El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
Terminada su charla con el extraño par y con su hija en brazos, decidió alejarse para seguir la espalda de Matt. Sentía curiosidad por ver a que se refería y alcanzó a ver a Helena casi al mismo tiempo que él, aunque decidió quedarse unos pocos metros por detrás para dejar a su niña en el suelo y tomar una jarra que contenía claramente sangre en ella.
La olisqueó un momento y se la tendió a la pequeña en un vaso de madera más grande que sus manos. Sena hizo lo mismo, olió la bebida y con la ayuda de Oromë aproximó el objeto a sus labios y tomó traguitos constantes hasta vaciarlo por completo. -¿Mejor ahora?- Sena asintió y sonrió mostrando sus dientes enrojecidos. -Quiero bailar- Sentenció y la dragona comenzó a hacerla girar en círculos sobre si misma y alrededor de ella, soltándole unas cuantas carcajadas que ablandaron su duro corazón.
Mientras distraía a la niña mantenía sus oidos bien abiertos a la charla que llevaban Matthew y la elfa. Tuvo que ahorrarse las arcadas. -¿Que opinas de saludar a Matthew por su cumpleaños?- La niña lo recordaba lo suficiente como para saber que su madre no lo decía de buena manera, así que asintió y sonrió como una niña traviesa y ambas se acercaron por detrás de él. Sena lo abrazó por las piernas con fuerza, con la esperanza de hacerlo tambalearse, mientras que Oromë se carcajeaba en silencio y se dirigía al humano y a Helena por igual. -Bruja... No a ti Helena por supuesto- Hizo una leve reverencia con la cabeza y siguió con la mirada a la elfa. No le agradaba, pero ¿acaso a Oromë le gustaba alguna otra mujer en general?. -Feliz cumpleaños tío Matt- Dijo Sena mientras asomaba la cabeza entre sus piernas y enseñaba sus colmillos como si fuera a morderlo, cosa que no haría porque por suerte la niña no era tonta y ya había perdido sus dientes una vez y era mas que suficiente. -Eso, feliz vejez cabeza hueca, un par de arrugas más te hacen ver sofisticado- Cacareó Oromë con la misma diversión que la vampiro pero le sonrió a Matt con amabilidad.
Oromë negó con la cabeza, el ceño fruncido hacia Helena -Y yo que esperaba que la convirtieras en una estatua de hielo, que decepcionante. Tus habilidades si que han decaído- Se encogió de hombros al lado de Matt.-Me alegra que ya no trabaje para ti, nos haría quedar mal- Se giró al acompañante de la rubia, el cual se veía tan duro como una estatua y le regaló otra de sus extrañas reverencias. -Un placer conocerlo caballero, ¿usted es...?- Enarcó una ceja, esperando. Sena soltó las piernas de Matthew y se puso frente al vampiro. -¿Es sangre? Yo quiero- Estiró la mano pero era tan bajita que no llegaba, a lo que la dragona la tomó por los hombros y la colocó a los pies de su falda. -Nop, de eso no niña traviesa- Se preguntó por un momento si su mente algún día maduraría lo suficiente como para confundir al mundo y a ella misma de que era una mujer atrapada en un cuerpo diminuto por toda la eternidad. No le gustó nada ese pensamiento.
La olisqueó un momento y se la tendió a la pequeña en un vaso de madera más grande que sus manos. Sena hizo lo mismo, olió la bebida y con la ayuda de Oromë aproximó el objeto a sus labios y tomó traguitos constantes hasta vaciarlo por completo. -¿Mejor ahora?- Sena asintió y sonrió mostrando sus dientes enrojecidos. -Quiero bailar- Sentenció y la dragona comenzó a hacerla girar en círculos sobre si misma y alrededor de ella, soltándole unas cuantas carcajadas que ablandaron su duro corazón.
Mientras distraía a la niña mantenía sus oidos bien abiertos a la charla que llevaban Matthew y la elfa. Tuvo que ahorrarse las arcadas. -¿Que opinas de saludar a Matthew por su cumpleaños?- La niña lo recordaba lo suficiente como para saber que su madre no lo decía de buena manera, así que asintió y sonrió como una niña traviesa y ambas se acercaron por detrás de él. Sena lo abrazó por las piernas con fuerza, con la esperanza de hacerlo tambalearse, mientras que Oromë se carcajeaba en silencio y se dirigía al humano y a Helena por igual. -Bruja... No a ti Helena por supuesto- Hizo una leve reverencia con la cabeza y siguió con la mirada a la elfa. No le agradaba, pero ¿acaso a Oromë le gustaba alguna otra mujer en general?. -Feliz cumpleaños tío Matt- Dijo Sena mientras asomaba la cabeza entre sus piernas y enseñaba sus colmillos como si fuera a morderlo, cosa que no haría porque por suerte la niña no era tonta y ya había perdido sus dientes una vez y era mas que suficiente. -Eso, feliz vejez cabeza hueca, un par de arrugas más te hacen ver sofisticado- Cacareó Oromë con la misma diversión que la vampiro pero le sonrió a Matt con amabilidad.
Oromë negó con la cabeza, el ceño fruncido hacia Helena -Y yo que esperaba que la convirtieras en una estatua de hielo, que decepcionante. Tus habilidades si que han decaído- Se encogió de hombros al lado de Matt.-Me alegra que ya no trabaje para ti, nos haría quedar mal- Se giró al acompañante de la rubia, el cual se veía tan duro como una estatua y le regaló otra de sus extrañas reverencias. -Un placer conocerlo caballero, ¿usted es...?- Enarcó una ceja, esperando. Sena soltó las piernas de Matthew y se puso frente al vampiro. -¿Es sangre? Yo quiero- Estiró la mano pero era tan bajita que no llegaba, a lo que la dragona la tomó por los hombros y la colocó a los pies de su falda. -Nop, de eso no niña traviesa- Se preguntó por un momento si su mente algún día maduraría lo suficiente como para confundir al mundo y a ella misma de que era una mujer atrapada en un cuerpo diminuto por toda la eternidad. No le gustó nada ese pensamiento.
Oromë Vánadóttir
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
Estolas respiraba hondo, impregnando los pulmones con el aire del bosque, caminaba a paso ligero, pero no por querer llegar pronto a la cama, sino porque le gustaba donde se encontraba. Había algo que la llamaba en la espesura, como una cuerda que tira de ella, que la reclamaba y, extrañamente, esa cuerda se sentía liberadora.
La pelirroja dejó de caminar, se llevó una mano al pecho, latía rápido. Los recuerdos comenzaron a agolparse, memorias de un bosque lejano, de cazas y carreras, de juegos con animales, de un lobo durmiendo al sol sobre una piedra caliente, tranquilo, relajado.
Estolas se quitó el vestido y con cuidado lo anudo en su cuello, dejando bastante holgura en el nudo, se quitó también los zapatos y entrelazándolos por las hebillas los colgó al cuello. Miró a la luna, le sonrió y cambio de forma.
Lo primero que hizo fue estirarse, como si su forma humana hubiera sido una funda que la oprimía.
Cerró los ojos y respiró profundo, el bosque acababa de adquirir infinidad de olores, entre ellos captó con claridad el de Irinnil. Estolas volvió a olfatear el aire, no olvidaría aquel aroma.
Sus orejas se movían en distintas dirección, escuchando lo que antes era imperceptible, los pasos de roedores por los árboles, el batir de las alas de un murciélago y... si, estaba lejos, pero Estolas captó el crujir de unos tablones bajo la bota de una mujer a la que acababa de conocer.
Entonces abrió los ojos y todo se volvió nítido, los olores apariencia ante ella como si fueran un rastro moteado, los ojos seguían los sonidos haciendo que la cabeza girara hacia atrás, hacia la casa, centrando la mirada en la silueta que se dibuja en una de las ventanas.
El corazón de la loba latía desbocado, excitado, alegre... libre. Estolas alzó la cabeza hacia la luna y aulló, una, dos, tres veces, hasta que sus pulmones se cansaron y comenzó a correr hacia ninguna parte. Tan solo se movía siguiendo los rastros de cualquier animal, como si fuera una niña que va encontrado juguetes nuevos con los que entretenerse.
Aquella noche Estolas no volvió al lupanar, se quedó en el bosque, corriendo, aullando, revolcándose por la hierba y durmiendo a la intemperie.
_________________
Off:
Con esto doy por acabada la participación de Marceline en el evento.
La pelirroja dejó de caminar, se llevó una mano al pecho, latía rápido. Los recuerdos comenzaron a agolparse, memorias de un bosque lejano, de cazas y carreras, de juegos con animales, de un lobo durmiendo al sol sobre una piedra caliente, tranquilo, relajado.
Estolas se quitó el vestido y con cuidado lo anudo en su cuello, dejando bastante holgura en el nudo, se quitó también los zapatos y entrelazándolos por las hebillas los colgó al cuello. Miró a la luna, le sonrió y cambio de forma.
Lo primero que hizo fue estirarse, como si su forma humana hubiera sido una funda que la oprimía.
Cerró los ojos y respiró profundo, el bosque acababa de adquirir infinidad de olores, entre ellos captó con claridad el de Irinnil. Estolas volvió a olfatear el aire, no olvidaría aquel aroma.
Sus orejas se movían en distintas dirección, escuchando lo que antes era imperceptible, los pasos de roedores por los árboles, el batir de las alas de un murciélago y... si, estaba lejos, pero Estolas captó el crujir de unos tablones bajo la bota de una mujer a la que acababa de conocer.
Entonces abrió los ojos y todo se volvió nítido, los olores apariencia ante ella como si fueran un rastro moteado, los ojos seguían los sonidos haciendo que la cabeza girara hacia atrás, hacia la casa, centrando la mirada en la silueta que se dibuja en una de las ventanas.
El corazón de la loba latía desbocado, excitado, alegre... libre. Estolas alzó la cabeza hacia la luna y aulló, una, dos, tres veces, hasta que sus pulmones se cansaron y comenzó a correr hacia ninguna parte. Tan solo se movía siguiendo los rastros de cualquier animal, como si fuera una niña que va encontrado juguetes nuevos con los que entretenerse.
Aquella noche Estolas no volvió al lupanar, se quedó en el bosque, corriendo, aullando, revolcándose por la hierba y durmiendo a la intemperie.
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Con esto doy por acabada la participación de Marceline en el evento.
Marceline
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
El tacto amigo de Taliesin fue como una isla de seguridad confortable en mitad de un mar de sentimientos negativos, de boicot propio y, lo que más destacaba, odio; hacía sí misma y hacia el mundo, aunque también conllevó a que le tirase atrás de la capucha y su rostro se descubriera por completo. Todo parecía ponerse en su contra en pocos minutos, y la aparición de Matthew Owens no ayudó a calmar las aguas.
Taliesin podría notar que tocaba a un mismísimo carámbano de hielo en aquel momento, era un milagro que no se hubiese transformado, podría suponer el final de aquella celebración y una ruina total para sí misma. No podía descubrirse más, aunque el mundo parecía tener los planes totalmente opuestos para ella. Quizás el acompañamiento del vampiro fue lo único que detuvo que sus ojos empezaran a brillar con delirios de ira incontrolable y que su corazón se congelara.
Por un momento, volvió al presente, solo para tambalearse sutilmente y tener que apoyar una mano encima de la mesa cercana, con un gesto ameno que no levantara sospechas.
Cuando se estabilizó en medio de su bucle de desesperación interna, aún luchando contra sí misma, agarró con fuerza la mano de Taliesin para sentir el apoyo pleno, como si de aquello dependiese su descenso a la perdición. Como dos escaladores que suben una montaña, el soltar al compañero supondría el fin.
No respondió a la pregunta del virrey, tan solo bajó la mirada y se masajeó las sienes buscado tranquilidad. Sintió cómo su pulso se iba descontrolando cada vez más, ya ni el agarre de Taliesin podría mantenerla a salvo de sí misma. Se podría notar cada vez más que su dorado cabello cada vez iba adquiriendo más mechones azulados y pálidos, la temperatura corporal había bajado completamente, y su tez estaba cercana al cabello de la recién llegada Oromë (otro quebradero de cabeza más).
Eilydh optó por, en un acto desesperado por mantener su ego y superioridad moral por encima del de Helena, besar a Matthew.
-D-debo irme, no me encuentro bien.-Se dirigió hacia Taliesin, haciendo caso omiso a todo comentario ajeno al vampiro.-...está pasando de nuevo.-Le dijo con un rostro preocupado y asustado.
Acto seguido, lo soltó de la mano y se alejó un poco de él.
-No me busques.-Hizo un gesto claro con la mano acompañando su negativa.
Por un instante, cruzó su mirada con la de Matthew y le dedicó una mirada de odio intenso antes de irse del lugar apresurada, volviéndose a colocar la capucha.
Taliesin podría notar que tocaba a un mismísimo carámbano de hielo en aquel momento, era un milagro que no se hubiese transformado, podría suponer el final de aquella celebración y una ruina total para sí misma. No podía descubrirse más, aunque el mundo parecía tener los planes totalmente opuestos para ella. Quizás el acompañamiento del vampiro fue lo único que detuvo que sus ojos empezaran a brillar con delirios de ira incontrolable y que su corazón se congelara.
Por un momento, volvió al presente, solo para tambalearse sutilmente y tener que apoyar una mano encima de la mesa cercana, con un gesto ameno que no levantara sospechas.
Cuando se estabilizó en medio de su bucle de desesperación interna, aún luchando contra sí misma, agarró con fuerza la mano de Taliesin para sentir el apoyo pleno, como si de aquello dependiese su descenso a la perdición. Como dos escaladores que suben una montaña, el soltar al compañero supondría el fin.
No respondió a la pregunta del virrey, tan solo bajó la mirada y se masajeó las sienes buscado tranquilidad. Sintió cómo su pulso se iba descontrolando cada vez más, ya ni el agarre de Taliesin podría mantenerla a salvo de sí misma. Se podría notar cada vez más que su dorado cabello cada vez iba adquiriendo más mechones azulados y pálidos, la temperatura corporal había bajado completamente, y su tez estaba cercana al cabello de la recién llegada Oromë (otro quebradero de cabeza más).
Eilydh optó por, en un acto desesperado por mantener su ego y superioridad moral por encima del de Helena, besar a Matthew.
-D-debo irme, no me encuentro bien.-Se dirigió hacia Taliesin, haciendo caso omiso a todo comentario ajeno al vampiro.-...está pasando de nuevo.-Le dijo con un rostro preocupado y asustado.
Acto seguido, lo soltó de la mano y se alejó un poco de él.
-No me busques.-Hizo un gesto claro con la mano acompañando su negativa.
Por un instante, cruzó su mirada con la de Matthew y le dedicó una mirada de odio intenso antes de irse del lugar apresurada, volviéndose a colocar la capucha.
Helena Rhodes
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
El hombre del gesto tonto no dijo absolutamente nada, el modo en que apretaba el hombro de Helena no pasó desapercibido para Matt “Vaya, con que de eso se trata” pensó el Estafador, pero no dijo nada y siguió sonriendo. Eil estaba tan tensa que parecía estar hecha de piedra, el Humano supuso que aún estaba enojada por lo que había pasado antes frente a Eyre, pero es que la situación se había complicado más de lo esperado y a Owens no le gustaba tener que lidiar con los problemas que generaba.
Entonces llegó Oromë con Sena en brazos y lo único que Matthew pensaba es que ojalá a la dragona no se le ocurriera hacer comentarios de más. Mientras Helena y Eil se seguían mirando con intensidad Owens respondió al amable saludo de la niña.
-Muchas gracias Pequeño Monstruo, llevo siempre un poco de tu sangre conmigo - Y era cierto, siempre tenía el frasco con el líquido maldito en su cinturón - Tu sonrisa es mucho más bonita cuando no me estás masticando el brazo - Iba a responderle a Oromë que ya podía ver de cerca una arruga bien grande que tenía en el... Pero estaba haciendo de anfitrión así que solo le dedicó una falsa sonrisa.
En realidad estaba más preocupado por lo enojada que se veía la elfa, no era como si no estuviera acostumbrado a que Eil lo odie, pero en ese momento parecía estar un paso más allá del simple enfado por un desplante. Cuando se dio vuelta y comenzó a acercarse Matt terminó de confirmar que allí pasaba algo extraño, sí había algo a lo que su Falsa Prometida se negaba rotundamente eso era a tener algo más que el contacto indispensable, y sí Owens quería ir un poco más allá siempre se encontraba con el filo de una daga.
Aún así, no iba a hacer algo tan humillante como apartar la cara o alejarla, no necesitaba saber los motivos, sí Eil consideraba que era necesario un beso, entonces se lo daría, y ya le preguntaría más tarde qué era lo que pretendía. Así que correspondió al beso de la elfa fingiendo un deseo que no existía, aunque con un cariño verdadero.
-Con que por eso está aquí - Respondió en cuando Eil se separó de él - Como su ex Jefe, debe querer mi bendición - La elfa se fue demasiado rápido, Matthew la siguió con la vista, luego se fijó en Helena - Espero que sean muy felices juntos - Pero la Hechicera también se fue, aunque en la dirección contraria. Owens se encontraba de pronto a solas con el hombre que apenas había abierto la boca hasta el momento - Parece que se nos escaparon las prometidas - Sonrió fingiendo simpatía - Será mejor que vayamos a buscarlas... - Pensó sí era buena idea agregar algo más, había notado los cambios en la apariencia de la rubia - Intenta calmarla, cosas malas ocurren cuando Helena se enfurece - Luego hizo una pequeña reverencia y se fue en busca de Eil.
Está vez no agarró a su Falsa Prometida, ese era un acto que dejaban para cuando estaban de cara al público, en lugar de eso se paró frente a ella.
-Lamento que hayas tenido que llegar a eso para hacer notar tu punto - Comentó con tono triste - Quise acercarme antes para poder hablar pero no es sencillo pasar por en medio de todos los invitados - Sonrió de medio lado - Parece que eres la única que sabía lo que quería para mi cumpleaños - Señaló a las bailarinas y todo el jolgorio.
Entonces llegó Oromë con Sena en brazos y lo único que Matthew pensaba es que ojalá a la dragona no se le ocurriera hacer comentarios de más. Mientras Helena y Eil se seguían mirando con intensidad Owens respondió al amable saludo de la niña.
-Muchas gracias Pequeño Monstruo, llevo siempre un poco de tu sangre conmigo - Y era cierto, siempre tenía el frasco con el líquido maldito en su cinturón - Tu sonrisa es mucho más bonita cuando no me estás masticando el brazo - Iba a responderle a Oromë que ya podía ver de cerca una arruga bien grande que tenía en el... Pero estaba haciendo de anfitrión así que solo le dedicó una falsa sonrisa.
En realidad estaba más preocupado por lo enojada que se veía la elfa, no era como si no estuviera acostumbrado a que Eil lo odie, pero en ese momento parecía estar un paso más allá del simple enfado por un desplante. Cuando se dio vuelta y comenzó a acercarse Matt terminó de confirmar que allí pasaba algo extraño, sí había algo a lo que su Falsa Prometida se negaba rotundamente eso era a tener algo más que el contacto indispensable, y sí Owens quería ir un poco más allá siempre se encontraba con el filo de una daga.
Aún así, no iba a hacer algo tan humillante como apartar la cara o alejarla, no necesitaba saber los motivos, sí Eil consideraba que era necesario un beso, entonces se lo daría, y ya le preguntaría más tarde qué era lo que pretendía. Así que correspondió al beso de la elfa fingiendo un deseo que no existía, aunque con un cariño verdadero.
-Con que por eso está aquí - Respondió en cuando Eil se separó de él - Como su ex Jefe, debe querer mi bendición - La elfa se fue demasiado rápido, Matthew la siguió con la vista, luego se fijó en Helena - Espero que sean muy felices juntos - Pero la Hechicera también se fue, aunque en la dirección contraria. Owens se encontraba de pronto a solas con el hombre que apenas había abierto la boca hasta el momento - Parece que se nos escaparon las prometidas - Sonrió fingiendo simpatía - Será mejor que vayamos a buscarlas... - Pensó sí era buena idea agregar algo más, había notado los cambios en la apariencia de la rubia - Intenta calmarla, cosas malas ocurren cuando Helena se enfurece - Luego hizo una pequeña reverencia y se fue en busca de Eil.
