otro pañuelo encima y repitió el proceso. Cuando tuvo así dispuestos todos los fragmentos que aún podían leerse, así como la carta que había encontrado en el despacho de Gaius. Los cubrió con otro pañuelo y enrolló el pequeño montón con cuidado. Buscó un pañuelo más largo y, levantándose la falda del vestido, lo ató entorno a su muslo, asegurando con él el rollo de las pruebas. Ya estaba lista para volver.
Reike
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
No se oían gritos de alarma, ni explosiones de hechizos, al ver que nada ocurría Matthew supuso que todo había ido bien, quizás Reike había logrado escapar antes de que Gaius llegara, o al menos tendría que haber podido esconderse. El Humano se encogió de hombros y tomó un trago de vino, no podía hacer mucho más, ahora su trabajo era hacer de invitado en una fiesta llena de Brujos remilgados y prejuiciosos. “Pan comido” pensó el estafador y sonrió.
Estaba a punto de volver a su juego de “Estoy aquí y allá, pero en realidad no estoy en ningún sitio”, cuando se topó de frente con Philippa Werner. La verdad sea dicha, prácticamente habían chocado, un error poco común en una persona tan calculadora como Matt, pero perfectamente posible al estar en una fiesta con tanta gente. Fue tan solo un segundo que ambos se quedaron en silencio, casi al instante regresaron a sus falsos gestos de simpatía.
“Peligroso. Está chica es como yo... Bueno, quizás no tan buena como yo” Por una cuestión de orgullo Owens se negaba a pensar que una chica tan joven podía tener su misma habilidad, aunque dentro de algunos años seguramente sería otro cantar.
-Sepa disculparme, no veía por dónde iba - Dijo Matt con la más fingida de sus sonrisas - Tonto de mi -
-Oh, no, fue mi culpa - Contestó la joven, inclinando ligeramente la cabeza para disculparse “Internamente debes estar pensando cosas encantadoramente insultantes hacia mi persona ¿No es cierto? Pero hay que ser diplomáticos”
-En cualquier caso - Ofreció una reverencia tanto a modo de disculpa como de presentación - Soy Matthew Owens, comerciante y alumno de Hekshold -
-¿Alumno? - La pregunta bien podía ser interpretada como un gesto de sorpresa o un insulto muy bien camuflado, obviamente el Humano no daba con el perfil de un estudiante ni por raza ni por edad.
-Sé que suena extraño, pero así es - Matt respondió con la más dulce sonrisa, no tenía sentido el mostrarse molesto en una situación así.
-Bianca me había comentado algo sobre eso, es poco común, pero no imposible. Debe estar usted muy orgulloso de haber logrado semejante puesto - “¿Bianca?” La mente de Matt buscó el nombre entre todos los datos que Reike le había dado “Bianca Borst. La que próximamente será la suegra de Philippa” el Humano tardó en relacionar el nombre porque para él tenía más sentido que mencionara a sus propios padres, no a la madre de Paul.
-Sumamente orgulloso, la oportunidad de poder estudiar en un establecimiento de tanto prestigio es algo con lo que jamás podría haber soñado - Durante toda la charla Owens mantenía una actitud calmada y hasta sumisa, estaba evadiendo la confrontación con esa hábil mentirosa “Que se vaya pensando que ha ganado esta mano”
-Espero que disfrute de la fiesta, Señor Owens - Dijo la joven mientras pasaba junto a Matt.
-Se lo agradezco, Futura Señorita Borst - ¿Cómo se tomaría eso? ¿Como algo bueno o algo malo? La Bruja no dejó que se notara en sus gestos sí la idea le resultaba agradable o no “Y eso ya de por sí dice mucho”
Estaba a punto de volver a su juego de “Estoy aquí y allá, pero en realidad no estoy en ningún sitio”, cuando se topó de frente con Philippa Werner. La verdad sea dicha, prácticamente habían chocado, un error poco común en una persona tan calculadora como Matt, pero perfectamente posible al estar en una fiesta con tanta gente. Fue tan solo un segundo que ambos se quedaron en silencio, casi al instante regresaron a sus falsos gestos de simpatía.
“Peligroso. Está chica es como yo... Bueno, quizás no tan buena como yo” Por una cuestión de orgullo Owens se negaba a pensar que una chica tan joven podía tener su misma habilidad, aunque dentro de algunos años seguramente sería otro cantar.
-Sepa disculparme, no veía por dónde iba - Dijo Matt con la más fingida de sus sonrisas - Tonto de mi -
-Oh, no, fue mi culpa - Contestó la joven, inclinando ligeramente la cabeza para disculparse “Internamente debes estar pensando cosas encantadoramente insultantes hacia mi persona ¿No es cierto? Pero hay que ser diplomáticos”
-En cualquier caso - Ofreció una reverencia tanto a modo de disculpa como de presentación - Soy Matthew Owens, comerciante y alumno de Hekshold -
-¿Alumno? - La pregunta bien podía ser interpretada como un gesto de sorpresa o un insulto muy bien camuflado, obviamente el Humano no daba con el perfil de un estudiante ni por raza ni por edad.
-Sé que suena extraño, pero así es - Matt respondió con la más dulce sonrisa, no tenía sentido el mostrarse molesto en una situación así.
-Bianca me había comentado algo sobre eso, es poco común, pero no imposible. Debe estar usted muy orgulloso de haber logrado semejante puesto - “¿Bianca?” La mente de Matt buscó el nombre entre todos los datos que Reike le había dado “Bianca Borst. La que próximamente será la suegra de Philippa” el Humano tardó en relacionar el nombre porque para él tenía más sentido que mencionara a sus propios padres, no a la madre de Paul.
-Sumamente orgulloso, la oportunidad de poder estudiar en un establecimiento de tanto prestigio es algo con lo que jamás podría haber soñado - Durante toda la charla Owens mantenía una actitud calmada y hasta sumisa, estaba evadiendo la confrontación con esa hábil mentirosa “Que se vaya pensando que ha ganado esta mano”
-Espero que disfrute de la fiesta, Señor Owens - Dijo la joven mientras pasaba junto a Matt.
-Se lo agradezco, Futura Señorita Borst - ¿Cómo se tomaría eso? ¿Como algo bueno o algo malo? La Bruja no dejó que se notara en sus gestos sí la idea le resultaba agradable o no “Y eso ya de por sí dice mucho”
Matthew Owens
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
Tardó aún unos minutos en atreverse a abrir la puerta del dormitorio. Esperó hasta que ya no se oía ningún sonido al otro lado y aún un rato más. Finalmente, abrió con cuidado y asomó la cabeza. Cuando se convenció de que no había nadie, atravesó deprisa la puerta, cerró sin hacer ruido y se encaminó de nuevo al piso inferior con el caminar relajado y altanero de quien sabe que se encuentra exactamente en el lugar que le corresponde.
—¿Reike? —oyó que alguien la llamaba cuando llegó al pie de la escalera—. ¿Valeria Reike?
Entrenada como estaba y habiendo adoptado la persona de Amelia Skatha, Valeria siguió caminando sin mostrar reconocimiento alguno, pero el tipo se acercó por detrás y le tocó en el hombro para llamar la atención. La bruja se volvió hacia el hombre con los párpados entrecerrados en gesto perezoso, con la doble intención de parecer ligeramente aburrida y, al mismo tiempo, ocultar el inconfundible color de sus ojos tras el velo. Conocía al brujo que se le había acercado, un antiguo asociado de Werner.
—Me temo que se equivoca usted de persona —dijo imitando a la perfección el acento cadencioso de Roilkat.
El buen oído debía haberlo heredado de su padre, a quien siempre se le dio bien la música, pero fue de Bhima de quien aprendió a modular la voz para que sonara distinta de la propia; el acompañamiento perfecto para el buen disfraz. En aquella ocasión, hizo que sonara en un tono más grave del usual. El hombre pareció dudar durante un instante. Al cabo de un momento, sacudió ligeramente la cabeza a los lados y le dedicó a la desconocida una educada reverencia acompañada de una disculpa. Valeria no tenía claro si había logrado convencerlo o aún albergaba sospechas. Decidió que el proceder más prudente sería acabar lo antes posible sus negocios en aquella fiesta. De poder elegir, prefería que Gaius no la encontrara rondando por su casa.
Caminando entre los invitados, no tardó en dar con Owens. Lo vio más allá de un grupo de austeras damas, charlando nada menos que con Philippa Werner. Para no interrumpir lo que quiera que el hombre estuviera sonsacándole a la joven entre sonrisas, decidió acercarse despacio. Sin embargo, la conversación debía de haber terminado ya, pues tan pronto como los vio, la muchacha se despidió elegantemente y se alejó, camino del jardín.
—Pareces haber hecho buenas migas con la futura novia, querido —dijo con tono suave cuando estuvo lo bastante cerca de Matthew—. ¿Alguna nueva interesante?
Mientras escuchaba lo que el humano tenía que decirle, se agarró de su brazo y, haciendo como que se dejaba guiar por él, lo fue conduciendo poco a poco lejos del área más expuesta, muy consciente de que el tipo de antes podía estar aún vigilando. Asintió ante la confirmación de sus sospechas de que los Borst tenían tantas deudas como deudores, quizá más.
El asunto de la búsqueda del objeto mágico le resultó algo más sorprendente; no tanto por el hecho de que Dieter siempre se había negado a reconocer la incapacidad de su hijo, como por lo que acababa de averiguar en la habitación de Philippa. Casar a su hijo con la joven para disimular su aventura con ella no encajaba con la idea de modificar la personalidad de un hijo ya de por sí dócil. ¿O quizá se había rendido y el matrimonio era el plan B?
Su acompañante no tardó en notar cómo la bruja se había sumido en sus pensamientos y, tras detener la marcha, obligando a que ella también la detuviera, se colocó frente a ella, mirándola con esa expresión de “si sabes algo, querida, será mejor que lo sueltes”. ¿Y por qué no habría de contarle? El humano era bueno en lo suyo («demasiado bueno») y dos cabezas piensan más que dos.
—Encontré una carta de Borst —dijo lo bastante bajo como para que sólo pudiera oírla él—. Reciente, acordando con Werner el compromiso de Paul y Philippa. Y unos fragmentos muy interesantes dedicados a esta última. —Miró disimuladamente a ambos lados— Aquí no.
Y tirando de nuevo del brazo de Owens, lo guió con delicadeza hacia el jardín. Conocía varios rincones donde tener una conversación privada en aquel lugar. Ocultos de miradas curiosas gracias a unos elaborados y estratégicamente situados setos, la bruja desató las pruebas de su muslo para mostrárselas al humano. La luz en el exterior no era tan nítida como la que proporcionaba la vela del comedor, pero el cielo de aquella noche estaba lo bastante despejado para ofrecerle al hombre una oportunidad, si se aplicaba en ello. Mientras Matthew analizaba los escritos, Valeria se dedicó a vigilar la llegada de testigos indeseables. Afortunadamente, nadie los estorbó. Sólo vio a la señora Borst caminando sola, probablemente en busca de un rincón tranquilo donde alejarse durante unos momentos de las constantes preguntas e insinuaciones con respecto a su esposo.
----------
OFF: Subrayado, uso de maestría: Carisma.
Metarroleo un poquito hacia el final, pero lo hago con permiso de Matt <3
—¿Reike? —oyó que alguien la llamaba cuando llegó al pie de la escalera—. ¿Valeria Reike?
Entrenada como estaba y habiendo adoptado la persona de Amelia Skatha, Valeria siguió caminando sin mostrar reconocimiento alguno, pero el tipo se acercó por detrás y le tocó en el hombro para llamar la atención. La bruja se volvió hacia el hombre con los párpados entrecerrados en gesto perezoso, con la doble intención de parecer ligeramente aburrida y, al mismo tiempo, ocultar el inconfundible color de sus ojos tras el velo. Conocía al brujo que se le había acercado, un antiguo asociado de Werner.
—Me temo que se equivoca usted de persona —dijo imitando a la perfección el acento cadencioso de Roilkat.
