Un tiburón en la costa [Libre] [3/3] [TEMA CERRADO]
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Un tiburón en la costa [Libre] [3/3] [TEMA CERRADO]
El sol terminaba de esconderse en el horizonte, hundiéndose a lo lejos en el mar, tiñendo de naranja las nubes alrededor y creando un gradiente de colores. Las olas tranquilas llegaban hasta la costa con un ritmo constante, tocando lentamente la arena blanca, característica de aquella playa. Rascal recorría tranquilamente la costa cargando una mochila donde llevaba su pesca del día, su caña y su arco, entre otras cosas. Colgando de su cinturón llevaba una pequeña lampara de aceite.
Pensaba en buscar algún refugio ya sea entre las rocas de la playa o en algún lugar entre los arboles del bosque cercano, para así poder pasar la noche de aquel día. Mientras tanto, disfrutaba el atardecer.
La jornada de pesca había resultado bastante bien. Logro pescar varias presas grandes (por las cuales seguramente pagarían un buen precio en el mercado) y hasta llego a capturar una más, que haría de una bien merecida cena luego de tanto trabajo. La zona en la que llevo a cabo su jornada de pesca era poco concurrida y siempre lograba capturar algo. Rascal no tenia un bote que le permitiese adentrarse a zonas donde abundaban otras especies de peces, pero por el momento no te interesaba correr aquellos riesgos.
El sonido de las olas y las pisadas de Rascal en la arena se interrumpieron por unos gritos que se escuchaban a lo lejos. Al seguir caminando comenzó a vislumbrar las luces de antorchas en un pequeño campamento a los lejos y, eventualmente, logró escuchar con mayor claridad aquellas voces. Un grupo de cuatro hombres discutían fuertemente alrededor de dos botes ubicados justo donde las olas rompían pacíficamente chocando contra la madera. Entre ambos botes se encontraba una especie de tiburón de gran tamaño, envuelto en una red y con un arpón clavado.
Uno de los botes estaba pintado con decoraciones celestes, mientras que las decoraciones del otro eran rojas. Los dos hombres junto al bote rojo eran fornidos y de hombros anchos, mientras que los del bote celeste eran mas bien delgados y altos. Cada par de hombres eran tan parecidos entre si (a excepción de una pequeña diferencia de edad) que no hacía falta mucho para adivinar que eran hermanos.
Rascal ya se encontraba lo suficientemente cerca como para escuchar la discusión. No era necesario estar demasiado cerca para oírla, de todas formas, ya que estaban prácticamente gritando.
—¡¿Es que no lo ves?! ¡Ese arpón es mío, incluso tiene mi nombre grabado! —aclamaba uno de los hombres junto al bote rojo, señalando el arpón— Tholaf K. Jüman ¿Sabes leer acaso? ¡Este tiburón es nuestro, nosotros le dimos caza!
—¿Eres tonto? ¿O de pequeño te golpeaste la cabeza contra una roca? —respondió uno de los hombres junto al barco celeste— ¡Mira esta red, si es que tanto te interesan los nombres! Bran L. Motheon, esta red es mía ¡Nosotros lo capturamos, el pececito este es nuestro! —exclamaba mientras sacudía frenéticamente la red —¿Qué tipo de nombre es Tholaf, de todas formas? —el hombre y su compañero largaron una fuerte carcajada.
Estos únicos argumentos eran en los que se estaba basando aquel intercambio de gritos y gestos bruscos. Estaban tan empedernidos en aquella pelea que no percibieron la presencia de Rascal a apenas unos pasos. «Debo hacer algo antes de que pasen de los gritos a los golpes» pensó Rascal, quien realmente no tenía muchas habilidades diplomáticas pero si estaba dispuesto a por lo menos intentar solucionar aquel problema.
—¡Buenas tardes muchachos! —Rascal tuvo que gritar lo mas fuerte y con la voz mas imponente que pudo para que los cuatro hombres finalmente le prestasen atención— ¿Cuál es el problema aquí?
Pensaba en buscar algún refugio ya sea entre las rocas de la playa o en algún lugar entre los arboles del bosque cercano, para así poder pasar la noche de aquel día. Mientras tanto, disfrutaba el atardecer.
La jornada de pesca había resultado bastante bien. Logro pescar varias presas grandes (por las cuales seguramente pagarían un buen precio en el mercado) y hasta llego a capturar una más, que haría de una bien merecida cena luego de tanto trabajo. La zona en la que llevo a cabo su jornada de pesca era poco concurrida y siempre lograba capturar algo. Rascal no tenia un bote que le permitiese adentrarse a zonas donde abundaban otras especies de peces, pero por el momento no te interesaba correr aquellos riesgos.
El sonido de las olas y las pisadas de Rascal en la arena se interrumpieron por unos gritos que se escuchaban a lo lejos. Al seguir caminando comenzó a vislumbrar las luces de antorchas en un pequeño campamento a los lejos y, eventualmente, logró escuchar con mayor claridad aquellas voces. Un grupo de cuatro hombres discutían fuertemente alrededor de dos botes ubicados justo donde las olas rompían pacíficamente chocando contra la madera. Entre ambos botes se encontraba una especie de tiburón de gran tamaño, envuelto en una red y con un arpón clavado.
Uno de los botes estaba pintado con decoraciones celestes, mientras que las decoraciones del otro eran rojas. Los dos hombres junto al bote rojo eran fornidos y de hombros anchos, mientras que los del bote celeste eran mas bien delgados y altos. Cada par de hombres eran tan parecidos entre si (a excepción de una pequeña diferencia de edad) que no hacía falta mucho para adivinar que eran hermanos.
Rascal ya se encontraba lo suficientemente cerca como para escuchar la discusión. No era necesario estar demasiado cerca para oírla, de todas formas, ya que estaban prácticamente gritando.
—¡¿Es que no lo ves?! ¡Ese arpón es mío, incluso tiene mi nombre grabado! —aclamaba uno de los hombres junto al bote rojo, señalando el arpón— Tholaf K. Jüman ¿Sabes leer acaso? ¡Este tiburón es nuestro, nosotros le dimos caza!
—¿Eres tonto? ¿O de pequeño te golpeaste la cabeza contra una roca? —respondió uno de los hombres junto al barco celeste— ¡Mira esta red, si es que tanto te interesan los nombres! Bran L. Motheon, esta red es mía ¡Nosotros lo capturamos, el pececito este es nuestro! —exclamaba mientras sacudía frenéticamente la red —¿Qué tipo de nombre es Tholaf, de todas formas? —el hombre y su compañero largaron una fuerte carcajada.
Estos únicos argumentos eran en los que se estaba basando aquel intercambio de gritos y gestos bruscos. Estaban tan empedernidos en aquella pelea que no percibieron la presencia de Rascal a apenas unos pasos. «Debo hacer algo antes de que pasen de los gritos a los golpes» pensó Rascal, quien realmente no tenía muchas habilidades diplomáticas pero si estaba dispuesto a por lo menos intentar solucionar aquel problema.
—¡Buenas tardes muchachos! —Rascal tuvo que gritar lo mas fuerte y con la voz mas imponente que pudo para que los cuatro hombres finalmente le prestasen atención— ¿Cuál es el problema aquí?
Última edición por Rascal el Dom 19 Ene 2020 - 19:19, editado 2 veces
Rascal
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Re: Un tiburón en la costa [Libre] [3/3] [TEMA CERRADO]
En mi travesía por las oscuras Tierras del Oeste, había sobrevivido a la muerte cada día: despiadados y crueles vampiros, un poderoso brujo que había sembrado un mortífero caos a mi alrededor, hasta un puñetero wendigo comecadáveres…
¡Sin duda, era hora de poner rumbo a casa! Echaba de menos Baslodia y sus intrigas, su ambiente urbano decadente, los robos a los ricos, las acrobacias por sus tejados y el calor del hogar… más ahora, que el invierno se acercaba y con él, el intenso frío.
Cogí un pequeño barco que se dirigía hasta Lunargenta en una pequeña aldea al sur. Odiaba navegar y al poco rato de estar en alta mar, terminé vomitando por la borda. Aquella era la tercera vez que viajaba en barco y aunque siempre creía que a la próxima ocasión conseguiría acabar la travesía sin vomitar, siempre terminaba haciéndolo.
Aquel paisaje, al menos, era hermoso. Las vistas de la playa de los ancestros eran inigualables: calas de arena dorada e imponentes acantilados y rocas surgían a lo largo de toda la costa.
En la tarde del segundo día de viaje, el barco decidió acercarse a la costa. Fue entonces cuándo me percaté de que las intenciones de la tripulación eran extrañas y que con una excusa nada creíble, nos acercamos hasta la orilla, dónde casualmente, había unos hombres con ciertas mercancías… ¡había estado viajando con contrabandistas!
De todas formas, estaba contento por volver a pisar tierra firme y bajé del barco, dispuesto a pasear por la costa, ya que me confirmaron de que el navío no zarparía de nuevo hasta el día siguiente.
Caminé un largo rato con mis botas en las manos, disfrutando el contacto de la arena en mis descalzos pies. En mi camino, me crucé con diversos pescadores, la mayoría de ellos elfos, que me miraban con cierta desconfianza.
En mi viaje de vuelta, comencé a contemplar una escena que enseguida llamó mi atención: dos humanos en una barca y dos elfos en otra discutían sobre quién había pescado un tiburón que se había acercado demasiado a la costa. La escena era de lo más divertida, ya que ambos bandos decían haberlo capturado.
Un elfo que parecía joven se había acercado hasta allí y había preguntado a aquellos hombres cuál era el problema. Me mantuve a una distancia prudencial, sin ganas de implicarme en el asunto, pero deseoso de ver cómo lograban ponerle fin.
¿Tan difícil era compartirlo?
¡Sin duda, era hora de poner rumbo a casa! Echaba de menos Baslodia y sus intrigas, su ambiente urbano decadente, los robos a los ricos, las acrobacias por sus tejados y el calor del hogar… más ahora, que el invierno se acercaba y con él, el intenso frío.
Cogí un pequeño barco que se dirigía hasta Lunargenta en una pequeña aldea al sur. Odiaba navegar y al poco rato de estar en alta mar, terminé vomitando por la borda. Aquella era la tercera vez que viajaba en barco y aunque siempre creía que a la próxima ocasión conseguiría acabar la travesía sin vomitar, siempre terminaba haciéndolo.
Aquel paisaje, al menos, era hermoso. Las vistas de la playa de los ancestros eran inigualables: calas de arena dorada e imponentes acantilados y rocas surgían a lo largo de toda la costa.
En la tarde del segundo día de viaje, el barco decidió acercarse a la costa. Fue entonces cuándo me percaté de que las intenciones de la tripulación eran extrañas y que con una excusa nada creíble, nos acercamos hasta la orilla, dónde casualmente, había unos hombres con ciertas mercancías… ¡había estado viajando con contrabandistas!
De todas formas, estaba contento por volver a pisar tierra firme y bajé del barco, dispuesto a pasear por la costa, ya que me confirmaron de que el navío no zarparía de nuevo hasta el día siguiente.
Caminé un largo rato con mis botas en las manos, disfrutando el contacto de la arena en mis descalzos pies. En mi camino, me crucé con diversos pescadores, la mayoría de ellos elfos, que me miraban con cierta desconfianza.
En mi viaje de vuelta, comencé a contemplar una escena que enseguida llamó mi atención: dos humanos en una barca y dos elfos en otra discutían sobre quién había pescado un tiburón que se había acercado demasiado a la costa. La escena era de lo más divertida, ya que ambos bandos decían haberlo capturado.
Un elfo que parecía joven se había acercado hasta allí y había preguntado a aquellos hombres cuál era el problema. Me mantuve a una distancia prudencial, sin ganas de implicarme en el asunto, pero deseoso de ver cómo lograban ponerle fin.
¿Tan difícil era compartirlo?
Eden
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Re: Un tiburón en la costa [Libre] [3/3] [TEMA CERRADO]
Kosir aún no se acostumbra a esa masa de agua que parece no tener fin, los exteriores le dicen océano pero eso no significa demasiado para un habitante de bosque negro. Al menos el muchacho aprendió la lección mas importante con respecto al agua salada interminable.
Se le debe tener respeto, bien se le grabo en su tribal mente cuando casi termina ahogado como un tonto en medio de cierta tormenta marina. Los brumosos tienden a luchar contra la naturaleza pero siempre en una posición viable… en medio de tanta agua no es posible ser arrogante.
Sea como sea, en la playa tiene seguridad. Debe admitir que el panorama es mucho más ameno que el encontrado mar adentro, incluso le dan ganas de pasar una noche mirando el cielo con la imponente masa de agua revolviéndose cerca.
Por su parte, la vida es buena. Últimamente ha tenido algunos golpes de suerte con respeto a las aventuras y eso le ha traído multitud de experiencias, algunas malas pero en su mayoría bastante apreciables.
Enemigos difíciles vencidos, buenas amistades trabadas y… numerosas monedas que parecen conseguir de todo en el enorme mundo. Los dioses son generosos con el chiquillo, incluso en su exilio.
Lo que más le hace inflar el pecho es la derrota del demonio caballo, una batalla dura que cobro la vida de muchos cazadores experimentados. Esa victoria nadie se la podrá quitar, ni siquiera el propio clan que lo desterró.
Piensa en todo esto a medida que camina por la blanca arena, cerrando los ojos y disfrutando intermitentemente del entorno marino. En este momento, por primera vez desde su expulsión, se alegra de estar vivo.
