El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
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El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
El sueño de Odín. Evento de Yule
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Todos en el pueblo de Jólmundröm habían trabajado durante semanas para levantar la edificación en el lugar exacto que Odín les había señalado. Quienes no habían trabajado directamente la madera, preparaban las pieles que adornarían después las paredes, o se ocupaban de que a los demás no les faltase comida y bebida para continuar con la labor.
Más adelante, cuando aquella compañía de juglares visitó la aldea, la preparación y conserva de alimentos se hizo tan intensa como el trabajo de carpintería. Sabían que no tardarían en recibir visita y se acercaba el solsticio, debían ser hospitalarios.
Al atardecer del día más corto, Ingrid salió de su casa con su mejor vestido envuelto en una piel nueva, regalo de su abuela por su reciente compromiso. En sus manos, envuelta en un paño de lino, llevaba su ofrenda para los espíritus del bosque, compuesta por carne de lucio desecado y castañas asadas, acompañadas de unas ramitas de hinojo.
Aunque ya estaban encendidas las antorchas que iluminarían el camino a la colina y la nieve había sido apartada hacia ambas orillas, Ingrid caminaba despacio, pues la fina capa de hielo que quedaba en la superficie podía resultar resbaladiza si no andaba con cuidado. Aún así, no tardó mucho en llegar a su destino, pero antes de entrar en la nueva morada que habían construido para Odín, se desvió a la izquierda, hacia un pequeño bosquecillo. Eligió uno de los árboles, un arce, y depositó el pequeño paquete a sus pies, con la esperanza de que el espíritu dentro de él aceptase el regalo y volviese a florecer cuando llegase la primavera.
Dentro del gran hogar, la temperatura era mucho más agradable que en el exterior. El olor del cordero asándose al fuego fue el primer aroma que recibió a Ingrid cuando atravesó el gran portón de madera, pero no el único, pronto le seguirían los de la sidra y el vino especiado. Mientras las mueres vigilaban las viandas que se cocinaban en el centro de la enorme estancia, los hombres se turnaban para asegurarse de que el tronco de fresno que habían introducido en la mañana no se apagara. Debía arder durante doce días con sus doce noches.
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Ingrid vio a Aren en un rincón de la amplia estancia, hablando con Lars y Esben. Le sonrió, pero no fue hacia él. Debía presentar sus respetos primero. Caminó hacia el fondo del gran salón, apartó con una mano las pieles que hacían las veces de puerta y entró en la sala posterior, donde la luz de las antorchas iluminaban el enorme cráter del centro y, dentro del cráter, la oscura roca que había caído del cielo, la señal de Odín. Tal como hacían los presentes, Ingrid buscó un hueco vacío al borde del cráter y se arrodilló, con la vista fija en la superficie de la roca. El brillo titilante de las antorchas y el aroma del incienso pronto la transportaron muy lejos de Jólmundröm.
De vuelta en el gran salón, por fin era libre de festejar con Aren, que la esperaba con una sonrisa y una jarra de sidra. Lars se levantó, para cederle el asiento junto a su prometido y fue a sentarse al otro lado de Esben.
—Y bien —dijo este último con las cejas alzadas—, ¿qué has visto?
—Déjala estar, Esben —dijo Aren—, no todo el mundo está tan ansioso por compartir sus visiones como tú.
—¿Todos habéis visto algo entonces? —preguntó Ingrid después de probar la sidra.
—Todos los que nos hemos acercado, al menos —respondió Aren dirigiendo una mirada a su amigo Lars.
—Ya te lo he dicho —se defendió el aludido—, me acercaré a esa cosa cuando se haya acabado el incienso. Todo ese humo me hace estornudar.
Los cuatro rieron durante un rato. Al cabo, Ingrid observaba pensativa el brillo del fuego reflejado en la superficie metálica de su jarra. Los chicos permanecieron en silencio, invitándola a hablar.
—Al principio vi una especie de humo gris —comenzó por fin—. Creía que era el humo de las antorchas, pero luego me di cuenta de que salía de unos extraños carros de metal. Se movían solos, sin un caballo o una mula que tirase de ellos. Todo a mi alrededor era gris, menos los carros. Los había de muchos colores. Entonces, uno de ellos se paró delante de mí. Los tres estabais dentro, pero os veíais distintos. Llevabais el pelo corto, sin barba. Parecíais niños, pero no lo erais y vestíais ropas diferentes. Yo también vestía diferente. —Bajó la vista al acordarse de aquella falda tan corta que dejaba expuestas sus rodillas. Tal vez sería mejor saltarse ese detalle— En cualquier caso, aquel carro nos sacó de la zona gris y pasamos el día en una arboleda de fresnos, junto a un río.
—¿Haciendo qué? —preguntó Aren.
—Nada del otro mundo —respondió Ingrid y se llevó de nuevo la jarra de sidra a la boca para ocultar el acaloramiento que sintió en sus mejillas al recordar cómo se habían bañado los cuatro en el aquel río— Bueno, después de comer fuimos a ver unas ruinas. Me pareció un lugar muy triste. ¿Qué creéis que significa? —preguntó al cabo de un momento.
—Que nunca os libraréis de nosotros —respondió Esben con una sonrisa pícara— Cuando estéis felizmente casados, tendréis que reservar un puesto en la mesa para Lars y Esben. —Y alzó su jarra en alto, como si de un brindis se tratase. Lars alzó su jarra en respuesta, pero Aren dejó la suya en la mesa con una media sonrisa y se puso de pie.
—Eso está por ver —dijo y le tendió una mano a Ingrid—. ¿Vienes? Por fin han llegado los músicos.
__________________
El solsticio de diciembre está ya sobre nosotros y llega la hora de la celebración. Aunque es Sigel la que suele encargarse de estos eventos, este año está muy ocupada preparando el banquete de Yule en el Valhalla, así que esta vez me ha tocado a mí. Esperemos que no se os haga cuesta arriba sin su toque femenino. Para aquellos que recién llegáis al foro, estos eventos, que suelen celebrarse cada pocos meses, son una manera de conocer on rol a otros personajes y, en ocasiones, un buen punto de partida para comenzar alguna trama con otros personajes con los que no se ha roleado antes. Sed bienvenidos a participar.
A tener en cuenta:
- Libre participación. Puede entrar cualquiera que tenga la ficha de personaje aprobada.
- El tema permanecerá abierto hasta el día 2 de enero de 2020, pero si alguien que quiera participar necesita más tiempo, puede avisarme por mp para que deje unos días más.
- Objetivo del evento: Ya sea que estéis de paso en Jólmundröm o que vengáis atraídos por las historias de los juglares acerca de la caída del meteoro en la colina junto a la aldea, os encontráis aquí como huéspedes de los habitantes del lugar. Disfrutaréis de su hospitalidad durante las celebraciones de Yule (comida, bebida, baile...) a cambio de respetar sus tradiciones: podéis hacer una ofrenda a los espíritus del bosque, como la de Ingrid, ayudar a los hombres y mujeres que mantienen el fuego y cocinan para los invitados, rezar/meditar junto al meteoro…
- Objetivo adicional: Ya sea el meteorito en sí, el incienso, los vapores del vino o una mezcla de todo ello, todos los que rezan junto a la roca reciben una visión, o un sueño si lo preferís, una historia. Puesto que una de las principales tradiciones de Yule es la de compartir, vuestra misión será la de compartir esa historia con otros personajes. Puede ser tan larga o tan corta como queráis; implicar sólo a vuestro personaje o a otros; puede ser algo que haya pasado o vaya a pasar, o algo totalmente inventado; cargar con algún significado para vuestras tramas o ninguno en absoluto. Tenéis total libertad, siempre que éstas no resulten ofensivas para otros usuarios y tengáis en cuenta que éste es un evento para todos los públicos.
- Tenéis libertad de turnos. No es necesario esperar a los otros usuarios para postear, pero sí lo es postear con lógica, teniendo en cuenta lo que los demás han escrito.
Recompensas:
- 5 puntos de experiencia
- 50 aeros
- Aquellos usuarios que compartan sus brindis y visiones con otros personajes, recibirán un objeto especial del evento.
- Aviso: algunas visiones podrían traer consigo ciertas consecuencias.
Fehu
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Tomé uno de los asientos libres, suspirando. Había venido a ese sitio para algo, pero no había motivos para hacerlo con el estómago vacío.
-Han trabajado bastante duro.- dijo Oshu. Era el único de mis compañeros que había venido conmigo. No hacía falta traer a nadie más, realmente. Solo era una expedición de un día o dos: en cuanto terminase allí, nos teletransportaría de vuelta a Dundarak. El sitio tan solo estaba a unos kilómetros del Templo, igualmente. El único motivo por el que el hombre perro había insistido en acompañarme era curiosidad.
O quizás ganas de estirar las piernas. Hacía tiempo que no tenía cosas como aquella. Si bien el frío no invitaba precisamente a salir, los dos estábamos acostumbrados a él, y podíamos llevar un buen ritmo incluso con aquel clima. En cualquier caso, ya habíamos llegado. No tardamos en tomar algo de cenar. Mi compañero decidió acompañarla con sidra.
-Así que... mensaje de Odín.- dijo. -¿Que se supone que dice?-
-"Piedra", claramente.- repuse, como si fuese lo más evidente del mundo. Oshu rió, tomando un trago de su jarra.
-Quizás deberíamos hacer algo por ellos, ya que son tan hospitalarios.- propuso. -¿Cortando leña, quizás? Están poniendola como si no hubiese mañana.- propuso, echando un vistazo a la hoguera. Habían hecho un buen trabajo calentando aquel lugar, incluso sin usar runas para ello.
-Si estás en condiciones de cortar algo en unas horas.- repliqué encogiéndome de hombros.
-Tch. ¿Y tu qué? ¿Vas a darle tus respetos al Señor Odín? Quizás disculparte por ese Ragnarok...- dijo, esbozando una sonrisa pícara.
-No seas absurdo. No voy a rezarle a una roca.- respondí, chasqueando la lengua. -Voy a averiguar que es de verdad.- aseguré, levantándome.
Había traído mis herramientas para algo. No era que me fascinasen las piedras en si, aunque sí había tenido experiencia trabajando con distintas. Como todo arcanista que se preciase, sabía cuales podía usar y cuales no. La dureza de cada una, la resistencia a temperaturas... y sobre todo, sus posibilidades mágicas.
Teniendo eso en cuenta, la idea de inspeccionar aquel meteorito que había caído del cielo y hecho que miles de personas entrasen en pánico para luego ser destruido con un ritual nunca visto... era imposible resistirse. Por eso estaba allí. El día de la Alianza, la cantidad de éter había sido cegadora. Como mínimo, sería prometedor. Y al oír aquello sobre las visiones... resultaba evidente que aún tenía algún tipo de magia.
Por supuesto, no había forma de estar seguro. Esos inciensos... había sustancias que podían provocar alucinaciones y sueños similares, de ser olidos. Podía, incluso, ser una combinación inesperada de ambos. Lamentablemente, no era tan versado en la alquimia como me habría gustado. Hacer cualquier tipo de antídoto o remedio sería imposible, sobre todo si no sabía con que trataba.
Cerré los ojos, pensando en la mejor forma de proceder.
Con tanta gente mirando y considerandolo un... "mensaje de Odín", estaba claro que no me iban a dejar experimentar mucho con la roca, mucho menos llevarme un trozo de ella... suponiendo que mis herramientas pudiesen siquiera hacer mella. No eran de mala calidad, ni mucho menos: no había metal conocido que no me hubiesen dejado grabar. Pero aquello no era algo conocido, después de todo.
Por ahora.
Respiré hondo y entré a la estancia donde estaba expuesta la roca. Era curioso que hubiesen construido el lugar en torno a ella. Lo que podía hacer la gente por la religión... sacudí la cabeza. Debía centrarme en lo importante. Mi pecho estaba temblando. No pude evitar sonreír. Aquello era emocionante. Me aproximé más, examinando la roca con toda mi atención. El crater no era realmente masivo. Debía haber sido un fragmento pequeño en comparación con el meteorito original.
Era de un color oscuro. O al menos, lo parecía. ¿Quizás se hubiese quemado al ser destruida? Podía estar seguro si miraba el interior, no me daba la sensación de que fuese la clase de cosa que fuese a irse si simplemente la pulía o la intentaba limpiar.
Aunque, de nada servía hacer conjeturas a ese punto. Solo podía probar y probar. Quizás con una distracción, o esperando a altas horas de la noche, podría hacerme con un fragmento. Por el momento... iría con lo menos invasivo que pudiese hacer.
Cerré los ojos. Y entonces, vi más de lo que esperaba.
Un manto negro lo cubría todo. El cielo nocturno, inmenso y eterno, cubierto de cosas que no podía discernir con palabras. No había luna, pero si estrellas. Muchas más de las que podía contar... y tomaban una forma. Algo brillaba por encima de todo. Algo que las estrellas rodeaban en una espiral. Los colores... era más de lo que había visto nunca antes. Era fácil darse cuenta: no entendía lo que veía.
No entendía su magnitud, su forma, y mucho menos su significado. ¿Donde estaba aquello? La pregunta fue respondida con vacío. Había otras cosas que requerían de mi atención. ¿Donde estaba yo?
¿Era yo en absoluto?
No hubo respuesta.
Movimiento. Mi vista se enfocó en algo, dentro de la espiral. Algo que se movía, dejando una estela detrás de si. Iba a gran velocidad, pero apenas avanzaba en esa escala. Algún tipo de esfera... de energía. No. ¿De magia?
Mucho tiempo pasó. Años, siglos, milenios. La estela se movió en círculos, una y otra vez. Cada vez más cerca de una esfera de algún tipo. Algo la cubría de un color cegador. Y finalmente, las dos formas chocaron.
Abrí los ojos, ahora de un color azul. Aquello... debía haber sido una de esas visiones. Sacudí la cabeza. Probablemente no significaba nada. Intentar interpretar sueños y visiones no llevaba a ninguna parte. Respiré hondo, tratando de aclarar la cabeza. Estaba allí por un motivo, y debía centrarme.
Enfoqué los ojos. Había venido a examinar el meteorito con mis propios ojos. A ver si, realmente, aún tenía aquella magia que había visto meses atrás.
Primer post de... los que vengan. Uso la habilidad de Asher: Percibir Éter (y su amplio conocimiento de arcanos) para examinar el meteorito e intentar desentrañar sus secretos. Sobre todo, si aún posee de su magia, aunque también otras propiedades o parecidos a otras rocas que conozca.Notice me Fehu-senpai
Ah, y tengo visiones del cosmos y demás, pendientes de contar a alguien.
-Han trabajado bastante duro.- dijo Oshu. Era el único de mis compañeros que había venido conmigo. No hacía falta traer a nadie más, realmente. Solo era una expedición de un día o dos: en cuanto terminase allí, nos teletransportaría de vuelta a Dundarak. El sitio tan solo estaba a unos kilómetros del Templo, igualmente. El único motivo por el que el hombre perro había insistido en acompañarme era curiosidad.
O quizás ganas de estirar las piernas. Hacía tiempo que no tenía cosas como aquella. Si bien el frío no invitaba precisamente a salir, los dos estábamos acostumbrados a él, y podíamos llevar un buen ritmo incluso con aquel clima. En cualquier caso, ya habíamos llegado. No tardamos en tomar algo de cenar. Mi compañero decidió acompañarla con sidra.
-Así que... mensaje de Odín.- dijo. -¿Que se supone que dice?-
-"Piedra", claramente.- repuse, como si fuese lo más evidente del mundo. Oshu rió, tomando un trago de su jarra.
-Quizás deberíamos hacer algo por ellos, ya que son tan hospitalarios.- propuso. -¿Cortando leña, quizás? Están poniendola como si no hubiese mañana.- propuso, echando un vistazo a la hoguera. Habían hecho un buen trabajo calentando aquel lugar, incluso sin usar runas para ello.
-Si estás en condiciones de cortar algo en unas horas.- repliqué encogiéndome de hombros.
-Tch. ¿Y tu qué? ¿Vas a darle tus respetos al Señor Odín? Quizás disculparte por ese Ragnarok...- dijo, esbozando una sonrisa pícara.
-No seas absurdo. No voy a rezarle a una roca.- respondí, chasqueando la lengua. -Voy a averiguar que es de verdad.- aseguré, levantándome.
Había traído mis herramientas para algo. No era que me fascinasen las piedras en si, aunque sí había tenido experiencia trabajando con distintas. Como todo arcanista que se preciase, sabía cuales podía usar y cuales no. La dureza de cada una, la resistencia a temperaturas... y sobre todo, sus posibilidades mágicas.
Teniendo eso en cuenta, la idea de inspeccionar aquel meteorito que había caído del cielo y hecho que miles de personas entrasen en pánico para luego ser destruido con un ritual nunca visto... era imposible resistirse. Por eso estaba allí. El día de la Alianza, la cantidad de éter había sido cegadora. Como mínimo, sería prometedor. Y al oír aquello sobre las visiones... resultaba evidente que aún tenía algún tipo de magia.
Por supuesto, no había forma de estar seguro. Esos inciensos... había sustancias que podían provocar alucinaciones y sueños similares, de ser olidos. Podía, incluso, ser una combinación inesperada de ambos. Lamentablemente, no era tan versado en la alquimia como me habría gustado. Hacer cualquier tipo de antídoto o remedio sería imposible, sobre todo si no sabía con que trataba.
Cerré los ojos, pensando en la mejor forma de proceder.
Con tanta gente mirando y considerandolo un... "mensaje de Odín", estaba claro que no me iban a dejar experimentar mucho con la roca, mucho menos llevarme un trozo de ella... suponiendo que mis herramientas pudiesen siquiera hacer mella. No eran de mala calidad, ni mucho menos: no había metal conocido que no me hubiesen dejado grabar. Pero aquello no era algo conocido, después de todo.
Por ahora.
Respiré hondo y entré a la estancia donde estaba expuesta la roca. Era curioso que hubiesen construido el lugar en torno a ella. Lo que podía hacer la gente por la religión... sacudí la cabeza. Debía centrarme en lo importante. Mi pecho estaba temblando. No pude evitar sonreír. Aquello era emocionante. Me aproximé más, examinando la roca con toda mi atención. El crater no era realmente masivo. Debía haber sido un fragmento pequeño en comparación con el meteorito original.
Era de un color oscuro. O al menos, lo parecía. ¿Quizás se hubiese quemado al ser destruida? Podía estar seguro si miraba el interior, no me daba la sensación de que fuese la clase de cosa que fuese a irse si simplemente la pulía o la intentaba limpiar.
Aunque, de nada servía hacer conjeturas a ese punto. Solo podía probar y probar. Quizás con una distracción, o esperando a altas horas de la noche, podría hacerme con un fragmento. Por el momento... iría con lo menos invasivo que pudiese hacer.
Cerré los ojos. Y entonces, vi más de lo que esperaba.
Un manto negro lo cubría todo. El cielo nocturno, inmenso y eterno, cubierto de cosas que no podía discernir con palabras. No había luna, pero si estrellas. Muchas más de las que podía contar... y tomaban una forma. Algo brillaba por encima de todo. Algo que las estrellas rodeaban en una espiral. Los colores... era más de lo que había visto nunca antes. Era fácil darse cuenta: no entendía lo que veía.
No entendía su magnitud, su forma, y mucho menos su significado. ¿Donde estaba aquello? La pregunta fue respondida con vacío. Había otras cosas que requerían de mi atención. ¿Donde estaba yo?
¿Era yo en absoluto?
No hubo respuesta.
Movimiento. Mi vista se enfocó en algo, dentro de la espiral. Algo que se movía, dejando una estela detrás de si. Iba a gran velocidad, pero apenas avanzaba en esa escala. Algún tipo de esfera... de energía. No. ¿De magia?
Mucho tiempo pasó. Años, siglos, milenios. La estela se movió en círculos, una y otra vez. Cada vez más cerca de una esfera de algún tipo. Algo la cubría de un color cegador. Y finalmente, las dos formas chocaron.
Abrí los ojos, ahora de un color azul. Aquello... debía haber sido una de esas visiones. Sacudí la cabeza. Probablemente no significaba nada. Intentar interpretar sueños y visiones no llevaba a ninguna parte. Respiré hondo, tratando de aclarar la cabeza. Estaba allí por un motivo, y debía centrarme.
Enfoqué los ojos. Había venido a examinar el meteorito con mis propios ojos. A ver si, realmente, aún tenía aquella magia que había visto meses atrás.
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Primer post de... los que vengan. Uso la habilidad de Asher: Percibir Éter (y su amplio conocimiento de arcanos) para examinar el meteorito e intentar desentrañar sus secretos. Sobre todo, si aún posee de su magia, aunque también otras propiedades o parecidos a otras rocas que conozca.
Ah, y tengo visiones del cosmos y demás, pendientes de contar a alguien.
Asher Daregan
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
–Recuerdas –empezó Xana, acabando con el silencio que se había prologando demasiado– cuando estuvimos…
–Sí –respondí, sin saber realmente qué iba a decirme–. ¿Cómo olvidar que asesinaste a decenas de pobres e inocentes conejos, y que te bastó apenas unos instantes para eso? –Le ofrecí una media sonrisa cuando golpeó mi hombro.
–Hey, tuve que hacerlo para salvar a los licántropos –replicó.
–Lo sé, lo hiciste por un bien mayor. La salvación de unos fue pagada con la sangre de criaturas desafortunadas que, sin embargo, eran más inocentes que los salvados.
Se hizo el silencio una vez más.
–Lo siento, seguro ahora están en el cielo de los conejos. Además, igual iban a morir para ser la cena de los Leónicos –dije como un mediocre intento para subir el ánimo.
–No, no te disculpes. Eso me hizo pensar y… creo que no estoy haciendo lo que debería. Uno de los motivos por los que me entrené fue para ser una heroína y que, si alguien se enterara de… lo que fui en mi pasado, no le importara al ver todo el bien que hago ahora. ¿Pero qué he hecho? ¿A cuántos he ayudado? ¿Cuántos males he eliminado? ¿Cuánto he contribuido para hacer de este mundo un lugar mejor?
–No importa –respondió sencillamente Hyro al salir de los arbustos–. Deberías pensar en tener otras aficiones, que sean más placenteras y que no traigan consigo una alta probabilidad de morir joven.
–Descuida –le respondió con una sonrisa gentil y colocando la mano en el pecho–, esto… ayudar a otros, hacer lo correcto… es muy gratificante para mí, y creo que vale la pena incluso si… significa una muerte prematura.
Hyro chasqueó la lengua.
–¿Por qué tardaste tanto, por cierto? –le pregunté, cambiando el tema.
–Es difícil hacer esto aquí, a la intemperie, en un lugar donde podría aparecer una serpiente salvaje y morderme mientras estoy... indefenso. Y morir así sería muy humillante.
–Sí… No negaré eso. –Inicié de nuevo la caminata–. Sigamos o llegaremos tarde.
No tardamos mucho en llegar a nuestro destino. Al parecer un fragmento de la estrella Minne se convirtió en algo más que una piedra para los residentes. Pero eso no importaba. Mi objetivo, como un herrero curioso y con bastante tiempo libre, era examinar el misterioso mineral, que podría tener propiedades interesantes. A pesar de haber hecho un largo recorrido para ello, sin embargo, no me decepcionaría si terminaba tratándose de una simple roca caída del cielo.
Antes de acercarnos el mineral, le pedí a Hyro que lo examinara. Como un brujo de la escuela de conjuración, debería poder hacer un buen análisis con solo observar.
–No… no puedo analizarlo –dijo, para mi sorpresa–. El material no es algo que haya visto antes. Y no solo eso: tampoco soy capaz de recrearlo. No puedo comprender su composición, su estructura básica, nada.
–Vale, entonces… le echaré un ojo de cerca –informé.
–Ten cuidado –me advirtió Xana–. Con las visiones, me refiero.
–Descuida, no se trata más que de un simple alucinógeno, seguramente. Nada mortal. –Le mostré una media sonrisa antes de entrar en la instancia–. Espera, él es…
Apenas nos habíamos visto un par de veces, pero era difícil no reconocerlo. ¿Qué estaba haciendo él ahí? A simple vista parecía que estaba en trance, y eso me hizo dudar sobre acercarme a la roca. Si lo interrumpía y eso lo hacía enojar, puede que no me sucediera algo muy bueno después. Las personas podían ser muy susceptibles cuando están con sus actividades religiosas.
–Oh, parece que ya terminó –noté. Entonces tranquilamente me situé a su lado–. Es un placer volvernos a encontrar –fue todo lo que dije, dedicándole una breve sonrisa afable, antes de concentrarme en el mineral–. Interesante –musité, aunque no había encontrado nada interesante aún.
Disparé desde mi dedo índice un hilo de éter, solo perceptible para usuarios de magia, hacia la roca, esperando establecer una conexión con la energía de esta, si es que tenía, y analizarla, además de ver cómo dicha roca reaccionaba al estímulo, y compararla con minerales conocidos.
Sin embargo, repentinamente todo se volvió blanco. Luego inició un sueño extraño. O tal vez una pesadilla. Sea lo que fuera, despertaba sentimientos contradictorios. Quería despertar cuanto antes, sin embargo, también quería ver aquello hasta el final. Quería rechazarlo, pero, al mismo tiempo, sabía que debía aceptarlo. Quería olvidarlo, no obstante, sentía que, por mi bien, debía recordarlo durante toda mi vida.
Sin saber cuánto tiempo transcurrió, desperté al caer sobre mi trasero. Llevé una mano a la cabeza, sin apartar la mirada de la roca. Si mi rostro reflejaba alguna emoción, tal vez sería un atisbo de tristeza
–Definitivamente los alucinógenos son malos para mí –comenté, forzando un asomo de sonrisa.
–Sí –respondí, sin saber realmente qué iba a decirme–. ¿Cómo olvidar que asesinaste a decenas de pobres e inocentes conejos, y que te bastó apenas unos instantes para eso? –Le ofrecí una media sonrisa cuando golpeó mi hombro.
–Hey, tuve que hacerlo para salvar a los licántropos –replicó.
–Lo sé, lo hiciste por un bien mayor. La salvación de unos fue pagada con la sangre de criaturas desafortunadas que, sin embargo, eran más inocentes que los salvados.
Se hizo el silencio una vez más.
–Lo siento, seguro ahora están en el cielo de los conejos. Además, igual iban a morir para ser la cena de los Leónicos –dije como un mediocre intento para subir el ánimo.
–No, no te disculpes. Eso me hizo pensar y… creo que no estoy haciendo lo que debería. Uno de los motivos por los que me entrené fue para ser una heroína y que, si alguien se enterara de… lo que fui en mi pasado, no le importara al ver todo el bien que hago ahora. ¿Pero qué he hecho? ¿A cuántos he ayudado? ¿Cuántos males he eliminado? ¿Cuánto he contribuido para hacer de este mundo un lugar mejor?
–No importa –respondió sencillamente Hyro al salir de los arbustos–. Deberías pensar en tener otras aficiones, que sean más placenteras y que no traigan consigo una alta probabilidad de morir joven.
–Descuida –le respondió con una sonrisa gentil y colocando la mano en el pecho–, esto… ayudar a otros, hacer lo correcto… es muy gratificante para mí, y creo que vale la pena incluso si… significa una muerte prematura.
Hyro chasqueó la lengua.
–¿Por qué tardaste tanto, por cierto? –le pregunté, cambiando el tema.
–Es difícil hacer esto aquí, a la intemperie, en un lugar donde podría aparecer una serpiente salvaje y morderme mientras estoy... indefenso. Y morir así sería muy humillante.
–Sí… No negaré eso. –Inicié de nuevo la caminata–. Sigamos o llegaremos tarde.
No tardamos mucho en llegar a nuestro destino. Al parecer un fragmento de la estrella Minne se convirtió en algo más que una piedra para los residentes. Pero eso no importaba. Mi objetivo, como un herrero curioso y con bastante tiempo libre, era examinar el misterioso mineral, que podría tener propiedades interesantes. A pesar de haber hecho un largo recorrido para ello, sin embargo, no me decepcionaría si terminaba tratándose de una simple roca caída del cielo.
