El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]

Antes de que alguno de los dos lanzara otro puñetazo, notarían cómo un jarro de agua fría de forma literal les caería en la cabeza. El origen no podía ser otro que Helena. La bruja lanzó a ambos una mirada reprobatoria y se llevó las manos a la cintura, ya que las tenía en alza debido al hechizo que había conjurado.

Se había encapuchado de nuevo, aunque no sabía si eso serviría para mantener de nuevo la discreción, ya que anteriormente todo el mundo se le había acercado como si llevase un gran cartel en el que pusiera su nombre y datos biográficos al detalle.

Estricta, y como si de una madre se tratase, regañó a los dos hombres.

-¡Idiotas, más que idiotas!-Apretó la mandíbula intentando que su tono de voz no se alzara más de lo debido-¿¡Acaso se os ha ido la puta cabeza!?-Gesticuló en un intento de que todo aquel enojo fluyese por algún sitio.

Observó por unos segundos la reacción de ambos, y luego quiso seguir con la regañina.

-¿No entendéis qué significa la palabra "discreción"? ¿No os lo expliqué antes de venir?-En aquel momento, le encantaría agarrar una silla y reventarla en trozos contra el suelo-¡Tenéis los sesos de un puto mosquito!-Señaló a Taliesin-¡Uno borracho y delatándome!-Y ahora, señaló a Greg-¡Y el otro con ganas de armar más jaleo!

Se calló e intentó relajarse. No quería decir nada más para que ni Taliesin ni Greg se ofendieran. Quién lo diría, le importaban, quizás porque dependía de ellos de ahora en adelante, tanto como estos de ella.

Echó una mirada al cielo. Aunque aún era bastante de noche, se percató de que ya habían pasado demasiado tiempo allí.

Devolvió su atención a Taliesin, algo más calmada.

-Quedarán pocas horas para el amanecer.

Finalmente, acabó por relajar del todo su postura.

-Por favor, vámonos...-Dijo en un tono de voz muy bajo, casi en un suspiro que acabó en una mueca de disgusto en sus labios.

Quería un abrazo, necesitaba alguna muestra de afecto. Después de todo lo que había pasado, una sensación de soledad la embargaba. Pero aquello no iba a pasar ni en ese momento ni allí.

Taliesin se volvió, con el rostro dolorido, para encarar a Greg. En su mirada hervía la ira; estaba muy dispuesto a seguir aquella pelea para demostrar que no podían amilanarlo tan fácilmente, terminara como terminara. Ya se veía agarrando a Greg de la solapa y tirándolo contra el buffet de la fiesta. Pero antes de hacer nada más, le cayó una jarra de agua fría encima.

No sólo a él, sino también a su amigo Greg, quien ahora estaba tan empapado, de pies a cabeza, como Taliesin. Al verlo, el vampiro dejó escapar un bufido entre sus labios, que pronto se transformó en una risa, que terminó siendo una carcajada.

- ¡Pero qué es tan gracioso! - Se exclamó Greg, exasperado. Mientras Taliesin se reía, se giró hacia Helena, la culpable de su estado empapado-. Es culpa de este. Está borracho. Yo sólo he intentado que deje de decir cosas como que Ciudad Lagarto es una ciudad de mierda - dijo con el tono bien elevado debido a su estado de frustración-. ¡Yo no he hecho nada malo! ¿Para qué me empapas?

Miró a Helena intensamente, ofendido por lo que había pasado, y con un gruñido exasperado se desentendió del tema.

- Pues contrólalo tú si vas a hacerlo mejor. Yo no sé para qué me molesto. Os veo luego - diciendo lo cual, se fue de malos modos.

Taliesin se rio una última vez mientras levantaba una mano para frotarse la mejilla dolorida. No había valido la pena, y menos siendo que no terminaba de recordar cómo había empezado aquel pequeño episodio.

- Querida, te has delatado tú sola. Aquí te conoce todo el mundo. No tendríamos que haber venido si iba a ser tanto problema - se acercó a ella, pero aún quedándose a una distancia prudente; un pensamiento diferente se metió entonces en su cabeza y cambió su tono -. No llames mosquito a un vampiro... es como si yo te llamara... - Entrecerrando los ojos, se esforzó por encontrar un símil equivalente para un hechicero, pero no le surgió ninguno y dejó la frase sin terminar -. ¿Por qué trabajaste para alguien como Matthew Owens? ¿Has visto la clase de ciudad que tienen aquí? - Su equilibrio vaciló por un momento, lo cual él disimuló apoyándose contra la mesa cercana -. Y tus ex-compañeros te oooodian. Debiste hacer algo muy bien cuando te fuiste para que te recuerden así. No es sarcasmo. Cualquiera que viva en esta ciudad de mierda...

Ah, así había empezado la pelea con Greg. Ahora que lo pensaba, debía admitir que había tenido cierta razón dándole aquel golpe. Al día siguiente tendría que disculparse con él.

- De verdad, lo del mosquito es muy ofensivo. No encuentro símil ahora mismo, pero es muy ofensivo - y de golpe, como si acabara de darse cuenta, preguntó -. ¿Tú no querías emborracharte? ¿Por qué estás tan sobria? No fui a buscarte - recordó también de golpe, como si cada pieza de información llegara una a una a su cabeza -. Quería ir a buscarte. De verdad.

Helena miraba impasible a ambos. Enarcó una ceja en cuanto escuchó la pobre excusa de Greg.

-Claro, la mejor forma y más discreta de intentar callar a un borracho es empezar una pelea a puñetazos.

Aquel era un claro caso de "consejos vendo y para mí no tengo", ya que Helena no era el mejor modelo de contención y de guardar las formas que uno se podría encontrar, pero al menos no se podía negar que, en ese caso, estaba intentando manejar la situación de la forma más correcta posible.

No hizo nada más que seguir inquisitivamente con la mirada a Greg cuando este optó por irse. Era un imbécil orgulloso, la bruja dudaba de que diese su brazo a torcer, ¿Por qué? Porque ella era exactamente igual.

La mirada inquisitiva pasó a Taliesin en cuanto la Rhodes notó que este seguía riendo. ¿Seguía borracho?

Lo que mencionó era cierto; no deberían de haber acudido. Pasaron cerca de la ciudad y se oyeron rumores sobre la fiesta, y Helena era demasiado curiosa como para no asistir, y en parte le gustaban los problemas.

Suspiró, cruzándose de brazos y cambiando su mirada a una más benevolente.

-Sabes que no me he referido a eso...-Enarcó una ceja en cuanto, de pronto, el vampiro le asaltó con la pregunta sobre Ciudad Lagarto-Me daba techo, comida y seguridad. Era mucho mejor que la vida que llevaba...-Aquella última frase la dijo en un tono de voz más bajo, casi con melancolía-Aprendí muchas cosas en esta ciudad, si no me hubiese quedado habría acabado muerta en cualquier cuneta. Era demasiado impulsiva, alocada y temperamental...-Hizo una pausa, dubitativa-...bueno, mucho más que ahora.-Gesticuló con una mano añadiendo relevancia a la frase.-Lo único que hice aquí fue hacer mi trabajo y no dejar que nadie me pisoteara.-Se ajustó la capucha que le molestaba, toda orgullosa.

