El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Uriel escuchó el relato de Zöe, la respuesta de Sophi y siguió con la mirada la huida de la vampiresa ¿Fue él o le pareció verla….? Uriel permaneció observando hacia donde la vampiresa huyó con una mirada anonadada, estaba tan centrado en seguirla que no escuchó las palabras finales de la bio. Al principio, Uriel parecía tan confuso como Zöe pero al poco su mirada fue oscureciéndose. El niño salió levemente de la protección de Zöe.
¿Podría ser? Siempre pensó que la vampiresa se parecía un poco a la bio, también había notado la cercanía de la vampiresa hacía Zöe…..Por no hablar de cómo Zöe habló de una hija y cómo reaccionó a esto Sophi…..¿Podría ser? ¿En verdad…? Es una vampiresa y una bastante longeva, no es imposible……¿En ese caso...?
"....Ah…..N-No…..p-puede….."
El vampirito murmuró esas palabras mientras sujetó la mano de la bio para apretarla lentamente, entonces es a ella quien….Parece que los dos hicieron…..Uriel dejó escapar una leve risa, no era dulce, ni inocente ni tampoco juguetona como solía ser….Era una risa sarcástica, triste y….frustrada y llena de culpa. El niño se acaba de dar cuenta que sin querer hicieron lo mismo que esa maldita traidora le hizo a él hace muchos años atrás….Le acaban de hacer mucho daño a Sophi sin querer, y lo sabía.
"Debemos ir con la señorita Sophi…..No, debes ir con la señorita Sophi….¡Debes ir y disculparte!"
El niño, sin esperar una respuesta, tiró de la mano de Zöe hacía donde huyó la vampiresa. El niño nunca a sido bueno empatizando, ya sea por su crianza o por su naturaleza inocente, el infante no notaba cuando hería, tampoco sabía leer las emociones ajenas y definitivamente jamás notó las consecuencias de sus acciones…..Pero esta vez supo de inmediato los sentimientos de la vampiresa.
"¿Sabes? Yo también…..tuve una visión…..En esa visión vi a una mujer…..A….A mi mamá…..Ella…..Ella….."
Sus ojos de color miel comenzaron a inundarse en lágrimas, el niño no se molestó en secarlas, solo siguió tirando levemente la mano de Zöe hacía la vampiresa. Mirando levemente al suelo, hipando, y con su vocecilla media rota, prosiguió.
"Es una mujer….Hick...despreciable….Ella mintió y engañó, y *snif* por culpa de esa mentira nací yo…hick....Yo soy su mentira, su error ¡Pero! ¿S-Sabes? Ella me dejó atrás….*snif* Dij-¡hick! Dijo que no puede quedarse con-¡Hick! Conmigo porque…...porque hay…...hay…..*snif*….¿Porque no dijo la verdad? Yo solo..¡Hick!....Yo solo quería que me….queme…*snif*.... dijese lo que ya suponía; Que soy innecesario para ella y que para ella soy malo...Pero...gh….Pero... ¿Pero sabes que dijo?...¡Hick!....Dijo “No es mi culpa”……"
Las lágrimas han cegado por completo la visión de Uriel, pero al niño no pareció importarle. Cada vez tiraba con más fuerza de la mano de la bio, cada vez más visiblemente enfadado y triste.
"¿Entonces yo soy el niño malo? ¡Yo ni siquiera quería ser malo! Yo…Hick....Yo....solo quería que me dijeran porque…*snif...* soy malo….. y porque ¡hick! no era un niño bueno como los otros... "
Antes de que se diera cuenta ya estaba tirando violentamente de la mano de Zöe, no era el tirón de un niño que le pedía a un adulto que le siguiera, sino el de una persona que forzaba a otra a seguirlo.
"¡Todos los adultos sois unos mentirosos! ¡Rastreros! ¡Caca de vaca! ¡Malos! ¡Unos cobardes y unos hipócritas! Venís, os divertís acosta de nosotros, os equivocáis y luego, cuando llegan las consecuencias, le echáis la culpa a los demás ¡Y luego nos desecháis sin dudarlo por un segundo! ¡Sois todos unos mentirosos! ¡Todos! ¡Ni uno se salva! ¡Mi madre mintió! ¡Ella también mintió! ¡El maestro mintió! ¡Y tú también le has mentido a Sophi!"
El infante miró con rabia a la adulta, casi con odio, pero no parecía estar “odiando” a Zöe, era más bien un rabia y resentimiento a los adultos en general. Es verdad, nunca buscó ser amado por su madre, tampoco esperó un hueco en esa familia, solo quería que le dijeran la verdad y que se hicieran responsables; Si tan solo esa mujer le hubiera dicho lo que en verdad pasó, y luego hubiera al menos intentado tomar la responsabilidad de sus acciones, incluso una mera disculpa le hubiese valido…...Entonces, con el tiempo, podría haberla perdonado poco a poco…Y podría haberse perdonado a sí mismo también….Pero las cosas no funcionan así, comprendió que los adultos mienten, engañan…..y traicionan. Sin explicaciones ni respuestas, sin consideración ni dudas, fue desechado y repudiado por cosas que nisiquiera fueron su elección.
"¡Discúlpate con la señorita Sophi por herirla! ¡Dile la verdad! ¡Ahora! ¡Dise-...wuwuh..! ¡Dise-..! ¡Wuuuuuah!"
El niño se echó a llorar desconsoladamente a media frase, un torrente de lágrimas cayeron por sus mejillas pálidas, algo ruborizadas por las lágrimas. Soltó la mano de Zöe y lloró fuertemente, como un bebé que acaba de nacer ¿Porque le duele tanto? ¿Porque siente tanta rabia e impotencia? ¿Es porque ha recordado demasiado del pasado? ¿Porque le ha gritado a su adulta favorita? No….Es porque sabe cómo se siente Sophitia, porque él también fue desechado sin explicación alguna. Seguro que está tan resentida y molesta, llena de frustración y soledad…..Pero especialmente llena de autoculpa ¿Porque fue olvidada y desechada? Seguro que deseaba odiar a la egoísta madre que te mintió pero, en el fondo, sabe que no puede odiarla y es porque no puede que, al final, acabó echándose la culpa a ti misma. Uriel lo sabe, lo sabe y por eso llora.
Sin saberlo, ha aprendido que es la empatía y la siente vivamente e intensamente en su interior. Antes, su inocencia y edad mental se lo impedían, pero ahora finalmente sabe del sufrimiento ajeno, de herir y ser herido….Y de cómo la gente siente. De momento, es una pseudo empatización, algo abstracto y a medio formar pero, de alguna forma, esto derivará en algo mucho mayor. Las cuerdas que limitan su edad mental, comienzan a romperse y Uriel parece no haberse percatado.
Uri
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Algunos usuarios me han pedido una prórroga para poder ir cerrando sus tramas, por lo que voy a dar otros cinco días. El evento permanecerá abierto hasta el día 7 de enero (incluido).
Fehu
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Artyhom se erguía con tal elegancia que hasta parecía más alto. Sus diminutos miembros estaban rectos apuntando al piso, mas no descansaba ni estaba suspendido.
Sus ojos eran lo único que dejaba notar que se encontraba activo, pues revisaban de lado a lado el entorno. A ratos el cuello se sumaba, para tener un mejor ángulo.
El pequeño mecánico estaba en su modo de guardia y era un trabajo que se tomaba muy en serio. Su amo, el joven brujo Demian, se encontraba en un estado de meditación, justo detrás de él.
Demian meditaba todos los días, era parte de su vínculo con el Éter, parte de su herencia como brujo y de su entrenamiento como asesino de la Daga Negra. Por lo demás, le ayudaba a controlar sus impulsos (a veces oscuros) y mantener su cabeza fría. Normalmente le tomaba una hora al día, pero en esta ocasión era distinto. Ahora ya llevaba más de cinco.
Artyhom no cuestionaba ni se cansaba, permanecía frente a él, velando su tranquilidad.
Demian había escogido un rincón oscuro, discreto, cerca del meteoro. Al principio algunas miradas se habían detenido sobre él, pero con el paso de las horas era como si ya fuera un simple mueble, un objeto allí arrinconado, incapaz de causar problemas.
La mente del chico, sin embargo, se encontraba lejos... muy lejos.
El Vacío. Así le llamaba Demian a ese lugar, aunque no sabía si realmente tenía un nombre. ¿Cómo podía tener un nombre un lugar compuesto por la nada misma?
En la nada muchas cosas podían ocurrir. O no ocurrían realmente, quizás sólo era su imaginación, quizás era la necesidad de entretener sus pensamientos. No importaba, lo que ocurría allí se lo tomaba muy en serio. Las visiones solían ser breves, pasajeras, pero esta no cesaba.
Llevaba horas siguiendo esa figura. El caballo marino, símbolo de la casa Myrddin, se aparecía en sus sueños y meditaciones desde que tenía memoria. Parecía invitarle a seguirle y él lo hacía, o eso creía. En el vacío era difícil decir si se avanzaba o no.
Un anillo de nubes le rodeaba. El anillo era grande, de unos doscientos metros de diámetro. Por más que caminara, éste siempre se mantenía a la misma distancia, con él en el centro. El caballo marino tampoco parecía alcanzarle.
Hacía frío. No había nieve, ni hielo (de hecho, estaba en la nada), pero estaba seguro de que si hubiese algo de agua en ese lugar estaría completamente congelada. De alguna manera, sospechaba que era el anillo de nubes el que causaba el frío, aunque no podía estar seguro. Tampoco podía estar seguro si el anillo en verdad tenía una cara, aunque varias veces había creído verla por el rabillo de su ojo.
Gritó, sabiendo que era en vano. Era como si el frío se tragara el sonido y de su boca no saliera más que un suave silbido.
Parecía un ciclo que se repetía sin cesar, una y otra vez, una persecución completamente inútil, pero una parte de sí ansiaba alcanzar esa figura. De alguna manera, era como si llegar a ella pudiera ser capaz de completar una parte de sí mismo.
Intentó gritar nuevamente, más fuerte, con todos sus pulmones. El suelo tembló, si es que la nada podía considerarse suelo.
Se detuvo, el temblor casi le hace caer. A lo lejos una luz llamó su atención, una luz como un estallido, seguida de una onda de choque. ¿La piedra? se preguntó.
El caballo también miró la explosión, deteniéndose.
Demian dio un par de pasos y ahora sí se acercaba a la figura. Sus manos sudaban, su respiración se detenía a cada metro que se acercaba, expectante. Sus dedos estaban a punto de tocarle.
Entonces la figura se giró.
Ya no era un caballo marino, ahora era un lobo, uno furioso, con ojos de fuego y colmillos como espadas. Era enorme, aterrador.
Demian abrió los ojos.
–Bienvenido de vuelta, Demian –dijo Artyhom, dándose vuelta y relajando su postura.
Demian sacudió su cabeza y luego se estiró, escuchando un crujir estruendoso de todas sus articulaciones. Estaba mojado en sudor.
–Siento como si hubiera estado meditando por dos horas –dijo, moviendo un brazo en círculos para recuperar la movilidad–, y esto no me ha relajado para nada.
–Cinco horas y treinta y tres minutos –corrigió Arty.
Demian asintió. No creía haber estado tanto en ello, pero tampoco le sonaba imposible. Por lo demás, su mecánico compañero solía ser muy preciso en sus mediciones.
–He visto a algunos de sus amigos por allí –comentó Artyhom–, la mayoría parecían muy interesados en la piedra. ¿Le gustaría ir a saludar a alguno de ellos?
–Espera –lo detuvo Deman–Primero quiero que anotes algo en el diario.
Artyhom asintió, asumiendo una actitud serena.
–Hoy he meditado... –comenzó a dictarle–... y ha sido extraño. Sospecho que la presencia de la piedra me ha hecho algo raro en la mente, o quizás son los humos de esas cosas raras que queman p-por aquí. Este lugar tiene un olor extraño. La visión que he tenido parte con un caballo marino que me mira por unos momentos, pero luego se da vuelta, adentrándose en unas nubes en espiral...
Artyhom siguió muy atento la descripción, anotando todo en su memoria interna.
Se preguntó si un día él mismo podría soñar.
Demian
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Es claro que la señorita se encuentra más afectada por estar en la visión que ellos… si es que eso tiene algún sentido claro. Lejos de los momentos en blanco, Chimar ha aceptado bastante bien la nueva realidad.
Canel… pues, es Canel, difícil saber si está afectado de alguna forma o considera el entorno como natural. Al menos una cosa esta clara, no hay nadie mejor que el brujito rubio para sobrellevar tal escenario.
Antes de que Maquiavelo pueda establecer un verdadero contacto físico con la mujer afectada, aparece otro personaje. Parece que la fiesta es colectiva, solo falta que lleguen Niniel y Demian para montar una acampada.
Es claro que el sujeto con pinta desaliñada es violento, por este motivo Chim se aleja del elemento femenino y coloca a su hermanito justo detrás en forma protectora. No tiene intenciones de pelear… al menos hasta saber bien que pasa.
Entonces reconoce a la elfa, vivió una aventura pasada con ella. Su rostro es conocido por el niño aunque no así su nombre, suele pasar cuando vives en el mundo del camino y te encuentras gente nueva en cada esquina.
Al verse acompañada por alguien conocido, dicha señorita recupera algo de compostura, al menos la suficiente para revelar que los niños no son una amenaza. Claro que este estado de cordura no dura mucho.
Esta muy alterada por la situación, esto se vuelve patente cuando entra en un estado de crisis. Maquiavelo apunta su ballesta de muñeca al lugar señalado pero no ve nada, algo que no le genera mucha confianza vale destacar.
¿Qué le pasa peque?
Algunas personas son más sensibles a estos estados, varía mucho “asiente con los ojos cerrados”.
La mueca del chiquillo rubio hace que Maquiavelo lo despeine juguetonamente, verle actuar como todo un maestro en algo es bastante curioso… y adorable. Pero pronto vuelve a centrarse en lo que realmente importa.
Bien, ¿Cómo salimos?
El rostro pensativo que adopta Canel no genera mucha confianza, suele responder cosas complicadas a la primera. Con cada segundo que tarda, los nervios del inventor van en ascenso, como un pozo en temporada de lluvias.
Creo que, solo hay que seguir caminando “dice sonriendo con todos los dientes”.
La ceja arqueada que el inventor manifiesta queda de retrato y por algunos instantes debe contener impulsos de hermano mayor abusón, al final termina suspirando pues seguro el enanito tiene razón.
Pasado, presente y futuro, todo se entrelaza en el velo de la inconsciencia. Son caminos tomados, en curso o por tomar “expresa para responder la pregunta espontanea de la elfa”.
Sea como sea “agarra al chiquillo por los hombros y lo agita un poco de forma infantil” deberíamos continuar.
Canel… pues, es Canel, difícil saber si está afectado de alguna forma o considera el entorno como natural. Al menos una cosa esta clara, no hay nadie mejor que el brujito rubio para sobrellevar tal escenario.
Antes de que Maquiavelo pueda establecer un verdadero contacto físico con la mujer afectada, aparece otro personaje. Parece que la fiesta es colectiva, solo falta que lleguen Niniel y Demian para montar una acampada.
Es claro que el sujeto con pinta desaliñada es violento, por este motivo Chim se aleja del elemento femenino y coloca a su hermanito justo detrás en forma protectora. No tiene intenciones de pelear… al menos hasta saber bien que pasa.
Entonces reconoce a la elfa, vivió una aventura pasada con ella. Su rostro es conocido por el niño aunque no así su nombre, suele pasar cuando vives en el mundo del camino y te encuentras gente nueva en cada esquina.
Al verse acompañada por alguien conocido, dicha señorita recupera algo de compostura, al menos la suficiente para revelar que los niños no son una amenaza. Claro que este estado de cordura no dura mucho.
Esta muy alterada por la situación, esto se vuelve patente cuando entra en un estado de crisis. Maquiavelo apunta su ballesta de muñeca al lugar señalado pero no ve nada, algo que no le genera mucha confianza vale destacar.
¿Qué le pasa peque?
Algunas personas son más sensibles a estos estados, varía mucho “asiente con los ojos cerrados”.
La mueca del chiquillo rubio hace que Maquiavelo lo despeine juguetonamente, verle actuar como todo un maestro en algo es bastante curioso… y adorable. Pero pronto vuelve a centrarse en lo que realmente importa.
Bien, ¿Cómo salimos?
El rostro pensativo que adopta Canel no genera mucha confianza, suele responder cosas complicadas a la primera. Con cada segundo que tarda, los nervios del inventor van en ascenso, como un pozo en temporada de lluvias.
Creo que, solo hay que seguir caminando “dice sonriendo con todos los dientes”.
La ceja arqueada que el inventor manifiesta queda de retrato y por algunos instantes debe contener impulsos de hermano mayor abusón, al final termina suspirando pues seguro el enanito tiene razón.
Pasado, presente y futuro, todo se entrelaza en el velo de la inconsciencia. Son caminos tomados, en curso o por tomar “expresa para responder la pregunta espontanea de la elfa”.
Sea como sea “agarra al chiquillo por los hombros y lo agita un poco de forma infantil” deberíamos continuar.
- Off:
- Interactuó con Ahroun y Aradia.
Invitado
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Ayudo a Aradia para que se levantara con cuidado, no quería que fuese lo que fuese aquello que les afectaba le causara una repercusión. Haberla visto tirada en el suelo realmente había provocado algo en su estómago que deseaba no volver a sentir bajo ninguna circunstancia.
Tal y como ocurrió en el día de la alianza, esta vez no se explicaba como pero algo había pasado en su mente y podía leer la de Ragabash viendo cosas que desearía no haber visto. Entre tanto recuerdos desagradables vio nuevamente a la dragona de ese día y claro, los muchachos estaban ahí. Uno lo reconocía como brujo. Faltaba la mujer que les acompañaba ese día. Pudo ver que para variar Ragabash no tenía modales ni se había presentado formalmente. Tampoco venía al caso.
Escuchó hablar al joven mago como quien se aguanta las ganas de darle una paliza a su rival antes del encuentro. A penas entendía la mitad de lo que decía, pero su manera de hablar era similar a la del chamán de su manada.
Aferró la mano de Aradia con fuerza al verla alucinar de nuevo. Tenía el presentimiento de que la cosa se pondría peor. Ragabash volvía a estar muy inquieto en su interior.
-Visión colectiva-. Agregó con un tono poco amigable, casi gruñendo a regañadientes. -El viejo chamán decía que era posible, pero el ingrediente faltante era jodido de conseguir-. Agrego y soltó la mano de su mujer para tomar la iniciativa de ir al frente.
El lugar parecía un desorden en todo sentido. Era como si lo que pisaban y creían era el suelo podía pasar a ser el techo en un santiamén. Las paredes al mismo tiempo comenzaban varios metros más arriba del suelo, a veces daba la impresión de que bajaban y subían. Nada tenía sentido ni lógica alguna, ni si quiera la poca luz ambiental cuya procedencia era aún desconocida. Si se guiaba por el olor, bueno solo tenía tres direcciones a seguir. Con algo de esfuerzo podía oler esencias de lo que habían dejado atrás y claro, su cuerpo inconsciente simulaba con bastante exageración el seguimiento de rastros.
Se detuvo de golpe al verse aparecer detrás de una de las rocas flotantes y mirarse con una sonrisa perversa. La conocía, buscaba problemas, pero ¿qué tan jodido o posible era pelear con uno mismo frente a frente? Negó con la cabeza al sentir que la ilusión no tenía olor, solo era otra visión más. Avanzó sin decir nada y se atravesó así mismo como quien atraviesa un fantasma. Seguido vio a la bestia; el lobo bípedo. De nuevo así mismo, pero esta vez se reconoció como Ragabash.
-¡Ya basta!-. Esta vez gritaron ambos tratando de apartar con éxito las imágenes en su camino como quien se abre el paso entre una muy crecida maleza.
La cabeza dolía y ardía. Tenían que salir de ahí y pronto o pensaba el daño sería irreversible. -¡Maldita sea! Si es una visión colectiva, ¿por qué carajos se empeña en joder con lo personal?-. Pregunta y grita algo confuso volviendo a donde estaba Aradia, simplemente se quedo detrás de ella donde podía sentir mejor su olor y calmarse un poco.
-Sigo en la "visión" con Aradia, Canel y Chimar.
Tal y como ocurrió en el día de la alianza, esta vez no se explicaba como pero algo había pasado en su mente y podía leer la de Ragabash viendo cosas que desearía no haber visto. Entre tanto recuerdos desagradables vio nuevamente a la dragona de ese día y claro, los muchachos estaban ahí. Uno lo reconocía como brujo. Faltaba la mujer que les acompañaba ese día. Pudo ver que para variar Ragabash no tenía modales ni se había presentado formalmente. Tampoco venía al caso.
Escuchó hablar al joven mago como quien se aguanta las ganas de darle una paliza a su rival antes del encuentro. A penas entendía la mitad de lo que decía, pero su manera de hablar era similar a la del chamán de su manada.
Aferró la mano de Aradia con fuerza al verla alucinar de nuevo. Tenía el presentimiento de que la cosa se pondría peor. Ragabash volvía a estar muy inquieto en su interior.
-Visión colectiva-. Agregó con un tono poco amigable, casi gruñendo a regañadientes. -El viejo chamán decía que era posible, pero el ingrediente faltante era jodido de conseguir-. Agrego y soltó la mano de su mujer para tomar la iniciativa de ir al frente.
El lugar parecía un desorden en todo sentido. Era como si lo que pisaban y creían era el suelo podía pasar a ser el techo en un santiamén. Las paredes al mismo tiempo comenzaban varios metros más arriba del suelo, a veces daba la impresión de que bajaban y subían. Nada tenía sentido ni lógica alguna, ni si quiera la poca luz ambiental cuya procedencia era aún desconocida. Si se guiaba por el olor, bueno solo tenía tres direcciones a seguir. Con algo de esfuerzo podía oler esencias de lo que habían dejado atrás y claro, su cuerpo inconsciente simulaba con bastante exageración el seguimiento de rastros.
Se detuvo de golpe al verse aparecer detrás de una de las rocas flotantes y mirarse con una sonrisa perversa. La conocía, buscaba problemas, pero ¿qué tan jodido o posible era pelear con uno mismo frente a frente? Negó con la cabeza al sentir que la ilusión no tenía olor, solo era otra visión más. Avanzó sin decir nada y se atravesó así mismo como quien atraviesa un fantasma. Seguido vio a la bestia; el lobo bípedo. De nuevo así mismo, pero esta vez se reconoció como Ragabash.
-¡Ya basta!-. Esta vez gritaron ambos tratando de apartar con éxito las imágenes en su camino como quien se abre el paso entre una muy crecida maleza.
La cabeza dolía y ardía. Tenían que salir de ahí y pronto o pensaba el daño sería irreversible. -¡Maldita sea! Si es una visión colectiva, ¿por qué carajos se empeña en joder con lo personal?-. Pregunta y grita algo confuso volviendo a donde estaba Aradia, simplemente se quedo detrás de ella donde podía sentir mejor su olor y calmarse un poco.
Off:
-Sigo en la "visión" con Aradia, Canel y Chimar.
Ahroun
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
No estaba muy segura de que había hecho Purrington, pero viendo la…huh… súbita subida de seguridad, desde luego no iba a quejarse. Nyx apuro el paso tras el mapache, puede que deseando en secreto que se estampara contra alguna pared, después de enseñarles donde ir preferiblemente.
Ocurrió, pero no de la desastrosa manera que había esperado. Bueno… no pasaba nada, al menos estaban allí, que era lo importante, no debía distraerse con trifulcas. Minetras unos cuantos Skogkatt colocaban a la bola de roedor en su sitio, la exploración ya había sido organizada. Aparentemente solo habían necesitado un empujoncito y ahora estaban colaborando como si toda la vida hubieran estado en el mismo clan. Se le llenaban los ojos de lágrimas al ver a los grupos organizarse, un grupo dispuesto a sacrificarse para que el otro entrara. Espera no, eran legañas. Se lamió una pata para limpiarse los ojos mientras esperaba la señal. ¡Porque desde luego que iba a ir al frente, a rescatar a la pobre ancianita! Finalmente el grupo de distracción salió por patas, perseguido, y esa era la señal para entrar.
Ese suelo era…extraño, exótico, antinatural. El suelo no debía moverse de esa manera, pero prevalecieron, como los héroes de las leyendas, felinas por supuesto, y finalmente, agotados, cruzaron el túnel y llegaron al interior del edificio. La cinta seguía, pero estaban cansados y no les hacia la más mínima gracia seguir en ella cuando un metro más abajo había suelo perfectamente transitable.
Y al bajar, ALGUIEN, que desde luego no era ella, había tirado una de las cajas al suelo, que por suerte no hizo ruido, casi, pero abriéndose y desparramando sus contenidos. Entre las latas de comida, todo un botín si estuvieran en una misión menos importante, había una estatua de piedra gris, representando algún tipo de bípedo, pero con la cara llena de tentáculos, cuyos ojos brillaban con un intenso color violeta, llevando su mente a un lugar frio, oscuro y francamente demasiado mojado para su gusto donde una gigantesca presencia la observaba. Esta pareció fijarse en ella, causándole un indescriptible dolor de cabeza y extendió una tentacular extremidad hacia su….WACK.
WACK WACK WACK.