Tristemente y como suele ser costumbre, se topa de lleno con un nutrido cumulo de personajes. Bien sabe que en el exterior hay una persona cada diez pasos pero esperaba algo de tiempo a solas.
Nesner… ya que más da.
Avanza al encuentro de los personajes, la mayoría parece estar en medio de una disputa aunque hay dos personajes muy ajenos. Cierta mueca maliciosa se forma en el salvaje y es que sabe reconocer los preludios de un encontronazo.
Una pelea “dice en tono divertido”.
Se agencia un lugar privilegiado mientras espera que inicien los golpes, aunque no sin antes pegarle un vistazo al enorme ser que se disputan… luchar por un pescado tan feo es casi una ofensa divina sin duda.
Supongo que lo importante es pelear, no el porqué “se encoje de hombros”.
Se le debe tener respeto, bien se le grabo en su tribal mente cuando casi termina ahogado como un tonto en medio de cierta tormenta marina. Los brumosos tienden a luchar contra la naturaleza pero siempre en una posición viable… en medio de tanta agua no es posible ser arrogante.
Sea como sea, en la playa tiene seguridad. Debe admitir que el panorama es mucho más ameno que el encontrado mar adentro, incluso le dan ganas de pasar una noche mirando el cielo con la imponente masa de agua revolviéndose cerca.
Por su parte, la vida es buena. Últimamente ha tenido algunos golpes de suerte con respeto a las aventuras y eso le ha traído multitud de experiencias, algunas malas pero en su mayoría bastante apreciables.
Enemigos difíciles vencidos, buenas amistades trabadas y… numerosas monedas que parecen conseguir de todo en el enorme mundo. Los dioses son generosos con el chiquillo, incluso en su exilio.
Lo que más le hace inflar el pecho es la derrota del demonio caballo, una batalla dura que cobro la vida de muchos cazadores experimentados. Esa victoria nadie se la podrá quitar, ni siquiera el propio clan que lo desterró.
Piensa en todo esto a medida que camina por la blanca arena, cerrando los ojos y disfrutando intermitentemente del entorno marino. En este momento, por primera vez desde su expulsión, se alegra de estar vivo.
Tristemente y como suele ser costumbre, se topa de lleno con un nutrido cumulo de personajes. Bien sabe que en el exterior hay una persona cada diez pasos pero esperaba algo de tiempo a solas.
Nesner… ya que más da.
Avanza al encuentro de los personajes, la mayoría parece estar en medio de una disputa aunque hay dos personajes muy ajenos. Cierta mueca maliciosa se forma en el salvaje y es que sabe reconocer los preludios de un encontronazo.
Una pelea “dice en tono divertido”.
Se agencia un lugar privilegiado mientras espera que inicien los golpes, aunque no sin antes pegarle un vistazo al enorme ser que se disputan… luchar por un pescado tan feo es casi una ofensa divina sin duda.
Supongo que lo importante es pelear, no el porqué “se encoje de hombros”.
Kosir
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Re: Un tiburón en la costa [Libre] [3/3] [TEMA CERRADO]
Las nubes en el horizonte lucían matices violetas, que indicaban que solo quedaban unos cuantos minutos de tenue luz solar antes de que la luna y las estrellas sean lo único que irradien luz en el cielo. La lenta llegada del anochecer venia acompañada por un viento proveniente del mar y un considerable descenso de temperatura. Estando tan cerca del invierno, se podía prever que aquella seria una de las primeras noches frías.
De espaldas al mar y de cara a los botes con los cuatro hombres, Rascal sentía las olas aumentar en fuerza y llegar cada vez mas cerca.
—¿Quién demonios eres y que haces aquí? —gritó Tholaf, expresando la misma confusión que todos alrededor.
—Mi nombre es Rascal —respondió firmemente— Paseaba por la costa y escuche sus gritos, bastante fuertes, por cierto —recorrió con la mirada a cada uno de los cuatro—. ¿Les molestaría presentarse ustedes, caballeros?
Los cuatro hombres, aun manteniendo la furia y ahora repentina confusión, decidieron presentarse sin más, finalmente. Tholaf y su hermano Josef eran humanos que venían de Lunargenta, mientras que Bran y Galeen eran elfos que vivían no muy lejos de allí. Cuando Rascal les pidió explicaciones sobre aquel gigantesco animal, cada uno conto su versión de la historia (no sin ser interrumpidos por gritos del otro bando).
Según Tholaf, ellos eran los que estaban siguiendo al tiburón, muy lejos de la costa, desde el mediodía, disparando arpones hasta que uno acertó. Por otro lado, Bran decía haber estado toda la tarde intentado atraer al animal hacia una gran red cerca de la costa, hasta que finalmente lo atrapó.
—En mi opinión… —dijo Rascal después de que cada bando haya planteado sus argumentos y luego de lograr callarlos por unos minutos— Esto fue realmente un trabajo en equipo. Tholaf y Josef, ustedes lograron herir al tiburón y hacer que se dirija desesperado directamente a la red que sostenían Bran y Galeen —miró a cada uno de los hermanos y, luego de unos pocos expectantes segundos de increíble silencio, continuo— ¿Evaluaron la idea de dividir la presa, y así llevarse cada uno una parte equitativa? Es un gran tiburón, estoy seguro de que hay suficiente para todos.
Por unos minutos y después de mirarse entre ellos pensativamente, lo que parecía ser un tan deseado acuerdo y fin de la discusión, se cayó a pedazos con el primer grito que rompió aquel corto silencio y casi tregua de paz.
—¡Yo pido los dientes! —reclamó Josef
—¡Ni lo sueñes! Quizá acceda a venderte algún collar de los que hare con todos esos dientes —contraatacó Gleen
—Nadie tendrá esos dientes —interrumpió Tholaf—. Porque yo me llevare la cabeza de esta bestia para colgarla en la pared— Rascal intento, sin suerte alguna, contener una carcajada al imaginarse aquella cabeza en la pared de alguna vivienda.
Durante minutos continuaron de esta forma las discusiones que no parecían llegar a ningún lado. Aunque tenia dos aletas, aquellos hombres no eran capaces de decidir tomar una cada uno, era todo o nada. Y ni hablar de los cientos de dientes que decoraban la gigantesca y grotesca boca de aquel tiburón. Evidentemente no eran capaces de compartir si quiera el más mínimo trozo.
Rascal decidió encender su lampara, ante la inminente llegada de la noche. Sin que siquiera se den cuenta los hombres, retrocedió hasta quedar mirando al mar y así poder alejarse unos metros del agua que ya había alcanzado los botes e iba a continuar avanzando.
De repente, Tholaf y Josef sacaron cada uno un hacha ambas con un gran filo y las empuñaron, sin dejar de discutir, contra los elfos. Gleen y Bran respondieron al gesto desenfundando unas dagas largas e igual de filosas que las hachas.
En un intento desesperado de por lo menos retrasar lo que parecería un inevitable combate, Rascal intervino.
—¡Ey muchachos, paren! ¿No ven como están la marea? En cualquier momento el mar les ganará a los cuatro y se llevará su presa, si no hacen algo ahora.
Aquello pareció regresarlos a la realidad, ya que entraron en pánico. Bajo las órdenes de Tholaf y trabajando los cuatro en equipo, arrastraron al gran tiburón, junto con ambos botes, hasta el pequeño campamento de Tholaf y Josef. El campamento estaba bastante alejado de la costa y era seguro que la marea no llegaría hasta allí.
Consistía simplemente de una carpa rudimentaria y bastante improvisada junto a una estructura de tamaño considerable con cuatro largas estacas con un gran toldo encima, debajo del cual había una mesa y bancos. Alrededor había varias antorchas encendidas.
—Hay una sola forma de resolver esto— dijo Bran cuando ya dejaron los botes y el tiburón al reparo de la marea. Desenfundo nuevamente su daga y ordeno a Gleen quedarse junto al tiburón.
Asimismo, Tholaf tomo su hacha y ordeno a Josef quedarse cuidado la preciada presa. Se coloco frente a Bran en posición de combate. En aquel momento la situación parecía inevitable, las pobres habilidades diplomáticas de Rascal habían fallado y no había mas nada que pudiese hacer.
De repente, la tensión que se había generado en el ambiente se ve interrumpida justo antes de que alguno de los hombres a punto de luchar se abalance sobre otro. La mirada de todos se dirige a la costa, donde las olas se balancean ahora mas fuertemente. El rostro de cada uno de los presentes denota la perplejidad ante lo que esta delante de sus ojos. Tholaf y Bran dejan caer sus armas, aun sin moverse ni un paso. Rascal se paralizó y sintió una sensación de terror recorrer todo su cuerpo.
De espaldas al mar y de cara a los botes con los cuatro hombres, Rascal sentía las olas aumentar en fuerza y llegar cada vez mas cerca.
—¿Quién demonios eres y que haces aquí? —gritó Tholaf, expresando la misma confusión que todos alrededor.
—Mi nombre es Rascal —respondió firmemente— Paseaba por la costa y escuche sus gritos, bastante fuertes, por cierto —recorrió con la mirada a cada uno de los cuatro—. ¿Les molestaría presentarse ustedes, caballeros?
Los cuatro hombres, aun manteniendo la furia y ahora repentina confusión, decidieron presentarse sin más, finalmente. Tholaf y su hermano Josef eran humanos que venían de Lunargenta, mientras que Bran y Galeen eran elfos que vivían no muy lejos de allí. Cuando Rascal les pidió explicaciones sobre aquel gigantesco animal, cada uno conto su versión de la historia (no sin ser interrumpidos por gritos del otro bando).
Según Tholaf, ellos eran los que estaban siguiendo al tiburón, muy lejos de la costa, desde el mediodía, disparando arpones hasta que uno acertó. Por otro lado, Bran decía haber estado toda la tarde intentado atraer al animal hacia una gran red cerca de la costa, hasta que finalmente lo atrapó.
—En mi opinión… —dijo Rascal después de que cada bando haya planteado sus argumentos y luego de lograr callarlos por unos minutos— Esto fue realmente un trabajo en equipo. Tholaf y Josef, ustedes lograron herir al tiburón y hacer que se dirija desesperado directamente a la red que sostenían Bran y Galeen —miró a cada uno de los hermanos y, luego de unos pocos expectantes segundos de increíble silencio, continuo— ¿Evaluaron la idea de dividir la presa, y así llevarse cada uno una parte equitativa? Es un gran tiburón, estoy seguro de que hay suficiente para todos.
Por unos minutos y después de mirarse entre ellos pensativamente, lo que parecía ser un tan deseado acuerdo y fin de la discusión, se cayó a pedazos con el primer grito que rompió aquel corto silencio y casi tregua de paz.
—¡Yo pido los dientes! —reclamó Josef
—¡Ni lo sueñes! Quizá acceda a venderte algún collar de los que hare con todos esos dientes —contraatacó Gleen
—Nadie tendrá esos dientes —interrumpió Tholaf—. Porque yo me llevare la cabeza de esta bestia para colgarla en la pared— Rascal intento, sin suerte alguna, contener una carcajada al imaginarse aquella cabeza en la pared de alguna vivienda.
Durante minutos continuaron de esta forma las discusiones que no parecían llegar a ningún lado. Aunque tenia dos aletas, aquellos hombres no eran capaces de decidir tomar una cada uno, era todo o nada. Y ni hablar de los cientos de dientes que decoraban la gigantesca y grotesca boca de aquel tiburón. Evidentemente no eran capaces de compartir si quiera el más mínimo trozo.
Rascal decidió encender su lampara, ante la inminente llegada de la noche. Sin que siquiera se den cuenta los hombres, retrocedió hasta quedar mirando al mar y así poder alejarse unos metros del agua que ya había alcanzado los botes e iba a continuar avanzando.
De repente, Tholaf y Josef sacaron cada uno un hacha ambas con un gran filo y las empuñaron, sin dejar de discutir, contra los elfos. Gleen y Bran respondieron al gesto desenfundando unas dagas largas e igual de filosas que las hachas.
En un intento desesperado de por lo menos retrasar lo que parecería un inevitable combate, Rascal intervino.
—¡Ey muchachos, paren! ¿No ven como están la marea? En cualquier momento el mar les ganará a los cuatro y se llevará su presa, si no hacen algo ahora.
Aquello pareció regresarlos a la realidad, ya que entraron en pánico. Bajo las órdenes de Tholaf y trabajando los cuatro en equipo, arrastraron al gran tiburón, junto con ambos botes, hasta el pequeño campamento de Tholaf y Josef. El campamento estaba bastante alejado de la costa y era seguro que la marea no llegaría hasta allí.
Consistía simplemente de una carpa rudimentaria y bastante improvisada junto a una estructura de tamaño considerable con cuatro largas estacas con un gran toldo encima, debajo del cual había una mesa y bancos. Alrededor había varias antorchas encendidas.
—Hay una sola forma de resolver esto— dijo Bran cuando ya dejaron los botes y el tiburón al reparo de la marea. Desenfundo nuevamente su daga y ordeno a Gleen quedarse junto al tiburón.
Asimismo, Tholaf tomo su hacha y ordeno a Josef quedarse cuidado la preciada presa. Se coloco frente a Bran en posición de combate. En aquel momento la situación parecía inevitable, las pobres habilidades diplomáticas de Rascal habían fallado y no había mas nada que pudiese hacer.
De repente, la tensión que se había generado en el ambiente se ve interrumpida justo antes de que alguno de los hombres a punto de luchar se abalance sobre otro. La mirada de todos se dirige a la costa, donde las olas se balancean ahora mas fuertemente. El rostro de cada uno de los presentes denota la perplejidad ante lo que esta delante de sus ojos. Tholaf y Bran dejan caer sus armas, aun sin moverse ni un paso. Rascal se paralizó y sintió una sensación de terror recorrer todo su cuerpo.