Está vez no agarró a su Falsa Prometida, ese era un acto que dejaban para cuando estaban de cara al público, en lugar de eso se paró frente a ella.
-Lamento que hayas tenido que llegar a eso para hacer notar tu punto - Comentó con tono triste - Quise acercarme antes para poder hablar pero no es sencillo pasar por en medio de todos los invitados - Sonrió de medio lado - Parece que eres la única que sabía lo que quería para mi cumpleaños - Señaló a las bailarinas y todo el jolgorio.
Matthew Owens
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
Hogar dulce hogar… eso es lo que se suele decir, ¿no? Es como un pequeño saludo a la propia casa, una forma de decirle al lugar que lo echabas de menos, que te gusta estar allí. Y su forma de contestarte es devolverte un entorno cálido y acogedor. No cálido en el sentido de que haya una temperatura agradable, no siempre la hay, si no cálido como puede serlo un abrazo. En el fondo sabes que solo es un conjunto de objetos, pero de alguna forma lo que llamas “hogar” respira al mismo ritmo que tú misma, te ofrece su seguridad y comparte silenciosamente tus alegrías y tus penas. Para honrar ese vínculo entre las dos tan solo es necesaria una cosa… Un pequeño suspiro de alivio y bienestar al cruzar el umbral.
Después de una fiesta con tanta gente alrededor entrar en lugar tranquilo se hacía especialmente acogedor. Sin ruidos, sin gente por todas partes, sin conversaciones que debes comenzar por simple y dura cortesía… Lo único que me amargó un poco el momento de volver fue dejar a Esty. No sabía por qué había preferido quedarse tan atrás. Ni siquiera había tocado ni una sola de las escaleras. No entendía por qué, me habría gustado tanto quedarme un rato sentada en el porche con ella… Sin hablar, nada más que las dos observando las estrellas, disfrutando de la brisa nocturna.
Pero no pudo ser, la joven se fue en cuanto crucé la puerta. Di mi suspiro de bienvenida y me senté en el alféizar de la ventana. No tardé en escuchar los aullidos de un lobo. No recordaba que hubiera ninguno de aquellos animales tan cerca de la casa. Normalmente cuando me acercaba a ellos me gruñían, sacaban los dientes, como si pensaran que éramos enemigos naturales. Era un gran contraste con cuando todavía era elfa. Antes simplemente rondaban a mi alrededor, yo no los molestaba, ellos no me molestaban.
Dejé de pensar en todo aquello, me aparté de la ventana y fui a ponerme algo más cómodo. La noche no tardaría en dejar el cielo para dar paso a la estúpida bola brillante.
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Off:
Con esto doy por acabada mi participación en el evento.
Después de una fiesta con tanta gente alrededor entrar en lugar tranquilo se hacía especialmente acogedor. Sin ruidos, sin gente por todas partes, sin conversaciones que debes comenzar por simple y dura cortesía… Lo único que me amargó un poco el momento de volver fue dejar a Esty. No sabía por qué había preferido quedarse tan atrás. Ni siquiera había tocado ni una sola de las escaleras. No entendía por qué, me habría gustado tanto quedarme un rato sentada en el porche con ella… Sin hablar, nada más que las dos observando las estrellas, disfrutando de la brisa nocturna.
Pero no pudo ser, la joven se fue en cuanto crucé la puerta. Di mi suspiro de bienvenida y me senté en el alféizar de la ventana. No tardé en escuchar los aullidos de un lobo. No recordaba que hubiera ninguno de aquellos animales tan cerca de la casa. Normalmente cuando me acercaba a ellos me gruñían, sacaban los dientes, como si pensaran que éramos enemigos naturales. Era un gran contraste con cuando todavía era elfa. Antes simplemente rondaban a mi alrededor, yo no los molestaba, ellos no me molestaban.
Dejé de pensar en todo aquello, me aparté de la ventana y fui a ponerme algo más cómodo. La noche no tardaría en dejar el cielo para dar paso a la estúpida bola brillante.
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Irinnil Fawkes
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
Lamento muchísimo desilusionarte, pero si quieres cerrar negocios vas a tener que pasarte mañana por la Tienda del virrey- era divertido bromear con todo eso, o al menos, suponía que el vampiro tampoco estaba hablando en serio -Pues bueno, depende de cómo quieras pasar esa hora- le guiñé un ojo -¿Cuánto crees que valgo?
Era de público conocimiento que el olfato de los licántropos era biológicamente superior al de las demás razas, pero simplemente por una cuestión de naturaleza, no porque fuéramos superdotados. La mayoría de los animales tenía un mejor sentido del olfato que, por ejemplo, los humanos. Entre los que tenían de los mejores estamos, claro, los lobos. No "licántropos", lobos. Y muy probablemente un animal como por ejemplo un topo nos superaría por mucho.
Igual no me sorprendería que estando así..- hice un gesto con la mano denotando la apariencia "humana" que había adoptado -..tu olfato fuera igual o superior al de algunos licántropos. No todos adiestran el sentido del olfato.- Muchos preferían enfocarse en el arte de la lucha o la fuerza bruta, pero personalmente, consideraba eso un desperdicio. Encontraba mucho más provechoso el trabajar el autocontrol. Siempre es mejor prevenir una mala situación y evitar salir herido siempre que fuese evitable. Además, las habilidades de asecho eran útiles en cualquier tipo de entorno -Al fin y al cabo, todos somos depredadores.
Escuché atentamente a lo que me decía. Así que un filósofo, ¿eh? Hice mi mejor esfuerzo por disimular una risa -Pues si, soy bastante joven, pero no tanto como para que sea perturbadora mi presencia en el negocio. Digamos que ya debería estar pidiendo matrimonio a alguien si la vida me hubiese llevado por otro camino.- Lo miré atentamente, como analizando -Y supongo que tú no estás ni cerca de los veinte y tantos o treinta que aparentas.
Para mi sorpresa, aceptó la "invitación" que le propuse. Acerqué levemente a mi nariz una copa cuyo aroma me llamó la atención, un vino tinto bastante añejado, aunque no demasiado, y con un toque dulce. Agarré otra copa idéntica y se la ofrecí a Donovan mientras caminaba hasta los asientos que indicaba.
¡Claro que tiene veneno! ¿Si no, cómo mantendríamos al margen a las plagas?- bromeé -De hecho hasta trabajé con eso en su momento. Tres copas idénticas, dos con veneno, una sin.. En las fiestas encantaba.- Ya había pasado su debido tiempo, pero recordaba de forma vívida el tiempo en el que había trabajado en aquellos lugares como palacios, todos los días una fiesta con personas que pasaban desapercibidas por su fama, pero no por su dinero. Donde todo era joyas, opio, y trabajo. Aunque claro, aunque los barrotes de una celda sean de oro, uno se sigue sintiendo preso -Aquí hay otras medidas de seguridad, no necesitan eso.
Seguí los ojos de Donovan hasta el cadáver en el suelo -La Ciudad prácticamente se limpia sola, aunque sea difícil de creer.- Me senté en una silla frente a él, de espaldas a la pista de baile y bebí un sorbo de vino antes de dejar la copa sobre la mesa indiviual que nos separaba por una corta distancia, mirando hacia atrás, donde Matthew estaba ayudando a levantarse al Elfo que había estado dando una presentación como odalisca -Ni idea. Hay muchos personajes particulares en esta Ciudad, como habrás notado.- Dije volviendo mi vista al vampiro, sin prestar demasiada atención al virrey o lo que estuviera haciendo.
Reí sumamente divertido y me crucé de piernas -¿Por eso estás hablando conmigo, quieres información sobre el rey de Ciudad Lagarto?- Volví a alzar mi copa y bebí un poco más de vino -Dejame adivinar, ¿vas a poner veneno en su bebida? ¿O vas a usar ese hermoso puñal que me mostraste?- pregunté sin dejar de sonreír ni un momento -Lo siento cariño, pero aún no he bebido lo suficiente como para responder eso.- Mi tolerancia al alcohol era bastante baja, pero lo único que generaba era tal vez que me relaje o desinhiba un poco más de lo normal, y el revelar "secretos de Estado" no entraba en ninguna de esas categorías.
Igualmente dudo mucho que realmente vengas detrás del rey, o no hubieses sido tan obvio de contarme todo lo que me has dicho. A menos..- hice una pausa -..que lo que hayas dicho sea una mentira para despistarme. O claro, que pienses matarme, Donovan.- Me incliné un poco hacia adelante, apoyando los codos sobre la mesa, sonriendo de lado. Dudaba mucho que esas fueran sus intenciones, pero el juego del gato y el ratón siempre me había resultado muy divertido.
Era de público conocimiento que el olfato de los licántropos era biológicamente superior al de las demás razas, pero simplemente por una cuestión de naturaleza, no porque fuéramos superdotados. La mayoría de los animales tenía un mejor sentido del olfato que, por ejemplo, los humanos. Entre los que tenían de los mejores estamos, claro, los lobos. No "licántropos", lobos. Y muy probablemente un animal como por ejemplo un topo nos superaría por mucho.
Igual no me sorprendería que estando así..- hice un gesto con la mano denotando la apariencia "humana" que había adoptado -..tu olfato fuera igual o superior al de algunos licántropos. No todos adiestran el sentido del olfato.- Muchos preferían enfocarse en el arte de la lucha o la fuerza bruta, pero personalmente, consideraba eso un desperdicio. Encontraba mucho más provechoso el trabajar el autocontrol. Siempre es mejor prevenir una mala situación y evitar salir herido siempre que fuese evitable. Además, las habilidades de asecho eran útiles en cualquier tipo de entorno -Al fin y al cabo, todos somos depredadores.
Escuché atentamente a lo que me decía. Así que un filósofo, ¿eh? Hice mi mejor esfuerzo por disimular una risa -Pues si, soy bastante joven, pero no tanto como para que sea perturbadora mi presencia en el negocio. Digamos que ya debería estar pidiendo matrimonio a alguien si la vida me hubiese llevado por otro camino.- Lo miré atentamente, como analizando -Y supongo que tú no estás ni cerca de los veinte y tantos o treinta que aparentas.
Para mi sorpresa, aceptó la "invitación" que le propuse. Acerqué levemente a mi nariz una copa cuyo aroma me llamó la atención, un vino tinto bastante añejado, aunque no demasiado, y con un toque dulce. Agarré otra copa idéntica y se la ofrecí a Donovan mientras caminaba hasta los asientos que indicaba.
¡Claro que tiene veneno! ¿Si no, cómo mantendríamos al margen a las plagas?- bromeé -De hecho hasta trabajé con eso en su momento. Tres copas idénticas, dos con veneno, una sin.. En las fiestas encantaba.- Ya había pasado su debido tiempo, pero recordaba de forma vívida el tiempo en el que había trabajado en aquellos lugares como palacios, todos los días una fiesta con personas que pasaban desapercibidas por su fama, pero no por su dinero. Donde todo era joyas, opio, y trabajo. Aunque claro, aunque los barrotes de una celda sean de oro, uno se sigue sintiendo preso -Aquí hay otras medidas de seguridad, no necesitan eso.
Seguí los ojos de Donovan hasta el cadáver en el suelo -La Ciudad prácticamente se limpia sola, aunque sea difícil de creer.- Me senté en una silla frente a él, de espaldas a la pista de baile y bebí un sorbo de vino antes de dejar la copa sobre la mesa indiviual que nos separaba por una corta distancia, mirando hacia atrás, donde Matthew estaba ayudando a levantarse al Elfo que había estado dando una presentación como odalisca -Ni idea. Hay muchos personajes particulares en esta Ciudad, como habrás notado.- Dije volviendo mi vista al vampiro, sin prestar demasiada atención al virrey o lo que estuviera haciendo.
Reí sumamente divertido y me crucé de piernas -¿Por eso estás hablando conmigo, quieres información sobre el rey de Ciudad Lagarto?- Volví a alzar mi copa y bebí un poco más de vino -Dejame adivinar, ¿vas a poner veneno en su bebida? ¿O vas a usar ese hermoso puñal que me mostraste?- pregunté sin dejar de sonreír ni un momento -Lo siento cariño, pero aún no he bebido lo suficiente como para responder eso.- Mi tolerancia al alcohol era bastante baja, pero lo único que generaba era tal vez que me relaje o desinhiba un poco más de lo normal, y el revelar "secretos de Estado" no entraba en ninguna de esas categorías.
Igualmente dudo mucho que realmente vengas detrás del rey, o no hubieses sido tan obvio de contarme todo lo que me has dicho. A menos..- hice una pausa -..que lo que hayas dicho sea una mentira para despistarme. O claro, que pienses matarme, Donovan.- Me incliné un poco hacia adelante, apoyando los codos sobre la mesa, sonriendo de lado. Dudaba mucho que esas fueran sus intenciones, pero el juego del gato y el ratón siempre me había resultado muy divertido.
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
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Venga. Los hediondos de la fiesta se pegan con los golem. Dirigida y producida por Alward. Con la participación de Thaiss y Fémur si se suman (?.
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Venga. Los hediondos de la fiesta se pegan con los golem. Dirigida y producida por Alward. Con la participación de Thaiss y Fémur si se suman (?.
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El brujo había escuchado mil referencias y contestaciones hacia aquella frase hecha, pero creía que era la primera vez que le decían algo parecido. O por lo menos una de las contadas ocasiones que alguien había soltado una afirmación tan contradictoria hacia aquella sabiduría vendida en frase corta.
La retirada a tiempo es una victoria… para el que no se retira.
“¿En serio?”, pensó Vinc. De todas las cosas que podría decirle una mujer, envuelta en una capa de mierda, a un hombre, igualmente envuelto en senda capa de roña, esa era la que el rubio mercenario menos esperaba escuchar.
No, no. Esa frase no iba de valor desmedido, impulsivo, que conducía a la muerte, o en aquel caso, a alejar en la distancia a todo ser con capacidad olfativa. Iba de inteligencia, y de que había que saber cuándo dar un paso atrás para luego contraatacar en el momento justo dando dos hacia el frente.
- Pero la idea era…-. Irse para que cada cual se bañara en su casa o posada donde estuviese cada uno hospedado.
En ningún modo era seguir allanando una casa con tanta ligereza, por darle una sorpresa a un feliz cumpleañeros. Porque, sinceramente, la cara que pondría Matt después de ver su tarta volar hacia él, no iba a durar mucho, ni a ser la misma cuando le llegara el pestazo que soltaban sus “amigos” con ideas de tartas voladores, pseudoexplosivas en algunos casos.
- Oye, pues no molaría un ganso explosivo como trampa-, bromeó, contestando a la pelirroja una vez que esta saliera de aquel antro de pura mierda. Bien parecía que de sus nuevos amigos esa chica era la más alocada. - La cuestión es explotar cosas. Si los objetos, animales o personas explotan, es que has sido un buen brujo y has tenido una vida cojonuda-, terminó por decirle, sin nada de seriedad en todo aquello. - Y apoyo la moción. Que el experto en magia abra el camino. Vivir está menos sobrevalorado de lo que la gente cree.
“Qué carajos. De perdidos al río”, como se solía decir.
Algo en el interior del brujo sonaba más fuerte que aquellos estúpidos graznidos. Una voz dentro de su cabeza le decía que debía seguir con aquellas personas si no quería tener la muerte de estos sobre su conciencia. Altruismo, suponía. De todos modos, tampoco sonaba débil la voz que le encomiaba a irse lo antes posible, bañarse en su casa, y vivir para ver un nuevo amanecer.
Pero claro, cuando dos ideas chocaban en la mente del brujo, solía primar aquella en la que podía echar una mano a alguien, o por qué no decirlo, aquella en la que podía meterse en problemas, que era una de sus formas de vida más recurrentes.
De todos modos, pese a lo dicho, Vinc no dio un paso al frente. No por el momento. Quería de aquella manera ver si todos habían captado la idea de que él debería abrir camino si no querían caer en otra trampa. Que bien podría ser menos olorosa que la última, pero infinitamente más letal.
- ¿Rodar cabezas? - preguntó, intrigado de por a quién o quienes se refería el bueno de Alward. En cualquier caso, no pensó demasiado en ello, pues el chico se puso en marcha y eso solo podía significar una cosa en la mente del brujo. - Oye, oye. Debo estudiar con mucho mayor detenimiento la puerta para saber si está encantada. E incluso así puede que no detecte su magia si está bien diseñ…
Sus palabras cayeron en saco roto, pues no tardaron en ser arrastrados por otro portal. Uno que los llevó a un lugar de mierda, aunque de otro carácter distinto al anterior.
- Genial. Y quien decía que llegábamos tarde a la fiesta-, comentó con ironía, al ver como algunas “estatuas” de piedra pasaban de una posición estática corriente a moverse. ¡Si aquí están los más animados del cumpleaños!
Era evidente que tendrían que abrirse paso a fuego y acero, si querían salir vivos de allí.
Vincent generó unas bolas de fuego explosivo que impactaron en uno de los gólems que iba en cabeza hacia ellos, dañándolo hasta el punto que acabó cayendo a trozos en su siguiente paso.
- Ves, tenía razón. Lo que importa es explotar. Siempre explotar-, dijo con tono burlón, después de centrar su mirada en su siguiente objetivo mientras desenvainaba la espada. Un tono que quizás no encajara demasiado bien para el común de los mortales que se encontrara en una situación parecida. No obstante, Vincent era demasiado Vincent. - En fin. Podría ser peor. Podríamos estar sumergidos en la montaña de estiércol de la banda de los gansos-, bromeó, justo antes de apretar la mandíbula, para concentrarse mejor en su próximo objetivo y en el plan de acción que calibraba en su mente para derrotarlo.
Vincent Calhoun
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
Así que eso era una niña “normal”, entendía la base del comportamiento curioso y travieso. Aunque la sequedad de sus palabras le recordó a sí misma en esos momentos donde vivía por el mero hecho de respirar, tomo ambas manos de la niña para facilitarle el saltar, un mero reflejo de cómo veía a algunas madres guiar a sus pequeños en sus pasos. Y rio un poco con las ortodoxas lecciones de la madre adoptiva Orome.-Esa es la lección más importante que puedes tener en esta vida. ¿Te duele lo de tus padres?
No se molestó la peliblanca en disculpar los pisotones de la pequeña ciertamente la levantaba un poco más usando el impulso de sus saltos para hacerla más pesada en la caída. Nadie que se respetara sería pisoteado, y si no eras capaz de quitarte lo tenías más que merecido. Se divertía, no entendía por qué diablos llevaba esa noche sus ganchos en el estuche pero luego cuando la niña se soltó recordó donde estaba. Siguió a la chiquilla. Y fue peculiar encontrar a alguien con una apariencia tan similar a la propia, exceptuando los ojos, hizo una inclinación de cabeza y los cabellos cayeron por sus hombros y no se molestó en echarlos atrás.- Pues aceptaría algo de licor, pero temo que mi olfato no sea tan agudo como para detectar algún veneno. Y ciertamente no cargo con antídotos para ello. Ella es un dulce.
Señalo a la niña mientras la pequeña era presentada a un… Biocibernetico. Vaya cosas, lo vio de la cabeza a los pies justo cuando el virrey les pasaba y miraba a la dirección a donde se dirigía, la cosa parecía ponerse interesante y la peliblanca se pegó a su “gemela” y se la pensó, o mejor dicho vio completamente atenta la escena los diálogos y hasta sonrió de forma cálida a la forma que Sena se abrazaba al virrey y entonces cayo, esa era la anterior asesina de Matthew, quien parecía descomponerse. Lastima. –un placer señorita soy admiradora de su trabajo.
Grito la peliblanca saludando con la mano estirada de una forma casi infantil mientras se ponía la capucha. Y luego coqueta le sonrió al otro prometido. Parecía que los lios de faldas se daban con todo y canturreo contenta de no tener nada así con nadie. –Vaya interesante, esto abre el apetito señorita Orome.
Algo le decía que seguir a la madre de Sena sería mucho muy divertido.
