Desconectar para reconectar [Libre] (4/4) CERRADO
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Desconectar para reconectar [Libre] (4/4) CERRADO
Era un día tranquilo y el cielo estaba despejado, uno de esos días en los que parece que todo alrededor de uno mismo está en paz pero dentro de la cabeza nada está en orden. Tal vez el estar sola, tal vez el estar lejos de todo lo que para ella era conocido o tal vez por no saber hacia donde dirigir ahora sus pasos, pero llevaba varios días intranquila. Le costaba conciliar el sueño por las noches, a pesar de encontrarse a gusto oculta en las profundidades del bosque, y durante el día no era capaz de pensar con claridad, limitándose a deambular por los senderos. Necesitaba aclarar su mente, ordenar sus ideas y dejar de malgastar sus energías.
Aquella mañana decidió alejarse de la frondosidad y caminar hacia una senda más abierta, buscando cielo abierto y rayos de sol. Gracias a su visión elfica, abrirse paso entre la maleza era fácil y en escasas dos horas llegó a la orilla de un riachuelo casi imperceptible que atravesaba las zonas bajas del bosque. Aunque todavía era temprano, el sol brillaba y acariciaba la piel de forma agradable, a pesar de la baja temperatura. El agua helada y transparente corría abriéndose paso entre las pequeñas rocas del fondo y algunos peces se dejaban llevar por ella. Se agachó y miró su rostro en el reflejo difuminado, podía diferenciar claramente sus ojeras marcadas y sus labios cuarteados por el frío, respiró profundamente e introdujo la cara en el agua para refrescarse. Estaba realmente fría, pero se sentaba bien. Aprovechó la ligera inmersión para beber un trago y salió del agua, retomando la postura mientras se secaba con la parte baja de su capa.
Ya más despejada, se puso en pie y miró a su alrededor. Recapitulando el camino recorrido hasta el momento, se encontraba ya a las afueras de los bosques de los Reinos del Sur, en la parte más cercana a Vulwufar, y según lo que había estudiado sobre aquellas tierras y los mapas que había podido consultar, no debía de encontrarse lejos del final de aquel paisaje frondoso y cerrado. La playa... Era un lugar que ansiaba conocer desde que era niña, había escuchado y leído tanto acerca de sus arenas blancas y sus curiosas formaciones rocosas, tan diferente a su aldea oculta entre árboles y plantas... Decidió pues que aquel era un buen momento para dirigirse hacia allí y conocerla por fin. Siguió el curso del río, tratando de permanecer oculta dentro de lo posible y sin bajar la guardia, hasta que tras caminar varios kilómetros el cauce del río comenzó a ensancharse y el agua clara y dulce llegaba a su fin, dando paso a un inmenso manto de agua salada y azul. Aylizz cerró los ojos y respiró profundamente, el olor a mar se introdujo en su interior recorriendo cada célula de su cuerpo y erizando su piel.
Observó aquel bello y vacío paisaje que se presentaba ante sus ojos y pensó que aquel lugar era el más maravilloso que hasta el momento había visto. Corrió hasta que llegó a la línea que separaba la tierra y la hierba del bosque de la arena de la playa. Se agachó y la acarició, era tan fina y suave como se la había imaginado. Entonces se descalzó y caminó hasta la orilla, donde las frías olas mojaron sus pies con su vaiven y no se apartó hasta que no empezó a dejar de sentir los dedos. Era ya medio día, así que se sentó justo en el límite donde las olas no llegaban a humedecer la arena y almorzó algunos frutos que había recogido días antes. Después se tumbó y cerró los ojos, el sonido tan característico del mar le llenó de paz y de serenidad y sintió que por primera vez en muchos días volvía a respirar tranquila. Pensó entonces que aquel lugar tenía algo que no había encontrado en mucho tiempo, una esencia que podría ayudarla a mejorar su conexión con la naturaleza y sus habilidades de control del éter, así que se sentó con las piernas cruzadas y se dispuso a meditar y canalizar su energía.
Aquella mañana decidió alejarse de la frondosidad y caminar hacia una senda más abierta, buscando cielo abierto y rayos de sol. Gracias a su visión elfica, abrirse paso entre la maleza era fácil y en escasas dos horas llegó a la orilla de un riachuelo casi imperceptible que atravesaba las zonas bajas del bosque. Aunque todavía era temprano, el sol brillaba y acariciaba la piel de forma agradable, a pesar de la baja temperatura. El agua helada y transparente corría abriéndose paso entre las pequeñas rocas del fondo y algunos peces se dejaban llevar por ella. Se agachó y miró su rostro en el reflejo difuminado, podía diferenciar claramente sus ojeras marcadas y sus labios cuarteados por el frío, respiró profundamente e introdujo la cara en el agua para refrescarse. Estaba realmente fría, pero se sentaba bien. Aprovechó la ligera inmersión para beber un trago y salió del agua, retomando la postura mientras se secaba con la parte baja de su capa.
Ya más despejada, se puso en pie y miró a su alrededor. Recapitulando el camino recorrido hasta el momento, se encontraba ya a las afueras de los bosques de los Reinos del Sur, en la parte más cercana a Vulwufar, y según lo que había estudiado sobre aquellas tierras y los mapas que había podido consultar, no debía de encontrarse lejos del final de aquel paisaje frondoso y cerrado. La playa... Era un lugar que ansiaba conocer desde que era niña, había escuchado y leído tanto acerca de sus arenas blancas y sus curiosas formaciones rocosas, tan diferente a su aldea oculta entre árboles y plantas... Decidió pues que aquel era un buen momento para dirigirse hacia allí y conocerla por fin. Siguió el curso del río, tratando de permanecer oculta dentro de lo posible y sin bajar la guardia, hasta que tras caminar varios kilómetros el cauce del río comenzó a ensancharse y el agua clara y dulce llegaba a su fin, dando paso a un inmenso manto de agua salada y azul. Aylizz cerró los ojos y respiró profundamente, el olor a mar se introdujo en su interior recorriendo cada célula de su cuerpo y erizando su piel.
Observó aquel bello y vacío paisaje que se presentaba ante sus ojos y pensó que aquel lugar era el más maravilloso que hasta el momento había visto. Corrió hasta que llegó a la línea que separaba la tierra y la hierba del bosque de la arena de la playa. Se agachó y la acarició, era tan fina y suave como se la había imaginado. Entonces se descalzó y caminó hasta la orilla, donde las frías olas mojaron sus pies con su vaiven y no se apartó hasta que no empezó a dejar de sentir los dedos. Era ya medio día, así que se sentó justo en el límite donde las olas no llegaban a humedecer la arena y almorzó algunos frutos que había recogido días antes. Después se tumbó y cerró los ojos, el sonido tan característico del mar le llenó de paz y de serenidad y sintió que por primera vez en muchos días volvía a respirar tranquila. Pensó entonces que aquel lugar tenía algo que no había encontrado en mucho tiempo, una esencia que podría ayudarla a mejorar su conexión con la naturaleza y sus habilidades de control del éter, así que se sentó con las piernas cruzadas y se dispuso a meditar y canalizar su energía.
Última edición por Aylizz Wendell el Sáb 11 Jul 2020, 18:27, editado 4 veces
Aylizz Wendell
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Re: Desconectar para reconectar [Libre] (4/4) CERRADO
Solo los dioses perdonarían la idiotez de mis acciones, quedarme dormida en el medio del Bosque no había sido precisamente de las mejores ideas que había tenido últimamente, cuando aquellos pequeños ríos de sangre me atormentaban de manera ocacional y su particular aroma ferroso atrajo a una manada perros salvajes bastante hambrientos y escuálidos. Me desperté tras el primer mordisco arremetido contra mi pierna, abran creído que estaba muerta y por eso se acercaron todos juntos, pero el grito estandarizado que escapó de lo más profundo de mi garganta les dejo en claro que aún continúa con vida.
Alterado por el ruido y alarmado por la sorpresa, el can que engulló primero mi tieza carne me soltó de inmediato pero no por eso dejó de exhibir su mandíbula abierta, el jugoso sabor de una presa viva lo volvió loco y el olor a sangre desbordada alteraba a los demás. No lo dudé ni por un segundo, empecé a transformarme en lo que me quitaba la túnica que me cubría completamente sin muchos cortes, un dragón sería un mejor rival para ellos o eso pensé, pero el hambre les dio el coraje y la audacia para no echarse atrás.
Sujeté entre mis dientes las telas prendas y mi mochila y, cual ávido lagarto emprendí los ademanes para mi huída a toda prisa. Di un golpe a dos animales moviendo la cola pero uno de ellos saltó clavando sus fauces en mi espalda profindamente, no pude evitarlo e hice un movimiento como un látigo para sacudirlo qué desenlazo cuando mi piel se rasgó bajo sus colmillos; recién entonces vi una brecha frente a mí entre los perros y en aquella dirección empecé a correr.
Sentía un fuerte palpitar en mi pierna y espalda, días como éstos del mes tampoco eran aptos para hacer ejercicios de más, estaba muy incómoda en consecuencia, muy cansada y agotada. Mientras avanzaba, los árboles cada vez eran menos, pronto fueron ningunos, la tierra empezó a ablandarse y a colarse entre mis dedos y el pasto a escasear al punto de desaparecer "una playa... agua... Justo a tiempo".
Ya en la arena arrojé me perteneces a un costado sin pensarlo mucho y desesperada me lancé al frío océano delante mío. Hasta allí me siguieron los perros pero nada podían hacer, yo era un pez en el agua, mis branquias abrieron acomodandose y cada extremidad de mi cuerpo se regocijo al dulce tacto helado, cuatro perros de los siete se metieron a la costa y sólo dos entraron al agua tras mi rastro, desquiciados por el hambre y guardando esperanzas de no perder su cena.
Desde allí podría haberlos matado muy fácilmente pero no tenía ganas de quitar una vida innecesaria que no me alimentaria. Los pobres animales, majestuosas obras de los ancestrales, tenían hambre y sólo eso, quién era yo para juzgarlos por atacarme sí amablemente me había entregado en bandeja de plata en sus tierras. Los seres vivos necesitan alimentarse para vivir después de todo.
Me quedé bajo el agua hasta verlos alejarse disfrutando de mi hábitat madre plácidamente, pero tenía responsabilidades y lejos estaban del océano. Salí a la costa donde yacían mis cosas abandonadas y al encontrar mi traje cambié de forma para cubrirme enseguida.
El agua salada no era amiga de mis heridas, cómo dragón bajo el agua, estas no dolían pero al cambiar a mi forma humana sentí que quemaban con la fuerza de mil soles, un suplicio imbancable. Me coloque apenas la túnica y me dejé caer en la arena para descansar con, aún, las heridas abiertas.
Alterado por el ruido y alarmado por la sorpresa, el can que engulló primero mi tieza carne me soltó de inmediato pero no por eso dejó de exhibir su mandíbula abierta, el jugoso sabor de una presa viva lo volvió loco y el olor a sangre desbordada alteraba a los demás. No lo dudé ni por un segundo, empecé a transformarme en lo que me quitaba la túnica que me cubría completamente sin muchos cortes, un dragón sería un mejor rival para ellos o eso pensé, pero el hambre les dio el coraje y la audacia para no echarse atrás.
Sujeté entre mis dientes las telas prendas y mi mochila y, cual ávido lagarto emprendí los ademanes para mi huída a toda prisa. Di un golpe a dos animales moviendo la cola pero uno de ellos saltó clavando sus fauces en mi espalda profindamente, no pude evitarlo e hice un movimiento como un látigo para sacudirlo qué desenlazo cuando mi piel se rasgó bajo sus colmillos; recién entonces vi una brecha frente a mí entre los perros y en aquella dirección empecé a correr.
Sentía un fuerte palpitar en mi pierna y espalda, días como éstos del mes tampoco eran aptos para hacer ejercicios de más, estaba muy incómoda en consecuencia, muy cansada y agotada. Mientras avanzaba, los árboles cada vez eran menos, pronto fueron ningunos, la tierra empezó a ablandarse y a colarse entre mis dedos y el pasto a escasear al punto de desaparecer "una playa... agua... Justo a tiempo".
Ya en la arena arrojé me perteneces a un costado sin pensarlo mucho y desesperada me lancé al frío océano delante mío. Hasta allí me siguieron los perros pero nada podían hacer, yo era un pez en el agua, mis branquias abrieron acomodandose y cada extremidad de mi cuerpo se regocijo al dulce tacto helado, cuatro perros de los siete se metieron a la costa y sólo dos entraron al agua tras mi rastro, desquiciados por el hambre y guardando esperanzas de no perder su cena.
Desde allí podría haberlos matado muy fácilmente pero no tenía ganas de quitar una vida innecesaria que no me alimentaria. Los pobres animales, majestuosas obras de los ancestrales, tenían hambre y sólo eso, quién era yo para juzgarlos por atacarme sí amablemente me había entregado en bandeja de plata en sus tierras. Los seres vivos necesitan alimentarse para vivir después de todo.
Me quedé bajo el agua hasta verlos alejarse disfrutando de mi hábitat madre plácidamente, pero tenía responsabilidades y lejos estaban del océano. Salí a la costa donde yacían mis cosas abandonadas y al encontrar mi traje cambié de forma para cubrirme enseguida.
El agua salada no era amiga de mis heridas, cómo dragón bajo el agua, estas no dolían pero al cambiar a mi forma humana sentí que quemaban con la fuerza de mil soles, un suplicio imbancable. Me coloque apenas la túnica y me dejé caer en la arena para descansar con, aún, las heridas abiertas.
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Habilidad Racial: Transformacion y Combate modo bestial
Última edición por Sauron Guardgris el Miér 08 Jul 2020, 02:35, editado 2 veces
Sauron Guardgris
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Re: Desconectar para reconectar [Libre] (4/4) CERRADO
Había perdido la noción del tiempo sentada en aquella playa, el sonido de las olas rompiendo en la orilla había facilitado la evasión del mundo terrenal y se notaba con la mente en blanco. Por un rato sus preocupaciones e inseguridades desaparecieron, dejándola absorta y únicamente centrada en su respiración profunda. Pero aquella calma no duró tanto como esperaba...
En la lejanía comenzó a percibir gruñidos, jadeos y algún que otro ladrido que parecían acercarse desde el bosque hacia la playa, para acabar con un fuerte sonido de un cuerpo pesado y grande cayendo al agua desmesuradamente. Aquello la sobresaltó y la hizo abrir los ojos, dejando escapar su sensación de tranquilidad y dándole un vuelvo al corazón del susto. Miró hacia la zona de la cual venía aquel jaleo y pudo diferenciar en la distancia a una jauría de perros salvajes persiguiendo algo grande, que ahora se ocultaba en el agua, intentando zafarse de algunos de los animales que se habían lanzado al agua tras su presa, mientras los demás observaban armando revuelo desde la orilla o el mismo bosque. Se puso en pie para ganar perspectiva y agudizó la vista, lo que se revolvía en el agua era voluminoso, demasiado para que aquellos canes le dieran caza solos, pero se les veía feroces y dispuestos a llevarse un pedazo de aquello a la boca, fuera lo que fuera, pues entre el ajetreo del agua y las constantes subidas y bajadas de las olas, que parecían más altas en aquella zona, no alcanzaba distinguir de qué se trataba.
En un primer momento su impulso fue acercarse, pero no había dado dos pasos cuando se paró a pensarlo mejor. Quizá no era buena idea plantarse allí delante, pues si aquellos perros estaban hambrientos y su primera presa no les era fácil, desde luego una enclenque elfa como ella les valdría como primer bocado para calmar un poco sus ansias. A los pocos minutos, la pareja de chuchos que se habían metido al agua desistió, nadaron hacia la orilla y tras sacudirse el pelaje empapado, se alejaron del lugar reunificandose así la manada. Aylizz se quedó observando el agua, quieta y en silencio, cautelosa. Sus ojos se abrieron como platos y tuvo que ahogar una exclamación de sorpresa, tapando su boca con la mano, al ver emerger aquel ejemplar de dragón de debajo del agua y caminar hacia la arena lentamente.
Esperando no haber sido vista, retrocedió hasta donde yacían sus cosas sobre la arena, sin perder de vista al imponente reptil, y entonces pudo ver cómo aquel cambiaba de forma dando paso a la silueta de una persona, desnuda y con la espalda muy magullada y sangrante, a causa de los zarpazos y mordeduras de los que minutos antes habían intentado darlo caza. Observó detenidamente los movimientos de aquel ser que ahora tenía forma humana, preparada por si tenía que salir corriendo de aquel lugar, aunque una parte de ella estaba tranquila, dando por hecho que después de aquello -y basándose en experiencias pasadas con algún ejemplar de su raza- necesitaría un tiempo de reposo para volver a transformarse. Vio como lentamente se visitó con algo que parecía... ¿un hábito? Eso le chocó bastante, ¿podría tratarse de un monje? ¿un monje dragón? Aquello le pareció extraño, pero tampoco creyó que fuera imposible, uno no elige la casa en la que nace... Pero sí su ocupación en la vida, al fin y al cabo. Acto seguido Aylizz vio cómo el monje se dejó caer sobre la arena y ahí se quedó, inmóvil. Fue entonces cuando la cautela dejó paso a la curiosidad y armándose de valor, ella decidió acercarse hacia allí.
En la lejanía comenzó a percibir gruñidos, jadeos y algún que otro ladrido que parecían acercarse desde el bosque hacia la playa, para acabar con un fuerte sonido de un cuerpo pesado y grande cayendo al agua desmesuradamente. Aquello la sobresaltó y la hizo abrir los ojos, dejando escapar su sensación de tranquilidad y dándole un vuelvo al corazón del susto. Miró hacia la zona de la cual venía aquel jaleo y pudo diferenciar en la distancia a una jauría de perros salvajes persiguiendo algo grande, que ahora se ocultaba en el agua, intentando zafarse de algunos de los animales que se habían lanzado al agua tras su presa, mientras los demás observaban armando revuelo desde la orilla o el mismo bosque. Se puso en pie para ganar perspectiva y agudizó la vista, lo que se revolvía en el agua era voluminoso, demasiado para que aquellos canes le dieran caza solos, pero se les veía feroces y dispuestos a llevarse un pedazo de aquello a la boca, fuera lo que fuera, pues entre el ajetreo del agua y las constantes subidas y bajadas de las olas, que parecían más altas en aquella zona, no alcanzaba distinguir de qué se trataba.