Antes de acercarnos el mineral, le pedí a Hyro que lo examinara. Como un brujo de la escuela de conjuración, debería poder hacer un buen análisis con solo observar.
–No… no puedo analizarlo –dijo, para mi sorpresa–. El material no es algo que haya visto antes. Y no solo eso: tampoco soy capaz de recrearlo. No puedo comprender su composición, su estructura básica, nada.
–Vale, entonces… le echaré un ojo de cerca –informé.
–Ten cuidado –me advirtió Xana–. Con las visiones, me refiero.
–Descuida, no se trata más que de un simple alucinógeno, seguramente. Nada mortal. –Le mostré una media sonrisa antes de entrar en la instancia–. Espera, él es…
Apenas nos habíamos visto un par de veces, pero era difícil no reconocerlo. ¿Qué estaba haciendo él ahí? A simple vista parecía que estaba en trance, y eso me hizo dudar sobre acercarme a la roca. Si lo interrumpía y eso lo hacía enojar, puede que no me sucediera algo muy bueno después. Las personas podían ser muy susceptibles cuando están con sus actividades religiosas.
–Oh, parece que ya terminó –noté. Entonces tranquilamente me situé a su lado–. Es un placer volvernos a encontrar –fue todo lo que dije, dedicándole una breve sonrisa afable, antes de concentrarme en el mineral–. Interesante –musité, aunque no había encontrado nada interesante aún.
Disparé desde mi dedo índice un hilo de éter, solo perceptible para usuarios de magia, hacia la roca, esperando establecer una conexión con la energía de esta, si es que tenía, y analizarla, además de ver cómo dicha roca reaccionaba al estímulo, y compararla con minerales conocidos.
Sin embargo, repentinamente todo se volvió blanco. Luego inició un sueño extraño. O tal vez una pesadilla. Sea lo que fuera, despertaba sentimientos contradictorios. Quería despertar cuanto antes, sin embargo, también quería ver aquello hasta el final. Quería rechazarlo, pero, al mismo tiempo, sabía que debía aceptarlo. Quería olvidarlo, no obstante, sentía que, por mi bien, debía recordarlo durante toda mi vida.
Sin saber cuánto tiempo transcurrió, desperté al caer sobre mi trasero. Llevé una mano a la cabeza, sin apartar la mirada de la roca. Si mi rostro reflejaba alguna emoción, tal vez sería un atisbo de tristeza
–Definitivamente los alucinógenos son malos para mí –comenté, forzando un asomo de sonrisa.
(☞゚∀゚)☞ OFFROL ☜(゚∀゚☜)
Copiándome de Asher, intento examinar el lindo meteorito. Puede que mi decente nivel de herrería me sirva para descubrir cosas que Asher no pueda con sus ojos kawaii. O puede que solo termine descubriendo que drogarse es malito.La visión/alucinación la revelaré luego, si consigo a quién contársela con lo forever alone que soy =')
Pequeña interacción con Asher.
Dile no a las drogas. Sí a la ipsofilia.
Rauko
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
De rodillas, con la espalda recta, frente a la roca enviada por Odín, Alward se encontraba rezando. Algunos decías que se tenían visiones sobre el pasado o el futuro. Esto al Sevna hizo que le picara la curiosidad.
Rezaba en silencio, para sus adentros, con los ojos cerrados. Poco a poco, iba entrando en un estado de calma que le hizo relajarse hasta el punto de sentir tan solo su presencia en aquella sal y al silencio.
Por inercia, abrió los ojos. Ya no había sala, sino un espacio negro, con una humareda negra que rodeaba el lugar. No podía discernir donde empezaba y acababa toda esa humareda, pero lo que sí podía distinguir es que él mismo se encontraba en un centro despejado.
Se puso en pie, el sonido de sus movimientos y sus pies plantados en el suelo sonaban con eco. Miró hacia los lados, la soledad lo embriagaba.
De pronto, de entre la humareda apareció una figura.
-Alward-Era Rischer. Y en un estado impoluto-Es hora de la siguiente lección-Dijo mientras sacaba de su espalda dos espadas idénticas a las que Alward llevaba consigo.
El caballero no dijo nada, y acatando el deseo de su amigo fallecido, desenvainó las armas que llevaba a la espalda; Værdi y la Espada de la Guardia.
Ambos cruzaron miradas, Rischer con un rostro totalmente sereno, y Alward con el ceño fruncido y alerta. El elfo dio un par de pasos hacia su izquierda, mientras que el humano los dios hacia la suya. Sin más, este último se abalanzó sobre su amigo y dio un tajo doble que fue fácilmente repelido. Alward volvió a atacar entonces tan solo con Værdi. Fue también repelida, después con la otra arma, también lo repelió el elfo, que se centraba tan solo en la defensa.
Así, Alward siguió atacando con varios tipos de combos y alternativas, pero todas fueron repelidas.
Poco a poco, su furia y frustración iban aumentando hasta el punto que tenía ganas de atravesar el pecho a su amigo con sus dos armas.
En ese momento, Rischer dejó de defenderse y tiró las armas hacia los lados, pero lejos de achantarse, dio un paso para encararse con Alward, este sin dudarlo arremetió contra el elfo y le clavó sus dos espadas en el pecho, con rabia y furia, apretando los dientes y soltando todo el aire que contenía en sus pulmones. Cuando el castaño se dio cuenta de lo que había hecho, su rostro cambió por completo a uno asustado y arrepentido. Rischer, por su parte, no cambió el semblante sereno. La sangre le corría desde el pecho hasta las mismísimas manos del caballero.
-Exacto-Alward quiso sacar las armas del pecho de su amigo, pero este último agarró las empuñaduras para evitar que el castaño las sacara-¡Mírame!-Se miraron a los ojos-¡Tus manos están manchadas con mi sangre, campesino!-Alward tiró para intentar sacarlas, pero la fuerza que tenía el elfo era magistral-¿...o debería decir; "héroe"?-Alward seguía tirando, cada vez más frustrado y angustiado, pero era imposible-Eres un cobarde... Tan solo te has compadecido de ti mismo, viviendo como un perro más de la Guardia... ¿Y tus valores?-Preguntó. No tuvo respuesta-...Olvidados-Se respondió-¿Dónde ha quedado? ¿Dónde está el Alward que quería hacer de este, un mundo mejor? ¡Eres un inútil!
-¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!-Un grito agónico, cargado de ira, dolor, rabia, miedo y pena. Luego, de eso, arremetió contra el elfo, y en vez de querer sacarle las espadas del pecho, lo tiró contra el suelo.
Con todas sus fuerzas, tiró de Værdi, sacándola del pecho del elfo. Acto seguido, empezó a clavar el arma una y otra vez en su amigo, hasta que la chispa de la vida se apagó en los ojos de este.
Viendo lo que había hecho, al Sevna le entró un repentino arrepentimiento y cierta vergüenza.
-No... No, no, no, no...-Se repetía una y otra vez, con lágrimas en los ojos-...yo no te maté... ¡Fue Erik!
De pronto, escuchó unos pasos detrás suya. Se volteó para ver de quién se trataba, y allí estaba su también fallecido amigo; Moses. Recto, igual de impoluto que se había presentado Rischer, ahora sin vida y desangrado en el suelo.
-Tú nos condujiste a esto-Dijo-Todos sabíamos dónde nos metíamos, qué podría pasar si nos seguíamos metiendo con las Sierpes, pero no podíamos dejarte solo. Tú debías liderarnos, y tú nos dejaste morir, Al
-¡¡¡Yo no quería nada de esto!!!-Respondió, frustrado, con una voz desgarrada
-Tus valores están olvidados-Volvió a repetir lo mismo que dijo Rischer-No te importaba morir, dabas la vida por un ciudadano. Nunca pensabas huir, nunca luchabas en vano. Jamás te quisiste rendir, nada importaba más que tus hermanos. Incluso apartaste al Amor de tu vida para que no se mezclara en esta vida...-Hizo una pausa. Alward estaba llorando-¿Y ahora en qué te has convertido?
El Sevna agachó la cabeza mientras inevitablemente las lágrimas le caían por las mejillas. Se prometió no llorar, no perder el tiempo en lamentarse por aquello, pero era un humano, un débil y frágil humano... Cerró los ojos con fuerza, avergonzado. Cuando los volvió a abrir, ya no estaban allí ni Rischer ni Moses. Pero de entre la humareda pudo distinguir a una figura. No sabía quién era. Le estaba apuntando con un arco. La figura disparó hacia él. Alward, resignado, se mantuvo de rodillas y cerró de nuevo los ojos esperando la inevitable flecha.
Pero nada ocurrió. Extrañado, volvió a abrirlos, entonces vio que delante suya, interponiéndose en la trayectoria de la flecha, había aparecido otro ser. No sabía tampoco quien era. Tenía una larga cabellera rubia, extraños ropajes del pasado, y dos espadas con las que había cortado el proyectil por la mitad. La figura arquera que se escondía en la humareda desapareció. El hombre rubio entonces se volteó y miró a Alward.
-Stellazio-Le ofreció una mano-No es momento de achantarse
Alward, sorprendido, le agarró la mano. Entonces cerró los ojos, y para cuando los abrió, volvió a encontrarse enfrente de la piedra de Odín. Tenía sus mejillas húmedas y los ojos empañados y algo rojos; había llorado mientras rezaba. Todo fue una especie de sueño o visión, pero en vez del pasado o del futuro fue algo más esotérico.
Se limpió las mejillas y esperó a que sus ojos estuviesen lo suficiente secos y sin rastros de llanto para volver a salir al salón principal. Allí le esperaba Katrina.
-¿Y bien?
-...-Se pasó una mano por el rostro, algo cansado y confundido. Acto seguido, suspiró-...Por dónde empiezo...
_________________________________________________________________________________________
Off: Tengo visiones muy chungas. Tengo que buscar a alguien para contarle mis problemas (?)
Rezaba en silencio, para sus adentros, con los ojos cerrados. Poco a poco, iba entrando en un estado de calma que le hizo relajarse hasta el punto de sentir tan solo su presencia en aquella sal y al silencio.
Por inercia, abrió los ojos. Ya no había sala, sino un espacio negro, con una humareda negra que rodeaba el lugar. No podía discernir donde empezaba y acababa toda esa humareda, pero lo que sí podía distinguir es que él mismo se encontraba en un centro despejado.
Se puso en pie, el sonido de sus movimientos y sus pies plantados en el suelo sonaban con eco. Miró hacia los lados, la soledad lo embriagaba.
De pronto, de entre la humareda apareció una figura.
-Alward-Era Rischer. Y en un estado impoluto-Es hora de la siguiente lección-Dijo mientras sacaba de su espalda dos espadas idénticas a las que Alward llevaba consigo.
El caballero no dijo nada, y acatando el deseo de su amigo fallecido, desenvainó las armas que llevaba a la espalda; Værdi y la Espada de la Guardia.
Ambos cruzaron miradas, Rischer con un rostro totalmente sereno, y Alward con el ceño fruncido y alerta. El elfo dio un par de pasos hacia su izquierda, mientras que el humano los dios hacia la suya. Sin más, este último se abalanzó sobre su amigo y dio un tajo doble que fue fácilmente repelido. Alward volvió a atacar entonces tan solo con Værdi. Fue también repelida, después con la otra arma, también lo repelió el elfo, que se centraba tan solo en la defensa.
Así, Alward siguió atacando con varios tipos de combos y alternativas, pero todas fueron repelidas.
Poco a poco, su furia y frustración iban aumentando hasta el punto que tenía ganas de atravesar el pecho a su amigo con sus dos armas.
En ese momento, Rischer dejó de defenderse y tiró las armas hacia los lados, pero lejos de achantarse, dio un paso para encararse con Alward, este sin dudarlo arremetió contra el elfo y le clavó sus dos espadas en el pecho, con rabia y furia, apretando los dientes y soltando todo el aire que contenía en sus pulmones. Cuando el castaño se dio cuenta de lo que había hecho, su rostro cambió por completo a uno asustado y arrepentido. Rischer, por su parte, no cambió el semblante sereno. La sangre le corría desde el pecho hasta las mismísimas manos del caballero.
-Exacto-Alward quiso sacar las armas del pecho de su amigo, pero este último agarró las empuñaduras para evitar que el castaño las sacara-¡Mírame!-Se miraron a los ojos-¡Tus manos están manchadas con mi sangre, campesino!-Alward tiró para intentar sacarlas, pero la fuerza que tenía el elfo era magistral-¿...o debería decir; "héroe"?-Alward seguía tirando, cada vez más frustrado y angustiado, pero era imposible-Eres un cobarde... Tan solo te has compadecido de ti mismo, viviendo como un perro más de la Guardia... ¿Y tus valores?-Preguntó. No tuvo respuesta-...Olvidados-Se respondió-¿Dónde ha quedado? ¿Dónde está el Alward que quería hacer de este, un mundo mejor? ¡Eres un inútil!
-¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!-Un grito agónico, cargado de ira, dolor, rabia, miedo y pena. Luego, de eso, arremetió contra el elfo, y en vez de querer sacarle las espadas del pecho, lo tiró contra el suelo.
Con todas sus fuerzas, tiró de Værdi, sacándola del pecho del elfo. Acto seguido, empezó a clavar el arma una y otra vez en su amigo, hasta que la chispa de la vida se apagó en los ojos de este.
Viendo lo que había hecho, al Sevna le entró un repentino arrepentimiento y cierta vergüenza.
-No... No, no, no, no...-Se repetía una y otra vez, con lágrimas en los ojos-...yo no te maté... ¡Fue Erik!
De pronto, escuchó unos pasos detrás suya. Se volteó para ver de quién se trataba, y allí estaba su también fallecido amigo; Moses. Recto, igual de impoluto que se había presentado Rischer, ahora sin vida y desangrado en el suelo.
-Tú nos condujiste a esto-Dijo-Todos sabíamos dónde nos metíamos, qué podría pasar si nos seguíamos metiendo con las Sierpes, pero no podíamos dejarte solo. Tú debías liderarnos, y tú nos dejaste morir, Al
-¡¡¡Yo no quería nada de esto!!!-Respondió, frustrado, con una voz desgarrada
-Tus valores están olvidados-Volvió a repetir lo mismo que dijo Rischer-No te importaba morir, dabas la vida por un ciudadano. Nunca pensabas huir, nunca luchabas en vano. Jamás te quisiste rendir, nada importaba más que tus hermanos. Incluso apartaste al Amor de tu vida para que no se mezclara en esta vida...-Hizo una pausa. Alward estaba llorando-¿Y ahora en qué te has convertido?
El Sevna agachó la cabeza mientras inevitablemente las lágrimas le caían por las mejillas. Se prometió no llorar, no perder el tiempo en lamentarse por aquello, pero era un humano, un débil y frágil humano... Cerró los ojos con fuerza, avergonzado. Cuando los volvió a abrir, ya no estaban allí ni Rischer ni Moses. Pero de entre la humareda pudo distinguir a una figura. No sabía quién era. Le estaba apuntando con un arco. La figura disparó hacia él. Alward, resignado, se mantuvo de rodillas y cerró de nuevo los ojos esperando la inevitable flecha.
Pero nada ocurrió. Extrañado, volvió a abrirlos, entonces vio que delante suya, interponiéndose en la trayectoria de la flecha, había aparecido otro ser. No sabía tampoco quien era. Tenía una larga cabellera rubia, extraños ropajes del pasado, y dos espadas con las que había cortado el proyectil por la mitad. La figura arquera que se escondía en la humareda desapareció. El hombre rubio entonces se volteó y miró a Alward.
-Stellazio-Le ofreció una mano-No es momento de achantarse
Alward, sorprendido, le agarró la mano. Entonces cerró los ojos, y para cuando los abrió, volvió a encontrarse enfrente de la piedra de Odín. Tenía sus mejillas húmedas y los ojos empañados y algo rojos; había llorado mientras rezaba. Todo fue una especie de sueño o visión, pero en vez del pasado o del futuro fue algo más esotérico.
Se limpió las mejillas y esperó a que sus ojos estuviesen lo suficiente secos y sin rastros de llanto para volver a salir al salón principal. Allí le esperaba Katrina.
-¿Y bien?
-...-Se pasó una mano por el rostro, algo cansado y confundido. Acto seguido, suspiró-...Por dónde empiezo...
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Off: Tengo visiones muy chungas. Tengo que buscar a alguien para contarle mis problemas (?)
Alward Sevna
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Alisha había llegado la noche anterior, todo fuera dicho. Pero había llegado muy tarde en la noche y le había parecido de muy mala educación llegar, comer, beber y después irse a ver el meteorito sin siquiera dar las gracias, así que se había quedado allí y pensaba salir a ver el meteorito esa misma noche. Mientras tanto, había estado tocando canciones para la gente, Ingrid, Aren, Esben y compañía. Y cuando se había aburrido había hecho galletas. Un poco más porque había usado una fogata en vez de un horno, pero nadie se había quejado, así que a lo mejor era ella la que tenía unos estándares demasiado altos. O a lo mejor eran muy educados.
En cualquier caso, al parecer acercarse a ese meteorito tan raro daba visiones, lo que era… raro. Así que seguramente enviaría al traste su idea de hacerse unos pendientes con el pedrusco. Pero no perdía nada por probar. Si no caía redonda al oler los gases o lo que fuera, cogería un cachito. Además, puede que fuera todo ese incienso, no sería la primera vez que alguien llenaba un incensario con algún hongo raro y causaba una conmoción. Igualmente, por si acaso, Alisha comió y bebió ligero, no fuera a sacarlo todo en algún mareo inducido por drogas y aparto un poco las pieles para meterse en la famosa habitación. La vampira se sentó en el suelo, las piernas colgando un poco del cráter y cerró los ojos, esperando que pasara algo. Y espero, y espero…
-Creo que no está haciendo nada.- dijo Alisha, finalmente bajando la vista hacia el meteorito, salvo que este… ya no estaba allí. Y estaba fuera, veía claramente el cielo nocturno. –Eso es raro.- siguió, poniendo una mano ante ella para ver si algún ilusionista le estaba jugando una mala broma, pero lo que vio era una adorable patita. Giro su mano, flexionándola, y garras salieron de esta. –Huh…-
Puede que si estuviera funcionando, recordaba…algo que no era ella, no exactamente. Un nombre, Nyx. Por su color negro, Getrudis le había dado ese nombre, y ella lo había aceptado. Y por eso estaba allí. Por ella.
Era tan raro, ver uno de los bípedos marchitarse, servían a los suyos durante generaciones, sin siquiera cambiar un ápice, pero durante su vida, Nyx había visto a la mujer… entorpecerse, su cabello volverse blanquecino como sus propios bigotes. Todos los clanes habían decidido cuidarla, vigilarla, protegerla, algo extraordinario, nunca visto, pero ella lo merecía. Generaciones enteras habían sido criadas bajo su techo, sus pequeños, alimentados por su bondadosa mano. Paz era lo menos que le debían, antes de que se marchitara del todo. Y la noche anterior, se la habían llevado, la pobre mujer protestando y chillando. Por eso se reunían aquí hoy.
No más disputas, tregua total. Todos los clanes se reunirían aquí para decidir qué hacer, para reunir a sus mejores felinos. Una mera formalidad, pues estaba claro lo que iban a hacer si de ella y su clan dependía.
Estaban en pata de guerra, y marcharían a la batalla como uno solo.
En cualquier caso, al parecer acercarse a ese meteorito tan raro daba visiones, lo que era… raro. Así que seguramente enviaría al traste su idea de hacerse unos pendientes con el pedrusco. Pero no perdía nada por probar. Si no caía redonda al oler los gases o lo que fuera, cogería un cachito. Además, puede que fuera todo ese incienso, no sería la primera vez que alguien llenaba un incensario con algún hongo raro y causaba una conmoción. Igualmente, por si acaso, Alisha comió y bebió ligero, no fuera a sacarlo todo en algún mareo inducido por drogas y aparto un poco las pieles para meterse en la famosa habitación. La vampira se sentó en el suelo, las piernas colgando un poco del cráter y cerró los ojos, esperando que pasara algo. Y espero, y espero…
-Creo que no está haciendo nada.- dijo Alisha, finalmente bajando la vista hacia el meteorito, salvo que este… ya no estaba allí. Y estaba fuera, veía claramente el cielo nocturno. –Eso es raro.- siguió, poniendo una mano ante ella para ver si algún ilusionista le estaba jugando una mala broma, pero lo que vio era una adorable patita. Giro su mano, flexionándola, y garras salieron de esta. –Huh…-
Puede que si estuviera funcionando, recordaba…algo que no era ella, no exactamente. Un nombre, Nyx. Por su color negro, Getrudis le había dado ese nombre, y ella lo había aceptado. Y por eso estaba allí. Por ella.
Era tan raro, ver uno de los bípedos marchitarse, servían a los suyos durante generaciones, sin siquiera cambiar un ápice, pero durante su vida, Nyx había visto a la mujer… entorpecerse, su cabello volverse blanquecino como sus propios bigotes. Todos los clanes habían decidido cuidarla, vigilarla, protegerla, algo extraordinario, nunca visto, pero ella lo merecía. Generaciones enteras habían sido criadas bajo su techo, sus pequeños, alimentados por su bondadosa mano. Paz era lo menos que le debían, antes de que se marchitara del todo. Y la noche anterior, se la habían llevado, la pobre mujer protestando y chillando. Por eso se reunían aquí hoy.
No más disputas, tregua total. Todos los clanes se reunirían aquí para decidir qué hacer, para reunir a sus mejores felinos. Una mera formalidad, pues estaba claro lo que iban a hacer si de ella y su clan dependía.
Estaban en pata de guerra, y marcharían a la batalla como uno solo.
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- Catquest:
Empieza mi versión del sueño, CatQuest. Ayudad a un montón de gatos callejeros a recuperar a su adorable ancianita de las garras de… algo que aún no he decidido.
“Pero Alisha, ser gatos normales es aburrido”
Shush, son gatos mágicos… casi. Escoged sabiamente entre las diferentes opciones y clanes. Técnicamente todo clan debería tener un aspecto característico pero…da igual. Eso sí, imprescindible para unirse… foto de gato!
Blue: El cásico gato doméstico, tu linaje se remonta al de los primeros gatos Europeos, los primeros en domesticar a los humanos. Milenios de secretos están al alcance de tus adorables patitas, y hacer que los humanos sigan tus designios es como una segunda naturaleza para ti. (Imaginad un señor de la voz felino…. Un señor del Maullido)
Igola: Ágil y elusivo, tu linaje desciende de las salvajes junglas americanas, la sangre de panteras y jaguares corriendo por tus venas. Los tuyos cazaban bípedos cuando estos a duras penas usaban palos y piedras, y tu clan recuerda. Milenios de conocimientos de infiltración y asesinato están al alcance de tus patitas. (Espía/rogué sigilo)
Mau: De porte noble y elegante, tus antepasados provienen del antiguo Egipto, donde eran adorados como dioses. Aunque dicho culto ha menguado durante los siglos, ha habido un resurgimiento en los últimos años gracias a esas extrañas cajas de luz de los bípedos y con ellas, una fracción de dicho poder divino ha vuelto a ti. Los Mau influyen en el destino, dándole buena suerte a sus aliados y mala a sus enemigos. (Un suport clásico, a falta de un sanador)
Skogkatt: Salvajes y peludos, tus antepasados proceden del lejano norte, una tierra increíblemente dura y hostil. Los tuyos luchaban por su vida día a día, y tu clan recuerda, siendo más grandes y peludos que el resto, enseñando las ancestrales técnicas de lucha de una generación a otra. (Clásico guerrero felino nórdico. Un Miauserker.
Y ahora, el momento de la verdad.- Nyx/Alisha:
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Alisha Lessard
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
¿Que atrae al niño inventor a una festividad tribal extraña?, simple, la promesa de un material desconocido. Los rumores de las rocas caídas del cielo vuelan últimamente, al menos desde aquel evento con final explosivo.
Maquiavelo lleva tiempo intentando hacerse con una de las rocas extrañas por motivos científicos, después de todo hay un velo enorme en lo que respecta a la información referente… por obvias razones no es un campo muy estudiado.
Lo malo de seguir rumores es que siempre te llevan a un lugar poblado, fuente del propio rumor o su vertiente más exacta. Razón principal por la que ambos hermanos están en un páramo helado con adultos que no deben saber ni matemática básica.
No te separes enano.
Parecen gente divertida jejeje.
Para bien o para mal, dejan a ambos niños integrarse, lo cierto es que es una celebración abierta a todos los salvajes circundantes y hay otros infantes. Tan curtidos como un madero viejo pero jóvenes al fin.
Lo cierto es que el humor de Maquiavelo termina ablandándose gracias a un detalle pertinente, la comida. Buena, abundante y gratis, ¿Que más se puede pedir en este mundo acosado por el mercantilismo?... claro que nada es gratis en esta vida, aunque lo parezca de buenas a primeras.
Sin entender muy bien el cómo ni el porqué, Maquiavelo despierta luego de un lapsus fugaz. Todo ha cambiado y ya no se encuentra en la acogedora estructura llena de alegres cantares, ahora está rodeado por un paisaje distorsionado que solo puede agenciarle al mundo de los sueños.
Como puede se pone de pie, con un esfuerzo bastante considerable vale destacar. Por suerte su cansancio disminuye con cada nuevo movimiento hasta que la movilidad que le caracteriza retorna.
Mis sueños son cada vez más raros… debe ser eso que llaman adolescencia, me preg…
¡Hola hermano!
¡¡¡AAAAHHHH!!!
La voz de Canel le llega de golpe y justo por un costado, es acertado decir que el salto que pega podría concursar en alguna competencia. No le toma mucho voltearse hacia su hermanito y restregarle el nudillo derecho en esa cabeza amarilla que tiene.
¿¿¡¡Cuantas veces te he dicho que no me asustes así!!??
Lo siento hermano…
Luego de dispensar el merecido castigo, toma severos instantes para volver a regresar su corazón a latidos normales. Una vez todo está en orden termina por centrarse en lo que verdaderamente importa… donde rayos están.
¿Y… que pasa aquí enanito?
Pues “pone rostro pensativo” creo que estamos en una visión.
Interesante teoría, ¿Pero en esas cosas no se supone que el afectado va con la corriente? “se señala de manera graciosa” ¿Y si es mi visión que haces aquí?
“El brujito se encoje de hombros”.
Genial… justo cuando iban a servir el cerdo “suspira” pues más nos vale despertar, venimos por una sola cosa… aunque no lo parezca.
Maquiavelo lleva tiempo intentando hacerse con una de las rocas extrañas por motivos científicos, después de todo hay un velo enorme en lo que respecta a la información referente… por obvias razones no es un campo muy estudiado.
Lo malo de seguir rumores es que siempre te llevan a un lugar poblado, fuente del propio rumor o su vertiente más exacta. Razón principal por la que ambos hermanos están en un páramo helado con adultos que no deben saber ni matemática básica.
No te separes enano.
Parecen gente divertida jejeje.
Para bien o para mal, dejan a ambos niños integrarse, lo cierto es que es una celebración abierta a todos los salvajes circundantes y hay otros infantes. Tan curtidos como un madero viejo pero jóvenes al fin.
Lo cierto es que el humor de Maquiavelo termina ablandándose gracias a un detalle pertinente, la comida. Buena, abundante y gratis, ¿Que más se puede pedir en este mundo acosado por el mercantilismo?... claro que nada es gratis en esta vida, aunque lo parezca de buenas a primeras.
Sin entender muy bien el cómo ni el porqué, Maquiavelo despierta luego de un lapsus fugaz. Todo ha cambiado y ya no se encuentra en la acogedora estructura llena de alegres cantares, ahora está rodeado por un paisaje distorsionado que solo puede agenciarle al mundo de los sueños.
Como puede se pone de pie, con un esfuerzo bastante considerable vale destacar. Por suerte su cansancio disminuye con cada nuevo movimiento hasta que la movilidad que le caracteriza retorna.