No se molestó la peliblanca en disculpar los pisotones de la pequeña ciertamente la levantaba un poco más usando el impulso de sus saltos para hacerla más pesada en la caída. Nadie que se respetara sería pisoteado, y si no eras capaz de quitarte lo tenías más que merecido. Se divertía, no entendía por qué diablos llevaba esa noche sus ganchos en el estuche pero luego cuando la niña se soltó recordó donde estaba. Siguió a la chiquilla. Y fue peculiar encontrar a alguien con una apariencia tan similar a la propia, exceptuando los ojos, hizo una inclinación de cabeza y los cabellos cayeron por sus hombros y no se molestó en echarlos atrás.- Pues aceptaría algo de licor, pero temo que mi olfato no sea tan agudo como para detectar algún veneno. Y ciertamente no cargo con antídotos para ello. Ella es un dulce.
Señalo a la niña mientras la pequeña era presentada a un… Biocibernetico. Vaya cosas, lo vio de la cabeza a los pies justo cuando el virrey les pasaba y miraba a la dirección a donde se dirigía, la cosa parecía ponerse interesante y la peliblanca se pegó a su “gemela” y se la pensó, o mejor dicho vio completamente atenta la escena los diálogos y hasta sonrió de forma cálida a la forma que Sena se abrazaba al virrey y entonces cayo, esa era la anterior asesina de Matthew, quien parecía descomponerse. Lastima. –un placer señorita soy admiradora de su trabajo.
Grito la peliblanca saludando con la mano estirada de una forma casi infantil mientras se ponía la capucha. Y luego coqueta le sonrió al otro prometido. Parecía que los lios de faldas se daban con todo y canturreo contenta de no tener nada así con nadie. –Vaya interesante, esto abre el apetito señorita Orome.
Algo le decía que seguir a la madre de Sena sería mucho muy divertido.
Christelle Glassneth
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
La chica ignoró la mano de Nayru por completo, levantándose por su propia cuenta. Qué reconfortante era ser amable. Retiró la mano con un suspiro y se cruzó de brazos, mirándola de arriba a abajo con ojo crítico, notando ciertos movimientos erráticos, tanteantes... La muchacha no paraba de hablar por lo bajo, no sabía si con ella misma o con alguien más. Se inclinó, curiosa, porque aquella máscara de encaje con forma de conejo le tapaba la parte superior del rostro.
Y volvió a ponerse tiesa como un palo en cuanto escuchó una voz familiar. A la dragona le quedaban más elegantes los susurros a la oreja, pero la vampiresa moriría antes que dejar que nadie supiera que pensaba eso.
-Tú. -gruñó todavía cruzada de brazos.- ¿Es que no hay continente para correr que siempre tengo que cruzarme contigo? Empiezo a pensar que me persigues, Chispitas. Cuidado, que los corderos son el mejor disfraz.
A estas alturas el "rechazo" que sentía contra la mujer era cada vez menos racional y más por tozudez.
-No, no he venido sola. Fémur debe de andar por ahí haciendo de las suyas porque es como una cría de cinco años. -comentó, recorriendo la escena como si de verdad esperase ver la llamarada de su pelo de fuego aparecer inocente.
Buscando a su compañera algo más captó su atención. Otra mujer se apresuraba en dirección al sonido de los gansos, hacia la casa, agarrándose las faldas de un estúpido y aparatoso vestido de fiesta que le quedaba igual de bien que a un pájaro unas sandalias. Que fuese más bajita que ella le granjeó su inmediata simpatía. Deseó profundamente que la pelirroja no tuviese nada que ver en absolutamente nada de lo que estuviese ocurriendo. La intuición de Nayru se rió de ella con sarcasmo.
Prestó atención a medias cuando la chiquilla de la máscara de encaje se dirigió a la morena con entusiasmo, los ojos de la vampiresa todavía siguiendo a la enana.
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Le gustaba el brujo, tenía marcha. Bromeó con explosiones y cosas locas, pero Fémur le dio un par de vueltas muy serias a la idea. Le pareció brillante lanzar a la batalla gansos explosivos con temporizador, y gansos normales y corrientes. ¿Quién no querría acariciarlos o darles pan? Y entonces... boom. Unos sí, otros no. Caos gansil. Una sonrisa sardónica le cruzó el rostro.
Y se pusieron en marcha, porque no quedaba otra que moverse hacia algún lado. Como Nayru la pillara de esa guisa la iba a tener jodiendo dos días enteros como un gatito pequeño y cojonero. Bueno. Era linda cuando se enfadaba.
Pero, claro. Por qué tendría que salir bien nada de lo que planearan. Un desastre tras otro. La cosa había empezado estupenda: una fiesta de las buenas, gente guapa con la que hacer travesuras, un culo estupendo pegado a un hombre que no le hacía justicia. De ahí, todo para abajo.
Cuando Dulzura y Encantador desaparecieron con un ¡pop!, dejando tras de sí un ligero humillo como de invocación con olor a melocotones maduros, el agravio consternado que sintió Fémur fue demasiado. Ahí estaban los cuatro desgraciados, apestando a mierda y tratando de buscar un lugar donde quitárselo, con el castaño encabezando la marcha porque al parecer él era el experto en las medidas de seguridad de la casa. Y, pop. Dos menos. ¿Se habían quedado atrapados y cada vez que trataran de pasar por una puerta les devolverían a la pila de residuos?
Se detuvo en seco gesticulando indignada en el aire, señalando el lugar donde medio segundo atrás estaban los hombres. Que sus manos formaran la curva perfecta de aquel trasero de ensueño era mera coincidencia.
-Ya está. Se acabaron las putas puertas, hay que darle protagonismo a las ventanas. O probar una estrategia diferente porque la que tenemos no nos sirve.
Fémur empezaba a darle vueltas a la idea de largarse y buscar una fuente o algo para quitarse la mugre y buscarse algo más divertido y menos complicado que hacer.
Y volvió a ponerse tiesa como un palo en cuanto escuchó una voz familiar. A la dragona le quedaban más elegantes los susurros a la oreja, pero la vampiresa moriría antes que dejar que nadie supiera que pensaba eso.
-Tú. -gruñó todavía cruzada de brazos.- ¿Es que no hay continente para correr que siempre tengo que cruzarme contigo? Empiezo a pensar que me persigues, Chispitas. Cuidado, que los corderos son el mejor disfraz.
A estas alturas el "rechazo" que sentía contra la mujer era cada vez menos racional y más por tozudez.
-No, no he venido sola. Fémur debe de andar por ahí haciendo de las suyas porque es como una cría de cinco años. -comentó, recorriendo la escena como si de verdad esperase ver la llamarada de su pelo de fuego aparecer inocente.
Buscando a su compañera algo más captó su atención. Otra mujer se apresuraba en dirección al sonido de los gansos, hacia la casa, agarrándose las faldas de un estúpido y aparatoso vestido de fiesta que le quedaba igual de bien que a un pájaro unas sandalias. Que fuese más bajita que ella le granjeó su inmediata simpatía. Deseó profundamente que la pelirroja no tuviese nada que ver en absolutamente nada de lo que estuviese ocurriendo. La intuición de Nayru se rió de ella con sarcasmo.
Prestó atención a medias cuando la chiquilla de la máscara de encaje se dirigió a la morena con entusiasmo, los ojos de la vampiresa todavía siguiendo a la enana.
Le gustaba el brujo, tenía marcha. Bromeó con explosiones y cosas locas, pero Fémur le dio un par de vueltas muy serias a la idea. Le pareció brillante lanzar a la batalla gansos explosivos con temporizador, y gansos normales y corrientes. ¿Quién no querría acariciarlos o darles pan? Y entonces... boom. Unos sí, otros no. Caos gansil. Una sonrisa sardónica le cruzó el rostro.
Y se pusieron en marcha, porque no quedaba otra que moverse hacia algún lado. Como Nayru la pillara de esa guisa la iba a tener jodiendo dos días enteros como un gatito pequeño y cojonero. Bueno. Era linda cuando se enfadaba.
Pero, claro. Por qué tendría que salir bien nada de lo que planearan. Un desastre tras otro. La cosa había empezado estupenda: una fiesta de las buenas, gente guapa con la que hacer travesuras, un culo estupendo pegado a un hombre que no le hacía justicia. De ahí, todo para abajo.
Cuando Dulzura y Encantador desaparecieron con un ¡pop!, dejando tras de sí un ligero humillo como de invocación con olor a melocotones maduros, el agravio consternado que sintió Fémur fue demasiado. Ahí estaban los cuatro desgraciados, apestando a mierda y tratando de buscar un lugar donde quitárselo, con el castaño encabezando la marcha porque al parecer él era el experto en las medidas de seguridad de la casa. Y, pop. Dos menos. ¿Se habían quedado atrapados y cada vez que trataran de pasar por una puerta les devolverían a la pila de residuos?
Se detuvo en seco gesticulando indignada en el aire, señalando el lugar donde medio segundo atrás estaban los hombres. Que sus manos formaran la curva perfecta de aquel trasero de ensueño era mera coincidencia.
-Ya está. Se acabaron las putas puertas, hay que darle protagonismo a las ventanas. O probar una estrategia diferente porque la que tenemos no nos sirve.
Fémur empezaba a darle vueltas a la idea de largarse y buscar una fuente o algo para quitarse la mugre y buscarse algo más divertido y menos complicado que hacer.
Por si nadie se dio cuenta Nay pone los ojos en blanco, tanto que puede ver sus propias ideas. Ideas un poco de tsundere. Que nadie selo diga, ella no lo sabe. Shhh.
Por otro lado... Dejad. De. Tirar. Runas. Id a que os limpien el karma, malditos XD
Nayru
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
—Depende de qué sabes hacer. Te pondré unos 100 aeros, solo por la leng-oh, digo… por la charla —repliqué de vuelta, tomando asiento mientras hablaba el lobo—. Eso es estúpido. Lo de los tuyos. El olfato está entre sus talentos, es un regalo natural que tienen. No hay razones para no tomar un regalo.
Moví los ojos a un lado observándolo, y luego los moví arriba. Veinte y tantos o treinta... no recordaba a exactitud cuando fue. Tampoco recordaba cuando tiempo tenía viviendo así. Miré mi reflejo dentro de la copa y la agité un poco al escuchar que el joven había trabajado con eso en su momento. ¿”Eso”?
—Me lo imagino, debió ser todo un éxito. Revolucionario, incluso, la más excelente medida de control para que la bebida no se acabe en una fiesta que he oído. La gente titubearía sobre si tomar una copa o no, sobre si servirse o no, quien sabe, puede que les toque el veneno. ¿Esa era tu área, o te metías con toda la alquimia? “Elixires”. Ácidos.
Agité un poco el mantel de una mesa.
—Cosas para remover manchas —añadí. Volví a ver hacia la pista de baile y asentí a las palabras del licántropo. Aunque…
«Más bien es como que hay pocos personajes no particulares en la ciudad», pensé, tomando un sorbo de la copa. Seguí el movimiento de una de sus piernas colocándose sobre la otra y alcé la mirada ante la risa.
—Cielos, no. No podría. ¿Con este puñal? ¿A un rey? Inconcebible. Está viejo, dañado. Un rey se merece algo mejor, uno de plata, quizá —agité la copa suavemente—… no has bebido lo suficiente. ¿Eso es lo único qué te está deteniendo, entonces? Sería el trabajo más fácil de mi vida. Ten, te ayudo —acerqué la copa a la suya, dejando caer algo del vino de una a la otra—, salud —alcé un poco la propia, insístanoslo a beber y tomando yo mismo un sorbo. Espere que él tomase uno para abrir la boca—: Listo. Tienes cara de que es suficiente, es decir, con esa risa—me resulta evidente, soy hilarante; pero no tanto, así que ya estás casi en tu límite. En la vecindad del mismo… aproximándote. Cuando ya no soportes más, empezaré a hacer las preguntas interesantes. Por ejemplo… ¿cómo se siente el sol? Tema digno de gente borracha.
Junté las manos.
—No me dirás “caliente”. Me haría sentir mucho menos especial si la única diferencia es que nosotros solo lo sentimos más —comenté. Al escuchar la segunda de sus suposiciones abrí los ojos una pequeña fracción más, borré la sorpresa de mi rostro y sonreí, negando suavemente con la cabeza—. Oh, Hadden, matar no. Recuerda, el término es asesinar.
—Pero no. Soy muchas cosas, una de ellas no es ser un mentiroso… —dejé de sonreír y vi un momento a un lado—… oh, hmm… eso es lo que diría un mentiroso, ¿no es cierto? —sonreí, por segunda vez—. Supongo que no hay nada que pueda hacer para que me creas... que trágico. Tendré que dejarte vivo, solo para que te equivoques y probar que yo tengo la razón, solo para eso —dije, en un tono particularmente presuntuoso. Claramente una broma… Hm.
Puede que yo también tuviese que parar de beber, no había prestado particular atención a cuantas copas habría bajado luego tomar asiento y observar durante un rato el lugar. Me terminé la que tenía en mano y la puse entre la mesa que nos separaba, echando la cabeza atrás. Ciertamente, había tenido un toque algo más agradable que el resto de lo que había tomado hasta el momento.
O podía ser que por predisposición al verlo acercar su nariz a las copas creí que ‘sabría’ mejor y solo por eso lo hizo.
—…Por cierto. ¿A qué te referías con qué la ciudad se limpia sola? Voy a admitir que lo pasé por alto y había olvidado ya tal punto, pero acabo de recordarlo. No suena a que se trate de un encantamiento como el de los manteles, y dudo con fuerza que tengan gente tan caritativa como para limpiarla sin que le paguen, así como dudo todavía más fuerza el que le paguen a alguien —dije, resultándome obvio que tenían cierta frivolidad con el dinero... solo que una dirigida al ‘bien común’, si el estado del resto de Ciudad Lagarto decía algo.
Al escuchar la respuesta del lobo alcé las cejas. Ya tenía unos minutos con él, y lo había oído reírse, así como adoptar tonos sarcásticos y tirar directamente todo por la ventana y actuar presumido. No notar nada de eso en lo que parecía ser seriedad era… turbio. Me estaría tomando el pelo.
Pero no. Parecía ir totalmente en serio.
—Claro —musité, poco convencido. Volví a ver atrás, a estos puntos, la fiesta probablemente no tomaría ninguna ruta que no me esperase. Faltaban unas horas para el amanecer, pero realmente no me apetecía recibir el sol en este… lugar. Lucía posible que se viniese un techo abajo y yo me muriese, por el techo o por el sol.
Me puse de pie y pasé las manos por mi ropa para remover algunas arrugas. Podría ir tomando camino.
—Creo que daré paso a retirarme por hoy. Siento dejarte con las ganas, pero si cruzamos ojos mañana será en la noche, ya sabes —levanté levemente los brazos—, cosas de vampiros. Si tienes herramientas por aquí cerca o sabes de donde podemos tomarlas podría verme tentado a quedarme algo más, intercambiamos conocimientos de alquimia. ¿Qué dices?
Moví los ojos a un lado observándolo, y luego los moví arriba. Veinte y tantos o treinta... no recordaba a exactitud cuando fue. Tampoco recordaba cuando tiempo tenía viviendo así. Miré mi reflejo dentro de la copa y la agité un poco al escuchar que el joven había trabajado con eso en su momento. ¿”Eso”?
—Me lo imagino, debió ser todo un éxito. Revolucionario, incluso, la más excelente medida de control para que la bebida no se acabe en una fiesta que he oído. La gente titubearía sobre si tomar una copa o no, sobre si servirse o no, quien sabe, puede que les toque el veneno. ¿Esa era tu área, o te metías con toda la alquimia? “Elixires”. Ácidos.
Agité un poco el mantel de una mesa.
—Cosas para remover manchas —añadí. Volví a ver hacia la pista de baile y asentí a las palabras del licántropo. Aunque…
«Más bien es como que hay pocos personajes no particulares en la ciudad», pensé, tomando un sorbo de la copa. Seguí el movimiento de una de sus piernas colocándose sobre la otra y alcé la mirada ante la risa.
—Cielos, no. No podría. ¿Con este puñal? ¿A un rey? Inconcebible. Está viejo, dañado. Un rey se merece algo mejor, uno de plata, quizá —agité la copa suavemente—… no has bebido lo suficiente. ¿Eso es lo único qué te está deteniendo, entonces? Sería el trabajo más fácil de mi vida. Ten, te ayudo —acerqué la copa a la suya, dejando caer algo del vino de una a la otra—, salud —alcé un poco la propia, insístanoslo a beber y tomando yo mismo un sorbo. Espere que él tomase uno para abrir la boca—: Listo. Tienes cara de que es suficiente, es decir, con esa risa—me resulta evidente, soy hilarante; pero no tanto, así que ya estás casi en tu límite. En la vecindad del mismo… aproximándote. Cuando ya no soportes más, empezaré a hacer las preguntas interesantes. Por ejemplo… ¿cómo se siente el sol? Tema digno de gente borracha.
Junté las manos.
—No me dirás “caliente”. Me haría sentir mucho menos especial si la única diferencia es que nosotros solo lo sentimos más —comenté. Al escuchar la segunda de sus suposiciones abrí los ojos una pequeña fracción más, borré la sorpresa de mi rostro y sonreí, negando suavemente con la cabeza—. Oh, Hadden, matar no. Recuerda, el término es asesinar.
—Pero no. Soy muchas cosas, una de ellas no es ser un mentiroso… —dejé de sonreír y vi un momento a un lado—… oh, hmm… eso es lo que diría un mentiroso, ¿no es cierto? —sonreí, por segunda vez—. Supongo que no hay nada que pueda hacer para que me creas... que trágico. Tendré que dejarte vivo, solo para que te equivoques y probar que yo tengo la razón, solo para eso —dije, en un tono particularmente presuntuoso. Claramente una broma… Hm.
Puede que yo también tuviese que parar de beber, no había prestado particular atención a cuantas copas habría bajado luego tomar asiento y observar durante un rato el lugar. Me terminé la que tenía en mano y la puse entre la mesa que nos separaba, echando la cabeza atrás. Ciertamente, había tenido un toque algo más agradable que el resto de lo que había tomado hasta el momento.
O podía ser que por predisposición al verlo acercar su nariz a las copas creí que ‘sabría’ mejor y solo por eso lo hizo.
—…Por cierto. ¿A qué te referías con qué la ciudad se limpia sola? Voy a admitir que lo pasé por alto y había olvidado ya tal punto, pero acabo de recordarlo. No suena a que se trate de un encantamiento como el de los manteles, y dudo con fuerza que tengan gente tan caritativa como para limpiarla sin que le paguen, así como dudo todavía más fuerza el que le paguen a alguien —dije, resultándome obvio que tenían cierta frivolidad con el dinero... solo que una dirigida al ‘bien común’, si el estado del resto de Ciudad Lagarto decía algo.
Al escuchar la respuesta del lobo alcé las cejas. Ya tenía unos minutos con él, y lo había oído reírse, así como adoptar tonos sarcásticos y tirar directamente todo por la ventana y actuar presumido. No notar nada de eso en lo que parecía ser seriedad era… turbio. Me estaría tomando el pelo.
Pero no. Parecía ir totalmente en serio.
—Claro —musité, poco convencido. Volví a ver atrás, a estos puntos, la fiesta probablemente no tomaría ninguna ruta que no me esperase. Faltaban unas horas para el amanecer, pero realmente no me apetecía recibir el sol en este… lugar. Lucía posible que se viniese un techo abajo y yo me muriese, por el techo o por el sol.
Me puse de pie y pasé las manos por mi ropa para remover algunas arrugas. Podría ir tomando camino.
—Creo que daré paso a retirarme por hoy. Siento dejarte con las ganas, pero si cruzamos ojos mañana será en la noche, ya sabes —levanté levemente los brazos—, cosas de vampiros. Si tienes herramientas por aquí cerca o sabes de donde podemos tomarlas podría verme tentado a quedarme algo más, intercambiamos conocimientos de alquimia. ¿Qué dices?
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No se hagan que ya saben cual es mi off.
Ó Catháin
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
Cuando Helena le agradeció el apoyo al apretarle la mano, Taliesin sintió que estaba haciendo algo importante. No sabía bien qué; ni siquiera podía comenzar a preguntarse qué pasaba por la mente de la bruja, mucho menos adivinarlo. Pero fuera lo que fuera, se alegró de poder estar allí para ella.
Helena se fue, dándole órdenes estrictas de no seguirla. Taliesin las repitió en su mente, confuso, y miró al suelo mientras intentaba comprender si eran órdenes de las que han de respetarse a la letra, o de las que te están pidiendo lo contrario de lo que aparentan. Aquella era una cuestión demasiado compleja para aquel preciso momento, y se quedó trabado en ella hasta que Matthew Owens se dirigió a él. Al parecer, su opinión era que debía seguir a Helena.
