El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]

Miro con cierto enfado al elfo, ella no había tomado la mano de la mujer pensando que eran conocidos, pero este seguía con la mirada perdida y casi le daban ganas de patearlo con ganas a ver si así reaccionaba… Pero mejor se guardó las ideas ante la posibilidad de que le cobraran por romper un juguete. Brenda, ahh la enanita me caía bien y ciertamente esperaba que se la hubiera pasado bien en la fiesta, lo dudaba por su forma estricta y estructurada de ser.

-Bueno yo también soy su empleada, creo que me reduciría mi próximo salario.

La peliblanca se ofreció de ayuda para alejar al elfo de futuros pisotones y luego le tendió la mano. Se prometió a si misma que la próxima fiesta seria puntual, así no sentiría que acarreaba borrachos y se perdía la mitad de los escándalos y peleas.

-Chris, un placer. Creo que la fiesta está terminando, que mal.

Si no estaba el anfitrión seguro sería imposible comer la tarta de cumpleaños… ¿Habría tarta? Soltó un suspiro, creyendo tener un curioso regalo para el virrey, posiblemente lo lanzaría a la primera hoguera que viera pero la cara que pusiera sería un regalo para sí misma. Entonces miro a la mujer frunciendo un poco el ceño.

-¿Te he visto antes?, me gustaría afirmarlo, pero me pareces conocida y a la vez no.

Odiaba esas malas pasadas de su memoria, aunque suponía era normal, un gran porcentaje de los rostros que conocía no tenían nombre así que era difícil poder ubicar con exactitud las miles de caras que tenía memorizadas, sería interesante hacer un catálogo de rostros y poco a poco ponerles nombres.

Sí, aquello no había sido la típica reunión de unos amigos, y tanto el hombre como la morena no tardaron en desvelar lo que ya se podía palpar en el ambiente. Aunque fue la chica la que se explicó de una manera más larga.

- No, si algo me decía que no era posible que lo fueran-, respondió, pese a que no había que ser un lumbreras para notarlo. - Supongo que en mi caso mi conciencia es más una guía, que una amiga. Pero te entiendo. He visto demasiado mundo como para no entenderte-, contestó a la chica.

Mucho fuego y acero. Mucha tierra embarrada con el color de la sangre, emponzoñando los sueños de miles de jóvenes bajo la mugre. Vidas rotas yaciendo bajo el peso de las toneladas del ego y vanidad de otros. Habían ciertas cosas que ninguna persona debería ver, y él había visto demasiadas de todas ellas.

- ¿Giorgio? Qué puedo decir, eso sí que no me lo esperaba-, respondió en tono alegre a la chica. - Le seguiré llamando Matthew. En el fondo lo conocí con ese nombre y es lo adecuado por mi parte-, comentó esta vez, restándole importancia al verdadero nombre del hombre, del que ahora estaba seguro por las palabras de Thaiss, tenía mil caras.

Para Vincent no había muchas dudas al respecto. No después de haber contemplado aquella mansión, y aquella tremenda y concurrida festividad por el cumpleaños del hombre. Cada instante allí, cada cosa que le contaban los “amigos” de Matt, desvelaban la inteligencia en las sombras.

- Eh, cabalgar tartas-, dijo, algo confuso. Eso no se lo había esperado.

Bueno, alguna tarta había cabalgado Vincent en sus años mozos, para qué engañarles, pero ahora, lleno de mierda, no parecía una buena ida. Eso o se hacía viejo para historias de montar pasteles.

- Quizás en otro momento. Parece que Dulzura debe marcharse-, se excusó, con la hábil maniobra de echarle la culpa a otro, que tan bien funcionaba en el mundo de los mortales. - El placer ha sido mío, Alward. No todas las noches se conocen gente tan honrada como vos. Si quiere volver a verme solo tiene que buscar a este viejo mercenario por la ciudad-, dijo, haciendo un gesto por encima del hombro señalando hacia atrás con el pulgar. - Ya sabe, la ciudad donde hay tantos asesinos y ladrones como aquí, pero tienen mejor reputación-, comentó, antes de dedicarle una media sonrisa burlona y guiñarle el ojo.