Mis sueños son cada vez más raros… debe ser eso que llaman adolescencia, me preg…
¡Hola hermano!
¡¡¡AAAAHHHH!!!
La voz de Canel le llega de golpe y justo por un costado, es acertado decir que el salto que pega podría concursar en alguna competencia. No le toma mucho voltearse hacia su hermanito y restregarle el nudillo derecho en esa cabeza amarilla que tiene.
¿¿¡¡Cuantas veces te he dicho que no me asustes así!!??
Lo siento hermano…
Luego de dispensar el merecido castigo, toma severos instantes para volver a regresar su corazón a latidos normales. Una vez todo está en orden termina por centrarse en lo que verdaderamente importa… donde rayos están.
¿Y… que pasa aquí enanito?
Pues “pone rostro pensativo” creo que estamos en una visión.
Interesante teoría, ¿Pero en esas cosas no se supone que el afectado va con la corriente? “se señala de manera graciosa” ¿Y si es mi visión que haces aquí?
“El brujito se encoje de hombros”.
Genial… justo cuando iban a servir el cerdo “suspira” pues más nos vale despertar, venimos por una sola cosa… aunque no lo parezca.
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Si Uriel se aproximó a la carpa, aún si se sale de lo esperable del niño, no fue ni por curiosidad ni porque le llamase la atención ¡Todo lo contrario! No el gustaba para nada ese meteorito, prefería mil veces mantenerse alejado de esa cosa ¡Después de todo, estuvo a punto de matarlos a todos! Si el niño se acercó fue por petición de su maestro, quien sí estaba interesado en el gran pedrusco.
Los adultos parecían algo reticentes a permitir que un niño entrase por su cuenta a un lugar “sagrado” pero, como no daba problemas y era educado, dejaron que el infante se quedara ¡Incluso hizo buenas migas con los cocineros! Parecían estar ajetreados con tantos comensales y una mano extra les fue bien ¡Hacía tiempo que no lavaba platos de esa forma! No tenía prisas, para empezar, y era la forma más fácil de evadir las constantes insistencias de que se sentase a comer de los cocineros.
“¡Oh, un par de manos extras acaban de llegar! LLevas un buen rato ayudando, Uri ¿No quieres jugar un ratito o visitar al fragmento de meteorito? Tómate un merecido descanso, cielo.”
La cocinera jefa le sonrió al niño, invitando amablemente al infante a tomarse un rato libre ¡Rara vez se encontraban niños tan predispuestos a trabajar! En cuanto le mencionó a sus niños que ayudarán a la celebración, fruncieron el ceño y se quejaron abiertamente, sin embargo, el singular niño cuyo nombre era Uriel, no dudó dos segundo en aceptar ¡Y no se quejó ni una sola vez! La mujer quedó encantada por la educación y entrega del que pensaba, era un pequeño humanito encantador. En cuanto al susodicho “encantador niño”...El….Bueno……
Lavaría por 5 horas platos como un esclavo si así tuviera una excusa para no acercarme a ese maldito pedrusco.
No era tan “entregado”, ni tan “educado” ¡Todo lo contrario! La única razón por la que ayudó en la cocina como lava-platos fue para retrasar todo lo posible lo inevitable, justo como un caprichoso niño de primaria que se distraía con cualquier cosa con tal de no hacer los deberes. Si fuera por él, nisiquiera estaría ahí.
Dado su ayuda, los adultos ya no parecían para nada reticientes de su presencia ¡Algunas meseras hasta le daban palmaditas en la cabeza cariñosamente! Y las ancianas le regalaban muchos dulces; Como pan de leche, pequeños caramelos caseros, barritas de nueces y miel o, aunque en porciones más pequeñas por su dificultad de obtención, gominolas duras ¡Antes de que se diera cuenta ya tenía bastantes dulces con él! Para evitar lanzar sospechas, de vez en cuando, fingía comerse un par ¿Como se desharía de tanta comida? ¡Dudaba que el pan llegase en buen estado hasta Lunargenta, donde podía regalaselo a sus hermanos gorriones! Evitando a las ancianas regala-dulces, Uriel se metió en la sala del meteorito como alma que lleva el diablo ¡A este paso ya no podría meter tanta cosa en su bolsa!
La sala estaba preparada adecuadamente para que varias personas estuvieran en su interior ¡Y las había! Reconoció de inmediato la inmensa figura de cierto hombre-bestia ¡El señor lobo que vendía venenos! ¡Asher Daregan! El infante se sintió tentado de aproximarse para saludarlo, pero enseguida decidió no hacerlo ¡Parecía reeeeeeeaaaaaaaalmente ocupado! No quería molestar, y el hombre bestia a su lado le intimidaba un poco ¡Prefería ser prudente y no acercarse! También habia un par de elfos que no llegó a reconocer.
Siendo educado, el infante saludo a los presentes con un leve asentimiento de cabeza cordial antes de aproximarse a la roca gigantesca ¡Era realmente enorme! O al menos para un niño lo era. Un poco temeroso, se acercó a paso lento hacía esta ¿Esta es la cosa que estuvo a punto de matarlos a todos? Con una postura cohibida y algo nerviosa, el infante se quedó a un par de pasitos de esta ¡Ni en broma la tocaba!
Estaba por sacar su libreta y comenzar a escribir el reporte que su maestro le pidió pero, de repente, un mareo hizo que se tambaleara, apoyando su manita sobre la piedra para no caerse ¡Estaba tan mareado que apenas notó que estaba tocando esa horrenda cosa! Con su mano libre buscó rascarse sus ojitos pero el brazo le pesaba un montón, como si estuviera hecho de metal.
“Ah….¿....?”
Antes de que se diera cuenta, ya no estaba en la sala del meteorito sino en…¿En..? ¿Una aldea quemada? El infante miró a los alrededores con confusión ¿Que era este lugar? No lo reconocía pero...Es como si...Ya lo hubiera….El infante comenzó a caminar lentamente a través de las casas derruidas y carbonizadas, era de día......¿De día....? ¡DE DÍA! El infante se cubrió nerviosamente de los rayos del Sol pero estos no ardieron sobre su piel, no provocaron las mortíferas quemaduras que esperaba….Solo era….Cálido…..
“¿Donde….?”
El niño miró nerviosamente a su alrededores, caminando nerviosamente con una carita de angustia ¡Odiaba el Sol! Como vampiro, se sentía inseguro y desprotegido sin el abrazo de la oscuridad y la noche, en donde podía ocultarse de todo aquel que pudiera dañarlo. Por instinto el Sol le disgustaba y lo sentía como algo nocivo que debe rechazar.
“Oh, a pasado tiempo desde que nos vemos….Has crecido, mi pequeño"
La repentina voz femenina hizo que Uriel se detuviera, provenía de la plaza empedrada de la aldea, donde había un viejo pozo de piedra. Una mujer pelirroja de unos 40 años estaba sentada ahí, sonriendo indulgentemente, como si viese a un pequeño que, antes de saberlo, había crecido demasiado para ser reconocido. Uriel se encogió sobre sí mismo y de inmediato buscó su puñal, por alguna razón sentía miedo, miedo y resentimiento por esa desconocida. Notando la hostil reacción del niño, la mujer sonrió con un poco de tristeza y en su lugar, añadió:
“Aún no me lo has perdonado ¿Verdad? A pesar de que no fue mi culpa…...”
“Lo fue, todo fue mal para mi por tu culpa”
Esas palabras aparecieron instintivamente en la boca del niño.
“Hice lo que pude ¡Tenía más en lo que pensar! Y tenía que pensar por mi propio bien y el de los otros niños….Lo siento, pequeño…..No podía superponer las vidas de ellos y la mia propia a la tuya…..”
“¿Incluso cuando yo no tenía la culpa de tus errores?”
“No busco que lo entiendas….Tampoco espero que lo hagas ahora….Ahora eres un niño, no puede-.....”
“¿Entonces es mi culpa? ¿Tenía que pagar por algo que ni siquiera era mi elección? No evadas la pregunta, responde.”
Las palabras bañadas en rabia y decepción salieron de la boca de Uriel ¿Porque se molestaba en recriminar las acciones de esa mujer? No la conocía, tampoco estaba seguro de porque la odiaba ¿Porque sentía que su corazón iba a romperse en cualquier momento? Por lo general, su edad mental le impedía comprender o sentir con claridad lo que pasa por su cabeza, sus sentimientos o incluso la forma de afrontar las cosas pero, tal vez porque era una visión y no la realidad, esta restricción no estaba, Uriel estaba diciendo claramente lo que pensaba, sentía y guardaba sin tapujos o sin un halo de inocencia e ingenuidad que el ayudase a evadirse. No sabía porqué, cómo o cuándo, pero sabía que esa mujer era la traidora responsable de todo el dolor en su vida, la egoísta mujer que provocó dolor a todos los que se involucraron con ella. Aquella que le condenó a.....esto......
“Ama-....”
“Ese no es mi nombre. Mi nombre es Uriel Nova, un noble vampiro del clan Nova…..No vuelvas a llamarme así, humana”
“.....”
Uriel la observó con frialdad, tratándola con dureza y resentimiento. Comprendiendo que ya no podía llegar hasta el niño, la mujer pelirroja miró hacía el suelo con un desilusionado gesto. Uriel, dando la conversación por terminada, se giró para marcharse pero enseguida volvió a escuchar la desesperada y triste voz de esa mujer:
“Yo tampoco…..Quise que acabara así….Lo siento….”
Uriel se paró para girarse guiado por una repentina sensación de desolación y pesadumbre pero, como si se tratara de una vil broma, volvió a aparecer en la sala del meteorito. Su mano estaba ubicada sobre la fría piedra del meteorito, eso le hubiera horrorizado de no ser por la confusión y dolor en su cabeza ¿Que sucedió? ¿Porque vio eso? ¿Quién era esa mujer? Estaba realmente molesto, molesto y triste a la vez pero….
Apartó lentamente la mano de la piedra, volvía a ser completamente capaz de controlar su cuerpo ¿Que hacía ahora? Su deber era escribir un reporte a su maestro pero no sentía ni las fuerzas, ni las ganas para hacerlo….
Los adultos parecían algo reticentes a permitir que un niño entrase por su cuenta a un lugar “sagrado” pero, como no daba problemas y era educado, dejaron que el infante se quedara ¡Incluso hizo buenas migas con los cocineros! Parecían estar ajetreados con tantos comensales y una mano extra les fue bien ¡Hacía tiempo que no lavaba platos de esa forma! No tenía prisas, para empezar, y era la forma más fácil de evadir las constantes insistencias de que se sentase a comer de los cocineros.
“¡Oh, un par de manos extras acaban de llegar! LLevas un buen rato ayudando, Uri ¿No quieres jugar un ratito o visitar al fragmento de meteorito? Tómate un merecido descanso, cielo.”
La cocinera jefa le sonrió al niño, invitando amablemente al infante a tomarse un rato libre ¡Rara vez se encontraban niños tan predispuestos a trabajar! En cuanto le mencionó a sus niños que ayudarán a la celebración, fruncieron el ceño y se quejaron abiertamente, sin embargo, el singular niño cuyo nombre era Uriel, no dudó dos segundo en aceptar ¡Y no se quejó ni una sola vez! La mujer quedó encantada por la educación y entrega del que pensaba, era un pequeño humanito encantador. En cuanto al susodicho “encantador niño”...El….Bueno……
Lavaría por 5 horas platos como un esclavo si así tuviera una excusa para no acercarme a ese maldito pedrusco.
No era tan “entregado”, ni tan “educado” ¡Todo lo contrario! La única razón por la que ayudó en la cocina como lava-platos fue para retrasar todo lo posible lo inevitable, justo como un caprichoso niño de primaria que se distraía con cualquier cosa con tal de no hacer los deberes. Si fuera por él, nisiquiera estaría ahí.
Dado su ayuda, los adultos ya no parecían para nada reticientes de su presencia ¡Algunas meseras hasta le daban palmaditas en la cabeza cariñosamente! Y las ancianas le regalaban muchos dulces; Como pan de leche, pequeños caramelos caseros, barritas de nueces y miel o, aunque en porciones más pequeñas por su dificultad de obtención, gominolas duras ¡Antes de que se diera cuenta ya tenía bastantes dulces con él! Para evitar lanzar sospechas, de vez en cuando, fingía comerse un par ¿Como se desharía de tanta comida? ¡Dudaba que el pan llegase en buen estado hasta Lunargenta, donde podía regalaselo a sus hermanos gorriones! Evitando a las ancianas regala-dulces, Uriel se metió en la sala del meteorito como alma que lleva el diablo ¡A este paso ya no podría meter tanta cosa en su bolsa!
La sala estaba preparada adecuadamente para que varias personas estuvieran en su interior ¡Y las había! Reconoció de inmediato la inmensa figura de cierto hombre-bestia ¡El señor lobo que vendía venenos! ¡Asher Daregan! El infante se sintió tentado de aproximarse para saludarlo, pero enseguida decidió no hacerlo ¡Parecía reeeeeeeaaaaaaaalmente ocupado! No quería molestar, y el hombre bestia a su lado le intimidaba un poco ¡Prefería ser prudente y no acercarse! También habia un par de elfos que no llegó a reconocer.
Siendo educado, el infante saludo a los presentes con un leve asentimiento de cabeza cordial antes de aproximarse a la roca gigantesca ¡Era realmente enorme! O al menos para un niño lo era. Un poco temeroso, se acercó a paso lento hacía esta ¿Esta es la cosa que estuvo a punto de matarlos a todos? Con una postura cohibida y algo nerviosa, el infante se quedó a un par de pasitos de esta ¡Ni en broma la tocaba!
Estaba por sacar su libreta y comenzar a escribir el reporte que su maestro le pidió pero, de repente, un mareo hizo que se tambaleara, apoyando su manita sobre la piedra para no caerse ¡Estaba tan mareado que apenas notó que estaba tocando esa horrenda cosa! Con su mano libre buscó rascarse sus ojitos pero el brazo le pesaba un montón, como si estuviera hecho de metal.
“Ah….¿....?”
Antes de que se diera cuenta, ya no estaba en la sala del meteorito sino en…¿En..? ¿Una aldea quemada? El infante miró a los alrededores con confusión ¿Que era este lugar? No lo reconocía pero...Es como si...Ya lo hubiera….El infante comenzó a caminar lentamente a través de las casas derruidas y carbonizadas, era de día......¿De día....? ¡DE DÍA! El infante se cubrió nerviosamente de los rayos del Sol pero estos no ardieron sobre su piel, no provocaron las mortíferas quemaduras que esperaba….Solo era….Cálido…..
“¿Donde….?”
El niño miró nerviosamente a su alrededores, caminando nerviosamente con una carita de angustia ¡Odiaba el Sol! Como vampiro, se sentía inseguro y desprotegido sin el abrazo de la oscuridad y la noche, en donde podía ocultarse de todo aquel que pudiera dañarlo. Por instinto el Sol le disgustaba y lo sentía como algo nocivo que debe rechazar.
“Oh, a pasado tiempo desde que nos vemos….Has crecido, mi pequeño"
La repentina voz femenina hizo que Uriel se detuviera, provenía de la plaza empedrada de la aldea, donde había un viejo pozo de piedra. Una mujer pelirroja de unos 40 años estaba sentada ahí, sonriendo indulgentemente, como si viese a un pequeño que, antes de saberlo, había crecido demasiado para ser reconocido. Uriel se encogió sobre sí mismo y de inmediato buscó su puñal, por alguna razón sentía miedo, miedo y resentimiento por esa desconocida. Notando la hostil reacción del niño, la mujer sonrió con un poco de tristeza y en su lugar, añadió:
“Aún no me lo has perdonado ¿Verdad? A pesar de que no fue mi culpa…...”
“Lo fue, todo fue mal para mi por tu culpa”
Esas palabras aparecieron instintivamente en la boca del niño.
“Hice lo que pude ¡Tenía más en lo que pensar! Y tenía que pensar por mi propio bien y el de los otros niños….Lo siento, pequeño…..No podía superponer las vidas de ellos y la mia propia a la tuya…..”
“¿Incluso cuando yo no tenía la culpa de tus errores?”
“No busco que lo entiendas….Tampoco espero que lo hagas ahora….Ahora eres un niño, no puede-.....”
“¿Entonces es mi culpa? ¿Tenía que pagar por algo que ni siquiera era mi elección? No evadas la pregunta, responde.”
Las palabras bañadas en rabia y decepción salieron de la boca de Uriel ¿Porque se molestaba en recriminar las acciones de esa mujer? No la conocía, tampoco estaba seguro de porque la odiaba ¿Porque sentía que su corazón iba a romperse en cualquier momento? Por lo general, su edad mental le impedía comprender o sentir con claridad lo que pasa por su cabeza, sus sentimientos o incluso la forma de afrontar las cosas pero, tal vez porque era una visión y no la realidad, esta restricción no estaba, Uriel estaba diciendo claramente lo que pensaba, sentía y guardaba sin tapujos o sin un halo de inocencia e ingenuidad que el ayudase a evadirse. No sabía porqué, cómo o cuándo, pero sabía que esa mujer era la traidora responsable de todo el dolor en su vida, la egoísta mujer que provocó dolor a todos los que se involucraron con ella. Aquella que le condenó a.....esto......
“Ama-....”
“Ese no es mi nombre. Mi nombre es Uriel Nova, un noble vampiro del clan Nova…..No vuelvas a llamarme así, humana”
“.....”
Uriel la observó con frialdad, tratándola con dureza y resentimiento. Comprendiendo que ya no podía llegar hasta el niño, la mujer pelirroja miró hacía el suelo con un desilusionado gesto. Uriel, dando la conversación por terminada, se giró para marcharse pero enseguida volvió a escuchar la desesperada y triste voz de esa mujer:
“Yo tampoco…..Quise que acabara así….Lo siento….”
Uriel se paró para girarse guiado por una repentina sensación de desolación y pesadumbre pero, como si se tratara de una vil broma, volvió a aparecer en la sala del meteorito. Su mano estaba ubicada sobre la fría piedra del meteorito, eso le hubiera horrorizado de no ser por la confusión y dolor en su cabeza ¿Que sucedió? ¿Porque vio eso? ¿Quién era esa mujer? Estaba realmente molesto, molesto y triste a la vez pero….
Apartó lentamente la mano de la piedra, volvía a ser completamente capaz de controlar su cuerpo ¿Que hacía ahora? Su deber era escribir un reporte a su maestro pero no sentía ni las fuerzas, ni las ganas para hacerlo….
Uri
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
El temporal había amainado cuando Eilydh alcanzó la cima de la colina que había sido su destino matutino. De hecho, al despertar en la mañana del día del solsticio, el gris furioso que la había acompañado durante todas las jornadas anteriores había tomado forma de neblina leve, permitiendole al fin conservar secas sus ropas y asearse en un manantial cercano, no muy lejos de donde había matenido encendido el fuego toda la noche.
No había estado en aquel lugar antes, y de hecho se preguntó si el nombre del pequeño pueblo, que más podía ser aldea, les hubiese sonado familiar a más de uno de los viandantes con los que se encontró por el camino de no ser por la habladurías adheridas a Jólmundröm sobre el impacto de un cometa. La elfa no estaba impresionada con la mayoría de ellas, por supuesto: Dudaba que los restos de aquella piedra hiciesen que le creciese pelo a los calvos que lo tocaban. Que ayudase a prevenir el dolor después de una ruptura amorosa o que te concediese 4 deseos al inicio de los 4 siguiente meses del año si podías pronunciar las palabras adecuadas al acercarte a él. No...
Por supuesto aquello eran habladurías. Pero aquel cometa había entrado en contacto con el éter de miles de personas valerosas que habían sido lo suficientemente crédulas, o valientes... como para creer que donar su magia iba a parar su caída.
La elfa sonrió mientras sentía como el aire fresco de los campos nevados la envolvía, sumida en sus pensamientos mientras recordaba lo acontecido en el pasado día de la alianza. . Al fin y al cabo y por mucho que todos hubiesen rezado con aquel elfo desconocido, el cometa había alcanzado Aerandir y no era un objeto cualquiera, Merecía la pena desviarse dos o tres días de su camino tan solo por observar de lejos los miles ojos curiosos que atribuirían habilidades extras a la gran piedra alzaban una nueva religión alrededor de ella. O lo que quiera que motivaba a los habitantes de aquel lugar a ser tan generosos esperando nada de unos completos desconocidos.
-Una taza de licor caliente de bayas, señorita?- la recibió la voz de una chica que removía una olla casi dos veces más grande que ella puesta al fuego. Eilydh debía reconocer que aquel imporvisado edificio, que contenía el crater del cometa y lo que quedaba de él en su interior, era un trabajo bastante bien hecho teniendo en cuenta el tiempo y la mano de obra, así que abrió mucho los ojos casi impresionada al verse envuelta por la calidez del la lumbre frente a ella.- O... mejor tibio- dijo la chica, algo avergonzada. Lo certo es que no se muy bien que hacer para mantener este fuego vivo... y aún me quedan otros tres que controlar. ¡Ojalá hubiese escogido apilar las mantas o cambiar el agua de los caballos... eso si se me da bien- dijo, componiendo un gesto de tristeza y arrepentimientos profundos que acabó por hacer sonreir a Eilydh.
-Avivar el fuego es un trabajo importantisimo- dijo Eilydh dejando a un lado la taza de licor de bayas que acababa de agarrar mientras se quitaba su capa de viaje y quedar en su armadura de cuero y metal- Y fácil siempre que seas constante- dijo la elfa acercándose a la niña- Suerte que no es la primera vez que me encuentro con casos casi perdidos- Señaló a las últimas fraguas de uno de los fuegos que la chica debía controlar. Agarró algo de leña apilada no muy lejos y se acercó de nuevo a la chica- Lo importante es que no este mojada- dijo- Sino, tardará en prender y cuando lo haga la llama será leve y poco duradera...- continuó
40 minutos más tarde. Eilydh había enseñado a la chica todo cuanto sabía acerca de como hacer y mantener un buen fuego, prendido las tres hogueras enormes que abastecían a la estancia y apilado madera seca de manera que su recién conocida amiga tuviese suficiente para no dejar morir las llamas de nuevo. Para cuando se vino a dar cuenta, la elfa estaba tan sumida en los quehaceres que el resto de los habitantes de la aldea habían dividido que casi se había olvidado a lo que había venido allí.
Se despidió de la chica, que le dió otra jarra de licor de bayas, esta vez caliente para remplazar la que había dejado a un lado.
-Estoy segura que tras tu ayuda, nuestro Odín estará feliz de aceptar tus plegarias- dijo la niña invitándola a rezar.La chica había aprovechado la charla con Eilydh para trenzar su cabello de una manera que a la elfa le pareció bastante familiar. Desvió su mirada y no dijo nada. Aquello pareció doler a la niña y antes de que Eilydh la dejase atrás, la elfa pudo ver decepción en sus ojos.
La ignoró y avanzó hacia donde los vasallos de Odín estaban sumidos en sus oraciones. Ella no iba a rezarle a un Dios pagano, por supuesto, así que su caminar rodeando a los feligreses se basó en casi vaciar el contenido de su jarra y sentir como el sabor a bayas y frutas la hacía entrar en calor. Observó los ojos cerrados de la mayoría de ellos. Sus gestos concentrados en las palabras que salían de sus labios. Aquello la hizo reir.
Siempre había considerado que el resto de religiones parecía exigir suplicio y entrega en la manera en la que enfatizaban sus plegarias. Como si la oración de los que rezaban tuviese que ser recitada con dolor. Como si aquel dolor fuese un intercambio macabra con aquello por lo que oraban. No estaba segura de si fue el humo del incienso que habían distribuido por las esquinas del lugar de oración y que hacían que todo quedase sumido en humo; la visión del resto de los que la rodeaban concentrados en la nada o el apurar el último sorbo de aquel licor que no recordaba tan fuerte el sorbo anterior.
El caso es que la elfa se encontró a si misma pidiendo por Odín que hiciese realidad lo que sus creyentes pedían, tan solo por quitarles aquellas muecas tontas de los rostros..
Aquello la hizo carcajear y casi embriagada por el conjunto de la situación y sin quererlo dejó caer su copa de metal al suelo, provocando un estruendo en la sala. Eilydh se agachó a recogerla mientras giraba en el suelo y antes de agarrarla con las manos la paró de manera breve, calmando el sonido que el metal provocaba en el suelo.
Creando silencio total y artificial donde antes había tumulto y voces. Se giró a su alrededor: No sabía donde estaba, pero donde fuese que estuviese aquello no era la cabaña que había alcanzado una hora atrás. Parecía el porche de una de las casas de los dueños del consejo de Sandorai. La nieve se había disipado y Ellydh podía sentir la leve brisa mezclada con el aroma de las flores salvajes de los jardines colindantes desordenando su pelo, totalmente suelto.
Frente a ella una mesa llena de bocados típicos de su clan, lo que la hizo estar totalmente cierta de donde se encontraba. Dos figuras altas parecían sumidas en una charla amena, Ambas con orejas puntiagudas. No había conocido a ninguna de las dos antes.
-¡Oh Dios mio.. casi se me olvida!, Dhydhy querida... ¿Es que aún vas a hacernos esperar más? Digo... todos en Sandorai deben estar al tanto de las hazañas de tu querido Astriel. ¡Qué hombre sin duda! Tan valeroso... He oido que se enfrentó solo a varios salvajes en los lindes del bosque. He escuchado que aunque el templo de Anar cayó, el propio Dios lo bendijo con la visión certera de que teníamos que proteger el árbol madre.- dijo una elfa de cabellos color carmesí con ojos abiertos como platos mientras elevaba una taza de te a sus labios.
-Já! Eso no es nada... Teniendo en cuenta las veces que a rescatado a nuestra amiga de problemas... ¿Recuerdas la última vez con aquel estafador de ciudad lagarto y su comitiva? La pobre Eilydh casi vomita al ver como aquel hombre sugería que llevase dinero propio en la cartera- La elfa rió de manera exagerada y Eilydh notó como una sonrisa se apoderaba de sus labios- También he oido que al llegar de combatir por nuestro árbol, tras la victoria, le dio a Eilydh las orejas de 5 herejes y pidió que las incrustasen con oro a modo de cinturón que llevar en días de consejo.... Debes estar taaaaan orgullosa de él, Dhydhy cariño..- Otra elfa, esta un poco más mayor y con el cabello trenzado a un lado le regaló una sonrisa a Eilydh mientras ella también sorbía de su taza- Ahora que te vemos entendemos las demás habladurías- contuvo una risa nerviosa- Se ve que la lucha no es lo único que se le da bien a Astriel-.. digo... era necesario, querida... Ya sabes que lo vieron salir de la casa de la hija del curtidor...- LLevó los ojos a la cintura de Eilydh aún de pie.
Por alguna razón le dolía cada palmo de su cuerpo y músculo, como después de una pelea o de una caída a lomos de un caballo.
Eilydh la copió buscando la respuesta a aquello que miraba y se dió cuenta que su armadura había desaparecido y que en lugar de ello llevaba un vestido de seda rosado con encajes en las mangas color plata. Como los que llevaba cuando vivía con sus padres y que en su area abdominal, donde los ojos de la otra elfa habían posado su mirada un bulto prominete del tamaño de un melón pequeño parecía saludarla de manera burlona. Eilydh quiso gritar.
Quiso llevarse las manos a los labios y quiso correr de aquel lugar donde la habían llevado sus plegarias, pero nada de ello sucedió, pues ella no tenía control sobre sus manos, pies o labios. En lugar de eso sintió como un escalofrío recorría su espalda a medida que de su boca salían otras palabras distintas:
-Aish lo se... - dijo Eilydh- Quién me hubiese dicho que Astriel iba a traer tanto honor, fortuna y sentido a mi vida. Sin duda no le merezco.. y pensar que no estaba muy convencida de nuestra unión.. ¡Pensar que quería ser independiente... ¡Yo!...- añadió riendo y se arremangó la manga del vestido mientras alcanzaba una ciruela de la mesa donde estaban sentadas, desvelando la impresión de una mano sobre su brazo, morada en sitios pero casi verde en otros. Como un moratón que esta empezando a curarse.