"Pero hay que darle un tiempo", pensó Taliesin mientras miraba al virrey alejarse, yendo en pos de su prometida. La mirada del vampiro volvió a bajar a su propia copa de vino. "Hay que darme un tiempo", pensó, con algo de fastidio. Aquella no era exactamente la noche que había esperado, y le parecía que le estaban pidiendo que se desembriagara. ¡Pero para eso tendría que esperar un buen rato!
Las cosas habían ido un poco demasiado rápido para su mente en aquella incómoda interacción. La elfa se había ido sin despedirse y tras un beso a su prometido que dejaba las cosas claramente en su sitio. Helena parecía herida, pero el vampiro no era capaz de distinguir cómo de herida. Y al final él se había quedado con gente a la que tampoco conocía. Se sentía un poco bobo; inmóvil con la copa en la mano, sin nada en común con aquellas que tenía delante y con la mente en otro lugar.
- Taliesin - se presentó al final, ofreciendo la mano para estrecharla. Fue un poco forzado retomar la conversación así, como si nada hubiera pasado en medio - ¿Y usted es?
Miró a la otra mujer y le ofreció la mano a ella también, preguntándole implícitamente su nombre. Debía admitir que lo hacía automáticamente; no pensaba que fuera a recordar a ninguna de las dos más tarde, siendo que su mente estaba en varios otros lugares. Además, la primera había hecho algún comentario negativo sobre Helena que a él no le dejaba en posición demasiado cómoda, así que no fue especialmente atento.
Al bajar la mirada se fijó en la niña. Le dedicó una sonrisa sin poder evitarlo, y todas sus otros procesos mentales se desvanecieron.
- ¿Y tú cómo te llamas? - Le preguntó. Se le había olvidado por qué, pero de la conversación anterior comprendió que era un vampiro. Como Uri. Miró a la primera mujer, la que le había preguntado su nombre - ¿Es tuya?
La presencia de la niña le distrajo bastante, hasta el punto de olvidar su incomodidad o que la mujer había sido crítica con su pseudo-prometida. Le pareció menos prioritario decidir si tenía que buscar a Helena, porque por defecto decidió que le daría un rato corto para recuperarse, tal como ella le había pedido.
- ¿Las dos vivís en Ciudad Lagarto? - Preguntó por curiosidad - ¿Trabajáis con... - miró hacia donde se había ido el virrey - o para... Matthew Owens? ¿Cómo véis que esté llevando la ciudad? ¿Ha cambiado mucho la cosa desde que se fue Helena?
La pregunta que realmente quería hacer era "¿Qué me podéis contar de la estancia de Helena aquí?", pero intentaba disimularla, con algo de torpeza, en otras preguntas.
Helena se fue, dándole órdenes estrictas de no seguirla. Taliesin las repitió en su mente, confuso, y miró al suelo mientras intentaba comprender si eran órdenes de las que han de respetarse a la letra, o de las que te están pidiendo lo contrario de lo que aparentan. Aquella era una cuestión demasiado compleja para aquel preciso momento, y se quedó trabado en ella hasta que Matthew Owens se dirigió a él. Al parecer, su opinión era que debía seguir a Helena.
"Pero hay que darle un tiempo", pensó Taliesin mientras miraba al virrey alejarse, yendo en pos de su prometida. La mirada del vampiro volvió a bajar a su propia copa de vino. "Hay que darme un tiempo", pensó, con algo de fastidio. Aquella no era exactamente la noche que había esperado, y le parecía que le estaban pidiendo que se desembriagara. ¡Pero para eso tendría que esperar un buen rato!
Las cosas habían ido un poco demasiado rápido para su mente en aquella incómoda interacción. La elfa se había ido sin despedirse y tras un beso a su prometido que dejaba las cosas claramente en su sitio. Helena parecía herida, pero el vampiro no era capaz de distinguir cómo de herida. Y al final él se había quedado con gente a la que tampoco conocía. Se sentía un poco bobo; inmóvil con la copa en la mano, sin nada en común con aquellas que tenía delante y con la mente en otro lugar.
- Taliesin - se presentó al final, ofreciendo la mano para estrecharla. Fue un poco forzado retomar la conversación así, como si nada hubiera pasado en medio - ¿Y usted es?
Miró a la otra mujer y le ofreció la mano a ella también, preguntándole implícitamente su nombre. Debía admitir que lo hacía automáticamente; no pensaba que fuera a recordar a ninguna de las dos más tarde, siendo que su mente estaba en varios otros lugares. Además, la primera había hecho algún comentario negativo sobre Helena que a él no le dejaba en posición demasiado cómoda, así que no fue especialmente atento.
Al bajar la mirada se fijó en la niña. Le dedicó una sonrisa sin poder evitarlo, y todas sus otros procesos mentales se desvanecieron.
- ¿Y tú cómo te llamas? - Le preguntó. Se le había olvidado por qué, pero de la conversación anterior comprendió que era un vampiro. Como Uri. Miró a la primera mujer, la que le había preguntado su nombre - ¿Es tuya?
La presencia de la niña le distrajo bastante, hasta el punto de olvidar su incomodidad o que la mujer había sido crítica con su pseudo-prometida. Le pareció menos prioritario decidir si tenía que buscar a Helena, porque por defecto decidió que le daría un rato corto para recuperarse, tal como ella le había pedido.
- ¿Las dos vivís en Ciudad Lagarto? - Preguntó por curiosidad - ¿Trabajáis con... - miró hacia donde se había ido el virrey - o para... Matthew Owens? ¿Cómo véis que esté llevando la ciudad? ¿Ha cambiado mucho la cosa desde que se fue Helena?
La pregunta que realmente quería hacer era "¿Qué me podéis contar de la estancia de Helena aquí?", pero intentaba disimularla, con algo de torpeza, en otras preguntas.
Taliesin Skatha
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
Casi podía ver como tras ella varias personas se acercaban a aquel grupo que había dejado atrás. Le alegró verlo por una parte, odiaba arruinar la fiesta para personas que no lo merecían y a su alrededor la mayoría de las personas que se habían reunido allí para celebrar con Matt eran ajena a todo el drama que sin quererlo... o al menos no del todo había armado.
Notó como Ash'alá rozaba su peluda cara con una de sus piernas tan solo para hacerle sentir que estaba allí. Eilydh lo acarició sin mirarlo. No quería alterar a su tigre. Su animo era incluso más irascible que el de ella misma. Sonrió un poco al imaginarse el pelaje de Ash'alá manchado de la sangre de Helena mientras ella corría como loca buscando uno de sus brazos.
La cabeza le daba vueltas. Parecía que por fin el alcohol había tocado su punto álgido y se apoyó en una de las mesas, alejándose algo más del resto, camino a la frondosidad del bosque que la llevaría a su posada en ciudad lagarto. No temía demasiado por su caminar, sabía que simplemente podía montar en el tigre, pero no quería darle la satisfacción a Helena de verla impedida de aquella manera.
Sonrió sin saber por qué. Aquel hombre no podía saber a lo que se enfrentaba al prometerse con Helena. De la misma manera que si Matt fuese su prometido de verdad, se apenaría por él. Pero ella no parecía molesta por que el hombre barbudo acariciase sus brazos, y ella lo hubiese apartado con una mirada furiosa. Tal como hizo con Matt. Aquella era la diferencia, imaginó.
De nuevo volvió a reirse sola.
Sin duda aquel beso era el peor que había dado en toda su vida. Se llevó las manos a sus labios. Hacía tanto que no besaba a nadie que se había olvidado de cuando lo hacía por placer. Cuando era algo más que un intercambio furioso. O cuando la furia bailaba al ritmo de la pasión, no de la rabia. Acarició sus labios, recordando según que besos. Imaginando según qué labios...Imaginándose distinta en según qué situación con...
La voz de Matt la sorprendió e inmediatamente su rostro se tiñó de un rojo intenso. Aquella interrumpción la trajo de nuevo al allí y ahora y su molestia pasó de la típica de haber sido pillada fantaseando a la que la albergaba por la situación anterior que el alcohol la había hecho casi olvidar. Escuchó sin embargo al hombre entrecerrando sus ojos y peleando con las ganas inmensas de reirse que aparecieron de la nada mientras escuchaba como el virrey intentaba... ¿Disculparse?
En su cabeza le dijo lo decepcionada que estaba de no haber contado con él para defender su punto delante de sus conocidos. Le dijo que aquello la había herido profundamente. También le hizo una lista de razones por las que creía que debía explicar a Eyre la situación en la que se encontraban, si verdaderamente le importaba la bruja. Le urgió a jamás jamás agarrarla de aquella manera en público. Le reclamó el hecho de que invitase a Helena sin avisarla y le preguntó si creía que el tal Taliesin estaría dispuesto a ayudarla a pasear a su tigre en alguna de las tardes venideras. Bueno. Eso no se lo preguntó en su mente. Pero lo pensó. También. en su cabeza, por supuesto, ambos el virrey y ella misma mantuvieron una charla decente sobre si los beneficios de seguir con la farsa de ser su esposa falsa eran favorecedores para ambos y el como quizás el caos entre ambos tan solo iba a traerles problemas. Y por último, como cansada, le preguntó si toda la rabia que solía proyectar era parte de ella o... se iría algún día. Se apoyó en la mesa. Aquel licor de canela alterado...
Ni una sola palabra de aquello salió de sus labios, por supuesto.
En su lugar, la elfa cerró los ojos por un segundo y dijo:
-Brenda se merece un incremento. Necesito un tiempo fuera de Ciudad Lagarto, Matt- Apoyó su mano en la cara del hombre en un intento de caricia y se sentó reclinada sobre Ash'alá. - Felicidades, virrey- dijo
El tigre no necesitó indicación y se dispuso a llevarla de vuelta a la posada. En su ida vio cómo el grupo de personas con las que había estado hablando no contaba tampoco con la presencia de Helena, y que Taliesin seguía entre ellos antes de dirigirle una mirada dolida a Matt.
Tenía mucho de lo que arrepentirse a la mañana siguiente.
--------
Off:
Menuda resaca esta cosechando mi elfa. :p
Notó como Ash'alá rozaba su peluda cara con una de sus piernas tan solo para hacerle sentir que estaba allí. Eilydh lo acarició sin mirarlo. No quería alterar a su tigre. Su animo era incluso más irascible que el de ella misma. Sonrió un poco al imaginarse el pelaje de Ash'alá manchado de la sangre de Helena mientras ella corría como loca buscando uno de sus brazos.
La cabeza le daba vueltas. Parecía que por fin el alcohol había tocado su punto álgido y se apoyó en una de las mesas, alejándose algo más del resto, camino a la frondosidad del bosque que la llevaría a su posada en ciudad lagarto. No temía demasiado por su caminar, sabía que simplemente podía montar en el tigre, pero no quería darle la satisfacción a Helena de verla impedida de aquella manera.
Sonrió sin saber por qué. Aquel hombre no podía saber a lo que se enfrentaba al prometerse con Helena. De la misma manera que si Matt fuese su prometido de verdad, se apenaría por él. Pero ella no parecía molesta por que el hombre barbudo acariciase sus brazos, y ella lo hubiese apartado con una mirada furiosa. Tal como hizo con Matt. Aquella era la diferencia, imaginó.
De nuevo volvió a reirse sola.
Sin duda aquel beso era el peor que había dado en toda su vida. Se llevó las manos a sus labios. Hacía tanto que no besaba a nadie que se había olvidado de cuando lo hacía por placer. Cuando era algo más que un intercambio furioso. O cuando la furia bailaba al ritmo de la pasión, no de la rabia. Acarició sus labios, recordando según que besos. Imaginando según qué labios...Imaginándose distinta en según qué situación con...
La voz de Matt la sorprendió e inmediatamente su rostro se tiñó de un rojo intenso. Aquella interrumpción la trajo de nuevo al allí y ahora y su molestia pasó de la típica de haber sido pillada fantaseando a la que la albergaba por la situación anterior que el alcohol la había hecho casi olvidar. Escuchó sin embargo al hombre entrecerrando sus ojos y peleando con las ganas inmensas de reirse que aparecieron de la nada mientras escuchaba como el virrey intentaba... ¿Disculparse?
En su cabeza le dijo lo decepcionada que estaba de no haber contado con él para defender su punto delante de sus conocidos. Le dijo que aquello la había herido profundamente. También le hizo una lista de razones por las que creía que debía explicar a Eyre la situación en la que se encontraban, si verdaderamente le importaba la bruja. Le urgió a jamás jamás agarrarla de aquella manera en público. Le reclamó el hecho de que invitase a Helena sin avisarla y le preguntó si creía que el tal Taliesin estaría dispuesto a ayudarla a pasear a su tigre en alguna de las tardes venideras. Bueno. Eso no se lo preguntó en su mente. Pero lo pensó. También. en su cabeza, por supuesto, ambos el virrey y ella misma mantuvieron una charla decente sobre si los beneficios de seguir con la farsa de ser su esposa falsa eran favorecedores para ambos y el como quizás el caos entre ambos tan solo iba a traerles problemas. Y por último, como cansada, le preguntó si toda la rabia que solía proyectar era parte de ella o... se iría algún día. Se apoyó en la mesa. Aquel licor de canela alterado...
Ni una sola palabra de aquello salió de sus labios, por supuesto.
En su lugar, la elfa cerró los ojos por un segundo y dijo:
-Brenda se merece un incremento. Necesito un tiempo fuera de Ciudad Lagarto, Matt- Apoyó su mano en la cara del hombre en un intento de caricia y se sentó reclinada sobre Ash'alá. - Felicidades, virrey- dijo
El tigre no necesitó indicación y se dispuso a llevarla de vuelta a la posada. En su ida vio cómo el grupo de personas con las que había estado hablando no contaba tampoco con la presencia de Helena, y que Taliesin seguía entre ellos antes de dirigirle una mirada dolida a Matt.
Tenía mucho de lo que arrepentirse a la mañana siguiente.
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Menuda resaca esta cosechando mi elfa. :p
Eilydh
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
Sin apenas darse cuenta, la arquitectura de su entorno cambió, la cuidada y refinada madera que revestía los pasillos de la gran casa de Matthew Owens dio lugar a unas paredes de gruesa y fría piedra. Detrás suya, donde deberían estar Thaiss, Fémur y Vincent solo se hallaba este último... y menos mal, pues conjuró una bola de fuego que impactó en uno de los dos colosos que allí se encontraban hechos de la misma piedra que las paredes.
Estaban en una sala pequeña, pero claramente no era un pasillo. Sin embargo, a este lugar estaban conectados múltiples salidas y entradas sin ningún tipo de indicación.
Vincent se mostraba confiado, e incluso se tomaba la libertad de hacer humor sobre la situación. Alward, por el contrario, estaba preocupado, pero en seguida comprendió que la situación requería concentración.
-Menos mal que odio ponerme trajes.-Dijo mientras desenvainaba sus dos espadas colocadas a la espalda.-Prefiero estar hasta el cuello de mierda a esto.-Siguió al brujo en su broma mientras se plantaba en una posición contundente.
Poco más tiempo de reacción hubo, pues el gólem, cuya altura podría llegar a los casi diez metros, propinó una patada al humano, aunque antes de que esta impactara, este activó la runa de su armadura, que adquirió tonos dorados luminiscentes en las decoraciones de sus brazos y costado [1].
Una persona normal habría salido volando cual insecto contra la pared, pero gracias al efecto de la runa, Alward se convirtió en ese momento en un ente casi inamovible. Sintió el golpe, pero casi todo el impacto fue absorbido, aunque eso no evitó que, de la inercia, el Sevna fuese arrastrado un par de metros hacia atrás manteniendo una pose defensiva, protegiéndose con sus brazos.
Miró a Vincent, luego al gólem. Era su turno.
Activó las runas de sus armas; fuego en la diestra: Værdi, rayos en la zurda: la Espada de la Guardia, desactivó las de su armadura, y se fue directo hacia su gran oponente. Este último no iba a dejarle las cosas tan sencillas, primero con sus puños y luego con sus pies trató de aplastar y empujar al caballero, pero este tuvo la fortuna de entre su rapidez y fintas sobrepasar todo daño que el gólem pudiese hacerle. Pasó por debajo de las piernas y se colocó detrás del gigante de piedra [2] [3].
Era demasiado alto como para intentar un golpe de gracia, por lo que se decantó por intentar "herir" una de las piernas, así que se decanto por la derecha, la mayoría de seres eran diestros, ¿Qué probabilidad habría de que justo un gólem fuese zurdo?
Sin más golpeó con sus dos armas a la vez en la pierna derecha del gigante de piedra, como el leñador que tala un árbol con la esperanza de que caiga. El efecto de las runas impactando en aquel ente e interactuando entre ellas formó una pequeña explosión que desmoronó casi la totalidad de la parte derecha del monstruo.
Este, al no tener una firme sustentación, cayó. No se movió más, parecía que aquello que lo mantenía sujeto a la vida se había desvanecido.
Tras desaparecer el polvo que el derrumbe del gólem de piedra había formado, Alward pudo ver a Vincent. Le dedicó una media sonrisa con su rostro parcialmente cubierto de hollín a causa de la explosión. No sabía que eso iba a pasar, ni siquiera sabía que con unas espadas "corrientes" podría derrotar a semejante oponente. Sin duda fue el efecto de las runas lo que decantó la balanza hacia Alward, aunque aquella victoria no duraría mucho, pues el sonido del metal chirriando en las paredes interrumpió toda celebración posible.
El asesino del virrey había hecho acto de presencia.
-Oh, no... él no.-Suspiró, mostrando las pocas ganas que tenía de un combate con alguien como él, porque estaba claro que la actitud con la que había aparecido, y aquella canción que canturreaba no era para invitarles a tomar el té.-¿Es demasiado tarde para confesar que odio al virrey?-Desvió por un momento la mirada hacia Vincent.
Entonces Einar, acompañado de una sonrisa sádica, extendió uno de sus brazos para agarrar el cuello de Alward, pero este de forma hábil logró esquivar el agarre tan solo apartándose. Acto seguido, corrió directo hacia el bio-cibernético para lanzar su ofensiva, pero al realizar sus ataques este los esquivó con suma facilidad.
Alward apretó la mandíbula y endureció su rostro, mostrándose más concentrado y molesto por cómo se presentaba el combate. Entonces, en uno de los tajos del caballero, el asesino simplemente le agarró el brazo, parándolo en seco. El Sevna quedó atónito, luego sintió cómo por su cuerpo recorría una sensación eléctrica que lo paralizaba. Dolía, sentía que su corazón iba a estallar en cualquier momento, cayó de rodillas, con Einar aún agarrándole del brazo. El bio-cibernético ya lo hizo con Katrina, pero ahora parecía que iba en serio.
_____________________________________________________________________
Off:
-Runa de armadura usada: Fortaleza inamovible [1]
-Runa de arma usada: Runa de Fuego [2]
-Runa de arma usada: Runa Eléctrica [3]
Ahora solo interactúo con Vincent (#TeamHero al poder!)
Estaban en una sala pequeña, pero claramente no era un pasillo. Sin embargo, a este lugar estaban conectados múltiples salidas y entradas sin ningún tipo de indicación.
Vincent se mostraba confiado, e incluso se tomaba la libertad de hacer humor sobre la situación. Alward, por el contrario, estaba preocupado, pero en seguida comprendió que la situación requería concentración.
-Menos mal que odio ponerme trajes.-Dijo mientras desenvainaba sus dos espadas colocadas a la espalda.-Prefiero estar hasta el cuello de mierda a esto.-Siguió al brujo en su broma mientras se plantaba en una posición contundente.
Poco más tiempo de reacción hubo, pues el gólem, cuya altura podría llegar a los casi diez metros, propinó una patada al humano, aunque antes de que esta impactara, este activó la runa de su armadura, que adquirió tonos dorados luminiscentes en las decoraciones de sus brazos y costado [1].
Una persona normal habría salido volando cual insecto contra la pared, pero gracias al efecto de la runa, Alward se convirtió en ese momento en un ente casi inamovible. Sintió el golpe, pero casi todo el impacto fue absorbido, aunque eso no evitó que, de la inercia, el Sevna fuese arrastrado un par de metros hacia atrás manteniendo una pose defensiva, protegiéndose con sus brazos.