El buen oído debía haberlo heredado de su padre, a quien siempre se le dio bien la música, pero fue de Bhima de quien aprendió a modular la voz para que sonara distinta de la propia; el acompañamiento perfecto para el buen disfraz. En aquella ocasión, hizo que sonara en un tono más grave del usual. El hombre pareció dudar durante un instante. Al cabo de un momento, sacudió ligeramente la cabeza a los lados y le dedicó a la desconocida una educada reverencia acompañada de una disculpa. Valeria no tenía claro si había logrado convencerlo o aún albergaba sospechas. Decidió que el proceder más prudente sería acabar lo antes posible sus negocios en aquella fiesta. De poder elegir, prefería que Gaius no la encontrara rondando por su casa.
Caminando entre los invitados, no tardó en dar con Owens. Lo vio más allá de un grupo de austeras damas, charlando nada menos que con Philippa Werner. Para no interrumpir lo que quiera que el hombre estuviera sonsacándole a la joven entre sonrisas, decidió acercarse despacio. Sin embargo, la conversación debía de haber terminado ya, pues tan pronto como los vio, la muchacha se despidió elegantemente y se alejó, camino del jardín.
—Pareces haber hecho buenas migas con la futura novia, querido —dijo con tono suave cuando estuvo lo bastante cerca de Matthew—. ¿Alguna nueva interesante?
Mientras escuchaba lo que el humano tenía que decirle, se agarró de su brazo y, haciendo como que se dejaba guiar por él, lo fue conduciendo poco a poco lejos del área más expuesta, muy consciente de que el tipo de antes podía estar aún vigilando. Asintió ante la confirmación de sus sospechas de que los Borst tenían tantas deudas como deudores, quizá más.
El asunto de la búsqueda del objeto mágico le resultó algo más sorprendente; no tanto por el hecho de que Dieter siempre se había negado a reconocer la incapacidad de su hijo, como por lo que acababa de averiguar en la habitación de Philippa. Casar a su hijo con la joven para disimular su aventura con ella no encajaba con la idea de modificar la personalidad de un hijo ya de por sí dócil. ¿O quizá se había rendido y el matrimonio era el plan B?
Su acompañante no tardó en notar cómo la bruja se había sumido en sus pensamientos y, tras detener la marcha, obligando a que ella también la detuviera, se colocó frente a ella, mirándola con esa expresión de “si sabes algo, querida, será mejor que lo sueltes”. ¿Y por qué no habría de contarle? El humano era bueno en lo suyo («demasiado bueno») y dos cabezas piensan más que dos.
—Encontré una carta de Borst —dijo lo bastante bajo como para que sólo pudiera oírla él—. Reciente, acordando con Werner el compromiso de Paul y Philippa. Y unos fragmentos muy interesantes dedicados a esta última. —Miró disimuladamente a ambos lados— Aquí no.
Y tirando de nuevo del brazo de Owens, lo guió con delicadeza hacia el jardín. Conocía varios rincones donde tener una conversación privada en aquel lugar. Ocultos de miradas curiosas gracias a unos elaborados y estratégicamente situados setos, la bruja desató las pruebas de su muslo para mostrárselas al humano. La luz en el exterior no era tan nítida como la que proporcionaba la vela del comedor, pero el cielo de aquella noche estaba lo bastante despejado para ofrecerle al hombre una oportunidad, si se aplicaba en ello. Mientras Matthew analizaba los escritos, Valeria se dedicó a vigilar la llegada de testigos indeseables. Afortunadamente, nadie los estorbó. Sólo vio a la señora Borst caminando sola, probablemente en busca de un rincón tranquilo donde alejarse durante unos momentos de las constantes preguntas e insinuaciones con respecto a su esposo.
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OFF: Subrayado, uso de maestría: Carisma.
Metarroleo un poquito hacia el final, pero lo hago con permiso de Matt <3
Reike
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
Al escuchar la voz de Reike, Matthew sonrió, evidentemente la hechicera había logrado salir indemne del despacho de Gaius, esperaba que también hubiese conseguido algún dato relevante. Dejo que lo agarrara del brazo, hacían una buena pareja, probablemente nadie se habría dado cuenta que eran un matrimonio fingido, se manejaban con la confianza y la armonía de dos personas que se conocían muy bien.
-Un detalle curioso - Respondió el estafador - Dime ¿Llamarías a tu futura suegra, resultado de un matrimonio por conveniencia, por su nombre o por su apellido? Quizás en el Archipiélago Ilidense las cosas se hacen de manera distinta. Pero lo que es en mi ciudad, a los familiares políticos se los nombra con otro nivel de respeto - Owens sabía que Valeria captaría el mensaje al vuelo, era una mujer inteligente y de haber estado durante la charla con Philippa seguro le habría llamado la atención el mismo detalle.
Matthew podía tener una idea general de lo que pasaba, pero sin duda la que tenía que hacer el mayor esfuerzo era Reike, quien conocía con mucho más detalle las idas y vueltas de la sociedad de los hechiceros. Por eso no era extraño que se perdiera en sus pensamientos, pero estaban juntos en todo eso, así que era necesario que trabajaran en equipo.
-Te escucho - Fue todo lo que dijo luego de que Valeria comentara que había encontrado una carta de Borst.
Cuando entendió la gravedad del asunto, estuvo de acuerdo en que no era buena idea el continuar hablando allí. Se dejó llevar por su falsa esposa hacía los jardines, la noche estaba en verdad hermosa, por eso no era de extrañarse que no fueran la única pareja que paseaba por afuera. Normalmente Matt habría hecho bromas sobre quitarle él mismo las cartas del muslo, pero dada la seriedad del ambiente, prefirió guardarse los comentarios.
El Estafador movía los labios mientras leía, inclinando el papel para intentar captar tanta luz como fuera posible.
-Esto no tiene sentido- Concluyó, suponía que Reike había llegado a la misma conclusión ¿Para qué matarlo antes de la boda sí parecía estar de acuerdo? Luego se dispuso a leer los restos de las notas quemadas - ¡Oh! Que deliciosamente turbio - Exclamó el humano, riendose por lo bajo - Tengo que admitir que son buenos en esto de generar intrigas - Haciendo referencia a la comunidad de Hechiceros.
Ambos vieron pasar a la Señora Borst, claro que ninguno de los dos fijó la vista en ella, ser tan evidentes era de principiantes. En lugar de eso, Matt prefirió generar una escena que no llamaría demasiado la atención, por el contrario, haría que las personas que pasaran desviaran la mirada. Pasó un brazo alrededor de la cintura de Valeria mientras que la otra mano subía por la pierna donde antes estaban las cartas.
-¿Qué beneficio podrían sacar al matarlo antes en lugar de después de la boda? -Pensaba en voz alta mientras sus manos se mantenían ocupadas- ... Un momento - Se detuvo justo antes de llegar a la parte más importante - ¿Por que D. B. debería ser “Dieter Borst”? ¿Y sí fuera...? - Se separó un poco de Reike y sonrió ampliamente, acababan de toparse con algo grande.
-Un detalle curioso - Respondió el estafador - Dime ¿Llamarías a tu futura suegra, resultado de un matrimonio por conveniencia, por su nombre o por su apellido? Quizás en el Archipiélago Ilidense las cosas se hacen de manera distinta. Pero lo que es en mi ciudad, a los familiares políticos se los nombra con otro nivel de respeto - Owens sabía que Valeria captaría el mensaje al vuelo, era una mujer inteligente y de haber estado durante la charla con Philippa seguro le habría llamado la atención el mismo detalle.
Matthew podía tener una idea general de lo que pasaba, pero sin duda la que tenía que hacer el mayor esfuerzo era Reike, quien conocía con mucho más detalle las idas y vueltas de la sociedad de los hechiceros. Por eso no era extraño que se perdiera en sus pensamientos, pero estaban juntos en todo eso, así que era necesario que trabajaran en equipo.
-Te escucho - Fue todo lo que dijo luego de que Valeria comentara que había encontrado una carta de Borst.
Cuando entendió la gravedad del asunto, estuvo de acuerdo en que no era buena idea el continuar hablando allí. Se dejó llevar por su falsa esposa hacía los jardines, la noche estaba en verdad hermosa, por eso no era de extrañarse que no fueran la única pareja que paseaba por afuera. Normalmente Matt habría hecho bromas sobre quitarle él mismo las cartas del muslo, pero dada la seriedad del ambiente, prefirió guardarse los comentarios.
El Estafador movía los labios mientras leía, inclinando el papel para intentar captar tanta luz como fuera posible.
-Esto no tiene sentido- Concluyó, suponía que Reike había llegado a la misma conclusión ¿Para qué matarlo antes de la boda sí parecía estar de acuerdo? Luego se dispuso a leer los restos de las notas quemadas - ¡Oh! Que deliciosamente turbio - Exclamó el humano, riendose por lo bajo - Tengo que admitir que son buenos en esto de generar intrigas - Haciendo referencia a la comunidad de Hechiceros.
Ambos vieron pasar a la Señora Borst, claro que ninguno de los dos fijó la vista en ella, ser tan evidentes era de principiantes. En lugar de eso, Matt prefirió generar una escena que no llamaría demasiado la atención, por el contrario, haría que las personas que pasaran desviaran la mirada. Pasó un brazo alrededor de la cintura de Valeria mientras que la otra mano subía por la pierna donde antes estaban las cartas.
-¿Qué beneficio podrían sacar al matarlo antes en lugar de después de la boda? -Pensaba en voz alta mientras sus manos se mantenían ocupadas- ... Un momento - Se detuvo justo antes de llegar a la parte más importante - ¿Por que D. B. debería ser “Dieter Borst”? ¿Y sí fuera...? - Se separó un poco de Reike y sonrió ampliamente, acababan de toparse con algo grande.
Matthew Owens
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
—Tiene que ser Dieter Borst —razonó Valeria mientras rodeaba el cuello de Owens con sus brazos—, Werner no negociaría un contrato tan importante con otra persona. A no ser —añadió pensativa ante la insinuante sonrisa del humano—, que creyese estar negociando con él. —Por el rabillo del ojo, vio el vestido de la señora Borst perderse entre los setos del jardín— ¿Y dices que Philippa la llamó Bianca? —murmuró finalmente cuando la insinuación de su compañero le llegó a la mente. Aquello tenía mucho más sentido. Después de todo, eran muchachos jóvenes, no muchachas, lo que Bhima le procuraba a Borst.
Sin pensarlo dos veces, se separó del hombre, tomó de nuevo las cartas y echó a andar por el camino por el que acababa de pasar Bianca Borst. Gracias a su conocimiento de aquellos jardines y el ostentoso gusto en perfumes de la dama, no fue difícil seguir su rastro hasta otro de aquellos discretos rincones entre setos.
Valeria siempre había pensado que la evidente aversión de Bianca hacia su esposo se debía a su orgullo de raza y el haber sido obligada a casarse con un brujo manchado por la sangre humana. Nunca se había planteado la posibilidad de que hubiera algo más, pero ahí estaba, claro como el día. La postura en que encontraron a las dos amantes no era muy distinta de aquella que habían adoptado ellos dos apenas un momento antes, salvo por el hecho de que las dos mujeres se separaron precipitadamente en cuanto notaron que había alguien cerca.
—¡Qué demonios…! —demandó Philippa al ver que la pareja que los había interrumpido no tenía intención de darles intimidad, pero se interrumpió cuando reconoció a Valeria, que se apartó el velo de la cara dirigiéndole un guiño travieso.
—Tranquila, sólo he venido a charlar —aseguró Val avanzando un par de pasos hacia las dos mujeres—. Al menos, de momento.
—¿Quién es esta mujer, Philippa? —dijo nerviosa la señora Borst, que apenas se había cruzado un par de veces con Valeria en el pasado—, ¿la conoces?
—Valeria Reike —respondió Philippa—, fue agente comercial de mi padre —añadió, enfatizando el “fue”. Después llevó de nuevo la mirada hacia la intrusa—. Me sorprende verte por aquí. Recuérdame, ¿cómo se llamaba aquel barco que quemaste? —le preguntó en un intento de darle la vuelta a la situación—: ¿Ópalo?, ¿Zafiro?
—Esmeralda —contestó Valeria sin dejarse intimidar—. Tengo entendido que son las gemas favoritas de tu madre. Pero no he venido aquí a rememorar el pasado.
