El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Una Valeria anormalmente agitada abandonaba la sala de aquella roca de Odín visiblemente agitada. Había viajado hasta aquel patético intento de poblado con la esperanza de examinar de cerca la roca de la que todos hablaban y ahora no quería permanecer un segundo más cerca de ella.
En la sala principal no se sentía mucho mejor. El ambiente estaba cargado. Había demasiada gente y todos parecían demasiado alegres para su gusto. Alegres como… Agitó la cabeza negándose a recordar, a pesar de que una parte de ella se aferraba desesperadamente a la imagen. Respiró hondo y caminó hacia la salida, despacio, esquivando como bien podía a cada persona que se interponía entre ella y el enorme portón de madera. Ya no quería estar allí, oír sus risas. Necesitaba aire fresco.
Ya en la entrada, se echó la pesada capa sobre los hombros, se puso los guantes y el gorro de piel y llevó la mano al picaporte, pero antes de que pudiera salir, fue interrumpida por una anciana de mejillas sonrosadas y sonrisa amable, demasiado amable para su gusto.
—¿Vas a salir, cielo? Ten, te vendrá bien, hace frío fuera —dijo la mujer tendiéndole un pellejo. Valeria lo miró con cierta desconfianza—. Vamos, niña, tómalo, no te va a morder. —La anciana suspiró, se acercó el pellejo a los labios y dio un trago a su contenido antes de volver a tendérselo— ¿Así mejor? —Rió divertida. La bruja tomo el odre con una mano, estaba caliente, y llevó la otra a la bolsa— ¡Oh, no, cielo, no te pediría dinero por algo así! Bastará con que lo compartas con los espíritus del bosque.
Valeria asintió en mudo agradecimiento y salió por fin de la sala. El frío de la noche le golpeó como un mazo en cuanto atravesó el portón pero, de alguna forma, eso liberó parte de la tensión que se concentraba en sus hombros. Caminó hacia la arboleda, siguiendo el surco que habían marcado en la nieve las pisadas de aquellos que habían llevado sus ofrendas. Podía ver a los lados paquetitos de comida a los pies de algunos árboles. Con cuidado, se apartó un poco de la senda principal y se topó con un árbol de tronco nudoso y retorcido y muy pocas ramas totalmente desprovistas de hojas o yemas. Ninguna ofrenda yacía a sus pies.
—Otro abandonado —murmuró con desgana. Sopesó con ambas manos el odre que le había entregado la anciana y lo alzó frente al deprimente tronco como si de un brindis se tratara—. A la salud de los despojados —dijo con una sonrisa sarcástica. Después, dio un trago al contenido y sintió todo el calor del vino especiado recorrer el camino hacia su estómago. Antes de cerrar el odre, volcó un chorro de su contenido frente al árbol, probablemente la única ofrenda que atrajera el triste despojo aquella noche.
Echó a andar otra vez, pero en medio de aquel paraje, no tardó en resbalar y caer al suelo. Si el aire le había parecido frío, la nieve no lo estaba menos. Al levantarse, se fijó en una luz que titilaba entre los árboles. La curiosidad pudo con ella y se acercó.
La mujer con la que se encontró tenía el pelo blanco, pero no era una anciana. Al contrario, era apenas una muchacha. A juzgar por su atuendo, no podía ser una aldeana. La cruz que brillaba sobre el tocón delataba también su condición de extranjera. Valeria nunca había visto a un cristiano rezar al aire libre, creía que sus adeptos preferían los altos templos. Y sin embargo, allí estaba ella. Dio un paso más hacia la muchacha y volvió a resbalar. Se aferró a una rama para no caer y un puñado de nieve le cayó sobre la espalda. Una parte se coló por su cuello arrancándole un gemido ahogado.
—Disculpa —le dijo a la chica cuando se recuperó del impacto de aquella gota helada—. No pretendía interrumpir tus rezos, sólo quería alejarme un poco del tumulto. —Hizo un vago gesto en la dirección general en la que se ubicaba el edificio que acababa de abandonar. Se dio cuenta de que llevaba el odre en la misma mano con la señalaba y, después de mirarlo durante un par de segundos, se lo tendió dubitativa a la muchacha—. Tengo entendido que vosotros tomáis vino en vuestras ceremonias, ¿me equivoco?
Nada más pronunciar aquellas palabras, la bruja se acordó del sabio gesto de la anciana y le pareció buena idea imitarlo. Se separó del árbol al que se había sujetado y, sujetando el odre con ambas manos, bebió un trago. Después volvió a tendérselo a la chica, acompañando el gesto de una ligera sonrisa.
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OFF: Interactúo con Katrina, acompañante de Alward, porque soy así de retorcida. La visión la tuve antes del comienzo del post (ya dije que soy retorcida), ya veremos si la comparto
En la sala principal no se sentía mucho mejor. El ambiente estaba cargado. Había demasiada gente y todos parecían demasiado alegres para su gusto. Alegres como… Agitó la cabeza negándose a recordar, a pesar de que una parte de ella se aferraba desesperadamente a la imagen. Respiró hondo y caminó hacia la salida, despacio, esquivando como bien podía a cada persona que se interponía entre ella y el enorme portón de madera. Ya no quería estar allí, oír sus risas. Necesitaba aire fresco.
Ya en la entrada, se echó la pesada capa sobre los hombros, se puso los guantes y el gorro de piel y llevó la mano al picaporte, pero antes de que pudiera salir, fue interrumpida por una anciana de mejillas sonrosadas y sonrisa amable, demasiado amable para su gusto.
—¿Vas a salir, cielo? Ten, te vendrá bien, hace frío fuera —dijo la mujer tendiéndole un pellejo. Valeria lo miró con cierta desconfianza—. Vamos, niña, tómalo, no te va a morder. —La anciana suspiró, se acercó el pellejo a los labios y dio un trago a su contenido antes de volver a tendérselo— ¿Así mejor? —Rió divertida. La bruja tomo el odre con una mano, estaba caliente, y llevó la otra a la bolsa— ¡Oh, no, cielo, no te pediría dinero por algo así! Bastará con que lo compartas con los espíritus del bosque.
Valeria asintió en mudo agradecimiento y salió por fin de la sala. El frío de la noche le golpeó como un mazo en cuanto atravesó el portón pero, de alguna forma, eso liberó parte de la tensión que se concentraba en sus hombros. Caminó hacia la arboleda, siguiendo el surco que habían marcado en la nieve las pisadas de aquellos que habían llevado sus ofrendas. Podía ver a los lados paquetitos de comida a los pies de algunos árboles. Con cuidado, se apartó un poco de la senda principal y se topó con un árbol de tronco nudoso y retorcido y muy pocas ramas totalmente desprovistas de hojas o yemas. Ninguna ofrenda yacía a sus pies.
—Otro abandonado —murmuró con desgana. Sopesó con ambas manos el odre que le había entregado la anciana y lo alzó frente al deprimente tronco como si de un brindis se tratara—. A la salud de los despojados —dijo con una sonrisa sarcástica. Después, dio un trago al contenido y sintió todo el calor del vino especiado recorrer el camino hacia su estómago. Antes de cerrar el odre, volcó un chorro de su contenido frente al árbol, probablemente la única ofrenda que atrajera el triste despojo aquella noche.
Echó a andar otra vez, pero en medio de aquel paraje, no tardó en resbalar y caer al suelo. Si el aire le había parecido frío, la nieve no lo estaba menos. Al levantarse, se fijó en una luz que titilaba entre los árboles. La curiosidad pudo con ella y se acercó.
La mujer con la que se encontró tenía el pelo blanco, pero no era una anciana. Al contrario, era apenas una muchacha. A juzgar por su atuendo, no podía ser una aldeana. La cruz que brillaba sobre el tocón delataba también su condición de extranjera. Valeria nunca había visto a un cristiano rezar al aire libre, creía que sus adeptos preferían los altos templos. Y sin embargo, allí estaba ella. Dio un paso más hacia la muchacha y volvió a resbalar. Se aferró a una rama para no caer y un puñado de nieve le cayó sobre la espalda. Una parte se coló por su cuello arrancándole un gemido ahogado.
—Disculpa —le dijo a la chica cuando se recuperó del impacto de aquella gota helada—. No pretendía interrumpir tus rezos, sólo quería alejarme un poco del tumulto. —Hizo un vago gesto en la dirección general en la que se ubicaba el edificio que acababa de abandonar. Se dio cuenta de que llevaba el odre en la misma mano con la señalaba y, después de mirarlo durante un par de segundos, se lo tendió dubitativa a la muchacha—. Tengo entendido que vosotros tomáis vino en vuestras ceremonias, ¿me equivoco?
Nada más pronunciar aquellas palabras, la bruja se acordó del sabio gesto de la anciana y le pareció buena idea imitarlo. Se separó del árbol al que se había sujetado y, sujetando el odre con ambas manos, bebió un trago. Después volvió a tendérselo a la chica, acompañando el gesto de una ligera sonrisa.
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Reike
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Uriel se quedó perdido en sus pensamientos, sumido en su lucha interna ¿Era necesario mostrarle algo así? ¡Justo cuando consiguió olvidarlo! Siempre se ha estado esforzando por olvidar todo lo relacionado a su vida antes de conocer a su maestro, los niños olvidan rápido ¿Porque no aprovecharlo? ¡No! ¡Es necesario que lo haga, especialmente cuando se es un vampiro! “Ella” le hizo entender que debía deshacerse de toda su humanidad, de todo lo que le ataba al pasado y a los humanos ¡Ella es la muerta consecuencia de lo que pasa cuando no lo haces! Acabas muerto, solo y olvidado en una tumba fría, sin flores ni nombre….Solo ahí abajo, pudriéndote.
No quería acordarme de algo así…..¿Cuánto tardaré en volver a olvidarlo de nuevo? ¿40 años? ¿50 años?
Tras pensarlo unos segundos, recordó, para su desgracia, quien era esa mujer ¡Y porque la odiaba tanto! ¡Ahora la despreciaba incluso más! Suspiró cansado ¡Ahora que lo recordó solo quería olvidarlo todo! Retiró su mano de la superficie del meteorito, si antes odiaba esa cosa ahora no quiere verlo ni en pintura, lo malo es que su misión sigue ahí; Aún falta hacer el reporte.
Solo me sentaré al fondo, acabaré de escribir esto y me iré…..
La sala comenzaba a llenarse con más personas, en el humor que estaba actualmente no quería hablar con nadie. Si salía de la sala y se escondía en algún rincón, podría evitar un rato a los humanos hasta acomodar sus pensamientos y sentimientos ¡Pero no podía dejar esa sala hasta terminar le reporte! Escribiendo rápidamente en su libreta de campo, Uriel intentó no haber contacto visual con el pedrusco a pesar de tenerlo a 3 palmos de distancia ¡Solo quiere acabar de escribir de una maldita vez! Estando escribiendo los apuntes finales, sin embargo...
“¿Eh?¿...? ¡Ah!….¿Mad-...? ¡....!….”
Centró su atención en escribir el reporte, no estuvo prestando atención a lo demás, así que le tomó por sorpresa la sensación fría de unos brazos envolviendo su cuerpecito de niño. Uriel se quedó de piedra por unos segundos ¿Quie-....? Reconoció enseguida la sensación a pesar de no poder ver a la persona….Brazos gentiles que envuelven su cuerpo pequeño cuerpo, la piel artificial es fría y extrañamente artificial pero, para Uriel, es una sensación realmente amable, le calmaba y le hacía sentir protegido ¿Porque le tranquiliza tanto su presencia? ¿Porque esa frialdad amable es similar a la de “ella”? Si le hablaba y le trataba de esa forma, entonces…..Detuvo sus labios antes de terminar de llamarla, no es él. Uriel sabe perfectamente que esa mujer artificial no es su “madre” y él, Uriel, no es su hijo ¿A quien llamaba entonces? No....De todas formas, eso no cambia el hecho de que no es él…..No es él a quien está buscando incluso si parecía estar llamándolo.
Se giró lentamente para encarar a la biocibernética ¿porque le dolía verla? Está feliz, feliz pero dolido... ¿....Y enfadado? ¿Porque? Es como la perpetua sensación de antaño, cuando aún era humano; Soledad, resentimiento y…..envidia ¿Las cosas hubieran sido diferentes si esta mujer hubiera sido su madre? ¿Algo podría haber cambiado para mejor? Probablemente, si hubiera cambiado su situación ¿Pero que importa? La realidad es innegable, Zöe no es esa mujer despreciable. No es su madre, y el no és su hijo.
“¿Señorita Zöe? ¿Se encuentra bien?”
Alzó su manita y gentilmente acarició la mejilla de la mujer, claramente preocupado. Uriel siempre dio por hecho la naturaleza neutral y artificial de Zöe, nunca se a cuestionado su clara deshumanización, tampoco podía ni pretendía hacerlo, Zöe es Zöe y con eso es suficiente…..Pero esa voz de antes ¿Porque notó tanto anhelo? ¿Tanta nostalgia y añoranza? No puede entender la parte “artificial” de ella, pero Uriel no es tonto, sabe perfectamente que la mujer nunca le mostró ninguna emoción en particular a pesar de su amabilidad y cuidados, siempre ha habido una clara barrera entre ellos.
Para Uriel, Zöe es lo más cercano que tendrá nunca a una “madre” pero jamás espero que esos sentimientos fuera recíprocos, sabía perfectamente que Zöe no le veía como un “hijo” a pesar de todos los cuidados, toda la amabilidad y la tolerancia que siempre tuvo con él ¡Aún así, solo con eso le bastaba! Los niños exigentes y egoístas son despreciados y abandonados, no debía morder más de lo que se le daba. No debía anhelar cosas como “Amor”, “cariño” o “preocupación” de los adultos, menos aún de los gentiles y de los tolerantes ¡Son los que luego más daño hacen! Prefería los adultos que no mentían, que dejaban claro desde un principio la superficialidad de su “cariño”, Zöe siempre a sido muy amable pero tampoco nunca le a dado entender cosas que no son, y eso tranquiliza a Uriel, porque sabe perfectamente que puede y que no puede pedirle a la mujer.
Esta nueva Zöe fue como zamarrear esa clara división, como tomar la pared que los separaba y le limita para destrozarla y lanzar al infante a lo desconocido ¿Que era lo que Zöe le pedía? ¿Quien anhelaba que fuera Uriel? El niño tembló ante esa nueva incertidumbre ¿Como debía satisfacer a esta nueva Zöe para que no lo desecharan? ¿Podía siquiera hacerlo? Una ola de miedo cruzó el cuerpo y mente de Uriel ¿Y si en verdad es desechado? Los niños que no cumplen con las expectativas son obviamente desechados y substituidos ¡No quiere eso! ¡Zöe es…! ¡Oh! ¡No, no, no! ¡No es bueno! Anhelar o aferrarse a las cosas es algo que jamás debe de hacer, “ella” se aferró al traidor y por eso el maestro la desechó ¡Es cuando te aferras que cosas malas suceden! ¡Por un momento intentó aferrarse a Zöe! ¡Eso es un gran NO! Una vez ya no puede dejarla ir, entonces, cuando sea inservible y desechado dolerá el doble ¡Nope! ¡Quita,quita! ¡El único para Uriel es su maestro! Solo el maestro es suficiente, si Zöe se vuelve otro pilar, entonces eso quiere decir que habrá otra debilidad y otra oportunidad para ser dañado de nuevo ¡Todo menos eso!
“¿Dónde está la señorita Sophi? ¿No vino?”
Apartó la mano de sus mejillas rápidamente mientras apresuradamente cambió de tema ¡No tuvo que haberlo hecho! Siempre recibía con los brazos abiertos cualquier interacción con ella pero no es algo que él pueda o deba pedir, Uriel rara vez tomó la iniciativa de tocarla o hablarla ¡Los niños que demandaban son niños malos! Si Zöe le toma de la mano, Uriel será feliz pero, nunca debe de ser él quien lo busque ¡Los favoritos de los adultos son los educados, callados y dóciles! Es por eso que se arrepentía de haber cruzado los límites de lo que debía y no debía hacer antes ¿Porque tuvo que tener que verla de nuevo? ¡Hubiera sido mejor jamás recordar a esa maldita traidora! Entonces no se sentiría tan intimidado, asustado y perdido ¡Todo estaba bien como estaba antes! Zöe dando su gentileza fría y neutral, Uriel aceptando dócilmente, procurando ser un buen niño ¡Todo es culpa de esa maldita traidora y del meteorito!
Uri
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Se encontraba en la copa de un gran árbol, era lo suficientemente grande como para cubrirse de la lluvia pero no de la humedad de la noche. Cuando despertó aquella mañana había dormido cerca de un pueblo situado en los Reinos del Este. Era curioso, porque desde pequeña sus padres siempre la habían advertido sobre viajar y sus peligros...sobre sus gentes, la gran variedad de razas que hay y, sobretodo, la cantidad de personas que odian, temen o sienten asco hacia los elfos.
Instintivamente se tocó las orejas, desde la punta hasta el lóbulo inferior de ambas. No veía nada malo en eso, era más bien algo que había crecido de más en ellos. Rió para sí misma, realmente no era solo eso, pues tenían un vínculo especial con la magia y la naturaleza.
Saltó del árbol y aterrizó sobre la tierra y hojas frías, se aseguró de que todo estuviera en su sitio...y empezó a caminar, pero justo cuando lo hizo escuchó a varias personas al lado, alguno a caballo y otro a pie:
-¡Qué ganas de llegar! -Gritó una mujer.
-Yo también quiero llegar ya, ha sido un camino largo.
Instintivamente se acercó y cuando estuvo al lado de unas cuatro personas, dos a pie y dos a caballo, éstos le sonrieron amablemente y le propusieron seguir con ellos. Al parecer iban hacia la celebración de un pueblo que estaba cerca, se llamaba ''Jólmundröm''.
Se extrañó de la amabilidad con la que la habían acogido durante el trayecto, preguntando de dónde era y siendo más educados que otras muchas personas que se había encontrado en su vida. Ellos habían nacido allí y los extranjeros que vinieran a celebrar con ellos esta festividad eran más que bienvenidos. Eso hizo un hueco en el corazón de la elfa para apreciar este lugar y sus habitantes.
Cuando llegó la recibieron y empezaron a contar historias sobre el pueblo, principalmente sobre una extraña piedra, un ''meteorito'', que decían otorgaba visiones a quien la tocara o rezara a su lado.
Observó a su alrededor, todos bebían, comían o bailaban al son de una música pegadiza. La nostalgia la empapó y recordó de nuevo su pueblo, ellos también tenían una hermosa música...o tuvieron.
Entonces, mientras les miraba, recordó esa piedra de la que tanto le hablaban y preguntó dónde se encontraba. Al parecer habían colocado una especie de carpa a su alrededor y la gente entraba y salía con esperanza o desilusión por lo mostrado.
Al entrar, había una cierta oscuridad en el ambiente, digamos que poca iluminación, que creaba un aura especial alrededor del objeto misterioso. Se percató de que había un anciano sentado no muy lejos de la misma, no la miró, simplemente estaba ahí, sentado, tal vez vigilando a quien se acercaba.
Al lado de la roca había una mujer, no tenía muy buen aspecto y no se fijó del todo en ella, ya que no sabía exactamente si todavía seguía viendo algún tipo de visión o simplemente estaba allí parada.
Se acercó y se puso de rodillas. Había algo en su postura que no le gustaba, tal vez la vulnerabilidad que tendría allí si cerraba los ojos.