Miró a Vincent, luego al gólem. Era su turno.
Activó las runas de sus armas; fuego en la diestra: Værdi, rayos en la zurda: la Espada de la Guardia, desactivó las de su armadura, y se fue directo hacia su gran oponente. Este último no iba a dejarle las cosas tan sencillas, primero con sus puños y luego con sus pies trató de aplastar y empujar al caballero, pero este tuvo la fortuna de entre su rapidez y fintas sobrepasar todo daño que el gólem pudiese hacerle. Pasó por debajo de las piernas y se colocó detrás del gigante de piedra [2] [3].
Era demasiado alto como para intentar un golpe de gracia, por lo que se decantó por intentar "herir" una de las piernas, así que se decanto por la derecha, la mayoría de seres eran diestros, ¿Qué probabilidad habría de que justo un gólem fuese zurdo?
Sin más golpeó con sus dos armas a la vez en la pierna derecha del gigante de piedra, como el leñador que tala un árbol con la esperanza de que caiga. El efecto de las runas impactando en aquel ente e interactuando entre ellas formó una pequeña explosión que desmoronó casi la totalidad de la parte derecha del monstruo.
Este, al no tener una firme sustentación, cayó. No se movió más, parecía que aquello que lo mantenía sujeto a la vida se había desvanecido.
Tras desaparecer el polvo que el derrumbe del gólem de piedra había formado, Alward pudo ver a Vincent. Le dedicó una media sonrisa con su rostro parcialmente cubierto de hollín a causa de la explosión. No sabía que eso iba a pasar, ni siquiera sabía que con unas espadas "corrientes" podría derrotar a semejante oponente. Sin duda fue el efecto de las runas lo que decantó la balanza hacia Alward, aunque aquella victoria no duraría mucho, pues el sonido del metal chirriando en las paredes interrumpió toda celebración posible.
El asesino del virrey había hecho acto de presencia.
-Oh, no... él no.-Suspiró, mostrando las pocas ganas que tenía de un combate con alguien como él, porque estaba claro que la actitud con la que había aparecido, y aquella canción que canturreaba no era para invitarles a tomar el té.-¿Es demasiado tarde para confesar que odio al virrey?-Desvió por un momento la mirada hacia Vincent.
Entonces Einar, acompañado de una sonrisa sádica, extendió uno de sus brazos para agarrar el cuello de Alward, pero este de forma hábil logró esquivar el agarre tan solo apartándose. Acto seguido, corrió directo hacia el bio-cibernético para lanzar su ofensiva, pero al realizar sus ataques este los esquivó con suma facilidad.
Alward apretó la mandíbula y endureció su rostro, mostrándose más concentrado y molesto por cómo se presentaba el combate. Entonces, en uno de los tajos del caballero, el asesino simplemente le agarró el brazo, parándolo en seco. El Sevna quedó atónito, luego sintió cómo por su cuerpo recorría una sensación eléctrica que lo paralizaba. Dolía, sentía que su corazón iba a estallar en cualquier momento, cayó de rodillas, con Einar aún agarrándole del brazo. El bio-cibernético ya lo hizo con Katrina, pero ahora parecía que iba en serio.
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Alward Sevna
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
- Mucho más cauteloso que lo que hice yo - comentó Thaiss cuando Alward y Vincent desaparecieron al abrir una puerta. Recordaba perfectamente cómo el primero había remarcado que debían avanzar con cuidado, con lo que le pareció inequivocamente gracioso que le hubiera pasado lo mismo que había criticado tan enfáticamente de ella -. Espero que hayan ido a algún lugar apacible, quizás con agua corriente y algunas fragancias - permitió un segundo de silencio -. Pero siendo francos, probablemente sea otra piscina de estiércol.
Miró a Fémur. Como ella, parecía que la pelirroja no estaba inclinada a volver a mancharse en algún tipo de mejunje desagradable. Por ello, no siguieron a los dos caballeros, lanzándose a la trampa como ellos habían hecho antes por ellas. Pero siendo justos, ahora ya sabían que las trampas llevaban a situaciones inofensivas si bien denigrantes, muy al estilo de Matthew Owens. (Thaiss se equivocaba al dar esto por supuesto, como Vincent y Alward había descubierto al encontrarse en un laberinto con gólems asesinos.)
- A Matt le encantan los glifos de transportación. Deberíamos haberle regalado uno para su cumpleaños.
Se alejó de la puerta que, una vez abierta, no revelaba un cuarto de baño, y comenzó a avanzar otra vez por el pasillo. Al hacerlo, tocaba las paredes, los cuadros, las decoraciones, manchándolo todo a su paso y dejando un rastro muy fácil de seguir. Sus zapatos se encargaban de hacer lo propio con el suelo, y en ocasiones, cuando veía que no había dejado lo suficiente, Thaiss volvía atrás y recorría el mismo pedazo de pasillo otra vez.
- La estrategia diferente habría sido dejar que Vincent fuera delante. Pero no va a ser posible. Quizás esté delante, pero en tal caso está demasiado delante. ¡Menos mal que te tengo aquí conmigo, querida! Imagina si me hubieran dejado sola, aquí perdida - volvió hacia atrás para dejar mugre en una estatuilla exótica -, sin saber qué hacer o a dónde ir. Tendremos que revisar la idea de las explosiones y hacer flotar el pastel, eso sí, al menos hasta que volvamos a encontrar a nuestros compañeros. Nuestro equipo se siente muy incompleto sin ellos.
Thaiss se acercó a una puerta y amenazó con abrirla. Pero antes, se acuclilló y miró a través del cerrojo. Viendo que no tenía nada de interés, siguió hacia delante.
Miró a Fémur. Como ella, parecía que la pelirroja no estaba inclinada a volver a mancharse en algún tipo de mejunje desagradable. Por ello, no siguieron a los dos caballeros, lanzándose a la trampa como ellos habían hecho antes por ellas. Pero siendo justos, ahora ya sabían que las trampas llevaban a situaciones inofensivas si bien denigrantes, muy al estilo de Matthew Owens. (Thaiss se equivocaba al dar esto por supuesto, como Vincent y Alward había descubierto al encontrarse en un laberinto con gólems asesinos.)
- A Matt le encantan los glifos de transportación. Deberíamos haberle regalado uno para su cumpleaños.
Se alejó de la puerta que, una vez abierta, no revelaba un cuarto de baño, y comenzó a avanzar otra vez por el pasillo. Al hacerlo, tocaba las paredes, los cuadros, las decoraciones, manchándolo todo a su paso y dejando un rastro muy fácil de seguir. Sus zapatos se encargaban de hacer lo propio con el suelo, y en ocasiones, cuando veía que no había dejado lo suficiente, Thaiss volvía atrás y recorría el mismo pedazo de pasillo otra vez.
- La estrategia diferente habría sido dejar que Vincent fuera delante. Pero no va a ser posible. Quizás esté delante, pero en tal caso está demasiado delante. ¡Menos mal que te tengo aquí conmigo, querida! Imagina si me hubieran dejado sola, aquí perdida - volvió hacia atrás para dejar mugre en una estatuilla exótica -, sin saber qué hacer o a dónde ir. Tendremos que revisar la idea de las explosiones y hacer flotar el pastel, eso sí, al menos hasta que volvamos a encontrar a nuestros compañeros. Nuestro equipo se siente muy incompleto sin ellos.
Thaiss se acercó a una puerta y amenazó con abrirla. Pero antes, se acuclilló y miró a través del cerrojo. Viendo que no tenía nada de interés, siguió hacia delante.
Thaiss
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
La muchacha del antifaz parecía tener serios problemas con su pelo, por otro lado Nayru tenía problemas consigo misma. Seguía haciéndose la ofendida y profesándome un odio sin consistencia. No es que sus palabras no fueran creíbles, es que sus actos habían demostrado tener algo totalmente contrario al odio. La vampiresa se moría por mis huesos, o mejor dicho, por mi sangre.
-Yo. -Respondí con una sonrisa de oreja a oreja. -Estas en seria desventaja si corres de mí. Ya sabes... en el cielo no hay obstáculos. ¿Fémur? -Le miré la pierna al tiempo que levantaba una ceja. -Es tú... ¿mascota? una perra, ¿quizás? -Una voz cercana gritó mi nombre. Giré mi rostro por inercia. -Sí, así me llamo. Espera, te ayudo con eso.
Cogí la máscara con una mano y con la otra quité los rebeldes mechones de pelo que se enredaban. La cercanía del momento me acaba de permitir ver una línea que cruzaba los ojos de la muchacha. Una cicatriz que conocía bien.
-¿Mérida? ¡Mérida! Cuanto tiempo. -Abrecé a la bruja. Tan solo fue un instante, cinco quizás diez segundo, pero fue tiempo más que suficiente para que Nayru se escabullera. -Eso es, huye del lobo como el buen cordero que eres. -Apoyé una de mis manos en la comisura de la boca para dar fuerza a mi voz. - ¡No eres más que un cordero con colmillos falsos! ¿¡Me oyes!? ¡Eres una presa disfrazada de depredador! -Puse los ojos en blanco y volví a centrarme en mi amiga. -Ya volverá... siempre vuelve. -dije más para mí que para ella. -¿Que hace aquí, Meri? No te vuelto a ver desde... -Hice memoria hasta retroceder a la guerra de Lunargenta. -Wao, realmente hace mucho tiempo. Tenemos que ponernos al día.
-Yo. -Respondí con una sonrisa de oreja a oreja. -Estas en seria desventaja si corres de mí. Ya sabes... en el cielo no hay obstáculos. ¿Fémur? -Le miré la pierna al tiempo que levantaba una ceja. -Es tú... ¿mascota? una perra, ¿quizás? -Una voz cercana gritó mi nombre. Giré mi rostro por inercia. -Sí, así me llamo. Espera, te ayudo con eso.
Cogí la máscara con una mano y con la otra quité los rebeldes mechones de pelo que se enredaban. La cercanía del momento me acaba de permitir ver una línea que cruzaba los ojos de la muchacha. Una cicatriz que conocía bien.
-¿Mérida? ¡Mérida! Cuanto tiempo. -Abrecé a la bruja. Tan solo fue un instante, cinco quizás diez segundo, pero fue tiempo más que suficiente para que Nayru se escabullera. -Eso es, huye del lobo como el buen cordero que eres. -Apoyé una de mis manos en la comisura de la boca para dar fuerza a mi voz. - ¡No eres más que un cordero con colmillos falsos! ¿¡Me oyes!? ¡Eres una presa disfrazada de depredador! -Puse los ojos en blanco y volví a centrarme en mi amiga. -Ya volverá... siempre vuelve. -dije más para mí que para ella. -¿Que hace aquí, Meri? No te vuelto a ver desde... -Hice memoria hasta retroceder a la guerra de Lunargenta. -Wao, realmente hace mucho tiempo. Tenemos que ponernos al día.
Reivy Abadder
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
No entendía a quien le gritaba con la voz tan ronca pero aquel abrazo fraternal había sido el contacto más significativo que había tenido en el último año. Quizás ella misma fue la última en establecer aquel tipo de vínculo.
Escuche sus preguntas lejanas ya que no era el foco de mi atención esa conversación, estaba realmente feliz por volver a verla, era ella, a mi amiga, y en todo este tiempo ella siguió considerándome alguien de apreciar como para abrazarme en un desborde de emociones. No pude evitarlo y luego de que me soltar fui yo quien la volvió a abrazar. Los humanos eran tan complejos a veces que ya no quería pensar ni analizar nada. Se sentía bien de vez en cuando bajar completamente la guardia.
- Sabes cuantas veces dude de que fueras real!?! - hubieron días tan eternos que una vida se me escapo de las manos en lo que no la había vuelto a ver. - Que emocion! Le diré a Derek que te volví a ver! Estoy es genial!
La solté entusiasmada pues no quería sobrepasarme tampoco, pero no deseaba que ella me viera también como una mala persona.
Acomode mi pelo y mi mascara que se habían desarreglado tras aquel abrazo y levanté la cabeza sonriente.
- Yo... - pensé en las preguntas que me había hecho pero era absurdo decirle que me había colado al evento para dar un saludo y disculparme con el cumpleañero. Ridículo. - Acompaño a alguien a la velada... Mira! - pensaba en que cosas le darían credibilidad a mi historia - me compraron este vestido y la máscara. No es como que pueda ver que tan bellos son, pero es la primera vez que uso algo de algodón!
Como hablarle sin emocionarme, era imposible, pero lejos de mi paso la idea de que ella se asustara por eso, ciertamente ya no era tan esquiva y tan errante, pero esta forma de ser solo con ella quería compartirla, ni con Derek siquiera.
- Que es ponernos al día? - se me ocurrió preguntar.
Escuche sus preguntas lejanas ya que no era el foco de mi atención esa conversación, estaba realmente feliz por volver a verla, era ella, a mi amiga, y en todo este tiempo ella siguió considerándome alguien de apreciar como para abrazarme en un desborde de emociones. No pude evitarlo y luego de que me soltar fui yo quien la volvió a abrazar. Los humanos eran tan complejos a veces que ya no quería pensar ni analizar nada. Se sentía bien de vez en cuando bajar completamente la guardia.
- Sabes cuantas veces dude de que fueras real!?! - hubieron días tan eternos que una vida se me escapo de las manos en lo que no la había vuelto a ver. - Que emocion! Le diré a Derek que te volví a ver! Estoy es genial!
La solté entusiasmada pues no quería sobrepasarme tampoco, pero no deseaba que ella me viera también como una mala persona.
Acomode mi pelo y mi mascara que se habían desarreglado tras aquel abrazo y levanté la cabeza sonriente.
- Yo... - pensé en las preguntas que me había hecho pero era absurdo decirle que me había colado al evento para dar un saludo y disculparme con el cumpleañero. Ridículo. - Acompaño a alguien a la velada... Mira! - pensaba en que cosas le darían credibilidad a mi historia - me compraron este vestido y la máscara. No es como que pueda ver que tan bellos son, pero es la primera vez que uso algo de algodón!
Como hablarle sin emocionarme, era imposible, pero lejos de mi paso la idea de que ella se asustara por eso, ciertamente ya no era tan esquiva y tan errante, pero esta forma de ser solo con ella quería compartirla, ni con Derek siquiera.
- Que es ponernos al día? - se me ocurrió preguntar.
Merida DunBroch
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
-No recuerdo mucho de ellos- Fue todo lo que dijo respecto a ellos. No quería tampoco pensar en ellos, se sentía bien donde se encontraba ahora a pesar de todo, le era más divertido jugar entre las piernas de Matt y molestarlo. No tenía miedo de los ladrones ni de los asesinos a su alrededor ni mucho menos que su madre adoptiva fuera parte de ellos.
Sena creía firmemente de que había cosas que causaban mucho más miedo que un grupo de hombres capaces de sostener firmemente un cuchillo. Tanto la niña vampiro como Oromë lo creían así. Este era el hogar de Sena, y lo sería mientras la dragona y su primo Go'el estuvieran allí.
La dragona le sonrió a su gemela de apariencia, restandole importancia y preocupaciones con el gesto, o al menos intentándolo. -Bebe lo que quieras, prometo que no te ocurrirá nada. Me aseguraré de que salgas viva de aquí- Cuando la ciudad había sido invadida por enemigos y ardido en las llamas muy pocos sabían con calidad de detalles lo que allí había pasado, y ciertamente Oromë no gritaría a los cuatro vientos lo que yacía dentro de ella. Ya eran muchos lo que lo conocían, tanto amigos como enemigos. Claro que eso no le impedía usar su maldición mientras fuera discreta.
Era una verdadera lastima que las dos caras que más quería ver gritar decidieron irse cada una por su lado. Le dolió no tener aquella distracción, pero aún quedaba el prometido de Helena y Christelle para hacerle compañía. -Un placer, soy Oromë- Estrechó su mano con delicadeza; no sintió necesidad de darle un nombre falso pues Helena podría desmentirlo si le preguntaban. -Que pena, realmente esperaba una reacción de parte de ella, ha cambiado... Todos cambiamos, excepto Matthew. Él lo hará cuando se muera- Fijó sus ojos en Taliesin con una seriedad serena, lejos de parecer una broma y mas una verdad.
-Soy Sena y ella es mi mamá- La pequeña se quitó el cabello rojizo del rostro mientras se balanceaba sobre la punta de sus pies y talones, aburrida, mientras que la dragona la ayudaba a acomodar sus mechones más rebeldes al mismo tiempo que asentía en confirmación a la pregunta de Tali.
-Cuantas preguntas- Se rió Oromë mientras seguía acariciando a la pequeña. -Antes sí, ahora solo venimos de vez en cuando... Trabajar con él, bueno, ayudé un poco a construir la ciudad y me dicen Jefa, pero no estoy asumiendo mi cargo por el momento- En ningún momento dirigió los ojos hacia Taliesin, siempre los tuvo fijos en los de la pequeña vampiro que le devolvía la mirada con aquellos bellos ojos ambarinos.
-Eso deberías preguntárselo a Owens, ella era su guardaespaldas. Aunque si tuviera que decirte lo que yo pienso, entonces no veo ninguna diferencia en nada, Helena solo era un peón más de Matthew, un puesto fácil de llenar. Tal vez creyó ser importante y supongo que por su actitud, escupió demasiado alto y ha perdido un ojo y su orgullo.- Oromë no tenía idea de que había ocurrido para que la bruja tuviera una reacción tan diferente a la que imaginaba apropiada con su actitud, por lo que solo podía presuponer. -Como dije, es lo que yo creo, no lo tomes enserio... Sería mejor preguntarle directamente a los involucrados, prometido.- Sonrió mostrando los dientes, más no era alegre, tampoco cruel o malvada, era una mueca carente de cualquier sentimiento.
Sena creía firmemente de que había cosas que causaban mucho más miedo que un grupo de hombres capaces de sostener firmemente un cuchillo. Tanto la niña vampiro como Oromë lo creían así. Este era el hogar de Sena, y lo sería mientras la dragona y su primo Go'el estuvieran allí.
La dragona le sonrió a su gemela de apariencia, restandole importancia y preocupaciones con el gesto, o al menos intentándolo. -Bebe lo que quieras, prometo que no te ocurrirá nada. Me aseguraré de que salgas viva de aquí- Cuando la ciudad había sido invadida por enemigos y ardido en las llamas muy pocos sabían con calidad de detalles lo que allí había pasado, y ciertamente Oromë no gritaría a los cuatro vientos lo que yacía dentro de ella. Ya eran muchos lo que lo conocían, tanto amigos como enemigos. Claro que eso no le impedía usar su maldición mientras fuera discreta.
Era una verdadera lastima que las dos caras que más quería ver gritar decidieron irse cada una por su lado. Le dolió no tener aquella distracción, pero aún quedaba el prometido de Helena y Christelle para hacerle compañía. -Un placer, soy Oromë- Estrechó su mano con delicadeza; no sintió necesidad de darle un nombre falso pues Helena podría desmentirlo si le preguntaban. -Que pena, realmente esperaba una reacción de parte de ella, ha cambiado... Todos cambiamos, excepto Matthew. Él lo hará cuando se muera- Fijó sus ojos en Taliesin con una seriedad serena, lejos de parecer una broma y mas una verdad.
-Soy Sena y ella es mi mamá- La pequeña se quitó el cabello rojizo del rostro mientras se balanceaba sobre la punta de sus pies y talones, aburrida, mientras que la dragona la ayudaba a acomodar sus mechones más rebeldes al mismo tiempo que asentía en confirmación a la pregunta de Tali.
-Cuantas preguntas- Se rió Oromë mientras seguía acariciando a la pequeña. -Antes sí, ahora solo venimos de vez en cuando... Trabajar con él, bueno, ayudé un poco a construir la ciudad y me dicen Jefa, pero no estoy asumiendo mi cargo por el momento- En ningún momento dirigió los ojos hacia Taliesin, siempre los tuvo fijos en los de la pequeña vampiro que le devolvía la mirada con aquellos bellos ojos ambarinos.