La presencia se retiró, confusa, incluso, curiosamente, algo herida y la imagen se deshizo, su mente volviendo al edificio y su vista centrándose otra vez en la estatua, a la que había arreado cuatro mamporrazos. Estúpido calamar gigante, arrastrándola a un charco. Ya vería cuando lo cogiera ya, ¡tendría comida para noventa vidas!
Puede que un culto dedicado a obscuros y olvidados dioses de las profundidades tuviera poderes y aliados en dimensiones más allá de la comprensión humana. Pero como había comprobado esa incomprensible entidad, no para la gatuna. Solo eran comida. ¿Y que eran dos dimensiones más o menos para un gato? El mundo estaba lleno de historias que asociaban a los dioses con los gatos, desde el carruaje de Freyja, a Ai-Apaec, pasando por Li-Shou o Ceridwen y Bastet. Prácticamente todas representaban los gatos como guardianes del mal, la enfermedad y el inframundo por un motivo. Y ese calamar iba a comprobarlo muy pronto.
Si encontraban el camino…ese lugar era un laberinto, y separarse era demasiado peligroso. Seria pura suerte…
Ocurrió, pero no de la desastrosa manera que había esperado. Bueno… no pasaba nada, al menos estaban allí, que era lo importante, no debía distraerse con trifulcas. Minetras unos cuantos Skogkatt colocaban a la bola de roedor en su sitio, la exploración ya había sido organizada. Aparentemente solo habían necesitado un empujoncito y ahora estaban colaborando como si toda la vida hubieran estado en el mismo clan. Se le llenaban los ojos de lágrimas al ver a los grupos organizarse, un grupo dispuesto a sacrificarse para que el otro entrara. Espera no, eran legañas. Se lamió una pata para limpiarse los ojos mientras esperaba la señal. ¡Porque desde luego que iba a ir al frente, a rescatar a la pobre ancianita! Finalmente el grupo de distracción salió por patas, perseguido, y esa era la señal para entrar.
Ese suelo era…extraño, exótico, antinatural. El suelo no debía moverse de esa manera, pero prevalecieron, como los héroes de las leyendas, felinas por supuesto, y finalmente, agotados, cruzaron el túnel y llegaron al interior del edificio. La cinta seguía, pero estaban cansados y no les hacia la más mínima gracia seguir en ella cuando un metro más abajo había suelo perfectamente transitable.
Y al bajar, ALGUIEN, que desde luego no era ella, había tirado una de las cajas al suelo, que por suerte no hizo ruido, casi, pero abriéndose y desparramando sus contenidos. Entre las latas de comida, todo un botín si estuvieran en una misión menos importante, había una estatua de piedra gris, representando algún tipo de bípedo, pero con la cara llena de tentáculos, cuyos ojos brillaban con un intenso color violeta, llevando su mente a un lugar frio, oscuro y francamente demasiado mojado para su gusto donde una gigantesca presencia la observaba. Esta pareció fijarse en ella, causándole un indescriptible dolor de cabeza y extendió una tentacular extremidad hacia su….WACK.
WACK WACK WACK.
La presencia se retiró, confusa, incluso, curiosamente, algo herida y la imagen se deshizo, su mente volviendo al edificio y su vista centrándose otra vez en la estatua, a la que había arreado cuatro mamporrazos. Estúpido calamar gigante, arrastrándola a un charco. Ya vería cuando lo cogiera ya, ¡tendría comida para noventa vidas!
Puede que un culto dedicado a obscuros y olvidados dioses de las profundidades tuviera poderes y aliados en dimensiones más allá de la comprensión humana. Pero como había comprobado esa incomprensible entidad, no para la gatuna. Solo eran comida. ¿Y que eran dos dimensiones más o menos para un gato? El mundo estaba lleno de historias que asociaban a los dioses con los gatos, desde el carruaje de Freyja, a Ai-Apaec, pasando por Li-Shou o Ceridwen y Bastet. Prácticamente todas representaban los gatos como guardianes del mal, la enfermedad y el inframundo por un motivo. Y ese calamar iba a comprobarlo muy pronto.
Si encontraban el camino…ese lugar era un laberinto, y separarse era demasiado peligroso. Seria pura suerte…
Alisha Lessard
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Eilydh no esperó mucho de ella misma. No quiso apaciguarse y por primera vez desde que entró en aquel lugar sintió que quizás no debería haberse controlado desde un principio. La voz de Matt Owens fue la respuesta a una pregunta que ni ella misma se había formulado. Fue la pregunta misma y el deje en su voz... Bueno... digamos que Matt Owens sabía exactamente que botones presionar para sacar su peor lado.
Eilydh empezó a entender porqué se llevaba tan bien con Helena.
Se giró de manera pausada, con una sonrisa sin expresión en la cara. Como si le costase creer lo que acababa de oir. Se acercó a la mesa donde estaba sentado Owens y casi con parsimonia jugueteó con el cuello de su camisa. Apretó la mano alrededor de él de manera progresiva. Más y más fuerte sin dejar de sonreir y clavando sus ojos en los de Matt hasta que su puño quedó cerca del cuello del hombre, de manera violenta, casi obligándolo a acercarse a ella.
El gesto de la elfa era serio, frío, camuflando la ira que el hombre había desatado en ella al tratarla justo como sabía que odiaba que lo hiciesen. Por hacerlo frente a un grupo de gente desconocida, en público... pero sobre todo por hacerlo justo después de su último encuentro con el estafador, donde seguramente ambos se habían conocido mejor de lo que a ambos le hubiese gustado.
Contuvo su puño y se acercó un poco más al hombre para decir:
-No me extraña que entiendas tanto de pájaros... al fin y al cabo tú eres el más grande de todos ellos.- dijo simplemente- Vigila tu lengua, Owens- añadió- Estoy segura que querrás mantener lo único que te ha llevado donde estás hoy. - Se giró hacia la desconocida y le dedicó una sonrisa complice- Aunque por lo que dicen... tampoco nos perderíamos tanto si te la cortase ahora mismo- Llevó la mano hacia donde guardaba a Karma de manera distraida.
El sonido de una bolsa de cuero sobre la mesa la frenó y su puño agarrando la camisa de Matt Owens se deshizo un poco soltándolo finalmente. Aquellas monedas provenían del chico con el que había compartido la visión. Lo miró con cara de asombro. Paseó su mirada del desconocido a Matt y de nuevo al desconocido.
Así que de eso se trataba. Justo ahora lo entendía. Matt Owens no estaba contento con dejarla en ridículo delante de todos sino que aquello estaba.... ¿Amañado? Había pagado al guerrero para que fingiese que la conocía más de lo que lo hacía. Claro, después de la sesión con la poción de hacía unas semanas a Matt Owens no le resultó dificil explicarle a aquel desconocido sobre Eilydh. Sobre sus vulnerabilidades.
Dió dos pasos hacia atrás con el gesto confuso aún incrédula. ¿Podría ser? No tenía sentido de otra manera. Tragó saliva y por primera vez y desde que conoció a Owens entendió donde residía su poder. Su estafa. ¿Cómo había conseguido burlar la poción? ¿Es que acaso algo de lo que habían hablado era cierto? Miró a su compañero de visión asqueada. Y pensar que estaba debatiendo si confiar en alguien que no fuese ella misma.
Se alejó de la mesa, sin decir nada más. Herida.
Necesitaba algo más que hidromiel para solventar la rabia y furia que la estaba inundando. Agarró un vaso de cerveza y lo bebió de un sorbo mientras por fin escuchaba el nombre del que la había mantenido engañada toda aquella tarde. Sevna. Alward Sevna.
Eilydh sonrió componiendo una mueca de falsa complicidad sin quitarle la mirada de encima.
Vaya Alward Sevna... Matt Owens te ha tenido que pagar bien. ¿Cual era el plan exacto? ¿Intentar que te contase exactamente como entrar en Sandorai? ¿Fingir complicidad hasta que de acabase desvelándote lo rota que estoy por dentro? ¿Seducirme y plasmar tus manos en mis cicatrices? -pensó
Apretó de nuevo la jarra de cerveza mientras Alward se ofrecía a ir a buscarle una copa. Owens lo había enseñado bien, sin duda. La mirada furtiva de quien parece ingenuo, el físico justo para atraer sin asustar. La perfecta sonrisa de quien tiene un objetivo. La armadura de la guardia, por supuesto... Alward Sevna había conseguido en poco tiempo lo que Eilydh había estado evitando desde que escapó de Sandorai.
-Mi nombre es Helena- dijo la chica con una sonrisa seductora mientras se acercaba un poco más al guerrero- Helena Rhodes- Agarró la copa que Alward sostenía y que le habiía traído.
Iba a ser justo lo que se esperaba de ella.
-.
----Eilydh empezó a entender porqué se llevaba tan bien con Helena.
Se giró de manera pausada, con una sonrisa sin expresión en la cara. Como si le costase creer lo que acababa de oir. Se acercó a la mesa donde estaba sentado Owens y casi con parsimonia jugueteó con el cuello de su camisa. Apretó la mano alrededor de él de manera progresiva. Más y más fuerte sin dejar de sonreir y clavando sus ojos en los de Matt hasta que su puño quedó cerca del cuello del hombre, de manera violenta, casi obligándolo a acercarse a ella.
El gesto de la elfa era serio, frío, camuflando la ira que el hombre había desatado en ella al tratarla justo como sabía que odiaba que lo hiciesen. Por hacerlo frente a un grupo de gente desconocida, en público... pero sobre todo por hacerlo justo después de su último encuentro con el estafador, donde seguramente ambos se habían conocido mejor de lo que a ambos le hubiese gustado.
Contuvo su puño y se acercó un poco más al hombre para decir:
-No me extraña que entiendas tanto de pájaros... al fin y al cabo tú eres el más grande de todos ellos.- dijo simplemente- Vigila tu lengua, Owens- añadió- Estoy segura que querrás mantener lo único que te ha llevado donde estás hoy. - Se giró hacia la desconocida y le dedicó una sonrisa complice- Aunque por lo que dicen... tampoco nos perderíamos tanto si te la cortase ahora mismo- Llevó la mano hacia donde guardaba a Karma de manera distraida.
El sonido de una bolsa de cuero sobre la mesa la frenó y su puño agarrando la camisa de Matt Owens se deshizo un poco soltándolo finalmente. Aquellas monedas provenían del chico con el que había compartido la visión. Lo miró con cara de asombro. Paseó su mirada del desconocido a Matt y de nuevo al desconocido.
Así que de eso se trataba. Justo ahora lo entendía. Matt Owens no estaba contento con dejarla en ridículo delante de todos sino que aquello estaba.... ¿Amañado? Había pagado al guerrero para que fingiese que la conocía más de lo que lo hacía. Claro, después de la sesión con la poción de hacía unas semanas a Matt Owens no le resultó dificil explicarle a aquel desconocido sobre Eilydh. Sobre sus vulnerabilidades.
Dió dos pasos hacia atrás con el gesto confuso aún incrédula. ¿Podría ser? No tenía sentido de otra manera. Tragó saliva y por primera vez y desde que conoció a Owens entendió donde residía su poder. Su estafa. ¿Cómo había conseguido burlar la poción? ¿Es que acaso algo de lo que habían hablado era cierto? Miró a su compañero de visión asqueada. Y pensar que estaba debatiendo si confiar en alguien que no fuese ella misma.
Se alejó de la mesa, sin decir nada más. Herida.
Necesitaba algo más que hidromiel para solventar la rabia y furia que la estaba inundando. Agarró un vaso de cerveza y lo bebió de un sorbo mientras por fin escuchaba el nombre del que la había mantenido engañada toda aquella tarde. Sevna. Alward Sevna.
Eilydh sonrió componiendo una mueca de falsa complicidad sin quitarle la mirada de encima.
Vaya Alward Sevna... Matt Owens te ha tenido que pagar bien. ¿Cual era el plan exacto? ¿Intentar que te contase exactamente como entrar en Sandorai? ¿Fingir complicidad hasta que de acabase desvelándote lo rota que estoy por dentro? ¿Seducirme y plasmar tus manos en mis cicatrices? -pensó
Apretó de nuevo la jarra de cerveza mientras Alward se ofrecía a ir a buscarle una copa. Owens lo había enseñado bien, sin duda. La mirada furtiva de quien parece ingenuo, el físico justo para atraer sin asustar. La perfecta sonrisa de quien tiene un objetivo. La armadura de la guardia, por supuesto... Alward Sevna había conseguido en poco tiempo lo que Eilydh había estado evitando desde que escapó de Sandorai.
-Mi nombre es Helena- dijo la chica con una sonrisa seductora mientras se acercaba un poco más al guerrero- Helena Rhodes- Agarró la copa que Alward sostenía y que le habiía traído.
Iba a ser justo lo que se esperaba de ella.
-.
Interactúo con Alward, con Matt Owens y menciono levemente a Lyra
Eilydh
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Nadie prestaba especial atención a las dos nuevas figuras encapuchadas que se deslizaban por entre las mesas repletas de viandas con las que los lugareños agasajaban al gran número de invitados que llevaban ya días recibiendo, y con las que también agasajarían a los que estaban por llegar, sin duda una cantidad aún mayor. Demasiados rostros nuevos, demasiada gente, demasiada actividad... y, por qué no, demasiado hidromiel especiado del que disfrutar junto al fuego como para fijarse en nimios detalles.
Solo eran dos peregrinos más acercándose, ya fuera por curiosidad o fe, el lugar donde se decía que los dioses hablaban. Unos rumores que se habían extendido a la velocidad del mismísimo viento helado por toda aquella zona, y más allá.
-Parece que las penurias de las grandes guerras ya han acabado para esta gente.- Murmuró la más pequeña de las figuras fijando sus ojos rojos en fuego principal de aquel gran salón, donde dos corpulentos hombres se afanaban por girar un gran asador para asegurarse de que el cerdo que cocinaban se asara perfectamente para deleite de los comensales. -Con toda esta comida podrían haber alimentado incluso a las tropas del niño rey...- Añadió retrasándose unos pasos por quedarse obnubilada al imaginarse con un gran plato de aquella carne recién hecha delante suya.
-Puedes comer lo que quieras, Cath. Pero no te metas en líos. Y no abuses de la generosidad de esta buena gente.- Concedería la figura más alta. Sabía de sobra que tratar de mantener a su hermana alejada de las mesas en aquellas circunstancias era una causa perdida. Bastante había durado ya su intención de comer más sano para el nuevo año. El par de días que había aguantado a base de fruta y verdura era todo un récord de hecho.
-Me consientes demasiado...y por eso te quiero tanto.- Fueron las palabras de la joven tras verse con semejante carta blanca. No dudando en ocupar sonriente el primer sitio libre que encontró en uno de los bancos sin importarle que tal plaza la encajonaba entre dos hombres varias cabezas más altos que ella y con espaldas tan amplias que la hacían parecer una niña pequeña a su lado.
-Toma come pequeñaja.- No tardaron en ofrecerle de manera amable y cordial, cortando un generoso trozo de carne para ella y no escatimando en la guarnición. -A lo mejor así creces grande y fuerte como nosotros.- añadió un segundo norteño con cierta sorna, aunque con un ánimo festivo que bien podría evitar que sus palabras pudieses generar conflicto alguno. -Sí, lo mismo incluso cuando tu madre regrese ya has crecido un par de centímetros.- Siguió el primero la broma. Aunque las risas se cortaron cuando la "pequeña" retiró su capucha y dejó su felino rostro al descubierto, mostrando sus afilados colmillos al sonreír con superioridad.
-Gracias, sois muy amables...- Devoró un trozo de la carne de gran tamaño con facilidad y apetito. - ¿Vais a comeros eso?- Preguntó entonces, aprovechando la momentánea sorpresa en la mesa para agenciarse el plato de uno de aquellos hombres sin esperar su beneplácito, algo que pareció hacerle gracia, pues de nuevo las risas volvieron a brotar de aquella mesa.
Mientras la felina llenaba el estómago, demostrando a los lugareños que las apariencias engañaban, Níniel no detuvo su avance hasta el sancta sanctorum de aquel lugar. No es que no pudiera disfrutar de un buen festín como los demás, tal vez incluso participara después, a pesar de que sus modales y gustos tendían más a otra clase de celebraciones y fuese desde luego bastante más comedida que muchos de los celebrantes allí reunidos. Sencillamente le interesaba mucho más investigar los rumores sobre aquella estrella caída del cielo que llenar el estómago hasta reventar de comida y bebida. Cuestión de prioridades.
Como sacerdotisa que era, mostró el máximo respeto al entrar al lugar y esperó a tener el permiso de sus guardianes para acercarse despacio y en silencio. Por supuesto encontraba equivocadas las creencias en dioses con martillos o tuertos a lomos de caballos de seis patas adictos a la guerra, las orgías y las juergas en general...Pero mientras sus creencias no les llevasen a cometer actos malvados merecían al menos su respeto e incluso cierto afán de conocimiento por su parte. Algo que esperaba fuera recíproco, al menos en lo que a respeto se refería. Sobre mostrar interés por otras culturas...Bueno, pedirle eso a los humanos era como pedirle peras al olmo, salvo en contadas ocasiones.
Aquel sitio estaba demasiado cargado. Un espacio relativamente reducido, cerrado. Mucho incienso y otros aromas "purificadores" llenaban el ambiente en una constante lucha por imponerse los unos a los otros. La elfa casi agradeció que Catherine no hubiese ido con ella, pues si ya resultaba mareante para su olfato, para el de la pelirroja resultaría prácticamente insoportable. Seguramente no habría podido hacer alguna broma al respecto que habría hecho como poco fruncir el ceño a los fieles locales.
La joven trató de soportarlo lo mejor que pudo y se acercó aún más al pequeño cráter, observando la pequeña y negruzca roca que lo había causado. ¿Realmente eran eso las estrellas? ¿Qué significaba? ¿Realmente era un mensaje de los dioses? ¿Un regalo? Costaba de creer que fuera algo divino o celestial ante semejante visión tan...mundana. Apenas podría decir que fuese muy diferente a cualquier roca o mineral extraído de cualquier mina de Aerandir, claro que ella no sabía de aquella materia más que las nociones básicas que había leído en algún que otro libro.
Se esforzó por aguantarse un sonidito de decepción mezclada con curiosidad y duda y se arrodilló con cuidado al límite permitido del cráter, dispuesta a meditar, pensar y reflexionar un rato antes de darse por vencida. Incluso pensó en si la alquimia podría arrojar algo de luz sobre aquel asunto. Tal vez averiguar qué clase de roca era aquella o si se parecía a alguna otra conocida. Un pensamiento absurdo. Los humanos jamás la dejarían tomar muestras de algo sagrado. De hecho incluso si se acercara solo un poco más seguramente abandonarían sus buenos modales. Por supuesto pedírselo estaba fuera de lugar.
Tantas preguntas sin respuesta y poco podía hacer más que mirar...Mirar fijamente aquella piedra inerte cuyo éter tan normal se le antojaba. Un éter que vibraba levemente, igual que la piedra. De manera casi imperceptible pero clara para su vista de elfa...
-Un momento...- No pudo evitar susurrar al darse cuenta de que no era normal que eso estuviera pasando, y que de hecho a punto había estado por tomar aquello como algo que había estado pasando siempre cuando era evidente que no era así. -Pero qué...-Añadió confundida y extrañada sin poder apartar la vista de aquel trozo de roca, percatándose de que la vibración aumentaba más y más...Hasta que de repente la piedra comenzó a arder y ella retrocedió sobresaltada. Cerrando fuertemente los ojos incrédula, encontrándose en un lugar totalmente diferente al anterior al volver a abrirlos. Un lugar abierto y fresco, luminoso, hermoso y puro. Era Sandorai.
-¿Una ilusión?- Fue lo primero que pensó tratando de concentrarse para combatirla. ¿Quién la había causado, la estrella, alguién más? Volvió a cerrar los ojos para hacer desaparecer aquel bosque virgen del que se había visto rodeada por un instante y regresar a la realidad, pero al volver a abrirlos el bosque seguía allí. Ni siquiera Canel podía sumirla en una ilusión tan poderosa y real, no si ella se resistía. Aquel pensamiento la inquietó sobremanera y pensó en gritar para llamar a Catherine, aunque sabía que sería inútil. Por mucho que gritara, en una ilusión su verdadero yo bien podría estar aún simplemente sentada ante la estrella sin más. Aquello era peligroso.
-¿Ocurre algo gran sacerdotisa?- Interrumpió sus alarmados pensamientos una voz en su idioma natal, logrando sobresaltarla y que diera un fuerte respingo. La joven se giró rápidamente para ver a un elfo joven y apuesto. Alto, fuerte pero de rasgos elegantes y ataviado con una hermosa armadura de factura élfica y calidad incuestionable, de la clase que solo los mejores guerreros de Veyond poseían. Por alguna razón al verlo su corazón agitado dio un vuelco y ella se sintió aliviada y segura. Incluso sintió la tentación de acariciar aquel hermoso rostro y...Aquello no tenía sentido. ¡Si no lo conocía de nada! Pero le resultaba tan...
-¿Gran sacerdotisa?- Logró preguntar en aquel torbellino de emociones y sensaciones. -Aún me quedan décadas de trabajo para poder siquiera aspirar a tal honor...- Dijo con sinceridad antes de auto recordarse su situación y el peligro que aquella figura implicaba. El elfo la miró, ladeó la cabeza y sonrió de manera encantadora antes de proferir una risa musical y cantarina que de nuevo hizo que Níniel sintiera ganas de echarse a sus brazos.
-¿Qué pensarían los demás si supieran que nuestra guía y líder bromea con esas cosas?- Se jactó con tono de confianza el elfo. -Avacyn "la abre sendas" riéndose de las grandes sacerdotisas...- Dijo de forma casual. Pero Níniel se puso blanca ante el mero hecho de ser interpelada con aquel legendario y reverenciado nombre. Ella no bromeaba, aquel elfo prácticamente cometía herejía usando aquel nombre. Por poco no espetó un "¿cómo te atreves?" antes de exigir ser liberada de aquella ilusión. ¿Qué clase de juego era aquel?
-Debemos reunirnos con los demás. Los preparativos para la consagración ya están listos. La estrella ya ha sido guardada en el relicario que le pediste a los maestros orfebres. Aún me puedo creer que Larian ofreciera su bastón para forjarlo. Realmente es un día...histórico para nuestro pueblo.- El cerebro de la elfa estaba a punto de estallar y no pudo decir nada. Tal vez lo mejor por el momenta fuera simplemente seguir la corriente, ganar tiempo...
Con paso lento, casi tambaleante, siguió a aquel elfo en silencio, totalmente perdida en una vorágine de recuerdos, memorias, emociones y sentimientos. Tan pronto como trataba de aferrarse a tan solo uno de ellos, se le escapaba de entre las manos como el agua de un manantial entre los dedos.
Sus pasos les llevaron ante lo que parecía ser un cráter, similar al que había dejado atrás en la realidad, aunque a diferencia de aquél, éste no tenía ninguna roca negruzca en su interior. En lugar de eso había un gran cofre dorado sellado sobre un altar improvisado junto al borde del agujero, y a su alrededor decenas de elfos, incluso cientos de ellos. Todos se inclinaron ante ella con reverencia y respeto, esperando a algo y mirando en la misma dirección. Era evidente que querían que ella tomara la iniciativa, aunque no tenía ni idea de sobre qué. Una consagración había dicho el guapo y blasfemo elfo pero...¿de qué?.
Cuando la peliblanca se giró y vió las dos grandes rocas gemelas que tenía ante ella lo supo. Y saberlo no la sosegó en la más mínimo. -No puede ser...- Fue cuanto pudo articular, totalmente atónita.
Cerró los ojos con fuerza nuevamente...Y al abrirlos volvió a verse en aquella estructura humana, con sus fuertes olores inundando de nuevo sus fosas nasales. Seguía de rodillas ante aquel cráter y otra vez la piedra estaba inerte. Como si nunca hubiese comenzado a vibrar y mucho menos envolverse en llamas. Tal vez nunca había pasado tal cosa, de hecho seguramente no había pasado, a juzgar por la tranquilidad de la gente cercana. Parecía que lo único inquieto allí era su corazón, aún desbocado, y su mente, que trataba de encajar las piezas evitando soltar una risilla nerviosa en el proceso.
Una anciana la miró y sonrió como si de algún modo comprendiese lo que sentía. ¿La ilusión era cosa suya? ¿Había sido una ilusión u otra cosa? ¿Era una enemiga? No lo parecía, de hecho aquella sonrisa la tranquilizó en cierto modo pero...La cabeza le daba vueltas...tenía que salir de allí. La joven se levantó y volvió al gran salón tal vez más a prisa de lo que el respeto merecía, y una vez allí el sonido de la celebración y la amplitud de la sala la aliviaron de inmediato en gran medida. Rauda, aunque aún con paso algo vacilante, regresó junto con Catherine, que parecía haber acabado de comer y ahora demostraba su fuerza en un pulso con un gigantón sin perder una sonrisa de suficiencia que denotaba que ni siquiera se estaba esforzando, a pesar de que su adversario estaba rojo y con la cara congestionada debido a sus esfuerzos por vencer.
-¡Nín! Anda que no has tardado. ¿Has descubierto algo?- Se interesó la pelirroja sin ceder ni un centímetro ante su contrincante a pesar de distraerse hablando.