Pero algo en el ambiente la invitaba a hacerlo, hacía muchísimo tiempo que no rezaba...ni siquiera por su Dios Eru. Así, comenzó a recitar algunas plegarias en élfico, mentalmente, junto a algunas palabras sueltas en voz alta.
Sintió que algo se la llevaba, como si no estuviese tocando el suelo...mientras seguía rezando:
''Estaba en el cuerpo de alguien, lo sabía porque no era su cabello el que caía a ambos lados de su rostro. Algo empujó a ese cuerpo en el que estaba a correr y así lo hizo, no tenía control sobre él, era una especie de espectador que habitaba en ese ser.
No tardó en darse cuenta de que se trataba de su padre, pues Crindorada, su caballo, apareció de la nada y de un salto comenzó a cabalgar sobre su grupa, así sin montura, como antaño.
Pero lo siguiente que vivió no fue nada agradable. Llegó al pueblo donde llamas comían la madera de las casas, podía sentir la congoja del hombre y del padre, que veía de lejos cómo su mujer enviaba lejos a los más pequeños de la aldea, junto a su doncella de confianza.
-¡¡Nuestros hijos merecen vivir, nosotros debemos luchar!! -Gritó a pleno pulmón y sacó su espada, saltó del corcel y comenzó a defender su hogar.
Las llamas eran demasiado fuertes, el fuego no perdonaba vidas, así se cobró la de algunos de sus creadores y parte de los inocentes que habitaban el pueblo...un pueblo élfico que había costado sudor y sangre construir.
Sintió un dolor punzante en el pecho que le recorría entero, el fuego le había alcanzado y empezaba a quemarse lentamente...lo último que vieron sus ojos fue el rostro de su mujer y la esperanza de que su familia sobreviviera''.
La elfa abrió los ojos, seguía de rodillas en el suelo y lágrimas caían incesantes por su rostro, una única palabra salió de sus labios: ''Padre''.
---
Instintivamente se tocó las orejas, desde la punta hasta el lóbulo inferior de ambas. No veía nada malo en eso, era más bien algo que había crecido de más en ellos. Rió para sí misma, realmente no era solo eso, pues tenían un vínculo especial con la magia y la naturaleza.
Saltó del árbol y aterrizó sobre la tierra y hojas frías, se aseguró de que todo estuviera en su sitio...y empezó a caminar, pero justo cuando lo hizo escuchó a varias personas al lado, alguno a caballo y otro a pie:
-¡Qué ganas de llegar! -Gritó una mujer.
-Yo también quiero llegar ya, ha sido un camino largo.
Instintivamente se acercó y cuando estuvo al lado de unas cuatro personas, dos a pie y dos a caballo, éstos le sonrieron amablemente y le propusieron seguir con ellos. Al parecer iban hacia la celebración de un pueblo que estaba cerca, se llamaba ''Jólmundröm''.
Se extrañó de la amabilidad con la que la habían acogido durante el trayecto, preguntando de dónde era y siendo más educados que otras muchas personas que se había encontrado en su vida. Ellos habían nacido allí y los extranjeros que vinieran a celebrar con ellos esta festividad eran más que bienvenidos. Eso hizo un hueco en el corazón de la elfa para apreciar este lugar y sus habitantes.
Cuando llegó la recibieron y empezaron a contar historias sobre el pueblo, principalmente sobre una extraña piedra, un ''meteorito'', que decían otorgaba visiones a quien la tocara o rezara a su lado.
Observó a su alrededor, todos bebían, comían o bailaban al son de una música pegadiza. La nostalgia la empapó y recordó de nuevo su pueblo, ellos también tenían una hermosa música...o tuvieron.
Entonces, mientras les miraba, recordó esa piedra de la que tanto le hablaban y preguntó dónde se encontraba. Al parecer habían colocado una especie de carpa a su alrededor y la gente entraba y salía con esperanza o desilusión por lo mostrado.
Al entrar, había una cierta oscuridad en el ambiente, digamos que poca iluminación, que creaba un aura especial alrededor del objeto misterioso. Se percató de que había un anciano sentado no muy lejos de la misma, no la miró, simplemente estaba ahí, sentado, tal vez vigilando a quien se acercaba.
Al lado de la roca había una mujer, no tenía muy buen aspecto y no se fijó del todo en ella, ya que no sabía exactamente si todavía seguía viendo algún tipo de visión o simplemente estaba allí parada.
Se acercó y se puso de rodillas. Había algo en su postura que no le gustaba, tal vez la vulnerabilidad que tendría allí si cerraba los ojos.
Pero algo en el ambiente la invitaba a hacerlo, hacía muchísimo tiempo que no rezaba...ni siquiera por su Dios Eru. Así, comenzó a recitar algunas plegarias en élfico, mentalmente, junto a algunas palabras sueltas en voz alta.
Sintió que algo se la llevaba, como si no estuviese tocando el suelo...mientras seguía rezando:
''Estaba en el cuerpo de alguien, lo sabía porque no era su cabello el que caía a ambos lados de su rostro. Algo empujó a ese cuerpo en el que estaba a correr y así lo hizo, no tenía control sobre él, era una especie de espectador que habitaba en ese ser.
No tardó en darse cuenta de que se trataba de su padre, pues Crindorada, su caballo, apareció de la nada y de un salto comenzó a cabalgar sobre su grupa, así sin montura, como antaño.
Pero lo siguiente que vivió no fue nada agradable. Llegó al pueblo donde llamas comían la madera de las casas, podía sentir la congoja del hombre y del padre, que veía de lejos cómo su mujer enviaba lejos a los más pequeños de la aldea, junto a su doncella de confianza.
-¡¡Nuestros hijos merecen vivir, nosotros debemos luchar!! -Gritó a pleno pulmón y sacó su espada, saltó del corcel y comenzó a defender su hogar.
Las llamas eran demasiado fuertes, el fuego no perdonaba vidas, así se cobró la de algunos de sus creadores y parte de los inocentes que habitaban el pueblo...un pueblo élfico que había costado sudor y sangre construir.
Sintió un dolor punzante en el pecho que le recorría entero, el fuego le había alcanzado y empezaba a quemarse lentamente...lo último que vieron sus ojos fue el rostro de su mujer y la esperanza de que su familia sobreviviera''.
La elfa abrió los ojos, seguía de rodillas en el suelo y lágrimas caían incesantes por su rostro, una única palabra salió de sus labios: ''Padre''.
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- OFF:
- OFF-ROL: Estoy refiriéndome a Sashenka (Dozorova), que está al lado de la piedra y ha dado permiso para que alguien se acerque a ella.
Yenna
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
El pequeño cuerpecito entre mis brazos se sentía tan real [ANALIZANDO] Eso es porque en efecto, era real Cuando me percate de ello mi cabeza comenzó a doler, ahora sabía lo que significaba esa sensación, era cuando mi Sistema quería borrar datos por considerarlos inútiles o peligrosos para el resto del programa. “No permitiré que lo hagas” Emilie estaba ahora para evitar que ese tipo de cosas ocurrieran.
“¿Señorita Zöe? ¿Se encuentra bien?”
Las palabras de Uriel hicieron que regresara a la normalidad.
-No, no me encuentro bien - Mi incapacidad para mentir continuaba intacta - Vi muchas cosas extrañas... Cosas que se supone que había olvidado - El pequeño Vampiro me miraba de una forma extraña [ANALIZANDO] quizás el que le diera un abrazo tan repentino había resultado intimidante, no lo sabía, aún no podía entender esas cosas - Perdón por ¿Asustarte? - Era una pregunta sincera, en verdad quería entender lo que me ocurría [ERROR] lo que le ocurría.
El sitio en el que estábamos no era el más adecuado para hablar, con toda la gente que entraba y salía en busca de una visión. Cuando Uriel preguntó por Sophi recordé que la había visto salir, pero me había olvidado completamente de ella por todo el huracán de sensaciones que el encuentro con el joven Vampiro me había producido.
-Debe estar afuera ¿Quieres que la busquemos? - Le ofrecí una mano, mi gesto volvía a ser neutral y mi comportamiento pareció normalizarse, aunque por dentro [ANALIZANDO] por dentro todo estaba muy confuso - Seguro no está lejos ¿Sí? -
Encontramos a la Vampiro bebiendo bajo uno de los árboles que estaban más alejados, ya había una botella vacía a su lado, y por lo que parecía pretendía continuar con ese mismo ritmo un tiempo más, ya que al otro lado tenía varios jarros llenos.
-¿Ese alcohol no es para hacer ofrendas? - Pregunté en tono neutral.
-Puede que sí, jaja, pero en ninguna parte dice que tiene que ser a la primera ¿No? haré la ofrenda en cuanto me beba algunas más - [ANALIZANDO] Había algo extraño en Sophitia, pero no lograba detectar qué era - ¡Eh! Pequeño Uriel ¿Quieres un trago? Generalmente no se le ofrece algo así a un niño pero hace mucho que pasaste la mayoría de edad - Se rió y tomó otro poco directo del pico de la botella.
-Pero su cuerpo sigue siendo el de un niño, no sería recomendable que bebiera - Puntualice - ¿Quieres saber lo que vi? -
-No, pero me lo dirás de todos modos ¿Cierto? -
Se generó un extraño silencio.
__________________________
*Sigo hablando con Uriel ^^
“¿Señorita Zöe? ¿Se encuentra bien?”
Las palabras de Uriel hicieron que regresara a la normalidad.
-No, no me encuentro bien - Mi incapacidad para mentir continuaba intacta - Vi muchas cosas extrañas... Cosas que se supone que había olvidado - El pequeño Vampiro me miraba de una forma extraña [ANALIZANDO] quizás el que le diera un abrazo tan repentino había resultado intimidante, no lo sabía, aún no podía entender esas cosas - Perdón por ¿Asustarte? - Era una pregunta sincera, en verdad quería entender lo que me ocurría [ERROR] lo que le ocurría.
El sitio en el que estábamos no era el más adecuado para hablar, con toda la gente que entraba y salía en busca de una visión. Cuando Uriel preguntó por Sophi recordé que la había visto salir, pero me había olvidado completamente de ella por todo el huracán de sensaciones que el encuentro con el joven Vampiro me había producido.
-Debe estar afuera ¿Quieres que la busquemos? - Le ofrecí una mano, mi gesto volvía a ser neutral y mi comportamiento pareció normalizarse, aunque por dentro [ANALIZANDO] por dentro todo estaba muy confuso - Seguro no está lejos ¿Sí? -
Encontramos a la Vampiro bebiendo bajo uno de los árboles que estaban más alejados, ya había una botella vacía a su lado, y por lo que parecía pretendía continuar con ese mismo ritmo un tiempo más, ya que al otro lado tenía varios jarros llenos.
-¿Ese alcohol no es para hacer ofrendas? - Pregunté en tono neutral.
-Puede que sí, jaja, pero en ninguna parte dice que tiene que ser a la primera ¿No? haré la ofrenda en cuanto me beba algunas más - [ANALIZANDO] Había algo extraño en Sophitia, pero no lograba detectar qué era - ¡Eh! Pequeño Uriel ¿Quieres un trago? Generalmente no se le ofrece algo así a un niño pero hace mucho que pasaste la mayoría de edad - Se rió y tomó otro poco directo del pico de la botella.
-Pero su cuerpo sigue siendo el de un niño, no sería recomendable que bebiera - Puntualice - ¿Quieres saber lo que vi? -
-No, pero me lo dirás de todos modos ¿Cierto? -
Se generó un extraño silencio.
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*Sigo hablando con Uriel ^^
Zöe
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
El pulso de la dragona temblaba cuando lo apartaba de la roca, era incapaz de controlarlo, así que sostuvo su mano derecha con la izquierda, apoyando ambas sobre su pecho, cerró los ojos y respiró profundo. Sasha no podía diferenciar qué parte de todo lo que había visto eran sus recuerdos y cuanto sólo visiones generadas por la piedra.
En cualquier caso, no sentía ni el más mínimo deseo de volver a acercarse al meteorito, algo dentro de ella la hacía sentir asqueada cada vez que la veía y las ganas de alejarse cada vez eran más apremiantes. Retrocedió un paso sin mirar hacía dónde iba, y se encontró casi de frente con Yenna, ella dijo “Padre”, con lágrimas cayendo por sus mejillas.
Evidentemente también había sufrido los efectos de la visión, Sashenka no lo pensó demasiado, la agarró de la mano con firmeza y le hizo un gesto para que salieran de allí. La dragona no era ninguna salvadora, pero era evidente que ninguna de las dos la estaba pasando bien con todo eso, era necesario que tomaran algo de distancia y fueran a un sitio donde pudieran poner en orden sus pensamientos.
La llevó sin decir nada hasta una de las salas donde servían comida y bebida, no era un sitio tranquilo, mucho menos íntimo, pero entre tanto jolgorio, con un poco de suerte, nadie las notaría.
En cuanto se detuvieron, Sasha se sintió algo avergonzada por haber actuado con tanta impulsividad. Soltó la mano de la elfa, tampoco se conocían de tanto tiempo como para que se permitiera ese tipo de actitudes, sólo habían hecho un trabajo juntas y nada más.
-Lo siento - Dijo mirando hacía otro lado - Creo que... La visión me dejó algo confundida - Hizo un gesto para invitarla a sentarse - Emmm, quieres... ¿Quieres acompañarme? - Se sentía algo tonta, ya estaban allí.
En cualquier caso, Dozorova se sentó primera y en cuestión de segundos uno de los encargados del evento pasó para dejar copas con vino, ya había estado bebiendo más temprano, pero sentía que en verdad necesitaba el trago. Lo tomó de a varios sorbos largos, intentando ocultar la incomodidad que sentía ahora que se había calmado un poco la situación.
-Fue una... Extraña experiencia - Seguía sin mirar a la elfa a los ojos, jugaba con el dedo índice siguiendo los ribetes de la copa - Siquiera estoy segura de qué era todo eso - Mentía, sí lo sabía, pero aún se sentía muy insegura de decirlo en voz alta - Debería regresar a mi trabajo - Esa parecía ser una buena excusa para escapar.
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-Hablo con Yenna
En cualquier caso, no sentía ni el más mínimo deseo de volver a acercarse al meteorito, algo dentro de ella la hacía sentir asqueada cada vez que la veía y las ganas de alejarse cada vez eran más apremiantes. Retrocedió un paso sin mirar hacía dónde iba, y se encontró casi de frente con Yenna, ella dijo “Padre”, con lágrimas cayendo por sus mejillas.
Evidentemente también había sufrido los efectos de la visión, Sashenka no lo pensó demasiado, la agarró de la mano con firmeza y le hizo un gesto para que salieran de allí. La dragona no era ninguna salvadora, pero era evidente que ninguna de las dos la estaba pasando bien con todo eso, era necesario que tomaran algo de distancia y fueran a un sitio donde pudieran poner en orden sus pensamientos.
La llevó sin decir nada hasta una de las salas donde servían comida y bebida, no era un sitio tranquilo, mucho menos íntimo, pero entre tanto jolgorio, con un poco de suerte, nadie las notaría.
En cuanto se detuvieron, Sasha se sintió algo avergonzada por haber actuado con tanta impulsividad. Soltó la mano de la elfa, tampoco se conocían de tanto tiempo como para que se permitiera ese tipo de actitudes, sólo habían hecho un trabajo juntas y nada más.
-Lo siento - Dijo mirando hacía otro lado - Creo que... La visión me dejó algo confundida - Hizo un gesto para invitarla a sentarse - Emmm, quieres... ¿Quieres acompañarme? - Se sentía algo tonta, ya estaban allí.
En cualquier caso, Dozorova se sentó primera y en cuestión de segundos uno de los encargados del evento pasó para dejar copas con vino, ya había estado bebiendo más temprano, pero sentía que en verdad necesitaba el trago. Lo tomó de a varios sorbos largos, intentando ocultar la incomodidad que sentía ahora que se había calmado un poco la situación.
-Fue una... Extraña experiencia - Seguía sin mirar a la elfa a los ojos, jugaba con el dedo índice siguiendo los ribetes de la copa - Siquiera estoy segura de qué era todo eso - Mentía, sí lo sabía, pero aún se sentía muy insegura de decirlo en voz alta - Debería regresar a mi trabajo - Esa parecía ser una buena excusa para escapar.
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-Hablo con Yenna
Sashenka Dozorova
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Fruncí el ceño. Nada. Aquella piedra no parecía ser más que eso: una piedra. No notaba ningún rasgo distintivo, ni siquiera respecto a la magia. Aquello no tenía sentido. ¿Era realmente un fragmento del meteorito? ¿Aquello que había cubierto el cielo de éter meses atrás? Era extraño que no tuviese ni tan solo un rastro, incluso si había pasado cierto tiempo.
Lo que era más, era imposible que estuviese concediendo visiones de aquella forma. Quizás fuese algún tipo de gas invisible. El olor a incienso lo podría tapar, sin duda... ¿quizás...?
Una voz me sacó de mis pensamientos. Un elfo. Ah, un elfo que conocía. Parecía tener también interés en el meteorito, a juzgar por su comentario. Sin temer a experimentar, dejó escapar algo de éter sobre la roca... que desapareció al instante. Aquello lo explicaba. No emitía éter, sino que lo absorbía, de forma similar al amuleto del troll al que me había enfrentado con el mismo elfo, o como hacía mi propia espada. Pero había una clara diferencia.
-Es extraño... no parece estar haciendo nada con la magia que absorbe.- murmuré, mirando la roca más de cerca. Pero el elfo no parecía estar escuchando. Debía estar teniendo una visión. Me quedé examinando el meteoro hasta que terminó, cuando el tipo cayó al suelo. -¿Estás bien?- pregunté, tendiéndole la mano para que se levantase.
Después de aquello, otra persona irrumpió. Una mujer. Bruja... de las buenas. No llegué a diferenciar su éter, aunque quedó claro unos segundos después. Parecía haber entrado en alguna especie de trance. ¿...Clarividencia? No era la primera vez que veía a una "adivina". Aunque su predicción me tomó por sorpresa.
-¿...Quien eres tú?- pregunté.
No detuve a la mujer cuando se dio la vuelta. Había algo que me daba mala espina, pero no estaba seguro de qué. Me volví hacia el elfo, y hacia el meteorito, poniendo a la mujer aparte de momento.
-No tiene sentido. Si absorbe éter de tal manera, el ritual del día de la Alianza no debería haber funcionado.- musité, frunciendo el ceño. -Era una roca mucho más grande que esta. Incluso con un hechizo así... no me extrañaría si no hubiese hecho nada. Y las visiones...- varias conjeturas pasaron por mi cabeza. Tendría que aprender mejor si significaban algo antes de tomar ninguna conclusión. -No parecen ser mágicas. Quizás se trate de una reacción alquímica, algo en el incienso.-
Cerré los ojos, aún pensativo. Llevé la mano hacia el meteorito, iluminando la runa de mi palma. Un estallido en un sitio cerrado como aquel... Me detuve. Había dicho que nos olvidásemos, de momento. Suspiré, algo resignado.
-Mejor beber algo de agua tras esto.- dije, poniéndome en pie. El incienso me estaba mareando. Quería despejarme. -¿Vienes? Puedo contarte algo.- ofrecí.
Interactuo con la mujer misteriosa y con Rauko
Lo que era más, era imposible que estuviese concediendo visiones de aquella forma. Quizás fuese algún tipo de gas invisible. El olor a incienso lo podría tapar, sin duda... ¿quizás...?