-Eso deberías preguntárselo a Owens, ella era su guardaespaldas. Aunque si tuviera que decirte lo que yo pienso, entonces no veo ninguna diferencia en nada, Helena solo era un peón más de Matthew, un puesto fácil de llenar. Tal vez creyó ser importante y supongo que por su actitud, escupió demasiado alto y ha perdido un ojo y su orgullo.- Oromë no tenía idea de que había ocurrido para que la bruja tuviera una reacción tan diferente a la que imaginaba apropiada con su actitud, por lo que solo podía presuponer. -Como dije, es lo que yo creo, no lo tomes enserio... Sería mejor preguntarle directamente a los involucrados, prometido.- Sonrió mostrando los dientes, más no era alegre, tampoco cruel o malvada, era una mueca carente de cualquier sentimiento.
Oromë Vánadóttir
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
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Don Zanahoria nos ataca. ¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh! - Con Alward Sevna
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Don Zanahoria nos ataca. ¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh! - Con Alward Sevna
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Bueno, la situación era bien jodida, pues, si por si fuera poco que unos golem de piedra quisieran partirle las cabezas al dúo de héroes, el buen mercenario no tenía ni pajolera idea de donde se encontraban.
Era un lugar cerrado. Sin ventanas ni puertas en el pasillo en el que se encontraban. Más con un simple vistazo para Vinc era obvio que en la propia casa de Matthew no estaban. ¿Estarían cerca? Imposible saberlo esta vez, ya que, al contrario que anteriormente, cuando estaba en la habitación llena de estiércol, ahora no le llegaba el sonido de festividad alguna.
Podrían estar muy cerca del cumpleaños, en un lugar al que no le llegara el ruido del exterior, o sencillamente a decenas de kilómetros. Todo dependería de la magia de la trampa y lo potente que fuese aquel maldito portal.
En fin, al menos, ahora solo quedaba uno de los golem. El que no se consolaba, era porque no quería.
- ¿A ti también te pasa? - respondió al chico. - Odio esos jubones para celebraciones. Son muy ceñidos y me tiran de los sobacos, son super incómodos para luchar-, le comentó a Alward, como si en vez de luchando con un autómata de piedra estuviera en mitad de la fiesta. - Nunca he tenido problema en ponérmelos para la ocasión, pero, maldita sea, que los dioses bendigan las ropas cómodas.
Pero no era momento de distraerse con asuntos banales. El golem que quedaba era más que suficiente para convertir a los hombres en carne molida. Por esa razón, el brujo pensó en idear un nuevo plan para acabar con este, más, antes de poder mediar palabra sobre ello con su actual compañero de fatigas, el bueno de Alward se adelantó para luchar en combate singular contra el enemigo común.
- No sé si sea buena idea-, dijo. - Pelear cuerpo a cuerpo contra eso debe ser como chocar contra un muro en un carruaje desbocado. ¡Cuidado! - gritó al final, acercándose al hombre para tirarlo a un lado y salvarle.
Vincent no lo consiguió. Sin embargo, por asombroso que pudiera parecer, al joven no le pasó absolutamente nada.
“Interesante”, pensó el mercenario, advirtiendo que el chico no era un loco, sino un tipo lleno de recursos.
Con esa nueva información rondando por la mente del brujo, Vinc decidió mantenerse alerta, cubriendo al joven durante la refriega, pero dejándole hacer para ver su talento en toda su plenitud. ¡Y vaya si tenía talento! Al poco tiempo de iniciar el combate singular con el golem, el gigantón de piedra acabó convertido en un amasijo de polvo y rocas en el suelo, demostrando que el señor Alward era alguien muy capaz en el combate.
Era bueno saberlo.
- Vaya, vaya-, comentó, envainando su espada. - Veo que no estás falto de encantamientos. Una pena, viendo lo mucho que te gustan, me hubiera gustado hacer un poco de negocio y venderte algunos-, bromeó con eso último, dando por sentado que al menos, de momento, lo peor había pasado, y podía conversar con mayor ligereza.
No podía estar más equivocado.
- ¿Quién coño es este tío? - preguntó, después de ver como un hombre atacara a Alward y este pareciera reconocerlo. - ¿Y quién demonios es el virrey? - preguntó en esta ocasión, desenvainando nuevamente la espada y poniéndose en guardia. - Y ya que estamos, dónde coño estamos, y por qué hay tantas cosas o personas que quieren matarnos.
Bueno, eso era obvio. Eso había ocurrido porque se habían metido donde no les llamaban y ello tenía consecuencias. Pero, eh, nunca estaba de más preguntarlo y dejar constancia.
En cualquier caso, Vincent tuvo que retomar la iniciativa en el combate cuando don zanahoria consiguió contraatacar al chico maravilla de las runas con estilosa técnica de combate y agilidad.
El rubio mercenario obligó al nuevo rival aparecido a soltar a Alward con un tajo de su espada, que el capullo pelirrojo consiguió evadir, pero que al menos sirvió para lograr su propósito de liberar a su camarada.
- ¿Estás bien? - preguntó, pero con la mirada fija sobre su enemigo.
Vinc se había dado cuenta de que el invitado inesperado había logrado paralizar a su compañero de armas, y si alguien en aquel mundo podía reconocer los efectos de un ataque de ese tipo, ese era un hijo, hermano y padre de tensais de aire. No obstante, el pelirrojo no era brujo… Su éter no era el propio de uno, así pues, ¿había usado un encantamiento como hiciera antes Alward contra el golem?
“Ese cabronazo sabía lo que se hacía”, pensó el brujo, abalanzándose hacia adelante y teniendo cuidado de exponerse a los brazos del tipo, ya que podría tener más de un truco bajo la manga.
El combate no tardó en llegar a un punto muerto. El chico pelirrojo era extremadamente rápido y el brujo no conseguía acosarlo lo suficiente para terminar por acorralarlo y matarlo. Por otro lado, después de lo que había visto hacerle a Alward, un mercenario veterano como era el rubio, no dejaba puertas y espacios abiertos que su enemigo pudiera aprovechar para contraatacarle. Alguien sin arma larga pero con esa velocidad apostaría todo a los contraataques.
Esa intuición fue lo usó el brujo para desatascar la pelea.
En un momento dado, Vincent dejó a propósito uno de sus flancos descubierto, el izquierdo para ser exactos. Un desventaja no demasiado exagerada, pero lo suficiente para que el pelirrojo pensara que se estaba agotando durante el combate, y por ello, cometiendo errores. Sabiendo lo que haría su rival tras ver la posibilidad de contraataque, el brujo mercenario, casi al mismo instante que “bajó su guardia”, se agachó y colocó su palma sobre el suelo, para inmediatamente después lanzarse hacia atrás con un golpe de viento.
Lo siguiente que pudo sentir el brujo, que salía despedido hacia atrás por su propia magia, fue el sonido y la luz de una detonación. El calor de la explosión de la trampa que había colocado en el suelo de regalo para su pelirrojo enemigo.
- Nos vemos en el otro lado-, le dijo, cayendo de espaldas contra el suelo.
Sin embargo, pronto el gesto de Vincent se torció, cuando el sonido de la detonación dio pasó al, por ahora, lento crujir de la roca.
En un lugar como aquel, encerrados y sin saber donde estaban, ese sonido no era una buena señal.
Offrol
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Por supuesto, el señor zanahoria sigue vivo. No puedo ni voy a cargarme el acompañante de nadie :3 Solo quería darle dramatismo al final y que no quedara claro qué pasó con él. ¿Nuestros caminos se separan, volverá de la mano de Alward en su siguiente post? Solo podrán saberlo en el siguiente capítulo. ¡No se alejen de sus pantallas!
Y.... ¡Corre Al! ¡Correeeeeeeeeeee!
Vincent Calhoun
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
Una sonrisa se formó en mi boca al escuchar las cifras -Bueno, entonces podemos terminar de negociar el resto en horario laboral, ¿qué te parece?- le guiñé un ojo y escuché lo que decía -Cada uno decide especializarse en lo que considere oportuno, pero coincido hasta cierto punto.
Parecía estar interesado en la anécdota que le acababa de contar -Oh, no, algún invitado envenenado hubiera sido un escándalo. Era como un "acto" que hacíamos para entretener.- Me reí frente a la confusión -No, lamentablemente no tengo conocimientos de alquimia, aunque me gustaría. Es una cuestión más instintiva o de los sentidos. Por ejemplo, si prestas atención el cianuro tiene aroma a castañas. Así con todo.
En cuanto a venenos "naturales" se refería, era algo bastante primitivo lo que nos permitía detectarlos si uno entrenaba el olfato o dichos sentidos. Una baya con un olor demasiado dulce, un color extraño, sabor ácido.. Y en cuanto a los más elaborados o "artificiales", era cuestión de sentir algo fuera de lugar, o que a una de las copas les faltaba algo, y eventualmente uno aprendía que aroma tenían la mayoría si estaba en un ambiente donde no fuesen escasos.
Entré a reír nuevamente -Oye, no está taan mal, a mí me gustó- al menos el puñal tenía un buen filo. Ví como vertía más vino en mi copa, claramente divertido por la situación -Dudo que estés intentando emborracharme solo por saber si el rey vino a la fiesta- levanté levemente mi copa imitando el gesto del vampiro antes de volver a beber de la misma.
Lo miré atento, sonriendo levemente y tomando un poco de vino cada tanto, mientras el vampiro iba y venía en su monólogo, cuyo final en forma de broma me hizo volver a reír -Hablas mucho, ¿sabes?- recorrí el filo del borde de mi copa con la mano -Eso puede significar que estás mintiendo..- me acerqué un poco, volviendo a inclinarme levemente sobre la mesa -..o que estás muy ebrio..- me acerqué más, lo suficiente para que seguramente percibiera mi aroma -..o que intentas gustarme-. Recosté mi espalda nuevamente contra la silla, viendo al vampiro terminar su copa de vino -¿Debería inclinarme por la segunda opción?
Alcé levemente las cejas cuando me preguntó por el sistema de limpieza de la Ciudad. La verdad no era de esos temas por los que la gente de soliera interesar -Pues, los cadáveres desaparecen solos luego de unas horas, generalmente en algún horario por la madrugada, cerca del alba cuando no anda nadie en la calle-. Terminé el poco vino que quedaba en mi copa -Hay un par de leyendas urbanas, pero definitivamente es algo que se los come. No estoy seguro de qué, pero definitivamente no es de las razas más comunes. Y me da peor espina que los de tu raza.
Me quedé pensando en eso, algo ensimismado, por lo que me sorprendió un poco que el vampiro se levantara de su asiento -Tranquilo, que a mí no me dejas con ganas de nada. Ahora, dudo que tú te estés yendo conforme- y, efectivamente, llegó la invitación -Como te dije, no sé mucho de alquimia, ni tengo un taller ni nada parecido-, dije con cara como de apenado -igualmente sería una pena irnos juntos y que terminemos haciéndonos amigos, no me gusta mezclar lo personal con lo laboral, y sería una lástima no poder hacer negocios contigo-. En especial con la cifra que me había propuesto -Mañana será-.
Parecía estar interesado en la anécdota que le acababa de contar -Oh, no, algún invitado envenenado hubiera sido un escándalo. Era como un "acto" que hacíamos para entretener.- Me reí frente a la confusión -No, lamentablemente no tengo conocimientos de alquimia, aunque me gustaría. Es una cuestión más instintiva o de los sentidos. Por ejemplo, si prestas atención el cianuro tiene aroma a castañas. Así con todo.
En cuanto a venenos "naturales" se refería, era algo bastante primitivo lo que nos permitía detectarlos si uno entrenaba el olfato o dichos sentidos. Una baya con un olor demasiado dulce, un color extraño, sabor ácido.. Y en cuanto a los más elaborados o "artificiales", era cuestión de sentir algo fuera de lugar, o que a una de las copas les faltaba algo, y eventualmente uno aprendía que aroma tenían la mayoría si estaba en un ambiente donde no fuesen escasos.
Entré a reír nuevamente -Oye, no está taan mal, a mí me gustó- al menos el puñal tenía un buen filo. Ví como vertía más vino en mi copa, claramente divertido por la situación -Dudo que estés intentando emborracharme solo por saber si el rey vino a la fiesta- levanté levemente mi copa imitando el gesto del vampiro antes de volver a beber de la misma.
Lo miré atento, sonriendo levemente y tomando un poco de vino cada tanto, mientras el vampiro iba y venía en su monólogo, cuyo final en forma de broma me hizo volver a reír -Hablas mucho, ¿sabes?- recorrí el filo del borde de mi copa con la mano -Eso puede significar que estás mintiendo..- me acerqué un poco, volviendo a inclinarme levemente sobre la mesa -..o que estás muy ebrio..- me acerqué más, lo suficiente para que seguramente percibiera mi aroma -..o que intentas gustarme-. Recosté mi espalda nuevamente contra la silla, viendo al vampiro terminar su copa de vino -¿Debería inclinarme por la segunda opción?
Alcé levemente las cejas cuando me preguntó por el sistema de limpieza de la Ciudad. La verdad no era de esos temas por los que la gente de soliera interesar -Pues, los cadáveres desaparecen solos luego de unas horas, generalmente en algún horario por la madrugada, cerca del alba cuando no anda nadie en la calle-. Terminé el poco vino que quedaba en mi copa -Hay un par de leyendas urbanas, pero definitivamente es algo que se los come. No estoy seguro de qué, pero definitivamente no es de las razas más comunes. Y me da peor espina que los de tu raza.
Me quedé pensando en eso, algo ensimismado, por lo que me sorprendió un poco que el vampiro se levantara de su asiento -Tranquilo, que a mí no me dejas con ganas de nada. Ahora, dudo que tú te estés yendo conforme- y, efectivamente, llegó la invitación -Como te dije, no sé mucho de alquimia, ni tengo un taller ni nada parecido-, dije con cara como de apenado -igualmente sería una pena irnos juntos y que terminemos haciéndonos amigos, no me gusta mezclar lo personal con lo laboral, y sería una lástima no poder hacer negocios contigo-. En especial con la cifra que me había propuesto -Mañana será-.
Hadden Payne
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
Las charlas con la elfa siempre eran bastante complicadas, el orgullo de Eil era demasiado exacerbado y Matthew presentía que eso evitaba que pudiera ser sincera en un montón de aspectos fundamentales. Por la forma en la que se lo quedó viendo supuso que iba a decirle algo, el Humano se quedó a la espera de que le gritara, que le recriminara el ser como era, o que prometiera algún tipo de venganza.
Pero no dijo nada de eso.
-... De acuerdo - Agarró la mano de Eil y le dio un ligero apretón antes de dejarla ir - Te estaré esperando - La noticia lo tomaba por sorpresa, pero no era la primera vez que le decían algo así, por lo que el desconcierto no fue tan profundo.
Cuando se dio la vuelta para regresar por dónde había venido ya tenía puesta de nuevo la careta de anfitrión, no podía permitir que todo el esfuerzo que habían hecho para llevar a cabo esa fiesta se arruinara con su ánimo taciturno. Miró hacía donde estaba el Prometido de Helena con Oromë y Chris, parecían estar bien juntos, prefería no volver a involucrarse con ese hombre por el momento, no tenían nada que decirse.
De Irinnil y Estolas no había ni rastros, Matthew supuso que se habían ido ya que las fiestas no eran algo que les apasionara a ninguna de las dos. Luego miró hacía la mesa principal, Eyre ya no estaba allí, pero tampoco estaba en la pista de baile, quizás alguna de las cosas de anfitriona había requerido su atención. Y entonces lo vio a Hadden, sentado y bebiendo con el mismo hombre que le había dejado un rato antes.
Levantó una ceja, se los veía muy contentos juntos, conversaban animadamente y hasta reían. Fue caminando lentamente, haciendo sentir su presencia solo lo justo y necesario para que no pareciera que quería sorprenderlos, pero tampoco que llegaba allí por mera casualidad. En verdad, llegó justo para escuchar algo sobre mezclar lo personal con lo laboral, y que se verían al día siguiente.
-Con que siguen aquí - Dijo Matt con una cálida sonrisa en el rostro - Pero el caballero ya se iba - No quedaba claro sí lo decía como una pregunta o sí era una amable invitación para que los dejara solos - Quiero ir a buscar unas cosas y necesitaré un par de manos extras ¿Me harías el favor de acompañarme, Cariño? - Apoyó la mano en la nuca de Hadden sin ejercer presión.
Luego siguió de largo y le dio dos palmadas en el pecho a Donovan.*
-Disfruta del resto de la fiesta - Y la oración destilaba veneno, Matthew estaba dejando en claro que ese recién llegado se estaba acercando demasiado a algo que le pertenecía solo a él.
Fue en dirección a la casa, parecía buen momento para ordenar que trajeran el pastel.
--------------------------------------------------------------
*Uso de la Habilidad de Nivel 1: "Dedos ligeros"
Pero no dijo nada de eso.
-... De acuerdo - Agarró la mano de Eil y le dio un ligero apretón antes de dejarla ir - Te estaré esperando - La noticia lo tomaba por sorpresa, pero no era la primera vez que le decían algo así, por lo que el desconcierto no fue tan profundo.
Cuando se dio la vuelta para regresar por dónde había venido ya tenía puesta de nuevo la careta de anfitrión, no podía permitir que todo el esfuerzo que habían hecho para llevar a cabo esa fiesta se arruinara con su ánimo taciturno. Miró hacía donde estaba el Prometido de Helena con Oromë y Chris, parecían estar bien juntos, prefería no volver a involucrarse con ese hombre por el momento, no tenían nada que decirse.
De Irinnil y Estolas no había ni rastros, Matthew supuso que se habían ido ya que las fiestas no eran algo que les apasionara a ninguna de las dos. Luego miró hacía la mesa principal, Eyre ya no estaba allí, pero tampoco estaba en la pista de baile, quizás alguna de las cosas de anfitriona había requerido su atención. Y entonces lo vio a Hadden, sentado y bebiendo con el mismo hombre que le había dejado un rato antes.
Levantó una ceja, se los veía muy contentos juntos, conversaban animadamente y hasta reían. Fue caminando lentamente, haciendo sentir su presencia solo lo justo y necesario para que no pareciera que quería sorprenderlos, pero tampoco que llegaba allí por mera casualidad. En verdad, llegó justo para escuchar algo sobre mezclar lo personal con lo laboral, y que se verían al día siguiente.
-Con que siguen aquí - Dijo Matt con una cálida sonrisa en el rostro - Pero el caballero ya se iba - No quedaba claro sí lo decía como una pregunta o sí era una amable invitación para que los dejara solos - Quiero ir a buscar unas cosas y necesitaré un par de manos extras ¿Me harías el favor de acompañarme, Cariño? - Apoyó la mano en la nuca de Hadden sin ejercer presión.
Luego siguió de largo y le dio dos palmadas en el pecho a Donovan.*
-Disfruta del resto de la fiesta - Y la oración destilaba veneno, Matthew estaba dejando en claro que ese recién llegado se estaba acercando demasiado a algo que le pertenecía solo a él.
Fue en dirección a la casa, parecía buen momento para ordenar que trajeran el pastel.
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*Uso de la Habilidad de Nivel 1: "Dedos ligeros"
Matthew Owens
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
-Creo que sí...-Respondió en un suspiro ahogado cuando Vincent le liberó.
Aún sentía aquella electricidad recorrer de forma agresiva su cuerpo. Se miró ambas manos, que seguían agarrando las espadas. Apretó su agarre para ver si aún tenía fuerzas, parecía que sí, pero aún tenía la sensación desagradable.
Mientras el brujo rubio entraba en combate contra el asesino del virrey, Alward intentó recuperar la agilidad total de sus extremidades, sacudiéndolas, como si así toda la electricidad que había "absorbido" se fuese a ir. No era momento de flaquear, tenía que seguir a pesar de que sus músculos estuviesen casi agarrotados [1].
Cuando estuvo seguro, volvió al combate. Junto con Vincent, le dio pelea al bio-cibernético pelirrojo. Este último era sin duda un digno merecedor del título de "asesino", no aflojó su ritmo en ningún momento. Alward consiguió darle algunos golpes e incluso hacerle cortes, pero nada que revistiera gravedad a pesar del estado activo del encantamiento de sus runas, o al menos el bio-cibernético no mostraba de forma externa signos de preocupación por el efecto de estas. En un momento específico, quedaron tanto él como el asesino solos en el intercambio de golpes. El brujo había decidido parar, quizás para recuperar el aliento.