Ahora que estaban ellos dos solos charlando, se sentía más cómoda y segura. Además, parecía que todo el episodio anterior no había generado mucha expectación, y menos mal. Daba las gracias de estar entre gentes acostumbrada al ambiente de la ciudad sin ley.

-Gracias por pensar que hice algo bien.-Rompió el pequeño silencio que se había formado. Al acabar la frase, le dedicó una sincera sonrisa.

En cuanto mencionó lo del mosquito de nuevo, lo miró con cierta molestia.

-Deja de darle vueltas a lo mismo.-Torció el gesto-Quiero emborracharme, pero no aquí, porque si me emborracho es para perder el sentido y olvidarme de...-Tomó aire con cierta desesperación-...todo.

Acto seguido, el vampiro dio dos informaciones contradictorias, o al menos una causa-efecto con resultado negativo.

-Querías venir a buscarme, pero no viniste.-Repitió, con una mirada juzgadora, la cual mantuvo durante el suficiente tiempo como para ver cómo reaccionaba Taliesin. No estaba molesta en realidad, tan solo era un mero juego. Finalmente, se le escapó una media sonrisa pícara.-Quizás si hubieses venido hubieras ganado puntos conmigo-Se encogió de hombros-O a lo mejor, hiciste lo correcto y, al no molestarme, los has ganado.-Ahora, su rostro completo derrochaba picaresca.

Definitivamente, relajó su postura. Ya no estaba enfadada. Prácticamente era imposible estarlo más de cinco minutos con Taliesin.

Se acercó a la mesa en la que se apoyó Taliesin y agarró una manzana de un cuenco de frutas que allí había. Antes de darle un mordisco, miró de reojo al vampiro.

-Te vuelvo a recordar que el amanecer está cerca, querido prometido.-Dijo pasando su brazo por debajo del de este para quedar agarrada-¿Quieres hacer algo más y morir, o nos vamos y salvamos tu vida?-Dijo con un tono juguetón.

De nuevo, lo dio, con su otro brazo, un mordisco a la manzana.

Esbozó una sonrisa y se encogió de hombros mientras mantenía cargado a su espalda a aquel que antes le había taseado.

-Puede que sea de esos-De gente que que llena sus casas de otros que les pegan.-¿Acaso se necesita una razón para ayudar a alguien? Deja los cumplidos para cuando hayamos salido de aquí, anda.-Dijo con un tono afable y quitándole hierro al asunto, no le gustaba alardear de sus acciones y sentía cierta vergüenza cuando otros lo hacían.

Puede que muchos vieran la forma de actuar de Alward como hipócrita o falsa, después de todo, el mundo no estaba lleno de gentilidades ni bondad, más bien todo lo contrario. Más de una vez había que tenido que lidiar con gente que le cuestionaba, pero lo que hace honorable a un caballero es seguir adelante a pesar de todo, y él creía fervientemente en eso. Quizás la realidad de aquella gente era demasiado turbia como para creerse que alguien así exista y que respalda una causa que ven como ilusoria o directamente inexistente.

En cuanto tomaron uno de los tantos pasillos, la sala que dejaron tras de sí se derrumbó completamente dejando sepultada toda vuelta atrás.

-Mejor tener direcciones que tomar a no tener nada...-Dijo después de asentir a lo que había dicho el brujo.

Sin mucho más, ambos se encaminaron hacia adelante. Alward volvió a aupó a Einar en su espalda para tener un mejor agarre, se estaba empezando a cansar y a resbalársele.

Mientras su acompañante cavilaba sobre la estructura y propósito del laberinto, el Sevna lo seguía en silencio, observando atento a ver qué hacía. Parecía ser un hombre de grandes conocimientos y no tan solo hábil en el arte de la guerra.

No pudo evitar sorprenderse cuando el brujo chasqueó sus dedos y conjuró una llama flotante, pues la magia era fascinante y un misterio para él. Alward se fijó en el brujo, estático en mitad de la bifurcación a la que habían llegado. Concretamente, su mirada pasó a posarse sobre la llama, intentando buscar el por qué de haberla conjurado.

De pronto, la llama osciló ligeramente hacia uno de los lados, como empujada por el viento.

-¡Oh, así que era para eso!-Asintió, aún sorprendido.

Vincent le preguntó si podía con Einar, a lo que Alward asintió sin problemas, aunque de pronto, notó cómo el peso que cargaba a su espalda se volvía más ligero, pudiendo dar cierto descanso a sus músculos.

-¿Telequinesia? Vaya, gracias...-Esbozó una sonrisa agradecida.

A partir de ahí a ambos los guió la corriente que se veía reflejada de forma sutil en la llama del brujo.

-A decir verdad, eres de gran ayuda...-Rompió el silencio que se había formado tras haber estado caminando un par de minutos-Si no fuese por ti no lo habría contado allí atrás ni... ahora.-Torció el gesto, no sabía si eso era bueno o malo-Gracias, Vincent. Pareces buena gente.-Le dedicó una sonrisa sincera.

Finalmente, llegaron hasta un punto sin salida, aunque no literalmente. Al final del último pasillo que encararon podría encontrarse el marco de madera de lo que podría ser una puerta, pero sin esta última puesta, tan solo había piedra en su lugar, tal y como en el resto del laberinto, pero en su umbral había algo diferente; un portal.

Alward lo miró con cierta desconfianza.

-¿Si entramos ahí no lucharemos contra una quimera, verdad?-Si eso sucediese, aquel día sería demasiado memorable y una historia que contar a sus propios nietos.

Se acercó y examinó el portal más de cerca.

-¿Notas algo... diferente?-Miró de reojo a Vincent-...bueno, no puede ser peor que quedarse aquí atrapados... ¿No?

Trago saliva y pensó un segundo antes de atravesar el portal. Finalmente, cerró los ojos y entró.




Llegaron por fortuna a la casa de Matthew nuevamente, a la cocina en concreto. Al final, habían alcanzado el objetivo de su pequeña aventura, aunque a él ahora eso no le importaba; estaba deseando salir de allí y no volver jamás. El objetivo de llegar a la cocina y hacerse con la tarta era de Thaiss, no el suyo, que por cierto, el susodicho pastel estaba en toda su esplendorosidad sobre una mesa, toda adornada de forma estrafalaria tal y como le gustaría al virrey. ¿El sabor? Quién sabe, demasiados colores tenía eso como para hacerse con uno y, además, Alward no le prestó más atención de la necesaria.

-¿Vas a quedarte aquí a esperar a Thaiss o te vas?-Le preguntó al brujo-Yo lo tengo claro.-Respondió dirigiendo una mirada hacia la salida.