—¿A qué has venido entonces? —preguntó la señora Borst con rostro sereno, aunque sus manos apretaban tensas la tela superior de su falda.
—A darle el pésame, por supuesto, señora Borst —dijo Val como si fuera algo evidente. Philippa dirigió una mirada inquieta hacia su amante, a lo que Bianca reaccionó con un levísimo gesto de negación, como advirtiéndole de no hacer ni decir nada, pero Valeria ya había visto lo suficiente—. Oh, no se preocupen por mí, no seré yo quien las juzgue. Puedo entender que el hombre era un estorbo y lo de deshacerse primero de la gente de La Gata, para despistar fue un buen plan. O lo habría sido, si se hubieran molestado en ocultar mejor la identidad de Borst.
—No sé de qué hablas —dijo Bianca sin apenas despegar los tensos labios.
—Nosotras no tuvimos nada que ver en eso —respondió Philippa al mismo tiempo. Valeria alzó las cejas con gesto expectante y la señora Borst dirigió otra mirada de advertencia a la joven, pero Philippa no se amilanó ante la mirada de su amante— Oh, vamos, Bianca, no tiene caso fingir. Valeria Reike no abre la boca hasta que ha atado todos los cabos. Pero esta vez has metido la pata —dijo volviéndose de nuevo hacia Val con un gesto de superioridad—. Todo lo que queríamos era que ese estúpido lo retuviera un par de días, que nos diera algo con lo que pudiésemos manejarlo antes de que despilfarrase todo el dinero de la empresa con sus tonterías. Pero el tipo está desbocao —añadió con un asomo de miedo en la voz—, empezó a matar gente y ahora tenemos que arreglar sus chapuzas antes de que todo el mundo empiece a sospechar…(1)
El orgullo de la muchacha cedió y se le quebró la voz. Su amante se acercó para abrazarla. Por encima del hombro de Philippa, dirigió la vista directamente a los ojos de Valeria.
—Lo que dice es cierto —confirmó con resignación—. Nosotras no queríamos matarlo. Muerto ahora, es más un problema que una solución.
—Os creo —dijo Valeria pensativa.
Algo de lo que había dicho Philippa había hecho saltar un resorte en su cerebro, que ahora repasaba frenéticamente todos los hechos del último par de días. No cabía duda de que la muerte de Borst era un obstáculo para Bianca; sin él, podía perder la empresa mucho más rápido de lo que tardaría el hombre en dilapidarla. Pero aquella carta… “Está hecho. B”, decía y era evidente que no se trataba de la letra de Bianca.
Querían que lo retuviera, que les contara sus trapos sucios; la B, la descripción de Philippa… Valeria estaba segura de que la había oído en otro sitio. Sin embargo, no entendía los motivos para hechizar aquella nota. ¿Por qué esforzarse en preservar una pista que lo apuntase a él? Por no hablar del poco esfuerzo dedicado a ocultar la identidad de Borst. ¿Es que acaso intentaba colgarles el muerto a ellas, chantajearlas? ¿Era eso por lo que le había permitido investigar? Sentía que algo se le escapaba, hasta que una nueva idea se coló en su mente.
—Os creo —repitió. Lo cierto era que había perdido por completo el interés en ambas mujeres—, pero me temo que le prometí a este caballero que le compensaría por su tiempo —añadió volviéndose hacia Owens y ofreciéndole el rollo de pañuelos con las cartas que protegían.
Philippa, que había empezado a recomponerse, abrió los ojos en reconocimiento al ver aquellos pedazos de seda. Era una chica lista y no tardó en adivinar lo que contenían. Alzó ambos brazos con las palmas hacia arriba y una amenazante masa de roca se levantó junto a Matthew.
—Devuélveme eso ahora mismo —demandó—. Puede que no esté al nivel de un brujo del Hekshold, pero tengo suficiente poder para aplastar a un humano.
—Yo me lo pensaría dos veces antes de aplastar a nadie, Philippa.
Valeria también había alzado una de sus manos y apuntaba directamente a Bianca Borst con su palma. Cuando Philippa siguió con la mirada la dirección de la misma, descubrió el pequeño cuchillo que flotaba pegado al cuello de su amada.(2)
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(1) Subrayada la segunda complicación: Pillas al responsable y te preparas para solucionar el asunto… hasta que te enteras que no trabajaba solo.
(2)Subrayado uso de Maestría: Telequinesia Mejorada
Sin pensarlo dos veces, se separó del hombre, tomó de nuevo las cartas y echó a andar por el camino por el que acababa de pasar Bianca Borst. Gracias a su conocimiento de aquellos jardines y el ostentoso gusto en perfumes de la dama, no fue difícil seguir su rastro hasta otro de aquellos discretos rincones entre setos.
Valeria siempre había pensado que la evidente aversión de Bianca hacia su esposo se debía a su orgullo de raza y el haber sido obligada a casarse con un brujo manchado por la sangre humana. Nunca se había planteado la posibilidad de que hubiera algo más, pero ahí estaba, claro como el día. La postura en que encontraron a las dos amantes no era muy distinta de aquella que habían adoptado ellos dos apenas un momento antes, salvo por el hecho de que las dos mujeres se separaron precipitadamente en cuanto notaron que había alguien cerca.
—¡Qué demonios…! —demandó Philippa al ver que la pareja que los había interrumpido no tenía intención de darles intimidad, pero se interrumpió cuando reconoció a Valeria, que se apartó el velo de la cara dirigiéndole un guiño travieso.
—Tranquila, sólo he venido a charlar —aseguró Val avanzando un par de pasos hacia las dos mujeres—. Al menos, de momento.
—¿Quién es esta mujer, Philippa? —dijo nerviosa la señora Borst, que apenas se había cruzado un par de veces con Valeria en el pasado—, ¿la conoces?
—Valeria Reike —respondió Philippa—, fue agente comercial de mi padre —añadió, enfatizando el “fue”. Después llevó de nuevo la mirada hacia la intrusa—. Me sorprende verte por aquí. Recuérdame, ¿cómo se llamaba aquel barco que quemaste? —le preguntó en un intento de darle la vuelta a la situación—: ¿Ópalo?, ¿Zafiro?
—Esmeralda —contestó Valeria sin dejarse intimidar—. Tengo entendido que son las gemas favoritas de tu madre. Pero no he venido aquí a rememorar el pasado.
—¿A qué has venido entonces? —preguntó la señora Borst con rostro sereno, aunque sus manos apretaban tensas la tela superior de su falda.
—A darle el pésame, por supuesto, señora Borst —dijo Val como si fuera algo evidente. Philippa dirigió una mirada inquieta hacia su amante, a lo que Bianca reaccionó con un levísimo gesto de negación, como advirtiéndole de no hacer ni decir nada, pero Valeria ya había visto lo suficiente—. Oh, no se preocupen por mí, no seré yo quien las juzgue. Puedo entender que el hombre era un estorbo y lo de deshacerse primero de la gente de La Gata, para despistar fue un buen plan. O lo habría sido, si se hubieran molestado en ocultar mejor la identidad de Borst.
—No sé de qué hablas —dijo Bianca sin apenas despegar los tensos labios.
—Nosotras no tuvimos nada que ver en eso —respondió Philippa al mismo tiempo. Valeria alzó las cejas con gesto expectante y la señora Borst dirigió otra mirada de advertencia a la joven, pero Philippa no se amilanó ante la mirada de su amante— Oh, vamos, Bianca, no tiene caso fingir. Valeria Reike no abre la boca hasta que ha atado todos los cabos. Pero esta vez has metido la pata —dijo volviéndose de nuevo hacia Val con un gesto de superioridad—. Todo lo que queríamos era que ese estúpido lo retuviera un par de días, que nos diera algo con lo que pudiésemos manejarlo antes de que despilfarrase todo el dinero de la empresa con sus tonterías. Pero el tipo está desbocao —añadió con un asomo de miedo en la voz—, empezó a matar gente y ahora tenemos que arreglar sus chapuzas antes de que todo el mundo empiece a sospechar…(1)
El orgullo de la muchacha cedió y se le quebró la voz. Su amante se acercó para abrazarla. Por encima del hombro de Philippa, dirigió la vista directamente a los ojos de Valeria.
—Lo que dice es cierto —confirmó con resignación—. Nosotras no queríamos matarlo. Muerto ahora, es más un problema que una solución.
—Os creo —dijo Valeria pensativa.
Algo de lo que había dicho Philippa había hecho saltar un resorte en su cerebro, que ahora repasaba frenéticamente todos los hechos del último par de días. No cabía duda de que la muerte de Borst era un obstáculo para Bianca; sin él, podía perder la empresa mucho más rápido de lo que tardaría el hombre en dilapidarla. Pero aquella carta… “Está hecho. B”, decía y era evidente que no se trataba de la letra de Bianca.
Querían que lo retuviera, que les contara sus trapos sucios; la B, la descripción de Philippa… Valeria estaba segura de que la había oído en otro sitio. Sin embargo, no entendía los motivos para hechizar aquella nota. ¿Por qué esforzarse en preservar una pista que lo apuntase a él? Por no hablar del poco esfuerzo dedicado a ocultar la identidad de Borst. ¿Es que acaso intentaba colgarles el muerto a ellas, chantajearlas? ¿Era eso por lo que le había permitido investigar? Sentía que algo se le escapaba, hasta que una nueva idea se coló en su mente.
—Os creo —repitió. Lo cierto era que había perdido por completo el interés en ambas mujeres—, pero me temo que le prometí a este caballero que le compensaría por su tiempo —añadió volviéndose hacia Owens y ofreciéndole el rollo de pañuelos con las cartas que protegían.
Philippa, que había empezado a recomponerse, abrió los ojos en reconocimiento al ver aquellos pedazos de seda. Era una chica lista y no tardó en adivinar lo que contenían. Alzó ambos brazos con las palmas hacia arriba y una amenazante masa de roca se levantó junto a Matthew.
—Devuélveme eso ahora mismo —demandó—. Puede que no esté al nivel de un brujo del Hekshold, pero tengo suficiente poder para aplastar a un humano.
—Yo me lo pensaría dos veces antes de aplastar a nadie, Philippa.
Valeria también había alzado una de sus manos y apuntaba directamente a Bianca Borst con su palma. Cuando Philippa siguió con la mirada la dirección de la misma, descubrió el pequeño cuchillo que flotaba pegado al cuello de su amada.(2)
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Reike
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
Ambos se pararon al mismo tiempo, Matthew estaba disfrutando con todo ese asunto de tener que desentrañar la madeja de intrigas y mentiras. Ese tipo de situaciones generaban un agradable cosquilleo en su cuerpo, mucho más que los placeres mundanos que podía prometer un rincón oscuro en los jardines. Fue tras Reike, a sabiendas de que lo que se venía sería sumamente interesante de ver.
A Owens le habría gustado decir en tono jocoso “No sean tímidas, continúen” pero no era su momento de brillar, sino el de Valeria, así que se mantuvo en silencio, manteniendo una sonrisa algo burlona en el rostro. El gesto de ambas mujeres al ser interrumpidas era delicioso, Matt tuvo que hacer mucho esfuerzo para no relamerse, Reike las tenía acorraladas y aunque quisieran resistirse tendrían que bailar al ritmo que ella decidiera. En ese momento, iluminada por la luz de la luna y con el absoluto control en el desarrollo de los acontecimientos, Matthew pensó que Val se veía verdaderamente hermosa, mucho más que en todo el resto de situaciones que habían vivido juntos.
-¿Sabes la cantidad de gente involucrada que tiene una B en su nombre? - Dijo Matt como al pasar, no esperaba que nadie le contestara ya que el intercambio entre las damas estaba en un momento muy intenso - De verdad, es una casualidad que nos juega muy en contra -
La situación se aceleró muy rápidamente, las tres mujeres pasaron de estar hablando muy diplomáticamente, a ponerse en guardia. El primer instinto de Matt fue llevar la mano a su daga, porque siempre llevaba una, pero ¿Qué podría hacer con eso ante la evidente ventaja mágica de todas las demás?
