Claroscuro- Hallowyn 2020
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Claroscuro- Hallowyn 2020
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Nadie conocía con exactitud el momento en el que el amasijo de árboles altos y piedras desordenadas al oeste del valle tras la colina estrellada se había convertido en una mansión de ladrillo blanco y rebordes rojizos. Los más ancianos del pueblo cercano se habían esforzado en contar a cualquiera que quisiese escucharles la historia triste y a la vez sombría de como Mr Raven había poseído todo lo que un hombre podría querer: amor, dinero, fama... felicidad. Y como su excentricidad y su deseo de poder lo había llevado a la ruina.
La mayoría de personas que se atrevían a hablar del señor Raven necesitaban al menos que el alcohol y la oscuridad de la taberna la hoz oxidada los amparase antes de desvelar demasiado sobre lo que habían oído, vivido... o sentido. Ninguno por supuesto era lo suficientemente conciso como para ser tomado por cuerdo por aquel que decidiese escucharlos, y la mayoría de historías en su menor o menor medida involucraban menciones acerca de como el Señor Raven había sido en algún punto de su vida el hombre más poderoso de Aerandir.
En este punto, Jorlud, borracho habitual en la anterior mencionada posada, y uno de los que más disfrutaba con las habladurías sobre aquella historia en particular, solía dar un trago de su cerveza caliente para pausar su discurso y mirar a quien lo escuchaba con los ojos enloquecidos de alguien que quiere que se le crea pero espera que no lo hagan abiertos de par en par y... cansados. Poco después aderezaba su historia con un suspiro al aire y una mirada triste a la silueta de la mansión, cuyos ladrillos blancos estaban ahora ennegrecidos por el paso del tiempo.
¿Por dónde iba?
Ah... sí. Mister Raven.
Su poder era tan conocido que a menudo reyes y señores venían a pedirle consejo o ayuda con tal o cual quehacer que involucrase conocimiento, astucia, habilidad... o simplemente inteligencia. Fueron muchos los que lo retaron a duelos y peleas de los que siempre salió victorioso. O al menos nunca hubo nadie para decir que lo derrotó.
A medida que su poder aumentaba, su excentricidad se acentuaba. Habladurías sobre rituales demoníacos ligados a la desaparición repentina de sus familiares comenzaron a hacer sospechar a los habitantes de la Colina de que quizás aquel hombre había pasado un punto de no retorno. Por su parte, y desde la desaparición de sus familiares, el señor Raven apenas salía de su casa. Aquello por supuesto aumentó el interés de los vecinos cuyos chismes posicionaban ahora al señor Raven como perteneciente al Helheim- reino de los muertos para los primeros humanos- y por lo tanto maldito desde el momento mismo que tocó el suelo de Aerandir.
Con el tiempo la excentricidad de sus acciones y habladurías de locura hicieron mella en su reputación de poderoso y poco a poco, y con el paso del tiempo... el mundo se olvidó de él. Y de su poder. Y de sus excentricidades. Y de aquella mansión blanca ahora oscura y sombría bajo las faldas de la colina estrellada.
******La mayoría de personas que se atrevían a hablar del señor Raven necesitaban al menos que el alcohol y la oscuridad de la taberna la hoz oxidada los amparase antes de desvelar demasiado sobre lo que habían oído, vivido... o sentido. Ninguno por supuesto era lo suficientemente conciso como para ser tomado por cuerdo por aquel que decidiese escucharlos, y la mayoría de historías en su menor o menor medida involucraban menciones acerca de como el Señor Raven había sido en algún punto de su vida el hombre más poderoso de Aerandir.
En este punto, Jorlud, borracho habitual en la anterior mencionada posada, y uno de los que más disfrutaba con las habladurías sobre aquella historia en particular, solía dar un trago de su cerveza caliente para pausar su discurso y mirar a quien lo escuchaba con los ojos enloquecidos de alguien que quiere que se le crea pero espera que no lo hagan abiertos de par en par y... cansados. Poco después aderezaba su historia con un suspiro al aire y una mirada triste a la silueta de la mansión, cuyos ladrillos blancos estaban ahora ennegrecidos por el paso del tiempo.
¿Por dónde iba?
Ah... sí. Mister Raven.
Su poder era tan conocido que a menudo reyes y señores venían a pedirle consejo o ayuda con tal o cual quehacer que involucrase conocimiento, astucia, habilidad... o simplemente inteligencia. Fueron muchos los que lo retaron a duelos y peleas de los que siempre salió victorioso. O al menos nunca hubo nadie para decir que lo derrotó.
A medida que su poder aumentaba, su excentricidad se acentuaba. Habladurías sobre rituales demoníacos ligados a la desaparición repentina de sus familiares comenzaron a hacer sospechar a los habitantes de la Colina de que quizás aquel hombre había pasado un punto de no retorno. Por su parte, y desde la desaparición de sus familiares, el señor Raven apenas salía de su casa. Aquello por supuesto aumentó el interés de los vecinos cuyos chismes posicionaban ahora al señor Raven como perteneciente al Helheim- reino de los muertos para los primeros humanos- y por lo tanto maldito desde el momento mismo que tocó el suelo de Aerandir.
Con el tiempo la excentricidad de sus acciones y habladurías de locura hicieron mella en su reputación de poderoso y poco a poco, y con el paso del tiempo... el mundo se olvidó de él. Y de su poder. Y de sus excentricidades. Y de aquella mansión blanca ahora oscura y sombría bajo las faldas de la colina estrellada.
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-¿ES QUE ACASO NO ES SUFICIENTE PRUEBA?- Rubeus alzaba la mano de una niña pálida y con cabellos rojizos a su lado.-
La pequeña no tenía más de 10 años y la expresión en su cara, mientras el que parecía ser su padre tiraba de su brazo zarandeándola de un lado a otro era impasible. Su mirada fijada en un punto inexacto de aquella sala parecía mirar algo más allá de la pared de madera que componía la estancia principal de la sala de reuniones del pueblo.
Junto a ella, formando un círculo algunas sillas de metal se esparcían con personas sentadas sobre ellas. Algunas compartían la expresión de aquella pequeña. Todas acompañadas por familiares y amigos que a diferencia de las primeras mostraban todo tipo de rango de emociones, desde dolor, miedo, pena y rabia. Todas mirando al que parecía ser el cabecilla de aquella reunión.
-Lo sé... lo se.- dijo el hombre, gordinflón y con un bigote que le tapaba unos labios menudos y unos dientes disparejos- Pero...ya sabéis que no podemos hacer nada. Bien sabéis que lo hemos intentado, y se que todos estáis nerviosos porque hoy es... bueno es la noche qué... el año pasado... bueno.. Creo que no hace falta que os recuerde qué pasó con Margot y sus hombres. Como los alguaciles del pueblo estuvieron perdidos durante 8 días... ¡8! al menos volvieron...- dijo el hombre señalando a 5 figuras con la mirada igual de perdida que la niña y miró al padre de la niña esperando una reacción de rabia ante aquello- ¿Preferirías haberla perdido?- le dijo el hombre cortándolo.
-¡MÍRALA!- gritó de nuevo, esta vez con lágrimas en sus ojos- Matilda murió el día mismo que se perdió entre las paredes de aquella mansión.- Zarándeó un poco el brazo de la niña para dejarlo después caer. Ésta movió su mano de manera sistemática hasta posicionarla en un ángulo perfecto entre sus rodillas, perfectamente cruzadas y sus muslos.
******La pequeña no tenía más de 10 años y la expresión en su cara, mientras el que parecía ser su padre tiraba de su brazo zarandeándola de un lado a otro era impasible. Su mirada fijada en un punto inexacto de aquella sala parecía mirar algo más allá de la pared de madera que componía la estancia principal de la sala de reuniones del pueblo.
Junto a ella, formando un círculo algunas sillas de metal se esparcían con personas sentadas sobre ellas. Algunas compartían la expresión de aquella pequeña. Todas acompañadas por familiares y amigos que a diferencia de las primeras mostraban todo tipo de rango de emociones, desde dolor, miedo, pena y rabia. Todas mirando al que parecía ser el cabecilla de aquella reunión.
-Lo sé... lo se.- dijo el hombre, gordinflón y con un bigote que le tapaba unos labios menudos y unos dientes disparejos- Pero...ya sabéis que no podemos hacer nada. Bien sabéis que lo hemos intentado, y se que todos estáis nerviosos porque hoy es... bueno es la noche qué... el año pasado... bueno.. Creo que no hace falta que os recuerde qué pasó con Margot y sus hombres. Como los alguaciles del pueblo estuvieron perdidos durante 8 días... ¡8! al menos volvieron...- dijo el hombre señalando a 5 figuras con la mirada igual de perdida que la niña y miró al padre de la niña esperando una reacción de rabia ante aquello- ¿Preferirías haberla perdido?- le dijo el hombre cortándolo.
-¡MÍRALA!- gritó de nuevo, esta vez con lágrimas en sus ojos- Matilda murió el día mismo que se perdió entre las paredes de aquella mansión.- Zarándeó un poco el brazo de la niña para dejarlo después caer. Ésta movió su mano de manera sistemática hasta posicionarla en un ángulo perfecto entre sus rodillas, perfectamente cruzadas y sus muslos.
A ti, que me lees:
Gracias por tu pronta respuesta a mi primera carta. Sin duda voy a decir que esto confirma mi interés por tu persona.
Podría comenzar por presentarme, pero la noche es corta y robarte tiempo... egoísta Ha llegado a mis oídos, de manera causal o casual información sobre tu existencia. ¿Cómo? No es verdaderamente importante. El caso es que se que existes. Se de tus habilidades y de tus logros e historia y... Me interesas. Casi tanto como yo a ti.
No voy a darte mucha más información por una vía tan poco privada como este pergamino, por lo que espero que podamos extender nuestra charla en precisamente 3 días.
No te preocupes por buscar cobijo, mi mansión es espaciosa y estoy seguro podrás hacer hogar de alguna de ellas. Te estaré esperando en el salón grande del ala norte en el momento exacto en el que se ponga el sol. Comprenderás, que a mi edad... no se me da bien tener paciencia, te ruego, pues... no tardes.
R
-.*.-.*.-.*.-.*.-.*.-.*.-.*.-.*.-.*.-.*.-.*.-.*.-.*.-.*.-.*.-.*.-.*.-.*.-.*.-.*.-.*.-.
¡Saludos, criaturas!
Como habéis leido, el señor Raven os está invitando a pasar un fin de semana de ensueño en su humilde mansión. Ciertamente esta ronda es introductoria. Tan solo tendréis dos requisitos. Necesito que en vuestros posts deis coherencia al primer pergamino que os mandó Raven y por lo tanto el porqué decidís aceptar su invitación.
El segundo es que vuestro post debe acabar en el lugar citado y todo ello debe suceder sin desperfectos, ni heridos, ni muertes...no aún, al menos. No interactueis con nadie de la mansión, ni veis a nadie por los alrededores. Además de, por supuesto, a los demás participantes de este evento.
Ciertamente tenéis libertad para hablar con los habitantes del pueblo cercano, o ser conocedores o no de lo que pasa cada Halloween por allí. Eso os lo dejo a vuestro criterio.
Os leo, estoy segura, muy pronto.
edito: Añado la fecha máxima para postear en la primera ronda a petición de varios. 13/11/2020
Última edición por Wyn el Sáb Nov 07 2020, 22:36, editado 1 vez
Wyn
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Re: Claroscuro- Hallowyn 2020
El Humano estaba relajado en su sillón mientras contemplaba a sus dos visitas habituales en la oficina: La Anciana Niun, a la cual el Estafador había adoptado como una especie de abuela, mal que le pesara a la monja. Y su querido Hadden, Licántropo y prostituto de medio tiempo que había tenido la mala suerte de captar el interés del Virrey, una atención densa y posesiva de la cual no podría deshacerse a menos que huyera muy muy lejos... Y aún así sería complicado, los informantes de Matt llegaban hasta sitios inhóspitos.
Tenía la sensación de que ambos habían llegado para decirle algo, o reclamarle algo, pero estaba tan perdido en sus pensamientos que apenas lograba concentrarse. Hubiese sido bueno poder echarle la culpa al alcohol o a las drogas, pero no había ni un solo gramo de eso en su sangre, era simplemente su habitual depresión diurna.
-Sí, está bien, sí eso quieres - Dijo en el aire, una respuesta ambigua que servía para cualquiera de los dos y para cualquier cosa que pudieran estar diciendo. Pero unas pocas palabras de todo lo que dijo Niun resonaron en su cabeza - ¿Cómo que te vas unos días? ¿A donde? ¿Y por qué? - Cuando escuchó la respuesta hizo como que se limpiaba el oído con el dedo meñique, comprobando sí estaba escuchando bien. Luego empezó a reír de modo exageradamente burlón - Vamos, estaba preguntando seriamente -
Como respuesta esta vez recibió una carta en pleno rostro, el Virrey la agarró y se puso a leerla mientras Niun y Hadden conversaban sobre el viaje. Con cada palabra que leía todo le resultaba más y más sospechoso, hizo una media sonrisa aunque su gesto ya no era burlón, sino más bien de curiosidad.
-No, no, no vas a meter tus raras ideas en la mente de Hadden - Dobló la carta y se la guardó en un bolsillo del chaleco - Decidido, nos vamos todos juntos a conocer al pretendiente de Niun - Y una vez que Matt tomaba una decisión...
En poco tiempo se encontraban camino al lugar señalado, Matthew organizó todo para que pudieran viajar en un carruaje poniendo como excusa la avanzada edad de la Señora, pero era más bien por su propia pereza de andar a caballo. La última vez que habían salido el Estafador se había visto obligado a viajar de día cubriéndose por completo para que el sol no le lastimara la piel. Ahora sería tan sencillo como correr la cortina y ya.
Matt se entretuvo casi todo el viaje jugando con un extraño hilo que enredaba y desenredaba de entre sus dedos. O al menos esa era la idea hasta que la vieja Niun decidió hacer un nudo y dejarlo así parcialmente inmovilizado. Pero esa no era la mayor de sus preocupaciones, Hadden había decidido vengarse dejando entrar pequeños rayos de sol de vez en vez, logrando que el Humano se quemara por momentos.
Más allá de algunas quemaduras y comentarios hirientes, el viaje transcurrió sin mayores percances. Llegaron a la mansión del Misterioso Señor R, un lugar bastante grande, de ladrillos blancos y rebordes rojizos, lo primero que dijo Matt cuando bajó del carro es:
-Que horrible gusto para la decoración...- Claro que sus dos acompañantes tenían su propia idea de lo que era un bonito edificio, pero Owens los miró levantando una ceja, como si pusiera en duda su capacidad de valorar lo que era una bella edificación - Siquiera mandan sirvientes a recibirnos - Chasqueó con la lengua - Bien, tenemos invitación de todos modos - Sacó la carta de Niun y la agita en el aire - Así que: Con permiso -
Los pasos del Virrey hacían eco en la estancia, no solo no se veían sirvientes, en realidad no apareció absolutamente nadie durante todo el trayecto que los llevó hasta el salón grande del ala norte.
-¿Hola? - Dijo el Humano mientras miraba la sala - ¿Nadie? - Se encogió de hombros - Te dije que esto tenía que ser una trampa, Abue -
Tenía la sensación de que ambos habían llegado para decirle algo, o reclamarle algo, pero estaba tan perdido en sus pensamientos que apenas lograba concentrarse. Hubiese sido bueno poder echarle la culpa al alcohol o a las drogas, pero no había ni un solo gramo de eso en su sangre, era simplemente su habitual depresión diurna.
-Sí, está bien, sí eso quieres - Dijo en el aire, una respuesta ambigua que servía para cualquiera de los dos y para cualquier cosa que pudieran estar diciendo. Pero unas pocas palabras de todo lo que dijo Niun resonaron en su cabeza - ¿Cómo que te vas unos días? ¿A donde? ¿Y por qué? - Cuando escuchó la respuesta hizo como que se limpiaba el oído con el dedo meñique, comprobando sí estaba escuchando bien. Luego empezó a reír de modo exageradamente burlón - Vamos, estaba preguntando seriamente -
Como respuesta esta vez recibió una carta en pleno rostro, el Virrey la agarró y se puso a leerla mientras Niun y Hadden conversaban sobre el viaje. Con cada palabra que leía todo le resultaba más y más sospechoso, hizo una media sonrisa aunque su gesto ya no era burlón, sino más bien de curiosidad.
-No, no, no vas a meter tus raras ideas en la mente de Hadden - Dobló la carta y se la guardó en un bolsillo del chaleco - Decidido, nos vamos todos juntos a conocer al pretendiente de Niun - Y una vez que Matt tomaba una decisión...
En poco tiempo se encontraban camino al lugar señalado, Matthew organizó todo para que pudieran viajar en un carruaje poniendo como excusa la avanzada edad de la Señora, pero era más bien por su propia pereza de andar a caballo. La última vez que habían salido el Estafador se había visto obligado a viajar de día cubriéndose por completo para que el sol no le lastimara la piel. Ahora sería tan sencillo como correr la cortina y ya.
Matt se entretuvo casi todo el viaje jugando con un extraño hilo que enredaba y desenredaba de entre sus dedos. O al menos esa era la idea hasta que la vieja Niun decidió hacer un nudo y dejarlo así parcialmente inmovilizado. Pero esa no era la mayor de sus preocupaciones, Hadden había decidido vengarse dejando entrar pequeños rayos de sol de vez en vez, logrando que el Humano se quemara por momentos.
Más allá de algunas quemaduras y comentarios hirientes, el viaje transcurrió sin mayores percances. Llegaron a la mansión del Misterioso Señor R, un lugar bastante grande, de ladrillos blancos y rebordes rojizos, lo primero que dijo Matt cuando bajó del carro es:
-Que horrible gusto para la decoración...- Claro que sus dos acompañantes tenían su propia idea de lo que era un bonito edificio, pero Owens los miró levantando una ceja, como si pusiera en duda su capacidad de valorar lo que era una bella edificación - Siquiera mandan sirvientes a recibirnos - Chasqueó con la lengua - Bien, tenemos invitación de todos modos - Sacó la carta de Niun y la agita en el aire - Así que: Con permiso -
Los pasos del Virrey hacían eco en la estancia, no solo no se veían sirvientes, en realidad no apareció absolutamente nadie durante todo el trayecto que los llevó hasta el salón grande del ala norte.
-¿Hola? - Dijo el Humano mientras miraba la sala - ¿Nadie? - Se encogió de hombros - Te dije que esto tenía que ser una trampa, Abue -
Matthew Owens
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Re: Claroscuro- Hallowyn 2020
Aquella mañana todo parecía apuntar a que seria el preludio de un día calmado y tranquilo, un lujo al que no había podido acceder desde hacía un buen par de semanas. Nada había interrumpido mi sueño, no tenía ninguna prisa en abrir el taller, incluso Erwin había decidido no aparecer, ¡pero que día más perfecto! Si bien me inquietaba que el guardia se hallara ausente, pues era muy impropio de él solo desaparecer sin una previa explicación, y, aunque no hubiera fuerza en toda la península que me hiciera admitirlo, me entristecía no tenerlo cerca aquella mañana... tenía el presentimiento de que solo estaba ocupado tramando otra de sus aventuras mensas en las que siempre tenía que involucrarme. Solo era una corazonada; ese idiota no tenía remedio.
Tras dar un par de vueltas en la cama tratando de reunir las fuerzas para dar comienzo a aquel día, finalmente pude levantarme y bajar las escaleras con pasos lentos que se aferraban aún al reino de los somnolientos. Necesitaba la ayuda de un lavado de rostro y algo de beber para terminar de poner en marcha mis tuercas.
Casi me dio un infarto. Estuve a punto de ahogarme con el agua que bebía cuando le vi ahí, sentado frente al mesón de mi taller.
—¿¡Pero qu...!? —alcancé a decir antes que el agua que ingería obstruyera mi respiración y me silenciara un violento ataque de tos.
—¡Raymond! ¡Buenos días! —exclamó alegre el muy cínico soldado, con una sonrisa de oreja a oreja—. ¡Finalmente despiertas! Ya empezaba a preocuparme por ti... —rió despreocupado.
—¡Buenos días, Erwin! —contesté mordaz tras recuperarme, demostrando mi furia contra el guardia—. ¡Adelante, puedes pasar! Bienvenido a mi hogar, siéntate. —grité furioso, fingiendo cordialidad de una forma sarcástica—. ¿¡Cómo demonios entraste a mi casa!? —demandé una respuesta, totalmente irritado. Mi ira solo aumentó cuando me percaté del tipo de pergaminos esparcidos sobre la mesa—. ¿Ese no es...? ¿¡Estás leyendo mi correo!? —solté.
Hasta ese entonces, el guardia solo se había limitado a intentar, fallidamente, intervenir y explicarme la situación entre risas. Más le valía tener una buena excusa, pues mis niveles de furia estaban en un punto sin retorno.
Le arrebaté con prisa y una mirada asesina toda mi correspondencia, no sin antes darle un pinchazo eléctrico en el cuello con una pequeña descarga de mis dedos. Ese maldito... ¿Cómo se atrevía? Podía tolerar que fuera un malnacido e insufrible revientapelotas de vez en cuando, ¡pero no que entrara a mi casa sin permiso y leyera mis cartas como si nada!
—¡Jajaja! Lo siento mucho, Raymond. —se disculpó, sobándose el área del pinchazo—. No pensé que fuera a importarte. —fue su excusa.
—¿No pensaste? —contenía las ganas de no soltarle un guantazo—. ¡Por supuesto que no pensaste! ¡Tú nunca piensas, lunático! —gruñí.
—Vamos... Tu correo llevaba amontonado desde hacía semanas, alguien tenía que leerlo. —comentó él con una mirada maliciosa—. No puedes sólo ignorarlo, ¿y si se trata de un asunto importante? —argumento sonriendo.
—Erwin, solo son un montón de impuestos que me envían tus compañeros soldaditos de juguete. —bufé irritado—. Si este es otro de tus trucos para hacerme pagarlos, no funcionará.
—Hey, no somos soldados de juguete... —se cruzó de brazos, fingiendo estar ofendido—. Además, no solo te llegan impuestos, llorón. ¡Justo hoy recibiste una respuesta! —sonrió.
Sentí un escalofrío correr raudo por mi cuerpo. ¿Una respuesta? ¿De... quién y para qué? No recordaba haber escrito ninguna carta para nadie. Eso solo podía significar que él...
Mi cara lo decía todo. Erwin señaló una de las cartas que tenía entre brazos y procedí a leer su contenido de inmediato. Comencé a sudar frío a medida que se hacía clara la imagen de la situación en la que el soldado me había metido esa vez. Al finalizar la lectura, miré perplejo al moreno quien me observaba con una sonrisa triunfante... ¿Por qué a mí...?
—¿Listo para comprar un atuendo elegante? —preguntó Erwin con malicia. Y ahí murieron mis pobres esperanzas de tener un día tranquilo...
Ridículo, me sentía totalmente ridículo. El saco y los zapatos tenían cierto encanto, ¿pero aquél corset?, sin duda, estaba demasiado apretado para mi gusto; clamaba a todos los dioses por el momento en que finalmente cediera ante la tensión y se rompiera, pero, muy a mi desgracia, no parecía ser próximo el caso. ¿Cómo le hacía la cuerda de bobos que les encantaba lucir aquel tipo de prendas para soportar tanto tiempo usándolas? Maldición...
La carroza en que viajaba se acercaba más y más al pié de aquella colina, desplazándose en un mar de árboles, donde supuestamente se hallaba la susodicha mansión. ¿Cómo había conseguido un soldado una carroza personal para mí? No era algo que planeara averiguar.