- Colores:
- Por si desean incluirlos o manejar a alguno de los personajes, dejo los codigos de los colores:
#ffcc00 =Rascal
#33ffff =Bran
#0066ff =Gleen
#cc0000 =Tholaf
#ff9933 =Josef
Rascal
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Re: Un tiburón en la costa [Libre] [3/3] [TEMA CERRADO]
Las dos parejas de pescadores continuaban discutiendo ferozmente. El joven elfo que estaba en la orilla intentaba mediar en ese absurdo conflicto con sensatez, pero no estaba seguro de que sus palabras lograra calmar los ánimos. ¿Acaso no era mejor poder dividir la presa que quedarse sin nada? Esos hombres parecían realmente idiotas.
Cuándo parecía que las palabras del elfo habían sido atendidas, la discusión se reanudó, esta vez para tratar que parte del tiburón se quedaba cada uno de ellos. ¡Sin duda, el conflicto no parecía tener fin!
Viendo que la noche comenzaba a echárseme encima, decidí poner rumbo hacia el barco de nuevo. A unos metros de mí, el joven elfo encendía una pequeña lámpara. Seguramente se preparaba para pasar una noche bajo las estrellas.
Los cuatro pescadores cargaban su presa hacia un campamento cercano, dónde parecían discutir cómo se repartían aquel inerte animal. Parecían dispuestos a llegar a una sangrienta lucha por un jodido tiburón. ¡Pescadores!
Decidí rodearlos, adentrándome orilla adentro. Lo último que quería era verme salpicado por aquella pelea. En aquel momento, me pareció apreciar a alguien más a unos metros tierra adentro, aunque los extraños ruidos que comenzaron a surgir del agua enseguida llamaron mi atención.
Del mar comenzaron a salir una serie de animales grotescos. Parecían una especie de langostas aunque la luz del ocaso me dejaba ver una especie de amenazante aguijón en su parte trasera. Avanzaban a paso ligero tierra adentro, en dirección al campamento dónde se encontraban los pescadores, con claros signos de amenaza.
Entonces, miré hacia adelante, en dirección al lugar dónde se encontraba el barco en el que había llegado hasta esa aislada cala y vi cómo centenares de aquellos seres salían del mar tierra adentro, de forma veloz y decidida, a lo largo de toda la costa. Pronto, gran parte de aquella cala estaría plagada por esos extraños seres que parecían hablar un extraño idioma.
“¿Duma Chuma. Chika Dedda Chek?”.
Los gritos en el campamento se hicieron desagradables. Al volver la vista de nuevo hacia allí, vi como un grupo de aquellos seres se abalanzaban contra el tiburón, dispuestos a devorarlo. Los dos pescadores elfos huyeron apresurados, pero uno de los pescadores humanos se negó a abandonar allí la presa. Pronto, se vio rodeado de otros de aquellos seres y cuándo quiso salir corriendo, ya era demasiado tarde. Los gritos de agonía se hicieron insoportables.
Mientras aquellas bestias iniciaban su festín, comencé a correr tierra adentro a toda velocidad, mientras escuchaba cómo esos monstruos me seguían los pasos.
“¿Chika Dedda Chek?”
Cuándo parecía que las palabras del elfo habían sido atendidas, la discusión se reanudó, esta vez para tratar que parte del tiburón se quedaba cada uno de ellos. ¡Sin duda, el conflicto no parecía tener fin!
Viendo que la noche comenzaba a echárseme encima, decidí poner rumbo hacia el barco de nuevo. A unos metros de mí, el joven elfo encendía una pequeña lámpara. Seguramente se preparaba para pasar una noche bajo las estrellas.
Los cuatro pescadores cargaban su presa hacia un campamento cercano, dónde parecían discutir cómo se repartían aquel inerte animal. Parecían dispuestos a llegar a una sangrienta lucha por un jodido tiburón. ¡Pescadores!
Decidí rodearlos, adentrándome orilla adentro. Lo último que quería era verme salpicado por aquella pelea. En aquel momento, me pareció apreciar a alguien más a unos metros tierra adentro, aunque los extraños ruidos que comenzaron a surgir del agua enseguida llamaron mi atención.
Del mar comenzaron a salir una serie de animales grotescos. Parecían una especie de langostas aunque la luz del ocaso me dejaba ver una especie de amenazante aguijón en su parte trasera. Avanzaban a paso ligero tierra adentro, en dirección al campamento dónde se encontraban los pescadores, con claros signos de amenaza.
Entonces, miré hacia adelante, en dirección al lugar dónde se encontraba el barco en el que había llegado hasta esa aislada cala y vi cómo centenares de aquellos seres salían del mar tierra adentro, de forma veloz y decidida, a lo largo de toda la costa. Pronto, gran parte de aquella cala estaría plagada por esos extraños seres que parecían hablar un extraño idioma.
“¿Duma Chuma. Chika Dedda Chek?”.
Los gritos en el campamento se hicieron desagradables. Al volver la vista de nuevo hacia allí, vi como un grupo de aquellos seres se abalanzaban contra el tiburón, dispuestos a devorarlo. Los dos pescadores elfos huyeron apresurados, pero uno de los pescadores humanos se negó a abandonar allí la presa. Pronto, se vio rodeado de otros de aquellos seres y cuándo quiso salir corriendo, ya era demasiado tarde. Los gritos de agonía se hicieron insoportables.
Mientras aquellas bestias iniciaban su festín, comencé a correr tierra adentro a toda velocidad, mientras escuchaba cómo esos monstruos me seguían los pasos.
“¿Chika Dedda Chek?”
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Eden
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Re: Un tiburón en la costa [Libre] [3/3] [TEMA CERRADO]
En medio de la pelea verbal, nadie parece haberse enterado de la presencia de Kosir. Es la primera vez que entra con tanto sigilo en un cumulo de gente y lo mantiene pero… hay una primera vez para todo según dicen.
El joven dagenle parece enfrascado en intentar sabotear una posible lucha física, algo que genera la más patente mueca de desapruebo en el pelirrojo. Este último suspira al corroborar una vez más que los exteriores no tienen pelotas.
Por suerte todo parece avanzar a niveles combativos viables y el muchacho guerrero pone su mejor rostro de expectativa, a simple vista parece como un niño bastante emocionado por ver a su animal preferido.
Entonces… pasa lo raro, en niveles sobrenaturales. Justo cuando los pescadores intentan combatir la marea, aparecen unos bichos con caparazón bastante grandes. Sin duda son seres que el muchacho no conoce.
Aunque al principio parecen ser una visión tonta y un tanto sabrosa, todo evoluciona a niveles bizarros. Aparecen más y más de las cosas, algo que ocasiona la huida despavorida de los dos contendientes dagenles por el pescado feo.
Menudos cobar…
De repente, uno de los personajes más normales termina rodeado, no tarda en ser devorado de manera bizarra en solo pocos minutos… ciertamente una imagen que hace replantear cualquier postura.
La superioridad ostentada por el chico brumoso se derrumba y comienza a sentir un patente miedo por las jodidas cosas, al ver su salvajismo y nivel combativo entiende que no puede ganar contra tantos elementos.
Otro personaje despabilado inicia la carrera dando claras respuestas a las interrogantes de Kosir, huir no es algo muy aceptado en la cultura brumosa pero huir para combatir mañana puede saltarse ese tecnicismo.
¡¡Que sea otro día!!
Inicia la carrera, sin preocuparse mucho por lo que se dejó atrás. Bien podría correr en otra dirección por va justo detrás del adulto desarrollado por inercia, en dado caso sería un buen aliado si se ven forzados a combatir.
En este miserable exterior hasta la comida te puede comer…
Espeta con cierta frustración mientras sigue la línea mental, las cosas funcionan de mejor manera en bosque negro. Hay peligros claro, pero los guerreros no deben preocuparse mucho pues la naturaleza conoce su lugar.
El joven dagenle parece enfrascado en intentar sabotear una posible lucha física, algo que genera la más patente mueca de desapruebo en el pelirrojo. Este último suspira al corroborar una vez más que los exteriores no tienen pelotas.
Por suerte todo parece avanzar a niveles combativos viables y el muchacho guerrero pone su mejor rostro de expectativa, a simple vista parece como un niño bastante emocionado por ver a su animal preferido.
Entonces… pasa lo raro, en niveles sobrenaturales. Justo cuando los pescadores intentan combatir la marea, aparecen unos bichos con caparazón bastante grandes. Sin duda son seres que el muchacho no conoce.
Aunque al principio parecen ser una visión tonta y un tanto sabrosa, todo evoluciona a niveles bizarros. Aparecen más y más de las cosas, algo que ocasiona la huida despavorida de los dos contendientes dagenles por el pescado feo.
Menudos cobar…
De repente, uno de los personajes más normales termina rodeado, no tarda en ser devorado de manera bizarra en solo pocos minutos… ciertamente una imagen que hace replantear cualquier postura.
La superioridad ostentada por el chico brumoso se derrumba y comienza a sentir un patente miedo por las jodidas cosas, al ver su salvajismo y nivel combativo entiende que no puede ganar contra tantos elementos.
Otro personaje despabilado inicia la carrera dando claras respuestas a las interrogantes de Kosir, huir no es algo muy aceptado en la cultura brumosa pero huir para combatir mañana puede saltarse ese tecnicismo.
¡¡Que sea otro día!!
Inicia la carrera, sin preocuparse mucho por lo que se dejó atrás. Bien podría correr en otra dirección por va justo detrás del adulto desarrollado por inercia, en dado caso sería un buen aliado si se ven forzados a combatir.
En este miserable exterior hasta la comida te puede comer…
Espeta con cierta frustración mientras sigue la línea mental, las cosas funcionan de mejor manera en bosque negro. Hay peligros claro, pero los guerreros no deben preocuparse mucho pues la naturaleza conoce su lugar.
Kosir
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Re: Un tiburón en la costa [Libre] [3/3] [TEMA CERRADO]
A un lado se veía la gran masa de arboles que formaba el bosque, en completa oscuridad y a una gran distancia. Al otro lado, no tan lejos, se encontraba una gran formación rocosa que llegaba hasta un lugar elevado. La tenue luz apenas ayudaba a vislumbrar el camino a lo lejos, mientras que la lampara de aceite que iba rebotando contra la cintura de Rascal, era la única luz que guiaba el camino.
Ver a aquella manada de criaturas gigantes emerger y comenzar a acercarse al campamento dejó a todos paralizados. Una sensación de frio y terror recorrió cada parte del cuerpo de Rascal y, al igual que cada uno de los presentes, tardaron unos cuantos segundos en volver a la realidad y comenzar a actuar. El acto lógico que siguieron todos fue correr en línea recta alejándose de la costa. Todos excepto Josef.
—¿Qué hacen? ¡Ayúdenme a llevar el tiburón! ¡Los botes…! —gritaba a los demás mientras intentaba arrastrar, inútilmente, al gran pez atrapado en la red. Tholaf se dio cuenta que su hermano no estaba junto a él cuando ya se habia alejado considerablemente y se detuvo.
—¿Pero que carajos te pasa, Josef? ¡Deja el maldito tiburón y comienza a correr de una buena vez!
Pero ya era demasiado tarde para Josef. Dos de aquellas criaturas, que parecían una combinación entre una langosta (por sus grandes pinzas) y un escorpión (por su enorme cola, larga y con punta), habían llegado hasta donde estaban Josef y el tiburón. Mientras una comenzó a darse un festín con la presa de los pescadores, escarbando con facilidad, la otra tomó con sus grandes tenazas a Josef. Sus gritos no duraron mucho, ya que aquel bestial animal no tardó en desmembrar al pobre pescador como si se tratase de un muñeco de trapo.
—¡Josef! —comenzó a gritar Tholaf, de forma desgarradora, una y otra vez. Rascal se dio cuenta de que Tholaf estaba paralizado y no avanzaba. Aunque dos de las enormes langostas se habían detenido en el campamento, mas de ellas se abalanzaban sobre ellos.
—¡Vamos Tholaf! ¡Tenemos que huir ya mismo! —exclamó Rascal. Aquello pareció hacer volver a la realidad a Tholaf, quien comenzó a correr para unirse al grupo.
Mientras se alejaban de las bestias, Rascal miró hacia atrás y notó a alguien mas corriendo hacia ellos. Un joven que, a simple vista parecía un adolescente de baja estatura, corría en la misma dirección que el grupo. Rascal se detuvo he hizo un gesto al grupo para que espere.
—¡Vamos, corre! —le gritó para que apurase el ritmo y pueda alcanzar al grupo antes de seguir corriendo.
Dirigirse hacia las formaciones rocosas parecía ser la mejor idea. Aunque iba a costar un poco pasar por aquellas rocas, el camino no era muy empinado y llevaría hasta una zona bastante elevada que, mas adelante conectaba con el bosque. Allí seguramente podrían encontrar refugio, pero necesitaban buscar alguna forma de retrasar a las bestias para asegurarse de que no los alcancen.
Finalmente decidieron que aquel era un buen plan, por lo que el grupo se dirigió hacia las rocas y comenzó a atravesar aquel trecho empinado.
Ver a aquella manada de criaturas gigantes emerger y comenzar a acercarse al campamento dejó a todos paralizados. Una sensación de frio y terror recorrió cada parte del cuerpo de Rascal y, al igual que cada uno de los presentes, tardaron unos cuantos segundos en volver a la realidad y comenzar a actuar. El acto lógico que siguieron todos fue correr en línea recta alejándose de la costa. Todos excepto Josef.