-Señoritas, Señoritas - Con los restos de las cartas en la mano, intentaba mostrarse conciliador, Reike acababa de tirarle toda la responsabilidad al señalarlo como el más interesado en seguir adelante “Que amable de su parte” pensó el Estafador - Seguro podemos llegar a un acuerdo. No tengo especial interés por dejar a nadie en evidencia - Sonrió de modo amable y agregó - Pero sí nos obligan todo esto se volverá un verdadero escándalo. Deben creer que somos muy tontos si piensan que íbamos a traer todas las pruebas con nosotros y arriesgarnos a que esto ocurra - Ya sea que funcionara o no, el simple hecho de poder implantar un mínimo de duda era suficiente para al menos retrasar una posible pelea - Solo trajimos unas pocas, para que entendieran el mensaje. El resto están en manos de alguien que sabe qué hacer si nos pasa algo - Suspiró y relajó la postura - Así que ¿Negociamos? -
Miró de reojo a Reike, con eso quería decir que sí aceptaban hacer algún tipo de acuerdo sería ella la encargada de poner las condiciones, al menos en eso prefería no arriesgarse a inventar cosas. Resultaba casi surrealista que allí estuvieran a punto de comenzar una batalla mientras que a pocos metros se seguía desarrollando la celebración como sí nada pasara.
“Segunda fiesta de Hechiceros a la cual asisto, y segunda vez que termino amenazado de muerte. Debo recordar no volver a hacerlo”
_________________________________________
*Subrayo el uso de la Habilidad de Lvl 0 "Charlatán" Matthew maneja la mentira como si fuera su segunda lengua [...] Matt prefiere recurrir a la palabra antes que a la fuerza, e intentara convencer a quien sea de lo que sea con tal de salir del apuro, con resultados a veces positivos y otras no tanto...
A Owens le habría gustado decir en tono jocoso “No sean tímidas, continúen” pero no era su momento de brillar, sino el de Valeria, así que se mantuvo en silencio, manteniendo una sonrisa algo burlona en el rostro. El gesto de ambas mujeres al ser interrumpidas era delicioso, Matt tuvo que hacer mucho esfuerzo para no relamerse, Reike las tenía acorraladas y aunque quisieran resistirse tendrían que bailar al ritmo que ella decidiera. En ese momento, iluminada por la luz de la luna y con el absoluto control en el desarrollo de los acontecimientos, Matthew pensó que Val se veía verdaderamente hermosa, mucho más que en todo el resto de situaciones que habían vivido juntos.
-¿Sabes la cantidad de gente involucrada que tiene una B en su nombre? - Dijo Matt como al pasar, no esperaba que nadie le contestara ya que el intercambio entre las damas estaba en un momento muy intenso - De verdad, es una casualidad que nos juega muy en contra -
La situación se aceleró muy rápidamente, las tres mujeres pasaron de estar hablando muy diplomáticamente, a ponerse en guardia. El primer instinto de Matt fue llevar la mano a su daga, porque siempre llevaba una, pero ¿Qué podría hacer con eso ante la evidente ventaja mágica de todas las demás?
-Señoritas, Señoritas - Con los restos de las cartas en la mano, intentaba mostrarse conciliador, Reike acababa de tirarle toda la responsabilidad al señalarlo como el más interesado en seguir adelante “Que amable de su parte” pensó el Estafador - Seguro podemos llegar a un acuerdo. No tengo especial interés por dejar a nadie en evidencia - Sonrió de modo amable y agregó - Pero sí nos obligan todo esto se volverá un verdadero escándalo. Deben creer que somos muy tontos si piensan que íbamos a traer todas las pruebas con nosotros y arriesgarnos a que esto ocurra - Ya sea que funcionara o no, el simple hecho de poder implantar un mínimo de duda era suficiente para al menos retrasar una posible pelea - Solo trajimos unas pocas, para que entendieran el mensaje. El resto están en manos de alguien que sabe qué hacer si nos pasa algo - Suspiró y relajó la postura - Así que ¿Negociamos? -
Miró de reojo a Reike, con eso quería decir que sí aceptaban hacer algún tipo de acuerdo sería ella la encargada de poner las condiciones, al menos en eso prefería no arriesgarse a inventar cosas. Resultaba casi surrealista que allí estuvieran a punto de comenzar una batalla mientras que a pocos metros se seguía desarrollando la celebración como sí nada pasara.
“Segunda fiesta de Hechiceros a la cual asisto, y segunda vez que termino amenazado de muerte. Debo recordar no volver a hacerlo”
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*Subrayo el uso de la Habilidad de Lvl 0 "Charlatán" Matthew maneja la mentira como si fuera su segunda lengua [...] Matt prefiere recurrir a la palabra antes que a la fuerza, e intentara convencer a quien sea de lo que sea con tal de salir del apuro, con resultados a veces positivos y otras no tanto...
Matthew Owens
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
Durante unos segundos en que nadie movió un músculo, Valeria y Philippa se miraron directamente a los ojos. Ambas se conocían lo suficiente como para saber que ninguna de las dos iba de farol, pero también que las dos preferirían no tener que mancharse las manos. Fue Bianca, sin embargo, la primera en apoyar las palabras conciliadoras del humano.
—Estoy segura de que podemos alcanzar un acuerdo ventajoso para todas las partes —dijo con toda la calma que le permitía la sensación de aquel filo en su garganta—, siempre que mantengamos la calma. Si han venido a chantajearnos —añadió mirando de reojo a Philippa—, ya sabrán que no tienen mucho que ganar si todo esto llegara a saberse antes de que aseguremos la compañía.
—¿Quién sabe? Tal vez al bueno de Gaius le interese saber que puede hacerse con el negocio y conservar a su hija para otros tratos más ventajosos —respondió Valeria, negándose a perder su ventaja frente a un par de niñas ricas.
—¿Y quién le va a sugerir el trato, tú? —dijo Philippa con una carcajada. Por un momento, dio la impresión de que estaba dispuesta a seguir presionando, pero finalmente relajó la postura. La porción de terreno que había levantado hacía un momento volvió a su lugar mientras la joven se reacomodaba los guantes a lo largo de los antebrazos.
—Sí, ahí lo estiré demasiado —reconoció Val. Con un giro de la muñeca alzada, el pequeño cuchillo regresó a su mano. Se lo guardó de nuevo bajo el corpiño y sonrió—. Olvidaba que estaba tratando con profesionales.
Ya fuera por las palabras del caballero, por el carácter de las damas o por una mezcla de ambas, las hostilidades cesaron tan súbitamente como habían comenzado. Donde hacía un instante habían estado a punto de rodar cabezas, se alzaban cuatro expertos negociadores con el objetivo común de alcanzar un acuerdo de mutuo beneficio. No les llevó mucho tiempo pues, tal y como había apuntado Bianca, nadie tendría mucho que ganar hasta que la compañía Borst quedase asegurada en manos de Paulo (de Bianca y Philippa) y bajo la protección de Gaius Werner. Al menos, durante el tiempo que las dos mujeres tardasen en encauzar sus finanzas, pues ninguno de los presentes podía albergar ninguna duda de que la joven Werner no se dejaría manejar por su papaíto ni un minuto más de lo necesario.
Valeria, por su parte, no tenía mayor interés en los tejemanejes de ambas familias, salvo por la conveniencia, por supuesto, de mantener buenas relaciones con gente influyente. Pero sí se ocupó de procurarle a su acompañante un trato adecuado a las cifras que sabía se manejaban en el negocio sedero. Aunque su interés se hubiera desviado en otra dirección, nunca estaba de más asegurarse un puñado de aeros, después de todo. Más aún teniendo en cuenta que, ahora que sabía dónde debía buscar al verdadero responsable de los asesinatos, era poco seguro que el comerciante de Ciudad Lagarto fuera a conseguir lo que había venido a buscar.
—Supongo que aquí se separan nuestros caminos —le dijo la bruja al humano cuando estuvieron de vuelta en el carruaje, bien alejados de la mansión Werner—. Si lo de ahí adentro te ha parecido intenso, imagino que querrás estar bien lejos cuando Bhima se entere de lo que hemos descubierto.
Ella misma no tenía claro aún qué pensaba hacer a continuación, más allá de despedirse de aquel maravilloso vestido para volver a la seguridad de sus conocidas y confiables prendas de cuero. Lo que sí tenía claro era que no le gustaba sentirse utilizada y que aún quedaba mucha noche por delante. Noche en la que debía permanecer alerta si no quería dar un paso en falso.
—Estoy segura de que podemos alcanzar un acuerdo ventajoso para todas las partes —dijo con toda la calma que le permitía la sensación de aquel filo en su garganta—, siempre que mantengamos la calma. Si han venido a chantajearnos —añadió mirando de reojo a Philippa—, ya sabrán que no tienen mucho que ganar si todo esto llegara a saberse antes de que aseguremos la compañía.
—¿Quién sabe? Tal vez al bueno de Gaius le interese saber que puede hacerse con el negocio y conservar a su hija para otros tratos más ventajosos —respondió Valeria, negándose a perder su ventaja frente a un par de niñas ricas.
—¿Y quién le va a sugerir el trato, tú? —dijo Philippa con una carcajada. Por un momento, dio la impresión de que estaba dispuesta a seguir presionando, pero finalmente relajó la postura. La porción de terreno que había levantado hacía un momento volvió a su lugar mientras la joven se reacomodaba los guantes a lo largo de los antebrazos.
—Sí, ahí lo estiré demasiado —reconoció Val. Con un giro de la muñeca alzada, el pequeño cuchillo regresó a su mano. Se lo guardó de nuevo bajo el corpiño y sonrió—. Olvidaba que estaba tratando con profesionales.
Ya fuera por las palabras del caballero, por el carácter de las damas o por una mezcla de ambas, las hostilidades cesaron tan súbitamente como habían comenzado. Donde hacía un instante habían estado a punto de rodar cabezas, se alzaban cuatro expertos negociadores con el objetivo común de alcanzar un acuerdo de mutuo beneficio. No les llevó mucho tiempo pues, tal y como había apuntado Bianca, nadie tendría mucho que ganar hasta que la compañía Borst quedase asegurada en manos de Paulo (de Bianca y Philippa) y bajo la protección de Gaius Werner. Al menos, durante el tiempo que las dos mujeres tardasen en encauzar sus finanzas, pues ninguno de los presentes podía albergar ninguna duda de que la joven Werner no se dejaría manejar por su papaíto ni un minuto más de lo necesario.
Valeria, por su parte, no tenía mayor interés en los tejemanejes de ambas familias, salvo por la conveniencia, por supuesto, de mantener buenas relaciones con gente influyente. Pero sí se ocupó de procurarle a su acompañante un trato adecuado a las cifras que sabía se manejaban en el negocio sedero. Aunque su interés se hubiera desviado en otra dirección, nunca estaba de más asegurarse un puñado de aeros, después de todo. Más aún teniendo en cuenta que, ahora que sabía dónde debía buscar al verdadero responsable de los asesinatos, era poco seguro que el comerciante de Ciudad Lagarto fuera a conseguir lo que había venido a buscar.
—Supongo que aquí se separan nuestros caminos —le dijo la bruja al humano cuando estuvieron de vuelta en el carruaje, bien alejados de la mansión Werner—. Si lo de ahí adentro te ha parecido intenso, imagino que querrás estar bien lejos cuando Bhima se entere de lo que hemos descubierto.
Ella misma no tenía claro aún qué pensaba hacer a continuación, más allá de despedirse de aquel maravilloso vestido para volver a la seguridad de sus conocidas y confiables prendas de cuero. Lo que sí tenía claro era que no le gustaba sentirse utilizada y que aún quedaba mucha noche por delante. Noche en la que debía permanecer alerta si no quería dar un paso en falso.
Reike
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
Se mantuvo en silencio mientras las tres damas discutían los términos y condiciones del acuerdo, todo de modo muy diplomático y maduro, Matthew prefirió no pedir nada para sí en ese momento. No, mejor se guardaría esa información para más adelante, para cuando tuviera que regresar a esas espantosas Islas y necesitara de algún favor especialmente gordo, esa era la parte buena de tener todas sus necesidades básicas cubiertas.
Cuando finalizaron con la charla, Bianca se fue por un lado, y pasados unos minutos Philippa se fue por otro, cuestión de que no las vieran regresar juntas a la fiesta y sospecharan de ellas. Matt y Reike fueron los últimos en volver, solo se quedaron lo suficiente como para cumplir con los mínimos requisitos que se esperaban de cualquier par de invitados.