Una voz me sacó de mis pensamientos. Un elfo. Ah, un elfo que conocía. Parecía tener también interés en el meteorito, a juzgar por su comentario. Sin temer a experimentar, dejó escapar algo de éter sobre la roca... que desapareció al instante. Aquello lo explicaba. No emitía éter, sino que lo absorbía, de forma similar al amuleto del troll al que me había enfrentado con el mismo elfo, o como hacía mi propia espada. Pero había una clara diferencia.
-Es extraño... no parece estar haciendo nada con la magia que absorbe.- murmuré, mirando la roca más de cerca. Pero el elfo no parecía estar escuchando. Debía estar teniendo una visión. Me quedé examinando el meteoro hasta que terminó, cuando el tipo cayó al suelo. -¿Estás bien?- pregunté, tendiéndole la mano para que se levantase.
Después de aquello, otra persona irrumpió. Una mujer. Bruja... de las buenas. No llegué a diferenciar su éter, aunque quedó claro unos segundos después. Parecía haber entrado en alguna especie de trance. ¿...Clarividencia? No era la primera vez que veía a una "adivina". Aunque su predicción me tomó por sorpresa.
-¿...Quien eres tú?- pregunté.
No detuve a la mujer cuando se dio la vuelta. Había algo que me daba mala espina, pero no estaba seguro de qué. Me volví hacia el elfo, y hacia el meteorito, poniendo a la mujer aparte de momento.
-No tiene sentido. Si absorbe éter de tal manera, el ritual del día de la Alianza no debería haber funcionado.- musité, frunciendo el ceño. -Era una roca mucho más grande que esta. Incluso con un hechizo así... no me extrañaría si no hubiese hecho nada. Y las visiones...- varias conjeturas pasaron por mi cabeza. Tendría que aprender mejor si significaban algo antes de tomar ninguna conclusión. -No parecen ser mágicas. Quizás se trate de una reacción alquímica, algo en el incienso.-
Cerré los ojos, aún pensativo. Llevé la mano hacia el meteorito, iluminando la runa de mi palma. Un estallido en un sitio cerrado como aquel... Me detuve. Había dicho que nos olvidásemos, de momento. Suspiré, algo resignado.
-Mejor beber algo de agua tras esto.- dije, poniéndome en pie. El incienso me estaba mareando. Quería despejarme. -¿Vienes? Puedo contarte algo.- ofrecí.
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Asher Daregan
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Cuando fue consciente de que había regresado, que tenía los pies en el suelo de nuevo...por decirlo de algún modo, miró a su alrededor y se topó con una cara conocida. Se llamó a sí misma ''estúpida'' por no haberse dado cuenta antes de quién se trataba, desde luego había venido demasiado absorta en qué había de verdad en aquella piedra. Ahora lo sabía y en su mente se acumulaban los pensamientos; jamás habría esperado tener una visión así.
''¿Pertenece al pasado? ¿De verdad está muerto?'', su corazón lleno de tristeza por lo vívida que había sido la visión, se dejó llevar por Sasha. Se limpió las lágrimas justo cuando salieron de la carpa y pudo escuchar al anciano tosiendo detrás de ambas, ¿sería él el que provocaba las visiones y no la piedra? Era extraño, muy raro, de repente se le vino a la mente la disparatada idea de que alguien podría haber manipulado su mente. ''Es posible, todo es posible con la magia''.
Pensó varias teorías más hasta que llegaron y se pararon, a un sitio en el que había varias mesas al aire libre, música y gente alegre que bebía y celebraba el día. La elfa en aquel momento no tenía nada que celebrar, más bien deseaba que la tierra se la tragara, literalmente.
Estaba tan absorta en sus pensamientos que no fue consciente de que ambas se pasearon por un momento de la mano, claramente dando a entender a varias personas cosas que no eran:
-Lo siento -Escuchó, entonces vio que le soltaba la mano y la miró a los ojos sin recibir la misma mirada.
No le dio importancia a que pidiera que la acompañara, pues había sido ella quien la había llevado hasta allí. Casi de forma automática y sin gesto alguno se sentó, justo enfrente de ella. Una mesa redonda no muy grande las separaba, era de un tamaño cómodo, lo suficiente como para dejar claro que era la parte de la fiesta dedicada al servicio de bebidas.
Desvió su mirada del rostro de la joven a la copa de vino. Siempre había sido más de cerveza, se preguntó qué tal sería una buena borrachera de esa bebida...y de dónde exactamente había sacado ese gusto suyo por una bebida más de ''hombres''.
-¿Extraña? -Repitió lo que dijo, perpleja- No ha sido extraña, ha sido uno de los peores tragos de mi vida -''...y hablando de tragos'', pensó mentalmente.
Tomó la copa de vino con sus finos dedos sin guantes y casi se la tomó entera, el encargado de aquella zona había sido generoso cuando llenó los vasos de aquel líquido burdeos.
Contempló a la mujer una vez más y vio que la esquivaba de algún modo. Tanto, que cuando dijo que debería regresar a su trabajo, tragó el resto del contenido de vino y la atrapó de un brazo, pensando que se levantaría en cualquier momento y se iría:
-He visto la muerte de mi padre -Murmuró con una voz seria, solemne, nada que nadie dijese a tales palabras serviría de consuelo aunque no supiera si era verídico o no- Y la destrucción de mi pueblo.
Sus ojos se clavaron fijos en los de Sashenka, puede que pareciera que suplicaba comprensión, unas palabras...puede que el vino también ayudara a mostrar sus emociones, pues no estaba segura de contar algo así de sopetón a nadie en cualquier otro momento o lugar.
''¿Pertenece al pasado? ¿De verdad está muerto?'', su corazón lleno de tristeza por lo vívida que había sido la visión, se dejó llevar por Sasha. Se limpió las lágrimas justo cuando salieron de la carpa y pudo escuchar al anciano tosiendo detrás de ambas, ¿sería él el que provocaba las visiones y no la piedra? Era extraño, muy raro, de repente se le vino a la mente la disparatada idea de que alguien podría haber manipulado su mente. ''Es posible, todo es posible con la magia''.
Pensó varias teorías más hasta que llegaron y se pararon, a un sitio en el que había varias mesas al aire libre, música y gente alegre que bebía y celebraba el día. La elfa en aquel momento no tenía nada que celebrar, más bien deseaba que la tierra se la tragara, literalmente.
Estaba tan absorta en sus pensamientos que no fue consciente de que ambas se pasearon por un momento de la mano, claramente dando a entender a varias personas cosas que no eran:
-Lo siento -Escuchó, entonces vio que le soltaba la mano y la miró a los ojos sin recibir la misma mirada.
No le dio importancia a que pidiera que la acompañara, pues había sido ella quien la había llevado hasta allí. Casi de forma automática y sin gesto alguno se sentó, justo enfrente de ella. Una mesa redonda no muy grande las separaba, era de un tamaño cómodo, lo suficiente como para dejar claro que era la parte de la fiesta dedicada al servicio de bebidas.
Desvió su mirada del rostro de la joven a la copa de vino. Siempre había sido más de cerveza, se preguntó qué tal sería una buena borrachera de esa bebida...y de dónde exactamente había sacado ese gusto suyo por una bebida más de ''hombres''.
-¿Extraña? -Repitió lo que dijo, perpleja- No ha sido extraña, ha sido uno de los peores tragos de mi vida -''...y hablando de tragos'', pensó mentalmente.
Tomó la copa de vino con sus finos dedos sin guantes y casi se la tomó entera, el encargado de aquella zona había sido generoso cuando llenó los vasos de aquel líquido burdeos.
Contempló a la mujer una vez más y vio que la esquivaba de algún modo. Tanto, que cuando dijo que debería regresar a su trabajo, tragó el resto del contenido de vino y la atrapó de un brazo, pensando que se levantaría en cualquier momento y se iría:
-He visto la muerte de mi padre -Murmuró con una voz seria, solemne, nada que nadie dijese a tales palabras serviría de consuelo aunque no supiera si era verídico o no- Y la destrucción de mi pueblo.
Sus ojos se clavaron fijos en los de Sashenka, puede que pareciera que suplicaba comprensión, unas palabras...puede que el vino también ayudara a mostrar sus emociones, pues no estaba segura de contar algo así de sopetón a nadie en cualquier otro momento o lugar.
Yenna
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Estuvo sumida en sus pensamientos todo el tramo que caminó hacia afuera, nuevamente el sonido del ambiente fue llegando a sus oídos hasta que se volvió insoportable, en ese momento prefería irse a un lugar callado, recostarse y solamente quedarse pensando con una buena cantidad de alcohol de acompañante, pero no era el caso y dudaba poder conseguir algo así de primeras y sin esfuerzo. Se le fueron las ganas debido a la poca voluntad de todo que tenía en ese momento.
Quien diría que el loco que se reía solo y lloraba a la vez se voltearía para hablarle, ella no lo notó hasta que lo tuvo en frente, con molestia lo miró a los ojos fijamente por un buen rato, incluso luego de que terminó de hablar, estaba pensando en la propuesta.
Múltiples emociones se encontraron en ella, el haber llorado por la visión junto al enojo por ser abordada en ese momento como también la curiosidad y la intriga de pensar que quizá podría distraerse un rato de esa manera.
— Yo sí sé lo que vi, y eso es lo que me duele. — Suspiró y lo miró de arriba a abajo sin siquiera disimular, para finalmente mirar a sus costados. — Sí me invitas un trago de ese vino caliente de porquería te meteré la copa por la garganta. — Hizo caso omiso a lo demás y procedió a sentarse en su antiguo lugar, por encima de su capa, para suerte de Matthew quedaba un espacio a su lado para sentarse.
No supo exactamente porque, pero terminó de aceptar a su modo, necesitaba tomar, necesitaba reflexionar, aquella visión había sido un duro golpe para ella, del tipo de situaciones que te hacen cambiar tú forma de pensar sobre lo que haces con tú vida.
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Interactúo con Matt.
Quien diría que el loco que se reía solo y lloraba a la vez se voltearía para hablarle, ella no lo notó hasta que lo tuvo en frente, con molestia lo miró a los ojos fijamente por un buen rato, incluso luego de que terminó de hablar, estaba pensando en la propuesta.
Múltiples emociones se encontraron en ella, el haber llorado por la visión junto al enojo por ser abordada en ese momento como también la curiosidad y la intriga de pensar que quizá podría distraerse un rato de esa manera.
— Yo sí sé lo que vi, y eso es lo que me duele. — Suspiró y lo miró de arriba a abajo sin siquiera disimular, para finalmente mirar a sus costados. — Sí me invitas un trago de ese vino caliente de porquería te meteré la copa por la garganta. — Hizo caso omiso a lo demás y procedió a sentarse en su antiguo lugar, por encima de su capa, para suerte de Matthew quedaba un espacio a su lado para sentarse.
No supo exactamente porque, pero terminó de aceptar a su modo, necesitaba tomar, necesitaba reflexionar, aquella visión había sido un duro golpe para ella, del tipo de situaciones que te hacen cambiar tú forma de pensar sobre lo que haces con tú vida.
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Nyx había estado esperando pacientemente, y sus… socios, habían ido llegando poco a poco. Sin peleas, más allá de un gruñido de advertencia puntual si se acercaban demasiado para el gusto del gruñidor. Eso la llenaba de orgullo.
-Todos sabéis porque estamos aquí.- empezó, como representante del clan Blue. Reunirlos aquí ya habría purgado a los que no querían ayudar a la pobre Gertrudis. Ya se encargarían en su momento de esos traidores. El siguiente problema era por dónde empezar, pero ella ya se había puesto patas en el asunto. –Nos hemos reunido aquí para decidir un curso de acción, como proceder, y yo tengo una propuesta. ¡Mittens!- un pequeño cachorro blanco y negro se acercó, nervioso, al grupo de variopintos gatos, empujado suavemente por su madre. –Él estaba allí cuando ocurrió, y vio el garabato en su caja infernal.- un escalofrió recorrió el grupo. ¿Cajas de tamaño bípedo hechas de metal, no de cartón, y que gruñían como perros furiosos si una las molestaba? Completamente antinatural. Pero se esforzarían, por la ancianita. Mittens había estado arañando el suelo, recreando el garabato. El niño no era un artista, en parte seguramente porque los cachorros no veían demasiado bien sus primeras semanas, pero no había confusión, uno de esos peces de nariz larga y afilada, saltando sobre un charco de agua. Muchos habían olisqueado las latas en la basura, y unos pocos como Nyx habían incluso probado la lata entera de algún humano domesticado, o de Gertrudis, un premio para las madres después del parto. Así que había que ir a la fuente, aunque no supieran exactamente donde estaba.
Un maullido recorrió el aquelarre felino una vez el resto llegaron a la misma conclusión que ella. Si nadie sabía dónde estaba, solo podían ir a un único individuo. La gata miro al resto, buscando dudas, o quejas, pero solo vio unos cuantos coletazos de irritación, todos parecían de acuerdo a proceder con el plan.
Hora de visitar a H el Mapache.
Ese roedor vivía cerca, por suerte, al menos últimamente. Un auténtico explorador, se había recorrido toda la ciudad buscando las mejores basuras y se había esferificado en consecuencia. Los rumores decían que ahora solo viajaba en una carretilla, fuera lo que fuese eso.
Nyx no tardó en verlo, cuando el mapache rodó a recibirlos, bocabajo en el artilugio que chirriaba como una horda de ratas moribundas, lorzas rebosando por los lados. La escena enviaba señales contradictorias a su cabecita, con un sonido agradable y una horrible visión de una rata tan grande como los mejores guerreros Skogkatt.
-Y entonces... a que debo el placer… ¿clanes? Hihihihihi.- su forma de reír era tan… ratuna. Pero Nyx contuvo el escalofrió, tenían que lidiar con él. De momento.
-¿Sabes dónde estás el sitio de donde salen las latas con el pez de nariz puntiaguda?- preguntó.
-¿El pez espada? Por supuesto, pero… os va a costar, hihihihihi. Acceso preferencial a todas las basuras de todos vuestros territorios, durante ciento veinte noches, y protección para el bueno de H durante el doble.- ¿ciento veinte? Quien se creía que… Se controló, respirando hondo para calmarse. Se acercó poco a poco al roedor, cola alzada, mostrando todo su encantó.
-Diez noches en el territorio de cada clan, por un total de 50. Y sin duda apreciaríamos a un… “amigo” que nos echó una pata en tiempos de necesidad.- Ya había llegado ante él, y se giró, dándole con la punta de su cola en la nariz. -¿Qué me dices?-
-Quince…- respondió el maldito a pesar de su encanto. ¿Como era posible? ¡Mejores bípedos habían caído rendidos!
-Ugh, quince, vale, guíanos de una vez.- necesitaba lavarse después de eso..
-Todos sabéis porque estamos aquí.- empezó, como representante del clan Blue. Reunirlos aquí ya habría purgado a los que no querían ayudar a la pobre Gertrudis. Ya se encargarían en su momento de esos traidores. El siguiente problema era por dónde empezar, pero ella ya se había puesto patas en el asunto. –Nos hemos reunido aquí para decidir un curso de acción, como proceder, y yo tengo una propuesta. ¡Mittens!- un pequeño cachorro blanco y negro se acercó, nervioso, al grupo de variopintos gatos, empujado suavemente por su madre. –Él estaba allí cuando ocurrió, y vio el garabato en su caja infernal.- un escalofrió recorrió el grupo. ¿Cajas de tamaño bípedo hechas de metal, no de cartón, y que gruñían como perros furiosos si una las molestaba? Completamente antinatural. Pero se esforzarían, por la ancianita. Mittens había estado arañando el suelo, recreando el garabato. El niño no era un artista, en parte seguramente porque los cachorros no veían demasiado bien sus primeras semanas, pero no había confusión, uno de esos peces de nariz larga y afilada, saltando sobre un charco de agua. Muchos habían olisqueado las latas en la basura, y unos pocos como Nyx habían incluso probado la lata entera de algún humano domesticado, o de Gertrudis, un premio para las madres después del parto. Así que había que ir a la fuente, aunque no supieran exactamente donde estaba.
Un maullido recorrió el aquelarre felino una vez el resto llegaron a la misma conclusión que ella. Si nadie sabía dónde estaba, solo podían ir a un único individuo. La gata miro al resto, buscando dudas, o quejas, pero solo vio unos cuantos coletazos de irritación, todos parecían de acuerdo a proceder con el plan.
Hora de visitar a H el Mapache.
Ese roedor vivía cerca, por suerte, al menos últimamente. Un auténtico explorador, se había recorrido toda la ciudad buscando las mejores basuras y se había esferificado en consecuencia. Los rumores decían que ahora solo viajaba en una carretilla, fuera lo que fuese eso.
- Spoiler:
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Nyx no tardó en verlo, cuando el mapache rodó a recibirlos, bocabajo en el artilugio que chirriaba como una horda de ratas moribundas, lorzas rebosando por los lados. La escena enviaba señales contradictorias a su cabecita, con un sonido agradable y una horrible visión de una rata tan grande como los mejores guerreros Skogkatt.
-Y entonces... a que debo el placer… ¿clanes? Hihihihihi.- su forma de reír era tan… ratuna. Pero Nyx contuvo el escalofrió, tenían que lidiar con él. De momento.
-¿Sabes dónde estás el sitio de donde salen las latas con el pez de nariz puntiaguda?- preguntó.
-¿El pez espada? Por supuesto, pero… os va a costar, hihihihihi. Acceso preferencial a todas las basuras de todos vuestros territorios, durante ciento veinte noches, y protección para el bueno de H durante el doble.- ¿ciento veinte? Quien se creía que… Se controló, respirando hondo para calmarse. Se acercó poco a poco al roedor, cola alzada, mostrando todo su encantó.
-Diez noches en el territorio de cada clan, por un total de 50. Y sin duda apreciaríamos a un… “amigo” que nos echó una pata en tiempos de necesidad.- Ya había llegado ante él, y se giró, dándole con la punta de su cola en la nariz. -¿Qué me dices?-
-Quince…- respondió el maldito a pesar de su encanto. ¿Como era posible? ¡Mejores bípedos habían caído rendidos!
-Ugh, quince, vale, guíanos de una vez.- necesitaba lavarse después de eso..
- Spoiler:
- Muevo esto un poco, mientras alguien más se une, si quiere. No dudéis en avanzar un poco la trama en vuestros posts o se hara eterno, preguntadme si tenéis dudas!
Alisha Lessard
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Considerando el perfil de la invitada, Matthew podía suponer que el no recibir una bofetada podía considerarse una victoria, aún así no sonrió, eso solo lo haría ver más sospechoso, o como si tramara algo. Sinceramente sólo quería compartir un momento con una extraña, siendo él mismo un extraño también, el anonimato le estaba resultando muy entretenido y no quería que se terminara tan rápido.
-Jajaja, que sea entonces - Usando la velocidad bien entrenada de sus dedos hizo aparecer una moneda de la nada - Hagamos lo siguiente, yo pondré la moneda sobre la mesa y tú pedirás lo que se te antoje - Jugaba con el trozo de metal, paseándolo entre los dedos - De esa manera todos ganamos, tu bebes a gusto, y mi garganta sigue intacta - Volvió a reír y se sentó junto a la muchacha.
Tal como había prometido, puso la moneda sobre la mesa y dejó que la mujer decidiera, en cuanto ella pidió lo suyo, Matt hizo un gesto para que le trajeran lo mismo a él.