—¿Qué hacen? ¡Ayúdenme a llevar el tiburón! ¡Los botes…! —gritaba a los demás mientras intentaba arrastrar, inútilmente, al gran pez atrapado en la red. Tholaf se dio cuenta que su hermano no estaba junto a él cuando ya se habia alejado considerablemente y se detuvo.
—¿Pero que carajos te pasa, Josef? ¡Deja el maldito tiburón y comienza a correr de una buena vez!
Pero ya era demasiado tarde para Josef. Dos de aquellas criaturas, que parecían una combinación entre una langosta (por sus grandes pinzas) y un escorpión (por su enorme cola, larga y con punta), habían llegado hasta donde estaban Josef y el tiburón. Mientras una comenzó a darse un festín con la presa de los pescadores, escarbando con facilidad, la otra tomó con sus grandes tenazas a Josef. Sus gritos no duraron mucho, ya que aquel bestial animal no tardó en desmembrar al pobre pescador como si se tratase de un muñeco de trapo.
—¡Josef! —comenzó a gritar Tholaf, de forma desgarradora, una y otra vez. Rascal se dio cuenta de que Tholaf estaba paralizado y no avanzaba. Aunque dos de las enormes langostas se habían detenido en el campamento, mas de ellas se abalanzaban sobre ellos.
—¡Vamos Tholaf! ¡Tenemos que huir ya mismo! —exclamó Rascal. Aquello pareció hacer volver a la realidad a Tholaf, quien comenzó a correr para unirse al grupo.
Mientras se alejaban de las bestias, Rascal miró hacia atrás y notó a alguien mas corriendo hacia ellos. Un joven que, a simple vista parecía un adolescente de baja estatura, corría en la misma dirección que el grupo. Rascal se detuvo he hizo un gesto al grupo para que espere.
—¡Vamos, corre! —le gritó para que apurase el ritmo y pueda alcanzar al grupo antes de seguir corriendo.
Dirigirse hacia las formaciones rocosas parecía ser la mejor idea. Aunque iba a costar un poco pasar por aquellas rocas, el camino no era muy empinado y llevaría hasta una zona bastante elevada que, mas adelante conectaba con el bosque. Allí seguramente podrían encontrar refugio, pero necesitaban buscar alguna forma de retrasar a las bestias para asegurarse de que no los alcancen.
Finalmente decidieron que aquel era un buen plan, por lo que el grupo se dirigió hacia las rocas y comenzó a atravesar aquel trecho empinado.
Rascal
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Re: Un tiburón en la costa [Libre] [3/3] [TEMA CERRADO]
La brutalidad de los caracoles gigantes hace que el joven Kosir sienta miedo por primera vez en semanas, todo un hito para un brumoso hecho y derecho. La idea de combatir comienza a desangrarse en su mente.
Las bajas se acumulan entre las personas corrientes pues un simple descuido basta para terminar rodeado de monstruos. Uno de los hermanos se convierte en aperitivo mientras que su consanguíneo permanece pasmado ante la imagen.
Kosir barajea por algunos instantes la opción de darle un puñetazo para que recupere la compostura pero el dagenle se adelanta y toma un camino más diplomático… aquel personaje es la antítesis más patente que ha conocido el pelirrojo en su vida.
Siguen corriendo, sin mediar palabra ni mirar atrás. Las cosas gastan severos instantes en devorar lo que tienen cerca aunque no descuidan ni por un minuto los otros “bocadillos” con piernas que corren a poca distancia, antes de lo que canta un gallo ya están en persecución otra vez.
Los chicos buenos ganan algo de ventaja, lo suficiente como para detenerse y planear. No se puede decir que las cosas sean muy rápidas en tierra verdosa, lejos de la arena parecen peces fuera del agua.
El plan es sencillo, mas intuitivo que táctico pero servirá. Escalar un área rocosa para dejar espacio entre las criaturas y los seres con carne suave, si se mueven mal en pasto una colina accidentada debería poder hacerles desistir.
¡¡El ultimo es comida de caracoles!!
Dice a medida que emprende la carrera, aquellos seres horrorosos no son un enemigo que quiera enfrentar ahora mismo. Quizás si fuera una batalla singular y honorifica de uno contra uno… pero duda que tales animales comprendan ese tipo de significados.
Inicia la caminata vertical, por suerte no es nada del otro mundo… al menos si te crías en bosque negro. Su velocidad se reduce claro, pero no es el último dada su iniciativa. Por suerte las bestias se siguen manteniendo atrás.
En este momento al salvaje le gustaría tener un arma a distancia, como una jabalina o un arco. No son herramientas demasiado apreciadas en casa pero nadie desdeña el poder ofensivo que puede ofrecer un batallón a distancia llegado el momento.
Antes de darse cuenta, Kosir ya está casi tocando la cima. Utilizo todas sus fuerzas para llegar rápido y solo espera que realmente hayan logrado eludir un combate o estará a la mitad de sus capacidades en el enfrentamiento.
Mantiene su mandoble enfundado, pero las manos le tiemblan inquietamente, desea tomarlo. No está en su naturaleza correr, por este simple acto de cobardía tendrá que batirse contra algo peligroso más adelante.
Arriba chicos, o cenaran con los dioses.
Las bajas se acumulan entre las personas corrientes pues un simple descuido basta para terminar rodeado de monstruos. Uno de los hermanos se convierte en aperitivo mientras que su consanguíneo permanece pasmado ante la imagen.
Kosir barajea por algunos instantes la opción de darle un puñetazo para que recupere la compostura pero el dagenle se adelanta y toma un camino más diplomático… aquel personaje es la antítesis más patente que ha conocido el pelirrojo en su vida.
Siguen corriendo, sin mediar palabra ni mirar atrás. Las cosas gastan severos instantes en devorar lo que tienen cerca aunque no descuidan ni por un minuto los otros “bocadillos” con piernas que corren a poca distancia, antes de lo que canta un gallo ya están en persecución otra vez.
Los chicos buenos ganan algo de ventaja, lo suficiente como para detenerse y planear. No se puede decir que las cosas sean muy rápidas en tierra verdosa, lejos de la arena parecen peces fuera del agua.
El plan es sencillo, mas intuitivo que táctico pero servirá. Escalar un área rocosa para dejar espacio entre las criaturas y los seres con carne suave, si se mueven mal en pasto una colina accidentada debería poder hacerles desistir.
¡¡El ultimo es comida de caracoles!!
Dice a medida que emprende la carrera, aquellos seres horrorosos no son un enemigo que quiera enfrentar ahora mismo. Quizás si fuera una batalla singular y honorifica de uno contra uno… pero duda que tales animales comprendan ese tipo de significados.
Inicia la caminata vertical, por suerte no es nada del otro mundo… al menos si te crías en bosque negro. Su velocidad se reduce claro, pero no es el último dada su iniciativa. Por suerte las bestias se siguen manteniendo atrás.
En este momento al salvaje le gustaría tener un arma a distancia, como una jabalina o un arco. No son herramientas demasiado apreciadas en casa pero nadie desdeña el poder ofensivo que puede ofrecer un batallón a distancia llegado el momento.
Antes de darse cuenta, Kosir ya está casi tocando la cima. Utilizo todas sus fuerzas para llegar rápido y solo espera que realmente hayan logrado eludir un combate o estará a la mitad de sus capacidades en el enfrentamiento.
Mantiene su mandoble enfundado, pero las manos le tiemblan inquietamente, desea tomarlo. No está en su naturaleza correr, por este simple acto de cobardía tendrá que batirse contra algo peligroso más adelante.
Arriba chicos, o cenaran con los dioses.
Kosir
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Re: Un tiburón en la costa [Libre] [3/3] [TEMA CERRADO]
A Tholaf fue a quien mas le costo subir por las rocas. Por mas que sea un hombre que aparenta grandes músculos, resultaba difícil levantar tanto peso por aquella empinada subida. Por otro lado, Gleen y Bran treparon con agilidad y fácilmente, al igual que Rascal. De todas formas, fue el joven que se había unido en la huida quien llego primero a la cima.
Una vez arriba, Rascal con los elfos ayudaron a subir al hombre que faltaba. Evidentemente, la desesperación y el pánico eliminaron cualquier rivalidad. Sin tener en cuenta que por lo que peleaban antes ya no existe.
La región consistía en una amplia sección de rocas planas que se alargaba casi hasta donde comenzaban los arboles del bosque. Del otro lado se encontraba un acantilado de gran altura, abajo del cual había una cordillera de rocas y luego solo arena hasta el mar.
Rascal tomó su arco, lo cargó con una flecha tensada y comenzó a asomarse por el precipicio, apuntando lentamente hacia la costa. Ante la imagen que imponía la costa, bajo lentamente el arco y destenso suavemente la flecha. Más y más bestias salían del mar y se dirigían hacia donde estaban. Cualquiera pensaría que animales de tal tamaño tendrían una velocidad de movimiento relativamente lenta, pero aquellas bestias estaban hambrientas e iban rápido por la arena.
Un grito de Tholaf fue lo que sacó a Rascal y los demás elfos (quienes también estaban en el borde del acantilado) de aquel estado de perplejidad.
—¡Necesito ayuda! ¡No se queden ahí parados como estúpidos! —gritó mientras intentaba hacer caer una enorme piedra por la ladera que acababan de escalar, apoyando todo su cuerpo sobre la misma. A su vez, una de aquellas langostas gigantes escalaba entre las rocas, con mucha dificultad, pero también con constancia. Y cada segundo avanzaba más —¡Vamos! ¡Nos va a comer a todos si no hacemos algo!
Los dos elfos llegaron rápidamente y comenzaron a empujar la gran piedra. Rascal llego, pero casi no había lugar para que el empuje también. La roca parecía estar atascada con otras piedras.
—¡Paren! Dejen de empujar por un momento —dijo Rascal mientras rodeaba la gran roca. Una vez dejaron de empujar, corrió varias piedras con su arco, que impedían a la grande moverse —Bien, ahora sí, ¡empujen!
La roca calló rondando directamente hacia la criatura que estaba trepando. Solamente logro gritar “¡Chika Duma!” antes de chocar contra la roca y bajar rodando de vuelta hasta la playa. Por suerte parecía, por lo menos, inconsciente y no se movía. Sin embargo, otra de aquellas bestias gigantes comenzaba escalar, seguida de cerca por una más. Era evidente que lanzarle una roca a cada una no iba a ser suficiente.
Una vez arriba, Rascal con los elfos ayudaron a subir al hombre que faltaba. Evidentemente, la desesperación y el pánico eliminaron cualquier rivalidad. Sin tener en cuenta que por lo que peleaban antes ya no existe.
La región consistía en una amplia sección de rocas planas que se alargaba casi hasta donde comenzaban los arboles del bosque. Del otro lado se encontraba un acantilado de gran altura, abajo del cual había una cordillera de rocas y luego solo arena hasta el mar.
Rascal tomó su arco, lo cargó con una flecha tensada y comenzó a asomarse por el precipicio, apuntando lentamente hacia la costa. Ante la imagen que imponía la costa, bajo lentamente el arco y destenso suavemente la flecha. Más y más bestias salían del mar y se dirigían hacia donde estaban. Cualquiera pensaría que animales de tal tamaño tendrían una velocidad de movimiento relativamente lenta, pero aquellas bestias estaban hambrientas e iban rápido por la arena.
Un grito de Tholaf fue lo que sacó a Rascal y los demás elfos (quienes también estaban en el borde del acantilado) de aquel estado de perplejidad.
—¡Necesito ayuda! ¡No se queden ahí parados como estúpidos! —gritó mientras intentaba hacer caer una enorme piedra por la ladera que acababan de escalar, apoyando todo su cuerpo sobre la misma. A su vez, una de aquellas langostas gigantes escalaba entre las rocas, con mucha dificultad, pero también con constancia. Y cada segundo avanzaba más —¡Vamos! ¡Nos va a comer a todos si no hacemos algo!
Los dos elfos llegaron rápidamente y comenzaron a empujar la gran piedra. Rascal llego, pero casi no había lugar para que el empuje también. La roca parecía estar atascada con otras piedras.
—¡Paren! Dejen de empujar por un momento —dijo Rascal mientras rodeaba la gran roca. Una vez dejaron de empujar, corrió varias piedras con su arco, que impedían a la grande moverse —Bien, ahora sí, ¡empujen!
La roca calló rondando directamente hacia la criatura que estaba trepando. Solamente logro gritar “¡Chika Duma!” antes de chocar contra la roca y bajar rodando de vuelta hasta la playa. Por suerte parecía, por lo menos, inconsciente y no se movía. Sin embargo, otra de aquellas bestias gigantes comenzaba escalar, seguida de cerca por una más. Era evidente que lanzarle una roca a cada una no iba a ser suficiente.
Rascal
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Re: Un tiburón en la costa [Libre] [3/3] [TEMA CERRADO]
Ser el primer en llegar arriba ciertamente despierta el ego de Kosir, en condiciones más agradables incluso despotricaría un poco de sus colegas tan lentos… ahora mismo, incluso el salvaje sabe que lo mejor es ahorrarse la saliva.
Con diversos niveles de agilidad, van llegando los demás. Claramente los dagenles consiguen adelantarse y es que para la agilidad están hechos, bien lo sabe el pelirrojo por las historias que contaban en casa.
Tienen un respiro… o tal vez no, pues los caracoles de mar siguen avanzando. Aunque su velocidad es de pena, se ganan el premio a la constancia, es solo cuestión de tiempo para que estén abrumando la cima también.