En un primer momento su impulso fue acercarse, pero no había dado dos pasos cuando se paró a pensarlo mejor. Quizá no era buena idea plantarse allí delante, pues si aquellos perros estaban hambrientos y su primera presa no les era fácil, desde luego una enclenque elfa como ella les valdría como primer bocado para calmar un poco sus ansias. A los pocos minutos, la pareja de chuchos que se habían metido al agua desistió, nadaron hacia la orilla y tras sacudirse el pelaje empapado, se alejaron del lugar reunificandose así la manada. Aylizz se quedó observando el agua, quieta y en silencio, cautelosa. Sus ojos se abrieron como platos y tuvo que ahogar una exclamación de sorpresa, tapando su boca con la mano, al ver emerger aquel ejemplar de dragón de debajo del agua y caminar hacia la arena lentamente.
Esperando no haber sido vista, retrocedió hasta donde yacían sus cosas sobre la arena, sin perder de vista al imponente reptil, y entonces pudo ver cómo aquel cambiaba de forma dando paso a la silueta de una persona, desnuda y con la espalda muy magullada y sangrante, a causa de los zarpazos y mordeduras de los que minutos antes habían intentado darlo caza. Observó detenidamente los movimientos de aquel ser que ahora tenía forma humana, preparada por si tenía que salir corriendo de aquel lugar, aunque una parte de ella estaba tranquila, dando por hecho que después de aquello -y basándose en experiencias pasadas con algún ejemplar de su raza- necesitaría un tiempo de reposo para volver a transformarse. Vio como lentamente se visitó con algo que parecía... ¿un hábito? Eso le chocó bastante, ¿podría tratarse de un monje? ¿un monje dragón? Aquello le pareció extraño, pero tampoco creyó que fuera imposible, uno no elige la casa en la que nace... Pero sí su ocupación en la vida, al fin y al cabo. Acto seguido Aylizz vio cómo el monje se dejó caer sobre la arena y ahí se quedó, inmóvil. Fue entonces cuando la cautela dejó paso a la curiosidad y armándose de valor, ella decidió acercarse hacia allí.
Aylizz Wendell
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Re: Desconectar para reconectar [Libre] (4/4) CERRADO
No había pasado mucho tiempo desde que tubo que huir de este lugar por haber asesinado y atacado a una tropa del ejército de los elfos vigilaban y custodiaban el lugar, aún así extraña el sereno y la calma que trasmitía ese lugar, extrañamente de sentía una conexión contigo el dios Thor al estar en la aguas a media noche.
Es gracioso el combate que tuve con los elfos, y aún así sigo buscando aquel elfo que de confronto contra mi, seguramente seria un aliado estupendo. — Pensó Sajin en su cabeza qué nunca dejaba de pensar, aún así la arena estaba un poco húmeda por las aguas qué estaban llegando al orillas, sintiendo una calma por primeras vez en mucho tiempo.
Observó a pocos paso a un sujeto tirado en el suelo,gracias a su sentidos mejorados denotó el olor de la sangre en unas de las piernas de aquel sujeto, y una chica que a simple vista detalle cómo una elfa por los rasgos raciales, se detuvo a pasos de las dos personas, emitiendo un aura de peligro ante los dos desconocidos.
Bueno, ese sujetó está herido y tú eres una elfa, debés poseer el poder curativo, así que si está inconciente deberías sanarle – Una voz seca y seria había hecho presencia ante la situación, un hombre alto y voluminoso con un cuerpo de guerreo y cabellera oscura se estaba haciendo presente ante ellos.
Mi nombre es Klaus, soy el futuros rey dragón, un placer conocerte – Exclamó con muchas seguridad ante los presentes aunque uno estuviera inconciente. La gran punta de la espada que podáis en su espalda tocaba la arena detrás de él.
Es gracioso el combate que tuve con los elfos, y aún así sigo buscando aquel elfo que de confronto contra mi, seguramente seria un aliado estupendo. — Pensó Sajin en su cabeza qué nunca dejaba de pensar, aún así la arena estaba un poco húmeda por las aguas qué estaban llegando al orillas, sintiendo una calma por primeras vez en mucho tiempo.
Observó a pocos paso a un sujeto tirado en el suelo,gracias a su sentidos mejorados denotó el olor de la sangre en unas de las piernas de aquel sujeto, y una chica que a simple vista detalle cómo una elfa por los rasgos raciales, se detuvo a pasos de las dos personas, emitiendo un aura de peligro ante los dos desconocidos.
Bueno, ese sujetó está herido y tú eres una elfa, debés poseer el poder curativo, así que si está inconciente deberías sanarle – Una voz seca y seria había hecho presencia ante la situación, un hombre alto y voluminoso con un cuerpo de guerreo y cabellera oscura se estaba haciendo presente ante ellos.
Mi nombre es Klaus, soy el futuros rey dragón, un placer conocerte – Exclamó con muchas seguridad ante los presentes aunque uno estuviera inconciente. La gran punta de la espada que podáis en su espalda tocaba la arena detrás de él.
Sajin W
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Re: Desconectar para reconectar [Libre] (4/4) CERRADO
Tenía planes de hundirme en recuerdos pasivos que ayudaran a dormirme, esta costa se veía mucho más limpia de existencia que el bosque, y tenía un método de escape próximo en el mar. Quizás podría dormirme y dejar que la marea arrastre mis pensamientos con ella y recordar de esa manera los largos cabellos castaños que retumbaban en mis recuerdos cada vez que cerraba los ojos, últimamente había pensado mucho en ella desde la canción en la casa de la bruja y ya era un año que no la veía.
El infinito ruido del mar y la brisa del viento no solo eran una compañía acogedora, sino que también se convirtieron en un arma de doble filo que no me permitió notar que la elfa se acercaba cautelosa hasta mí y peor aún, el otro sujeto que no reparo en esconder su presencia, tanto así que hasta anuncio su llegada a viva voz. Al escuchar el sonido masculino no pude evitar reaccionar en defensa propia, yo no estaba inconsciente y no le dejaría a nadie ponerme un dedo encima bajo ninguna circunstancia.
Me levante de inmediato echándome a un lado sopesando el inmenso dolor que sentía al moverme, encorvarme y doblar la pierna, la toga cubría correctamente mi cuerpo aunque el cinto no estaba sujetando las prendas a mi cintura, de hacerlo, la tela estaría contra la carne abierta en mi espalda y se habría pegado a la herida indudablemente.
Aún me encontraba cerca de la orilla, las olas todavía alcanzaban a mojar mis pies en su vaivén espumoso, era solo cuestión de huir allí si el peligro era inminente con este tipo, el agua nunca me traicionaría, era el elemento natural que Los Antiguos Celestiales eligieron para mí y ellos no me fallarían jamás.
El aura que manifestaba el dragón en su forma humana era molesto, y sus tajantes palabras una pésima presentación "Rey Dragón? Mis únicos reyes, eran los Dragones Celestiales, como debía serlo para todo dragón sobre la tierra” pesaba irritado ante sus palabras, valorar mis creencias no era solo una cuestión de Fe y misión en la vida, sino que también era parte de nuestra cultura y raíces, eran la tradición de la cual venimos y donde iremos, este sujeto no era más que un llegado de alguna aldea o poblado de dragones desertores de la Montaña, algo triste y trágico.
- Que los Celestiales te bendigan Kaus y a ti, elfa - gire a verla con la misma precaución pues había sido opacada profundamente ante mis ojos por aquel incordio de mi estirpe. - Pero no he solicitado la ayuda de nadie. Eso es algo que debe preguntarse no ordenarse... - dije con un tono pesado.
La muchacha no parecía ser peligrosa en lo absoluto, pero, para mi, ningún elfo que yo conociera lo parecía, sabía muy bien de su cultura, me había criado entre ellos y jamás podría odiarlos o desconfiar de su especie, una situación bastante contrariada en mi percepción de los dos, como era posible que ambos anduvieran juntos con esencias tan distintas.
Por otro lado, exponer mi cuerpo a dos desconocidos, no estaba entre mis opciones.
- A caso uno no puede simplemente acostarse a tomar el sol en esta playa?
El infinito ruido del mar y la brisa del viento no solo eran una compañía acogedora, sino que también se convirtieron en un arma de doble filo que no me permitió notar que la elfa se acercaba cautelosa hasta mí y peor aún, el otro sujeto que no reparo en esconder su presencia, tanto así que hasta anuncio su llegada a viva voz. Al escuchar el sonido masculino no pude evitar reaccionar en defensa propia, yo no estaba inconsciente y no le dejaría a nadie ponerme un dedo encima bajo ninguna circunstancia.
Me levante de inmediato echándome a un lado sopesando el inmenso dolor que sentía al moverme, encorvarme y doblar la pierna, la toga cubría correctamente mi cuerpo aunque el cinto no estaba sujetando las prendas a mi cintura, de hacerlo, la tela estaría contra la carne abierta en mi espalda y se habría pegado a la herida indudablemente.
Aún me encontraba cerca de la orilla, las olas todavía alcanzaban a mojar mis pies en su vaivén espumoso, era solo cuestión de huir allí si el peligro era inminente con este tipo, el agua nunca me traicionaría, era el elemento natural que Los Antiguos Celestiales eligieron para mí y ellos no me fallarían jamás.
El aura que manifestaba el dragón en su forma humana era molesto, y sus tajantes palabras una pésima presentación "Rey Dragón? Mis únicos reyes, eran los Dragones Celestiales, como debía serlo para todo dragón sobre la tierra” pesaba irritado ante sus palabras, valorar mis creencias no era solo una cuestión de Fe y misión en la vida, sino que también era parte de nuestra cultura y raíces, eran la tradición de la cual venimos y donde iremos, este sujeto no era más que un llegado de alguna aldea o poblado de dragones desertores de la Montaña, algo triste y trágico.
- Que los Celestiales te bendigan Kaus y a ti, elfa - gire a verla con la misma precaución pues había sido opacada profundamente ante mis ojos por aquel incordio de mi estirpe. - Pero no he solicitado la ayuda de nadie. Eso es algo que debe preguntarse no ordenarse... - dije con un tono pesado.
La muchacha no parecía ser peligrosa en lo absoluto, pero, para mi, ningún elfo que yo conociera lo parecía, sabía muy bien de su cultura, me había criado entre ellos y jamás podría odiarlos o desconfiar de su especie, una situación bastante contrariada en mi percepción de los dos, como era posible que ambos anduvieran juntos con esencias tan distintas.
Por otro lado, exponer mi cuerpo a dos desconocidos, no estaba entre mis opciones.
- A caso uno no puede simplemente acostarse a tomar el sol en esta playa?
Sauron Guardgris
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Re: Desconectar para reconectar [Libre] (4/4) CERRADO
Estaba tan concentrada en el hombre tumbado en la arena que no se percató de el otro que, como salido de la nada, se había plantado allí de pie, a pocos metros de donde se encontraba ella. Su voz resonó alta y clara, haciendo que la elfa alzase la vista hacia él, un hombre corpulento que como mínimo le sacaba a ella una cabeza. Su introducción la descolocó, aquella frase dejaba claro que se trataba de otro hombre dragón, ¿irían juntos aquellos dos? Quizá andaban por el bosque y de alguna manera se torció, haciendo que el primero acabase en la playa perseguido, tal y como había visto hacía un rato. Aquella idea se veía reforzada por la imperiosidad de la orden dada por el que se presentó como Klaus, para que Aylizz curase al que yacía tumbado en el suelo.
Con lo vacía que estaba la playa... ¿Cómo he acabado ante dos dragones? Espero que no se ponga feo... pensó, al tiempo que retrocedía con precaución unos pasos. -Perdona, no quería molestarte, simplemente te vi de lejos y parecías tener problemas. Sólo me acerqué para comprobar si estabas bien.- explicó así su presencia en el lugar cuando el que vestía con habito abrió los ojos sobresaltado y con un rápido movimiento se puso en pie, dejando ver también una altura superior a la elfa, aunque por poco. -No sabía que ya estabas acompañado, de lejos no vi a nadie más.- añadió mirando ahora al más corpulento.
La curiosidad que hacía unos minutos sentía había terminado por desaparecer y ahora un estado de alerta inundaba su mente. Observó con detenimiento a los dos hombres allí de pie, ante ella. Por lo que había presenciado anteriormente, el primero estaba herido, a pesar de intentar mantener el tipo, se reflejaba en su cierta incomodidad y quizá dolor provocado por las heridas. El otro, el que se había proclamado "futuro rey dragón", era robusto y parecía estar en perfectas condiciones, por lo que en caso de que a alguno de los dos se le ocurriera transformarse en bestia, apostó por que él sería el primero. Notó también una actitud bastante diferente en uno y otro. Mientras que el monje hablaba con voz tranquila, aunque seria, Klaus desprendía un aura imponente y peligrosa, que acompañaba con voz ruda y dejando ver su gran espada, que sobresalía del anclaje que portaba a la espalda.
Aylizz llevó su mano discretamente al cinturón de su alforja, donde guardaba su daga, sin intención de sacarla por el momento, pero preparada por si se daban problemas, consciente de que estaría en desventaja si aquellos dos decidían cambiar a su forma dracónica, aunque al menos podría valer como defensa, pues después de todo aquella pequeña hoja ya había probado la carne de dragón antes. Se fijó que el herido se había colocado algo separado de ella y de su supuesto compañero, siendo el único tocado directamente por el agua y dedujo entonces que aquel podría ser su elemento predilecto. De reojo, echó un vistazo rápido hacia el bosque que la daría ventaja en caso necesario, calculando la distancia hacia él por si tenía que salir corriendo.
Con lo vacía que estaba la playa... ¿Cómo he acabado ante dos dragones? Espero que no se ponga feo... pensó, al tiempo que retrocedía con precaución unos pasos. -Perdona, no quería molestarte, simplemente te vi de lejos y parecías tener problemas. Sólo me acerqué para comprobar si estabas bien.- explicó así su presencia en el lugar cuando el que vestía con habito abrió los ojos sobresaltado y con un rápido movimiento se puso en pie, dejando ver también una altura superior a la elfa, aunque por poco. -No sabía que ya estabas acompañado, de lejos no vi a nadie más.- añadió mirando ahora al más corpulento.
La curiosidad que hacía unos minutos sentía había terminado por desaparecer y ahora un estado de alerta inundaba su mente. Observó con detenimiento a los dos hombres allí de pie, ante ella. Por lo que había presenciado anteriormente, el primero estaba herido, a pesar de intentar mantener el tipo, se reflejaba en su cierta incomodidad y quizá dolor provocado por las heridas. El otro, el que se había proclamado "futuro rey dragón", era robusto y parecía estar en perfectas condiciones, por lo que en caso de que a alguno de los dos se le ocurriera transformarse en bestia, apostó por que él sería el primero. Notó también una actitud bastante diferente en uno y otro. Mientras que el monje hablaba con voz tranquila, aunque seria, Klaus desprendía un aura imponente y peligrosa, que acompañaba con voz ruda y dejando ver su gran espada, que sobresalía del anclaje que portaba a la espalda.
Aylizz llevó su mano discretamente al cinturón de su alforja, donde guardaba su daga, sin intención de sacarla por el momento, pero preparada por si se daban problemas, consciente de que estaría en desventaja si aquellos dos decidían cambiar a su forma dracónica, aunque al menos podría valer como defensa, pues después de todo aquella pequeña hoja ya había probado la carne de dragón antes. Se fijó que el herido se había colocado algo separado de ella y de su supuesto compañero, siendo el único tocado directamente por el agua y dedujo entonces que aquel podría ser su elemento predilecto. De reojo, echó un vistazo rápido hacia el bosque que la daría ventaja en caso necesario, calculando la distancia hacia él por si tenía que salir corriendo.
Aylizz Wendell
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Klaus había detallado al monje que se había levantando en un parpadeo de ojo pudo deducir por su olor que ambos eran dragones, era un poco raro estar acompañado de otro dragón, habías pasado tiempos desde que tubo contacto con alguien de su raza y no termino de la mejor manera que podía pensar.
Seguramente era un monje dragón a lo cuál seguramente utilizaba algún elementos y al verle tan puestos y cómodamente en el agua, ese mismo sería su elemento para la lucha, y nos encontrábamos en desventaja ya que estaba al lado del mar pero al estar herido seguramente no se concentraría en el combate. Mantuve mi distancia al escuchar la voz de la jovencita en dirrección a nosotros dos con un poco de nervios que recorrían por todo su cuerpo al vernos.
Escuchó además la bendición del monjes hacia ellos, para expresar cómo una voz ronca y autoritaria hacia el monje: Pasaba años que un monje no me bendecía y menos uno de mi raza, seguro te darás cuenta que soy un guerreo dragón y a diferencia de tí utilizo las partes de dragón para el combates algo mal visto para ti, pero a quién sirves? Me vendría bien un aliado.
Expreso con tranquilidad hacia el monje que por alguna razón le mostraba respeto por su profesión, poso su mano en su rostro hundiendo las uñas afiladas en la caballera negra de su cabeza para rascarla de arriba a abajo al sentirse picazón, pero por instinto y reflejo denotó el movimiento de la mano de la elfa que seguramente posaba detrás del ropaje un arma y había tomado posición de la misma con ese movimiento.
No quiero tener que cortar tus manos elfa, ya acá asesine a un soldado y confronte una tropa de ustedes y tuve que huir, pero si sacas esa arma, no tendré alternativa. – La voz fue directa y clara, semejante a una orden hacia la elfa de no sacar el arma o acabaría con su vida en cuestión de segundos, para más emoción soltó un pequeño rugido hacia la elfa para poser control en la situación.
Puso su mano derecha en el mango de mi arma y volteaba constantemente para ver si visualizaba algún soldados caminando por estos lares para mantenerme alertar de ellos.
Seguramente era un monje dragón a lo cuál seguramente utilizaba algún elementos y al verle tan puestos y cómodamente en el agua, ese mismo sería su elemento para la lucha, y nos encontrábamos en desventaja ya que estaba al lado del mar pero al estar herido seguramente no se concentraría en el combate. Mantuve mi distancia al escuchar la voz de la jovencita en dirrección a nosotros dos con un poco de nervios que recorrían por todo su cuerpo al vernos.
Escuchó además la bendición del monjes hacia ellos, para expresar cómo una voz ronca y autoritaria hacia el monje: Pasaba años que un monje no me bendecía y menos uno de mi raza, seguro te darás cuenta que soy un guerreo dragón y a diferencia de tí utilizo las partes de dragón para el combates algo mal visto para ti, pero a quién sirves? Me vendría bien un aliado.
Expreso con tranquilidad hacia el monje que por alguna razón le mostraba respeto por su profesión, poso su mano en su rostro hundiendo las uñas afiladas en la caballera negra de su cabeza para rascarla de arriba a abajo al sentirse picazón, pero por instinto y reflejo denotó el movimiento de la mano de la elfa que seguramente posaba detrás del ropaje un arma y había tomado posición de la misma con ese movimiento.