-Querida...¿ te has golpeado al llegar? En tu estado debes tener cuidado...Dios nos libre que se repita lo que pasó con el último... Astriel estaría muy triste al saber que de nuevo... bueno ya sabes..Tú y tus caidas tontas- dijo la elfa frente a ella mirándola fijamente a los ojos mientras sorbía de su taza de té.
- Lo se... Soy tan torpe... debo... debo tener más cuidado la próxima vez... supongo- añadió Eilydh cubriendo su manga y llevándose la ciruela a la boca mientras la mordía.- Mucho.. mucho cuidado.
[...]
El estruendo de la sala la devolvió en si. Las voces de las personas que se habían acercado a ver los restos del cometa parecían ajenas a lo que la chica acababa de ver y seguían sumidas en sus labores de manera animada. Eilydh se apoyó en uno de los palos de madera que sostenían la estructura aún en shock. Sentía que aunque estaba respirando el aire no llegaba bien a sus pulmones y necesitaba tomar grandes bocanadas de aire sin humo antes de recomponerse. Caminó rápida hasta la puerta principal y el aire frío de los alrededores la recibió como una jarra de agua fresca.
Dobló su cintura hacia delante y apoyó sus manos en la cintura por fin respirando. Cuando su ritmo se hubo pausado y su cabeza dejó de estar inundada por recuerdos y detalles de aquella visión, volvió a erguirse. Pausó sus movimientos por un momento y se giró hacia la puerta de entrada al lugar del que acababa de salir. La furia ante aquel ataque mental gratuito y la frustración de no saber a quién culpar se apoderó de ella.
Algo le decía que había subestimado el poder de aquel cometa. Tenía claro que la curiosidad inocente hacia él había pasado a un segundo plano... No.. ahora era personal.No se iría de allí sin entender porqué aquella macabra broma en forma de visión.
No había estado en aquel lugar antes, y de hecho se preguntó si el nombre del pequeño pueblo, que más podía ser aldea, les hubiese sonado familiar a más de uno de los viandantes con los que se encontró por el camino de no ser por la habladurías adheridas a Jólmundröm sobre el impacto de un cometa. La elfa no estaba impresionada con la mayoría de ellas, por supuesto: Dudaba que los restos de aquella piedra hiciesen que le creciese pelo a los calvos que lo tocaban. Que ayudase a prevenir el dolor después de una ruptura amorosa o que te concediese 4 deseos al inicio de los 4 siguiente meses del año si podías pronunciar las palabras adecuadas al acercarte a él. No...
Por supuesto aquello eran habladurías. Pero aquel cometa había entrado en contacto con el éter de miles de personas valerosas que habían sido lo suficientemente crédulas, o valientes... como para creer que donar su magia iba a parar su caída.
La elfa sonrió mientras sentía como el aire fresco de los campos nevados la envolvía, sumida en sus pensamientos mientras recordaba lo acontecido en el pasado día de la alianza. . Al fin y al cabo y por mucho que todos hubiesen rezado con aquel elfo desconocido, el cometa había alcanzado Aerandir y no era un objeto cualquiera, Merecía la pena desviarse dos o tres días de su camino tan solo por observar de lejos los miles ojos curiosos que atribuirían habilidades extras a la gran piedra alzaban una nueva religión alrededor de ella. O lo que quiera que motivaba a los habitantes de aquel lugar a ser tan generosos esperando nada de unos completos desconocidos.
-Una taza de licor caliente de bayas, señorita?- la recibió la voz de una chica que removía una olla casi dos veces más grande que ella puesta al fuego. Eilydh debía reconocer que aquel imporvisado edificio, que contenía el crater del cometa y lo que quedaba de él en su interior, era un trabajo bastante bien hecho teniendo en cuenta el tiempo y la mano de obra, así que abrió mucho los ojos casi impresionada al verse envuelta por la calidez del la lumbre frente a ella.- O... mejor tibio- dijo la chica, algo avergonzada. Lo certo es que no se muy bien que hacer para mantener este fuego vivo... y aún me quedan otros tres que controlar. ¡Ojalá hubiese escogido apilar las mantas o cambiar el agua de los caballos... eso si se me da bien- dijo, componiendo un gesto de tristeza y arrepentimientos profundos que acabó por hacer sonreir a Eilydh.
-Avivar el fuego es un trabajo importantisimo- dijo Eilydh dejando a un lado la taza de licor de bayas que acababa de agarrar mientras se quitaba su capa de viaje y quedar en su armadura de cuero y metal- Y fácil siempre que seas constante- dijo la elfa acercándose a la niña- Suerte que no es la primera vez que me encuentro con casos casi perdidos- Señaló a las últimas fraguas de uno de los fuegos que la chica debía controlar. Agarró algo de leña apilada no muy lejos y se acercó de nuevo a la chica- Lo importante es que no este mojada- dijo- Sino, tardará en prender y cuando lo haga la llama será leve y poco duradera...- continuó
40 minutos más tarde. Eilydh había enseñado a la chica todo cuanto sabía acerca de como hacer y mantener un buen fuego, prendido las tres hogueras enormes que abastecían a la estancia y apilado madera seca de manera que su recién conocida amiga tuviese suficiente para no dejar morir las llamas de nuevo. Para cuando se vino a dar cuenta, la elfa estaba tan sumida en los quehaceres que el resto de los habitantes de la aldea habían dividido que casi se había olvidado a lo que había venido allí.
Se despidió de la chica, que le dió otra jarra de licor de bayas, esta vez caliente para remplazar la que había dejado a un lado.
-Estoy segura que tras tu ayuda, nuestro Odín estará feliz de aceptar tus plegarias- dijo la niña invitándola a rezar.La chica había aprovechado la charla con Eilydh para trenzar su cabello de una manera que a la elfa le pareció bastante familiar. Desvió su mirada y no dijo nada. Aquello pareció doler a la niña y antes de que Eilydh la dejase atrás, la elfa pudo ver decepción en sus ojos.
La ignoró y avanzó hacia donde los vasallos de Odín estaban sumidos en sus oraciones. Ella no iba a rezarle a un Dios pagano, por supuesto, así que su caminar rodeando a los feligreses se basó en casi vaciar el contenido de su jarra y sentir como el sabor a bayas y frutas la hacía entrar en calor. Observó los ojos cerrados de la mayoría de ellos. Sus gestos concentrados en las palabras que salían de sus labios. Aquello la hizo reir.
Siempre había considerado que el resto de religiones parecía exigir suplicio y entrega en la manera en la que enfatizaban sus plegarias. Como si la oración de los que rezaban tuviese que ser recitada con dolor. Como si aquel dolor fuese un intercambio macabra con aquello por lo que oraban. No estaba segura de si fue el humo del incienso que habían distribuido por las esquinas del lugar de oración y que hacían que todo quedase sumido en humo; la visión del resto de los que la rodeaban concentrados en la nada o el apurar el último sorbo de aquel licor que no recordaba tan fuerte el sorbo anterior.
El caso es que la elfa se encontró a si misma pidiendo por Odín que hiciese realidad lo que sus creyentes pedían, tan solo por quitarles aquellas muecas tontas de los rostros..
Aquello la hizo carcajear y casi embriagada por el conjunto de la situación y sin quererlo dejó caer su copa de metal al suelo, provocando un estruendo en la sala. Eilydh se agachó a recogerla mientras giraba en el suelo y antes de agarrarla con las manos la paró de manera breve, calmando el sonido que el metal provocaba en el suelo.
Creando silencio total y artificial donde antes había tumulto y voces. Se giró a su alrededor: No sabía donde estaba, pero donde fuese que estuviese aquello no era la cabaña que había alcanzado una hora atrás. Parecía el porche de una de las casas de los dueños del consejo de Sandorai. La nieve se había disipado y Ellydh podía sentir la leve brisa mezclada con el aroma de las flores salvajes de los jardines colindantes desordenando su pelo, totalmente suelto.
Frente a ella una mesa llena de bocados típicos de su clan, lo que la hizo estar totalmente cierta de donde se encontraba. Dos figuras altas parecían sumidas en una charla amena, Ambas con orejas puntiagudas. No había conocido a ninguna de las dos antes.
-¡Oh Dios mio.. casi se me olvida!, Dhydhy querida... ¿Es que aún vas a hacernos esperar más? Digo... todos en Sandorai deben estar al tanto de las hazañas de tu querido Astriel. ¡Qué hombre sin duda! Tan valeroso... He oido que se enfrentó solo a varios salvajes en los lindes del bosque. He escuchado que aunque el templo de Anar cayó, el propio Dios lo bendijo con la visión certera de que teníamos que proteger el árbol madre.- dijo una elfa de cabellos color carmesí con ojos abiertos como platos mientras elevaba una taza de te a sus labios.
-Já! Eso no es nada... Teniendo en cuenta las veces que a rescatado a nuestra amiga de problemas... ¿Recuerdas la última vez con aquel estafador de ciudad lagarto y su comitiva? La pobre Eilydh casi vomita al ver como aquel hombre sugería que llevase dinero propio en la cartera- La elfa rió de manera exagerada y Eilydh notó como una sonrisa se apoderaba de sus labios- También he oido que al llegar de combatir por nuestro árbol, tras la victoria, le dio a Eilydh las orejas de 5 herejes y pidió que las incrustasen con oro a modo de cinturón que llevar en días de consejo.... Debes estar taaaaan orgullosa de él, Dhydhy cariño..- Otra elfa, esta un poco más mayor y con el cabello trenzado a un lado le regaló una sonrisa a Eilydh mientras ella también sorbía de su taza- Ahora que te vemos entendemos las demás habladurías- contuvo una risa nerviosa- Se ve que la lucha no es lo único que se le da bien a Astriel-.. digo... era necesario, querida... Ya sabes que lo vieron salir de la casa de la hija del curtidor...- LLevó los ojos a la cintura de Eilydh aún de pie.
Por alguna razón le dolía cada palmo de su cuerpo y músculo, como después de una pelea o de una caída a lomos de un caballo.
Eilydh la copió buscando la respuesta a aquello que miraba y se dió cuenta que su armadura había desaparecido y que en lugar de ello llevaba un vestido de seda rosado con encajes en las mangas color plata. Como los que llevaba cuando vivía con sus padres y que en su area abdominal, donde los ojos de la otra elfa habían posado su mirada un bulto prominete del tamaño de un melón pequeño parecía saludarla de manera burlona. Eilydh quiso gritar.
Quiso llevarse las manos a los labios y quiso correr de aquel lugar donde la habían llevado sus plegarias, pero nada de ello sucedió, pues ella no tenía control sobre sus manos, pies o labios. En lugar de eso sintió como un escalofrío recorría su espalda a medida que de su boca salían otras palabras distintas:
-Aish lo se... - dijo Eilydh- Quién me hubiese dicho que Astriel iba a traer tanto honor, fortuna y sentido a mi vida. Sin duda no le merezco.. y pensar que no estaba muy convencida de nuestra unión.. ¡Pensar que quería ser independiente... ¡Yo!...- añadió riendo y se arremangó la manga del vestido mientras alcanzaba una ciruela de la mesa donde estaban sentadas, desvelando la impresión de una mano sobre su brazo, morada en sitios pero casi verde en otros. Como un moratón que esta empezando a curarse.
-Querida...¿ te has golpeado al llegar? En tu estado debes tener cuidado...Dios nos libre que se repita lo que pasó con el último... Astriel estaría muy triste al saber que de nuevo... bueno ya sabes..Tú y tus caidas tontas- dijo la elfa frente a ella mirándola fijamente a los ojos mientras sorbía de su taza de té.
- Lo se... Soy tan torpe... debo... debo tener más cuidado la próxima vez... supongo- añadió Eilydh cubriendo su manga y llevándose la ciruela a la boca mientras la mordía.- Mucho.. mucho cuidado.
[...]
El estruendo de la sala la devolvió en si. Las voces de las personas que se habían acercado a ver los restos del cometa parecían ajenas a lo que la chica acababa de ver y seguían sumidas en sus labores de manera animada. Eilydh se apoyó en uno de los palos de madera que sostenían la estructura aún en shock. Sentía que aunque estaba respirando el aire no llegaba bien a sus pulmones y necesitaba tomar grandes bocanadas de aire sin humo antes de recomponerse. Caminó rápida hasta la puerta principal y el aire frío de los alrededores la recibió como una jarra de agua fresca.
Dobló su cintura hacia delante y apoyó sus manos en la cintura por fin respirando. Cuando su ritmo se hubo pausado y su cabeza dejó de estar inundada por recuerdos y detalles de aquella visión, volvió a erguirse. Pausó sus movimientos por un momento y se giró hacia la puerta de entrada al lugar del que acababa de salir. La furia ante aquel ataque mental gratuito y la frustración de no saber a quién culpar se apoderó de ella.
Algo le decía que había subestimado el poder de aquel cometa. Tenía claro que la curiosidad inocente hacia él había pasado a un segundo plano... No.. ahora era personal.No se iría de allí sin entender porqué aquella macabra broma en forma de visión.
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off: Eilydh sufre una visión de un universo paralelo en el que uno de sus miedos más internos es realidad.
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Una de las tradiciones que en aquel lugar se desarrollaban era la de ofrecer obsequios a los espíritus de la naturaleza que habitaban en un bosque cercano. Katrina era una fiel creyente cristiana, pero no quería que aquello le supusiera el estar marginada. Así que emprendió el camino para el bosque a solas, mientras Alward se quedaba en el gran salón degustando los diferentes alimentos de los que se disponían.
Hacía mucho frío, y estaba oscuro, aunque esto último no era un problema para la vampiresa, sino todo un alivio. En cambio, lo primero sí que podía presentarse como un molestia, por lo que se enfundó su caperuza blanca y se protegió las manos con unos guantes de lana del mismo color.
No tardó encontrar un buen sitio para lo que tenía en mente, que distaba de ser la tradición pagana que se suponía que debía hacer. El sitio se trataba de un tocón que podía usar como altar improvisado. La muchacha pálida sacó una pequeña cruz recubierta de oro y la dejó sobre el tocón. Acto seguido, se arrodilló frente a este, juntó sus manos y cerró los ojos para cerrar. Realmente el procedimiento para comunicarse con su Dios no era demasiado diferente del que Alward había usado para intentar mostrar sus plegarias a Odín. Era curioso.
Y allí, en su soledad y silencio, empezó a rezar internamente a Dios. Primero, le pidió por su propia salud, y después le pidió por Alward. Aunque este no siguiera su misma creencia, se preocupaba por su alma.
Después de aquella visión, al humano se le cerró el estómago. Quiso cumplir con la tradición y no ser un mal huésped de aquellos que llevaban aquel lugar, pero no probó más de dos bocados de un delicioso cerdo asado que destacaba en la inmensa mesa. Toda aquella comida y bebida le hizo pensar que estaba en el mismo Valhalla... ¿Estarían allí Moses y Rischer?, es un pensamiento que también se le cruzó por la mente. Lástima que no pudiese saberlo con certeza, pero confiaba en que sí, nunca había conocido a dos guerreros más bravos, valientes y honorables.
Alward quiso apartar ese dolor, pero tras la visión, había tenido un choque con la realidad que no podía negar. Aquello había pasado; los habían matado.
Salió a tomar algo de aire fresco, sentía que dentro del salón se le empezaba a agotarse.
Pero fuera no se sintió mucho mejor, la soledad lo embriagó. Se acercó hasta unas barandas de madera que había en aquel rústico porche. Las agarró y las apretó en un acto desesperado por tener algo con lo que desfogarse, pero de nuevo, no pudo satisfacerse. Un rostro lleno de angustia y gestos frustrados era presente en el Sevna, aunque su cuerpo estaba allí, su cabeza no.
Fue entonces cuando alguien más salió del gran salón. Era una mujer rubia, una elfa. Se fijó en sus orejas para confirmarlo. Por su actitud y lectura corporal, estaba claro que había visto algo que no le había gustado.
-Te has encontrado con un destino terrible, ¿Verdad?-Preguntó a la elfa-Los juglares no paraban de anunciar las asombrosas visiones que esa piedra ofrecía; visiones del futuro, del pasado, de una realidad totalmente distinta a la nuestra, de reinos lejanos y misteriosos...-Suspiró y apretó de nuevo la baranda con pesar-A mí, me ha tocado chocarme con una realidad innegable-Esbozó una sonrisa, literalmente por no llorar-¿Qué has visto tú?
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Hacía mucho frío, y estaba oscuro, aunque esto último no era un problema para la vampiresa, sino todo un alivio. En cambio, lo primero sí que podía presentarse como un molestia, por lo que se enfundó su caperuza blanca y se protegió las manos con unos guantes de lana del mismo color.
No tardó encontrar un buen sitio para lo que tenía en mente, que distaba de ser la tradición pagana que se suponía que debía hacer. El sitio se trataba de un tocón que podía usar como altar improvisado. La muchacha pálida sacó una pequeña cruz recubierta de oro y la dejó sobre el tocón. Acto seguido, se arrodilló frente a este, juntó sus manos y cerró los ojos para cerrar. Realmente el procedimiento para comunicarse con su Dios no era demasiado diferente del que Alward había usado para intentar mostrar sus plegarias a Odín. Era curioso.
Y allí, en su soledad y silencio, empezó a rezar internamente a Dios. Primero, le pidió por su propia salud, y después le pidió por Alward. Aunque este no siguiera su misma creencia, se preocupaba por su alma.
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Después de aquella visión, al humano se le cerró el estómago. Quiso cumplir con la tradición y no ser un mal huésped de aquellos que llevaban aquel lugar, pero no probó más de dos bocados de un delicioso cerdo asado que destacaba en la inmensa mesa. Toda aquella comida y bebida le hizo pensar que estaba en el mismo Valhalla... ¿Estarían allí Moses y Rischer?, es un pensamiento que también se le cruzó por la mente. Lástima que no pudiese saberlo con certeza, pero confiaba en que sí, nunca había conocido a dos guerreros más bravos, valientes y honorables.
Alward quiso apartar ese dolor, pero tras la visión, había tenido un choque con la realidad que no podía negar. Aquello había pasado; los habían matado.
Salió a tomar algo de aire fresco, sentía que dentro del salón se le empezaba a agotarse.
Pero fuera no se sintió mucho mejor, la soledad lo embriagó. Se acercó hasta unas barandas de madera que había en aquel rústico porche. Las agarró y las apretó en un acto desesperado por tener algo con lo que desfogarse, pero de nuevo, no pudo satisfacerse. Un rostro lleno de angustia y gestos frustrados era presente en el Sevna, aunque su cuerpo estaba allí, su cabeza no.
Fue entonces cuando alguien más salió del gran salón. Era una mujer rubia, una elfa. Se fijó en sus orejas para confirmarlo. Por su actitud y lectura corporal, estaba claro que había visto algo que no le había gustado.
-Te has encontrado con un destino terrible, ¿Verdad?-Preguntó a la elfa-Los juglares no paraban de anunciar las asombrosas visiones que esa piedra ofrecía; visiones del futuro, del pasado, de una realidad totalmente distinta a la nuestra, de reinos lejanos y misteriosos...-Suspiró y apretó de nuevo la baranda con pesar-A mí, me ha tocado chocarme con una realidad innegable-Esbozó una sonrisa, literalmente por no llorar-¿Qué has visto tú?
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Alward Sevna
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Cada bocanada de aire parecía curarla, al menos un poco. Parecía que con cada respiración la chica se daba más y más cuenta de que la culpable de aquella horrible visión no era más que ella misma. Ella y sus estúpidas vulnerabilidades. Agarró la barandilla que servía de límite entre los terrenos donde se emplazaban los restos del cometa y el resto del bosque, nevado, frente a ella.
Tardó unos segundos en darse cuenta de que la voz que escuchaba no eran sus pensamientos, sino alguien más en aquel lugar solitario. Se giró hasta donde provenía aquella voz, confundida. Aquel hombre le hablaba con la familiaridad de saber quien era, pero la elfa no reconocía el rostro del chico. No más de lo que lo hubiese hecho un rostro sin nombre de un orejas redondas. Y sin embargo, la honestidad de sus palabras la invitaba a hablar.
Eilydh compuso un gesto de sospecha a medida que el hombre le hablaba de los juglares y las promesas de visión. Se giró sobre la barandilla, apoyando su espalda en esta, quedando frente al hombre que parecía asirse a la baranda con más fuerza de la que la propia Eilydh lo había hecho minutos antes. Quizás fue eso lo que relajó su expresión un poco. Aquel hombre había saltado cualquier tipo de conversación lozana y trivial y había pasado a preguntar algo personal. Muy personal.
Fue como un ramalazo de aire fresco, después de haber estado rodeada de conversaciones triviales durante buena parte de aquella jornada, y los meses anteriores. En cualquier otra situación Eilydh hubiese hecho alarde de su mejor sonrisa falsa, se hubiese excusado con palabras que más bien dirían "dejeme en paz" y marchado de aquel lugar molesta por la curiosidad de aquel hombre. Pero ese chico era nadie. No tenía nombre. Al igual que ella.
No era elfo, por lo que a duras penas conocería a nadie que pudiese incriminarla, y el gesto pausado, seguro de si mismo, jovial y casi... ingenuo... fue algo que Eilydh agradeció de alguna manera. Al menos la furia de la visión se había ido un poco.
-Yo he visto mi destino, guerrero.- dijo la elfa finalmente, sin entrar en muchos detalles pero casi mordiéndose el labio para no revelar nada más- Un destino del que parece no pueda escapar... una pesadilla. Una jodida pesadilla vestida de seda rosa con ribetes plateados- dijo, sintiendo como su furia se encendía un poco.
Se pausó y dejó de hablar por un momento, observando al chico frente a ella. La sonrisa que adornaba su cara no era desconocida a Eilydh y la había visto en ella misma lo suficiente como para saber que aquel hombre tampoco había tenido una buena experiencia con los dioses paganos.
-Pero es eso justo lo que querían ¿No? Romper nuestras armaduras antes incluso de anunciar una pelea, para que todas nuestras vulnerabilidades nos...¿Hicieran más fuerte?- llevó su mano a la armadura del chico, algo distraída como para poner una imagen a lo que decía Mientras hacía un aspaviento de incredibilidad con sus manos- No se tú, pero yo... nunca he creído en el destino- sonrió de manera sincera y triste- Me niego a pensar que mi existencia no es más que estar ligada a alguien y que mi propia esencia es, tan efímera como para pasar por este mundo sin dejar huella- Se acordó de su visión embarazada- O al menos no la huella que tú y yo buscamos- le dijo al chico, mostrando parte de su propia armadura bajo su capa de viaje blanca-
Se pausó un momento antes de continuar con la charla. Acababa de revelarle a un desconocido mucho más de lo que la mayoría de sus amigos sabían de ella. Iba a tener que controlar sus palabras un poco, al fin y al cabo, aquel hombre bien podía acabar siendo un problema.
-Y... ¿qué hace un hombre como tú en un sitio como este?- dijo, sonriendo de manera irónica. Quién le hubiera dicho que iba a ser ella la que destrozaría la intensidad de aquella conversación para cambiarla por... vanalidades.
Tardó unos segundos en darse cuenta de que la voz que escuchaba no eran sus pensamientos, sino alguien más en aquel lugar solitario. Se giró hasta donde provenía aquella voz, confundida. Aquel hombre le hablaba con la familiaridad de saber quien era, pero la elfa no reconocía el rostro del chico. No más de lo que lo hubiese hecho un rostro sin nombre de un orejas redondas. Y sin embargo, la honestidad de sus palabras la invitaba a hablar.
Eilydh compuso un gesto de sospecha a medida que el hombre le hablaba de los juglares y las promesas de visión. Se giró sobre la barandilla, apoyando su espalda en esta, quedando frente al hombre que parecía asirse a la baranda con más fuerza de la que la propia Eilydh lo había hecho minutos antes. Quizás fue eso lo que relajó su expresión un poco. Aquel hombre había saltado cualquier tipo de conversación lozana y trivial y había pasado a preguntar algo personal. Muy personal.
Fue como un ramalazo de aire fresco, después de haber estado rodeada de conversaciones triviales durante buena parte de aquella jornada, y los meses anteriores. En cualquier otra situación Eilydh hubiese hecho alarde de su mejor sonrisa falsa, se hubiese excusado con palabras que más bien dirían "dejeme en paz" y marchado de aquel lugar molesta por la curiosidad de aquel hombre. Pero ese chico era nadie. No tenía nombre. Al igual que ella.
No era elfo, por lo que a duras penas conocería a nadie que pudiese incriminarla, y el gesto pausado, seguro de si mismo, jovial y casi... ingenuo... fue algo que Eilydh agradeció de alguna manera. Al menos la furia de la visión se había ido un poco.
-Yo he visto mi destino, guerrero.- dijo la elfa finalmente, sin entrar en muchos detalles pero casi mordiéndose el labio para no revelar nada más- Un destino del que parece no pueda escapar... una pesadilla. Una jodida pesadilla vestida de seda rosa con ribetes plateados- dijo, sintiendo como su furia se encendía un poco.
Se pausó y dejó de hablar por un momento, observando al chico frente a ella. La sonrisa que adornaba su cara no era desconocida a Eilydh y la había visto en ella misma lo suficiente como para saber que aquel hombre tampoco había tenido una buena experiencia con los dioses paganos.
-Pero es eso justo lo que querían ¿No? Romper nuestras armaduras antes incluso de anunciar una pelea, para que todas nuestras vulnerabilidades nos...¿Hicieran más fuerte?- llevó su mano a la armadura del chico, algo distraída como para poner una imagen a lo que decía Mientras hacía un aspaviento de incredibilidad con sus manos- No se tú, pero yo... nunca he creído en el destino- sonrió de manera sincera y triste- Me niego a pensar que mi existencia no es más que estar ligada a alguien y que mi propia esencia es, tan efímera como para pasar por este mundo sin dejar huella- Se acordó de su visión embarazada- O al menos no la huella que tú y yo buscamos- le dijo al chico, mostrando parte de su propia armadura bajo su capa de viaje blanca-
Se pausó un momento antes de continuar con la charla. Acababa de revelarle a un desconocido mucho más de lo que la mayoría de sus amigos sabían de ella. Iba a tener que controlar sus palabras un poco, al fin y al cabo, aquel hombre bien podía acabar siendo un problema.
-Y... ¿qué hace un hombre como tú en un sitio como este?- dijo, sonriendo de manera irónica. Quién le hubiera dicho que iba a ser ella la que destrozaría la intensidad de aquella conversación para cambiarla por... vanalidades.
Eilydh
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
A Valyria no se le dama muy bien eso de cocinar, y le parecía feo quedarse allí a comer y beber sin darles nada a cambio, aunque desde luego estaba un poco molesta con eso de hacer un maldito edificio alrededor del meteorito que pretendía ro… observar sin tocar.
Por lo que había ido de caza, había tenido en su idea volver con un magnifico ciervo, puede que hasta uno blanco.
Pero solo había conseguido conejos. Un montón eso sí. Volvió a la fiesta con cinco conejos y los dejo en la cocina, ya sin la piel y sangrados, porque no era una bárbara y aunque no necesitaba más comida en su mochila, un poco de pieles extra siempre iban bien. Puede que se hiciera unos guantes.
En cualquier caso, finalmente se sintió lo suficientemente en paz como para sentarse ante el meteorito. No tenía ninguna intención especial, bastante segura estaba de que no podía hacer cuero de eso, solo quería… mirar lo que había derribado. Con ayuda, pero una debía ensalzar sus proezas cuando las contaba. Inspiró y tomo un sorbo del vino aguado que se había agenciado. Cerró los ojos un momento, solo un momento, apreciando el sabor.