Las opciones se ven limitadas a simplemente seguir corriendo, al menos hasta que uno de los aliados circunstanciales llama la atención de todos. Solo hace falta mirar lo que trata de empujar para entender sus ideas.
Nada más y nada menos que una piedra enorme, justo al borde del montículo rocoso. Todos se apresuran a intentar ayudar aunque es solo gracias al ingenio del orejas picudas más joven que la cosa se desprende para rodar colina abajo.
Causa daño y confusión por supuesto, aunque un vistazo más detallado revela que las cosas siguen apareciendo. No tardan en montar una nueva ola de avance, ahora con el doble de criaturas bizarras.
Bueno chicos, ¿Acaso quieren vivir para siempre?
Dice mientras desenfunda su mandoble y le da un soberano golpetazo al primer bicho que se asoma arriba, se escucha un crujir extraño a medida que cae al lugar inicial cual juego infantil de varones.
¡¡Uno para mí, a ver quién gana!!
Dice extrañamente animado, el terreno es ventajoso por lo que con un poco de suerte deberían tener al menos una oportunidad. Los brumosos siempre ven el vaso combativo medio lleno, incluso si eso significa morir.
Claro que los demás no están tan bien equipados para el combate por desgracia, eso vuelve las cosas mucho más desesperadas. En este punto, tendrán que servir como apoyo al salvaje si quieren vivir para contar la historia.
Una cosa juega como ventaja y es que los seres están fuera de su elemento en el territorio rocoso, se mueven de forma muy accidentada mientras escalan. Prueba de esto es el segundo bicho que cae al fondo por una patada pertinente del chico guerrero.
¡¡Dos para mí!!
Con diversos niveles de agilidad, van llegando los demás. Claramente los dagenles consiguen adelantarse y es que para la agilidad están hechos, bien lo sabe el pelirrojo por las historias que contaban en casa.
Tienen un respiro… o tal vez no, pues los caracoles de mar siguen avanzando. Aunque su velocidad es de pena, se ganan el premio a la constancia, es solo cuestión de tiempo para que estén abrumando la cima también.
Las opciones se ven limitadas a simplemente seguir corriendo, al menos hasta que uno de los aliados circunstanciales llama la atención de todos. Solo hace falta mirar lo que trata de empujar para entender sus ideas.
Nada más y nada menos que una piedra enorme, justo al borde del montículo rocoso. Todos se apresuran a intentar ayudar aunque es solo gracias al ingenio del orejas picudas más joven que la cosa se desprende para rodar colina abajo.
Causa daño y confusión por supuesto, aunque un vistazo más detallado revela que las cosas siguen apareciendo. No tardan en montar una nueva ola de avance, ahora con el doble de criaturas bizarras.
Bueno chicos, ¿Acaso quieren vivir para siempre?
Dice mientras desenfunda su mandoble y le da un soberano golpetazo al primer bicho que se asoma arriba, se escucha un crujir extraño a medida que cae al lugar inicial cual juego infantil de varones.
¡¡Uno para mí, a ver quién gana!!
Dice extrañamente animado, el terreno es ventajoso por lo que con un poco de suerte deberían tener al menos una oportunidad. Los brumosos siempre ven el vaso combativo medio lleno, incluso si eso significa morir.
Claro que los demás no están tan bien equipados para el combate por desgracia, eso vuelve las cosas mucho más desesperadas. En este punto, tendrán que servir como apoyo al salvaje si quieren vivir para contar la historia.
Una cosa juega como ventaja y es que los seres están fuera de su elemento en el territorio rocoso, se mueven de forma muy accidentada mientras escalan. Prueba de esto es el segundo bicho que cae al fondo por una patada pertinente del chico guerrero.
¡¡Dos para mí!!
Kosir
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Re: Un tiburón en la costa [Libre] [3/3] [TEMA CERRADO]
Cada vez que caían dos de las langostas, cuatro más aparecían y comenzaban a escalar. Al ver que el joven humano comenzó a atacar y hacer caer a las criaturas, los demás se le sumaron. Rascal intento lanzar una flecha a una de ellas, pero no logro siquiera hacerla retroceder. Su caparazón era demasiado resistente. Por lo tanto, optaron por tomar las rocas mas grandes que encontraban y comenzaron a tirárselas a las bestias que subían.
Aunque varias iban cayendo, los muchachos comenzaron a notar que se levantaban y volvían a escalar. Incluso la gran langosta que parecía haber sido aplastada por aquella gigantesca roca, sobrevivió, logró salir de debajo y retomo su subida. Como si fuese poco, cada vez eran mas las aparentemente indestructibles bestias que les perseguían. La lluvia de piedras parecía cada vez más inútil ya que aquellos animales iban ganando terreno de todas formas. Los elfos Gleen y Bran parecían haber descubierto esto y huyeron. Cuando los demás se dieron cuenta era un poco tarde.
—¡Gleen y Bran huyeron! —dijo Rascal cuando vio a los dos elfos entrar en el bosque, a salvo.
—¡¿Pero que demonios?! —exclamó Tholaf, mientras continuaba levantando piedras de gran tamaño y arrojándolas. Luego de una corta pausa para pensar, continuó— Por más que me gustaría cenar a uno de estos bichos, creo que lo mejor sería seguir el mismo camino que aquellos elfos cobardes.
—Estoy de acuerdo —dijo Rascal, mientras golpeaba con la punta de su arco a una langosta que ya se había acercado demasiado— Creo que es la mejor opción si no queremos ser la cena de estos animales.
En ese mismo momento a Tholaf pareció iluminarse con una idea. Llevó su mirada a la linterna de aceite en la cintura de Rascal y luego a su cintura, donde recordó que llevaba otra. Sin demorarse arrojo la linterna encendida directo a las bestias, provocando que varias cayeran y un pequeño incendio. Sin embargo, esto solo logro retrasarlas ya que algunas esquivaban el fuego y continuaban su persecución. Además, aquella llama no iba a durar mucho sobre la superficie de piedra.
Rascal y Tholaf ya no arrojaban rocas y, luego de un intercambio de miradas, decidieron que lo mejor iba a ser buscar refugio entre los árboles.
Aunque varias iban cayendo, los muchachos comenzaron a notar que se levantaban y volvían a escalar. Incluso la gran langosta que parecía haber sido aplastada por aquella gigantesca roca, sobrevivió, logró salir de debajo y retomo su subida. Como si fuese poco, cada vez eran mas las aparentemente indestructibles bestias que les perseguían. La lluvia de piedras parecía cada vez más inútil ya que aquellos animales iban ganando terreno de todas formas. Los elfos Gleen y Bran parecían haber descubierto esto y huyeron. Cuando los demás se dieron cuenta era un poco tarde.
—¡Gleen y Bran huyeron! —dijo Rascal cuando vio a los dos elfos entrar en el bosque, a salvo.
—¡¿Pero que demonios?! —exclamó Tholaf, mientras continuaba levantando piedras de gran tamaño y arrojándolas. Luego de una corta pausa para pensar, continuó— Por más que me gustaría cenar a uno de estos bichos, creo que lo mejor sería seguir el mismo camino que aquellos elfos cobardes.
—Estoy de acuerdo —dijo Rascal, mientras golpeaba con la punta de su arco a una langosta que ya se había acercado demasiado— Creo que es la mejor opción si no queremos ser la cena de estos animales.
En ese mismo momento a Tholaf pareció iluminarse con una idea. Llevó su mirada a la linterna de aceite en la cintura de Rascal y luego a su cintura, donde recordó que llevaba otra. Sin demorarse arrojo la linterna encendida directo a las bestias, provocando que varias cayeran y un pequeño incendio. Sin embargo, esto solo logro retrasarlas ya que algunas esquivaban el fuego y continuaban su persecución. Además, aquella llama no iba a durar mucho sobre la superficie de piedra.
Rascal y Tholaf ya no arrojaban rocas y, luego de un intercambio de miradas, decidieron que lo mejor iba a ser buscar refugio entre los árboles.
Rascal
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Re: Un tiburón en la costa [Libre] [3/3] [TEMA CERRADO]
Kosir se pierde en medio de la adrenalina, pateando cosas con caparazón a diestra y siniestra. Son constantes sí, pero demasiado torpes en escalada, parece que se ponen en la distancia perfecta de su bota.
Ver a los bichos caer rodando al suelo lo llena de extraña satisfacción, incluso aunque se vuelvan a levantar sin mucho esfuerzo. Ciertamente su naturaleza bélica acaba de encontrar algo infantil con lo que hacer juego.
Por su parte los aliados parecen más aterrados cada vez, pobres exteriores no saben lo que es diversión. Eventualmente los dagenles mayores salen corriendo a la línea de árboles, dejando a sus aliados circunstanciales a su suerte.
Mediocres…
Claro que la cobarde acción logra centrar un poco a Kosir, después de todo tiene lógica combativa. Al ver bien su escenario, llega a la dura conclusión de que serán abrumados en la pequeña colina tarde o temprano.
La estrategia se decide sin mucha intervención del salvaje, los dos aliados restantes terminan por emprender una retirada que, si bien se muestra más decorosa que la seguida por el otro par, no deja de ser un acto de miedo.
Ya que más da “da una última patada a cierta criatura antes de ponerse en posición de carrera”.
Completamente resignado, el pelirrojo espera a que sus colegas de armas lleven algo de ventaja antes de abandonar el fuerte. Lo siguiente es una carrera de velocidad sin detenerse ni vacilar siquiera un poco.
Lo bueno es que sus enemigos están pasando un trago amargo atrás, superando una carrera de obstáculos para los cuales no están diseñados sus cuerpos. Sin duda lo único que les mantiene en el camino del avance es su obstinación animal.
No le toma mucho al pequeño bárbaro alcanzar la barrera de árboles, es el último pero la ventaja que le llevan sigue siendo mísera. Justo en ese momento decide pegar un vistazo más táctico de la situación superada.
Puede notar entonces que los animales comienzan a desistir, los de color más claro inician el retorno al mar. Solo un grupo de pocas criaturas continua avanzando aunque cada vez a menor velocidad.
El muchacho decide detener el avance algunos instantes para seguir observando la evolución de todo, está casi seguro que son los últimos instantes de persecución. Después de todo no están tratando con una manada de lobos, ya es bastante que les hayan seguido desde la orilla.
Tiempo de volver a casa engendros “dice para sí mismo”.
Ver a los bichos caer rodando al suelo lo llena de extraña satisfacción, incluso aunque se vuelvan a levantar sin mucho esfuerzo. Ciertamente su naturaleza bélica acaba de encontrar algo infantil con lo que hacer juego.
Por su parte los aliados parecen más aterrados cada vez, pobres exteriores no saben lo que es diversión. Eventualmente los dagenles mayores salen corriendo a la línea de árboles, dejando a sus aliados circunstanciales a su suerte.
Mediocres…
Claro que la cobarde acción logra centrar un poco a Kosir, después de todo tiene lógica combativa. Al ver bien su escenario, llega a la dura conclusión de que serán abrumados en la pequeña colina tarde o temprano.
La estrategia se decide sin mucha intervención del salvaje, los dos aliados restantes terminan por emprender una retirada que, si bien se muestra más decorosa que la seguida por el otro par, no deja de ser un acto de miedo.
Ya que más da “da una última patada a cierta criatura antes de ponerse en posición de carrera”.
Completamente resignado, el pelirrojo espera a que sus colegas de armas lleven algo de ventaja antes de abandonar el fuerte. Lo siguiente es una carrera de velocidad sin detenerse ni vacilar siquiera un poco.
Lo bueno es que sus enemigos están pasando un trago amargo atrás, superando una carrera de obstáculos para los cuales no están diseñados sus cuerpos. Sin duda lo único que les mantiene en el camino del avance es su obstinación animal.
No le toma mucho al pequeño bárbaro alcanzar la barrera de árboles, es el último pero la ventaja que le llevan sigue siendo mísera. Justo en ese momento decide pegar un vistazo más táctico de la situación superada.
Puede notar entonces que los animales comienzan a desistir, los de color más claro inician el retorno al mar. Solo un grupo de pocas criaturas continua avanzando aunque cada vez a menor velocidad.
El muchacho decide detener el avance algunos instantes para seguir observando la evolución de todo, está casi seguro que son los últimos instantes de persecución. Después de todo no están tratando con una manada de lobos, ya es bastante que les hayan seguido desde la orilla.
Tiempo de volver a casa engendros “dice para sí mismo”.
Kosir
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Re: Un tiburón en la costa [Libre] [3/3] [TEMA CERRADO]
La huida de el reducido grupo no fue muy larga. Faltando aún unos cuantos metros para llegar al bosque, vislumbraron en la penumbra de la noche que las langostas habían comenzado su retirada. Ya habían logrado sacarle mucha ventaja y aquel terreno parecía muy dificultoso para que las criaturas caminen, por lo que solamente dos o tres seguían avanzando, inútil y lentamente.
Aminoraron el paso y caminaron hasta el bosque, donde finalmente pararon. Rascal estaba satisfecho de haber podido escapar sin un rasguño, pero Tholaf no aparentaba lo mismo. Al volver a un estado de tranquilidad, el peso de la pérdida de su hermano cayó de repente. Realmente no fue un buen día para nadie, pero menos para él.
Debajo de aquella espesa capa de ramas y hojas, la única luz que alumbraba el camino era la que emitía la lampara en la cintura de Rascal. Finalmente prestaron atención al joven que se les había unido en la huida.
—Creo que no tuvimos tiempo de presentarnos, yo soy Rascal — se presentó — ¿Cómo te llamas?
