El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
¿Qué podía decir?
El gesto de desconcierto de los que la rodeaban, la furia que asemejaba a la que normalmente inundaba su cara en el rostro de Eyre, las miradas jocosas preparándose para la primera guerra de ciudad Lagarto, el vino que embriagaba ya a la mayoría de personas en aquella reunión, Brenda a su lado, incitándola a los puños, el fuego de un zapato iluminando la escena, Mefisto agitando sus caderas cual bailarina de prostibulo y sobre todo, la conveniente desaparición del cumpleañero.
Todo irradiaba DRAMA.
Aquella sin duda había sido la última y más sutil petición de Matthew Owens.
Eilydh no supo muy bien como iba a salir aquello, y supo que aventurarse a molestar a una bruja frente a su verdadero prometido cuestionando su amor frente la ciudad que lo habia visto crecer quizás fuese la dosis necesaria de drama que el hombre había estado pidiendo en sus descripciones teatrales de su cumpleaños. Pero claro, Eilydh debio imaginar que todos los actores son buenos siempre que haya un telón entre ellos y la trama. Y Matthew Owens no parecía ser ese actor de troop que tanto alardeaba.
Asi que... ahí estaba ella.
Señalada y repudiada en su propia mentira. Ambos ella y Matt sabían que lo que había entre ambos era lejos de algo romántico. No estaba segura de las ocasiones que había tenido de iniciar algo así su hubiese querido, y aún así ninguno de los dos sucumbio a lo que el resto de ciudad lagarto imaginaba.
Por otro lado, si Eyre acababa enfadada, podria ser que fuese porque Matt Owens no le había contado nada sobre sus planes con la elfa, y Eilydh no era una experta en relaciones, Por Isil que no lo era, pero entonces el ideal de casita en el bosque y abrazos hasta el amanecer que Owens quería poner en su mente era falso.
Una pena, supuso.
Una pena para ella que ahora debía lidiar con el estropicio.
-Me pregunto porqué los ojos que aún nos miran no se han enfocado ya en el verdadero espectáculo..- dijo en un tono alto, apoyándose en la mesa principal y sin dejar de mirar a Eyre, de manera pausada. Se giró un momento y se dirigió esta vez a Mefisto.-QUEREMOS QUE SI QUITE LA CAMISETA- dijo odiándose por un momento a pleno pulmón.
Los hombres y mujeres de ciudad lagarto iniciaron ahora vítores y chillidos incitando a Mefisto que hiciese aquello.
-¡QUE SE LA QUITE QUE SE LA QUITE!- vitoreaban ahogando cualquier conversación con palmas y gritos y desviando así cualquier atención por un momento de Eyre y Eilydh.
-Parece que el retiro en la casa de Matt no te ha traído la paz que quizás esperabas- Agarró una manzana y se situó a su lado- Aún así, jamás has estado mas bella- dijo limpiando la manzana y mordiéndola mientras esbozaba una sonrisa agradable en sus manos.
Esperaba que Eyre reconociese esa desfachatez como demasiado familiar, e identificase que aquello era un acto mientras ella se comportaba como el Virrey solía hacerlo.No estaba segura de que fuese a funcionar. No en aquel estado de molestia que Eyre estaba. Pero el Virrey no se cansaba de exaltar cual inteligente y madura era Eyre, así que Eilydh estaba apelando justo a aquello.
Aprovechó que las prostitutas tomaron los vítores de la multitud por cuenta propia e iniciaron un Streaptease gratuito para acercarse un poco a Eyre, esta vez sin la coraza del drama que solia envolver a Matt Owens.
-Eyre, esto es un juego, lo sabes ¿no?- dijo abriendo mucho los ojos como reflejo de la obviedad que decía- Por mi parte, el estafador que ha decidido dejar a su prometida sola ante el peligro y huido en una escapatoria un tanto cómica es TODO tuyo. Estoy un poco atada de pies y manos y ojalá pudiese decirlo a pleno pulmón, créeme- una punzada inundó el estómago de Eilydh por un leve segundo- Pero no se me da muy bien pelear por un hombre. Y mucho menos uno como Owens.- dijo simplememte y se separó de ella.
Antes de irse le dejó una florecilla frente a ella, una azucena blanca, en parte para calmar cualquier mirada curiosa que la hubiese visto acercase a ella y casi susurrarle. En parte como símbolo de paz.
Eyre podía o no estar de acuerdo con aquello que acababa de decirle. pero para Eilydh aquella parte teatral había acabado, ella había cumplido todos los requisitos extremos del virrey exponiéndose a ser juzgada por todos los habitantes de ciudad lagarto, a una pelea con otra mujer y a las miradas curisosas de los elfos que podían o no tener una idea de que su padre la buscaba. Si aquello no era amor, Eilydh no sabía qué lo era.
Tan solo esperaba que Eyre entendiese que no era el amor que ella pensaba. Aunque era una bruja, al fin y al cabo. No podía esperar mucho de su razocinio.
Se alejó del barullo principal de la fiesta sin siquiera haber visto a Owens salir de ella. Reconoció la cabeza cibernetica de Sugar siendo arrastrado por Oromë. En otros momentos quizás la visión del Bio la hubiese invitado a acercarse y a hablarle, pero estaba en buena compañía, y ella de un humor frágil. Estaba segura de que Mefisto no iba a agradecer que lo hubiese puesto literalmente en el centro de todas las miradas, pero después de todo lo que hablaba Matthew sobre él le resultó díficil no pensar en el como centro de aquel entretenimiento. Reconocía que lo del streaptease había sido algo... extra, pero ya andaría aquellas tierras cuando tocase hacerlo. Alward sevna era una de las caras conocidas que parecían estar divirtiéndose en aquel festejo, Aquello por algún motivo la puso de mejor humor. Al menos su bochorno no había caído en saco roto. No esperaba una ronda de aplausos por su molestia... pero quizás algo más que su amigo por el que había hecho todo aquello desapareciese bajo una mesa y la dejase a pelear con su prometida.
En fin... aquel era Matthew Owens, damas y caballeros. Intentar cambiarlo era simplemente contraproducente. Esperar algo mejor, insensato. Dio unos toquecitos a Ash'alá para que la siguiese y el tigre se levantó de donde se había sentado haciendo caso a su dueña.Quizás el anonimato del bullicio la amparase y decidió ir a agarrar una bebida. La mayoría de personas aún la miraban con el gesto típico de "De esta no te salva nadie, elfa"
Pero Eilydh no necesitaba ser salvada.
El gesto de desconcierto de los que la rodeaban, la furia que asemejaba a la que normalmente inundaba su cara en el rostro de Eyre, las miradas jocosas preparándose para la primera guerra de ciudad Lagarto, el vino que embriagaba ya a la mayoría de personas en aquella reunión, Brenda a su lado, incitándola a los puños, el fuego de un zapato iluminando la escena, Mefisto agitando sus caderas cual bailarina de prostibulo y sobre todo, la conveniente desaparición del cumpleañero.
Todo irradiaba DRAMA.
Aquella sin duda había sido la última y más sutil petición de Matthew Owens.
Eilydh no supo muy bien como iba a salir aquello, y supo que aventurarse a molestar a una bruja frente a su verdadero prometido cuestionando su amor frente la ciudad que lo habia visto crecer quizás fuese la dosis necesaria de drama que el hombre había estado pidiendo en sus descripciones teatrales de su cumpleaños. Pero claro, Eilydh debio imaginar que todos los actores son buenos siempre que haya un telón entre ellos y la trama. Y Matthew Owens no parecía ser ese actor de troop que tanto alardeaba.
Asi que... ahí estaba ella.
Señalada y repudiada en su propia mentira. Ambos ella y Matt sabían que lo que había entre ambos era lejos de algo romántico. No estaba segura de las ocasiones que había tenido de iniciar algo así su hubiese querido, y aún así ninguno de los dos sucumbio a lo que el resto de ciudad lagarto imaginaba.
Por otro lado, si Eyre acababa enfadada, podria ser que fuese porque Matt Owens no le había contado nada sobre sus planes con la elfa, y Eilydh no era una experta en relaciones, Por Isil que no lo era, pero entonces el ideal de casita en el bosque y abrazos hasta el amanecer que Owens quería poner en su mente era falso.
Una pena, supuso.
Una pena para ella que ahora debía lidiar con el estropicio.
-Me pregunto porqué los ojos que aún nos miran no se han enfocado ya en el verdadero espectáculo..- dijo en un tono alto, apoyándose en la mesa principal y sin dejar de mirar a Eyre, de manera pausada. Se giró un momento y se dirigió esta vez a Mefisto.-QUEREMOS QUE SI QUITE LA CAMISETA- dijo odiándose por un momento a pleno pulmón.
Los hombres y mujeres de ciudad lagarto iniciaron ahora vítores y chillidos incitando a Mefisto que hiciese aquello.
-¡QUE SE LA QUITE QUE SE LA QUITE!- vitoreaban ahogando cualquier conversación con palmas y gritos y desviando así cualquier atención por un momento de Eyre y Eilydh.
-Parece que el retiro en la casa de Matt no te ha traído la paz que quizás esperabas- Agarró una manzana y se situó a su lado- Aún así, jamás has estado mas bella- dijo limpiando la manzana y mordiéndola mientras esbozaba una sonrisa agradable en sus manos.
Esperaba que Eyre reconociese esa desfachatez como demasiado familiar, e identificase que aquello era un acto mientras ella se comportaba como el Virrey solía hacerlo.No estaba segura de que fuese a funcionar. No en aquel estado de molestia que Eyre estaba. Pero el Virrey no se cansaba de exaltar cual inteligente y madura era Eyre, así que Eilydh estaba apelando justo a aquello.
Aprovechó que las prostitutas tomaron los vítores de la multitud por cuenta propia e iniciaron un Streaptease gratuito para acercarse un poco a Eyre, esta vez sin la coraza del drama que solia envolver a Matt Owens.
-Eyre, esto es un juego, lo sabes ¿no?- dijo abriendo mucho los ojos como reflejo de la obviedad que decía- Por mi parte, el estafador que ha decidido dejar a su prometida sola ante el peligro y huido en una escapatoria un tanto cómica es TODO tuyo. Estoy un poco atada de pies y manos y ojalá pudiese decirlo a pleno pulmón, créeme- una punzada inundó el estómago de Eilydh por un leve segundo- Pero no se me da muy bien pelear por un hombre. Y mucho menos uno como Owens.- dijo simplememte y se separó de ella.
Antes de irse le dejó una florecilla frente a ella, una azucena blanca, en parte para calmar cualquier mirada curiosa que la hubiese visto acercase a ella y casi susurrarle. En parte como símbolo de paz.
Eyre podía o no estar de acuerdo con aquello que acababa de decirle. pero para Eilydh aquella parte teatral había acabado, ella había cumplido todos los requisitos extremos del virrey exponiéndose a ser juzgada por todos los habitantes de ciudad lagarto, a una pelea con otra mujer y a las miradas curisosas de los elfos que podían o no tener una idea de que su padre la buscaba. Si aquello no era amor, Eilydh no sabía qué lo era.
Tan solo esperaba que Eyre entendiese que no era el amor que ella pensaba. Aunque era una bruja, al fin y al cabo. No podía esperar mucho de su razocinio.
Se alejó del barullo principal de la fiesta sin siquiera haber visto a Owens salir de ella. Reconoció la cabeza cibernetica de Sugar siendo arrastrado por Oromë. En otros momentos quizás la visión del Bio la hubiese invitado a acercarse y a hablarle, pero estaba en buena compañía, y ella de un humor frágil. Estaba segura de que Mefisto no iba a agradecer que lo hubiese puesto literalmente en el centro de todas las miradas, pero después de todo lo que hablaba Matthew sobre él le resultó díficil no pensar en el como centro de aquel entretenimiento. Reconocía que lo del streaptease había sido algo... extra, pero ya andaría aquellas tierras cuando tocase hacerlo. Alward sevna era una de las caras conocidas que parecían estar divirtiéndose en aquel festejo, Aquello por algún motivo la puso de mejor humor. Al menos su bochorno no había caído en saco roto. No esperaba una ronda de aplausos por su molestia... pero quizás algo más que su amigo por el que había hecho todo aquello desapareciese bajo una mesa y la dejase a pelear con su prometida.
En fin... aquel era Matthew Owens, damas y caballeros. Intentar cambiarlo era simplemente contraproducente. Esperar algo mejor, insensato. Dio unos toquecitos a Ash'alá para que la siguiese y el tigre se levantó de donde se había sentado haciendo caso a su dueña.Quizás el anonimato del bullicio la amparase y decidió ir a agarrar una bebida. La mayoría de personas aún la miraban con el gesto típico de "De esta no te salva nadie, elfa"
Pero Eilydh no necesitaba ser salvada.
Eilydh
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
Había estado allí desde primera hora; observando, escuchando, escondiéndose cuando era necesario, pasando desapercibida para todo el mundo, pero allí estaba, y lo había visto todo. Divertida, observaba sentada desde la rama de un apartado árbol cómo la situación se caldeaba entre las dos prometidas del virrey. Debía admitir que Eilydh había montado un buen espectáculo, lo había disfrutado, y también le había ayudado a pasar aún más desapercibida, pues toda la atención estaba en un lugar totalmente ajeno al suyo.
En parte, quería que las dos se liaran a golpes, sería la guinda perfecta para un pastel al que ni siquiera estaba invitada. Pero no fue así, en un claro intento por salvar su propio trasero, Eilydh desvió la atención hacia otro lugar. Típico de los elfos, son unos cobardes y no enfrentan los problemas de cara, una verdadera lástima, el espectáculo no había tenido el final que le hubiese gustado, además el virrey había desaparecido. Podría ir a buscarlo, pero antes pensó acercarse a la elfa, podría echarse unas risas a su costa.
De un salto bajó del árbol y empezó a caminar como si nada hacia Eilydh, oculta bajo una capucha; desde que dejó Ciudad Lagarto no había usado ninguna, pero la situación lo requería nuevamente.
Con sutileza se acercó hasta la mesa más cercana a la elfa y se sirvió dos copas de vino. Acto seguido se acercó a la prometida número dos del virrey.
-Vivir en Ciudad Lagarto no es como esperabas, ¿Verdad?-Le ofreció la copa. Hizo todo el ademán posible por esconder su rostro, pero al estar tan cerca era complicado, además de que si se acordaba de su voz seguramente la reconocería.-Estar cerca de ese hombre solo genera malestar y problemas.-Tomó un sorbo de la copa-Podríamos asesinarlo; tú te quedas con su virreinato y yo con la satisfacción de tener un problema menos en el que pensar, ¿Qué me dices?-No pudo evitar soltar una risa, pues le hacía bastante gracia-Así serías vista como toda una... "virregicida", y no como la elfa que no se valora a sí misma y le da un segundo consuelo a Matthew Owens.-Tomó otro sobro-Porque, seamos sinceras, para el pueblo eres eso.-Se apoyó en una mesa que tenía a su espalda y tiró de su capucha hacia abajo para mantener aún más su rostro escondido ante miradas indiscretas.-Por cierto, me alegra verte, la vida es muy aburrida sin enemigos.-Alzó la copa a media altura, haciendo un brindis personal.
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Off: Interactúo con Eilydh
En parte, quería que las dos se liaran a golpes, sería la guinda perfecta para un pastel al que ni siquiera estaba invitada. Pero no fue así, en un claro intento por salvar su propio trasero, Eilydh desvió la atención hacia otro lugar. Típico de los elfos, son unos cobardes y no enfrentan los problemas de cara, una verdadera lástima, el espectáculo no había tenido el final que le hubiese gustado, además el virrey había desaparecido. Podría ir a buscarlo, pero antes pensó acercarse a la elfa, podría echarse unas risas a su costa.
De un salto bajó del árbol y empezó a caminar como si nada hacia Eilydh, oculta bajo una capucha; desde que dejó Ciudad Lagarto no había usado ninguna, pero la situación lo requería nuevamente.
Con sutileza se acercó hasta la mesa más cercana a la elfa y se sirvió dos copas de vino. Acto seguido se acercó a la prometida número dos del virrey.
-Vivir en Ciudad Lagarto no es como esperabas, ¿Verdad?-Le ofreció la copa. Hizo todo el ademán posible por esconder su rostro, pero al estar tan cerca era complicado, además de que si se acordaba de su voz seguramente la reconocería.-Estar cerca de ese hombre solo genera malestar y problemas.-Tomó un sorbo de la copa-Podríamos asesinarlo; tú te quedas con su virreinato y yo con la satisfacción de tener un problema menos en el que pensar, ¿Qué me dices?-No pudo evitar soltar una risa, pues le hacía bastante gracia-Así serías vista como toda una... "virregicida", y no como la elfa que no se valora a sí misma y le da un segundo consuelo a Matthew Owens.-Tomó otro sobro-Porque, seamos sinceras, para el pueblo eres eso.-Se apoyó en una mesa que tenía a su espalda y tiró de su capucha hacia abajo para mantener aún más su rostro escondido ante miradas indiscretas.-Por cierto, me alegra verte, la vida es muy aburrida sin enemigos.-Alzó la copa a media altura, haciendo un brindis personal.
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Helena Rhodes
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
Inspiré lentamente, musitando algo y llevándome una mano a la frente a la vez que cruzaba una pierna.
Un movimiento practicado, eso. "Ciudad Lagarto", dijeron. ¿Ciudad? ¿Ciudad? ahora le decían ciudad a cualquier cosa. Tenía mayor semejanza con una parada de mercantes ambulantes que con una ciudad. A lo mejor, sólo significaba que los tiempos habían cambiado, y con ellos los estándares se habían reducido. Bastante.
Levanté la mirada por encima de mi mano cuando el sonido de música inundó el lugar. Más bien, inundaba el lugar donde estaba el hombre al que otros se refirieron como virrey y cumpleañero, la razón de esta fiesta, y la razón de secuestros en pasos del bosque que daban hacia las primeras ciudades reales antes de Lunargenta.
Porque sí, estaban secuestrando gente para obligarla a estar en la fiesta. Mi rostro tuvo que ser algo – siempre lo era, pero esa vez tuvo que ser especialmente digno – de ver cuando me luego de despachar a la mayoría de mis habrían-sido-secuestradores, el que quedaba confesó que lo intentaron era para traer gente al lugar.
Y es que por eso vine. ¿Quién era tan...? Tan…
Tan.
Tch. Léxico muy limitado. No me sentía a gusto con 'demente', o 'estúpido', y es que tenía que haber algo más propio para definir a una persona que o bien, hizo que sus subordinados secuestrarán gente para su cumpleaños, o una persona que tenía subordinados que hicieron eso sin que les dijera nada.
«¿Descarado?», resonó en un rincón de mi mente. Levanté un poco la barbilla, asintiendo con suavidad mientras le tomaba cariño a la palabra. Sí, descarado servía.
Primero y que secuestrar gente era una invitación. ¿A qué? ¿Ser secuestrado?
Segundo y que una colección de carpas era una ciudad.
Tercero, que luciese como si de hecho tuviesen el dinero para hacerla una en primer lugar. ¿La casa del hombre? Exquisita, ¿subordinados? Varios. ¿Estúpidos? En mi humilde opinión, la mayoría. ¿Las mesas? Repletas, completa y absoluta desdicha que fuese un vampiro, podía lucir muy apetitoso todo, pero sabía a mierda. Excepto lo que lucía apetitoso y sabía bien, porque en otro nivel de desgracia, la gente empezaba a lucirte de sabores cuando eras uno. Una pena para el público que yo hubiese abandonado una de las interpretaciones de “comerse" a la gente.
A fin de cuentas – sí, tal palabra me gustaba. Descarado le quedaba como un anillo al dedo. Conocía a cierto nivel lo sumisa que podía ser la gente en esa posición, en la posición de estar por debajo de otros; pero incluso allí, en otros lugares, había que tener el sentido de hacerlos que te quisieran o te temieran. Nunca podían odiarte, o simplemente no vivirías para saberlo.
Estaba más acomodado que toda su “ciudad”. No es que ese no fuese el status quo de la realeza respecto a todos los demás, pero había niveles, y usualmente las tiendas estaban muy, pero muy abajo en la lista, con la mayoría al menos teniendo algo que sería más correcto definir como casa.
El cómo se aguantaban al hombre, a un hombre que estaba gritando como un pueblerino al ver a un trovador famoso y después se escondía bajo una mesa. Me levanté sin abandonar el cobijo de la sombra del lugar y tomé aire. Esa vez, por la nariz.
Resultó pasmoso. Ahora más que cuando primero “entré” a la “ciudad”. En todo lugar, siempre, había un atisbo de sangre. En este lugar no era precisamente un atisbo; desbordaba el olor a sangre, y no era simplemente un hecho de que hubiese personas. Lugares y cosas lo tenían, hasta una… mesa…
No. Estaba entremezclado, en la mesa por donde se escabulló el virrey había otra persona, pero… era curioso. Olía muy, muy poco. Demasiado poco, ni siquiera cierta enana que vi por ahí destilaba tan poco olor. Hm.
¿Le faltaba sangre? No habían tenido problemas conmigo, no, al menos, por ser uno, así que seguramente había otros vampiros en el lugar. Quién recordaría un rostro más, un rostro menos en un lugar así de abarrotado.
O visto cuál era este lugar abarrotado, tan sólo este lugar.
Tomé una copa de vino de la mesa donde estaba, puede que demasiado llena. Pensé, un instante, en tomar un pequeño sorbo, pero desistí ante algo infinitamente más agradable. Derramé ese poco que me hacía creer que era demasiado sobre el mantel de la mesa, y sonreí, encantado, al ver como se limpiaba solo.