El objetivo estaba cumplido, era hora de regresar.
Fueron hasta el carruaje, Owens le ofreció una mano a Reike para ayudarla a subir y luego se acomodó él, pero en cuanto quedaron fuera de la vista y de oídos indiscretos se relajó y optó por una postura más distendida.
-No es que tema a su intensidad, pero no se pueden hacer buenos negocios cuando las aguas están tan turbias. Me alegra el haber averiguado todo esto antes de cerrar un trato de manera definitiva - Apoyó el codo en el marco de la ventana y mientras seguía hablando contemplaba el paisaje - Bhima necesitará un tiempo para ver cómo reacomodar sus piezas - Es lo que Matt haría si estuviera en su lugar.
No tardaron demasiado en regresar a la posada que Owens había alquilado, allí los esperaba el dueño, está vez se mostraba bastante más amable ya que no olían a cloaca. Nuevamente subieron a la habitación y allí estaban sus anteriores ropas, limpias y dobladas sobre la cama, la bolsa y armas de la Hechicera seguían exactamente donde las había dejado.
-Lo único que me lamento es que terminemos con esta maravillosa colaboración tan pronto - Matthew estaba a medio vestir, apoyó la espalda en la pared y se quedó mirando a Reike a la distancia, tal como la Hechicera lo había contemplado a él la noche anterior, disfrutando de su hermosa presencia - Sabes que hacemos buen equipo, nos entendemos bien. Has sabido cómo actuar y qué decir sin necesidad de que te de instrucciones, no te dejas avasallar, ni tampoco te crees mis mentiras - Y por eso había elegido hablar con la verdad en ese momento, porque intentar halagarla por demás no surtiría efecto alguno - Tengo los recursos, tu tienes la habilidad. Sabes que podríamos hacer cosas increíbles - Matt estaba casi seguro de que la Hechicera no aceptaría, era como una gata, orgullosa e independiente, el Humano no podía ofrecerle algo que la hiciera cambiar de opinión.
Cuando Reike estaba en medio de su respuesta se escuchó un ruido en el piso de abajo, el dueño de la posada decía algo como “¿Quienes son ustedes?” y “No pueden entrar” pero era evidente que no le hacían caso.
-Creo que mientras hablabas ayer con Bhima dijiste algo sobre “cabos sueltos” ¿No es así? - La puerta de la habitación se abrió con telequinesis y allí estaban los tres guardaespaldas del Hechicero - Supongo que ahora somos los cabos sueltos - Les sonrió y levantó las manos para demostrar que no era necesario usar la fuerza.
Cuando finalizaron con la charla, Bianca se fue por un lado, y pasados unos minutos Philippa se fue por otro, cuestión de que no las vieran regresar juntas a la fiesta y sospecharan de ellas. Matt y Reike fueron los últimos en volver, solo se quedaron lo suficiente como para cumplir con los mínimos requisitos que se esperaban de cualquier par de invitados.
El objetivo estaba cumplido, era hora de regresar.
Fueron hasta el carruaje, Owens le ofreció una mano a Reike para ayudarla a subir y luego se acomodó él, pero en cuanto quedaron fuera de la vista y de oídos indiscretos se relajó y optó por una postura más distendida.
-No es que tema a su intensidad, pero no se pueden hacer buenos negocios cuando las aguas están tan turbias. Me alegra el haber averiguado todo esto antes de cerrar un trato de manera definitiva - Apoyó el codo en el marco de la ventana y mientras seguía hablando contemplaba el paisaje - Bhima necesitará un tiempo para ver cómo reacomodar sus piezas - Es lo que Matt haría si estuviera en su lugar.
No tardaron demasiado en regresar a la posada que Owens había alquilado, allí los esperaba el dueño, está vez se mostraba bastante más amable ya que no olían a cloaca. Nuevamente subieron a la habitación y allí estaban sus anteriores ropas, limpias y dobladas sobre la cama, la bolsa y armas de la Hechicera seguían exactamente donde las había dejado.
-Lo único que me lamento es que terminemos con esta maravillosa colaboración tan pronto - Matthew estaba a medio vestir, apoyó la espalda en la pared y se quedó mirando a Reike a la distancia, tal como la Hechicera lo había contemplado a él la noche anterior, disfrutando de su hermosa presencia - Sabes que hacemos buen equipo, nos entendemos bien. Has sabido cómo actuar y qué decir sin necesidad de que te de instrucciones, no te dejas avasallar, ni tampoco te crees mis mentiras - Y por eso había elegido hablar con la verdad en ese momento, porque intentar halagarla por demás no surtiría efecto alguno - Tengo los recursos, tu tienes la habilidad. Sabes que podríamos hacer cosas increíbles - Matt estaba casi seguro de que la Hechicera no aceptaría, era como una gata, orgullosa e independiente, el Humano no podía ofrecerle algo que la hiciera cambiar de opinión.
Cuando Reike estaba en medio de su respuesta se escuchó un ruido en el piso de abajo, el dueño de la posada decía algo como “¿Quienes son ustedes?” y “No pueden entrar” pero era evidente que no le hacían caso.
-Creo que mientras hablabas ayer con Bhima dijiste algo sobre “cabos sueltos” ¿No es así? - La puerta de la habitación se abrió con telequinesis y allí estaban los tres guardaespaldas del Hechicero - Supongo que ahora somos los cabos sueltos - Les sonrió y levantó las manos para demostrar que no era necesario usar la fuerza.
Matthew Owens
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
Bhima necesitará un tiempo para ver cómo reacomodar sus piezas.
Por supuesto, era natural que Owens, el comerciante, se pusiera en el lugar de Bhima. Ella, por su parte, se encontraba en una situación más delicada. Reike, la… ¿Qué era ella?: ¿Reike, la ayudante del Hekshold?, ¿Reike, la alquimista, la arcanista? Sabía lo que ya no era: Reike, la mercader. Y sabía lo que no quería volver a ser: una de aquellas piezas a reacomodar. ¿En qué posición la dejaba eso? ¿Y a Cam?
Aún seguía dándole vueltas a estas preguntas mientras se despojaba del delicado vestido de gala y se enfundaba de nuevo en sus propias prendas bajo la atenta mirada del humano. Estaba colocando su funda especial camuflada en el antebrazo, bajo la camisa sin abotonar, cuando Owens dejó escapar lo que él tenía en la cabeza en aquel momento. Valeria se detuvo durante un instante y alzó la vista para observarlo.
Sí, sabía todas esas cosas, y también sabía que el humano hablaba en serio. Podrían hacer grandes cosas juntos… siempre que se alinearan con los planes de él. Pero sus propios planes no incluían vivir como una exiliada en el continente; estaban allí, en su isla, con los suyos. Se había desvinculado de Bhima una vez, podía hacerlo de nuevo; no necesitaba otro clavo para sacar el primero.
—Admito que es una idea tentadora —respondió con una sonrisa sincera—, pero…
Antes de poder terminar su respuesta, oyó la irrupción en la planta baja y se apresuró a terminar de cerrar los puños de su camisa, para poner a buen recaudo la funda con sus cuchillos arrojadizos. Cuando los tres brujos hicieron su entrada en la habitación, la encontraron de espaldas a la puerta. Enarboló una sonrisa, a juego con la de su compañero, y se dio la vuelta despacio, mientras se abotonaba sin prisas la camisa abierta.
—¿En serio, Oli? —dijo con una mezcla de burla y desgana—, ¿con telequinesis?
Media hora después, los cuatro brujos y el humano cruzaban de nuevo la puerta de La Gata Parda. El local se veía tan animado como la noche anterior. Sus guías los condujeron amablemente, no al despacho del dueño, sino a una sala algo más amplia en la parte trasera del edificio. Allí los esperaba Bhima, acomodado en un asiento lleno de cojines. Hizo un gesto a Mathew y Valeria para que se pusieran cómodos en otros dos de esos confortables asientos situados frente a él.
Rain permaneció junto a la puerta por la que acababan de entrar, Oli se paró a un lado del asiento de Bhima y el chico cuyo nombre Val desconocía caminó hasta una puerta lateral semioculta en medio de dos tapices, y la abrió para dejar entrar a una muchacha muy ligera de ropa con una bandeja llena de fruta, tres vasos de cristal y una jarra de vino que colocó en una mesa supletoria junto a su jefe. Hizo amago de ir a servir el vino, pero acabó marchándose apresuradamente obedeciendo a un gesto de Bhima. Fuego cerró la puerta tras ella y la sala quedó en silencio durante unos segundos, mientras el propio dueño del local les ofrecía de beber a sus dos invitados.
Valeria aceptó el vaso que le tendía sin decir palabra y se sentó en uno de aquellos estrafalarios sillones, pero al contrario que Bhima, que se recostaba indolentemente sobre los cojines, ella mantuvo la espalda recta, como había aprendido de sus maestras y compañeras del Hekshold, mientras dejaba que los caballeros intercambiasen sus habituales naderías. No probó el vino, aunque conservó el vaso en las manos, sobre el regazo, en actitud reposada, mientras se concentraba en dar a su rostro la forma de una máscara, que no dejaba traslucir emoción alguna.
—¿Y bien? —preguntó finalmente el brujo—. Tengo entendido que habéis estado muy ajetreados estas últimas veinticuatro horas. Espero que no todo haya sido lujo y diversión —continuó con una sonrisa, como dando a entender que entendería que así hubiera sido—. ¿Tenemos ya una idea de quién de esos poderosos señores se ha creído que podía disponer de los nuestros para ocultar sus chapuzas?
Valeria dirigió una mirada a Owens antes de volver a fijarla en Bhima. No había contado tener que enfrentar tan pronto a este último y tampoco esperaba tener allí al primero cuando ocurriese. Habría preferido hablar antes con Cam. Ni siquiera había decidido aún lo que estaba dispuesta a contarle a quién, pero se había quedado sin tiempo y no le sobraban opciones.
—Lo de Borst era una pista falsa —dijo. Bhima le mantenía la mirada sin perder su eterna media sonrisa, esa que le daba un aspecto aburrido y burlón al mismo tiempo—. El verdadero objetivo no era él.
—¿Quieres decir que el objetivo fuimos siempre nosotros?
Aún con la mirada fija en Valeria, Bhima se echó hacia delante, apoyando una mano en su propia rodilla y un codo en uno de los brazos de su asiento. La media sonrisa había desaparecido de sus labios, pero aún conservaba un ligero destello en los ojos.
«Lo sabe», se dijo Valeria al ver ese destello. No sabía cómo, pero tuvo la absoluta certeza de que lo sabía. «¿Desde cuándo lo sabes?, ¿a qué estás jugando?», se preguntaba. Su rostro permanecía impasible, pero sus ojos taladraban los del hombre que tenía enfrente como si quisiese leer lo que ocurría detrás, en su mente. «Quieres saber si te lo diré».
Los sentimientos de Valeria hacia Bhima siempre fueron intensos y complejos, una mezcla de gratitud, admiración, miedo y quién sabía cuántas cosas más. Aquel hombre había sido su salvador, su mentor, incluso su amante, durante un brevísimo periodo. Pero nunca, ni siquiera cuando lloraba sola en aquel cuartucho con las manos ensangrentadas había sentido tanto odio hacia él como el que sentía mientras lo veía expectante frente a ella. Nada deseaba más en aquel momento que lanzarse hacia delante, clavarle las uñas en el cuello y apretar hasta que esos ojos dejaran de mostrar aquel brillo triunfal, así fuese lo último que hiciera en la vida. Pero no lo hizo.
No lo hizo, porque sabía que eso era lo que él quería. Quería verla reaccionar, gritar, llorar, lo que fuera, con tal de poder decirle: “¿Ves? Aún hago contigo lo que quiero. Crees que puedes librarte de mí, pero no es así”. «Emponzoñas todo lo que tocas, serpiente», le recriminó Val en su mente, «así te ahogues en tu propio veneno». Le llevó todo su esfuerzo, pero en esa ocasión, consiguió mantener intacta su máscara. No sólo la de su rostro, todo su cuerpo permaneció en la misma postura reposada. Sólo los dedos de los pies se arquearon como garras por dentro de sus botas, fue la única salida que se permitió para la rabia que sentía.