La puesta del sol se acercaba y yo seguía preguntándome como rayos aquello le había parecido una buena idea a mi querido amigo.
En primer lugar, ¿cómo era posible que alguien supiera de mi existencia? Lo más interesante que había hecho a los ojos del público implicaba de todo menos grandes "habilidades" o "logros e historia". ¿Qué tan psicópata había que estar para interesarse en alguien como yo?
Y ahora que hablamos de psicópatas... Erwin había mencionado algo sobre un tipo especial de tipografía que reconoció en la firma de la primera carta, una que solo usaban personas de gran influencia en Aerandir y por eso aceptó —sin siquiera preguntarme— la invitación. No es como que yo encontrara mucho sentido en algo como eso, pero, al menos, era un intento de explicación. Sin importar cuanto me opuse, el soldado me había forzado a vestirme como idiota y subirme a aquella carroza con la excusa de que era demasiado importante que atendiera a una reunión de tal calibre.
—Genial... —bufé, una vez la carroza me dejó en mi destino, echándole un ojo a la edificación.
El lugar era algo lúgubre. No parecía venir nadie a recibirme, así que, refunfuñando, me dispuse a abrirme paso yo solo hacia el ala norte. En el gran salón, me sorprendió ver que ya habían presentes. ¿No era el único invitado?
—Buenas tardes, con permiso... —murmuré mi llegada a regañadientes antes de entrar al salón, como parte del adiestramiento y protocolo al que me había obligado Erwin a someterme, bajo amenazas de muerte.
Tiré del cuello de mi camisa para recuperar algo de aire antes que empezara a marearme la insuficiencia del mismo, antes de cruzarme de brazos y recostarme contra uno de los altos muros, a espera del misterioso anfitrión.
Tras dar un par de vueltas en la cama tratando de reunir las fuerzas para dar comienzo a aquel día, finalmente pude levantarme y bajar las escaleras con pasos lentos que se aferraban aún al reino de los somnolientos. Necesitaba la ayuda de un lavado de rostro y algo de beber para terminar de poner en marcha mis tuercas.
Casi me dio un infarto. Estuve a punto de ahogarme con el agua que bebía cuando le vi ahí, sentado frente al mesón de mi taller.
—¿¡Pero qu...!? —alcancé a decir antes que el agua que ingería obstruyera mi respiración y me silenciara un violento ataque de tos.
—¡Raymond! ¡Buenos días! —exclamó alegre el muy cínico soldado, con una sonrisa de oreja a oreja—. ¡Finalmente despiertas! Ya empezaba a preocuparme por ti... —rió despreocupado.
—¡Buenos días, Erwin! —contesté mordaz tras recuperarme, demostrando mi furia contra el guardia—. ¡Adelante, puedes pasar! Bienvenido a mi hogar, siéntate. —grité furioso, fingiendo cordialidad de una forma sarcástica—. ¿¡Cómo demonios entraste a mi casa!? —demandé una respuesta, totalmente irritado. Mi ira solo aumentó cuando me percaté del tipo de pergaminos esparcidos sobre la mesa—. ¿Ese no es...? ¿¡Estás leyendo mi correo!? —solté.
Hasta ese entonces, el guardia solo se había limitado a intentar, fallidamente, intervenir y explicarme la situación entre risas. Más le valía tener una buena excusa, pues mis niveles de furia estaban en un punto sin retorno.
Le arrebaté con prisa y una mirada asesina toda mi correspondencia, no sin antes darle un pinchazo eléctrico en el cuello con una pequeña descarga de mis dedos. Ese maldito... ¿Cómo se atrevía? Podía tolerar que fuera un malnacido e insufrible revientapelotas de vez en cuando, ¡pero no que entrara a mi casa sin permiso y leyera mis cartas como si nada!
—¡Jajaja! Lo siento mucho, Raymond. —se disculpó, sobándose el área del pinchazo—. No pensé que fuera a importarte. —fue su excusa.
—¿No pensaste? —contenía las ganas de no soltarle un guantazo—. ¡Por supuesto que no pensaste! ¡Tú nunca piensas, lunático! —gruñí.
—Vamos... Tu correo llevaba amontonado desde hacía semanas, alguien tenía que leerlo. —comentó él con una mirada maliciosa—. No puedes sólo ignorarlo, ¿y si se trata de un asunto importante? —argumento sonriendo.
—Erwin, solo son un montón de impuestos que me envían tus compañeros soldaditos de juguete. —bufé irritado—. Si este es otro de tus trucos para hacerme pagarlos, no funcionará.
—Hey, no somos soldados de juguete... —se cruzó de brazos, fingiendo estar ofendido—. Además, no solo te llegan impuestos, llorón. ¡Justo hoy recibiste una respuesta! —sonrió.
Sentí un escalofrío correr raudo por mi cuerpo. ¿Una respuesta? ¿De... quién y para qué? No recordaba haber escrito ninguna carta para nadie. Eso solo podía significar que él...
Mi cara lo decía todo. Erwin señaló una de las cartas que tenía entre brazos y procedí a leer su contenido de inmediato. Comencé a sudar frío a medida que se hacía clara la imagen de la situación en la que el soldado me había metido esa vez. Al finalizar la lectura, miré perplejo al moreno quien me observaba con una sonrisa triunfante... ¿Por qué a mí...?
—¿Listo para comprar un atuendo elegante? —preguntó Erwin con malicia. Y ahí murieron mis pobres esperanzas de tener un día tranquilo...
Ridículo, me sentía totalmente ridículo. El saco y los zapatos tenían cierto encanto, ¿pero aquél corset?, sin duda, estaba demasiado apretado para mi gusto; clamaba a todos los dioses por el momento en que finalmente cediera ante la tensión y se rompiera, pero, muy a mi desgracia, no parecía ser próximo el caso. ¿Cómo le hacía la cuerda de bobos que les encantaba lucir aquel tipo de prendas para soportar tanto tiempo usándolas? Maldición...
La carroza en que viajaba se acercaba más y más al pié de aquella colina, desplazándose en un mar de árboles, donde supuestamente se hallaba la susodicha mansión. ¿Cómo había conseguido un soldado una carroza personal para mí? No era algo que planeara averiguar.
La puesta del sol se acercaba y yo seguía preguntándome como rayos aquello le había parecido una buena idea a mi querido amigo.
En primer lugar, ¿cómo era posible que alguien supiera de mi existencia? Lo más interesante que había hecho a los ojos del público implicaba de todo menos grandes "habilidades" o "logros e historia". ¿Qué tan psicópata había que estar para interesarse en alguien como yo?
Y ahora que hablamos de psicópatas... Erwin había mencionado algo sobre un tipo especial de tipografía que reconoció en la firma de la primera carta, una que solo usaban personas de gran influencia en Aerandir y por eso aceptó —sin siquiera preguntarme— la invitación. No es como que yo encontrara mucho sentido en algo como eso, pero, al menos, era un intento de explicación. Sin importar cuanto me opuse, el soldado me había forzado a vestirme como idiota y subirme a aquella carroza con la excusa de que era demasiado importante que atendiera a una reunión de tal calibre.
—Genial... —bufé, una vez la carroza me dejó en mi destino, echándole un ojo a la edificación.
El lugar era algo lúgubre. No parecía venir nadie a recibirme, así que, refunfuñando, me dispuse a abrirme paso yo solo hacia el ala norte. En el gran salón, me sorprendió ver que ya habían presentes. ¿No era el único invitado?
—Buenas tardes, con permiso... —murmuré mi llegada a regañadientes antes de entrar al salón, como parte del adiestramiento y protocolo al que me había obligado Erwin a someterme, bajo amenazas de muerte.
Tiré del cuello de mi camisa para recuperar algo de aire antes que empezara a marearme la insuficiencia del mismo, antes de cruzarme de brazos y recostarme contra uno de los altos muros, a espera del misterioso anfitrión.
- ATUENDO DE RAYMOND:
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Raymond Lorde
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Re: Claroscuro- Hallowyn 2020
El cuarto apestaba a tinta, perfume barato, malas decisiones y consecuencias de estas. Lo cual era un entorno de lo más adecuado para el autodenominado virrey de Ciudad Lagarto. Cómo y porqué alguien le había puesto en esa posición me resultaba uno de los misterios divinos, que Dios me negaba acceso. Lo único a favor era que los asientos eran cómodos. La conversación regresó a ser una opción cuando, el medio muerto virey, Matt volvió a hablar.
La monja simplemente pestañea, impertérrita ante el hecho de que el otro no la había escuchado. Llevaba tiempo sin hablar, bastante, habiendo dejado a la otra explicar sus motivos. Pero al parecer, al virrey, la mente brillante de la ciudad y el maquiavélico maestro manipulador, no recibía bien la información a esta hora de la mañana.- Me voy a una escapada con un enamorado que me ha mandado una carta pidiendo un encuentro. Serán varios días de desencarnada pasión, por lo que tengo entendido en la carta.
Una carta que había llegado en la madrugada, en manos prestadas y sin nombre. Ni siquiera un pene dibujado. Una autentica falta de respeto hacia lo que había sido yo en mi juventud. Aun recordaba cuando uno de esos jóvenes de ojos rasgados le mandó una copia en tinta. Cuando descubrí que era una copia a 1:20 me sentí estafada, pero aun así guardaba el pergamino en un sitio de mi despacho. Al poco, el virrey comentó lo que esperaba fuese un encuentro sensual espectacular con una incertidumbre ridícula. Estaba en la flor sexual de la vida. Cincuenta y pocos años.
La anciana simplemente mantiene la mirada- Tengo más experiencia en estos temas que tu. .replica, lanzandole la carta, a la cara. Sin mirarlo siquiera. Los desplantes políticos son una especialidad del clero- Evidentemente quiere un extenso disfrute de placeres divinos durante tres días...y soy una santa. ¿Cómo podría decir que no?
Finalmente, el otro hombre también comentó mis anuncios. Suspiré, la juventud se estaba yendo por mal camino. Una esperaba respeto y una se encuentra esto.
- He tenido más actividad que este local en conjunto. He sido joven. Y lanzada. Y con dos pechos que parecían dos melones, pero eso eso otro tema. -dijo, recordando momentos en el que el sol era más brillante, su cuerpo más atlético y sus vestidos tan apretados como los pantalones de sus pretendientes- La probabilidad de que me haya liado con alguno de vuestros abuelos es alta, solo dire eso...-añade, mientras mira al otro leer. Se gira hacia la otra mujer, una desconocida en general, pero aliada en la causa de bajarle el ego al vicioso virrey- No, querida, estoy casada con el padre del masoquista. Es bastante más agorero, pero la falta de fisicalidad me da ciertas ventajas...Si quieres saber más, deberías venir a alguna de las clases de religión que damos en la parroquia...Se quedo callada un momento, para después añadir Tenemos galletas...-Una no podía evitar intentar llevar otra alma perdida al redil.
Desafortunadamente, para el hombre, el viaje empezó rápido, en uno de los carruajes del virrey. Honestamente, no se para que lo necesitaba, considerando que salía en pocas ocasiones, pero no era mi intención preguntarlo. El entorno estaba a oscuras, lo cual haría, si no me distraía, dormirme. Culpa a la vejez y a los objetos en movimientos, me causan sopor. Me fije que el proxoneta profesional jugaba con unos hilos en sus dedos.
La anciana coge uno de ellos, haciendo como si jugase con Matt, pero liando los pulgares del virey con estos, paralizandolo- Lo que me resulta raro es la falta de retratos...Normalmente, mis pretendientes me mandaban un folio con una copia a carboncillo de sus armas. Ya sabes, para tener una idea de lo que voy a hacer -susurra, entretenida en sus recuerdos, mientras deja el hilo con un bonito lazo- Pero en esta situación no hay nada
De nuevo, el hombre al lado del virrey habló. Llevaba unos minutos intentando quemarlo, sin realmente tener intención de ello. Mis ojos se pusieron en blanco.- En mis tiempos, las citas siempre eran a ciegas. En los bosques uno no se llevaba antorchas para estas actividades y no ibas a gastar velas -replica, la anciana, mientras mira al exterior para ver como era.-Y si no hubieses querido venir, deberías de haberle dicho que si a Matt. Cuando no le llevas la contraria, no molesta
Finalmente llegamos. A una mansión en el bosque. Negra, casi carbonizada. Era…Bueno, era. Finalmente, el hombre del momento habló. -El hecho de que el edificio no este hecho de un solo material y no se vea a mujeres tirando flores y enseñando las tetas en las ventanas de arriba no es algo en contra del buen gusto, Matt -comento, pero sin evitar mirar el sitio mucho rato más. No era bonito...para nada- Pero concuerdo que este sitio necesita una limpieza...o dos...-O quemarlo y reconstruirlo
- Los idiotas tienen una suerte extraña dictada por Dios, joven -replica, mientras le indica que camine delante suya, siguiendole después- Es recomendable que vayan delante, pues las trampas no suelen afectarles como deberían. -Tras eso se encoge de hombros- Y si lo hacen...ver quien pondrían en su puesto sería curioso
La monja mantuvo la expresión serena, sin aclarar su previo comentario, pero asegurandose que el otro hombre iba delante suya. Siguiendo su propio dogma. Los pasillos estaban vacío, pero no asaltados por el tiempo o las manos largas- A lo mejor en alguna habitación nos encontramos un cuarto decorado con rosas y velas aromáticas, con mi amante desnudo...-añado, encogiendome de hombros- Si es asi, os largais, no necesito que esto sea un "menace a quatre"
La monja simplemente pestañea, impertérrita ante el hecho de que el otro no la había escuchado. Llevaba tiempo sin hablar, bastante, habiendo dejado a la otra explicar sus motivos. Pero al parecer, al virrey, la mente brillante de la ciudad y el maquiavélico maestro manipulador, no recibía bien la información a esta hora de la mañana.- Me voy a una escapada con un enamorado que me ha mandado una carta pidiendo un encuentro. Serán varios días de desencarnada pasión, por lo que tengo entendido en la carta.
Una carta que había llegado en la madrugada, en manos prestadas y sin nombre. Ni siquiera un pene dibujado. Una autentica falta de respeto hacia lo que había sido yo en mi juventud. Aun recordaba cuando uno de esos jóvenes de ojos rasgados le mandó una copia en tinta. Cuando descubrí que era una copia a 1:20 me sentí estafada, pero aun así guardaba el pergamino en un sitio de mi despacho. Al poco, el virrey comentó lo que esperaba fuese un encuentro sensual espectacular con una incertidumbre ridícula. Estaba en la flor sexual de la vida. Cincuenta y pocos años.
La anciana simplemente mantiene la mirada- Tengo más experiencia en estos temas que tu. .replica, lanzandole la carta, a la cara. Sin mirarlo siquiera. Los desplantes políticos son una especialidad del clero- Evidentemente quiere un extenso disfrute de placeres divinos durante tres días...y soy una santa. ¿Cómo podría decir que no?
Finalmente, el otro hombre también comentó mis anuncios. Suspiré, la juventud se estaba yendo por mal camino. Una esperaba respeto y una se encuentra esto.
- He tenido más actividad que este local en conjunto. He sido joven. Y lanzada. Y con dos pechos que parecían dos melones, pero eso eso otro tema. -dijo, recordando momentos en el que el sol era más brillante, su cuerpo más atlético y sus vestidos tan apretados como los pantalones de sus pretendientes- La probabilidad de que me haya liado con alguno de vuestros abuelos es alta, solo dire eso...-añade, mientras mira al otro leer. Se gira hacia la otra mujer, una desconocida en general, pero aliada en la causa de bajarle el ego al vicioso virrey- No, querida, estoy casada con el padre del masoquista. Es bastante más agorero, pero la falta de fisicalidad me da ciertas ventajas...Si quieres saber más, deberías venir a alguna de las clases de religión que damos en la parroquia...Se quedo callada un momento, para después añadir Tenemos galletas...-Una no podía evitar intentar llevar otra alma perdida al redil.
Desafortunadamente, para el hombre, el viaje empezó rápido, en uno de los carruajes del virrey. Honestamente, no se para que lo necesitaba, considerando que salía en pocas ocasiones, pero no era mi intención preguntarlo. El entorno estaba a oscuras, lo cual haría, si no me distraía, dormirme. Culpa a la vejez y a los objetos en movimientos, me causan sopor. Me fije que el proxoneta profesional jugaba con unos hilos en sus dedos.
La anciana coge uno de ellos, haciendo como si jugase con Matt, pero liando los pulgares del virey con estos, paralizandolo- Lo que me resulta raro es la falta de retratos...Normalmente, mis pretendientes me mandaban un folio con una copia a carboncillo de sus armas. Ya sabes, para tener una idea de lo que voy a hacer -susurra, entretenida en sus recuerdos, mientras deja el hilo con un bonito lazo- Pero en esta situación no hay nada
De nuevo, el hombre al lado del virrey habló. Llevaba unos minutos intentando quemarlo, sin realmente tener intención de ello. Mis ojos se pusieron en blanco.- En mis tiempos, las citas siempre eran a ciegas. En los bosques uno no se llevaba antorchas para estas actividades y no ibas a gastar velas -replica, la anciana, mientras mira al exterior para ver como era.-Y si no hubieses querido venir, deberías de haberle dicho que si a Matt. Cuando no le llevas la contraria, no molesta
Finalmente llegamos. A una mansión en el bosque. Negra, casi carbonizada. Era…Bueno, era. Finalmente, el hombre del momento habló. -El hecho de que el edificio no este hecho de un solo material y no se vea a mujeres tirando flores y enseñando las tetas en las ventanas de arriba no es algo en contra del buen gusto, Matt -comento, pero sin evitar mirar el sitio mucho rato más. No era bonito...para nada- Pero concuerdo que este sitio necesita una limpieza...o dos...-O quemarlo y reconstruirlo
- Los idiotas tienen una suerte extraña dictada por Dios, joven -replica, mientras le indica que camine delante suya, siguiendole después- Es recomendable que vayan delante, pues las trampas no suelen afectarles como deberían. -Tras eso se encoge de hombros- Y si lo hacen...ver quien pondrían en su puesto sería curioso
La monja mantuvo la expresión serena, sin aclarar su previo comentario, pero asegurandose que el otro hombre iba delante suya. Siguiendo su propio dogma. Los pasillos estaban vacío, pero no asaltados por el tiempo o las manos largas- A lo mejor en alguna habitación nos encontramos un cuarto decorado con rosas y velas aromáticas, con mi amante desnudo...-añado, encogiendome de hombros- Si es asi, os largais, no necesito que esto sea un "menace a quatre"
Niun de Usbisne
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Re: Claroscuro- Hallowyn 2020
Había pocas cosas que la movieran de la rutina, del poco confort que pudiera obtener de esta. Y sin embargo, allí estaba, en ese pueblo perdido. La elfa abrió la carta otra vez, releyéndola, sus dedos rozando la parte importante. -El caso es que se que existes. Se de tus habilidades y de tus logros e historia y... Me interesas. Casi tanto como yo a ti…- puede que estuviera leyendo demasiado en una carta que bien podía ser una broma, o parte de una elaborada estafa… Y sin embargo esas palabras sonaban tan concretas… específicamente hechas para llamar su atención, repetidas de la primera carta que había recibido. No con su clan, sino en el Gato Negro, así que no era por su… afiliación, sino algo más personal. Y no eran las que ella habría usado para apelar a su ego, por lo que no creía que fuera eso… Pero el maldito anciano no daba ninguna de las respuestas que había pedido, porque encima era paranoico, contando lo justo y necesario para mantener su interés. No perdía nada por tomarse unas vacaciones.
Así que había hecho los deberes, había explorado un poco, no era la única invitada a juzgar por algún carruaje que había visto llegar, y había ido a visitar la taberna, y al darse cuenta que, milagrosamente, estaba vacía, había puesto un poco más de énfasis en encontrar qué diablos estaban haciendo allí hasta encontrar la sala de reuniones.
No demasiado, una no se quedaba alrededor de una muchedumbre asustada con su aspecto, pero podía hacerse una idea de lo que pasaba. A esa niña le pasaba algo, y aunque no iba a acercarse para comprobar que era… Ella había hecho de sacerdotisa, varias veces, y al contrario que las humanas, si entrecerrabas un poco los ojos y bebías una copa o dos, podía considerarse que ella contactaba con algo superior literalmente.
No era descabellado pensar que estaba allí para intentar solucionar una enfermedad del alma, lo que explicaba parcialmente las cosas. Aún quedaba saber cómo su… benefactor ignoraba la maldición, pero parecía tener una solución a esta, o al menos una buena posibilidad de solucionar su problema. Quid pro quo, podía trabajar con eso.
Por lo que se armó de valor, dejo de marear la perdiz y una vez comprobó por enésima vez que su máscara estaba en su sitio bien sujeta, se fue a la vieja mansión, al fin y al cabo, el sol casi se ponía y había pedido que fuera puntual. –“Salón grande del ala norte”- murmuró para sí misma, mientras la puerta se abría sola. Cualquiera podría robar a ese pobre hombre si eso era lo habitual. Una rápida mirada y decidió cuál era la sala norte exactamente, dirigiéndose hacia esta. La parte del salón grande le costó un poco más, pero a fuerza de abrir puertas a estancias completamente vacías, finalmente encontró una que tenía gente. Y era grande. Así que esa debía ser. -Buenas noches... bonita casa ¿cierto?- Un comité de expertos para intentar curar la enfermedad, sin duda, aunque desde luego lucían un poco... diferentes a como ella los habría imaginado.
Así que había hecho los deberes, había explorado un poco, no era la única invitada a juzgar por algún carruaje que había visto llegar, y había ido a visitar la taberna, y al darse cuenta que, milagrosamente, estaba vacía, había puesto un poco más de énfasis en encontrar qué diablos estaban haciendo allí hasta encontrar la sala de reuniones.
No demasiado, una no se quedaba alrededor de una muchedumbre asustada con su aspecto, pero podía hacerse una idea de lo que pasaba. A esa niña le pasaba algo, y aunque no iba a acercarse para comprobar que era… Ella había hecho de sacerdotisa, varias veces, y al contrario que las humanas, si entrecerrabas un poco los ojos y bebías una copa o dos, podía considerarse que ella contactaba con algo superior literalmente.
No era descabellado pensar que estaba allí para intentar solucionar una enfermedad del alma, lo que explicaba parcialmente las cosas. Aún quedaba saber cómo su… benefactor ignoraba la maldición, pero parecía tener una solución a esta, o al menos una buena posibilidad de solucionar su problema. Quid pro quo, podía trabajar con eso.
Por lo que se armó de valor, dejo de marear la perdiz y una vez comprobó por enésima vez que su máscara estaba en su sitio bien sujeta, se fue a la vieja mansión, al fin y al cabo, el sol casi se ponía y había pedido que fuera puntual. –“Salón grande del ala norte”- murmuró para sí misma, mientras la puerta se abría sola. Cualquiera podría robar a ese pobre hombre si eso era lo habitual. Una rápida mirada y decidió cuál era la sala norte exactamente, dirigiéndose hacia esta. La parte del salón grande le costó un poco más, pero a fuerza de abrir puertas a estancias completamente vacías, finalmente encontró una que tenía gente. Y era grande. Así que esa debía ser. -Buenas noches... bonita casa ¿cierto?- Un comité de expertos para intentar curar la enfermedad, sin duda, aunque desde luego lucían un poco... diferentes a como ella los habría imaginado.
Valyria
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Re: Claroscuro- Hallowyn 2020
“Trampa”
“Trampa, trampa, trampa”
“Trampa”
“Trampa, trampa, trampa”
“Trampa”
Aquellas palabras se repetían en su cabeza, una y otra vez. La carta era un sinsentido, uno aterrador si lo pensaba fríamente. ¿Estaba, aquel viejo, convocado a Eltrant Tale, el hombre que se adentró en el Oblivion? ¿O estaba solicitando la presencia de un viejo herrero que gruñía más que hablar? No creía posible que hubiese llamado la atención lo suficiente como para propiciar una respuesta afirmativa a la segunda pregunta.