-¿He tardado mucho?- Preguntó intrigada la elfa, pensando que solo había pasado unos minutos junto a la estrella.
-Hace más de dos horas que nos separamos. Mira a Sven...el pobre estaba fresco como una rosa entonces...- Señaló con un gesto a otro norteño que parecía haber decidido dormir la mona sobre los restos de un plato de puré patata.
-Creo que necesito tomar el aire...Y tal vez hacer un viaje, no lo sé...- Dijo crípticamente la peliblanca con toda la intención de salir de allí. La brisa fría la ayudaría despejarse y a pensar con claridad. Catherine la siguió con la mirada y, tras vencer el pulso con un solo movimiento, la siguió con cierta preocupación.
-Estás pálida. No me irás a decir que los rumores eran ciertos...- Quiso saber.
-No lo sé. Desde luego he visto algo...Pero no sé que he visto...Avacyn...- Catherine insistió con la mirada denotando que no se estaba enterando de nada y necesitaba algo más que aquellas palabras inconexas. -Creo que he visto a la primera de las Thenidiel...Creo que lo que he visto era Veyond, mi hogar, hace mucho tiempo. Y creo que allí también cayó una estrella. Hace miles de años.- Explicó como pudo.
-¿No dijo aquel viejo elfo que esto ya había pasado antes?- Recordó la felina sobre las palabras de aquel sabio que había orquestado todo aquel ritual durante la fiesta de la alianza.
-Cierto...- Cabiló la joven pensativa. -Pero si algo así hubiera pasado...lo sabría. Sería importante para mi clan...No entiendo nada.- Sentenció.
Solo eran dos peregrinos más acercándose, ya fuera por curiosidad o fe, el lugar donde se decía que los dioses hablaban. Unos rumores que se habían extendido a la velocidad del mismísimo viento helado por toda aquella zona, y más allá.
-Parece que las penurias de las grandes guerras ya han acabado para esta gente.- Murmuró la más pequeña de las figuras fijando sus ojos rojos en fuego principal de aquel gran salón, donde dos corpulentos hombres se afanaban por girar un gran asador para asegurarse de que el cerdo que cocinaban se asara perfectamente para deleite de los comensales. -Con toda esta comida podrían haber alimentado incluso a las tropas del niño rey...- Añadió retrasándose unos pasos por quedarse obnubilada al imaginarse con un gran plato de aquella carne recién hecha delante suya.
-Puedes comer lo que quieras, Cath. Pero no te metas en líos. Y no abuses de la generosidad de esta buena gente.- Concedería la figura más alta. Sabía de sobra que tratar de mantener a su hermana alejada de las mesas en aquellas circunstancias era una causa perdida. Bastante había durado ya su intención de comer más sano para el nuevo año. El par de días que había aguantado a base de fruta y verdura era todo un récord de hecho.
-Me consientes demasiado...y por eso te quiero tanto.- Fueron las palabras de la joven tras verse con semejante carta blanca. No dudando en ocupar sonriente el primer sitio libre que encontró en uno de los bancos sin importarle que tal plaza la encajonaba entre dos hombres varias cabezas más altos que ella y con espaldas tan amplias que la hacían parecer una niña pequeña a su lado.
-Toma come pequeñaja.- No tardaron en ofrecerle de manera amable y cordial, cortando un generoso trozo de carne para ella y no escatimando en la guarnición. -A lo mejor así creces grande y fuerte como nosotros.- añadió un segundo norteño con cierta sorna, aunque con un ánimo festivo que bien podría evitar que sus palabras pudieses generar conflicto alguno. -Sí, lo mismo incluso cuando tu madre regrese ya has crecido un par de centímetros.- Siguió el primero la broma. Aunque las risas se cortaron cuando la "pequeña" retiró su capucha y dejó su felino rostro al descubierto, mostrando sus afilados colmillos al sonreír con superioridad.
-Gracias, sois muy amables...- Devoró un trozo de la carne de gran tamaño con facilidad y apetito. - ¿Vais a comeros eso?- Preguntó entonces, aprovechando la momentánea sorpresa en la mesa para agenciarse el plato de uno de aquellos hombres sin esperar su beneplácito, algo que pareció hacerle gracia, pues de nuevo las risas volvieron a brotar de aquella mesa.
Mientras la felina llenaba el estómago, demostrando a los lugareños que las apariencias engañaban, Níniel no detuvo su avance hasta el sancta sanctorum de aquel lugar. No es que no pudiera disfrutar de un buen festín como los demás, tal vez incluso participara después, a pesar de que sus modales y gustos tendían más a otra clase de celebraciones y fuese desde luego bastante más comedida que muchos de los celebrantes allí reunidos. Sencillamente le interesaba mucho más investigar los rumores sobre aquella estrella caída del cielo que llenar el estómago hasta reventar de comida y bebida. Cuestión de prioridades.
Como sacerdotisa que era, mostró el máximo respeto al entrar al lugar y esperó a tener el permiso de sus guardianes para acercarse despacio y en silencio. Por supuesto encontraba equivocadas las creencias en dioses con martillos o tuertos a lomos de caballos de seis patas adictos a la guerra, las orgías y las juergas en general...Pero mientras sus creencias no les llevasen a cometer actos malvados merecían al menos su respeto e incluso cierto afán de conocimiento por su parte. Algo que esperaba fuera recíproco, al menos en lo que a respeto se refería. Sobre mostrar interés por otras culturas...Bueno, pedirle eso a los humanos era como pedirle peras al olmo, salvo en contadas ocasiones.
Aquel sitio estaba demasiado cargado. Un espacio relativamente reducido, cerrado. Mucho incienso y otros aromas "purificadores" llenaban el ambiente en una constante lucha por imponerse los unos a los otros. La elfa casi agradeció que Catherine no hubiese ido con ella, pues si ya resultaba mareante para su olfato, para el de la pelirroja resultaría prácticamente insoportable. Seguramente no habría podido hacer alguna broma al respecto que habría hecho como poco fruncir el ceño a los fieles locales.
La joven trató de soportarlo lo mejor que pudo y se acercó aún más al pequeño cráter, observando la pequeña y negruzca roca que lo había causado. ¿Realmente eran eso las estrellas? ¿Qué significaba? ¿Realmente era un mensaje de los dioses? ¿Un regalo? Costaba de creer que fuera algo divino o celestial ante semejante visión tan...mundana. Apenas podría decir que fuese muy diferente a cualquier roca o mineral extraído de cualquier mina de Aerandir, claro que ella no sabía de aquella materia más que las nociones básicas que había leído en algún que otro libro.
Se esforzó por aguantarse un sonidito de decepción mezclada con curiosidad y duda y se arrodilló con cuidado al límite permitido del cráter, dispuesta a meditar, pensar y reflexionar un rato antes de darse por vencida. Incluso pensó en si la alquimia podría arrojar algo de luz sobre aquel asunto. Tal vez averiguar qué clase de roca era aquella o si se parecía a alguna otra conocida. Un pensamiento absurdo. Los humanos jamás la dejarían tomar muestras de algo sagrado. De hecho incluso si se acercara solo un poco más seguramente abandonarían sus buenos modales. Por supuesto pedírselo estaba fuera de lugar.
Tantas preguntas sin respuesta y poco podía hacer más que mirar...Mirar fijamente aquella piedra inerte cuyo éter tan normal se le antojaba. Un éter que vibraba levemente, igual que la piedra. De manera casi imperceptible pero clara para su vista de elfa...
-Un momento...- No pudo evitar susurrar al darse cuenta de que no era normal que eso estuviera pasando, y que de hecho a punto había estado por tomar aquello como algo que había estado pasando siempre cuando era evidente que no era así. -Pero qué...-Añadió confundida y extrañada sin poder apartar la vista de aquel trozo de roca, percatándose de que la vibración aumentaba más y más...Hasta que de repente la piedra comenzó a arder y ella retrocedió sobresaltada. Cerrando fuertemente los ojos incrédula, encontrándose en un lugar totalmente diferente al anterior al volver a abrirlos. Un lugar abierto y fresco, luminoso, hermoso y puro. Era Sandorai.
-¿Una ilusión?- Fue lo primero que pensó tratando de concentrarse para combatirla. ¿Quién la había causado, la estrella, alguién más? Volvió a cerrar los ojos para hacer desaparecer aquel bosque virgen del que se había visto rodeada por un instante y regresar a la realidad, pero al volver a abrirlos el bosque seguía allí. Ni siquiera Canel podía sumirla en una ilusión tan poderosa y real, no si ella se resistía. Aquel pensamiento la inquietó sobremanera y pensó en gritar para llamar a Catherine, aunque sabía que sería inútil. Por mucho que gritara, en una ilusión su verdadero yo bien podría estar aún simplemente sentada ante la estrella sin más. Aquello era peligroso.
-¿Ocurre algo gran sacerdotisa?- Interrumpió sus alarmados pensamientos una voz en su idioma natal, logrando sobresaltarla y que diera un fuerte respingo. La joven se giró rápidamente para ver a un elfo joven y apuesto. Alto, fuerte pero de rasgos elegantes y ataviado con una hermosa armadura de factura élfica y calidad incuestionable, de la clase que solo los mejores guerreros de Veyond poseían. Por alguna razón al verlo su corazón agitado dio un vuelco y ella se sintió aliviada y segura. Incluso sintió la tentación de acariciar aquel hermoso rostro y...Aquello no tenía sentido. ¡Si no lo conocía de nada! Pero le resultaba tan...
-¿Gran sacerdotisa?- Logró preguntar en aquel torbellino de emociones y sensaciones. -Aún me quedan décadas de trabajo para poder siquiera aspirar a tal honor...- Dijo con sinceridad antes de auto recordarse su situación y el peligro que aquella figura implicaba. El elfo la miró, ladeó la cabeza y sonrió de manera encantadora antes de proferir una risa musical y cantarina que de nuevo hizo que Níniel sintiera ganas de echarse a sus brazos.
-¿Qué pensarían los demás si supieran que nuestra guía y líder bromea con esas cosas?- Se jactó con tono de confianza el elfo. -Avacyn "la abre sendas" riéndose de las grandes sacerdotisas...- Dijo de forma casual. Pero Níniel se puso blanca ante el mero hecho de ser interpelada con aquel legendario y reverenciado nombre. Ella no bromeaba, aquel elfo prácticamente cometía herejía usando aquel nombre. Por poco no espetó un "¿cómo te atreves?" antes de exigir ser liberada de aquella ilusión. ¿Qué clase de juego era aquel?
-Debemos reunirnos con los demás. Los preparativos para la consagración ya están listos. La estrella ya ha sido guardada en el relicario que le pediste a los maestros orfebres. Aún me puedo creer que Larian ofreciera su bastón para forjarlo. Realmente es un día...histórico para nuestro pueblo.- El cerebro de la elfa estaba a punto de estallar y no pudo decir nada. Tal vez lo mejor por el momenta fuera simplemente seguir la corriente, ganar tiempo...
Con paso lento, casi tambaleante, siguió a aquel elfo en silencio, totalmente perdida en una vorágine de recuerdos, memorias, emociones y sentimientos. Tan pronto como trataba de aferrarse a tan solo uno de ellos, se le escapaba de entre las manos como el agua de un manantial entre los dedos.
Sus pasos les llevaron ante lo que parecía ser un cráter, similar al que había dejado atrás en la realidad, aunque a diferencia de aquél, éste no tenía ninguna roca negruzca en su interior. En lugar de eso había un gran cofre dorado sellado sobre un altar improvisado junto al borde del agujero, y a su alrededor decenas de elfos, incluso cientos de ellos. Todos se inclinaron ante ella con reverencia y respeto, esperando a algo y mirando en la misma dirección. Era evidente que querían que ella tomara la iniciativa, aunque no tenía ni idea de sobre qué. Una consagración había dicho el guapo y blasfemo elfo pero...¿de qué?.
Cuando la peliblanca se giró y vió las dos grandes rocas gemelas que tenía ante ella lo supo. Y saberlo no la sosegó en la más mínimo. -No puede ser...- Fue cuanto pudo articular, totalmente atónita.
Cerró los ojos con fuerza nuevamente...Y al abrirlos volvió a verse en aquella estructura humana, con sus fuertes olores inundando de nuevo sus fosas nasales. Seguía de rodillas ante aquel cráter y otra vez la piedra estaba inerte. Como si nunca hubiese comenzado a vibrar y mucho menos envolverse en llamas. Tal vez nunca había pasado tal cosa, de hecho seguramente no había pasado, a juzgar por la tranquilidad de la gente cercana. Parecía que lo único inquieto allí era su corazón, aún desbocado, y su mente, que trataba de encajar las piezas evitando soltar una risilla nerviosa en el proceso.
Una anciana la miró y sonrió como si de algún modo comprendiese lo que sentía. ¿La ilusión era cosa suya? ¿Había sido una ilusión u otra cosa? ¿Era una enemiga? No lo parecía, de hecho aquella sonrisa la tranquilizó en cierto modo pero...La cabeza le daba vueltas...tenía que salir de allí. La joven se levantó y volvió al gran salón tal vez más a prisa de lo que el respeto merecía, y una vez allí el sonido de la celebración y la amplitud de la sala la aliviaron de inmediato en gran medida. Rauda, aunque aún con paso algo vacilante, regresó junto con Catherine, que parecía haber acabado de comer y ahora demostraba su fuerza en un pulso con un gigantón sin perder una sonrisa de suficiencia que denotaba que ni siquiera se estaba esforzando, a pesar de que su adversario estaba rojo y con la cara congestionada debido a sus esfuerzos por vencer.
-¡Nín! Anda que no has tardado. ¿Has descubierto algo?- Se interesó la pelirroja sin ceder ni un centímetro ante su contrincante a pesar de distraerse hablando.
-¿He tardado mucho?- Preguntó intrigada la elfa, pensando que solo había pasado unos minutos junto a la estrella.
-Hace más de dos horas que nos separamos. Mira a Sven...el pobre estaba fresco como una rosa entonces...- Señaló con un gesto a otro norteño que parecía haber decidido dormir la mona sobre los restos de un plato de puré patata.
-Creo que necesito tomar el aire...Y tal vez hacer un viaje, no lo sé...- Dijo crípticamente la peliblanca con toda la intención de salir de allí. La brisa fría la ayudaría despejarse y a pensar con claridad. Catherine la siguió con la mirada y, tras vencer el pulso con un solo movimiento, la siguió con cierta preocupación.
-Estás pálida. No me irás a decir que los rumores eran ciertos...- Quiso saber.
-No lo sé. Desde luego he visto algo...Pero no sé que he visto...Avacyn...- Catherine insistió con la mirada denotando que no se estaba enterando de nada y necesitaba algo más que aquellas palabras inconexas. -Creo que he visto a la primera de las Thenidiel...Creo que lo que he visto era Veyond, mi hogar, hace mucho tiempo. Y creo que allí también cayó una estrella. Hace miles de años.- Explicó como pudo.
-¿No dijo aquel viejo elfo que esto ya había pasado antes?- Recordó la felina sobre las palabras de aquel sabio que había orquestado todo aquel ritual durante la fiesta de la alianza.
-Cierto...- Cabiló la joven pensativa. -Pero si algo así hubiera pasado...lo sabría. Sería importante para mi clan...No entiendo nada.- Sentenció.
Níniel Thenidiel
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
El elfo hacía buenas preguntas. Y las suposiciones, como mínimo, eran interesantes. Me mantuve pensativo mientras lo llevaba a la mesa que había ocupado antes. Oshu había desaparecido del lugar, probablemente a beber o comer algo. No me molestaba: se merecía un rato para divertirse.
Tras servirme agua limpia de una jarra y un plato decente de comida, volví a dar voz a mis pensamientos.
-Es posible que algunos tengan los mismos sueños, o crean tenerlos. No creo que sea el caso con la mayoría, pero... es un buen punto. Si dos personas tienen exactamente el mismo sueño, es algo más que un incienso.- afirmé. Lancé una larga mirada a mi alrededor antes de comer. -Hay otra posibilidad. Que alguien esté causando estas visiones a proposito. Poco probable: mantener tantas ilusiones al mismo tiempo cansaría al mejor brujo o vampiro en minutos, y no hay mucho que ganar.- admití. -Pero explicaría que el meteorito no fuese responsable.-
Suspiré. Muchas conjeturas y pocas formas de demostrar nada.
-Partiendo de la experiencia... Puedo contarte lo que he visto. Dudo que sea lo mismo, pero quizás haya algún patrón.- propuse. -A decir verdad, no fue...- No, no iba a menospreciarlo. Nunca había visto nada que se acercase. Era una escala mucho más grande de lo que creía. Sacudí la cabeza. -Algo en el cielo, de noche. Más que estrellas... mucho más. No lo veía desde mi propio cuerpo. Creo que... quizás viese el origen de esa roca. No parecía nada divino.-
Me rasqué la nuca. Era dificil de explicar.
-Sea como sea, no tenía nada que ver conmigo. Ninguna profecía, ni un terrible pasado, ni nada por el estilo. Algo decepcionante, a decir verdad.- dije, encogiéndome de hombros. -Aunque entiendo el interés que tiene la gente.-
Tras aquello, me centré en el elfo. Parecía ser bastante espabilado, y estar dispuesto a entender lo que significaba todo aquello. Pero no sabía mucho más sobre él. ¿Había olvidado su nombre, o...? ¿Habíamos llegado a presentarnos siquiera?
-Soy Asher Daregan. No sé si llegué a decirlo.- dije. -¿Que hay de tí?-
Comparto mi visión (y más conjeturas) con Rauko
Tras servirme agua limpia de una jarra y un plato decente de comida, volví a dar voz a mis pensamientos.
-Es posible que algunos tengan los mismos sueños, o crean tenerlos. No creo que sea el caso con la mayoría, pero... es un buen punto. Si dos personas tienen exactamente el mismo sueño, es algo más que un incienso.- afirmé. Lancé una larga mirada a mi alrededor antes de comer. -Hay otra posibilidad. Que alguien esté causando estas visiones a proposito. Poco probable: mantener tantas ilusiones al mismo tiempo cansaría al mejor brujo o vampiro en minutos, y no hay mucho que ganar.- admití. -Pero explicaría que el meteorito no fuese responsable.-
Suspiré. Muchas conjeturas y pocas formas de demostrar nada.
-Partiendo de la experiencia... Puedo contarte lo que he visto. Dudo que sea lo mismo, pero quizás haya algún patrón.- propuse. -A decir verdad, no fue...- No, no iba a menospreciarlo. Nunca había visto nada que se acercase. Era una escala mucho más grande de lo que creía. Sacudí la cabeza. -Algo en el cielo, de noche. Más que estrellas... mucho más. No lo veía desde mi propio cuerpo. Creo que... quizás viese el origen de esa roca. No parecía nada divino.-
Me rasqué la nuca. Era dificil de explicar.
-Sea como sea, no tenía nada que ver conmigo. Ninguna profecía, ni un terrible pasado, ni nada por el estilo. Algo decepcionante, a decir verdad.- dije, encogiéndome de hombros. -Aunque entiendo el interés que tiene la gente.-
Tras aquello, me centré en el elfo. Parecía ser bastante espabilado, y estar dispuesto a entender lo que significaba todo aquello. Pero no sabía mucho más sobre él. ¿Había olvidado su nombre, o...? ¿Habíamos llegado a presentarnos siquiera?
-Soy Asher Daregan. No sé si llegué a decirlo.- dije. -¿Que hay de tí?-
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Asher Daregan
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
No era especialmente difícil estar ahí para Alexandra, ya que, aunque no era de creer en dioses que gobiernan el destino de otros, si creía que una buena comida en un ambiente cálido era el alimento perfecto al alma. Es por eso que, antes de su llegada al lugar, decidió llevar algo consigo, ya saben, no se puede llegar a la casa de otro y comerse la comida sin siquiera llevar algo. El problema es que la mujer bestia, por muy dedicada al combate que era, no se le daba bien la cacería.
El primer intento fue con un jabalí que encontró a medio camino. En tres intentos se lanzó contra su enemigo, solo para que se escapara en dos de ellos, mientras que en la tercera la mujer bestia aprendió lo doloroso que era una tacleada al cuerpo por parte de estos animales. Por un momento pensó en llevar conejos, ya que tenían menos fuerza en sus golpes, pero al ver como alguien se dirigía hacia el lugar ya con varios de ellos la hizo desistir de la idea.
Haciendo uso del 100% de su sabiduría, cambió de destino y recorrió sus alrededores del bosque hasta que encontró plantas se parecían mucho a las que usaban en la guardia donde entrenó para…. Eh, entretenimiento. También pudo agarrar algunas ramas para la fogata que, si bien no era mucho, mantendría el fuego y respetaría las tradiciones que eran solicitadas.
Aunque no pudo evitar pensar, a medida que ayudaba en las labores simples como mantener el fuego y ayudar con los tragos, que al parecer las hierbas que había traído eran bastante suaves en comparación a lo que tenían en la fiesta.
- … le llevarré a papá un poco de eze ze inzienzo.
Y en realidad le llamaba la atención. Muchos parecían enfrascados en meditaciones largas mientras que otros parecían desconcertados luego de un momento. Es por eso que, después de terminar sus ofrendas, se dirigió donde muchos parecían congregarse: el pedazo de roca que se encontraba fuera. Al menos, eso era para la hermosa, educada e ignorante Alexandra.
Y, sin embargo, podía sentir en su instinto que acercarse no era la mejor idea.
Se acercó lo suficiente para quedar al lado de algunos, por ponerles un nombre, peregrinos que hacian sus oraciones hacia la roca. Habían muchas personas que se quedaban largos momentos haciendolo, quizás por una tradición que desconocía, y como no deseaba faltar el respeto a los lugareños, o a los presentes, decidió hacer lo mismo, sentándose y cerrando sus ojos. Aunque desconocía exactamente qué decir. ¿Debía quizás hacer una oración? ¿Hacer una meditación? ¿Conversar consigo misma?
- No es necesario que haga alguna de esas cosas.
Aquella voz no era familiar, ni era de alguien que pudiera recordar. Lentamente abrió sus ojos y una figura se encontró delante de ella. Cubiertas por unas ropas anchas y que ocultaban su rostro, solo un brazo que parecía estar hecho de un cristal delataba que existía una persona delante de ella. O quizás más bien, una entidad palpable.
- …
El ambiente a su alrededor había cambiado. Lejos estaba el frío del ambiente y la roca a la que todos rezaban. En su lugar, todo a su alrededor se llenó de estrellas y astros que podían ser visibles en las noches, aunque esta vez no existía un horizonte que detuviera su extensión. Por donde mirara, bajo sus pies, detrás de su espalda, arriba de su cabeza, todo estaba cubierto por extensiones de astros nocturnos. Algunos de ellos se unían mediante líneas, dando realidad a las figuras que existían en los textos que hablaban sobre las estrellas. En otros rincones, nebulosas de colores violeta y azul adornaban entre tanta extensión de estrellas.
- Es hermoso, ¿no? No hay muchos quienes se dedican al estudio de las estrellas, más allá de saber lo básico, como por ejemplo saber donde está el norte o para predecir el futuro. Y créeme que mucha gente piensa que es charlatanería.
Y la verdad es que mentiría si negara que alguna vez no extendió su mirada hacia los cielos estrellados para preguntarse sobre qué eran esos astros en el cielo, qué significaban o si alguna vez podría extender su mano para alcanzar uno.
- ¿Te aparrezez frrente a cada perrzona que rreza frrente a la piedrra? - la mitad de su pregunta iba por su directa curiosidad, mientras que la otra mitad preocupación por cada uno de los que previamente habían llegado al lugar.
- Oh, no, nada de eso – negaba con sus cristalizadas manos mientras, delante de los dos una pequeña mesa cuadrada se formaba de la nada, siendo cubierta por un mantel de color escarlata que se acomodó frente a ambos – Ambos solo estamos para ambos, un nido que reúne el pasado y el futuro. Estoy para ti y nadie más, y de la misma forma tú solo estás por mi – en un momento se pudo notar como giró su cabeza mientras se llevaba su cristalizada mano hacia su invisible barbilla – Aunque es buena idea eso de la alucinación colectiva y que un ente sea el culpable.
- …
Lo peor es que Alexandra no sabía si tomarlo en serio o no. No se sorprendía de sus acciones porque había visto personas previamente conversando sobre visiones que tenían, pero pensaba que solo eran acciones dentro de un letargo breve. Y este tipo se tomaba su tiempo.
- Azí que…
- Oh, si, lo siento – abrió su mano delante de la mujer bestia, como si previamente le hubiera solicitado la mano para leerla, pero apenas hubo un contacto entre los dos, un pequeño brillo apareció entre ambas manos, apareciendo un montón de cartas de un extraño diseño que jamás había visto antes – Solo he venido porque me caes bien y quiero hacerte un regalo de Yule: una predicción de tu futuro mediante las cartas.
- Prrrediczión del ze futurro… - definitivamente la mujer bestia no veía esa invitación con mucha credulidad - … no ez por nada, perro, ¿como ez ze pozible que unaz cozaz hechaz de papel puedan prredezirr lo que ze viene?
- Hay algunos que dicen que hay cierta influencia de las estrellas en el firmamento, otros afirman que es la autosugestión que se da inconscientemente para que se cumplan ciertos designios. Claro está, están los típicos charlatanes que se aprovechan de todo y que empañan las predicciones, pero bueh.