Lo hice otra vez.
Quizá un par de veces más.
Tras satisfacer mi vista lo suficiente con la magia del encantamiento, me di vuelta y comencé a andar. Complicado encontrar al hombre con tantos humanos más regados; pero lo había visto, tenía una leve idea de la dirección que había tomado, y con eso me bastaba para descartar decenas de ellos.
Caminé por el lugar, deteniéndome cada tantos pasos a oler para hacerme una idea. Cualquiera creería que estaba desvariando o me había comido un hongo, pero la opinión de extras difícilmente importaba.
Al final, di la vuelta a toda la carpa estúpida. Lo había perdido, y lo había encontrado. Estaba al frente de la carpa, con alguien más. Si no me hubiese movido de dónde estaba hubiese terminado por verlo. Esfuerzo perdido…
—Buenas, caballeros —dije acercándome al par—. Linda velada, señor Owens —saludé bajando un poco la cabeza en señal de respeto. Tenía mis dudas todavía, pero era mejor que pasar por un cualquiera—, licántropo —hice lo mismo para el joven que lo acompañaba—. ¿Interrumpo?
Un movimiento practicado, eso. "Ciudad Lagarto", dijeron. ¿Ciudad? ¿Ciudad? ahora le decían ciudad a cualquier cosa. Tenía mayor semejanza con una parada de mercantes ambulantes que con una ciudad. A lo mejor, sólo significaba que los tiempos habían cambiado, y con ellos los estándares se habían reducido. Bastante.
Levanté la mirada por encima de mi mano cuando el sonido de música inundó el lugar. Más bien, inundaba el lugar donde estaba el hombre al que otros se refirieron como virrey y cumpleañero, la razón de esta fiesta, y la razón de secuestros en pasos del bosque que daban hacia las primeras ciudades reales antes de Lunargenta.
Porque sí, estaban secuestrando gente para obligarla a estar en la fiesta. Mi rostro tuvo que ser algo – siempre lo era, pero esa vez tuvo que ser especialmente digno – de ver cuando me luego de despachar a la mayoría de mis habrían-sido-secuestradores, el que quedaba confesó que lo intentaron era para traer gente al lugar.
Y es que por eso vine. ¿Quién era tan...? Tan…
Tan.
Tch. Léxico muy limitado. No me sentía a gusto con 'demente', o 'estúpido', y es que tenía que haber algo más propio para definir a una persona que o bien, hizo que sus subordinados secuestrarán gente para su cumpleaños, o una persona que tenía subordinados que hicieron eso sin que les dijera nada.
«¿Descarado?», resonó en un rincón de mi mente. Levanté un poco la barbilla, asintiendo con suavidad mientras le tomaba cariño a la palabra. Sí, descarado servía.
Primero y que secuestrar gente era una invitación. ¿A qué? ¿Ser secuestrado?
Segundo y que una colección de carpas era una ciudad.
Tercero, que luciese como si de hecho tuviesen el dinero para hacerla una en primer lugar. ¿La casa del hombre? Exquisita, ¿subordinados? Varios. ¿Estúpidos? En mi humilde opinión, la mayoría. ¿Las mesas? Repletas, completa y absoluta desdicha que fuese un vampiro, podía lucir muy apetitoso todo, pero sabía a mierda. Excepto lo que lucía apetitoso y sabía bien, porque en otro nivel de desgracia, la gente empezaba a lucirte de sabores cuando eras uno. Una pena para el público que yo hubiese abandonado una de las interpretaciones de “comerse" a la gente.
A fin de cuentas – sí, tal palabra me gustaba. Descarado le quedaba como un anillo al dedo. Conocía a cierto nivel lo sumisa que podía ser la gente en esa posición, en la posición de estar por debajo de otros; pero incluso allí, en otros lugares, había que tener el sentido de hacerlos que te quisieran o te temieran. Nunca podían odiarte, o simplemente no vivirías para saberlo.
Estaba más acomodado que toda su “ciudad”. No es que ese no fuese el status quo de la realeza respecto a todos los demás, pero había niveles, y usualmente las tiendas estaban muy, pero muy abajo en la lista, con la mayoría al menos teniendo algo que sería más correcto definir como casa.
El cómo se aguantaban al hombre, a un hombre que estaba gritando como un pueblerino al ver a un trovador famoso y después se escondía bajo una mesa. Me levanté sin abandonar el cobijo de la sombra del lugar y tomé aire. Esa vez, por la nariz.
Resultó pasmoso. Ahora más que cuando primero “entré” a la “ciudad”. En todo lugar, siempre, había un atisbo de sangre. En este lugar no era precisamente un atisbo; desbordaba el olor a sangre, y no era simplemente un hecho de que hubiese personas. Lugares y cosas lo tenían, hasta una… mesa…
No. Estaba entremezclado, en la mesa por donde se escabulló el virrey había otra persona, pero… era curioso. Olía muy, muy poco. Demasiado poco, ni siquiera cierta enana que vi por ahí destilaba tan poco olor. Hm.
¿Le faltaba sangre? No habían tenido problemas conmigo, no, al menos, por ser uno, así que seguramente había otros vampiros en el lugar. Quién recordaría un rostro más, un rostro menos en un lugar así de abarrotado.
O visto cuál era este lugar abarrotado, tan sólo este lugar.
Tomé una copa de vino de la mesa donde estaba, puede que demasiado llena. Pensé, un instante, en tomar un pequeño sorbo, pero desistí ante algo infinitamente más agradable. Derramé ese poco que me hacía creer que era demasiado sobre el mantel de la mesa, y sonreí, encantado, al ver como se limpiaba solo.
Lo hice otra vez.
Quizá un par de veces más.
Tras satisfacer mi vista lo suficiente con la magia del encantamiento, me di vuelta y comencé a andar. Complicado encontrar al hombre con tantos humanos más regados; pero lo había visto, tenía una leve idea de la dirección que había tomado, y con eso me bastaba para descartar decenas de ellos.
Caminé por el lugar, deteniéndome cada tantos pasos a oler para hacerme una idea. Cualquiera creería que estaba desvariando o me había comido un hongo, pero la opinión de extras difícilmente importaba.
Al final, di la vuelta a toda la carpa estúpida. Lo había perdido, y lo había encontrado. Estaba al frente de la carpa, con alguien más. Si no me hubiese movido de dónde estaba hubiese terminado por verlo. Esfuerzo perdido…
—Buenas, caballeros —dije acercándome al par—. Linda velada, señor Owens —saludé bajando un poco la cabeza en señal de respeto. Tenía mis dudas todavía, pero era mejor que pasar por un cualquiera—, licántropo —hice lo mismo para el joven que lo acompañaba—. ¿Interrumpo?
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Me quejo de Ciudad Lagarto y me acerco a Matt y Hadden. El cómo sabe que Had es un licántropo es porque puede oler sangre desde dentro de la gente y sabe como huele cada raza
Ó Catháin
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
Y... Matthew se fue, usándome sólo como una distracción para escapar de sus embrollos maritales. Chasqueé la lengua, apoyando ambos puños a los lados de mi cadera expuesta.
Ciertamente no esperaba mucho, pero esperaba algo. Es como si se hubiese acostumbrado a mis tonterías tras mi estancia en Ciudad Lagarto. No hay respeto a la preparación, ni respeto a los sacrificios. ¿Es que acaso los prisioneros no merecen respeto? Hacía mucho frío, ¿eh?
— Uno no pued— había empezado a quejarme en voz baja, cuando una voz familiar me llamó de nombre. Despegué la mirada del suelo, buscando al origen con curiosidad. No tardé en encontrarla, pues poco se podía disimular ese cabello plateado. Por un momento creí que se trataba de Auril Fawkes, pero la confusión sólo duró un instante en mi mente— ¿...Orome? ¿Eres tú? —ladeé un poco la cabeza, sin ocultar mi sorpresa— ¡Sigues viva y en una pieza! —exclamé, acercándome a la dragona.
Aquél descubrimiento me hizo recordar los acontecimientos en Lunargenta, mucho tiempo atrás. La contemplé con cierta nostalgia, apreciando en ella todo lo que había vivido hasta el momento, y lo mucho que había cambiado.
—Es una larga historia. Estoy de... vacaciones, por decirlo de alguna forma. —respondí— Y llevo esto por la misma razón que tú llevas tu vestido: —le guiñé un ojo de forma juguetona, con un indicio de sonrisa en mi rostro— Me queda bonito.
Me despedí de ella con un gesto de cabeza, tras lo que suspiré. Parte de la nostalgia persistió al separarnos, alimentando algo en mi interior. Mi sonrisa se hizo un poco más grande, y seguí recordando y comparando. Tras ello, simplemente sentí.
Respiré profundamente, apreciando la vida que inundaba mis pulmones. Di una vuelta por el lugar. Observé atentamente a mi alrededor, acariciando cada detalle con la mirada. A los borrachos y a los comerciantes, a las putas y a los ladrones. Observé los colores vivos, el negro de la noche, las muecas, las sonrisas, los ojos vacíos y cien máscaras distintas.
Caminé libremente entre el gentío, con la delicadeza de un fantasma y la gracia de un siglo de persecuciones, con la cadencia del elfo sin cadenas. Percibí intensos los olores del sudor y el perfume, la comida caliente y el alcohol derramado. Olía a ceniza y banalidad, a cambio inexorable y efímera existencia. En mi oídos no había lugar para la música festiva, los insultos, cascabeles, silbidos ni jolgorio. Todo esto y lo demás, sólo notas de una orquesta imperceptible para los sentidos, aquella que guiaba mis pasos y el latido de mi corazón.
Aunque en mi éxtasis había un aquél de melancolía: No podía bailar esa melodía con nadie. No podrían seguir mis pasos. Sus corazones no daban ritmo, sus oídos eran sordos, y en el caso de que no importase, las cadenas eran tan pesadas para sus piernas...
Mis pasos perdieron velocidad, y eventualmente me detuve por completo. Exhalé, liberando un suspiro que cargaba consigo una vida de canto. Mi rostro, otra máscara en el montón, me señalaba ligeramente entretenido.
Entonces oí mi nombre entre el bullicio una segunda vez, pronunciado por una voz más fresca en la memoria. Con ello volví a la realidad. A su realidad.
—¡Nayru! —observé a la vampiro acercarse y hacer uno de sus comentarios espinosos. Me preparaba para otro intercambio de insultos ingeniosos, puñaladas verbales y demás tonterías que eran rutina ya, pero me detuve un instante.
¿Qué importaba aquello? Bajé mis ojos hasta su mano en mi brazo, y volví a subir la mirada hasta encontrar la suya.
¿Qué importaban las máscaras en esa situación? Mi sonrisa se amplió hasta el punto en que amenazaba con partir mi cara en dos, y con cierta destreza le tomé de la muñeca, trayéndola conmigo contra su voluntad.
¡¿Qué importaba que no bailásemos la misma melodía?!
—Sería un crimen el cobrar lo que valgo. —respondí tras unos momentos, abandonando cualquier intento de ocultar el alma en mi voz, en mis ojos o en mi sonrisa.
Una nueva ola de bulla rebotó por el lugar. Miré a mi alrededor, aún confuso, y al darme cuenta de que otra vez tenía encima el peso de todos los ojos de la multitud, entendí lo que ocurría. Querían que... que me quitara la camiseta.
Porque la poca tela que tenía encima era demasiada, ¿eh?
Hice poco por contener la carcajada, y tras alzar ambos puños, jugando con la emoción de la gente, cumplí con las demandas, exponiendo aún más mi torso al aire nocturno. La gente no tardó en aclamar otra vez, a lo que hice caso sólo un momento, antes de lanzar la prenda por ahí y volver la atención a mi fortuita acompañante.
Levanté una ceja, preguntándole con los ojos lo que no requería palabras, y le ofrecí mi otra mano, dándole una oportunidad de abandonarme.
Porque todo era un caballero.
Off-rol:Saludo a Orome, paseo por el lugar y robo a Nayru para que baile conmigo.
Ciertamente no esperaba mucho, pero esperaba algo. Es como si se hubiese acostumbrado a mis tonterías tras mi estancia en Ciudad Lagarto. No hay respeto a la preparación, ni respeto a los sacrificios. ¿Es que acaso los prisioneros no merecen respeto? Hacía mucho frío, ¿eh?
— Uno no pued— había empezado a quejarme en voz baja, cuando una voz familiar me llamó de nombre. Despegué la mirada del suelo, buscando al origen con curiosidad. No tardé en encontrarla, pues poco se podía disimular ese cabello plateado. Por un momento creí que se trataba de Auril Fawkes, pero la confusión sólo duró un instante en mi mente— ¿...Orome? ¿Eres tú? —ladeé un poco la cabeza, sin ocultar mi sorpresa— ¡Sigues viva y en una pieza! —exclamé, acercándome a la dragona.
Aquél descubrimiento me hizo recordar los acontecimientos en Lunargenta, mucho tiempo atrás. La contemplé con cierta nostalgia, apreciando en ella todo lo que había vivido hasta el momento, y lo mucho que había cambiado.
—Es una larga historia. Estoy de... vacaciones, por decirlo de alguna forma. —respondí— Y llevo esto por la misma razón que tú llevas tu vestido: —le guiñé un ojo de forma juguetona, con un indicio de sonrisa en mi rostro— Me queda bonito.
Me despedí de ella con un gesto de cabeza, tras lo que suspiré. Parte de la nostalgia persistió al separarnos, alimentando algo en mi interior. Mi sonrisa se hizo un poco más grande, y seguí recordando y comparando. Tras ello, simplemente sentí.
Respiré profundamente, apreciando la vida que inundaba mis pulmones. Di una vuelta por el lugar. Observé atentamente a mi alrededor, acariciando cada detalle con la mirada. A los borrachos y a los comerciantes, a las putas y a los ladrones. Observé los colores vivos, el negro de la noche, las muecas, las sonrisas, los ojos vacíos y cien máscaras distintas.
Caminé libremente entre el gentío, con la delicadeza de un fantasma y la gracia de un siglo de persecuciones, con la cadencia del elfo sin cadenas. Percibí intensos los olores del sudor y el perfume, la comida caliente y el alcohol derramado. Olía a ceniza y banalidad, a cambio inexorable y efímera existencia. En mi oídos no había lugar para la música festiva, los insultos, cascabeles, silbidos ni jolgorio. Todo esto y lo demás, sólo notas de una orquesta imperceptible para los sentidos, aquella que guiaba mis pasos y el latido de mi corazón.
Aunque en mi éxtasis había un aquél de melancolía: No podía bailar esa melodía con nadie. No podrían seguir mis pasos. Sus corazones no daban ritmo, sus oídos eran sordos, y en el caso de que no importase, las cadenas eran tan pesadas para sus piernas...
Mis pasos perdieron velocidad, y eventualmente me detuve por completo. Exhalé, liberando un suspiro que cargaba consigo una vida de canto. Mi rostro, otra máscara en el montón, me señalaba ligeramente entretenido.
Entonces oí mi nombre entre el bullicio una segunda vez, pronunciado por una voz más fresca en la memoria. Con ello volví a la realidad. A su realidad.
—¡Nayru! —observé a la vampiro acercarse y hacer uno de sus comentarios espinosos. Me preparaba para otro intercambio de insultos ingeniosos, puñaladas verbales y demás tonterías que eran rutina ya, pero me detuve un instante.
¿Qué importaba aquello? Bajé mis ojos hasta su mano en mi brazo, y volví a subir la mirada hasta encontrar la suya.
¿Qué importaban las máscaras en esa situación? Mi sonrisa se amplió hasta el punto en que amenazaba con partir mi cara en dos, y con cierta destreza le tomé de la muñeca, trayéndola conmigo contra su voluntad.
¡¿Qué importaba que no bailásemos la misma melodía?!
—Sería un crimen el cobrar lo que valgo. —respondí tras unos momentos, abandonando cualquier intento de ocultar el alma en mi voz, en mis ojos o en mi sonrisa.
Una nueva ola de bulla rebotó por el lugar. Miré a mi alrededor, aún confuso, y al darme cuenta de que otra vez tenía encima el peso de todos los ojos de la multitud, entendí lo que ocurría. Querían que... que me quitara la camiseta.
Porque la poca tela que tenía encima era demasiada, ¿eh?
Hice poco por contener la carcajada, y tras alzar ambos puños, jugando con la emoción de la gente, cumplí con las demandas, exponiendo aún más mi torso al aire nocturno. La gente no tardó en aclamar otra vez, a lo que hice caso sólo un momento, antes de lanzar la prenda por ahí y volver la atención a mi fortuita acompañante.
Levanté una ceja, preguntándole con los ojos lo que no requería palabras, y le ofrecí mi otra mano, dándole una oportunidad de abandonarme.
Porque todo era un caballero.
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Off-rol:Saludo a Orome, paseo por el lugar y robo a Nayru para que baile conmigo.
Mefisto
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
No podía parar de preguntarme algo mientras bailábamos juntas. El por qué de aquella falta de brillo en los ojos de Esty. Era lo que me había llamado la atención desde el primer momento que la vi entrar en la fiesta. Todo el mundo sonreía, gracias al alcohol o porque de verdad se lo estaban pasando bien. Esty había entrado perdida, observando lo que había a su alrededor sin saber muy bien qué pintaba en un sitio como aquel. Tampoco se me había pasado desapercibido el momento en que sus compañeras de trabajo habían entrado. Como si pensara que estaba haciendo algo malo por no estar con ellas. Pero hasta donde yo sabía, ella no tenía que trabajar aquel día. Padre me había encargado personalmente que me encargase de que Brenda se encargara de hacérsela llegar. Así que le había encargado a Brenda que se encargase de que Matt se encargase de ir él mismo.
Mientras cavilaba sobre todo aquello, la pieza de música terminó, iba a empezar otra distinta, pero estaba un poco cansada. Me acerqué a Esty y le señalé con la mirada la mesa con comida. Allí es donde me la había encontrado con nuestro nuevo amigo. Supuse que tendría hambre, me pareció la mejor idea para el momento, recomponer fuerzas por si queríamos volver a bailar más tarde.
Una de las prostitutas nos detuvo mientras intentábamos alejarnos. O más bien, detuvo a Esty.
- ¿Tú no deberías estar trabajando? ¿Quien te crees que eres para estar aquí divirtiéndote mientras las demás hacemos todo?
Interrumpí, claro, me habían interrumpido a mi primero, era lo razonable.
- Esty está aquí en calidad de mi invitada y la de mi padre. ¿Por qué no te llevas tu estupidez hacia una esquina desde la que no pueda captar su hedor? Gracias.
Sin esperar respuesta por su parte seguí caminando hacia la mesa, donde desde luego estaba Matt probando el ponche.
- Espero que esté rico, padre, es una nueva receta. -Le sonreí y me dispuse a tomar un plato y llenarlo de diferentes tipos de comida.
Brenda no tardó en aparecer. Quién iba a pensar que la compañera de Esty tardase tan poco en ir a quejarse a ella.
- Iri, ¿puedes venir un segundo? Necesito hablar contigo de una cosa.
La miré tan solo durante unos instantes, seguí con lo que estaba haciendo ignorándola.
- ¿Iri?
Dejé el plato sobre la mesa y la miré a los ojos.
-Primero, es “Señorita Fawkes”, Brenda. -Volví a tomar el plato y se lo acerqué a Esty. - Y segundo, ¿no ves que estoy ocupada? -Le hice un ademán con la mano para que se alejara.
- ¡Pero bueno! ¿Se puede saber qué es eso tan importante que te impide que te robe dos segundos de tu preciado tiempo?
Le di la espalda a Brenda.
- Estoy pasando la velada con Esty. - Como si aquello fuese suficiente razón me alejé hacia mi nueva amiga. -No sé qué es lo que te gusta, así que te he puesto un poco de todo… -La miré intensamente esperando a que comiera para saber qué le interesaba. ¿Habría algún brillo en aquella mirada apagada?
Mientras cavilaba sobre todo aquello, la pieza de música terminó, iba a empezar otra distinta, pero estaba un poco cansada. Me acerqué a Esty y le señalé con la mirada la mesa con comida. Allí es donde me la había encontrado con nuestro nuevo amigo. Supuse que tendría hambre, me pareció la mejor idea para el momento, recomponer fuerzas por si queríamos volver a bailar más tarde.
Una de las prostitutas nos detuvo mientras intentábamos alejarnos. O más bien, detuvo a Esty.
- ¿Tú no deberías estar trabajando? ¿Quien te crees que eres para estar aquí divirtiéndote mientras las demás hacemos todo?
Interrumpí, claro, me habían interrumpido a mi primero, era lo razonable.
- Esty está aquí en calidad de mi invitada y la de mi padre. ¿Por qué no te llevas tu estupidez hacia una esquina desde la que no pueda captar su hedor? Gracias.
Sin esperar respuesta por su parte seguí caminando hacia la mesa, donde desde luego estaba Matt probando el ponche.
- Espero que esté rico, padre, es una nueva receta. -Le sonreí y me dispuse a tomar un plato y llenarlo de diferentes tipos de comida.
Brenda no tardó en aparecer. Quién iba a pensar que la compañera de Esty tardase tan poco en ir a quejarse a ella.
- Iri, ¿puedes venir un segundo? Necesito hablar contigo de una cosa.
La miré tan solo durante unos instantes, seguí con lo que estaba haciendo ignorándola.
- ¿Iri?
Dejé el plato sobre la mesa y la miré a los ojos.