Bueno, aquí era donde un brujo se quedaba a solas con dos féminas de buen ver. Pero donde ese mismo rubio se comportaba con exquisitez porque ya no era el mujeriego de antes de conocer a cierta sacerdotisa.

- Te gusta el chico, eh-, dijo, dedicándole la atención a la pelirroja, mientras Thaiss se escapaba hacia el interior de la cocina. - Tiene buena planta. No hay duda-, comentó girando al cabeza para dedicarle una última mirada a la espalda del muchacho que partía. Más no pudo seguir con el juego de bromas con la vampiresa, porque resonó una palabra con fuerza en la cocina, Una de esas palabras que lo cambiaban todo. - Coño, tarta. Eso son palabras mayores-, dijo, regresando al interior. - Con todo el ajetreo no me había percatado de que estaba aquí-, comentó, colocándose al lado de la tarta y la morena.

En ese momento Thaiss sugirió partir tres trozos, uno para cada uno, como era la costumbre en aquellas festividades. Sólo había un problema, antes debía probarla el cumpleañeros.

- Claro, pilla ese cuchillo y no escatimes en gastos.

Total, no pagaba él, y después de todo, tal como se había ido Matthew, no parecía que fuera a probar la tarta esa noche. Era todo un desperdicio no comérsela. ¿No creen?

- Te reto a que consigas realizar de forma realista el culo de Alward con tu porción-, retó a la pelirroja, que tanto gusto había tenido por el fornido. - Ja. Así te darás el gusto de probar su dulzura de forma figurada. Darle a la imaginación nunca está de más.

Ah sí, bromear con la pelirroja había quedado cortado por la TARTA, en mayúsculas, pero ya con un plato bien cargado de pastel… Podía regresar a ese cómico momento.

Aunque la soledad del trío no duró demasiado. De repente, salido de la nada, un tipo en pelotas entró en la cocina, se subió a una mesa y saltó sobre la tarta, haciendo que esta salpicara en todas direcciones y partiendo la mesa sobre la que estaba depositada con el peso y la fuerza del impacto. Después, mientras gritaba como un poseso, salió corriendo de la cocina.

- Joder.  Puto alcohol-, comentó, medio fastidiado, quitándose un pringue de tarta sobre uno de sus párpados. - No debo ser el único que va retando a hacer gilipolladas por ahí. Pero está claro que algunos beben demasiado. O quizás no lo suficiente-, bromeó, guiándole el ojo manchado de tarta a la pelirroja. - Ya ha tenido su cabalgada, aunque ciertos tipos son demasiado rápidos en sus quehaceres, me temo. En fin, señoritas, no nos desviemos del tema. Disfrutemos de los pequeños placeres de la vida-, dijo, dando por terminado su discurso. Agarrando una cuchara de una mesa cercana y empezando a probar su porción de pastel. - Mmmm, delicioso. Por cosas como estas vale la pena vivir.



Con este post puedo dar por concluida mi participación en este divertido cumpleaños, dejándolo en un punto cómico. Eh, pero si quieren seguir hablando un rato más con el buen brujo, este es capaz de soltar alguna que otra parida más :3

En cualquier caso, ha sido divertido, y si quieren más roles con Vincent, mi bandeja de mensajería está abierta ^^

- Por eso: no soy su amiga - corrigió -. ¿Amiga de Giorgitto?

Y sacudió la cabeza como si aquello fuera impensable.

Thaiss saboreó encantada su pedazo de pastel. Era una comedora de dulces experta, y debía admitir que aunque Matthew tenía muchos defectos, al menos sí sabía elegir una buena tarta para su cumpleaños. Él, o quien fuera que tomara tales decisiones en su lugar.

La aparición de un hombre desnudo que saltó dentro de la tarta fue súbita e inesperada. Thaiss se echó hacia atrás, como si quedar salpicada por dulce fuera mucho peor que todo lo que llevaba ya encima. Aun así, no pudo esquivarlo, porque la nata salpicó toda la habitación.