Lentamente la primera de las cartas se separó del montón que tenía en la mano y comenzó a viajar hacia el otro extremo, siendo seguida por la siguiente carta y la subsiguiente. Lentamente, todas las cartas se armaron delante de ella, una al lado de otra, esperando ser escogidas por la mujer bestia.
- Puedes escoger tres cartas.
- … no zoy de crreerr mucho en un deztino prredeterrminado.
- Si el destino está predeterminado para todos, es algo que solo los dioses saben. Aunque si así lo prefieres, simplemente puedes tomar esta lectura como un consejo para tu futuro.
Y la verdad es que la mujer bestia no estaba muy convencida de todo esto, pero consideró que, si la roca se había molestado en armarle todo esto, bien podía seguirle el juego. Escogiendo tres cartas, una a una las dio vuelta:
Aunque no entendía de qué iba todo esto, debía reconocer que, al menos, el dibujo de las cartas era precioso y para nada el trabajo de un novato.
- La Dama de las Coronas – la primera carta que escogió – El Balance – refiriéndose a la segunda carta – El Chapitel – por último la carta que era un edificio extendiéndose hacia el cielo – En el futuro te encontrarás con una persona que te llevará de la mano como su guardiana. Tu aceptarás esta relación y lentamente esta persona se convertirá en el escudo que tu lanza le falta. De eso habla la carta del balance – dijo, mientras la apuntaba – mientras que El Chapitel habla de un compromiso forjado por las almas, una unión voluntaria que te atará de por vida.
- Hmm… - fruncía el ceño mientras lo escuchaba, siendo el vidente alguien demasiado vago para su gusto. Entre más miraba las cartas, menos sentido le hacía - … zuena todo como matrrimonio, perro no conozco a nadie que me guzte como parra llegarr a ezo. ¿Que zignifica?
- Si tienes tantas dudas, realmente deberías buscar el Xánadu en ese caso.
- ¿Xána…?
Cuando volvió su mirada hacia el vidente, no volvió a encontrarlo al igual que el ambiente tan extraño. En su lugar, la piedra se erguía como antes: inmóvil y rocosa como la había encontrado antes. Comenzó a sentirse mareada, como si su mente hubiera salido de su cabeza, viajado por el mundo y vuelto en un segundo. Y por sobre todo, comenzaba a odiar a la pequeña roca.
¿Qué había sido todo eso? ¿Acaso había predicho su matrimonio? ¿Y qué con toda esa parafernalia de las estrellas, las cartas y predicciones del futuro? Pero por sobre todo, una palabra se quedó grabada en su mente.
- Xánadu…
El primer intento fue con un jabalí que encontró a medio camino. En tres intentos se lanzó contra su enemigo, solo para que se escapara en dos de ellos, mientras que en la tercera la mujer bestia aprendió lo doloroso que era una tacleada al cuerpo por parte de estos animales. Por un momento pensó en llevar conejos, ya que tenían menos fuerza en sus golpes, pero al ver como alguien se dirigía hacia el lugar ya con varios de ellos la hizo desistir de la idea.
Haciendo uso del 100% de su sabiduría, cambió de destino y recorrió sus alrededores del bosque hasta que encontró plantas se parecían mucho a las que usaban en la guardia donde entrenó para…. Eh, entretenimiento. También pudo agarrar algunas ramas para la fogata que, si bien no era mucho, mantendría el fuego y respetaría las tradiciones que eran solicitadas.
Aunque no pudo evitar pensar, a medida que ayudaba en las labores simples como mantener el fuego y ayudar con los tragos, que al parecer las hierbas que había traído eran bastante suaves en comparación a lo que tenían en la fiesta.
- … le llevarré a papá un poco de eze ze inzienzo.
Y en realidad le llamaba la atención. Muchos parecían enfrascados en meditaciones largas mientras que otros parecían desconcertados luego de un momento. Es por eso que, después de terminar sus ofrendas, se dirigió donde muchos parecían congregarse: el pedazo de roca que se encontraba fuera. Al menos, eso era para la hermosa, educada e ignorante Alexandra.
Y, sin embargo, podía sentir en su instinto que acercarse no era la mejor idea.
Se acercó lo suficiente para quedar al lado de algunos, por ponerles un nombre, peregrinos que hacian sus oraciones hacia la roca. Habían muchas personas que se quedaban largos momentos haciendolo, quizás por una tradición que desconocía, y como no deseaba faltar el respeto a los lugareños, o a los presentes, decidió hacer lo mismo, sentándose y cerrando sus ojos. Aunque desconocía exactamente qué decir. ¿Debía quizás hacer una oración? ¿Hacer una meditación? ¿Conversar consigo misma?
- No es necesario que haga alguna de esas cosas.
Aquella voz no era familiar, ni era de alguien que pudiera recordar. Lentamente abrió sus ojos y una figura se encontró delante de ella. Cubiertas por unas ropas anchas y que ocultaban su rostro, solo un brazo que parecía estar hecho de un cristal delataba que existía una persona delante de ella. O quizás más bien, una entidad palpable.
- …
El ambiente a su alrededor había cambiado. Lejos estaba el frío del ambiente y la roca a la que todos rezaban. En su lugar, todo a su alrededor se llenó de estrellas y astros que podían ser visibles en las noches, aunque esta vez no existía un horizonte que detuviera su extensión. Por donde mirara, bajo sus pies, detrás de su espalda, arriba de su cabeza, todo estaba cubierto por extensiones de astros nocturnos. Algunos de ellos se unían mediante líneas, dando realidad a las figuras que existían en los textos que hablaban sobre las estrellas. En otros rincones, nebulosas de colores violeta y azul adornaban entre tanta extensión de estrellas.
- Es hermoso, ¿no? No hay muchos quienes se dedican al estudio de las estrellas, más allá de saber lo básico, como por ejemplo saber donde está el norte o para predecir el futuro. Y créeme que mucha gente piensa que es charlatanería.
Y la verdad es que mentiría si negara que alguna vez no extendió su mirada hacia los cielos estrellados para preguntarse sobre qué eran esos astros en el cielo, qué significaban o si alguna vez podría extender su mano para alcanzar uno.
- ¿Te aparrezez frrente a cada perrzona que rreza frrente a la piedrra? - la mitad de su pregunta iba por su directa curiosidad, mientras que la otra mitad preocupación por cada uno de los que previamente habían llegado al lugar.
- Oh, no, nada de eso – negaba con sus cristalizadas manos mientras, delante de los dos una pequeña mesa cuadrada se formaba de la nada, siendo cubierta por un mantel de color escarlata que se acomodó frente a ambos – Ambos solo estamos para ambos, un nido que reúne el pasado y el futuro. Estoy para ti y nadie más, y de la misma forma tú solo estás por mi – en un momento se pudo notar como giró su cabeza mientras se llevaba su cristalizada mano hacia su invisible barbilla – Aunque es buena idea eso de la alucinación colectiva y que un ente sea el culpable.
- …
Lo peor es que Alexandra no sabía si tomarlo en serio o no. No se sorprendía de sus acciones porque había visto personas previamente conversando sobre visiones que tenían, pero pensaba que solo eran acciones dentro de un letargo breve. Y este tipo se tomaba su tiempo.
- Azí que…
- Oh, si, lo siento – abrió su mano delante de la mujer bestia, como si previamente le hubiera solicitado la mano para leerla, pero apenas hubo un contacto entre los dos, un pequeño brillo apareció entre ambas manos, apareciendo un montón de cartas de un extraño diseño que jamás había visto antes – Solo he venido porque me caes bien y quiero hacerte un regalo de Yule: una predicción de tu futuro mediante las cartas.
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- Prrrediczión del ze futurro… - definitivamente la mujer bestia no veía esa invitación con mucha credulidad - … no ez por nada, perro, ¿como ez ze pozible que unaz cozaz hechaz de papel puedan prredezirr lo que ze viene?
- Hay algunos que dicen que hay cierta influencia de las estrellas en el firmamento, otros afirman que es la autosugestión que se da inconscientemente para que se cumplan ciertos designios. Claro está, están los típicos charlatanes que se aprovechan de todo y que empañan las predicciones, pero bueh.
Lentamente la primera de las cartas se separó del montón que tenía en la mano y comenzó a viajar hacia el otro extremo, siendo seguida por la siguiente carta y la subsiguiente. Lentamente, todas las cartas se armaron delante de ella, una al lado de otra, esperando ser escogidas por la mujer bestia.
- Puedes escoger tres cartas.
- … no zoy de crreerr mucho en un deztino prredeterrminado.
- Si el destino está predeterminado para todos, es algo que solo los dioses saben. Aunque si así lo prefieres, simplemente puedes tomar esta lectura como un consejo para tu futuro.
Y la verdad es que la mujer bestia no estaba muy convencida de todo esto, pero consideró que, si la roca se había molestado en armarle todo esto, bien podía seguirle el juego. Escogiendo tres cartas, una a una las dio vuelta:
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Aunque no entendía de qué iba todo esto, debía reconocer que, al menos, el dibujo de las cartas era precioso y para nada el trabajo de un novato.
- La Dama de las Coronas – la primera carta que escogió – El Balance – refiriéndose a la segunda carta – El Chapitel – por último la carta que era un edificio extendiéndose hacia el cielo – En el futuro te encontrarás con una persona que te llevará de la mano como su guardiana. Tu aceptarás esta relación y lentamente esta persona se convertirá en el escudo que tu lanza le falta. De eso habla la carta del balance – dijo, mientras la apuntaba – mientras que El Chapitel habla de un compromiso forjado por las almas, una unión voluntaria que te atará de por vida.
- Hmm… - fruncía el ceño mientras lo escuchaba, siendo el vidente alguien demasiado vago para su gusto. Entre más miraba las cartas, menos sentido le hacía - … zuena todo como matrrimonio, perro no conozco a nadie que me guzte como parra llegarr a ezo. ¿Que zignifica?
- Si tienes tantas dudas, realmente deberías buscar el Xánadu en ese caso.
- ¿Xána…?
Cuando volvió su mirada hacia el vidente, no volvió a encontrarlo al igual que el ambiente tan extraño. En su lugar, la piedra se erguía como antes: inmóvil y rocosa como la había encontrado antes. Comenzó a sentirse mareada, como si su mente hubiera salido de su cabeza, viajado por el mundo y vuelto en un segundo. Y por sobre todo, comenzaba a odiar a la pequeña roca.
¿Qué había sido todo eso? ¿Acaso había predicho su matrimonio? ¿Y qué con toda esa parafernalia de las estrellas, las cartas y predicciones del futuro? Pero por sobre todo, una palabra se quedó grabada en su mente.
- Xánadu…
Alexandra Whiskers
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
El espanto inicial con esa alucinación propia en ese ambiente compartido la dejo algo fría, estaba segura que se había alejado de Ahroun, el rubito y Chimar (chimer chomer no recordaba bien el nombre del niño), cuando volvió al punto de partida alzo un poco las manos y volvía a verse ilesa. El pequeño rubio le dijo unas palabras que no sosegaron su alma pero le dieron alguna idea de que mejor era solo dejarlas fluir como había fluido el vino por su garganta la noche en que Valezka le ofrecía el cáliz. Sintió la mano de Ahroun y cuando le soltó suspiro caminando tras él. Muy bien.
-Algo así he visto en el árbol madre, en sanadores que tiene gran poder.- Comenzó a andar con ellos a veces su cabello caía como si fueran murciélagos, otras subían y llegaban al lado contrario, un verdadero laberinto que jugaba con el espacio en todo sentido. Miraba al par de niños cada tanto buscando que preguntarles.- Hola ¿si me recuerdan?
Una parte de si quería sacar conversación al par que solo parecía hablar entre ellos, Miraba a todos lados, si mente estaba jugando con ella pues con el rabillo del ojos veía siluetas familiares ir y venir escabulléndose y en su distracción topo de lleno con la espala de Ahroun quien sin más se había detenido y miro inclinándose detrás de el para asomarse. -¿Qué?
No alcanzo ni a pensar completa la frase porque Ahroun caminaba apretando el paso y atravesó una sombra que a ella le pareció esfumarse antes de poder darle una forma que pudiera reconocer. El grito de su amado le desgarro y se encontró con él cuando regresaba.-Supongo que nos está mostrando algo por alguna razón.- Miro al rubito y le tomo por sorpresa que Ahroun se fuera tras ella. (¿Tenemos olor aquí?)
Entonces miro a los niños.-Ustedes… ¿qué es lo que ven?, hasta ahora no noto que este lugar les afecta como a nosotros.
-Algo así he visto en el árbol madre, en sanadores que tiene gran poder.- Comenzó a andar con ellos a veces su cabello caía como si fueran murciélagos, otras subían y llegaban al lado contrario, un verdadero laberinto que jugaba con el espacio en todo sentido. Miraba al par de niños cada tanto buscando que preguntarles.- Hola ¿si me recuerdan?
Una parte de si quería sacar conversación al par que solo parecía hablar entre ellos, Miraba a todos lados, si mente estaba jugando con ella pues con el rabillo del ojos veía siluetas familiares ir y venir escabulléndose y en su distracción topo de lleno con la espala de Ahroun quien sin más se había detenido y miro inclinándose detrás de el para asomarse. -¿Qué?
No alcanzo ni a pensar completa la frase porque Ahroun caminaba apretando el paso y atravesó una sombra que a ella le pareció esfumarse antes de poder darle una forma que pudiera reconocer. El grito de su amado le desgarro y se encontró con él cuando regresaba.-Supongo que nos está mostrando algo por alguna razón.- Miro al rubito y le tomo por sorpresa que Ahroun se fuera tras ella. (¿Tenemos olor aquí?)
Entonces miro a los niños.-Ustedes… ¿qué es lo que ven?, hasta ahora no noto que este lugar les afecta como a nosotros.
Aradia Hazelmere
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Si hubiese intentado compaginarlo adrede seguramente no le habría salido tan bien como le había salido. No sólo había logrado hacer enojar a Eil, sino también a Alward e incluso un poco a la actual desconocida que estaba sentado al lado suyo. “Tan pequeñitos” se repetían las palabras en el subconsciente de Matt, pero él también era un ser insignificante, entre muchos seres insignificantes, con la diferencia de que él era consciente de ello.
-No sé sí me gané el odio de algún Dios, pero sin duda sé perfectamente cómo ganarme el odio de los mortales, jajaja - Y mientras reía vio cómo la elfa se daba la vuelta y con un gesto enfurecido se dirigía hacía él - Te agradezco que no lo intentes, esto es entre ella y yo - Y tan sólo acababa de decir esas palabras cuando Alward interrumpió para dejar las monedas - Ese caballo valía más que...¡Waaa! - No pudo terminar la oración porque la furia de Eil lo interrumpió.
Aguantó los insultos de la elfa, las palabras no podían hacer mella en un alma completamente corrupta, en lugar de eso se obligó a tener pensamientos en cosas que lo distrajeran y NO lo hicieran reír, sabía que sí llegaba a reírse en un momento así su prometida definitivamente no se lo perdonaría. Cuando sintió que ya no lo agarraba se sorprendió un poco, siguió la mirada de la elfa hasta llegar a la bolsa, luego volvió a mirar a Eil “¿Que estará imaginando esa cabecita loca?” Se preguntó el Estafador.
Iba a decirle algo, explicarle que probablemente estaba en un error, pero la mujer no le dio oportunidad alguna, se retiró con gesto ofendido y dolido.
-Vaya giro de los acontecimientos - Comentó mientras se arreglaba la ropa, se giró hacía la dama desconocida que lo había acompañado hasta el momento - Con su permiso, Señorita, me retiro por hoy. Evidentemente ha habido un malentendido - Hizo una pequeña reverencia - Con un poco de suerte no volveremos a vernos para avergonzarnos por lo que pasó hoy - Y no lo decía tanto por la elfa como por el intercambio cuando comentaban las visiones.
Agarró la bolsa que había dejado el Guerrero y fue hacía donde estaba Eil, seguía conversando con Alward lo cual era absolutamente irritante para Owens. Sabía lo que tenía que hacer, pedirle perdón no serviría de nada, coquetear mucho menos, intentar razonar estando la elfa tan enojada no parecía buena opción tampoco. Humillarse era la mejor alternativa.
Cuando estuvo al lado del Humano y la Elfa, hizo un gesto para pedir una cerveza y un licor de canela, pero no se quedó con uno sino que se los dejó a Alward y Eil, respectivamente. Luego de eso simplemente esperó, sí su prometida decidía ignorarlo toda la noche se estaría cobrando su venganza en el momento, quedaría como un tonto, sí decidía hablarle le serviría para descargarse o al menos permitiría que Matt le explicara lo que había ocurrido.
O quizás se iba del lugar sin dirigirle la palabra, Owens estaba dispuesto a aceptar esa opción también. Se sentó y ejercito el maravilloso arte de la paciencia.
-------------------------------------
*Hablo con Lyra, (A Alward lo ignoro) y con Eil
-No sé sí me gané el odio de algún Dios, pero sin duda sé perfectamente cómo ganarme el odio de los mortales, jajaja - Y mientras reía vio cómo la elfa se daba la vuelta y con un gesto enfurecido se dirigía hacía él - Te agradezco que no lo intentes, esto es entre ella y yo - Y tan sólo acababa de decir esas palabras cuando Alward interrumpió para dejar las monedas - Ese caballo valía más que...¡Waaa! - No pudo terminar la oración porque la furia de Eil lo interrumpió.
Aguantó los insultos de la elfa, las palabras no podían hacer mella en un alma completamente corrupta, en lugar de eso se obligó a tener pensamientos en cosas que lo distrajeran y NO lo hicieran reír, sabía que sí llegaba a reírse en un momento así su prometida definitivamente no se lo perdonaría. Cuando sintió que ya no lo agarraba se sorprendió un poco, siguió la mirada de la elfa hasta llegar a la bolsa, luego volvió a mirar a Eil “¿Que estará imaginando esa cabecita loca?” Se preguntó el Estafador.
Iba a decirle algo, explicarle que probablemente estaba en un error, pero la mujer no le dio oportunidad alguna, se retiró con gesto ofendido y dolido.
-Vaya giro de los acontecimientos - Comentó mientras se arreglaba la ropa, se giró hacía la dama desconocida que lo había acompañado hasta el momento - Con su permiso, Señorita, me retiro por hoy. Evidentemente ha habido un malentendido - Hizo una pequeña reverencia - Con un poco de suerte no volveremos a vernos para avergonzarnos por lo que pasó hoy - Y no lo decía tanto por la elfa como por el intercambio cuando comentaban las visiones.
Agarró la bolsa que había dejado el Guerrero y fue hacía donde estaba Eil, seguía conversando con Alward lo cual era absolutamente irritante para Owens. Sabía lo que tenía que hacer, pedirle perdón no serviría de nada, coquetear mucho menos, intentar razonar estando la elfa tan enojada no parecía buena opción tampoco. Humillarse era la mejor alternativa.
Cuando estuvo al lado del Humano y la Elfa, hizo un gesto para pedir una cerveza y un licor de canela, pero no se quedó con uno sino que se los dejó a Alward y Eil, respectivamente. Luego de eso simplemente esperó, sí su prometida decidía ignorarlo toda la noche se estaría cobrando su venganza en el momento, quedaría como un tonto, sí decidía hablarle le serviría para descargarse o al menos permitiría que Matt le explicara lo que había ocurrido.
O quizás se iba del lugar sin dirigirle la palabra, Owens estaba dispuesto a aceptar esa opción también. Se sentó y ejercito el maravilloso arte de la paciencia.
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*Hablo con Lyra, (A Alward lo ignoro) y con Eil
Matthew Owens
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
"Debemos ir con la señorita Sophi…..No, debes ir con la señorita Sophi….¡Debes ir y disculparte!"
¿Tenía que ir y disculparme? Incliné ligeramente la cabeza hacia un lado mientras procesaba los datos.
-¿Esa es una orden? - Fue lo primero que mi sistema me sugirió preguntar, tenía que confirmar sí era algo que tenía que realizar al instante o sí podía tomar mis propias decisiones al respecto. Pero en lugar de contestar Uriel tiraba de mi mano, claramente no podría moverme, la diferencia de peso era demasiada - ¿Por qué? ¿Por qué debo hacerlo? ¿Por qué debo disculparme? ¿Por qué estás llorando? ¿Por qué? - No había tenido la intención, pero a medida que iba agregando más preguntas mi tono se distorsionaba, pasando de uno más metálico a otro más agudo - ¿Por qué? ¿Por qué? - Una punzada en la cabeza hizo que me retorciera del dolor.
Tapé mi rostro con una mano, dejando solo un ojo abierto para seguir mirando a Uriel, el pequeño vampiro estaba hablando por primera vez de su pasado [ERROR] estaba hablando de alguien muy concreto: Su madre. “Tu eres madre” esa era una forma retorcida de verlo, pero no dejaba de ser cierto, técnicamente lo era. Apoyé una rodilla en el piso para así quedar a la misma altura que el Vampiro, incluso aunque lloraba desconsoladamente, seguía insistiendo en que fuera por Sophi ¿Tan malo era lo que le había hecho?
-Yo... Yo... Voy a ir, y me disculparé ¿sí? Pero para eso tengo que asegurarme que dejarás de llorar, no puedo irme sí un orgánico está triste por mi culpa - Dejé que Uriel me moviera un par de pasos - ¿Yo le mentí a Sophi? - Esas palabras me hicieron sentir una nueva punzada “¿No quieres verlo?” La imagen de la niña en la habitación vino de nuevo a mi mente, pero su rostro estaba pixelado ahora, podía notar que movía la boca, pero no oír sus palabras.
Uriel me miraba de una forma... ¿Era eso enojo? Lo solté como si me asustara, no sabía lo que era el temor, pero probablemente eso debía ser parecido. El llanto desconsolado del vampiro estaba haciendo que la gente se diera vuelta, algunos comenzaron a cerrar un círculo alrededor nuestro, murmurando y señalando la situación.
Y entonces supe lo que era estar avergonzada [Sentimiento ocasionado por alguna falta cometida, o por alguna acción deshonrosa y humillante] sabía que algo estaba mal, que sí Sophitia estaba enojada, y sí Uriel estaba tan triste era por algo que yo había ocasionado. Para cuando me di cuenta, mi gesto de congoja era evidente, y nada calculado, simplemente se había escapado a mi programación.
-Sí, sí, entiendo, voy a ir a disculparme ¿Correcto? Iré a Disculparme con Sophi, Uriel -
-Cielo santo ¿A qué viene todo este escándalo? - Probablemente el montón de gente que se había juntado, sumado al llanto desconsolado del Vampiro habían llamado la atención de Sophitia - ¿Qué le hiciste a Uriel? Él nunca llora - Llevaba una jarra de cerveza en la mano, no había dejado de beber desde que se había ido.
___________________________
*Super dramón con Uriel! <3
¿Tenía que ir y disculparme? Incliné ligeramente la cabeza hacia un lado mientras procesaba los datos.
-¿Esa es una orden? - Fue lo primero que mi sistema me sugirió preguntar, tenía que confirmar sí era algo que tenía que realizar al instante o sí podía tomar mis propias decisiones al respecto. Pero en lugar de contestar Uriel tiraba de mi mano, claramente no podría moverme, la diferencia de peso era demasiada - ¿Por qué? ¿Por qué debo hacerlo? ¿Por qué debo disculparme? ¿Por qué estás llorando? ¿Por qué? - No había tenido la intención, pero a medida que iba agregando más preguntas mi tono se distorsionaba, pasando de uno más metálico a otro más agudo - ¿Por qué? ¿Por qué? - Una punzada en la cabeza hizo que me retorciera del dolor.
Tapé mi rostro con una mano, dejando solo un ojo abierto para seguir mirando a Uriel, el pequeño vampiro estaba hablando por primera vez de su pasado [ERROR] estaba hablando de alguien muy concreto: Su madre. “Tu eres madre” esa era una forma retorcida de verlo, pero no dejaba de ser cierto, técnicamente lo era. Apoyé una rodilla en el piso para así quedar a la misma altura que el Vampiro, incluso aunque lloraba desconsoladamente, seguía insistiendo en que fuera por Sophi ¿Tan malo era lo que le había hecho?
-Yo... Yo... Voy a ir, y me disculparé ¿sí? Pero para eso tengo que asegurarme que dejarás de llorar, no puedo irme sí un orgánico está triste por mi culpa - Dejé que Uriel me moviera un par de pasos - ¿Yo le mentí a Sophi? - Esas palabras me hicieron sentir una nueva punzada “¿No quieres verlo?” La imagen de la niña en la habitación vino de nuevo a mi mente, pero su rostro estaba pixelado ahora, podía notar que movía la boca, pero no oír sus palabras.
Uriel me miraba de una forma... ¿Era eso enojo? Lo solté como si me asustara, no sabía lo que era el temor, pero probablemente eso debía ser parecido. El llanto desconsolado del vampiro estaba haciendo que la gente se diera vuelta, algunos comenzaron a cerrar un círculo alrededor nuestro, murmurando y señalando la situación.
Y entonces supe lo que era estar avergonzada [Sentimiento ocasionado por alguna falta cometida, o por alguna acción deshonrosa y humillante] sabía que algo estaba mal, que sí Sophitia estaba enojada, y sí Uriel estaba tan triste era por algo que yo había ocasionado. Para cuando me di cuenta, mi gesto de congoja era evidente, y nada calculado, simplemente se había escapado a mi programación.