—No vosotros —dijo con una voz serena que en nada se parecía al grito que habría querido lanzarle—, tú. La viuda de Borst estaba bajo la impresión de que había acordado contigo el secuestro y retención de su esposo mientras ella cerraba cierto asunto. —Hablaba despacio, con voz neutra. Como si acabase de recordar que tenía un vaso de vino en las manos, se lo llevó a los labios y probó un sorbo antes de continuar— Pero ambos sabemos que esa no es la clase de trabajo que te gusta hacer.
—¿Ah, sí? —La media sonrisa de Bhima volvió a su rostro. Miraba expectante a Valeria, sin renunciar aún a su estallido. La bruja se entretuvo un momento analizando la huella que iba dejando el vino en su vaso mientras lo volteaba distraída a un lado y a otro— Crees que alguien se hizo pasar por mí, entonces. ¿Cómo estás tan segura de que mis gustos no han cambiado?
Bhima volvió a recostarse hacia atrás al tiempo que su sonrisa se ampliaba y sus ojos se entrecerraban en una mueca insinuante. Val, por su parte, levantó la vista de su vaso y, aunque habría deseado clavarle uno de sus cuchillos, le regaló una leve sonrisa a su antiguo mentor.
—Eres bueno en lo tuyo —dijo—. Podrías convencer a cualquiera de casi cualquier cosa. Pero ¿atravesar, sin ser visto, un burdel lleno de gente con dos rehenes?; ¿convencerlos de dejarse degollar sin oponer resistencia en medio de un puñado de cadáveres? —«Por no hablar de afectar la perfecta dicción de una dama bien educada»— Me temo que eso queda fuera de tus capacidades.
Tras decir estas palabras, Valeria bebió un segundo trago de vino. Cuando bajó el vaso, no quedaba rastro de a sonrisa. Bhima también había perdido la suya, la miraba serio y en silencio. “Dilo”, parecía exigirle, “di su nombre”. La bruja mantuvo su mirada en silencio. Al cabo de unos segundos, Bhima pareció convencerse de que estaba todo dicho y dejó escapar una carcajada.
—Tienes razón —reconoció con actitud aparentemente divertida—, hacen falta más que palabras para eso.
El brujo se volvió hacia el chico que guardaba la puerta lateral y Val aprovechó para dirigir una rápida mirada a Rain, que seguía de pie junto a la puerta principal. El habitual rostro sereno del hombre había sido sustituido por un ceño fruncido. Había atado cabos y estaba enfadado. Valeria no podía culparle, pero aquello complicaba las cosas.
—Silas, querido —dijo Bhima—, ¿me harás el favor de avisar a Cam de que la estamos esperando?
El chico, Silas, salió de la habitación y Oli dejó escapar un bufido jocoso que indicó a Valeria que acababa de pillarlo. Bhima se volvió de nuevo hacia sus invitados y les ofreció más vino y algo de fruta para acompañar mientras esperaban. La expresión amable del hombre, unida a un cierto brillo en sus ojos, hizo que a Val se le encogiera el estómago.
----------
OFF: Subrayada complicación 2+1: "Hay un asesino, pero es una de las mismas chicas (o chicos) que trabajan en el lugar, pillándote por sorpresa". En realidad, esta sería la verdadera complicación número dos, ya que Reike se dio cuenta entonces de quién estaba detrás de las muertes, pero he esperado a este momento para señalarlo para evitar spoilers. También podría valer la de: "Una de las chicas (o chicos) se vuelve cercana a ti, sólo para traicionarte luego, quizás hasta es la persona responsable de todo", ya que Cam engañó a Reike, su amiga, desde el principio.
En cuanto a la primera complicación, la de la lucha de poder, se sigue aplicando y es, de hecho, el hilo conductor de todo el tema, sólo que en lugar de tratarse de una lucha de poder en las altas esferas, como creyeron Matt y Reike en un primer momento, se trataba de una lucha de poder dentro de la propia banda de Bhima. Y nuestros protagonistas están en medio.
Por supuesto, era natural que Owens, el comerciante, se pusiera en el lugar de Bhima. Ella, por su parte, se encontraba en una situación más delicada. Reike, la… ¿Qué era ella?: ¿Reike, la ayudante del Hekshold?, ¿Reike, la alquimista, la arcanista? Sabía lo que ya no era: Reike, la mercader. Y sabía lo que no quería volver a ser: una de aquellas piezas a reacomodar. ¿En qué posición la dejaba eso? ¿Y a Cam?
Aún seguía dándole vueltas a estas preguntas mientras se despojaba del delicado vestido de gala y se enfundaba de nuevo en sus propias prendas bajo la atenta mirada del humano. Estaba colocando su funda especial camuflada en el antebrazo, bajo la camisa sin abotonar, cuando Owens dejó escapar lo que él tenía en la cabeza en aquel momento. Valeria se detuvo durante un instante y alzó la vista para observarlo.
Sí, sabía todas esas cosas, y también sabía que el humano hablaba en serio. Podrían hacer grandes cosas juntos… siempre que se alinearan con los planes de él. Pero sus propios planes no incluían vivir como una exiliada en el continente; estaban allí, en su isla, con los suyos. Se había desvinculado de Bhima una vez, podía hacerlo de nuevo; no necesitaba otro clavo para sacar el primero.
—Admito que es una idea tentadora —respondió con una sonrisa sincera—, pero…
Antes de poder terminar su respuesta, oyó la irrupción en la planta baja y se apresuró a terminar de cerrar los puños de su camisa, para poner a buen recaudo la funda con sus cuchillos arrojadizos. Cuando los tres brujos hicieron su entrada en la habitación, la encontraron de espaldas a la puerta. Enarboló una sonrisa, a juego con la de su compañero, y se dio la vuelta despacio, mientras se abotonaba sin prisas la camisa abierta.
—¿En serio, Oli? —dijo con una mezcla de burla y desgana—, ¿con telequinesis?
Media hora después, los cuatro brujos y el humano cruzaban de nuevo la puerta de La Gata Parda. El local se veía tan animado como la noche anterior. Sus guías los condujeron amablemente, no al despacho del dueño, sino a una sala algo más amplia en la parte trasera del edificio. Allí los esperaba Bhima, acomodado en un asiento lleno de cojines. Hizo un gesto a Mathew y Valeria para que se pusieran cómodos en otros dos de esos confortables asientos situados frente a él.
Rain permaneció junto a la puerta por la que acababan de entrar, Oli se paró a un lado del asiento de Bhima y el chico cuyo nombre Val desconocía caminó hasta una puerta lateral semioculta en medio de dos tapices, y la abrió para dejar entrar a una muchacha muy ligera de ropa con una bandeja llena de fruta, tres vasos de cristal y una jarra de vino que colocó en una mesa supletoria junto a su jefe. Hizo amago de ir a servir el vino, pero acabó marchándose apresuradamente obedeciendo a un gesto de Bhima. Fuego cerró la puerta tras ella y la sala quedó en silencio durante unos segundos, mientras el propio dueño del local les ofrecía de beber a sus dos invitados.
Valeria aceptó el vaso que le tendía sin decir palabra y se sentó en uno de aquellos estrafalarios sillones, pero al contrario que Bhima, que se recostaba indolentemente sobre los cojines, ella mantuvo la espalda recta, como había aprendido de sus maestras y compañeras del Hekshold, mientras dejaba que los caballeros intercambiasen sus habituales naderías. No probó el vino, aunque conservó el vaso en las manos, sobre el regazo, en actitud reposada, mientras se concentraba en dar a su rostro la forma de una máscara, que no dejaba traslucir emoción alguna.
—¿Y bien? —preguntó finalmente el brujo—. Tengo entendido que habéis estado muy ajetreados estas últimas veinticuatro horas. Espero que no todo haya sido lujo y diversión —continuó con una sonrisa, como dando a entender que entendería que así hubiera sido—. ¿Tenemos ya una idea de quién de esos poderosos señores se ha creído que podía disponer de los nuestros para ocultar sus chapuzas?
Valeria dirigió una mirada a Owens antes de volver a fijarla en Bhima. No había contado tener que enfrentar tan pronto a este último y tampoco esperaba tener allí al primero cuando ocurriese. Habría preferido hablar antes con Cam. Ni siquiera había decidido aún lo que estaba dispuesta a contarle a quién, pero se había quedado sin tiempo y no le sobraban opciones.
—Lo de Borst era una pista falsa —dijo. Bhima le mantenía la mirada sin perder su eterna media sonrisa, esa que le daba un aspecto aburrido y burlón al mismo tiempo—. El verdadero objetivo no era él.
—¿Quieres decir que el objetivo fuimos siempre nosotros?
Aún con la mirada fija en Valeria, Bhima se echó hacia delante, apoyando una mano en su propia rodilla y un codo en uno de los brazos de su asiento. La media sonrisa había desaparecido de sus labios, pero aún conservaba un ligero destello en los ojos.
«Lo sabe», se dijo Valeria al ver ese destello. No sabía cómo, pero tuvo la absoluta certeza de que lo sabía. «¿Desde cuándo lo sabes?, ¿a qué estás jugando?», se preguntaba. Su rostro permanecía impasible, pero sus ojos taladraban los del hombre que tenía enfrente como si quisiese leer lo que ocurría detrás, en su mente. «Quieres saber si te lo diré».
Los sentimientos de Valeria hacia Bhima siempre fueron intensos y complejos, una mezcla de gratitud, admiración, miedo y quién sabía cuántas cosas más. Aquel hombre había sido su salvador, su mentor, incluso su amante, durante un brevísimo periodo. Pero nunca, ni siquiera cuando lloraba sola en aquel cuartucho con las manos ensangrentadas había sentido tanto odio hacia él como el que sentía mientras lo veía expectante frente a ella. Nada deseaba más en aquel momento que lanzarse hacia delante, clavarle las uñas en el cuello y apretar hasta que esos ojos dejaran de mostrar aquel brillo triunfal, así fuese lo último que hiciera en la vida. Pero no lo hizo.
No lo hizo, porque sabía que eso era lo que él quería. Quería verla reaccionar, gritar, llorar, lo que fuera, con tal de poder decirle: “¿Ves? Aún hago contigo lo que quiero. Crees que puedes librarte de mí, pero no es así”. «Emponzoñas todo lo que tocas, serpiente», le recriminó Val en su mente, «así te ahogues en tu propio veneno». Le llevó todo su esfuerzo, pero en esa ocasión, consiguió mantener intacta su máscara. No sólo la de su rostro, todo su cuerpo permaneció en la misma postura reposada. Sólo los dedos de los pies se arquearon como garras por dentro de sus botas, fue la única salida que se permitió para la rabia que sentía.
—No vosotros —dijo con una voz serena que en nada se parecía al grito que habría querido lanzarle—, tú. La viuda de Borst estaba bajo la impresión de que había acordado contigo el secuestro y retención de su esposo mientras ella cerraba cierto asunto. —Hablaba despacio, con voz neutra. Como si acabase de recordar que tenía un vaso de vino en las manos, se lo llevó a los labios y probó un sorbo antes de continuar— Pero ambos sabemos que esa no es la clase de trabajo que te gusta hacer.
—¿Ah, sí? —La media sonrisa de Bhima volvió a su rostro. Miraba expectante a Valeria, sin renunciar aún a su estallido. La bruja se entretuvo un momento analizando la huella que iba dejando el vino en su vaso mientras lo volteaba distraída a un lado y a otro— Crees que alguien se hizo pasar por mí, entonces. ¿Cómo estás tan segura de que mis gustos no han cambiado?
Bhima volvió a recostarse hacia atrás al tiempo que su sonrisa se ampliaba y sus ojos se entrecerraban en una mueca insinuante. Val, por su parte, levantó la vista de su vaso y, aunque habría deseado clavarle uno de sus cuchillos, le regaló una leve sonrisa a su antiguo mentor.
—Eres bueno en lo tuyo —dijo—. Podrías convencer a cualquiera de casi cualquier cosa. Pero ¿atravesar, sin ser visto, un burdel lleno de gente con dos rehenes?; ¿convencerlos de dejarse degollar sin oponer resistencia en medio de un puñado de cadáveres? —«Por no hablar de afectar la perfecta dicción de una dama bien educada»— Me temo que eso queda fuera de tus capacidades.