Y los abrió alarmada cuando su nariz capto el humo, el olor metálico de su sangre, ambos tan fuertes que la hicieron tambalear. ¿Cuándo se había levantado? Pero su alrededor solo levantó más preguntas, en vez de responderlas. Era como un amanecer, pero al revés, todo a su alrededor estaba rojo con el color de las ascuas, los restos de lo que suponía que era un pueblo crepitando a su alrededor, y el cielo completamente negro a excepción de un pequeño anillo de luz, nunca había visto ese tipo de luna nueva.
Era el sol, se dio cuenta, un eclipse de sol que había sumido el mundo en la oscuridad. Se había asustado por un momento. Entonces, un suave “hum” que no había notado entre tanta confusión debido a su monotonía se alzó a un punto álgido, unas personas con túnicas arrodilladas entre las ascuas alzando sus brazos al cielo, hacia el sol negro.
Ese era el momento de empezar a entrar en pánico, y aun así, no pudo evitar mirar a su vez hacia el astro, su cabeza gritando para que se moviera mientras su cuerpo la ignoraba completamente. Una mujer flotaba en el aire, sin alas ni nada, solo… allí, quieta, como la cosa más normal del mundo. Su cuerpo desnudo completamente rojo, unas gotas cayendo poco a poco el único indicativo de que era sangre. Sus miradas se cruzaron, y esa cosa sonrió. ¿Por qué le resultaba tan familiar?
Y la tenía enfrente, su caras a un palmo una de otra, con una mano ensangrentada acariciando su mejilla. Y entonces noto una punzada en el pecho y sus rodillas fallaron. Lo último que vio fue la mujer, con un corazón en su mano, dando un último latido antes de recibir un mordisco.
Y volvía a estar en frente de ese meteorito. Ese estúpido pedazo de roca, que poco… relevante lucia ahora. La elfa cerró los ojos y se tocó el pecho, encima de su corazón. Había sido tan… real. Ni idea de que había sido exactamente, pero tenía problemas asumiendo que había estado en su cabeza. ¿Y si AHORA estaba en su cabeza y en realidad estaba allí tirada, sin corazón, alucinando por la falta de aire? Bajo la vista hacia su copa, tomo un sorbo y vacío el contenido al lado del meteorito, decidiendo que preguntas tan filosóficas necesitaban la bebida más fuerte que pudiera conseguir.
Unos minutos más tarde, sentada ante el fuego con un vaso de aguardiente en la mano que, estaba segura, se usaba para desinfectar heridas se le acercó una mujer. Una de los locales. ¿Ingrid?
-Parece que hayas visto un fantasma.- se limitó a decir, lo que le arrancó una sonrisa a la elfa.
-Crees…- había oído de pasada a unos cuantos hablando de sus visiones, sabía que no era la única, pero que el resto viera no le importaba, el contenido en si irrelevante, visión propia incluida, lo que quería saber era que… sentían sobre ellas. -¿Crees que son reales?-
-Una visión puede ser muchas cosas. Presente, pasado, futuro, tuyo o de otros, o nada en absoluto…-
-O puede que una advertencia abstracta… Pero eso no fue abstracto en absoluto.- soltó un bufido, bebiendo otro sorbo y arrugando la cara ante el sabor. No sabía que había esperado… encontrar un sabio que le diera las respuestas de la vida o de visiones metafísicas allí, en medio de la nada era pedir demasiado… y alguien con el que discutir su pseudo-muerte y resurrección aún menos. Puede… puede que alguno de los sanadores elficos más… belicosos hubiera perdido la cabeza alguna vez. Literalmente. Eso seguramente se acercaba más a lo que sentía. Parpadear y ver tu propia cabeza mirándote, sin saber si eras el real o…
Apuro el vaso hasta el fondo. Iba a necesitar bastante más.
Por lo que había ido de caza, había tenido en su idea volver con un magnifico ciervo, puede que hasta uno blanco.
Pero solo había conseguido conejos. Un montón eso sí. Volvió a la fiesta con cinco conejos y los dejo en la cocina, ya sin la piel y sangrados, porque no era una bárbara y aunque no necesitaba más comida en su mochila, un poco de pieles extra siempre iban bien. Puede que se hiciera unos guantes.
En cualquier caso, finalmente se sintió lo suficientemente en paz como para sentarse ante el meteorito. No tenía ninguna intención especial, bastante segura estaba de que no podía hacer cuero de eso, solo quería… mirar lo que había derribado. Con ayuda, pero una debía ensalzar sus proezas cuando las contaba. Inspiró y tomo un sorbo del vino aguado que se había agenciado. Cerró los ojos un momento, solo un momento, apreciando el sabor.
Y los abrió alarmada cuando su nariz capto el humo, el olor metálico de su sangre, ambos tan fuertes que la hicieron tambalear. ¿Cuándo se había levantado? Pero su alrededor solo levantó más preguntas, en vez de responderlas. Era como un amanecer, pero al revés, todo a su alrededor estaba rojo con el color de las ascuas, los restos de lo que suponía que era un pueblo crepitando a su alrededor, y el cielo completamente negro a excepción de un pequeño anillo de luz, nunca había visto ese tipo de luna nueva.
Era el sol, se dio cuenta, un eclipse de sol que había sumido el mundo en la oscuridad. Se había asustado por un momento. Entonces, un suave “hum” que no había notado entre tanta confusión debido a su monotonía se alzó a un punto álgido, unas personas con túnicas arrodilladas entre las ascuas alzando sus brazos al cielo, hacia el sol negro.
Ese era el momento de empezar a entrar en pánico, y aun así, no pudo evitar mirar a su vez hacia el astro, su cabeza gritando para que se moviera mientras su cuerpo la ignoraba completamente. Una mujer flotaba en el aire, sin alas ni nada, solo… allí, quieta, como la cosa más normal del mundo. Su cuerpo desnudo completamente rojo, unas gotas cayendo poco a poco el único indicativo de que era sangre. Sus miradas se cruzaron, y esa cosa sonrió. ¿Por qué le resultaba tan familiar?
Y la tenía enfrente, su caras a un palmo una de otra, con una mano ensangrentada acariciando su mejilla. Y entonces noto una punzada en el pecho y sus rodillas fallaron. Lo último que vio fue la mujer, con un corazón en su mano, dando un último latido antes de recibir un mordisco.
Y volvía a estar en frente de ese meteorito. Ese estúpido pedazo de roca, que poco… relevante lucia ahora. La elfa cerró los ojos y se tocó el pecho, encima de su corazón. Había sido tan… real. Ni idea de que había sido exactamente, pero tenía problemas asumiendo que había estado en su cabeza. ¿Y si AHORA estaba en su cabeza y en realidad estaba allí tirada, sin corazón, alucinando por la falta de aire? Bajo la vista hacia su copa, tomo un sorbo y vacío el contenido al lado del meteorito, decidiendo que preguntas tan filosóficas necesitaban la bebida más fuerte que pudiera conseguir.
Puedes ser tu mismo, ¿si eres la copia de alguien más?
Unos minutos más tarde, sentada ante el fuego con un vaso de aguardiente en la mano que, estaba segura, se usaba para desinfectar heridas se le acercó una mujer. Una de los locales. ¿Ingrid?
-Parece que hayas visto un fantasma.- se limitó a decir, lo que le arrancó una sonrisa a la elfa.
-Crees…- había oído de pasada a unos cuantos hablando de sus visiones, sabía que no era la única, pero que el resto viera no le importaba, el contenido en si irrelevante, visión propia incluida, lo que quería saber era que… sentían sobre ellas. -¿Crees que son reales?-
-Una visión puede ser muchas cosas. Presente, pasado, futuro, tuyo o de otros, o nada en absoluto…-
-O puede que una advertencia abstracta… Pero eso no fue abstracto en absoluto.- soltó un bufido, bebiendo otro sorbo y arrugando la cara ante el sabor. No sabía que había esperado… encontrar un sabio que le diera las respuestas de la vida o de visiones metafísicas allí, en medio de la nada era pedir demasiado… y alguien con el que discutir su pseudo-muerte y resurrección aún menos. Puede… puede que alguno de los sanadores elficos más… belicosos hubiera perdido la cabeza alguna vez. Literalmente. Eso seguramente se acercaba más a lo que sentía. Parpadear y ver tu propia cabeza mirándote, sin saber si eras el real o…
Apuro el vaso hasta el fondo. Iba a necesitar bastante más.
Valyria
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Ahora era su turno de escuchar. Seguía apoyado en la baranda, pero con la atención puesta en la elfa. Cuando esta terminó de contar su experiencia, se apartó de la baranda y quedó frente a frente con su inesperada confesora.
-No quieres atarte. Lo que buscas es vivir más allá de las expectativas que la gente tiene puestas en ti-Le dijo para ver si estaba lo cierto, y parecía que así era.-Solo las personas que están dispuestas a ello pueden lograrlo. Nadie debe obligarte a hacer algo que no es de tu agrado-Se encogió de hombros. Era fácil decirlo, pero sabía que no todo era "blanco" o "negro". Si de él dependiera, así sería, todo sería infinitamente más sencillo.
Cuando la mujer con trenzas llevó una de sus manos para tocar la armadura del castaño, este se ruborizó un poco. Pero rápidamente se calmó en cuanto esta lo retiró.
-...E-el destino...-Comentó para quitarle hierro al asunto de la acción anterior-De alguna forma, yo sí creo en él. Pero tan solo nosotros podemos decidir cuál es-Podría parecer contradictorio, pero la idea en su cabeza tenía sentido y era firme-...Es... complicado de explicar-Sonrió para quitarle importancia y no enrollarse.
Ante la pregunta final de la elfa, Alward se apoyó de lado en la baranda y divagó entre sus pensamientos escasos segundos antes de contestar, buscando así una respuesta satisfactoria, pero no la tenía. Contestó lo primero que se le vino a la mente.
-...Las estrellas...-Desvió su vista hacia el cielo nocturno, que se presentaba especialmente engalanado aquella noche-Ellas me han traído aquí-Se reafirmó, devolviendo la mirada a la elfa y esbozando una gentil sonrisa.
Se quedó unos segundos pensativo, sopesando una idea que le rondaba.
-...si volviésemos a entrar ahí, ¿Tendríamos la misma visión? Quizás ya sabiendo lo que ocurre, podamos abordarla desde otra perspectiva, ¿Qué te parece?-Eso lo llevó a pensar otra cosa-¿Podríamos estar ambos en una misma visión? ¿O compartirla?-En vez de buscar una respuesta a una pregunta inicial, no paraban de salir incógnitas. Entonces, hizo el amago de querer agarrar una mano a la rubia para instarla a acompañarlo, pero no tenían la suficiente confianza, así que simplemente le transmitió sus ganas-Me ha picado la curiosidad, ¿A ti no?
La idea le era interesante. Aunque tenía miedo de otra vez volver a enfrentarse a lo mismo, pero no era de los que se quedan paralizados esperando un resultado malo o una adversidad omnipotente. Tenía que buscarle un significado a la visión, o las visiones. Todo aquello de la "piedra enviada de Odín" debía tener algún sentido más lógico, y si así no era, al menos quería saber por qué los dioses lo ponían frente a semejante sufrimiento.
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-No quieres atarte. Lo que buscas es vivir más allá de las expectativas que la gente tiene puestas en ti-Le dijo para ver si estaba lo cierto, y parecía que así era.-Solo las personas que están dispuestas a ello pueden lograrlo. Nadie debe obligarte a hacer algo que no es de tu agrado-Se encogió de hombros. Era fácil decirlo, pero sabía que no todo era "blanco" o "negro". Si de él dependiera, así sería, todo sería infinitamente más sencillo.
Cuando la mujer con trenzas llevó una de sus manos para tocar la armadura del castaño, este se ruborizó un poco. Pero rápidamente se calmó en cuanto esta lo retiró.
-...E-el destino...-Comentó para quitarle hierro al asunto de la acción anterior-De alguna forma, yo sí creo en él. Pero tan solo nosotros podemos decidir cuál es-Podría parecer contradictorio, pero la idea en su cabeza tenía sentido y era firme-...Es... complicado de explicar-Sonrió para quitarle importancia y no enrollarse.
Ante la pregunta final de la elfa, Alward se apoyó de lado en la baranda y divagó entre sus pensamientos escasos segundos antes de contestar, buscando así una respuesta satisfactoria, pero no la tenía. Contestó lo primero que se le vino a la mente.
-...Las estrellas...-Desvió su vista hacia el cielo nocturno, que se presentaba especialmente engalanado aquella noche-Ellas me han traído aquí-Se reafirmó, devolviendo la mirada a la elfa y esbozando una gentil sonrisa.
Se quedó unos segundos pensativo, sopesando una idea que le rondaba.
-...si volviésemos a entrar ahí, ¿Tendríamos la misma visión? Quizás ya sabiendo lo que ocurre, podamos abordarla desde otra perspectiva, ¿Qué te parece?-Eso lo llevó a pensar otra cosa-¿Podríamos estar ambos en una misma visión? ¿O compartirla?-En vez de buscar una respuesta a una pregunta inicial, no paraban de salir incógnitas. Entonces, hizo el amago de querer agarrar una mano a la rubia para instarla a acompañarlo, pero no tenían la suficiente confianza, así que simplemente le transmitió sus ganas-Me ha picado la curiosidad, ¿A ti no?
La idea le era interesante. Aunque tenía miedo de otra vez volver a enfrentarse a lo mismo, pero no era de los que se quedan paralizados esperando un resultado malo o una adversidad omnipotente. Tenía que buscarle un significado a la visión, o las visiones. Todo aquello de la "piedra enviada de Odín" debía tener algún sentido más lógico, y si así no era, al menos quería saber por qué los dioses lo ponían frente a semejante sufrimiento.
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Eilydh esbozó una media sonrisa ante los intentos de aquel desconocido de interpretar las palabras que la elfa había dejado entrever. Cruzó sus manos sobre su pecho, como si estuviese a la espera de una resolución inteligente por parte del guerrero a sabiendas de que no iba a producirse.
Le hizo gracia el hecho de que el hombre contestase a su pregunta banal con el mismo tinte abstracto que ella había marcado su respuesta. Las estrellas poco tenían que ver en el camino de una persona, y la elfa estaba segura que de haberlo querido, Isil no hubiese llevado a aquel hombre a ese remoto lugar a divagar con visiones sobre la nada y a encontrarse con una elfa malhumorada y furiosa ante el concepto rutinario y frío de destino. O... quizás sí.
Lo cierto es que aquellos pensamientos y la idea de la predestinación novedosa en su mente la habían apartado un poco de la situación y casi sin quererlo había omitido parte de lo que el hombre proponía. No fue hasta que las manos de aquel guerrero se cernieron sobre una de las suyas, deshaciendo el cruce de sus brazos y obligando a seguirlo que no se percató de que estaba siendo llevada de nuevo hasta el lugar que le había dado su última visión.
-Pero qué maneras son estas de tratar a ...- Eilydh comenzó a retar al hombre mientras atravesaba la puerta principal hacia los restos del cometa. Por alguna razón paró su discurso al sentir la sensación cálida que antecede a una aventura. Hacía tanto que no se dejaba llevar ,que el hecho de que aquel desconocido que sabía más de ella que la mayor parte de las personas con las que había hablado en los últimos 6 meses la llevase de nuevo a lo que la había asustado quedó en segundo plano.
Mentiría si dijese que no se resistió en un principio, pero su fuerza menguó de manera progresiva y antes de que se diese cuenta, el guerrero los había llevado a un lugar un tanto apartado de la muchedumbre, donde algunos restos del cometa se mezclaban con la arena fina y de color albero del suelo. Ambos la observaron por un minuto sin decir nada. El hombre con el gesto nervioso y alocado que le había llevado a traerla justo a ese lugar.
Eilydh no estaba segura de si quería volver a sumergirse en su visión. Sabía que aquel hombre no la conocía de nada, aún así parte de ella se avergonzaba de la Eilydh de su visión y tenía miedo que pasase a ser cierto recuerdo que aún le daba pesadillas. Los ojos de Astriel parecían fundirse con sus pensamientos y casi de manera refleja y para infundarse valor, entrecerró de nuevo su mano con la del desconocido. Lo miró por un instante y le dedicó una sonrisa salvaje y misteriosa segundos antes de tocar con ambas manos entrelazadas el trozo del cometa.
.....
Tyelpe caminaba cansado a través de un sendero oscuro surcado por árboles enormes que preyectaban sombras en un camino espeso. El hombre había recorrido mil veces aquella senda, todas y cada una de ellas pesaban un poco en sus hombros aquella noche, pues seguramente era la primera vez que no la recorría solo. Tras de él su compañero esperaba agazapado bajo un arbusto espeso, esperando las órdenes del anciano elfo a medida que sol se ponía en la ladera de la montaña cercana.
El elfo se movió de manera cautelosa entre las sombras. Eilydh sintió en su mente aquella sensación conocida de fundirse con los árboles y la espesura de los bosques que tan familiar le era cuando vivía en Sandorai. Sus atrapaban los troncos de los árboles cercanos guiándo a la figura que la seguía por una red entramada de matorrales que más bien parecía un laberinto, solo que no eran sus manos.
No. Aquellas manos curtidas, masculinas, arrugadas y dañadas pertenecían a Tyelpe, y por alguna extraña razón aquel desconocido había dejado que la elfa tomase su mente el tiempo que durase aquella visión. Eilydh se relajó al percatarse que no era suya lo que ambos veían y dejó que la mente de aquel hombre los llevase donde sea que quisiese ir.
-Creo que los hemos perdido- dijo la voz que provenía del cuerpo que Eilydh habitaba, grave y masculina con dejes de cansancio- No se cuánto tiempo más vamos a resistir, amigo mio... pero sin refuerzos y en la espesura de estr bosque... no puedo prometerte mucho. Sobre todo ahora que la noche ha caido.
Tyelpe respiraba de manera entrecortada y Eilydh pudo sentir un dolor intenso en una de sus rodillas. Llevó la mano a su espalda y agarró el arco que cargaba sobre ella. Mientras notaba como la figura a la que Tyelpe hablaba se posicionaba al lado de él.
-Me pregunto cuántos nos habrán seguido. Estoy casi seguro que dos de ellos quedaron atrás al pasar el arrozal... pero parece ser una noche sin luna y ya sabes que las sombras...- Las palabras de Tyelpe acabaron ahogadas en la garganta del hombre que se apresuró a agarrar una de las flechas que cargaba y tensar su arco fijando su mirada en un punto fijo.
-Emboscada...- dijo simplemente y Eilydh pudo sentir la adrenalina propia de la batalla corriendo por las venas del hombre elfo y con ello la acción rápida del mover de sus dedos lanzando las flechas que llevaba con él, posicionándose espalda contra espalda al hombre con el que había estado hablando, Como en una conversación silenciosa, un baile preestablecido en el que Tyelpe guardaba la espalda de su amigo y la otra figura se aseguraba de que el hombre anciano tuviese siempre un enemigo a tiro.
Eilydh estaba confusa sobre quienes eran aquellos hombres y sobretodo, porqué parecían querer ganar una batalla ya perdida contra las miles de sombras que los rodeaban.
----Le hizo gracia el hecho de que el hombre contestase a su pregunta banal con el mismo tinte abstracto que ella había marcado su respuesta. Las estrellas poco tenían que ver en el camino de una persona, y la elfa estaba segura que de haberlo querido, Isil no hubiese llevado a aquel hombre a ese remoto lugar a divagar con visiones sobre la nada y a encontrarse con una elfa malhumorada y furiosa ante el concepto rutinario y frío de destino. O... quizás sí.
Lo cierto es que aquellos pensamientos y la idea de la predestinación novedosa en su mente la habían apartado un poco de la situación y casi sin quererlo había omitido parte de lo que el hombre proponía. No fue hasta que las manos de aquel guerrero se cernieron sobre una de las suyas, deshaciendo el cruce de sus brazos y obligando a seguirlo que no se percató de que estaba siendo llevada de nuevo hasta el lugar que le había dado su última visión.
-Pero qué maneras son estas de tratar a ...- Eilydh comenzó a retar al hombre mientras atravesaba la puerta principal hacia los restos del cometa. Por alguna razón paró su discurso al sentir la sensación cálida que antecede a una aventura. Hacía tanto que no se dejaba llevar ,que el hecho de que aquel desconocido que sabía más de ella que la mayor parte de las personas con las que había hablado en los últimos 6 meses la llevase de nuevo a lo que la había asustado quedó en segundo plano.
Mentiría si dijese que no se resistió en un principio, pero su fuerza menguó de manera progresiva y antes de que se diese cuenta, el guerrero los había llevado a un lugar un tanto apartado de la muchedumbre, donde algunos restos del cometa se mezclaban con la arena fina y de color albero del suelo. Ambos la observaron por un minuto sin decir nada. El hombre con el gesto nervioso y alocado que le había llevado a traerla justo a ese lugar.
Eilydh no estaba segura de si quería volver a sumergirse en su visión. Sabía que aquel hombre no la conocía de nada, aún así parte de ella se avergonzaba de la Eilydh de su visión y tenía miedo que pasase a ser cierto recuerdo que aún le daba pesadillas. Los ojos de Astriel parecían fundirse con sus pensamientos y casi de manera refleja y para infundarse valor, entrecerró de nuevo su mano con la del desconocido. Lo miró por un instante y le dedicó una sonrisa salvaje y misteriosa segundos antes de tocar con ambas manos entrelazadas el trozo del cometa.
.....
Tyelpe caminaba cansado a través de un sendero oscuro surcado por árboles enormes que preyectaban sombras en un camino espeso. El hombre había recorrido mil veces aquella senda, todas y cada una de ellas pesaban un poco en sus hombros aquella noche, pues seguramente era la primera vez que no la recorría solo. Tras de él su compañero esperaba agazapado bajo un arbusto espeso, esperando las órdenes del anciano elfo a medida que sol se ponía en la ladera de la montaña cercana.
El elfo se movió de manera cautelosa entre las sombras. Eilydh sintió en su mente aquella sensación conocida de fundirse con los árboles y la espesura de los bosques que tan familiar le era cuando vivía en Sandorai. Sus atrapaban los troncos de los árboles cercanos guiándo a la figura que la seguía por una red entramada de matorrales que más bien parecía un laberinto, solo que no eran sus manos.
No. Aquellas manos curtidas, masculinas, arrugadas y dañadas pertenecían a Tyelpe, y por alguna extraña razón aquel desconocido había dejado que la elfa tomase su mente el tiempo que durase aquella visión. Eilydh se relajó al percatarse que no era suya lo que ambos veían y dejó que la mente de aquel hombre los llevase donde sea que quisiese ir.
-Creo que los hemos perdido- dijo la voz que provenía del cuerpo que Eilydh habitaba, grave y masculina con dejes de cansancio- No se cuánto tiempo más vamos a resistir, amigo mio... pero sin refuerzos y en la espesura de estr bosque... no puedo prometerte mucho. Sobre todo ahora que la noche ha caido.
Tyelpe respiraba de manera entrecortada y Eilydh pudo sentir un dolor intenso en una de sus rodillas. Llevó la mano a su espalda y agarró el arco que cargaba sobre ella. Mientras notaba como la figura a la que Tyelpe hablaba se posicionaba al lado de él.
-Me pregunto cuántos nos habrán seguido. Estoy casi seguro que dos de ellos quedaron atrás al pasar el arrozal... pero parece ser una noche sin luna y ya sabes que las sombras...- Las palabras de Tyelpe acabaron ahogadas en la garganta del hombre que se apresuró a agarrar una de las flechas que cargaba y tensar su arco fijando su mirada en un punto fijo.
-Emboscada...- dijo simplemente y Eilydh pudo sentir la adrenalina propia de la batalla corriendo por las venas del hombre elfo y con ello la acción rápida del mover de sus dedos lanzando las flechas que llevaba con él, posicionándose espalda contra espalda al hombre con el que había estado hablando, Como en una conversación silenciosa, un baile preestablecido en el que Tyelpe guardaba la espalda de su amigo y la otra figura se aseguraba de que el hombre anciano tuviese siempre un enemigo a tiro.
Eilydh estaba confusa sobre quienes eran aquellos hombres y sobretodo, porqué parecían querer ganar una batalla ya perdida contra las miles de sombras que los rodeaban.
Interactúo con Alward Sevna
Eilydh
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Estaba nervioso, se le podía notar. No sabía si era el efecto de la Piedra de Odín o por la propia sugestión que había montada, pero sentía todo el lugar con un aura mágica difícil de describir.
Y allí estaba otra vez, frente a la piedra. Esta vez en lugar de quedarse de rodillas frente a esta, se acercó junto a la elfa y se quedó mirando a la piedra con un profundo respeto, en silencio. Entonces notó cómo la mujer rubia le agarraba de la mano, quizás ella también estaba nerviosa y necesitaba un punto de apoyo. La miró y entonces vio su sonrisa, que fue respondida con otra, para darle mayor seguridad, y también para convencerse a sí mismo que no había nada que temer. Tras eso, respiró hondo y llevó su mano hasta la mágica piedra...
Caminaba entre la espesura de un bosque, abriéndose camino entre los matorrales, siguiendo a una figura aliada. Era tedioso tener que apartar todas las ramas y zarzas que inevitablemente se le clavaban en la piel. Mientras caminaba, veía cómo portaba una una armadura que se podría considerar "antigua" por su diseño. Llevaba los restos de lo que parecía ser una capa roja, esta seguramente se hubiera quedado por el camino a trozos, y le daba igual, no podía perder el tiempo en ello. Miró a ambos lados, una cabellera rubia que casi le llegaba a tocar los hombros le extrañó, y entonce supo que aquel no era su cuerpo, ni tampoco su mente. Estaba allí como un mero espectador o invitado.
-Saldremos de aquí, amigo. Es nuestro deber llegar al siguiente clan para pedir refuerzos-Se quedó enganchado en una zarza, esta le hizo una minúscula herida en el brazo. Cuando se zafó, continuó su seguimiento al sabio elfo-Todos confían en nosotros, no debemos defraudarles-Dijo con decisión, cargando consigo una responsabilidad que debía llevar a cabo.
Llegaron a un pequeño claro, donde el elfo se detuvo y sacó su arco. Había notado algo.
-La Oscuridad está por todos lados, debemos estar atentos-Advirtió mientras se posicionaba al lado de su aliado
-Emboscada...-Advirtió el elfo, entonces el rubio desenvainó las dos espadas que llevaba cruzadas a la espalda. El material con la que estaban hechas impresionó a Alward, una de ellas tenía un aspecto cristalino verdoso en su hoja, mientras que la otra parecía estar hecha de oro puro, con engastes de joyas brillantes.
Acto seguido, el héroe adoptó una pose cautelosa, mientras observaba los árboles y matorrales con cuidado.
Sin más, el guerrero de las armas duales se abalanzó hacia sus enemigos.
Tenía un estilo de lucha similar al de Alward, aunque mucho mejor pulido y con más habilidad. Sus movimientos eran eficaces y rápidos, no dando tiempo casi a sus enemigos a reaccionar. Pasaba de un monstruo a otro sin problema, y aunque a algunos no llegara a acabar con ellos, los dejaba heridos y a disposición del arco de Tyelpe. Para que este último pudiera tener ventaja y que no se preocupara por la corta distancia, se limitó a barrer enemigos en torno a una zona circular en cuyo centro se encontraba el elfo. La habilidad de ambos con sus armas no tenía parangón, eran más que capaces de acabar con aquella horda de criaturas surgidas de la misma noche.
Alward estaba impresionado, sentía admiración por el guerrero de las dos espadas.
Aunque parecían interminables, el número de sombras se redujo enormemente sin que ninguno de los dos hombres fuesen afectados por el cansancio.
De pronto, todos los enemigos cesaron sus ataques y adoptaron una posición conservadora y defensiva, algunos llegándose a esconder entre los matorrales. Esto extrañó al héroe de las espadas duales, que miró a su compañero buscando una respuesta que probablemente no llegaría.
-Resistirse es inútil-Una voz imponente resonó por todo aquel claro
De pronto, un guerrero enfundado en una armadura gris oscura, el cual portaba en una mano un mangual y en otra una extensión de su propia armadura que le servía como cuchilla, apareció de entre los matorrales. Acto seguido, se detuvo para observar a sus dos oponentes.