Dejó a Einar sentado en una silla, en una echado hacia atrás en el respaldar en una postura que haría creer a cualquiera que no le conociera que se había pasado con la bebida, si es que un cibernético podía hacer tal cosa...

Su nariz entonces se percató de algo.

-...seguimos oliendo a mierda...

Como fuese, poco se podría hacer allí. Así que, hiciera lo que Vincent hiciera, salió de la cocina. Nada más girar hacia la izquierda en su umbral se encontró de bruces al mismísimo Matthew Owens.

-¡¡¡AHHH!!!-Se le escapó aquel grito de sorpresa al igual que si hubiese visto un fantasma. Sintió tensión en todo su cuerpo y un nudo en la garganta-¡...Matt...!-No le había llamado "Matt" en su vida, pero fue un intento por rebajar su tensión y mantener la compostura.

Soltó gran cantidad de aire por la nariz y se apoyó en la pared para que al virrey no le diera por esquivarlo y pasar así a la cocina. Allí vería a Einar en un estado poco halagüeño y a Vincent.

-¿Qué tal? Una fiesta bastante agradable, ¿Verdad? JAJAJAJA-Era la risa más ruidosa y falsa que había soltado en su vida.-¡N-no debes estar aquí! ¡Ver tu propia tarta de cumpleaños antes de que te la ofrezcan da mala suerte!-Estaba mezclando celebraciones. Su lengua iba más rápida que su cerebro.

Si era necesario, interpondría su cuerpo evitando así cualquier recoveco por el que se pudiera colar Owens.

Le puso las manos sobre el pecho y le empujó levemente para que retrasara su posición.

-No seas tontorrón, hombre. Venga, vuelve a la fiesta, Eyre me ha encargado que te lleve la tarta. ¡P-pero aún no está lista!-Insistió.


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Off: Sigo interactuando con Vin y..., hola, Matt (?).

- Quizás les hayan tocado aguas termales - coincidió Thaiss, considerando seriamente el comentario de Fémur -. Quizás estén limpitos y felices en otro lugar, preocupados por nosotras, porque no aparecimos tras ellos. Estos hombres. Siempre se piensan que las mujeres irán detrás. Pero no es así - comentó automáticamente mientras seguía toqueteando las paredes, aquí y allá -, nosotras tenemos nuestro propio objetivo. ¿Verdad? ¿Qué crees que nos regalará Matthew por su cumpleaños? ¿Esa calavera? Sí, yo creo que bien podría darte eso, ¡es tan su estilo, y tan el tuyo! Harías bien en llevártela ya; le harías un favor, porque le ahorrarías el tener que dártela, y ya que estamos aquí parece lo más razonable.

Hablaba casi en paralelo a lo que decía Fémur, moviéndose inquietamente hasta que la mujer se sentó en un sillón. Thaiss siguió revoleando alrededor, como si la estuviera esperando sin querer al estar fijándose siempre en alguna decoración, una puerta, o una mancha en la pared.

La reacción de la señorita que abrió una puerta, encontrando el pasillo hecho un desastre, fue de sorpresa y horror. Aquello le dio certeza a la ladrona de que había estado haciendo un buen trabajo. Fémur rápidamente se hizo super amiga de la recién llegada; tan amiga que la agarró por encima del hombro, y habló con ella desde una distancia mínima que no entendía de conceptos como el de espacio personal.

- ¡Ay, Millie! ¡Qué gusto verte! - Thaiss saludó alegremente con su mano completamente embarrada -. Matthew nos ha dicho que te digamos que tienes el día libre. Será él el que se ocupe de limpiar todo eso; es su regalo de cumpleaños, y le apetece un montón.

Fémur era increíblemente convincente, de una manera afectiva y cariñosa que dejó a Thaiss conmovida. Con su labia y carisma, atemorizó a la pobre Millie, quien en realidad era sólo una mujer sola e indefensa que había tomado una mala decisión al ir a trabajar a casa de Matthew Owens. La ladrona asintió a las amables peticiones de la vampiro.

- Y también querríamos limpiarnos - aportó.

La no llamada Millie tragó saliva tan sonoramente que hasta Thaiss, a una distancia prudencial y educada, pudo escucharlo. Después, levantó la mano para señalar el pasillo por el que estaban transitando, y hacia la izquierda.

- E-estamos al lado, es... Es doblando esa esquina, y la primera puerta...

Todo su ser gritaba "por favor, no me hagáis daño".

- Maravilloso. ¿Ves, querida Fem, querida Mur? Ya casi estábamos ahí. Si no te hubieras sentado a descansar, ya tendríamos el paste ante nosotras. Y recuerda, Millie: no limpies nada - dicho lo cual, echó a andar alegremente por el pasillo, preguntando en voz alta a la nada: - ¿Será de fresa? ¿Será de vainilla? ¿Será de limón y limona?

Pero se detuvo de golpe cuando desde ese pasillo escuchó una voz: en concreto la de Alward, saludando a Matt. Tuvo un momento de duda, pero pronto se dio cuenta de que en realidad aquello era ideal, casi predestinado. Y por elllo, dobló la esquina con paso firme y acelerado.

- ¡Maaaatt! - Se exclamó, yendo a abrazalo antes de que él pudiera irse muy lejos, cubierta de estiércol como estaba - ¡Feliz cumpleaños, querido! ¿Cuántos son ya? ¿Cuarenta y dos? Entonces son cuarenta y dos tirones de oreja.

E intentó, por supuesto, agarrársela para tirar de ella.

Una vez más se encontró sola con su niña, y la verdad era que no le importaba en lo más mínimo. Eran como una pequeña burbuja alrededor del resto del mundo y mientras se miraban a los ojos comprendían que así estaban bien.

Aún así, esto era una fiesta y la pequeña ya se la pasaba mucho tiempo encerrada e incapaz de disfrutar de todo lo bueno que la vida tenía que ofrecer. Oromë deseaba enseñárselo todo, o al menos aquello que era capaz considerando las limitaciones de la vampiro.
La guió de la mano hacia una mesa con cosas que podría comer, o al menos intentar. La realidad era que la dragona aún no conocía muy bien el funcionamiento de los vampiros y por lo poco que sabía del pasado de la niña, ella tampoco era del todo conocedora.

La dejó escoger de la mesa lo que ella quisiera y siguieron su camino sin rumbo fijo, simplemente deambulando y contándose cosas, como que cosas había aprendido con Go'el mientras ella no estaba, sobre lectura y la nueva libreta para dibujar que le había dado Gali de regalo.

Si no fuera porque levantó la vista para ver por donde iba, hubiera perdido de vista a Reivy. -¿Rei?- Se acercó a ella con la mirada confusa. -No me avisaste que vendrías- Frunció el ceño bastante ofendida al respecto, sintió la necesidad de agregar un "maldita" a la frase, pero su niña ya había escuchado demasiados insultos el día de hoy. Aunque ¿a quien quería engañar?, lo más probable es que Sena supiera mas palabrotas de las que ella conocía a esta altura...