Cuando el combate llegó a punto muerto, ambos combatientes decidieron separar sus distancias. El bio-cibernético, por su parte, retrocedió lo suficiente como para quedar en el centro de la sala. Había decidido cambiar de objetivo, pues ahora centraba su atención en Vincent, el cual parecía desprotegido por uno de sus flancos.
-¡Cuidado!-Advirtió Alward ante un contraataque hacia el brujo.
Lo que su aliado hizo a continuación lo dejó sorprendido; colocó una palma en el suelo y, antes de que pudiese ser atacado por el asesino, Vincent se impulsó hacia atrás, generando una explosión tras su estela.
Cayó junto al Sevna, el cual miró hacia todos lados alerta ante el sonoro crujido y temblor de la estancia. Al principio fueron sutiles, pero poco a poco aquello iba tomando mayor dimensión, no parecía muy seguro quedarse allí durante mucho tiempo.
-...¿Qué has hecho?-Realmente no lo sabía, ¿Era parte del plan quedar sepultados?
Ayudó a su compañero de armas a levantarse.
-Hay que buscar una salida.
En cuanto dijo eso, sintió cómo algo se acercaba a él a toda velocidad, entonces estuvo preparado para la reacción. Era Einar, que en un caso omiso al temblor del lugar, seguía ofuscado en dar caza y muerte a los dos intrusos. Daga en mano, se abalanzó sin parar hacia el cuello de Alward. Este, con una finta, logró esquivar el ataque, pero el asesino no se detendría ahí, rápidamente se voltearía para seguir su ataque, pero entonces Alward lo detendría con su espada diestra llameante, mantendría el bloqueo y, acto seguido, con la espada eléctrica daría el golpe definitivo que le haría sentir, en menor medida, lo que él sintió antes con la electricidad [2]. Aquello fue suficiente para tumbarlo en el suelo, para asegurarse que no diese más problemas, el Sevna lo noqueó del todo con un golpe de empuñadura de una de sus espadas en la nariz del tipo.
Acto seguido, el caballero desvió su mirada hacia Vincent.
-Vámonos de aquí, por favor. Quiero un poco de tarta.-Mezcló la seriedad con el sarcasmo.
Acto seguido, envainó sus armas y aupó en peso a un Einar aún inconsciente, si es que los bios podían estar así, en su espalda.
-No voy a dejarlo aquí.-Dijo mientras miraba con convicción a su compañero.
Los temblores parecían aumentar, era un buen momento de escoger un sitio por el que ir y rezar y suplicar a todos y cada uno de los dioses porque sea el correcto.
________________________________________________________________
Off:
-Habilidad Usada: Ultimátum [1]
-Habilidad Usada: Contraataque [2]
Aún sentía aquella electricidad recorrer de forma agresiva su cuerpo. Se miró ambas manos, que seguían agarrando las espadas. Apretó su agarre para ver si aún tenía fuerzas, parecía que sí, pero aún tenía la sensación desagradable.
Mientras el brujo rubio entraba en combate contra el asesino del virrey, Alward intentó recuperar la agilidad total de sus extremidades, sacudiéndolas, como si así toda la electricidad que había "absorbido" se fuese a ir. No era momento de flaquear, tenía que seguir a pesar de que sus músculos estuviesen casi agarrotados [1].
Cuando estuvo seguro, volvió al combate. Junto con Vincent, le dio pelea al bio-cibernético pelirrojo. Este último era sin duda un digno merecedor del título de "asesino", no aflojó su ritmo en ningún momento. Alward consiguió darle algunos golpes e incluso hacerle cortes, pero nada que revistiera gravedad a pesar del estado activo del encantamiento de sus runas, o al menos el bio-cibernético no mostraba de forma externa signos de preocupación por el efecto de estas. En un momento específico, quedaron tanto él como el asesino solos en el intercambio de golpes. El brujo había decidido parar, quizás para recuperar el aliento.
Cuando el combate llegó a punto muerto, ambos combatientes decidieron separar sus distancias. El bio-cibernético, por su parte, retrocedió lo suficiente como para quedar en el centro de la sala. Había decidido cambiar de objetivo, pues ahora centraba su atención en Vincent, el cual parecía desprotegido por uno de sus flancos.
-¡Cuidado!-Advirtió Alward ante un contraataque hacia el brujo.
Lo que su aliado hizo a continuación lo dejó sorprendido; colocó una palma en el suelo y, antes de que pudiese ser atacado por el asesino, Vincent se impulsó hacia atrás, generando una explosión tras su estela.
Cayó junto al Sevna, el cual miró hacia todos lados alerta ante el sonoro crujido y temblor de la estancia. Al principio fueron sutiles, pero poco a poco aquello iba tomando mayor dimensión, no parecía muy seguro quedarse allí durante mucho tiempo.
-...¿Qué has hecho?-Realmente no lo sabía, ¿Era parte del plan quedar sepultados?
Ayudó a su compañero de armas a levantarse.
-Hay que buscar una salida.
En cuanto dijo eso, sintió cómo algo se acercaba a él a toda velocidad, entonces estuvo preparado para la reacción. Era Einar, que en un caso omiso al temblor del lugar, seguía ofuscado en dar caza y muerte a los dos intrusos. Daga en mano, se abalanzó sin parar hacia el cuello de Alward. Este, con una finta, logró esquivar el ataque, pero el asesino no se detendría ahí, rápidamente se voltearía para seguir su ataque, pero entonces Alward lo detendría con su espada diestra llameante, mantendría el bloqueo y, acto seguido, con la espada eléctrica daría el golpe definitivo que le haría sentir, en menor medida, lo que él sintió antes con la electricidad [2]. Aquello fue suficiente para tumbarlo en el suelo, para asegurarse que no diese más problemas, el Sevna lo noqueó del todo con un golpe de empuñadura de una de sus espadas en la nariz del tipo.
Acto seguido, el caballero desvió su mirada hacia Vincent.
-Vámonos de aquí, por favor. Quiero un poco de tarta.-Mezcló la seriedad con el sarcasmo.
Acto seguido, envainó sus armas y aupó en peso a un Einar aún inconsciente, si es que los bios podían estar así, en su espalda.
-No voy a dejarlo aquí.-Dijo mientras miraba con convicción a su compañero.
Los temblores parecían aumentar, era un buen momento de escoger un sitio por el que ir y rezar y suplicar a todos y cada uno de los dioses porque sea el correcto.
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-Habilidad Usada: Contraataque [2]
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
Ash'alá caminaba despacio al principio lo suficientemente como para que la elfa no se quedase muy atrás.La chica sorteó a personas aquí y allá y evitó el ofrecimiento de copas que algunas de las camareras le hacían al acercarse por su espalda o por los lados. Al principio lo hizo con urgencia, como si el mero hecho de tomar nada más fuese la peor idea que había tenido en mucho. Poco a poco su negación se hizo más muda y al final tan solo levantaba la mano y giraba la cabeza.
En algún momento determinado, Eilydh se alejó del gentío y finalmente alcanzó el linde oscuro de la ladera que la llevaba de vuelta al centro de la ciudad.Las palabras del estafador esperando encontrarla cuando regresase seguían retumbando en su cabeza y algo así como molestia se apoderó de su mente y regresó a por la copa que le habían ofrecido hacía dos minutos.
Ash'alá le rugió, advirtiéndola de que aquello no era buena idea, pero fue quizás lo que necesitaba para cerciorarse de que era lo que quería hacer. Agarró una botella entera del vino que quedaba en una de las mesas y se giró hasta Ash'alá. Se subió en el tigre y este la acomodó un poco impidiendo que se cayese.
Eilydh le acarició la cabeza, agradecida. Cerró los ojos por un momento a medida que avanzaban.
-La Luna cayó del cielo y se encontró con su reflejo- Comenzó a cantar Eilydh. -La elfa, ingenua y sola, la recibió con un beso- Sorbió de la botella y sonrió. Hacía tiempo que no cantaba.- Quiso la Luna engreída, robar al sol bajo su velo...
El propio sonido de su voz cantarina la sorprendió. Solía hacerlo de manera regular cuando vivía en Sandorai, y la última vez que canto, lo hizo para los oídos de alguien del que ya apenas recordaba su nombre. Al que, como a Sandorai, abandonó. Eilydh comenzó a cantar más fuerte, como para acallar aquellos pensamientos.
-La Luna escapó del día envuelta en un manto de estrellas, corrió hasta saberse perdida y frente a ella tan solo quedó la oscuridad inmensa- Vació la botella con desgana.
Ash'alá apresuró sus pasos. Eilydh se limpió los ojos furiosa y tiró la botella que se rompió en mil pedazos antes de quedarse dormida sobre el pelaje del tigre.
En algún momento determinado, Eilydh se alejó del gentío y finalmente alcanzó el linde oscuro de la ladera que la llevaba de vuelta al centro de la ciudad.Las palabras del estafador esperando encontrarla cuando regresase seguían retumbando en su cabeza y algo así como molestia se apoderó de su mente y regresó a por la copa que le habían ofrecido hacía dos minutos.
Ash'alá le rugió, advirtiéndola de que aquello no era buena idea, pero fue quizás lo que necesitaba para cerciorarse de que era lo que quería hacer. Agarró una botella entera del vino que quedaba en una de las mesas y se giró hasta Ash'alá. Se subió en el tigre y este la acomodó un poco impidiendo que se cayese.
Eilydh le acarició la cabeza, agradecida. Cerró los ojos por un momento a medida que avanzaban.
-La Luna cayó del cielo y se encontró con su reflejo- Comenzó a cantar Eilydh. -La elfa, ingenua y sola, la recibió con un beso- Sorbió de la botella y sonrió. Hacía tiempo que no cantaba.- Quiso la Luna engreída, robar al sol bajo su velo...
El propio sonido de su voz cantarina la sorprendió. Solía hacerlo de manera regular cuando vivía en Sandorai, y la última vez que canto, lo hizo para los oídos de alguien del que ya apenas recordaba su nombre. Al que, como a Sandorai, abandonó. Eilydh comenzó a cantar más fuerte, como para acallar aquellos pensamientos.
-La Luna escapó del día envuelta en un manto de estrellas, corrió hasta saberse perdida y frente a ella tan solo quedó la oscuridad inmensa- Vació la botella con desgana.
Ash'alá apresuró sus pasos. Eilydh se limpió los ojos furiosa y tiró la botella que se rompió en mil pedazos antes de quedarse dormida sobre el pelaje del tigre.
Eilydh
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
La vampiresa sonrió cuando Reivy preguntó si Fémur era una perra. Ciertamente lo era, aunque no en el sentido animal de palabra. No le hizo tanta gracia el resto de cosas que soltó por esa enorme bocaza suya.
Dejó salir un hondo suspiro sin perder de vista a la enana que vigilaba, poniéndose en marcha. Estuvo a punto de dar la vuelta y hacerle un gesto muy feo a la dragona con el dedo. ¿Colmillos falsos, eh? No pareció importarle mucho su naturaleza la última vez que se los hincó. ¿Pero quién se creía la maldita lagarta? ¿Que con chasquear los dedos ella iría corriendo? ¿Porque siempre olía delicioso y su sangre era ambrosía? Já. Ya veríamos quién acudía a quién.
Hizo un gesto despreocupado con la mano en dirección a la morena y le regaló un precioso casco de sombras que le cubrió la cabeza por completo.[1] Dragones a mí. Tsk.
La mujer a la que seguía, de pelo oscuro y ensortijado, se agarraba las faldas del vestido como podía mientras surcaba la fiesta a toda velocidad. Fue eso lo que llamó la atención de la vampiresa: que alguien tuviese prisa en una dirección en concreto en un evento donde todos bailaban sin rumbo. Eso, y que fuese directa hacia donde sonaban los gansos. Sentía... curiosidad. Y preocupación por no saber nada de Fémur en un buen rato. Lo cual no era buena señal.
Agarró la primera botella de licor abierta que vio desprotegida y, amparada en la noche, el jolgorio general y el silencio de sus botas, se colocó tras ella a la suficiente distancia como para escucharla jurar y perjurar contra Matthew Owens. Vaya.
-Holgazán, irresponsable... -murmuraba para sí.- ...su propia fiesta y ni puede... a la casa.... En qué hora dejé... gansos... ¡GANSOS!
Tan deprisa como sus cortas piernas le permitían se dirigió hacia uno de los costados de la casa, examinando las paredes llenas de verdes enredaderas. La vio saltar un par de veces tratando de alcanzar algo, su vocabulario de improperios aumentando a la misma velocidad que su evidente frustración. ¿Qué rayos estaba haciendo?
-Ehmm... ¿estás bien? -preguntó con cautela, apareciendo casualmente ante ella.
Era evidente que no estaba bien. La cara de la enana ya lo decía todo sin tener que gesticular, pero igual señaló a la vampiresa y luego señaló el muro, unos centímetros más arriba de lo que llegaban las puntas de sus dedos. Nayru era más alta que ella aunque no fuese por mucho, así que se estiró retirando las enredaderas del muro para descubrir... una runa, bien disimulada en los ladrillos de la casa.
-¿Toco... le doy a la runa?
-Sí, pero hazme el favor de no decirle a nadie.
-Tranquila, tu secreto está a salvo conm-... -se calló cuando al tocar el símbolo el horrendo sonido de gansos que venía acompañando el murmullo de la fiesta dejó de aullar, dejando un vacío extraño en el aire.- ¿Qué acabo de apagar, exactamente?
-Solo esas estúpidas alarmas que sonaban como gansos.
-Ah, ya veo. Una alarma, huh... Yo no tengo ni idea de runas ni alarmas. -mira a la enana con una sonrisa agradable.- ¿Y te hicieron salir de la fiesta solo para darle a un botón? Con lo divertido que se está poniendo todo.
-No me mandaron a hacer nada, pero evidentemente soy la única persona responsable en esta fiesta. - y se cruzó de brazos con el ceño fruncido. Interesante.
Nayru parpadeó con fingida perplejidad, pero luego soltó un bufido corto de comprensión al pensar en Fémur.
-Te creo. Yo tengo una compañera que siempre hace lo que le da la gana; luego me toca ir por ahí arreglando lo que estropea. Es muy molesto cuando no saben comportarse.
-Ahora multiplica eso por diez y entenderás lo que yo vivo a diario -resopló enojada.- Matthew Owens es un imbécil, simplemente me deja toda la responsabilidad y se va a bailar con los invitados.
La vampiresa soltó una carcajada corta de diversión, porque sabía de lo que estaba hablando. Se acercó la botella a la nariz agradeciendo que oliese a vino y no a cualquier bebida rara de las que estaba segura que rondaban por la fiesta. Con actitud relajada le enseñó a la enana la damajuana como quien muestra un tesoro de guerra, señalando con la cabeza unas rocas decorativas que delineaban una jardinera.
-No quiero ni pensar en la tortura de andar detrás de alguien así todo el rato. -dice al sentarse, dando un pequeño trago a la botella y ofreciéndole a la enana. Beber cosas que no fuesen sangre era como si un humano comiese barro: no lo iba a matar y resultaba tan nutritivo como sabroso, pero era tolerable.- Date un respiro porque cuando te vi venir te juro que pensé que ibas volando de lo enfadada que te veías. -ríe.- ¿Si tantos problemas te da por qué sigues con él?
La mujer aceptó la invitación implícita y se sentó junto a ella, aceptando la botella ofrecida.
-Pues, la paga es muy buena, además que el sitio es bastante cómodo. Como imaginarás, a personas como yo no les dan trabajo en cualquier sitio. Y Matt lo hizo sin dudarlo.
-Personas como tú... -dice, pensativa.- No me gusta mucho cómo suena. Sabes, una vez estuve en una compañía teatral, recorríamos el continente actuando y haciendo el saltimbanqui. Beryl era el mejor malabarista que yo he visto en mi vida y las compañías se peleaban por él. -se sonrió ante el recuerdo.- Y se casó con nuestra entusiasta mujer elástica, no quieras saber nunca cuán finas son las tiendas de los trotamundos... Pero sí, comprendo lo que quieres decir. Viendo el jardín de su casa, puedo ver que el Virrey es un hombre bastante... "inclusivo". Variado, al menos. ¿Y a quién suele emplear?
-Puedo entenderlo , el prostíbulo del Virrey también está hecho de tiendas. Creo que llegado cierto momento te acostumbras. -comentó, después de escuchar atentamente y reír con la anécdota.- Pues, no lo sé... -sonríe perspicaz.- ¿Qué es lo que quieres saber?
Nayru volvió a sonreír, derrochando carisma vampírico.
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Nope. No iban a llegar a ningún lado así. Por muy divertido que fuese ver a Rubia restregándose como un lindo animalillo por toda superficie limpia en la que sus ojos se posaban, la casa era terreno desconocido. Demasiadas puertas cerradas y trampas por descubrir. Y apostaría su melena a que no todas te mandaban al estercolero. No llegas a capitán de putas y ladrones lanzando a la gente a una pila de mierda.
Se sentó en una bonita butaca apostada en el pasillo en el que se encontraban, pensando mientras trataba de no echar de menos el culo de Dulzura mirando el culo de la morena Rubia. Suspiró.
-Yo espero que lo estén pasando un poco mal. ¡Sigue siendo un cumpleaños, hay que divertirse! Porque como les haya tocado aguas termales me voy a enfadar con alguien. -suspiró, torciendo la cabeza al mirar la calavera de cuernos retorcidos de un animal desconocido colgando de la pared. Qué bonita, lástima que no le cupiese en el bolsillo.- Creo que debería ser el tal Matt el que nos regalara algo a nosotras, porque es su culpa que estemos así. ¡Pero! Somos buena gente, Rubia. Nosotras perdonamos, ¿a que sí? Sobre todo a los amigos; ya verás que al final nos darán las gracias. Hay que encontrar...
Dio un respingo cuando la mujer abrió una puerta de sopetón, preguntándose si la chiquilla había aprendido algo de toda la experiencia o era como las gallinas, que olvidaban las cosas en cuanto salían de su campo de visión.
Antes de poder reaccionar apareció de repente una mujer joven con toda la pinta de ser el servicio de la casa. Las dirigió su mejor mirada de horror tapándose la boca con las manos. No tanto por la intrusión sino por la suciedad.
Fémur sonrió ampliamente y se puso en pie con rapidez, pasándole un brazo sobre los hombros a la pobre mujer, que se encogió como un ratoncillo. No vayas a servir a casa de ese hombre, le dijo su madre. No estás preparada para el circo de desgracias que siempre siguen a ese hombre, le dijo. Cuánta razón tenía.
-¡Ah! ¡Aquí estás! Qué bien nos vas a venir. ¡Rubia!
-¿Q-quienes.... qué....? Todo... tan sucio... Dioses, la alfombra... ¿cómo....? N-no podéis estar aquí...
-Shhhh, calla, Millie, calla.
-N-no me llamo así...
-A quién le importa cómo te llames, Millie. Calla y escucha. -dijo Fémur, acercando mucho su pálido rostro al de la sirvienta.- Necesitamos encontrar la cocina. Verás, aquí mi amiga y yo somos compañeras del señor, ¿sabes?, de hace mucho tiempo. Venimos para el cumpleaños y nos hemos perdido un poco, pero confío en que serás buena con nosotras y nos ayudarás, ¿hmm? Eso es. A colaborar. Vamos.
Y sonrió, como no debe sonreírse a ninguna persona normal cuando se es un vampiro. Los blancos colmillos de la pelirroja quedaron al descubierto en un gesto macabro que no auguraba nada bueno. ¿Qué podía hacer la pobre Millie, acribillada por un depredador y su carisma innato? Fémur la agarró del cuello del vestido y la arrastró como quien carga un saco de rábanos, presurosa. No fuera que la loca aquella de Rubia decidiese activar alguna nueva trampa.
Dejó salir un hondo suspiro sin perder de vista a la enana que vigilaba, poniéndose en marcha. Estuvo a punto de dar la vuelta y hacerle un gesto muy feo a la dragona con el dedo. ¿Colmillos falsos, eh? No pareció importarle mucho su naturaleza la última vez que se los hincó. ¿Pero quién se creía la maldita lagarta? ¿Que con chasquear los dedos ella iría corriendo? ¿Porque siempre olía delicioso y su sangre era ambrosía? Já. Ya veríamos quién acudía a quién.
Hizo un gesto despreocupado con la mano en dirección a la morena y le regaló un precioso casco de sombras que le cubrió la cabeza por completo.[1] Dragones a mí. Tsk.