-Caballero Hal'as-Se dirigió al recién llegado-Caíste bajo el influjo de Höðr-Sintió algo de decepción
-Simplemente elegí el bando ganador-Empezó a darle vueltas a su mangual-Yo seré el que derrote a los Nacidos de las Estrellas
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Off: Sigo interactuando con Eilydh
Y allí estaba otra vez, frente a la piedra. Esta vez en lugar de quedarse de rodillas frente a esta, se acercó junto a la elfa y se quedó mirando a la piedra con un profundo respeto, en silencio. Entonces notó cómo la mujer rubia le agarraba de la mano, quizás ella también estaba nerviosa y necesitaba un punto de apoyo. La miró y entonces vio su sonrisa, que fue respondida con otra, para darle mayor seguridad, y también para convencerse a sí mismo que no había nada que temer. Tras eso, respiró hondo y llevó su mano hasta la mágica piedra...
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Caminaba entre la espesura de un bosque, abriéndose camino entre los matorrales, siguiendo a una figura aliada. Era tedioso tener que apartar todas las ramas y zarzas que inevitablemente se le clavaban en la piel. Mientras caminaba, veía cómo portaba una una armadura que se podría considerar "antigua" por su diseño. Llevaba los restos de lo que parecía ser una capa roja, esta seguramente se hubiera quedado por el camino a trozos, y le daba igual, no podía perder el tiempo en ello. Miró a ambos lados, una cabellera rubia que casi le llegaba a tocar los hombros le extrañó, y entonce supo que aquel no era su cuerpo, ni tampoco su mente. Estaba allí como un mero espectador o invitado.
-Saldremos de aquí, amigo. Es nuestro deber llegar al siguiente clan para pedir refuerzos-Se quedó enganchado en una zarza, esta le hizo una minúscula herida en el brazo. Cuando se zafó, continuó su seguimiento al sabio elfo-Todos confían en nosotros, no debemos defraudarles-Dijo con decisión, cargando consigo una responsabilidad que debía llevar a cabo.
Llegaron a un pequeño claro, donde el elfo se detuvo y sacó su arco. Había notado algo.
-La Oscuridad está por todos lados, debemos estar atentos-Advirtió mientras se posicionaba al lado de su aliado
-Emboscada...-Advirtió el elfo, entonces el rubio desenvainó las dos espadas que llevaba cruzadas a la espalda. El material con la que estaban hechas impresionó a Alward, una de ellas tenía un aspecto cristalino verdoso en su hoja, mientras que la otra parecía estar hecha de oro puro, con engastes de joyas brillantes.
Acto seguido, el héroe adoptó una pose cautelosa, mientras observaba los árboles y matorrales con cuidado.
Los enemigos a los que tanto se esperaban no tardaron en aparecer. Eran criaturas que parecían surgidas de la misma noche, como si una masa de oscuridad tomara forma de pesadilla y se convirtiera en realidad. Estos monstruos se movían con movimientos esporádicos, también parecían de vez en cuando tener pequeños espasmos en sus articulaciones. Hacían extraños ruidos, como si de meros animales salvajes se trataran, pero el aura que les rodeaba no invitaba a pensar que fueran una amenaza simple. Aparecieron en todos lados; árboles y matorrales. Los dos hombres se encontraron en un momento acorralados, tan solo les quedaba luchar. -Tyelpe...-Se dirigió a su compañero-La Luz nos guía en este recorrido | [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] |
Sin más, el guerrero de las armas duales se abalanzó hacia sus enemigos.
Tenía un estilo de lucha similar al de Alward, aunque mucho mejor pulido y con más habilidad. Sus movimientos eran eficaces y rápidos, no dando tiempo casi a sus enemigos a reaccionar. Pasaba de un monstruo a otro sin problema, y aunque a algunos no llegara a acabar con ellos, los dejaba heridos y a disposición del arco de Tyelpe. Para que este último pudiera tener ventaja y que no se preocupara por la corta distancia, se limitó a barrer enemigos en torno a una zona circular en cuyo centro se encontraba el elfo. La habilidad de ambos con sus armas no tenía parangón, eran más que capaces de acabar con aquella horda de criaturas surgidas de la misma noche.
Alward estaba impresionado, sentía admiración por el guerrero de las dos espadas.
Aunque parecían interminables, el número de sombras se redujo enormemente sin que ninguno de los dos hombres fuesen afectados por el cansancio.
De pronto, todos los enemigos cesaron sus ataques y adoptaron una posición conservadora y defensiva, algunos llegándose a esconder entre los matorrales. Esto extrañó al héroe de las espadas duales, que miró a su compañero buscando una respuesta que probablemente no llegaría.
-Resistirse es inútil-Una voz imponente resonó por todo aquel claro
De pronto, un guerrero enfundado en una armadura gris oscura, el cual portaba en una mano un mangual y en otra una extensión de su propia armadura que le servía como cuchilla, apareció de entre los matorrales. Acto seguido, se detuvo para observar a sus dos oponentes.
-Caballero Hal'as-Se dirigió al recién llegado-Caíste bajo el influjo de Höðr-Sintió algo de decepción
-Simplemente elegí el bando ganador-Empezó a darle vueltas a su mangual-Yo seré el que derrote a los Nacidos de las Estrellas
- Caballero Hal'as:
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
—Curioso —murmuró la mujer que se sentaba al otro lado de Rauko.
Llevaba la larga melena, oscura como la superficie del meteorito, suelta sobre su espalda y un vestido largo, cerrado, de terciopelo rojo. No se adornaba con joya alguna, pero una blanca piel de armiño envolvía sus hombros y unos guantes del mismo material reposaban a su lado, en el suelo. Pero no era opulencia lo único que exhalaba la dama. Para Asher no podía caber ninguna duda de que se trataba de una bruja, no una bruja cualquiera, una de las poderosas.
La mujer volvió la vista hacia el elfo y después hacia el hombre-bestia, dejando ver un rostro sereno, de piel ligeramente tostada y con marcas de expresión en torno a ojos y boca. Un par de líneas surcaban también su frente, pero sus ojos aún mostraban un cierto brillo de juventud.
—También lo habéis notado, ¿no es así? —susurró.
Aparentemente, se refería a la ligera fluctuación que se había producido en la superficie del meteoro al contacto con el hilillo de éter que había lanzado disimuladamente el elfo. Era como si aquel material hubiese absorbido sin más la magia que le había rozado.
—Y sin embargo —volvió a murmurar sólo para ellos dos—, no parece más que una piedra en el camino.
Asher podría entender perfectamente sus palabras. La piedra no parecía nada más que una piedra. Nada delataba, ni siquiera ante el ojo experto del cánido, que aquella roca pudiese albergar algún poder. Sólo aquella ligerísima fluctuación.
En aquel momento, la mujer estiró la espalda, alzó el rostro al cielo y sus ojos se pusieron en blanco. Estaba teniendo una visión, pero su reacción no se parecía en nada a las reacciones que estaban teniendo el resto de los presentes. Aquella visión no la producía el cometa. Al cabo de unos segundos, bajó de nuevo la vista, respiró profundamente y miró de nuevo a Asher y Rauko.
—Olvidaos de la piedra por el momento. Tendréis vuestra oportunidad.
Y sin decir nada más, se levantó y salió de la sala. Pasaría un tiempo antes de que alguno de los dos volviera a encontrarse con la dama.
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Respondo a Asher y Rauko por su particular interactuación con el meteorito,
Veo que circulan varias interpretaciones acerca de lo que significa “compartir” las visiones y lo apruebo.
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Aun no entendía del todo él cómo podía lidiar con este universo de nuevas sensaciones, era una tarea constante, que se desarrollaba día a día y que se llevaba casi toda mi energía. De no haber estado Sophi conmigo probablemente me habría dedicado únicamente a eso, a sentir, me hubiese sentado en algún sitio al que los orgánicos no tuvieran acceso y sentada allí, en la oscura calma, me habría sumergido en este universo de sensaciones.
Pero, al mismo tiempo, sentía que quería descubrir más, que la urgencia por conocer un sitio en concreto crecía [CONTRADICCIÓN] Sí, eso era. Mi sistema comenzaba a entender que las cosas podían ser o una cosa o la otra, pero que además podían ser ambas y contradecirse entre sí. Y eso era posible gracias a algo tan sencillo y tan difícil como el poder tener una emoción: Nostalgia.
-¿Estás segura de que es una buena idea? -
-... En un setenta por ciento, sí - Era una cifra bastante más baja de lo habitual - Pero una oportunidad como esta no surge todos los días - [ANALIZANDO] La posibilidad de poder ver un fragmento de meteorito no era algo habitual, y si bien entre mis funciones no se encontraba la investigación en un sentido científico, una parte de mi Yo del pasado se sentía atraída hacía lo novedoso.
Mi Yo del pasado....
Tener una doble existencia resultaba extraño, Emilie aún iba y venía en mi conciencia, como sí la Humana estuviera nadando en un inmenso océano y sólo de vez en vez pudiera asomar por la superficie para decir unas palabras. En cuanto mi Sistema la detectaba volvía a atraparla y a sumergirla en lo más profundo de las oscuras aguas.
Entramos en la tienda donde se encontraba la hermosa piedra, muchas personas se encontraban ya rezando [ANALIZANDO] incluso varios eran conocidos míos, pero se encontraban tan concentrados que no prestaron atención a mi llegada. Me acerqué al meteorito...
-¿Y ahora? - Miré a la Vampiro.
-Se supone que debes rezar o algo... - Su tono y sus gestos denotaban que no se sentía cómoda con la situación en general.
-No sé cómo debería hacerlo... - En cuanto giré la mirada la tienda había desaparecido.
Me encontraba en una casa, pero no era como las viviendas que solían verse en Aerandir, era un sitio mucho más iluminado, con paredes blancas, grandes ventanales y un perfume artificial que se sentía en todo el ambiente. Mire hacía abajo mientras movía los dedos de los pies, el piso se sentía frío y podía ver mi reflejo en él.
“Es mi hogar” era la presencia de Emilie la que me daba ese dato.
-¿Por qué estoy viendo esto? -
“Los motivos de los dioses son un misterio” se escuchaban sonidos en una de las habitaciones “Tienes que ir” Caminé lentamente por un largo pasillo, a mi derecha había una puerta cerrada, el ruido provenía de allí “Debes tocar antes de entrar, tienes que respetar su privacidad” Llame a la puerta.
-Entra - Se escuchó una voz aniñada, al abrir me encontré con una figura que ya conocía y que al mismo tiempo no podía reconocer. Era una niña de cabellos largos entre rojizos y castaño, estaba totalmente despeinada, quizás se acababa de despertar o tal vez simplemente era imposible el convencerla para que se dejara peinar “Eso es” -¿Por qué lloras? - Las lágrimas caían por mis mejillas sin ningún tipo de control - ¿Mamá? -
-Te extrañé... No tienes idea de cuánto te extrañé - Me arrodille al lado suyo y la abrace con fuerza - Te extraño tanto, todos los días -
Cuando volví a abrir los ojos quien estaba entre mis brazos era el pequeño Uriel [ANALIZANDO] ¿Qué había ocurrido? Miré alrededor y vi la espalda de Sophitia mientras salía de la tienda.
_____________________________________
*Interactuo con Uriel, creo que nuestras visiones tienen mucho en común ^^
Pero, al mismo tiempo, sentía que quería descubrir más, que la urgencia por conocer un sitio en concreto crecía [CONTRADICCIÓN] Sí, eso era. Mi sistema comenzaba a entender que las cosas podían ser o una cosa o la otra, pero que además podían ser ambas y contradecirse entre sí. Y eso era posible gracias a algo tan sencillo y tan difícil como el poder tener una emoción: Nostalgia.
-¿Estás segura de que es una buena idea? -
-... En un setenta por ciento, sí - Era una cifra bastante más baja de lo habitual - Pero una oportunidad como esta no surge todos los días - [ANALIZANDO] La posibilidad de poder ver un fragmento de meteorito no era algo habitual, y si bien entre mis funciones no se encontraba la investigación en un sentido científico, una parte de mi Yo del pasado se sentía atraída hacía lo novedoso.
Mi Yo del pasado....
Tener una doble existencia resultaba extraño, Emilie aún iba y venía en mi conciencia, como sí la Humana estuviera nadando en un inmenso océano y sólo de vez en vez pudiera asomar por la superficie para decir unas palabras. En cuanto mi Sistema la detectaba volvía a atraparla y a sumergirla en lo más profundo de las oscuras aguas.
Entramos en la tienda donde se encontraba la hermosa piedra, muchas personas se encontraban ya rezando [ANALIZANDO] incluso varios eran conocidos míos, pero se encontraban tan concentrados que no prestaron atención a mi llegada. Me acerqué al meteorito...
-¿Y ahora? - Miré a la Vampiro.
-Se supone que debes rezar o algo... - Su tono y sus gestos denotaban que no se sentía cómoda con la situación en general.
-No sé cómo debería hacerlo... - En cuanto giré la mirada la tienda había desaparecido.
Me encontraba en una casa, pero no era como las viviendas que solían verse en Aerandir, era un sitio mucho más iluminado, con paredes blancas, grandes ventanales y un perfume artificial que se sentía en todo el ambiente. Mire hacía abajo mientras movía los dedos de los pies, el piso se sentía frío y podía ver mi reflejo en él.
“Es mi hogar” era la presencia de Emilie la que me daba ese dato.
-¿Por qué estoy viendo esto? -
“Los motivos de los dioses son un misterio” se escuchaban sonidos en una de las habitaciones “Tienes que ir” Caminé lentamente por un largo pasillo, a mi derecha había una puerta cerrada, el ruido provenía de allí “Debes tocar antes de entrar, tienes que respetar su privacidad” Llame a la puerta.
-Entra - Se escuchó una voz aniñada, al abrir me encontré con una figura que ya conocía y que al mismo tiempo no podía reconocer. Era una niña de cabellos largos entre rojizos y castaño, estaba totalmente despeinada, quizás se acababa de despertar o tal vez simplemente era imposible el convencerla para que se dejara peinar “Eso es” -¿Por qué lloras? - Las lágrimas caían por mis mejillas sin ningún tipo de control - ¿Mamá? -
-Te extrañé... No tienes idea de cuánto te extrañé - Me arrodille al lado suyo y la abrace con fuerza - Te extraño tanto, todos los días -
Cuando volví a abrir los ojos quien estaba entre mis brazos era el pequeño Uriel [ANALIZANDO] ¿Qué había ocurrido? Miré alrededor y vi la espalda de Sophitia mientras salía de la tienda.
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Sí de Sasha dependiera seguramente no se habría presentado en esa celebración, pero dados los extraños acontecimiento ocurridos en festejos recientes, sucesos que incluían robos de armas y extraños rituales, algunos miembros de la Guardia habían recibido la orden de ir para mirar que todo se desarrollara con normalidad. No eran muchos, sólo los que estaban de turno en esas vísperas, y como muchos de los reclutas aprovechaban esos días para estar con gente a la que querían, solo un puñado se había presentado.
La dragona no tenía nada parecido a algo llamado “seres queridos”, por lo que era la candidata ideal para ir. Se encontraba en ese momento de brazos cruzados observando la celebración, llevaba la versión más ligera de la armadura de la Guardia, con su lanza y escudo incluidos.
-... Dicen que la piedra ofrece visiones... -
-... Fue enviada por los dioses -
-¿Te muestran lo que vendrá? -
-Cuando estas cerca de ella puedes sentir que no es como cualquier piedra -
Las charlas entre las personas que disfrutaban del festival iban pasando frente a Sasha, ella se mantenía con el gesto serio sin poner especial atención a nadie en particular, su trabajo era únicamente intervenir sí había algún altercado. Caminó por los alrededores y se detuvo junto a la carpa donde se encontraba la piedra “¿Será verdad que puede mostrarte el futuro?” pensó la dragona, y un pequeño destello de curiosidad la embargó.
Con la excusa de asegurarse de que adentro no estuviera pasando nada, entró a la tienda y se quedó de pie frente al meteorito. Algunos de los presentes se arrodillaban, otros estaban sentados con las piernas cruzadas, Sasha prefirió quedarse de pie, si alguno de sus superiores la veían allí perdiendo el tiempo seguramente le llamarían la atención. La Dozorova quería saber si iba a lograrlo, sí todo su esfuerzo le daría como recompensa el tan anhelado puesto de Capitán en la Guardia. Con cautela y un poco de temor, apoyó la mano en la fría roca...
Lo que vería no tenía ningún tipo de relación con lo que quería ver, no fue hacía el futuro, sino hacia el pasado. Una Sasha muy joven jugaba en los enormes parques de la mansión en la que vivía, siempre jugaba sola porque no tenía hermanos ni primos de su edad, y de ninguna manera sus padres permitirían que se juntara con niños desconocidos. Nadie la estaba vigilando en ese momento, entró en un laberinto hecho de ligustros, la última adquisición de la familia, y apoyando la mano en una de las paredes comenzó a correr para encontrar el centro.
La Sashenka adulta recordaba el haber jugado muchas veces en ese laberinto, pero no entendía porque los Dioses le mostraban eso. Vio como la niña llegaba al centro del laberinto y se quedaba congelada ¿Había alguien más allí? Era imposible, nadie entraba a los parques de su familia ¿O sí? Sasha no podía verlo con claridad, pero la pequeña dragona se acercó con confianza ¡Sonreía! ¿Era algún familiar? ¿Un amigo? La visión era cada vez más borrosa y oscura, pero pudo ver que esa persona le daba algo a la niña, ella se sentó y quedó obnubilada observando el objeto. La versión adulta no podía ver de qué se trataba porque la joven lo tapaba con su cuerpo, no importaba cuánto intentara rodearla la imagen seguía fija.
Las horas pasaron, la niña seguía sentada observando el objeto, sin mover un solo músculo, la voz de su madre a la distancia pareció sacar a la chica de su profundo sueño, así como expulsaba a Sasha de la visión ¿Y el hombre? Ya se había ido ¿Cuando? No lo había visto.
La Guardia despertó, sentía todo el cuerpo agarrotado, como sí durante toda la visión hubiese mantenido los músculos en completa tensión.
**************************************************************
-Dejo a Sasha allí, si cualquiera quiere acercarse es libre de hacerlo.
La dragona no tenía nada parecido a algo llamado “seres queridos”, por lo que era la candidata ideal para ir. Se encontraba en ese momento de brazos cruzados observando la celebración, llevaba la versión más ligera de la armadura de la Guardia, con su lanza y escudo incluidos.
-... Dicen que la piedra ofrece visiones... -
-... Fue enviada por los dioses -
-¿Te muestran lo que vendrá? -
-Cuando estas cerca de ella puedes sentir que no es como cualquier piedra -
Las charlas entre las personas que disfrutaban del festival iban pasando frente a Sasha, ella se mantenía con el gesto serio sin poner especial atención a nadie en particular, su trabajo era únicamente intervenir sí había algún altercado. Caminó por los alrededores y se detuvo junto a la carpa donde se encontraba la piedra “¿Será verdad que puede mostrarte el futuro?” pensó la dragona, y un pequeño destello de curiosidad la embargó.
Con la excusa de asegurarse de que adentro no estuviera pasando nada, entró a la tienda y se quedó de pie frente al meteorito. Algunos de los presentes se arrodillaban, otros estaban sentados con las piernas cruzadas, Sasha prefirió quedarse de pie, si alguno de sus superiores la veían allí perdiendo el tiempo seguramente le llamarían la atención. La Dozorova quería saber si iba a lograrlo, sí todo su esfuerzo le daría como recompensa el tan anhelado puesto de Capitán en la Guardia. Con cautela y un poco de temor, apoyó la mano en la fría roca...
Lo que vería no tenía ningún tipo de relación con lo que quería ver, no fue hacía el futuro, sino hacia el pasado. Una Sasha muy joven jugaba en los enormes parques de la mansión en la que vivía, siempre jugaba sola porque no tenía hermanos ni primos de su edad, y de ninguna manera sus padres permitirían que se juntara con niños desconocidos. Nadie la estaba vigilando en ese momento, entró en un laberinto hecho de ligustros, la última adquisición de la familia, y apoyando la mano en una de las paredes comenzó a correr para encontrar el centro.
La Sashenka adulta recordaba el haber jugado muchas veces en ese laberinto, pero no entendía porque los Dioses le mostraban eso. Vio como la niña llegaba al centro del laberinto y se quedaba congelada ¿Había alguien más allí? Era imposible, nadie entraba a los parques de su familia ¿O sí? Sasha no podía verlo con claridad, pero la pequeña dragona se acercó con confianza ¡Sonreía! ¿Era algún familiar? ¿Un amigo? La visión era cada vez más borrosa y oscura, pero pudo ver que esa persona le daba algo a la niña, ella se sentó y quedó obnubilada observando el objeto. La versión adulta no podía ver de qué se trataba porque la joven lo tapaba con su cuerpo, no importaba cuánto intentara rodearla la imagen seguía fija.
Las horas pasaron, la niña seguía sentada observando el objeto, sin mover un solo músculo, la voz de su madre a la distancia pareció sacar a la chica de su profundo sueño, así como expulsaba a Sasha de la visión ¿Y el hombre? Ya se había ido ¿Cuando? No lo había visto.
La Guardia despertó, sentía todo el cuerpo agarrotado, como sí durante toda la visión hubiese mantenido los músculos en completa tensión.
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-Dejo a Sasha allí, si cualquiera quiere acercarse es libre de hacerlo.
Última edición por Sashenka Dozorova el Lun Dic 30 2019, 22:49, editado 1 vez
Sashenka Dozorova
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
La situación era hilarante, más que eso, era para morirse de la risa “O para matar mientras ríes” pensó el Estafador. Nadie lo sabía, pero Matthew Owens sí había ido a la celebración, simplemente había sentido de pronto la necesidad de ser anónimo de nuevo, hacía mucho tiempo que no festejaba por fuera de los límites de su ciudad y sin la carga de tener que ser el centro por el título que llevaba.
Llevaba el pelo largo y suelto, se había quitado la barba y el bigote, para más precaución llevaba la capucha puesta, de camino ya se había cruzado con varios conocidos así que prefería no correr el riesgo. Bebía vino con especias calentado a las brasas, aunque no era el trago de mayor calidad, el poder hacerlo en un ambiente tan distinto al habitual le servía para relajarse y disfrutarlo.
Poco antes había visto a Alward hablando con Eilydh, eso le había provocado mucha risa, el guerrero parecía tener una necesidad irrefrenable por acercarse a todas las mujeres que Matthew elegía. Tenía un par de opciones, podía hacer la interpretación del amante celoso y arruinarles su bonita cita “O mejor aún” guardar esa información y utlizarla cuando fuera más conveniente.
En cualquier caso, iba a esperar un rato antes de ir a la Gran Roca Alucinógena, como él mismo la había renombrado. Había pasado de ser bastante escéptico en relación a los dioses a pensar seriamente en recurrir a ellos, era capaz de hacer cualquier cosa con tal de quitarse la espantosa maldición que le habían dejado la última vez que Ciudad Lagarto había sido atacada.
“Se están tardando demasiado” Pensó Matt mientras esperaba con un trozo de carne enganchado en un palo a varios metros de la tienda. Dio otro mordisco y suspiró “Ya terminen de una vez, hay otros que queremos usar la Enorme Piedrota”. Al final se cansó de esperar, tiró el palo vacío a un lado y se tapó aún más con la capa, entró a la carpa y fue en el sentido contrario a donde estaban todos los que conocía y cuando estuvo seguro de que nadie lo veía, se agachó y apoyó una mano en el meteorito.
Negro.
Todo era negro, las figuras se mezclaban, se arremolinaban y se volvían una, sólo para volver a separarse y tomar una forma distinta. Se escuchaba una carcajada de fondo, Matthew no reconoció la voz, o las voces, tampoco era sencillo saber si las cosas eran una o eran varias. Su cuerpo se alejaba y podía ver primero las tiendas que conformaban el festival, luego el pueblo, las ciudades, el continente “Todos somos tan pequeños e insignificantes ¿Es así cómo nos ven los dioses?” eso le causó mucha risa y tuvo que taparse la boca con ambas manos para que sus carcajadas no inundaran todo el universo.
El oscuro espacio se volvió una brea que lo agarraba, que lo hacía hundirse ¡No podía respirar! Estaba casi seguro que habían manos allí adentro, pero para cuando su cabeza quedó completamente sumergida ya no importaba, no escuchaba ni sentía nada.
Cuando despertó estaba tirado en el piso, boca arriba, y se reía tanto que le caían las lágrimas por las mejillas. Se incorporó, aún confundido y dando traspiés se alejó de la tienda.
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*¡Aquí llego Matt!* Listo, el Evento está salvado (?) No hablé con nadie aún, pero todos están invitados
Llevaba el pelo largo y suelto, se había quitado la barba y el bigote, para más precaución llevaba la capucha puesta, de camino ya se había cruzado con varios conocidos así que prefería no correr el riesgo. Bebía vino con especias calentado a las brasas, aunque no era el trago de mayor calidad, el poder hacerlo en un ambiente tan distinto al habitual le servía para relajarse y disfrutarlo.
Poco antes había visto a Alward hablando con Eilydh, eso le había provocado mucha risa, el guerrero parecía tener una necesidad irrefrenable por acercarse a todas las mujeres que Matthew elegía. Tenía un par de opciones, podía hacer la interpretación del amante celoso y arruinarles su bonita cita “O mejor aún” guardar esa información y utlizarla cuando fuera más conveniente.
En cualquier caso, iba a esperar un rato antes de ir a la Gran Roca Alucinógena, como él mismo la había renombrado. Había pasado de ser bastante escéptico en relación a los dioses a pensar seriamente en recurrir a ellos, era capaz de hacer cualquier cosa con tal de quitarse la espantosa maldición que le habían dejado la última vez que Ciudad Lagarto había sido atacada.
“Se están tardando demasiado” Pensó Matt mientras esperaba con un trozo de carne enganchado en un palo a varios metros de la tienda. Dio otro mordisco y suspiró “Ya terminen de una vez, hay otros que queremos usar la Enorme Piedrota”. Al final se cansó de esperar, tiró el palo vacío a un lado y se tapó aún más con la capa, entró a la carpa y fue en el sentido contrario a donde estaban todos los que conocía y cuando estuvo seguro de que nadie lo veía, se agachó y apoyó una mano en el meteorito.
Negro.
Todo era negro, las figuras se mezclaban, se arremolinaban y se volvían una, sólo para volver a separarse y tomar una forma distinta. Se escuchaba una carcajada de fondo, Matthew no reconoció la voz, o las voces, tampoco era sencillo saber si las cosas eran una o eran varias. Su cuerpo se alejaba y podía ver primero las tiendas que conformaban el festival, luego el pueblo, las ciudades, el continente “Todos somos tan pequeños e insignificantes ¿Es así cómo nos ven los dioses?” eso le causó mucha risa y tuvo que taparse la boca con ambas manos para que sus carcajadas no inundaran todo el universo.
El oscuro espacio se volvió una brea que lo agarraba, que lo hacía hundirse ¡No podía respirar! Estaba casi seguro que habían manos allí adentro, pero para cuando su cabeza quedó completamente sumergida ya no importaba, no escuchaba ni sentía nada.
Cuando despertó estaba tirado en el piso, boca arriba, y se reía tanto que le caían las lágrimas por las mejillas. Se incorporó, aún confundido y dando traspiés se alejó de la tienda.
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*¡Aquí llego Matt!* Listo, el Evento está salvado (?) No hablé con nadie aún, pero todos están invitados
Matthew Owens
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Oh la gran piedra, la enorme roca que se avistó en medio del día de la alianza y que provocó que el pánico de todo el mundo, aumente. Le daba curiosidad, sobre todo por los rumores que llegaron a todas partes sobre sus efectos al acercarte, tocarla o siquiera estar cerca de ella. Más que nada porque también era una creyente, aunque no les preste sus rezos todos los días ni sus ofrendas como loca de cultos a los que suele visitar, su fe ahí está.