Por un instante sintió como su cuerpo se tensaba y observaba a Merida y la falta de ojos. No, no le daba miedo ni asco, era más bien sorpresa, curiosidad y sobre todo el deseo de su maldición por sanar. Tragó con fuerza y se mordió la lengua.

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Charlo con Reivy.

-¿¡Que no soy real!? -Pregunté sorprendida antes de romper a reír. -Soy tan real como el aire que respiras, además, te di una de mis escamas el día que nos conocimos. ¿Y quién ese Derek? -Coloqué las manos en sus hombros para mirarla fijamente. -¿No me digas que es el causante de que ya no huelas a perro muerto? tengo que conocer a ese chico. -Reí una vez más.- Se ha ganado el Valhalla. Acompañas... espera ¿¡No me digas que el tal Derek es tu novio!? -Ahogué un grito de emoción. - Me lo tienes que presentar, tengo que hacerle pasar la prueba del dragón. -Sonreí contenta aunque Merida no pudiera verlo. -Estas preciosa, Meri. Ah pues... -Me rasqué bajo el labio inferior con la uña. -Es contarse todo lo importante que hicimos o nos pasó desde la última vez que nos vimos.

Estaba hablando tranquilamente, mirando con ilusión y alegría a Merida y de repente... oscuridad, la más negra y aciaga noche acababa de caer sobre mí. No veía nada.

-¿Que diantres...? ¿Dónde están todos?

Me puse las manos en la cabeza, tanteando que me sucedía. Seguía escuchando todo y no me había movida del sitio, tan solo se había puesto todo negro.
Entonces recordé mi primer encuentro con Nayru y la técnica que usó contra el graphorn.

-¡TE VOY A MATAR, MALDITO MOSQUITO FETICHISTA! -Alcé las manos al cielo con el puño cerrado, como si por hacer aquello la vampiresa fuera a oírme mejor. - ¡Pienso encontrarte! Y cuando lo hago te ataré en el sótano y te hare suplicar.

La realidad es que no tenía ningún sótano, pero en aquel momento eso no importaba. Lo único que importaba era seguir gritando estupideces mientras una nueva voz, muy conocida, me salía al encuentro.

-¡Y me suplicaras que... -Me detuve en seco y giré hacia donde suponía que estaría la albina. -¿Oromë? ¿Orinchu eres tú? -Tanteé el aire hasta encontrarla. -Amiga mío cuanto tiempo. -La abracé. -No tenía ni idea de que estabas aquí. Me tenías muy preocupada, hace mucho que no tengo noticias tuyas. Eres una lagarta escurridiza. -Sonreí de oreja a oreja a oreja al separarme. -Espero estar mirando hacia el lado correcto, ¿lo estoy? ojala que sí. Una enclenque chupasangre me ha tirado un hechizo y ahora no veo tres en un burro.



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Off: Interactuo con Merida y Orome. Me cago en los muertos de Nayru

"Sigues siendo impulsiva y temperamental" quiso señalar Taliesin, para lo cual abrió la boca. Pero la misma Helena se dio cuenta de ello, y se corrigió a sí misma antes de que el vampiro tuviera oportunidad de hacerlo. Volvió a cerrar la boca y asintió, complacido ante la corrección.

- ¿Mm? - Se sorprendió cuando Helena le agradeció el comentario que él había hecho antes, y que a estas alturas Taliesin apenas recordaba. - No tienes que agradecerme eso.

Se quedaron un momento en silencio, pero no fue incómodo. Taliesin cerró los ojos y disfrutó del extraño momento: las voces a su alrededor, con gritos esporádicos, la sensación de que todo se movía, la brisa nocturna que de vez en cuando le acariciaba el rostro. Se sentía rodeado de gente y eso le gustaba. Apenas notaba el golpe que le había dado Greg, y definitivamente no le importaba.

- Es ofensivo - insistió por tercera vez, pero ahora con tono divertido, y volvió a abrir los ojos -. Es fácil ofender a un vampiro.

Volvía a encontrarse de buen humor; algo de todo aquello, del momento de paz y silencio, lo había tranquilizado. Por ello, cuando Helena bromeó sobre las consecuencias de ir o no a por ella, volvió a reírse, más de lo que parecía razonable, pero de buena gana. No respondió exactamente a la complicada cuestión de si había hecho bien o mal, pero se fijó en que no había recriminación en el tono de la hechicera.

Helena se agarró a su brazo, y Taliesin respondió moviéndolo para rodear los hombros de la bruja con él, acercarla un poco y darle un beso en el pelo. Suspiró sonoramente cuando ella comentó que debían irse pronto, llamándolo otra vez prometido.

- Vinimos porque tú querías, y ahora eres la que quiere irse - se quejó -. Me gusta esta clase de eventos donde no me conoce nadie. Y el vino era bueno. ¿Acaso tenemos prisa?

Pero la respuesta era claramente que sí, hasta cierto punto. Aún podían remolonear un poco, pero pronto deberían considerar el retirarse sin ver el final de la fiesta. De todas formas, ya era muy tarde para cualquiera que no fuera un vampiro. Taliesin mantuvo el brazo alrededor de Helena, agarrando su hombro; y esto le vino bien, junto al apoyo de la mesa, para no balancearse demasiado. Sus ojos seguían achicados mientras miraba en dirección a toda la gente que aún bailaba.

- ¿Cómo les explicarás la próxima vez que al final no te casaste con tu prometido? - Quiso saber. - ¿O estaremos oficialmente casados en lo que a Ciudad Lagarto concierne? De todas formas dudo que haya una sola cosa legal en esta ciudad.

Fue caminando con Hadden, pasando un brazo por arriba de sus hombros.

-Podría ser, no lo descarto - Lo miró de costado y sonrió -No me gustó la forma en la que ese sujeto te miraba, me dio mala espina. Pero claramente si quieres volver no puedo hacer nada para impedirlo - Era el modo rebuscado de decir “Me gustaría que no lo hagas”- Aún falta para el final del mes -

Para entonces ya estaban llegando a la casa, pero antes de que pudieran entrar Matthew se encontró de frente con una persona que hubiese preferido no tener que ver ese día.

-¿Que carajos haces en mi cocina, Alward? - Se tapó la nariz - Ah, veo que te topaste con las trampas, te dije que no entraras a mi casa sin permiso - Claramente el Sevna estaba haciendo tiempo, era un pésimo mentiroso, no era necesario ser el mejor Estafador de Aerandir para notarlo - Bien... ¿Qué te traes entre manos...? -

“Maaaatt” no era necesario verla para saber quién era, esa voz insoportable solo podía pertenecer a la persona que hubiese preferido no tener que volver a ver en toda su vida. Su sorpresa fue tal que no pudo apartarse a tiempo, y recibió de lleno a la espantosa mujer cubierta de excremento, el Virrey se quedó de pie, con los brazos abiertos para tocar lo menos posible a Thaiss.