-Así que tu visión fue mucho más directa, quizás mi mente sea algo más retorcida - No sabían si esas imágenes venían de los Dioses, de la piedra, la magia o de sus propias mentes - Tampoco parece ser muy claro sí es algo del pasado, del presente o del futuro - Apoyó el codo en la mesa y la cabeza en la mano - Aunque tengo la sensación de que mi visión incluía un poco de todo... -
Llegaron los tragos, Matthew bebió distraído mientras seguía pensando en las cosas que había visto, en cuanto comenzó a beber se dio cuenta que no habían brindado. “Eso atraerá a la mala suerte” cosas en las que antes no creía, pero que desde que estaba maldito lo hacían dudar.
-¿Un brindis? ¿Que tipo de deseo pedirías? - Se quedó pensando - Creo que parte de lo que vi está relacionado con lo que vendrá, escuché....Una carcajada acompañando a la mía, aunque no sé de qué nos reíamos - Se encogió de hombros - En cualquier caso, parecía ser un sujeto muy divertido, sí ese es mi futuro deseo que llegue lo antes posible - Chocó su vaso con el de la mujer - Eso es por lo que brindaré -
Y entonces sí bebió todo el contenido, pidiendo de inmediato otra ronda. No quería emborracharse, en cuanto sintiera que estaba perdiendo el control se retiraría, pero hasta entonces pasaría un buen rato.
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*Continua la charla con Lyra
-Jajaja, que sea entonces - Usando la velocidad bien entrenada de sus dedos hizo aparecer una moneda de la nada - Hagamos lo siguiente, yo pondré la moneda sobre la mesa y tú pedirás lo que se te antoje - Jugaba con el trozo de metal, paseándolo entre los dedos - De esa manera todos ganamos, tu bebes a gusto, y mi garganta sigue intacta - Volvió a reír y se sentó junto a la muchacha.
Tal como había prometido, puso la moneda sobre la mesa y dejó que la mujer decidiera, en cuanto ella pidió lo suyo, Matt hizo un gesto para que le trajeran lo mismo a él.
-Así que tu visión fue mucho más directa, quizás mi mente sea algo más retorcida - No sabían si esas imágenes venían de los Dioses, de la piedra, la magia o de sus propias mentes - Tampoco parece ser muy claro sí es algo del pasado, del presente o del futuro - Apoyó el codo en la mesa y la cabeza en la mano - Aunque tengo la sensación de que mi visión incluía un poco de todo... -
Llegaron los tragos, Matthew bebió distraído mientras seguía pensando en las cosas que había visto, en cuanto comenzó a beber se dio cuenta que no habían brindado. “Eso atraerá a la mala suerte” cosas en las que antes no creía, pero que desde que estaba maldito lo hacían dudar.
-¿Un brindis? ¿Que tipo de deseo pedirías? - Se quedó pensando - Creo que parte de lo que vi está relacionado con lo que vendrá, escuché....Una carcajada acompañando a la mía, aunque no sé de qué nos reíamos - Se encogió de hombros - En cualquier caso, parecía ser un sujeto muy divertido, sí ese es mi futuro deseo que llegue lo antes posible - Chocó su vaso con el de la mujer - Eso es por lo que brindaré -
Y entonces sí bebió todo el contenido, pidiendo de inmediato otra ronda. No quería emborracharse, en cuanto sintiera que estaba perdiendo el control se retiraría, pero hasta entonces pasaría un buen rato.
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Matthew Owens
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
“No ha sido extraña, ha sido uno de los peores tragos de mi vida”
Al escuchar eso Sashenka entendió que las visiones podían ser distintas para cada uno, en el caso de la dragona, no creía que fuera algo malo, de hecho, en esencia habían sido imágenes de ella jugando de pequeña, nada peligroso ni escalofriante. Pero aún así...
-Yo no sé cómo definir lo que vi - A medida que se iba calmando podía poner en orden sus ideas y regresar a su actitud fría de siempre - Sólo fueron recuerdos del pasado, cuando era pequeña y jugaba en los parques del hogar de mis padres - Porque de hecho no podía considerar esa casa como su hogar, era la residencia de los Dozorova, el lugar donde había nacido y crecido, pero no era el sitio que la había albergado.
Sí la elfa no lo hubiese agarrado del brazo, probablemente Sasha habría buscado alguna excusa para retirarse, no estaba acostumbrada a compartir sentimientos y recuerdos tan íntimos, incluso aunque sabía que Yenna era una persona en la cual se podía confiar. Pero cuando escuchó lo que tenía para decir, ya no parecía correcto el irse.
-¿La muerte de tu padre? Es decir ¿Viste el futuro? - Era motivo para preocuparse, si un ser querido estaba en peligro... Quizás se podría hacer algo para evitarlo, tal vez por eso los Dioses habían enviado esas imágenes. Pero entonces ¿De qué le servía a Sasha su visión? El pasado no podía modificarse - ¿Dónde está tu pueblo? Quizás la Guardia podría ayudar - Dijo ingenuamente la dragona, pensando en posibles soluciones.
A medida que pasaban las horas las personas se juntaban más y más en las salas, aunque el ambiente no era igual al de otras fiestas. Todo el que hubiese tenido alguna visión se encontraba pensativo, algunos con un gesto de esperanza, otros con una profunda tristeza, pero sin duda nadie era indiferente al influjo que la extraña piedra ejercía.
-En mi visión, aunque parecía solo una escena de mi misma jugando, había algo más allí... Una... Persona... - Frunció el ceño, siquiera estaba segura de sí era hombre o mujer - Y esa persona me daba algo... - Suspiró, cerró los ojos y cuando volvió a abrirlos desvió la mirada - No sé qué es lo que tenía esa imagen, pero me resultó inquietante, como algo que no debería ser - Agachó la cabeza, sosteniéndola con ambas manos - Lo peor es que no puedo recordar si eso en verdad sucedió o si es una cosa inventada por la Piedra - Una manera de averiguarlo era preguntándole a sus padres, pero no tenía interés alguno en ir a visitarlos, sólo se la pasarían hablando de cómo estaba desperdiciando su vida y que debería regresar y casarse con algún dragón de buen apellido.
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Al escuchar eso Sashenka entendió que las visiones podían ser distintas para cada uno, en el caso de la dragona, no creía que fuera algo malo, de hecho, en esencia habían sido imágenes de ella jugando de pequeña, nada peligroso ni escalofriante. Pero aún así...
-Yo no sé cómo definir lo que vi - A medida que se iba calmando podía poner en orden sus ideas y regresar a su actitud fría de siempre - Sólo fueron recuerdos del pasado, cuando era pequeña y jugaba en los parques del hogar de mis padres - Porque de hecho no podía considerar esa casa como su hogar, era la residencia de los Dozorova, el lugar donde había nacido y crecido, pero no era el sitio que la había albergado.
Sí la elfa no lo hubiese agarrado del brazo, probablemente Sasha habría buscado alguna excusa para retirarse, no estaba acostumbrada a compartir sentimientos y recuerdos tan íntimos, incluso aunque sabía que Yenna era una persona en la cual se podía confiar. Pero cuando escuchó lo que tenía para decir, ya no parecía correcto el irse.
-¿La muerte de tu padre? Es decir ¿Viste el futuro? - Era motivo para preocuparse, si un ser querido estaba en peligro... Quizás se podría hacer algo para evitarlo, tal vez por eso los Dioses habían enviado esas imágenes. Pero entonces ¿De qué le servía a Sasha su visión? El pasado no podía modificarse - ¿Dónde está tu pueblo? Quizás la Guardia podría ayudar - Dijo ingenuamente la dragona, pensando en posibles soluciones.
A medida que pasaban las horas las personas se juntaban más y más en las salas, aunque el ambiente no era igual al de otras fiestas. Todo el que hubiese tenido alguna visión se encontraba pensativo, algunos con un gesto de esperanza, otros con una profunda tristeza, pero sin duda nadie era indiferente al influjo que la extraña piedra ejercía.
-En mi visión, aunque parecía solo una escena de mi misma jugando, había algo más allí... Una... Persona... - Frunció el ceño, siquiera estaba segura de sí era hombre o mujer - Y esa persona me daba algo... - Suspiró, cerró los ojos y cuando volvió a abrirlos desvió la mirada - No sé qué es lo que tenía esa imagen, pero me resultó inquietante, como algo que no debería ser - Agachó la cabeza, sosteniéndola con ambas manos - Lo peor es que no puedo recordar si eso en verdad sucedió o si es una cosa inventada por la Piedra - Una manera de averiguarlo era preguntándole a sus padres, pero no tenía interés alguno en ir a visitarlos, sólo se la pasarían hablando de cómo estaba desperdiciando su vida y que debería regresar y casarse con algún dragón de buen apellido.
***********************************************
-Continua la charla con Yenna
Sashenka Dozorova
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
–Ah, sí, lo siento. Dejando de lado la bofetada que significó el sueño que acabo de tener, estoy de maravillas –le respondí al hombre-perro mientras me levantaba con su ayuda.
Justo entonces una mujer apareció en escena, haciendo comentarios que delataban que ella también era consciente de las particularidades de la roca. Luego entró en un trance muy diferente y más extraño que el que experimentamos los demás. Y durante ese momento no supe si mirarla a ella, hacia los lados, al hombre-perro o qué hacer. Me sentí incómodo.
Afortunadamente no duró mucho. Cuando volvió en sí, dijo unas pocas palabras enigmáticas para luego marcharse como si nada hubiera pasado, ignorando por completo la pregunta del canino.
–Creo que hay demasiado frío como para usar el vestido rojo que lleva –comenté. Un comentario totalmente intrascendente.
Lo que no fue intrascendente fue lo que el hombre-perro dijo a continuación.
–Tal vez… –Hice una pausa mientras intentaba buscar una explicación–. Tal vez tiene un límite de éter que puede absorber. –Creé una diminuta esfera de luz, la cual hice crecer lentamente–. En cuanto supera ese límite… –La esfera, al alcanzar cinco centímetros de diámetro, estalló, disparando a su alrededor cientos de inofensivas partículas de luz que desaparecieron casi al instante–. Aun así. –Miré la roca–. Aun así, debería ser perceptible el éter que almacena, sin embargo, parece que está vacía, como si lo eliminara en su interior. Pero eso… no puede ser posible, ¿o sí? Hasta el momento, solo he visto que el éter puede transformarse, pero nunca crearse de la nada o desaparecer completamente. O… ¿acaso envía el éter a otro lugar, tal vez?
Pero esa tonta suposición dejaba muchas preguntas sin responder sobre el ritual del Día de la Alianza o sobre las alucinaciones, lo cual era frustrante.
–¡Demonios, esto es más complicado de lo que esperé! –murmuré, haciendo un mohín.
Entonces el canino propuso acompañarlo fuera, y no tuve que pensarlo demasiado para aceptar salir cuanto antes del lugar. Ya estaba empezando a dolerme la cabeza por el incienso.
–Claro, ¿por qué no? –dije con una pequeña sonrisa y encogiéndome de hombros.
Mientras caminaba, miré a las personas que estaban teniendo las extrañas alucinaciones. Un par de individuos, tomados de la mano, llamaron mi atención. ¿Cada uno veía algo diferente o compartían la visión?, me pregunté.
–Sé que es posible con magia. Pero aquí, en este caso, ¿crees que sea posible que dos o más personas tengan una misma visión, y al mismo tiempo? –compartí mi duda con el hombre-perro–. Porque, de ser así, entonces no se trata de algo alquímico simplemente.
Justo entonces una mujer apareció en escena, haciendo comentarios que delataban que ella también era consciente de las particularidades de la roca. Luego entró en un trance muy diferente y más extraño que el que experimentamos los demás. Y durante ese momento no supe si mirarla a ella, hacia los lados, al hombre-perro o qué hacer. Me sentí incómodo.
Afortunadamente no duró mucho. Cuando volvió en sí, dijo unas pocas palabras enigmáticas para luego marcharse como si nada hubiera pasado, ignorando por completo la pregunta del canino.
–Creo que hay demasiado frío como para usar el vestido rojo que lleva –comenté. Un comentario totalmente intrascendente.
Lo que no fue intrascendente fue lo que el hombre-perro dijo a continuación.
–Tal vez… –Hice una pausa mientras intentaba buscar una explicación–. Tal vez tiene un límite de éter que puede absorber. –Creé una diminuta esfera de luz, la cual hice crecer lentamente–. En cuanto supera ese límite… –La esfera, al alcanzar cinco centímetros de diámetro, estalló, disparando a su alrededor cientos de inofensivas partículas de luz que desaparecieron casi al instante–. Aun así. –Miré la roca–. Aun así, debería ser perceptible el éter que almacena, sin embargo, parece que está vacía, como si lo eliminara en su interior. Pero eso… no puede ser posible, ¿o sí? Hasta el momento, solo he visto que el éter puede transformarse, pero nunca crearse de la nada o desaparecer completamente. O… ¿acaso envía el éter a otro lugar, tal vez?
Pero esa tonta suposición dejaba muchas preguntas sin responder sobre el ritual del Día de la Alianza o sobre las alucinaciones, lo cual era frustrante.
–¡Demonios, esto es más complicado de lo que esperé! –murmuré, haciendo un mohín.
Entonces el canino propuso acompañarlo fuera, y no tuve que pensarlo demasiado para aceptar salir cuanto antes del lugar. Ya estaba empezando a dolerme la cabeza por el incienso.
–Claro, ¿por qué no? –dije con una pequeña sonrisa y encogiéndome de hombros.
Mientras caminaba, miré a las personas que estaban teniendo las extrañas alucinaciones. Un par de individuos, tomados de la mano, llamaron mi atención. ¿Cada uno veía algo diferente o compartían la visión?, me pregunté.
–Sé que es posible con magia. Pero aquí, en este caso, ¿crees que sea posible que dos o más personas tengan una misma visión, y al mismo tiempo? –compartí mi duda con el hombre-perro–. Porque, de ser así, entonces no se trata de algo alquímico simplemente.
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Nuevamente interactúo con Asher.Rauko
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
“...”
Uriel miró fijamente a Zöe, un tanto nervioso ¿No se encontraba bien? Por eso quizá está tan rara ¿Fue por esto entonces que….?¡Es verdad! ¡Nada a cambiado! ¡Zöe sigue exactamente igual! Es verdad, no hay nada que temer. Le sonrío levemente, aún con algo de timidez mientras niega levemente ¡Si, si! A sido solo una confusión, este pedrusco tiene la culpa de todo ¡No está cambiando nada! Con una sonrisa un tanto forzada, aceptó la mano de la bio ¡Todo estaría bien!
Zöe parecía ser la de siempre; silenciosa, neutral y fría pero, curiosamente, amable y cuidadosa con el infante ¡Uriel de inmediato se sintió a gusto! Apretó cariñosamente la mano de la mujer, solo con esto le basta….No…..No necesita nada más a parte de esto; Zöe siendo distante y amable, justo como siempre.
“Buenas noches...”
Murmurando cortésmente, Uriel observó la figura de la borracha Sophi, bebiendo alcohol apresuradamente con una extraña mirada perdida. La muchacha siempre le ha agradado a Uriel, sus palabras son afiladas y su conducta dura pero nunca a sido mala con él, de echo, siempre a sido paciente y agradable con él ¡Le agrada su presencia! Pero, por alguna razón, ella parecía….¿Más hostil? ¿Molesta? ….¿Triste? El vampirito se escondió levemente detrás de Zöe en cuanto escuchó cómo se dirigía a él, sintiéndose intimidado y…¿Avergonzado? La vampiresa no digo anda abiertamente hostil, tampoco se comportó fuera de lo normal pero, por el tono y las palabras, supo que había un segundo significado.
¡Eh! Pequeño Uriel ¿Quieres un trago? Generalmente no se le ofrece algo así a un niño pero hace mucho que pasaste la mayoría de edad.
Es verdad, no es un niño, es un vampiro. Incluso si su edad mental no a cambiado desde el día que fue mordido y su cuerpo permanecerá con 11 años para siempre, la verdad no cambiará; Es un ser que vivirá por 340 años. Pero eso es algo que Uriel no puede comprender aún, no puede entender la crueldad de la realidad que Sophitta acaba de decirle. No puede comprenderlo, pero si puede entender que acaba de ser insultado ¿Hizo algo que hiciera enfadar a la vampiresa? El usual Uriel se hubiera reído y burlado del asunto; ¿Una mera errante osa insultar a un noble vampiro Nova? ¡No es nada más que ganado impertinente! Con gusto, le hubiera enseñado la clara diferencia entre una errante y un noble. Bueno, eso solo si hubiera sido el Uriel usual, pero desde que su corazón y mente están tan perdidos y confusos no tuvo el valor de siquiera mirar a la vampiresa, se escondió un poco más detrás de la bio tímidamente.
¿Porque me siento tan avergonzado?
Zöe habló con la vampiresa pero Uriel no estaba prestando real atención, está más bien pensativo y algo perdido ¿Porque le dolió tanto escuchar las palabras de Sophitia? Es como si hubiera sido reñido por un adulto, como si le gritaran por haber sido un niño malo pero no sabía que había hecho mal ¿Qué hizo para ganarse esas palabras? Una punzada de dolor atravesó su cabeza, una clara advertencia de que no se atreviera a seguir pensando en eso. Uriel decidió obedecer a su cabeza, forzar a su inmadura mente a reflexionar algo tan complejo solo le dañaría…..Le dañaría y el haría recordar cosas desagradables, no debía continuar. En su lugar, decidió prestar atención a la bio, quien se disponía a explicar su visión.
Uri
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Parecía un charlatán, uno de los cuales ni siquiera se ganaría el gusto de recibir una mirada suya por las calles o siquiera una pizca de su atención, pero la situación era diferente a la usual, más bien, su estado emocional variaba mucho. Hace mucho no tenía una charla que durase más de tres minutos seguidos con alguien, semanas, quizá un mes o más, no recordaba realmente, así de espaciada era de los desconocidos, culpaba a los traumas sufridos dentro de ella.
Al aparecer la moneda de entre sus dedos de esa manera, arqueó una ceja sin moverse del lugar en el que estaba, se sorprendió al no ver siquiera un movimiento anterior a ese, pero sin más, afirmó. Pensó por un segundo la bebida, quería algo frío, no ese vino que le causaba nauseas, lo odiaba, probablemente hasta lo habían mezclado con vinagre o venía mal prensado, cosas de pueblos pobres.
Tomó la moneda en su mano con suavidad una vez la colocó en la mesa, la observó a los lados acercándola a su rostro para ver sí poseía algún hilo y finalmente la dejó nuevamente en el centro de la mesa.
— Que sea hidromiel entonces. Y fría, o se la tiraré a la camarera en la cara. — Suspiró y se relajó, estirando su cuerpo hacia atrás al igual que los brazos por arriba de su nuca. — No debe ser muy difícil mantener la bebida fría en este clima de todos modos. —
— Debe ser bastante retorcida, después de todo eres el que aborda a mujeres desconocidas con mis pintas en un evento como este. — Sonrió y sin más lo dejó terminar.
— La mía fue muy directa, y con una mezcla mi pasado, mi presente y mi futuro, o eso supongo, no estoy del todo segura, realmente. — Le dió un sorbo corto al trago para comprobar su calidad y su temperatura. No estaba caliente ni natural, pero sabía que sí no la terminaba pronto así lo estaría, fue por ello que dió un largo sorbo apenas la probó para así quedarse mirando al ajeno mientras lo hacía.