Tras decir estas palabras, Valeria bebió un segundo trago de vino. Cuando bajó el vaso, no quedaba rastro de a sonrisa. Bhima también había perdido la suya, la miraba serio y en silencio. “Dilo”, parecía exigirle, “di su nombre”. La bruja mantuvo su mirada en silencio. Al cabo de unos segundos, Bhima pareció convencerse de que estaba todo dicho y dejó escapar una carcajada.
—Tienes razón —reconoció con actitud aparentemente divertida—, hacen falta más que palabras para eso.
El brujo se volvió hacia el chico que guardaba la puerta lateral y Val aprovechó para dirigir una rápida mirada a Rain, que seguía de pie junto a la puerta principal. El habitual rostro sereno del hombre había sido sustituido por un ceño fruncido. Había atado cabos y estaba enfadado. Valeria no podía culparle, pero aquello complicaba las cosas.
—Silas, querido —dijo Bhima—, ¿me harás el favor de avisar a Cam de que la estamos esperando?
El chico, Silas, salió de la habitación y Oli dejó escapar un bufido jocoso que indicó a Valeria que acababa de pillarlo. Bhima se volvió de nuevo hacia sus invitados y les ofreció más vino y algo de fruta para acompañar mientras esperaban. La expresión amable del hombre, unida a un cierto brillo en sus ojos, hizo que a Val se le encogiera el estómago.
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OFF: Subrayada complicación 2+1: "Hay un asesino, pero es una de las mismas chicas (o chicos) que trabajan en el lugar, pillándote por sorpresa". En realidad, esta sería la verdadera complicación número dos, ya que Reike se dio cuenta entonces de quién estaba detrás de las muertes, pero he esperado a este momento para señalarlo para evitar spoilers. También podría valer la de: "Una de las chicas (o chicos) se vuelve cercana a ti, sólo para traicionarte luego, quizás hasta es la persona responsable de todo", ya que Cam engañó a Reike, su amiga, desde el principio.
En cuanto a la primera complicación, la de la lucha de poder, se sigue aplicando y es, de hecho, el hilo conductor de todo el tema, sólo que en lugar de tratarse de una lucha de poder en las altas esferas, como creyeron Matt y Reike en un primer momento, se trataba de una lucha de poder dentro de la propia banda de Bhima. Y nuestros protagonistas están en medio.
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
Matthew aceptó la “invitación” con bastante tranquilidad, por como él lo veía, era un invitado en toda ese asunto, un Humano que tuvo la mala suerte de aparecer en el momento menos indicado, terminando así en una pelea interna entre Hechiceros. Pero, sí Bhima estaba siquiera la mitad de loco de lo que estaba Owens, podría decidir de pronto que eso no le importaba. En cualquier caso, sí iba a caminar hacía su muerte, al menos se aseguraría de hacerlo con estilo, y no temblando o lloriqueando.
Fue una sensación extraña el ingresar a la habitación que el Hechicero había preparado, Matt sintió que estaba haciendo exactamente lo mismo que cuando él recibía visitas, sólo que ahora estaba desde el otro lado. “Que buenos anfitriones somos” pensaba el Estafador mientras se acomodaba en uno de los asientos, se cruzó de piernas de forma elegante y entrecruzó los dedos.
Aceptó que le sirviera vino con un gesto y una sonrisa amable que no encajaba para nada con la densidad que se respiraba en el ambiente.
-Increíble, no puedo creer lo que veo - Agarró uno de los cuencos con frutas - ¿Fresas? ¿En esta época del año? ¿Como las consigues? - La habilidad de Owens para desarrollar charlas intrascendentes era impresionante - ¿Tienen algún tipo de sistema mágico que les permite cosecharlas todo el año? Sí yo quisiera tener de estas en mi hogar me vería obligado a pagar una fortuna -
-Jaja, nada tan complejo como eso. Un invernadero bien construido más un par de manos expertas pueden hacer milagros que ni la magia es capaz de realizar - Bhima no se quedaba atrás.
-Admito que la botánica no es lo mio - Probó algunas de las frutas, ya que parecía que Reike necesitaba algo más de tiempo para acomodarse - Creo que en lugar de llevarme a alguna de las muchachas asaltaré tu alacena - Le guiñó un ojo y rió.
-Puedes llevarte lo que quieras, pero no te permitiré acercarte a mi colección de vinos - Y ambos compartieron las risas actuadas perfectas para la ocasión.
Sólo entonces el dueño de La Gata Parda se puso serio y encaró el asunto por el que estaban en verdad allí. Matthew se quedó mirando, podría haber aportado algún que otro comentario a la conversación, pero se había dado cuenta desde el día anterior que todo eso era un asunto personal entre Bhima y Reike. Por lo mismo, hubiese sido muy maleducado de su parte el querer meterse en medio.
Y al final todo regresaba a Cam.
Era una verdadera lástima, Matthew se lamentó semejante final ya que luego de Reike era la adquisición que más interesante le resultaba “Vaya ojo tienes, Owens, te enamoran todas las que no puedes tener” siquiera aunque Bhima le perdonara la vida sería conveniente el llevársela, con semejante currículum nunca se podría confiar en ella.
En cuanto la susodicha ingresó a la sala todas las miradas se fijaron en ella, era una mujer inteligente, no era necesario decir nada para que se diera cuenta de lo que estaba pasando. Una sensación de mareo repentina embargó a Matthew, parecía que el cuarto se volvía difuso y se movía, por suerte el Humano no intentó pararse, porque seguramente hubiese caído de bruces.
Para cuando logró calmar el mareo Cam ya no estaba allí.
Fue una sensación extraña el ingresar a la habitación que el Hechicero había preparado, Matt sintió que estaba haciendo exactamente lo mismo que cuando él recibía visitas, sólo que ahora estaba desde el otro lado. “Que buenos anfitriones somos” pensaba el Estafador mientras se acomodaba en uno de los asientos, se cruzó de piernas de forma elegante y entrecruzó los dedos.
Aceptó que le sirviera vino con un gesto y una sonrisa amable que no encajaba para nada con la densidad que se respiraba en el ambiente.
-Increíble, no puedo creer lo que veo - Agarró uno de los cuencos con frutas - ¿Fresas? ¿En esta época del año? ¿Como las consigues? - La habilidad de Owens para desarrollar charlas intrascendentes era impresionante - ¿Tienen algún tipo de sistema mágico que les permite cosecharlas todo el año? Sí yo quisiera tener de estas en mi hogar me vería obligado a pagar una fortuna -
-Jaja, nada tan complejo como eso. Un invernadero bien construido más un par de manos expertas pueden hacer milagros que ni la magia es capaz de realizar - Bhima no se quedaba atrás.
-Admito que la botánica no es lo mio - Probó algunas de las frutas, ya que parecía que Reike necesitaba algo más de tiempo para acomodarse - Creo que en lugar de llevarme a alguna de las muchachas asaltaré tu alacena - Le guiñó un ojo y rió.
-Puedes llevarte lo que quieras, pero no te permitiré acercarte a mi colección de vinos - Y ambos compartieron las risas actuadas perfectas para la ocasión.
Sólo entonces el dueño de La Gata Parda se puso serio y encaró el asunto por el que estaban en verdad allí. Matthew se quedó mirando, podría haber aportado algún que otro comentario a la conversación, pero se había dado cuenta desde el día anterior que todo eso era un asunto personal entre Bhima y Reike. Por lo mismo, hubiese sido muy maleducado de su parte el querer meterse en medio.
Y al final todo regresaba a Cam.
Era una verdadera lástima, Matthew se lamentó semejante final ya que luego de Reike era la adquisición que más interesante le resultaba “Vaya ojo tienes, Owens, te enamoran todas las que no puedes tener” siquiera aunque Bhima le perdonara la vida sería conveniente el llevársela, con semejante currículum nunca se podría confiar en ella.
En cuanto la susodicha ingresó a la sala todas las miradas se fijaron en ella, era una mujer inteligente, no era necesario decir nada para que se diera cuenta de lo que estaba pasando. Una sensación de mareo repentina embargó a Matthew, parecía que el cuarto se volvía difuso y se movía, por suerte el Humano no intentó pararse, porque seguramente hubiese caído de bruces.
Para cuando logró calmar el mareo Cam ya no estaba allí.
Matthew Owens
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
Se oyó el picaporte de la puerta y Valeria sintió la mirada de Bhima clavarse en ella durante un instante. «Va a matarla», se dijo. La bruja lo supo al instante, como también supo que lo haría allí mismo. Camila era una traidora, ya no le servía para nada; salvo para torturarla a ella: “Mira lo que hago con tu amiga. Igual de fácil podría hacerlo contigo”. Siempre había tenido ese don para hacerla sentir impotente.
Se volvió hacia la puerta para ver entrar a Cam. Sus miradas se cruzaron por espacio de un segundo, tiempo suficiente para reconocer un brillo de entendimiento en sus ojos grises. Vio a Bhima levantarse del asiento para ir a recibirla y tambalearse hasta caer sobre la mesa. Oli dio varios pasos en falso y acabó tumbado en el suelo, mientras que a ella misma se le resbaló el vaso de vino entre las manos cuando las separó para aferrarse a los reposabrazos del asiento. La sensación de mareo duró sólo unos pocos segundos. Era toda la ventaja que la Camelia de la Gata Parda necesitaba.
—¿A qué esperáis? —rugió Bhima apoyando las manos en la mesa para incorporarse— ¡Id tras ella!
Se había manchado de jugo la camisa, estaba despeinado y su rostro era la viva imagen de la ira. «Apuesto a que no esperabas que se atreviera a usar su magia contra ti», pensó Valeria, y sintió una cierta satisfacción al hacerlo. «O quizá no esperabas que tuviese suficiente poder».
Mientras el brujo sacudía el jugo de sus manos y trataba de recuperar una fracción de su porte habitual, sus hombres salieron precipitadamente de la sala. No tardaron en volver, pues como era de esperar, no había ni rastro de Camila. Y como era de esperar, a Bhima no le sentó bien la noticia.
Valeria pudo percibir el éter arremolinándose en torno al brujo, al tiempo que una corriente de aire se levantó en la habitación. El ambiente se iba cargando de energía a toda velocidad. Inconscientemente, Val se encogió en el asiento, preparándose para la explosión, pero la sensación de una mano firme agarrando su brazo la sacó de su estado de parálisis. Se giró, era Rain.
—Será mejor que te marches —susurró el hombre—, yo me encargo.
—¿Estás seguro? —preguntó ella dirigiendo una nueva mirada a Bhima. Estaba realmente furioso.
—Sé como calmarlo —confirmó Rain—. Tú vete de aquí, ponte a cubierto.
La bruja no siguió discutiendo, se volvió hacia el que había sido su compañero de faena durante el último par de noches, lo agarró del brazo y tiró de él hacia la salida. Si aún quería hacer negocios con Bhima después de eso, sería mejor que lo pillase de un humor más sereno. Lo último que pudo percibir Valeria antes de atravesar la puerta de la sala fue un intenso frío apoderándose del lugar.
Al día siguiente, la bruja llegó a casa hacia el final de la mañana. Saludó a doña Asunta, que estaba en la misma entrada, dándole direcciones a un peregrino que pasaba por allí, y subió las escaleras, rumbo a la habitación que le tenía alquilada a la viuda. Nada más entrar, la vio sentada sobre la cama.
—¿Te has vuelto loca? —le dijo en un susurro enojado, al tiempo que cerraba la puerta tras de sí—. ¡Sabes que Bhima me tiene vigilada!
—Que mire todo lo que quiera —dijo Camila—, no me verá.
—Una ilusión —murmuró Valeria acercándose a la visitante—. Si es así, no puedes estar muy lej… —Dejó la frase en el aire al recordar la forma en la que la había mirado el peregrino en la entrada. Por un instante, se planteó bajar de nuevo y hasta se giró inconscientemente hacia la puerta.
—No lo hagas, Val —la disuadió su amiga—, es mejor así.