-Primero, es “Señorita Fawkes”, Brenda. -Volví a tomar el plato y se lo acerqué a Esty. - Y segundo, ¿no ves que estoy ocupada? -Le hice un ademán con la mano para que se alejara.
- ¡Pero bueno! ¿Se puede saber qué es eso tan importante que te impide que te robe dos segundos de tu preciado tiempo?
Le di la espalda a Brenda.
- Estoy pasando la velada con Esty. - Como si aquello fuese suficiente razón me alejé hacia mi nueva amiga. -No sé qué es lo que te gusta, así que te he puesto un poco de todo… -La miré intensamente esperando a que comiera para saber qué le interesaba. ¿Habría algún brillo en aquella mirada apagada?
Irinnil Fawkes
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
Estolas se quedó mirando aquellos ojos rojos durante unos segundos. Puede que este gesto fuera algo común (y de hecho lo es), pero que la loba mirara a alguien a los ojos no era nada común.
Aquel gesto tan solo lo hacía cuando sentía que dicha acción era requerida por sus clientes, de no ser así la loba simplemente miraba a un punto en la lejanía o al suelo. Pero esta ocasión era distinta, nadie le mandaba mirar a los ojos de Irin, tan poco percibía en ella la necesidad de hacerlo y aun así... ahí estaba Estolas, mirando a la hija de su amo por voluntad propia y sin sentir que estaba haciendo algo malo.
Estolas siguió los orbes rojizos hasta la mesa, donde ahora estaba Matt, asintió y se dispuso a seguir a la albina.
La pareja apenas se había movido cuando una mano se colocó sobre el hombro de la loba, deteniéndola.
—Hoy no trabajo.
Fue todo lo que la dama de burdel consiguió decir, antes de que Irin le sacara la mano de su compañera del hombro.
¿Su invitada? Estolas había obtenido la invitación (y por tanto un día libre) por ser la chica que más ganancias le daba a Matthew. ¿Porque era también la invitada de Irinnil? Pudiera ser que los invitados de Matt fueran también los de su hija, un efecto colateral de la unión familiar.
—Buenas noches, Matt —saludó después de Irin—. ¿Qué le está pareciendo la noche? —La loba esperó la respuesta del padre antes de decir nada más— Lamento el incidente con Ramses, espero que el ponche no se haya estropeado. Irin, muy amablemente, hizo entender a Ramses que hoy no trabajo.
Estolas desvió la mirada hacia la enana y rápidamente la devolvió a su lugar. La pelirroja acababa de despistarse y había mirado hacia otro lugar mientras su amo le hablaba, corrigió el fallo de inmediato, pero... ¿porque había cometido aquel error?
La loba tardaría un tiempo en darse cuenta de la respuesta, tardaría en entender el asombró que sintió su corazón al escuchar que Irin ponía a Estolas por encima de Brenda, que, por alguna razón, la chica prefería darle comer antes que atender a la contable de su padre.
—Gracias, Irin —con una mano cogió el plato y con la otra se llevó a la boca un trozo de fruta—. Esta bueno... lo que me gusta —la loba miró el plato pensativa, probó de cada cosa que le había puesto Irin, comiendo varias veces de un trozo de carne—. Este, me gusta esta carne.
Aquel gesto tan solo lo hacía cuando sentía que dicha acción era requerida por sus clientes, de no ser así la loba simplemente miraba a un punto en la lejanía o al suelo. Pero esta ocasión era distinta, nadie le mandaba mirar a los ojos de Irin, tan poco percibía en ella la necesidad de hacerlo y aun así... ahí estaba Estolas, mirando a la hija de su amo por voluntad propia y sin sentir que estaba haciendo algo malo.
Estolas siguió los orbes rojizos hasta la mesa, donde ahora estaba Matt, asintió y se dispuso a seguir a la albina.
La pareja apenas se había movido cuando una mano se colocó sobre el hombro de la loba, deteniéndola.
—Hoy no trabajo.
Fue todo lo que la dama de burdel consiguió decir, antes de que Irin le sacara la mano de su compañera del hombro.
¿Su invitada? Estolas había obtenido la invitación (y por tanto un día libre) por ser la chica que más ganancias le daba a Matthew. ¿Porque era también la invitada de Irinnil? Pudiera ser que los invitados de Matt fueran también los de su hija, un efecto colateral de la unión familiar.
—Buenas noches, Matt —saludó después de Irin—. ¿Qué le está pareciendo la noche? —La loba esperó la respuesta del padre antes de decir nada más— Lamento el incidente con Ramses, espero que el ponche no se haya estropeado. Irin, muy amablemente, hizo entender a Ramses que hoy no trabajo.
Estolas desvió la mirada hacia la enana y rápidamente la devolvió a su lugar. La pelirroja acababa de despistarse y había mirado hacia otro lugar mientras su amo le hablaba, corrigió el fallo de inmediato, pero... ¿porque había cometido aquel error?
La loba tardaría un tiempo en darse cuenta de la respuesta, tardaría en entender el asombró que sintió su corazón al escuchar que Irin ponía a Estolas por encima de Brenda, que, por alguna razón, la chica prefería darle comer antes que atender a la contable de su padre.
—Gracias, Irin —con una mano cogió el plato y con la otra se llevó a la boca un trozo de fruta—. Esta bueno... lo que me gusta —la loba miró el plato pensativa, probó de cada cosa que le había puesto Irin, comiendo varias veces de un trozo de carne—. Este, me gusta esta carne.
Marceline
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
Por despiste o intención, no respondió a la pregunta del viajero con capa sobre si la sorpresa pretendía ser buena o mala. En su lugar, parecía muy ocupada asintiendo a todas las ideas que dio la otra chica, que parecía muy inspirada en ese momento, hablando de tartas y otras opciones, y siguió asintiendo a las propuestas del viajero. A continuación, comenzaron a presentarse antes de que la ladrona hubiera podido asignarles mejores nombres en su mente. En todo caso, estuvo bien, porque no creía que "Morenaza" fuera un nombre que la representara.
- Me llamo Rubia. Thaiss Rubia - añadió, específicamente no mirando a Alward -. Rubia es el apellido. Pero mucha gente me llama Rubia. Por supuesto la idea es no matar a nadie, solamente animar un poco más la cosa para nuestro amigo Matthew Owens. Sobre hacer explotar la tarta... dejémoslo en que es una opción, una buena opción. Así será más fácil repartirla entre todos los invitados.
Obviamente, ¿por qué molestarse cortando la tarta cuando podían hacer que explotara? Se ahorrarían muchos platos y cubiertos, incluso servilletas. Era tan obvio que parecía increíble que nadie hubiera pensado en ello antes. Aquel grupo que había reunido sin duda eran unos genios; mucho más geniales que ella misma, y mucho más inventivos y motivados. Estaba admirada de que hubieran pensado algo así tan solo a tres minutos de empezar el plan.
Además, Alward sabía algo que los demás habían ignorado hasta entonce. ¡Trampas! Tenía todo el sentido del mundo. Matthew no sólo era extrovertido y extrafalario, sino un verdadero paranoico. Thaiss se detuvo y esperó, siguiendo las órdenes del caballero. Parecía que tenían el camino abierto de momento, pero no podía dudar por un instante que se encontrarían con algún problema dentro de la casa.
- Vincent, además de tener fuegos artificiales bajo la manga (qué peligro, por cierto, ¿y si prenden?), no serás de esos que pueden detectar trampas sin tener que tirar barriles, ¿verdad? Sería muy muy conveniente.
Según entraron a la casa a la que, como decía el brujo, no habían sido lo que se dice explicitamente invitados, se giró un momento hacia Alward. Parecía un poco más en tensión y un poco menos feliz que los otros dos, y Thaiss quería poner su granito de arena para tranquilizarlo.
- No te preocupes, Al - le dijo en un tono más afable -. Nadie afina bien cuando cantan "cumpleaños feliz". Es la canción peor cantada del mundo. Así que no tienes que preocuparte por eso.
Dicho lo cual, miró a su alrededor. Habían entrado por una puerta lateral, más discreta que la principal, que probablemente sirviera para el servicio. Había una escalera estrecha inmediatamente a la izquierda, y una puerta corredera delante.
- Cocina: probablemente en la planta baja. Balcones: probablemente arriba. La tarta estará en la cocina esperando a ser sacada. Así que...
Y, dado que parecía lo razonable, abrió la puerta corredera y, visto que no había ocurrido nada, avanzó a su interior.
---
Off: Thaiss, junto con Femur, Vincent y Alward, se mete a la casa de Matthew.
Es buen momento para explicar que en la parte de atrás de la casa de Matthew hay un invernadero. También hay una pequeña "piscina" que se utiliza para recuperar restos orgánicos de comida que puedan ser usados como abono (el virrey recicla). Y una de las trampas de Matt es un glifo de transportación.
¡Runas!
Muy buena: Parece que alguien se ha dejado las trampas desactivadas (¿o es que la información de Alward estaba desactualizada?).
Buena/Neutra: Se activa una medida preventiva. La puerta corredera se cierra antes de que puedan pasar, y ya no se abre.
Mala: Se activa una trampa. Thaiss (y quien quiera con ella, potencialmente todos) es teletransportada sobre la piscina de restos orgánicos, de la que saldrá más pegajosa y maloliente.
Muy mala: Se activan varias trampas en cadena. Thaiss (y quien quiera con ella) es transportada a la piscina. Además, empieza a sonar una alarma mágica. Más cualquier otro efecto que os queráis inventar.
- Me llamo Rubia. Thaiss Rubia - añadió, específicamente no mirando a Alward -. Rubia es el apellido. Pero mucha gente me llama Rubia. Por supuesto la idea es no matar a nadie, solamente animar un poco más la cosa para nuestro amigo Matthew Owens. Sobre hacer explotar la tarta... dejémoslo en que es una opción, una buena opción. Así será más fácil repartirla entre todos los invitados.
Obviamente, ¿por qué molestarse cortando la tarta cuando podían hacer que explotara? Se ahorrarían muchos platos y cubiertos, incluso servilletas. Era tan obvio que parecía increíble que nadie hubiera pensado en ello antes. Aquel grupo que había reunido sin duda eran unos genios; mucho más geniales que ella misma, y mucho más inventivos y motivados. Estaba admirada de que hubieran pensado algo así tan solo a tres minutos de empezar el plan.
Además, Alward sabía algo que los demás habían ignorado hasta entonce. ¡Trampas! Tenía todo el sentido del mundo. Matthew no sólo era extrovertido y extrafalario, sino un verdadero paranoico. Thaiss se detuvo y esperó, siguiendo las órdenes del caballero. Parecía que tenían el camino abierto de momento, pero no podía dudar por un instante que se encontrarían con algún problema dentro de la casa.
- Vincent, además de tener fuegos artificiales bajo la manga (qué peligro, por cierto, ¿y si prenden?), no serás de esos que pueden detectar trampas sin tener que tirar barriles, ¿verdad? Sería muy muy conveniente.
Según entraron a la casa a la que, como decía el brujo, no habían sido lo que se dice explicitamente invitados, se giró un momento hacia Alward. Parecía un poco más en tensión y un poco menos feliz que los otros dos, y Thaiss quería poner su granito de arena para tranquilizarlo.
- No te preocupes, Al - le dijo en un tono más afable -. Nadie afina bien cuando cantan "cumpleaños feliz". Es la canción peor cantada del mundo. Así que no tienes que preocuparte por eso.
Dicho lo cual, miró a su alrededor. Habían entrado por una puerta lateral, más discreta que la principal, que probablemente sirviera para el servicio. Había una escalera estrecha inmediatamente a la izquierda, y una puerta corredera delante.
- Cocina: probablemente en la planta baja. Balcones: probablemente arriba. La tarta estará en la cocina esperando a ser sacada. Así que...
Y, dado que parecía lo razonable, abrió la puerta corredera y, visto que no había ocurrido nada, avanzó a su interior.
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Off: Thaiss, junto con Femur, Vincent y Alward, se mete a la casa de Matthew.
Es buen momento para explicar que en la parte de atrás de la casa de Matthew hay un invernadero. También hay una pequeña "piscina" que se utiliza para recuperar restos orgánicos de comida que puedan ser usados como abono (el virrey recicla). Y una de las trampas de Matt es un glifo de transportación.
¡Runas!
Muy buena: Parece que alguien se ha dejado las trampas desactivadas (¿o es que la información de Alward estaba desactualizada?).
Buena/Neutra: Se activa una medida preventiva. La puerta corredera se cierra antes de que puedan pasar, y ya no se abre.
Mala: Se activa una trampa. Thaiss (y quien quiera con ella, potencialmente todos) es teletransportada sobre la piscina de restos orgánicos, de la que saldrá más pegajosa y maloliente.
Muy mala: Se activan varias trampas en cadena. Thaiss (y quien quiera con ella) es transportada a la piscina. Además, empieza a sonar una alarma mágica. Más cualquier otro efecto que os queráis inventar.
Thaiss
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
El miembro 'Thaiss' ha efectuado la acción siguiente: La voluntad de los dioses
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
Tú tendrías la misma reacción si alguien saliera de la nada de una pared- dije en voz baja apenas Matt removió su mano de mi boca. Conociéndolo, no me extrañó demasiado que estuviese escapando de alguna situación complicada, pues parecía que los problemas lo seguían a donde fuese.
Me dejé guiar con su brazo en la cintura hasta enfrente la pista de baile -En realidad recién llego, dudaba mucho de venir- me serví una copa de ponche de la mesa detrás de nosotros -¿Siendo honesto? Es la fiesta más estrafalaria en la que he estado. Muy tu estilo.- Bebí del ponche con gusto, pero había algo muy leve en el aroma, prácticamente no podía descifrar qué era. Miré a Matt para preguntarle cuando vi que con una cuchara pescaba ni más ni menos que un ojo humano.
Ya me parecía que olía algo raro..- seguí tomando del vaso como si nada hubiera pasado. Algo lejos de la pista de baile vi a varias de chicas de la tienda de Matt con las que trabajaba, haciendo exactamente eso: trabajando. Me confundió bastante, ya que eran la gran mayoría, por no decir casi todas -¿Teníamos que trabajar hoy..?- miré a Matthew buscando una respuesta, ¿acaso se me había pasado? Podría jurar que nadie me había dicho nada, y era algo demasiado importante como para que se me pase. Lo único que había recibido era la invitación, pero ahora estaba realmente preocupado.
Al rato, no pude evitar arrugar la nariz al sentir un aroma poco agradable. El causante del mismo no tardó en llegar, un vampiro, claramente. Mantuve una expresión neutra, aunque cualquiera que me conociera identificaría lo poco que me agradaba el sujeto. ¿"Licántropo"? ¿Quién se creía? -Buenas noches.- No dije nada más, era deber de Matthew lidiar con sus.. Invitados especiales.
Una chica, cuyo aroma a vampiro no percibí por la presencia del anterior, se acercó y le dijo a Matt... ¿Padre? Pero.. Ella parecía de mi edad, y por lo que sabía era el cumpleaños treinta y dos de Matthew -¿Cómo...?- la pregunta ni siquiera me salió completa, mi cerebro era una laguna de números y cálculos que no daban. ¿Había tenido una hija a los trece? ¿A los doce? A los catorce ya era un poco más factible, pero aún así..
Estolas se acercó también a nosotros. Estaba bellísima. No porque no lo fuera, sino porque siempre se la veía tan apagada y poco entusiasmada, y hoy parecía una persona distinta. No pude evitar esbozar una leve sonrisa -Hola Esty, ¿cómo estás?
Me dejé guiar con su brazo en la cintura hasta enfrente la pista de baile -En realidad recién llego, dudaba mucho de venir- me serví una copa de ponche de la mesa detrás de nosotros -¿Siendo honesto? Es la fiesta más estrafalaria en la que he estado. Muy tu estilo.- Bebí del ponche con gusto, pero había algo muy leve en el aroma, prácticamente no podía descifrar qué era. Miré a Matt para preguntarle cuando vi que con una cuchara pescaba ni más ni menos que un ojo humano.
Ya me parecía que olía algo raro..- seguí tomando del vaso como si nada hubiera pasado. Algo lejos de la pista de baile vi a varias de chicas de la tienda de Matt con las que trabajaba, haciendo exactamente eso: trabajando. Me confundió bastante, ya que eran la gran mayoría, por no decir casi todas -¿Teníamos que trabajar hoy..?- miré a Matthew buscando una respuesta, ¿acaso se me había pasado? Podría jurar que nadie me había dicho nada, y era algo demasiado importante como para que se me pase. Lo único que había recibido era la invitación, pero ahora estaba realmente preocupado.
Al rato, no pude evitar arrugar la nariz al sentir un aroma poco agradable. El causante del mismo no tardó en llegar, un vampiro, claramente. Mantuve una expresión neutra, aunque cualquiera que me conociera identificaría lo poco que me agradaba el sujeto. ¿"Licántropo"? ¿Quién se creía? -Buenas noches.- No dije nada más, era deber de Matthew lidiar con sus.. Invitados especiales.
Una chica, cuyo aroma a vampiro no percibí por la presencia del anterior, se acercó y le dijo a Matt... ¿Padre? Pero.. Ella parecía de mi edad, y por lo que sabía era el cumpleaños treinta y dos de Matthew -¿Cómo...?- la pregunta ni siquiera me salió completa, mi cerebro era una laguna de números y cálculos que no daban. ¿Había tenido una hija a los trece? ¿A los doce? A los catorce ya era un poco más factible, pero aún así..
Estolas se acercó también a nosotros. Estaba bellísima. No porque no lo fuera, sino porque siempre se la veía tan apagada y poco entusiasmada, y hoy parecía una persona distinta. No pude evitar esbozar una leve sonrisa -Hola Esty, ¿cómo estás?
Última edición por Hadden Payne el Vie 10 Abr 2020 - 16:20, editado 1 vez
Hadden Payne
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
Había estado ocupado, muy ocupado como para mirar muchas cosas.
Aquello, o mejor dicho, aquella, le había sacado las atenciones, y el bio era el tipo de persona que solo podía darle atención a algo a la vez. Y ahora se la había ganado en su cabeza, en cierta manera.
Se observaron en silencio por segundos que le parecieron décadas, ¿Le estaba observando como él había sido? Deseó que sí de forma inconsciente y hasta sin saberlo. Sonrió por esto de una forma totalmente relajada, creyéndolo por un momento.
— ¿En un buen momento? —
Le acompañó con ligera sorpresa por su iniciativa, pero se dejó ser, quizá no aguantaba estar sentada allí, en el centro de atención, o quizá solo quería escapar de la responsabilidad por un momento, varios motivos se cruzaron por su mente, y pronto, notó lo callado que había estado en todo el viaje, sosteniendo la mano de la albina con su antebrazo, con este doblado con delicadeza, siendo guíado por la ajena.
— Vaya... —
Carraspeó para aclarar su voz y finalmente observó la bebida, el aguardiente no era de sus bebidas más... Típicas, prefería cualquier clase de alcohol antes que ese fluido poco refinado, pero tenía que bastar para su castigado paladar, no iba a exigir un Cabernet Sauvignon, como hace mucho tiempo lo habría hecho.
Tomó un trago y bajó un sorbo por su boca. "Al menos le agregaron un poco de sabor" pensó tras notar un ligero gusto a algo
distinto al aguardiente por apenas unos leves momentos, menos de lo que le hubiera gustado, la amargura del alcohol poco cuidado y mal hecho aún seguía allí.
Mientras disfrutaba de castigar su boca, observó la gente a su alrededor, el ambiente, el contexto en el que se encontraba, por unos momentos, para luego regresar la atención a su acompañante.
— Que momento el mío, ¿Alguna razón en particular por la que querías abandonar la silla? — Ahora que recordó, le parecía estar escuchando una discusión a su lado, aunque no les había prestado atención, no de momento, era normal los gritos y las peleas en una fiesta, más que nada con la reputación del lugar.
— No sé sí considerarlo un gusto, pero llámame Sugar. — Considerando donde estaba ubicada, era una persona importante, pero la ignorancia en la que estaba sumergida el cibernético, se basaba en solo poseer información de rumores dadas por charlas oídas en su lugar de trabajo. — ¿Y qué haces en esta ciudad? Se me hace que la reputación del lugar no te hace justicia. — Dió un trago más largo al vaso que poseía entre manos, la ojeó de arriba a abajo de forma poco sutil, y sonriendo, continuó. — Parecías bastante cercana al virrey y su prometida en la mesa. —
Hizo un poco de memoria, pues el preciado rostro de la dragona se le hizo familiar, sus ojos brillaron por unos segundos al analizar registros pasados, al concluir, dejó salir una sonrisa aún más larga, que denotaba que había cambiado algo en su pensamiento.
— Debo admitir que me equivoqué. En cierta manera, la reputación de la ciudad va acoplada al cumpleañero y... A tí. Aunque desconozco tú historia, se me hace que tan errado no me hallo.
El lugar era un poco más tranquilo que la carpa principal, pues allí el espectáculo al parecer seguía. "Que se la quite, que se la quite" Empezó a resonar de una multitud casi enloquecida en la carpa a su lado.
Interactúo con Oromë
Aquello, o mejor dicho, aquella, le había sacado las atenciones, y el bio era el tipo de persona que solo podía darle atención a algo a la vez. Y ahora se la había ganado en su cabeza, en cierta manera.
Se observaron en silencio por segundos que le parecieron décadas, ¿Le estaba observando como él había sido? Deseó que sí de forma inconsciente y hasta sin saberlo. Sonrió por esto de una forma totalmente relajada, creyéndolo por un momento.
