Trabajos en cuero y madera

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　Estaba jugando con una pelota, lanzándola adelante para que rebotara en el suelo y luego en una pared antes de regresar a mi mano, mientras seguía preguntándome por qué cierto sujeto me propuso hacer una carrerita cuando lo que le pregunté fue si él quería tener un curso de herrería gratuito. Lo peor es que, aunque ni fue una respuesta lógica a mi oferta, lo consideré y terminé aceptando competir con él.

　Negué con la cabeza, decepcionado de mí mismo, mientras seguía lanzando y atrapando la bola y recordando.

　Aquel tipo había sido un mal perdedor. No bastándole con perder varias veces, hasta me obligó a disfrutar de la comodidad de su casita construida en la copa de un escuálido árbol al borde de un precipicio, comer la deliciosa comida preparada por su mujer-oveja albina y mocosa en el sentido literal, abrigarnos en las noches con mantas confeccionadas con lana blanca de dudosa procedencia, contemplar tranquilamente a través de una ventana el extraño espectáculo de grupos de vacas arrojándose al abismo cada medio día…

　¿De qué estaba hablando?

　Vale, el punto es que el tipo me retuvo cuanto pudo mientras se conseguía unas botas como las mías, aunque sin el buen diseño upelerístico, y entrenaba cada día corriendo en el bosque cercano, preparándose para «la última revancha definitiva, decisiva y final», como decía él.

　Entonces, durante uno de sus entrenamientos, la casita cayó al abismo conmigo y la oveja dentro.

　Desde aquel momento nunca volví a saber de él, y no quiero decir que morí, sino que nuestros caminos no volvieron a cruzarse. La oveja, tras un ataque de ansiedad, me dijo que esa experiencia cercana a la muerte (cercana porque no morimos, pues fui el éxito salvándonos) la hizo reconsiderar cosas de su vida y me pidió que la llevara de vuelta con su familia real, que, según ella, podían pagarme por ello porque eran gente con mucha lana.

　¿Y todo eso qué tiene que ver con Elian?, podrían preguntarse algunos. ¿Por qué debo contar una historia relacionada con él?, es mi respuesta.

　Como sea, luego de aquellos eventos partimos rumbo hacia el rebaño de la oveja. En el camino nos detuvimos a descansar en una cabaña y es ahí donde me dediqué a jugar y recordar mientras la oveja dormía.

　De pronto apareció un elfo de sonrisa tan espectacular como la capacidad de ese individuo de dañar objetos épicos y, peor aún, sillas no épicas.

　–Eres justo la persona que necesito –le dije, aunque mi sonrisa torcida no fue tan radiante como la suya, pues quizás ninguna mía podría serlo. Atrapé la bola, deshice el nudo que tenía y se hizo claramente visible que era una cría de gomejo al que había mantenido envuelto en sus propias orejas–. Recuerdo que eres un excelente carpintero, y yo necesito dónde poder guardar al gomejo sin que nadie sepa que lo llevo encima. –Guardé al animal en mi bolsito dejando su cabeza fuera y desenvainé mi par de dagas para mostrárselas al elfo–. Por lo tanto, ¿podrías hacer fundas fáciles de ocultar y que tengan la forma adecuada para estas dagas? Es que así es como le gusta al gomejo.

　Alcé las cejas por un instante en cuanto recordé algo en particular.

　–Ah, por cierto, no sé si sabes hacer unas de esas túnicas que te restauran las energías con descansar solo un rato –dije, desafortunadamente incapaz de recordar el nombre exacto de esas ropas–. Si puedes, no me hagas una, que dudo que pueda aprovechar su efecto alguna vez. En su lugar, ¿puedes hacerle un collar al gomejo? Algo bonito, quizás hasta con su nombre. –Hice un mohín pensativo–. Aunque necesitaría ponerle un nombre primero. –Miré al animal, sopesando mis opciones–. ¿Alguna idea peluda? –le pregunté al elfo–. Estoy entre Peluche y… Bueno, solo Peluche. Las ideas no me vienen ahora. Lo que sé es que el collar debería tener en alguna parte la imagen de un ganso. Un ganso, eh, no un pato ni un cisne. Si lo haces, te pagaré generosamente –prometí generando una vistosa biusa verde–. Quizás hasta te dé aeros también.