-Sí, sí, entiendo, voy a ir a disculparme ¿Correcto? Iré a Disculparme con Sophi, Uriel -
-Cielo santo ¿A qué viene todo este escándalo? - Probablemente el montón de gente que se había juntado, sumado al llanto desconsolado del Vampiro habían llamado la atención de Sophitia - ¿Qué le hiciste a Uriel? Él nunca llora - Llevaba una jarra de cerveza en la mano, no había dejado de beber desde que se había ido.
___________________________
*Super dramón con Uriel! <3
Zöe
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Eché un vistazo a mi alrededor. Ningún rastro de mis compañeros. Tal vez a Hyro se le ocurrió alguna otra estupidez y obligó a Xana a ayudarle. Sea como sea, prefería tomarme un poco de tiempo antes de hablar de nuevo con la elfa.
Tras llevarme a una mesa y servirse agua y comida, el canino respondió a mis interrogantes. Yo preferí merendar una biusa verde que traía en mi faltriquera.
Planteó la posibilidad de un ilusionista detrás de las visiones, y me pareció viable hasta que recordó que era imposible por el consumo de éter que se requeriría para ello.
Solté un suspiro, ignorando que fue al mismo tiempo que él. Apoyé mi cabeza en mi mano izquierda mientras comía la biusa, mirando distraídamente hacia los lados. Mi mirada volvió al hombre-perro cuando empezó a compartir su visión. Escuché atentamente, esperando alguna pieza nueva en el rompecabezas, sin embargo, terminé frunciendo el ceño y los labios, lentamente, intentando comprender lo que decía. Al final solté otro suspiro y dije:
–Vale, no hay conexión con lo que viste y lo que yo vi. –Miré a mi alrededor una vez más–. Y parece que las visiones son muy variadas, viendo las diferentes reacciones de las personas; algunos parecen que vieron algo muy triste mientras que otros parecen haber escuchado el mejor chiste de sus vidas.
Al siguiente instante el hombre-perro se presentó… ¿por primera vez? Eso me resultó extraño, dado que no me sorprendió escucharle decir «Asher Daregan».
–Yo… soy Rauko –dije sencillamente, ofreciéndole una media sonrisa–. Sin apellido y sin título. Solo Rauko. –Me encogí de hombros–. Y ya tenía una idea de quién eras, por cierto. Eres un poco popular en Dundarak, al igual que otros héroes como Níniel Thenidiel.
Héroes.
Esa palabra hizo eco en mi cabeza, haciéndome esbozar una sonrisa triste. Después de todo, estaba muy relacionada con mi visión.
–Hablando de heroísmo, mi visión justo estaba relacionada con eso –dije, sin mirar a nadie en concreto–. Si puedo salvar a alguien, arriesgaré mi vida para ello. Mi compañera me admiró por ello y, en vez de tener una vida pacífica, adoptó mi forma de vivir. Sé que ser un héroe significa ganar muchos enemigos, y alguno será lo suficientemente poderoso o astuto para lograr matarnos. –Miré a Asher a los ojos–. Si ella muere por ser una heroína, mi visión me mostró que sería por mi culpa. De no ser por mí, ella tendría otro estilo de vida. Así que… –Aparté la mirada y, con resignación, dije–: Así que supongo que tendré que prepararme mentalmente para cuando llegue el momento. –Me encogí de hombros y esbocé una sonrisa triste, otra vez.
Unos momentos después varias hipótesis se conectaron en una sola. Miré a mi alrededor, buscando algo que no encontré.
–Tal vez lo del ilusionista sí podría ser posible –dije finalmente– Si la roca no almacena éter sino que la envía a otro lugar, tal vez es al ilusionista a quien se la envía. Así él nunca se agotaría. Y es difícil saber cuánto éter nos roba la roca si en el proceso estamos teniendo ilusiones y luego estamos demasiado emocionados contando lo que vimos.
Eso no terminaba de cuadrar del todo, sin embargo.
–No… –Negué con la cabeza–. ¿O tal vez sí? –Ladeé la cabeza–. ¿Cuánto éter se necesitaría para crear las visiones? ¿Sería muy notable la ausencia de esa cantidad de éter en nosotros? –Perdí el ánimo al pensar en la siguiente pregunta–. Pero ¿qué ganaría con ello, de todos modos? Como dices, no creo que mucho. A menos que solo esté probando el truco para algo más grande, ¿tal vez? –Solté un suspiro mucho más largo que los anteriores y murmuré–: Qué molesto no ser capaz de validar o invalidar nada, tampoco.
Entonces recordé la visión de Asher y pensé en algo más.
–Por cierto, ¿conoces el don que, en vez de permitirte saber del futuro, te hace tener conocimientos del pasado? –pregunté casualmente–. Retromonición, creo que se llama, un don que muy, pero muy pocos poseen. ¿Crees que, de alguna manera, tal habilidad esté realmente metida en esto? Ya sabes, por lo de tu visión sobre el origen de la roca.
Tras llevarme a una mesa y servirse agua y comida, el canino respondió a mis interrogantes. Yo preferí merendar una biusa verde que traía en mi faltriquera.
Planteó la posibilidad de un ilusionista detrás de las visiones, y me pareció viable hasta que recordó que era imposible por el consumo de éter que se requeriría para ello.
Solté un suspiro, ignorando que fue al mismo tiempo que él. Apoyé mi cabeza en mi mano izquierda mientras comía la biusa, mirando distraídamente hacia los lados. Mi mirada volvió al hombre-perro cuando empezó a compartir su visión. Escuché atentamente, esperando alguna pieza nueva en el rompecabezas, sin embargo, terminé frunciendo el ceño y los labios, lentamente, intentando comprender lo que decía. Al final solté otro suspiro y dije:
–Vale, no hay conexión con lo que viste y lo que yo vi. –Miré a mi alrededor una vez más–. Y parece que las visiones son muy variadas, viendo las diferentes reacciones de las personas; algunos parecen que vieron algo muy triste mientras que otros parecen haber escuchado el mejor chiste de sus vidas.
Al siguiente instante el hombre-perro se presentó… ¿por primera vez? Eso me resultó extraño, dado que no me sorprendió escucharle decir «Asher Daregan».
–Yo… soy Rauko –dije sencillamente, ofreciéndole una media sonrisa–. Sin apellido y sin título. Solo Rauko. –Me encogí de hombros–. Y ya tenía una idea de quién eras, por cierto. Eres un poco popular en Dundarak, al igual que otros héroes como Níniel Thenidiel.
Héroes.
Esa palabra hizo eco en mi cabeza, haciéndome esbozar una sonrisa triste. Después de todo, estaba muy relacionada con mi visión.
- Visión innecesariamente larga y omisible:
- Si miro al frente, no veré nada más que un camino gris sobre una tierra muerta. Si lo recorro, nada me esperará al final. De hecho, no tiene final. Aun así, mis piernas se mueven por sí solas, haciéndome andar por siempre. Mis músculos duelen, mis huesos duelen. Mi ropa está desgarrada y mis pies ensangrentados exigen a gritos que me detenga. Sin embargo, no puedo detenerme. Algo mucho más fuerte que mi dolor físico me hace continuar.
Si miro hacia los lados, encontraré a muchas personas en una tierra colorida y llena de flores de todos los colores. Todos son felices, algo posible gracias a que arriesgué mi vida salvándolos de algún peligro. Si extiendo mis brazos hacia ellos, sin embargo, solo me haré consciente de lo lejos que se encuentra esa vida feliz y pacífica de mí.
–No está lejos –dice una voz neutra–. Un solo paso y serás salvo. Solo debes soltar esa espada.
Si miro mi mano derecha, veré mi espada oxidada y bañada en sangre. Soltarla, algo tan sencillo, es imposible para mí.
–Nunca se acabará. Si sigues, la montaña de cadáveres nunca dejará de crecer.
Si miro hacia atrás, veré un camino cubierto de cadáveres. No me arrepiento de haberles asesinado. Todos eran criminales. Merecían morir, así que los eliminé, aunque eso significara infelicidad no merecida para sus seres queridos.
Es lamentable que inocentes paguen por otros, pero no tuve opción. Es imposible que todos sean felices.
–Y, aun así, sigues caminando. Un mundo donde no exista mal. Un mundo donde no se necesiten héroes… Eso es un deseo infantil e imposible.
Sí, lo sé muy bien.
–¿Entonces por qué caminas hacia ese ideal inalcanzable? Ni siquiera es gratificante. Solo hay dolor.
Mi mamá murió porque no estuve preparado. Ese recuerdo es desgarrador y vuelve a mí cada vez que alguien muere por mi negligencia o inacción. Eso es peor que el dolor que mi cuerpo puede sentir. No tengo otra opción más que buscar esa utopía.
–Pero mientras más camines, más enemigos tendrás y, entonces, como venganza, asesinarán a tus seres más cercanos.
Estoy solo y Hyro, que ni siquiera está en mi mundo gris, puede cuidarse por sí mismo.
–Pero Xana sí está en tu mundo.
Me percato de la presencia de ella, a mi izquierda, acompañándome.
–Intentaste alejarla, enviarla hacia el mundo feliz de personas que salvaste. Pero fracasaste. Ella admiró la imagen idealizada que creó de ti, tanto que también adoptó tu ideal infantil. Ahora ella te acompañará, sufrirá y morirá por tu culpa, porque no pudiste soltar tu espada y vivir con ella pacíficamente.
Empiezo a temblar. Tengo pavor por el destino de Xana. Pero mis piernas siguen moviéndose.
–Esta vez es tu negligencia e inacción lo que la salvará. Deja de avanzar. Suelta tu espada.
Quiero obedecer, pero no puedo. Si sigo avanzando, encontraré personas que necesitan ayuda. Si me detengo, puede que nadie las salve. Las estaría dejando morir. Pero Xana es quien menos quiero que muera. Ella es la más importante. ¡¿Entonces por qué no puedo detenerme?!
–No puedes salvarlos a todos; salvar a uno significa no salvar a otro. Así que decide ahora. ¿A quién salvarás?
Lo siguiente que sentí fue mi espada atravesando carne y huesos, luego sangre caliente y espesa en mi mano derecha. Sollocé al percatarme de mi acción inconsciente. Finalmente solté mi espada, que permaneció en el cuerpo sin vida de mi compañera, atravesando su corazón.
–Sí, tu incapacidad de superar tu pasado provocará su muerte.
–Hablando de heroísmo, mi visión justo estaba relacionada con eso –dije, sin mirar a nadie en concreto–. Si puedo salvar a alguien, arriesgaré mi vida para ello. Mi compañera me admiró por ello y, en vez de tener una vida pacífica, adoptó mi forma de vivir. Sé que ser un héroe significa ganar muchos enemigos, y alguno será lo suficientemente poderoso o astuto para lograr matarnos. –Miré a Asher a los ojos–. Si ella muere por ser una heroína, mi visión me mostró que sería por mi culpa. De no ser por mí, ella tendría otro estilo de vida. Así que… –Aparté la mirada y, con resignación, dije–: Así que supongo que tendré que prepararme mentalmente para cuando llegue el momento. –Me encogí de hombros y esbocé una sonrisa triste, otra vez.
Unos momentos después varias hipótesis se conectaron en una sola. Miré a mi alrededor, buscando algo que no encontré.
–Tal vez lo del ilusionista sí podría ser posible –dije finalmente– Si la roca no almacena éter sino que la envía a otro lugar, tal vez es al ilusionista a quien se la envía. Así él nunca se agotaría. Y es difícil saber cuánto éter nos roba la roca si en el proceso estamos teniendo ilusiones y luego estamos demasiado emocionados contando lo que vimos.
Eso no terminaba de cuadrar del todo, sin embargo.
–No… –Negué con la cabeza–. ¿O tal vez sí? –Ladeé la cabeza–. ¿Cuánto éter se necesitaría para crear las visiones? ¿Sería muy notable la ausencia de esa cantidad de éter en nosotros? –Perdí el ánimo al pensar en la siguiente pregunta–. Pero ¿qué ganaría con ello, de todos modos? Como dices, no creo que mucho. A menos que solo esté probando el truco para algo más grande, ¿tal vez? –Solté un suspiro mucho más largo que los anteriores y murmuré–: Qué molesto no ser capaz de validar o invalidar nada, tampoco.
Entonces recordé la visión de Asher y pensé en algo más.
–Por cierto, ¿conoces el don que, en vez de permitirte saber del futuro, te hace tener conocimientos del pasado? –pregunté casualmente–. Retromonición, creo que se llama, un don que muy, pero muy pocos poseen. ¿Crees que, de alguna manera, tal habilidad esté realmente metida en esto? Ya sabes, por lo de tu visión sobre el origen de la roca.
(☞゚∀゚)☞ OFFROL ☜(゚∀゚☜)
Comparto mi visión (y teorías locas) con Asher.Última edición por Rauko el Sáb Ene 04 2020, 03:44, editado 1 vez
Rauko
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Durante el momento de calma, debaten fugazmente los fundamentos lógicos de la situación… naturalmente no hay ninguno por lo que todo se limita a meras aproximaciones, intentos por darle nombre y razón a lo que están experimentando.
A ciencia cierta, Maquiavelo nunca había experimentado una visión así, sin algún tipo de evento gatillo real al menos. Casi siempre cuando le tiran una ilusión, puede ver al personaje fuente... personaje que suele ser un poquito más pequeño que su persona vale destacar.
Ante las teorías que sueltan ambos adultos, el chiquillo simplemente finge demencia, no cree prudente ponerse a soltar conjeturas extrañas en un ambiente que supera sus capacidades argumentales.
Una cosa esta clara, ahora mismo se encuentra rodeado de elementos pintorescos. Una elfa y un humanoide salvaje de algún tipo, sin duda el tipo de grupo incorrecto cuando se quiere recorrer los confines internos de una estratagema mental materializada.
Claro que te recordamos, eres… este es Canel “lo mueve justo al frente”.
Hola Aradia “agita su mano derecha a modo de saludo”.
Hola Aradia “dice mientras intenta disimular que acaba de recordar el nombre por la acotación de su hermanito” yo soy Chimar como bien debes saber jejeje.
Sin duda un truco algo hilarante el que realiza Maquiavelo, al menos para cualquiera que lo haya pillado. ¿Qué se puede decir?, los genios algunas veces olvidan cosas y un nombre nuevo se le puede pasar a cualquiera.
Entonces el sujeto que huele a perro mojado decide tomar una iniciativa más directa y avanzar con algo de distancia adicional, graso error como pronto se puede evidenciar en las extrañas anomalías que tienen lugar.
Vale… no me esperaba eso.
No es recomendable separarnos demasiado “asiente seguro de sus palabras”.
Tiene lugar una serie de extrañas situaciones que involucran al frijol, cosas que van desde su desaparición momentánea hasta la duplicación lejana del propio personaje. Algo que colma la entera atención del niño genio hasta que Aradia manifiesta pregunta.
Pues, sin duda parece que nos amoldamos bastante bien, aunque Canel es… “se acerca para susurrar la palabra en modo secreto” especial.
Afortunadamente el chico rubio no se entera de nada y sigue mirando las piedras que suben y bajan constantemente en el limbo de la nada, Maquiavelo sabe que su hermano es peculiar pero no por eso le gusta hacerle sentir diferente de mala manera.
Mejor seguir antes de que se rompan más taza…
Antes de siquiera poder terminar su oración, tiene lugar un evento que parece demasiado conveniente como para no estar relacionado. Las piedras flotantes comienzan a chocar y despedazarse entre sí, creando una nube de escombros móviles que se acerca sin pausa.
Debes tener cuidado con lo que dices…
Debemos… “traga saliva” ¡¡Debemos ponernos a salvo!!
A ciencia cierta, Maquiavelo nunca había experimentado una visión así, sin algún tipo de evento gatillo real al menos. Casi siempre cuando le tiran una ilusión, puede ver al personaje fuente... personaje que suele ser un poquito más pequeño que su persona vale destacar.
Ante las teorías que sueltan ambos adultos, el chiquillo simplemente finge demencia, no cree prudente ponerse a soltar conjeturas extrañas en un ambiente que supera sus capacidades argumentales.
Una cosa esta clara, ahora mismo se encuentra rodeado de elementos pintorescos. Una elfa y un humanoide salvaje de algún tipo, sin duda el tipo de grupo incorrecto cuando se quiere recorrer los confines internos de una estratagema mental materializada.
Claro que te recordamos, eres… este es Canel “lo mueve justo al frente”.
Hola Aradia “agita su mano derecha a modo de saludo”.
Hola Aradia “dice mientras intenta disimular que acaba de recordar el nombre por la acotación de su hermanito” yo soy Chimar como bien debes saber jejeje.
Sin duda un truco algo hilarante el que realiza Maquiavelo, al menos para cualquiera que lo haya pillado. ¿Qué se puede decir?, los genios algunas veces olvidan cosas y un nombre nuevo se le puede pasar a cualquiera.
Entonces el sujeto que huele a perro mojado decide tomar una iniciativa más directa y avanzar con algo de distancia adicional, graso error como pronto se puede evidenciar en las extrañas anomalías que tienen lugar.
Vale… no me esperaba eso.
No es recomendable separarnos demasiado “asiente seguro de sus palabras”.
Tiene lugar una serie de extrañas situaciones que involucran al frijol, cosas que van desde su desaparición momentánea hasta la duplicación lejana del propio personaje. Algo que colma la entera atención del niño genio hasta que Aradia manifiesta pregunta.
Pues, sin duda parece que nos amoldamos bastante bien, aunque Canel es… “se acerca para susurrar la palabra en modo secreto” especial.
Afortunadamente el chico rubio no se entera de nada y sigue mirando las piedras que suben y bajan constantemente en el limbo de la nada, Maquiavelo sabe que su hermano es peculiar pero no por eso le gusta hacerle sentir diferente de mala manera.
Mejor seguir antes de que se rompan más taza…
Antes de siquiera poder terminar su oración, tiene lugar un evento que parece demasiado conveniente como para no estar relacionado. Las piedras flotantes comienzan a chocar y despedazarse entre sí, creando una nube de escombros móviles que se acerca sin pausa.
Debes tener cuidado con lo que dices…
Debemos… “traga saliva” ¡¡Debemos ponernos a salvo!!
- Off:
- Interactuó con Ahroun y Aradia.
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
"¡WUUUUUUUUAH!"
El llanto del infante resonó en la noche, varios adultos los rodearon con un gesto de confusión y preocupación. Uriel reconoció vagamente la figura de las mujeres y hombres de la cocina, impactados de ver como el antaño tranquilo y trabajador niño sonriente estaba llorando como un bebé recién nacido…..Pero no podía importarle menos a Uri.
Su garganta comenzaba a arder, pero no podía detenerse, antes de que se diera cuenta sus llantos sonaba roñoso y seco por culpa de gritar y sollozar tan alto y por tanto tiempo. Sus llantos ya no eran solo por la tristeza y la frustración, sino por dolor también. Añadiendo un poco de entonación adolorida a los ruidosos lamentos ¿Que rostro tendría Zöe? No podía ver ni escuchar nada de lo que le decía la mujer por su propio llanto y sus lagrimas…...Probablemente esta enfadada…..No, seguro que está enfadada. A los adultos, especialmente los que parecen amables, por lo general a ellos les disgustan los niños que no sean silenciosos, sonrientes…..Dóciles.
Si de todas formas iba a ser odiado por la bio ¿Que importaba ser un niño malo? ¡Dejará salir todo!
"Wuwuh….gggh….¿S-So…¡Hick!......Sophitia?"
No importó cuanto Zöe intentará razonar con Uriel, el infante siguió gritando y llorando, sin prestar atención ni bajando el lamento para nada ¡De hecho casi parecía que aumentaba! Pero en cuanto reconoció la voz de la vampiresa el infante dejó de llorar tan alto e intentó llamarla con su vocecita, antes dulce e infantil, pero ahora ronca y adolorida, prácticamente afónica. Con sus manitas, buscó secar sus lagrimones que no dejaban de caer incluso cuando dejó de gritar y sollozar, fallando estrepitosamente, pues casi al instante volvian a inundarse. La miró, como un cachorrito que se lamentaba por haber hecho una gran trastada, con sus ojos de un color miel repletos de angustia, dolor y….arrepentimiento.
"¡Sophi…!"
Llamando a la vampiresa, el infante salió corriendo mientras lloraba, su voz era ronca y lamentable. Abrazó por la cintura a la vampiresa como si la vida le fuese en ello. Con un arrepentido tono dijo:
"Lo siento, lo siento ¡Lo siento tanto! ¡No quería robarla, lo juro! Lily no es un niño malo ¡Lily también fue engañado! Sophi y Lily son similares ¡Lily también fue engañado por adultos malos! ¡Por eso Lily no le mentirá ni engañará a Sophi! ¡Lo siento, lo siento! ¡Lily no le robará nada a Sophi! ¡Lo juro!"
El niño, sin gritar pero si en un tono relativamente alto, se disculpó una y otra vez con la vampiresa ¿Era esto lo que quería decir sentirse culpable? Nunca antes lo había sentido, nunca antes sintió tanto dolor por alguien, nisiquiera cuando vio como masacraban a su aldea y familia, tampoco cuando veía como su maestro mataba y se alimentaba de esclavos…..Y gente inocente ¡Nisiquiera cuando "ella" falleció! Nunca sintió dolor, ni lastima o compasión por nadie…..Quizá un poco de simpatía o compasión, pero no era ni de lejos honesta, salía más bien de una sensación de arrogancia y superioridad. Esta vez, si era una verdadera sensación de sentir el dolor ajeno como propio…..Y dolía…..dolía mucho. Dolía tanto que sin querer comenzó a hablar como lo hacía hará muchos años atrás, cuando aún era un recién convertido y un verdadero niño de 11 años ¡Incluso usó su verdadero nombre! Aquel que le entregó su maestro.
Uri
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Escuchó la conversación entre los pequeños y su amada con desgana, pero no había mucho más que hacer. No se atrevía a aventurarse por conclusiones de algo que no entendía y prefería no partirse la cabeza con el asunto. Así que se centró en lo que si podría entender o al menos comprobar.
Olfateo el cuello de Aradia un tanto juguetón y casi sin importarle que los niños estuviesen presente, pero advirtió algo que le saco un poco de juego. Aquel olor que tanto le gustaba no llegaba del mismo sitio o al menos no de donde debería según le decía la vista. Antes de caer en la visión no había logrado acercarse a punto de tacto con su amada y el olor al igual que su cuerpo no se habían movido de donde inicialmente había estado antes de desmayarse. Algo confuso, era como si la sombra o el alma de su mujer era lo que estaba abrazando mientras que su cuerpo se encontraba en otra dimensión al parecer no tan distante.
Trato de recordar el olor de los muchachos pero Ragabash se negó a compartir esta información, ya mucho dolor de cabeza sentía con las conjeturas y conclusiones irracionales de con quién compartía la misma cabeza como para dejarlo adentrarse aún más. Inclusive teniendo un enemigo en común.
Volvió a la realidad durante las palabras del pequeño “más normal” pero no le llamó mucho la atención. Hasta donde sabía incluso su mujer podía ser parte de una visión o un sueño provocado por algún alucinógeno visto desde un punto más paranoico.
Sin embargo, cuando el pequeño parlante termino a medias, la sorpresa y el sentido de alerta se coló en ambas personalidades a flor de piel mientras esquivaban los escombros que caían desde las rocas flotantes como proyectiles a gran velocidad. Casi como si fuesen dirigidos por algún tipo de sensor de calor mal calibrado, pues sabían dónde caer pero no como seguir al objetivo.
-Diría basta de cháchara, amor. Pero no hay mucho donde buscar refugio. ¿Alguna idea?-. Aportó con un tono bastante más molesto mientras esquivaba con cierta facilidad al tiempo que miraba a la dueña de sus preocupaciones por si llegase a necesitar ayuda. Quizás la única cosa que podrían hacer entonces era imaginar un lugar donde y desear con todas sus fuerzas que apareciera con indicaciones de cómo llegar, luces y todo.
Seguimos la "visión" con Aradia y Chimar
Olfateo el cuello de Aradia un tanto juguetón y casi sin importarle que los niños estuviesen presente, pero advirtió algo que le saco un poco de juego. Aquel olor que tanto le gustaba no llegaba del mismo sitio o al menos no de donde debería según le decía la vista. Antes de caer en la visión no había logrado acercarse a punto de tacto con su amada y el olor al igual que su cuerpo no se habían movido de donde inicialmente había estado antes de desmayarse. Algo confuso, era como si la sombra o el alma de su mujer era lo que estaba abrazando mientras que su cuerpo se encontraba en otra dimensión al parecer no tan distante.
Trato de recordar el olor de los muchachos pero Ragabash se negó a compartir esta información, ya mucho dolor de cabeza sentía con las conjeturas y conclusiones irracionales de con quién compartía la misma cabeza como para dejarlo adentrarse aún más. Inclusive teniendo un enemigo en común.
Volvió a la realidad durante las palabras del pequeño “más normal” pero no le llamó mucho la atención. Hasta donde sabía incluso su mujer podía ser parte de una visión o un sueño provocado por algún alucinógeno visto desde un punto más paranoico.