Por eso mismo se lo había comentado a Asher.
El lobo debería estar cerca, probablemente pensando en desatar una lluvia de rocas candentes sobre todo aquella mansión y acabar rápidamente con todos los posibles problemas. Pero, al menos en su caso, si había, aunque fuese una pequeña posibilidad de que alguien le recordase tenía que estudiarla.
Se ajustó el guantelete de la armadura derecho y abrió y cerró la mano de forma intermitente.
Ocaso le daba un porte un tanto regio, sobre todo después de haber teñido la capa y las diferentes telas que la cubrían de carmesí. No le gustaba realmente, le hacía sentir llamativo, el centro de atención; Pero no era tan estúpido como para plantarse en un lugar como aquel sin nada de protección.
Tampoco había traído todo el equipo que le hacía parecer una herrería ambulante.
Recuerdo en la cintura y poco más.
¿Querían jugar a las cenas de gala con la nobleza? Él podía participar, quizás no con la galantería ni la naturalidad de alguien habituado a aquellos eventos, pero podría aparentar cierta… desenvoltura, o intentarlo al menos.
Con un poco de suerte le tendrían como un veterano trasnochado que era incapaz de separarse de su armadura… aunque ¿No era eso lo que empezaba a ser? Trató de no pensar demasiado en la respuesta a la pregunta y a dónde le llevaban sus decisiones vitales, y dejó descansar su mano izquierda en el pomo de Recuerdo.
Tomó aire.
Aguardó varios segundos en silencio, acompañado solo por los distantes grillos que vagaban los jardines de la hacienda antes de adentrarse en la ostentosa morada.
“¿Por qué son siempre los que tienen casas así?”
No se cruzó con nadie, el eco de sus pasos le acompañaron por los pasillos hasta que estos le llevaron hasta la estancia en la que le habían “convocado”. El “Salón Grande del Ala Norte” era justo lo que había esperado el herrero teniendo en cuenta la fachada de la mansión y el mar de muebles de aspecto caro con el que se había cruzado.
En su interior había una cara conocida y varias desconocidas. Estaba Matthew Owens, el Virrey de la ya famosa Ciudad Lagarto, cuna de maleantes y supuesto bastión de la libertad. Al virrey lo acompañaba una señora entrada en años que, pese a su edad, parecía bastante activa y todo sea dicho y a falta de otra palabra que la describiera mejor, dicharachera.
Después había un hombre joven, bien ataviado y formal, que por su aspecto podría pasar perfectamente como el primogénito de una de las grandes casas de Verisar y una mujer de figura esbelta enmascarada y cuyos movimientos parecían fluir con una delicadeza solo encontrada en el agua.
Solo podía admitir conocer a Owens, y solo lo hacía por las visitas esporádicas que en su día había hecho al taller. Sí que sabía de su fama de truhan sagaz con las palabras capaz de convencer a cualquier persona de lo que él quería, así que supuso que, si se daba el caso de que el virrey estuviese ahí debido a una de las cartas... el dueño de la mansión debería cuidar que decía.
Avanzó un par de pasos más, cerrando la puerta tras de sí.
- Buenas noches. – dijo en primer lugar, repasando la estancia de nuevo con su ojo sano. - Imagino que todos estamos aquí por la misteriosa invitación. – dijo entonces, quitándose el yelmo y descubriendo su rostro. Sonrió. - ¿Alguien sabe algo de nuestro supuesto anfitrión? No es muy educado por su parte eso de faltar a su propio evento. – Colgó el casco cuidadosamente en la parte trasera de su cinturón, ocultándolo con la capa y se cruzó de brazos.
Imaginó que, teniendo en cuenta la situación, solo quedaba esperar. Tras unos segundos sin hacer nada, más por instinto que por otra cosa, apoyó de nuevo su mano izquierda en la empuñadura de la espada que pendía de su cadera.
Eltrant Tale
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Re: Claroscuro- Hallowyn 2020
Leí la carta una octava vez, meciéndome en una silla en la taberna de Rick.
No era la primera y, temía, no sería la última del tipo que recibiría con las voces que corrían, y las historias raras que se estaban inventando. La gente no tenía nada mejor que hacer que imaginarme logros que no tenía.
La evolución que había tomado esto de ser un héroe pasó de terrorífica a estúpida. Tenía mis ideas alrededor de ello, todo mi ser se había reemplazado por solo “es un héroe,” y todo lo que había hecho se había reemplazado por ideas de lo que hice en Árbol Madre.
A cierto punto notabas que esto era mágico en naturaleza, al menos se apoyaba en ello, así que pensé que debía tratarse de un intercambio. Uno que debía ser equivalente.
Con solo una noche a mi nombre en la memoria de los demás, el mundo debía llenar espacios de otros días. Otros años, otros meses y otras semanas. Con estupideces mal hechas… con estupideces mejor hechas...
Al final del día, con mentiras, sobre qué y qué no había hecho, y qué y qué no podía hacer. Igual que todas las demás, debía tratarse de algo que había venido a conocer durante todo el tiempo que tenía en este estado.
La gente en posiciones así tienen juegos, y aunque se me escapan la mayoría de ellos, había recibido suficiente contacto con algunos desde entonces para entender que el hecho de decir que cenaron, hablaron, tuvieron una caminata o lo que sea con cualquier persona "conocida" en Aerandir les traía reconocimiento. Reforzaba su posición y poder. Les daba una moneda que no tenían otros ricos.
Más que eso, les daba una semi-verdad para moldear a su gusto. Podían doblar un poco los hechos, tal vez decir que fui más amistoso de lo que realmente me comporte. Que había negocios preparándose. Que seguimos en contacto. El hecho que importaba era que definitivamente alguien les había visto conmigo o con el muñeco con renombre de turno.
Creí lanzar el pergamino a la fogata. No tenía ganas de participar en tales juegos, ni atravesar la molestia de comprobar si tenía suficiente voluntad para resistirse a tocarme. Me fui a trabajar y dejar más cosas hechas para el taller y amasar dinero. Iba lento, pero iba seguro.
Digo “creí” porque encontré la carta al siguiente día. Y al siguiente. ¿Estaba recibiendo más, o solo estaba confundido y no terminaba de deshacerme de ella?
Mi memoria no era tan mala para no recordar si había hecho algo ayer o anteayer.
Suspiré y al final terminé por decidir acercarme. Tal vez podía aprovecharme un poco de la situación, estaba buscando dinero después de todo.
Renté un upelero y un par de hombres me acompañaron en los suyos para llevar el que yo tenía de vuelta una vez llegásemos al destino. Esto era algo más molesto y costoso que pagar un carruaje, por cuestiones de distancia.
Si era algo más corto, convenía carruaje. Si era largo, te convenía rentar upeleros si sabías explotarlos un poco para cubrir más terreno en menos días. Te cobraban en función de cuánto tiempo lo tuviste contigo, después de todo.
Sabiendo eso, lo había hecho así porque solo tendría que aguantar a dos personas, en vez de meterme a un carruaje y que luego rebosase de gente solo porque yo estaba dentro. Ya llevaba un tiempo cansado de todo, pero cada día encontraba que podía cansarme aún más...
Evité el pueblo, claro, yendo directamente a por la mansión y me fui al jardín. O colándome. No estaba muy seguro de cuál de las dos fue, porque no hubo guardias para recibirme, tampoco vi sirvientes. De hecho, no vi nada.
El único sonido era el del viento. Escuché algún paso, alguna vez, y carruajes y caballos relinchando. Por cada uno de ellos me escondí más en el jardín, observando al sol bajar lentamente. No pretendía llegar tarde, pero si había más gente, no quería llegar temprano.
Tras cansarme de mantener los ojos cerrados pero asegurarme de no dormirme verifiqué el nivel de oscuridad. Suficiente para que ya fuese a empezar.
Una vez el sol descendió suficiente hice camino hacia el ala norte del lugar. Con el nivel de oscuridad que había ahora, mi llegada sería evidente. Al atravesar la puerta bajé la cabeza en una leve reverencia casi automáticamente, un hábito que había tomado de hacer cada vez que atravesaba alguna medianamente grande o decorosa.
Con la cabeza gacha durante la reverencia fruncí el ceño, las figuras que había absorbido en mi cabeza, en el pequeño instante de entrada, siendo preocupantes.
—...Buenas noches —dije tras uno segundos. Silbé para llamar la atención de Valyria y me acerqué a Eltrant, ofreciéndole estrechar la mano—. ¿Algo raro qué hayas notado? —le pregunté en un murmuro.
No necesitaba más razones para suponer que algo pasaba en un lugar que encontrármelo a él, o a Valyria, y estaban ambos. Peor, estaba... Matt. Tenía una sensación rara en el estómago, entre incomodidad de volver a verlo, y alivio de que no me fuese a reconocer como era debido. No reconocí al hombre junto a él, ni a la señora que lo acompañaba, pero si reconocí las ropas de la última, o creí hacerlo. ¿Seguidora del Dios Blanco?
Esto era lo último que podía pasarle a este maldito mundo luego del meteorito y el ataque de los jinetes. Que Matthew se volviese religioso. Como ese dios fuese real, todos estábamos muertos por la cantidad de ofensas que debía llevar ya.
Clavé la mirada sobre la persona que estaba más vestida a la ocasión. Por un segundo o dos lo creí el anfitrión, pero la carta hacía sonar a este como un hombre de edad, y quien miraba definitivamente no lo era. Su porte no era el de un ricachón tampoco.
Demasiado fuerte. Incluso sobre la ropa se notaba. O por lo apretado que parecía ir, puede que se notase por ella.
No era la primera y, temía, no sería la última del tipo que recibiría con las voces que corrían, y las historias raras que se estaban inventando. La gente no tenía nada mejor que hacer que imaginarme logros que no tenía.
La evolución que había tomado esto de ser un héroe pasó de terrorífica a estúpida. Tenía mis ideas alrededor de ello, todo mi ser se había reemplazado por solo “es un héroe,” y todo lo que había hecho se había reemplazado por ideas de lo que hice en Árbol Madre.
A cierto punto notabas que esto era mágico en naturaleza, al menos se apoyaba en ello, así que pensé que debía tratarse de un intercambio. Uno que debía ser equivalente.
Con solo una noche a mi nombre en la memoria de los demás, el mundo debía llenar espacios de otros días. Otros años, otros meses y otras semanas. Con estupideces mal hechas… con estupideces mejor hechas...
Al final del día, con mentiras, sobre qué y qué no había hecho, y qué y qué no podía hacer. Igual que todas las demás, debía tratarse de algo que había venido a conocer durante todo el tiempo que tenía en este estado.
La gente en posiciones así tienen juegos, y aunque se me escapan la mayoría de ellos, había recibido suficiente contacto con algunos desde entonces para entender que el hecho de decir que cenaron, hablaron, tuvieron una caminata o lo que sea con cualquier persona "conocida" en Aerandir les traía reconocimiento. Reforzaba su posición y poder. Les daba una moneda que no tenían otros ricos.
Más que eso, les daba una semi-verdad para moldear a su gusto. Podían doblar un poco los hechos, tal vez decir que fui más amistoso de lo que realmente me comporte. Que había negocios preparándose. Que seguimos en contacto. El hecho que importaba era que definitivamente alguien les había visto conmigo o con el muñeco con renombre de turno.
Creí lanzar el pergamino a la fogata. No tenía ganas de participar en tales juegos, ni atravesar la molestia de comprobar si tenía suficiente voluntad para resistirse a tocarme. Me fui a trabajar y dejar más cosas hechas para el taller y amasar dinero. Iba lento, pero iba seguro.
Digo “creí” porque encontré la carta al siguiente día. Y al siguiente. ¿Estaba recibiendo más, o solo estaba confundido y no terminaba de deshacerme de ella?
Mi memoria no era tan mala para no recordar si había hecho algo ayer o anteayer.
Suspiré y al final terminé por decidir acercarme. Tal vez podía aprovecharme un poco de la situación, estaba buscando dinero después de todo.
Renté un upelero y un par de hombres me acompañaron en los suyos para llevar el que yo tenía de vuelta una vez llegásemos al destino. Esto era algo más molesto y costoso que pagar un carruaje, por cuestiones de distancia.
Si era algo más corto, convenía carruaje. Si era largo, te convenía rentar upeleros si sabías explotarlos un poco para cubrir más terreno en menos días. Te cobraban en función de cuánto tiempo lo tuviste contigo, después de todo.
Sabiendo eso, lo había hecho así porque solo tendría que aguantar a dos personas, en vez de meterme a un carruaje y que luego rebosase de gente solo porque yo estaba dentro. Ya llevaba un tiempo cansado de todo, pero cada día encontraba que podía cansarme aún más...
Evité el pueblo, claro, yendo directamente a por la mansión y me fui al jardín. O colándome. No estaba muy seguro de cuál de las dos fue, porque no hubo guardias para recibirme, tampoco vi sirvientes. De hecho, no vi nada.
El único sonido era el del viento. Escuché algún paso, alguna vez, y carruajes y caballos relinchando. Por cada uno de ellos me escondí más en el jardín, observando al sol bajar lentamente. No pretendía llegar tarde, pero si había más gente, no quería llegar temprano.
Tras cansarme de mantener los ojos cerrados pero asegurarme de no dormirme verifiqué el nivel de oscuridad. Suficiente para que ya fuese a empezar.
Una vez el sol descendió suficiente hice camino hacia el ala norte del lugar. Con el nivel de oscuridad que había ahora, mi llegada sería evidente. Al atravesar la puerta bajé la cabeza en una leve reverencia casi automáticamente, un hábito que había tomado de hacer cada vez que atravesaba alguna medianamente grande o decorosa.
Con la cabeza gacha durante la reverencia fruncí el ceño, las figuras que había absorbido en mi cabeza, en el pequeño instante de entrada, siendo preocupantes.
—...Buenas noches —dije tras uno segundos. Silbé para llamar la atención de Valyria y me acerqué a Eltrant, ofreciéndole estrechar la mano—. ¿Algo raro qué hayas notado? —le pregunté en un murmuro.
No necesitaba más razones para suponer que algo pasaba en un lugar que encontrármelo a él, o a Valyria, y estaban ambos. Peor, estaba... Matt. Tenía una sensación rara en el estómago, entre incomodidad de volver a verlo, y alivio de que no me fuese a reconocer como era debido. No reconocí al hombre junto a él, ni a la señora que lo acompañaba, pero si reconocí las ropas de la última, o creí hacerlo. ¿Seguidora del Dios Blanco?
Esto era lo último que podía pasarle a este maldito mundo luego del meteorito y el ataque de los jinetes. Que Matthew se volviese religioso. Como ese dios fuese real, todos estábamos muertos por la cantidad de ofensas que debía llevar ya.
Clavé la mirada sobre la persona que estaba más vestida a la ocasión. Por un segundo o dos lo creí el anfitrión, pero la carta hacía sonar a este como un hombre de edad, y quien miraba definitivamente no lo era. Su porte no era el de un ricachón tampoco.
Demasiado fuerte. Incluso sobre la ropa se notaba. O por lo apretado que parecía ir, puede que se notase por ella.
Anders
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Re: Claroscuro- Hallowyn 2020
Mi desayuno estaba siendo demasiado aburrido. A ver, en realidad si no fuera aburrido no sería mi desayuno, seguramente lo relegaría a merienda o cena para disfrutar de la compañía entre tanto. Pero no, era tan simplón que cuanto antes me lo quitara de en medio y estuviera saciada, mejor. Lo único que hizo durante toda la velada fue hablar de una importante invitación misteriosa que había recibido. Me la leyó en voz alta tres veces, la primera para relatármela a grandes rasgos, la segunda para recalcar algunas partes que le hacían parecer importante y la tercera… bueno, digamos que la tercera la leyó para que yo pudiera memorizar los detalles más importantes.
No saber leer era un incordio de vez en cuando… tenía que decirle a Matt que me enseñara en serio a hacerlo, si es que conseguía mantener la concentración más de cinco minutos seguidos. Esto ocurrió la noche anterior, de hecho estaba esperando a que se pusiera el sol para poder salir de mi escondite y entrar en la dichosa mansión. “En el momento exacto en el que se ponga el sol” será grandísimo cerdo, ¿qué clase de persona convoca a los demás a horas de mierda como aquellas?
Obviamente cuando conseguí entrar ya había un montón de gentuza. Incluso estaba Matt. ¿Matt? ¿Qué demonios estaba haciendo allí y cómo demonios se las había arreglado para conseguir una invitación? Siempre terminaba en medio de aquel tipo de eventos y todavía no he conseguido averiguar por qué. Por alguna razón estaba también por ahí el herrero viejales de la otra vez, con una capa que… bueno. Supongo que alguien debería decirle algo al respecto.
Me quedé en una esquina un poco más oscura del lugar, no tenía muchas ganas de saludar o interactuar con nadie. Me apoyé en la pared y simplemente esperé mientras observaba los movimientos de los demás. No con un fin analítico o algo así, simplemente por moverme de sitio si se acercaba algún indeseable… osease… la mayoría.
Había ido por dos cosas, la primera que no tenía nada mejor que hacer y la segunda y más importante… me podía la curiosidad y el imbécil de Desayuno era demasiado estúpido como para haber recibido una invitación de aquel calibre… habría desentonado mucho allí. ¿Significaba eso que…? Descarté la idea casi en el momento en que cruzó mi mente, no podía ser que alguien me enviara una carta a sabiendas de mi “poca comprensión de la palabra escrita” a través de un apuesto aperitivo vespertino con la suficiente falta de inteligencia para leérmela en voz alta. Era demasiado extravagante incluso para lo que estaba acostumbrada.
Supuse que no quedaría mucho tiempo hasta que nuestro anfitrión hiciese su entrada triunfal.
No saber leer era un incordio de vez en cuando… tenía que decirle a Matt que me enseñara en serio a hacerlo, si es que conseguía mantener la concentración más de cinco minutos seguidos. Esto ocurrió la noche anterior, de hecho estaba esperando a que se pusiera el sol para poder salir de mi escondite y entrar en la dichosa mansión. “En el momento exacto en el que se ponga el sol” será grandísimo cerdo, ¿qué clase de persona convoca a los demás a horas de mierda como aquellas?
Obviamente cuando conseguí entrar ya había un montón de gentuza. Incluso estaba Matt. ¿Matt? ¿Qué demonios estaba haciendo allí y cómo demonios se las había arreglado para conseguir una invitación? Siempre terminaba en medio de aquel tipo de eventos y todavía no he conseguido averiguar por qué. Por alguna razón estaba también por ahí el herrero viejales de la otra vez, con una capa que… bueno. Supongo que alguien debería decirle algo al respecto.
Me quedé en una esquina un poco más oscura del lugar, no tenía muchas ganas de saludar o interactuar con nadie. Me apoyé en la pared y simplemente esperé mientras observaba los movimientos de los demás. No con un fin analítico o algo así, simplemente por moverme de sitio si se acercaba algún indeseable… osease… la mayoría.
Había ido por dos cosas, la primera que no tenía nada mejor que hacer y la segunda y más importante… me podía la curiosidad y el imbécil de Desayuno era demasiado estúpido como para haber recibido una invitación de aquel calibre… habría desentonado mucho allí. ¿Significaba eso que…? Descarté la idea casi en el momento en que cruzó mi mente, no podía ser que alguien me enviara una carta a sabiendas de mi “poca comprensión de la palabra escrita” a través de un apuesto aperitivo vespertino con la suficiente falta de inteligencia para leérmela en voz alta. Era demasiado extravagante incluso para lo que estaba acostumbrada.
Supuse que no quedaría mucho tiempo hasta que nuestro anfitrión hiciese su entrada triunfal.
Irinnil Fawkes
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Re: Claroscuro- Hallowyn 2020
Aquella era la trampa más absurda que había visto.
Recordaba vagamente haber recibido alguna carta similar. No llegó a despertar mi interés: no era el primer noble que tenía interés en el dueño de la mayor tienda arcana de Aerandir. La quemé como hice con tantas otras. Sin embargo, que también hubiese contactado con Eltrant...
Su herrería seguía conectada a Quintaesencia, pero nadie debía saber de él desde lo ocurrido en el Oblivion. Aquella conexión era dudosa, cuanto menos. Quizás fuese algo distinto. Suspiré. Difícilmente lo iba a averiguar con la información que tenía.
Era mejor centrarme. Acompañar a Eltrant y servir de guardaespaldas, o refuerzos. Por supuesto, no era como si el humano estuviese indefenso. Era lo suficientemente capaz como para lidiar con cualquier peligro por su cuenta. Pero aun así... no me habría sentido bien dejándolo a su suerte. Aún no había encontrado a Lyn, y se había alejado del mundo desde entonces.
Gruñí, tratando de no pensar en aquello. Haría que nos recordasen a su debido tiempo.
Era hora. Podía oler a Eltrant acercándose. Subí la capucha de mi capa, y mi cuerpo se volvió invisible. [1] Tras encontrar al humano, me mantuve a unos metros detrás de él. Cuando finalmente entramos en la mansión, me adapté al ritmo de sus pasos. No importaba realmente: los míos no hacían ruido en comparación con el eco que el herrero emitía a cada movimiento.
Me planteé si revelarle mi presencia, pero no podía simplemente perder aquella oportunidad. Ya había tenido que hacer una entrada normal la última vez. Debía compensar por aquello. Además, era más fácil pasar desapercibido si él tampoco sabía que estaba allí. El humano nunca me había parecido muy bueno a la hora de mentir, después de todo.
Finalmente, llegamos a donde debíamos. Curioso. Había más gente que conocía. Valyria, Anders, Matthew Owens... Incluso ese bio-cibernético que había presenciado el Oblivion conmigo. Intenté buscar un patrón, pero algunos no encajaban. Me mantuve a una distancia prudente de todos y me quedé en guardia, controlando mi respiración. Tenía que estar atento.
No haría el más mínimo ruido hasta que algo pasase. Y entonces, estaría preparado.
Inspiré, tratando de sentir el éter de la zona. Había varias fuentes, principalmente de Eltrant y los usuarios de magia de la habitación. Estaba impaciente. Quería ver al anfitrión. Y, si seguía con aquella pretensa de invitar a tanta gente específica con una excusa tan pobre...
Aquello no acabaría bien para él.
[1] Objeto: Capa del Vacío. Tras ponerte la capucha, te vuelves invisible durante hasta 2 rondas o hasta que realices un ataque.
Recordaba vagamente haber recibido alguna carta similar. No llegó a despertar mi interés: no era el primer noble que tenía interés en el dueño de la mayor tienda arcana de Aerandir. La quemé como hice con tantas otras. Sin embargo, que también hubiese contactado con Eltrant...
Su herrería seguía conectada a Quintaesencia, pero nadie debía saber de él desde lo ocurrido en el Oblivion. Aquella conexión era dudosa, cuanto menos. Quizás fuese algo distinto. Suspiré. Difícilmente lo iba a averiguar con la información que tenía.
Era mejor centrarme. Acompañar a Eltrant y servir de guardaespaldas, o refuerzos. Por supuesto, no era como si el humano estuviese indefenso. Era lo suficientemente capaz como para lidiar con cualquier peligro por su cuenta. Pero aun así... no me habría sentido bien dejándolo a su suerte. Aún no había encontrado a Lyn, y se había alejado del mundo desde entonces.
Gruñí, tratando de no pensar en aquello. Haría que nos recordasen a su debido tiempo.