No quiero tener que cortar tus manos elfa, ya acá asesine a un soldado y confronte una tropa de ustedes y tuve que huir, pero si sacas esa arma, no tendré alternativa. – La voz fue directa y clara, semejante a una orden hacia la elfa de no sacar el arma o acabaría con su vida en cuestión de segundos, para más emoción soltó un pequeño rugido hacia la elfa para poser control en la situación.
Puso su mano derecha en el mango de mi arma y volteaba constantemente para ver si visualizaba algún soldados caminando por estos lares para mantenerme alertar de ellos.
Sajin W
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Sus palabras dejaban claro que no viajaban juntos y era de esperarse, no parecían tener personalidades tan congéneres, además, era fácil notar que ninguno tenía ánimos para pelear realmente solo estaban tensos por el encuentro, algo bastante común. Sería entonces el primero en romper la tención tajante del ambiente, no me sentía con las fuerzas de sostener una pelea, ni siquiera una discusión, y es que a duras penas cargaba con mi cuerpo.
Me deje caer hacia atrás sentándome en la arena nuevamente llevando mi mano hacia la cabeza acomodándome el cabello hacia atrás.
- Acompañado? nooo.... nada por el estilo - le dije a la elfa tras sus palabras y luego escuche al dragón para responderle - Agradezco cualquier oferta buen hombre... Solo "sirvo" a los Antiguos Celestiales en mi misión de paz, por lo mismo, no amenaces a todo el que intenta estar protegido, revelas que eres un dragón a la ligera, delatas mi esencia dragón a otros a la ligera, es lógico que quiera pensar en defenderse - detestaba a los de su clase, siempre impulsivos y directos, nada de susceptibilidades humanísticas - no te dejare poner un dedo en la niña… así que relájate.
Las acciones de la muchacha eran claras y su miedo palpitante, acaso tan tosco podía ser de no verlo? Si quería pelear, pelearía, pero que ventajas podría tener sobre mi junto al océano… Parecía rígido e inflexible, pero no idiota. Gire a mirar a la elfa con una sonrisa en el rostro y gesticule con la cabeza. Era un mensajero de paz, no de preocupación, muerte o guerra.
Este tal Kaus ya no me parecía tan amenazante, los guerreros dragones solían ser así de toscos, pero eso no los hacia menos devotos a nuestra esencia y ser, a nuestras raíces y principios; quién era yo para juzgarlo de todos modos.
Acerque mi morral para buscar unas tiras de tela en su interior y levante la toga hasta la altura de la rodilla exhibiendo la herida, necesitaba ver que tan mal estaba.
- Esta herida me impide caminar - odiaba tener que hacer este tipo de suplicas, pero no podría nadar con la espalda tan destruida, necesitaba llegar a un poblado a pie y recostarme en una cama al menos una noche, mi sangre se ocuparía de cicatrizar todo lentamente luego. - sé que es mucho pedirte, luego del destrato, pero agradecería tu ayuda con mi pierna.
Me deje caer hacia atrás sentándome en la arena nuevamente llevando mi mano hacia la cabeza acomodándome el cabello hacia atrás.
- Acompañado? nooo.... nada por el estilo - le dije a la elfa tras sus palabras y luego escuche al dragón para responderle - Agradezco cualquier oferta buen hombre... Solo "sirvo" a los Antiguos Celestiales en mi misión de paz, por lo mismo, no amenaces a todo el que intenta estar protegido, revelas que eres un dragón a la ligera, delatas mi esencia dragón a otros a la ligera, es lógico que quiera pensar en defenderse - detestaba a los de su clase, siempre impulsivos y directos, nada de susceptibilidades humanísticas - no te dejare poner un dedo en la niña… así que relájate.
Las acciones de la muchacha eran claras y su miedo palpitante, acaso tan tosco podía ser de no verlo? Si quería pelear, pelearía, pero que ventajas podría tener sobre mi junto al océano… Parecía rígido e inflexible, pero no idiota. Gire a mirar a la elfa con una sonrisa en el rostro y gesticule con la cabeza. Era un mensajero de paz, no de preocupación, muerte o guerra.
Este tal Kaus ya no me parecía tan amenazante, los guerreros dragones solían ser así de toscos, pero eso no los hacia menos devotos a nuestra esencia y ser, a nuestras raíces y principios; quién era yo para juzgarlo de todos modos.
Acerque mi morral para buscar unas tiras de tela en su interior y levante la toga hasta la altura de la rodilla exhibiendo la herida, necesitaba ver que tan mal estaba.
- Esta herida me impide caminar - odiaba tener que hacer este tipo de suplicas, pero no podría nadar con la espalda tan destruida, necesitaba llegar a un poblado a pie y recostarme en una cama al menos una noche, mi sangre se ocuparía de cicatrizar todo lentamente luego. - sé que es mucho pedirte, luego del destrato, pero agradecería tu ayuda con mi pierna.
Sauron Guardgris
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La idea de que aquellos dos fueran compañeros de viaje desapareció en el instante en que comenzaron a hablar entre ellos y se confirmó cuando el propio monje se lo negó a la elfa. Únicamente se trataba de una de esas casualidades de la vida que se dan en el peor momento posible... Para Aylizz, claro. Parecía que el más rudo mostraba respeto hacia su igual y aunque el monje hablaba de manera sosegada, no estaba segura de que fuera recíproco.
Klaus se percató de la precaución tomada y aun sin que ella hubiera dejado nada a la vista, debió deducir sus intenciones. -Tranquilo, sólo me acomodaba el cinturón- respondió ante la amenaza mientras dejaba visibles ambas manos y esbozando una ligera sonrisa de inocencia -No sé qué problemas habrás tenido con los míos, pero salta a la vista que yo nada tengo que ver con soldados de mi raza...- aquel rugido la interrumpió, pero mantuvo la compostura -Wow. Eso no era necesario, si miras un segundo a tu al rededor podrás comprobar que estoy sola.- comentó con un gesto de desaprobación ante la repentina muestra de ferocidad.
La intervención del otro hombre-dragón la reconfortó, era agradable saber que si las cosas se torcían, al menos no tendría que enfrentarse a los dos. Una vez dejada clara su postura, el monje elevó ligeramente el bajo de su habito, dejando sólo a la vista la parte herida de su pierna y de manera educada solicitó su ayuda. -Descuida, no es la primera vez que me topo con un dragón agresivo, al menos él ha tenido la decencia de advertirme antes de atacar- expresó, recordando su desagradable y peligros encuentro con el dragón del bosque hacía ya varias semanas, al tiempo que se agachaba para observar la magnitud de las heridas. -Son heridas superficiales y el agua del mar ha hecho su función, no parecen estar infectadas. Tienes suerte de que esos perros sarnosos hayan dado contigo en tu forma reptiliana, supongo que el grosor de tus escamas frenó las mordeduras, no me será difícil terminar de cerrarlas y aliviar tu dolor.- colocó las manos sobre las heridas y comenzó a pronunciar las plegarias adecuadas para comenzar la sanación.
Hacía tiempo que no realizaba aquella técnica, concretamente desde que abandonó su aldea, pero por una vez estuvo agradecida del rol que por ser elfa se le había asignado en su clan al haber sido educada y preparada para la curación, pues aunque aquella se trataba de una habilidad innata en su raza, requería de perfeccionamiento y dedicación, como cualquier otra. Unos segundos después de terminar de pronunciar las palabras elficas requeridas, empezó a notar la energía fluir a través de sus dedos y ser traspasada a la piel magullada del hombre que se mantenía inmovil sentado en la arena. Tras unos minutos, las heridas de la pierna se encontraban cerradas, aunque aun dejaron las marcas de cicatrización que irían desapareciendo al cabo de unos días.
Klaus se percató de la precaución tomada y aun sin que ella hubiera dejado nada a la vista, debió deducir sus intenciones. -Tranquilo, sólo me acomodaba el cinturón- respondió ante la amenaza mientras dejaba visibles ambas manos y esbozando una ligera sonrisa de inocencia -No sé qué problemas habrás tenido con los míos, pero salta a la vista que yo nada tengo que ver con soldados de mi raza...- aquel rugido la interrumpió, pero mantuvo la compostura -Wow. Eso no era necesario, si miras un segundo a tu al rededor podrás comprobar que estoy sola.- comentó con un gesto de desaprobación ante la repentina muestra de ferocidad.
La intervención del otro hombre-dragón la reconfortó, era agradable saber que si las cosas se torcían, al menos no tendría que enfrentarse a los dos. Una vez dejada clara su postura, el monje elevó ligeramente el bajo de su habito, dejando sólo a la vista la parte herida de su pierna y de manera educada solicitó su ayuda. -Descuida, no es la primera vez que me topo con un dragón agresivo, al menos él ha tenido la decencia de advertirme antes de atacar- expresó, recordando su desagradable y peligros encuentro con el dragón del bosque hacía ya varias semanas, al tiempo que se agachaba para observar la magnitud de las heridas. -Son heridas superficiales y el agua del mar ha hecho su función, no parecen estar infectadas. Tienes suerte de que esos perros sarnosos hayan dado contigo en tu forma reptiliana, supongo que el grosor de tus escamas frenó las mordeduras, no me será difícil terminar de cerrarlas y aliviar tu dolor.- colocó las manos sobre las heridas y comenzó a pronunciar las plegarias adecuadas para comenzar la sanación.
Hacía tiempo que no realizaba aquella técnica, concretamente desde que abandonó su aldea, pero por una vez estuvo agradecida del rol que por ser elfa se le había asignado en su clan al haber sido educada y preparada para la curación, pues aunque aquella se trataba de una habilidad innata en su raza, requería de perfeccionamiento y dedicación, como cualquier otra. Unos segundos después de terminar de pronunciar las palabras elficas requeridas, empezó a notar la energía fluir a través de sus dedos y ser traspasada a la piel magullada del hombre que se mantenía inmovil sentado en la arena. Tras unos minutos, las heridas de la pierna se encontraban cerradas, aunque aun dejaron las marcas de cicatrización que irían desapareciendo al cabo de unos días.
Última edición por Aylizz Wendell el Jue 23 Abr 2020, 21:33, editado 1 vez
Aylizz Wendell
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Al escuchar el comentario del otro dragón y el de la elfa, tome un poco de aire para calmarme ante tanta tensión que tenía acumulada al estar en el continente donde podrían cazarle fácilmente, solté el mango de mi arma para dejarla reposar en su funda nuevamente, solo flexione mis rodillas para estar más cerca de la arena y estar más tranquilo
Tomaba un poco de aire y suspire lentamente, veía el mar que se extendía a todo lo largo del continente, veía como la elfa estaba curando la herida el dragón que fue herido por unos simples perro, esto me hizo pensar que este era un inútil o le tuvo piedad a los perros, aun así era fácil esquivar las mordidas de un simple animal común
Me a recosté un poco en la arena para calmarme ya que estábamos en un parte donde se adoraban los a centros y sentí conexión con Thor al estar unos minutos en silencios, exclame unas palabras para las dos personas que estaban a mi alrededor.
Sí viene una tropa de soldados retírense o se verán envueltos en una pelea, y díganme sus nombres ya que estamos todos acá reunidos, podremos entrar en confianza supongo.Exclame con seriedad y tranquilidad, ya había pasado el aura de peligro de mi ser y de un comportamiento extremo a uno muy pacifico en cuestión de segundos.
Tomaba un poco de aire y suspire lentamente, veía el mar que se extendía a todo lo largo del continente, veía como la elfa estaba curando la herida el dragón que fue herido por unos simples perro, esto me hizo pensar que este era un inútil o le tuvo piedad a los perros, aun así era fácil esquivar las mordidas de un simple animal común
Me a recosté un poco en la arena para calmarme ya que estábamos en un parte donde se adoraban los a centros y sentí conexión con Thor al estar unos minutos en silencios, exclame unas palabras para las dos personas que estaban a mi alrededor.
Sí viene una tropa de soldados retírense o se verán envueltos en una pelea, y díganme sus nombres ya que estamos todos acá reunidos, podremos entrar en confianza supongo.Exclame con seriedad y tranquilidad, ya había pasado el aura de peligro de mi ser y de un comportamiento extremo a uno muy pacifico en cuestión de segundos.
Sajin W
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-¡WOAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!
Koru estaba asombrado. Y sorprendido. O ambas. O… ¿cómo era esa expresión tan rara que le había enseñado el humano vagabundo con el que había jugado a “te quito algo y tú corres para recuperarlo y no lo consigues”? Cerró con fuerza los ojos y los labios. Nada. Encogiéndose de hombros saltó al siguiente árbol, ya en los límites de la playa. Colocó su cabeza entre sus manos, queriendo no perder detalle dándose cuenta de que su bastón había caído a tierra solo cuando el sonido del mismo le alertó de ello. Se rascó la cabeza, con las piernas colgando de la rama.
Sería increíble que gritase pidiendo ayuda ¿no? Pensaba el pequeño. Parpadeó un par de veces, mirando al palo. ¡Venga, venga, tú puedes!
Nada. Quizá no era un palo mágico. Aún así no perdía la esperanza. Podía ser un palo mágico tímido. Koru no entendía demasiado bien qué era aquello de la timidez, como tantas cosas raras que elfos y humanos nombraban sin mucho sentido. Bajó con rapidez y agilidad del árbol, cayendo a cuatro patas, y poniendo una divertida mueca de furia de cazador al recuperar su bastón. No tardó en echarse a reír, golpeando el suelo con la cola, olvidando por un momento que había estado rondando a las tres extrañas criaturas que se habían encontrado en la arena que tocaba el agua grande.
Objeto ya en mano, avanzó sin cautela alguna. Mirando de reojo a su palo con la confianza de que aún tuviese la decencia de hablarle, se acercó casi a saltos, llegando al comienzo de esa tierra arenosa y deteniéndose en seco. Abrió los ojos, escarbando la misma con los dedos de los pies, y saltando impulsándose con los brazos los más lejos que podía, siempre en línea recta, hacia los desconocidos. Le gustaba la caricia del viento, pero la visión del agua grande no demasiado. Tenía un sabor asqueroso.
Comprendió que todos ellos eran más altos que él. ¿Para qué querían los de fuera ser tan altos? No podían llegar al cielo ¿verdad? Al menos no tenían alas. Koru miró hacia arriba, como si esperase que de un momento a otro algo grande que pudiese volar le diese la razón. Volvió a sonreír. Habría más oportunidades.
Cogió un puñado de arena, y la dejó caer cerca de sí, cuando su presencia era ya por completo evidente para los extraños. Aún esperó a que cayese el último grano, antes de volver a prestarles atención con una gran sonrisa. Sin la menor precaución, se acercó a la Elfa, demasiado. Con ojos brillantes, la miró como si tratase de entenderla, casi invadiendo su espacio personal.
-He visto gente como tú. ¿Conoces a alguien como tú, más pequeña? El pelo era parecido, y perdió una cosa. ¿La conoces? - preguntaba con rapidez- Me gustaría tocar tu pelo, parece suave- y lo intentó- Eres más alta que ella. ¿Qué haces aquí? ¿Y vosotros? - miró alternativamente a los demás- ¿Tienes algún problema? Vistes raro- se acercó al yacente- ¿Crees en los palos mágicos, viste alguno alguna vez? -Lo clavó en la arena y se cruzó de brazos- No quiere hablar. O no sabe- lo miró entrecerrando los ojos- Y tú eres grande -informó mirando al hombre de la gran… ¿Qué? - ¿con eso te defiendes? - curioseó- ¿eres fuerte? Supongo que sí- murmuró para sí- Hablas raro- afirmó, recordando haber escuchado las últimas palabras de los desconocidos. Sin decir más, se acercó hasta el borde del agua, para retroceder cuando el agua casi tocó sus pies.
Definitivamente prefería las aguas serpenteantes.
Koru estaba asombrado. Y sorprendido. O ambas. O… ¿cómo era esa expresión tan rara que le había enseñado el humano vagabundo con el que había jugado a “te quito algo y tú corres para recuperarlo y no lo consigues”? Cerró con fuerza los ojos y los labios. Nada. Encogiéndose de hombros saltó al siguiente árbol, ya en los límites de la playa. Colocó su cabeza entre sus manos, queriendo no perder detalle dándose cuenta de que su bastón había caído a tierra solo cuando el sonido del mismo le alertó de ello. Se rascó la cabeza, con las piernas colgando de la rama.
Sería increíble que gritase pidiendo ayuda ¿no? Pensaba el pequeño. Parpadeó un par de veces, mirando al palo. ¡Venga, venga, tú puedes!
Nada. Quizá no era un palo mágico. Aún así no perdía la esperanza. Podía ser un palo mágico tímido. Koru no entendía demasiado bien qué era aquello de la timidez, como tantas cosas raras que elfos y humanos nombraban sin mucho sentido. Bajó con rapidez y agilidad del árbol, cayendo a cuatro patas, y poniendo una divertida mueca de furia de cazador al recuperar su bastón. No tardó en echarse a reír, golpeando el suelo con la cola, olvidando por un momento que había estado rondando a las tres extrañas criaturas que se habían encontrado en la arena que tocaba el agua grande.
Objeto ya en mano, avanzó sin cautela alguna. Mirando de reojo a su palo con la confianza de que aún tuviese la decencia de hablarle, se acercó casi a saltos, llegando al comienzo de esa tierra arenosa y deteniéndose en seco. Abrió los ojos, escarbando la misma con los dedos de los pies, y saltando impulsándose con los brazos los más lejos que podía, siempre en línea recta, hacia los desconocidos. Le gustaba la caricia del viento, pero la visión del agua grande no demasiado. Tenía un sabor asqueroso.
Comprendió que todos ellos eran más altos que él. ¿Para qué querían los de fuera ser tan altos? No podían llegar al cielo ¿verdad? Al menos no tenían alas. Koru miró hacia arriba, como si esperase que de un momento a otro algo grande que pudiese volar le diese la razón. Volvió a sonreír. Habría más oportunidades.
Cogió un puñado de arena, y la dejó caer cerca de sí, cuando su presencia era ya por completo evidente para los extraños. Aún esperó a que cayese el último grano, antes de volver a prestarles atención con una gran sonrisa. Sin la menor precaución, se acercó a la Elfa, demasiado. Con ojos brillantes, la miró como si tratase de entenderla, casi invadiendo su espacio personal.