— ¿En un buen momento? —
Le acompañó con ligera sorpresa por su iniciativa, pero se dejó ser, quizá no aguantaba estar sentada allí, en el centro de atención, o quizá solo quería escapar de la responsabilidad por un momento, varios motivos se cruzaron por su mente, y pronto, notó lo callado que había estado en todo el viaje, sosteniendo la mano de la albina con su antebrazo, con este doblado con delicadeza, siendo guíado por la ajena.
— Vaya... —
Carraspeó para aclarar su voz y finalmente observó la bebida, el aguardiente no era de sus bebidas más... Típicas, prefería cualquier clase de alcohol antes que ese fluido poco refinado, pero tenía que bastar para su castigado paladar, no iba a exigir un Cabernet Sauvignon, como hace mucho tiempo lo habría hecho.
Tomó un trago y bajó un sorbo por su boca. "Al menos le agregaron un poco de sabor" pensó tras notar un ligero gusto a algo
distinto al aguardiente por apenas unos leves momentos, menos de lo que le hubiera gustado, la amargura del alcohol poco cuidado y mal hecho aún seguía allí.
Mientras disfrutaba de castigar su boca, observó la gente a su alrededor, el ambiente, el contexto en el que se encontraba, por unos momentos, para luego regresar la atención a su acompañante.
— Que momento el mío, ¿Alguna razón en particular por la que querías abandonar la silla? — Ahora que recordó, le parecía estar escuchando una discusión a su lado, aunque no les había prestado atención, no de momento, era normal los gritos y las peleas en una fiesta, más que nada con la reputación del lugar.
— No sé sí considerarlo un gusto, pero llámame Sugar. — Considerando donde estaba ubicada, era una persona importante, pero la ignorancia en la que estaba sumergida el cibernético, se basaba en solo poseer información de rumores dadas por charlas oídas en su lugar de trabajo. — ¿Y qué haces en esta ciudad? Se me hace que la reputación del lugar no te hace justicia. — Dió un trago más largo al vaso que poseía entre manos, la ojeó de arriba a abajo de forma poco sutil, y sonriendo, continuó. — Parecías bastante cercana al virrey y su prometida en la mesa. —
Hizo un poco de memoria, pues el preciado rostro de la dragona se le hizo familiar, sus ojos brillaron por unos segundos al analizar registros pasados, al concluir, dejó salir una sonrisa aún más larga, que denotaba que había cambiado algo en su pensamiento.
— Debo admitir que me equivoqué. En cierta manera, la reputación de la ciudad va acoplada al cumpleañero y... A tí. Aunque desconozco tú historia, se me hace que tan errado no me hallo.
El lugar era un poco más tranquilo que la carpa principal, pues allí el espectáculo al parecer seguía. "Que se la quite, que se la quite" Empezó a resonar de una multitud casi enloquecida en la carpa a su lado.
——————————————
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Sugar
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
Resumen
Oromë: Escapa despavorida de la mesa principal, arrastrando a Sugar
Eilydh: Le responde a Eyre. Aviva al público para que Mefisto se saque la camisa. Se retira de la carpa principal y va a tomar algo en las mesas.
Helena: Aparece en escena, vio todo desde la distancia y, cubriendo su rostro con una capucha, se acerca a su vieja enemiga Eilyhd para tener “una charla amistosa”.
Donovan: Se suma a la fiesta luego de hacer una evaluación detallada de la situación. Saluda a Matthew y a Hadden.
Mefisto: Charla con Oromë y Nayru, está ansioso por sacarse la camisa. Saca a bailar a Nayru.
Irinnil: Termina de bailar con Marcy, se acerca a la mesa para saludar a Matt. Se planta frente a Brenda para que no hagan que Marcy trabaje esa noche.
Marceline: Deja de bailar, mira como Irinnil la defiende, saluda a Matt.
Thaiss: Encabeza la cruzada (Con Fémur, Vincent y Alward) por meterse en la casa de Matthew, suponen que el pastel debe estar en la cocina, pero al abrir la puerta activan una trampa (Nota: Sacaron una muy mala runa)
Hadden: Sigue a Matthew a las mesas junto a la pista de baile. Ve a Irinnil por primera vez, se extraña de que Owens la llame Hija. Saluda a Marceline.
Sugar: Habla con Oromë, embobado por sus encantos.
Hadden podía ser muy astuto para algunas cosas, pero en otras se notaba su juventud y su ingenuidad, ese contraste resultaba adorable a los ojos de Matt. Le sonrió y le hizo gesto de que no se preocupara en relación a sus dudas sobre si asistir o no, en verdad a Owens no le molestaba que los empleados, los esclavos, los grandes Señores y los ladrones se mezclaran entre sí en la fiesta, era una hermosa ironía que se veía deliciosa, perfecta para la caótico mente del Virrey.
El Humano se estaba decidiendo si beber el ponche de todos modos o no, cuando se acercaron varias personas al mismo tiempo. Primero un sujeto que Matt no conocía, tenía buen porte, era poco común que se encontrara con gente más alta que él, envidió su prolijo cabello negro en cuanto lo vio. La mirada reticente de Hadden le daba a entender que el Licántropo había percibido algo que él no, aún así, era un invitado y correspondía tratarlo con amabilidad.
-Buenas noches, me alegra que este disfrutando de la fiesta - Respondió correspondiendo al saludo - No interrumpe, para nada, estábamos a punto de disfrutar del ponche ¿Quiere? - Le pasó el vaso que aún tenía el ojo flotando. Entonces se acercó Irinnil - Está delicioso, Hija mía, jamás se me hubiese ocurrido ponerle un toque tan... Único - Tal vez a los Humanos, Hechiceros y Elfos no les agradaría tanto, pero seguramente a los Vampiros y los Licántropos no les molestaría demasiado.
Marceline llegó justo después que Irinnil, aparentemente se estaban llevando muy bien, eso hizo sonreír a Matt.
-La noche está saliendo muy bien, gracias por preguntar, Estolas - Miró unos segundos al hechicero tirado en el piso - No te preocupes por eso, hoy es un día festivo, así que no es necesario que trabajen si no quieren - Lo dejó en claro tanto para Marcy como para Hadden - Las muchachas que están bailando fueron contratadas por Eil, decidieron trabajar porque era una buena paga, pero no estaban obligadas -
Hadden parecía un poco confundido con todo el asunto de Irinnil, así que Matthew sonrió y pasó a explicarle.
-Esta hermosa jovencita es mi hija adoptiva, llegó a mi hace algún tiempo y fue amor a primera vista, luego de eso ya no pudimos separarnos - En verdad adoraba a la ex-elfa y Owens sentía que el cariño era mutuo.
Oromë: Escapa despavorida de la mesa principal, arrastrando a Sugar
Eilydh: Le responde a Eyre. Aviva al público para que Mefisto se saque la camisa. Se retira de la carpa principal y va a tomar algo en las mesas.
Helena: Aparece en escena, vio todo desde la distancia y, cubriendo su rostro con una capucha, se acerca a su vieja enemiga Eilyhd para tener “una charla amistosa”.
Donovan: Se suma a la fiesta luego de hacer una evaluación detallada de la situación. Saluda a Matthew y a Hadden.
Mefisto: Charla con Oromë y Nayru, está ansioso por sacarse la camisa. Saca a bailar a Nayru.
Irinnil: Termina de bailar con Marcy, se acerca a la mesa para saludar a Matt. Se planta frente a Brenda para que no hagan que Marcy trabaje esa noche.
Marceline: Deja de bailar, mira como Irinnil la defiende, saluda a Matt.
Thaiss: Encabeza la cruzada (Con Fémur, Vincent y Alward) por meterse en la casa de Matthew, suponen que el pastel debe estar en la cocina, pero al abrir la puerta activan una trampa (Nota: Sacaron una muy mala runa)
Hadden: Sigue a Matthew a las mesas junto a la pista de baile. Ve a Irinnil por primera vez, se extraña de que Owens la llame Hija. Saluda a Marceline.
Sugar: Habla con Oromë, embobado por sus encantos.
Hadden podía ser muy astuto para algunas cosas, pero en otras se notaba su juventud y su ingenuidad, ese contraste resultaba adorable a los ojos de Matt. Le sonrió y le hizo gesto de que no se preocupara en relación a sus dudas sobre si asistir o no, en verdad a Owens no le molestaba que los empleados, los esclavos, los grandes Señores y los ladrones se mezclaran entre sí en la fiesta, era una hermosa ironía que se veía deliciosa, perfecta para la caótico mente del Virrey.
El Humano se estaba decidiendo si beber el ponche de todos modos o no, cuando se acercaron varias personas al mismo tiempo. Primero un sujeto que Matt no conocía, tenía buen porte, era poco común que se encontrara con gente más alta que él, envidió su prolijo cabello negro en cuanto lo vio. La mirada reticente de Hadden le daba a entender que el Licántropo había percibido algo que él no, aún así, era un invitado y correspondía tratarlo con amabilidad.
-Buenas noches, me alegra que este disfrutando de la fiesta - Respondió correspondiendo al saludo - No interrumpe, para nada, estábamos a punto de disfrutar del ponche ¿Quiere? - Le pasó el vaso que aún tenía el ojo flotando. Entonces se acercó Irinnil - Está delicioso, Hija mía, jamás se me hubiese ocurrido ponerle un toque tan... Único - Tal vez a los Humanos, Hechiceros y Elfos no les agradaría tanto, pero seguramente a los Vampiros y los Licántropos no les molestaría demasiado.
Marceline llegó justo después que Irinnil, aparentemente se estaban llevando muy bien, eso hizo sonreír a Matt.
-La noche está saliendo muy bien, gracias por preguntar, Estolas - Miró unos segundos al hechicero tirado en el piso - No te preocupes por eso, hoy es un día festivo, así que no es necesario que trabajen si no quieren - Lo dejó en claro tanto para Marcy como para Hadden - Las muchachas que están bailando fueron contratadas por Eil, decidieron trabajar porque era una buena paga, pero no estaban obligadas -
Hadden parecía un poco confundido con todo el asunto de Irinnil, así que Matthew sonrió y pasó a explicarle.
-Esta hermosa jovencita es mi hija adoptiva, llegó a mi hace algún tiempo y fue amor a primera vista, luego de eso ya no pudimos separarnos - En verdad adoraba a la ex-elfa y Owens sentía que el cariño era mutuo.
Última edición por Matthew Owens el Vie 10 Abr 2020 - 20:16, editado 1 vez
Matthew Owens
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
El elfo pronunció el nombre de la vampiresa con el entusiasmo que le caracterizaba. La mujer sonrió sin mostrar sus dientes, divirtiéndose con la situación. Puede que resultara extraño pero lo que vestía Mefisto no desentonaba del todo con él, eterno tonto, siempre descarado y dispuesto a llevar el espectáculo tan lejos como llegara. Los bardos lloraban en silencio su ausencia en las filas del gremio.
Hacía tiempo que no le veía y trató de darle un repaso, ignorando la molesta jarana que los rodeaba. A pesar de que eran más que conocidos pero tampoco amigos muy cercanos, Nayru pudo oler algo bajo su piel, algo que excitaba su sangre de manera extraña. La atrajo hacia sí con una firmeza inusitada mientras bromeaba y sonreía como nunca le había visto hacer: sin artificios. ¿Cómo podía estirar tanto la cara? Ese algo no estaba cuando se encontraron la última vez y fue lo que la intrigó.
Los vítores y la fiesta reclamaban que el elfo se quitase la camisa. O como se llamase aquella ridícula pieza de tela semitransparente. Lejos de decepcionarlos lanzó la prenda por los aires y acto seguido los ignoró como si alguien hubiese silenciado medio continente, extendiéndole la mano en una invitación muda.
Era fascinante. La mujer observó a Mefisto y su ceja alzada y rió con ganas, alto, desde el vientre. Aceptó el baile porque ahora que lo miraba de cerca podía apreciar los ojos oscuros del elfo, la intención de un desafío que los habitaba ahí al fondo, al lado de la muerte de todas las máscaras.
Bailaron sin compás, y sus movimientos no tenían nombre porque a veces eran un vals, y veces eran danzas gitanas, y a veces eran simplemente pasos que los obligaban a girar por toda la pista improvisada del jardín de Matthew Owens. Los instrumentos se dejaban el alma en una melodía que les era indiferente porque ninguno de los dos estaba allí para escuchar esa música.
La vampiresa agarró a Mefisto por el rostro, obligándolo a inclinarse hasta tenerlo a la altura de los ojos.
-Qué te ha pasado, puto iluminado -susurró con la voz algo entrecortada, sonriendo con todos los dientes-. Hueles a locura liberada y te sienta bien.
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Fémur los miraba a todos con delicia, como si fuesen tres entusiastas cachorros dispuestos a morderle la cola a un perro grande. Le puso freno a su mente antes de empezar a divagar sobre una pequeña orgía en algún rincón oscuro de la casa, la tarta puesta a otro uso más interesante que hacerla volar por ahí.
-Hermoso Rubito es muy largo y ella ya se lo ha quedado, Vinnie, no seas acaparador -comentó con desparpajo, señalando a la chica que tenía toda la pinta de no llamarse Rubia con el pulgar; se giró hacia el otro humano exhibiendo su sonrisa llena de dientes blancos y colmillos, guiñándole un ojo mientras le pasaba un brazo sobre los hombros-. Deduces bien, Dulzura, pero deja de ser tan lindo o tendré que empezar a darte sorbitos. -comentó, chocando su cadera con la del hombre antes de separarse.
Rió alegre porque hacía mucho que nadie la llamaba señorita y le pareció gracioso a la par que adorable. Y esa impresión no hizo más que aumentar cuando Dulzura los advirtió de que la casa del chaval del cumpleaños tenía trampas y los mantuvo a todos detrás de él. Aww. Lo vio agarrar un barril, lanzarlo por la puerta, esperar que ocurriese algo. Ahí agachado, los pantalones tensos delineando su trasero mientras empujaba el barril... qué hambre, cielo santo. Pero no, no pasó nada. ¿Quién ponía una trampa directamente en la puerta del servicio? Salvo que el dueño fuese un sádico que adoraba que carne picada le sirviese el té de las cinco en el jardín.
No dijo nada sobre cómo había degenerado la idea de la tarda: empezó con hacerla volar y ahora la querían explotar. Le encantaba la idea y quería ver si podía meterle un montón de fuegos artificiales dentro.
Sin embargo era un asunto a tener en cuenta, uno bastante serio. Mirando por encima de su hombro se podía ver algo de la actividad de la fiesta, llegaban hasta ellos los sonidos difuminados de risas, música, gritos y baile, gente de un lado para otro ya fuese con otras personas o por su cuenta. Al fin y al cabo sólo estaban en el costado de la gran casa. Entraron sin que ninguna supuesta trampa les saltase al cuello y frunció el ceño con una idea repentina.
-Chicos, ¿alguno sabe en qué consisten esas espléndidas tramp-?
Ah. La culpa fue de Rubia y es lo que le diría a todo el mundo. La mujer morena se adelantó a todos internándose en la casa, abrió la primera puerta que encontró y entonces fue cuando se desató el pandemónium. El ruido de una alarma mágica comenzó a sonar como si anunciase el fin del mundo. Por instinto Fémur agarró a Rubia del brazo creyendo que algo podría salir disparado de la puerta abierta pero... No se trataba de eso.
De repente estaba en un lugar y al siguiente en otro. ¡Plop!
Hacía tiempo que no le veía y trató de darle un repaso, ignorando la molesta jarana que los rodeaba. A pesar de que eran más que conocidos pero tampoco amigos muy cercanos, Nayru pudo oler algo bajo su piel, algo que excitaba su sangre de manera extraña. La atrajo hacia sí con una firmeza inusitada mientras bromeaba y sonreía como nunca le había visto hacer: sin artificios. ¿Cómo podía estirar tanto la cara? Ese algo no estaba cuando se encontraron la última vez y fue lo que la intrigó.
Los vítores y la fiesta reclamaban que el elfo se quitase la camisa. O como se llamase aquella ridícula pieza de tela semitransparente. Lejos de decepcionarlos lanzó la prenda por los aires y acto seguido los ignoró como si alguien hubiese silenciado medio continente, extendiéndole la mano en una invitación muda.
Era fascinante. La mujer observó a Mefisto y su ceja alzada y rió con ganas, alto, desde el vientre. Aceptó el baile porque ahora que lo miraba de cerca podía apreciar los ojos oscuros del elfo, la intención de un desafío que los habitaba ahí al fondo, al lado de la muerte de todas las máscaras.
Bailaron sin compás, y sus movimientos no tenían nombre porque a veces eran un vals, y veces eran danzas gitanas, y a veces eran simplemente pasos que los obligaban a girar por toda la pista improvisada del jardín de Matthew Owens. Los instrumentos se dejaban el alma en una melodía que les era indiferente porque ninguno de los dos estaba allí para escuchar esa música.
La vampiresa agarró a Mefisto por el rostro, obligándolo a inclinarse hasta tenerlo a la altura de los ojos.
-Qué te ha pasado, puto iluminado -susurró con la voz algo entrecortada, sonriendo con todos los dientes-. Hueles a locura liberada y te sienta bien.
Fémur los miraba a todos con delicia, como si fuesen tres entusiastas cachorros dispuestos a morderle la cola a un perro grande. Le puso freno a su mente antes de empezar a divagar sobre una pequeña orgía en algún rincón oscuro de la casa, la tarta puesta a otro uso más interesante que hacerla volar por ahí.
-Hermoso Rubito es muy largo y ella ya se lo ha quedado, Vinnie, no seas acaparador -comentó con desparpajo, señalando a la chica que tenía toda la pinta de no llamarse Rubia con el pulgar; se giró hacia el otro humano exhibiendo su sonrisa llena de dientes blancos y colmillos, guiñándole un ojo mientras le pasaba un brazo sobre los hombros-. Deduces bien, Dulzura, pero deja de ser tan lindo o tendré que empezar a darte sorbitos. -comentó, chocando su cadera con la del hombre antes de separarse.
Rió alegre porque hacía mucho que nadie la llamaba señorita y le pareció gracioso a la par que adorable. Y esa impresión no hizo más que aumentar cuando Dulzura los advirtió de que la casa del chaval del cumpleaños tenía trampas y los mantuvo a todos detrás de él. Aww. Lo vio agarrar un barril, lanzarlo por la puerta, esperar que ocurriese algo. Ahí agachado, los pantalones tensos delineando su trasero mientras empujaba el barril... qué hambre, cielo santo. Pero no, no pasó nada. ¿Quién ponía una trampa directamente en la puerta del servicio? Salvo que el dueño fuese un sádico que adoraba que carne picada le sirviese el té de las cinco en el jardín.
No dijo nada sobre cómo había degenerado la idea de la tarda: empezó con hacerla volar y ahora la querían explotar. Le encantaba la idea y quería ver si podía meterle un montón de fuegos artificiales dentro.
Sin embargo era un asunto a tener en cuenta, uno bastante serio. Mirando por encima de su hombro se podía ver algo de la actividad de la fiesta, llegaban hasta ellos los sonidos difuminados de risas, música, gritos y baile, gente de un lado para otro ya fuese con otras personas o por su cuenta. Al fin y al cabo sólo estaban en el costado de la gran casa. Entraron sin que ninguna supuesta trampa les saltase al cuello y frunció el ceño con una idea repentina.
-Chicos, ¿alguno sabe en qué consisten esas espléndidas tramp-?
Ah. La culpa fue de Rubia y es lo que le diría a todo el mundo. La mujer morena se adelantó a todos internándose en la casa, abrió la primera puerta que encontró y entonces fue cuando se desató el pandemónium. El ruido de una alarma mágica comenzó a sonar como si anunciase el fin del mundo. Por instinto Fémur agarró a Rubia del brazo creyendo que algo podría salir disparado de la puerta abierta pero... No se trataba de eso.
- la alarma suena lindo, sube el volumen:
De repente estaba en un lugar y al siguiente en otro. ¡Plop!
Nay lo flipa en silencio y baila bailes raros con Mefisto.
Fémur la lía parda con Vinnie, Rubia y Dulzura. La culpa es de Rubia. 100% clickbaited us.
Última edición por Nayru el Lun 20 Abr 2020 - 18:50, editado 1 vez
Nayru
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
Miró su vaso completamente vació y luego el de su nuevo compañero de bebidas, apenas le había dado un pequeño trago. Quiso palmearse la frente por su estupidez -Lo olvide, ¿Puedes beber? No se mucho de bios pero si conocí a una que no comía nada de nada- La dragona dejó de mirarlo mientras rebuscaba en la mesa otro tipo de bebidas que se le antojaran. Tomó la jarra que alguien más acababa de dejar y la olisqueó minuciosamente para a continuación fruncir el ceño y servir lo que quedaba en el vaso de un hombre más que borracho y que olía a estiércol ¿Quien diablos había invitado a ese?. Vio una mesera pasar y le dejó entre las manos el contenedor. -Veneno. Ya no se puede tener un mínimo de confianza en nadie- Puso los ojos en blanco y regresó al aguardiente.
-No siempre se necesitan buenas razones, pero lo cierto es que no me gustan las peleas de gatos.- Bromeó mientras daba otro sorbo más y este le derretía la garganta. Ni siquiera hizo el mínimo movimiento, le gustaba ese dolor.
-Un placer conocerte Sugar- Sonrió suavemente, aunque no era una sonrisa dulce, sino más bien una que denotaba superioridad.