Era hora. Podía oler a Eltrant acercándose. Subí la capucha de mi capa, y mi cuerpo se volvió invisible. [1] Tras encontrar al humano, me mantuve a unos metros detrás de él. Cuando finalmente entramos en la mansión, me adapté al ritmo de sus pasos. No importaba realmente: los míos no hacían ruido en comparación con el eco que el herrero emitía a cada movimiento.
Me planteé si revelarle mi presencia, pero no podía simplemente perder aquella oportunidad. Ya había tenido que hacer una entrada normal la última vez. Debía compensar por aquello. Además, era más fácil pasar desapercibido si él tampoco sabía que estaba allí. El humano nunca me había parecido muy bueno a la hora de mentir, después de todo.
Finalmente, llegamos a donde debíamos. Curioso. Había más gente que conocía. Valyria, Anders, Matthew Owens... Incluso ese bio-cibernético que había presenciado el Oblivion conmigo. Intenté buscar un patrón, pero algunos no encajaban. Me mantuve a una distancia prudente de todos y me quedé en guardia, controlando mi respiración. Tenía que estar atento.
No haría el más mínimo ruido hasta que algo pasase. Y entonces, estaría preparado.
Inspiré, tratando de sentir el éter de la zona. Había varias fuentes, principalmente de Eltrant y los usuarios de magia de la habitación. Estaba impaciente. Quería ver al anfitrión. Y, si seguía con aquella pretensa de invitar a tanta gente específica con una excusa tan pobre...
Aquello no acabaría bien para él.
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[1] Objeto: Capa del Vacío. Tras ponerte la capucha, te vuelves invisible durante hasta 2 rondas o hasta que realices un ataque.
Asher Daregan
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Re: Claroscuro- Hallowyn 2020
—¿No se habían olvidado todos de ti? Hasta tuviste que usar esos polvos mágicos o algo para que te recordara —comentó extrañado Narfi, dando vuelta a la carta, como buscando algún texto más, oculto en algún rincón.
—Debo ser el peor asesino secreto del mundo —confesó Demian—, ni siquiera es la primera vez que me pasa —añadió suspirando.
—En fin, ¿a qué hora vamos? —quiso saber el más joven.
—Tú no vas —contestó Demian, poniéndose de pie.
—¡¿Qué?! —exclamó Narfi, mostrando evidente molestia–, pero si hemos ido juntos a cosas peores.
—Lo sé, pero si es una trampa, necesito que estés listo para hacer algo. Prefiero que uno solo caiga en la trampa... y la carta no te nombra —contestó Demian, con una sonrisilla al final.
Narfi abrió la boca, como para decir algo, pero luego la cerró. Era cierto, no estaba invitado.
Demian, triunfante, guardó sus armas en sus vainas, se acomodó el cinturón con frasquitos alquímicos y se dispuso a seguir su camino.
—Cuida de Artyhom —le dijo al brujo más joven, mientras se alejaba con destino hacia aquella mansión.
* * *
Una vez estuvo lo suficiente cerca resultó evidente que no era el único. Divisó incluso el rostro de Eltrant, por lo que era evidente que no se trataba simplemente de gente que viviera allí. El chico sabía bien que Eltrant no era precisamente el dueño de una mansión en Verisar... al menos asumiendo que su situación económica no hubiese mejorado radicalmente en cosa de meses.
"Juro que si es otra de esas misiones falsas, en las que el que contrata termina omitiendo información muy importante, voy a apuñalarle", pensó para sí, bromeando... o no.
Examinó el escenario. Podía hacerse invisible y explorar, pero, por otro lado, no tenía mucho sentido esconderse si había sido invitado. Decidió que por ahora jugaría de ingenuo. Una persona de sus talentos no tendría problemas en sacar un truco o dos bajo la manga si las cosas se ponían feas.
Caminó y se acercó a la figura más conocida que podía divisar, Eltrant.
—Créeme, así es como lo hacen. Si las cosas siguen su curso normal, el primero en recibirnos será un sirviente de él. Les gusta mostrar que tienen el control, pero no lo tienen tanto como creen —comentó Demian, mientras deslizaba casualmente una mano para dejarla muy cerca de la empuñadura de su daga. Gajes del oficio.
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(*)
Demian
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Re: Claroscuro- Hallowyn 2020
La señora ya estaba hacía un rato largo en la oficina del virrey. No la había visto demasiadas veces como para decir que la conocía, pero era.. Particular, por decirlo de alguna forma. Según lo que me había contado Matthew, él le había otorgado un edificio donde practicar y difundir la religión que la misma seguía. No era muy mi estilo de creencias, pero aquella fe monoteísta cada vez ganaba más adeptos.
Al fin pareció que Matt despertó de su letargo cuando la monja explicó que se iba de viaje. Y ni más ni menos que a una escapada románica, que tal.
Era difícil estar más de diez minutos cerca de la anciana sin sentirse tentado a reírse a carcajadas. Me recordaba a una cereza al marrasquino, arrugada, apestaba a alcohol, pero por algún motivo, sumamente brillante. Me quedé mirando la escena sumamente divertido, recostado contra una de las paredes de la habitación hasta que —Epa... ¿Escuchaste Matty? La señora tiene más actividad que vos- digo, la señorita— me corregí, intentando no reírme. Por alguna razón, la anciana me caía muy bien —¿Donde van a ir? ¿La playa? Eso suena a una luna de miel, y yo que creí que estaba casada con el sadomasoquista de la cruz..
Me quedé mirando a la monja incluso un rato luego de que terminara de hablar —Es "querido", pero si, me gustan las galletas, como a casi todo el mundo— ..y ya venía Matthew a intentar arruinar la diversión —Shhh, vos menos que nadie puede decir nada de intentar meter ideas raras en mi cabeza. Además, galletas gratis son galletas gratis— u ostias. ¿Era así cómo le decían a esos pancitos? En fin, me encogí de hombros sin darle mucha vuelta al asunto. Antes, claro, de escuchar lo último que tenía que decir el virrey.
Mi expresión cambió completamente a una de negación —Ah no, no, no, no, no voy a dejar que me arrastres de vuelta en tus viajecitos descabellados.— y eso era definitivo, no pensaba negociar bajo ningún aspecto —La última vez que fuimos contrataste a mi reemplazo, la anterior a esa los dioses nos intentaron quemar en una hoguera, ni loco vuelvo a ir contigo a ningún lado. Olvídalo.
Cada tanto alguna de las ruedas del estúpido carruaje encontraban un pozo que hacía que saltemos un poco en el lugar. No era chico per se, pero el ego de Matt alcanzaba a ocupar al menos tres o cuatro de esos. Y cuando uno no está de humor, no es difícil encontrar al virrey especialmente irritante.
Cada tanto bajaba un poquito las cortinas que cubrían la ventana junto a la que estaba sentado —¿Se quema el vampirito?— volvía a subirla —¿O no se quema?— Y así varias veces para molestar un poco a Matt. Sabía que igualmente no se quemaba de mala manera, y el sol prácticamente no le daba tampoco, entonces era más por crear un inconveniente que otra cosa.
¿Estás yendo a una cita a ciegas?— pregunté a la anciana —Esperemos que no sea una desilusión, si el señorito— y esa palabra iba especialmente dirigida a Matt —..nos está haciendo viajar tantos kilómetros.
Suspiré, mirando al techo dwl carruaje y esperando que el viaje terminara más rápido de lo que había comenzado, y no solamente por los detalles innecesarios qus brindaba la monja.
Me quedé mirando largamente a Matthew —Bueno, viniendo de vos supongo que es un halago, digo nomas..— aunque la mansión sí parecía un poco.. Desatendida por decir lo menos.
Me cubrí apenas la cara con una mano intentando disimular la risa mientras un virrey ofendido (y hasta atorrante) de abría paso por el lugar agitando la carta de invitación en el aire como si de un comerciante cobrando sus honorarios se tratara —¿Deberíamos hacer algo?
Me sonreí —¿Por eso vas a lo último? Por si las trampas esquivan a Matt— bromeé mientras camina delante de la monja —Seguramente a alguien igual de idiota que él. Aunque suena imposible de creer.
Esta vez me mantuve atento, sin decir ni comentar nada, mirando alrededor. El salón parecía completamente vacío, y no pude evitar prestar especial atención a ventanas, puertas.. Todo lo que sea salida —Siempre me dieron malas vibras los lugares desiertos— comenté —Si quieres te dejo a Matt y hacen un ménage à trois, me ayudan a sacármelo de encima.
Poco a poco fue entrando más y más gente. Y no parecían ser los dueños de casa que digamos. Tampoco parecía haber un patrón o coincidencias importantes. La mayoría era de distintas razas, género y edades, al parecer a todos nos habían convocado pero.. ¿por qué?.
Al fin pareció que Matt despertó de su letargo cuando la monja explicó que se iba de viaje. Y ni más ni menos que a una escapada románica, que tal.
Era difícil estar más de diez minutos cerca de la anciana sin sentirse tentado a reírse a carcajadas. Me recordaba a una cereza al marrasquino, arrugada, apestaba a alcohol, pero por algún motivo, sumamente brillante. Me quedé mirando la escena sumamente divertido, recostado contra una de las paredes de la habitación hasta que —Epa... ¿Escuchaste Matty? La señora tiene más actividad que vos- digo, la señorita— me corregí, intentando no reírme. Por alguna razón, la anciana me caía muy bien —¿Donde van a ir? ¿La playa? Eso suena a una luna de miel, y yo que creí que estaba casada con el sadomasoquista de la cruz..
Me quedé mirando a la monja incluso un rato luego de que terminara de hablar —Es "querido", pero si, me gustan las galletas, como a casi todo el mundo— ..y ya venía Matthew a intentar arruinar la diversión —Shhh, vos menos que nadie puede decir nada de intentar meter ideas raras en mi cabeza. Además, galletas gratis son galletas gratis— u ostias. ¿Era así cómo le decían a esos pancitos? En fin, me encogí de hombros sin darle mucha vuelta al asunto. Antes, claro, de escuchar lo último que tenía que decir el virrey.
Mi expresión cambió completamente a una de negación —Ah no, no, no, no, no voy a dejar que me arrastres de vuelta en tus viajecitos descabellados.— y eso era definitivo, no pensaba negociar bajo ningún aspecto —La última vez que fuimos contrataste a mi reemplazo, la anterior a esa los dioses nos intentaron quemar en una hoguera, ni loco vuelvo a ir contigo a ningún lado. Olvídalo.
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Cada tanto alguna de las ruedas del estúpido carruaje encontraban un pozo que hacía que saltemos un poco en el lugar. No era chico per se, pero el ego de Matt alcanzaba a ocupar al menos tres o cuatro de esos. Y cuando uno no está de humor, no es difícil encontrar al virrey especialmente irritante.
Cada tanto bajaba un poquito las cortinas que cubrían la ventana junto a la que estaba sentado —¿Se quema el vampirito?— volvía a subirla —¿O no se quema?— Y así varias veces para molestar un poco a Matt. Sabía que igualmente no se quemaba de mala manera, y el sol prácticamente no le daba tampoco, entonces era más por crear un inconveniente que otra cosa.
¿Estás yendo a una cita a ciegas?— pregunté a la anciana —Esperemos que no sea una desilusión, si el señorito— y esa palabra iba especialmente dirigida a Matt —..nos está haciendo viajar tantos kilómetros.
Suspiré, mirando al techo dwl carruaje y esperando que el viaje terminara más rápido de lo que había comenzado, y no solamente por los detalles innecesarios qus brindaba la monja.
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Me quedé mirando largamente a Matthew —Bueno, viniendo de vos supongo que es un halago, digo nomas..— aunque la mansión sí parecía un poco.. Desatendida por decir lo menos.
Me cubrí apenas la cara con una mano intentando disimular la risa mientras un virrey ofendido (y hasta atorrante) de abría paso por el lugar agitando la carta de invitación en el aire como si de un comerciante cobrando sus honorarios se tratara —¿Deberíamos hacer algo?
Me sonreí —¿Por eso vas a lo último? Por si las trampas esquivan a Matt— bromeé mientras camina delante de la monja —Seguramente a alguien igual de idiota que él. Aunque suena imposible de creer.
Esta vez me mantuve atento, sin decir ni comentar nada, mirando alrededor. El salón parecía completamente vacío, y no pude evitar prestar especial atención a ventanas, puertas.. Todo lo que sea salida —Siempre me dieron malas vibras los lugares desiertos— comenté —Si quieres te dejo a Matt y hacen un ménage à trois, me ayudan a sacármelo de encima.
Poco a poco fue entrando más y más gente. Y no parecían ser los dueños de casa que digamos. Tampoco parecía haber un patrón o coincidencias importantes. La mayoría era de distintas razas, género y edades, al parecer a todos nos habían convocado pero.. ¿por qué?.
Hadden Payne
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Re: Claroscuro- Hallowyn 2020
Empezaba a ser costumbre limpiar mientras tarareaba canciones que oía en mis viajes. La música me llenaba de energía y me alegraba de formas que no podía solo expresar con palabras. Debo confesar que intenté cantar pero ... Soy mejor tarareando, golpeando cositas para hacer sonidos que acompañen y mover mi cuerpo por todos lados al ritmo de la música.
- Turururuuu... - cantaba dando vueltas por todo mi taller.
En eso la puerta de mi taller sonó y entro un señor con características físicas muy tiernas y me entregó una cartica de forma amable y se retiró.
-¿Una cartica para mí?- me pregunté mientras daba una vuelta sobre mis pies para luego ir a sentarme a leer.
-Waaa...- solté y detuve unos segundos la lectura -¿Esta persona me interesa? Si no siquiera lo o la conozco...- dije para luego seguir leyendo -¿Mansión?- suspiré -¿Será un nuevo trabajo? ¿Un nuevo puesto en la alta sociedad? ... o podría ser una trampa; tal vez quieren secuestrarme, picarme en 20 pedazos y vender mis órganos, o peor...- mi cerebro poco a poco se fue llenando de un montón de posibilidades ya que la carta no era muy específica; así que hice lo que toda persona en su sano juicio haría... irse de compras.
Como no estaba muy segura de qué era el evento me costó mucho decirme, no sabía si debía ir formal o informal, así que busqué un punto medio. Escogí in vestido amarillo con blanco que venía en juego con un bolso en donde podría colocar mis pergaminos explosivos, uno nunca sabe.
Viajé sobre mi Aion durante un tiempo hasta que estuvimos más cerca de la locación; busqué un sitio para colocarme el vestido y luego me volví a montar sobre Pelusa para poder llegar a la mansión.
Al llegar me bajé con cuidado y me despedí de mi Aion con un abrazo -Mañana vengo a traerte el desayuno, pero igual creo que aquí alrededor puedes conseguir algo. Buenas noches Pelusito-
Caminé alisando mi vestido y repasando la dirección del lugar de reunión. Observé a mi alrededor y todo se veía muy triste, era como si le faltara más color y más vida; definitivamente necesitaban remodelación.
No tarde en oir a otras personas y me dirigí al sitio de reunión. Mi cuerpo se relajó un poco al ver caras conocidas y enseguida sonreí.
- Hola - digo en voz alta y hago una pequeña reverencia hacia todos para luego dirigirme hacia la chica que parecía más solitaria -Hola, me llamo Maga- le susurré y extendí mi mano para presentarme -¿Cómo te llamas?-
- Turururuuu... - cantaba dando vueltas por todo mi taller.
- Canción que tarareo:
En eso la puerta de mi taller sonó y entro un señor con características físicas muy tiernas y me entregó una cartica de forma amable y se retiró.
-¿Una cartica para mí?- me pregunté mientras daba una vuelta sobre mis pies para luego ir a sentarme a leer.
-Waaa...- solté y detuve unos segundos la lectura -¿Esta persona me interesa? Si no siquiera lo o la conozco...- dije para luego seguir leyendo -¿Mansión?- suspiré -¿Será un nuevo trabajo? ¿Un nuevo puesto en la alta sociedad? ... o podría ser una trampa; tal vez quieren secuestrarme, picarme en 20 pedazos y vender mis órganos, o peor...- mi cerebro poco a poco se fue llenando de un montón de posibilidades ya que la carta no era muy específica; así que hice lo que toda persona en su sano juicio haría... irse de compras.
Como no estaba muy segura de qué era el evento me costó mucho decirme, no sabía si debía ir formal o informal, así que busqué un punto medio. Escogí in vestido amarillo con blanco que venía en juego con un bolso en donde podría colocar mis pergaminos explosivos, uno nunca sabe.
- Mi vestido (sin el sombrero):
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Viajé sobre mi Aion durante un tiempo hasta que estuvimos más cerca de la locación; busqué un sitio para colocarme el vestido y luego me volví a montar sobre Pelusa para poder llegar a la mansión.
Al llegar me bajé con cuidado y me despedí de mi Aion con un abrazo -Mañana vengo a traerte el desayuno, pero igual creo que aquí alrededor puedes conseguir algo. Buenas noches Pelusito-
Caminé alisando mi vestido y repasando la dirección del lugar de reunión. Observé a mi alrededor y todo se veía muy triste, era como si le faltara más color y más vida; definitivamente necesitaban remodelación.
No tarde en oir a otras personas y me dirigí al sitio de reunión. Mi cuerpo se relajó un poco al ver caras conocidas y enseguida sonreí.
- Hola - digo en voz alta y hago una pequeña reverencia hacia todos para luego dirigirme hacia la chica que parecía más solitaria -Hola, me llamo Maga- le susurré y extendí mi mano para presentarme -¿Cómo te llamas?-
______
Resumen
Digo hola a todos e intento hablar con Irinnil
Resumen
Digo hola a todos e intento hablar con Irinnil
Última edición por Magazubi el Sáb Nov 14 2020, 04:29, editado 1 vez (Razón : No sabía que no podría reconocer a Dem)
Magazubi
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Re: Claroscuro- Hallowyn 2020
«Cuchara» «Mesa»
«Tarro de cerveza»
«Pared» «Techo»
«Mente vacíiiaa»
...Aquello no era muy eficaz. Respiré hondo, con la vista aún distante. Cambio de planes.
«...Mastica... Sólo eres tú y la comida. Eres un brote precioso de girasol, alimentándose de agua y luz. No hay nada más. No hay nada más que tu sustento, y...»
No había caso. Estoy seguro de que agua y luz tendrían más sabor que el insulto de desayuno que había en mi plato, y aquello me recordaba que yo no era el que había cocinado esa mañana.
—¿Estás seguro de viaj-
—Pffff... —Se me escapó una carcajada, seguida de tos violenta cuando me broncoaspiré con la comida.
Ágata, en su infinita bondad y preocupación, me dedicó una mirada de un par de segundos antes de seguir hablando.
—A este paso te va a dar una embolia. —alejó su plato de mí, disimuladamente— Ni siquiera es tan gracioso. —Se llevó una cucharada de arroz a la boca, con menos entusiasmo de lo normal.
Tosí un par de veces más y me acomodé otra vez en la silla, conteniendo aún las ganas de seguir riendo.
—¡¿Cómo que no?!—me quejé con exagerada indignación, dejando los cubiertos a un lado. No podía seguir comiendo en ese estado.
Hinché el pecho, poniendo mi mejor rostro de misterio pretencioso y voz de seducción:
—"...Sé que existes. Sé de tus habilidades y de tus logros e historia y... Me interesas. Casi tanto como yo a ti." —repetí de memoria.
R era tan ambiguo como una lectura de palma, pero el contenido de la carta no era lo que me había llamado la atención. Lo importante era el hecho de que estuviese en mis manos, que alguien le hubiera dejado con antelación una carta expresamente al "elfo ensombrerado, acompañado de una bruja de ojos dorados" que llegarían ese día. Una descripción tan básica y superficial no sería nada destacable, si no fuera por el hecho de que ni siquiera yo sabía dónde íbamos a pararnos a descansar en ese tramo del viaje.
El silencio permaneció tensos momentos, mientras nos veíamos a los ojos con expresión solemne. La burbuja reventó inmediatamente después, cuando ambos empezamos a reír como idiotas.
—A-Ay... —suspiró, recuperando la compostura— Deberías alegrarte, tus hazañas por fin son reconocidas.
—¡Soy un héroe de guerra, ¿no ves?! —di palmadas a la mesa, inhibido otra vez por la risa—, deberías estar agradecida de que dedico tiempo a alguien de tu calañ-
Hice como que no sentí la patada en la canilla. Respiré hondo y varias veces, intentado recuperar un atisbo de calma.
—Me sigue pareciendo una idea estúpida. —comentó. Aún había risa en sus ojos, pero la irritación había dado lugar a otro sentimiento. No estaba seguro de qué, exactamente.
Probablemente ella tampoco.
—Bah —sacudí una mano—, estaré bien, tranqui. ¿O es que te he malcriado, con esto de estar contigo todos los días? ¿Te harán falta mis desayunos?—sonreí, menos mordaz.
´La bruja volteó los ojos. Se llevó otra cucharada a la boca.
—Debo admitir que serías buena esposa —comentó con la boca llena, la mirada aún en su plato—. Bueno, si quitas... —alzó la vista, señalándome de arriba a abajo con la cuchara.
—...Lo demás.
—Yo también te extrañaré. —fue mi turno de voltear los ojos.
Decidimos que nos reencontraríamos en el siguiente asentamiento que mencionaron los locales, en un par de semanas.
Aunque algo me decía que no necesitaría tanto tiempo.
Para mi sorpresa el sitio de reunión estaba a casi exactamente tres días de viaje a caballo, y no sabía si atribuírselo a caprichos del destino o a maquinaciones de una mente espeluznante. Sea como fuese, carecía de información previa, o cualquier forma de preparación. Podría decirse que, en el momento en que entrase a aquella mansión oscura, aparentemente abandonada y nada siniestra, estaría por mi cuenta, completamente a ciegas en un lugar que prometía, cuanto menos, ser interesante.
¿Valdría el viaje?
Había encontrado la mansión sin problemas —habría que intentar muy fuerte para perderse aquello—, pero pensé que encontrar "el salón grande" sería más problemático. Al contrario, parecía ser el único sitio que me topé en el que había señales de vida.
Mi pregunta no tardó en ser respondida.
Entré con paso sereno, y barrí el lugar con la mirada. Me detuve, la sorpresa que sentí tomando la forma de una sonrisa en mi rostro. Analicé la situación que me rodeaba.
Lo inmediatamente obvio: Matthew Owens, acompañado de rostros familiares de Ciudad Lagarto. Se me pasó por la mente que todo esto fuese cosa suya, pero deseché la idea tan rápidamente como la tuve. Los demás eran... pintorescos, pero no de la forma que lo eran los caprichos del virrey. Había... peso, en el aire.
Más allá había un par de ojos carmesí que reconocí instantáneamente, pero mi atención no pudo quedarse allí. Mi interés pasó por encima de la bruja que intentaba hablar con Irinnil, y por encima del hombre incómodo, directo al grupo de desconocidos que más ameritaba cuidado:
La mujer enmascarada, bruja o elfa, y un elfo. Finalmente un hombre entrado en años, con una armadura, probablemente humano. Y un... un niño, brujo. Los dos últimos destacaban entre los demás, porque su equipamiento parecía gritarle a mis sentid-
«¿...?»
Mis ojos se clavaron en el espacio vacío, más allá del grupo, por unos instantes. Podía ser paranoia, los nervios haciéndome una jugarreta. O quizás...
Mi sonrisa se amplió, y terminé de entrar al salón tras dar las buenas noches a los presentes. Me dirigí al lado contrario del salón a donde se encontraba aquél grupo, dejando el mayor espacio posible.
Después de todo, conocía a otra persona con tal cantidad de objetos mágicos poderosos, y no hay suficiente cuidado que tener frente a los caprichos del destino.