-¿Por qué estas viva, Engendro? - Se suponía que Helena la había matado, evidentemente le habían mentido “No debería extrañarme” pensó mientras miraba sin disimular en lo más mínimo el asco y la decepción que sentía de ver que Thaiss estaba viva - ¿Cuarenta y dos? ¿Es que no sabes sumar, Pequeña Piojosa Ignorante? - Para ella Matt solo tenía palabras desagradables.

La agarró de los brazos con más fuerza de la necesaria y la apartó, empujándola hacía atrás donde Alward podría agarrarla. Estaba seguro de que habían hecho un desastre en la casa, y que además estaban planeando otra cosa, ahora sabía que no se libraría de Thaiss el resto de la noche y que, por lo tanto, el cumpleaños estaba arruinado.

-Feliz cumpleaños para mi - Dijo haciendo una mueca de repulsión - Iré a cambiarme - Una mentira bastante evidente, ya que no entró a la casa sino que dio la media vuelta y empezó a caminar en sentido contrario, cruzando por el costado de la pista de baile y en dirección a la ciudad.

Beber solo en la tienda parecía una buena manera de terminar la celebración, al fin y al cabo, no había nada que festejar.

-Eso es bueno, yo no conozco a los mios.- Dijo como si nada la peliblanca y cuando toparon con la pieza que buscaba Orome no pudo evitar mirar de pies a cabeza a los involucrados y dándole nombre a cada uno, y aunque lo deseara no podría decir que los olvidaría. ¿Cómo es que los demás decían tener mala memoria? Como fuere el hombre no parecía nada interesado en el par, al contrarío hasta parecía que de un momento a otro les diría “shu shu”, pero su atención orbito directamente hacia Sena a la que trato de forma casi paternal.

-Muy bien confiare por sus anteriores palabras, y eso fue, bastante interesante.- Dijo ante la peculiar discusión y marcha de los implicados...-Mis Amigos me dicen Chris.- La voz de la albina, sus gestos todo era una pantomima de delicadeza y refinamiento. Aunque en vez de tender su zurda al hombre poco atento decidió hacer una suave inclinación de rodillas y extender la falda negra, como una bailarina a punto de hacer un grácil pasó. Y oyó a Orome, interesante, muy interesante. La pálida joven le hacía gestos bromistas a Sena y luego volvía a dar un semblante estoico y demasiado digno. El arranque de Taliesin le causo una sonrisa, algo sádica a decir verdad. Si la ciudadela no era lo mejor, pero era suya, llevo la mano a la espalda pero un golpe asfixiante le adelanto la idea. –El problema no es lo que diga de este lugar, el problema es que se cree superior.-Escupió a las botas y tras lanzar un beso a Orome fue a una mesa a buscar algo de beber. Movía las manos como si aferrara los ganchos, tenía cierta ansiedad, deseo, algo le reverberaba en la sangre y deseaba golpear una suave masa de carne que se volviera una pupa sanguinolenta en sus manos y… Suspiro cuando tomo una jarra de la bandeja de un mocillo, no espero que le sirviera, se la llevó con ella tomo una copa y con una manzana en la boca volvió a buscar al par, pero, bueno parecía ocupada con alguien que tenía finta de tener su propia nube de tormenta. –Pfedcudiar.

No se molestó en quitarse la manzana para hablar, no tenía conocidos ahí más que al par que acababa de dejar, y al cumpleañero al que por cierto no había dado su abrazo. Y por distraída casi tropezar con la alfombra que habían dejado... Muy bien olvidemos el casi. Lo tumbado no era una alfombra y no lo pudo esquivar con el saltito que dio por acto reflejo que termino con su pie pisando alguna parte blanda y haciéndola tropezar con jarra y copa, terminando con un vino derramado una copa rota y una manzana rodando con una limpia mordida y ella escupiendo el trozo mientras se hincaba tratando de no presionar nada más del elfo caído.

-¿Quién dejó algo tirado nomas porque si’ aunque mejor sería preguntar ¿qué haces tirado en plena pista? –Se sobo la mandíbula mientras hablaba, su primera fiesta que no involucraba salir por patas por ser el responsable de una mancha en una costosa alfombra, y ella era la que acababa tumbada por algo que dejo otro ahí tirado.

Off: Termino interacción con Taliesin, Orome y Sena y termino sin vino al pisar a un Mefisto tirado en el piso.

¿Era paz aquello que se respiraba en el ambiente? Excepto prolongados momentos de su año en Ciudad Lagarto, no había dispuesto de aquella sensación nunca, así que casi podría estar segura de que así era. Todo, segundos atrás, auguraba momentos de tensión y desastres dramáticos, pero el enlace fue totalmente diferente. Eso Helena lo consideraba como una victoria personal.

Sintió el beso que Taliesin le dio en su pelo como una conexión con la realidad y el presente, desconectando así de sus propios pensamientos y sus sensaciones internas.

No respondió a su pregunta sobre el repentino deseo de querer marcharse, simplemente lo miró con una sonrisa pícara, en sus ojos podía denotarse la respuesta "Sabes perfectamente que sí".

Por la forma de apoyar el peso del vampiro, la Rhodes intuyó que este estaba más bajo el efecto del alcohol que en sus propia cabeza. Conocía esa sensación, mejor de lo que podría aparentar aquella noche, ya que no había bebido ni gota. Debía ser la primera vez que acudía a una fiesta y se iba tan seca como llegó.

¿Qué mas da?-Dijo ante la última pregunta de Taliesin, se preguntaba por qué aquella noche este le daba tantas vueltas a las cosas, ¿Sería su característica innata estando borracho? A algunos les daban por ser agresivos, otros súmamente felices y otros deprimentes.-Eso simplemente fue una mentira y un papel; uno de los tantos que tengo que cumplir en mi vida.-Respondió de forma más contundente. Viendo el patrón que el vampiro llevaba, quizás tuviera que volver a repetirlo más de dos veces.-¿Alguna vez te conté cómo me hice pasar por una noble de la más alta cuna para flirtear con otro de mi "mismo nivel" y asesinarlo en un baile?-Rió mostrando una falsa naturalidad-Soy una maravillosa actriz. Si alguna otra vez vuelvo a esta ciudad, probablemente será sola, así que no tienes que preocuparte por ello.

De pronto, la bruja sintió una ligera vibración en el ambiente que se manifestó como un ligero pitido en su oído. Prestó atención a las figuras de una pareja que pasó delante de ellos; hombre y mujer desconocidos, ambos de pelo negro y tez blanca, nada más destacable, eran personas del montón, pero la mujer entre sus manos tenía una especie de cofre en miniatura. El aire alrededor de ese cofre vibraba, y el éter también. Enseguida supo qué era.

Desvió su atención a Taliesin y se apartó de él.

-Medallón.-Indicó discretamente con la mirada.

La pareja se acercó hasta el montón de regalos que los invitados habían dejado para el virrey por su cumpleaños, y a los pies de estos, la mujer dejó el cofre, como uno más.