Miró hacia afuera y el sol ya prácticamente había desaparecido, Sena tendría que estar pronto allí. No había muchos niños, por no decir que prácticamente no había ninguno y la pequeña vampiro destacaría, pero pobre del infeliz que se le ocurriera meterse con la niña. Y no porque Oromë lo haría trizas, sino porque la colmillitos había aprendido muy bien de su madre adoptiva a como quitar dedos de un mordisco.
Vio la forma en la que la miraba y aunque la idea de seguirle el juego era divertida, no lo hizo. ¿Por qué? Esperaba a su hija y no la dejaría por ahí sola por más que pudiera cuidarse demasiado bien. -Y a mi se me hace que eres nuevo por aquí, me adelantaré a darte el pésame- Los nuevos no duraban mucho en la ciudad y un bio pues... le daría una hora como mucho y estaba siendo amable. -Solo disfruto el epitome de la decadencia reunido en un solo lugar. ¿Tu no?- Se relamió los labios y buscó algo que comer; un cuenco con frutas era lo único que alcanzaban sus manos sin tener que revolcarse sobre la mesa. Tomó un racimo de uvas y lo puso entremedio de Sugar y ella, en ofrecimiento. -No estaría sentada allá si no lo fuera. A Matthew le gusta tener a los amigos cerca, y a los enemigos también-
Se quedó callada mientras observaba como los ojos de Sugar volvían a hacer ese brillo extraño, era interesante y estuvo a nada de meterle una uña dentro del cuenco. -¿Qué estas mirando?- Pregunto dudosa y curiosa por igual, pero la respuesta de él le dio las pistas necesarias para responderle. Su semblante cambió y ahora estaba completamente seria. -Interesante, bastará con que sepas que la ciudad sigue en pie no gracias a mi. Y que también te conviene no indagar a menos que quieras terminar siendo un montón de chatarra. Tus ojos quedarían bien como un par de aretes- Sonrió una vez más pero no había amabilidad.
Comió una uva como si nada, el sonido de gansos graznando sobrepaso el bullicio que hacían las personas rogándole a Mefisto que se quitara la ropa. -Vaya el show ya comenzó, me preguntaba quien sería el primero en intentarlo. Feliz cumpleaños Matt- Dijo a nadie en particular mientras elevaba su copa al aire. Unos cuantos acompañaron su movimiento y vitorearon al cumpleañero.
No pensaba molestarse en ir a ver quien había irrumpido en la casa del humano. Claro que ella no sabía de las trampas, cuantas o cuales había, pero si conocía de la alarma.
------------------------------
Continuo mi charla con Sugar y escuchó la hermosa alarma, pero no hago nada de nada :3
-No siempre se necesitan buenas razones, pero lo cierto es que no me gustan las peleas de gatos.- Bromeó mientras daba otro sorbo más y este le derretía la garganta. Ni siquiera hizo el mínimo movimiento, le gustaba ese dolor.
-Un placer conocerte Sugar- Sonrió suavemente, aunque no era una sonrisa dulce, sino más bien una que denotaba superioridad.
Miró hacia afuera y el sol ya prácticamente había desaparecido, Sena tendría que estar pronto allí. No había muchos niños, por no decir que prácticamente no había ninguno y la pequeña vampiro destacaría, pero pobre del infeliz que se le ocurriera meterse con la niña. Y no porque Oromë lo haría trizas, sino porque la colmillitos había aprendido muy bien de su madre adoptiva a como quitar dedos de un mordisco.
Vio la forma en la que la miraba y aunque la idea de seguirle el juego era divertida, no lo hizo. ¿Por qué? Esperaba a su hija y no la dejaría por ahí sola por más que pudiera cuidarse demasiado bien. -Y a mi se me hace que eres nuevo por aquí, me adelantaré a darte el pésame- Los nuevos no duraban mucho en la ciudad y un bio pues... le daría una hora como mucho y estaba siendo amable. -Solo disfruto el epitome de la decadencia reunido en un solo lugar. ¿Tu no?- Se relamió los labios y buscó algo que comer; un cuenco con frutas era lo único que alcanzaban sus manos sin tener que revolcarse sobre la mesa. Tomó un racimo de uvas y lo puso entremedio de Sugar y ella, en ofrecimiento. -No estaría sentada allá si no lo fuera. A Matthew le gusta tener a los amigos cerca, y a los enemigos también-
Se quedó callada mientras observaba como los ojos de Sugar volvían a hacer ese brillo extraño, era interesante y estuvo a nada de meterle una uña dentro del cuenco. -¿Qué estas mirando?- Pregunto dudosa y curiosa por igual, pero la respuesta de él le dio las pistas necesarias para responderle. Su semblante cambió y ahora estaba completamente seria. -Interesante, bastará con que sepas que la ciudad sigue en pie no gracias a mi. Y que también te conviene no indagar a menos que quieras terminar siendo un montón de chatarra. Tus ojos quedarían bien como un par de aretes- Sonrió una vez más pero no había amabilidad.
Comió una uva como si nada, el sonido de gansos graznando sobrepaso el bullicio que hacían las personas rogándole a Mefisto que se quitara la ropa. -Vaya el show ya comenzó, me preguntaba quien sería el primero en intentarlo. Feliz cumpleaños Matt- Dijo a nadie en particular mientras elevaba su copa al aire. Unos cuantos acompañaron su movimiento y vitorearon al cumpleañero.
No pensaba molestarse en ir a ver quien había irrumpido en la casa del humano. Claro que ella no sabía de las trampas, cuantas o cuales había, pero si conocía de la alarma.
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Continuo mi charla con Sugar y escuchó la hermosa alarma, pero no hago nada de nada :3
Oromë Vánadóttir
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
Luego de un rato la suave música se detuvo para iniciar un ruido ensordecedor de orquesta entrante con show y vitoreo, muchas personas comenzaron a gritar y quedaron escandalizadas con la nueva presentación que se había montado y todos se abrieron rápidamente a los costados para dejarlos pasar. Ya ni los lados más tranquilos, libres y dispersos eran tranquilos, "las fiestas siempre son de esa manera?" me pregunte invadida por toda las personas que repentinamente estaban a mi alrededor. Comenzaba a sentirme agobiada cuando respire profundo y trate de mantener mi mente en paz "Esto eres tú ahora, una mujer madura que acude a fiestas y esas cosas, solo debo enfocarme o algo..." trataba de darme ánimos para no perder la cordura entre tanta gente. "Mmm... Iré a saludar a Matthew... si si.. a saludarlo... es su cumpleaños después de todo, es lo mínimo que puedo hacer."
Con un objetivo en mente, inicie esta nueva campaña que quizás me duraría la eternidad por su complicación. Era la primera vez que estaba en un entorno donde mi magia de telequinesis a nivel molecular no me serviría de mucho por la gran conglomeración de personas y la escases de humedad en el ambiente, a parte de los miles de tragos en las manos de las personas, muchos y muchos bultos no eran una lectura que me ayudaran a reconocer al cumpleañero; además mis sentidos tampoco me ayudarían demasiado, Derek me obligó a calzar unas bellísimas zapatillas -supuestamente- que iban acorde con mis ropas, por lo que no lograría leer la vibración de piso, y había mucho ruido por todos lados, muchas voces, mucha gente, como moverse libremente en un lugar de esa manera.
- Permiso... - debía que salir de allí primero, estábamos demasiado apretados e incómodos todos como para que la persona más importante de la noche estuviera allí.
La música no cesaba pero si la densidad de gente, el show principal mermaba y las personas volvían a las mesas y a sus charlas casuales con bebidas en las manos, al menos ahora podría caminar sin rozar integra a las personas.
- Disculpe señor - dije a uno de los bultos que menciono en su conversación el nombre del cumpleañero.
- Que quieres niña codejo, hip - su voz, invadió mis fosas nasales con su pestilencia en alcohol como las dos personas con las que anteriormente hablé.
- Sabe dónde está Matthew?
- Matthew?? Niña... jajaja hablashhh de nuesto Virrrrshey... mas resssssshpeto. - apenas lograba formular palabras.
- Virrey? - eso era algo nuevo de escuchar, cuando lo conocí no era más que un mero acompañante de viajas adineradas... Sí que había pasado el tiempo. Pero este hombre no me ayudaría en el estado que se encontraba.
Pregunte a dos personas más, y me indicaron hacia una carpa central a la derecha de donde estaba. Camine en la dirección indicada varios pasos al tanteo porque desconocía que tan grande era el lugar, por lo que cada tanto volvía a preguntar.
- Si si... niña... - dijo una mujer con una voz muy fina y delicada, casi melodiosa - Esta más adelante, en la carpa principal - "si... pero cuál es la dichosa carpa... porque aún no llego". Seguí varios pasos sin rendirme cuando escuche los gritos de las personas por que alguien se desnudara, no creí que mientras más me internara en esta fiesta, mas perturbadora se volvería y recordé entonces todas las advertencias de Derek sobre la ciudad y su gente. Un deje de escalofrió me recorrió y volví a preguntar.
- Esta es la carpa central? - sujete el brazo desnudo de una bailarina.
- Si coneja... Linda mascara~ Nos conocemos? - no, no definitivamente, su timbre de voz no me era familiar en lo absoluto, pero era reconfortante saber que esta tela llena de huracos no revelaba nada que incordiase a las personas que me hablaban, era una tranquilizadora sensación el ser tratada como una persona normal por primera vez.
- Lo dudo, no soy de por aquí... Te consulto, el Señor Matthew, está por aquí?
- Si! Está allí- se giró para indicármelo y sentí mi pecho llenarse de júbilo. - EH? Espera... Dónde está? - y aquella chispa se apagó rápidamente.
- No está?
- Juraría que lo vi entre las damas hace un instante... - La travesía aun no había terminado "Genial ¬¬*" - disculpa... seguro debe estar saludando invitados, fíjate en la carpa de la izquierda, junto a la zona de baile... para este lado no vino seguro.
No me quedaba de otra, hice una pequeña reverencia y volví a mis andadas.
Preguntando de vez en vez y moviéndome con cuidado. De repente siento una mano acercándose a mi rostro y me hecho para tras chocando con otra pareja, esta no se detuvo ante mi estampida leve y giro nuevamente enviándome a otro lado, volví a chocar con otra pareja y esta vez perdí el equilibro y caí al suelo.
- Si no bailas salte de la pista chica! - me gritaron en lo que creí que me distraje por el ruido fuerte de unos extraños graznidos (aun que nada ya me sorprendería en esta fiesta) pero luego entendí dónde estaba atrapada. "Con razón el sonido se desliza como briza entre árboles y no están tan abarrotados" con tanto ruido no podría salir integra, por lo que puse las manos en el suelo para intentar percibir donde estaban todos y de esa manera no chocar con más nadie. A lo que no me anticipe es que quizás la zona donde decidí estarme encorvada como perro no era el sitio más adecuado considerando que las personas iban y venían con sus danzas y así fue el caso.
Una pareja tropezó conmigo y el muchacho del dúo cayo de espalda por encima de mí ya que se movía con demasiada libertad sin esperarse una piedra de mi tamaño en su paso. Sentí el empujo y me desparrame junto a él golpeando el hombro contra el suelo, pero mi golpe tal vez no se comparó con el que este recibió.
- Awwww~ lo siento! lo siento! lo siento!
Con un objetivo en mente, inicie esta nueva campaña que quizás me duraría la eternidad por su complicación. Era la primera vez que estaba en un entorno donde mi magia de telequinesis a nivel molecular no me serviría de mucho por la gran conglomeración de personas y la escases de humedad en el ambiente, a parte de los miles de tragos en las manos de las personas, muchos y muchos bultos no eran una lectura que me ayudaran a reconocer al cumpleañero; además mis sentidos tampoco me ayudarían demasiado, Derek me obligó a calzar unas bellísimas zapatillas -supuestamente- que iban acorde con mis ropas, por lo que no lograría leer la vibración de piso, y había mucho ruido por todos lados, muchas voces, mucha gente, como moverse libremente en un lugar de esa manera.
- Permiso... - debía que salir de allí primero, estábamos demasiado apretados e incómodos todos como para que la persona más importante de la noche estuviera allí.
La música no cesaba pero si la densidad de gente, el show principal mermaba y las personas volvían a las mesas y a sus charlas casuales con bebidas en las manos, al menos ahora podría caminar sin rozar integra a las personas.
- Disculpe señor - dije a uno de los bultos que menciono en su conversación el nombre del cumpleañero.
- Que quieres niña codejo, hip - su voz, invadió mis fosas nasales con su pestilencia en alcohol como las dos personas con las que anteriormente hablé.
- Sabe dónde está Matthew?
- Matthew?? Niña... jajaja hablashhh de nuesto Virrrrshey... mas resssssshpeto. - apenas lograba formular palabras.
- Virrey? - eso era algo nuevo de escuchar, cuando lo conocí no era más que un mero acompañante de viajas adineradas... Sí que había pasado el tiempo. Pero este hombre no me ayudaría en el estado que se encontraba.
Pregunte a dos personas más, y me indicaron hacia una carpa central a la derecha de donde estaba. Camine en la dirección indicada varios pasos al tanteo porque desconocía que tan grande era el lugar, por lo que cada tanto volvía a preguntar.
- Si si... niña... - dijo una mujer con una voz muy fina y delicada, casi melodiosa - Esta más adelante, en la carpa principal - "si... pero cuál es la dichosa carpa... porque aún no llego". Seguí varios pasos sin rendirme cuando escuche los gritos de las personas por que alguien se desnudara, no creí que mientras más me internara en esta fiesta, mas perturbadora se volvería y recordé entonces todas las advertencias de Derek sobre la ciudad y su gente. Un deje de escalofrió me recorrió y volví a preguntar.
- Esta es la carpa central? - sujete el brazo desnudo de una bailarina.
- Si coneja... Linda mascara~ Nos conocemos? - no, no definitivamente, su timbre de voz no me era familiar en lo absoluto, pero era reconfortante saber que esta tela llena de huracos no revelaba nada que incordiase a las personas que me hablaban, era una tranquilizadora sensación el ser tratada como una persona normal por primera vez.
- Lo dudo, no soy de por aquí... Te consulto, el Señor Matthew, está por aquí?
- Si! Está allí- se giró para indicármelo y sentí mi pecho llenarse de júbilo. - EH? Espera... Dónde está? - y aquella chispa se apagó rápidamente.
- No está?
- Juraría que lo vi entre las damas hace un instante... - La travesía aun no había terminado "Genial ¬¬*" - disculpa... seguro debe estar saludando invitados, fíjate en la carpa de la izquierda, junto a la zona de baile... para este lado no vino seguro.
No me quedaba de otra, hice una pequeña reverencia y volví a mis andadas.
Preguntando de vez en vez y moviéndome con cuidado. De repente siento una mano acercándose a mi rostro y me hecho para tras chocando con otra pareja, esta no se detuvo ante mi estampida leve y giro nuevamente enviándome a otro lado, volví a chocar con otra pareja y esta vez perdí el equilibro y caí al suelo.
- Si no bailas salte de la pista chica! - me gritaron en lo que creí que me distraje por el ruido fuerte de unos extraños graznidos (aun que nada ya me sorprendería en esta fiesta) pero luego entendí dónde estaba atrapada. "Con razón el sonido se desliza como briza entre árboles y no están tan abarrotados" con tanto ruido no podría salir integra, por lo que puse las manos en el suelo para intentar percibir donde estaban todos y de esa manera no chocar con más nadie. A lo que no me anticipe es que quizás la zona donde decidí estarme encorvada como perro no era el sitio más adecuado considerando que las personas iban y venían con sus danzas y así fue el caso.
Una pareja tropezó conmigo y el muchacho del dúo cayo de espalda por encima de mí ya que se movía con demasiada libertad sin esperarse una piedra de mi tamaño en su paso. Sentí el empujo y me desparrame junto a él golpeando el hombro contra el suelo, pero mi golpe tal vez no se comparó con el que este recibió.
- Awwww~ lo siento! lo siento! lo siento!
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»Interactuo con Mefisto y NayruMe coloque justo detras de ellos mientras bailaban, pegado a sus pies y allí tropieza conmigo.
Merida DunBroch
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
2, 4, 6... Dicen que los asesinos siempre vuelven a la escena del crimen a ver su obra, que los pirómanos observan de cerca sus incendios y que los carpinteros... bueno, no sé si dirán algo de ellos, pero yo estaba sentada en la barandilla del balcón de Matt, mirando el fruto de mi trabajo. 8, 10, 12... Que realmente no había sido mucho esfuerzo, no es complicado hacer una carpa, lo complicado del asunto fue hacer tantas en poco tiempo.
Pasé la mano por la madera en la que estaba sentada, notando uno de tantos nudos 20, 22, 24... Espera, esas ya las vi, pero esas no.
-No me voy a quejar del baile, -me dije- pero ya he perdido la cuenta. -sonreía con picardía mientras mis ojos seguían las múltiples tetas al aire de las prostitutas. -Ahora entiendo porque Matt me ofreció hospedaje en su casa y no en su negocio. -Me alisé una arruga del pantalón. -O a lo mejor fue porque le gusta acosarme... cada vez que Erye se iba él siempre me arreglaba alguna parte de la ropa. -Un escalofrió recorrió mi nuca y sentí como si la bruja me hubiera oído. -Eyre... perdón. No me mires así, tienes un nombre complejo. -Me defendí, mirando hacia la carpa principal y en ese momento sonó una alarma. -Vaya, parece que al final sí que eran necesarias las trampas. -Me puse de pie y salté al patio. -Apostar contra un estafador es como gritar a los cuatro vientos que te gusta perder.
Caminé por la fiesta, rodeando la pista de baile, la vista había sido bonita y entretenida, pero había demasiadas tetas sueltas y eran de pago. Al contrario que el sastre de Matt, que me había hecho el traje gratis. Algo me decía que el virrey tenía algún chanchullo con las telas, pero lo mío es la madera así que tampoco me iba a meter, así que simplemente me dejé tomar medidas y acabé con un elegante mono blanco-menta adornado con pedrería.
-Matt. -Saludé al encontrarlo junto a la mesa de los manjares. -Acaban de soltar a... los gansos. -Sonreí y salude momentáneamente a los presentes que lo rodeaban. -Así que tengo que saldar mi deuda. -Me incliné llevando una mano a la espalda y otra al pecho. -Esta pieza es nuestra.
Esperé a que el hombre cogiera mi mano y comenzamos a caminar, siendo él la figura femenina de la pareja.
__________
Off: Me introduzco en la fiesta y saco a Matt a bailar.
Pasé la mano por la madera en la que estaba sentada, notando uno de tantos nudos 20, 22, 24... Espera, esas ya las vi, pero esas no.
-No me voy a quejar del baile, -me dije- pero ya he perdido la cuenta. -sonreía con picardía mientras mis ojos seguían las múltiples tetas al aire de las prostitutas. -Ahora entiendo porque Matt me ofreció hospedaje en su casa y no en su negocio. -Me alisé una arruga del pantalón. -O a lo mejor fue porque le gusta acosarme... cada vez que Erye se iba él siempre me arreglaba alguna parte de la ropa. -Un escalofrió recorrió mi nuca y sentí como si la bruja me hubiera oído. -Eyre... perdón. No me mires así, tienes un nombre complejo. -Me defendí, mirando hacia la carpa principal y en ese momento sonó una alarma. -Vaya, parece que al final sí que eran necesarias las trampas. -Me puse de pie y salté al patio. -Apostar contra un estafador es como gritar a los cuatro vientos que te gusta perder.
Caminé por la fiesta, rodeando la pista de baile, la vista había sido bonita y entretenida, pero había demasiadas tetas sueltas y eran de pago. Al contrario que el sastre de Matt, que me había hecho el traje gratis. Algo me decía que el virrey tenía algún chanchullo con las telas, pero lo mío es la madera así que tampoco me iba a meter, así que simplemente me dejé tomar medidas y acabé con un elegante mono blanco-menta adornado con pedrería.
- Mono:
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-Matt. -Saludé al encontrarlo junto a la mesa de los manjares. -Acaban de soltar a... los gansos. -Sonreí y salude momentáneamente a los presentes que lo rodeaban. -Así que tengo que saldar mi deuda. -Me incliné llevando una mano a la espalda y otra al pecho. -Esta pieza es nuestra.
Esperé a que el hombre cogiera mi mano y comenzamos a caminar, siendo él la figura femenina de la pareja.
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Off: Me introduzco en la fiesta y saco a Matt a bailar.
Reivy Abadder
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
¡Fue lo primero que dijo!: "No os confiéis", ¡Y Thaiss entró tan tranquilamente, como si de su propia casa se tratase! Por supuesto, aquello lo pagó, como si de un castigo divino se tratara cayó en la primera trampa con la que tuvo la "suerte" de encontrarse.
Alward iba el más rezagado, atento a todos los rincones donde pudiese esconderse algún peligro, esto Thaiss lo había tomado como un simple avergonzamiento al tener que enfrentarse a la titánica tarea de tener que cantarle "cumpleaños feliz" a uno de los seres más odiados en la faz de ese mundo. Su única respuesta fue mirarla con desdén, soltando un corto suspiro de resignación.
Cuando la morena desapareció como por arte de magia, el Sevna quedó atónito, detrás suya, intentando agarrarla (cruzando así el umbral de aquella puerta también) cayó la vampiresa pelirroja. Miró a Vincent, confundido, acto seguido se encaminó hacia el umbral con premura, pero antes de cruzarlo se detuvo, algo temeroso. Cabía destacar que también empezaron a sonar gansos despavoridos por todo el lugar a modo de bucle, aquella situación cada vez se volvía más bizarra.