Miró al ajeno cuando le ofreció el brindis, con cierta sospecha incluída en su mirada, todo a la par que tomaba el chopp de madera delante de ella. — Brindis eh... ¿Le tienes miedo a los dioses? — Pensó un momento su deseo antes de hablar. — Será un deseo típico velando por mejor fortuna. — Luego miró curiosa al ajeno, ahora sí que le parecía que una parte de él era sumamente extraña. — Yo vi parte de mi pasado — Tomó un trago antes de continuar. — Yo era joven, me veía desde... Otra perspectiva. — Tosió un poco esperando no sonar como una loca. — Estaba entrenando con el arco frente a mi padre, quien me enseñó uno de los oficios más antigüos del mundo. Parecía disfrutarlo mucho, sonreía, luego sentí en un momento entre risas que él se desvanecía dentro de mí, y así fue frente a mis ojos junto a todo lo que me rodeaba. — Dió otro trago a la hidromiel, solo fue corto con la intención de pensar como describir lo que tenía en mente, miró luego fijamente a la mesa y empezó a hablar. — Quedé sola en medio de la oscuridad y mi cuerpo lentamente se transformó, fue creciendo hasta mí yo actual a la vez que delante de mis ojos aparecía un camino rodeado de sombras, troncos y las copas de los árboles. Me sumergí en el camino, avanzando poco a poco con cautela, el viento se escuchaba resonar en las hojas a la vez que el frío me invadía el cuerpo, pude sentir escalofríos y como la piel se me ponía de gallina. Ahora el vapor del aire que emanaba se veía delante de mí, mientras cuervos volaban de las ramas de los árboles a mi alrededor mediante avanzaba. — Sus ojos ahora se centraron el ajeno para comprobar que todavía estuviera prestándole atención y así, continuó. — Y lo más confuso llega ahora, creo que caminé un buen rato, aunque no estoy segura de cuanto tiempo habrá sido, pero el camino comenzó a desvanecerse y delante de mí empezaron a emerger paredes, paredes de piedra que impedían mi paso hacia adelante, una vez quise rodearla otra emergió delante de mí, solo permitiéndome cambiar el rumbo hacia donde iba. Poco a poco las paredes iban apareciendo cada vez con más frecuencia, empecé a cansarme, estaba agitada y fue ahí cuando me percaté que estaba rodeada. Encerrada entre cuatro paredes grises, lisas, intenté escalarlas pero me caí a los pocos metros. Luego escuché gritos, los típicos gritos que una se puede imaginar de un bando luchando contra otro, apenas fue ahí que me percaté del sonido del metal chocando, los golpes, los cortes, todo era perfectamente diferenciable, finalmente pude escuchar algunos gritos que reconocía, mucho más fuertes que los demás, empecé a tratar de trepar con aún más fuerzas, golpee la pared una y otra vez hasta que oí el último... — Su voz tuvo un altibajo al musitar la última palabra y se cayó, tragó saliva y continuó. — Era de mi padre, lo supe en el primer momento que lo escuché, su voz se cortó en un ahogado grito al final y ahí fue cuando todo comenzó a desaparecer en una niebla oscura hasta que desperté. — Miró la mesa unos segundos de más, tragó saliva, luego un sorbo de la jarra y finalmente miró a Matt fijamente. Algo en su pecho le punzaba, pero se sentía bien haberlo dejado salir, sentía cierta satisfacción en la boca de su estómago, una extraña sensación que le causaba cosquillas. Se avergonzó de haber dejado salir todo eso delante de un extraño, tanto por el ajeno, por lo que pensaría de ella como también de su estupidez por hablar tanto sin motivo alguno.
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Converso con Matt y le cuento la visión.
Al aparecer la moneda de entre sus dedos de esa manera, arqueó una ceja sin moverse del lugar en el que estaba, se sorprendió al no ver siquiera un movimiento anterior a ese, pero sin más, afirmó. Pensó por un segundo la bebida, quería algo frío, no ese vino que le causaba nauseas, lo odiaba, probablemente hasta lo habían mezclado con vinagre o venía mal prensado, cosas de pueblos pobres.
Tomó la moneda en su mano con suavidad una vez la colocó en la mesa, la observó a los lados acercándola a su rostro para ver sí poseía algún hilo y finalmente la dejó nuevamente en el centro de la mesa.
— Que sea hidromiel entonces. Y fría, o se la tiraré a la camarera en la cara. — Suspiró y se relajó, estirando su cuerpo hacia atrás al igual que los brazos por arriba de su nuca. — No debe ser muy difícil mantener la bebida fría en este clima de todos modos. —
— Debe ser bastante retorcida, después de todo eres el que aborda a mujeres desconocidas con mis pintas en un evento como este. — Sonrió y sin más lo dejó terminar.
— La mía fue muy directa, y con una mezcla mi pasado, mi presente y mi futuro, o eso supongo, no estoy del todo segura, realmente. — Le dió un sorbo corto al trago para comprobar su calidad y su temperatura. No estaba caliente ni natural, pero sabía que sí no la terminaba pronto así lo estaría, fue por ello que dió un largo sorbo apenas la probó para así quedarse mirando al ajeno mientras lo hacía.
Miró al ajeno cuando le ofreció el brindis, con cierta sospecha incluída en su mirada, todo a la par que tomaba el chopp de madera delante de ella. — Brindis eh... ¿Le tienes miedo a los dioses? — Pensó un momento su deseo antes de hablar. — Será un deseo típico velando por mejor fortuna. — Luego miró curiosa al ajeno, ahora sí que le parecía que una parte de él era sumamente extraña. — Yo vi parte de mi pasado — Tomó un trago antes de continuar. — Yo era joven, me veía desde... Otra perspectiva. — Tosió un poco esperando no sonar como una loca. — Estaba entrenando con el arco frente a mi padre, quien me enseñó uno de los oficios más antigüos del mundo. Parecía disfrutarlo mucho, sonreía, luego sentí en un momento entre risas que él se desvanecía dentro de mí, y así fue frente a mis ojos junto a todo lo que me rodeaba. — Dió otro trago a la hidromiel, solo fue corto con la intención de pensar como describir lo que tenía en mente, miró luego fijamente a la mesa y empezó a hablar. — Quedé sola en medio de la oscuridad y mi cuerpo lentamente se transformó, fue creciendo hasta mí yo actual a la vez que delante de mis ojos aparecía un camino rodeado de sombras, troncos y las copas de los árboles. Me sumergí en el camino, avanzando poco a poco con cautela, el viento se escuchaba resonar en las hojas a la vez que el frío me invadía el cuerpo, pude sentir escalofríos y como la piel se me ponía de gallina. Ahora el vapor del aire que emanaba se veía delante de mí, mientras cuervos volaban de las ramas de los árboles a mi alrededor mediante avanzaba. — Sus ojos ahora se centraron el ajeno para comprobar que todavía estuviera prestándole atención y así, continuó. — Y lo más confuso llega ahora, creo que caminé un buen rato, aunque no estoy segura de cuanto tiempo habrá sido, pero el camino comenzó a desvanecerse y delante de mí empezaron a emerger paredes, paredes de piedra que impedían mi paso hacia adelante, una vez quise rodearla otra emergió delante de mí, solo permitiéndome cambiar el rumbo hacia donde iba. Poco a poco las paredes iban apareciendo cada vez con más frecuencia, empecé a cansarme, estaba agitada y fue ahí cuando me percaté que estaba rodeada. Encerrada entre cuatro paredes grises, lisas, intenté escalarlas pero me caí a los pocos metros. Luego escuché gritos, los típicos gritos que una se puede imaginar de un bando luchando contra otro, apenas fue ahí que me percaté del sonido del metal chocando, los golpes, los cortes, todo era perfectamente diferenciable, finalmente pude escuchar algunos gritos que reconocía, mucho más fuertes que los demás, empecé a tratar de trepar con aún más fuerzas, golpee la pared una y otra vez hasta que oí el último... — Su voz tuvo un altibajo al musitar la última palabra y se cayó, tragó saliva y continuó. — Era de mi padre, lo supe en el primer momento que lo escuché, su voz se cortó en un ahogado grito al final y ahí fue cuando todo comenzó a desaparecer en una niebla oscura hasta que desperté. — Miró la mesa unos segundos de más, tragó saliva, luego un sorbo de la jarra y finalmente miró a Matt fijamente. Algo en su pecho le punzaba, pero se sentía bien haberlo dejado salir, sentía cierta satisfacción en la boca de su estómago, una extraña sensación que le causaba cosquillas. Se avergonzó de haber dejado salir todo eso delante de un extraño, tanto por el ajeno, por lo que pensaría de ella como también de su estupidez por hablar tanto sin motivo alguno.
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Converso con Matt y le cuento la visión.
Última edición por Lyra el Jue Ene 02 2020, 00:28, editado 1 vez
Lyra
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
El hombre desconocido a su lado movió los ojos en una dirección distinta a la que había estado fijándolos los últimos cinco minutos. Aquello debía ser la primera señal de su despertar, y por lo tanto Eilydh supo exactamente lo que pasaba por su mente. No necesitó preguntarle que había visto al tocar aquella parte del cometa, pues el chico comenzó a explicarle sobre ella con la certeza de que ambos habían estado allí, y Eilydh sabía que él lo había percibido de la misma manera que ella. Pero que preguntarles a ambos como lo sabían era un ticket a una respuesta confusa y difícil de poner en palabras.
El muchacho parecía exaltado ante la idea de conocer a las personas de aquella visión. A Eilydh le sorprendió no haber escuchado el nombre de aquel elfo unido a la palabra "héroe" en ninguno de sus libros de historia elfa. De hecho, el único elfo con aquel nombre había sido conocido por su pertenencia al consejo, ilustre y poderoso como la mayoría de los que pertenecen. El recuerdo del consejo elfo fue demasiada conexión a su visión anterior y aquello le causó una sensación de molestia que rompió la burbuja de emoción en la que se había envuelto hasta hacía minutos.
Soltó la mano del chico a la que aún estaba agarrada de manera rápida y sus mejillas se tiñeron de rosado al darse cuenta que las había mantenido agarradas sin darse cuenta durante más tiempo del necesario. Carraspeó y se alejó un poco del chico, como para compensar.
-Al menos dime que acabaron con Ha'las.- dijo mientras se acomodaba la capa blanca de viaje sobre la armadura. - Aquellas sombras... Estoy segura que estábamos en el bando acertado. Aunque no se podría decirte exactamente el porqué. -añadió- Ese hombre... Zydan parecía certero en sus estocadas. Pero tenía el gesto seguro de alguien que sabe que esta al mando. Curioso..- dijo con una sonrisa irónica en los labios.
Miró a su alrededor de manera distraída, como si el enlace entre su primera y su segunda visión es lo que acabó por romperla. Por mostrarle justo que pese a la fiereza con la que había instado a Tyelpe a tensar su arco certero, ella jamás sería honorada como aquel heroe elfo por los de su clase. Al menos no con aquella cicatriz en su espalda. De nuevo el nudo en el estómago que parecía haberse deshecho durante el tiempo de la visión y...
¿Matt Owens? ¿Aquel hombre en el que había fijado su mirada distraída era... Matt Owens? Parecía bien acompañado y a Eilydh le hizo gracia pensar que el hombre aún escondía facetas que no le había mostrado. Sonrió mordaz. Tan solo esperaba que la chica con la que estaba hablando fuese una nueva prostituta en ciudad lagarto a la mañana siguiente. Sino, el hombre habría perdido toda la noche en nada... y a Eilydh la consumía ver lo fracasar pues le hacía cuestionarse si había acudido a la persona adecuada para su plan.
Se giró hasta el guerrero al que hasta ahora había dado la espalda ensimismada en sus pensamientos. Le dedicó una sonrisa furtiva y después dijo:
-Invítame a una copa señor......- se dió cuenta que no conocía su nombre. Hizo un gesto con su cara como indicándole que esperaba dos cosas de él. La primera era que hiciese lo que le había pedido. La segunda que le dijese su nombre. Aquello no era más que un deje de orgullo y superioridad elfa, Y aún así sonó como una orden que la chica no se esforzó en camuflar, al fin y al cabo aquel hombre ya había conocido demasiado su lado vulnerable. - ... al fin y al cabo estamos aquí para celebrar Yule. Y nuestra victoria....- añadió, poco convencida.
Le regaló una de sus sonrisas falsas que no traspasó a los ojos y caminó decidida hasta una de las barras del lugar. Se aseguró de pasar cerca de donde Matt Owens y la chica desconocida conversaban y de que este hiciese contacto visual con ella. Le guiñó un ojo de manera burlona al pasar y esperó al guerrero.
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Sigo interactuando con Alward. Menciono a Matthew Owens y a Lyra de pasada.
El muchacho parecía exaltado ante la idea de conocer a las personas de aquella visión. A Eilydh le sorprendió no haber escuchado el nombre de aquel elfo unido a la palabra "héroe" en ninguno de sus libros de historia elfa. De hecho, el único elfo con aquel nombre había sido conocido por su pertenencia al consejo, ilustre y poderoso como la mayoría de los que pertenecen. El recuerdo del consejo elfo fue demasiada conexión a su visión anterior y aquello le causó una sensación de molestia que rompió la burbuja de emoción en la que se había envuelto hasta hacía minutos.
Soltó la mano del chico a la que aún estaba agarrada de manera rápida y sus mejillas se tiñeron de rosado al darse cuenta que las había mantenido agarradas sin darse cuenta durante más tiempo del necesario. Carraspeó y se alejó un poco del chico, como para compensar.
-Al menos dime que acabaron con Ha'las.- dijo mientras se acomodaba la capa blanca de viaje sobre la armadura. - Aquellas sombras... Estoy segura que estábamos en el bando acertado. Aunque no se podría decirte exactamente el porqué. -añadió- Ese hombre... Zydan parecía certero en sus estocadas. Pero tenía el gesto seguro de alguien que sabe que esta al mando. Curioso..- dijo con una sonrisa irónica en los labios.
Miró a su alrededor de manera distraída, como si el enlace entre su primera y su segunda visión es lo que acabó por romperla. Por mostrarle justo que pese a la fiereza con la que había instado a Tyelpe a tensar su arco certero, ella jamás sería honorada como aquel heroe elfo por los de su clase. Al menos no con aquella cicatriz en su espalda. De nuevo el nudo en el estómago que parecía haberse deshecho durante el tiempo de la visión y...
¿Matt Owens? ¿Aquel hombre en el que había fijado su mirada distraída era... Matt Owens? Parecía bien acompañado y a Eilydh le hizo gracia pensar que el hombre aún escondía facetas que no le había mostrado. Sonrió mordaz. Tan solo esperaba que la chica con la que estaba hablando fuese una nueva prostituta en ciudad lagarto a la mañana siguiente. Sino, el hombre habría perdido toda la noche en nada... y a Eilydh la consumía ver lo fracasar pues le hacía cuestionarse si había acudido a la persona adecuada para su plan.
Se giró hasta el guerrero al que hasta ahora había dado la espalda ensimismada en sus pensamientos. Le dedicó una sonrisa furtiva y después dijo:
-Invítame a una copa señor......- se dió cuenta que no conocía su nombre. Hizo un gesto con su cara como indicándole que esperaba dos cosas de él. La primera era que hiciese lo que le había pedido. La segunda que le dijese su nombre. Aquello no era más que un deje de orgullo y superioridad elfa, Y aún así sonó como una orden que la chica no se esforzó en camuflar, al fin y al cabo aquel hombre ya había conocido demasiado su lado vulnerable. - ... al fin y al cabo estamos aquí para celebrar Yule. Y nuestra victoria....- añadió, poco convencida.
Le regaló una de sus sonrisas falsas que no traspasó a los ojos y caminó decidida hasta una de las barras del lugar. Se aseguró de pasar cerca de donde Matt Owens y la chica desconocida conversaban y de que este hiciese contacto visual con ella. Le guiñó un ojo de manera burlona al pasar y esperó al guerrero.
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Sigo interactuando con Alward. Menciono a Matthew Owens y a Lyra de pasada.
Eilydh
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
La soltó del brazo en cuanto vio que se quedaba. Primero la escuchó dubitativa y luego reaccionó ante sus palabras, ¿cómo iba la guardia a ayudar a su familia? ¿A su pueblo? Esbozó una sonrisa amarga y miró hacia arriba, al cielo. Pensó en las noches en las que de pequeña había observado el gran cielo estrellado desde Sandorái.
-Lo cierto es que vi parte de verdad del pasado, ¿cómo puedo estar segura de si es cierto? -Regresó la mirada a la mujer, los ojos de Sasha decían que también pensaba en algo- La guardia no puede hacer nada por mí -Sus amargos pensamientos iban recordando todas sus vivencias y se preguntó porqué la piedra le había mostrado la muerta de su padre. ''¿Por qué eso y no la traición de mi mejor compañero?'', volvió a mirar al cielo y susurró una palabra en élfico que significaba ''Maldición''.
Buscó con la mirada al mismo hombre que antes les trajo las dos copas de vino y esta vez pidió una cerveza, no estaba en ese momento como para preocuparse de mezclar bebidas o no. Daba igual, se sentía más cómoda con un vaso de aquel otro líquido:
-Aquí tiene, es curioso ver todo tipo de razas por el pueblo -Comentó él, un frondoso bigote adornaba la parte superior de su boca, sonreía mientras hablaba y Yenna no podía evitar preguntarse cómo todos los habitantes desprendían tanta amabilidad y alegría- Lo cierto es que le da otro color a esto, nosotros adoramos esta celebración y espero que ustedes sepan apreciarla -Sin decir más se fue, aunque había un deje extraño en cómo había dicho las cosas que hacia sospechar; ninguna de las dos le había preguntado nada.
-¿Una persona? -Repitió lo que dijo y vio la reacción de la muchacha, parecía que ella tampoco estaba acostumbrada a contar sus cosas, pero estaba ciertamente segura de que nada de lo que hubiese visto sería tan grave como lo suyo. ¿Realmente se merecía ver y sentir tal cosa?- ¿Qué recibías? -Preguntó de forma automática- ¿Era algo especial? ¿Algo que posees en la actualidad?
Todo debía tener algún tipo de relación. No pensaba que algo tan importante como una Visión fuese una cosa sin más que olvidar...mucho menos cuando aún sentía lo que era el fuego recorriendo tu cuerpo...y el olor a carne chamuscada, que nada tenía que ver con el olor a una carne cocinándose.
-Se quemó vivo -Susurró, dando a entender que su vivencia era del pasado, lo que había visto no podía ser actual. Las casas, el caballo de su padre, todo pertenecía al pasado, era casi imposible siquiera que Crindorada siguiese vivo.
Tomó un buen sorbo de la cerveza sin hacer ruido y miró a su alrededor, pues la mirada de Sashenka parecía ser esquiva con ella de algún modo. Entonces se fijó en que el encargado de aquella zona tenía razón, allí había más elfas, humanos, algún que otro hombre-bestia y estaba segura de que alguna bruja también. Esta última observación le heló la sangre y recordó su idea anterior, ¿y si el anciano que estaba al lado de la Piedra era un brujo? O...si todos los demás presentes le ayudaban a crear esas disparatadas visiones a los que celebraban...no lo sabía, pero algo la llamaba a averiguarlo.
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-Lo cierto es que vi parte de verdad del pasado, ¿cómo puedo estar segura de si es cierto? -Regresó la mirada a la mujer, los ojos de Sasha decían que también pensaba en algo- La guardia no puede hacer nada por mí -Sus amargos pensamientos iban recordando todas sus vivencias y se preguntó porqué la piedra le había mostrado la muerta de su padre. ''¿Por qué eso y no la traición de mi mejor compañero?'', volvió a mirar al cielo y susurró una palabra en élfico que significaba ''Maldición''.