—Y, mas importante, pequeño — agregó Tholaf dirigiéndose también al joven — ¿De donde demonios saliste y que hacías allí? — su voz no denotaba furia, si no cierta tristeza y desgano. Evidentemente ya se había quedado sin energías como para insultar a nadie.
Lentamente, el gran y corpulento hombre se sentó en contra de un árbol y llevó una de sus enormes manos a la cara. Ciertamente estaba abrumado y estresado por aquella situación. Rascal se acerco a el y se sentó, no muy cerca.
—Se que puede ser muy pronto, pero, ¿Qué piensas hacer ahora?
—Supongo que pasare la noche por aquí, esperare hasta el amanecer y rezare por que todas y cada una de aquellas bestias se hayan ido para mañana — respondió, luego de hacer una pausa, inspirar profundamente y soltar un gran un suspiro luego — Así podre tomar los restos que queden de Josef y largarme de aquí lo antes posible.
Rascal sabia perfectamente el dolor que se sentía al perder un hermano. No paso por aquel dolor una, si no dos veces, en el mismo día. Aún así, no encontraba ninguna forma de consolar a Tholaf. Cada persona lidia con el dolor de una forma distinta y la de Rascal, en principio, fue aislarse y no dirigirle la palabra a nadie por varios días. Sus amigos intentaron ayudarlo, pero no tuvieron éxito en hablar con él. Y sus padres estaban pasando por el mismo dolor, por lo que no les resulto muy difícil aislarse por un tiempo.
Rascal descolgó la lampara de aceite de su cinturón y la coloco en el suelo. No le quedaba demasiado combustible, por lo que lo mejor seria buscar un poco de leña y armar una fogata. Tal vez podría cocinar alguna de las presas que llevaba en la mochila.
En cuanto a Tholaf, simplemente decidió quedarse en silencio. Quizá no hacia mucho para consolarlo, pero era mejor a arriesgarse y decir algo que termine empeorando las cosas.
Aminoraron el paso y caminaron hasta el bosque, donde finalmente pararon. Rascal estaba satisfecho de haber podido escapar sin un rasguño, pero Tholaf no aparentaba lo mismo. Al volver a un estado de tranquilidad, el peso de la pérdida de su hermano cayó de repente. Realmente no fue un buen día para nadie, pero menos para él.
Debajo de aquella espesa capa de ramas y hojas, la única luz que alumbraba el camino era la que emitía la lampara en la cintura de Rascal. Finalmente prestaron atención al joven que se les había unido en la huida.
—Creo que no tuvimos tiempo de presentarnos, yo soy Rascal — se presentó — ¿Cómo te llamas?
—Y, mas importante, pequeño — agregó Tholaf dirigiéndose también al joven — ¿De donde demonios saliste y que hacías allí? — su voz no denotaba furia, si no cierta tristeza y desgano. Evidentemente ya se había quedado sin energías como para insultar a nadie.
Lentamente, el gran y corpulento hombre se sentó en contra de un árbol y llevó una de sus enormes manos a la cara. Ciertamente estaba abrumado y estresado por aquella situación. Rascal se acerco a el y se sentó, no muy cerca.
—Se que puede ser muy pronto, pero, ¿Qué piensas hacer ahora?
—Supongo que pasare la noche por aquí, esperare hasta el amanecer y rezare por que todas y cada una de aquellas bestias se hayan ido para mañana — respondió, luego de hacer una pausa, inspirar profundamente y soltar un gran un suspiro luego — Así podre tomar los restos que queden de Josef y largarme de aquí lo antes posible.
Rascal sabia perfectamente el dolor que se sentía al perder un hermano. No paso por aquel dolor una, si no dos veces, en el mismo día. Aún así, no encontraba ninguna forma de consolar a Tholaf. Cada persona lidia con el dolor de una forma distinta y la de Rascal, en principio, fue aislarse y no dirigirle la palabra a nadie por varios días. Sus amigos intentaron ayudarlo, pero no tuvieron éxito en hablar con él. Y sus padres estaban pasando por el mismo dolor, por lo que no les resulto muy difícil aislarse por un tiempo.
Rascal descolgó la lampara de aceite de su cinturón y la coloco en el suelo. No le quedaba demasiado combustible, por lo que lo mejor seria buscar un poco de leña y armar una fogata. Tal vez podría cocinar alguna de las presas que llevaba en la mochila.
En cuanto a Tholaf, simplemente decidió quedarse en silencio. Quizá no hacia mucho para consolarlo, pero era mejor a arriesgarse y decir algo que termine empeorando las cosas.
Rascal
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Re: Un tiburón en la costa [Libre] [3/3] [TEMA CERRADO]
Desde su cobertura boscosa, Kosir observa como las pocas criaturas más obstinadas desisten y vuelven a su habitad. Esto termina por sacarle una sonrisa de oreja a oreja pues a todas luces acaban de superar el problema.
No fue una victoria combativa claro pero está en cierto modo satisfecho, después de todo el enemigo era abrumador. No hay nada malo en evitar una pelea hoy para reunir fortaleza de cara a un combate futuro.
Suspira entonces, a medida que vuelve con los demás personajes aliados. No hay rastro del dúo dagenle, seguramente seguirán corriendo hasta caer agotados por el cansancio sin siquiera confirmar lo que tienen detrás.
Kosir, mi nombre es Kosir.
Dice para responderle al joven orejas picudas, justo antes de recibir una descarga por parte del personaje más fornido. Lo cierto es que el muchacho guerrero se le queda mirando con extrañeza, aunque no responde de igual forma pues tiene en cuenta su perdida.
Cruster… solo caminaba por la playa.
Sabe bien que los exteriores son más dramáticos con las pérdidas que cualquier brumoso. Un habitante de bosque negro ve la muerte de alguien importante en batalla como algo digno de celebración, no de duelo.
Pasan a tomar un carácter más calmado, ya no les persiguen caracoles gigantes. La lámpara de Rascal termina en el suelo aunque parece que comienza a perder intensidad, es cuestión de tiempo para que se apague.
Sin vacilar, el joven luchador saca una pequeña hacha tribal y corta algunos pedazos de cierto árbol viejo. Luego recolecta algo de yesca, todo esto mientras el otro par debate cosas medio sentimentales entre sí.
Lo siguiente para el chico es amontonar todo y usar su pedernal, un intento por generar la fogata que se hace cada vez más necesaria. Es acertado decir que solo le toma dos intentos pues sabe bien como vivir en la naturaleza.
Danem, me estoy poniendo viejo “ríe entre dientes”.
Se sienta con las piernas cruzadas y acerca las manos al calor del fuego, lo cierto es que esa enorme masa de agua que llaman océano disminuye bastante la temperatura circundante en la noche.
Le entra el hambre claro, es un entorno propicio… debe admitir que las cosas andantes que trataron de matarles tenían un aspecto de lo más delicioso, con un poco de hidromiel serian la cena perfecta.
No fue una victoria combativa claro pero está en cierto modo satisfecho, después de todo el enemigo era abrumador. No hay nada malo en evitar una pelea hoy para reunir fortaleza de cara a un combate futuro.
Suspira entonces, a medida que vuelve con los demás personajes aliados. No hay rastro del dúo dagenle, seguramente seguirán corriendo hasta caer agotados por el cansancio sin siquiera confirmar lo que tienen detrás.
Kosir, mi nombre es Kosir.
Dice para responderle al joven orejas picudas, justo antes de recibir una descarga por parte del personaje más fornido. Lo cierto es que el muchacho guerrero se le queda mirando con extrañeza, aunque no responde de igual forma pues tiene en cuenta su perdida.
Cruster… solo caminaba por la playa.
Sabe bien que los exteriores son más dramáticos con las pérdidas que cualquier brumoso. Un habitante de bosque negro ve la muerte de alguien importante en batalla como algo digno de celebración, no de duelo.
Pasan a tomar un carácter más calmado, ya no les persiguen caracoles gigantes. La lámpara de Rascal termina en el suelo aunque parece que comienza a perder intensidad, es cuestión de tiempo para que se apague.
Sin vacilar, el joven luchador saca una pequeña hacha tribal y corta algunos pedazos de cierto árbol viejo. Luego recolecta algo de yesca, todo esto mientras el otro par debate cosas medio sentimentales entre sí.
Lo siguiente para el chico es amontonar todo y usar su pedernal, un intento por generar la fogata que se hace cada vez más necesaria. Es acertado decir que solo le toma dos intentos pues sabe bien como vivir en la naturaleza.
Danem, me estoy poniendo viejo “ríe entre dientes”.
Se sienta con las piernas cruzadas y acerca las manos al calor del fuego, lo cierto es que esa enorme masa de agua que llaman océano disminuye bastante la temperatura circundante en la noche.
Le entra el hambre claro, es un entorno propicio… debe admitir que las cosas andantes que trataron de matarles tenían un aspecto de lo más delicioso, con un poco de hidromiel serian la cena perfecta.
Kosir
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Re: Un tiburón en la costa [Libre] [3/3] [TEMA CERRADO]
El joven, quien se presentó como Kosir, al parecer también notó que a la llama de aquella lampara de aceite no le quedaba mucho más tiempo por arder. Por lo tanto, tomó su hacha y corto varios trozos de leña para luego, hábilmente, encender la fogata con su pedernal. Aunque le tomo mas de un intento era evidente que no era su primera vez encendiendo fuego.
—Gracias Kosir, parece que tienes experiencia en esto —dijo Rascal—. Por cierto, ¿de donde vienes? —Rascal sospechaba que aquel chico no era nativo de aquella zona. Al hablar nombraba decía palabras que el elfo jamás había oído, lo que le hizo pensar que podría ser algún raro idioma. O quizá simplemente era su imaginación.
Luego de aquel día, realmente muy largo, Rascal estaba extremadamente hambriento. Supuso que sus compañeros se sentirían de la misma forma, por lo que decidió compartir una presa con ellos.
—No se si ustedes se sienten igual, pero muero de hambre. Cocinare uno de los peces que pesque hoy.
—No, espera —lo detuvo Tholaf antes de que Rascal pueda tomar el pescado— Esta noche invito yo —tomó de una gran mochila que llevaba en su espalda un gigantesco pez y se lo alcanzó a Rascal, quien lo tomó muy sorprendido. Debía medir al menos ochenta centímetros de largo —Es lo menos que puedo hacer, se lo merecen por no haber huido como aquellos cobardes. Además, si Rascal no me hubiese gritado para que corra, ahora mismo estaría siendo el postre de aquellas bestias —esbozó una pequeña sonrisa y luego volvió a bajar la cabeza.
Rascal tomo su daga y corto la cola y cabeza del pez para así poder atravesarlo con una de sus flechas. Con algunos palos y ramas que había alrededor armo un soporte para colocar el pez sobre el fuego y de esta forma cocinarlo. Mientras Rascal cocinaba aquella presa gigante, Tholaf se quedó en silencio, con la mirada perdida en el fuego. Seguramente le iba a ser muy difícil para él superar aquel día, pero Rascal estaba seguro de que seria lo suficientemente fuerte para hacerlo.
—Creo que esto ya está listo —comentó, luego de cocinarlo por varios minutos. Tomo la flecha y sin pensarlo le dio un mordisco, con el cual descubrió que estaba caliente —¡Maldición! Si, ya está listo
Rascal tomo su cuchillo y compartió aquella presa con Kosir y Tholaf. Había mas que suficiente para que coman todos pero cuando terminaron solo quedó el esqueleto y espinas del pez. Rascal tomó una pequeña bota que llevaba con agua, con la intención de compartir con sus compañeros, sin embargo, Tholaf lo detuvo otra vez.
—¿Qué es eso? Si es agua guárdalo ya mismo —dijo mientras sacaba una gran bota de cuero de su mochila —Creo que necesito algo mas fuerte y este hidromiel es de las mas fuertes que hay —luego de retirar la tapa de la bota y darle un largo trago, paso el recipiente para que todos pudiesen tomar.
Rascal no estaba muy acostumbrado a tomar bebidas alcohólicas pero el hidromiel era muy dulce y le encantaba. Al probar aquella bebida notó al instante que era mucho mas potente que cualquier hidromiel que había probado y sintió una oleada de calor al tomar el primer largo trago. Aún así, aquella bebida era deliciosa y perfecta para acompañar el delicioso pez que acababan de devorarse.
—Gracias Kosir, parece que tienes experiencia en esto —dijo Rascal—. Por cierto, ¿de donde vienes? —Rascal sospechaba que aquel chico no era nativo de aquella zona. Al hablar nombraba decía palabras que el elfo jamás había oído, lo que le hizo pensar que podría ser algún raro idioma. O quizá simplemente era su imaginación.
Luego de aquel día, realmente muy largo, Rascal estaba extremadamente hambriento. Supuso que sus compañeros se sentirían de la misma forma, por lo que decidió compartir una presa con ellos.
—No se si ustedes se sienten igual, pero muero de hambre. Cocinare uno de los peces que pesque hoy.
—No, espera —lo detuvo Tholaf antes de que Rascal pueda tomar el pescado— Esta noche invito yo —tomó de una gran mochila que llevaba en su espalda un gigantesco pez y se lo alcanzó a Rascal, quien lo tomó muy sorprendido. Debía medir al menos ochenta centímetros de largo —Es lo menos que puedo hacer, se lo merecen por no haber huido como aquellos cobardes. Además, si Rascal no me hubiese gritado para que corra, ahora mismo estaría siendo el postre de aquellas bestias —esbozó una pequeña sonrisa y luego volvió a bajar la cabeza.