-...¿Qué es?-Preguntó. No tuvo mucho tiempo para esperar una respuesta, pues las chicas podrían estar en peligro o, en menor medida, en serios problemas. Frunció su ceño y se insufló de valor; sin más atravesó aquella especie de portal.
Se esperaba cualquier cosa: aparecer en una jaula llena de criaturas carnívoras, en algún lugar lejos de la casa donde pudiesen perderse, en una celda... pero, lo que para nada se pasó por su mente es aparecer flotando en mitad de la nada y caer en un terreno fangoso y maloliente.
Una vez en "tierra" firme, el castaño se puso en una posición cuadrúpeda y miró hacia todos lados, intentando localizar dónde se encontraba. Era una sala extraña; en el medio de esta había un hoyo enorme rellenado con la "tierra" fangosa en la que el humano estaba subido, todo lo demás era demasiado difícil de identificar debido a la escasa luz, pero podrían tratarse de numerosos sacos colocados alineados por algún motivo que desconocía.
El olor era demasiado insoportable, aquello no podía ser "tierra" sin más, además de que le era demasiado familiar.
-...estiércol.-Dedujo en voz baja.
Hace años, en su pueblo natal, había tenido que abonar demasiadas veces como para ser contadas con los dedos de las manos y los pies.
Se puso en pie y miró a su alrededor intentando localizar tanto a Thaiss como a Fémur. También miró hacia arriba, para procurar que Vincent no cayese encima suya.
Con sumo cuidado de no hundirse más de lo debido, salió de la piscina. Pudo localizar sin problemas a las dos chicas, estaba aliviado al ver que habían ido a parar al mismo lugar que él, y que no les había pasado nada, pero entonces miró a Thaiss con desdén.
-Eres rematadamente idiota, ¿Lo sabías?-Se olisqueó las manos, los brazos, incluso bajó su tronco para hacer lo propio con las piernas-¡Por tu culpa huelo...-Se dio cuenta que no era el único, así que rectificó-¡OLEMOS a... mierda!
Desvió su mirada hacia Fémur, algo avergonzado por la situación. Acto seguido, se dio media vuelta y se fue a buscar alguna salida, el ambiente estaba demasiado oscuro y con pocas luces, más allá de las que provenían de la fiesta al otro lado de la casa.
El caballero se encontró con una puerta aparentemente cerrada. Podría agarrar el pomo y comprobarlo, pero... ¿Habría alguna trampa? Tenía cierta reticencia de comprobarlo. Se cruzó de brazos y se quedó observando la puerta largos segundos, intentando ver si por su marco, bisagras o por algún lado tenía algo sospechoso.
______________________________________________________________
Off: Sigo mi interacción con Thaiss, Fémur y Vincent.
Alward iba el más rezagado, atento a todos los rincones donde pudiese esconderse algún peligro, esto Thaiss lo había tomado como un simple avergonzamiento al tener que enfrentarse a la titánica tarea de tener que cantarle "cumpleaños feliz" a uno de los seres más odiados en la faz de ese mundo. Su única respuesta fue mirarla con desdén, soltando un corto suspiro de resignación.
Cuando la morena desapareció como por arte de magia, el Sevna quedó atónito, detrás suya, intentando agarrarla (cruzando así el umbral de aquella puerta también) cayó la vampiresa pelirroja. Miró a Vincent, confundido, acto seguido se encaminó hacia el umbral con premura, pero antes de cruzarlo se detuvo, algo temeroso. Cabía destacar que también empezaron a sonar gansos despavoridos por todo el lugar a modo de bucle, aquella situación cada vez se volvía más bizarra.
-...¿Qué es?-Preguntó. No tuvo mucho tiempo para esperar una respuesta, pues las chicas podrían estar en peligro o, en menor medida, en serios problemas. Frunció su ceño y se insufló de valor; sin más atravesó aquella especie de portal.
Se esperaba cualquier cosa: aparecer en una jaula llena de criaturas carnívoras, en algún lugar lejos de la casa donde pudiesen perderse, en una celda... pero, lo que para nada se pasó por su mente es aparecer flotando en mitad de la nada y caer en un terreno fangoso y maloliente.
Una vez en "tierra" firme, el castaño se puso en una posición cuadrúpeda y miró hacia todos lados, intentando localizar dónde se encontraba. Era una sala extraña; en el medio de esta había un hoyo enorme rellenado con la "tierra" fangosa en la que el humano estaba subido, todo lo demás era demasiado difícil de identificar debido a la escasa luz, pero podrían tratarse de numerosos sacos colocados alineados por algún motivo que desconocía.
El olor era demasiado insoportable, aquello no podía ser "tierra" sin más, además de que le era demasiado familiar.
-...estiércol.-Dedujo en voz baja.
Hace años, en su pueblo natal, había tenido que abonar demasiadas veces como para ser contadas con los dedos de las manos y los pies.
Se puso en pie y miró a su alrededor intentando localizar tanto a Thaiss como a Fémur. También miró hacia arriba, para procurar que Vincent no cayese encima suya.
Con sumo cuidado de no hundirse más de lo debido, salió de la piscina. Pudo localizar sin problemas a las dos chicas, estaba aliviado al ver que habían ido a parar al mismo lugar que él, y que no les había pasado nada, pero entonces miró a Thaiss con desdén.
-Eres rematadamente idiota, ¿Lo sabías?-Se olisqueó las manos, los brazos, incluso bajó su tronco para hacer lo propio con las piernas-¡Por tu culpa huelo...-Se dio cuenta que no era el único, así que rectificó-¡OLEMOS a... mierda!
Desvió su mirada hacia Fémur, algo avergonzado por la situación. Acto seguido, se dio media vuelta y se fue a buscar alguna salida, el ambiente estaba demasiado oscuro y con pocas luces, más allá de las que provenían de la fiesta al otro lado de la casa.
El caballero se encontró con una puerta aparentemente cerrada. Podría agarrar el pomo y comprobarlo, pero... ¿Habría alguna trampa? Tenía cierta reticencia de comprobarlo. Se cruzó de brazos y se quedó observando la puerta largos segundos, intentando ver si por su marco, bisagras o por algún lado tenía algo sospechoso.
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Off: Sigo mi interacción con Thaiss, Fémur y Vincent.
Alward Sevna
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
—Y quién no querría —musité, tomando la copa qué me ofrecía el hombre, observando el ojo en el líquido. Owens era bastante educado, eso o se había estudiado las líneas que cualquiera esperaría oír en cuanto se le acercaran.
Moví rápidamente los ojos. Del ojo de la copa a ojos rojos y ojos azules, dueña de los primeros una vampira. Su atuendo era curioso… su sombrero, en realidad. Eso es lo que debería haber estado llamando curioso. Sería alguna capitana famosa de una embarcación, o algo.
Los azules de una licántropa. Con el pequeño joven pálido y de ojos celestes, esto hacía dos. ¿Qué, intentaban competirle a Ulmer? Ciudad Perros iba a terminar llamándose este lugar. Jesus – me parece, así le decían al supuesto “Dios Blanco” – . Esto debía ser los que los seguidores del Dios Blanco llamaban una pecadora. Inhalé suave y lentamente, su sangre… olía raro, había algo ahí. ¿Demasiado alcohol? …No. Ella misma no olía a eso, y se veía sana… “sana”, figurativamente. Me refería a que no estaba haciendo las estupideces que un borracho sí.
Miré a ambos licántropos, con las cejas levemente arriba. Pálidos, de complexiones similares, aunque la muchacha se notaba más flaca. ¿Esto… era el licántropo promedio? La mayoría me los había encontrado en su forma real. Nada agradable, hacían las cosas difíciles, te olían miles de veces antes de tú a ellos, iban en manadas... simplemente eran oponentes fastidiosos. Guardaba una pizca de agresión hacia los mismos; aunque este par no parecía tan malo. El hombre tuvo la decencia de saludar. La mujer andaba raro, como si dudase de ciertos movimientos.
Si no fuese por la ropa, a todas luces pensaría que era una esclava. La aparición de una enana... Esty. "Estolas", así se llamaba, Esty un apodo. ¿Trabajar, hm? Vi con ellos al tipo tirado en el suelo. ¿Un borra...
Oh, cariño, entonces este ojo era suyo, «ew». Arrugué la cara al pensar que por un momento consideré comermelo. Presione el entre el índice y el dedo medio, y lo tiré a un lado, como si fuese una basurita. Alcé nuevamente las cejas al escuchar que la vampira era... ¿su hija?
Tomé un trago de la copa por reflejo, escuchando la explicación. Hija adoptiva. De por sí levantaba sospechas que alguien en su posición adoptase, lo ideal, era concebir. ¿No tenía pareja? Lo dudaba. No solo virrey, se mantenía bien. ¿Cuantos años estaría cumpliendo, ahora qué lo pensaba? Lamí un colmillo dentro de mi boca mientras ordenaba mis pensamientos, no era extraño de ninguna forma que fuese el centro...
"¡Aaaaaaaaaaah!"
"¡Wuu, qué se la quite!"
...
No era extraño de ninguna forma que fuese uno de los centros de atención de la fiesta. Era suya, después de todo. De nuevo, también era virrey. Pero si él era el virrey, ¿quién ocupaba el trono en la ciudad? No había visto ninguna figura que resaltase de esa manera, ni por ropas, ni por gente a su alrededor, ni por nada. Tenía algo de tacto en la política, los reyes muchas veces eran pantallas para la gente atrás... para que ellos pudiesen trabajar sin que nadie los molestase y molestasen al rey; pero no estaba.
O no lo veía.
Sí era lo primero, qué grosero.
Estuve apunto de abrir la boca y cuestionar más al hombre; pero se acercó una mujer dragon a él.
...
¿De qué malditos gansos estaba hablando? ¿Qué le pasaba a esta ciudad?
Curvé los labios en una sonrisa mientras los veía retirarse a la pista de baile. Una pena, no podría indagar mucho ahora. Temía, no podría indagar mucho esta noche. Ni la mañana siguiente.
—Es un hombre bastante raro —empecé, viendo al licántropo—. A ella —dije, viendo un momento a la licántropa para dejar claro de quién hablaba— la llamo Estolas, pero nadie ha mencionado tu nombre. Soy Donovan —dije, tendiendole la mano—, así que si me permites, ¿cuál es el tuyo? ¿Es Estolas tu hermana? No me dirás que Matthew Owens también adopta licántropos...
Moví rápidamente los ojos. Del ojo de la copa a ojos rojos y ojos azules, dueña de los primeros una vampira. Su atuendo era curioso… su sombrero, en realidad. Eso es lo que debería haber estado llamando curioso. Sería alguna capitana famosa de una embarcación, o algo.
Los azules de una licántropa. Con el pequeño joven pálido y de ojos celestes, esto hacía dos. ¿Qué, intentaban competirle a Ulmer? Ciudad Perros iba a terminar llamándose este lugar. Jesus – me parece, así le decían al supuesto “Dios Blanco” – . Esto debía ser los que los seguidores del Dios Blanco llamaban una pecadora. Inhalé suave y lentamente, su sangre… olía raro, había algo ahí. ¿Demasiado alcohol? …No. Ella misma no olía a eso, y se veía sana… “sana”, figurativamente. Me refería a que no estaba haciendo las estupideces que un borracho sí.
Miré a ambos licántropos, con las cejas levemente arriba. Pálidos, de complexiones similares, aunque la muchacha se notaba más flaca. ¿Esto… era el licántropo promedio? La mayoría me los había encontrado en su forma real. Nada agradable, hacían las cosas difíciles, te olían miles de veces antes de tú a ellos, iban en manadas... simplemente eran oponentes fastidiosos. Guardaba una pizca de agresión hacia los mismos; aunque este par no parecía tan malo. El hombre tuvo la decencia de saludar. La mujer andaba raro, como si dudase de ciertos movimientos.
Si no fuese por la ropa, a todas luces pensaría que era una esclava. La aparición de una enana... Esty. "Estolas", así se llamaba, Esty un apodo. ¿Trabajar, hm? Vi con ellos al tipo tirado en el suelo. ¿Un borra...
Oh, cariño, entonces este ojo era suyo, «ew». Arrugué la cara al pensar que por un momento consideré comermelo. Presione el entre el índice y el dedo medio, y lo tiré a un lado, como si fuese una basurita. Alcé nuevamente las cejas al escuchar que la vampira era... ¿su hija?
Tomé un trago de la copa por reflejo, escuchando la explicación. Hija adoptiva. De por sí levantaba sospechas que alguien en su posición adoptase, lo ideal, era concebir. ¿No tenía pareja? Lo dudaba. No solo virrey, se mantenía bien. ¿Cuantos años estaría cumpliendo, ahora qué lo pensaba? Lamí un colmillo dentro de mi boca mientras ordenaba mis pensamientos, no era extraño de ninguna forma que fuese el centro...
"¡Aaaaaaaaaaah!"
"¡Wuu, qué se la quite!"
...
No era extraño de ninguna forma que fuese uno de los centros de atención de la fiesta. Era suya, después de todo. De nuevo, también era virrey. Pero si él era el virrey, ¿quién ocupaba el trono en la ciudad? No había visto ninguna figura que resaltase de esa manera, ni por ropas, ni por gente a su alrededor, ni por nada. Tenía algo de tacto en la política, los reyes muchas veces eran pantallas para la gente atrás... para que ellos pudiesen trabajar sin que nadie los molestase y molestasen al rey; pero no estaba.
O no lo veía.
Sí era lo primero, qué grosero.
Estuve apunto de abrir la boca y cuestionar más al hombre; pero se acercó una mujer dragon a él.
...
¿De qué malditos gansos estaba hablando? ¿Qué le pasaba a esta ciudad?
Curvé los labios en una sonrisa mientras los veía retirarse a la pista de baile. Una pena, no podría indagar mucho ahora. Temía, no podría indagar mucho esta noche. Ni la mañana siguiente.
—Es un hombre bastante raro —empecé, viendo al licántropo—. A ella —dije, viendo un momento a la licántropa para dejar claro de quién hablaba— la llamo Estolas, pero nadie ha mencionado tu nombre. Soy Donovan —dije, tendiendole la mano—, así que si me permites, ¿cuál es el tuyo? ¿Es Estolas tu hermana? No me dirás que Matthew Owens también adopta licántropos...
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Hablo con Hadden. Menciono a Irinnil, Marceline, Matthew, Reivy, y más importante, al ojo de Ramses.
Ó Catháin
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
Se rió, de una forma tan sentida como debían serlo todas las risas. Tras esa carcajada tan gozosa, tan honda y tan llena, la mujer aceptó. Yo tenía buena idea de que lo haría, pues veía algo en sus ojos avellana, tan callados y atentos. Eran como ladrones esperando la oportunidad para hacerse con cada detalle, de explorar cada recoveco de mi ser, de mi alma.
¿Qué encontraría ella? ¿Qué pensaría?
No sabría responder, pues yo mismo me veía en sus ojos como lo haría en un espejo roto: Tantas máscaras usadas, tantas vidas descartadas...
Seguimos bailando. Con el fulgor con que baila el fuego con el viento, al ritmo marcado por la lluvia en la tierra, una coreografía entre las luces y las sombras. Un trance del que Nayru me sacó al sujetarme del rostro inesperadamente en lo que creí sería un beso.
Lamentablemente —para ella—, no fue la ocasión. Me mantuvo a la altura de sus ojos, lo que permití sin resistirme. Por lo difícil que sería el seguir bailando de esa forma, volví a cambiar el ritmo, esta vez a algo más lento. La tomé suavemente de la cintura con ambas manos, y mis ojos se iluminaron con un aire sardónico: Iba a comentar lo inusual que era aquella costumbre y preguntarle dónde había aprendido ese paso. O lo agresiva que era la cabrona. Pero ella habló primero.
Sus palabras hicieron que mis ojos se iluminaran con algo más. Asentí un par de veces, enérgicamente. De libertad se trataba todo. Me zafé de su agarre con un delicado movimiento, y cuando me disponía a enderezarme, tomar sólo un poco distancia y responderle... Me tropecé. Con algo.
No. Alguien.
En un instante me encontré tirado de espaldas en el suelo, con los brazos abiertos y evidente confusión en mi rostro. Tardé un poco en entender la situación, ayudado en parte con las disculpas de la muchacha.
No me enfadé con ella, ni presté especial atención a las reacciones de los extras.
Tampoco intenté entender qué había llevado a ese desarrollo de los acontecimientos.
Ni siquiera intenté levantarme.
Tenía los ojos clavados en el cielo, con una mirada distante que buscaba a la luna.
¿Así que esa era su respuesta? ¿Un tirón firme a las cadenas, para que conozca mi lugar?
Confesaré que, en otra oportunidad, aquello me hubiese hecho desesperar. Me habría apretado el pecho, me habría vaciado el estómago, me habría hecho maldecir a la suerte, a Isil, a Imbar, a Anar, a Thor, a los Guías y a la ciega y a todos sus muertos y a todos los que me faltaban.
—Pff... —Una sonrisa se abrió camino entre la confusión de mi cara.
Ahora... ahora era muy tarde para eso. Podían dar los tirones que quisieran. Podían hacerme arder con fuego de dragón, podían hacerme un héroe, podían darme riquezas, podían lanzarme al suelo y escupirme, podían frustrar mi muerte o crucificarme en el centro del escenario.
Por la luz... Podrían hasta revivirla.
Era tan gracioso...
Es que no importaba. ¡Ya era muy tarde para ellos! ¡Sus intentos eran tan patéticos...!
—¡Pff... Pffjaja, JAJAJAJA...!—No pude contenerlo más, y la sonrisa dio paso a una sonora carcajada. Una carcajada gozosa, honda y llena, que seguro retumbaría por toda la pista si los músicos no estuviesen presentes.
Simplemente reí sin impedimentos , de una forma tan sentida como debían serlo todas las risas.
*Off-rol:
- Continúo bailando con Nayru hasta que me tropiezo con Mérida. Me quedo en el suelo un momento.
¿Qué encontraría ella? ¿Qué pensaría?
No sabría responder, pues yo mismo me veía en sus ojos como lo haría en un espejo roto: Tantas máscaras usadas, tantas vidas descartadas...
En sus ojos vi luz; vi que había llamas,
oí tanta risa y oí tanto llanto...
Vi a cierto elfo con sus saltos y sus dramas.
¡Vi magnífico baile! ¡Tan bello canto...!
¿Y dónde estarían sus escenas?
¿Acaso es que dejó de sufrir tanto?
¿Es que acaso renunció a sus penas...?
Sí. Ahora conocía la verdad.
Ya no le pesaban las cadenas.
Él bailaba, embriagado en libertad.
oí tanta risa y oí tanto llanto...
Vi a cierto elfo con sus saltos y sus dramas.
¡Vi magnífico baile! ¡Tan bello canto...!
¿Y dónde estarían sus escenas?
¿Acaso es que dejó de sufrir tanto?
¿Es que acaso renunció a sus penas...?
Sí. Ahora conocía la verdad.
Ya no le pesaban las cadenas.
Él bailaba, embriagado en libertad.
---
Seguimos bailando. Con el fulgor con que baila el fuego con el viento, al ritmo marcado por la lluvia en la tierra, una coreografía entre las luces y las sombras. Un trance del que Nayru me sacó al sujetarme del rostro inesperadamente en lo que creí sería un beso.
Lamentablemente —para ella—, no fue la ocasión. Me mantuvo a la altura de sus ojos, lo que permití sin resistirme. Por lo difícil que sería el seguir bailando de esa forma, volví a cambiar el ritmo, esta vez a algo más lento. La tomé suavemente de la cintura con ambas manos, y mis ojos se iluminaron con un aire sardónico: Iba a comentar lo inusual que era aquella costumbre y preguntarle dónde había aprendido ese paso. O lo agresiva que era la cabrona. Pero ella habló primero.
Sus palabras hicieron que mis ojos se iluminaran con algo más. Asentí un par de veces, enérgicamente. De libertad se trataba todo. Me zafé de su agarre con un delicado movimiento, y cuando me disponía a enderezarme, tomar sólo un poco distancia y responderle... Me tropecé. Con algo.
No. Alguien.
En un instante me encontré tirado de espaldas en el suelo, con los brazos abiertos y evidente confusión en mi rostro. Tardé un poco en entender la situación, ayudado en parte con las disculpas de la muchacha.
No me enfadé con ella, ni presté especial atención a las reacciones de los extras.
Tampoco intenté entender qué había llevado a ese desarrollo de los acontecimientos.
Ni siquiera intenté levantarme.
Tenía los ojos clavados en el cielo, con una mirada distante que buscaba a la luna.
¿Así que esa era su respuesta? ¿Un tirón firme a las cadenas, para que conozca mi lugar?
Confesaré que, en otra oportunidad, aquello me hubiese hecho desesperar. Me habría apretado el pecho, me habría vaciado el estómago, me habría hecho maldecir a la suerte, a Isil, a Imbar, a Anar, a Thor, a los Guías y a la ciega y a todos sus muertos y a todos los que me faltaban.
—Pff... —Una sonrisa se abrió camino entre la confusión de mi cara.
Ahora... ahora era muy tarde para eso. Podían dar los tirones que quisieran. Podían hacerme arder con fuego de dragón, podían hacerme un héroe, podían darme riquezas, podían lanzarme al suelo y escupirme, podían frustrar mi muerte o crucificarme en el centro del escenario.
Por la luz... Podrían hasta revivirla.
Era tan gracioso...