Debía conseguirlo y largarse de allí. Era la excusa perfecta para no permanecer allí por ningún momento más... si es que necesitaba rendirle cuentas a alguien.

Sin más, agarró el cofre, ansiosa, y lo abrió. En su interior pudo ver una decoración acolchada con una esponjosa tela morada y en el centro un medallón con extraños ornamentos y dibujos tallados en este de una calavera y varios adornos; era El Medallón, o uno de ellos.

-¡Eh!-Dijo una voz detrás de Helena.

La bruja se sobresaltó un poco. No había sido nada discreta.

-¿¡Qué haces!? ¡Ese es nuestro regalo para el virrey!

-...-Apretó la mandíbula sin girarse en ningún momento. Suspiró con pesar.-...lo necesito.-Pegó el cofre a su pecho, con apego

-¿¡C-cómo!? ¡Oye, será mejor que...!-Antes de acabar su frase, posó una mano en el hombro derecho de Helena, esta, como acto reflejo e instintivo se volteó, notando como su corazón daba un fuerte latido y... se detuvo. La temperatura de su cuerpo bajó y las pupilas se le iluminaron.

Sin más, dejó el cofre para el agarre de su mano derecha, junto a su pecho, y con su otra mano descubrió su daga oculta en el antebrazo que no dudó en arremeterla contra la cara de aquel sujeto, dejando una escena sangrienta y brutal.

Todo en cuestión de poco más de un segundo [1].



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Off: -Maldición: Corazón de Hielo [1]

Corazón de Hielo:

Algo cambió en la actitud de Helena con aquel acto cariñoso que le dedicó el vampiro; quizás excesívamente cariñoso. Taliesin la miró extrañado, achicando un poco más los ojos y alejando la cabeza y el cuerpo, pero sin dejar de rodear los hombros de la bruja con un brazo.

- No da nada - admitió ante la respuesta contundente y defensiva de la hechicera -. Sólo pregunto. Te he ayudado con esa mentira, no tienes por qué responderme así.

Lo dijo con un tono neutro y cansado. En un momento más sobrio se habría retraído y le habría dado a Helena el espacio que ella siempre parecía necesitar, pero en su estado, quiso revolverle el pelo como a una niña pequeña que no sabe controlar sus emociones. Suspiró al hacerlo.

- No eres una actriz TAN buena como crees.

La contradijo sin pensarlo, de manera instintiva, y más por devolverle la reacción fría que ella estaba teniendo de golpe que otra cosa. No es que hubiera notado que Helena mentía mucho, pero sí quizás que no siempre era sincera. Algo de aquello le molestó un poco, pero no supo determinar del todo qué. Separó el brazo de Helena y lo usó para apoyarse en la mesa.

- Vámonos - accedió al fin; y ahora que lo había hecho, sonaba casi a una exigencia.

Pero justo en el momento en el que decía esto, Helena se apartó de él, interrumpiéndolo a mitad. Su expresión había vuelto a cambiar, y Taliesin pensó que iba a decir algo importante... Y así fue, pero en un sentido que el vampiro no se esperaba. El hombre se irguió al escuchar aquella palabra; la adrenalina apartó un poco el alcohol, y buscó con la mirada lo que decía la bruja. En su interior sentía que ella tenía razón: el influjo del medallón tiraba de él. Era la razón por la que habían ido hacia Ciudad Lagarto, pero no esperaba que hiciera acto de presencia en la fiesta.

Helena se apartó rápidamente, decidida a ponerse en acción sin esperar ni consultar a su compañero. Cuando el vampiro quiso darse cuenta, ella ya se había acercado al montón de regalos para el Virrey. Una pila que era sagrada, y de la que nadie, en toda la noche, se había llevado nada. Las consecuencias podían ser mucho peores que los frutos de un robo así.

"No..." pensó, alarmado. ¿Cómo evitar la confrontación que se estaba iniciando? No encontró palabras ni acciones, más que echarse a andar hacia allá apresuradamente. Pero no llegó a tiempo para impedir lo que se había evitado, hasta entonces, toda la noche: que Helena se dejara llevar por sus emociones negativas y se iluminaran sus pupilas con aquel tono gélido.

Varias personas a su alrededor se apartaron, y Taliesin en cambio avanzó. Hubo una pequeña exclamación común de los asistentes: un asesinato no era algo tan fuera de lugar, pero la situación específica del mismo sí era motivo de atención. El vampiro miró a Helena con temor: parcialmente por ella, por las consecuencias de aquella acción, pero también de ella. Si se dejaba llevar y se recubría de hielo, la bruja no diferenciaba a amigo de enemigo. Ya había intentado matarlo una vez.

A pesar de todo, la agarró de la muñeca y tiró de ella para llevársela de allí con el cofre. Su visión era borrosa y confusa, pero sabía que no podían quedarse quietos y dejar que la seguridad de la fiesta, o sus asistentes, decidieran ponerse en acción y reducirlos.

- Te odia demasiada gente para esto - murmuró entre dientes, más para sí que para nadie.

- Se han llevado un regalo del Virrey - escuchó que alguien decía a sus espaldas; de momento, era más un comentario que una acusación.

Dos sensaciones recorrían el cuerpo de Helena de arriba a abajo; sorpresa y rabia. Ello, mezclado con la obsesión por el medallón, hacía que la bruja fuese un crisol de emociones bastante peligroso.

Su cuerpo bajaba de temperatura, y el contraste de la sangre salpicada en la casi totalidad de su mano y antebrazo izquierdo hacía que tuviese una sensación bastante chocante. Sus ojos se abrieron como platos, mostrando la frialdad de su corazón a la par que la sorpresa por haberse tenido que manifestar de aquella forma su transformación, cuando las cosas más calmadas estaban.

Notó el agarre de Taliesin en su otra mano, pero se zafó de él. El cofre y lo que este contenía sería para ella. El vampiro insistió y fue entonces cuando la Rhodes salió de su parálisis para reaccionar con inercia al tirón que le dio su compañero de viaje. Así también sacó la daga de la cara de aquel desafortunado sujeto. La mujer que lo acompañaba estaba de rodillas en el suelo en shock.

Se bajó la capucha con la mano ensangrentada, esto no hizo más que teñir parte de esta de carmín.

Apresurada, siguió a Taliesin.

Apartó con brusquedad a todo aquel que se interpusiera en su camino, y para no ver sus rostros y enrabietarse más, tenía la mirada fija en el suelo y su rostro escondido tras la capucha, viendo tan solo lo imprescindible para no tropezarse o saber por dónde iba, apretando el cofre con su mano derecha contra su pecho.

El gentío estaba confuso con respecto a lo ocurrido. En mitad de todo el revuelo, se perdió la pista de Helena y Taliesin.




Su corazón volvió a latir, su cuerpo retomó la temperatura que le pertenecía, y sus pupilas dejaron de poseer aquel brillo azulado.