Buscó con la mirada al mismo hombre que antes les trajo las dos copas de vino y esta vez pidió una cerveza, no estaba en ese momento como para preocuparse de mezclar bebidas o no. Daba igual, se sentía más cómoda con un vaso de aquel otro líquido:
-Aquí tiene, es curioso ver todo tipo de razas por el pueblo -Comentó él, un frondoso bigote adornaba la parte superior de su boca, sonreía mientras hablaba y Yenna no podía evitar preguntarse cómo todos los habitantes desprendían tanta amabilidad y alegría- Lo cierto es que le da otro color a esto, nosotros adoramos esta celebración y espero que ustedes sepan apreciarla -Sin decir más se fue, aunque había un deje extraño en cómo había dicho las cosas que hacia sospechar; ninguna de las dos le había preguntado nada.
-¿Una persona? -Repitió lo que dijo y vio la reacción de la muchacha, parecía que ella tampoco estaba acostumbrada a contar sus cosas, pero estaba ciertamente segura de que nada de lo que hubiese visto sería tan grave como lo suyo. ¿Realmente se merecía ver y sentir tal cosa?- ¿Qué recibías? -Preguntó de forma automática- ¿Era algo especial? ¿Algo que posees en la actualidad?
Todo debía tener algún tipo de relación. No pensaba que algo tan importante como una Visión fuese una cosa sin más que olvidar...mucho menos cuando aún sentía lo que era el fuego recorriendo tu cuerpo...y el olor a carne chamuscada, que nada tenía que ver con el olor a una carne cocinándose.
-Se quemó vivo -Susurró, dando a entender que su vivencia era del pasado, lo que había visto no podía ser actual. Las casas, el caballo de su padre, todo pertenecía al pasado, era casi imposible siquiera que Crindorada siguiese vivo.
Tomó un buen sorbo de la cerveza sin hacer ruido y miró a su alrededor, pues la mirada de Sashenka parecía ser esquiva con ella de algún modo. Entonces se fijó en que el encargado de aquella zona tenía razón, allí había más elfas, humanos, algún que otro hombre-bestia y estaba segura de que alguna bruja también. Esta última observación le heló la sangre y recordó su idea anterior, ¿y si el anciano que estaba al lado de la Piedra era un brujo? O...si todos los demás presentes le ayudaban a crear esas disparatadas visiones a los que celebraban...no lo sabía, pero algo la llamaba a averiguarlo.
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- off-rol:
- OFF-ROL: Sigo conversando con Sashenka, cualquiera es libre de interrumpirnos o mezclar la trama con la nuestra.
Yenna
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Hidromiel, bebida dulce, usualmente pedida por las mujeres más que por los hombres. A Matthew le gustaba bastante.
-Veo que hay cierto patrón en esto de las bebidas que no te gustan y hacerle daño a la gente que te las provee - Comentó el Estafador e hizo una media sonrisa burlona - Las mujeres con “tus pintas” suelen ser las más entretenidas, pero no creas que hago este tipo de cosas a diario. Solo me dejé llevar por el ambiente festivo - Abrió un poco los brazos para hacer hincapié en la atmósfera del lugar.
Cuando la muchacha le mencionó a los Dioses el gesto de Matthew se ensombreció un poco. Hace un año él hubiese estado en el lugar de esa chica, hablando con tono sarcástico como si se compadeciera del pobre infeliz que cree en esas tonterías. Se encogió de hombros y bebió un trago antes de contestar.
-Digamos que no me quedó más opción que creer en ellos - Luego simplemente hizo silencio y se quedó escuchando con atención la visión que había tenido la joven.
Ciertamente era una visión mucho más ordenada que la que había tenido Matthew, tenía cierto orden cronológico y personajes reconocibles. Claro que aún así el sueño tenía mucho más sentido para la muchacha que para Owens, lo único que podía entender de todo eso es que la figura del padre era en verdad importante para ella.
-¿Ir a hablar con tu padre es una opción? O... - Hizo un gesto bastante poco respetuoso para señalar sí estaba muerto. Se había terminado la bebida mientras escuchaba a la joven - ¿Otra ronda? - Levantó la mano para llamar la atención del que repartía los tragos y entonces vio pasar a Eil, cruzaron miradas y Matt sonrió con picardía - Me tendrás que disculpar, tengo que hacer algo - Cuando la elfa pasó el Estafador se inclinó, como si le mirara el trasero y exclamó en un tono vulgar que nada tenía que ver con la voz normal de Matthew - Señorita, no mueva tanto la jaula, que se le va a marear la cotorra - Y terminó la oración con un silbido.
Terminada la intervención, sumamente necesaria según Matt, volvió a sentarse como estaba antes y regresó a su actitud de siempre. No es necesario aclarar que ignoró por completo a Alward.
-En cualquier caso, se supone que este tipo de experiencias nos sirven para poder recapacitar o bien prepararnos para lo que vendrá ¿No lo crees? Suena como que tu visión te habla de un destino inexorable ¿Vas a resignarte a eso? ¿O vas a luchar? - Trajeron más hidromiel y Matt no tardó en agarrar su vaso, se cruzó de piernas de modo muy delicado y esperó a por la respuesta de la joven.
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-Hablo con Lyra y le grito una grosería a Eil
-Veo que hay cierto patrón en esto de las bebidas que no te gustan y hacerle daño a la gente que te las provee - Comentó el Estafador e hizo una media sonrisa burlona - Las mujeres con “tus pintas” suelen ser las más entretenidas, pero no creas que hago este tipo de cosas a diario. Solo me dejé llevar por el ambiente festivo - Abrió un poco los brazos para hacer hincapié en la atmósfera del lugar.
Cuando la muchacha le mencionó a los Dioses el gesto de Matthew se ensombreció un poco. Hace un año él hubiese estado en el lugar de esa chica, hablando con tono sarcástico como si se compadeciera del pobre infeliz que cree en esas tonterías. Se encogió de hombros y bebió un trago antes de contestar.
-Digamos que no me quedó más opción que creer en ellos - Luego simplemente hizo silencio y se quedó escuchando con atención la visión que había tenido la joven.
Ciertamente era una visión mucho más ordenada que la que había tenido Matthew, tenía cierto orden cronológico y personajes reconocibles. Claro que aún así el sueño tenía mucho más sentido para la muchacha que para Owens, lo único que podía entender de todo eso es que la figura del padre era en verdad importante para ella.
-¿Ir a hablar con tu padre es una opción? O... - Hizo un gesto bastante poco respetuoso para señalar sí estaba muerto. Se había terminado la bebida mientras escuchaba a la joven - ¿Otra ronda? - Levantó la mano para llamar la atención del que repartía los tragos y entonces vio pasar a Eil, cruzaron miradas y Matt sonrió con picardía - Me tendrás que disculpar, tengo que hacer algo - Cuando la elfa pasó el Estafador se inclinó, como si le mirara el trasero y exclamó en un tono vulgar que nada tenía que ver con la voz normal de Matthew - Señorita, no mueva tanto la jaula, que se le va a marear la cotorra - Y terminó la oración con un silbido.
Terminada la intervención, sumamente necesaria según Matt, volvió a sentarse como estaba antes y regresó a su actitud de siempre. No es necesario aclarar que ignoró por completo a Alward.
-En cualquier caso, se supone que este tipo de experiencias nos sirven para poder recapacitar o bien prepararnos para lo que vendrá ¿No lo crees? Suena como que tu visión te habla de un destino inexorable ¿Vas a resignarte a eso? ¿O vas a luchar? - Trajeron más hidromiel y Matt no tardó en agarrar su vaso, se cruzó de piernas de modo muy delicado y esperó a por la respuesta de la joven.
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Matthew Owens
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Dejo de comer algo inquieto, no le gustaba estar en esa zona, pero su amada había insistido en ir para hacer unas ofrendas. Lo encontraba innecesario y en extremo peligroso después del accidente en Ulmer. Aquello podía haber llegado a oído de sus padres o peor, podían haber sido rastreados durante su viaje a Dundarak y enojar más a los cazadores al ver que daban vueltas en círculos por Aerandir.
Había sido una mala idea dejarla ir sola. Estaba siendo paranoico pero los recuerdos compartidos de su otra mitad no le permitían estar tranquilo. Aquella mañana precisamente había sido despertado con el recuerdo de dos dragonas peleando y un lobo montado sobre el lomo de una. Aquello había sido todo, eran recuerdos de Ragabash. “¿En qué te metiste esta vez?” Se preguntó a pesar de no querer saber la respuesta.
Una ligera capa negra cubría su rostro y su cuerpo entero mientras avanzaba con cuidado. Se detenía a olfatear de vez en cuando. Buscaba el rastro de Aradia y el de algún insensato cazador que se dejase mostrar.
Bebidas y comidas de distintos tipos dejaban su esencia incluso a lo lejos. Podía también adivinar un evento donde un sin fin de razas se mezclaban. A veces parecía difícil creer que estas pudiesen vivir en paz aunque sea por algunos minutos, pero eso no era algo que le interesaba.
Se sentía bastante inquieto conforme se acercaba. Lograba distinguir el olor entre tantos, aunque era difícil y requería algo de concentración.
Se movía con cuidado de no tropezar con nadie en la entrada de la estancia sin prestar mayor atención a los detalles. Algunos olores le eran familiares aunque no podía recordar, seguramente Ragabash había vuelto a hacer de las suyas.
Observó primero la piedra que tanto llamaba la atención de los viajeros en el agujero al centro del recinto. Ciertamente irradiaba algo fuera de lo conocido, pero esto no era algo de su interés. Su olfato ya había localizado aquello por lo que acudía.
Dio unos pasos y comenzó a tambalearse. A simple vista parecía un viajero que había bebido demasiado nada más al llegar, pero estaba totalmente seguro de su sobriedad.
Su mano fue a parar sobre su cien, Ragabash gritaba en su interior como si algo estuviese invadiendo. Recordó lo peor que pudo haber recordado... Esa visión provocada por la droga en el ritual del maldito chaman. El momento en que ambas partes se encontraron y se dividieron. -¡Ragabash, cálmate maldita sea!-. Gritó a toda voz, pero no obtuvo respuesta.
Ahora parecía un ebrio a punto de caer desmayado y claro, eso ocurrió. Oscuridad y luego...
Sus ojos se abrieron lentamente y frunció el ceño. Sintió que Ragabash había dejado de gritar pero se encontraba inquieto, alerta y bastante molesto por la intromisión ajena en la mente que solo ellos compartían. En cierta medida el sentimiento era mutuo por ambas partes.
Olfateo nuevamente mientras observaba las piedras inmensas elevándose a varios metros del suelo, como si fuera arte de magia pero a la vez algo de lo más natural. ¿Dónde demonios estaba y por qué podía sentir el olor de su mujer ahí?
Se acercó al lugar donde estaba y pudo ver a los dos niños. Sintió que Ragabash gruñía con fuerza al recordarlos, aunque no alcanzaron a compartir demasiado. “Por fortuna para ellos” Pensó bastante confiado.
-Le ponen un dedo encima y serán la cena, cachorros-. Advierte el licántropo para arrodillarse a su lado y tomar las manos de su elfa. Verla así le revolvía el estomago y provocaba ganas de asesinar a cualquiera que fuese el responsable. -Tranquila, cielo. Estoy aquí, ¿qué ocurre?-. Le pregunta en un tono fraternal que el mismo se sorprende de haber encontrado a saber donde.
Entro en la "visión" de chimar y cannel para interactuar con ellos y aradia
Había sido una mala idea dejarla ir sola. Estaba siendo paranoico pero los recuerdos compartidos de su otra mitad no le permitían estar tranquilo. Aquella mañana precisamente había sido despertado con el recuerdo de dos dragonas peleando y un lobo montado sobre el lomo de una. Aquello había sido todo, eran recuerdos de Ragabash. “¿En qué te metiste esta vez?” Se preguntó a pesar de no querer saber la respuesta.
Una ligera capa negra cubría su rostro y su cuerpo entero mientras avanzaba con cuidado. Se detenía a olfatear de vez en cuando. Buscaba el rastro de Aradia y el de algún insensato cazador que se dejase mostrar.
Bebidas y comidas de distintos tipos dejaban su esencia incluso a lo lejos. Podía también adivinar un evento donde un sin fin de razas se mezclaban. A veces parecía difícil creer que estas pudiesen vivir en paz aunque sea por algunos minutos, pero eso no era algo que le interesaba.
Se sentía bastante inquieto conforme se acercaba. Lograba distinguir el olor entre tantos, aunque era difícil y requería algo de concentración.
Se movía con cuidado de no tropezar con nadie en la entrada de la estancia sin prestar mayor atención a los detalles. Algunos olores le eran familiares aunque no podía recordar, seguramente Ragabash había vuelto a hacer de las suyas.
Observó primero la piedra que tanto llamaba la atención de los viajeros en el agujero al centro del recinto. Ciertamente irradiaba algo fuera de lo conocido, pero esto no era algo de su interés. Su olfato ya había localizado aquello por lo que acudía.
Dio unos pasos y comenzó a tambalearse. A simple vista parecía un viajero que había bebido demasiado nada más al llegar, pero estaba totalmente seguro de su sobriedad.
Su mano fue a parar sobre su cien, Ragabash gritaba en su interior como si algo estuviese invadiendo. Recordó lo peor que pudo haber recordado... Esa visión provocada por la droga en el ritual del maldito chaman. El momento en que ambas partes se encontraron y se dividieron. -¡Ragabash, cálmate maldita sea!-. Gritó a toda voz, pero no obtuvo respuesta.
Ahora parecía un ebrio a punto de caer desmayado y claro, eso ocurrió. Oscuridad y luego...
Sus ojos se abrieron lentamente y frunció el ceño. Sintió que Ragabash había dejado de gritar pero se encontraba inquieto, alerta y bastante molesto por la intromisión ajena en la mente que solo ellos compartían. En cierta medida el sentimiento era mutuo por ambas partes.
Olfateo nuevamente mientras observaba las piedras inmensas elevándose a varios metros del suelo, como si fuera arte de magia pero a la vez algo de lo más natural. ¿Dónde demonios estaba y por qué podía sentir el olor de su mujer ahí?
Se acercó al lugar donde estaba y pudo ver a los dos niños. Sintió que Ragabash gruñía con fuerza al recordarlos, aunque no alcanzaron a compartir demasiado. “Por fortuna para ellos” Pensó bastante confiado.
-Le ponen un dedo encima y serán la cena, cachorros-. Advierte el licántropo para arrodillarse a su lado y tomar las manos de su elfa. Verla así le revolvía el estomago y provocaba ganas de asesinar a cualquiera que fuese el responsable. -Tranquila, cielo. Estoy aquí, ¿qué ocurre?-. Le pregunta en un tono fraternal que el mismo se sorprende de haber encontrado a saber donde.
Off:
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Ahroun
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
El comportamiento de Sophitia era cada vez más extraño, me resultaba indiferente sí era dañina o despectiva conmigo, pero en este caso estaba siendo agresiva con Uriel, y mi deber era proteger tanto la salud como el estado de ánimo de los orgánicos. Cuando el joven vampiro se puso detrás de mí, apoyé una mano en su cabeza, intentando darle ánimo o quizás para que no se sintiera solo.
-Tuve una visión sobre el pasado. Probablemente fueron imágenes generadas por mi sistema, utilizando la base de datos que tengo en la parte de mi cerebro a la cual no puedo acceder... - Noté que ninguno de los presentes podía entender a qué me refería - Es.. Algo que había olvidado y ahora puedo recordar ¿Correcto? - De esa manera parecía ser más sencillo - Era de cuando yo aún tenía mi cuerpo humano, cuando aún me llamaba por mi antiguo nombre. Estaba en una casa y escuchaba un ruido en una de las habitaciones, caminé hacía allí y cuando abrí la puerta... - [ERROR] era difícil el poder hablar, sentía algo muy fuerte a la altura de mi pecho que paralizaba mis cuerdas vocales - Allí estaba mi Hija -
Decirlo en voz alta pareció darle una seriedad y un peso que hasta el momento no tenía, era ilógico, pero así era como se sentía. El mundo de las emociones me estaba resultando mucho más complejo y doloroso de lo que creí que sería, y era consciente de que lo que estaba viviendo sólo era el comienzo.
-¿Y entonces? -
-Entonces me acercaba, le daba un abrazo y le decía... Le decía que la había extrañado mucho, que la extraño todos los días - Bajé la mirada y me fije en Uriel - Siento haberte confundido ¿Sí? No era mi intención -
La vampiro se mantuvo en silencio, ya estaba empezando la tercer botella de alcohol y no parecía que fuera a detenerse.
-Ya que se quieren tanto ¿Por que no te quedas con Uriel en lugar de tu hija? Así todo estarán felices - Tiró la botella que aún tenía un poco de alcohol contra uno de los árboles cercanos, haciéndola pedazos - Esa es mi ofrenda para los dioses en este maravilloso día, brindo por su felicidad - Se paró con mucha dificultad, eructando un par de veces - Me voy a buscar otra botella -
Sin duda estaba enojada por algo, aunque en ese sentido estaba tan perdida como Uriel. Miré al niño e incliné la cabeza hacia un lado mientras pensaba al respecto.
-Creo que hay una parte en todo esto que no sabemos - Las acciones de Sophi por lo general eran difíciles de entender, pero esta vez eran mucho más extremas de lo usual.
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*Sigo hablando con Uriel
-Tuve una visión sobre el pasado. Probablemente fueron imágenes generadas por mi sistema, utilizando la base de datos que tengo en la parte de mi cerebro a la cual no puedo acceder... - Noté que ninguno de los presentes podía entender a qué me refería - Es.. Algo que había olvidado y ahora puedo recordar ¿Correcto? - De esa manera parecía ser más sencillo - Era de cuando yo aún tenía mi cuerpo humano, cuando aún me llamaba por mi antiguo nombre. Estaba en una casa y escuchaba un ruido en una de las habitaciones, caminé hacía allí y cuando abrí la puerta... - [ERROR] era difícil el poder hablar, sentía algo muy fuerte a la altura de mi pecho que paralizaba mis cuerdas vocales - Allí estaba mi Hija -
Decirlo en voz alta pareció darle una seriedad y un peso que hasta el momento no tenía, era ilógico, pero así era como se sentía. El mundo de las emociones me estaba resultando mucho más complejo y doloroso de lo que creí que sería, y era consciente de que lo que estaba viviendo sólo era el comienzo.
-¿Y entonces? -
-Entonces me acercaba, le daba un abrazo y le decía... Le decía que la había extrañado mucho, que la extraño todos los días - Bajé la mirada y me fije en Uriel - Siento haberte confundido ¿Sí? No era mi intención -
La vampiro se mantuvo en silencio, ya estaba empezando la tercer botella de alcohol y no parecía que fuera a detenerse.
-Ya que se quieren tanto ¿Por que no te quedas con Uriel en lugar de tu hija? Así todo estarán felices - Tiró la botella que aún tenía un poco de alcohol contra uno de los árboles cercanos, haciéndola pedazos - Esa es mi ofrenda para los dioses en este maravilloso día, brindo por su felicidad - Se paró con mucha dificultad, eructando un par de veces - Me voy a buscar otra botella -
Sin duda estaba enojada por algo, aunque en ese sentido estaba tan perdida como Uriel. Miré al niño e incliné la cabeza hacia un lado mientras pensaba al respecto.
-Creo que hay una parte en todo esto que no sabemos - Las acciones de Sophi por lo general eran difíciles de entender, pero esta vez eran mucho más extremas de lo usual.