«¿Mejor para quién?», pensó Valeria. ¿Acaso podía darle una bofetada a una ilusión? La actitud casual y relajada de Camila le resultaba irritante. Caminó hacia el armario, apoyó la espalda en la puerta y se cruzó de brazos para ocultar sus puños apretados.
—¿A qué has venido, Cam? —Su tono sonó algo más brusco de lo que había pretendido.
—A despedirme —respondió la interpelada ignorando sus maneras—. Parece que esta vez soy yo la que se va de viaje. —Hablaba con aparente ligereza, pero Valeria la conocía lo bastante como para percibir la tensión tras sus palabras.
—¿Pretendes que me sienta culpable porque no lograste lo que querías? —preguntó Val tras un bufido irónico—. ¿Y qué pretendías, en cualquier caso? ¿Me mandas a investigar y esperas que no descubra lo que pasó? —A medida que hablaba, tenía que hacer un esfuerzo mayor para no gritar— Si me hubieras dicho la verdad…
—¿Qué? —interrumpió Camila con el mismo nivel de enojo—, ¿habrías venido corriendo a rescatarme?, ¿a sacarme de allí? ¡Me abandonaste! En cuanto viste la ocasión, saliste corriendo y me dejaste atrás. ¿Acaso podía confiar en ti después de eso?
Al pronunciar la palabra “eso”, Camila alzó un brazo señalando una de las ventanas de la habitación. Valeria giró la cara en aquella dirección, aunque sabía bien lo que vería al otro lado. La ventana daba a la colina sobre la que se asentaba el imponente castillo del Hekshold.
—Podías haber venido conmigo —murmuró con el rostro aún vuelto hacia la ventana.
—Podías haberte quedado conmigo —dijo a su vez Cam levantándose de la cama y caminando despacio hacia ella—. Entre las dos podríamos haber…
—¿Derrocado a Bhima? —interrumpió esta vez Valeria, volviendo la vista de nuevo hacia Camila— Era lo que pretendías, ¿no? ¿Esperabas que Oli y los demás se volvieran contra él sólo porque se había vuelto loco? ¿Y cuándo no lo estuvo?
—¡Sólo tenías que convencer a Rain! —replicó Cam visiblemente molesta—. Silas es un crío y Oli se cree más listo de lo que es. Habríamos sido nosotros tres contra ellos tres.
—Por eso mataste a Luca y a los otros —dijo Valeria entendiéndolo de pronto—. Era lo único que podría hacer que Rain se volviese contra Bhima.
—Es el único capaz de pararlo en uno contra uno y no lo aprovecha. Cree que le debe algo, el muy idiota. —Camila se acercó tanto a Valeria que sus cuerpos casi se tocaban, o lo habrían hecho, de haberse tratado de un cuerpo real— Y tú también —añadió mirándola a los ojos—. Después de lo que nos hizo; ¡después de lo que te hizo! —Dio un paso hacia un costado y acercó los labios al oído de Valeria— Puedes correr todo lo que quieras —susurró—, pero no te engañes: jamás nos libraremos de él. No hasta que esté muerto y enterrado.
Valeria bajó la vista hasta cerrar los ojos. Cuando volvió a abrirlos, Cam había desaparecido.
—Eres tú la que se engaña —susurró a la habitación vacía—. No nos libraremos de él por muy muerto y enterrado que esté.
Se volvió hacia la puerta para ver entrar a Cam. Sus miradas se cruzaron por espacio de un segundo, tiempo suficiente para reconocer un brillo de entendimiento en sus ojos grises. Vio a Bhima levantarse del asiento para ir a recibirla y tambalearse hasta caer sobre la mesa. Oli dio varios pasos en falso y acabó tumbado en el suelo, mientras que a ella misma se le resbaló el vaso de vino entre las manos cuando las separó para aferrarse a los reposabrazos del asiento. La sensación de mareo duró sólo unos pocos segundos. Era toda la ventaja que la Camelia de la Gata Parda necesitaba.
—¿A qué esperáis? —rugió Bhima apoyando las manos en la mesa para incorporarse— ¡Id tras ella!
Se había manchado de jugo la camisa, estaba despeinado y su rostro era la viva imagen de la ira. «Apuesto a que no esperabas que se atreviera a usar su magia contra ti», pensó Valeria, y sintió una cierta satisfacción al hacerlo. «O quizá no esperabas que tuviese suficiente poder».
Mientras el brujo sacudía el jugo de sus manos y trataba de recuperar una fracción de su porte habitual, sus hombres salieron precipitadamente de la sala. No tardaron en volver, pues como era de esperar, no había ni rastro de Camila. Y como era de esperar, a Bhima no le sentó bien la noticia.
Valeria pudo percibir el éter arremolinándose en torno al brujo, al tiempo que una corriente de aire se levantó en la habitación. El ambiente se iba cargando de energía a toda velocidad. Inconscientemente, Val se encogió en el asiento, preparándose para la explosión, pero la sensación de una mano firme agarrando su brazo la sacó de su estado de parálisis. Se giró, era Rain.
—Será mejor que te marches —susurró el hombre—, yo me encargo.
—¿Estás seguro? —preguntó ella dirigiendo una nueva mirada a Bhima. Estaba realmente furioso.
—Sé como calmarlo —confirmó Rain—. Tú vete de aquí, ponte a cubierto.
La bruja no siguió discutiendo, se volvió hacia el que había sido su compañero de faena durante el último par de noches, lo agarró del brazo y tiró de él hacia la salida. Si aún quería hacer negocios con Bhima después de eso, sería mejor que lo pillase de un humor más sereno. Lo último que pudo percibir Valeria antes de atravesar la puerta de la sala fue un intenso frío apoderándose del lugar.
Al día siguiente, la bruja llegó a casa hacia el final de la mañana. Saludó a doña Asunta, que estaba en la misma entrada, dándole direcciones a un peregrino que pasaba por allí, y subió las escaleras, rumbo a la habitación que le tenía alquilada a la viuda. Nada más entrar, la vio sentada sobre la cama.
—¿Te has vuelto loca? —le dijo en un susurro enojado, al tiempo que cerraba la puerta tras de sí—. ¡Sabes que Bhima me tiene vigilada!
—Que mire todo lo que quiera —dijo Camila—, no me verá.
—Una ilusión —murmuró Valeria acercándose a la visitante—. Si es así, no puedes estar muy lej… —Dejó la frase en el aire al recordar la forma en la que la había mirado el peregrino en la entrada. Por un instante, se planteó bajar de nuevo y hasta se giró inconscientemente hacia la puerta.
—No lo hagas, Val —la disuadió su amiga—, es mejor así.
«¿Mejor para quién?», pensó Valeria. ¿Acaso podía darle una bofetada a una ilusión? La actitud casual y relajada de Camila le resultaba irritante. Caminó hacia el armario, apoyó la espalda en la puerta y se cruzó de brazos para ocultar sus puños apretados.
—¿A qué has venido, Cam? —Su tono sonó algo más brusco de lo que había pretendido.
—A despedirme —respondió la interpelada ignorando sus maneras—. Parece que esta vez soy yo la que se va de viaje. —Hablaba con aparente ligereza, pero Valeria la conocía lo bastante como para percibir la tensión tras sus palabras.
—¿Pretendes que me sienta culpable porque no lograste lo que querías? —preguntó Val tras un bufido irónico—. ¿Y qué pretendías, en cualquier caso? ¿Me mandas a investigar y esperas que no descubra lo que pasó? —A medida que hablaba, tenía que hacer un esfuerzo mayor para no gritar— Si me hubieras dicho la verdad…
—¿Qué? —interrumpió Camila con el mismo nivel de enojo—, ¿habrías venido corriendo a rescatarme?, ¿a sacarme de allí? ¡Me abandonaste! En cuanto viste la ocasión, saliste corriendo y me dejaste atrás. ¿Acaso podía confiar en ti después de eso?
Al pronunciar la palabra “eso”, Camila alzó un brazo señalando una de las ventanas de la habitación. Valeria giró la cara en aquella dirección, aunque sabía bien lo que vería al otro lado. La ventana daba a la colina sobre la que se asentaba el imponente castillo del Hekshold.
—Podías haber venido conmigo —murmuró con el rostro aún vuelto hacia la ventana.
—Podías haberte quedado conmigo —dijo a su vez Cam levantándose de la cama y caminando despacio hacia ella—. Entre las dos podríamos haber…
—¿Derrocado a Bhima? —interrumpió esta vez Valeria, volviendo la vista de nuevo hacia Camila— Era lo que pretendías, ¿no? ¿Esperabas que Oli y los demás se volvieran contra él sólo porque se había vuelto loco? ¿Y cuándo no lo estuvo?
—¡Sólo tenías que convencer a Rain! —replicó Cam visiblemente molesta—. Silas es un crío y Oli se cree más listo de lo que es. Habríamos sido nosotros tres contra ellos tres.
—Por eso mataste a Luca y a los otros —dijo Valeria entendiéndolo de pronto—. Era lo único que podría hacer que Rain se volviese contra Bhima.
—Es el único capaz de pararlo en uno contra uno y no lo aprovecha. Cree que le debe algo, el muy idiota. —Camila se acercó tanto a Valeria que sus cuerpos casi se tocaban, o lo habrían hecho, de haberse tratado de un cuerpo real— Y tú también —añadió mirándola a los ojos—. Después de lo que nos hizo; ¡después de lo que te hizo! —Dio un paso hacia un costado y acercó los labios al oído de Valeria— Puedes correr todo lo que quieras —susurró—, pero no te engañes: jamás nos libraremos de él. No hasta que esté muerto y enterrado.
Valeria bajó la vista hasta cerrar los ojos. Cuando volvió a abrirlos, Cam había desaparecido.
—Eres tú la que se engaña —susurró a la habitación vacía—. No nos libraremos de él por muy muerto y enterrado que esté.
- Para Matt:
- Muchísimas gracias por haberte metido en este locurón de trabajo conmigo (que sabes bien que es más que un mero trabajo para mí). Nos ha llevado nuestro tiempo, pero ha sido un verdadero placer. Como ya te dije la primera vez que hablamos sobre la trama de este tema: ¿quién mejor que un estafador sin escrúpulos para conocer los escabrosos detalles sobre el pasado de una? <3
Reike
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Re: Cuando el pasado te alcanza [Trabajo Reike/Owens]
REVISIÓN
20 rondas... sin palabras, menudo curro. La trama está muy bien planteada de comienzo a fin, con giros argumentales bien planteados, un post inicial que te mete de lleno en la relación entre Reike y Camila y un post final que vuelve a enfatizar esa vieja unión.
Me ha gustado mucho ver a Matt dentro del burdel durante el inicio y su desparpajo de "mujer" a la hora de irse de compras. Me hubiera gustado verlo más implicado con los invitados de la fiesta, ver el desparpajo y la labia del timador.
La escena de los jardines es muy destacable tanto entre los pj como entre los npc, no me esperaba ese giro de tuerca. Aunque sí que me hubiera gustado ver más información sobre la relación entre Bianca y Philippa, alguna carta antigua que dejara entrever si la relación era sentimental desde el comienzo o si el roce entre las familias hizo el cariño.
Ha sido un gran trabajo y por ello los dos pj se llevan la máxima puntación. 20 puntos de experiencia y 400 Æ, además Reike recibe 2 puntos en Alquimia (ya que Medicina ha sido absorbida por esta profesión) por usar su profesión en el diagnóstico de los cadáveres.
Me ha gustado mucho ver a Matt dentro del burdel durante el inicio y su desparpajo de "mujer" a la hora de irse de compras. Me hubiera gustado verlo más implicado con los invitados de la fiesta, ver el desparpajo y la labia del timador.
La escena de los jardines es muy destacable tanto entre los pj como entre los npc, no me esperaba ese giro de tuerca. Aunque sí que me hubiera gustado ver más información sobre la relación entre Bianca y Philippa, alguna carta antigua que dejara entrever si la relación era sentimental desde el comienzo o si el roce entre las familias hizo el cariño.
Ha sido un gran trabajo y por ello los dos pj se llevan la máxima puntación. 20 puntos de experiencia y 400 Æ, además Reike recibe 2 puntos en Alquimia (ya que Medicina ha sido absorbida por esta profesión) por usar su profesión en el diagnóstico de los cadáveres.
Fehu
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