Estaban lejos de la fiesta, Helena se sentó en la hierba, en mitad del bosque y empezó a jadear pesadamente. El contraste de que le empezara a latir el corazón con fuerza hacía que sintiese punzadas en el pecho.

-...esto no debe ser sano...

Intentó calmarse todo lo que pudo. Cuando se vio mejor, notó que el cofre aún seguía estando contra su pecho en un férreo agarre por su propia parte. Ansiosa, lo abrió para descubrir que allí seguía la causa de todo.

-Sigue aquí...-Suspiró aliviada.

Levantó la vista hacia Taliesin. Frunció el ceño y se puso a la defensiva.

-No digas nada.-Se llevó su mano izquierda, aún ensangrentada a la sien para masajeársela, con ello también se manchó el rostro de carmín.-...no es justo que digas algo.-Dijo en un tono de voz más bajo de lo normal, con lamento.



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Off: Y, con esto, salgo del evento-tema ^^.

Su corazón latía a mil, y su sentido del momento y el lugar no estaban del todo repuestos. Un pensamiento invadía absurdamente su mente: que no tenía intención de volver a Ciudad Lagarto jamás, pero tampoco quería tener otra ciudad más en la lista de aquellas a las que no podía volver. No podía evitar fijarse en aquello, pensar en ello, cuando se apoyó contra un árbol para retomar el aliento y sintió su coración bombeando en sus sienes.

Miró a Helena cuando ella habló, y la vió ponerse a la defensiva. Aquella palabra, "justo", lo golpeó en el rostro. Sintió su propio gesto, que ya demostraba enfado, alterarse aún más, distorsionado en rabia e incredulidad.

- ¿Qué de todo esto es justo? - Gritó sin previo aviso -. ¿Qué te parece a tí que es justo? - Insistió, con los ojos muy abiertos y expresivos, llenos de dolor y enfado.

Había llegado a un punto de ebullición que no podía reprimir, y al gritar lo hizo perdiendo todo control sobre sí mismo. Aquella frase retórica contenía muchísimo para él. El rostro de la bruja estaba manchado de sangre que le recordó aún más lo que acababa de ocurrir, y el tono de lamento de ella tampoco sirvió para tranquilizarlo: lo entendió como una victimización injusta.

"Justa". Ya no sabía si estaba ebrio de alcohol o de emoción, pero llegaba a tal punto que no sabía expresar lo que sentía. Así que le dió la espalda a Helena y se echó a andar, en la dirección que fuera, con tal de alejarse. No quedaba mucho para el día, pero encontraría algo; como siempre lo hacía.

Porque ahora mismo no quería hablar de ello, ni enfrentarlo, ni pensarlo. El cofre, el medallón, e incluso Greg, tendrían que esperar.

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Offrol: Taliesin abandona el evento.

Trató de ignorar esa picazón interna tan bien conocida por ella mientras se dejaba abrazar por Reivy. Estaba un poco tiesa y no le había devuelto el gesto.
Sena observaba a ambas mujeres con leve curiosidad, pero principalmente a su madre adoptiva, como si supiera con lo que ella estaba luchando en ese mismo momento. Incluso así vio como la albina sonrió ligeramente, fingiendo que todo estaba bien.
-Lo siento, pero no tengo muchas opciones hoy en día- Trató de restarle importancia al asunto, ciertamente no era divertido ir de lugar en lugar cada cierto tiempo, pero tampoco podía quejarse pues al menos aún seguía respirando.

-¿Qué cosa?- Enarcó las cejas y tomó el rostro de su amiga con ambas manos, acercando su rostro al de ella para verla mejor. -Por fuera no se nota nada, de todas formas no te preocupes, seguro pronto se irá... creo- Soltó su rostro y luego tomó una de sus manos y la apretó suavemente. La había extrañado demasiado y lamentaba no poder comunicarse con ella tanto como esperaba, pero no se podía cambiar el pasado y agradecía tener esta oportunidad ahora a pesar de que Reivy estaba más ciega que un murciélago. -Nada me gustaría más que quedarme aquí y charlar contigo Rei, pero pronto amanecerá y debo llevar a Sena a casa. Puedes venir luego de la fiesta si quieres. Estaré esperándote...- Besó su mejilla y se volteó para irse, no sin antes dedicarle otras palabras. -Intenta no incordiar a nadie en el camino, que yo no pienso salir a buscarte como si fueras una anciana checata- Se carcajeó mientras se alejaba de la tienda con Sena sujetándose a ella y de camino a su casa.

En todo el trayecto se quedó pensando en el pasado, en todas sus acciones y las consecuencias de ellas. Se preguntó que hubiera pasado de haber hecho algo diferente, pero sin importar cuanto trataba de imaginárselo la imagen no se formaba. Le era imposible proyectar algo diferente al presente y más aún carecer de las nuevas sensaciones que el Objeto imponía sobre ella. Todo era tan extraño y cambiante a su alrededor, especialmente ella, lo cual le hizo cuestionarse si en el futuro se seguiría reconociendo a si misma.

•Terminó mi super corta charla con Reivy y me voy de la fiesta. Ahí se ven gente :3

La alfombra elfica seguía tendida, la verdad no le puso más atención, la jarra de vino había terminado derramada, la copa por algún lado y era seguro que no se comería la manzana que había rodado a quien sabe dónde. Ella estaba ahí mirando al semidesnudo elfo y pensaba seriamente en ayudarlo a levantarse. Olvido la idea, de todas formas parecía no sentir nada y su mirada estaba vaga. Paso la mano por enfrente de la cara del elfo. ¿Todos eran raros?

Y en lo que pensaba había un pequeño caos que no vio muy detenidamente, solo un soslayo, la asesina corriendo con algo en el pecho, Taliesin siguiéndola, giro los ojos, no parecía un par muy agradable, problemático en el mal sentido. Y le capto más la atención la marcha del Virrey de su propia fiesta, sin siquiera atender a despedirse de sus invitados. Y alguien tras él. –Jum, Interesante. –Musito apenas pero alguien le estorbo la visión y mirando a la pálida mujer se levantó mientras ella se ofrecía a levantar al caído,-Nada de setas, apenas iba a beber pero no vi al elfo caído. Y yo creo que él si tiene algo. Ni se quejó cuando me caí sobre él.

Se reviso y aparte de las rodillas manchadas de verde por el césped y el barro, no había muchos daños.-Espero que el Virrey no me cobre a su alfombra elfica, juro que ya estaba así cuando me caí sobre él.

Recuento de los daños, Rodillas raspadas, lo demás podía ir a buscar algún vino y tentar a la suerte de que no estuviera envenenado, se pensó seriamente que veían las personas en las fiestas, para ella era algo realmente caótico. Ahí donde viera había algún ebrio, alguien perdiéndose en las sombras, otros hablando quien sabe que, muchos marchándose como si una maldición le hubiera caído encima. –Vaya esto me pasa por llegar tarde, eso o las fiestas no son lo mío. ¿Dime eres amiga del Virrey?