Es que no importaba. ¡Ya era muy tarde para ellos! ¡Sus intentos eran tan patéticos...!
—¡Pff... Pffjaja, JAJAJAJA...!—No pude contenerlo más, y la sonrisa dio paso a una sonora carcajada. Una carcajada gozosa, honda y llena, que seguro retumbaría por toda la pista si los músicos no estuviesen presentes.
Simplemente reí sin impedimentos , de una forma tan sentida como debían serlo todas las risas.
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*Off-rol:
- Continúo bailando con Nayru hasta que me tropiezo con Mérida. Me quedo en el suelo un momento.
Mefisto
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
Estaba tranquilamente buscando más carne para Esty. Parecía que de todo era lo que más le gustaba, así que tomé otro plato y lo fui llenando poco a poco con los diferentes tipos que había sobre la mesa. “Tal vez le guste toda, o tal vez solo un tipo concreto...” Me quedé pensativa y le dejé el nuevo plato lleno. Le sonreí mientras me quedaba a su lado observándola.
Un movimiento delante de mi llamó mi atención en aquel momento. Alguien estaba mirando fijamente mi sombrero con una cara extraña. Hice como que no le veía, pero notaba sus ojos posados sobre mi. Eso me enfadó, a ver ¿a quién no le enfadaría que miraran su sombrero de aquella forma? Así como juzgándolo. Tal vez fuera un experto, o tal vez los fabricara por su cuenta, en cualquier caso no me gustaba que miraran así mis prendas. Tampoco parecía hacer absolutamente nada, estaba allí, de pie, observando cosas.
- Qué hombre más extraño. -Susurré. No pude evitar acercarme con curiosidad. Tal vez con ganas de decirle un par de cosas sobre mirar fijamente los sombreros ajenos.
Me senté sobre la mesa mientras aquel “ser” hablaba con la nueva adquisición prostitutil de Matthew. Me crucé de brazos mientras el juzgador de sombreros seguía con sus pesquisas.
- Tienes muchas preguntas. -Le miré a los ojos. -Lo cual me lleva a pensar que no eres un invitado invitado por Matt si no que eres un invitado invitado por sí mismo. -Señalé al licántropo. -Te pediría que no molestes a la mercancía. No está trabajando durante esta noche, si quieres sus servicios tendrás que volver mañana.
Me alejé de nuevo, no tenía nada más que hacer allí y posiblemente la adquisición de padre querría coquetear un poco con él para ganarse un cliente a futuro.
Volví a junto de Esty y me senté a su lado. -Espero que te guste, no hace falta que te lo comas todo. -La miré. -Oye… Me preguntaba si… -Tosí. -Me preguntaba si cuando no trabajes te gustaría pasear conmigo alguna vez… -Aparté la mirada. -Solo si quieres, claro…
No sabía qué era exactamente, pero aquella chica tenía algo que me llamaba la atención. Quería saber qué era, para ello necesitaba tiempo. Sacar conclusiones precipitadas nunca llevaba a nada bueno. Debía verlo por mí misma. Debía verla fuera de una “ocasión especial”.
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Off: Interactúo un poco con el vampiro mirador de sombreros y con Esty.
Un movimiento delante de mi llamó mi atención en aquel momento. Alguien estaba mirando fijamente mi sombrero con una cara extraña. Hice como que no le veía, pero notaba sus ojos posados sobre mi. Eso me enfadó, a ver ¿a quién no le enfadaría que miraran su sombrero de aquella forma? Así como juzgándolo. Tal vez fuera un experto, o tal vez los fabricara por su cuenta, en cualquier caso no me gustaba que miraran así mis prendas. Tampoco parecía hacer absolutamente nada, estaba allí, de pie, observando cosas.
- Qué hombre más extraño. -Susurré. No pude evitar acercarme con curiosidad. Tal vez con ganas de decirle un par de cosas sobre mirar fijamente los sombreros ajenos.
Me senté sobre la mesa mientras aquel “ser” hablaba con la nueva adquisición prostitutil de Matthew. Me crucé de brazos mientras el juzgador de sombreros seguía con sus pesquisas.
- Tienes muchas preguntas. -Le miré a los ojos. -Lo cual me lleva a pensar que no eres un invitado invitado por Matt si no que eres un invitado invitado por sí mismo. -Señalé al licántropo. -Te pediría que no molestes a la mercancía. No está trabajando durante esta noche, si quieres sus servicios tendrás que volver mañana.
Me alejé de nuevo, no tenía nada más que hacer allí y posiblemente la adquisición de padre querría coquetear un poco con él para ganarse un cliente a futuro.
Volví a junto de Esty y me senté a su lado. -Espero que te guste, no hace falta que te lo comas todo. -La miré. -Oye… Me preguntaba si… -Tosí. -Me preguntaba si cuando no trabajes te gustaría pasear conmigo alguna vez… -Aparté la mirada. -Solo si quieres, claro…
No sabía qué era exactamente, pero aquella chica tenía algo que me llamaba la atención. Quería saber qué era, para ello necesitaba tiempo. Sacar conclusiones precipitadas nunca llevaba a nada bueno. Debía verlo por mí misma. Debía verla fuera de una “ocasión especial”.
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Off: Interactúo un poco con el vampiro mirador de sombreros y con Esty.
Irinnil Fawkes
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
—Es Estolas —puntualizó la pelirroja, sin comprender del todo porque le negaba el apodo a su compañero—. Estoy bien Hadden, gracias por preguntar. ¿Te estas divirtiendo?
Estolas tenía algo de curiosidad por conocer la respuesta del licántropo, pero en realidad había sido un puro formalismo. Lo que de verdad quería era seguir conversando con la vampiresa, pero no deseaba menospreciar la conversación con Matt... aun así lo hizo. Aprovechó que su dueño hablaba con Hadden para dar un paso atrás y salir del círculo social, quedándose en segundo plano mientras comía.
Irin deposito sobre las manos de la loba un nuevo plato lleno de carne. Las probó todas, cerdo, conejo, pollo, pavo, ciervo... realmente no sabía por cual decidirse, todas tenían distintos sabores e intensidades, todas estaban buenas y todas desaparecieron del plato. El primer trozo en esfumarse fue el ciervo y el costillar de cerdo el último.
— ¿Extraño?
Estolas levantó la vista del plato y observó al hombre que Irin hacía referencia. Aunque habría que aclarar que lo que realmente miraba era a Irinnil interactuando con el desconocido.
—Estaban todas muy buenas— respondió Estolas con una sonrisa, sentándose junto a Irin—. Pero no crea que pueda comer más... ¿pasear?
La petición pilló a Estolas fuera del lugar ¿porque querría nadie pasear con ella? ¿Porque pasear simplemente? Y no era trabajo así que no habían segundas intenciones ¿porque ella y no su padre? ¿Porque no cualquier otra persona?
Estolas no entendía lo que estaba pensando, se le escapan muchas de las emociones que estaba sintiendo esa noche, se le escapaban acciones simples que cualquiera entendería a la primera, pero claro, Estolas solo sabía obedecer. Su juicio estaba completamente anulado, no poseía pensamientos propios era... un simple cascaron vacío. Hasta ahora.
—Si. Me gustaría pasear contigo, Irin.
_________
Off: Interactuo con Irin y Hadden, menciono a Matt y Donovan.
Estolas tenía algo de curiosidad por conocer la respuesta del licántropo, pero en realidad había sido un puro formalismo. Lo que de verdad quería era seguir conversando con la vampiresa, pero no deseaba menospreciar la conversación con Matt... aun así lo hizo. Aprovechó que su dueño hablaba con Hadden para dar un paso atrás y salir del círculo social, quedándose en segundo plano mientras comía.
Irin deposito sobre las manos de la loba un nuevo plato lleno de carne. Las probó todas, cerdo, conejo, pollo, pavo, ciervo... realmente no sabía por cual decidirse, todas tenían distintos sabores e intensidades, todas estaban buenas y todas desaparecieron del plato. El primer trozo en esfumarse fue el ciervo y el costillar de cerdo el último.
— ¿Extraño?
Estolas levantó la vista del plato y observó al hombre que Irin hacía referencia. Aunque habría que aclarar que lo que realmente miraba era a Irinnil interactuando con el desconocido.
—Estaban todas muy buenas— respondió Estolas con una sonrisa, sentándose junto a Irin—. Pero no crea que pueda comer más... ¿pasear?
La petición pilló a Estolas fuera del lugar ¿porque querría nadie pasear con ella? ¿Porque pasear simplemente? Y no era trabajo así que no habían segundas intenciones ¿porque ella y no su padre? ¿Porque no cualquier otra persona?
Estolas no entendía lo que estaba pensando, se le escapan muchas de las emociones que estaba sintiendo esa noche, se le escapaban acciones simples que cualquiera entendería a la primera, pero claro, Estolas solo sabía obedecer. Su juicio estaba completamente anulado, no poseía pensamientos propios era... un simple cascaron vacío. Hasta ahora.
—Si. Me gustaría pasear contigo, Irin.
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Off: Interactuo con Irin y Hadden, menciono a Matt y Donovan.
Marceline
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
Al parecer Matthew tenía una hija adoptiva. Eso tenía mucho más sentido aunque, claramente, no dejaba de ser una sorpresa. Él era de ese tipo de personas que, por más tiempo que pase, nunca lograbas conocerlos del todo. Saludé a la chica solo con un movimiento de cabeza, pues desconocía su nombre y, además, estaba muy entretenida con Estolas.
Disculpa, Estolas- la verdad el momento se había tornado levemente incómodo, sentía que no terminaba por caerle mal a Estolas, pero tampoco le caía bien -Por ahora bien, gracias- era, obviamente, una formalidad. No porque no la estuviese pasando bien, sino porque recién llegaba y hasta ahora las cosas iban... Ni bien, ni mal.
Una mujer que según parecía era bastante amiga de Matt, se acercó y lo sacó a bailar, y no pude evitar reír levemente frente a la escena. Matthew era una persona particular, y en consecuencia sus conocidos y amistades eran igualmente particulares.
Me llamaron la atención las palabras del extraño, que seguía en el mismo lugar, ya que pensé que iba a irse tan pronto Matthew salió de escena, y especialmente me sorprendió que se dirigiera a mí, siendo que había una tensión evidente fruto de nuestras razas. Yo no me había criado con perjuicio por los vampiros, pero mis vivencias me habían vuelto... Precavido, por decirlo de alguna manera.
Miré su mano extendida durante un momento, dubitativo, antes de replicar el gesto, pero no llegué a estrechar su mano que intervinieron las palabras de la hija de Matthew. Era evidente que no había sido invitado por él, dada la presentación anterior entre ellos.
"Mercancía". La palabra siguió resonando en mi cabeza bastante después de que fuera dicha. Me recordaba especialmente a mis primeros años de trabajo, una época para nada agradable. Sin contar que, en un contexto donde no estaba trabajando, me sonaba aún peor.
Retiré la mano que había quedado en el aire y la guardé en mi bolsillo, sin estrechar la de Donovan. ¿Había estado tan distraído que no había notado que el vampiro pretendía encontrar a alguien para pagarle? Sea como fuese, lo que dijo la hija adoptiva de Matt me pegó mal -No, como ves no somos parientes.- dije refiriéndome a su pregunta sobre Estolas. Terminé de un trago mi vaso de ponche y lo dejé en la mesa, viendo, para mi sorpresa que se limpiaba solo. Procedí a cambiarlo por un vaso de la bebida que mi narid me indicó, tenía más alcohol (aunque no dejaban de ser bebidas de cocktail) -Hadden. Un gusto.- me presenté brevemente para no ser descortés, con la mirada perdida en la pista de baile sin mirar a nadie en específico y una expresión (y ánimo) muy distinta a la de momentos antes -¿Qué lo trae a Ciudad Lagarto?
Off: Interactúo con Estolas. Me quedo hablando con Donovan.
Disculpa, Estolas- la verdad el momento se había tornado levemente incómodo, sentía que no terminaba por caerle mal a Estolas, pero tampoco le caía bien -Por ahora bien, gracias- era, obviamente, una formalidad. No porque no la estuviese pasando bien, sino porque recién llegaba y hasta ahora las cosas iban... Ni bien, ni mal.
Una mujer que según parecía era bastante amiga de Matt, se acercó y lo sacó a bailar, y no pude evitar reír levemente frente a la escena. Matthew era una persona particular, y en consecuencia sus conocidos y amistades eran igualmente particulares.
Me llamaron la atención las palabras del extraño, que seguía en el mismo lugar, ya que pensé que iba a irse tan pronto Matthew salió de escena, y especialmente me sorprendió que se dirigiera a mí, siendo que había una tensión evidente fruto de nuestras razas. Yo no me había criado con perjuicio por los vampiros, pero mis vivencias me habían vuelto... Precavido, por decirlo de alguna manera.
Miré su mano extendida durante un momento, dubitativo, antes de replicar el gesto, pero no llegué a estrechar su mano que intervinieron las palabras de la hija de Matthew. Era evidente que no había sido invitado por él, dada la presentación anterior entre ellos.
"Mercancía". La palabra siguió resonando en mi cabeza bastante después de que fuera dicha. Me recordaba especialmente a mis primeros años de trabajo, una época para nada agradable. Sin contar que, en un contexto donde no estaba trabajando, me sonaba aún peor.
Retiré la mano que había quedado en el aire y la guardé en mi bolsillo, sin estrechar la de Donovan. ¿Había estado tan distraído que no había notado que el vampiro pretendía encontrar a alguien para pagarle? Sea como fuese, lo que dijo la hija adoptiva de Matt me pegó mal -No, como ves no somos parientes.- dije refiriéndome a su pregunta sobre Estolas. Terminé de un trago mi vaso de ponche y lo dejé en la mesa, viendo, para mi sorpresa que se limpiaba solo. Procedí a cambiarlo por un vaso de la bebida que mi narid me indicó, tenía más alcohol (aunque no dejaban de ser bebidas de cocktail) -Hadden. Un gusto.- me presenté brevemente para no ser descortés, con la mirada perdida en la pista de baile sin mirar a nadie en específico y una expresión (y ánimo) muy distinta a la de momentos antes -¿Qué lo trae a Ciudad Lagarto?
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Off: Interactúo con Estolas. Me quedo hablando con Donovan.
Hadden Payne
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
— Puedo beber, pero el aguardiente no es algo que mi paladar tolere en demasía. Ni mucho menos mi hígado. — Rió, luego la miró arqueando una ceja. — ¿Una bio que no puede comer? Los hay y bastantes, he conocido algunos... ¡Pobre de ella! No poder comer delicias como estas. — Y una pequeña nuez tomó de una bandeja cerca de la mesa en la que se encontraban, la partió con su mano, dejando los pequeños restos quebradizos caer sobre la mesa, para así comer el fruto dentro.
— ¿Veneno? ¿Así de normal lo dices y dejas deambular por ahí? Realmente esta ciudad es como me la imaginé. — Rió un tanto más, luego observó su recipiente con aún la mitad de aguardiente. — Debe ser que poca gente toma esta mierda como para envenenarla. ¿No? — Su mirada se fijó en la carpa principal de la que habían salido, luego volvió a la dragona.
— Con que pelea de gatitos... ¿Y en su cumpleaños? ¡Qué desconsideradas! — Rió y le dió un trago a aquel vaso a la vez que ella, el dolor era mínimo, pero era el sabor lo que no le convencía, aún así tomó, era mejor que nada.
Su ignorancia bastó para darle fin a su juego, rápidamente comprendió lo que no sucedería y continúo charlando como sí nada.
— ¿El pésame? Aún no me mudo, quizá en un futuro eso cambie, todo depende de hoy. — Miró a su alrededor, buscando a los borrachos riendo, otros tirados y finalmente algún que otro peleándose mientras reía. — Disfrutar de las penas y la vergüenza ajena, no negaré que es gracioso, sí. — Observó las uvas y lo pensó un momento antes de tomar una con su dedo pulgar e índice.
La llevó a sus labios y la comió con paciencia, para luego bajarla de un pequeño trago de aquel amargo alcohol.
— ¿Enemigos? Mh... Suena complicado y político. —
Despertó la hostilidad ajena con apenas unas palabras, tomó otra uva del racimo que sostenía y mientras sonreía, la comió, mirándola a los ojos con una tranquilidad absoluta. — Vaya... ¿Toqué un nervio sin saberlo? — rió un poco antes de continuar. — Que forma más... Original de decir que mis ojos son bonitos. — Hicieron un pequeño juego de luces, brillos emanaron de uno y luego del otro por un segundo para así reír. — Los quedarían hermosos en cualquier lugar que los dejé también. — Guiño coqueto que en broma le tiró mientras sonreía.
Las trampas comenzaron a sonar, la mirada de Sugar viajó hasta el sonido, para luego percatarse que nadie hacía nada, quizá era algo común en esos lares, o simplemente... Les daba igual, como a él. — ¿Pasa muy a menudo? — Preguntó de reojo observando a su compañera de tragos.
— ¿Veneno? ¿Así de normal lo dices y dejas deambular por ahí? Realmente esta ciudad es como me la imaginé. — Rió un tanto más, luego observó su recipiente con aún la mitad de aguardiente. — Debe ser que poca gente toma esta mierda como para envenenarla. ¿No? — Su mirada se fijó en la carpa principal de la que habían salido, luego volvió a la dragona.
— Con que pelea de gatitos... ¿Y en su cumpleaños? ¡Qué desconsideradas! — Rió y le dió un trago a aquel vaso a la vez que ella, el dolor era mínimo, pero era el sabor lo que no le convencía, aún así tomó, era mejor que nada.
Su ignorancia bastó para darle fin a su juego, rápidamente comprendió lo que no sucedería y continúo charlando como sí nada.
— ¿El pésame? Aún no me mudo, quizá en un futuro eso cambie, todo depende de hoy. — Miró a su alrededor, buscando a los borrachos riendo, otros tirados y finalmente algún que otro peleándose mientras reía. — Disfrutar de las penas y la vergüenza ajena, no negaré que es gracioso, sí. — Observó las uvas y lo pensó un momento antes de tomar una con su dedo pulgar e índice.
La llevó a sus labios y la comió con paciencia, para luego bajarla de un pequeño trago de aquel amargo alcohol.
— ¿Enemigos? Mh... Suena complicado y político. —
Despertó la hostilidad ajena con apenas unas palabras, tomó otra uva del racimo que sostenía y mientras sonreía, la comió, mirándola a los ojos con una tranquilidad absoluta. — Vaya... ¿Toqué un nervio sin saberlo? — rió un poco antes de continuar. — Que forma más... Original de decir que mis ojos son bonitos. — Hicieron un pequeño juego de luces, brillos emanaron de uno y luego del otro por un segundo para así reír. — Los quedarían hermosos en cualquier lugar que los dejé también. — Guiño coqueto que en broma le tiró mientras sonreía.
Las trampas comenzaron a sonar, la mirada de Sugar viajó hasta el sonido, para luego percatarse que nadie hacía nada, quizá era algo común en esos lares, o simplemente... Les daba igual, como a él. — ¿Pasa muy a menudo? — Preguntó de reojo observando a su compañera de tragos.
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Offrol: Sigo charlando con Oromë :3Sugar
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
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Sigo la aventura junto a Alward, Thaiss y Fémur. Ahora apestando a estiércol (?.
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Sigo la aventura junto a Alward, Thaiss y Fémur. Ahora apestando a estiércol (?.
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Se solía decir que la curiosidad mató al gato, más, por esta vez, el brujo esperaba que ese refrán solo se refiriera a los adorables felinos.
Por supuesto, Vincent era consciente de la verdadera realidad de esa frase, y que sí existía, era solo por las personas que metían las narices donde no debían, como andaba haciendo él en esos momentos. Pero no era menos cierto que ahora mismo no podía evitar aprender más de aquel hombre que ante sus ojos, en el pasado, se había mostrado como una persona totalmente diferente a la que con toda probabilidad sería.
- Alward, perfecto. Encantado de ir conociendo a la gente con las que invado moradas ajenas-, comentó con humor. - ¿Qué? - exclamó de repente. No había pensado que consideraran esa opción como viable. - ¿Pero no se supone que los amigos no explotan tartas de los cumpleañeros?
¿Aquellas personas de verdad eran amigos del anfitrión de la fiesta, o en realidad eran unos extraños como él, pero queriendo hacer un poco de “maldad” por allí? Al menos, el autodenominado Alward tenía invitación. Un extraño gamberro no sería, si poseía tal invitación. A no ser… que la invitación no fuese de él, sino que se hubiera caído accidentalmente del bolsillo de otra persona al suyo.
- Encantado, señorita Rubia-. Que en verdad no podía ser más morena, tanto de piel como de pelo, pero que no encontró apropiado decirlo en voz alta. - Y sobre lo de la tarta, quizás explotándola la repartamos demasiado, tanto que solo la repartamos sobre el cuerpo de Matt y cercanas amistades, así como las telas de la tienda donde recibirá tan dulce agasajo.
No era para menos, no era alquimista, pero si alguien en aquel loco mundo sabía de explosiones, ese era Vincent Calhoun.
- Oye, hermoso rubito tampoco es tan largo, además, siempre lo podemos acortar diciéndome solo hermoso-, bromeó, pero siguiendo al resto de personas hacia el interior de la casa.
Por supuesto, al brujo no se le pasó por alto el comentario de la joven Thaiss antes de internarse al interior de aquella mansión.