«Tarro de cerveza»
«Pared» «Techo»
«Mente vacíiiaa»
...Aquello no era muy eficaz. Respiré hondo, con la vista aún distante. Cambio de planes.
«...Mastica... Sólo eres tú y la comida. Eres un brote precioso de girasol, alimentándose de agua y luz. No hay nada más. No hay nada más que tu sustento, y...»
No había caso. Estoy seguro de que agua y luz tendrían más sabor que el insulto de desayuno que había en mi plato, y aquello me recordaba que yo no era el que había cocinado esa mañana.
—¿Estás seguro de viaj-
—Pffff... —Se me escapó una carcajada, seguida de tos violenta cuando me broncoaspiré con la comida.
Ágata, en su infinita bondad y preocupación, me dedicó una mirada de un par de segundos antes de seguir hablando.
—A este paso te va a dar una embolia. —alejó su plato de mí, disimuladamente— Ni siquiera es tan gracioso. —Se llevó una cucharada de arroz a la boca, con menos entusiasmo de lo normal.
Tosí un par de veces más y me acomodé otra vez en la silla, conteniendo aún las ganas de seguir riendo.
—¡¿Cómo que no?!—me quejé con exagerada indignación, dejando los cubiertos a un lado. No podía seguir comiendo en ese estado.
Hinché el pecho, poniendo mi mejor rostro de misterio pretencioso y voz de seducción:
—"...Sé que existes. Sé de tus habilidades y de tus logros e historia y... Me interesas. Casi tanto como yo a ti." —repetí de memoria.
R era tan ambiguo como una lectura de palma, pero el contenido de la carta no era lo que me había llamado la atención. Lo importante era el hecho de que estuviese en mis manos, que alguien le hubiera dejado con antelación una carta expresamente al "elfo ensombrerado, acompañado de una bruja de ojos dorados" que llegarían ese día. Una descripción tan básica y superficial no sería nada destacable, si no fuera por el hecho de que ni siquiera yo sabía dónde íbamos a pararnos a descansar en ese tramo del viaje.
El silencio permaneció tensos momentos, mientras nos veíamos a los ojos con expresión solemne. La burbuja reventó inmediatamente después, cuando ambos empezamos a reír como idiotas.
—A-Ay... —suspiró, recuperando la compostura— Deberías alegrarte, tus hazañas por fin son reconocidas.
—¡Soy un héroe de guerra, ¿no ves?! —di palmadas a la mesa, inhibido otra vez por la risa—, deberías estar agradecida de que dedico tiempo a alguien de tu calañ-
Hice como que no sentí la patada en la canilla. Respiré hondo y varias veces, intentado recuperar un atisbo de calma.
—Me sigue pareciendo una idea estúpida. —comentó. Aún había risa en sus ojos, pero la irritación había dado lugar a otro sentimiento. No estaba seguro de qué, exactamente.
Probablemente ella tampoco.
—Bah —sacudí una mano—, estaré bien, tranqui. ¿O es que te he malcriado, con esto de estar contigo todos los días? ¿Te harán falta mis desayunos?—sonreí, menos mordaz.
´La bruja volteó los ojos. Se llevó otra cucharada a la boca.
—Debo admitir que serías buena esposa —comentó con la boca llena, la mirada aún en su plato—. Bueno, si quitas... —alzó la vista, señalándome de arriba a abajo con la cuchara.
—...Lo demás.
—Yo también te extrañaré. —fue mi turno de voltear los ojos.
Decidimos que nos reencontraríamos en el siguiente asentamiento que mencionaron los locales, en un par de semanas.
Aunque algo me decía que no necesitaría tanto tiempo.
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Para mi sorpresa el sitio de reunión estaba a casi exactamente tres días de viaje a caballo, y no sabía si atribuírselo a caprichos del destino o a maquinaciones de una mente espeluznante. Sea como fuese, carecía de información previa, o cualquier forma de preparación. Podría decirse que, en el momento en que entrase a aquella mansión oscura, aparentemente abandonada y nada siniestra, estaría por mi cuenta, completamente a ciegas en un lugar que prometía, cuanto menos, ser interesante.
¿Valdría el viaje?
Había encontrado la mansión sin problemas —habría que intentar muy fuerte para perderse aquello—, pero pensé que encontrar "el salón grande" sería más problemático. Al contrario, parecía ser el único sitio que me topé en el que había señales de vida.
Mi pregunta no tardó en ser respondida.
Entré con paso sereno, y barrí el lugar con la mirada. Me detuve, la sorpresa que sentí tomando la forma de una sonrisa en mi rostro. Analicé la situación que me rodeaba.
Lo inmediatamente obvio: Matthew Owens, acompañado de rostros familiares de Ciudad Lagarto. Se me pasó por la mente que todo esto fuese cosa suya, pero deseché la idea tan rápidamente como la tuve. Los demás eran... pintorescos, pero no de la forma que lo eran los caprichos del virrey. Había... peso, en el aire.
Más allá había un par de ojos carmesí que reconocí instantáneamente, pero mi atención no pudo quedarse allí. Mi interés pasó por encima de la bruja que intentaba hablar con Irinnil, y por encima del hombre incómodo, directo al grupo de desconocidos que más ameritaba cuidado:
La mujer enmascarada, bruja o elfa, y un elfo. Finalmente un hombre entrado en años, con una armadura, probablemente humano. Y un... un niño, brujo. Los dos últimos destacaban entre los demás, porque su equipamiento parecía gritarle a mis sentid-
«¿...?»
Mis ojos se clavaron en el espacio vacío, más allá del grupo, por unos instantes. Podía ser paranoia, los nervios haciéndome una jugarreta. O quizás...
Mi sonrisa se amplió, y terminé de entrar al salón tras dar las buenas noches a los presentes. Me dirigí al lado contrario del salón a donde se encontraba aquél grupo, dejando el mayor espacio posible.
Después de todo, conocía a otra persona con tal cantidad de objetos mágicos poderosos, y no hay suficiente cuidado que tener frente a los caprichos del destino.
Mefisto
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Re: Claroscuro- Hallowyn 2020
"Cada crujido de las cortinas purpúreas y cetrinas
me embargaba de dañinas dudas y mi sobresalto era tal
que, para calmar mi angustia repetí con voz mustia:
"No es sino un visitante que ha llegado a mi portal;
un tardío visitante esperando en mi portal.
Sólo eso y nada más".
me embargaba de dañinas dudas y mi sobresalto era tal
que, para calmar mi angustia repetí con voz mustia:
"No es sino un visitante que ha llegado a mi portal;
un tardío visitante esperando en mi portal.
Sólo eso y nada más".
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El marrón intenso se mezclaba en la oscuridad de los trazos sobre el lienzo. R se había esforzado de sobremanera porque las sombras de aquel retazo en particular de la vestimenta en el hombre de aquella pintura luciese lo más acorde a la situación posible.
Su frustración iba y venía a medida que pasaba el tiempo, mientras las horas de las manecillas de aquella sala minúscula avanzaban aprisa sin que el hombre les prestase atención. Hasta que por fin.. un leve movimiento... lo invitaba a seguir pintando una nueva... figura en su recién iniciado cuadro.
R reconoció las particularidades de muchos de ellos conformando en sus trazos una sensación de alivio y... familiaridad. Los primeros, para sorpresa de R habían invadido la habitación haciéndola suya. El carácter de aquellos a quienes él no había mandado carta de manera directa había primero molestado al anciano. Aquella molestia tardó en disiparse lo que tardó en comprobar que quizás.. y después de todo, las visitas aunque no esperadas eran siempre bienvenidas en su mansión. Y bueno... que todos parecían ser... lo suficientemente interesantes como para ocupar un espacio en... su pintura.
Para el final de la tarde, la composición de su obra casi tenía la silueta de figuras esbozadas en colores básicos, sin detalles aparentes que los identificase. Su mano se había movido sobre el fondo ya terminado asignando colores a las siluetas de manera específica pero desorganizada. Incluso, y para su propia sorpresa, dejándo la claridad de la transparencia de una de ellas trazada tan solo por las sombras que reflejaba en el suelo de la estancia.
Raven se desperezó por un segundo, acomodando el cuadro para usar lo poco que quedaba de luz en aquella habitación mientras se limpiaba las manos en su pañuelo lleno de acetona que portaba en su cintura colgando en uno de sus bolsillos. Suspiró contemplando su obra y casi si mirar donde sus manos se dirigían, absorto en los colores que había comenzado a pintar, eligió un pincel de una mesita cercana tan solo por el grosor del pelo y el casquillo.
Sus ojos atrapados en los trazos que había frente a él, como si mirasen a través del mismo viendo algo que ciertamente no estaba en aquella sala, llena tan solo del resto de sus creaciones.
Las siluetas ennegrecidas de los demás cuadros y sus gestos casi humanos le devolvían la mirada casi con la misma intensidad con la que Raven miraba a su nueva creación,
Raven mojó un poco el pincel en el pequeño recipiente que tenía frente a él para humedecer el pincel y lo llevó sin prestar mucha atención a su paleta frente a él.
Limpia de colores algunos, el pincel comenzó a mancharse de un azul intenso poco a poco a pesar de que la paleta seguía vacía. Raven perfiló la silueta de alguien en aquella obra, y cuando el pincel estuvo seco, su mano buscó de nuevo la paleta, dibujándo un círculo como el que había hecho antes sobre ella para embadurnarlo de una pintura que...
Aquella vez no empapó su pincel.
No fue hasta que el hombre dió un primer trazo, vacío de color que Raven se dio cuenta de aquello y como contrariado, miró su paleta vacía esperando ver algo que no estaba allí. Y como acto reflejo, sus ojos se dirigieron al reloj frente a él, dándose cuenta de la hora en concreto.
Se ve que me he quedado sin... inspiración.- soltó el pincel en la mesita donde se acomodaba el resto de manera precisa y ordenada. Se limpió las manos en su trapo.- Al menos por ahora...
La poca luz que había guiado los trazos de aquel pintor desapareció en el momento exacto en el que Raven abandonó la habitación
.Su frustración iba y venía a medida que pasaba el tiempo, mientras las horas de las manecillas de aquella sala minúscula avanzaban aprisa sin que el hombre les prestase atención. Hasta que por fin.. un leve movimiento... lo invitaba a seguir pintando una nueva... figura en su recién iniciado cuadro.
R reconoció las particularidades de muchos de ellos conformando en sus trazos una sensación de alivio y... familiaridad. Los primeros, para sorpresa de R habían invadido la habitación haciéndola suya. El carácter de aquellos a quienes él no había mandado carta de manera directa había primero molestado al anciano. Aquella molestia tardó en disiparse lo que tardó en comprobar que quizás.. y después de todo, las visitas aunque no esperadas eran siempre bienvenidas en su mansión. Y bueno... que todos parecían ser... lo suficientemente interesantes como para ocupar un espacio en... su pintura.
Para el final de la tarde, la composición de su obra casi tenía la silueta de figuras esbozadas en colores básicos, sin detalles aparentes que los identificase. Su mano se había movido sobre el fondo ya terminado asignando colores a las siluetas de manera específica pero desorganizada. Incluso, y para su propia sorpresa, dejándo la claridad de la transparencia de una de ellas trazada tan solo por las sombras que reflejaba en el suelo de la estancia.
Raven se desperezó por un segundo, acomodando el cuadro para usar lo poco que quedaba de luz en aquella habitación mientras se limpiaba las manos en su pañuelo lleno de acetona que portaba en su cintura colgando en uno de sus bolsillos. Suspiró contemplando su obra y casi si mirar donde sus manos se dirigían, absorto en los colores que había comenzado a pintar, eligió un pincel de una mesita cercana tan solo por el grosor del pelo y el casquillo.
Sus ojos atrapados en los trazos que había frente a él, como si mirasen a través del mismo viendo algo que ciertamente no estaba en aquella sala, llena tan solo del resto de sus creaciones.
Las siluetas ennegrecidas de los demás cuadros y sus gestos casi humanos le devolvían la mirada casi con la misma intensidad con la que Raven miraba a su nueva creación,
Raven mojó un poco el pincel en el pequeño recipiente que tenía frente a él para humedecer el pincel y lo llevó sin prestar mucha atención a su paleta frente a él.
Limpia de colores algunos, el pincel comenzó a mancharse de un azul intenso poco a poco a pesar de que la paleta seguía vacía. Raven perfiló la silueta de alguien en aquella obra, y cuando el pincel estuvo seco, su mano buscó de nuevo la paleta, dibujándo un círculo como el que había hecho antes sobre ella para embadurnarlo de una pintura que...
Aquella vez no empapó su pincel.
No fue hasta que el hombre dió un primer trazo, vacío de color que Raven se dio cuenta de aquello y como contrariado, miró su paleta vacía esperando ver algo que no estaba allí. Y como acto reflejo, sus ojos se dirigieron al reloj frente a él, dándose cuenta de la hora en concreto.
Se ve que me he quedado sin... inspiración.- soltó el pincel en la mesita donde se acomodaba el resto de manera precisa y ordenada. Se limpió las manos en su trapo.- Al menos por ahora...
La poca luz que había guiado los trazos de aquel pintor desapareció en el momento exacto en el que Raven abandonó la habitación
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El salón mayor del ala Norte podría bien haber sido cualquier lugar de aquella mansión oscura. Las velas habían iluminado la sala a medida que las figuras habían decidido que aquella estancia, por azar, iba a ser aquel lugar en concreto.
No es que hubiese mucha diferencia entre las salas que componían el lugar, todas con casi el mismo mobiliario y el mismo olor a cerrado inundando sus paredes. La misma decoración anticuada y basta que denotaba centenarios de tradición anclada en la antigüedad y escrutinio perfecto y limpio que reflejaba millones de manos cerciorándose de que el lugar fuese habitable.
El vasto espacio parecía ser una sala vacía a pesar de estar llena de... personas.
Poco a poco y a medida que éstos iban llegando, el resto... bueno, comenzaron a comentarlo, como era de esperar. Hacía tantos años que el señor no tenía visita, que no era extraño que los habitantes de aquel lugar se moviesen de un lado al otro, correteando de aquí a allá y levantando un bullicio en la estancia que... si los recién llegados no hubiesen estado tan preocupados del silencio tenso entre ellos, hubiesen escuchado alzarse poco a poco. Como un susurro molesto y tímido al principio acabando por un sonido blanco entre sus silencios.
-¿Crees que saben a lo que vienen?- Una de las mujeres de la sala le decía a su compañera, ambas ruborizadas de manera permanente y mirándose con la expresión incierta de alguien que ha estado acostumbrada a la misma estancia durante eones.
-Me extraña que no lo sepan Bridgitte. ¿Es que acaso no habéis visto sus armas?- la voz de un hombre justo enfrente de aquellas dos muchachas contestó con los ojos abiertos como platos mientras daba caza a un conejo que nunca parecía terminar de morir. La espada de Eltrant parecía haber llamado su atención.
-¡Cállate, Arnau! Como si fueran los primeros que vienen con armas. Los hombres de Colina lo hicieron hace no mucho... y bueno. Ya vistes de qué les sirvió. Bueno. No. No lo hemos visto porque creo que ellos están en la cocina, pero... ya sabes a que me refiero. - La otra muchacha contestó al hombre mientras calmaba a Bridgitte que parecía asustada ante la idea de las armas.
-Pues yo creo que han venido a quedarse- Se unió la voz de un hombre anciano con los ojos entornados mientras trabajaba un trozo de madera- ¿No veis la expresión serena de sus rostros? Además se han puesto sus mejores ropajes- Martin señaló en particular a un hombre y a una niña que llamaron su atención en el grupo- Estos están más perdidos que yo cuando entré en este infierno por primera vez...
-Es gracioso que digas eso, viejo... tu siempre estás perdido.- Gritó una mujer que peinaba el pelo rojizo de una niña entristecida por los comentarios de aquel anciano- Todos sabemos que no deberías estar aquí. Tu perteneces a la alacena... O a los excusados-
Todos rieron a la vez.
-¡Esos dos tienen orejas puntiagudas!- dijo la niña pelirroja-
-Esos dos son elfos, Matilda. Y más vale que te alejes de ellos un poco. Ya sabes lo que dicen en Colina de los elfos fuera de Sandorai- Margarita pegó un tiró a la niña para que se alejase y se acercase a ella- Estoy segura que tu padre estaría de acuerdo conmigo en...
-Bienvenidos-
La voz del cuadro central de la estancia resonó en la estancia haciendo callar a a las demás pinturas y dirigiéndose a los presentes. El autorretrato de Mister Raven hablaba con gesto serio y observando a los presentes uno a uno de manera tranquila y confiada. - Bienvenidos a mi hogar. No os imagináis lo feliz que me hacéis habiendo aceptado mi invitación y adentrándoos en mi mansión sin cuestionaros los motivos. Verdaderamente es difícil encontrar personas como ustedes. Casi no queda nadie en Aerandir que confíe sin... esperar explicaciones- La imagen del cuadro sonrió de manera macabra por un segundo.
-Os estaréis preguntando ¿qué hacéis aquí? Y ciertamente, estoy un poco decepcionado. Os dejé pistas claves en mi carta y... aún así nadie se ha preparado lo suficiente. - el hombre suspiró- No voy a negar que esto me hace perder un poco el interés en todos pero... bueno. Habéis aceptado mis consecuencias, seguido mis indicaciones y... me habéis prestado vuestras habilidades...
Las puerta principal, hasta ahora abierta, se cerró de un portazo revelando que aquella invitación no era un juego. La expresión de las pinturas se volvieron aterradas ante las palabras de Raven y una sensación generalizada de miedo hizo que la pintura de todas y cada una de ellas se oscureciera, robando una luz imperceptible al lugar y creando un silencio vaticinador.
-Supongo que no esperaríais una estancia en esta mansión de manera gratuita ¿No? Quizás hubiese sido mejor haberse pasado por Colina antes de aceptar mi inocente invitación. Esto seguro que ellos os hubiese puesto al día de... bueno. Mis quehaceres.- La pintura sonrió de nuevo de manera más macabra aún.- Pero no os preocupéis... no soy un anfitrión tacaño. Podéis disfrutar de todo lo que la casa tiene para daros durante vuestra estancia. Tenéis compañía suficiente como para no aburriros. Poneos cómodos y familiarizaos con el lugar. Al fin y al cabo... vais a estar aquí durante mucho... muuuucho tiempo.
Queridas criaturas poco curiosas...
Se ve que mi pequeña pista en el pergamino no fue lo suficientemente clara. Sino, sin duda hubieseis prestado un poco más de atención a intentar conservar vuestras habilidades.
Por suerte para ustedes... Se ve que Val ha estado haciendo un poco de turismo rural antes de llegar a la mansión y se ha topado con el desconcierto de los vecinos de Colina y sus habladurías sobre la mansión. Esto quizás os sirva para las siguientes rondas.
Para aclarar... y en caso de dudas:
Sí. Habéis perdido todas vuestras habilidades. Raven es un brujo bastante poderoso, como os avisé en el primer post. Creo que ahora comenzáis a entender el porqué. Además se ve que os conocía de antes. Os ha estado pintando. Esto quizás no tiene relación alguna. O quizás sí.
Vuestro objetivo en este tema claramente será encontrar y matar a Raven, o al menos deshaceros de él, además de recuperar vuestras habilidades. Estoy segura que por el camino desentrañareis el misterio de esta mansión y su relación con los eventos del pueblo cercano.
Lo ideal es que trabajaseis en grupo intentando recabar la mayor porción de información que os ayude a entender como recuperar vuestras habilidades, encontrar a Raven y deshaceros de él. Podéis interactuar con todo lo que tenéis a vuestro alrededor y usar a los NPC ( las pinturas de los cuadros pero no a Raven) como queráis en las siguientes rondas, me encargaré de daros respuesta a las acciones que hagáis y que os puedan ayudar a acercaros a Raven y desarrollen la trama. Si decidís no jugar en grupo, vuestras acciones deben tener cohexión con las del resto: Esto es: No podéis describir como rompéis una puerta y alguien dice que aún sigue en perfecto estado dos posts atrás..
Tenéis hasta media noche ( on rol) para alcanzar vuestro objetivo. La trama avanzará el viernes que viene..20/11
No es que hubiese mucha diferencia entre las salas que componían el lugar, todas con casi el mismo mobiliario y el mismo olor a cerrado inundando sus paredes. La misma decoración anticuada y basta que denotaba centenarios de tradición anclada en la antigüedad y escrutinio perfecto y limpio que reflejaba millones de manos cerciorándose de que el lugar fuese habitable.
El vasto espacio parecía ser una sala vacía a pesar de estar llena de... personas.
Poco a poco y a medida que éstos iban llegando, el resto... bueno, comenzaron a comentarlo, como era de esperar. Hacía tantos años que el señor no tenía visita, que no era extraño que los habitantes de aquel lugar se moviesen de un lado al otro, correteando de aquí a allá y levantando un bullicio en la estancia que... si los recién llegados no hubiesen estado tan preocupados del silencio tenso entre ellos, hubiesen escuchado alzarse poco a poco. Como un susurro molesto y tímido al principio acabando por un sonido blanco entre sus silencios.
-¿Crees que saben a lo que vienen?- Una de las mujeres de la sala le decía a su compañera, ambas ruborizadas de manera permanente y mirándose con la expresión incierta de alguien que ha estado acostumbrada a la misma estancia durante eones.
-Me extraña que no lo sepan Bridgitte. ¿Es que acaso no habéis visto sus armas?- la voz de un hombre justo enfrente de aquellas dos muchachas contestó con los ojos abiertos como platos mientras daba caza a un conejo que nunca parecía terminar de morir. La espada de Eltrant parecía haber llamado su atención.
-¡Cállate, Arnau! Como si fueran los primeros que vienen con armas. Los hombres de Colina lo hicieron hace no mucho... y bueno. Ya vistes de qué les sirvió. Bueno. No. No lo hemos visto porque creo que ellos están en la cocina, pero... ya sabes a que me refiero. - La otra muchacha contestó al hombre mientras calmaba a Bridgitte que parecía asustada ante la idea de las armas.
-Pues yo creo que han venido a quedarse- Se unió la voz de un hombre anciano con los ojos entornados mientras trabajaba un trozo de madera- ¿No veis la expresión serena de sus rostros? Además se han puesto sus mejores ropajes- Martin señaló en particular a un hombre y a una niña que llamaron su atención en el grupo- Estos están más perdidos que yo cuando entré en este infierno por primera vez...
-Es gracioso que digas eso, viejo... tu siempre estás perdido.- Gritó una mujer que peinaba el pelo rojizo de una niña entristecida por los comentarios de aquel anciano- Todos sabemos que no deberías estar aquí. Tu perteneces a la alacena... O a los excusados-
Todos rieron a la vez.
-¡Esos dos tienen orejas puntiagudas!- dijo la niña pelirroja-
-Esos dos son elfos, Matilda. Y más vale que te alejes de ellos un poco. Ya sabes lo que dicen en Colina de los elfos fuera de Sandorai- Margarita pegó un tiró a la niña para que se alejase y se acercase a ella- Estoy segura que tu padre estaría de acuerdo conmigo en...
-Bienvenidos-
La voz del cuadro central de la estancia resonó en la estancia haciendo callar a a las demás pinturas y dirigiéndose a los presentes. El autorretrato de Mister Raven hablaba con gesto serio y observando a los presentes uno a uno de manera tranquila y confiada. - Bienvenidos a mi hogar. No os imagináis lo feliz que me hacéis habiendo aceptado mi invitación y adentrándoos en mi mansión sin cuestionaros los motivos. Verdaderamente es difícil encontrar personas como ustedes. Casi no queda nadie en Aerandir que confíe sin... esperar explicaciones- La imagen del cuadro sonrió de manera macabra por un segundo.