Rascal tomo su daga y corto la cola y cabeza del pez para así poder atravesarlo con una de sus flechas. Con algunos palos y ramas que había alrededor armo un soporte para colocar el pez sobre el fuego y de esta forma cocinarlo. Mientras Rascal cocinaba aquella presa gigante, Tholaf se quedó en silencio, con la mirada perdida en el fuego. Seguramente le iba a ser muy difícil para él superar aquel día, pero Rascal estaba seguro de que seria lo suficientemente fuerte para hacerlo.
—Creo que esto ya está listo —comentó, luego de cocinarlo por varios minutos. Tomo la flecha y sin pensarlo le dio un mordisco, con el cual descubrió que estaba caliente —¡Maldición! Si, ya está listo
Rascal tomo su cuchillo y compartió aquella presa con Kosir y Tholaf. Había mas que suficiente para que coman todos pero cuando terminaron solo quedó el esqueleto y espinas del pez. Rascal tomó una pequeña bota que llevaba con agua, con la intención de compartir con sus compañeros, sin embargo, Tholaf lo detuvo otra vez.
—¿Qué es eso? Si es agua guárdalo ya mismo —dijo mientras sacaba una gran bota de cuero de su mochila —Creo que necesito algo mas fuerte y este hidromiel es de las mas fuertes que hay —luego de retirar la tapa de la bota y darle un largo trago, paso el recipiente para que todos pudiesen tomar.
Rascal no estaba muy acostumbrado a tomar bebidas alcohólicas pero el hidromiel era muy dulce y le encantaba. Al probar aquella bebida notó al instante que era mucho mas potente que cualquier hidromiel que había probado y sintió una oleada de calor al tomar el primer largo trago. Aún así, aquella bebida era deliciosa y perfecta para acompañar el delicioso pez que acababan de devorarse.
Rascal
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Re: Un tiburón en la costa [Libre] [3/3] [TEMA CERRADO]
La experiencia del chico tribal no pasa desapercibida para su acompañante dagenle, tiene buen ojo sin duda. Entonces este último pasa a preguntar algo harto obvio, no es la primera vez que interrogan al pelirrojo con esa pregunta.
Soy de bosque negro, un pequeño mundo muy oculto “asiente con cierto orgullo”.
Pocas personas saben de bosque negro y agradece por eso, de ser de dominio popular terminarían por pervertir su antiguo hogar… si bien es un exiliado ahora mismo, le sigue teniendo cierto aprecio.
¡JAJA!, excelente.
Dice por toda la trama de los pescados, sobrevivir por los pelos suele despertar hambre en un guerrero. Curiosamente Rascal se ahorra sus peces y terminan siendo invitados por el propio Tholaf.
Por los dioses… esa cosa es enorme.
Ciertamente el pescado del personaje más normal posee un tamaño magistral, incluso hace que la tripa del diminuto guerrero suene de manera patente. ¿Qué se puede decir?, aún le falta crecer mucho.
Esta vez es el dagenle quien toma la batuta con todo lo respecto a cocinar, realiza un trabajo bastante básico pero funcional. Una vez el pescado está listo y luego de probar en carne propia su cocción, pasa a repartirlo en partes iguales.
Los ancestros nos agracian “dice mientras se soba la barriga una vez termina de comer”.
Es hora de la bebida, algo que termina siendo invitado también por Tholaf luego de dejar en segundo plano el agua ofrecida por Rascal. Curiosamente los personajes logran montarse un agradable ambiente pese a lo vivido.
Krixus, no está nada mal.
Palabras que suelta luego de pegar un trago largo, sabe lo que dice pues el hidromiel ritual es un arte casi sagrado en bosque negro. Se permite entonces guardar su propia reserva para ingerir la del fornido personaje.
Pasa la bota de vuelta al joven de orejas picudas y luego se tira al suelo, viendo las pocas estrellas que pueden apreciarse por entre el tupido bosque. Un escenario harto conocido por el muchacho sin duda.
Esto me recuerda a casa.
En más de un sentido... claro que en bosque negro los elfos no son bienvenidos, pero Rascal ya se merece el título de persona honoraria luego de todo lo demostrado. Lo único que puede cortar el momento es la muerte acontecida, al menos para un exterior.
Soy de bosque negro, un pequeño mundo muy oculto “asiente con cierto orgullo”.
Pocas personas saben de bosque negro y agradece por eso, de ser de dominio popular terminarían por pervertir su antiguo hogar… si bien es un exiliado ahora mismo, le sigue teniendo cierto aprecio.
¡JAJA!, excelente.
Dice por toda la trama de los pescados, sobrevivir por los pelos suele despertar hambre en un guerrero. Curiosamente Rascal se ahorra sus peces y terminan siendo invitados por el propio Tholaf.
Por los dioses… esa cosa es enorme.
Ciertamente el pescado del personaje más normal posee un tamaño magistral, incluso hace que la tripa del diminuto guerrero suene de manera patente. ¿Qué se puede decir?, aún le falta crecer mucho.
Esta vez es el dagenle quien toma la batuta con todo lo respecto a cocinar, realiza un trabajo bastante básico pero funcional. Una vez el pescado está listo y luego de probar en carne propia su cocción, pasa a repartirlo en partes iguales.
Los ancestros nos agracian “dice mientras se soba la barriga una vez termina de comer”.
Es hora de la bebida, algo que termina siendo invitado también por Tholaf luego de dejar en segundo plano el agua ofrecida por Rascal. Curiosamente los personajes logran montarse un agradable ambiente pese a lo vivido.
Krixus, no está nada mal.
Palabras que suelta luego de pegar un trago largo, sabe lo que dice pues el hidromiel ritual es un arte casi sagrado en bosque negro. Se permite entonces guardar su propia reserva para ingerir la del fornido personaje.
Pasa la bota de vuelta al joven de orejas picudas y luego se tira al suelo, viendo las pocas estrellas que pueden apreciarse por entre el tupido bosque. Un escenario harto conocido por el muchacho sin duda.
Esto me recuerda a casa.
En más de un sentido... claro que en bosque negro los elfos no son bienvenidos, pero Rascal ya se merece el título de persona honoraria luego de todo lo demostrado. Lo único que puede cortar el momento es la muerte acontecida, al menos para un exterior.
Kosir
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Re: Un tiburón en la costa [Libre] [3/3] [TEMA CERRADO]
La ronda de hidromiel se detenía siempre cuando la bota llegaba a Tholaf. La sostenía por un largo rato, dando ocasionales sorbos mientras su mirada seguía perdida en las llamas y chispas de la madera quemándose. El corpulento hombre se mantuvo en silencio todo el tiempo.
—¿El bosque negro? ¡Es muy lejos de aquí ese lugar! — respondió Rascal, sorprendido. No conocía varios aventureros que hayan llegado a aquellas regiones. Todos los que habían visitado el bosque negro lo describan como un lugar muy peligroso — He oído que es muy peligrosa aquella región.
La gran cantidad de comida y el hidromiel eran una combinación que estaba resultando como un somnífero para Rascal. Tomo su mochila y saco un mullido abrigo que logro usar como almohada. Luego de un bostezo llevó su mirada a la bóveda de ramas y hojas que creaban los arboles de alrededor. A treves de ellas pudo vislumbrar parte del cielo, repleto de estrellas que brillaban en la predominante oscuridad de la noche.
Cuando finalmente la bota llego a Rascal, se incorporó para darle un largo trago y pasarla. Su casa no se encontraba demasiado lejos de allí, pero si demoraría un par de horas de viaje. La noche se volvía peligrosa y, mas aún, si no podías distinguir el camino. Por lo tanto, quedarse en compañía de Tholaf quizá sea una buena opción para pasar la noche.
—Y dime Kosir, ¿Qué te trajo a la playa de los Ancestros? — preguntó Rascal, intentado conversar, en parte por interés y en parte para no quedarse dormido— Es una buena región para pescar, yo conseguí unas buenas presas que quizá pueda vender en el mercado. Es una buena forma de sustentarse — continuó, casi divagando.
El fuego parecía estar menguando levemente, la llama se volvía lentamente mas tenue. Rascal se incorporó y tomó los palos que había usado como soporte para cocinar. Los quebró en trozos mas pequeños y agregó a la fogata para volver animar la llama. La saciedad por la comida y el calor del fuego hacían que una sensación de comodidad invada a Rascal.
—Creo que es muy tarde para volver a mi casa — dijo, dando un pequeño trago de hidromiel —. Y dudo poder hacerlo en este estado — continuó, soltando una carcajada. Tholaf bebió de un sorbo hasta la ultima gota de aquella bota. Sin embargo, saco otra del mismo tamaño y continuó bebiendo, para finalmente pasarla y continuar la ronda. Rascal no pudo evitar sorprenderse. De todas formas, Tholaf parecía tener gran resistencia al alcohol —Lo mejor sería quedarme a pasar la noche aquí. A la vez, podría acompañarte Tholaf, si no te molesta — el corpulento hombre simplemente asintió con la cabeza — Y, por supuesto Kosir, también estas invitado a unirte. [/color]
—¿El bosque negro? ¡Es muy lejos de aquí ese lugar! — respondió Rascal, sorprendido. No conocía varios aventureros que hayan llegado a aquellas regiones. Todos los que habían visitado el bosque negro lo describan como un lugar muy peligroso — He oído que es muy peligrosa aquella región.
La gran cantidad de comida y el hidromiel eran una combinación que estaba resultando como un somnífero para Rascal. Tomo su mochila y saco un mullido abrigo que logro usar como almohada. Luego de un bostezo llevó su mirada a la bóveda de ramas y hojas que creaban los arboles de alrededor. A treves de ellas pudo vislumbrar parte del cielo, repleto de estrellas que brillaban en la predominante oscuridad de la noche.
Cuando finalmente la bota llego a Rascal, se incorporó para darle un largo trago y pasarla. Su casa no se encontraba demasiado lejos de allí, pero si demoraría un par de horas de viaje. La noche se volvía peligrosa y, mas aún, si no podías distinguir el camino. Por lo tanto, quedarse en compañía de Tholaf quizá sea una buena opción para pasar la noche.
—Y dime Kosir, ¿Qué te trajo a la playa de los Ancestros? — preguntó Rascal, intentado conversar, en parte por interés y en parte para no quedarse dormido— Es una buena región para pescar, yo conseguí unas buenas presas que quizá pueda vender en el mercado. Es una buena forma de sustentarse — continuó, casi divagando.
El fuego parecía estar menguando levemente, la llama se volvía lentamente mas tenue. Rascal se incorporó y tomó los palos que había usado como soporte para cocinar. Los quebró en trozos mas pequeños y agregó a la fogata para volver animar la llama. La saciedad por la comida y el calor del fuego hacían que una sensación de comodidad invada a Rascal.
—Creo que es muy tarde para volver a mi casa — dijo, dando un pequeño trago de hidromiel —. Y dudo poder hacerlo en este estado — continuó, soltando una carcajada. Tholaf bebió de un sorbo hasta la ultima gota de aquella bota. Sin embargo, saco otra del mismo tamaño y continuó bebiendo, para finalmente pasarla y continuar la ronda. Rascal no pudo evitar sorprenderse. De todas formas, Tholaf parecía tener gran resistencia al alcohol —Lo mejor sería quedarme a pasar la noche aquí. A la vez, podría acompañarte Tholaf, si no te molesta — el corpulento hombre simplemente asintió con la cabeza — Y, por supuesto Kosir, también estas invitado a unirte. [/color]
Rascal
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Re: Un tiburón en la costa [Libre] [3/3] [TEMA CERRADO]
Que Rascal conozca de bosque negro despierta una mirada de intriga en Kosir, no es algo muy de saber popular exterior. Cuando entra en detalles, el pelirrojo termina por generar una potente carcajada.
Por decirlo de un modo jajaja, mi gente no disfruta de los forasteros… si, mi antigua gente en dado caso.
No tarda en cambiar su rostro a uno más serio, incluso melancólico, aunque disipa esos pensamientos con un movimiento de lado a lado. Después de todo los brumosos no son llorones, solo enfrentan la situación como venga.
Las pasadas de la bebida no se detienen, siendo el propio guerrero pequeño el que casi se acaba la siguiente ronda. Naturalmente el chico dagenle sigue preguntando cosas, aunque ahora menos personales.
No hay playas en bosque negro, no de agua salada al menos, admito que me dejo llevar por sus paisajes aquí afuera.
Poseen cierta belleza, nadie puede negar eso. Tanta agua contenida sobrecoge a cualquiera, pero desde la seguridad de la arena es un panorama digno de apreciar por horas incluso. La vida entra por los ojos como bien dicen los chamanes brumosos.
Hay muchas maravillas en el exterior… se puede pasar aquí toda una vida.
Palabras que suelta con solemnidad, más de la que le gustaría admitir por cierto. Los habitantes de bosque negro son muy regionalistas, su bosque es el centro del mundo… muchas veces de manera literal.
Cuando se acaba la bebida, el buen Tholaf saca otra bota. Un gran personaje sin duda, fornido, bebedor y de pocas palabras. Bien podría venir de la tierra de Kosir si quitamos su nostalgia extendida.
Es claro que toda esa agua tiene muchas cosas comestibles “asiente con los ojos cerrados”.
Vender los productos del extraño océano parece ser una fuente inagotable de ingresos, nadie podría acabar algo tan grande, ni siquiera los exteriores. El muchacho empieza a entender la razón de tantos pueblos costeros en el enorme mundo.
Anam, mi casa es el mundo salvaje, ustedes están en mi casa “se ríe entre dientes, mostrando algunas señales de ebriedad".