La mujer a la que seguía, de pelo oscuro y ensortijado, se agarraba las faldas del vestido como podía mientras surcaba la fiesta a toda velocidad. Fue eso lo que llamó la atención de la vampiresa: que alguien tuviese prisa en una dirección en concreto en un evento donde todos bailaban sin rumbo. Eso, y que fuese directa hacia donde sonaban los gansos. Sentía... curiosidad. Y preocupación por no saber nada de Fémur en un buen rato. Lo cual no era buena señal.
Agarró la primera botella de licor abierta que vio desprotegida y, amparada en la noche, el jolgorio general y el silencio de sus botas, se colocó tras ella a la suficiente distancia como para escucharla jurar y perjurar contra Matthew Owens. Vaya.
-Holgazán, irresponsable... -murmuraba para sí.- ...su propia fiesta y ni puede... a la casa.... En qué hora dejé... gansos... ¡GANSOS!
Tan deprisa como sus cortas piernas le permitían se dirigió hacia uno de los costados de la casa, examinando las paredes llenas de verdes enredaderas. La vio saltar un par de veces tratando de alcanzar algo, su vocabulario de improperios aumentando a la misma velocidad que su evidente frustración. ¿Qué rayos estaba haciendo?
-Ehmm... ¿estás bien? -preguntó con cautela, apareciendo casualmente ante ella.
Era evidente que no estaba bien. La cara de la enana ya lo decía todo sin tener que gesticular, pero igual señaló a la vampiresa y luego señaló el muro, unos centímetros más arriba de lo que llegaban las puntas de sus dedos. Nayru era más alta que ella aunque no fuese por mucho, así que se estiró retirando las enredaderas del muro para descubrir... una runa, bien disimulada en los ladrillos de la casa.
-¿Toco... le doy a la runa?
-Sí, pero hazme el favor de no decirle a nadie.
-Tranquila, tu secreto está a salvo conm-... -se calló cuando al tocar el símbolo el horrendo sonido de gansos que venía acompañando el murmullo de la fiesta dejó de aullar, dejando un vacío extraño en el aire.- ¿Qué acabo de apagar, exactamente?
-Solo esas estúpidas alarmas que sonaban como gansos.
-Ah, ya veo. Una alarma, huh... Yo no tengo ni idea de runas ni alarmas. -mira a la enana con una sonrisa agradable.- ¿Y te hicieron salir de la fiesta solo para darle a un botón? Con lo divertido que se está poniendo todo.
-No me mandaron a hacer nada, pero evidentemente soy la única persona responsable en esta fiesta. - y se cruzó de brazos con el ceño fruncido. Interesante.
Nayru parpadeó con fingida perplejidad, pero luego soltó un bufido corto de comprensión al pensar en Fémur.
-Te creo. Yo tengo una compañera que siempre hace lo que le da la gana; luego me toca ir por ahí arreglando lo que estropea. Es muy molesto cuando no saben comportarse.
-Ahora multiplica eso por diez y entenderás lo que yo vivo a diario -resopló enojada.- Matthew Owens es un imbécil, simplemente me deja toda la responsabilidad y se va a bailar con los invitados.
La vampiresa soltó una carcajada corta de diversión, porque sabía de lo que estaba hablando. Se acercó la botella a la nariz agradeciendo que oliese a vino y no a cualquier bebida rara de las que estaba segura que rondaban por la fiesta. Con actitud relajada le enseñó a la enana la damajuana como quien muestra un tesoro de guerra, señalando con la cabeza unas rocas decorativas que delineaban una jardinera.
-No quiero ni pensar en la tortura de andar detrás de alguien así todo el rato. -dice al sentarse, dando un pequeño trago a la botella y ofreciéndole a la enana. Beber cosas que no fuesen sangre era como si un humano comiese barro: no lo iba a matar y resultaba tan nutritivo como sabroso, pero era tolerable.- Date un respiro porque cuando te vi venir te juro que pensé que ibas volando de lo enfadada que te veías. -ríe.- ¿Si tantos problemas te da por qué sigues con él?
La mujer aceptó la invitación implícita y se sentó junto a ella, aceptando la botella ofrecida.
-Pues, la paga es muy buena, además que el sitio es bastante cómodo. Como imaginarás, a personas como yo no les dan trabajo en cualquier sitio. Y Matt lo hizo sin dudarlo.
-Personas como tú... -dice, pensativa.- No me gusta mucho cómo suena. Sabes, una vez estuve en una compañía teatral, recorríamos el continente actuando y haciendo el saltimbanqui. Beryl era el mejor malabarista que yo he visto en mi vida y las compañías se peleaban por él. -se sonrió ante el recuerdo.- Y se casó con nuestra entusiasta mujer elástica, no quieras saber nunca cuán finas son las tiendas de los trotamundos... Pero sí, comprendo lo que quieres decir. Viendo el jardín de su casa, puedo ver que el Virrey es un hombre bastante... "inclusivo". Variado, al menos. ¿Y a quién suele emplear?
-Puedo entenderlo , el prostíbulo del Virrey también está hecho de tiendas. Creo que llegado cierto momento te acostumbras. -comentó, después de escuchar atentamente y reír con la anécdota.- Pues, no lo sé... -sonríe perspicaz.- ¿Qué es lo que quieres saber?
Nayru volvió a sonreír, derrochando carisma vampírico.
Nope. No iban a llegar a ningún lado así. Por muy divertido que fuese ver a Rubia restregándose como un lindo animalillo por toda superficie limpia en la que sus ojos se posaban, la casa era terreno desconocido. Demasiadas puertas cerradas y trampas por descubrir. Y apostaría su melena a que no todas te mandaban al estercolero. No llegas a capitán de putas y ladrones lanzando a la gente a una pila de mierda.
Se sentó en una bonita butaca apostada en el pasillo en el que se encontraban, pensando mientras trataba de no echar de menos el culo de Dulzura mirando el culo de la morena Rubia. Suspiró.
-Yo espero que lo estén pasando un poco mal. ¡Sigue siendo un cumpleaños, hay que divertirse! Porque como les haya tocado aguas termales me voy a enfadar con alguien. -suspiró, torciendo la cabeza al mirar la calavera de cuernos retorcidos de un animal desconocido colgando de la pared. Qué bonita, lástima que no le cupiese en el bolsillo.- Creo que debería ser el tal Matt el que nos regalara algo a nosotras, porque es su culpa que estemos así. ¡Pero! Somos buena gente, Rubia. Nosotras perdonamos, ¿a que sí? Sobre todo a los amigos; ya verás que al final nos darán las gracias. Hay que encontrar...
Dio un respingo cuando la mujer abrió una puerta de sopetón, preguntándose si la chiquilla había aprendido algo de toda la experiencia o era como las gallinas, que olvidaban las cosas en cuanto salían de su campo de visión.
Antes de poder reaccionar apareció de repente una mujer joven con toda la pinta de ser el servicio de la casa. Las dirigió su mejor mirada de horror tapándose la boca con las manos. No tanto por la intrusión sino por la suciedad.
Fémur sonrió ampliamente y se puso en pie con rapidez, pasándole un brazo sobre los hombros a la pobre mujer, que se encogió como un ratoncillo. No vayas a servir a casa de ese hombre, le dijo su madre. No estás preparada para el circo de desgracias que siempre siguen a ese hombre, le dijo. Cuánta razón tenía.
-¡Ah! ¡Aquí estás! Qué bien nos vas a venir. ¡Rubia!
-¿Q-quienes.... qué....? Todo... tan sucio... Dioses, la alfombra... ¿cómo....? N-no podéis estar aquí...
-Shhhh, calla, Millie, calla.
-N-no me llamo así...
-A quién le importa cómo te llames, Millie. Calla y escucha. -dijo Fémur, acercando mucho su pálido rostro al de la sirvienta.- Necesitamos encontrar la cocina. Verás, aquí mi amiga y yo somos compañeras del señor, ¿sabes?, de hace mucho tiempo. Venimos para el cumpleaños y nos hemos perdido un poco, pero confío en que serás buena con nosotras y nos ayudarás, ¿hmm? Eso es. A colaborar. Vamos.
Y sonrió, como no debe sonreírse a ninguna persona normal cuando se es un vampiro. Los blancos colmillos de la pelirroja quedaron al descubierto en un gesto macabro que no auguraba nada bueno. ¿Qué podía hacer la pobre Millie, acribillada por un depredador y su carisma innato? Fémur la agarró del cuello del vestido y la arrastró como quien carga un saco de rábanos, presurosa. No fuera que la loca aquella de Rubia decidiese activar alguna nueva trampa.
Nay persigue a Brenda porque reivy se lo tiene mu creído.
Fémur sigue con Rubia to p'alante. Craziness top priority.
[1] habilidad lvl 0 "La noche es oscura..." ligada a la cabeza de Reivy :'3
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Nayru
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
Ladeé la cabeza, y me puse las manos detrás de la espalda. Lástima, pero si no sabía realmente sobre nada entonces no sería aprendizaje para mí.
—No necesitas un taller para hacer alquimia, Hadden. Basta con herramientas, supongo que necesitas una demostración. Que... sí, mañana será. Puedes inclinarte por la segunda opción, así es —estuve a punto de estirar la mano para terminar de despedirme, pero sentí un olor, uno que me había preocupado en diferenciar.
Vi a un lado, impasible, a Matthew Owens. Tan solo asentí a sus palabras, dudoso del tono con el que lo decía, y seguí sus movimientos con cuidado, parando al momento en que tomó el mentón de del licántropo. «Hm».
—Hasta luego —repliqué en lo que sería mi "tono promedio"—, Hadden —añadí, dejando claro que me despedía sólo del licántropo y pasaba por alto a Owens. Tan bien que lo estaba haciendo... no disimulando ni tapando la clase de persona que era, como para venir a hacerlo conmigo. Se había equivocado.
Me acomodé las pequeñísimas arrugas en el pecho luego de su par de palmadas y lo observé un momento mientras se retiraba, con los ojos fijos en su nuca. Me di la vuelta y comencé a retirarme de la fiesta, no sin antes verificar las palabras de Hadden, revisando bajo una mesa, alzando el mantel.
No… no había cadáver. Alce las cejas, algo que se los come... algo que le daba peor espina que un vampiro. A saber qué era. Puede que me interesase en perseguirlo, solo para descubrir qué, pero no me molestaría justo ahora, no con gente, mucho menos malhumorado.
A estas horas no había camino ni forma de llegar a un lugar decente antes de que llegara el día. Gruñí mentalmente ante la idea: tendría que quedarme en las inmediaciones de Ciudad Lagarto, en alguna parte con árboles frondosos que cubriesen toda luz. O podía suicidarme, una idea tentadura en la pubertad, pero ya tenía demasiados años viviendo después de ella.
No fue difícil alejarme del lugar sin que nadie prestase particular atención, era una fiesta, personas se acercaban, borrachos se alejaban. Tampoco era que importase que alguien se diera cuenta, pero en una ciudad que apuñalar no parecía ser un asunto "bien visto" sino más bien "visto y pasado por alto" no resultaba atractiva la idea de que vieran a uno caminando solo; por mucho que acercárseme sin que yo lo notase fuese difícil.
No significaba que fuese imposible.
—No necesitas un taller para hacer alquimia, Hadden. Basta con herramientas, supongo que necesitas una demostración. Que... sí, mañana será. Puedes inclinarte por la segunda opción, así es —estuve a punto de estirar la mano para terminar de despedirme, pero sentí un olor, uno que me había preocupado en diferenciar.
Vi a un lado, impasible, a Matthew Owens. Tan solo asentí a sus palabras, dudoso del tono con el que lo decía, y seguí sus movimientos con cuidado, parando al momento en que tomó el mentón de del licántropo. «Hm».
—Hasta luego —repliqué en lo que sería mi "tono promedio"—, Hadden —añadí, dejando claro que me despedía sólo del licántropo y pasaba por alto a Owens. Tan bien que lo estaba haciendo... no disimulando ni tapando la clase de persona que era, como para venir a hacerlo conmigo. Se había equivocado.
Me acomodé las pequeñísimas arrugas en el pecho luego de su par de palmadas y lo observé un momento mientras se retiraba, con los ojos fijos en su nuca. Me di la vuelta y comencé a retirarme de la fiesta, no sin antes verificar las palabras de Hadden, revisando bajo una mesa, alzando el mantel.
No… no había cadáver. Alce las cejas, algo que se los come... algo que le daba peor espina que un vampiro. A saber qué era. Puede que me interesase en perseguirlo, solo para descubrir qué, pero no me molestaría justo ahora, no con gente, mucho menos malhumorado.
A estas horas no había camino ni forma de llegar a un lugar decente antes de que llegara el día. Gruñí mentalmente ante la idea: tendría que quedarme en las inmediaciones de Ciudad Lagarto, en alguna parte con árboles frondosos que cubriesen toda luz. O podía suicidarme, una idea tentadura en la pubertad, pero ya tenía demasiados años viviendo después de ella.
No fue difícil alejarme del lugar sin que nadie prestase particular atención, era una fiesta, personas se acercaban, borrachos se alejaban. Tampoco era que importase que alguien se diera cuenta, pero en una ciudad que apuñalar no parecía ser un asunto "bien visto" sino más bien "visto y pasado por alto" no resultaba atractiva la idea de que vieran a uno caminando solo; por mucho que acercárseme sin que yo lo notase fuese difícil.
No significaba que fuese imposible.
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Re: El último cumpleaños de Matthew Owens [Libre] [Interpretativo] [Cerrado]
Oromë no le miró a los ojos mientras le explicaba tranquilamente como su "prometida" era una persona fácilmente reemplazable en los rangos de Ciudad Lagarto. Taliesin no pudo evitar hacer una mueca que pasaría desapercibida por la dragona, pero quizás no por la otra mujer que la acompañaba.
- No sé ni cómo llamáis a esto ciudad - respondió, dejando escapar sus pensamientos sobre aquel lugar, azuzados por la molesta sensación de que no dejaban de atacar a Helena y que ni se dignaban a mirarle a los ojos. Al decirlo en voz alta, sintió que esta sensación se avivaba, una especie de enfado virulento cuyo motivo dejó de importar. Quizás aquellos tragos de licor estaban haciendo efecto ahora -. No tenéis nada que tenga una ciudad de verdad. Tenéis caos y casas mal hechas. Y un montón de rangos que no sirven de nada. Tú tienes un puesto, y resulta que no lo ejerces; pues será un puesto decorativo. Pues será que tú eres prescindible. Vuestra economía se basa en el engaño y la prostitución, y el prostíbulo lo lleva vuestro Virrey. ¿No os da vergüenza? Menuda mierda de ciud-
En el momento en el que subió el tono para condenar así la ciudad en la que se encontraba, en una fiesta cuyo anfitrión era el Virrey, alguien tiró de su brazo. Greg había aprecido súbitamente a su lado, y en su rostro se leía una mezcla de enfado y pánico. Le dió un puñetazo a Taliesin en el estómago que sirvió para callarlo inmediatamente.
- Disculpadlo: ha bebido demasiado - explicó mientras Taliesin recuperaba el aliento, recuperando la sonrisa y riendo como para quitarle hierro al asunto -. No tenemos el placer de conocernos, y es una pena que me tenga que ocupar de este desgraciado o sería un placer conversar más; os véis encantadoras, señoritas.
Tras aquel apresurado y genérico piropo, tiró fuertemente de Taliesin para llevárselo de allí, hacia un lugar con más gente donde pudieran ocultarse entre la multitud. Lo dejó junto a una de las mesas y le trajo una copa de agua, que levantó para que el vampiro la viera bien.
- ¿Ves este vaso de agua? Este vaso de agua te va a venir muy bien - Taliesin asintió e hizo gesto de ir a cogerlo de la mano de Greg. Pero el mercenario lo retiró, y en su lugar le lanzó todo su contenido a la cara -. A ver si eso te despeja un poco. Tan listo cuando estás sobrio, y tan gilipollas ebrio. ¿Te das cuenta de - bajó la voz - el tipo de gente que hay en esta fiesta? No hace falta decir las verdades muy alto ni muy claro para que alguien se las tome mal.
- Es una mierda de ciudad - insistió Taliesin, quien estaba seguro de tener razón, mientras se frotaba los ojos para quitarse el agua -. ¿A qué ha venido lo de tirarme agua?
- A que te comportas como un gilipollas. ¿Algún problema con eso?
Taliesin agarró el primer vaso que encontró sobre la mesa y le lanzó los contenidos a Greg a la cara. El mercenario se apartó, incrédulo al verse cubierto de algún licor dulce y pegajoso. Pero en cuanto se dio cuenta de lo que había hecho su amigo, su rostro se transformó.
- Discúlpate ahora mismo - exigió, muy serio.
- ¿Y si no? Porque eres más fuerte te crees que vas a conseguir lo que quieres siempre.
Dadas las circunstancias, Greg no necesitaba mucha más provocación, y le lanzó un puñetazo directo a la cara.
---
Off: dejo de interactuar con Oromë/Christelle.
- No sé ni cómo llamáis a esto ciudad - respondió, dejando escapar sus pensamientos sobre aquel lugar, azuzados por la molesta sensación de que no dejaban de atacar a Helena y que ni se dignaban a mirarle a los ojos. Al decirlo en voz alta, sintió que esta sensación se avivaba, una especie de enfado virulento cuyo motivo dejó de importar. Quizás aquellos tragos de licor estaban haciendo efecto ahora -. No tenéis nada que tenga una ciudad de verdad. Tenéis caos y casas mal hechas. Y un montón de rangos que no sirven de nada. Tú tienes un puesto, y resulta que no lo ejerces; pues será un puesto decorativo. Pues será que tú eres prescindible. Vuestra economía se basa en el engaño y la prostitución, y el prostíbulo lo lleva vuestro Virrey. ¿No os da vergüenza? Menuda mierda de ciud-
En el momento en el que subió el tono para condenar así la ciudad en la que se encontraba, en una fiesta cuyo anfitrión era el Virrey, alguien tiró de su brazo. Greg había aprecido súbitamente a su lado, y en su rostro se leía una mezcla de enfado y pánico. Le dió un puñetazo a Taliesin en el estómago que sirvió para callarlo inmediatamente.
- Disculpadlo: ha bebido demasiado - explicó mientras Taliesin recuperaba el aliento, recuperando la sonrisa y riendo como para quitarle hierro al asunto -. No tenemos el placer de conocernos, y es una pena que me tenga que ocupar de este desgraciado o sería un placer conversar más; os véis encantadoras, señoritas.
Tras aquel apresurado y genérico piropo, tiró fuertemente de Taliesin para llevárselo de allí, hacia un lugar con más gente donde pudieran ocultarse entre la multitud. Lo dejó junto a una de las mesas y le trajo una copa de agua, que levantó para que el vampiro la viera bien.
- ¿Ves este vaso de agua? Este vaso de agua te va a venir muy bien - Taliesin asintió e hizo gesto de ir a cogerlo de la mano de Greg. Pero el mercenario lo retiró, y en su lugar le lanzó todo su contenido a la cara -. A ver si eso te despeja un poco. Tan listo cuando estás sobrio, y tan gilipollas ebrio. ¿Te das cuenta de - bajó la voz - el tipo de gente que hay en esta fiesta? No hace falta decir las verdades muy alto ni muy claro para que alguien se las tome mal.
- Es una mierda de ciudad - insistió Taliesin, quien estaba seguro de tener razón, mientras se frotaba los ojos para quitarse el agua -. ¿A qué ha venido lo de tirarme agua?
- A que te comportas como un gilipollas. ¿Algún problema con eso?
Taliesin agarró el primer vaso que encontró sobre la mesa y le lanzó los contenidos a Greg a la cara. El mercenario se apartó, incrédulo al verse cubierto de algún licor dulce y pegajoso. Pero en cuanto se dio cuenta de lo que había hecho su amigo, su rostro se transformó.
- Discúlpate ahora mismo - exigió, muy serio.
- ¿Y si no? Porque eres más fuerte te crees que vas a conseguir lo que quieres siempre.
Dadas las circunstancias, Greg no necesitaba mucha más provocación, y le lanzó un puñetazo directo a la cara.
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Off: dejo de interactuar con Oromë/Christelle.
Taliesin Skatha
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