-He visto gente como tú. ¿Conoces a alguien como tú, más pequeña? El pelo era parecido, y perdió una cosa. ¿La conoces? - preguntaba con rapidez- Me gustaría tocar tu pelo, parece suave- y lo intentó- Eres más alta que ella. ¿Qué haces aquí? ¿Y vosotros? - miró alternativamente a los demás- ¿Tienes algún problema? Vistes raro- se acercó al yacente- ¿Crees en los palos mágicos, viste alguno alguna vez? -Lo clavó en la arena y se cruzó de brazos- No quiere hablar. O no sabe- lo miró entrecerrando los ojos- Y tú eres grande -informó mirando al hombre de la gran… ¿Qué? - ¿con eso te defiendes? - curioseó- ¿eres fuerte? Supongo que sí- murmuró para sí- Hablas raro- afirmó, recordando haber escuchado las últimas palabras de los desconocidos. Sin decir más, se acercó hasta el borde del agua, para retroceder cuando el agua casi tocó sus pies.
Definitivamente prefería las aguas serpenteantes.
Koru´Len
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Re: Desconectar para reconectar [Libre] (4/4) CERRADO
A pesar de su fragilidad, la muchacha elfo demostraba coraje y fortaleza, quizás no era el clásico elfo de pueblo como aparentaba y me hacia dudar de sus palabras en relacion a su gente, pero eso no era de mi incumbencia. No confiaba de todas maneras. A veces me dejaba llevar por rostros lindos y era tal vez la razon de mis peores rachas en la vida, pero tambien de las mejores, no sabia que pensar si ella no era quien afirmaba ser.
A veces era mas util ser precabido al extremo como los Caballeros dragones, al igual que Klaus, pero lamentablemente iba muy en contra de los principios de mi Fe y la doctrina draconica.
Escuche sus indicaciones atento, mientras tocaba mi pierna con la delicadeza de una hoja, traía el bosque con sigo impregnado hasta lo mas profundo, todos los elfos eran así y no pude evitar sonrojarme, nadie ponía una mano sobre mí piel desnuda desde Rei en otro contexto pero esto se sentía diferente. Nunca deje que cuidaran de mi, mucho menos que tratasen una herida, todo era nuevo pero estaba acostumbrado a los elfos.
- No necesitas ser tan agresivo... - aquella voz gruesa interumpio mis pensamientos - ya dijo que no tiene nada que ver con el resto de su gente. -Comentée sin levantar la cabeza para verlo, eél tenia razón para desconfiar, pero no esperaba nada de ninguno de los dos ciertamente, y mantener un clima amenazante no era la respuesta - Si... por eso me metí al mar, pero dejar mis cosas afuera con tanto extraño loco dando vuelta es peligroso - mire de reojo a otro dragón, usándolo de ejemplo. - ni a ti te conozco y ya somos tres en esta playa que se supone vacía y pacífica. - sé que no es grabe... los pobres animales solo tenían hambre, no soy quien para juzgarlos.
Cuando Klaus se puso cómodo en la arena logre considerar la idea de relajarme, su presencia me ponía los pelos de punta por lo que no lograba descomprimir la tensión en mi cuerpo tan fácilmente. Menos mal que no lo hice.
Un cuarto ser apareció de la nada entre nosotros y me dejo estupefacto. Estaba a la defensiva pero su comportamiento resultó "tierno"? Era como un niño lleno de curiosidad, bastante ilógico, nos llenó de preguntas en un segundo y casi dudaba cuales eran para mí o que debía responder.
- Soy un... No vi... - y ya no era yo el punto de conversación. Hablaba muy rápido.
Mire a la elfa algo distraído.
- Te pediré ayuda con mi espalda también si no es un problema, pero no puedo quitarme el hábito. - le dije apenado. Odiaba pedir favores, pero cada vez aparecía más y más gente, esperaba no creer que mi sangre los estaba invocando.
_______________A veces era mas util ser precabido al extremo como los Caballeros dragones, al igual que Klaus, pero lamentablemente iba muy en contra de los principios de mi Fe y la doctrina draconica.
Escuche sus indicaciones atento, mientras tocaba mi pierna con la delicadeza de una hoja, traía el bosque con sigo impregnado hasta lo mas profundo, todos los elfos eran así y no pude evitar sonrojarme, nadie ponía una mano sobre mí piel desnuda desde Rei en otro contexto pero esto se sentía diferente. Nunca deje que cuidaran de mi, mucho menos que tratasen una herida, todo era nuevo pero estaba acostumbrado a los elfos.
- No necesitas ser tan agresivo... - aquella voz gruesa interumpio mis pensamientos - ya dijo que no tiene nada que ver con el resto de su gente. -Comentée sin levantar la cabeza para verlo, eél tenia razón para desconfiar, pero no esperaba nada de ninguno de los dos ciertamente, y mantener un clima amenazante no era la respuesta - Si... por eso me metí al mar, pero dejar mis cosas afuera con tanto extraño loco dando vuelta es peligroso - mire de reojo a otro dragón, usándolo de ejemplo. - ni a ti te conozco y ya somos tres en esta playa que se supone vacía y pacífica. - sé que no es grabe... los pobres animales solo tenían hambre, no soy quien para juzgarlos.
Cuando Klaus se puso cómodo en la arena logre considerar la idea de relajarme, su presencia me ponía los pelos de punta por lo que no lograba descomprimir la tensión en mi cuerpo tan fácilmente. Menos mal que no lo hice.
Un cuarto ser apareció de la nada entre nosotros y me dejo estupefacto. Estaba a la defensiva pero su comportamiento resultó "tierno"? Era como un niño lleno de curiosidad, bastante ilógico, nos llenó de preguntas en un segundo y casi dudaba cuales eran para mí o que debía responder.
- Soy un... No vi... - y ya no era yo el punto de conversación. Hablaba muy rápido.
Mire a la elfa algo distraído.
- Te pediré ayuda con mi espalda también si no es un problema, pero no puedo quitarme el hábito. - le dije apenado. Odiaba pedir favores, pero cada vez aparecía más y más gente, esperaba no creer que mi sangre los estaba invocando.
Sauron Guardgris
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Re: Desconectar para reconectar [Libre] (4/4) CERRADO
El comentario aquel hombre-dragón tan rudo la extrañó, ¿en qué clase de problemas andaría metido para pensar que en mitad de una playa desierta aparecerían soldados? -Bueno, creo que puedes estar tranquilo. Conozco a los míos, no creo que se alejen mucho de Sandorai sin una buena razón, ¿o es que a caso eres un criminal o algo así?- desde luego no hacía falta que le advirtiera de apartarse en caso de problemas, no estaba dispuesta a meterse entre un desconocido y un grupo militar -Y mi nombre es Aylizz, por cierto- contestó educada, ante la expresa petición del tal Klaus por saberlo, aunque sus formas no eran precisamente las más calmadas, dedujo que por el momento no habría razón para enfrentamientos. Aun así, eso de la confianza estaba todavía por verse.
Tapó de nuevo la pierna del otro hombre, tal y como la tenía antes de efectuar la cura, bajando su túnica casi hasta el tobillo y sacudiendo con suavidad la arena que irremediablemente se había pegado a la tela, para evitar que las cicatrices se ensuciaran. De repente, una vocecita apareció de la nada y Aylizz miró hacia los lados, intentando dar con su origen. Reparó entonces en un pequeño ser entre las ligeras dunas que se formaban en la playa, con aspecto de mono, que se acercaba hacia ellos. -Ey, ¿tú de dónde sales?- preguntó divertida, al ver al animal saltar a su alrededor despreocupadamente. Era la primera vez que veía un ser de tal apariencia, con cuerpo y pelo de primate, pero rasgos claramente humanos, además de hablar. ¿Sería uno de esos hombres-bestia de los que había leído cuando estudiaba el mundo exterior, al prepararse para abandonar su aldea? Desde luego, de bestia tenía poco, más bien parecía un niño curioso. -¿Alguien como yo? Conozco a muchos como yo, ¡claro! Tendrás que ser más específico- respondió divertida, le parecía cuanto menos curiosa aquella pregunta, y se río cuando intentó jugar con su pelo pero repentinamente cambió su foco de atención a los dos hombres que se encontraban junto a ella.
La elfa miró a los dragones, ahora humanos, esperando su reacción. Volvió a fijar su atención en el macaco cuando éste se centró en ellos y continuó soltando preguntas indiscretamente, pero la voz del monje la hizo volver de nuevo su vista sobre él. Escuchó la nueva petición para hacer lo mismo en su espalda, con la salvedad de no quitar sus ropa esta vez, algo que sin duda complicaría la sanación. -Nunca lo he hecho sobre tela, pero estoy casi segura que sólo funcionará si mis manos entran en contacto directo con tu piel- explicó, dándose cuenta además de que las heridas de esa zona eran más numerosas, tal y como había podido ver anteriormente, cuando salió del agua desnudo. -Podría introducir mis manos bajo tu ropaje y subir hasta la espalda si lo levantas minimamente, para que la holgadez me permita alcanzar las heridas, si te parece bien...- propuso como alternativa, entendiendo que quizá el hecho de estar rodeado de gente desconocida le supusiera un razonable pudor, más aún si de alguna manera estaba ligado al culto religioso, pues imaginaba que de ser así la desnudez no era algo que se viera con naturalidad y mucho menos en público.
-----------Tapó de nuevo la pierna del otro hombre, tal y como la tenía antes de efectuar la cura, bajando su túnica casi hasta el tobillo y sacudiendo con suavidad la arena que irremediablemente se había pegado a la tela, para evitar que las cicatrices se ensuciaran. De repente, una vocecita apareció de la nada y Aylizz miró hacia los lados, intentando dar con su origen. Reparó entonces en un pequeño ser entre las ligeras dunas que se formaban en la playa, con aspecto de mono, que se acercaba hacia ellos. -Ey, ¿tú de dónde sales?- preguntó divertida, al ver al animal saltar a su alrededor despreocupadamente. Era la primera vez que veía un ser de tal apariencia, con cuerpo y pelo de primate, pero rasgos claramente humanos, además de hablar. ¿Sería uno de esos hombres-bestia de los que había leído cuando estudiaba el mundo exterior, al prepararse para abandonar su aldea? Desde luego, de bestia tenía poco, más bien parecía un niño curioso. -¿Alguien como yo? Conozco a muchos como yo, ¡claro! Tendrás que ser más específico- respondió divertida, le parecía cuanto menos curiosa aquella pregunta, y se río cuando intentó jugar con su pelo pero repentinamente cambió su foco de atención a los dos hombres que se encontraban junto a ella.
La elfa miró a los dragones, ahora humanos, esperando su reacción. Volvió a fijar su atención en el macaco cuando éste se centró en ellos y continuó soltando preguntas indiscretamente, pero la voz del monje la hizo volver de nuevo su vista sobre él. Escuchó la nueva petición para hacer lo mismo en su espalda, con la salvedad de no quitar sus ropa esta vez, algo que sin duda complicaría la sanación. -Nunca lo he hecho sobre tela, pero estoy casi segura que sólo funcionará si mis manos entran en contacto directo con tu piel- explicó, dándose cuenta además de que las heridas de esa zona eran más numerosas, tal y como había podido ver anteriormente, cuando salió del agua desnudo. -Podría introducir mis manos bajo tu ropaje y subir hasta la espalda si lo levantas minimamente, para que la holgadez me permita alcanzar las heridas, si te parece bien...- propuso como alternativa, entendiendo que quizá el hecho de estar rodeado de gente desconocida le supusiera un razonable pudor, más aún si de alguna manera estaba ligado al culto religioso, pues imaginaba que de ser así la desnudez no era algo que se viera con naturalidad y mucho menos en público.
Aylizz Wendell
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Re: Desconectar para reconectar [Libre] (4/4) CERRADO
Pregúntate monje si tu vida dependiera de hacer una pregunta y por no hacerla mueres, sería algo decepcionante, por eso debes ser precavido con quien hablas, cada movimiento, no sabes quién puede ser el enemigo. – Dije con un tono de voz muy serio incluso como autoritario, ya que me parecía algo estúpido considerar lo que sus palabras decían, pero por su puesto es un monje solo ve paz y sermonees a todo aquel que se le acerca, no puedo esperar mucho de su compresión como un guerrero. Me quedaba viendo como la elfa realizaba la curación de su pierna por completo, aunque parecía fácil a simple vista era más complejo de lo que pensaba, escuche la nueva petición del monje de curar su espalda pero sin quitar su bata. ¿ Por qué le daría vergüenza mostrar su cuerpo?, bueno si tiene algo pequeño entre piernas creo que no sería buena idea mostrarlo delante de la elfa, por razón es monje. Pensé acompañando de una risa interna al ver al monje en ese momento.
Bueno Ali, así te apodare es más fácil que todo tu nombre completo, cuando matas a un soldado del ejército elfico y casi asesina al capitán de la tropa, creo que debo tener cuidado cuando veo a otro elfo, pero seguramente tu no quieres que yo te asesine, así que seremos amigos por ahora. – Fue lo último que deje salir de mi boca, cuando en un parpadeo de ojo, había una criatura pequeña y con forma de mono, saltando por todos lados, formando un alboroto incluso decía tantas preguntas que me había dejado atontanado. Mi paciencia había rebosado su última gota en pocos segundos por lo que solté un rugido y un golpe directo al animal por simple reflejo por haberme aturdido de una manera impresionante.
Descolgué mi espada de mi espalda, jalando de las correas, para dejar que cayera en la arena, así relajaría el peso de mi cuerpo y podría soltar la tensión que me había causado el chimpancé ese, solo tome un poco de aire lentamente para calmarme por completo y volver a tener una conversación de adultos con los otros individuos, ignorando por completo la existencia de aquel animal, que sin duda alguna seguía molestando, lo iba atravesar con mi arma y a cocinarlos para comerlo como cena o se lo ofrecería a mi dios Thor como ofrenda.
Observe nuevamente a mis alrededores para ver si visualizaba algún caballo, soldado u otra persona que estuviera en el campo de mi visión, pero no había percatado a nadie hasta lo momento, solo la brisa que llegaba como una tormenta a las costa de los mares, deje caer mi vista en las olas de la playa para pensar en las cosas que tendría que hacer más adelante y de que si debía marcharme de la playa o quedarme a ver si estas personas podrían ser futuros aliados cuando empiece mi reinado.
Tome un puño de arena con unas de mis manos, para elevarla al aire y dejarla caer, la misma accidentalmente gracias a la fuerza del viento cayo en el rostro del monje por accidente, lo cual me causo risa aunque después me disculpe moviendo mi cabeza, aunque tendríamos pensamientos diferentes y crianzas muy diferentes, respetaba a los monjes de mi raza, ya que seguían casi la misma religión que nosotros los guerreros dragones.
Bueno Ali, así te apodare es más fácil que todo tu nombre completo, cuando matas a un soldado del ejército elfico y casi asesina al capitán de la tropa, creo que debo tener cuidado cuando veo a otro elfo, pero seguramente tu no quieres que yo te asesine, así que seremos amigos por ahora. – Fue lo último que deje salir de mi boca, cuando en un parpadeo de ojo, había una criatura pequeña y con forma de mono, saltando por todos lados, formando un alboroto incluso decía tantas preguntas que me había dejado atontanado. Mi paciencia había rebosado su última gota en pocos segundos por lo que solté un rugido y un golpe directo al animal por simple reflejo por haberme aturdido de una manera impresionante.
Descolgué mi espada de mi espalda, jalando de las correas, para dejar que cayera en la arena, así relajaría el peso de mi cuerpo y podría soltar la tensión que me había causado el chimpancé ese, solo tome un poco de aire lentamente para calmarme por completo y volver a tener una conversación de adultos con los otros individuos, ignorando por completo la existencia de aquel animal, que sin duda alguna seguía molestando, lo iba atravesar con mi arma y a cocinarlos para comerlo como cena o se lo ofrecería a mi dios Thor como ofrenda.
Observe nuevamente a mis alrededores para ver si visualizaba algún caballo, soldado u otra persona que estuviera en el campo de mi visión, pero no había percatado a nadie hasta lo momento, solo la brisa que llegaba como una tormenta a las costa de los mares, deje caer mi vista en las olas de la playa para pensar en las cosas que tendría que hacer más adelante y de que si debía marcharme de la playa o quedarme a ver si estas personas podrían ser futuros aliados cuando empiece mi reinado.
Tome un puño de arena con unas de mis manos, para elevarla al aire y dejarla caer, la misma accidentalmente gracias a la fuerza del viento cayo en el rostro del monje por accidente, lo cual me causo risa aunque después me disculpe moviendo mi cabeza, aunque tendríamos pensamientos diferentes y crianzas muy diferentes, respetaba a los monjes de mi raza, ya que seguían casi la misma religión que nosotros los guerreros dragones.
Sajin W
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Apenas se había dado la vuelta, cuando el golpe del hombre grande se dirigió a él, pequeño y acostumbrado a las sorpresas del bosque, abrió sus grandes ojos y lo esquivó sin demasiada dificultad, tomando su paso tras dos rápidos pasos, y riéndose desde detrás de la mujer de orejas largas.
-Eres grande… pero no eres rápido- informó, como quien comenta que el cielo tenía aún algunas nubes. Entonces pareció caer en la cuenta, y su rostro formó una mueca de desagrado- ¡Me has atacado! – y volvió a mirar al resto de presentes- ¡Me ha atacado! - repitió, señalando al desconocido, ¿por qué no le decían nada? Eso no se hacía- Eres malo. Tienes cara de malo y haces cosas malas- continuó mirándolo, con sus pensamientos perdiéndose en distintas direcciones. Correteó a su alrededor antes de volver cerca de la joven amable y el extraño de las ropas raras sin soltar su arma- Ese trozo de… cosa podría servir de escalera, ¡O DE BALSA!- se le iluminó la faz pensando en descender los rápidos del agua zigzagueante más cercana. No tardó en caer en la cuenta- Tal vez sea demasiado pesado para flotar… mmmm… No me preguntaste nada, ni dijiste nada, pero me pegas. La gente como tú no me gusta. Podrías parecerte a ellos- señaló a los demás- ¿Sabes sonreír? ¿Tienes familia? ¿Te echaron de tu casa, como hace el fuego? ¿Buscas a alguien? ¿Quieres nadar en el agua grande? Creo que te hundirás si llevas esa cosa. ¿Probamos? Si eres fuerte puede que no. ¿Has matado cosas grandes? ¿Vienes de lejos?- aún continuaba a distancia de su oyente, de quien terminó por perder el interés.
Se alejó un poco más, colocando a quienes no estaban de pie entre él y el que lo había atacado. Tomó un puñado de arena. Sabía que sabía mal y no intentó lamerla. Era una sensación asquerosa y la recordaba bien, Apretó el puño, creando una especie de bola con ella antes de espolvorearla. Seguro que había más de treinta granitos. ¡O cincuenta!
Trató de imaginar cincuenta veces algo. Fue incapaz. Pero seguro que muchos en todo caso.
Unos recuerdos a corto plazo regresaron a él, y dio un par de saltos acercándose de nuevo a esas criaturas.