Le tomó un par de días llegar, sobre todo por el límite de tiempo impuesto por la estrella dorada, pero finalmente llegó utilizando el velo de la noche. Parecía bastante concurrido, las festividades de Yule parecían estar llevándose a cabo mientras visitantes de todas partes concurrían a ese lugar. Lo supo por las orejas picudas, los pelos en el lomo, algún que otro colmillo y claro, las diferentes vestimentas que algunos humanos utilizaban.
Lyra por su parte llevaba la misma armadura de cuero de siempre, solo había añadido una capa de piel con tintes oscuros que le hacían resaltar un poco sobre la blanca nieve, pero ese no era su problema, simplemente no quería pasar frío.
Entró de inmediato pasando por el costado del guerrero y la elfa rubia sin siquiera dirigirles la mirada, tan solo escuchó fragmentos de la conversación de fondo, aunque no les prestó atención y rápidamente se perdieron en el tumulto de voces que resonaban en el lugar.
Apenas llegó se quitó la enorme capa, el pañuelo que cubría su rostro y la capucha que tapaba su negro cabello. Rápidamente buscó un lugar donde sentarse, más que nada aislado pero parecía ser que la mayoría de esquinas ya estaban ocupadas por grupos o personas de su índole, gruñó por dentro por la futura incomodidad y se sentó en el primer lugar vacío que vió, apoyó la capa en el asiento para sentarse encima de ella y casi de forma instantánea una señora le ofreció vino en un vaso de metal y madera, se ve que eran de las que les quedaban, parecía más de cerveza que otra cosa, pero aceptó igualmente.
Un seco — Gracias. — salió de su boca apenas mirando a la anciana que se apartó a atender a otras personas.
Se bebió la copa en pequeños sorbos mientras observaba el ambiente, gracias a las idas y venidas de las personas pudo adivinar donde se encontraba la piedra mágica, fue al terminar la segunda copa que se decidió a acercarse a ella, le intrigaba saber que visiones le podía dedicar aquel mágico meteorito.
— A ver, a ver... Solo la toco... ¿No? — Había dejado sus cosas en el lugar, dudaba que alguien las tomase, y así, se embarcó al costado más aislado de la roca, no quería que la molesten a la hora de "alucinar".
No hizo más que suspirar, se preparó mentalmente, respiró hondo y estiró la mano hacia la roca para apoyar toda su palma en ella, en los primeros segundos no vió nada, solo la roca y sus colores plasmados en su mirada, colores que poco a poco comenzaron a desteñirse en oscuridad, oscuridad que iba cayendo como líquido desde arriba y poco a poco cubrió toda su vista.
Poco tiempo pasó, pero debía de haber visto de las pocas cosas que más le habían marcado en su vida, había algo que la delataba, lágrimas. ¿Quién diría que los vampiros pueden llorar? Así era, al menos Lyra, no estaba en pleno lamentar, pero sí que varias lagrimas caían de su rostro hasta su barbilla. Lo supo apenas volvió de sí y sintió la fría humedad en sus pálidas mejillas, incluso a los costados de su nariz, era una sensación extrañada y desagradable que quería borrar de sí.
Sus ojos se mantenían brillosos, viéndosela melancolica y nostálgica sobre todo, además de pensativa pues, no había dejado de mirar la roca confundida, eso fue hasta escuchar una risa a su costado que la despertó de su propia mente que divagaba por sí misma, ni siquiera pudo mirar que o quien era, debía secarse las lagrimas primero.
Su garganta se sentía ahogada, como sí le hubieran clavado un puñal y ahora le costaba hasta abrir la boca, utilizó sus manos para secarse el rostro, aprovechando para limpiarse el rostro, tapó este e incluso intentó rascarse sus ojos para quitar todo rastro de lagrimeo en ellos con sus dedos índices.
Quitó la mano rápidamente apenas se percató que allí seguía y dejó salir un fuerte suspiro, optó por colocarse la capucha nuevamente cabizbaja, retornó a la tienda por detrás de aquel hombre que había estado a el costado de ella.
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Off:
Lyra posee visiones que no describiré aún y sigue a Matt hacia la salida.
Le tomó un par de días llegar, sobre todo por el límite de tiempo impuesto por la estrella dorada, pero finalmente llegó utilizando el velo de la noche. Parecía bastante concurrido, las festividades de Yule parecían estar llevándose a cabo mientras visitantes de todas partes concurrían a ese lugar. Lo supo por las orejas picudas, los pelos en el lomo, algún que otro colmillo y claro, las diferentes vestimentas que algunos humanos utilizaban.
Lyra por su parte llevaba la misma armadura de cuero de siempre, solo había añadido una capa de piel con tintes oscuros que le hacían resaltar un poco sobre la blanca nieve, pero ese no era su problema, simplemente no quería pasar frío.
Entró de inmediato pasando por el costado del guerrero y la elfa rubia sin siquiera dirigirles la mirada, tan solo escuchó fragmentos de la conversación de fondo, aunque no les prestó atención y rápidamente se perdieron en el tumulto de voces que resonaban en el lugar.
Apenas llegó se quitó la enorme capa, el pañuelo que cubría su rostro y la capucha que tapaba su negro cabello. Rápidamente buscó un lugar donde sentarse, más que nada aislado pero parecía ser que la mayoría de esquinas ya estaban ocupadas por grupos o personas de su índole, gruñó por dentro por la futura incomodidad y se sentó en el primer lugar vacío que vió, apoyó la capa en el asiento para sentarse encima de ella y casi de forma instantánea una señora le ofreció vino en un vaso de metal y madera, se ve que eran de las que les quedaban, parecía más de cerveza que otra cosa, pero aceptó igualmente.
Un seco — Gracias. — salió de su boca apenas mirando a la anciana que se apartó a atender a otras personas.
Se bebió la copa en pequeños sorbos mientras observaba el ambiente, gracias a las idas y venidas de las personas pudo adivinar donde se encontraba la piedra mágica, fue al terminar la segunda copa que se decidió a acercarse a ella, le intrigaba saber que visiones le podía dedicar aquel mágico meteorito.
— A ver, a ver... Solo la toco... ¿No? — Había dejado sus cosas en el lugar, dudaba que alguien las tomase, y así, se embarcó al costado más aislado de la roca, no quería que la molesten a la hora de "alucinar".
No hizo más que suspirar, se preparó mentalmente, respiró hondo y estiró la mano hacia la roca para apoyar toda su palma en ella, en los primeros segundos no vió nada, solo la roca y sus colores plasmados en su mirada, colores que poco a poco comenzaron a desteñirse en oscuridad, oscuridad que iba cayendo como líquido desde arriba y poco a poco cubrió toda su vista.
Poco tiempo pasó, pero debía de haber visto de las pocas cosas que más le habían marcado en su vida, había algo que la delataba, lágrimas. ¿Quién diría que los vampiros pueden llorar? Así era, al menos Lyra, no estaba en pleno lamentar, pero sí que varias lagrimas caían de su rostro hasta su barbilla. Lo supo apenas volvió de sí y sintió la fría humedad en sus pálidas mejillas, incluso a los costados de su nariz, era una sensación extrañada y desagradable que quería borrar de sí.
Sus ojos se mantenían brillosos, viéndosela melancolica y nostálgica sobre todo, además de pensativa pues, no había dejado de mirar la roca confundida, eso fue hasta escuchar una risa a su costado que la despertó de su propia mente que divagaba por sí misma, ni siquiera pudo mirar que o quien era, debía secarse las lagrimas primero.
Su garganta se sentía ahogada, como sí le hubieran clavado un puñal y ahora le costaba hasta abrir la boca, utilizó sus manos para secarse el rostro, aprovechando para limpiarse el rostro, tapó este e incluso intentó rascarse sus ojos para quitar todo rastro de lagrimeo en ellos con sus dedos índices.
Quitó la mano rápidamente apenas se percató que allí seguía y dejó salir un fuerte suspiro, optó por colocarse la capucha nuevamente cabizbaja, retornó a la tienda por detrás de aquel hombre que había estado a el costado de ella.
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Off:
Lyra posee visiones que no describiré aún y sigue a Matt hacia la salida.
Lyra
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Matthew había notado que la mayoría de los que salían de ver a la Enorme Roca Alucinógena no parecían estar muy contentos, él en cambio se sentía lleno de energía, renovado hasta cierto punto, quería ponerse a bailar, beber, festejar como si ese fuera su último día sobre la tierra. Probablemente la sensación de euforia se iría luego de un rato, pero mientras durara Owens disfrutaría de la sensación de que nada lo ataba a esa existencia.
-Tan pequeños - Susurraba como un loco y se reía - Tan pequeños -
Podía entender lo que significaban algunas de las cosas que había visto, entendía la oscuridad, entendía el caos, ambas cosas formaban parte intrínseca de su ser. Pero no tenía idea de qué era esa sensación de alguien más riendo, ni porque la visión le generaba tanta alegría, era como si le hubieran contado el mejor chiste del mundo y ahora no pudiera recordarlo.
Por al lado pasó una muchacha, la había visto también en la tienda pero se habían ignorado mutuamente “Parece del tipo de mujer que dedica sus días a mirar con desaprobación todo lo que la rodea ¡Que divertido!” pensó el Virrey y sonrió de modo gatuno.
-Te invito un trago - Le dijo de pronto - Claro que puedes pasar de mi y seguir murmurando mientras te devanas los sesos intentando averiguar qué significa lo que viste - Levantó las manos en una señal de paz - No creo que sea una buena jornada para pasarla solo, es simplemente eso. Tu no me conoces, yo no te conozco, y probablemente no nos volvamos a ver nunca más, así que ¿Por qué no pasar una velada de bella introspección con la compañía adecuada? -
Hacía bastante tiempo que no utilizaba sus diálogos de estafador para convencer a completos desconocidos, en el último año solía alcanzar con decir “Soy el Virrey, hazme caso” y estaba todo resuelto. Se sentía bien regresar al ruedo, y hasta le gustaría que Eilydh lo viera, no para causarle celos, sino más bien intriga.
-¿Qué opinas? - Se hizo a un lado como si fuera a dejarla pasar y le señaló la sala dónde estaba el banquete y las bebidas - Apuesto a que mi visión fue más entretenida que la tuya - Sonrió de medio lado, sólo estaba bromeando, claramente. Y es que siempre era un desafío el poder convencer a ese tipo de personas que se relajaran y se dejaran llevar un poco por el momento.
Casi de inmediato se acordó de Helena “Sí... Es verdad...” La hechicera sólo había soportado a Matt porque había dinero de por medio, y por que su situación era bastante apremiante, pero de haberse encontrado en otras circunstancias muy probablemente la Asesina lo hubiese ignorado por completo. Al menos en un primer momento, a medida que pasaron los meses la situación fue otra muy distinta...
No era momento para eso.
_____________________________________________
*Uso de Habilidad de Nivel 0: "Charlatán" Matthew maneja la mentira como si fuera su segunda lengua, prefiere recurrir a la palabra antes que a la fuerza, e intentara convencer a quien sea de lo que sea con tal de salir del apuro, con resultados a veces positivos y otras no tanto.
Hablo con Lyra ^^
-Tan pequeños - Susurraba como un loco y se reía - Tan pequeños -
Podía entender lo que significaban algunas de las cosas que había visto, entendía la oscuridad, entendía el caos, ambas cosas formaban parte intrínseca de su ser. Pero no tenía idea de qué era esa sensación de alguien más riendo, ni porque la visión le generaba tanta alegría, era como si le hubieran contado el mejor chiste del mundo y ahora no pudiera recordarlo.
Por al lado pasó una muchacha, la había visto también en la tienda pero se habían ignorado mutuamente “Parece del tipo de mujer que dedica sus días a mirar con desaprobación todo lo que la rodea ¡Que divertido!” pensó el Virrey y sonrió de modo gatuno.
-Te invito un trago - Le dijo de pronto - Claro que puedes pasar de mi y seguir murmurando mientras te devanas los sesos intentando averiguar qué significa lo que viste - Levantó las manos en una señal de paz - No creo que sea una buena jornada para pasarla solo, es simplemente eso. Tu no me conoces, yo no te conozco, y probablemente no nos volvamos a ver nunca más, así que ¿Por qué no pasar una velada de bella introspección con la compañía adecuada? -
Hacía bastante tiempo que no utilizaba sus diálogos de estafador para convencer a completos desconocidos, en el último año solía alcanzar con decir “Soy el Virrey, hazme caso” y estaba todo resuelto. Se sentía bien regresar al ruedo, y hasta le gustaría que Eilydh lo viera, no para causarle celos, sino más bien intriga.
-¿Qué opinas? - Se hizo a un lado como si fuera a dejarla pasar y le señaló la sala dónde estaba el banquete y las bebidas - Apuesto a que mi visión fue más entretenida que la tuya - Sonrió de medio lado, sólo estaba bromeando, claramente. Y es que siempre era un desafío el poder convencer a ese tipo de personas que se relajaran y se dejaran llevar un poco por el momento.
Casi de inmediato se acordó de Helena “Sí... Es verdad...” La hechicera sólo había soportado a Matt porque había dinero de por medio, y por que su situación era bastante apremiante, pero de haberse encontrado en otras circunstancias muy probablemente la Asesina lo hubiese ignorado por completo. Al menos en un primer momento, a medida que pasaron los meses la situación fue otra muy distinta...
No era momento para eso.
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*Uso de Habilidad de Nivel 0: "Charlatán" Matthew maneja la mentira como si fuera su segunda lengua, prefiere recurrir a la palabra antes que a la fuerza, e intentara convencer a quien sea de lo que sea con tal de salir del apuro, con resultados a veces positivos y otras no tanto.
Hablo con Lyra ^^
Matthew Owens
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Frio frío y más frío, bueno eso le pasaba por ir allá a donde los rumores le dictaban había tenido su propia epifanía y aunque sabía que Ahroun no era nada devoto de nada en especial ella se podría decir que tenía muy firme su crianza ante los espíritus y los dioses. Bueno ya hasta sus sueños le eran imposibles dejarlos de lado, mientras antaño a esa pequeña escaramuza con la falsa sacerdotisa y una dragona, sus pesadillas eran relativamente normales. Desde ese día las cosas habían girado todo su mundo y ahora sentía la imperiosa necesidad de buscar a cierta dragonesa y que le respondiera muchas preguntas. Lo cierto era que no recordaba casi nada de lo sucedido más allá del condenado cáliz que la mareaba y le llamaba, ese sueño raro que ya tenía bien escrito y dibujado en sus cuadernos. Pero, ¿era solo un fatídico sueño diagonal pesadilla que le quitaba el sueño y le calaba los huesos?
Bueno para eso estaba ahí, había sabido de ese festejo, y ahora se acompañaba de un trozo de la estrella caída en el Día de la Alianza, de la cual tampoco recordaba tanto por su estado de ebriedad… Ajusto la capa antes de darse un tope con la mano mientras con la otra protegía una ofrenda, a su lobo no le hizo gracia que uno de los conejos cazados terminaría siendo abandonado en la espesura del bosque para saciar a los dioses y a su ver seguro algún oso, puma o algún animal más se lo devoraría… Eso o un viajero despistado y muy muy afortunado.
-Ok,.. Ofrenda, rezar, y correr hacia la piedra de visiones. Ojala que ahí este calientito.- Estaba al borde de la hipotermia, si exageraba, estaba segura de ello, pero aunque habían estado de viaje hacia Dundarak, ella era cada vez más reticente a las tierras norteñas, el frio simplemente no le terminaba de gustar aunque bueno debía aceptar que la ropa era muy bonita… Volvió a estremecerse y por fin llego al lugar, tiritaba y veía al mundo de gente ir y venir, ciertamente no podía enfocar a nadie y nada, no conocía a nadie realmente como para buscar a nadie, ahora que lo pensaba podría decirse que estaba bastante sola y lo que temía era que su empresa seguramente fracasaría por esa misma situación. –Definitivamente estoy loca. Valezka cuando te vea...-
Sintió un remanso de ira, luego se sucedió por lástima, esa alma atormentada, se castigaba a si misma de no haber sido más asertiva, debía encontrarla. Entro a la inmensa tienda y miro a una joven que ofrecía de unas ollas vino caliente. Se acercó bastante para poder dejar el frio lejos y luego la miro con una sonrisa
-¿Disculpa para las ofrendas del bosque hay algún árbol en particular o solo voy al queme perezca lindo?
-Los dioses te guiaran. Así me guiaron a mí a esta tarea, y ellos me trajeron a una elfa que me ayudo a entenderla. –
Vaaale, no tomo el vino, lo que menos quería era que si algo le iba a llegar fuera en estado de sobriedad, así que volvió a salir y mirando a algunos dejar sus ofrendas en el bosque les siguió hasta cierto punto, respiro el aire helado, bajo la capucha y aunque sentía frio en la punta de sus orejas así se mantuvo, dejo a su corazón relajarse mientras tomaba con ambas manos el conejo cocinado primorosamente con salvia y otras hierbas aromáticas y entreabriendo los ojos se dispuso a andar hasta dar con un roble, esos árboles siempre parecían atravesarse en sus viajes y se hinco ante el haciendo una venia y posando en sus raíces el plato, cerró los ojos y dejó que su mente se calmara pensando en lo blanco de la nieve. Se imaginó a Hoeth mismo frente a ella.
-Por favor guíame.- Susurro y cuando sintió paz en su corazón se levantó tocando el árbol con la diestra y pegando su frente a ella.-Por favor protege a aquellos que en ti buscan fortaleza y regresa con la primavera.
Se froto las manos cuando dio la espalda al espíritu del lugar y anduvo con cuidado, miraba la nieve, solo el blanco, hasta que llegó a la tienda y sorda a todo entro ahí donde había caído el fragmento de estrella, estaba muy concurrido, “No piense solo deja que te guía” Se reprendió a sí misma y dio con un lugar algo apartado muchos solo estaba hincados en el borde del cráter, otro grupo se las había ingeniado para tocarlo, con la zurda en el corazón y la diestra extendida titubeaba de tocar esa roca, por si acaso se hinco y puso cómoda, la última vez que había tocado algo sobrenatural su cerebro había terminado agitado y batido. Si le iba a suceder algo así de nuevo mínimo no se daría el azote de su vida. Cerró los ojos, el incienso le inundo los pulmones mientras sentía vértigo. Su pesadilla se veía enormemente clara, cada detalle hasta aquellos que había olvidado le golpearon con fuerza así como sus variantes. La dejo fluir, estiraba la mano para detener tal o cual evento y sentir que esa escena se evaporaba, la niña con nombre de canción iba y venia una de ellas atormentaba a Aradia señalándola, fracasaría rotundamente caería en la locura y con ella todo lo que la rodeaba, otra la consolaba le pedía no temer y aun así la elfa buscaba aferrar esa manita y prometerle que la encontraría. Por una enésima vez esta se volvió volutas de humo.
Después solo se quedó en blanco o eso pensaba pues hasta en su sueño, visión, cosa tenía los ojos cerrados mientras se abrazaba a si misma llorando. Algo le decía que lo mejor era quedarse así, alejarse y no volver la mirada atrás. Solo tenía una duda, ¿estaba ya consciente o seguía teniendo alucinaciones?
Bueno para eso estaba ahí, había sabido de ese festejo, y ahora se acompañaba de un trozo de la estrella caída en el Día de la Alianza, de la cual tampoco recordaba tanto por su estado de ebriedad… Ajusto la capa antes de darse un tope con la mano mientras con la otra protegía una ofrenda, a su lobo no le hizo gracia que uno de los conejos cazados terminaría siendo abandonado en la espesura del bosque para saciar a los dioses y a su ver seguro algún oso, puma o algún animal más se lo devoraría… Eso o un viajero despistado y muy muy afortunado.
-Ok,.. Ofrenda, rezar, y correr hacia la piedra de visiones. Ojala que ahí este calientito.- Estaba al borde de la hipotermia, si exageraba, estaba segura de ello, pero aunque habían estado de viaje hacia Dundarak, ella era cada vez más reticente a las tierras norteñas, el frio simplemente no le terminaba de gustar aunque bueno debía aceptar que la ropa era muy bonita… Volvió a estremecerse y por fin llego al lugar, tiritaba y veía al mundo de gente ir y venir, ciertamente no podía enfocar a nadie y nada, no conocía a nadie realmente como para buscar a nadie, ahora que lo pensaba podría decirse que estaba bastante sola y lo que temía era que su empresa seguramente fracasaría por esa misma situación. –Definitivamente estoy loca. Valezka cuando te vea...-
Sintió un remanso de ira, luego se sucedió por lástima, esa alma atormentada, se castigaba a si misma de no haber sido más asertiva, debía encontrarla. Entro a la inmensa tienda y miro a una joven que ofrecía de unas ollas vino caliente. Se acercó bastante para poder dejar el frio lejos y luego la miro con una sonrisa
-¿Disculpa para las ofrendas del bosque hay algún árbol en particular o solo voy al queme perezca lindo?
-Los dioses te guiaran. Así me guiaron a mí a esta tarea, y ellos me trajeron a una elfa que me ayudo a entenderla. –
Vaaale, no tomo el vino, lo que menos quería era que si algo le iba a llegar fuera en estado de sobriedad, así que volvió a salir y mirando a algunos dejar sus ofrendas en el bosque les siguió hasta cierto punto, respiro el aire helado, bajo la capucha y aunque sentía frio en la punta de sus orejas así se mantuvo, dejo a su corazón relajarse mientras tomaba con ambas manos el conejo cocinado primorosamente con salvia y otras hierbas aromáticas y entreabriendo los ojos se dispuso a andar hasta dar con un roble, esos árboles siempre parecían atravesarse en sus viajes y se hinco ante el haciendo una venia y posando en sus raíces el plato, cerró los ojos y dejó que su mente se calmara pensando en lo blanco de la nieve. Se imaginó a Hoeth mismo frente a ella.
-Por favor guíame.- Susurro y cuando sintió paz en su corazón se levantó tocando el árbol con la diestra y pegando su frente a ella.-Por favor protege a aquellos que en ti buscan fortaleza y regresa con la primavera.
Se froto las manos cuando dio la espalda al espíritu del lugar y anduvo con cuidado, miraba la nieve, solo el blanco, hasta que llegó a la tienda y sorda a todo entro ahí donde había caído el fragmento de estrella, estaba muy concurrido, “No piense solo deja que te guía” Se reprendió a sí misma y dio con un lugar algo apartado muchos solo estaba hincados en el borde del cráter, otro grupo se las había ingeniado para tocarlo, con la zurda en el corazón y la diestra extendida titubeaba de tocar esa roca, por si acaso se hinco y puso cómoda, la última vez que había tocado algo sobrenatural su cerebro había terminado agitado y batido. Si le iba a suceder algo así de nuevo mínimo no se daría el azote de su vida. Cerró los ojos, el incienso le inundo los pulmones mientras sentía vértigo. Su pesadilla se veía enormemente clara, cada detalle hasta aquellos que había olvidado le golpearon con fuerza así como sus variantes. La dejo fluir, estiraba la mano para detener tal o cual evento y sentir que esa escena se evaporaba, la niña con nombre de canción iba y venia una de ellas atormentaba a Aradia señalándola, fracasaría rotundamente caería en la locura y con ella todo lo que la rodeaba, otra la consolaba le pedía no temer y aun así la elfa buscaba aferrar esa manita y prometerle que la encontraría. Por una enésima vez esta se volvió volutas de humo.
Después solo se quedó en blanco o eso pensaba pues hasta en su sueño, visión, cosa tenía los ojos cerrados mientras se abrazaba a si misma llorando. Algo le decía que lo mejor era quedarse así, alejarse y no volver la mirada atrás. Solo tenía una duda, ¿estaba ya consciente o seguía teniendo alucinaciones?
off: Hago referencia a lo sucedido en el desafio de Lluvia de piedras escribió:
Aradia Hazelmere
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Elydh sentía la exaltación de saberse victoriosa en la batalla. Sus manos, las de aquel elfo anciano, eran certeras cada vez que una flecha escapaba de ellas y por alguna razón sabía exactamente donde poner la punta de las mismas de manera que aunque no diesen en un blanco fijo, hacían que las sombras que los rodeaban viesen aminorar sus pasos: Ciertas ramas anchas de árboles cercanos; las raíces longevas de los siguientes...
Eilydh estaba disfrutando aquella visión, tanto que había olvidado que lo era. Tanto que ni siquiera le importaba si el desconocido con el que había entrelazado las manos para unirse en ella le había seguido o no. Por alguna razón lo sabía.
Había algo infinitamente familiar en la manera que aquel elfo con parsimonia se deshacía de las sombras, era como si la elfa por fin hubiese encontrado su destino y lo apresase con sus manos. No había resistencia en sus movimientos, aunque en alguna que otra ocasión había querido gritarle a Tyelpe que tal o cual sombra estaba a punto de atacarlo. Pero comprendió tras varios ataques fallidos que aquella era la función de su compañero.
Se movían el uno tras el otro, entrelazándose en un baile infinito. El guerrero era diestro con ambas manos y tenía un deje de autoridad impasible que a Eilydh le resultaba familiar. O quizás fuese Tyelpe.
Estaba demasiado ensimismada desentrañando lo que sentía como para darse cuenta que su canto de victoria había sido prematura y que frente a ellos se había alzado otra sombra, esta de aspecto mucho más real y tangible, armada hasta las orejas y con doble función de arma en ambas manos. La figura recién aparecida parecía conocer al compañero de Tyelpe y el intercambio de palabras entre ambos sirvió para que Eilydh pudiese alcanzar a oir su nombre. El mismo que se perdió en su memoria nada más escucharlo como si se tratase de algo que no era importante pero... estaba a punto de matarlos.
O al menos de intentarlo. Tyelpe lanzó varias flechas juntas con su arco, todas ellas impactaron de lleno en distintos lugares del recién llegado Ha'las. Ninguna de ellas permaneció en su lugar más de cinco segundos, todas cayendo al suelo como si se hubiesen transportado a la nada o clavado en el aire en un primer momento. Tyelpe sonrió, como confirmando algo que pensaba y miró de manera significativa a su amigo.
-No todos aprovechamos la oscuridad para escondernos de nuestro deber, Ha'las- dijo Tyelpe, cubriendo a su compañero mientras alzaba su arco de manera ofensiva. Eilydh clavó su mirada en el espacio oscuro en el cuello desprotegido entre la armadura de la figura embutida en sombras. Apenas un hueco de unos 5 centímetros pero que sin duda no había pasado desapercibido al elfo.-
Por su parte, Ha'las había comenzado a atacar al compañero de Tyelpes, con ambos brazos moviéndose a la vez y dibujando figuras mortales cada vez que su mangual pasaba cerca de la piel de alguno de los dos. El elfo se dispuso a hacerse cargo de las sombras que habían empezado a aventurarse de nuevo hacia ellos, lanzando flechas de 5 en 5 a la vez que guardaba las espaldas de su amigo. En un momento determinado, el elfo se concentró y lanzó 4 flechas sobre los troncos secos de varios árboles aún jóvenes, de manera que ensartó a la mayoría en lo que parecía un círculo delimitante entre ellos mismos y Ha'las y las sombras.
Eilydh sintió como la magia fluía a través del arco del hombre y supo que aquello era un don a la par que se asombraba de la perfecta trayectoria de las flechas una tras otra creando un entramado casi perfecto fundiéndose con las ramas. El elfo volvió a concentrarse y esta vez tan solo una flecha salió disparada de su arco y al contacto con uno de los árboles que había ensartado, esta prendió de manera inmediata, y con ella las demás creando un círculo incandescente perfecto alrededor de la batalla que mantuvo alejadas a las sombras.
-He encontrado el punto débil, Zydan- dijo Tyelpe, desviando la trayectoria del ataque del mangual con otra de sus flechas mientras se acercaba a su amigo. Eilydh pudo ver como el hombre anciano sacaba fuerzas de su cuerpo menudo y volvía a levantarse tras recibir el estoque de la cuchilla del enemigo, sudando a medida que las llamas que él mismo había creado tomaban altura.