Sin embargo, cuando el pequeño parlante termino a medias, la sorpresa y el sentido de alerta se coló en ambas personalidades a flor de piel mientras esquivaban los escombros que caían desde las rocas flotantes como proyectiles a gran velocidad. Casi como si fuesen dirigidos por algún tipo de sensor de calor mal calibrado, pues sabían dónde caer pero no como seguir al objetivo.
-Diría basta de cháchara, amor. Pero no hay mucho donde buscar refugio. ¿Alguna idea?-. Aportó con un tono bastante más molesto mientras esquivaba con cierta facilidad al tiempo que miraba a la dueña de sus preocupaciones por si llegase a necesitar ayuda. Quizás la única cosa que podrían hacer entonces era imaginar un lugar donde y desear con todas sus fuerzas que apareciera con indicaciones de cómo llegar, luces y todo.
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
—Es bueno, ¿cierto? —dijo Valeria mientras volvía a coger el odre—. Yo tampoco me lo esperaba, tan lejos de la civilización.
Lo último lo dijo con un leve tono de burla y una sonrisa cómplice. La bruja era perfectamente consciente de que la mayor parte de la comida y bebida que se consumía dentro de las ciudades no se producía en el interior de sus muros, pero una siempre tendía a asociar los gustos refinados con las grandes urbes. Y eso, a pesar de que ella conocía de primera mano los aspectos menos refinados de dichas urbes.
—No hablas —murmuró después de observar los gestos de la joven durante un momento. Era una afirmación, no una pregunta—. Supongo que así nadie podrá acusarte nunca de decir tonterías —volvió a bromear pasándose el pellejo de vino de una mano a la otra.
Miró hacia el improvisado altar que le señalaba la desconocida. «¿Por qué no?», se dijo. Arrodillarse en silencio frente a una cruz no era distinto de arrodillarse en silencio para meditar en cualquier otro lugar y ¿qué podía importarle al resto de dioses mientras tuvieran su ración de sacrificios? Así que apoyó el odre junto al tocón y se arrodilló junto a la muchacha, le vendría bien aquietar la mente.
Cerró los ojos y respiró hondo un par de veces, hasta que empezó a sentir el éter que fluía a su alrededor, de la nieve, de los árboles, de la chica... Era una usuaria de magia, Valeria estaba segura de ello. Tampoco le fue difícil deducir su raza a partir de ahí: su apariencia en general recordaba demasiado al estilo que podía aún observarse en la arquitectura de Sacrestic y era bien sabido que los mayores adoradores de cruces se contaban entre los vampiros. Aquello no la inquietó, se sentía más relajada junto a esa mudita desconocida de lo que se había sentido con nadie en mucho tiempo.
Otro par de respiraciones profundas y su mente comenzó a vagar por su cuenta, Sin quererlo su dueña, volvió a llevarla a aquella cargante sala y a lo que allí había visto.
Con las risas de los presentes aún resonando en sus oídos, Valeria abrió de nuevo los ojos. Se sentía agitada y no estaba dispuesta a volver a ver el resto, cómo pasaban la noche riendo, felices todos juntos. ¡No tenían derecho! Se levantó con un único movimiento fluido y se alejó unos pasos, hasta apoyarse contra un árbol cercano. Le costaba respirar y le temblaban las manos, ¿de frío?, ¿de rabia?, ni ella lo sabía.
—Lo siento —dijo al darse cuenta de que su brusco movimiento habría tomado por sorpresa a la muchacha. Alzó una mano acompañando a sus palabras, pero al ver cómo temblaba, volvió a bajarla y cruzó los brazos por delante del pecho, apoyando la espalda contra el tronco—, es… no sé lo que es —reconoció con un suspiro. Miró al cielo durante un momento, tratando de aclarar sus ideas. Después volvió la vista de nuevo a la chica—. ¿Has estado dentro?, ¿has visto la roca? —preguntó, aunque no se detuvo mucho rato a esperar respuesta—. La gente decía que producía visiones y pensé, no sé, que quizá… —Suspiró. «¿Qué, Valeria, qué esperabas ver, el futuro, una señal divina?». Negó con la cabeza descartando su propia idea— Vi a mi familia —dijo casi en un susurro al cabo de un momento—. No como cuando era niña, sino ahora. —Había empezado a hablar y, de repente, no podía parar— Mis padres tenían canas y arrugas, y estaban juntos. Y vi a mis hermanos mayores, con sus esposas, sus hijos… —«Mi marido y mi hijo»— Pero no tiene sentido. Están muertos. Todos. Murieron hace muchos años.
«No todos», oyó su propia voz en su mente, «no todos están muertos». Era cierto, no todos estaban muertos, algunos ni siquiera habían llegado a existir, se dijo. Pero su mente no se dejó engañar por ese razonamiento, ambas sabían a quién se refería.
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OFF: Post innecesariamente largo para compensar mi tardanza. Sigo interactuando con Katrina.
Lo último lo dijo con un leve tono de burla y una sonrisa cómplice. La bruja era perfectamente consciente de que la mayor parte de la comida y bebida que se consumía dentro de las ciudades no se producía en el interior de sus muros, pero una siempre tendía a asociar los gustos refinados con las grandes urbes. Y eso, a pesar de que ella conocía de primera mano los aspectos menos refinados de dichas urbes.
—No hablas —murmuró después de observar los gestos de la joven durante un momento. Era una afirmación, no una pregunta—. Supongo que así nadie podrá acusarte nunca de decir tonterías —volvió a bromear pasándose el pellejo de vino de una mano a la otra.
Miró hacia el improvisado altar que le señalaba la desconocida. «¿Por qué no?», se dijo. Arrodillarse en silencio frente a una cruz no era distinto de arrodillarse en silencio para meditar en cualquier otro lugar y ¿qué podía importarle al resto de dioses mientras tuvieran su ración de sacrificios? Así que apoyó el odre junto al tocón y se arrodilló junto a la muchacha, le vendría bien aquietar la mente.
Cerró los ojos y respiró hondo un par de veces, hasta que empezó a sentir el éter que fluía a su alrededor, de la nieve, de los árboles, de la chica... Era una usuaria de magia, Valeria estaba segura de ello. Tampoco le fue difícil deducir su raza a partir de ahí: su apariencia en general recordaba demasiado al estilo que podía aún observarse en la arquitectura de Sacrestic y era bien sabido que los mayores adoradores de cruces se contaban entre los vampiros. Aquello no la inquietó, se sentía más relajada junto a esa mudita desconocida de lo que se había sentido con nadie en mucho tiempo.
Otro par de respiraciones profundas y su mente comenzó a vagar por su cuenta, Sin quererlo su dueña, volvió a llevarla a aquella cargante sala y a lo que allí había visto.
La vieja mesa de madera había conocido tiempos mejores, pero aún era capaz de albergar a los ocho sonrientes brujos y su humilde banquete. Desde la habitación contigua, se oían las risas de los chiquillos que, habiendo cenado antes que sus mayores, se resistían a dejarse vencer por el sueño; no todos los días dormían juntos todos los primos.
—Anton —dijo con voz amenazante la más joven de las brujas a la mesa con la cabeza vuelta hacia la puerta—, ¡como tenga que ir hasta allí, te vas a ir a dormir calentito!
—Ay, Val, cariño —dijo la más anciana—, deja tranquilo al muchacho, hoy es un día especial.
—Con nosotros, daba igual que fuera un día especial —le recriminó en tono de burla un hombre de unos treinta y cinco años. Tenía los mismos ojos grises de la anciana y el negro cabello de la joven que había hablado al principio.
—Ahí te ha dado, mamá —rió otro hombre algo más joven. Este tenía el cabello algo más claro, del mismo color castaño que se asomaba aún entre las canas de su madre. Sus ojos miraban con el mismo fuego ambarino que los de su hermana menor.
—Bueno, bueno —dijo la mujer a la defensiva, pero sin poder evitar que las comisuras de sus labios se curvaran ligeramente hacia arriba—, eso era entonces y esto es ahora.
—Exacto —sentenció el hombre de pelo gris y ojos dorados—. Nosotros ya criamos a nuestros hijos, ahora nos toca mimar a los vuestros.
—Anton —dijo con voz amenazante la más joven de las brujas a la mesa con la cabeza vuelta hacia la puerta—, ¡como tenga que ir hasta allí, te vas a ir a dormir calentito!
—Ay, Val, cariño —dijo la más anciana—, deja tranquilo al muchacho, hoy es un día especial.
—Con nosotros, daba igual que fuera un día especial —le recriminó en tono de burla un hombre de unos treinta y cinco años. Tenía los mismos ojos grises de la anciana y el negro cabello de la joven que había hablado al principio.
—Ahí te ha dado, mamá —rió otro hombre algo más joven. Este tenía el cabello algo más claro, del mismo color castaño que se asomaba aún entre las canas de su madre. Sus ojos miraban con el mismo fuego ambarino que los de su hermana menor.
—Bueno, bueno —dijo la mujer a la defensiva, pero sin poder evitar que las comisuras de sus labios se curvaran ligeramente hacia arriba—, eso era entonces y esto es ahora.
—Exacto —sentenció el hombre de pelo gris y ojos dorados—. Nosotros ya criamos a nuestros hijos, ahora nos toca mimar a los vuestros.
Con las risas de los presentes aún resonando en sus oídos, Valeria abrió de nuevo los ojos. Se sentía agitada y no estaba dispuesta a volver a ver el resto, cómo pasaban la noche riendo, felices todos juntos. ¡No tenían derecho! Se levantó con un único movimiento fluido y se alejó unos pasos, hasta apoyarse contra un árbol cercano. Le costaba respirar y le temblaban las manos, ¿de frío?, ¿de rabia?, ni ella lo sabía.
—Lo siento —dijo al darse cuenta de que su brusco movimiento habría tomado por sorpresa a la muchacha. Alzó una mano acompañando a sus palabras, pero al ver cómo temblaba, volvió a bajarla y cruzó los brazos por delante del pecho, apoyando la espalda contra el tronco—, es… no sé lo que es —reconoció con un suspiro. Miró al cielo durante un momento, tratando de aclarar sus ideas. Después volvió la vista de nuevo a la chica—. ¿Has estado dentro?, ¿has visto la roca? —preguntó, aunque no se detuvo mucho rato a esperar respuesta—. La gente decía que producía visiones y pensé, no sé, que quizá… —Suspiró. «¿Qué, Valeria, qué esperabas ver, el futuro, una señal divina?». Negó con la cabeza descartando su propia idea— Vi a mi familia —dijo casi en un susurro al cabo de un momento—. No como cuando era niña, sino ahora. —Había empezado a hablar y, de repente, no podía parar— Mis padres tenían canas y arrugas, y estaban juntos. Y vi a mis hermanos mayores, con sus esposas, sus hijos… —«Mi marido y mi hijo»— Pero no tiene sentido. Están muertos. Todos. Murieron hace muchos años.
«No todos», oyó su propia voz en su mente, «no todos están muertos». Era cierto, no todos estaban muertos, algunos ni siquiera habían llegado a existir, se dijo. Pero su mente no se dejó engañar por ese razonamiento, ambas sabían a quién se refería.
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OFF: Post innecesariamente largo para compensar mi tardanza. Sigo interactuando con Katrina.
Reike
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Mr. Purrington pegó un brinco al oír el estrépito y quedó con las uñas clavadas en un par de cajas, suspendido a cierta distancia del suelo, la distancia de un salto de sorpresa, para ser exactos. Su postura no era la más digna, pero un rápido vistazo a su alrededor, le mostró que no había sido el único. Varios de sus compañeros le habían imitado, otros habían corrido a esconderse detrás de cajas más bajas. Ramsés, que que había perdido por completo el sentido del oído antes de que ninguno de los presentes lo conociera, jugaba intrigado con una de esas latas de deliciosa y fragante… vale, ya, céntrate, Ramsés estaba entretenido intentando abrir la lata. Y Nyx, bueno, nadie parecía tener muy claro lo que estaba haciendo Nyx. Hasta que empezó a aporrear aquella estatua, eso ya tenía más sentido.
Al ver que no había pasado nada serio, el grupo empezó a reunirse de nuevo. Tuvieron que darle un zarpazo a Ramsés, que sólo tenía ojos para su lata, pero pronto estuvieron listos para continuar su misión. Sólo había un problema: aquello era un laberinto. Mr. Purrington apenas había conseguido, con mucho cuidado y después de realizar complejísimos cálculos, bajar de su particular refugio, cuando sintió dos hocicos empujándole hacia delante. Al parecer, había llegado su turno.
—Por aquí —dijo con decisión y echó a trotar, seguido de sus compañeros.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó un joven cuyo nombre no recordaba mientras trotaba a su lado—, ¿has sentido algo especial?
Se lo veía realmente emocionado con la misión, apenas un cachorro ansioso por vivir su primera gran aventura. Mr Purrington casi sintió pena: Chico, hubiera querido decirle, olvida las grandes gestas, la vida se reduce a tres cosas: comer, encontrar un sitio seco donde dormir y, un par de veces al año…
—Nada especial —respondió en su lugar—, es tan buen camino como cualquier otro.
El muchacho no pareció muy satisfecho con la respuesta, debió creer que se estaba burlando de él. Estos jovenzuelos, pensó, siempre con sus tonterías románticas. La suerte no es algo místico que guía tu destino con mensajes secretos transportados en el viento o vaya usted a saber qué chorrada se le había metido al cachorro en la cabeza. Simplemente, uno hace su vida y pasan cosas buenas. Como ahora: después de caminar entre pasillos de cajas girando al azar en varias intersecciones, se toparon con una pared y una puerta. No una puerta cualquiera, eso podría haberse convertido fácilmente en un obstáculo. Esta puerta la habían dejado entreabierta, ¡todo un golpe de suerte!
Nada más acercarse a la abertura, notaron un olor… peculiar. Lo suficiente para hacer dudar a unos cuantos. Mr. Purrington no se amilanó y empujó el borde de la puerta con el hocico para poder colarse al otro lado. El que no arriesga, no gana, después de todo, así que decidió que lo mejor sería seguir aquel olor, aunque a ratos le dieran ganas de frotarse el hocico con la pata para no estornudar. El tufo era más intenso al otro lado de una estantería metálica que… fíjate, también se habían dejado inclinada, dejando una abertura por la que cabían tranquilamente un par de gatos juntos (uno y medio, si eran Skogkatt).
Mr. Purrington se coló sin dudarlo por el hueco y lo recibieron una bocanada aún más intensa que le hizo, finalmente, estornudar; unas escaleras de bajada; una luz titilante y el sonido lejano de varias voces. Voces de bípedos y juraría que una de ellas le resultaba familiar.
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OFF: Seguimos con la catquest, acercándonos a la meta. Chan chan
Al ver que no había pasado nada serio, el grupo empezó a reunirse de nuevo. Tuvieron que darle un zarpazo a Ramsés, que sólo tenía ojos para su lata, pero pronto estuvieron listos para continuar su misión. Sólo había un problema: aquello era un laberinto. Mr. Purrington apenas había conseguido, con mucho cuidado y después de realizar complejísimos cálculos, bajar de su particular refugio, cuando sintió dos hocicos empujándole hacia delante. Al parecer, había llegado su turno.
—Por aquí —dijo con decisión y echó a trotar, seguido de sus compañeros.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó un joven cuyo nombre no recordaba mientras trotaba a su lado—, ¿has sentido algo especial?
Se lo veía realmente emocionado con la misión, apenas un cachorro ansioso por vivir su primera gran aventura. Mr Purrington casi sintió pena: Chico, hubiera querido decirle, olvida las grandes gestas, la vida se reduce a tres cosas: comer, encontrar un sitio seco donde dormir y, un par de veces al año…
—Nada especial —respondió en su lugar—, es tan buen camino como cualquier otro.
El muchacho no pareció muy satisfecho con la respuesta, debió creer que se estaba burlando de él. Estos jovenzuelos, pensó, siempre con sus tonterías románticas. La suerte no es algo místico que guía tu destino con mensajes secretos transportados en el viento o vaya usted a saber qué chorrada se le había metido al cachorro en la cabeza. Simplemente, uno hace su vida y pasan cosas buenas. Como ahora: después de caminar entre pasillos de cajas girando al azar en varias intersecciones, se toparon con una pared y una puerta. No una puerta cualquiera, eso podría haberse convertido fácilmente en un obstáculo. Esta puerta la habían dejado entreabierta, ¡todo un golpe de suerte!
Nada más acercarse a la abertura, notaron un olor… peculiar. Lo suficiente para hacer dudar a unos cuantos. Mr. Purrington no se amilanó y empujó el borde de la puerta con el hocico para poder colarse al otro lado. El que no arriesga, no gana, después de todo, así que decidió que lo mejor sería seguir aquel olor, aunque a ratos le dieran ganas de frotarse el hocico con la pata para no estornudar. El tufo era más intenso al otro lado de una estantería metálica que… fíjate, también se habían dejado inclinada, dejando una abertura por la que cabían tranquilamente un par de gatos juntos (uno y medio, si eran Skogkatt).
Mr. Purrington se coló sin dudarlo por el hueco y lo recibieron una bocanada aún más intensa que le hizo, finalmente, estornudar; unas escaleras de bajada; una luz titilante y el sonido lejano de varias voces. Voces de bípedos y juraría que una de ellas le resultaba familiar.
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Elian
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Mr. Purrington había escogido una dirección, y el resto la siguió. Cualquier dirección era tan buena como la otra, así que dejar escoger a un gato que en general tuviera suerte sonaba a una sabia idea. Así que el grupo avanzo poco a poco, acercándose a su objetivo.
Mientras tanto, la pobre e indefensa Gertrudis estaba teniendo una no muy agradable charla con el líder de esa panda de maleantes que sin duda recibirían un castigo divino. O felino, que venía a ser lo mismo.
-¿Ya has sucumbido, bruja?- preguntó el cultista, cuando el incienso dejo se hubo apagado.
-Lo siento cielo, pero no huelo nada, fume de joven ¿sabes? Era la moda y me sentaba bien, pero me dejo sin olfato.- respondió la adorable ancianita.
-¿C-como es posible? ¡Es imposible que el aceite de nuestro señor no te cause visiones! ¡O que leer el grimorio no te induzca a la locura!-
-Las cataratas hijo, la edad no perdona… pero seguro que he leído cosas más picantes en mis años mozos, la juventud de hoy en día no sabe escribir cochinadas, culpo a internet y sus videos de mujeres pech…-
-¡Silencio!- una energía violácea emergió del cultista, como si hubiera lanzado una bomba de humo, y sus ojos se volvieron negros, reduciendo la luz de la habitación durante unos segundos. La nube violeta se dirigió hacia la ancianita, que simplemente se quedó allí, en la silla.
-Ah, ¿ese es el incienso que querías enseñarme hijo? Huele un poco mal la verdad, es como… ¿calamar pasado?-
-No eres… no eres una bruja de poca monta a la que sacrificar para más poder…- el hombre estaba retrocediendo de espaldas, golpeando la mesa sin querer y tirando unos cuantos libros.
-Oh, ¿así es como luzco? Bueno, supongo que es mi culpa… Pero mis pequeños tienen una vida muy dura, creí que debía darles un empujoncito. Pero una urna vacía sigue estando hecha del mismo material.- los ojos de la mujer brillaron dorados por un segundo, y la nube desapareció, absorbida en un ankh colgado de su pecho. –Puede que ya este mayor, pero no deje que tú señor pusiera ni uno de sus asquerosos tentáculos en Bubastis, y no dejare que lo haga aquí tampoco.- el cultista había abierto un cajón en busca de algo más físico, concretamente un abrecartas con el que apuñalar a la hereje.
Y entonces fue asaltado por un ejército de Skogkatt, que habían entrado por el agujero en la habitación.
-Oh, justo a tiempo pequeños.- dijo la ancianita, agachándose lentamente para acariciar a Purrington y Nyx, entre los gritos de dolor del cultista. La gata se había limitado a seguir el grupo y en cuando vio la amenaza, dejo a los gatos más competentes hacer el trabajo sucio, pero eso no le impidio agenciarse un lugar a fila cero, al lado de la anciana, por si acaso ocurría algo más. -¿Estabais preocupados? No pasa nada, no es la primera vez que algún maleante intenta hacer daño a la vieja Baste… Gertrudis. Ahora… ¿qué me decís si volvemos a casa y cogemos unas cuantas de esas latas tan caras por el camino?- un coro de maullidos respondieron, el cultista acallado para siempre.
Alisha se despertó de sopetón, aun con el sabor de la carísima lata en la boca… que ahora sabía mucho peor que en el sueño y le hizo venir una arcada. –Eso ha sido… muy raro…-
Mientras tanto, la pobre e indefensa Gertrudis estaba teniendo una no muy agradable charla con el líder de esa panda de maleantes que sin duda recibirían un castigo divino. O felino, que venía a ser lo mismo.
-¿Ya has sucumbido, bruja?- preguntó el cultista, cuando el incienso dejo se hubo apagado.
-Lo siento cielo, pero no huelo nada, fume de joven ¿sabes? Era la moda y me sentaba bien, pero me dejo sin olfato.- respondió la adorable ancianita.
-¿C-como es posible? ¡Es imposible que el aceite de nuestro señor no te cause visiones! ¡O que leer el grimorio no te induzca a la locura!-
-Las cataratas hijo, la edad no perdona… pero seguro que he leído cosas más picantes en mis años mozos, la juventud de hoy en día no sabe escribir cochinadas, culpo a internet y sus videos de mujeres pech…-
-¡Silencio!- una energía violácea emergió del cultista, como si hubiera lanzado una bomba de humo, y sus ojos se volvieron negros, reduciendo la luz de la habitación durante unos segundos. La nube violeta se dirigió hacia la ancianita, que simplemente se quedó allí, en la silla.
-Ah, ¿ese es el incienso que querías enseñarme hijo? Huele un poco mal la verdad, es como… ¿calamar pasado?-
-No eres… no eres una bruja de poca monta a la que sacrificar para más poder…- el hombre estaba retrocediendo de espaldas, golpeando la mesa sin querer y tirando unos cuantos libros.
-Oh, ¿así es como luzco? Bueno, supongo que es mi culpa… Pero mis pequeños tienen una vida muy dura, creí que debía darles un empujoncito. Pero una urna vacía sigue estando hecha del mismo material.- los ojos de la mujer brillaron dorados por un segundo, y la nube desapareció, absorbida en un ankh colgado de su pecho. –Puede que ya este mayor, pero no deje que tú señor pusiera ni uno de sus asquerosos tentáculos en Bubastis, y no dejare que lo haga aquí tampoco.- el cultista había abierto un cajón en busca de algo más físico, concretamente un abrecartas con el que apuñalar a la hereje.
Y entonces fue asaltado por un ejército de Skogkatt, que habían entrado por el agujero en la habitación.
-Oh, justo a tiempo pequeños.- dijo la ancianita, agachándose lentamente para acariciar a Purrington y Nyx, entre los gritos de dolor del cultista. La gata se había limitado a seguir el grupo y en cuando vio la amenaza, dejo a los gatos más competentes hacer el trabajo sucio, pero eso no le impidio agenciarse un lugar a fila cero, al lado de la anciana, por si acaso ocurría algo más. -¿Estabais preocupados? No pasa nada, no es la primera vez que algún maleante intenta hacer daño a la vieja Baste… Gertrudis. Ahora… ¿qué me decís si volvemos a casa y cogemos unas cuantas de esas latas tan caras por el camino?- un coro de maullidos respondieron, el cultista acallado para siempre.
Alisha se despertó de sopetón, aun con el sabor de la carísima lata en la boca… que ahora sabía mucho peor que en el sueño y le hizo venir una arcada. –Eso ha sido… muy raro…-
- Spoiler:
Los gatos han recuperado a su queridadiosaancianita. Catquest… completada, yaaaay [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Alisha Lessard
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
-En alguna medida todos lo somos.-Despeino descuidada al mayor de los niños y no renegó en lo absoluto del tacto de su amado, de hecho le ayudaba a bajar su paranoia y ver con cuidado aquello que se escondía entre el ir y venir de las formaciones rocosas que jugaban sobre su cabeza, reconocía las formas, dese el hombre gigante a la mujer de cabello de azul “Respira son visiones” se recordaba a sí misma, pero esa sensación de la niña a su espalda le decía que se le acababa el tiempo.
Una esquirla le golpeo en la cabeza y sus ambivalentes pensamientos se detuvieron en seco y actuó mas por reflejo e instinto que por sentido común poniéndose frente al grupo y sacando su cadena la giro entre sus manos y poniéndola enfrente a ellos a modo de escudo y moviéndose girando sobre si para golpear las esquirlas más grandes en una suerte de danza. Oía vagamente a Ahroun y se giró para verlos pensando distraídamente, y luego volvió a lo suyo usando la cadena como un látigo, era más sencillo pues a diferencia de la realidad aquí sus movimiento eran tan veloces como su pensamiento mismo.
-Bueno lo ideal creo que sería despertar, ya tuve visiones suficientes como para medio año no se ustedes. –Pero el lio era como despertar de ellas, para su curiosa suerte ella había tenido su visión propia y ahora estaba en quién sabe dónde con sombras que la perseguían y le picaban la moral con el fin del mundo. Y pensando en eso miro como las rocas en los cielos o si es que se consideraba cielo comenzaban a colapsar entre ellas y se le ocurrió algo no muy lindo y que le recordó los subterráneos de ese lago.-Sabes, el dolor suele hacer que despertemos, ¿no se confirma pellizcándose el estar despierto o dormido?