- Un giro inesperado - asintió, absolutamente de acuerdo con Vincent, cuando el hombre salió corriendo tan rápido como había llegado -. La tarta ha quedado destruida para todos. Una tragedia. Hicimos bien en comer nuestro pedazo mientras pudimos; habría sido un desperdicio que nadie pudiera apreciarla. Creo que hay una moraleja en todo esto - se quedó pensativa, pero no la encontró lo suficientemente rápido. Se encogió de hombros y siguió comiendo de su pastel -. Y quizás cuando hayamos acabado con este gran pequeño placer de la vida... podríamos seguir buscando el baño. Aunque yo personalmente ya me he habituado al olor, es posible que otros invitados no aprecien nuestra compañía. Además - añadió, y no pudo lograr disimular una sonrisa en la comisura de su labio - aún queda mucha casa por explorar.

Y así, se podía decir que terminaba el día de su cumpleaños como lo había empezado: Solo.

Matthew no terminaba de definir sí esa sensación era algo que le desagradaba o sí por el contrario era un sentimiento que había abrazado para volverlo algo completamente suyo. Como si fuera su emoción más consentida, y no tolerara la idea de dejarla ir durante demasiado tiempo. En opinión del Humano, cualquier tipo de sentimiento podía volverse delicioso, todo dependía de con qué ingredientes se acompañara.

Mientra se desvestía pensaba en ello, observó con curiosidad la cajita que le había dejado Hadden, la abrió y adentro encontró un hermoso pañuelo. Sonrió, sin duda el muchacho tenía ojo para el detalle. Lo dejó en la mesa de su habitación y se dirigió desnudo al baño de la tienda.

Allí, difuminándose entre las finas columnas de vapor que emergían de la bañera caliente, la silueta del humano no tuvo mucho tiempo para encontrarse sola. Pronto apareció un segundo cuerpo que, a espaldas del virrey, se aproximó de puntillas hasta taparle los ojos con ambas manos. Sabía que sorprender así a alguien como él era un tanto peligroso, pero era tanta la confianza que le tenía que hacía tiempo había dejado de temer a sus reacciones.

-Me preocupé cuando dejé de verte pasear de mesa en mesa como una abeja que poliniza las flores - Susurró al tiempo en que se inclinaba de manera que sus labios apenas rozaran el oído impropio. En realidad, eso no era del todo cierto. La verdad era que, como habitualmente le ocurría, no sentía que encajara entre aquellas personas que rodeaban a Matt y, dejada a solas con ellos, había terminado por aburrirse- Te fuiste sin decir nada, tonto. -Le reprochó, pero no era el abandono el motivo de su enfado, pues ya demasiado acostumbrada estaba a los caprichos del otro -Y no te diste cuenta -agregó- Que aún no te di mi regalo -Y, sin más que decir, se despojó de sus prendas y entró a la bañera con él.  

Matthew sonrió, esas manos pequeñas y suaves sólo podían ser de una persona, suspiro encantado al saber que había venido a hacerle compañía. La ayudó para que entrara a la bañera sin resbalarse y en cuanto estuvo dentro la abrazó con cariño. En los años que llevaban juntos el cuerpo de Eyre había cambiado, ya no quedaban rastros de la adolescente, sus características eran ahora las de toda una mujer. Una excepcionalmente hermosa además...

-Tu existencia es el mejor regalo - La beso en el pelo, luego las mejillas y finalmente la boca.

El vapor que llenaba el ambiente cubrió también lo que sucedió esa noche.

Según la encuestadora oficial, tuvimos 18 participantes en este Tema ¡¡¡¡Felicidades!!!! Gracias a todos y cada uno de ustedes. Tenía mis serias dudas de su alguien iba a participar, y me conmueve que la idea haya atraído a tantos usuarios, son en verdad geniales.

Pero no los hago perder el tiempo ¡Corran a pedir experiencia! ¡Vamos a hacer trabajar a Reivy!