-Os estaréis preguntando ¿qué hacéis aquí? Y ciertamente, estoy un poco decepcionado. Os dejé pistas claves en mi carta y... aún así nadie se ha preparado lo suficiente. - el hombre suspiró- No voy a negar que esto me hace perder un poco el interés en todos pero... bueno. Habéis aceptado mis consecuencias, seguido mis indicaciones y... me habéis prestado vuestras habilidades...
Las puerta principal, hasta ahora abierta, se cerró de un portazo revelando que aquella invitación no era un juego. La expresión de las pinturas se volvieron aterradas ante las palabras de Raven y una sensación generalizada de miedo hizo que la pintura de todas y cada una de ellas se oscureciera, robando una luz imperceptible al lugar y creando un silencio vaticinador.
-Supongo que no esperaríais una estancia en esta mansión de manera gratuita ¿No? Quizás hubiese sido mejor haberse pasado por Colina antes de aceptar mi inocente invitación. Esto seguro que ellos os hubiese puesto al día de... bueno. Mis quehaceres.- La pintura sonrió de nuevo de manera más macabra aún.- Pero no os preocupéis... no soy un anfitrión tacaño. Podéis disfrutar de todo lo que la casa tiene para daros durante vuestra estancia. Tenéis compañía suficiente como para no aburriros. Poneos cómodos y familiarizaos con el lugar. Al fin y al cabo... vais a estar aquí durante mucho... muuuucho tiempo.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
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Queridas criaturas poco curiosas...
Se ve que mi pequeña pista en el pergamino no fue lo suficientemente clara. Sino, sin duda hubieseis prestado un poco más de atención a intentar conservar vuestras habilidades.
Por suerte para ustedes... Se ve que Val ha estado haciendo un poco de turismo rural antes de llegar a la mansión y se ha topado con el desconcierto de los vecinos de Colina y sus habladurías sobre la mansión. Esto quizás os sirva para las siguientes rondas.
Para aclarar... y en caso de dudas:
Sí. Habéis perdido todas vuestras habilidades. Raven es un brujo bastante poderoso, como os avisé en el primer post. Creo que ahora comenzáis a entender el porqué. Además se ve que os conocía de antes. Os ha estado pintando. Esto quizás no tiene relación alguna. O quizás sí.
Vuestro objetivo en este tema claramente será encontrar y matar a Raven, o al menos deshaceros de él, además de recuperar vuestras habilidades. Estoy segura que por el camino desentrañareis el misterio de esta mansión y su relación con los eventos del pueblo cercano.
Lo ideal es que trabajaseis en grupo intentando recabar la mayor porción de información que os ayude a entender como recuperar vuestras habilidades, encontrar a Raven y deshaceros de él. Podéis interactuar con todo lo que tenéis a vuestro alrededor y usar a los NPC ( las pinturas de los cuadros pero no a Raven) como queráis en las siguientes rondas, me encargaré de daros respuesta a las acciones que hagáis y que os puedan ayudar a acercaros a Raven y desarrollen la trama. Si decidís no jugar en grupo, vuestras acciones deben tener cohexión con las del resto: Esto es: No podéis describir como rompéis una puerta y alguien dice que aún sigue en perfecto estado dos posts atrás..
Tenéis hasta media noche ( on rol) para alcanzar vuestro objetivo. La trama avanzará el viernes que viene..20/11
Wyn
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Re: Claroscuro- Hallowyn 2020
Tal y como esperaba, algo iba mal.
Me tomó por sorpresa. Aunque nada nos había atacado aún, estaba perdiendo... algo. Mi cuerpo no respondía de la misma manera. Algunas de mis runas se habían apagado. Y entonces, dejé de poder olerlo. Aquello fue extraño. Mi nariz aún funcionaba: podía sentir el olor a metal que llevaba Eltrant desde donde estaba. Sin embargo, era como... antes. No había éter, ni siquiera el mio mismo.
Las sorpresas no acabaron allí. Nova apareció en mi mano, en su forma natural, sin que la hubiese invocado voluntariamente. No desapareció incluso cuando intenté que lo hiciese. Parecía que iba a quedarse así por el momento. Suspiré.
Muy bien. Quería jugar sucio, entonces.
Tenía que darle puntos por no presentarse físicamente, al menos. Sin embargo, eso no iba a detenerme. Me aproximé al retrato de aquel cretino. Debía ser capaz de vernos de alguna forma... y sospechaba una posible manera. Alcé mi mano.
Y entonces, desgarré la parte superior de la pintura, destrozando la cara del hombre y el cuervo por completo. Aquello rompió mi invisibilidad, pero no importaba. Me aseguré de que el retrato quedase hecho trizas antes de mirar al resto.
-Sea quien sea este tipo, está claro que tiene pinturas encantadas.- expliqué. Me aproximé a otro de los cuadros, lo descolgué, y lo tiré al suelo, en el centro de la habitación. -El que haya puesto tantos cuadros de personas lo deja claro. Su magia está relacionada con ellos. Así que... probemos algo.- dije, tomando el siguiente.
Varios habían tomado vida. O la habían imitado, en cualquier caso. Cuando hubo una pila moderada, me acerqué a ella. Había muchas cosas que podía hacer en ese caso. Destruir los marcos, doblar los lienzos, desgarrarlas como había hecho con Raven... Pero la idea que tenía en mente era distinta. Me puse en cuclillas frente a uno de los que cobró vida. No estaba seguro de que eran, exactamente. Si estaban vivos de verdad, quizás sentirían miedo.
La mayoría de mi magia se había desvanecido: ni siquiera notaba su olor. Pero aún sentía las runas en mis manos. Aún tenía a Nova, incluso si se había apagado. Abrí la palma de mi mano, y una llama azul brotó de esta. Fuego Etéreo. Sonreí.
-Hay algo que me gustaría saber.- comencé, mirando a los retratos. -¿Donde está el brujo? ¿Como le hacemos salir?- pregunté. Tenía un par de ideas, pero era mejor conseguir información primero. -Deprisa. No soy muy de apreciar el arte.-
Miré a los demás, expectante. Si nadie decía nada, no dudaría en quemarlos.
Destrozo los ojos del retrato de Raven y empiezo a apilar pinturas para amenazarlas con fuego. (He confirmado que conservamos los talentos, incluso si no tenemos habilidades)
Me tomó por sorpresa. Aunque nada nos había atacado aún, estaba perdiendo... algo. Mi cuerpo no respondía de la misma manera. Algunas de mis runas se habían apagado. Y entonces, dejé de poder olerlo. Aquello fue extraño. Mi nariz aún funcionaba: podía sentir el olor a metal que llevaba Eltrant desde donde estaba. Sin embargo, era como... antes. No había éter, ni siquiera el mio mismo.
Las sorpresas no acabaron allí. Nova apareció en mi mano, en su forma natural, sin que la hubiese invocado voluntariamente. No desapareció incluso cuando intenté que lo hiciese. Parecía que iba a quedarse así por el momento. Suspiré.
Muy bien. Quería jugar sucio, entonces.
Tenía que darle puntos por no presentarse físicamente, al menos. Sin embargo, eso no iba a detenerme. Me aproximé al retrato de aquel cretino. Debía ser capaz de vernos de alguna forma... y sospechaba una posible manera. Alcé mi mano.
Y entonces, desgarré la parte superior de la pintura, destrozando la cara del hombre y el cuervo por completo. Aquello rompió mi invisibilidad, pero no importaba. Me aseguré de que el retrato quedase hecho trizas antes de mirar al resto.
-Sea quien sea este tipo, está claro que tiene pinturas encantadas.- expliqué. Me aproximé a otro de los cuadros, lo descolgué, y lo tiré al suelo, en el centro de la habitación. -El que haya puesto tantos cuadros de personas lo deja claro. Su magia está relacionada con ellos. Así que... probemos algo.- dije, tomando el siguiente.
Varios habían tomado vida. O la habían imitado, en cualquier caso. Cuando hubo una pila moderada, me acerqué a ella. Había muchas cosas que podía hacer en ese caso. Destruir los marcos, doblar los lienzos, desgarrarlas como había hecho con Raven... Pero la idea que tenía en mente era distinta. Me puse en cuclillas frente a uno de los que cobró vida. No estaba seguro de que eran, exactamente. Si estaban vivos de verdad, quizás sentirían miedo.
La mayoría de mi magia se había desvanecido: ni siquiera notaba su olor. Pero aún sentía las runas en mis manos. Aún tenía a Nova, incluso si se había apagado. Abrí la palma de mi mano, y una llama azul brotó de esta. Fuego Etéreo. Sonreí.
-Hay algo que me gustaría saber.- comencé, mirando a los retratos. -¿Donde está el brujo? ¿Como le hacemos salir?- pregunté. Tenía un par de ideas, pero era mejor conseguir información primero. -Deprisa. No soy muy de apreciar el arte.-
Miré a los demás, expectante. Si nadie decía nada, no dudaría en quemarlos.
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Destrozo los ojos del retrato de Raven y empiezo a apilar pinturas para amenazarlas con fuego. (He confirmado que conservamos los talentos, incluso si no tenemos habilidades)
Asher Daregan
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Re: Claroscuro- Hallowyn 2020
Observaba el sol descendiendo lentamente a través del vidrio de aquel ventanal. Con cada segundo que transcurría, con cada rayo de luz que se escondía, haber asistido a aquella reunión parecía ser cada vez más una terrible, pero terrible idea. ¿Por dónde comenzar...?
No entrando a la redundancia con la estúpida ropa que tenía puesta, en resumen, teníamos a... un completo bufón, una especie de tumulto de polvo y huesos con forma de monja, un sujeto que me parecía familiar, dos come-hojas, un anciano forrado en metal hasta quien sabe donde, una rara con máscara, dos mocosos y, por último pero no menos extravagante, una señorita a la que no le vendría mal un poco de sol... ¿Mencioné que había alguien que apestaba a perro mojado...? ¿No? Como sea... Juntos, formaban el reparto perfecto de una clásica historia de Horroween, donde siempre el primero en morir era el elfo...
Me daba escalofríos la idea de pensar que alguien aseguraba que yo reunía los requisitos para encajar en un grupo así. ¿Por qué no sólo podía tener una vida normal y aburrida...?
Con aquello, tenía más que suficientes motivaciones para largarme cuanto antes de aquella mansión. No tenía ninguna intención de quedarme a arriesgar mi vida, a la espera de la gran entrada del misterioso anfitrión, como el clásico y absurdo héroe promedio. ¡Al diablo la reprimenda que recibiría de Erwin después!
Lastima que... cuando finalmente me dispuse a ponerme en marcha, ya era demasiado tarde...
El inmenso cuadro ubicado en la pared central, aquel que vigilaba nuestra estancia en aquella habitación desde el primer momento en que entramos, cobró vida y se reveló como el esperado Señor R. Tras lo que resumiré como: "el monólogo del villano que se goza en el éxito de su plan malvado", las grandes puertas de la entrada a aquel salón se cerraron de golpe con un fuerte estruendo, estábamos encerrados...
Bufé obstinado, antes de observar como el cuadro de Raven era reducido a trizas ante el filo de la espada de aquel hombre-perro... Eso explicaba un par de cosas.
—¿Sin meteoros esta vez, Daregan? —sonreí malicioso, al ver la piedad que había tenido el hombre-perro con aquel cuadro, recordando muy bien lo letal que podía ser el impacto de uno de esos cometas—. Sin importar lo que te digan, no creo que ese maldito sea tan valiente para esconderse en esta misma habitación. —razoné, antes de dirigirme hacia la única salida.
Comprobé primeramente que aquellas puertas estuvieran cerradas. Efectivamente, no iba a ponernoslo tan fácil, ¿no?
Retrocedí pocos pasos antes de prepararme, fijando el punto al que dirigiría mi ataque. Sin embargo, aquellos ropajes dificultaban mi motricidad. ¡Maldita sea! Había tenido suficiente de ellos. Con un movimiento brusco, finalmente pude escuchar el sonido de las costuras rasgándose, liberándome de su opresión y permitiéndome recuperar el aire. Sin más ataduras que me impedirían continuar, procedí a abrir ambas puertas con una potente embestida. Dependiendo de lo que confesaran aquellas pinturas —si es que Asher les daba oportunidad de hablar—, podríamos ponernos a buscar al malnacido de una vez por todas.
No entrando a la redundancia con la estúpida ropa que tenía puesta, en resumen, teníamos a... un completo bufón, una especie de tumulto de polvo y huesos con forma de monja, un sujeto que me parecía familiar, dos come-hojas, un anciano forrado en metal hasta quien sabe donde, una rara con máscara, dos mocosos y, por último pero no menos extravagante, una señorita a la que no le vendría mal un poco de sol... ¿Mencioné que había alguien que apestaba a perro mojado...? ¿No? Como sea... Juntos, formaban el reparto perfecto de una clásica historia de Horroween, donde siempre el primero en morir era el elfo...
Me daba escalofríos la idea de pensar que alguien aseguraba que yo reunía los requisitos para encajar en un grupo así. ¿Por qué no sólo podía tener una vida normal y aburrida...?
Con aquello, tenía más que suficientes motivaciones para largarme cuanto antes de aquella mansión. No tenía ninguna intención de quedarme a arriesgar mi vida, a la espera de la gran entrada del misterioso anfitrión, como el clásico y absurdo héroe promedio. ¡Al diablo la reprimenda que recibiría de Erwin después!
Lastima que... cuando finalmente me dispuse a ponerme en marcha, ya era demasiado tarde...
El inmenso cuadro ubicado en la pared central, aquel que vigilaba nuestra estancia en aquella habitación desde el primer momento en que entramos, cobró vida y se reveló como el esperado Señor R. Tras lo que resumiré como: "el monólogo del villano que se goza en el éxito de su plan malvado", las grandes puertas de la entrada a aquel salón se cerraron de golpe con un fuerte estruendo, estábamos encerrados...
Bufé obstinado, antes de observar como el cuadro de Raven era reducido a trizas ante el filo de la espada de aquel hombre-perro... Eso explicaba un par de cosas.
—¿Sin meteoros esta vez, Daregan? —sonreí malicioso, al ver la piedad que había tenido el hombre-perro con aquel cuadro, recordando muy bien lo letal que podía ser el impacto de uno de esos cometas—. Sin importar lo que te digan, no creo que ese maldito sea tan valiente para esconderse en esta misma habitación. —razoné, antes de dirigirme hacia la única salida.
Comprobé primeramente que aquellas puertas estuvieran cerradas. Efectivamente, no iba a ponernoslo tan fácil, ¿no?
Retrocedí pocos pasos antes de prepararme, fijando el punto al que dirigiría mi ataque. Sin embargo, aquellos ropajes dificultaban mi motricidad. ¡Maldita sea! Había tenido suficiente de ellos. Con un movimiento brusco, finalmente pude escuchar el sonido de las costuras rasgándose, liberándome de su opresión y permitiéndome recuperar el aire. Sin más ataduras que me impedirían continuar, procedí a abrir ambas puertas con una potente embestida. Dependiendo de lo que confesaran aquellas pinturas —si es que Asher les daba oportunidad de hablar—, podríamos ponernos a buscar al malnacido de una vez por todas.
OFF: Al conservar los talentos, utilizo mi Fuerza Bruta para asegurarnos una salida fuera de aquel salón.
Raymond Lorde
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Re: Claroscuro- Hallowyn 2020
Estaba tranquilamente en mi esquinita, no esperaba que nadie viniera a intentar socializar o presentarse o cualquier cosa del estilo. Todo el mundo estaba demasiado centrado en sus propias cosas, conjeturas o pensamientos como para prestar suficiente atención a los demás. Aunque aquella joven se acercó a mi, intentando... no sé... supongo que ser ¿amable? En realidad no podia hacer otra cosa que corresponder con una sonrisa. - Puedes llamarme Irinnil. - Mi voz apenas era un susurro, como normalmente, de noche no se necesita mucho más. Pero esperaba que fuera suficiente para que me escuchase.
No tuvimos mucho tiempo más para presentaciones sociales, nuestro adorado benefactor o como demonios se le llame al secuestrador social que envia las invitaciones había hecho acto de "presencia".
Grandísimo cerdo. “Pistas en clave en la carta” Oh, muy bonito, precioso, absoluto. No sé si la imbécil soy yo por fiarme de algo leído por un estúpido cualquiera por muy guapo que fuera, o si aquel cuadro parlante se estaba buscando que le pinchara un ojo con una cuchara por ese comentario. “Voy a timar a la vampiresa que no sabe leer y aún por encima voy a poner pistas ESCRITAS en la carta, así, en grande, para que se joda.” Estaba ya enfadada, pero es que luego dice que habría sido mejor pasarse por Colina antes de entrar en la mansión. De nuevo la imbécil soy yo, osea, me citan en un lugar “justo a la puesta de sol” y ahí yo ya me enfadé, claro, pero pensé que era solo un pequeño contratiempo… un despiste, sí eso. Pero ahora no, ¿cuándo demonios iba a sacar yo tiempo para entrevistar personas? ¿la noche anterior mientras todos duermen? Igual petando en la puerta diciendo “Oigan tienen un segundo para hablar de nuestro señor y salvador Habak” Igual así sería la forma más amable en que me cerrarían la puerta en las narices.
Me crucé de brazos, enfadada y buscando una cuchara cuando uno de nuestros adorables compañeros decidió hacerlo por mi. Me reí como no me había reído antes mientras le arrancaba los ojos al cuadro y hacía una pila para quemar los demás.
- … no creo que…
Me acerqué corriendo al hombre-bestia, le di un tirón de la cintura por si acaso se le ocurría prenderle fuego antes de tiempo (y quemarme a mi en el proceso, por supuesto). Rebusqué entre el montón que había hecho, agarré uno que me gustara. Con unas señoras y unos gatitos. Las señoras tendrían la culpa de todo, pero los gatitos no, así que lo recorté con el sable y lo enrollé para guardármelo. A ver, las señoras estaban intactas, o casi, nunca he sido mucho de recortar bien.
- Ale, ya, todo tuyo. Gracias por lo de los ojos, por cierto. - Le sonreí y me fui a buscar a Matt.
Seguramente el humano tendría más suerte con las señoras que yo, o que el hombre-bestia, o que cualquiera de la sala. Y me apetecía observar a los gatitos un ratito más, todo sea dicho.
- Creo que estas señoras tienen algo que les gustaría contarte, padre… o al menos la mayor parte de ellas. Se me escapó el sable a la mitad, perdón.
Estaba enfadada, pero sobretodo porque me habían quitado mi habilidad de integrarme entre las sombras y me sentía demasiado observada para mi gusto.
Última edición por Irinnil Fawkes el Miér Nov 18 2020, 19:03, editado 1 vez (Razón : Inutilidad social.)
Irinnil Fawkes
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Re: Claroscuro- Hallowyn 2020
Había… había leído mal la situación. Muy, muy mal al parecer. -Oh, no qué acontecimiento tan inesperado…- le dijo sarcásticamente al cuadro, sumando uno más a la lista de patrones que habían preferido intentar matarla a pagarla. Ambas listas estaban demasiado igualadas para su confort, puede que necesitara empezar a labrarse una reputación, como Ash…ah, no, allí estaba también, con ella y Eltrant. Oh, y Anders. Lo saludo con la mano distraídamente, preguntandose si esa casa tendría un sótano anti-meteoritos.
En cualquier caso, una estúpida puerta no iba a impedirle nada. Alzó una mano, casi con pereza. Una puerta cerrada era un patético intento de retenerla. -Rompe las cadenas que atan tu figura, acude a la llamada de tu señora, ruge, cubre el mundo de…- no, las palabras no estaban resonando como debían, solo eran palabras. -¿Yo llamo vuestro nombre con el rugido del trueno?- tampoco. Suspiró, pensando que hacer sin sus fieles gatos. Vale, no todo podía ser tan fácil, pero tenía otros recursos. -¿Banbaro?- el peluche parecía estar perfectamente, entusiasmado y listo para aparecer cuando quisiera. Iba a reventar la puerta con el jabalí, pero uno de los hombres se adelantó. -Cuando pase por el pueblo, había gente un poco…- ¿Cómo explicar lo que ella había interpretado como una enfermedad del alma? -ida.- perfecto. Diez de diez, presentaría su petición de cátedra en esa estúpida universidad bruja. Daba igual, tendrían que entenderla. -Así que puede que pretenda chuparnos el alma y meterla en un cuadro. Mejor darse prisa.- viendo los cuadros… tenía sentido. Sus especulaciones basadas en cero evidencias contrastadas no podían estar mal dos veces seguidas, era imposible. Miró a su alrededor, especialmente a Asher y su llamita. Era difícil saber cuánto tiempo tenían, o si iba a empeorar siquiera, por como sonaba, eran más bien coleccionables que mostrabas a los invitados, no aperitivos/almas que te comías para aumentar tu poder por toda la eternidad. Esperaba, al menos, porque no le haría ni pizca de gracia tener que enfrentarse a sus pequeños. En cualquier caso, lo importante era que a lo mejor ni se enteraban hasta que estuvieran en un estúpido cuadro, si se enteraban siquiera de que estaban en uno.
Vamos, que quemar la casa entera para hacerlo salir no era mala idea en absoluto, pero tenía que comprobar si podían salir primero, esa era una parte muy importante si uno pretendía quemar un edificio. -Alguien debería comprobar el lugar más alto, es un clásico entre villanos de pacotilla, yo voy a ver si podemos salir siquiera.- E inclinó la cabeza hacia el tipo que tan amablemente había abierto la puerta y empezó a dirigirse hacia la entrada. Y si estaba cerrada, no era nada que un enfadado jabalí no pudiera solucionar.
En cualquier caso, una estúpida puerta no iba a impedirle nada. Alzó una mano, casi con pereza. Una puerta cerrada era un patético intento de retenerla. -Rompe las cadenas que atan tu figura, acude a la llamada de tu señora, ruge, cubre el mundo de…- no, las palabras no estaban resonando como debían, solo eran palabras. -¿Yo llamo vuestro nombre con el rugido del trueno?- tampoco. Suspiró, pensando que hacer sin sus fieles gatos. Vale, no todo podía ser tan fácil, pero tenía otros recursos. -¿Banbaro?- el peluche parecía estar perfectamente, entusiasmado y listo para aparecer cuando quisiera. Iba a reventar la puerta con el jabalí, pero uno de los hombres se adelantó. -Cuando pase por el pueblo, había gente un poco…- ¿Cómo explicar lo que ella había interpretado como una enfermedad del alma? -ida.- perfecto. Diez de diez, presentaría su petición de cátedra en esa estúpida universidad bruja. Daba igual, tendrían que entenderla. -Así que puede que pretenda chuparnos el alma y meterla en un cuadro. Mejor darse prisa.- viendo los cuadros… tenía sentido. Sus especulaciones basadas en cero evidencias contrastadas no podían estar mal dos veces seguidas, era imposible. Miró a su alrededor, especialmente a Asher y su llamita. Era difícil saber cuánto tiempo tenían, o si iba a empeorar siquiera, por como sonaba, eran más bien coleccionables que mostrabas a los invitados, no aperitivos/almas que te comías para aumentar tu poder por toda la eternidad. Esperaba, al menos, porque no le haría ni pizca de gracia tener que enfrentarse a sus pequeños. En cualquier caso, lo importante era que a lo mejor ni se enteraban hasta que estuvieran en un estúpido cuadro, si se enteraban siquiera de que estaban en uno.
Vamos, que quemar la casa entera para hacerlo salir no era mala idea en absoluto, pero tenía que comprobar si podían salir primero, esa era una parte muy importante si uno pretendía quemar un edificio. -Alguien debería comprobar el lugar más alto, es un clásico entre villanos de pacotilla, yo voy a ver si podemos salir siquiera.- E inclinó la cabeza hacia el tipo que tan amablemente había abierto la puerta y empezó a dirigirse hacia la entrada. Y si estaba cerrada, no era nada que un enfadado jabalí no pudiera solucionar.