-Soy Koru, del bosque. Yo me puse el nombre- hinchó orgulloso el pecho con una sonrisa traviesa- Corro mucho ¿sabes? Esa que era como tú me vio, más pequeña, pero otro como tú quiso pegarme, como él- volvió a señalar acusador al sujeto de la gran arma- Ella se rio, pero perdió una cosa. ¿Sois despistados? Yo no pierdo cosas, otros sí, y yo las encuentro. Luego se van y no se las devuelvo, porque se han ido. Cuando vuelvan a pasar por el bosque se las devolveré- aseguró, convencido- Tenía dos ojos agua, eran bonitos. Como piedras de un color bonito cuando es de día- asintió, bastante satisfecho de su explicación- ¿Sabes dónde está?
Giró una vez más para hablar con el otro.
-¿Te gusta la arena? Sabe mal. ¿Eres su amigo? – preguntó señalando a la elfa- Yo tengo, pero viven en el bosque, no les gusta la gente que habla. ¿Te has perdido? Sólo he visto salir del agua gente muerta, o peces. O peces muertos. O cosas grandes que parecen peces y no lo son. Muertas también.
Aún continuó un rato haciendo relación de las cosas que había visto salir del agua, el palo apoyando en un hombro, utilizando los dedos para contar.
-Eres grande… pero no eres rápido- informó, como quien comenta que el cielo tenía aún algunas nubes. Entonces pareció caer en la cuenta, y su rostro formó una mueca de desagrado- ¡Me has atacado! – y volvió a mirar al resto de presentes- ¡Me ha atacado! - repitió, señalando al desconocido, ¿por qué no le decían nada? Eso no se hacía- Eres malo. Tienes cara de malo y haces cosas malas- continuó mirándolo, con sus pensamientos perdiéndose en distintas direcciones. Correteó a su alrededor antes de volver cerca de la joven amable y el extraño de las ropas raras sin soltar su arma- Ese trozo de… cosa podría servir de escalera, ¡O DE BALSA!- se le iluminó la faz pensando en descender los rápidos del agua zigzagueante más cercana. No tardó en caer en la cuenta- Tal vez sea demasiado pesado para flotar… mmmm… No me preguntaste nada, ni dijiste nada, pero me pegas. La gente como tú no me gusta. Podrías parecerte a ellos- señaló a los demás- ¿Sabes sonreír? ¿Tienes familia? ¿Te echaron de tu casa, como hace el fuego? ¿Buscas a alguien? ¿Quieres nadar en el agua grande? Creo que te hundirás si llevas esa cosa. ¿Probamos? Si eres fuerte puede que no. ¿Has matado cosas grandes? ¿Vienes de lejos?- aún continuaba a distancia de su oyente, de quien terminó por perder el interés.
Se alejó un poco más, colocando a quienes no estaban de pie entre él y el que lo había atacado. Tomó un puñado de arena. Sabía que sabía mal y no intentó lamerla. Era una sensación asquerosa y la recordaba bien, Apretó el puño, creando una especie de bola con ella antes de espolvorearla. Seguro que había más de treinta granitos. ¡O cincuenta!
Trató de imaginar cincuenta veces algo. Fue incapaz. Pero seguro que muchos en todo caso.
Unos recuerdos a corto plazo regresaron a él, y dio un par de saltos acercándose de nuevo a esas criaturas.
-Soy Koru, del bosque. Yo me puse el nombre- hinchó orgulloso el pecho con una sonrisa traviesa- Corro mucho ¿sabes? Esa que era como tú me vio, más pequeña, pero otro como tú quiso pegarme, como él- volvió a señalar acusador al sujeto de la gran arma- Ella se rio, pero perdió una cosa. ¿Sois despistados? Yo no pierdo cosas, otros sí, y yo las encuentro. Luego se van y no se las devuelvo, porque se han ido. Cuando vuelvan a pasar por el bosque se las devolveré- aseguró, convencido- Tenía dos ojos agua, eran bonitos. Como piedras de un color bonito cuando es de día- asintió, bastante satisfecho de su explicación- ¿Sabes dónde está?
Giró una vez más para hablar con el otro.
-¿Te gusta la arena? Sabe mal. ¿Eres su amigo? – preguntó señalando a la elfa- Yo tengo, pero viven en el bosque, no les gusta la gente que habla. ¿Te has perdido? Sólo he visto salir del agua gente muerta, o peces. O peces muertos. O cosas grandes que parecen peces y no lo son. Muertas también.
Aún continuó un rato haciendo relación de las cosas que había visto salir del agua, el palo apoyando en un hombro, utilizando los dedos para contar.
Koru´Len
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-tsk, tampoco viviría una vida desconfiando hasta de mi sombra. - fue la única respuesta que dí a Klaus, no podía negar sus palabras aunque quisiera y es que casi todo los caballeros dragón tenían ese mismo comportamiento y pensamiento sobre el manejo da las circunstancias. A través de los años nuestras castas se formaron con tanta determinación y disciplina que los criterios que formaron ambas instituciones forjaron también la forma en la que pensamos del mundo y de la vida todos sus miembros, no era inusual que ellos nos consideraran hippies y nosotros a ellos como el brazo de la ley, eran grandes matones ofuscados, al menos la gran mayoría. "No recuerdo así a Rei" la única otra dragona guerrera que conocía a parte de este gran cavernicola. Bastante fue el tiempo en que no pensaba en ella, pero allí estaba desviando sus pensamientos de manera absurda en el pasado.
El dolor de la pierna calmo muy rápido y, los intentos por ordenar la higiene de mis prendas de la señorita Ayliss me quitaron del trance del recuerdo; su ayuda me dio un alivio bastante consolador a estas alturas, aquel hombre dragón no parecía de confiar, incluso era como un bomba de la cual se desconocía que acción seria la que lo detonaba y si se armaba un conflicto quizás ya no estaría tan en desventaja como hasta momentos atrás.
La escuche y solté mis prendas hacia atrás liberándome el cuello.
- Mejor baja por el cuello, será más fácil llegar y más cómodo para ti. Y por cierto - mire a todos en un giro discreto de cabeza - Solo llámenme Monje. - todos se habían presentado y me pareció descortés no dar un referente a mi persona que les permita comunicarse, no así les daría mi nombre, los peregrinos de los Dragones Celestiales eramos los abiertos de nuestra montaña por que dependíamos de la sociabilidad, pero eso no nos hacia menos precavido a los peligros exteriores.
Enseguida sentí la arena en mi rostro y frunciendo el ceño mire con desdén a Klaus que entretenido hacia unos ademanes como si de un chiste mal intencionado se tratara. Sonreí ladino forzado pues ningún chiste me había sido.
El pequeño mono tras perder el interés en mi o la mujer elfo se fue a molestar a Klaus con su lluvia de preguntas y no pude evitar prestar atención expectante a un show de comedia, el gran dragón malo seguro se molestaría con los comportamientos infantiles que la pequeña criatura manifestaba, bien conocida es la intolerancia a la feliz juventud que aquellos seres tenían, puesto que a sus propios niños en los clanes le quitaban el color de la infancia tan pronto como pudieran sujetar una espada. No había lugar para el descontrol entre tanta disciplina.
La pequeña hizo lo que ya esperaba de ella, ser inmensamente adorable con tanto canturreo y acoso y, como si de una predicción se tratara, Klaus no hizo más que gruñir como viejo gruñón ofuscado e ignoro completamente la sarta de preguntas que lo dilapido.
Ahora era yo quien se reía para sus adentros esbozando no más que una simple sonrisa vengativa, " no recordaba cuan fácil sacar de sus casillas a estos sujetos" ahora los recuerdos que me invadían rondaban mis días de formación en el monasterio.
La criatura se aburría muy fácil con nosotros y no era sencillo contener su concentración, pero parecía haber simpatizado con la elfa.
- Sabes... yo salí del agua y no por eso estoy muerto...
El dolor de la pierna calmo muy rápido y, los intentos por ordenar la higiene de mis prendas de la señorita Ayliss me quitaron del trance del recuerdo; su ayuda me dio un alivio bastante consolador a estas alturas, aquel hombre dragón no parecía de confiar, incluso era como un bomba de la cual se desconocía que acción seria la que lo detonaba y si se armaba un conflicto quizás ya no estaría tan en desventaja como hasta momentos atrás.
La escuche y solté mis prendas hacia atrás liberándome el cuello.
- Mejor baja por el cuello, será más fácil llegar y más cómodo para ti. Y por cierto - mire a todos en un giro discreto de cabeza - Solo llámenme Monje. - todos se habían presentado y me pareció descortés no dar un referente a mi persona que les permita comunicarse, no así les daría mi nombre, los peregrinos de los Dragones Celestiales eramos los abiertos de nuestra montaña por que dependíamos de la sociabilidad, pero eso no nos hacia menos precavido a los peligros exteriores.
Enseguida sentí la arena en mi rostro y frunciendo el ceño mire con desdén a Klaus que entretenido hacia unos ademanes como si de un chiste mal intencionado se tratara. Sonreí ladino forzado pues ningún chiste me había sido.
El pequeño mono tras perder el interés en mi o la mujer elfo se fue a molestar a Klaus con su lluvia de preguntas y no pude evitar prestar atención expectante a un show de comedia, el gran dragón malo seguro se molestaría con los comportamientos infantiles que la pequeña criatura manifestaba, bien conocida es la intolerancia a la feliz juventud que aquellos seres tenían, puesto que a sus propios niños en los clanes le quitaban el color de la infancia tan pronto como pudieran sujetar una espada. No había lugar para el descontrol entre tanta disciplina.
La pequeña hizo lo que ya esperaba de ella, ser inmensamente adorable con tanto canturreo y acoso y, como si de una predicción se tratara, Klaus no hizo más que gruñir como viejo gruñón ofuscado e ignoro completamente la sarta de preguntas que lo dilapido.
Ahora era yo quien se reía para sus adentros esbozando no más que una simple sonrisa vengativa, " no recordaba cuan fácil sacar de sus casillas a estos sujetos" ahora los recuerdos que me invadían rondaban mis días de formación en el monasterio.
La criatura se aburría muy fácil con nosotros y no era sencillo contener su concentración, pero parecía haber simpatizado con la elfa.
- Sabes... yo salí del agua y no por eso estoy muerto...
Sauron Guardgris
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La respuesta de aquel dragón la dejó desconcertada. Já, un amigo se esforzaría por aprenderse mi nombre pensó. Cuando le hizo aquella pregunta supuso que andaba en algún problema metido o los había tenido, ¿por qué sino estaría alerta por si aparecían guardias? Pensó en los acontecimientos recientes y los problemas que había tenido con los guardias de la ciudad, que por el mero hecho de ser extranjera había sido buscada y perseguida, aunque ese caso no podía extrapolarse a su región, pura e incorruptible... Pero atendiendo a los motivos por los que caminaba con mil ojos, cambió su pensamiento acerca de la salida de los soldados de su raza fuera del territorio. -Vaya, pues esa es una buena razón, sí...- frunció el ceño ante la naturalidad con la que hablaba de aquello, casi alardeando de su hazaña, pues aunque intentaba no dejarse llevar por estereotipos y estaba abierta a simpatizar con otras razas, no le salía natural ser agradable con alguien que se dedicaba a matar a los de la suya -¿Qué te pasó para verte envuelto en una trifulca así? Tampoco es que se nos conozca por ser una raza problemática...- hizo una pausa acompañada de una caía de ojos, para a continuación acomodarse a espaldas del hombre que aún yacía sobre la arena -Eso más bien se dice de vosotros, futuro rey dragón...- masculló entre dientes con tono irónico.
Antes de poder dejar de prestarle atención y centrarse en curar las demás heridas del monje, el pequeño niño-mono continuó dando botes a su alrededor hasta llegar a Klaus y este le apartó de su lado con desdén de un manotazo. La reacción del que a ojos de la elfa parecía un duendecillo siguió en la línea despreocupada de sus anteriores intervenciones, después de haber evitado ágilmente el golpe, aunque pareció tardar un instante en darse cuenta de la incomodidad que había causado en el grandullón. Tuvo intención de intervenir cuando se dirigió a ellos dos para confirmar si aquello había sido un ataque, pero apenas tuvo tiempo para abrir la boca porque el renacuajo continuó soltando palabras sin apenas respirar, y en un abrir y cerrar de ojos le había soltado un rapapolvo por haberle golpeado seguido de una retahíla de preguntas acerca de él y de su vida, de las que tampoco se preocupó de esperar las respuestas, porque apenas un par de minutos después volvió la atención hacia la Aylizz y el otro hombre-dragón. Koru, ¿había dicho que él mismo se puso el nombre? Curioso, como todo en aquel animal. Y de repente volvió a hablar de la elfa a la que en algún momento había conocido. -No... O tal vez sí. Es que, verás, lo siento... Pero sigo sin saber de quién me hablas, estas orejas no son tan raras en la tierra de donde vengo, ¿sabes?- lo miró con ternura, no era la primera vez que alguien la preguntaba por otros elfos, como dando por hecho que por compartir raza se conocían entre todos, pero aquella criatura parecía inocentemente convencido -¿Tal vez si me dices su nombre? ¿O dónde la conociste?- preguntó con intención de poder ayudarle.
Cuando el mono, de nuevo, cambió su centro de atención al hombre con hábito, ella también la retomó. No le fue difícil llegar a la espalda, tal y cómo había indicado él, si bien era difícil ver las heridas tapadas por el ropaje, pudo palpar con facilidad toda la zona. Fue capaz de distinguir dos tipos de marcas, las primeras y más recientes eran claras evidencias del ataque sufrido momentos antes, aberturas de colmillos clavados en su piel y arañazos de garras, todas ellas todavía abiertas aunque con la sangre ya algo reseca, pero al igual que había ocurrido en la pierna, nada que no tuviera arreglo. Sin embargo, había otras muchas que parecían anteriores, ya malamente cicatrizadas, que habían dejado suficiente relieve en la piel como para dejar claro que aquel monje no había llevado una vida fácil, ¿tal vez algún castigo impuesto por la orden a la que pertenecía? Era lo primero que se le vino a la cabeza al pensar en los monjes-dragón, aunque al juzgar por las heridas, tendría que haber cometido algo que ellos considerasen un gran pecado para haber recibido tal condena... Pero prefirió no comentar nada al respecto. Se quedó su curiosidad para sí misma mientras examinaba en silencio aquella tez, fina y tersa en las zonas donde no existían rasguños, pero poco podría hacer ante tales señales, más que suavizar la hinchazón provocada seguramente por una infección en el pasado proceso de curación. -Bueno, a ello voy.- anunció, acompañando las palabras de una mirada seria a los otros dos, esperando que entendiesen que necesitaba concentración. A continuación respiró profundo y repitió el proceso anterior.
Esta vez tardó algo más, habiéndose querido focalizar en las heridas más antiguas, para intentar dejarlas lo mejor posible, ya que estaba... Probablemente al pedirle que le curase, el monje sólo se estaba refiriendo a las causadas por los perros, pero no perdía nada por ir un poco más allá. Cuando hubo terminado, simplemente se sentó en la arena, junto a él, extendiendo sus brazos hacia atrás para apoyarse en ellos. Mientras jugueteaba con la arena bajo sus dedos, notó algo que se le clavaba en la mano. Sin abandonar la postura y ahogando un sobresalto, removió ligeramente la arena, viendo un corte en su palma y bajo ella, un pico. Pero, ¿qué...? excavó un poco más y entonces vio claramente la punta de una flecha, diferenciando unas muescas y marcas que enseguida reconoció. Era original, personalizada, hecha a medida por un arquero profesional y no la hizo falta desenterrarla entera para saber a quien pertenecía, Bayron, un elfo de su aldea que desde pequeño había mostrado predilección por el arco y con los años había perfeccionado su técnica, creando sus propias flechas. La única pregunta era ¿qué narices hacía allí? Miró a su derecha, Monje se recolocaba el hábito y Koru... Simplemente correteaba por ahí, soltando parrafadas. Después miró de reojo a su izquierda, Klaus continuaba de pie, inmóvil, oteando el horizonte, parecía ensimismado en sus propios pensamientos. Ninguno pareció percatarse de su hallazgo, así que con disimulo y sin apenas moverse, volvió a cubrirla con la arena. Pensó que quizá llevaba tiempo allí, un vestigio de un entrenamiento en campo abierto o una antigua lucha, a decir verdad hacía tiempo que no veía a su congénere, mucho antes de ella abandonar la aldea, desde que lo reclutaron. Pero en su interior, una sensación extraña empezó a formarse, un mal presentimiento.
.Antes de poder dejar de prestarle atención y centrarse en curar las demás heridas del monje, el pequeño niño-mono continuó dando botes a su alrededor hasta llegar a Klaus y este le apartó de su lado con desdén de un manotazo. La reacción del que a ojos de la elfa parecía un duendecillo siguió en la línea despreocupada de sus anteriores intervenciones, después de haber evitado ágilmente el golpe, aunque pareció tardar un instante en darse cuenta de la incomodidad que había causado en el grandullón. Tuvo intención de intervenir cuando se dirigió a ellos dos para confirmar si aquello había sido un ataque, pero apenas tuvo tiempo para abrir la boca porque el renacuajo continuó soltando palabras sin apenas respirar, y en un abrir y cerrar de ojos le había soltado un rapapolvo por haberle golpeado seguido de una retahíla de preguntas acerca de él y de su vida, de las que tampoco se preocupó de esperar las respuestas, porque apenas un par de minutos después volvió la atención hacia la Aylizz y el otro hombre-dragón. Koru, ¿había dicho que él mismo se puso el nombre? Curioso, como todo en aquel animal. Y de repente volvió a hablar de la elfa a la que en algún momento había conocido. -No... O tal vez sí. Es que, verás, lo siento... Pero sigo sin saber de quién me hablas, estas orejas no son tan raras en la tierra de donde vengo, ¿sabes?- lo miró con ternura, no era la primera vez que alguien la preguntaba por otros elfos, como dando por hecho que por compartir raza se conocían entre todos, pero aquella criatura parecía inocentemente convencido -¿Tal vez si me dices su nombre? ¿O dónde la conociste?- preguntó con intención de poder ayudarle.