Un golpecito no era suficiente a ella le había dado una pequeña esquirla, o seguro era solo por su cabeza dura… Bueno, ideas ideas, pensar no era lo suyo ¿verdad?, esto le iba a causar pesadillas a más de uno. Miraba la punta de su cadena, una ilusión de la real, ¿dolería igual? Bueno lo que iba a hacer no era algo que pensara imitar en corto, mediano o largo plazo. –Pido disculpas de antemano. –Se inclinó a modo de dispensa dio media vuelta para darles la espalda mirando como algunos escombros iban a su dirección o golpeaban cerca de donde se encontraban. Apretó los ojos “rápido sin titubear o el acero se atorara”, primera lección.
El corte fue limpio, su mano no había titubeado mientras el acero abría la piel de su cuello en esa ilusión y aun así sintió como las piernas le fallaban mientras perdía fuerzas y en el vértigo del ahogo veía su vida pasar, curiosamente no su pasado si no lo que parecía imágenes de un curioso futuro a modo de haces de luz un hogar con un fuego cálido, herramientas, y hasta percibía el aroma de la madera y las hierbas antes de que todo se volviera obscuro y despertara con una profunda bocanada e aire y la mano que había tocado el meteoro se aferró a su garganta, como asegurando que seguía cerrada y ella respiraba.-Estoy viva.
Musito y se levantó aun temblándole las piernas y miro alrededor, buscando al trió que le habían acompañado. No tenía idea de lo que ellos vieron o al momento de caer ella se desvanecía de la visión. Pero estaba casi segura que un par de ellos no estarían de muy buen humor.
Off: Interacción con Ahroun y Chimar
Una esquirla le golpeo en la cabeza y sus ambivalentes pensamientos se detuvieron en seco y actuó mas por reflejo e instinto que por sentido común poniéndose frente al grupo y sacando su cadena la giro entre sus manos y poniéndola enfrente a ellos a modo de escudo y moviéndose girando sobre si para golpear las esquirlas más grandes en una suerte de danza. Oía vagamente a Ahroun y se giró para verlos pensando distraídamente, y luego volvió a lo suyo usando la cadena como un látigo, era más sencillo pues a diferencia de la realidad aquí sus movimiento eran tan veloces como su pensamiento mismo.
-Bueno lo ideal creo que sería despertar, ya tuve visiones suficientes como para medio año no se ustedes. –Pero el lio era como despertar de ellas, para su curiosa suerte ella había tenido su visión propia y ahora estaba en quién sabe dónde con sombras que la perseguían y le picaban la moral con el fin del mundo. Y pensando en eso miro como las rocas en los cielos o si es que se consideraba cielo comenzaban a colapsar entre ellas y se le ocurrió algo no muy lindo y que le recordó los subterráneos de ese lago.-Sabes, el dolor suele hacer que despertemos, ¿no se confirma pellizcándose el estar despierto o dormido?
Un golpecito no era suficiente a ella le había dado una pequeña esquirla, o seguro era solo por su cabeza dura… Bueno, ideas ideas, pensar no era lo suyo ¿verdad?, esto le iba a causar pesadillas a más de uno. Miraba la punta de su cadena, una ilusión de la real, ¿dolería igual? Bueno lo que iba a hacer no era algo que pensara imitar en corto, mediano o largo plazo. –Pido disculpas de antemano. –Se inclinó a modo de dispensa dio media vuelta para darles la espalda mirando como algunos escombros iban a su dirección o golpeaban cerca de donde se encontraban. Apretó los ojos “rápido sin titubear o el acero se atorara”, primera lección.
El corte fue limpio, su mano no había titubeado mientras el acero abría la piel de su cuello en esa ilusión y aun así sintió como las piernas le fallaban mientras perdía fuerzas y en el vértigo del ahogo veía su vida pasar, curiosamente no su pasado si no lo que parecía imágenes de un curioso futuro a modo de haces de luz un hogar con un fuego cálido, herramientas, y hasta percibía el aroma de la madera y las hierbas antes de que todo se volviera obscuro y despertara con una profunda bocanada e aire y la mano que había tocado el meteoro se aferró a su garganta, como asegurando que seguía cerrada y ella respiraba.-Estoy viva.
Musito y se levantó aun temblándole las piernas y miro alrededor, buscando al trió que le habían acompañado. No tenía idea de lo que ellos vieron o al momento de caer ella se desvanecía de la visión. Pero estaba casi segura que un par de ellos no estarían de muy buen humor.
Off: Interacción con Ahroun y Chimar
Aradia Hazelmere
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Claramente, Matthew Owens y aquella elfa se conocían, cosa que le hacía sentirse incómodo. Todo lo que tuviese que ver con el virrey de la ciudad sin ley le ponía así. Cuanto más lejos estuviera, mejor, y este caso no iba a ser una excepción. Aunque, por otro lado, tenía una gran necesidad de quedarse a solas con aquella mujer, de preguntarle qué vio exactamente en la visión, de saber por qué ambos compartieron aquello, y sobretodo, de buscarle una explicación a por qué habían visto eso.
No tardó en darse cuenta que la elfa tenía en su muñeca una marca, probablemente de nacimiento, que se asemejaba a una estrella. Eso le llamó bastante la atención, no solo por el significado de los nacidos de las estrellas, si no por la gran marca que portaba aquel anciano elfo, que se asemejaba bastante a la que la rubia llevaba en su muñeca.
Pero allí no podrían hablar cómodamente. Quizás en un futuro la fuese a buscar, y sabía dónde; Ciudad Lagarto. Helena Rhodes era su nombre.
-Ha sido un gusto conocerla, señorita Helena, pero me temo que debo irme. Quizás en un futuro nos volvamos a ver.-Miró de reojo a Matthew-Tranquila, ya me imagino dónde-Dijo con un poco de sarcasmo.
Echó un vistazo general a su alrededor, ¿Dónde estaba Katrina?
No, no hablaba, no al menos con vocalización directa de sus labios y sus cuerdas vocales. Con un gesto negador con la cabeza, se lo hizo saber a la mujer. Le correspondió con una sonrisa cordial cuando esta hizo su broma. Aparentamente gustosa, la extraña se acercó a la vampiresa para rezar en el improvisado altar. Dios era benevolente, no le enojaría que una pagana le rezara, es más, seguramente le llenaría de regocijo.
La peliblanca le dedicó unas oraciones más a su Señor. Pero, pronto notó que algo no iba bien en la desconocida. Esta se puso en pie de repente, y sus gestos no eran para nada halagüeños. Estaba... ¿Nerviosa? Con su habitual parsimonia, la chica pálida se puso en pie, sin quitar la atención de la morena.
Negó de nuevo con la cabeza, haciendo ver que no tenía por qué disculparse y también respondiendo con eso a la pregunta de si había estado con la roca. No le interesaba, todo aquello sonaba a ritos paganos que tan solo lograrían enfurecer a Dios si este veía cómo su fiel sierva se sometía a ellos.
Acto seguido, y tras escuchar de primera mano el motivo por el cual la mujer estaba tan nerviosa, la vampiresa se acercó con cautela a esta y con cuidado, de forma siempre respetuosa, le agarró las manos y la miró a los ojos.
-No tengas miedo-Le habló con su mágica y etérea voz directamente a la extraña-No te perturbes-Volvió a hablarle mientras le transmitía paz y serenidad con su sola mirada-Debes permanecer con quietud y serena. A veces, es inevitable que nuestros propios pensamientos nos corrompan, pero es algo que Dios nos pone para que podamos superar y hacernos más fuertes.-La soltó de las manos-Debo marcharme. Dejaré el altar montado, es mi regalo para con este lugar. Eres libre de seguir rezando todo lo que te plazca-Dijo, ofreciendo un esbozo de una cálida sonrisa final.
Sin mucho más que decir, la peliblanca hizo una corta reverencia y se marchó entre los árboles nevados, fundiéndose con la oscuridad de la noche bajo su caperuza blanca.
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Off: Interactuo con Eilydh, Matthew y Reike (y uso un poquitín los poderes de la voz de Katrina para calmar a mi pobre Reike :'( )
No tardó en darse cuenta que la elfa tenía en su muñeca una marca, probablemente de nacimiento, que se asemejaba a una estrella. Eso le llamó bastante la atención, no solo por el significado de los nacidos de las estrellas, si no por la gran marca que portaba aquel anciano elfo, que se asemejaba bastante a la que la rubia llevaba en su muñeca.
Pero allí no podrían hablar cómodamente. Quizás en un futuro la fuese a buscar, y sabía dónde; Ciudad Lagarto. Helena Rhodes era su nombre.
-Ha sido un gusto conocerla, señorita Helena, pero me temo que debo irme. Quizás en un futuro nos volvamos a ver.-Miró de reojo a Matthew-Tranquila, ya me imagino dónde-Dijo con un poco de sarcasmo.
Echó un vistazo general a su alrededor, ¿Dónde estaba Katrina?
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No, no hablaba, no al menos con vocalización directa de sus labios y sus cuerdas vocales. Con un gesto negador con la cabeza, se lo hizo saber a la mujer. Le correspondió con una sonrisa cordial cuando esta hizo su broma. Aparentamente gustosa, la extraña se acercó a la vampiresa para rezar en el improvisado altar. Dios era benevolente, no le enojaría que una pagana le rezara, es más, seguramente le llenaría de regocijo.
La peliblanca le dedicó unas oraciones más a su Señor. Pero, pronto notó que algo no iba bien en la desconocida. Esta se puso en pie de repente, y sus gestos no eran para nada halagüeños. Estaba... ¿Nerviosa? Con su habitual parsimonia, la chica pálida se puso en pie, sin quitar la atención de la morena.
Negó de nuevo con la cabeza, haciendo ver que no tenía por qué disculparse y también respondiendo con eso a la pregunta de si había estado con la roca. No le interesaba, todo aquello sonaba a ritos paganos que tan solo lograrían enfurecer a Dios si este veía cómo su fiel sierva se sometía a ellos.
Acto seguido, y tras escuchar de primera mano el motivo por el cual la mujer estaba tan nerviosa, la vampiresa se acercó con cautela a esta y con cuidado, de forma siempre respetuosa, le agarró las manos y la miró a los ojos.
-No tengas miedo-Le habló con su mágica y etérea voz directamente a la extraña-No te perturbes-Volvió a hablarle mientras le transmitía paz y serenidad con su sola mirada-Debes permanecer con quietud y serena. A veces, es inevitable que nuestros propios pensamientos nos corrompan, pero es algo que Dios nos pone para que podamos superar y hacernos más fuertes.-La soltó de las manos-Debo marcharme. Dejaré el altar montado, es mi regalo para con este lugar. Eres libre de seguir rezando todo lo que te plazca-Dijo, ofreciendo un esbozo de una cálida sonrisa final.
Sin mucho más que decir, la peliblanca hizo una corta reverencia y se marchó entre los árboles nevados, fundiéndose con la oscuridad de la noche bajo su caperuza blanca.
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Off: Interactuo con Eilydh, Matthew y Reike (y uso un poquitín los poderes de la voz de Katrina para calmar a mi pobre Reike :'( )
Alward Sevna
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Aquella mesa improvisada compuesta por tres barriles de cerveza prensados a mano parecía sostener el silencio intenso en el que se había sumido la elfa. Eilydh no sabía exactamente que era lo que le molestaba más, si el haber usado el nombre de Helena de manera falsa para presentarse a Alward, el hecho de que posiblemente Matt la hubiese escuchado y ahora tuviese que darle explicaciones, o el hecho de que lo acababa de escuchar pedir una copa de licor de canela.
Fuese como fuese, el recien conocido guerrero también pareció percatarse de la situación tensa en la que se había visto sumido. Eilydh sintió como se evaporaba la sensación de complicidad que habían compartido durante aquella visión como el mismo humo que la había envuelto en el incienso de su primera visión. La indirecta de que sabía que iba a encontrarla en ciudad lagarto sumida en una mirada leve a Matt Owens, del que podía casi sentir la respiración Eilydh fue la gota que bastó para sumirla en su propia realidad.
Eilydh no había sido consciente hasta aquel momento de lo que implicaba unir su futuro aunque fuese de manera falsa, premeditada y beneficiosa para ambos, a la vida de Matt Owens. O de cualquier otra persona. No le gustó aquello. Fue como si por algún motivo la visión de ella misma en la mesa de los jardines de sandorai se hubiese hecho un poco realidad.Sintió como se le secaba la garganta y agarró la copa que Matt le había dejado de manera premeditada cerca de su mano.
La alzó un momento, componiendo un cristal lleno del liquido oscuro que componía el licor de canela, su bebida preferida, entre la figura de Alward y ella misma. Lo vio marchar como brindando con ella misma. Asegurandose que cualquier conexión en aquella visión había sido una estratagema más del hombre cabizbajo que se sentaba ahora a su lado.
Se quedó un rato mirando la puerta por la que Alward había marchado, sin girarse de nuevo, dando la espalda al estafador. Se sorpendió a si misma agitando en círculos la copa que agarraba, haciendo que el líquido se meciese de manera liviana, pensativa. Quizás en el fondo deseaba que aquella puerta se abriese de nuevo.Y una ráfaga de invierno inundase la estancia. Fría como el acero mismo. Capaz de helar los pensamientos y su furia. Sorbió de nuevo de aquel licor y jugueteó de manera distraída con las cuerdas de la empuñadura de Karma. Casi avergonzada por aquel lapso momentáneo. Nadie.
Y ese Nadie fue justo la respuesta que necesitaba escuchar.
Se giró levemente en su asiento y situó cerca de Matt Owens con el gesto serio pero la mente apaciguada. Fría. Jugueteó de nuevo con la copa sin mirarlo de manera directa a la cara, más bien mirando a la telaraña que adornaba la pared de la cabaña. El bullicio parecía haberse olvidado por completo de la frase poco acertada de Matt hacia la elfa con la que ahora compartía una copa. La mayoría hablaban y celebraban que poco a poco la noche se había hecho con el cielo estrellado que los rodeaba y el cometa había pasado a ser algo más tangible y desertado de la misticidad con la que los había atraído en un principio. Como algo a lo que se estaban acostumbrando.
-He visto en lo que me hubiese convertido si no hubiese sido quien soy hoy, Matt- dijo Eilydh al fin de manera fría y cortante como si se forzase a hablar pausada con parsimonia, revelándole casi sin querer la primera visión que había tenido. Suspiró cambiando de tema pero relacionándolo al mismo- No soy Lydia. Ni Helena, Ni Eyre- Las enumeró en ese orden de manera concienzuda. De menor a mayor importancia para el hombre. Midiendo las palabras que usaba.- No voy a jugar a que me hieres y pedirte que controles como eres. Porque es lo que eres por lo que estamos haciendo negocios. Pero yo también soy yo Owens. Y si me aprecias algo, si has aprendido algo de mi en estos últimos meses, sabrás que no me gusta cuando se juega con mi confianza- se giró hacia el hombre, sin furia en la mirada pero seria.- que dar un aviso es mi manera de mostrarte benevolencia.... - Se terminó su copa y la dejó sobre uno de los barriles frente a ellos- Y que no se me compra.- Dijo eso mirando la copa que había vaciado. Herida.
Se levantó del asiento y decidió que quizás las piedras no muy lejanas a ella aún tuviesen algo que descubrir para ella. Salió de la cabaña por una puerta diferente a la que había marchado Alward, buscando parte del cometa que habiían dejado sin cubrir por la cabaña, a la interperie, quizás buscando los efectos que el temporal podía causar en la composición de aquella roca.
Se quedó allí un rato, obnuvilada en la piedra. No estaba segura de si su mente buscaba el origen de aquello o... había vagado a otro lugar y otro momento. Buscaba una excusa para quedarse un rato más en aquel lugar pero en parte sabía que su tiempo allí se había terminado y que... en tan solo unos minutos.. No volvería a pisar aquellas tierras. Al menos por ahora.
Fuese como fuese, el recien conocido guerrero también pareció percatarse de la situación tensa en la que se había visto sumido. Eilydh sintió como se evaporaba la sensación de complicidad que habían compartido durante aquella visión como el mismo humo que la había envuelto en el incienso de su primera visión. La indirecta de que sabía que iba a encontrarla en ciudad lagarto sumida en una mirada leve a Matt Owens, del que podía casi sentir la respiración Eilydh fue la gota que bastó para sumirla en su propia realidad.
Eilydh no había sido consciente hasta aquel momento de lo que implicaba unir su futuro aunque fuese de manera falsa, premeditada y beneficiosa para ambos, a la vida de Matt Owens. O de cualquier otra persona. No le gustó aquello. Fue como si por algún motivo la visión de ella misma en la mesa de los jardines de sandorai se hubiese hecho un poco realidad.Sintió como se le secaba la garganta y agarró la copa que Matt le había dejado de manera premeditada cerca de su mano.
La alzó un momento, componiendo un cristal lleno del liquido oscuro que componía el licor de canela, su bebida preferida, entre la figura de Alward y ella misma. Lo vio marchar como brindando con ella misma. Asegurandose que cualquier conexión en aquella visión había sido una estratagema más del hombre cabizbajo que se sentaba ahora a su lado.
Se quedó un rato mirando la puerta por la que Alward había marchado, sin girarse de nuevo, dando la espalda al estafador. Se sorpendió a si misma agitando en círculos la copa que agarraba, haciendo que el líquido se meciese de manera liviana, pensativa. Quizás en el fondo deseaba que aquella puerta se abriese de nuevo.Y una ráfaga de invierno inundase la estancia. Fría como el acero mismo. Capaz de helar los pensamientos y su furia. Sorbió de nuevo de aquel licor y jugueteó de manera distraída con las cuerdas de la empuñadura de Karma. Casi avergonzada por aquel lapso momentáneo. Nadie.
Y ese Nadie fue justo la respuesta que necesitaba escuchar.
Se giró levemente en su asiento y situó cerca de Matt Owens con el gesto serio pero la mente apaciguada. Fría. Jugueteó de nuevo con la copa sin mirarlo de manera directa a la cara, más bien mirando a la telaraña que adornaba la pared de la cabaña. El bullicio parecía haberse olvidado por completo de la frase poco acertada de Matt hacia la elfa con la que ahora compartía una copa. La mayoría hablaban y celebraban que poco a poco la noche se había hecho con el cielo estrellado que los rodeaba y el cometa había pasado a ser algo más tangible y desertado de la misticidad con la que los había atraído en un principio. Como algo a lo que se estaban acostumbrando.
-He visto en lo que me hubiese convertido si no hubiese sido quien soy hoy, Matt- dijo Eilydh al fin de manera fría y cortante como si se forzase a hablar pausada con parsimonia, revelándole casi sin querer la primera visión que había tenido. Suspiró cambiando de tema pero relacionándolo al mismo- No soy Lydia. Ni Helena, Ni Eyre- Las enumeró en ese orden de manera concienzuda. De menor a mayor importancia para el hombre. Midiendo las palabras que usaba.- No voy a jugar a que me hieres y pedirte que controles como eres. Porque es lo que eres por lo que estamos haciendo negocios. Pero yo también soy yo Owens. Y si me aprecias algo, si has aprendido algo de mi en estos últimos meses, sabrás que no me gusta cuando se juega con mi confianza- se giró hacia el hombre, sin furia en la mirada pero seria.- que dar un aviso es mi manera de mostrarte benevolencia.... - Se terminó su copa y la dejó sobre uno de los barriles frente a ellos- Y que no se me compra.- Dijo eso mirando la copa que había vaciado. Herida.
Se levantó del asiento y decidió que quizás las piedras no muy lejanas a ella aún tuviesen algo que descubrir para ella. Salió de la cabaña por una puerta diferente a la que había marchado Alward, buscando parte del cometa que habiían dejado sin cubrir por la cabaña, a la interperie, quizás buscando los efectos que el temporal podía causar en la composición de aquella roca.
Se quedó allí un rato, obnuvilada en la piedra. No estaba segura de si su mente buscaba el origen de aquello o... había vagado a otro lugar y otro momento. Buscaba una excusa para quedarse un rato más en aquel lugar pero en parte sabía que su tiempo allí se había terminado y que... en tan solo unos minutos.. No volvería a pisar aquellas tierras. Al menos por ahora.
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Alward se marcha y Eilydh interactúa con Matt Owens
Eilydh
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
Otra celebración más.
¿Por qué estaba allí?
Quizás por el supuesto trozo de estrella que había caído en el lugar, aunque en realidad tampoco estaba muy seguro. Probablemente porque era mejor que estar peleando a muerte contra cualquier contratiempo del camino; incluso él, de cuando en cuando, pensaba en descansar, en relajarse.
Suspiró, girándose sobre sí mismo a tantear el ambiente.
El lugar estaba bastante animado, era bastante obvió por que la Lyn había insistido para ir allí con todas sus fuerzas. Era, desde luego, el tipo de cosas con las que disfrutaba la ojiazul: un ambiente de celebración y compañerismo bastante agradable.
- ¡Separémonos! – Escuchó a la muchacha decir a su espalda con jovialidad. – ¡Revisa aquella zona, Mortal! – Exclamó la vampiresa señalando el lado opuesto del lugar en el que se encontraba. – Voy a ver si tienen algo que beber por… allí. – Señaló a lo que parecía ser un pequeño tenderete custodiado por gentes que portaban túnicas a juego con las decoraciones del lugar. – Si encuentras vino, grita. – Indicó. – Yo te encontraré. – Aseveró asintiendo para sí mismo.
- Lyn, no sé si aquí van a tener… - Conocía a su compañera lo suficiente como para saber que dijese lo que dijese no iba a bastar para que esta desistiese: iba a encontrar vino en aquel lugar. – Y ahí va… - Se cruzó de brazos, esbozando una sonrisa cansada.
Desde la toma de Lunargenta los vampiros no eran precisamente bien recibidos por aquellos lares, en ningún lugar salvando en condado de Urd, realmente; Lo mínimo que podía hacer por Lyn era dejar que se divirtiese un poco.
Tras pasarse la mano por el pelo comenzó a caminar entre la multitud, sin saber exactamente hacia dónde ir y que hacer. Parecía que, principalmente, estaban entregando ofrendas a los dioses.
Eltrant se atusó la barba, mirando desde la lejanía como se iban a aconteciendo las cosas en el lugar, si bien pudo vislumbrar algunas caras conocidas decidió en un principio no acercarse. Había llegado tarde, más tarde que el resto, y aparentemente todos ya estar terminando lo que habían ido a hacer a aquel lugar o, como mínimo, ya estaban conversando tranquilamente con otras personas.
Pero sí que podía entregar una ofrenda.
Como agradecimiento a la hospitalidad de los presentes, al menos.
Además de que, con un poco de suerte, los dioses decidirían que no iba a recibir una puñalada en un timpo. Sonrió amargamente, sacudiendo la cabeza, y dejó escapar una carcajada en voz baja: agradecería incluso un par de días de descanso a unas malas.
Tras acercarse hasta la roca y agacharse con cierta solemnidad, bajo la atenta mirada de los que Eltrant creía que eran los que estaban a cargo de toda aquella celebración. Rebuscó entre sus objetos y, tras descartar la mayor parte de sus cosas, encontró algo que creyó que contaba mínimamente como ofrenda.
Al menos no era ningún arma.
Inspiró profundamente por la nariz y dejó la cabeza de león dorada a los pies del monolito, cerrando entonces los ojos en señal de respeto, imitando básicamente a muchas de las otras personas que había visto allí.
¿Y… que hacía ahora?
¿Rezaba? ¿Pedía algo en concreto?
No podía evitar sentirse algo ridículo en aquel lugar. Su forma de hablar con los dioses, después de todo, siempre había estado o bien precedida o seguido por algún insulto.
Pero entonces…
… se hizo la oscuridad.
“Abrió los ojos.
No tenía la piedra delante, no había ningún trozo de oscuridad.
Una muralla de madera, imponente, descansaba a un centenar de metros de dónde estaba alumbrada pobremente por la luz de una luna que se aparecía con timidez entre las espesas nubes que cubrían el firmamento.
Su armadura pesaba más de lo normal, abrió y cerró las manos, de forma intermitente, notado como esta estaba adornada con los colores de Lunargenta, como una capa de color azul ondeaba con suavidad, mecida por un viento que arrastraba consigo un olor que conocía muy bien.
Metal, sangre, ceniza.
Miró a su alrededor, confuso, miró tras él.
Armas de asedio, más de un centenar de personas ataviadas con armaduras similares a la suya, hombre montados en caballos bramando órdenes.
Ya había vivido aquello. ¿No era verdad?
¿Estaba en…?
Al mismo tiempo, una bola de fuego verde se alzó sobre la muralla refulgiendo con fuerza, dejando tras de sí una estela de fuego del mismo color dirigiéndose hacia dónde estaban las fuerzas de Lunargenta que, impasibles, esperaban a encontrarse con el ejercito de muertos vivientes que aguardaban en las murallas.
Estaba en Térpoli.
Otra vez.
Su cuerpo no le respondía. No le permitió desenvainar la espada, no le permitió avanzar, retroceder, no le permitió hacer nada. Solo pudo mirar como más fogonazos de fuego verde se alzaron sobre la ciudad y, irremediablemente, cayeron sobre todos los que estaban allí.