- Spoiler:
- Voy a comprobar la parte más importante de todo esto. Si estamos atrapados y por lo tanto lanzar un meteorito es mala idea (?)
Valyria
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Re: Claroscuro- Hallowyn 2020
- Tenía que haberlo sospechado. – Se masajeó las sienes, suspirando.
De hecho, lo había hecho. Había sabido que todo aquello era una trampa desde el principio. ¿Por qué había accedido a ir? Tenía que haber hecho una bola con la carta y haberla tirado a algún fuego.
Al menos ya no eran tres en el salón. Poco a poco habían ido llegando más caras conocidas entre las que estaban Demian, Anders, esa vampiresa a la que le forjó una espada hacía poco… y casi cinco o seis personas más.
Asher también cerca, podía notarlo. Era una sensación rara, como un escalofrío pero con suaves tonalidades de “El cielo puede abrirse en cualquier momento y dejar escapar un montón de meteoritos”.
Lo importante era, de todos modos, la voz disonante que se había apoderado de la amplia sala para relatarles de relatarles lo lentos que habían sido por no ser capaces de ver claramente las pistas que habían aparecido en las cartas.
- Ah… cuadros malditos. - dijo en voz baja. – Eso es nuevo. – Agregó a continuación, atusándose la barba.
Había algo raro en el ambiente, como si… era difícil de explicar; Pero el dueño de la voz había hecho algo a todos los presentes en el salón grande del Ala Norte.
Lo mejor era darse prisa.
Y Asher, en ese momento, hizo su aparición y comenzó a apilar cuadros para, después, decir quemarlos. No parecía mala idea, sobre todo cuando todo aquel asunto parecía estar relacionado con aquellas cosas.
- Bien, ¿Te encargas tú de eso entonces? – Le dijo Eltrant acercándose al lobo según desanudaba la capa que colgaba de su cuello, la cual cayó al suelo con suave “plof” y desveló el correaje que tenía pegado a la armadura. – Voy a ver si encuentro alguna pista en este sitio. Es una casa grande, pero no tan grande. – Le dijo a la ve que se ajustaba los guanteletes de forma un poco ausente.
Con la puerta abierta gracias a la intervención del joven ataviado de forma elegante ahora podían salir a recorrer el lugar a su antojo. Tenía admitir que aquel tipo tenía una fuerza sobrecogedora.
- Me encargaré de mirar eso. – Le dijo Eltrant a la mujer enmascarada según se dirigía a la salida. – Si alguien quiere acompañarme... mejor eso que ir solo. – Aseveró parado en el marco de la puerta, mirando concretamente a Demian y a Anders, antes de perderse por los pasillos de la mansión.
En su experiencia lidiando con nobles coleccionistas... estos siempre tenían una habitación especial, una especie de santuario a su ego. Usualmente indicaban algún tipo de complejo, o eso decía Lyn al menos. Lo normal era en lo más alto o en el sótano del lugar; pero también podía estar escondido en una habitación secreta tras alguna estantería o algo del estilo.
Por si acaso, se encargó de ir con cuidado por si daba con algo.
Rebuscó en la modesta bolsa de viaje con la que cargaba siempre y extrajo un libro de tapa roja que, desgraciadamente, conocía muy bien. El Libro del Sabio, el mismo tomo que tiempo atrás le había robado una parte de su alma, ahora para él no era más que un libro inofensivo.
Pero estaba bastante seguro de que si se lo tiraba a alguien a la cara le quitaría su alma igualmente.
- A ver que tienes que decir… - dijo abriéndolo según caminaba, viendo como las letras doradas comenzaban a brillar con suavidad según empezaban a formar palabras. [1]
Resumen: Me dirijo a explorar los pisos superiores
[1] Empleo una carga de: El Libro del Sabio: Puede darte el conocimiento completo de una localización a tu elección.
Interactuo con: Asher, Valyria. Menciono a: Demian, Anders, Raymond, Irinnil.
De hecho, lo había hecho. Había sabido que todo aquello era una trampa desde el principio. ¿Por qué había accedido a ir? Tenía que haber hecho una bola con la carta y haberla tirado a algún fuego.
Al menos ya no eran tres en el salón. Poco a poco habían ido llegando más caras conocidas entre las que estaban Demian, Anders, esa vampiresa a la que le forjó una espada hacía poco… y casi cinco o seis personas más.
Asher también cerca, podía notarlo. Era una sensación rara, como un escalofrío pero con suaves tonalidades de “El cielo puede abrirse en cualquier momento y dejar escapar un montón de meteoritos”.
Lo importante era, de todos modos, la voz disonante que se había apoderado de la amplia sala para relatarles de relatarles lo lentos que habían sido por no ser capaces de ver claramente las pistas que habían aparecido en las cartas.
- Ah… cuadros malditos. - dijo en voz baja. – Eso es nuevo. – Agregó a continuación, atusándose la barba.
Había algo raro en el ambiente, como si… era difícil de explicar; Pero el dueño de la voz había hecho algo a todos los presentes en el salón grande del Ala Norte.
Lo mejor era darse prisa.
Y Asher, en ese momento, hizo su aparición y comenzó a apilar cuadros para, después, decir quemarlos. No parecía mala idea, sobre todo cuando todo aquel asunto parecía estar relacionado con aquellas cosas.
- Bien, ¿Te encargas tú de eso entonces? – Le dijo Eltrant acercándose al lobo según desanudaba la capa que colgaba de su cuello, la cual cayó al suelo con suave “plof” y desveló el correaje que tenía pegado a la armadura. – Voy a ver si encuentro alguna pista en este sitio. Es una casa grande, pero no tan grande. – Le dijo a la ve que se ajustaba los guanteletes de forma un poco ausente.
Con la puerta abierta gracias a la intervención del joven ataviado de forma elegante ahora podían salir a recorrer el lugar a su antojo. Tenía admitir que aquel tipo tenía una fuerza sobrecogedora.
- Me encargaré de mirar eso. – Le dijo Eltrant a la mujer enmascarada según se dirigía a la salida. – Si alguien quiere acompañarme... mejor eso que ir solo. – Aseveró parado en el marco de la puerta, mirando concretamente a Demian y a Anders, antes de perderse por los pasillos de la mansión.
En su experiencia lidiando con nobles coleccionistas... estos siempre tenían una habitación especial, una especie de santuario a su ego. Usualmente indicaban algún tipo de complejo, o eso decía Lyn al menos. Lo normal era en lo más alto o en el sótano del lugar; pero también podía estar escondido en una habitación secreta tras alguna estantería o algo del estilo.
Por si acaso, se encargó de ir con cuidado por si daba con algo.
Rebuscó en la modesta bolsa de viaje con la que cargaba siempre y extrajo un libro de tapa roja que, desgraciadamente, conocía muy bien. El Libro del Sabio, el mismo tomo que tiempo atrás le había robado una parte de su alma, ahora para él no era más que un libro inofensivo.
Pero estaba bastante seguro de que si se lo tiraba a alguien a la cara le quitaría su alma igualmente.
- A ver que tienes que decir… - dijo abriéndolo según caminaba, viendo como las letras doradas comenzaban a brillar con suavidad según empezaban a formar palabras. [1]
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Resumen: Me dirijo a explorar los pisos superiores
[1] Empleo una carga de: El Libro del Sabio: Puede darte el conocimiento completo de una localización a tu elección.
Interactuo con: Asher, Valyria. Menciono a: Demian, Anders, Raymond, Irinnil.
Eltrant Tale
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Re: Claroscuro- Hallowyn 2020
—Esto es nuevo —comentó el adolescente, deslizando un dedo por el pomo de su daga—, pero, mantiene el espíritu. Mostrar su supuesta superioridad, mediante una presentación poco común.
Mientras tanto, Asher optaba por una solución que podríamos describir simplemente como agresiva y directa, muy a su estilo. Un clásico y Eltrant se disponía a explorar.
—Ustedes son los únicos que pueden recordarme —comentó a ambos—. Así que, bueno, voy con Eltrant. Mientras tanto, no quemes la casa completa, no mientras estemos aquí al menos.
Al moverse con el humano, divisó a una chica. En un principio no sabía exactamente quien era, pero su cara resultaba familiar. Tras pensar unos instantes recordó que habían tenido una aventura de gorriones hace un par de años en donde ella había participado. En ese entonces todos eran más niños y sólo querían divertirse.
Pasó frente a ella, asegurándose de que le viera el rostro, pero resultaba evidente que, como todos, ella no podría recordarle. Dio un suspiro. ¿Cuánta gente había perdido todo recuerdo de su persona por esa extraña maldición?
Realizó un gesto de saludo con la mano a la chica, antes de seguir en el camino con Eltrant, quien se disponía a usar un extraño libro. Demian no sabía exactamente qué hacía, pero sus sentidos le indicaban que había magia presente.
Se concentró él mismo en el Éter y notó que algo andaba mal. Su magia estaba afectada por algún tipo de presencia y sus hechizos parecían no funcionar correctamente.
—Curioso... ahora tú eres el mago y yo pelearé con mis armas —comentó Demian a Eltrant, desenfundando sus armas. No había enemigos presentes, pero iba a estar preparado. Si alguien intervenía en su magia es que no se estaba fiando de él, por lo que le devolvería con la misma moneda.
Mientras Eltrant hacía lo suyo, el chico no perdió tiempo y comenzó a abrir puertas. Con algo de suerte, podría encontrarse con el dueño del lugar, aunque no mantenía las esperanzas muy altas en ello. Por ahora, lo principal era conocer más, ver si había más de esos cuadros parlantes y tratar de reunir algo de información sobre quién era el que parecía empeñado en causarles molestias gratuitamente.
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(*) Demian saluda a Magazubi y luego sigue a Eltrant. Una vez explorando, comienza a abrir puertas en busca de pistas o información sobre el dueño del lugar.
Demian
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Re: Claroscuro- Hallowyn 2020
Escuché el nombre de la chica, sonreí amablemente, y antes de que pudiera conversar más llegó nuestro afitrión, y resultó que no se presentó personalmente. El hombre habló desde un cuadro y nos comentó un poco nuestras condiciones por la estancia en su mansión.
Al parecer a los otros invitados esta presentación no les agradó mucho ¿Se sentían amenazados? ¿Tal vez yo me lo estaba tomando muy a la ligera?
La verdad es que yo no estaba preocupada en lo absoluto; aún no nos había lastimado y esta ausencia de algunas habilidades ya la había sentido. La mejor forma de contrarrestar este tipo de situaciones era usar el cerebro. Cosa que yo no había utilizado bien por no investigar un poco más sobre mis reuniones, anfitriones y locaciones. Tal vez estaba siendo muy confiada, pero algo sí tenía seguro: todos los presentes pagamos esta estadía bien cara así que la iba a aprovechar.
Los sucesos siguientes se resumen en un ¿perro? o algo así que sale de la nada a desgarrar a nuestro anfitrión, y que otros de los invitados se encargaran de permitirnos la salida de esa habitación.
Necesitaba asegurarme de lo más importante; y justo cuando estaba por pronunciar mi aviso un chico de ojos claros (Dem) pasó por todo el frente y me saludó. Aquella simple acción me desconcentró, solo un poco, pero logré sonreír sin parecer rara, o eso esperaba. En fin... Necesitaba hacer mi gran aviso.
-¡¡YO ME PIDO LA HABITACIÓN MÁS BONITA!!- dije informando a todos y elevando una manito.
Presentía que la noche iba a ser larga, y además fuimos invitados a disfrutar de la mansión, así que eso haría.
Me planché el vestido con mis manos y con paso apresurado salí de aquel punto de encuentro.
Primero necesitaba conseguir la cocina, no podía buscar el cuarto más lindo con la barriga vacía, además los otros invitados y sus preocupaciones me daban un poco de ansiedad.
Pasé por un comedor grande y majestuoso mientras buscaba la cocina, que al parecer era más para gente de servicio que para que el propio dueño.
Cuando llegué ví un montón de implementos, unas cuantas bolitas de pan y unas piezas carne. Rellené los pansitos con carne y busqué una gran vaso con agua. Cuando estaba por salir me dí cuenta de una figura particular ... ¿Eso eran otras personitas? ¿Cómo los cuadros que estaban en el punto de reunión? No importa, ¡Me los llevo!
Agarré una bandejita y coloqué dos panes rellenos, un vaso de agua y esta cosa curiosa. (1)
Era momento de buscar algo de entretenimiento, vamos a conocer a nuestro anfitrión...
La mansión era bastante grande y un poco confusa pero debía haber una biblioteca en algún lado. Caminé de un lado a otro y sentí que me crucé con alguien pero no le dí demasiada importancia.
¿Este señor tendrá literatura romántica? Pensé mientras me tomaba la tarea de revisar por encima algunas puertas.
¡BINGO! Biblioteca ven a mí...
¡Ehm! Solía visitar muchas bibliotecas pero esta tenía un toque extraño, tenía como un ambiente un poco pesado y oscuro si se quiere. A pesar de eso debo confesar que me parecía riquísima esa biblioteca, tenía volúmenes muy interesantes, temas complejos y autores no muy reconocidos pero brillantes. Recuerdo que mi papá me leyó uno que otro libro interesante de uno de esos autores.
-Me encanta este señor- dije mientras veía el tipo de libros que tenía.
Despreocupada agarré unos 3 libros: uno oscurito, porque me daba curiosidad ver si conseguía algo malo y feo como todos los invitados pensaban; otro al azar; y no podía faltar la novela romántica.
Con los 3 libros bajo el brazo y mi bandeja de comida estaba lista para encerrarme en mi habitación a tener un maratón de lectura.
Caminé con cuidado y busqué en la zona de las habitaciones la que tuviera la puerta más ostentosa. Entré con cuidado, dejé la bandeja y los libros sobre la cama, y luego me acosté a leer en compañía de aquel objeto extraño que había conseguido en la cocina.
¡Tengo que tratar de no perderme en esta mansión! Exclamé para mis adentros sintiendo cómo mi corazón se aceleraba.
Detuve un momento la lectura en la que estaba y me quedé mirando un punto vacío en la página de aquel volumen.
Al parecer a los otros invitados esta presentación no les agradó mucho ¿Se sentían amenazados? ¿Tal vez yo me lo estaba tomando muy a la ligera?
La verdad es que yo no estaba preocupada en lo absoluto; aún no nos había lastimado y esta ausencia de algunas habilidades ya la había sentido. La mejor forma de contrarrestar este tipo de situaciones era usar el cerebro. Cosa que yo no había utilizado bien por no investigar un poco más sobre mis reuniones, anfitriones y locaciones. Tal vez estaba siendo muy confiada, pero algo sí tenía seguro: todos los presentes pagamos esta estadía bien cara así que la iba a aprovechar.
Los sucesos siguientes se resumen en un ¿perro? o algo así que sale de la nada a desgarrar a nuestro anfitrión, y que otros de los invitados se encargaran de permitirnos la salida de esa habitación.
Necesitaba asegurarme de lo más importante; y justo cuando estaba por pronunciar mi aviso un chico de ojos claros (Dem) pasó por todo el frente y me saludó. Aquella simple acción me desconcentró, solo un poco, pero logré sonreír sin parecer rara, o eso esperaba. En fin... Necesitaba hacer mi gran aviso.
-¡¡YO ME PIDO LA HABITACIÓN MÁS BONITA!!- dije informando a todos y elevando una manito.
Presentía que la noche iba a ser larga, y además fuimos invitados a disfrutar de la mansión, así que eso haría.
Me planché el vestido con mis manos y con paso apresurado salí de aquel punto de encuentro.
Primero necesitaba conseguir la cocina, no podía buscar el cuarto más lindo con la barriga vacía, además los otros invitados y sus preocupaciones me daban un poco de ansiedad.
Pasé por un comedor grande y majestuoso mientras buscaba la cocina, que al parecer era más para gente de servicio que para que el propio dueño.
Cuando llegué ví un montón de implementos, unas cuantas bolitas de pan y unas piezas carne. Rellené los pansitos con carne y busqué una gran vaso con agua. Cuando estaba por salir me dí cuenta de una figura particular ... ¿Eso eran otras personitas? ¿Cómo los cuadros que estaban en el punto de reunión? No importa, ¡Me los llevo!
Agarré una bandejita y coloqué dos panes rellenos, un vaso de agua y esta cosa curiosa. (1)
Era momento de buscar algo de entretenimiento, vamos a conocer a nuestro anfitrión...
La mansión era bastante grande y un poco confusa pero debía haber una biblioteca en algún lado. Caminé de un lado a otro y sentí que me crucé con alguien pero no le dí demasiada importancia.
¿Este señor tendrá literatura romántica? Pensé mientras me tomaba la tarea de revisar por encima algunas puertas.
¡BINGO! Biblioteca ven a mí...
¡Ehm! Solía visitar muchas bibliotecas pero esta tenía un toque extraño, tenía como un ambiente un poco pesado y oscuro si se quiere. A pesar de eso debo confesar que me parecía riquísima esa biblioteca, tenía volúmenes muy interesantes, temas complejos y autores no muy reconocidos pero brillantes. Recuerdo que mi papá me leyó uno que otro libro interesante de uno de esos autores.
-Me encanta este señor- dije mientras veía el tipo de libros que tenía.
Despreocupada agarré unos 3 libros: uno oscurito, porque me daba curiosidad ver si conseguía algo malo y feo como todos los invitados pensaban; otro al azar; y no podía faltar la novela romántica.
Con los 3 libros bajo el brazo y mi bandeja de comida estaba lista para encerrarme en mi habitación a tener un maratón de lectura.
Caminé con cuidado y busqué en la zona de las habitaciones la que tuviera la puerta más ostentosa. Entré con cuidado, dejé la bandeja y los libros sobre la cama, y luego me acosté a leer en compañía de aquel objeto extraño que había conseguido en la cocina.
¡Tengo que tratar de no perderme en esta mansión! Exclamé para mis adentros sintiendo cómo mi corazón se aceleraba.
Detuve un momento la lectura en la que estaba y me quedé mirando un punto vacío en la página de aquel volumen.
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Off
(1) Según los cuadros Los hombres de la Colina estaban en la cocina.
En resumen Maga se va a ver netflix en su habitación
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(1) Según los cuadros Los hombres de la Colina estaban en la cocina.
En resumen Maga se va a ver netflix en su habitación
Magazubi
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Re: Claroscuro- Hallowyn 2020
Me llevé una mano a la cara al escuchar la puerta sonar, tapando un suspiro. A partir de allí, las cosas no tardaron en desarrollarse mal. Pinturas mágicas, o más bien, prisiones en dos dimensiones hechas de pintura. Un hombre con la aparente capacidad de hacer eso, y estábamos en su mansión.
Me llevé una mano a la cara cuestionando la idea del lobo y miré al alrededor. Sí, la magia debía estar contenida en solo los cuadros, o arderíamos todos... ...
¿Hmm? Miré con mayor cuidado a los lados, notando la ausencia de poder sentir éter. Era una sensación rara, peor que un día sin brisa.
—Al menos —sonreí, levemente burlesco—. No tuvo que ver como hicieron un chiste de su puerta —dije, viendo el trabajo que había hecho aquel hombre.
Las capacidad que implicaba Valyria me hacía sentido, viendo que lo cuadros habían mencionado cosas que me hicieron creer que no era la primera vez que intentaban matarlo. El anciano que trabajaba madera había dicho lo más importante hasta el momento, probablemente. Había entrado a este infierno.
Claramente no había salido.
Vi hacia Elt e hice el amago de dar un paso, pero el joven de pelo negro se me adelantó. Ahora que lo pensaba, había dicho que solo él y Asher lo recordaban, pero no me sonaba nadie así que entrase al Oblivion. ¿No lo habría visto? Habían sido Valyria, un elfo... hmmm, ¿una chica? Y alguien más.
Decidí no darle muchas vueltas y negué con la cabeza para el hombre. Sabía que no estaba lo que se decía bien por todo lo ocurrido, así que le vendría bien un tiempo a solas con otra persona que supiera lo que había pasado.
Lo que me recordaba...
Suspiré y me giré, buscando a Matt. La chica que se había quedado en una esquina estaba con él, haciéndome sentir poco seguro en acercarme a ellos.
Lo hice, pensando más o menos en qué decir, o sí debería decir algo. No sirvió de nada, terminé por lanzar en un sobresalto la bolsa de polvo [1] que llevaba en la mano sobre su rostro. Me quedé viendo con una ceja alzada a la chica que había demandado la habitación más bonita, inseguro si era un chiste, estaba siendo sarcástica, o...
Le volví a ver la cara a Matt y balbuceé el inicio de una disculpa en cuanto me acordé que debió parecer que le lanzaba arena a la cara, pero me detuve. No había estado bien hacerlo tan de sorpresa, pero era Matt. Habían dos tipos de personas en el mundo: las que se merecían que les pidiesen disculpas, y Owens.
—...Hola, Matt —vi alrededor—, y compañía. Antes de que digas o hagas algo, primero dime, ¿qué tanto tienes qué ver con esto?
Me llevé una mano a la cara cuestionando la idea del lobo y miré al alrededor. Sí, la magia debía estar contenida en solo los cuadros, o arderíamos todos... ...
¿Hmm? Miré con mayor cuidado a los lados, notando la ausencia de poder sentir éter. Era una sensación rara, peor que un día sin brisa.
—Al menos —sonreí, levemente burlesco—. No tuvo que ver como hicieron un chiste de su puerta —dije, viendo el trabajo que había hecho aquel hombre.
Las capacidad que implicaba Valyria me hacía sentido, viendo que lo cuadros habían mencionado cosas que me hicieron creer que no era la primera vez que intentaban matarlo. El anciano que trabajaba madera había dicho lo más importante hasta el momento, probablemente. Había entrado a este infierno.
Claramente no había salido.
Vi hacia Elt e hice el amago de dar un paso, pero el joven de pelo negro se me adelantó. Ahora que lo pensaba, había dicho que solo él y Asher lo recordaban, pero no me sonaba nadie así que entrase al Oblivion. ¿No lo habría visto? Habían sido Valyria, un elfo... hmmm, ¿una chica? Y alguien más.
Decidí no darle muchas vueltas y negué con la cabeza para el hombre. Sabía que no estaba lo que se decía bien por todo lo ocurrido, así que le vendría bien un tiempo a solas con otra persona que supiera lo que había pasado.
Lo que me recordaba...
Suspiré y me giré, buscando a Matt. La chica que se había quedado en una esquina estaba con él, haciéndome sentir poco seguro en acercarme a ellos.
Lo hice, pensando más o menos en qué decir, o sí debería decir algo. No sirvió de nada, terminé por lanzar en un sobresalto la bolsa de polvo [1] que llevaba en la mano sobre su rostro. Me quedé viendo con una ceja alzada a la chica que había demandado la habitación más bonita, inseguro si era un chiste, estaba siendo sarcástica, o...
Le volví a ver la cara a Matt y balbuceé el inicio de una disculpa en cuanto me acordé que debió parecer que le lanzaba arena a la cara, pero me detuve. No había estado bien hacerlo tan de sorpresa, pero era Matt. Habían dos tipos de personas en el mundo: las que se merecían que les pidiesen disculpas, y Owens.
—...Hola, Matt —vi alrededor—, y compañía. Antes de que digas o hagas algo, primero dime, ¿qué tanto tienes qué ver con esto?
____________________________
Anders se acerca a hablar con Matt, y saluda a las personas cercanas al mismo.
[1] Objeto Máster: Polvo del Recuerdo.