Cuando el mono, de nuevo, cambió su centro de atención al hombre con hábito, ella también la retomó. No le fue difícil llegar a la espalda, tal y cómo había indicado él, si bien era difícil ver las heridas tapadas por el ropaje, pudo palpar con facilidad toda la zona. Fue capaz de distinguir dos tipos de marcas, las primeras y más recientes eran claras evidencias del ataque sufrido momentos antes, aberturas de colmillos clavados en su piel y arañazos de garras, todas ellas todavía abiertas aunque con la sangre ya algo reseca, pero al igual que había ocurrido en la pierna, nada que no tuviera arreglo. Sin embargo, había otras muchas que parecían anteriores, ya malamente cicatrizadas, que habían dejado suficiente relieve en la piel como para dejar claro que aquel monje no había llevado una vida fácil, ¿tal vez algún castigo impuesto por la orden a la que pertenecía? Era lo primero que se le vino a la cabeza al pensar en los monjes-dragón, aunque al juzgar por las heridas, tendría que haber cometido algo que ellos considerasen un gran pecado para haber recibido tal condena... Pero prefirió no comentar nada al respecto. Se quedó su curiosidad para sí misma mientras examinaba en silencio aquella tez, fina y tersa en las zonas donde no existían rasguños, pero poco podría hacer ante tales señales, más que suavizar la hinchazón provocada seguramente por una infección en el pasado proceso de curación. -Bueno, a ello voy.- anunció, acompañando las palabras de una mirada seria a los otros dos, esperando que entendiesen que necesitaba concentración. A continuación respiró profundo y repitió el proceso anterior.
Esta vez tardó algo más, habiéndose querido focalizar en las heridas más antiguas, para intentar dejarlas lo mejor posible, ya que estaba... Probablemente al pedirle que le curase, el monje sólo se estaba refiriendo a las causadas por los perros, pero no perdía nada por ir un poco más allá. Cuando hubo terminado, simplemente se sentó en la arena, junto a él, extendiendo sus brazos hacia atrás para apoyarse en ellos. Mientras jugueteaba con la arena bajo sus dedos, notó algo que se le clavaba en la mano. Sin abandonar la postura y ahogando un sobresalto, removió ligeramente la arena, viendo un corte en su palma y bajo ella, un pico. Pero, ¿qué...? excavó un poco más y entonces vio claramente la punta de una flecha, diferenciando unas muescas y marcas que enseguida reconoció. Era original, personalizada, hecha a medida por un arquero profesional y no la hizo falta desenterrarla entera para saber a quien pertenecía, Bayron, un elfo de su aldea que desde pequeño había mostrado predilección por el arco y con los años había perfeccionado su técnica, creando sus propias flechas. La única pregunta era ¿qué narices hacía allí? Miró a su derecha, Monje se recolocaba el hábito y Koru... Simplemente correteaba por ahí, soltando parrafadas. Después miró de reojo a su izquierda, Klaus continuaba de pie, inmóvil, oteando el horizonte, parecía ensimismado en sus propios pensamientos. Ninguno pareció percatarse de su hallazgo, así que con disimulo y sin apenas moverse, volvió a cubrirla con la arena. Pensó que quizá llevaba tiempo allí, un vestigio de un entrenamiento en campo abierto o una antigua lucha, a decir verdad hacía tiempo que no veía a su congénere, mucho antes de ella abandonar la aldea, desde que lo reclutaron. Pero en su interior, una sensación extraña empezó a formarse, un mal presentimiento.
Aylizz Wendell
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Re: Desconectar para reconectar [Libre] (4/4) CERRADO
Vivir desconfiado de tu propia sombra, creo que eso no estaría mal. Volviendo a la realidad de donde me encontraba varado en un continente que controlaban los elfos, y además con tres personas teniendo una charla sin ningún tipo de rumbo específico, pero no lo estaba pasando nada mal, es agradable estar con personas sin tener que pelear o asesinarlas por alguna razón de territorio. Después de haber escuchado las palabras del monje solo hice un gesto en mi rostro de desacuerdo, seguía riéndome un poco por haberle tirado arena en su rostro por accidente, notaba que el mono seguía haciendo preguntado y dando salto por doquier como una cucaracha, realmente no era algo que trasmitiera tranquilidad era todo lo contrario a eso.
La elfa proseguía curando las heridas del monje por completo, pero hubo un momento, un segundo o incluso un tiempo donde la muchacha se había quedado congelada, las pupilas de sus ojos habían dado señales de que había descubierto algo o pensando algo que hizo que tomaron algunos minutos para volver a retomar la conversación con todos los demás. Los instinto de un soldado me habían puesto en alerta pero no quería que la elfa se diera cuenta que había notado su comportamiento.
Ya estaba pasando un poco el tiempo, el sol estaba ya en la mitad de su fase por desaparecer, quedarían algunos pocos resplandores del sol durante una hora todavía, era algo agotador estar sentado en la arena sin hacer nada, solo escuchar y ver a la misma personas cada segundo de este día, pero el destino daba un pequeño cambio en un día tan tranquilo como este, o sería la maldición que siempre me seguía a todo lados. Pensé ante de saber lo que venía con ese pequeño giro del destino.
A los lejos se empezaron a escuchar cómo se aproximaban cinco caballos exactamente posicionados estratégicamente dos en diferentes lados, uno adelante, uno en el centro y otro detrás, el que estaba posicionado dentro del pequeño círculo seguro era el comandante de ese grupo, después de que empezaran acercare mas es que pude denotar las armaduras de sus traje, eran soldados, más específicos soldados del ejército elfico de la zona, antes de que pudieran divisarnos con un pequeño juego de mano pude tapar toda la espada con la arena al lado mío, dejando el mango debajo de mi palma por si debía escapar o si se acercaban directamente hacia mí.
Antes de que llegaran hacia donde estábamos nosotros, tome una bocanada de aire para mantenerme sereno ante los soldados que estaban a segundos de llegar a nuestra posición, espero por suerte no me reconocieran, mantuve mi mirada hacia abajo en todo momento sin dejar que vieran totalmente mi rostro. Finalmente llegaron rodeando a todos los demás que estábamos sentando en la arena, cada soldado tomo el mango de su arma por prevención ante nosotros.
Solo uno de ellos hablo, que sería el capitán de todos los jinetes presentes, exclamo con una voz muy seria pero con un tono alto hacia nosotros; Están en territorio del ejercito Elfico, levante sus rostros e identifíquense inmediatamente. Fue una orden directa y claro, por su tono de voz no estaba jugando era ese tipo de persona que no dudaban de sacar su espada si no hacían caso a lo que les ordenaba, además se sentían superiores por tener estrellas en su hombros y pertenecer a un ejército.
Mantuve mi cabeza hacia abajo mirando la arena, no sabía que harán los demás, pero en mi situación si ese sujeto me reconocería estaría en problemas y empezaría un combate, que terminaría solo en dos forma, ellos vivos y yo muerto o al revés y apostaría por la segunda opción, aunque me superaran en número, el sujeto después de dar la orden, descolgó de su caballo para posarse justo frente a la elfa y al monje que yacían en la arena, mirándole con una mirada igual de expresiva como la mía.
En mi mente imagine muchas forma de matar a ese hombre, de tomar su caballo y alejarme lo más rápido de esta zona, sin tener que meter en problemas a estas personas, pero algo me decía que igual terminarían involucrados, solo tenía una opción confiar en ellos y esperar que no me delataran o me entregaran si la situación cambiaba.
No hay opción, tendré que matar a los cinco y si estas personas se pone en contra tendrán el mismo destino, aunque muera en esta pelea, pero no moriré sin luchar. Una sonrisa se dibujó en mi rostro sin que lo notaran.
La elfa proseguía curando las heridas del monje por completo, pero hubo un momento, un segundo o incluso un tiempo donde la muchacha se había quedado congelada, las pupilas de sus ojos habían dado señales de que había descubierto algo o pensando algo que hizo que tomaron algunos minutos para volver a retomar la conversación con todos los demás. Los instinto de un soldado me habían puesto en alerta pero no quería que la elfa se diera cuenta que había notado su comportamiento.
Ya estaba pasando un poco el tiempo, el sol estaba ya en la mitad de su fase por desaparecer, quedarían algunos pocos resplandores del sol durante una hora todavía, era algo agotador estar sentado en la arena sin hacer nada, solo escuchar y ver a la misma personas cada segundo de este día, pero el destino daba un pequeño cambio en un día tan tranquilo como este, o sería la maldición que siempre me seguía a todo lados. Pensé ante de saber lo que venía con ese pequeño giro del destino.
A los lejos se empezaron a escuchar cómo se aproximaban cinco caballos exactamente posicionados estratégicamente dos en diferentes lados, uno adelante, uno en el centro y otro detrás, el que estaba posicionado dentro del pequeño círculo seguro era el comandante de ese grupo, después de que empezaran acercare mas es que pude denotar las armaduras de sus traje, eran soldados, más específicos soldados del ejército elfico de la zona, antes de que pudieran divisarnos con un pequeño juego de mano pude tapar toda la espada con la arena al lado mío, dejando el mango debajo de mi palma por si debía escapar o si se acercaban directamente hacia mí.
Antes de que llegaran hacia donde estábamos nosotros, tome una bocanada de aire para mantenerme sereno ante los soldados que estaban a segundos de llegar a nuestra posición, espero por suerte no me reconocieran, mantuve mi mirada hacia abajo en todo momento sin dejar que vieran totalmente mi rostro. Finalmente llegaron rodeando a todos los demás que estábamos sentando en la arena, cada soldado tomo el mango de su arma por prevención ante nosotros.
Solo uno de ellos hablo, que sería el capitán de todos los jinetes presentes, exclamo con una voz muy seria pero con un tono alto hacia nosotros; Están en territorio del ejercito Elfico, levante sus rostros e identifíquense inmediatamente. Fue una orden directa y claro, por su tono de voz no estaba jugando era ese tipo de persona que no dudaban de sacar su espada si no hacían caso a lo que les ordenaba, además se sentían superiores por tener estrellas en su hombros y pertenecer a un ejército.
Mantuve mi cabeza hacia abajo mirando la arena, no sabía que harán los demás, pero en mi situación si ese sujeto me reconocería estaría en problemas y empezaría un combate, que terminaría solo en dos forma, ellos vivos y yo muerto o al revés y apostaría por la segunda opción, aunque me superaran en número, el sujeto después de dar la orden, descolgó de su caballo para posarse justo frente a la elfa y al monje que yacían en la arena, mirándole con una mirada igual de expresiva como la mía.
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En mi mente imagine muchas forma de matar a ese hombre, de tomar su caballo y alejarme lo más rápido de esta zona, sin tener que meter en problemas a estas personas, pero algo me decía que igual terminarían involucrados, solo tenía una opción confiar en ellos y esperar que no me delataran o me entregaran si la situación cambiaba.
No hay opción, tendré que matar a los cinco y si estas personas se pone en contra tendrán el mismo destino, aunque muera en esta pelea, pero no moriré sin luchar. Una sonrisa se dibujó en mi rostro sin que lo notaran.
Sajin W
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Koru apenas escuchó al monje, envuelto en su conteo. Sus ojos se iluminaron al recordar como había pinchado con su palo a un animal blandito con ojos redondos, tan grande como dos árboles. Lo había pinchado por todos lados, pero no quiso moverse. Podía estar muerto, aunque el infante cerró un ojo y miró fuertemente con el otro al grande del monstruo, saltando de alegría cuando éste se movió. Puso los puños en sus caderas. Tenía esa cosa que había visto a gente del camino y que salía de la nada. Era super poderoso. MUAHAHAHA.
Se dio cuenta que había adoptado la misma posición, cerca de la criatura de orejas largas. No era tan bonita como la chica despistada que había conocido, como los lobeznos a los que perdía la pista unos meses y volvían más grandes. ¿crecerían tan deprisa? Aún se reía cuando un caminante le dijo que tenía cincuenta y dos años. Como si eso fuese posible. A él nadie lo engañaba, se dijo, poniendo una cara de máxima seguridad.
-Yo sé muchas cosas- advirtió con una seriedad de quien cuenta un terrible secreto- Muchos como tú cruzan mi bosque, así que vivís cerca- sonrió orgulloso de su razonamiento- Ella viajaba con más de los que son como tú- caviló- ¡y uno quiso pegarme! - recordó frunciendo el ceño, se cruzó de brazos algo enfurruñado- Los grandes pegan, siempre están enfadados. Deberían ser siempre pequeños, y no se enfadarían, jugarían. Pero son tontos. Tontos y crecen- rio.
Su carcajada se cortó de golpe, y completamente al contrario que los rostros de la elfa y el hombre-dragón, Koru abrió sus ojos extasiado, al contemplar a la patrulla élfica con sus caballos y armaduras. No dudó un solo instante, y corrió hacia ellos con el pelo metálico en una de sus manos. Los soldados, incrédulos, tomaron las bridas más fuertemente, y uno de los caballos se encabritó, cuando el niño buscó trepar por una de las patas. Quería tocar el pelaje del animal. ¿Sería todo tan suave? Con una voltereta hacia atrás, retornó al suelo, y riendo, se dispuso a volverlo a intentar.
-¡DETENTE!- gritó el capitán del pelotón- Somos soldados del ejército de Sandorái, y custodiamos la frontera en éstos tiempos convulsos. Identificáos- repitió- O tendremos que expulsaros- terminó, desenvainando.
En apenas un instante, Koru se plantó delante del líder de los Elfos, resuelto y sin mostrar un ápice de temor o asombro.
-Hola- empezó con una sonrisa ante el pasmo de los recién llegados- Soy Koru, del bosque- señaló a lo lejos- Os parecéis a ella. ¿Sois familia? Tampoco tenéis pelo en la cara. Me gusta vuestra ropa. Brilla. Yo sé que es hierro- afirmó, ufano- sabe mal, no debéis lamerlo, y pegarle es difícil, tarda en romperse. Mi palo es de hierro. Creo- aventuró, mirándolo, entrecerrando los ojos- se le cayó a alguien y no volvió a recogerlo. La gente es muy despistada. ¿El agua grande es vuestra? ¿Nos dejáis quedarnos en ella? Podemos dejaros la arena asquerosa y nadar. Deberíais tener cuidado con esas cosas- señaló a la espada- sólo sirven para hacer daño. Yo lo vi. Cosas de gente mala. Pero tenemos a alguien cansado. ¿Nos dais comida? Frutas sé encontrar, carne y pescado sólo a veces.
-¿Qué demonios…?- soltó un Elfo en su propio idioma, sin ser capaz de comprender qué acababa de presentarse.
-También tenemos a uno que pega y es malo- señaló- Aunque no lo he visto. Sólo ha intentado pegarme a mí, así que sí que es malo. ¿De dónde venís? - señaló a todos lados dando una vuelta completa sobre sí mismo.
El rostro del capitán asemejaba a quien había sufrido una apolejía, y sin ser en absoluto consciente, el muchacho acentuó su sonrisa.
Koru´Len
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Los intentos de la muchacha por dar salud a mis heridas fueron efectivos sobre las heridas viejas, mas no dieron resultado sobre marcas anteriores. Un Hechizo las protegía, uno que había solicitado de pequeña para que no se borre su existencia ni su dolor. No me permitiría a mí mismo olvidar y gracias a ellas, mi espalda era un gran punto débil.
- Gracias - solo atine a decirle acomodando mis prendas.
La tarde pacíficamente transcurría, pero también se acercaba la hora de buscar refugio, no podía pasar la noche a la intemperie. Aun que ahora ya no me dolía la espalda ni la pierna, así que podría ir hasta el próximo pueblo sin mayores problemas
Levante la vista hacia adelante sin mirar a los hombres que nos hablaban, no era la primera vez que cruzaba con guardias de tierras ajenas, era casi rutinario en la vida peregrina por lo cual sabia como proceder de manera correcta y pacífica, aunque era absurdo que esto ocurriese frente a otras personas. Tanto esfuerzo por esconder mi nombre sin ningún sentido, no podía evidenciar mi enfado, no era propio de mi cultura.
No buscaba ignorarlos ni menos pero me llamo la atención como Klaus refugio su rostro. Este buen joven quizás no andaba por el buen sendero de los Guerreros, y eso me daba a sospechar. Aun así era un dragón y lejos estaba de entregar a los míos a su suerte cuando se evidenciaban futuras tempestades, era la crónica de una muerte anunciada.
Por otro lado, no intento resolver esto de manera violenta ni huir, así que podría afirmar que busca redención de alguna acción aceptando el próximo destino, que posee un exceso de confianza abrumadora sobre sus habilidades como para considerar que con violencia resolvería todo al instante o quizás que carece absolutamente de miedo y cordura, lo cual lo lleva a decisiones temerarias constantemente.
De las tres teorías, solo me preocupaba la última, la gente loca es muy peligrosa y no disfrutaba de tal compañía.
Sonreí abiertamente caí enmarcando una carcajada mirando fijos a nuestros nuevos acompañantes el niño mono era fastidioso sin medir consecuencias, como todo niño. "Son unos monstruos" pensé observando a la pequeña criatura.
- Soy Sauron Guardgris, Dragón Monje de la Montaña Dragón - acomode mi cabello que vaya sobre mi rostro mientras hablaba - peregrino sus tierras con la Fe de los Antiguos Celestiales.
Nuestra gente tenía pactos milenarios para poder profesar la fe a los feligreses, hasta ahora, nunca nadie me había negado el paso por la tierra.
Miré al grupo un instante y centrándome en Claus puse los ojos en blanco considerando que también era un dragón.
- Y el tímido hombre a mi lado viene conmigo, es un Caballero Dragón que me escolta y brinda seguridad de maleantes y agresores - volví a mirarlos algo desafiante - ya saben... por éstos tiempos convulsos.
Usar sus frases para negociar pacíficamente es de las claras estrategias que nos enseñaban en la montaña, quizás no éramos buenos con espadas en nuestras manos, pero si éramos habidos con la palabra dicha.
_________________- Gracias - solo atine a decirle acomodando mis prendas.
La tarde pacíficamente transcurría, pero también se acercaba la hora de buscar refugio, no podía pasar la noche a la intemperie. Aun que ahora ya no me dolía la espalda ni la pierna, así que podría ir hasta el próximo pueblo sin mayores problemas
Levante la vista hacia adelante sin mirar a los hombres que nos hablaban, no era la primera vez que cruzaba con guardias de tierras ajenas, era casi rutinario en la vida peregrina por lo cual sabia como proceder de manera correcta y pacífica, aunque era absurdo que esto ocurriese frente a otras personas. Tanto esfuerzo por esconder mi nombre sin ningún sentido, no podía evidenciar mi enfado, no era propio de mi cultura.
No buscaba ignorarlos ni menos pero me llamo la atención como Klaus refugio su rostro. Este buen joven quizás no andaba por el buen sendero de los Guerreros, y eso me daba a sospechar. Aun así era un dragón y lejos estaba de entregar a los míos a su suerte cuando se evidenciaban futuras tempestades, era la crónica de una muerte anunciada.