La elfa casi gritó con rabia al notar el corte sobre uno de sus manos y quería correr y blandir a Karma sobre la figura en sombras que los atacaba. Pero se sorprendió al sentir que al contrario de ella, Tyelpe parecía sereno. Es más, la sangre en su brazo había dejado de brotar para cuando volvió a alzarse y tensar su arco. Miró a Zydan y emitió una sonora carcajada antes de decir:
-Ilumíname, Zydan-
De pronto su arco destacó en la noche. Brilló más que el fuego que los rodeaba. Como si las estrellas mismas hubiesen tejido el fino hilo tenso entre sus manos. Y de la misma manera la flecha que Tyelpe había alzado a punto de ser disparada se tornaba dorada, fosforescente en la noche oscura que los aguardaba.
El viejo elfo aprovechó la distracción de uno de los ataques de Zydan a Ha'las para destensar el arco y con el, dejar que la flecha saliese disparada hacia aquel minúsculo lugar vulnerable en el cuerpo del enemigo.
Tyelpe nunca fallaba un disparo. Y aquella no fue la primera vez.
-----
Eilydh volvió en si como quién despierta de un sueño intenso. Agarraba aún la mano de aquel desconocido de manera firme y segura, como si durante toda aquella visión hubiese estado trasmitiéndole la furia y batalla a través de su agarre a aquel muchacho. No quiso separarlas por un momento, parecía que el hombre aún no había regresado en si así que espero un momento.
No sabía dónde acababa de estar, quien era Tyelpe ni siquiera si aquello era el futuro, el pasado o simplemente producto de su mente. No tenía ni idea si aquello tenía nada que ver con el destino al que había estado temiendo en la visión anterior o si era una broma macabra en un universo paralelo, donde ella era un elfo de barba poblada y milenios sobre sus hombros. No lo sabía. No tenía ni la más remota idea. Pero aquella visión le había dejado la sensación cálida en el pecho que sus recurrentes pesadillas se esforzaban por disipar y que se había esfumado en la versión de ella misma que había visto horas antes. Y por eso tan solo ya había merecido la pena.
Miró a su compañero. Ahora con más intriga que antes. ¿Quién demonios era aquel hombre?Algo en ella le decía que en cuanto el guerrero volviese a mover aquellos ojos que ahora estaban clavados en la nada, sin expresión alguna le confirmarían que no había estado sola en aquella visión.
Había acudido a aquel sitio buscando respuestas sobre el cometa. Por ahora, el cometa le había regalado un mínimo de cinco nuevas preguntas.
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Sigo interactuando con Alward.
Eilydh estaba disfrutando aquella visión, tanto que había olvidado que lo era. Tanto que ni siquiera le importaba si el desconocido con el que había entrelazado las manos para unirse en ella le había seguido o no. Por alguna razón lo sabía.
Había algo infinitamente familiar en la manera que aquel elfo con parsimonia se deshacía de las sombras, era como si la elfa por fin hubiese encontrado su destino y lo apresase con sus manos. No había resistencia en sus movimientos, aunque en alguna que otra ocasión había querido gritarle a Tyelpe que tal o cual sombra estaba a punto de atacarlo. Pero comprendió tras varios ataques fallidos que aquella era la función de su compañero.
Se movían el uno tras el otro, entrelazándose en un baile infinito. El guerrero era diestro con ambas manos y tenía un deje de autoridad impasible que a Eilydh le resultaba familiar. O quizás fuese Tyelpe.
Estaba demasiado ensimismada desentrañando lo que sentía como para darse cuenta que su canto de victoria había sido prematura y que frente a ellos se había alzado otra sombra, esta de aspecto mucho más real y tangible, armada hasta las orejas y con doble función de arma en ambas manos. La figura recién aparecida parecía conocer al compañero de Tyelpe y el intercambio de palabras entre ambos sirvió para que Eilydh pudiese alcanzar a oir su nombre. El mismo que se perdió en su memoria nada más escucharlo como si se tratase de algo que no era importante pero... estaba a punto de matarlos.
O al menos de intentarlo. Tyelpe lanzó varias flechas juntas con su arco, todas ellas impactaron de lleno en distintos lugares del recién llegado Ha'las. Ninguna de ellas permaneció en su lugar más de cinco segundos, todas cayendo al suelo como si se hubiesen transportado a la nada o clavado en el aire en un primer momento. Tyelpe sonrió, como confirmando algo que pensaba y miró de manera significativa a su amigo.
-No todos aprovechamos la oscuridad para escondernos de nuestro deber, Ha'las- dijo Tyelpe, cubriendo a su compañero mientras alzaba su arco de manera ofensiva. Eilydh clavó su mirada en el espacio oscuro en el cuello desprotegido entre la armadura de la figura embutida en sombras. Apenas un hueco de unos 5 centímetros pero que sin duda no había pasado desapercibido al elfo.-
Por su parte, Ha'las había comenzado a atacar al compañero de Tyelpes, con ambos brazos moviéndose a la vez y dibujando figuras mortales cada vez que su mangual pasaba cerca de la piel de alguno de los dos. El elfo se dispuso a hacerse cargo de las sombras que habían empezado a aventurarse de nuevo hacia ellos, lanzando flechas de 5 en 5 a la vez que guardaba las espaldas de su amigo. En un momento determinado, el elfo se concentró y lanzó 4 flechas sobre los troncos secos de varios árboles aún jóvenes, de manera que ensartó a la mayoría en lo que parecía un círculo delimitante entre ellos mismos y Ha'las y las sombras.
Eilydh sintió como la magia fluía a través del arco del hombre y supo que aquello era un don a la par que se asombraba de la perfecta trayectoria de las flechas una tras otra creando un entramado casi perfecto fundiéndose con las ramas. El elfo volvió a concentrarse y esta vez tan solo una flecha salió disparada de su arco y al contacto con uno de los árboles que había ensartado, esta prendió de manera inmediata, y con ella las demás creando un círculo incandescente perfecto alrededor de la batalla que mantuvo alejadas a las sombras.
-He encontrado el punto débil, Zydan- dijo Tyelpe, desviando la trayectoria del ataque del mangual con otra de sus flechas mientras se acercaba a su amigo. Eilydh pudo ver como el hombre anciano sacaba fuerzas de su cuerpo menudo y volvía a levantarse tras recibir el estoque de la cuchilla del enemigo, sudando a medida que las llamas que él mismo había creado tomaban altura.
La elfa casi gritó con rabia al notar el corte sobre uno de sus manos y quería correr y blandir a Karma sobre la figura en sombras que los atacaba. Pero se sorprendió al sentir que al contrario de ella, Tyelpe parecía sereno. Es más, la sangre en su brazo había dejado de brotar para cuando volvió a alzarse y tensar su arco. Miró a Zydan y emitió una sonora carcajada antes de decir:
-Ilumíname, Zydan-
De pronto su arco destacó en la noche. Brilló más que el fuego que los rodeaba. Como si las estrellas mismas hubiesen tejido el fino hilo tenso entre sus manos. Y de la misma manera la flecha que Tyelpe había alzado a punto de ser disparada se tornaba dorada, fosforescente en la noche oscura que los aguardaba.
El viejo elfo aprovechó la distracción de uno de los ataques de Zydan a Ha'las para destensar el arco y con el, dejar que la flecha saliese disparada hacia aquel minúsculo lugar vulnerable en el cuerpo del enemigo.
Tyelpe nunca fallaba un disparo. Y aquella no fue la primera vez.
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Eilydh volvió en si como quién despierta de un sueño intenso. Agarraba aún la mano de aquel desconocido de manera firme y segura, como si durante toda aquella visión hubiese estado trasmitiéndole la furia y batalla a través de su agarre a aquel muchacho. No quiso separarlas por un momento, parecía que el hombre aún no había regresado en si así que espero un momento.
No sabía dónde acababa de estar, quien era Tyelpe ni siquiera si aquello era el futuro, el pasado o simplemente producto de su mente. No tenía ni idea si aquello tenía nada que ver con el destino al que había estado temiendo en la visión anterior o si era una broma macabra en un universo paralelo, donde ella era un elfo de barba poblada y milenios sobre sus hombros. No lo sabía. No tenía ni la más remota idea. Pero aquella visión le había dejado la sensación cálida en el pecho que sus recurrentes pesadillas se esforzaban por disipar y que se había esfumado en la versión de ella misma que había visto horas antes. Y por eso tan solo ya había merecido la pena.
Miró a su compañero. Ahora con más intriga que antes. ¿Quién demonios era aquel hombre?Algo en ella le decía que en cuanto el guerrero volviese a mover aquellos ojos que ahora estaban clavados en la nada, sin expresión alguna le confirmarían que no había estado sola en aquella visión.
Había acudido a aquel sitio buscando respuestas sobre el cometa. Por ahora, el cometa le había regalado un mínimo de cinco nuevas preguntas.
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Eilydh
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Lo cierto es que hubiera sido apropiado definir el estado como semiconsciencia, no una verdadera plenitud de facultades. Mientras Chimar y Canel caminan por el horizonte distorsionado, el primero pasa por severos momentos en negro.
Claro que su hermanito siempre le sujeta de la mano para hacerlo volver, algo que a resumidas cuentas no sabe si es bueno o mal pues al encontrarse en un mundo de visiones cabe la posibilidad de que dormir signifique despertar.
Las cosas comienzan a ponerse severamente extrañas con el pasar de los minutos… o la ilusión de los minutos. En el mundo del velo, no existe constancia real de que los espacios temporales estén pasando.
Toda esta escena hace que el pequeño genio empiece a sentir más desconfianza de lo que le rodea, ya no muestra la seguridad inicial. Claro que Canel está cerca, sabe que mientras el enanito este al lado suyo todo saldrá bien.
¿Estamos perdidos, Canel?
Todos estamos perdidos, a nuestra manera.
De encontrarse en pleno uso de facultades, eso hubiera sido merecedor de una colleja… ahora mismo no genera mucha confianza, no es el mejor momento para escuchar a tu hermano pequeño rarito soltar palabras peculiares.
Por algunos instantes, Chim puede visualizar planos de una maquina rara. Llegan tan claros como el día pero entonces vuelven a desaparecer sin dejar rastro, bastante frustrante si te dedicas al negocio de las invenciones sin duda.
Claro que todo queda en segundo plano con la aparición de llantos, algo que de buenas a primeras asusta de muerte al joven genio. Solo cuando recupera la compostura es que puede ponerse a buscar el elemento fuente.
Luego de conversaciones que parecen difuminarse en la nada, ambos niños llegan al objetivo. Resulta ser una señorita elfa, paralizada por alguna especie de choque emocional desconocido para ambos pequeños.
¿Hay más gente aquí?
Es una telaraña, pueden entrar todos al mismo tiempo si se dan las condiciones.
Es la primera vez que Maquiavelo experimenta una visión compartida, pero puede decir que no le agrada mucho la experiencia. Le gusta su cabeza completamente fuera de los límites para otros personajes.
Todo está bien… no vamos a lastimarle.
Dice en un intento por infundir confianza, pero lo cierto es que su tono es inseguro. Un creciente ventarrón hace que sea difícil comunicarse y hay intervalos de calma que definen la anomalía como imposible.
Claro que su hermanito siempre le sujeta de la mano para hacerlo volver, algo que a resumidas cuentas no sabe si es bueno o mal pues al encontrarse en un mundo de visiones cabe la posibilidad de que dormir signifique despertar.
Las cosas comienzan a ponerse severamente extrañas con el pasar de los minutos… o la ilusión de los minutos. En el mundo del velo, no existe constancia real de que los espacios temporales estén pasando.
Toda esta escena hace que el pequeño genio empiece a sentir más desconfianza de lo que le rodea, ya no muestra la seguridad inicial. Claro que Canel está cerca, sabe que mientras el enanito este al lado suyo todo saldrá bien.
¿Estamos perdidos, Canel?
Todos estamos perdidos, a nuestra manera.
De encontrarse en pleno uso de facultades, eso hubiera sido merecedor de una colleja… ahora mismo no genera mucha confianza, no es el mejor momento para escuchar a tu hermano pequeño rarito soltar palabras peculiares.
Por algunos instantes, Chim puede visualizar planos de una maquina rara. Llegan tan claros como el día pero entonces vuelven a desaparecer sin dejar rastro, bastante frustrante si te dedicas al negocio de las invenciones sin duda.
Claro que todo queda en segundo plano con la aparición de llantos, algo que de buenas a primeras asusta de muerte al joven genio. Solo cuando recupera la compostura es que puede ponerse a buscar el elemento fuente.
Luego de conversaciones que parecen difuminarse en la nada, ambos niños llegan al objetivo. Resulta ser una señorita elfa, paralizada por alguna especie de choque emocional desconocido para ambos pequeños.
¿Hay más gente aquí?
Es una telaraña, pueden entrar todos al mismo tiempo si se dan las condiciones.
Es la primera vez que Maquiavelo experimenta una visión compartida, pero puede decir que no le agrada mucho la experiencia. Le gusta su cabeza completamente fuera de los límites para otros personajes.
Todo está bien… no vamos a lastimarle.
Dice en un intento por infundir confianza, pero lo cierto es que su tono es inseguro. Un creciente ventarrón hace que sea difícil comunicarse y hay intervalos de calma que definen la anomalía como imposible.
- Off:
- Interactuó con Aradia por previo acuerdo.
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Dos contra uno, Hal'as estaba demasiado confiado. Quizás tenía motivo para estarlo, ya que sus movimientos con el mangual, lejos de ser torpes, eran bastante peligrosos, y coordinados con su cuchilla hacían que no solo hubiese que estar atento a un solo peligro potencial.
Zydan se movía rápido, era bastante versátil, y en un combate contra alguien "lento", probablemente tenía las de ganar, y más contando con la ayuda de su compañero élfico. El problema estaba en la armadura inexpugnable que el enemigo presentaba, por más golpes o estocadas que el guerrero diese, jamás conseguía atravesarla.
En uno de los golpes de Hal'as con su mangual, Zydan tuvo que retroceder su posición de forma significativa si no quería ser aplastado. Eso le dio una ventana al enemigo para acercarse al sabio elfo y atacar con su cuchilla. Por suerte, el guerrero de las dos espadas reaccionó rápido y se abalanzó sobre el hostil para ayudar a su compañero. Tan solo le hizo un corte en una de las manos a Tyelpe, gran alivio.
De nuevo, iba a ser aplastado por el arma principal del enemigo, por lo que tuvo que retroceder su posición para evitarlo. Esta vez, tratando de que su compañero no quedase tan expuesto. Hal'as, en vez de abalanzarse de forma agresiva, se quedó mirando a ambos en silencio, quizás producto del cansancio. Zydan, por su parte, seguía empuñando sus dos espadas con decisión, manteniendo su postura preparada para cualquier reacción por parte del enemigo.
-Ilumíname, Zydan
Esa fue la señal que permitió al guerrero saber que aquella pelea estaba en sus momentos finales. Si aquello funcionaba, podrían dar por terminada la emboscada, si no, perecerían inevitablemente ante las garras de la Oscuridad, en un bosque entre tantos otros.
El guerrero envainó su espada zurda y pasó a una postura más diestra por si a Hal'as le daba por atacar. La mano que ahora tenía libre empezó a rodearse de un aura blanca. Poco a poco, todo su cuerpo comenzó a adquirir dicha aura. Alward sentía cómo Zydan se encontraba rebosante de energía. No sabía exactamente qué era, ni tampoco cómo se iba a desencadenar todo eso, pero sí tenía un nombre en su mente; "El don de Baldr". Acto seguido, apuntó la palma de su mano, sin quitarle la atención a Hal'as, hacia su compañero, más en concreto hacia su arco. Este tomó exactamente el mismo aura que rodeaba al rubio, y empezó a adquirir un brillo blanco sobrenatural.
-Baldr hoy está de nuestra parte, con el beneplácito de Odín. Tu lucha hoy acaba aquí, caballero Hal'as-Dijo con un tono solemne, seguro de sus palabras
-¿Crees que un simple arco encantado acabará conmigo?-Empezó a darle vueltas a su mangual
Zydan estuvo más rápido que su enemigo y se abalanzó a él, impidiendo que su arma tomase más giros. Fue entonces, cuando una de las flechas de Tyelpe, más brillantes que el propio fuego, se incrustó en la abertura más minúscula de la armadura de Hal'as, en la zona del cuello. Una herida fatal.
Zydan quedó parado frente a él, viendo cómo luchaba por sacarse aquella flecha. El caballero se arrodilló, viendo que era imposible, miró al rubio, con rabia.
-Un arma no hace nada por sí sola...-Desenvainó su arma zurda y colocó ambas en forma de cruz en el cuello del caballero-...lo importante es quién la empuña
Poco a poco, la visión se fue disipando y Alward fue de nuevo consciente de sí mismo y del lugar en el que estaba.
Miró a su lado, allí seguía la elfa.
-...¿Hemos visto lo mismo?-Preguntó, para asegurarse.
No tenía palabras para describir lo que sentía. ¡Sabía quiénes eran esos dos hombres! ¡¿Cómo no saberlo?! ¡Había oído tantas historias sobre ellos que podría decirse que los conocía tanto como a sus propios amigos! Estaba ilusionado, impresionado y exaltado. Casi no podía creérselo.
Pensaba que eran un mito... O al menos no tan magníficos como se decía...-Volvió a mirar a la piedra, y bajó la mirada. Su garganta se contrajo de la emoción-¡Pero son reales! ¿No?-Miró a la elfa-Esta... "Piedra", te da visiones que son reales, ¿No?
Quería creer que sí, que todo era cierto, que lo que había visto no era nada simbólico o producto de alguna jugarreta de los dioses. ¡Quería creer que era verdad! Y por supuesto quería también que la respuesta de la mujer fuese afirmativa.
-¡Eran héroes del pasado!-Le explicó a la elfa-Héroes olvidados...
Zydan se movía rápido, era bastante versátil, y en un combate contra alguien "lento", probablemente tenía las de ganar, y más contando con la ayuda de su compañero élfico. El problema estaba en la armadura inexpugnable que el enemigo presentaba, por más golpes o estocadas que el guerrero diese, jamás conseguía atravesarla.
En uno de los golpes de Hal'as con su mangual, Zydan tuvo que retroceder su posición de forma significativa si no quería ser aplastado. Eso le dio una ventana al enemigo para acercarse al sabio elfo y atacar con su cuchilla. Por suerte, el guerrero de las dos espadas reaccionó rápido y se abalanzó sobre el hostil para ayudar a su compañero. Tan solo le hizo un corte en una de las manos a Tyelpe, gran alivio.
De nuevo, iba a ser aplastado por el arma principal del enemigo, por lo que tuvo que retroceder su posición para evitarlo. Esta vez, tratando de que su compañero no quedase tan expuesto. Hal'as, en vez de abalanzarse de forma agresiva, se quedó mirando a ambos en silencio, quizás producto del cansancio. Zydan, por su parte, seguía empuñando sus dos espadas con decisión, manteniendo su postura preparada para cualquier reacción por parte del enemigo.
-Ilumíname, Zydan
Esa fue la señal que permitió al guerrero saber que aquella pelea estaba en sus momentos finales. Si aquello funcionaba, podrían dar por terminada la emboscada, si no, perecerían inevitablemente ante las garras de la Oscuridad, en un bosque entre tantos otros.
El guerrero envainó su espada zurda y pasó a una postura más diestra por si a Hal'as le daba por atacar. La mano que ahora tenía libre empezó a rodearse de un aura blanca. Poco a poco, todo su cuerpo comenzó a adquirir dicha aura. Alward sentía cómo Zydan se encontraba rebosante de energía. No sabía exactamente qué era, ni tampoco cómo se iba a desencadenar todo eso, pero sí tenía un nombre en su mente; "El don de Baldr". Acto seguido, apuntó la palma de su mano, sin quitarle la atención a Hal'as, hacia su compañero, más en concreto hacia su arco. Este tomó exactamente el mismo aura que rodeaba al rubio, y empezó a adquirir un brillo blanco sobrenatural.
-Baldr hoy está de nuestra parte, con el beneplácito de Odín. Tu lucha hoy acaba aquí, caballero Hal'as-Dijo con un tono solemne, seguro de sus palabras
-¿Crees que un simple arco encantado acabará conmigo?-Empezó a darle vueltas a su mangual
Zydan estuvo más rápido que su enemigo y se abalanzó a él, impidiendo que su arma tomase más giros. Fue entonces, cuando una de las flechas de Tyelpe, más brillantes que el propio fuego, se incrustó en la abertura más minúscula de la armadura de Hal'as, en la zona del cuello. Una herida fatal.
Zydan quedó parado frente a él, viendo cómo luchaba por sacarse aquella flecha. El caballero se arrodilló, viendo que era imposible, miró al rubio, con rabia.
-Un arma no hace nada por sí sola...-Desenvainó su arma zurda y colocó ambas en forma de cruz en el cuello del caballero-...lo importante es quién la empuña
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Poco a poco, la visión se fue disipando y Alward fue de nuevo consciente de sí mismo y del lugar en el que estaba.
Miró a su lado, allí seguía la elfa.
-...¿Hemos visto lo mismo?-Preguntó, para asegurarse.
No tenía palabras para describir lo que sentía. ¡Sabía quiénes eran esos dos hombres! ¡¿Cómo no saberlo?! ¡Había oído tantas historias sobre ellos que podría decirse que los conocía tanto como a sus propios amigos! Estaba ilusionado, impresionado y exaltado. Casi no podía creérselo.
Pensaba que eran un mito... O al menos no tan magníficos como se decía...-Volvió a mirar a la piedra, y bajó la mirada. Su garganta se contrajo de la emoción-¡Pero son reales! ¿No?-Miró a la elfa-Esta... "Piedra", te da visiones que son reales, ¿No?
Quería creer que sí, que todo era cierto, que lo que había visto no era nada simbólico o producto de alguna jugarreta de los dioses. ¡Quería creer que era verdad! Y por supuesto quería también que la respuesta de la mujer fuese afirmativa.
-¡Eran héroes del pasado!-Le explicó a la elfa-Héroes olvidados...
Alward Sevna
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
La gente de Jólmundröm era realmente amistosa, especialmente con aquellos que respetaban sus costumbres. Algo que para Elian no resultaba complicado en absoluto pues, al fin y al cabo, realizar ofrendas para los espíritus del bosque no era muy diferente de rezarle a Imbar por el retorno de sus frutos a la vuelta de la primavera.
El elfo no había tenido ningún problema para integrarse, a pesar de que no esperaba que el lugar fuera a estar tan lleno de visitantes. No supo nada acerca de la roca que había caído del cielo hasta que perguntara por el gran edificio de la colina, pues había pasado las últimas semanas viajando sólo por el bosque. Fueron también las conversaciones de los visitantes que iban llegando, tomadas al paso, las que le indicaron que aquella roca provenía del cometa Enyale, el que había visto fragmentarse en el cielo con sus propios ojos.
Sentía curiosidad, como todos, pero al contrario que muchos, había decidido no acercarse a la roca inmediatamente. Antes, se permitió el lujo de disfrutar de la velada con los habitantes del lugar. Comió, bebió, compartió anécdotas y bromas y hasta bailó unas cuantas piezas con unas cuantas mozas y no tan mozas, pero todas igualmente alegres y dispuestas. No fue hasta que la talentosa juglaresa se tomó un descanso que decidió, él también, acercarse por fin a ver aquello que había atraído a tanta gente a un rincón perdido del mundo en medio de todo aquel frío.
Comparada con la sala principal, aquella estancia resultaba extrañamente serena. Sobre todo, teniendo en cuenta que estaba igualmente llena de gente y apenas unas pieles la separaban del barullo de la entrada. Se acercó con calma al cráter, pero no se sentó, sino que permaneció en pie, observando el cráter. Su madre había sido una de las personas en unirse al ritual del anciano, había prestado su éter para destruir la amenaza que se cernía sobre ellos y, como resultado, Enyale había estallado en mil pedazos.
Cerró los ojos y se concentró, intentando percibir si quedaba rastro de aquel éter tan familiar. Nada. Volvió a abrirlos. Estaba en el exterior, era de noche. Sus pupilas se dilataron para facilitarle la visión. Miró a los lados, para cerciorarse. Sí, estaba en el lugar convenido pero, ¿dónde estaban todos? Oyó un ronroneo a su espalda y se dio la vuelta con un respingo. Ah claro, no había mirado detrás. Relajó la espalda, que se había arqueado a todo lo que daba y se acercó despacio a Nyx, quien los había convocado. Se estiró lánguidamente alargando las patas delanteras y después las traseras, se sentó con la espalda erguida, dejando que su cola se balanceara caprichosa hacia los lados y esperó.
Nunca fue un gran planificador, ni un luchador, tampoco era particularmente diestro o rápido. Pero siempre fue un gato con suerte. La suerte había querido que Gertrudis lo encontrara y ahora que era la anciana la que necesitaba ser encontrada, él no se echaría atrás. Confiaba en su suerte.
----------
OFF: Me uno a la CatQuest de Alisha, si me acepta. Y aquí les dejo Mr. Purrington, elegante felino del clan Mau:
El elfo no había tenido ningún problema para integrarse, a pesar de que no esperaba que el lugar fuera a estar tan lleno de visitantes. No supo nada acerca de la roca que había caído del cielo hasta que perguntara por el gran edificio de la colina, pues había pasado las últimas semanas viajando sólo por el bosque. Fueron también las conversaciones de los visitantes que iban llegando, tomadas al paso, las que le indicaron que aquella roca provenía del cometa Enyale, el que había visto fragmentarse en el cielo con sus propios ojos.
Sentía curiosidad, como todos, pero al contrario que muchos, había decidido no acercarse a la roca inmediatamente. Antes, se permitió el lujo de disfrutar de la velada con los habitantes del lugar. Comió, bebió, compartió anécdotas y bromas y hasta bailó unas cuantas piezas con unas cuantas mozas y no tan mozas, pero todas igualmente alegres y dispuestas. No fue hasta que la talentosa juglaresa se tomó un descanso que decidió, él también, acercarse por fin a ver aquello que había atraído a tanta gente a un rincón perdido del mundo en medio de todo aquel frío.
Comparada con la sala principal, aquella estancia resultaba extrañamente serena. Sobre todo, teniendo en cuenta que estaba igualmente llena de gente y apenas unas pieles la separaban del barullo de la entrada. Se acercó con calma al cráter, pero no se sentó, sino que permaneció en pie, observando el cráter. Su madre había sido una de las personas en unirse al ritual del anciano, había prestado su éter para destruir la amenaza que se cernía sobre ellos y, como resultado, Enyale había estallado en mil pedazos.
Cerró los ojos y se concentró, intentando percibir si quedaba rastro de aquel éter tan familiar. Nada. Volvió a abrirlos. Estaba en el exterior, era de noche. Sus pupilas se dilataron para facilitarle la visión. Miró a los lados, para cerciorarse. Sí, estaba en el lugar convenido pero, ¿dónde estaban todos? Oyó un ronroneo a su espalda y se dio la vuelta con un respingo. Ah claro, no había mirado detrás. Relajó la espalda, que se había arqueado a todo lo que daba y se acercó despacio a Nyx, quien los había convocado. Se estiró lánguidamente alargando las patas delanteras y después las traseras, se sentó con la espalda erguida, dejando que su cola se balanceara caprichosa hacia los lados y esperó.
Nunca fue un gran planificador, ni un luchador, tampoco era particularmente diestro o rápido. Pero siempre fue un gato con suerte. La suerte había querido que Gertrudis lo encontrara y ahora que era la anciana la que necesitaba ser encontrada, él no se echaría atrás. Confiaba en su suerte.
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OFF: Me uno a la CatQuest de Alisha, si me acepta. Y aquí les dejo Mr. Purrington, elegante felino del clan Mau:
- Mr. Purrington/Elian:
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Elian
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