Alzo una ceja mirando a la mujer, no es que importara mucho pero era mejor ir tanteando por ahí lo que había, entre prometidas, prometidos, un tigre… Mejor andar con cuidado. El elfo tirado no es que significara mucho si se mantenía ahí.

La aparición repentina de Thaiss y la reacción de Matthew ante esta le dejó claro que quizás la primera no había sido del todo sincera o clara en sus intenciones, y que estas escondían más de lo que mostraban.

Se le escapó una media sonrisa inocente cuando quedaron de nuevo a solas, o mejor dicho, cuando el grupo más aventurero de toda la fiesta volvió a reunirse. Se alegró al ver que las chicas no habían sufrido ningún percance.

-Gracias por aparecer.-Le dijo a Thaiss, mostrando cierto alivio en su tono-De no ser por ti, habría acabado seguramente apuñalado por Matthew y su acompañante.-Al que por cierto, nunca había visto, pero se fue tan rápido como vino, así que no tenía mucho más interés en él.

Le dio a Thaiss un pequeño toque en el hombro con el puño cerrado en señal de camaradería.

-Ya van dos veces.-Dijo mostrándole una sonrisa cómplice. Ella sabría por qué.

Vincent hizo la pregunta que estaba claro que no hacía falta responder: "¿Seguro que sois amigos de Matt?" El castaño le respondió de primeras negando la cabeza, con una sonrisa divertida en sus labios.

-¡Para nada!-Dijo, con un tono jovial y alegre.

Después de todo, allí nadie parecía ser verdaderamente amigo del virrey, lo cuál por un momento le llevó a preguntarse si de verdad los tenía. Sintió en ese breve momento algo de empatía por él, ¿Pero realmente se la merecía? La clemencia o compasión eran una de las virtudes de los caballeros, por lo tanto tenía que hacer gala de ella y no sobrepasarse con sus emociones personales para con Matthew.

-Quizás.-Se encogió de hombros ante la segunda pregunta del rubio, mostrando aún el tono jovial.-Aunque creo que ya hemos hecho suficiente. No deberíamos entrometernos más.-Volvió a un tono un poco más serio, intentando dar ejemplo.

Desvió levemente la atención hacia Fémur, extrañado ante sus palabras. Cuando esta terminó su frase, su atención estaba totalmente puesta en la susodicha.

-¿A mí?-Se señaló, desconcertado-¿Qué quiere decir con eso?-Preguntó a Thaiss.

No era tonto ni ingenuo, aunque quizás esa la impresión que daba. Sabía que desde el primer momento Fémur tenía ganas de devorarlo con la mirada, y no en el sentido estricto de la palabra. Por desgracia (no podría asegurarse si para él o para ella), ese no era su estilo.

Le dedicó a la vampiresa una mirada con cierta picaresca; le recordaba a cierta dragona morena con la que había compartido más de una vivencia. Le hacía gracia.

Tras eso, devolvió su atención al grupo en general.

-Creo que aquí acaba mi participación en esta aventura.-Dijo queriendo iniciar una despedida. No se iba a quedar para la tarta, no lo veía correcto ni necesario.-Ha sido un día entretenido y mucho mejor de lo que me esperaba, la verdad.-Comentó con cierto sarcasmo.-Un placer conocerte, Vincent.-Le tendió con gusto la mano al brujo. Acto seguido, se dirigió a Thaiss.-Y de ti espero que te sigas metiendo en más líos.-Le guiñó el ojo. Podía considerarla casi una amiga, por lo que se abrió de brazos para darle un abrazo de despedida. Ambos olían y estaban cubiertos de lo mismo, ¿Qué mas daría un poco más? Luego, desvió la mirada hacia Fémur.-Y usted, señorita Fémur...-La señaló convocando un breve silencio acompañado de una mirada pícara.-Deje de mirarme tanto o me va a desgastar.-Esbozó una sonrisa. Por último, volvió a dirigirse al grupo en general.-Espero que nuestros caminos vuelvan a cruzarse algún día.



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Off: Y aquí doy por concluida mi participación en este tema ^^

Thaiss saludó a Vincent con una exclamación y una sonrisa, que mudó rápidamente de inocente y entusiasta a taimada y astuta cuando él les hizo aquella pregunta. Era una buena cuestión, y le gustó que el hombre la planteara. En cuanto Alward hubo dado su respuesta, Thaiss comenzó la suya.

- El problema con Matthew Owens - comenzó a explicar, aparentemente desviándose del tema - es que no tiene conciencia. Haga lo que haga, mate, mienta o manipule, duerme perfectamente por las noches; un sueño de los justos sin remordimiento ni duda. Y nada en su día a día le recuerda que hay cosas por las que podría sentirse al menos un poquito mal. Bien, pues yo estoy aquí para llenar una parte pequeña de ese hueco que ha quedado sin ocupar. ¿Es tu conciencia tu amiga? Según cómo respondas, soy amiga de Matthew o no - hizo una leve pausa -. Aunque no se llama Matthew, ¿sabes? Su nombre real es Giorgio. Giogio Rigoberto. "Rigobi" pasa su abuela, "Giogi" para su madre...

Se habría explayado más al respecto del nombre real de Matthew, y habría incluso comenzado a hablar de su familia más lejana como buena entendedora que era del tema. Pero Fémur habló y Alward le hizo una pregunta directa a Thaiss, interrumpiendo sus consideraciones familiares. La ladrona lo miró sin entender, y se alzó de hombros.

- Femi da muchos nombres a mucha gente, y ya estoy perdida en quién es quién. Rubia eres tú, claramente, y Dulzura sin duda debo ser yo. Así que Encantador, por eliminación... No, espera... Vincent es rubio... Entonces si Vincent es Rubia...

Se quedó en silencio, haciendo movimientos con las manos, señalando a unos y otros en silencio mientras intentaba poner en orden y situación los tres nombres. Hizo de ella una labor aparentemente complicada, como si fueran 20 y no pudiera tenerlos a todos en cuenta al mismo tiempo.

Finalmente dejó aquellos malabarismos mentales y se metió a la cocina. Allí, frente a ella, estaba la tarta: el destino que tanto se habían esforzado por hallar.

- Mira, Femi, ¡la tarta! - La señaló, encantada y orgullosa como si la hubiera hecho ella misma - ¿No es preciosa?

Pero en ese momento Alward anunció que no se quedaría más. Se despidió de ella con un abrazo que la dejó un poco descolocada. No por el olor de ambos, o lo innecesariamente pegajoso del roce, sino porque no se había esperado un abrazo. Se tensó un poco y no llegó a devolverlo. Cuando el caballero se separó, ella retomó rápidamente o que había estado haciendo antes.

- Bueno, entonces... ¿Tres cachos de tarta? ¡Felicidades a todos! ¡Qué bien nos sienta cumplir!

Cogió el cuchillo que había al lado y comenzó a cortar tres trozos: para Femi, Vincent y si misma, con cuidado de no mancharlos en el proceso.