Por otro lado, no intento resolver esto de manera violenta ni huir, así que podría afirmar que busca redención de alguna acción aceptando el próximo destino, que posee un exceso de confianza abrumadora sobre sus habilidades como para considerar que con violencia resolvería todo al instante o quizás que carece absolutamente de miedo y cordura, lo cual lo lleva a decisiones temerarias constantemente.
De las tres teorías, solo me preocupaba la última, la gente loca es muy peligrosa y no disfrutaba de tal compañía.
Sonreí abiertamente caí enmarcando una carcajada mirando fijos a nuestros nuevos acompañantes el niño mono era fastidioso sin medir consecuencias, como todo niño. "Son unos monstruos" pensé observando a la pequeña criatura.
- Soy Sauron Guardgris, Dragón Monje de la Montaña Dragón - acomode mi cabello que vaya sobre mi rostro mientras hablaba - peregrino sus tierras con la Fe de los Antiguos Celestiales.
Nuestra gente tenía pactos milenarios para poder profesar la fe a los feligreses, hasta ahora, nunca nadie me había negado el paso por la tierra.
Miré al grupo un instante y centrándome en Claus puse los ojos en blanco considerando que también era un dragón.
- Y el tímido hombre a mi lado viene conmigo, es un Caballero Dragón que me escolta y brinda seguridad de maleantes y agresores - volví a mirarlos algo desafiante - ya saben... por éstos tiempos convulsos.
Usar sus frases para negociar pacíficamente es de las claras estrategias que nos enseñaban en la montaña, quizás no éramos buenos con espadas en nuestras manos, pero si éramos habidos con la palabra dicha.
OFF
Disculpen la demora, andamos con reajustes en la planta fija de mi trabajo por la situación viral por lo que con tantas re-adecuaciones se me complico bastante la participación el mes pasado.
Sauron Guardgris
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Y entonces el pensamiento de que aquella flecha fuera antigua se esfumó. El sordo trote de los caballos sobre la arena, apresurándose hacia el grupo, confirmó el mal presagio, aunque no tenía nada que temer ¿no? Sólo era una elfa, caminando por la playa, dentro de su territorio. Si obviaba el hecho de estar acompañada por un dragón mata-elfos, todo iba bien... Por varios motivos, aquel razonamiento no la convenció y, casi por inercia, se echó la capucha por encima, ocultando todas sus facciones. Quiso mantenerse inmóvil, pero cuando Koru echó a correr hacia los guardias, sin el menor atisbo de preocupación, no pudo evitar girarse bruscamente y estirar el brazo con intención de engancharlo antes de que pudiera empeorar las cosas, sin éxito. Fue sólo un instante, pero lo suficiente para ver los cinco rostros que ahora se situaban a escasos metros de ellos. A cuatro no los conocía, al menos no personalmente, aunque nada más ver su porte supo quiénes eran. Muchos soldados eran precedidos por las historias que se contaban sobre ellos en todo el territorio, las hazañas de los más veteranos eran sabidas en aldeas de todo Sandorai y los noveles se hacían conocer por las habilidades que los convertían en prometedores guerreros. Pero al último jinete lo había visto crecer, aunque no sabía si en aquel momento eso sería una ventaja...
Notó un pinchazo en su cabeza y poco a poco empezó a sentirse aturdida, siendo consciente de lo que pasaba alrededor, pero con la sensación de perder el sentido más temprano que tarde. "Os parecéis a ella". Sus intenciones por pasar desapercibida se fueron al traste cuando el macaco bocazas la señaló en la distancia, si todavía no le habían visto la cara, aquel comentario lo dejó claro. Suerte que con tanta fluidez de palabras, ninguno parecía centrarse en ninguna concreta, anonadados por el atropello del pequeño animal. El monje fue el primero en hablar. Su tono tranquilo y su gesto relajado dejaban dar cuenta de que estaba acostumbrado a desenvolverse en controles fronterizos. Lo escuchó con la cabeza gacha, fiando su mirada en el suelo, esperando que la explicación de aquel desconocido fuera suficiente para dejarlos tranquilos. ¿Guardaespaldas? Bien jugado. Aunque eso de tímido... Como se le ocurra abrir la boca estás vendido. Pensó para sí, al escuchar la presentación de Sauron. Sólo el nombre ya sonaba solemne y acompañado de aquellas palabras sobre la Fe y los tales celestiales, ¿quién podría desconfiar de un monje? Pues los elfos, por supuesto. Si no eres de la raza, les dará igual quién seas o tus razones para pisar sus tierras, no te quitarán el ojo de encima. Sin que el resto de guardias apartase la mirada de la dracónida pareja, el capitán se dedicó una rápida mirada al niño mono, antes de fijar su atención en Aylizz -Y el bicho peludo quién es, ¿vuestra mascota? ¿Y tú? Descúbrete y responde.- espetó con seriedad. Resopló ante lo inevitable y siguió las órdenes dadas. En su cabeza se preguntaba qué situación habría causado su marcha, ¿alguien la habría buscado?, ¿la habrían tachado de desertora?, ¿realmente habría importado algo que decidiera dejar la aldea? Todas aquellas incógnitas rondaban su cabeza desde el primer momento que puso un pie fuera de su hogar, pero con el tiempo se había convencido de que ella no era nadie importante. Entonces, ¿por qué tanta preocupación por descubrir su identidad?
No tuvo tiempo para decir una palabra, no tanto por la lentitud con la que sentía funcionar su cabeza y los movimientos de su cuerpo, como por la intervención del único allí presente que podía reconocerla, que habló dirigiéndose a su capitán antes de haber terminado ella de descapucharse. -Ella es Aylizz Wendell, de Eddambir, señor. La recuerdo de mi aldea natal, señor, es inofensiva.- El guardia miró a su subordinado y a continuación volvió de nuevo la vista hacia ella, arqueando una ceja. La examinó con la mirada, de arriba a abajo para después hacer lo propio con sus dos acompañantes. Tras un breve silencio, comenzó a hablar. -Varios de los nuestros fueron atacados hace unos días por uno de los vuestros- introdujo, dirigiendo sus palabras a Sauron y Klaus -No me parece una casualidad que un par de dragones aparezcan en nuestra playa, como si nada.- Con un gesto, indicó a sus hombres que rodeasen al grupo que, sin desmontar, utilizaron a los caballos como cercado. -Poneos en pie, despojaos de vuestras armas y elevad los brazos. Sin tonterías. ¡Khalik! ¡Beraris! Registrarlos.- Ante aquella orden, los dos soldados más corpulentos, armados con voluminosas espadas, bajaron de los pencos y sin mediar palabra se acercaron a ellos, aguardando de pie a que todos se incorporasen tal y como había indicado el capitán. Pero algo tan sencillo como aquello, para la elfa no fue tarea fácil. Al erguirse, sufrió un ligero vahído y tambaleándose, desabrochó la vaina de su cinturón, dejando caer la daga al suelo. El cabecilla reparó en su mano ensangrentada cuando ella elevó los brazos y sin demasiado interés, quiso saber qué le ocurría. -Yo... No sé... No me encuentro muy bien... La flecha...- fue todo lo que alcanzó a balbucear, mientras luchaba por mantener sus ojos abiertos, notándolos cada vez más pesados. Aquel último comentario pareció hacerle caer en la cuenta de algo y señalándola, volvió a dirigirse a los hombres que esperaban comenzar con el cacheo. -Ella primero. Si está limpia, que Bayron la atienda. ¡Vosotros! Quietos.- añadió, señalando firmemente, con la espada que portaba, a los dos hombres-dragón.
Uno frente a ella y el otro detrás, examinaron sus ropas y pertenencias con detenimiento, en silencio. Al no encontrar nada sospechoso, y viendo que el único arma que portaba la rubia estaba fuera de su alcance, una nueva seña hizo que el que hacía años había compartido con ella campo de juegos, bajase del animal y la alejara unos metros del grupo. Dejó que se sentara en la arena cuando las fuerzas le fallaron tanto que sus piernas temblaron al caminar y se agachó frente a ella, agarrándola la mano y cubriéndola con la suya para curar la herida. -Era una flecha aturdidora. Las impregno con un veneno no letal que incapacita al introducirse en el torrente sanguíneo. Si se clava su efecto es casi inmediato, aunque lo tuyo sólo parece un corte, por eso sigues consciente.- Aylizz lo miró sin decir nada y acto seguido el arquero sacó una botellita de cristal. -Bebe esto, es el antídoto. Te espabilará.- sin capacidad suficiente para ponerlo en duda, lo tomó y al momento empezó a despejarse su cabeza -¿Y qué hacía esa flecha en la arena? ¿Cuándo..- comenzó a preguntar cuando las ideas empezaron a estar claras. -Llevábamos un tiempo observando desde el bosque y en seguida supimos que tú eras de las nuestras, en fin, te vimos curar al monje. Lancé para medir distancia y de verdad creí que alcanzaría al grande, al menos, por eso la unté, pero el bicho peludo estorbaba tanto que fue imposible hacer blanco.- Hablaba de forma despreocupada y ella lo escuchaba ajena a lo que ocurría con el resto del grupo, su voz sonaba cercana, como si no hubiera pasado el tiempo, incluso le costaba asimilar que era un soldado con quien trataba. -¿Ahora el ejercito también vigila la playa? Pensaba que esta zona quedaba fuera de todo interés, por eso de todos los lugares de Sandorai pensé en volver aquí...- La expresión de Bayron cambió por completo, dando paso a una mirada triste -Ah, claro, que tú no... Quiero decir, que llevas mucho tiempo fuera... La última vez que estuve en casa eras noticia. ¿Encontraste a quienes buscabas?- ella negó con la cabeza -Tal vez deberías cruzar el río, explorar el "otro" Sandorai, la zona oeste. Cada vez se forman más colonias en la frontera.- Notó algo raro en la forma que le hablaba, bien era cierto que hacía tanto tiempo que no se veían, que podría considerarlo un desconocido, ya no era un niño que hacía trastadas, ahora era un hombre enfundado en una armadura. Pero en la profundidad de aquellas palabras podía distinguir ¿preocupación? Nunca había oído hablar demasiado de esa parte del territorio que quedaba al otro lado del río, tan sólo sabía que las criaturas que en los escritos se describen como peligrosas u oscuras se adueñan de esa parte de Aerandir, pero la idea de que numerosos elfos se hubieran trasladado del gran bosque a esos otros más apartados le daba un nuevo aliento. -Y ahora, levanta y vuelve con los demás. No quiero que el capitán piense que tengo tratos de favor.- y con aquellas palabras puso fin a la conversación y la devolvió con el resto.
Notó un pinchazo en su cabeza y poco a poco empezó a sentirse aturdida, siendo consciente de lo que pasaba alrededor, pero con la sensación de perder el sentido más temprano que tarde. "Os parecéis a ella". Sus intenciones por pasar desapercibida se fueron al traste cuando el macaco bocazas la señaló en la distancia, si todavía no le habían visto la cara, aquel comentario lo dejó claro. Suerte que con tanta fluidez de palabras, ninguno parecía centrarse en ninguna concreta, anonadados por el atropello del pequeño animal. El monje fue el primero en hablar. Su tono tranquilo y su gesto relajado dejaban dar cuenta de que estaba acostumbrado a desenvolverse en controles fronterizos. Lo escuchó con la cabeza gacha, fiando su mirada en el suelo, esperando que la explicación de aquel desconocido fuera suficiente para dejarlos tranquilos. ¿Guardaespaldas? Bien jugado. Aunque eso de tímido... Como se le ocurra abrir la boca estás vendido. Pensó para sí, al escuchar la presentación de Sauron. Sólo el nombre ya sonaba solemne y acompañado de aquellas palabras sobre la Fe y los tales celestiales, ¿quién podría desconfiar de un monje? Pues los elfos, por supuesto. Si no eres de la raza, les dará igual quién seas o tus razones para pisar sus tierras, no te quitarán el ojo de encima. Sin que el resto de guardias apartase la mirada de la dracónida pareja, el capitán se dedicó una rápida mirada al niño mono, antes de fijar su atención en Aylizz -Y el bicho peludo quién es, ¿vuestra mascota? ¿Y tú? Descúbrete y responde.- espetó con seriedad. Resopló ante lo inevitable y siguió las órdenes dadas. En su cabeza se preguntaba qué situación habría causado su marcha, ¿alguien la habría buscado?, ¿la habrían tachado de desertora?, ¿realmente habría importado algo que decidiera dejar la aldea? Todas aquellas incógnitas rondaban su cabeza desde el primer momento que puso un pie fuera de su hogar, pero con el tiempo se había convencido de que ella no era nadie importante. Entonces, ¿por qué tanta preocupación por descubrir su identidad?
No tuvo tiempo para decir una palabra, no tanto por la lentitud con la que sentía funcionar su cabeza y los movimientos de su cuerpo, como por la intervención del único allí presente que podía reconocerla, que habló dirigiéndose a su capitán antes de haber terminado ella de descapucharse. -Ella es Aylizz Wendell, de Eddambir, señor. La recuerdo de mi aldea natal, señor, es inofensiva.- El guardia miró a su subordinado y a continuación volvió de nuevo la vista hacia ella, arqueando una ceja. La examinó con la mirada, de arriba a abajo para después hacer lo propio con sus dos acompañantes. Tras un breve silencio, comenzó a hablar. -Varios de los nuestros fueron atacados hace unos días por uno de los vuestros- introdujo, dirigiendo sus palabras a Sauron y Klaus -No me parece una casualidad que un par de dragones aparezcan en nuestra playa, como si nada.- Con un gesto, indicó a sus hombres que rodeasen al grupo que, sin desmontar, utilizaron a los caballos como cercado. -Poneos en pie, despojaos de vuestras armas y elevad los brazos. Sin tonterías. ¡Khalik! ¡Beraris! Registrarlos.- Ante aquella orden, los dos soldados más corpulentos, armados con voluminosas espadas, bajaron de los pencos y sin mediar palabra se acercaron a ellos, aguardando de pie a que todos se incorporasen tal y como había indicado el capitán. Pero algo tan sencillo como aquello, para la elfa no fue tarea fácil. Al erguirse, sufrió un ligero vahído y tambaleándose, desabrochó la vaina de su cinturón, dejando caer la daga al suelo. El cabecilla reparó en su mano ensangrentada cuando ella elevó los brazos y sin demasiado interés, quiso saber qué le ocurría. -Yo... No sé... No me encuentro muy bien... La flecha...- fue todo lo que alcanzó a balbucear, mientras luchaba por mantener sus ojos abiertos, notándolos cada vez más pesados. Aquel último comentario pareció hacerle caer en la cuenta de algo y señalándola, volvió a dirigirse a los hombres que esperaban comenzar con el cacheo. -Ella primero. Si está limpia, que Bayron la atienda. ¡Vosotros! Quietos.- añadió, señalando firmemente, con la espada que portaba, a los dos hombres-dragón.
Uno frente a ella y el otro detrás, examinaron sus ropas y pertenencias con detenimiento, en silencio. Al no encontrar nada sospechoso, y viendo que el único arma que portaba la rubia estaba fuera de su alcance, una nueva seña hizo que el que hacía años había compartido con ella campo de juegos, bajase del animal y la alejara unos metros del grupo. Dejó que se sentara en la arena cuando las fuerzas le fallaron tanto que sus piernas temblaron al caminar y se agachó frente a ella, agarrándola la mano y cubriéndola con la suya para curar la herida. -Era una flecha aturdidora. Las impregno con un veneno no letal que incapacita al introducirse en el torrente sanguíneo. Si se clava su efecto es casi inmediato, aunque lo tuyo sólo parece un corte, por eso sigues consciente.- Aylizz lo miró sin decir nada y acto seguido el arquero sacó una botellita de cristal. -Bebe esto, es el antídoto. Te espabilará.- sin capacidad suficiente para ponerlo en duda, lo tomó y al momento empezó a despejarse su cabeza -¿Y qué hacía esa flecha en la arena? ¿Cuándo..- comenzó a preguntar cuando las ideas empezaron a estar claras. -Llevábamos un tiempo observando desde el bosque y en seguida supimos que tú eras de las nuestras, en fin, te vimos curar al monje. Lancé para medir distancia y de verdad creí que alcanzaría al grande, al menos, por eso la unté, pero el bicho peludo estorbaba tanto que fue imposible hacer blanco.- Hablaba de forma despreocupada y ella lo escuchaba ajena a lo que ocurría con el resto del grupo, su voz sonaba cercana, como si no hubiera pasado el tiempo, incluso le costaba asimilar que era un soldado con quien trataba. -¿Ahora el ejercito también vigila la playa? Pensaba que esta zona quedaba fuera de todo interés, por eso de todos los lugares de Sandorai pensé en volver aquí...- La expresión de Bayron cambió por completo, dando paso a una mirada triste -Ah, claro, que tú no... Quiero decir, que llevas mucho tiempo fuera... La última vez que estuve en casa eras noticia. ¿Encontraste a quienes buscabas?- ella negó con la cabeza -Tal vez deberías cruzar el río, explorar el "otro" Sandorai, la zona oeste. Cada vez se forman más colonias en la frontera.- Notó algo raro en la forma que le hablaba, bien era cierto que hacía tanto tiempo que no se veían, que podría considerarlo un desconocido, ya no era un niño que hacía trastadas, ahora era un hombre enfundado en una armadura. Pero en la profundidad de aquellas palabras podía distinguir ¿preocupación? Nunca había oído hablar demasiado de esa parte del territorio que quedaba al otro lado del río, tan sólo sabía que las criaturas que en los escritos se describen como peligrosas u oscuras se adueñan de esa parte de Aerandir, pero la idea de que numerosos elfos se hubieran trasladado del gran bosque a esos otros más apartados le daba un nuevo aliento. -Y ahora, levanta y vuelve con los demás. No quiero que el capitán piense que tengo tratos de favor.- y con aquellas palabras puso fin a la conversación y la devolvió con el resto.
- Spoiler:
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Aylizz Wendell
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Re: Desconectar para reconectar [Libre] (4/4) CERRADO
Eran prepotentes y sobradores, clásica conducta de soldados de cualquier ejército que se prevalecen de una jerarquía que solo a ellos le importa.
-Al igual que ellos somos inofensivos - Me puse de pie rápidamente con las cejas fruncidas.