Ya era hora de hacer un cambio de look, mis prendas por más que podrían considerarse estéticas, no me brindaban la protección que deseaba, siendo realista en ocasiones me resultaban incómodas y al ser yo un vampiro que solo puede moverse en la noche, mi atuendo no siempre me protegía del frío.

Me habían recomendado un elfo que solía viajar por Aerandir con sus trabajos en cuero y madera, así que me dispuse a ubicarlo en una calle que solía frecuentar, según algunos rumores tenía ya varios días en la aldea, por lo que sencillamente debía buscarlo al caer la noche esperando pudiera atenderme.

Saludos, ¿eres el elfo que trabaja con cuero, no? Me han hablado de ti. – Procuré ser gentil, ya oscurecía y lo que menos pretendía sería asustar al comerciante que seguro pronto cerraría su tienda ambulante.

Tengo un pedido un tanto complicado, no sé si podrás ayudarme, resulta que… - aproveché para sacar un papel de mi bolsillo que al desdoblarlo tenía un dibujo de un prototipo de vestimenta que había imaginado, admito que mis habilidades de dibujo eran buenas por lo que no sería difícil entender el diseño, lo que sería complicado seria hacerlo. – verás quiero un nuevo atuendo – le entregué el papel con el diseño (1) – un trabajo en cuero negro con algunos detalles y correas, el problema es que me gustaría reforzar algunas partes con placas más resistentes, incluso me gustaría un peto con adornos ornamentados, sé que suena extravagante, pero me dijeron que tú podrías ayudarme, algunos herreros a los que fui me indicaron que o me hacían la armadura completa o nada, así que no sé si puedes ayudarme, el dinero no sería un problema.

Ah, y me gustaría poder lucir mi collar, así que si pudiéramos agregar algo en el pectoral para poder colocar el rubí estaría agradecido.

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Off

Pedido:
Armadura Media Normal [Armadura Media] hecha en base a cuero y refuerzos en malla u otros materiales resistentes, otorga equilibrio entre protección y movilidad. Hace algo de ruido al moverse. De calidad Normal.

(1)

Diseño:

Si bien en mi avatar se tiene el equipamiento, me parece adecuado hacer la compra legal, ya que cambié recientemente de imagen, entonces para que todo tenga congruencia.

Le pregunté a Rauko sobre el tema de la armadura como herrero y me recomendó ir contigo, “Rauko es el éxito”

Era uno de esos días en las que paseaba por un mercado ambulante para obtener nuevas ideas. Además necesitaba materiales para seguir mis constantes practicas. Aquel tipo de lugares era ideal para regatear y en ocasiones dar con objetos o personas peculiares.

Fue allí, entre el barullo y la muchedumbre que alguien de estatura y cara familiar captó mi atención. Sí que lo recordaba, cómo olvidar semejante regalo de los dioses y sobre todo ese sujeto que ahora enfocaban mis orbes violeta era quien hasta cierto punto me había dado la idea de trabajar de forma errante.

- Creo que alguien me sigue por Verisar. - Dije una vez que estaba cerca de su puesto de trabajo a fin de llamar su atención. Agradecía como siempre a mis ancestros porque ese día llevaba justo las cosas que él había hecho para mí en su momento.

- Sabes, realmente eres excelente con tus creaciones, y debo agradecerte. Después de conocerte me di cuenta que necesitaba aprender algo util, y no adivinarás que comencé a hacer. Aunque admito que pincharse los dedos es la cosa mas tediosa con la que he tenido que lidiar. - Hablaba como perico, pero me era inevitable no hacerlo, la belleza de ese elfo me ponía nerviosa y eso que bien que sabía cómo lidiar con ellos. - Como sea solo quiero darte las gracias por todo y que sepas que eres un modelo a seguir. - sonreí ampliamente.

Para ese punto caí en cuenta de varias cosas que tal vez pasé por alto a la hora de abrir mi hermosa boca. ¿Siquiera se acordaba de mí? ¿Por qué rayos le había dicho todo esto? ¿Esperaba obtener algo a cambio? No tenía la menor idea, pero ese elfo de ahí me había hecho actuar como quinceañera ebria, era una suerte para mí que Gaegel y Zelas no estaban para presenciar tan vergonzoso momento.