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*Sigo hablando con Uriel
Zöe
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
La dragona no había terminado su copa aún, le quedaban los últimos sorbos, pero a medida que se iba recuperando recordaba que estaba en servicio y que no podía consumir alcohol cuando tenía su trabajo pendiente. Se sentía algo culpable por estar escapando de esa manera a sus obligaciones, pero tampoco quería dejar ese asunto a medias, y no podía confiar en nadie más que en Yenna en ese momento.
Un sujeto comenzó a hablarles y Sashenka lo tomó como una falta de educación, no quería que las interrumpieran, ni tenía interés alguno en saber lo que ese desconocido pensaba sobre la participación de otras razas en la celebración. Lo miró con gesto serio durante toda la conversación, y continuó con esa misma cara hasta que se alejó.
-Si, una persona... No sé si era hombre o mujer, no podía verlo con claridad. Tampoco recuerdo el haberme encontrado con alguien así, no se parecía a nadie de mi familia y me resulta extraño que un desconocido pudiera estar en los jardines de la casa sin que los guardias lo vieran - Pasaba el dedo por el borde de la copa, de modo distraído. Negó con la cabeza al escuchar las preguntas de la elfa - No pude ver qué era lo que me daba, y no tengo ningún objeto relevante entre mis pertenencias. Lo que sea que me haya dado, si es que eso que vi sucedió alguna vez, ya no lo tengo conmigo -
Se hizo el silencio entre las dos guerreras, pero no era un silencio incomodo, sino reflexivo, ambas tenían muchas cosas sobre las cuales pensar y aunque compartirlo era sin duda sanador para las dos, habían ciertos detalles que necesitaban meditar por su cuenta. Al final la relativa calma fue interrumpida por tres sencillas palabras de Yenna, una oración corta que transmitía mucho dolor.
-Lo siento - No podía decir que sabía lo que sentía, porque la relación que Sashenka tenía con sus padres era muy distinta a la del promedio de las personas. Pero no era tan indolente como para no entender que el ver una cosa semejante no podía ser fácil. Ahora fue la dragona la que extendió el brazo y agarró el de Yenna - ... - Abrió la boca como sí quisiera decir algo más, pero no estaba segura de qué podía agregar a semejante conversación. Así que se quedó en silencio y sólo mantuvo el contacto físico durante algunos segundos más, intentando acompañar a la elfa en ese difícil momento.
Pasado ese tiempo, se puso en pie.
-Debo volver a mi puesto. Si alguno de mis superiores nota que no estoy donde debería recibiré un castigo - Bajó la vista y agregó - ¿Seguirás en la celebración? - Estando de un ánimo semejante no sería raro que Yenna prefiriera irse.
********************************
-Interactuo con Yenna
Un sujeto comenzó a hablarles y Sashenka lo tomó como una falta de educación, no quería que las interrumpieran, ni tenía interés alguno en saber lo que ese desconocido pensaba sobre la participación de otras razas en la celebración. Lo miró con gesto serio durante toda la conversación, y continuó con esa misma cara hasta que se alejó.
-Si, una persona... No sé si era hombre o mujer, no podía verlo con claridad. Tampoco recuerdo el haberme encontrado con alguien así, no se parecía a nadie de mi familia y me resulta extraño que un desconocido pudiera estar en los jardines de la casa sin que los guardias lo vieran - Pasaba el dedo por el borde de la copa, de modo distraído. Negó con la cabeza al escuchar las preguntas de la elfa - No pude ver qué era lo que me daba, y no tengo ningún objeto relevante entre mis pertenencias. Lo que sea que me haya dado, si es que eso que vi sucedió alguna vez, ya no lo tengo conmigo -
Se hizo el silencio entre las dos guerreras, pero no era un silencio incomodo, sino reflexivo, ambas tenían muchas cosas sobre las cuales pensar y aunque compartirlo era sin duda sanador para las dos, habían ciertos detalles que necesitaban meditar por su cuenta. Al final la relativa calma fue interrumpida por tres sencillas palabras de Yenna, una oración corta que transmitía mucho dolor.
-Lo siento - No podía decir que sabía lo que sentía, porque la relación que Sashenka tenía con sus padres era muy distinta a la del promedio de las personas. Pero no era tan indolente como para no entender que el ver una cosa semejante no podía ser fácil. Ahora fue la dragona la que extendió el brazo y agarró el de Yenna - ... - Abrió la boca como sí quisiera decir algo más, pero no estaba segura de qué podía agregar a semejante conversación. Así que se quedó en silencio y sólo mantuvo el contacto físico durante algunos segundos más, intentando acompañar a la elfa en ese difícil momento.
Pasado ese tiempo, se puso en pie.
-Debo volver a mi puesto. Si alguno de mis superiores nota que no estoy donde debería recibiré un castigo - Bajó la vista y agregó - ¿Seguirás en la celebración? - Estando de un ánimo semejante no sería raro que Yenna prefiriera irse.
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Sashenka Dozorova
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
— Se podría decir que es una costumbre de donde vengo. — Podía tomarlo como quiera. Lyra solo rió hacia adentro mientras miraba observaba el ambiente a su alrededor
— ¿Las más entretenidas? No sé a que te refieres. —
Se fue quedando sin contenido en su grande vaso de madera, avispado fue el moreno quien ordenó de inmediato otra ronda.
Observó con cierto odio a la camarera que en vez de traerle las bebidas de inmediato, se quedó esperando más ordenes de unos sujetos no tan alejados de estos dos.
Arqueó una ceja, solo un estúpido no creería en los dioses con tanta evidencia de su existencia, es por ello que negó.
— Nunca dije eso, solo que les tienes cierto miedo. ¿Te ganaste el odio de alguno? — Acarició el vaso con la yema de sus dedos a la par que observó a la elfa que pasó a su lado. Le llamó la atención su armadura y el porte que llevaba, pero sin más, volvió su atención a la mesa.
Eso fue claro antes de que su acompañante haga esa escena. Arqueó ambas cejas y miró con cierto disgusto al ajeno, luego miró a la elfa por un segundo antes de volver con su mirada a Matt. — Sí intenta apuñalarte, no la detendré. — Musitó secamente. Observó luego a la elfa en busca de su reacción hasta que el contrario siguió hablando, cambiando de tema, lo miró con cierto disgusto por unos momentos y luego suspiró, no dijo nada más porque parecían conocerse.
— No sé, y eso es lo que temo de mi visión. El no saber sí es real o no es lo que más me molesta. Y Sobre todo también en el contexto en el que me vi. — Sin más luego siguió oyéndole y se encogió de hombros sin mucho más que decir.
— ¿Las más entretenidas? No sé a que te refieres. —
Se fue quedando sin contenido en su grande vaso de madera, avispado fue el moreno quien ordenó de inmediato otra ronda.
Observó con cierto odio a la camarera que en vez de traerle las bebidas de inmediato, se quedó esperando más ordenes de unos sujetos no tan alejados de estos dos.
Arqueó una ceja, solo un estúpido no creería en los dioses con tanta evidencia de su existencia, es por ello que negó.
— Nunca dije eso, solo que les tienes cierto miedo. ¿Te ganaste el odio de alguno? — Acarició el vaso con la yema de sus dedos a la par que observó a la elfa que pasó a su lado. Le llamó la atención su armadura y el porte que llevaba, pero sin más, volvió su atención a la mesa.
Eso fue claro antes de que su acompañante haga esa escena. Arqueó ambas cejas y miró con cierto disgusto al ajeno, luego miró a la elfa por un segundo antes de volver con su mirada a Matt. — Sí intenta apuñalarte, no la detendré. — Musitó secamente. Observó luego a la elfa en busca de su reacción hasta que el contrario siguió hablando, cambiando de tema, lo miró con cierto disgusto por unos momentos y luego suspiró, no dijo nada más porque parecían conocerse.
— No sé, y eso es lo que temo de mi visión. El no saber sí es real o no es lo que más me molesta. Y Sobre todo también en el contexto en el que me vi. — Sin más luego siguió oyéndole y se encogió de hombros sin mucho más que decir.
Lyra
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Abrir o no los ojos ese era el dilema, Aradia estaba temblando como una hoja durante el otoño mientras las voces de esa visión espeluznante le retumbaban en los oídos, al menos ya tenía una idea más clara de que haría a partir de ahora y entre eso estaba alejarse de esa piedra. Le llego a los oídos una voz aguda y apretó los ojos antes de respirar hondo y darse valor, solo era un mal sueño y seguramente quien le hablaba estaba tratando de sacarle del recinto porque había otros esperando su turno. Una tercera voz se unió y esta fue imposible no reconocerla, alzo la mirada cuando sintió el calor de sus manos y luego ver a quienes les rodeaban, “cachorros” miro a los niños y le pareció reconocerlos y al mirar alrededor agradeció que al menos no estuviera en su pesadilla personal.
-Perdona, so solo fue una pesadilla, no son malos, ya me los he topado alguna vez ¿Dónde estamos? –Miro a los presentes, y luego a Ahroun de nuevo- ¿Qué haces acá? ¿no eres una ilusión o si?- ¿como comprobar si eran realmente personas que fluctuaban de alguna forma en ese extraño lugar que parecía sacado de alguna fantasía bizarra y no solo parte de su imaginación?, bueno al menos esto era una fantasía y no un posible futuro, si fueran una visión no se verían tan contrariados ni confusos como ella. Al menos en las visiones dadas por el cáliz de Valeska no había topado algo así. Apretó una de las manos de Ahroun mientras con la zurda se presionaba la sien, y apoyándose en su hombro se levantó evitando hacer caso al eco de su visión que resonaba en su mente y sentía que si ponía atención un suave eco resonaba en ese lugar.-¿Alguna idea de cómo salir de aquí?
Entrecerró los ojos mirando a alguien que le parecía mortalmente familiar y palideciendo se soltó del abrazo de su pareja y corrió hacia allá, la figura delgada y con un aire arrogante parecía bailar entre un par de rocas antes de perderse en el abismo ¿alguien más lo acompañaba? -¿Zelas? –Musito y al dar vuelta en ese abismo de piedras vio al par y una mezcla de miedo y alegría le arrebolaron el corazón más la flecha que iba hacia ella le hizo dar un par de pazos atrás antes de lanzar un agudo grito y dejarse caer al suelo. ¿Qué demonios era ese lugar que solo le traía sus temores a darle (literalmente) un golpe en la cara? – ¡NO POR FAVOR!
Miro hacia donde estaban el par pero ahora no había nadie y tocándose el pecho se miraba aliviada de no encontrar una flecha atravesándolo. ¿Habían sido parte de esa visión o como Ahroun y los niños también estaban cerca del meteoro? – ¿Estas cosas son visiones del futuro? –Se preguntó en voz alta.
Off: Interactuando con Chimar Canel y Ahroun.
-Perdona, so solo fue una pesadilla, no son malos, ya me los he topado alguna vez ¿Dónde estamos? –Miro a los presentes, y luego a Ahroun de nuevo- ¿Qué haces acá? ¿no eres una ilusión o si?- ¿como comprobar si eran realmente personas que fluctuaban de alguna forma en ese extraño lugar que parecía sacado de alguna fantasía bizarra y no solo parte de su imaginación?, bueno al menos esto era una fantasía y no un posible futuro, si fueran una visión no se verían tan contrariados ni confusos como ella. Al menos en las visiones dadas por el cáliz de Valeska no había topado algo así. Apretó una de las manos de Ahroun mientras con la zurda se presionaba la sien, y apoyándose en su hombro se levantó evitando hacer caso al eco de su visión que resonaba en su mente y sentía que si ponía atención un suave eco resonaba en ese lugar.-¿Alguna idea de cómo salir de aquí?
Entrecerró los ojos mirando a alguien que le parecía mortalmente familiar y palideciendo se soltó del abrazo de su pareja y corrió hacia allá, la figura delgada y con un aire arrogante parecía bailar entre un par de rocas antes de perderse en el abismo ¿alguien más lo acompañaba? -¿Zelas? –Musito y al dar vuelta en ese abismo de piedras vio al par y una mezcla de miedo y alegría le arrebolaron el corazón más la flecha que iba hacia ella le hizo dar un par de pazos atrás antes de lanzar un agudo grito y dejarse caer al suelo. ¿Qué demonios era ese lugar que solo le traía sus temores a darle (literalmente) un golpe en la cara? – ¡NO POR FAVOR!
Miro hacia donde estaban el par pero ahora no había nadie y tocándose el pecho se miraba aliviada de no encontrar una flecha atravesándolo. ¿Habían sido parte de esa visión o como Ahroun y los niños también estaban cerca del meteoro? – ¿Estas cosas son visiones del futuro? –Se preguntó en voz alta.
Off: Interactuando con Chimar Canel y Ahroun.
Aradia Hazelmere
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
La repentina aparición de una mujer moreno, o más bien su sutil gemido, alertó a Katrina, la cual abrió los ojos como platos y desvió su atención hacia la extraña. Esta no parecía tener intenciones hostiles, pero la vampiresa era algo desconfiada. Rápidamente se puso en pie y giró su cuerpo por completo hacia la morena.
Acto seguido, la recién llegada le tendió un odre a la peliblanca. Esta última no movió ni un músculo, desvió su atención hacia el odre, y lejos de mostrarse confiada, entrecerró los ojos y miró con cautela a la extraña. Esta dijo algo sobre tomar vino en "vuestras ceremonias", seguramente se refería a la tradición cristiana. No era exactamente así, no todo el tiempo al menos. El pan y el vino se servía únicamente el último día de la semana, además debía ser bendecido por un representante de Dios... Erik era el único representante divino que la peliblanca había conocido, y dudaba mucho que aquella mujer lo fuese también.
La recién llegada hizo un acto que a Katrina le medio convenció para ganarse su confianza. Bebió del odre, disipando toda duda sobre si este estaba envenenado o algo así. Tras eso, volvió a ofrecérselo a la vampiresa, quien con lentitud se acercó a la mujer y agarró el odre. No tenía su entera confianza, pero al menos no pretendía nada malo contra ella... ¿Verdad? Quería ser así de ingenua, pero ella sabía bien qué tejemanejes podían ocurrir en la mente de las personas para hacer daño al prójimo.
"¿Qué haría Alward?", se preguntó por un instante. Sabía la respuesta; el humano agarraría el odre con gusto y le pegaría un enorme trago. Luego, seguramente respondería con amabilidad a la invitación y entablaría una agradable conversación con la desconocida. No era tan meticuloso como ella, y parecía saber bien en cuándo fiarse de la gente y cuándo no.
Estaban en una celebración, quizás debiera seguir el ejemplo del Sevna. Cerró los ojos, con el corazón casi en un puño, y sin pensárselo más tomó un trago del odre... ¡Estaba realmente delicioso! Sorprendida, abrió los ojos y miró a la mujer.
Le devolvió el odre e hizo una pequeña reverencia con la que le daba las gracias por aquello, acompañada de una ligera sonrisa.
Pensó en hablarle con su maestría de la voz, pero luego se retractó de aquella idea. No quería asustarla o algo peor...
Acto seguido, la invitó a arrodillarse junto a ella, frente a la cruz. Como agradecimiento por su amabilidad, le pediría al Señor que protegiese a aquella desconocida en sus viajes venideros.
No sabía cómo se las arreglaba, pero Matthew Owens siempre estaba en los sitios y momentos más inesperados, incluso aunque nada pegara allí. Y, cómo no, estaba allí para incordiar. Lo ponía de los nervios, pero no pensaba caer en su juego, ya que sabía que eso solamente aumentaría la satisfacción de este.
Cuando pasó por al lado de su mesa, le tiró una pequeña bolsa de monedas, que quedó en el centro de esta.
-El alquiler del caballo-Dijo haciendo un gesto de desgana con una mano-No te lo gastes en cosas sucias-Añadió esto último con un tono de sarcasmo, sin que en ningún momento entablase contacto visual.
Cuando se alejó del virrey de Ciudad Lagarto, quedó nuevamente frente a frente con la elfa.
-Sir Alward Sevna a su servicio-Hizo una pequeña reverencia. No era un acto pomposo ni nada parecido, simplemente le pareció gracioso presentarse así, ya que ese era su título, pero no actuaba como ninguno que lo ostentara-Y no tengo por qué invitar a nada, todo lo que aquí hay es gratis para cualquier viajero que se preste a orar en la Piedra de Odín o ayudar en las tareas de cuidado del lugar, según tengo entendido-Se puso ambas manos en la cintura, adoptando una pose relajada mientras esbozaba una sonrisa-...lo que sí puedo hacer es traerte una copa, señorita...-Y ahora, era él el que esperaba que la elfa se presentara.
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Off: Interactuo con Reike, Matt y Eilydh
Acto seguido, la recién llegada le tendió un odre a la peliblanca. Esta última no movió ni un músculo, desvió su atención hacia el odre, y lejos de mostrarse confiada, entrecerró los ojos y miró con cautela a la extraña. Esta dijo algo sobre tomar vino en "vuestras ceremonias", seguramente se refería a la tradición cristiana. No era exactamente así, no todo el tiempo al menos. El pan y el vino se servía únicamente el último día de la semana, además debía ser bendecido por un representante de Dios... Erik era el único representante divino que la peliblanca había conocido, y dudaba mucho que aquella mujer lo fuese también.
La recién llegada hizo un acto que a Katrina le medio convenció para ganarse su confianza. Bebió del odre, disipando toda duda sobre si este estaba envenenado o algo así. Tras eso, volvió a ofrecérselo a la vampiresa, quien con lentitud se acercó a la mujer y agarró el odre. No tenía su entera confianza, pero al menos no pretendía nada malo contra ella... ¿Verdad? Quería ser así de ingenua, pero ella sabía bien qué tejemanejes podían ocurrir en la mente de las personas para hacer daño al prójimo.
"¿Qué haría Alward?", se preguntó por un instante. Sabía la respuesta; el humano agarraría el odre con gusto y le pegaría un enorme trago. Luego, seguramente respondería con amabilidad a la invitación y entablaría una agradable conversación con la desconocida. No era tan meticuloso como ella, y parecía saber bien en cuándo fiarse de la gente y cuándo no.
Estaban en una celebración, quizás debiera seguir el ejemplo del Sevna. Cerró los ojos, con el corazón casi en un puño, y sin pensárselo más tomó un trago del odre... ¡Estaba realmente delicioso! Sorprendida, abrió los ojos y miró a la mujer.
Le devolvió el odre e hizo una pequeña reverencia con la que le daba las gracias por aquello, acompañada de una ligera sonrisa.
Pensó en hablarle con su maestría de la voz, pero luego se retractó de aquella idea. No quería asustarla o algo peor...
Acto seguido, la invitó a arrodillarse junto a ella, frente a la cruz. Como agradecimiento por su amabilidad, le pediría al Señor que protegiese a aquella desconocida en sus viajes venideros.
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No sabía cómo se las arreglaba, pero Matthew Owens siempre estaba en los sitios y momentos más inesperados, incluso aunque nada pegara allí. Y, cómo no, estaba allí para incordiar. Lo ponía de los nervios, pero no pensaba caer en su juego, ya que sabía que eso solamente aumentaría la satisfacción de este.
Cuando pasó por al lado de su mesa, le tiró una pequeña bolsa de monedas, que quedó en el centro de esta.
-El alquiler del caballo-Dijo haciendo un gesto de desgana con una mano-No te lo gastes en cosas sucias-Añadió esto último con un tono de sarcasmo, sin que en ningún momento entablase contacto visual.
Cuando se alejó del virrey de Ciudad Lagarto, quedó nuevamente frente a frente con la elfa.