- Es muy típico de ustedes que generalicen en bronca a como otros generalizan sobre su gente. - dije con la vista sobre la arena oscurecida que me indicaba el lento y paulatino caer de la tarde - Que unos dragones os hayan hecho daño no quiere decir que seamos nosotros, muchos dragones vagan por estas tierras, es absurdo que busquen culpables en cada ser de mi especie que os crucéis. - estaba indignado por el trato y la comparación -No todos los dragones son iguales.... no todos los elfos son iguales... - susurre entre labios tratando de mantenerme cereno pensando en Kalus y pensando en Reivy, no permitiría una requisa insultando a mi persona tan fácilmente - Si tuviera algo que ver con cualquier asedio ocurrido contra ustedes, y notando que portáis armas y son más que nosotros, les parece lógico que revelase le identidad de mi especie tan fácilmente, era un voto de confianza que no están respetando. Un pacto no dicho con los Antiguos Celestiales que miran desde los cielos - orar era mi arma más brutal y me habia criado con los elfos como para no saber de sus costumbres y creencias - He de sentirme ofendido, su gente, sus soldados, su pueblo transmite una palabra renovadora de esperanza y ustedes obran en contra de quienes solo tratamos de transmitir fe y paz a quienes lo han perdido todo en la guerra de Lunargenta.
Señale la mochila a mi lado con una linea recta que iba desde mi hombro hasta la punta del dedo indice.
- Requisadme si quieren, pero no encontraran más que hiervas y pergaminos, pues viajo con un voto de pobreza, revisad también a mi acompañante, y no verán mas que su arma custodia, recién llegados de las Islas de Beltrexus y recibidos con un simulacro de control fronterizo. Absurdo! Totalmente Absurdo e indignante! - Levantaba la voz con cada palabra.
Mencionar las guerras siempre surgía efecto en los demás, muchos perdieron familiares allí fue un evento popular y muchos también se abrigaron de la fe para poder seguir adelante. Dos de ellos bajaron la cabeza con culpa y los otros dos esquivaban la mirada con vergüenza.
- Podríamos convertirnos en dragones aquí mismo y pelear sanguinariamente contra ustedes, pero no le hemos hecho, ni nos molestamos en contradecirlos, o acaso no me presente dejando en claro mi nombre, mi raza y mi razón de estar descansando en la playa. Tened piedad de las personas que aguardan mi llegada con el sabio consejo de cómo afrontar sus vidas sin sus seres amados, porque al mal trato yo, lo curo con indiferencia. - Me pare firme acomodando mis ropas - Me iré de sus tierras y dejare desamparada a quienes fueron víctima de los ataques de los míos incluso. Absurdo. Y en una playa sagrada...
Volvió la elfa sin más tardar.
- Ella tampoco tenía nada, y el mono es un simple niño curioso, que tanto mas tienen que humillarnos para sentirse superiores a un simple predicador y su inofensivo grupo? Si todos poseemos la misma dignidad, porque ustedes no la respetan? Pondré en mis oraciones a sus difuntos y caídos en desgracia de igual manera, podrán humillarnos a nosotros pero no impedir que el mensaje esperanzador de los Dragones Celestiales llegue a quienes lo necesitan.
-Al igual que ellos somos inofensivos - Me puse de pie rápidamente con las cejas fruncidas.
- Es muy típico de ustedes que generalicen en bronca a como otros generalizan sobre su gente. - dije con la vista sobre la arena oscurecida que me indicaba el lento y paulatino caer de la tarde - Que unos dragones os hayan hecho daño no quiere decir que seamos nosotros, muchos dragones vagan por estas tierras, es absurdo que busquen culpables en cada ser de mi especie que os crucéis. - estaba indignado por el trato y la comparación -No todos los dragones son iguales.... no todos los elfos son iguales... - susurre entre labios tratando de mantenerme cereno pensando en Kalus y pensando en Reivy, no permitiría una requisa insultando a mi persona tan fácilmente - Si tuviera algo que ver con cualquier asedio ocurrido contra ustedes, y notando que portáis armas y son más que nosotros, les parece lógico que revelase le identidad de mi especie tan fácilmente, era un voto de confianza que no están respetando. Un pacto no dicho con los Antiguos Celestiales que miran desde los cielos - orar era mi arma más brutal y me habia criado con los elfos como para no saber de sus costumbres y creencias - He de sentirme ofendido, su gente, sus soldados, su pueblo transmite una palabra renovadora de esperanza y ustedes obran en contra de quienes solo tratamos de transmitir fe y paz a quienes lo han perdido todo en la guerra de Lunargenta.
Señale la mochila a mi lado con una linea recta que iba desde mi hombro hasta la punta del dedo indice.
- Requisadme si quieren, pero no encontraran más que hiervas y pergaminos, pues viajo con un voto de pobreza, revisad también a mi acompañante, y no verán mas que su arma custodia, recién llegados de las Islas de Beltrexus y recibidos con un simulacro de control fronterizo. Absurdo! Totalmente Absurdo e indignante! - Levantaba la voz con cada palabra.
Mencionar las guerras siempre surgía efecto en los demás, muchos perdieron familiares allí fue un evento popular y muchos también se abrigaron de la fe para poder seguir adelante. Dos de ellos bajaron la cabeza con culpa y los otros dos esquivaban la mirada con vergüenza.
- Podríamos convertirnos en dragones aquí mismo y pelear sanguinariamente contra ustedes, pero no le hemos hecho, ni nos molestamos en contradecirlos, o acaso no me presente dejando en claro mi nombre, mi raza y mi razón de estar descansando en la playa. Tened piedad de las personas que aguardan mi llegada con el sabio consejo de cómo afrontar sus vidas sin sus seres amados, porque al mal trato yo, lo curo con indiferencia. - Me pare firme acomodando mis ropas - Me iré de sus tierras y dejare desamparada a quienes fueron víctima de los ataques de los míos incluso. Absurdo. Y en una playa sagrada...
Volvió la elfa sin más tardar.
- Ella tampoco tenía nada, y el mono es un simple niño curioso, que tanto mas tienen que humillarnos para sentirse superiores a un simple predicador y su inofensivo grupo? Si todos poseemos la misma dignidad, porque ustedes no la respetan? Pondré en mis oraciones a sus difuntos y caídos en desgracia de igual manera, podrán humillarnos a nosotros pero no impedir que el mensaje esperanzador de los Dragones Celestiales llegue a quienes lo necesitan.
Sauron Guardgris
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Re: Desconectar para reconectar [Libre] (4/4) CERRADO
Tan sólo se había separado unos minutos de ellos y desconocía lo que había ocurrido, pero cuando se juntó de nuevo al grupo la atmósfera estaba cargada. Sauron era el único que hablaba en aquel momento y los guardias no parecían cómodos con la situación ante el sermón que parecían estar recibiendo. El capitán tenía el ceño fruncido, aunque parecía tranquilo, manteniéndose aun montado en su caballo, con los brazos cruzados y pose pensativa. Los otros dos lucían un aspecto más tenso, aunque permanecían a la espera de nuevas ordenes. Kalus guardaba silencio, tal vez siendo consciente de que ante el más mínimo gesto de desobediencia o agresividad los guardias se le echarían encima, desencadenando una pelea en la que no estaba claro quién tendría las de ganar. Y Koru... Lo cierto es que nadie parecía prestar atención a su presencia. Pudo intuir que finalmente aquellas increpancias quedarían en nada, ¿debería ser ella la que destapase la verdad? De lo contrario, sería una traidora. Al fin y al cabo, él mismo se había regodeado de su hazaña hacía un rato. Pero entonces lo que el monje mencionó la hizo pensar con coherencia. Si ambos cambiaban a su forma dracónica se desataría una lucha en la que ella no tenía intención de tomar partido, pero que en el mejor de los casos acabaría con los dragones echando a volar o los guardias abandonando el lugar al comprender su inferioridad. Y en el peor... Sus congéneres serían derrotados y quién sabe las represalias que tomaría el culpable contra ella por haberlo entregado.
Bayron la empujó nuevamente dentro del círculo, donde había dejado sus cosas sobre la arena, aunque con suavidad y con un gesto con el que la instaba a mantener la calma. -¿Todo en orden?- le preguntó entonces su superior. El joven soldado asintió con la cabeza y se situó junto a sus dos compañeros a la espera de nuevas órdenes. -En ningún momento nuestra intención ha sido importunaros, señor Sauron. Pero comprenderá que dadas las circunstancias en nuestro territorio, toda precaución es poca. Sin duda podrían haberse transformado y comenzar un ataque, aunque esa acción no habría hecho sino otra cosa que confirmar nuestras sospechas y refuerzos militares se habrían personado de inmediato para enfrentarlos.- guardó silencio un instante antes de continuar -Agradezco que no haya tenido que ser necesario.- Dirigió la mirada nuevamente a sus subordinados y con un gesto les indicó montar de nuevo en los caballos -Desconozco a donde os dirigís, monje, pero les insto a usted y su escolta a abandonar la zona y evitar tierras elficas. No son buenos tiempos.- con un toque de espuelas en el lomo del caballo, el animal comenzó a girar sobre sí mismo para retomar la marcha y tras una última mirada inquisidora hacia los recién reprendidos, se alejó del lugar seguido por sus hombres. Reprimió un último impulso por no fallar a su raza y apretó los labios, convenciéndose así misma de que lo mejor sería dejar así las cosas, después de todo se había tratado de un encuentro fortuito que tan pronto como estuviera preparada para irse, se acabaría. Pero el arquero, que cerraba la fila, volvió la vista hacia ella una última vez mientras avanzaba hacia el bosque. La elfa aprovechó esa última oportunidad y sin mediar palabra, clavó su mirada en Kalus y después volvió a fijarse en su conocido, esperando que hubiera entendido el detalle de aquella acción. Pudo distinguir una ligera mueca en su rostro, pero no se paró, ni alertó a sus compañeros, ni dio la vuelta. En lugar de eso, aligeró el trote para ponerse a la altura de su superior y unos instantes después, todo el grupo galopó raudo hasta perderlos de vista en la lejanía. Suspiró, ella ya había hecho su parte...
Cuando volvieron a estar solos, Aylizz recogió sus pertenencias y con mal cuerpo se acomodó de nuevo su capa y macutos. ¿Tiempos convulsos? Una de sus facciones había sido atacada por un dragón pero, ¿tan grave había sido? Si al que se referían era Klaus y lo que él mismo les había contado sobre su desafortunado encuentro con aquellos guardias era verdad, era comprensible su trato desconfiado hacia ellos y su búsqueda del culpable, pero el despliegue de tropas militares por el territorio parecía algo exagerado. Se dirigió al monje cuando hubo acabado de equiparse -Lamento lo ocurrido, por aquí no se andan con miramientos ante los extranjeros... Espero que no encuentres más inconvenientes en tu misión, más aun si decides continuarla aquí... Aunque tal vez debieras hacer caso a las advertencias y dirigirte a otro lugar.- miró después al otro hombre-dragón, con gesto de desaprobación -Y en cuanto a ti, no sé qué problemas buscas tener y desde luego no soy tan ingenua para ser yo quien te los de, tengo aprecio por mi vida y has dejado claro que no tendrás miramientos en caso de tener que atacarme. Pero espero que pagues por las vidas que has quitado a los míos- sentenció y sin esperar respuesta, se encapuchó y les dio la espalda, con intención de alejarse de allí lo antes posible. Antes de marcharse, se acercó al pequeño niño-mono y se agachó para ponerse a su altura -Siento no haberte podido ser de ayuda, espero que encuentres a la elfa que buscas. No te metas en líos, ¿vale?- le sonrió con ternura y le acarició la cabeza, sacudiendo el pelo puntiagudo de su frente con complicidad. Tan sólo se trataba de un niño ajeno al peligro, cuyo cuarto de juegos era el mundo entero y quién sabe lo que hubiera sido de él si las cosas se hubieran puesto feas... Comenzó a caminar, alejándose del lugar, dejando a aquellos tres a su suerte. Llegó al bosque y sin más esperas, se dirigió al río, depositando sus esperanzas en las palabras de su congénere y esperando encontrar a su gente al oeste.
--Bayron la empujó nuevamente dentro del círculo, donde había dejado sus cosas sobre la arena, aunque con suavidad y con un gesto con el que la instaba a mantener la calma. -¿Todo en orden?- le preguntó entonces su superior. El joven soldado asintió con la cabeza y se situó junto a sus dos compañeros a la espera de nuevas órdenes. -En ningún momento nuestra intención ha sido importunaros, señor Sauron. Pero comprenderá que dadas las circunstancias en nuestro territorio, toda precaución es poca. Sin duda podrían haberse transformado y comenzar un ataque, aunque esa acción no habría hecho sino otra cosa que confirmar nuestras sospechas y refuerzos militares se habrían personado de inmediato para enfrentarlos.- guardó silencio un instante antes de continuar -Agradezco que no haya tenido que ser necesario.- Dirigió la mirada nuevamente a sus subordinados y con un gesto les indicó montar de nuevo en los caballos -Desconozco a donde os dirigís, monje, pero les insto a usted y su escolta a abandonar la zona y evitar tierras elficas. No son buenos tiempos.- con un toque de espuelas en el lomo del caballo, el animal comenzó a girar sobre sí mismo para retomar la marcha y tras una última mirada inquisidora hacia los recién reprendidos, se alejó del lugar seguido por sus hombres. Reprimió un último impulso por no fallar a su raza y apretó los labios, convenciéndose así misma de que lo mejor sería dejar así las cosas, después de todo se había tratado de un encuentro fortuito que tan pronto como estuviera preparada para irse, se acabaría. Pero el arquero, que cerraba la fila, volvió la vista hacia ella una última vez mientras avanzaba hacia el bosque. La elfa aprovechó esa última oportunidad y sin mediar palabra, clavó su mirada en Kalus y después volvió a fijarse en su conocido, esperando que hubiera entendido el detalle de aquella acción. Pudo distinguir una ligera mueca en su rostro, pero no se paró, ni alertó a sus compañeros, ni dio la vuelta. En lugar de eso, aligeró el trote para ponerse a la altura de su superior y unos instantes después, todo el grupo galopó raudo hasta perderlos de vista en la lejanía. Suspiró, ella ya había hecho su parte...
Cuando volvieron a estar solos, Aylizz recogió sus pertenencias y con mal cuerpo se acomodó de nuevo su capa y macutos. ¿Tiempos convulsos? Una de sus facciones había sido atacada por un dragón pero, ¿tan grave había sido? Si al que se referían era Klaus y lo que él mismo les había contado sobre su desafortunado encuentro con aquellos guardias era verdad, era comprensible su trato desconfiado hacia ellos y su búsqueda del culpable, pero el despliegue de tropas militares por el territorio parecía algo exagerado. Se dirigió al monje cuando hubo acabado de equiparse -Lamento lo ocurrido, por aquí no se andan con miramientos ante los extranjeros... Espero que no encuentres más inconvenientes en tu misión, más aun si decides continuarla aquí... Aunque tal vez debieras hacer caso a las advertencias y dirigirte a otro lugar.- miró después al otro hombre-dragón, con gesto de desaprobación -Y en cuanto a ti, no sé qué problemas buscas tener y desde luego no soy tan ingenua para ser yo quien te los de, tengo aprecio por mi vida y has dejado claro que no tendrás miramientos en caso de tener que atacarme. Pero espero que pagues por las vidas que has quitado a los míos- sentenció y sin esperar respuesta, se encapuchó y les dio la espalda, con intención de alejarse de allí lo antes posible. Antes de marcharse, se acercó al pequeño niño-mono y se agachó para ponerse a su altura -Siento no haberte podido ser de ayuda, espero que encuentres a la elfa que buscas. No te metas en líos, ¿vale?- le sonrió con ternura y le acarició la cabeza, sacudiendo el pelo puntiagudo de su frente con complicidad. Tan sólo se trataba de un niño ajeno al peligro, cuyo cuarto de juegos era el mundo entero y quién sabe lo que hubiera sido de él si las cosas se hubieran puesto feas... Comenzó a caminar, alejándose del lugar, dejando a aquellos tres a su suerte. Llegó al bosque y sin más esperas, se dirigió al río, depositando sus esperanzas en las palabras de su congénere y esperando encontrar a su gente al oeste.
OFF.
Este es mi último post. Tras haber intentado contactar con Sajin por MP en varias ocasiones sin haber obtenido respuesta y habiendo acordado con Koru su abstención a continuar permitiéndonos saltar sus turnos, se solicitará el cierre del tema cuando Sauron conteste, llegando ambos a los 8 mínimos para obtener experiencia.
Aylizz Wendell
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Re: Desconectar para reconectar [Libre] (4/4) CERRADO
Hablaron entre ellos, la postura formal del que iba a caballo era bastante esperable a mi provocación, ya que se notaba el grado de interacción social en su porte. Un líder debía decidir por encima de un deseo Bélico. Y es por ello que no le veía futuro en su cometido al Señor Klaus, quien buscaba respuestas con la espada.
Hice una reverencia al retirarse estos y ni bien se alejaron coloque las manos en la cintura y deje entrar en mis pulmones una profunda bocanada de aire ahogando con ella todas las tensiones que recaían sobre mis hombros.
- Que bien zafamos de esto! - expresé alegre al mirar a todos.
La elfa no tardo mucho en replegarse por completo.
- Te agradezco por la recomendación y vuelvo a agradecerte tu ayuda. - ahora era a ella a quien hacia una reverencia. Miré a Kaus, no tenia anda para decirle, no es como si esperara un agradecimiento de su parte, yo era quien debía estar agradecido de que mantuviera sus gruñidos silenciados y de que me permitiese solucionar todo con palabras. Los de su tipo detestaban la diplomacia, era de saberse, pero todo se resolvió según me lo anticipaba, tampoco era mi primera vez contra guardias.
- También me iré marchando de aquí. Fue un buen descanso, pero no debería abusar del hacer nada. - Tome también mi mochila y no dije mas dándome la vuelta. - Hasta otra oportunidad.
No lo haría personal, sin despedidas, sin mas palabras, solo caminando al son de la marea por la costa arenada.
Hice una reverencia al retirarse estos y ni bien se alejaron coloque las manos en la cintura y deje entrar en mis pulmones una profunda bocanada de aire ahogando con ella todas las tensiones que recaían sobre mis hombros.
- Que bien zafamos de esto! - expresé alegre al mirar a todos.
La elfa no tardo mucho en replegarse por completo.
- Te agradezco por la recomendación y vuelvo a agradecerte tu ayuda. - ahora era a ella a quien hacia una reverencia. Miré a Kaus, no tenia anda para decirle, no es como si esperara un agradecimiento de su parte, yo era quien debía estar agradecido de que mantuviera sus gruñidos silenciados y de que me permitiese solucionar todo con palabras. Los de su tipo detestaban la diplomacia, era de saberse, pero todo se resolvió según me lo anticipaba, tampoco era mi primera vez contra guardias.
- También me iré marchando de aquí. Fue un buen descanso, pero no debería abusar del hacer nada. - Tome también mi mochila y no dije mas dándome la vuelta. - Hasta otra oportunidad.
No lo haría personal, sin despedidas, sin mas palabras, solo caminando al son de la marea por la costa arenada.
Sauron Guardgris
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