Incluido él.
Se despertó, gritando, o eso creyó, pues no salió sonido alguno de entre sus labios.
Volvía a estar en un sitio que reconocía, un coliseo Nórgedo esta vez. Las gentes de Dalmasca gritaba con fuerza a su alrededor, coreaba al gigantesco ser que había en el centro de la arena a Kagzilla, lo animaban a que acabase con él y con Alanna.
Y lo estaban consiguiendo.
Notaba su cuerpo entumecido, notaba el dolor de un hombro dislocado, la ya conocida sensación que se apoderaba de él cuando era su adrenalina quien controlaba sus extremidades, quien le instaba a seguir adelante.
Luchó con todas sus fuerzas por alzar a Olvido.
Pero la espada no respondía. Solo pudo ver como la bestia embestía a la guarda, a Alanna, y la lanzaba por los aires, la hacía impactar contra el grueso muro de granito blancuzco que la Gata tenía tras ella.
¿Por qué su cuerpo no respondía? ¿Por qué no podía moverse?
Gritó, gritó aun cuando no podía hacerlo, gritó de rabia al ver a su amiga inerte, con su cuello girado en una forma extraña.
Gritó cuando ahora fue él a quien aplastaron.
Y volvió a despertar, una vez más.
Le conducían a través de un largo pasillo, uno que había visto. Iba encadenado, custodiado por dos soldados fuertemente armados: caballeros dragón. Cuando las dos imponentes puertas que tenía frente a él se abrieron de par en par, se encontró con los Ancestrales.
Le estaban juzgando.
¿Estaba en Dundarak? ¿Eso no había pasado ya? Sabía cómo había acabado aquello. Le habían declarado inocente, había limpiado su nombre, gracias a las personas que le habían ayudado, que habían votado a su favor.
Pero el estrado estaba vacío.
El lugar en el que habían estado Asher, Demian y Elen no tenía ni a una sola persona en él. Intentó preguntar por ellos, pero seguía sin tener voz, intentó defenderse de las acusaciones que le decían que era él el asesino, el que les había matado a todos aprovechándose del caos que había creado aquella noche.
Pero seguía sin voz.
El veredicto fue culpable. Y la sentencia su muerte.
Y, justo cuando notaba como una ira incansable se apoderaba de él, cuando comenzó a hacer que su cuerpo reaccionase, que le respondiese… la luz volvió a apagarse cuando la lanza de uno de los hombres que le custodiaba le atravesaba el pecho.”
Gritó y se separó de la piedra a toda prisa.
Aun sin comprender exactamente qué había pasado se apartó del monolito de forma instintiva, atrayendo la atención de varias personas en el proceso. Se tanteó su cuerpo, comprobando que efectivamente aquello era real, que no estaba en ningún tipo de ilusión muy elaborada.
Podía moverse, había podido escuchar su propio grito.
- ¿Eltrant?¿Estás bien? –
Parpadeó repetidamente y depositó sus ojos en los de Lyn, que estaba junto a él, observándoles con un claro deje de preocupación.
- Solo… - Sacudió la cabeza, quedándose sentado donde estaba. – He visto… - Suspiró, no estaba muy seguro de cómo explicar eso. ¿Se había visto fracasando? ¿Había visto varias de las formas de las que podía haber muerto? ¿Alternativas?
Aquello se había parecido demasiado a las pesadillas que solía tener de vez en cuando.
- Déjalo, Mortal. – dijo Lyn, comprensiva. – No le des muchas vueltas a que lo diga un pedazo de granito. – Aseveró. – Conozco gente que dice tener revelaciones respirando el humo de algunas plantas de Beltrexus. – Se encogió de hombros. – Pero a mí siempre se me antoja como que van, así como lentos. Aunque cuentan buenas historias. Ven, he visto comida por allí. – dijo instándole a Eltrant que se levantase. – Estás tan pálido que podrías pasar por un vampiro – Agregó finalmente, contagiando a su compañero con una pequeña sonrisa.
¿Por qué estaba allí?
Quizás por el supuesto trozo de estrella que había caído en el lugar, aunque en realidad tampoco estaba muy seguro. Probablemente porque era mejor que estar peleando a muerte contra cualquier contratiempo del camino; incluso él, de cuando en cuando, pensaba en descansar, en relajarse.
Suspiró, girándose sobre sí mismo a tantear el ambiente.
El lugar estaba bastante animado, era bastante obvió por que la Lyn había insistido para ir allí con todas sus fuerzas. Era, desde luego, el tipo de cosas con las que disfrutaba la ojiazul: un ambiente de celebración y compañerismo bastante agradable.
- ¡Separémonos! – Escuchó a la muchacha decir a su espalda con jovialidad. – ¡Revisa aquella zona, Mortal! – Exclamó la vampiresa señalando el lado opuesto del lugar en el que se encontraba. – Voy a ver si tienen algo que beber por… allí. – Señaló a lo que parecía ser un pequeño tenderete custodiado por gentes que portaban túnicas a juego con las decoraciones del lugar. – Si encuentras vino, grita. – Indicó. – Yo te encontraré. – Aseveró asintiendo para sí mismo.
- Lyn, no sé si aquí van a tener… - Conocía a su compañera lo suficiente como para saber que dijese lo que dijese no iba a bastar para que esta desistiese: iba a encontrar vino en aquel lugar. – Y ahí va… - Se cruzó de brazos, esbozando una sonrisa cansada.
Desde la toma de Lunargenta los vampiros no eran precisamente bien recibidos por aquellos lares, en ningún lugar salvando en condado de Urd, realmente; Lo mínimo que podía hacer por Lyn era dejar que se divirtiese un poco.
Tras pasarse la mano por el pelo comenzó a caminar entre la multitud, sin saber exactamente hacia dónde ir y que hacer. Parecía que, principalmente, estaban entregando ofrendas a los dioses.
Eltrant se atusó la barba, mirando desde la lejanía como se iban a aconteciendo las cosas en el lugar, si bien pudo vislumbrar algunas caras conocidas decidió en un principio no acercarse. Había llegado tarde, más tarde que el resto, y aparentemente todos ya estar terminando lo que habían ido a hacer a aquel lugar o, como mínimo, ya estaban conversando tranquilamente con otras personas.
Pero sí que podía entregar una ofrenda.
Como agradecimiento a la hospitalidad de los presentes, al menos.
Además de que, con un poco de suerte, los dioses decidirían que no iba a recibir una puñalada en un timpo. Sonrió amargamente, sacudiendo la cabeza, y dejó escapar una carcajada en voz baja: agradecería incluso un par de días de descanso a unas malas.
Tras acercarse hasta la roca y agacharse con cierta solemnidad, bajo la atenta mirada de los que Eltrant creía que eran los que estaban a cargo de toda aquella celebración. Rebuscó entre sus objetos y, tras descartar la mayor parte de sus cosas, encontró algo que creyó que contaba mínimamente como ofrenda.
Al menos no era ningún arma.
Inspiró profundamente por la nariz y dejó la cabeza de león dorada a los pies del monolito, cerrando entonces los ojos en señal de respeto, imitando básicamente a muchas de las otras personas que había visto allí.
¿Y… que hacía ahora?
¿Rezaba? ¿Pedía algo en concreto?
No podía evitar sentirse algo ridículo en aquel lugar. Su forma de hablar con los dioses, después de todo, siempre había estado o bien precedida o seguido por algún insulto.
Pero entonces…
… se hizo la oscuridad.
“Abrió los ojos.
No tenía la piedra delante, no había ningún trozo de oscuridad.
Una muralla de madera, imponente, descansaba a un centenar de metros de dónde estaba alumbrada pobremente por la luz de una luna que se aparecía con timidez entre las espesas nubes que cubrían el firmamento.
Su armadura pesaba más de lo normal, abrió y cerró las manos, de forma intermitente, notado como esta estaba adornada con los colores de Lunargenta, como una capa de color azul ondeaba con suavidad, mecida por un viento que arrastraba consigo un olor que conocía muy bien.
Metal, sangre, ceniza.
Miró a su alrededor, confuso, miró tras él.
Armas de asedio, más de un centenar de personas ataviadas con armaduras similares a la suya, hombre montados en caballos bramando órdenes.
Ya había vivido aquello. ¿No era verdad?
¿Estaba en…?
Al mismo tiempo, una bola de fuego verde se alzó sobre la muralla refulgiendo con fuerza, dejando tras de sí una estela de fuego del mismo color dirigiéndose hacia dónde estaban las fuerzas de Lunargenta que, impasibles, esperaban a encontrarse con el ejercito de muertos vivientes que aguardaban en las murallas.
Estaba en Térpoli.
Otra vez.
Su cuerpo no le respondía. No le permitió desenvainar la espada, no le permitió avanzar, retroceder, no le permitió hacer nada. Solo pudo mirar como más fogonazos de fuego verde se alzaron sobre la ciudad y, irremediablemente, cayeron sobre todos los que estaban allí.
Incluido él.
Se despertó, gritando, o eso creyó, pues no salió sonido alguno de entre sus labios.
Volvía a estar en un sitio que reconocía, un coliseo Nórgedo esta vez. Las gentes de Dalmasca gritaba con fuerza a su alrededor, coreaba al gigantesco ser que había en el centro de la arena a Kagzilla, lo animaban a que acabase con él y con Alanna.
Y lo estaban consiguiendo.
Notaba su cuerpo entumecido, notaba el dolor de un hombro dislocado, la ya conocida sensación que se apoderaba de él cuando era su adrenalina quien controlaba sus extremidades, quien le instaba a seguir adelante.
Luchó con todas sus fuerzas por alzar a Olvido.
Pero la espada no respondía. Solo pudo ver como la bestia embestía a la guarda, a Alanna, y la lanzaba por los aires, la hacía impactar contra el grueso muro de granito blancuzco que la Gata tenía tras ella.
¿Por qué su cuerpo no respondía? ¿Por qué no podía moverse?
Gritó, gritó aun cuando no podía hacerlo, gritó de rabia al ver a su amiga inerte, con su cuello girado en una forma extraña.
Gritó cuando ahora fue él a quien aplastaron.
Y volvió a despertar, una vez más.
Le conducían a través de un largo pasillo, uno que había visto. Iba encadenado, custodiado por dos soldados fuertemente armados: caballeros dragón. Cuando las dos imponentes puertas que tenía frente a él se abrieron de par en par, se encontró con los Ancestrales.
Le estaban juzgando.
¿Estaba en Dundarak? ¿Eso no había pasado ya? Sabía cómo había acabado aquello. Le habían declarado inocente, había limpiado su nombre, gracias a las personas que le habían ayudado, que habían votado a su favor.
Pero el estrado estaba vacío.
El lugar en el que habían estado Asher, Demian y Elen no tenía ni a una sola persona en él. Intentó preguntar por ellos, pero seguía sin tener voz, intentó defenderse de las acusaciones que le decían que era él el asesino, el que les había matado a todos aprovechándose del caos que había creado aquella noche.
Pero seguía sin voz.
El veredicto fue culpable. Y la sentencia su muerte.
Y, justo cuando notaba como una ira incansable se apoderaba de él, cuando comenzó a hacer que su cuerpo reaccionase, que le respondiese… la luz volvió a apagarse cuando la lanza de uno de los hombres que le custodiaba le atravesaba el pecho.”
Gritó y se separó de la piedra a toda prisa.
Aun sin comprender exactamente qué había pasado se apartó del monolito de forma instintiva, atrayendo la atención de varias personas en el proceso. Se tanteó su cuerpo, comprobando que efectivamente aquello era real, que no estaba en ningún tipo de ilusión muy elaborada.
Podía moverse, había podido escuchar su propio grito.
- ¿Eltrant?¿Estás bien? –
Parpadeó repetidamente y depositó sus ojos en los de Lyn, que estaba junto a él, observándoles con un claro deje de preocupación.
- Solo… - Sacudió la cabeza, quedándose sentado donde estaba. – He visto… - Suspiró, no estaba muy seguro de cómo explicar eso. ¿Se había visto fracasando? ¿Había visto varias de las formas de las que podía haber muerto? ¿Alternativas?
Aquello se había parecido demasiado a las pesadillas que solía tener de vez en cuando.
- Déjalo, Mortal. – dijo Lyn, comprensiva. – No le des muchas vueltas a que lo diga un pedazo de granito. – Aseveró. – Conozco gente que dice tener revelaciones respirando el humo de algunas plantas de Beltrexus. – Se encogió de hombros. – Pero a mí siempre se me antoja como que van, así como lentos. Aunque cuentan buenas historias. Ven, he visto comida por allí. – dijo instándole a Eltrant que se levantase. – Estás tan pálido que podrías pasar por un vampiro – Agregó finalmente, contagiando a su compañero con una pequeña sonrisa.
Eltrant Tale
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Re: El sueño de Odín [Evento Social. Yule]
La nube de despojos rocosos se acerca, en cierto modo constante pero con la suficiente lentitud como para que los personajes en su camino sientan bastante miedo antes del contacto en cuestión.
El adulto desaliñado relega toda posibilidad de salvación en los demás… algo que no resulta muy sorpresivo sin duda. Maquiavelo sabe distinguir a la gente de buenas a primeras y su asombroso sexto sentido le dijo que de ese pozo no sale agua.
Para bien o para mal, la mujer elfa tiene una idea. Si bien sus palabras y acciones son erráticas al principio, todo termina avanzando hacia un nivel más desagradable de acción. Justo cuando Chim entiende lo que está haciendo no pierde tiempo en taparle los ojos a su hermanito.
Dicho elemento de orejas picudas se suicida… literalmente frente a ellos. Una escena de lo más bizarra que por suerte el joven inventor logra ahorrársela un poco al más pequeño de los presentes.
Claro que la situación toma un contexto más extraño cuando todo lo relacionado con la mujer desaparece en un parpadeo, en un abrir y cerrar de ojos ya no existe rastro alguno del personaje suicida.
Eso fue extraño…
La amenaza se acerca y se quedan sin opciones, Maquiavelo suma uno más uno y ve una posible salida en acabar con sus vidas dentro de la ilusión… aunque no cree tener la fortaleza necesaria para hacerle daño a Canel, incluso aunque se trate de un sueño irreal.
Debo tener cuidado con lo que digo “medita en voz alta”.
Viendo otra posible forma de escape ahora con la expectativa al máximo, cierra los ojos y se imagina una puerta. Pone toda su concentración en darle el significado necesario para sacarles de la visión.
Entonces aparece frente a ellos un extraño umbral, tan brillante que no se puede ver su fondo. A todas luces es un salto de fe aunque el niño genio sienta más confianza por este camino que clavarse un cuchillo en el ojo.
¿Confías en mí?
Siempre.
Acto seguido, con la mano de su hermanito sujetada, avanza al umbral. Canel viene justo a su lado y no muestra ningún tipo de acción reticente, una vez atraviesan la extraña manifestación todo se pone negro.
El pequeño genio siente como si cayera desde una altura bastante alta y comienza a gritar, aunque otro grito termina por colmar su atención. No el de su pariente por elección, sino el de una mujer desconocida.
Entonces despierta bastante agitado, sin entender muy bien donde esta aunque con los sentimientos a flor de piel. Miedo, confusión y por alguna razón tristeza están a la orden del día.
Su visión se aclara y comprende que está en la misma estructura tribal donde comenzó todo, la gente se encuentra celebrando de igual manera y el pequeño Canel está sentado de piernas cruzas cerca de la fogata.
Nota que tiene una enorme jarra de hidromiel vacía en la mano… algo que le hace arquear una ceja. Siente el sabor de la vil bebida en la boca y eso genera muchos conceptos encontrados en su mente con respecto a lo vivido.
Con cierta dificultad por la pereza y el licor en su cuerpo, se sienta justo al lado de su hermanito. Este solo mira todo con una sonrisa boba sin mostrar señal alguna de haber experimentado una visión extraña hace poco.
Como los personajes que tuvieron un protagonismo tercero dentro del sueño no aparecen por ningún lado, Maquiavelo se encoge de hombros resignado, achacándole todo a un estado alterado por la bebida alcohólica.
Ultima vez que convivo tanto con la plebe “rodea a su pequeño protegido con el brazo derecho”.
Pasa a suspirar, dejando atrás la curiosa experiencia por fin… aunque es en ese momento que nota como Canel se deja caer en su regazo, algo que no tarda en hacerle detallar bien el estado de su hermanito.
¿Ca… Canel?
Ganaste hermano, eres el más listo.
Los ojos del inventor se abren de par en par pues la mirada del joven brujito es una masa negra, masa por la cual brotan sendas lagrimas del mismo material viscoso. Lo siguiente que ocurre es la desintegración de todo lo que le rodea, transformándose en polvo fino.
Completamente abrumado por la escena, Maquiavelo se abraza su propio torso, meciéndose de un lado a otro. Instantes después puede detallar a la enorme esfera que sirve como base gorriona en el cielo, destellando de un color rojo intenso y justo por encima de un páramo arruinado que cubre todo.
Lo siguiente que siente es como lo jalan por la espalda, algo que le hace gritar con todas sus fuerzas. El entorno se vuelve a poner negro aunque termina tomando color una vez más bastante rápido, despierta en el mismo escenario de antes pero ahora más agitado.
Distingue rápido al pequeño Canel, lo sujeta de la cabeza. Su mirada es imprecisa aunque cualquier deje de miedo desaparece al ver la conciencia plena de su hermano mayor, lo siguiente para el diminuto brujito es darle espacio.
Eso fue…
Ya termino.
¿Pero que era…?
Preludio de un futuro posible, decisión que se deberá tomar más adelante.
Con algo de desespero, Chim sujeta los hombros del pequeño ilusionista. Le mira detalladamente el rostro, hasta el más mínimo aspecto. Una vez entiende que lo ocurrido no fue real, suspira aliviado mientras lo suelta.
Pasa a abrazarse las piernas, ventilando las emociones con una respiración cuidada. Le toma severos minutos recuperarse, aunque en todo el proceso tiene el apoyo presencial de su buen amigo.
Eso no pasara, no dejare que pase… ¿Estarás conmigo cuando deba escoger?
Siempre “le sujeta de la mano”.
Entonces sé que no pasara “forma una ligera sonrisa”.
Por su parte todo el entorno sigue de fiesta, después de todo las risas estridentes de muchas personas suelen apagar muy bien cualquier ataque de pánico espontaneo, menudo lugar para volver luego de algo tan terrible.
Escuche una mujer gritando… ¿Quién era?
Eso lo descubrirás en su momento.
¿Tú no lo sabes?
“El más pequeño le mira con cierta ironía”.
Claro… “no funciona así” jejeje “vuelve a suspirar aunque esta vez lo complementa con una despeinada para su pariente por elección”.
Ambos pequeños se sientan cerca de la fogata, Chim rodea otra vez al mocoso con su brazo derecho pero sin acontecimientos terribles esta vez. A todas luces se ha superado la experiencia, aunque deja interrogantes importantes… claro que de momento el niño inventor no puede pensar en otra cosa que no sea llenar la tripa.
Las visiones aterradoras dan hambre… ahora sé porque comes tanto.
“Canel sonríe con todos los dientes”.
El adulto desaliñado relega toda posibilidad de salvación en los demás… algo que no resulta muy sorpresivo sin duda. Maquiavelo sabe distinguir a la gente de buenas a primeras y su asombroso sexto sentido le dijo que de ese pozo no sale agua.
Para bien o para mal, la mujer elfa tiene una idea. Si bien sus palabras y acciones son erráticas al principio, todo termina avanzando hacia un nivel más desagradable de acción. Justo cuando Chim entiende lo que está haciendo no pierde tiempo en taparle los ojos a su hermanito.
Dicho elemento de orejas picudas se suicida… literalmente frente a ellos. Una escena de lo más bizarra que por suerte el joven inventor logra ahorrársela un poco al más pequeño de los presentes.
Claro que la situación toma un contexto más extraño cuando todo lo relacionado con la mujer desaparece en un parpadeo, en un abrir y cerrar de ojos ya no existe rastro alguno del personaje suicida.
Eso fue extraño…
La amenaza se acerca y se quedan sin opciones, Maquiavelo suma uno más uno y ve una posible salida en acabar con sus vidas dentro de la ilusión… aunque no cree tener la fortaleza necesaria para hacerle daño a Canel, incluso aunque se trate de un sueño irreal.
Debo tener cuidado con lo que digo “medita en voz alta”.
Viendo otra posible forma de escape ahora con la expectativa al máximo, cierra los ojos y se imagina una puerta. Pone toda su concentración en darle el significado necesario para sacarles de la visión.
Entonces aparece frente a ellos un extraño umbral, tan brillante que no se puede ver su fondo. A todas luces es un salto de fe aunque el niño genio sienta más confianza por este camino que clavarse un cuchillo en el ojo.
¿Confías en mí?
Siempre.
Acto seguido, con la mano de su hermanito sujetada, avanza al umbral. Canel viene justo a su lado y no muestra ningún tipo de acción reticente, una vez atraviesan la extraña manifestación todo se pone negro.
El pequeño genio siente como si cayera desde una altura bastante alta y comienza a gritar, aunque otro grito termina por colmar su atención. No el de su pariente por elección, sino el de una mujer desconocida.
Entonces despierta bastante agitado, sin entender muy bien donde esta aunque con los sentimientos a flor de piel. Miedo, confusión y por alguna razón tristeza están a la orden del día.
Su visión se aclara y comprende que está en la misma estructura tribal donde comenzó todo, la gente se encuentra celebrando de igual manera y el pequeño Canel está sentado de piernas cruzas cerca de la fogata.
Nota que tiene una enorme jarra de hidromiel vacía en la mano… algo que le hace arquear una ceja. Siente el sabor de la vil bebida en la boca y eso genera muchos conceptos encontrados en su mente con respecto a lo vivido.
Con cierta dificultad por la pereza y el licor en su cuerpo, se sienta justo al lado de su hermanito. Este solo mira todo con una sonrisa boba sin mostrar señal alguna de haber experimentado una visión extraña hace poco.
Como los personajes que tuvieron un protagonismo tercero dentro del sueño no aparecen por ningún lado, Maquiavelo se encoge de hombros resignado, achacándole todo a un estado alterado por la bebida alcohólica.
Ultima vez que convivo tanto con la plebe “rodea a su pequeño protegido con el brazo derecho”.
Pasa a suspirar, dejando atrás la curiosa experiencia por fin… aunque es en ese momento que nota como Canel se deja caer en su regazo, algo que no tarda en hacerle detallar bien el estado de su hermanito.
¿Ca… Canel?
Ganaste hermano, eres el más listo.
Los ojos del inventor se abren de par en par pues la mirada del joven brujito es una masa negra, masa por la cual brotan sendas lagrimas del mismo material viscoso. Lo siguiente que ocurre es la desintegración de todo lo que le rodea, transformándose en polvo fino.
Completamente abrumado por la escena, Maquiavelo se abraza su propio torso, meciéndose de un lado a otro. Instantes después puede detallar a la enorme esfera que sirve como base gorriona en el cielo, destellando de un color rojo intenso y justo por encima de un páramo arruinado que cubre todo.
Lo siguiente que siente es como lo jalan por la espalda, algo que le hace gritar con todas sus fuerzas. El entorno se vuelve a poner negro aunque termina tomando color una vez más bastante rápido, despierta en el mismo escenario de antes pero ahora más agitado.
Distingue rápido al pequeño Canel, lo sujeta de la cabeza. Su mirada es imprecisa aunque cualquier deje de miedo desaparece al ver la conciencia plena de su hermano mayor, lo siguiente para el diminuto brujito es darle espacio.
Eso fue…
Ya termino.
¿Pero que era…?
Preludio de un futuro posible, decisión que se deberá tomar más adelante.
Con algo de desespero, Chim sujeta los hombros del pequeño ilusionista. Le mira detalladamente el rostro, hasta el más mínimo aspecto. Una vez entiende que lo ocurrido no fue real, suspira aliviado mientras lo suelta.
Pasa a abrazarse las piernas, ventilando las emociones con una respiración cuidada. Le toma severos minutos recuperarse, aunque en todo el proceso tiene el apoyo presencial de su buen amigo.
Eso no pasara, no dejare que pase… ¿Estarás conmigo cuando deba escoger?
Siempre “le sujeta de la mano”.
Entonces sé que no pasara “forma una ligera sonrisa”.
Por su parte todo el entorno sigue de fiesta, después de todo las risas estridentes de muchas personas suelen apagar muy bien cualquier ataque de pánico espontaneo, menudo lugar para volver luego de algo tan terrible.
Escuche una mujer gritando… ¿Quién era?
Eso lo descubrirás en su momento.
¿Tú no lo sabes?
“El más pequeño le mira con cierta ironía”.
Claro… “no funciona así” jejeje “vuelve a suspirar aunque esta vez lo complementa con una despeinada para su pariente por elección”.
Ambos pequeños se sientan cerca de la fogata, Chim rodea otra vez al mocoso con su brazo derecho pero sin acontecimientos terribles esta vez. A todas luces se ha superado la experiencia, aunque deja interrogantes importantes… claro que de momento el niño inventor no puede pensar en otra cosa que no sea llenar la tripa.
Las visiones aterradoras dan hambre… ahora sé porque comes tanto.
“Canel sonríe con todos los dientes”.
- Off:
- Interactuó con Ahroun y Aradia.
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