Anders
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Re: Claroscuro- Hallowyn 2020
Matthew se quedó mirando atentamente a cada uno de los invitados que llegaban, eran un grupo bastante variado, algunos lo miraron y parecía que lo conocían, el Virrey supuso que a está altura podía considerarse una figura célebre. Por su parte, sólo notó a su querida hija adoptiva Irinnil y al bailarín exótico Mefisto, pero como ellos no hicieron nada por acercarse, él tampoco insistió.
“Y luego dicen que a mi me gusta hacer entradas llamativas...” pensó el Estafador mientras escuchaba el discurso de un cuadro parlante, porque sí, encontrarse con un cuadro parlante no era lo más extraño que había visto.
-Tu compañero de orgía se ve un poco... Plano, Abuela - Le susurró a Niun mientras el anfitrión hablaba - Como que le falta un poco de tridimensionalidad - Se aguantó la risa. Lo que no le causó gracias era eso de pasar mucho, muuucho tiempo en ese lugar “Aunque pensandolo bien...” miró a Hadden de reojo y le sonrió - Qué hermoso ¿No? Pasar el resto de la eternidad aquí juntos ¿No es eso romántico? -
Podía imaginarse la cara de asco y desesperación del Licántropo antes de que las hiciera, esperaba que eso le sirviera de motivación para poner toda su energía en buscar una salida. Pero antes de hacer nada, extendió la mano hacía Niun...
-Págame, yo gané la apuesta - Y en cuanto tuviera sus monedas sí podría concentrarse en cómo salir de esa situación. Varios del grupo se pusieron manos a la obra con bastante celeridad, un Hombre-Perro apareció de la nada y sin rodeos empezó a arrancar cuadros para quemarlos, mientras que otro grupo forzaba la puerta y empezaba a explorar la mansión - Cuánta violencia se respira en el ambiente - Comentó Owens con bastante calma mientras sacaba una figura de dragón de su bolsillo - Veamos qué encuentras - La lanzó al aire y pareció cobrar vida, saliendo de inmediato por la puerta que ya habían abierto.*
Irinnil siempre había demostrado ser una muchacha muy práctica, y mucho más inteligente de lo que la gente creía a primera vista. A Matt le dio mucha risa que separara a los gatos del cuadro que había arrancado, aceptó con mucho gusto al resto de las señoras diciendo un rápido -“Gracias, Hija mía” - , aunque antes de desenrollarlo miro a Hadden.
-Creo que necesitare de tu increíble carisma también, Amor - Y estaba por abrir el cuadro de las damas para empezar a hablar con ellas e intentar sacarles información, cuando un elfo que no era Mefisto se acercó. Parecía ser un muchacho joven, aunque todos los de su raza resultaban engañosos en cuanto a su edad. Miraba a Matthew como sí lo conociera, el Virrey no lo recordaba de nada, y eso le preocupaba porque le quitaba cierto control de la situación - ¿Y tú eres...? - De pronto le tiró un montón de arena en el rostro, la acción lo sorprendió y asustado sacó su daga para apoyarla en el cuello del elfo, pensando que había intentado envenenarlo - ... ¿Anders? - Lo más extraño de todo era que no lo hubiese reconocido hasta tenerlo tan cerca, guardó la daga ya que sabía que no era del tipo de persona que haría algo así - Que susto me diste, no andes por ahí arrojándole cosas en la cara a la gente - Se quitó los restos de arena de la camisa - ¿Por qué piensas que si algo malo ocurre yo tengo que estar involucrado? Soy víctima de la situación al igual que tú - Suspiró - Con lo bien que te trate en el pasado y ahora apareces de la nada para acusarme de secuestro - Se lamentó el Virrey con total descaro. Regresó a su actitud encantadora y pasó a las presentaciones - Por orden de edad: Mi Abuela Niun, mi Hija Irinnil y mi amante Hadden. Gente, él es Anders, estuvo a la venta durante unas horas en mi Ciudad hasta que decidió escapar -
Hechas las presentaciones, era momento de ir a lo importante. Desenrollo el cuadro de las señoras y les sonrió.
-Damas, un gusto conocerlas, soy Matthew Owens ¿Alguna de ustedes podría ser tan amable de explicar qué es lo que está ocurriendo? - Y esperaba que el resto del grupo se comportara amable también para favorecer la colaboración de los cuadros parlantes.
------------------------------------------------------------------------------------
*Uso el Objeto "Escultura Pequeño Dragón": Si lo lanzáis al aire, el dragón tomará el vuelo y podréis ver con sus ojos. Útil para inspeccionar áreas fuera de vuestro alcance. La duración del vuelo del dragón es de 2 turno. Después de éste, el dragón regresará a su estado estático original.
Resumen del post: Reconozco a Mefisto. Hablo con Irinnil, Niun, Hadden y Anders.
“Y luego dicen que a mi me gusta hacer entradas llamativas...” pensó el Estafador mientras escuchaba el discurso de un cuadro parlante, porque sí, encontrarse con un cuadro parlante no era lo más extraño que había visto.
-Tu compañero de orgía se ve un poco... Plano, Abuela - Le susurró a Niun mientras el anfitrión hablaba - Como que le falta un poco de tridimensionalidad - Se aguantó la risa. Lo que no le causó gracias era eso de pasar mucho, muuucho tiempo en ese lugar “Aunque pensandolo bien...” miró a Hadden de reojo y le sonrió - Qué hermoso ¿No? Pasar el resto de la eternidad aquí juntos ¿No es eso romántico? -
Podía imaginarse la cara de asco y desesperación del Licántropo antes de que las hiciera, esperaba que eso le sirviera de motivación para poner toda su energía en buscar una salida. Pero antes de hacer nada, extendió la mano hacía Niun...
-Págame, yo gané la apuesta - Y en cuanto tuviera sus monedas sí podría concentrarse en cómo salir de esa situación. Varios del grupo se pusieron manos a la obra con bastante celeridad, un Hombre-Perro apareció de la nada y sin rodeos empezó a arrancar cuadros para quemarlos, mientras que otro grupo forzaba la puerta y empezaba a explorar la mansión - Cuánta violencia se respira en el ambiente - Comentó Owens con bastante calma mientras sacaba una figura de dragón de su bolsillo - Veamos qué encuentras - La lanzó al aire y pareció cobrar vida, saliendo de inmediato por la puerta que ya habían abierto.*
Irinnil siempre había demostrado ser una muchacha muy práctica, y mucho más inteligente de lo que la gente creía a primera vista. A Matt le dio mucha risa que separara a los gatos del cuadro que había arrancado, aceptó con mucho gusto al resto de las señoras diciendo un rápido -“Gracias, Hija mía” - , aunque antes de desenrollarlo miro a Hadden.
-Creo que necesitare de tu increíble carisma también, Amor - Y estaba por abrir el cuadro de las damas para empezar a hablar con ellas e intentar sacarles información, cuando un elfo que no era Mefisto se acercó. Parecía ser un muchacho joven, aunque todos los de su raza resultaban engañosos en cuanto a su edad. Miraba a Matthew como sí lo conociera, el Virrey no lo recordaba de nada, y eso le preocupaba porque le quitaba cierto control de la situación - ¿Y tú eres...? - De pronto le tiró un montón de arena en el rostro, la acción lo sorprendió y asustado sacó su daga para apoyarla en el cuello del elfo, pensando que había intentado envenenarlo - ... ¿Anders? - Lo más extraño de todo era que no lo hubiese reconocido hasta tenerlo tan cerca, guardó la daga ya que sabía que no era del tipo de persona que haría algo así - Que susto me diste, no andes por ahí arrojándole cosas en la cara a la gente - Se quitó los restos de arena de la camisa - ¿Por qué piensas que si algo malo ocurre yo tengo que estar involucrado? Soy víctima de la situación al igual que tú - Suspiró - Con lo bien que te trate en el pasado y ahora apareces de la nada para acusarme de secuestro - Se lamentó el Virrey con total descaro. Regresó a su actitud encantadora y pasó a las presentaciones - Por orden de edad: Mi Abuela Niun, mi Hija Irinnil y mi amante Hadden. Gente, él es Anders, estuvo a la venta durante unas horas en mi Ciudad hasta que decidió escapar -
Hechas las presentaciones, era momento de ir a lo importante. Desenrollo el cuadro de las señoras y les sonrió.
-Damas, un gusto conocerlas, soy Matthew Owens ¿Alguna de ustedes podría ser tan amable de explicar qué es lo que está ocurriendo? - Y esperaba que el resto del grupo se comportara amable también para favorecer la colaboración de los cuadros parlantes.
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*Uso el Objeto "Escultura Pequeño Dragón": Si lo lanzáis al aire, el dragón tomará el vuelo y podréis ver con sus ojos. Útil para inspeccionar áreas fuera de vuestro alcance. La duración del vuelo del dragón es de 2 turno. Después de éste, el dragón regresará a su estado estático original.
Resumen del post: Reconozco a Mefisto. Hablo con Irinnil, Niun, Hadden y Anders.
Matthew Owens
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Re: Claroscuro- Hallowyn 2020
Había algo en el ambiente. El olor a amenazas, brutal misterio y agresividad mal encaminada. ¿Cómo podía algo oler así? Considerando uno de esos misterios de la vida, me quede observando el espectáculo de criaturas atrapadas en imágenes. Una auténtica desgracia lo de algunos. Si me atrapasen dentro de un cuadro por la eternidad, lo mínimo sería ponerme con cuarenta años menos y varias tallas de pecho más. Ciertamente, con la mierda de “la verdad del artista” al cliente nunca se le tenía en cuenta.
Puse mi dedo sobre los labios del estafador inmundo. Mi enorme y arrugado dedo contra su labio liperino, partiéndolo en dos, lo cortó en medio de la conversación- Sush. ¿Has visto esos brazos? -replico, manteniendo el dedo donde estaba- Un hombre con esos brazos y esa sonrisa me puede intentar succionar el alma…si es por donde yo le diga. -Aunque no tenía mucha esperanza de que pudiese hacer mucho con ella. Todo el mundo parecía tan…sufridos por la pérdida de habilidades. ¡Ja! Tomaos esa, magos y hechiceros.- Y la noche es larga…y evidentemente el caballero se acerca a mi edad…Así que nada de pago -replico, mientras coloco la mano extendida del caballero en otra dirección.
De repente, el origen de la agresividad en el cuarto surgió de la nada, sacándome un susto. Dios, si fuese más joven se me torcerían las bragas ante las noticias repentinas que seguían a los acontecimientos. Por supuesto, el ser lobezno era lanzado y compartía mi amor por la destrucción de la propiedad privada.- ¡Espera! -grite, acercándome a pasos rápidos, rebuscando entre mi túnica. Finalmente, saque de entre mis telas un puro y lo encendí con las llamas, boqueando un buen porcentaje del humo.- Gracias, muchachote, no tenía fuego…-susurro, enunciando las palabras con masivas cantidades de humo.- De todos modos, intenta no quemarlos mucho. No sabemos si la magia impide comunicación si se queman solo parcialmente… y sería una pena perderlos por un arrebato emocional. -Añado, pero cojo de la pila el cuadro de la mujer y la niña. Quizás fuese una debilidad por las madres y niñas, pero que persona con un alma pura no intenta salvar a mujeres y niñas. Por el aspecto de la habitación, poca gente.
Cuando regreso con el estafador y su amante, la posición más segura para una señora mayor, veo que alguien le ha metido arena en la cara. Me rio. Mucho. Bastante. Con esfuerzo por la risa, le pongo la mano al elfo que lo ha hecho en el hombro- Has hecho el trabajo de dios, hijo mio. -digo, entre bocanadas de aire, intentando mantenerme de pie y el puro en los labios.- Uff…no me reía así desde que el príncipe de Beltrexus se bajo los pantalones. Resultó que la espada real era más una navaja para el correo -le susurro, recomponiéndome ligeramente. Tras ese momento de debilidad, me preparo para hablar con las señoras. Aunque mi ceja se levanta cuando me llaman abuela- ¡Soy demasiado joven como para ser tu abuela! -Aunque con las cogorzas de algunos años…la década de los veinte estaba borrosa por los bordes y tenía algunos apagones en los treinta. Demasiado garrafón.
-Muy bien, señorita…antes de nada. -Miro fijamente a la mujer, con mis ojos penetrantes y azules.- Tengo una pregunta importante que hacerte…-me acerco, observando cada centímetro del dibujo y permitiendo que ellas viesen mi rostro arrugado, que a esa distancia no tenía que ser una imagen bonita. Con un susurro de comadrería pregunto- ¿Del mago ese no habrá otro cuadro…ya sabes, tipo el “Majo desnudo” o “el caballero con una escasa hoja de parra que lo enseña todo”? -digo, levantando las cejas, con un gesto universalmente reconocido- Además, ¿tiene algún consejo para salir? Una cita en una mansión no esta nada mal pero preferiría un buen paseo por un lago o un garbeo entre los arbustos. Lo normal entre la gente joven…
Puse mi dedo sobre los labios del estafador inmundo. Mi enorme y arrugado dedo contra su labio liperino, partiéndolo en dos, lo cortó en medio de la conversación- Sush. ¿Has visto esos brazos? -replico, manteniendo el dedo donde estaba- Un hombre con esos brazos y esa sonrisa me puede intentar succionar el alma…si es por donde yo le diga. -Aunque no tenía mucha esperanza de que pudiese hacer mucho con ella. Todo el mundo parecía tan…sufridos por la pérdida de habilidades. ¡Ja! Tomaos esa, magos y hechiceros.- Y la noche es larga…y evidentemente el caballero se acerca a mi edad…Así que nada de pago -replico, mientras coloco la mano extendida del caballero en otra dirección.
De repente, el origen de la agresividad en el cuarto surgió de la nada, sacándome un susto. Dios, si fuese más joven se me torcerían las bragas ante las noticias repentinas que seguían a los acontecimientos. Por supuesto, el ser lobezno era lanzado y compartía mi amor por la destrucción de la propiedad privada.- ¡Espera! -grite, acercándome a pasos rápidos, rebuscando entre mi túnica. Finalmente, saque de entre mis telas un puro y lo encendí con las llamas, boqueando un buen porcentaje del humo.- Gracias, muchachote, no tenía fuego…-susurro, enunciando las palabras con masivas cantidades de humo.- De todos modos, intenta no quemarlos mucho. No sabemos si la magia impide comunicación si se queman solo parcialmente… y sería una pena perderlos por un arrebato emocional. -Añado, pero cojo de la pila el cuadro de la mujer y la niña. Quizás fuese una debilidad por las madres y niñas, pero que persona con un alma pura no intenta salvar a mujeres y niñas. Por el aspecto de la habitación, poca gente.
Cuando regreso con el estafador y su amante, la posición más segura para una señora mayor, veo que alguien le ha metido arena en la cara. Me rio. Mucho. Bastante. Con esfuerzo por la risa, le pongo la mano al elfo que lo ha hecho en el hombro- Has hecho el trabajo de dios, hijo mio. -digo, entre bocanadas de aire, intentando mantenerme de pie y el puro en los labios.- Uff…no me reía así desde que el príncipe de Beltrexus se bajo los pantalones. Resultó que la espada real era más una navaja para el correo -le susurro, recomponiéndome ligeramente. Tras ese momento de debilidad, me preparo para hablar con las señoras. Aunque mi ceja se levanta cuando me llaman abuela- ¡Soy demasiado joven como para ser tu abuela! -Aunque con las cogorzas de algunos años…la década de los veinte estaba borrosa por los bordes y tenía algunos apagones en los treinta. Demasiado garrafón.
-Muy bien, señorita…antes de nada. -Miro fijamente a la mujer, con mis ojos penetrantes y azules.- Tengo una pregunta importante que hacerte…-me acerco, observando cada centímetro del dibujo y permitiendo que ellas viesen mi rostro arrugado, que a esa distancia no tenía que ser una imagen bonita. Con un susurro de comadrería pregunto- ¿Del mago ese no habrá otro cuadro…ya sabes, tipo el “Majo desnudo” o “el caballero con una escasa hoja de parra que lo enseña todo”? -digo, levantando las cejas, con un gesto universalmente reconocido- Además, ¿tiene algún consejo para salir? Una cita en una mansión no esta nada mal pero preferiría un buen paseo por un lago o un garbeo entre los arbustos. Lo normal entre la gente joven…
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Re: Claroscuro- Hallowyn 2020
Debí haberme dado cuenta antes.
Pinté peligro en el aire, armando posibles situaciones en que todo saldría mal. Todas tenían que ver con aquél "anciano" —estaba seguro que debía ser más joven que yo— y aquél niño, de alguna forma u otra. Cuando me di cuenta del murmuro, de que había enfocado demasiado mi atención, ya era demasiado tarde.
El cuadro central alzó la voz, y los demás cuadros callaron. Tonterías clásicas de la ocasión, mostacho entre los dedos y monólogo rimbombante, si bien desde desde una dirección inesperada. Desde la pared, digo.
Se cerraron las puertas, y hasta ahí, todo iba al pie de la letra en cuanto a villano en mansión misteriosa se refiere. Entonces ocurrió aquello, y mi sonrisa desapareció.
«Debí haberme dado cuenta antes.»
No fueron lacayos vestidos en ropas negras, ni trampas en el techo o suelo. No hubo asesinato misterioso, ni fantasmas en los pasillos.
Aquello me paralizó, de un momento a otro. Me sentí indefenso y aturdido, como si estuviese en lo más profundo de un lago del norte. Incapaz de moverme o luchar, obligado a sentir cómo las aguas gélidas usurpaban el calor de mis extremidades con cada latido.
Mi visión se nubló y me flaquearon las piernas. Busqué la pared como apoyo y me llevé una mano a la cara, incrédulo.
—¿...Qué..? —logré mascullar, mi voz un quejido lastimoso.
Mis ojos bailaban histéricos, de esquina a esquina, de rostro a rostro. Aquél salón había perdido más que detalles y claridad, había perdido vida. Me encontraba rodeado de una asfixiante sensación de ausencia, en las paredes y en el suelo y en cada uno de las personas presentes; Como observar el rostro de un cadáver, todo había perdido su chispa.
«¡...!»
Observé al anciano y al niño otra vez, y no pude sentir ni un murmuro de magia provenir de sus armas o armaduras. Agucé mis sentidos, horrorizado, y busqué algún rastro de éter en cualquiera de los presentes, en vano. Todos ellos habían perdi—
«...No.» mi respiración se aceleró. «No ellos...»
Aquella sensación desoladora desapareció, tal como había llegado, y se llevó con ella una parte de mi mundo.
El cuadro central fue repentinamente rasgado por un hombre-bestia que apareció de la nada. Mis ojos se clavaron en aquél cuerpo decrépito, y luego en la espada que sostenía. Conocía muy bien aquél arma, y por ello se me hizo un nudo en el estómago.
No había ni una pizca de éter, ni hablar del fulgor encandilante que normalmente habría en ella. Para mis sentidos era, simplemente, otra espada más.
Los cuadros empezaron a ser apilados, y con cada golpe de los marcos contra el suelo, podía sentir cómo el terror e impotencia retrocedían, dando lugar a un sentimiento más violento.
Mis ojos se movieron hasta la solitaria llama azul, en el centro del salón, y aquello fue suficiente para encender el odio ardiente que empezaba a calentarme el pecho.
Me alejé de la pared, habiendo recuperado la compostura, y me acerqué al hombre-perro, ignorando el movimiento de los demás invitados.
—No necesitamos encontrarlo —Una sonrisa amplia se apoderó de mi expresión, una carente de cualquier jovialidad, gracia o compasión—. No estamos encerrados. —señalé la puerta destrozada con el pulgar.
Puede que aquello no me devolvería lo que había perdido.
Puede que sea imposible recuperar los colores que me había robado esa mansión de mierda.
...Si ese era el caso, por lo menos la podíamos pintar de azul.
—¡Quema todo el maldito lugar!—Elevé ambos brazos, dejando salir una carcajada nacida del odio más sofocante que había tintado mi cordura.
Interactúo con Asher.
Pinté peligro en el aire, armando posibles situaciones en que todo saldría mal. Todas tenían que ver con aquél "anciano" —estaba seguro que debía ser más joven que yo— y aquél niño, de alguna forma u otra. Cuando me di cuenta del murmuro, de que había enfocado demasiado mi atención, ya era demasiado tarde.
El cuadro central alzó la voz, y los demás cuadros callaron. Tonterías clásicas de la ocasión, mostacho entre los dedos y monólogo rimbombante, si bien desde desde una dirección inesperada. Desde la pared, digo.
Se cerraron las puertas, y hasta ahí, todo iba al pie de la letra en cuanto a villano en mansión misteriosa se refiere. Entonces ocurrió aquello, y mi sonrisa desapareció.
«Debí haberme dado cuenta antes.»
No fueron lacayos vestidos en ropas negras, ni trampas en el techo o suelo. No hubo asesinato misterioso, ni fantasmas en los pasillos.
Aquello me paralizó, de un momento a otro. Me sentí indefenso y aturdido, como si estuviese en lo más profundo de un lago del norte. Incapaz de moverme o luchar, obligado a sentir cómo las aguas gélidas usurpaban el calor de mis extremidades con cada latido.
Mi visión se nubló y me flaquearon las piernas. Busqué la pared como apoyo y me llevé una mano a la cara, incrédulo.
—¿...Qué..? —logré mascullar, mi voz un quejido lastimoso.
Mis ojos bailaban histéricos, de esquina a esquina, de rostro a rostro. Aquél salón había perdido más que detalles y claridad, había perdido vida. Me encontraba rodeado de una asfixiante sensación de ausencia, en las paredes y en el suelo y en cada uno de las personas presentes; Como observar el rostro de un cadáver, todo había perdido su chispa.
«¡...!»
Observé al anciano y al niño otra vez, y no pude sentir ni un murmuro de magia provenir de sus armas o armaduras. Agucé mis sentidos, horrorizado, y busqué algún rastro de éter en cualquiera de los presentes, en vano. Todos ellos habían perdi—
«...No.» mi respiración se aceleró. «No ellos...»
Aquella sensación desoladora desapareció, tal como había llegado, y se llevó con ella una parte de mi mundo.
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El cuadro central fue repentinamente rasgado por un hombre-bestia que apareció de la nada. Mis ojos se clavaron en aquél cuerpo decrépito, y luego en la espada que sostenía. Conocía muy bien aquél arma, y por ello se me hizo un nudo en el estómago.
No había ni una pizca de éter, ni hablar del fulgor encandilante que normalmente habría en ella. Para mis sentidos era, simplemente, otra espada más.
Los cuadros empezaron a ser apilados, y con cada golpe de los marcos contra el suelo, podía sentir cómo el terror e impotencia retrocedían, dando lugar a un sentimiento más violento.
Mis ojos se movieron hasta la solitaria llama azul, en el centro del salón, y aquello fue suficiente para encender el odio ardiente que empezaba a calentarme el pecho.
Me alejé de la pared, habiendo recuperado la compostura, y me acerqué al hombre-perro, ignorando el movimiento de los demás invitados.
—No necesitamos encontrarlo —Una sonrisa amplia se apoderó de mi expresión, una carente de cualquier jovialidad, gracia o compasión—. No estamos encerrados. —señalé la puerta destrozada con el pulgar.
Puede que aquello no me devolvería lo que había perdido.
Puede que sea imposible recuperar los colores que me había robado esa mansión de mierda.
...Si ese era el caso, por lo menos la podíamos pintar de azul.
—¡Quema todo el maldito lugar!—Elevé ambos brazos, dejando salir una carcajada nacida del odio más sofocante que había tintado mi cordura.
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Interactúo con Asher.
Última edición por Mefisto el Dom Nov 29 2020, 21:14, editado 1 vez
Mefisto
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