Despliega un equipo para dormir bastante tribal y lo deja al lado, de momento quiere disfrutar del cielo nocturno con el pasto en su espalda. Parece ser que todos tomaran un merecido descanso a la intemperie.
Por decirlo de un modo jajaja, mi gente no disfruta de los forasteros… si, mi antigua gente en dado caso.
No tarda en cambiar su rostro a uno más serio, incluso melancólico, aunque disipa esos pensamientos con un movimiento de lado a lado. Después de todo los brumosos no son llorones, solo enfrentan la situación como venga.
Las pasadas de la bebida no se detienen, siendo el propio guerrero pequeño el que casi se acaba la siguiente ronda. Naturalmente el chico dagenle sigue preguntando cosas, aunque ahora menos personales.
No hay playas en bosque negro, no de agua salada al menos, admito que me dejo llevar por sus paisajes aquí afuera.
Poseen cierta belleza, nadie puede negar eso. Tanta agua contenida sobrecoge a cualquiera, pero desde la seguridad de la arena es un panorama digno de apreciar por horas incluso. La vida entra por los ojos como bien dicen los chamanes brumosos.
Hay muchas maravillas en el exterior… se puede pasar aquí toda una vida.
Palabras que suelta con solemnidad, más de la que le gustaría admitir por cierto. Los habitantes de bosque negro son muy regionalistas, su bosque es el centro del mundo… muchas veces de manera literal.
Cuando se acaba la bebida, el buen Tholaf saca otra bota. Un gran personaje sin duda, fornido, bebedor y de pocas palabras. Bien podría venir de la tierra de Kosir si quitamos su nostalgia extendida.
Es claro que toda esa agua tiene muchas cosas comestibles “asiente con los ojos cerrados”.
Vender los productos del extraño océano parece ser una fuente inagotable de ingresos, nadie podría acabar algo tan grande, ni siquiera los exteriores. El muchacho empieza a entender la razón de tantos pueblos costeros en el enorme mundo.
Anam, mi casa es el mundo salvaje, ustedes están en mi casa “se ríe entre dientes, mostrando algunas señales de ebriedad".
Despliega un equipo para dormir bastante tribal y lo deja al lado, de momento quiere disfrutar del cielo nocturno con el pasto en su espalda. Parece ser que todos tomaran un merecido descanso a la intemperie.
Kosir
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Re: Un tiburón en la costa [Libre] [3/3] [TEMA CERRADO]
—Cuando el sol comienza a desaparecer por el horizonte se crea uno de los paisajes más hermosos, ciertamente —reflexionó en voz alta Rascal—. He recorrido muchas costas y playas, pero puedo decir con seguridad que esta es de las más hermosas —continuó, recostándose.
Sus parpados habían comenzado a pesarle, por lo que decidió armar mejor su lugar para dormir. Sacó un par de pequeñas mantas e improviso un lugar para recostarse, sobre unas cuantas hojas en el suelo. Dirigió su mirada a Tholaf y se dio cuenta que simplemente había sacado un abrigo gigante que usaría como manta. Recordó que en el pequeño campamento que había armado con Josef tenían todo preparado para pasar la noche cómodamente, pero lamentablemente todas aquellas cosas quedaron allí.
—Toma, puedes usar esto como almohada, si te sirve —Rascal le ofreció su abrigo a Tholaf, de todas formas, no lo necesitaba.
—Gracias —respondió con una sonrisa mientras tomaba el abrigo y lo doblaba para poder colocarlo debajo de su cabeza.
Cuando todos habían terminado de armar sus respectivos sitios para descansar, Rascal busco unas cuantas ramas y demás para agregar a la fogata y asegurar algo de calor. Las noches eran cada vez más fría y la aparición de aquellas criaturas podría deberse justamente al frio que traía el atardecer.
—Buenas noches —saludó Rascal mientras se envolvía en sus mantas y dejaba que su cuerpo se relaje y hunda en aquel lugar.
El silenció reinaba la noche y solamente se escuchaba el ruido de la fogata y de algún que otro insecto. Muy a lo lejos, se oía el apagado sonido de las olas que rompían contra las rocas. Como una balada o una canción para dormir, este conjunto de sonidos acompaño a Rascal hasta un sueño que no tardó en llegar.
El sol se había elevado bastante por encima del horizonte cuando sus rayos finalmente lograron atravesar el follaje y caer sobre el rostro de Rascal para despertarle. Luego de desperezarse y guardar sus mantas, dio un pequeño paseo para llegar hasta donde terminaba el bosque y comenzaba la planicie que llegaba hasta la playa. El cielo se había despejado de nubes y el viento ya no era tan fresco. Pero la mejor noticia era que no había rastro de ninguna langosta gigante.
Volvió al lugar de la fogata, de la cual solo quedaban cenizas, para encontrarse con sus compañeros. Tomó un gran trozó de pan que guardaba en su mochila y lo compartió. Siempre le pareció importante desayunar algo y con aquella leve resaca iba a ser necesario.
—Creo que ahora si necesitaran un poco de esto —dijo Rascal luego da dar un largo sorbo a su bota con agua, para luego ofrecérsela a los demás—. Por cierto, Tholaf, ¿necesitaras ayuda para… desarmar el campamento de la playa?
—Gracias, pero no te preocupes muchacho, es algo que debo hacer solo —luego de unos segundos de silencio, Tholaf agregó —. Si alguna vez pasan por Lunargenta, sean bienvenidos a pasar por mi hogar y conocer a mi familia. Tienen un festín asegurado.
Tholaf dio unas simples indicaciones sobre donde se encontraba su hogar, saludo a Rascal y Kosir, agradeciéndoles otra vez, y se marchó caminando lentamente hacia la playa. Rascal llevó su mirada a Kosir.
—¿Tu hacia donde te diriges Kosir? —preguntó— Yo viajare al norte, siguiendo el camino del bosque hasta mi hogar.
Sus parpados habían comenzado a pesarle, por lo que decidió armar mejor su lugar para dormir. Sacó un par de pequeñas mantas e improviso un lugar para recostarse, sobre unas cuantas hojas en el suelo. Dirigió su mirada a Tholaf y se dio cuenta que simplemente había sacado un abrigo gigante que usaría como manta. Recordó que en el pequeño campamento que había armado con Josef tenían todo preparado para pasar la noche cómodamente, pero lamentablemente todas aquellas cosas quedaron allí.
—Toma, puedes usar esto como almohada, si te sirve —Rascal le ofreció su abrigo a Tholaf, de todas formas, no lo necesitaba.
—Gracias —respondió con una sonrisa mientras tomaba el abrigo y lo doblaba para poder colocarlo debajo de su cabeza.
Cuando todos habían terminado de armar sus respectivos sitios para descansar, Rascal busco unas cuantas ramas y demás para agregar a la fogata y asegurar algo de calor. Las noches eran cada vez más fría y la aparición de aquellas criaturas podría deberse justamente al frio que traía el atardecer.
—Buenas noches —saludó Rascal mientras se envolvía en sus mantas y dejaba que su cuerpo se relaje y hunda en aquel lugar.
El silenció reinaba la noche y solamente se escuchaba el ruido de la fogata y de algún que otro insecto. Muy a lo lejos, se oía el apagado sonido de las olas que rompían contra las rocas. Como una balada o una canción para dormir, este conjunto de sonidos acompaño a Rascal hasta un sueño que no tardó en llegar.
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El sol se había elevado bastante por encima del horizonte cuando sus rayos finalmente lograron atravesar el follaje y caer sobre el rostro de Rascal para despertarle. Luego de desperezarse y guardar sus mantas, dio un pequeño paseo para llegar hasta donde terminaba el bosque y comenzaba la planicie que llegaba hasta la playa. El cielo se había despejado de nubes y el viento ya no era tan fresco. Pero la mejor noticia era que no había rastro de ninguna langosta gigante.
Volvió al lugar de la fogata, de la cual solo quedaban cenizas, para encontrarse con sus compañeros. Tomó un gran trozó de pan que guardaba en su mochila y lo compartió. Siempre le pareció importante desayunar algo y con aquella leve resaca iba a ser necesario.
—Creo que ahora si necesitaran un poco de esto —dijo Rascal luego da dar un largo sorbo a su bota con agua, para luego ofrecérsela a los demás—. Por cierto, Tholaf, ¿necesitaras ayuda para… desarmar el campamento de la playa?
—Gracias, pero no te preocupes muchacho, es algo que debo hacer solo —luego de unos segundos de silencio, Tholaf agregó —. Si alguna vez pasan por Lunargenta, sean bienvenidos a pasar por mi hogar y conocer a mi familia. Tienen un festín asegurado.
Tholaf dio unas simples indicaciones sobre donde se encontraba su hogar, saludo a Rascal y Kosir, agradeciéndoles otra vez, y se marchó caminando lentamente hacia la playa. Rascal llevó su mirada a Kosir.
—¿Tu hacia donde te diriges Kosir? —preguntó— Yo viajare al norte, siguiendo el camino del bosque hasta mi hogar.
Rascal
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Re: Un tiburón en la costa [Libre] [3/3] [TEMA CERRADO]
Las palabras de Rascal son lo último que escucha Kosir antes de ser vencido por el sueño, claro que tiene la suficiente cordura para darle la razón mental primero. Ciertamente no puede quejarse de las circunstancias ahora mismo.
Barriga llena, lecho caliente, bonito paisaje y además medio ebrio, no se necesitan más cosas para que un brumoso sea feliz… quizás una mujer pero un paso a la vez. La sonrisa que el muchacho esboza entre sueños es prueba patente del buen ánimo que tiene.
Un tiempo indeterminado después despierta, aunque no sin antes un par de sueños raros con caracoles marinos gigantes. Cuando se levanta le gruñe el estómago y es que la mitad de sus aventuras irreales trataban sobre comer las jodidas cosas.
Dioses… lo que hace el hidromiel “niega con la cabeza”.
Claramente siente una ligera resaca pero no es la peor que ha tenido, la manera como se levanta confirma este punto… o mejor dicho, la manera como se queda vertical sin caer al suelo o sin vomitar hasta las tripas.
Entiende entonces que es el último en despertar, lo que ocurre cuando se toma confianza sin duda. Por lo menos es recibido con una sustanciosa pieza de pan, algo que no tarda en complementar con algunos trozos de carne en conserva de su mochila.
Cuando ya están mas despiertos, viene el momento de las separaciones. Después de todo la situación con los bichos marinos está superada y no parece que dichas criaturas aprecien la luz del sol.
Vive bien y el tiempo que desees “sonríe de forma sincera”.
Palabras que expresa a modo de separación cuando Tholaf deja en claro su partida con una invitación amistosa a su hogar, eso para la gente de bosque negro vale mucho y siempre merece una buena replica.
Con todo el campamento recogido y su equipo encima, viene siendo el momento de que los más jóvenes tomen caminos separados también. O al menos eso piensa el pelirrojo hasta que nota cierta concordancia.
Me dirijo al norte también, podemos viajar juntos hasta la encrucijada profunda si lo deseas.
No es de compartir los viajes pero no ve razón para dejar pasar la oportunidad, después de todo el joven dagenle se ha ganado su confianza. Además, es solo por un rato, tampoco es que se vayan a volver hermanos de campo de batalla.
Una cosa esta clara, el curioso y violento evento sirvió para convertir desconocidos en aliados, quizás con un vínculo duradero también. Personajes vienen y van en el enorme mundo, pero incluso el chico guerrero sabe que todo es más llevadero con gente alrededor.
Barriga llena, lecho caliente, bonito paisaje y además medio ebrio, no se necesitan más cosas para que un brumoso sea feliz… quizás una mujer pero un paso a la vez. La sonrisa que el muchacho esboza entre sueños es prueba patente del buen ánimo que tiene.
Un tiempo indeterminado después despierta, aunque no sin antes un par de sueños raros con caracoles marinos gigantes. Cuando se levanta le gruñe el estómago y es que la mitad de sus aventuras irreales trataban sobre comer las jodidas cosas.
Dioses… lo que hace el hidromiel “niega con la cabeza”.
Claramente siente una ligera resaca pero no es la peor que ha tenido, la manera como se levanta confirma este punto… o mejor dicho, la manera como se queda vertical sin caer al suelo o sin vomitar hasta las tripas.
Entiende entonces que es el último en despertar, lo que ocurre cuando se toma confianza sin duda. Por lo menos es recibido con una sustanciosa pieza de pan, algo que no tarda en complementar con algunos trozos de carne en conserva de su mochila.
Cuando ya están mas despiertos, viene el momento de las separaciones. Después de todo la situación con los bichos marinos está superada y no parece que dichas criaturas aprecien la luz del sol.
Vive bien y el tiempo que desees “sonríe de forma sincera”.
Palabras que expresa a modo de separación cuando Tholaf deja en claro su partida con una invitación amistosa a su hogar, eso para la gente de bosque negro vale mucho y siempre merece una buena replica.
Con todo el campamento recogido y su equipo encima, viene siendo el momento de que los más jóvenes tomen caminos separados también. O al menos eso piensa el pelirrojo hasta que nota cierta concordancia.
Me dirijo al norte también, podemos viajar juntos hasta la encrucijada profunda si lo deseas.
No es de compartir los viajes pero no ve razón para dejar pasar la oportunidad, después de todo el joven dagenle se ha ganado su confianza. Además, es solo por un rato, tampoco es que se vayan a volver hermanos de campo de batalla.
Una cosa esta clara, el curioso y violento evento sirvió para convertir desconocidos en aliados, quizás con un vínculo duradero también. Personajes vienen y van en el enorme mundo, pero incluso el chico guerrero sabe que todo es más llevadero con gente alrededor.
Kosir
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