- Pues lo cierto es que sí. Se me dan muy bien los arcanos, estudié en la Academia de Magia de Beltrexus, y en una visita a mis viejos profesores conocí al bueno de Matt-, soltó como respuesta a la dama. Nada como lanzar al aire una verdad para experimentar las reacciones ajenas. Para ver que sabían sus amigos de todo aquello de que un señor adinerado de la tan poca noble Ciudad Lagarto fuese tan lejos a estudiar.
Alward constató con palabras la verdad que ya comenzaba a tomar forma y a corretear por la mente del rubio mercenario. Si la joven necesitaba a alguien que detectara trampas, es que las había. Aunque la forma en la que el chico evitó la posibilidad de caer en una, no fue menos que curiosa.
“Así que eso era lo que hacían los no practicantes de arcanos para no explotar por los aires”
Un poco tosco, pero no por ello menos efectivo. Sin embargo, si hacían saltar una trampa que supusiera un gran ruido, su infiltración perdería toda categoría de sigilo.
- Sí, será mejor no confiarnos. Y sabré en qué consisten en cuánto las detecte y analice-, contestó a la pelirroja que se había resistido a llamarlo hermoso rubito. - Aunque si el experto en arcanos soy yo, ¿no debería ir yo delante? - sugirió, al notar como la otra chica era tan atrevida con sus palabras e invitaciones a allanamientos de morada, como a adelantarse en sus movimientos.
Por fortuna para Thaiss, no se había topado con nada explosivo, venenoso o letal al instante, solo con una trampa portal. Aunque por evidentes razones, si se trataba de una trampa no llevaría a ningún lugar bueno donde regalasen caramelos. Y la naturaleza del mercenario le impedía quedarse atrás y dejar a esos jóvenes a su suerte.
- ¡Pero qué mierda es esta! - exclamó, nunca mejor dicho. - De todas las cosas que me han pasado en la vida, esta debe ser una de las más apestosas-, comentó medio en broma, ahora más relajado al saber que no tenía que luchar contra ninguna guardia armada o criatura, pero sintiendo unas arcadas subir por su pecho.
El brujo no dejó ir más lejos esa sensación y contuvo sus ganas de vomitar. Después no perdió el tiempo con detalles o más palabras y salió de aquel depósito de estiércol lo más rápido que pudo.
- ¿Dónde demonios estamos? - No conocía la zona, pero el ruido de la fiesta aún se podía escuchar, así que no estaban muy lejos. Más bien al contrario. El detalle del jolgorio dejaba en claro que aún seguían en la hacienda, aunque en el lugar más asqueroso y apestoso de esta. - Espera, te ayudaré-, comentó, acercándose a donde se encontraba Alward, no sin antes encender mágicamente una bola de fuego suspendida en el aire, cerca de su hombro, para alumbrarse y poder observar la puerta con buena luz. - No hay trampas en esta. Total, quien querría proteger esta montaña de mierda. Ni Matthew podría ser tan excéntrico-, bromeó, haciendo parecer que conocía mucho mejor al Owens, de lo que en verdad era cierto.
Vincent, en cuánto terminó la inspección del marco y puerta propiamente dicha, tiró del pomo… Y por suerte, esta vez no pasó nada. En esta ocasión no apareció ningún portal absorbente, ni explotó nada, así que pudo salir del apestoso cuarto sin problema alguno. Eso sí, sus ropas, sobre todo de cintura para abajo, habían visto días mejores y tenido mejor fragancia.
- Maldita sea, ahora se nos puede oler desde un kilómetro de distancia-, comentó a sus recientes compinches de faena, apagando la luz mágica que encendiera instantes antes para inspeccionar la puerta. - ¿Algún plan B? Dicen que una retirada a tiempo es una victoria. Pero supongo que aún oliendo…-. No había descripción que hiciera justicia para aquel pestazo. - He trabajado con caballos en el pasado, pero tener tal cantidad de este olor encima es toda una nueva experiencia-, comentó con sorna, sin hacer falta explicar que la experiencia no era ni mucho menos positiva. - En fin, incluso con este pestazo encima, podemos hacer que esa tarta surque los cielos o subir a la terraza para lanzar los fuegos artificiales desde allí. Es más, hasta podríamos hacer ambas cosas. Pero eso dependerá de las ganas de ya sabéis qué-, hizo un gesto con sus manos para que se fijaran en su cuerpo, sobre todo en las partes manchadas. - Darnos un buen baño caliente.
Vincent Calhoun
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
—Invitado invitado. ¿Hay invitados qué no lo estén? —tomé un sorbo de la copa, todavía de maña, tan solo por tenerla en la mano—. Han sido sólo dos preguntas, una su nombre. No es lo que yo definiría como "muchas", si bien comprendo que resulte alarmante que un vampiro pida el nombre de alguien sin más. Sosiégate con confianza, te aseguro que no pretendo descombobular vuestra mercancía.
Tomé lo último que quedaba del trago, viendo al sombrero retirarse.
Ah, sí, y a la vampira que había debajo.
—Yo prefiero el término proveedor de servicios —musité mientras observaba al licántropo tomar otra bebida luego de bajarse una en un solo trago.
Le darían ganas de ir al baño más tarde si iba a ese paso. Recogí mi mano al ver que no la tomaba.
—No voy a restarle razón a la hija del anfitrión... no puedo decir que Matthew Owens me haya invitado personalmente. Estaría inquieto si ese fuese el caso, ¿cómo habría dado conmigo, en primer lugar? Estoy seguro de que eso aplica a, al menos un tercio de la población en su fiesta. Es un disparate que crea en la posibilidad de que los presentes sean todos invitados de su padre —me quejé, viendo hacia la pista de baile de la misma manera que lo hacía el licántropo en esos momentos—. Vine por interés, Hadden. Había hombres de esta... ciudad, secuestrando gente para traerla a la fiesta.... como regalos. No me preguntes, yo tampoco entiendo. Es solo que nadie está limpio; la gente con poder finge estarlo. Creí que él no; pero es mejor. La mayoría de su gente no lo hace —«no del todo, al menos»—. Estoy aquí porque veo una oportunidad. Es todo.
—Ah. Haz caso omiso a eso último si te altera —dije, al girarme a verlo. No lucía enojado, más serio, quizá—. No tengo interés en hacerte trabajar. Oh, de hecho, no podría. No tengo casi dinero encima mío. Tómalo por el lado positivo, entiendo que te pagan para hacer feliz a otra gente. Es un trabajo honrado, y en primer lugar, no debe ser algo que te moleste demasiado. No estás... amarrado, eres un lobo. ¿Puedes adoptar tu forma canina? No hay forma de que te alcancen si escapas, no cuando hay un bosque afuera, donde tienes toda la ventaja para ser cazador y no cazado. Vuwulfar no está lejos... no para uno de tu raza. Unos días y unas noches. Yo ya te dije que me trajo, y pareciese, estás por voluntad propia, así que... ¿qué te hace quedar?
Tomé lo último que quedaba del trago, viendo al sombrero retirarse.
Ah, sí, y a la vampira que había debajo.
—Yo prefiero el término proveedor de servicios —musité mientras observaba al licántropo tomar otra bebida luego de bajarse una en un solo trago.
Le darían ganas de ir al baño más tarde si iba a ese paso. Recogí mi mano al ver que no la tomaba.
—No voy a restarle razón a la hija del anfitrión... no puedo decir que Matthew Owens me haya invitado personalmente. Estaría inquieto si ese fuese el caso, ¿cómo habría dado conmigo, en primer lugar? Estoy seguro de que eso aplica a, al menos un tercio de la población en su fiesta. Es un disparate que crea en la posibilidad de que los presentes sean todos invitados de su padre —me quejé, viendo hacia la pista de baile de la misma manera que lo hacía el licántropo en esos momentos—. Vine por interés, Hadden. Había hombres de esta... ciudad, secuestrando gente para traerla a la fiesta.... como regalos. No me preguntes, yo tampoco entiendo. Es solo que nadie está limpio; la gente con poder finge estarlo. Creí que él no; pero es mejor. La mayoría de su gente no lo hace —«no del todo, al menos»—. Estoy aquí porque veo una oportunidad. Es todo.
—Ah. Haz caso omiso a eso último si te altera —dije, al girarme a verlo. No lucía enojado, más serio, quizá—. No tengo interés en hacerte trabajar. Oh, de hecho, no podría. No tengo casi dinero encima mío. Tómalo por el lado positivo, entiendo que te pagan para hacer feliz a otra gente. Es un trabajo honrado, y en primer lugar, no debe ser algo que te moleste demasiado. No estás... amarrado, eres un lobo. ¿Puedes adoptar tu forma canina? No hay forma de que te alcancen si escapas, no cuando hay un bosque afuera, donde tienes toda la ventaja para ser cazador y no cazado. Vuwulfar no está lejos... no para uno de tu raza. Unos días y unas noches. Yo ya te dije que me trajo, y pareciese, estás por voluntad propia, así que... ¿qué te hace quedar?
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Dejo un post cortito para interactuar con el sombrero de Irinnil y seguir la conversación con Hadden, por la pura absoluta y completa maldad de hacer que deba otro post más, cortesía de la cuarentena.
PD: Vin, Niniel te está viendo.
Ó Catháin
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
Sus hombros parecieron destensarse tan solo por un segundo. Jugueteó con una hebra suelta del dobladillo de su vestido mientras Ash'alá había encontrado diversión en el movimiento contínuo de la cola de uno de los invitados de la fiesta. Un hombre rata que estaba lo suficientemente embriagado con la bebida y embelesado con la mujer gato a la que adulaba como para darse cuenta que un tigre de casi 300 kg jugueteaba con parte de su anatomia de manera peligrosa.
A su alrededor todos parecían divertirse. Las risas inundaban el lugar y los borrachos seguían entonando cancioncillas acerca de que parte de vestimenta debía quitarse Mefisto en su siguiente baile. Eilydh casi había recuperado parcialmente su buen humor a regañadientes. Cruzó sus piernas para contener uno de sus pies que se movía al compás de la musiquilla pegadiza.
"¡Mefisto sin chaqueta no nos coge por sorpresa, Cuando llegue al pantalón comenzará el fiestón!"
Pero claro... aquello tan solo era la calma antes de la tempestad. Y su tempestad tenía nombre y apellidos.
Helena Rhodes.
La elfa no se sorprendió de verla por allí. Suspiró cansada. Le había sorprendido el hecho, sin embargo que no estuviese siguiendo a Owens allá donde pisaba y adorando sus pasos si que era una novedad. Parecía que la bruja había cambiado un poco al fin y al cabo. Aunque a decir verdad, hubiese sido vergonzoso que volviese a su ser de antes de marcharse teniendo en cuenta la manera en la que se había ido. Casi tan vergonzoso como ella misma evitando una pelea con Eyre y Owens escapando bajo la mesa.
Se terminó el licor de canela de un trago. Iba a necesitar al menos estar en el oblivio del alcohol si quería que aquella conversación no se tiñese de sarcasmo. Se giró hasta Helena, que se había tomado la libertad de sentarse junto a ella con dos copas en la mano.La examinó con mirada fría, posó sus ojos por un momento en los igualmente gélidos de la mujer. Por algún motivo, la asesina parecía cansada. Lo suficientemente altiva como para hablarle aún a sabiendas que no se toleraban y con su habitual gesto de: intenta retarme.
¿A quién iba a engañar? Ni el mejor alcohol del mundo iba a evitar el hecho de que la mínima tranquilidad de la que había disfrutado por los 10 minutos que había estado sola acababa de ser robada.
Eilydh sonrió de manera sincera al escuchar el plan de asesinato de Matt Owens. Una pequeña vocecilla en su cabeza pensó incluso que aquello no era tan descabellado. Era por supuesto la misma voz que había estado tarareando la canción de los borrachos y la que aún se mantenía dolida por la huida de Owens después de sus molestias.
-Tu vida sin duda debe ser MUY aburrida para venir aquí e invitarme a una copa- Eilydh agarró una de las bebidas que Helena había traido consigo y la alzó a la vez que ella en un brindis siniestro-Eso, o verdaderamente me has echado de menos. Podría mentirte y decir que también me alegro de verte- dijo tras beber un sorbo- Pero ambas sabemos que eso no es cierto. Lo que si puedo decirte es que me alegra que no hayas muerto.- Jugueteó con la copa que acababa de robar a Helena, preguntándose que era ese licor ya que sorprendentemente no le disgustó- Me hubiese molestado bastante si hubiese descubierto que alguien se me ha adelantado en acabar contigo.
Sonrió, casi relajada. Aquella era una amenaza vacía, no hacía falta que lo explicase. Aquella mujer no merecía mas de dos segundos de su pensamiento, cuanto menos un plan siniestro para acabar con su vida. No. Tenía cosas más importantes que hacer.
-Lloriqueó un poco después de que te fueras, ¿Sabes?- dijo Eilydh tras una pausa en la que ambas escuchaban la cancioncita de los borrachos-No con lágrimas y esas cosas, ya lo conoces... Estuvo más.. bueno... más Owens. Se compró un barco- Carcajeó de manera sincera haciendo que parte de su copa se derramase un poco al darse cuenta de aquello-¡JA! Te reemplazó con un barco. Bueno, Rhodes... podría ser peor. Podría haberte mandado cientos de cartas de arrepentimiento y amor falso. una por todos los días desde que te fuiste. No creo que hubiese podido lidiar bien con tener que revisarle los escritos para saber si "era demasiado poco teatral" o... "perdía la sensibilidad sutil de su marca personal".- dijo imitando los ademanes del Virrey como si fuese él el que hablaba- Supongo que ambas podemos brindar por eso- alzó la copa y fijó su mirada en Helena, esperando aquel brindis como firma final de una paz momentánea, al menos lo que durase aquella fiesta.
Miró hacia uno de los lados intentando quitarle tensión a aquel momento. Reconoció a Vincent, al que hasta ahora no había visto. Su visión puso una sonrisa en sus labios. El centinela siempre estaba de buen humor, y Eilydh conocía a pocas personas que viesen el lado bueno de todo a pesar de lidiar día a día con todo lo malo.
De nuevo se giró hasta Helena, esta vez moviendo su silla para estar frente a frente. Si iba a tener que pasar al menos algunas horas con aquella mujer, lo haría en sus términos. Helena ya había tenido la ventaja de la sorpresa. Y Eilydh no era facilmente impresionable.
-...Debo decirte, querida- dijo, esta vez usando su cinismo y acicalándose el pelo- Te he visto en mejores momentos. Se ve que para ti no hay mejor lugar que ciudad lagarto y donde quiera que hayas estado escondiéndote... bueno... no te sienta demasiado bien. ¿Dónde has estado?- intentó desarrollar esa pregunta de manera adecuada, embaucándola como solía hacer hasta llegar a lo que verdaderamente quería preguntar. Pero aquella era Helena Rhodes... cualquier tiempo perdido en adornar con palabras el asunto era una pérdida importante- .... ¿Vas a saludarlo? Asegúrate que no está Eyre cerca. Creo que su paciencia aunque inmensa, podría ser tensada al límite si la enamorada de su prometido se le acerca después de haber tenido que lidiar con la esposa falsa.- sorbió de nuevo- Digo... la escena en si haría tremendamente feliz a Matt. Drama por partida doble en una sola noche... pero quizás no quieras acabar como una imbécil cuando salte por una ventana... o se esconda entre los almohadones... o quizás tras las plumas de los pavos reales.-
Disimuló un tono de molestia por un segundo para después camuflarlo con una sonrisa. No podía mostrar molestia delante de Helena.
Al fin y al cabo y a pesar de aquella tregua momentánea, La Rhodes aún era su mayor enemiga.
A su alrededor todos parecían divertirse. Las risas inundaban el lugar y los borrachos seguían entonando cancioncillas acerca de que parte de vestimenta debía quitarse Mefisto en su siguiente baile. Eilydh casi había recuperado parcialmente su buen humor a regañadientes. Cruzó sus piernas para contener uno de sus pies que se movía al compás de la musiquilla pegadiza.
"¡Mefisto sin chaqueta no nos coge por sorpresa, Cuando llegue al pantalón comenzará el fiestón!"
Pero claro... aquello tan solo era la calma antes de la tempestad. Y su tempestad tenía nombre y apellidos.
Helena Rhodes.
La elfa no se sorprendió de verla por allí. Suspiró cansada. Le había sorprendido el hecho, sin embargo que no estuviese siguiendo a Owens allá donde pisaba y adorando sus pasos si que era una novedad. Parecía que la bruja había cambiado un poco al fin y al cabo. Aunque a decir verdad, hubiese sido vergonzoso que volviese a su ser de antes de marcharse teniendo en cuenta la manera en la que se había ido. Casi tan vergonzoso como ella misma evitando una pelea con Eyre y Owens escapando bajo la mesa.
Se terminó el licor de canela de un trago. Iba a necesitar al menos estar en el oblivio del alcohol si quería que aquella conversación no se tiñese de sarcasmo. Se giró hasta Helena, que se había tomado la libertad de sentarse junto a ella con dos copas en la mano.La examinó con mirada fría, posó sus ojos por un momento en los igualmente gélidos de la mujer. Por algún motivo, la asesina parecía cansada. Lo suficientemente altiva como para hablarle aún a sabiendas que no se toleraban y con su habitual gesto de: intenta retarme.
¿A quién iba a engañar? Ni el mejor alcohol del mundo iba a evitar el hecho de que la mínima tranquilidad de la que había disfrutado por los 10 minutos que había estado sola acababa de ser robada.
Eilydh sonrió de manera sincera al escuchar el plan de asesinato de Matt Owens. Una pequeña vocecilla en su cabeza pensó incluso que aquello no era tan descabellado. Era por supuesto la misma voz que había estado tarareando la canción de los borrachos y la que aún se mantenía dolida por la huida de Owens después de sus molestias.
-Tu vida sin duda debe ser MUY aburrida para venir aquí e invitarme a una copa- Eilydh agarró una de las bebidas que Helena había traido consigo y la alzó a la vez que ella en un brindis siniestro-Eso, o verdaderamente me has echado de menos. Podría mentirte y decir que también me alegro de verte- dijo tras beber un sorbo- Pero ambas sabemos que eso no es cierto. Lo que si puedo decirte es que me alegra que no hayas muerto.- Jugueteó con la copa que acababa de robar a Helena, preguntándose que era ese licor ya que sorprendentemente no le disgustó- Me hubiese molestado bastante si hubiese descubierto que alguien se me ha adelantado en acabar contigo.
Sonrió, casi relajada. Aquella era una amenaza vacía, no hacía falta que lo explicase. Aquella mujer no merecía mas de dos segundos de su pensamiento, cuanto menos un plan siniestro para acabar con su vida. No. Tenía cosas más importantes que hacer.
-Lloriqueó un poco después de que te fueras, ¿Sabes?- dijo Eilydh tras una pausa en la que ambas escuchaban la cancioncita de los borrachos-No con lágrimas y esas cosas, ya lo conoces... Estuvo más.. bueno... más Owens. Se compró un barco- Carcajeó de manera sincera haciendo que parte de su copa se derramase un poco al darse cuenta de aquello-¡JA! Te reemplazó con un barco. Bueno, Rhodes... podría ser peor. Podría haberte mandado cientos de cartas de arrepentimiento y amor falso. una por todos los días desde que te fuiste. No creo que hubiese podido lidiar bien con tener que revisarle los escritos para saber si "era demasiado poco teatral" o... "perdía la sensibilidad sutil de su marca personal".- dijo imitando los ademanes del Virrey como si fuese él el que hablaba- Supongo que ambas podemos brindar por eso- alzó la copa y fijó su mirada en Helena, esperando aquel brindis como firma final de una paz momentánea, al menos lo que durase aquella fiesta.
Miró hacia uno de los lados intentando quitarle tensión a aquel momento. Reconoció a Vincent, al que hasta ahora no había visto. Su visión puso una sonrisa en sus labios. El centinela siempre estaba de buen humor, y Eilydh conocía a pocas personas que viesen el lado bueno de todo a pesar de lidiar día a día con todo lo malo.
De nuevo se giró hasta Helena, esta vez moviendo su silla para estar frente a frente. Si iba a tener que pasar al menos algunas horas con aquella mujer, lo haría en sus términos. Helena ya había tenido la ventaja de la sorpresa. Y Eilydh no era facilmente impresionable.
-...Debo decirte, querida- dijo, esta vez usando su cinismo y acicalándose el pelo- Te he visto en mejores momentos. Se ve que para ti no hay mejor lugar que ciudad lagarto y donde quiera que hayas estado escondiéndote... bueno... no te sienta demasiado bien. ¿Dónde has estado?- intentó desarrollar esa pregunta de manera adecuada, embaucándola como solía hacer hasta llegar a lo que verdaderamente quería preguntar. Pero aquella era Helena Rhodes... cualquier tiempo perdido en adornar con palabras el asunto era una pérdida importante- .... ¿Vas a saludarlo? Asegúrate que no está Eyre cerca. Creo que su paciencia aunque inmensa, podría ser tensada al límite si la enamorada de su prometido se le acerca después de haber tenido que lidiar con la esposa falsa.- sorbió de nuevo- Digo... la escena en si haría tremendamente feliz a Matt. Drama por partida doble en una sola noche... pero quizás no quieras acabar como una imbécil cuando salte por una ventana... o se esconda entre los almohadones... o quizás tras las plumas de los pavos reales.-
Disimuló un tono de molestia por un segundo para después camuflarlo con una sonrisa. No podía mostrar molestia delante de Helena.
Al fin y al cabo y a pesar de aquella tregua momentánea, La Rhodes aún era su mayor enemiga.
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Eilydh
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