-Sir Alward Sevna a su servicio-Hizo una pequeña reverencia. No era un acto pomposo ni nada parecido, simplemente le pareció gracioso presentarse así, ya que ese era su título, pero no actuaba como ninguno que lo ostentara-Y no tengo por qué invitar a nada, todo lo que aquí hay es gratis para cualquier viajero que se preste a orar en la Piedra de Odín o ayudar en las tareas de cuidado del lugar, según tengo entendido-Se puso ambas manos en la cintura, adoptando una pose relajada mientras esbozaba una sonrisa-...lo que sí puedo hacer es traerte una copa, señorita...-Y ahora, era él el que esperaba que la elfa se presentara.
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Alward Sevna
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Era un día de invierno como otro cualquiera, me encontraba en mi taller con la mirada enfrascada en un plano a medio dibujar.
Hacia un par de noches Lavey me había hablado sobre una ballesta de peculiar funcionamiento, y ahora yo me pasaba los días haciendo dibujos para hacer su deseo realidad.
Tenía el ceño fruncido, y la punta de la lengua asomaba por la comisura de mi labio, cuando la campanilla de la puerta repicó. Un nuevo cliente entraba al local, uno proveniente de Jólmundröm. El hombre contó con entusiasmo y premura la necesidad de conseguir carpinteros experimentados, tenían poco tiempo y una tarea muy importante, pues el mismísimo Odín los había bendecido con su señal. ¿Y quién era yo para contradecir a los dioses? (o al trabajo bien remunerado).
El hombre se despidió tras aclarar algunos detalles, como el alojamiento y la comida, y Lavey y yo hicimos los petates y nos pusimos rumbo a Jólmundröm. La ballesta tendría que esperar.
Al llegar al pueblo nos presentamos ante el jefe y este nos presentó a la mujer que nos hospedaría. Se llamaba Ingrid y fue todo lo que cabría esperar de alguien que cedía su casa por una gran causa, una mujer jovial y atenta, que no desperdiciaba el momento para hablar de su enamorado y la misteriosa roca caída del cielo.
Me gustaría decir que pasé mis días con el martillo en la mano y quejándome de las astillas en mis dedos, pero nos pasamos los días trasportando madera. Cuando todos vieron que Vey y yo éramos dragones nos mandaron la labor de llevar troncos de un lado a otro. Y es que éramos mucho más rápidas que los carros, ventajas de poder volar por encima de los obstáculos que ofrecía el bosque.
El día de la celebración llegó, todo había salido según los tiempos establecidos
En esta ocasión ni yo, ni mi hija, vestíamos prendas engalanadas o especiales. La rubia alegaba que no tenía por qué vestir diferente por una roca y yo... bueno, simplemente no estaba animada.
Llevaba una temporada taciturna, día sí día no soñaba con la tragedia que sucedió en Vigilia. No era por lo que le había sucedido a la villa sino por lo que me había sucedido allí.
Aquella noche había descubierto lo que ocultaban los misteriosos huevos que portaba en el zurrón, y también había perdido lo que estaba en el interior de uno.
Un dragón, una cría, idéntica a mí. No sabía porque, pero mi instinto me decía que aquel diminuto dragón llevaba mi sangre, sangre que dejó de moverse a los pocos minutos.
-Anima esa cara, Centella. -Me decía mi hija, calentándose las manos junto al fuego que compartíamos. -Pensar en ello no lo traerá de vuelta.
Lavey sabía por lo que estaba pasando, y lo que estaba pensando. Mis pesadillas sobre lo ocurrido eran recurrentes y la lagartija había acudido a mi lecho más de una vez, alarmada por los gritos y el llanto que aquellos sueños me provocaban.
-¿Porque no vas a ver la piedra? Todos dicen que Odín te regala una visión del futuro si la tocas.
Dejé la jarra en el suelo, Vey la cogió y yo asentí al levantarme.
A lo mejor la rubia tenia razón, quizás todo había sido una desafortunada coincidencia, podía ser que aquel huevo eclosionara antes de tiempo... No fue así.
Entré a la salita de la piedra, cerré los ojos y la toqué. Hubiera preferido no hacerlo.
-¿Y bien? -Preguntó la adolescente cuando me senté a su lado. -¿Te enseñó algo?
-Si. -Respondí con la voz apagada. -Pero hubiera preferido que no me contara nada.
La dragoncilla me tendió la jarra esperando que contara lo que vi. Yo la cogí y miré en su interior con mirada perdida.
-Al principio no pasaba nada, todo estaba negro. Pero luego apreció un paisaje blanco, tan blanco que hacia daño a la vista. Al principio creí que era nieve, pero cuando di un paso escuché algo rompiéndose bajo mis pies. Eran cascaras de huevo, el suelo estaba completamente cubierto y... y me daba miedo seguir avanzando y seguir pisando los cascarones vacíos. -Vey dejó de mirar el fuego para mirarme a mí, tenía el semblante serio. -Entonces comenzó a llover, eran gotas negras que al tocarme se volvían rojas. Estaba lloviendo sangre, el suelo se volvió rojo muy rápido y entonces empecé a escuchar rugidos agudos. Me llamaban, así que levanté la vista al cielo. Y los vi... vi caer a mis hijos e hijas. Dejaron de importarme los cascarones en el suelo. Corrí intentando cogerlos, intentando que no se estrellaran contra el suelo, pero era imposible, habían demasiados. -Guardé silencio por un segundo y enterré el rostro en mis rodillas. -Pero eso no fue lo peor, esas crías... estaban muertas. Caían del cielo ya sin vida, conseguí coger algunos dragoncitos. Todos eran igual a mí, tenían mis cuernos, mis colores... y todos estaban muertos.
Lavey se movió en el sitio y poyó su cabeza en mi hombro y rodeó con su brazo mi espalda.
-No hagas caso a esas cosas, los dioses no tienen ni idea de la vida.
Vey guardó silencio, yo no le respondí. Al cabo de unos minutos se decidió a hablar de nuevo.
-Oye... ¿Quieres que vayamos a casa?
-Si. -Respondí con un hilo de voz. -Por favor.
Hacia un par de noches Lavey me había hablado sobre una ballesta de peculiar funcionamiento, y ahora yo me pasaba los días haciendo dibujos para hacer su deseo realidad.
Tenía el ceño fruncido, y la punta de la lengua asomaba por la comisura de mi labio, cuando la campanilla de la puerta repicó. Un nuevo cliente entraba al local, uno proveniente de Jólmundröm. El hombre contó con entusiasmo y premura la necesidad de conseguir carpinteros experimentados, tenían poco tiempo y una tarea muy importante, pues el mismísimo Odín los había bendecido con su señal. ¿Y quién era yo para contradecir a los dioses? (o al trabajo bien remunerado).
El hombre se despidió tras aclarar algunos detalles, como el alojamiento y la comida, y Lavey y yo hicimos los petates y nos pusimos rumbo a Jólmundröm. La ballesta tendría que esperar.
Al llegar al pueblo nos presentamos ante el jefe y este nos presentó a la mujer que nos hospedaría. Se llamaba Ingrid y fue todo lo que cabría esperar de alguien que cedía su casa por una gran causa, una mujer jovial y atenta, que no desperdiciaba el momento para hablar de su enamorado y la misteriosa roca caída del cielo.
Me gustaría decir que pasé mis días con el martillo en la mano y quejándome de las astillas en mis dedos, pero nos pasamos los días trasportando madera. Cuando todos vieron que Vey y yo éramos dragones nos mandaron la labor de llevar troncos de un lado a otro. Y es que éramos mucho más rápidas que los carros, ventajas de poder volar por encima de los obstáculos que ofrecía el bosque.
El día de la celebración llegó, todo había salido según los tiempos establecidos
En esta ocasión ni yo, ni mi hija, vestíamos prendas engalanadas o especiales. La rubia alegaba que no tenía por qué vestir diferente por una roca y yo... bueno, simplemente no estaba animada.
Llevaba una temporada taciturna, día sí día no soñaba con la tragedia que sucedió en Vigilia. No era por lo que le había sucedido a la villa sino por lo que me había sucedido allí.
Aquella noche había descubierto lo que ocultaban los misteriosos huevos que portaba en el zurrón, y también había perdido lo que estaba en el interior de uno.
Un dragón, una cría, idéntica a mí. No sabía porque, pero mi instinto me decía que aquel diminuto dragón llevaba mi sangre, sangre que dejó de moverse a los pocos minutos.
-Anima esa cara, Centella. -Me decía mi hija, calentándose las manos junto al fuego que compartíamos. -Pensar en ello no lo traerá de vuelta.
Lavey sabía por lo que estaba pasando, y lo que estaba pensando. Mis pesadillas sobre lo ocurrido eran recurrentes y la lagartija había acudido a mi lecho más de una vez, alarmada por los gritos y el llanto que aquellos sueños me provocaban.
-¿Porque no vas a ver la piedra? Todos dicen que Odín te regala una visión del futuro si la tocas.
Dejé la jarra en el suelo, Vey la cogió y yo asentí al levantarme.
A lo mejor la rubia tenia razón, quizás todo había sido una desafortunada coincidencia, podía ser que aquel huevo eclosionara antes de tiempo... No fue así.
Entré a la salita de la piedra, cerré los ojos y la toqué. Hubiera preferido no hacerlo.
-¿Y bien? -Preguntó la adolescente cuando me senté a su lado. -¿Te enseñó algo?
-Si. -Respondí con la voz apagada. -Pero hubiera preferido que no me contara nada.
La dragoncilla me tendió la jarra esperando que contara lo que vi. Yo la cogí y miré en su interior con mirada perdida.
-Al principio no pasaba nada, todo estaba negro. Pero luego apreció un paisaje blanco, tan blanco que hacia daño a la vista. Al principio creí que era nieve, pero cuando di un paso escuché algo rompiéndose bajo mis pies. Eran cascaras de huevo, el suelo estaba completamente cubierto y... y me daba miedo seguir avanzando y seguir pisando los cascarones vacíos. -Vey dejó de mirar el fuego para mirarme a mí, tenía el semblante serio. -Entonces comenzó a llover, eran gotas negras que al tocarme se volvían rojas. Estaba lloviendo sangre, el suelo se volvió rojo muy rápido y entonces empecé a escuchar rugidos agudos. Me llamaban, así que levanté la vista al cielo. Y los vi... vi caer a mis hijos e hijas. Dejaron de importarme los cascarones en el suelo. Corrí intentando cogerlos, intentando que no se estrellaran contra el suelo, pero era imposible, habían demasiados. -Guardé silencio por un segundo y enterré el rostro en mis rodillas. -Pero eso no fue lo peor, esas crías... estaban muertas. Caían del cielo ya sin vida, conseguí coger algunos dragoncitos. Todos eran igual a mí, tenían mis cuernos, mis colores... y todos estaban muertos.
Lavey se movió en el sitio y poyó su cabeza en mi hombro y rodeó con su brazo mi espalda.
-No hagas caso a esas cosas, los dioses no tienen ni idea de la vida.
Vey guardó silencio, yo no le respondí. Al cabo de unos minutos se decidió a hablar de nuevo.
-Oye... ¿Quieres que vayamos a casa?
-Si. -Respondí con un hilo de voz. -Por favor.
Reivy Abadder
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Como imaginaba, Nyx ya había comenzado las averiguaciones, lo que se traducía en menos trabajo para él. Perfecto. Hasta que… Oh, no. No, no, no, no, no. En serio, no; no me digas que tenemos que ver a ese… desarrapado. Aparentemente, sí, tenían que verlo. Mr. Purrington se resignó a lo inevitable, pero pasó toda la conversación fingiendo que no escuchaba mientras se aliñaba detrás de las orejas con las patas. Lo suyo le costó al oír aquello de las 15 noches pero, con un poco de suerte, el engendro perdía pata entre alguno de esos montones de basura y desaparecía en alguna de las cajas de metal camino de la tierra sin retorno.
Era el momento de emprender la marcha. Mr. Purrington se estiró de nuevo y se sacudió antes de emprender la persecución de aquella mole con ruedas que era H en aquellos días. Quizá “persecución” fuera mucho decir. La parsimonia con la que se movía aquel cacharro hacía que la escena se parecise más al tanteo previo a la persecución. De no ser porque la presa chirriaba como moribunda ante una masa de aburridos cazadores.
—No llegaremos nunca a este ritmo —murmuró con exasperación—, ¿qué tal un empujoncito?
Y alargó una pata hacia delante para golpear con ella esa carretilla. Pero de alguna forma, falló y en lugar de empujar el reborde superior, lo que había sido su intención, acabó cayendo hacia delante y golpeando algo que hizo click en la rueda trasera. Mr. Purrington saltó hacia atrás al tiempo que la rueda en cuestión, junto con todo el artilugio y su pasajero con él, salían despedidos hacia delante. ¿Qué perros acababa de pasar? No había tiempo de pararse a pensarlo, todo el aquelarre gatuno tuvo que salir corriendo, esta vez sí, en persecución de H, que rodaba de una callejuela a otra hasta que, finalmente, acabó por estrellarse contra una de aquellas alambradas que ponían los bípedos, aparentemente, para que los gatos se rascaran la espalda al colarse por debajo.
—Pues aquí estamos, hihihihihi —dijo el mapache sacudiendo la cabeza por el mareo—. Por allá tienen la zona de basuras —dijo señalando con una pata hacia un área entre la alambrada y el enorme y ruidoso edificio iluminado—. Ahora, si son tan amables de comenzar esas noches de protección volviendo a poner la carretilla en horizontal para que pueda marchar a hacer la ronda…
Un par de Skogkatt se encargaron de la tarea, mientras el destacamento de los Igola se repartía las labores de reconocimiento del terreno. No pasó mucho tiempo hasta que contaron con un informe detallado de situación. Había varias posibles vías de entrada, pero sólo dos que no requiriesen la rara habilidad de abrir puertas: la zona de las basuras, que eran transportadas al exterior en esos infernales suelos móviles que siempre lo echaban a uno en la dirección contraria a la que quería ir; y la zona de las cajas de metal, donde cargaban las latas para llevar a quién sabía dónde. Ambas áreas contaban con su propia ración de bípedos a los que burlar.
El debate que siguió fue acalorado e hirió algunas sensibilidades, pero todos estaban allí por un objetivo común y al final, se impuso el orden. Entrarían por la zona de las cajas. No eran pocos los que temblaban ante la idea de enfrentarse a un suelo móvil, ruidoso y lleno de tentadores desperdicios. No era nada de lo que avergonzarse. Aun así, lo habrían hecho por Gertrudis pero, afortunadamente, tenían otra opción.
Se dividieron en dos grupos: uno de despiste y otro de incursión. Atravesaron la alambrada por zonas distintas y, mientras el grupo de incursión se situaba en posición, escondidos tras la esquina más oscura del edificio, el escuadrón de primera línea comenzó con su particular pandemonium. Los bípedos no lo vieron venir, probaron todas las chorradas habituales espanta felinos, pero el valiente destacamento los soportó impasible: los manguerazos de agua fría, el ruido metálico… Finalmente, tuvieron que salir en su persecución armados con esos palos con cepillo.
Aquella era la señal convenida, la hora de la verdad. Junto con el resto de su grupo, Mr. Purringon se puso en guardia y se lanzó a la carrera. Salieron en fila de a uno, primero hacia la caja metálica, que había abierta en la entrada. Pasaron por debajo y, de allí, al interior: un enorme espacio abierto plagado de enormes cajas de cartón, presumiblemente llenas de latas de comida. La parte positiva, sería fácil esconderse tras aquellas calles de cajas. La parte negativa, no tenían idea de hacia dónde ir desde allí. Mr. Purrington no se desanimó, era cuestión de echar a andar y dejarse guiar por la intuición. Nunca le había fallado.
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OFF: Continuamos con la catquest
Era el momento de emprender la marcha. Mr. Purrington se estiró de nuevo y se sacudió antes de emprender la persecución de aquella mole con ruedas que era H en aquellos días. Quizá “persecución” fuera mucho decir. La parsimonia con la que se movía aquel cacharro hacía que la escena se parecise más al tanteo previo a la persecución. De no ser porque la presa chirriaba como moribunda ante una masa de aburridos cazadores.
—No llegaremos nunca a este ritmo —murmuró con exasperación—, ¿qué tal un empujoncito?
Y alargó una pata hacia delante para golpear con ella esa carretilla. Pero de alguna forma, falló y en lugar de empujar el reborde superior, lo que había sido su intención, acabó cayendo hacia delante y golpeando algo que hizo click en la rueda trasera. Mr. Purrington saltó hacia atrás al tiempo que la rueda en cuestión, junto con todo el artilugio y su pasajero con él, salían despedidos hacia delante. ¿Qué perros acababa de pasar? No había tiempo de pararse a pensarlo, todo el aquelarre gatuno tuvo que salir corriendo, esta vez sí, en persecución de H, que rodaba de una callejuela a otra hasta que, finalmente, acabó por estrellarse contra una de aquellas alambradas que ponían los bípedos, aparentemente, para que los gatos se rascaran la espalda al colarse por debajo.
—Pues aquí estamos, hihihihihi —dijo el mapache sacudiendo la cabeza por el mareo—. Por allá tienen la zona de basuras —dijo señalando con una pata hacia un área entre la alambrada y el enorme y ruidoso edificio iluminado—. Ahora, si son tan amables de comenzar esas noches de protección volviendo a poner la carretilla en horizontal para que pueda marchar a hacer la ronda…
Un par de Skogkatt se encargaron de la tarea, mientras el destacamento de los Igola se repartía las labores de reconocimiento del terreno. No pasó mucho tiempo hasta que contaron con un informe detallado de situación. Había varias posibles vías de entrada, pero sólo dos que no requiriesen la rara habilidad de abrir puertas: la zona de las basuras, que eran transportadas al exterior en esos infernales suelos móviles que siempre lo echaban a uno en la dirección contraria a la que quería ir; y la zona de las cajas de metal, donde cargaban las latas para llevar a quién sabía dónde. Ambas áreas contaban con su propia ración de bípedos a los que burlar.
El debate que siguió fue acalorado e hirió algunas sensibilidades, pero todos estaban allí por un objetivo común y al final, se impuso el orden. Entrarían por la zona de las cajas. No eran pocos los que temblaban ante la idea de enfrentarse a un suelo móvil, ruidoso y lleno de tentadores desperdicios. No era nada de lo que avergonzarse. Aun así, lo habrían hecho por Gertrudis pero, afortunadamente, tenían otra opción.
Se dividieron en dos grupos: uno de despiste y otro de incursión. Atravesaron la alambrada por zonas distintas y, mientras el grupo de incursión se situaba en posición, escondidos tras la esquina más oscura del edificio, el escuadrón de primera línea comenzó con su particular pandemonium. Los bípedos no lo vieron venir, probaron todas las chorradas habituales espanta felinos, pero el valiente destacamento los soportó impasible: los manguerazos de agua fría, el ruido metálico… Finalmente, tuvieron que salir en su persecución armados con esos palos con cepillo.
Aquella era la señal convenida, la hora de la verdad. Junto con el resto de su grupo, Mr. Purringon se puso en guardia y se lanzó a la carrera. Salieron en fila de a uno, primero hacia la caja metálica, que había abierta en la entrada. Pasaron por debajo y, de allí, al interior: un enorme espacio abierto plagado de enormes cajas de cartón, presumiblemente llenas de latas de comida. La parte positiva, sería fácil esconderse tras aquellas calles de cajas. La parte negativa, no tenían idea de hacia dónde ir desde allí. Mr. Purrington no se desanimó, era cuestión de echar a andar y dejarse guiar por la intuición. Nunca le había fallado.
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